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LAINFORMACIÓN.COM
La presidenta del Consejo de Transparencia:
“Soy independiente... ¡me han presentado trece
demandas!”
Por Luz Sela
28/06/2016
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“Los ciudadanos somos en cierto modo cómplices de la corrupción.
Las peticiones de información son poquísimas".
“Los requisitos para entrar en el Portal de Transparencia son
disuasorios. No te pueden pedir siete llaves para entrar a algo que
es tuyo”
Esther Arizmendi, presidenta del Consejo de Transparencia.
Esther Arizmendi hace honor a su cargo. En su agenda, desglosa con
minuciosidad cada una de sus reuniones diarias, resume de qué se ha
hablado y sus conclusiones. Y todo lo pone a disposición del ciudadano a
través del portal del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, el
órgano desde el que controla que la Ley de Transparencia, aprobada hace
año y medio, se cumple.
Desde entonces, destaca los logros.Para empezar, que al fin tengamos
una ley “con cuarenta años de retraso”. Pero quedan aún cosas
pendientes. Desde su puesto, batalla, por ejemplo porque se haga público
con quién se reúnen los ministros.
Parece que la palabra 'transparencia' se haya puesto de moda...
Más que de moda, de obligación, porque la moda es pasajera, se
arrincona y en realidad lo que ocurre con la transparencia es que es una
realidad que ha venido para quedarse, crecer y hacerse fuerte.
La ley de Transparencia se aprobó con años de retraso, y encima hace
falta un Consejo que la vigile, ¿no nos deja eso muy mal parados?
Ha tardado muchísimos años. Cuarenta años de democracia son
muchísimos, estábamos a la cola de Europa, con Malta y con Chipre,
como los únicos países que no teníamos una ley. Pero tenemos que estar
contentos porque al fin hay una ley que garantiza un derecho. El Consejo
es un organismo independiente y es importante que haya un órgano así.
Cada vez que se hace una norma importante, hay que prever un
organismo regulador. Más que una función de vigilancia, lo que hace es
impulsar, aclarar, trabajar por los ciudadanos y empoderarlos.
En este año y medio, ¿cuál cree que ha sido el gran avance?
Que a día de hoy toda España tiene los mecanismos básicos para
garantizar el derecho a saber lo que está pasando, tanto en la
administración del Estado, como en los distintos entes, en las
comunidades autónomas, en ayuntamientos. Se va avanzando, pero es
verdad que algunos ayuntamientos, los más pequeños, tienen problemas
para adaptarse
Desde diciembre están obligados, ¿van con retraso?
La transparencia está, y está satisfactoriamente. Lo más precario son los
ayuntamientos pequeños, pero no es por falta de voluntad, o eso creo sin
pecar de ingenua, sino por falta de medios. En los 8.125 ayuntamientos,
algunos son tan pequeños que solo tienen un alcalde y pocos concejales,
que no cobran, ni tienen Internet, ni nadie que les asesore. El derecho de
la transparencia es universal. Un ciudadano, en Madrid, o en una pedanía,
tiene el mismo derecho.
¿En que nos hayamos puesto las pilas con la transparencia han influido
partidos como Podemos?
Sin duda, el entorno social ha sido muy importante, y ha sido un entorno
muy complejo. La crisis económica ha hecho estragos, ha aparecido la
exigencia de saber cómo se gestiona el dinero público, las instituciones
que tradicionalmente han tenido prestigio lo han ido perdiendo, algunos
asuntos de corrupción han hecho mucho daño, la confianza de los
ciudadanos... Todo esto ha influido para que haya una ley de
transparencia. Pero los grandes cambios siempre se hacen desde la
sociedad hacia arriba.
También han podido influir los intereses electorales ¿no?
No, la transparencia es un acto de voluntad importante. Ha habido
muchos gobiernos y nadie quiso ponerla en marcha. La ley de
transparencia no es algo para usarlo en beneficio propio, es algo para los
ciudadanos.
Tenemos una ley transparencia... pero también escándalos, como que el
ministro del Interior se reúna con Rodrigo Rato. ¿Qué hay de las
agendas?
Las agendas son información pública y deben conocerse. Tenemos
cuarenta peticiones en las que los ciudadanos las solicitan. Conocerlas es
un derecho. Lo que ocurre es que en ningún sitio se ha definido lo que es
realmente la agenda, cada ministerio tiene una gran disparidad de
criterio, algunos no las guardan, otros la llevan en papel... Ese es nuestro
trabajo. Vamos a definir qué es una agenda transparente y tenemos que
hacerlo con la colaboración de la Agencia española de Protección de
Datos. Hemos pedido a la Agencia un criterio de hasta dónde se puede
dar información de esas reuniones y que no lesionen los derechos que
protege la ley de protección de datos. A partir de ahí, definiremos qué es
la agenda, estableceremos unos máximos y una recomendación para
nuestros políticos y responsables administrativos.
Siguiendo con Fernández Díaz y el director de Antifraude ¿llegaremos
algún día a conocer las conversaciones a despacho cerrado?
Las reuniones no se graban. Y hay que pensar también que la ley de
transparencia tiene unos límites. No vamos a llegar a la desnudez por la
transparencia. El artículo 14 de la ley establece que hay elementos que
tienen que ser protegidos, como conversaciones sobre lucha
antiterrorista, relaciones internacionales, aquellas que ponen en
compromiso las relaciones comerciales del Estado…
Otro tema son los asesores… El dato no se actualiza desde hace años.
Hay algunos datos retributivos que tienen que ser reservados, porque
pueden afectar al derecho a la intimidad personal, pero nosotros
establecimos un criterio genérico: a más responsabilidad, más
transparencia.
Debería sancionarse a quien se niega a darnos
información
Conocemos el sueldo de los políticos, sí, pero la realidad es que después
¡no podemos hacer nada para cambiarlo! ¿De qué nos sirve entonces?
Nos sirve para ser ciudadanos informados y críticos, para valorar si los
que nos gestionan merecen o no nuestra confianza. Y actuar en
consecuencia.
La ley no contempla sanciones por ocultar o no facilitar información.
¿Debería?
Sí, soy partidaria. Ahora, lo que podemos hacer es requerir varias veces la
información. Si a la tercera no se da, se pone en una lista de
incumplidores. La realidad es que todos cumplen y si no están de
acuerdo, lo que corresponde es recurrir a los tribunales. Solo en el 1,7 %
de los casos se han demandado los acuerdos del Consejo por la vía
contenciosa, el resto han cumplido todos. Es un buen dato, y anima a
continuar.
Los requisitos para entrar en el Portal de Transparencia parecen
disuasorios…
Llevamos reclamando un cambio desde el principio, y también lo ha dicho
la Defensora del Pueblo. No te pueden pedir siete llaves para entrar a
algo que es tuyo. La administración debe hacer un acceso sencillo,
comprensible y universal.
¿Cuál es la institución más opaca?
La verdad es que todas cumplen, pero lo que sí ocurre es que algunos
portales de ciertos organismos no están bien pulidos, la información no es
lo bastante clara, reutilizable o accesible. Estamos preparando la
memoria anual que tenemos que llevar a las Cortes y vamos a pedir ser
los primeros en comparecer para informar sobre el balance del primer
año.
¿Es frecuente que se desestimen las solicitudes de información?
No, la mayoría se admiten. Por poner datos del Portal: de 5.198
solicitudes, se concedieron 3.409, 1.177 fueron inadmitidas y 142
denegadas. La mayoría lo son por motivos de seguridad, o porque se
demandan asuntos que la ley no contempla. Nosotros, en año y medio,
hemos recibido en el Consejo casi 1.000 reclamaciones de ciudadanos
que no están conformes con la respuesta recibida de la Administración.
Defiende que el Consejo es independiente. Pero su cargo es propuesto
directamente por el Gobierno…
Podría dar mil argumentos para justificar la independencia, pero daré
solo uno: las resoluciones de esta presidenta están recurridas. Tengo
trece demandas en los tribunales de lo contencioso-administrativo por
desacuerdos. No servimos a instrucciones ni recibimos órdenes ni
tenemos ningún tipo de interés.
¿Ha recibido algún tipo de presión?
No, esa es la verdad. Directamente, me han recurrido.
¿Hasta dónde llega su capacidad para exigir información?
Si la Administración o el ciudadano no están de acuerdo con el Consejo
pueden acudir a la vía contenciosa-administrativa a pleitear. Tenemos dos
sentencias a favor, una en contra y pendientes unas cuantas. No nos
divierten los recursos, nosotros nos defendemos a nosotros mismos, no
tenemos el amparo de la abogacía del Estado. Personalmente, el conflicto
no me gusta, pero me afianza en mi independencia.
¿A los españoles nos importa realmente la transparencia?
Las peticiones de información son poquísimas. En este tiempo, año y
medio, se han hecho poco más de 5.000 peticiones. En el primer año, en
Reino Unido, fueron 45.000. La culpa la tiene la dificultad para acceder a
la información, la falta de cultura de la transparencia... Hay gente que
no sabe que existe, que puede pedir información sobre por qué el
polideportivo de su pueblo ha costado tanto, o cuánto cuesta el festival
de Eurovisión. Y de que la Administración tiene un mes para contestarle.
Pero no ha habido una campaña de publicidad importante, ni hay
formación reglada en las universidades. Tenemos que cambiar aún una
cultura de muchos años.
¿Hasta qué punto la sociedad es también cómplice de la corrupción?
En cierta medida, sí lo es. Si pensásemos en eso, nos moveríamos más
como ciudadanos. Hay cosas que si sabes que se van a saber, no las
harías, por bochorno. Desde que éramos niños, en público, nos hemos
portado mejor. Y sentirse observado y obligado a rendir cuentas es lo
mismo.
¿Cuánto nos queda para una transparencia ideal?
Que la transparencia fuera algo conocido e interiorizado por los
gobiernos, que apuesten decididamente por la transparencia, que no
sean palabras o promesas, sino una apuesta importante. Los partidos
hablan de transparencia, pero a la hora de cumplirla, no se puede decir
que lo hagan, y los ciudadanos, quizás por miedo o falta de cultura no
están ejerciendo su derecho como deben.
¡Que usted se quede en paro puede ser un buen síntoma!
(risas) Sería fantástico que no tuviéramos ni ley ni Consejo. En Suecia
llevan 250 años con transparencia. Al principio, había una ley, pero ahora
todos saben perfectamente los mecanismos, la Administración sabe que
tiene que poner cláusulas de transparencia, la participación de los
ciudadanos en las decisiones es total... ¡hasta se somete a intervención
pública la intención de poner un semáforo en una calle!! Cuando ellos
estaban haciendo transparencia, nosotros estábamos haciendo la Puerta
de Alcalá. En ese caso, ¡bendito paro!
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