Edificio Bohio - La Macarena “(…) Construir, en el sentido de abrigar y cuidar, no es ningún producir. (…) El construir (Bauen) aquí, a diferencia del cuidar, es un erigir. Los dos modos del construir -construir como cuidar, en latín collere, cultura; y construir como levantar edificios, aedificareestán incluidos en el propio construir. El construir como el habitar, es decir, estar en la tierra, para la experiencia cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dice tan bellamente la lengua, lo «habitual»” 1 Existe un principio general que rige toda la arquitectura que hacemos, y que creemos debe regir la naturaleza de proyectos que como en el caso de la construcción y la arquitectura que hoy se hace, también debería estar presente: Es el de re-orientar nuestro vínculo, como humanos, con la naturaleza. Para tal efecto concebimos el proyecto arquitectónico como un sistema que busca la revelación mediante la conformación de espacios donde el acto de habitar supone una vida llena de significado y significa el entorno, y en el que nuestros hábitos deben estar encaminados a restablecer la armonía con la naturaleza de la cual también somos parte. Mediante nuestras obras, pretendemos establecer un diálogo con ella. Creemos que es necesario entender antes de modificar cualquier sitio: Arquitectura en balance con Natura. Tal y como lo decía Rogelio Salmona: “(…) El arquitecto que modifica, destruye un paisaje urbano, un paisaje natural; el arquitecto que transforma, lo enriquece”2. En este hecho radica la belleza de las obras y cuando la arquitectura es bella sin importar el uso que tenga, es lo que la hace reconocible frente a cualquier otra obra. Las formas bellas surgen de las relaciones que propicia la arquitectura al ser la mediadora entre la actividad del hombre y la naturaleza que la contiene. Una buena arquitectura, en tanto que bella genera armonía y balance entre este par vida-entorno, que también puede denominarse sitio – actividad. Tanto en un sentido como en otro, de afuera hacia adentro en lo bioclimática y de adentro hacia afuera en lo sostenible, pero además no solo garantizando esa condición sino que como se pide a toda arquitectura generando revelación y por ende conciencia en los habitantes y sus hábitos. Un hecho que supone hacer conciencia del paisaje al verse este como el gran contenedor de la vida. Creemos que toda arquitectura debe ser Sostenible y bioclimática y que supone cuestiones milenarias que se han olvidado, no es una moda estar en armonía con el entorno, desde Grecia ha sido esa una búsqueda y es un hecho que supone una correlación de lo humano con lo natural donde surge la belleza misma que revela por en armonía. A este hecho se le conoce como bioclimática en tanto que estudia las condiciones idóneas para cada actividad 1 HEIDEGGER, Martin. CONSTRUIR, HABITAR, PENSAR. TRADUCCIÓN DE EUSTAQUIO BARJAU, EN CONFERENCIAS Y ARTÍCULOS, SERBAL, BARCELONA, 1994. En: Heidegger en castellano http://www.heideggeriana.com.ar (6-2-2012). 2 Rogelio Salmona : espacios abiertos / espacios colectivos; museografía José Ignacio Roca ; asesoría curatorial Jean Dethier ; fotografía Enrique Guzmán ... [et al.].Bogotá : Sociedad Colombiana de Arquitectos, 2006. Pág. Bio (vida) - clima (condición atmosférica) mitigando el impacto desde el interior hacia el exterior y del interior al exterior controlando el impacto que desde adentro se genera hacia el afuera lo que se reconoce como sostenible o auto- sustentable. El edificio Bohío ubicado en el barrio la Macarena en el centro de Bogotá fue concebido como una alternativa de vivienda dirigida a estudiantes extranjeros y nacionales, que se desarrolla en dos volúmenes separados entre sí por un patio interior que abstraen las condiciones naturales de dos de las regiones de Colombia, la Amazonía y la Guajira, y lo enmarcan bajo ese contraste entre la naturaleza y la ciudad, , junto al tratamiento en sus acabados tanto en el interior como el exterior del edificio, y el uso de vegetación nativa propia de la sabana de Bogotá, hacen que la experiencia de habitar el edificio sea la de ser consciente de unas condiciones naturales y culturales propias no solo de la sabana Bogotana sino de toda Colombia. El edificio fue entonces concebido como un ascenso. Un ascenso que da la pauta al reconocimiento de dos condiciones distintas enmarcadas por el uso. Una, la condición de estar anclado a la montaña, y la otra la del privilegio de la vista que permite el reconocimiento del territorio común, de la ciudad. La experiencia de habitar el edificio es lo que permite realizar al habitante estas dos condiciones, por un lado se vive en él, por el otro se cultiva el espíritu. Una vivienda anclada a la falda de los cerros, que han marcado la forma en la que la vida Bogotana se ha desenvuelto anclada a la tradición, unas veces desde la mirada más conservadora, otras veces desde una mirada más ligada a lo moderno y contemporáneo. Una relación con una naturaleza más antigua que inclusive su historia misma. Esta condición es reconocida por el proyecto. El ascenso empieza en un semisótano, más oscuro que los otros espacios, pero con cualidades espaciales que resaltan las lógicas propias bajo las que se vive el edificio. Empezar a habitar el edificio desde el semisótano implicaba para el diseño el reconocimiento de esta condición en la que estar en la falda de la montaña determinaba el recorrido que le era esencial al proyecto. Un semisótano que invita a sentir el terreno, con cualidades espaciales determinadas por las lógicas que el concreto de tono ocre produce con la con las sombras que nacen de la poca luz que logra entrar al espacio, y una vegetación acostumbrada al agresivo clima Bogotano y a la sombra, el espacio es concebido como el espectáculo que se vive en el mismo. Hacia arriba nace la vivienda con vista a oriente y occidente, donde no solo aparece la vista de la sabana y los cerros, sino además el hecho cósmico del naciente y el poniente. Una vivienda no fija sino de paso, en la que los residentes están invitados a convivir con otros, en medio de las exposiciones que ofrecen un primer piso de triple altura y evidente transparencia hacia la ciudad y que resalta la verticalidad de un patio que se vuelve inclusive parte de la exposición como una obra misma. Las viviendas se cruzan con espacios comunes, que permiten el encuentro no planeado y la evidencia de la cotidianidad. La transparencia de las escaleras aporta a dicha experiencia. Ver al otro en su cotidianidad, saber que los espacios comunes permiten ver a los demás, complementan de manera clara la experiencia que tienen en su base al sitio. Al final el recorrido remata la cubierta, la presencia del acero corten y el acero oxidado, en contraste con el concreto y la vegetación, juegan entre sí para enmarcar el territorio que ha sido olvidado por el progreso, el cerro a un lado, la sabana al otro. Planos continuos y discontinuos, que guían la mirada más allá del edificio, y hacia el edificio mismo. La vegetación ya ha cambiado, con la luz llega el color con el patio las nubes. Aparece Monserrate junto con los cerros y la falda de la montaña, y la sabana enmarcada por la torres de Salmona, recortando pedazos de territorio importantes. Al final, el proyecto se vuelve un dispositivo que a través de las condiciones del lugar hacen del espectador un filtro de reconocimiento de este, y que le propone a su habitante un estilo de vida basado en la vida comunitaria, que invita a recorrer una exposición o disfrutar de un café en el espacio que le regalo la fachada a la ciudad, entender la escala del barrio, y entender la ciudad desde lo natural. Área del terreno: 215,18 m2 Área del proyecto: 945 m2 Ubicación: Cr 4 nº 26 - 20 Barrio la Macarena 1 semisótano sala de exposiciones 1 piso sala de exposiciones / sala de cine 3 pisos de vivienda 1 cubierta transitable