VICARÍA ZONA SUR Pastoral de Espiritualidad LECTURA ORANTE DE LA PALABRA EVANGELIO DE JUAN 6, 24-35 Domingo 2 de Agosto de 2015-07-26 INTRODUCCIÓN.- Jesús percibe débiles motivaciones en la multitud que lo seguía: nota que no lo buscan por los milagros, porque ha liberado del mal o porque ha restaurado la vida, sino porque les ha dado de comer hasta saciarse. Y los exhorta a buscar el alimento que dura para la vida eterna, el pan que ha bajado del cielo; este pan es Jesús mismo que se nos da como alimento en la Eucaristía. A la luz del evangelio de este domingo, examinemos la autenticidad de nuestras motivaciones para buscar a Jesús: quizás lo seguimos porque encontramos en Él un salvavidas para los tiempos difíciles y nada más. Busquémoslo por los “signos”, es decir, por los milagros que Él hace para demostrarnos su amor y su misericordia; busquemos siempre al Jesús que, en cada Eucaristía por las palabras del sacerdote, se convierte para nosotros en Pan para la vida eterna. ORACIÓN.- “Ven Espíritu Santo y quédate en nuestros corazones de cada discípulo (a) que anhela escuchar, acoger y anunciar con humildad y sencillez tu Palabra en las periferias de nuestra existencia con la alegría y dedicación que lo hizo su Jesús. Amén”. LECTURA.- ¿Qué dice el texto de Juan 6, 24-35? La primera Lectura (Éxodo) anuncia y prepara el Mensaje del Evangelio: Es necesario el pan como alimento; un “trigo celeste” (Salmo). Pablo en la carta afirma que ha llegado el Hombre Nuevo, gracias al Pan de la Vida. El relato evangélico que leemos este domingo, le antecede la noticia del hambre que una muchedumbre había tenido la víspera. Ante la cual Jesús y los suyos, habían entregado abundante pan y pescado con la expresión: “Denles ustedes de comer”. Estos alimentos no son eternos, pero necesarios en el tiempo. El texto menciona una “comida que se acaba”; y otra comida que da “Vida Eterna”. Las dos muy importantes, aunque en este texto se resalta la segunda. Juan habla en este texto, de “nuestras Obras”, “las Obras de Dios”. También Jesús el Cristo menciona la “Obra de Dios”: Un gran hallazgo: Todo el Evangelio de Juan habla de “Obra” y de “obras”; en la mayoría de sus capítulos. La Obra “Grande” es que el Salvador vino del Padre y entró en nuestra historia; sus “obras” son que convocó un pueblo creyente al que le dio el Poder de hacer también “sus obras”…” “y aún mayores”. Con este pueblo creyente volverá al Padre. El Pan de Vida, “que Dios da” se personaliza y es el mismo Jesús de Nazaret nuestro Maestro. MEDITACIÓN.- ¿Qué me dice o nos dice el texto de Juan? Que nos dejemos impactar personal y comunitariamente, por el Poder de conversión de esta Palabra, que toca el Centro del Evangelio. Dejarme encontrar en lo más profundo de mí mismo con este Mensaje, es encontrar lo que llama el Papa Francisco, La Alegría del Evangelio. El Pan de Vida y esta Alegría del Evangelio acrecientan la Esperanza, personal y comunitaria. Aunque en ello también entra nuestra opción y aceptación alegre del Don de Dios. Apertura de parte de uno, hacia Aquel que es el “Pan de Vida”. Me dice el texto que el Espíritu Santo es nuestra Fuerza, para entrar en la Obra y “las obras” de Dios: Crecimiento y Amor en Aquel que “da Vida al mundo”. Se ha dicho, con razón, que este Pan es el Pan Consagrado que comulgamos en la Eucaristía: así es. Pero no ha de haber reduccionismo alguno. También es Pan de Vida la Palabra del Nuevo Testamento. Igualmente lo es el Jesús histórico, y el Glorificado. Gran Alimento también, el Don del Padre y de Jesús el Señor: Nos regalan el Espíritu Santo. La comunidad creyente y la Asamblea litúrgica; allí está en medio de ellos El Pan de Vida. ORACIÓN.- ¿Qué le respondo al Señor luego del regalo de su Palabra? Todo lo que la Palabra haya suscitado en nuestro interior, lo convertimos en oración, sea esta de perdón, de suplica, alabanza, acción de gracias, de abandono, etc. Me abro al amor de Dios y dejo que el Espíritu ore a través de mí. Con confianza y con la certeza que es un encuentro entre Jesús y yo. ¿Qué le digo?... “Señor Jesús… CONTEMPLACIÓN.- Dejo que el Señor me hable y me ame Durante nuestro existir dejemos un tiempo para esto: “Oír” y hablar con “Aquel que ha bajado del Cielo”, el que nos regala el Espíritu Santo; el mismo Don del Padre. Tenemos tiempo para tantas cosas; ¿Cómo no tenerlo, habitualmente, para “oir” y dialogar en Amor con quien vino a “dar Vida al Mundo”?. Contemplar la Obra, las “obras de Dios”, las que estamos prontos a hacer nosotros, que “pueden ser mayores”. Esto dice un texto joánico. ACCIÓN.- Y ahora ¿Cómo hago vida esta Palabra? El pan para vivir, el de cada día, el pan histórico; es de suma importancia ¿Acaso no conocemos personas que carecen de este pan, es decir, su significado amplio?: Carecer de comida, de salud, de casa, de trabajo, de paz, de consejo, de justicia social, etc. Ahí estamos nosotros para servir en estos campos, de los mil modos que modestamente podamos; oír, quizás insertarnos, ayudar; en forma personal o comunitaria, y ello con la alegría propia del creyente. Así lo hizo Dios en el Sinaí (dice nuestro texto): No fue Moisés quien les dio “el Pan del Cielo “, si no mí Padre; para quitar su hambre. En nuestro Cap. 6, se dice que Jesús y los suyos dieron pan y pescado a muchedumbres hambrientas. ¿Cómo podríamos no hacer nada nosotros?. El discurso del Papa en Santa Cruz (Bolivia), a los movimientos populares nos ayuda mucho en esto. Igual que en muchas otras de sus intervenciones habituales. Y todo ello con la Alegría del Evangelio. Así mismo testimoniar y anunciar con la Fuerza del Espíritu el “Pan de Vida Eterna”, lo trascendente. Lo grande que esperamos más allá de nuestro vivir histórico. Lo histórico y lo Trascendente: Lo uno y lo otro. Sin reduccionismos. ORACIÓN DE ENVÍO.- SALMO 118 Den gracias al Señor porque es bueno… Porque es eterno su Amor Que lo diga la Casa de Israel… es eterno su Amor Que lo diga la casa de Aarón… que es eterno su Amor. Que lo diga todo el pueblo creyente… que es eterno su Amor.