DISCURSO DE “LAUDATIO” EN EL ACTO ACADEMICO EN QUE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE VALPARAISO CONFIRIO EL GRADO DE DOCTOR SCIENTIAE ET HONORIS CAUSA AL EMBAJADOR Y PROFESOR ALBERTO VAN KLAVEREN STORK Manfred Wilhelmy von Wolff Director Ejecutivo de la Fundación Chilena del Pacífico, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y del Programa de Magister en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Valparaíso, 19 de junio 2015 Monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar. Obispo de Valparaíso, Gran Canciller de la PUCV Pbro. Dietrich Lorenz Daiber, Vice Gran Canciller Prof. Claudio Elórtegui Raffo, Rector Embajador y Prof. Alberto van Klaveren, Sra. Patricia Vallejo de van Klaveren, familia van Klaveren Señores Vice Rectores, autoridades, invitados especiales Consejeros de la Fundación Chilena del Pacífico Profesores, señoras y señores: La PUCV ha tomado la sabia, acertada y oportuna decisión de conferir el grado académico de Doctor Scientiae et Honoris Causa al Embajador y Profesor Alberto van Klaveren Stork, motivo por el cual nos hemos reunido en esta significativa ceremonia. Para quien habla, formado en estas aulas y académico de esta Universidad por largos años, es un señalado honor, que una vez más compromete mi gratitud con mi “Alma mater”, pronunciar estas palabras de fundamentación de tan merecido homenaje o “laudatio” al distinguido amigo, colega académico y destacado servidor público Alberto van Klaveren. Entiendo este Doctorado honoris causa dentro del compromiso de esta casa de estudios tanto con la excelencia académica en el estudio del amplio campo de las relaciones internacionales, como con la agenda de temas de interés nacional, concepto que se refiere a los valores permanentes y superiores del país que se trata de promover y resguardar en el concierto de las naciones por medio de la política exterior en todas sus manifestaciones. Ambos aspectos se expresan con nitidez en la trayectoria de la Pontificia UC de Valparaíso, formadora ya tradicional de distinguidos académicos y profesionales de nuestro Servicio Exterior que vienen haciendo por años aportes relevantes en los más diversos temas internacionales, como el análisis de la política exterior, la historia diplomática de Chile, las relaciones vecinales y el Derecho del Mar, entre otros. Me propongo exponer acerca de la trayectoria del Profesor y Embajador Alberto van Klaveren, sosteniendo, en síntesis, que en ésta confluyen atributos relevantes de mérito académico, que lo sitúan en el mejor nivel de los estudios internacionales en Chile y América Latina; de dedicado servicio público de alta jerarquía, comprometido con la representación diplomática de Chile, con la formulación racional e inteligente de nuestra política exterior y con la defensa y promoción política y jurídica de nuestros intereses nacionales, todo ello con un sello de excelencia profesional; uniéndose a ello la contribución de cualidades humanas sobresalientes de integridad, sobriedad, y entrega generosa a las elevadas demandas que impone el servicio al país. Alberto van Klaveren cursó sus estudios de pregrado en la Escuela de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile entre 1967 y 1972. En esas aulas despertó su interés por los temas internacionales, siendo de destacar, por su importancia, la docencia y la inspiración recibida del profesor Gustavo Lagos Matus, figura señera en el desarrollo temprano de los estudios de relaciones internacionales en Chile, con quien este expositor también tuvo el honor de colaborar en una variedad de temas. El profesor Lagos fue, sin duda, un hombre de cualidades excepcionales, dotado de un cierto carisma, comprometido de manera apasionada con su visión de un sistema internacional menos desigual, menos dividido, más integrado, que pudiera evolucionar desde el predominio del conflicto hacia mayores niveles de cooperación. Gustavo Lagos soñaba con el día que la Guerra Fría pudiera terminar, inaugurando una era en la que se pudiera trabajar para que las espadas se convirtieran en arados. No me resulta difícil imaginar su impacto motivacional en jóvenes estudiantes que buscaban su propio derrotero para comprender y cambiar el mundo. Actualmente, Alberto imparte docencia en la referida Escuela, siendo al mismo tiempo profesor titular del Instituto de Estudios Internacionales, habiendo llegado a dirigirlo a mediados de los años 90. Realizó sus estudios de postgrado en Estados Unidos, donde obtuvo un Master of Arts en Estudios Internacionales en la Universidad de Denver, Colorado, y en Holanda, su país natal, culminando en un Doctorandus en Ciencia Política en la Universidad de Leiden. En la generación de Alberto van Klaveren, que es también la mía, con pocos años de diferencia, estos postgrados de quienes habíamos estudiado Derecho se daban como una especie de migración desde lo jurídico a lo politológico. En una perspectiva más larga, hemos redescubierto, también desde la ciencia política, la importancia de las instituciones y las normas en la solución pacífica de controversias y el desarrollo político de los estados, lo que ha venido a corregir nuestra óptica juvenil, condicionada sin duda por el clima intelectual de los años 60. Desde esa época, el Derecho y la profesión jurídica se han modernizado notablemente, y en la noción de regímenes internacionales las perspectivas legal y política confluyen, interactúan y se complementan. Es un tema que Alberto van Klaveren ha desarrollado en un artículo publicado en el Anuario Argentino de Derecho Internacional del año 2011. Bajo condiciones especialmente difíciles imperantes para el desarrollo de las ciencias sociales en Chile, por razones ampliamente conocidas, desarrolló líneas temáticas de su especial interés: el estudio de las relaciones internacionales de América Latina, de las relaciones chilenas y latinoamericanas con Europa occidental, área de investigación que necesariamente incluyó los proyectos de integración en ambas regiones. En el contexto del avance chileno hacia la transición democrática, los temas vinculados a la naturaleza del régimen político y la politica exterior concitaron especialmente su atención, desde la perspectiva, por supuesto, de acendradas convicciones democráticas. La corriente politológica denominada democracia consociativa, que se refiere a un sistema democrático fundado en consensos relevantes para promover y favorecer la gobernabilidad y la estabilidad institucional, fue el foco teórico del Prof. van Klaveren en varios estudios atingentes a la transición democrática chilena. Otros nombres destacados en esta escuela de pensamiento, cercanos a van Klaveren, fueron el ex Rector, posteriormente ministro y senador Edgardo Boeninger, y el economista, destacado ex alumno de la PUCV, Alejandro Foxley. Una parte significativa de sus inquietudes intelectuales en estos campos se expresaron en encuentros académicos y publicaciones de relevantes iniciativas que aportaron grandes avances al progreso de los estudios internacionales en nuestra región. Me refiero al Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América Latina, RIAL, liderado por Luciano Tomassini, de cuyo Comité Ejecutivo Alberto formó parte a comienzos de los años 90; del Proyecto de Apoyo al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile patrocinado por el PNUD, donde sirvió como consultor; y del Proyecto de Seguimiento de Políticas Exteriores Latinoamericanas PROSPEL, dirigido por Heraldo Muñoz, que a partir de mediados de los años 80 publicó excelentes anuarios analíticos de las políticas exteriores en la región, habiendo recaído en Alberto van Klaveren la responsabilidad de servir como editor del volumen “América Latina en el Mundo”, que cubrió el período 1993-96. Durante una parte importante de este período, 1985 a 1992, Alberto van Klaveren se desempeñó en Madrid, en calidad de Director Adjunto del Instituto de Relaciones Europeo-Latinoamericanas IRELA y luego de Coordinador Académico de la Asociación de Investigación sobre Temas Iberoamericanos AIETI. Desde ambas instituciones, dio un impulso vigoroso al desarrollo de la cooperación académica interregional, lo que favoreció el desarrollo de investigaciones conjuntas y la realización de importantes publicaciones que aportaron a un mejor conocimiento mutuo de las relaciones exteriores entre latinoamericanos y europeos. En una ocasión durante esos años, disfruté de la cálida hospitalidad de Alberto y Patricia en Madrid, algo que no olvidaré. Desde esta tribuna manifiesto mi acuerdo general con los enfoques internacionales en la obra de Alberto van Klaveren, que se manifiesta en un cierto eclecticismo teórico, que aconseja actitudes de mesura a la hora de las conclusiones y recomendaciones. Lo hago con cautela, por una razón estrictamente académica. El avance del conocimiento nace del debate, y éste se produce y puede ser fructífero en la medida que hay puntos de vista alternativos. Sin duda, estos no han faltado, en una variedad de temas y con partícipes chilenos, latinoamericanos, europeos y norteamericanos. Lo importante es saber apreciar los aportes que vienen desde diferentes escuelas, e integrarlos en análisis más ricos y completos. En su ensayo sobre políticas exteriores latinoamericanas, aparecido en la conocida obra editada por Heraldo Muñoz y Joseph Tulchin, traducida al inglés y al portugués, advierte van Klaveren que los enfoques que pretenden explicar de manera monocausal estas políticas, cómo se gestan y formulan, están condenados al fracaso, proporcionando en el mejor de los casos algunas visiones parciales de los complejos procesos que tratan de explicar. En su excelente ensayo sobre relaciones chilenas con Europa occidental en un volumen que podría caracterizarse como “programático” para el período contemporáneo, “Chile: Política Exterior para la Democracia”, editado por Heraldo Muñoz, veía un vínculo indisoluble entre régimen político democrático y conducción de nuevas y fructíferass relaciones con Europa, pero al mismo tiempo advertía que el espacio para la innovación en las relaciones con el viejo continente era menor de lo que algunos imaginaban. Al mismo tiempo, atento a las nuevas tendencias, se manifestaba optimista sobre el potencial de renovación del regionalismo latinoamericano a través de la praxis del regionalismo abierto, una de cuyas fronteras es la orientación hacia la región Asia-Pacífico. Así lo sostuvo en su ensayo sobre este tema en el libro editado por el propio Alberto, que ya mencioné al referirme al programa PROSPEL. Una síntesis de muchas reflexiones de van Klaveren sobre la posición internacional de Chile se encuentra, en fin, en su ensayo sobre 200 años de política exterior de Chile, contenido en el volumen 1 del libro editado por Mario Artaza y César Ross, Política Exterior de Chile, 1990-2009. En su tesis acerca de la evolución de Chile desde un enfoque “hobbesiano” internacional a un enfoque “grociano”, van Klaveren traza la línea central de la interacción entre nuestra política exterior y el sistema internacional, a través de una mitigación progresiva de las condiciones de anarquía internacional, y de una participación paulatinamente mayor del Estado chileno, y podría agregarse la sociedad civil, a una gama creciente de regímenes internacionales, que abarcan desde los temas básicos de paz y seguridad internacionales, hasta asuntos de lo que podríamos llamar la agenda global contemporánea, como cambio climático, y objetivos y mecanismos de la política de desarrollo, entre otros. Sin duda, es un trabajo de enorme envergadura temática, un verdadero programa de investigación, en el que se insinúan diversas líneas de desarrollo futuro que podrían rendir grandes frutos adicionales. Podría seguir con este género de comentarios, pero me parece que lo dicho aporta elementos que perfilan el carácter general de la obra que nos concierne. Una constante en el trabajo de Alberto van Klaveren desde mediados de los años 90 ha sido la interacción entre los niveles académico y de servicio público, sobre la base del respeto de la autonomía y las características singulares de cada uno, sin que de parte suya, es necesario consignar, se divise una ambición de constituirse en lo que se conoce como intelectual público. Así, la mirada académica de Alberto fue sin duda determinante en su designación a la cabeza de la Dirección de Planificación de la Cancillería, con rango de Embajador, en 1996. A la fecha, el Prof. van Klaveren. era Director del I. de Estudios Internacionales de la U. de Chile y el llamado a Diplan provino del Ministro de RR.EE. José Miguel Insulza. El Canciller estaba consciente que Diplan requería un fuerte aporte intelectual para pasar de ser una oficina de encargos especiales desde el nivel político, a una nueva etapa en que se haría realidad progresivamente su misión de desarrollar lo que se conoce como “policy planning”. Esta disciplina se originó en Estados Unidos a comienzos de la Guerra Fría, y su objeto es el diseño de escenarios internacionales que podría enfrentar un estado bajo determinadas condiciones internas y externas de carácter político-estratégico, económico, tecnológico, etc., y de los cursos de acción alternativos correspondientes para enfrentar cada uno de ellos, sea individualmente, con el concurso de otros estados y también con la oposición de otros. No fue casualidad que el padre del “policy planning” fuera el ilustre George Kennan, uno de los más brillantes intelectuales en la diplomacia de Estados Unidos a mediados del siglo XX. Construyendo a partir del legado de Kennan, importantes internacionalistas refinaron progresivamente la disciplina, introduciendo el rigor de las metodologías de formulación de políticas públicas en estos ejercicios. Ello incluyó el tema, posterior a Kennan, de la necesaria adecuación entre política exterior y estrategia de desarrollo de la economía. Correspondió a Alberto van Klaveren el mérito de haber echado las bases de estos elementos de planificación de políticas en nuestra Cancillería, entre 1996 y 2001. Naturalmente, la responsabilidad de la correcta utilización de los informes y propuestas de una unidad como Diplan corresponde a los niveles políticos superiores. A su vez, la riqueza de la experiencia de Diplan de algún modo ha permeado hacia el nivel académico, con resguardo, por supuesto, de la confidencialidad de los análisis, apreciaciones y escenarios que no deben trascender al dominio público. Es necesario intercalar aquí una importante advertencia. Nada garantiza que la interrelación entre los planos intelectual y de formulación y ejecución de políticas sea armónica. De hecho, suelen darse tensiones que pueden llegar a ser significativas. La gran contribución de los planificadores en el ámbito de la política exterior es su potencial de introducir mayores niveles de racionalidad y perspectiva. Sin embargo, en el mundo de la gestión de los asuntos exteriores, antes que la convicción intelectual propia del académico esté plenamente formada, la premura por el avance de la agenda puede hacerse irresistible, ante la exigencia de adoptar decisiones y emprender acciones. En la medida que esto sucede, el académico en roles oficiales puede sentir que debe operar en condiciones muy imperfectas. Pero si cede a la inquietud intelectual y llega a caer en la duda, la demora y la vacilación, la reacción del entorno organizacional puede ser que el intelectual se vea. en último término, como un elemento un tanto disfuncional para procesos dinámicos, que no pueden detener su marcha. Este dilema impone una exigencia de equilibrio, que a nuestro juicio Alberto van Klaveren mantuvo de manera notable, conciliando exigencias de rigurosidad con demandas de eficiencia. En su siguiente cargo público, el de Embajador ante la UE, Bélgica y Luxemburgo a partir del año 2001, Alberto pudo apoyarse en su considerable “expertise” en asuntos de integración y políticas exteriores europeas, demostrada en diversas publicaciones, lo que ya he comentado. A su vez, su docencia posterior en la temática América Latina – Europa se ha visto enriquecida por su vasta experiencia en Bruselas, que culminaría en el año 2006, cuando accedió al nivel directivo superior de la Cancillería, en el cargo de Subsecretario de Relaciones Exteriores. Esta posición es de enorme responsabilidad y significó para Alberto van Klaveren asumir una pesada carga de trabajo. Por una parte, el Subsecretario es el Jefe de Servicio del complejo aparato nacional e internacional que es el Ministerio de Relaciones Exteriores, y por otra parte el Subsecretario debe ser en todo momento el “alter ego” del Ministro, toda vez que lo subroga constantemente, acaso una cuarta parte del tiempo o más, a lo que se suma que debe estar permanentemente disponible para consultas sobre una amplia gama de materias. Desde los altos asuntos de Estado hasta materias más secundarias e invisibles de administración pasan por la Subsecretaría. Los imperativos de coordinación intra e interministeriales, más las relaciones con la Presidencia de la República son un desafío diario. Los recursos económicos, administrativos y políticos para cumplir estas múltiples tareas son limitados, muchos dirían insuficientes, mientras las demandas de todo orden son crecientes, incluyendo, especialmente en los últimos años, variados requerimientos de información y transparencia de diferentes sectores de la sociedad civil. Por otra parte, se multiplican también las restricciones legales, burocráticas y financieras de la administración, que opera además bajo el ojo avizor, entre otros, de la Contraloría General de la República. Alberto van Klaveren supo desempeñarse con competencia, eficiencia y eficacia bajo todas estas exigencias y restricciones. Al mismo tiempo enfrentó, a partir del año 2008 y hasta el fin del proceso el año 2014 –como si lo anterior no hubiera sido suficiente- la inesperada responsabilidad de servir como Agente del Estado de Chile en el caso “Perú vs. Chile: Delimitación Marítima”, ante la Corte Internacional de Justicia. Particularmente relevante nos parece que, producido el cambio de gobierno en marzo de 2010, el Presidente Piñera lo confirmara como Agente de Chile. Esta acertada decisión presidencial valoró la calidad profesional del Agente, dio la necesaria continuidad a la labor iniciada dos años antes, y al mismo tiempo constituyó una señal inequívoca al país, al Perú, al tribunal y a la comunidad internacional en el sentido que la materia estaba siendo tratada como una política de Estado, que no podía someterse a ningún criterio subalterno de política contingente. En su desempeño como Agente, Alberto sentó las bases conceptuales de la defensa de Chile, en torno a los ejes legales de la existencia de una delimitación marítima bilateral jurídicamente vinculante, a partir de los acuerdos de 1952 y 1954 que son tratados internacionales, y de la incompetencia de la Corte Internacional de Justicia para revisar cualquier aspecto de la delimitación terrestre entre Perú y Chile, por haber sido acordada por el tratado de 1929, anterior al Pacto de Bogotá de 1948, cuyo artículo VI limita la competencia de la Corte a los asuntos litigiosos que surjan entre las partes del Pacto con posterioridad a éste. El Agente estructuró un equipo nacional para la defensa de Chile, con los coagentes Sra. María Teresa Infante, brillante académica del ya mencionado Instituto de Estudios Internacionales y Directora Nacional de Fronteras y Límites y el Embajador Juan Martabit,destacado diplomático de nuestro Servicio Exterior. El Agente y los co-agentes contaron con el concurso de algunos de los mejores juristas nacionales competentes en la materia, seleccionados por Alberto van Klaveren. Ese equipo se coordinó con asesores jurídicos internacionales de primera categoría, escogidos entre miembros de estudios profesionales de primera calidad y académicos del Derecho Internacional de importantes universidades y centros de estudio. Entre los primeros cabe destacar, por ser de esta Casa de Estudios, a los profesores Edmundo Vargas Carreño y Luis Winter. Sin duda, fue una labor delicada, de máxima responsabilidad, ejecutada con gran rigor profesional, que dio por resultado una defensa brillante en La Haya, requisito “sine qua non” para un fallo que reconoció la tesis chilena de la naturaleza vinculante de los tratados antes mencionados y confirmó que el límite marítimo es el paralelo correspondiente al punto en que la frontera terrestre toca la costa, aunque solamente hasta las 80 millas, en circunstancias que los fundamentos jurídicos aducidos por la defensa chilena justificaban que dicha delimitación se hubiera reconocido íntegramente, vale decir hasta las 200 millas de zona económica exclusiva. Fue un acto de discrecionalidad de la Corte, una mayoría de cuyos jueces al parecer –es una hipótesis- estimaron que Perú no podía salir del litigio sin algún beneficio. Actualmente Alberto van Klaveren integra el equipo de defensa de Chile en la demanda interpuesta por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia, mediante la cual persigue obtener un fallo acerca de una pretendida obligación chilena de negociar una salida soberana del país altiplánico al Océano Pacífico. En tal calidad, el agente de Chile Sr. Felipe Bulnes, así como todo el equipo nacional e internacional de defensa chilena, han contado con la valiosa asesoría de Alberto van Klaveren, conocedor de la materia en discusión, así como de las complejidades de un litigio ante la referida Corte, la cual, como sostiene Chile, debiera declararse incompetente para conocer la pretensión boliviana. Diversas instituciones, reconociendo las amplias competencias y voluntad de servicio de Alberto van Klaveren, lo han invitado a integrar Directorios y Consejos. Me limitaré a mencionar la Presidencia del Directorio de Latinobarómetro desde 2011, que ejerce como destacado politólogo; la integración del Consejo de la Agencia de Cooperación Internacional de Chile, en un tercer período iniciado recientemente. En este cargo, la visión internacional orientadora acerca de un nuevo aspecto de nuestras relaciones exteriores, como es la cooperación, es fundamental. Por su importancia en el ámbito universitario , no puedo dejar de mencionar que integra (nuevamente) la Comisión Fulbright para el Intercambio Académico entre Chile y los Estados Unidos. Termino señalando que la institución que dirijo, la Fundación Chilena del Pacífico, iniciativa conjunta del Gobierno y del sector privado para promover la participación chilena en diversas instancias de la región Asia-Pacífico, ha contado con el aporte de Alberto van Klaveren en su Consejo Directivo, tanto en su período inicial de funcionamiento en los años 90, hasta 2001, y nuevamente desde el año 2010. En todo momento, su apoyo y consejo informado han sido de especial valor para nuestras deliberaciones, lo que por supuesto compromete nuestra gratitud. Estas palabras adolecerían de un vacío si no mencionara, por último (lo que no indica menor importancia), el valioso aporte del Profesor van Klaveren en la docencia del Magister en Relaciones Internacionales PUCV, postgrado que en pocos años se ha consolidado, convocando a muy buenos profesionales en busca de perfeccionamiento, así como a docentes muy calificados, bajo el liderazgo de un equipo directivo que ha sabido construir una opción regional en este campo , tan propio de las ciudades capitales. Concluyo aplaudiendo nuevamente la feliz iniciativa de esta universidad de conferir el Doctorado Scientiae et Honoris Causa, distinguiendo al académico y servidor público Alberto van Klaveren Stork, cuyos méritos he tenido el honor de reseñar para ustedes.