facultades casacionales que permiten la revocación del fallo

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FACULTADES CASACIONALES QUE PERMITEN LA REVOCACIÓN DEL
FALLO CONDENATORIO DE UN DELITO DE LESIONES POR EL DE
HOMICIDIO INTENTADO
TS Sala Segunda, de lo Penal S 9 May. 2007.
Ponente: Ramos Gancedo, Diego Antonio.
RECURSO DE CASACIÓN.-- Materia penal.-- Revisión del juicio valorativo
realizado en la instancia.-- Facultades casacionales del TS para revocar el fallo.
El Tribunal de casación no puede sustituir la falta de convicción condenatoria del
Tribunal de instancia, introduciendo certeza condenatoria donde los jueces a quibus sólo
apreciaron dudas absolutorias. Pero este impedimento únicamente se predica cuando la
incertidumbre del Tribunal sentenciador está fundamentada en la valoración de las
pruebas de carácter personal, que, por la inmediación con la que se practican solamente
pueden ser evaluadas por los jueces que las presencian. Pero cuando se trata de
conclusiones obtenidas de la valoración de datos materiales y objetivos, nada empece
que la Sala casacional pueda revisar el resultado valorativo realizado en la instancia al
no resultar afectada esa valoración por la inmediación --tan decisiva en las pruebas
testificales, de confesión, etc.-- . Ahora bien, todo juicio de inferencia debe estar
presidido inexcusablemente por la racionalidad del análisis de los datos indiciarios, sin
concesión alguna a la arbitrariedad o a conclusiones que quiebren el pensamiento lógico
y el recto criterio basado en las máximas que nos ofrece la experiencia común.
Supuesto concreto.-- Revocación del fallo condenatorio que subsumía los hechos en
el tipo de lesiones, por el de homicidio intentado.-- Existencia de datos que revelan
la existencia de dolo eventual en la conducta del agresor.
En el caso, --doble apuñalamiento con causación de lesiones y extirpación parcial del
bazo--, examinadas las circunstancias objetivas concurrentes, y ponderadas las
características intelectivas del acusado y puestas en relación las unas y las otras, en uso
de la facultad que otorga a la Sala de casación el art. 899 LECrim., se ha examinado el
informe pericial practicado, y éste no muestra al acusado como una persona con ningún
déficit de comprensión, reflexión o discernimiento, lo que equivale a decir que,
considerados los precedentes inmediatos de la agresión, las características del
instrumento utilizado, la reiteración del apuñalamiento, los lugares del cuerpo adonde se
dirigieron los golpes y el constatado peligro de muerte producido, se llega a otra
conclusión --que difiere a la del fallo del tribunal de instancia que condenó por delito de
lesiones--, y es la de que el acusado tuvo necesariamente que representarse la
posibilidad y la probabilidad de que su acción produjera un resultado de muerte, pese a
lo cual consumió aquélla aceptando la eventualidad de dicha consecuencia. Es decir,
actuó con dolo eventual propio del tipo penal de homicidio. En consecuencia, debe ser
estimado el recurso de casación, casada y anulada la sentencia de instancia, dictándose
otra por la Sala calificando los hechos como constitutivos de tentativa de homicidio.
En el caso, es inexcusable que el acusado ejecutó un doble apuñalamiento, uno en el
abdomen hacia el hipocondrio derecho, y otro en la zona subcostal izquierda que llegó
al bazo, que hubo de ser parcialmente extirpado, con shock hipovolémico. Es decir, las
cuchilladas fueron dirigidas a zonas del cuerpo que albergan órganos vitales,
independientemente de cuáles de ellos resultaran concretamente afectados por el arma
blanca utilizada, pero que sí produjeron un riesgo para la vida del agredido. Señalaba la
sentencia de instancia --que condenó por delito de lesiones, y que ha sido revocada por
el TS-- que acusado y víctima no se conocían, por lo que este factor no permite inferir
un móvil homicida, pero el mismo dato es ilustrativo de la peligrosidad del sujeto que,
sin motivos de previos resentimientos o rencores por no existir ninguna clase de
relación anterior, muestra una patente fijación y agresividad. En cuanto al arma
empleada en el apuñalamiento, se trataba de un instrumento metálico, tipo
destornillador, punzón o estilete, que penetró en el cuerpo de la víctima a cinco
centímetros de profundidad, lo que, aunque no sugiere un arma blanca letal o
especialmente peligrosa, esa longitud no impide llegar a órganos vitales, es decir, actuó
con dolo eventual propio del tipo penal de homicidio, en el que deben subsumirse los
hechos.
Normas aplicadas: arts. 16, 138, 139, 147 y 148.1 CP 1995 (LA LEY-LEG.
3996/1995); art. 899 LECrim..
En la Villa de Madrid, a nueve de Mayo de dos mil siete
SENTENCIA
En el recurso de casación por infracción de ley, que ante Nos pende, interpuesto por la
representación de la Acusación Particular Alexander, contra sentencia dictada por la
Audiencia Provincial de Vizcaya, Sección Segunda (LA LEY JURIS. 2299290/2006),
que condenó al acusado Paulino de un delito de lesiones, los componentes de la Sala
Segunda del Tribunal Supremo que al margen se expresan se han constituido para la
votación y fallo bajo la Presidencia del primero de los indicados y Ponencia del Excmo.
Sr. D. Diego Ramos Gancedo, siendo también parte el Ministerio Fiscal y estando dicho
recurrente representado por el Procurador Sr. Moreiras Montalvo, y el recurrido acusado
Paulino, representado por el Procurador Sr. Martín Jaureguibeitia.
(...)
Fundamentos de Derecho
Primero.- La Audiencia Provincial de Vizcaya condenó al acusado, Paulino, como autor
responsable de un delito de lesiones previsto y penado en el
art. 148.1º C.P., en relación con el art. 147 del mismo código, a la pena de tres años de
prisión y accesorias legales.
Contra esta sentencia condenatoria recurre en casación la acusación particular,
centrando su discrepancia en la calificación jurídica de los hechos probados que efectúa
el Tribunal de instancia y, a esos efectos, sostiene que los juzgadores de instancia han
incurrido en error iruis al no subsumir los hechos acreditados en el tipo de homicidio
intentado o en el de tentativa de asesinato, de los arts. 138 y 139, en relación con el 16
C.P.
Se trata, en suma, de determinar si en la acción del acusado concurre el elemento
subjetivo del animus necandi que caracteriza el dolo en el delito de homicidio, o si, por
el contrario, el Tribunal sentenciador ha aplicado correctamente el tipo de lesiones al
establecer únicamente la existencia del animus laedendi en el acusado. Por ello, y como
nos movemos en el campo de la censura por la aplicación de una figura penal en lugar
de la que se propugna, se hace necesario analizar la declaración de Hechos Probados y
verificar a través de los datos objetivos que allí constan cuál era el dolo concurrente en
la actuación del agresor.
Dice el factum que:
«Sobre las 5,00 horas de la madrugada del día 1 de enero de 2.005 Paulino, nacido el 8
de marzo de 1.985, sin antecedentes penales, se hallaba en compañía de otras personas
celebrando la festividad de Nochevieja en la zona de pubs de la calle Juan de Garay, de
la localidad de Baracaldo. En un momento dado, por motivos que no constan comenzó a
increpar a Alexander, nacido el 25 de enero de 1.987, de 17 años de edad el día
señalado, profiriendo contar él las expresiones "niñato pastillero", "te voy a partir la
cara", y otras similares. Cuando Rosendo, amigo de Alexander, se acercó a Paulino para
pedirle que depusiera su actitud, el interpelado repuso que "le iba a romper la cabeza",
refiriéndose a Alexander. Esta situación de tensión se mantuvo durante unos minutos,
hasta que Paulino y tres o cuatro personas más no identificadas que con él estaban se
abalanzaron sobre Alexander y comenzaron a golpearle con puñetazos y patadas, que
alcanzaron diversas partes del cuerpo de Alexander, el cual intentó evitar la
continuación de las agresiones entrando en el pub "Vaticano", a donde fue seguido por
Paulino, que le alcanzó en la zona de entrada. En ese momento intervino Rosendo, que
sujetó a Paulino y lo separó de Alexander, que no consta sufriera lesión por estos
primeros hechos. Alexander se alejó unos metros del lugar, quedando en la calle junto
con unos amigos, pero las miradas y palabras agresivas por parte de Paulino
continuaban, dirigidas hacia él, hasta el punto que un conocido de ambos, Rogelio, se
acercó a Alexander y le aconsejó que se marchara porque le querían pegar. Al cabo de
pocos minutos Paulino, acompañado por otros individuos, se dirigió hacia donde se
hallaba Alexander con otras personas. Este, al verlos, salió corriendo, siendo perseguido
por Paulino, quien le alcanzó, se situó a su lado y en un momento en que Alexander se
giró a su izquierda para ver la situación de sus perseguidores, con un objeto punzante no
identificado le asestó dos pinchazos, uno en el abdomen y otro en la zona subcostal
izquierda. Alexander notó uno de los pinchazos y siguió corriendo, llegando junto con
alguno de sus amigos hasta las dependencias de la Policía Municipal de Baracaldo,
desde donde se dio aviso a una ambulancia que le desplazó al Hospital de Sant Eloy
para ser asistido. Como consecuencia del ataque padecido Alexander sufrió una herida
inciso contusa de 1 cm. de diámetro en epigastrio con unos 5 cm. de trayecto
subcutáneo hacia hipocondrio derecho; una herida inciso contusa de 1 cm. de diámetro
en flanco izquierdo, con una trayectoria subcutánea de unos 5 cms. hacia fosa ilíaca
izquierda y dislaceración de unos 5 cms. en el polo inferior del bazo y, a resultas de lo
anterior, shock hipovolémico por hemiperitoneo de unos 1.200 centímetros cúbicos. Las
lesiones descritas requirieron de intervención quirúrgica, con esplenectomía parcial del
polo inferior del bazo y lavado de la cavidad abdominal. Durante la intervención precisó
de transfusión de dos concentrados de hematíes. Asimismo se practicó cura de las
heridas. Las lesiones curaron al cabo de 89 días, durante los cuales se vio incapacitado
para el ejercicio de sus ocupaciones habituales y de los cuales 10 fueron de
hospitalización. Como secuelas le restan: 1º) Físicas: esplenectomía parcial del polo
inferior del bazo. 2º) Estéticas: Cicatrices de naturaleza postraumática de 1 cm. cada
una, localizadas en la cara lateral de hemitórax izquierdo (a 20 cms. de la axila) y otra
en epigastrio derecho (por debajo de la última costilla); cicatriz posquirúrgica en la línea
media abdominal de 24 x 1 cm., muy inestética, discrómica; y cicatriz correspondiente
al drenaje de 1,5 x 0,5 cm. en hipocondrio izquierdo. 3º) Síquicas: Trastorno adaptativo
mixto con síntomas de ansiedad y depresión. Paulino había consumido a lo largo de la
noche algunas bebidas alcohólicas, lo que disminuía sus facultades volitivas o
intelectivas en grado leve».
Segundo.- Como, entre otros muchos precedentes jurisprudenciales que han abordado
esta cuestión, la STS de 2 de abril de 1.998 (LA LEY JURIS. 4434/1998) argumentaba
que desde una perspectiva externa y puramente objetiva, un delito de lesiones y un
delito de homicidio frustrado o, dicho en términos legales actuales, en grado de tentativa
acabada, son totalmente semejantes. La única y sola diferencia radica en el ánimo del
sujeto que en uno tiene tan solo la intención de lesionar y en el otro una voluntad de
matar, directa o eventual. Es el elemento subjetivo, personal e interno del individuo lo
que diferencia que unos hechos puedan calificarse como lesiones por concurrir en ellos
el animus laedendi, o como homicidio por existir el animus necandi.
Pero tal elemento interno, salvo que el propio acusado lo reconozca, debe inferirse por
el juzgador de una pluralidad de datos suficientemente acreditados y que figuren en la
sentencia que hagan aflorar y salir a la superficie ese componente subjetivo escondido
en el interior del sujeto. Tales criterios de inferencia, según la doctrina persistente de la
Sala, que pueden orientar al juzgador en la búsqueda de la intención del agresor, y que
presentan distinto valor en cada caso, son, entre otros, la relación preexistente entre
agresor y agredido, el origen inmediato de la agresión, la naturaleza del arma empleada,
la zona del cuerpo a la que se dirigieron los golpes, el número de éstos, la conducta
posterior al ataque etc. (véanse también SS.T.S. de 6 de octubre (LA LEY JURIS.
2729/1995), 24 (LA LEY JURIS. 505/1996),
27 (LA LEY JURIS. 763/1996) y 30 de noviembre de 1.995, 20 de marzo de 1.996 (LA
LEY JURIS. 3924/1996), 11 y 19 de junio de 1.997 (LA LEY JURIS. 8323/1997), 2 de
abril (LA LEY JURIS. 5079/1998) y 6 de octubre de 1.998 (LA LEY JURIS.
10381/1998), 31 de enero de 2.000 y 14 de marzo de 2.001 (LA LEY JURIS.
3352/2001)).
En el caso examinado, el Tribunal sentenciador no considera suficientemente acreditada
la concurrencia del dolo típico del homicidio ni como dolo directo, ni como eventual,
esto es, «que el acusado buscara la muerte de Alexander, o bien que se representara
la posibilidad de causarla y aceptara ese resultado».
Esta conclusión es un juicio de inferencia que el Tribunal obtiene del análisis de los
datos probados, a raíz de la cual, señala que «es dudoso que el acusado deseara la
muerte de Alexander o que, pudiendo prever tal resultado como causalmente derivado
de la acción, lo asumiera», y, en consecuencia, aplica el principio del in dubio «.... que
se traduce en considerar que su propósito fue el de lesionar a la víctima».
Tercero.- Como ya hemos declarado en infinidad de ocasiones el elemento subjetivo del
delito de homicidio no es sólo el animus necandi o intención específica de causar la
muerte de una persona, sino el «dolo homicida», el cual tiene dos modalidades, el dolo
directo o de primer grado constituido por el deseo y la voluntad del agente de matar, a
cuyo concreto objetivo se proyecta la acción agresiva, y el dolo eventual que surge
cuando el sujeto activo se representa como probable la eventualidad de que la acción
produzca la muerte del sujeto pasivo, aunque este resultado no sea el deseado, a pesar
de lo cual persiste en dicha acción que obra como causa del resultado producido (STS
de 8 de marzo de 2.004 (LA LEY JURIS. 12296/2004)).
Como se argumenta en la STS de 16 de junio de 2.004 (LA LEY JURIS. 1967/2004) el
dolo, según la definición más clásica significa conocer y querer los elementos objetivos
del tipo penal. En realidad, la voluntad de conseguir el resultado no es mas que una
manifestación de la modalidad mas frecuente del dolo en el que el autor persigue la
realización de un resultado, pero no impide que puedan ser tenidas por igualmente
dolosas aquellas conductas en las que el autor quiere realizar la acción típica que lleva a
la producción del resultado, o que realiza la acción típica, representándose la posibilidad
de la producción del resultado. Lo relevante para afirmar la existencia del dolo penal es,
en esta construcción clásica del dolo, la constancia de una voluntad dirigida a la
realización de la acción típica, empleando medios capaces para su realización. Esa
voluntad se concreta en la acreditación de la existencia de una decisión dirigida al
conocimiento de la potencialidad de los medios para la producción del resultado y en la
decisión de utilizarlos. Si, además, resulta acreditado la intención de conseguir el
resultado, nos encontraremos ante la modalidad dolosa intencional en la que el autor
persigue el resultado previsto en el tipo, en los delitos de resultado.
Pero ello no excluye un concepto normativo del dolo basado en el conocimiento de que
la conducta que se realiza pone en concreto peligro el bien jurídico protegido, de
manera que en esta segunda modalidad el dolo radica en el conocimiento del peligro
concreto que la conducta desarrollada supone para el bien jurídico, en este caso, vida
(véanse SS.T.S. de 8 de marzo de 2.004 (LA LEY JURIS. 12296/2004), 10 de
diciembre de 2.004 (LA LEY JURIS. 464/2005) y 14 de febrero de 2.005 (LA LEY
JURIS. 2003465/2005), entre otras muchas).
La Audiencia Provincial, como no podía ser de otra manera, asume esta doctrina, tan
tradicional como plenamente vigente, y, como hemos dicho, mantiene la duda sobre la
concurrencia del dolo eventual a tenor de la ponderación que hace de los elementos
fácticos concurrentes. Ello nos obliga a dejar constancia de las siguientes
consideraciones previas:
A) Este Tribunal de casación no puede sustituir la falta de convicción condenatoria del
Tribunal de instancia, introduciendo certeza condenatoria donde los jueces a quibus sólo
apreciaron dudas absolutorias. Pero este impedimento únicamente se predica cuando la
incertidumbre del Tribunal sentenciador está fundamentada en la valoración de las
pruebas de carácter personal, que, por la inmediación con la que se practican solamente
pueden ser evaluadas por los jueces que las presencian. Pero cuando se trata de
conclusiones obtenidas de la valoración de datos materiales y objetivos, nada empece
que esta Sala pueda revisar el resultado valorativo realizado en la instancia al no resultar
afectada esa valoración por la inmediación tan decisiva en las pruebas testificales, de
confesión, etc.
B) Todo juicio de inferencia debe estar presidido inexcusablemente por la racionalidad
del análisis de los datos indiciarios, sin concesión alguna a la arbitrariedad o a
conclusiones que quiebren el pensamiento lógico y el recto criterio basado en las
máximas que nos ofrece la experiencia común.
Cuarto.- Señala la sentencia que acusado y víctima no se conocían, por lo que este
factor no permite inferir un móvil homicida, pero el mismo dato es ilustrativo de la
peligrosidad del sujeto que, sin motivos de previos resentimientos o rencores por no
existir ninguna clase de relación anterior, muestra una patente fijación y agresividad
contra Alexander con insultos y amenazas, seguidos de «golpes con puñetazos y
patadas», junto a otros agresores, hasta que Alexander se refugió en el interior del pub,
todo ello después de haber proferido amenazas del tenor de «te voy a romper la cabeza»,
que, si bien es cierto que en general no se corresponden con un verdadero propóstio de
ejecutar la acción con la que se amenaza, no lo es menos que refuerza la tendencia del
acusado a ejecutar actos graves de agresión.
En cuanto al arma empleada en el apuñalamiento de Alexander, --después de que éste,
aconsejado por un conocido de ambos, se alejara corriendo del lugar, perseguido por el
acusado-- es cierto que no ha sido hallada, pero ninguna duda cabe que se trataba de un
instrumento metálico, tipo destornillador, punzón o estilete, que penetró en el cuerpo de
la víctima a cinco centímetros de profundidad. En este dato constatado se apoya la
sentencia para inferir que el arma debía tener una longitud no superior a esos 5
centímetros, «lo que no sugiere un arma blanca letal o especialmente peligrosa», no
obstante lo cual señala de seguido que esa longitud no impide llegar a órganos vitales.
En relación con la fuerza del golpe --de los golpes-- al apuñalar, la sentencia infiere que
no debió ser muy intensa, pero esta deducción contradice las reglas de la lógica, ya que,
si bien es cierto que no ha quedado acreditado la ropa que vestía el agredido, no puede
olvidarse que los hechos ocurrieron «sobre las cinco de la madrugada del día uno de
enero» en una localidad del País Vasco, y este dato objetivado permite inferir con
arreglo a las normas de la razón, de la lógica y de la experiencia, que el atacado no
vestía precisamente ropa ligera veraniega, sino prendas de abrigo propias de la época
invernal y de la hora previa a la amanecida, y que esas pruebas debían haber
amortiguado la violencia de los golpes y reducido la penetración del arma en el cuerpo
de la víctima.
En cualquier caso, es inexcusable que el acusado ejecutó un doble apuñalamiento, uno
en el abdomen hacia el hipocondrio derecho, y otro en la zona subcostal izquierda que
llegó al bazo, que hubo de ser parcialmente extirpado, con shock hipovolémico. Es
decir, las cuchilladas fueron dirigidas a zonas del cuerpo que albergan órganos vitales,
independientemente de cuáles de ellos resultaran concretamente afectados por el arma
blanca utilizada, pero que sí produjeron un riesgo para la vida del agredido, tal y como
señala la sentencia recogiendo el criterio de los peritos, y ello por más que las
específicas lesiones resultantes pudieran no haber sido mortales de necesidad, pues esto
ya depende de un «aleas» que carece de relevancia a estos efectos.
Al margen de estas circunstancias objetivas concurrentes, debemos ponderar las
características intelectivas del acusado y la relación entre las unas y las otras. En uso de
la facultad que otorga a esta Sala de casación el art. 899 L.E.Cr., hemos examinado el
informe pericial practicado al respecto, y éste no nos muestra a una persona con ningún
déficit de comprensión, reflexión o discernimiento, lo que equivale a decir que
considerando los precedentes inmediatos de la agresión, las características del
instrumento utilizado, la reiteración del apuñalamiento, los lugares del cuerpo adonde se
dirigieron los golpes y el constatado peligro de muerte producido, no podemos llegar a
otra conclusión que el acusado tuvo necesariamente que representarse la posibilidad y la
probabilidad de que su acción produjera un resultado de muerte, pese a lo cual
consumió aquélla aceptando la eventualidad de dicha consecuencia. Es decir, actuó con
dolo eventual propio del tipo penal de homicidio.
En consecuencia, el motivo debe ser estimado, casada y anulada la sentencia de
instancia, dictándose otra por esta Sala calificando los hechos como constitutivos de
tentativa de homicidio.
Quinto.- Porque lo que no podemos aceptar es el motivo formulado por el recurrente de
infracción de ley por indebida falta de aplicación del art. 139 C.P. que tipifica el delito
de asesinato, motivo que encuentra su fundamento en la alegación de que concurrió en
el hecho la alevosía.
El factum, al que inexcusablemente debe someterse la reclamación casacional, no
permite la estimación de la censura. En la declaración probatoria están palmariamente
ausentes los elementos que conforman la alevosía proditoria, la de desvalimiento y la
sorpresiva, tanto sea ésta de inicio o sobrevenida, y, desde luego, no se muestra una
situación de absoluta indefensión de la víctima imposibilitada de hacer frente o
defenderse del ataque de que fue objeto, aunque fuera en situación de inferioridad
respecto del agresor.
Como conclusión a todo lo expuesto, y tratándose de un supuesto de tentativa acabada
del art. 16 C.P., con la concurrencia de la atenuante ordinaria de intoxicación etílica de
los arts. 21.6, en relación con el 21.1 y 20.2 C.P., procede imponer la pena
correspondiente al delito de homicidio, reduciéndola en un grado (de 5 a 10 años), y
aplicando la regla del art. 66.1ª C.P., que impone la mitad inferior (de 5 años a
7 años y 6 meses), fijarla en prisión de cinco años y seis meses con accesorias.
Fallo
QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR AL RECURSO
DE CASACION por infracción de ley, con estimación de su motivo segundo y
desestimación del resto, interpuesto por la representación de la Acusación Particular
Alexander; y, en su virtud, casamos y anulamos la sentencia dictada por la Audiencia
Provincial de Vizcaya, Sección Segunda, de fecha 28 de marzo de 2.006, en causa
seguida contra el acusado Paulino, por delito de lesiones. Se declaran de oficio las
costas procesales. Y, comuníquese esta resolución, y la que seguidamente se dicte, a la
mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos, con devolución de la causa que
en su día remitió.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
Segunda Sentencia
En la Villa de Madrid, a nueve de Mayo de dos mil siete
En la causa instruida por el Juzgado de Instrucción nº 4 de Barakaldo en el sumario nº 1
de 2.005, y seguida ante la Audiencia Provincial de Vizcaya, Sección Segunda, por
delito de lesiones contra el acusado Paulino, nacido en Baracaldo el 8 de marzo de
1.985, hijo de Juan Carlos y de María Begoña, con D.N.I. nº NUM000, en prisión por
esta causa desde el 24 al 26 de enero de 2.005, y en la que se dictó sentencia por la
mencionada Audiencia, con fecha
28 de marzo de 2.006, que ha sido casada y anulada por la pronunciada en el día de hoy
por esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres.
expresados al margen y bajo la Ponencia del Excmo. Sr. D. Diego Ramos Gancedo,
hace constar lo siguiente:
Antecedentes
Único.- Procede dar por reproducidos e incorporados al presente, los hechos probados
de la sentencia de instancia.
Fundamentos de Derecho
Único.- Los que figuran en la primera sentencia de esta Sala.
Fallo
Que debemos condenar y condenamos a Paulino, como autor responsable de un delito
de homicidio en grado de tentativa, con la concurrencia de la circunstancia atenuante de
intoxicación etílica, a la pena de cinco años y seis meses de prisión.
Manteniéndose el resto de los pronunciamientos del fallo de la sentencia recurrida no
afectados por la presente resolución.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
Publicación.Leídas y publicadas han sido las anteriores sentencias por el Magistrado Ponente
Excmo. Sr. D. Diego Ramos Gancedo, mientras se celebraba audiencia pública en el día
de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
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