Alevosía Parma - Ministerio Público

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Alevosía Parma
Se ha conceptualizado a la alevosía como “la muerte dada ocultamente a otro, asegurando su
ejecución por evitación de todo riesgo o peligro e imposibilitándo intencionalmente la defensa
de la víctima” (“Derecho Penal. Parte Especial”; Tomo 1; Buompadre, Jorge; pág. 127; Editorial MAVE,
año 2000). Terragni a su vez enseña que Alevosía es “sinónimo de perfidia o traición, pues
consiste en causar un daño a quien confía en uno, asegurando la comisión del hecho al evitar
que el otro se defienda” (“Derecho Penal. Parte Especial”; Tomo 1; Buompadre, Jorge; pág. 127;
Editorial MAVE, año 2000). Nuñez: a su tiempo entendía que: “al ocultamiento moral o material
caracterizadores del homicidio proditorio y del homicidio insidioso, la alevosía le agrega la
cobarde finalidad del autor de obrar sin riesgos para su persona. Objetivamente la alevosía
exige una víctima capaz que no esté en condiciones de defenderse, o una agresión no
advertida por la víctima capaz y en condiciones de hacerlo. Subjetivamente es donde reside su
esencia, la alevosía exige una acción preordenada para matar sin peligro para la persona del
autor, proveniente de la reacción de la víctima o un tercero, la incapacidad o inadvertencia de
la víctima puede ser provocada por el autor o simplemente aprovechada por él.
Es por ello que Doctrinariamente casi ni se discute que la alevosía hoy tiene
“naturaleza mixta, integrada por un aspecto objetivo, relacionado con los
medios, modos o formas que se utilizan en la ejecución del hecho -y que se
consideran predominante-, y otro subjetivo, alusivo al ánimo de procurarse, con
tales procedimientos, la indefensión del sujeto o de aprovecharse de ella
(Tribunal Oral Criminal Federal de Mar del Plata en la causa “Andreo, Armando” del 3/9/98,
publicada in extenso en el Suplemento de Jurisprudencia Penal de La Ley el 21 de Diciembre de
1998, página 21). En definitiva, es el actuar sobre seguro, sin riesgo, que aporta un
plus de culpabilidad a la causación de la muerte del otro (“ Curso de Derecho Penal
Español - parte especial-, tomo I, dirigido por Cobo del Rosal; ps. 66, Ed. Marcial Pons, año
1996).
En casos que un menor es el asesino, la cuestión no es del todo fácil precisamente por
tener estos sujetos de derechos (de 16 y 17 años) una comprensión de los hechos distinta a los
mayores, además de poseer una psiquis que aun está en desarrollo. Puede ocurrir entonces
que en la especie no se conozca con certeza que ocurrió en
los instantes previos al
acuchillamiento, por lo que no puede “suponerse” lucubración artera aleve por parte del
menor, tal componente subjetivo debe probarse. Precisamente servirá para “ indagar si el
autor ha lucubrado todos los pasos tendientes a la consecuencia habida, si ha
elaborado la trama destinada a impedir la reacción de la víctima que en
condiciones normales pudo haber opuesto defensa y enfrentar al autor o
ponerse a resguardo de sus propósitos o motivaciones (“ Delitos de Homicidio”;
Sproviero; Ps. 196/197; Ed. La Rocca, año 1996).
Debe a esto sumarse la falla natural que poseen los adolescentes en el control de los
impulsos. Esto ha llevado a Pere – Oriol Costa, a decir: “parecen lanzarse, a operaciones a
menudo improvisadas (o, al menos, escasamente programadas), sin un gran conocimiento de
los lugares, de las consecuencias, y con una aparente desproporción entre riesgo y beneficios:
una criminalidad en la que lo que aparentemente prevalece es la labilidad y la emotividad
antes que el cálculo y el proyecto. La impremeditación, antes de la previsión” (Pere – Oriol
Costa, 1996: 39). Resulta obvio entonces que ante cualquier duda en la interpretación de un
hecho o una norma debe estarse al “favores minoris” pues el régimen especial asi lo impone.
Nuestra Corte Suprema de Justicia en en conocido precedente “Maldonado” ha dicho: En
suma, los niños poseen los derechos que corresponden a todos los seres humanos, menores y
adultos, y tienen además derechos especiales derivados de su condición, a los que
corresponden deberes específicos de la familia, la sociedad y el Estado (Corte Interamericana
de Derechos Humanos, Condición Jurídica y Derechos Humanos de los Niños, párr. 54).-
Sobre este tópico el propio Raúl Zaffaroni dijo en un fallo: “ Parece ser que para un
sector de la doctrina la alevosía consiste en la objetiva indefensión del sujeto o
en esa indefensión conocida por el autor en el momento de la realización de la
acción, es decir que el tipo se configuraría objetivamente o bien con el mero
dolo de homicidio con conocimiento de la circunstancia de la indefensión, sea
que este dolo se ubique en el tipo o en la culpabilidad... Si se adopta una teoría
del tipo complejo el homicidio alevoso sería un tipo simétrico que requeriría
objetividad y subjetividad típica.. Tanto etimológica como jurídicamente, no
basta con la situación objetiva ni con el conocimiento de la misma previo a la
voluntad homicida o concomitante con la misma, sino que se exige un elemento
de ánimo, es decir la particular orientación de aprovecharse de esa indefensión
(Cámara de Apel. en lo Crim. Y Corr. De la Capital, sala 6ta.; Expte. 11566, carat. “Perez,
Margarita” del 3/4/85 ).
La mera ventaja o superioridad de los medios ofensivos del homicida
con más la circunstancia objetiva de indefensión de la víctima no alcanzan para configurar la
agravante (“Homicidios”; Figari, Rubén; pág. 103; Ediciones Jurídicas Cuyo, año 2001)
jurisprudencia
HOMICIDIO CRIMINIS CAUSA “En punto al encuadramiento legal adoptado, en primer
término debemos decir que se trata de un caso de homicidio “criminis causa”, con conexión
ideológica “final”, habida cuenta que el agente cometió el homicidio “para” facilitar y
consumar otro delito, es decir, con relación de medio a fin entre el asesinato y el otro delito,
en este caso el robo (Conf. NUÑEZ, Tratado de Derecho Penal , T.III, Vol. I, Ed. Lerner, Cba.
1988, p.51 y sigs.; SOLER, Derecho Penal Argentino, T.3, Ed. TEA, Bs. As. 1983, p. 40 y sigs.;
CREUS CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, T.I, Ed. Astrea, Bs. As., 1995, p. 39 y sigs.;
ESTRELLA - GODOY LEMOS, Código penal, Parte Especial, Ed. Depalma, Bs,. As., 1995, p. 89 y
sigs.).-SOLER, por su parte, enseña: “Esta conexión es necesaria en el sentido más estricto de la
palabra, y lo que da el carácter específico es precisamente el aspecto subjetivo de esa
conexión, porque ésta es una figura inaplicable si en la conciencia del autor, en el momento
del hecho, no estuvo presente positivamente el específico motivo de preparar, facilitar u
ocultar otro delito o procurar la impunidad mediante el homicidio, o el despecho motivado por
el fracaso de un intento criminal.” (Derecho Penal Argentino, Tomo 3, Ed. Tea, Bs. As. 1983,
p.43).- Sentencia nº 107 Expte. Nº109/110/111/112/113/116/117/120/121/02 “R.D.V.F.
P/HOMICIDIO AGRAVADO y acumulados” - 28 de noviembre de 2002.
HOMICIDIO CRIMINIS CAUSA. Versus EN OCASIÓN DE ROBO:
Los hechos probados atribuidos al imputado S.C. R.C. analizados en este pronunciamiento al
tratar la PRIMERA CUESTION, configuran los delitos de homicidio agravado y robo agravado
(arts. 80 inc. 7º y 166 inc. 2º del Código Penal), por dos hechos en concurso real (art. 55 del
C.P.). En punto al encuadramiento legal adoptado, en primer término debemos decir que se
trata de un caso de homicidio “criminis causa”, con conexión ideológica “final”, habida cuenta
que el agente cometió el homicidio “para” asegurar su impunidad, es decir, con relación de
medio a fin entre el asesinato y el otro delito, en este caso el robo (Conf. NUÑEZ, Tratado de
Derecho Penal , T.III, Vol. I, Ed. Lerner, Cba. 1988, p.51 y sigs.; SOLER, Derecho Penal Argentino,
T.3, Ed. TEA, Bs. As. 1983, p. 40 y sigs.; CREUS CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, T.I, Ed.
Astrea, Bs. As., 1995, p. 39 y sigs.; ESTRELLA - GODOY LEMOS, Código penal, Parte Especial, Ed.
Depalma, Bs,. As., 1995, p. 89 y sigs.).Obsérvese que el resultado muerte no fue “con motivo u ocasión del
robo”, con conexión meramente ocasional; sino que en la mente del autor obviamente existió
una conexión subjetiva dolosa, de dolo directo (ESTRELLA - GODOY LEMOS, ob.cit., p.91), entre
el homicidio y el robo, toda vez que el imputado ROLDAN - de improviso ( ver NUÑEZ, ob.cit.,
p.55) - decidió matar al Sr. García Ortega para procurar su impunidad, frente a la reacción que
tuvo el nombrado cuando salió del interior de la Farmacia, profiriendo gritos recriminatorios
contra el imputado.En tal sentido la Excma. Suprema Corte de Justicia de Mendoza ha
dicho lo siguiente: “Matar para acallar los gritos de la víctima es, precisamente, una de las
maneras en que el delincuente puede actuar para asegurar su impunidad ( art. 80 inc. 3º del
Código Penal), La cual, por otra parte, no es necesario que quede efectivamente asegurada;
basta que en la mentre del agente surja este procedimiento eliminatorio como eficaz a ese fin,
aunque en realidad no consiga su objetivo”. (L.S. 94-211).-En la misma dirección
jurisprudencial NUÑEZ trae a colación un precedente referido a un caso donde el homicidio “se
consuma para hacer callar a la víctima, cuyas voces de socorro podían motivar la llegada de
otras personas”. (ob.cit., p.56, nota nº131, in fine).- Por otra parte y de acuerdo a lo visto
anteriormente, claro está que no puede prosperar el cambio de calificación peticionado por el
Ministerio Fiscal en el momento de producir sus alegatos en el debate oral (fs. 536).En efecto, según la opinión de NUÑEZ, el art. 165 del Código Penal comprende
“los homicidios que son un resultado accidental de las violencias ejecutadas con motivo u
ocasión del robo” (ob.cit., T.IV, p.230).- Asimismo, la Excma. S.C.J.M. ha resuelto que: “No es
admisible la conclusión de que cuando se comete homicidio conexo a un robo debe aplicarse la
disposición del art. 165 C.P., y cuando el homicidio aparece conexo a otro delito funciona la
agravante del art. 80 inc. 3º. La conexión que contempla el art. 80, inc. 3º, es conexión
subjetiva, causal o final. La conexión del art. 165 es simplemente ocasional. Se aplica el
primero cuando se mata “para” o se mata “por”; se aplica el segundo, cuando con motivo u
ocasión del robo, resultare un homicidio”. (L.S. 94 -211).-
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