Congreso Internacional sobre el Español y la Cultura Hispánica en Japón Palabras de Apertura del Embajador Claude Heller Martes 1° de octubre de 2013 Don Antonio Gil De Carrasco, Director del Instituto Cervantes de Tokio Excmo. Sr. D. Darío Villanueva, Secretario de la Real Academia Española Sr. D. Enrique Asorey, Ministro Consejero de la Embajada de España. Estimados colegas y amigos del Grupo Latinoamericano y del Caribe Muy distinguidos participantes Amigos todos Es un gran honor participar en mi calidad de Embajador de México en el Congreso Internacional sobre el Español y la Cultura Hispánica en Japón, y acompañarlos en la sesión de análisis y valoración de lo que representa la lengua española en nuestros días. El español es la segunda lengua del mundo por el número de personas que la tienen como lengua materna, tras el chino mandarín, con 420 millones de parlantes nativos y muchos más si contamos a los que lo han aprendido como lengua extranjera. En 1997 en Zacatecas, Gabriel García Márquez señaló en su discurso que la lengua española tenía que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. “Es un derecho histórico” (apuntaba Don Gabriel). No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de millones de kilómetros cuadrados y millones de hablantes”. La lengua española se enriquece y se transforma continuamente en la era de la globalización y de la espectacular revolución de los medios tecnológicos. Muchas naciones hablan el idioma castellano y lo identifican como su lengua materna, sin embargo ninguna de ellas tiene derechos de exclusividad, y menos aún de propiedad. Cada una de ellas aporta sus propias particularidades. Como lo escribió Octavio Paz, “la lengua es de todos y es de nadie…El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento…Gracias a sus variaciones, el español sigue siendo una lengua universal, capaz de albergar muchas singularidades y el genio de muchos pueblos”. De acuerdo con el censo, tan sólo en México hay 112 millones de personas de las cuales el 97 por ciento utilizan la lengua española. A ellos se pueden agregar 33 millones de personas de origen mexicano aproximadamente que viven en los Estados Unidos de América. Como Nación que alberga al mayor número de hispanohablantes en el mundo y afirmando al mismo tiempo su composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, México tiene un interés natural en promover las artes, las ciencias y la cultura a través de la riqueza del español. Así lo demuestran el gran número de universidades, casas editoriales, ferias de libro, y la producción cultural que en sus diversas expresiones animan la vida mexicana. De la misma forma, los institutos culturales con los que contamos en el exterior contribuyen a un mayor conocimiento de nuestra lengua y de las actividades relacionadas con la misma. La difusión del español es una tarea compleja y representa un enorme reto sobre todo en países, que como Japón, cuentan con una lengua propia y tan distinta. Se ha comentado frecuentemente que una de las prioridades de la política educativa de Japón es de contar con recursos humanos capaces de desempeñarse a nivel global en concordancia con la aspiración de proyectar su presencia como uno de los países más influyentes en el escenario internacional. Ello difícilmente será posible si Japón no emprende 2 nuevas iniciativas que lo acerquen más al mundo y en este caso a nuestra región. Por ello, a los embajadores hispanoparlantes, con un espíritu constructivo, nos ha parecido útil plantear de manera conjunta a las autoridades competentes la conveniencia de que el español forme parte de sus programas educativos. No dejaremos de insistir en esta propuesta. En la línea del Primer Congreso Internacional celebrado en Zacatecas, México, en 1997, y de cara al Sexto Congreso que tendrá lugar dentro de algunas semanas en Ciudad de Panamá, estoy seguro de que todos los aquí presentes aprovecharán este foro para reflexionar sobre los problemas y responsabilidades que implica convertir al español en una lengua puente. Una lengua que permita compartir nuestras experiencias con todas aquellas sociedades abiertas a un mundo plural y diverso. Finalmente deseo expresar mi reconocimiento muy especial a Don Antonio Gil de Carrasco y a sus colaboradores, por sus incansables esfuerzos cotidianos incluyendo por supuesto la coordinación de este foro. Muchas gracias. 3