Amparo federal y amparos provinciales. Naturaleza y deslinde de competencia de Casas, C. Ignacio Voces ACCION DE AMPARO Título: Amparo federal y amparos provinciales. Naturaleza y deslinde de competencia Autor: de Casas, C. Ignacio Publicado en: LLGran Cuyo 2005 (marzo), 112 Sumario: SUMARIO: I. Introducción. - II. El artículo 43, el amparo federal y los amparos provinciales. - III. Amparo federal, amparo provincial: deslinde. - IV. Conclusiones. - V. Addenda: El fallo "Zavalía c. Santiago del Estero" I. Introducción(1) El amparo en nuestro país, a nivel nacional, fue primeramente reconocido en forma pretoriana, con posterioridad fue sancionada la norma legal que lo reguló, y en el año 1994 fue reconocido expresamente en la Constitución. El amparo tiene una doble naturaleza jurídica: es tanto un derecho constitucional -como los reconocidos en los arts. 14 a 19 de la Constitución Nacional- cuanto una acción para cumplimentar el ejercicio de otros derechos constitucionales. Y esta dualidad no es contradictoria (2). Por la temática que se tratará, cuando en este trabajo se mencione el amparo, se hará con el segundo sentido mencionado, es decir, como una acción o proceso (3). Paralelamente a la evolución descripta en el primer párrafo acerca del amparo "general", fueron surgiendo en nuestra legislación "amparos especiales" de más reducido marco de aplicación, destinados a asegurar la protección de derechos de los ciudadanos frente a situaciones mucho más específicas (4). No es el propósito de este trabajo referirse a ellos, sino solamente al que denominaremos amparo general, que no es otro que aquel que se dirige a proteger todos los derechos y garantías con excepción de la libertad individual o física (protegida por el hábeas corpus) y de aquellos otros derechos que están garantizados por amparos especiales (5). II. El artículo 43, el amparo federal y los amparos provinciales Como se mencionó, desde la reforma del '94 la Constitución Nacional tiene un nuevo artículo, el 43, cuyo primer párrafo dice: "Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva". Aquí se consagra con jerarquía constitucional la garantía del amparo, que ya había encontrado su lugar en las constituciones de algunas provincias. En efecto, incluso con anterioridad a la reforma, ya existían una ley nacional de amparo y leyes provinciales. Esto es así porque las que regulan este instituto son normas netamente procesales, propias de una facultad no delegada por las provincias a la Nación. Frente a esto cabe preguntarse acerca de la naturaleza del art. 43. Dice Carranza Torres que: "el art. 43 de la Constitución Nacional establece un piso que no pueden desconocer los ordenamientos provinciales, siendo inconstitucional todo lo que se disponga en contrario. Quedan las provincias en libertad 1 de 16 de establecer un plus sobre tal marco. Este piso se refiere más a la efectividad de la protección que se dispense a los derechos constitucionales establecidos en el marco nacional, que a la estructuración propiamente dicha de dicho sistema, sobre el cual, a condición de respetar la efectividad del piso nacional, gozan de amplitud para determinar"(6). Esto significa que cada provincia deberá tener su propio amparo -y la Nación el suyo- para asegurar el respeto de los derechos que establece la Constitución Nacional, que viene a ser el derecho de fondo; quedando de este modo resguardada la facultad de las provincias de dictar sus leyes de forma (7). Es así como habrá tantos amparos generales como jurisdicciones hay en el país: un amparo general "federal" y veinticuatro amparos generales que llamaremos "provinciales" (Sin perjuicio del sinnúmero de amparos especiales que cada nivel quiera dictar). Velert Frau lo dice con una claridad meridiana: "La garantía constitucional del art. 43 es un mínimo, cuya existencia es imprescindible, pero ello no implica que los estados provinciales no puedan instrumentar protecciones mayores; pueden hacerlo, e incluso lo puede hacer la Nación en su órbita. En todo caso las provincias deberán instrumentar sus respectivos sistemas amparísticos ajustándolo al orden nacional, dando así cumplimiento a lo dispuesto en el art. 5° de la CN en cuanto dispone que cada provincia dictará para sí una constitución bajo el sistema representativo, republicano, de acuerdo con los principios y garantías de la CN, y entre esos derechos y garantías, está el art. 43. Estamos en presencia, de un caso típico de una competencia legislativa concurrente entre la Nación y las provincias"(8). Resulta importante destacar que el del art. 43 no es un amparo en el sentido que venimos hablando. No es un proceso, aun cuando se afirme, y sin contradicción, que es operativo. El del 43 es el amparo-garantía, el primero de los dos sentidos mencionados en la introducción de este estudio. El segundo, el amparo-proceso a nivel federal es el de la ley 16.986 -Adla, XXVI-C, 1491-. Ese es el amparo general federal, mientras que en la Provincia de Mendoza lo es el del decreto ley 2589/75 -Adla, XXXV-D, 4096-, al igual que en Córdoba, por mencionar dos casos, el amparo-proceso es el de la ley 4915 aunque la Constitución cordobesa lo consagre, en su art. 48. Para poder afirmar esto es fundamental aclarar la cuestión que describe, y resuelve, Carranza Torres en estos términos: "Tanto la ley nacional, como la de nuestra provincia [refiriéndose a la de Córdoba; lo mismo vale apuntar de las de otras provincias], plantean un caso sobre el que conviene apuntar algunas palabras: ambas normas legales han sido dictadas con anterioridad a la constitucionalización expresa del amparo, por lo que no receptan determinadas pautas de tales reformas. No fueron derogadas las cláusulas en cuestión, o dictadas nuevas leyes de amparo. Obviamente, la Constitución está por encima de cualquier otra norma de nivel inferior, haya sido dictada con anterioridad o posteriormente a su sanción. También es clara la directa operatividad de las cláusulas constitucionales en esta materia, atento ser mecanismos de resguardo de la vigencia de derechos. En casos como el que describimos en el primer párrafo de este punto, ha sido la respuesta jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 253-469; 258-267, entre otros), que una modificación en la Constitución sólo importa la derogación de leyes dictadas con anterioridad a tal reforma, en el supuesto que las mismas sean verdaderamente incompatibles con el nuevo sistema constitucional (...). Es decir que continúan vigentes las leyes anteriores, pero en caso de oposición de alguna de sus normas a las nuevas disposiciones constitucionales, éstas prevalecen. Pero tal inconstitucionalidad es parcial, no afectando el resto de la normativa que puede ser armonizada con el texto constitucional"(9). III. Amparo federal, amparo provincial: deslinde La pregunta es, entonces, si tenemos en un mismo lugar dos amparos para proteger los mismos derechos, uno 2 de 16 federal y otro provincial, ¿cuál se ha de aplicar? Al ser las leyes de amparo normas procesales, el determinar su ámbito de aplicación, cuando (o mejor dicho, quién va a) aplicar cada una, no es otra cosa que una determinación de competencia. Empecemos por el análisis de la letra de las leyes nacional y, por ejemplo, la cordobesa (10), que siguió el modelo de la primera. Sus artículos referidos al ámbito de aplicación rezan: Art. 18 (ley nacional 16.986): Esta ley será de aplicación en la Capital Federal y en el Territorio de Tierra del fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud. Asimismo, será aplicada por los jueces federales de las provincias en los casos en que el acto impugnado mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional. Art. 18 (ley provincial 4915, modif. 5770): La presente ley será aplicada por los tribunales ordinarios en todo el territorio de la provincia, en sus respectivas jurisdicciones. En los casos de que el acto impugnado mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional, será de aplicación lo dispuesto por el art. 18 de la ley nacional 16.986. El resultado es un sistema de distribución de competencia basado principalmente en el criterio personal, es decir, serán competentes los poderes judiciales nacional o provinciales, según la autoridad que afecte el derecho. El ratione personae es el criterio principal, pero no el único, como parece afirmar Velert Frau (11). Puesto que de la inteligencia conjunta de las normas transcriptas surge claramente que la competencia de la justicia ordinaria es por exclusión de aquellos casos en los que interviene la federal. Cuando el acto u omisión lesivo proviene de autoridad nacional, interviene la justicia federal; en todos los demás, las provincias. Y en este sentido es correcto porque "la intervención del fuero federal en las provincias es de excepción, ya que se encuentra circunscripta a las causas que expresamente le atribuyen las leyes que fijan su competencia, las cuales son de interpretación restrictiva"(12). El primer párrafo del art. 18 de la ley nacional contiene un criterio territorial. Si, como se dijo, es un error pensar que el ratione personae es el único criterio adoptado por la ley 16.986, también lo es, y más grave, el pensar que el ratione loci lo sea (13), cuando, a pesar de estar primero, no es el más importante y probablemente ni siquiera sigue vigente. Este párrafo ha quedado sin efecto desde que el Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur dejó de ser tal y pasó a ser la provincia que hoy lleva el mismo nombre; y la Capital Federal, aunque siga cumpliendo esas funciones, no es tampoco un territorio federalizado sino la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde 1994 (14) Resta ahora analizar en profundidad el segundo párrafo del art. 18 de ambas leyes: la aplicación de la ley 16.986 por los jueces federales en las provincias. La aplicación de la ley 16.986 por los jueces federales en las provincias Este problema ha dado lugar a distintas posiciones que en un apretado resumen, siguiendo a Sagüés, presentan el siguiente panorama: a) Por un lado, ciertos fallos reiteran el criterio legal: cuando el amparo es interpuesto contra una autoridad nacional, es competente la justicia federal. b) Algunas sentencias puntualizan, desarrollando lo anterior, que la justicia federal no es competente para entender en provincias contra actos emanados de particulares, puesto que éstos no constituyen autoridad federal. c) Por el contrario, otros pronunciamientos promueven una apertura significativa. Hay casos en los que corresponde la intervención por razón de la materia de la justicia federal, en virtud de lo dispuesto por el art. 116 de la CN (15). 3 de 16 Análisis de estas posturas Se desarrollará a continuación cada uno de los tres puntos precedentes, previa consideración de este criterio jurisprudencial: "La materia y las personas constituyen dos categorías distintas de casos cuyo conocimiento atribuye la Constitución a la justicia federal. En uno y en otro supuesto dicha jurisdicción de excepción no responde a un mismo concepto o fundamento. En el primero lleva el propósito de afirmar atribuciones del gobierno federal en las causas relacionadas con la Constitución, tratados y leyes nacionales así como las concernientes a almirantazgo y jurisdicción marítima. En el segundo, procura asegurar -entre otros aspectos- la imparcialidad jurisdiccional cuando se plantean pleitos entre vecinos de diferentes provincias [y cuando la Nación es parte]"(16). a) Competencia ratione personae Esta postura es la que sigue el criterio legal, que a su vez no hizo más que receptar la jurisprudencia previa de la Corte Suprema (17). Sostiene que cuando el acto lesivo proviene de una autoridad nacional, es competente la justicia federal y si proviene de autoridad no federal, es competente la justicia provincial. (En materia de interventores federales el tema ha sido más complejo) (18). Esta postura está avalada por algunos fallos del Alto Tribunal como aquel en el que sostiene que "[e]l art. 18 de la ley 16.986 limita su aplicación por los jueces federales de las provincias a los casos en que el acto impugnado mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional"(19). Interpretación que parece limitar sólo a esos casos la competencia federal. b) En el amparo contra actos de particulares sólo es competente la justicia provincial Así se resume la segunda postura, que no es más que un corolario de la anterior. Siguiendo literalmente el tenor de las leyes provinciales se llegaría a esta conclusión. Mientras la ley nacional se limita a decir que intervendrán los jueces federales de las provincias en los casos en que la Nación sea parte, las de las provincias dicen que serán aplicadas a menos que el acto impugnado provenga de autoridad nacional. Y esto además teniendo en cuenta que la ley nacional no prevé el amparo contra particulares y la de la Provincia de Córdoba -y la de Mendoza- sí. A nivel nacional "[h]ace jugar Palacio en el amparo contra particulares la regla del art. 4° de la ley 16.986, aunque ello no obsta a la efectivización del art. 5°, inc. 4°, del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (opción para el actor entre el juez del lugar del hecho lesivo o el del domicilio del demandado). En favor de este último se advierte que éste tiene posibilidades de opción; y ello es convincente más aún por la mayor proximidad supletoria del Cód. Procesal citado que de la ley 16.986 respecto del amparo contra actos de particulares (por estar previsto allí este tipo de amparo, y no en la ley 16.986) (...). Interesa apuntar que en el ámbito de las provincias, normalmente una acción de amparo contra particulares no será de conocimiento federal [como ya se mencionó], desde el momento que el autor del acto lesivo no es autoridad nacional (arg. art. 18 in fine, ley 16.986). Sin embargo, podrá serlo, por ejemplo, en función de la materia debatida"(20). c) Competencia ratione materiae En los supuestos en que, por razón de la materia o cualquier otro criterio, correspondiese intervenir a la justicia federal, aun cuando se trate de un amparo, tal actuación es obligada. Así como la acción de amparo federal no amplía las competencias corrientes, tampoco debe restringirlas (21). Las competencias corrientes de la justicia federal son, básicamente, las de los arts. 116 y 117, en su juego con el 75, inc. 12, de la CN. El art. 116 dice: "Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, 4 de 16 con la reserva hecha en el inc. 12, del art. 75; y por los tratados con las naciones extranjeras; de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros; de las causas de almirantazgo o jurisdicción marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero". En efecto, muchas de las causas que este artículo atribuye al fuero federal responden a un criterio personal, pero también es cierto que ratione materiae corresponde la intervención de dichos tribunales, según la primera parte del artículo. Esta materia es la que se conoce como "derecho federal". Al interpretar el segundo párrafo del art. 18 de la ley 16.986 debe entenderse, sin duda, que la norma somete a la jurisdicción federal los amparos contra actos u omisiones ilegítimos de autoridades nacionales, pero eso no "signifi(ca), ciertamente, que no deben entender también en aquellas cuestiones que por razón de la materia corresponda a los jueces federales. Y ello es así, porque el recurso de amparo no importa la alteración de las instituciones vigentes, no modifica tampoco la extensión de la jurisdicción legal y jurisdiccional de los jueces"(22). Así, tratándose de un caso directamente regido por el derecho federal, "ninguna ley podría válidamente modificar la Constitución, marginando asuntos que ésta colocó bajo la competencia de los jueces nacionales"(23). Tal es la actitud correcta, como afirma Sagüés, y agrega: "la ley 16.986, forzosamente sometida a la Constitución, debe interpretarse adaptándose a ella y no contrariándola"(24). La ley permite razonablemente una interpretación así, desde que su art. 4° establece que "se observarán, en lo pertinente, las normas sobre competencia por razón de la materia"(25). El derecho federal La competencia federal es de excepción. La regla es la intervención de la justicia ordinaria, que está compuesta por los tribunales de las provincias. Estos aplican el derecho local y el derecho común como lo establece el art. 75, inc. 12, de la CN. Sobre el derecho local y quien debe aplicarlo, la Corte Suprema de la Nación ha dicho que: "Contra las leyes y decretos provinciales que se califican de ilegítimos, caben tres procedimientos y jurisdicciones según la calidad del vicio imputado: a) si son violatorios de la Constitución Nacional, tratados con las naciones extranjeras, o leyes federales, debe irse directamente a la justicia nacional; b) si se arguye que una ley es contraria a la Constitución provincial o un decreto es contrario a la ley del mismo orden, debe ocurrirse a la justicia provincial; y c) si se sostiene que la ley, el decreto, etc., son violatorios de las instituciones provinciales y nacionales, debe irse primeramente ante los estrados de la justicia provincial, y en su caso, llegar a esta Corte por el recurso extraordinario del art. de la ley 48 -Adla, 1852-1880, 364-"(26). De esto surge que se acuda a la justicia federal por medio del amparo en los casos en que se violan principios exclusivamente regidos por el derecho federal. De la competencia federal en causas de derecho común la CS ha dicho en repetidas ocasiones que: "[l]a pertinencia del fuero federal por razón de la materia en causas en que median cuestiones de hecho y de derecho común, además de puntos de orden federal, está supeditada a la circunstancia de que la decisión de las primeras, dependa de la previa dilucidación de las segundas"(27). El tema debe ser determinante para la solución del proceso (28). Si no, por más que se invoquen normas federales, ya sean constitucionales o legales, no entenderá la justicia federal. Esto es importante tenerlo claro porque "(g)eneralmente en las demandas se invoca más de una norma legal, sea porque aquélla comprende varios hechos contemplados por diversas disposiciones legales; sea en carácter complementario o subsidiario. Es necesario distinguir, entonces, la norma que, 5 de 16 esencialmente, constituye la causa jurídica de la demanda, su verdadero fundamento jurídico, y si ella es una disposición constitucional, la causa corresponde a la justicia nacional"(29), pero si no, por tratarse de una causa de derecho común, la competencia federal sólo podría nacer de la distinta vecindad de las partes (30). (Sería el caso del art. 75, inc. 12, de que "las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones"). Es menester ahora determinar el contenido del derecho federal para poder saber, en todos los supuestos, cuál es el fuero que debe intervenir, y por ende, cuál es la ley de amparo que se va a aplicar (31). Puntos regidos por la Constitución El transcripto art. 116 de la CN incluye como atribución del Poder Judicial de la Nación "el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución". Esta cláusula ha sido motivo de análisis por parte de Bidart Campos en relación específica con la acción de amparo, y también por parte de Sagüés, a quien se seguirá en el desarrollo de esta parte (32). Aquí se ve la particularidad -ya anunciada- que reviste el caso del amparo en el estudio del deslinde de competencias. En efecto, si esta acción tiene por objeto la garantía rápida y eficaz de los derechos constitucionales, parecería que -en razón de la materia- todos los amparos deberían tramitarse en el ámbito jurisdiccional federal. El problema se complica dado que, como observan ambos autores, las Constituciones provinciales reiteran en sus respectivos textos, los derechos humanos enunciados en la Constitución Nacional. "¿Quiere esto decir, que cuando un derecho está 'duplicado' (en la Constitución federal y en la local), también, inevitablemente, el caso será de jurisdicción nacional?"(33), se pregunta Sagüés. "No basta para que surja el fuero federal la sola circunstancia de que los derechos que se creen violados estén garantidos por la Constitución [Nacional]"(34). "Pues si -como afirma la Suprema Corte bonaerense- de otra manera se entendiese, la ley 7166 -Adla, XXV-C, 2815- [de amparo de la Provincia de Buenos Aires, y lo mismo cabe decir de todas las leyes de amparo provinciales] no tendría aplicación, salvo casos excepcionales..."(35). "El art. 100 (actual 116) de la Constitución -habrá que repetirlo- atribuye a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre 'puntos regidos por la Constitución'; pero la ley 48, en su art. 2°, inc. 1°, precisa el alcance de esta disposición constitucional atribuyendo a los jueces nacionales de sección el conocimiento de las causas que sean 'especialmente regidas' por la Constitución Nacional"(36). Haro lo expresa de esta manera: "Cuando una demanda se basa de modo directo, principal e inmediato en una cláusula constitucional, esto es, cuando el fundamento jurídico medular de las pretensiones que se demandan, deviene del propio texto constitucional, de un derecho, de una garantía o una potestad de los órganos del poder, entonces estamos frente a un típico proceso que constituye la causal prevista por el art. (116) al prescribir 'las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución', como aquellas, entre otras que pertenecen a la competencia federal en razón de la materia"(37). "En realidad, casi todos los derechos y deberes que reglan las relaciones individuales están contemplados por la Constitución en forma de garantías o prohibiciones; de modo que pocos serán los casos que no tengan con aquélla alguna vinculación mediata o inmediata, y de ahí que para que surta el fuero federal es necesario que la cuestión verse 'sobre puntos reglamentados expresamente por la Constitución'; lo contrario sería limitar la jurisdicción de los tribunales provinciales en la aplicación de los códigos comunes que reglamentan esos derechos"(38). Esto último es clave. Autores como Lucio V. López, Zavalía o Sagüés sostienen que únicamente 6 de 16 deben remitirse a la magistratura federal las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución de manera estricta, es decir, siempre que el problema no estuviera tratado por el derecho común. Es materia propia de los códigos la reglamentación de los derechos constitucionales (39), y son sus naturales aplicadores los jueces de la justicia ordinaria (art. 75 inc. 12) (40). Siempre quedaría abierta, como última compuerta, la probabilidad del recurso extraordinario ante la CS. Mientras que entenderá directamente la justicia federal en aquellos supuestos en que el derecho constitucional violado no se encuentre reglamentado por el derecho común. Son pocas las ocasiones en que algo así ocurrirá, pero puede citarse, a título de ejemplo, el caso del derecho de réplica (41). Puntos regidos por las leyes de la Nación La mayoría de las causas que en un principio estuvieron regidas por la Constitución, y fuera de la articulación de los códigos y leyes comunes, han sido después objeto de leyes especiales, que es el segundo caso de competencia federal a que se refiere el art. 116 (42). El art. 75, inc. 12, en su segunda parte dice que corresponde al Congreso dictar "... especialmente leyes generales para toda la Nación sobre naturalización y nacionalidad, con sujeción al principio de nacionalidad natural y por opción en beneficio de la argentina; así como sobre bancarrotas, sobre falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del Estado, y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados". Estas -entre otras- son las leyes de la Nación mencionadas en el art. 116. La competencia sobre ellas corresponde exclusivamente a los jueces federales, como resulta del texto constitucional, ya que el párrafo transcripto se encuentra después de la salvedad formulada en el inc. 12 del art. 75 (43). Aquí debe tenerse presente la distinción entre los diversos tipos de leyes que sanciona el Congreso: federales, comunes, y locales, porque la competencia en razón de la materia sólo procede respecto de las normas federales (ya sea que se trate de leyes federales o de cláusulas federales insertas en leyes comunes) siendo en consecuencia en estos casos competentes de modo exclusivo los tribunales federales (44). Es importante por tanto poder determinar cuáles son esas leyes federales. Podetti las describe como: "(a)quellas que establecen o reglamentan servicios, instituciones o actividades que se extienden por todo o parte del territorio nacional (incluyendo territorios provinciales), como las de transportes, comunicaciones, vialidad, comercio interprovincial, etc."(45). A continuación se enuncian algunas de las leyes federales, o que contienen cláusulas federales, que, por reglamentar derechos constitucionales, pueden tener relación con el tema de este trabajo: (46). - Ley 17.319 -Adla, XXVII-B, 1486- de Hidrocarburos - Ley 24.241 -Adla, LIII-D, 4135- Sistema integrado de jubilaciones y pensiones (47) - Ley de procedimiento impositivo 11.683 -Adla, LVIII-C, 2969- y legislación impositiva - Ley 24.557 -Adla, LV-E, 5865- de Riesgos del trabajo (48) - Leyes de obras sociales 23.660 -Adla, XLIX-A, 50- y 23.661 -Adla, XLIX-A, 57- (49) - Ley 22.285 -Adla, XL-D, 3902- de Radiodifusión (50) - Ley 24.573 -Adla, LV-E, 5894- de Mediación y Conciliación y normas complementarias 7 de 16 - Ley 24.521 -Adla, LV-D, 4369- de Educación Superior y normas complementarias - Ley de Patentes de Invención y Modelo de Utilidad 24.572 -Adla, LV-E, 5892- y ley 24.481 -Adla, LV-D, 5635- Ley 22.362 -Adla, XLI-A, 58- de Marcas y designaciones - Ley de Defensa de la Competencia 25.156 -Adla, LIX-D, 3942- (ex 22.262 -Adla, XL-C, 2521-) (51) - Ley 22.802 -Adla, XLIII-D, 1346- de Lealtad comercial - Ley 24.767 -Adla, LVII-A, 40- de Extradición y Cooperación Internacional - Derecho Aeronáutico (ley 13.998 -Adla, X-A, 221- y normas complementarias) (52), Derecho de la Navegación (53) y Transporte terrestre (54) - Código Aduanero (55) - Código Alimentario Nacional - Ley 17.671 -Adla, XXVIII-A, 212- de Identificación de las personas - Leyes 19.356 -Adla, XXXII-A, 1- y 22.338 -Adla, XL-D, 4043- Régimen penal cambiario - Ley 19.798 -Adla, XXII-C, 3422- de Telecomunicaciones (56) - Régimen legal de la energía eléctrica (ley 24.065 -Adla, LII-A, 82- y complementarias) (57) - Ley 20.429 -Adla, XXXIII-B, 2922- de Armas y explosivos - Ley 22.990 -Adla, XLIII-D, 3983- de Sangre (58) - Ley 23.737 -Adla, XLIX-D, 3692- de Estupefacientes (59) - Ley 24.051 -Adla, LII-A, 52- de Residuos peligrosos (60) - Ley Nacional de Alcoholes 24.566 -Adla, LV-E, 5887- (61) - Ley 24.769 -Adla, LVII-A, 55- de Delitos tributarios - Ley 24.922 -Adla, LVIII-A, 10- Régimen Federal de Pesca - Materia electoral nacional (62) - Normas interjurisdiccionales (63) - Normativa del "corralito"(64) - Leyes que declaran la intervención federal de una provincia (65) IV. Conclusiones 1. El amparo es una garantía y un tipo de proceso. 2. La del art. 43 de la CN es solamente la garantía. Mientras que procesos son los de las leyes nacional 19.986, mendocina 2589/75, cordobesa 4915, bonaerense 7166, etc. Hasta 25 en total (una de cada provincia, una de la Ciudad de Buenos Aires y una nacional) 3. El amparo no amplía ni restringe las competencias corrientes. 4. Cuando la violación de un derecho constitucional proviene de autoridad nacional se aplica 8 de 16 la ley 16.986 (es competencia federal). 5. Cuando la violación de un derecho, aun de los reconocidos en la Constitución Nacional, proviene de autoridad provincial o municipal se aplica la ley de amparo local (competencia ordinaria). 6. Cuando la violación provenga de autoridad local pero en el caso es aplicable directa y exclusivamente el derecho federal no sólo será competencia federal sino originaria y exclusiva de la Corte nacional por ser parte una provincia. 7. Cuando la violación proviene de un particular la competencia se determinará ratione materiae. Por regla general entenderá la justicia ordinaria, a menos que se trate de derechos especialmente regidos por el derecho federal (CN, tratados o leyes federales) y que no hayan sido objeto de reglamentación por el derecho común (códigos de fondo y otras leyes comunes). Para terminar hay que reconocer -parafraseando a Seisdedos- que, se acepten o no estas tesis, estas conclusiones, lo real es que en ningún caso caben recetas mágicas. Mañana, como aconteció hasta ayer, la apertura del amparo seguirá dependiendo primordialmente, casi exclusivamente, de la prudencia judicial. V. Addenda: El fallo "Zavalía c. Santiago del Estero" Cuando este trabajo estaba prácticamente terminado tuvo lugar un pronunciamiento de la Corte de la Nación en la causa "Zavalía, José Luis c. Santiago del Estero, Provincia de y Estado Nacional s/amparo", que me obligó a revisar lo estudiado y a introducir modificaciones; entre otras, el punto 6 de las Conclusiones. No se puede por tanto dejar de reseñar -aunque sea someramente- el fallo, en lo atinente a la determinación de la competencia. Se promovió acción de amparo ante la Corte Suprema de la Nación, en instancia originaria, contra el Estado Nacional y la Provincia de Santiago del Estero para que se declarase la inconstitucionalidad de la ley local 6667, dictada por el interventor federal en dicha provincia, en cuanto había declarado la necesidad de reformar la Constitución provincial. Asimismo se pidió la suspensión cautelar del proceso de reforma. La Corte se declaró competente, encuadró la acción como meramente declarativa de certeza y acogió favorablemente la pretensión cautelar (66). Las innegables connotaciones políticas del tema debatido quizás fueran el motivo por el que el actor -senador nacional, a la sazón- intentara ubicar el amparo directamente en los estrados de la CS (67). Pero, si bien la competencia de ésta surge de nuestro ordenamiento -como se verá más adelante-, los fundamentos que éste da no son satisfactorios. En el caso se demandó al Estado Nacional y a la provincia, arguyendo, respecto del primero, que el interventor federal es un funcionario delegado del Presidente, circunstancia que determinaría que deba ser la Nación la que responda por los actos que él realiza. En lo que toca a la provincia, sostiene que es parte porque se están cuestionando actos realizados por quien ejerce su gobierno, y porque la intervención no determina la pérdida de su autonomía. De este modo, más bien contradictorio (68), intentó hacer surtir el fuero federal haciendo parte al Estado Nacional y, una vez dentro de ese fuero, buscó la competencia originaria de la Corte, haciendo parte también a la provincia. Analizando ahora el dictamen del Procurador General se puede ver cómo desestima estos argumentos y opina que, o bien debe demandarse a la provincia, en cuyo caso sería competencia ordinaria, de los jueces de Santiago (69); o se demanda a la Nación y sería competencia del juez federal de primera instancia con competencia territorial en dicha provincia (70), pero nunca originaria de la Corte. Finalmente se inclina por la primera de 9 de 16 las opciones. La Corte, con el voto unánime de todos sus miembros en su actual composición, no comparte el dictamen recién reseñado. Haciendo caso omiso de la demanda contra el Estado Nacional entiende que quien es parte en el litigio es la provincia ya que ella no pierde su autonomía y personería como consecuencia de la intervención, y los actos de naturaleza local emanados de los interventores federales no pierden ese carácter por razón del origen de su investidura (71). Hasta aquí la competencia correspondería a los jueces locales. Pero en razón de la materia es que resulta en el caso una cuestión federal. Se trata de una norma de orden local que choca exclusivamente con una norma federal: la 6667 que declara la necesidad de reforma de la Constitución local, dictada por Lanusse, y la 25.881 -Adla, LXIV-B, 1516-, del Congreso, que dispuso la intervención. Y como en el caso se trata de resolver si el interventor tiene o no facultades preconstituyentes "la materia debatida es exclusivamente federal"(72). Por último, como la provincia es parte, pues "tiene un interés directo en la solución del pleito" y la ley 6667 es indudablemente local, la competencia de la Corte resulta originaria. Agrega la corte en unos obiter algunos argumentos más para sustentar esta postura, que no parecen correctos (o al menos son innecesarios). Especialmente los de los considerandos 20 in fine y 21 que crean confusión sobre una "doble naturaleza" del interventor y de sus actos; y los del 24 sobre la imparcialidad, que sólo podría serle garantizada a la provincia en dicha instancia originaria. Parte de la doctrina que opinó sobre el fallo sostiene que la Corte amplió pretorianamente su competencia originaria (73). Para afirmar esto Midón y Gil Domínguez se basan en lo expresado al final del considerando 21 (74) ("la declaración de necesidad de reforma de una Constitución provincial es un acto de naturaleza federal y no local"). Así, sacada de contexto, esta frase adquiere un sentido distinto. Pero en realidad se trata de parte de ese argumento poco feliz sobre la "doble naturaleza" que usa la Corte a mayor abundamiento y que podría no estar escrito que no cambia nada en el fallo. Esto se ve con claridad en el considerando siguiente, el 22, donde es la misma Corte la que se contradice y vuelve al argumento reseñado dos párrafos más arriba: "no se trata sólo de la revisión en sentido estricto de un acto legislativo local, sino de su supuesta oposición con la Constitución Nacional y con la ley del mismo orden que dispuso la intervención", y en el mismo párrafo: "se trata de delimitar cuáles son los alcances de las atribuciones que el gobierno federal le ha conferido a su delegado, y tal situación deberá ser resuelta sustancialmente en función de la inequívoca legislación federal a que se ha hecho referencia (la ley de intervención)". Este es el holding de la sentencia. Montilla Zavalía sostiene que la competencia originaria de la Corte cuando se trata de una provincia sólo surge ratione personae. Es decir, como establece el 116, causas que se susciten entre dos o más provincias, entre una provincia y los vecinos de otra, entre los vecinos de diferentes provincias y entre una provincia y un Estado o ciudadano extranjero; quedando excluido el supuesto de "una provincia y sus propios vecinos", como es el caso de marras. Este autor afirma que la Corte cuando declara su competencia originaria en razón de la materia lo hace por medio de la creación pretorial ampliando indebidamente el alcance de los arts. 116 y 117 de la CN. No debe olvidarse que la competencia originaria de la Corte es parte de la competencia federal: el art. 116 dice que "corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación...". Luego el 117 precisa en qué instancia entenderá la Corte de cada uno de esos casos enumerados en el artículo anterior. Por tanto cuando el 117 reza: "en los que alguna provincia fuese parte, la ejercerá originaria y exclusivamente" efectivamente no está incluyendo también aquellos casos en que una 10 de 16 provincia sea parte contra un vecino de ella misma, pero sí se está refiriendo a todos aquellos casos del 116 en los que una provincia intervenga; inclusive "todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75; y por los tratados con las naciones extranjeras" (art. 116). Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723) (1) El autor agradece las sugerencias aportadas por los doctores Alejandro Boulin, Osvaldo A. F. Pritz y J. Sebastián Elías. (2) Cfr. SPOTA, Alberto Antonio. "Ensayo sobre la doble naturaleza jurídica del amparo constitucional", en Revista de Derecho Procesal, N° 4, "Amparo - Hábeas Corpus - Hábeas Data". t. I. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, 2000. p. 15. En esta tesitura (y fue uno de los primeros en sostenerlo) puede mencionarse a GOZAINI, Osvaldo Alfredo. El derecho de amparo. Buenos Aires: Depalma, 1995. (3) Así como existen distintos tipos de procesos -ordinarios, sumarios, etc.tomaremos el del amparo como uno más. (4) Cfr. CARRANZA TORRES, Luis Ramiro. Práctica del amparo. 2ª ed. Córdoba: 1998. Introducción, pto. 4. (5) Se pueden dar muchos ejemplos de amparos especiales: el amparo por mora de la administración a nivel nacional (art. 28, ley 19.549 de procedimiento administrativo), llamado "de urgimiento" en la Provincia de Mendoza (art. 3°, decreto ley 2589/75 de amparo); el amparo previsional, amparo electoral, amparo gremial, hábeas data, y más recientemente, el amparo ambiental, etc. En definitiva el amparo general puede ser considerado un amparo residual. (6) CARRANZA TORRES, Luis Ramiro. Op. cit., cap. II, pto. 2.8. (7) "La Argentina descubrió con la ley de la Rúa de hábeas corpus que las garantías constitucionales tienen un lugar común para toda la Nación, sin perjuicio que los aspectos estrictamente procedimentales queden reservados a las provincias (arts. 75, inc. 12, 116 y 121, CN). ¿Pero qué es lo común y lo específico en esta materia? El art. 5° de la Ley Suprema obliga a los Estados federados a respetar lo decidido por el Estado Nacional en lo concerniente a garantías, en lo que podemos caracterizar como el ámbito de lo tutelable. Mientras los detalles de su aplicación, lo exclusivamente procesal cae dentro de las competencias provinciales". Actualmente, en el amparo "el quién y el qué han sido definidos por la Constitución Nacional, y, por ende se impone a la normativa provincial. ¿Y qué queda para las provincias? Nada más ni nada menos que el cómo, nuevamente debemos destacar la reserva procesal en favor de ellas". SEISDEDOS, Felipe. "Amparo, Hábeas Data y Hábeas Corpus en la Reforma de 1994", en PEREZ GUILHOU, Dardo y otros. Derecho Constitucional de la Reforma de 1994. t. I. IAECyP. Mendoza: Distr. Depalma, 1995. p. 444. (8) VELERT FRAU, Jaime A. "Acción de amparo. Nueva garantía constitucional", en Revista del Foro de Cuyo, 26, 1997. p. 72. (9) CARRANZA TORRES, Luis Ramiro, Op. cit., epígrafe "Subsistencia o no de las leyes de amparo anteriores a la reforma constitucional". (10) Se pone esta ley como ejemplo por la claridad expositiva que brinda el hecho de que sea prácticamente igual a la nacional, pero se aclara que todas las 11 de 16 consecuencias que se derivan del texto de la norma de Córdoba, respecto de este tema, son las mismas que las que se podrían concluir de la ley mendocina y las de otras provincias, aunque su redacción y sistema difieran. (11) Cfr. VELERT FRAU, Jaime A. Loc. cit., p. 75: "Los derechos individuales pueden ser eficazmente protegidos por los tribunales locales o nacionales según de quien provenga la conducta lesiva, ya sea del orden local o del poder central". (12) CS, 26/X/1993, "Televisora Belgrano S.A. c. Municipalidad de Quilmes s/amparo (sumarísimo - art. 321)". (13) Así parece pensar FIORINI cuando sostiene que "para el decreto reglamentario 16.986 los derechos humanos sólo deben ser amparados en la Capital Federal y en las tierras del polo", en "Acción de amparo", LA LEY, 124-1368. (14) La ciudad cuenta actualmente con una Constitución que consagra el amparo en su art. 14. (15) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. t. 3. 2ª ed. Buenos Aires: Astrea, 1988. ps. 503/504. (16) "Lazarte, Mario c. Canteras Cerro Negro", 03/II/87, sum. 185; "Wilensky", 12/IV/88, sum. 558, en HARO, Ricardo. La competencia federal. Buenos Aires: Depalma, 1989. p. 118. (17) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro, Op. cit., t. 3, ps. 502/503. (18) Dice SAGÜES que "los interventores federales son comisionados del Poder Ejecutivo Nacional y, por ende, sus actos deberían cuestionarse en sede judicial de esa naturaleza. Sin embargo, la jurisprudencia prevaleciente es la de hacer jugar en la especie a la justicia provincial, por actos de interventores actuando en sustitución de autoridades locales (vgr. CS, Fallos: 270-410). La tesis se ha aplicado específicamente a los amparos (270-346)". Cfr. ibídem, t. 3, p. 503, nota 12. Con más razón esta doctrina puede aplicarse en la Provincia de Mendoza, cuya ley de amparo fue decretada por un interventor. Un reciente fallo de la CS (Z.236.XL. "Zavalía, José Luis c. Santiago del Estero, Provincia de y Estado Nacional s. amparo", 21/IX/2004), que se analizará in extenso al final de este trabajo, se refiere específicamente a este problema. Por ahora basta decir que, a diferencia de lo que sostiene SAGÜES, el interventor es -al menos en parte- una autoridad local, y participa de esa misma naturaleza la normativa que dicta. Así lo entendió la Corte y la doctrina que se ha referido al fallo (cfr. las tres Notas a Fallo en LA LEY, del 20/X/2004: "¿El interventor federal tiene potestades preconstituyentes?" por Mario A. MIDON, "Las facultades constitucionales del interventor federal" por Andrés GIL DOMINGUEZ, y "La ampliación jurisprudencial de la competencia originaria en razón de la materia de la Corte Suprema" por Félix Alberto MONTILLA ZAVALIA). (19) CS, 12/III/1996, LL 1996-D, 253. (20) SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, ps. 539/540. Enfasis agregado. (21) Cfr. ibídem, p. 505. (22) CFed Rosario, "Zago, Natalio y otros c. Municipalidad de Coronda", 15/IV/71, JA, 14-1972-616, con nota a fallo de SAGÜES, Néstor Pedro. "La declaración de incompetencia en el trámite de amparo". El fallo hace referencia al "recurso" de 12 de 16 amparo: no comparto esa terminología. (23) Ibídem. Según el principio indiscutido que sostiene que "la competencia federal en razón de la materia nunca es prorrogable cuando el pleito exige la aplicación del derecho federal (arts. 116 y 117, CN)", PALACIO DE CAEIRO, Silvia B. "Competencia Federal - Civil - Penal". Buenos Aires: LA LEY, 1999-159. (24) SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, p. 505. (25) La Suprema Corte de Mendoza tiene dicho al respecto: "La legislación mendocina -a diferencia del art. 4° de la ley nacional 16.986- no ha tenido en cuenta en el amparo la competencia en razón de la materia; declarar la competencia originaria de la Corte cada vez que en un amparo se plantea materia administrativa, contraría el espíritu y finalidad de esta vía procesal, en cuya esencia se encuentra la rapidez", SC Mendoza, 03/XI/1988, "Flash Game S.R.L.", LA, 102-104. Una ley provincial no puede contrariar a la CN, y ante la duda debe estarse por su validez, interpretando de modo que no sea incompatible con el ordenamiento que la precede en la jerarquía de normas. Por tanto debe entenderse que esta norma no niega la competencia federal cuando ésta surge en razón de la materia, sino que simplemente es una excepción a las otras reglas procesales de orden local, que hacen a la justicia ordinaria. (26) CS, Fallos: 175-121 y 176-315, entre otros. Prima facie es discutible la solución propuesta por la CS en "a) por cuanto aun en caso de colisión de normas de diferente jerarquía podría darse el caso de que la norma provincial chocara directamente con la Constitución Nacional y no con la Constitución provincial y, no obstante ello y de acuerdo con la posición según la cual todos los jueces deben aplicar e interpretar la CN podría ocurrirse ante la justicia provincial solicitando la declaración de inconstitucionalidad de la normativa provincial para recién después acceder a la CS vía recurso extraordinario federal. (Esta posición se ha dado, en los hechos, en los casos de "Telefónica de Argentina c. Prov. de Mendoza s/inconstitucionalidad ley 6073", iniciado ante la SC Mendoza y luego sentenciado por la CS en fallo del 25/11/2003, como así también en "Telefónica de Argentina c. Prov. de Río Negro s. inconstitucionalidad ley 2813", LA LEY, 1998-F, 91). Pero luego se verá que esta doctrina es correcta y la CS la vuelve a aplicar en "Zavalía c. Santiago del Estero", cit. en nota 18. (27) CS, Fallos: 96-347; 180-286; 184-319; 192-211; 264-221. (28) Cfr. PALACIO DE CAEIRO, Silvia B. Op. cit., p. 159. (29) PODETTI, J. Ramiro. Tratado de la competencia. 2ª ed. Buenos Aires: Ediar, 1973. p. 411. No basta el hecho de no mencionar en el escrito la norma local o de derecho común, cuando verosímilmente el caso "sub examine" se trate de una causa regida por ese derecho y por tanto de competencia ordinaria (cfr. ZAVALIA, Clodomiro. Derecho Federal. 3ª ed. t. I. Buenos Aires: Compañía Argentina de Editores, 1941. ps. 375/381). "(H)acer depender una cuestión tan importante como es la competencia, de la circunstancia fortuita de mencionar en el escrito de demanda una ley especial que, directa o indirectamente, pueda tener atingencia con el pleito. No tardarían en advertir los litigantes maliciosos que para radicar el asunto en una u otra jurisdicción bastaría invocar una ley especial o dejar de hacerlo" (Ibídem., ps. 380/381). (30) Cfr. ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 379. 13 de 16 (31) En efecto, si bien la Corte de largo tenía dicho que "a los fines de resolver cuestiones de competencia, se ha de tener en cuenta, en primer lugar, la exposición de los hechos que el actor hace en la demanda y después el derecho que invoca como fundamento de su pretensión, ello es así sólo en la medida en que éste se adecue a los primeros (cfr. doctrina de Fallos: 303-1453, 1645 y 308-2230, entre otros)" en CS, 26/III/96, "Macasa S.A. c. Caja Popular de Ahorro, Seguro y Crédito de la Provincia de Santiago del Estero y/o presidente del directorio y/o responsable", M.52.XXXI. En este pronunciamiento la Corte revisa esa larga jurisprudencia dando lugar a la solución correcta: la determinación de la competencia ha de surgir del derecho en primer lugar. (32) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, ps. 506/507. (33) Ibídem, p. 506. J. Sebastián ELIAS hace un interesante análisis acerca de las facultades de las provincias para reconocer derechos en sus respectivas constituciones en "Las Constituciones Provinciales y los derechos y garantías de la Constitución Nacional" (Gran Cuyo: en LA LEY, agosto de 2004. año 9, núm. 7, p. 639). Vid. especialmente los puntos III (¿Es necesario incorporar expresamente los derechos y garantías federales a la Constitución provincial?) y V (La Constitución Nacional como "piso" o como "techo" de derechos). (34) ZAVALIA, Clodomiro, Op. cit., p. 374. (35) SC Buenos Aires, 02/XI/1993, en DJBA, 146-2169. (36) ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 380. Por jueces nacionales de sección debe entenderse los actuales jueces federales con asiento en las provincias y en la Ciudad de Buenos Aires. (37) HARO, Ricardo. Op. cit., p. 108. Enfasis agregado. (38) GONZALEZ, Joaquín V. Manual de la Constitución. p. 610 (citado en ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 380). Subrayado añadido. (39) CS, Fallos: 96-347: "Las disposiciones de la Constitución que garanten en general los derechos relativos a la propiedad, lo mismo que los referentes a la vida y libertad de los individuos, no fundan por sí la jurisdicción cuando son traídos a juicio, porque para que esta jurisdicción proceda es necesario, como lo dice el art. 2°, inc. 1°, de la ley 48, que la causa sea especialmente regida por dicha Constitución. Que una interpretación contraria extendiendo la jurisdicción federal a los casos en que están en cuestión alguno de los derechos mencionados, limitaría considerablemente la jurisdicción provincial para la interpretación y aplicación de los códigos comunes, por ser materia propia de estos códigos la reglamentación de tales derechos; limitación que se opone a los arts. 67, inc. 11, y 100 (75, inc. 12 y 116) de la citada Constitución". En igual sentido: 10-20; 26-230; 29-319; 32-244; 43-234; 53-347; 55-114; 115-167; 192-111. (40) En efecto, la redacción del art. 116, permite entender que la salvedad hecha para las leyes ("con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75") también opera respecto de la frase "puntos regidos por la Constitución". (41) Al menos en Mendoza, cuyo texto constitucional no lo consagra, ni hay ninguna ley local que lo reconozca. (No así en otras provincias). 14 de 16 (42) Cfr. ZAVALIA, Clodomiro, Op. cit., p. 381. (43) Cfr. PODETTI, J. Ramiro, Op. cit., p. 413. (44) Cfr. HARO, Ricardo, Op. cit., p. 108. (45) PODETTI, J. Ramiro, Op. cit., ps. 415/416. (46) Fuente principal: PALACIO DE CAEIRO, Silvia B., Op. cit., passim. (47) Cfr. CS, 26/VIII/97, "Pappi, Norberto R. c. Caja de Asignaciones y Subsidios Familiares para el Personal de la Industria", LA LEY, Doctrina Judicial, 20/V/98, p. 167; y Fallos: 210-4363. (48) En una vía específica: para las apelaciones intentadas en contra de las decisiones provenientes de las comisiones médicas provinciales que crea esa ley. Cfr. CFed. Cba., 27/III/98, "Omega ART S.A. - Promueve inhibitoria", Prot. 42-A, F° 153/155. (49) Cfr. CS, 17/VI/2001, "Colegio de Farmacéuticos Junín c. OSDE s. amparo", comp. N° 379.XXXVII. (50) Cfr. CS, 20/VI/96, "Comisión Federal de Radiodifusión c. Pcia. de Neuquén s/inconstitucionalidad", Fallos: 318. (51) Cfr. CS, 07/V/2002, "Surcor TV S.A. c. Multicanal S.A. s. amparo", comp. N° 1903.XXXVII. (52) Cfr. CS, 27/XI/2001, "Aero Sur S.A. c. Ministerio de Economía Subsecretaria de Transporte Aerocomercial s/amparo por mora", comp. N° 1486.XXXVII. (53) Cfr. CS, Fallos: 312-197 y "Lucero, Daniel A. c. Transnave S.A." del 18/XII/90. (54) Cfr. CS, Fallos: 285-307. (55) Cfr. art. 75, inc. 1°, CN. Además cfr. CS, 15/III/83, "Legumbres S.A.", Fallos: 296-473; 302-1078. (56) Cfr. CS, 26/III/2002, "CTI PCS S.A. c. Municipalidad de Hurlingham s. amparo", comp. N° 780.XXXVII; "Zaccagnino Azzaretti, Fabio c. Telefónica de Argentina S.A. s/amparo", comp. N° 221.XXXIII; "Steijensand Egbert Friederich c. Cable Visión S.A. s/amparo, comp. 4598.XXXI; entre otros. (57) Cfr. CS, 9/VIII/94, "Compte, Carlos Federico c. Edenor S.A. s/amparo", comp. N° 97.XXVII. (58) En lo referente a disposiciones penales. Previsto en su art. 95. (59) Para los delitos previstos, según su art. 34. 60 Sólo en lo referente a las disposiciones penales, cfr. CS, 04/V/95, "Averiguación s/presunta infracción ley 24.051", JA, 15/VII/98, p. 40; entre otros. (61) Cfr. CS, 27/IX/94, "B. R. y otros", RED, 29, 841. (62) No así la electoral provincial; cfr. CS, 24/VIII/2001, "Maidana, 15 de 16 Humberto Mario y otros s/acción de amparo", comp. N° 1234.XXXVII; 7/III/03, "Partido de la Recuperación s/acción de amparo", P.75.XXXIX Originario. (63) Cfr. CS, 6/II/97, "Rodríguez, Hugo Manuel c. Aguas Argentinas S.A. s/amparo ley 16.986", comp. N° 379.XXXIII; 15/IV/97, "Hoteles Sheraton de Argentina S.A.C. c. Obras Sanitarias de la Nación (en liquidación) s/amparo", comp. N° 1054.XXXII; entre otros. (64) La Corte entendió que aunque se planteara acción de amparo contra los actos de un particular (por ejemplo, un banco privado) la competencia era federal "ratione materiae" porque "dichos actos se cuestionan por fundarse en normas nacionales (decreto ley 1570/01 y la res. 850/01) que (...) colisionan con leyes nacionales y con preceptos de la Constitución Nacional, por lo cual, los actos impugnados interfieren con un fin nacional", 18/VII/2002, "Melli, Hugo Ariel c. Banco Río de la Plata S.A. suc. Resistencia s/acción de amparo y medida cautelar", comp. N° 131.XXXVIII y comp. N° 239.XXXVIII. (65) CS, 21/IX/2004, "Zavalía c. Santiago del Estero", cit. (66) Cfr. Sección Jurisprudencia, Hechos, LA LEY, del 20 de octubre de 2004, p. 6. (67) Así opina también el Procurador General de la Nación en su dictamen, pto. IV, párr. 5. (68) Cfr. pto. IV, párr. 4, del dictamen del Procurador General. (69) Idem., pto. III. (70) Idem., pto. IV, párr. 3. (71) Cfr. consid. 20 del fallo. (72) Consid. 23. Para todo el razonamiento de la Corte cfr. consids. 13, 15, 16, 20 y 23. Nótese que la Corte reafirma en el punto "a)" de la cita de Fallos: 175-121 y 176-315, que fue trascripto y analizado en la nota 26 de este artículo. (73) Me referiré a las tres Notas a Fallo citadas en la nota 18, cuyos autores en este punto son unánimes, aunque por distintos fundamentos. (74) MIDON, Mario A. pone considerando 22: parece ser un error material. 16 de 16