enero-marzo 2014 77 ENFOQUE Imagen país Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta / 4 Simon Anholt Francia: ¿por qué pensar en marca? / 9 Jean-Noël Kapferer China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai / 14 Shulan Ye CONTROVERSIA 75 / Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal Dianne Cunningham, Miguel A. Figueras, Martha Pérez Rolo, Julio César Guanche. ENTRETEMAS 84 / Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola Armando Nova González 92 / Memorias sobre el cambio azucarero. Visiones desde dentro Ana Vera Estrada 102 / De cómo el socialismo pudiera imponerse al capitalismo Pedro Campos LECTURA SUCESIVA Documentando Cuba; debatiendo Alemania / 22 Jennifer Ruth Hosek 108 / Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano Mayerín Bello Valdés La imaginación con poder: Cuba según La Guide du Routard / 30 María del Pilar Díaz Castañón 116 / ¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas Par Kumaraswami Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas / 35 Åse Johnsen y Cecilia Alvstad Imagen país. Promoción del turismo / 43 José Luis Perelló Cabrera Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad / 49 Roger Ricardo Luis ¿Cuba es su música? / 56 Joaquín Borges-Triana Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis / 66 Pedro Vázquez 121 / Y Cuba... ¿hasta dónde llega? Laura Ruiz Montes 124 / Acerca de Mañach: un libro oportuno y necesario Marta Lesmes 127 / Fundar ideas y arrastrar legiones Mely del Rosario González Aróstegui CORRESPONDIENDO 130 / Natalia Bolívar CONSEJO EDITORIAL Director Rafael Hernández Subdirector Raúl Garcés Asesor artístico Frémez () Temas es una publicación trimestral, dedicada a la teoría y el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la sociedad contemporáneas. Está abierta a la colaboración de autores cubanos, caribeños, latinoamericanos y de otros países. Los artículos expresan la opinión de sus autores. No se devuelven originales no solicitados. Prohibida la reproducción sin autorización de los artículos publicados en Temas por primera vez. Este número de Temas fue posible gracias a la contribución del Fondo para el Desarrollo de la Cultura y la Educación (FONCE). Fotomecánica e impresión: Impresiones Los Ríos, La Habana. ISSN 0864-134X. Precio por ejemplar en Cuba: $10.00 (MN). Natalia Bolívar Ana Cairo Mario Coyula Mayra Espina François Houtart Jorge Ibarra Pedro Martínez Pírez Margarita Mateo Ernesto Rodríguez Chávez Joaquín Santana Castillo Nelson P. Valdés Oscar Zanetti Coordinadora de redacción, emplane y web Vani Pedraza García Diseño e ilustración de cubierta Irelio Alonso Edición Laura Marrero Juana Mª Martínez Tania Chappi Docurro Reseñas Carlos Alzugaray Daniel Salas Promoción Gladys García Durán Administración Aníbal Cersa Secretaria Claudia Díaz CONSEJO ASESOR Jorge Luis Acanda, UH Antonio Aja Díaz, CEDEM, UH Félix Julio Alfonso Aurelio Alonso Casa de las Américas Revista Temas Calle 23 #1155, 5o piso e/ 10 y 12, El Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba. CP 10400. Tel/Fax: (53-7) 838 3010 Email: [email protected] www.temas.cult.cu Universidad de Puerto Rico. Ramón de la Cruz, Sociedad Cubana de Ciencias Penales. Carlos Delgado, UH. María del Pilar Díaz-Castañón, UH. Julio Díaz Vázquez, CIEI, UH. Jorge I. Domínguez, Universidad de Harvard. Marlen Domínguez, UH. Armando Fernández, Fundación de la Naturaleza y el Hombre. Raúl Fernández, Universidad de California, Irvine. Tania García Lorenzo, Instituto Juan Marinello. Humberto García Muñiz, Universidad de Puerto Rico. Carlos García Pleyán, COSUDE. Denia García Ronda. Jesús Guanche, Fundación Fernando Ortiz. Julio César Guanche, Casa del Festival. Antoni Kapcia, Universidad de Nottingham. Hal Klepak, Royal Military College, Canadá. María Teresa Linares. Sheryl Lutjens, Universidad de California. Consuelo Martín, UH. Luz Merino, Museo Nacional de Bellas Artes. Alberto Montero, Universidad de Málaga. Armando Nova, CEEC, UH. Marta Núñez, UH. Esther Pérez, Centro Memorial Martin L. King, Jr. Lisandro Pérez, City University of New York. Manuel Pérez, ICAIC. Marta Pérez-Rolo, GESTA. José Luis Rodríguez, CIEM. Thomas Reese, Universidad de Tulane. Pedro Pablo Rodríguez, Colegio de San Gerónimo Los manuscritos y la correspondencia deben enviarse a: Javier Colón, María del Carmen Barcia, Casa de Altos Estudios F. Ortiz Alain Basail, CESMECA Mayerín Bello, UH Zaida Capote, ILL. Julio Carranza, UNESCO. Oficina regional, Montevideo. Nils Castro. Centro de Estudios Martianos. Rogelio Rodríguez Coronel, UH. Francisco Rojas Aravena, FLACSO, Secretaría General. Cira Romero, ILL. Joel Suárez, Centro Memorial Martin L. King, Jr. Miguel Tinker Salas, Pomona College. Gilberto Valdés, Instituto de Filosofía. Juan Valdés Paz. Omar Valiño, UNEAC. John Womack, Universidad de Harvard. Yolanda Wood, Casa de las Américas. Mirta Yáñez. Imagen país El tema de la imagen o la marca país propicia perspectivas encontradas. Para algunos reducida a un logo, un lema y sus marcas de origen; a un ranking internacional reflejo de la gobernabilidad y el buen manejo del comercio; al know-how de relaciones públicas corporativas extendido a la diplomacia, el tema da paso a problemas más complejos: la reproducción del capital simbólico asociado a una nación; los modos mediáticos o artísticos que trasmutan su código genético; las tomas de partido de unas culturas políticas frente a otras; la valorización (o devaluación) de una locación mediante filmes y guías turísticas, que suelen reducir la pluralidad de una sociedad y una cultura a paisajes recortados. La paleta con que se construye a Cuba, heterogénea e incoherente, propone al mismo tiempo la isla sensual cundida de placeres sibaríticos (vista del mar entre humo de habanos, ron añejo y fondo musical detenido en el tiempo) propia del mercado turístico y disquero; de extrema pobreza y precariedad (la ciudad en ruinas poblada por una multitud a la intemperie), propias de la fotogenia del realismo sucio; y de tintas cargadas sobre la sordidez del sistema (el gulag tropical), típicas de reportajes y libros de viajes. Cómo y a partir de qué estrategias una política ilustrada puede lidiar con estos fenómenos resulta de particular interés en el mundo global de hoy. Contribuir a rastrear este territorio, y el vínculo entre el país imaginado y el tangible, es la meta de este número de Temas, coordinado por nuestra editora Laura Marrero, que reúne diversos enfoques, a menudo polémicos, de un conjunto de destacados profesionales (alemanes, franceses, chinos, norteamericanos, noruegos, cubanos), en torno a una variada agenda. Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta Simon Anholt Consejero gubernamental independiente. E n la era de la globalización, los países, las ciudades y las regiones compiten unos con otros para asegurar su tajada de inversiones, turismo, mercado para sus productos y servicios, y la atención y el respeto de otros gobiernos, de las instituciones multilaterales y de los donantes, los medios de difusión y la opinión pública internacional en general. A lo largo del último siglo la competencia por la reputación se ha intensificado de manera increíble en la medida en que países, ciudades y regiones han reconocido que, en un mundo de capital, clientes y competidores cada vez más andariegos, el perfil y la imagen asumen una importancia suprema, al igual que en cualquier plaza de mercado muy activa. En lo que se refiere a atraer comercio, talento, visitantes e inversiones, los sitios dotados de reputaciones poderosas y positivas gastan menos para lograr más; es decir, los sitios dotados de una buena imagen comercian vendiendo por encima del valor nominal; los que carecen de ella lo hacen por debajo del justo precio del producto. En 1998 acuñé el término marca nación para expresar la idea de que las reputaciones de los países eran tan importantes para su progreso y su prosperidad como las imágenes de marca de productos lo eran para sus dueños corporativos.1 El nombre se impuso rápidamente, y a estas alturas la mayoría de las administraciones nacionales, de ciudades y regiones dan por sentado que medir y administrar su «marca de lugar» es una parte crítica de sus funciones: los gobiernos tienen que ser tanto administradores de marca como hacedores de política. 4 n. 77: 4-8, enero-marzo de 2014 Simon Anholt En 2005, con el objetivo de medir las fortalezas relativas de las imágenes nacionales, comencé a realizar un examen trimestral en el que encuestaba a 29 500 personas en 35 países sobre sus percepciones de otros países. El Anholt Nation Brands Index circuló trimestralmente hasta 2008, cuando fue relanzado, en asociación con la compañía de investigaciones GfK Roper, como el Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM. El estudio, ahora anual, se efectúa en medio centenar de países y utiliza un cuestionario de más de cincuenta preguntas que miden, entre otras, percepciones de cultura, pueblo, gobierno, productos y servicios, sistema educativo, políticas, hazañas deportivas, competencia tecnológica, paisajes. El Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM se ha convertido en uno de los más vastos estudios sociales jamás emprendidos, pues sondea una muestra que representa 60% de la población del mundo y 77% de su PNB cada año, y compone una base de datos única de más de ciento sesenta y cuatro mil millones de aspectos de datos que rastrean en detalle «cómo el mundo ve al mundo». Un estudio paralelo, el Anholt-GfK Roper City Brands IndexSM, ha estado realizando un análisis similar sobre las percepciones globales de cincuenta ciudades claves desde 2005. En tres estudios ulteriores —2005, 2007 y 2010— un modelo de desgravación de derechos fue usado para estimar el valor económico de la «marca» de cada país, tal como se tasan las marcas de corporaciones o de productos. Las cifras fueron sorprendentes, y produjeron evaluaciones en el rango de los billones de dólares para las naciones más cotizadas. Al igual que sus contrapartes corporativas, estos valores positivos intangibles a menudo sobrepasaban con mucho el volumen de negocios del país. El vínculo entre imagen del sitio y desempeño económico está bien reconocido ahora, tal como lo confirman cada vez más estudios. Por citar apenas dos ejemplos recientes, «el mejoramiento de la reputación de uno en un país que se tenga en la mira por el nivel de un puesto [en el Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM] conduce a un incremento de 2% de sus exportaciones, lo cual equivale al disfrute de un decrecimiento de aranceles de hasta 3,86%»2 y «el Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM, nuestra medida para intangibles en el país anfitrión, tiene un efecto positivo amplio en las inversiones extranjeras directas (IED): el aumento de un punto en el índice se asocia con un incremento de 27% en el flujo de IED hacia adentro».3 Aunque el concepto original de la imagen de marca de un país resulta ahora bien aceptado por muchos gobiernos, su entendimiento sobre lo que —tal vez— un país puede hacer para mejorar esa imagen sigue siendo bastante primitivo. La extrema inercia de las imágenes nacionales (la mayoría casi no cambia en lo absoluto),4 combinada con el horizonte de corto plazo de los gobiernos democráticos, han conspirado para garantizar que la mayoría de los países no hagan más que gastar grandes sumas de dinero en fútiles ejercicios de propaganda que no alcanzan resultado alguno. Cada año aumenta el número de países, ciudades y regiones que ponen en marcha la práctica de «ponerle marca al sitio» (o sea, un intento de elevar o mejorar su perfil internacional en general, algo distinto del turismo o de la promoción de inversiones). Unos catorce o quince países tienen ahora departamentos formales y dedicados a poner marca a la nación, y al menos treinta o cuarenta llevan a cabo regularmente actividades para poner marca a las naciones. Se ha vuelto algo casi de rigor en América Latina que los gobiernos nacionales establezcan una agencia «Marca país», la cual periódicamente (y a menudo de manera controvertida y costosa) intenta resumir la «esencia» del territorio en un logotipo y un lema, de los que tratarán de imponer una patente a los exportadores, en la creencia habitualmente errónea de que ello añadirá valor a sus exportaciones. El enfoque adoptado por la inmensa mayoría de esos países, ciudades y regiones pudiera caracterizarse como «fanfarronería»: están comprando espacios en los medios de difusión (o en su lugar intentando «ganar» espacio editorial a través de las relaciones públicas) para hacer una lista de las razones por las cuales sienten que merecen la admiración del mundo. Tal enfoque, altamente primitivo, jamás ha demostrado tener efecto alguno en la imagen internacional de ningún país, ciudad o región, pero, como estas «campañas» casi nunca involucran algún mecanismo para medir su impacto, su ineficacia por lo general no resulta registrada. Este punto de vista podría resultar anticuado, pero cualquier gasto del dinero de los contribuyentes (sobre todo los enormes montos que se cargan a las agencias de propaganda y relaciones públicas para las campañas en los medios de difusión) debería ser transparente y susceptible de ser medido y de que se rindan cuentas al respecto. Convendría fijarse propósitos precisos y que se muestre que estos se lograrán a través de mediciones claras y objetivas. La creciente tendencia a creer que cualquier técnica importada del sector privado o practicada por las corporaciones es necesariamente una especie de remedio mágico que no requiere medición, vigilancia ni más justificación que su nombre a la moda (la frase de «poner marca» es un ejemplo típico de este vocabulario totémico), debería ser vigorosamente desalentada. Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta 5 Las percepciones de los países no pueden ser manipuladas de manera directa con las mismas herramientas de persuasión que utilizan las compañías para mercadear sus productos; los países no son productos que vender a un consumidor, sino constantes culturales, bloques de construcción de nuestra visión del mundo. Responsabilidad social gubernamental Las percepciones de los países no pueden ser manipuladas de manera directa con las mismas herramientas de persuasión que utilizan las compañías para mercadear sus productos; los países no son productos que vender a un consumidor, sino constantes culturales, bloques de construcción de nuestra visión del mundo. Durante los últimos quince años como asesor independiente de política, he trabajado en más de cincuenta países con jefes de Estado, de Gobierno y gabinetes, y a menudo he notado que si estuviésemos decididos a aplicar modelos comerciales al sector público, entonces la responsabilidad social corporativa sería una guía mucho más confiable que la promoción de ventas, las relaciones públicas o los anuncios. Es probable que los mismos principios éticos que empujan a los consumidores a favorecer marcas ofrecidas por compañías que se comportan como buenos ciudadanos corporativos, también los impulsen a hacerlo —en calidad de turistas, inversionistas, votantes, estudiantes, inmigrantes y compradores de productos y servicios extranjeros— con los países que satisfagan sus estándares morales. Dicho de otro modo, si un país desea que se le admire, no basta con ser exitoso; tiene que brindarles a las personas allende sus fronteras buenas razones para alegrarse de su existencia; ha de hacerse útil a la humanidad y al planeta si quiere ganarse la reputación que necesita. Este concepto de Responsabilidad Social Gubernamental (RSG) ha dotado de información la labor estratégica que he desempeñado en los últimos años y ha generado muchos desenlaces exitosos. La validez de la RSG recibió ahora una confirmación adicional de parte de un nuevo metanálisis de los datos de Nation Brand Index (NBISM): el modelo MARSS. El modelo MARSS: una relación de la influencia nacional El modelo de Joseph Nye referido al poder suave, duro e inteligente ha demostrado su utilidad como una simple distinción en este contexto.5 No obstante, la realidad es que hay muchos tipos diferentes de poder, 6 Simon Anholt influencia, atractivo y autoridad que un país puede blandir en la imaginación pública y en la realidad. En su mayoría son «suaves» —en el sentido de que atraen a personas hacia ellos— y tal vez tres sean verdaderamente «duros» —pueden ejercerse sobre las personas en contra de su voluntad—; pero se requiere una distinción más sofisticada para comprender cómo más de doscientos países, por no mencionar incontables ciudades y regiones, compiten hoy día unos con otros por influencia y primacía en el orden mundial. El modelo MARSS se basa en el análisis de los diecinueve estudios a gran escala de las percepciones internacionales de 65 países y 73 ciudades llevado a cabo por Anholt-GfK Roper Nation Brands, entre 2005 y 2013, cuando se estableció su último IndexSM. Un análisis más profundo de la base de datos acumulativa NBISM genera la hipótesis de que los impulsores claves de la categoría nacional en conjunto pueden caracterizarse como moralidad, estética, pertinencia, sofisticación y fortaleza. Estos —que juntos forman el modelo MARSS— coexisten y se solapan en una variedad de combinaciones casi infinita. Las personas podrían saber muy poco sobre lo que hace, construye o parece en realidad un país; sin embargo, tienen una idea bastante fuerte de si es bueno o malo, bello o feo, fuerte o débil, sofisticado o primitivo, y si resulta pertinente o no para sus vidas. La moralidad tiene en cuenta si las personas aprueban el país (una combinación de sus líderes, su población y sus instituciones comerciales y públicas). Por ejemplo, Noruega, Holanda y Suiza pueden golpear considerablemente por encima de su peso (o sea, de su poder duro) como resultado directo de su fortaleza en esta dinámica. Por supuesto, la moralidad es un asunto altamente subjetivo, y sus componentes precisos variarán según la cultura o, de hecho, el individuo. Las percepciones de la moralidad de un país también diferirán (en la realidad al igual que en la percepción) en dependencia de si se considera el gobierno, la población o las instituciones públicas o privadas de una nación, pero, por lo general, a la opinión pública internacional no le interesa hacer distinciones tan sutiles. En el caso de países mejor conocidos y comprendidos, la gente podría distinguir entre todos estos «jugadores» morales; para aquellos que se conocen menos bien la tendencia será a percibir el país entero como una entidad moral única (esta es una mala noticia para las poblaciones de países en vías de ser fallidos). La estética, por su parte, es un medidor de si el país (en términos de su pueblo, su medio construido y natural, sus productos, su producción cultural, etc.) es contemplado como agradable a la vista —o a los demás sentidos. En su conjunto, es difícil sentir aversión o desaprobar fuertemente o durante largo tiempo lugares, personas y productos hermosos, y nos inclinamos por asociar la belleza con la virtud y la riqueza. En este sentido, el Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM mostró que muchos ciudadanos a nivel mundial comenzaban a considerar el paisaje norteamericano como menos bello durante el segundo mandato presidencial de George W. Bush; un notable número de encuestados musulmanes tuvieron una respuesta similar sobre la campiña danesa después de la publicación de las caricaturas que satirizaban al profeta Mahoma en un periódico nacional en 2006. Japón y Alemania obtienen mucho de su inmenso poder estético del diseño de productos: cada producto bien diseñado de Sony, Bosch, Porsche, Toyota o Panasonic vendido en otro país es un minúsculo embajador para el poder estético de su sitio de origen. Otro factor crítico al considerar la imagen nacional es la pertinencia. Una de las más interesantes observaciones del Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM es que la mayoría de las personas casi nunca piensan espontánea o regularmente en más de tres países: el suyo propio, los Estados Unidos y un tercero, variable, con el cual tienen alguna asociación, experiencia o ambición personales. Solo pensarán sobre los restantes doscientos dos si se les insta a hacerlo, y mientras se les inste. La pertinencia es un desafío significativo para la mayoría de las naciones que tratan de ubicarse en los «mapas mentales» de las personas: mientras más pertinente resulta el país para el objetivo, mejores son las condiciones para un cambio rápido y profundo en sus percepciones sobre este. Pero hay una trampa: quienes ya sienten que un país es pertinente para sus vidas se inclinan más a notar las cosas que este hace, dice o fabrica, pero serán menos propensos a variar de opinión como resultado de ello, mientras que aquellos que no sientan lo anterior son menos susceptibles a prestar atención, y más a cambiar su opinión. La sofisticación es un marcador sobre lo «moderno» que es un país en la percepción de las personas; si se le contempla como primitivo, carente de sofisticación y retrasado, o si es moderno y altamente desarrollado. No resulta sorprendente que este aspecto se asocie tan a menudo con el desarrollo tecnológico como con el capital humano y económico, y en verdad la tecnología es un sustituto útil para medir este eje del modelo MARSS. Por su parte, la fortaleza tiene que ver con nuestra creencia de que un país puede ejercer influencia sobre nosotros o sobre otros, independientemente de los otros tres atributos. El poder duro, tal como lo describe Nye, es típicamente militar y económico, pero a esto puede agregarse el poder de los medios de difusión: la habilidad del país para imponer sus puntos de vista sobre la opinión pública internacional por la vía de la influencia que ejerce sobre, o más probablemente por ser dueño de una porción sustancial de los mensajes de los medios de difusión que llegan a las personas. Por supuesto, los Estados Unidos son los líderes de la categoría, y son capaces de «poner marca de manera beligerante»6 a otro país usando esta variedad de poder duro: le ha estado haciendo esto a Cuba durante muchas décadas. El poder blando tiende a ser asociado más con los dos primeros atributos —el moral y el estético—, pero esto no es una distinción absoluta. La combinación y el equilibrio de la moralidad y la fuerza son críticos: un país percibido como activamente inmoral, al que también se reconoce como poseedor de un poder duro significativo, terminará teniendo, como es probable, una imagen fuertemente negativa. Fortalezas relativas de los componentes de MARSS En un sencillo intento experimental de un metanálisis MARSS, se seleccionó un grupo de preguntas del cuestionario estándar NBI SM por considerarlas las más representativas de cada uno de los cuatro componentes. La calificación de moralidad de cada país se genera mediante una combinación de sus posicionamientos globales promedios en preguntas relativas a cómo se percibe su contribución a la reducción de la pobreza; el trato justo para con sus propios ciudadanos y el respeto por los derechos humanos; su gobernanza competente y honesta; su comportamiento responsable en asuntos internacionales; su contribución a la paz y la seguridad globales; su cuidado del medio ambiente y el nivel de igualdad en su sociedad. A su vez, el indicador estética es resultado de una combinación de preguntas en torno a las percepciones sobre una herencia cultural y una cultura popular atractivas, hermosos paisajes y un medio ambiente construido para despertar interés. El de pertinencia, la suma de la familiarización personal con el país y las creencias sobre su influencia internacional; el de sofisticación se basa en las percepciones de hazañas tecnológicas, y en la de que el país tiene ciudades vibrantes y modernas. Y, por último, la calificación de la fortaleza tiene lugar cuando se integran las categorías Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta 7 para las hazañas tecnológicas y deportivas, el valor de las inversiones y las percepciones de impacto global. Entonces se calcula la desviación de estas calificaciones combinadas respecto a la categoría NBISM de conjunto de cada país. Mientras más bajo sea el número, más fuerte es la ejecución de cada componente MARSS como pronosticador de la imagen nacional en general. moralidad sofisticación fortaleza estética pertinencia 6,85 7,02 7,33 8,25 8,26 La percepción de moralidad parece ser, por ende, el impulsor más fuerte en este sentido, y hay indicaciones de que este efecto es incluso más pronunciado cuando el análisis se repite en los encuestados que tienen menos de 45 años. Debe enfatizarse que tal análisis es algo tosco pero eficaz, y está diseñado según los datos disponibles en vez de según el trabajo de terreno específicamente diseñado; pero los resultados sugieren que investigaciones ulteriores que sigan estas líneas serán altamente reveladoras. El hecho de que la percepción de la moralidad alcance valores tan significativos podría deberse a que las personas más jóvenes tienden a ser influidas sustancialmente por su sentido moral, y están menos inclinadas al cinismo y a la corrosiva influencia de la realpolitik; a su vez, las más viejas que forman parte de las élites y de los individualmente poderosos son influidos por la opinión pública de los más jóvenes. De ahí que uno de los más efectivos impulsores de la aceptación positiva (dicho de otro modo, poder blando efectivo) para cualquier país sea una posición moral claramente marcada y, por supuesto, una sostenida y dramática evidencia de que sigue mereciendo esa posición. Tal resultado corrobora fuertemente la siguiente observación: Si los gobiernos del mundo atribuyeran apenas la mitad del valor que la mayoría de las corporaciones sabias han aprendido a atribuir a sus buenos nombres, el mundo sería un sitio más seguro y más tranquilo de lo que es hoy.7 A ello puedo ahora agregar que si los gobiernos hicieran eso, también conseguirían mejorar sus propias perspectivas nacionales de manera más rápida, efectiva y abarcadora de lo que jamás podrían hacer por sí solos la buena gobernanza y el comercio exitoso. El mensaje es simple: si un país quiere desempeñarse bien, más vale que haga el bien. Traducción: David González. 8 Simon Anholt Notas 1. Véase Simon Anholt, «Nation-Brands of the Twenty-First Century», Journal of Brand Management, v. 5, n. 6, Londres, julio de 1998. 2. Yoto Yotov, Daniel Korschun y Boryana Dimitrova, Country Reputation and International Trade: a Structural Gravity Approach, Drexel University, Filadelfia, 2012. 3. Margarita M. Kalamova y Kai A. Konrad, Nation Brands and Foreign Direct Investment, OECD/Max Planck Institute, París/ Munich, 2010. 4. Véase Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM, 2005-2004, disponible en http://www.simonanholt.com/Research/researchintroduction.aspx. 5. Joseph S. Nye, Jr., «Soft Power», Foreign Policy, Washington, DC, otoño de 1990, pp. 153-71. 6. Véase Simon Anholt, Brand America, Cyan Communications, Londres, 2004, p. 68. 7. Simon Anholt, Anholt Nation Brand Index, Q4 Report, 2006. , 2014 Francia: ¿por qué pensar en marca? Jean-Noël Kapferer Escuela de Altos Estudios Comerciales, París. L a noción de marca no es reciente. Históricamente, para los juristas, se ha tratado de un signo que autentifica el origen de un producto y que lo diferencia del de la competencia. Por ende, su función es defensiva (precaverse del robo, de la copia, o sea, de la falsificación, por la vía de autentificar la procedencia) y ofensiva (contener una diferencia). Resulta notable que para lo que la lengua francesa solo utiliza un término (la marque —la marca), los anglosajones tengan dos: trademarks (los signos asentados, concepto jurídico) y the brand, esa identidad nominal o simbólica que porta una promesa encarnada en productos y servicios. Es este segundo sentido el que se adoptará para el presente análisis. La marca tiene un valor, que se traduce por una prima de precio o un excedente de «atractivo» en tanto cumple una función ante los compradores potenciales e internamente. En primer lugar es importante la garantía: se habla de trust brands, la marca promete una prestación constante en el espacio y el tiempo. Suprime los riesgos vinculados con los azares. También se presenta como innovadora y portadora de los avances de la calidad. De hecho, todas las grandes marcas han surgido de una innovación de gran envergadura y han permanecido como las fuerzas de progreso de su mercado. Pero actualmente la marca va mucho más allá de la confianza y la garantía: proyecta valores, nutre identificaciones y suscita la movilización tanto externa como interna (a nivel de los colaboradores en la * Publicado originalmente en francés como «France: pourquoi penser marque?», Revue Française de gestion, n. 218-219, París, 2011. Francia: ¿por enero-marzo qué pensar en n. 77: 9-13, demarca? 2014 9 La noción de marca ha evolucionado de la etiqueta a la bandera, del certificado de autenticidad al banderín portador de valores que seducen, atraen y movilizan y que seguidamente son traspolados por productos o servicios. empresa). Llega a crear en torno a sí una comunidad de prosélitos: los millones de pésames recibidos desde todos los rincones del mundo en ocasión del fallecimiento de Steve Jobs así lo atestiguan. La Apple, al igual que muchas marcas hoy, es casi un objeto de culto. Hace veinte años no se había hablado aún de «la empresa Francia». Resulta sintomático que ahora se hable de marca Francia. Algunos dirán que es audaz hacerlo. ¿Cuál es la causa de esa evolución? La empresa es un grupo movido por un proyecto de creación de valores que moviliza recursos humanos, tecnológicos y financieros. La marca plantea otra pregunta: ¿cuál es la mirada de los demás (los mercados) y en qué sentido dicha mirada es creadora de goodwill (clientela)? Según los economistas, esta nación es la quinta potencia del mundo. ¿Somos percibidos así, o ello no sucede en absoluto? En el hecho de ser vistos como tal, hay implícita una promesa de dinamismo, de poder, de modernidad, de contarse entre quienes hacen el mundo moderno, que acrecienta lo «atractivo» de la oferta Francia, tanto en sus productos y servicios como en su realidad de país por visitar, o en el cual se debería invertir. En el mundo moderno, la percepción es la realidad: los actores económicos deciden sobre la base de su percepción de Francia. Por lo tanto, la noción de marca ha evolucionado de la etiqueta a la bandera, del certificado de autenticidad al banderín portador de valores que seducen, atraen y movilizan y que seguidamente son traspolados por productos o servicios. La última razón que convierte la marca en una noción de actualidad es la competencia. Las fábricas hacen productos, los clientes compran marcas. A ellas está asociada la idea de excelencia respecto a alguna cosa; si quiere ser notable, se debe ser líder, no tanto en la fría suma de las porciones de mercado, sino ser percibido como tal: atraer los mercados, tener fuerza de arrastre de progreso, de elevación. Francia es quizás la quinta economía cuando se sacan todas las cuentas, pero ¿acaso asume ese rango, se comporta a esa altura y se la percibe como tal? La marca remite a una clasificación implícita que hacen los clientes: ¿quién es el mejor en qué? Ahora bien, esta diferenciación nos la atribuyen tácitamente los nuevos barómetros de la reputación —como «la clasificación de Shanghai», que establece el hit parade mundial de las instituciones de enseñanza, y en la cual las escuelas y universidades francesas están relegadas bien abajo. Lo mismo es válido para la que emite 10 Jean-Noël Kapferer el Times. De nada sirve denigrarlas bajo el pretexto de que provienen, una de ellas, de China —que se erige por lo tanto en juez de la calidad intelectual de las universidades del mundo entero— y la otra, de una revista. Representan para muchos una descarga eléctrica, porque revelan que Francia está presente en la competencia mundial por la reputación, por la marca. Esta no es una renta, se defiende, se pelea por ella una y otra vez. Jamás se debe cesar de hacer pruebas: la arrogancia francesa, tan calumniada en el extranjero, consiste en un rechazo a querer hacerlo. La noción de marca país Tal noción —en inglés, nation brand— no tiene una larga historia. Surgió en el decenio de 1990-1999 y se desarrolló mucho desde entonces.1 Siempre fue natural en el terreno del turismo y de la comunicación publicitaria. También está asociada al «made in» y a su significado; como valor agregado existe una abundante investigación académica mundial sobre los efectos del «country of origin».2 Sin embargo, la marca país —en el sentido moderno— va más allá de las etiquetas pasivas y de los certificados de origen: conduce a que los ciudadanos de cada nación se reconozcan en sus valores, su visión del mundo, su cultura. La verdadera interrogante es la del respeto a aquellos valores asociados a ese país, que fundan su identidad. Además de la certificación de origen, otros elementos constituyen la palanca de la atracción de la marca país. Italia, vecino y competidor, lo comprendió bien: pasó de la promoción de lo «Made in Italy», a la del «Italian life style» y ahora al «Italian way of living» en el sentido más completo. La noción de marca país está en el meollo de la reflexión sobre la ventaja competitiva de las naciones, preludio de la ventaja competitiva de unas y otras, pero que descuida demasiado el riesgo estratégico de abandonar sectores claves de la economía en manos de otros países. Si, por ejemplo, lo alimentario se convierte en un arma, ¿puede dejarse a un lado la agricultura local? La idea de marca nación fue vuelta a dramatizar por los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El diagnóstico que entonces hiciera el secretario de Estado norteamericano para asuntos extranjeros, Colin Powell, era que el país no había trabajado su imagen y su relación directa con los pueblos del mundo, sino que había operado esencialmente por la vía de la diplomacia, sin tenerlos en cuenta. De ahí la mala imagen de dicha nación, y el júbilo que se desató en el mundo ante el desplome de las Torres gemelas, símbolo de la hiperpotencia afectada en su propio suelo. En ese momento se volvió a hablar en los Estados Unidos de Brand America. Como lo escribiera John Quelch, de Harvard: «La Pax Americana amenazaba el Brand America».3 No solo se trata de manejar mejor la comunicación, la marca va mucho más allá. Para todo jefe de empresa, esta representa un proceso de movilización de todos en dicha institución tras un proyecto común, que se expresa en forma de proposición de valor, tangible e intangible, concebida para los mercados, bajo el estandarte del nombre marca. Habría entonces que distinguir la administración de la marca (organizar la necesaria coherencia de todas las acciones de la empresa para este fin, empezando por la oferta de productos y servicios) y la que se hace por la marca (movilizar al personal en lo interno mediante la adhesión al proyecto, a sus valores). Construir una marca, por lo tanto, comienza internamente, puesto que son las personas quienes la hacen y subtienden su capacidad para ofrecer la garantía de calidad —urbi et orbi—, la primera de sus funciones, pero también otras como el orgullo, la identificación, el estatus, etcétera. El proyecto de marca solo puede funcionar si tiene aspiraciones objetivas; es decir, si no idealiza sus fortalezas y no desprecia el necesario realismo conferido, por ejemplo, por los estudios de imagen llevados a efecto mundialmente y sector por sector, que dibujan un territorio en el que la marca Francia goza de gran legitimidad, y otro en el que tendrá que batallar contra fuertes prejuicios anclados en la historia. La concepción de la marca país depende de ciertas palancas: se nutre, en primer lugar, de las representaciones vinculadas con el país mismo, conformadas por política, economía, éxito o retraso tecnológico; pero también por irradiación cultural, deportiva, educativa, sin olvidar la dimensión de asociación. En cuanto a la irradiación, los mejores embajadores de Francia en China u otras partes son los jóvenes empresarios, puesto que construyen la imagen de una nación que se despliega, optimista. La irradiación atraerá al país a los mejores estudiantes e investigadores. La «atractividad» de un país se edifica también mediante la imagen que este refleje de sí mismo en los productos o servicios que de él emanan (¿cuáles son los desempeños superiores?, ¿cuáles sus poderes simbólicos o mágicos?). En fin, hay que comprender las funciones que desempeña la marca país para el cliente que la tiene en su punto de mira: ¿espera él solamente la confianza, o a la par la marcación, el estatus, la elevación de sí, etcétera? Figura 1. Las palancas de la marca Francia Imagen global del país: — política, económica — industrial, científica — irradiación cultural, deportiva — imagen de asociación — arte de vivir a la francesa Dimensiones de la marca Francia aplicadas a los productos y servicios («made in»): — funcionales — simbólicas — mágicas Atractivo de la marca Francia Función de la marca para los clientes: — confianza, trust — marcación de una diferencia — función signo — función estatus social Actualidad de los debates sobre la marca Francia No son un efecto de moda la multiplicación de los debates, los artículos y los simposios sobre la marca Francia. Numerosos síntomas son ciertamente inquietantes; el más grave es la pérdida de competitividad con respecto a los vecinos europeos y el deterioro de la balanza comercial francesa: se consume más de lo que vende el país. A no ser que se predique el decrecimiento, es decir, el desconsumo, la caída de la demanda interna, hay, pues, que vender más y sobre todo mejor. Hay, además, que eliminar la idea según la cual Francia podría mudarse a la pura economía de servicios y confiar a otros la producción de bienes manufacturados por el hecho de la mejor competitividad de estos en términos de costos: realmente los servicios no se deslocalizan —los peluqueros, los bancos y los enfermeros permanecen en su sitio—, pero ningún país quiere delegar en otros su supervivencia, o sea, la producción de bienes materiales y agrícolas. Además, de adoptarse esa variante, la balanza comercial se hundirá aún más y eso no será compensado por la exportación de servicios, la balanza de pagos. Francia no tiene, pues, más opciones que trabajar por su cuenta de explotación y comenzar por las líneas superiores: vender más y sobre todo mejor. Para fundar una estrategia nacional de valor agregado, el punto de vista de la marca Francia resulta necesario. Como recordaba Kun Hee, expresidente y director general de Samsung, «los clientes exigentes del mundo entero son nuestros mejores profesores». De hecho, son capaces de enseñar cuál es la percepción acerca de los valores únicos y fuertes que aporta la palabra Francia, los Francia: ¿por qué pensar en marca? 11 que contribuyen a acrecentar los recursos obtenidos de los flujos de exportación de bienes y servicios, de los extraídos del turismo, de los flujos de inversiones extranjeras directas (IED), como las implantaciones de sociedades, pero también de los flujos culturales, etc. La cuestión central es, por lo tanto, elegir los valores que fundan la especificidad francesa, y atender, sobre todo, la pertinencia en el concierto competitivo mundial. Al respecto, cabría expresar la voz de los mercados mundiales y de sus expectativas en relación con Francia, las cuales emanan del posicionamiento de esta nación, único y construido a lo largo del tiempo, que la diferenció de todos los competidores y que —ya se verá— le cuesta trabajo asumir. Por supuesto, esas expectativas varían según los sectores y los países, pero existe un fondo de comercio Francia, un dominio de legitimidad único en el que se espera a los franceses y en el cual el precio elevado no constituye un factor de rechazo. Francia es y seguirá siendo un país caro; los gastos del Estado alcanzan ya más de 50% del PIB del país, por primera vez en nuestra historia. Habrá, sin embargo, que dotar la marca Francia de elementos de competitividad, es decir, de una estructura de costos más favorable, no para bajar sus precios, sino para invertir el margen así obtenido en las dos palancas mayores que hacen fuertes las marcas: Investigación y Desarrollo, e innovación y marketing. Lo interno y lo externo Las marcas las portan hombres y mujeres. En este sentido, la marca país tiene el mismo comportamiento que las comerciales. Una reciente clasificación (¡una más!) sitúa el Roissy Charles de Gaulle en uno de los últimos lugares entre los grandes aeropuertos internacionales, con respecto a todos los criterios cualitativos y de experiencia. ¡Qué desilusión para los turistas japoneses o chinos que han soñado con Francia, el país del «arte de vivir», y al fin ponen allí sus pies! Teniendo en cuenta el peso del turismo en el PIB de la nación, fuente de empleo y por ende de riqueza, debe hacerse todo para mejorar el nivel del servicio, vivido en demasía como una servidumbre. Por ese hecho a menudo se ha sugerido poner primero énfasis en lo interno, ante todo el trabajo sobre la marca. ¿Acaso puede un país pesimista, que se entrega a la melancolía, portar una marca deseable? Hay un hiato que resulta necesario reabsorber. Por demás, existe una interacción entre lo interno y lo externo. Desde que Vuitton apareció como uno de los éxitos franceses, la mirada nacional sobre esta marca ha evolucionado. Es ahí donde se sitúa la función movilizadora en lo interno de esta categoría. Tomar conciencia de las 12 Jean-Noël Kapferer fuerzas reales sobre los mercados extranjeros es una premisa necesaria. Prioridad a lo internacional No importa que una empresa posea jurídicamente los derechos de propiedad intelectual de una marca, su verdadero propietario es el cliente. Es para él que se crea. La marca se opone al repliegue identitario, pero quiere ser estandarte del redespliegue internacional según ejes precisos que son los de su fuerza y su atractivo. La verdadera prueba de la marca Francia es lo que piensan los jóvenes chinos sobre el país. Conservarán esa imagen toda su vida: ¿cuál es su mirada actual? ¿Se la acepta tal cual? ¿Se debe modificar? Este preámbulo resulta necesario, pues explica mi toma de partido: dejar de auscultar la demanda interna francesa y su relación con la marca Francia. La política económica del país está en la actualidad gobernada por una consigna: relanzar el consumo. El problema es que el francés tiene —para retomar el célebre adagio— el corazón en el lado izquierdo, pero el monedero en el derecho. Cuando compra, pretende siempre hacer un buen negocio y por ende adquiere productos fabricados a bajos costos en países que no tienen casi protección social y no respetan el planeta. Es también por eso que la balanza comercial se desploma. Toda la estrategia debe focalizarse en esos países y sobre el restablecimiento de la balanza comercial francesa, sabiendo que sobre ella pesan dos parámetros mayores: el euro fuerte y los costos del trabajo. Con su oferta actual —el lujo aceptado— la «empresa Francia» ha dejado de ser competitiva —es decir, el valor creado no está a la altura del precio elevado— por el hecho de que Alemania desea un euro fuerte (a seguidas del marco fuerte) y por las altas cargas sociales existentes en el territorio francés. De ahí las deslocalizaciones sistemáticas de las empresas galas. Lo intangible ligado a la marca Francia no bastará sin una subida en abanico de la oferta de la «empresa Francia». Esta situación exige poner énfasis en la problemática de la competitividad de dicha marca sobre los mercados exteriores, en particular los que están en crecimiento: BRIC y CIVETS.4 La imagen de Francia ¿Cuál es, en la actualidad, la imagen de Francia en el mundo? El estudio «FutureBrand 2011-2012»5 detalla esto a través de entrevistas a tres mil quinientos grandes viajeros internacionales, quienes se desplazan tanto por razones de negocios como a título personal o turístico. En un grupo de 133 países estudiados, Francia ocupa el noveno puesto en cuanto a la imagen global, justo delante de Italia, pero detrás de Canadá (el número 1), Suiza, Nueva Zelandia, Japón, Australia, los Estados Unidos, Suecia y Finlandia. Observemos que el país retrocedió dos puestos con respecto a la encuesta precedente. La imagen global de una nación está constituida por varios factores: su sistema de valores, su calidad de vida en sentido general, la de los negocios, la herencia y la cultura, y finalmente el turismo. Es en esos dos últimos renglones en los que Francia obtiene sus mejores calificaciones: segundo lugar en cuanto a la dimensión arte y cultura, y en la excelencia de la cocina y la alimentación; tercero en atractivo turístico y cuarto en cuanto a la dimensión histórica. Sin embargo, ostenta el escaño 17 en lo que respecta a su sistema de valores, debido a malas ubicaciones en varias de las facetas que lo componen: el puesto 24 en tolerancia, el 19 en preocupación ambiental, el 16 en libertad política, el 15 en libertad de opinión. La tan preciada calidad de vida en Francia es menos valorada desde el extranjero: ¡solo está en el puesto 18! En efecto, el país cosecha malas calificaciones en seguridad (puesto 22), oportunidades de hallar un empleo (19), y sistema educativo (18), por ejemplo. En fin, ¿es percibida Francia como una nación plena de oportunidades para el mundo de los negocios? Su puesto global es el 16, correspondiente a niveles idénticos en facetas como el avance tecnológico, el clima favorable a las inversiones, la calidad de la mano de obra, el ambiente de las regulaciones. Además, el país es percibido como caro: se encuentra en el puesto 62 en el acápite «relación calidad-precio». Traducción: David González. Notas 1. Véanse Simon Anholt, Competitive Identity: the New Brand Management for Nations, Cities and Regions, Palgrave MacMillan, Basingtoke, 2007; Keith Dinnie, Nation Branding, Taylor & Francis, Londres, 2007. 2. Véanse Jan B. Steenkamp, Rajrev Batra y Dana Alden, «How Perceived Globalness Creates Brand Value», Journal of International Business Studies, n. 20, Basingtoke, 2002, pp. 1-13; Jean C. Usunier y Ghislaine Cestre, «Product Ethnicity: Revisiting the Match between Products and Countries», Journal of International Marketing, v. 15, n. 3, Londres, 2007, pp. 32-72. 3. Véase John Quelch, Sunday London Times, 2003. 4. Grupos de países de crecimiento dinámico. BRIC: Brasil, Rusia, India y China; CIVETS: Colombia, Indonesia, Viet Nam, Egipto, Turquía y Sudáfrica. 5. FutureBrand, «FutureBrand 2011-2012», disponible en www. futurebrand.com/images/uploads/studies/cbi/2011-2012_ FutureBrand_CBI_ENG.pdf , 2014 Francia: ¿por qué pensar en marca? 13 China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai Shulan Ye Profesora. Universidad Normal de China Oriental. A ctualmente los chinos se interesan mucho por su imagen. En estudios realizados se afirma que «para China, la imagen del país es hoy uno de los problemas estratégicos más importantes».1 También que «en algunas ocasiones nuestra imagen ha sido distorsionada, pero, a pesar de ello, mantenemos nuestra identidad».2 Desde el primer contacto entre ese país y Occidente nació una determinada imagen de China que los occidentales asumieron como representación del mundo oriental.3 En el Renacimiento, esa imagen fue embellecida por los europeos, pero después se convirtió en algo negativo, debido al establecimiento de la modernidad en los territorios occidentales. Dicha visión se ha mantenido en las utopías acerca del Oriente. Durante el proceso de desarrollo de esa nación, algunos países, por ejemplo los Estados Unidos, han planteado ideas como «China es un peligro para el mundo» o «es un poder colonial nuevo». Por supuesto, tales afirmaciones, aunque carentes de fundamento, perjudicaron a nivel mundial la imagen de China. Que los extranjeros tengan un buen criterio de China forma parte de la construcción de la imagen país, y constituye un factor principal para amortiguar las dificultades en el desarrollo de esta nación. Por tanto, para definir su imagen real es imprescindible diagnosticar las opiniones de los extranjeros.4 Métodos y aspectos por investigar El núcleo de esta investigación es cómo se forma en Occidente la imagen de China, y cuál es la esencia de tal 14 Shulan Ye n. 77: 14-21, enero-marzo de 2014 visión. La cultura occidental construyó una noción del mundo oriental distorsionada, agresiva y merecedora de desprecio, para diferenciarla de la de Occidente. De similar modo, Rusia, India y Japón apoyan la versión sustentada por los Estados Unidos.5 Algunos institutos, entre ellos el Pew Research Center y The Chicago Council on Global Affairs, en los Estados Unidos; el Asian Barometer Survey del sudeste asiático, y el Asahi Shimbun, de Japón, han indagado cómo China es vista por los extranjeros. Pero las encuestas aplicadas a los habitantes de países desarrollados no recogen la opinión de los residentes en las demás naciones, lo que provoca la parcialidad sobre dicha imagen. Por ello, el objetivo de la investigación que dio lugar al presente artículo fue intentar establecer una noción más amplia acerca de la imagen que ofrece el país. China ha alcanzado un gran desarrollo, ha ido cambiando la imagen país de «imperio estancado»; no obstante, en parte del mundo aún se considera que es «autoritario, salvaje o semisalvaje». En consecuencia, la citada investigación se basa en la percepción generada por la esfera material, sistémica y conceptual. La influencia del ámbito material se verificó en las opiniones de una selección de estudiantes extranjeros asentados en Shanghai, estas incluyen criterios sobre el desarrollo de la sociedad, las diferencias entre ricos y pobres, la vida cotidiana. Para explorar la incidencia de la esfera espiritual se les preguntó sobre la política democrática, la libertad de expresión, y otros asuntos internos: estabilidad social, idiosincrasia, forma de tratar a los extranjeros y la cultura de «unir». Se tuvo en cuenta las características de esos alumnos, los países de origen y las carreras que estudian. Además, se meditó con ellos sobre la importancia de las relaciones humanas para el éxito de su profesión, la paz que busca China en su proceso de desarrollo y su ayuda desinteresada a los países de África y América Latina. La encuesta aplicada en 2012 a esos jóvenes les solicitó opiniones positivas, negativas y neutras. Ese estudio, efectuado en diferentes universidades —FuDan, Tráfico de Shanghai, Normal de Shanghai, TongZhi, Shanghai— obtuvo en total 553 encuestas útiles, que incluyeron 48 entrevistas de profundización. Entre ellos 290 (51,7%) son del sexo masculino y 263 (46,8%) del femenino. El mayor porcentaje proviene de Corea del Sur, 82 (14,6%) estudiantes; 78 (13,9%) de Japón; 72 (12,8%) de Europa; 62 (11,1%) de los Estados Unidos; 56 (10%) de África; de Viet Nam, 46 (8,2%); 22 (3,9%) de Asia Central; 19 (3,4%) del Medio Oriente; 13 (2,3%) de América Latina, y 104 (18,5%) de otros países asiáticos. De ellos, 38,1% estudia idiomas; 19,1%, técnica o medicina; 11,6%, administración; 9,6%, política; 6,2%, educación y 14,1%, otras ciencias sociales y humanísticas. Del total de estudiantes, el que más tiempo ha vivido en China lleva 18 años, y un mes el que menos tiempo lo ha hecho; de ellos, 18,4% ha vivido en China menos de medio año; 22,6%, entre medio año y 1 año y medio; 23,2%, entre 1 año y medio y 2 años y medio; 12,5%, de 2 años y medio a 3 años y medio; 11,1%, de 3 años y medio a 4 años y medio, y 11,2% más de 4 años. Del total de estudiantes, 3,7% pertenecen a la Universidad de Formación Profesional; 60,5% estudian licenciatura; 19,9% cursan maestría; 2,15% hacen el doctorado; 13,6% están en intercambios temporales. Por otro lado, 36,3% de los estudiantes han obtenido beca del gobierno chino; 20,2% la obtuvieron en su país natal y 42% costean sus estudios. Además, 15,7% tiene familia en China.6 Ámbito material El proceso de modernización de China apunta hacia el del mundo occidental. En consecuencia, la percepción de los estudiantes extranjeros acerca de China, en el ámbito material, se mide utilizando las normas occidentales de desarrollo económico. La mayoría de los entrevistados piensa que el avance económico de China constituye un acicate para el resto del mundo. El valor del mundo occidental fue acentuado con el gran desarrollo material de China, al mismo tiempo, existe la posibilidad que este valor pueda superarse. Una estudiante norteamericana elogió mucho la gran potencialidad de la economía china, señaló la elevada deuda pasiva del gobierno de los Estados Unidos con esa nación. No obstante, agregó que dicho país «en realidad no necesita estar preocupado por la prosperidad de China, pues aún tiene la técnica más avanzada del mundo, sus escuelas y universidades preparan a muchas personas con talento; además, mediante la venta de alta tecnología y de productos a los Estados en desarrollo, puede seguir manteniendo el primer lugar en la economía a nivel mundial».7 En 2010 China se convirtió en la segunda potencia económica del orbe. Al inquirir sobre este punto, 61,6% de los estudiantes acertaron con su respuesta, y 10,5% cree que ya es la primera potencia económica. El acelerado desarrollo de la nación despierta gran interés en estos jóvenes extranjeros. De 553 entrevistados, 49,2% piensa que ese es el motivo principal de su atracción por el país, ello supera en 39,25% su curiosidad por la cultura china e incluso la incidencia de los vínculos familiares, que representa el por ciento restante. Además, a 72,9% les gusta la vida material de China. El estudiante extranjero común considera que la economía china tiene un vertiginoso crecimiento en la informática y las telecomunicaciones. Reconoce China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai 15 La nacionalidad de los estudiantes foráneos, el sistema político imperante en sus países, y el grado de aceptación de los valores de Occidente, han influido de manera relevante en la recepción de la imagen de China. que Shanghai es una ciudad con numerosas y elevadas edificaciones —además de poseer gran cantidad de modernas instalaciones—, pero también se ha percatado de la gran brecha existente entre las zonas rurales —con notable atraso socioeconómico— y las urbanas. Los entrevistados mostraron admiración por la rapidez y alta calidad con que trabajan los chinos. De igual modo, mencionaron las buenas condiciones de vida, la comodidad de las compras por Internet y las facilidades del transporte público. Muchos estudiantes también se muestran muy interesados por la arquitectura antigua y los trajes tradicionales. Con respecto a los productos chinos, las opiniones estuvieron divididas e incluyeron múltiples matices. No pocos estudiantes muestran dudas sobre tales manufacturas. Uno aseveró que las adquiridas por Internet son muy baratas, pero de muy mala calidad. Un parisino expresó: «En mi país hay muchos artículos hechos en China y la calidad es muy mala, pero después de llegar aquí, me fascinaron los equipos electrónicos, tienen muy buena factura y no son muy costosos». Un coreano afirmó: «Las falsificaciones chinas de marcas reconocidas son muy baratas; además, pueden ser un perfecto souvenir». Los problemas medioambientales que conlleva el acelerado desarrollo de China fueron señalados. Un joven manifestó que conocía de antemano la contaminación existente, pero después de llegar al país se dio cuenta de que era muy grave, sobre todo la acústica. Una estudiante argelina opinó que en relación con la protección del medioambiente, el trabajo de China ha sido mejor que el de Europa y el de los Estados Unidos. Los estudiantes extranjeros tampoco están satisfechos con la comida —la califican de muy grasosa—, la calidad del agua en los dormitorios, lo costoso que es rentar un apartamento. Un alumno japonés señaló que en algunos lugares los precios de venta de las viviendas ya habían sobrepasado a los de Tokio. El acelerado desarrollo económico no ha elevado la calidad de vida de toda la población. En general, los estudiantes extranjeros tienen una impresión negativa sobre las diferencias de clase existentes en China: 66,2% de ellos las consideran graves; 24,7%, muy graves. En una escala de -3 hasta +3 (-3 representa que la diferencia entre ricos y pobres es muy grande y +3 que es muy pequeña), el valor promedio obtenido 16 Shulan Ye fue de -1,0218, lo que significa que este constituye el punto más negativo entre los parámetros analizados en esta investigación. Los estudiantes extranjeros también poseen un conocimiento profundo con respecto a otros problemas de la sociedad china: corrupción, desequilibrado desarrollo de la zona central y occidental, difícil vida de los agricultores, demolición de viviendas, etcétera. Una parte de los encuestados reflexiona de manera racional sobre tales asuntos. Un estudiante procedente de Laos y otro de Sri Lanka expresaron que si sus países se desarrollaran de igual modo que China, aparecerían los mismos problemas. Sistema sociopolítico Los occidentales tienen una imagen permanente en relación con la existencia de una «dictadura» arraigada en la nación asiática. Lo que se muestra en Occidente es una «China comunista», confusa, reprimida e indefinida. Los medios de difusión de esos países se esfuerzan por exagerar el «sistema unipartidista», la «crisis legal», la falta de derechos humanos y otros problemas.8 Tal visión influyó profundamente en los Estados no occidentales. Influenciadas por los estereotipos, las opiniones negativas de los estudiantes extranjeros con respecto a la libertad de expresión y la democracia política en China alcanzaron 43,7% y 49,8% respectivamente; las opiniones positivas representaron 38,6% y 34,4%; mientras que las neutras fueron 17,7% y 15,8%. Aun así, ellos admitieron la estabilidad de la sociedad china (el valor promedio fue de 0,3351). Los alumnos europeos, estadounidenses y de otros países occidentales consideran que en esta nación asiática el nivel de democratización política es bajo, pues los dirigentes no pueden ser elegidos libremente y no se permite realizar grandes manifestaciones públicas. Un joven proveniente de Corea del Sur expresó: «A mí no me gusta la vida política de China porque no existe libertad, Internet está limitada y a veces no se puede entrar para expresar opiniones, tampoco es posible acceder a Facebook». Algunos incluso censuraron la política de planificación familiar, al considerarla una violación de los derechos humanos. Sin embargo, en el intercambio personal con ellos se vislumbra un cambio notable en relación con su conocimiento sobre el sistema político del país. El mencionado surcoreano comentó: «Antes le temía un poco al socialismo, pero después de llegar a China descubrí que sus habitantes son muy abiertos, naturales, y pueden asimilar mis diferentes puntos de vistas». Algunos entrevistados provenientes de países en vías de desarrollo se mostraron a favor de la democracia existente en China; consideran que el modelo occidental no necesariamente tiene que ser el mejor, los chinos buscan un desarrollo que se corresponda con sus condiciones y actualmente mantienen un orden público favorable; sin duda, esto constituye un éxito en comparación con otros lugares. Un estudiante llegado de Nepal, Estado pluripartidista, indicó: «El poder de un partido único garantizó la estabilidad de China, en comparación con el pluripartidismo, esto es bueno; además la existencia de un solo partido no significa necesariamente que no haya democracia». Si bien las opiniones sobre el sistema interno de China fueron ligeramente negativas, los encuestados sostuvieron criterios positivos acerca del vínculo de ese estado con la comunidad internacional. Ello es reflejo de las reformas y la apertura al exterior, que el país se integrara de forma positiva con el resto del mundo y fuera una «parte interesada» de este. A pesar de ello, y de que el desarrollo de China provocó la reorganización y cambio del poder, Occidente teme profundamente que sus intereses adquiridos sean perjudicados y esgrime teorías como las de la «amenaza china» y el «neocolonialismo» de esa nación. La mayor parte de los estudiantes entrevistados brindaron criterios acerca de las siguientes afirmaciones: «China es un país pacífico», «es una potencia responsable» y «su ayuda hacia los países de Asia, África y Latinoamérica es desinteresada». Los valores promedios obtenidos al procesar la encuesta fueron cifras positivas: 0,6; 0,5397 y 0,4135, respectivamente. Sobre esos asuntos solo hubo 25,8%, 24% y 27% respectivamente de opiniones totalmente negativas. La mayoría de los estudiantes aprueba los objetivos de desarrollo pacífico de ese país y los consideran beneficiosos tanto para China como para el resto del mundo; sin embargo, tienen algunas dudas sobre la posibilidad de cumplirlos. Por ejemplo, un joven estadounidense señaló que durante ese proceso de desarrollo deben enfrentarse problemas relacionados con el socialismo y el capitalismo, dos vías diferentes, y otras problemáticas complejas, difíciles de solucionar. Otros alumnos mencionaron los numerosos problemas que en la actualidad existen entre China y Japón, e indicaron que para mantener la paz primero es necesario resolver tal diferendo. En cuanto a si China es una potencia responsable, aunque la mayor cantidad de opiniones fue positiva, los estudiantes de distintos países o regiones enfocaron este aspecto desde ángulos diferentes. Los provenientes de los Estados Unidos y de las naciones europeas consideran que para serlo China debe afrontar los problemas según los valores y códigos de conducta de Occidente; por eso sus valoraciones sobre este ítem son relativamente bajas. Japoneses y surcoreanos creen que la postura de China acerca del empleo de la energía nuclear en Corea del Norte no ha sido suficientemente responsable. Los norcoreanos opinan que si bien China es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, actúa de acuerdo con los Estados Unidos y carece de iniciativas para solucionar muchos de los puntos de su agenda. Algunos africanos poseen criterios diferentes a los de los estadounidenses. Por ejemplo, un estudiante de Burundi dijo: «En el mantenimiento de la soberanía de los territorios del Mar del Sur China no ha sido suficientemente fuerte, al tolerar la injerencia de los Estados Unidos, lo que empaña su imagen de potencia responsable». Con respecto a la teoría sobre los propósitos neocolonizadores de China, por la que abogan los países occidentales, la mayoría de los estudiantes no está de acuerdo. Ellos entienden que la ayuda de esa nación hacia los países de Asia, África y Latinoamérica, aunque no es desinteresada, tampoco puede considerarse un saqueo económico, sino que es un negocio donde ambas partes obtienen beneficios. En general, la percepción de los alumnos extranjeros sobre el sistema político de China, condicionada por la influencia de los «valores universales» de la democracia de Occidente, se inclina ligeramente hacia lo negativo. No obstante, la imagen país aceptada por los estudiantes es la de una nación responsable y pacífica. Aspectos culturales La cultura tradicional china antaño formó parte de las utopías occidentales. Sin embargo, en los siglos más recientes importantes narrativas de occidente exhiben obras en las que se describe a esta nación como un imperio bárbaro o semibárbaro. Todavía hoy tal caracterización causa un impacto negativo. Según un estudio realizado en Corea del Sur, 92% de los encuestados cree que los chinos son antihigiénicos; 80% piensa que no se preocupan por los demás, tienen un fuerte sentido de orgullo nacional y no son confiables; además, 78,9% considera que son insidiosos.9 No obstante, en la interrelación personal con la sociedad china, los estudiantes han mostrado una visión positiva hacia la idiosincracia de la nación. Criterios favorables acerca del carácter civilizado del chino y el empeño en tratar a los extranjeros con igualdad fueron expresados por 51,2% y 47,9% de los alumnos, mientras que 19,8% y 18,2% brindaron una opinión neutral sobre estas dos cuestiones. Un estudiante japones indicó que China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai 17 su valoración se transformó después de llegar a China pues apreció que este pueblo es diferente de como le habían inculcado en su país: solo una pequeña parte de la gente, con bajo nivel cultural, tiene malas costumbres, entre ellas, hablar en voz alta, escupir, robar, etc., lo que no es representativo de la mayoría del pueblo chino. En general, esos estudiantes consideran que los chinos poseen múltiples cualidades: modestia, laboriosidad, hospitalidad y amor profundo por la vida. Un gran número de entrevistados cree que debe establecerse una distinción entre los campesinos, cuya calidad de vida es relativamente baja, y quienes radican en zonas urbanas con condiciones mucho mejores. A la par, están insatisfechos con el hábito de los chinos de indagar en la vida privada de los demás. Algunos piensan que son fríos y poco solidarios, o argumentan diciendo que, por ejemplo, muchas veces cuando alguien está perdido y pregunta por una dirección, la mayoría de las personas no lo orienta. Con respecto a si los chinos tratan de igual manera a los extranjeros y a los naturales del país, un gran número considera que dicho trato es diferente según la nacionalidad: son más respetuosos con los europeos y estadounidenses, tratan por igual a los asiáticos, pero mantienen una actitud incorrecta hacia los africanos. La apreciación de los estudiantes extranjeros sobre las gestiones y relaciones en China es negativa: 61,4% piensa que para resolver algún asunto o conseguir algo en este país es necesario tener determinadas relaciones; solo 18,75% considera lo contrario. En gran parte, esa opinión proviene del intercambio con las amistades chinas. Sin embargo, algunos afirman que en sus países también existe ese fenómeno, por lo que al hablar del papel fundamental de las relaciones no se debe exagerar. Otros no están de acuerdo con que en China el éxito dependa de esos vínculos. Refieren que, por ejemplo, la selección para las becas principalmente se realiza teniendo en cuenta la boleta de notas, en esto los demás factores no tienen ninguna función. Según esta investigación, en 61,9% de los estudiantes extranjeros se modificó positivamente su percepción de la imagen país después de llegar a China y solo 17,6% aseveró que la realidad es más grave de lo imaginado. En la escala de -3 (cambio negativo) hasta +3 (cambio positivo), el valor promedio de la concepción que sobre China tenían en ese momento los encuestados fue de 0,9. Ello significa que las experiencias de esos estudiantes en el país contribuyeron de modo notable en la transformación de dicha imagen. Identidad de los entrevistados La imagen de China que perciben los estudiantes extranjeros es una visión refractada después de atravesar 18 Shulan Ye un prisma, conformado por diversos factores como: el país del que proviene el alumno —aspecto clave—, si tiene parientes chinos, el tiempo de permanencia en esa nación, el grado académico, la especialidad, entre otros. Según esta investigación, la identidad definió o determinó la imagen del país. La que tienen los estudiantes africanos es la mejor. Sus valoraciones relacionadas con los ítems analizados son las de mayor puntuación; no obstante, ellos también expresaron opiniones ligeramente negativas sobre el lenguaje y la democracia en China: en la escala de -3 hasta +3, el promedio es de -0,07 y -0,04, respectivamente. África siempre ha utilizado la distinción entre «África y Europa» y entre «la cultura africana y la occidental» para comprender sus propias relaciones y las del mundo exterior,10 por ello es inevitable que sus opiniones adopten el ángulo de Occidente. Los estudiantes de los países asiáticos —excepto Japón y Corea del Sur— tienen una percepción muy positiva sobre China, en especial respecto a la democracia, la civilización, la imagen de potencia responsable. Ellos solo manifiestan criterios negativos acerca de las diferencias entre ricos y pobres. Los entrevistados que provienen de Asia Central, Medio Oriente y Latinoamérica también ofrecieron valoraciones favorables sobre la imagen de China. La evaluación brindada por estadounidenses es mucho menos positiva que la de los africanos y la mayoría de los asiáticos; sin embargo, está por encima de la correspondiente a alumnos europeos. Los Estados Unidos, como joven país de inmigrantes, es más abierto y posee mayor vitalidad que las naciones de Europa. Algunos estudios realizados anteriormente reflejan que las opiniones del pueblo estadounidense sobre China son más optimistas que lo previsto. Por ejemplo, en enero del 2011 la Universidad de Transporte de Shanghai analizó las opiniones generales de ese pueblo sobre China; en una escala de 100 puntos, esta obtuvo un promedio de 48, es decir, la aceptación se ubica en el segmento intermedio.11 Los resultados de una encuesta sobre temas importantes realizada a 41 estadounidenses por la Asociación de Investigación Duobo de los Estados Unidos, revelaron que esas personas tienen una imagen positiva de los chinos.12 La imagen que una nación percibe de otra, es precisamente la refracción de los problemas y los sentimientos propios. Mientras más cercano sea el país resulta más fácil examinarlo con una visión crítica. Además, las cicatrices emocionales provocan distorsiones. Así, las opiniones de los estudiantes llegados de Corea del Sur son más negativas que las expresadas por los de Europa y los Estados Unidos. En ello inciden la historia de Corea y su actual Las experiencias de los estudiantes extranjeros en China contribuyen a cambiar la imagen que tienen sobre el país. Sin embargo, ellos observan esa nación a través de un prisma en el que confluyen diferencias culturales y prejuicios ideológicos, por lo que inevitablemente surgen percepciones distorsionadas. sentimiento de nacionalismo. Debido al desarrollo de su vecino, los coreanos temen el resurgimiento del «sistema de dinastía» chino. El hecho de que la historiografía coreana alude, de modo reiterado, a que China ha invadido varias veces a Corea del Sur, ha creado un estereotipo en la memoria histórica. Por causa de factores ideológicos, Corea siempre consideró a la China roja como un gran infortunio; según investigaciones relacionadas con el tema, los coreanos consideran que la política china carece de democracia y en el plano económico la ven como su adversario.13 En circunstancias similares en cuanto a la relación con China, también con cicatrices históricas y un fuerte sentimiento nacionalista, Viet Nam tiene una percepción de esa imagen país mucho más positiva que Corea del Sur, y bien distanciada de la existente en la mayoría de los países de Asia, debido a la similitud de los sistemas políticos chino y vietnamita. Por supuesto, esto se reflejó en las respuestas de los entrevistados en Shanghai. Por el contrario, los estudiantes japoneses manifestaron las valoraciones más negativas en casi todas las preguntas. En ello influyen su nacionalismo y complejas relaciones históricas. Es pertinente mencionar que, durante 2002 y 2003, en los seis principales periódicos de Japón «las informaciones negativas acerca de China eran más que las positivas».14 En la percepción de la imagen país también incide la variable de la existencia o no de parentesco entre los estudiantes extranjeros y familias chinas. En casi todas las preguntas, las opiniones de aquellos que tenían parientes en esta nación fueron menos positivas que las de los otros entrevistados, aunque la diferencia no es significativa. Esos alumnos, acostumbrados a esgrimir sus puntos de vista sobre los progresos de Occidente, la democracia, la civilización, y contra un atrasado Oriente despótico e inculto, a menudo se sienten avergonzados debido a su ascendencia china, por consiguiente, les es más fácil admitir los malos hábitos profundamente arraigados en el pueblo chino, propugnados por Occidente. Al negar a China, ellos demuestran que han asimilado los avances, la democracia y la civilización occidental. En resumen, la nacionalidad de los estudiantes foráneos, el sistema político imperante en sus países, y el grado de aceptación de los valores de Occidente, han influido de manera relevante en la recepción de la imagen de China. Permanencia en el país ¿La duración de la estancia en China puede influir en los puntos de vista de los estudiantes extranjeros? Este estudio reveló que, por lo general, sí. Tal visión o bien aparece como una N (primero asciende, luego desciende y vuelve a ascender), o como una V (primero desciende y luego asciende). La valoración de los encuestados sobre la libertad de expresión, la democracia, la estabilidad social, el trato hacia los extranjeros, el desarrollo pacífico, China como potencia responsable y la ayuda desinteresada a otros Estados, fundamentalmente se presenta como una N: después de llegar esas personas al país, sus criterios positivos tuvieron una tendencia ascendente, pero disminuyeron después de medio año y hasta transcurridos tres años y medio, momento en que llegaron al punto más bajo; después comenzaron a elevarse ininterrumpidamente o bien aparece una nueva fluctuación. Las opiniones acerca de la necesidad de relaciones para solucionar algunos asuntos, el carácter civilizado de los chinos, entre otros aspectos, se muestran como una V, y alcanzaron el punto más bajo en el período comprendido entre dos años y medio y tres años y medio. Pero el conocimiento de esa imagen por los estudiantes con una estancia superior a cuatro años y medio en el país, en su totalidad fue más positiva que el de los recién llegados; ello significa que la permanencia durante largo tiempo en China, influye de manera positiva en la asimilación de su imagen país. Incidencia del sistema de becas ¿La opinión de los estudiantes beneficiados con las becas que otorga China es más positiva que la de los que llegaron con becas obtenidas en sus países o la de aquellos que se autofinancian? Ante todo, resulta útil precisar que entre los estudiantes extranjeros, 36% (promedio) obtiene becas chinas. Según la proporción dentro de cada país o región que accede a becas, 24% en los Estados Unidos; 32% en Europa; 61% en África; 44% en Japón; 59% en Viet Nam; 22% en Corea del Sur; 27% en Asia Central, 58% en el Medio Oriente; 24% en otros países asiáticos y 54% en América Latina. China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai 19 Este estudio reveló que sobre el trato a los extranjeros, el carácter civilizado de los chinos, el desarrollo pacífico y la actuación de China como potencia responsable, el criterio de quienes recibieron el primer tipo de becas fue más positivo que el de los comprendidos en el segundo caso, pero no necesariamente mejor que el de los alumnos que asumieron sus gastos. Acerca del resto de los tópicos, la valoración de los que obtuvieron becas chinas alcanzó puntuaciones más negativas, incluso comparadas con la de los otros grupos. Según estos datos, la puesta en práctica del sistema de becas ha tenido efectos no significativos, en relación con el mejoramiento de la imagen de China. Teniendo en cuenta que la mayoría de quienes obtienen becas chinas proceden de naciones cuya impresión sobre ese país originalmente es bastante buena, por ejemplo, los de África (sobre todo en estos se concentró el análisis de este punto), es comprensible que dicho sistema no sea determinante en la mejoría de las opiniones. Formas de pensar El ambiente escolar y profesional puede incidir en la forma de pensar; por consiguiente, también en la percepción que tienen sobre China los estudiantes extranjeros. El referido estudio ha constatado que dicho ámbito ejerce una influencia significativa al respecto. Quienes cursan carreras pedagógicas dieron la visión más positiva, en todos los indicadores sus opiniones se hallaban por encima de las emitidas por los educandos de las otras especialidades. Esto podría estar estrechamente relacionado con la filosofía que confía en la posibilidad de aprendizaje por parte del ser humano. Las valoraciones de los estudiantes especializados en política y en idiomas alcanzaron las puntuaciones más bajas, lo cual está vinculado, en el primer caso, a un pensamiento crítico sobre la política en el que se manejan las tesis acerca de «la maldad humana» y la lucha por el poder; mientras que el segundo grupo, además de poseer un pensamiento crítico, a menudo prefiere los medios de información que trasmiten noticias negativas. Los alumnos de ingeniería y ciencias médicas prestan mucha atención a los problemas técnicos, carecen de pensamiento crítico sobre los fenómenos sociales; en general, tienen una idea positiva sobre China. Para los inscritos en la especialidad de administración y economía, esta nación se presenta como un lugar que les puede proporcionar muchas oportunidades 20 Shulan Ye de desarrollo; sin embargo, al preocuparse también por los problemas inherentes al crecimiento de la economía, su percepción, aunque más favorable que la de los estudiantes de política e idiomas, es menos benévola que la de los especializados en la enseñanza, la ingeniería y las ciencias médicas. Conclusiones Las experiencias de los estudiantes extranjeros en China contribuyen a cambiar la imagen que tienen sobre el país. Sin embargo, ellos observan esa nación a través de un prisma en el que confluyen diferencias culturales y prejuicios ideológicos, por lo que inevitablemente surgen percepciones distorsionadas. La nacionalidad de los encuestados resultó el factor definitivo en su visión sobre China. Durante la estancia de los alumnos extranjeros en el país, aparecen cambios periódicos en sus concepciones. El sistema de becas que aplica el gobierno chino no exhibe resultados significativos en relación con mejorar la imagen país. Por último, las profesiones y corrientes de pensamiento seguidas por tales estudiantes influyen, en cierto grado, en su asimilación de la imagen de China. Traducción: Janeyka García Mejica. Revisión: Han Han. Notas 1. Joshua Cooper Ramo, «La China descolorida», La imagen de China ante la vista de los extranjeros, Editorial de las Ciencias Sociales de China, Beijing, 2008, p. 7. 2. Hans J. Morgenthau, Política entre las naciones: la lucha por el derecho y la igualdad, Editorial de Hainan, Hainan, 2008, p. 97. 3. Véase Zhou Ning, Estudios interculturales: La imagen de China como un método, Prensa Comercial, Beijing, 2011, p. 22. 4. Este artículo se realizó gracias a un programa de colaboración de la ciudad de Shanghai, y fue publicado en Ciencias Sociales de China, n. 9, 2013. 5. Zhou Ning, «China mundial: investigación de la imagen de China en el exterior», Editorial de la Universidad de Nanjing, Nanjing, 2007, pp. 14-20. 6. Todos los datos concernientes a este estudio fueron contabilizados por el software SPSS17. 7. Los criterios cuya fuente no se especifica pertenecen a Shulan Ye, «Puntos de vista de los estudiantes extranjeros de Shanghai sobre China» (inédito). 8. Sun Zhongyou, Interpretar la imagen de China: New York Times y Thames News. Comparación de noticias sobre China (1993-2002), Editorial de Conocimientos Mundiales, Beijing, 2009, p. 277. 9. Dong Xiangrong, Wang Xiaoling y Li Yongchun, La imagen de China según el criterio de los coreanos del norte, Editorial de Documentos de Ciencias Sociales, Beijing, 2012, p. 104. 10. Hu Jinshan, La imagen de China en África, Editorial del Pueblo, Beijing, 2010, p. 312. 11. John Dupont, «La encuesta transnacional “Imagen de China”, realizada por primera vez en los Estados Unidos y China, refleja el aumento de las opiniones favorables de los norteamericanos sobre China», Diario del Pueblo (edición de ultramar), 31 de enero de 2011. 12. Véase Yuehan Duobo, «Análisis profundo de las opiniones del pueblo norteamericano sobre China», en Zhao Mei y Tao Meixin, eds., Diálogo entre Estados Unidos y China a largo plazo (1986-2001), Editorial de Ciencias Sociales de China, Beijing, 2001, p. 44. 13. Dong Xiangrong, Wang Xiaoling y Li Yongchun, ob. cit., p. 32. 14. Liu Linli, La imagen de China en los medios públicos de Japón, Editorial de la Universidad de Comunicación de China, Beijing, 2007, p. 246. , 2014 China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai 21 Documentando Cuba; debatiendo Alemania Jennifer Ruth Hosek Profesora. Universidad de Queen’s, Canadá C omo afirma uno de los títulos de Wim Wenders, muchas veces lo lejano resulta cercano. Este artículo analiza tres documentales alemanes que forman parte del renovado interés por Cuba en Alemania: Buena Vista Social Club (1999), de Wenders; Havanna mi amor (2000) y Heirate mich! [¡Cásate conmigo!] (2002), de Uli Gaulke y Jeannette Eggert.1 Estos cuentan historias de la Cuba contemporánea. Sin embargo, mi intención fundamental es mostrar cómo articulan narrativas competentes e impopulares sobre la unión de la RFA y la RDA y sobre la República Federal de Alemania ampliada.2 Considero cifras de la unión alemana, planteo que los filmes de Wenders revelan una reunificación que desconoce a la RDA, a la mujer o cualquier otra diferencia, bajo el horizonte fálico de las oportunidades capitalistas de Nueva York. Se trata de una fantasía homo-social masculina sobre la nación traducida en la realidad diegética de la nación cubana. El punto de vista narrativo —sobre los hombres cubanos y estadounidenses concebida por hombres alemanes y estadounidenses— evoca el masculinismo de la generación progresista de la Alemania de los 60 (la generación del 68).3 En contraste, la visión ginocéntrica de los filmes de Gaulke y Eggert juega con la remembranza romántica de la RDA como una sociedad en la que la mujer participa en todas las esferas. Estas * Publicado originalmente en inglés («Buena Vista Deutschland: Gender and Nation in Wenders, Gaulke and Eggert», German Politics and Society, a. 25, n. 1, primavera de 2007, Berlín, pp. 46-69) y en alemán («Buena Vista Deutschland: Nation, Rasse und Geschlecht in Filmen von Wenders, Gaulke and Eggert» (trad. Jan Wielgohs), Berliner Debatte Initial, n. 19, Berlín, 2008, pp. 96-110). 22 Jennifer Ruth Hosek n. 77: 22-29, enero-marzo de 2014 cintas muestran un espacio insular funcional, pero frágil —un estatismo social reminiscente de la RDA de los 80. En Cuba, los días están repletos de luchas cotidianas que se viven en espacios y comunidades. Sin embargo, el universo más allá de esos refugios resulta limitado. Los antiguos ciudadanos de la RDA no realizaron sus sueños en la Alemania ampliada, lo que hicieron fue adoptar el estatus de excluidos mediante la domesticación y feminización según los patrones occidentales. Es precisamente a través de los temas de la lejana Cuba que estos filmes logran acercar narrativas germanas impopulares a los espectadores alemanes, en la época que siguió al llamado Wende (cambio). Aunque este trabajo se centra en los filmes mencionados, debo destacar que su amplia percepción de Cuba los convierte en un espejo óptimo para reflejar las preocupaciones de los alemanes. Es significativo que estas interpretaciones establezcan distinciones específicas entre los dos países. Ellas reafirman la existencia de un socialismo real independiente en la Isla después de 1990, su nacionalismo alternativo carente de aspiraciones imperialistas y su armonía racial y de clases. Este énfasis sugiere que Cuba funciona para Alemania como un antídoto para su desazón; y, además, que la Kuba Welle (ola cubana) de los 90 se refiere a ambas naciones.4 Buena Vista Social Club como narrativa de la reunificación El director de cine oestealemán, residente en Hollywood, Wim Wenders, ha tratado extensamente los temas relacionados con la nación y la identidad alemanas. Desde 1989 este proyecto nacional se ha inspirado en la idea mítica de una gran cultura homogénea.5 El cineasta busca llenar el vacío que se ha creado en su país, mediante el redescubrimiento de su autenticidad, contrastándola con lo que considera la norteamericanización de su patria. La mayoría de sus filmes buscan una versión mítica y alegórica de la Alemania auténtica. A los filmes extranjeros de Wenders no se los relaciona con el tema de la identidad alemana.6 Por ejemplo, Roger Bromley considera esos trabajos como actos de solidaridad cooperativa [...] los aborígenes en Until the End of the World, la gente de circo en Faraway, So Close, los niños y [el grupo de música] Madredeus en Lisbon Story, los jardineros mexicano-americanos en The End of the Violence, pero sobre todo la combinación de voces, instrumentos y memorias en Buena Vista Social Club.7 Al respecto, la lectura de Bromley reinscribe la idealización fílmica de los grupos étnicos no germanos, al mismo tiempo que subestima su objetivización. En este trabajo demuestro detalladamente que estas casi road movies —realizadas después del Wende— construyen narrativas genésicas que representan las múltiples historias y el futuro de la RFA ampliada.8 Los personajes extranacionales que Bromley señala corroboran tales afirmaciones.9 Buena Vista Social Club participa en el proyecto nacional de Wenders como parte de la mencionada trayectoria extranacional. El primitivo no alemán de ese documental encubre simbólicamente la Alemania conflictiva de antes de la Segunda guerra mundial y apuntala actitudes que no pueden ser articuladas sobre el futuro de una RFA ampliada. Bajo la lógica de una cultura común, ese pasado imaginario se une a un presente basado en el mercado, con lo cual se elimina toda alternativa posible a esta fórmula. La selectiva visión primitivista se evidencia abiertamente desde la premisa misma del filme: redescubrir a los primorosos músicos cubanos del Buena Vista Social Club de antes de 1959. Los recuerdos afectivos de Compay Segundo y de los vecinos del club falsean las desigualdades sociales del período —como sitio solo para miembros negros, fue emblemático del sistema de discriminación racial que existía en esa sociedad.10 Otro ejemplo de la selectiva visión primitivista es que la buena salud de los cubanos y el bienestar personal no se atribuyen al moderno sistema de salud de la Isla, sino a los remedios tradicionales y a las deidades afrocubanas. Los viejos músicos cubanos y su comunidad son la más completa encarnación de lo primitivo. Ellos poseen valores que el mundo industrializado ha perdido: espíritu de solidaridad, desinterés material, armonía natural con el lugar y el tiempo en que viven. El filme da a entender que independientemente de las circunstancias diarias o del sistema político, el pueblo cubano conserva una especie de alegre interacción social relacionada con la música, propia de su naturaleza. En un contexto alemán este comunalismo primitivo evoca la idea tradicional de Heimat (patria) promovida por la ideología nazi. Ello resulta inquietante en una RFA ampliada que busca nuevas formas para entender su pasado y reafirmarse en el futuro. Tal celebración de la unidad trata de resistir los intentos de definir una Alemania heterogénea, más allá de la mera tolerancia del «multiculturalismo». Walter Benn Michaels ha señalado que la identidad cultural siempre presupone la identidad racial.11 Como sugiere el debate sobre la Kulturnation, el discurso oficial alemán suele desmentir la relación entre cultura y raza.12 No obstante, los nexos familiares son empleados metonímicamente para representar la unión. 13 Al convertir el vínculo entre los alemanes del este y el oeste en un asunto de familia, esta relación es naturalizada y elimina filiaciones políticas prexistentes. La narrativa de Buena Vista Social Club homogeniza la diferencia bajo el signo de la unidad de la comunidad, aun cuando la cámara nos revela una cultura racialmente Documentando Cuba; debatiendo Alemania 23 heterogénea. En ese contexto, la reunificación de las personas pertenecientes a una misma cultura no despierta el fantasma de la supremacía racial. Buena Vista… refleja y apuntala las actitudes dominantes germanoestadounidenses sobre la reunificación de los alemanes. El clímax del filme es la llegada de esos músicos de excelencia a los Estados Unidos y su inserción en la comunidad cubanoamericana durante el concierto en el Carnegie Hall. El abrazo se evidencia sobre todo en la escena de la ovación, cuando una mujer del público se abalanza al escenario para entregarles a los músicos una bandera cubana. Al usar un vestido tradicional, representa a Cuba (una imagen similar se halla en el filme Miel para Oshún (2001), de Humberto Solás). Durante el concierto, Ibrahim Ferrer, con lágrimas en los ojos, llama al público «mi familia»; en la próxima escena la cámara enfatiza cómo el músico acaricia su bastón, en el que se talló la cabeza de una deidad afrocubana a la que era devota su madre, el cual despliega así su poder fálico y a la vez matriarcal. Escenas como esas utilizan el mito, la emoción y la familia para legitimar la fusión de la Cuba originaria con la otra «Cuba» de la diáspora contemporánea. El filme utiliza diversos recursos formales para acrecentar el efecto dramático de la mencionada escena de la ovación. Quizás lo más interesante sea el uso del color, uno de los sellos que distinguen al cine de Wenders. La mayor parte del documental fue remasterizado digitalmente para alcanzar determinados efectos.14 Las imágenes tomadas en Cuba han sido brillantemente coloreadas, mientras que las yuxtapuestas del concierto en Ámsterdam están rebajadas, mediante una paleta cargada de marrón, beige, negro, blanco y gris. En contraste con las casi sobrias secuencias de las actuaciones fuera de la Isla, las últimas escenas en el Carnegie Hall y en las calles de Nueva York también utilizan la paleta technicolor. Tal oscilación en la distribución de los registros de color sugiere que la plenitud de la forma de vida tradicional cubana encarnada por estos músicos alcanza su apoteosis en los Estados Unidos, en el momento de la reunificación, lo que es subrayado por la cámara. Por ejemplo, una toma continua desde el escenario, con un ángulo marcadamente hacia arriba, se concentra primero en los círculos de luz en el techo, y de ahí desciende hasta los músicos, y los encierra entre estrellas. Esta coronación visual es un reflejo de las palabras dichas por Rubén González al evocar la corona de la Estatua de la Libertad, que contempló al visitar Nueva York por primera vez, antes de 1959. De esa manera, el estrellato, el éxito, el capitalismo y la libertad se unen en la coronación luminosa que realiza la cámara de Wenders y que está respaldada por todo el proyecto del director. 24 Jennifer Ruth Hosek La reunificación presentada aquí no constituye la unión de dos sistemas de Estado, sino la reunión de los miembros de una Kulturnation con los miembros de una misma Kulturnation. Su identidad común es revitalizada mediante el despliegue y la celebración de la herencia musical compartida.15 Pero esa reunificación solo es posible al abrazar el sistema capitalista y el abandono del socialista. Las triunfantes escenas en medio de la opulencia del Carnegie Hall y las del deslumbramiento de los músicos con Nueva York se yuxtaponen con tomas en ángulos y en movimiento de la vida cotidiana de los cubanos comunes: la mirada de un alma pobre perdida y desorientada; un joven saludable que rueda un barril diestra y despreocupadamente por una calle al mediodía; los carteles oficiales, con lemas escritos, sobre las paredes de La Habana. Estas imágenes de la Isla socialista sugieren un pasado sin presente ni futuro y justifica la alegoría de una Cuba triunfante en el desenlace del filme: la feliz reunificación de la Kulturnation que había sido separada por el experimento socialista, ahora condenado a desaparecer.16 Sin embargo, resulta interesante, como es típico de Wenders, que su documental también trate de resaltar el capital cultural presente en las alternativas al modo de vida oficial capitalista, aun cuando las critique explícitamente. Muchas escenas, entre ellas las anteriormente mencionadas, permiten una lectura más amigable de la realidad de la Cuba contemporánea. Estas tomas hacen recordar un video amateur realizado por un turista, tanto por la elección de los temas —una representación estereotipada de La Habana— como por el estilo de imágenes muy iluminadas, como si hubieran sido filmadas desde un vehículo en marcha lenta por las calles de la ciudad. Dichas imágenes tienen el poder de evocar un sentimiento de nostalgia común entre quienes Hans Magnus Enzensberger llamaría turistas revolucionarios, típico también de los simpatizantes con la RDA. No obstante, los límites de la Revolución son siempre señalados. En el paneo de la cámara por los eslogans políticos oficiales, la mirada del espectador es detenida en la palabra «sueño», congelando el complemento como si fuera el sujeto de la frase. Se retrocede entonces al verbo conjugado «Creemos» que es en realidad el sujeto activo de la frase. Este «congelamiento metonímico» muestra al visitado según la mirada del visitante,17 al considerar estos sueños como estatales y obviar la participación de los ciudadanos. Es precisamente la cámara la que con más frecuencia desmiente los éxitos de la Cuba revolucionaria. Ferrer recuerda que la vida antes de la Revolución era más difícil. Pero sus palabras son solo una voz en off sobrepuesta a una escena de la Cuba actual, en la que un grupo de personas traslada un viejo refrigerador. La tensión entre el mensaje sonoro y el visual implica Como producto de un cineasta vinculado con el reconocido movimiento del Nuevo Cine Alemán, Buena Vista Social Club atrae un capital canónico. Los críticos a menudo destacan la estética de este arte y sugieren la gran relevancia de los filmes que abordan temas trascendentes y universales. que las palabras de Ferrer están motivadas por la autocensura existente en los países del socialismo real; una censura muy desacreditada por los debates ocurridos en los años 90, tanto en Alemania como a nivel internacional. Imágenes de ese tipo sugieren que en la Cuba contemporánea no se puede alcanzar la total realización e independencia. Dicho mensaje se vuelve más dramático en el caso de los músicos cubanos, quienes al parecer no se habían presentado en público desde la ruptura de relaciones entre la Isla y su vecino del Norte. La nación mítica concebida a través de la mencionada reunificación apoya el status quo global. Al ser incluida dentro de los límites de los Estados Unidos, la Cuba resultante no representa un riesgo para el resto del mundo. Su estatus legitima sus aspiraciones nacionales, siempre que este nacionalismo subalterno se entienda como una necesidad y por lo tanto un medio acertado de ganar cohesión y poder. Por último, la omisión de la Cuba revolucionaria representa la eliminación de las aspiraciones de efectuar un cambio global. Así Buena Vista… ofrece fantasías validadoras de la recreación de la imagen de un país benigno para los ciudadanos de una RFA ampliada, quienes se han movido cada vez más de lo posnacional a lo nacional, a pesar de los turbadores fantasmas del pasado.18 En respuesta al cargado clima político global, la narrativa de la reunificación en el documental evidencia de forma detallada el regreso indirecto a un tipo de nacionalismo exento de un pasado problemático. En las narrativas dominantes oestealemanas sobre la reunificación, la RFA es presentada como la tierra en la que todos los sueños se convierten en realidad; mientras que la RDA es mostrada como una fantasía convertida en pesadilla. Los estealemanes son considerados dichosos de poder beneficiarse del sistema de la RFA, construido con el esfuerzo y el ingenio de sus hermanos.19 Los nuevos ciudadanos de la RFA ampliada deben renunciar a los valores y la cultura de su antigua RDA y abstenerse de criticar a la nueva nación. Como he demostrado, cada uno de los elementos esenciales de la reunificación —repudio al socialismo, adopción de la lógica del mercado y el regreso a lo nacional— es celebrado por el filme. Se espera que la acogida de la RFA sea tan entusiasta como el abrazo del público a los músicos cubanos en el Carnegie Hall, siempre que sean aceptadas las condiciones para dicha reunificación, que se presenta como algo inofensivo. Es notable, además, que Buena Vista… busque redefinir los vínculos entre los Estados Unidos y Alemania. La película de Wenders y el CD de Ry Cooder que la antecedió son inusuales, pues hacen que la Isla resulte interesante para el público promedio oestealemán y para el estadounidense. Buena Vista Social Club rescribe la tan conocida declaración de Wenders: «Mi vida fue salvada por el rock ’n’ roll» es sustituida por «mi vida fue salvada al rescatar el son cubano para la cultura dominante norteamericana y germana». Esta rescritura evidencia no solo las exigencias al este de Alemania en términos oestealemanes, sino que constituye también un intento por ganar estatus para la RFA ampliada en su relación con los Estados Unidos. Havanna mi amor y Heirate mich! Como producto de un cineasta vinculado con el reconocido movimiento del Nuevo Cine Alemán, Buena Vista… atrae un capital canónico. Los críticos a menudo destacan la estética de este arte y sugieren la gran relevancia de los filmes que abordan temas trascendentes y universales. Estas formas elevadas del arte son el pegamento que une las naciones. Por ello, examinar el documental según su contenido político y cultural puede parecer a algunos un acto de violencia totalmente erróneo. Por el contrario, los «filmes de minorías» inspiran con frecuencia análisis sociohistóricos e incluso etnográficos, pero raramente estéticos. Se cree que los trabajos creados fuera del canon tradicional articulan lo específico en lugar de lo general. En consecuencia, interesan como expresión de experiencias muy particulares y tienden a llamar la atención de grupos demográficamente limitados. En los ejemplos ofrecidos el público y la crítica, cual si lo hicieran objetivamente, le otorgan a Buena Vista… la licencia para hablar sobre la situación en la Isla, la trascendencia de la música, las pérdidas que sobrevendrán y los sueños hechos realidad. Así, la supuesta omnisciencia de esa creación, articulada como sensibilidad estética, sirve para acrecentar su fama. Ese no es el caso de Heirate mich! y de Havanna mi amor. Al ser obras independientes producidas por realizadores estealemanes, se valora a priori que sus perspectivas son minoritarias. Tal posicionamiento Documentando Cuba; debatiendo Alemania 25 genera y al mismo tiempo limita el interés por los filmes. Los espectadores y los críticos autorizan a estas cintas a hablar de una Cuba y una RDA específicas. En este caso, la oscilación entre estas dos, sumado al exotismo de Cuba, permite una apertura a narrativas de la RDA y de las nuevas provincias de Alemania que tiene muy poca resonancia en la nueva nación. Es decir, las narrativas alemanas articuladas en estos filmes enriquecen su capital cultural mediante su refracción a través de narrativas pertenecientes a Cuba. A diferencia de Buena Vista Social Club, tanto los realizadores como los medios de comunicación consideran a Heirate mich! y a Havanna mi amor como narrativas cubanas que se refieren también a Alemania.20 Gaulke se presenta aquí como encarnación de un puente entre la Cuba contemporánea y la RDA. Esta concepción se impuso en la mayoría de los comentarios y críticas acerca del filme publicadas en la prensa.21 En el presente artículo defiendo la idea de que a través de su participación en la Kuba Welle, los «documentales de minorías» de Gaulke y Eggert atraen una audiencia más amplia que la que hubiera propiciado un tratamiento más serio y directo del tema de la unión y la RDA desde la perspectiva estealemana. Bettina Bremme, del periódico Lateinamerika Nachrichten, históricamente orientado al activismo social, llama la atención sobre esta dinámica y destaca la creciente indiferencia hacia el este de Alemania por parte de la cultura oficial.22 La urgente necesidad de redescubrir una RDA cotidiana indica por sí misma la existencia de un sentimiento de carencia.23 Pero lo más significativo es que este aspecto cualitativo ha mostrado dificultad para ser abordado seriamente, sin hablar de los escollos para su comunicación. Ello se debe, al menos parcialmente, a la falta de una audiencia. Un importante atractivo de las obras de Gaulke y Eggert es el acuerdo tácito de ambos realizadores para ofrecer una visión «auténtica» de la vida cotidiana durante la experiencia del socialismo real en la RDA y de su legado a la Alemania actual. Algo que se logra en sus documentales mediante la alusión a la construcción del socialismo real existente en Cuba. En el análisis que sigue presento y explico el discurso alemán que pretenden trasmitir dichos filmes sobre Cuba. Los cineastas han explicitado que sus biografías están relacionadas con esta promesa. Por otra parte, algunos estudiosos han señalado la propensión de los alemanes del este a autorrepresentarse como personas negras o mestizas o como si estuvieran colocados en una posición semejante a la de esas personas.24 Mientras los del oeste consideran esta perspectiva «racialmente ciega», o por lo menos ingenua, los alemanes del este, formados en el marxismo, a menudo la conciben atractiva. Eggert toma parte en este tendencia comparativa de manera más explícita cuando establece un paralelo entre la 26 Jennifer Ruth Hosek mudanza de Gladys —la protagonista de Heirate mich!— a Hamburgo, y la incorporación de ella y Gaulke a la nación ampliada.25 Estos creadores buscan, a través de Cuba, reposicionarse en la unión. La estructura formal de Havanna… le debe a los estilos de producción artística de la RDA. Su atención a la vida cotidiana es un ejemplo de ello, mientras que los análisis de las relaciones íntimas están marcados por el materialismo dialéctico y por el empeño en que lo personal refleje lo sociopolítico. En los años 80, los documentales sobre grupos sociales pequeños y los individuos acompañaron el desplazamiento de gran número de ciudadanos de la RDA de la vida pública a espacios más privados dentro de la sociedad. Muchos jóvenes cineastas de aquel período abordaron los problemas sociales mediante la representación de la contradicción entre el ideal y la realidad, o de la crítica indirecta del discurso oficial a través del análisis de las circunstancias privadas.26 Havanna mi amor y Heirate mich! utilizan precisamente esas estrategias fílmicas, al mostrar la vida de sus protagonistas cubanos.27 Por ejemplo, las tomas son prolongadas y la cámara, a menudo, permanece sobre el rostro de los personajes después de sus parlamentos. Las escenas fueron filmadas en espacios interiores como si se quisiera ganar intimidad para el diálogo de los protagonistas. Las preguntas se centran en banalidades: la vida amorosa, los equipos de televisión, o la verosimilitud de una telenovela que representa la vida contemporánea de Cuba. Las respuestas van más allá de esos temas y alcanzan comentarios sobre la estructura social, las relaciones de género, la situación laboral, la carencia de bienes y servicios. Sin embargo, es notable la ausencia de una discusión política directa. La atención prioritaria de Heirate mich! sobre la vida de los habitantes de La Habana evidencia su Ostalgie (acrónimo alemán para definir la nostalgia por la Alemania del Este) y la glosa de la vida en la RDA. Los personajes de este filme tienen pocas oportunidades y sufren muchas necesidades, sus pasatiempos son el ron, las telenovelas y el romance. El reflejo que se ofrece de la Isla es más el del estancamiento que el de la Revolución. Coincide con el estado de ánimo existente en la RDA de los 80, al menos en la generación más joven. Por otra parte, la fantasía agridulce de una nación bien delimitada e inteligible con ciudadanos que llevan una vida simple, definida y honesta, representa imaginariamente lo que hubiera sido la RDA de haber sobrevivido a la caída de la Unión Soviética. Dicha fantasía alude también a aquello que perdura de la RDA en la memoria cultural idealizada. Los argumentos entrelazados sobre la reparación de televisores, la telenovela cubana y las relaciones amorosas de los protagonistas ilustran tales ensoñaciones. El filme sugiere que con la súbita ruptura de los vínculos entre Cuba y el campo socialista europeo, los ciudadanos luchan por mantener su nivel de vida y recurren al trueque, sus habilidades y la solidaridad, a pesar de la pérdida continua de los recursos disponibles en los 90. Ellos aceptan esta situación como inamovible, y mantienen, por una parte, un sistema de valores no basado en los bienes materiales, y por otra, se refugian en los placeres más simples y los entornos sociales existentes. El énfasis en lo insular falsea los lazos internacionales de Cuba, en especial aquellos que se han desarrollado en la época postsoviética. Por ejemplo, en la Isla una parte de los programas de televisión estadounidenses está disponible a través del satélite y el video. La omisión de esa información puede reflejar la resistencia de los protagonistas a discutir estos temas, pero el efecto que busca el filme es enfatizar el hermetismo de la vida en el país y así vincular a Cuba con el socialismo internacional del pasado. Ello acrecienta la Ostalgie de la mirada fílmica y su énfasis en la ingenuidad de los cubanos. En el contexto de la RDA, sería presentar como norma el caso de aquellos que, debido a su posición geográfica en un valle cercano a la ciudad de Dresde, no recibían la señal televisiva de la Alemania occidental. La película virtualmente niega la existencia de lujosos bienes de consumo occidentales —incluyendo los televisores— que existen en Cuba, la economía del dólar y el comercio legal e ilegal que permite el acceso a dichos bienes. La cámara sigue a la joven y atractiva Gladys cuando entra en la fábrica de tabacos, donde infructuosamente pide trabajo; luego sale a la calle. Sus relaciones amorosas son presentadas como naturales, desprovistas de ambición personal. En Heirate mich!, secuela de Havanna mi amor, Gladys se casa con un turista oestealemán y se va a vivir a Hamburgo. Las relaciones interpersonales que se describen en Havanna… son abiertas, afectuosas y caracterizadas por una frecuente solidaridad familiar. No se mencionan las relaciones sexuales ocasionales en el trabajo o los grupos de ciudadanos creados por el gobierno para controlar las actividades ilegales. Esta representación selectiva, delicada y respetuosa de los cubanos, expresa la íntima relación que el equipo fílmico cree haber desarrollado con los protagonistas. Su solidaridad se corresponde con el deseo de crear su propia historia de la RDA. El valor de esta experiencia reside en crear relaciones no instrumentales entre el visitante y el visitado, basadas en un acervo común, y también en la habilidad de los cineastas para hacer comprensible el socialismo real contemporáneo; aún más, influye en la percepción que en la actualidad se tiene del valor de la RDA. Esta representación del socialismo real tiene el objetivo de desacreditar las narrativas sobre la Alemania del Este existentes después de 1989, caracterizada como una sociedad hipócrita donde predominaban —si bien de manera solapada— los valores del materialismo individualista, en la que la corrupción estaba ampliamente extendida y las relaciones interpersonales eran traicionadas de modo sistemático por intereses particulares. Los mensajes sobre raza y género también reconstruyen una RDA idealizada. Un filme sobre la gente en general, resulta en uno sobre las mujeres y su fuerza bajo el sistema socialista. El documental culmina con Silai —administradora de un salón de belleza— en su balcón y el paneo de la cámara a la calle. ¿Cómo continuará la vida en Cuba? La imagen sugiere que las mujeres tendrán un papel determinante. Eggert considera la atención puesta en Silai y sus empleadas como un tributo a la generación de su madre, que supo mantener cohesionada la RDA. Los uniformes que Silai distribuye entre los empleados expresan el reconocimiento estatal a sus servicios. Estas escenas hacen recordar las entidades de la RDA que funcionaban como centros de la vida social y fuente de empleo. En esa estructura idealizada, el estatus profesional y social de la mujer se mide a través de su desempeño laboral y no se tiene en cuenta el machismo. Tal descripción falsea las habituales preocupaciones acerca del trabajo en ambos países: el exceso de influencia gubernamental, falta de suministros, difíciles condiciones para trabajar, baja moral; a lo que se adiciona la pesada carga de los deberes hogareños. La atención prioritaria a la citada feminización en Havanna mi amor es intrínseca a la construcción de una RDA ideal mediante la representación de una Cuba idealizada. En comparación, Buena Vista Social Club es un mundo de hombres. Las mujeres están casi por completo ausentes a no ser como sujetos o como la audiencia de las canciones de amor. Omara Portuondo la única mujer del grupo musical merece solo una corta entrevista que sirve fundamentalmente para propiciar el juego sexual durante el concierto. Aparte de las cubanas que crean un color local, los espectadores solo pueden vislumbrar una extranjera, desconocida, la esposa de Cooder, durante una sesión de grabación; y escuchar la voz de la traductora. Lo que fue normativo para la generación del 68 sigue teniendo vigencia aquí: los hombres hacen la historia, ellos crean las narrativas. La dinámica de las razas en Gaulke y Eggert problematiza la RFA ampliada, en tanto la Cuba socialista, y por extensión la RDA, es mostrada como una sociedad armónica donde se diluyen las diferencias. El racismo se presenta por primera vez en la Alemania de Heirate mich! Niños oestealemanes, de diversos orígenes étnicos, pelean con el hijo de Gladys y se burlan de él con epítetos racistas. La posición de ella en la familia de su esposo Erik es comparada con la de la mascota de su suegra, la cual ha sido entrenada para hablar alemán. Los habitantes de Hamburgo son representados como intolerantes ante la diferencia: de Documentando Cuba; debatiendo Alemania 27 las personas negras y mestizas y por extensión también de los estealemanes. En contraste, los ciudadanos cubanos de todos los orígenes étnicos viven en armonía. Pero los deseos que despierta la mulata Gladys implican cierto grado de hipersexualización misógina e infantilización de la mujer mestiza. De todas formas, ella encarna la unión de la diversidad en la Isla. El filme perpetúa de manera activa esta representación ideal de Cuba. Resulta interesante que los filmes alemanes, sean del este o del oeste, enfatizan tal ceguera acerca de las tensiones raciales. Este énfasis apunta a un rasgo común de las mitologías socialistas y capitalistas que tiene implicaciones en una Alemania ampliada, donde de manera creciente se retira el apoyo a las personas no blancas menos privilegiadas. Heirate mich! participa de esta tendencia al presentar la reunificación como la unión entre una RFA masculina y una RDA femenina.28 Gladys no es la típica víctima pasiva característica de la narrativa de los matrimonios interraciales, ella trata de sacar ventaja de las limitadas opciones que tiene a mano. Su itinerario comienza en La Habana, con Erik de rodillas, proponiéndole matrimonio ante toda su familia. La boda constituye un acontecimiento público que recorre las calles. Esta escena sugiere que Erik se autorrepresenta como el gran héroe blanco que generosamente rescata a la doncella del Tercer mundo, con lo cual gana la admiración general. Tal omnipotencia es propiciada por los privilegios de los turistas de clase media provenientes del Primer mundo. La supremacía económica se traduce en una supremacía masculina que crea un pretendiente inmediatamente deseado. El matrimonio se convierte en una oferta que Gladys no puede rechazar, pero debe aceptarla según las exigencias de Erik, cuyo estilo de vida no admite excepciones o cuestionamientos. La joven podrá participar del capital generacional de la familia alemana a cambio de su fidelidad al sistema, representado por su dependencia y monogamia. Mientras en La Habana las parejas comparten los bienes y los gastos, en Alemania Gladys es solo la agradecida receptora de lo que se le compra. Sus habilidades comerciales no son tenidas en cuenta en el sistema alemán tan altamente tecnificado. Sin posibilidades de competir en la nueva economía, ella depone su vocación empresarial a favor de la doméstica, como ocurre en las sociedades capitalistas. La nueva posición social de Gladys trae aparejadas limitaciones inesperadas. En su isla socialista ella tenía acceso a todas las esferas de la sociedad. Por el contrario, en el «floreciente paisaje» de la nueva Alemania su horizonte son las cuatro paredes de su cuarto. Así, el viaje de Gladys al inmenso mundo de la RFA ampliada es desacreditado. Su limitado acceso 28 Jennifer Ruth Hosek al entorno público y la intolerancia que ella y su hijo sufren no es la imagen de Alemania que esperaba encontrar; no obstante, como le recuerda Erik, debe estar agradecida. Cuba como resistencia a los silencios narrativos Mientras que las opiniones sobre Havanna mi amor y Heirate mich! publicadas en los medios de comunicación casi siempre han reconocido la relación existente entre el dúo de cineastas estealemanes, Cuba y la RDA, no se ha aceptado que la producción de Wenders también establezca un vínculo entre la Isla y Alemania. Los orígenes bien conocidos de Gaulke y Eggert los autorizan a hablar de un pasado alemán específico. La recepción de sus filmes como articulación alegórica de la voz de las minorías ha incrementado la comercialización de estas narrativas y las ha hecho accesibles al debate público como perspectivas específicas. Por el contrario, Wenders conserva una posición inclasificada y sus filmes ganan en autoridad narrativa gracias a su supuesta universalidad. La tendencia a interpretar estéticamente los textos canónicos ha naturalizado la narrativa prescriptiva de Buena vista Social Club para Alemania. Sin embargo, estas historias sobre Cuba articulan otras sobre la unión, raramente abordadas públicamente. También este silencio se debe al descenso del interés público en narrativas serias sobre la RDA (un tema dejado en el pasado) y las nuevas provincias de Alemania contadas por estealemanes, mientras en Buena Vista… se debe —al menos hasta hace muy poco— a la ausencia de apoyo oficial y de la izquierda moderada a las narrativas de la reunificación familiar que critican el experimento social de Alemania del Este y celebran una RFA ampliada fundada en los principios de la Kulturnation. Traducción: Fidel Jesús Quirós. Notas 1. Uli Gaulke. Havanna mi amor (DVD), Salzberger, Berlín, 2000; Uli Gaulke y Jeanette Eggert, Heirate mich! (DVD), Flying Moon Filmproduction, Berlín, 2003; Wim Wenders, Buena Vista Social Club (DVD), Road Movies Filmproduktion, Berlín, 1999. 2. Al emplear los términos unificación y reunificación subrayo sus respectivas connotaciones políticas. La palabra unión, usada de manera descriptiva, porta sus propias valencias politizadas, relacionadas con la economía y los negocios. La frase «RFA ampliada» se refiere a Alemania después del 3 de octubre de 1990; «el este de Alemania» y «estealemán», a la RDA; «el oeste de Alemania» y «oestealemán» aluden a la RFA antes de 1990. Con estas últimas frases pretendo designar tanto áreas geográficas como medios socioeconómicos. Tales denominaciones buscan no invocar connotaciones victoriosas que a veces están presentes en los términos «ex RDA» o «antigua RDA». 3. La enraizada participación de la mujer en los movimientos sociales de izquierda de Alemania occidental ha sido a menudo desestimada y continúa sin ser representada. Como sucede frecuentemente en el activismo político, cuando estos movimientos sociales alcanzan reconocimiento, los hombres ocupan las posiciones de liderazgo. En el ámbito de la producción cultural este fenómeno masculinista se concreta en cifras precisas. Por ejemplo, el Nuevo Cine Alemán, financiado por el gobierno, es en gran medida un proyecto masculino, a pesar de las indagaciones de género realizadas en algunos de sus filmes. 4. El término Kuba Welle, común en los medios de comunicación impresos durante la época de Buena Vista Social Club, se usaba en el lenguaje hablado para referirse al interés en Cuba o en manifestaciones de su cultura por parte de los alemanes. Véanse Ruth Behar, «While Waiting for the Ferry to Cuba», Michigan Quartely Review, a. 41, n. 4, Michigan, 2002; y Jennifer Ruth Hosek, «Cuba and Germans: A Cultural History of an Infatuation», Tesis de Doctorado, Universidad de California, Berkeley, 2004. 5. Gerd Gemünden, «Nostalgia for the Nation: Intellectuals and National Identity in the United Germany», en Mieke Bal, Jonathan Crew y Leon Spitzer, eds., Act of Memory: Cultural Recall in the Present, University Press of New England, Hanover, 1999. 6. Véase Robert Philip Kolker y Peter Beicken, The Films of Wim Wenders: Cinema as Vision of Desire, Cambridge University Press, Cambridge, 1993, p. 165. 7. Roger Bromley, From Alice to Buena Vista: The Films of Wim Wenders, Praeger, Westport, 2001, pp. 109-10. 8. Véase Jennifer Ruth Hosek, ob. cit. 9. Ellos encarnan el concepto de «primitivo» de Marianna Torgovnik —reprimido por Occidente y, a la vez, recurrentemente adoptado por los occidentales alienados. Marianna Torgovnick, Primitive Passions: Men, Woman and the Quest for Ecstasy, Knopf, Nueva York, 1997, pp. 8 y 13. 10. Gary Hentzi, «Buena Vista Social Club», Film Quarterly, n. 4, Berkeley, enero de 2000, p. 50. 11. Véase Walter Benn Michaels, «Race into Culture: A Critical Genealogy of Cultural Identity», en Henry Louis Gates y Kwame Anthony Appiah, eds., Identities, University of Chicago Press, Chicago, 1995. 12. Para un tratamiento particularmente revelador de la omisión de la «raza» en la cultura alemana de posguerra véanse Katrin Sieg, Ethnic Drag: Performing Race, Nation, Sexuality in West Germany, University of Michigan Press, Ann Arbor, 2002, pp. 233-52, y Uli Linke, German Bodies: Race and Representation after Hitler, Routledge, Nueva York, 1999, pp. 120-4. 13. Véase Bernd Lindner, Die Demokratische Revolution in der DDR 1989/90, Bundeszentrale für politische Bildung, Bonn, 1998, pp. 152-3. 14. Véase Michael Tausig, Mimesis and Alterity: A Particular History of the Senses, Routledge, Nueva York, 1993. 15. La recepción liberal cubanoamericana de estos filmes también ha enfatizado este punto. Frank Oteri, «Entrevista a Tania León», disponible en wwww.newmusicbox.org/first-person/aug99/ interview2html (consultado en marzo de 2005). 16. Véase Jatayi Ghosh, «The Many Uses of Jazz», Frontline on Net, 4 de febrero de 2000, disponible en http:// www.frontlineonnet. com/fl 1702/17021050.html (consultado en marzo de 2005). Los miembros de la comunidad conservadora cubanoamericana interpretan el filme de manera similar, aplauden la película después de haber boicoteado la visita de los músicos cubanos. Art Levin, «Viva Buena Vista Social Club», 1999, disponible en http://archive. salon.com/ent/musicfeature/1999/03/09feature.html (consultado en marzo de 2005). 17. Arjun Appadurai, «Putting Hierarchy in its Place», Cultural Anthropology, Duke, 1998, p. 36. 18. Jürgen Habermas, Die Nachholende Revolution, Suhrkamp, Frankfurt del Meno, 1990, p. 207. Al mismo tiempo que la retórica oficial de la RDA utilizaba los indicadores económicos para respaldar la identificación nacional, privilegiaba los discursos antifascistas. Este interés fundacional podría entenderse como oportuno: el antifascismo legitimaba el Estado socialista como contraparte de la economía capitalista y lo que se consideraba como sus tendencias fascistas. 19. Al respecto, una encuesta de opinión realizada por el Emnid Institut fur Meinungsforschung a tres mil alemanes demuestra que tales actitudes están representadas también en la cultura popular. Andrea Rinke, «From Motzki to Trotzki: Representations of East and West German Cultural Identities on German Television after Unification», en Osman Durrani, Collin H. Good y Kevin Hillard, eds., The New Germany Literature and Society after Unification, Sheffield Academic Press, 1995, pp. 231-51, 235 y 237. 20. Véanse Alice Aneskirchner, «Gespräch mit Uli Gaulke» (brochure publicitario de Havanna mi amor), Potsdam Babelberg, 2000, pp. 8-11; y Arnold Schölze, «Warum drehen Sie Filme Über Kuba?», Junge Welt, 2000, disponible en www.jungewelt. de/2000/07’18/014.shtml (consultado en julio de 2000). 21. Documentación sobre la recepción de Havanna mi amor en la Hochschule fur Film und Fernsehen, Konrad Wolf, disponible en www.rickfilms.de/hibilly/home.mede.hill.billyjam_press_DE.pdf. 22. Bettina Bremme, «Havanna mi amor. Eine Glotze geht auf Reisen», Lateinamerika Nachrichten, n. 308, Berlín, 2000, p. 43. 23. Sobre la relación entre el humor y la unión, véase Carol Anne Costabile-Hemming, Rachel J. Halverson, y Kristie A. Foell, Textual Responses to German Reunification: Processing Historical and Social Change in Literature and Film, W. de Gruyter, Berlín, 2001. 24. Leonie Naughton, That was the Wild East: Film Culture, Unification and the «New» Germany, University of Michigan Press, Ann Arbor, 2002. 25. Entrevista de la autora con Jeannette Eggert, junio de 2003. 26. Véase Elke Schieber, «Im Dammerlicht der Perestroika 1980 bis 1989», en Günter Jordan y Ralf Schenk, eds., Schwarzweiss and Farbe: DEFA Dokumentarfilme 1942-92, Film Museum Potsdam, Berlín, 2000. 27. Jeannette Eggert y Uli Gaulke advierten que lo que ellos llaman el enfoque occidental de la entrevista directa resulta inefectivo como medio de comunicación. Aún más que eso, lo consideran irrespetuoso porque omite las circunstancias del entrevistado y en su lugar construye una mitología de la libertad de elección y de expresión que oscurece la lógica de la vida en las sociedades con regímenes autoritarios. Entrevista de la autora con Eggert y Gaulke, diciembre de 2001. 28. Véanse Belinda Carstens Wickham, «Gender in Cartoons of German Unification», Journal of Women’s History, a. 10, n. 1, Baltimore, verano de 1998; y Cheryl Dueck, «Gendered Germanies: The Fetters of a Metaphorical Marriage», German Life and Letters, a. 54, n. 4, Birmingham, octubre de 2001. , 2014 Documentando Cuba; debatiendo Alemania 29 La imaginación con poder: Cuba según la Guide du Routard María del Pilar Díaz Castañón Profesora. Universidad de La Habana. L os libros de viajeros siempre han sido creativos. Fuente ineludible aderezada con mucha imaginación, constituyen para el historiador un notorio referente de una época. Y en muchos sentidos. Así, gracias al preciso Walter Goodman usted se entera de lo cultivada, amable y, para su asombro, muy comilona que era la burguesía criolla del Santiago decimonónico; y el amable Antonio Pigafetta le informa, con dibujos elocuentes y la autoridad del sobreviviente, que los patagones recibían tal apelativo porque tenían los pies tan grandes que se acostaban sobre uno y se tapaban del sol con el otro. Pablo Neruda conservaba celosamente en Isla Negra estas y otras ilustraciones, entre ellas las que representaban al hombre americano con un ojo en medio del estómago o llevando con gracia la cabeza en el antebrazo izquierdo. Claro que a los cultos aristócratas santiagueros no les gustó que los compararan con las langostas en lo que a engullir alimentos en los saraos se refiere. Es usual: a casi ningún nacional le complace la imagen que el extranjero tal o cual ofrece de su país. A ver, ¿cree usted que a los franceses les encanta constatar que la mayoría de los cubanos piensa que no se bañan más que en perfume? Valga lo dicho para destacar el poder de la imagen… y del prejuicio. Si algo está escrito «por fuente autorizada» y le informa de las características de una región, continente o habitantes respectivos, pues alguna credibilidad tendrá, piensa usted, ya que una casa editorial se tomó el trabajo de publicarlo. Autoritas dixit. 30 María del Pilar Castañón n. 77:Díaz 30-34, enero-marzo de 2014 La Guide du Routard (routard: caminante que sigue la ruta y viaja con poco gasto, según Le Petit Robert)1 es quizás uno de los libros más famosos que existen para orientar a los viajeros del Primer mundo. El equipo que lo confecciona pasa previamente algún tiempo en el lugar en cuestión. En cualquier librería europea se puede hallar la Routard no solo de Cuba, sino de Nueva Zelanda, China o Polinesia: para el lugar más remoto, los especialistas tienen lista una guía. En ella se informa —cumpliendo con el lema de andariego económico— cómo llegar al país, el carácter de sus habitantes, lugares que se deben evitar o frecuentar, con los inevitables mapas tan caros a los naturales del Viejo continente. De modo que cuando usted choca en la calle Obispo con un turista rosadito que camina con la nariz metida en un libro, el tropezón se debe a que está leyendo la Routard para decidir qué, dónde y cómo hacer algo. La Guide du Routard Cuba 2012 —merci, Michel— le informa al detalle acerca de todo lo que un francés debe saber para llegar a Cuba, pasar una buena estancia en la Isla y sobrevivir a ella.2 Y la verdad es que, en general, nos tratan bien. En general. Se destaca la amabilidad de los insulares, su hospitalidad y el hecho de que el país es muy sano, lo que evita la necesidad de vacunas previas.3 Eso sí, se advierte que la vida en Cuba no es precisamente barata, y se recomienda evitar hoteles estatales en pro de casas particulares y paladares. Sí. Paladares ya está reconocido como vocablo imprescindible del argot cubano. Del mismo modo, se aconseja traer a los niños, si los hay, para que disfruten de la playa, el sol «y la acogida incomparable de los cubanos, que adoran a los niños».4 Lleve de todo, sugieren los editores, que allí no hay nada. Consejos sanos sí los hay, aunque un poco reiterativos. Toda madre se echa la casa encima cuando lleva a los hijos de paseo, y en cualquier lugar del mundo los hoteles son más caros que los alquileres de los nacionales. Pero no en todo ámbito del planeta se recomiendan, por razones elementales. La afirmación implícita de que la Isla es muy segura se hará explícita al sugerir paseos nocturnos y tempraneros por La Habana y otras ciudades. Eso sí, advierten, las cosas han cambiado un poco. Con un optimismo puramente europeo, sostienen: «Durante largos años, no ha habido prácticamente robos en la Isla».5 Qué maravilla. Ahora los robos están por doquier, pero no se preocupe, dicen, los policías también. Y la Routard le ofrece una solución genial: no lleve nada encima y nada le robarán.6 Las ideas simples, ¿no? El fundamento de la proposición ya no lo es tanto. Con un paternalismo vívido, la Routard advierte que «los cubanos tienen problemas reales y el comportamiento de ciertos extranjeros raya en la provocación».7 Igual énfasis tiene la advertencia de fijarse con mucha atención en el precio del artículo por comprar, sea un mojito o una botella de agua. Verifique siempre la cuenta y el cambio: constatará regularmente errores. No nos llaman ladrones a secas. No. El redactor se pregunta si tales equivocaciones son casuales o intencionales, y zanja el asunto con la elusiva frase de «digamos que cada cual hace lo que puede para mejorar su vida diaria».8 Una antigua alumna de Herminio Portell Vilá contaba que allá por los años 40 de la centuria pasada el eminente profesor comenzaba su curso universitario con una tajante afirmación: «Aquí todos somos descendientes de contrabandistas y ladrones». La verdad es que de no haber sido por el contrabando, no sé cómo habríamos llegado al siglo xxi, porque de España no llegaba ni el sol. Y también es cierto que Portell siempre fue un poco tremendista, si me excusan el término. Sus artículos semanales en la Bohemia de los 50 son magníficos, pero sin variación portan un tono apocalíptico. En el mismo estilo, la conclusión que emana de las sugerencias de la Routard es clara: los franceses nos tienen en alta estima, y nos compadecen profundamente porque nos vemos obligados a robar. Por doquier. No se deje provocar. En cualquier parte, el turista está para ser explotado con gentileza. La idea es justamente que el sujeto en cuestión deje su dinero en Nápoles, las Galápagos o París, y por eso los naturales evitan como la peste los lugares «turísticos»: son carísimos. Pero la Routard va más allá de noción tan conocida y ofrece una ambigua imagen de Cuba, especial para galos. Que son naturalmente suspicaces y escépticos, por si no lo sabía. Tienen la absoluta convicción de ser más astutos y listos que los demás habitantes del planeta, y por lo tanto, siempre desconfiarán de «los otros». Ni se preocupe por la otredad: no es tan complicado. Los «otros» son quienes tienen la desdicha de no ser franceses. Por la mente no les pasa que a usted podría no interesarle ser francés. De modo que se advierte al turista que tratarán de robarle en todas partes. Los hoteles estatales, ya se sabe, deben evitarse, porque son más caros que en Europa —Routard dixit, cosa que, la verdad, me parece dudosa— y, desde luego, recordemos que esta guía se hace, al menos en espíritu, para quienes se echan la mochila al hombro y salen a caminar. Ahí, los hoteles no encajan. Pero las alabadas «casas particulares», donde se puede comprobar cómo vive realmente el indígena, no se libran del estigma del oprobio. Si el visitante contrató la habitación sin comida incluida, no debe enojarse si el dueño le insiste gentilmente en que almuerce. No se trata de cortesía ni simpatía. Es para cobrarle un precio que no coincidirá nunca con el indicado por la Routard.9 Y el huésped, inteligente y humanitario al fin, ha de ser comprensivo, La imaginación con poder: Cuba según La Guide du Routard 31 Nebulosa como toda imago, la traducción de la realidad cubana desde el prisma francés diseña los trazos de una especie de Arsène Lupin tropical: ladrón, claro que sí, pero con gracia y donaire. Amabilísimo y estafador, hospitalario y paupérrimo, creativo para sobrevivir al día. porque, los pobres, viven en un equilibrio muy precario entre los impuestos del Estado y la cotidianidad insular. La insistencia cansa: ya usted, cubano nacido y criado, no tiene casi autoestima. De modo que cuando lee que en CADECA y bancos les darán mal a los franceses el equivalente de sus euros a la moneda que fuere, porque les hacen una pequeña estafa merced a «una hábil manipulación»,10 y que ha de contar el numerario que sea ante el funcionario en cuestión, ya no hay lugar para el asombro. Que asoma tímidamente cuando se lee que en Cuba, país más caro que los otros de América Latina, en cualquiera de los «palacios españoles» —a la Routard no llegaron ecos de la aristocracia criolla— donde el extranjero se siente a tomar algo en compañía de un cubano le cobrarán descaradamente más de lo que cargan a su coterráneo en la mesa vecina.11 De ahí que la Guía recomiende dejar una escasa propina, ya que de todos modos le van a cargar 10% más en la cuenta.12 ¿Solución? Las casas particulares, donde, como se ha visto, le han de robar también. Tranquilos. El Ballet Nacional de Cuba es una maravilla y no se lo puede perder; las islas —entiéndase cayos— que rodean la ínsula mayor tienen unas playas preciosas y casi vírgenes; si no se sumerge en las aguas de María la Gorda ha perdido el viaje; y, por supuestísimo, los cubanos son la amabilidad misma. Lea siempre con atención la carta, memorice la lista de precios, revise la cuenta con atención, no permita errores y todo irá bien, asevera la Routard. La verdad es que ya no me extraña la fama de tacaños que entre taxistas y personal dedicado al turismo tienen los pobres galos. Cuentan los quilos porque no hacen más que seguir las sugerencias de su guía favorita, y por lo mismo regalan generosamente un montón de ropa usada. Desde luego que en Francia también cuentan los euros, pero es distinto. Es La France. Hurgar en la —generalmente las— maleta(s) de una turista gala es hallar el imposible que exigían los muchachones del Mayo del 68. Encontrará mermelada para las tartines del desayuno —y paquetes de tartines—, botellas de vino para l’apéritif, un montón de toallas que pesan media tonelada —se bañan, ¿sabe usted?— y algo así como todas las lociones y cosméticos habidos y por haber. Y quizá un traje de baño, que la Routard recomienda encarecidamente no olvidar. Puede ocurrir. 32 María del Pilar Díaz Castañón Como a todos los seres humanos, a los franceses no se les ocurre que sus costumbres puedan ser distintas, o chocantes para el natural del lugar que visita. Recuerdo la angustia de un colega al que invitaron «a tomar algo» («on va prendre un verre») que resultó l’apéritif, con las consabidas copitas de vino, nueces y palillos masticables, pero nada más. Sin lugar a dudas, salió con un hambre de preso. Por mí ni se preocupe. Ya los conozco. En otro lugar argumenté in extenso que la sociabilidad francesa consiste fundamentalmente en comer.13 De modo que solo diré, así, de pasada, que en el país de los mejores vinos y quesos del mundo la comida es tanto arte como ciencia, la ciencia del savoir faire del ama de casa, que tiene que «recibir» con buen gusto y de acuerdo con los cánones. Claro está, en una economía globalizada, acostumbrada a contar con los extraños limones amarillos de Israel todo el año, las personas adquieren hábitos regulares. Pero ni se le ocurra buscar paté de foie gras antes de Navidad: no hay. No se vende porque nadie lo compra. La lógica del capitalismo, ¿no? Pero todo el mundo sabe que las flores que adornan jardines y museos en el gélido enero son de invernadero, y son renovadas todas las noches por sufridos jardineros, lo que hace creer a los turistas que son las mismiticas que vieron ayer. El punto es que hasta los galos tienen noción de las estaciones del año y su influencia en los hábitos alimentarios. De modo que me pregunto cómo es posible que la clásica interrogante de «¿qué se come en Cuba?» tenga esta simpática respuesta: «El menú típico se compone de ensalada de pepinos con tomate, arroz mezclado con frijoles negros, pollo o una lasca de puerco».14 Se añade que en los paladares puede ser más variado, sobre todo en los cercanos al mar. Y se les recuerda que Cuba es el paraíso de la langosta. A ver. Esta es la tierra más hermosa y todo eso, pero ni siquiera aquí hay pepinos y tomates todo el año. Si el visitante no quiere el congrí, tiene otras elecciones posibles, reducidas para su nivel de expectativas, claro está. La langosta le va a costar les yeux de la tête, como dicen ellos, o lo va a dejar con una mano atrás y otra en ningún lugar, como decimos nosotros. ¿Dónde queda la idea de viaje a bajo costo? Quizá en la sugerencia de frecuentar los mercados agropecuarios para comprar goyaves (guayabas)15 que con mucho aire algún bromista decidió traducir por mamey. Amén del lapsus linguae, también la fruta parece, al igual que los pepinos, hallarse siempre a disposición del consumidor. La imagen de ese país maravilloso que es Cuba, prestigiado por las leyendas revolucionarias, la gentileza de sus habitantes y las extorsiones continuas a las que gentiles indígenas someten al turista porque no les queda otra, comienza a perfilarse. De que nos pasamos la vida tratando de averiguar «el estado de la cosa», como ha dicho Mayra Espina con su talento habitual, no queda duda. Pero los enviados de la Routard le ganaron a Tomás Moro. «¿Dónde escuchar la música cubana? ¡Por todas partes!».16 En las calles cubanas lo que se suele oír a elevados decibeles es cualquier producción foránea. De modo que si el turista recala en las muy elogiadas «casas particulares», tendrá un curso intensivo del ruido ambiente, y habrá de ir a predios «típicos» para escuchar la eterna repetición del repertorio del Trío Matamoros y Ñico Saquito. El sufrido profesor que recorre la calle Obispo intentando llegar al Colegio de San Gerónimo escucha el «Son de la loma» por lo menos tres veces. Acá inter nos, si al equipo de la Routard le da por reivindicar que «congrí» procede de dos palabras francesas, pues que sea feliz. Ya cambiar la fecha del descubrimiento de América17 y sostener que el 26 de abril de 1961 se enterró a los muertos en la invasión a Playa Girón (proclama del carácter socialista de la Revolución cubana incluida),18 denota un despiste fenomenal. Un turista, ya se sabe, no suele prestar mucha atención a los datos históricos. Si él decide que la yuca es mandioca19 es su problema. Pero recomendar el tren de Hershey es condenar al pobre galo a perder tres horas y tanto de su tiempo.20 Con suerte... No hay duda: cada cual define la totalidad desde su punto de vista. Pero ya Hegel se explayó sobre aquello del punto de vista y el punto sin vista. Si la Guide… se precia de ofrecer a sus lectores un vocabulario mínimo que les permita cierta comunicación con los habitantes del lugar, queda la interrogante de por qué «bohío» y «zafra»21 se incluyen entre los vocablos imprescindibles, y claro que el punto perdió totalmente la vista al incluir a Daína Chaviano en la lista de escritores representativos de las letras cubanas, junto a José Lezama Lima y Jesús Díaz.22 Ya, desde luego, no sorprende que, entre los títulos recomendados, las catarsis pseudoliterarias de Zoe Valdés acompañen a Paradiso (José Lezama Lima) y El Siglo de las Luces (Alejo Carpentier). Aquí empieza a tener usted una clave. No se trata solo de eurocentrismo, o de los clásicos prejuicios que, como ya se acotó, son inevitables. Es más complejo, y por ello muy simple. El conocimiento es reconocimiento, sostenía mi filósofo favorito. El Routard recomienda a los galos informarse respecto a Cuba con la literatura que sobre ella se publica en Francia. De modo que suelen llegar listos para hallar en la Perla de las Antillas lo que se les ha dicho que van a encontrar, legitimado por investigadores franceses y desde el prisma, quién lo duda, de la superior benevolencia europea. Una amiga francesa, de esas que prefiere leer en el idioma original y por eso domina cinco lenguas, me comentaba sonriente que el peso de sus maletas al regreso se debía a los libros. «Aquí no encuentras muchas cosas, pero libros hay por todas partes», me decía. Con su talento natural, buscó y halló textos que en Europa no existen, con Internet o sin ella. Lo que afirman en Francia, ya lo tiene por sabido. Las referencias pendientes de literatura cubana las encontró aquí. Y de la realidad insular, también. Insistió en ir al Museo Napoleónico, se maravilló con la exhibición, y su esposo armó las de San Quintín cuando pidió un libro, catálogo, o simple folleto sobre el lugar y le dijeron que no lo había. La cubanidad, les expliqué. Tenemos la espléndida colección que sobre el Emperador reuniera Julio Lobo en la única villa renacentista de América Latina (que debemos a Orestes Ferrara), pero no hay ni dos tímidas hojitas que el turista pueda mostrar para hacerla valer. Eso, por suerte, no lo dice la Routard. Así que ya ve, hay galos de todos los estilos. Los que solo consultan la guía por los mapas toman, desde luego, sus propias decisiones, y logran, gracias a ello, el distanciamiento de la imagen canónica tan necesario al observador curioso. La idea de que el cubano no es poseedor más que de carencias y por eso se desquita practicando el sexo con entusiasmo —tan cara a la producción de la muy creativa Zoe Valdés como elogiosa para el indígena— se mezcla en la Routard con la advertencia de que el natural de la Isla Grande del Caribe es caballeroso y muy tolerante con el extranjero,23 así que, por favor, respete sus costumbres. Dado que el traje y la corbata son casi inexistentes, si va a un restaurante, use una guayabera,24 pida el último en las colas (los franceses no tienen cultura al respecto. Siempre son los primeros) y recuerde que a las jineteras hay que tratarlas con especial cuidado, pobrecitas, ya que ejercen para alimentar a su famélico clan.25 A fuer de originales, hasta la prostitución la consideran de modo distinto al habitual. Nebulosa como toda imago, la traducción de la realidad cubana desde el prisma francés diseña así los trazos de una especie de Arsène Lupin tropical: ladrón, claro que sí, pero con gracia y donaire. Amabilísimo y estafador, hospitalario y paupérrimo, creativo para sobrevivir al día. En el reino del gentleman cambrioleur, todo puede ocurrir. ¡Qué bien! Lupin, quién lo duda, aún guarda su maravilloso encanto. Y pese —o gracias— a la Routard, los cubanos también. La imaginación con poder: Cuba según La Guide du Routard 33 Notas 1. «Personne qui prend la route et qui voyage à peu de frais», CD-ROM Nouveau Petit Robert, dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française, Dictionnaires Le Robert, VUEF, París, 2001. 2. Guide du Routard Cuba 2012, Hachette-Livre (Hachette Tourisme), 2012, disponible en www.routard.com. 3. Ibídem, «Les questions qu’on se pose le plus souvent», p. 8. 4. Ibídem, «Peut-on y aller avec des enfants», p. 8. 5. Ibídem, «Dangers et enquiquinements», p. 40. 6. Ídem. 7. Ibídem, «Dangers...», pp. 40-1. 8. Ibídem, p. 41. 9. Coincido. Si se quieren morir de la risa, vean en la página 38 los precios de las comidas «muy baratas», «baratas», «caras» y «muy caras». 10. Guide du Routard..., «Dangers...», pp. 34-5. 11. Ibídem, p. 37. 12. Ibídem, «Restaurants et Paladars», p. 51. 13. Véase María del Pilar Díaz Castañón, «Notas sobre la sociabilidad francesa», en Manden más… (columna de autor en Sitio Web de la UNEAC), disponible en www.uneac.org.cu/index. php?module=columna_autor&act=columna_autor&id=2, La Habana, octubre de 2009. 14. Guide du Routard..., «Les questions...», p. 8. 15. Ibídem, «Cuisine», p. 73. 16. Ibídem, «Les questions…», p. 8. 17. Ibídem, «Hommes, culture et environnement», p. 86. 18. Ibídem, «La baie de Cochons», p. 92. 19. Ibídem, «Hommes, culture...», p. 81. 20. Ibídem, «Les Coups de Coeur du Routard», p. 9. 21. Ibídem, «Petit lexique spécifiquement cubain», p. 46. 22. Ibídem, pp. 47-8. 23. Ibídem, «Savoir- vivre et coutumes», p. 120. 24. Ídem. 25. «En su gran mayoría, las jineteras son simples jóvenes en busca de pesos convertibles para sobrevivir y ayudar a sus familias. No lo olviden nunca: eso los ayudará a considerarlas mejor». [Pour la majorité, les jineteras sont des simples jeunes filles en quête de quelques pesos convertibles pour survivre et aider sa famille. Ne l’oubliez jamais: ça vous aidera a mieux les considérer]. Ibídem, «Jineteras y jineteros», p. 101. , 2014 34 María del Pilar Díaz Castañón Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas Åse Johnsen Profesora. Universidad de Bergen, Noruega. Cecilia Alvstad Profesora. Universidad de Oslo, Noruega. L os noruegos siempre han sido un pueblo viajero y cada vez más buscan nuevos destinos para sus vacaciones. Cuba es un lugar relativamente nuevo para ellos. En la actualidad más de nueve mil personas visitan la Isla cada año.1 Los noruegos que viajan a Cuba pueden dividirse en dos grupos: los «viajeros» y los «turistas». Según Paola D. Smecca: La opinión prevaleciente en el siglo xx tiende a considerar que un viajero es aquel dotado de originalidad y juicio autónomo, que cuida de no alterar las sociedades extranjeras, pero las describe y busca un contacto significativo con el lugar visitado [...] Por el contrario, se cree que el turista se caracteriza por la torpeza y la superficialidad [...] y por proporcionar respuestas clichés sobre los países y las personas.2 El grupo de viajeros noruegos está constituido por estudiantes, intelectuales y artistas que desean conocer otras culturas. Se sienten atraídos por Cuba debido a razones políticas, históricas y culturales. Sus conocimientos sobre el país provienen principalmente de estudios y de libros de viajes, novelas y tratados políticos. Por ejemplo, el volumen escrito por Vegard Bye y Dag Hoel, Dette er Cuba - alt annet er løgn! [Esto es Cuba, ¡todo lo demás es mentira!].3 Estas personas viajan por su cuenta y buscan la Cuba auténtica; en muchos casos hablan español. El otro grupo (los turistas) busca sobre todo sol y playa; prefiere viajes organizados en los que todo está preparado de antemano. Aunque algunos se interesan por la cultura y la historia de las naciones que visitan, la gran mayoría solo quiere escapar del clima noruego y hacer actividades veraniegas. Para este grupo, que recibe la información sobre Cuba fundamentalmente a través de los catálogos de las agencias que les venden el viaje, n. 77: 35-42, enero-marzo 2014 Imágenes de Cuba en Noruega: textos parade turistas 35 la historia y la situación política de la Isla serán solo el telón de fondo durante su estancia en ella. Folletos y catálogos promocionales Los textos turísticos poseen función apelativa y, según la tipología de Katarina Reiss, pertenecen a la categoría de textos operativos.4 Marie-Louise Nobs explica que estos «se caracterizan por la utilización de un lenguaje persuasivo cuyo objetivo es incitar al lector a una reacción activa hacia el texto». Dice, además, que «se centran fundamentalmente en el receptor del texto y su mundo, su mentalidad y su psicología».5 Es conveniente diferenciar entre dos tipos de textos turísticos: los folletos, que se distribuyen en el destino (o en Internet), y los catálogos de las agencias de viajes y de los turoperadores, que se publican y entregan en el lugar de origen del turista (o se colocan en Internet). Los folletos muchas veces son confeccionados por entidades estatales o semiestatales en el país receptor y sus lectores son personas de diferentes nacionalidades; por lo tanto, dichas instituciones saben poco sobre las preferencias de sus destinatarios.6 En consecuencia, estos materiales tienden a centrarse en las bondades del enclave turístico, cuyas características a veces son presentadas de manera jactanciosa.7 Los catálogos, en cambio, se dirigen a un grupo más homogéneo y contienen elementos de negociación intercultural. El emisor conoce, hasta cierto punto, los gustos de los lectores y si el destino es conocido o no por ellos. Se puede decir que se centran en el lector. Tales catálogos deben equilibrar su presentación para no engañar al turista y no recibir quejas posteriores. Nuestro estudio examina la información que brindan sobre Cuba y cómo la presentan. Cuba como destino turístico Desde la temporada invernal 2011-2012, las compañías Ving y Star Tours ofrecen vuelos charter directos desde Oslo a Varadero. Allí hay playas cálidas, hermosas, hoteles all-inclusive. Sin embargo, los turistas suelen hacer por lo menos una excursión, muchos escogen conocer La Habana. ¿Cómo los catálogos presentan a Cuba y preparan a los visitantes para el encuentro con esos contrastes? ¿Se menciona la situación política, tan especial, del país? ¿Se da prioridad a los aspectos más turísticos? ¿En qué lengua se ofrece la información? Estas preguntas corresponden a los tres componentes básicos del modelo de análisis de Michael A. K. Halliday relativo a la lingüística textual: campo, tenor y modo.8 En él se basa nuestro análisis, que, además, sigue los 36 Åse Johnsen y Cecilia Alvstad pasos de otros estudiosos de folletos turísticos, por ejemplo Zheng Jie.9 Los textos aquí analizados pertenecen a catálogos impresos o a presentaciones en Internet. Estas son preferidas cada vez más por quienes ya saben adónde quieren ir, mientras que los catálogos mencionados proponen diversos destinos y, por lo tanto, constituyen la primera opción para aquellos que aún desconocen adónde dirigirse. Hemos utilizado materiales de tres de los turoperadores más grandes de Noruega: Star Tours, Apollo y Ving. Estas empresas ofrecen viajes por el mundo, sobre todo a los destinos clásicos de sol y playa. Además, escogimos textos de Jambo Tours y OrkidéEkspressen, dos operadores que se presentan como especialistas en viajes exóticos y a lugares lejanos. El primero tiene un catálogo impreso cuyos lemas son «Solo viajes ecológicos» y «Viaje un poco más lejos»; el segundo posee una página web donde propone destinos inusuales, entre ellos Cuba.10 A continuación se abordan materiales sobre Cuba en general y dos de sus lugares más visitados por los noruegos: Varadero y La Habana, los cuales aparecen descritos en todos los folletos. Algunos turoperadores también brindan otros destinos en Cuba, además de viajes en autobús que recorren gran parte de la Isla. Se insiste en los elementos enfatizados en los textos mediante los títulos, la repetición de palabras, los sinónimos y las fotos. Se enfatiza en lo que James R. Martín y Peter R. White llaman apreciación, es decir, «la evaluación de objetos y productos en relación con principios estéticos y otros sistemas de valor social».11 La apreciación «evalúa lo típico de los objetos naturales, manufacturas, textos y construcciones más abstractas como los planes y las políticas».12 Martin y White dividen ese proceso en tres partes: «En términos generales las apreciaciones se pueden dividir en: nuestras “reacciones” a las cosas [...] sus “componentes” y su “valor”».13 Las valoraciones pueden ser positivas o negativas. En esta parte del análisis se seleccionan adjetivos y otras expresiones descriptivas para conocer cómo los autores de los catálogos evalúan el destino descrito. También se indaga en cómo se presenta la información dada a través de oraciones que se combinan con algún marcador textual. Dichos marcadores nos pueden mostrar de qué modo una parte es evaluada o resaltada en relación con otra. Para finalizar, se contrasta la manera en que se presenta a Cuba en estos catálogos noruegos con la visión promovida por Cubatravel, una página web oficial cubana. Cuba según Star Tours Dentro del catálogo de esa empresa cuatro páginas están dedicadas a la Isla, en tres de ellas las fotos cubren todo el espacio y hay muy poco texto.14 La cuarta contiene la información principal e incluye tres fotografías y una ilustración (unas hojas de menta que acompañan una receta de mojito). Los destinos mencionados son Varadero y La Habana. No obstante, el operador también habla de otras opciones, por ejemplo recorrer parte de la Isla a pie o en bicicleta. El texto define Cuba, La Habana y Varadero; y describe, hasta cierto punto, a los cubanos. El título de la primera página que trata sobre la mayor de las Antillas es «Salsa, sol y puros. Cuba» y el de la central, «Cuba: Hoteles directamente en la playa, carros de los años 50, salsa, puros y casas coloniales de muchos colores». Estos elementos se repiten en varias ocasiones. Además de la salsa, también se hace referencia a otros bailes, como el mambo y el chachachá. Hay una foto de personas que bailan en la playa y la imagen de una mujer sonriente con un tabaco en la mano, asomada en la ventanilla de un automóvil antiguo. Se observan varias referencias a las playas y el clima. Las bebidas alcohólicas se resaltan: además de la receta de mojito, se recomienda al turista comprar ron y probar el daiquirí. Cuba es caracterizada como un twist caribeño. Twist es una bolsita de plástico llena de bombones que se vende en Escandinavia. En los anuncios comerciales se subraya su gran variedad de sabores. Según esta metáfora, en Cuba se puede encontrar algo para todos los gustos. El texto central se compone de cuatro párrafos, los dos primeros describen Varadero y La Habana. Los restantes subrayan otros elementos centrales y se titulan «La alegría musical» y «Tras los pasos de Hemingway». Ambos lugares se contrastan indirectamente: «Puedes combinar las blancas playas de coral y el mar turquesa con experiencias inolvidables de La Habana». Más adelante se añade: «Un día te encuentras entre carros de los años 50 y encantadoras casas coloniales en La Habana Vieja. Al día siguiente buceas en las playas de Varadero». El contraste también se observa en las tres imágenes que acompañan el texto; en la del centro un grupo de personas baila salsa en la playa de Varadero. El pie afirma que esto ocurre a menudo, pero no se especifica si se refiere a los cubanos o a los turistas. Las otras fotografías muestran a un limpiabotas y a un taxista con su «cocotaxi», en La Habana. El primero es presentado como un profesional y el vehículo se compara con el tuk-tuk de Tailandia. El tono del texto es muy positivo, algo que se logra mediante el uso de adjetivos como «exótico», «seductor» y «delicioso». Varadero posee playas «bonitas» y «blancas», mar «turquesa» y temperatura «agradable». La Habana es catalogada con los siguientes calificativos: encanto «desgastado», casas coloniales «de muchos colores», grandeza «de antaño». «Desgastado» es una palabra con connotaciones negativas, pero al combinarla con «encanto» se neutraliza. «Colorido» denota alegría y es, por tanto, positiva; mientras que la última de esas frases indica al lector que en ese entorno ha habido cambios. De los cubanos se manifiesta que son «calurosos», «abiertos», «con alegría de vivir», musicales «con un ritmo admirable»; también generosos, ya que comparten su alegría con los demás y los hacen sentir bienvenidos. La capital cubana —y el contacto con sus habitantes— se describe como un plató de cine; o sea, como algo no real que el visitante contempla desde afuera. El escritor se dirige frecuentemente al lector mediante el uso del pronombre personal tú. Así se establece un contacto directo entre el emisor del mensaje y el receptor, a la vez que el segundo es situado en el destino descrito. Dos oraciones contrastan entre sí por el uso de marcadores textuales (el énfasis en ellas es nuestro): Aunque parte de la ciudad sufre de desgaste y falta de mantenimiento, no puedes dejar de impresionarte por el orgullo de antaño de la Habana. [...] Aquí no vas para hacer compras, hay sin embargo algo que debes comprar para llevar a casa: ron y puros. En ambas se observa que el aspecto negativo enseguida es neutralizado mediante uno positivo y así se da una presentación equilibrada. Para resumir: después de leer el texto uno se queda con la impresión de que en Cuba se puede ir a la playa, tomar sol, bailar y contemplar La Habana. No se exhorta al turista a establecer contacto con los nacionales. El catálogo en ningún momento menciona la historia política del país. Señala la grandeza de los años anteriores y el lector deduce que ha habido un cambio, pero no explica el porqué. Imagen ofrecida por Apollo Este turoperador propone diversos destinos: La Habana, Varadero, Cayo Santa María y Jibacoa, además de dos viajes en autocar por la Isla, denominados «Los contrastes de Cuba» y «Cuba a través de la historia». A continuación se analizan tres textos suyos colocados en Internet.15 Todos comienzan con una foto y terminan con un mapa de la Isla. El país es calificado como «una isla de vacaciones tropicales y excepcional», diferente y de «contrastes». Sobre Varadero se afirma en el texto correspondiente: «es el lugar de vacaciones más popular de Cuba, bendecido con agua cristalina y playas blanquísimas […] un paraíso tropical que ofrece actividades para toda la familia». La Habana es caracterizada como «una ciudad mágica que exhibe la herencia cultural española, Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas 37 En todos los materiales promocionales, Varadero es descrito como un destino de sol y playa y de actividades típicamente turísticas. En cambio, la información sobre La Habana y sobre Cuba en general es bastante diferente en los textos noruegos. ron oscuro, sabrosos puros, salsa y unas tremendas ganas de vivir». El material que hace una presentación general de Cuba se inicia con una foto de mujeres que bailan en la calle y un hombre con un tambor. Ellas parecen divertirse. La existencia cotidiana se presenta como algo fácil: «Aquí se vive a ritmo de salsa, y la sonrisa y la risa nunca están lejos». El tono de todo el mensaje es positivo; otros calificativos utilizados son: comida «variada», cultura «rica y floreciente». Dos oraciones que develan la realidad cubana mediante marcadores textuales contienen de manera implícita una crítica de la situación actual. En una de ellas se alude a la Revolución cubana: «Han pasado ya cuarenta y cinco años, pero el desarrollo dentro de muchas áreas de Cuba no ha avanzado prácticamente nada». La segunda, bajo el subtítulo «Información útil» explica: «Como los cubanos reciben tan bajos sueldos del Estado», quienes brindan el servicio esperan «propina o pequeños regalos, también cuando se trata de all-inclusive» (el énfasis es nuestro). Se advierte, además, que puede haber diferencias entre alojamientos privados y estatales, sin dar ninguna explicación ulterior: «Nótese que los hoteles estatales tienen menos posibilidades de variar el surtido de comestibles». El material publicitario sobre Varadero presenta en primer término un velero y personas que se bañan o caminan por la playa. Menciona varios personajes reales: «El famoso gánster Al Capone construyó en su tiempo una casa veraniega en […] Hicacos»; «en el edificio del club hay una foto legendaria de Che Guevara y Fidel Castro jugando al golf». El enclave es realzado mediante epítetos positivos: la playa «es única» y «fabulosa», hoteles «grandes y hermosos», el «magnífico» campo de golf, alrededores «idílicos», entre otros. Se subrayan las actividades que ofrece para toda la familia: nadar con los inteligentes delfines en un delfinario, alquilar un automóvil e ir a La Habana, manejar una moto náutica, bucear o ver el fondo del mar desde un submarino, viajar en barco o en helicóptero a una de las islas cercanas, jugar golf. A la par, se resalta la vida nocturna: «Aquí puedes disfrutar de un Cuba Libre helado en uno de los bares, antes de moverte a los ritmos de salsa en alguna de las discotecas». En un apartado de consejos prácticos se alerta que la conexión telefónica es mala y que todos los hoteles del balneario 38 Åse Johnsen y Cecilia Alvstad tienen conexión a Internet, pero su velocidad es baja y muchas páginas están bloqueadas. El texto acerca de La Habana describe la urbe, a sus habitantes, los carros, La Habana Vieja, La Bodeguita del Medio, la presencia de Hemingway, la salsa y la alegría de vivir. Se caracteriza a los habaneros como abiertos, amigables y curiosos, que a menudo miran por la ventana para ver lo que sucede en la calle e incluso sacan sus muebles a la acera para disfrutar del atardecer. Sobre los viejos carros norteamericanos se dice que son reparados por los cubanos «con sus propias manos y con repuestos diversos, y pulidos hasta que brillan como el sol». La Habana Vieja se califica mediante las siguientes palabras: «Una de las capitales más fascinantes del mundo», «un embrollo de pequeñas callejuelas y calles estrechas», «edificios coloniales orgullosos», «distinguidos restaurantes». En el párrafo dedicado a La Bodeguita del Medio se incluye la receta del mojito. También se menciona a Hemingway. De la casa del escritor se resaltan los colores claros y los trofeos de caza. Durante la noche tropical hay diversas actividades y vida en las calles: «Bajo la cobija de la oscuridad, La Habana vuelve a ser la hermosa metrópoli mundial que fue antes de los días de la Revolución». Se sugiere al visitante lanzarse al intenso entretenimiento. En cuanto a la relación entre los nacionales y los foráneos: «Como turista te invitan a participar en la legendaria y vital alegría de los cubanos». También en esta presentación de La Habana aparece una oración adversativa: «Aquí se encuentran orgullosos edificios de estilo colonial, pero los colores fuertes que alguna vez adornaban las paredes se han puesto pálidos y han caído en grandes trozos» (el énfasis es nuestro). Estas y otras afirmaciones pueden leerse como una crítica implícita. Hay varias referencias a la Cuba anterior a 1959 y algo de nostalgia por el pasado, por lo que indirectamente se comunica que las transformaciones ocurridas no solo han sido para bien. Al igual que el otro turoperador, el emisor utiliza frecuentemente el pronombre personal «du» o «deg» (tú o te). Los textos de Ving Estos documentos fueron obtenidos de Internet. Son textos breves sobre Cuba en general, Varadero, La Habana, y una hoja de información práctica relacionada con esta ciudad.16 Se define Cuba como «una de las islas más verdes del Caribe [...] llena de contrastes y con una mezcla interesante de lo viejo y lo nuevo, de lo bonito y lo desaliñado, fuera de lo común». Dicho texto es el único que trata directamente el tema de la política y puntualiza: «La república socialista de Cuba es el Estado más grande del Caribe». A continuación especifica algunos contrastes: «encontrarás salsa y comunismo, alegría de vivir y pobreza, altas montañas con áreas protegidas con flores silvestres y playas blancas». Aquí se resaltan seis elementos, contrapuestos mediante la conjunción «og» (y). Tales dicotomías son curiosas pues la única real es la de la alta montaña y la playa. También se explica que los pesos (CUP) solo los usan los cubanos, mientras que la moneda para el turismo es el «CUC – pesos convertibles». Esto indica al turista que hay una segregación entre él y los habitantes de la Isla, pero no se da ninguna explicación adicional. De igual modo se refiere que en muchos lugares existen carteles con el lema «Viva la Revolución». No se especifica su significado. Varadero es calificado como «un paraíso playero delicioso, preparado para gozar de la vida bajo el sol y descansar libre de las preocupaciones de la cotidianidad». Se subraya que este también es un destino para niños: «Por supuesto que los niños son bienvenidos en Cuba. SunGarden Sol Palmeras es un buen hotel para ellos». Asimismo, se recomienda al turista ver más de la Isla, ya que tiene una historia interesante y una bella naturaleza. En el artículo promocional acerca de La Habana se afirma que «no se puede equiparar con otra ciudad del mundo, y hay que vivir su atmósfera tan especial». En este texto y en el que contiene informaciones prácticas se contrasta con cierta nostalgia la ciudad actual con la del pasado. En el primero se comenta: «Los cochazos norteamericanos en las calles de La Habana están cansados ya, y los elegantes edificios de estilo colonial sueñan con la belleza de su juventud».17 Y el segundo expresa: «[La] “Habana Vieja”, como dicen los cubanos, es un embrollo de callejuelas y casas coloniales y restos de lo que alguna vez fueron palacios o hermosas casas comerciales».18 En cuanto a las compras, se afirma que La Habana no es un destino típico para hacerlas, pero se mencionan los puros y el ron; además, instrumentos musicales de madera, fotos y otros recuerdos turísticos. También hay una crítica directa al sistema social cubano, en relación con el derecho a la libertad de expresión: «Se puede decir lo que se quiera sobre los hermanos Castro, pero no en Cuba. Todavía no». Los textos de Ving ofrecen escasas referencias sobre los cubanos. En el dedicado a Cuba en general no hay ninguna mención directa, se supone que salsa y pobreza indirectamente describen a parte de ellos. En el que trata sobre Varadero se comenta que allí las personas acomodadas tienen su casa de veraneo. El destinado a promover La Habana asevera que los cubanos bailan y fuman puros. Menciona que los precios de las mercancías son demasiado altos para la mayoría de ellos. Además, afirma que «se aferran a los héroes del pasado, y la esperanza del futuro es el dólar». La relación entre turistas y nacionales se aborda en pocas ocasiones. El material que contiene informaciones prácticas sobre la capital del país recomienda visitar las «paladares» en casas particulares y así conocer la cultura local. Y añade que los cubanos recibirán al visitante «con apertura y amabilidad». Se recomienda a los vacacionistas conocer los bares favoritos de Hemingway y los centros nocturnos. En dicho texto hay referencias a otros personajes conocidos, como Che Guevara, los ancianos del Buena Vista Social Club y los hermanos Castro. El emisor se dirige frecuentemente al lector mediante los pronombres personales du / deg (tú / te), que alternan con el uso de «uno». En general, los textos utilizan muchos adjetivos, expresiones halagadoras, casi jactanciosas. Hay una serie de oraciones con marcadores textuales que combinan o contrastan elementos. Entre ellas, en el texto con información práctica, un párrafo bajo el subtítulo «Por lo demás», incluye las siguientes frases: «Cuba es un Estado comunista, la gente es amable, pero no es buena idea dar propina por ejemplo a funcionarios estatales para conseguir un mejor servicio, puesto que esto puede considerarse como soborno» (el énfasis es nuestro). Lo enunciado parece poco coherente. Alocuciones adversativas presentes en el otro artículo sobre la capital, son: «No vas a La Habana para hacer compras, pero la selección de mercancías es cada vez mejor —por ejemplo, artículos electrónicos» y «no es exactamente una ciudad de restaurantes; a pesar de ello, hay muchos sitios con comida buena y barata». Es decir, se constata algo negativo, y luego es compensado por la oración subordinada. Después de leer los textos de Ving queda la impresión de que Cuba es un país con un pasado atractivo y un presente más bien difícil. La mirada de OrkidéEkspressen Colocado en Internet, el conjunto incluye dos textos sobre Cuba en general, uno referido a Varadero y otro a La Habana.19 OrkidéEkspressen también promueve otros muchos lugares de la Isla. En sus operaciones, ella ocupa el segundo lugar, después de Tailandia. Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas 39 Según el primero de los artículos, Cuba es un «país extraño» en el Caribe, donde Fidel Castro ha gobernado durante más de cuarenta años». Manifiesta que su sistema político ha influido en lo bueno y en lo malo; sin embargo, no especifica a qué se refiere. En varias ocasiones se subraya que este destino turístico es algo más que playas y sol; por ejemplo, en el párrafo inicial se afirma: «Puedes viajar a Cuba como a cualquier otra isla del Caribe [...] ¡Pero un viaje a Cuba da mucho más!». Luego se describe a los niños que juegan en las calles, a los hombres que reparan sus carros de los años 50 o juegan dominó, la música, los animales, los edificios, las palmeras, etc., y se recomienda al visitante apartarse de las sendas turísticas para encontrar la vida cotidiana de los cubanos. Entre las fotos acompañantes se hallan las de cubanos en las calles, música, teatro, un automóvil y un bicitaxi. Acerca de las personas comentan: «La mezcla de españoles, africanos y asiáticos ha creado una gente colorida y tolerante». Sobre la comida dicen que no es muy picante y puede parecer un poco sosa. Esto se contrasta con los pasteles, que «son muy buenos». Se menciona que «a los cubanos les gustan los dulces». En cuanto a las bebidas, se afirma: «Aparte del ron, el café cubano es excelente. La cerveza es buena y no te olvides de probar un batido de frutas». El otro texto sobre el país contiene información práctica. Cuando se presenta algo que puede resultar negativo para el turista, enseguida se compensa con un consejo o con algo positivo, como se observa en estas citas: «Es una buena idea llevar una linterna o velas, especialmente en la estación de lluvias, ya que la corriente se corta con frecuencia. La electricidad está en continuo mejoramiento, sobre todo en las zonas turísticas». «Los cibercafés no se suelen encontrar, pero la mayoría de los hoteles tienen Internet para sus huéspedes». «No hay muchos cajeros automáticos en Cuba. Es fácil sacar dinero en La Habana y en Varadero, pero es una buena idea tener algún dinero en efectivo». Varadero es presentado como el destino turístico más antiguo de la Isla y se explica de manera detallada su localización geográfica, los números de las calles, en qué área se encuentran los hoteles y dónde residen los habitantes de la localidad. Incluso alerta que el olor de una refinería de petróleo puede ser molesto en una zona específica. Se describen las consabidas ventajas del balneario, aunque se advierte: «Varadero tiene todo lo que necesitas para tus vacaciones de playa, pero no te pierdas el resto de Cuba». Se sugiere al lector ir a Matanzas o a Cárdenas para encontrar un poco de vida cotidiana local. Ilustran este material imágenes de la playa y de dos vendedores con sus mercancías en bicicleta. 40 Åse Johnsen y Cecilia Alvstad El texto dedicado a La Habana la presenta como un ser femenino, seductor: «Es casi imposible no enamorarse de/en20 La Habana —es decir de la ciudad misma [...] poco a poco ella se te mete debajo de la piel». Se describen, en tono positivo, muchos lugares que merece la pena ver: museos, edificios, bares, el mercado de libros y la casa de Hemingway. Se recomienda mover las caderas en las noches de salsa de La Habana. Algunas de las fotos acompañantes muestran teatros y shows de centros nocturnos. En estos textos el emisor se dirige al lector mediante el uso de tú (du), pero también se vale de expresiones impersonales. Las palabras descriptivas son más bien modestas: playas «bonitas», pueblos «soñolientos», la comida «un poco aburrida». Aparecen algunas oraciones con marcadores explícitos, entre ellas: «Los edificios antiguos, deteriorados, desgastados, pero llenos de encanto» (el énfasis es nuestro). Propuestas de Jambo Tours Esta agencia sueca también vende viajes turísticos en Noruega. Su folleto presenta Cuba en general y explica detalladamente, día a día, dos viajes que se pueden hacer por la Isla («Las perlas de Cuba» y «El pequeño viaje por Cuba»).21 Además, se refiere a La Habana y a destinos de sol y playa (Varadero, Playa Ancón, Cayo Largo). Este análisis se concentra en las descripciones generales del país, las introducciones de los acápites sobre los viajes y las miradas a La Habana y Varadero. Todos los textos son muy breves, de uno a tres párrafos. La Isla es nombrada «la perla del Caribe». Y se describe mediante contrastes: Aparte de las largas playas, el agua cristalina, el sol y las noches tibias durante todo el año, el Estado isleño también tienta con una cultura afrocubana muy bien conservada, ricas raíces musicales y muchos sucesos históricos interesantes. En la presentación del viaje «Las perlas de Cuba» hay un breve panorama histórico, desde la llegada de Colón hasta nuestros días. Se explica la relación con los Estados Unidos y es mencionada la base naval de Guantánamo. Se comenta que hay pocas naciones tan controversiales y debatidas como Cuba, pero a la vez tan interesantes y amables con los turistas. El lector es motivado a participar en el recorrido para conocer la vida cotidiana, las fiestas, la música, la cultura, la política y la naturaleza. En este catálogo encontramos una de las pocas alusiones al gobierno cubano: La historia ha dejado huellas profundas en forma de regímenes militares y dictaduras de diferentes colores. Sobre todo el/la22 actual comunista, con los líderes revolucionarios Fidel Castro y su hermano Raúl, responsables de uno de los experimentos políticos y sociales más grandes de la historia mundial. El texto acerca de «El pequeño viaje por Cuba» proporciona mucha información histórica, aunque de manera superficial. La Habana es caracterizada como una gran ciudad viva, donde confluyen lo nuevo y lo antiguo. Se resalta que La Habana Vieja, con edificios restaurados que han recuperado su brillo, integra la lista del patrimonio cultural elaborada por la UNESCO. Hay menciones a los cafés y los bares; las bebidas —mojito y daiquirí— se relacionan con Hemingway. El cabaret Tropicana es comparado con el Lido de París. De Varadero se afirma que, por su localización geográfica y sus playas famosas, constituye un destino turístico con actividades típicas del verano. Las fotos contenidas en esta parte del catálogo reproducen imágenes de la naturaleza y vistas generales de la playa y de la ciudad. Los adjetivos empleados son sobre todo positivos, pero no exagerados. Estos textos se dirigen al lector de manera directa, impersonal, pero en una ocasión aparece el pronombre personal vi (nosotros): «nosotros hemos elegido los ambientes históricos más interesantes». No se contrasta la información mediante el uso de marcadores textuales, como sucede en los textos ya analizados. Cubatravel Antes de concluir, se contrastarán los textos analizados con uno sobre La Habana y otro sobre Varadero colocados en Cubatravel. El Portal del Turismo en Cuba.23 Ambos ocupan una columna delgada, conformada por cuatro o cinco párrafos. La capital de la Isla se define como «el destino cultural por excelencia de la mayor de Las Antillas, y una de las urbes más encantadoras del mundo». Al igual que los turoperadores noruegos, aquí se apela a Hemingway: «El Premio Nobel de literatura [...] decía que, en belleza, solo la superaban Venecia y París». La ciudad recibe los siguientes calificativos: «bulliciosa», «marítima», «abierta», «alegre», «sin prejuicios». «En ella están los grandes hoteles, los cabarets más rutilantes y los más afamados restaurantes». Toda la descripción es muy positiva, típica de los folletos turísticos que promueven su propio país. En cuanto a Varadero, se resaltan sus playas, poseedoras de «una longitud de más de veinte kilómetros y una temperatura media de 25°C, unido a la transparencia de sus aguas [...] y las arenas finísimas, suaves y blancas». Los autores del mensaje publicitario subrayan todas las actividades y las excursiones que se pueden realizar. También mencionan a Matanzas, ciudad a la que denominan «la Atenas de Cuba», y nombran personas famosas que han pasado por allí, entre ellas, Sara Bernhardt, Adelina Patti y Luis Felipe de Orléans, quien llegó a ser rey de Francia. Las frases empleadas para alabar el balneario no se diferencian mucho de las usadas por los noruegos, mientras el que trata sobre La Habana sí difiere bastante: no se mencionan los puros, el ron, los carros de los años 50 ni el desgaste de las casas coloniales, tampoco las compras. En él solo se resaltan las cosas positivas, con mucho más énfasis en las playas, la parte náutica, la salud, clubes, teatros, museos, etcétera. Conclusión En todos los materiales promocionales, Varadero es descrito de manera similar. En cambio, la información sobre La Habana y sobre Cuba en general es bastante diferente en los textos noruegos. Los catálogos de los tres turoperadores más grandes enfatizan aspectos más estereotipados, mediante la insistencia en la salsa, los puros, el ron y los carros antiguos, mientras que los otros dos hacen mayor hincapié en aspectos históricos (Jambo Tours) y en la vida cotidiana (OrkidéEkspressen). Ambos también son más neutrales en sus descripciones. Los mensajes de Ving son los que más adjetivos jactanciosos usan y por ello el discurso es muy similar al empleado en los folletos turísticos de los países receptores (por ejemplo, el de Cubatravel). Sin embargo, este turoperador noruego destaca la situación política de Cuba y critica abiertamente el sistema socialista. Todos los textos noruegos tratan de preparar al turista para el encuentro con un destino diferente y cumplen así, hasta cierto punto, su función informativa. Por otra parte, al presentar los aspectos negativos de una manera que los convierte en algo positivo, también satisfacen la función apelativa u operativa (en este caso comercial). Notas 1. Véase Comité Noruego de Solidaridad con América Latina (LAG), «Información sobre Cuba», Latin-amerika Gruppene i Norge, disponible en www.latin-amerikagruppene.no/Landsider/ Cuba/index.html. 2. Paola D. Smecca, Representational Tactics in Travel Writing and Translation: A Focus on Sicily, Carocci, Roma, 2005, p. 71. [Trad. del Ed.] 3. Véase Vegard Bye y Dag Hoel, Dette er Cuba - alt annet er løgn!, Spartacus, Oslo, 2009. 4. Katarina Reiss y Hans J. Vermeer, Fundamentos para una teoría funcional de la traducción, Akal Ediciones, Madrid, 1996, p. 179. Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas 41 5. Marie-Louise Nobs, La traducción de folletos turísticos. ¿Qué calidad demandan los turistas? Comares, Granada, 2006, p. 63. 6. Cierto es que los folletos turísticos frecuentemente se traducen y en algunos casos la información también es adaptada a las necesidades de los clientes. 7. Véase Åse Johnsen, «Fenalår o jamón serrano. Nosotros y los otros», MTM Journal, n. 1, Atenas, 2009, pp. 55-70. 8. Véase Michael A. Halliday, Language as Social Semiotic: The Social Interpretation of Language and Meaning, Arnold, Londres, 1978. 9. Véase Zhang Jie, «Construction of China’s Nacional Identity in an Australian Travel Brochure. A Critical Discourse Analysis Perspective», Canadian Social Science, v. 2, n. 1, marzo de 2006, pp. 47-53. 10. Todos los textos analizados están escritos en noruego. 11. Peter R. R. White, «Un recorrido por la teoría de la valoración», disponible en www.grammatics.com/appraisal/SpanishTranslationAppraisalOutline.doc. 12. Ídem. 13. James R. Martin y Peter R. R. White, The Language of Evaluation. Appraisal in English, Palgrave MacMillan, Nueva York, 2005, p. 56. [Trad. del Ed.] 14. Véase Star Tours, En inspirerende ferieguide, n. 2, 2011, pp. 8-11. 15. Véanse las siguientes páginas del sitio web de Apollo: www. apollo.no/no/hvor-vil-du-reise/nord-ogmellom-amerika/cuba/ pages/default.aspx; ww.apollo.no/no/hvor-vil-du-reise/nordogmellom-amerika/cuba/havanna/pages/default.aspx; www.apollo. no/no/hvor-vil-du-reise/nord-ogmellom-amerika/cuba/varadero/ pages/default.aspx (consultadas el 27 de abril de 2011). 16. Véanse las siguientes páginas del sitio web de Ving: www.ving. no/cuba; www.ving.no/varadero; www.ving.no/havana y www.ving. no/havana/fakta (consultadas el 27 de abril de 2011). 17. Véase «Havanna Fakta», Ving, disponible en www.ving.no/ havana/fakta. 18. Véase «Havanna», Ving, disponible en www.ving.no/havana. 19. Véanse las siguientes páginas del sitio web de OrkidéEkspressen: www.orkide.no/Cuba; www.orkide.no/Cuba/Varadero; www. orkide.no/Cuba/Havana, y también http://tmcomponents. travelmarket.com/modules/TM_Attachbank2/upload/75/Cuba. pdf (consultadas el 27 de abril de 2011). 20. En noruego se usa la misma preposición en ambos casos, por lo tanto, la oración es ambigua. 21. Jambo Tours, Catálogo 2010-2011, pp. 148-53. 22. En el texto noruego no queda claro si «actual comunista» se refiere a regímenes militares o a dictaduras. 23. Véase Cubatravel. El Portal del Turismo en Cuba, disponible en www.cubatravel.cu. , 2014 42 Åse Johnsen y Cecilia Alvstad Imagen país. Promoción del turismo José Luis Perelló Cabrera Profesor. Facultad de Turismo. Universidad de La Habana. E l turismo es un producto intangible que se comercializa a través de imágenes dirigidas a diversos consumidores en diferentes partes del mundo, con culturas, motivaciones y expectativas disímiles, bajo la influencia mediatizada de gustos, modas y estatus. La sociedad actual se integra al proceso de globalización que incluye los mercados, los países y millones de imágenes que configuran la realidad. En este contexto aparece un nuevo arquetipo humano más interesado por la sorpresa, la inmediatez y la imprevisión que por la acumulación de conocimientos; es decir, resulta más espontáneo que reflexivo; un nuevo prototipo de «ser» que piensa más con imágenes que con palabras, y que identifica la democracia con la soberanía del consumo. En resumen, una sociedad light, indiferente sociopolíticamente, en ruptura con el pasado, descomprometida con lo emocional, y obsesionada por la imagen, la información y la velocidad, que encaja también con la llamada «sociedad del acceso». En esa realidad la comunicación está basada en la imagen, que se convierte en marca para ser admitida y consumida. En ese entorno «audiovisual», no es relevante la verdad en la que cree una sociedad, sino las formas de trasmitirla. La alternativa para «crear» un mundo, es parecerse, no a la realidad, sino a la forma de los mensajes con los que, normalmente, se habla acerca del mundo (realidad conocible). Cuando eso sucede surge la posibilidad de imitar los mensajes aceptados para expresar dicha verdad. Una sociedad elige ciertas formas para expresar las verdades fundamentales que necesita para su Imagen país. Promoción delde turismo n. 77: 43-48, enero-marzo 2014 43 existencia. Esto lo hace mediante la ritualización y defensa de la verdad, al tiempo que exige cumplir con el ritual para enunciar lo verdadero; así, será verdad (realidad) lo enunciado conforme al ritual, por más que resulte no creíble. Para expresar tal verdad hay que crear lo verosímil.1 Pero al hacerlo hay que tener en cuenta la cultura temporal y geográficamente determinada, y además reconocer la universalidad espacial de ciertos componentes culturales contemporáneos implícitos en el individuo. Los medios de comunicación, en todas sus variantes, son los encargados de fijar los patrones o los códigos de lo verosímil, a través de las imágenes que tienen la capacidad de representar el conjunto de creencias, actitudes e impresiones —verdaderas o falsas, reales o imaginarias, ciertas o equivocadas— que una persona o grupo tiene sobre un objeto. Estas, además, guían y conforman la actitud de las personas y sus grupos de pertenencia o de referencia. La imagen país, en general, y la imagen turística de un país, como destino, existen siempre, tanto si la organización y la empresa lo desea o no. Si un país, una institución pública o privada no construyen por sí mismos una imagen verosímil de sí, otros pueden encargarse de hacerlo y no necesariamente en el sentido deseado. El etnocentrismo Desde inicios del pasado siglo William Graham Sumner afirmó que el etnocentrismo es la visión de las cosas en la cual, el grupo propio de uno, es el centro de todo y todos los otros son medidos y estimados con referencia a él. De este modo, cada grupo nutre su propio orgullo y vanidad, se considera a sí mismo superior, exalta sus propias divinidades y mira con desprecio a los extraños.2 Este autor apunta, además, que es una forma de seudopatriotismo que «conduce a los individuos a exagerar e intensificar todos los elementos de sus propias raíces que son peculiares y que les permiten diferenciarse de los demás»; y define el patriotismo real como «un sentimiento de lealtad al grupo al que se pertenece, por razón de nacimiento o por otro vínculo».3 No se limita solo a las tribus y naciones; se manifiesta también en toda clase de grupos sociales, y desarrolla orgullo exagerado en la familia, separatismo, prejuicio religioso, discriminación racial y seudopatriotismo. La literatura de esta esfera sugiere que el etnocentrismo se genera desde múltiples fuentes personales y situacionales. Geert Hofstede lo define como «una exagerada tendencia a pensar que las 44 José Luis Perelló Cabrera características del grupo al que se pertenece son superiores a las de los otros grupos».4 Tal noción fue interpretada como un sistema ideológico de relaciones de pertenencia a un grupo, y fue elevada a la categoría de constructo psicosocial con importancia en los sistemas individuales de la personalidad, así como en las estructuras culturales y de socialización del individuo. En general, el concepto de etnocentrismo representa la tendencia universal de las personas a percibir a su propio grupo y el de referencia, como el centro del universo, a interpretar otras prácticas sociales e imágenes, desde la perspectiva de su propio grupo y a rechazar lo que es culturalmente diferente, mientras aceptan ciegamente todo aquello que es como ellos mismos lo conciben.5 El etnocentrismo se basa en una fuerte y extendida diferenciación entre grupo interno y externo. Los grupos internos (ingroups) son aquellos con los cuales se identifica el individuo por motivos políticos, económicos, religiosos, étnicos, culturales, etc., y tiene actitudes leales y opiniones positivas hacia ellos. Por otro lado, los externos (outgroups) toman en consideración el antagonismo del grupo de pertenencia, y manifiestan actitudes hostiles y opiniones negativas. Ello se explica como una respuesta a la necesidad de preservar su grupo, su sistema de imágenes de la realidad y su sistema de valores. El grupo interno es la consecuencia de la búsqueda de relaciones personales entre individuos con similitud lingüístico-cultural y proximidad geográfica. Por lo tanto, los grupos de alto poder o estatus tienen más probabilidades de provocar hostilidad y rencor en aquellos menos poderosos; mientras los de menor poder o estatus tenderán a ser menos etnocentristas hacia otros de áreas geográficas próximas y parecidos culturalmente. Si se tiene en cuenta la orientación etnocéntrica —que administra el marketing de los mercados extranjeros y que concibe la región o el mundo como un mercado potencial sin límites y desarrolla actividades organizativas y de políticas sobre bases regionales o mundiales—, las organizaciones y las empresas deberán variar su orientación y su imagen global, adaptarse a la política, la situación financiera y la línea de producto y el tamaño potencial de los mercados extranjeros objetivos.6 Lianxi Zhou, Mya K. Hui y Lan Xiaozeng enfatizan en que para desarrollar una imagen país desde la perspectiva del marketing internacional es necesario tener en cuenta que las personas de cada nación poseen un sistema de códigos y un patrón de comportamiento distintivo y/o características de personalidad duraderos basados en cinco elementos culturales: 1) cultura material, 2) instituciones sociales, 3) sistemas de creencias, 4) sistemas estéticos y 5) idioma. Mediante la identificación de estos rasgos debería ser posible entender mejor y reconocer los códigos y patrones de actuación social e individual significativos para el marketing.7 El efecto país de origen La imagen percibida de los productos influye de manera relevante en las decisiones y comportamientos de los consumidores y puede ser configurada por múltiples variables. Desde una perspectiva internacional, el país de origen de un producto es uno de los elementos que configura la imagen país. En la literatura internacional, a las consecuencias del origen geográfico del producto sobre las percepciones y evaluaciones del comprador se les denomina efecto country of origin, categoría que se ubica, en el ámbito de los estudios sobre marketing, en la línea de investigación relativa al comportamiento del consumidor.8 En Cuba, por ejemplo, la imagen país se relaciona con el efecto country of origin para productos como el ron Havana Club y los tabacos Habanos, percibidos a nivel internacional como de primerísima calidad e imagen. Siguiendo la estrategia de este efecto, deben potenciarse las imágenes del turismo y los servicios profesionales —productos intangibles de significativa importancia económica para el país. Tres son los enfoques sobre los tipos de efectos que genera el país de origen de los productos: cognitivo, afectivo y normativo. Desde la perspectiva cognitiva del procesamiento de la información, el país de origen informa sobre algunos atributos relacionales de sus productos —por ejemplo, el precio, el estilo y moda o la calidad y el resultado—, lo que reduce el riesgo percibido; se evalúa como una variable informativa que puede generar diversos efectos: influir en la evaluación global sin que sean valorados los otros atributos, afectar la interpretación de la información de estos otros, o ser evaluado como un atributo más. Resulta válida la inserción de imágenes tipo «país de origen» en las telenovelas brasileñas, en las que se resaltan productos nacionales y atributos naturales y culturales de interés turístico. Ante la repetición coherente de esas imágenes se interiorizan valores y códigos culturales de amplio reconocimiento social. Desde lo afectivo, el país de origen aparece como una variable relacionada con la imagen que influye sobre las creencias y se traduce en actitudes: sentimientos que, en general, despiertan las imágenes de estos países, originan las actitudes e intenciones de imitación, modas o compra de los productos, sean tangibles o intangibles. La complementariedad de las dimensiones cognitiva y afectiva de la imagen de un país —planteamiento por el que aboga la corriente de investigación actual, desde la óptica etnográfica— se apoya en la necesidad de comprender mejor la valoración del grupo social de un lugar determinado, cuyo significado no solo se limita a sus propiedades físicas (bellezas naturales, hospitalidad de su población, autenticidad cultural, etc.); sino que evoca un conjunto de experiencias emocionales que pueden incluirse en conceptos tan abstractos como la excitación, el descubrimiento, lo exótico, el agrado, la solidaridad o la relajación, entre otros. Al respecto, Hyounggon Kim y Sara L. Richardson expresan que en el contexto imagen país la evaluación de las cualidades afectivas podría llegar a ser más importante que la valoración de las propiedades objetivas y perceptibles de dicho grupo.9 Varios estudios demuestran que el componente cognitivo de la imagen país influye significativamente en la dimensión afectiva. El fundamento teórico de ese vínculo reside en que la información proveniente del entorno primero se interpreta y dota de significado y, posteriormente, se utiliza para categorizar los estados emocionales del individuo. Por tanto, el estado afectivo se convierte en el resultado del proceso cognitivo iniciado por aquel ante un estímulo externo, una imagen. La imagen de un país se construye sobre la base de las percepciones positivas y negativas que de este tengan el individuo y su grupo de referencia. Si bien algunos países disfrutan de una imagen positiva y otros sufren o padecen una negativa, la mayoría aglutina un conjunto de elementos o percepciones de ambos caracteres. Solo cuando la imagen positiva exceda a su valoración negativa, el individuo elegirá dentro del conjunto de lugares evocados. En la actualidad existe consenso en que la formación de la imagen país implica un proceso de desarrollo de un concepto mental basado en un reducido número de impresiones seleccionadas de entre un conjunto mucho más amplio. Además, esa imagen se construye en la mente del individuo a través de un proceso creativo en el que dichas impresiones son elaboradas, depuradas y ordenadas. El desarrollo del mencionado concepto se fundamenta en el procesamiento de la información proveniente de muy diversas fuentes a lo largo de un lapso. Por último, esta se organiza en un «concepto mental lleno de significado para el individuo».10 No obstante, el país de origen no puede tratarse como una «gran marca», pues la imagen global de una nación es demasiado lejana y nebulosa. Su reputación con respecto a la categoría de un producto influirá en la elección del comprador más que el total atractivo de la nación, aunque también pueden explotarse con éxito Imagen país. Promoción del turismo 45 La principal dificultad para las organizaciones turísticas es lograr una imagen país que trasmita lo intangible y sus múltiples atributos. En consecuencia, hay pocas campañas de imagen turística, coherentes y constantes. algunos fragmentos de su imagen global. Por ejemplo, el código internacional que distingue la calidad turística está determinado por las estrellas, como signo; los destinos y productos turísticos cualificados con «cinco estrellas» serán más propensos a ser elegidos por un visitante. Resulta inadecuado insertar una estrella, en una imagen de marca turística, con independencia de que se remita a un atributo nación en la imagen país, por no ser de reconocimiento global. Desde lo normativo, la elección de productos domésticos versus foráneos puede estar determinada tanto por presiones normativas internas del comprador, como por las externas. 11 En el primer caso, un consumidor estadounidense, por ejemplo, puede percibir que el valor ofrecido por un ron cubano es superior al de las marcas domésticas, pero rehúsa comprarlo debido a las implicaciones morales o económicas que ello conlleva. En el segundo, las presiones normativas externas pueden estar representadas por campañas organizadas contra los productos importados en general o contra los de algunos países en particular. Cuando los productos de un país —tangibles o intangibles— están ampliamente disponibles y los consumidores los conocen bien estos podrían sintetizar sus creencias sobre las cualidades colectivas de los productos en la imagen del propio país como un constructo «resumen» que afectaría su visión del origen común de los productos. Así, la imagen país podría ayudarlos a «resumir» sus creencias sobre los productos y servicios, lo que influiría directamente en sus actitudes y preferencias. El país de origen del producto junto con el resto de atributos extrínsecos: la marca, la garantía, los servicios de apoyo, el precio, la publicidad o la distribución, son más utilizados en la evaluación, en la medida en que sean más difíciles de evaluar los intrínsecos: las funciones, el color, el sabor, el diseño, las especificaciones, su rendimiento o resultados. Como la calidad de la mayor parte de los productos y servicios no puede ser evaluada en su totalidad antes de su compra, el consumidor la deducirá a través de atributos intangibles como la imagen del país de origen, las opiniones de consumidores o el discurso social en los medios. Con un gran conocimiento del consumidor acerca de la categoría de un producto, la imagen del país conformada tiene un mayor efecto directo sobre la actitud que sobre las creencias. Por ello, en la medida 46 José Luis Perelló Cabrera en que las decisiones de origen y localización pueden ser controladas por la organización, el país de origen del producto podrá ser considerado como una variable extrínseca controlable. La imagen país como destino turístico En los últimos años, muchos países de América Latina se han insertado con éxito en mercados globales; para ello han tenido que vencer el desconocimiento o las ideas preconcebidas, con el fin de generar lazos económicos, comerciales, culturales o turísticos. Este objetivo solo se alcanza si antes se entiende bien qué se piensa sobre nuestros países, o lo que es igual, cuál es la imagen país real que se tiene en el entorno internacional. La principal dificultad para las organizaciones turísticas es lograr una imagen país que trasmita lo intangible y sus múltiples atributos. En consecuencia, hay pocas campañas de imagen turística, coherentes y constantes. Un base line o lema, vinculado a la imagen país como destino turístico, puede capturar su esencia y llegar a ser una parte notable de la equidad de imagen, si se entiende como un conjunto de atributos o cualidades del objeto. Si una imagen es un significado «empaquetado», un base line o eslogan puede ser el listón que sostiene el paquete y que le otorga una significación especial. En ese sentido, sería interesante considerar, por ejemplo, la parte superior del Escudo cubano —la llave— como atributo para reforzar la imagen país como destino turístico: «Cuba, llave del Caribe». La llave, que es símbolo, se convierte en código para la imagen del destino Cuba; y se refuerza esta como marca de destino turístico, con la adición de un código de amplio reconocimiento en el turismo: cinco estrellas. Tal imagen, convertida en marca turística, sería duradera en el tiempo, al incorporar atributos propios de un símbolo nacional: el Escudo. El especialista Gustavo Koniszczer, de la empresa de asesoría de branding Future Brand, reitera que «las percepciones que las personas se forman sobre ciertos países son creadas a partir de imágenes, conceptos y experiencias personales, las referencias de conocidos, o por lo que sale publicado en los medios».12 Esta idea se complementa con el señalamiento de Kim y Richardson de que son la totalidad de impresiones, creencias, ideas, expectativas y sentimientos hacia un lugar acumulados a lo largo del tiempo.13 Anualmente, Future Brand aplica una encuesta a tres mil quinientos viajeros de catorce grandes mercados y realiza doce focus groups en distintas ciudades del mundo, para valorar la imagen país que la opinión pública tiene de un número de países. El estudio se fundamenta en distintos atributos, clasificados en cinco dimensiones: turismo, patrimonio y cultura, clima de negocios, calidad de vida y sistema de valores. Esas categorías son las que determinan un índice de valor de imagen país o Country Brand Index (CBI) de 113 países. En la Tabla 1 se presentan los veinte países latinoamericanos ubicados tanto por su ranking subregional (RkLA) como por su posición en el ranking global de países, entre 2010 y 2012. Se puede apreciar cómo los que ocupan los primeros lugares en la región, han mejorado el posicionamiento de su imagen país global en esos años. Brasil, al pasar de la posición 41 a la 28, en este breve tiempo, demuestra que la valoración de la imagen, por parte del entorno internacional, está en dependencia de múltiples elementos perceptibles, tangibles e intangibles, que van desde los productos, su proyección en los medios, hasta el papel políticoeconómico que desempeña en el continente. Sin embargo, otras naciones como República Dominicana (-15) y Cuba (-7) han perdido posicionamiento. Pese al declive que ha manifestado la imagen de Dominicana como país, esta se mantiene en mejor posición que Cuba, fundamentalmente en el contexto de imagen de destino turístico. De las cinco dimensiones que incluye el informe de Future Brand se seleccionan tres: turismo, patrimonio y cultura, y calidad de vida. Respecto al comportamiento de los países en relación con los atributos para la dimensión de turismo en Latinoamérica, año 2012, las posiciones en orden de prioridad son las siguientes: a) Valor del dinero: Argentina, Paraguay y Chile; b) Resorts y hospedaje: Brasil, República Dominicana y Chile; c) Comida (A+B): Brasil, Argentina y Chile; d) Playas: Brasil, México y República Dominicana; e) Vida nocturna: Brasil, Argentina y México; f) Shopping: Argentina, Paraguay y México: g) Atracciones: Perú, Chile y Brasil.14 En sentido general, se puede apreciar que Brasil y Argentina son percibidos como los destinos con mejor imagen país en la región, a los que les siguen Chile y México. Al respecto resulta sorprendente que Cuba no se posicione en ninguno de los atributos de esta muy importante dimensión para la imagen país. Mientras, en el análisis de la dimensión patrimonio y cultura, Perú se destaca en los atributos culturales de autenticidad e historia, para el turismo internacional. Los resultados son en este renglón: a) Cultura: Perú, México y Cuba; b) Autenticidad: Perú, Brasil y México; Tabla 1. Imagen país. Ranking global Latinoamérica (RkLA). 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 País 2010 2011 2012 Costa Rica Brasil Barbados Argentina Santa Lucía Chile Bahamas Perú Belice México Uruguay Rep. Dominicana Trinidad y Tobago Cuba Jamaica Panamá Ecuador Colombia Venezuela Guatemala 27 41 32 33 35 40 37 47 46 48 53 38 52 50 62 67 74 85 77 86 24 31 36 32 39 34 41 44 49 47 50 55 54 56 64 67 75 89 84 81 25 28 29 30 33 34 37 40 46 51 52 53 54 57 62 64 77 85 86 93 Fuente: Elaboración propia a partir de The Dimensions of a Country Brand (Future Brand, 2013). c) Historia: Perú, México y Cuba; d) Bellezas naturales: Brasil, República Dominicana y Costa Rica. Por otra parte, el análisis de los atributos para la tercera dimensión, calidad de vida, fue: a) Preferido para vivir: Brasil, Costa Rica y Argentina; b) Seguridad: Chile, Uruguay y Costa Rica; c) Oportunidad laboral: Brasil, Chile y Argentina; d) Sistema educativo: Cuba, Chile y Costa Rica; e) Sistema de salud: Cuba, Chile y Costa Rica; f) Estándar de vida: Chile, Argentina y Brasil. En este apartado se observa que Brasil, Cuba y Chile comparten las mejores posiciones del ranking en la región. Sin dudas, Cuba ha logrado un importante posicionamiento de la imagen país, en la dimensión salud y educación. En estos atributos, la imagen país ha permanecido con una cuidadosa información, tanto en el discurso social como en los medios de comunicación, tradicionales o de nuevas tecnologías, la cual será de enorme trascendencia para el reposicionamiento de otras dimensiones.15 A manera de conclusión El impacto de la globalización sobre el sector turístico ha entrado en una nueva fase bajo el empuje Imagen país. Promoción del turismo 47 de poderosos factores: una fuerte competencia, una aceleración tecnológica indetenible, la libre circulación de los bienes y del capital, y una firme apuesta por la libre movilidad de las personas con la reducción del tiempo y el espacio. Estos factores se insertan en la percepción del público global y contribuye a configurar la imagen país. Es necesario conocer la composición y participación de cada una de las imágenes existentes o relacionadas, que alimentan la imagen país. Así, se necesita seleccionar qué dimensión hay que estudiar en cada caso: la globalidad de la imagen o alguno de sus atributos. La imagen de destino turístico debe considerar en primera instancia a qué hace referencia, para posteriormente actuar sobre los factores moduladores, códigos, públicos receptores y elementos diferenciadores que inciden en la oferta turística global del país. El éxito o fracaso del posicionamiento de la imagen Cuba, como imagen país, dependerá de una política y estrategia de imagen coherente e integrada; estudiada, realizada creativamente y elaborada desde adentro. Notas 1. Lo verosímil es una particular manera de expresar una realidad. Crearlo solo es posible a partir del conocimiento de una verdad (socialmente admitida); si puede afirmarse que algo es verdadero, podrá afirmarse que otro algo que se le parece es verosímil. 2. William G. Sumner, Folkways: The Sociological Importance of Usages, Manners, Customs, Mores, and Morals, Ginn & Co. Editors, Nueva York, 1906, p. 13. 3. Ibídem, p. 15. 4. Geert Hofstede, Culture’s Consequences: International Differences in Work-related Values, Sage Publications, Beverly Hills, 1980, p. 97. 5. Byeong Moon y Subhash C. Jain, «Consumer Processing of International Advertising: The Roles of Country of Origin and Consumer Ethnocentrism», Journal of International Consumer Marketing, a. 14, n. 1, Londres, 2001, p. 89. 6. Véase Candrama Avharya y Grafton Elliot, «Consumer Ethnocentrism, Perceived Product Quality and Choice – An Empirical Investigation», Journal of International Consumer Marketing, v. 15, n. 4, Londres, 2003, p. 87. 7. Véanse Lan Xiaozeng, «Perspectiva sociocultural de las marcas de los productos turísticos para el mercado chino», Tesis de Maestría en Gestión Turística, Universidad de La Habana, 2011; Lianxi Zhou y Mya K. Hui, «Symbolic Value of Foreign Products in the People’s of China», Journal of International Marketing, a. 11, n. 2, Boston, 2003, pp. 36-58. 8. Véase George Balabanis y Adamantios Diamantopoulos, «Domestic Country Bias, Country-of-Origin Effects, and Consumer Ethnocentrism: A Multidimensional Unfolding Approach», Journal of the Academy of Marketing Science, a. 32, n. 1, Nueva York, 2004, pp. 80-95. 9. Hyounggon Kim y Sara L. Richardson, «Motion Picture Impacts on Destination Images», Annals of Tourism Research, v. 30, n. 1, 2003, pp. 216-37. 48 José Luis Perelló Cabrera 10. Birgit Leisen, «Image Segmentation: The Case of a Tourism Destination», Journal of Services Marketing, v. 15, n. 1, Bristol, 2001, p. 53. 11. Véase Joel Herche, «A note on the Predictive Validity of the CETSCALE», Journal of the Academy of Marketing Science, n. 20, Nueva York, verano de 1992, pp. 261-4. 12. Gustavo Koniszczer, «Marca País 2011. Latinoamérica en el ranking global», Future Brand. Global Brand Consultancy, Washington, DC, noviembre de 2011. 13. Hyounggon Kim y Sara L. Richardson, ob. cit. 14. «Country Brand Index 2012-13», The Dimensions of a Country Brand, Global Brand Consultancy, Washington, DC, 2013, disponible en www.futurebrand.com (consultado el 27 de noviembre de 2013) 15. Ídem. , 2014 Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad Roger Ricardo Luis Periodista y profesor. Universidad de La Habana. N o se equivoca quien piensa que la prensa es la imagen de la nación. Pareciera una verdad de Perogrullo, pero detrás de esa suerte de retrato social hay un intenso proceso de transacciones que, desde la intencionalidad, culmina en la construcción simbólica en que nos percibimos como ciudadanos. Sin duda, existe una relación entre imagen país y prensa, entendida esta última en sus expresiones impresa, audiovisual, radial y digital. Cómo queremos que nos vean más allá de las fronteras del archipiélago deviene irresistible apuesta por lo cubano, lo que equivale a un debate sustancioso porque, ante todo, se trata de un viaje a lo largo del ejercicio siempre renovado de nuestra identidad. El rostro de Cuba, desde la perspectiva de su empleo como marca país, precisa tanto de un abordaje contextual como de enfoques y ejes de análisis contemporáneos que sitúen el tema en la justa perspectiva de su necesidad y de la responsabilidad de emplear con eficacia dicha imagen para mostrar al mundo el proceso de transformaciones económicas y sociales en que está inmersa la Isla. Sin embargo, esa posibilidad se ve limitada por la política comunicacional vigente, principalmente la que gerencia la actividad periodística. Luis Ramiro Beltrán define la política nacional de comunicación como el conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherente de principios de actuación y normas aplicables a los procesos o actividades de comunicación de un país.1 En esa dirección, la Ley de Comunicación de Ecuador, impulsada por el gobierno de Rafael Correa Prensa e imagen n. Cuba ante elenero-marzo espejo de la realidad 77: 49-55, de 2014 49 desde la Revolución Ciudadana, está considerada entre las más avanzadas del mundo. Entre otros aspectos significativos, esa norma jurídica orienta, por ejemplo, el empleo cabal y eficiente que debe hacerse del perfil identitario plurinacional. En esencia, la imagen Cuba ha de entenderse como un fenómeno cultural y, por lo tanto, simbólico, cuya magnitud y alcance abarca un heterogéneo campo de actores, intereses y expectativas que la mayoría de las veces es visibilizado de manera puntual e intermitente por algunas entidades gubernamentales que se quedan, en unos casos, en el estrecho abordaje de campañas reactivas ante la actuación del poderoso adversario político (los Estados Unidos), y en otros en la mera operación de marketing para vender una postal turística. El tema suscita polémica también en el plano periodístico porque hay insatisfacciones aún no resueltas originadas muchas veces por políticas y/o decisiones ineficaces que se expresan en silencios, omisiones, informaciones incompletas, inexactas, en reacciones tardías, chapucerías, en un combate sin tregua que se verifica minuto a minuto. Globalización y diferencias La imagen país sigue adquiriendo relevancia para muchos Estados con la mira puesta en ofrecer el mejor de los rostros posibles al capital transnacional —principalmente las llamadas naciones emergentes—, bajo el mandato supremo de un mercado internacional cada vez más selvático. En la misma medida que la globalización se ha querido imponer como uniforme planetario, muchos procuran diferenciarse o, al menos, proclamar que no son tan iguales los unos y los otros. Multimillonarios negocios se mueven detrás de esa promoción cuyas operaciones de marketing, consideradas «inversión para el futuro» quedan, por lo general, en manos de las grandes empresas trasnacionales de relaciones públicas. La imagen país pretende dar cuenta de la diversidad, plantea así que lo distinto es indispensable como forma de convivencia en la aldea global. Es una construcción compleja que requiere de consenso y capacidad para manifestar cómo una sociedad en su conjunto quiere ser vista. Se trata también de la asociación de ideas que de modo reflejo, inmediato y reactivo provoca la mención (frecuentemente estereotipada) de lo nacional en el ámbito foráneo y, de manera muy concreta, en la mente del receptor de otro país. No puede obviarse el hecho de que una imagen país favorable es un prerrequisito, en el contexto 50 Roger Ricardo Luis interno, para la gobernabilidad, y en el exterior, para la reputación. Más allá del marketing de cuya savia se nutre, la marca país es, ante todo, territorio simbólico que pone de relieve el valor intangible del prestigio de una nación. Como señala el sociólogo francés Pierre Bourdieu: Los símbolos constituyen elementos de integración por excelencia, cuya aceptación contribuye a generar consenso en torno a una legitimidad de determinado orden sobre la base de valores, normas y principios morales socialmente compartidos.2 La imagen país es comunicación y visibilidad del rostro nacional que se dibuja con los trazos precisos del ejercicio de la política, la economía, la cultura y el quehacer social, como también de la huella de su historia e identidad. Por lo tanto, tiene significativa influencia en áreas tan sensibles como las relaciones internacionales, en el más amplio sentido de la expresión, y constituye factor sustantivo en la comunicación de carácter estratégico que desarrolle cualquier nación. En esa dirección existe convergencia entre los investigadores al identificar la Comunicación estratégica como la política pública aprobada e implementada por la autoridad gubernamental con el interés de colocar en un nivel prominente al país, mediante la incidencia proactiva y constante de mensajes enviados a audiencias seleccionadas, a través de diversos medios y canales. Desde la mirada de la diplomacia pública, el gobierno de los Estados Unidos la define como la sincronización de nuestras palabras y acciones y cómo estas van a ser percibidas por los otros, así como programas y actividades deliberadamente dirigidos a comunicarse y atraer las audiencias planificadas, incluyendo aquellas actividades y programas llevados a cabo por las oficinas de asuntos generales, diplomacia pública y profesionales de operaciones de información.3 La imagen país y la comunicación estratégica tienen sólido asidero en el ámbito del discurso político que se realiza fundamentalmente en los medios de comunicación. Es decir, la visibilidad mediática es el rasgo esencial del hacer político contemporáneo, lo que le confiere carácter estratégico. Es por ello que lo mediático se ha convertido en espacio decisivo de disputa simbólica y cultural, por lo tanto, escenario político e ideológico de la batalla de ideas. Es decir, la dimensión simbólica de la comunicación mediática (y dentro de ella la comunicación periodística, como narración de hechos verdaderos, actuales y de interés humano) se traduce en comunicación pública que proporciona, y pone a circular, relatos mediados de la realidad, estos modelos de interpretación de lo que acontece, al ser reconocidos por la sociedad, adquieren rango de movilización social. Como miembro de la comunidad internacional, Cuba interactúa en ese escenario y busca marcar su espacio de influencia desde las coordenadas simbólicas de sus principios y de sus presupuestos identitarios. Rostros antagónicos en contexto de disputa El triunfo del Primero de enero de 1959 se erigió también en un parteaguas en la percepción que, en el extranjero, se tenía de Cuba. Antes de esa fecha, la nación era caricaturizada como la tierra de la rumba y el ron, poblada por una raza de vagos y pícaros. Era pertinente ese esquema de representación, acorde con la vieja doctrina de la «fruta madura». La condición de subalternos mediocres también se ha aplicado como estereotipo al caracterizar a mexicanos, peruanos, guatemaltecos, dominicanos, haitianos, panameños, hondureños, bolivianos, entre otros; gente de segunda que requiere de la «mano superior» para llegar a ser «alguien» en la vida. La industria cultural de la época, especialmente la estadounidense, se encargó de martillarlo con premeditación y alevosía. Entonces, el concepto de marca país no existía en el mundo gerencial, pero estaba, de hecho, en las acciones como acto de dominación política. Con la victoria revolucionaria y el inmediato enfrentamiento frontal con el vecino norteño afloraron dos maneras de mostrar la Isla desde trincheras opuestas. La representación de lo que acontecía en Cuba devino vertiginosamente campo de disputa simbólica con base en la controversia política, pues no puede soslayarse la naturaleza raigalmente clasista e ideológica de los medios de comunicación. Esa situación adquirió el rango de guerra mediática a partir del hábil aprovechamiento que han venido haciendo los Estados Unidos de su extensa red de poder simbólico, pues, como apunta Ignacio Ramonet, Estados Unidos se las arregló para obtener el control de las palabras, de los conceptos y del sentido; exige enunciar los problemas que crea con las frases que propone; ofrece códigos que permiten descifrar los misterios que la misma superpotencia impone y dispone, apuntalándose como «un destacamento especial» que ha sabido muy bien arropar el dominio del imperio apoyándose en el poder de la información, del saber y de las tecnologías.4 Así, la difusión de sus mensajes anticubanos se ha verificado en un contexto en el que la información internacional se ha masificado y cientos de millones de personas «consumen» el mismo producto comunicativo que, por su naturaleza y alcance, se convierte también en opinión transnacional. Es importante tener en cuenta que en tales circunstancias la desinformación es el eje central de la estrategia comunicativa y se basa en la generación de contenidos conformados por verdades a medias, trenzadas con rumores y mentiras que apelan a lo emocional y están despojados, por lo general, de lógicas que propendan al análisis. Los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos han empleado el poder simbólico como capacidad sin rival en la fijación de agendas e ideas a nivel global. Denis McQuail proporciona una de las llaves maestras que llevan a la compresión del valor intrínseco de la actividad de los medios: Son en sí mismos un poder por su capacidad de llamar y dirigir la atención, de convencer, de influir en la conducta individual y social, de conferir estatus y legitimidad, y aún más, los medios pueden definir y estructurar las percepciones de la realidad.5 John B. Thompson refuerza ese punto de vista al suscribir que el poder simbólico es también la capacidad de intervenir en el transcurso de los acontecimientos, para influir en las acciones de los otros y crear acontecimientos reales a través de los medios de transmisión simbólica.6 Como resultante de la sintonía del discurso político con el mediático, la llamada gran prensa estadounidense y el resto de los medios de ese país, con su colosal facultad de construcción y fijación de la agenda mediática, fueron en el orbe los abanderados en vertebrar dentro de la opinión pública local e internacional una imagen hostil hacia Cuba: la de ínsula-cárcel, poco menos que la Isla del Diablo de la que huyó Papillon en la famosa novela homónima de Henri Charriere. Matrices de opinión resumidas en expresiones claves como régimen totalitario y represivo, violación de derechos humanos, falta de libertades de todo tipo, proyecto social fracasado, han servido por más de media centuria para tejer un mito que aún en estos días es denominado como «la isla de gobierno comunista» o «almacén del pasado». Desde los años 90 del siglo xx, aprovechando la desaparición de la URSS y del campo socialista en Europa, como también el inicio de la crisis económica recesiva en la Isla (el Período especial en tiempo de paz), los Estados Unidos arreciaron las campañas mediáticas, las acciones no violentas y el empleo de las llamadas armas silenciosas que forman parte de su arsenal de propaganda política, con la idea de instaurar en la opinión pública internacional y en la mente de los cubanos que la Revolución es un modelo fallido, obsoleto y, por lo tanto, debe cambiarse mediante cualquier vía. Existe una estrategia definida, sistémica, para demonizar a Cuba, con apoyo del propio gobierno estadounidense y reconocida como política de Estado. A pesar de ello, desde 1959 comenzó a emerger la imagen de una isla heroica y victoriosa, capaz de Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad 51 La imagen país es comunicación y visibilidad del rostro nacional que se dibuja con los trazos precisos del ejercicio de la política, la economía, la cultura y el quehacer social, como también de la huella de su historia e identidad. desafiar al imperio más poderoso jamás conocido. La autoridad moral, la estatura política, el carisma y el protagonismo de su líder histórico, Fidel Castro, ha sido el rostro, la representación de la Cuba revolucionaria, que durante media centuria ha recorrido el mundo, y que ha generado odios y amores. A la construcción de ese imaginario contribuyó la figura paradigmática del Che Guevara. Palabras como dignidad, solidaridad, valentía, identifican a Cuba en crecientes sectores de la opinión pública internacional. Contra vientos y mareas mediáticos de los poderosos adversarios, el país ha logrado mostrar desde los hechos un rostro constituido por sus innegables conquistas sociales. Con la Revolución se inició también el proceso de transformación del perfil del cubano, que implica un significativo proceso de elevación de su autoestima: alegre, valiente, solidario, inteligente y emprendedor, así se autopercibe. Ello ha sido posible gracias a su comprensión de la solvencia que dimana del rencuentro crítico que ha hecho con su cultura, identidad, historia e ideología, como también de saberse protagonista de la transformación social. Cuba es la imagen de lo singular en el mundo de hoy, por ello resulta foco de atención de visiones polarizadas. En la arena internacional existe marcada asimetría entre los semblantes de la Isla y, en ese ámbito, es muy difícil encontrar una representación que garantice el fiel de la balanza en los términos del equilibrio que merece la realidad de la nación. Dialéctica para una imagen Medio siglo después del triunfo, la Revolución da inicio a un proceso de cambios en busca de autogestionar un socialismo a la medida, con los colores nacionales, que las más altas instancias políticas y gubernamentales del país prefiguran como próspero y sustentable. No puede soslayarse que un ejercicio social de esa magnitud y complejidad tiene su expresión simbólica y para que sea posible, además de las decisiones y voluntad políticas, se necesita una estrategia comunicativa. La política comunicacional vigente, cuyo paradigma es el control de los medios de comunicación y la centralización de la información, resulta, como nunca antes, inoperante para encauzar la apremiante necesidad de un flujo informativo actualizado, pertinente y sistemático en todos los niveles de la sociedad cubana. 52 Roger Ricardo Luis Además, el modelo existente es disfuncional en el contexto de la sociedad informacional que de manera creciente va tomando cuerpo en Cuba. Es en el espacio de la comunicación social donde se gesta el capital simbólico indispensable para el ejercicio del poder. Por lo tanto, sin una nueva política en ese ámbito no será posible dar consistencia al consenso indispensable para impulsar las transformaciones que requiere la nación7 ni conformar el rostro renovado, concebido desde una concepción estratégica coherente, que necesita la imagen Cuba ante el espejo de la realidad. La Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, celebrada los días 28 y 29 de enero de 2012, mostró su interés en el tema; en los objetivos de trabajo 69, 70 y 71 aparecen reflejados los propósitos que animan la línea de cambios en esa dirección.8 Pero no basta con la voluntad política. Existen en la Isla suficientes ejemplos de resoluciones, entre otras muchas normativas, donde se reiteran infructuosamente las mismas indicaciones para resolver idénticos problemas que en numerosas ocasiones se han complejizado, y a los cuales se han añadido nuevos. Una de las claves para emprender el largo camino de la solución está en el cambio de mentalidad; sin embargo, por el modo en que esto se repite, corre el peligro de convertirse solo en una consigna. Una de las cuerdas más sensibles del asunto, la de la prensa, fue abordada por el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel al pronunciar el discurso de clausura del IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC): No sabemos comunicarnos y como no sabemos comunicarnos, o como tenemos imperfecciones en ese sistema de comunicación […] hemos entrado en un círculo vicioso: el Partido espera determinadas realizaciones de la prensa y cuando hay algún incidente o algún hecho que altera eso, el Partido se mete más gerenciando que orientando, empieza a suplir el papel de dirección de los medios, las direcciones de los medios se sienten atadas, algunos hasta se pueden acomodar y ahí se empieza a romper la sinergia, ahí se empieza a romper la retroalimentación, ahí se empieza a romper el papel que tiene que desempeñar, y eso se refleja entonces en los periodistas […] y, al final, se nos van alterando todas las cosas […] nos desinformamos y nos incomunicamos.9 As i m is mo, a l re fe r i rs e a l o s probl e mas comunicacionales en los organismos de la administración central del Estado, entre otras instituciones, expresó: No hay ni estructuras funcionales ni estructurales para organizar la comunicación. Y les digo: ¿Alguien que trabaja para una sociedad socialista con las exigencias que tiene la nuestra, con una población que es instruida, que es educada, que razona, puede pretender trabajar y puede pretender tener éxito sin comunicarse, sin tener una expresión de comunicación hacia la población, hacia la sociedad, hacia el país?10 El cambio de mentalidad que se erige como asidero de las transformaciones emprendidas implica inexorablemente el examen crítico y el redimensionamiento de las prácticas comunicativas relegadas hasta ahora, por lo general, a un segundo plano y a un uso instrumental, factual y sectorializado. Trascender ese escenario resulta crucial para abordar la estrategia que nos identifique como marca país a partir de una concepción que responda, en primera instancia, a las características y necesidades de nuestro sistema político. Al respecto, Julio García Luis expresó en su libro Revolución, socialismo, periodismo, que la comunicación es un fenómeno multifactorial; una estrategia de cambio que aspire al éxito deberá tener presente tanto esa conjunción de factores, como las prioridades implicadas. Es importante subrayar la preeminencia que otorga el destacado periodista y académico cubano a la determinación política: La dirección del Partido pudiera elaborar una redefinición clara de la actualización que necesita el modelo de prensa en nuestra sociedad, la cual podría incluir su misión social, el sistema de relaciones en que descansa y sus marcos de regulación.11 A partir de esa voluntad que corresponde al PCC en su condición de fuerza dirigente de la sociedad cubana, es necesario formular una política de Estado que brinde bases sólidas a la formulación de la Imagen Cuba. En la conceptualización e implementación práctica de esa marca país podrían participar todas aquellas personalidades y entidades registradoras y hacedoras de perfiles identitarios en el sentido más amplio y creativo, con las miras puestas en encontrar la fórmula más conveniente de diseño. Se trata de concebir un registro simbólico único y versátil (muchos rostros, un solo país) que responda dialécticamente a las necesidades de representación de la Isla en los diversos escenarios nacionales e internacionales. La imagen Cuba puede y debe convertirse en un laboratorio permanente de estrategias y tácticas para el desarrollo de modelos de circulación de ideas relacionadas, por una parte, con la intención política y, por otra, con el resultado a nivel social; asimismo, ser punto de encuentro de recursos humanos altamente especializados, donde se generen acciones prospectivas en la dirección deseada. Esto significa tomar del universo de relaciones políticas, económicas y sociales, todo aquello válido para dar vitalidad a la representación de referencia. La comunicación ha de entenderse como un proceso donde dialoguen los más diversos actores políticos, económicos y sociales para sentar pautas, políticas, estrategias, con la intención primera de informar. Sin embargo, aún permanece anclado en las mentes de muchos funcionarios el modelo transmisivo y verticalista, orquestado mediante campañas homogeneizantes, en el cual prevalece el discurso monocorde, centrado en el poder que dimana de quien controla la información y al mismo tiempo organiza, estructura, dosifica y distribuye según criterios de conveniencia sujetos la mayoría de las veces a coyunturas. Prensa, luego existo La imagen Cuba tiene su correlato cotidiano en el discurso periodístico que sobre la vida de la Isla aparece en los medios locales e internacionales. En buena medida su éxito o fracaso depende del reflejo de ese acontecer que como construcción de la realidad socialmente relevante difunde la prensa en sus diversos soportes tecnológicos. De manera que, como principio, debe existir una articulación entre ambas proyecciones. Es posible ofrecer en los medios de Cuba una visión más realista de lo que ocurre en la nación. A ello contribuye el hecho de que la prensa local ha sido siempre considerada en las rutinas profesionales del ejercicio periodístico el referente más inmediato y creíble de la realidad reportada; es decir, no hay mejor información que la ofrecida por testigos de primera mano. La experiencia internacional da cuenta de ello de manera elocuente. Costosas y al parecer bien pensadas campañas han sido vulneradas por campañas noticiosas adversas al país. La guerra del narcotráfico en México es un ejemplo de ello. De ahí que la información nacional que brinda la prensa tenga un peso específico alto en la representación y proyección de la imagen país. En el caso cubano se debe tener en cuenta el factor de guerra mediática a que es sometida la Isla, un escenario en el que poco se puede hacer para subvertirla en las entidades que la generan. Esa situación no invalida la posibilidad de establecer relaciones de trabajo más diáfanas con la prensa extranjera acreditada en la Isla, pues ella también delinea (guste o no), desde adentro y para el mundo la imagen Cuba. Darle la oportunidad de conocer desde las fuentes cubanas la realidad del país siempre será mejor que dejarle ese espacio a la versión del adversario. Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad 53 La actuación de la prensa cubana podría, al menos, estimular en públicos de otros países un razonamiento que apele al sentido común con el criterio de que quien recibe ese mensaje lo hace desde la perspectiva del receptor activo y crítico. La clave estaría en sacar la producción periodística que habla de la Isla de la zona de confort y complacencia donde hasta ahora habita como regla. Reto en tiempo real El desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías, y muy especialmente el impacto que han tenido en el surgimiento y avance de las redes sociales y de otras formas de comunicación digital, le han otorgado, desde la instantaneidad y la diversidad de voces, la categoría de global a lo local. Asimismo, no puede desconocerse el llamado «tiempo real» en que se mueven los mensajes en el ciberespacio, otro de los elementos que distinguen el dramático cambio de paradigma comunicacional en el cual ya vivimos y que ha tornado inoperante cualquier forma de control absoluto de la información, como demuestra Wikileaks. Los nuevos horizontes brindados por las nuevas tecnologías constituyen una excelente oportunidad para irradiar la realidad cubana, si esos instrumentos son aprovechados con inteligencia y eficacia.12 Hoy la imagen Cuba tiene el gran desafío de mostrar a la opinión pública internacional las transformaciones estructurales y funcionales de que es objeto el modelo socialista aún vigente. La credibilidad de tal representación depende de producir un discurso periodístico inteligente, sustancioso y creativo, capaz de difundir esa realidad con su complejidad y problemáticas. El presidente Raúl Castro ha manifestado reiteradamente que la prensa debe reflejar la realidad cubana en toda su diversidad; informar de manera oportuna, objetiva, sistemática y transparente sobre la obra de la Revolución. Sin embargo, el reclamo del mandatario no acaba de cristalizar, pues resulta difícil despojarse del corsé que durante años, como regla, ha constreñido la actividad de los periodistas a la labor de propagandistas políticos, lo cual ha restado protagonismo a otras funciones inherentes al quehacer informativo y ha contribuido a ciertos niveles de erosión profesional de los reporteros. Es indispensable subrayar que existe una relación muy estrecha entre las normativas y la profesionalidad: una política errada conduce al deterioro de las competencias profesionales, y cuando estas últimas se enquistan en la práctica periodística, se convierten en freno a la mejor de las directrices. 54 Roger Ricardo Luis Los periodistas cubanos han denunciado durante años la postura restrictiva de las fuentes institucionales en cuanto a brindar información. Esa negativa genera una lectura que perjudica la imagen de la propia Revolución, al denotar falta de transparencia en las relaciones comunicacionales del Estado con sus ciudadanos. Prácticas comunicativas de esa índole empañan la imagen Cuba, debido a la interpretación que se infiere del contexto que le da origen. El secretismo oficial y burocrático, lejos de proteger la Revolución, es profundamente dañino a su representación y proyección simbólica, lo que repercute en la construcción del imaginario, no solo porque esconde «oficialmente» el origen de deficiencias que están a la vista de los de adentro y los de afuera, sino también porque el enemigo se sirve de esas falencias para desacreditar el proyecto cubano (a la par ha dado muestras suficientes de no necesitar la información oficial para armar sus campañas mediáticas contra Cuba). Mientras más información se brinde, menos espacio habrá para el malentendido, el rumor, la especulación, la distorsión y la manipulación. No se trata de desvestirse ingenuamente, sino de otorgarle a la información que corresponda el carácter de bien público, lo que conlleva la obligación de brindarla oportuna y cabalmente; el acceso a ella es un derecho humano básico y el fundamento de la transparencia y del ejercicio de la democracia participativa que proclama el proceso revolucionario cubano. La Unión de Periodistas de Cuba, como parte esencial del engranaje comunicativo del país, en su IX Congreso, incluyó entre sus tareas principales elevar la profesionalidad de sus afiliados, a partir de un enfoque que tenga en cuenta los diversos factores que influyen negativamente en el cumplimiento del encargo social de la prensa. La contribución de la prensa nacional a la imagen Cuba de igual modo precisa incluir la visibilización del intenso diálogo social que acontece en todo el archipiélago. Esconderlo o fragmentarlo conduce, por un lado, a negar la esencia democrática de la Revolución y, por otro, a desdibujar elementos de la idiosincrasia cubana, como ser expresivos, sinceros, valientes. Además, la narrativa de nuestra realidad, para ser verosímil, necesita apartarse de la jerga burocrática, del almidón retórico, de la parálisis imaginativa. La imagen Cuba deberá reflejar y ser consustancial al profundo proceso de transformación socialista que el país lleva a cabo. Su credibilidad se fundamentará en la misma medida en que se expongan con claridad los principios y presupuestos de las innovaciones emprendidas, la manera de lograrlas, en su desarrollo, con virtudes e imperfecciones. Por ello, esa representación simbólica de la marca país indefectiblemente debe tener su correlato cotidiano en una prensa que haya superado las limitaciones y distorsiones provenientes de políticas informativas que no se corresponden con los nuevos tiempos. En resumen, se necesita forjar una cultura de la comunicación y vertebrar un sistema comunicativo eficiente, como corresponde al sistema social cubano. Notas 1. Luis Ramiro Beltrán, «Comunicación para el desarrollo en Latinoamérica. Una evaluación sucinta al cabo de cuarenta años», citado en Lisbeth Rosillón y Orlando Villalobos, «La clave de lo comunicacional en el liderazgo de las ONG», Razón y Palabra, n. 55, febrero-marzo de 2007, disponible en www.razonypalabra. org.mx/anteriores/n55/rosillonvillalobos.html. 10. Ídem. 11. Julio García Luis, Revolución, socialismo, periodismo, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2013, p. 194. 12. El objetivo 52 de la Primera Conferencia Nacional del PCC expresa: «Aprovechar las ventajas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, como herramientas para el desarrollo del conocimiento, la economía y la actividad política e ideológica; exponer la imagen de Cuba y su verdad, así como combatir las acciones de subversión contra nuestro país». «Objetivos de trabajo…», ob. cit. , 2014 2. Pierre Bourdieu, Language and Symbolic Power, Polity Press, Cambridge, 1991, p. 27. 3. Update to Congress on National Framework for Strategic Communication, President Response to NDAA 1055, 2009, p. 1, disponible en http://mountainrunner.us/files/2012/03/Presidentresponse-to-NDAA-1055-of-2009.pdf. 4. Ignacio Ramonet, Propaganda silenciosa. Masas, televisión y cine, Fondo Editorial del ALBA, La Habana, 2006, p. 30. 5. Denis McQuail, Introducción a la Teoría de la comunicación de masas, Paidós, Barcelona, 2000, p. 124. 6. John B. Thompson, Los media y la modernidad, Una teoría de los medios de comunicación, Paidós, Barcelona, 1998, p. 34. 7. Véase José R. Vidal, «Comunicación y cambio», IPS, 21 de octubre de 2011, disponible en www.ipscuba.net/index. php?option=com_k2&view=item&id=2422:comunicaci%C3%B3 n-y-cambio&Itemid=10. 8. Objetivo 69: «Reflejar a través de los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital con profesionalidad y apego a las características de cada uno, la realidad cubana en toda su diversidad en cuanto a la situación económica, laboral y social, género, color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen territorial». Objetivo 70: «Lograr que los medios de comunicación masiva informen de manera oportuna, objetiva, sistemática y transparente la política del Partido sobre el desarrollo de la obra de la Revolución, los problemas, dificultades, insuficiencias y adversidades que debemos enfrentar; supriman los vacíos informativos y las manifestaciones del secretismo, y tengan en cuenta las necesidades e intereses de la población». Objetivo 71: «Garantizar que los medios de comunicación masiva se apoyen en criterios y estudios científicos, sean una plataforma eficaz de expresión para la cultura y el debate y ofrezcan caminos al conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión. Exigir de la prensa y las fuentes de información el cumplimiento de sus respectivas responsabilidades, a fin de asegurar el desarrollo de un periodismo más noticioso, objetivo y de investigación». «Objetivos de trabajo del Partido Comunista de Cuba aprobados por la Primera Conferencia Nacional», Granma, disponible en www. granma.cubaweb.cu/secciones/1ra-conferencia-pcc/objetivos. html. 9. Miguel Díaz-Canel, «Se necesita mucho de la prensa cubana para construir un socialismo próspero y sostenible», Enfoque, edición extraordinaria, La Habana, agosto de 2013, p. 5. Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad 55 ¿Cuba es su música? Joaquín Borges-Triana Periodista. El Caimán Barbudo. H ace apenas unos años la gestión de la imagen país preocupaba a relativamente pocas personas. Sin embargo, en los últimos tiempos el tema ha adquirido actualidad y genera inquietud, por lo que se ha tornado tópico recurrente en los principales medios de comunicación internacionales. En ello mucho tiene que ver la negativa repercusión de la presente crisis económica a nivel mundial. Existe consenso entre los especialistas en cuanto a que, si establecer la imagen institucional de una empresa es harto difícil, construir la imagen de toda una nación lo es más. En comparación con la corporativa, la imagen país posee más elementos cognitivos que dificultan su unificación y, por ende, una propuesta coherente capaz de posicionar una idea global de las bondades de un Estado. Que toda una sociedad alcance acuerdos básicos sobre su identidad, en relación con lo que es y acerca de cómo quiere ser vista, no resulta una tarea sencilla. En particular, si semejante objetivo ha de expresarse en un mensaje concreto y en una determinada imagen, susceptibles de ser comunicadas al mundo, de modo tal que acompañen las principales acciones hacia el exterior. En mi opinión, la imagen país —es decir, la imagen Cuba— es la asociación de ideas que surge de forma inmediata en la mente de un ciudadano de cualquier otro rincón del planeta, tras escuchar el nombre del «verde caimán». Son ideas preconcebidas que pueden coincidir o no con la realidad. En su configuración, la música también ha desempeñado un importantísimo papel, aunque cambiante, de acuerdo con la época y las concepciones ideoestéticas del creador. 56 Joaquín Borges-Triana n. 77: 56-65, enero-marzo de 2014 Lenguaje universal con abundante riqueza aún no explorada, la música contribuye de manera singular a la conformación, la articulación y el sostenimiento de redes identitarias; e involucra discursos, símbolos, líderes o héroes, actitudes, estéticas, rituales e imaginarios. A tales elementos se les puede llamar paramusicales o sociomusicales. Acerca de su importancia en el devenir histórico cultural de la nación cubana se han pronunciado personalidades como Fernando Ortiz, quien en su discurso «La solidaridad patriótica» —pronunciado en 1911— afirmó que la práctica de la música popular proveía un espacio sociocultural que, al ser compartido por todo el pueblo, ofrecía un camino para alcanzar un nivel más alto de consolidación nacional. Y concluyó con palabras proféticas: «Porque ella [la música popular] es algo más que la voz del arte, es la voz de todo un pueblo, el alma común de las generaciones».1 Hay que partir de que toda cultura tiene música, y esta, una función identitaria que puede ser de carácter étnico, social, etc. Además de reflejar una cultura específica, la música constituye un instrumento identificador válido para los seres humanos y, como ha señalado Rubén Gómez Muns, «se caracteriza por ser permeable y flexible ante las diferentes actitudes existentes en un mundo cada día más globalizado».2 No está de más recordar la doble naturaleza de la globalización: aproxima a los hombres cada vez más haciéndoles asumir valores homogéneos, al tiempo que provoca la búsqueda y el fortalecimiento de sus raíces. Uno de los principales debates de finales del siglo xx y principios del xxi ha sido la importancia de lo local y lo global en el pensamiento sobre la producción, diseminación y recepción de la cultura popular. Incluso, por encima de modelos excluyentes, ya hay pensadores que intentan atravesar las polaridades de lo universal y lo particular, como Roland Robertson con su concepto de lo glocal,3 o Jan Nederveen Pieterse con su noción de «interculturalismo» o interpenetración de diversas lógicas culturales.4 En el ámbito musical, cada discurso puede desempeñar un papel importante en la búsqueda y distinción identitarias de los colectivos sociales. Entre los valores más representativos de la música se encuentran aquellos que funcionan como símbolo de identidad nacional o regional, con lo cual se proyecta una determinada imagen o conjunto de ideas acerca de un territorio específico. A lo largo de su historia, la música popular en Cuba ha actuado siempre como un factor dialógico5 que ha propiciado, de una u otra manera, una suerte de autorreflexión, de mirarnos por dentro y de apuntar hacia los distintos aconteceres de la vida cotidiana en/ de la nación, tanto los vinculados con los problemas sociales como los de carácter íntimo. Incluso el rock y el rap han heredado esa función, ya presente en la trova cultivada desde finales del siglo xix por Pepe Sánchez. Los cientistas sociales cubanos se han ocupado, sobre todo, de la música folclórica, en especial la de raíz africana, canonizada como espacio de «pureza» artística o patrimonial. Por el contrario, la originada en el ámbito urbano suele considerarse muy susceptible a la mezcla y la influencia externa; en consecuencia, menos pura y más dependiente de criterios comerciales. No obstante —sin olvidar el impacto que han conseguido figuras del universo «clásico» o «culto», como Ernesto Lecuona en el pasado, o Leo Brouwer en la actualidad—, el principal aporte sonoro que Cuba ha hecho al mundo ha partido de la música popular. Por ello, para discutir sobre identidad del cubano, patrimonio cultural e imagen país, no es posible dejar de lado el análisis acerca del tipo de música que en cada época del devenir nacional ha ido construyendo la sensibilidad del ciudadano de a pie, las formas de ver el mundo, la experiencia corporal, el «yo» generacional. Arte y contexto Al referirse al campo de la producción musical hay que abordarlo como parte del entorno creativo contemporáneo y ello implica considerar la interacción entre economía (la música vista como artículo de consumo, las estrategias comerciales trazadas a su alrededor y las estructuras organizativas) y cultura (las prácticas, las interpretaciones y los modos de vida de los músicos, los trabajadores de dicha industria y los fans), en virtud de que ambas condicionan la creación, la circulación y el consumo de la música popular.6 Para cada género y estilo musicales existen reglas específicas que otorgan legitimidad y plantean las dinámicas de interacción entre el conjunto de actores en este campo y en relación con otros de producción musical y artística. Según la música sea concebida —como artículo de consumo o como hecho cultural—, y de acuerdo con el género o estilo de que se trate, la proyección de la imagen país ha de resultar diferente. Los vacíos que los medios cubanos de comunicación han ido dejando durante largo tiempo, en lo referido a la crítica, la polémica, la expresión y confrontación de disímiles opiniones o interpretaciones sobre un mismo tema (y en consecuencia, en cuanto a plasmar para el presente y el futuro una más acertada imagen país), han tratado de ser llenados en la Isla, de un modo u otro, por el arte, que entre finales del siglo xx e inicios del xxi ha perseguido como meta suprema el ejercicio del criterio en torno a todos y cada uno de los muchos y complejos problemas planteados a la vida social, y que ¿Cuba es su música? 57 necesitan no solo enfoques distintos en sus respuestas, sino al menos preguntas bien formuladas. La huella del intenso debate que a nivel popular se ha dado en la sociedad cubana y que ha herido de muerte a la «unanimidad», se halla en las obras artísticas. Estas, a veces, no han podido eludir (sobre todo en la etapa de mayor fervor sociológico, segunda mitad de los años 80) el peligro que representa para la perdurabilidad del mensaje la inmediatez de la propaganda. Sin embargo, lo importante es que en Cuba el arte ha estimulado el intercambio informativo en el terreno sociocultural, como contrapartida de una deficiente instrumentación de la política informativa. En el universo letrístico de la música popular cubana, la utilización de las variantes y subvariantes locales del español, en busca de una acreditación muy próxima al peligroso deseo de testificar, devino, en ocasiones, una retórica plena de particulares referencias, a menudo consensuadas en su contraste con las poéticas realistas más generales. Hoy la vocación sociológica de los años 80 ha mermado en alguna medida a partir de la introducción en el contexto nacional del fenómeno del marketing, y las propuestas se tornan mucho más introspectivas. No obstante, lo mejor dentro del rock y del hip hop nacionales y de lo que va reconociéndose bajo el rótulo de Canción Cubana Contemporánea, conserva las esencias de las razones que impulsaban a los protagonistas de la llamada «Generación de los topos» y del proyecto «Te doy otra canción» a crear productos culturales.7 A partir de la generación de los 80 los textos expresan, cada vez con mayor asiduidad, una visión ontológica y ética que persigue asentarse en la íntima religazón de las esencias de la tradición nacional y los valores de la cultura universal. En los cantores que salen por entonces a la palestra y luego en otros tipos de músicos, lo social es asumido a partir de la individualidad y de conflictos en los que interviene de manera decisiva el sujeto poético. El carácter de esos problemas no suele ser colectivo. La predominante presencia de lo social en dichas composiciones está condicionada por la singularidad de la forma de las canciones y nunca por una correspondencia estilísticoconceptual. Desaparece de esas letras la imagen de una realidad y un país ideales, carentes de desgarramientos o errores. El grado de complejidad antes descrito se expresa en los contenidos de las creaciones de cultores del rock, el hip hop, la Canción Cubana Contemporánea y el pop, cuyos temas son con frecuencia de carácter universal y están enfocados desde un marco referencial abierto al mundo. Tales composiciones son herederas de lo mejor del pensamiento social cubano, donde todo se toma y se enriquece, teniendo en cuenta el contexto del país, e incluso el de allende la Isla. La fuerza de una 58 Joaquín Borges-Triana propuesta así radica en que no solo es un arte de texto sino de contexto; sus representantes han sabido digerir, apropiarse y sintetizar sin ningún tipo de ambivalencias los diferentes discursos que han llegado a Cuba desde los grandes centros de producción artística y lo han hecho con elegancia y maestría. Las abundantes alusiones de estos artistas a pasajes literarios, textos de canciones, obras musicales instrumentales, personajes célebres o situaciones de otros países y épocas, evidencian su nivel de formación e información. Sus influencias van desde Los Beatles, el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, Silvio Rodríguez y Los Van Van, hasta Leo Brouwer, Metallica, Nirvana y Luis Alberto Spinetta. En ningún caso, la asimilación de elementos foráneos desvirtúa el carácter esencialmente nacional de la propuesta facturada. Quizás uno de los mayores méritos de esta producción sonora esté en que, a través de la cultura y la autonomía del arte, sus principales exponentes han intervenido en los procesos políticos e ideológicos que se han generado en décadas recientes y lo han hecho con total desprejuicio y comprometimiento con su verdad artística. En una primera etapa, que abarcaría hasta comienzos de los años 90, los creadores formados bajo el influjo de las ideas de los 80 demuestran una vocación sociológica intensa y preocupación por los fenómenos sociales. En sus obras suelen utilizar el concepto de simulación y la apropiación, la cita, la parodia, el pastiche, elementos que identifican al arte contemporáneo. Algunos tratan de testificar de forma explícita sobre el caos que envolvió a la sociedad cubana en los 90, mientras otros no quieren abordar las zonas problémicas, lo cual no significa que haya despreocupación ética, política o social. De forma un tanto oblicua o mediada por constantes humanas de raigambre universal, numerosas creaciones musicales participan en el debate existente en Cuba durante los últimos años, pero lo hacen con una perspectiva que trasciende determinadas contingencias epocales. Como los peces A continuación analizo el modo en que los compositores plasman en sus textos una visión acerca de la sociedad cubana contemporánea y, por tanto, una imagen país, como manifestación de un pensamiento a la vez individual y generacional, pues tales ideas también se registran en la literatura, las artes plásticas, el cine y el teatro de estas décadas. En la canción de origen trovadoresco —al igual que ha ocurrido en el resto de las manifestaciones artísticas en Cuba durante los últimos veinticinco años— ha habido cambios en el discurso, temas y enfoques. Si bien desde finales del siglo xix la trova se ha vinculado con los problemas sociales, políticos y de toda índole, al concluir la década de los 80, y en especial a comienzos de los 90, luego del derrumbe del campo socialista y la irrupción del Período especial, la obra de los jóvenes cantautores resulta un testimonio de las contradicciones y los disímiles sentimientos existentes en el país. Uno de los asuntos reiterados, con muchos matices y diferentes abordajes, es el desencanto ante el fracaso del proyecto social, o al menos de sus aristas idílicas. Trovadores, rockeros y raperos reflejan en sus composiciones la crisis económica, las afectaciones a los ciudadanos y lo impactante que para los cubanos resultó comprender la irrealidad del mito en que habían vivido. La obra de no pocos creadores trasmite a la perfección el desaliento que se adueñó de muchos en el ayer reciente. De ese modo, un sentimiento colectivo es codificado en versos cantados, se torna arte, a la par que conjuga poesía, testimonio e interpretación de los tiempos. Una composición emblemática dentro de esa línea es «Como los peces», de Carlos Varela, en la cual, con sumo ingenio, su autor retoma una tradición trovadoresca: apela a la intertextualidad, echa mano a un fragmento de un tema también paradigmático de la música cubana: «Lágrimas negras», de Miguel Matamoros, y lo vincula con la realidad del país en tan crudos años: Las iglesias hablan de la salvación y la gente reza y pide cosas en silencio como los peces, y en la cara de Jesús hay una lágrima rodando, lágrimas negras. [...] Las noticias hablan de resignación y la gente traga y se miran a los ojos como los peces y en la cara de la virgen hay una lágrima rodando, lágrimas negras. Los muchachos hablan de desilusión y en silencio van al mar y se largan como los peces, y en la cara de una madre hay una lágrima rodando lágrimas negras. Aunque tú me has echado en el abandono, aunque ya has muerto todas mis ilusiones, lloro sin que sepas que este llanto mío tiene lágrimas negras, lágrimas.8 Otro ejemplo es la pieza de Frank Delgado titulada «Quinto centenario» (o «Gallego»), en la que para expresar la sensación de amargura que, durante los 90 y hasta abril de 2008, una parte de la población experimentaba ante la imposibilidad de que un cubano residente en la Isla se hospedara en hoteles destinados al turismo internacional (prohibición que violaba la Constitución del país), aunque tuviese dólares, euros o CUC, se construye una especie de juego paródico cuya base es la forma en que algunos trovadores de principios del siglo xx abordaron la frustración republicana. Vale recordar que entonces había concluido la guerra de independencia iniciada en 1895 por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, y la República nacida el 20 de mayo de 1902 era bien distinta a la soñada por los próceres. Esa no correspondencia constituyó un motivo recurrente en la trova tradicional, cuyos autores se preguntaban: si los héroes volvieran a vivir, ¿qué harían ante las cosas que están pasando? No obstante, en «Quinto centenario» el análisis de la situación es mucho más amplio: Gallego, leí en un libro la historia del exterminio, cuando en menos de dos siglos acabaron con los indios. […] Gallego, si no fuera gente civilizada, ahora mismo asaltaba tu embajada y a todos los funcionarios los tomara de rehenes y los mandara a construir los pedraplenes. […] Gallego, a mí me contaron que a pesar de las golpizas nunca pudieron tus cuadros contra las cargas mambisas. […] Gallego, la historia es espiral que nunca acaba: uno la lleva alante, otro la caga. Si Maceo resucita y va a entrar al Sol Meliá, yo creo que se arma otro Baraguá. Ay, gallego, y te preguntarás por qué yo atizo cenizas con espíritu enfermizo. Yo andaba con mi ignorancia y con mi mala memoria, pero es que justo ayer leí el libro de historia nacional.9 Algunas piezas evidencian la sensación de desamparo de comienzos del último decenio del siglo xx. El aislamiento a que el país se vio sometido, el hombre solo en la isla, el bloqueo reforzado por la caída del campo socialista, se reflejan en otra composición de Varela: «Robinson», del CD Monedas al aire.10 Lo mismo pudiera decirse de «Solos», de Manuel Camejo, cuyo texto permite dar más de una lectura a este relato, en apariencia una simple historia de amor.11 El sentimiento de desilusión también se registra en el rap, pero en algunos casos con un enfoque que apela al clásico choteo del cual hablara Jorge Mañach; o sea, un irreverente y corrosivo humor que ridiculiza la realidad circundante, donde todo deja de ser «sagrado». Los cultores del hip hop en Cuba practican —como asevera el profesor Alan West-Durán—12 un choteo con conciencia. Buen ejemplo de ello es la versión, o mejor sería decir apropiación, que Hermanos de Causa hace del poema «Tengo», de Nicolás Guillén. El dúo construye un juego paródico, mediante un tipo de retórica muy empleado en la guaracha —por ejemplo, «No hace na la mujer», composición satírica de los años 40, escrita por Bienvenido Julián Gutiérrez—; y así ¿Cuba es su música? 59 Habría que indagar acerca de por qué en no pocos discos de músicos cubanos hay manifestaciones de un autoexotismo muy cercano al enfoque reduccionista de lo que significa ser cubano, asociado al tabaco, el ron, las mulatas, las palmeras, y propagandizado por algunas de las empresas que promueven el turismo hacia Cuba. discursa acerca de los problemas sociales presentes en La Habana de los 90: Tengo una bandera, un escudo, un tocororo, también una palmera, un mapa sin tesoro. […] Tengo una raza oscura y discriminada. Tengo una jornada que me exige y no me da nada. Tengo tantas cosas que no puedo ni tocarlas. Tengo instalaciones que no puedo ni pisarlas. Tengo libertad entre un paréntesis de hierro. Tengo tantos derechos sin provechos que me encierro. Tengo lo que tengo sin tener lo que he tenido. […] Tantos que no tienen nada y dicen tener todo. Ahora está de moda actuar de ese modo. La pacotilla está cambiando las mentalidades, necesidades van modificando facultades, dificultades que son tan perjudiciales que a veces te hacen olvidar cosas más esenciales.13 Lágrima de sol Dentro de las producciones del rock nacional abundan los temas que se inscriben en la mencionada corriente de desencanto y desilusión. A ello contribuye que, en el área de lo textual, las bandas rockeras tienden a vincularse con lo que en la literatura cubana se conoce como «los novísimos»; sobre todo con los planteamientos ideoestéticos de la etapa inicial de dicho movimiento, cuando muchos de esos escritores emplean recursos más cercanos al periodismo que a lo literario. Suerte de acres reportajes críticos, caracterizados en no pocos casos por un sentimiento de profunda desilusión y buena dosis de pesimismo al abordar de forma recurrente asuntos como los balseros, las drogas, las jineteras..., su estilo está muy unido al ultrarrealismo y al realismo sucio. Como ejemplo de esta vertiente dentro del rock, véase el siguiente fragmento de «Hora», compuesta por Athanai a comienzos de los 90: Ye, ye, yeieiee, llegó la hora. Rectificar es de sabio hazlo sin demora. Ye, ye, yeieiee, no tengas miedo. Hazlo por todos los cubanos. Everybody se va a bailar, sobre el muro siempre al azar. De un mal juicio, una represión, un asalto di que es mejor. Unos carros, mil bicicletas, tantas putas como tantos trompetas. Gente limpia y corriente, y muchos otros que ni sienten. Luces, music, venta, compra, marihuana, también coca. 60 Joaquín Borges-Triana Mil pastillas con alcohol y nuestra patria es la mejor. No es un cuento, mira de frente, es mi pueblo que lo vive y lo siente. No ganamos nada con gritar revolución, si las cosas marchan de mal en peor.14 La crisis de determinados valores experimentada en la etapa ha generado letras de canciones pletóricas de imágenes duras y un análisis metafórico del contexto, que ofrecen una visión intimista y a veces desgarradora. En ocasiones, el pragmatismo raya en el dolor, lo hermoso se torna corrosivo y viceversa. En «Lágrima de sol», del grupo Havana, desde la propia metáfora del título, se observa una bella muestra de una poética en la que prevalece el gesto de dolor existencial: Aún es una virgen. Ha tentado su dolor. Es tan inocente. La acompaña el sinsabor de ver su madre andar ahí dando vueltas a un sillón... Preciado ángel. Infeliz le va a explotar su corazón. ...Hoy va a salir a mal vivir. Revolcándose en todo lo que ve. Puede alguna mano dispararle mucho amor, ella mientras tanto presta el tiempo; la vida no. Viaja entre neones, se alimenta en autostop. ¿Dónde está ese príncipe que mi madre nunca vio? ...Es otra lágrima de sol...: Sangra una vez más. ...Y no la quieres ver...15 La irreverencia y la transgresión que han signado el discurso de cierta zona de la música cubana también se manifiestan en el pop. Magnífico ejemplo de ello es el repertorio del dúo Buena Fe, quienes, a partir de unos versos del español Ramón de Campoamor, transmutan un reclamo personal en demanda social: No me regales más nada, déjame ganármelo yo. No me lo cobres luego a pedradas, que yo no soy un medalla de oro en el torneo de las sugerencias. Yo solo quiero compartir un logro que no se base en extrema paciencia, pa’l final no arribar al problema: un buen guion, mala puesta en escena. Que no me basta saber mal ajeno, justificando mi propia desgracia, ni recitar orgulloso las siglas con que se nombra caricia y falacia. Y ya no más salaciones al tiempo que nos mandó con los cuatro elementos: gracias la tierra, gracias al viento, gracias al agua, gracias por el fuego.16 En ese dialogar sobre aspectos de la realidad cubana sobresale el tema denominado «la zanja». El título, escrito con letra inicial minúscula, ya indica la intención transgresora de la canción. A pesar de su agudeza, se convirtió en una de las piezas más populares del primer disco del dueto guantanamero: …y la gente, ay, la gente, nos pide una canción del medioambiente. […] Muy nerviosas las chismosas calandracas, quejándose del limo que las tapa. De pronto todo es blanco y queda sepultado en aguas blancas: llegó el jabón a la bodega. La hoja de aquel libro de planificación, ahora es un magnífico barquito de papel. Tres hormigas locas no saben qué hacer, los niños las condenan como tripulación. […] La zanja que pasa por el frente de mi casa no está en el mapa de la ciudad. La zanja que pasa por el frente de mi casa se alimenta de este barrio. […] Y de cualquier lugar marginal e histérico, al que la prensa llama tiernamente: periférico.17 El grado de teatralidad y de mise en scène que son parte consustancial de la táctica de simpatía que caracteriza al cubano conforman igualmente la motivación de los artistas afiliados al discurso popero. A esto se suma la fuerza que ha cobrado entre los cubanos el gusto por la burla pública, como muestra cierta zona de la creación de Moneda Dura. La constante ironía, el choteo sutil y el exquisito relajo campean en Cuando duerme La Habana, segundo disco de la agrupación. El uso de interjecciones, onomatopeyas, metáforas, es sustancia viva del habla popular. Las interacciones entre el entorno exterior y el interior, el sometimiento de lo individual a lo colectivo, dados en una pieza como «Romerillo», constituyen elementos indudables en el comportamiento de algunas comunidades y de cada uno de sus miembros. Préstese suma atención a esta singular radiografía de parte de la Cuba actual, el país otro, de ningún modo reflejado desde el punto de vista periodístico en los medios de comunicación: Yo nací en La Habana, pero en un lugar sin brillo Un barrio bien sucio que le dicen Romerillo Con gente que de noche está despierta Y que anda rondando si hay una ventana abierta Tipos duros, mujeres guaposas Niños sucios, gente escandalosa Fosas, ratas, montones de basura Y escondida corre la moneda dura […] Cerca quedan los centros comerciales Las discotecas, los hoteles y los bares Todo, todo muy bonito Lleno de luz y con olor a pollo frito Mira no te confundas Lo que no quiero es que en la duda te me hundas Es que soy de zona marginal Pero yo quiero un barrio donde caminar No me estés mirando raro Y reflexiona por qué el barrio es tan malo Hace falta más conciencia Todos, para acabar la delincuencia Oye, qué te pasa…18 La otra orilla La Canción Cubana Contemporánea aborda numerosas problemáticas sociales. En cierto momento, la prostitución devino asunto recurrente. Entre las primeras composiciones que sobre ella se grabaron estuvieron «Y si te quieres divertir», de Gerardo Alfonso, y «Embajadora del sexo», de Frank Delgado.19 Otra temática habitual ha sido la emigración, inspiradora de creaciones muy intensas y desgarradoras, como «Foto de familia», de Carlos Varela: Detrás de todos estos años, detrás del miedo y el dolor, vivimos añorando algo, algo que nunca más volvió. Detrás de los que no se fueron, detrás de los que ya no están, hay una foto de familia donde lloramos al final. […] Detrás de todos los gobiernos, de las fronteras y la religión hay una foto de familia, hay una foto de los dos. […] y descubrimos con desilusión que no sirvió de nada.20 Entre las creaciones pioneras sobre este asunto también se encuentran «Círculo febril», de Manuel Camejo, y «La otra orilla», de Frank Delgado: Yo siempre escuché hablar de la otra orilla envuelta en una nube de misterio. Allí mis tíos eran en colores, aquí sencillamente en blanco y negro. Había que hablar de ellos en voz baja, a veces con un tono de desprecio. Y en la escuela aprendí que eran gusanos que habían abandonado a su pueblo. […] Un día Tío volvió de la otra orilla cargando con su espíritu gregario y ya no le dijeron más gusano porque empezó a ser un comunitario. […] Aún continúa el flujo a la otra orilla en vuelos regulares y balseros y sé que volverán sin amnistía porque necesitamos su dinero (o su consuelo, yo no sé). Se hospedarán en hoteles lujosos y pagarán con su moneda fuerte y aquellos que les gritamos escorias (como yo) tendremos que tragarnos el nombrete (no digo yo). Bailando con los Van Van, oyendo a Silvio y Pablito, haciendo cola pa’l pan, o compartiendo traguito. La dignidad y la distancia son más de noventa millas. Yo decidí a cuenta y riesgo quedarme aquí en esta orilla.21 La existencia de muestras de racismo en la sociedad cubana, fortalecidas a partir de los 90 (no obstante la voluntad de eliminarlas por parte del Estado), se plasma en canciones como «Para tu Ku Klux Klan», de Jorge Herrera Kindelán (El Kinde); «Científicamente negro», ¿Cuba es su música? 61 de Tony Ávila.22 Gerardo Alfonso (quien ya había abordado el asunto en «Espiritual»23) escribió: Hay un tumulto negro en una esquina, no te asustes que no tiene espinas, en el huerto el grano se han robado, y es al cuervo a quien han condenado. Con la gente hay mucho cuidado […] con el color hay gato encerrado. Dicen que con ese color tienen la misma oportunidad dicen que con ese color, pregúntaselo a la humanidad. […] Entre nosotros hay grandes cantantes y río […] porque nos cuesta doble llegar a gigantes.24 Si bien no de forma frecuente, también se ha expuesto el tópico de la homosexualidad masculina; así sucede en «Hombre de silicona», de Carlos Varela, y «Puestos inversos», de Gerardo Alfonso.25 El lesbianismo, que en la década de los 80 no se abordaba, hoy empieza a incluirse dentro de la poética emergente. Tal es el caso de composiciones como «Niurka y Salima», de Erick Sánchez, «Delicadeza», de Carlos Varela, y «Semejanzas», de Niuska Miniet.26 En un contexto en el que todavía los signos género, cuerpo, familia, mujer y sexualidad figuran entre los principales territorios en disputa, en correspondencia con cómo se intersectan en ellos los criterios del tradicionalismo moral, el fonograma Yusa, acreditado a la cantautora homónima, abre nuevas líneas temáticas y refleja sin prejuicios la manera en que un sector de la mujer contemporánea asume su sexualidad. Son representativas de lo antes expuesto las piezas «Cuestión de ángulo», que aborda las relaciones lésbicas de un modo metafórico y simbólico, y, en particular, «Flash», sencilla pero esclarecedora radiografía de los tiempos que corren: «Algo nuevo hay en el barrio: cambió/ Salen cómplices de un auto dos mujeres a la vez./ Varios rostros se miraron, hay viento./ Silencio».27 Integrantes del nuevo discurso que expresa las angustias, los desasosiegos, pero a la vez las alegrías y esperanzas, y contribuye a brindar una imagen país lo más ajustada posible a la realidad, también son las manifestaciones de neohistoricismo presentes en el trabajo de algunos compositores. Tal es el caso de «Ferrocarrial», de Abel Omar Pérez, en la que al contar una historia de los años 40 se dialoga con la actualidad. Además, persiste el homenaje a los héroes de la Patria, mas no de forma panfletaria, sino de manera muy personal e íntima, como sucede en «Con la adarga al brazo», de Frank Delgado, y «Son los sueños todavía», de Gerardo Alfonso, dedicados al Che Guevara.28 Durante los doce meses de 1997, no hubo un rincón de Cuba en el que no se escuchara el hermoso y sentido tributo de Gerardo: […] Yo sabía bien que ibas a volver, que ibas a volver de cualquier lugar, porque el dolor no ha matado a la utopía, 62 Joaquín Borges-Triana porque el amor es eterno y la gente que te ama no te olvida. Tú sabías bien, desde aquella vez, que ibas a crecer, que ibas a quedar. Porque la fe clara limpia las heridas, porque tu espíritu es humilde y reencarnas en los pobres y en sus vidas. Después de tanto tiempo y tanta tempestad, seguimos para siempre este camino largo, largo por donde tú vas. El fin de siglo anuncia una vieja verdad: los buenos y los malos tiempos hacen una parte de la realidad […] Por otro lado, a partir de los 90, en el discurso de los creadores afiliados a la Canción Cubana Contemporánea, inciden con gran fuerza algunas leyes del mercado. Si se comparan las composiciones hechas por varios de ellos en los 80 con las que realizaron en la siguiente década, es evidente la tendencia a buscar mayor universalidad en los textos, para acceder al mercado internacional. Paradigmático ejemplo de dicha práctica es Polito Ibáñez, quien ha madurado profesionalmente y ha sumado a sus viejas preocupaciones socioculturales de carácter local, otras de remarcado corte universal. Si en un pasado reciente nos legó canciones inolvidables como «Filípica de la ciudad», «Puntos suspensivos» y «Evocaciones», hoy nos propone piezas como «Odettemanía», «Para no pensar», «Agujeros» y «Doble juego».29 Muestra de las actuales inquietudes éticofilosóficas de Ibáñez es «Somos números»: Hay quien persigue sus fantasmas en la irrealidad, hay quien le pone un lente al día para otro color. La gente viene al mundo al final de un placer, la gente vive el mundo buscando el poder, por eso se disfrazan de robot, porque la gente no son más que números. […] Hay gente atrapada en las pornomanías, los comics de revistas, otros prefieren ir viviendo al día con cara de turistas, hay gente que lleva la moda como un lord invernal y gente colgada a la moda contracultural […] y es que solo somos números.30 La readecuación de la propuesta artística al contexto actual apela a algo que no es nuevo en la música popular cubana: la mezcla de géneros y estilos con el propósito de conseguir determinado fin.31 Sin embargo, a partir de los 90, las hibridaciones y los intercambios han alcanzado extremos inimaginables, favorecidos por la globalización cultural. La Habana a todo color El modo en que la música cubana trasmite una determinada imagen país está relacionado con el de la representación de la capital de la Isla. Obviamente, las percepciones acerca de esta ciudad son fragmentadas, debido a la influencia de la etnicidad, la clase social y otros factores. Según el académico estadounidense Robin Moore, más que reflejar las ideas de un lugar y momento, la música las interpreta y contribuye a su formación. Así, las canciones proyectan nuevas imágenes de la vida urbana.32 Pareciera una ley no escrita que los músicos cubanos deben homenajear a La Habana para conocer el éxito en la Isla. Compositores pertenecientes a distintas generaciones y épocas le han ofrendado numerosas canciones, en espera de que ella les otorgue su bendición. Resulta literalmente imposible hacer aquí siquiera un esbozo de todo ese vasto repertorio, digno de una investigación académica. En consecuencia, solo abordaré la presencia de La Habana en la música popular urbana, en particular, en la Canción Cubana Contemporánea, durante los últimos decenios, dentro y fuera del país. La nueva mirada a la capital incluye una elevada dosis de escepticismo y reflexión existencial. Lo evidencia el siguiente fragmento de «La Habana dormida», de Adrián Morales: Qué triste La Habana dormida desde esta ventana donde el sol no llega, calles demasiado tranquilas, vecinas del puerto, ácido refinería.33 Carlos Varela («Bulevar», «Jalisco Park»), Frank Delgado («La Habana está de bala», «La farándula habanera») y Gerardo Alfonso («Aquí cualquiera tiene», «Sábanas blancas», «Lo que me atrapa» y «Suave, suave») hacen de la representación de esta ciudad una suerte de arte poética. Los tres pueden considerarse cronistas de lo que sucede en ella y su obsesión por la urbe trasciende lo geográfico e incluye al ser humano. Sin la menor discusión, «Habáname» es la canción de Varela más representativa de su relación con la capital cubana, singular declaración de amor que, de forma paradójica, fuera extraoficialmente censurada en los medios de comunicación en Cuba. El día a día de la capital cubana ha sido también abordado por parte de los rockeros en producciones caracterizadas —desde mediados de los 90— por la buena factura del discurso textual. Excelente ejemplo lo constituye la banda sonora de la película Habana Blues, y el tema homónimo escrito por X Alfonso, Kelvis Ochoa y Descemer Bueno: Hoy miro, a través de ti, las calles de mi Habana, tu tristeza y tu dolor reflejan sus fachadas, es tu alma y soledad, la voz, la voz de esta nación cansada. Solos tú y yo, en la ciudad dormida; solos tú y yo, besando las heridas Ay, Habana, cada vez te olvidabas más de ti para apoyar mis sueños, pero sé que lastimé tu corazón jugando con tus sentimientos […] Y tengo que dejarte ir, poniendo al mar entre los dos, pagando el precio de otros que viven de la contradicción. Otra familia que quedó marcada por la separación. Cómo luchar con ese sol, con la política y con Dios.34 Canciones donde esta ciudad es la protagonista conforman el álbum Havana, realizado por la agrupación homónima dentro de los parámetros del rock latino. El fonograma incluye un tema trascendente: «Otro amanecer», escrito por Iván Latour, con la colaboración de Osamu Menéndez; en virtud de la armoniosa conjunción entre música y texto, clasifica entre lo mejor del rock nacional: Otro amanecer, lejos de saber, si en mi Habana llueve aún. Ciudad del león, llega esta canción, la nostalgia crece más. Mis amigos hoy son los emigrantes de cualquier lugar, me pregunto aún si me quedarán cuerpos que abrazar allí. Cada vez que pienso en alguien es un cubano que se fue, cada vez que miro en mi interior siento el ansia de volver. Desde afuera vi lo que ya perdí, lo que no tendré más. Mi ciudad natal pudo ser la más bella de las que ya vi. Hablo de vivir, no de sucumbir, odio las políticas, y hablo en nombre de ellos que no están, los que no pudieron más.35 Más para reflexionar Muchos son los asuntos relacionados con el vínculo entre música e imagen país que podrían ser objeto de exégesis para futuras investigaciones y a los cuales no me he referido en este texto. Sería interesante analizar la existencia de numerosos fonogramas que, desde el propio título, intentan vender una imagen de Cuba o de algún elemento distintivo del país, práctica particularmente acentuada en producciones de artistas pertenecientes a la diáspora cubana: Humo de tabaco (Alex Cuba), Cuba linda y Cuban jazz (Alfredo Rodríguez), Danzón y From Havana with Love (Arturo Sandoval), Bebo de Cuba (Bebo Valdés), Hermosa Cuba tu brillante cielo (Carlos y Marta), Con el permiso de Bola (Francisco Céspedes), 90 millas y Miss Little Havana (Gloria Estefan), Habana nocturna y Havana Remembered (Hilario Durán), Supercubano (Issac Delgado), Cubanos (José Luis Barba), Cuba Swings (Juan Pablo Torres), Mi herencia cubana (Lázaro Horta), Cubáname y Álbum de Cuba (Lucrecia), New Cuban Express (Manuel Valera), A lo cubano (Orishas) y Cuba libre (Raúl Paz), entre muchos otros. Un suceso para reflexionar es que, a nivel internacional, a partir de la segunda mitad de los 90, momento de mayor esplendor promocional y comercial de «lo cubano» en materia de música, fonogramas como Mi tierra, de Gloria Estefan, y Buena Vista Social Club, han acentuado el estereotipo de que en la Isla la buena producción musical se detuvo en la década ¿Cuba es su música? 63 de los 50. Incluso, cuando el revival había pasado de moda, en 2008 y bajo el auspicio de Willy Chirino, la disquera Reyes Records editó el CD Cuba: un viaje musical. En este álbum, Albita Rodríguez, Rey Ruiz y Donato Poveda apelan a canciones como «Marianao» (Ramón Cabrera), «Carnavales de Oriente» (Rafael Cueto), «Tres lindas cubanas» (Guillermo Castillo) y «Santa Isabel de las Lajas» (Benny Moré), con el fin de trasmitir una imagen país detenida en el tiempo. A mantener esa imagen distorsionada contribuye la escasa presencia de la música popular cubana en las redes sociales, donde muchos solo conocen Cuba por la «Guantanamera», «Lágrimas negras», «Son de la loma» y el «Chan chan». Asimismo, habría que indagar acerca de por qué en no pocos discos de músicos cubanos (incluidos profesionales de avanzada como el grupo Orishas) hay manifestaciones de un autoexotismo muy cercano al enfoque reduccionista de lo que significa ser cubano, asociado al tabaco, el ron, las mulatas, las palmeras, y propagandizado por algunas de las empresas que promueven el turismo hacia Cuba. Igualmente, sería útil explorar producciones discográficas como aV abuC, de la banda Música d’Repuesto, cuyo título alude al clásico «Cuba Va», del Grupo de Experimentación Sonora. Este CD, grabado en los peores momentos del Período especial, invita a realizar un análisis paratextual de sus letras y melodías, a la manera de Richard Macksey,36 pues la parte sonora funciona como mediación o guía en la relación entre el texto musical y el oyente. Incluso sin ser un conocedor de la teoría de los paratextos, es fácil percatarse de que el título de este disco resulta muy sugerente para acceder a la totalidad del significado de la propuesta y a la imagen país aquí ofrecida. Uno de los principales valores de buena parte de la creación musical que he mencionado radica en la inserción de esta en la indagación antropológica y sociológica que ha distinguido el arte en Cuba. Los textos de esas canciones muestran ciertos hilos invisibles, o visibles, que conforman el tejido de la sociedad cubana actual. Y lo hacen sin la menor retórica, sin emplear palabras de carácter político, ni pretender definir la complejidad de la situación del país en cada verso o estrofa; con la agudeza de entrever, en los sentimientos o las actitudes, su eco o su causa social. No obstante, se trata de un discurso duro y amargo, sin concesiones. El tratado de sociología que toma cuerpo en este repertorio musical es un diagnóstico de la época, un retrato del espíritu que la animó y la conmovió. Las obras, si bien en no pocas ocasiones aparecen transidas por la nostalgia y la noción de pérdida, poseen el importantísimo valor de persistir en preservar la memoria. 64 Joaquín Borges-Triana Ello es expresión de un profundo y auténtico amor, del interés por hacer un país mejor. A eso se refiere Vanito Brown (antes Caballero) en su composición «Habana a todo color». Concluyo mi exégesis con fragmentos de una canción de Moneda Dura, formidable ejemplo de los derroteros por los que transita el universo letrístico de la música cubana a la hora de entregar la imagen país de una isla que, guste o no, cada día es más transnacional, plural, políglota y transterritorial: Cada noche mi ciudad se despierta y echa a andar y es un aguacero de gente rara y marginal. Quinta Avenida, 23, el Malecón, el Bulevar son un reverbero donde se quema el odio. [...] Yuppies, freakies, un travesti, homosexuales, delincuentes, jineteras por doquier. Es a mí a quien piden el carné. Va rodando nuestro sueño, ¿a dónde vamos a parar? Jungla, madrugada te hostiga y te traga sin masticar. […] Cuando duerme La Habana yo salgo a caminar, cuando duerme La Habana cualquier cosa puedes encontrar, mi negra, y cuando duerme La Habana otra ciudad sale a luchar su pan, ya tú ves.37 Notas 1. Fernando Ortiz, Entre cubanos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1987, pp. 114-26. 2. Rubén Gómez Muns, «Una aproximación a la función identitaria de la música», disponible en www.metro.inter.edu/facultad/ esthumanisticos/ceimp/articles/Una%20aproximacion%20a%20 la%20funcion%20identitaria%20de%20la%20musica-Ruben%20 Gomez%20Muns.pdf (consultado el 4 de septiembre de 2011). 3. Roland Robertson, «Glocalization: Time-Space and HomogeneityHeterogeneity», en Mike Featherstone et al., eds., Global Modernities, Sage, Londres, 1995, pp. 25-44. 4. Jan Nederveen Pieterse, «Globalization as Hybridization», en Mike Featherstone et al., eds., ob. cit., pp. 45-68. 5. Se usa la expresión dialógico en el sentido de diálogo con su entorno, más que en referencia al concepto de dialogismo como polifonía, enunciado por Mijail Bajtin en «Problemas de la poética de Dostoievsky» (1936) y desarrollado en «El discurso de la novela» (1975). Véase Mijail Bajtin, The Dialogic Imagination. Four Essays, University of Texas Press, Austin, 1981. 6. Keith Negus, Los géneros musicales y la cultura de las multinacionales, Paidós, Barcelona, 2005, p. 18. 7. Para mayor información acerca de la «Generación de los topos», véase Joaquín Borges-Triana, «La generación de los topos», Juventud Rebelde, 28 de agosto de 1988, La Habana, p. 9; y Ramón Fernández-Larrea, «Bárbara tiene náuseas de fin de siglo», Los que soñamos por la oreja, n. 1, diciembre de 2004, disponible en http://oreja.trovacub.com/boletin.html (consultado el 10 de enero de 2005). Un recuento del proyecto «Te doy otra canción» puede leerse en Joaquín Borges-Triana, «Te doy otra canción», El Caimán Barbudo, a. 27, n. 275, abril-junio de 1994, La Habana, pp. 8-9. 8. Carlos Varela, «Como los peces», CD Como los peces, BMGAriola S.A., 1995. 30. Polito Ibáñez, «Somos números», CD Para no pensar, ob. cit. 31. Es esto un magnífico ejemplo del sentido cultural del concepto de reconversión, desarrollado por Pierre Bourdieu en La distinction: Critique social du jugement, Minuit, París, 1979, pp. 155, 175 y 354. 9. Frank Delgado, «Quinto centenario» (o «Gallego»), CD Trovatur, [producción independiente], La Habana, 1995. 32. Robin Moore, «Evocaciones de La Habana en las canciones de Gerardo Alfonso», Los que soñamos por la oreja, n. 21, La Habana, agosto de 2006, disponible en http://oreja.trovacub.com/boletin. html (consultado el 20 de agosto de 2006). 10. Carlos Varela, «Robinson», CD Monedas al aire, Graffiti Music Group, 1992. 33. Adrián Morales, «La Habana dormida», CD Nómada, Ventilador Music, Barcelona, 1996. 11. Manuel Camejo, «Solos», CD Pulsos (Dúo Pulsos), [producción independiente], La Habana. 34. X Alfonso, Kelvis Ochoa y Descemer Bueno, «Habana Blues», CD Habana Blues BSO (Dir. Benito Zambrano, Maestranza Films, Francia/España/Cuba), 2005. 12. Alan West-Durán, «Rap’s Diasporic Dialogues: Cuba’s Redefinition of Blackness», Journal of Popular Music Studies, a. 16, n. 1, Hoboken, Nueva Jersey, 2004, pp. 4-38. 13. Soandres (Hermanos de Causa), «Tengo», Cuban Hip Hop All Stars, v. I, Papaya Records, 2001. 14. Athanai, «Hora», CD Séptimo cielo, No More Discos, Madrid, 1997. 15. Iván Latour, «Lágrima de sol», CD Puertas que se abrirán (Havana), EGREM, La Habana, 1997. 16. Israel Rojas, «Gracias por el fuego», CD Presagios (Buena Fe), EGREM, La Habana, 2006. 35. Iván Latour y Osamu Menéndez, «Otro amanecer», CD Havana (Havana), Generamúsica, México, DF, 2001. 36. Richard Macksey, «Foreword to the English Edition», en Gérard Genette, Paratexts. Thresholds of Interpretation, Cambridge University Press, Cambridge, pp. xi-xxii, 1997. 37. Nassiry Lugo, «Cuando duerme La Habana», CD Cuando duerme La Habana (Moneda Dura), EGREM, La Habana, 1998. , 2014 17. Israel Rojas, «La zanja», CD Déjame entrar (Buena Fe), EGREM, La Habana, 2001. 18. Nassiry Lugo, «Romerillo», CD Mucho cuidao (Moneda Dura), EGREM, La Habana, 1998. 19. Gerardo Alfonso, «Y si te quieres divertir», CD Sábanas blancas, Bis Music, La Habana, 1995; Frank Delgado, «Embajadora del sexo», CD Trovatur, ob. cit. 20. Carlos Varela, «Foto de familia», CD Como los peces, ob. cit. 21. Frank Delgado, «La otra orilla», CD La Habana está de bala, [producción independiente], La Habana, 1997. 22. Tony Ávila, «Científicamente negro», CD ...en tierra, Bis Music, La Habana, 2012. 23. Gerardo Alfonso, «Espiritual», CD Recuento, Casa de las Américas, La Habana, 2000. 24. Gerardo Alfonso, «Dicen que», CD Sábanas blancas, ob. cit. 25. Carlos Varela, «Hombre de silicona», CD Como los peces, ob. cit; Gerardo Alfonso, «Puestos inversos», 1995 [inédito]. 26. Erick Sánchez, «Niurka y Salima», 2000, [inédito]; Carlos Varela, «Delicadeza», CD Siete, Grafitti Music Group, 2003; Niuska Miniet, «Semejanzas», CD Alguien en la esquina, EGREM, La Habana, 2008. 27. Yusa, «Flash», CD Yusa, Tumi Music, Bath, 2002. 28. Frank Delgado, «Con la adarga al brazo», CD La Habana está de bala, ob. cit; Gerardo Alfonso, «Son los sueños todavía», CD Cantarte Comandante, EGREM, La Habana, 1997. 29. Polito Ibáñez, «Filípica de la ciudad», «Puntos suspensivos», [inéditos]; «Evocaciones», CD Recuento, Unicornio, La Habana, 1998; «Odettemanía», «Para no pensar» y «Agujeros», CD Para no pensar, Unicornio, La Habana, 2000; «Doble juego», CD Axilas, Unicornio, La Habana, 2003. ¿Cuba es su música? 65 Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis Pedro Vázquez Arquitecto urbanista. Consultor para el hábitat y la gestión de proyectos. S e afirma que la ciudad es el mayor invento de la Humanidad. El juicio se confirma al constatar que su creación y desarrollo comenzó en la Edad antigua y continúa hoy con notable persistencia, una linealidad que en sí misma ratifica la validez de la invención. Si hoy se habla de países y se estudia el significado esencial de su imagen es gracias a que estos devinieron sujetos a partir de la fusión de antiguas ciudades-Estado surgidas en la antesala del mundo actual. Las referenciales Tebas, Atenas y Esparta eran sólidos asentamientos humanos mucho antes de que, a fuerza de guerras de expansión, se definieran los límites de la Grecia que conocemos. La ciudad fue madre de países —no a la inversa, como es frecuente entender— y la razón para esto parece justificada: las fronteras delimitan mientras las ciudades conectan. La aceleración del proceso global de urbanización tras la Revolución industrial inglesa del siglo xix, se traduce en el pronóstico formulado por Naciones Unidas que fija en unos cinco mil quinientos millones la cifra de ciudadanos en todo el mundo hacia el año 2025,1 mientras en Cuba el Censo Nacional de Población y Viviendas del año 2012 concluye que 76,8% de la población vive ya en zonas urbanas: casi 7% más que hace treinta años y 20,5% por encima de 1953.2 Ellas devendrán símbolo tangible de las naciones a la par que el ser social planetario se convertirá mayoritariamente en un ser urbano, lo que no es objeto de teorías sino de evidencia en construcción, con China como el ejemplo más notable. La articulación entre sociedad y marco físico de acción es hoy, y será aún más en el futuro, un tema que merece atención si se aspira a dejar un mundo mejor a quienes habitarán, sobre todo, en asentamientos humanos cada vez más globalizados. 66 n. 77: 66-73, enero-marzo de 2014 Pedro Vázquez Es comprobable que la degradación del entorno edificado es tan amenazadora para nuestra calidad de vida como lo es la agresión al medio natural. La maniquea partición entre hábitat natural y construido queda en evidencia al saber que 75% del consumo energético, la acumulación de desechos no degradables y la emisión de gases de efecto invernadero se generan en las ciudades del planeta, razón suficiente para mitigar su huella ecológica.3 Cada nación transitará este escenario urbano global bajo dos variables: una mediada por lo natural/edificado y otra por lo sociopolítico/económico. El presente artículo pretende visibilizar claves sobre algunos de los procesos que crean o destruyen una imagen país afincada en sus ciudades, alertar sobre la pérdida simbólica y económica que una ciudad decadente significa para su imagen nación y destacar las secuelas dejadas en los ciudadanos y en su propia visión del país. El caso de la imagen Cuba es centro de esta mirada dada la repercusión actual del tema, particularmente en La Habana. Identidad urbana e imagen país: unidad con dos piezas Acotar ambos términos es un ejercicio riesgoso que usualmente se balancea entre el estereotipo y la mercadotecnia, el imaginario y la realidad, la inversión especulativa y el legado cultural, las historias locales y el aporte universal, para terminar siendo una mezcla de todos esos significados, cocidos bajo los aderezos del poder. El resultado ha sido motivo de múltiples análisis que han pretendido desentrañar tan singular mixtura y finalizar siempre reuniendo lo real y lo ideal. Tal vez sea precisamente ese el centro de la cuestión: la ciudad es simultáneamente inversión tangible e imagen supuesta, valor añadido y añadidura de imaginario, convergencia entre cultura y componente sociopolítico-económico; la ciudad es la proyección de la sociedad sobre el territorio, y por derivación, la imagen que la humanidad construyó para sí en una modelación de ida y vuelta que partió de la ciudadanía y regresó con la ciudad… y viceversa. De ahí su correspondencia con la estructura socio-político-económica que la arraigó en cada nación y período. Desde Mesopotamia, cuna de lo urbano, a Brasilia, icono de la planeación territorial, un largo rosario de asentamientos humanos ha sido implantado en el planeta. Cada uno de ellos es fiel reflejo de sus determinantes locales, y también de las universales: la calidad y valor del suelo en que yacen; los escenarios topográficos, climáticos y paisajísticos; las condicionantes técnicas, religiosas, políticas, culturales, económicas o militares; la estructura clasista de sus sociedades, la cólera de los desposeídos; o la arbitrariedad de los poderosos las han marcado al fijar en muchos casos la imagen y el discurso expresivo que llevan consigo. La ciudad mediterránea es usualmente escabrosa —Dubrovnik o Salónica, por ejemplo— porque vive entre pliegues de la corteza terrestre dejados allí por siglos de terremotos. La del desierto se cierra sobre sí misma, a veces tan enquistada como la argelina Ghardaia, para evitar la invasión de la arena del siroco. La heredada de la tradición grecolatina —La Habana incluida— se estructura en manzanas que solo se regularizaron plenamente a escala planetaria cuando el Renacimiento implantó la razón como base del pensamiento urbano frente a la tortuosa madeja de callejuelas dejada por el Medioevo. Roma es «la Eterna» también porque la extrema solidez de sus monumentos se fundamentaba en la percepción de que el Imperio sería imperecedero y merecía inversiones que duraran por siempre mientras el Emperador de turno construía símbolos de estatus más que edificios; de ahí la magnificencia de escenografías que perseguían reducir ante el poder al ciudadano y al visitante. La imagen irradiada por Nueva York denota claramente la principal potencia financiera del mundo, sobre todo en la isla de Manhattan que colecciona el mayor tonelaje de inversiones que ciudad alguna soporte. La Meca saudíárabe o Varanasi en el Ganges hindú están teñidas por tan intensa religiosidad que desconciertan al devoto de cualquier otra creencia que las visite. Como último de estos ejemplos está el de París, donde el Barón de Haussman trocó una demanda militar napoleónica en bulevares y rotondas que facilitaran la rápida movilización de las tropas a través de la urbe, para controlar la posibilidad de una nueva Bastilla, amargo fundamento para una imagen ahora venerada. La expresividad de la imagen ciudad es de tal eficacia que en ocasiones la imagen país pasa precisamente —a veces únicamente— por la de una metrópoli o monumento local; tal es el caso de Mónaco solo visible a través del Casino de Montecarlo. Ciertas naciones todavía con débil imagen urbana poseen en cambio ambientes naturales que les tipifican como nación; Kenia y Costa Rica son casos de interés, mientras otros no descuellan en ninguna de las dos escalas y su imagen país se anula en el concierto global, lo que les resta competitividad. Este componente discursivo ha sido amplificado por una modernidad apoyada en el poder de medios y tecnologías que reinventan ciberciudades mientras, contradictoriamente, la adaptación del producto-ciudad al consumo global masivo ha llegado a un minimalismo reductor: Francia es París y París es la Torre Eiffel. Esas dicotomías demuestran el valor de la arquitectura y el urbanismo como imagen país aprehensible, a la par que denota la ciudad como objeto-consumo. Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis 67 En las ciudades no existe felicidad declarada que no se acompañe del bienestar real. Urge reconectar la Cuba simbólica a la Cuba tangible y hacer ciudadanos para hacer país. La capacidad económica, financiera, discursiva y simbólica de la ciudad se verá fortalecida en la medida en que devenga escenario de la vida global. En pocas décadas ciertas naciones han construido y exportado una imagen país claramente permeada por ciudades de cambios, mercadotecnia e interconexión planetaria; básicamente son aquellas emergidas al mercado tras la posguerra, las que se incorporaron a él como resultado de «transiciones» políticas y las reocupadas por una inversión neoliberal que potenció el consumo interno y externo de sus atributos y signos construidos. Caben aquí el Sidney de una economía que emergió; el Beijing, antes prohibido; o el alguna vez modesto Bilbao, relanzado como polo cultural por el Museo Guggenheim, obra de Frank Ghery e inscrito en los esfuerzos peninsulares alrededor de una «Marca España» que no deja de incluir las arquitecturas despampanantes de Rafael Moneo o Santiago Calatrava, entre otros. La ciudad ha devenido, simultáneamente, símbolo de identidad nacional y objeto de consumo interno y externo. Ya no es más solo un reducto para la puesta en uso —su carácter funcional, cultural, social y edilicio— sino un escenario para la puesta en valor de su perfil productivo, financiero y especulativo, entendida como commodity. Esta tendencia global parece acentuarse y de ella podría, al menos, tomarse las oportunidades que reporta la exportación de una buena imagen país, insertada en los nuevos escenarios. Sin embargo, constituirse en icono ante la mirada externa no es la principal intención que la ciudad presupone; es, en primer lugar, la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de su propia ciudadanía porque esta significa su razón, esencia vital y transformadora. Cuba, la urbanística herida Poco quedó de los caseríos que de manera extensa ocuparon el país antes de la llegada de Colón. La huella dejada por ellos no fue suficiente ni relevante para alimentar una herencia nativa; de ahí que no exista una imagen ciudad para el período precolombino cubano como ocurre en algunos países de la región. La historia de la ciudad en la Isla convencionalmente se inicia en 1511 con la fundación de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, a la que siguieron las otras seis denominadas «primeras villas», hasta completarlas en 1519 con San Cristóbal de La Habana. La ahora capital de la República fue la última entre las primeras, 68 Pedro Vázquez pero prevaleció sobre todas. Su singular bahía fue la responsable principal de esa preponderancia. No solo clasifica entre las más protegidas de América, sino se considera la mejor ubicada en los términos geoestratégicos, que la Corona perseguía para lanzar desde ella la ocupación de Centroamérica, México y el sur de los Estados Unidos. Fue sitio de paso para pensadores y navegantes, espacio para encuentros e intercambios, encrucijada de culturas variopintas que llegaron por inmigración o tránsito, lugar para el anclaje y reunión de la Flota española y puerto seguro para la acumulación de los tesoros americanos antes de su envío a Cádiz. Este espíritu cosmopolita y conector ocurrió también en otros puertos de la Isla aunque en menor escala; Santiago, Matanzas o Cienfuegos podrían sumarse al encuentro de diversidades ocurrido en las costas de Cuba desde los días de la conquista hasta que la aviación destronó la navegación marítima. El resultado del continuo intercambio de más de cuatro siglos es una nacionalidad mestiza y abierta, mundana y tolerante, híbrida en todo y pura en nada, que Don Fernando Ortiz definió sabiamente como ajiaco: un cocido denso, contenedor de cuanto comestible exista en el hogar, pero donde las legumbres y carnes pierden sus sabores y colores para terminar mezcladas en un plato nuevo, diferente a los ingredientes de partida. Ese ajiaco cultural aparece claramente traducido en la arquitectura y la ciudad cubanas, cuyo resultado es un verdadero carnaval de formas. El escritor Alejo Carpentier definió La Habana como «la ciudad con el tercer estilo: el estilo de las cosas sin estilo»; el juicio es aplicable hoy a otros muchos lugares habitados del país. Este amasijo conformador de una identidad citadina terminó por constituirse en retrato definitivo de la urbe cubana, bajo un rico añadido sociocultural. Para facilitar la comprensión de tan ecléctica imagen —todo intento de desmontaje está condenado a pecar de inexacto— se podría dividir este lapso de conformación de identidades en solo tres períodos: 1. El colonial, ubicado entre 1511 y mediados del siglo xix, cuando España y algunos pocos de sus vecinos europeos eran los únicos capaces de acarrear influencias arquitectónicas hacia nuestras costas. 2. El burgués-criollo y norteamericano, que no comienza con la ocupación de 1898 sino antes, con la penetración de capitales que modelaron la economía nacional y facilitaron la construcción o adquisición de haciendas y propiedades —incluyendo a potentados nacionales—, lo que terminó en octubre de 1960. 3. El revolucionario, en todo el tiempo posterior. La arquitectura e imagen urbana del período colonial cubano ha sido estudiada y difundida de manera amplia. La escala de ese patrimonio es de tal trascendencia, local e internacional, que el país posee nueve sitios declarados por la UNESCO como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad, seis de ellos directamente relacionados con la arquitectura. En Latinoamérica esta cifra es solo superada por México (32), Brasil (19) y Perú (11), que son también mayores en extensión, población y jerarquía colonial como sede de los virreinatos europeos, aparte del notable aporte de sus respectivas culturas precolombinas luego sumadas al listado de la UNESCO. En el caso habanero lo más notable del período es su sistema de fortificaciones, de gran magnitud y complejidad, construido por la Metrópoli entre 1540 y 1897. Esta colección de poderío en piedra labrada convirtió La Habana en la ciudad más fortificada de la América hispana, y le dejó un apasionante patrimonio defensivo en el que el Castillo de los Tres Reyes del Morro descuella como su principal icono arquitectónico. Si bien el Renacimiento, el Barroco, el Neoclásico y señales mudéjares, italianas, francesas u otras aparecen —incluso mezcladas entre sí— durante esta primera etapa, es en la segunda cuando ocurre la real explosión de los estilos arquitectónicos. La «independencia» de España, las tecnologías posindustriales, la bonanza económica de un país que se beneficia de ambas guerras europeas, el aumento del intercambio de ideas e intelectos, la efectiva gobernabilidad urbana, la incidencia de una clase media activa junto a una burguesía informada, la influencia de múltiples estilos y corrientes artísticas nacidas en Europa y los Estados Unidos, la presencia de abundante capital norteamericano articulado con los que acumularon familias criollas enriquecidas con la trata de esclavos, el latifundio, el comercio o la producción azucarera; la abundancia de una entrenada mano de obra barata; unido a otros factores, potenciaron esta etapa intermedia como la de máxima inversión urbana. Ello hizo que La Habana —otras ciudades en el país también se expandieron— creciera seis veces en extensión mientras su población apenas se triplicaba. El resultado es una sucesión de significados y maravillas construidas en los que se engarzan Art Nouveau, herencia arquitectónica española, proto Modernismo, Art Déco, Movimiento moderno, Eclecticismo, Modernismo catalán, hitos provenientes de la arquitectura hanseática o norteamericana junto a todos los «neo-estilos» imaginables. El sector norte de La Habana acumuló lentamente un envidiable patrimonio construido mientras hacia el sur —zona trabajadora y de clase media baja— un ejército de albañiles y contratistas modestos copió los estilos referenciales de El Vedado norteño traduciéndolos con simpatía en una arquitectura vernácula que dio áreas dignas de estudio; por ejemplo, Lawton. Con sus ciudades principales consolidadas y las intermedias en franca mejoría, el país recibió la Revolución del 1 de enero de 1959. Sin embargo, la mayoría de los poblados de base del territorio nacional no disfrutaron de la descrita bonanza de inversiones. De ahí que, en virtud de la segregación y estratificación de las clases, esas áreas «duales» de la periferia social contribuyeran poco a la conformación de la imagen ciudad y por ello mismo a una identidad urbana nacional que aparecía robustecida. A inicios de la tercera etapa, en octubre de 1960, es aprobada la Ley de Reforma urbana que canceló la actuación inmobiliaria privada y la inversión especulativa, con la que cesaron abruptamente ambos procesos. En relación con la imagen país, este hecho es, en sí mismo, una moneda de dos caras. Es digno de aplaudir que si el notable patrimonio edificado cubano y habanero está aún presente se debe, en primer lugar, a que no fue afectado por el lamentable proceso de «renovación» urbana que destapó la modernidad, y que arrasó la mayor parte del legado acumulado en ciudades de casi todo el mundo, particularmente las latinoamericanas desde Caracas a Santiago de Chile. Ciertas manifestaciones del capitalismo, en lo que se ha denominado su forma salvaje, fueron aquí canceladas; ello mantuvo en pie la herencia centenaria. Sin embargo, esta Ley es también corresponsable del deterioro del fondo edificado en el país, al anular toda intervención no estatal sobre este, y reservarse, incluso, la nueva construcción como responsabilidad exclusiva del Estado. Este otorgaba la propiedad de las viviendas a sus inquilinos —los beneficiarios ascienden hoy a 95,6% del total—,4 pero retenía para sí la del inmueble en su conjunto, sin asumir completamente las funciones de administración y mantenimiento al cuidado de los casatenientes anteriores. De esta manera la Ley divorció el todo de las partes y seccionó la casa de su estructura portante, lo que provocó que el progresivo deterioro de la última terminara impactando a la primera y a la ciudad junto con ella. El entuerto fue mantenido en la Ley General de la Vivienda de 1984 y en su revisión de 2004, lo cual acentuó la decadencia y demostró que en un país pobre —realmente en ninguno, por rico que sea— no es viable que un solo actor pueda atender y conservar durante más de medio siglo un fondo edificado con más de tres millones de unidades, menos aún si se enfoca en políticas sociales que reciben la prioridad de inversión. Un centenar de reglamentos y resoluciones se agregaron después; ello selló el carácter poco facilitador de la legislación urbana nacional. Hace solo dos años fue aprobado el Decreto Ley 288 Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis 69 que otorgó nuevas oportunidades a los propietarios de viviendas al abrir camino a un mercado nacional de bienes raíces y facilitar la potencial mejoría de los hogares —al menos los unifamiliares, por ahora. Esto es lentamente visible en algunos barrios, pero se implementa con retraso tras medio siglo de ausencia de obligaciones y sentido de pertenencia, cuando el fondo habitacional —descrito como 80% de la masa edificada en cada ciudad— está ya muy afectado y la relación salario real/costo de vida es tan crítica que no permite a la mayoría de la población invertir en su propiedad. El resultado de esa centralización estatal es patente en las mismas ciudades donde la notable herencia patrimonial está tan establecida como colapsada o, en el mejor de los casos, herida y afectando a los ciudadanos en toda su dimensión de vida. La abolición de la especulación inmobiliaria garantizó la preservación del legado a la par que, paradójicamente, una larga conspiración entre incultura, descontrol y mala gestión parece haberle condenado de cualquier manera. Ambos extremos determinan hoy la imagen país tangible en Cuba: excepción y pérdida, de modo simultáneo. La Habana: la diosa rota Esta urbe fue primero una ciudad militar y luego portuaria; se expandió capa tras capa hacia el oeste por más de cuatro siglos, fue acumulando cualidades e inversiones y logró mantener su herencia al anular los procesos de renovación urbana. Aún es posible recorrerla en sentido este-oeste y reconocer in situ casi cualquier estilo cimentado por la humanidad entre el Renacimiento y el siglo xxi. Lo que la hace realmente única —en términos físicos— es su legado material y significante, su clase magistral y continua en arquitectura y urbanismo, su empaque de ciudad detenida en el tiempo, su amalgama del acervo construido, y su lección de respeto y articulación cuando cada nueva etapa urbana apenas tocó —mediante tenues transiciones estilísticas— a su vecina previa; todo esto es precisamente lo que está en peligro. Pocas ciudades en América pueden hacer tal demostración de herencias y exclusividad. Es afirmable que ninguna, lo que no la hace mejor sino irrepetible, tras perderse bajo la pica especulativa del siglo xx casi todo lo que ella aún posee como valor agregado dentro del competitivo escenario urbano mundial. Es esta la razón que convirtió su centro histórico en parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde hace treinta años, y la misma que ha incluido La Habana entre las candidatas a «Nuevas ciudades maravillas» del mundo, un concurso global privado que elegirá —con evidente alcance comercial— siete ciudades singulares del orbe entre veintiocho finalistas.5 70 Pedro Vázquez Pero no se trata tanto de lo que la mirada externa opina acerca de esta capital con abolladuras como lo que juzgan sobre ella sus propios habitantes, enfocados más en lo asumido que en lo explícito. Una ciudad que se autodefine como «la capital de todos los cubanos» es también motivo de escrutinio y evaluación por cada nacional, la inmensa mayoría de los cuales la percibe entre las peores imágenes del país y ciertamente lejana del concierto urbano regional. La decadencia impacta la vida ciudadana hasta el límite en que el escritor Leonardo Padura ha sintetizado su propia imagen ciudad en una frase de espanto: «La Habana me duele». Las críticas de sus habitantes llueven tanto como los techos de sus moradas mientras los principales indicadores urbanos se tambalean en esta capital por debajo de límites tolerables. Vale mencionar que solo en la ciudad vieja colapsó, como promedio, una vivienda cada día, en diversa magnitud, entre 1998 y 2003,6 y también que alrededor de 75% de las demandas que la población capitalina expresa a viva voz en las asambleas de rendición de cuentas del Poder Popular (escala del gobierno local) versan en torno al hábitat,7 incluyendo el sistema de infraestructuras y servicios que garantiza la calidad de la vida urbana. De ahí que la visión de la mayoría de los habaneros se reduzca a una paradoja: un bello sitio que resulta cada vez menos disfrutable. Ciertas zonas en las que la arquitectura aún resiste en pie medio siglo de desatención han sido transformadas o atacadas de modo sistemático en su ordenamiento y regulación urbanística, de manera que pocas propiedades se parecen al modelo original. Toda suerte de añadiduras, demoliciones, colores disonantes, cierre de portales o balcones, ocupación indiscriminada de jardines y espacios laterales está presente allí donde la buena gobernabilidad urbana se debilitó largamente. Por ello, la imagen desde el interior de la capital cubana es en esencia diferente de la mostrada por ciertos videoclips o spots comerciales, que suelen presentar una sensual mulata que pasea en auto descapotable (siempre uno de los años 50 por empatía con la imagen ciudad), a lo largo del icónico Malecón tradicional con el mar Caribe como telón de fondo, pero cuidando no incluir en la toma la otra acera, donde a duras penas resiste una otrora magnífica sucesión de Eclecticismo, Neoclasicismo y proto Modernismo, que ahora enfatiza sus cicatrices al mismo sol que, enfrente, abrillanta a la modelo. Este escenario no es solo habanero: hace un año el huracán Sandy se ensañó con la ciudad de Santiago de Cuba y fueron gravemente afectadas 5 600 instalaciones y 71 000 viviendas, la mitad del fondo total (22 100 de ellas con derrumbes parciales y 15 800 arrasadas),8 por la misma tormenta que apenas siete horas antes atravesó Kingston. Sin embargo, la capital jamaicana no sufrió del mismo modo; un motivo adicional en esa diferencia fue el precario estado de conservación y mantenimiento del fondo construido santiaguero que contribuyó a hacerlo indefensa víctima de los vientos. Aunque influye, no es por entero aceptable que tal situación sea saldo exclusivo de «la falta de recursos», recurrente excusa blandida por la burocracia. Dicho pretexto deviene insostenible al constatar que la exitosa recuperación del centro histórico de La Habana Vieja, premiado con Diploma de Oro por la Secretaría Hábitat de Naciones Unidas, se inició con el Decreto Ley 143 del Consejo de Estado, aprobado en octubre de 1993, durante los días más tristes del mal llamado Período especial. Ello demostró la capacidad de la urbe para forjar transformación, reinversión sostenible de capital, autogeneración y captura de plusvalías urbanas, movilización de recursos, desarrollo local y creación de un modelo propio de gestión, incluso bajo los rigores de la más severa crisis económica ocurrida en la era moderna cubana, con lo cual, de paso, se desmintió que la escasez y la pobreza fueran las únicas responsables del deterioro antes existente. 9 Lo que andaba mal —allí y en todo el país— era el achacoso modelo de gestión urbana autoritaria, vertical e insostenible, cuya ineludible reconversión constituye un tema estructural para la nación. El imaginario habanero, y el cubano en general, pierde poco a poco su patrimonio edificado a la par que sepulta las memorias con él vinculadas. Calles y edificios, servicios, rincones, espacios, parques, tiendas, arbolado y luces, se desdibujan en el recuerdo de generaciones que van concluyendo y cuelgan los jirones de su memoria colectiva, mientras las nuevas descendencias habaneras entienden que continuará abandonado lo que siempre conocieron decaído, se evaden y desconocen historias y tradiciones acumuladas que ya no son trasmitidas. El sentido binario y complementario de ciudad-ciudadanía impacta tanto a los seres humanos como al legado acumulado en medio de una relación destructiva bidireccional. Como corolario, la enajenación de los ciudadanos evapora compromisos, sentido de pertenencia y amor por lo que pocos parecieran amar, al mismo tiempo la inmigración provinciana se reposiciona y eventualmente contribuye, mediante el trasvase de sus hábitos culturales, al deterioro del boato de una ciudad que alguna vez, a inicios de los años 50, se ubicó, junto con Buenos Aires y Ciudad de México, entre las de mejor contribución a su imagen país en Latinoamérica. Ciudad e imagen país: apogeo de una antítesis Tras andar el camino que la sacó de tales estándares en la región, la imagen país ha recibido un sensible impacto negativo que devalúa no solo la gestión pública y la buena gobernabilidad sino también la verosimilitud del discurso oficial, un proceso que comenzó mucho antes de que la caída del muro de Berlín pareciera arrojar sus escombros sobre las villas cubanas. Imágenes de esta Habana dolida son de manera sistemática utilizadas —y manipuladas— por todo publicista que desea fundamentar el fracaso del modelo implementado en Cuba. Para ello ponen la arquitectura en clave ideológica al utilizarla como sostén de la disensión, con lo cual queda claramente expuesta, otra vez, su capacidad discursiva para apoyar o denigrar a gestores y decisores. La potencia expresiva de la arquitectura como imagen y expresión del poder fue entendida desde el Egipto de los faraones, sublimada en las catedrales medievales, refrendada en la sucesión de obras del Presidente en París, y dejada en el camino por la Revolución de 1959 una vez transcurrida su primera década. Entonces la vorágine creadora que fraguó las Escuelas de Arte de Cubanacán, la Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría, la Unidad Vecinal n. 1 de La Habana del Este, el Pabellón Cuba en La Rampa y su homólogo en la Expo 67 de Montreal, sumadas a otras muchas realizaciones de mérito, fue súbitamente truncada por el mismo Quinquenio gris que aún persiste para la arquitectura cubana. El daño a los creadores silenciados, con lo amargo que resulta en términos de inmovilismo cultural, no impactó tanto ni tan largamente nuestras vidas como aún lo hacen las víctimas de los derrumbes habaneros. La Revolución cubana parece haberse diluido al proyectar sus políticas sociales sobre el territorio, referidas a imagen real, y ha dejado de articular debidamente la del país con la de sus ciudades, realidad evidente en el lamentable anillo edificado en casi todo el suburbio habanero, o la impropia localización periférica de excelentes inversiones que, por quedar desarticuladas del tejido urbano, no logran hacer ciudad. Vale destacar el enorme impacto financiero que representa la conversión en escombros de un legado que acumula inversiones multimillonarias, sumado a los fondos disipados en obras nuevas de mala calidad o inconclusas. Emerge otra vez la paradoja: muchos de los 2,8 millones de turistas que visitaron Cuba en 2013 descubrieron la decadencia de la otra acera del Malecón, la fotografiaron y llevaron consigo a sus países. En la Isla, un paciente es exitosamente operado, con alta tecnología, y luego se le alerta que solo beba agua embotellada. Un emigrado vuelve a su patria y no encuentra en pie la escuela donde estudió. Teniendo en cuenta estos ejemplos resulta imposible validar la distancia que media entre un discurso simbólico poblado de buenas cifras, consignas, o datos intangibles, y esa otra realidad tocable que es la ciudad cubana de hoy, lo que vuelve incongruente la imagen país mediática respecto de la imagen ciudad real; una termina desmontando la otra. No se trata solo del retrato distribuido globalmente por Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis 71 el oponente político; poco a poco esta representación simbólica corroe la imagen país e incluso muchos honestos autores de la cultura cubana fundan su nueva obra en lo que se ha definido como «estética de la pobreza». Suite Habana, del director Fernando Pérez, un conmovedor filme sobre La Habana profunda, hizo llorar a los espectadores en los cines capitalinos para luego recorrer el mundo diciéndolo todo sin apenas utilizar palabras, solo imagen cierta. Por su parte, la orquesta de música popular Los Van Van, ganadora de varios premios Grammy, hace más de treinta años cantó un estribillo de alerta y certeza que se volvió un referente del imaginario popular y que cada cubano repitió hasta el cansancio: «La Habana no aguanta más». Lo desconcertante es que la supuesta marginalidad de esa ciudad-otra ya desbordó su límite periférico inicial y ataca la centralidad urbana mientras un mundo global e interconectado facilita que la ciudad cubana —la verdadera— circule por él sin pasaporte; de ese modo deconstruye la imagen país, mina los serios esfuerzos que labran otros campos de acción y ejes de trabajo en términos de mejoría de calidad de vida interna e imagen externa. Los médicos cubanos que laboran en decenas de países, la elevación en la calidad y presentación de las mercancías y servicios de exportación, la contribución cubana a la alfabetización de ciudadanos de todo el mundo, los cambios en las políticas internas de gobierno durante los últimos años, la solidaridad con cuanta causa noble precisa de apoyo en el orbe, la capacidad y calidad de técnicos, artistas, especialistas e intelectuales que ejercen o colaboran fuera de la Isla, es constantemente erosionada por esta otra dimensión, varada en la inocultable imagen ciudad cubana actual, siempre visible gracias a las tecnologías. Desconfianza y escepticismo asaltan al receptor cuando se enajena la relación contenidocontinente, se contrapone retórica a realidad, y se rompe la reciprocidad orgánica, dialéctica, entre las partes y el todo. Una nación esencialmente urbana no puede darse una imagen país que no incluya su imagen ciudad, cuando el socorrido dueto de sol y playa no alcanza para equilibrar la pérdida. El tema impacta entonces su ingrediente más esencial: el social. En estas ciudades desatendidas se mueve una ciudadanía que interactúa con ellas, las moldea y, simultáneamente, se moldea a sí misma dentro de un escenario de desidias que ya dura medio siglo. La relación ciudad-ciudadanía es bidireccional y simultánea, biunívoca, hasta el punto en que allí donde no prevalece la belleza desaparece también la gente bella, entendida no solo en términos físicos, sino en los conductuales, lo que deriva en la enajenación de sus habitantes. El cubano promedio carece hoy de los atributos del ciudadano responsable. Ello multiplica los impactos negativos sobre una imagen ciudad con la 72 Pedro Vázquez que aquel no tiene conectadas sus raíces; se convierte entonces, simultáneamente, en víctima y coautor del deterioro. La involución es tan seria que el asunto se ha debatido ya en la Asamblea Nacional, y ha dado lugar a una gran campaña por el «rescate de los valores perdidos». Se ha apelado a la decencia, palabra relegada del vocabulario nacional durante décadas, y se buscan soluciones que van de la disuasión y la concientización a la represión del transgresor. Sin embargo, la inclusión del marco físico urbano y la buena imagen ciudad continúa sin formar parte del repertorio de prioridades o soluciones propuestas, a pesar de que las ciencias sociales y la urbanística han demostrado que no crecen ciudadanos comprometidos en la aridez de ciudades mal venidas. La declinación física de la urbe se articula con la de gente impropiamente vestida que se comporta como procónsules en ómnibus, instalaciones o espacios públicos, ignora leyes y reglamentos, potencia delitos e infracciones de diferentes escalas, y completa una decadencia que desfila, sobre todo y en primer lugar, por los seres humanos y terminará siendo, o ya es, una mancha en la imagen país, aquella que develaba un ciudadano jovial y educado. Más de un siglo transcurrió desde que la filosofía marxista fundamentó que «el hombre piensa como vive y vive como piensa» y convirtió en estéril, de paso, toda campaña que no transite por el sitio donde coexisten más de 8,5 millones de ciudadanos, ni incluya su demanda más sentida —el hábitat— en la lista de aspectos por remediar. «Cortesía, comedimiento, atención y buen modo» es el significado que otorga la Real Academia de la Lengua al vocablo urbanidad, hijo legítimo de lo urbano. Si se precisa de uno hay que ocuparse del otro, o se alcanzará un punto de no retorno para ambos, y se tendrá a los pies el polvo de la imagen país. Concluir… para comenzar En las ciudades no existe felicidad declarada que no se acompañe del bienestar real. Urge reconectar la Cuba simbólica a la Cuba tangible y hacer ciudadanos para hacer país. La capacidad económica, financiera, discursiva y simbólica de la ciudad se verá fortalecida en la medida en que devenga escenario de la vida global. El proceso de urbanización mundial será irreversible durante los próximos decenios, incluyendo a Cuba donde el total de población rural bajó de 31% en 1981 a 24,1% en 2002, hasta alcanzar 23,2% en 2012.10 La tendencia confirma la migración de los habitantes de las zonas rurales a las ciudades y también el impacto en ellas de culturas externas no siempre entrenadas en los hábitos urbanos.11 Debido a su prolongada desatención, la imagen país originada en la Cuba urbana pierde la alta cualificación que tuvo, lo que devalúa su posicionamiento nacional e internacional, mina su competitividad en el escenario global y ocasiona serias afectaciones de carácter cultural, social y económico. Deberá buscarse soluciones para el hábitat construido y las ciudades cubanas, que articulen intenciones con acciones. Existen modelos descentralizados y participativos para alcanzarlo, ya demostrados en Cuba y en diversas urbes del mundo. Su implementación estructural apremia por lo que parece oportuno que los Lineamientos, en el futuro, coloquen integralmente, a la Ciudad en su foco de atención estratégica.12 Ello permitirá sacar provecho de la puesta en valor de las singulares ciudades cubanas, manejables como producto-consumo con equidad y justicia, articulables al nuevo escenario global de cara a su aportación económico-financiera, productiva y turística, además de patrimonial y cultural, sobre la base de la reinversión social de sus plusvalías, la sostenibilidad de su recuperación progresiva y el aprovechamiento de las oportunidades que ofrece una identidad exclusiva en la región. Notas 1. Véase Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Gender, Urban Development and Housing, PNUD, Nueva York, 1996, p. v. El término «ciudadano» se entenderá como «residente en zonas urbanas». 2. Véase Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), «Resumen adelantado», Censo de Población y Viviendas 2012, noviembre 2013, disponible en www.one.cu/publicaciones/cepde/ cpv2012/20131107resumenadelantado/Tablas/1.pdf y «Tablas seleccionadas», Censo de 1953, anexo VII, disponible en www.one. cu/publicaciones/cepde/loscensos/anexo_7.pdf. 3. Véase Mayda Pérez, «Los Foros urbanos mundiales de Naciones Unidas», Grupos Dinámicos de Información (CIERIC), n. 5, La Habana, 2010. que al cierre de 1996 existían 188 con casi 23 000 viviendas y 76 000 habitantes, a los cuales se podrían añadir alrededor de 72 000 habitaciones en 7 164 ciudadelas». Transcurrieron diecisiete años desde la publicación de estos datos. El autor no conoce que su actualización haya sido divulgada por la prensa, mas valen como referentes. 8. Véase Redacción IPS Cuba, «Debatirán sobre recuperación de ciudades tras desastres naturales», Inter Press Service en Cuba, disponible en www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&vie w=item&id=8106:debatir%C3%A1n-sobre-recuperaci%C3%B3nde-ciudades-tras-desastres-naturales&Itemid=42. 9. Véase Pedro Vázquez, «Remodelando el modelo», CCA (Comisión Nacional de Cultura, Ciudad y Arquitectura, UNEAC), n. 3, La Habana, 2013. 10. Véase ONEI, «Resumen adelantado», ob. cit., disponible en www.one.cu/publicaciones/cepde/cpv2012/20131107resumen adelantado/Tablas/1.pdf. 11. Véase Susana Lee, ob. cit., 10, 13 y 14 de mayo de 1996. 12. Véase Partido Comunista de Cuba, Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución (Resolución del VI Congreso del PCC), junio de 2011, disponible en www. congresopcc.cip.cu. Conceptos como «ciudad», «urbanismo», «hábitat construido», o similares, no se manejan en el documento y solo unos pocos lineamientos tocan indirectamente este eje (120, 129, 163, 292, 302). La vivienda se incluye en el capítulo «construcciones» y no en el de «política social», por lo que queda reflejada más como producto en sí misma que como un proceso territorial/urbano, sistémico e integral, en tanto que ninguno de sus siete lineamientos se enfoca estratégica ni holísticamente en la escala de ciudad. El capítulo «turismo» no propone acciones en una capital que resulta su principal destino en Cuba. Los que analizan inversiones, economía, planificación, o ejes similares, no manejan el potencial de la ciudad, vista como sector de inversión, mercado e industria generadora de capital y liquidez. No se considera la reinversión de plusvalías urbanas con que la ciudad puede costear su propia recuperación. Las oportunidades derivadas del actual escenario global urbano no parecen aprovecharse a pesar de la identidad y exclusividad de las ciudades cubanas, no visualizadas en el «producto Cuba» y, por ello, no asumidas como imagen país. , 2014 4. Véase ONEI, «Resumen adelantado», ob. cit., disponible en www. one.cu/publicaciones/cepde/cpv2012/20131107resumenadelanta do/06Resumenprincipalesresultados.pdf. 5. Véase www.new7wonders.com/en/cities. 6. Véase Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y UNESCO, Una experiencia singular, Editorial Boloña/UNESCO, La Habana, 2006, p. 39. 7. Véase Susana Lee, «Para que los esfuerzos del país no sean baldíos», Granma, La Habana, 13 de mayo de 1996. «Cerca de la mitad de sus 560 000 viviendas [en La Habana] tienen un estado técnico clasificado de regular o malo. Alrededor de 60 000 son irrecuperables y deberán ser demolidas. Hay más de 75 000 con apuntalamientos y una cifra superior a las 7 800 pendientes de apuntalar, entre ellas unas 4 000 en estado crítico. Veintitrés mil núcleos familiares con 88 000 habitantes tienen anuencia de albergue. Entre 1993 y 1996 se produjeron 5 381 derrumbes parciales o totales. En los últimos años se ha experimentado un crecimiento significativo de los barrios y focos insalubres, al punto Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis 73 CONTRO Sector público: no siempre funciona mal ¿Qué es lo público? ¿Qué es lo estatal? ¿En qué se diferencian? ¿Cuáles son las deficiencias y ventajas de la gestión del sector público? ¿Qué importancia tiene la relación entre el Estado y actores no estatales como el privado o las cooperativas? ¿En qué renglones ha sido más crítico el manejo de lo público? ¿Qué factores inciden en su evolución? ¿Cuál es la proyección de este sector? Estas y otras interrogantes fueron debatidas en esta ocasión por profesores universitarios, economistas, funcionarios y un avezado público. Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal Dianne Cunningham Miguel A. Figueras Martha Pérez Rolo Julio César Guanche (moderador) Julio César Guanche: ¿Qué es lo público?, ¿qué lo estatal?, ¿qué diferencia hay entre uno y otro, ¿cómo la activación de un debate sobre el primero también moviliza el ejercicio activo de todos los derechos sociales, así como el debate sobre la calidad del funcionamiento institucional?, y ¿cómo dinamiza el funcionamiento completo del sistema institucional para que pueda realmente cumplir su cometido y hacerlo con eficacia? Dianne Cunningham:Uno de los grandes desafíos de Canadá es que el sector público se contrae y crece de acuerdo con la cantidad de dinero que se gaste. Pero... ¿hay que gastar tanto?, ¿estamos trabajando con eficacia, con eficiencia? Al examinar las políticas públicas recibimos mucha información: de las asociaciones de escuelas, de la comunidad médica, y del público en general. Los electores se nos acercan para comentarnos cómo creen que se debería actuar y así se va logrando un consenso para saber qué hacer; eso también es válido para los funcionarios electos. ¿Cuáles son las deficiencias, las ventajas en la gestión del sector público? Recordemos que depende de los ministros y del gobierno decidir si van a trabajar con este sector, con los gestores, para que todo funcione. Canadá tiene una red de protección social muy amplia. Aun cuando los programas son muy costosos, hay una gran preocupación por las personas discapacitadas, los ancianos, y hemos avanzado muchísimo desde que en 1988 comenzamos a analizar la enseñanza especial. Tenemos una sociedad civil muy activa que arma una gran alharaca por todo. Nuestra economía es bastante saludable. Casi tenemos un presupuesto federal equilibrado, al contrario del provincial. Falta muchísimo tiempo antes de que logremos cumplir nuestro objetivo, así como estabilizar la economía, restablecer el equilibrio fiscal, el crecimiento económico, y lograr que el país emprenda un camino sostenible a largo plazo. Constituye un gran desafío ajustarnos a los nuevos acuerdos políticos, al surgimiento de Sudáfrica, Brasil, China, como nuevas economías. Estamos escogiendo nuevos asociados con los que trabajar, todo eso resulta sumamente interesante. En cuanto al implemento de la productividad el resultado no es positivo. Al medirla debemos decidir cómo mejorar la situación. Los servicios públicos siempre le dicen al sector político que hay que perfeccionar los mecanismos. En ese sector avanzamos a la saga de otros países en desarrollo; debemos apoyar la innovación en la economía y mejorar las condiciones sociales. * Panel realizado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 30 de septiembre de 2011. Revisando experiencias en el sector n. público: no siempre funciona mal 77: 75-82, enero-marzo de 2014 75 Julio César Guanche: Como ha dicho la profesora Cunningham, el sector público viene a ser aquel desenvolvimiento estatal a través de todas las instituciones y mecanismos que tienen los poderes del Estado para cumplir sus cometidos. En Cuba, donde no existe esa división entre poderes, obviamente el gobierno viene a ser el único ejecutivo, y lo público trasciende al gobierno precisamente porque atiende todos los poderes del Estado. Hay que redefinir lo que entendemos como público. Figueras, ¿cómo surgió el sector público y cómo se entiende este en Cuba respecto al estatal?, ¿cuál ha sido su evolución hasta hoy?, ¿cuáles sus impactos? Miguel A. Figueras: En la Constitución de 1901 el papel del sector público era mínimo. La de 1940, si bien logra avances en los aspectos sociales, en cuanto al funcionamiento de la economía no se realiza ninguna transformación. Desde 1925, Cuba se estancó; el último central azucarero se construyó en esa época. Se podía apreciar dos Cubas: La Habana y el resto del país; una quinta parte de la población vivía en la capital. Y el producto interno bruto (PIB) del año 1958 nunca volvió a recuperar los niveles de 1920 a precios equivalentes, o sea, era una economía estancada. Al triunfar la Revolución en el 59, había un sector público de educación, de algunos hospitales, y no existían casi empresas estatales, solo tres que habían quebrado en los años 50: los Ferrocarriles Unidos —británicos—, comprados por el gobierno de Batista; la empresa Tráfico y Transporte, financiada por el BANDES, que resultó un fraude; y una última, Cubana de Aviación. Había que transformar la estructura heredada, en la cual casi todo estaba en La Habana —80% de las construcciones, 72% de los teléfonos, 82% de las importaciones, 95% del tráfico aéreo. En 1959 existían, sin contar los centrales azucareros, cien empresas con más de un centenar de trabajadores cada una; la mayoría de las restantes tenía menos de diez. O sea, a partir de ese año comienza a formarse el sector estatal mediante la instrumentación de dos Reformas agrarias y dos o tres procesos de nacionalizaciones e intervenciones. Dicho sector logra tener 70% de las tierras cultivables en granjas y empresas estatales, 95% de la producción industrial, el transporte; dominio total del sistema bancario, del comercio; y un desarrollo de los servicios públicos; es decir, en la década de los 60 se crea ese sector estatal. Anteriormente, la Constitución de 1940 limitaba el papel del gobierno a coordinar y orientar. Martha Pérez Rolo: El sector público es un conjunto de organismos administrativos mediante los cuales el Estado cumple o hace cumplir sus políticas públicas, expresadas en las leyes. Tales políticas constituyen programas de acción que se desarrollan a partir de ese sector público. Por tanto, es importante comprender que no está por un lado el Estado y, por otro, las personas y los problemas sociales. Lo que ha mencionado Figueras ocasionó que, en un momento determinado, el sector público absorbiera todo. En el año 1968, el de la Ofensiva Revolucionaria, todas las pequeñas industrias familiares se nacionalizaron. A partir de entonces, se imbrica completamente todo el sector estatal con la sociedad civil y se convierte en sector público. Ello, de alguna manera, nos marcó, porque el Estado tuvo que asumir una serie de cuestiones menores, que si bien eran importantes para la vida cotidiana, no tenían trascendencia para el país. Así, absorbió las grandes y pequeñas empresas. Julio César Guanche: ¿Cuáles son los logros, los déficits, los problemas, que tiene el sector público en Canadá y en Cuba?, ¿cuáles son las áreas donde ha sido más crítico el manejo de ese sector?, y, a la luz de estos logros y deficiencias, ¿se advierten corrientes que empujan hacia la contracción o hacia la extensión del sector público tanto en Canadá como en Cuba? Dianne Cunningham:En Canadá, se evalúan los desafíos teniendo en cuenta el trabajo y la respuesta del servicio público y de sus funcionarios, y ellos informan al gobierno los retos que consideraban fundamentales. Lo más importante es trabajar con los niveles más complejos. Hemos tenido un sistema muy complejo en Canadá. El gobierno federal es responsable de algunos programas y los gobiernos provinciales de otros, y tienen que trabajar juntos de modo intergubernamental. Por ejemplo, cuando vamos a Israel o a Australia, que tienen tan poca 76 D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche agua, observamos que son muy cuidadosos con la que usan, no tienen que ir inventando tecnologías como nosotros porque la conservan y utilizan mejor. Esto es lo que está ocurriendo con el gobierno; tenemos que conservar lo que hacemos y usarlo de la manera más inteligente posible, porque los ciudadanos en Canadá no pagarán más impuestos, de manera que vemos más transparencia en los informes, ya que el público exige saber qué haremos antes de que lo llevemos a cabo. Están pidiendo nuevos auditores, personas que se interesen no solo en qué se gasta el dinero sino también por el funcionamiento de los programas. ¿Hay más médicos porque estamos gastando más dinero en la formación de médicos? Estas son las preguntas que se hacen, y creo que deberían formularse de otro modo. Existe mucha más diversidad en los centros de trabajo; hay personas de todas partes del mundo donde existen programas que pudieran funcionar en Canadá y en ocasiones no les preguntamos los resultados. Hay que trabajar con más eficacia. Podemos enfocar muy bien las políticas públicas, ir a las comunidades y tener reuniones, pero si no cambia la manera de aplicar dichas políticas la gente sencillamente se frustra. ¿Cómo un agricultor va a dejar el campo para decir lo que funciona y uno no le va a hacer caso? Esos son los desafíos. Los jóvenes están muy interesados en resolver las dificultades. Están aprendiendo de un modo distinto; nuestros alumnos en estos momentos son buenos y creo que debemos valorar cómo se pueden solucionar nuestros problemas. Se debería hablar más de las cosas que preocupan. De hecho, estamos trabajando de modo colaborativo. Las nuevas tecnologías pueden ser buenas y malas. Hay que supervisarlas y garantizar que mejoren, documentarse sobre la experiencia de otros países donde sí funcionan. En Canadá, el Primer ministro es la persona más importante y él buscó ciudadanos que tuvieran buenas ideas. Necesitamos nuevas formas de recursos humanos, una visión a largo plazo. Los cambios se necesitan en la supervisión de todo lo que hacemos. Hay muchas personas que trabajan en pequeñas juntas en los servicios públicos y se les reeduca con ideas positivas. Soy parte de una oficina de comercio y algunas veces al gobierno no le gustan nuestras recomendaciones. ¿Y qué ocurre con ello?, que hay momentos en que tenemos que examinar todo lo que observamos. Los expertos vienen a la mesa y dicen: «Creemos que ustedes deben tomar esto en cuenta», no dicen hacer, sino tomarlo en cuenta. En ese sentido, Cuba tiene todo tipo de posibilidades. Julio César Guanche: Me gustaría agregar una pregunta a la anterior: ¿qué importancia le conceden a la relación dinámica que establece el Estado con otros actores no estatales, en particular con el sector privado, pero también el de las cooperativas? Martha Pérez Rolo: En ese sentido es muy importante el tema de la economía social y solidaria, que debe tener cuatro aspectos: el económico, o sea, su resultado; que tenga reglas sociales para repartir los excedentes; que sean asociaciones voluntarias, y que haya una gestión lo más democrática y participativa posible. En Cuba desde la primera y segunda Reforma agraria se comenzó un movimiento cooperativo en el sector agropecuario cañero y no cañero. Las primeras fueron las cooperativas de créditos y servicio, de las cuales hoy existen 3 242; después, en el año 76, las de producción agropecuaria a las que sí se entregaba la tierra en propiedad cooperativa, hoy existen 1 089; y las UBPC, que surgen en 1993, el año en que la economía del país, como todos los cubanos sabemos, tocó fondo y se decidió repartir en usufructo la tierra de las grandes granjas estatales. Hoy, 75% de la tierra agrícola y 44,5% de la tierra total pertenece a la propiedad cooperativa. Cifras de 2008 indican que el sector no estatal es el que ha producido el mayor porcentaje de casi todos los elementos del programa alimentario, o sea, ahí entra el sector cooperativo y la pequeña propiedad. El primero ha desempeñado un papel a lo largo del tiempo que podía haber sido incluso mucho mayor, y es uno de los elementos que tenemos que potenciar para otros sectores no agrarios. Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal 77 Existen otras políticas públicas, sobre todo las sociales, que han sido relevantes. El sistema de salud en Cuba puede someterse a muchas críticas pero es reconocido en el mundo entero: llega a todas las regiones, ha tenido logros importantes, por ejemplo, la vacuna antimeningocóccica, la lucha contra el cáncer y el SIDA. Asimismo sucede con la educación, un sistema que tiene toda una serie de vertientes y que está garantizado para la totalidad de los estudiantes; como mínimo todos se gradúan de sexto grado. Hay incluso un desarrollo de todo el sistema hasta alcanzar la universidad. Retomando las cooperativas, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), se imparte una maestría en Desarrollo de cooperativas, porque este es un tema acuciante. Además, es fundamental considerar la industrialización del país como política, a pesar de los problemas que ha tenido. En el año 1961 el Che, como ministro de Industrias, fue capaz de darse cuenta de lo que significaba, incluso de rectificar cuando se percató de que íbamos a hacer una política de industrialización echando abajo toda una serie de elementos de la agricultura cañera. Hoy contamos con una fuerte infraestructura productiva en el país que nos permite enfrentar lo que queremos que sea el núcleo central de nuestro nuevo modelo de gestión: la empresa estatal socialista, y en ello el movimiento cooperativo va a desempañar un gran papel. Miguel A. Figueras: En relación con los logros y las insatisfacciones, veámoslos hace cincuenta años. La primera década es de transformación, de resistencia: nos invadieron por Playa Girón, un año después nos amenazaron con un ataque atómico, infiltraron armas y crearon bandas, desapareció el turismo, cuando, al romperse las relaciones se les prohibió a los americanos venir a Cuba. Los quince años entre 1971 y 1985 son los de más rápido crecimiento de la economía cubana, 10% por año: se triplicó el PIB, entramos en el CAME, creamos el Poder Popular —una forma de descentralización, pues hasta ese momento una farmacia que estaba en Baracoa se dirigía desde La Habana—, y se retomó la política de industrialización. En el Informe del Primer Congreso del Partido se consideró que la etapa principal de la transformación agrícola había tomado quince años y que había que impulsar el proceso de industrialización; por supuesto, estaban los créditos del campo socialista, y en medio de ello el bloqueo. No hay que olvidar que en el año 64 el gobierno del Reino Unido fue llevado al banquillo de los acusados, al Consejo de la OTAN, por venderle a Cuba mil ómnibus Leyland viejos, pues supuestamente servirían para transportar tropas; ni que toda América Latina, excepto México, rompió relaciones con nosotros luego de la reunión de la OEA en Punta del Este, y que no nos dieron créditos hasta después de 1970, cuando el precio del azúcar llegó a mil dólares la tonelada. En tal escenario, si la fortaleza que demostró el sector estatal en Cuba es difícil medirla en números, lo es más cualitativamente. Después desapareció el campo socialista, el PIB y las importaciones descendieron a la mitad, mientras las exportaciones bajaron en 75%. De manera que ha sido un inmenso logro haber resistido. ¿Con qué no estamos satisfechos? Con los resultados agrícolas, porque se ha invertido mucho en ese renglón: de nueve mil tractores pasaron a ser noventa mil; de doscientas cincuenta combinadas arroceras a cinco mil; de utilizar ciento setenta mil toneladas de fertilizante en 1957 a un millón y medio en 1985; introdujimos los herbicidas y la inseminación artificial en 1962 —solo cuatro años después de haberse experimentado en Escocia—; la tercera parte de nuestros centros de investigación en 1990 estaba dedicada a la agricultura. Es decir, indudablemente caminamos por caminos que nadie suponía que debíamos tomar. Julio César Guanche: Figueras, ¿qué otro rubro específico usted cree que debería desarrollarse con más fuerza, además de lo que señala respecto a la agricultura? Miguel A. Figueras: Hemos sido extraordinariamente tímidos en estimular las exportaciones. Exportar es diez veces más difícil que sustituir importaciones. Si alguien nos pagaba mil dólares por cada tonelada de azúcar, qué estímulo teníamos para exportar otro renglón. Entramos en el 78 D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche Período especial con una estructura muy distinta a la de los vietnamitas; sin embargo, ellos ante una situación similar cambiaron toda su estructura: hoy son el segundo exportador de café del mundo. Julio César Guanche: ¿Cuál es la proyección de futuro del sector público?, ¿qué factores inciden en cada país en su evolución?, ¿cuáles lo impiden?, ¿qué factores contribuyen a que haya, por ejemplo, una mayor producción de servicios con un peso importante en ese sector pero también un aumento del control de la sociedad sobre lo que se produce desde él?, ¿cuáles de las corrientes en curso favorecen, obstaculizan ese desarrollo? Martha Pérez Rolo: Dentro de nuestro proyecto socialista, en la actualidad estamos en un período importantísimo de cambio del modelo de gestión. En él vale la pena hacer referencia a temas como la separación de las funciones estatales y las empresariales, lo que considero vital para poder desarrollar el país, la industria; así, el Estado será realmente un organismo regulador y no ejecutor directo. Además, es necesaria la extensión y diversificación de las organizaciones no gubernamentales. Reitero, es un momento crucial para el desarrollo de las cooperativas. Hay varios Lineamientos relativos a estas, y se hace mención a las de primer y segundo grados, ya no agrarias; pero también se habla de las pymes. Miguel A. Figueras: Existen varias rutas por las cuales se va a transitar; una es la desestatalización; reducir las funciones de los organismos, los órganos provinciales, los municipales; trasladar las funciones a las empresas, así como parte de las recaudaciones para que tengan ingresos los órganos locales; desarrollar un mercado mayorista para lograr la eficacia, y promover la inversión extranjera. Por otra parte, se dice que las empresas estatales que tengan pérdidas sostenidas y quiebren podrán trasladar, arrendar o vender sus equipamientos e instalaciones al sector privado. Al inicio de mi intervención mencioné que, tras las dos reformas agrarias, 75% de las tierras eran estatales; Martha ahora informa que 65% son privadas o cooperativas. Esa es una gran transformación en la agricultura, una completa reorganización. Incluso se modificó el Decreto Ley 259 para aumentar la cantidad de tierra que se puede dar en usufructo y el tiempo del contrato. En los Lineamientos se habla de abrir un espacio al sector privado, al productor: «Intensificar la reestructuración y el redimensionamiento del plantel industrial incluyendo venta o entrega en arrendamiento o usufructo a formas no estatales de propiedad». «En el turismo, la oferta no estatal en alojamiento, gastronomía y otros servicios se continuará desarrollando como oferta turística complementaria», o sea, el sector privado complementará al estatal. «Fomentar el diseño de nuevas formas organizativas no estatales en la transportación de pasajeros». «Adoptar nuevas formas organizativas en la construcción, tanto estatal como no estatal». Julio César Guanche: Ahora le paso la palabra al público para que comente y pregunte sobre este tema. Carlos Alzugaray: Yo viví en Argentina entre 1973 y 1977. Allí varios sectores estaban en manos de empresas públicas, estatales: Aerolíneas Argentinas, Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, industrias militares de la nación, y los argentinos consideraban que estas se caracterizaban por tres cosas: corrupción, burocracia e ineficiencia en los servicios. ¿No habría que pensar en una diversificación mayor de las variantes del sector público?, ¿no sería pertinente ver todas las variantes posibles de ese sector e incorporar el concepto «respondibilidad», derivado del término accountability?; es decir, el sector público tiene que ser controlable por la sociedad, por el pueblo. Y eso, a pesar de que parece registrado en algunas de las regulaciones actuales cubanas, no se cumple. En muchos centros laborales supuestamente se discute con los trabajadores el presupuesto y su empleo, pero en realidad no es así. ¿Qué opinan los panelistas sobre la accountability? Ovidio D’Angelo: Nuestro sector público no ha sido muy público; sí en el servicio que presta, pero no en relación con el ejercicio de control y de gestión que sobre él debe ejercer la ciudadanía. Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal 79 Antes creímos que mientras más estatal fuera todo más socialistas seríamos, y ahí erramos el camino, donde el monopolio estatal significó un aplastamiento de todo. Ahora estamos intentando dar una vuelta de tuerca, y en ella parece que el sector no estatal es el que vendría a resolver el problema. En otros Congresos del Partido las cooperativas estaban consideradas en la Plataforma Programática como formas socialistas de producción; ahora son formas no estatales y se asimilan al sector privado, lo cual resulta una contradicción. Quizás el reto está en declarar que la empresa estatal socialista es la base de nuestra unidad económica, o en tener en cuenta formas de gestión popular, que no se expresan en los Lineamientos, y que puedan influir tanto sobre el presupuesto como en decisiones concretas en las empresas, el Estado y en todos los niveles. Me parece que el rumbo ahora es un sector público que sea realmente público y ejercido por el poder público. Ramón García: Respecto al tema del manejo de lo público, advierto que es todo un campo de luchas sociales. Recordemos las batallas entre estatistas y civilistas en la década de los 90. En 1988, Roberto Fernández Retamar me encargó emprender un estudio sobre fundaciones; al respecto en Cuba no había experiencia, solo habían existido tres desde los tiempos de la República. Recientemente publiqué un artículo titulado «Civilismo a debate» en el que distingo entre formas dirigistas, privatistas y autogestionarias del manejo de la cosa pública. Cuando al cuentapropista se le deja así fracturado se está tributando a un privatismo. Diferente es cooperativizar al cuentapropista e insertarlo en un modelo de autogestión municipal. Mayra Espina: Me gustaría oír la opinión de los panelistas sobre tres elementos. El primero está relacionado con no confundir público con estatal. Segundo, está ocurriendo un proceso de desestatalización, pero sobre todo de reconfiguración de lo público, y no solo por los procesos macroestructurales de la reforma planificada, sino desde hace muchos años por procesos que se dan en el campo de las microprácticas, mucho más espontáneas. En esa nueva circunstancia, ¿qué papel tiene lo estatal, como coordinador, como responsable por la equidad social, como ese ente que permite un manejo de lo público desde una visión más horizontal? Y un tercer comentario sobre algo que ya el panel abordó: la posibilidad de la eficiencia de lo estatal productivo dentro de lo público, y las formas autogestivas. ¿Qué factores han provocado que en muchas circunstancias el empresario público no sea eficiente, y qué se podría hacer? Manuel David Orrio: El primer problema que tenemos en Cuba es no tener claro qué es el Estado. Cuando hablamos de la propiedad pública podemos hacer referencia a la del Estado, pero también a la del municipio, a la de la provincia, y, por supuesto, a la de otros entes no estatales, pero ante todo hay que conceptualizar, inclusive en un marco jurídico de deberes y derechos, qué es el Estado, la provincia, el municipio. Uno de los grandes problemas que ha tenido el país a lo largo de estos cincuenta años —con todos sus logros y deficiencias— es la improvisación, y una de sus causas, en virtud de la cual un ministro se puede meter en una bodega, y saber qué sucede, es precisamente esa ausencia de conceptualización. No hay que tenerles miedo a los términos; una cooperativa es una propiedad privada. Marx decía que la propiedad social eran las cooperativas unidas por un plan único de la economía, y que la propiedad social sobre los medios de producción era la negación de la negación de la propiedad privada. Enrique López Oliva: Se ha hablado de la diversidad de las organizaciones no gubernamentales, y en este sentido me gustaría que los miembros del panel tuvieran en cuenta el papel de la religión en este proceso. Camila Piñeiro: 80 Conceptualizando, empezaría por aclarar que lo público incluye, en primer lugar, al Estado, así como otras instituciones, fundaciones, etc. En el contexto cubano actual interesa cómo mejorar el funcionamiento del Estado cubano. En las ciencias políticas D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche este se asocia a esa estructura que va de lo central a lo local. ¿Cómo mejorar ese sector público? Socializándolo. ¿Cómo hacer que responda a los intereses sociales? Entendiendo por intereses sociales los de la mayoría de la población, de los ciudadanos. Después de ese preámbulo, pregunto a los panelistas: ¿cómo se logra en Canadá que el Estado responda a intereses sociales, teniendo en cuenta la interrogante sobre la accountability?, ¿cómo eso podría lograrse en Cuba? Considero que estamos creando dicotomías entre lo privado y lo estatal o lo social; las relaciones de propiedad son complejas. ¿Cómo socializar lo público? ¿Por qué no intentamos también socializar lo privado? Julio César Guanche: Devuelvo la palabra al panel para que responda las inquietudes y preguntas del público. Miguel A. Figueras: En relación con la propuesta de diversificar las variantes del sector público, debemos recordar que en la medida en que vayamos implementando los 313 Lineamientos, surgirán otras ideas, otras alternativas. Ciertamente habrá que buscar variantes para mejorar el funcionamiento del sector público que será mayoritario, y si ese no funciona bien a pesar de las cooperativas, de los productores privados, y de la descentralización hacia ese sector, la economía tampoco lo hará, y ahí las grandes empresas tienen que ganar en eficiencia y mejorar los métodos de dirección de dicho sector, empezando por la planificación, las regulaciones, y la simplificación de estas últimas, que, muchas veces, entorpecen el trabajo. Todo el aparato estatal productivo se va a simplificar; en 1994 ya se había reducido en un tercio el número de ministerios, en el futuro se reducirá aún más. No creo que estemos en un proceso de privatización sino en uno que pretende buscar los equilibrios y la eficiencia adecuados sin renunciar al proyecto socialista. En este caso socialista no quiere decir 100% estatal. Ahora estamos buscando que en los municipios se generen nuevas ideas y trasladar actividades a los productores municipales, sean estatales o privados. Martha Pérez Rolo: Es importante saber que el Estado está haciendo una reorganización completa en este momento. Teníamos un macroestado que no desempeñaba el papel que le correspondía en relación con el sistema productivo, las empresas, que son las que producen. La función de la administración central del Estado va a ser fundamentalmente reguladora, de planificación. En ese sentido, tiene que estar también el control ciudadano, que de alguna manera se implementará. Estamos transformando el modelo de gestión, que se está estudiando muy sensatamente y despacio. Por otro lado, la religión está desempeñando un papel cada vez mayor dentro de la sociedad civil; y es bueno señalarlo. Dianne Cunningham:Voy a poner varios ejemplos de cómo funciona el sector público en Canadá. Federalmente, el gobierno de mi país es el responsable de las grandes carreteras; las municipalidades, por su parte, lo son de aquellas que están dentro de su propia jurisdicción; la cuestión es quién va a construirlas y repararlas. Para esos casos contratamos al que haga el mejor trabajo al menor precio, o sea, hay un poco de competencia. En las provincias, las carreteras son construidas por el sector privado; para ello el gobierno federal suministra un poco de dinero a dicho sector. También se han considerado otras variantes, pero por lo general las carreteras están a cargo del sector privado, que tiene grandes equipos y trabaja con mayor rapidez. Si el resultado final no es bueno no reciben el contrato la próxima vez, así es como funciona a todos los niveles. Respecto al cuidado de los niños, el gobierno federal decidió que hubiera opciones en todas las provincias. En Ontario, por ejemplo, una mitad del sistema educativo es pública y la otra privada. Los padres escogen el sector que mejor funcione. De hecho, tenemos inspectores para los lugares públicos y los privados, y se les aplica las mismas reglas. Si hay alguien que no las respeta, no le damos el dinero, y si hay un operador privado que no cumple las normas, lo cerramos. ¿Cómo obtiene dinero el operador privado? Muchas veces las personas pagan por lo suyo, pero otras el Estado los ayuda. El país no funciona igual en todas partes, de manera que tenemos opciones. Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal 81 Julio César Guanche: Dinamizar y recuperar un debate sobre lo público es, sobre todo, una discusión sobre qué es la ciudadanía, y qué le pertenece, y cómo algo que pertenece al Estado y a lo público pues en primer lugar es de los ciudadanos y ellos son los que deben controlar; si no, solo se trata de entidades abstractas como el Estado, el gobierno, lo público, lo no público. Un tema que quizás no estuvo suficientemente abordado es el de la descentralización. ¿Qué responsabilidades conserva el Estado a la par que está obligado a descentralizar?, o sea, la cuestión no es quitarse responsabilidades de encima, sino cómo encarar en un nuevo contexto de descentralización las que le correspondan también como Estado. Debatimos acerca de una reconfiguración ya no solo de lo público, sino del Estado, entendido no ya como único sujeto de la construcción social, sino como actor que comparte un espacio político con otros. Ello es fundamental para diversificar lo que se entiende como público y hacerlo público verdaderamente y que en ello haya transparencia. Por último, me gustaría recuperar las reflexiones de la mesa en torno a aprender de la experiencia, de los éxitos de otros lugares, aprender a colaborar, escuchar, y a participar de manera que nos sintamos parte del proceso de control y de gestión. Participantes: Dianne Cunningham: Directora del Centro de Políticas Públicas y Gestión de la Escuela de Negocios de la Universidad de Ontario, Canadá. Miguel A. Figueras: Economista. Asesor del Ministro del Turismo. Martha Pérez Rolo: Profesora titular de la Universidad de La Habana y del Centro de Gestión Empresarial, Superación Técnica y Administrativa (GESTA), del Ministerio de la Industria Básica. Julio César Guanche (moderador). Jurista. Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y miembro del Consejo Editorial de Temas. , 2014 82 D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche ENTRETEMAS En esta entrega se habla de formas de propiedad, gestión económica e investigación cultural. El Premio Temas de Ensayo 2013 en la categoría de Ciencias sociales —primer texto de esta sección—, considera la implementación de un nuevo modelo de gestión económica en el sector agropecuario cubano. En el siguiente, la historia oral se propone como método para profundizar en la coyuntura del cambio azucarero cubano. El último discute acerca de capitalismo y socialismo real, desde una perspectiva crítica. Premio Temas de Ensayo 2013 (Ciencias sociales) Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola Armando Nova González Economista. Centro de Estudios sobre la Economía Cubana. Universidad de La Habana. E l sector agropecuario es muy complejo y en él se combinan las leyes económicas y las biológicas. Es un sector primario, donde se generan productos alimenticios de origen vegetal y animal, materias primas para la industria, fondos exportables y energía renovable. Por ello resulta imprescindible para el desarrollo económico. Téngase en cuenta que en él se crean mercancías destinadas al consumo y, a la vez, una parte importante de los medios de producción demandados por la agricultura y la ganadería.1 Entre sus peculiaridades se encuentran: la existencia de tres formas de propiedad (cooperativa, estatal, privada), la interrelación de los procesos económico y natural de la reproducción, el hecho de que la tierra, los cultivos y los animales son medios de producción; formas organizativas propias del proceso agrícola productivo y la incidencia en este de factores como los ciclos temporales y climáticos. La razón fundamental por la cual el sector agropecuario resulta estratégico, radica en su efecto multiplicador. Participa directa e indirectamente en la conformación del PIB, al que tributan la agroindustria cañera y sus derivados, la alimentaria, la tabacalera, la fabricación de bebidas y licores, y otras industrias como la del cuero, la de sogas y cordeles, la maderera; de igual modo, la producción de energía y la transportación y comercialización de productos agrícolas, beneficiados o no. 84 n. 77:González 84-91, enero-marzo de 2014 Armando Nova Se estima que alrededor de una quinta parte del PIB de Cuba depende de la actividad agropecuaria. Además, ese sector aporta alrededor de 40% de las calorías y 37% de las proteínas que se consumen en la Isla por día (el resto proviene de productos importados); y emplea de modo directo cerca de la quinta parte de la población económicamente activa. De lo anterior se puede deducir que la economía familiar de unos cuatro millones de personas depende directamente del desempeño de la esfera agropecuaria. Esta se encadena con diversas ramas de la economía nacional, como la industria mecánica, la ligera, la química, la eléctrica. El sistema agroindustrial cañero contribuye (a través del efecto bosque de las plantaciones) a balancear la emisión y absorción de CO2; también genera energía renovable y no contaminante a partir de la biomasa de la caña de azúcar, por ejemplo, biocombustible y biogás, lo cual da lugar a importantes ventajas económicas, sociales, territoriales y ambientales. De igual forma, con los subproductos y derivados de la caña se obtienen múltiples producciones con alto valor agregado. Actualmente, la humanidad enfrenta tres grandes problemas que comprometen su futuro: millones de seres humanos viven en condiciones de hambruna, hay déficit energético y urge preservar el medioambiente. El sector agropecuario debe contribuir a la solución de estos. Problemas actuales de la agricultura y la ganadería El sector agropecuario y la economía cubana La insuficiente producción nacional de alimentos constituye un problema sostenido de la economía c ubana. 2 En los últimos cinc uenta años ha motivado una gran dependencia de mercados foráneos y elevadas erogaciones de divisas para la importación de comestibles (aunque la mayoría de ellos se pueden producir en la Isla bajo condiciones de competitividad). Se estima que, al cierre de 2012, el monto de lo invertido por ese concepto haya superado los dos mil millones de dólares norteamericanos.3 Dinámica de las importaciones 2002-2011 (MUSD) 2008 2009 2010 2011 14 249,234 8 906010 10 646 831 13 956 000 De ello: Alimentos (%) 2 544 822 17,8 1 755 604 19,7 1 700,000 17,0 1 835 000 14,0 Destinos: Humano Animal 2 280 401 264 421 1 524 645 230 959 1 450 000 250 000 1 585 000 250 000 Importación total Fuente: Elaborado por el autor a partir de los Anuarios Estadísticos ONE 2002-2011 y otras referencias. La problemática actual del sector agropecuario se puede resumir así: desciende la producción agrícola y ganadera, se registran extensiones importantes de tierras ociosas (más de dos millones de hectáreas), crecen los volúmenes de importación de alimentos. Es evidente que las fuerzas productivas aún se encuentran detenidas y la necesidad de transformar las relaciones de producción de forma sistémica; para ello resulta imprescindible analizar cómo está resuelto el problema de la propiedad y cuáles son las transformaciones necesarias para lograr la realización de esta.4 Ante tales hechos, resulta paradójico obviar los resultados obtenidos en las diversas instituciones científicas existentes en el país, que disponen de una base material (aunque descapitalizada en gran medida por años de crisis económica), y de capital humano importantes. El hecho de que la alimentación constituya un problema no resuelto se debe no solo a la insuficiente producción nacional, sino también a las posibilidades de la población de acceder a los alimentos (relación ingreso-precio), en lo cual inciden los mercados segmentados, la dualidad monetaria (ausencia de una tasa única de cambio para el sector empresarial y la economía en su conjunto) y otros factores. sustitución importaciones de alimentos incremento exportación de bienes problema energético energía renovable SECTOR AGROPECUARIO INSUFICIENTE PRODUCCIÓN alimentación salario insuficiente unificación monetaria sector empresarial unificación de mercado interno de alimentos precios elevados Desde el año 2007 hasta el presente se han implementado medidas encaminadas a reactivar este importante sector, que conduzcan a aumentar la producción, la sustitución de importaciones de alimentos y la generación de excedentes para ampliar las exportaciones de bienes. Entre ellas se encuentran: incremento, para los productores, del precio de la leche, la carne bovina y productos agrícolas; proceso descentralizador de funciones dentro de la actividad agrícola —el municipio es considerado el espacio clave para la toma de decisiones—; simplificación de estructuras y atribuciones ministeriales relacionadas con las actividades generadoras de la producción primaria y el procesamiento de alimentos.5 Recientemente se han dado pasos en cuanto a la libre contratación de fuerza laboral, la ampliación del microcrédito agrícola, la descentralización paulatina de la comercialización de los productos agrícolas (a la entrega al mercado minorista se suma la venta directa a hoteles y establecimientos gastronómicos del turismo, como opción adicional al sistema aún vigente que incluye a la Empresa Estatal de Acopio y a la de Frutas Selectas). También se emitió el nuevo Reglamento General de las UBPC.6 Sin embargo, la medida más importante ha sido la entrega de tierras agrícolas sin cultivar bajo condiciones de usufructo a personas naturales.7 El Decreto Ley 259 y el 282 establecían el pago de un impuesto sobre el uso de la tierra (pudiera interpretarse como un arriendo), por un período, renovable, de diez años.8 El Decreto Ley 300,9 que deroga los antes citados, no menciona el cobro de ese impuesto ni se refiere a la Ley Tributaria.10 Hacia un nuevo modelo agrícola y de gestión económica Durante cerca de cuatrocientos años y hasta principios del siglo xx, la agricultura cubana se caracterizó por el predominio de la pequeña y mediana propiedad. Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola 85 Sector agropecuario 1774-1890 (UM. Uno) 11 Año Ingenios Haciendas Propiedades azucareros ganaderas pequeñas * privado (incluye al nuevo usufructuario). Estos suelen obtener los mejores resultados.13 Cafetales Población 1774 481 1 591 10 140 3 171 620 1792 478 339 73 814 N/D 272 301 1827 1 000 1 140 22 579 2 067 704 487 1862 1 365 6 175 48 775 782 1 396 530 1890 1 119 375 34 923 188 1 631 687 Años Total Estatal No estatal UBPC CPA CCS y sector privado** 2007 100 35,8 64,2 36,9 8,8 18,5 2011-2013* 100 17,0 83,0 23,0 9,0 51,0 * Sitios, vegas, estancias, potreros. Las poblaciones de 1862 y 1890 corresponden a datos de 1861 y 1887 respectivamente. *Estimado. **Comprende a los beneficiados por los Decretos Leyes 259, 282 y 300. Tras el establecimiento de la República en Cuba, el capital norteamericano irrumpió con fuerza y propició el surgimiento del latifundio, que acentúo las desigualdades, separó al productor agrícola de la tierra, desarrolló un modelo sustentado en el monocultivo y la monoexportación.12 Esto perduró hasta la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria, en mayo de 1959. De igual forma, condujo la economía cubana a una mayor dependencia de las importaciones de alimentos. El modelo que se avizora se proyecta hacia la diversidad de actores económicos: las CCS, el sector privado (comprende a los usufructuarios), las CPA, las UBPC y las entidades estatales. No obstante el predominio de la pequeña y mediana empresa no estatal, tanto en la tenencia como en la propiedad de la tierra, el movimiento es en espiral y encierra cambios cualitativos, pues no significa retornar exactamente a la situación registrada a finales del siglo xix, sino a una modalidad que si bien tiene sus raíces en las formas predominantes en aquel contexto, se ve fortalecida por el cooperativismo. Este modelo agrícola requiere el desarrollo de relaciones horizontales de colaboración económica entre los productores asentados en cada territorio, en busca, en primera instancia, de soluciones a problemas locales. Para ello es útil crear asociaciones de productores con objetivos e intereses comunes, integradas por representantes de las entidades implicadas y conducidas por un presidente y un secretario; dichos cargos deben ser elegibles por la mayoría y rotativos. Mientras más distribuida se encuentre la riqueza menores serán las desigualdades y el modelo agrícola y socioeconómico será más justo. José Martí escribió: «Es rica una nación que cuenta muchos pequeños propietarios».15 En ese sentido, resulta imprescindible que las cooperativas obtengan resultados económicos satisfactorios. Existen al menos tres aspectos por los cuales se requiere transitar, y resolver, para que la gestión económica consolide el nuevo modelo del agro cubano:16 Cambios institucionales: 1959-2012 Entre 1959 y 1990, la forma de propiedad predominante en el modelo agrícola fue estatal, con elevada concentración de la propiedad y uso de la tierra en manos del Estado; es decir, empresas sobredimensionadas, caracterizadas por el gigantismo. En menor medida existieron formas cooperativas: la de Producción Agropecuaria (CPA) y las de Créditos y Servicios (CCS), así como un reducido grupo de propietarios privados individuales. En 1993, en el momento más agudo de la crisis económica (el llamado Período especial), se crean las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), a partir de la desintegración de la sobredimensionada empresa estatal. Dichas entidades, unidas a las CPA y las CCS, hicieron que el cooperativismo fuera el modelo agrícola predominante en el período 19932010, la base fundamental sobre la cual se ha erigido el sistema económico empresarial agrícola cubano. Las UBPC han tenido el mayor peso dentro de las formas cooperativas existentes; sin embargo, han trabajado desde su creación bajo restricciones adicionales que han limitado su desempeño y potencialidades. Como consecuencia, se les considera una forma transfigurada de la empresa estatal. La actual distribución de tierras ociosas conduce hacia un nuevo escenario y modelo agrícola, que establece y consolida el predominio de las formas no estatales, particularmente las CCS y el productor 86 Formas de tenencia de la tierra (%)14 Armando Nova González • Lograr la realización de la propiedad (aunque se han dado pasos en este sentido, aún es insuficiente). El modelo de gestión económica vigente en el ciclo producción-distribución-cambio-consumo no facilita tal realización; se requiere un nuevo modelo. • El reconocimiento de la existencia real y objetiva del mercado, en función complementaria de la planificación. Implica alcanzar el equilibrio necesario entre ambos. • Aplicación del enfoque sistémico en el ciclo producción-distribución-cambio-consumo, costosistema de precio y la necesaria interrelación de este con la macro y la microeconomía. Para establecer este modelo de gestión económica se requiere la implementación de medidas como: • Consolidación de un mercado de insumos y bienes de producción, donde el productor pueda —de acuerdo con la capacidad de compra generada por sus resultados productivos— adquirir lo que necesite, en el momento oportuno y a precios que se correspondan con los dividendos obtenidos por su trabajo. • Que el productor pueda decidir, de acuerdo con el comportamiento del mercado y los requerimientos sociales, lo que va producir, y a quién y dónde vender. • Diversificar las formas de comercialización: ■■ Crear diversas cooperativas comercializadoras de segundo grado.17 Su campo de acción debe extenderse hasta los mercados concentradores, las ventas directas a centros turísticos, restaurantes e industrias procesadoras, la exportación y la entrega al mercado minorista. Todo ello como parte de la cadena productiva y de valor (producción-distribución-cambio-consumo). Los valores obtenidos a lo largo del ciclo deben emplearse en incentivar a los productores. A la vez, se requiere transformar el modelo económico en su conjunto para que los creadores de la riqueza puedan satisfacer tanto las necesidades productivas como las personales y familiares. ■■ Propiciar la comercialización a título individual, de acuerdo con la logística y las formas organizativas que se establezcan. ■■ Ampliar los puntos de venta minorista. ■■ Garantizar la multiplicidad de participantes; además de las cooperativas comercializadoras y los vendedores individuales, debe actuar la Empresa Estatal de Acopio. • Que el productor pueda contratar libremente la fuerza laboral que necesite. • Quienes se inician en la producción agropecuaria deben contar con el financiamiento necesario y asistencia técnica periódica. Estas medidas permitirían la realización de la propiedad —así el productor se sentiría dueño de sus decisiones y resultados—, y la adecuada utilización del mercado como herramienta para lograr una mejor distribución y buscar la eficiencia, velando por el comportamiento adecuado de este. Todo lo anterior favorecería el cierre exitoso del ciclo productivo, bajo un enfoque sistémico, y por lo tanto, serían de esperar incrementos notables en la producción de alimentos. Resulta importante destacar, que el proceso de cooperativización extensivo a todos los sectores económicos del país, posibilidad incluida de forma explícita en los Lineamientos de la Política Económica y Social, 18 se encauza hacia lo planteado por los fundadores del marxismo: [L]a producción cooperativa [...] ha de sustituir el sistema capitalista […] las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista.19 De igual forma, en el contexto de la implementación de la Nueva Política Económica (NEP), Vladimir I. Lenin manifestó algo que sus sucesores en la URSS no consideraron: «el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo».20 Teniendo en cuenta los Lineamientos…, es imprescindible dejar bien claro lo referido al arriendo o relación de alquiler21 y a las diferencias y vínculos entre la propiedad jurídica (la tierra es propiedad del Estado) y la económica (recae sobre el productor beneficiado por la entrega de tierras ociosas). Al no mencionar el cobro de un impuesto sobre el uso de la tierra, el Decreto Ley 300 no prepara un escenario adecuado para la definición y separación de ambos tipos de propiedad, para la delimitación de derechos. El arriendo y la renta diferencial del suelo, constituyen aspectos que requieren ser analizados con profundidad al definir el modelo agrícola cubano. Otro tema importante es la planificación y su vínculo con el mercado.22 La función de la primera surgió cuando Marx buscó una solución a las crisis de superproducción y comerciales de su época. Él la concibió como una vía para enfrentar la producción y la competencia anárquicas, pero no contrapuesta al mercado. Si bien es cierto que la planificación es una herramienta necesaria y que en los últimos cincuenta años la economía cubana no ha manifestado ninguna crisis de superproducción, esto no se debe a esa práctica, sino más bien a limitaciones económicas. La planificación aplicada en Cuba hasta el presente ha tenido como base la restricción y no la demanda. Además, ¿de qué planificación se habla? ¿De la dedicada a los más mínimos detalles, sin margen de maniobrabilidad ante las realidades de la vida práctica, desprovista del enfoque sistémico, o de la planificación flexible, dirigida de forma sistémica hacia los aspectos macroeconómicos, que actúa en complementariedad con el mercado y busca la racionalidad, la eficiencia, el desarrollo equilibrado, territorial y en armonía con el medioambiente? Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola 87 El mercado será una realidad objetiva mientras existan las relaciones monetario-mercantiles y el dinero. Al Estado le corresponde promover la eficiencia, lograr la equidad social y la estabilidad, pero los mecanismos del mercado ayudan a determinar los precios, la distribución, a elevar la productividad. Además, el Estado observa y regula el mercado de forma indirecta, a través de programas de impuestos, intereses bancarios y otras regulaciones. Los mecanismos del mercado son necesarios para enfrentar las limitaciones del sector agropecuario cubano. Sin embargo, llama la atención que en los Lineamientos… se expresa, de forma categórica: «Primará la planificación y no el mercado». Más adelante, dice: «La planificación tendrá en cuenta el mercado, influyendo sobre él y considerando sus características».23 Es decir, este continúa siendo un elemento no comprendido, ni aprovechado. El nuevo Decreto Ley 300 y el modelo agrícola Este Decreto ofrece solución a dos de los cuatro aspectos no resueltos en los decretos leyes 259 y 282: el derecho a la vivienda y el factor hereditario.24 No obstante, el hecho de que por lo general las viviendas se construyen para que duren tres décadas o más, y el usufructo de la tierra debe renovarse, o finalizar, cada diez años, genera cierto grado de incertidumbre para el trabajador agrícola —algo contradictorio, pues se pretende lograr estabilidad en el asentamiento de los productores y sus familias, es decir, repoblar el campo cubano. Entre los aspectos del Decreto que atentan contra la autonomía del productor y dificultan la instauración del nuevo modelo agrícola se encuentran, además: • Establece que las personas naturales vinculadas con granjas estatales, UBPC, CPA y CCS, solo podrán adquirir insumos agropecuarios, recibir servicios y comercializar sus producciones, a través de dicha entidades. (Prácticas más flexibles se encuentran en fase de experimentación, pero no han sido aprobadas por completo para todo el país.) • Mantiene una limitante de los decretos derogados: si el productor incumple las obligaciones suscritas en cuanto a comercializar los productos, pierde el usufructo. • Los vinculados a las CCS no pueden aspirar a tener hasta 67,1 ha, aunque esas cooperativas son las más eficientes. El nuevo reglamento de las UBPC también incide negativamente, pues muchos de sus artículos restan autonomía a esas entidades.25 Por ejemplo: • No son reconocidas como empresa, sino como «organización económica y social cooperativa» (Art. 1). 88 Armando Nova González • Para constituir una UBPC, es imprescindible el «dictamen sobre factibilidad económica y legal de la solicitud, elaborado por la empresa a partir de la cual surge la UBPC» (Art. 4) y es el ministro de la Agricultura quien la autoriza (Art. 6). • El objeto social es evaluado y aprobado por el delegado o director de la Agricultura en el municipio, «oído el parecer de la empresa a cuyo sistema de producción la UBPC se vincula» (Art. 8.1). Esa empresa, además, «controla el cumplimiento de las normas técnicas que rigen el proceso productivo y la contratación» (Art. 17) y participa en la elaboración de la propuesta del programa de desarrollo (Art. 19). • Se establece que los «abastecimientos y servicios que requieran las UBPC [...] se obtendrán directamente de las personas naturales o jurídicas legalmente facultadas mediante contrato escrito» (Art. 21.1), pero no se especifica cuáles son ni se puede interpretar que ello compete a las empresas a las cuales están vinculadas. Si es así resulta una manifestación más de la falta de autonomía (La Empresa, el intermediario que le resta autonomía). • «El proceso de revocación [de quienes administran] pueden promoverlo excepcionalmente el delegado o director de la Agricultura en el municipio, el secretario del Sindicato a esta instancia, quienes podrán incluso convocar a la Junta de administración y a la Asamblea General» (Art. 29). ¿Por qué el Sindicato si sus integrantes son dueños y cooperativistas? Mantener en el nuevo Reglamento la presencia, como agente intermediario, de la empresa a la cual se vincula la UBPC no favorece el modelo de gestión económica que se requiere para lograr el cierre exitoso del ciclo productivo. Las CCS y las CPA nunca han tenido esa limitación y la mayoría funciona de forma eficiente, aunque sí dependen de algunas autorizaciones y decisiones de la empresa estatal municipal. ¿Cuál es la razón económica y de gestión para insistir en mantener estos intermediarios? Evolución del sector agrícola cubano entre 2009 y 2012 Durante los años transcurridos desde las primeras medidas adoptadas (a partir de 2007), los resultados no han sido los esperados:26 2009: La producción agrícola y ganadera, en conjunto, cerró con un nivel de 100,5%, en relación con el año anterior; mientras los alimentos de origen vegetal crecieron en 5,6%, la carne descendió en 4,6%. 2010: El sector decreció 2,8%. La producción agrícola y ganadera disminuyó en doce renglones fundamentales: arroz, carne de cerdo y de ave, huevos, El modelo que se avizora se proyecta hacia la diversidad de actores económicos —las CCS, el sector privado, las CPA, las UBPC y las entidades estatales—, y requiere el desarrollo de relaciones horizontales de colaboración entre los productores asentados en cada territorio, en busca, en primera instancia, de soluciones a problemas locales. hortalizas, frijoles, tubérculos (papa, malanga), cítricos, entre otros. 2011: La producción agropecuaria creció 8,7% (la agricultura, 11,5 y la ganadería, 6%), según lo reportado por la ONE. No obstante, disminuyó la oferta de alimentos, lo cual favoreció el incremento de los precios para la población. Ese año, los mayores crecimientos se registraron en: plátano (17,2% —en especial el plátano vianda creció en 98 000 toneladas), arroz con cáscara húmedo (43,7% —que representa 139 800 toneladas, y una vez listo para el consumo, 70 000 toneladas más), y frijol (66,1% —significa un aumento de 29 000 toneladas). Los tubérculos y raíces decrecieron 2,5% (equivalente a 28 600 toneladas menos). La papa y el boniato registraron el descenso más significativo. También disminuyeron el ajo (13%) y los cítricos (24%). En cuanto a la producción de azúcar, en la zafra 20092010 había disminuido hasta niveles extremadamente bajos, las de 2010-2011 y 2011-2012 mostraron una ligera recuperación. Aumentó la producción de carne vacuna (4,4%), para una ganancia aproximada de 600 toneladas. También la porcina, cuyo incremento fue de 4 900 toneladas. No obstante, la masa ganadera porcina mantuvo la tendencia decreciente iniciada en 2009. En ambos casos, se debió a una mayor cantidad de animales sacrificados y a un ligero incremento en su peso promedio. Si bien aumentó la producción de huevos, descendió la de carne de ave. Asimismo, disminuyó la producción de leche en 51 millones de litros y se redujeron las entregas directas a la población (21,3 millones de litros menos) y a la industria (27,3 millones de litros menos). Ese decrecimiento pudiera haber representado para la economía cubana erogaciones en divisas adicionales de alrededor de 21,9 millones de dólares.27 Ante la importante reducción de las ofertas, durante 2011 se registró un incremento del precio promedio de todos los productos agrícolas y cárnicos. El de los primeros ascendió 24,1% y los cárnicos, 8,7%. Ello resulta contradictorio, teniendo en cuenta el aumento reportado de la producción agrícola y ganadera en ese año. 2012: La producción agropecuaria disminuyó 1,3%: la agricultura creció 1,7%, pero decreció la ganadería a 4,3%. Dentro del primer grupo crecieron las producciones de viandas (2,5%), maíz (1,8%) y arroz con cáscara húmedo (11,9%). El plátano aumentó 9,3% y logró atenuar los decrecimientos de otros alimentos. Descendieron las de tubérculos y raíces: papa (21,8%), yuca (4,1%) y otros tubérculos (14,8%) y también las de hortalizas —tomate, cebolla, ajo, melón, col y otras— (4,0%), y frijol (4,4%). La producción de carne vacuna creció solo 0,8 y la de leche 1,8% (9,2 millones de litros), por lo que se realizaron importaciones por un valor entre 180 y 200 millones de dólares. Durante el año, la producción de carne porcina disminuyó 7,8%, aunque la existencia de ganado creció 0,6%. La cantidad de huevos decreció 4,1% (83,9 millones menos), así como la de carne de ave (0,8%). Factores desfavorables En ocasiones se atribuye a la sequía las afectaciones a la producción agrícola y animal. Sin dudas, contribuye y es necesario prepararse de antemano para enfrentar sus efectos. Ello requiere: crear reservas de alimentos durante la primavera o período de lluvia, producir granos (maíz, soya, girasol) durante todo el año, rescatar la producción de caña de azúcar y destinarla no solo a la alimentación humana sino también a la del ganado (incluidos productos colaterales, como mieles finales, levaduras, bagacillo). Elemento determinante durante el período analizado ha sido la dilación en la implementación de las medidas plasmadas en los Lineamientos económicos y sociales…, aprobados en el VI Congreso del PCC: • Se ha retrasado la entrega de tierras en usufructo, debido a razones burocráticas fundamentalmente.28 • Persiste un mercado de insumos y medios de trabajo insuficiente, con elevados precios (recientemente se han tomado medidas orientadas a su reducción), y no ajustado a la demanda, requerimientos y especificidades de los productores y regiones. • No implementación amplia de acciones encaminadas a la descentralización de la comercialización y a la eliminación del monopolio del sistema de acopio estatal. • Tardía entrega de créditos y de asistencia técnica. • Los precios requieren de un particular análisis y valoración sistémica. Los pagados a los productores no Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola 89 resultan suficientemente estimulantes, en particular los de productos que sustituyen importaciones (pero sí se destina un monto elevado a los importados). Al comparar los precios oficiales de Acopio29 con los precios de importación30 de dos productos básicos como frijol y arroz, y también de la leche y el azúcar, y el maíz31 se aprecia el desbalance. Precios de Acopio y de importación Productos Frijol negro Frijol colorado Arroz consumo Azúcar Leche (litro) Maíz (grano seco) Acopio* (USD/lb) 0,24 0,26 0,11 0,0185 0,12 0,08 Importación (USD/lb) 0,3944 0,3944 0,2465 0,19 0,39 0,15 Precio Acopio/ precio importación 60% 65% 44% 9,5% 30% 53% * Fueron seleccionados los precios máximos establecidos en la Resolución 353/2010, del Ministerio de Finanzas y Precios. Consideraciones finales Los resultados en la producción agropecuaria, inferiores a los esperados, obedecen a que aún no se han resuelto tres problemas fundamentales: • El modelo de gestión económica vigente no garantiza la realización de la propiedad. • No hay un reconocimiento objetivo de la existencia del mercado y su función complementaria de la planificación. • Falta de enfoque sistémico en la concepción e implementación de las medidas iniciadas en 2007. La insuficiente producción de alimentos, a pesar de las potencialidades existentes y las medidas aplicadas, conduce a la insatisfacción de las necesidades alimentarias y a una elevada dependencia del mercado externo. Se requiere eliminar los obstáculos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas y para ello se propone: • Resolver los tres problemas mencionados, los cuales interactúan entre sí. • Continuar y profundizar las trasformaciones de las relaciones de producción, de la forma más acelerada posible. • Creación de un nuevo modelo de gestión económica que consolide el modelo agrícola que se avizora. Notas 1. Véase el análisis realizado por Carlos Marx acerca del proceso de reproducción: «El producto social global, y por tanto la producción total de la sociedad, se divide en dos grandes sectores: I. Medio de producción, mercancías cuya forma les obliga a entrar en el consumo productivo […] Medios de Consumo, mercancías cuya 90 Armando Nova González forma las destina a entrar en el consumo individual de la clase capitalista y de la clase obrera». El Capital, t. II, Fondo de Cultura Económica, México, DF, 1946, p. 426. 2. Véase Armando Nova González, «La agricultura cubana: medidas implementadas para lograr incrementos en la producción de alimentos. Análisis y valoración», CD-ROM Seminario Científico del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Universidad de La Habana, junio de 2010. 3. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Anuario Estadístico de Cuba, ONE, La Habana, 2009, 2010, 2011 y 2012. 4. La realización de la propiedad implica el derecho del productor a decidir qué debe producir, a quién vender lo producido, a qué precio, y poder acudir a un mercado de insumos para comprar los medios necesarios y en el momento oportuno. 5. Véase Armando Nova González, ob. cit. 6. Véase «Reglamento General de las UBPC», Gaceta Oficial de de la República de Cuba, n. 037 Extraordinaria, La Habana, 11 de septiembre de 2012. 7. En un inicio se consideró que las ociosas ascendían a 1 868 210 hectáreas, luego se han detectado unas quinientas mil más. 8. Véanse Decreto Ley 259 «Sobre las entregas de tierras ociosas en usufructo», Gaceta Oficial de Cuba, n. 024 Extraordinaria, La Habana, julio de 2008; y Decreto Ley 282 «Reglamento para la implementación de las entregas de tierras ociosas en usufructo», Gaceta Oficial de Cuba, Extraordinaria, La Habana, 29 de agosto de 2008. 9. Véase Decreto Ley 300 «Sobre las entregas de tierras ociosas en usufructo», Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 45 Ordinaria, La Habana, 22 de octubre de 2012. 10. En la Ley Tributaria se hace referencia al cobro del impuesto sobre el uso de la tierra, elemento que debió ser recogido y ampliado en el Decreto Ley 300. Véase Ley 113 «Del sistema tributario», Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 53, La Habana, 21 de noviembre de 2012. 11. Julio Le Riverend, Historia económica de Cuba, Instituto del Libro, La Habana, 1974, pp. 171, 189, 467, 491 y 498. La disminución de ingenios, haciendas y otras propiedades, entre 1862 y 1890, se debió a los efectos de la Guerra de los diez años (1868-1878). 12. «El latifundio es un proceso que funde miles de parcelas en grandes unidades agrarias, desarraiga al cultivador del suelo, destruye la clase de propietarios rurales y agricultores independientes, columna vertebral de la nación, y finalmente acaba con la autonomía económica nacional, para convertir la comunidad en una mera dependencia, en un simple satélite, en un taller de trabajo al servicio de una metrópolis exterior». Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas, Editorial Cultural S. A., La Habana, 1927, p. 76. 13. Las CCS y el sector privado producen 57% del total de alimentos del país, con solo 24,4 % de la tierra cultivable, así como 63% de la leche (las entidades estatales aportan 13%), y disponen de más de 64% de la vacas en ordeño y más de 57% del ganado vacuno y porcino. 14. Tabla elaborada por el autor a partir del Anuario estadístico de Cuba, publicados por la ONE entre 2007 y 2011. 15. José Martí, citado en Rafael Almanza, En torno al pensamiento económico de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 274. 16. Armando Nova González, «La propiedad en la economía cubana», Cuba hacia una estrategia de desarrollo para los inicios del siglo xxi, Editorial Javeriana, Bogotá, 2012. 17. Varias cooperativas productoras se ponen de acuerdo para organizar una de segundo grado que comercialice sus producciones. Otras cooperativas de este tipo pudieran ser las destinadas al beneficio de los productos agrícolas frescos, a la transformación de estos mediante un proceso industrial, a la prestación de servicios técnicos o de los relacionados con la preparación de la tierra, siembra, cosecha y transportación. 31. Los precios del maíz pueden encontrarse en Ministerio de Finanzas y Precios, Resolución 298/2012, Gaceta Oficial de la República de Cuba, La Habana, agosto de 2012, y Banco Central de Cuba, Información Económica, n. 204, La Habana, 2 de abril de 2013. , 2014 18. El proceso de cooperativización es mencionado en los Lineamientos 25 al 29. Véase Partido Comunista de Cuba (PCC), Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución (Resolución aprobada en el VI Congreso del PCC, junio de 2011), disponible en www.congresopcc.cip.cu. 19. Carlos Marx y Federico Engels, «La guerra civil en Francia», Obras escogidas, t. 1, Editorial Progreso, Moscú, 1973, pp. 301-2. 20. Vladimir I. Lenin, «Sobre las cooperativas», Obras completas, t. 45, Editorial Progreso, Moscú, 1987, p. 389. 21. Sobre la factibilidad de ambas prácticas se pronunció Federico Engels, «Engels a Otto Von Boeningk», en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, t. 1, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p. 716, y «Contribución al problema de la vivienda», Obras escogidas, t. 2, ob. cit., p. 391. 22. Este tema polémico ha carecido de suficiente debate. Puede haber contribuido el hecho de que en ocasiones se ha establecido cierta identidad entre mercado y capitalismo. Véase Armando Nova González, «El mercado y el Estado, dos partes que forman un todo», disponible en www.nodo50.org/cubasigloXXI, Instituto de Filosofía, CITMA, 2011. 23. PCC, Lineamientos…, ob. cit. 24. Faltan por definir el tiempo de duración del usufructo y la entrega de productos al Estado a través de Acopio. Véase Armando Nova González, «Pasos adelante, aspectos pendientes e imprecisiones en el Decreto Ley 300», Boletín del CEEC, diciembre de 2012. 25. «Reglamento General de las UBPC», ob. cit. 26. Las cifras manejadas a continuación provienen de Armando Nova González, «Impacto de los Lineamientos de la política económica y social en la producción nacional de alimentos», Seminario Anual del CEEC, La Habana, 2012 y ONE, ob. cit. 27. Banco Central de Cuba, Información Económica, a. 6, n. 171, La Habana, 7 de febrero de 2012. 28. El fondo de tierras ociosas declaradas ascendía a 2,3 millones de hectáreas. De ellas, se han entregado 1 422 900 ha (a personas naturales 1 369 000 ha), lo cual ha beneficiado a 172 000 personas naturales y 2 554 jurídicas. En uso se reporta 78,1%, aunque aquí se incluyen aquellas que aún están en labores de acondicionamiento del terreno. Datos ofrecidos al autor por la Dirección del balance de tierras del Ministerio de la Agricultura. 29. Ministerio de Finanzas y Precios, Resolución 353/2010 «Precios máximos de acopio con destino a los mercados agropecuarios estatales, consumo social, mercados internos en divisas y exportación», Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 017, Extraordinaria especial, La Habana, 30 de diciembre de 2010. 30. Banco Central de Cuba, Información Económica, a. 6, n. 208, La Habana, 30 de marzo de 2012. Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola 91 Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro Ana Vera Estrada Investigadora. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. E n abril de 2002 se dio a conocer la Resolución 77 del Ministerio del Azúcar (MINAZ), que oficializaba el cierre y desmantelamiento o refuncionalización de aproximadamente la mitad de los centrales existentes en Cuba, dispersos por las catorce provincias.1 No era difícil vaticinar que la medida implicaría repercusiones a diferentes escalas en una parte considerable de las fuerzas vivas del país, comprometidas, tanto en la producción agrícola como industrial, con el destino de la principal industria cubana. Desde entonces muchas personas de todas las categorías sociales comenzamos a tomar conciencia de que la industria azucarera, que presumíamos asentada para siempre en un lugar preponderante respecto a la generación de ingresos para la economía nacional, estaba dejando de existir. La coyuntura, compleja, asociada con la disolución del campo socialista y la inevitable reorientación El presente artículo es una versión ampliada de la ponencia presentada en el Simposio «Caribbean History and Anthropology in the Archives», del Instituto de Investigaciones para el Estudio del Hombre (RISM Collections) de la Elmer Bobst Library, Universidad de Nueva York (NYU), Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños, 1-2 de diciembre de 2011. El texto resume los aspectos metodológicos que rigieron la investigación cuyos principales resultados aparecieron en mi libro Guajiros del siglo xxi, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, 2012. 92 Ana Vera Estrada n. 77: 92-101, enero-marzo de 2014 del comercio, potenció debates sobre el futuro de la sociedad cubana e incluso del proyecto político. Los productores de caña de azúcar a escala reducida, conocidos como «colonos», y en general los pequeños agricultores, habían sido los principales beneficiarios de las leyes de Reforma Agraria en los años 60,2 aunque procesos socioeconómicos derivados de las políticas sociales revolucionarias encaminadas a mejorar las condiciones de vida y trabajo de la población rural, como la escolarización masiva de los jóvenes, por mencionar solo un factor, fueron invirtiendo el prisma de la tenencia de tierras y provocando un movimiento de retorno progresivo de estas al Estado. Dicha tendencia se convirtió con el tiempo en factor de distanciamiento del campesinado respecto a su medio natural y contribuyó a potenciar un creciente proceso de urbanización. El pequeño productor de caña, controlado por una cuota diaria que debía entregar al central y sometido a un régimen de trabajo que alternaba etapas de labor intensiva con otras de inactividad o «tiempo muerto»,3 llegó a gozar de relativa estabilidad frente a otros trabajadores rurales de bajos ingresos, desde que la política de estabilización azucarera emprendida bajo el gobierno de Gerardo Machado en la década de los 20 del siglo pasado le garantizó la permanencia en su tierra y lo protegió del desalojo. Tal hecho, en el caso de los colonos que después de la Reforma Agraria continuaron suministrando caña a los centrales, trajo como resultado cierta acumulación de capital, favorable para enfrentar los posteriores retos de la agricultura diversificada. En sus escritos de los años 20 sobre el tema azucarero, Ramiro Guerra se refiere a las diferencias culturales que generan en el estilo de vida rural distintas producciones agropecuarias. En cuanto a los colonos, este autor atribuye una importancia capital al vínculo de los trabajadores con la tierra y la familia, y remite esa relación a la conformación de la nación.4 Su defensa de la pequeña propiedad como garantía de poblamiento permanente y de condiciones mínimas de vida para los trabajadores agrícolas, responde a una postura ideológica radicalmente opuesta a la que promovió el auge del modelo de latifundio azucarero impulsado por las transnacionales norteamericanas. Tal convicción lo llevó a postular que «nadie en las zonas latifundiarias puede poseer nada, ni crear un hogar permanente para sus hijos».5 Aunque no de modo directo, se desprende de sus palabras que el hecho de poseer una parcela de tierra garantizaba al trabajador condiciones imprescindibles para constituir una familia y lograr estabilidad emocional, así como arraigarse a un determinado lugar. Ello no pasó de ser una utopía social que en la práctica no se confirmó, pero no significa que se deba descartar la importancia que revisten los factores subjetivos y la estabilidad de la fuerza de trabajo para proyectar el desarrollo agrícola desde una perspectiva cultural. Al desencadenarse, en 2002, las polémicas sobre la continuidad de la historia azucarera cubana, explorar el impacto cultural de unas medidas económicas que iban, sin duda, a transformar radicalmente la vida de una parte considerable de la población, se reveló como una prioridad. La modernización o incluso el cierre de centrales en busca de mayor concentración industrial suele ser un proceso de rutina, conocido y practicado cada cierto tiempo en países de economía azucarera cuando las coyunturas internacionales, las crisis macroestructurales o las necesidades del desarrollo tecnológico endógeno lo requieren. Esos factores suelen estar siempre presentes, aunque en diferente proporción de acuerdo con las principales causas, cada vez que se produce un cambio de gran magnitud. Por ello la historia de muchas naciones latinoamericanas, y en particular de las pequeñas islas caribeñas, está jalonada de episodios sociales y políticos generados por los vaivenes del mercado azucarero. Si bien en ciertos momentos el cierre simultáneo de varios centrales está económicamente justificado, no significa que los trabajadores dejarán de sufrir las consecuencias. La historiografía argentina, por citar solo un ejemplo notable, se dedica, en gran medida, a estudiar los movimientos sociales y los procesos socioeconómicos que cuentan con un trasfondo azucarero, en especial en la provincia de Tucumán.6 El hecho de que los científicos sociales estudien los problemas generados por el cierre de centrales no provoca inmediatamente una mejoría en la calidad de vida de la población afectada, pero las investigaciones pueden convertirse en una valiosa forma de retroalimentación para la política, cuando las recomendaciones de los expertos son atendidas por los encargados de tomar las decisiones; sobre todo si se considera que la desaparición de fuentes de empleo desestabiliza, de manera más o menos transitoria, la vida de los actores sociales, amén de que venga acompañada de la apertura de otras ofertas de trabajo. Aunque se podrían mencionar otros ejemplos,7 en el caso tucumano la insuficiente atención al factor humano de los cambios dio lugar a protestas campesinas, huelgas obreras y desplazamientos de población rural hacia otras áreas, fenómenos que todavía en la actualidad constituyen problemas graves, en vías de solución. La investigación que sirve de base al libro Guajiros del siglo xxi se llevó a cabo en el pequeño central Granma-Carolina —ubicado en la llanura de Colón, zona de tradición azucarera, en la provincia de Matanzas—, cuyo proceso de modernización databa de la primera mitad del xix. Fue siempre un central de capacidad de producción media —unas ciento cincuenta mil arrobas diarias— que se mantuvo produciendo, de manera bastante regular, hasta que al concluir la zafra 2001-2002 fue incluido entre los que debían ser clausurados y desmantelados. A mediados de 2004 realicé las primeras entrevistas exploratorias a antiguos pobladores del lugar, de preferencia a hombres trabajadores del campo y la industria, así como a mujeres de sus respectivas familias emparentadas entre sí. Inicialmente me propuse solo obtener un relato de la vida cotidiana en el central y algunos puntos de vista acerca del impacto que el cierre de este había producido en las vidas y los proyectos de futuro de los sujetos entrevistados. Sin embargo, la magnitud de las reacciones que las preguntas desencadenaron rebasó las expectativas. El otro objetivo importante era reconstruir la trayectoria de algunas de las fincas beneficiadas por la Reforma Agraria, y sobre esto identifiqué en los sujetos mayores y en una parte importante de los más jóvenes, un sentimiento de pérdida irreparable, que superaba el recuerdo del bienestar alcanzado gracias a la Revolución. Volveré sobre estas cuestiones en otro apartado. Visión integradora: la sociología entre la antropología y la historia Estructurar el marco teórico para validar el procedimiento de obtención y procesamiento de datos Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro 93 no fue tarea sencilla. La investigación contó con el acumulado de una importante historiografía azucarera, con las documentadas conclusiones de economistas y sociólogos rurales que han seguido de cerca, y en gran medida pautado, la discusión sobre el futuro de esta industria, asimismo con la experiencia metodológica de los historiadores que utilizan fuentes orales, debidamente entrenados en el debate epistemológico acerca de las ventajas de la entrevista de tipo biográfico para estudiar la huella de procesos socioeconómicos recientes. Una aproximación contemporánea al mundo cultural generado por la agricultura cañera ofrece varias posibilidades de abordaje teórico y plantea algunos retos. En la tradición científica signada por el saber historiográfico y por el sociológico, el sujeto social que trabaja el campo parece un objeto de estudio insuficientemente enfocado, sin que se pueda afirmar que se encuentra ausente. El campesino productor de alimentos es uno de los actores en los que recae la responsabilidad de dar respuesta a las crecientes demandas del consumo humano y en las investigaciones académicas cubanas aparece abordado con profundidad, quizás debido a la perspectiva macroeconómica que predomina en ellas. A continuación presentaré el primer procedimiento analítico híbrido desarrollado, e intentaré aportar elementos para el conocimiento de dicho sujeto social, sobre todo en lo relativo a su vida familiar y sus costumbres. En esa dirección integradora fue preciso saltar por encima de un obstáculo común en los empeños de índole interdisciplinaria, aunque no privativo de Cuba: la dispersión de la bibliografía y el limitado acceso a datos estadísticos, que dificultan la formulación de conclusiones. Tal limitación no se debe al desconocimiento del aporte que el estudio de la experiencia humana concreta agrega a los análisis de nivel más general, sino, quizás, a falta de experiencia en la aplicación de técnicas de recogida y procesamiento de datos cualitativos, y de confianza en los resultados de una indagación de este tipo. Sin embargo, no existe camino más seguro para completar el conocimiento del impacto social de un proceso macroeconómico que el relato individual de los actores, por la pasión y los detalles significativos que brinda el testimonio. El historiador inglés Paul Thompson reunió un importante grupo de científicos en un libro que tendría consecuencias probablemente imprevistas para el desarrollo de la historiografía científica en Europa: La voz del pasado,8 donde se puede encontrar una reflexión ordenada y profusa sobre multiplicidad de experiencias de trabajo de campo con técnicas de historia oral, muchas de ellas desarrolladas por historiadores aficionados y por diversas clases de profesionales. En 94 Ana Vera Estrada esa obra fundacional, Thompson destaca los valores de la evidencia oral para reconstruir procesos históricos y sociales que no cuentan con una documentación prolija. El problema metodológico del nivel de análisis siempre se plantea cuando el objeto de estudio pertenece al terreno de lo particular. Sociólogos y científicos sociales han abordado el tema de estas escalas y propuesto diferentes maneras de articularlas, pero el conflicto que se genera por el enfrentamiento teórico entre lo macro y lo micro, lo general y lo particular, lo global y lo local, sigue vigente cuando la plataforma de observación es la dimensión familiar. Por su parte, el historiador italiano Giovanni Levi analiza la importancia de explicitar el nivel de análisis en que se sitúa el investigador, ya que, a su juicio, absolutizarlo o no definirlo genera riesgos como desatender el plano de la vida real de las personas —recuperable a través del trabajo con las biografías—, si la mirada se concentra únicamente en problemas sistémicos o globales de grandes dimensiones; en dichos casos se suele visibilizar la escala de poderes intermedios entre el Estado y las comunidades locales, a la vez que se descuida el estudio de las redes sociales que imbrican dichos territorios y los grupos asentados en ellos, y sirven de conexión entre este nivel y el poder central. Agrega el experto que la escala propia de los estudios microhistóricos permite atender a la interacción entre los sistemas institucionales y normativos y comprender mejor las reglas del juego social, como si el científico estuviese trabajando en un laboratorio donde los elementos de las vidas particulares se pueden recomponer en su contexto y muestran su verdadera relevancia sin verse sujetos a esquemas preconcebidos.9 Como referente para el método empleado en mi estudio la propuesta, desde la sociología, de Georges Ritzer fue útil. Ritzer plantea la idea de un continuum objetivo-subjetivo donde se articule en cuatro niveles la integración de las dimensiones macro y microsocial. Así, considera el nivel micro como algo sujeto a la definición que realiza de él cada teórico, lo cual hace coincidir, bajo igual criterio, fenómenos psicológicos, individuos o pautas de interacción entre ellos; mientras que el macro agruparía posiciones, poblaciones, la sociedad y sus estructuras en su conjunto y los sistemas mundiales.10 La historiadora Cristina Borderías recomienda el uso del método biográfico como nivel intermedio de análisis y manifiesta la conveniencia de aplicarlo por parte del historiador, atendiendo a lo que ella llama «situaciones particulares», que no son necesariamente un escalón previo para llegar a conclusiones generales. Advierte que no es preciso aspirar siempre a generalizar los resultados de una investigación, pero cuando esto La familia es un destinatario privilegiado de muchas políticas sociales, y constituye un marco de referencia inmediato para toda persona que en ella se prepara para la vida y que en gran medida condiciona las elecciones de los adultos. sucede, la biografía ofrece un acercamiento pertinente. También afirma que el uso de este recurso metodológico ha sido más empleado por sociólogos y antropólogos que por historiadores, a pesar de que el nivel en que este método se sitúa no es precisamente el de los casos singulares, importantes por su singularidad, sino un nivel intermedio en el que los fenómenos sociales generales se traducen —en las vidas individuales— en situaciones particulares, ya que todo ser humano: se inscribe en un determinado contexto local —una familia, un lugar de trabajo, un barrio— mediante un conjunto de relaciones que son las que forman una estructura social determinada. El método biográfico permite precisamente el acceso a las mediaciones entre el individuo y las estructuras.11 La bibliografía histórica y sociológica cubana sobre el campesino y, en particular, el productor de caña, se ha enriquecido en los últimos años con los aportes de Oscar Zanetti, Michael González, Antonio Santamaría, Víctor Figueroa, Juan Valdés Paz, entre otros, aunque en sus investigaciones escasea esa dimensión humana cotidiana que complementaría de manera sustancial la comprensión de los procesos histórico-sociales en su dimensión cultural, y que no debería faltar en los estudios sobre el mundo rural, insertado en el universo interconectado de hoy.12 El sociólogo José Bengoa afirma que los estudios rurales contemporáneos se dirigen en la actualidad hacia un encuentro entre economía y cultura. A su juicio, es imposible desentenderse de los aspectos culturales que, además de articular lo rural con el resto del mundo y explicar dicha articulación, influyen en las formas que adquiere la modernización en el campo. Agrega que realizar estudios de la cultura campesina o rural sin comprender los fenómenos de la modernización y la globalización en la esfera económica carece de sentido.13 La dimensión familiar como nivel de análisis Para llevar a cabo un estudio que se propuso ser cultural, debí apoyarme en los aspectos económicos que sustentan la vida social en el central azucarero. Para ello seleccioné una familia extensa, de remoto origen canario, asentada en tierras del Carolina desde antes de su modernización en 1926. La plataforma de observación para dar seguimiento a los cambios fue su historia, narrada por sus protagonistas. La familia es un destinatario privilegiado de muchas políticas sociales, y constituye un marco de referencia inmediato para toda persona que en ella se prepara para la vida y que en gran medida condiciona las elecciones de los adultos. Surge como forma de agrupación social desde el momento mismo en que los seres humanos se organizan en sociedades, las cuales se multiplican a partir de actos individuales de los que resulta la procreación, aunque la familia rebasa, por amplio margen, la dimensión biológica. Es principalmente una institución cultural que se fundamenta y transforma en las relaciones sociales. Si bien la herencia biológica se deriva de la conjunción y el acuerdo entre dos ramas genealógicas y se concreta en la interacción de los miembros de una pareja heterosexual, la trasmisión de pautas culturales no tiene nada que ver con la biología, por lo cual se afirma que la función principal de la familia, como grupo social, es legar a su descendencia esas pautas e insertarla en el sistema cultural general mediante la educación. Se suele afirmar que la familia es un instrumento para trasmitir las tradiciones a los hijos; a través de ella los jóvenes quedarían investidos de un conocimiento que garantiza la continuidad de una sociedad y una cultura, dada por el conjunto de patrones idiomáticos, económicos, religiosos, políticos, gnoseológicos, estéticos, entre otros. Se ha dicho que la cultura se convierte en una segunda naturaleza humana en la medida en que sus pautas adquieren el carácter de reflejos condicionados a escala individual mediante un aprendizaje basado en la asimilación explícita y sistemática de las normas, después de un período de práctica. Estas últimas son socialmente consensuadas y dependen de la cultura, mientras que ella, en cierta medida, es una resultante de cómo se organiza la vida familiar. Por tanto, modificar las pautas familiares puede ser una manera de provocar, desde las políticas, cambios en la continuidad de una sociedad y una cultura.14 Las apuestas del método En este apartado me propongo comentar, desde la reflexión metodológica, algunas de las restricciones Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro 95 que la investigación social suele enfrentar y que, por su importancia, influyen de manera determinante en el diseño.15 Durante la etapa exploratoria realicé siete entrevistas a personas de ambos sexos pertenecientes a una extensa red familiar asentada en el lugar desde principios del siglo xx; todas ellas habían tenido una vinculación directa o indirecta con el proceso azucarero en sus vertientes agrícola e industrial, y con su ayuda pude precisar los objetivos y ajustar mis métodos de trabajo a la exploración de los problemas expuestos en los testimonios. Comencé a trabajar en un diseño más formal antes de contar con la aprobación definitiva para poner en marcha la investigación de terreno. Esta etapa preparatoria fue fundamental para precisar el marco teórico y ajustarlo a las características específicas del lugar —elegido un tanto al azar en los primeros momentos—, donde fui acogida con criolla hospitalidad gracias a los vínculos favorecidos por las entrevistas. La red familiar de los Valentín me posibilitaba dar seguimiento a la historia de la producción azucarera a través de tres generaciones sucesivas, y para mí este fue el punto en el que teoría y práctica encontraron su verdadera conjunción. El estudio implicaba —para confrontar o triangular la información— simultanear el trabajo de campo con el análisis documental, y los fondos de la Biblioteca Nacional José Martí me parecieron los más indicados para un trabajo de mesa exhaustivo. Primero revisé la información azucarera aparecida en el diario Granma, entre enero de 2002 y diciembre de 2005, para obtener una visión de conjunto sobre cómo se habían ido dosificando las complejidades del tema a los lectores. El resultado de esa lectura y la revisión del catálogo de la Sala general fueron decepcionantes. Las fuentes accesibles en nuestro principal centro de referencias para seguir la marcha de los acontecimientos desde que comenzó el redimensionamiento de la industria, eran insuficientes para dar una imagen total del proceso, y mucho más para conocer las causas históricas que lo motivaron, pues la bibliografía clásica (Ramiro Guerra, Manuel Moreno Fraginals, Oscar Zanetti) no estaba bien representada, y la más actualizada (Mercedes García, Zanetti, Armando Nova, Juan Valdés Paz, por citar algunos nombres) no estaba disponible, mientras que la información publicada en el periódico Granma, el de mayor cobertura en el país, resultaba discontinua, reiterativa y poco explicativa. En ese momento tomé la decisión de que el principal destinatario de los resultados de mi investigación debía ser el lector común, para quien un esfuerzo de síntesis por mi parte parecía sobradamente justificado. También comprobé la total pertinencia del enfoque teórico y metodológico elegido, fundamentado en 96 Ana Vera Estrada los principios de la historia oral. Era evidente que el testimonio oral y las historias de vida de actores sociales de larga experiencia en la industria azucarera se confirmaban como el mejor modo de acceder al plano de la subjetividad asociada a una de las más complejas coyunturas socioeconómicas y culturales del país en la época actual, no porque recurrir a las fuentes orales fuese una alternativa de emergencia en los casos en que otras —quizás más formales o más «científicas»— faltasen, sino porque son ellas las que de manera más directa permiten registrar el impacto de las coyunturas históricas en los seres humanos. Entre el verano de 2006 y diciembre de 2008 regresé varias veces al central hasta completar una veintena de entrevistas. En esas ocasiones tomé fotos, hice observaciones, consulté documentos en la biblioteca comunitaria, conversé informalmente con muchos vecinos —a quienes no llegué a entrevistar— y participé en numerosas actividades productivas y recreativas de la familia estudiada. Al retornar a la capital ampliaba lecturas, dialogaba con expertos, revisaba fuentes documentales y seriadas, transcribía entrevistas, y sistematizaba la información acopiada con la finalidad de presentar resultados preliminares en diferentes espacios académicos. Una notable derivación de la etapa fue el taller científico «El mundo azucarero a cinco años de la reestructuración», organizado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello con la colaboración de Valdés Paz, y numerosos profesores agrupados en torno a la Cátedra Azucarera Álvaro Reynoso de la Universidad de La Habana y el Ministerio del Azúcar; este taller reunió y puso a dialogar a importantes expertos y autoridades del mundo azucarero y de la dirección del país en materia de cultura.16 La observación de campo constituyó, respecto a la vida privada de las personas entrevistadas, una técnica secundaria. Las observaciones, cuyo objetivo central era contextualizar las entrevistas, se desarrollaron fundamentalmente en el espacio social comunitario y, además, en calles, caminos, reuniones en centros laborales, así como durante conversaciones informales en la biblioteca, el museo, la capilla, la escuela del MINAZ, la oficina de la granja, varias fincas particulares, y durante comidas y paseos compartidos con los entrevistados. La fotografía se utilizó para documentar estas actividades, siempre que las situaciones lo permitieron, y también como complemento imprescindible para dejar constancia de los cambios en el paisaje sociocultural de la comunidad. Para complementar la información biográfica de los sujetos solicité acceso a documentos, fotos familiares y me facilitaron también artículos de prensa, notas manuscritas, ponencias, poemas, e incluso el original de una breve novela. Los problemas éticos y expresivos me ocuparon bastante tiempo de reflexión y, en la búsqueda de fórmulas adecuadas para presentar los resultados, rescribí muchas veces el borrador de Guajiros del siglo xxi. Tanto las preocupaciones éticas como la búsqueda de un estilo que tradujera eficazmente los mensajes, fueron los ejes principales en torno a los cuales se estructuró la obra. La articulación de un relato en el que conviven capítulos historiográficos, teóricos, metodológicos, pertenecientes a un registro más tradicionalmente académico, con otros donde los sujetos hablan con voz propia como parte del discurso científico autoral en los que solo intervine directamente para seleccionar y ordenar los fragmentos a publicar, implicó un arduo trabajo de elaboración en el que varias veces fue preciso recomenzar hasta encontrar por fin el tono definitivo, o lo que hemos llamado el estilo «híbrido» de la obra. Las fisuras de un discurso y unas políticas «macro» en los que no estaban representados los puntos de vista de todos los tipos de actores entrevistados, fueron motivo de desvelo. Por una parte, ponderaba deberes y derechos para abordar un problema sociocultural de gran magnitud: el redimensionamiento de la industria azucarera; por otra, valoraba los límites, las fronteras que impone trabajar en la propia cultura. A diferencia del antropólogo clásico —siempre un ajeno, un outsider no sometido al control social por parte de la comunidad estudiada, que le impida expresar con entera libertad su pensamiento—, el investigador que trabaja en su propia cultura forma parte de un colectivo para quien los territorios abiertos a la investigación se encuentran compartimentados. En este caso, la escritura no debe traicionar ninguno de los pactos sociales que acotan el trabajo científico: la sociedad en que vive el analista, los requerimientos de la vida académica, y la comunidad constituida por los sujetos que colaboran en la investigación. El aspecto ético El dilema de la expresión Delimitar la frontera de permisividad para el uso y difusión de los testimonios fue algo que debí solucionar con los sujetos y con la propia conciencia. Un investigador que ha llegado al final de su estudio y aspira a referir parte de la experiencia recogida tiene la responsabilidad de seleccionar lo más representativo de ella para documentar a otros, cuidando de no incurrir en faltas de tacto que pongan en peligro la confianza de los involucrados. La relación asimétrica que estos aprueban tácitamente en una situación de entrevista de tipo biográfico presupone confianza en la pericia y discreción del investigador. No obstante, esta confianza no es permanente y puede sufrir modificaciones radicales si el profesional incurre en esas faltas o revela secretos celosamente guardados. Desde que constaté la emoción contenida en los juicios críticos sobre la forma en que se había desarrollado el proceso de redimensionamiento en el central, decidí enmascarar la identidad de los sujetos mediante el uso de seudónimos, si bien revelé el lugar específico donde se realizó el estudio, para poder contextualizar los testimonios con información histórica sustentada en la investigación bibliográfica y de archivo. Consideré que así mantendría a mis testimoniantes, y mi relación con ellos, a salvo de interpretaciones superficiales y a la vez me permitiría utilizar sus argumentos como criterios de expertos, sin mencionar directamente mis fuentes. Las emociones tienen una vida propia y ajena a la voluntad racional de las personas. Y la investigación cultural sobre el mundo rural debe tomarlas en consideración. El estilo de escritura en un estudio como el descrito, es decir, la «traducción» del mundo rural para un lector no especialista, implicó un importante reto: lograr una imagen no estereotipada de la vida del campesino y los procesos en que se ha visto inmerso, que rebasara la falsa objetividad de una perspectiva sociologista, la cual, en lugar de contribuir a la comprensión de los fenómenos sociales, se limitara a esbozar una visión tergiversada o incompleta de ellos y diera lugar a una insuficiente resonancia en el público que busca en la literatura científica ampliar sus conocimientos y, sobre todo, entrar en contacto con la vida real de los sujetos. Para utilizar la historia de la familia y procesar el material biográfico reunido, la idea de «ventana de observación», de los sociólogos Daniel Bertaux y Catherine Delcroix, y el procedimiento de análisis según el modelo BIM (biographical interpretive method) pareció una interesante simbiosis. La «ventana» permitió determinar el grupo de los egos por entrevistar en el interior de la red familiar, y sustituir a representantes de una generación, ya desaparecidos o inaccesibles para los fines de la investigación, por otras personas vinculadas a la familia y ubicadas en igual posición genealógica. El grupo así conformado se conoce como la «familia bajo escrutinio», es decir, «la parte del grupo de parientes que se incluye en la ventana de observación» que, según las recomendaciones metodológicas para obtener resultados más interesantes en la dimensión histórica, debe alcanzar una «profundidad de tres generaciones»; el testimonio de esta familia teórica Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro 97 Los «guajiros» de hoy, inmersos en el mundo moderno con todas sus contradicciones, constituyen un verdadero reto para la investigación cultural, en tanto el objetivo último de los trabajos en esta especialidad supone, por parte de quien escribe, conocimiento de una cultura ajena a la suya —la del campesino—, aunque pertenezca al mismo sistema social, y habilidad para «traducirla» a un lenguaje comprensible para un lector poco conocedor de ese universo. puede considerarse significativo y suficiente respecto a la historia familiar total, que no precisa ser reconstruida de una manera extremadamente detallada ni tampoco aspira a llegar a una totalidad imposible de alcanzar desde la perspectiva historiográfica, que se contenta con huellas discontinuas y a partir de ellas es capaz de reconstruir todo el proceso.17 Las entrevistas a representantes de tres generaciones de la familia seleccionada se desarrollaron en sus viviendas. Al inicio se buscó empatía mediante un diálogo informal en medio del cual, una vez lograda la distensión del sujeto y su entrevistador, se solicitó autorización para poner en marcha la grabadora, seguida por una invitación, más que una pregunta: «Háblame de tu vida». El recurso se conoce como «entrevista biográfica de tipo narrativo».18 Con ella se obtiene una historia contada, que no coincide en todas sus partes ni en la secuencia con la verdaderamente vivida, pero que puede asumirse como una representación de ella y por tanto válida para trabajar, y susceptible de variar o hacerse más detallada si en otras ocasiones se le pide a la persona que amplíe sus puntos de vista. El material resultante de las entrevistas se transcribió en su totalidad y fue analizado dos veces; primero para establecer la cronología de los hechos y luego para construir una interpretación sobre la base de someter el texto a interrogantes, con ayuda de otros testimonios, lecturas y consultas a expertos. Tal procedimiento implicó rescribir las narraciones, respetando los giros del lenguaje propios de los sujetos, lo cual supuso una relaboración estilística en la que el engarce de las ideas obtuviera mayor coherencia y unidad en torno a los ejes temáticos determinados por el diseño de la investigación; ese tipo de rescritura no debe estar contaminado con los juicios y valoraciones del investigador. La amplia información obtenida con la primera pregunta produjo un material abundante que fue complementado con otros detalles: estudios, vida en la colonia cañera, tareas domésticas, trabajos desarrollados en el campo y el central, elección de pareja, noviazgo, crianza de los hijos, formas de recreación, relación con la tierra, impacto de las leyes de Reforma Agraria. Quise conocer también opiniones sobre el cierre del 98 Ana Vera Estrada central, los resultados de las medidas aplicadas para reorganizar la existencia en la comunidad a partir de 2002 y los proyectos de vida de los sujetos entrevistados y sus familiares más cercanos. Las narraciones ofrecidas por las personas de diferentes generaciones quedaron como visiones particulares de un proceso común, aunque fragmentario y visto desde disímiles perspectivas etarias. El hecho de que esos sujetos formen parte de un grupo que posee una historia común no priva a sus visiones de un sesgo personal, marcado por el género, la edad y la experiencia laboral. Dicha historia nunca es relatada por el investigador, sino que resulta de la lectura de esos fragmentos consecutivos donde cada sujeto habla desde su perspectiva. No todo el material grabado se utilizó en el libro, solo el que resultaba significativo para mostrar las diferentes dimensiones del tiempo y, a través de las experiencias personales, los cambios ocurridos en la comunidad. Fue preciso diseñar una estructura de presentación que mostrara las mencionadas dimensiones. Al hablar, las personas suelen ser reiterativas, discontinuas, y descuidan la cronología de su relato. Por ello, un primer trabajo con los testimonios reunidos fue separar los fragmentos referidos al presente (2002-2006) y al pasado, entendido este como la etapa anterior a 1959, para deslindar todo lo referente al mundo azucarero tradicional, a la vida familiar, social y laboral en ambos períodos. Entre esas dos dimensiones bien definidas quedó un material biográfico muy diverso a través del cual era posible seguir con relativa seguridad las trayectorias vitales de varias hermanas y sus respectivas familias e identificar el impacto diferenciado que las políticas sociales revolucionarias y las coyunturas políticas y económicas habían ejercido en ellas. En relación con el pasado, las notas dominantes en los testimonios son la escasez de recursos, la educación insuficiente, la familia numerosa como medio para asegurar la mano de obra necesaria para atender la colonia, el sometimiento de las mujeres y el aislamiento relativo de los centros urbanos y sus beneficios: agua corriente, electricidad, servicios médicos. La situación de pobreza generalizada, que muchos describen con abundancia de detalles y reconocen como la historia familiar común, a mi juicio explica la endogamia evidente en frecuentes matrimonios entre primos como alternativa para fundar una vida de pareja en condiciones de cierto aislamiento. El presente, correspondiente al cierre del central y sus consecuencias, se materializa a través de una crítica bastante extendida a la falta de horizontes económicos en que quedó la comunidad una vez clausurada la fábrica, acompañada por la queja en relación con la pérdida de la relativa bonanza de los años 80, cuando, a pesar de que la rentabilidad no era alta, se producía azúcar; la ausencia de las autoridades azucareras, que ponían remedio a los múltiples problemas que enfrentaba la comunidad, y el temor a quedar totalmente desprotegidos una vez que concluyera el desmontaje de las maquinarias y su venta a otros centrales o como chatarra fue mencionado por casi todos los sujetos, cuando se les preguntó su opinión sobre el futuro inmediato. En casi todos los casos, esa visión hipercrítica se impuso frente a la celebración de los beneficios obtenidos a través de las leyes de Reforma Agraria y las políticas sociales revolucionarias, que parecían estar temporalmente olvidados. Los cambios entre los dos extremos del tiempo se hacen visibles a través de las historias de tres hermanas de la generación más vieja, quienes contrajeron matrimonio con colonos del central con fincas independientes. Sus vidas transcurrieron paralelas, a pesar de la proximidad geográfica. Las tres reprodujeron el rol de su madre. Sin embargo, esto no se aprecia en el testimonio de las nietas, nacidas durante la Revolución, cuyas vidas llevan la huella indeleble de la educación recibida y del pleno acceso de las mujeres al mercado del trabajo. En la comunidad campesina estudiada, la narrativa oral mostró cierto grado de vigencia y también diferencias temáticas de acuerdo con el género y la edad de sus cultivadores. Los hombres y mujeres nacidos entre 1913 y 1933 brindaron historias de la guerra de independencia en la zona, cuentos tradicionales sobre un mentiroso de la región, y décimas de tema biográfico, mientras que varias mujeres de la generación siguiente, nacidas entre 1939 y 1974, dieron una visión idealizada del mundo familiar tradicional, relato al que he llamado «la leyenda del bajío», el lugar donde ubicaron el bohío cuando tomaron posesión de la colonia en 1926. Tal «leyenda», conocida y reproducida por todos, adquiere tintes particulares según la edad de quien la cuenta: se expresa con la mayor riqueza de matices en los relatos de la segunda generación, pero en la tercera, sobre todo entre las más jóvenes, tiende a empobrecerse. Solo un sujeto, particularmente exitoso en el negocio azucarero, se declaró favorable al retorno a la producción de caña. Los testimonios de los hombres de mediana edad y de los jóvenes se caracterizan por una preocupación notable acerca de los problemas económicos que dificultan la vida diaria contemporánea, la falta de alternativas y la inseguridad de los proyectos de diversificación agropecuaria en los que se encontraban involucrados. Al igual que sus ascendientes, la mayoría consideraba la agricultura —y no la caña— una alternativa de solución en lo inmediato, aunque no parecían verla como algo permanente ni como opción de vida para el futuro a largo plazo. En ese sentido, pareciera que estaba presente en ellos la idea de buscar soluciones en la opción migratoria hacia la ciudad. La investigación dejó abiertas múltiples interrogantes para futuros acercamientos al mundo rural sobre un fenómeno al que llamaría de «migraciones cruzadas», observado como tendencia al comparar trayectorias de jóvenes de origen campesino sin preocupaciones monetarias, que abandonan el campo en busca de mejores condiciones de vida en las ciudades, y de jóvenes profesionales signados por la vida urbana, a quienes los salarios no les resultan suficientes, y están dispuestos a transformarse en campesinos, pensando que de esa manera pondrán fin a sus desvelos económicos. Víctor Figueroa, al criticar el excesivo paternalismo de la política de urbanización del campo, escribió: «Se rompió la tradición campesina con un alto costo de identidad y espiritualidad. Rectificar es de sabios. Podemos y debemos ajustar el modelo actual para darle continuidad a esta tradición». 19 Esa es justamente la orientación de la nueva política agraria, encaminada a redistribuir las tierras del Estado mediante contratos de usufructo a largo plazo con los nuevos productores. El deber ser de un investigador respecto a su cultura Los «guajiros» de hoy, inmersos en el mundo moderno con todas sus contradicciones, constituyen un verdadero reto para la investigación cultural, en tanto el objetivo último de los trabajos en esta especialidad supone, por parte de quien escribe, conocimiento de una cultura ajena a la suya —la del campesino—, aunque pertenezca al mismo sistema social, y habilidad para «traducirla» a un lenguaje comprensible para un lector poco conocedor de ese universo. En tal sentido, la recomendación de José Bengoa para el futuro de las investigaciones rurales parece atendible cuando advierte que «para realizar estudios de economía agraria y rural es imposible desentenderse de los asuntos culturales que son su forma de articulación y la explican».20 Es función del analista de la cultura elaborar, a partir de los nuevos conocimientos Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro 99 producidos por la investigación, un relato que contribuya a reforzar el sentido de identidad de los actores a quienes los bruscos cambios socioeconómicos pueden haber hecho vacilar; de este modo estaría reciprocando a los entrevistados con un servicio socialmente útil: saber adquirido. Ese relato estructurador, constituyente para la comunidad que puede encontrarse reflejada en él, es imprescindible para «sobrevivir en la modernidad», pues está potenciado para ordenar y dar coherencia interna a las acciones emprendidas por los que emigran de su región, pero se mantienen atados a ella por una memoria común en la cual las historias familiares ocupan un lugar principal. En lo adelante, los estudios sobre la vida rural desde una perspectiva cultural deberán atender al imaginario de las comunidades campesinas, a su dimensión humana y relacional, y buscar elementos que favorezcan la comparación de los procesos socioculturales cubanos con los continentales e insulares. En 2006, y más en 2008, el conflicto identitario provocado en los sujetos por los cambios de 2002 aún era el pan cotidiano de parte importante de la población desplazada de la vida productiva dentro del ámbito azucarero, aunque en algunas personas la inquietud iba disminuyendo en la medida en que las más calificadas y jóvenes encontraban nuevos destinos laborales, diferenciados según el género, la edad y el grado de escolarización. La orientación de la última etapa del desarrollo agropecuario cubano trata de conjurar muchas de las dificultades que acecharon a las decenas de miles de trabajadores desplazados del azúcar, aunque numerosos entrevistados se encontraban aún, a finales de 2008, a mucha distancia de representarse un destino personal suficientemente delineado de acuerdo con los parámetros de la vida moderna.21 La historia de la antropología como ciencia es profusa en ejemplos de cómo del cambio tecnológico derivan imprevisibles transformaciones culturales que inciden directamente en la vida de los sujetos sociales. La investigación cultural cubana tiene en el proceso de reconversión azucarera un campo que ha sido insuficientemente atendido en lo que a sus consecuencias sociales se refiere, y constituye un ejemplo patente de la importancia de atender con sensibilidad y transparencia los problemas que generan los cambios macroeconómicos en la vida del ser humano. Notas 1. De los 70 centrales desactivados por la Resolución 77 del Ministerio del Azúcar, 2 estaban en Pinar del Río, 10 en La Habana, 12 en 100 Ana Vera Estrada Matanzas, 15 en Villa Clara, 5 en Cienfuegos, 4 en Sancti Spiritus, 3 en Ciego de Ávila, 5 en Camagüey, 2 en Las Tunas, 3 en Holguín, 5 en Granma, 1 en Santiago de Cuba y 3 en Guantánamo. 2. La segunda Reforma Agraria (1963) estableció una cantidad limitada de caballerías para las fincas de los pequeños agricultores. Una caballería equivale a 13,42 hectáreas. 3. Durante el llamado «tiempo muerto» y mientras esperaban a que comenzaran las reparaciones del central antes de cada zafra, los colonos realizaban pequeños trabajos en el batey o incluso en otros lugares, que simultaneaban con la producción de alimentos para la familia, cuyos excedentes se vendían en el mercado local. 4. Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976, p. 175. 5. Ibídem, p. 103. 6. Véase Alfredo Bolsi, comp., El complejo azucarero en Tucumán. Dinámica y articulaciones, Instituto de Estudios Geográficos, Universidad Nacional de Tucumán, 2002. 7. Véase Constance R. Sutton, «Continuing the Fight for Economic Justice: The Barbados Sugar Workers’ 1958 Wildcat Strike», en Constance R. Sutton, ed., Revisiting Caribbean Labour, Research Institute for the Study of Man / Ian Randle Publishers, Kingston / Miami, 2005, pp. 65-87. 8. Véase Paul Thompson, La voz del pasado. La historia oral, Ediciones Alfonso el Magnánimo, Valencia, 1988. 9. Véase Giovanni Levi, «Un problema de escala», Relaciones, v. 24, n. 095, Zamora, México, 2003, p. 279-88. 10. Véase Georges Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, t. 3, Editorial Félix Varela, La Habana, 2003, p. 460. 11. Cristina Borderías, «Subjetividad y cambio social en las historias de vida de mujeres», Arenal, n. 2, Granada, 1997, pp. 180-1. 12. Oscar Zanetti, Las manos en el dulce, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004; Michel González, «El colonato azucarero cubano. Estudio de una institución socioeconómica, 1880-1920», Tesis de grado, Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana, 2000; Antonio Santamaría, «Sin azúcar no hay país», La industria azucarera y la economía cubana (1919-1939), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, 2001, y «Temas y controversias del debate histórico internacional reciente en torno a la industria azucarera», América Latina en la Historia Económica, n. 25, enero-junio de 2006, pp. 7-42; Víctor Figueroa Albelo, «Los campesinos en el proyecto social cubano», Temas, n. 44-45, La Habana, octubre-diciembre de 2005, pp. 13-25; Juan Valdés Paz, Los procesos de organización agraria en Cuba 1959-2006, Fundación Núñez Jiménez, La Habana, 2009. 13. José Bengoa, «25 años de estudios rurales», Sociologías, n. 10, Porto Alegre, julio-diciembre de 2003, p. 61, disponible en www. scielo.br/pdf/soc/n10/18716.pdf. 14. Véase Paul Schrecker, «La familia como institución transmisora de la tradición», en Erick Fromm et al., La familia, Península, Barcelona, 1994, pp. 275-96. 15. A principios de la primera década del presente siglo escribir sobre el tema azucarero desde una perspectiva crítica parecía uno de esos asuntos condenados a mantenerse fuera del debate público. Estas y otras preocupaciones aparecen reflejadas en Ana Vera Estrada, «El trabajo del científico social en la cultura», Temas, n. 54, La Habana, abril-junio de 2008, pp. 125-36. 16. Los trabajos presentados a ese Taller se pueden consultar en una publicación digital de la Cátedra Azucarera Alvaro Reynoso: Décimo aniversario de la Cátedra Azucarera noviembre 4, 2009. Disponible en la biblioteca del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. 17. Daniel Bertaux y Catherine Delcroix, «Case Histories of Families and Social Processes», en Prue Chamberlayne, Johanna Bornat y Tom Wengraf, eds., The Turn to Biographical Methods in Social Science. Comparative Issues and Examples, Londres/Nueva York, Routledge, 2000, pp. 86-7. 18. Tom Wengraf le llama «biographic narrative interview» y los términos en que plantea la invitación responden a la siguiente fórmula: «To tell their story in their own way, beginning wherever they like for as long as they like». Tom Wengraf, «Uncovering the General from Within the Particular: From Contingencies to Typologies in the Understanding of Cases», en Prue Chamberlayne, Johanna Bornat y Tom Wengraf, eds., ob. cit., p. 141. 19. Víctor Figueroa Albelo, ob. cit., p. 23. 20. José Bengoa, ob. cit., p. 21. 21. Véanse algunos documentos del Ministerio del Azúcar asociados al proceso de restructuración azucarera, en Maylán Álverez Rodríguez, La callada molienda, Ediciones La Memoria, La Habana, 2013, pp. 35-71. , 2014 Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro 101 De cómo el socialismo pudiera imponerse al capitalismo Pedro Campos Historiador. L a práctica del «socialismo real» ha evidenciado el fracaso de todo aquel conjunto de concepciones económicas, políticas y sociales que reunían los manuales de «marxismo-leninismo» y que no fueron otra cosa que la pretensión del estalinismo y sus variantes de pasar como continuadores de las ideas de Carlos Marx y Vladimir I. Lenin. Mucho se ha escrito al respecto. La sociedad de los capitalistas se impuso a la feudal de los reyes y la nobleza, del mismo modo en que esta superó la de los esclavistas por representar avances generales para el bienestar de la humanidad en todos los órdenes: económico, político y social. En el trasfondo, casi invisible, descansaba una nueva forma de organizar la producción material, de hacer que la fuerza de trabajo generara un nuevo modo de producción. El trabajo asalariado (capitalista), en comparación con el de los siervos (feudal) y, desde luego, respecto al de los esclavos, representaba una forma superior de organización de la producción, no solo más acorde con el desarrollo de los medios y técnicas de producción, sino también más libre y menos inhumana. El desposeído se beneficiaría, además, de las conquistas democráticas logradas junto a los burgueses y se le reconocería derechos antes inimaginables para siervos o esclavos. Las revoluciones políticas burguesas ocurrieron cuando ya los capitalistas controlaban buena parte de 102 Pedro Campos n. 77: 102-106, enero-marzo de 2014 la economía —especialmente el capital financiero—: el mercado, las finanzas, la industria y la agricultura; y la continuación de las relaciones feudales impedía la expansión de los capitales. Allí donde los reyes y señores feudales se mostraron más complacientes con los poderosos dueños del dinero, los procesos de cambio de poder entre clases fueron menos violentos, más pacíficos si se quiere; o se desarrollaron en forma compartida. Es lo que explica la permanencia de monarquías en Europa, todavía en el siglo xxi. Luego, el capitalismo se fue extendiendo por todo el planeta a sangre y fuego, e impuso su control no solo en los antiguos regímenes donde imperaba el feudalismo, sino también en antiguas colonias de otrora potencias feudales, en las que era posible encontrar materias primas y mano de obra barata. Los capitalistas, para imponerse a la nobleza feudal y expandir su sistema a nivel mundial, han enarbolado las banderas de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia y los derechos humanos. Pero esos mismos principios permitirían a los trabajadores libres asociados superar el capitalismo como sistema económico-político y social. De manera que el capital generó principios y valores útiles para el surgimiento y desarrollo del nuevo modo de producción. De hecho, las revoluciones políticas burguesas tuvieron lugar luego de los profundos cambios en las relaciones de producción ocurridos en pleno feudalismo, contra el que lucharon burgueses y proletarios unidos, las nuevas clases, a fin de empoderar políticamente a las respectivas burguesías, para que estas pudieran desplegar todos los potenciales del nuevo modo de producción asalariado y convertir el capitalismo en sistema dominante a escala mundial. Por mucha dominación burguesa en la sociedad del capital, los paradigmas generados por esa misma clase contra la nobleza y los señores feudales, tuvieron que, de alguna forma, ser compartidos con los harapientos obreros que la llevaron al poder desde las barricadas. Y luego, solo la violación flagrante de aquellas ideas permitiría a muchos destacamentos nacionales de las burguesías mantener su control social absoluto. Los pueblos asumirán el socialismo como sociedad —esa que solo sigue siendo una utopía y que nada tiene que ver con el «socialismo» pretendido desde el Estado todo poseedor y decisor— cuando el nuevo modo de producción en que se sustenta esté en capacidad de demostrar en la práctica que es superior al sistema de explotación asalariado en todos los órdenes. Este proceso no ocurre de un golpe, como se ha pretendido; se ha venido realizando poco a poco, en el propio seno de la sociedad capitalista, con la creciente organización productiva de los trabajadores libremente asociados para laborar y convivir, en las diversas formas de tipo cooperativo-autogestionario, asociativas, que para muchos son apenas perceptibles. Está muy claro, para buena parte de la humanidad, que el capitalismo, movido únicamente por su ánimo de lucro, es el responsable de la paulatina disminución de los recursos naturales y de los crecientes desastres ecológicos. Existen, incluso, capitalistas filántropos que reconocen la necesidad de cambiar su sistema de explotación y buscan maneras de mejorar las condiciones de vida de sus explotados; pero por limitaciones clasistas y debido a la confusión que generó el «socialismo real», no encuentran el camino. Cada día es más evidente que solo una concepción distinta a la capitalista-asalariada sobre la forma de organizar la producción, que sea más racional, capaz de integrar los intereses del ser humano y de la naturaleza, podría preservar los ecosistemas, el medioambiente y la vida en la Tierra. Pero, desde luego, esta visión de la nueva sociedad tendría que superar primero el dogmatismo del viejo socialismo estatalista-asalariado centralizado, de corte neoestalinista, que predominó hasta la caída de la Unión Soviética y del «campo socialista», sobre el Estado, el partido, la clase obrera como clase de vanguardia y revolucionaria; y conllevó la absolutización de la propiedad estatal, la planificación centralizada y su sistema de la «dictadura del proletariado». Muchos críticos del capitalismo rechazan las cooperativas como forma genérica de la producción socialista porque las consideran parte de aquel sistema. No comprenden que tales empresas funcionan internamente de manera distinta a las capitalistas, de acuerdo con una forma de organización colectiva y democrática, esencia del nuevo modo de producción; ni se percatan de que tales formas asociativas están obligadas a relacionarse y subsistir en ese medio, teniendo en cuenta las reglas generales del mercado existente. Estos compañeros, revolucionarios honestos —no los oportunistas burócratas que pretenden eternizarse en el poder estatal— siguen sin identificar el socialismo con la nueva forma de producción: la autogestión de los trabajadores que implica el cooperativismo; y continúan buscándolo en «la propiedad colectiva de todo el pueblo sobre todos los medios de producción», en el cambio del mercado capitalista por otro monopolizado y determinado por el Estado «obrero», en la planificación general centralizada de la economía capaz de evitar la crisis capitalista de superproducción, así como en una «mejor» redistribución centralizada de los medios de consumo que produce toda la sociedad. Quienes temen que el mercado capitalista corrompa el cooperativismo, olvidan que dicha forma de asociación se ha desarrollado en el mercado «libre», competitivo; y que, como las propias crisis capitalistas y la distribución, depende de la manera en que se produce. Por tanto, de lo que se trata en el socialismo es de abolir paulatinamente el trabajo asalariado y ampliar las relaciones de producción genéricas del socialismo de tipo cooperativo-autogestionario, en su diversidad de modos asociativos, hasta hacerlas predominar, también en el mercado, que poco a poco cambiará sus reglas. Según las nuevas, el intercambio sin ánimo de lucro, sin oportunismo mercantilista, la solidaridad y los nuevos valores irán imponiendo su impronta. Ese predominio será el que transformará las formas de intercambio capitalista, y el mercado actualmente existente, de acuerdo con una tendencia natural al intercambio de equivalentes. El mercado es anterior al capitalismo y seguirá existiendo, pero se irá transformando en la medida en que se desarrollen y predominen las formas asociativas libres de producción. No se puede ver el mercado como algo estático que determina las formas de producción. Marx explicó en detalles cómo el intercambio depende de las relaciones de producción. Las crisis de superproducción del capitalismo existen por el ánimo de lucro, la competencia y la explotación asalariada. Solo un cambio en los métodos y en los objetivos hacia el predominio de formas autogestionarias y la satisfacción de las necesidades racionales de los colectivos laborales y sociales, podría eliminar las crisis. Mucho antes que Marx, William Thompson publicó, en 1830, «Directrices prácticas para el establecimiento De cómo el socialismo puede imponerse al capitalismo 103 de comunidades», donde, de manera muy sintética y algo primitiva —pero tan avanzada para su tiempo que todavía hoy muchos no alcanzan a comprenderlo—, señaló que el gran problema del capitalismo era la superproducción, y sugirió la solución: el trabajo cooperativo. Allí afirmó: La sociedad, tal como está organizada actualmente, sufre ante todo escasez e inestabilidad en el empleo de las clases trabajadoras. ¿Cuál es la primera causa de este subempleo? Es la carencia de ventas y de mercados. No se logra vender los productos fabricados y entonces se malvenden a un precio inferior al coste de producción; por ello, los fabricantes no pueden ofrecer empleo permanente y remunerado. El único recurso evidente es un mercado seguro para la mayoría de los productos indispensables. El sistema de trabajo cooperativo ofrece la solución. En lugar de buscar en vano mercados exteriores en el mundo entero, donde se encuentran sobrecargados o inundados por la incesante competencia de productores hambrientos, realicemos la asociación voluntaria de las clases trabajadoras. Estas son suficientemente numerosas como para asegurar un mercado directo y mutuo de los bienes más indispensables en materia de alimentos, vestidos, mobiliario y alojamiento.1 El llamado «socialismo del siglo xx» que se propuso «conscientemente construir» la nueva sociedad, fracasó porque no fue capaz de generar otra superior —aunque algunos intentos, de manera transitoria, consiguieran superar las sociedades capitalistas en algún aspecto científico y social—; desestimó el sentido libremente asociado del trabajo, el nuevo modo de producción, capaz de generar un nuevo y mejor sistema de bienestar general y otra conciencia social, por lo cual fue rechazado por los pueblos a los que se pretendió imponer arbitrariamente, desde las posiciones de un Estado y un partido hegemónicos. El «socialismo de Estado» que terminó arruinando parte de las fuerzas productivas creadas por el capitalismo y por él mismo resultó finalmente en el capitalismo privado, como única alternativa de desarrollo, por su rechazo a las nuevas formas de producción autogestionarias, solidarias, libremente asociadas. Mientras aquel fracasaba, en el seno de las sociedades capitalistas las nuevas formas de producción genéricas del socialismo se iban desarrollando a partir de las propias contradicciones del sistema imperante y del desarrollo de las fuerzas productivas que rompían el esquema capital/trabajo, como vías encontradas por los trabajadores para librarse del yugo explotador del orden asalariado. Así ha ocurrido con un sinnúmero de cooperativas, pequeñas empresas familiares, y trabajadores individuales que ejercen como profesionales, técnicos y laborantes, y que ofrecen libremente sus servicios y producciones y compiten de manera exitosa con las empresas capitalistas. El amplio desarrollo de 104 Pedro Campos la automatización y las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones han posibilitado el enorme despliegue actual del trabajo libre individual, familiar y cooperativo en el seno capitalista y la ruptura de muchas de sus formas monopólicas de mercado. Para una mejor comprensión del empuje del cooperativismo, basta señalar que la Asociación Cooperativa Internacional reconoce la existencia de unos mil millones de cooperativistas en todo el mundo,2 lo que representa cerca de 15% de la población del planeta. La evolución positiva y exitosa del trabajo libre asociado ha sido demostrada por economistas merecedores del premio Nobel en años recientes. El fenómeno que Marx describió como la primera forma de descomposición del Capital: las sociedades por acciones, se ha multiplicado y muchas importantes empresas capitalistas, desde la Gran Depresión de 1930, han optado por la venta de acciones entre sus trabajadores. También el procedimiento de organización de las empresas japonesas les concede a estos amplia participación en acciones, en la administración y en las ganancias, si bien los grandes inversionistas y el Estado continúan controlando el grueso de las acciones y ganancias. Los revolucionarios del xxi tendrán que superar los prejuicios, dogmatismos y banalidades de las experiencias precedentes y rescatar los valores originales de las teorías económicas y sociales más progresistas de los dos siglos anteriores, o estarán, igualmente, condenados a repetir los fracasos pasados. En la Contribución a la crítica de la economía política, Carlos Marx expuso resumidamente las conclusiones fundamentales de la filosofía que llevaría su nombre: En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones que son necesarias e independientes de su voluntad, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de producción dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De forma de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social.3 Para desgracia del proclamado socialismo que le siguió, el dogmatismo predominante que proclamó esas verdades lo hizo de una manera que impidió su entendimiento y materialización práctica. Aquel La toma del poder político, democráticamente, por las mayorías trabajadoras, tendrá sentido socialista en la medida en que avance hacia la abolición del trabajo asalariado. «socialismo» jamás se propuso desarrollar nuevas formas de organización de la producción y de la fuerza de trabajo, de manera distinta a la asalariada capitalista y que fuera capaz de generar un nuevo sistema complejo de pensamiento y de vida superior donde el ser humano estuviera en correspondencia con la naturaleza y no contra ella. Aquel llamado «socialismo real» creyó que se trataba de imponer por la fuerza —«revolucionariamente»— un régimen productivista de capitalismo de Estado, semimilitarizado, que hiciera un «mejor» reparto de lo producido, a costa de expropiar violentamente a la burguesía. Vio el «socialismo» en la distribución, no en la forma de organizar la producción. Este, equivocado en los fines y los medios, no podía terminar de otra manera. No solo ello fue un fracaso; se estigmatizó el socialismo con sus violencias y voluntarismos, y fue perdiendo credibilidad entre los pueblos del mundo. Los «comunistas estatalistas» eran —son— antimperialistas; pero desde el capitalismo de Estado nacionalista, administrado por una burocracia casi permanente. Su antimperialismo no va dirigido al corazón del sistema capitalista: el trabajo asalariado; sino contra sus apetencias expansivas. La batalla que debió darse en el terreno de las relaciones de producción, una vez tomado el poder político, y mientras se apoyaba y ampliaba el desarrollo de las formas autogestionarias existentes y se creaban otras nuevas hasta hacerlas predominantes, tuvo lugar en el campo político-militar bajo control hegemónico de las élites que, en nombre del socialismo y la clase obrera, pretendieron controlar Estados, gobiernos, países y todos sus medios y recursos de producción, para «su causa revolucionaria», objetivos a los cuales subordinaron el desarrollo económico y científicotécnico. El «obrerismo», que en el capitalismo solo se proponía mejorar las condiciones de vida de los trabajadores asalariados y nunca volverlos dueños efectivos, colectivos y asociados de las empresas, cuando llegó al poder convirtió a los dirigentes políticos en administradores del capital —ahora en manos del «Estado obrero»— y los trabajadores siguieron siendo asalariados; dejaron de ser empleados de los capitalistas para serlo del aparato burocrático del Estado. La lucha por el avance de las nuevas formas de producción de tipo cooperativo- autogestionario, la de la nueva clase de los trabajadores libres asociados por desarrollar empresas de nuevo tipo, fueron sustituidas, en aquella teoría «socialista» por el «desarrollo de la economía», los medios y técnicas de producción para alcanzar mejores resultados productivos, sin proponerse superar las relaciones de producción asalariadas. Para aquel «socialismo» impuesto todo valía; y para garantizar el poder del partido que decía representar los intereses del proletariado, se violaron todos los valores positivos y derechos desarrollados y alcanzados por la humanidad. Para ello era necesario suplantar la concepción marxista de la extinción del Estado, por la de su fortalecimiento. El burocratismo, con todas sus enfermedades y corrupciones, que acompaña naturalmente a todo Estado, se convirtió así en parte inherente de aquel «socialismo… de Estado». El sistema político que, según los clásicos del socialismo, debía ser más democrático e inclusivo que la democracia burguesa, superior en todos los sentidos, se preñó de métodos autoritarios que —lógicamente— terminaron desdeñando y menospreciando valores éticos que sirvieron a la burguesía para imponerse políticamente, en virtud de la pretensión de las élites «comunistas ortodoxas» de controlar a toda costa el «poder político» y regentar los Estados y sus economías, sin cambiar las relaciones asalariadas de producción ni la esencia de los sistemas políticos «democráticos» representativos indirectos de la burguesía. La democracia burguesa perfeccionada por el imperialismo generó valores y derechos humanos que el «socialismo de Estado», tratando de superarla arbitrariamente, no solo deformó sino que en muchas partes hasta eliminó, por su «origen reaccionario». Ello convirtió el nuevo sistema político estadocéntrico y totalitario del viejo socialismo en lo contrario de lo que se propusieron sus fundadores: el reino de la emancipación plena del hombre. De ahí que derechos como la libertad, enarbolados por la Revolución francesa y defendidos por todos los pueblos, y que respondían a los intereses de todas las clases antifeudales, fueron considerados «burgueses», por los «comunistas obreristas en el poder». Actualmente, en la propia Cuba, el término «derechos humanos» se vincula a la disidencia, a la contrarrevolución, cuando siempre fueron los revolucionarios sus principales defensores en todo el mundo, sin olvidar que la Isla no solo fue firmante de la Declaración Universal de Derechos Humanos, sino participante activa en su redacción. De cómo el socialismo puede imponerse al capitalismo 105 Sobre la libertad Marx y Engels escribieron: No nos encontramos entre esos comunistas que aspiran a destruir la libertad personal, que desean convertir el mundo en un enorme cuartel o en un gigantesco asilo. Es verdad que existen algunos comunistas que, de forma simplista, se niegan a tolerar la libertad personal y desearían eliminarla del mundo, porque consideran que es un obstáculo a la completa armonía. Pero nosotros no tenemos ninguna intención de cambiar libertad por igualdad. Pongámonos a trabajar para establecer un Estado democrático en el que cada partido podría ganar, hablando o por escrito, a la mayoría para sus ideas.4 Estas ideas centrales del pensamiento marxista fueron ignoradas, olvidadas u ocultadas por el estalinismo. Los intentos igualitaristas de generalizar amplios beneficios sociales bajo dominio de élites paternalistas a las que habría que rendir honores eternos por su dedicación a la «causa del proletariado», degeneraron en formas aberrantes de control social vertical y clientelar, confundidas con idolatrías de tipo religioso. El sistema asalariado se mantuvo deformado por el viejo socialismo, cuyas pretensiones distributivas superiores tenían lugar desde un Estado paternalista. Tal socialismo terminó reproduciendo el sistema político estatal burgués, absorbido por la superioridad tecnológica, competitiva y la organización política del capitalismo desarrollado; pero en transición inevitable al socialismo. Fue así como se establecieron Estados controlados por «partidos centralizados» que, en esencia, reprodujeron el aparato burocrático del anterior sistema político-económico, con sus policías, sus leyes, sus cárceles, sus ministerios, sus gobiernos, sus parlamentos y demás ingredientes, para garantizar el poder de las nuevas élites burocráticas que sustituyeron a las burguesías. La historia enseña que las nuevas relaciones de producción surgen y se desarrollan en el régimen anterior y que una vez maduras, cuando alcanzan una superioridad económica, política y social relativas, comienzan a desplazar las viejas relaciones, y sus clases respectivas, no solo de los espacios de intercambio, sino también de los enclaves políticos y de la conciencia social. Que ese fenómeno se proyecte en forma más o menos pacífica depende de los grados de democracia y libertad alcanzados por cada sociedad en particular y del peso económico y social logrado por el movimiento cooperativo y autogestionario. El socialismo, por esencia humanista, estará por principio contra la violencia, y deberá parar los ciclos de esta contra la humanidad y contra la naturaleza. Este es uno de sus sentidos. Los propugnadores de la revolución social impuesta por una minoría que dirigiría las masas hacia los fines socialistas, por medio de una «dictadura del 106 Pedro Campos proletariado» en sentido lato, fracasaron y solo lograron el amplio rechazo de los trabajadores y los pueblos. Ese error no debe repetirse. Esa filosofía, en verdad una desviación del marxismo, estuvo entre las causas del postrer desplome del «socialismo real». El socialismo, desde luego, será siempre buscado por los partidarios de la utopía; pero su acción consciente, antes, durante y después de la revolución política, deberá estar encaminada a completar la revolución social, al desarrollo predominante de las formas autogestionarias, cooperativas, de producción; y, muy importante, la toma del poder político, democráticamente, por las mayorías trabajadoras, tendrá sentido socialista en la medida en que avance hacia la abolición del trabajo asalariado. En cada país capitalista, las formas autogestionarias y cooperativas se irán desarrollando de acuerdo con sus capacidades, la idiosincrasia de cada región, el nivel de libertad y democracia alcanzado y deberán ir proyectando formas de intercambios entre ellas, como vía para fortalecerse nacional e internacionalmente, mediante la formación de uniones y de grandes uniones, como parte del mercado capitalista o al margen de este, y hacia uno común cooperativo, sin pretender eliminar el capitalista ya existente, que probablemente desaparecerá por inanición, nunca por imposición. En la medida en que los partidarios del socialismo autogestionario participen en los órganos de poder capitalista, o logren controlar las principales palancas de dicho poder —revolución política que deberá buscarse por vías democráticas—, deberán evitar el uso de la violencia, incluso contra los capitalistas. Su triunfo tendrá que ser a través de la superioridad económica y social en competencia pacífica. Otros detalles los generará la práctica social misma. El predominio mundial de las formas autogestionarias y cooperativas será la revolución social mundial socialista. Notas 1. William Thompson, «Directrices prácticas para el establecimiento de comunidades» [1830], disponible en http://tecopio.blogspot. com/2011/09/historia-del-cooperativismo.html. 2. Véase «Hechos-y-cifras-del-cooperativismo», ACI Américas, disponible en www.aciamericas.coop/Hechos-y-cifras-delcooperativismo. 3. Carlos Marx, «Prólogo a Contribución a la crítica de la economía política», en Carlos Max y Federico Engels, Obras Escogidas, t. I, Editorial Progreso, Moscú, 1973. 4. De la declaración de los «comunistas democráticos» alemanes de Bruselas, organizados por Marx y Engels, en 1847, con motivo de los debates que llevaron a la formación de la Liga Comunista y a la promulgación del Manifiesto Comunista, meses después. , 2014 Investigación literaria, historia y Revolución lectura sucesiva Las siguientes páginas acogen el Premio Temas de Ensayo 2013 en la modalidad de Estudios sobre arte y literatura, concedido a un análisis cuestionador acerca de El príncipe jardinero y fingido Cloridano, obra literaria del siglo xviii cubano. También se someten a consideración del lector varias reseñas de libros que aluden a aspectos de la Revolución cubana: una detalla la postura de Jorge Mañach antes y después de 1959, y sus vínculos con los líderes revolucionarios; otra discute la interpretación de dos investigadores sobre el proceso sociopolítico y económico revolucionario; la tercera comenta volúmenes concebidos por escritoras cubanas residentes fuera de la Isla, e interesadas en resaltar la influencia soviética; por último, se destacan las reflexiones de Alfredo Guevara recogidas en Dialogar, dialogar. U Premio Temas de Ensayo 2013 (Estudios sobre arte y literatura) Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano Mayerín Bello Valdés Profesora. Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana. 108 Mayerín Bello n. 77:Valdés 108-115, enero-marzo de 2014 n modo saludable de mantener vivo el devenir literario de una nación es poner en tela de juicio, cada cierto tiempo, el principio de —incluso legítima— autoridad que lo ha juzgado, y dejar que la sospecha, la comprobación sistemática o la actualización, nieguen, maticen, enriquezcan o confirmen lo que el magister dixit. Tal premisa está motivada por la revisión de esa obra nuestra que el título anuncia, a propósito de la cual, aun cuando esté aposentada en el mismo centro del canon de la literatura cubana, se echa de menos un renovado examen crítico. Habiendo sido analizada por un grupo de estudiosos de primera línea, se ha dado por sentado que ya todo ha sido dicho. Y aunque es cierto que mucho, y bien, se ha dicho, también lo es que quedan numerosos enigmas por solventar y muchas correcciones —en el mejor de los casos— por hacer. Así pues, se suele subrayar con justeza que cualquier indagación sobre El príncipe jardinero... de Santiago de Pita tiene que partir, necesariamente, de la conferencia dictada por José Juan Arrom en 1948,1 cuya síntesis se incluyó luego en el prólogo a la edición crítica de la obra.2 Sus «consideraciones» se referían a aspectos debatidos por sus predecesores —en primer término por Antonio Bachiller y Morales— sobre los que estos habían sacado conclusiones, al parecer, difícilmente refutables. Sin embargo, Arrom demostró con argumentos plausibles que tales caminos eran errados al aportar pruebas documentales de nuevas certezas. A su vez, generó una estela de seguidores, quienes, sobre la base de su legado, enriquecieron el estudio de la obra y el autor con sus propios resultados y valoraciones. Por ejemplo, Octavio Smith, Rine Leal y Enrique Saínz.3 Entre las contribuciones más concluyentes de Arrom estaban haber hallado la edición príncipe, que determinaba la fecha de publicación; haber establecido el antetexto que sirvió de modelo: Il principe giardiniero, del dramaturgo italiano del siglo xvii Giacinto Andrea Cicognini; así como la identidad del autor. Estos problemas, sin embargo, están lejos de haber sido resueltos en su totalidad, entre otras cosas porque nuevos hallazgos matizan, cuando no niegan, lo que parecían convicciones harto fundadas. Así, por ejemplo, la edición príncipe no es la tenida por tal hasta ahora, lo que pudiera poner en jaque la datación de la pieza; además, todo parece indicar que Il principe giardiniero no pertenece, en realidad, a la pluma de Cicognini. Estos y otros aspectos se conectan con una serie de cuestiones relativas al Jardinero cubano que redimensionan, con mucho, aseveraciones de las que historias literarias y ensayos se hacen eco. Para encaminar estas nuevas consideraciones se acudirá —como lo hizo en su momento Arrom— al análisis paratextual y al cotejo de obras. Ediciones, fecha de publicación, colofones Una importante refutación realizada por Arrom es la de la opinión de Bachiller y Morales acerca de que la obra fue escrita a finales del siglo xviii y publicada por vez primera en 1820. Arrom trae noticias de cuatro ediciones anteriores a esa fecha y establece como príncipe la siguiente: El príncipe jardinero y fingido Cloridano. Comedia sin fama del capitán don Santiago de Pita, natural de La Habana. Sin portada. A la cabeza del título: Núm. 287. Colofón: En Sevilla, en la Imprenta Real, Casa del Correo Viejo.4 Al respecto, precisa: Esta edición, la más antigua encontrada hasta hoy, no se imprimió ni en La Habana, ni en Valencia, sino «En Sevilla, en la Imprenta Real, Casa del Correo Viejo». El ejemplar no tiene fecha de impresión, pero podemos averiguarla. En primer lugar, dicha imprenta perteneció a Francisco de Leefdael, y luego a su viuda, que continuó el negocio hasta 1733. Por tanto, se imprimió necesariamente antes de 1733. En segundo lugar, esta edición de la comedia es el número 287 de una serie de la cual he hallado un número anterior, el 277 [se trata de Los empeños de un plumaje, de Calderón] en cuyo colofón se lee: «En la Imprenta de la Viuda de Francisco Leefdael, en la Casa del Correo Viejo». Y como sabemos que ya en 1730 aparecen las impresiones de esta casa a nombre de la Viuda, debemos inferir que se imprimió después de muerto Leefdael, o sea, después de 1730. Es, pues, entre 1730 y 1733 cuando sale a la luz esta edición que se ha de tener, mientras no se ofrezca evidencia de otra más antigua, como la edición príncipe.5 La fuente a la que se remite el estudioso cubano para conocer los datos de la casa impresora de este texto es la Tipografía hispalense de Francisco Escudero y Perosso, que viera la luz en 1894,6 y que sentó las bases de los estudios acerca de los impresos sevillanos del siglo xviii. En 1974, el investigador español Francisco Aguilar Piñal da a conocer los Impresos sevillanos del siglo xviii. Adiciones a la tipografía hispalense,7 donde el repertorio de los textos teatrales se incrementa de los casi trescientos de Escudero a alrededor de setecientos. Allí se puede leer la historia más detallada de la imprenta que publicaría por vez primera la obra de Pita: Con la nueva dinastía de los Borbones se instaló en Sevilla el impresor alemán (parece ser oriundo de Colonia) Francisco de Leefdael, que comenzó a publicar en 1701, «en la imprenta de la Ballestilla» […] A partir de 1717 se indica como domicilio «en la Casa del Correo Viejo, enfrente del Buen Suceso». Fallecido hacia 1728, su viuda continúa al frente del negocio, repitiendo la serie de comedias de su marido, que tanto éxito alcanzó, hasta finalizarla con el número 318, que corresponde a la comedia de Cañizares Abogar por su ofensor. A partir de dicha fecha el pie de imprenta reza «Viuda de Francisco de Leefdael» […] y en 1733 pasa a ser «Imprenta Real, Casa del Correo Viejo», título obtenido, con toda seguridad, durante la estancia en la corte en Sevilla.8 Por otra parte, en obra más actual de Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo xviii: N-Q,9 se registran, además, otras dos ediciones dieciochescas. Al primer registro se puede acceder a través del Catálogo digital en red de la Biblioteca Nacional de España;10 la segunda aparece en el catálogo de la Biblioteca de la Academia Española: El Príncipe Jardinero, y Fingido Cloridano [Texto impreso]: comedia sin fama, núm. 287, Sevilla: en la Imprenta de la Viuda de Francisco de Leefdael, en la Casa del Correo Viejo. Sin año. El Príncipe jardinero y fingido Cloridano. Comedia sin fama [Sevilla, Joseph Padrino, s.a. (núm. 36)]. Al cotejar las noticias que da el estudioso español con lo dicho antes por Arrom es posible sacar las siguientes conclusiones: 1. Es a partir de 1733 que se obtiene el privilegio de poner «Imprenta Real» en el colofón de las impresiones de la casa Leefdael, mientras que el dato «Casa del Correo Viejo» precisa el domicilio, que cambió en 1743.11 Por lo tanto, la considerada por Arrom como edición príncipe colocaría el arco temporal de aparición de la obra entre 1733 y 1743, pues la Viuda siguió regenteando la empresa hasta entonces (es decir, no cesa su labor en 1733 como dice Arrom), e incluso, el negocio de impresión de la familia Leefdael continúa en activo hasta 1753. 2. La edición príncipe no es la que propone el investigador cubano sino la citada por Aguilar Piñal, que declara en el colofón: «En la imprenta de la Viuda de Francisco Leefdael, en la Casa del Correo Viejo» (se encuentra en la Biblioteca Nacional de España). Ese colofón es dominante entre 1728 y 1733, como refrendan varios investigadores, y ese sería el período en que hay que ubicar la primera impresión de la comedia de Pita. Por lo tanto, se ratificaría la fecha temprana propuesta por Arrom. 3. En algún momento entre 1733 y 1743, con el «privilegio» de Imprenta Real en el colofón, se reedita la comedia de Pita. Posiblemente, en fecha más cercana al primer año, teniéndose en cuenta el subtítulo que reza «comedia sin fama», es decir, reciente. Todo parece indicar, pues, que la edición que Arrom cita como príncipe es, en realidad, la segunda. 4. A reserva de todo lo dicho, no se puede dejar de escuchar el ruido que aporta el dato ofrecido por Aguilar Piñal de que la viuda «repitió» la serie de comedias publicadas por su marido, hasta el número 318. Habida cuenta de que la de Pita es la 287, pudiera haber sido publicada antes por el fundador, que operó entre 1701 y 1728. Luego de una muy acuciosa búsqueda, no se han encontrado noticias de esa edición. Esta hipótesis tampoco nos resulta seductora porque, Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano 109 El príncipe jardinero y fingido Cloridano manifiesta el conocimiento de una tradición dramática, sobre todo aurisecular, con la que el autor comulga, así como el desenvuelto manejo de la acción teatral, de personajes y del verso, más allá de que, en ocasiones, no falten rigideces, construcciones estereotipadas o impericias líricas. como se indicaba ya, el subtítulo de nuestro Jardinero reza «comedia sin fama», calificación que podría apuntar a obra reciente. Leefdael. El porqué es otro enigma entre los numerosos que existen en torno al Jardinero del «ingenio de La Habana». La colección y el subtítulo El diálogo con la tradición de príncipes jardineros españoles Los impresos teatrales sevillanos del siglo xviii, contexto en que se insertan las primeras ediciones del Jardinero de Pita, se reúnen en tres colecciones: la de comedias «sueltas», las más numerosas; la de entremeses y la de «relaciones» de comedias —largas tiradas de romances, monólogos lírico-narrativos donde se cuentan peripecias de los personajes principales. También se publicaban volúmenes adocenados (es decir, que incluían doce obras o más), aunque esta no era la variante privilegiada en los inicios de la centuria. Esos impresos —producción editorial constante desde finales del siglo xvii hasta más o menos la década de los 70 del xviii— eran modestos, frágiles, sin carátula —amén de baratos—, por lo que se ha perdido una buena parte de ellos. La comedia de Pita entra en la serie numerada de las «sueltas», publicadas por la casa impresora sevillana de los Leefdael, enzarzada en dura competencia con otros editores para satisfacer un amplio público lector que demandaba las comedias para leerlas o representarlas en forma privada. En las sueltas dominaban de modo casi absoluto los dramaturgos españoles del siglo xvii. Resulta curioso, entonces, que en ese contexto se inserte una obra contemporánea como El príncipe jardinero...; curiosidad que se atenúa si se tiene en cuenta el vínculo de su autor con la tradición de comedias áureas, tanto por los motivos que se dan cita en su pieza, como por la versificación. Así pues —y es algo que hay que subrayar porque no se ha hecho—, su pertenencia a ese conjunto la define en gran medida. El príncipe jardinero y fingido Cloridano del Capitán Don Santiago de Pita, natural de La Habana, por otro lado, lleva como subtítulo «Comedia sin fama». Se ha reputado esa especificación como ironía del autor, pero parece que, además —tal vez, sobre todo— fue una estrategia comercial de promoción de una comedia novedosa e inédita.12 Es un modo de distinguirla del mayoritario grupo de «comedias famosas», subtítulo dominante y alusivo a las obras de los dramaturgos del siglo anterior, reeditadas una y otra vez. Llama la atención que la de Pita, según todo parece indicar, sea la única que con aquel subtítulo publicó la viuda de 110 Mayerín Bello Valdés El motivo central de la obra de Pita, la conversión temporal de un noble o príncipe en un jardinero con el fin de favorecer su amor, es un verdadero tópico en la comedia española del Siglo de Oro. Recientemente se han publicado varios estudios donde queda demostrada la persistencia del tema.13 De acuerdo con esas indagaciones, he aquí la lista de obras que desarrollan dicho asunto y los motivos a él asociados, de forma más o menos central: el romance, ya popular en el siglo xvi, que rezaba «Mientras yo podo las viñas»; de Gil Vicente: Don Duardos; de Vélez de Guevara: El príncipe viñador; de Tirso de Molina: La venganza de Tamar, La huerta de Juan Hernández, Quien da luego, da dos veces, El pretendiente al revés, La fingida Arcadia; de Lope de Vega: El soldado amante, Los Ponces de Barcelona, El abanillo, Los ramilletes de Madrid, Al pasar del arroyo, El hombre por su palabra, No son todos ruiseñores; de Pedro Calderón de la Barca: La señora y la criada, La fiera, el rayo y la piedra; de Agustín Moreto: Hasta el fin nadie es dichoso; de Antonio de Solís: El alcázar del secreto; de Juan Bautista Diamante: Pasión vencida de afecto; de Luis de Belmonte Bermúdez: El príncipe villano; y de Agustín de Castellanos: Mientras yo podo las viñas [comedia]. Aunque con alguna reticencia, ya Arrom había señalado en su estudio el vínculo del texto de Pita con el teatro español del siglo xvii, al referirse en particular a El perro del hortelano, de Lope de Vega, y a El desdén con el desdén, de Agustín Moreto. En una nota al pie no puede dejar de reconocer también cierta comunidad de motivos con las aludidas Don Duardos, de Gil Vicente; El príncipe viñador, de Vélez de Guevara, y Los ramilletes de Madrid, de Lope. Pone, en cambio, especial énfasis en los préstamos de versos y de frases provenientes de otros autores relevantes de aquel período, como Calderón, Miguel de Cervantes y Sor Juana Inés de la Cruz. Sin embargo, atendiendo a los acuciosos análisis antes referidos, se puede concluir que había suficiente material en esa tradición aurisecular española como para que Pita se valiera de ella, realizara nuevas combinaciones entre los motivos y asumiera moldes de probada eficacia para crear su propio jardinero por amor. Ese parentesco es profundo y causa principal, quizás, de la inserción de su comedia en la colección que los Leefdael vendían con tanto éxito. A pesar de ello, no deja de ser notable la similitud argumental con el que constituye, según el profesor e investigador cubano, el verdadero antetexto de la obra de Santiago de Pita: Il principe giardiniero, de Giacinto Andrea Cicognini (1606-1660). El supuesto antetexto Ahondar en las semejanzas y diferencias que vinculan a los dos Jardineros, el italiano y el cubano, es argumento indispensable para corroborar hipotéticas deudas, coincidencias en la apropiación del legado español u otro tipo de diálogo intercultural. Existen, además, las condiciones indispensables para ello, la principal: el acceso a Il principe giardiniero. Arrom, tan cuidadoso en su estudio cuando aporta todo tipo de referencias, al proponer la pieza de Cicognini como muy probable antetexto de la obra del cubano y resumir su argumento, no ofrece, sin embargo, ningún tipo de fuente de la que habrían partido su síntesis y la comparación. Octavio Smith, que se percata de ello, busca y encuentra la noticia de una edición,14 pero no el texto. La dificultad para dar con él es comprensible puesto que no ha sido publicado más después del siglo xvii. Se conservan, no obstante, varias y raras ediciones,15 entre ellas la veneciana de 1672, del editor C. Ambrosini.16 Como es harto conocido, se hallaba muy extendida en Italia durante el siglo xvii y parte del xviii la influencia del teatro español. Cicognini fue, precisamente, uno de los que con más éxito y sistematicidad se apropió y reelaboró tal legado; ello lo reconocen Arrom y Smith, quienes valoran la posibilidad de la existencia de una obra española que haya inspirado los dos Jardineros, pero de la que no se tiene noticias. Ahora bien, algo viene a complicar un poco las cosas: se ha demostrado, con poco margen para las dudas, que Il principe giardiniero no es de la autoría de Cicognini sino de Giovanni Andrea Moniglia (1625-1700), otro dramaturgo italiano que también acusó la influencia de la dramaturgia española. La tesis es sustentada en tres valiosos y recientes estudios: el de Maria Grazia Profeti, «I viaggi di un principe giardiniere»; el artículo de Nunzia Melcarne, «Il principe giardiniere e il suo vero autore: Giovanni Andrea Moniglia»; y el libro de Diego Símini, Il corpus teatrale di Giacinto Andrea Cicognini. Opere autentiche, apocrife e di dubbia attribuzione,17 uno de los exámenes más completos y acuciosos que existen sobre ese dramaturgo. Si bien la paternidad de Il principe giardiniero no es un asunto menor a la hora de historiar y analizar el teatro italiano del siglo xvii, para la presente investigación no significa una gran diferencia si el autor fue uno u otro dramaturgo. De lo que se trata es de dilucidar si el Jardinero de Pita se conecta, esencialmente, con esa tradición hispánica, más cercana por muchos conceptos, o esa conexión pasa por la mediación de Il principe... de Cicognini-Moniglia. Diálogo con el pretendido antetexto italiano Además de la semejanza del título, no se puede negar la similitud argumental entre la obra cubana y la italiana. He aquí los motivos —de fuerte raigambre hispánica, insistimos— que manejan tanto Pita como Cicognini-Moniglia: un príncipe se disfraza de jardinero para estar cerca de la princesa que ama; el amor ha sido despertado por un retrato; el príncipe, sin proponérselo, en un momento anterior a la trama que se escenifica, mata en el fragor de un combate al hermano de la princesa, lo que dificultará la relación entre ellos; el padre de la muchacha y del joven muerto quiere venganza, y los premios para quien encuentre al culpable serán la princesa y el reino; ella tiene escrúpulos por enamorarse de un rústico; los modales del jardinero despiertan sospechas sobre su verdadera identidad; la reconciliación final de todos los personajes se resuelve en bodas múltiples. Además, al ser descubierto, el príncipe irá a la cárcel junto con su criado, el gracioso de la obra; la princesa optará por amar al príncipe en contra de los intereses paternos y lo liberará para huir con él. Junto a tales afinidades están presentes, asimismo, muchas diferencias: • Un texto es en verso y el otro en prosa, lo que condiciona muchas de las actitudes de los personajes, por ejemplo: el lirismo de los parlamentos, la presencia de «relaciones» en el Jardinero cubano, y la discursividad y narratividad de la obra italiana, que acude a una prosa en ocasiones muy enrevesada. • La simplificación argumental del texto de Pita frente a la complicación de la pieza italiana (algo ya señalado por Arrom), que se manifiesta en varias tramas secundarias que enredan y opacan un tanto los tópicos declarados: conjuras contra el poder del rey; intrigas de Federigo y Don Carlos, dos nobles partícipes de la trama, para perjudicar y matar a Oderigo, el príncipe jardinero oculto bajo el nombre de Laurindo; el regreso de este a la cárcel, por propia voluntad, hasta que no logre explicarse con Don Carlos; las cartas enviadas a Oderigo y a Bacocco, el gracioso, que generan confusión y propician la Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano 111 • • • • • • comicidad; así como el motivo de la bofetada que recibe Oderigo por parte de Don Carlos y que termina por comandar la acción dramática a partir de la escena 7 del Acto I: el honor mancillado y la necesidad imperiosa del primero de hablar con el segundo se sobreponen a la intriga amorosa. La locación española de la obra italiana y la exóticofantasiosa de la cubana. El tratamiento comedido de las doncellas y sirvientas en el texto italiano frente al desparpajo de las «cubanas» Narcisa y Flora. El torneo presente en el Jardinero de Pita y ausente en el de Cicognini-Moniglia. La presencia, en esta última obra, del personaje con orígenes principescos y que los desconoce hasta la agnición final (Don Carlos, quien resulta ser hermano de Oderigo). La obstinada negación del príncipe Oderigo, mientras está disfrazado de jardinero, a revelar su identidad a la princesa Florisbe, así como su tardía declaración de amor a esta, situación revertida en el Jardinero de Pita. El adiós de la princesa Aurora a su tierra natal —motivo caro a la tradición hispánica— y la ausencia de ello en la obra de Cicognini-Moniglia. Queda en pie, por otra parte, la interrogante de cómo accedería el dramaturgo cubano al texto de Il principe giardiniero. La respuesta sería tan especulativa que solo vienen a la mente dificultades por sortear y nuevas preguntas: no hay, en absoluto, noticias de su traducción al castellano, ni de su impresión y difusión en nuestra lengua (incluso hoy). ¿Conocería Pita el italiano y la leería en una edición o en un libreto que alguien le hubiera proporcionado? ¿Viajaría Pita a Italia y esa sería la ocasión para conocer la opera scenica que luego recreara? Las posibles andanzas novohispanas del autor Uno de los paratextos más significativos es el que declara que el autor de la comedia es «el capitán don Santiago de Pita, natural de la Habana». Como es conocido, se creyó durante un buen tiempo que se trataba de un seudónimo hasta que, primero Arrom y luego Octavio Smith, despejaran muchas de las incógnitas que tal nombre suscitara. Una, sin embargo, queda en pie: no se tiene ninguna noticia sobre la actividad literaria y dramática del capitán Santiago de Pita, a pesar de la acuciosa búsqueda realizada por Smith. Pero El príncipe jardinero y fingido Cloridano no es un texto de principiante ni de un individuo con limitada formación cultural.18 En otras palabras, la obra manifiesta el conocimiento de una tradición dramática, sobre todo aurisecular, con la que el autor comulga, así 112 Mayerín Bello Valdés como el desenvuelto manejo de la acción teatral, de personajes y del verso, más allá de que, en ocasiones, no falten rigideces, construcciones estereotipadas o impericias líricas. En consecuencia, Rine Leal conjetura que «Pita vivió en España, posiblemente estudió allá y escribió en Sevilla la comedia, tal como reza al final de la misma».19 Allí se lee: «Y El príncipe jardinero/ de un Ingenio de La Habana, hecha en Sevilla, da fin».20 No habría que descartar, sin embargo, que el «hecha en Sevilla» signifique, más que escrita, impresa allí. En la edición crítica de Arrom aparece en el Apéndice una variante del final que dice: «“El Príncipe Jardinero”/ de Un Ingenio de La Habana,/hecha en Valencia, os suplica…»,21 en obvia adecuación del final a la edición valenciana. Octavio Smith, por el contrario, en la biografía que le construye apenas le deja al autor espacio para un eventual aprendizaje peninsular. En cambio, especula sobre presuntas estancias en México, donde sí habría podido tener una formación cultural sólida: ¿No seguiría [Pita] la corriente general hacia la capital de Nueva España, ciudad en que, por otra parte, sus aficiones pudieron despertar o satisfacerse con los teatros y la vida teatral activa que allí existían? [...] Es visto que unos estudios y una vida de Pita en el vecino país no quedan descartados y que las pesquisas en el mismo siguen aguardando.22 Parece que, en efecto, el desplazamiento de cubanos, por razones de estudio, hacia el Virreinato de Nueva España era frecuente. Al respecto apunta Julio Le Riverend: Desde la primera mitad del siglo xvii aparecen en las listas de estudiantes de la Universidad de México los nombres, a veces muy principales, de algunos habaneros; es que el vecino virreinato constituía el centro de atracción, y no dejaría de serlo hasta la segunda mitad del siglo xviii. Unos pocos criollos estudiaban en las universidades españolas.23 Había, asimismo, algunos colegios, como el jesuítico de San Gregorio —donde está documentada la existencia de representaciones teatrales—,24 que podían haber acogido al joven Pita, haberle procurado una sólida formación cultural y motivado a escribir teatro, animado, tal vez, por el ejemplo de Sor Juana, cuyos versos son citados en el Jardinero cubano.25 Es posible que estando allí quisiera emular con, o se sintió inspirado por, la obra de otro autor «americano» —¿novohispano?— que también concibió un Jardinero por amor. La pariente «americana» del Jardinero de Pita Existe una comedia suelta titulada nada menos que El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada.26 Poco se conoce de su autor, Pedro Cordero, al que se le ha confundido con el portugués Jacinto Cordero (16061646), de notable producción dramática, y también con Agustín Cordero,27 dramaturgo español del siglo xviii. Que Pedro Cordero quiere ser distinguido como procedente de esta parte del Atlántico lo declara explícitamente el subtítulo de la citada obra, que reza «comedia americana», aunque su argumento no tenga nada de novomundista. Arrom y Rine Leal aluden a ella someramente, sin concederle mayor importancia. El primero, cuando aclara que no hay que confundirla con la de Pita como alguien ha hecho, ofrece en una nota al pie la bibliografía en la que se la menciona y el sitio donde se conserva: Hay un ejemplar de esta comedia en el British Museum. Está descrito así: «Cordero, Pedro. El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada. Comedia americana. Sevilla [1720?] 4». [Cayetano Alberto de la] Barrera la incluye también en su Catálogo [bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo xviii] como de Cordero (pp. 100 y 563), pero con los términos del título traspuestos, así: «La mayor ciencia laureada y príncipe jardinero».28 Ahora bien, si la fecha de la obra fuera, en realidad, 1720, como Arrom consigna, ¿cómo no pensó en ella como muy posible antetexto del Jardinero de Pita, o, al menos, como un indicio que apunta hacia un parentesco que podría resultar iluminador para ambas? Claro está, habría que precisar si, efectivamente, esa es la fecha del Jardinero «americano», asunto siempre arduo. La edición más temprana de la obra a la que hemos tenido acceso es la del impresor Joseph Padrino, de Sevilla, cuya casa operó entre 1747 y 1772.29 Ese editor, por cierto, publicó también el Jardinero de Pita, que en su colección de sueltas lleva el número 36. Pero he aquí lo que manifiesta el estudioso Germán Vega García-Luengos al comparar el monto de lo publicado por los Leefdael y por Padrino, durante la primera y la segunda mitad del siglo xviii, respectivamente: La contundencia en este sentido de las cifras de los Leefdael, dominadores del panorama en la primera mitad de la centuria, se da la mano con la de José Padrino en el segundo tramo. Ninguna diferencia sustancial notamos entre lo producido por ambas imprentas. De los 216 títulos de comedias diferentes editados por Padrino entre 1747 y 1773, 152 —70,4 %— ya habían sido publicados por los Leefdael entre 1701 y 1753.30 Así pues, la comedia de Pedro Cordero pudo haber sido publicada, efectivamente, en las primeras décadas del siglo xviii. Cayetano Alberto de la Barrera, por su parte, sitúa la producción del autor entre 1725 y 1750.31 Como puede advertirse, las interrogantes y los problemas proliferan, a manera de la mítica hidra, cada vez que comienzan a zanjarse algunas cuestiones. A duras penas logramos saber quién es Santiago de Pita, para caer en la ignorancia más absoluta en relación con Pedro Cordero. ¿Dónde se escribió y se representó su obra? ¿Guardan entre sí algún vínculo los dos Jardineros novomundistas? En cuanto a la primera pregunta solo se puede especular. La condición «americana» de la pieza le da un amplio margen geográfico, que se restringe en la medida en que presupone un espacio cultural y teatral más o menos dotado, un público con cierto entrenamiento en menesteres dramáticos, y habituado al espectáculo donde abunden la «música y el acompañamiento» —como rezan las indicaciones de las dos obras que se consideran. Las mejores candidatas parecen ser, incluso con sus muchas carencias en términos de desarrollo teatral durante las primeras décadas del siglo xviii, además de la capital, algunas ciudades mexicanas como Guadalajara, Valladolid, Veracruz y Puebla.32 Por cierto, otras piezas teatrales, escritas y representadas en el Virreinato de Nueva España, también llevan por subtítulo «comedia americana».33 En cuanto al vínculo entre los dos textos, lo más que se puede hacer, para pisar terreno firme, es examinar, mediante el cotejo intertextual, coincidencias y divergencias. (Líneas arriba se esbozaba la hipótesis de que El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada precediera a la escrita por el «ingenio de La Habana», pero no hay que descartar sin más que haya sido al revés). Hay que partir afirmando que los dos Jardineros se inscriben en la tradición conformada por sus antecedentes hispánicos. El sistema que integran los personajes principales se estructura en ambos según un conjunto de muy similares funciones. FadriqueCloridano (Príncipe de Atenas) y Federico-Ricelo (Príncipe de Persia) asumen una identidad falsa y se convierten en jardineros de las princesas a las que pretenden: Aurora y Auristela, hijas, respectivamente de los reyes de Tracia y de Turín (este ya fallecido cuando comienza la pieza). Los monarcas han dispuesto que se casen con uno de dos pretendientes: Polidoro, príncipe de Acaya, y Meleandro, príncipe de Dalmacia, en el caso de la obra de Pita; Mauricio, príncipe de Fox, y Casimiro, príncipe de Epyro, en el de la de Cordero. Inseparables de los de Atenas y Persia son los criados-graciosos, también disfrazados de jardineros, Lamparón y Órgano, su contrapartida cómica por lo que se refiere a temas como el amor, el honor, el coraje, etc. Las princesas se acompañan de un séquito de damas y sirvientes: Ismenia se llama tanto la hermana de Aurora como la prima de Auristela; las dos Ismenias se casarán con uno de los príncipes que la protagonista ha desdeñado (con Polidoro, en el Jardinero cubano y con Casimiro en el americano). Como en Pita solo hay una dama noble además de la protagonista, el otro joven postergado, Meleandro, contraerá nupcias Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano 113 con la hermana (personaje solo referido) de FadriqueCloridano, mientras que Lisida, noble también y compañera de la Ismenia de Cordero, se casará con Mauricio, el otro galán preterido por Auristela. Junto a esas bodas múltiples de aristócratas, también tópicas, se realiza en la obra cubana el matrimonio del gracioso con una de las criadas, Flora. El lamento de otra, Narcisa, por su soledad y doncellez, se corresponde con el del gracioso americano, quien dedica un largo monólogo a añorar una criada y a imaginar una situación amorosa en la que él se viera involucrado. El sistema de los personajes más significativos se completa con Procelio, el astrólogo del Jardinero americano, el «barba» de esa obra (pues el rey-padre ha muerto), quien vendría a ser el equivalente anciano del rey de Tracia «cubano», aunque con funciones diversas. Procelio está en prisión porque vaticinó acontecimientos que no gustaron a la altiva Auristela, y que la obra irá demostrando, lo que conduce a su liberación final y a calificar sus pronósticos de «mayor ciencia laureada». El padre de Aurora, en cambio, se empeña en la venganza de su hijo muerto y dispone el casamiento de la princesa con el príncipe que resulte el vengador. El argumento en las dos piezas evade la contextualización española y transcurre en una geografía fantasiosa, confirmada por las procedencias de los personajes citados. En ambas, el galán prueba su valía ante los otros pretendientes: en la obra de Pita, en un torneo, travestido de caballero; en la de Cordero, en batalla campal, luego de haber sido promovido a general. En esos episodios, la verdadera identidad del príncipe se mantiene oculta. Del mismo modo, es de destacar que en las portadas de ambas se prevé la «música y [el] acompañamiento», lo que refuerza la conjetura de que podría tratarse de obras conmemorativas concebidas como espectáculo, ya privado, ya público. Las partes cantadas se indican en las acotaciones al texto, y son notablemente numerosas en el Jardinero americano. Es esta una pieza más extensa y compleja por su versificación —más trabajada estilísticamente y también más enrevesada—, por las abrumadoras referencias literarias y mitológicas, y por el mayor relieve de sus personajes, quienes poseen matices contradictorios; en el caso de Auristela, su severa altivez (con los pretendientes) y su intransigencia (con Procelio), contrastan con su peculiar sentido de la justicia y su condescendencia liberal (con el jardinero Ricelo-Federico). Otras diferencias argumentales consisten en que en el Jardinero cubano el pretendiente es quien mató al hermano de la amada, condición ausente en la obra americana, donde, en cambio, encontramos las predicciones de un astrólogo que constituyen una especie de adelanto —una prolepsis— de lo que ocurrirá. Además, en la primera, el jardinero da a conocer su verdadera identidad a mediados de la 114 Mayerín Bello Valdés historia y sufre prisión por ello; en la segunda, la cárcel la padece el anciano Procelio, y el príncipe permanece de incógnito hasta el último momento. Y aquí resulta muy peculiar el arrojo de la dama, quien, aunque sospecha que su singular jardinero posee dones que no se avienen con semejante oficio, no duda en promoverlo a general y está dispuesta, incluso, a defender su amor por el rústico. La revelación final de la verdadera condición de este impide que el orden sea quebrantado, y la princesa puede casarse con su igual. Ambas obras concluyen con la habitual captatio benevolentiae. Perdonad sus muchas faltas Luego de argumentar la cubanía de nuestro Príncipe jardinero (asunto que habría también que reconsiderar, pero en contexto apropiado), Arrom concluía su conferencia resaltando enfáticamente la significación de la pieza en el ámbito hispanoamericano: [C]on igual prominencia se destaca su obra en las letras americanas, pues, comparada con la de sus contemporáneos continentales a todas aventaja en eficacia dramática y en sostenido éxito. Así, el ignorado poeta de ayer […] pasa hoy a ser no solo el más importante dramaturgo cubano de su tiempo, sino también el mejor dramaturgo americano de todo el siglo xviii.34 Tal énfasis es comprensible y hasta conmovedor, pues nace del empeño del investigador por cimentar el canon dramático insular con un sólido soporte fundacional. Sin embargo, una justa ponderación reclamaría también del contrapeso de la mesura, habida cuenta de factores como: el esencial vínculo de la obra con la tradición aurisecular española; la existencia de plazas dramáticas americanas y de movimientos teatrales que superan, con mucho, la precariedad de nuestra infraestructura escénica en ese entonces; la presencia en este lado del Atlántico de dramaturgos que, como Pedro Cordero, son apenas conocidos y demandan indagaciones y estudios que permitan evaluar, en su justa dimensión y con una perspectiva integradora, el movimiento teatral novomundista; entre otros argumentos, algunos de ellos ofrecidos a lo largo de este estudio, el cual, para ser consecuente con su premisa, está invitando a realizar «Novísimas re-consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano de Santiago de Pita». Notas 1. Véase José Juan Arrom, «Consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano», De donde crecen las palmas, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2005, pp. 223-52. Fue el Discurso de ingreso a la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba, el 29 de marzo de 1948, publicado en Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras, No. XXVII, La Habana, 1947-1948. 2. Véase Santiago de Pita, El príncipe jardinero y fingido Cloridano (Estudio preliminar, edición y notas de José Juan Arrom), Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963. 3. Véase Octavio Smith, Para una vida de Santiago Pita, Letras Cubanas, La Habana, 1978; Rine Leal, «Los criados respondones», La selva oscura, t. I, Arte y Literatura, La Habana, 1975, pp. 101-18; Enrique Saínz, «Una obra muy importante: El príncipe jardinero y fingido Cloridano», La literatura cubana de 1700 a 1790, cap. II, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983, pp. 34-118. 4. Santiago de Pita, «Apéndice III. Ediciones», El príncipe jardinero..., ob. cit., pp. 111-3. 5. José Juan Arrom, ob.cit., pp. 227-8. (Énfasis mío. M.B.V.) 6. Véase Francisco Escudero y Perosso, Tipografía hispalense, Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1894, p. 47. 7. Véase Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos del siglo xviii. Adiciones a la tipografía hispalense, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Miguel de Cervantes, Madrid, 1974. 8. Ibídem, p. 15. (Énfasis mío. M.B.V.) Otras precisiones se pueden encontrar en la obra del mismo autor, Temas sevillanos, Tercera Serie, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2002. 9. Véase Francisco Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo xviii: N-Q, t. VI, entradas 2979 y 2980, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1991. 10. Véase Biblioteca Nacional de España, Catálogo Digital, disponible en http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/8fKF8V5OmX/ BNMADRID/194760054/9. 11. Véase Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos..., ob. cit., p. 15. 12. Véase el estudio de Germán Vega García-Luengos, «Tirso en sueltas. Notas sobre difusión impresa y recuperación textual» (Teatro del Siglo de Oro, Biblioteca Nacional de España, disponible en http:// teatrosiglodeoro.bne.es/DocumentosPdf/19551/019551_3.pdf, pp. 208-9), donde se argumenta el propósito de marketing de ese tipo de subtítulo. 13. Véanse Maria Grazia Profeti, «I viaggi di un principe giardiniere», Commedie, riscritture, libretti: la Spagna e l’Europa, Alinea Editrice, Firenze, 2009; María Rosa Álvarez Sellers, «Príncipes disfrazados y estrategias de pasión: Don Duardos, de Gil Vicente, El príncipe viñador, de Vélez de Guevara, y La venganza de Tamar, de Tirso de Molina» y Marcella Trambaioli, «Variaciones sobre el motivo del jardinero fingido en la escritura de Calderón, Moreto y su escuela dramática», ambos en María Luisa Lobato, ed., Máscaras y juegos de identidad en el teatro español del Siglo de Oro, Visor Libros, Madrid, 2011; Marcella Trambaioli, «El jardinero fingido en la comedia lopeveguesca», Revista de Filología Española (RFE), XCII, 1.o, 2012, disponible en http://revistadefilologiaespañola.revistas. csic.es/index.php/rfe. 14. Véase «Il principe giardiniero, opera scenica del dottor Giacinto Andrea Cicognini, Venetia, C. Ambrosini, 1672», en A Catalog of Books Represented by Library Congress Printed Cards, v. 29, Edwards Brothers Inc., Ann Arbor, Michigan, 1943, p. 151. Citado en Octavio Smith, ob. cit., p. 106. 15. Sus datos aparecen bien detallados en Maria Grazia Profeti, ob. cit., pp. 64-6, y en Diego Símini, Il corpus teatrale di Giacinto Andrea Cicognini. Opere autentiche, apocrife e di dubbia attribuzione, cap. «Il Cataloghi», Dipartimento di Lingue e Letterature straniere dell’Università del Salento, Pensa Multimedia Lecce-Brescia, 2012. 16. Disponible en el sitio web de la Biblioteca Nacional de Francia http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k512552/f6.image. 17. Véanse Maria Grazia Profeti, ob. cit.; Nunzia Melcarne, «Il principe giardiniere e il suo vero autore: Giovanni Andrea Moniglia», Aprosiana. Rivista annuale di studi barocchi, n. XIII, Ventimiglia, 2005, pp. 55-8; Diego Símini, ob. cit. 18. Véase Rine Leal, ob. cit. pp. 107-8. 19. Ídem. 20. Santiago Pita, ob. cit., p. 104. 21. Ibídem, p. 108. 22. Octavio Smith, ob. cit., pp. 53-4. 23. Citado por Octavio Smith, ob. cit., p. 53. 24. Para las representaciones teatrales en el siglo xviii en el Virreinato de Nueva España, véanse los acuciosos y útiles estudios de Germán Viveros, «Un drama novohispano: La lealtad americana de Fernando Gavila», Literatura Mexicana, v. 8, n. 2, México. DF, 1997, disponible en www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/ view/36267, y «El teatro como instrumento educativo en el México del siglo xviii», Teatro y educación en México, disponible en www. ejournal.unam.mx/ehn/ehn12/EHN01209.pdf. 25. Véase José Juan Arrom, ob. cit., p. 241. 26. Véase Don Pedro Cordero, El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada (comedia americana), disponible en http:// bibliotecadigitalhispanica.bne.es. 27. Es el autor de una obra titulada Cortés triunfante en Tlascala. Francisco Aguilar Piñal, en su Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII: C-Ch (entrada 4153, CSIC, Madrid, 1983, p. 553), la atribuye, al parecer erróneamente, a Pedro Cordero. Que su autor es Agustín lo puede comprobar quien la consulte en el Catálogo digital de la Biblioteca Nacional de España, disponible en http:// bibliotecadigitalhispanica.bne.es. 28. José Juan Arrom, ob. cit, nota 2, p. 224. 29. Véase Germán Vega García-Luengos, «Lectores y espectadores de la comedia barroca: los impresos teatrales sevillanos del siglo xviii», Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro. Actas del II Congreso de la AISO, Ediciones Universidad, Salamanca, 1993, p. 1009. 30. Ibídem, p. 1012. 31. Véase Cayetano Alberto de la Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo xviii, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid, 1860. Allí dice: «Escribió en la segunda cuarta del siglo xviii». 32. Véase Germán Viveros, «El teatro como instrumento...», ob. cit., pp. 172-3. 33. La lealtad americana de Fernando Gavila. Véase nota 24. 34. José Juan Arrom, ob. cit., p. 252. , 2014 Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano 115 E ¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas Par Kumaraswami Profesora. Universidad de Manchester, Reino Unido. 116 Par Kumaraswami n. 77: 116-120, enero-marzo de 2014 xisten, por supuesto, muchas formas diferentes de comprender y de narrar la historia de la Revolución cubana. Para los extranjeros que investigan Cuba los peligros asociados a semejante empresa son más que familiares dentro de la comunidad de «cubanistas» internacionales en constante proceso de cambio. Como resulta lógico, esos riesgos han evolucionado paralelamente con cierto número de factores variados: las cambiantes corrientes ideológicas, políticas y críticas (y a veces las modas), un nuevo panorama geopolítico después de 1989, la profunda transformación de las disciplinas y el surgimiento de otras nuevas. A un nivel más mundano, la posibilidad (o la ausencia de ella) de viajar frecuentemente a Cuba como investigador, y por lo tanto de construir una sólida red de contactos y fuentes de información, un conocimiento «espeso» de la Isla y de sus complejidades, tiene una enorme repercusión en los enfoques y los temas de estudio elegidos por los eruditos internacionales respecto a la Revolución cubana. Las fórmulas y los tropos de la mayor parte de la investigación no cubana que es crítica de la Revolución se han inclinado a ciertas tendencias que, en su conjunto, comprimen el espacio y el tiempo y reducen las complejidades: unas se centran en Fidel Castro —y, más recientemente, en la «dinastía Castro»— como los principales motores de política; otras incluyen a Cuba en marcos conceptuales y teóricos prexistentes que dan por sentado la coerción o el control de los ciudadanos cubanos, ya sea por la vía de aplicar el modelo «soviético», las teorías del caudillismo/ dictadura militar/resistencia civil que emergen de otros contextos (muy distintos) latinoamericanos; algunas otras entienden la Revolución cubana como un proyecto de mando de arriba hacia abajo, pasado de moda y monolítico, cuyos principales rasgos han evolucionado poco desde el Quinquenio gris; y, por último, la conjetura de que el sistema político cubano ha estado, desde 1989, en el inevitable tránsito a una democracia capitalista. Tal vez lo más significativo sea que solo el volumen y la difusión de investigaciones de este tipo han creado un «canon» de enfoques respecto a Cuba que resulta capaz de ejercer un tipo de autocensura en aquellos investigadores extranjeros en gran parte a favor del proyecto revolucionario. A menudo a estos se les pasa por alto y se les clasifica con la etiqueta de «críticos solidarios con la Revolución», lo cual implica que su labor es en exceso impresionista, que está guiada por la lealtad y el afecto, que resulta positiva sin cuestionamientos, ciega frente a las «realidades» de la Revolución y deficiente en cuanto a crítica objetiva. Igualmente, la cuestión generacional impone sus propios horizontes de expectativas al erudito que investiga sobre la Isla: el trabajo de campo de un joven investigador en la Cuba de los decenios de 1990-2009 necesariamente producirá resultados muy distintos de los estudios desarrollados por un investigador que tuvo su bautizo en la de los años 60 del pasado siglo o, claro está, por aquel más veterano que trabaje en el contexto contemporáneo. Cada uno habrá recibido información no solo de su experiencia personal y social y de la de investigar en Cuba, sino también por el deseo de establecer diálogos significativos (a menudo consensuados) con otros investigadores y auditorios más amplios, de formar parte de —pero también de transformar— la «masa crítica». Cuba in Revolution: A History since The Fifties y Cuba since the Revolution of 1959: A Critical Assessment* tienen como objetivo seguir la trayectoria de la Revolución cubana, sintetizar sus valores y rumbos medulares y los contextos en que estos se han desarrollado, así como generar un análisis sucinto de sus fortalezas y debilidades. Y —algo importante— ambos basan sus argumentos en un compromiso a fondo con la evidencia empírica. Sus autores, Antoni Kapcia y Samuel Farber son dos eruditos que estudian Cuba y que han emprendido investigaciones enciclopédicas y abarcadoras que resultan sorprendentes y dignas de elogio por la cantidad de detalle y conocimiento que han acumulado. Cada uno de los textos emprende el trazado de la trayectoria de la Revolución cubana desde el decenio 1950-1959 hasta el presente, así como analiza esta historia en las áreas de la economía, la política social y la vida social, las estructuras políticas y la participación, la disidencia interna y las relaciones internacionales. Ambos están organizados según temas y enfoques críticos que, juntos, abarcan los desafíos y las oportunidades, los problemas, las estrategias y soluciones que han surgido en este período. Kapcia y Farber son cuidadosos en cuanto a evitar las simplificaciones excesivas y a equilibrar su propio posicionamiento (aunque ninguno de ellos admite explícitamente tener una posición) con hechos objetivos y detalles meticulosos. Asimismo, los dos autores se esfuerzan por subrayar y delinear la naturaleza multidimensional de la mayor parte de los retos y soluciones, un enfoque bienvenido, si se tienen en cuenta las numerosas lecturas simplistas, a menudo emprendidas por quienes están dotados de una comprensión menos refinada y abarcadora de la realidad de la Isla (que son, por lo general, los que prevalecen entre los estudios culturales). Tanto Farber * Antoni Kacpia, Cuba in Revolution: A History since the Fifties, Reaktion Books (Contemporary Worlds), Londres, 2008, y Samuel Farber, Cuba since the Revolution of 1959: A Critical Assessment, Haymarket Books, Chicago, 2011. como Kapcia comprenden la Revolución como un proceso con su propia lógica y dinámica, el cual no ha estado totalmente sujeto a las acciones y exigencias de las dos superpotencias anteriores a 1989 ni tampoco ha sido capaz de ejercer la independencia que se destaca en el corazón de la cubanía. Ambos eruditos consideran que esa lógica interna es la razón principal por la cual la Revolución ha sobrevivido a numerosas crisis, entre las cuales la de principios de los 90 no fue de las menores. No obstante, a pesar de que tienen en común un propósito general, los dos estudios difieren en importantes aspectos e invitan por ello a una valoración comparativa de sus perspectivas, argumentos y conclusiones. En primer lugar, cada uno ha sido claramente escrito para auditorios distintos. En el caso de Farber, la vasta colección de fuentes, basada en buena medida en la cobertura de prensa electrónica e impresa, refleja un nivel de detalle que será un recurso de inestimable valor para futuros eruditos que estudien Cuba. En el volumen de Kapcia, el paisaje de más de cincuenta años de Revolución está pintado con brochazos más generales de lo que sería útil para aquellos que comienzan a entender el sistema cubano, así como quienes tengan la esperanza de comprender mejor sus complejidades; sin embargo, este autor también tiene la vista puesta en los detalles que se combinan para formar patrones, procesos, sistemas y estructuras. La minuciosidad de fuentes que distingue a Farber resulta invaluable para cualquier investigador dedicado a Cuba; pero, al mismo tiempo, impide, en ocasiones, una clara exposición del argumento. La narración más enfocada y coherente de Kapcia —ampliamente desprovista de referencias académicas, aunque densa en cuanto al detalle— es de un inestimable valor para dicho público, pero algunos sentirán la ausencia de los detalles referenciales y los recursos que caracterizan el libro de Farber. Este se plantea demostrar que la Revolución cubana, en última instancia, se comprende mejor si se piensa como un proceso de colectivismo de Estado por la vía de la centralización autoritaria que, a través de una variedad de medios, les ha arrebatado a los trabajadores la posibilidad de cualquier poder real. El «bien colectivo» —la letanía de «logros» habitualmente recitada por los que son más comprensivos respecto a la Revolución (salud, educación, bienestar social, etc.)— no es, para Farber, suficiente justificación para los agravios y restricciones inherentes al sistema de partido único: la restricción de libertades civiles, la obnubilación de las políticas de raza y género y, más importante aún, las limitaciones inherentes a las estructuras burocráticas del PCC en virtud de las cuales los trabajadores cubanos tienen responsabilidad política pero no derechos políticos. En este panorama, ¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas 117 Farber caracteriza como desafecta a la mayoría de la población de la Isla, puesto que las direcciones del Partido y el gobierno siempre han puesto la mira en el otorgamiento de estímulos morales y materiales (un patrón que él describe como un cachumbambé entre los dos), en lugar de ponerla en aquello que, para él, es el verdadero asunto: la concesión de incentivos políticos reales al colaborar y compartir decisiones entre los trabajadores y el Estado, o el control del sitio de trabajo por parte del trabajador (p. 149). De ese modo, la conceptualización del «hombre nuevo» de Ernesto Guevara como depositario de la «conciencia revolucionaria» es, para Farber, poco más que un mecanismo restrictivo desarrollado por la élite política con el fin de garantizar la lealtad continua, pero también la continua privación de derechos de los trabajadores cubanos (p. 153), parte de una práctica de realpolitik o «razones de Estado» (p. 123) que han gobernado las políticas interna y externa del país. De manera similar, en el terreno de la esfera pública, Farber ve los CDR como un proyecto «de arriba hacia abajo» que fue desarrollado con el fin de monitorear y controlar a la población, sobre todo en momentos de presión externa, un análisis que se queda corto en cuanto a entender verdaderamente el papel cambiante de los CDR y de otras organizaciones de masa en el espacio entre la dirección política y las bases. Lo que esta perspectiva pasa por alto, por supuesto, es el papel cambiante de estas organizaciones después de los años 60, su sustitución o recalibración al tiempo que se desarrollaban otras estructuras políticas de ámbito nacional (los órganos del Poder Popular y, más recientemente, los Consejos Populares). Por ende, en ciertas áreas, su análisis resulta más fuerte cuando examina los 60 y los 70, mientras que el tratamiento de los 80 es mínimo y a veces más bien realizado a troche y moche. En la medida en que desarrolla su crítica del sistema mediante una constante comparación con otros contextos y procesos revolucionarios, Farber propugna como ideal y como alternativa tanto para el socialismo como para el capitalismo de Estado el concepto de «socialización democrática» (p. 154). De ahí que algunos capítulos sean más persuasivos que otros: en aquellos dos en los que su resumen de la evolución de las políticas de raza y género es tanto detallado como abarcador, sus conclusiones apuntan a la ceguera respecto al color del sistema cubano y a la aprobación y neutralización mediante las limitaciones de poder y toma de decisiones impuestas a la FMC, a la que él ve primariamente como un grupo de presión de poderes restringidos en lugar de un verdadero poder político. Uno de los capítulos más impresionantes es aquel donde su autor aborda exhaustivamente el tema de los grupos disidentes; analiza su desarrollo teniendo en cuenta el contexto y sus relaciones, y advierte, de 118 Par Kumaraswami manera acertada, que muchos critican el sistema pero pocos ofrecen soluciones viables para él. Igualmente valiosa es su equilibrada perspectiva sobre el papel de la Iglesia católica como corredor entre los actores políticos en Cuba y los Estados Unidos. En su conclusión, regresa a la cuestión de equilibrar lo acertado y lo erróneo al evaluar la Revolución cubana, y manifiesta que resulta falto de ética y poco sincero sostener que el bien colectivo pueda ser utilizado como justificación para los muchos mecanismos represivos inherentes al sistema cubano: para Farber, la Revolución ha alcanzado algún progreso como proceso modernizador —en la educación, la posición de las mujeres, en la participación política (aunque sin control)— pero son, en última instancia, sus estructuras burocráticas las que, para este autor, hacen de Cuba una nación menos moderna de lo que fuera antes de 1959. Así, recurriendo a los escritos de Marx y Engels sobre la cuestión del progreso y la independencia política, la conclusión definitiva de Farber es que «la suma y la resta aritméticas de ganancias y pérdidas es el enfoque equivocado en cuanto a la cuestión de si un sistema social o político es progresista y debe ser apoyado políticamente», y que hay una pérdida particular —la del «grupo clasista […] y de la autonomía y la independencia políticas individuales»— que no puede ser compensada por otras ganancias (p. 276). Por lo tanto, para Farber, hay derechos absolutos que no pueden admitir compromisos, y brinda una amplia variedad de casos, más allá del ejemplo de Cuba, en los que los trabajadores han intentado obtener esos derechos pero jamás los han logrado. Por otra parte, el abordaje de Kapcia se caracteriza por una tendencia más pragmática y empírica; demuestra gran habilidad para presentar tanto aspectos negativos como positivos, y verlos en constante movimiento como respuestas a un contexto cambiante (externo e interno), las cuales siempre son una mezcla de pragmatismo e idealismo. De hecho, en su primer capítulo, Farber dirige muy duras críticas a «los apologistas de la dictadura» y al relativismo político en general. Le apunta específicamente a Kapcia, el cual, en su opinión, está siendo poco sincero al sugerir una alternativa a los enfoques estándares «occidentales» respecto a Cuba como dictadura sin brindar una definición precisa de los «no occidentales» (p. 35). No obstante, es ese justamente el punto y el objetivo central del libro de Kapcia: estudiar la Revolución no solo con respecto a otros sistemas y procesos, occidentales o no, sino analizarla en términos de su propia lógica, sujeta a tensiones internas y externas. Aun cuando cubre gran parte del mismo terreno que Farber (aunque, como mencionamos, de un modo considerablemente más sucinto), el texto de Kapcia está enmarcado en —y apuntalado por— la necesidad de entender la Revolución cubana en sus propios términos, en toda su complejidad y todas sus contradicciones, con sus propios patrones y ritmos, y no como un mero estudio de caso que ilustre algunas verdades trascendentales, universales y posiblemente absolutas. Dicho de otro modo, su objetivo es examinar la diferencia y la distancia de Cuba respecto a otros modelos y teorías de gran envergadura, en lugar de su relación con ellos. Dada la canonización de ciertas perspectivas que entienden la Isla como dictadura o satélite soviético y, más recientemente, como encaminada de manera inevitable a un tránsito hacia la democracia capitalista, esta es una mirada que sin dudas atraerá algunas críticas de eruditos sobre Cuba. Sin embargo, el estudio descose con cuidado y paciencia las múltiples motivaciones, objetivos y tensiones, y revela los muchos actores y espacios en los que la Revolución cubana ha evolucionado, así como ofrece algunas razones convincentes respecto a por qué ha sido capaz de sobrevivir. Su enfoque por capítulos llama la atención explícitamente sobre su comprensión de la Revolución como una serie de procesos, informados y conducidos por un juego dinámico, susceptible de ser adaptado al gusto y en constante cambio de códigos, discursos y mitos que apuntan —no siempre con éxito— a la revigorización de la Revolución para resemantizarla. Por lo tanto, el cuadro que emerge ofrece —al menos a esta lectora— un punto de vista más complejo sobre cómo laboran en la sociedad la formulación de política y las políticas: la lectura de Kapcia sugiere una combinación de procesos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, una reciprocidad entre el liderazgo político y la población que se logra mediante una mezcla de idealismo y pragmatismo y a través de la labor crucial de instituciones que no son parte del Estado ni de la sociedad civil, pues semejante dicotomía es incapaz de dar cuenta del carácter único de las estructuras sociopolíticas cubanas. De ahí que, para Kapcia, el nivel de «democratización» presente en Cuba sea un blanco en movimiento, y la distancia entre las bases y el poder real y el grado de conformidad que se espera de la población dependa de un conjunto de factores políticos, sociales y económicos, de los cuales es significativo el grado de amenaza real o percibida, tanto interna como externa, en que se encuentre la Revolución. Por su parte, Farber considera que esta es una empresa de arriba hacia abajo y en gran medida monolítica a través de la cual el Estado (y a menudo la figura de Fidel) se alza en oposición a la sociedad civil y al poder de los trabajadores. Kapcia, en cambio, describe un «sistema» más poroso e indefinible en el cual múltiples espacios y actores ocupan posiciones de relaciones y dinámicas que cruzan entre estructuras políticas, organizaciones de masa y actividad local de las bases. En resumen, el texto de Kapcia alienta al lector a comprender a Cuba mediante los rasgos que la distinguen de otros sistemas (en apariencia similares) en lugar de a través de los lentes de esos sistemas. Por ende, su objetivo es mantener un cuidadoso punto medio entre el excepcionalismo y la generalización excesiva por la vía de aplicar los modelos existentes. Tal vez debido al contraste en los auditorios imaginados, hay que observar una seria consecuencia de esta diferencia de envergadura entre los dos estudios: tiene que ver con la relación entre la evidencia empírica y la teoría desarrollada en cada uno. Kapcia usa la evidencia como trampolín para construir un argumento emergente, mientras que Farber a veces dispone de ella para apoyar sus suposiciones a priori sobre (y su claro desencanto con) la Revolución cubana. La clave de esta discordancia y el grado de persuasión de cada relato dependen de las maneras distintas en las que cada autor contempla la posición de Cuba en el mundo. Farber presenta, en lo fundamental en los capítulos 1 y 3, un impresionante surtido de versiones de —y experimentos con— la revolución, el socialismo, el maoísmo, el marxismo del siglo xx. A través del lente de esos experimentos, interpreta la Revolución cubana (y lo que vino después de ese acontecimiento) como un intento fallido de socialismo de Estado que, por temor a entregar el poder de la élite política, oprime el potencial para cambio político que solo puede radicar en estructuras democráticas conducidas por los trabajadores. Como tal, la esfera pública no es verdaderamente incluyente en tanto niegue el poder de esos actores. En verdad, en la medida en que avanza el volumen, su modo de enmarcar acontecimientos y decisiones —sobre todo durante y después del Período especial— se inclina con determinación hacia el planteamiento de un tránsito al capitalismo en Cuba que dotará al trabajador de mayor autonomía que la situación actual de dependencia de este respecto a un Estado ineficiente y controlador. Kapcia, por su parte, ve la Revolución como un proceso en lugar de un acontecimiento y, como tal, se basa en sus continuidades y su coherencia internas: un enfoque central de dicho autor es que Cuba no puede ser comprendida según paradigmas externos, y en términos de cómo entender el funcionamiento de la esfera pública en la Isla, su visión se caracteriza por reconocer las zonas grises, las contradicciones y las múltiples posibilidades de la experiencia cubana que, además, postula una visión más compleja. También resultan discernibles otras diferencias de diseño y de enfoque temático que, aunque sin restar valor al ámbito amplio de cada estudio, sugieren que la comprensión que cada autor tiene de Cuba está en verdad subrayada por su propio posicionamiento: mientras que Farber dirige su enfoque a los grupos ¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas 119 identitarios y a las políticas de identidad en sus análisis de género, raza y sexualidad después de la Revolución (y por ende sigue muchos trabajos emprendidos en los estudios culturales en los Estados Unidos, si bien se aleja de ellos a través del nivel de complejidad del análisis), el estudio de Kapcia pone énfasis en los conceptos de nación y desarrollo en la construcción y la reconstrucción de la Revolución, y toma la ideología y la moralidad —individuales y colectivas— como discursos centrales que han garantizado la supervivencia de la Revolución. En ese sentido, es importante el concepto y el discurso de que Cuba está sitiada, una mentalidad que ha sido interiorizada por amplios sectores de la población y que continúa siendo manipulada con el fin de justificar el atrincheramiento y el autoaislamiento. Aunque Farber sigue la tradición de ver la mano de Fidel virtualmente en toda política y práctica, el epílogo de Kapcia presenta un punto de vista más equilibrado y matizado del antiguo líder: reconoce su continua influencia, pero también admite las contribuciones de otros actores políticos desde tiempos de la insurrección y en adelante. Decir cuál estudio es más convincente depende, por supuesto, del auditorio, de sus propios presupuestos y sus necesidades. En verdad, tal vez valga la pena considerar que el contexto inmediato en el que cada erudito labora ha dejado su rastro en cada uno de ellos. En ciertos sitios de la esfera pública y de la Academia de Norteamérica, por ejemplo, el trabajo de Farber sería sin dudas condenado como excesivamente benévolo hacia la Revolución; en esos mismos sitios, el trabajo de Kapcia podría ser desechado y pasado por alto en términos aún más estridentes. Para un auditorio británico, el libro de Farber podría ciertamente estar en armonía con algunos eruditos y grupos políticos izquierdistas, pero sería descartado por otros como demasiado simplista. En conclusión, la crítica que Farber hace a Kapcia falla al no reconocer lo que este último intenta en su volumen: un enfoque claro que ponga a Cuba en el centro del análisis y en el que la comparación con otros modelos sea un objetivo secundario, en lugar del abordaje de estudio de caso adoptado por Farber, que ubica en primer término esos modelos con el fin de poner a prueba el cubano, al contrastarlo con aquellos. La impresión que en ocasiones tiene el lector del libro de Farber (y es algo que queda más explícito aun en sus conclusiones bastante idealistas) es la de estar en presencia de un erudito que, si bien con una meticulosidad deslumbrante, colecta evidencias para explicar y justificar su desilusión con lo que percibe como una revolución popular fracasada. En última instancia, el enfoque más moderado y equilibrado de «bastos brochazos» de Kapcia —y su compromiso con el examen de lo empírico antes de desarrollar lo 120 Par Kumaraswami conceptual— brinda un relato más convincente de una Revolución aún demonizada e idealizada —en medidas desiguales—, y cuyas complejidades requieren, pero no siempre reciben, un tratamiento cuidadoso. Traducción: David González. , 2014 S Y Cuba... ¿hasta dónde llega? Laura Ruiz Montes Editora. Editorial Vigía, Matanzas. egún ha dicho Porter Allen, de manera rápida y entendible, «el Caribe llega hasta donde suenan las maracas…». Es posible coincidir o no con el axioma, pero resulta innegable la cantidad de preguntas que esta afirmación desata. Una de ellas podría ser: ¿entonces hasta dónde llega Cuba?, o mejor aún, ¿hasta dónde podría llegar Cuba? En momentos en los que el corrimiento y/o desdibujo de límites es característica cotidiana, deberíamos estar acostumbrados a los entrecruzamientos más allá de las fronteras nacionales y psicológicas. Sin embargo, aun sabiéndolo debemos celebrar la aparición de sendos libros escritos por dos académicas cubanas que hacen vida y obra fuera del territorio nacional y que se unen en ese punto en común que es el intento de narrar la nación: Escrito en cirílico. El ideal soviético en la cultura cubana posnoventa, compilación de ensayos de Damaris Puñales Alpízar, profesora de la Universidad Western Case Reserve de Cleveland y Cuba post-soviética: un cuerpo narrado en clave de mujer, de Mabel Cuesta, profesora de la Universidad de Houston.* Cuba/URSS/ Estados Unidos se convierten en una triangulación que no es detalle menor, sino un agregado enriquecedor del resultado final sobre la base del nomadismo de ideas y una contaminación absolutamente saludables de la labor creativa privilegiada por el poder de la «errancia». Cada día más, la observación de las subjetividades históricas está llamada a tener un peso real en la conformación de los relatos nacionales. Indagar, preguntar, hurgar hasta lo posible en los rincones de las sensibilidades y emociones es quizás un camino muy productivo para comprender de dónde venimos y qué nos ha conformado; a tal labor se entregan ambos volúmenes mencionados. A su vez, la inserción cada vez más acertada del binomio URSS-Cuba en los estudios actuales ayuda a desenredar la madeja histórica y a (re) colocar la Isla en el mapa general, en el trazado de la totalidad del mundo cultural presente. Puñales Alpízar sabe de la importancia del diálogo entre las raíces y los suelos y techos sucesivos que termina por crear la enjundia que somos, la mezcla de vida que por elección o imposición se va sumando para convertirnos en una suerte de complejísimos collages. Con ese barro la académica ha amasado su pensamiento. Hoy, cuando aún resulta un poco extraño volver a contemplar las playas cubanas colmadas de turismo ruso, o nos quedamos pasmados cuando nuestros hijos aparecen en casa con muestras de dibujos animados * Damaris Puñales Alpízar, Escrito en cirílico. El ideal soviético en la cultura cubana posnoventa, Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2012; Mabel Cuesta, Cuba post-soviética: un cuerpo narrado en clave de mujer, Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2012. Y Cuba... ¿hasta dónde n. 77: 121-123, enero-marzo dellega? 2014 121 de la antigua URSS, o cuando nos sorprendemos alimentando el recuerdo de nuestros «gloriosos» años 80 y celebrando a mandíbula batiente los frascos de conservas, la latas de carne rusa, las películas, la colección de revistas Sputnik y todo cuanto de aquel país recorrió la Isla y, por supuesto, nuestras vidas, este libro brinda una buena parte de la explicación, la preciada posibilidad de entender, de entendernos. La autora, en esas páginas, repasa las relaciones entre las dos naciones a partir de los años 20 del pasado siglo para manifestar los vínculos entre países distantes geográficamente, pero cercanos en afanes políticos y procesos culturales. Con la indiscutible ventaja del insider concibe e inserta la expresión «comunidad sentimental soviético-cubana» en las matrices del surgimiento y devenir de la conciencia nacional. Asimismo, descubre y muestra la ruta que va de lo impuesto a la relación natural. El tomo se centra entre los años 60 y los 90 y su influencia en la producción cultural posterior a ellas. Valora detalles simbólicos como la cohesión de una lengua, el legado emocional y estético, la educación sentimental y académica generadora de nostalgias, independientemente de credos y filiaciones políticas. Valiosas obras influidas por «lo soviético», que alcanzan madurez intelectual paradójicamente después del fin de la URSS y no durante sus años de existencia, son expuestas aquí con sagacidad. Además, los acercamientos críticos revelan la importancia de la subjetividad antes mencionada en el conglomerado de identidades en tránsito, dispersas y múltiples, configuradoras de la ineludible Cuba actual. A la manera de Harold Bloom, Damaris Puñales también concibe la crítica como forma autobiográfica. Nutrida por una «estética del fragmento» muestra generaciones que, formadas bajo la ascendencia soviética, constituyen hoy parte de la saludable diferencia en el panorama antropológico de la Isla y más allá de sus fronteras naturales. Una buena porción de las lecturas posibles que se derivan de sus análisis están signadas por un hilo conductor: la nostalgia por lo soviético no es un constructo ni es personal, sino colectiva, pero, sobre todo, es algo en lo que no estamos solos y esa compañía podría ser uno de los pilares para el sostén diario. Hoy que las noticias no llegan a través de los radios VEF, que ya no existen los viajes a países socialistas, que el oso Misha ha sido cambiado por tantos y tantos otros emblemas, que la lata de leche en polvo soviética ha largado el fondo por la herrumbre, nos queda, eso sí, la vivencia, el estremecimiento que supuso la caída de aquel paradigma social y su impronta en la realidad y cultura cubanas. Pero, sobre todo, quedan estas indagaciones que se insertan en el estudio de la memoria cubana y en la necesidad de recuperarnos como nación total que 122 Laura Ruiz Montes agrupe la historia de las ideas y la cotidianidad de las sensibilidades. Desde las páginas de Cuba post-soviética: un cuerpo narrado en clave de mujer, Mabel Cuesta superpone cuerpo nacional y cuerpo femenino en un espacio (psicológico y sociológico) donde ambos se funden para conseguir una representación que de modo ubicuo relate la historia nacional y en el que el elemento nostálgico no ocupe la primera plana. Su texto se centra en la época postsoviética y en las diferencias existentes en los discursos literarios de las narradoras que conforman su campo de observación. ¿Cómo estos discursos ayudan, se insertan, se evaden, se construyen a sí mismos o traspasan las fronteras nacionales en la edificación de la «nueva» historia cubana? Esa parece ser una de las claves del volumen. La ensayista toma como centro a doce escritoras cubanas, en su mayoría nacidas después de 1959; sin embargo, su trazado va a los orígenes, y proporciona una interesante cartografía que muestra la ruta innegable del feminismo de la Isla desde los años 20 y evidencia no ya los hechos aislados de una u otra etapa, sino el largo y matizado proceso hasta nuestros días. Con total claridad aparecen expuestos algunos nexos entre las acciones del club femenino que en las primeras décadas del siglo xx intentó agrupar a las mujeres y la creación, en 1960, de la Federación de Mujeres Cubanas. La insistencia en el valor de la tradición en la Historia cubana constituye uno de los méritos más notables que asoman en el texto. A ella nos convoca su autora en la aspiración de encontrar el camino de pasado a presente que permitirá, a su vez, una mejor visión y basamento para el futuro. Obras escritas en los años 80 y los 90 del pasado siglo y en la primera década del presente, permeadas por eventos históricos, sociales y políticos del momento, son estudiadas desde una justa perspectiva a la par que presentadas dentro del relato literario mayor, con énfasis en autoras nacidas entre 1959 y 1975, corpus seleccionado por la investigadora, quien se apresura a dejar muy clara la existencia de un círculo más amplio y extendido, merecedor de estudio aparte. El valor de las antologías más allá del afán arqueológico, el reconocimiento de un discurso que se reconfigura a partir del sujeto-país devenido identidad femenina, el valor de los «puentes» generacionales, y de las representaciones sociales en la narrativa cubana son privilegiados también desde esta labor ensayística. La importancia de la memoria como ejercicio crítico en no pocas de las obras estudiadas está casi al centro de los acercamientos de Cuesta, en tanto le permiten mostrar el corrimiento del imaginario nacional cubano luego de la caída del muro de Berlín y reflejado en un sujeto mujer fragmentado y bifurcado. Mujeres narradas por mujeres pueden ser leídas como la Isla narrada por las islas/individualidades que la colman y construyen. Tanto Puñales Alpízar como Cuesta han tomado la muy acertada decisión de estudiar creaciones y autores que viven tanto en Cuba como en otras regiones del mundo, lo cual enriquece ambos volúmenes y logra un diálogo efectivo con la Cuba real, con lo que la insertan en el relato global actual. Escrito en cirílico… reúne acercamientos al audiovisual cubano y las coproducciones fílmicas cubano-soviético-rusas, así como los cambios estéticosideológicos vividos por las escritoras en el período abordado. Mientras que las huellas soviéticas en la Cuba literaria quedan explicitadas en la revisitación a las trilogías de Jesús Díaz y José Manuel Prieto que orgánicamente se enlazan con la literatura de Anna Lydia Vega Serova, Gleyvis Coro, Emerio Medina, Reynaldo González y Alexis Díaz Pimienta, por solo mencionar algunos de los autores elegidos cuyas obras revelan una subjetividad moldeada por más de una treintena de años de presencia soviética en la Isla. Cuesta, mientras tanto —abriendo también el portón—, narra y exhibe una Cuba literaria que, amparada en escrituras y poéticas diferenciadas pero con ciertos ejes comunes, va desde la insoslayable presencia de Sonia Rivera Valdés, con su Premio extraordinario Cuba-Estados Unidos convocado por Casa de las Américas, hasta la representación por parte de Ena Lucía Portela de posturas desacralizadoras de la historia nacional, invisibles durante mucho tiempo en la narrativa cubana. En el arco intermedio aparecen Karla Suárez, Jacqueline Herranz y Anna Lydia Vega Serova, entre otras, unidas todas en la tarea de (re)crear y (de)mostrar una nueva subjetividad acorde con el momento histórico actual, al reflejar identidades que, aunque en tránsito, están absolutamente personalizadas y, en la mayoría de los casos, procuran la integración de una cultura cubana libre de estancos. Ambas ensayistas, quizás sin proponérselo, son la muestra en la praxis de lo que estudian, plantean y concluyen. Puñales Alpízar se reconoce como una «niña rusa», se sabe parte de esa comunidad sentimental que tan bien describe y desde la introducción de su libro confiesa una implicación emocional directa con su objeto de estudio. Regala una intervención personalísima al contar su sueño estudiantil de visitar la URSS y sus maneras de acercarse años después a ese sueño, cuando recibe clases de idioma ruso primero en México y luego en Iowa, estudios que siempre la hacen experimentar la cálida sensación de «volver a casa». Cuesta, en cambio, está en la línea fronteriza de las narradoras estudiadas. Nacida en 1976, ha publicado libros de cuentos tanto dentro como fuera de la isla caribeña, con un discurso propio en juego con el engranaje insular de intramuros y de la diáspora. Así, además de lo acertado de las poéticas de sus volúmenes de ensayos, sus autoras agregan el hecho de ser ellas mismas el mensaje. Queda claro que —para decirlo en voz de la poeta uruguaya Idea Vilariño— es posible ser «testigo, juez y Dios/ sino, ¿para qué todo?». , 2014 Y Cuba... ¿hasta dónde llega? 123 M Acerca de Mañach: un libro oportuno y necesario Marta Lesmes Investigadora. Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor ás allá del mito. Jorge Mañach y la Revolución cubana, * documentado estudio de Rigoberto Segreo y Margarita Segura, constituye un texto oportuno y esclarecedor. Por su condición de intelectual burgués contrario a la ideología marxista leninista establecida al radicalizarse el proceso revolucionario y por su abandono del país en 1960, Jorge Mañach tendió sobre su imagen un velo de sombra que parecía condenarlo para siempre al ostracismo de la historia nacional. A partir de entonces, el análisis de su figura se asumió desde posiciones ideológicas extremas. Dentro del país, el legado de Mañach fue drásticamente omitido, cuando no estudiado de manera esquemática. Fuera de Cuba, este intelectual ha sido considerado, sin fundamento real, un paladín de la oposición. Para no ser condenado, no le valieron su devoción por José Martí y su reconocimiento del Héroe Nacional cubano como paradigma de hombre íntegro en la vida pública y privada; tampoco su antimperialismo y antinjerencismo convencido, su crítica de los males que determinaron a un grupo de jóvenes a elegir las armas para cambiar el estatus político en la Isla, el haber prologado la primera versión de La historia me absolverá; o su simpatía por Fidel y la Revolución en los primeros momentos del triunfo, demostrada en programas televisivos donde no pocas veces quedó mal parado, lo que le valió ser ridiculizado en la prensa por quienes no entendieron su posición mediadora. Este trabajo de rectificación debe celebrarse por su novedosa y certera contribución al proceso de recuperar la obra de Jorge Mañach, iniciado en la década de los 90 del pasado siglo, porque a pesar de las múltiples miradas a su figura realizadas desde entonces dentro de Cuba, a las cuales los autores se acercan de modo detallado y crítico, «el autor de Martí, el Apóstol sigue siendo poco menos que un desterrado de la cultura cubana» (p. 9). La estructura del libro en dos partes resulta interesante, especialmente la primera de ellas, donde al mismo tiempo que se aborda la vida nacional se narra la del ciudadano Mañach, inmerso en las contradicciones del país. En la segunda se ofrece una selección de sus textos publicados entre 1958 y 1960, los cuales ratifican las ideas reivindicadoras sobre las que se sustenta el análisis de Segreo y Segura. El capítulo inicial, titulado «El mito Mañach», presenta coordenadas que luego se desarrollarán a lo largo del libro. Resulta capital la evaluación de las razones por las cuales Mañach fue tan desacreditado. La de mayor peso, sin dudas, es el desconocimiento que * Rigoberto Segreo y Margarita Segura, Más allá del mito. Jorge Mañach y la Revolución cubana, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2012. 124 Marta Lesmes n. 77: 124-126, enero-marzo de 2014 se tiene de la época neocolonial, estigmatizada de cierto modo, y alrededor de la cual «predomina un enfoque simplificador, que hace casi tábula rasa de la riqueza cultural de ese período» (p. 10). Esta causa lleva, en cadena, a otras de gran magnitud: el silenciamiento del pensamiento liberal de la primera mitad del siglo xx y su abandono como objeto de estudio de las ciencias sociales, al no corresponder tal pensamiento con los presupuestos ideológicos de la Revolución, hecho que ha generado falta de interés en la investigación y falsos o distorsionados criterios sobre la etapa. A l c r it i c ar t an l ame nt abl e s pro c e d e re s , obstaculizadores del conocimiento científico, se presenta el objetivo del libro de modo consistente: no solo la reivindicación de Jorge Mañach, sino, sobre todo, «evaluar un sistema de ideas a partir de su propio contexto y desde sus referencias teóricas y no desde presupuestos ajenos a este» (p. 11). El volumen pone de relieve que los criterios desfavorables en torno a este intelectual y su obra, llegados hasta la actualidad, surgieron en la confrontación con sus contemporáneos, marxistas y no marxistas. En «El mito Mañach», se realiza un escrutinio minucioso de la bibliografía producida en el país, la cual fue delineando entre los coetáneos de ese escritor las opiniones contrapuestas que lo marcaron como una figura polémica; asimismo, se analizan aquellos textos que después del triunfo revolucionario, sobre todo a partir de los años 90, retomaron desde diversas posiciones el estudio de su legado. En esa indagación, Segreo y Segura conceden gran importancia a la polémica de Mañach con el grupo Orígenes, ocurrida en 1949, y a la ruptura definitiva que, desde el punto de vista estético, significó esta conocida controversia, al extremo de «marcar la posición de toda una generación de intelectuales frente a la obra de Mañach» (p. 17). También se someten a examen la cruzada contra Mañach emprendida desde las páginas del periódico Hoy y las ideas de los intelectuales nucleados alrededor de Lunes de Revolución, las cuales añadirían nuevos resentimientos a los ya fijados por filiaciones políticas previas a la época revolucionaria. Según aquella línea de pensamiento, Mañach era un representante de «todo lo burgués como expresión de una cultura decadente» (p. 18). Convertido en «leyenda negra» durante la década de los 60, esa «visión reduccionista y peyorativa» (p. 19) persistiría en las siguientes, durante las cuales textos como «El diversionismo ideológico en torno a José Martí» y «Retratos infieles de Martí», escritos por José Antonio Portuondo, fueron emblemáticos. Como afirman Rigoberto Segreo y Margarita Segura: El punto de giro hacia una interpretación más objetiva de Mañach en la cultura cubana se produjo a partir de los años noventa, lo cual es parte inseparable de la ola fresca de pensamiento que descongestionó ciertas esferas intelectuales del país, de la flexibilidad de la censura y la quiebra del marxismo ortodoxo, reproductor de aires sovietizantes. (p. 25) Aunque Más allá del mito… tiene una perspectiva eminentemente histórica, no desconoce aquellos trabajos destinados a destacar aspectos del quehacer de Mañach en el campo de la cultura. En el acercamiento a dichos estudios prevalecen las consideraciones críticas de Segreo y Segura; no obstante, en ocasiones es de notar la demanda de un enfoque histórico que queda fuera de los objetivos de los trabajos analizados. La forma de exponer los contenidos del volumen muestra cómo se ha asumido la complejidad de la materia abordada. Después de presentar en «El mito Mañach» la punta del iceberg, se desentraña lo profundo y espinoso del entramado subyacente. Dicho contexto es revisado desde distintos ángulos; unas veces se respeta y otras se altera el orden cronológico de los hechos y las ideas. Para ello, Segreo y Segura apelan a los propios textos mañachianos, a testimonios epocales y a documentos diversos, de manera acuciosa, con convencimiento de causa y sin dejar margen al tedio en su estrategia discursiva integral; ejemplo de esto último es que no colocan como primer apartado la «Presentación abreviada», una breve síntesis biográfica, que en un libro convencional se adelantaría a otros tópicos. Cada capítulo se adentra en temas del mayor interés. En «La nación desustanciada» se analizan las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, «uno de los problemas enfrentados por Mañach con mayor sistematicidad» (p. 51), a partir de las ideas esgrimidas en su libro Pasado vigente (1939).2 En «Ilusión proteccionista» se repasa su antinjerencismo. Uno de los capítulos más extensos es «El nacionalismo cultural», donde se profundiza en Mañach como teórico de la cultura y se destaca su no asunción del mencionado nacionalismo de una manera contemplativa. En «La disfuncionalidad republicana» y «La militancia en el ABC» se retoman aspectos examinados de manera independiente bajo epígrafes anteriores, para asumirlos como totalidad nacional, social, política; y se subraya el pensamiento constitucionalista de Mañach al analizar el militarismo en Cuba y las bases de la oposición de este intelectual a los regímenes dictatoriales. A continuación, en «El sueño democrático» y «Crítico y opositor de la dictadura» se estudia la fisura en la tesis de la no violencia propugnada por Mañach hasta mediados de los 50. Esa ruptura es explicada en «El Movimiento de la Nación», en cuyas páginas se resalta la tolerancia hacia la única vía por la que sería posible acabar con el estado de violencia e inconstitucionalidad instaurado en el país por Fulgencio Batista. Acerca de Mañach: un libro oportuno y necesario 125 «Relaciones con los moncadistas», «El gran salto» y «Apoyo a la Revolución» son capítulos medulares para el desmontaje de la «leyenda negra» tejida en torno a Mañach y su relación con el triunfo revolucionario de 1959. En el primero se afirma: El hecho de que no compartiera la lucha armada preconizada por Fidel Castro, no fue óbice para que se identificara con su causa y aprobara el programa expuesto en La Historia me absolverá. Mañach mantuvo estrechas relaciones con los jóvenes presos, se carteó con ellos y les envió libros a la cárcel. Cuando muchos otros guardaban silencio cómplice sobre los acontecimientos del Moncada, él se arriesgó mostrando su adhesión a la causa de los moncadistas y movilizando la opinión pública a favor de la amnistía para los presos políticos. (p. 173) Al abordar el espectro de las relaciones entre Mañach y la Revolución cubana los estudiosos suelen omitir, inexplicablemente, la activa participación del primero en asuntos que los autores de Más allá del mito… retoman con acierto, como la edición clandestina de La Historia me absolverá y la redacción de la breve nota de presentación que acompañó el folleto en 1954 —no incluida luego en las versiones oficiales—, así como el reconocimiento del compromiso que entrañó en el editor y prologuista dicha actitud. En «El gran salto» se demuestra cómo las ideas del ensayo «El drama de Cuba»3 constituyeron «un hito [...] en la evolución del pensamiento político de Mañach» (p. 185). En tal ensayo él realiza un análisis pormenorizado de la dictadura batistiana y justifica la necesidad de la vía armada para alcanzar un cambio en el estatus sociopolítico del país. En «Apoyo a la Revolución» se ofrece una detallada caracterización de Mañach en el contexto de los primeros años del triunfo revolucionario. Si la postura objetiva, crítica y equilibrada de Rigoberto Segreo y Margarita Segura ha permitido al lector descubrir a largo del libro los rasgos y actitudes del intelectual liberal burgués y su ideario democrático nacionalista de la primera etapa revolucionaria, esas características adquirirán en este epígrafe una mayor relevancia. Despaciosamente se tocan los postulados más importantes de la Revolución y cómo Mañach, desde su pensamiento no revolucionario, se identifica con las necesidades de Cuba en aquellos momentos. En «El exilio en Puerto Rico» se analiza desprejuiciadamente el abandono del país por Mañach. Asimismo se reconoce la radicalización del proceso revolucionario, su nueva orientación política, y el consabido anticomunismo del ensayista, se muestra cómo va quedando al margen quien hubiera podido permanecer en Cuba, a pesar de sus ideas; un nuevo escrutinio pone de relieve las coordenadas complementadoras de la deslegitimación de esta personalidad, hostigada por una hornada de intelectuales que ni siquiera tenían una proyección ideológica marxista. 126 Marta Lesmes Finalmente, «El último libro» se concentra en su obra póstuma: Teoría de la frontera,4 donde se aborda el controversial problema del exilio. En el capítulo, los autores insisten en la no evidencia de alusiones negativas de Mañach contra la Revolución cubana, ni de nada que fundamente la marginación histórica sufrida por él. Reitero que Más allá del mito. Jorge Mañach y la Revolución cubana es un libro oportuno y necesario, bien pensado y documentado, que aborda esta figura desde una multiplicidad de aspectos demostrativos de la complejidad del tema y de sus numerosas aristas, con ideas expuestas de manera ponderada y sin prejuicios, y siempre de la mano de una verdad probada que convierte a Rigoberto Segreo y Margarita Segura en verdaderas autoridades en cuanto a reconocer que el legado de Jorge Mañach, a pesar de su no militancia revolucionaria y lo controversial de sus ideas, no debió ser nunca omitido del patrimonio histórico y cultural de la nación cubana. Notas 1. Véase Jorge Mañach, Pasado vigente, Editorial Trópico, La Habana, 1939. 2. Véase Jorge Mañach, «El drama de Cuba», Bohemia, Edición de la Libertad, La Habana, 11 de enero de 1959. 3. Véase Jorge Mañach, Teoría de la frontera, Universidad de Río Piedras, San Juan de Puerto Rico, 1970. , 2014 D Fundar ideas y arrastrar legiones Mely del Rosario González Aróstegui Profesora. Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. esde el título, el último libro de Alfredo Guevara nos incita a su lectura. Dialogar, dialogar (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender)* recoge ideas claves del universo social de los cubanos, que está exigiendo actuar cotidianamente con inteligencia y creatividad, y promueve espacios para la reflexión, con mayor participación ciudadana en cada proceso y una apertura al debate público. Entre los años 2005 y 2011, Guevara sostuvo varios encuentros con jóvenes estudiantes, artistas, intelectuales. En el texto se reseñan estos contactos, allí aparecen los que preguntan, los que comentan y los que responden. Además, el volumen incluye los temas más recurrentes del pensamiento de Alfredo, al ofrecer algunas de sus intervenciones en actos de universidades —las de Oriente, Las Villas, La Habana, la de las Artes (ISA) y el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI)— y la entrevista que le hiciera el cantautor Amaury Pérez para su programa televisivo Con dos que se quieran. En tales encuentros primó el diálogo, con una presencia notable de testimonios sobre su inmensa obra y sus experiencias como protagonista de la Revolución. Con gran atención escuchó las diversas opiniones de los más heterogéneos auditorios. Los jóvenes preguntaban y Alfredo respondía con la solicitud del sabio que siente que se le acaba el tiempo y debe aprovechar cada oportunidad para educar y aconsejar sin desdeñar a nadie. No podía ser de otra manera viniendo de ese «profesional de la esperanza» cuya obra de vida trasciende debido a su lucidez de pensamiento y acción, y desde la altura honesta del verdadero revolucionario. En el encuentro realizado en la Universidad de La Habana, en noviembre de 2005, Alfredo devela su sentimiento de responsabilidad intelectual.1 Hace un recuento de sus años estudiantiles, de la confianza que depositara siempre en Fidel, del papel que desempeñó la Universidad en los años previos al triunfo revolucionario y el que debe tener hoy a la luz de las nuevas circunstancias históricas. Siguiendo el pensamiento de Alfredo Guevara es posible entender el valor de crear a partir de una convicción: el ejercicio intelectual se hace más eficaz como acto revolucionario, porque comprender el presente no significa legitimarlo a ultranza, sino subvertirlo cada día en el acto mismo de la creación revolucionaria, que no puede desprenderse de la crítica y el debate. «No hay creación donde hay moldes * Alfredo Guevara, Dialogar, dialogar. (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender), Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, 2013. En lo adelante, las páginas indicadas entre paréntesis corresponden a este texto. n. 77:Fundar 127-129, enero-marzo de 2014 ideas y arrastrar legiones 127 estrechos», se expresa en el volumen. En sus páginas, la idea de la necesidad de asumir con creatividad las tareas y los objetivos es recurrente. Su diálogo con estudiantes y profesores del ISA2 denota esa preocupación latente, porque en circunstancias cada vez más adversas acechan a los cubanos la ignorancia y la mediocridad. Asimismo, Alfredo enfatiza la visión cultural del socialismo, inclusiva y profundamente humanista, que abre un esperanzador puente a la diversidad. En una cruzada que refleja su profunda vocación de profesor y político va mostrando una idea del socialismo alejada de criterios economicistas y amenazadores. Y afirma: Tenemos que recuperar la esencia misma de la idea socialista para salvarnos y salvarlo de la cristalización que, en términos marxistas puros se llama ideología [...] Creo que tenemos que volver a la Idea, la idea ética, que es la inspiración de Marx. Quien haya leído El Capital y otros textos de Marx —no que lo diga, sino que lo haya leído de verdad— habrá comprendido que la inspiración de Marx no es puramente económica, es ética. (p. 75) De ahí su insistencia en que «la incultura no puede ser la base del marxismo».3 En el intercambio con estudiantes y profesores de la Universidad de La Habana desarrolla importantes criterios que van desde su percepción del marxismo hasta la forma en que comprende la materialización del ideal socialista, con mayor compromiso y militancia. Además, destaca el papel del periodismo; estudiantes de esa carrera en la citada universidad tuvieron la oportunidad única de compartir con él la visión crítica que debe imprimirse a la prensa cubana para estar en consonancia con los lineamientos del VI Congreso del Partido.4 En la entrevista televisiva se ahonda un poco más en sus convicciones, sentimientos, admiración por Fidel y amistad con él, y en el sentido de su vida puesta al servicio de otros, más que de sí mismo.5 Oyendo a Alfredo uno se percata de que el transcurso de los años no laceró sus deseos de luchar, de Fundar, con mayúscula, o lo que es lo mismo, «fundar ideas y arrastrar legiones».6 Desde su mayor creación, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), este intelectual y político fue capaz de infundir esperanza y desatar las más elevadas pasiones entre sus contemporáneos... «porque si no hay pasión no hay militancia». Y menciona el ICAIC en numerosas ocasiones a lo largo de las intervenciones recopiladas en este volumen. No puede desprenderse de su amor por el cine, arte al que imprimió el sello de «revolucionario» desde la fundación del Instituto en 1959, con la certeza de cuánto podía tributar esta filmografía a la construcción de la sociedad cubana. Su obsesión: los jóvenes; porque «no hay modo de ser revolucionario sin reconocer que el destino debe estar en esas manos». En sentido general, todos 128 Mely del Rosario González Aróstegui los encuentros que el volumen recoge apuntan a la necesidad de fortalecer el proceso revolucionario cediéndoles el protagonismo, confiando más en sus capacidades, que han sido formadas, al fin y al cabo, por medio siglo de Revolución. Los jóvenes son el potencial de renovación espiritual, de refundación moral que necesitamos, así lo muestra el esfuerzo supremo de la Revolución por formar a ese millón de universitarios que hoy estudian en centros de todo el país. (p. 265) Junto a ese grande del cine cubano, Fernando Pérez, Alfredo se dirige también al auditorio de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, y aboga por la inserción consciente de los jóvenes en la vida actual de Cuba.7 Guevara revela las contradicciones lógicas de un proceso en construcción y despierta el interés de los valientes que no temen reconocer errores, con la honestidad propia de los revolucionarios para los que no hay descanso posible. Y llama a la labor fundacional: fundar sin desmayar, porque esta es también tarea primordial en las revoluciones. Así lo expone al recibir el título de Dr. Honoris Causa en Ciencias Políticas por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas,8 con una vehemencia y una hondura que provocó en todos los presentes la emoción propia de los grandes sucesos, al ser partícipes de un relevante discurso con una visión profundamente crítica y revolucionaria de la sociedad cubana actual. Y fundar y fundar, fundar el amor al saber, al ser verdadero, ser desde o más humano y hacerlo para y entre los jóvenes [...] Fundar, fundar en las conciencias, en la conciencia joven, una a una, fundar-sembrar desde el saber si es aquel que ya integrado en la eticidad puede atreverse a proclamar y entonces se sabrá otra vez escuchado, que la mano que otra, todas las manos estrecha, es la que se propone la belleza en y desde el socialismo. (p. 217) Y al enfatizar la belleza, no solo en este discurso, sino también en otros encuentros, Alfredo reconoce la necesidad de luchar porque ella, en nuestra sociedad, no sea solo intención, sino que se materialice en cada acción. Le descubrimos entonces, eterno joven, con muchas ganas de hacer y de amar, defendiendo la belleza con propuestas ajenas a la banalidad, la chapucería y el mal gusto. No se trata solo del sentido estético de las cosas, sino de desterrar la formalidad, la ausencia de detalles, carencia que afea y vulgariza la cotidianidad del cubano. «La fealdad merece el rechazo del hombre, es enemiga de nuestro ideal —diría— dime por qué se infiltra entre nosotros y es cosecha de cuanto el socialismo toca» (p. 218). Otra de sus divisas es refundar el socialismo con mayor participación ciudadana, desestatizando todo mecanismo que burocratice la sociedad y aleje el ideal socialista, al hacerle perder credibilidad y belleza. Al respecto, manifiesta en el prólogo del libro: No habría modo de refundar el socialismo sin desterrar la fealdad, la miseria y la ignorancia, enemigas imperialistas que se empeñan en invadirnos y andan infiltradas. E insisto, habrá que desterrar la fealdad con la miseria cuando esté presente, y definitivamente la ignorancia que resiste. Son rasgos incompatibles con el socialismo. El socialismo tendrá que ser definitivamente neorenacentista cultor de la belleza. Es el socialismo en que creo, el que quiero. (p. 35) En el ISRI alguien le preguntó cómo se imaginaba el socialismo, y de inmediato respondió: Mejor que el que tenemos, el socialismo no funciona de esta manera, pero siempre es socialismo, y tenemos que construirlo de verdad mejor. Creo que nosotros hemos logrado una sociedad más justa, más transparente, más limpia, pero todavía no hemos logrado lo que quisiéramos. (p. 131) Y agrega, cuando se dirige a los estudiantes de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana, y aboga por poner todas las fuerzas y las esperanzas en la desestatización y desburocratización de la sociedad cubana: Si de veras logramos desburocratizar y desestatizar la sociedad cubana [...] por fuerza, la sociedad en su conjunto tendrá otro rostro. Ese rostro será, para mí, el de la sociedad verdadera. Es decir, reencontraremos el rostro verdadero de la sociedad que soñó la generación de la que formo parte, porque ha existido siempre en los sueños, en los propósitos de la Revolución desde su inicio. (p. 287). 2. Véase Alfredo Guevara, «No podemos defender la diversidad y olvidarnos que cada ser humano es diferente» (Encuentro en el ISA, 26 de febrero de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 67. 3. Véase Alfredo Guevara, «La incultura no puede ser la base del marxismo» (Encuentro en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, 20 de octubre de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 227. 4. Ibídem, p. 237. Véase, además, «Defender causas es el verdadero periodismo» (Encuentro en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, 5 de mayo de 2010), Dialogar, dialogar…, p. 135. 5. Véase Alfredo Guevara, «Soy un profesional de la esperanza» (Entrevista con Amaury Pérez, Con dos que se quieran, 22 de septiembre de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 191. 6. Véase Mely González Aróstegui, «Elogio a Alfredo Guevara en su investidura como Doctor Honoris Causa de la UCLV», Santa Clara, octubre de 2010. 7. Véase «Mi generación está obligada a generar transformaciones que abran el camino a los jóvenes» (Encuentro en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, San Antonio de los Baños, 13 de mayo de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 161. 8. Véase Alfredo Guevara, «Fundar es nuestra tarea» (Palabras en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas), Dialogar, dialogar..., p. 215. , 2014 Alfredo Guevara me enseñó a pensar y a repensar la Revolución, a reconocer que existe un denominador común en su gran obra: el ideal de justicia social que ha promovido y la materialización en forma de proyecto de la secular lucha por la liberación nacional que se ha librado en Cuba. Este libro conmina a defender esas causas, a fomentar la cultura del debate, a «colocar las verdades en el territorio de la crítica, entendida como recurso revolucionario» y comprender la Revolución como un espacio social donde la filosofía se hace política, donde se piensa y se actúa —como dice Alfredo— para conquistar toda la libertad, toda la justicia y toda la belleza. Notas 1. Véase Alfredo Guevara, «Nos hace revolucionarios aceptar la responsabilidad de un proceso que ustedes terminarán» (Encuentro por el aniversario 60 de la entrada de Fidel Castro a la Universidad, Universidad de La Habana, 2 de noviembre de 2005), Dialogar, dialogar. (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender), Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, 2013, p. 39. Fundar ideas y arrastrar legiones 129 En torno a las estrategias de la fe Dedicado a «Políticas de la fe», el número 76 de Temas fue presentado por Natalia Bolívar —miembro del Consejo editorial de la revista desde su fundación en 1995—, el día 21 de enero de 2014, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. En esta sección se publican opiniones de nuestros lectores contenidas en cartas y otras comunicaciones dirigidas a la Redacción, y diversos textos de interés. 130 Mayerín Bello Valdés Una muestra de satisfacciones posibles nos trae el número 76 que hoy se presenta y que, con temas seductores y oportunos, está dedicado a «Políticas de la fe», argumento muy actual y propicio para transitar el arduo camino hacia el entendimiento social, religioso, cultural y político entre nosotros: los cubanos y latinoamericanos. Este número se inicia con el espacio Enfoque conformado por nueve artículos y encabezado por «Política y religión: nuevas necesidades, nuevas propuestas», del investigador argentino Aldo Rubén Ameigeiras; y «¿La religión nuevamente “opio del pueblo”? Sobre religión y política en América Latina», del chileno Cristián Parker; ambos sociólogos que hacen énfasis en la necesidad de consolidar la democratización de las sociedades latinoamericanas como condición para abordar la relación entre lo religioso, lo político y lo cultural. Le siguen «Catolicismo y esfera pública: revisitando el debate entre Habermas y Ratzinger», del filósofo jesuita Pablo Mella Febles, y «Bergoglio antes de ser Francisco: catolicismo y política en Argentina», del profesor Fortunato Mallimaci. El primero esclarece el pasado del catolicismo, las divergencias, convergencias y propone una relectura que sirva para incursionar en el presente; el segundo, nos presenta la trayectoria histórico- religiosa y política de Jorge Bergoglio, «el Papa latinoamericano». Otro de los artículos de asegurada calidad que conforman este dossier es «Nuevos movimientos religiosos. Retos al escenario político cubano» donde la socióloga Ana Celia Perera proyecta la urgencia de cambios en esta nueva etapa de la historia para establecer un consenso social que propicie las transformaciones que urgen al país. En su artículo «La Iglesia católica, la condición política cubana y Palabra Nueva», el profesor Maximiliano F. Trujillo, acertadamente, enuncia los rasgos peculiares de la historia de la catolicidad cubana hasta nuestros días y desentraña posturas ideopolíticas, confrontaciones y sufridos obstáculos discriminatorios. Empareja su tesis la importancia que desentraña la lectura de Palabra Nueva, publicación en la que colaboran intelectuales y especialistas de reconocido prestigio que persisten en cultivar la bella metáfora que un día dictó el eminente intelectual Monseñor Carlos Manuel de Céspedes cuando dijo que los cubanos, unidos, organizados y sin interferencias foráneas, teníamos la responsabilidad de construir «la casa Cuba». Las opiniones de Tony Ávila, Julio Antonio Fernández, Marcela González, Luis Sexto y Rafael Hernández asoman en Controversia para tocar el tema de la «Politización/despolitización en la cultura ciudadana contemporánea». La sección Entretemas constituye un muestrario variado; sus páginas albergan textos de apreciable calidad escritos por Arisbel Leyva; Rolando Misas; Leodanis Torres y Vladimir Pita; y Santiago Alemán, Jorge Pérez y Orlando Saroza. Las páginas de Lectura Sucesiva recogen ensayos y reseñas que entrecruzan el análisis y la información, firmados por Pablo Rodríguez sobre el tema racial; Diosnara Ortega con una mirada al último libro de Julio C. Guanche; Sergio Pérez, en torno al discurso del delirio en Jardín; Juan Lázaro Besada, que estudia la poética trinitaria actual; y Laura Marrero con la crítica a una historia vargasiana de violencia. A ello le sigue la sección Correspondiendo que incluye las palabras de Rafael Betancourt y Ernán Sarmiento en ocasión de la presentación del número 75. He querido dejar para el final el elogio al análisis crítico de la antropóloga alemana Claudia Rauhut, «La transculturación de la Santería y su renegociación en Cuba», relacionado con el tema de la globalización, los conflictos económicos, sociales y políticos, los discursos ético-normativos, la relación entre padrinos y ahijados, la exportación y comercialización religiosa; en fin, una excelente propuesta para discutir los procesos surgidos en el contexto de las transformaciones económicas, políticas y sociales en Cuba a partir de 1990. A solicitud de mi «jefe», Rafael Hernández, haré un pequeño resumen de los vaticinios de Ifá dictaminados en la Letra del Año que regirá este 2014. Esta ceremonia es uno de los ritos más solemnes del Sistema adivinatorio de Ifá, traído por los esclavos y que, hasta nuestros días, ofician los babalawos para predecir el futuro de una nación, una comunidad, una familia o una casa santoral. A través de sus profecías y enseñanzas, con refranes y patakíes, Orula aconseja, envía mensajes a los hombres, predice acontecimientos naturales y pronuncia recomendaciones de interés económico, social, político y religioso. Indica las ofrendas para alegrar, honrar y aplacar a las deidades con el propósito de aliviar o buscar solución a los problemas que se pudieran avecinar. En esta ceremonia se define, además, el Orisha que gobernará y protegerá la región, así como la bandera que ondeará durante el año que comienza. En 2014, la letra que dictaminó Orula fue Baba Eyiogbe, oddún y mesías de Ifá donde hablan la columna vertebral, el esternón, la caja torácica; es el maestro de la respiración. El planeta que lo rige y representa es el Sol; el punto cardinal donde se ubica, el este; y su día propicio, el domingo (Oje Ariku). Sus colores favoritos son el blanco y el naranja. En los diversos mitos existentes, este oddún es el encargado de designar la vida y los cuerpos de los hombres, de formar los pueblos, los caminos y la dispersión. Es quien establece el sistema de preguntas y respuestas, porque en él nace la gran virtud de la palabra. Los orishas que regirán durante 2014 serán Olokun y Yemayá, deidades del mar y los océanos, por lo que se deberá tener en cuenta algunos aspectos que pudieran afectar nuestro país; entre ellos, un incremento de los problemas climatológicos y la contaminación ambiental, lo que tendrá un impacto negativo en la regularidad de las lluvias y crecerá la probabilidad de serias penetraciones del mar. En cuanto a la salud, se indica protegerse de las exposiciones solares; atenderse a tiempo las deficiencias óseas, pulmonares, neurológicas y digestivas; así como evitar el exceso de sal en las comidas y el consumo de bebidas alcohólicas. En relación con los acontecimientos de interés general, se esperan cambios en el orden social; se incrementarán las discrepancias, el abuso del poder y la pérdida de autoridad. En el seno familiar se recomienda mayor protección, respaldo y cuidado a los ancianos. Este signo sugiere tener, sobre todo, 131 paciencia y tolerancia, porque la paciencia del sacrificio hace que lo imposible sea posible. Y como reza uno de los poemas del oddún Baba Eyiogbe: ¿Qué hombre puede vanagloriarse de ser más grande que el elefante? Aquel cuya sabiduría llega a ser más grande que la fuerza. ¿Quién puede reclamar ser más grande que el búfalo? Aquel cuya su fuerza y destreza lo convierten en indomable. ¿Quién puede vanagloriarse de ser más influyente que el rey? Aquel que domina el oráculo de Ifá, y es capaz de designar el futuro. Ningún paño de cabeza puede ser más ancho que aquellos utilizados por los ancianos de la noche. Porque ellos, con su gran sabiduría y experiencia, cubren la oscuridad y nos protegen de los maleficios. Ninguna soga puede ser tan larga como la que usan las brujas. Porque el cordón de la vida no se quiebra hasta que la muerte llega. Ningún gorro puede ser más famoso que una corona. Porque los gorros cambian a menudo de cabeza, mientras la corona mantiene la sucesión de una dinastía. En ancho o en largo, la mano no puede ser más alta que la cabeza. Porque de ella crecen y se extienden, sin límites, pensamientos, sueños, sabiduría y enseñanzas. Donde quiera que haya música, es el sonido de la campana el que se oye más alto que los otros instrumentos. Porque es el sonido que comunica los mensajes celestiales. La palma es más influyente que todos los otros árboles del bosque. Porque es el único árbol que participa íntegramente en el nacimiento de un sacerdote de Ifá. Temas está presente en las redes sociales. Invitamos a nuestros lectores a seguirnos también por estos caminos virtuales: Temas: www.facebook.com/revistatemascuba Temas: www.twitter.com/temascuba Último Jueves: www.facebook.com/ultimojuevesdetemas Temas: www.youtube.com/temascubatv ¿Cómo suscribirse a Temas? En Cuba Personalmente en las oficinas de Temas o a través de giro postal dirigido a: Aníbal G. Cersa García Revista Temas Calle 23 #1155 entre 10 y 12, El Vedado La Habana. CP 10400 También mediante cheque o depósito bancario a favor de: UPR Inst. Cub. Arte Industria Cinematográfica. Cuenta número: 0525040006510118. Fuera de Cuba A través de transferencia bancaria a favor de: UPR Internacional ICAIC Cuenta número: 0300000002638522. Banco Financiero Internacional, sucursal Habana Libre, Calle L, esq a 25, El Vedado, La Habana, Cuba. SWIFT: BFI CU HH. También puede contactar con Yolanda G. Pantoja José María Rico, no. 126 interior 1. Col. del Valle, Delegación Benito Juárez, CP 03100. México. D.F. Tel: (00 52 55) 5524 7449 Email: [email protected]. Temas online La modalidad de suscripción online permite acceder, durante un año, al sitio web de la revista Temas, y consultar TODOS los artículos publicados hasta el momento, así como realizar búsquedas de contenidos, temas y autores. Está disponible para residentes en cualquier parte del mundo, incluyendo Cuba. Para obtener más información sobre modalidades, pagos y tarifas, regístrese en www.temas.cult.cu o contáctenos en [email protected]. 132 NORMAS DE PRESENTACIÓN DE ORIGINALES 1. La extensión de los trabajos no deberá exceder los 40 000 caracteres con espacios, incluidas las notas y referencias bibliográficas. En ningún caso se aceptarán artículos que sobrepasen la extensión declarada. 2. Debe adjuntarse un resumen del trabajo (en español y en inglés) de dos párrafos como máximo y se indicarán palabras claves que describan las esencias del objeto de estudio. 3. Se podrán incluir dos o tres tablas o gráficos sencillos con no más de 8 cm de ancho. 4. Las referencias bibliográficas u otras notas aclaratorias deberán indicarse con números consecutivos, con supraíndices, ubicados después del signo de puntuación o de las comillas, en el caso de las citas. Por ejemplo, «...contra su criatura».1 5. Las referencias bibliográficas deberán contener los datos y el orden siguientes, separados por comas: nombre completo y apellidos del autor (sin abreviar el nombre excepto si el autor tiene dos, por ejemplo, Luis F. Pérez), título del libro en itálicas y mayúscula inicial solamente (excepto si está en inglés o alemán), editorial, ciudad, año y página (p.) o páginas (pp.). Ejemplos: Luis F. Pérez, La vida leve, Letras Cubanas, La Habana, 1998, p. 3; Nicholas W. Garthoff, America’s Strategy in World Politics, Institute for Policy Studies, Washington, DC, 1994, pp. 32-7. 6. Cuando se trate de artículos en revistas, después del nombre del autor se pondrá el título entrecomillado, nombre de la publicación en itálicas, volumen (v.) o año (a.), número (n.), ciudad, fecha, página (p.) o páginas (pp.). Puede añadirse la localización electrónica. Ejemplo, Zoila Díaz, «Identidad y cultura», Revolución y Cultura, a. 5, n. 2, La Habana, abril-mayo de 1995, p. 18, disponible en www.revolucionycultura. cu/1995/no2/diaz.html. 7. Si se trata de un artículo o capítulo publicado en un libro de otro autor, después del título se pondrá «en» y nombre del compilador, editor o coordinador, seguido de la abreviatura comp., ed. o coord., título en itálica, tomo (t.), nombre de la editorial, ciudad, año, páginas (pp.). Por ejemplo: Orlando Hernández, «Los levantamientos de esclavos», en Carlos Acosta, ed., Movimientos sociales en el siglo xix, Fondo de Cultura Económica, México, DF, 1987, p. 56. Al entregar el trabajo el autor deberá consignar su ocupación, un resumen de su curriculum vitae; y dirección, teléfono, dirección electrónica o cualquier otro dato que facilite su localización. Los artículos pueden ser enviados a la dirección electrónica [email protected]. También se pueden entregar impresos en las oficinas de Temas o enviarlos por correo postal, siempre acompañados de una versión en soporte digital. ÍNDICE DE TEMAS. 2013 Número 73 enero-marzo Cambio climático y riesgo ambiental • • • • • • • • • • • • • • • • • • Heraldo Muñoz, «Una superpotencia de biodiversidad: retos de adaptación para América Latina y el Caribe», pp. 4-8. Ramón Pichs Madruga, «Economía política del cambio climático», pp. 9-16. Alonso Brenes, «Incertidumbre, cambio climático, cooperación. Notas para el Caribe», pp. 17-24. Roberto Piñeiro, Arsenio J. Areces y Eduardo Salinas, «Cambio climático, sustentabilidad y gobernanza», pp. 25-31. Jesús M. Pajón, «Paleoclimas y paleohuracanes en el Gran Caribe: una perspectiva sobre el cambio climático», pp. 32-38. José Rubiera, «Huracanes, cambio climático y reducción del riesgo», pp. 39-43. Patricia Ramírez y Adriana Bonilla, «Gestión del riesgo ambiental, amenazas y pronósticos», pp. 44-49. Guillermo Mesa Ridel, «Reducción de desastres ante el cambio climático desde la salud pública», pp. 50-56. Rafael Hernández, «Seguridad y prevención. Entrevista al Coronel Miguel Ángel Puig», pp. 57-60. Mayra Espina, «Justicia climática: un enfoque alternativo para las políticas de equidad», pp. 61-68. «Actualizando el modelo: economía política y cultura» (panel de debate), pp. 70-80. Participantes: Narciso Cobo, Emilio Duharte, Armando Nova González, Tania García. Gilberto Padilla Cárdenas, «Figuras de la transpolítica. La escritura axiológica caribeña», pp. 82-90. Daybel Pañellas, «¿Será posible cambiar las mentalidades?», pp. 91-99. Dion E. Phillips, «Terrorismo y seguridad en el Caribe: revisando el atentado de Barbados», pp. 100-106. Zaida Capote Cruz, «Dos libros sobre El Puente», pp. 108-114. Camila Piñeiro Harnecker, «La empresa estatal vuelta a examinar», pp. 115-119. José Luis Rodríguez, «Cuba en la era de Raúl Castro: una mirada desde lejos a la economía cubana», pp. 120-124. Elena Díaz, «El otro golpe: conspiración y paro petrolero en Venezuela», pp. 125-128. Número 74 abril-junio ¿Sociedad de la información o del conocimiento? 134 • Armando Malheiro da Silva, Miguel Á. Rendón Rojas, Emir Suaiden, Pedro Urra, Raúl Garcés, «Sociedad de la información: un simposio», pp. 4-12. • Francisco Sierra, «Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea», pp. 13-20. • Rosa Miriam Elizalde, «La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0», pp. 21-29. • Lazaro J. Blanco Encinosa, «Aspectos morales y éticos de las TIC», pp. 30-37. • Roberto Suro, «Políticas digitales, Barack Obama y la campaña de 2012», pp. 38-43. • Ángeles Diez Rodríguez, «Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M», pp. 44-53. • Milena Recio Silva, «Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica», pp. 54-61. • Elaine Díaz Rodríguez y Firuzeh Sokooh Valle, «Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas», pp. 62-67. • Hamlet López García, «Cultura digital participativa y software libre en Cuba», pp. 68-74. • Dayron Roque Lazo, «Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba», pp. 75-81. • Julio García Luis, «La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos», pp. 82-90. • «El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe» (panel de debate), pp. 92-103. Participantes: Raúl Garcés, Tania García, Ismael González, Rafael Hernández. • Gabriela Quezada Calderón, «Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador», pp. 105-113. • Katia Figueredo Cabrera, «Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo», pp. 114-121. • María Montes, «El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador», pp. 123-129. • Ernesto Molina Molina, «Cincuenta años de la economía cubana», pp. 130-135. ÍNDICE DE TEMAS. 2013 Número 75 julio-septiembre Economía social y solidaria • • • • • • • • • • • • • • • • • • • José Luis Coraggio, «Tres corrientes en la ESS», pp. 4-11. Paul Singer, «La economía solidaria en Brasil», pp. 12-17. Nancy Neamtan, «Economía social en Quebec. Entrevista al ministro Sylvain Gaudreault», pp. 18-20. Alberto Acosta, «Otra economía para otra civilización», pp. 21-27. Jesús Cruz Reyes, «Cooperativas en el capitalismo: desarrollo y contradicciones», pp. 28-35. Martin Van Den Borre, «¿Convertir empresas privadas en cooperativas? Una experiencia», pp. 36-44. Pablo Guerra, «Legislaciones sobre ESS en América Latina y el Caribe», pp. 45-52. Maude Brossard-Sabourin, «Leyes marcos en ESS. Poderes públicos y desarrollo humano», pp. 53-57. Rafael Betancourt y Julia Sagebien, «Para un crecimiento inclusivo: empresas no estatales responsables en Cuba», pp. 58-65. «¿Valores en crisis?» (panel de debate), pp. 67-80. Participantes: Carlos M. de Céspedes, Laura Domínguez, Wilfredo Mederos, Israel Rojas, Raúl Garcés. Adolfo Castillo Vitlloch, «¿Revolución en la Revolución? Hacia un nuevo modelo de empresa estatal socialista», pp. 82-89. Anay Remón García, «Dressing Black: la cultura metalera en Cuba», pp. 90-96. José M. Mateo Rodríguez, «Medioambiente y geopolítica», pp. 97-103. Oscar L. Bellido Aguilera, «Transición socialista / planificación comunitaria. Dialéctica (y utopía)», pp. 104-111. Gustavo Lespada, «Felisberto Hernández: el nacimiento de una estética», pp. 113-120. Rubén Sicilia Cruz, «El rol del director», pp. 121-127. Leida Fernández Prieto, «Back to Antilles: algunas reflexiones desde la historia», pp. 128-131. Juan Valdés Paz, «Izquierda, gobierno y hegemonía: los desafíos de siempre», pp. 132-135. Yoel Cordoví, «De exposiciones internacionales e imaginarios: la historia cultural al ruedo», pp. 136-138. Número 76 octubre-diciembre Políticas de la fe • Aldo Rubén Ameigeiras, «Política y religión: nuevas necesidades, nuevas propuestas», pp. 4-9. • Cristián Parker Gumucio, «¿La religión nuevamente “opio del pueblo”? Sobre religión y política en América Latina», pp. 10-18. • Pablo Mella Febles, «Catolicismo y esfera pública: revisitando el debate entre Habermas y Ratzinger», pp. 19-25. • Fortunato Mallimaci, «Bergoglio antes de ser Francisco: catolicismo y política en Argentina», pp. 26-33. • Montserrat Abumalham, «Laicismo, religión y política en Oriente Medio», pp. 34-41. • François Houtart, «Mahmoud Mohamed Taha, testigo de un Islam de vocación liberadora», pp. 42-45. • Claudia Rauhut, «La transnacionalización de la Santería y su renegociación en Cuba», pp. 46-54. • Maximiliano F. Trujillo Lemes, «La Iglesia católica, la condición política cubana y Palabra Nueva», pp. 55-62. • Ana Celia Perera Pintado, «Nuevos movimientos religiosos. Retos al escenario político cubano», pp. 63-70. • «Politización/despolitización en la cultura ciudadana contemporánea» (panel de debate), pp. 72-82. Participantes: Tony Ávila, Julio Antonio Fernández Estrada, Marcela González Pérez, Luis Sexto, Rafael Hernández. • Arisbel Leyva Remón, «Reabriendo el debate: ¿el campesinado como clase social? Entrevista a Armando Bartra», pp. 84-90. • Rolando E. Misas Jiménez, «José Antonio Saco: crítica cubana al colonialismo agrícola», pp. 91-98. • Leodanis Torres Barrero y Vladimir Pita Simón, «Del positivismo jurídico al enfoque antropológico del Derecho: en la República», pp. 99-106. • Santiago Alemán Santana, Orlando Zaroza Monteagudo y Jorge Pérez Méndez, «Vigencia del Che. Cuadros de dirección en Cuba», pp. 107-113. • Pablo Rodríguez, «Visibilizando el tema racial», pp. 115-118. • Diosnara Ortega González, «Aquí ocurre algo… A propósito de verdades no ensayadas», pp. 119-122. • Sergio Pérez Hernández, «Jardín: el discurso del delirio», pp. 123-131. • Juan Lázaro Besada Toledo, «La poética trinitaria actual. Una aproximación», pp. 132-137. • Laura Marrero Alarcón, «Roger Casement: otra historia vargasiana de violencia», pp. 138-140. 135