184-2013 Amparo Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de

Anuncio
184-2013
Amparo
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador a las nueve
horas y treinta y seis minutos del día trece de noviembre de dos mil trece.
Analizada la demanda firmada por el abogado Carlos Alberto Lobos Hernández, en
su calidad de apoderado del señor Trinidad Rolando Sales, junto con la documentación
anexa, es necesario realizar las siguientes consideraciones:
I. En síntesis, el apoderado del demandante expresa que su poderdante laboró para
el Banco HSBC Salvadoreño, Sociedad Anónima, –ahora Banco Davivienda Salvadoreño,
Sociedad Anónima–. En ese sentido, expresa que la institución bancaria solicitó que se
iniciara un proceso penal en contra del señor Trinidad Rolando Sales y José Dimas Melgar
Ayala por el delito de estafa agravada, sin embargo, la Sala de lo Penal mediante sentencia
del 25-IV-2005 pronunciada en recurso de casación los declaró absueltos de
responsabilidad penal y civil por las infracciones a la normativa penal que se les imputaban.
En ese sentido, señala que el 18-XI-2005, el peticionario solicitó vía correo
electrónico a la entidad bancaria su información profesional y al mismo tiempo un finiquito
sobre el caso instruido en su contra, a fin de “… conocer qué información tiene o manipula
el [b]anco sobre su persona relacionada a su labor profesional [...] [así como] qué [datos]
brinda cuando una persona natural o jurídica pide referencias comerciales y profesionales
de su persona…”. Pese a ello, sostiene que hasta la fecha no ha existido respuesta a su
petición, no obstante que en los años 2006, 2009 y 2012, consultó de forma verbal si existía
un pronunciamiento a su requerimiento.
Por otra parte, argumenta que la omisión de la institución bancaria a emitir una
respuesta “… le ocasiona zozobra e incertidumbre de que dicha información sea
manipulada o manejada de manera desfavorable a su persona, por el antecedente suscitado
por el proceso penal que […] se instruyó en su contra…”. Lo anterior, lo fundamenta en el
hecho que después de laborar para el citado banco, ha presentado su hoja de vida en
diferentes entidades, en las cuales alega que no ha tenido estabilidad laboral, porque le han
manifestado que “… por el problema que tuvo con el Banco Salvadoreño han tenido que
despedirlo por falta de confianza…”.
Finalmente, apunta que promueve el presente proceso de amparo “… [p]or no
contar con [otro] mecanismo […] [para] la protección […] del manejo de la información
personal y profesional…”.
1
En consecuencia, considera que se han vulnerado los derechos a la seguridad
jurídica, intimidad, honor y a la propia imagen.
II. Ahora bien, en vista de que en el presente reclamo se coloca en el extremo
pasivo de la pretensión a un particular, se efectúan las siguientes consideraciones sobre la
procedencia del amparo contra particulares.
1. Tal como se indicó en la sentencia emitida en el Amp. 934-2007 el día 4-III2011, la jurisprudencia constitucional ha superado aquella postura según la cual el amparo
solo procede contra actos de autoridades formalmente consideradas. La interpretación
actual de la Ley de Procedimientos Constitucionales ha dotado de una connotación material
al “acto de autoridad”, en el entendido que el acto o la omisión contra el que se reclama es
capaz de causar un agravio constitucional independientemente del órgano o la persona que
lo realiza.
De igual manera, en dicha sentencia se estableció que, siempre que se verifiquen las
condiciones jurisprudenciales que determinan la admisión de un amparo contra particulares,
los actos u omisiones, cuyo control de constitucionalidad se ejerza mediante un proceso de
amparo, podrían derivarse de: i) actos derivados del ejercicio de derechos constitucionales,
los cuales se convierten en inconstitucionales a pesar de que, en principio, se efectúan como
resultado del ejercicio legítimo de un derecho fundamental; ii) actos normativos o normas
privadas, es decir, las normas emitidas con fundamento en potestad normativa privada; iii)
actos sancionatorios, que son aquellas actuaciones emitidas con fundamento en la potestad
privada para sancionar; y iv) actos “administrativos” de autoridades privadas o
particulares, los cuales se sustentan en la potestad administrativa privada, es decir, que van
orientados al cumplimiento de las finalidades propias de personas jurídicas de derecho
privado y efectuados por los órganos de estas.
2. Asimismo, las condiciones jurisprudenciales que determinan la procedencia de un
amparo contra particulares han sido plasmadas en la jurisprudencia citada y también en las
resoluciones pronunciadas en los Amp. 256-2003 y 119-2003 los días 7-VII-2003 y 20-X2003, respectivamente. Así, se han establecido como requisitos que deben concurrir en el
acto emitido por un particular, para ser revisable en este proceso constitucional: que el
particular responsable del acto se encuentre en una situación de supra-subordinación
respecto del demandante; que no se trate de una simple inconformidad con el contenido del
acto que se impugna; que se haya hecho uso de los recursos que el ordenamiento jurídico
prevé frente a actos de esa naturaleza y que estos se hayan agotado plenamente, o bien que
dichos mecanismos de protección no existan o sean insuficientes para garantizar los
derechos constitucionales del afectado; y que el derecho constitucional cuya vulneración se
2
invoca por el demandante sea, por su naturaleza, exigible u oponible frente al particular
demandado en el proceso.
3. En el presente caso, el apoderado del señor Trinidad Rolando Sales dirige su
reclamo en contra del Banco Davivienda Salvadoreño, Sociedad Anónima, a quien le
presentó una solicitud el 18-XI-2005 a efecto de que se le brindara la información que la
entidad bancaria proporciona cuando se le piden referencias comerciales y profesionales del
peticionario, sin haber obtenido a la fecha una respuesta a su requerimiento, a pesar que en
los años 2006, 2009 y 2012 consultó verbalmente si ya existía tal pronunciamiento.
Así, se advierte que se ha planteado el amparo contra un particular y, al menos
liminarmente, se colige que se han cumplido los presupuestos determinados por la
jurisprudencia constitucional para la procedencia de este tipo de amparo, a partir del
análisis de las particularidades del caso concreto.
III. Expuestos los argumentos que constituyen el relato de los hechos, es pertinente,
en atención al principio iura novit curia –el Derecho es conocido para el Tribunal– y al
artículo 80 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, realizar ciertas consideraciones
referidas a los términos en que ha sido planteada la queja del peticionario en materia de
derecho.
A. Respecto del derecho a la seguridad jurídica, conviene aclarar que la
jurisprudencia de esta Sala –verbigracia las sentencias emitidas los días 31-VIII-2011 y 26VIII-2011, pronunciadas en los Amp. 493-2009 y 548-2009, respectivamente– han
establecido que, si bien el contenido de tal derecho alude a la certeza derivada de que los
órganos estatales y entes públicos realicen las atribuciones que les competen con
observancia de los principios constitucionales, el requerimiento de tutela de este es
procedente siempre y cuando la transgresión alegada no encuentre asidero en la afectación
del contenido de un derecho fundamental más específico.
B. Por otra parte, la jurisprudencia de este Tribunal –verbigracia la sentencia del
15-VII-2011, pronunciada en el Amp. 78-2011– ha establecido que el derecho de petición
constituye un poder de actuación de los ciudadanos de dirigir sus requerimientos a las
distintas autoridades que señalen las leyes sobre materias que sean de su competencia.
Tales requerimientos pueden realizarse –desde la perspectiva del contenido material
de la situación jurídica requerida– sobre dos puntos específicos: i) sobre un derecho
subjetivo o interés legítimo del cual el peticionario es titular y que, en esencia, pretende
ejercer ante la autoridad; y ii) respecto de un derecho subjetivo, interés legítimo o situación
jurídica de la cual el solicitante no es titular pero de la cual pretende su declaración,
constitución o incorporación dentro de su esfera jurídica mediante la petición realizada.
3
C. 1. Asimismo, tal como se sostuvo en la Sentencia del 4-III-2011, pronunciada en
el Amp. 934-2007, la autodeterminación informativa presupone, frente a las condiciones de
la moderna tecnología para el procesamiento de información, que los individuos tienen la
capacidad de decidir y controlar las actividades relacionadas con sus datos personales
–individuales y familiares–, ante su posible uso indiscriminado, arbitrario o carente de
certeza sobre sus fines y límites. Y es que, quien no puede estimar con suficiente seguridad
qué informaciones sobre sí mismo se conocen en determinadas esferas de su medio social o
comercial, y quien no puede valorar en forma cierta el conocimiento de los posibles
involucrados en el desarrollo de la actividad de tratamiento o transferencia de datos, está
restringido en su autodeterminación y autonomía personal.
2. Así la autodeterminación informativa es libertad y control a la vez. Libertad que
genera autonomía (faceta material y, por tanto, preventiva); y control que la resguarda y
restablece ante restricciones arbitrarias (faceta instrumental y, por tanto, de protección y
reparación).
Es, por tanto, la seguridad jurídica la que sirve de fundamento a la
autodeterminación informativa, al trazar el rumbo hacia el cual debe orientarse la defensa
del individuo frente al poder fáctico o jurídico: la instauración de resguardos eficaces frente
a los riesgos del abuso en el flujo ilimitado e incontrolado de la información personal.
3. a. En ese orden de ideas, en cuanto faceta material, el derecho en análisis
pretende satisfacer la necesidad de las personas de preservar su identidad ante la revelación
y el uso de los datos que les conciernen y los protege frente a la ilimitada capacidad de
archivarlos, relacionarlos y transmitirlos, que es propia del desarrollo actual y futuro
inmediato de la informática.
El individuo que se beneficia de tal faceta del derecho, adquiere así una situación
que le permite definir la intensidad con que desea que se conozcan y circulen tanto su
identidad como otras circunstancias y datos personales; combatir las inexactitudes o
falsedades que las alteren; y defenderse de cualquier utilización abusiva, arbitraria, desleal
o ilegal que pretenda hacerse de las mismas.
Estos objetivos se consiguen por medio de la técnica de la protección de datos,
integrada por un conjunto de derechos subjetivos, deberes, principios, procedimientos,
instituciones y reglas objetivas; entre ellas: la facultad de conocer la existencia de bancos
de datos automatizados, la libertad de acceso a la información, la facultad de rectificación,
integración y cancelación y la de conocer la transmisión de los datos personales hacia
terceros.
4
b. En su faceta instrumental, el derecho a la autodeterminación informativa está
caracterizado, básicamente, como un derecho al control de la información personal
sistematizada o contenida en bancos de datos informáticos o ficheros.
Ante esa necesidad de control, este derecho tiene contenido múltiple e incluye
algunas facultades relacionadas con esa finalidad controladora, que se manifiestan en
aquellas medidas estatales (de tipo organizativo y procedimental) que son indispensables
para la protección de su ámbito material.
Si la autodeterminación informativa se trata de un conjunto heterogéneo de
herramientas (pues abarca tanto requisitos sustantivos como procedimientos de distinta
índole), la fuerza obligatoria de tal derecho se manifiesta, en primer lugar, en la prohibición
de emanar disposiciones contrarias a la Constitución. Quiere ello decir, que los derechos
con aspectos prestacionales, que precisan de configuración legal, también desempeñan una
función reaccional (Sentencia de 26-I-2011, Inc. 37-2004), en aquellos casos en que no se
cuente con el entramado necesario de leyes que especifiquen el quién, el cómo y las
circunstancias de los sujetos llamados a realizar el derecho.
Pero también este derecho implica un modo de ejercicio que exige la existencia de
instituciones y procedimientos para la protección y control de los datos frente al Estado y
los particulares. Así, la faceta instrumental del derecho a la autodeterminación informativa
no supone, en principio, solo una barrera al legislador. Su plena eficacia también requiere
de colaboración legislativa, porque este derecho fundamental no queda satisfecho con la
mera abstención por parte de los poderes públicos, sino que implica principalmente
pretensiones de control y seguridad en el manejo de los datos personales.
D. Señalado lo anterior, se advierte que los motivos por los cuales el abogado de la
parte actora sustenta la probable vulneración al derecho a la seguridad jurídica
fundamentalmente se refieren a aspectos que versan sobre la supuesta transgresión de otros
derechos, pues alega básicamente que el Banco Davivienda Salvadoreño, Sociedad
Anónima, al haber omitido dar respuesta a su petición presentada el 18-XI-2005, le ha
impedido conocer que datos personales e información brinda a los sujetos que solicitan
referencias profesionales y comerciales.
Asimismo, sostiene que lo anterior “… le ocasiona zozobra e incertidumbre de que
dicha información sea manipulada o manejada de manera desfavorable […] por el
antecedente suscitado por el proceso penal […] que se instruyó en su contra [por la entidad
bancaria]…”.
En consecuencia, es necesario señalar que si bien el representante del actor aduce la
posible conculcación del derecho a la seguridad jurídica, de las argumentaciones
planteadas, se colige que las transgresiones alegadas encuentran asidero en la afectación del
5
contenido de otros derechos fundamentales más específicos, siendo estos, los derechos de
petición, autodeterminación informativa, intimidad, honor y a la propia imagen.
IV. Expuestas las consideraciones que anteceden y habiéndose constatado que la
demanda cumple con los requisitos mínimos de admisibilidad y procedencia establecidos
por la legislación procesal y la jurisprudencia aplicable, se advierte que su admisión se
circunscribirá estrictamente al control de constitucionalidad de la omisión del Banco
Davivienda Salvadoreño, Sociedad Anónima, de dar respuesta a la solicitud presentada
–vía correo electrónico– el 18-XI-2005 por el señor Trinidad Rolando Sales, en la que
requirió que se le mostrara que datos personales y profesionales proporciona a los sujetos
individuales o colectivos que piden recomendaciones sobre su persona.
Tal admisión se debe a que, a juicio del abogado del actor se han vulnerado los
derechos de petición, autodeterminación informativa, intimidad, honor y a la propia imagen
del señor Trinidad Rolando Sales, consagrados en los arts. 18 y 2 de la Constitución de la
República, respectivamente.
Lo anterior, ya que ante la omisión de respuesta a la petición realizada
presuntamente se ha impedido al demandante conocer que información personal y
profesional proporciona la entidad bancaria a los posibles empleadores del señor Sales, así
como, si la misma ha sido manipulada o manejada de manera desfavorable.
V. Ahora bien, corresponde en este apartado examinar la posibilidad de decretar una
medida precautoria en el presente amparo.
Una vez delimitado el acto impugnado por el representante del peticionario y los
motivos de inconstitucionalidad que arguye, corresponde en este apartado analizar la
posibilidad de suspender los efectos del acto reclamado.
Al respecto, resulta necesario señalar que la suspensión del acto reclamado en el
proceso de amparo se enmarca dentro de la categoría de las medidas cautelares y su
adopción se apoya sobre dos presupuestos básicos, a saber: la probable existencia de un
derecho amenazado –fumus boni iuris– y el daño que ocasionaría el desarrollo temporal del
proceso –periculum in mora–.
En relación con los presupuestos antes mencionados, tal como se sostuvo en la
resolución del 1-II-2012, pronunciada en el Amp. 43-2012, respectivamente, por una parte,
el fumus boni iuris hace alusión –en términos generales– a la apariencia fundada del
derecho y su concurrencia en el caso concreto se obtiene analizando los hechos alegados
por las partes con las restantes circunstancias que configuran la causa, lo que permite
formular una respuesta jurisdiccional afirmativa a la viabilidad jurídica de estimar la
pretensión, sin que ello signifique adelantar opinión alguna sobre el fondo de la cuestión
controvertida.
6
Por otra parte, el periculum in mora –entendido como el peligro en la demora–
importa el riesgo de que el desplazamiento temporal del proceso suponga un obstáculo real
para la materialización efectiva de las consecuencias derivadas de una eventual sentencia,
impidiendo de esta forma la plena actuación de la actividad jurisdiccional. En ese sentido,
el art. 20 L.Pr.Cn. establece que: Será procedente ordenar la suspensión provisional
inmediata del acto reclamado cuando su ejecución pueda producir un daño irreparable o
de difícil reparación por la sentencia definitiva.
En el presente caso existe apariencia de buen derecho en vista de que el abogado de
la parte actora invoca y justifica la presunta vulneración a derechos de rango constitucional
y la exposición de las circunstancias fácticas y jurídicas en que se hace descansar aquélla.
Pese a ello, no se observa que exista un efectivo peligro en la demora, ya que la
admisión de la demanda se ha circunscrito al control de una omisión en la que no existen
efectos que sean susceptibles de ser suspendidos mediante la adopción de una medida
cautelar, por lo que resulta improcedente, en este caso, ordenar la suspensión de los efectos
del acto impugnado.
Es pertinente señalar que la presente resolución no causa estado y podrá revocarse
en cualquier estado del juicio, siempre que la Sala lo estime procedente; lo anterior, de
conformidad al principio rebus sic stantibus –estando así las cosas– que rige las medidas
precautorias, el cual permite su adopción, modificación o revocación a lo largo del proceso,
siempre y cuando se altere el estado sustancial de los datos reales sobre los cuales la
medida se adoptó, ya sea por aumento, disminución o desaparición del periculum in mora
–peligro en la demora– o disminución o desaparición del fumus boni iuris –apariencia de
buen derecho–.
VI. Por otra parte, con relación a la tramitación del proceso de amparo y, en
particular, respecto a la forma en que deben realizarse los actos de comunicación procesal a
la Fiscal de la Corte como sujeto interviniente en el proceso, es procedente requerirle, tal
como este Tribunal ha ordenado en su jurisprudencia -verbigracia en las resoluciones de
fecha 5-VII-2013 y 19-VII-2013, pronunciadas en los Amp. 195-2012 y 447-2013,
respectivamente- que al contestar la audiencia que se le confiere conforme al artículo 23 de
la L.Pr.C., señale un lugar para oír notificaciones dentro de esta ciudad o un medio técnico
para recibir los actos procesales de comunicación, caso contrario, las notificaciones deberán
efectuarse en el tablero del tribunal.
Por todo lo expuesto y de conformidad a lo establecido en los artículos 19, 21, 22,
23, 79 inciso 2º y 80 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala RESUELVE:
7
1. Tiénese al abogado Carlos Alberto Lobos Hernández como apoderado del señor
Trinidad Rolando Sales, por haber acreditado debidamente la personería con la que actúa en
este proceso.
2. Admítese la demanda presentada, por la omisión del Banco Davivienda
Salvadoreño, Sociedad Anónima, de dar respuesta a la solicitud presentada –vía correo
electrónico– el 18-XI-2005 por el señor Trinidad Rolando Sales, en la que requirió que se le
mostrara que datos personales y profesionales proporciona a los sujetos individuales o
colectivos que piden recomendaciones sobre su persona, en virtud de la cual,
presuntamente,
se
han
vulnerado
al
peticionario
sus
derechos
de
petición,
autodeterminación informativa, intimidad, honor y a la propia imagen, consagrados en los
arts. 18 y 2 de la Constitución de la República, en los términos indicados en el
considerando IV de esta resolución.
3. Sin lugar la suspensión del acto reclamado, en razón de los argumentos
expuestos en el considerando V de este proveído.
4. Informe, dentro de veinticuatro horas, el representante del Banco Davivienda
Salvadoreño, Sociedad Anónima, si son ciertos o no los hechos que se le atribuyen en la
demanda.
5. Identifique la autoridad demandada el medio técnico por el que desea recibir los
actos de comunicación.
6. Ordénese a la Secretaría de este Tribunal que, habiéndose recibido el informe
requerido a la autoridad demandada o transcurrido el plazo sin que esta lo rindiere,
notifique el presente auto al Fiscal de la Corte, a efecto de oírlo en la siguiente audiencia.
7. Previénese a la Fiscal de la Corte que, al contestar la audiencia que se le confiere
conforme al art. 23 de la L.Pr.C., señale un lugar para oír notificaciones dentro de esta
ciudad o un medio técnico para recibir los actos procesales de comunicación, caso
contrario, las notificaciones deberán efectuarse en el tablero de este tribunal, en virtud de lo
dispuesto en los arts. 170 y 171 C.Pr.C.M. –de aplicación supletoria en los procesos de
amparo–.
8. Tome nota la Secretaría de este Tribunal del medio técnico señalado por el
abogado Lobos Hernández para recibir los actos procesales de comunicación, no así del
lugar indicado por encontrarse fuera de la circunscripción territorial de este municipio.
9. Notifíquese.
8
Descargar