TEMA III : LA LITERATURA DEL SIGLO XV

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TEMA III : LA LITERATURA DEL SIGLO XV.
I.HISTORIA Y SOCIEDAD
1.Organización social
La disgregación del mundo medieval, anunciada en el siglo
XIV, se acentúa considerablemente en la segunda centuria, el
verdadero otoño de la Edad Media. Políticamente, se produce
una tendencia hacia la concentración del poder monárquico en
casi en toda Europa Occidental. Si el poder político había estado
en buena medida disperso entre los feudos y las corporaciones,
progresivamente va a concentrarse en manos del rey. De modo
paralelo, frente al carácter local de la sociedad medieval, la
expansión de las vías de comunicación y de los medios de
transporte y el auge comercial propiciarán el surgimiento de
actividades mercantiles que rompen las barreras de gremios y
ciudades.
Se va abriendo camino, en detrimento del poder de la
aristocracia y la Iglesia, el absolutismo moderno, que caracterizará
buena parte de la política europea occidental en el siglo XVI. Al
mismo tiempo, se observa una honda crisis en las relaciones
sociales estamentales. Por otro lado, el desarrollo de la agricultura,
la ganadería, la industria (la textil, sobre todo) y el comercio lleva
aparejado el crecimiento de la burguesía y la difusión de su
mentalidad y valores: la individualidad e independencia de los
seres humanos, la ganancia y el progreso económico, la
importancia del avance científico y técnico, el ansia de
conocimiento… La actividad mercantil hace el mundo más
pequeño, las distancia se acortan y todo va tomando una
dimensión humana y abarcable. Comienza la era de los
descubrimientos y las aplicaciones de los grandes inventos: la
brújula, la pólvora, etc.
2.
2.Las ideas y la cultura en el siglo XV
En el plano cultural tiene una gran trascendencia la invención
de la imprenta, atribuida a Gutemberg. En la Península Ibérica ya
se conocen impresos de hacia 1470 y en 1475 había imprentas en
Barcelona, Valencia y otras ciudades. En Venecia, Aldo Minucio
inició a finales del XV una famosa dinastía de impresores. Todos
los libros impresos durante el siglo XV, por su particular valor y
rareza, reciben el nombre de incunables.
Al descubrimiento de la imprenta no fue ajena la difusión del
papel, originario de China y cuya fabricación se extendió por el
norte de África, Sicilia y la Península Ibérica. Hacia 1150 se
conoce la existencia de molinos de papel en Játiva y en Cataluña.
Imprenta y papel supusieron el abaratamiento de los libros y su
difusión en numerosos ejemplares, lo que permitió que quedaran
al alcance de un público de lectores más amplio. La lectura se fue
convirtiendo en una actividad individual, muy en consonancia
con el nuevo espíritu de los tiempos, y a ello contribuyó también
el invento de las lentes para gafas, fruto del interés en los últimos
siglos medievales por los fenómenos ópticos, como prueban
vidrieras y rosetones de las catedrales góticas. Con todo, la
literatura oral y la lectura en voz alta convivirán por mucho
tiempo con la lectura en soledad.
Por entonces se desarrolla y expande desde Italia, un
movimiento cultural, denominado Humanismo, que, lejos ya de
la visión teocéntrica medieval, tiene al hombre por centro de sus
preocupaciones. Se revaloriza el cultivo de las letras y de las bellas
artes, se vuelven los ojos hacia la Antigüedad grecolatina y se
escribe tanto en latín como en las diversas lenguas vernáculas.
3.
Esta efervescencia cultural humanista trae de la mano unos
valores antropocéntricos acordes con los pujantes ideales
burgueses, al tiempo que, enarbolando la razón, se abre paso una
perspectiva secular que va a lograr socavar el monopolio cultural
de la Iglesia. Así pues, paralelamente a lo que sucede en los
ámbitos político y económico-social, la cultura medieval conoce
una auténtica convulsión que anuncia una nueva época.
Son numerosos los humanistas italianos relevantes: Lorenzo
Valla, León Alberti, el polifacético Leonardo da Vinci, etc. En las
letras castellanas descuellan nombres como los de Antonio de
Nebrija, Jorge Manrique o Fernando de Rojas, autor de La
Celestina. En otras literaturas europeas aparecen también figuras
importantes, como François Villon en Francia o Ausiás March y
Joanot Martorell en lengua catalana.
3.La situación política y cultural en la Península Ibérica
La descomposición del feudalismo es también manifiesta en
Castilla. La lucha por el poder entre la oligarquía nobiliaria y la
Corona continúa sin descanso. Las guerras civiles se suceden y en
ellas cumplen ya un papel importante los nuevos burgueses, en
gran parte de origen judío, que, según los casos, apoyarán al rey o
a los nobles. Pero son su mentalidad e idea, dominadas por la
economía monetaria y el dinero, las que contribuyen en gran
modo a minar el sistema feudal.
En 1474 sube al trono de Castilla la princesa Isabel, casada con
el príncipe Fernando, heredero de la corona aragonesa, a la que
accede en 1479. Será entonces cuando los dos grandes reinos
peninsulares queden unidos al nivel de los monarcas, aunque
ambo reinos seguirán disfrutando de sus propias leyes y fueros.
4.
Los Reyes Católicos comienzan en estas décadas finales
del XV a poner los pilares del estado moderno. La Monarquía
irá sometiendo a la aristocracia y reforzando su poder. Se
establece el Tribunal de la Inquisición, organismo que se erigirá
en eficaz instrumento de represión de toda clase de disidencias.
Los judíos y moriscos serán obligados a convertirse y, aun así,
los conversos o cristianos nuevos serán vistos con suspicacia y
crecerá el antisemitismo popular. En 1492 se conquista el reino
de Granada, y toda la Península quedará bajo dominio cristiano.
En este mismo año, Colón llega a América, se produce la
expulsión de los judíos no convertidos y Antonio de Nebrija
publica la primera gramática castellana. Con todo ello, se sientan
unas bases bien definidas de un nuevo imperio.
En el terreno cultural, el siglo XV en Castilla y Aragón
supone la convivencia de formas literarias y artísticas
tardomedievales y de nuevos modos de hacer ya más próximos a
los del Humanismo italiano. Aunque tradicionalmente se venía
creyendo que en la Península el resurgir de los estudios clásicos
había sido más tardío, ahora se admite que la influencia italiana en
la cultura peninsular era ya importante en el siglo XV. Los nobles
y burgueses enriquecidos comienzan a darse cuenta de la utilidad
del saber tanto por los progresos técnicos como por un signo de
elegancia y diferenciación social en un entorno generalmente
inculto e iletrado.
Cada vez tendrán más importancia, por consiguiente, los
hombres de letras, los letrados, principalmente juristas, muy
necesarios en el cada vez más moderno y complejo aparato
estatal. Estos letrados humanistas contribuirán por su propia
posición social al cambio de conceptos jurídicos, filosóficos o
éticos fundamentales, como el concepto del honor, por ejemplo.
5.
Por tanto, también en Castilla las rudas formas de vida
medievales se refinarán, la mentalidad burguesa se expandirá y la
cultura será un rasgo de distinción social. De ahí la abundante
literatura cortesana, retórica y alambicada, o el ornato
característico de la arquitectura de la época, como el gótico
florido y el estilo plateresco.
II. TRANSFORMACIONES HISTÓRICAS DE LOS GÉNEROS
LITERARIOS DURANTE EL SIGLO XV
1.La poesía del siglo XV
a)La lírica tradicional: de esta poesía de transmisión oral y
ámbito popular se conservan los primeros testimonios escritos en
castellano a finales del siglo XV, si bien debía de cantarse desde
mucho tiempo atrás. En este cancionero popular y tradicional,
cuya forma más difundida es la del villancico (canción propia de
villanos), se manifiestan emociones e ideas de modo finamente
estilizado y expresivo. Sería la manifestación artística de las capas
inferiores de una sociedad todavía rural y tradicional, que muestra
una concepción de la realidad bien distinta de la de las clases
dominantes. La conflictiva relación entre ambos mundos incluso
se expresa directamente en alguna de estas canciones: Chapirón de
la reina,/ chapirón del rey./ Mozas de Toledo, /ya se parte el rey,/
quedaréis preñadas,/ no sabréis de quién.
No obstante, no es fácil distinguir las auténticas poesías
tradicionales y populares de sus imitaciones cultas de los siglos
XVI y XVII, pues a finales del siglo XVI la imitación de la lírica
culta de la lírica popular se practicó profusamente.
6.
Esta antigua lírica popular se caracteriza por una serie de
procedimientos expresivos comunes: variedad estilística, imágenes
tomadas de la naturaleza cargadas de valor simbólico, intensidad,
tensión, énfasis, repetición, juegos de palabras, contrastes,
eufemismos, polisemias, riqueza temática, verso corto, presencia
del estribillo, estructuras paralelísticas, voz femenina, etc. Es
decir, sencillez, ternura, intimidad, gracia. Sin embargo, esta lírica
tradicional es solo sencilla en apariencia. Se trata de una lírica de
carácter esencialmente simbólico. Símbolos como el mar, las
aguas dulces, el mundo vegetal, el campo, los animales, el viento,
el sol, la primavera o el alba apuntan a una concepción vitalista
del mundo, a una llamada acuciante al disfrute amoroso. Poesía
amorosa, pues, que presenta un amor físico y carnal, lejos de
sentimientos conceptualizados y abstractos.
En el estudio que, dentro de la lírica tradicional, dedicaremos al
Romancero, analizaremos más detalladamente estos rasgos.
b)La poesía cortesana: en el siglo XII surgió en Provenza un
tipo de poesía que tendrá gran influencia en toda Europa. Sus
creadores son los trovadores y su tema el amor. La novedad de
esta poesía es considerar a la mujer como un ser superior al que el
enamorado rinde culto y vasallaje, como si de un señor feudal se
tratara. Este tipo de amor recibirá el nombre de amor cortés.
En realidad, se trata de la trasposición de las relaciones sociales
del feudalismo al ámbito amoroso: el poeta se declara siervo de la
dama, a la que llama mi señor, y que aparece caracterizada como un
cúmulo de perfecciones. Este servicio o amor a la dama ennoblece
el espíritu del enamorado: su propósito es alcanzar el galardón (en
principio, una prenda o un gesto de la amada, pero, en último
término, la consumación sexual), que estima merecer en virtud de
7.
la fidelidad de su servicio; sin embargo, la honestidad de la dama
impide que pueda acceder a sus deseos y la frustración del
caballero transforma el sentimiento amoroso, en principio
jubiloso, en sufrimiento y dolor, un dolor inevitable (pues no es
posible dejar de amar), que pone en peligro su vida y que le hace
desear la muerte.
Esta poesía influirá notablemente en la lirica gallega de los
siglos XIII y XIV y, muy en especial, en la poesía catalana
medieval, en la que el provenzal llegó a imponerse como lengua
poética. Su importancia será también grande en la poesía italiana
de autores como Petrarca, cuya lírica tendrá asimismo gran
influencia en la poesía europea del final de la Edad Media y dará
lugar a toda una corriente literaria, el petrarquismo.
Deudora de estas formas y de esta sensibilidad será la poesía de
los cancioneros castellanos y aragoneses del siglo XV. Son
colecciones de poesía de casi un millar de poetas que expresan los
nuevos gustos y costumbres cortesanos. Citaremos los más
importantes: el Cancionero General, el Cancionero de Baena, el
Cancionero de Estúñiga y el Cancionero de Palacio. Todos son
manuscritos. El primero de ellos impreso fue el Cancionero General,
preparado por Hernando del Castillo y publicado en 1511.
Aunque no faltan composiciones poéticas, satíricas, de
entretenimiento, elegíacas, etc., la temática de la poesía cancioneril
es predominantemente amorosa, dentro de los cauces del amor
cortés. Tras la artificiosidad de esta poesía se esconden conceptos
que rebosan erotismo y pasión sexual.
Tres son los poetas que destacan entre los muchos líricos de
cancionero: el Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge
Manrique.
8.
-Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (13981458) fue uno de los aristócratas más poderosos del su tiempo.
Es un representante típico de la nobleza influida por el
humanismo prerrenacentista. Reunió una rica biblioteca y
compuso una abundante obra literaria, en la que destacan sus
poemas alegóricos influidos por la “Divina Comedia” de Dante,
como El infierno de los enamorados o la Comedia de Ponza, así como
los Sonetos fechos al itálico modo, intento fallido de adaptar al
castellano el endecasílabo italiano, y también poesías de carácter
popular, como sus famosas Serranillas: “Moçuela de Bores/allá do la
Lama/púsome en amores./…
El Arcipreste fue persona muy influyente en su tiempo y su
dedicación literaria no puede considerarse aislada de su actividad
política. Utiliza la lengua vernácula en un momento en que el
castellano es uno de los pilares de la consolidación de un
incipiente nacionalismo hispánico.
-Juan de Mena (1411-1456) fue secretario del rey Juan II y un
buen ejemplo de un humanista puro. De orígenes nobles, su
poesía está lejos del ideal renacentista de la claridad y sencillez
expresivas; por el contrario, el artificio, el lenguaje latinizante y la
abundante muestra de erudición son las características de sus
obras, entre las que destaca el Laberinto de Fortuna, extenso poema
alegórico compuesto en estrofas de arte mayor.
-Jorge Manrique (1440-1479) era miembro de una de las familias
más poderosas de Castilla, entroncada con el linaje de los Lara.
Tanto su vida como su actividad literaria están marcadas por su
condición social y su entorno familiar, en el que destacan las
figuras de su padre, Rodrigo Manrique, maestre de la Orden de
Santiago, y de su tío paterno, el famoso poeta Gómez Manrique.
9.
Jorge Manrique se dedicó sobre todo a la política y a la
guerra, disfrutando de los privilegios de la alta nobleza y
participando activamente en las luchas que asolaban las tierras
castellanas. Precisamente, en una de ellas moriría, apoyando a
Isabel de Castilla.
En la formación literaria de Jorge Manrique son importantes las
relaciones con su tío Gómez Manrique, así como sus vivencias en
los ambientes cortesanos, principalmente en la corte de Toledo.
En estos círculos cortesanos se escribe sobre todo una poesía
amorosa que sigue las pautas del amor cortés. De la obra poética
que se ha conservado de Jorge Manrique –no llegan a 50 las
composiciones-, la mayoría es poesía amorosa, pero destaca muy
por encima de ellas un largo poema moral, las Coplas a la muerte de
su padre, que más tarde estudiaremos.
Hay que situar a Jorge Manrique dentro de la evolución que la
lírica del XV experimenta: abandono de la poesía cultista, erudita
y recargada, y tendencia a una mayor concisión. De esta manera,
su poesía contribuye a abrir el camino a una renovación poética
cuyos ecos se prolongan durante siglos.
Hemos de tener en cuenta que la situación de Castilla y las
continuas disputas entre la Monarquía y la Nobleza propiciarán
también la aparición de una poesía satírica y de protesta, en la
que se atacará y satirizará, directamente y a veces de forma
agresiva, a la oligarquía aristocrática y a los propios reyes.
Destacan tres poemas satíricos: Coplas de la Panadera, Coplas de
Mingo Revulgo y Coplas del Provincial. Utilizan un verso más popular,
el octosílabo y la expresión es directa, lejos de los procedimientos
retóricos de la poesía cortesana.
10.
2.La prosa del siglo XV
Durante este siglo el desarrollo de la prosa en castellano es ya
muy notable. La lengua romance gana en complejidad y se va
convirtiendo en una lengua de cultura.
Dentro de la prosa didáctica, se pueden destacar dos figuras
representativas de la primera mitad de la centuria: Enrique de
Villena y Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera.
Este último fue el autor de El Corbacho (1438), cuyo subtítulo es
Reprobación del amor mundano. De carácter didáctico, destaca en esta
obra la espléndida utilización del habla popular de la época.
En la prosa de ficción, se nota ya una evolución que la aleja de
la simplicidad de los exempla medievales. Dos son los géneros que
se desarrollan en este siglo: los libros de ficción sentimental y los
libros de caballerías.
.Las narraciones sentimentales anticipan muchos rasgos de
lo que modernamente conocemos con el nombre de novela:
personajes en conflicto con su entorno, análisis de la intimidad
individual, cierta evolución psicológica de los personajes,
protagonistas angustiados y desdichados, etc. El análisis de las
relaciones amorosas es el centro de atención de estas obras, que
suelen finalizar trágicamente. La obra cumbre de este género es la
Cárcel de amor (1492), del probablemente autor converso Diego
de San Pedro, libro popularísimo en su tiempo, traducido a
diversos idiomas y muy reeditado durante todo el siglo XVI.
.Los libros de caballerías debían de conocerse y de leerse en
la Península en los últimos siglos medievales. Aunque no se trata
de una literatura de origen hispánico, se hicieron traducciones y
adaptaciones desde muy pronto. Los temas relativos a
Carlomagno (ciclo carolingio), y al rey Arturo (ciclo bretón o
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artúrico) son los más comunes, aunque tampoco faltan asuntos de
la antigüedad clásica.
La primera muestra estrictamente peninsular es el Libro del
caballero Zifar, de hacia 1300. De finales del siglo XV es el Tirant lo
Blanch, en lengua catalana, pronto traducido al castellano y muy
alabado por Cervantes en El Quijote.
El libro de caballerías más importante es, si embargo, Amadís de
Gaula, del que debieron circular diversas ediciones ya desde el
siglo XIV, pero del que conocemos la publicada en 1508 por
Garci Rodríguez de Montalvo.
Los libros de caballerías son libros de aventuras protagonizadas
por caballeros cuya misión es restablecer el orden y proteger a los
indefensos. Estas narraciones reafirman la necesidad del
estamento nobiliario en una época en que la función guerrera de
la nobleza, con la aparición del soldado profesional, está puesta
en entredicho. Los valores típicos del caballero feudal, valor,
lealtad, honor, religiosidad, son ya muy diferentes de los de la
épica, pues ahora están más idealizados y sujetos a unas
convenciones formales, como corresponde a los nuevos gustos de
la nobleza, que ya no es feudal y guerrera, sino aristocrática,
cortesana y refinada.
Literariamente, los personajes son meros tipos -arquetipos-, sin
apenas evolución ni desarrollo psicológicos; el amor es el tema
central de las obras y el que determina el comportamiento de los
personajes, divididos en buenos y malos; los escenarios so
imaginarios y, a menudo, maravillosos.
Todavía, pues, los libros de caballerías se encuentran lejos de la
novela moderna, que no se inicia hasta más tarde, a partir del
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Lazarillo de Tormes, y, precisamente, de la parodia de los libros de
caballerías que realizará Cervantes en el Quijote.
La prosa castellana servirá también en el siglo XV de
cauce expresivo a otros muchos tipos de libros: obras didácticas,
filosóficas, crónicas históricas, biografías, libros de viajes, etc.
Todo ello muestra el interés por el saber característico del
Humanismo en ciernes, buena prueba del cual será la publicación
en 1492 de la Gramática de la lengua castellana, de Antonio de
Nebrija, la primera gramática de una lengua romance impresa en
Europa.
3.El teatro del siglo XV
Existen testimonios de que en este siglo se desarrollaba cierta
actividad teatral en Castilla, e incluso conservamos diversos textos
teatrales. No obstante, conviene indicar que, durante la Edad
Media, y aun en el siglo XVI, es difícil distinguir entre el puro
espectáculo teatral y las distintas conmemoraciones,
celebraciones, ferias y fiestas. Mientras no existan recintos
específicos en los que representar las obras dramáticas, la
separación entre teatro y fiesta resulta problemática.
Es posible, por ejemplo, que pudiera ser dramatizada la
anónima Danza general de la muerte, de finales del XIV o principios
del XV. Formaba parte de un grupo de largos poemas, las danzas
macabras o danzas de la muerte, abundantes en la literatura
europea de finales de la Edad Media. Esta época está dominada
por la obsesión con la muerte tanto en las predicaciones como en
el arte y en la literatura, obsesión que proviene de factores
ideológicos (la conciencia de vivir en un mundo en crisis, donde
el individuo aparece sometido a tensiones y fuerzas que es
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incapaz de controlar e incluso comprender), así como de factores
sociales (las epidemias de peste que diezmaban la población). En
las danzas, la Muerte invita a un siniestro baile a todos los
nacidos, desde los más poderosos al campesino más humilde.
Hay, pues, una especial insistencia en el poder igualatorio de la
muerte que, sin duda, implica una abierta crítica sátira social:
Rey fuerte, tirano, que siempre robastes
todo vuestro reino e fenchistes el arca,
de facer justicia muy poco curastes,
según es notorio por vuestra comarca:
venid para mí, que yo só monarca
que prenderé a vos e a otro más alto…
Sin embargo, no se cuestiona la desigualdad en la vida, ya que la
igualdad sólo llega tras la muerte.
Del típico teatro religioso medieval se conocen diversas
manifestaciones desde mediados del XV. Estas obras, llamadas
autos, se representarían en carros o escenarios móviles durante la
festividad del Corpus y constituyen el antecedente de lo que más
tarde serán los autos sacramentales. Conservamos algunos
dramas religiosos del aristócrata Gómez Manrique, y un Auto de
la Pasión, atribuido a Alonso del Campo. Característico del teatro
religioso de carácter navideño es un personaje que será muy
importante en el teatro posterior: el pastor bobo. Descreído a
causa de su ignorancia, al final de la obra se convertirá. Por tanto,
posee un valor alegórico, más allá de su diseño cómico primario.
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A finales del XV tenemos ya notables muestras de teatro
profano. En su aparición es fundamental el refinamiento en los
gustos de la nobleza. Digamos que el teatro popular, inseparable
de la fiesta, pasa de la calle a los espacios interiores y, entonces, se
transforma en teatro cortesano.
En esta transformación tiene una enorme importancia la labor
del primer gran autor teatral castellano, Juan de Encina. Músico,
poeta, actor y autor dramático, escribe en su época de Alba de
Tormes lo más significativo de su teatro, en el que, a diferencia de
los aristocráticos pastores virgilianos, utiliza personajes
campesinos -los pastores del teatro religioso- que hablan un
lenguaje rústico y chistoso. Más tarde, vive en Roma, en plena
época renacentista. De entre sus obras merecen destacarse: Égloga
de Fileno, Zambardo y Cardonio, Égloga de Plácido y Victoriano y la
Égloga de Cristino y Febea.
Durante la segunda mitad y finales del siglo XV, habían nacido
ya también otros importantes autores teatrales que escribirán sus
obras durante la centuria siguiente: Lucas Fernández, Gil
Vicente, Torres Naharro, etc.
El género teatral en castellano se desarrollará desde entonces
con pleno vigor. Y, desde luego, no debemos olvidar que la obra
literaria más importante de este siglo, La Celestina, aunque de
modo peculiar, es también una obra de teatro.
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