Especial - Juventud Rebelde

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ESPECIAL
VIERNES
15 DE ENERO DE 2016
juventud rebelde
DETRÁS
DE LA CIENCIA
A cargo de PATRICIA CÁCERES [email protected]
A «engordar»
la tabla periódica
Científicos de Japón, Rusia y Estados Unidos
descubrieron cuatros nuevos elementos químicos,
que ya han sido aceptados por la Unión Internacional
de Química Pura y Aplicada
A los nuevos elementos hallados se les ha bautizado con calificativos temporales: ununtrium
(Uut o 113), unumpentium (Uup o 115), ununseptium (Uus o 117) y ununoctium (Uuo o 118).
Foto: BBC
LOS libros de Química deberán actualizarse
pronto en todo el mapamundi. La Unión
Internacional de Química Pura y Aplicada
(Iupac, por sus siglas en inglés) anunció el
descubrimiento de cuatro nuevos elementos
químicos que completan la séptima fila de
la tabla periódica, en la que se clasifican
desde hace más de 140 años elementos
gaseosos, líquidos, sólidos y preparados.
«Como organización global encargada de
aportar pericia científica y objetividad, así
como de desarrollar las herramientas básicas
para aplicar y comunicar el conocimiento químico en beneficio de la humanidad, la Iupac
se enorgullece de hacer este anuncio en relación con los elementos 113, 115, 117 y 118,
y la terminación de la séptima fila de la tabla
periódica», afirmó el presidente de la organización, Mark C. Cesa, al develar el hallazgo.
Se reconocía así el esfuerzo de varios
equipos de investigadores de Japón, Alemania y Estados Unidos, quienes durante
años trabajaron en laboratorios de la más
alta tecnología, en los que incluso se recurrió a aceleradores de partículas, recordaba
el diario ABC.
Los cuatro elementos, que aún carecen
de nombre oficial, se identifican como 113,
115, 117 y 118, en función de su número
atómico, una magnitud que indica la cantidad de protones que hay en su núcleo.
Al parecer, estos fueron creados por el
hombre (no se encuentran en la naturaleza), son altamente radioactivos y tienen una
vida de segundos e incluso milisegundos, lo
cual dificulta su estudio.
RADIOGRAFÍA A SUPERPESADOS FUGACES
Según refirió BBC Mundo, el elemento
113 puede tener una vida en extremo reducida, estimada en un milisegundo, y su inestabilidad es tal que hasta ahora no se ha
podido utilizar en la industria. Solo se emplea en la investigación científica.
Un equipo científico ruso-estadounidense
lo mencionó por primera vez en 2003, pero
no fue hasta 2012 que un grupo de expertos liderados por el japonés Kosuke
Morita, de la Universidad de Kyushu, confirmó su existencia. Se convirtió así en el primer
elemento sintético producido en la nación
nipona.
El 115, altamente radiactivo, existe menos de un segundo antes de descomponerse en átomos más ligeros. Su primera mención se hizo en 2004 por científicos rusos,
hasta que en 2013 varios especialistas de
Suecia hallaron más evidencias de su existencia.
Lograron producir un nuevo isótopo de
este elemento, que se transformó en otras
partículas a través de un proceso radiactivo
llamado descomposición alfa. Esto permitió
tener una mayor comprensión de la estructura y las propiedades de los núcleos atómicos superpesados, detalló BBC.
También es muy poco lo que se conoce
del 117, el segundo elemento sintético más
pesado después del 118. No fue hasta
2010 que un equipo de expertos rusos y
estadounidenses anunció su hallazgo. Tiene una vida de escasos milisegundos, y lo
que le permite sobrevivir este tiempo son
las llamadas islas de estabilidad temporal
entre protones y neutrones.
Por último, el 118, el de mayor masa atómica de todos los elementos sintetizados
hasta ahora, fue identificado en 2002 por
científicos del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Dubna, en Rusia.
Su átomo es altamente inestable, lo que
dificulta su estudio experimental. Sin embargo, con lo conocido hasta ahora, los expertos han estimado que bajo condiciones
normales de presión y temperatura el 118
sea un sólido.
Paul J. Karol, miembro de la Iupac que ha
participado en la aprobación de estos nuevos elementos, explicó en un comunicado
que el proceso para detectarlos no ha sido
sencillo. Requiere hacer colisionar núcleos
de elementos pesados con otros más ligeros a una gran velocidad, lo que consume
mucha energía.
Como resultado —dijo— solo se obtiene
un número escaso de átomos radiactivos
que enseguida se desintegran. Lejos de
conseguir muestras de polvo de un nuevo
elemento, los científicos deben conformarse con analizar la energía liberada en estos
choques entre partículas, para saber si están ante algo nuevo o no.
NO TAN INÚTILES
La comunidad científica internacional se
ha mostrado optimista ante los nuevos hallazgos. Y es que estos podrían ayudar a entender un poco mejor cómo funciona el interior de los átomos, lo cual tendría una infinidad de aplicaciones. Además, facilitarían
que se produzcan nuevos elementos más
pesados, con un mayor número de protones en los núcleos, como el 119 o el 120.
«Es una investigación básica que prueba
que es posible obtener núcleos de elementos superpesados, al hacer colisiones entre
núcleos de átomos menos pesados», declaró Bernardo Herradón, miembro de la Real
Kosuke Morita, durante la rueda de prensa para presentar los nuevos elementos. Foto: EFE
Sociedad Española de Química. «Por otro
lado, tener elementos químicos superpesados es importante para conocer el balance
de fuerzas (interacciones) que actúan en el
núcleo de los átomos», añadió.
En su opinión, es posible que los nuevos
hallazgos permitan producir elementos con
propiedades inimaginables hoy en día. «Estamos hablando de investigación en la frontera de la química, la física de partículas y
la física de altas energías, etc. Todos estos
campos tienen aplicaciones en nuestra vida
cotidiana», ahondó.
Además, gracias a este tipo de experimento se aprenden detalles que podrían
ayudar a poner a punto la fusión nuclear, un
posible modo de emular el funcionamiento
del Sol en la Tierra y de obtener energía
barata, limpia y casi ilimitada, acotó.
NOMBRES EN DISPUTA
En los próximos meses los científicos
responsables del descubrimiento deberán
ponerles nombres a los cuatro elementos.
Pueden inspirarse en un ser mitológico, un
mineral, un lugar o país, una propiedad o
incluso un científico.
Tal es el caso del líquido Francio, que recuerda al país donde se descubrió en 1939;
el Copernicio, elemento químico 112, que
rinde honor al astrónomo polaco Nicolás Copérnico; el Curio, en homenaje al matrimonio
de científicos Curie, o el Einstenio, que alude
al físico Albert Einstein.
Por lo pronto, a los nuevos elementos
hallados se les ha bautizado con unos calificativos temporales: ununtrium (Uut o
113), unumpentium (Uup o 115), ununseptium (Uus o 117) y ununoctium (Uuo o 118).
Los investigadores implicados deberán
proponer los nombres oficiales. Sin embargo, le corresponde a la Iupac aprobarlo.
Primero, una división especial de esta
entidad tiene que aceptar la propuesta. Le
sigue un período de revisión pública, que
dura cinco meses, antes de que la Iupac dé
la aprobación final. Una vez listo, el nombre
se anunciará en la revista científica Pure
and Applied Chemistry.
La primera tabla periódica fue presentada por el ruso Dmitri Mendeleyev en 1869,
en Alemania. Un año después, Julius Lothar
Meyer elaboró otra versión. En aquella época ya se conocían 63 elementos químicos.
En 1952, un investigador de Costa Rica, Gil
Chaverri, presentó una tabla más actualizada.
El gran logro de este esquema es que
entendió el orden de los átomos: no solo
permite clasificar los elementos en función
de sus propiedades químicas, sino también
predecir cómo serán los que siguen.
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