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Amparo federal y amparos provinciales. Naturaleza y deslinde de competencia
de Casas, C. Ignacio
Voces
ACCION DE AMPARO
Título: Amparo federal y amparos provinciales. Naturaleza y deslinde de competencia
Autor: de Casas, C. Ignacio
Publicado en: LLGran Cuyo 2005 (marzo), 112
Sumario: SUMARIO: I. Introducción. - II. El artículo 43, el amparo federal y los amparos provinciales. - III.
Amparo federal, amparo provincial: deslinde. - IV. Conclusiones. - V. Addenda: El fallo "Zavalía c.
Santiago del Estero"
I. Introducción(1)
El amparo en nuestro país, a nivel nacional, fue primeramente reconocido en forma pretoriana, con
posterioridad fue sancionada la norma legal que lo reguló, y en el año 1994 fue reconocido expresamente en
la Constitución.
El amparo tiene una doble naturaleza jurídica: es tanto un derecho constitucional -como los reconocidos en
los arts. 14 a 19 de la Constitución Nacional- cuanto una acción para cumplimentar el ejercicio de otros
derechos constitucionales. Y esta dualidad no es contradictoria (2). Por la temática que se tratará, cuando en
este trabajo se mencione el amparo, se hará con el segundo sentido mencionado, es decir, como una acción o
proceso (3).
Paralelamente a la evolución descripta en el primer párrafo acerca del amparo "general", fueron surgiendo en
nuestra legislación "amparos especiales" de más reducido marco de aplicación, destinados a asegurar la
protección de derechos de los ciudadanos frente a situaciones mucho más específicas (4). No es el propósito
de este trabajo referirse a ellos, sino solamente al que denominaremos amparo general, que no es otro que
aquel que se dirige a proteger todos los derechos y garantías con excepción de la libertad individual o física
(protegida por el hábeas corpus) y de aquellos otros derechos que están garantizados por amparos especiales
(5).
II. El artículo 43, el amparo federal y los amparos provinciales
Como se mencionó, desde la reforma del '94 la Constitución Nacional tiene un nuevo artículo, el 43, cuyo
primer párrafo dice:
"Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio
judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma
actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y
garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva".
Aquí se consagra con jerarquía constitucional la garantía del amparo, que ya había encontrado su lugar en las
constituciones de algunas provincias. En efecto, incluso con anterioridad a la reforma, ya existían una ley
nacional de amparo y leyes provinciales. Esto es así porque las que regulan este instituto son normas
netamente procesales, propias de una facultad no delegada por las provincias a la Nación. Frente a esto cabe
preguntarse acerca de la naturaleza del art. 43. Dice Carranza Torres que:
"el art. 43 de la Constitución Nacional establece un piso que no pueden desconocer los ordenamientos
provinciales, siendo inconstitucional todo lo que se disponga en contrario. Quedan las provincias en libertad
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de establecer un plus sobre tal marco. Este piso se refiere más a la efectividad de la protección que se
dispense a los derechos constitucionales establecidos en el marco nacional, que a la estructuración
propiamente dicha de dicho sistema, sobre el cual, a condición de respetar la efectividad del piso nacional,
gozan de amplitud para determinar"(6).
Esto significa que cada provincia deberá tener su propio amparo -y la Nación el suyo- para asegurar el respeto
de los derechos que establece la Constitución Nacional, que viene a ser el derecho de fondo; quedando de
este modo resguardada la facultad de las provincias de dictar sus leyes de forma (7).
Es así como habrá tantos amparos generales como jurisdicciones hay en el país: un amparo general "federal" y
veinticuatro amparos generales que llamaremos "provinciales" (Sin perjuicio del sinnúmero de amparos
especiales que cada nivel quiera dictar). Velert Frau lo dice con una claridad meridiana:
"La garantía constitucional del art. 43 es un mínimo, cuya existencia es imprescindible, pero ello no implica
que los estados provinciales no puedan instrumentar protecciones mayores; pueden hacerlo, e incluso lo
puede hacer la Nación en su órbita.
En todo caso las provincias deberán instrumentar sus respectivos sistemas amparísticos ajustándolo al orden
nacional, dando así cumplimiento a lo dispuesto en el art. 5° de la CN en cuanto dispone que cada provincia
dictará para sí una constitución bajo el sistema representativo, republicano, de acuerdo con los principios y
garantías de la CN, y entre esos derechos y garantías, está el art. 43.
Estamos en presencia, de un caso típico de una competencia legislativa concurrente entre la Nación y las
provincias"(8).
Resulta importante destacar que el del art. 43 no es un amparo en el sentido que venimos hablando. No es un
proceso, aun cuando se afirme, y sin contradicción, que es operativo. El del 43 es el amparo-garantía, el
primero de los dos sentidos mencionados en la introducción de este estudio. El segundo, el amparo-proceso a
nivel federal es el de la ley 16.986 -Adla, XXVI-C, 1491-. Ese es el amparo general federal, mientras que en la
Provincia de Mendoza lo es el del decreto ley 2589/75 -Adla, XXXV-D, 4096-, al igual que en Córdoba, por
mencionar dos casos, el amparo-proceso es el de la ley 4915 aunque la Constitución cordobesa lo consagre,
en su art. 48.
Para poder afirmar esto es fundamental aclarar la cuestión que describe, y resuelve, Carranza Torres en estos
términos:
"Tanto la ley nacional, como la de nuestra provincia [refiriéndose a la de Córdoba; lo mismo vale apuntar de
las de otras provincias], plantean un caso sobre el que conviene apuntar algunas palabras: ambas normas
legales han sido dictadas con anterioridad a la constitucionalización expresa del amparo, por lo que no
receptan determinadas pautas de tales reformas. No fueron derogadas las cláusulas en cuestión, o dictadas
nuevas leyes de amparo.
Obviamente, la Constitución está por encima de cualquier otra norma de nivel inferior, haya sido dictada con
anterioridad o posteriormente a su sanción. También es clara la directa operatividad de las cláusulas
constitucionales en esta materia, atento ser mecanismos de resguardo de la vigencia de derechos.
En casos como el que describimos en el primer párrafo de este punto, ha sido la respuesta jurisprudencial de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 253-469; 258-267, entre otros), que una modificación en la
Constitución sólo importa la derogación de leyes dictadas con anterioridad a tal reforma, en el supuesto que
las mismas sean verdaderamente incompatibles con el nuevo sistema constitucional (...).
Es decir que continúan vigentes las leyes anteriores, pero en caso de oposición de alguna de sus normas a las
nuevas disposiciones constitucionales, éstas prevalecen. Pero tal inconstitucionalidad es parcial, no
afectando el resto de la normativa que puede ser armonizada con el texto constitucional"(9).
III. Amparo federal, amparo provincial: deslinde
La pregunta es, entonces, si tenemos en un mismo lugar dos amparos para proteger los mismos derechos, uno
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federal y otro provincial, ¿cuál se ha de aplicar?
Al ser las leyes de amparo normas procesales, el determinar su ámbito de aplicación, cuando (o mejor
dicho, quién va a) aplicar cada una, no es otra cosa que una determinación de competencia.
Empecemos por el análisis de la letra de las leyes nacional y, por ejemplo, la cordobesa (10), que siguió el
modelo de la primera. Sus artículos referidos al ámbito de aplicación rezan:
Art. 18 (ley nacional 16.986): Esta ley será de aplicación en la Capital Federal y en el Territorio de Tierra
del fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud.
Asimismo, será aplicada por los jueces federales de las provincias en los casos en que el acto impugnado
mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional.
Art. 18 (ley provincial 4915, modif. 5770): La presente ley será aplicada por los tribunales ordinarios en
todo el territorio de la provincia, en sus respectivas jurisdicciones.
En los casos de que el acto impugnado mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional,
será de aplicación lo dispuesto por el art. 18 de la ley nacional 16.986.
El resultado es un sistema de distribución de competencia basado principalmente en el criterio personal,
es decir, serán competentes los poderes judiciales nacional o provinciales, según la autoridad que afecte
el derecho. El ratione personae es el criterio principal, pero no el único, como parece afirmar Velert Frau
(11). Puesto que de la inteligencia conjunta de las normas transcriptas surge claramente que la
competencia de la justicia ordinaria es por exclusión de aquellos casos en los que interviene la federal.
Cuando el acto u omisión lesivo proviene de autoridad nacional, interviene la justicia federal; en todos los
demás, las provincias. Y en este sentido es correcto porque "la intervención del fuero federal en las
provincias es de excepción, ya que se encuentra circunscripta a las causas que expresamente le atribuyen
las leyes que fijan su competencia, las cuales son de interpretación restrictiva"(12).
El primer párrafo del art. 18 de la ley nacional contiene un criterio territorial. Si, como se dijo, es un error
pensar que el ratione personae es el único criterio adoptado por la ley 16.986, también lo es, y más grave,
el pensar que el ratione loci lo sea (13), cuando, a pesar de estar primero, no es el más importante y
probablemente ni siquiera sigue vigente.
Este párrafo ha quedado sin efecto desde que el Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas
del Atlántico Sur dejó de ser tal y pasó a ser la provincia que hoy lleva el mismo nombre; y la Capital
Federal, aunque siga cumpliendo esas funciones, no es tampoco un territorio federalizado sino la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, desde 1994 (14)
Resta ahora analizar en profundidad el segundo párrafo del art. 18 de ambas leyes: la aplicación de la ley
16.986 por los jueces federales en las provincias.
La aplicación de la ley 16.986 por los jueces federales en las provincias
Este problema ha dado lugar a distintas posiciones que en un apretado resumen, siguiendo a Sagüés,
presentan el siguiente panorama:
a) Por un lado, ciertos fallos reiteran el criterio legal: cuando el amparo es interpuesto contra una
autoridad nacional, es competente la justicia federal.
b) Algunas sentencias puntualizan, desarrollando lo anterior, que la justicia federal no es competente para
entender en provincias contra actos emanados de particulares, puesto que éstos no constituyen autoridad
federal.
c) Por el contrario, otros pronunciamientos promueven una apertura significativa. Hay casos en los que
corresponde la intervención por razón de la materia de la justicia federal, en virtud de lo dispuesto por el
art. 116 de la CN (15).
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Análisis de estas posturas
Se desarrollará a continuación cada uno de los tres puntos precedentes, previa consideración de este
criterio jurisprudencial:
"La materia y las personas constituyen dos categorías distintas de casos cuyo conocimiento atribuye la
Constitución a la justicia federal. En uno y en otro supuesto dicha jurisdicción de excepción no
responde a un mismo concepto o fundamento. En el primero lleva el propósito de afirmar atribuciones
del gobierno federal en las causas relacionadas con la Constitución, tratados y leyes nacionales así
como las concernientes a almirantazgo y jurisdicción marítima. En el segundo, procura asegurar -entre
otros aspectos- la imparcialidad jurisdiccional cuando se plantean pleitos entre vecinos de diferentes
provincias [y cuando la Nación es parte]"(16).
a) Competencia ratione personae
Esta postura es la que sigue el criterio legal, que a su vez no hizo más que receptar la jurisprudencia
previa de la Corte Suprema (17). Sostiene que cuando el acto lesivo proviene de una autoridad nacional,
es competente la justicia federal y si proviene de autoridad no federal, es competente la justicia
provincial. (En materia de interventores federales el tema ha sido más complejo) (18).
Esta postura está avalada por algunos fallos del Alto Tribunal como aquel en el que sostiene que "[e]l
art. 18 de la ley 16.986 limita su aplicación por los jueces federales de las provincias a los casos en que
el acto impugnado mediante la acción de amparo provenga de una autoridad nacional"(19).
Interpretación que parece limitar sólo a esos casos la competencia federal.
b) En el amparo contra actos de particulares sólo es competente la justicia provincial
Así se resume la segunda postura, que no es más que un corolario de la anterior. Siguiendo literalmente
el tenor de las leyes provinciales se llegaría a esta conclusión. Mientras la ley nacional se limita a decir
que intervendrán los jueces federales de las provincias en los casos en que la Nación sea parte, las de
las provincias dicen que serán aplicadas a menos que el acto impugnado provenga de autoridad
nacional. Y esto además teniendo en cuenta que la ley nacional no prevé el amparo contra particulares
y la de la Provincia de Córdoba -y la de Mendoza- sí.
A nivel nacional "[h]ace jugar Palacio en el amparo contra particulares la regla del art. 4° de la ley
16.986, aunque ello no obsta a la efectivización del art. 5°, inc. 4°, del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación (opción para el actor entre el juez del lugar del hecho lesivo o el del domicilio del demandado).
En favor de este último se advierte que éste tiene posibilidades de opción; y ello es convincente más
aún por la mayor proximidad supletoria del Cód. Procesal citado que de la ley 16.986 respecto del
amparo contra actos de particulares (por estar previsto allí este tipo de amparo, y no en la ley 16.986)
(...).
Interesa apuntar que en el ámbito de las provincias, normalmente una acción de amparo contra
particulares no será de conocimiento federal [como ya se mencionó], desde el momento que el autor
del acto lesivo no es autoridad nacional (arg. art. 18 in fine, ley 16.986). Sin embargo, podrá serlo, por
ejemplo, en función de la materia debatida"(20).
c) Competencia ratione materiae
En los supuestos en que, por razón de la materia o cualquier otro criterio, correspondiese intervenir a la
justicia federal, aun cuando se trate de un amparo, tal actuación es obligada. Así como la acción de
amparo federal no amplía las competencias corrientes, tampoco debe restringirlas (21).
Las competencias corrientes de la justicia federal son, básicamente, las de los arts. 116 y 117, en su
juego con el 75, inc. 12, de la CN. El art. 116 dice:
"Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión
de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación,
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con la reserva hecha en el inc. 12, del art. 75; y por los tratados con las naciones extranjeras; de las
causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros; de las causas de
almirantazgo o jurisdicción marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que se
susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero".
En efecto, muchas de las causas que este artículo atribuye al fuero federal responden a un criterio
personal, pero también es cierto que ratione materiae corresponde la intervención de dichos
tribunales, según la primera parte del artículo. Esta materia es la que se conoce como "derecho
federal".
Al interpretar el segundo párrafo del art. 18 de la ley 16.986 debe entenderse, sin duda, que la
norma somete a la jurisdicción federal los amparos contra actos u omisiones ilegítimos de
autoridades nacionales, pero eso no "signifi(ca), ciertamente, que no deben entender también en
aquellas cuestiones que por razón de la materia corresponda a los jueces federales. Y ello es así,
porque el recurso de amparo no importa la alteración de las instituciones vigentes, no modifica
tampoco la extensión de la jurisdicción legal y jurisdiccional de los jueces"(22). Así, tratándose de un
caso directamente regido por el derecho federal, "ninguna ley podría válidamente modificar la
Constitución, marginando asuntos que ésta colocó bajo la competencia de los jueces nacionales"(23).
Tal es la actitud correcta, como afirma Sagüés, y agrega: "la ley 16.986, forzosamente sometida a la
Constitución, debe interpretarse adaptándose a ella y no contrariándola"(24).
La ley permite razonablemente una interpretación así, desde que su art. 4° establece que "se
observarán, en lo pertinente, las normas sobre competencia por razón de la materia"(25).
El derecho federal
La competencia federal es de excepción. La regla es la intervención de la justicia ordinaria, que está
compuesta por los tribunales de las provincias. Estos aplican el derecho local y el derecho común
como lo establece el art. 75, inc. 12, de la CN.
Sobre el derecho local y quien debe aplicarlo, la Corte Suprema de la Nación ha dicho que:
"Contra las leyes y decretos provinciales que se califican de ilegítimos, caben tres procedimientos y
jurisdicciones según la calidad del vicio imputado: a) si son violatorios de la Constitución Nacional,
tratados con las naciones extranjeras, o leyes federales, debe irse directamente a la justicia
nacional; b) si se arguye que una ley es contraria a la Constitución provincial o un decreto es
contrario a la ley del mismo orden, debe ocurrirse a la justicia provincial; y c) si se sostiene que la
ley, el decreto, etc., son violatorios de las instituciones provinciales y nacionales, debe irse
primeramente ante los estrados de la justicia provincial, y en su caso, llegar a esta Corte por el
recurso extraordinario del art. de la ley 48 -Adla, 1852-1880, 364-"(26).
De esto surge que se acuda a la justicia federal por medio del amparo en los casos en que se violan
principios exclusivamente regidos por el derecho federal.
De la competencia federal en causas de derecho común la CS ha dicho en repetidas ocasiones que:
"[l]a pertinencia del fuero federal por razón de la materia en causas en que median cuestiones de
hecho y de derecho común, además de puntos de orden federal, está supeditada a la circunstancia
de que la decisión de las primeras, dependa de la previa dilucidación de las segundas"(27).
El tema debe ser determinante para la solución del proceso (28). Si no, por más que se invoquen
normas federales, ya sean constitucionales o legales, no entenderá la justicia federal. Esto es
importante tenerlo claro porque "(g)eneralmente en las demandas se invoca más de una norma legal,
sea porque aquélla comprende varios hechos contemplados por diversas disposiciones legales; sea en
carácter complementario o subsidiario. Es necesario distinguir, entonces, la norma que,
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esencialmente, constituye la causa jurídica de la demanda, su verdadero fundamento jurídico, y si
ella es una disposición constitucional, la causa corresponde a la justicia nacional"(29), pero si no,
por tratarse de una causa de derecho común, la competencia federal sólo podría nacer de la
distinta vecindad de las partes (30). (Sería el caso del art. 75, inc. 12, de que "las personas
cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones").
Es menester ahora determinar el contenido del derecho federal para poder saber, en todos los
supuestos, cuál es el fuero que debe intervenir, y por ende, cuál es la ley de amparo que se va a
aplicar (31).
Puntos regidos por la Constitución
El transcripto art. 116 de la CN incluye como atribución del Poder Judicial de la Nación "el
conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución".
Esta cláusula ha sido motivo de análisis por parte de Bidart Campos en relación específica con la
acción de amparo, y también por parte de Sagüés, a quien se seguirá en el desarrollo de esta
parte (32).
Aquí se ve la particularidad -ya anunciada- que reviste el caso del amparo en el estudio del
deslinde de competencias. En efecto, si esta acción tiene por objeto la garantía rápida y eficaz de
los derechos constitucionales, parecería que -en razón de la materia- todos los amparos deberían
tramitarse en el ámbito jurisdiccional federal. El problema se complica dado que, como observan
ambos autores, las Constituciones provinciales reiteran en sus respectivos textos, los derechos
humanos enunciados en la Constitución Nacional. "¿Quiere esto decir, que cuando un derecho está
'duplicado' (en la Constitución federal y en la local), también, inevitablemente, el caso será de
jurisdicción nacional?"(33), se pregunta Sagüés.
"No basta para que surja el fuero federal la sola circunstancia de que los derechos que se creen
violados estén garantidos por la Constitución [Nacional]"(34). "Pues si -como afirma la Suprema
Corte bonaerense- de otra manera se entendiese, la ley 7166 -Adla, XXV-C, 2815- [de amparo de la
Provincia de Buenos Aires, y lo mismo cabe decir de todas las leyes de amparo provinciales] no
tendría aplicación, salvo casos excepcionales..."(35).
"El art. 100 (actual 116) de la Constitución -habrá que repetirlo- atribuye a la Corte Suprema y a
los tribunales inferiores de la Nación el conocimiento y decisión de todas las causas que versen
sobre 'puntos regidos por la Constitución'; pero la ley 48, en su art. 2°, inc. 1°, precisa el alcance
de esta disposición constitucional atribuyendo a los jueces nacionales de sección el conocimiento
de las causas que sean 'especialmente regidas' por la Constitución Nacional"(36).
Haro lo expresa de esta manera:
"Cuando una demanda se basa de modo directo, principal e inmediato en una cláusula
constitucional, esto es, cuando el fundamento jurídico medular de las pretensiones que se
demandan, deviene del propio texto constitucional, de un derecho, de una garantía o una
potestad de los órganos del poder, entonces estamos frente a un típico proceso que constituye la
causal prevista por el art. (116) al prescribir 'las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución', como aquellas, entre otras que pertenecen a la competencia federal en razón de la
materia"(37).
"En realidad, casi todos los derechos y deberes que reglan las relaciones individuales están
contemplados por la Constitución en forma de garantías o prohibiciones; de modo que pocos serán
los casos que no tengan con aquélla alguna vinculación mediata o inmediata, y de ahí que para
que surta el fuero federal es necesario que la cuestión verse 'sobre puntos reglamentados
expresamente por la Constitución'; lo contrario sería limitar la jurisdicción de los tribunales
provinciales en la aplicación de los códigos comunes que reglamentan esos derechos"(38).
Esto último es clave. Autores como Lucio V. López, Zavalía o Sagüés sostienen que únicamente
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deben remitirse a la magistratura federal las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución de manera estricta, es decir, siempre que el problema no estuviera tratado por el
derecho común. Es materia propia de los códigos la reglamentación de los derechos
constitucionales (39), y son sus naturales aplicadores los jueces de la justicia ordinaria (art. 75
inc. 12) (40).
Siempre quedaría abierta, como última compuerta, la probabilidad del recurso extraordinario
ante la CS. Mientras que entenderá directamente la justicia federal en aquellos supuestos en
que el derecho constitucional violado no se encuentre reglamentado por el derecho común. Son
pocas las ocasiones en que algo así ocurrirá, pero puede citarse, a título de ejemplo, el caso
del derecho de réplica (41).
Puntos regidos por las leyes de la Nación
La mayoría de las causas que en un principio estuvieron regidas por la Constitución, y fuera de
la articulación de los códigos y leyes comunes, han sido después objeto de leyes especiales, que
es el segundo caso de competencia federal a que se refiere el art. 116 (42).
El art. 75, inc. 12, en su segunda parte dice que corresponde al Congreso dictar "...
especialmente leyes generales para toda la Nación sobre naturalización y nacionalidad, con
sujeción al principio de nacionalidad natural y por opción en beneficio de la argentina; así
como sobre bancarrotas, sobre falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del
Estado, y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados". Estas -entre otras- son las
leyes de la Nación mencionadas en el art. 116. La competencia sobre ellas corresponde
exclusivamente a los jueces federales, como resulta del texto constitucional, ya que el párrafo
transcripto se encuentra después de la salvedad formulada en el inc. 12 del art. 75 (43).
Aquí debe tenerse presente la distinción entre los diversos tipos de leyes que sanciona el
Congreso: federales, comunes, y locales, porque la competencia en razón de la materia sólo
procede respecto de las normas federales (ya sea que se trate de leyes federales o de cláusulas
federales insertas en leyes comunes) siendo en consecuencia en estos casos competentes de
modo exclusivo los tribunales federales (44).
Es importante por tanto poder determinar cuáles son esas leyes federales. Podetti las describe
como:
"(a)quellas que establecen o reglamentan servicios, instituciones o actividades que se
extienden por todo o parte del territorio nacional (incluyendo territorios provinciales), como
las de transportes, comunicaciones, vialidad, comercio interprovincial, etc."(45).
A continuación se enuncian algunas de las leyes federales, o que contienen cláusulas federales,
que, por reglamentar derechos constitucionales, pueden tener relación con el tema de este
trabajo: (46).
- Ley 17.319 -Adla, XXVII-B, 1486- de Hidrocarburos
- Ley 24.241 -Adla, LIII-D, 4135- Sistema integrado de jubilaciones y pensiones (47)
- Ley de procedimiento impositivo 11.683 -Adla, LVIII-C, 2969- y legislación impositiva
- Ley 24.557 -Adla, LV-E, 5865- de Riesgos del trabajo (48)
- Leyes de obras sociales 23.660 -Adla, XLIX-A, 50- y 23.661 -Adla, XLIX-A, 57- (49)
- Ley 22.285 -Adla, XL-D, 3902- de Radiodifusión (50)
- Ley 24.573 -Adla, LV-E, 5894- de Mediación y Conciliación y normas complementarias
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- Ley 24.521 -Adla, LV-D, 4369- de Educación Superior y normas complementarias
- Ley de Patentes de Invención y Modelo de Utilidad 24.572 -Adla, LV-E, 5892- y ley 24.481
-Adla, LV-D, 5635- Ley 22.362 -Adla, XLI-A, 58- de Marcas y designaciones
- Ley de Defensa de la Competencia 25.156 -Adla, LIX-D, 3942- (ex 22.262 -Adla, XL-C, 2521-)
(51)
- Ley 22.802 -Adla, XLIII-D, 1346- de Lealtad comercial
- Ley 24.767 -Adla, LVII-A, 40- de Extradición y Cooperación Internacional
- Derecho Aeronáutico (ley 13.998 -Adla, X-A, 221- y normas complementarias) (52), Derecho
de la Navegación (53) y Transporte terrestre (54)
- Código Aduanero (55)
- Código Alimentario Nacional
- Ley 17.671 -Adla, XXVIII-A, 212- de Identificación de las personas
- Leyes 19.356 -Adla, XXXII-A, 1- y 22.338 -Adla, XL-D, 4043- Régimen penal cambiario
- Ley 19.798 -Adla, XXII-C, 3422- de Telecomunicaciones (56)
- Régimen legal de la energía eléctrica (ley 24.065 -Adla, LII-A, 82- y complementarias) (57)
- Ley 20.429 -Adla, XXXIII-B, 2922- de Armas y explosivos
- Ley 22.990 -Adla, XLIII-D, 3983- de Sangre (58)
- Ley 23.737 -Adla, XLIX-D, 3692- de Estupefacientes (59)
- Ley 24.051 -Adla, LII-A, 52- de Residuos peligrosos (60)
- Ley Nacional de Alcoholes 24.566 -Adla, LV-E, 5887- (61)
- Ley 24.769 -Adla, LVII-A, 55- de Delitos tributarios
- Ley 24.922 -Adla, LVIII-A, 10- Régimen Federal de Pesca
- Materia electoral nacional (62)
- Normas interjurisdiccionales (63)
- Normativa del "corralito"(64)
- Leyes que declaran la intervención federal de una provincia (65)
IV. Conclusiones
1. El amparo es una garantía y un tipo de proceso.
2. La del art. 43 de la CN es solamente la garantía. Mientras que procesos son los de las leyes
nacional 19.986, mendocina 2589/75, cordobesa 4915, bonaerense 7166, etc. Hasta 25 en
total (una de cada provincia, una de la Ciudad de Buenos Aires y una nacional)
3. El amparo no amplía ni restringe las competencias corrientes.
4. Cuando la violación de un derecho constitucional proviene de autoridad nacional se aplica
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la ley 16.986 (es competencia federal).
5. Cuando la violación de un derecho, aun de los reconocidos en la Constitución Nacional,
proviene de autoridad provincial o municipal se aplica la ley de amparo local
(competencia ordinaria).
6. Cuando la violación provenga de autoridad local pero en el caso es aplicable directa y
exclusivamente el derecho federal no sólo será competencia federal sino originaria y
exclusiva de la Corte nacional por ser parte una provincia.
7. Cuando la violación proviene de un particular la competencia se determinará ratione
materiae. Por regla general entenderá la justicia ordinaria, a menos que se trate de
derechos especialmente regidos por el derecho federal (CN, tratados o leyes federales) y
que no hayan sido objeto de reglamentación por el derecho común (códigos de fondo y
otras leyes comunes).
Para terminar hay que reconocer -parafraseando a Seisdedos- que, se acepten o no estas
tesis, estas conclusiones, lo real es que en ningún caso caben recetas mágicas. Mañana,
como aconteció hasta ayer, la apertura del amparo seguirá dependiendo primordialmente,
casi exclusivamente, de la prudencia judicial.
V. Addenda: El fallo "Zavalía c. Santiago del Estero"
Cuando este trabajo estaba prácticamente terminado tuvo lugar un pronunciamiento de la
Corte de la Nación en la causa "Zavalía, José Luis c. Santiago del Estero, Provincia de y
Estado Nacional s/amparo", que me obligó a revisar lo estudiado y a introducir
modificaciones; entre otras, el punto 6 de las Conclusiones. No se puede por tanto dejar
de reseñar -aunque sea someramente- el fallo, en lo atinente a la determinación de la
competencia.
Se promovió acción de amparo ante la Corte Suprema de la Nación, en instancia
originaria, contra el Estado Nacional y la Provincia de Santiago del Estero para que se
declarase la inconstitucionalidad de la ley local 6667, dictada por el interventor federal
en dicha provincia, en cuanto había declarado la necesidad de reformar la Constitución
provincial. Asimismo se pidió la suspensión cautelar del proceso de reforma. La Corte se
declaró competente, encuadró la acción como meramente declarativa de certeza y acogió
favorablemente la pretensión cautelar (66).
Las innegables connotaciones políticas del tema debatido quizás fueran el motivo por el
que el actor -senador nacional, a la sazón- intentara ubicar el amparo directamente en los
estrados de la CS (67). Pero, si bien la competencia de ésta surge de nuestro
ordenamiento -como se verá más adelante-, los fundamentos que éste da no son
satisfactorios. En el caso se demandó al Estado Nacional y a la provincia, arguyendo,
respecto del primero, que el interventor federal es un funcionario delegado del
Presidente, circunstancia que determinaría que deba ser la Nación la que responda por los
actos que él realiza. En lo que toca a la provincia, sostiene que es parte porque se están
cuestionando actos realizados por quien ejerce su gobierno, y porque la intervención no
determina la pérdida de su autonomía. De este modo, más bien contradictorio (68),
intentó hacer surtir el fuero federal haciendo parte al Estado Nacional y, una vez dentro
de ese fuero, buscó la competencia originaria de la Corte, haciendo parte también a la
provincia.
Analizando ahora el dictamen del Procurador General se puede ver cómo desestima estos
argumentos y opina que, o bien debe demandarse a la provincia, en cuyo caso sería
competencia ordinaria, de los jueces de Santiago (69); o se demanda a la Nación y sería
competencia del juez federal de primera instancia con competencia territorial en dicha
provincia (70), pero nunca originaria de la Corte. Finalmente se inclina por la primera de
9 de 16
las opciones.
La Corte, con el voto unánime de todos sus miembros en su actual composición, no
comparte el dictamen recién reseñado. Haciendo caso omiso de la demanda contra el
Estado Nacional entiende que quien es parte en el litigio es la provincia ya que ella no
pierde su autonomía y personería como consecuencia de la intervención, y los actos de
naturaleza local emanados de los interventores federales no pierden ese carácter por
razón del origen de su investidura (71). Hasta aquí la competencia correspondería a los
jueces locales. Pero en razón de la materia es que resulta en el caso una cuestión
federal. Se trata de una norma de orden local que choca exclusivamente con una
norma federal: la 6667 que declara la necesidad de reforma de la Constitución local,
dictada por Lanusse, y la 25.881 -Adla, LXIV-B, 1516-, del Congreso, que dispuso la
intervención. Y como en el caso se trata de resolver si el interventor tiene o no
facultades preconstituyentes "la materia debatida es exclusivamente federal"(72). Por
último, como la provincia es parte, pues "tiene un interés directo en la solución del
pleito" y la ley 6667 es indudablemente local, la competencia de la Corte resulta
originaria.
Agrega la corte en unos obiter algunos argumentos más para sustentar esta postura,
que no parecen correctos (o al menos son innecesarios). Especialmente los de los
considerandos 20 in fine y 21 que crean confusión sobre una "doble naturaleza" del
interventor y de sus actos; y los del 24 sobre la imparcialidad, que sólo podría serle
garantizada a la provincia en dicha instancia originaria.
Parte de la doctrina que opinó sobre el fallo sostiene que la Corte amplió
pretorianamente su competencia originaria (73). Para afirmar esto Midón y Gil
Domínguez se basan en lo expresado al final del considerando 21 (74) ("la declaración
de necesidad de reforma de una Constitución provincial es un acto de naturaleza
federal y no local"). Así, sacada de contexto, esta frase adquiere un sentido distinto.
Pero en realidad se trata de parte de ese argumento poco feliz sobre la "doble
naturaleza" que usa la Corte a mayor abundamiento y que podría no estar escrito que
no cambia nada en el fallo. Esto se ve con claridad en el considerando siguiente, el 22,
donde es la misma Corte la que se contradice y vuelve al argumento reseñado dos
párrafos más arriba: "no se trata sólo de la revisión en sentido estricto de un acto
legislativo local, sino de su supuesta oposición con la Constitución Nacional y con la ley
del mismo orden que dispuso la intervención", y en el mismo párrafo: "se trata de
delimitar cuáles son los alcances de las atribuciones que el gobierno federal le ha
conferido a su delegado, y tal situación deberá ser resuelta sustancialmente en función
de la inequívoca legislación federal a que se ha hecho referencia (la ley de
intervención)". Este es el holding de la sentencia.
Montilla Zavalía sostiene que la competencia originaria de la Corte cuando se trata de
una provincia sólo surge ratione personae. Es decir, como establece el 116, causas que
se susciten entre dos o más provincias, entre una provincia y los vecinos de otra, entre
los vecinos de diferentes provincias y entre una provincia y un Estado o ciudadano
extranjero; quedando excluido el supuesto de "una provincia y sus propios vecinos",
como es el caso de marras. Este autor afirma que la Corte cuando declara su
competencia originaria en razón de la materia lo hace por medio de la creación
pretorial ampliando indebidamente el alcance de los arts. 116 y 117 de la CN.
No debe olvidarse que la competencia originaria de la Corte es parte de la
competencia federal: el art. 116 dice que "corresponde a la Corte Suprema y a los
tribunales inferiores de la Nación...". Luego el 117 precisa en qué instancia entenderá
la Corte de cada uno de esos casos enumerados en el artículo anterior. Por tanto
cuando el 117 reza: "en los que alguna provincia fuese parte, la ejercerá originaria y
exclusivamente" efectivamente no está incluyendo también aquellos casos en que una
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provincia sea parte contra un vecino de ella misma, pero sí se está refiriendo a
todos aquellos casos del 116 en los que una provincia intervenga; inclusive "todas las
causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la
Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75; y por los tratados con las
naciones extranjeras" (art. 116).
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(1) El autor agradece las sugerencias aportadas por los doctores Alejandro Boulin,
Osvaldo A. F. Pritz y J. Sebastián Elías.
(2) Cfr. SPOTA, Alberto Antonio. "Ensayo sobre la doble naturaleza jurídica del
amparo constitucional", en Revista de Derecho Procesal, N° 4, "Amparo - Hábeas
Corpus - Hábeas Data". t. I. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, 2000. p. 15. En esta tesitura
(y fue uno de los primeros en sostenerlo) puede mencionarse a GOZAINI, Osvaldo
Alfredo. El derecho de amparo. Buenos Aires: Depalma, 1995.
(3) Así como existen distintos tipos de procesos -ordinarios, sumarios, etc.tomaremos el del amparo como uno más.
(4) Cfr. CARRANZA TORRES, Luis Ramiro. Práctica del amparo. 2ª ed. Córdoba: 1998.
Introducción, pto. 4.
(5) Se pueden dar muchos ejemplos de amparos especiales: el amparo por mora de
la administración a nivel nacional (art. 28, ley 19.549 de procedimiento
administrativo), llamado "de urgimiento" en la Provincia de Mendoza (art. 3°,
decreto ley 2589/75 de amparo); el amparo previsional, amparo electoral, amparo
gremial, hábeas data, y más recientemente, el amparo ambiental, etc. En definitiva
el amparo general puede ser considerado un amparo residual.
(6) CARRANZA TORRES, Luis Ramiro. Op. cit., cap. II, pto. 2.8.
(7) "La Argentina descubrió con la ley de la Rúa de hábeas corpus que las garantías
constitucionales tienen un lugar común para toda la Nación, sin perjuicio que los
aspectos estrictamente procedimentales queden reservados a las provincias (arts.
75, inc. 12, 116 y 121, CN). ¿Pero qué es lo común y lo específico en esta materia? El
art. 5° de la Ley Suprema obliga a los Estados federados a respetar lo decidido por
el Estado Nacional en lo concerniente a garantías, en lo que podemos caracterizar
como el ámbito de lo tutelable. Mientras los detalles de su aplicación, lo
exclusivamente procesal cae dentro de las competencias provinciales".
Actualmente, en el amparo "el quién y el qué han sido definidos por la Constitución
Nacional, y, por ende se impone a la normativa provincial. ¿Y qué queda para las
provincias? Nada más ni nada menos que el cómo, nuevamente debemos destacar la
reserva procesal en favor de ellas". SEISDEDOS, Felipe. "Amparo, Hábeas Data y
Hábeas Corpus en la Reforma de 1994", en PEREZ GUILHOU, Dardo y otros. Derecho
Constitucional de la Reforma de 1994. t. I. IAECyP. Mendoza: Distr. Depalma, 1995.
p. 444.
(8) VELERT FRAU, Jaime A. "Acción de amparo. Nueva garantía constitucional", en
Revista del Foro de Cuyo, 26, 1997. p. 72.
(9) CARRANZA TORRES, Luis Ramiro, Op. cit., epígrafe "Subsistencia o no de las leyes
de amparo anteriores a la reforma constitucional".
(10) Se pone esta ley como ejemplo por la claridad expositiva que brinda el hecho
de que sea prácticamente igual a la nacional, pero se aclara que todas las
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consecuencias que se derivan del texto de la norma de Córdoba, respecto de este
tema, son las mismas que las que se podrían concluir de la ley mendocina y las de
otras provincias, aunque su redacción y sistema difieran.
(11) Cfr. VELERT FRAU, Jaime A. Loc. cit., p. 75: "Los derechos individuales
pueden ser eficazmente protegidos por los tribunales locales o nacionales según
de quien provenga la conducta lesiva, ya sea del orden local o del poder central".
(12) CS, 26/X/1993, "Televisora Belgrano S.A. c. Municipalidad de Quilmes
s/amparo (sumarísimo - art. 321)".
(13) Así parece pensar FIORINI cuando sostiene que "para el decreto
reglamentario 16.986 los derechos humanos sólo deben ser amparados en la
Capital Federal y en las tierras del polo", en "Acción de amparo", LA LEY,
124-1368.
(14) La ciudad cuenta actualmente con una Constitución que consagra el amparo
en su art. 14.
(15) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. t. 3. 2ª ed.
Buenos Aires: Astrea, 1988. ps. 503/504.
(16) "Lazarte, Mario c. Canteras Cerro Negro", 03/II/87, sum. 185; "Wilensky",
12/IV/88, sum. 558, en HARO, Ricardo. La competencia federal. Buenos Aires:
Depalma, 1989. p. 118.
(17) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro, Op. cit., t. 3, ps. 502/503.
(18) Dice SAGÜES que "los interventores federales son comisionados del Poder
Ejecutivo Nacional y, por ende, sus actos deberían cuestionarse en sede judicial
de esa naturaleza. Sin embargo, la jurisprudencia prevaleciente es la de hacer
jugar en la especie a la justicia provincial, por actos de interventores actuando
en sustitución de autoridades locales (vgr. CS, Fallos: 270-410). La tesis se ha
aplicado específicamente a los amparos (270-346)". Cfr. ibídem, t. 3, p. 503, nota
12. Con más razón esta doctrina puede aplicarse en la Provincia de Mendoza, cuya
ley de amparo fue decretada por un interventor.
Un reciente fallo de la CS (Z.236.XL. "Zavalía, José Luis c. Santiago del Estero,
Provincia de y Estado Nacional s. amparo", 21/IX/2004), que se analizará in
extenso al final de este trabajo, se refiere específicamente a este problema. Por
ahora basta decir que, a diferencia de lo que sostiene SAGÜES, el interventor es
-al menos en parte- una autoridad local, y participa de esa misma naturaleza la
normativa que dicta. Así lo entendió la Corte y la doctrina que se ha referido al
fallo (cfr. las tres Notas a Fallo en LA LEY, del 20/X/2004: "¿El interventor federal
tiene potestades preconstituyentes?" por Mario A. MIDON, "Las facultades
constitucionales del interventor federal" por Andrés GIL DOMINGUEZ, y "La
ampliación jurisprudencial de la competencia originaria en razón de la materia de
la Corte Suprema" por Félix Alberto MONTILLA ZAVALIA).
(19) CS, 12/III/1996, LL 1996-D, 253.
(20) SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, ps. 539/540. Enfasis agregado.
(21) Cfr. ibídem, p. 505.
(22) CFed Rosario, "Zago, Natalio y otros c. Municipalidad de Coronda", 15/IV/71,
JA, 14-1972-616, con nota a fallo de SAGÜES, Néstor Pedro. "La declaración de
incompetencia en el trámite de amparo". El fallo hace referencia al "recurso" de
12 de 16
amparo: no comparto esa terminología.
(23) Ibídem. Según el principio indiscutido que sostiene que "la competencia
federal en razón de la materia nunca es prorrogable cuando el pleito exige la
aplicación del derecho federal (arts. 116 y 117, CN)", PALACIO DE CAEIRO,
Silvia B. "Competencia Federal - Civil - Penal". Buenos Aires: LA LEY, 1999-159.
(24) SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, p. 505.
(25) La Suprema Corte de Mendoza tiene dicho al respecto: "La legislación
mendocina -a diferencia del art. 4° de la ley nacional 16.986- no ha tenido en
cuenta en el amparo la competencia en razón de la materia; declarar la
competencia originaria de la Corte cada vez que en un amparo se plantea
materia administrativa, contraría el espíritu y finalidad de esta vía procesal,
en cuya esencia se encuentra la rapidez", SC Mendoza, 03/XI/1988, "Flash
Game S.R.L.", LA, 102-104. Una ley provincial no puede contrariar a la CN, y
ante la duda debe estarse por su validez, interpretando de modo que no sea
incompatible con el ordenamiento que la precede en la jerarquía de normas.
Por tanto debe entenderse que esta norma no niega la competencia federal
cuando ésta surge en razón de la materia, sino que simplemente es una
excepción a las otras reglas procesales de orden local, que hacen a la justicia
ordinaria.
(26) CS, Fallos: 175-121 y 176-315, entre otros. Prima facie es discutible la
solución propuesta por la CS en "a) por cuanto aun en caso de colisión de
normas de diferente jerarquía podría darse el caso de que la norma provincial
chocara directamente con la Constitución Nacional y no con la Constitución
provincial y, no obstante ello y de acuerdo con la posición según la cual todos
los jueces deben aplicar e interpretar la CN podría ocurrirse ante la justicia
provincial solicitando la declaración de inconstitucionalidad de la normativa
provincial para recién después acceder a la CS vía recurso extraordinario
federal. (Esta posición se ha dado, en los hechos, en los casos de "Telefónica
de Argentina c. Prov. de Mendoza s/inconstitucionalidad ley 6073", iniciado
ante la SC Mendoza y luego sentenciado por la CS en fallo del 25/11/2003,
como así también en "Telefónica de Argentina c. Prov. de Río Negro s.
inconstitucionalidad ley 2813", LA LEY, 1998-F, 91). Pero luego se verá que esta
doctrina es correcta y la CS la vuelve a aplicar en "Zavalía c. Santiago del
Estero", cit. en nota 18.
(27) CS, Fallos: 96-347; 180-286; 184-319; 192-211; 264-221.
(28) Cfr. PALACIO DE CAEIRO, Silvia B. Op. cit., p. 159.
(29) PODETTI, J. Ramiro. Tratado de la competencia. 2ª ed. Buenos Aires:
Ediar, 1973. p. 411. No basta el hecho de no mencionar en el escrito la norma
local o de derecho común, cuando verosímilmente el caso "sub examine" se
trate de una causa regida por ese derecho y por tanto de competencia
ordinaria (cfr. ZAVALIA, Clodomiro. Derecho Federal. 3ª ed. t. I. Buenos Aires:
Compañía Argentina de Editores, 1941. ps. 375/381). "(H)acer depender una
cuestión tan importante como es la competencia, de la circunstancia fortuita
de mencionar en el escrito de demanda una ley especial que, directa o
indirectamente, pueda tener atingencia con el pleito. No tardarían en advertir
los litigantes maliciosos que para radicar el asunto en una u otra jurisdicción
bastaría invocar una ley especial o dejar de hacerlo" (Ibídem., ps. 380/381).
(30) Cfr. ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 379.
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(31) En efecto, si bien la Corte de largo tenía dicho que "a los fines de
resolver cuestiones de competencia, se ha de tener en cuenta, en primer
lugar, la exposición de los hechos que el actor hace en la demanda y
después el derecho que invoca como fundamento de su pretensión, ello es
así sólo en la medida en que éste se adecue a los primeros (cfr. doctrina de
Fallos: 303-1453, 1645 y 308-2230, entre otros)" en CS, 26/III/96, "Macasa
S.A. c. Caja Popular de Ahorro, Seguro y Crédito de la Provincia de Santiago
del Estero y/o presidente del directorio y/o responsable", M.52.XXXI. En
este pronunciamiento la Corte revisa esa larga jurisprudencia dando lugar a
la solución correcta: la determinación de la competencia ha de surgir del
derecho en primer lugar.
(32) Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro. Op. cit., t. 3, ps. 506/507.
(33) Ibídem, p. 506. J. Sebastián ELIAS hace un interesante análisis acerca
de las facultades de las provincias para reconocer derechos en sus
respectivas constituciones en "Las Constituciones Provinciales y los derechos
y garantías de la Constitución Nacional" (Gran Cuyo: en LA LEY, agosto de
2004. año 9, núm. 7, p. 639). Vid. especialmente los puntos III (¿Es
necesario incorporar expresamente los derechos y garantías federales a la
Constitución provincial?) y V (La Constitución Nacional como "piso" o como
"techo" de derechos).
(34) ZAVALIA, Clodomiro, Op. cit., p. 374.
(35) SC Buenos Aires, 02/XI/1993, en DJBA, 146-2169.
(36) ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 380. Por jueces nacionales de sección
debe entenderse los actuales jueces federales con asiento en las provincias
y en la Ciudad de Buenos Aires.
(37) HARO, Ricardo. Op. cit., p. 108. Enfasis agregado.
(38) GONZALEZ, Joaquín V. Manual de la Constitución. p. 610 (citado en
ZAVALIA, Clodomiro. Op. cit., p. 380). Subrayado añadido.
(39) CS, Fallos: 96-347: "Las disposiciones de la Constitución que garanten
en general los derechos relativos a la propiedad, lo mismo que los
referentes a la vida y libertad de los individuos, no fundan por sí la
jurisdicción cuando son traídos a juicio, porque para que esta jurisdicción
proceda es necesario, como lo dice el art. 2°, inc. 1°, de la ley 48, que la
causa sea especialmente regida por dicha Constitución. Que una
interpretación contraria extendiendo la jurisdicción federal a los casos en
que están en cuestión alguno de los derechos mencionados, limitaría
considerablemente la jurisdicción provincial para la interpretación y
aplicación de los códigos comunes, por ser materia propia de estos códigos
la reglamentación de tales derechos; limitación que se opone a los arts. 67,
inc. 11, y 100 (75, inc. 12 y 116) de la citada Constitución". En igual sentido:
10-20; 26-230; 29-319; 32-244; 43-234; 53-347; 55-114; 115-167; 192-111.
(40) En efecto, la redacción del art. 116, permite entender que la salvedad
hecha para las leyes ("con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75")
también opera respecto de la frase "puntos regidos por la Constitución".
(41) Al menos en Mendoza, cuyo texto constitucional no lo consagra, ni hay
ninguna ley local que lo reconozca. (No así en otras provincias).
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(42) Cfr. ZAVALIA, Clodomiro, Op. cit., p. 381.
(43) Cfr. PODETTI, J. Ramiro, Op. cit., p. 413.
(44) Cfr. HARO, Ricardo, Op. cit., p. 108.
(45) PODETTI, J. Ramiro, Op. cit., ps. 415/416.
(46) Fuente principal: PALACIO DE CAEIRO, Silvia B., Op. cit., passim.
(47) Cfr. CS, 26/VIII/97, "Pappi, Norberto R. c. Caja de Asignaciones y
Subsidios Familiares para el Personal de la Industria", LA LEY, Doctrina
Judicial, 20/V/98, p. 167; y Fallos: 210-4363.
(48) En una vía específica: para las apelaciones intentadas en contra de
las decisiones provenientes de las comisiones médicas provinciales que
crea esa ley. Cfr. CFed. Cba., 27/III/98, "Omega ART S.A. - Promueve
inhibitoria", Prot. 42-A, F° 153/155.
(49) Cfr. CS, 17/VI/2001, "Colegio de Farmacéuticos Junín c. OSDE s.
amparo", comp. N° 379.XXXVII.
(50) Cfr. CS, 20/VI/96, "Comisión Federal de Radiodifusión c. Pcia. de
Neuquén s/inconstitucionalidad", Fallos: 318.
(51) Cfr. CS, 07/V/2002, "Surcor TV S.A. c. Multicanal S.A. s. amparo",
comp. N° 1903.XXXVII.
(52) Cfr. CS, 27/XI/2001, "Aero Sur S.A. c. Ministerio de Economía Subsecretaria de Transporte Aerocomercial s/amparo por mora", comp.
N° 1486.XXXVII.
(53) Cfr. CS, Fallos: 312-197 y "Lucero, Daniel A. c. Transnave S.A." del
18/XII/90.
(54) Cfr. CS, Fallos: 285-307.
(55) Cfr. art. 75, inc. 1°, CN. Además cfr. CS, 15/III/83, "Legumbres S.A.",
Fallos: 296-473; 302-1078.
(56) Cfr. CS, 26/III/2002, "CTI PCS S.A. c. Municipalidad de Hurlingham s.
amparo", comp. N° 780.XXXVII; "Zaccagnino Azzaretti, Fabio c. Telefónica
de Argentina S.A. s/amparo", comp. N° 221.XXXIII; "Steijensand Egbert
Friederich c. Cable Visión S.A. s/amparo, comp. 4598.XXXI; entre otros.
(57) Cfr. CS, 9/VIII/94, "Compte, Carlos Federico c. Edenor S.A.
s/amparo", comp. N° 97.XXVII.
(58) En lo referente a disposiciones penales. Previsto en su art. 95.
(59) Para los delitos previstos, según su art. 34.
60 Sólo en lo referente a las disposiciones penales, cfr. CS, 04/V/95,
"Averiguación s/presunta infracción ley 24.051", JA, 15/VII/98, p. 40;
entre otros.
(61) Cfr. CS, 27/IX/94, "B. R. y otros", RED, 29, 841.
(62) No así la electoral provincial; cfr. CS, 24/VIII/2001, "Maidana,
15 de 16
Humberto Mario y otros s/acción de amparo", comp. N° 1234.XXXVII;
7/III/03, "Partido de la Recuperación s/acción de amparo", P.75.XXXIX
Originario.
(63) Cfr. CS, 6/II/97, "Rodríguez, Hugo Manuel c. Aguas Argentinas S.A.
s/amparo ley 16.986", comp. N° 379.XXXIII; 15/IV/97, "Hoteles
Sheraton de Argentina S.A.C. c. Obras Sanitarias de la Nación (en
liquidación) s/amparo", comp. N° 1054.XXXII; entre otros.
(64) La Corte entendió que aunque se planteara acción de amparo
contra los actos de un particular (por ejemplo, un banco privado) la
competencia era federal "ratione materiae" porque "dichos actos se
cuestionan por fundarse en normas nacionales (decreto ley 1570/01 y
la res. 850/01) que (...) colisionan con leyes nacionales y con
preceptos de la Constitución Nacional, por lo cual, los actos
impugnados interfieren con un fin nacional", 18/VII/2002, "Melli, Hugo
Ariel c. Banco Río de la Plata S.A. suc. Resistencia s/acción de amparo
y medida cautelar", comp. N° 131.XXXVIII y comp. N° 239.XXXVIII.
(65) CS, 21/IX/2004, "Zavalía c. Santiago del Estero", cit.
(66) Cfr. Sección Jurisprudencia, Hechos, LA LEY, del 20 de octubre de
2004, p. 6.
(67) Así opina también el Procurador General de la Nación en su
dictamen, pto. IV, párr. 5.
(68) Cfr. pto. IV, párr. 4, del dictamen del Procurador General.
(69) Idem., pto. III.
(70) Idem., pto. IV, párr. 3.
(71) Cfr. consid. 20 del fallo.
(72) Consid. 23. Para todo el razonamiento de la Corte cfr. consids. 13,
15, 16, 20 y 23. Nótese que la Corte reafirma en el punto "a)" de la
cita de Fallos: 175-121 y 176-315, que fue trascripto y analizado en la
nota 26 de este artículo.
(73) Me referiré a las tres Notas a Fallo citadas en la nota 18, cuyos
autores en este punto son unánimes, aunque por distintos
fundamentos.
(74) MIDON, Mario A. pone considerando 22: parece ser un error
material.
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