JUGAR AL AIRE LIBRE CONECTA A LOS NIÑOS CON EL MUNDO Divertirse con ellos en espacios abiertos favorece su desarrollo físico y cognitivo. Caras manchadas y coloradas, pantalones sucios, uñas con rastros de tierra… Esta clásica imagen de un niño que ha pasado la tarde entera en un parque, trepado en un árbol, tumbado en el pasto o jugando fútbol, es cada vez más escasa. Y aunque un reciente estudio de la firma Reinova asegura que las madres colombianas quisieran que sus hijos jugaran más en espacios libres, lo cierto es que la inseguridad, la falta de tiempo (padres que trabajan demasiado y que en sus horas de descanso prefieren tumbarse en un sofá a ver televisión) y especialmente el uso desmedido de las nuevas tecnologías hacen que ese deseo sea imposible. La desconexión de los niños con su entorno y con la naturaleza ha llevado a la creación de organizaciones como Pop Up Adventure Play, del Reino Unido, que promocionan los beneficios del juego al aire libre en colegios y bibliotecas de Inglaterra y Estados Unidos. “Con tristeza vemos que los adultos no tienen tiempo para divertirse con sus hijos –afirma Morgan Leichter-Saxby, su directora– por lo cual decidimos invitarlos a entrar nuevamente en contacto con la naturaleza”. La experta vino recientemente al país a participar en el II Foro de Desarrollo Infantil „La importancia del juego al aire libre‟. La curiosidad innata de los pequeños, dice, está siendo limitada por esta falta de contacto con el mundo verde. Para la muestra un botón: un estudio hecho en Estados Unidos demostró que cerca de la mitad de los niños en edad preescolar no juega al aire libre con alguno de sus padres; ni siquiera salen a caminar. Los espacios verdes, dice el médico deportólogo José Emilio Reinhart, favorecen la coordinación motora gruesa de los niños y el desarrollo de su sistema músculoesquelético. Y explica que cuando juegan al aire libre queman calorías y descargan toda su energía. Dado que se mantienen activos, sienten más hambre y asimilan con mayor agrado los alimentos; además, el cansancio derivado de su continuo movimiento favorece un mejor descanso en las noches. “Cuando un niño juega desarrolla su capacidad de fuerza, su movimiento corporal, flexibilidad, elasticidad, trabajo en equipo… Los niños deben hacer mínimo una hora diaria de actividad física moderadamente intensa”, recalca el experto. Esto sin contar con que el juego, en sí mismo, les permite explorar su entorno; experimentar y conocer objetos; aprenden a socializar, competir, crear, tomar decisiones, solucionar problemas y tolerar la frustración. También les enseña a ser más autónomos, y cuando se juega en familia, los padres inculcan a sus hijos conceptos básicos sobre tamaños, posiciones, cantidades y, particularmente, nuevo vocabulario. Estar en un espacio verde –agrega Ana Rita Russo, directora de la maestría de psicología clínica de la Universidad del Norte– favorece un mejor desarrollo de los órganos de los sentidos: los niños aprenden a reconocer distintos ruidos, texturas y colores, y son mucho más creativos al organizar sus propios juegos. “El aumento de los trastornos en el desarrollo de los niños podría ser consecuencia de esta ausencia de naturaleza en la vida de los niños. Y si hoy juegan menos en un parque es porque los llevamos menos. No les hemos generado esa necesidad de salir”, acota la experta. ¿Qué más puede decirse a favor del juego al aire libre? “Los espacios abiertos –afirma Ruth Camelo, directora de la Corporación Día de la Niñez– motivan a los niños a saltar, brincar, trepar, caminar, correr, porque los hace apropiarse de la naturaleza, sentirla, cuidarla. Por eso, invito a los padres a que les sigan el juego a sus hijos”. ¿Qué hacer? Salgan al parque y exploren la naturaleza. Construyan un campamento. Diseñen juntos una pista de obstáculos. Salten cuerda, jueguen a la golosa. Manipulen barro o arena. Jueguen a la „lleva‟, a las escondidas y con una pelota. Montarse en un columpio o en un rodadero mejora el equilibrio. Con una lupa exploren juntos las plantas y los animales que encuentren en su camino. Fuente: El Tiempo.com