Fundamentos para la Operación de un Sistema Intersectorial de Protección Social Ministerio de Planificación Secretaría Ejecutiva del Sistema de Protección Social Fundamentos para la Operación de un Sistema Intersectorial de Protección Social GOBIERNO DE CHILE Ministerio de Planificación Registro de Propiedad Intelectual Nº 178598 Diseño: Francisco Ramos 2 Índice Índicede deContenidos Contenidos Prólogo 4 ¿Qué es la Protección Social? 7 ¿Qué es la Vulnerabilidad? 18 ¿Cómo entender la idea de Riesgos en la Pobreza y la Marginalidad? 36 ¿Qué relación hay entre Protección Social y Pobreza? 50 ¿Qué lugar ocupa Chile Solidario en el Sistema de Protección Social? 60 ¿Por qué consolidar el Sistema con una política de Protección Integral a la Primera Infancia? 75 ¿Por qué el Sistema de Protección Social debe ser Intersectorial? 84 Referencias bibliográficas 95 3 Prólogo Al mirar la situación del país en retrospectiva, es fácil darse cuenta cómo hemos cambiado política, social, económica y culturalmente los últimos 30 años. Además de las transformaciones experimentadas en las expectativas y patrones de consumo de la población, también es posible reconocer una serie de indicios que nos hablan de un ciudadano de nuevo tipo, más informado, más proactivo, más demandante y más atento a las señales dadas por las instituciones. Existe, en general, una actitud ciudadana más exigente, que cuestiona las actuaciones públicas y quiere hacerse parte de las oportunidades que se van abriendo en la economía, la tecnología, el mercado y los asuntos públicos de común interés. Prólogo Pero no sólo las personas han cambiado, también lo ha hecho el país y, junto con él, un Estado que se ha visto frecuentemente obligado a ponerse al día con las nuevas tendencias, a escuchar más y mejor a sus ciudadanos y ciudadanas y, a modernizar la forma en que se vincula con ellos y atiende sus necesidades. Pero, sin duda, lo que nos hace distintos es la convicción y el compromiso con que hemos asumido la tarea nacional de generar espacios más inclusivos, que hagan posible la motivación ética que está detrás de las políticas de Estado que hemos estado impulsando: la realización efectiva de los derechos de todos y todas y, en ese cometido, proveer protección social a los más vulnerables. 4 Esta construcción no se ha improvisado y responde a una trayectoria larga que tiene a su haber conquistas importantes en materia de protección social. A los logros que podemos exhibir como país en materia de educación y salud, se ha sumado una importante Reforma Previsional que hoy ha hecho posible tener a más ciudadanos y ciudadanas en condiciones de enfrentar la maternidad, la protección de los hijos, la vida laboral y la vejez, en mejores condiciones y con mayor dignidad. En materia de protección hacia los más vulnerables, los avances logrados por Chile Solidario le han permitido al Estado llegar efectivamente a quienes más lo necesitan, con instrumentos más acordes a sus necesidades, con mayor respeto y pertinencia a las realidades de los territorios y, con oportunidades más igualitarias de participación. La instauración y funcionamiento en régimen de la Ficha de Protección Social ha permitido afianzar esos logros, dando mayor solidez y transparencia a las decisiones que se toman en la asignación de beneficios sociales, dando a pie a un sistema interoperable de información que, por primera vez en la historia, permite consolidar registros y dar solvencia a las decisiones que se toman en materia de inversión social. A lo anterior, se suma la conquista de los derechos de los niños y niñas de la primera infancia, que a través de Chile Crece Contigo llegan a vivir en un país que se hace cargo de proveerles condiciones de bienestar y seguridad. El Sistema Integral de Protección a la Infancia genera posibilidades desde la gestación y durante los primeros pasos de la vida, para tener niños y niñas más felices y con posibilidades de lograr su máximo potencial de desarrollo. La tarea no ha concluido y nos obliga a estar atentos a las necesidades de nuestros ciudadanos. Y, sin duda, una condición ineludible para que todo esto forme parte del patrimonio nacional, con políticas de Estado serias y responsables que miran al bicentenario con la expectativa de hacer posible la promesa de un país que crece con igualdad de oportunidades, en que la descentralización avance a pasos agigantados. Esto no depende solamente de continuar con la tarea de dotar a los gobiernos locales de más recursos que hagan posible el financiamiento de los servicios sociales, sino también de entregar las herramientas y formar las capacidades para que las municipalidades puedan cumplir correctamente con las tareas que tienen a su cargo. Este documento que ponemos a su disposición, es una síntesis de los principios que han orientado la tarea de llevar protección social a las familias y personas en situación de vulnerabilidad. Su propósito no es solamente ilustrar los componentes y expresiones que hoy tiene esta política de protección social. También es un gesto de reconocimiento a los miles de funcionarios y funcionarias públicas que desde distintos espacios, en particular desde lo local, han demostrado su real vocación de servicio público. Y, especialmente, intenta ser una señal que reconoce y agradece el esfuerzo de miles de familias y de millones de personas que han conocido este Sistema de Protección Social y que nos siguen enseñando cómo se hace una gestión pública de calidad. Verónica Silva Villalobos Secretaria Ejecutiva del Sistema de Protección Social 5 6 ¿Qué es la Protección Social? ¿Qué es la Protección Social? La globalización económica, los destacados avances en innovación científico tecnológica, la interconectividad de las comunicaciones y las transformaciones socioculturales que ha dibujado este nuevo escenario mundial, han producido diversas transformaciones en la vida de los países y sus poblaciones. A la alta concentración del capital, la desigualdad en la distribución del ingreso y a la persistencia de la pobreza, se suma hoy la emergencia de nuevas formas de marginalidad y exclusión social, que deben ser reconocidas y analizadas desde nuevos puntos de vista, para comprender los factores que las originan y las condiciones que contribuyen a su reproducción. Así, ya no es posible conceptualizar o entender la pobreza de la manera tradicional, esto es, sólo cómo déficit en los niveles de ingreso de las personas y la incapacidad que esto genera de procurar de manera autónoma los satisfactores que se requieren para cubrir necesidades básicas. Hoy, aparecen con igual o mayor relevancia, otras carencias que la explican o la acompañan, como la falta de capacidades, la falta de poder, la falta de capital social, la escasez de capital simbólico y otros elementos sociales, culturales y políticos. Así, la pobreza es un estado que no consiste únicamente en no tener los ingresos necesarios para acceder al consumo de bienes y servicios imprescindibles para cubrir las necesidades básicas; ser pobre es también padecer la exclusión social, que impide una participación plena en la sociedad y merma la exigibilidad de los derechos. Si se analiza desde el punto de vista de la integración y la cohesión social, la pobreza impide participar debidamente de los beneficios del desarrollo, vale decir, tener acceso a un estándar de vida acorde al nivel de progreso y bienestar medios de la sociedad a la que se pertenece. Se entiende, por tanto, como privación de ciudadanía, ya que impide a los sujetos pobres contar con los beneficios y mecanismos de pertenencia a los que debieran tener acceso por ser parte de la sociedad. Como consignan las Naciones Unidas al referirse al derecho al desarrollo como argumento central para intencionar voluntad política de los países de generar condiciones para erradicar la pobreza, ésta es inaceptable, por cuanto impide el ejercicio del derecho individual a una vida digna, que supone estar en condiciones de satisfacer las necesidades básicas. 7 Sin embargo, un fenómeno contemporáneo que acompaña a la pobreza, pero que la supera, ya que involucra progresivamente a personas no pobres, es la vulnerabilidad. Los vaivenes de la economía mundial y la interdependencia de las naciones en aspectos que involucran algo más que la economía, hacen que cada vez más la capacidad de control sobre las condiciones que enfrentan las personas en su cotidianeidad, estén fuera de su dominio, es decir, no dependan de ellas mismas. El fenómeno de la incertidumbre refleja exactamente esta generalizada sensación de no poder anticipar con meridiana claridad el curso de acontecimientos básicos para la vida propia y el entorno cercano. Esto tiene que ver principalmente con el futuro laboral, la situación de salud, la cobertura de la seguridad social y la disponibilidad de ingresos familiares. El mercado ha generado diversos mecanismos que trabajan justamente sobre la idea de segurizar a las personas, sobre la base de contribuciones individuales que permiten acceder a estos instrumentos de seguridad, fundamentalmente en lo que se refiere a eventos y siniestros como enfermedades catastróficas, cesantía, invalidez, vejez y muerte. No obstante, estos mecanismos dejan sin cobertura a las poblaciones que no tienen capacidad de pago para participar como contribuyente activo. Es ahí donde la función del Estado es invocada, ya que le cabe la misión tanto de velar por el bien común como de contribuir al bienestar individual de las personas. Dado que para generar estrategias que brinden protección social efectiva a la población vulnerable, se requiere el diseño de instituciones y políticas que permitan producir y asignar los recursos necesarios para dar cobertura a esas poblaciones, es que las políticas sociales se articulan y coordinan para funcionar en red, a través de mecanismos de gestión que permiten concertar a distintas instituciones para dar respuestas combinadas a las necesidades de las poblaciones que presentan demandas emergentes o que necesitan que su capital humano sea protegido. A esto es a lo que se le llama un sistema de protección social. Al respecto, cabe distinguir entre instrumentos de asistencia social, seguridad social y protección propiamente tal. La asistencia social abarca políticas diseñadas para suplementar los ingresos de aquellos grupos más carenciados, cuya capacidad generadora de ingresos es escasa y esto 8 se logra principalmente a través de transferencias en efectivo o bienes no retornables, cuyos efectos sobre el bienestar personal y familiar es reducido, ya que cumplen con una función paliativa. Por su parte, la seguridad social es aquel sistema que se financia por contribuciones mixtas, es decir, del Estado y las personas y, construido sobre la idea de seguros, lo que permite que los individuos y las familias se protejan pero combinando esfuerzos con un grupo más amplio de otros actores expuestos al mismo riesgo, esto es, a través de los llamados sistemas solidarios que, además de los mecanismos de copago, incluyen mecanismos de participación diferenciales donde los que más aportan, subsidian a los que aportan menos o no pueden aportar. La protección social por su parte, constituye un conjunto amplio de políticas e instrumentos que se orientan a la reducción del riesgo y las vulnerabilidades de las personas, e incluye todos los mecanismos y estrategias que van en apoyo de comunidades, hogares e individuos para que puedan prevenir, manejar y superar esos riesgos y vulnerabilidades. Lo destacable de la protección social, como propuesta de política pública, es que se sostiene en la idea de que ello es posible cuando hay un grado de acuerdo social en cuanto a que los ciudadanos tienen derecho a ciertos estándares mínimos de bienestar1, lo cual concreta la intención de generar estrategias inclusivas que, en un marco de igualdad de oportunidades cumpla la promesa del crecimiento económico con equidad social. Además, esta visión tiene directa relación con el enfoque de los derechos humanos 1 Un logro central en estos dos años ha sido instalar el sistema de protección social como verdadero objetivo nacional. Nuestro propósito ha sido sentar las bases de un Estado social y democrático de derecho, que abandona el asistencialismo de las políticas sociales y que asume el enfoque de derechos de las personas. Chile está entrando en una nueva etapa en materia de derechos de las personas. Una nueva manera de entender la acción del Estado, gracias a las reformas que hemos ido implementando en los últimos años. Esto va más allá que una u otra medida. Ésta es una apuesta ética para mirar la política y el Estado. De escoger el tipo de sociedad en que queremos vivir. Donde entre todos decidimos, democráticamente, qué bienes públicos vamos a garantizar a cada persona y los asumimos como mínimos civilizatorios de nuestra sociedad. Elegimos si protegernos o descuidarnos. Si construir comunidad o vivir como una mera suma de individuos. Por eso digo: El principal logro en esta materia es que todo Chile hable hoy el lenguaje de la protección social como un elemento propio de la identidad nacional. S.E Presidenta de la República, Michelle Bachelet. discurso pronunciado por la Presidenta Bachelet en su tercera Cuenta Pública sobre el estado político y administrativo de la Nación ante el Congreso Pleno, 21 de mayo de 2008. 9 e incluso se encuentra consagrado en el derecho a un nivel de vida adecuado, del artículo 11 del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como en el reconocimiento de que existe una obligación de los Estados de proporcionar estándares mínimos en relación a los derechos económicos y sociales, sobre todo en alimentación, salud y educación. Las medidas de protección social que promueven y protegen estándares mínimos acordados, pueden contribuir a la realización de otros derechos, ya que en la medida que se asegura una base material adecuada para que las personas puedan cumplir con las funciones que les son propias de la etapa de desarrollo en la que se encuentran, pueden realizar otras funciones ligadas a su bienestar. El ejemplo más clásico, que ha inspirado el diseño de los sistemas de protección, es que en la medida que se invierte para asegurar un estándar básico de nutrición y salud a niños, niñas y jóvenes, éstos pueden beneficiarse más de la educación. Y, realizando el derecho a la educación, mejoran sus posibilidades de participación en el mercado del trabajo. Desde luego, lo que se considere el mínimo estándar de vida o el estándar de vida adecuado es materia de amplia controversia y negociación política y social. Por lo tanto, son definiciones variables, que evolucionan junto con el nivel de desarrollo logrado por los países. En algunos casos, se considera que los estándares de la protección social superan muy significativamente las posibilidades de un país, ya que su base fiscal y sus altos niveles de pobreza no lo hacen económicamente viable. En otros casos, como el chileno por ejemplo, la tendencia económica, social y política indica que existen las condiciones para plantearse objetivos de política pública más exigentes2. 2 Tal como afirmaba la Presidenta Bachelet, éste no es un presupuesto cualquiera, porque éste no es un año cualquiera. Fuera de Chile los mercados se remecen, quiebran bancos y el crecimiento cae sin discriminar entre países ricos y países pobres. Pese a todo, Chile, que conoce mejor que nadie los vaivenes y las pruebas, hoy tiene la oportunidad de seguir avanzando. Este año nuestra economía crecerá 4,5 por ciento. Y la inversión aumentará casi 20 por ciento, como pocas veces en nuestra historia. Los presupuestos de años anteriores fueron ambiciosos pero también fueron responsables. Para resguardarnos de la crisis internacional, asegurar que la inflación baje y que el empleo siga creciendo, el 2009 debemos ser aún más rigurosos. Tal como lo haría cada dueña de casa, ministra de hacienda de un país que se llama familia. En este presupuesto el gasto total crece 5,7% por ciento. Fíjense bien: en medio de esta crisis internacional, no sacrificaremos sino que aumentaremos los recursos para las personas. Estos son anuncios que, en las actuales circunstancias, pocos ministros de Hacienda de pocos países del mundo pueden hacer. Dijimos que la baja de la inflación no sería a costa de los que tienen menos. Y lo vamos a cumplir. Con los fondos del presupuesto 2009 concretaremos los compromisos que la presidenta Bachelet adquirió con los chilenos. Este presupuesto financia los 75 mil pesos de pensión básica solidaria a partir de julio del 2009. Financia 900 nuevas salas cunas, soluciones habitacionales para más de 140 mil familias; y la construcción de 50 centros comunitarios de salud y 47 centros de atención de salud familiar. Por segundo año consecutivo el presupuesto del Ministerio de Educación es el más grande de todos. Porque en este gobierno vamos a completar el ciclo de oportunidades en la educación. Discurso del Ministro de Hacienda, señor Andrés Velasco, al presentar el Presupuesto 2009. Santiago, 28 de septiembre de 2008. 10 La idea de la protección social trabaja en torno a una idea muy simple: cómo apoyar a las personas, familias o comunidades cuando éstas enfrentan contingencias que han significado o podrían llegar a significar pérdidas en su nivel actual de bienestar y, de igual forma, cómo hacer para mejorar los niveles de bienestar de las personas más pobres o vulnerables. Las medidas y estrategias recomendadas por el enfoque de protección social están pensadas tanto para apoyar a los pobres económicamente activos, permitiéndoles participar de manera más productiva en la sociedad, así como a los pobres y vulnerables menos activos, es decir, aquellos que por sus particulares condiciones (discapacidad, edad, enfermedad, vejez, aislamiento geográfico, residencia en territorio vulnerable, etc.) no pueden generar ingresos suficientes por sus propios medios. Las iniciativas que este enfoque impulsa, pueden apoyar el cumplimiento de las obligaciones de los Estados para asegurar los derechos básicos de todas las personas. Las políticas de protección social son siempre parte de un conjunto más amplio de medidas en materia de estabilidad macroeconómica, desarrollo empresarial y laboral, trabajo y educación. Por eso, es importante analizar el contexto de las iniciativas de protección y mirar cómo se vinculan con otras políticas públicas. En el caso chileno esto es clave: Chile Solidario existe junto a la reforma de salud y su Plan AUGE, a la nueva etapa de la reforma de la educacional y, desde luego, a la reforma previsional. La protección social puede mitigar y apoyar las estrategias de las personas que enfrentan una amplia gama de riesgos y vulnerabilidades, incluyendo aquéllos provocados por shock tan diversos como el SIDA, la inseguridad alimentaria o el conflicto armado. De hecho, el origen de la protección social, como estrategia, tiene que ver con los efectos producidos en la población, a raíz de las crisis económicas que afectaron seriamente la estabilidad de las economías locales y para cuyos impactos no existían suficientes mecanismos de compensación. 11 La experiencia ha demostrado que si bien la instalación y funcionamiento de sistemas de protección es un avance muy significativo en materia de políticas de desarrollo y bienestar, no es fácil ponerlos en operación, ya que requieren de condiciones políticas e institucionales muy exigentes. Según consigna la literatura, para lograr saltos cualitativos en la cobertura y calidad de los sistemas de protección social se requiere un pacto o acuerdo político respecto de la sociedad que quiere construir. Este pacto tiene tres dimensiones: (i) en primer término, un fundamento ético, ya que se rige por principios plasmados en los derechos humanos universales que, por definición, deben tener un carácter vinculante y, según los cuales toda persona debe tener acceso a los recursos necesarios para llevar una vida digna; (ii) en segundo lugar, una dimensión operacional, es decir, el diseño e implementación de mecanismos institucionales que faciliten el diálogo entre actores sociales y políticos y, que permitan traducir los acuerdos logrados en marcos normativos, instrumentos y políticas ad hoc. Y, (iii) en tercer lugar, una dimensión de contenidos relativos a la protección social, que oriente acciones concretas en los campos donde la población se siente más desprotegida, como la salud, la seguridad social y la fuente de ingresos para cubrir necesidades básicas. Por lo tanto, deben existir políticas manifiestas, mecanismos operativos y prestaciones funcionando en régimen, que a la vez cubran grupos importantes de la población, tengan un itinerario de crecimiento con ritmos conocidos de progresión y ampliación y, señalamientos sobre cómo plasmar el principio de solidaridad en múltiples mecanismos con implicancias redistributivas. También destaca en esta construcción de argumentos sobre la importancia de la protección social, el argumento político de que mientras mayores son los niveles de protección a los que tienen acceso las personas y mejor es la garantía de realización de sus derechos, menor es el nivel de conflictos, porque mayor es la disposición de los actores a negociar acuerdos para resolver diferencias en las pugnas distributivas, en lugar de operar por otras vías que ponen en riesgo la gobernabilidad. Una estructura distributiva menos desigual, fortalece la estabilidad política y mejora las condiciones de desarrollo de los países. Asimismo, desde el punto de vista de la economía, la mayor equidad permite, indirectamente, reducir los altos costos de la pobreza y la desigualdad, en términos de deserción escolar, morbilidad evitable y malas condiciones de competitividad de las economías locales, entre otros. Por último, un sistema de protección social, que ofrezca una cobertura más equitativa contra riesgos y, una mayor igualdad de oportunidades en la formación de capital humano, favorece la estabilidad institucional, amplía los márgenes de participación política y la reciprocidad de las relaciones entre los ciudadanos. En este sentido, fortalece el capital social, que también es considerado un resorte importante para fomentar círculos virtuosos entre mayor confianza social y mayor dinamismo económico. 12 Lo importante es tener en cuenta que cuando el enfoque de la protección social se asume como perspectiva para tomar decisiones en materia de políticas públicas, sus instrumentos no se limitan a respuestas asistenciales o paliativas, sino que también abarcan políticas de desarrollo del capital humano (principalmente educación y salud), seguridad social y prevención de riesgos. En Chile, si bien los cambios de las políticas sociales se han traducido en una población más escolarizada y con mejores indicadores de salud, ésta se enfrenta a mercados laborales con subsectores poco desarrollados, volátiles y cambiantes, segmentados y precarios, mientras que por otra parte, surgen situaciones que afectan sensiblemente la situación de bienestar de grupos específicos. En este contexto, las políticas sociales deben apoyar a las personas a superar sus indefensiones y a reducir las inseguridades que atemorizan a sus miembros ante situaciones que afectan de distinta manera a las personas de acuerdo a su vulnerabilidad. Esto significa tomar medidas anticipatorias y correctivas en las áreas de inversión social para el fortalecimiento del capital humano y social, seguridad asociada al trabajo, creación de redes de protección y medidas paliativas cuando aquellas no existen. La protección social puede expresarse a través de distintos mecanismos y, en términos generales, responder a dos lógicas: la que relaciona de manera más o menos lineal los aportes (cotizaciones) y los beneficios que reciben los aportantes y, la que claramente desvincula los aportes de las retribuciones, recurriendo a los impuestos o subsidios 13 cruzados. En el primer caso, las personas esperan una clara relación entre lo que aportan a seguridad social y los beneficios que reciben. Se trata básicamente de una relación lineal entre aportes y beneficios, cuya expresión más clara son los seguros de riesgo individuales y los sistemas de pensiones que operan por capitalización individual. Esta lógica se basa en un principio de equidad individual. En el segundo caso, se trata de una lógica de equidad colectiva y se diferencia de la anterior en sus mecanismos de recaudación de fondos y distribución de beneficios. En este caso, los contribuyentes hacen sus aportes mediante los impuestos y los beneficios no tienen una relación directa con lo que aportan los contribuyentes. En términos estrictos, lo esperable es que los beneficiarios de la asistencia social sean quienes menos aporten en términos de impuestos durante su vida activa, por lo que la asistencia social funciona como un mecanismo de redistribución, es decir, como un canalizador de transferencias de los que más tienen a los que menos poseen. Es importante señalar que la especificación de cuáles y cuántos derechos están garantizados y, por lo tanto, qué riesgos está dispuesta a asumir la sociedad como responsabilidad colectiva, debe conducir a la definición explícita de los bienes de carácter público de los cuales el Estado se hace garante, independiente que su provisión esté a cargo de instituciones públicas o privadas. De igual forma, se vuelve muy importante la identificación de los causantes de beneficios públicos, que en la lógica de la protección social con enfoque de derechos, son titulares de tales derechos y, por tanto, sujetos de protección. A manera de ejemplo, es lo que ocurre con el anuncio público de la Presidenta de la República de incorporar a las personas que viven en situación de calle, al sistema de oportunidades de Chile Solidario, prioridad que fuera del enfoque de derechos seguiría postergada. Ahora bien, se ha hablado de la protección social como enfoque y como política siendo ésta un conjunto estructurado de iniciativas de diverso carácter -, pero también como sistema. Este componente agrega complejidad y le añade especificidad, ya que se refiere al modelo de gestión con que se organizan y disponen los recursos existentes en la red institucional, para hacer llegar los beneficios a sus usuarios. Por lo tanto, un sistema de protección es más que una estructura institucional; es un acuerdo político al que concurre la sociedad para establecer las bases sobre las que desea construir y regular su convivencia. Determina qué derechos se reconocen como universales y, por ende, que deben ser garantizados para todos y, explicita cómo se garantizan y cómo se hacen viables. E implica, en última instancia, transparentar las opciones de política respecto de los grupos y territorios que son sujetos de acción preferente por parte del Estado, en atención a sus necesidades de protección. 14 Desde luego, el levantamiento de la idea de protección social no reemplaza ni elimina la de pobreza, sino que ofrece un nuevo foco para comprender las causas que la generan o contribuyen a su reproducción. Es difícil imaginar la pertinencia de la prevención de riesgos frente a contextos de pobreza severa o extrema. No obstante, la idea de riesgos aplica, en este caso, a la probabilidad de que, por verse afectadas por esos contextos de pobreza, las personas no puedan desarrollar plenamente las capacidades y funciones que les corresponden. Y, en la medida que no cuentan con las condiciones, recursos y competencias necesarias para hacer frente a contextos adversos, no sólo aumenta la probabilidad de que permanezcan en esa condición, sino también de que se pierda aún más la condición de bienestar presente. Por eso es importante preguntarse, desde esta óptica, cuáles son las posibilidades reales de una persona de procurarse por sí misma las condiciones que requiere para subsistir y desarrollarse en torno a un estándar aceptable de bienestar. Y, cuáles son los factores que hacen que esa persona no tenga capacidad de control sobre sus propias circunstancias es decir, que la hacen vulnerable -, que no pueda cumplir satisfactoriamente con las funciones vitales que le correspondería desempeñar, que no pueda resolver con autonomía los problemas cotidianos relativos a su situación personal y la del entorno cercano y, que no pueda proyectarse al mediano y largo plazo. El encadenamiento entre efectos de corto plazo en materia de incremento de los ingresos familiares y efectos de largo plazo en materia de desarrollo del capital humano de niños y jóvenes con mayores rezagos porque se encuentran en posición de desventaja relativa respecto de otros grupos -, constituye una clave estratégica para avanzar, desde las políticas y los programas sociales, en la superación de la pobreza. En este sentido, los programas sociales deben permitir la conciliación de políticas de apoyo a la formación de capital humano y social (desarrollo de capacidades), políticas de ampliación del acceso a empleo de calidad (expansión de oportunidades) y políticas asistenciales a corto plazo destinadas a proteger a la población vulnerable de situaciones emergentes. Por último, no hay que olvidar que los sistemas de protección social tienen dos funciones básicas, una de equiparación de oportunidades, cuyo objetivo es aliviar la pobreza, redistribuir el ingreso y reducir la exclusión social. Y, una de aseguramiento para toda la población, implementando mecanismos para la sustentabilidad del ingreso durante el ciclo de vida. Entonces, la protección social existe no sólo para enfrentar la pobreza, sino también para proveer aseguramiento y suplementar la capacidad generadora de ingreso de los hogares y personas. En el hipotético caso de que un país lograra eliminar la pobreza, el sistema de protección social vigente tendría plena legitimidad y requeriría de las instituciones necesarias para que los individuos pudieran asegurarse y contar con los ingresos necesarios a lo largo de toda su vida. 15 Orientación ético política de la protección social Bases de la política de Estado en Protección Social Hemos querido reconocer derechos sociales a las personas y asegurarles que el Estado los va a cumplir efectivamente, garantizados éstos financieramente, pero además jurídicamente. [ ] Queremos que la seguridad social ponga a las personas a cubierto de todos los riesgos que puedan amenazarla. Es decir, los riesgos que están en la mano de uno evitar ( ) hay muchos riesgos a que las personas se ven sometidas, como el riesgo de la enfermedad, el riesgo de la cesantía, en que sin duda los Estados podemos hacer mucho a ese respecto. Asimismo, estamos velando porque los derechos de las personas sean respetados integralmente en las comunidades en que viven y en las empresas en que trabajan. Porque sabemos que la economía existe en la sociedad y que el individuo vive en comunidad. Y que finalmente, toda prosperidad tiene un origen social y toda riqueza debe cumplir una función social. Hemos sostenido reiteradamente -algunos dirían majaderamente- que es una falacia ideológica contraponer las políticas progresistas al crecimiento económico y, la eficiencia económica a la justicia social. Desde nuestra perspectiva sinérgica, no hay antinomia ni disyuntiva entre ellos. Por el contrario, son objetivos que deben reforzarse cada vez más entre sí. Lo hemos dicho en una frase muy sencilla: crecer para incluir, incluir para crecer. Es decir, la sinergia perfecta en ese sentido. El desarrollo social ha estado, ya decía, en el centro de la acción mía como Presidenta. Hemos iniciado la construcción de un sistema de protección social que acoja a todos quienes viven en el país, desde la cuna hasta la vejez. En salud, hemos continuado desarrollando ese sistema universal de aseguramiento de atención y calidad. Las prestaciones de salud con garantías explícitas 16 son una realidad y hoy estamos ampliando las patologías consideradas. En seguridad social, acabamos de llevar a cabo una reforma señera, la Reforma Previsional, que pusimos en marcha en julio del año 2008, que establece, como ya señalaba, pensiones mínimas garantizadas que nos van a permitir acabar con la indigencia y la pobreza en la tercera edad, asegurándole a todos una vejez digna. Además, permítanme añadir, hemos resuelto una grave desigualdad que había con las mujeres, porque las mujeres trabajadoras, al cabo de un tiempo, por el hecho de vivir más, recibían una pensión menor, de manera que su dinero, en una cuenta, le alcanzara por el tiempo de sobrevida. Hemos identificado una serie de instrumentos que permitan, por un lado, que mujeres y hombres tengan pensiones más dignas y más equivalentes. Segundo, también hacernos cargo que la maternidad es un factor complejo -en el caso de una mujer trabajadora-, y que es una responsabilidad de todos. Por eso también en esta reforma previsional estamos entregando algunos bonos adicionales por hijo nacido vivo o adoptado, de manera que la carga familiar no sea una carga exclusiva de la mujer. En la infancia, hemos llevado adelante el programa Chile Crece Contigo, que ofrece un conjunto integrado de intervenciones sociales que apoyan al niño o niña desde el embarazo, luego en su crecimiento y desde la familia, entregándole herramientas para que desarrollen al máximo sus potencialidades. En esa misma línea, un programa muy especial, el cual a mí me llena de alegría, la ampliación de las salas cuna y de la educación preescolar que está en marcha. [ ] Son justamente estas miles de salas cuna las que nos permiten ofrecer esa cancha nivelada para enfrentar la vida de nuestros niños de los cuales algunos crecen en condiciones muy precarias-, pero también alivianar la carga de las madres y ofrecer oportunidades a las mujeres para poder, en el caso que así lo estimen, encontrar un trabajo y mejorar las condiciones de vida. En la educación básica, media e incluso universitaria, el problema principal que tenemos no es cobertura. Sin duda necesitamos aumentar cobertura, necesitamos una masa crítica de personas con especialización tanto técnica como universitaria mayor, y tenemos que llegar a un millón de estudiantes en educación superior. Pero nuestro problema central en todos los niveles hoy día está vinculado al tema de la equidad, pero no tiene que ver con el acceso, porque si sólo garantizamos acceso y no garantizamos excelencia y calidad, la verdad es que no estamos dando equidad, porque no hay ninguna posibilidad de que compitan personas con una buena educación con aquellas que no la tengan. exigen nuestras convicciones, con la capacidad de involucrar a todos los actores relevantes, financiar y a la vez realizar con eficacia los cambios y las prestaciones comprometidas. [ ] En definitiva, lo que estamos haciendo es terminando de consolidar un sistema de protección social que protege la vida de las personas desde la cuna hasta la vejez, pero pasando, además, por algo que también nos parece tiene que ser permanente, que es la educación permanente y también el trabajo. Conferencia de S.E. la Presidenta de la República, Michelle Bachelet "Desarrollo social en Chile: Equidad, inclusión social e igualdad de género" La Habana, 12 de febrero de 2009 Nuestros índices escolares de cobertura son buenos, superan el 90%, a la vez que cuatro de cada diez estudiantes llegan hoy día a la educación superior. Pero de ellos, siete de cada diez estudiantes de educación superior, son la primera generación de estudiantes en su familia en acceder a este nivel educativo. Y esto muestra que en Chile estas políticas han significado, efectivamente, movilidad social y más oportunidades. Por eso digo que, si bien todavía tenemos un desafío en la cobertura, nuestro desafío fundamental se llama calidad y equidad. También en ese ámbito estamos construyendo acuerdos que harán posible, puesto que estamos reformando leyes que heredamos del gobierno autoritario, un mejor sistema nacional de educación, donde la educación pública retome el rol crucial que tuvo en el pasado y que hizo de Chile una gran nación. Quisiera destacar la importancia de estos acuerdos, tan imprescindibles como posibles, así como la gradualidad para el éxito de las reformas y de las políticas sociales. En otras palabras, es imprescindible articular la urgencia que nos 17 18 ¿Qué es la Vulnerabilidad? ¿Qué es la Vulnerabilidad? El concepto de "vulnerabilidad" está intrínsecamente asociado a los fenómenos macroeconómicos y a los impactos sociales que ellos generaron en América Latina durante las dos últimas décadas, situaciones que generaron convulsiones políticas, económicas y sociales que, a la larga, implicaron la reformulación del patrón de desarrollo que se había mantenido vigente por casi cuarenta años, post consenso de Washington y los ajustes estructurales que esto trajo aparejado. El nuevo modelo de desarrollo se ha caracterizado básicamente por la apertura de las economías nacionales hacia un mercado cada vez más globalizado. Y, por la preponderancia del mercado como asignador de recursos, en virtud del retiro progresivo del Estado de la actividad productiva. Ambos fenómenos han concedido creciente importancia a factores globales por sobre los nacionales y locales, lo que significa que cada vez es más difícil anticipar el comportamiento de los mercados, en particular los laborales y productivos. Desde el punto de vista social, las políticas universales fueron cediendo a favor de una agresiva focalización de los recursos públicos, en los grupos más vulnerables de la población. En paralelo, la actividad privada se impuso en áreas tan importantes como la educación, la salud y la previsión social. El resultado de estos procesos no parece arrojar, en principio, un balance positivo, ya que no sólo no ha sido posible alcanzar un crecimiento económico sostenido, sino que además la pobreza persiste como un fenómeno de amplio alcance, al tiempo que las desigualdades se han acentuado de manera ostensible. En particular respecto al fenómeno de la pobreza, ésta parece haberse agudizado tanto desde el punto de vista del número y porcentaje de personas que se ubica bajo la línea de la pobreza, como también en el deterioro cualitativo de las condiciones de vida de la población pobre. Sin embargo, esto último no es privativo de los sectores de escasos recursos, ya que la insatisfacción subjetiva con el modelo de desarrollo y, más todavía, la desconfianza en las instituciones y la sensación de indefensión de las personas frente a las contingencias, han hecho de la vulnerabilidad la expresión más recurrente de estos fenómenos, en todos los estratos de la población. A esto último hay que agregar que en el caso chileno se producen fenómenos singulares vinculados al aumento generalizado de los estándares de crecimiento y patrones de consumo de 19 la población: mientras que todos los estratos sociales han mejorado sus estándares de vida, gracias al masivo acceso a servicios sociales, al mercado, instrumentos de crédito, bienes de consumo y tecnologías de información y comunicación, se mantienen las desigualdades en la distribución del ingreso, con una alta concentración en el último quintil de la escala de rentas. Entonces, aunque todos los grupos sociales han tenido posibilidades de mejorar su estándar de vida, se mantienen las diferencias entre ellos. Pero además de esto, han surgido otros fenómenos que ya no afectan solamente a los sectores de escasos recursos: la así llamada "clase media", es uno de los sectores de la población que menos se ha visto favorecido con los avances logrados tanto en la economía como en el sistema estatal de bienestar. Los sectores de ingresos medios son, en virtud de esta condición, quienes menos acceso han tenido a los sistemas de seguridad social y los mecanismos de protección que las políticas públicas han puesto en funcionamiento. Sólo recientemente esto ha sido corregido, con la diversificación de servicios y la ampliación de cobertura de los sistemas sociales. Tanto los pobres, como quienes no lo son, pero se encuentran cercanos a ellos en la escala de distribución de los ingresos, tienen en común el encontrarse afectados por diversas contingencias que amenazan la situación de bienestar presente y generan incertidumbre respecto de las condiciones futuras. En términos genéricos, se puede decir que ambos comparten el ser "vulnerables" en el sentido de no poder anticipar con grados básicos de certeza los escenarios que van a enfrentar. Pero en lo específico, la "vulnerabilidad" se refiere a la presencia de condiciones que limitan la capacidad de una persona para desenvolverse con autonomía y procurarse los medios de subsistencia necesarios para su desarrollo sin depender de ayuda externa. Por su capacidad para describir estos fenómenos, la noción de vulnerabilidad se ha impuesto rápidamente como una nueva alternativa para reflejar con mayor fidelidad, el carácter y alcance de estas nuevas transformaciones y sus múltiples expresiones. Es un concepto de amplio potencial descriptivo y comprensivo, que permite mirar la realidad desde 20 una óptica más amplia cuando se tienen en cuenta factores estructurales propios del contexto -, y desde una óptica micro cuando se deben analizar los repertorios de comportamientos y prácticas de los sujetos, en particular los vinculados a manejo de riesgos -. El aumento de la pobreza y la desigualdad, cuestionan la perspectiva que depositaba su confianza en el crecimiento económico como estrategia para la superación de la pobreza, al punto que hoy se le considera condición necesaria, pero no suficiente para lograr la inclusión social de todas las personas. En este contexto, aparece este nuevo enfoque explicativo, que permitió ampliar la mirada convencional de la pobreza que fija su atención en los ingresos. De hecho, el enfoque de la vulnerabilidad es tributario de los enfoques de la marginalidad, desarrollados con mucha fuerza en las décadas del 60 y 70 en América Latina, y del enfoque de la exclusión social3 que se extiende en Europa en los 80 y 90. A diferencia de otros conceptos, la vulnerabilidad asume el análisis de las condiciones de vida de la población, desde el punto de vista de cómo son afectadas por su exposición a diversos riesgos, junto con la pérdida de capacidad para anticipar sus efectos o controlar su impacto. Así, la indefensión, la inseguridad y la incertidumbre, asumen expresiones y consecuencias variadas que, sin duda, tienen mucho que ver con las estrategias y recursos de que disponen las personas y grupos, para enfrentar y sobreponerse a esas situaciones. La noción de vulnerabilidad corresponde a un proceso multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o comunidad de ser herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas (Busso, 2001). Por lo mismo, la vulnerabilidad es entendida como una configuración particular, negativa, resultante de la intersección de dos conjuntos; uno, definido a nivel macro relativo a la estructura de oportunidades y otro a nivel micro, referido a los activos de los actores (Filgueira, 2001). De lo anterior es posible concluir que el análisis de la vulnerabilidad debe considerar como aspectos fundamentales: primero, que la determinación de las condiciones de vida de las personas implica aquellos aspectos que las personas no controlan, dada su escasa incidencia sobre la estructura de oportunidades; y, segundo, que existe un radio 3 El enfoque de la vulnerabilidad se relaciona con el de la exclusión social, en tanto la condición de vulnerable excluye a los individuos de las dinámicas sociales. Si bien el enfoque de la exclusión social hace referencia a un proceso de debilitamiento de los vínculos sociales que unen al individuo con la comunidad y la sociedad, el enfoque de la vulnerabilidad hace referencia a las condiciones de los individuos, hogares o comunidades que tienen mayor probabilidad de ser afectados de forma negativa y, con menor capacidad de respuesta ante cambios en el entorno. Por lo mismo, ambos enfoques se complementan, ya que la población caracterizada como pobre puede también ser excluida y vulnerable en cuanto a sus condiciones para insertarse en forma adecuada en el conjunto de oportunidades sociales. 21 importante de acción, o campo de dominio potencial por parte de los actores, donde el manejo de ciertos recursos sí depende de éstos. Es decir, a pesar de que hay fenómenos que las personas pueden controlar cada vez menos, sí hay cuestiones vinculadas a la forma en que ellas se disponen y participan en la estructura de oportunidades. En consecuencia, una estrategia de intervención pensada para disminuir o revertir la vulnerabilidad de las personas debiera considerar como base, el conjunto de determinantes situacionales referidas al contexto general que condiciona el estándar de vida de las personas y, aquellos recursos cuya movilización puede tener consecuencias significativas para su protección frente a los riesgos. Dicho de otra forma, las iniciativas de política pública que trabajan sobre la vulnerabilidad de las personas y grupos que pretenden asistir, deben basarse en el reconocimiento de los factores que disminuyen su capacidad para acceder a mayores niveles de bienestar. Y, por lo mismo, deben traducirse en la generación o habilitación de accesos a las fuentes que proveen ese bienestar. Cuando las personas tienen impedimentos objetivos y subjetivos para participar dinámica y efectivamente del marco de oportunidades disponibles, se dice que existen pasivos que afectan el desenvolvimiento funcional de los sujetos. Estos pasivos pueden ser desde disposiciones anímicas que desincentivan el emprendimiento, la innovación o la adopción de riesgos al enfrentar nuevas actividades, hasta la presencia de factores restrictivos diversos como vivir en ambientes contaminados, residir en territorios alejados o desprovistos de servicios básicos o territorios afectados por crisis estructurales de empleo, por mencionar algunos. De todas formas, lo que estos factores tienen en común es que dificultan o impiden que las personas sean económicamente productivas, operen con resolutividad, autonomía y eficacia, se puedan plantear metas y decidir cursos de acción para alcanzarlas. En síntesis, el concepto de vulnerabilidad se relaciona con la incapacidad de enfrentar los múltiples riesgos a los que las personas, hogares o comunidades se ven expuestos y, de revertir sus consecuencias echando mano a las estrategias y recursos de que disponen. La vulnerabilidad se expresa de distintas formas, que pueden ir desde la imposibilidad de reaccionar con rapidez frente a cambios originados en el entorno, hasta la incapacidad de cambiar prácticas regulares o adoptar nuevas estrategias para hacer frente a esas contingencias. Por lo mismo, este enfoque no sólo explica las exclusiones e inequidades a partir de los déficit estructurales atribuibles al propio sistema, sino que también abarca las condiciones que existen en las propias personas para hacer uso de los recursos y capacidades de los que son portadoras. Si bien es cierto no es la única situación ni la más representativa, un ejemplo que ilustra con elocuencia lo anterior es la presencia de relaciones 22 problemáticas con el alcohol y las drogas o la presencia de situaciones de violencia al interior de la familia: así, independiente de cuál sea el contexto físico, social, económico y cultural que enfrenta un hogar, si alguno de estos elementos está presente, disminuyen significativamente las posibilidades de que la familia pueda aprovechar la estructura de oportunidades. A la inversa, si una familia cuenta con un sistema de relaciones sólidas, basadas en la solidaridad y la reciprocidad, orientadas al esfuerzo, la superación y el progreso, pero viven en un territorio de alto riesgo psicosocial, con presencia de microtráfico, consumo de drogas y violencia al interior de la comunidad, son igualmente limitadas las posibilidades con que cuentan las personas de salir adelante con un proyecto orientado a la movilidad social. Por su parte, elementos como discapacidad, vejez, monoparentalidad femenina, hijos pequeños o personas dependientes a cargo, por mencionar algunos, son factores o situaciones de vulnerabilidad que, más que relacionarse con déficit de ingresos, tienen que ver con la limitación en la capacidad de generar esos ingresos de manera autónoma, justamente por la presencia de factores que restringen esa función. En esa perspectiva, la vulnerabilidad puede ser entendida como aquella debilidad interna que impide realizar los cambios que son necesarios de hacer, para aprovechar el conjunto de oportunidades disponibles. Incluso más y, poniendo de relieve la enorme influencia que ejercen en esto las variables subjetivas, Busso señala que la vulnerabilidad se asocia a una suerte de inseguridad permanente que paraliza, incapacita y desmotiva la posibilidad de pensar estrategias y actuar a futuro para lograr mejores niveles de bienestar. Estas expresiones conducen a que el individuo, hogar o comunidad sufra un deterioro en su bienestar. Las intervenciones sociales que se basan en el apoyo psicosocial de personas que se encuentran en situación de riesgo, se orientan fuertemente a revertir los pasivos que afectan la capacidad de las personas de pensarse a sí mismas como emprendedoras y dispuestas a asumir una disposición efectiva al cambio. Transformar la configuración básica de las personas respecto de lo que es posible y dónde se encuentran las oportunidades de mejoramiento y los requisitos de innovación para lograr cambios significativos en la situación de bienestar, es uno de los componentes centrales de las estrategias de acompañamiento de los agentes de desarrollo que apoyan estos procesos de cambio, cuando se hace apoyo educativo o acompañamiento psicosocial. Por lo tanto, intentar la modificación de esas <<debilidades internas>> es una estrategia que promueve la restitución de capacidades básicas de funcionamiento para aumentar la autoeficacia de las personas. Para que esto tenga alguna consistencia y tenga el sello de un sistema de protección, una estrategia de acompañamiento como ésta, que interviene 23 a nivel individual, debe complementarse con una modificación en la estructura de oportunidades, con medidas como aseguramiento de los recursos fiscales que financian servicios de asistencia y seguridad social, diversificación de los programas de apoyo a grupos vulnerables, implementación de mecanismos de accesibilidad de la población a las oportunidades existentes, entre otras. Esa complementariedad y esa sincronía, hacen del conjunto de estas políticas e instrumentos, un sistema de protección social. En resumen, la vulnerabilidad es producto de la interacción de factores internos (propios de las personas y hogares) y externos (propios del entorno), que convergen y se combinan transformándolos en vulnerables o situándolos en una posición de extrema fragilidad. Los factores internos se refieren a la capacidad de respuesta que tiene esa unidad frente a los cambios, mientras que los factores externos son aquellos determinantes que provocan la inseguridad. Otra característica del concepto de vulnerabilidad es su multidimensionalidad, en la medida que afecta en distintos planos al bienestar, de diversas formas y con diferentes intensidades. La aplicación del concepto tiene que acompañarse de adjetivos que delimitan el a qué se es vulnerable, tales como vulnerabilidad económica, ambiental, física, social, política, cultural, etc. En este sentido, si bien el concepto de vulnerabilidad no es sinónimo de pobreza, lo cierto es que son las personas que se encuentran en esta situación, las más vulnerables frente a cambios en el entorno y, a su vez, presentan características internas que les impiden aprovechar las oportunidades que en él se generan. Pero también hay otras características, de las personas, hogares o entornos, que hacen que la vulnerabilidad se construya a partir de la convergencia de múltiples factores. Así por ejemplo, un hogar que considera entre sus miembros, a una persona afectada por una enfermedad crónica, es mucho más vulnerable que un 24 hogar donde está ausente esta condición, ya que la configuración interna de las relaciones, su base material y su relación con el entorno, se condiciona fuertemente a la posibilidad de solventar el alto costo que implica el tratamiento médico de la enfermedad, entre otras cosas. Otro hito importante dentro de este enfoque, es la idea de que se pueden generar condiciones en los individuos para que estos manejen con eficiencia los recursos que ya tienen y se vinculen virtuosamente con la estructura de oportunidades. Es decir, se podría influir en los individuos para que modifiquen aquellas prácticas que no les permiten participar mejor del juego de oportunidades existentes y, generar en ellos aprendizajes suficientes como para asumir nuevas y mejores estrategias. Justamente, los servicios de apoyo psicosocial, como los que entrega Chile Solidario, a través del programa de apoyo a familias vulnerables o extremadamente pobres el Programa Puente -, el programa de apoyo al adulto mayor vulnerable el Programa Vínculos el programa de apoyo a la integración social de personas en situación de calle el Programa Calle - y, el programa de apoyo a la integración social de niños de familias con adultos privados de libertad el Programa Abriendo Caminos -, trabajan en torno a la identificación de las debilidades que existen en el manejo de recursos y estrategias que utilizan las comunidades, familias y personas para enfrentar sus circunstancias. Y en la promoción de estrategias y mecanismos que comprometen directamente a las personas en la definición de proyectos de desarrollo personal basados en la expectativa de que es posible lograr mejores estándares de vida. Si bien es cierto, la noción de vulnerabilidad es un recurso analítico tremendamente flexible, porque permite explicar muchas cosas, captar, investigar y comprender diversos fenómenos de tipo socioeconómico y sus múltiples manifestaciones, su principal fortaleza es que se trata de un concepto dinámico y relacional, que se basa en el análisis de la interacción entre elementos estructurales y otros de carácter micro. Así, nada es enteramente atribuible a las condiciones objetivas del modelo y, nada es enteramente particular o exclusivo de quienes enfrentan determinadas situaciones. Al analizar la incapacidad de los hogares pobres de generar niveles de ingreso que les permitan resolver con eficiencia sus necesidades básicas con grados aceptables de consumo y niveles razonables de bienestar, se podría anticipar la conclusión de que tal situación se debe a la rigidez del mercado laboral que no genera demanda sobre oficios de baja calificación. O, del otro lado, que esta situación se debe al déficit de competencias laborales de los adultos económicamente activos de estos hogares. Lo que hace el enfoque de la vulnerabilidad y la protección que surge como respuesta a ella -, es combinar en el mismo análisis los dos factores para determinar que aspectos podrían intervenirse a nivel del mercado laboral (generando, por ejemplo, subsidios a la contratación de 25 mano de obra o empleos de emergencia) y qué aspectos se pueden mejorar a nivel de la oferta (intencionando iniciativas de nivelación de competencias laborales). Si además de esto, se ponen en vigencia recursos para suplementar temporalmente ingresos, seguros de cesantía y subsidios que sustituyan la asignación familiar que correspondería a un trabajador en régimen producto de sus cargas, se estaría hablando de una política de protección. Una intervención pública orientada a contrarrestar vulnerabilidades, es aquella que potencia la disponibilidad natural de activos o mejora su reproducción, fomenta el uso creativo de los recursos disponibles, e intenciona estrategias alternativas de utilización de activos. Además, crea escenarios proclives a la distribución más equitativa de oportunidades, al mismo tiempo que facilita el acceso de los más vulnerables a las fuentes capaces de aumentar su bienestar, presente y futuro. Al respecto, hay que destacar que se entiende por activos, todos aquellos recursos que pueden movilizarse para enfrentar las variaciones del entorno y, que van desde medios de producción hasta las relaciones sociales que, basadas en la confianza y la reciprocidad, operan como verdaderos dinamizadores comunitarios. Desde el punto de vista de lo que las personas hacen, cómo se organizan y cómo enfrentan las crisis, destacan las estrategias de uso de los activos, es decir, las prácticas que las personas realizan para aprovechar los recursos de que disponen, anticipando escenarios adversos, adaptándose a los nuevos escenarios o sobreponiéndose a riesgos manifiestos. Esto incluye la observación de los comportamientos específicos de personas y grupos, en función de cómo y cuánto aportan o no aportan a mejorar el bienestar actual y/o impedir su deterioro. La interrelación de activos, estrategias de uso y estructura de oportunidades, influyen en la posibilidad de reducir los niveles de vulnerabilidad, sobre todo cuando se intencionan estrategias de movilización de los activos, se fortalece la cantidad, calidad y diversidad de recursos disponibles y, se permite acceder de mejor forma a las oportunidades que ofrece el entorno. Al distinguir estos elementos, es posible identificar rangos de vulnerabilidad para determinados grupos de población y territorios. Por lo mismo, una de las potencialidades de este concepto es que permite superar la representación simplista de la pobreza del tipo dicotómico, generando una gradiente entre tipos ideales extremos de vulnerabilidad total e invulnerabilidad. Esto conduce a la construcción de distintas estrategias, según los diferentes niveles de vulnerabilidad que presentan las personas, especialmente entre los grupos pobres. La eficacia de las estrategias orientadas a la reducción de vulnerabilidades, dependerá fundamentalmente de la identificación del repertorio de activos y pasivos de que disponen 26 personas y grupos y, de su capacidad para potenciar los primeros a favor de la incorporación de prácticas asociadas al mejoramiento del bienestar. Esto significa, en buenas cuentas, aplicar un foco integral para analizar a los hogares y personas en contexto, reconocer las potencialidades que tienen (simbólicas o materiales, objetivas o subjetivas), identificar los factores internos que limitan su desenvolvimiento autónomo y, las estrategias que pueden hacer viable el cambio a favor de un mayor bienestar. Del mismo modo, la forma en que pretendan abordarse esas situaciones, dependerá de si se trata de vulnerabilidades estructurales o de larga duración, versus otras vulnerabilidades más coyunturales o de origen reciente. Ello determinará la capacidad y probabilidad de las personas de superar de manera autónoma las desventajas que enfrentan, pues mientras más permanentes son las vulnerabilidades, es más necesario operar simultanea y complementariamente en la generación y fortalecimiento de activos y, en la modificación de la estructura de oportunidades. Por otra parte, una de las implicancias políticas directas de este enfoque, es el reconocimiento de la capacidad y responsabilidad del Estado, de intervenir en la creación de escenarios favorables a la prevención y mitigación de riesgos y, por tanto, de reducir las vulnerabilidades. El rol del Estado, bajo este enfoque se expresaría, por un lado, en generar o mantener un escenario propicio para el desarrollo económico, sociocultural, político y ambiental de los ciudadanos, disminuyendo riesgos en cada una de estas áreas; y por otro, en fortalecer la cantidad, calidad y diversidad de activos de las personas y grupos, fomentando estrategias adecuadas para su movilización. 27 Cuando Chile Solidario se instala como primer anuncio de la política de protección social gubernamental en el ámbito de la pobreza, se avanza en consolidar un sistema destinado a proveer protección a las familias extremadamente pobres del país. La madurez del sistema permitió ampliar su cobertura e incorporar otros componentes, a partir del reconocimiento de otras vulnerabilidades como la vejez en soledad, la residencia en calle o la privación de libertad de un familiar. En todos estos casos, ha habido un reconocimiento explícito sobre el rol del Estado en la protección social de las poblaciones involucradas y, de la importancia de preparar a las instituciones para responder a sus necesidades y demandas de protección, atendiendo a la particularidad de sus contextos y a las especificidades propias de cada etapa de desarrollo. Si la disminución de la vulnerabilidad se asume como eje articulador de las iniciativas destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población carenciada, es razonable que se combinen políticas orientadas al fortalecimiento y diversificación de activos y estrategias de personas y hogares, con políticas orientadas al mejoramiento en disponibilidad y acceso al conjunto de oportunidades existentes. Como sostiene Filgueira, la vulnerabilidad social no es ni activo ni es estructura de oportunidades, sino la intersección entre ambos. De tal forma, no es trivial declarar al enfoque de la vulnerabilidad como base para la determinación de estrategias de intervención, ya que su sólo enunciado anticipa la implementación de acciones múltiples y combinadas. 28 ¿Qué es la Vulnerabilidad? El Caso de la Familia Acevedo Cabrera Hace un tiempo, el buen desempeño logrado por una conocida institución financiera del país, motivó a diversos actores del mercado chileno y a grupos externos a expresar su interés por vincularse a este banco y tener alguna participación en él. Ese año se caracterizó por una gran cantidad de movimientos en la banca chilena, muchos de los cuales se vincularon a la compra o venta de bancos. Las dificultades se generaron por el complejo escenario en que quedaron algunos bancos de mediana importancia dentro del sistema, por la fusión entre capitales nacionales y entidades extranjeras. En el caso concreto de una alianza que se transformó en la fusión entre un banco local y una entidad transnacional, el panorama bancario sufrió importantes cambios en su ranking, ya que se vieron alteradas sus participaciones en el mercado de capitales, obligando a las entidades más pequeñas a reducir sus costos operacionales para recuperar competitividad. El mismo titular de diario que anunciaba como indicador exitoso del crecimiento de la economía esta esperada fusión bancaria, generó como contrapartida un breve inserto que daba cuenta de la fracasada negociación colectiva del sindicato de trabajadores del banco que generó un proceso masivo de desvinculación de trabajadores a raíz de la mencionada alianza comercial. Para la familia Acevedo Cabrera, esta noticia sobre el estado de situación del mercado financiero nacional no resultó indiferente. Los movimientos bancarios y la decisión de la empresa de reducir sus activos, generó el inevitable despido de don Abel, el jefe de familia, quien por cerca de doce años se desempeñó como asistente del Jefe de Operaciones de una sucursal de la comuna de Maipú. Desde el momento en que se concretó la fusión de ambas entidades bancarias hasta que recibió su finiquito, transcurrieron exactamente 65 días. Antes de eso, era prácticamente impensable la pérdida de la que hasta ese momento había sido - y por largo tiempo - su principal fuente de trabajo y, durante todo ese período nunca se había puesto en situación de cesantía, ni menos, a sus 54 años de edad, en situación de búsqueda de empleo. La familia Acevedo Cabrera estaba compuesta por don Abel, su esposa, la hija de ella y un hijo de ambos, de 16 y 12 años de edad, respectivamente y, la suegra de don Abel, la señora Angelina, de 71 años de edad. Mientras don Abel fue empleado bancario, ostentando un cartón de administrativo contable obtenido en un liceo comercial y, amparado por casi tres décadas de experiencia de trabajo en el rubro que le valieron continuamente las más altas calificaciones de sus empleadores, tuvo contrato de trabajo, con acceso asegurado al sistema privado de salud y previsión. Las características contractuales de don Abel y los beneficios logrados por la negociación colectiva de los trabajadores de su empresa, le permitieron a él y su familia acceder a diversos beneficios complementarios, desde el servicio de bienestar para sus cargas familiares hasta el acceso a instrumentos de ahorro y crédito de bajo costo. 29 Con este panorama, la economía familiar se sostuvo con este único perceptor de ingresos, cuyo salario permitió la adquisición de una vivienda propia en una población emergente de la comuna de Maipú. La familia Acevedo Cabrera sabía que en 6 años más vendría la edad de jubilar de don Abel. Si su situación lo permitía, entonces ese horizonte de tiempo se podría extender hasta el máximo de su vida útil como trabajador, de manera que ninguno de ellos se encontraba preparado para enfrentar la cesantía abrupta del jefe de familia. La situación inicial fue de profundo desconcierto y mucho temor, básicamente por la incertidumbre que enfrentaban a partir de ese momento, tanto para responder a sus compromisos económicos sin acumular morosidad, como para satisfacer sus necesidades de alimentación, comida, vestuario, educación, vivienda y salud. 30 Las redes de esta familia, conformada en segundas nupcias por parte de ambos, no eran muy extensas y prácticamente no sirvieron como estrategia de contacto para encontrar empleo. Como antes ninguno de ellos había requerido soporte de la red de asistencia social, nunca estuvo entre sus alternativas, el recurrir a la Oficina Municipal de Información Laboral. Las improvisadas estrategias de búsqueda de trabajo de don Abel, resultaron prolongadamente infructuosas, pues a pesar que debió desarrollar rápidamente un repertorio básico de destrezas para enfrentar la situación de entrevista de trabajo, no fue llamado por ninguno de sus posibles empleadores. Con su experiencia, sus conocimientos y su acreditación competencial, don Abel tuvo la expectativa de colocarse en otra empresa del rubro bancario, idea que sustituyó a poco andar por otras opciones como dependiente de tienda, encargado de bodega, vendedor de seguros puerta a puerta y estibador en un galpón de mercaderías de una conocida multitienda. Sin embargo, ninguna de ellas resultó ser una opción viable, ya que habiendo sorteado las dificultades iniciales relativas a la edad, las jornadas laborales de 12 y 14 horas contra el sueldo mínimo, no resultaron rentables. La mantención del grupo familiar fue posible gracias al finiquito que don Abel recibió cuando lo despidieron. Sin embargo, esos fondos se consumieron completamente, sin posibilidad de ahorrarlos, reinvertirlos o destinarlos al inicio de una nueva actividad económica independiente. Esta opción no fue explorada por don Abel y no tuvo al alcance ninguna instancia que se lo sugiriera, ni que pusiera a su disposición la información o los instrumentos que hacen posible el acceso a oportunidades que apoyan micro emprendimientos. La dinámica de los Acevedo Cabrera cambió en muchos sentidos, ya que roles y funciones al interior de la familia se vieron abruptamente modificadas por la nueva situación de la economía familiar. Uno de los principales cambios fue la decisión de María, su esposa, de incorporarse al mundo del trabajo, luego de varios años de receso, ya que se había desempeñado sostenidamente como dueña de casa. La percepción subjetiva de María en relación a sus habilidades y competencias para buscar y encontrar trabajo fue muy favorable, pero jugó significativamente en contra un currículo con experiencia laboral previa muy anterior. Su antiguo oficio de empleada contable en una tienda de retail, se había vuelto mucho más exigente ahora, por la incorporación de sistemas informatizados en una rutina que ella conoció como manual. Su desconocimiento de software y aplicaciones informáticas la llevó a intentar diversas postulaciones sin ningún éxito. La única oportunidad que encontró y que aprovechó intensivamente, fue su reclutamiento como vendedora comisionista part time en el muy competitivo rubro de los parques memoriales. Hasta ahí, el ingreso familiar se armó con los ingresos aportados por el trabajo ocasional de don Abel y las comisiones de las ventas logradas por María. Sin embargo, las exigencias económicas de la familia aumentaron, producto de la llegada de una nueva integrante a la familia, Laura, nieta de Abel y María, nacida de la hija mayor de ésta. A sus 19 años de edad y terminada su enseñanza media, rinde una PSU medianamente satisfactoria, pero decide postergar su postulación a la carrera tradicional que ya había elegido, a raíz de las dificultades económicas de su familia. Ninguno de los integrantes de la familia conocía las opciones existentes a nivel de créditos y becas para la educación superior y supusieron que, de haberlos, esos beneficios estarían dirigidos a otras personas. Por fin, don Abel encontró trabajo como guardia de seguridad de una empresa contratista, aunque en el turno de la noche. Así, los Acevedo Cabrera pasaron de una vida bien ordenada y con un nivel de bienestar satisfactorio, a una prolongada situación de 31 incertidumbre. Lo que antes resolvían los beneficios de la seguridad social vinculada a la condición contractual del jefe de familia, de pronto se transformó en un riesgo creciente, ya que las herramientas propias para salir adelante han tenido un alcance limitado. El acomodo logrado por los Acevedo Cabrera para su economía familiar, sufre nuevamente una importante alteración, don Abel comienza a sufrir importantes trastornos visuales que fueron prontamente ratificados en el diagnóstico médico: cataratas producida por diabetes. Ante este panorama, la situación familiar se complejizó drásticamente. Si bien no se trata todavía de una familia en situación de pobreza, en el sentido más estricto de la denominación, se trata de una familia con alta probabilidad de serlo si la economía familiar no se estabiliza, aumentan los gastos asociados al costo de los tratamientos médicos y surge otra contingencia que supere la capacidad de la familia de enfrentarla eficazmente. Desde la perspectiva tradicional de la asistencia social, probablemente esta familia no calificaría para prestaciones o apoyos de la oferta regular, ya que se trata de una familia con dos aportantes de ingresos, más otra en edad de trabajar, propietarios adquirentes de la vivienda donde residen y con estándares materiales 32 básicos relativamente cubiertos, producto de los años de bonanza de la economía familiar de los Acevedo Cabrera. Desde la perspectiva de un sistema de protección social, sin embargo, no sería suficiente analizar el origen y la composición de los ingresos de esta familia, ya que es la convergencia de diversos factores la que explica no sólo en qué sentido es vulnerable y qué contingencias han agregado incertidumbre o generado crisis en el sistema familiar, sino que además muestra qué opciones de la familia pueden aumentar la vulnerabilidad o bien, contrarrestarla. En el caso de María, su alejamiento prolongado del mercado del trabajo pudo haber operado como un potente desincentivo a la hora de decidir qué hacer para reforzar la economía familiar. Si bien las oportunidades no son muy abundantes ni fácilmente accesibles para alguien que necesita actualizar sus competencias y mejorar su calificación, para aumentar su competitividad, encontrar y lograr mantenerse en un puesto de trabajo, ella decidió iniciar ese tránsito y someterse a los rigores de la selección, al mismo tiempo que aprovechó las oportunidades que proveen los contratos con opción de entrenamiento y práctica remunerada. De haber concurrido a la Oficina Municipal de Información Laboral, probablemente habría recibido orientación y apoyo en la construcción y puesta en práctica de un proyecto personalizado de inserción laboral, no sólo porque es función regular de los servicios de intermediación, sino también porque la política estatal de apoyo al empleo, esta privilegiando la incorporación de las mujeres al mercado del trabajo, en particular si han estado pasivas y representan una buena opción para mejorar los ingresos de la familia. En el caso de la señora Angelina, es probablemente la que primero se benefició de la nueva política de protección social, ya que a partir de julio del año anterior, vio incrementado el monto que recibía por concepto de su Pensión Asistencial, transformada ahora en Pensión Básica Solidaria. Esto le ha permitido no sólo costear los medicamentos que toma regularmente para el control de su hipertensión, sino que además disfruta aportando al presupuesto familiar con el pago de la cuenta de la luz. En el caso de Carolina, la hija de María, se trata de una joven de excelente rendimiento académico en secundaria y con muchas ganas de estudiar, a pesar de la maternidad que sorprendió a todos como algo no planificado pero que resultó ser bien asumido por ella y la familia, a pesar de la inexperiencia relativas a cuidados gestacionales y del recién nacido. Desde la lógica convencional de las políticas sociales, las respuestas habrían surgido por el lado del sistema de créditos para continuación de estudios superiores y, la opción del sistema público de salud como alternativa de bajo costo para sus controles médicos y parto. Sin embargo, las opciones con que se han encontrado los Acevedo Cabrera son mucho más amplias: en relación a la inquietud y necesidad de Carolina de estudiar, se encontró con la expansión de la oferta de instrumentos en el sistema de becas estatales para cursar enseñanza superior. Hoy se encuentra postulando a la Beca Nuevo Milenio, destinada a estudiantes que han egresado de establecimientos de enseñanza media y que se matriculen en primer año en una carrera técnica o profesional acreditada, impartida por un instituto profesional. Dado que la evaluación de los antecedentes socioeconómicos y sus notas de enseñanza media la hacen elegible para este beneficio, en algunos meses hará posible su sueño de ingresar a la carrera de técnico universitario en educación social y en horario vespertino, lo que le permitirá conciliar sus tareas de cuidado y crianza de su hija, con la asistencia regular a clases. 33 En relación a la situación de salud relativa a su embarazo y maternidad, Carolina se encontró con que la asistencia a los controles de salud durante el embarazo en el Centro de Referencia de Salud Maipú y la atención de su parto en el Hospital Clínico San Borja Arriarán, le implicaron automáticamente su ingreso al Sistema Integral de Protección a la Infancia, Chile Crece Contigo. Las prestaciones mejoradas en salud, los talleres de preparación para el parto y el material de apoyo para la promoción de la estimulación temprana y el apego, sin duda hicieron del embarazo de Carolina una contingencia feliz, misma que de otro modo podría haberse vivido como una fuente de crisis y mucho estrés. Adicionalmente a eso, el ingreso de Carolina y su hija Isabel, a Chile Crece Contigo, se transformó en la puerta de entrada de don Abel a otra parte del sistema de protección social. En una de las entrevistas que Carolina sostuvo con su matrona en la etapa de preparación al parto, ella comentó la delicada situación económica y de salud del jefe de familia, razón por la cual Carolina fue derivada a la Municipalidad, para entrevistarse con la asistente social que actúa como Coordinadora de la Red Comunal Chile Crece Contigo. Fue ella quien la orientó respecto de qué pasos seguir para informarse acerca de las patologías cubiertas por el AUGE, ya que hasta ese momento, don Abel se estaba resignando a postergar el inicio del tratamiento de sus cataratas hasta que el panorama económico familiar lo permitiera. Fue en ese momento en que don Abel comienza a interiorizarse sobre las condiciones de acceso y derechos de los pacientes para recibir garantías de gratuidad y oportunidad en las patologías cubiertas por el AUGE, entre las cuales de cuenta la diabetes mellitus tipo I y II. Por último, el menor de la familia, Antonio, de 16 años, sigue asistiendo regularmente al liceo Maipú Gonzalo Pérez Llona. Hasta ahora, ha sido el menos afectado por la crisis y los cambios que han afectado a su familia, aunque 34 tuvo que abandonar su participación en la escuela de fútbol para cadetes a la que asistía cuando aún era posible pagar su mensualidad. Afortunadamente, el contrato de trabajo de don Abel, tiene las obligaciones previsionales al día, reconociendo a Antonio como carga familiar. Entre las medidas anunciadas por el Gobierno para aminorar los efectos del escenario económico actual y, reconociendo que marzo es un mes de muchos gastos para las familias, se decidió dar un apoyo especial a las familias de menores ingresos, entregándoles este bono especial de cuarenta mil pesos por carga familiar. Para recibir este bono, se requería que al 31 de diciembre de 2008 un beneficiario percibiera la asignación familiar o asignación maternal, en la medida que su ingreso promedio bruto durante el primer semestre del año pasado fuese hasta $441.274, situación que corresponde a la ostentada en 2008 por don Abel. Por lo tanto, los $40.000 del bono que la familia recibirá en marzo, se destinarán a costear los complementos del uniforme y los útiles escolares de Antonio. El caso de los Acevedo Cabrera ilustra con elocuencia cómo las circunstancias variables de la vida familiar y los cambios biográficos de sus integrantes, van generando episodios de crisis o incertidumbre, algunos de los cuales pueden ser enfrentados eficazmente por la propia familia y otros, en cambio, requieren de apoyo adicional para salir adelante. La situación familiar de don Abel difícilmente habría sido resuelta por la intervención de un solo organismo, de una sola política o de un solo programa social. Por el contrario, distintos aspectos del bienestar familiar han debido ser protegidos por distintas respuestas institucionales, disponibles en diferentes áreas del sistema de protección social. Las coberturas en educación y salud, las oportunidades de mejoramiento de las condiciones laborales, los suplementos al ingreso familiar y, la generación de un mejor entorno familiar para el desarrollo infantil, hacen que hoy la familia Acevedo Cabrera esté enfrentando sus proyectos y desafíos con mayor seguridad. En el proceso, han aprendido a reconocer mejor las alternativas que están disponibles en el sistema público y, han incorporado rutinas de vinculación con las instituciones que antes no tenían y que ahora les permiten ser más eficaces en el uso y organización de los recursos que van encontrando. La combinación virtuosa parece ser, entonces, una institucionalidad con capacidad de respuesta y opciones alternativas que pueden cubrir complementariamente distintos aspectos del bienestar. Y, ciudadanos informados, que confían en el sistema, hacen ejercicio de sus derechos, utilizan responsablemente los recursos disponibles y, toman conjuntamente decisiones de presente y futuro. 35 ¿Cómo entender la idea de Riesgos en la Pobreza y la Marginalidad? ¿Cómo entender la idea de Riesgos en la Pobreza y la Marginalidad? 36 Si la protección social es la respuesta a la vulnerabilidad, ésta es la expresión de diversos riesgos que amenazan con perpetuar situaciones de exclusión o mermar significativamente el bienestar de las personas. Por eso es tan importante entender correctamente a qué se refiere la idea de riesgos. Así por ejemplo, existe una concepción muy típica donde la vulnerabilidad se asocia al riesgo de ser expulsado del mercado laboral o sostener con éste una relación precaria e inestable que afecte la posibilidad de generar ingresos. La CEPAL ha definido la vulnerabilidad como un fenómeno que da cuenta de los sentimientos de riesgo, inseguridad e indefensión que las personas experimentan, asociados a las condiciones materiales que se encuentran a la base de su subsistencia. Por lo mismo, vincula fuertemente este fenómeno con los problemas del mercado del trabajo, derivados de la precariedad laboral y la desprotección de los trabajadores. Y también, lo relaciona con el deterioro de las condiciones de vida de la población, asociado a la falta de acceso a los servicios sociales esenciales. El trabajo es, sin duda, el más importante recurso con que cuentan las familias de niveles socioeconómicos medios y bajos, más aún en las áreas urbanas. La apertura hacia mercados externos con mayores exigencias de competitividad, ha acentuado la heterogeneidad productiva, provocando cambios en el mercado del trabajo, los que se manifiestan en mayor inestabilidad y precariedad en el empleo, crecimiento de la informalidad y, expulsión de la fuerza de trabajo hacia ramas de baja productividad, entre otras cosas. Los trabajadores asalariados y por cuenta propia se encuentran, hoy día, más expuestos a riesgos en el trabajo como consecuencia de estas transformaciones. Esta mayor vulnerabilidad en el trabajo ha provocado la emergencia de diversas estrategias familiares en los hogares pobres, orientadas a la ampliación de las actividades informales y, al empleo de niños y adolescentes, por ejemplo. A partir de esto, las recomendaciones de política que priorizar, aunque no exclusivamente, guardan relación con la modernización de las relaciones laborales y el mejoramiento de los sistemas de seguridad social, por un lado, y con la provisión de servicios sociales universales, eficientes y de calidad, por el otro. Esto se basa en la idea de que a lo largo de la vida de los individuos, su relación con el mercado laboral es variable e impone diversas condiciones para participar en él, pero que en cada etapa se encuentra la posibilidad de invertir a favor de una mejor participación en el futuro (como ocurre con la educación laboral de los jóvenes y su preparación para el mundo del trabajo), o bien, están las restricciones que pueden afectar el bienestar (como retirarse de la vida activa por vejez y quedar sujeto a la retribución del sistema de pensiones vigente). En todo caso, aquí el riesgo tiene que ver con que disminuya la capacidad generadora de ingresos de los individuos, ya sea por factores propios (de la población en edad activa), externos (producto de la estructura y comportamiento del mercado del trabajo) o del sistema de bienestar (dependiendo de la disponibilidad de mecanismos y estrategias de aseguramiento). Por otra parte, cuando la vulnerabilidad se ha entendido básicamente como el riesgo de caer por debajo de la línea de la pobreza, se asume que los principales afectados son personas y hogares con ingresos insuficientes o inestables. En consecuencia, las recomendaciones de política van por el lado de implementar una asistencia social focalizada, basada en el suplemento de ingresos a partir de la promoción de nuevos mecanismos para su generación, o a la disponibilidad de fuentes subsidiarias que permitan contrarrestar la caída abrupta de los ingresos familiares. Esta visión es más simplista que la anterior, ya que aquí el riesgo sólo es interpretado como la probabilidad de que el ingreso de un hogar sea inferior al límite de la distribución que convencionalmente representa un límite aceptable o de no pobreza. En otro ámbito, la vulnerabilidad ha sido considerada desde el punto de vista sociodemográfico, definiéndosela como déficit en la capacidad de respuesta de los actores, a los cambios y exigencias que impone el entorno físico y social. En este caso, se asume que la vulnerabilidad es expresión de las incertidumbres que generan las transiciones demográficas y, los cambios producidos en la estructura, composición y dinámicas de los hogares. En el caso de Chile este ejemplo encuentra amplia aplicación respecto del envejecimiento de la población, lo que pondrá a prueba la capacidad del sistema de salud para atender la morbilidad propia de la adultez mayor y, del sistema previsional y de seguridad social. En este caso, las preguntas tienen que ver con cuáles son los riesgos de que el bienestar presente se vea afectado por la presencia de enfermedades degenerativas o propias del envejecimiento, qué probabilidad hay de que la población pierda su capacidad para generar ingresos conforme avanza en edad y, qué probabilidad hay de que estas personas tengan acceso a los mecanismos de aseguramiento que se requerirían para enfrentar esas contingencias. En este caso, las políticas sugeridas por este enfoque van desde acciones anticipatorias relativas a la reconversión de capacidades y la incorporación de habilidades y destrezas modernas, acordes a las nuevas exigencias impuestas por el entorno; hasta la difusión de información, conocimientos y tecnologías aptas para propiciar la integración económica, 37 laboral y social de las comunidades en riesgo de rezago. Asimismo, también destaca la implementación de sistemas de seguridad social con amplia cobertura y que tienden a la especialización de los servicios que entregan a sus usuarios. En este marco, el Banco Mundial construye su propia conceptualización de la vulnerabilidad, definiéndola como la carencia de activos de las personas o su incapacidad para utilizarlos adecuadamente. La relación que establece con la idea de <<riesgo>> es clave, ya que condiciona la vulnerabilidad de las personas a la disponibilidad de recursos en los hogares y personas, para el enfrentamiento eficaz de los shocks o eventos traumáticos externos que amenazan su condición de bienestar, incluidas situaciones de pobreza extrema y marginalidad social. Es interesante destacar que bajo el concepto de recursos, incluye tanto el trabajo y el capital humano, los activos productivos y el patrimonio, como también las relaciones intrafamiliares y el capital social. Además, esta forma de entender la vulnerabilidad, pone de manifiesto al hogar como unidad de análisis y principal espacio para instalar estrategias de intervención que, en este caso, se refieren a la identificación y potenciación de los recursos disponibles, al apoyo y fomento de capacidades autogestionarias y, a la incorporación de la visión de los actores en el levantamiento de diagnósticos y en la proposición de soluciones. Esta forma de comprender los fenómenos contemporáneos que afectan a familias y comunidades, producto de las dinámicas del modelo de desarrollo vigente, abrió el espacio para la problematización de las políticas públicas, según su mayor o menor capacidad para disminuir los desajustes existentes entre los activos que las personas poseen o controlan y, el acceso efectivo que logran a las oportunidades disponibles5. Lo anterior guarda directa relación con el tipo de vulnerabilidad que hoy afecta a los pobres, en el siguiente sentido: la vulnerabilidad se explica por factores externos a las personas, esto es, por su mayor exposición a fenómenos estructurales y a contingencias adversas. Y, por factores internos que, relacionados con la mayor o menor indefensión de los hogares y personas, dependen de los medios que éstas tienen para enfrentar esas situaciones. 5 Como señala Busso, la nueva estratificación social que ha emergido del nuevo patrón de desarrollo no ha favorecido ni una movilidad social ascendente ni una distribución más equitativa de los ingresos y los patrimonios (...) El escaso ritmo de crecimiento económico, combinado con la reducida generación de empleo y la persistencia de patrones inequitativos de distribución del ingreso han generado un exceso de pobreza que limita gravemente los avances que se pueden haber logrado con otras políticas sectoriales. Si bien se registra cierto avance en el plano social, político y en la eficiencia de los sistemas productivos, la reproducción (y en algunos casos ampliación) de desigualdades y riesgos sociales ha sido luego de las reformas estructurales de los noventa una característica preocupante para la sustentabilidad de las economías latinoamericanas. (Busso, 2001, Pp. 4). 38 Luego, si los pobres son los que están más expuestos a riesgos de diverso tipo y son los que están menos preparados para enfrentarlos son, por tanto, los más vulnerables. Así asumida, la vulnerabilidad es un marco de referencia para el análisis situacional de grupos y hogares pobres, dada la necesidad de identificar su exposición a riesgos y, de entregar las herramientas adecuadas para que puedan evitar o reducir la vulnerabilidad. En este caso, las recomendaciones de política tienen que ver directamente con la igualdad de oportunidades, siendo necesario generar las condiciones que permitan incrementar las posibilidades disponibles y facilitar su acceso a las fuentes proveedoras de bienestar. Esa es precisamente la matriz de la que derivan muchas de las estrategias para la erradicación de la pobreza actualmente en boga: así como los pobres están más expuestos a los riesgos, también son ellos los que menos acceso tienen a instrumentos adecuados de manejo de riesgos. Por lo tanto, el suministro y selección de instrumentos adecuados para el manejo social del riesgo se convierte en un medio importante para reducir la vulnerabilidad y proporcionar un medio para salir de la pobreza. Por lo mismo, analizar la pobreza desde la perspectiva de la vulnerabilidad asociada al riesgo, amplía las posibilidades de reducir la pobreza transitoria, permite identificar de qué manera impedir que los pobres lo sean todavía más y, sugiere variadas alternativas para implementar mecanismos efectivos de movilidad social que permitan, en último término, salir de la pobreza (Holzmann y Jorgensen, 2000). Probablemente, uno de los aspectos más novedosos del enfoque de pobreza asociada al riesgo, es que instala una forma de entender la pobreza como un proceso dinámico de generación y reproducción, ligado tanto a la forma en que los condicionantes estructurales impactan en las situaciones de vida de los pobres, como a la forma en que esto tiene consecuencias para el tipo de prácticas que los pobres llevan a cabo. Por lo tanto, no se trata sólo de afirmar que los pobres son los más vulnerables en una sociedad, dada su exposición a múltiples riesgos y, dada la falta de instrumentos adecuados para el manejo de esos riesgos. Se trata de entender de qué forma dichos riesgos van incidiendo de manera determinante en los esquemas de vida de los pobres, acentuando dichos riesgos y deteriorando sustantivamente la posibilidad de acceder a oportunidades futuras. Esto, a la par de una característica muy propia de la pobreza que guarda relación con su extremado conservadurismo respecto del tipo de actividad que los pobres desarrollan: dada la precariedad de las condiciones de vida que enfrentan, los pobres no son proclives al desarrollo de nuevas actividades que, aunque virtualmente más riesgosas, ofrecen rendimientos mucho mayores. 39 Es frecuente encontrar testimonios de agentes de desarrollo que trabajan con comunidades y personas en situación de pobreza que señalan que la sola presentación de oportunidades de desarrollo y estrategias de acompañamiento para la inclusión social, no basta para generar el convencimiento en las personas de que es necesario, deseable o posible salir de la pobreza o de la situación que afecta problemáticamente su condición. El acostumbramiento al microtráfico de drogas como estrategia de generación de ingresos, la internalización de códigos violentos como forma de vinculación, la depredación de recursos naturales y la contaminación del medio ambiente como estrategia de subsistencia, son ejemplos del arraigo de ciertas prácticas que no favorecen una mejor participación en la estructura de oportunidades. Ese foco de análisis, llevado al ámbito de las políticas para la superación de la pobreza, tiene consecuencias prácticas muy claras: (En el caso de la pobreza) reducir los riesgos a través de medidas preventivas es prácticamente imposible, por cuanto esto trasciende la capacidad de una sola persona, un hogar y en muchos casos una comunidad. Por lo tanto, para enfrentar la situación, los pobres sólo pueden recurrir a mecanismos como sacar a los niños de la escuela, vender rápidamente sus activos a precios muy bajos y reducir la ingesta de alimentos, todos mecanismos que ponen en peligro sus futuras capacidades para generar ingresos, llevándolos hacia una pobreza aún mayor y tal vez a la indigencia. Esta amenaza de caer en la indigencia y de no tener la capacidad de sobrevivir hace que los pobres sean adversos al riesgo y como consecuencia, renuentes a involucrarse en actividades que implican mayor riesgo y mayor rentabilidad. Por ello, los pobres no sólo no son capaces de aprovechar las oportunidades que se presentan en un mundo globalizado, sino que están mucho expuestos a los crecientes riesgos que probablemente sean inherentes a este proceso. Sin la oportunidad de tomar riesgos e involucrarse en una producción más lucrativa, es probable que estos individuos y sus hijos vivan perpetuamente en condiciones de pobreza (Holzmann y Jorgensen, 2000). Desde la perspectiva de las políticas públicas, las iniciativas tendientes a generar igualdad de oportunidades y reducir brechas, tienen una amplia justificación no sólo porque guardan relación directa con la equidad, sino también porque queda de manifiesto que es necesario integrar las distintas acciones sectoriales que los agentes a cargo de ejecutar esas políticas, suelen hacer de manera autónoma. Si la perspectiva de la pobreza se transversaliza como referente común para la acción de las políticas sectoriales, hay que destacar la ventaja que tiene esta estrategia: desde 40 el punto de vista individual, significa demostrar que si no existe la oportunidad de asumir nuevos riesgos y desarrollar actividades económicas más lucrativas, es altamente probable que la condición de pobreza de las personas se perpetúe. Desde un punto de vista sistémico, significa tener claro que mejorar las capacidades de manejo del riesgo de parte de los pobres se convierte tanto en una importante medida económica para una reducción duradera de la pobreza, no sólo para enfrentar las condiciones de pobreza transitoria (Banco Mundial, 2000). Para lograr lo anterior, es imprescindible saber a qué riesgos se enfrentan los pobres. En su sentido amplio, la noción de riesgo se asocia a la incertidumbre o incapacidad de predecir determinados eventos. Desde este punto de vista, enfrentar el riesgo no es un desafío nuevo pero sí lo es enfrentar nuevos tipos de riesgos, que antes no incidían de la misma manera sobre su situación de bienestar. El ejemplo más clásico al respecto, tiene que ver con la disposición de las personas a sustituir las estrategias actuales de sobrevivencia por otras de mayor complejidad y que, aunque representan una fuente potencial de mayores recursos, resultan poco atractivas cuando requieren un esfuerzo económico y personal muy alto en el proceso de reconversión de capacidades. En este y otros casos de similar naturaleza, el desincentivo tiene que ver con que la retribución al cambio de prácticas no es inmediata y, por tanto, este aplazamiento resulta poco atractivo para quienes deben hacer una inversión inicial importante en pos del logro de un objetivo no tan claramente garantizado. A su vez, este enfoque sostiene que la medición del riesgo depende del grupo al cual se refiere. Para los muy pobres, la medida pertinente del riesgo es la máxima pérdida posible de bienestar; en consecuencia, instrumentos adecuados para su manejo, serán aquellos que reducen dicha pérdida al mínimo, generando las compensaciones y paliativos necesarios para sostener niveles extremos de pobreza o exclusión y, avanzar progresivamente en el mejoramiento de las perspectivas de bienestar. Definir una medida pertinente de riesgo es tan complicado como establecer qué es un nivel de vida adecuado, pero desde luego tiene que ver con proyectar la situación de la persona o grupo, respecto de sus posibilidades de avanzar en el mejoramiento de su estándar de vida, desde su nivel básico de satisfacción de necesidades, su situación de seguridad y su acceso a servicios sociales, hasta la promoción hacia niveles satisfactorios de bienestar. 41 Para los individuos que se ubican cerca de la línea de la pobreza, la medida pertinente de riesgo es reducir al mínimo la probabilidad de quedar debajo de dicha línea; por tanto, los instrumentos adecuados serán aquellos que permiten uniformar el consumo a través del ahorro/desahorro. Finalmente, para los grupos de mayores ingresos, la medida de riesgo más pertinente es la desviación del ingreso y, en consecuencia, los instrumentos adecuados serán la diversificación de la cartera de instrumentos financieros, en particular los seguros. Asimismo, los riesgos tendrán consecuencias variables, tanto por su intensidad como por la perdurabilidad de sus efectos. Dependiendo de las características particulares de los grupos afectados, habrá algunos riesgos más frecuentes que otros o cuyo manejo resulta más importante en virtud del impacto que se logra producir en la situación de bienestar de quienes los padecen. Pero no sólo importan en el reconocimiento y cualificación de los riesgos, los aspectos materiales vinculados a la capacidad generadora de ingresos de las personas. También influye significativamente la vulnerabilidad asociada a las relaciones sociales. Se constata cada vez más la importancia de los vínculos y redes que tienen las personas y grupos, si ellas permiten acceder a mayores oportunidades en distintos ámbitos. El modelo vigente, de alguna manera ha afectado las formas tradicionales de organización y participación social y de representación política, haciendo de la pérdida de ciudadanía una dimensión muy concreta de la vulnerabilidad de los sectores marginalizados o excluidos. En la configuración de políticas y programas de protección social para los más pobres, el análisis de la vulnerabilidad resulta clave: estratégicamente, la identificación de los riesgos a los cuales se enfrentan es el primer paso para determinar las intervenciones apropiadas. Lo importante es determinar de qué forma se puede proveer protección social a los más pobres, no sólo cautelando impactos significativos en su bienestar, sino también controlando las brechas de cobertura y eficiencia asociadas a los costos de las intervenciones. Sólo tiene sentido profundizar en los distintos tipos de riesgo existentes, si ello tiene consecuencias para el tipo de estrategia que se decide implementar para manejar riesgos. De acuerdo al enfoque del Manejo Social del Riesgo, esas estrategias se deben analizar y configurar en base a la temporalidad de los riesgos que se enfrentan. A partir de ello, es posible identificar tres grandes estrategias de manejo del riesgo: 42 Estrategias de Prevención Tienen como finalidad reducir la probabilidad de un riesgo adverso y, por tanto, se aplican antes de que se produzca. Por lo mismo, tienen un componente claramente anticipatorio, al mismo tiempo que involucran un importante esfuerzo de inversión económica y social. En términos generales, se trata de dotar de activos suficientes para que las personas no vean afectado su bienestar y, más aún, no sufran variaciones drásticas en sus ingresos. En la reducción del riesgo intervienen la gestión macroeconómica, las regulaciones y políticas de desarrollo institucional que contribuyen a evitar que las crisis ocurran, políticas referidas al otorgamiento de servicios sociales básicos y, políticas vinculadas al mercado laboral, entre otras. Al mirar el Sistema de Protección Social con su actual configuración, se pueden identificar diversas iniciativas que trabajan sobre áreas sensibles del bienestar de las personas y que, por lo mismo, deben ser protegidas para evitar que en el futuro se generen desigualdades y exclusiones. Probablemente el componente que mejor refleja este propósito, es el Sistema De Protección Integral A La Primera Infancia, Chile Crece Contigo. Esta herramienta de la política de protección social tiene como misión acompañar, proteger y apoyar integralmente, a todos los niños, niñas y sus familias, a través de acciones y servicios de carácter universal, así como a través de apoyos especiales a aquellos que presentan alguna vulnerabilidad mayor. Su propósito es atender las necesidades y apoyar el desarrollo en cada etapa de la primera infancia (desde la gestación hasta los 4 años), promoviendo las condiciones básicas necesarias, que influyen positivamente en aspectos biológicos, físicos, psíquicos y sociales del niño(a) y su entorno, para lograr su máximo potencial de desarrollo. Estrategias de Mitigación Su objetivo es disminuir el posible efecto de un futuro riesgo de deterioro. A diferencia de las estrategias anticipatorias del riesgo, que más bien buscan controlar las variables de las que depende su ocurrencia efectiva, la mitigación del riesgo busca generar condiciones proclives a la disminución de los efectos adversos de riesgos manifiestos. Las políticas e iniciativas que caben dentro de este marco, incluyen, por ejemplo, la diversificación de activos de distinto tipo, y los mecanismos de seguros, tanto formales como informales. Desde este punto de vista, diversas iniciativas relativas al sistema de seguridad social no contributivo y orientado a la suplementación de ingresos 43 vía transferencias directas a las personas, no tienen el propósito de prevenir, precisamente porque los efectos de la inestabilidad en los ingresos o los efectos de la contracción económica y el aumento de los precios, tiene ya efectos previsibles en la población más vulnerable. Sin embargo, la identificación de sectores especialmente sensibles para colocar transferencias extraordinarias orientadas a la compensación relativa de esos efectos, va en la línea de mitigar las expresiones de la crisis en los sectores más susceptibles. Así por ejemplo, los bonos estacionales indexados a beneficios ya focalizados en sectores altamente vulnerables, las transferencias otorgadas a los adultos mayores de bajos ingresos y, los incentivos otorgados a mujeres embarazadas y madres por fidelidad a los controles infantiles de salud y la mantención de los niños en el sistema escolar, se concentran en familias y personas que ya están afectadas por variables estructurales o contingentes y que aumentan su dependencia del apoyo externo, pero a su vez, previenen deterioros mayores que se producirían con mucha seguridad si estas transferencias no existieran. Estrategias de Superación están diseñadas para aliviar el impacto del riesgo una vez que se ha producido. El análisis de las modalidades informales de enfrentamiento de riesgos en los sectores pobres es particularmente importante, porque gran parte del deterioro que éstos sufren y de la disminución de oportunidades para el aprovechamiento de condiciones proclives a un bienestar futuro, se explican precisamente en la adopción forzada de ciertas prácticas que, si bien parecen ayudar a superar eventos traumáticos, no hacen sino acentuar el círculo vicioso de la vulnerabilidad. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando estas formas de superación de contingencias adversas, se traducen en desahorro, endeudamiento, migración, venta de la mano de obra, reducción de la ingesta de alimentos o dependencia de transferencias monetarias, por citar las más recurrentes. Al definir a las familias extremadamente pobres o vulnerables, como segmento prioritario de las políticas de protección social, se reconoce en ellas la confluencia de varios factores que se encuentran limitando sus posibilidades de participar en mejores condiciones de la vida social y de lograr mejores niveles de bienestar. Como pocas, la iniciativa desplegada a través del componente del sistema de protección social denominado Chile Solidario, identifica las situaciones más críticas en términos de vulnerabilidad, frente a las cuales es necesario movilizar simultánea y complementariamente varias estrategias de apoyo. En primer término, la intervención en crisis sobre situaciones de vulnerabilidad prolongada que han provocado crisis en los sistemas familiares, como cesantía sostenida, ruptura de vínculos familiares de origen, pérdida 44 del capital productivo, abandono del sistema escolar, desarrollo de actividades improductivas y de alto riesgo, etc., pueden presentarse simultáneamente en una misma familia. En este caso, la posibilidad de prevenir se ve desplazada por la necesidad de asistir a la familia para que pueda superar la situación de rezago en que se encuentra. La movilización de sus activos físicos, financieros y simbólicos a partir de una intervención de apoyo psicosocial, el mejoramiento temporal de los ingresos vía transferencias, la motivación a la reescolarización, la vinculación con herramientas de apoyo al microemprendimiento y la posibilidad de lograr apoyo en la reparación de la vivienda, pueden asimismo resultar en una estrategia de efectos significativos sobre el bienestar de las familias y sus integrantes. Es por ello que la estrategia Chile Solidario, contempla para todos los grupos con los cuales trabaja, un servicio especializado de apoyo psicosocial, que a la manera de consejería e intermediación, motiva y apoya a la familia en la reorganización de sus recursos y prioridades, generando una intervención socioeducativa respecto de su relación con las instituciones y redes de apoyo. Junto con ello, algunos incentivos o transferencias directas que sirven para costear los gastos que irroga la institucionalización de quienes han estado excluidos. Y, mecanismos que facilitan el acceso a servicios y beneficios, mediante el otorgamiento de garantías o facilidades en el acceso. Como se deduce de lo anterior, el enfrentamiento efectivo de los riesgos, no es privativo de quien los enfrenta, ya que más allá de individuos y hogares, están las comunidades, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones de mercado, el Estado y los organismos de cooperación multilateral. La consecuencia de sus acciones es clave ya que muchas de sus propias prácticas, orientadas a proveer recursos y desarrollar estrategias de manejo social del riesgo, pasan a constituir sistemas de protección social. Las políticas de protección social representan las respuestas que la sociedad da a los niveles de riesgo o privación considerados inaceptables. Así, la protección social debe ocuparse tanto de las situaciones caracterizadas por la total privación y extrema vulnerabilidad de los más pobres, como de la situación de quienes no siendo pobres, necesitan sentirse seguros ante circunstancias adversas y, por tanto, estar en mejores condiciones para enfrentar los riesgos a que pueden verse expuestos. Las especificidades de la protección social para los pobres es clara: debe preocuparse por contribuir a mitigar el impacto de las perturbaciones externas - principalmente económicas - sobre sus condiciones de vida y, al mismo tiempo, proveer de herramientas y mecanismos efectivos para que mejoren sus condiciones de vida a niveles socialmente aceptables. 45 ¿Cómo entender la idea de Riesgos? El caso de las familias Montero El devastador efecto producido por el brote del virus ISA dejó al descubierto las deficiencias ambientales y sanitarias de muchas empresas salmoneras, lo que ha obligado a varias de ellas a sacrificar miles de peces en cultivo, que hasta ahora se reproducían en balsas jaula de las regiones de Los Lagos y Aysén. Lo anterior ha generado un sinnúmero de controversias, ya que no existe unanimidad en el sector, respecto de cuál es la forma más adecuada para enfrentar la crisis y controlar la enfermedad, que según las proyecciones del ramo, podría provocar la caída de hasta un 50% en la producción del sector. Es el caso de las familias Montero Riquelme y Montero Cepeda, que por años sostuvieron sus proyectos y metas en torno a la actividad económica generada por el cultivo del salmón. Don Pedro Montero Riquelme es un esforzado trabajador y jefe de familia, que se inició tempranamente en la pesca artesanal, practicada por su familia por generaciones. Hace tiempo, luego de que un hermano suyo sufriera un grave accidente en medio de las faenas pesqueras, don Pedro decidió trasladarse desde Puerto Montt a las cercanías de Aysén y probar suerte en otros oficios, hasta que finalmente encontró trabajo como estibador, en una de las salmoneras de la región. Junto con él, sus hijos mayores también desarrollaron destrezas y oficios vinculados a la extracción, cultivo y procesamiento del salmón, trabajos que si bien implicaban jornadas extenuantes de al menos 12 horas de trabajo y no generaban una retribución significativa como para llevar una economía familiar robusta, al menos ofrecían cierta estabilidad. En medio de este escenario, una conocida empresa salmonera decidió cerrar su planta de Puerto Aysén debido a una serie de situaciones negativas que se venían arrastrando desde el 2007 y que a la fecha arrojaban pérdidas por un monto cercano a los 11 millones de dólares, situación que dejó a más de 290 trabajadores cesantes. Así, la abrupta reducción de la piscicultura comienza a generar impactos El mayor de los hijos de don Pedro, Mario, formó su propia familia, la Montero Cepeda, y a sus 25 años se alojó en el hogar paterno con su esposa y su hijo de tres años de edad. A partir de ahí, la vivienda propia se volvió una creciente necesidad, sólo compensada por las redes de solidaridad y apoyo mutuo desplegado entre los miembros de esta numerosa familia. Si bien la situación económica era de gran E m p res as d e ca p i ta l es ex t ra n j e ro s , directamente afectadas por el brote del virus, debieron tomar drásticas medidas como suspender sus planes de expansión de cultivos intensivos y, de igual forma, mejorar sustancialmente la gestión ambiental y sanitaria de sus instalaciones. Estas transformaciones dan cuenta de los impactos generados por esta contingencia sanitaria, que ha provocado importantes pérdidas económicas, lo que explica la radicalidad de las definiciones surgidas para la reorganización productiva y geográfica de la industria salmonera. 46 sociales importantes entre los obreros menos calificados que se desempeñaban en estas empresas y que están siendo desvinculados de ellas. estrechez, aún había lo mínimo para cubrir las necesidades básicas de todos los integrantes, aunque sin posibilidades de generar ahorros, acumular patrimonio o sostener la expansión de la familia con nuevas uniones o nuevos integrantes. La opción de esta familia fue radicarse en un poblado cuyos residentes vivían casi exclusivamente de la actividad salmonera, ya fuera porque la mayoría de ellos estaba empleada en alguna faena de la piscicultura o porque prestaban servicios a esos trabajadores. Por lo tanto, la reducción de la actividad económica de las piscinas y plantas faenadoras, generó un impacto profundo en esta comunidad. Las opciones al alcance no eran muchas o no eran fácilmente reconocibles a simple vista, por lo que había que explorar otras alternativas. Don Pedro no se resignó al cese de la actividad y, en la esperanza de su reactivación, decidió que temporalmente estaba dispuesto a vulnerar las normas de seguridad del buceo, trabajando para contratistas que estaban reduciendo sus costos con cargo al salario de los buzos y exigiendo al máximo sus posibilidades de extracción, en condición de evidente inseguridad para estos trabajadores informales. El período inicial de cesantía de don Pedro y las obligaciones económicas contraídas para la renovación de su equipamiento, hicieron crisis en la familia, al punto que dos de sus seis hijos partieron rápidamente a emplearse como temporeros a la isla grande de Chiloé. Las mujeres de la familia, que hasta entonces prestaban servicios de lavado de ropa y preparación de comidas a trabajadores de la empresa, quedaron a poco andar sin clientela. Para enfrentar la crisis, resolvieron liquidar y a muy bajo precio, insumos y parte del equipamiento que antiguamente utilizaban en sus faenas pesqueras, que a pesar de llevar algún tiempo sin uso, se encontraban en perfectas condiciones. Por último, los dos hijos más jóvenes, que aún asistían al liceo, fueron sacados del circuito e incorporados como ayudantes de don Pedro en la actividad extractiva que ahora estaba desarrollando. A diferencia de los Montero Riquelme, los Montero Cepeda decidieron tomar otras decisiones para enfrentar las dificultades económicas que tantas alteraciones estaban causando en la dinámica familiar. Mario decidió mantener consigo su equipamiento básico para la pesca y, junto a su esposa de 18 años y su pequeño hijo, se trasladaron muy al norte, a la caleta de Cobquecura, donde un tío de ella les ofreció hospedaje. El cambio asumido por esta joven pareja fue muy radical en comparación a la decisión de don Pedro de mantenerse aferrado a su localidad. Sin muchas posibilidades de lograr un trabajo con la estabilidad que antaño le había ofrecido la salmonera, Mario prefirió conservar su capital de trabajo e intentar una actividad conocida para él, en la caleta donde se radicarían a partir de ese momento. Una complicada enfermedad respiratoria aguda complicó la salud de su hijo, que obligó a su madre a proveer estricta vigilancia y numerosos cuidados, por lo que no había sido posible que buscara una alternativa de trabajo. Aunque fueron bien recibidos en casa de este familiar y su condición de allegados les permitía sortear en la medida de lo posible su compromiso de aportar con algunos ingresos al hogar principal, el dinero recaudado en la pesca era insuficiente, sobre todo por la llegada de uno de los hermanos menores de Mario, que también se trasladó desde Aysén a vivir con ellos y buscar mejores oportunidades. Por su parte, la familia Montero Riquelme tuvo que enfrentar un complicado accidente vascular que afectó a don Pedro, justamente por la práctica desprotegida del buceo en condiciones de alto riesgo. No sólo quedó impedido temporalmente de realizar esas faenas sino que se le contraindicó de por vida ejercer de 47 buzo. Habiéndose retirado del trabajo con su contratista, los dos hijos que lo secundaban quedaron también sin actividad y, no sólo no regresaron al liceo que habían abandonado temporalmente para trabajar, sino que además no buscar una nueva alternativa productiva. Sólo doña Ester, la esposa de don Pedro, continuó con las iniciativas económicas que antes generaban entradas complementarias al ingreso principal de la familia y que ahora se transformaban en prácticamente su único recurso. Cuando no tuvo más demanda de lavado y servicio de preparación y entrega de comidas, se trasladó a vender sus preparaciones a algunos restaurantes de la capital provincial, a quienes abastecía a diario de panes y dulces preparados por ella misma. Si bien era una entrada regular, no alcanzaba para sostener a los 9 integrantes de esta familia, 7 de ellos en edad de trabajar y 5 de ellos en condiciones para hacerlo. Producto de la desmotivación, la desconfianza y la desesperanza, éstos quedaron sin alternativa y enfrentados a una rutina de deterioro y empobrecimiento, sostenidos por la jefa de familia que asumió íntegramente la mantención de todo el grupo familiar. Sin embargo, los Montero Cepeda no corrieron la misma suerte. A poco tiempo de haber llegado a su nuevo destino, Mario comprobó que la pesca en solitario era prácticamente inviable, no sólo por la competencia natural que representaban los socios de las cooperativas y pequeñas empresas familiares, sino además porque el costo - beneficio de su actividad no redituaba tantos dividendos como la práctica organizada de la pesca. Al principio, Mario enfrentó con mucha desconfianza la opción de asociarse a otros pescadores, básicamente porque no visualizaba los potenciales beneficios que esto podría generarle y, dudaba que hubiera una repartición justa de tareas y ganancias. Sin embargo, su acercamiento paulatino a los sindicatos y los nuevos amigos que el tío de su esposa le fue presentando, le permitió sortear 48 exitosamente su desconfianza inicial, pasando a formar parte de una de las asociaciones de la localidad. Por su parte Marcela, su joven esposa, comenzó a gozar de los beneficios de la asistencia regular al control del niño sano y el funcionamiento de la sala IRA en el consultorio que funciona en la comuna. Si bien su hijo había sido diagnosticado, antes no recibía tratamiento más que intervenciones paliativas provocadas por crisis respiratorias en temporada de invierno, básicamente porque debía trasladarse a gran distancia para acceder a ese servicio. Ahora en cambio, esto no constituía un obstáculo y pronto observó la positiva evolución de la situación de salud del pequeño Kevin. Por lo mismo, se entusiasmó mucho con la invitación que le hiciera una de las dirigentas de la caleta pesquera, cuando le contó de un curso de capacitación que la municipalidad impartiría a mujeres del sector, interesadas en conocer técnicas de repostería alternativa, basadas en el uso de productos 100% naturales y producidos en la región, como miel, rosa mosqueta y distintas clases de berries. No se trataba, a juicio de Marcela, de un curso simple de pastelería, sino de una interesante oportunidad de aprender alternativas culinarias para la comercialización de productos seleccionados y altamente cotizados por restaurantes y turistas. A partir de ese momento, Marcela y Mario acordaron que todos los ingresos generados por ella, se destinarían íntegramente al ahorro para la vivienda, intención que si bien demoró en concretarse, una vez sorteado con éxito el período de aprendizaje y puesta en marcha de la cooperativa de mujeres, las ganancias, lentas pero seguras que la repostería le empezó a generar, permitieron sostener una práctica continua de ahorro destinada a la adquisición de una vivienda. Por su parte, el hermano de Mario, que a sus 16 años había abandonado la casa paterna para vivir con él y Marcela, llegó al acuerdo de que para permanecer allí, como era su deseo, debía inscribirse en el politécnico de la comuna, que aunque quedaba algo distante, tenía matrículas disponibles. Para satisfacer su aspiración de dedicarse a la pesca, le sería permitido el turno de extracción del fin de semana, trabajando el bote de su hermano, pero sin abandonar los estudios por trabajar. En el caso de los Montero Riquelme, haber experimentado la expulsión del mercado laboral, producto de la supresión de su principal fuente de trabajo, generó consecuencias muy negativas a nivel de aspiraciones, compromisos y logros, pues ante la negativa de buscar opciones muy diferentes a su actividad más conocida, terminaron afectando su capital de trabajo, su salud y sus relaciones familiares y, con evidente sobre carga para la jefa de hogar, única perceptora de ingresos de la familia, ya que los demás decidieron dedicarse a actividades más conocidas y accesibles, pero ocasionales, altamente inestables y de muy baja productividad. En el caso de los Montero Cepeda, si bien la opción fue mucho más radical y con otros riesgos asociados, la búsqueda de alternativas razonables y con sentido de futuro, en una economía familiar solidaria y con orientación al logro, permitió que su proyecto familiar, a la larga, acumulara no sólo mejores ingresos sino también realizara opciones vocacionales y aspiracionales que de otro modo no habrían conseguido. 49 ¿Qué relación hay entre Protección Social y Pobreza? 50 ¿Qué relación hay entre Protección Social y Pobreza? La protección social surge a partir de la iniciativa de los gobiernos de hacer frente al impacto que las fuertes transformaciones macroeconómicas han causado sobre los grupos más vulnerables. Esta situación se ve agravada en los países latinoamericanos donde, a pesar de implementar políticas macroeconómicas que promueven el crecimiento estable y generalizado, ellas no han podido combatir la pobreza de manera eficaz, convirtiéndose en un problema social de envergadura. De esta forma, los gobiernos comienzan a establecer o fortalecer sistemas de protección social, programas y redes de seguridad con el fin de mitigar el impacto de las perturbaciones macroeconómicas, especialmente en los grupos pobres, tanto antes de las crisis como después de que han ocurrido. La comprensión de la pobreza a partir de la vulnerabilidad causada por su exposición a riesgos de alto impacto sobre las condiciones de vida de los pobres, ha tenido consecuencias en la forma de entender las características y alcances de los instrumentos de política pública ligados a la seguridad social. Hoy, los sistemas de protección social se asocian muy directamente a la prevención y mitigación de riesgos, en la lógica de reducir vulnerabilidades y controlar la variabilidad de los ingresos. De esta forma, se ha impuesto ampliamente la idea de que un modelo que privilegia mecanismos favorables al crecimiento económico, debe precaver también las condiciones que permitan restituir o mejorar las condiciones de vida de quienes se ven más afectados. Y, en este marco, se asume que las políticas de reducción de la pobreza, deben incorporar programas de protección social. Tomando en cuenta esta forma de entender la protección social, es posible asociar muchas de las iniciativas ya existentes, como programas y estrategias de protección social. Hicks y Quentin señalan que entre éstos, se encuentran típicamente los planes de empleo de emergencia a través de obras públicas, que suelen utilizar métodos intensivos en mano de obra; asimismo, son característicos los fondos sociales que crean programas especiales, habitualmente en las zonas rurales, para financiar obras públicas en pequeña escala. Por su parte, las iniciativas focalizadas en grupos vulnerables, constituyen una forma muy concreta de asumir operacionalmente la protección social. Por último, destacan las transferencias monetarias que, como mecanismos de asistencia complementarios, suelen operar como incentivos para el despliegue de otras iniciativas de carácter más promocional. Lo mismo ocurre con otros instrumentos dirigidos a suplementar la pérdida o insuficiencia de los ingresos, como las pensiones asistenciales y los seguros de desempleo. Los cambios más recientes que este tipo de iniciativas ha experimentado, a raíz de la ampliación del concepto de protección social, tienen que ver con la forma en que se asume la contribución efectiva de estas iniciativas al manejo del riesgo. Así, es posible preguntarse si un programa determinado tiene o no componentes vinculados a la protección social, en la medida que difunde o aplica herramientas y estrategias para alivio y enfrentamiento de riesgos. Desde esta perspectiva, se amplía la definición tradicional de protección social que, primero, concede exclusividad al sector público como único agente capaz de proveer protección. Además, esa visión pone demasiado énfasis en costos y gastos netos, pasando por alto los potenciales efectos positivos de un sistema de protección social para el desarrollo económico. Por su parte, se ha tendido a asociar los programas de protección con iniciativas eminentemente sectoriales, que no han visualizado adecuadamente las intersecciones. Y, por último, la definición clásica, más ligada a la seguridad y la asistencia social, asume que la protección social, como política, tiene demasiadas limitaciones y condicionantes en cuanto a superar pobreza. En la nueva perspectiva, esto último es completamente opuesto. De hecho, la nueva definición propuesta, visualiza la protección social como intervenciones públicas para asistir personas, hogares y comunidades a mejorar su manejo del riesgo y proporcionar apoyo a quienes se encuentran en la extrema pobreza. (Holzman y Jorgensen, 2000). El marco conceptual del manejo social del riesgo incorpora nuevos elementos en las estrategias de protección social. En primer lugar, define diferentes estrategias de manejo del riesgo según la exposición a ellos 51 (reducción, mitigación y superación de eventos negativos); en segundo lugar, define distintos niveles de formalidad desde donde se combaten los riesgos (informales, de mercado y proporcionadas o gestionadas por el sector público); y, en tercer lugar, incorpora la intervención de diferentes actores en la promoción de la protección social (desde individuos, hogares, comunidades, ONG, instituciones de mercado, gobiernos hasta organizaciones internacionales y la comunidad mundial en general). De esta forma, se pueden establecer distintas estrategias de intervención para aumentar la protección social de los diferentes grupos, clasificándolos según los riesgos más pertinentes a su realidad y desde los elementos antes mencionados6. Lo importante de esta nueva perspectiva es que presenta el concepto como una red de protección que, además de proteger, ayuda a superar la pobreza, visualizando la intervención no sólo como temporal sino como una inversión a largo plazo. Es decir, al considerar las dos perspectivas antes señaladas, la protección social puede ser entendida como aquella protección necesaria para enfrentar riesgos contingentes; y, como aquella protección relacionada con aspectos más permanentes que conducen a que las personas queden, frente a ciertos riesgos, excluidas de la dinámica social. Si bien la protección social es necesaria para toda la población, los estratos medios y bajos siguen siendo los más afectados y, por lo tanto, aparecen como los grupos objetivos que deben ser priorizados por las políticas de protección social. En esta lógica, es posible identificar varias iniciativas, actividades o estrategias programáticas que se pueden desarrollar para dar cumplimiento al propósito de la protección social. En primera instancia, destacan los esfuerzos por mejorar la capacidad de los hogares para generar ingresos autónomos, lo que abarca desde intervenciones en el mercado laboral para absorción de mano de obra, hasta programas de capacitación. De igual modo, destacan las iniciativas dirigidas al mejoramiento y garantía de pensiones para la tercera edad y, los suministros de ayuda monetaria y garantía de acceso a servicios básicos a los grupos más pobres de la población. 6 Si se piensa en medidas de protección social que puedan contribuir a reducir riesgos, habrá que considerar desde estrategias para la reducción del desempleo o subempleo, el aseguramiento de la atención universal en salud y normas de seguridad laboral básicas, hasta la implementación de medidas contra la discriminación laboral, y otras acciones preventivas, favorables a la inserción social efectiva de los grupos excluidos. Si lo que se quiere es llevar a cabo iniciativas de protección social que permitan mitigar riesgos, corresponderá implementar seguros de desempleo, sistemas de pensiones apropiados, y obras públicas para absorción de mano de obra desempleada en los períodos de baja ocupación. Se incluyen también en este campo, las acciones de generación y fortalecimiento de capital social comunitario. Por último, si la protección social busca generar condiciones para la resistencia frente a los riesgos, habrá que considerar medidas que van desde la asistencia social tradicional, los subsidios y mecanismos de compensación social, hasta formas variadas de transferencias de bienes y servicios que permitan un acceso efectivo a fuentes proveedoras de bienestar. 52 El rango de posibilidades es extenso y la cualidad principal de un sistema de protección social dirigido a los pobres, consiste precisamente en diversificar instrumentos y estrategias, e intencionar acciones de carácter complementario. Al respecto, hay que agregar que existen dos categorías principales de protección social, a saber, la asistencia social, que consiste en la adopción de medidas públicas concebidas para transferir recursos a los grupos que reúnen las condiciones exigidas debido a sus privaciones; y el seguro social que es la seguridad social financiada por contribuciones, se basa en el principio del seguro, es decir, los individuos o las familias se protegen contra los riesgos mancomunando los recursos de un amplio grupo de personas expuestas a riesgos similares (Informe del Secretario General, Naciones Unidas - Consejo Económico y Social, 2001). A su vez, las funciones de la protección social pueden apreciarse con arreglo a cuatro dimensiones: una protección primaria dinámica que ampare a las personas de imprevistos y riesgos; una función de mantenimiento para satisfacer necesidades básicas; una función de desarrollo dirigida al fomento de la capacidad de la población; y una función de la justicia social encaminada a lograr la solidaridad y la integración social (Informe Secretario General, Naciones Unidas - Consejo Económico Social, 2001). Ellas están estrechamente relacionadas entre sí, aunque dependan de instrumentos diferentes. La protección social concebida de esta manera promueve intervenciones de corto y largo plazo. De corto plazo para aquellos fenómenos imprevistos, tales como catástrofes naturales, riesgos en la salud y, los trastornos económicos y sociales provocados por la coyuntura económica. Y de largo plazo, aquellas medidas que se centran en aumentar la capacidad de las personas, por ejemplo, en materia de salud y educación. Si bien es cierto, es reconocida la influencia de las agencias internacionales en la forma en que los países de la región han asumido el diseño de sistemas de protección social en pobreza, Chile es una muestra elocuente de la forma en que los presupuestos teóricos han asumido expresión concreta a nivel de la oferta de programas y servicios sociales. Así, se ha asumido la protección social como el conjunto de transferencias y prestaciones no contributivas, distintas a las prestaciones continuas de 53 servicios tradicionales (educación, salud, etc.), destinados a apoyar a ciudadanos vulnerables en su inserción social y, protegerlos ante situaciones que afectan su capacidad para insertarse socialmente y generar ingresos propios (Crispi, 2002). Operativamente, la protección social en un país se visualiza como subsidios; transferencias en especies; programas comunitarios; programas para grupos vulnerables (niños, mujeres, jóvenes, indígenas, entre otros); programas de inserción económica; y, programas de empleo. Ahora bien, pese a que se advierte que este tipo de programas ocupa un lugar importante dentro del total de programas sociales, hasta ahora en Chile no había propiamente un sistema de protección social, es decir, un mecanismo institucionalizado que coordine de manera programada y coherente toda la oferta pública de este tipo de programas para dirigirlos articuladamente a los grupos de población más susceptibles y que son sujetos de esa protección. Es precisamente la inexistencia de una institucionalidad compartida, una red de información que vincule ventanillas, una coordinación organizacional y criterios de elegibilidad compartidos, entre otras cosas, lo que motivó la implementación del Sistema de Protección Social a la Vulnerabilidad y la Extrema Pobreza Chile Solidario, primero y, más recientemente, el Sistema Intersectorial de Protección Social. Finalmente, cabe destacar que los programas de protección social pueden ser considerados como una carga financiera para el Estado, en tanto reducen las oportunidades de inversión en otras esferas. No obstante, esta mirada no deja de ser superficial, ya que la protección social es una dimensión importante de la vida social, fomenta la cohesión y reduce las brechas sociales al aumentar las oportunidades de inserción y desarrollo de los grupos más vulnerables. En este sentido, se constituye como una inversión a largo plazo, previniendo problemas sociales que afectan la cohesión social y el desarrollo humano. Para esto, sin duda resulta imprescindible considerar la protección social como una estrategia para la generación de garantías sociales y económicas esenciales para el conjunto de la población y, en particular, para los más pobres. El diagnóstico general de las causas y manifestaciones de la pobreza en un país y, la identificación de las políticas públicas más eficaces para su reducción, no pueden quedar limitadas a priori por los temores frente a la incapacidad fiscal y administrativa que los debe sustentar, ya que claramente la provisión de protección es una función imperativa que obliga a hacer efectivo el resguardo, promoción y realización de los derechos económicos, sociales y culturales de los ciudadanos. Si tanto la pobreza como las carencias en lo que respecta a la titularidad de derechos, se relacionan con el acceso limitado a los recursos productivos y con la escasa participación en las instituciones sociales y políticas, 54 las demandas en el campo de la ciudadanía son también demandas de recursos que permitan superar la pobreza. Como reconocimiento de derechos exigibles, la asignación de los recursos pertinentes, tanto materiales como simbólicos, son responsabilidad del Estado y de toda la sociedad y un área clave de las políticas públicas. En este contexto, los programas y las políticas sociales deben entenderse como mecanismos de integración e inclusión sociales que faciliten el ejercicio de una ciudadanía plena. Entre las medidas de ajuste estructural adoptadas en los años 90, basadas en el privilegio de políticas fiscales restrictivas, la estrategia de crecimiento con equidad asumió una expresión muy concreta: las políticas universales cedieron a la aplicación de criterios de focalización y selectividad. Sin duda, existen varios argumentos a favor de esa opción que, en muchos casos es la estrategia obligada para llevar a cabo la distribución de servicios y beneficios de disponibilidad limitada. Pero a la par de ese modelo, la visibilidad que fueron adquiriendo los nuevos grupos vulnerables, pusieron de manifiesto la necesidad de combinar las políticas universales, relativas a la provisión de servicios sociales en educación, salud y seguridad social, con amplia cobertura; y, programas dirigidos específicamente a atender las necesidades y requerimientos de grupos que, dados ciertos atributos de vulnerabilidad, veían acentuada su exclusión. En la actualidad, el sentido de lo universal vuelve a aparecer con fuerza y muy de la mano con la perspectiva de derechos, a la hora de pensar en las características esperadas de un sistema de protección social ampliado, ya que por un lado se espera dar garantías básicas a la población en su conjunto, en virtud del reconocimiento indiscriminado de sus derechos. Y, por otro lado, existe la necesidad de priorizar la atención de los sectores pobres y de los sectores medios, vistos los riesgos a los que se ven crecientemente enfrentados y a la falta de instrumentos específicos destinados a darles asistencia. Así, es precisamente en el ámbito de los derechos donde la validez de lo universal adquiere mayor sentido. Es en los sectores más vulnerables y, por ende también en los de mayor pobreza, donde se concentra la mayor cantidad de derechos incumplidos y, más todavía, donde no se realizan los derechos humanos fundamentales. En esta perspectiva, el desafío de las estrategias gubernamentales pro superación de la pobreza, es combinar servicios universales con prestaciones específicas y altamente focalizadas, ya que tampoco es razonable generar sistemas paralelos de atención a los más pobres si no hay puentes que conecten con la institucionalidad regular a cargo de proveer bienestar. 55 ¿Qué relación hay entre Protección Social y Pobreza? El Caso de la Familia Sagredo Torres Valeria es una mujer jefa de hogar de 35 años, que hasta hace poco vivía como allegada con sus cuatro hijos en la casa de su madre, en el corazón de la población santa Adriana en la comuna de Lo Espejo. La señora Teresa es de las antiguas pobladoras que hace cuarenta años llegó a vivir a las primeras viviendas sociales construidas en el sector, cuando todavía la urbanización de la zona sur de Santiago era incipiente y el entorno definitivamente mucho más rural de lo que hoy es. Valeria es la cuarta de cinco hermanos y única mujer. A los 15 años tuvo su primera hija y hace 7 la última de los cuatro a su cargo. Abandonó prematuramente la escuela y sólo cursó hasta el séptimo año de la enseñanza básica. Desde entonces, nunca se ha planteado seriamente la posibilidad de retomar estudios y completarlos y, aunque es una mujer de mucho tesón pues ha trabajado desde su precoz maternidad, siempre lo ha hecho como operaria de fábrica, lavandera, semanera o vendedora ambulante. La estrecha casa del pasaje donde los Sagredo han vivido desde la infancia, llegó a albergar a 14 personas, entre uniones de hecho, matrimonios consolidados e hijos entre cero y 20 años de edad, aportados por los hijos de la señora Teresa. Valeria y sus hijos representaban uno de los cuatro núcleos del hogar, con la enorme responsabilidad de generar recursos suficientes para asegurar la mantención de todos ellos, y completamente por cuenta propia, ya que el padre no ha aportado nunca a la mantención del hogar, a pesar de vivir a escasas siete cuadras de la casa ocupada por Valeria y los hijos de ambos. 56 El presupuesto familiar se sostenía con gran dificultad en los ingresos generados por la señora Teresa, que se desempeñaba algunos días de la semana como asesora del hogar y, los ingresos generados por los trabajos ocasionales de Valeria, que alternaba con su madre para organizar la vida doméstica y conciliarla con el trabajo fuera del hogar. Los demás adultos de la familia, a cargo de sus propios núcleos, trabajaban como peonetas, operarios y ayudantes de la construcción y los ingresos generados por cada uno se destinaban casi íntegramente a satisfacer las necesidades básicas y cumplir con los compromisos de gasto de cada familia, destinando una pequeña parte de los ingresos a un fondo común que servía para pagar las cuentas de servicios. La situación económica de la familia siempre fue compleja, no sólo por la inestabilidad del trabajo y la irregularidad de los ingresos, sino también por la creciente responsabilidad de los adultos de mantener a un número creciente de niños en el hogar, que en algún momento llegaron a ser 9, entre lactantes y preescolares hasta chicos y chicas en edad escolar. Sin embargo, lo que marcó drásticamente la vida de Valeria y sus hijos, fue la creciente sensación de inseguridad y los frecuentes episodios de violencia que comenzaron a irrumpir con mucha fuerza en la vida de la población, ya que la convivencia de los vecinos históricos de las villas y pasajes fue perturbada por las redes de microtráfico y consumo de pasta base. El riesgo psicosocial producido por el fácil acceso a las drogas y la cada vez mayor presencia de armas entre pobladores del mismo sector, generó una consecuencia inesperada para los Salcedo Torres: las empresas de transportes y contratistas de la construcción que usualmente recorrían las calles de la población en busca de hombres con experiencia y dispuestos a trabajar en faenas y proyectos altamente intensivos en mano de obra, comenzaron a retirarse, justamente por el riesgo creciente de asaltos, secuestro de camiones y balaceras ocurridas a plena luz del día, lo que por supuesto generó que los hombres de la familia comenzaran a ser menos demandados, acumularan muchos días de inactividad, se emplearan temporalmente en actividades muy mal pagadas y generaran, en definitiva, importantes desequilibrios en su economía familiar. Así, cada hermano comenzó a retirarse, uno a uno, de la obligación común de aportar a la mantención de los gastos generales de la vivienda, lo que acentuó los conflictos y la tensión a nivel de relaciones. Por lo mismo, la señora Teresa debió dedicarse exclusivamente al servicio doméstico puertas adentro, lo que anuló todas las posibilidades de Valeria de trabajar remuneradamente fuera del hogar, ya que su único recurso para conciliar las demandas de cuidado infantil de sus hijos, ahora tenía comprometida la totalidad de su tiempo en trabajar. En ese momento, la única estrategia posible para la generación de ingresos de Valeria fue la preparación y venta de alimentos en su propia casa, pero esta actividad le consumía cada vez más tiempo y generaba menos entradas, a raíz de la fuerte competencia de completos, papas fritas y sopaipillas que se generó en su pasaje y calles aledañas. La situación de Valeria se volvió crítica, sobre todo cuando los ingresos con los que contaba para subsistir provenían casi exclusivamente del Subsidio Familiar que recibía por dos de sus hijos. La ayuda estatal a la que aspiraba Valeria era difícil de imaginar: su experiencia en vinculación con las instituciones era escasa y, prácticamente se reducía a los controles de salud de sus hijos y a la tramitación de los subsidios en la municipalidad. Dado que su experiencia en la niñez había sido parecida, Valeria ya pensaba en retirar a sus hijas más grandes del colegio, para que pudieran cuidar de los más pequeños y permitirle a ella trabajar fuera del hogar. Además, abrumada por el hacinamiento y los crecientes problemas de convivencia que tenía con sus hermanos y sus familias, tenía la aspiración de irse a una vivienda propia, pero nunca se había planteado en serio esta posibilidad y consideraba prácticamente imposible alcanzarla. Si bien es cierto siempre había conocido la estrechez económica y su infancia y la de sus hermanos había transcurrido en días de dictadura y pobreza, no recordaba haberlo pasado tan mal como ahora. Sus necesidades eran mayores a las de su familia de origen, sus redes mucho más limitadas, la solidaridad entre hermanos era mucho menor y, su capacidad para generar alternativas era cada vez menos eficaz. Fue entonces cuando una vecina le sugirió solicitar en su municipalidad ser visitada y encuestada con la Ficha de Protección Social, evento que dio origen a su identificación como familia elegible para Chile Solidario, en virtud de su bajo puntaje. Una asistente social de la municipalidad se presentó un día en su domicilio y le contó de una alternativa que se había abierto, para apoyar a familias de escasos recursos. Le señaló que a través de un proceso de consejería familiar, sería posible conocer más en detalle sus necesidades y expectativas y, de manera más organizada, ayudarla a encontrar los otros apoyos que permitirían ir enfrentando, uno a uno, sus problemas. Valeria aceptó incorporarse y firmó un Contrato de Participación a través del cual pasaba a formar parte del Programa Puente, servicio de apoyo psicosocial que a partir de ese momento la conectaba al Sistema de Protección Social Chile Solidario. 57 Al principio, no fue fácil para Valeria comprender de qué forma esta orientación la podría beneficiar, ya que en principio visualizaba la ayuda monetaria directa como una estrategia capaz de aliviar su difícil situación. Efectivamente, las primeras acciones que se gatillaron a partir de las visitas de su Apoyo Familiar, tuvieron que ver con la tramitación y obtención de los subsidios familiares que no había solicitado para sus demás hijos y, de igual forma, gestionar la obtención del Subsidio al Consumo de Agua Potable y Uso de Alcantarillado, el SAP, que gracias a la disciplina de doña Teresa, se había mantenido al día en el pago de la cuenta y no registraba morosidad por el suministro. Asimismo, comenzó a recibir el Bono de Protección Social, dinero que Valeria decidió destinar a una cuenta bancaria que abrió para iniciar el proceso de ahorro para la vivienda. De igual forma, una de las tareas que la Apoyo Familiar debió abordar en más sesiones de trabajo con Valeria, fue la referida al cuidado de los niños, ya que ella había permanecido reticente a la incorporación de ellos a salas cunas o jardines infantiles. Si bien es cierto era apremiante la necesidad de Valeria de contar con algún sistema de cuidado que le permitiera ausentarse del hogar y realizar una actividad remunerada, también es cierto que era la propia Valeria, muy influenciada por los prejuicios y temores de la señora Teresa, quien no quería delegar en ninguna institución la delicada tarea del cuidado de sus hijos, básicamente por temor a negligencias, malos tratos o mayor posibilidad de contagio de enfermedades por el contacto con otros niños. En el discurso de Valeria y, también en el de su madre, no había ningún reconocimiento hacia la importante función socializadora de la educación preescolar. Esta arraigada desconfianza hacia las instituciones en general, había provocado en Valeria un tremendo desinterés por animar a sus hijos mayores a asistir regularmente a 58 clases, actitud que se vio reforzada por la sensación de Valeria de no poder acompañar a los niños en su proceso escolar, pues veía que las materias para las que demandaban su presencia, rebasaban con creces sus propios conocimientos. Por tanto, la inseguridad experimentada para enfrentar el acompañamiento escolar de sus hijos, llevó a por ellas, sino que además parecían poner en serio riesgo la capacidad de esta familia de mejorar sus capacidades. Cuando esta situación comenzó a cambiar, a propósito de que los niños fueron incorporados a un proyecto de animación comunitaria infantil donde se realizaban actividades de apoyo escolar, el rendimiento y la motivación de los niños fueron mejorando paulatinamente, clima que alentó a Valeria a atreverse a retomar estudios e incorporarse a un programa de nivelación de competencias laborales. Si la relación de Valeria se hubiera producido con cada institución por separado la municipalidad, el consultorio, la escuela probablemente se habrían resuelto cosas puntuales pero no se habría logrado la perspectiva más amplia sobre sus necesidades, aspiraciones y potencialidades, que le permitió organizar en una secuencia ordenada de tareas, las metas de corto plazo, como tampoco el reconocimiento de las metas de más largo aliento. Valeria a un creciente retraimiento que comenzaba a alentarlos, casi sin querer, a abandonar la escuela. La Apoyo Familiar tuvo que hacer del tema de la educación un pilar fundamental de la conversación con Valeria y la señora Teresa, porque no sólo no formaba parte de las aspiraciones y metas declaradas inicialmente A poco andar, tanto Valeria y la señora Teresa como su Apoyo Familiar, se dieron cuenta de que la clave para iniciar un proceso de mejoramiento sustantivo de su situación de bienestar, no era el incremento de sus ingresos, solamente, como tampoco las intervenciones temporales sino un trabajo de más largo plazo. La ayuda monetaria recibida fue un medio que permitió lograr un piso básico de seguridad que movilizó otros procesos al interior de la familia. Y, de hecho, los avances logrados en educación y en salud, dejaron a los Sagredo Torres en mejores condiciones de enfrentar otros procesos, lo que permite afirmar que, en este caso, la intervención de apoyo psicosocial en su rol de consejería e intermediación fue eficaz. El logro de una sensación subjetiva de bienestar en la familia, permitió realizaciones concretas a nivel material y, en conjunto, la definición de un itinerario actual y proyectado también hacia el futuro. 59 ¿Qué lugar ocupa Chile Solidario en el Sistema de Protección Social? ¿Qué lugar ocupa Chile Solidario en el Sistema de Protección Social? En materia de políticas sociales, la década de los años 90 en Chile se destaca por las importantes reformas sociales que fue necesario llevar a cabo tras la recuperación de la democracia, para restituir la deuda social acumulada por los efectos del ajuste estructural y la política neoliberal implementada en la década anterior y que significó retrocesos importantes en materia de educación, salud y seguridad social. 60 La necesidad de poner en el centro del pacto democrático, la defensa irrestricta de los derechos humanos, implicó también replantear el rol del Estado en materia social y colocar en el centro del proceso de desarrollo, una perspectiva de equidad e inclusión social. Parte de este esfuerzo se observa en el fuerte impacto redistributivo de las políticas sociales y en la aplicación de diversas estrategias de apoyo para la promoción social de las personas, familias y grupos vulnerables, lo cual permitió que en Chile, a lo largo de esa década, se redujera la pobreza de 38,6% que existía en 1990 a un 20,6% en el año 2000. Los avances en la reducción de la indigencia durante tal década también fueron significativos, ya que en igual período ésta se reduce del 12,9% a 5,7%. Pero un dato que confirmó la necesidad de reorientar las estrategias de lucha contra la pobreza, fue el estancamiento en la reducción de la indigencia que se produjo a partir de 1996 en torno a 5,7%, ya que se estaba volviendo cada vez más difícil lograr reducciones porcentuales del núcleo de personas y hogares con ingresos inferiores a la línea de la indigencia. Estos datos, con cifras al año 2000, son los que se analizaron para replantear la estrategia de focalización hacia los sectores de extrema pobreza. En el año 2001, el Ministerio de Planificación realizó un estudio panel de hogares, instrumento que resultó muy relevante para realizar un análisis de la conducta dinámica de la población en situación de indigencia, pobreza no indigente y no pobre, permitiendo estudiar los cambios ocurridos en la situación de la población encuestada, e indagar en los factores asociados a tales variaciones. Esto, bajo el supuesto que las leves variaciones que muestran las cifras sobre pobreza e indigencia en los últimos años, a través de estudios sincrónicos, ocultan un gran dinamismo. Pero, es un dinamismo que tiene su movilidad en torno a la vulnerabilidad, es decir, las personas que se encuentran en situación de pobreza, pueden mejorar temporalmente su condición o empeorarla, pero siempre dentro o muy cerca de la pobreza. Lo mismo ocurre con los grupos de población que en términos de distribución están cercanos a la pobreza, entran y salen de ella con mucha facilidad, justamente por la volatilidad de los ingresos y porque no cuentan con estrategias o mecanismos de soporte que les permitan enfrentar contingencias adversas. Respecto a los factores que tienen mayor incidencia sobre los cambios observados en la situación de pobreza de los hogares a lo largo del período y, según las cifras del estudio panel 1996-2001, recién citado, éstos corresponden a aquellos factores relativos a la composición de los hogares, tamaño de los mismos, escolaridad del jefe de hogar, tasa de dependencia, disponibilidad del activo trabajo y calidad del empleo, entre otros. Adicionalmente, diversas evaluaciones permitieron constatar que, a pesar de la amplia oferta pública de programas sociales dirigidos a atender las necesidades de las personas más pobres del país, los beneficios sociales eran percibidos en mayor medida y con mayor intensidad por aquellas familias pobres no indigentes, que por aquellas indigentes o extremadamente pobres. En parte importante, ello se debía a un diseño de la oferta pública basado en un modelo de espera estructurado en función de la demanda y que asumía, al mismo tiempo, que aquellos que no demandaban estos servicios y beneficios era porque no los requerían. Estos antecedentes fundamentaron la decisión de dar prioridad al abordaje de la extrema pobreza y evaluar distintas alternativas para la conformación de un dispositivo institucional que permitiera coordinar los servicios y beneficios disponibles, haciendo coincidir su focalización en el grupo de los extremadamente pobres, lo que obligaba necesariamente a revisar los esquemas vigentes de administración y provisión de la oferta pública. Hasta ese momento, las prestaciones sociales del Estado dirigidas a este grupo de personas, se entregaban sobre la base de la demanda de los potenciales beneficiarios a los servicios públicos respectivos, haciendo depender su acceso efectivo a la disponibilidad de información suficiente y oportuna sobre los recursos existentes. La demanda efectiva sobre éstos sólo se concretaba en la medida que las personas y las familias tuvieran algún grado de vinculación con las redes institucionales. No obstante, los diagnósticos indicaban que uno de los factores críticos de exclusión de los indigentes era justamente su aislamiento, desinformación y fuerte desvinculación de esas redes. Esto explica que fueran justamente quienes más necesitaban de esos beneficios, los que accedían a ellos en menor medida. 61 Por su parte, el foco de intervención en torno al cual se habían organizado tradicionalmente las prestaciones sociales del Estado eran las personas individuales, no las familias, lo que generaba grados importantes de dispersión en la provisión de servicios y beneficios. La complementariedad de éstos difícilmente se lograba y no existía un dispositivo de integración que permitiera sincronizar la provisión de prestaciones para lograr esa combinación. La forma en que se habían organizado los beneficios estatales obedecía a una lógica principalmente sectorial, en el sentido que cada responsable de la provisión de sus respectivas prestaciones sociales, operaba con criterios particulares que, siendo correctos desde el punto de vista técnico, su operatoria y focalización seguía trayectorias independientes. Eso se tradujo, en definitiva, en la existencia de una amplia oferta de programas dirigidos hacia los sectores más pobres de la población, recursos que no necesariamente compartían objetivos específicos concordantes entre sí, ni criterios de elegibilidad uniformes. Lejos de favorecer la concordancia de estrategias y lograr una focalización efectiva en el grupo más vulnerable de la población, este diseño institucional y su dispersión programática, no había permitido enfrentar el problema de la extrema pobreza desde una perspectiva integral. Cada ámbito de la oferta pública había estado marcado por sus lógicas de configuración internas y, con sellos asistenciales o promocionales, según fuera el caso, sin lograr una integración virtuosa de ambos enfoques como parte de una misma estrategia. En relación con la forma de acceder a los subsidios disponibles, el sistema de acceso que existía para estas prestaciones se organizaba exclusivamente en torno a la postulación de las familias a un cierto número de cupos asignados mensual o anualmente, lo que implicaba, en muchas ocasiones, que las familias más pobres quedaran en listas de espera ante la posibilidad de la liberación o aumento de cupos. Esa lógica de funcionamiento no permitía, por tanto, reorganizar los recursos disponibles para focalizarlos en quienes más los necesitaban sino que se asignaban progresivamente en función de la postulación. Una vez obtenidos los beneficios, los receptores de las prestaciones no debían asumir ya que no existían incentivos para ello compromisos ligados al desempeño y prácticas de las propias familias para bien utilizar esos recursos en pos de procesos de autodesarrollo. Así, la relación entre el Estado y las personas, mediada por los servicios y beneficios entregados, se reducía estrictamente a la coincidencia efectiva de oferta y demanda, sin que existiera un proceso de acompañamiento que le agregara valor a los recursos otorgados en la lógica de potenciar en las familias capacidades y funcionalidades para el logro de grados crecientes de autonomía. 62 Junto con eso, los beneficios eran entregados de manera incondicional sobre la base de antecedentes principalmente socioeconómicos al momento de postular, muchos de ellos a partir del puntaje obtenido por los postulantes en la ficha de Caracterización Socioeconómica, la Ficha CAS2. Bastaba con exhibir, al momento de la postulación, algunos requisitos básicos como asistencia escolar y control de salud de los niños y niñas en el caso del subsidio familiar (SUF), sin que se verificara la mantención de estas condiciones a lo largo de su vigencia. En consecuencia, frente a mejorías en esa condición, se perdían todos los beneficios adquiridos, desincentivando el esfuerzo por generar mayores ingresos autónomos por parte de las familias. Desde el punto de vista de la oferta pública de servicios y beneficios, la simple suma de programas sociales bien focalizados aunque por separado - no estaba produciendo como resultado una disminución de la extrema pobreza. Entonces, era necesario diseñar estrategias de acción orientadas a la oferta intencionada de servicios y beneficios a las personas y familias más pobres, con mecanismos de búsqueda de los destinatarios de dichas acciones, que reconocieran su situación de mayor vulnerabilidad, y permitieran el establecimiento de vínculos personalizados, para apoyar de manera efectiva el mejoramiento de sus condiciones de vida. Una estrategia de este tipo permitiría adicionalmente mejorar la focalización de los programas, servicios y beneficios disponibles en la red social del Estado. En consecuencia, era necesario determinar cuál sería la estrategia más adecuada para lograr la superación efectiva de la extrema pobreza. Por tanto, la intervención debía abarcar de forma más compleja la situación de carencias de tales familias, no sólo centrándose en la variable ingresos, sino proveyendo protección bajo un dispositivo institucional capaz de integrar distintas visiones. Se propone entonces la idea de configurar un mecanismo de coordinación de la oferta pública que permitiera acercar los servicios disponibles en la red institucional, a las familias y personas que, calificando para ellos, no estaban accediendo a programas y subsidios. Específicamente, se decidió instalar esta política de protección para las familias en situación de pobreza extrema, siendo ese el sello distintivo de Chile Solidario. En tanto política pública, este sistema es un dispositivo de articulación y coordinación que busca instalar capacidades para el funcionamiento en régimen de las políticas e instrumentos de protección. La función de coordinación se convierte en el dispositivo de acceso único (portal de entrada) para los usuarios y opera como sistema de derivación asistida según características de la demanda y forma de organización de la oferta. 63 Con todos estos antecedentes, el año 2002 se implementó el Sistema de Protección Social Chile Solidario, bajo la coordinación del Ministerio de Planificación (MIDEPLAN), con el objeto de brindar apoyo psicosocial personalizado a las familias más pobres del país, asegurarles el acceso preferente a subsidios monetarios y a programas sociales gubernamentales. En el marco de este desafío, se decidió que el componente de Apoyo Psicosocial del nuevo Sistema Chile Solidario fuera implementado por el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS) a través del Programa Puente. Aún cuando en un comienzo se desarrolló como un programa piloto en cuatro regiones del país, ese mismo año su cobertura fue ampliada a todas las regiones. Por lo tanto, en sus primeros años de operación, Chile Solidario operó como la herramienta de la estrategia gubernamental de protección social, orientada a atender las necesidades de las familias extremadamente pobres del país. Su estrategia de vinculación de familias y su incorporación a la red social, se organizó en torno a los siguientes componentes: PROGRAMA DE APOYO PSICOSOCIAL A FAMILIAS Y BONO DE PROTECCIÓN El servicio de apoyo psicosocial para familias extremadamente pobres fue encomendado al FOSIS quien en conjunto con los municipios, puso en operación el Programa Puente7. Este servicio consiste en una intervención socioeducativa en la que las familias se comprometen a trabajar con un profesional del área social, denominado Apoyo Familiar, quien las acompaña durante 24 meses, en un servicio continuo de orientación, consejería e intermediación. Como una manera de apoyar a las familias, se entrega una transferencia monetaria directa, de carácter decreciente, denominada Bono de Protección Social, cuyo objetivo es incentivar la participación de la familia en su proceso de revinculación con las instituciones y redes de servicios. SUBSIDIOS MONETARIOS En forma paralela al Programa Puente, las familias también reciben- en forma preferencial o garantizada, según corresponda- los subsidios monetarios del Estado, que han tendido progresivamente a convertirse en prestaciones garantizadas para los usuarios Chile Solidario. Entre estos se encuentran: · Subsidio Único Familiar (SUF). · Pensión Asistencial (PASIS) de vejez (hoy sustituida por la Pensión Básica Solidaria). · Pensión Asistencial de invalidez. · Subsidio de Agua Potable (SAP), para cubrir el 100 % de la cuenta hasta 15 metros cúbicos de consumo mensual. · Subvención pro retención escolar. · Subsidio a la Cédula de Identidad. 64 Cabe señalar que en el origen, Chile Solidario se dedicó a la atención exclusiva de familias extremadamente pobres. Posteriormente, la consolidación de una red institucional de apoyo a la integración social, la generación de mecanismos para la ampliación de las oportunidades puestas a disposición de las personas en los territorios y, la instauración de la Ficha de Protección Social, permitieron que Chile Solidario ampliara su cobertura hacia otros grupos, generando iniciativas para atender diversas situaciones de vulnerabilidad que afectan a la población. El Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet ha ratificado la importancia de contar con instrumentos de política que contribuyan a la plena realización de los derechos de las personas, en particular, revirtiendo inequidades que afectan a quienes se ven afectados por diversas situaciones que impactan de manera negativa sobre su bienestar presente y sus posibilidades futuras. Es por esto que la agenda social del Gobierno se ha orientado con mucha determinación, a la generación y fortalecimiento de iniciativas que permitan asegurar condiciones básicas de bienestar a toda la población, desde la gestación hasta la vejez. En ese sentido, Chile Solidario forma parte de una política de protección ACCESO PREFERENTE A social mucho más amplia, donde la perspectiva de PROGRAMAS SOCIALES derechos se implementa a través de áreas tan centrales de la política social como educación, salud y seguridad social y previsional. A través de este componente y con la orientación y asistencia del Apoyo Familiar, las familias han tenido acceso a otros programas sociales, que ofrecen prestaciones, servicios y beneficios que contribuyen o realizan las condiciones mínimas de calidad de vida con las que trabaja el Sistema. Para esto, distintas instituciones y organismos de las áreas de Salud, Educación, Trabajo, Vivienda y Justicia, entre otras, suscriben convenios con MIDEPLAN para darles prioridad a los beneficiarios de Chile Solidario. El sistema genera recursos específicos para aquellos ámbitos de necesidad de sus usuarios que la oferta regular no cubre, mediante la ampliación de los programas sociales vigentes o a través de la generación de programas nuevos para la atención de demandas no cubiertas. En su operación, es un sistema descentralizado que funciona en estrecho vínculo con los gobiernos locales, las municipalidades, quienes son responsables de las principales funciones de la protección social. De esta forma, Chile Solidario complementa y fortalece su tarea, aportando recursos técnicos, metodológicos y financieros que aseguren la atención oportuna y de calidad de las familias y personas más vulnerables de los territorios. Además, tiene un marco legal que rige el funcionamiento del sistema, establece la forma de operación de sus componentes y regula el régimen de garantías. Este marco define los principios de operación del sistema, sus alcances 65 y modalidades y, sobre todo, consagra aquellos beneficios que deben ser asignados a las personas por derecho, cuestión que hace distintivo este sistema en relación a la forma tradicionalmente utilizada para asignar beneficios por postulación y espera. Para cumplir con su propósito de contactar a las familias y personas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad, Chile Solidario trabaja intensamente con la Ficha de Protección Social. Pero además, genera dispositivos de vinculación y acompañamiento para que la incorporación de los usuarios a la red de protección social, redunde en un uso efectivo de la estructura de oportunidades dispuestas a través de programas, servicios y prestaciones monetarias. Para esto, Chile Solidario trabaja a través de programas propios para la vinculación y habilitación de las personas y que funcionan como dispositivos de intermediación, consejería y acompañamiento. Se trata de servicios especializados de apoyo psicosocial, que mediante metodologías socioeducativas específicas, propone itinerarios de acompañamiento que facilitan la transición de familias y personas hacia otros procesos de integración social. Se trata de los siguientes: El Programa Puente 66 Dirigido a familias en situación de pobreza extrema o vulnerabilidad. Es ejecutado por las municipalidades y es administrado y asistido técnicamente por el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS). tales como sus condiciones de habitabilidad, el nivel educacional o el estado de salud de sus integrantes. Finalmente, también se refiere actitudes o normas de conducta que se requiere asegurar al interior de la familia. El trabajo que se realiza con las familias que participan del Programa, consiste en ayudarles a alcanzar el cumplimento de un conjunto de condiciones mínimas de calidad de vida, las cuales se agrupan en siete dimensiones: identificación, salud, dinámica familiar, educación, habitabilidad, trabajo e ingresos. Estos estándares mínimos corresponden, en primer lugar, a elementos habilitadores que permiten a los distintos integrantes de las familias, vincularse socialmente e interactuar con las redes sociales existentes. En segundo lugar, se refieren a niveles básicos de información con los que debe contar toda familia, respecto a trámites, beneficios y autocuidado. En tercer lugar, lo mínimo está relacionado con estándares básicos de calidad de vida que deben ser garantizados a la familia, Por otra parte, el trabajo pretende generar cambios psicosociales estrechamente vinculados a estas condiciones mínimas, referidos a la capacidad de las personas de buscar información, de interactuar con las redes sociales institucionales y comunitarias que le pueden brindar beneficios y prestaciones, de fijarse metas y tomar decisiones y a la capacidad de la familia de valorar y proteger a sus miembros y de establecer normas para su buen funcionamiento. En síntesis, se pretende generar cambios en la autonomía y capacidad propositiva de las personas como también en la integración y funcionalidad familiar en interacción con las oportunidades brindadas por el entorno institucional y comunitario. Para lograr sus objetivos, el Programa Puente cuenta con un sistema de apoyo social centrado en la familia. Este apoyo consiste en una modalidad de acompañamiento personalizado que se constituye en un facilitador de procesos de restitución de las capacidades de funcionamiento del sistema familiar y sus integrantes, así como una bisagra que provoca la movilización de la estructura de oportunidades. social. Esto es posible porque el Apoyo Familiar, más que entregar indicaciones sobre qué hacer, debe apoyar la búsqueda de respuestas por parte de la familia, generando una dinámica autónoma de aprendizaje a partir de las propias experiencias de ella. Así, se generan compromisos que involucran directamente la historia de cada persona y que permiten construir una relación distinta con otros. Cada Apoyo Familiar se compromete a acompañar en su domicilio a las familias que participan del Programa, por un período de 24 meses. Utilizando una metodología que consiste en una secuencia progresiva de conversaciones que busca abordar distintos aspectos de la situación familiar, se realiza un diagnóstico inicial en que se exploran sus necesidades, potencialidades, recursos, expectativas, oportunidades y amenazas. Una vez realizado este diagnóstico, se trabajan con las familias posibles estrategias que les permitan ampliar sus oportunidades y mejorar su calidad de vida, comprometiéndolas con acciones concretas de cambio y facilitando la accesibilidad a los recursos disponibles en la estructura de oportunidades. Asimismo, el Apoyo Familiar entrega información y orientación a las familias, de modo que puedan desenvolverse de manera más efectiva en el sistema institucional donde se encuentran los beneficios y servicios que permiten resolver los aspectos significativos del bienestar familiar y sus integrantes. Para esto, el Apoyo Familiar se encuentra circunscrito a la red de protección social, que permite incrementar los recursos disponibles en la estructura de oportunidades, es decir, los servicios y beneficios a los que las personas en situación de extrema pobreza o vulnerabilidad pueden acceder. De esta manera, el mayor impacto en la calidad de vida de las familias se logra cuando se genera sinergia entre la ampliación de la estructura de oportunidades y los activos que moviliza el propio hogar. Las conversaciones, desarrolladas en un clima de inclusión, favorecen la capacidad reflexiva de la familia respecto a sí misma, sus prácticas y posibilidades de transformación, de manera que cada miembro de la familia comience a articular un proyecto de vida y un proyecto familiar, es decir, una visión de la familia y de lo que podría alcanzar a través de su inclusión Este proceso conduce al logro de cada una de las condiciones mínimas de calidad de vida que cubren aspectos vitales de seguridad y bienestar, fortaleciendo capacidades de autogestión y autonomía, incidiendo en la forma en que las personas tienden a vincularse con sus pares, su entorno y la red institucional disponible. 67 El Programa Vínculos Orientado al apoyo de adultos y adultas mayores vulnerables y que viven solos. Se trata de un programa de ejecución municipal y que cuenta con la asistencia técnica del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA). El Sistema de Protección Social Chile Solidario considera como una de sus poblaciones objetivo a los adultos mayores de hogares unipersonales o parejas de adultos mayores, que se encuentran en situación de extrema pobreza y vulnerabilidad. En el año 2006, producto de la experiencia del piloto del año anterior, se tomó la decisión de incorporar de manera regular a Chile Solidario a esta población objetivo y se diseñó el Programa Vínculos, dirigido a brindar apoyo psicosocial a los adultos mayores que viven solos, a través de una metodología de intervención diseñada especialmente para estos efectos. Por tal razón, el Programa Vínculos aplica un modelo de atención personalizado y domiciliario, que durante un período continuo de acompañamiento, identifica necesidades prioritarias de apoyo, intenciona procesos de revinculación a redes institucionales y comunitarias y, fortalece algunas competencias básicas en las personas mayores, para lograr 68 un desenvolvimiento autónomo más eficaz y con mejor manejo de los riesgos. El objetivo general del Programa es lograr que los adultos mayores solos, en condiciones de extrema pobreza y vulnerabilidad, cuenten con subsidios garantizados, accedan de forma preferente a un conjunto de prestaciones sociales pertinentes a sus necesidades y estén integrados a la red comunitaria de protección social. Todo esto, en un proceso organizado de intervenciones diversas y complementarias, que en un período de 12 meses permitan a los y las adultas mayores, mejorar aspectos significativos para su calidad de vida. La estrategia de intervención del Programa consiste en poner a disposición del adulto mayor, un monitor especialmente entrenado para proveer acompañamiento psicosocial, domiciliario y personalizado, durante un año continuo de trabajo. El objetivo de esta relación es establecer un nexo entre las personas mayores que viven solas y, redes de apoyo que se movilizan y disponen para acogerlo, tanto a nivel de programas y servicios públicos, como a nivel de las organizaciones o expresiones asociativas de la comunidad, en los entornos cercanos a donde viven las personas. El Programa Calle Orientado al trabajo con adultos que se encuentran en esta situación. Es un programa ejecutado por municipalidades, Gobernaciones Provinciales y ONGs y su administración y asistencia técnica está a cargo de MIDEPLAN. El mandato del programa es proveer protección social a las personas que viven en situación de calle, poniéndolas en el circuito de la red institucional. Esto, a través de un servicio de apoyo psicosocial que contribuya a desarrollar competencias y habilidades funcionales en las personas que viven en la calle. El programa consiste en proveer un servicio de apoyo psicosocial que busca incorporar a estos ciudadanos al sistema de protección social, mediante un acompañamiento personalizado y continuo por el tiempo que dure su permanencia en el programa. En este período, se busca diagnosticar la situación de cada usuario, mediante el levantamiento de un perfil que dé cuenta de antecedentes, características y condiciones, que sirve para construir un plan de apoyo diferencial. Los ejecutores del programa reciben recursos para fortalecer su acción regular con estos usuarios, privilegiando el trabajo directo de profesionales en terreno, conociendo necesidades principales de asistencia y, gestionando servicios complementarios con la red local. El objetivo es apoyar diferencialmente a cada persona por medio de una derivación asistida, o bien a través de la asesoría directa en el trabajo psicosocial. Este programa se administra y monitorea desde la Secretaría Ejecutiva del Sistema de Protección Social y es ejecutado por entidades públicas y privadas que, mediante un convenio de transferencia de recursos, comprometen la atención de una cobertura mínima de personas por un período de 12 meses de trabajo cada una, proveyéndoles atención personalizada con los estándares que el programa ha definido. Esto significa que las municipalidades, Gobernaciones u organismos no gubernamentales que suscriben convenio con MIDEPLAN para estos efectos, se convierten en instituciones ejecutoras de Chile Solidario, por lo que deben velar por la adscripción de los usuarios Chile Solidario a la red de servicios sociales disponibles, haciendo la gestión de redes correspondiente. Asimismo, el ejecutor asume la obligación de ingresar al sistema de registro y monitoreo del programa, la información que se requiere para la caracterización de las condiciones de entrada, definición de metas de trabajo y seguimiento a la ejecución de compromisos asumidos con cada usuario, lo que sirve para planificar, monitorear y evaluar la intervención. 69 El Programa Abriendo Caminos Dirigido a apoyar a niños y niñas de familias donde hay situaciones de separación forzosa en razón del cumplimiento de condena de alguno de sus integrantes. El programa es ejecutado por organizaciones privadas y públicas y, su diseño y soporte metodológico está a cargo de MIDEPLAN. El programa ofrece un servicio de consejería familiar, orientada a identificar necesidades especiales de apoyo, asistencia y, gestionar oportunidades y recursos en la red institucional de servicios, con especial énfasis en el mejoramiento de condiciones de vida de los niños y niñas en primera infancia y en edad escolar. A través de este servicio se busca conectar a la familia con los programas y prestaciones de las redes institucionales, que como conjunto permitan alcanzar niveles básicos de bienestar, que generen entornos más saludables y seguros para los niños. Y, en un servicio específico de tutorías, destinadas a reforzar disposiciones, actitudes y competencias de los niños, según la etapa en que se encuentran. 70 ¿Qué lugar ocupa Chile Solidario en el Sistema de Protección Social? El Caso de don Hernán Urbina En Chile, la actividad forestal tiene una importante participación en la economía nacional. El desarrollo de la industria forestal ha crecido en los últimos 30 años, entre otras cosas por la profesionalización y tecnificación del proceso productivo forestal, lo que ha permitido optimizar el uso de los recursos disponibles, consiguiendo mayores volúmenes de madera, en el menor tiempo posible y con un uso intensivo de las extensiones de tierra destinada a cultivo. Llama especialmente la atención, el auge experimentado por esta actividad en zonas específicas del país, como ocurre con la región del Bío Bío donde, según reporta un importante balance comercial delsector, el crecimiento de los envíos de celulosa con sus plantas a plena capacidad y el alza en el precio internacional de este commodity influyeron en el crecimiento de las exportaciones forestales de esta Región. Esta prolífica actividad ha generado diferentes transformaciones en el paisaje natural y humano de la zona, pero es un hecho que se ha convertido en un dinamizador laboral de alta influencia sobre grupos importantes de personas y familias que, atraídas por la posibilidad de encontrar oportunidades económicas y de empleo, asociadas a la explotación forestal, han llegado desde otros territorios a conformar asentamientos aledaños a los sectores de la faena silvícola. Ya sea para dedicarse a silvopastoreo, a actividades agroforestales o a prestar servicios asociados a ellas, muchas personas se trasladan por la región en busca de oportunidades de trabajo y, algunas, se radican por temporadasmás largas, haciendo de éste su nuevo lugar de residencia, como es el caso de Roberto, hijo de don Hernán Urbina. Desde su viudez, la familia de don Hernán Urbina, estuvo conformada por su hijo mayor Roberto, Marta, su nuera y sus 4 nietos hijos de Roberto. Los otros hijos de don Hernán, se habían ido mucho tiempo atrás a probar suerte al sur de Argentina. Roberto, junto a su familia, nunca abandonó la casa paterna sino hasta que decidió trasladarse a Ránquil para probar suerte y asentarse definitivamente ahí. La decisión de Roberto de irse al sur en busca de trabajo, consideró siempre la posibilidad de llevarse también a don Hernán, no sólo porque mantienen vínculos afectivos muy potentes, sino además para ofrecerle la opción de una familia que lo acompañe en su vejez. Sin embargo, no logró convencerlo de que a sus 74 años, abandonara la casa de Conchalí que habitara por casi medio siglo. La partida de Roberto y su familia fue inminente y, lo que pensaron que podría haber sido temporal, terminó por convertirse en un proyecto de más largo plazo. Desde ese momento, don Hernán se quedó solo y, debió reorganizar sus rutinas para hacerse cargo de la mantención y gastos de su vivienda. Si bien Roberto tuvo la intención de ayudar económicamente a su padre, la instalación en su nuevo hogar le resultó más difícil y costosa de lo que había imaginado, por lo que el apoyo económico a don Hernán pasó a ser solamente una buena intención. Desde su viudez el año 2003, don Hernán prácticamente se retiró de la vida social que antes compartía con su esposa, una activa 71 participante del Centro de Madres y de la pastoral parroquial de su población. La soledad que le provocó esta nueva condición, hizo que se fuera retrayendo paulatinamente de sus relaciones y redes familiares y vecinales, retiro que fue compensando con su rol de suegro y abuelo. Sin embargo, el traslado de todos ellos hacia su nueva vida en Ránquil, afectó seriamente el ánimo y la seguridad de don Hernán, quien comenzó a experimentar un rápido deterioro de su estado general de salud. Conciente de su condición, el afable carácter demostrado antes con sus nietos, fue desplazado por una disposición hostil al contacto con las demás personas, reduciendo al mínimo sus relaciones con el mundo exterior. Una de las manifestaciones físicas más complicadas para don Hernán y que se empezaron a repetir con mucha frecuencia, fueron las alzas de presión, para las cuales no sólo le indicaron un tratamiento altamente exigente en disciplina para el consumo de medicamentos y control de la presión arterial, sino también un cambio radical en la composición de su dieta, mediante la sustitución de una serie de alimentos. Sin embargo, don Hernán se sentía completamente incapaz de hacerse cargo de la vigilancia rigurosa de todos estos cuidados, de manera que deliberadamente empezó a distanciar sus controles de salud y, en última instancia, a abandonarlos. Viviendo solamente de su pensión asistencial y de los simbólicos aportes económicos que recibía de sus hijos aunque de manera muy irregular, la sensación de inseguridad y desprotección de don Hernán fue en aumento. Su desvinculación voluntaria del consultorio y su falta de interés en buscar apoyo en vecinos o conocidos de su cuadra o de su población, lo fueron alejando cada vez más de las que en otro tiempo fueran importantes redes de soporte en tiempos de crisis y, fuente de grandes satisfacciones a nivel social. 72 Su hijo Roberto, conciente de esta situación, solicitó a su nombre apoyo a la Municipalidad, al menos mediante la visita de una asistente social que pudiera evaluar su condición y generara alguna alternativa para don Hernán. A raíz de esto, es visitado en su domicilio por un encuestador acreditado de la I. Municipalidad de Conchalí y le fue aplicada la Ficha de Protección Social. Ni Roberto ni don Hernán habían escuchado antes este concepto, ni tenían una idea clara sobre lo que podía significar para ellos. Lo cierto es que se abrió una posibilidad concreta de lograr que don Hernán estuviera más cerca de la red municipal de servicios y beneficios que, en teoría estaban disponibles para personas de escasos recursos, como él, pero sobre los cuales no tenía ninguna certeza en relación a qué hacer para conseguirlos. Después de ser encuestado, don Hernán no tuvo respuesta sino hasta que fue nuevamente visitado, al mes siguiente, por otra persona enviada por la Municipalidad. Se trataba de un monitor de la Oficina Municipal del Adulto Mayor, según había logrado entender de su presentación y, había sido encomendado para invitarlo a incorporarse a Chile Solidario, otro concepto nuevo para don Hernán. Esto le causó un enorme desconcierto inicial, ya que su expectativa tenía más bien que ver con que solamente le informara qué trámites tenía que hacer y qué requisitos debía cumplir, para obtener alguna ayuda. Sin embargo, este monitor le explicó que dado que los adultos mayores representan una prioridad muy importante para las políticas sociales que el Estado impulsa para la ciudadanía, se había creado un mecanismo que permitía trabajar mejor y más de cerca con las familias y personas que más lo requieren y que, a partir de eso, se podía tener acceso a otros apoyos y oportunidades. Eso es lo que logró entender de Chile Solidario. En este marco es que conoció el Programa Vínculos, componente del Sistema de Protección Social Chile Solidario, específicamente dirigido a apoyar a adultos y adultas mayores que viven solos o en parejas y que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Como le relataría varias veces a su monitor, don Hernán no podía creer que existiera un programa a su medida. En lo primero que trabajaron juntos don Hernán y su monitor, Felipe, fue en ponerse de acuerdo respecto de las visitas, para generar en el primero una disposición favorable a las entrevistas que sostendrían por alrededor de 8 meses. Don Hernán debió generar una rutina básica de participación, llevando registro de los días y horarios que convenían para los encuentros, levantándose y preparándose para estar en condiciones de recibir a Felipe y trabajar con él, cosa que hasta antes de su primer contacto, ocurría rara vez, porque había perdido la motivación y la práctica de levantarse todos los días, cuidar de su aseo personal, cambiar su ropa a diario y distinguir indumentaria de dormir y de vestir. A continuación, se centraron en analizar y trabajar un aspecto particularmente sensible para don Hernán: su salud. Estaba consciente de que desde hace dos años no visitaba regularmente el consultorio, salvo para controlarse la presión y retirar unos medicamentos. La diabetes que alguna vez se le diagnosticó, no había sido observada ni tratada desde entonces. Al principio, don Hernán estuvo reticente a profundizar en este tema, pues sabía que el deterioro de su salud había sido provocado no sólo por el inexorable paso del tiempo sino también por su propio abandono. El tema de la alimentación, de hecho, puso al descubierto lo solitario que vivía y lo mucho que su desvinculación social e institucional estaba incidiendo en su mala nutrición y en el agravamiento de su hipertensión. Para amilanar las desconfianzas y temores iniciales de don Hernán, Felipe se ofreció a acompañarlo a las primeras visitas al consultorio. Para sorpresa de aquél, muchas cosas habían cambiado, ya que en lugar de llegar de madrugada a solicitar atención, ahora existía un horario reservado para los adultos mayores, con box de atención 73 destinados exclusivamente para ellos y, con amplia información sobre cuidados en salud para la tercera edad. Ahí lo invitaron a varias actividades, entre ellas, a participar de un taller informativo sobre cuidados de la diabetes y, a un club de personas con hipertensión arterial, donde descubrió que existía una red muy activa de trabajo, con monitores comunitarios de salud que podían visitarlo regularmente en su casa para controlarlo. De a poco don Hernán fue recuperando su sensación subjetiva de bienestar y también sus condiciones físicas de salud, lo que lo motivó a retomar la antigua práctica que había abandonado, de caminar hasta el parque central de la comuna y sentarse a leer por largas horas, antiguas versiones del Readers Digest, revista que coleccionaba desde su remota juventud. Así se reencontró con algunos amigos antiguos, con los que comenzó a compartir como en los mejores tiempos del club de brisca en que alguna vez participó. Adicionalmente, pudo mejorar el equipamiento básico con que contaba para dormir y cocinar, ya que producto del deterioro generalizado en que se encontraba, no era mucho lo que estaba en buenas condiciones para su confort y seguridad en el hogar. Junto con eso, obtuvo estufa y cilindro de gas, accesorios que no tenía y que lo habían obligado a pasar inviernos enteros acostado en su cama para combatir el frío. Felipe dejó de visitar a don Hernán, porque así debía ser. Pero ahora él sabe que puede ir a verlo a la Municipalidad, cada vez que lo requiera o, simplemente para saludar. Ya no tiene temor de ir al consultorio solo y, las veces que no se ha sentido en condiciones de hacer esto, o de ir a comprar alimentos o medicamentos, les ha pedido a sus vecinos de enfrente que lo acompañen. Don Hernán sigue envejeciendo. Pero ahora lo hace con mayor dignidad. 74 En primer lugar, hay que considerar que la reducción de las inequidades y desigualdades sigue siendo el marco ético político distintivo de la gestión gubernamental y, por lo mismo, el crecimiento y consolidación del Sistema de Protección Social no podía ignorar que las condiciones en que nace un niño o una niña, son altamente predictoras de la hoja de ruta que comenzará a recorrer y, del tipo de participación social que finalmente logre en su vida adulta. Así, un niño que nace en situación de pobreza, mal nutrido, sin estímulos y con poco o nulo acceso a servicios de educación y salud, tiene una muy alta probabilidad de ser un adulto infeliz, que realice actividades económicas de poca retribución, con una salud inestable o altamente vulnerable y, en definitiva, con altas posibilidades de seguir siendo pobre. Por lo mismo, la corrección de las inequidades se produce, entre otras cosas, generando igualdad de condiciones en el inicio de la vida. En segundo lugar, la promoción, protección y realización de los derechos de los niños y las niñas, obliga a cualquier política de Estado a generar todos los escenarios que se requieran para promover su desarrollo en las mejores condiciones posibles, lo que debe ocurrir desde antes de nacer. Por eso se ha tenido en cuenta la ratificación que el estado chileno ha hecho de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, no sólo como un contexto declarativo que los reconoce como sujetos de derechos, sino como marco de actuación que oficia como rectoría política en el establecimiento de prioridades. Y, en tercer lugar, mientras más precoces sean las intervenciones que apoyan el desarrollo, mejores perspectivas existen de lograr individuos plenos y en condiciones de alcanzar las máximas realizaciones posibles para cada uno. Como lo demuestra la abundante evidencia que existe al respecto, las intervenciones tardías como incentivar el desarrollo de competencias laborales y sociales en la vida adulta, ofrece expectativas reducidas de logro. Como contrapartida, algunos de los procesos formativos básicos de las personas están influidos y en muchos casos determinados por experiencias ocurridas en la infancia, los esfuerzos que se pueden implementar en etapas avanzadas de la vida de las personas, tienen rendimientos parciales. A este respecto, existe amplio consenso científico acerca de que es en la infancia donde se modelan y estructuran las bases fundamentales de las características físicas, cognitivas y psicológicas que se consolidarán en sucesivas etapas del desarrollo. En tanto período crítico, resulta imprescindible apoyar de forma oportuna y pertinente las necesidades de desarrollo de los niños y niñas, a través de ¿Por qué consolidar el Sistema con una política de Protección Integral a la primera infancia? ¿Por qué consolidar el Sistema con una política de Protección Integral a la primera infancia? 75 intervenciones multidimensionales, instrumentos legales y acciones de sensibilización social que favorezcan y permitan el máximo despliegue del potencial de desarrollo con el que los niños y niñas nacen. Por lo tanto, la evidencia acerca del impacto diferenciado que generan sobre las oportunidades, las intervenciones destinadas a apoyar el desarrollo de competencias de las personas, en distintos momentos de la vida, ha debido ser un criterio fundamental para determinar qué respuesta de política pública debían incorporarse al Sistema de Protección Social, para asegurar que efectivamente se está apuntando a los segmentos clave de la población. Este es, en lo sustantivo, el origen del Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia Chile Crece Contigo. Se trata del componente de la estrategia gubernamental de protección social que tiene como misión acompañar, proteger y apoyar integralmente, a todos los niños, niñas y sus familias, a través de acciones y servicios de carácter universal, así como focalizando apoyos especiales a aquellos que presentan alguna vulnerabilidad mayor. Su propósito es atender las necesidades y apoyar el desarrollo en cada etapa de la primera infancia, (desde la gestación hasta los 4 años), promoviendo las condiciones básicas necesarias, en el entendido que el desarrollo infantil es multidimensional y, por tanto, simultáneamente influyen aspectos biológicos, físicos, psíquicos y sociales del niño y su entorno. Las prestaciones universales de Chile Crece Contigo, es decir aquellas dirigidas a todos los niños, niñas y sus familias, comenzaron a desplegarse en el año 2007. Y, las prestaciones diferenciadas el acompañamiento, apoyo y seguimiento de los niños y niñas desde el primer control prenatal hasta su ingreso a prekinder se han ido desplegando gradualmente a nivel comunal. 76 La filosofía del sistema es que la protección integral sólo es posible cuando existen herramientas para abordar todas las dimensiones del bienestar de los niños, no sólo su salud ni exclusivamente sus condiciones materiales y las de sus familias. Es por eso que hay prestaciones dirigidas a todos los niños y niñas del país, independiente de sus características socioeconómicas o sus condiciones de vulnerabilidad. Y, prestaciones que se dirigen a grupos específicos, según sus necesidades de apoyo y acompañamiento. Para todos los niños y niñas del país, está el Programa Educativo Masivo dirigido a sensibilizar sobre las necesidades de desarrollo de los niños y niñas en la primera infancia y a orientar a los adultos, especialmente a los padres y madres, en materias de cuidado y estimulación de los niños y niñas, a través de cápsulas educativas en radio y televisión. A esto se suma una página web que contiene información acerca de la primera infancia, acceso a consultar especialistas y disponibilidad de material de apoyo y didáctico para niños y niñas. Y, además, un teléfono de información y apoyo para los padres y madres, para atender consultas y entregar orientación. En paralelo, se ha preparado y presentado un conjunto de propuestas legislativas que la Presidenta de la República ha enviado para su discusión y sanción por parte del Congreso Nacional, dirigidas a perfeccionar las normas legales que regulan el cuidado y la protección integral de todos los niños y niñas. En relación a los niños y niñas que se atienden en el sistema público de salud y complementario a lo anterior, Chile Crece Contigo ofrece a todas las mujeres que asisten al control prenatal la Guía para la Gestación y el Nacimiento Empezando a Crecer, que contiene información y orientación acerca del proceso de gestación y del nacimiento, organizada por semanas de gestación, y que desarrolla temas de especial interés para las madres, padres y familias que esperan la llegada de un niño o niña. Junto a esto, se garantiza la atención personalizada del parto, como parte de las garantías explícitas en salud (GES / AUGE), promoviéndose el derecho de las mujeres a estar acompañadas durante el trabajo de parto por la pareja, algún familiar o persona afectivamente significativa, a elegir la posición física que sea más cómoda o que su cultura indique (como es el caso de las madres indígenas). Asimismo, se garantizará el manejo efectivo del dolor durante el trabajo de parto y parto, mediante la disponibilidad de alternativas de analgesia. Para hacer posible el seguimiento longitudinal de la trayectoria al desarrollo de niños y niñas, se ha estructurado un proceso de acompañamiento, apoyo y seguimiento del proceso de desarrollo de los niños y niñas, desde el primer control prenatal hasta su ingreso a prekinder. Se trata del Programa de Apoyo al Desarrollo Biopsicosocial que considera un conjunto de prestaciones relacionadas con: 77 REFORZAMIENTO DEL CONTROL DEL EMBARAZO Talleres y actividades de preparación al parto, crianza y cuidado de los niños y niñas; promoción de la participación activa de los padres y la familia; visitas domiciliarias del personal de salud en los hogares de las mujeres embarazadas que presenten algún factor de riesgo, entre otras. PROMOCIÓN DE LA ATENCIÓN PERSONALIZADA DEL PARTO C o n j u nto d e p resta c i o n es pa ra e l acompañamiento del proceso de nacimiento, destinadas a favorecer un espacio de intimidad y condiciones que faciliten el apego temprano. Por último, Chile Crece Contigo considera acciones específicas para quienes presentan situaciones de vulnerabilidad. Para aquellos niños o niñas que presentan una situación de vulnerabilidad, ya sea porque forman parte de hogares del 40% de menores recursos del país o porque ellos(as) mismos(as) o los adultos responsables de su cuidado y crianza están afectados por una situación de especial riesgo, ofrece adicionalmente a lo anterior, medidas de protección social especial. Entre ellas, Subsidio Familiar (SUF) garantizado a contar del 5º mes de gestación y hasta que el niño o niña cumpla los 18 años de edad, en la medida que cumplan con los requisitos establecidos por la ley para este beneficio (padre y/o madre sin previsión y formar parte de un hogar perteneciente al 40% de menores recursos del país, requisito certificado a través de la aplicación de la Ficha de Protección Social). Además, Chile Crece Contigo asegura disponibilidad de Sala Cuna gratuita y de calidad para todos los niños y niñas menores de 2 años de edad, cuya madre o adulto responsable trabaje, busque trabajo, estudie, o presente una situación de especial vulnerabilidad. Y, asegura cobertura de Jardín Infantil gratuito y de calidad, de jornada parcial, completa o extendida para todos los niños de 2 y 3 años de edad. Así mismo el sistema considera la disponibilidad de modalidades de educación parvularia no convencionales, adecuadas a las 78 REFORZAMIENTO DEL CONTROL DE SALUD DEL NIÑO O NIÑA, CON ESPECIAL ÉNFASIS EN LOS DOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA Entrega de material educativo para la familia, de apoyo al desarrollo infantil temprano; talleres y actividades grupales que apoyen a los padres y madres en su tarea de crianza; detección periódica de factores de riesgo y rezagos en el proceso de desarrollo y atención oportuna de los mismos, a través de la implementación de un fondo especial para acciones de apoyo al desarrollo de los niños y niñas; visitas domiciliarias del personal de salud a los hogares de niños y niñas que presenten factores de riesgo. diversas realidades donde los niños y niñas crecen y se desarrollan (zonas rurales, trabajos de temporada, trabajos nocturnos, entre otros). Asimismo, dispone de ayudas técnicas para niños y niñas que presenten alguna discapacidad, incluyendo los apoyos requeridos tanto en sus hogares como en las instituciones que les atiendan. Por último, genera mecanismos de acceso preferente de las familias a los programas, servicios y prestaciones públicas que requieran en función del desarrollo de sus hijos e hijas, tales como: incorporación al sistema de protección social Chile Solidario, nivelación de estudios, mejoramiento de las condiciones de habitabilidad, programas de apoyo a la inserción laboral y a la generación de ingresos, entre los principales. 79 ¿Por qué consolidar el Sistema con una política de Protección Integral a la primera infancia? El Caso de los Molina Silva La diferenciación de roles y la distribución de tareas en la sociedad, ha sido un tema históricamente abordado por distintas disciplinas y ha ido motivando el surgimiento de conocidos movimientos sociales construidos sobre la identidad de género. Aquí han destacado las reivindicaciones políticas que han defendido el derecho de las mujeres a ser reconocidas en igualdad de condiciones que los hombres y, más recientemente, han surgido fuertes tendencias que apelan a la necesidad de que los hombres se hagan cargo de tareas tradicionalmente reservadas para las mujeres. Lo cierto es que hoy en día, ellos y ellas están sufriendo en la cotidianeidad los impactos de la vida moderna, buscando alternativas de asimilación que permitan la conciliación del trabajo con la vida no laboral. En general, las personas que trabajan remuneradamente y, en especial las mujeres trabajadoras, han visto disminuida la libre disposición del tiempo no laboral, que es el que permite atender el conjunto de las tareas reproductivas y de cuidado. Por su parte, estas tareas han aumentado el nivel de exigencia, especialmente en lo referente a proteger y socializar a los niños y niñas, para que desarrollen capacidades y habilidades que les permitan hacer frente a los nuevos desafíos y requerimientos de una sociedad cada vez más compleja. Como se puede ver, existe una alteración significativa de la vida cotidiana de las personas y, en particular, un desequilibrio en la forma de articulación entre el trabajo remunerado y, la vida personal y familiar. En consecuencia, la reproducción social y la producción de bienes y servicios están visiblemente afectadas por 80 cambios atribuibles a esta nueva forma de distribución de la carga social de la vida económica y de la vida doméstica. Para completar el cuadro, a decir de muchos autores y analistas, actualmente las condiciones para la reproducción social y de la fuerza de trabajo, están en conflicto, lo que implica hacer esfuerzos para lograr conciliación entre vida familiar y trabajo remunerado, es decir, el equilibrio de la vida personal, familiar y laboral, desde el punto de vista del ciclo de vida de las personas, en particular cuando las familias tienen que cuidar a los hijos e hijas, o cuando tienen personas mayores dependientes. Entre otras cosas, esto implica avanzar en la democratización de las relaciones al interior de la familia, en particular, involucrando a los hombres en las tareas de cuidado y crianza de los niños y niñas. Esto resulta extraordinariamente conocido para Loreto. Cuando supo que estaba embarazada por cuarta vez, pensó inmediatamente en cómo esto afectaría una vida familiar recargada de compromisos y tareas para ella y su compañero, padre de sus hijos. Su casa de la población San Luis, cedida temporalmente por su madre que se fue a vivir al sur para acompañar a su padre en un pequeño campo cerca de Lebu, acogía apretadamente a estas 5 personas, que ahora se preparaban a recibir un sorpresivo nuevo integrante. Este embarazo ni había sido buscado ni estaba programado, por lo que resultó impactante para el contexto familiar actual de Loreto y Edmundo, que habían tenido su último hijo hacía 9 años. La experiencia del embarazo los tomaba por sorpresa, básicamente porque había transcurrido mucho tiempo desde que habían cumplido tareas de crianza y cuidado de un recién nacido. Además, el momento que enfrentaban no era bueno, ya que los Molina Silva estaban enfrentando una crisis familiar motivada por los reiterados problemas de conducta mostrados por sus dos hijos mayores. A esta situación de estrés familiar se sumaba la doble jornada que Loreto cumplía trabajando fuera del hogar, en el turno de mañana como cajera de supermercado y en un turno de la tarde como auxiliar en una empresa de aseo. Su compañero, por otro lado, se desempeñaba en el competitivo oficio de la construcción, por lo que había decidido probar suerte trabajando para un contratista que prestaba servicio a comunas de otras regiones, por lo que se ausentaba por largos períodos del hogar. El período gestacional inicial no fue feliz para Loreto, ya que su compañero tardó más tiempo de lo razonable en asimilar la idea de ser padre otra vez, razón por la que tuvo que empezar a prepararse sola para esta nueva tarea que, más que familiar, la vivía como algo completamente personal. A pesar de haber pasado por eso tres veces antes, tenía una sensación de profunda incompetencia y se encontraba completamente desorientada al enfrentarse a la organización de la vida familiar en este nuevo contexto. Los primeros controles de salud fueron decisivos para ella: no sólo porque la primera medida que orientó la matrona y que fue ampliamente compartida por Loreto, fue que ésta dejara de fumar, sino porque en esas entrevistas ella aprovechó de poner en perspectiva su vida y visualizar los problemas de funcionamiento que enfrentaba el sistema familiar. Los problemas de disciplina de sus hijos, la habían hecho perder temporalmente el control, lo que lejos de recuperar los límites que se habían perdido, aumentaban la confrontación y la sensación de frustración de Loreto al no resolver estas situaciones. Al notar los profundos desajustes que estaban afectando a Loreto, la matrona aconsejó tomar medidas y gestionar un apoyo psicológico 81 especializado, que le permitiera disminuir el estrés y orientar su manejo de conflictos al interior del hogar, no sólo en su relación con los hijos sino también en cuanto a su relación de pareja. El embarazo seguía su curso y los controles de salud, que ahora eran bastante más largos y dedicados de lo que ella recordaba que habían sido los controles de sus embarazos anteriores, le brindaron pistas importantes respecto de cuidados básicos y preparación al parto, cuestión que no había practicado nunca antes. La asistencia a talleres de preparación al parto y la práctica autónoma de ejercicios físicos y respiratorios, ya le estaban generando una amplia sensación de bienestar. Por su parte, los niños de la familia comenzaron a interiorizarse sobre las características del desarrollo gestacional y las etapas del crecimiento de los niños, a propósito de que sin proponérselo, se convirtieron en usuarios destacados de la Guía de la Gestación Chile Crece Contigo. Poco a poco, fueron compartiendo sus contenidos y poniendo en práctica cosas que resultaron muy entretenidas para todos, pero en particular, muy útiles para generar un clima familiar de menos tensión y de mucha participación en la preparación al parto. Uno de los niños, asiduo internauta y experimentado usuario de los recursos web, decidió consultar la dirección virtual de la Guía, , espacio en el que descubrieron otros recursos con los que amenizar una vida familiar que pasaba paulatinamente del desconcierto y el estrés inicial, a la generación de un nuevo sistema de reglas que los hacía a todos responsables por las tareas de cuidado de Loreto y luego de Benjamín, su pequeño hijo nacido al octavo mes de embarazo. El momento del parto fue decisivo para Loreto. Los tres anteriores habían sido programados y por cesárea, aunque nunca entendió bien por 82 qué, ya que ella gozaba, a su entender, de muy buena salud y los embarazos habían transcurridos sin grandes tropiezos. Los controles de salud a los que asistió, entrevistas en las que participó y los talleres a los que asistió, pusieron énfasis en la necesidad de hacer de ese momento, un evento compartido por la familia e idealmente acompañado por el padre de su hijo, lo que le puso a Loreto la tarea de involucrar a Edmundo en un momento vital para ambos y que él observada desde lejos. Sin embargo, el entusiasmo con que sus hijos estaban enfrentando el proceso prenatal y el clima favorable que esto había instalado en la familia, lograron traer de vuelta a Edmundo a la dinámica familiar. Su participación al momento del parto fue clave: no sólo permitió que Loreto estuviera cómoda y acompañada sino que su primer contacto con Benjamín fue decisivo para el apego de ambos. A pesar de haber sido padre por cuarta vez, era la primera en que presenciaba de cerca el nacimiento de un hijo y la vez en que más cerca había estado del recién nacido. El impacto de esta experiencia lo comprometió activamente con el proceso y, al poco tiempo, decidió reemplazar la actividad laboral que estaba desarrollando, para emplearse como ayudante de maestro en un taller de mecánica de precisión, donde aprovechó de adquirir nuevos conocimientos que le ampliaron sus posibilidades de trabajo al prestar un servicio más especializado. A los nueve meses, uno de los controles de salud de Benjamín permitió detectar diferencias preocupantes entre el nivel de motricidad esperado para su edad y el realmente o bs e r vad o, p es q u i s a q u e co nf i r m ó prontamente el análisis médico diagnosticando la presencia de una enfermedad neuromuscular que, de no tratarse a tiempo, podía generar efectos discapacitantes severos. Esto generó en Loreto una fuerte depresión que no se sentía en condiciones de enfrentar por si sola ni a partir de la sola compañía de Edmundo. Fue así que la coordinadora comunal de Chile Crece Contigo gestionó un espacio para primera consulta, diagnóstico y terapia en un Centro de Salud Familiar que aunque tenía una alta demanda, con disponibilidad de horas que implicaban por lo menos tres meses de espera para ella, logró tener acceso preferente, lo que sirvió para hacer la necesaria contención emocional que prepararía mejor a la pareja para acompañar a Benjamín en su propio tratamiento. esa posibilidad, porque además de exigir tiempo de dedicación de su parte, implicaría supuestamente un alto costo, mismo que no podía ser absorbido por su apretado presupuesto familiar. Sin embargo, la red Crece Contigo consiguió incorporarlos en un servicio de transporte gratuito que estaba a disposición de personas con discapacidad y sus familias, justamente para hacer accesibles los controles de salud. Y, su incorporación al programa de rehabilitación no irrogó para ellos costos de ningún tipo. Los médicos de la interconsulta a la que fueron derivados desde el consultorio hacia el hospital, recomendaron un proceso de tratamiento que implicaba participar en un programa continuo de ejercicios programados, que era impartido por un centro de rehabilitación infantil. Al principio, los Molina Silva sintieron muy lejana Hoy, los Molina Silva están felices, no sólo porque han estado acompañados y han sido correctamente orientados en las redes, sino porque saben que el mejor tratamiento para Benjamín ha sido la caricia, el estímulo y el juego. 83 ¿Por qué el Sistema de Protección Social debe ser Intersectorial? ¿Por qué el Sistema de Protección Social debe ser Intersectorial? La protección social es la respuesta organizada institucionalmente para concurrir y atender las necesidades y requerimientos de quienes han quedado desprotegidos por alguna circunstancia o un conjunto de ellas. Estar y sentirse socialmente protegido, por tanto, depende de que una serie de factores se encuentren relativamente controlados, ya que de todos ellos depende, en definitiva, la condición de bienestar de las personas. Como variable altamente dependiente, el bienestar es la resultante de la convergencia de múltiples circunstancias sobre las que intervienen actores y factores diversos. Por lo tanto, la función de proveer bienestar a las personas está distribuida e involucra diferencialmente a quienes tienen a su cargo los servicios y beneficios que pueden apoyar ese bienestar. 84 El abordaje de situaciones de vulnerabilidad y pobreza, por lo tanto, difícilmente pueden ser resueltas sectorialmente, es decir, a partir de la intervención de un solo actor o de una sola institución. Pero, en contrario, tampoco significa que por el sólo hecho de existir varios prestadores que ofrecen diferentes satisfactores para intervenir sobre tales condiciones, éstas puedan efectivamente revertirse. La clave está en que esos proveedores potenciales de bienestar, lo hagan al mismo tiempo, sobre las mismas personas, con estrategias concordantes y con acciones complementarias. Esto es completamente razonable desde el punto de vista de la vida de las personas, cuando lograr una meta de mejoramiento de condiciones de empleabilidad inserción laboral, mejor trabajo, mayor remuneración deben resolverse sincrónicamente aspectos pendientes en educación, salud y dinámica familiar. Por lo tanto, una respuesta consistente con la complejidad de esa demanda, no permite atribuir a un solo organismo el encargado de hacer fomento al empleo, por ejemplo que logre mejorar el nivel de competitividad de un hogar donde el capital humano, social y simbólico ofrece más obstáculos que habilitaciones. A lo más, éstas pueden ser eficientes medidas de mitigación, pero difícilmente incidirán en los aspectos más críticos de esa vulnerabilidad. Si esta misma situación es llevada al lado de la institucionalidad, no da lo mismo el diseño que incentive u obstaculice la articulación de los sectores. Si bien la existencia de leyes y reglamentos facilita tareas de coordinación, no garantiza por si sola el acoplamiento estructurado de las decisiones políticas, técnicas y metodológicas que cada cual asume. En contrario, la falta de formalidad influye significativamente en los tiempos en los cuales los procesos ocurren, la continuidad y la sostenibilidad de los mismos. La experiencia de Chile Solidario es elocuente al respecto. Se trata de un modelo de gestión que coordina a las instituciones encargadas de entregar prestaciones sociales, para que funcionen en red. El sistema genera recursos específicos para aquellos ámbitos de necesidad de sus usuarios que la oferta regular no cubre. Es un sistema descentralizado que funciona en estrecho vínculo con los gobiernos locales, las municipalidades, responsables de las principales funciones de la protección social. Además, tiene un marco legal que rige el funcionamiento del sistema, establece la forma de operación de sus componentes y regula el régimen de garantías. Este marco define los principios de actuación del sistema, sus alcances y modalidades y, sobre todo, consagra aquellos beneficios que deben ser asignados por derecho a las personas, cuestión que hace distintivo este sistema, respecto de otros instrumentos de política pública. Lo que hace la Ley Chile Solidario es uniformar criterios de asignación sobre la base del reconocimiento de los usuarios del Sistema como grupo preferente, estableciendo plazos conocidos y tiempos límite de asignación de beneficios, con menos tramitación para los usuarios. En definitiva, se identifican y definen aquellos beneficios a asignar por derecho y, se generar modalidades automáticas de asignación, sustentadas en un sistema de administración que vela para que esto ocurra en un marco de tiempo y en condiciones conocidas por administradores y usuarios. Hasta antes de la implementación de Chile Solidario, el sistema de acceso para las prestaciones disponibles, suponía la postulación de las familias a un cierto número de cupos, asignados anualmente. Esto muchas veces implicaba que las familias más pobres debían quedarse en listas de espera, ante la posibilidad de la liberación o aumento de cupos. El Sistema Chile Solidario cambia radicalmente la lógica de acceso a las prestaciones monetarias tradicionales para las familias más pobres, instituyéndolo como un derecho garantizado. Esto permite asegurar una mejor focalización de estas prestaciones y empodera a las familias y personas más pobres ante el Estado. En parte importante, esto se debía a un diseño de la oferta pública basado en un modelo de espera estructurado en función de la demanda, y que asumía, al mismo tiempo, que aquellos que no demandaban estos servicios y beneficios era debido a que no los requerían. Estos antecedentes fundamentaron la decisión de dar prioridad al abordaje de la extrema pobreza y evaluar distintas alternativas para la conformación de un dispositivo institucional que permitiera coordinar los servicios y beneficios disponibles, haciendo coincidir su focalización en el grupo de los extremadamente pobres, lo que obligaba necesariamente a revisar los esquemas vigentes de administración y provisión de la oferta pública. 85 Esto significó, en definitiva, reconocer que una de las variables de mayor incidencia sobre la exclusión que afecta a las personas en situación de pobreza extrema, es generada de alguna manera por los propios agentes institucionales encargados de proveer servicios sociales básicos a la población, ya que en la medida que no se reconocen las necesidades de los usuarios más vulnerables, no se diseñan acciones pertinentes capaces de afectar positivamente su situación y generar una inclusión social efectiva. Por lo mismo, el acercamiento a las redes institucionales se convirtió, desde sus inicios, en uno de los pilares fundamentales del Sistema, tanto porque esto se transformó en un objetivo a conseguir en el proceso de acompañamiento de las familias, como porque la vinculación a redes se convirtió en una estrategia de trabajo transversal de todo el proceso. Además de contar con un sistema legal de respaldo, incorporar programas de apoyo psicosocial personalizado, procurar la disponibilidad de los demás servicios para una atención de tipo preferente hacia los usuarios afiliados al sistema, lo que lo hace distintivo es que trabaja en torno a la satisfacción de condiciones mínimas de bienestar, que son estándares básicos cuyo cumplimiento rige la actuación de los agentes de desarrollo que acompañan a las familias y, rige también la actuación de los demás oferentes institucionales de la red de protección. Estos mínimos dan cuenta de la mirada integral que este sistema tiene de la problemática de la extrema pobreza, centrada no sólo en la dimensión de ingresos, y por ello asume que son parte central de la estrategia de trabajo con cada familia. Para lograr este objetivo de inclusión, el sistema de protección social ha debido desarrollar acciones vinculadas a: 86 Modificación de políticas, procedimientos y prácticas al interior de los servicios, para habilitar los accesos necesarios para que la población de recursos más escasos, pueda lograr una vinculación virtuosa con los oferentes de servicios, lo que ha implicado una mayor proactividad en la búsqueda de estos usuarios preferentes, hasta políticas de simplificación de trámites para facilitar el desenvolvimiento de los usuarios en el circuito de provisión y obtención de beneficios; este es el nivel donde el diseño institucional de base permite coordinar presupuesto, información e intervención. Un trabajo intensivo de acompañamiento a las personas, para generar conciencia de derechos en tanto usuarios demandantes de servicios públicos, con información pertinente y oportuna respecto de los recursos disponibles en las redes. Buena parte de la función que cumplen los ejecutores de programas de apoyo psicosocial (Apoyos Familiares del Puente, Monitores Comunitarios de Vínculos, Gestores de Calle, Consejeros y Tutores de Caminos) es de intermediar entre las personas proveyéndoles la información necesaria para la concurrencia oportuna y expedita a los servicios y, los servicios haciendo coincidir la información sobre oportunidades de acceso a programas y las necesidades concretas de los usuarios que atienden-. Por todo lo anterior, Chile Solidario no es un programa sino una Red de Protección Social. En virtud de la complejidad que reviste la pobreza, en particular aquella que se caracteriza por su mayor severidad, es prácticamente impensable que la acción de un solo agente institucional sea capaz de resolver eficazmente todas las necesidades y requerimientos que presentan estas familias, salvo que esta acción sea una función de intermediación donde se articulen y coordinen las diversas prestaciones existentes en los diferentes servicios. Por tal razón, la acción del Chile Solidario se ha definido, desde sus inicios, como un rol articulador, donde se identifican los recursos existentes en los diversos servicios y se comprometen a favor de este grupo objetivo. Y donde, por otra parte, se organiza la demanda en función de las necesidades concretas que presentan las familias. 87 En el caso de Chile Crece Contigo, la lógica es muy similar. El objetivo de acompañar la trayectoria de desarrollo de los niños y niñas que se atiendan en el sistema público de salud, desde su gestación y hasta su ingreso al sistema escolar, depende de la convergencia de múltiples actores. Aunque el sector Salud y el sector MIDEPLAN son pilares estructurantes de este quehacer, tanto por las funciones de coordinación que cumplen, como por las prestaciones que otorgan directamente, son varios otros los sectores que se alinean e intervienen en el proceso de acompañamiento a la trayectoria inicial de los niños. Ya transcurridos 7 años desde la puesta en marcha de Chile Solidario el año 2002, habiéndose implementado la Ficha de Protección Social en el año 2007, como el instrumento por medio del cual se identifican los rasgos más relevantes de personas y familias para focalizar las intervenciones públicas en protección social y, habiéndose instalado Chile Crece Contigo desde el año 2007 funcionando en régimen en todo el país. S.E la Presidenta de la República señora Michelle Bachelet, ha enviado al H. Congreso Nacional un proyecto de ley que crea el Sistema Intersectorial de Protección Social e institucionaliza el Subsistema de Protección Integral a la Infancia Chile Crece Contigo. En el cuerpo principal del documento, se define al Sistema Intersectorial de Protección Social, como un modelo de gestión constituido por el conjunto de acciones y prestaciones sociales ejecutadas y coordinadas intersectorialmente por distintos organismos del Estado, destinado a la población más vulnerable socioeconómicamente, y que requieran de una acción concertada de dichos organismos. Todo ello, con el fin de promover su acceso a mejores condiciones de vida. La instalación progresiva de un sistema de protección social requiere un análisis exhaustivo de la institucionalidad que ofrece regularmente prestaciones de protección social. Para esto, no es necesario crear nuevos organismos o entidades dedicadas a la protección social, sino trabajar en la adaptación funcional de los que ya existen. Esto, en paralelo, intencionando un proceso de descentralización de funciones y recursos para la implementación del sistema de protección social, como un mecanismo para asegurar prestaciones permanentes en los territorios. Esto porque desde toda perspectiva, las Municipalidades constituyen el actor estratégico para la implementación del sistema de protección social. La Municipalidad es hoy día la ventanilla más importante y cercana de acceso a la información, beneficios y servicios relevantes. El SPS constituye un dispositivo de políticas y acciones, destinado a acompañar el ciclo vital de las personas, haciendo accesibles las oportunidades de desarrollo y entregando una serie de garantías que permitan efectivamente proveer protección a las personas más vulnerables. 88 Para llegar al diseño actual ha sido necesario precisar las fuentes de financiamiento, delimitar qué políticas serán de asistencia directa transferencias monetarias o de bienes- y cuáles de inversión social, definir políticas de carácter universal y otras de naturaleza selectiva; y, diferenciar las prestaciones de carácter nacional de aquellas que se circunscribirán al ámbito local. De igual forma, estas decisiones se han tomado hasta ahora para operar el Sistema de Protección Social y que quedan consagradas en la propuesta del proyecto de ley que lo institucionaliza, con base a las siguientes condiciones de su diseño: Un diseño institucional vinculante a nivel de gestión presupuestaria; Esquema de interoperabilidad de sistemas de registro, como mecanismo de gestión de información que sustente decisiones; Un diseño institucional donde se aprovechan y hacen coherentes atribuciones, facultades y obligaciones a nivel territorial y, Una gestión técnica continua que contribuya al fortalecimiento de competencias y formación de capacidad institucional. La esencia de la protección social implica que la red de servicios del Estado debe ser capaz de garantizar respuestas oportunas y pertinentes a las personas cubiertas por el SPS, dependiendo del ciclo de vida en el cual se encuentren. La eficacia del sistema de protección social, se mide por su capacidad de respuesta frente a necesidades de diversa índole. La política gubernamental de protección social es disponer de mecanismos que den respuestas a las necesidades de los individuos no sólo en razón de situaciones de pobreza sino a lo largo de todo el ciclo de vida. Por esto ha sido y seguirá siendo importante mejorar la eficiencia en los sistemas de calificación de requisitos, levantamiento de demanda y asignación de beneficios. Ello no sólo mediante el establecimiento de límites de tiempo y niveles de beneficio diferenciales, sino también con reglas claras tanto para los operadores como para los usuarios. 89 Por último, los servicios de intermediación o programa eje que articulan procesos, para las instituciones y para los usuarios, son relevantes por cuanto el acompañamiento de las personas y hogares y vinculación con otros servicios. No cabe duda que cuando los programas y prestaciones se complementan de verdad, se van generando impactos más significativos y sostenibles en las personas. Si esto goza de un diseño con respaldo legal, el propio sistema de protección social es protegido de las coyunturas y lo consagra como una política de Estado. 90 ¿Por qué el Sistema de Protección Social debe ser Intersectorial? La Mirada de la Señora Angélica Soto Ese 5 de enero de 2009, la Señora Angélica Soto se sentó frente a su máquina de coser como cada día puntualmente a la misma hora, para iniciar el bordado de prendas y accesorios que le encarga una empresa publicitaria para la cual realiza estos trabajos. Al sintonizar la radio escuchó en vivo el mensaje que en ese momento la Presidenta de la República le enviaba al país: Hoy me dirijo a ustedes para anunciar el plan de estímulo fiscal de mi gobierno para promover la inversión y el crecimiento, darle alivio a las familias, a las empresas de menor tamaño y proteger el empleo. El panorama económico del mundo ha cambiado dramáticamente. Los mercados financieros internacionales se remecen como pocas veces en la historia. Los países avanzados ya están en recesión. Los precios del cobre y el petróleo se han venido al suelo en pocas semanas. A los chilenos este nuevo escenario nos hace más difícil la tarea, pero no nos obliga a retroceder. Al contrario: Chile, que ha sabido ser precavido y que conoce muy bien las exigencias del rigor, puede seguir avanzando. Para eso debemos actuar, y actuar oportunamente. Enfrentar esta crisis internacional será la prioridad de mi gobierno este año. Dije que usaríamos todas las herramientas disponibles para proteger a las personas de esta crisis internacional, y así lo haremos. Contamos con estas herramientas, porque en su momento supimos ser firmes y prudentes. Cuando tantos exigían que gastáramos sin cesar, hicimos lo mismo que hacen muchas 91 jefas de hogar en Chile: ahorramos para un año difícil. Este año difícil ha llegado. Marzo es un mes de muchos gastos para las familias. Por eso pagaremos ese mes un bono especial. Un bono que ascenderá a cuarenta mil pesos por carga familiar, beneficiando a más de un millón setecientas mil familias, entre otras, del programa Chile Solidario, aquellas que reciben subsidio único familiar o aquellas que reciben asignación familiar. Así, una familia con más hijos recibirá un aporte más grande, que compensará sus mayores gastos en ese mes tan exigente [ ]. La señora Angélica sacó la cuenta. Según sus cálculos, el anuncio presidencial le implicaría, en teoría, un bono de $160.000. La sorpresa fue enorme. Como nunca antes había ocurrido algo de esa magnitud, pensó que debía ser para otras personas. Seguramente era para quienes aún eran visitadas por un Apoyo Familiar, lo cual ya no ocurría, en su caso, pues ella había egresado del Programa Puente el año 2007, aunque aún cobraba mensualmente su Bono de Protección. Pensó que esta nueva asignación vendría cargada de requisitos y que seguramente los afortunados tendrían que realizar un sinnúmero de trámites. Así que continuó cosiendo, sin muchas expectativas respecto de esto. Con el correr de los días, ese lejano anuncio se transformó en una buena noticia para ella. En su calidad de familia Chile Solidario, el bono extraordinario de marzo sería incluido en el pago mensual de su Bono de Protección. Para sorpresa suya, no tuvo ningún trámite que hacer. ¿Cómo era esto posible? La señora Angélica es una viuda, jefa de familia, que hasta antes de participar en el Programa Puente trabajaba como asesora del hogar. Sin embargo, esto le significaba estar lejos de sus cuatro hijos, todos en edad escolar, los que quedaban a cargo del hermano mayor y de una tía que los apoyaba recogiendo a los más 92 pequeños de la escuela y cuidándolos en su casa hasta la hora de llegada de los más grandes. La señora Angélica siempre tuvo aptitudes para la costura, pero no practicaba desde que abandonó la casa de su madre donde tenía una máquina de coser a disposición. Difícilmente podía ir desde su nueva casa en Antofagasta a realizar sus trabajos de costura a Calama, donde estaba su mamá. Su tiempo lo repartía muy estrechamente entre las obligaciones del cuidado de los niños y los distintos servicios que ofrecía para generar ingresos para el hogar. Cuando fue invitada a participar al Programa Puente no tuvo ninguna duda en aceptar, ya que conocía perfectamente de esta iniciativa, pues una hermana suya, también de Calama, ya estaba participando con su familia y, por lo que había visto y escuchado de esta experiencia, se trataba de una excelente oportunidad para ordenar algunas cosas prácticas de la vida, contando con orientación y apoyo para ponerse nuevas metas. Ésta era justamente su situación, ya que quería trabajar en su casa, realizando por fin las tareas de costura y confección que tanto la motivaban. Salir de su casa para trabajar remuneradamente, ya no era una alternativa viable para ella, básicamente porque debía estar más cerca de su hija mayor que se encontraba en un período de vigilancia crítica de la epilepsia que le estaban tratando. Por lo tanto, ausentarse por largos período de su casa, no le permitían estar cerca de Fabiola, que a sus 14 años necesitaba más que nunca de la compañía de su madre. Cuando definió con su Apoyo Familiar, la meta de iniciar esta actividad económica en su casa, fue inscrita en un programa de apoyo al microemprendimiento. Al tiempo, la señora Angélica pudo adquirir la tan preciada máquina de coser y los insumos básicos para ponerse a trabajar. A su vez, la municipalidad la conectó con una empresa textil y con una empresa de publicidad que encargaban trabajos manuales a costureras que hacían trabajos en domicilio, alternativa que Angélica aprovechó intensamente. Al tiempo que partía con esta nueva actividad y comenzaba a generar sus primeros ingresos como trabajadora independiente, su condición de familia participante en el Programa Puente le permitió acceder a un apoyo específico de mejoramiento de su vivienda, lo cual marcó diferencias importantes en el confort de los niños, que no sólo vieron el techo de su dormitorio mejorado sino también recibieron apoyo con camas y equipamiento. La señora Angélica representa la constancia y el empeño que miles de familias han demostrado en su paso por el Puente. Al trabajar con su Apoyo Familiar, ocupó al máximo toda la información y orientaciones que le proveyó ese espacio de consejería. Y, se animó con la definición de metas que fue concretando organizadamente en esos dos años. Por eso es que sentada frente a su herramienta principal de trabajo, dos años después de haber culminado ese acompañamiento, se sentía orgullosa de haber aprovechado esas oportunidades. Ahora, la medida anunciada por la Presidenta para apoyar a las familias en contrarrestar los efectos de la contracción económica, ratificaba su condición de estar y sentirse socialmente protegida. Si tras el anuncio no hubiera existido un diseño de protección social, probablemente las posibilidades de Angélica de encontrarse con ese bono habrían sido mucho menores. La sola idea de postular al beneficio habría operado como un desincentivo y tal vez no habría vinculado su experiencia de acompañamiento psicosocial anterior, con este nuevo apoyo. Pero para ella esto resultó muy coherente: la intención de ayudar a los más necesitados formaba parte de algo mayor, de más largo aliento. Ella y sus hijos existían para el sistema y eran importantes para él. Lo había dicho ese día la propia Presidenta de la República. 93 94 Referencias Bibliográficas Referencias Bibliográficas Comisión Económica para America Latina y el Caribe, CEPAL (1999) Marco conceptual sobre activos, vulnerabilidad y estructura de oportunidades. Abril. Montevideo. Fondo de Solidaridad e Inversión Social, FOSIS (2002) Matriz de Análisis de Riesgos. Subdirección de Gestión de Programas. Santiago. Fondo de Solidaridad e Inversión Social, FOSIS (2004a) ¿Cómo son las familias que construyen el Puente?, Serie de Reflexiones desde el Puente Nº 2, agosto. MIDEPLAN. Santiago. 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