LECCION 4.- VIDRIO. / . ESTRUCTURA DEL VIDRIO. MODELOS ESTRUCTURALES. 1.- Introducción. El comportamiento de los materiales está condicionado en buena parte por la ordenación que guardan entre sí sus elementos constituyentes. Por tanto, del conocimiento que se posea acerca de su estructura dependerán sus propiedades y las posibilidades de aplicación y en definitiva, la utilidad de un material. Las peculiares características de los vidrios han hecho mucho más difícil el estudio de su estructura. A ello hay que añadir que la diversidad de los tipos de vidrios obtenidos hasta la fecha y, en muchos casos, la complejidad de su composición han complicado el problema impidiendo que pueda adoptarse con validez general un modelo estructural único. Por otra parte, muchas de las técnicas instrumentales utilizadas para el estudio de la estructura de los cuerpos en estado sólido no han podido aplicarse con la misma eficacia al estado vítreo. 2.- Modelos estructurales. 2.1.- Modelo del retículo al azar. El modelo del retículo al azar fue propuesto por Zachariasen y constituye la representación más intuitiva. Parte de la base de que la rigidez mecánica de un vidrio resulta, dentro de un amplio intervalo de temperatura, muy semejante a la que presenta un sólido cristalino de la misma composición. Asimismo la diferencia entre el contenido energético, que le corresponde a una sustancia en estado cristalino y en forma vítrea, es muy pequeña, lo que hace suponer que en ambos casos estén constituidas por las mismas unidades estructurales, y que las fuerzas de enlace que unen a sus elementos constituyentes sean de muy parecida intensidad. Por otra parte, la aparición de bandas difusas, con ausencia de líneas de interferencia, en los diagramas de difracción de rayos X obtenidos en los vidrios (Figura 2.1.1), excluye la existencia de una rigurosa ordenación geométrica y conduce a la idea de un extenso retículo distorsionado, en el que los átomos deben disponerse sin la periodicidad y la simetría característica de los cristales, aunque guardando una cierta distribución, estadísticamente uniforme, impuesta por las condiciones límites de estabilidad de sus enlaces interatómicos. Así pues, en opinión de Zachariasen, la diferencia fundamental entre una sustancia en estado cristalino y en estado vítreo no radica en la forma de sus unidades poliédricas de coordinación, sino en su orientación relativa. En el caso de la sílice dichas unidades corresponden a grupos tetraédricos [SiO4 ] . Ahora bien, mientras que en las variedades cristalinas de la sílice estos tetraedros se hallan regularmente dispuestos, manteniendo a lo largo de las tres direcciones del espacio una secuencia determinada, en la sílice vítrea se distribuyen con una ordenación al azar (Figura 2.1.2). Una consecuencia de esta asimetría es el carácter isótropo de los vidrios. Por otra parte, la disposición irregular y aperiódica de los poliedros de coordinación, que da lugar a una desigual distribución de la energía reticular, permite explicar porque los vidrios funden entre límites más o menos amplios de temperatura careciendo de un punto de fusión definido como el que presentan los sólidos cristalinos. La transparencia de los vidrios la explica Zachariasen, lo mismo que en el caso de los monocristales, por la existencia de un retículo que se extiende indefinidamente. Figura 2.1.1.- Diagramas de difracción de rayos X de la cristobalita, del gel de sílice y de un vidrio de sílice. Figura 2.1.2.- Representación plana esquemática de una red cristalina de SiO2 (a) y de un retículo al azar de sílice vítrea (b) según Zachariasen. El cuarto átomo de oxígeno de cada tetraedro [SiO4 ] se encuentra situado en un plano inferior o superior al de la figura. 2.2.- Hipótesis de los cristalitos. La hipótesis de los cristalitos, expuesta en 1921 por Lebedev y defendida durante muchos años por la escuela soviética, ha representado el modelo estructural oponente al del retículo al azar. Según la concepción de Lebedev, los vidrios están constituidos por una agregación de cristales submicroscópicos (cristalitos), unidos entre sí por zonas estructuralmente desordenadas (Figura 2.2.1). En los vidrios simples de sílice pura estos cristalitos consistirían en fases de cuarzo, cristobalíta y tridimita. En los vidrios con mayor número de componentes estarían formados por compuestos definidos o por disoluciones sólidas compatibles con el correspondiente diagrama de equilibrio de fases. Figura 2.2.1.- Modelo de un retículo vitreo de SiO2 mostrando áreas de ordenación cristalina (zonas punteadas) de acuerdo con la hipótesis de Lebedev . Los triángulos negros representan tetraedros [SiO4 ] . Las ideas de Lebedev se basaban en las discontinuidades que había observado en la variación de algunas propiedades en función de la temperatura. Así, el índice de refracción de un vidrío de silicato sódico sometido a repetidos ciclos de calentamiento y enfriamiento, que hasta la temperatura de 520 ºC variaba de forma lineal, presentaba entre 520 y 595 ºC, es decir, en las proximidades del punto de inversión α ⇔ β del cuarzo (573 ºC), una brusca discontinuidad. Análogamente encontró que la dependencia con respecto a la temperatura del coeficiente de dilatación térmica de un vidrio de sílice resultaba máxima dentro de ese mismo intervalo de temperatura. Estas anomalías fueron atribuidas a modificaciones estructurales operadas en las fases cristalinas que constituían los recintos microcristalinos dispersos en la matriz vítrea. 2.3.- Primeros estudios por difracción de rayos X. La técnica de difracción de rayos X, que con tanto éxito se ha aplicado al estudio de los sólidos cristalinos, y que resultó decisiva en el esclarecimiento de la complicada estructura cristalina de los silicatos, no tardó en ser utilizada por Randall, Rooksby y Cooper, en la investigación de la sílice vítrea. Estos autores encontraron que la posición de las bandas difusas, obtenidas en su espectro de difracción de rayos X, correspondía muy aproximadamente a los mismos ángulos de reflexión de las líneas de la cristobalita. Este hecho les llevó a confirmar la existencia en dicho vidrio, de cristales extremadamente pequeños de esa fase cristalina y, basándose en la relación entre el ensanchamiento de las bandas de difracción de rayos X y la disminución del tamaño de partículas, calcularon que la anchura de la banda difusa estaba de acuerdo con D la suposición que atribuía un tamaño de 15 A a los cristales de cristobalita presentes en el vidrio. Estos resultados experimentales venían a avalar la hipótesis de los cristalitos prestándole nuevas bases de argumentación. En principio parecía verosímil que, en un vidrio de sílice existieran cristalitos de cristobalita, ya que ésta es la fase cristalina de la sílice a la temperatura en que el vidrio alcanza su rigidez, y además, si un vidrio de sílice se mantiene a 1500 ºC durante varias horas, desvitrifica completamente formándose cristobalita. Warren, sin embargo, combatió esta teoría oponiéndole diversas objeciones. La primera de ellas se basa en que, mientras que la cristobalita experimenta un notable cambio de volumen entre 200 y 300 ºC, por efecto de su inversión α ⇔ β , los vidrios de sílice no presentan la variación dimensional que cabría esperar en el caso de que estuvieran constituidos por un agregado de cristales de esa misma especie. Una segunda objeción es que, al someter un vidrio de sílice a elevados tratamientos de recocido, deberían desarrollarse sus hipotéticos cristalitos de cristobalita y hacerse cada vez más estrecha la correspondiente banda del diagrama de rayos X. Sin embargo, no es esto lo que sucede, puesto que la amplitud de la banda que se obtiene resulta prácticamente constante, independientemente de la historia térmica del vidrio, y sólo se transforma bruscamente en un agudo pico bajo unas condiciones determinadas. No obstante, partiendo del supuesto de que la sílice vítrea constituyera un aglomerado de microcristales, Warren y Biscoe realizaron un cálculo de su tamaño medio en función del ensanchamiento producido en la banda de difracción de rayos X del vidrio con relación a la anchura del pico principal del diagrama de la cristobalita. Introduciendo en la banda de la sílice vítrea la corrección necesaria para compensar el fondo debido a las líneas más próximas que aparecen a la derecha de la principal en el diagrama de la cristobalita (Figura 2.3.1), el valor obtenido para la semianchura de dicha banda fue Bm = 0.181 rad. El ensanchamiento de la banda producido por el pequeño tamaño de los cristalitos viene dado por la expresión B = Bm2 − B02 en la que B0 representa la anchura media del pico principal de difracción de la cristobalita. Sustituyendo el valor de B en la fórmula de Bragg, nλ = 2dsenθ , n = 1,2,3… Warren y Biscoe obtuvieron el diámetro medio de partículas: d= D 0.89λ 0.89 x1.54 = = 7.7.. A B cos2θ 0.181x 0.98 valor que resulta considerablemente inferior al obtenido por otros autores. Este valor corresponde muy aproximadamente al tamaño de la celdilla elemental de la cristobalita y, por lo tanto, para este orden de magnitud no puede hablarse de verdaderos cristales, ya que el concepto de cristal supone la repetición tridimensional de la célula estructural fundamental. Figura 2.3.1.- Diagramas de difracción de rayos X correspondientes a (a).- la sílice vitrea (b).- la cristobalita El otro problema planteado por la hipótesis de los cristalitos es la forma en que éstos se hallarían unidos entre sí, es decir, si estarían distribuidos como partículas discretas, con límites definidos, o bien formando parte de una estructura continua y uniforme. Comparando los tres diagramas de difracción de rayos X obtenidos por Warren y Biscoe en la sílice vítrea, la cristobalita y el gel de sílice (Figura 2.1.1), se observa que, aunque la posición del pico o de la banda principal de difracción coincide en los tres casos, el diagrama correspondiente al gel de sílice presenta una elevada intensidad de difracción para ángulos pequeños, mientras que en la curva correspondiente al vidrio, su intensidad se aproxima a cero para los mismos ángulos. Puesto que la intensa difracción a ángulos pequeños es típica de los materiales constituidos por partículas discretas, Warren concluye que la ausencia de difracción a tales ángulos en la sílice vítrea, constituye una prueba de que está formada por un medio esencialmente continuo, a diferencia del gel de sílice que consiste D en un agregado de partículas discretas de tamaño comprendido entre 10 y 100 A . Estas conclusiones revitalizaron las ideas de Zachariasen y prestaron nuevo apoyo a la teoría del retículo al azar para cuya confirmación Warren y colaboradores desarrollaron por rayos X una amplia investigación sistemática en vidrios de diferente composición. Para interpretar los espectros de difracción de rayos X, Warren y col. siguieron dos caminos diferentes. En un caso emplearon una modificación del método que ya había sido utilizado por otros autores en el estudio de la difracción en los líquidos. La intensidad de la radiación difractada por un grupo de átomos orientado en todas las direcciones del espacio se obtiene, en función del ángulo de difracción, mediante la ecuación de Debye: I = ∑∑ fm fn m n sen ( srmn ) srmn siendo s una función del ángulo θ y de la longitud de onda λ de la radiación empleada: s= 4π senθ λ y donde fm y fn representan los factores de difracción para los átomos m y n, y rmn , la distancia entre dichos átomos. Si tales distancias son conocidas, la intensidad se obtiene de un modo inmediato en función del ángulo. Partiendo de datos cristaloquímicos, tales como distancias interatómicas, ángulos de enlace, números de coordinación, etc., obtenidos en los silicatos cristalinos y en las formas cristalinas de la sílice, se deduce la distribución atómica alrededor de cada átomo. De esa manera queda definido el número de átomos vecinos y las distancias a que se encuentran, prescindiendo de la orientación de los grupos tetraédricos. Así como en este método Warren y col. partieron de la suposición de que en los vidrios se mantienen las mismas distancias interatómicas que en las fases cristalinas, en el segundo método realizaron un análisis de Fourier de la curva experimental de difracción de rayos X y obtuvieron directamente una función de distribución radial que representa la densidad atómica o número de átomos que rodean a un átomo de referencia en función de su distancia al mismo. Este método fue aplicado por Warren y col. al estudio del vidrio de SiO2 , de B2O3 y de otros vidrios binarios. A partir de los resultados roentgenográficos representaron las curvas de distribución radial de la densidad electrónica en función de la distancia a un átomo determinado. En el caso de una sustancia que presente un completo desorden estructural, su densidad electrónica radial aumentará con el cuadrado de la distancia siguiendo una función parabólica. Si por el contrario, la curva se desvía de su curso parabólico, ello indica que, a la distancia en que se produce dicha desviación, existe una mayor probabilidad de encontrarse otro átomo o, lo que es lo mismo, pone de manifiesto un cierto grado de ordenación, que será tanto mayor, cuanto más acusada sea la desviación observada. Así, pues, las curvas de distribución radial proporcionan dos datos importantes: la posición del máximo de los picos, que indica la distancia al átomo de referencia, y el área delimitada por ellos, la cual resulta proporcional al número de átomos que le rodean. La figura 2.3.2 representa las curvas de distribución radial obtenidas por Warren y col. para un vidrio de sílice y otro de anhídrido bórico, en las que pueden apreciarse tales desviaciones, su área y las distancias a que aparecen, las cuales coinciden casi exactamente con las distancias interatómicas teóricas de los tetraedros [SiO4 ] y de los grupos triangulares [BO3 ] respectivamente. Estos resultados confirman la conservación de un orden próximo y la existencia de los mismos poliedros de coordinación que existen en el estado cristalino, como preconizaba la hipótesis de Zachariasen. Ello dio lugar a que muchos autores consideraran los trabajos de la escuela de Warren como el espaldarazo experimental definitivo a la teoría del retículo del azar. No obstante hay que señalar que, si bien tales trabajos confirman la existencia en los vidrios de las mismas unidades estructurales que en los sólidos cristalinos de igual composición, no permiten, sin embargo, excluir la posibilidad de zonas con un mayor o menor grado de ordenación reticular. Figura 2.3.2.- Curvas de distribución radial de la densidad electrónica obtenidas en un vidrio de SiO2 y en un vidrio de B2O3. 2.4.-Teorías basadas en la formación de agrupamientos atómicos. 2.4.1.- Teoría de los estructones. Huggins desarrolla una nueva teoría acerca de la constitución del vidrio: la teoría de los estructones. El concepto de estructón la establece este autor sobre la base de que, en algunos vidrios, las curvas que representan la variación de algunas de sus propiedades, tales como la densidad y el volumen, en función de la composición, se desvían de la aditividad presentando discontinuidades en su curso. Este hecho lo interpreta el autor suponiendo la existencia de compuestos específicos que responden a agrupamientos atómicos determinados, a los que denomina estructones. Un estructón se define como un agrupamiento en el que un cierto átomo se rodea lo más estrechamente posible por otros átomos vecinos determinados en su especie y en su número. Como ejemplos de estructones presentes en un vidrio de silicato sódico, Huggins propone los que corresponden a las fórmulas siguientes: Si(40), O(2Si), Na(60), O(2Si, Na) O(Si,3Na). El agrupamiento Si(40) representa el tetraedro elemental de silicio coordinado con cuatro átomos de oxígeno y el O(2Si) corresponde a un átomo de oxígeno rodeado por dos átomos de silicio, tal como existen en los vidrios de sílice pura. Al incorporarse Na2O al vidrio, parte de estos agrupamientos o estructones subsiste, y parte se destruye para dar lugar a la formación de los otros tipos de estructones anteriormente indicados. Las diferentes formas posibles de estructones dependen de las exigencias de enlace de sus átomos integrantes, del índice de coordinación de los mismos y de los requerimientos de sus cargas eléctricas para mantener la neutralidad que exige su equilibrio. Si entre los distintos tipos de estructones existen diferencias grandes de estabilidad, un vidrio enfriado lentamente estará constituido por el menor número posible de variedades de estructones, es decir, habrá un elevado predominio de los de una determinada forma. La coexistencia, sin embargo, de diferentes estructones en un vidrio da lugar a heterogeneidades locales de distinta composición. Al modificar gradualmente la proporción de uno de los componentes del vidrio, va disminuyendo el número de ciertos tipos de estructones a la vez que aumenta el de otros, hasta que la proporción de éstos llega a ser mayoritaria, momento en que se produce una discontinuidad en la curva de variación de las propiedades en función de la composición. La diversidad de estructones presentes en un vidrio es tanto mayor, cuanto más elevada sea su temperatura. Al producirse un enfriamiento brusco, estos agrupamientos se mantienen en un estado congelado no de equilibrio. Pero si la temperatura se disminuye lentamente, las variedades de estructones menos estables evolucionan hacia otras formas de mayor estabilidad. Las ideas expuestas por Huggins, que concuerdan con las observaciones experimentales realizadas en algunos vidrios simples, resultan difíciles de confirmar en sistemas más complejos. Sin embargo, tienen el valor de establecer un modelo estructural acorde con las microheterogeneidades locales de composición, cuya existencia es hoy día incuestionable. 2.4.2.- Teoría de los vitrones. Dentro de una línea similar en lo que se refiere a la idea de agrupamientos atómicos más o menos complejos como constituyentes del vidrio, propone Tilton el concepto de vitrón. Este autor elabora un nuevo modelo estructural suponiendo que los tetraedros elementales [SiO4 ] se unen para formar anillos pentagonales en los que los cinco átomos de silicio de sus vértices están situados en un mismo plano con ángulos de enlace Si – O - Si con una abertura de 180 º aproximadamente. Tales pentágonos se unen a su vez compartiendo de dos en dos sus vértices tetraédricos con otros cinco anillos pentagonales situados en otros tantos planos diferentes. Este desarrollo espacial se repite simétricamente y forma al cerrarse un pentagonododecaedro (Figura 2.4.2.1). Los agrupamientos dodecaédricos constituidos por veinte tetraedros [SiO4 ] son los vitrones. La simetría pentagonal descrita es incompatible con cualquier estructura cristalina, cuya estabilidad exigiría una distribución hexagonal de las unidades tetraédricas. Por esta razón la propagación tridimensional de los agrupamientos dodecaédricos presenta ciertas limitaciones, debido a las tensiones reticulares que crea y que son causa de que la unión de los vitrones sólo sea posible a través de entornos más o menos deformados, en los que se produce la rotura de algunos enlaces Si-O-Si. Sobre este modelo justifica las particulares características de viscosidad, resistencia mecánica y de dilatación térmica que presentan los vidrios de sílice. Entre los vitrones y las zonas deformadas de su alrededor se establecen una serie de tensiones donde entran en competencia por un lado, las fuerzas que tienden a mantener la regular simetría angular tetraédrica y, por otro, las fuerzas producidas por la deformación de los enlaces Si – O - Si hasta un ángulo de 180 º, necesario para alcanzar la configuración pentagonododecaédrica. Ello es causa de que, durante el enfriamiento de un vidrio de sílice, los tetraedros que constituyen las zonas intervitrónicas tiendan a aumentar su grado de simetría, ya que la existencia de enlaces rotos, con átomos de oxigeno no puente, les permite gozar de una libertad de acomodación de la que no disponen los tetraedros situados en los vértices pentagonales. Así, pues, durante el enfriamiento se produce una expansión de la estructura que rodea a los vitrones, la cual compensa en parte la contracción de éstos y trae consigo el bajo coeficiente de dilatación térmica de la sílice. Figura 2.4.2.1.- Representación de un vitrón, constituido por veinte tetraedros [SiO4 ] dispuestos en los vértices de un dodecaedro. Este modelo establece una configuración que admite la existencia en el vidrio de agrupamientos de orden elevado, como compromiso entre los dos modelos opuestos de la ordenación cristalina, defendida por la hipótesis de los cristalitos, y del desordenado retículo al azar propuesto por Zachariasen. 2.4.3.- Teoría polimerocristalina Las dos concepciones límites representadas por las dos teorías objeto de controversia científica, acertaron a ser conciliadas dentro de un nuevo modelo propuesto por Porai - Koshits en 1959, que postula la existencia de una estructura polimerocristalina, la cual se ajusta con un mayor grado de aproximación a las observaciones experimentales. De acuerdo con estas ideas, la red del vidrio no presentaría un desorden absoluto, sino que existirían algunas regiones aisladas con un elevado grado de ordenación, las cuales se hallarían unidas, a través de un entorno más o menos deformado, al resto de la matriz vítrea que las rodea. En el caso de vidrios formados por dos o más componentes se comprende que, por efecto de fluctuaciones locales en su composición, puedan presentar zonas con un grado de ordenación más elevado, cuyo mayor o menor predominio dependerá de lo que la composición del vidrio se aproxime localmente a una determinada relación estequiométrica de sus componentes (Figura 2.4.3.1). Así, pues, la estructura de los vidrios ni posee la ordenación reticular que propone el modelo de los cristalitos, ni la homogeneidad estadística que postula la hipótesis del retículo al azar. La mayor parte de los vidrios presentan intrínsecamente microheterogeneidades de naturaleza vítrea que no son, por lo tanto, atribuibles a defectos de homogeneidad de mezcla. Figura 2.4.3.1.- Modelo esquemático del retículo polimerocristalino de un vidrio de composición Na2O.2SiO2. Se han representado zonas de SiO2 vítreo con un distinto grado de ordenación (proporcional a la intensidad del sombreado), separadas por una fase más rica en silicato + sódico. Los triángulos negros corresponden a tetraedros [SiO4 ] y los círculos a iones Na . El concepto de una distribución uniforme de los iones alcalinos en el vidrio, derivado del modelo del retículo al azar, fue modificado por Dietzel, considerando que en los vidrios de silicatos alcalinos binarios con baja concentración de álcali se producen acumulaciones locales, en forma de enjambre, de los iones modificadores. La formación de estas agrupaciones, cuya causa es atribuida a diferencias de tensión superficial entre las distintas zonas del fundido, permite interpretar ciertos comportamientos anómalos del vidrio, a la vez que obliga a desechar la idea de una rigurosa homogeneidad química.