Sociedad de masas

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Algo sobre Industrialización, Masas y cultura
Me pregunto si el hombre hace tres siglos se hubiera imaginado que estaría a las alturas a las que nos
encontramos hoy en día. Hace tres siglos la vida era distinta, el absolutismo tenía a Europa totalmente sumisa
y América era solo un vasallo más, Australia ni siquiera era conocida y África y Asia eran dos mundos aparte.
La forma de entretenerse era asistir a teatros, óperas, conciertos o dejar volar a la imaginación y, la única
manera de contestar a la pregunta de cómo era el mundo, era a través de las pinturas y los libros ya que el
primer periódico surgió hasta 1690 y en Estados Unidos. Las mujeres se quedaban en el hogar, cuidando a los
hijos y al esposo cuando este llegara a casa, siempre preguntándose si era una buena esposa y madre, y por el
contrario, el hombre se encontraba en reuniones sociales y políticas o partiéndose el lomo trabajando.
Cuando describo parte de la vida del siglo XVII es difícil para nosotros, como ciudadanos del siglo XXI,
imaginarnos ese estilo de vida, sin videojuegos, televisión e Internet; sin mujeres en pantalones y hombres
fingiendo ser hembras; sin la anestesia para operaciones quirúrgicas y los médicos que nos hacen vernos más
jóvenes; sin los automóviles y el metro; sin rascacielos en nuestras ciudades y elevadores que nos permiten
llegar hasta el último piso; sin nuestras películas de ciencia ficción y clasificación triple x, y, z; sin nuestras
bombas atómicas y biológicas; pero sobre todas las cosas, sin esta sociedad tan igual.
¿Cómo es posible entonces que el hombre en tan solo tres siglos se haya desarrollado de esta manera cuando
le tomó más de seis (d.c) aceptar una diversidad religiosa?, bueno, todo esto se debe al parteaguas de mayor
trascendencia en la humanidad: la revolución industrial, cuyo momento decisivo sobrevino en el siglo XVIII
cuando se multiplicaron las nuevas invenciones y se descubrieron nuevas fuentes de energía. Esta revolución
no sólo fue entonces un acontecimiento único, fue todo un proceso continuo que atravesó diferentes fases y
llegó a nuevos rincones del mundo en distintos momentos. La palabra industria, que anteriormente era
considerada como una cualidad de los seres humanos individuales, se aplicó entonces a todo un sector
completo: el industrial.
Todo este gran acontecer vino a cambiar los esquemas antes establecidos de la historia humana; la producción
dejó de ser manual y los trabajadores fueron sustituidos por grandes maquinarias que tenían todo el proceso
productivo mecanizado, ¡pum, pum!, salían cinco productos iguales, ¡pum, pum!, y ahí iban otros cinco, y el
trabajador convencional se quedaba ahí atónito, terminando su primer producto. Por supuesto que iban a ser
reemplazados, más tiempo, más dinero, había que bajar los costos y las maquinarias hacían eso. Pero los
trabajadores no podían quedarse así, tenían una familia que sostener y por ello emigraron de sus comunidades
rurales para establecerse en las ciudades ya bastante modernizadas e industrializadas a mendigar por un
trabajo en las recién surgidas fábricas. Esto solo conllevó a que se formara una división del trabajo, y siguiera
la mecanización, y siguiera la innovación tecnológica, y continuara la industrialización, y los gremios sociales
se disolvieran y dieran paso a la homogeneidad.
Y todo sigue cambiando a pasos agigantados; se inventa la fotografía, se inventa el fonógrafo, y surge el
teléfono y luego el telégrafo, y nace el cinematógrafo y luego la radio, y así hemos llegado hasta la televisión,
al Internet y a nuestro mundo actual. ¡Cómo evolucionamos en tan poco tiempo!, sin duda alguna todos estos
avances tecnológicos nos abrieron nuevas puertas y cerraron otras ya obsoletas, pero, ¿acaso todo esto es tan
beneficioso?, porque pasamos de la época de las tertulias a la época mediática.
Denis McQuail, un teórico moderno, explica que los medios de comunicación se encuentran estrechamente
relacionados con la sociedad de hoy en día ya que esta emplea gran parte de su tiempo para atenderlos, y la
conducta, información y actitudes que se dan como un cambio social están también ligados a los medios.
También explica que entre mayor sea el desarrollo de un país, mayor será el uso que se le dan a los medios, ya
que estos se encuentran estrictamente relacionados con los procesos de alfabetización, urbanización, ingresos
per cápita e industrialización. Esta repentina subyugación que entonces sufrimos frente a los medios, vino a
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modificar nuestra forma de ser y de comunicarnos, dejamos de ser individuos para volvernos una masa ya que
los medios son de carácter masivo. Y es interesante analizar todo este proceso de masificación que tiene sus
bases en la revolución industrial.
Hablar de masas carece de un significado preciso y sólo resulta inteligible cuando se le utiliza en un contexto
específico y se le relaciona con determinados tipos de conducta, instituciones y estructuras sin embargo, este
término parece que es usado cuando se da un cambio indeseable en la estructura social. En fin, masas
comenzó a aplicarse en el siglo XIX para referirse al conjunto de los trabajadores industriales urbanos, pero
poco a poco esta palabra se fue acuñando al término de sociedad y nos enfrentamos entonces ante un nuevo
concepto: sociedad de masas, que está ligado a la cultura de masas y por supuesto, a los medios de
comunicación.
La sociedad de masas, según Kornhauser, (1960) es aquella donde las instituciones principales están
organizadas para tratar con las personas como una totalidad y donde las similitudes entre las actitudes y la
conducta de los individuos tienden a considerarse más importantes que sus diferencias. Esto sólo conlleva a
que las relaciones comerciales sustituyan a los lazos familiares y comunitarios y se implante un sistema social
impersonal en el cual el individuo se aísla, desaparece como tal. Por ello puede entenderse que una
característica de la sociedad moderna es que el individuo es desarraigado y aislado, ya no tiene noción de esos
lazos que existían antes de la revolución industrial y se ha vuelto un consumidor insaciable de los productos
que le ofrecen los medios de comunicación; aquí es donde entra la cultura de masas, que es el material de
entretenimiento que se produce y difunde a través de los medios de comunicación.
Los factores que dieron paso a la cultura de masas también se remontan a la revolución industrial: los
trabajadores tenían más tiempo de ocio debido a que sus jornadas de trabajo eran más cortas, tenían acceso a
la alfabetización y por tanto a la lectura y tenían un salario fijo, lo cual implicaba el acceso a la diversión. Esto
aumentó considerablemente la demanda de productos culturales la cual era satisfecha mediante la producción
masiva de nuevos objetos culturales, aunque, por supuesto, estos productos diferían mucho de la cultura de la
élite, puesto que las normas que se aplicaban a la literatura, la música y las artes visuales, provenían de este
grupo. La crítica no se hizo esperar y se decía que la cultura de masas era inferior debido a la falta de
originalidad, calidad y excesiva popularidad de un objeto cultural.
Ya para el tiempo de los medios de comunicación, los productos culturales se nos son vendidos en la
televisión, en la radio, en el cine, en las revistas. Los teatros, museos y, sobre todo los libros, se han dejado de
lado para darle un lugar más elevado a los ídolos musicales, cinematográficos, a los programas de
entretenimiento, las novelas y los eventos masivos. Todos nos movemos a un mismo ritmo, pareciera que la
gran masa a la que pertenecemos no tiene componentes aparentes. Ya nada nos sorprende, todo nos es igual,
no creemos en nada hasta no comprobarlo en la televisión.
Al paso que vamos, no me sorprendería que pudiéramos acabar como la sociedad que nos plantea Ray
Bradburi en su obra Fahrenheit 451, que más que ser un best seller y una exitosa película de los años 70's,
creo que tiene un planteamiento, cuestionamiento y transfondo bastante interesante puesto que en parte refleja
a la sociedad actual.
Fahrenheit 451 es una novela que nos adentra en un mundo en el cual no se permite pensar y donde los libros
son quemados por los bomberos. La obra se centra entonces en la vida de uno de ellos: Guy Montag, cuya
vida es monótona y carente de emociones pero que gira radicalmente al conocer a la joven Clarisse, quien con
sus preguntas aparentemente inocentes, le cuestiona todo el esquema social en el que están viviendo y le hace
dudar respecto a su oficio. Montag entonces empieza a sentir curiosidad por los libros y justo en un incendio,
se roba uno de ellos y descubre que el mundo de la lectura es apasionante y entonces ya no entiende porqué se
queman esos pensamientos editados y empastados. Justo cuando empieza a preocuparse por los libros, deja de
ser como los demás porque empieza a pensar. Esto es algo que le acarrea muchos problemas porque ya no ve
bien el quemar libros y el estar idiotizado frente a la televisión, entonces recurre a Faber, un antiguo maestro
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de Literatura, y juntos urden un plan para acabar con todas las estaciones de bomberos. Pero todo se complica
puesto que, el jefe de Montag, Beatty, es un hombre bastante inteligente y por lo mismo se da cuenta de las
intenciones de Montag, tienen un altercado y Montag termina empleando el lanzallamas que estaba destinado
para los libros para el cuerpo de Beatty. Enseguida la policía comienza a buscarlo, la televisión transmite la
persecución y Montag se salva al perder su rastro en un río y esconderse con un grupo de personas que
resultaban ser igual que él; perseguidos por las autoridades ya que su único crimen era tener libros. Montag es
entonces incluido en una nueva tradición empezada por estos excluidos, la cual consiste en aprenderse los
libros de memoria y trasmitirlos a las siguientes generaciones porque tal vez, un día, sea permitido leer otra
vez.
Aparentemente la trama suena bastante ficticia porque los bomberos jamás van a quemar libros, o no en
nuestro esquema actual, pero todo esto es un simbolismo porque muy en el fondo, plantea la falta de lectura,
el cual es un problema que hoy en día nos está encareciendo como seres humanos.
Hay un pasaje en la novela, bastante bueno, en el cual Beatty le explica a Montag porque los bomberos
queman libros, y empieza: Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus
lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los libros, más breves, condensaciones.
Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco. Y prosigue. Los años de Universidad se acortan, la
disciplina se relaja, la Filosofía, la Historia y el lenguaje se abandonan, el idioma y su pronunciación son
gradualmente descuidados. Por último, casi completamente ignorados. Y termina: No fue una imposición del
Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas
y la presión de las minorías produjo el fenómeno.
Estas palabras de Beatty resumen todo lo que he venido diciendo a lo largo de este escrito respecto a las
consecuencias de la industrialización. Este proceso no es más que un ahorro, llámese de tiempo, de dinero,
pero su fin es producir masivamente, y entonces todo se relaciona porque Beatty está hablando de
condensaciones y la industrialización podría decirse que es eso: una gran condensación. Y esta constante
búsqueda de lo resumido, de lo compacto, nos ha llevado a encontrar formas que hagan más simple y rápida
nuestra vida ya que ahora, lo que menos tenemos precisamente es tiempo, aunque claro está, siempre lo hay
para ver por horas la televisión. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las
canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado. Atibórralos de datos no combustibles,
lánzales encima tantos <hechos> que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información.
Entonces tendrán la sensación de que piensan y serán felices, porque los hechos de esa naturaleza no cambian.
No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese
camino se encuentra la melancolía.
Estas palabras son totalmente aplicables a nuestros tiempos actuales, el hombre ha cambiado a los
pensamientos por la televisión. Como diría Román Gubern, la televisión es hoy la gran colonizadora del
tiempo de ocio social pues sola o combinada con el video doméstico actúa en buena parte como un medio
sustitutivo de otras actividades culturales, tales como la lectura, las asistencias al teatro o a museos, las
tertulias y las excursiones. De ser un animal simbólico y parlante, el hombre se ha vuelto un animal vidente
porque todo se basa ahora en imágenes, mismas que entran principalmente por la televisión, y luego el cine y
el Internet.
Para poder comprender esto, debemos saber que el hombre es un ser que tiene necesidad del otro, y este
vínculo que establece mediante el lenguaje, da pie a la comunicación, la cual es la posibilidad de intercambiar
información. Pero en una comunidad, el hombre siente la necesidad de jerarquizar y establecer puntos de
referencia que le permitan vivir y encontrarse, comunicarse de una manera ordenada, así que de esta manera
surge la cultura, que no es más que un sistema simbólico de comunicación que se hace mediante el habla, es
decir, del lenguaje que hace a la comunicación. Ahora, cuando hablamos que el hombre es un animal parlante
y simbólico, decimos que es parlante porque es el único que puede hablar consigo mismo y reflexionar sobre
lo que dice, y simbólico porque tiene una vida cultural la cual obviamente nos lleva a todo un mundo lleno de
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significantes y símbolos.
El ser un animal vidente es un nuevo concepto y como he dicho, es ahora el más apegado a la realidad. La
razón de ser vidente radica en que el hombre, precisamente gracias a la televisión, ya no interpreta palabras,
sino imágenes. De ahí la frase de una imagen dice más que mil palabras lo cual, no es totalmente cierto porque
una imagen no puede representar a un concepto en su totalidad. Podrá entonces representar palabras concretas
como casa, carro, pero palabras abstractas como amor o felicidad, están ya más difíciles ya que no pueden ser
representadas en su totalidad por una imagen. Esto, lo único que provoca es que el hombre vaya perdiendo su
capacidad de abstracción y con ello su desinterés por actividades tales como la lectura, ya que estamos
hablando de ella.
Cuando perdemos nuestra capacidad de abstracción, perdemos esa capacidad de comprensión ante ciertos
conceptos o cosas complejas que los buenos libros tienen. Por ello nos preguntamos si el escritor debe hacer
su lenguaje más elemental para poder ser comprendido por las personas, porque el escritor que no lo hace no
es leído, la gente no lo entiende. ¿Pero a qué se debe esto?, a que estamos tan acostumbrados al lenguaje
digerido que diariamente nos proporciona la televisión que cuando nos encontramos con algo que implica un
poco más de razonamiento, nos da pereza mental y lo dejamos, por ello la sociedad de Fahrenheit 451 es
como es, no piensa, solo se avoca a lo que le dice la televisión, y este no es un panorama nada alentador que
sin embargo coincide mucho con la realidad.
Hay que admitirlo, nos encontramos frente a un gran reto como sociedad. No estoy diciendo que la televisión
y los medios sean malos, también tienen sus aspectos positivos, sin embargo, hay que buscar alternativas para
no depender tanto de ellos porque nuestro tiempo de ocio gira alrededor suyo. El reto no sólo se enfrenta a
esta primera traba, también debe enfrentar otra y es la educación de las nuevas generaciones que a fin de
cuentas, son niños de televisión ya que crecen y se educan con ella. ¿Cómo inculcarles el hábito de la lectura o
de la visita a museos cuando nosotros mismos como adultos no lo hacemos?, porque estas son cosas que se
adquieren porque se nos son enseñadas o lo vemos en casa. Pero como nosotros somos consumidores
implacables de los productos de la cultura de masas, no podemos saber entonces en qué consiste la alta
cultura, que quiera aceptarse o no, es la que más deja a uno en qué pensar y por tanto, lo cultiva.
Sociología de los Medios Masivos de Comunicación, 1979.
Denis McQuail, 1979.
Ray Bradbury. Fahrenheit 451. 1967.
El Eros Electrónico.
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