ENFOQUE Imagen país Marca nación como autoridad moral: una

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enero-marzo 2014
77
ENFOQUE
Imagen país
Marca nación como autoridad moral:
una perspectiva distinta / 4
Simon Anholt
Francia: ¿por qué pensar en marca? / 9
Jean-Noël Kapferer
China vista por los estudiantes
extranjeros de Shanghai / 14
Shulan Ye
CONTROVERSIA
75 / Revisando experiencias en el sector público:
no siempre funciona mal
Dianne Cunningham, Miguel A. Figueras,
Martha Pérez Rolo, Julio César Guanche.
ENTRETEMAS
84 / Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola
Armando Nova González
92 / Memorias sobre el cambio azucarero.
Visiones desde dentro
Ana Vera Estrada
102 / De cómo el socialismo pudiera
imponerse al capitalismo
Pedro Campos
LECTURA SUCESIVA
Documentando Cuba; debatiendo Alemania / 22
Jennifer Ruth Hosek
108 / Nuevas consideraciones
sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano
Mayerín Bello Valdés
La imaginación con poder:
Cuba según La Guide du Routard / 30
María del Pilar Díaz Castañón
116 / ¿Cómo entender la Revolución cubana?
Dos perspectivas externas
Par Kumaraswami
Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas / 35
Åse Johnsen y Cecilia Alvstad
Imagen país. Promoción del turismo / 43
José Luis Perelló Cabrera
Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad / 49
Roger Ricardo Luis
¿Cuba es su música? / 56
Joaquín Borges-Triana
Imagen construida y ciudad deconstruida:
apogeo de una antítesis / 66
Pedro Vázquez
121 / Y Cuba... ¿hasta dónde llega?
Laura Ruiz Montes
124 / Acerca de Mañach:
un libro oportuno y necesario
Marta Lesmes
127 / Fundar ideas y arrastrar legiones
Mely del Rosario González Aróstegui
CORRESPONDIENDO
130 / Natalia Bolívar
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Mirta Yáñez.
Imagen país
El tema de la imagen o la marca país
propicia perspectivas encontradas. Para algunos
reducida a un logo, un lema y sus marcas de origen;
a un ranking internacional reflejo de la gobernabilidad
y el buen manejo del comercio; al know-how de relaciones
públicas corporativas extendido a la diplomacia,
el tema da paso a problemas más complejos:
la reproducción del capital simbólico asociado a una nación;
los modos mediáticos o artísticos que trasmutan
su código genético; las tomas de partido de unas culturas
políticas frente a otras; la valorización (o devaluación)
de una locación mediante filmes y guías turísticas,
que suelen reducir la pluralidad de una sociedad
y una cultura a paisajes recortados.
La paleta con que se construye a Cuba,
heterogénea e incoherente, propone al mismo tiempo
la isla sensual cundida de placeres sibaríticos
(vista del mar entre humo de habanos, ron añejo
y fondo musical detenido en el tiempo) propia del mercado
turístico y disquero; de extrema pobreza y precariedad
(la ciudad en ruinas poblada por una multitud a la intemperie),
propias de la fotogenia del realismo sucio;
y de tintas cargadas sobre la sordidez del sistema
(el gulag tropical), típicas de reportajes y libros de viajes.
Cómo y a partir de qué estrategias una política ilustrada
puede lidiar con estos fenómenos resulta de particular interés
en el mundo global de hoy.
Contribuir a rastrear este territorio, y el vínculo entre el país
imaginado y el tangible, es la meta de este número de Temas,
coordinado por nuestra editora Laura Marrero,
que reúne diversos enfoques, a menudo polémicos,
de un conjunto de destacados profesionales (alemanes,
franceses, chinos, norteamericanos, noruegos, cubanos),
en torno a una variada agenda.
Marca nación
como autoridad moral:
una perspectiva distinta
Simon Anholt
Consejero gubernamental independiente.
E
n la era de la globalización, los países, las
ciudades y las regiones compiten unos con
otros para asegurar su tajada de inversiones,
turismo, mercado para sus productos y
servicios, y la atención y el respeto de otros gobiernos,
de las instituciones multilaterales y de los donantes, los
medios de difusión y la opinión pública internacional
en general.
A lo largo del último siglo la competencia por la
reputación se ha intensificado de manera increíble
en la medida en que países, ciudades y regiones han
reconocido que, en un mundo de capital, clientes y
competidores cada vez más andariegos, el perfil y la
imagen asumen una importancia suprema, al igual
que en cualquier plaza de mercado muy activa. En
lo que se refiere a atraer comercio, talento, visitantes
e inversiones, los sitios dotados de reputaciones
poderosas y positivas gastan menos para lograr más;
es decir, los sitios dotados de una buena imagen
comercian vendiendo por encima del valor nominal;
los que carecen de ella lo hacen por debajo del justo
precio del producto.
En 1998 acuñé el término marca nación para
expresar la idea de que las reputaciones de los países
eran tan importantes para su progreso y su prosperidad
como las imágenes de marca de productos lo eran
para sus dueños corporativos.1 El nombre se impuso
rápidamente, y a estas alturas la mayoría de las
administraciones nacionales, de ciudades y regiones
dan por sentado que medir y administrar su «marca
de lugar» es una parte crítica de sus funciones: los
gobiernos tienen que ser tanto administradores de
marca como hacedores de política.
4
n. 77: 4-8, enero-marzo de 2014
Simon Anholt
En 2005, con el objetivo de medir las fortalezas
relativas de las imágenes nacionales, comencé a
realizar un examen trimestral en el que encuestaba a
29 500 personas en 35 países sobre sus percepciones
de otros países. El Anholt Nation Brands Index circuló
trimestralmente hasta 2008, cuando fue relanzado, en
asociación con la compañía de investigaciones GfK
Roper, como el Anholt-GfK Roper Nation Brands
IndexSM. El estudio, ahora anual, se efectúa en medio
centenar de países y utiliza un cuestionario de más
de cincuenta preguntas que miden, entre otras,
percepciones de cultura, pueblo, gobierno, productos
y servicios, sistema educativo, políticas, hazañas
deportivas, competencia tecnológica, paisajes.
El Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM se ha
convertido en uno de los más vastos estudios sociales
jamás emprendidos, pues sondea una muestra que
representa 60% de la población del mundo y 77% de su
PNB cada año, y compone una base de datos única de
más de ciento sesenta y cuatro mil millones de aspectos
de datos que rastrean en detalle «cómo el mundo ve
al mundo». Un estudio paralelo, el Anholt-GfK Roper
City Brands IndexSM, ha estado realizando un análisis
similar sobre las percepciones globales de cincuenta
ciudades claves desde 2005.
En tres estudios ulteriores —2005, 2007 y 2010— un
modelo de desgravación de derechos fue usado para
estimar el valor económico de la «marca» de cada
país, tal como se tasan las marcas de corporaciones
o de productos. Las cifras fueron sorprendentes, y
produjeron evaluaciones en el rango de los billones de
dólares para las naciones más cotizadas. Al igual que
sus contrapartes corporativas, estos valores positivos
intangibles a menudo sobrepasaban con mucho el
volumen de negocios del país.
El vínculo entre imagen del sitio y desempeño
económico está bien reconocido ahora, tal como lo
confirman cada vez más estudios. Por citar apenas
dos ejemplos recientes, «el mejoramiento de la
reputación de uno en un país que se tenga en la mira
por el nivel de un puesto [en el Anholt-GfK Roper
Nation Brands IndexSM] conduce a un incremento de
2% de sus exportaciones, lo cual equivale al disfrute
de un decrecimiento de aranceles de hasta 3,86%»2 y
«el Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM, nuestra
medida para intangibles en el país anfitrión, tiene un
efecto positivo amplio en las inversiones extranjeras
directas (IED): el aumento de un punto en el índice
se asocia con un incremento de 27% en el flujo de
IED hacia adentro».3
Aunque el concepto original de la imagen de marca
de un país resulta ahora bien aceptado por muchos
gobiernos, su entendimiento sobre lo que —tal vez—
un país puede hacer para mejorar esa imagen sigue
siendo bastante primitivo. La extrema inercia de las
imágenes nacionales (la mayoría casi no cambia en
lo absoluto),4 combinada con el horizonte de corto
plazo de los gobiernos democráticos, han conspirado
para garantizar que la mayoría de los países no hagan
más que gastar grandes sumas de dinero en fútiles
ejercicios de propaganda que no alcanzan resultado
alguno.
Cada año aumenta el número de países, ciudades y
regiones que ponen en marcha la práctica de «ponerle
marca al sitio» (o sea, un intento de elevar o mejorar
su perfil internacional en general, algo distinto del
turismo o de la promoción de inversiones). Unos
catorce o quince países tienen ahora departamentos
formales y dedicados a poner marca a la nación, y al
menos treinta o cuarenta llevan a cabo regularmente
actividades para poner marca a las naciones. Se ha
vuelto algo casi de rigor en América Latina que los
gobiernos nacionales establezcan una agencia «Marca
país», la cual periódicamente (y a menudo de manera
controvertida y costosa) intenta resumir la «esencia»
del territorio en un logotipo y un lema, de los que
tratarán de imponer una patente a los exportadores, en
la creencia habitualmente errónea de que ello añadirá
valor a sus exportaciones.
El enfoque adoptado por la inmensa mayoría de
esos países, ciudades y regiones pudiera caracterizarse
como «fanfarronería»: están comprando espacios en los
medios de difusión (o en su lugar intentando «ganar»
espacio editorial a través de las relaciones públicas)
para hacer una lista de las razones por las cuales sienten
que merecen la admiración del mundo. Tal enfoque,
altamente primitivo, jamás ha demostrado tener
efecto alguno en la imagen internacional de ningún
país, ciudad o región, pero, como estas «campañas»
casi nunca involucran algún mecanismo para medir
su impacto, su ineficacia por lo general no resulta
registrada.
Este punto de vista podría resultar anticuado,
pero cualquier gasto del dinero de los contribuyentes
(sobre todo los enormes montos que se cargan a las
agencias de propaganda y relaciones públicas para
las campañas en los medios de difusión) debería ser
transparente y susceptible de ser medido y de que
se rindan cuentas al respecto. Convendría fijarse
propósitos precisos y que se muestre que estos se
lograrán a través de mediciones claras y objetivas.
La creciente tendencia a creer que cualquier técnica
importada del sector privado o practicada por las
corporaciones es necesariamente una especie de
remedio mágico que no requiere medición, vigilancia
ni más justificación que su nombre a la moda (la
frase de «poner marca» es un ejemplo típico de este
vocabulario totémico), debería ser vigorosamente
desalentada.
Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta
5
Las percepciones de los países no pueden ser manipuladas de manera directa
con las mismas herramientas de persuasión que utilizan las compañías
para mercadear sus productos; los países no son productos que vender a un
consumidor, sino constantes culturales, bloques de construcción de nuestra
visión del mundo.
Responsabilidad social gubernamental
Las percepciones de los países no pueden ser
manipuladas de manera directa con las mismas
herramientas de persuasión que utilizan las compañías
para mercadear sus productos; los países no son
productos que vender a un consumidor, sino constantes
culturales, bloques de construcción de nuestra visión
del mundo.
Durante los últimos quince años como asesor
independiente de política, he trabajado en más de
cincuenta países con jefes de Estado, de Gobierno y
gabinetes, y a menudo he notado que si estuviésemos
decididos a aplicar modelos comerciales al sector
público, entonces la responsabilidad social corporativa
sería una guía mucho más confiable que la promoción
de ventas, las relaciones públicas o los anuncios. Es
probable que los mismos principios éticos que empujan
a los consumidores a favorecer marcas ofrecidas por
compañías que se comportan como buenos ciudadanos
corporativos, también los impulsen a hacerlo —en
calidad de turistas, inversionistas, votantes, estudiantes,
inmigrantes y compradores de productos y servicios
extranjeros— con los países que satisfagan sus
estándares morales.
Dicho de otro modo, si un país desea que se le
admire, no basta con ser exitoso; tiene que brindarles
a las personas allende sus fronteras buenas razones
para alegrarse de su existencia; ha de hacerse útil a la
humanidad y al planeta si quiere ganarse la reputación
que necesita.
Este concepto de Responsabilidad Social
Gubernamental (RSG) ha dotado de información la
labor estratégica que he desempeñado en los últimos
años y ha generado muchos desenlaces exitosos. La
validez de la RSG recibió ahora una confirmación
adicional de parte de un nuevo metanálisis de los datos
de Nation Brand Index (NBISM): el modelo MARSS.
El modelo MARSS: una relación de la influencia
nacional
El modelo de Joseph Nye referido al poder suave,
duro e inteligente ha demostrado su utilidad como una
simple distinción en este contexto.5 No obstante, la
realidad es que hay muchos tipos diferentes de poder,
6
Simon Anholt
influencia, atractivo y autoridad que un país puede
blandir en la imaginación pública y en la realidad.
En su mayoría son «suaves» —en el sentido de que
atraen a personas hacia ellos— y tal vez tres sean
verdaderamente «duros» —pueden ejercerse sobre las
personas en contra de su voluntad—; pero se requiere
una distinción más sofisticada para comprender cómo
más de doscientos países, por no mencionar incontables
ciudades y regiones, compiten hoy día unos con otros
por influencia y primacía en el orden mundial.
El modelo MARSS se basa en el análisis de los
diecinueve estudios a gran escala de las percepciones
internacionales de 65 países y 73 ciudades llevado a
cabo por Anholt-GfK Roper Nation Brands, entre 2005
y 2013, cuando se estableció su último IndexSM.
Un análisis más profundo de la base de datos
acumulativa NBISM genera la hipótesis de que los
impulsores claves de la categoría nacional en conjunto
pueden caracterizarse como moralidad, estética,
pertinencia, sofisticación y fortaleza. Estos —que juntos
forman el modelo MARSS— coexisten y se solapan en
una variedad de combinaciones casi infinita.
Las personas podrían saber muy poco sobre lo
que hace, construye o parece en realidad un país;
sin embargo, tienen una idea bastante fuerte de si es
bueno o malo, bello o feo, fuerte o débil, sofisticado o
primitivo, y si resulta pertinente o no para sus vidas.
La moralidad tiene en cuenta si las personas
aprueban el país (una combinación de sus líderes, su
población y sus instituciones comerciales y públicas).
Por ejemplo, Noruega, Holanda y Suiza pueden golpear
considerablemente por encima de su peso (o sea, de su
poder duro) como resultado directo de su fortaleza en
esta dinámica.
Por supuesto, la moralidad es un asunto altamente
subjetivo, y sus componentes precisos variarán según la
cultura o, de hecho, el individuo. Las percepciones de la
moralidad de un país también diferirán (en la realidad
al igual que en la percepción) en dependencia de si se
considera el gobierno, la población o las instituciones
públicas o privadas de una nación, pero, por lo general,
a la opinión pública internacional no le interesa hacer
distinciones tan sutiles. En el caso de países mejor
conocidos y comprendidos, la gente podría distinguir
entre todos estos «jugadores» morales; para aquellos
que se conocen menos bien la tendencia será a percibir
el país entero como una entidad moral única (esta es
una mala noticia para las poblaciones de países en vías
de ser fallidos).
La estética, por su parte, es un medidor de si el país
(en términos de su pueblo, su medio construido y
natural, sus productos, su producción cultural, etc.) es
contemplado como agradable a la vista —o a los demás
sentidos. En su conjunto, es difícil sentir aversión o
desaprobar fuertemente o durante largo tiempo lugares,
personas y productos hermosos, y nos inclinamos por
asociar la belleza con la virtud y la riqueza.
En este sentido, el Anholt-GfK Roper Nation
Brands IndexSM mostró que muchos ciudadanos a
nivel mundial comenzaban a considerar el paisaje
norteamericano como menos bello durante el segundo
mandato presidencial de George W. Bush; un notable
número de encuestados musulmanes tuvieron una
respuesta similar sobre la campiña danesa después de la
publicación de las caricaturas que satirizaban al profeta
Mahoma en un periódico nacional en 2006.
Japón y Alemania obtienen mucho de su inmenso
poder estético del diseño de productos: cada producto
bien diseñado de Sony, Bosch, Porsche, Toyota o
Panasonic vendido en otro país es un minúsculo
embajador para el poder estético de su sitio de
origen.
Otro factor crítico al considerar la imagen nacional es
la pertinencia. Una de las más interesantes observaciones
del Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM es que la
mayoría de las personas casi nunca piensan espontánea
o regularmente en más de tres países: el suyo propio, los
Estados Unidos y un tercero, variable, con el cual tienen
alguna asociación, experiencia o ambición personales.
Solo pensarán sobre los restantes doscientos dos si se
les insta a hacerlo, y mientras se les inste.
La pertinencia es un desafío significativo para la
mayoría de las naciones que tratan de ubicarse en
los «mapas mentales» de las personas: mientras más
pertinente resulta el país para el objetivo, mejores son
las condiciones para un cambio rápido y profundo
en sus percepciones sobre este. Pero hay una trampa:
quienes ya sienten que un país es pertinente para sus
vidas se inclinan más a notar las cosas que este hace,
dice o fabrica, pero serán menos propensos a variar de
opinión como resultado de ello, mientras que aquellos
que no sientan lo anterior son menos susceptibles a
prestar atención, y más a cambiar su opinión.
La sofisticación es un marcador sobre lo «moderno»
que es un país en la percepción de las personas; si se
le contempla como primitivo, carente de sofisticación
y retrasado, o si es moderno y altamente desarrollado.
No resulta sorprendente que este aspecto se asocie tan
a menudo con el desarrollo tecnológico como con el
capital humano y económico, y en verdad la tecnología
es un sustituto útil para medir este eje del modelo
MARSS.
Por su parte, la fortaleza tiene que ver con nuestra
creencia de que un país puede ejercer influencia sobre
nosotros o sobre otros, independientemente de los
otros tres atributos. El poder duro, tal como lo describe
Nye, es típicamente militar y económico, pero a esto
puede agregarse el poder de los medios de difusión:
la habilidad del país para imponer sus puntos de vista
sobre la opinión pública internacional por la vía de la
influencia que ejerce sobre, o más probablemente por
ser dueño de una porción sustancial de los mensajes
de los medios de difusión que llegan a las personas.
Por supuesto, los Estados Unidos son los líderes de la
categoría, y son capaces de «poner marca de manera
beligerante»6 a otro país usando esta variedad de
poder duro: le ha estado haciendo esto a Cuba durante
muchas décadas.
El poder blando tiende a ser asociado más con los
dos primeros atributos —el moral y el estético—, pero
esto no es una distinción absoluta. La combinación y
el equilibrio de la moralidad y la fuerza son críticos:
un país percibido como activamente inmoral, al que
también se reconoce como poseedor de un poder duro
significativo, terminará teniendo, como es probable,
una imagen fuertemente negativa.
Fortalezas relativas de los componentes
de MARSS
En un sencillo intento experimental de un
metanálisis MARSS, se seleccionó un grupo de
preguntas del cuestionario estándar NBI SM por
considerarlas las más representativas de cada uno de
los cuatro componentes.
La calificación de moralidad de cada país se genera
mediante una combinación de sus posicionamientos
globales promedios en preguntas relativas a cómo se
percibe su contribución a la reducción de la pobreza; el
trato justo para con sus propios ciudadanos y el respeto
por los derechos humanos; su gobernanza competente
y honesta; su comportamiento responsable en asuntos
internacionales; su contribución a la paz y la seguridad
globales; su cuidado del medio ambiente y el nivel de
igualdad en su sociedad.
A su vez, el indicador estética es resultado de una
combinación de preguntas en torno a las percepciones
sobre una herencia cultural y una cultura popular
atractivas, hermosos paisajes y un medio ambiente
construido para despertar interés. El de pertinencia,
la suma de la familiarización personal con el país y
las creencias sobre su influencia internacional; el de
sofisticación se basa en las percepciones de hazañas
tecnológicas, y en la de que el país tiene ciudades
vibrantes y modernas. Y, por último, la calificación de
la fortaleza tiene lugar cuando se integran las categorías
Marca nación como autoridad moral: una perspectiva distinta
7
para las hazañas tecnológicas y deportivas, el valor de
las inversiones y las percepciones de impacto global.
Entonces se calcula la desviación de estas
calificaciones combinadas respecto a la categoría
NBISM de conjunto de cada país. Mientras más bajo
sea el número, más fuerte es la ejecución de cada
componente MARSS como pronosticador de la imagen
nacional en general.
moralidad
sofisticación
fortaleza
estética
pertinencia
6,85
7,02
7,33
8,25
8,26
La percepción de moralidad parece ser, por ende, el
impulsor más fuerte en este sentido, y hay indicaciones
de que este efecto es incluso más pronunciado cuando
el análisis se repite en los encuestados que tienen menos
de 45 años.
Debe enfatizarse que tal análisis es algo tosco pero
eficaz, y está diseñado según los datos disponibles en vez
de según el trabajo de terreno específicamente diseñado;
pero los resultados sugieren que investigaciones
ulteriores que sigan estas líneas serán altamente
reveladoras.
El hecho de que la percepción de la moralidad
alcance valores tan significativos podría deberse a
que las personas más jóvenes tienden a ser influidas
sustancialmente por su sentido moral, y están menos
inclinadas al cinismo y a la corrosiva influencia de la
realpolitik; a su vez, las más viejas que forman parte de las
élites y de los individualmente poderosos son influidos
por la opinión pública de los más jóvenes. De ahí que
uno de los más efectivos impulsores de la aceptación
positiva (dicho de otro modo, poder blando efectivo)
para cualquier país sea una posición moral claramente
marcada y, por supuesto, una sostenida y dramática
evidencia de que sigue mereciendo esa posición.
Tal resultado corrobora fuertemente la siguiente
observación:
Si los gobiernos del mundo atribuyeran apenas la mitad
del valor que la mayoría de las corporaciones sabias han
aprendido a atribuir a sus buenos nombres, el mundo sería
un sitio más seguro y más tranquilo de lo que es hoy.7
A ello puedo ahora agregar que si los gobiernos
hicieran eso, también conseguirían mejorar sus propias
perspectivas nacionales de manera más rápida, efectiva
y abarcadora de lo que jamás podrían hacer por sí solos
la buena gobernanza y el comercio exitoso.
El mensaje es simple: si un país quiere desempeñarse
bien, más vale que haga el bien.
Traducción: David González.
8
Simon Anholt
Notas
1. Véase Simon Anholt, «Nation-Brands of the Twenty-First
Century», Journal of Brand Management, v. 5, n. 6, Londres, julio
de 1998.
2. Yoto Yotov, Daniel Korschun y Boryana Dimitrova, Country
Reputation and International Trade: a Structural Gravity Approach,
Drexel University, Filadelfia, 2012.
3. Margarita M. Kalamova y Kai A. Konrad, Nation Brands and
Foreign Direct Investment, OECD/Max Planck Institute, París/
Munich, 2010.
4. Véase Anholt-GfK Roper Nation Brands IndexSM, 2005-2004,
disponible en http://www.simonanholt.com/Research/researchintroduction.aspx.
5. Joseph S. Nye, Jr., «Soft Power», Foreign Policy, Washington, DC,
otoño de 1990, pp. 153-71.
6. Véase Simon Anholt, Brand America, Cyan Communications,
Londres, 2004, p. 68.
7. Simon Anholt, Anholt Nation Brand Index, Q4 Report, 2006.
, 2014
Francia:
¿por qué pensar
en marca?
Jean-Noël Kapferer
Escuela de Altos Estudios Comerciales, París.
L
a noción de marca no es reciente. Históricamente,
para los juristas, se ha tratado de un signo que
autentifica el origen de un producto y que lo
diferencia del de la competencia. Por ende, su
función es defensiva (precaverse del robo, de la copia,
o sea, de la falsificación, por la vía de autentificar la
procedencia) y ofensiva (contener una diferencia).
Resulta notable que para lo que la lengua francesa
solo utiliza un término (la marque —la marca), los
anglosajones tengan dos: trademarks (los signos
asentados, concepto jurídico) y the brand, esa identidad
nominal o simbólica que porta una promesa encarnada
en productos y servicios. Es este segundo sentido el que
se adoptará para el presente análisis.
La marca tiene un valor, que se traduce por una
prima de precio o un excedente de «atractivo» en tanto
cumple una función ante los compradores potenciales
e internamente. En primer lugar es importante la
garantía: se habla de trust brands, la marca promete una
prestación constante en el espacio y el tiempo. Suprime
los riesgos vinculados con los azares. También se
presenta como innovadora y portadora de los avances
de la calidad. De hecho, todas las grandes marcas han
surgido de una innovación de gran envergadura y
han permanecido como las fuerzas de progreso de su
mercado.
Pero actualmente la marca va mucho más allá
de la confianza y la garantía: proyecta valores, nutre
identificaciones y suscita la movilización tanto externa
como interna (a nivel de los colaboradores en la
* Publicado originalmente en francés como «France: pourquoi
penser marque?», Revue Française de gestion, n. 218-219, París, 2011.
Francia:
¿por enero-marzo
qué pensar en
n. 77: 9-13,
demarca?
2014
9
La noción de marca ha evolucionado de la etiqueta a la bandera, del certificado
de autenticidad al banderín portador de valores que seducen, atraen y
movilizan y que seguidamente son traspolados por productos o servicios.
empresa). Llega a crear en torno a sí una comunidad
de prosélitos: los millones de pésames recibidos
desde todos los rincones del mundo en ocasión del
fallecimiento de Steve Jobs así lo atestiguan. La Apple,
al igual que muchas marcas hoy, es casi un objeto de
culto.
Hace veinte años no se había hablado aún de «la
empresa Francia». Resulta sintomático que ahora se
hable de marca Francia. Algunos dirán que es audaz
hacerlo. ¿Cuál es la causa de esa evolución? La empresa
es un grupo movido por un proyecto de creación de
valores que moviliza recursos humanos, tecnológicos
y financieros. La marca plantea otra pregunta: ¿cuál es
la mirada de los demás (los mercados) y en qué sentido
dicha mirada es creadora de goodwill (clientela)? Según
los economistas, esta nación es la quinta potencia
del mundo. ¿Somos percibidos así, o ello no sucede
en absoluto? En el hecho de ser vistos como tal, hay
implícita una promesa de dinamismo, de poder, de
modernidad, de contarse entre quienes hacen el mundo
moderno, que acrecienta lo «atractivo» de la oferta
Francia, tanto en sus productos y servicios como en
su realidad de país por visitar, o en el cual se debería
invertir. En el mundo moderno, la percepción es la
realidad: los actores económicos deciden sobre la base
de su percepción de Francia.
Por lo tanto, la noción de marca ha evolucionado de
la etiqueta a la bandera, del certificado de autenticidad
al banderín portador de valores que seducen, atraen
y movilizan y que seguidamente son traspolados por
productos o servicios.
La última razón que convierte la marca en una
noción de actualidad es la competencia. Las fábricas
hacen productos, los clientes compran marcas. A ellas
está asociada la idea de excelencia respecto a alguna
cosa; si quiere ser notable, se debe ser líder, no tanto
en la fría suma de las porciones de mercado, sino ser
percibido como tal: atraer los mercados, tener fuerza
de arrastre de progreso, de elevación. Francia es quizás
la quinta economía cuando se sacan todas las cuentas,
pero ¿acaso asume ese rango, se comporta a esa altura
y se la percibe como tal?
La marca remite a una clasificación implícita que
hacen los clientes: ¿quién es el mejor en qué? Ahora
bien, esta diferenciación nos la atribuyen tácitamente
los nuevos barómetros de la reputación —como «la
clasificación de Shanghai», que establece el hit parade
mundial de las instituciones de enseñanza, y en la cual
las escuelas y universidades francesas están relegadas
bien abajo. Lo mismo es válido para la que emite
10
Jean-Noël Kapferer
el Times. De nada sirve denigrarlas bajo el pretexto
de que provienen, una de ellas, de China —que se
erige por lo tanto en juez de la calidad intelectual
de las universidades del mundo entero— y la otra, de
una revista. Representan para muchos una descarga
eléctrica, porque revelan que Francia está presente en la
competencia mundial por la reputación, por la marca.
Esta no es una renta, se defiende, se pelea por ella una
y otra vez. Jamás se debe cesar de hacer pruebas: la
arrogancia francesa, tan calumniada en el extranjero,
consiste en un rechazo a querer hacerlo.
La noción de marca país
Tal noción —en inglés, nation brand— no tiene
una larga historia. Surgió en el decenio de 1990-1999
y se desarrolló mucho desde entonces.1 Siempre fue
natural en el terreno del turismo y de la comunicación
publicitaria. También está asociada al «made in» y a su
significado; como valor agregado existe una abundante
investigación académica mundial sobre los efectos del
«country of origin».2 Sin embargo, la marca país —en
el sentido moderno— va más allá de las etiquetas
pasivas y de los certificados de origen: conduce a
que los ciudadanos de cada nación se reconozcan
en sus valores, su visión del mundo, su cultura. La
verdadera interrogante es la del respeto a aquellos
valores asociados a ese país, que fundan su identidad.
Además de la certificación de origen, otros elementos
constituyen la palanca de la atracción de la marca país.
Italia, vecino y competidor, lo comprendió bien: pasó
de la promoción de lo «Made in Italy», a la del «Italian
life style» y ahora al «Italian way of living» en el sentido
más completo.
La noción de marca país está en el meollo de la
reflexión sobre la ventaja competitiva de las naciones,
preludio de la ventaja competitiva de unas y otras,
pero que descuida demasiado el riesgo estratégico de
abandonar sectores claves de la economía en manos de
otros países. Si, por ejemplo, lo alimentario se convierte
en un arma, ¿puede dejarse a un lado la agricultura
local?
La idea de marca nación fue vuelta a dramatizar
por los Estados Unidos tras los atentados del 11 de
septiembre de 2001. El diagnóstico que entonces
hiciera el secretario de Estado norteamericano para
asuntos extranjeros, Colin Powell, era que el país
no había trabajado su imagen y su relación directa
con los pueblos del mundo, sino que había operado
esencialmente por la vía de la diplomacia, sin tenerlos
en cuenta. De ahí la mala imagen de dicha nación, y el
júbilo que se desató en el mundo ante el desplome de las
Torres gemelas, símbolo de la hiperpotencia afectada
en su propio suelo. En ese momento se volvió a hablar
en los Estados Unidos de Brand America. Como lo
escribiera John Quelch, de Harvard: «La Pax Americana
amenazaba el Brand America».3
No solo se trata de manejar mejor la comunicación,
la marca va mucho más allá. Para todo jefe de empresa,
esta representa un proceso de movilización de todos
en dicha institución tras un proyecto común, que se
expresa en forma de proposición de valor, tangible
e intangible, concebida para los mercados, bajo el
estandarte del nombre marca. Habría entonces que
distinguir la administración de la marca (organizar la
necesaria coherencia de todas las acciones de la empresa
para este fin, empezando por la oferta de productos y
servicios) y la que se hace por la marca (movilizar al
personal en lo interno mediante la adhesión al proyecto,
a sus valores). Construir una marca, por lo tanto,
comienza internamente, puesto que son las personas
quienes la hacen y subtienden su capacidad para ofrecer
la garantía de calidad —urbi et orbi—, la primera de
sus funciones, pero también otras como el orgullo, la
identificación, el estatus, etcétera.
El proyecto de marca solo puede funcionar si
tiene aspiraciones objetivas; es decir, si no idealiza
sus fortalezas y no desprecia el necesario realismo
conferido, por ejemplo, por los estudios de imagen
llevados a efecto mundialmente y sector por sector, que
dibujan un territorio en el que la marca Francia goza de
gran legitimidad, y otro en el que tendrá que batallar
contra fuertes prejuicios anclados en la historia.
La concepción de la marca país depende de
ciertas palancas: se nutre, en primer lugar, de las
representaciones vinculadas con el país mismo,
conformadas por política, economía, éxito o retraso
tecnológico; pero también por irradiación cultural,
deportiva, educativa, sin olvidar la dimensión de
asociación. En cuanto a la irradiación, los mejores
embajadores de Francia en China u otras partes son
los jóvenes empresarios, puesto que construyen la
imagen de una nación que se despliega, optimista. La
irradiación atraerá al país a los mejores estudiantes e
investigadores.
La «atractividad» de un país se edifica también
mediante la imagen que este refleje de sí mismo en
los productos o servicios que de él emanan (¿cuáles
son los desempeños superiores?, ¿cuáles sus poderes
simbólicos o mágicos?). En fin, hay que comprender las
funciones que desempeña la marca país para el cliente
que la tiene en su punto de mira: ¿espera él solamente
la confianza, o a la par la marcación, el estatus, la
elevación de sí, etcétera?
Figura 1. Las palancas de la marca Francia
Imagen global del país:
— política, económica
— industrial, científica
— irradiación cultural, deportiva
— imagen de asociación
— arte de vivir a la francesa
Dimensiones de la marca
Francia aplicadas a los
productos y servicios
(«made in»):
— funcionales
— simbólicas
— mágicas
Atractivo
de la
marca
Francia
Función de la marca para los
clientes:
— confianza, trust
— marcación de una diferencia
— función signo
— función estatus social
Actualidad de los debates sobre la marca
Francia
No son un efecto de moda la multiplicación de
los debates, los artículos y los simposios sobre la
marca Francia. Numerosos síntomas son ciertamente
inquietantes; el más grave es la pérdida de competitividad
con respecto a los vecinos europeos y el deterioro de la
balanza comercial francesa: se consume más de lo que
vende el país. A no ser que se predique el decrecimiento,
es decir, el desconsumo, la caída de la demanda interna,
hay, pues, que vender más y sobre todo mejor. Hay,
además, que eliminar la idea según la cual Francia
podría mudarse a la pura economía de servicios y
confiar a otros la producción de bienes manufacturados
por el hecho de la mejor competitividad de estos
en términos de costos: realmente los servicios no
se deslocalizan —los peluqueros, los bancos y los
enfermeros permanecen en su sitio—, pero ningún
país quiere delegar en otros su supervivencia, o sea, la
producción de bienes materiales y agrícolas. Además,
de adoptarse esa variante, la balanza comercial se
hundirá aún más y eso no será compensado por la
exportación de servicios, la balanza de pagos.
Francia no tiene, pues, más opciones que trabajar
por su cuenta de explotación y comenzar por las líneas
superiores: vender más y sobre todo mejor. Para fundar
una estrategia nacional de valor agregado, el punto
de vista de la marca Francia resulta necesario. Como
recordaba Kun Hee, expresidente y director general de
Samsung, «los clientes exigentes del mundo entero son
nuestros mejores profesores». De hecho, son capaces
de enseñar cuál es la percepción acerca de los valores
únicos y fuertes que aporta la palabra Francia, los
Francia: ¿por qué pensar en marca?
11
que contribuyen a acrecentar los recursos obtenidos
de los flujos de exportación de bienes y servicios, de
los extraídos del turismo, de los flujos de inversiones
extranjeras directas (IED), como las implantaciones
de sociedades, pero también de los flujos culturales,
etc. La cuestión central es, por lo tanto, elegir los
valores que fundan la especificidad francesa, y atender,
sobre todo, la pertinencia en el concierto competitivo
mundial. Al respecto, cabría expresar la voz de los
mercados mundiales y de sus expectativas en relación
con Francia, las cuales emanan del posicionamiento de
esta nación, único y construido a lo largo del tiempo,
que la diferenció de todos los competidores y que —ya
se verá— le cuesta trabajo asumir. Por supuesto, esas
expectativas varían según los sectores y los países, pero
existe un fondo de comercio Francia, un dominio de
legitimidad único en el que se espera a los franceses y
en el cual el precio elevado no constituye un factor de
rechazo. Francia es y seguirá siendo un país caro; los
gastos del Estado alcanzan ya más de 50% del PIB del
país, por primera vez en nuestra historia. Habrá, sin
embargo, que dotar la marca Francia de elementos de
competitividad, es decir, de una estructura de costos
más favorable, no para bajar sus precios, sino para
invertir el margen así obtenido en las dos palancas
mayores que hacen fuertes las marcas: Investigación y
Desarrollo, e innovación y marketing.
Lo interno y lo externo
Las marcas las portan hombres y mujeres. En este
sentido, la marca país tiene el mismo comportamiento
que las comerciales. Una reciente clasificación (¡una
más!) sitúa el Roissy Charles de Gaulle en uno de
los últimos lugares entre los grandes aeropuertos
internacionales, con respecto a todos los criterios
cualitativos y de experiencia. ¡Qué desilusión para
los turistas japoneses o chinos que han soñado con
Francia, el país del «arte de vivir», y al fin ponen allí
sus pies!
Teniendo en cuenta el peso del turismo en el PIB
de la nación, fuente de empleo y por ende de riqueza,
debe hacerse todo para mejorar el nivel del servicio,
vivido en demasía como una servidumbre. Por ese
hecho a menudo se ha sugerido poner primero énfasis
en lo interno, ante todo el trabajo sobre la marca.
¿Acaso puede un país pesimista, que se entrega a la
melancolía, portar una marca deseable? Hay un hiato
que resulta necesario reabsorber. Por demás, existe
una interacción entre lo interno y lo externo. Desde
que Vuitton apareció como uno de los éxitos franceses,
la mirada nacional sobre esta marca ha evolucionado.
Es ahí donde se sitúa la función movilizadora en lo
interno de esta categoría. Tomar conciencia de las
12
Jean-Noël Kapferer
fuerzas reales sobre los mercados extranjeros es una
premisa necesaria.
Prioridad a lo internacional
No importa que una empresa posea jurídicamente
los derechos de propiedad intelectual de una marca, su
verdadero propietario es el cliente. Es para él que se crea.
La marca se opone al repliegue identitario, pero quiere
ser estandarte del redespliegue internacional según
ejes precisos que son los de su fuerza y su atractivo.
La verdadera prueba de la marca Francia es lo que
piensan los jóvenes chinos sobre el país. Conservarán
esa imagen toda su vida: ¿cuál es su mirada actual? ¿Se
la acepta tal cual? ¿Se debe modificar?
Este preámbulo resulta necesario, pues explica mi
toma de partido: dejar de auscultar la demanda interna
francesa y su relación con la marca Francia. La política
económica del país está en la actualidad gobernada por
una consigna: relanzar el consumo. El problema es que
el francés tiene —para retomar el célebre adagio— el
corazón en el lado izquierdo, pero el monedero en el
derecho. Cuando compra, pretende siempre hacer un
buen negocio y por ende adquiere productos fabricados
a bajos costos en países que no tienen casi protección
social y no respetan el planeta. Es también por eso que
la balanza comercial se desploma.
Toda la estrategia debe focalizarse en esos países
y sobre el restablecimiento de la balanza comercial
francesa, sabiendo que sobre ella pesan dos parámetros
mayores: el euro fuerte y los costos del trabajo. Con su
oferta actual —el lujo aceptado— la «empresa Francia»
ha dejado de ser competitiva —es decir, el valor creado
no está a la altura del precio elevado— por el hecho
de que Alemania desea un euro fuerte (a seguidas del
marco fuerte) y por las altas cargas sociales existentes
en el territorio francés. De ahí las deslocalizaciones
sistemáticas de las empresas galas.
Lo intangible ligado a la marca Francia no bastará
sin una subida en abanico de la oferta de la «empresa
Francia». Esta situación exige poner énfasis en la
problemática de la competitividad de dicha marca sobre
los mercados exteriores, en particular los que están en
crecimiento: BRIC y CIVETS.4
La imagen de Francia
¿Cuál es, en la actualidad, la imagen de Francia
en el mundo? El estudio «FutureBrand 2011-2012»5
detalla esto a través de entrevistas a tres mil quinientos
grandes viajeros internacionales, quienes se desplazan
tanto por razones de negocios como a título personal
o turístico. En un grupo de 133 países estudiados,
Francia ocupa el noveno puesto en cuanto a la imagen
global, justo delante de Italia, pero detrás de Canadá
(el número 1), Suiza, Nueva Zelandia, Japón, Australia,
los Estados Unidos, Suecia y Finlandia. Observemos
que el país retrocedió dos puestos con respecto a la
encuesta precedente.
La imagen global de una nación está constituida por
varios factores: su sistema de valores, su calidad de vida
en sentido general, la de los negocios, la herencia y la
cultura, y finalmente el turismo. Es en esos dos últimos
renglones en los que Francia obtiene sus mejores
calificaciones: segundo lugar en cuanto a la dimensión
arte y cultura, y en la excelencia de la cocina y la
alimentación; tercero en atractivo turístico y cuarto en
cuanto a la dimensión histórica. Sin embargo, ostenta
el escaño 17 en lo que respecta a su sistema de valores,
debido a malas ubicaciones en varias de las facetas
que lo componen: el puesto 24 en tolerancia, el 19 en
preocupación ambiental, el 16 en libertad política, el 15
en libertad de opinión. La tan preciada calidad de vida
en Francia es menos valorada desde el extranjero: ¡solo
está en el puesto 18! En efecto, el país cosecha malas
calificaciones en seguridad (puesto 22), oportunidades
de hallar un empleo (19), y sistema educativo (18), por
ejemplo. En fin, ¿es percibida Francia como una nación
plena de oportunidades para el mundo de los negocios?
Su puesto global es el 16, correspondiente a niveles
idénticos en facetas como el avance tecnológico, el
clima favorable a las inversiones, la calidad de la mano
de obra, el ambiente de las regulaciones. Además, el
país es percibido como caro: se encuentra en el puesto
62 en el acápite «relación calidad-precio».
Traducción: David González.
Notas
1. Véanse Simon Anholt, Competitive Identity: the New Brand
Management for Nations, Cities and Regions, Palgrave MacMillan,
Basingtoke, 2007; Keith Dinnie, Nation Branding, Taylor & Francis,
Londres, 2007.
2. Véanse Jan B. Steenkamp, Rajrev Batra y Dana Alden, «How
Perceived Globalness Creates Brand Value», Journal of International
Business Studies, n. 20, Basingtoke, 2002, pp. 1-13; Jean C. Usunier y
Ghislaine Cestre, «Product Ethnicity: Revisiting the Match between
Products and Countries», Journal of International Marketing, v. 15,
n. 3, Londres, 2007, pp. 32-72.
3. Véase John Quelch, Sunday London Times, 2003.
4. Grupos de países de crecimiento dinámico. BRIC: Brasil, Rusia,
India y China; CIVETS: Colombia, Indonesia, Viet Nam, Egipto,
Turquía y Sudáfrica.
5. FutureBrand, «FutureBrand 2011-2012», disponible en www.
futurebrand.com/images/uploads/studies/cbi/2011-2012_
FutureBrand_CBI_ENG.pdf
, 2014
Francia: ¿por qué pensar en marca?
13
China vista
por los estudiantes
extranjeros de Shanghai
Shulan Ye
Profesora. Universidad Normal de China Oriental.
A
ctualmente los chinos se interesan mucho por
su imagen. En estudios realizados se afirma que
«para China, la imagen del país es hoy uno de
los problemas estratégicos más importantes».1
También que «en algunas ocasiones nuestra imagen ha
sido distorsionada, pero, a pesar de ello, mantenemos
nuestra identidad».2
Desde el primer contacto entre ese país y Occidente
nació una determinada imagen de China que los
occidentales asumieron como representación del
mundo oriental.3 En el Renacimiento, esa imagen fue
embellecida por los europeos, pero después se convirtió
en algo negativo, debido al establecimiento de la
modernidad en los territorios occidentales. Dicha visión
se ha mantenido en las utopías acerca del Oriente.
Durante el proceso de desarrollo de esa nación,
algunos países, por ejemplo los Estados Unidos, han
planteado ideas como «China es un peligro para el
mundo» o «es un poder colonial nuevo». Por supuesto,
tales afirmaciones, aunque carentes de fundamento,
perjudicaron a nivel mundial la imagen de China.
Que los extranjeros tengan un buen criterio de
China forma parte de la construcción de la imagen
país, y constituye un factor principal para amortiguar
las dificultades en el desarrollo de esta nación. Por
tanto, para definir su imagen real es imprescindible
diagnosticar las opiniones de los extranjeros.4
Métodos y aspectos por investigar
El núcleo de esta investigación es cómo se forma en
Occidente la imagen de China, y cuál es la esencia de tal
14
Shulan Ye n. 77: 14-21, enero-marzo de 2014
visión. La cultura occidental construyó una noción del
mundo oriental distorsionada, agresiva y merecedora
de desprecio, para diferenciarla de la de Occidente. De
similar modo, Rusia, India y Japón apoyan la versión
sustentada por los Estados Unidos.5
Algunos institutos, entre ellos el Pew Research
Center y The Chicago Council on Global Affairs, en
los Estados Unidos; el Asian Barometer Survey del
sudeste asiático, y el Asahi Shimbun, de Japón, han
indagado cómo China es vista por los extranjeros.
Pero las encuestas aplicadas a los habitantes de países
desarrollados no recogen la opinión de los residentes en
las demás naciones, lo que provoca la parcialidad sobre
dicha imagen. Por ello, el objetivo de la investigación
que dio lugar al presente artículo fue intentar establecer
una noción más amplia acerca de la imagen que ofrece
el país.
China ha alcanzado un gran desarrollo, ha ido
cambiando la imagen país de «imperio estancado»; no
obstante, en parte del mundo aún se considera que es
«autoritario, salvaje o semisalvaje». En consecuencia, la
citada investigación se basa en la percepción generada
por la esfera material, sistémica y conceptual.
La influencia del ámbito material se verificó en las
opiniones de una selección de estudiantes extranjeros
asentados en Shanghai, estas incluyen criterios sobre
el desarrollo de la sociedad, las diferencias entre ricos
y pobres, la vida cotidiana. Para explorar la incidencia
de la esfera espiritual se les preguntó sobre la política
democrática, la libertad de expresión, y otros asuntos
internos: estabilidad social, idiosincrasia, forma de
tratar a los extranjeros y la cultura de «unir». Se tuvo en
cuenta las características de esos alumnos, los países de
origen y las carreras que estudian. Además, se meditó
con ellos sobre la importancia de las relaciones humanas
para el éxito de su profesión, la paz que busca China
en su proceso de desarrollo y su ayuda desinteresada
a los países de África y América Latina.
La encuesta aplicada en 2012 a esos jóvenes les
solicitó opiniones positivas, negativas y neutras.
Ese estudio, efectuado en diferentes universidades
—FuDan, Tráfico de Shanghai, Normal de Shanghai,
TongZhi, Shanghai— obtuvo en total 553 encuestas
útiles, que incluyeron 48 entrevistas de profundización.
Entre ellos 290 (51,7%) son del sexo masculino y 263
(46,8%) del femenino. El mayor porcentaje proviene
de Corea del Sur, 82 (14,6%) estudiantes; 78 (13,9%)
de Japón; 72 (12,8%) de Europa; 62 (11,1%) de los
Estados Unidos; 56 (10%) de África; de Viet Nam, 46
(8,2%); 22 (3,9%) de Asia Central; 19 (3,4%) del Medio
Oriente; 13 (2,3%) de América Latina, y 104 (18,5%) de
otros países asiáticos. De ellos, 38,1% estudia idiomas;
19,1%, técnica o medicina; 11,6%, administración;
9,6%, política; 6,2%, educación y 14,1%, otras ciencias
sociales y humanísticas. Del total de estudiantes, el
que más tiempo ha vivido en China lleva 18 años, y un
mes el que menos tiempo lo ha hecho; de ellos, 18,4%
ha vivido en China menos de medio año; 22,6%, entre
medio año y 1 año y medio; 23,2%, entre 1 año y medio y
2 años y medio; 12,5%, de 2 años y medio a 3 años
y medio; 11,1%, de 3 años y medio a 4 años y medio, y
11,2% más de 4 años. Del total de estudiantes, 3,7%
pertenecen a la Universidad de Formación Profesional;
60,5% estudian licenciatura; 19,9% cursan maestría;
2,15% hacen el doctorado; 13,6% están en intercambios
temporales. Por otro lado, 36,3% de los estudiantes han
obtenido beca del gobierno chino; 20,2% la obtuvieron
en su país natal y 42% costean sus estudios. Además,
15,7% tiene familia en China.6
Ámbito material
El proceso de modernización de China apunta
hacia el del mundo occidental. En consecuencia, la
percepción de los estudiantes extranjeros acerca de
China, en el ámbito material, se mide utilizando las
normas occidentales de desarrollo económico.
La mayoría de los entrevistados piensa que el avance
económico de China constituye un acicate para el
resto del mundo. El valor del mundo occidental fue
acentuado con el gran desarrollo material de China,
al mismo tiempo, existe la posibilidad que este valor
pueda superarse. Una estudiante norteamericana
elogió mucho la gran potencialidad de la economía
china, señaló la elevada deuda pasiva del gobierno
de los Estados Unidos con esa nación. No obstante,
agregó que dicho país «en realidad no necesita estar
preocupado por la prosperidad de China, pues aún
tiene la técnica más avanzada del mundo, sus escuelas
y universidades preparan a muchas personas con
talento; además, mediante la venta de alta tecnología y
de productos a los Estados en desarrollo, puede seguir
manteniendo el primer lugar en la economía a nivel
mundial».7
En 2010 China se convirtió en la segunda potencia
económica del orbe. Al inquirir sobre este punto,
61,6% de los estudiantes acertaron con su respuesta, y
10,5% cree que ya es la primera potencia económica. El
acelerado desarrollo de la nación despierta gran interés
en estos jóvenes extranjeros. De 553 entrevistados,
49,2% piensa que ese es el motivo principal de
su atracción por el país, ello supera en 39,25% su
curiosidad por la cultura china e incluso la incidencia
de los vínculos familiares, que representa el por ciento
restante. Además, a 72,9% les gusta la vida material
de China.
El estudiante extranjero común considera que la
economía china tiene un vertiginoso crecimiento en
la informática y las telecomunicaciones. Reconoce
China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai
15
La nacionalidad de los estudiantes foráneos, el sistema político imperante en
sus países, y el grado de aceptación de los valores de Occidente, han influido
de manera relevante en la recepción de la imagen de China.
que Shanghai es una ciudad con numerosas y elevadas
edificaciones —además de poseer gran cantidad
de modernas instalaciones—, pero también se ha
percatado de la gran brecha existente entre las zonas
rurales —con notable atraso socioeconómico— y las
urbanas.
Los entrevistados mostraron admiración por la
rapidez y alta calidad con que trabajan los chinos.
De igual modo, mencionaron las buenas condiciones
de vida, la comodidad de las compras por Internet
y las facilidades del transporte público. Muchos
estudiantes también se muestran muy interesados por
la arquitectura antigua y los trajes tradicionales.
Con respecto a los productos chinos, las opiniones
estuvieron divididas e incluyeron múltiples matices.
No pocos estudiantes muestran dudas sobre tales
manufacturas. Uno aseveró que las adquiridas por
Internet son muy baratas, pero de muy mala calidad.
Un parisino expresó: «En mi país hay muchos artículos
hechos en China y la calidad es muy mala, pero después
de llegar aquí, me fascinaron los equipos electrónicos,
tienen muy buena factura y no son muy costosos». Un
coreano afirmó: «Las falsificaciones chinas de marcas
reconocidas son muy baratas; además, pueden ser un
perfecto souvenir».
Los problemas medioambientales que conlleva
el acelerado desarrollo de China fueron señalados.
Un joven manifestó que conocía de antemano la
contaminación existente, pero después de llegar al
país se dio cuenta de que era muy grave, sobre todo la
acústica. Una estudiante argelina opinó que en relación
con la protección del medioambiente, el trabajo de
China ha sido mejor que el de Europa y el de los Estados
Unidos.
Los estudiantes extranjeros tampoco están
satisfechos con la comida —la califican de muy
grasosa—, la calidad del agua en los dormitorios, lo
costoso que es rentar un apartamento. Un alumno
japonés señaló que en algunos lugares los precios de
venta de las viviendas ya habían sobrepasado a los de
Tokio.
El acelerado desarrollo económico no ha elevado
la calidad de vida de toda la población. En general,
los estudiantes extranjeros tienen una impresión
negativa sobre las diferencias de clase existentes en
China: 66,2% de ellos las consideran graves; 24,7%,
muy graves. En una escala de -3 hasta +3 (-3 representa
que la diferencia entre ricos y pobres es muy grande y
+3 que es muy pequeña), el valor promedio obtenido
16
Shulan Ye
fue de -1,0218, lo que significa que este constituye el
punto más negativo entre los parámetros analizados en
esta investigación. Los estudiantes extranjeros también
poseen un conocimiento profundo con respecto a
otros problemas de la sociedad china: corrupción,
desequilibrado desarrollo de la zona central y
occidental, difícil vida de los agricultores, demolición
de viviendas, etcétera.
Una parte de los encuestados reflexiona de manera
racional sobre tales asuntos. Un estudiante procedente
de Laos y otro de Sri Lanka expresaron que si sus países
se desarrollaran de igual modo que China, aparecerían
los mismos problemas.
Sistema sociopolítico
Los occidentales tienen una imagen permanente en
relación con la existencia de una «dictadura» arraigada
en la nación asiática. Lo que se muestra en Occidente
es una «China comunista», confusa, reprimida e
indefinida. Los medios de difusión de esos países se
esfuerzan por exagerar el «sistema unipartidista», la
«crisis legal», la falta de derechos humanos y otros
problemas.8 Tal visión influyó profundamente en los
Estados no occidentales.
Influenciadas por los estereotipos, las opiniones
negativas de los estudiantes extranjeros con respecto
a la libertad de expresión y la democracia política en
China alcanzaron 43,7% y 49,8% respectivamente;
las opiniones positivas representaron 38,6% y
34,4%; mientras que las neutras fueron 17,7% y
15,8%. Aun así, ellos admitieron la estabilidad de la
sociedad china (el valor promedio fue de 0,3351). Los
alumnos europeos, estadounidenses y de otros países
occidentales consideran que en esta nación asiática
el nivel de democratización política es bajo, pues los
dirigentes no pueden ser elegidos libremente y no se
permite realizar grandes manifestaciones públicas. Un
joven proveniente de Corea del Sur expresó: «A mí no
me gusta la vida política de China porque no existe
libertad, Internet está limitada y a veces no se puede
entrar para expresar opiniones, tampoco es posible
acceder a Facebook». Algunos incluso censuraron la
política de planificación familiar, al considerarla una
violación de los derechos humanos.
Sin embargo, en el intercambio personal con ellos
se vislumbra un cambio notable en relación con su
conocimiento sobre el sistema político del país. El
mencionado surcoreano comentó: «Antes le temía
un poco al socialismo, pero después de llegar a China
descubrí que sus habitantes son muy abiertos, naturales,
y pueden asimilar mis diferentes puntos de vistas».
Algunos entrevistados provenientes de países en vías
de desarrollo se mostraron a favor de la democracia
existente en China; consideran que el modelo
occidental no necesariamente tiene que ser el mejor,
los chinos buscan un desarrollo que se corresponda
con sus condiciones y actualmente mantienen un orden
público favorable; sin duda, esto constituye un éxito en
comparación con otros lugares. Un estudiante llegado
de Nepal, Estado pluripartidista, indicó: «El poder de
un partido único garantizó la estabilidad de China, en
comparación con el pluripartidismo, esto es bueno;
además la existencia de un solo partido no significa
necesariamente que no haya democracia».
Si bien las opiniones sobre el sistema interno de
China fueron ligeramente negativas, los encuestados
sostuvieron criterios positivos acerca del vínculo de ese
estado con la comunidad internacional. Ello es reflejo
de las reformas y la apertura al exterior, que el país se
integrara de forma positiva con el resto del mundo y
fuera una «parte interesada» de este. A pesar de ello, y de
que el desarrollo de China provocó la reorganización
y cambio del poder, Occidente teme profundamente
que sus intereses adquiridos sean perjudicados y
esgrime teorías como las de la «amenaza china» y el
«neocolonialismo» de esa nación. La mayor parte
de los estudiantes entrevistados brindaron criterios
acerca de las siguientes afirmaciones: «China es un
país pacífico», «es una potencia responsable» y «su
ayuda hacia los países de Asia, África y Latinoamérica
es desinteresada». Los valores promedios obtenidos al
procesar la encuesta fueron cifras positivas: 0,6; 0,5397
y 0,4135, respectivamente. Sobre esos asuntos solo
hubo 25,8%, 24% y 27% respectivamente de opiniones
totalmente negativas.
La mayoría de los estudiantes aprueba los objetivos
de desarrollo pacífico de ese país y los consideran
beneficiosos tanto para China como para el resto del
mundo; sin embargo, tienen algunas dudas sobre
la posibilidad de cumplirlos. Por ejemplo, un joven
estadounidense señaló que durante ese proceso de
desarrollo deben enfrentarse problemas relacionados
con el socialismo y el capitalismo, dos vías diferentes, y
otras problemáticas complejas, difíciles de solucionar.
Otros alumnos mencionaron los numerosos problemas
que en la actualidad existen entre China y Japón,
e indicaron que para mantener la paz primero es
necesario resolver tal diferendo.
En cuanto a si China es una potencia responsable,
aunque la mayor cantidad de opiniones fue positiva,
los estudiantes de distintos países o regiones enfocaron
este aspecto desde ángulos diferentes. Los provenientes
de los Estados Unidos y de las naciones europeas
consideran que para serlo China debe afrontar los
problemas según los valores y códigos de conducta de
Occidente; por eso sus valoraciones sobre este ítem son
relativamente bajas. Japoneses y surcoreanos creen que
la postura de China acerca del empleo de la energía
nuclear en Corea del Norte no ha sido suficientemente
responsable. Los norcoreanos opinan que si bien China
es miembro permanente del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, actúa de acuerdo con los Estados
Unidos y carece de iniciativas para solucionar muchos
de los puntos de su agenda. Algunos africanos poseen
criterios diferentes a los de los estadounidenses.
Por ejemplo, un estudiante de Burundi dijo: «En el
mantenimiento de la soberanía de los territorios del
Mar del Sur China no ha sido suficientemente fuerte,
al tolerar la injerencia de los Estados Unidos, lo que
empaña su imagen de potencia responsable».
Con respecto a la teoría sobre los propósitos
neocolonizadores de China, por la que abogan los países
occidentales, la mayoría de los estudiantes no está de
acuerdo. Ellos entienden que la ayuda de esa nación
hacia los países de Asia, África y Latinoamérica, aunque
no es desinteresada, tampoco puede considerarse un
saqueo económico, sino que es un negocio donde
ambas partes obtienen beneficios.
En general, la percepción de los alumnos extranjeros
sobre el sistema político de China, condicionada por la
influencia de los «valores universales» de la democracia
de Occidente, se inclina ligeramente hacia lo negativo.
No obstante, la imagen país aceptada por los estudiantes
es la de una nación responsable y pacífica.
Aspectos culturales
La cultura tradicional china antaño formó parte
de las utopías occidentales. Sin embargo, en los siglos
más recientes importantes narrativas de occidente
exhiben obras en las que se describe a esta nación
como un imperio bárbaro o semibárbaro. Todavía hoy
tal caracterización causa un impacto negativo. Según
un estudio realizado en Corea del Sur, 92% de los
encuestados cree que los chinos son antihigiénicos; 80%
piensa que no se preocupan por los demás, tienen un
fuerte sentido de orgullo nacional y no son confiables;
además, 78,9% considera que son insidiosos.9
No obstante, en la interrelación personal con la
sociedad china, los estudiantes han mostrado una visión
positiva hacia la idiosincracia de la nación. Criterios
favorables acerca del carácter civilizado del chino y el
empeño en tratar a los extranjeros con igualdad fueron
expresados por 51,2% y 47,9% de los alumnos, mientras
que 19,8% y 18,2% brindaron una opinión neutral sobre
estas dos cuestiones. Un estudiante japones indicó que
China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai
17
su valoración se transformó después de llegar a China
pues apreció que este pueblo es diferente de como le
habían inculcado en su país: solo una pequeña parte de
la gente, con bajo nivel cultural, tiene malas costumbres,
entre ellas, hablar en voz alta, escupir, robar, etc., lo que
no es representativo de la mayoría del pueblo chino.
En general, esos estudiantes consideran que los chinos
poseen múltiples cualidades: modestia, laboriosidad,
hospitalidad y amor profundo por la vida.
Un gran número de entrevistados cree que debe
establecerse una distinción entre los campesinos, cuya
calidad de vida es relativamente baja, y quienes radican
en zonas urbanas con condiciones mucho mejores. A
la par, están insatisfechos con el hábito de los chinos
de indagar en la vida privada de los demás. Algunos
piensan que son fríos y poco solidarios, o argumentan
diciendo que, por ejemplo, muchas veces cuando
alguien está perdido y pregunta por una dirección, la
mayoría de las personas no lo orienta.
Con respecto a si los chinos tratan de igual manera
a los extranjeros y a los naturales del país, un gran
número considera que dicho trato es diferente según
la nacionalidad: son más respetuosos con los europeos
y estadounidenses, tratan por igual a los asiáticos, pero
mantienen una actitud incorrecta hacia los africanos.
La apreciación de los estudiantes extranjeros sobre
las gestiones y relaciones en China es negativa: 61,4%
piensa que para resolver algún asunto o conseguir algo
en este país es necesario tener determinadas relaciones;
solo 18,75% considera lo contrario. En gran parte, esa
opinión proviene del intercambio con las amistades
chinas. Sin embargo, algunos afirman que en sus países
también existe ese fenómeno, por lo que al hablar
del papel fundamental de las relaciones no se debe
exagerar. Otros no están de acuerdo con que en China
el éxito dependa de esos vínculos. Refieren que, por
ejemplo, la selección para las becas principalmente se
realiza teniendo en cuenta la boleta de notas, en esto
los demás factores no tienen ninguna función.
Según esta investigación, en 61,9% de los estudiantes
extranjeros se modificó positivamente su percepción de
la imagen país después de llegar a China y solo 17,6%
aseveró que la realidad es más grave de lo imaginado.
En la escala de -3 (cambio negativo) hasta +3 (cambio
positivo), el valor promedio de la concepción que
sobre China tenían en ese momento los encuestados
fue de 0,9. Ello significa que las experiencias de esos
estudiantes en el país contribuyeron de modo notable
en la transformación de dicha imagen.
Identidad de los entrevistados
La imagen de China que perciben los estudiantes
extranjeros es una visión refractada después de atravesar
18
Shulan Ye
un prisma, conformado por diversos factores como: el
país del que proviene el alumno —aspecto clave—, si
tiene parientes chinos, el tiempo de permanencia en
esa nación, el grado académico, la especialidad, entre
otros.
Según esta investigación, la identidad definió
o determinó la imagen del país. La que tienen los
estudiantes africanos es la mejor. Sus valoraciones
relacionadas con los ítems analizados son las de mayor
puntuación; no obstante, ellos también expresaron
opiniones ligeramente negativas sobre el lenguaje y la
democracia en China: en la escala de -3 hasta +3, el
promedio es de -0,07 y -0,04, respectivamente. África
siempre ha utilizado la distinción entre «África y
Europa» y entre «la cultura africana y la occidental»
para comprender sus propias relaciones y las del mundo
exterior,10 por ello es inevitable que sus opiniones
adopten el ángulo de Occidente.
Los estudiantes de los países asiáticos —excepto
Japón y Corea del Sur— tienen una percepción
muy positiva sobre China, en especial respecto a la
democracia, la civilización, la imagen de potencia
responsable. Ellos solo manifiestan criterios negativos
acerca de las diferencias entre ricos y pobres. Los
entrevistados que provienen de Asia Central,
Medio Oriente y Latinoamérica también ofrecieron
valoraciones favorables sobre la imagen de China.
La evaluación brindada por estadounidenses es
mucho menos positiva que la de los africanos y la
mayoría de los asiáticos; sin embargo, está por encima
de la correspondiente a alumnos europeos. Los Estados
Unidos, como joven país de inmigrantes, es más abierto
y posee mayor vitalidad que las naciones de Europa.
Algunos estudios realizados anteriormente reflejan
que las opiniones del pueblo estadounidense sobre
China son más optimistas que lo previsto. Por ejemplo,
en enero del 2011 la Universidad de Transporte
de Shanghai analizó las opiniones generales de ese
pueblo sobre China; en una escala de 100 puntos, esta
obtuvo un promedio de 48, es decir, la aceptación se
ubica en el segmento intermedio.11 Los resultados de
una encuesta sobre temas importantes realizada a 41
estadounidenses por la Asociación de Investigación
Duobo de los Estados Unidos, revelaron que esas
personas tienen una imagen positiva de los chinos.12
La imagen que una nación percibe de otra, es
precisamente la refracción de los problemas y los
sentimientos propios. Mientras más cercano sea
el país resulta más fácil examinarlo con una visión
crítica. Además, las cicatrices emocionales provocan
distorsiones. Así, las opiniones de los estudiantes
llegados de Corea del Sur son más negativas que las
expresadas por los de Europa y los Estados Unidos.
En ello inciden la historia de Corea y su actual
Las experiencias de los estudiantes extranjeros en China contribuyen a
cambiar la imagen que tienen sobre el país. Sin embargo, ellos observan
esa nación a través de un prisma en el que confluyen diferencias culturales
y prejuicios ideológicos, por lo que inevitablemente surgen percepciones
distorsionadas.
sentimiento de nacionalismo. Debido al desarrollo
de su vecino, los coreanos temen el resurgimiento
del «sistema de dinastía» chino. El hecho de que la
historiografía coreana alude, de modo reiterado, a
que China ha invadido varias veces a Corea del Sur,
ha creado un estereotipo en la memoria histórica. Por
causa de factores ideológicos, Corea siempre consideró
a la China roja como un gran infortunio; según
investigaciones relacionadas con el tema, los coreanos
consideran que la política china carece de democracia
y en el plano económico la ven como su adversario.13
En circunstancias similares en cuanto a la relación
con China, también con cicatrices históricas y un
fuerte sentimiento nacionalista, Viet Nam tiene una
percepción de esa imagen país mucho más positiva que
Corea del Sur, y bien distanciada de la existente en la
mayoría de los países de Asia, debido a la similitud de
los sistemas políticos chino y vietnamita. Por supuesto,
esto se reflejó en las respuestas de los entrevistados en
Shanghai.
Por el contrario, los estudiantes japoneses
manifestaron las valoraciones más negativas en casi
todas las preguntas. En ello influyen su nacionalismo y
complejas relaciones históricas. Es pertinente mencionar
que, durante 2002 y 2003, en los seis principales
periódicos de Japón «las informaciones negativas
acerca de China eran más que las positivas».14
En la percepción de la imagen país también incide
la variable de la existencia o no de parentesco entre los
estudiantes extranjeros y familias chinas. En casi todas
las preguntas, las opiniones de aquellos que tenían
parientes en esta nación fueron menos positivas que
las de los otros entrevistados, aunque la diferencia
no es significativa. Esos alumnos, acostumbrados a
esgrimir sus puntos de vista sobre los progresos de
Occidente, la democracia, la civilización, y contra
un atrasado Oriente despótico e inculto, a menudo
se sienten avergonzados debido a su ascendencia
china, por consiguiente, les es más fácil admitir los
malos hábitos profundamente arraigados en el pueblo
chino, propugnados por Occidente. Al negar a China,
ellos demuestran que han asimilado los avances, la
democracia y la civilización occidental.
En resumen, la nacionalidad de los estudiantes
foráneos, el sistema político imperante en sus países,
y el grado de aceptación de los valores de Occidente,
han influido de manera relevante en la recepción de la
imagen de China.
Permanencia en el país
¿La duración de la estancia en China puede influir
en los puntos de vista de los estudiantes extranjeros?
Este estudio reveló que, por lo general, sí. Tal visión
o bien aparece como una N (primero asciende, luego
desciende y vuelve a ascender), o como una V (primero
desciende y luego asciende).
La valoración de los encuestados sobre la libertad
de expresión, la democracia, la estabilidad social, el
trato hacia los extranjeros, el desarrollo pacífico, China
como potencia responsable y la ayuda desinteresada a
otros Estados, fundamentalmente se presenta como
una N: después de llegar esas personas al país, sus
criterios positivos tuvieron una tendencia ascendente,
pero disminuyeron después de medio año y hasta
transcurridos tres años y medio, momento en que
llegaron al punto más bajo; después comenzaron a
elevarse ininterrumpidamente o bien aparece una
nueva fluctuación.
Las opiniones acerca de la necesidad de relaciones
para solucionar algunos asuntos, el carácter civilizado
de los chinos, entre otros aspectos, se muestran como
una V, y alcanzaron el punto más bajo en el período
comprendido entre dos años y medio y tres años y
medio.
Pero el conocimiento de esa imagen por los
estudiantes con una estancia superior a cuatro años y
medio en el país, en su totalidad fue más positiva que el
de los recién llegados; ello significa que la permanencia
durante largo tiempo en China, influye de manera
positiva en la asimilación de su imagen país.
Incidencia del sistema de becas
¿La opinión de los estudiantes beneficiados con las
becas que otorga China es más positiva que la de los
que llegaron con becas obtenidas en sus países o la de
aquellos que se autofinancian? Ante todo, resulta útil
precisar que entre los estudiantes extranjeros, 36%
(promedio) obtiene becas chinas. Según la proporción
dentro de cada país o región que accede a becas, 24%
en los Estados Unidos; 32% en Europa; 61% en África;
44% en Japón; 59% en Viet Nam; 22% en Corea del Sur;
27% en Asia Central, 58% en el Medio Oriente; 24% en
otros países asiáticos y 54% en América Latina.
China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai
19
Este estudio reveló que sobre el trato a los
extranjeros, el carácter civilizado de los chinos,
el desarrollo pacífico y la actuación de China
como potencia responsable, el criterio de quienes
recibieron el primer tipo de becas fue más positivo
que el de los comprendidos en el segundo caso, pero
no necesariamente mejor que el de los alumnos
que asumieron sus gastos. Acerca del resto de los
tópicos, la valoración de los que obtuvieron becas
chinas alcanzó puntuaciones más negativas, incluso
comparadas con la de los otros grupos. Según estos
datos, la puesta en práctica del sistema de becas ha
tenido efectos no significativos, en relación con el
mejoramiento de la imagen de China.
Teniendo en cuenta que la mayoría de quienes
obtienen becas chinas proceden de naciones cuya
impresión sobre ese país originalmente es bastante
buena, por ejemplo, los de África (sobre todo en estos
se concentró el análisis de este punto), es comprensible
que dicho sistema no sea determinante en la mejoría
de las opiniones.
Formas de pensar
El ambiente escolar y profesional puede incidir
en la forma de pensar; por consiguiente, también en
la percepción que tienen sobre China los estudiantes
extranjeros. El referido estudio ha constatado que dicho
ámbito ejerce una influencia significativa al respecto.
Quienes cursan carreras pedagógicas dieron la
visión más positiva, en todos los indicadores sus
opiniones se hallaban por encima de las emitidas por
los educandos de las otras especialidades. Esto podría
estar estrechamente relacionado con la filosofía que
confía en la posibilidad de aprendizaje por parte del
ser humano.
Las valoraciones de los estudiantes especializados
en política y en idiomas alcanzaron las puntuaciones
más bajas, lo cual está vinculado, en el primer caso, a
un pensamiento crítico sobre la política en el que se
manejan las tesis acerca de «la maldad humana» y la
lucha por el poder; mientras que el segundo grupo,
además de poseer un pensamiento crítico, a menudo
prefiere los medios de información que trasmiten
noticias negativas.
Los alumnos de ingeniería y ciencias médicas
prestan mucha atención a los problemas técnicos,
carecen de pensamiento crítico sobre los fenómenos
sociales; en general, tienen una idea positiva sobre
China.
Para los inscritos en la especialidad de administración
y economía, esta nación se presenta como un lugar
que les puede proporcionar muchas oportunidades
20
Shulan Ye
de desarrollo; sin embargo, al preocuparse también
por los problemas inherentes al crecimiento de la
economía, su percepción, aunque más favorable que
la de los estudiantes de política e idiomas, es menos
benévola que la de los especializados en la enseñanza,
la ingeniería y las ciencias médicas.
Conclusiones
Las experiencias de los estudiantes extranjeros
en China contribuyen a cambiar la imagen que
tienen sobre el país. Sin embargo, ellos observan esa
nación a través de un prisma en el que confluyen
diferencias culturales y prejuicios ideológicos,
por lo que inevitablemente surgen percepciones
distorsionadas. La nacionalidad de los encuestados
resultó el factor definitivo en su visión sobre China.
Durante la estancia de los alumnos extranjeros en el
país, aparecen cambios periódicos en sus concepciones.
El sistema de becas que aplica el gobierno chino no
exhibe resultados significativos en relación con mejorar
la imagen país.
Por último, las profesiones y corrientes de
pensamiento seguidas por tales estudiantes influyen,
en cierto grado, en su asimilación de la imagen de
China.
Traducción: Janeyka García Mejica.
Revisión: Han Han.
Notas
1. Joshua Cooper Ramo, «La China descolorida», La imagen de
China ante la vista de los extranjeros, Editorial de las Ciencias
Sociales de China, Beijing, 2008, p. 7.
2. Hans J. Morgenthau, Política entre las naciones: la lucha por el
derecho y la igualdad, Editorial de Hainan, Hainan, 2008, p. 97.
3. Véase Zhou Ning, Estudios interculturales: La imagen de China
como un método, Prensa Comercial, Beijing, 2011, p. 22.
4. Este artículo se realizó gracias a un programa de colaboración
de la ciudad de Shanghai, y fue publicado en Ciencias Sociales de
China, n. 9, 2013.
5. Zhou Ning, «China mundial: investigación de la imagen de China
en el exterior», Editorial de la Universidad de Nanjing, Nanjing,
2007, pp. 14-20.
6. Todos los datos concernientes a este estudio fueron contabilizados
por el software SPSS17.
7. Los criterios cuya fuente no se especifica pertenecen a Shulan
Ye, «Puntos de vista de los estudiantes extranjeros de Shanghai
sobre China» (inédito).
8. Sun Zhongyou, Interpretar la imagen de China: New York Times
y Thames News. Comparación de noticias sobre China (1993-2002),
Editorial de Conocimientos Mundiales, Beijing, 2009, p. 277.
9. Dong Xiangrong, Wang Xiaoling y Li Yongchun, La imagen
de China según el criterio de los coreanos del norte, Editorial de
Documentos de Ciencias Sociales, Beijing, 2012, p. 104.
10. Hu Jinshan, La imagen de China en África, Editorial del Pueblo,
Beijing, 2010, p. 312.
11. John Dupont, «La encuesta transnacional “Imagen de China”,
realizada por primera vez en los Estados Unidos y China, refleja
el aumento de las opiniones favorables de los norteamericanos
sobre China», Diario del Pueblo (edición de ultramar), 31 de enero
de 2011.
12. Véase Yuehan Duobo, «Análisis profundo de las opiniones del
pueblo norteamericano sobre China», en Zhao Mei y Tao Meixin,
eds., Diálogo entre Estados Unidos y China a largo plazo (1986-2001),
Editorial de Ciencias Sociales de China, Beijing, 2001, p. 44.
13. Dong Xiangrong, Wang Xiaoling y Li Yongchun, ob. cit., p. 32.
14. Liu Linli, La imagen de China en los medios públicos de Japón,
Editorial de la Universidad de Comunicación de China, Beijing,
2007, p. 246.
, 2014
China vista por los estudiantes extranjeros de Shanghai
21
Documentando Cuba;
debatiendo Alemania
Jennifer Ruth Hosek
Profesora. Universidad de Queen’s, Canadá
C
omo afirma uno de los títulos de Wim Wenders,
muchas veces lo lejano resulta cercano. Este
artículo analiza tres documentales alemanes
que forman parte del renovado interés por
Cuba en Alemania: Buena Vista Social Club (1999),
de Wenders; Havanna mi amor (2000) y Heirate
mich! [¡Cásate conmigo!] (2002), de Uli Gaulke
y Jeannette Eggert.1 Estos cuentan historias de la
Cuba contemporánea. Sin embargo, mi intención
fundamental es mostrar cómo articulan narrativas
competentes e impopulares sobre la unión de la RFA
y la RDA y sobre la República Federal de Alemania
ampliada.2 Considero cifras de la unión alemana,
planteo que los filmes de Wenders revelan una
reunificación que desconoce a la RDA, a la mujer
o cualquier otra diferencia, bajo el horizonte fálico
de las oportunidades capitalistas de Nueva York. Se
trata de una fantasía homo-social masculina sobre la
nación traducida en la realidad diegética de la nación
cubana. El punto de vista narrativo —sobre los hombres
cubanos y estadounidenses concebida por hombres
alemanes y estadounidenses— evoca el masculinismo
de la generación progresista de la Alemania de los 60 (la
generación del 68).3 En contraste, la visión ginocéntrica
de los filmes de Gaulke y Eggert juega con la
remembranza romántica de la RDA como una sociedad
en la que la mujer participa en todas las esferas. Estas
* Publicado originalmente en inglés («Buena Vista Deutschland:
Gender and Nation in Wenders, Gaulke and Eggert», German Politics
and Society, a. 25, n. 1, primavera de 2007, Berlín, pp. 46-69) y en
alemán («Buena Vista Deutschland: Nation, Rasse und Geschlecht
in Filmen von Wenders, Gaulke and Eggert» (trad. Jan Wielgohs),
Berliner Debatte Initial, n. 19, Berlín, 2008, pp. 96-110).
22
Jennifer Ruth
Hosek
n. 77:
22-29, enero-marzo de 2014
cintas muestran un espacio insular funcional, pero
frágil —un estatismo social reminiscente de la RDA
de los 80. En Cuba, los días están repletos de luchas
cotidianas que se viven en espacios y comunidades.
Sin embargo, el universo más allá de esos refugios
resulta limitado. Los antiguos ciudadanos de la RDA no
realizaron sus sueños en la Alemania ampliada, lo que
hicieron fue adoptar el estatus de excluidos mediante
la domesticación y feminización según los patrones
occidentales. Es precisamente a través de los temas de
la lejana Cuba que estos filmes logran acercar narrativas
germanas impopulares a los espectadores alemanes, en
la época que siguió al llamado Wende (cambio).
Aunque este trabajo se centra en los filmes
mencionados, debo destacar que su amplia percepción
de Cuba los convierte en un espejo óptimo para reflejar
las preocupaciones de los alemanes. Es significativo
que estas interpretaciones establezcan distinciones
específicas entre los dos países. Ellas reafirman la
existencia de un socialismo real independiente en la Isla
después de 1990, su nacionalismo alternativo carente de
aspiraciones imperialistas y su armonía racial y de clases.
Este énfasis sugiere que Cuba funciona para Alemania
como un antídoto para su desazón; y, además, que la
Kuba Welle (ola cubana) de los 90 se refiere a ambas
naciones.4
Buena Vista Social Club como narrativa de
la reunificación
El director de cine oestealemán, residente en
Hollywood, Wim Wenders, ha tratado extensamente
los temas relacionados con la nación y la identidad
alemanas. Desde 1989 este proyecto nacional se
ha inspirado en la idea mítica de una gran cultura
homogénea.5 El cineasta busca llenar el vacío que se
ha creado en su país, mediante el redescubrimiento de
su autenticidad, contrastándola con lo que considera
la norteamericanización de su patria. La mayoría de
sus filmes buscan una versión mítica y alegórica de la
Alemania auténtica.
A los filmes extranjeros de Wenders no se los
relaciona con el tema de la identidad alemana.6 Por
ejemplo, Roger Bromley considera esos trabajos como
actos de solidaridad cooperativa [...] los aborígenes en Until
the End of the World, la gente de circo en Faraway, So Close,
los niños y [el grupo de música] Madredeus en Lisbon
Story, los jardineros mexicano-americanos en The End
of the Violence, pero sobre todo la combinación de voces,
instrumentos y memorias en Buena Vista Social Club.7
Al respecto, la lectura de Bromley reinscribe la
idealización fílmica de los grupos étnicos no germanos,
al mismo tiempo que subestima su objetivización.
En este trabajo demuestro detalladamente que estas
casi road movies —realizadas después del Wende—
construyen narrativas genésicas que representan las
múltiples historias y el futuro de la RFA ampliada.8
Los personajes extranacionales que Bromley señala
corroboran tales afirmaciones.9
Buena Vista Social Club participa en el proyecto
nacional de Wenders como parte de la mencionada
trayectoria extranacional. El primitivo no alemán de
ese documental encubre simbólicamente la Alemania
conflictiva de antes de la Segunda guerra mundial y
apuntala actitudes que no pueden ser articuladas sobre
el futuro de una RFA ampliada. Bajo la lógica de una
cultura común, ese pasado imaginario se une a un
presente basado en el mercado, con lo cual se elimina
toda alternativa posible a esta fórmula. La selectiva
visión primitivista se evidencia abiertamente desde la
premisa misma del filme: redescubrir a los primorosos
músicos cubanos del Buena Vista Social Club de antes
de 1959. Los recuerdos afectivos de Compay Segundo
y de los vecinos del club falsean las desigualdades
sociales del período —como sitio solo para miembros
negros, fue emblemático del sistema de discriminación
racial que existía en esa sociedad.10 Otro ejemplo de la
selectiva visión primitivista es que la buena salud de
los cubanos y el bienestar personal no se atribuyen al
moderno sistema de salud de la Isla, sino a los remedios
tradicionales y a las deidades afrocubanas.
Los viejos músicos cubanos y su comunidad son
la más completa encarnación de lo primitivo. Ellos
poseen valores que el mundo industrializado ha
perdido: espíritu de solidaridad, desinterés material,
armonía natural con el lugar y el tiempo en que viven.
El filme da a entender que independientemente de las
circunstancias diarias o del sistema político, el pueblo
cubano conserva una especie de alegre interacción social
relacionada con la música, propia de su naturaleza. En
un contexto alemán este comunalismo primitivo evoca
la idea tradicional de Heimat (patria) promovida por
la ideología nazi. Ello resulta inquietante en una RFA
ampliada que busca nuevas formas para entender su
pasado y reafirmarse en el futuro. Tal celebración de
la unidad trata de resistir los intentos de definir una
Alemania heterogénea, más allá de la mera tolerancia
del «multiculturalismo».
Walter Benn Michaels ha señalado que la identidad
cultural siempre presupone la identidad racial.11 Como
sugiere el debate sobre la Kulturnation, el discurso
oficial alemán suele desmentir la relación entre cultura y
raza.12 No obstante, los nexos familiares son empleados
metonímicamente para representar la unión. 13 Al
convertir el vínculo entre los alemanes del este y el oeste
en un asunto de familia, esta relación es naturalizada y
elimina filiaciones políticas prexistentes. La narrativa
de Buena Vista Social Club homogeniza la diferencia
bajo el signo de la unidad de la comunidad, aun
cuando la cámara nos revela una cultura racialmente
Documentando Cuba; debatiendo Alemania
23
heterogénea. En ese contexto, la reunificación de
las personas pertenecientes a una misma cultura no
despierta el fantasma de la supremacía racial.
Buena Vista… refleja y apuntala las actitudes
dominantes germanoestadounidenses sobre la
reunificación de los alemanes. El clímax del filme
es la llegada de esos músicos de excelencia a los
Estados Unidos y su inserción en la comunidad
cubanoamericana durante el concierto en el Carnegie
Hall. El abrazo se evidencia sobre todo en la escena de
la ovación, cuando una mujer del público se abalanza
al escenario para entregarles a los músicos una bandera
cubana. Al usar un vestido tradicional, representa a
Cuba (una imagen similar se halla en el filme Miel
para Oshún (2001), de Humberto Solás). Durante el
concierto, Ibrahim Ferrer, con lágrimas en los ojos,
llama al público «mi familia»; en la próxima escena
la cámara enfatiza cómo el músico acaricia su bastón,
en el que se talló la cabeza de una deidad afrocubana
a la que era devota su madre, el cual despliega así su
poder fálico y a la vez matriarcal. Escenas como esas
utilizan el mito, la emoción y la familia para legitimar
la fusión de la Cuba originaria con la otra «Cuba» de
la diáspora contemporánea.
El filme utiliza diversos recursos formales para
acrecentar el efecto dramático de la mencionada
escena de la ovación. Quizás lo más interesante sea
el uso del color, uno de los sellos que distinguen al
cine de Wenders. La mayor parte del documental
fue remasterizado digitalmente para alcanzar
determinados efectos.14 Las imágenes tomadas en
Cuba han sido brillantemente coloreadas, mientras
que las yuxtapuestas del concierto en Ámsterdam están
rebajadas, mediante una paleta cargada de marrón,
beige, negro, blanco y gris. En contraste con las casi
sobrias secuencias de las actuaciones fuera de la Isla,
las últimas escenas en el Carnegie Hall y en las calles
de Nueva York también utilizan la paleta technicolor.
Tal oscilación en la distribución de los registros de
color sugiere que la plenitud de la forma de vida
tradicional cubana encarnada por estos músicos
alcanza su apoteosis en los Estados Unidos, en el
momento de la reunificación, lo que es subrayado por
la cámara. Por ejemplo, una toma continua desde el
escenario, con un ángulo marcadamente hacia arriba,
se concentra primero en los círculos de luz en el techo,
y de ahí desciende hasta los músicos, y los encierra
entre estrellas. Esta coronación visual es un reflejo de
las palabras dichas por Rubén González al evocar la
corona de la Estatua de la Libertad, que contempló al
visitar Nueva York por primera vez, antes de 1959. De
esa manera, el estrellato, el éxito, el capitalismo y la
libertad se unen en la coronación luminosa que realiza
la cámara de Wenders y que está respaldada por todo
el proyecto del director.
24
Jennifer Ruth Hosek
La reunificación presentada aquí no constituye la
unión de dos sistemas de Estado, sino la reunión de
los miembros de una Kulturnation con los miembros
de una misma Kulturnation. Su identidad común es
revitalizada mediante el despliegue y la celebración de
la herencia musical compartida.15 Pero esa reunificación
solo es posible al abrazar el sistema capitalista y el
abandono del socialista. Las triunfantes escenas en
medio de la opulencia del Carnegie Hall y las del
deslumbramiento de los músicos con Nueva York se
yuxtaponen con tomas en ángulos y en movimiento
de la vida cotidiana de los cubanos comunes: la
mirada de un alma pobre perdida y desorientada;
un joven saludable que rueda un barril diestra y
despreocupadamente por una calle al mediodía; los
carteles oficiales, con lemas escritos, sobre las paredes
de La Habana. Estas imágenes de la Isla socialista
sugieren un pasado sin presente ni futuro y justifica
la alegoría de una Cuba triunfante en el desenlace del
filme: la feliz reunificación de la Kulturnation que había
sido separada por el experimento socialista, ahora
condenado a desaparecer.16
Sin embargo, resulta interesante, como es típico
de Wenders, que su documental también trate de
resaltar el capital cultural presente en las alternativas
al modo de vida oficial capitalista, aun cuando las
critique explícitamente. Muchas escenas, entre ellas
las anteriormente mencionadas, permiten una lectura
más amigable de la realidad de la Cuba contemporánea.
Estas tomas hacen recordar un video amateur realizado
por un turista, tanto por la elección de los temas —una
representación estereotipada de La Habana— como
por el estilo de imágenes muy iluminadas, como si
hubieran sido filmadas desde un vehículo en marcha
lenta por las calles de la ciudad. Dichas imágenes
tienen el poder de evocar un sentimiento de nostalgia
común entre quienes Hans Magnus Enzensberger
llamaría turistas revolucionarios, típico también de los
simpatizantes con la RDA. No obstante, los límites de
la Revolución son siempre señalados. En el paneo de
la cámara por los eslogans políticos oficiales, la mirada
del espectador es detenida en la palabra «sueño»,
congelando el complemento como si fuera el sujeto
de la frase. Se retrocede entonces al verbo conjugado
«Creemos» que es en realidad el sujeto activo de la
frase. Este «congelamiento metonímico» muestra al
visitado según la mirada del visitante,17 al considerar
estos sueños como estatales y obviar la participación
de los ciudadanos.
Es precisamente la cámara la que con más frecuencia
desmiente los éxitos de la Cuba revolucionaria. Ferrer
recuerda que la vida antes de la Revolución era más
difícil. Pero sus palabras son solo una voz en off
sobrepuesta a una escena de la Cuba actual, en la que
un grupo de personas traslada un viejo refrigerador.
La tensión entre el mensaje sonoro y el visual implica
Como producto de un cineasta vinculado con el reconocido movimiento del
Nuevo Cine Alemán, Buena Vista Social Club atrae un capital canónico. Los
críticos a menudo destacan la estética de este arte y sugieren la gran relevancia
de los filmes que abordan temas trascendentes y universales.
que las palabras de Ferrer están motivadas por la
autocensura existente en los países del socialismo
real; una censura muy desacreditada por los debates
ocurridos en los años 90, tanto en Alemania como
a nivel internacional. Imágenes de ese tipo sugieren
que en la Cuba contemporánea no se puede alcanzar
la total realización e independencia. Dicho mensaje
se vuelve más dramático en el caso de los músicos
cubanos, quienes al parecer no se habían presentado
en público desde la ruptura de relaciones entre la Isla
y su vecino del Norte.
La nación mítica concebida a través de la mencionada
reunificación apoya el status quo global. Al ser incluida
dentro de los límites de los Estados Unidos, la Cuba
resultante no representa un riesgo para el resto del
mundo. Su estatus legitima sus aspiraciones nacionales,
siempre que este nacionalismo subalterno se entienda
como una necesidad y por lo tanto un medio acertado
de ganar cohesión y poder. Por último, la omisión de
la Cuba revolucionaria representa la eliminación de las
aspiraciones de efectuar un cambio global. Así Buena
Vista… ofrece fantasías validadoras de la recreación
de la imagen de un país benigno para los ciudadanos
de una RFA ampliada, quienes se han movido cada
vez más de lo posnacional a lo nacional, a pesar de los
turbadores fantasmas del pasado.18
En respuesta al cargado clima político global, la
narrativa de la reunificación en el documental evidencia
de forma detallada el regreso indirecto a un tipo de
nacionalismo exento de un pasado problemático.
En las narrativas dominantes oestealemanas sobre la
reunificación, la RFA es presentada como la tierra en la que
todos los sueños se convierten en realidad; mientras
que la RDA es mostrada como una fantasía convertida
en pesadilla. Los estealemanes son considerados
dichosos de poder beneficiarse del sistema de la
RFA, construido con el esfuerzo y el ingenio de sus
hermanos.19 Los nuevos ciudadanos de la RFA ampliada
deben renunciar a los valores y la cultura de su antigua
RDA y abstenerse de criticar a la nueva nación. Como
he demostrado, cada uno de los elementos esenciales
de la reunificación —repudio al socialismo, adopción de
la lógica del mercado y el regreso a lo nacional— es
celebrado por el filme. Se espera que la acogida de la
RFA sea tan entusiasta como el abrazo del público a los
músicos cubanos en el Carnegie Hall, siempre que sean
aceptadas las condiciones para dicha reunificación, que
se presenta como algo inofensivo.
Es notable, además, que Buena Vista… busque
redefinir los vínculos entre los Estados Unidos
y Alemania. La película de Wenders y el CD de
Ry Cooder que la antecedió son inusuales, pues
hacen que la Isla resulte interesante para el público
promedio oestealemán y para el estadounidense.
Buena Vista Social Club rescribe la tan conocida
declaración de Wenders: «Mi vida fue salvada por el
rock ’n’ roll» es sustituida por «mi vida fue salvada
al rescatar el son cubano para la cultura dominante
norteamericana y germana». Esta rescritura evidencia
no solo las exigencias al este de Alemania en términos
oestealemanes, sino que constituye también un intento
por ganar estatus para la RFA ampliada en su relación
con los Estados Unidos.
Havanna mi amor y Heirate mich!
Como producto de un cineasta vinculado con el
reconocido movimiento del Nuevo Cine Alemán,
Buena Vista… atrae un capital canónico. Los críticos
a menudo destacan la estética de este arte y sugieren
la gran relevancia de los filmes que abordan temas
trascendentes y universales. Estas formas elevadas del
arte son el pegamento que une las naciones. Por ello,
examinar el documental según su contenido político y
cultural puede parecer a algunos un acto de violencia
totalmente erróneo.
Por el contrario, los «filmes de minorías» inspiran
con frecuencia análisis sociohistóricos e incluso
etnográficos, pero raramente estéticos. Se cree que los
trabajos creados fuera del canon tradicional articulan
lo específico en lugar de lo general. En consecuencia,
interesan como expresión de experiencias muy
particulares y tienden a llamar la atención de grupos
demográficamente limitados. En los ejemplos ofrecidos
el público y la crítica, cual si lo hicieran objetivamente,
le otorgan a Buena Vista… la licencia para hablar
sobre la situación en la Isla, la trascendencia de la
música, las pérdidas que sobrevendrán y los sueños
hechos realidad. Así, la supuesta omnisciencia de esa
creación, articulada como sensibilidad estética, sirve
para acrecentar su fama.
Ese no es el caso de Heirate mich! y de Havanna
mi amor. Al ser obras independientes producidas por
realizadores estealemanes, se valora a priori que sus
perspectivas son minoritarias. Tal posicionamiento
Documentando Cuba; debatiendo Alemania
25
genera y al mismo tiempo limita el interés por los
filmes. Los espectadores y los críticos autorizan a estas
cintas a hablar de una Cuba y una RDA específicas.
En este caso, la oscilación entre estas dos, sumado al
exotismo de Cuba, permite una apertura a narrativas
de la RDA y de las nuevas provincias de Alemania
que tiene muy poca resonancia en la nueva nación. Es
decir, las narrativas alemanas articuladas en estos filmes
enriquecen su capital cultural mediante su refracción a
través de narrativas pertenecientes a Cuba.
A diferencia de Buena Vista Social Club, tanto
los realizadores como los medios de comunicación
consideran a Heirate mich! y a Havanna mi amor
como narrativas cubanas que se refieren también a
Alemania.20 Gaulke se presenta aquí como encarnación
de un puente entre la Cuba contemporánea y la RDA.
Esta concepción se impuso en la mayoría de los
comentarios y críticas acerca del filme publicadas en
la prensa.21 En el presente artículo defiendo la idea de
que a través de su participación en la Kuba Welle, los
«documentales de minorías» de Gaulke y Eggert atraen
una audiencia más amplia que la que hubiera propiciado
un tratamiento más serio y directo del tema de la unión
y la RDA desde la perspectiva estealemana.
Bettina Bremme, del periódico Lateinamerika
Nachrichten, históricamente orientado al activismo
social, llama la atención sobre esta dinámica y destaca
la creciente indiferencia hacia el este de Alemania por
parte de la cultura oficial.22 La urgente necesidad de
redescubrir una RDA cotidiana indica por sí misma la
existencia de un sentimiento de carencia.23 Pero lo más
significativo es que este aspecto cualitativo ha mostrado
dificultad para ser abordado seriamente, sin hablar
de los escollos para su comunicación. Ello se debe, al
menos parcialmente, a la falta de una audiencia. Un
importante atractivo de las obras de Gaulke y Eggert
es el acuerdo tácito de ambos realizadores para ofrecer
una visión «auténtica» de la vida cotidiana durante
la experiencia del socialismo real en la RDA y de su
legado a la Alemania actual. Algo que se logra en sus
documentales mediante la alusión a la construcción
del socialismo real existente en Cuba. En el análisis
que sigue presento y explico el discurso alemán que
pretenden trasmitir dichos filmes sobre Cuba.
Los cineastas han explicitado que sus biografías están
relacionadas con esta promesa. Por otra parte, algunos
estudiosos han señalado la propensión de los alemanes
del este a autorrepresentarse como personas negras o
mestizas o como si estuvieran colocados en una posición
semejante a la de esas personas.24 Mientras los del oeste
consideran esta perspectiva «racialmente ciega», o por
lo menos ingenua, los alemanes del este, formados en
el marxismo, a menudo la conciben atractiva. Eggert
toma parte en este tendencia comparativa de manera
más explícita cuando establece un paralelo entre la
26
Jennifer Ruth Hosek
mudanza de Gladys —la protagonista de Heirate
mich!— a Hamburgo, y la incorporación de ella y
Gaulke a la nación ampliada.25 Estos creadores buscan,
a través de Cuba, reposicionarse en la unión.
La estructura formal de Havanna… le debe a los
estilos de producción artística de la RDA. Su atención
a la vida cotidiana es un ejemplo de ello, mientras que
los análisis de las relaciones íntimas están marcados
por el materialismo dialéctico y por el empeño en que
lo personal refleje lo sociopolítico. En los años 80, los
documentales sobre grupos sociales pequeños y los
individuos acompañaron el desplazamiento de gran
número de ciudadanos de la RDA de la vida pública a
espacios más privados dentro de la sociedad. Muchos
jóvenes cineastas de aquel período abordaron los
problemas sociales mediante la representación de la
contradicción entre el ideal y la realidad, o de la crítica
indirecta del discurso oficial a través del análisis de las
circunstancias privadas.26
Havanna mi amor y Heirate mich! utilizan
precisamente esas estrategias fílmicas, al mostrar la
vida de sus protagonistas cubanos.27 Por ejemplo,
las tomas son prolongadas y la cámara, a menudo,
permanece sobre el rostro de los personajes después
de sus parlamentos. Las escenas fueron filmadas en
espacios interiores como si se quisiera ganar intimidad
para el diálogo de los protagonistas. Las preguntas se
centran en banalidades: la vida amorosa, los equipos
de televisión, o la verosimilitud de una telenovela
que representa la vida contemporánea de Cuba. Las
respuestas van más allá de esos temas y alcanzan
comentarios sobre la estructura social, las relaciones
de género, la situación laboral, la carencia de bienes y
servicios. Sin embargo, es notable la ausencia de una
discusión política directa.
La atención prioritaria de Heirate mich! sobre la vida
de los habitantes de La Habana evidencia su Ostalgie
(acrónimo alemán para definir la nostalgia por la
Alemania del Este) y la glosa de la vida en la RDA. Los
personajes de este filme tienen pocas oportunidades
y sufren muchas necesidades, sus pasatiempos son
el ron, las telenovelas y el romance. El reflejo que se
ofrece de la Isla es más el del estancamiento que el
de la Revolución. Coincide con el estado de ánimo
existente en la RDA de los 80, al menos en la generación
más joven. Por otra parte, la fantasía agridulce de una
nación bien delimitada e inteligible con ciudadanos que
llevan una vida simple, definida y honesta, representa
imaginariamente lo que hubiera sido la RDA de haber
sobrevivido a la caída de la Unión Soviética. Dicha
fantasía alude también a aquello que perdura de la RDA
en la memoria cultural idealizada.
Los argumentos entrelazados sobre la reparación de
televisores, la telenovela cubana y las relaciones amorosas
de los protagonistas ilustran tales ensoñaciones. El filme
sugiere que con la súbita ruptura de los vínculos entre
Cuba y el campo socialista europeo, los ciudadanos
luchan por mantener su nivel de vida y recurren al
trueque, sus habilidades y la solidaridad, a pesar de
la pérdida continua de los recursos disponibles en
los 90. Ellos aceptan esta situación como inamovible,
y mantienen, por una parte, un sistema de valores
no basado en los bienes materiales, y por otra, se
refugian en los placeres más simples y los entornos
sociales existentes. El énfasis en lo insular falsea los
lazos internacionales de Cuba, en especial aquellos
que se han desarrollado en la época postsoviética.
Por ejemplo, en la Isla una parte de los programas de
televisión estadounidenses está disponible a través del
satélite y el video. La omisión de esa información puede
reflejar la resistencia de los protagonistas a discutir
estos temas, pero el efecto que busca el filme es enfatizar
el hermetismo de la vida en el país y así vincular a
Cuba con el socialismo internacional del pasado. Ello
acrecienta la Ostalgie de la mirada fílmica y su énfasis
en la ingenuidad de los cubanos. En el contexto de la
RDA, sería presentar como norma el caso de aquellos
que, debido a su posición geográfica en un valle cercano
a la ciudad de Dresde, no recibían la señal televisiva de
la Alemania occidental. La película virtualmente niega
la existencia de lujosos bienes de consumo occidentales
—incluyendo los televisores— que existen en Cuba,
la economía del dólar y el comercio legal e ilegal que
permite el acceso a dichos bienes. La cámara sigue a la
joven y atractiva Gladys cuando entra en la fábrica de
tabacos, donde infructuosamente pide trabajo; luego
sale a la calle. Sus relaciones amorosas son presentadas
como naturales, desprovistas de ambición personal. En
Heirate mich!, secuela de Havanna mi amor, Gladys
se casa con un turista oestealemán y se va a vivir a
Hamburgo.
Las relaciones interpersonales que se describen en
Havanna… son abiertas, afectuosas y caracterizadas por
una frecuente solidaridad familiar. No se mencionan
las relaciones sexuales ocasionales en el trabajo o los
grupos de ciudadanos creados por el gobierno para
controlar las actividades ilegales. Esta representación
selectiva, delicada y respetuosa de los cubanos, expresa
la íntima relación que el equipo fílmico cree haber
desarrollado con los protagonistas. Su solidaridad se
corresponde con el deseo de crear su propia historia
de la RDA. El valor de esta experiencia reside en crear
relaciones no instrumentales entre el visitante y el
visitado, basadas en un acervo común, y también en
la habilidad de los cineastas para hacer comprensible
el socialismo real contemporáneo; aún más, influye
en la percepción que en la actualidad se tiene del
valor de la RDA. Esta representación del socialismo
real tiene el objetivo de desacreditar las narrativas
sobre la Alemania del Este existentes después de 1989,
caracterizada como una sociedad hipócrita donde
predominaban —si bien de manera solapada— los
valores del materialismo individualista, en la que
la corrupción estaba ampliamente extendida y las
relaciones interpersonales eran traicionadas de modo
sistemático por intereses particulares.
Los mensajes sobre raza y género también
reconstruyen una RDA idealizada. Un filme sobre
la gente en general, resulta en uno sobre las mujeres
y su fuerza bajo el sistema socialista. El documental
culmina con Silai —administradora de un salón de
belleza— en su balcón y el paneo de la cámara a la
calle. ¿Cómo continuará la vida en Cuba? La imagen
sugiere que las mujeres tendrán un papel determinante.
Eggert considera la atención puesta en Silai y sus
empleadas como un tributo a la generación de su
madre, que supo mantener cohesionada la RDA. Los
uniformes que Silai distribuye entre los empleados
expresan el reconocimiento estatal a sus servicios. Estas
escenas hacen recordar las entidades de la RDA que
funcionaban como centros de la vida social y fuente
de empleo. En esa estructura idealizada, el estatus
profesional y social de la mujer se mide a través de su
desempeño laboral y no se tiene en cuenta el machismo.
Tal descripción falsea las habituales preocupaciones
acerca del trabajo en ambos países: el exceso de
influencia gubernamental, falta de suministros, difíciles
condiciones para trabajar, baja moral; a lo que se
adiciona la pesada carga de los deberes hogareños.
La atención prioritaria a la citada feminización en
Havanna mi amor es intrínseca a la construcción de
una RDA ideal mediante la representación de una
Cuba idealizada.
En comparación, Buena Vista Social Club es
un mundo de hombres. Las mujeres están casi por
completo ausentes a no ser como sujetos o como la
audiencia de las canciones de amor. Omara Portuondo
la única mujer del grupo musical merece solo una corta
entrevista que sirve fundamentalmente para propiciar el
juego sexual durante el concierto. Aparte de las cubanas
que crean un color local, los espectadores solo pueden
vislumbrar una extranjera, desconocida, la esposa de
Cooder, durante una sesión de grabación; y escuchar
la voz de la traductora. Lo que fue normativo para la
generación del 68 sigue teniendo vigencia aquí: los
hombres hacen la historia, ellos crean las narrativas.
La dinámica de las razas en Gaulke y Eggert
problematiza la RFA ampliada, en tanto la Cuba
socialista, y por extensión la RDA, es mostrada
como una sociedad armónica donde se diluyen las
diferencias. El racismo se presenta por primera vez en
la Alemania de Heirate mich! Niños oestealemanes, de
diversos orígenes étnicos, pelean con el hijo de Gladys
y se burlan de él con epítetos racistas. La posición de
ella en la familia de su esposo Erik es comparada con
la de la mascota de su suegra, la cual ha sido entrenada
para hablar alemán. Los habitantes de Hamburgo son
representados como intolerantes ante la diferencia: de
Documentando Cuba; debatiendo Alemania
27
las personas negras y mestizas y por extensión también
de los estealemanes.
En contraste, los ciudadanos cubanos de todos los
orígenes étnicos viven en armonía. Pero los deseos
que despierta la mulata Gladys implican cierto grado
de hipersexualización misógina e infantilización de
la mujer mestiza. De todas formas, ella encarna la
unión de la diversidad en la Isla. El filme perpetúa
de manera activa esta representación ideal de Cuba.
Resulta interesante que los filmes alemanes, sean
del este o del oeste, enfatizan tal ceguera acerca de
las tensiones raciales. Este énfasis apunta a un rasgo
común de las mitologías socialistas y capitalistas que
tiene implicaciones en una Alemania ampliada, donde
de manera creciente se retira el apoyo a las personas
no blancas menos privilegiadas.
Heirate mich! participa de esta tendencia al
presentar la reunificación como la unión entre una
RFA masculina y una RDA femenina.28 Gladys no es
la típica víctima pasiva característica de la narrativa
de los matrimonios interraciales, ella trata de sacar
ventaja de las limitadas opciones que tiene a mano.
Su itinerario comienza en La Habana, con Erik
de rodillas, proponiéndole matrimonio ante toda
su familia. La boda constituye un acontecimiento
público que recorre las calles. Esta escena sugiere que
Erik se autorrepresenta como el gran héroe blanco
que generosamente rescata a la doncella del Tercer
mundo, con lo cual gana la admiración general. Tal
omnipotencia es propiciada por los privilegios de
los turistas de clase media provenientes del Primer
mundo. La supremacía económica se traduce en
una supremacía masculina que crea un pretendiente
inmediatamente deseado. El matrimonio se convierte
en una oferta que Gladys no puede rechazar, pero debe
aceptarla según las exigencias de Erik, cuyo estilo de
vida no admite excepciones o cuestionamientos. La
joven podrá participar del capital generacional de la
familia alemana a cambio de su fidelidad al sistema,
representado por su dependencia y monogamia.
Mientras en La Habana las parejas comparten los bienes
y los gastos, en Alemania Gladys es solo la agradecida
receptora de lo que se le compra. Sus habilidades
comerciales no son tenidas en cuenta en el sistema
alemán tan altamente tecnificado. Sin posibilidades
de competir en la nueva economía, ella depone su
vocación empresarial a favor de la doméstica, como
ocurre en las sociedades capitalistas.
La nueva posición social de Gladys trae aparejadas
limitaciones inesperadas. En su isla socialista ella
tenía acceso a todas las esferas de la sociedad. Por
el contrario, en el «floreciente paisaje» de la nueva
Alemania su horizonte son las cuatro paredes de su
cuarto. Así, el viaje de Gladys al inmenso mundo de
la RFA ampliada es desacreditado. Su limitado acceso
28
Jennifer Ruth Hosek
al entorno público y la intolerancia que ella y su hijo
sufren no es la imagen de Alemania que esperaba
encontrar; no obstante, como le recuerda Erik, debe
estar agradecida.
Cuba como resistencia a los silencios
narrativos
Mientras que las opiniones sobre Havanna mi
amor y Heirate mich! publicadas en los medios de
comunicación casi siempre han reconocido la relación
existente entre el dúo de cineastas estealemanes, Cuba
y la RDA, no se ha aceptado que la producción de
Wenders también establezca un vínculo entre la Isla
y Alemania. Los orígenes bien conocidos de Gaulke
y Eggert los autorizan a hablar de un pasado alemán
específico. La recepción de sus filmes como articulación
alegórica de la voz de las minorías ha incrementado
la comercialización de estas narrativas y las ha hecho
accesibles al debate público como perspectivas
específicas. Por el contrario, Wenders conserva una
posición inclasificada y sus filmes ganan en autoridad
narrativa gracias a su supuesta universalidad. La
tendencia a interpretar estéticamente los textos
canónicos ha naturalizado la narrativa prescriptiva de
Buena vista Social Club para Alemania.
Sin embargo, estas historias sobre Cuba articulan
otras sobre la unión, raramente abordadas públicamente.
También este silencio se debe al descenso del interés
público en narrativas serias sobre la RDA (un tema
dejado en el pasado) y las nuevas provincias de
Alemania contadas por estealemanes, mientras en
Buena Vista… se debe —al menos hasta hace muy
poco— a la ausencia de apoyo oficial y de la izquierda
moderada a las narrativas de la reunificación familiar
que critican el experimento social de Alemania del Este
y celebran una RFA ampliada fundada en los principios
de la Kulturnation.
Traducción: Fidel Jesús Quirós.
Notas
1. Uli Gaulke. Havanna mi amor (DVD), Salzberger, Berlín, 2000;
Uli Gaulke y Jeanette Eggert, Heirate mich! (DVD), Flying Moon
Filmproduction, Berlín, 2003; Wim Wenders, Buena Vista Social
Club (DVD), Road Movies Filmproduktion, Berlín, 1999.
2. Al emplear los términos unificación y reunificación subrayo
sus respectivas connotaciones políticas. La palabra unión, usada
de manera descriptiva, porta sus propias valencias politizadas,
relacionadas con la economía y los negocios. La frase «RFA
ampliada» se refiere a Alemania después del 3 de octubre de
1990; «el este de Alemania» y «estealemán», a la RDA; «el oeste
de Alemania» y «oestealemán» aluden a la RFA antes de 1990.
Con estas últimas frases pretendo designar tanto áreas geográficas
como medios socioeconómicos. Tales denominaciones buscan no
invocar connotaciones victoriosas que a veces están presentes en
los términos «ex RDA» o «antigua RDA».
3. La enraizada participación de la mujer en los movimientos
sociales de izquierda de Alemania occidental ha sido a menudo
desestimada y continúa sin ser representada. Como sucede
frecuentemente en el activismo político, cuando estos movimientos
sociales alcanzan reconocimiento, los hombres ocupan las
posiciones de liderazgo. En el ámbito de la producción cultural
este fenómeno masculinista se concreta en cifras precisas. Por
ejemplo, el Nuevo Cine Alemán, financiado por el gobierno, es en
gran medida un proyecto masculino, a pesar de las indagaciones
de género realizadas en algunos de sus filmes.
4. El término Kuba Welle, común en los medios de comunicación
impresos durante la época de Buena Vista Social Club, se usaba
en el lenguaje hablado para referirse al interés en Cuba o en
manifestaciones de su cultura por parte de los alemanes. Véanse
Ruth Behar, «While Waiting for the Ferry to Cuba», Michigan
Quartely Review, a. 41, n. 4, Michigan, 2002; y Jennifer Ruth Hosek,
«Cuba and Germans: A Cultural History of an Infatuation», Tesis
de Doctorado, Universidad de California, Berkeley, 2004.
5. Gerd Gemünden, «Nostalgia for the Nation: Intellectuals and
National Identity in the United Germany», en Mieke Bal, Jonathan
Crew y Leon Spitzer, eds., Act of Memory: Cultural Recall in the
Present, University Press of New England, Hanover, 1999.
6. Véase Robert Philip Kolker y Peter Beicken, The Films of Wim
Wenders: Cinema as Vision of Desire, Cambridge University Press,
Cambridge, 1993, p. 165.
7. Roger Bromley, From Alice to Buena Vista: The Films of Wim
Wenders, Praeger, Westport, 2001, pp. 109-10.
8. Véase Jennifer Ruth Hosek, ob. cit.
9. Ellos encarnan el concepto de «primitivo» de Marianna
Torgovnik —reprimido por Occidente y, a la vez, recurrentemente
adoptado por los occidentales alienados. Marianna Torgovnick,
Primitive Passions: Men, Woman and the Quest for Ecstasy, Knopf,
Nueva York, 1997, pp. 8 y 13.
10. Gary Hentzi, «Buena Vista Social Club», Film Quarterly, n. 4,
Berkeley, enero de 2000, p. 50.
11. Véase Walter Benn Michaels, «Race into Culture: A Critical
Genealogy of Cultural Identity», en Henry Louis Gates y Kwame
Anthony Appiah, eds., Identities, University of Chicago Press,
Chicago, 1995.
12. Para un tratamiento particularmente revelador de la omisión
de la «raza» en la cultura alemana de posguerra véanse Katrin Sieg,
Ethnic Drag: Performing Race, Nation, Sexuality in West Germany,
University of Michigan Press, Ann Arbor, 2002, pp. 233-52, y
Uli Linke, German Bodies: Race and Representation after Hitler,
Routledge, Nueva York, 1999, pp. 120-4.
13. Véase Bernd Lindner, Die Demokratische Revolution in der
DDR 1989/90, Bundeszentrale für politische Bildung, Bonn, 1998,
pp. 152-3.
14. Véase Michael Tausig, Mimesis and Alterity: A Particular History
of the Senses, Routledge, Nueva York, 1993.
15. La recepción liberal cubanoamericana de estos filmes también
ha enfatizado este punto. Frank Oteri, «Entrevista a Tania León»,
disponible en wwww.newmusicbox.org/first-person/aug99/
interview2html (consultado en marzo de 2005).
16. Véase Jatayi Ghosh, «The Many Uses of Jazz», Frontline on Net,
4 de febrero de 2000, disponible en http:// www.frontlineonnet.
com/fl 1702/17021050.html (consultado en marzo de 2005).
Los miembros de la comunidad conservadora cubanoamericana
interpretan el filme de manera similar, aplauden la película después
de haber boicoteado la visita de los músicos cubanos. Art Levin,
«Viva Buena Vista Social Club», 1999, disponible en http://archive.
salon.com/ent/musicfeature/1999/03/09feature.html (consultado
en marzo de 2005).
17. Arjun Appadurai, «Putting Hierarchy in its Place», Cultural
Anthropology, Duke, 1998, p. 36.
18. Jürgen Habermas, Die Nachholende Revolution, Suhrkamp,
Frankfurt del Meno, 1990, p. 207. Al mismo tiempo que la retórica
oficial de la RDA utilizaba los indicadores económicos para
respaldar la identificación nacional, privilegiaba los discursos
antifascistas. Este interés fundacional podría entenderse como
oportuno: el antifascismo legitimaba el Estado socialista como
contraparte de la economía capitalista y lo que se consideraba
como sus tendencias fascistas.
19. Al respecto, una encuesta de opinión realizada por el Emnid
Institut fur Meinungsforschung a tres mil alemanes demuestra que
tales actitudes están representadas también en la cultura popular.
Andrea Rinke, «From Motzki to Trotzki: Representations of East
and West German Cultural Identities on German Television after
Unification», en Osman Durrani, Collin H. Good y Kevin Hillard,
eds., The New Germany Literature and Society after Unification,
Sheffield Academic Press, 1995, pp. 231-51, 235 y 237.
20. Véanse Alice Aneskirchner, «Gespräch mit Uli Gaulke»
(brochure publicitario de Havanna mi amor), Potsdam Babelberg,
2000, pp. 8-11; y Arnold Schölze, «Warum drehen Sie Filme
Über Kuba?», Junge Welt, 2000, disponible en www.jungewelt.
de/2000/07’18/014.shtml (consultado en julio de 2000).
21. Documentación sobre la recepción de Havanna mi amor en la
Hochschule fur Film und Fernsehen, Konrad Wolf, disponible en
www.rickfilms.de/hibilly/home.mede.hill.billyjam_press_DE.pdf.
22. Bettina Bremme, «Havanna mi amor. Eine Glotze geht auf
Reisen», Lateinamerika Nachrichten, n. 308, Berlín, 2000, p. 43.
23. Sobre la relación entre el humor y la unión, véase Carol Anne
Costabile-Hemming, Rachel J. Halverson, y Kristie A. Foell, Textual
Responses to German Reunification: Processing Historical and Social
Change in Literature and Film, W. de Gruyter, Berlín, 2001.
24. Leonie Naughton, That was the Wild East: Film Culture,
Unification and the «New» Germany, University of Michigan Press,
Ann Arbor, 2002.
25. Entrevista de la autora con Jeannette Eggert, junio de 2003.
26. Véase Elke Schieber, «Im Dammerlicht der Perestroika 1980
bis 1989», en Günter Jordan y Ralf Schenk, eds., Schwarzweiss and
Farbe: DEFA Dokumentarfilme 1942-92, Film Museum Potsdam,
Berlín, 2000.
27. Jeannette Eggert y Uli Gaulke advierten que lo que ellos llaman
el enfoque occidental de la entrevista directa resulta inefectivo
como medio de comunicación. Aún más que eso, lo consideran
irrespetuoso porque omite las circunstancias del entrevistado y
en su lugar construye una mitología de la libertad de elección y de
expresión que oscurece la lógica de la vida en las sociedades con
regímenes autoritarios. Entrevista de la autora con Eggert y Gaulke,
diciembre de 2001.
28. Véanse Belinda Carstens Wickham, «Gender in Cartoons
of German Unification», Journal of Women’s History, a. 10, n. 1,
Baltimore, verano de 1998; y Cheryl Dueck, «Gendered Germanies:
The Fetters of a Metaphorical Marriage», German Life and Letters,
a. 54, n. 4, Birmingham, octubre de 2001.
, 2014
Documentando Cuba; debatiendo Alemania
29
La imaginación
con poder: Cuba según
la Guide du Routard
María del Pilar Díaz Castañón
Profesora. Universidad de La Habana.
L
os libros de viajeros siempre han sido creativos.
Fuente ineludible aderezada con mucha
imaginación, constituyen para el historiador un
notorio referente de una época. Y en muchos
sentidos.
Así, gracias al preciso Walter Goodman usted se
entera de lo cultivada, amable y, para su asombro,
muy comilona que era la burguesía criolla del Santiago
decimonónico; y el amable Antonio Pigafetta le informa,
con dibujos elocuentes y la autoridad del sobreviviente,
que los patagones recibían tal apelativo porque tenían
los pies tan grandes que se acostaban sobre uno y se
tapaban del sol con el otro. Pablo Neruda conservaba
celosamente en Isla Negra estas y otras ilustraciones,
entre ellas las que representaban al hombre americano
con un ojo en medio del estómago o llevando con gracia
la cabeza en el antebrazo izquierdo.
Claro que a los cultos aristócratas santiagueros no
les gustó que los compararan con las langostas en lo
que a engullir alimentos en los saraos se refiere. Es
usual: a casi ningún nacional le complace la imagen
que el extranjero tal o cual ofrece de su país. A ver,
¿cree usted que a los franceses les encanta constatar
que la mayoría de los cubanos piensa que no se bañan
más que en perfume?
Valga lo dicho para destacar el poder de la
imagen… y del prejuicio. Si algo está escrito «por
fuente autorizada» y le informa de las características
de una región, continente o habitantes respectivos,
pues alguna credibilidad tendrá, piensa usted, ya que
una casa editorial se tomó el trabajo de publicarlo.
Autoritas dixit.
30
María del Pilar
Castañón
n. 77:Díaz
30-34,
enero-marzo de 2014
La Guide du Routard (routard: caminante que sigue
la ruta y viaja con poco gasto, según Le Petit Robert)1 es
quizás uno de los libros más famosos que existen para
orientar a los viajeros del Primer mundo. El equipo
que lo confecciona pasa previamente algún tiempo en
el lugar en cuestión. En cualquier librería europea se
puede hallar la Routard no solo de Cuba, sino de Nueva
Zelanda, China o Polinesia: para el lugar más remoto,
los especialistas tienen lista una guía.
En ella se informa —cumpliendo con el lema
de andariego económico— cómo llegar al país, el
carácter de sus habitantes, lugares que se deben evitar
o frecuentar, con los inevitables mapas tan caros a los
naturales del Viejo continente. De modo que cuando
usted choca en la calle Obispo con un turista rosadito
que camina con la nariz metida en un libro, el tropezón
se debe a que está leyendo la Routard para decidir qué,
dónde y cómo hacer algo.
La Guide du Routard Cuba 2012 —merci, Michel—
le informa al detalle acerca de todo lo que un francés
debe saber para llegar a Cuba, pasar una buena estancia
en la Isla y sobrevivir a ella.2 Y la verdad es que, en
general, nos tratan bien. En general.
Se destaca la amabilidad de los insulares, su
hospitalidad y el hecho de que el país es muy sano,
lo que evita la necesidad de vacunas previas.3 Eso sí,
se advierte que la vida en Cuba no es precisamente
barata, y se recomienda evitar hoteles estatales en pro
de casas particulares y paladares. Sí. Paladares ya está
reconocido como vocablo imprescindible del argot
cubano. Del mismo modo, se aconseja traer a los niños,
si los hay, para que disfruten de la playa, el sol «y la
acogida incomparable de los cubanos, que adoran a
los niños».4 Lleve de todo, sugieren los editores, que
allí no hay nada.
Consejos sanos sí los hay, aunque un poco
reiterativos. Toda madre se echa la casa encima cuando
lleva a los hijos de paseo, y en cualquier lugar del
mundo los hoteles son más caros que los alquileres de
los nacionales. Pero no en todo ámbito del planeta se
recomiendan, por razones elementales. La afirmación
implícita de que la Isla es muy segura se hará explícita
al sugerir paseos nocturnos y tempraneros por La
Habana y otras ciudades. Eso sí, advierten, las cosas
han cambiado un poco. Con un optimismo puramente
europeo, sostienen: «Durante largos años, no ha habido
prácticamente robos en la Isla».5 Qué maravilla. Ahora
los robos están por doquier, pero no se preocupe, dicen,
los policías también. Y la Routard le ofrece una solución
genial: no lleve nada encima y nada le robarán.6
Las ideas simples, ¿no? El fundamento de la
proposición ya no lo es tanto. Con un paternalismo
vívido, la Routard advierte que «los cubanos tienen
problemas reales y el comportamiento de ciertos
extranjeros raya en la provocación».7 Igual énfasis
tiene la advertencia de fijarse con mucha atención en
el precio del artículo por comprar, sea un mojito o una
botella de agua. Verifique siempre la cuenta y el cambio:
constatará regularmente errores. No nos llaman
ladrones a secas. No. El redactor se pregunta si tales
equivocaciones son casuales o intencionales, y zanja el
asunto con la elusiva frase de «digamos que cada cual
hace lo que puede para mejorar su vida diaria».8
Una antigua alumna de Herminio Portell Vilá
contaba que allá por los años 40 de la centuria pasada
el eminente profesor comenzaba su curso universitario
con una tajante afirmación: «Aquí todos somos
descendientes de contrabandistas y ladrones». La
verdad es que de no haber sido por el contrabando,
no sé cómo habríamos llegado al siglo xxi, porque de
España no llegaba ni el sol. Y también es cierto que
Portell siempre fue un poco tremendista, si me excusan
el término. Sus artículos semanales en la Bohemia de
los 50 son magníficos, pero sin variación portan un
tono apocalíptico.
En el mismo estilo, la conclusión que emana de las
sugerencias de la Routard es clara: los franceses nos
tienen en alta estima, y nos compadecen profundamente
porque nos vemos obligados a robar. Por doquier.
No se deje provocar. En cualquier parte, el turista está
para ser explotado con gentileza. La idea es justamente
que el sujeto en cuestión deje su dinero en Nápoles, las
Galápagos o París, y por eso los naturales evitan como
la peste los lugares «turísticos»: son carísimos. Pero la
Routard va más allá de noción tan conocida y ofrece
una ambigua imagen de Cuba, especial para galos.
Que son naturalmente suspicaces y escépticos, por si
no lo sabía. Tienen la absoluta convicción de ser más
astutos y listos que los demás habitantes del planeta,
y por lo tanto, siempre desconfiarán de «los otros».
Ni se preocupe por la otredad: no es tan complicado.
Los «otros» son quienes tienen la desdicha de no ser
franceses. Por la mente no les pasa que a usted podría
no interesarle ser francés.
De modo que se advierte al turista que tratarán
de robarle en todas partes. Los hoteles estatales, ya
se sabe, deben evitarse, porque son más caros que en
Europa —Routard dixit, cosa que, la verdad, me parece
dudosa— y, desde luego, recordemos que esta guía se
hace, al menos en espíritu, para quienes se echan la
mochila al hombro y salen a caminar. Ahí, los hoteles
no encajan. Pero las alabadas «casas particulares»,
donde se puede comprobar cómo vive realmente el
indígena, no se libran del estigma del oprobio.
Si el visitante contrató la habitación sin comida
incluida, no debe enojarse si el dueño le insiste
gentilmente en que almuerce. No se trata de cortesía ni
simpatía. Es para cobrarle un precio que no coincidirá
nunca con el indicado por la Routard.9 Y el huésped,
inteligente y humanitario al fin, ha de ser comprensivo,
La imaginación con poder: Cuba según La Guide du Routard
31
Nebulosa como toda imago, la traducción de la realidad cubana desde el prisma
francés diseña los trazos de una especie de Arsène Lupin tropical: ladrón,
claro que sí, pero con gracia y donaire. Amabilísimo y estafador, hospitalario
y paupérrimo, creativo para sobrevivir al día.
porque, los pobres, viven en un equilibrio muy precario
entre los impuestos del Estado y la cotidianidad
insular.
La insistencia cansa: ya usted, cubano nacido y
criado, no tiene casi autoestima. De modo que cuando
lee que en CADECA y bancos les darán mal a los
franceses el equivalente de sus euros a la moneda que
fuere, porque les hacen una pequeña estafa merced
a «una hábil manipulación»,10 y que ha de contar el
numerario que sea ante el funcionario en cuestión, ya
no hay lugar para el asombro. Que asoma tímidamente
cuando se lee que en Cuba, país más caro que los otros
de América Latina, en cualquiera de los «palacios
españoles» —a la Routard no llegaron ecos de la
aristocracia criolla— donde el extranjero se siente a
tomar algo en compañía de un cubano le cobrarán
descaradamente más de lo que cargan a su coterráneo
en la mesa vecina.11 De ahí que la Guía recomiende
dejar una escasa propina, ya que de todos modos le
van a cargar 10% más en la cuenta.12 ¿Solución? Las
casas particulares, donde, como se ha visto, le han de
robar también.
Tranquilos. El Ballet Nacional de Cuba es una
maravilla y no se lo puede perder; las islas —entiéndase
cayos— que rodean la ínsula mayor tienen unas
playas preciosas y casi vírgenes; si no se sumerge en
las aguas de María la Gorda ha perdido el viaje; y, por
supuestísimo, los cubanos son la amabilidad misma.
Lea siempre con atención la carta, memorice la lista
de precios, revise la cuenta con atención, no permita
errores y todo irá bien, asevera la Routard.
La verdad es que ya no me extraña la fama de
tacaños que entre taxistas y personal dedicado al
turismo tienen los pobres galos. Cuentan los quilos
porque no hacen más que seguir las sugerencias de su
guía favorita, y por lo mismo regalan generosamente
un montón de ropa usada.
Desde luego que en Francia también cuentan los
euros, pero es distinto. Es La France. Hurgar en la
—generalmente las— maleta(s) de una turista gala es
hallar el imposible que exigían los muchachones del
Mayo del 68. Encontrará mermelada para las tartines del
desayuno —y paquetes de tartines—, botellas de vino
para l’apéritif, un montón de toallas que pesan media
tonelada —se bañan, ¿sabe usted?— y algo así como
todas las lociones y cosméticos habidos y por haber.
Y quizá un traje de baño, que la Routard recomienda
encarecidamente no olvidar. Puede ocurrir.
32
María del Pilar Díaz Castañón
Como a todos los seres humanos, a los franceses no
se les ocurre que sus costumbres puedan ser distintas, o
chocantes para el natural del lugar que visita. Recuerdo
la angustia de un colega al que invitaron «a tomar
algo» («on va prendre un verre») que resultó l’apéritif,
con las consabidas copitas de vino, nueces y palillos
masticables, pero nada más. Sin lugar a dudas, salió
con un hambre de preso. Por mí ni se preocupe. Ya
los conozco.
En otro lugar argumenté in extenso que la
sociabilidad francesa consiste fundamentalmente en
comer.13 De modo que solo diré, así, de pasada, que
en el país de los mejores vinos y quesos del mundo la
comida es tanto arte como ciencia, la ciencia del savoir
faire del ama de casa, que tiene que «recibir» con buen
gusto y de acuerdo con los cánones. Claro está, en una
economía globalizada, acostumbrada a contar con los
extraños limones amarillos de Israel todo el año, las
personas adquieren hábitos regulares. Pero ni se le
ocurra buscar paté de foie gras antes de Navidad: no
hay. No se vende porque nadie lo compra. La lógica
del capitalismo, ¿no? Pero todo el mundo sabe que las
flores que adornan jardines y museos en el gélido enero
son de invernadero, y son renovadas todas las noches
por sufridos jardineros, lo que hace creer a los turistas
que son las mismiticas que vieron ayer.
El punto es que hasta los galos tienen noción de
las estaciones del año y su influencia en los hábitos
alimentarios. De modo que me pregunto cómo es
posible que la clásica interrogante de «¿qué se come
en Cuba?» tenga esta simpática respuesta: «El menú
típico se compone de ensalada de pepinos con tomate,
arroz mezclado con frijoles negros, pollo o una lasca
de puerco».14 Se añade que en los paladares puede ser
más variado, sobre todo en los cercanos al mar. Y se les
recuerda que Cuba es el paraíso de la langosta.
A ver. Esta es la tierra más hermosa y todo eso, pero
ni siquiera aquí hay pepinos y tomates todo el año. Si
el visitante no quiere el congrí, tiene otras elecciones
posibles, reducidas para su nivel de expectativas,
claro está. La langosta le va a costar les yeux de la
tête, como dicen ellos, o lo va a dejar con una mano
atrás y otra en ningún lugar, como decimos nosotros.
¿Dónde queda la idea de viaje a bajo costo? Quizá en la
sugerencia de frecuentar los mercados agropecuarios
para comprar goyaves (guayabas)15 que con mucho aire
algún bromista decidió traducir por mamey. Amén
del lapsus linguae, también la fruta parece, al igual
que los pepinos, hallarse siempre a disposición del
consumidor.
La imagen de ese país maravilloso que es Cuba,
prestigiado por las leyendas revolucionarias, la
gentileza de sus habitantes y las extorsiones continuas
a las que gentiles indígenas someten al turista porque
no les queda otra, comienza a perfilarse. De que nos
pasamos la vida tratando de averiguar «el estado de
la cosa», como ha dicho Mayra Espina con su talento
habitual, no queda duda. Pero los enviados de la
Routard le ganaron a Tomás Moro.
«¿Dónde escuchar la música cubana? ¡Por todas
partes!».16 En las calles cubanas lo que se suele oír a
elevados decibeles es cualquier producción foránea.
De modo que si el turista recala en las muy elogiadas
«casas particulares», tendrá un curso intensivo del
ruido ambiente, y habrá de ir a predios «típicos» para
escuchar la eterna repetición del repertorio del Trío
Matamoros y Ñico Saquito. El sufrido profesor que
recorre la calle Obispo intentando llegar al Colegio
de San Gerónimo escucha el «Son de la loma» por lo
menos tres veces.
Acá inter nos, si al equipo de la Routard le da por
reivindicar que «congrí» procede de dos palabras
francesas, pues que sea feliz. Ya cambiar la fecha del
descubrimiento de América17 y sostener que el 26 de
abril de 1961 se enterró a los muertos en la invasión
a Playa Girón (proclama del carácter socialista de la
Revolución cubana incluida),18 denota un despiste
fenomenal. Un turista, ya se sabe, no suele prestar
mucha atención a los datos históricos. Si él decide que
la yuca es mandioca19 es su problema. Pero recomendar
el tren de Hershey es condenar al pobre galo a perder
tres horas y tanto de su tiempo.20 Con suerte...
No hay duda: cada cual define la totalidad desde su
punto de vista. Pero ya Hegel se explayó sobre aquello
del punto de vista y el punto sin vista. Si la Guide… se
precia de ofrecer a sus lectores un vocabulario mínimo
que les permita cierta comunicación con los habitantes
del lugar, queda la interrogante de por qué «bohío» y
«zafra»21 se incluyen entre los vocablos imprescindibles,
y claro que el punto perdió totalmente la vista al incluir a
Daína Chaviano en la lista de escritores representativos
de las letras cubanas, junto a José Lezama Lima y Jesús
Díaz.22 Ya, desde luego, no sorprende que, entre los
títulos recomendados, las catarsis pseudoliterarias de
Zoe Valdés acompañen a Paradiso (José Lezama Lima)
y El Siglo de las Luces (Alejo Carpentier).
Aquí empieza a tener usted una clave. No se trata
solo de eurocentrismo, o de los clásicos prejuicios que,
como ya se acotó, son inevitables. Es más complejo, y por
ello muy simple. El conocimiento es reconocimiento,
sostenía mi filósofo favorito. El Routard recomienda a
los galos informarse respecto a Cuba con la literatura
que sobre ella se publica en Francia. De modo que
suelen llegar listos para hallar en la Perla de las Antillas
lo que se les ha dicho que van a encontrar, legitimado
por investigadores franceses y desde el prisma, quién
lo duda, de la superior benevolencia europea.
Una amiga francesa, de esas que prefiere leer en
el idioma original y por eso domina cinco lenguas,
me comentaba sonriente que el peso de sus maletas
al regreso se debía a los libros. «Aquí no encuentras
muchas cosas, pero libros hay por todas partes», me
decía. Con su talento natural, buscó y halló textos
que en Europa no existen, con Internet o sin ella. Lo
que afirman en Francia, ya lo tiene por sabido. Las
referencias pendientes de literatura cubana las encontró
aquí. Y de la realidad insular, también. Insistió en ir al
Museo Napoleónico, se maravilló con la exhibición, y
su esposo armó las de San Quintín cuando pidió un
libro, catálogo, o simple folleto sobre el lugar y le dijeron
que no lo había.
La cubanidad, les expliqué. Tenemos la espléndida
colección que sobre el Emperador reuniera Julio Lobo
en la única villa renacentista de América Latina (que
debemos a Orestes Ferrara), pero no hay ni dos tímidas
hojitas que el turista pueda mostrar para hacerla valer.
Eso, por suerte, no lo dice la Routard.
Así que ya ve, hay galos de todos los estilos. Los
que solo consultan la guía por los mapas toman, desde
luego, sus propias decisiones, y logran, gracias a ello, el
distanciamiento de la imagen canónica tan necesario
al observador curioso.
La idea de que el cubano no es poseedor más que
de carencias y por eso se desquita practicando el sexo
con entusiasmo —tan cara a la producción de la muy
creativa Zoe Valdés como elogiosa para el indígena—
se mezcla en la Routard con la advertencia de que el
natural de la Isla Grande del Caribe es caballeroso y
muy tolerante con el extranjero,23 así que, por favor,
respete sus costumbres. Dado que el traje y la corbata
son casi inexistentes, si va a un restaurante, use una
guayabera,24 pida el último en las colas (los franceses
no tienen cultura al respecto. Siempre son los primeros)
y recuerde que a las jineteras hay que tratarlas con
especial cuidado, pobrecitas, ya que ejercen para
alimentar a su famélico clan.25 A fuer de originales,
hasta la prostitución la consideran de modo distinto
al habitual.
Nebulosa como toda imago, la traducción de la
realidad cubana desde el prisma francés diseña así los
trazos de una especie de Arsène Lupin tropical: ladrón,
claro que sí, pero con gracia y donaire. Amabilísimo
y estafador, hospitalario y paupérrimo, creativo para
sobrevivir al día. En el reino del gentleman cambrioleur,
todo puede ocurrir. ¡Qué bien! Lupin, quién lo duda,
aún guarda su maravilloso encanto. Y pese —o
gracias— a la Routard, los cubanos también.
La imaginación con poder: Cuba según La Guide du Routard
33
Notas
1. «Personne qui prend la route et qui voyage à peu de frais»,
CD-ROM Nouveau Petit Robert, dictionnaire alphabétique et
analogique de la langue française, Dictionnaires Le Robert, VUEF,
París, 2001.
2. Guide du Routard Cuba 2012, Hachette-Livre (Hachette
Tourisme), 2012, disponible en www.routard.com.
3. Ibídem, «Les questions qu’on se pose le plus souvent», p. 8.
4. Ibídem, «Peut-on y aller avec des enfants», p. 8.
5. Ibídem, «Dangers et enquiquinements», p. 40.
6. Ídem.
7. Ibídem, «Dangers...», pp. 40-1.
8. Ibídem, p. 41.
9. Coincido. Si se quieren morir de la risa, vean en la página 38 los
precios de las comidas «muy baratas», «baratas», «caras» y «muy
caras».
10. Guide du Routard..., «Dangers...», pp. 34-5.
11. Ibídem, p. 37.
12. Ibídem, «Restaurants et Paladars», p. 51.
13. Véase María del Pilar Díaz Castañón, «Notas sobre la
sociabilidad francesa», en Manden más… (columna de autor en
Sitio Web de la UNEAC), disponible en www.uneac.org.cu/index.
php?module=columna_autor&act=columna_autor&id=2, La
Habana, octubre de 2009.
14. Guide du Routard..., «Les questions...», p. 8.
15. Ibídem, «Cuisine», p. 73.
16. Ibídem, «Les questions…», p. 8.
17. Ibídem, «Hommes, culture et environnement», p. 86.
18. Ibídem, «La baie de Cochons», p. 92.
19. Ibídem, «Hommes, culture...», p. 81.
20. Ibídem, «Les Coups de Coeur du Routard», p. 9.
21. Ibídem, «Petit lexique spécifiquement cubain», p. 46.
22. Ibídem, pp. 47-8.
23. Ibídem, «Savoir- vivre et coutumes», p. 120.
24. Ídem.
25. «En su gran mayoría, las jineteras son simples jóvenes en busca
de pesos convertibles para sobrevivir y ayudar a sus familias. No
lo olviden nunca: eso los ayudará a considerarlas mejor». [Pour
la majorité, les jineteras sont des simples jeunes filles en quête de
quelques pesos convertibles pour survivre et aider sa famille. Ne
l’oubliez jamais: ça vous aidera a mieux les considérer]. Ibídem,
«Jineteras y jineteros», p. 101.
, 2014
34
María del Pilar Díaz Castañón
Imágenes de Cuba
en Noruega:
textos para turistas
Åse Johnsen
Profesora. Universidad de Bergen, Noruega.
Cecilia Alvstad
Profesora. Universidad de Oslo, Noruega.
L
os noruegos siempre han sido un pueblo viajero
y cada vez más buscan nuevos destinos para
sus vacaciones. Cuba es un lugar relativamente
nuevo para ellos. En la actualidad más de nueve
mil personas visitan la Isla cada año.1 Los noruegos
que viajan a Cuba pueden dividirse en dos grupos: los
«viajeros» y los «turistas». Según Paola D. Smecca:
La opinión prevaleciente en el siglo xx tiende a
considerar que un viajero es aquel dotado de originalidad
y juicio autónomo, que cuida de no alterar las sociedades
extranjeras, pero las describe y busca un contacto
significativo con el lugar visitado [...] Por el contrario,
se cree que el turista se caracteriza por la torpeza y la
superficialidad [...] y por proporcionar respuestas clichés
sobre los países y las personas.2
El grupo de viajeros noruegos está constituido
por estudiantes, intelectuales y artistas que desean
conocer otras culturas. Se sienten atraídos por Cuba
debido a razones políticas, históricas y culturales. Sus
conocimientos sobre el país provienen principalmente
de estudios y de libros de viajes, novelas y tratados
políticos. Por ejemplo, el volumen escrito por Vegard
Bye y Dag Hoel, Dette er Cuba - alt annet er løgn! [Esto
es Cuba, ¡todo lo demás es mentira!].3 Estas personas
viajan por su cuenta y buscan la Cuba auténtica; en
muchos casos hablan español.
El otro grupo (los turistas) busca sobre todo sol
y playa; prefiere viajes organizados en los que todo está
preparado de antemano. Aunque algunos se interesan
por la cultura y la historia de las naciones que visitan, la
gran mayoría solo quiere escapar del clima noruego y
hacer actividades veraniegas. Para este grupo, que recibe
la información sobre Cuba fundamentalmente a través
de los catálogos de las agencias que les venden el viaje,
n. 77:
35-42, enero-marzo
2014
Imágenes de Cuba
en Noruega:
textos parade
turistas
35
la historia y la situación política de la Isla serán solo el
telón de fondo durante su estancia en ella.
Folletos y catálogos promocionales
Los textos turísticos poseen función apelativa y,
según la tipología de Katarina Reiss, pertenecen a la
categoría de textos operativos.4 Marie-Louise Nobs
explica que estos «se caracterizan por la utilización de
un lenguaje persuasivo cuyo objetivo es incitar al lector
a una reacción activa hacia el texto». Dice, además, que
«se centran fundamentalmente en el receptor del texto
y su mundo, su mentalidad y su psicología».5
Es conveniente diferenciar entre dos tipos de textos
turísticos: los folletos, que se distribuyen en el destino
(o en Internet), y los catálogos de las agencias de viajes
y de los turoperadores, que se publican y entregan en
el lugar de origen del turista (o se colocan en Internet).
Los folletos muchas veces son confeccionados por
entidades estatales o semiestatales en el país receptor y
sus lectores son personas de diferentes nacionalidades;
por lo tanto, dichas instituciones saben poco sobre las
preferencias de sus destinatarios.6 En consecuencia,
estos materiales tienden a centrarse en las bondades
del enclave turístico, cuyas características a veces son
presentadas de manera jactanciosa.7
Los catálogos, en cambio, se dirigen a un grupo
más homogéneo y contienen elementos de negociación
intercultural. El emisor conoce, hasta cierto punto, los
gustos de los lectores y si el destino es conocido o no
por ellos. Se puede decir que se centran en el lector.
Tales catálogos deben equilibrar su presentación para
no engañar al turista y no recibir quejas posteriores.
Nuestro estudio examina la información que brindan
sobre Cuba y cómo la presentan.
Cuba como destino turístico
Desde la temporada invernal 2011-2012, las
compañías Ving y Star Tours ofrecen vuelos charter
directos desde Oslo a Varadero. Allí hay playas cálidas,
hermosas, hoteles all-inclusive. Sin embargo, los turistas
suelen hacer por lo menos una excursión, muchos
escogen conocer La Habana.
¿Cómo los catálogos presentan a Cuba y preparan a
los visitantes para el encuentro con esos contrastes? ¿Se
menciona la situación política, tan especial, del país?
¿Se da prioridad a los aspectos más turísticos? ¿En qué
lengua se ofrece la información?
Estas preguntas corresponden a los tres componentes
básicos del modelo de análisis de Michael A. K. Halliday
relativo a la lingüística textual: campo, tenor y modo.8
En él se basa nuestro análisis, que, además, sigue los
36
Åse Johnsen y Cecilia Alvstad
pasos de otros estudiosos de folletos turísticos, por
ejemplo Zheng Jie.9
Los textos aquí analizados pertenecen a catálogos
impresos o a presentaciones en Internet. Estas son
preferidas cada vez más por quienes ya saben adónde
quieren ir, mientras que los catálogos mencionados
proponen diversos destinos y, por lo tanto, constituyen
la primera opción para aquellos que aún desconocen
adónde dirigirse. Hemos utilizado materiales de tres
de los turoperadores más grandes de Noruega: Star
Tours, Apollo y Ving. Estas empresas ofrecen viajes
por el mundo, sobre todo a los destinos clásicos de sol
y playa. Además, escogimos textos de Jambo Tours y
OrkidéEkspressen, dos operadores que se presentan
como especialistas en viajes exóticos y a lugares lejanos.
El primero tiene un catálogo impreso cuyos lemas son
«Solo viajes ecológicos» y «Viaje un poco más lejos»; el
segundo posee una página web donde propone destinos
inusuales, entre ellos Cuba.10
A continuación se abordan materiales sobre Cuba
en general y dos de sus lugares más visitados por los
noruegos: Varadero y La Habana, los cuales aparecen
descritos en todos los folletos. Algunos turoperadores
también brindan otros destinos en Cuba, además de
viajes en autobús que recorren gran parte de la Isla.
Se insiste en los elementos enfatizados en los textos
mediante los títulos, la repetición de palabras, los
sinónimos y las fotos. Se enfatiza en lo que James R.
Martín y Peter R. White llaman apreciación, es decir,
«la evaluación de objetos y productos en relación con
principios estéticos y otros sistemas de valor social».11
La apreciación «evalúa lo típico de los objetos naturales,
manufacturas, textos y construcciones más abstractas
como los planes y las políticas».12 Martin y White
dividen ese proceso en tres partes: «En términos
generales las apreciaciones se pueden dividir en:
nuestras “reacciones” a las cosas [...] sus “componentes”
y su “valor”».13
Las valoraciones pueden ser positivas o negativas.
En esta parte del análisis se seleccionan adjetivos y otras
expresiones descriptivas para conocer cómo los autores
de los catálogos evalúan el destino descrito.
También se indaga en cómo se presenta la
información dada a través de oraciones que se combinan
con algún marcador textual. Dichos marcadores nos
pueden mostrar de qué modo una parte es evaluada
o resaltada en relación con otra. Para finalizar, se
contrasta la manera en que se presenta a Cuba en
estos catálogos noruegos con la visión promovida por
Cubatravel, una página web oficial cubana.
Cuba según Star Tours
Dentro del catálogo de esa empresa cuatro páginas
están dedicadas a la Isla, en tres de ellas las fotos
cubren todo el espacio y hay muy poco texto.14 La
cuarta contiene la información principal e incluye
tres fotografías y una ilustración (unas hojas de menta
que acompañan una receta de mojito). Los destinos
mencionados son Varadero y La Habana. No obstante,
el operador también habla de otras opciones, por
ejemplo recorrer parte de la Isla a pie o en bicicleta.
El texto define Cuba, La Habana y Varadero; y
describe, hasta cierto punto, a los cubanos. El título
de la primera página que trata sobre la mayor de las
Antillas es «Salsa, sol y puros. Cuba» y el de la central,
«Cuba: Hoteles directamente en la playa, carros de
los años 50, salsa, puros y casas coloniales de muchos
colores». Estos elementos se repiten en varias ocasiones.
Además de la salsa, también se hace referencia a otros
bailes, como el mambo y el chachachá. Hay una foto
de personas que bailan en la playa y la imagen de una
mujer sonriente con un tabaco en la mano, asomada
en la ventanilla de un automóvil antiguo. Se observan
varias referencias a las playas y el clima. Las bebidas
alcohólicas se resaltan: además de la receta de mojito,
se recomienda al turista comprar ron y probar el
daiquirí.
Cuba es caracterizada como un twist caribeño. Twist
es una bolsita de plástico llena de bombones que se
vende en Escandinavia. En los anuncios comerciales
se subraya su gran variedad de sabores. Según esta
metáfora, en Cuba se puede encontrar algo para todos
los gustos.
El texto central se compone de cuatro párrafos, los
dos primeros describen Varadero y La Habana. Los
restantes subrayan otros elementos centrales y se titulan
«La alegría musical» y «Tras los pasos de Hemingway».
Ambos lugares se contrastan indirectamente: «Puedes
combinar las blancas playas de coral y el mar turquesa
con experiencias inolvidables de La Habana». Más
adelante se añade: «Un día te encuentras entre carros
de los años 50 y encantadoras casas coloniales en La
Habana Vieja. Al día siguiente buceas en las playas de
Varadero». El contraste también se observa en las tres
imágenes que acompañan el texto; en la del centro un
grupo de personas baila salsa en la playa de Varadero.
El pie afirma que esto ocurre a menudo, pero no se
especifica si se refiere a los cubanos o a los turistas.
Las otras fotografías muestran a un limpiabotas y a un
taxista con su «cocotaxi», en La Habana. El primero
es presentado como un profesional y el vehículo se
compara con el tuk-tuk de Tailandia.
El tono del texto es muy positivo, algo que se
logra mediante el uso de adjetivos como «exótico»,
«seductor» y «delicioso». Varadero posee playas
«bonitas» y «blancas», mar «turquesa» y temperatura
«agradable». La Habana es catalogada con los siguientes
calificativos: encanto «desgastado», casas coloniales «de
muchos colores», grandeza «de antaño». «Desgastado»
es una palabra con connotaciones negativas, pero al
combinarla con «encanto» se neutraliza. «Colorido»
denota alegría y es, por tanto, positiva; mientras que la
última de esas frases indica al lector que en ese entorno
ha habido cambios.
De los cubanos se manifiesta que son «calurosos»,
«abiertos», «con alegría de vivir», musicales «con
un ritmo admirable»; también generosos, ya que
comparten su alegría con los demás y los hacen sentir
bienvenidos.
La capital cubana —y el contacto con sus habitantes—
se describe como un plató de cine; o sea, como algo no
real que el visitante contempla desde afuera.
El escritor se dirige frecuentemente al lector
mediante el uso del pronombre personal tú. Así se
establece un contacto directo entre el emisor del
mensaje y el receptor, a la vez que el segundo es situado
en el destino descrito.
Dos oraciones contrastan entre sí por el uso de
marcadores textuales (el énfasis en ellas es nuestro):
Aunque parte de la ciudad sufre de desgaste y falta de
mantenimiento, no puedes dejar de impresionarte por
el orgullo de antaño de la Habana.
[...]
Aquí no vas para hacer compras, hay sin embargo algo
que debes comprar para llevar a casa: ron y puros.
En ambas se observa que el aspecto negativo
enseguida es neutralizado mediante uno positivo y así
se da una presentación equilibrada.
Para resumir: después de leer el texto uno se
queda con la impresión de que en Cuba se puede ir
a la playa, tomar sol, bailar y contemplar La Habana.
No se exhorta al turista a establecer contacto con los
nacionales. El catálogo en ningún momento menciona
la historia política del país. Señala la grandeza de los
años anteriores y el lector deduce que ha habido un
cambio, pero no explica el porqué.
Imagen ofrecida por Apollo
Este turoperador propone diversos destinos: La
Habana, Varadero, Cayo Santa María y Jibacoa, además
de dos viajes en autocar por la Isla, denominados «Los
contrastes de Cuba» y «Cuba a través de la historia». A
continuación se analizan tres textos suyos colocados en
Internet.15 Todos comienzan con una foto y terminan
con un mapa de la Isla.
El país es calificado como «una isla de vacaciones
tropicales y excepcional», diferente y de «contrastes».
Sobre Varadero se afirma en el texto correspondiente:
«es el lugar de vacaciones más popular de Cuba,
bendecido con agua cristalina y playas blanquísimas
[…] un paraíso tropical que ofrece actividades para
toda la familia». La Habana es caracterizada como «una
ciudad mágica que exhibe la herencia cultural española,
Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas
37
En todos los materiales promocionales, Varadero es descrito como un
destino de sol y playa y de actividades típicamente turísticas. En cambio, la
información sobre La Habana y sobre Cuba en general es bastante diferente
en los textos noruegos.
ron oscuro, sabrosos puros, salsa y unas tremendas
ganas de vivir».
El material que hace una presentación general de
Cuba se inicia con una foto de mujeres que bailan en
la calle y un hombre con un tambor. Ellas parecen
divertirse. La existencia cotidiana se presenta como
algo fácil: «Aquí se vive a ritmo de salsa, y la sonrisa y
la risa nunca están lejos». El tono de todo el mensaje
es positivo; otros calificativos utilizados son: comida
«variada», cultura «rica y floreciente».
Dos oraciones que develan la realidad cubana
mediante marcadores textuales contienen de manera
implícita una crítica de la situación actual. En una de
ellas se alude a la Revolución cubana: «Han pasado
ya cuarenta y cinco años, pero el desarrollo dentro de
muchas áreas de Cuba no ha avanzado prácticamente
nada». La segunda, bajo el subtítulo «Información útil»
explica: «Como los cubanos reciben tan bajos sueldos
del Estado», quienes brindan el servicio esperan
«propina o pequeños regalos, también cuando se trata
de all-inclusive» (el énfasis es nuestro).
Se advierte, además, que puede haber diferencias
entre alojamientos privados y estatales, sin dar ninguna
explicación ulterior: «Nótese que los hoteles estatales
tienen menos posibilidades de variar el surtido de
comestibles».
El material publicitario sobre Varadero presenta
en primer término un velero y personas que se bañan
o caminan por la playa. Menciona varios personajes
reales: «El famoso gánster Al Capone construyó en
su tiempo una casa veraniega en […] Hicacos»; «en
el edificio del club hay una foto legendaria de Che
Guevara y Fidel Castro jugando al golf». El enclave
es realzado mediante epítetos positivos: la playa «es
única» y «fabulosa», hoteles «grandes y hermosos»,
el «magnífico» campo de golf, alrededores «idílicos»,
entre otros. Se subrayan las actividades que ofrece para
toda la familia: nadar con los inteligentes delfines en
un delfinario, alquilar un automóvil e ir a La Habana,
manejar una moto náutica, bucear o ver el fondo del mar
desde un submarino, viajar en barco o en helicóptero a
una de las islas cercanas, jugar golf. A la par, se resalta
la vida nocturna: «Aquí puedes disfrutar de un Cuba
Libre helado en uno de los bares, antes de moverte a
los ritmos de salsa en alguna de las discotecas». En un
apartado de consejos prácticos se alerta que la conexión
telefónica es mala y que todos los hoteles del balneario
38
Åse Johnsen y Cecilia Alvstad
tienen conexión a Internet, pero su velocidad es baja y
muchas páginas están bloqueadas.
El texto acerca de La Habana describe la urbe, a sus
habitantes, los carros, La Habana Vieja, La Bodeguita
del Medio, la presencia de Hemingway, la salsa y la
alegría de vivir. Se caracteriza a los habaneros como
abiertos, amigables y curiosos, que a menudo miran por
la ventana para ver lo que sucede en la calle e incluso
sacan sus muebles a la acera para disfrutar del atardecer.
Sobre los viejos carros norteamericanos se dice que
son reparados por los cubanos «con sus propias manos
y con repuestos diversos, y pulidos hasta que brillan
como el sol».
La Habana Vieja se califica mediante las siguientes
palabras: «Una de las capitales más fascinantes del
mundo», «un embrollo de pequeñas callejuelas y
calles estrechas», «edificios coloniales orgullosos»,
«distinguidos restaurantes». En el párrafo dedicado a
La Bodeguita del Medio se incluye la receta del mojito.
También se menciona a Hemingway. De la casa del
escritor se resaltan los colores claros y los trofeos de
caza.
Durante la noche tropical hay diversas actividades
y vida en las calles: «Bajo la cobija de la oscuridad, La
Habana vuelve a ser la hermosa metrópoli mundial que
fue antes de los días de la Revolución». Se sugiere al
visitante lanzarse al intenso entretenimiento. En cuanto
a la relación entre los nacionales y los foráneos: «Como
turista te invitan a participar en la legendaria y vital
alegría de los cubanos». También en esta presentación
de La Habana aparece una oración adversativa: «Aquí
se encuentran orgullosos edificios de estilo colonial,
pero los colores fuertes que alguna vez adornaban las
paredes se han puesto pálidos y han caído en grandes
trozos» (el énfasis es nuestro).
Estas y otras afirmaciones pueden leerse como una
crítica implícita. Hay varias referencias a la Cuba anterior
a 1959 y algo de nostalgia por el pasado, por lo que
indirectamente se comunica que las transformaciones
ocurridas no solo han sido para bien.
Al igual que el otro turoperador, el emisor utiliza
frecuentemente el pronombre personal «du» o «deg»
(tú o te).
Los textos de Ving
Estos documentos fueron obtenidos de Internet.
Son textos breves sobre Cuba en general, Varadero, La
Habana, y una hoja de información práctica relacionada
con esta ciudad.16
Se define Cuba como «una de las islas más verdes
del Caribe [...] llena de contrastes y con una mezcla
interesante de lo viejo y lo nuevo, de lo bonito y lo
desaliñado, fuera de lo común».
Dicho texto es el único que trata directamente
el tema de la política y puntualiza: «La república
socialista de Cuba es el Estado más grande del
Caribe». A continuación especifica algunos contrastes:
«encontrarás salsa y comunismo, alegría de vivir y
pobreza, altas montañas con áreas protegidas con
flores silvestres y playas blancas». Aquí se resaltan seis
elementos, contrapuestos mediante la conjunción «og»
(y). Tales dicotomías son curiosas pues la única real es
la de la alta montaña y la playa.
También se explica que los pesos (CUP) solo los
usan los cubanos, mientras que la moneda para el
turismo es el «CUC – pesos convertibles». Esto indica al
turista que hay una segregación entre él y los habitantes
de la Isla, pero no se da ninguna explicación adicional.
De igual modo se refiere que en muchos lugares
existen carteles con el lema «Viva la Revolución». No
se especifica su significado.
Varadero es calificado como «un paraíso playero
delicioso, preparado para gozar de la vida bajo el
sol y descansar libre de las preocupaciones de la
cotidianidad». Se subraya que este también es un
destino para niños: «Por supuesto que los niños son
bienvenidos en Cuba. SunGarden Sol Palmeras es
un buen hotel para ellos». Asimismo, se recomienda
al turista ver más de la Isla, ya que tiene una historia
interesante y una bella naturaleza.
En el artículo promocional acerca de La Habana
se afirma que «no se puede equiparar con otra ciudad
del mundo, y hay que vivir su atmósfera tan especial».
En este texto y en el que contiene informaciones
prácticas se contrasta con cierta nostalgia la ciudad
actual con la del pasado. En el primero se comenta:
«Los cochazos norteamericanos en las calles de La
Habana están cansados ya, y los elegantes edificios de
estilo colonial sueñan con la belleza de su juventud».17
Y el segundo expresa: «[La] “Habana Vieja”, como
dicen los cubanos, es un embrollo de callejuelas y
casas coloniales y restos de lo que alguna vez fueron
palacios o hermosas casas comerciales».18 En cuanto a
las compras, se afirma que La Habana no es un destino
típico para hacerlas, pero se mencionan los puros y el
ron; además, instrumentos musicales de madera, fotos
y otros recuerdos turísticos.
También hay una crítica directa al sistema social
cubano, en relación con el derecho a la libertad de
expresión: «Se puede decir lo que se quiera sobre los
hermanos Castro, pero no en Cuba. Todavía no».
Los textos de Ving ofrecen escasas referencias sobre
los cubanos. En el dedicado a Cuba en general no hay
ninguna mención directa, se supone que salsa y pobreza
indirectamente describen a parte de ellos. En el que
trata sobre Varadero se comenta que allí las personas
acomodadas tienen su casa de veraneo. El destinado a
promover La Habana asevera que los cubanos bailan
y fuman puros. Menciona que los precios de las
mercancías son demasiado altos para la mayoría de
ellos. Además, afirma que «se aferran a los héroes del
pasado, y la esperanza del futuro es el dólar».
La relación entre turistas y nacionales se aborda en
pocas ocasiones. El material que contiene informaciones
prácticas sobre la capital del país recomienda visitar
las «paladares» en casas particulares y así conocer la
cultura local. Y añade que los cubanos recibirán al
visitante «con apertura y amabilidad».
Se recomienda a los vacacionistas conocer los bares
favoritos de Hemingway y los centros nocturnos.
En dicho texto hay referencias a otros personajes
conocidos, como Che Guevara, los ancianos del Buena
Vista Social Club y los hermanos Castro.
El emisor se dirige frecuentemente al lector
mediante los pronombres personales du / deg (tú / te),
que alternan con el uso de «uno». En general, los textos
utilizan muchos adjetivos, expresiones halagadoras,
casi jactanciosas.
Hay una serie de oraciones con marcadores textuales
que combinan o contrastan elementos. Entre ellas, en
el texto con información práctica, un párrafo bajo el
subtítulo «Por lo demás», incluye las siguientes frases:
«Cuba es un Estado comunista, la gente es amable,
pero no es buena idea dar propina por ejemplo a
funcionarios estatales para conseguir un mejor servicio,
puesto que esto puede considerarse como soborno»
(el énfasis es nuestro). Lo enunciado parece poco
coherente. Alocuciones adversativas presentes en el
otro artículo sobre la capital, son: «No vas a La Habana
para hacer compras, pero la selección de mercancías es
cada vez mejor —por ejemplo, artículos electrónicos»
y «no es exactamente una ciudad de restaurantes; a
pesar de ello, hay muchos sitios con comida buena y
barata». Es decir, se constata algo negativo, y luego es
compensado por la oración subordinada.
Después de leer los textos de Ving queda la
impresión de que Cuba es un país con un pasado
atractivo y un presente más bien difícil.
La mirada de OrkidéEkspressen
Colocado en Internet, el conjunto incluye dos textos
sobre Cuba en general, uno referido a Varadero y otro
a La Habana.19 OrkidéEkspressen también promueve
otros muchos lugares de la Isla. En sus operaciones, ella
ocupa el segundo lugar, después de Tailandia.
Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas
39
Según el primero de los artículos, Cuba es un «país
extraño» en el Caribe, donde Fidel Castro ha gobernado
durante más de cuarenta años». Manifiesta que su
sistema político ha influido en lo bueno y en lo malo;
sin embargo, no especifica a qué se refiere. En varias
ocasiones se subraya que este destino turístico es algo
más que playas y sol; por ejemplo, en el párrafo inicial
se afirma: «Puedes viajar a Cuba como a cualquier otra
isla del Caribe [...] ¡Pero un viaje a Cuba da mucho
más!». Luego se describe a los niños que juegan en
las calles, a los hombres que reparan sus carros de los
años 50 o juegan dominó, la música, los animales, los
edificios, las palmeras, etc., y se recomienda al visitante
apartarse de las sendas turísticas para encontrar la vida
cotidiana de los cubanos. Entre las fotos acompañantes
se hallan las de cubanos en las calles, música, teatro,
un automóvil y un bicitaxi.
Acerca de las personas comentan: «La mezcla de
españoles, africanos y asiáticos ha creado una gente
colorida y tolerante».
Sobre la comida dicen que no es muy picante y
puede parecer un poco sosa. Esto se contrasta con
los pasteles, que «son muy buenos». Se menciona que
«a los cubanos les gustan los dulces». En cuanto a las
bebidas, se afirma: «Aparte del ron, el café cubano es
excelente. La cerveza es buena y no te olvides de probar
un batido de frutas».
El otro texto sobre el país contiene información
práctica. Cuando se presenta algo que puede resultar
negativo para el turista, enseguida se compensa con
un consejo o con algo positivo, como se observa en
estas citas: «Es una buena idea llevar una linterna o
velas, especialmente en la estación de lluvias, ya que la
corriente se corta con frecuencia. La electricidad está
en continuo mejoramiento, sobre todo en las zonas
turísticas». «Los cibercafés no se suelen encontrar,
pero la mayoría de los hoteles tienen Internet para
sus huéspedes». «No hay muchos cajeros automáticos
en Cuba. Es fácil sacar dinero en La Habana y en
Varadero, pero es una buena idea tener algún dinero
en efectivo».
Varadero es presentado como el destino turístico
más antiguo de la Isla y se explica de manera detallada
su localización geográfica, los números de las calles,
en qué área se encuentran los hoteles y dónde residen
los habitantes de la localidad. Incluso alerta que el olor
de una refinería de petróleo puede ser molesto en una
zona específica. Se describen las consabidas ventajas
del balneario, aunque se advierte: «Varadero tiene todo
lo que necesitas para tus vacaciones de playa, pero no
te pierdas el resto de Cuba». Se sugiere al lector ir a
Matanzas o a Cárdenas para encontrar un poco de
vida cotidiana local. Ilustran este material imágenes
de la playa y de dos vendedores con sus mercancías
en bicicleta.
40
Åse Johnsen y Cecilia Alvstad
El texto dedicado a La Habana la presenta como
un ser femenino, seductor: «Es casi imposible no
enamorarse de/en20 La Habana —es decir de la ciudad
misma [...] poco a poco ella se te mete debajo de la piel».
Se describen, en tono positivo, muchos lugares que
merece la pena ver: museos, edificios, bares, el mercado
de libros y la casa de Hemingway. Se recomienda
mover las caderas en las noches de salsa de La Habana.
Algunas de las fotos acompañantes muestran teatros y
shows de centros nocturnos.
En estos textos el emisor se dirige al lector
mediante el uso de tú (du), pero también se vale de
expresiones impersonales. Las palabras descriptivas
son más bien modestas: playas «bonitas», pueblos
«soñolientos», la comida «un poco aburrida».
Aparecen algunas oraciones con marcadores
explícitos, entre ellas: «Los edificios antiguos,
deteriorados, desgastados, pero llenos de encanto»
(el énfasis es nuestro).
Propuestas de Jambo Tours
Esta agencia sueca también vende viajes turísticos
en Noruega. Su folleto presenta Cuba en general y
explica detalladamente, día a día, dos viajes que se
pueden hacer por la Isla («Las perlas de Cuba» y «El
pequeño viaje por Cuba»).21 Además, se refiere a La
Habana y a destinos de sol y playa (Varadero, Playa
Ancón, Cayo Largo). Este análisis se concentra en las
descripciones generales del país, las introducciones
de los acápites sobre los viajes y las miradas a La
Habana y Varadero. Todos los textos son muy breves,
de uno a tres párrafos.
La Isla es nombrada «la perla del Caribe». Y se
describe mediante contrastes:
Aparte de las largas playas, el agua cristalina, el sol y
las noches tibias durante todo el año, el Estado isleño
también tienta con una cultura afrocubana muy bien
conservada, ricas raíces musicales y muchos sucesos
históricos interesantes.
En la presentación del viaje «Las perlas de Cuba»
hay un breve panorama histórico, desde la llegada de
Colón hasta nuestros días. Se explica la relación con
los Estados Unidos y es mencionada la base naval de
Guantánamo. Se comenta que hay pocas naciones tan
controversiales y debatidas como Cuba, pero a la vez
tan interesantes y amables con los turistas. El lector
es motivado a participar en el recorrido para conocer
la vida cotidiana, las fiestas, la música, la cultura, la
política y la naturaleza.
En este catálogo encontramos una de las pocas
alusiones al gobierno cubano:
La historia ha dejado huellas profundas en forma de
regímenes militares y dictaduras de diferentes colores.
Sobre todo el/la22 actual comunista, con los líderes
revolucionarios Fidel Castro y su hermano Raúl,
responsables de uno de los experimentos políticos y
sociales más grandes de la historia mundial.
El texto acerca de «El pequeño viaje por Cuba»
proporciona mucha información histórica, aunque de
manera superficial.
La Habana es caracterizada como una gran ciudad
viva, donde confluyen lo nuevo y lo antiguo. Se resalta
que La Habana Vieja, con edificios restaurados que
han recuperado su brillo, integra la lista del patrimonio
cultural elaborada por la UNESCO. Hay menciones a
los cafés y los bares; las bebidas —mojito y daiquirí—
se relacionan con Hemingway. El cabaret Tropicana es
comparado con el Lido de París.
De Varadero se afirma que, por su localización
geográfica y sus playas famosas, constituye un destino
turístico con actividades típicas del verano. Las fotos
contenidas en esta parte del catálogo reproducen
imágenes de la naturaleza y vistas generales de la playa
y de la ciudad. Los adjetivos empleados son sobre todo
positivos, pero no exagerados.
Estos textos se dirigen al lector de manera directa,
impersonal, pero en una ocasión aparece el pronombre
personal vi (nosotros): «nosotros hemos elegido los
ambientes históricos más interesantes».
No se contrasta la información mediante el uso de
marcadores textuales, como sucede en los textos ya
analizados.
Cubatravel
Antes de concluir, se contrastarán los textos
analizados con uno sobre La Habana y otro sobre
Varadero colocados en Cubatravel. El Portal del
Turismo en Cuba.23 Ambos ocupan una columna
delgada, conformada por cuatro o cinco párrafos. La
capital de la Isla se define como «el destino cultural
por excelencia de la mayor de Las Antillas, y una de las
urbes más encantadoras del mundo». Al igual que los
turoperadores noruegos, aquí se apela a Hemingway:
«El Premio Nobel de literatura [...] decía que, en belleza,
solo la superaban Venecia y París».
La ciudad recibe los siguientes calificativos:
«bulliciosa», «marítima», «abierta», «alegre», «sin
prejuicios». «En ella están los grandes hoteles, los cabarets
más rutilantes y los más afamados restaurantes». Toda
la descripción es muy positiva, típica de los folletos
turísticos que promueven su propio país.
En cuanto a Varadero, se resaltan sus playas,
poseedoras de «una longitud de más de veinte
kilómetros y una temperatura media de 25°C, unido a
la transparencia de sus aguas [...] y las arenas finísimas,
suaves y blancas». Los autores del mensaje publicitario
subrayan todas las actividades y las excursiones que
se pueden realizar. También mencionan a Matanzas,
ciudad a la que denominan «la Atenas de Cuba», y
nombran personas famosas que han pasado por allí,
entre ellas, Sara Bernhardt, Adelina Patti y Luis Felipe
de Orléans, quien llegó a ser rey de Francia.
Las frases empleadas para alabar el balneario no
se diferencian mucho de las usadas por los noruegos,
mientras el que trata sobre La Habana sí difiere
bastante: no se mencionan los puros, el ron, los carros
de los años 50 ni el desgaste de las casas coloniales,
tampoco las compras. En él solo se resaltan las cosas
positivas, con mucho más énfasis en las playas, la parte
náutica, la salud, clubes, teatros, museos, etcétera.
Conclusión
En todos los materiales promocionales, Varadero es
descrito de manera similar. En cambio, la información
sobre La Habana y sobre Cuba en general es bastante
diferente en los textos noruegos. Los catálogos de los
tres turoperadores más grandes enfatizan aspectos
más estereotipados, mediante la insistencia en la
salsa, los puros, el ron y los carros antiguos, mientras
que los otros dos hacen mayor hincapié en aspectos
históricos (Jambo Tours) y en la vida cotidiana
(OrkidéEkspressen). Ambos también son más neutrales
en sus descripciones. Los mensajes de Ving son los que
más adjetivos jactanciosos usan y por ello el discurso
es muy similar al empleado en los folletos turísticos de
los países receptores (por ejemplo, el de Cubatravel).
Sin embargo, este turoperador noruego destaca la
situación política de Cuba y critica abiertamente
el sistema socialista.
Todos los textos noruegos tratan de preparar al
turista para el encuentro con un destino diferente y
cumplen así, hasta cierto punto, su función informativa.
Por otra parte, al presentar los aspectos negativos de
una manera que los convierte en algo positivo, también
satisfacen la función apelativa u operativa (en este caso
comercial).
Notas
1. Véase Comité Noruego de Solidaridad con América Latina
(LAG), «Información sobre Cuba», Latin-amerika Gruppene i
Norge, disponible en www.latin-amerikagruppene.no/Landsider/
Cuba/index.html.
2. Paola D. Smecca, Representational Tactics in Travel Writing and
Translation: A Focus on Sicily, Carocci, Roma, 2005, p. 71. [Trad.
del Ed.]
3. Véase Vegard Bye y Dag Hoel, Dette er Cuba - alt annet er løgn!,
Spartacus, Oslo, 2009.
4. Katarina Reiss y Hans J. Vermeer, Fundamentos para una teoría
funcional de la traducción, Akal Ediciones, Madrid, 1996, p. 179.
Imágenes de Cuba en Noruega: textos para turistas
41
5. Marie-Louise Nobs, La traducción de folletos turísticos. ¿Qué
calidad demandan los turistas? Comares, Granada, 2006, p. 63.
6. Cierto es que los folletos turísticos frecuentemente se traducen
y en algunos casos la información también es adaptada a las
necesidades de los clientes.
7. Véase Åse Johnsen, «Fenalår o jamón serrano. Nosotros y los
otros», MTM Journal, n. 1, Atenas, 2009, pp. 55-70.
8. Véase Michael A. Halliday, Language as Social Semiotic: The Social
Interpretation of Language and Meaning, Arnold, Londres, 1978.
9. Véase Zhang Jie, «Construction of China’s Nacional Identity
in an Australian Travel Brochure. A Critical Discourse Analysis
Perspective», Canadian Social Science, v. 2, n. 1, marzo de 2006,
pp. 47-53.
10. Todos los textos analizados están escritos en noruego.
11. Peter R. R. White, «Un recorrido por la teoría de la valoración»,
disponible en www.grammatics.com/appraisal/SpanishTranslationAppraisalOutline.doc.
12. Ídem.
13. James R. Martin y Peter R. R. White, The Language of Evaluation.
Appraisal in English, Palgrave MacMillan, Nueva York, 2005, p. 56.
[Trad. del Ed.]
14. Véase Star Tours, En inspirerende ferieguide, n. 2, 2011, pp. 8-11.
15. Véanse las siguientes páginas del sitio web de Apollo: www.
apollo.no/no/hvor-vil-du-reise/nord-ogmellom-amerika/cuba/
pages/default.aspx; ww.apollo.no/no/hvor-vil-du-reise/nordogmellom-amerika/cuba/havanna/pages/default.aspx; www.apollo.
no/no/hvor-vil-du-reise/nord-ogmellom-amerika/cuba/varadero/
pages/default.aspx (consultadas el 27 de abril de 2011).
16. Véanse las siguientes páginas del sitio web de Ving: www.ving.
no/cuba; www.ving.no/varadero; www.ving.no/havana y www.ving.
no/havana/fakta (consultadas el 27 de abril de 2011).
17. Véase «Havanna Fakta», Ving, disponible en www.ving.no/
havana/fakta.
18. Véase «Havanna», Ving, disponible en www.ving.no/havana.
19. Véanse las siguientes páginas del sitio web de OrkidéEkspressen:
www.orkide.no/Cuba; www.orkide.no/Cuba/Varadero; www.
orkide.no/Cuba/Havana, y también http://tmcomponents.
travelmarket.com/modules/TM_Attachbank2/upload/75/Cuba.
pdf (consultadas el 27 de abril de 2011).
20. En noruego se usa la misma preposición en ambos casos, por
lo tanto, la oración es ambigua.
21. Jambo Tours, Catálogo 2010-2011, pp. 148-53.
22. En el texto noruego no queda claro si «actual comunista» se
refiere a regímenes militares o a dictaduras.
23. Véase Cubatravel. El Portal del Turismo en Cuba, disponible en
www.cubatravel.cu.
, 2014
42
Åse Johnsen y Cecilia Alvstad
Imagen país.
Promoción del turismo
José Luis Perelló Cabrera
Profesor. Facultad de Turismo.
Universidad de La Habana.
E
l turismo es un producto intangible que se
comercializa a través de imágenes dirigidas
a diversos consumidores en diferentes partes
del mundo, con culturas, motivaciones y
expectativas disímiles, bajo la influencia mediatizada
de gustos, modas y estatus.
La sociedad actual se integra al proceso de
globalización que incluye los mercados, los países y
millones de imágenes que configuran la realidad. En
este contexto aparece un nuevo arquetipo humano
más interesado por la sorpresa, la inmediatez y la
imprevisión que por la acumulación de conocimientos;
es decir, resulta más espontáneo que reflexivo; un nuevo
prototipo de «ser» que piensa más con imágenes que
con palabras, y que identifica la democracia con la
soberanía del consumo.
En resumen, una sociedad light, indiferente
sociopolíticamente, en ruptura con el pasado,
descomprometida con lo emocional, y obsesionada por
la imagen, la información y la velocidad, que encaja
también con la llamada «sociedad del acceso».
En esa realidad la comunicación está basada en la
imagen, que se convierte en marca para ser admitida
y consumida. En ese entorno «audiovisual», no es
relevante la verdad en la que cree una sociedad, sino
las formas de trasmitirla. La alternativa para «crear» un
mundo, es parecerse, no a la realidad, sino a la forma de
los mensajes con los que, normalmente, se habla acerca
del mundo (realidad conocible). Cuando eso sucede
surge la posibilidad de imitar los mensajes aceptados
para expresar dicha verdad.
Una sociedad elige ciertas formas para expresar
las verdades fundamentales que necesita para su
Imagen
país. Promoción
delde
turismo
n. 77: 43-48,
enero-marzo
2014
43
existencia. Esto lo hace mediante la ritualización y
defensa de la verdad, al tiempo que exige cumplir con
el ritual para enunciar lo verdadero; así, será verdad
(realidad) lo enunciado conforme al ritual, por más
que resulte no creíble.
Para expresar tal verdad hay que crear lo verosímil.1
Pero al hacerlo hay que tener en cuenta la cultura
temporal y geográficamente determinada, y además
reconocer la universalidad espacial de ciertos
componentes culturales contemporáneos implícitos
en el individuo.
Los medios de comunicación, en todas sus variantes,
son los encargados de fijar los patrones o los códigos
de lo verosímil, a través de las imágenes que tienen
la capacidad de representar el conjunto de creencias,
actitudes e impresiones —verdaderas o falsas, reales o
imaginarias, ciertas o equivocadas— que una persona
o grupo tiene sobre un objeto. Estas, además, guían y
conforman la actitud de las personas y sus grupos de
pertenencia o de referencia.
La imagen país, en general, y la imagen turística
de un país, como destino, existen siempre, tanto si la
organización y la empresa lo desea o no. Si un país,
una institución pública o privada no construyen por
sí mismos una imagen verosímil de sí, otros pueden
encargarse de hacerlo y no necesariamente en el sentido
deseado.
El etnocentrismo
Desde inicios del pasado siglo William Graham
Sumner afirmó que el etnocentrismo es
la visión de las cosas en la cual, el grupo propio de uno,
es el centro de todo y todos los otros son medidos y
estimados con referencia a él. De este modo, cada grupo
nutre su propio orgullo y vanidad, se considera a sí
mismo superior, exalta sus propias divinidades y mira
con desprecio a los extraños.2
Este autor apunta, además, que es una forma de
seudopatriotismo que «conduce a los individuos a
exagerar e intensificar todos los elementos de sus
propias raíces que son peculiares y que les permiten
diferenciarse de los demás»; y define el patriotismo
real como «un sentimiento de lealtad al grupo al que
se pertenece, por razón de nacimiento o por otro
vínculo».3 No se limita solo a las tribus y naciones;
se manifiesta también en toda clase de grupos
sociales, y desarrolla orgullo exagerado en la familia,
separatismo, prejuicio religioso, discriminación racial
y seudopatriotismo.
La literatura de esta esfera sugiere que el
etnocentrismo se genera desde múltiples fuentes
personales y situacionales. Geert Hofstede lo define
como «una exagerada tendencia a pensar que las
44
José Luis Perelló Cabrera
características del grupo al que se pertenece son
superiores a las de los otros grupos».4
Tal noción fue interpretada como un sistema
ideológico de relaciones de pertenencia a un grupo,
y fue elevada a la categoría de constructo psicosocial
con importancia en los sistemas individuales de la
personalidad, así como en las estructuras culturales y
de socialización del individuo.
En general, el concepto de etnocentrismo
representa
la tendencia universal de las personas a percibir a su
propio grupo y el de referencia, como el centro del
universo, a interpretar otras prácticas sociales e imágenes,
desde la perspectiva de su propio grupo y a rechazar
lo que es culturalmente diferente, mientras aceptan
ciegamente todo aquello que es como ellos mismos lo
conciben.5
El etnocentrismo se basa en una fuerte y extendida
diferenciación entre grupo interno y externo. Los
grupos internos (ingroups) son aquellos con los cuales
se identifica el individuo por motivos políticos,
económicos, religiosos, étnicos, culturales, etc., y
tiene actitudes leales y opiniones positivas hacia ellos.
Por otro lado, los externos (outgroups) toman en
consideración el antagonismo del grupo de pertenencia,
y manifiestan actitudes hostiles y opiniones negativas.
Ello se explica como una respuesta a la necesidad
de preservar su grupo, su sistema de imágenes de la
realidad y su sistema de valores.
El grupo interno es la consecuencia de la búsqueda
de relaciones personales entre individuos con similitud
lingüístico-cultural y proximidad geográfica. Por lo
tanto, los grupos de alto poder o estatus tienen más
probabilidades de provocar hostilidad y rencor en
aquellos menos poderosos; mientras los de menor
poder o estatus tenderán a ser menos etnocentristas
hacia otros de áreas geográficas próximas y parecidos
culturalmente.
Si se tiene en cuenta la orientación etnocéntrica
—que administra el marketing de los mercados
extranjeros y que concibe la región o el mundo como un
mercado potencial sin límites y desarrolla actividades
organizativas y de políticas sobre bases regionales o
mundiales—, las organizaciones y las empresas deberán
variar su orientación y su imagen global, adaptarse a la
política, la situación financiera y la línea de producto
y el tamaño potencial de los mercados extranjeros
objetivos.6
Lianxi Zhou, Mya K. Hui y Lan Xiaozeng enfatizan
en que para desarrollar una imagen país desde la
perspectiva del marketing internacional es necesario
tener en cuenta que las personas de cada nación
poseen un sistema de códigos y un patrón de
comportamiento distintivo y/o características de
personalidad duraderos basados en cinco elementos
culturales: 1) cultura material, 2) instituciones sociales,
3) sistemas de creencias, 4) sistemas estéticos y
5) idioma. Mediante la identificación de estos rasgos
debería ser posible entender mejor y reconocer los
códigos y patrones de actuación social e individual
significativos para el marketing.7
El efecto país de origen
La imagen percibida de los productos influye de
manera relevante en las decisiones y comportamientos
de los consumidores y puede ser configurada por
múltiples variables.
Desde una perspectiva internacional, el país de
origen de un producto es uno de los elementos que
configura la imagen país. En la literatura internacional,
a las consecuencias del origen geográfico del producto
sobre las percepciones y evaluaciones del comprador
se les denomina efecto country of origin, categoría que
se ubica, en el ámbito de los estudios sobre marketing,
en la línea de investigación relativa al comportamiento
del consumidor.8
En Cuba, por ejemplo, la imagen país se relaciona
con el efecto country of origin para productos como el
ron Havana Club y los tabacos Habanos, percibidos
a nivel internacional como de primerísima calidad e
imagen. Siguiendo la estrategia de este efecto, deben
potenciarse las imágenes del turismo y los servicios
profesionales —productos intangibles de significativa
importancia económica para el país.
Tres son los enfoques sobre los tipos de efectos que
genera el país de origen de los productos: cognitivo,
afectivo y normativo.
Desde la perspectiva cognitiva del procesamiento de
la información, el país de origen informa sobre algunos
atributos relacionales de sus productos —por ejemplo,
el precio, el estilo y moda o la calidad y el resultado—,
lo que reduce el riesgo percibido; se evalúa como
una variable informativa que puede generar diversos
efectos: influir en la evaluación global sin que sean
valorados los otros atributos, afectar la interpretación
de la información de estos otros, o ser evaluado como
un atributo más. Resulta válida la inserción de imágenes
tipo «país de origen» en las telenovelas brasileñas, en
las que se resaltan productos nacionales y atributos
naturales y culturales de interés turístico.
Ante la repetición coherente de esas imágenes se
interiorizan valores y códigos culturales de amplio
reconocimiento social. Desde lo afectivo, el país de
origen aparece como una variable relacionada con la
imagen que influye sobre las creencias y se traduce
en actitudes: sentimientos que, en general, despiertan
las imágenes de estos países, originan las actitudes
e intenciones de imitación, modas o compra de los
productos, sean tangibles o intangibles.
La complementariedad de las dimensiones cognitiva
y afectiva de la imagen de un país —planteamiento por
el que aboga la corriente de investigación actual, desde
la óptica etnográfica— se apoya en la necesidad de
comprender mejor la valoración del grupo social de un
lugar determinado, cuyo significado no solo se limita a
sus propiedades físicas (bellezas naturales, hospitalidad
de su población, autenticidad cultural, etc.); sino que
evoca un conjunto de experiencias emocionales
que pueden incluirse en conceptos tan abstractos como
la excitación, el descubrimiento, lo exótico, el agrado,
la solidaridad o la relajación, entre otros. Al respecto,
Hyounggon Kim y Sara L. Richardson expresan que en
el contexto imagen país la evaluación de las cualidades
afectivas podría llegar a ser más importante que la
valoración de las propiedades objetivas y perceptibles
de dicho grupo.9
Varios estudios demuestran que el componente
cognitivo de la imagen país influye significativamente
en la dimensión afectiva. El fundamento teórico de ese
vínculo reside en que la información proveniente del
entorno primero se interpreta y dota de significado y,
posteriormente, se utiliza para categorizar los estados
emocionales del individuo. Por tanto, el estado afectivo
se convierte en el resultado del proceso cognitivo
iniciado por aquel ante un estímulo externo, una
imagen.
La imagen de un país se construye sobre la base
de las percepciones positivas y negativas que de este
tengan el individuo y su grupo de referencia. Si bien
algunos países disfrutan de una imagen positiva y otros
sufren o padecen una negativa, la mayoría aglutina
un conjunto de elementos o percepciones de ambos
caracteres. Solo cuando la imagen positiva exceda a
su valoración negativa, el individuo elegirá dentro del
conjunto de lugares evocados.
En la actualidad existe consenso en que la formación
de la imagen país implica un proceso de desarrollo de un
concepto mental basado en un reducido número de
impresiones seleccionadas de entre un conjunto mucho
más amplio. Además, esa imagen se construye en la
mente del individuo a través de un proceso creativo en
el que dichas impresiones son elaboradas, depuradas
y ordenadas.
El desarrollo del mencionado concepto se
fundamenta en el procesamiento de la información
proveniente de muy diversas fuentes a lo largo de un
lapso. Por último, esta se organiza en un «concepto
mental lleno de significado para el individuo».10
No obstante, el país de origen no puede tratarse
como una «gran marca», pues la imagen global de una
nación es demasiado lejana y nebulosa. Su reputación
con respecto a la categoría de un producto influirá en
la elección del comprador más que el total atractivo de
la nación, aunque también pueden explotarse con éxito
Imagen país. Promoción del turismo
45
La principal dificultad para las organizaciones turísticas es lograr una imagen
país que trasmita lo intangible y sus múltiples atributos. En consecuencia, hay
pocas campañas de imagen turística, coherentes y constantes.
algunos fragmentos de su imagen global. Por ejemplo,
el código internacional que distingue la calidad turística
está determinado por las estrellas, como signo; los
destinos y productos turísticos cualificados con «cinco
estrellas» serán más propensos a ser elegidos por un
visitante. Resulta inadecuado insertar una estrella, en
una imagen de marca turística, con independencia de
que se remita a un atributo nación en la imagen país,
por no ser de reconocimiento global.
Desde lo normativo, la elección de productos
domésticos versus foráneos puede estar determinada
tanto por presiones normativas internas del comprador,
como por las externas. 11 En el primer caso, un
consumidor estadounidense, por ejemplo, puede
percibir que el valor ofrecido por un ron cubano es
superior al de las marcas domésticas, pero rehúsa
comprarlo debido a las implicaciones morales
o económicas que ello conlleva. En el segundo,
las presiones normativas externas pueden estar
representadas por campañas organizadas contra los
productos importados en general o contra los de
algunos países en particular.
Cuando los productos de un país —tangibles
o intangibles— están ampliamente disponibles y
los consumidores los conocen bien estos podrían
sintetizar sus creencias sobre las cualidades colectivas
de los productos en la imagen del propio país como
un constructo «resumen» que afectaría su visión del
origen común de los productos. Así, la imagen país
podría ayudarlos a «resumir» sus creencias sobre los
productos y servicios, lo que influiría directamente en
sus actitudes y preferencias.
El país de origen del producto junto con el resto
de atributos extrínsecos: la marca, la garantía, los
servicios de apoyo, el precio, la publicidad o la
distribución, son más utilizados en la evaluación, en
la medida en que sean más difíciles de evaluar los
intrínsecos: las funciones, el color, el sabor, el diseño,
las especificaciones, su rendimiento o resultados.
Como la calidad de la mayor parte de los productos
y servicios no puede ser evaluada en su totalidad antes
de su compra, el consumidor la deducirá a través de
atributos intangibles como la imagen del país de origen,
las opiniones de consumidores o el discurso social en
los medios.
Con un gran conocimiento del consumidor acerca
de la categoría de un producto, la imagen del país
conformada tiene un mayor efecto directo sobre la
actitud que sobre las creencias. Por ello, en la medida
46
José Luis Perelló Cabrera
en que las decisiones de origen y localización pueden
ser controladas por la organización, el país de origen
del producto podrá ser considerado como una variable
extrínseca controlable.
La imagen país como destino turístico
En los últimos años, muchos países de América
Latina se han insertado con éxito en mercados globales;
para ello han tenido que vencer el desconocimiento
o las ideas preconcebidas, con el fin de generar lazos
económicos, comerciales, culturales o turísticos. Este
objetivo solo se alcanza si antes se entiende bien qué
se piensa sobre nuestros países, o lo que es igual,
cuál es la imagen país real que se tiene en el entorno
internacional.
La principal dificultad para las organizaciones
turísticas es lograr una imagen país que trasmita lo
intangible y sus múltiples atributos. En consecuencia,
hay pocas campañas de imagen turística, coherentes
y constantes.
Un base line o lema, vinculado a la imagen país
como destino turístico, puede capturar su esencia
y llegar a ser una parte notable de la equidad de
imagen, si se entiende como un conjunto de atributos
o cualidades del objeto. Si una imagen es un significado
«empaquetado», un base line o eslogan puede ser
el listón que sostiene el paquete y que le otorga una
significación especial.
En ese sentido, sería interesante considerar, por
ejemplo, la parte superior del Escudo cubano —la
llave— como atributo para reforzar la imagen país como
destino turístico: «Cuba, llave del Caribe». La llave,
que es símbolo, se convierte en código para la imagen
del destino Cuba; y se refuerza esta como marca de
destino turístico, con la adición de un código de amplio
reconocimiento en el turismo: cinco estrellas. Tal
imagen, convertida en marca turística, sería duradera
en el tiempo, al incorporar atributos propios de un
símbolo nacional: el Escudo.
El especialista Gustavo Koniszczer, de la empresa
de asesoría de branding Future Brand, reitera que «las
percepciones que las personas se forman sobre ciertos
países son creadas a partir de imágenes, conceptos y
experiencias personales, las referencias de conocidos, o
por lo que sale publicado en los medios».12 Esta idea se
complementa con el señalamiento de Kim y Richardson
de que son la totalidad de impresiones, creencias, ideas,
expectativas y sentimientos hacia un lugar acumulados
a lo largo del tiempo.13
Anualmente, Future Brand aplica una encuesta a tres
mil quinientos viajeros de catorce grandes mercados y
realiza doce focus groups en distintas ciudades del mundo,
para valorar la imagen país que la opinión pública tiene
de un número de países. El estudio se fundamenta en
distintos atributos, clasificados en cinco dimensiones:
turismo, patrimonio y cultura, clima de negocios, calidad
de vida y sistema de valores. Esas categorías son las que
determinan un índice de valor de imagen país o Country
Brand Index (CBI) de 113 países.
En la Tabla 1 se presentan los veinte países
latinoamericanos ubicados tanto por su ranking
subregional (RkLA) como por su posición en el ranking
global de países, entre 2010 y 2012. Se puede apreciar
cómo los que ocupan los primeros lugares en la región,
han mejorado el posicionamiento de su imagen país
global en esos años. Brasil, al pasar de la posición 41 a
la 28, en este breve tiempo, demuestra que la valoración
de la imagen, por parte del entorno internacional, está
en dependencia de múltiples elementos perceptibles,
tangibles e intangibles, que van desde los productos,
su proyección en los medios, hasta el papel políticoeconómico que desempeña en el continente.
Sin embargo, otras naciones como República
Dominicana (-15) y Cuba (-7) han perdido
posicionamiento. Pese al declive que ha manifestado
la imagen de Dominicana como país, esta se mantiene
en mejor posición que Cuba, fundamentalmente en el
contexto de imagen de destino turístico.
De las cinco dimensiones que incluye el informe de
Future Brand se seleccionan tres: turismo, patrimonio y
cultura, y calidad de vida. Respecto al comportamiento de
los países en relación con los atributos para la dimensión
de turismo en Latinoamérica, año 2012, las posiciones en
orden de prioridad son las siguientes: a) Valor del dinero:
Argentina, Paraguay y Chile; b) Resorts y hospedaje: Brasil,
República Dominicana y Chile; c) Comida (A+B): Brasil,
Argentina y Chile; d) Playas: Brasil, México y República
Dominicana; e) Vida nocturna: Brasil, Argentina y
México; f) Shopping: Argentina, Paraguay y México:
g) Atracciones: Perú, Chile y Brasil.14
En sentido general, se puede apreciar que Brasil y
Argentina son percibidos como los destinos con mejor
imagen país en la región, a los que les siguen Chile y
México. Al respecto resulta sorprendente que Cuba no
se posicione en ninguno de los atributos de esta muy
importante dimensión para la imagen país.
Mientras, en el análisis de la dimensión patrimonio
y cultura, Perú se destaca en los atributos culturales de
autenticidad e historia, para el turismo internacional.
Los resultados son en este renglón: a) Cultura: Perú,
México y Cuba; b) Autenticidad: Perú, Brasil y México;
Tabla 1. Imagen país. Ranking global Latinoamérica
(RkLA).
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
País
2010
2011
2012
Costa Rica
Brasil
Barbados
Argentina
Santa Lucía
Chile
Bahamas
Perú
Belice
México
Uruguay
Rep. Dominicana
Trinidad y Tobago
Cuba
Jamaica
Panamá
Ecuador
Colombia
Venezuela
Guatemala
27
41
32
33
35
40
37
47
46
48
53
38
52
50
62
67
74
85
77
86
24
31
36
32
39
34
41
44
49
47
50
55
54
56
64
67
75
89
84
81
25
28
29
30
33
34
37
40
46
51
52
53
54
57
62
64
77
85
86
93
Fuente: Elaboración propia a partir de The Dimensions of a Country
Brand (Future Brand, 2013).
c) Historia: Perú, México y Cuba; d) Bellezas naturales:
Brasil, República Dominicana y Costa Rica.
Por otra parte, el análisis de los atributos para la
tercera dimensión, calidad de vida, fue: a) Preferido para
vivir: Brasil, Costa Rica y Argentina; b) Seguridad: Chile,
Uruguay y Costa Rica; c) Oportunidad laboral: Brasil,
Chile y Argentina; d) Sistema educativo: Cuba, Chile y
Costa Rica; e) Sistema de salud: Cuba, Chile y Costa Rica;
f) Estándar de vida: Chile, Argentina y Brasil.
En este apartado se observa que Brasil, Cuba y
Chile comparten las mejores posiciones del ranking en
la región. Sin dudas, Cuba ha logrado un importante
posicionamiento de la imagen país, en la dimensión
salud y educación. En estos atributos, la imagen país ha
permanecido con una cuidadosa información, tanto en
el discurso social como en los medios de comunicación,
tradicionales o de nuevas tecnologías, la cual será de
enorme trascendencia para el reposicionamiento
de otras dimensiones.15
A manera de conclusión
El impacto de la globalización sobre el sector
turístico ha entrado en una nueva fase bajo el empuje
Imagen país. Promoción del turismo
47
de poderosos factores: una fuerte competencia, una
aceleración tecnológica indetenible, la libre circulación
de los bienes y del capital, y una firme apuesta por la
libre movilidad de las personas con la reducción del
tiempo y el espacio. Estos factores se insertan en la
percepción del público global y contribuye a configurar
la imagen país.
Es necesario conocer la composición y participación
de cada una de las imágenes existentes o relacionadas,
que alimentan la imagen país. Así, se necesita seleccionar
qué dimensión hay que estudiar en cada caso: la
globalidad de la imagen o alguno de sus atributos. La
imagen de destino turístico debe considerar en primera
instancia a qué hace referencia, para posteriormente
actuar sobre los factores moduladores, códigos,
públicos receptores y elementos diferenciadores que
inciden en la oferta turística global del país.
El éxito o fracaso del posicionamiento de la imagen
Cuba, como imagen país, dependerá de una política y
estrategia de imagen coherente e integrada; estudiada,
realizada creativamente y elaborada desde adentro.
Notas
1. Lo verosímil es una particular manera de expresar una realidad.
Crearlo solo es posible a partir del conocimiento de una verdad
(socialmente admitida); si puede afirmarse que algo es verdadero,
podrá afirmarse que otro algo que se le parece es verosímil.
2. William G. Sumner, Folkways: The Sociological Importance of
Usages, Manners, Customs, Mores, and Morals, Ginn & Co. Editors,
Nueva York, 1906, p. 13.
3. Ibídem, p. 15.
4. Geert Hofstede, Culture’s Consequences: International Differences in
Work-related Values, Sage Publications, Beverly Hills, 1980, p. 97.
5. Byeong Moon y Subhash C. Jain, «Consumer Processing of
International Advertising: The Roles of Country of Origin and
Consumer Ethnocentrism», Journal of International Consumer
Marketing, a. 14, n. 1, Londres, 2001, p. 89.
6. Véase Candrama Avharya y Grafton Elliot, «Consumer
Ethnocentrism, Perceived Product Quality and Choice – An
Empirical Investigation», Journal of International Consumer
Marketing, v. 15, n. 4, Londres, 2003, p. 87.
7. Véanse Lan Xiaozeng, «Perspectiva sociocultural de las marcas de
los productos turísticos para el mercado chino», Tesis de Maestría
en Gestión Turística, Universidad de La Habana, 2011; Lianxi
Zhou y Mya K. Hui, «Symbolic Value of Foreign Products in the
People’s of China», Journal of International Marketing, a. 11, n. 2,
Boston, 2003, pp. 36-58.
8. Véase George Balabanis y Adamantios Diamantopoulos,
«Domestic Country Bias, Country-of-Origin Effects, and Consumer
Ethnocentrism: A Multidimensional Unfolding Approach», Journal
of the Academy of Marketing Science, a. 32, n. 1, Nueva York, 2004,
pp. 80-95.
9. Hyounggon Kim y Sara L. Richardson, «Motion Picture Impacts
on Destination Images», Annals of Tourism Research, v. 30, n. 1,
2003, pp. 216-37.
48
José Luis Perelló Cabrera
10. Birgit Leisen, «Image Segmentation: The Case of a Tourism
Destination», Journal of Services Marketing, v. 15, n. 1, Bristol,
2001, p. 53.
11. Véase Joel Herche, «A note on the Predictive Validity of the
CETSCALE», Journal of the Academy of Marketing Science, n. 20,
Nueva York, verano de 1992, pp. 261-4.
12. Gustavo Koniszczer, «Marca País 2011. Latinoamérica en
el ranking global», Future Brand. Global Brand Consultancy,
Washington, DC, noviembre de 2011.
13. Hyounggon Kim y Sara L. Richardson, ob. cit.
14. «Country Brand Index 2012-13», The Dimensions of a
Country Brand, Global Brand Consultancy, Washington, DC,
2013, disponible en www.futurebrand.com (consultado el 27 de
noviembre de 2013)
15. Ídem.
, 2014
Prensa e imagen Cuba
ante el espejo
de la realidad
Roger Ricardo Luis
Periodista y profesor. Universidad de La Habana.
N
o se equivoca quien piensa que la prensa es
la imagen de la nación. Pareciera una verdad
de Perogrullo, pero detrás de esa suerte de
retrato social hay un intenso proceso de
transacciones que, desde la intencionalidad, culmina en
la construcción simbólica en que nos percibimos como
ciudadanos. Sin duda, existe una relación entre imagen
país y prensa, entendida esta última en sus expresiones
impresa, audiovisual, radial y digital.
Cómo queremos que nos vean más allá de las
fronteras del archipiélago deviene irresistible apuesta
por lo cubano, lo que equivale a un debate sustancioso
porque, ante todo, se trata de un viaje a lo largo del
ejercicio siempre renovado de nuestra identidad.
El rostro de Cuba, desde la perspectiva de su
empleo como marca país, precisa tanto de un
abordaje contextual como de enfoques y ejes de
análisis contemporáneos que sitúen el tema en la justa
perspectiva de su necesidad y de la responsabilidad
de emplear con eficacia dicha imagen para mostrar al
mundo el proceso de transformaciones económicas y
sociales en que está inmersa la Isla. Sin embargo, esa
posibilidad se ve limitada por la política comunicacional
vigente, principalmente la que gerencia la actividad
periodística.
Luis Ramiro Beltrán define la política nacional de
comunicación como
el conjunto integrado, explícito y duradero de políticas
parciales, organizadas en un conjunto coherente
de principios de actuación y normas aplicables a los
procesos o actividades de comunicación de un país.1
En esa dirección, la Ley de Comunicación de
Ecuador, impulsada por el gobierno de Rafael Correa
Prensa e imagen n.
Cuba
ante elenero-marzo
espejo de la realidad
77: 49-55,
de 2014
49
desde la Revolución Ciudadana, está considerada entre
las más avanzadas del mundo. Entre otros aspectos
significativos, esa norma jurídica orienta, por ejemplo,
el empleo cabal y eficiente que debe hacerse del perfil
identitario plurinacional.
En esencia, la imagen Cuba ha de entenderse como
un fenómeno cultural y, por lo tanto, simbólico, cuya
magnitud y alcance abarca un heterogéneo campo de
actores, intereses y expectativas que la mayoría de las
veces es visibilizado de manera puntual e intermitente
por algunas entidades gubernamentales que se quedan,
en unos casos, en el estrecho abordaje de campañas
reactivas ante la actuación del poderoso adversario
político (los Estados Unidos), y en otros en la mera
operación de marketing para vender una postal
turística.
El tema suscita polémica también en el plano
periodístico porque hay insatisfacciones aún
no resueltas originadas muchas veces por políticas
y/o decisiones ineficaces que se expresan en silencios,
omisiones, informaciones incompletas, inexactas, en
reacciones tardías, chapucerías, en un combate sin
tregua que se verifica minuto a minuto.
Globalización y diferencias
La imagen país sigue adquiriendo relevancia para
muchos Estados con la mira puesta en ofrecer el
mejor de los rostros posibles al capital transnacional
—principalmente las llamadas naciones emergentes—,
bajo el mandato supremo de un mercado internacional
cada vez más selvático.
En la misma medida que la globalización se ha
querido imponer como uniforme planetario, muchos
procuran diferenciarse o, al menos, proclamar que no
son tan iguales los unos y los otros. Multimillonarios
negocios se mueven detrás de esa promoción cuyas
operaciones de marketing, consideradas «inversión
para el futuro» quedan, por lo general, en manos de
las grandes empresas trasnacionales de relaciones
públicas.
La imagen país pretende dar cuenta de la diversidad,
plantea así que lo distinto es indispensable como forma
de convivencia en la aldea global. Es una construcción
compleja que requiere de consenso y capacidad para
manifestar cómo una sociedad en su conjunto quiere
ser vista. Se trata también de la asociación de ideas
que de modo reflejo, inmediato y reactivo provoca la
mención (frecuentemente estereotipada) de lo nacional
en el ámbito foráneo y, de manera muy concreta, en la
mente del receptor de otro país.
No puede obviarse el hecho de que una imagen
país favorable es un prerrequisito, en el contexto
50
Roger Ricardo Luis
interno, para la gobernabilidad, y en el exterior, para
la reputación.
Más allá del marketing de cuya savia se nutre, la
marca país es, ante todo, territorio simbólico que pone
de relieve el valor intangible del prestigio de una nación.
Como señala el sociólogo francés Pierre Bourdieu:
Los símbolos constituyen elementos de integración
por excelencia, cuya aceptación contribuye a generar
consenso en torno a una legitimidad de determinado
orden sobre la base de valores, normas y principios
morales socialmente compartidos.2
La imagen país es comunicación y visibilidad
del rostro nacional que se dibuja con los trazos
precisos del ejercicio de la política, la economía,
la cultura y el quehacer social, como también de la
huella de su historia e identidad. Por lo tanto, tiene
significativa influencia en áreas tan sensibles como las
relaciones internacionales, en el más amplio sentido
de la expresión, y constituye factor sustantivo en la
comunicación de carácter estratégico que desarrolle
cualquier nación.
En esa dirección existe convergencia entre los
investigadores al identificar la Comunicación estratégica
como la política pública aprobada e implementada por
la autoridad gubernamental con el interés de colocar
en un nivel prominente al país, mediante la incidencia
proactiva y constante de mensajes enviados a audiencias
seleccionadas, a través de diversos medios y canales.
Desde la mirada de la diplomacia pública, el gobierno
de los Estados Unidos la define como
la sincronización de nuestras palabras y acciones y cómo
estas van a ser percibidas por los otros, así como programas
y actividades deliberadamente dirigidos a comunicarse
y atraer las audiencias planificadas, incluyendo aquellas
actividades y programas llevados a cabo por las oficinas
de asuntos generales, diplomacia pública y profesionales
de operaciones de información.3
La imagen país y la comunicación estratégica
tienen sólido asidero en el ámbito del discurso político
que se realiza fundamentalmente en los medios de
comunicación. Es decir, la visibilidad mediática es el
rasgo esencial del hacer político contemporáneo, lo que
le confiere carácter estratégico.
Es por ello que lo mediático se ha convertido
en espacio decisivo de disputa simbólica y cultural,
por lo tanto, escenario político e ideológico de la
batalla de ideas. Es decir, la dimensión simbólica
de la comunicación mediática (y dentro de ella la
comunicación periodística, como narración de hechos
verdaderos, actuales y de interés humano) se traduce
en comunicación pública que proporciona, y pone a
circular, relatos mediados de la realidad, estos modelos
de interpretación de lo que acontece, al ser reconocidos
por la sociedad, adquieren rango de movilización
social.
Como miembro de la comunidad internacional,
Cuba interactúa en ese escenario y busca marcar su
espacio de influencia desde las coordenadas simbólicas
de sus principios y de sus presupuestos identitarios.
Rostros antagónicos en contexto de disputa
El triunfo del Primero de enero de 1959 se erigió
también en un parteaguas en la percepción que, en
el extranjero, se tenía de Cuba. Antes de esa fecha, la
nación era caricaturizada como la tierra de la rumba
y el ron, poblada por una raza de vagos y pícaros. Era
pertinente ese esquema de representación, acorde con
la vieja doctrina de la «fruta madura».
La condición de subalternos mediocres también se ha
aplicado como estereotipo al caracterizar a mexicanos,
peruanos, guatemaltecos, dominicanos, haitianos,
panameños, hondureños, bolivianos, entre otros; gente
de segunda que requiere de la «mano superior» para
llegar a ser «alguien» en la vida. La industria cultural de
la época, especialmente la estadounidense, se encargó
de martillarlo con premeditación y alevosía. Entonces,
el concepto de marca país no existía en el mundo
gerencial, pero estaba, de hecho, en las acciones como
acto de dominación política.
Con la victoria revolucionaria y el inmediato
enfrentamiento frontal con el vecino norteño afloraron
dos maneras de mostrar la Isla desde trincheras
opuestas. La representación de lo que acontecía en
Cuba devino vertiginosamente campo de disputa
simbólica con base en la controversia política, pues
no puede soslayarse la naturaleza raigalmente clasista
e ideológica de los medios de comunicación.
Esa situación adquirió el rango de guerra mediática
a partir del hábil aprovechamiento que han venido
haciendo los Estados Unidos de su extensa red de poder
simbólico, pues, como apunta Ignacio Ramonet,
Estados Unidos se las arregló para obtener el control
de las palabras, de los conceptos y del sentido; exige
enunciar los problemas que crea con las frases que
propone; ofrece códigos que permiten descifrar los
misterios que la misma superpotencia impone y dispone,
apuntalándose como «un destacamento especial» que
ha sabido muy bien arropar el dominio del imperio
apoyándose en el poder de la información, del saber y
de las tecnologías.4
Así, la difusión de sus mensajes anticubanos se ha
verificado en un contexto en el que la información
internacional se ha masificado y cientos de millones de
personas «consumen» el mismo producto comunicativo
que, por su naturaleza y alcance, se convierte también
en opinión transnacional.
Es importante tener en cuenta que en tales
circunstancias la desinformación es el eje central de
la estrategia comunicativa y se basa en la generación
de contenidos conformados por verdades a medias,
trenzadas con rumores y mentiras que apelan a lo
emocional y están despojados, por lo general, de lógicas
que propendan al análisis.
Los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos
han empleado el poder simbólico como capacidad sin
rival en la fijación de agendas e ideas a nivel global.
Denis McQuail proporciona una de las llaves maestras
que llevan a la compresión del valor intrínseco de la
actividad de los medios:
Son en sí mismos un poder por su capacidad de llamar y
dirigir la atención, de convencer, de influir en la conducta
individual y social, de conferir estatus y legitimidad, y
aún más, los medios pueden definir y estructurar las
percepciones de la realidad.5
John B. Thompson refuerza ese punto de vista al
suscribir que el poder simbólico es también
la capacidad de intervenir en el transcurso de los
acontecimientos, para influir en las acciones de los otros
y crear acontecimientos reales a través de los medios de
transmisión simbólica.6
Como resultante de la sintonía del discurso
político con el mediático, la llamada gran prensa
estadounidense y el resto de los medios de ese país,
con su colosal facultad de construcción y fijación de la
agenda mediática, fueron en el orbe los abanderados
en vertebrar dentro de la opinión pública local e
internacional una imagen hostil hacia Cuba: la de
ínsula-cárcel, poco menos que la Isla del Diablo de la
que huyó Papillon en la famosa novela homónima de
Henri Charriere.
Matrices de opinión resumidas en expresiones
claves como régimen totalitario y represivo, violación
de derechos humanos, falta de libertades de todo tipo,
proyecto social fracasado, han servido por más de
media centuria para tejer un mito que aún en estos días
es denominado como «la isla de gobierno comunista»
o «almacén del pasado».
Desde los años 90 del siglo xx, aprovechando la
desaparición de la URSS y del campo socialista en
Europa, como también el inicio de la crisis económica
recesiva en la Isla (el Período especial en tiempo de
paz), los Estados Unidos arreciaron las campañas
mediáticas, las acciones no violentas y el empleo de
las llamadas armas silenciosas que forman parte de su
arsenal de propaganda política, con la idea de instaurar
en la opinión pública internacional y en la mente de
los cubanos que la Revolución es un modelo fallido,
obsoleto y, por lo tanto, debe cambiarse mediante
cualquier vía. Existe una estrategia definida, sistémica,
para demonizar a Cuba, con apoyo del propio
gobierno estadounidense y reconocida como política
de Estado.
A pesar de ello, desde 1959 comenzó a emerger
la imagen de una isla heroica y victoriosa, capaz de
Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad
51
La imagen país es comunicación y visibilidad del rostro nacional que se dibuja
con los trazos precisos del ejercicio de la política, la economía, la cultura y el
quehacer social, como también de la huella de su historia e identidad.
desafiar al imperio más poderoso jamás conocido. La
autoridad moral, la estatura política, el carisma y el
protagonismo de su líder histórico, Fidel Castro, ha sido
el rostro, la representación de la Cuba revolucionaria,
que durante media centuria ha recorrido el mundo, y
que ha generado odios y amores. A la construcción de
ese imaginario contribuyó la figura paradigmática del
Che Guevara. Palabras como dignidad, solidaridad,
valentía, identifican a Cuba en crecientes sectores de la
opinión pública internacional. Contra vientos y mareas
mediáticos de los poderosos adversarios, el país ha
logrado mostrar desde los hechos un rostro constituido
por sus innegables conquistas sociales.
Con la Revolución se inició también el proceso de
transformación del perfil del cubano, que implica un
significativo proceso de elevación de su autoestima:
alegre, valiente, solidario, inteligente y emprendedor,
así se autopercibe. Ello ha sido posible gracias a su
comprensión de la solvencia que dimana del rencuentro
crítico que ha hecho con su cultura, identidad, historia
e ideología, como también de saberse protagonista de
la transformación social.
Cuba es la imagen de lo singular en el mundo
de hoy, por ello resulta foco de atención de visiones
polarizadas. En la arena internacional existe marcada
asimetría entre los semblantes de la Isla y, en ese
ámbito, es muy difícil encontrar una representación
que garantice el fiel de la balanza en los términos del
equilibrio que merece la realidad de la nación.
Dialéctica para una imagen
Medio siglo después del triunfo, la Revolución
da inicio a un proceso de cambios en busca de
autogestionar un socialismo a la medida, con los colores
nacionales, que las más altas instancias políticas y
gubernamentales del país prefiguran como próspero
y sustentable.
No puede soslayarse que un ejercicio social de esa
magnitud y complejidad tiene su expresión simbólica y
para que sea posible, además de las decisiones y voluntad
políticas, se necesita una estrategia comunicativa.
La política comunicacional vigente, cuyo paradigma
es el control de los medios de comunicación y la
centralización de la información, resulta, como nunca
antes, inoperante para encauzar la apremiante necesidad
de un flujo informativo actualizado, pertinente y
sistemático en todos los niveles de la sociedad cubana.
52
Roger Ricardo Luis
Además, el modelo existente es disfuncional en el
contexto de la sociedad informacional que de manera
creciente va tomando cuerpo en Cuba.
Es en el espacio de la comunicación social donde se
gesta el capital simbólico indispensable para el ejercicio
del poder. Por lo tanto, sin una nueva política en ese
ámbito no será posible dar consistencia al consenso
indispensable para impulsar las transformaciones que
requiere la nación7 ni conformar el rostro renovado,
concebido desde una concepción estratégica coherente,
que necesita la imagen Cuba ante el espejo de la
realidad.
La Primera Conferencia Nacional del Partido
Comunista de Cuba, celebrada los días 28 y 29 de enero
de 2012, mostró su interés en el tema; en los objetivos
de trabajo 69, 70 y 71 aparecen reflejados los propósitos
que animan la línea de cambios en esa dirección.8
Pero no basta con la voluntad política. Existen
en la Isla suficientes ejemplos de resoluciones,
entre otras muchas normativas, donde se reiteran
infructuosamente las mismas indicaciones para resolver
idénticos problemas que en numerosas ocasiones se
han complejizado, y a los cuales se han añadido nuevos.
Una de las claves para emprender el largo camino de la
solución está en el cambio de mentalidad; sin embargo,
por el modo en que esto se repite, corre el peligro de
convertirse solo en una consigna.
Una de las cuerdas más sensibles del asunto, la de
la prensa, fue abordada por el primer vicepresidente
Miguel Díaz-Canel al pronunciar el discurso de
clausura del IX Congreso de la Unión de Periodistas
de Cuba (UPEC):
No sabemos comunicarnos y como no sabemos
comunicarnos, o como tenemos imperfecciones en
ese sistema de comunicación […] hemos entrado en
un círculo vicioso: el Partido espera determinadas
realizaciones de la prensa y cuando hay algún incidente
o algún hecho que altera eso, el Partido se mete más
gerenciando que orientando, empieza a suplir el papel
de dirección de los medios, las direcciones de los medios
se sienten atadas, algunos hasta se pueden acomodar
y ahí se empieza a romper la sinergia, ahí se empieza a
romper la retroalimentación, ahí se empieza a romper
el papel que tiene que desempeñar, y eso se refleja
entonces en los periodistas […] y, al final, se nos van
alterando todas las cosas […] nos desinformamos y nos
incomunicamos.9
As i m is mo, a l re fe r i rs e a l o s probl e mas
comunicacionales en los organismos de la administración
central del Estado, entre otras instituciones, expresó:
No hay ni estructuras funcionales ni estructurales para
organizar la comunicación. Y les digo: ¿Alguien que
trabaja para una sociedad socialista con las exigencias
que tiene la nuestra, con una población que es instruida,
que es educada, que razona, puede pretender trabajar y
puede pretender tener éxito sin comunicarse, sin tener
una expresión de comunicación hacia la población, hacia
la sociedad, hacia el país?10
El cambio de mentalidad que se erige como
asidero de las transformaciones emprendidas
implica inexorablemente el examen crítico y el
redimensionamiento de las prácticas comunicativas
relegadas hasta ahora, por lo general, a un segundo plano
y a un uso instrumental, factual y sectorializado.
Trascender ese escenario resulta crucial para
abordar la estrategia que nos identifique como marca
país a partir de una concepción que responda, en
primera instancia, a las características y necesidades
de nuestro sistema político.
Al respecto, Julio García Luis expresó en su libro
Revolución, socialismo, periodismo, que la comunicación
es un fenómeno multifactorial; una estrategia de
cambio que aspire al éxito deberá tener presente tanto
esa conjunción de factores, como las prioridades
implicadas. Es importante subrayar la preeminencia
que otorga el destacado periodista y académico cubano
a la determinación política:
La dirección del Partido pudiera elaborar una redefinición
clara de la actualización que necesita el modelo de prensa
en nuestra sociedad, la cual podría incluir su misión
social, el sistema de relaciones en que descansa y sus
marcos de regulación.11
A partir de esa voluntad que corresponde al PCC en
su condición de fuerza dirigente de la sociedad cubana,
es necesario formular una política de Estado que brinde
bases sólidas a la formulación de la Imagen Cuba.
En la conceptualización e implementación práctica
de esa marca país podrían participar todas aquellas
personalidades y entidades registradoras y hacedoras
de perfiles identitarios en el sentido más amplio y
creativo, con las miras puestas en encontrar la fórmula
más conveniente de diseño. Se trata de concebir un
registro simbólico único y versátil (muchos rostros,
un solo país) que responda dialécticamente a las
necesidades de representación de la Isla en los diversos
escenarios nacionales e internacionales.
La imagen Cuba puede y debe convertirse en
un laboratorio permanente de estrategias y tácticas
para el desarrollo de modelos de circulación de ideas
relacionadas, por una parte, con la intención política
y, por otra, con el resultado a nivel social; asimismo,
ser punto de encuentro de recursos humanos
altamente especializados, donde se generen acciones
prospectivas en la dirección deseada. Esto significa
tomar del universo de relaciones políticas, económicas
y sociales, todo aquello válido para dar vitalidad a la
representación de referencia.
La comunicación ha de entenderse como un proceso
donde dialoguen los más diversos actores políticos,
económicos y sociales para sentar pautas, políticas,
estrategias, con la intención primera de informar.
Sin embargo, aún permanece anclado en las mentes
de muchos funcionarios el modelo transmisivo
y verticalista, orquestado mediante campañas
homogeneizantes, en el cual prevalece el discurso
monocorde, centrado en el poder que dimana de
quien controla la información y al mismo tiempo
organiza, estructura, dosifica y distribuye según
criterios de conveniencia sujetos la mayoría de las
veces a coyunturas.
Prensa, luego existo
La imagen Cuba tiene su correlato cotidiano en
el discurso periodístico que sobre la vida de la Isla
aparece en los medios locales e internacionales. En
buena medida su éxito o fracaso depende del reflejo
de ese acontecer que como construcción de la realidad
socialmente relevante difunde la prensa en sus
diversos soportes tecnológicos. De manera que, como
principio, debe existir una articulación entre ambas
proyecciones.
Es posible ofrecer en los medios de Cuba una
visión más realista de lo que ocurre en la nación. A
ello contribuye el hecho de que la prensa local ha sido
siempre considerada en las rutinas profesionales del
ejercicio periodístico el referente más inmediato y
creíble de la realidad reportada; es decir, no hay mejor
información que la ofrecida por testigos de primera
mano.
La experiencia internacional da cuenta de ello de
manera elocuente. Costosas y al parecer bien pensadas
campañas han sido vulneradas por campañas noticiosas
adversas al país. La guerra del narcotráfico en México es
un ejemplo de ello. De ahí que la información nacional
que brinda la prensa tenga un peso específico alto en la
representación y proyección de la imagen país.
En el caso cubano se debe tener en cuenta el factor
de guerra mediática a que es sometida la Isla, un
escenario en el que poco se puede hacer para subvertirla
en las entidades que la generan.
Esa situación no invalida la posibilidad de establecer
relaciones de trabajo más diáfanas con la prensa
extranjera acreditada en la Isla, pues ella también
delinea (guste o no), desde adentro y para el mundo
la imagen Cuba. Darle la oportunidad de conocer
desde las fuentes cubanas la realidad del país siempre
será mejor que dejarle ese espacio a la versión del
adversario.
Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad
53
La actuación de la prensa cubana podría, al menos,
estimular en públicos de otros países un razonamiento
que apele al sentido común con el criterio de que quien
recibe ese mensaje lo hace desde la perspectiva del
receptor activo y crítico.
La clave estaría en sacar la producción periodística
que habla de la Isla de la zona de confort y complacencia
donde hasta ahora habita como regla.
Reto en tiempo real
El desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías,
y muy especialmente el impacto que han tenido en el
surgimiento y avance de las redes sociales y de otras
formas de comunicación digital, le han otorgado, desde
la instantaneidad y la diversidad de voces, la categoría
de global a lo local.
Asimismo, no puede desconocerse el llamado
«tiempo real» en que se mueven los mensajes en el
ciberespacio, otro de los elementos que distinguen
el dramático cambio de paradigma comunicacional
en el cual ya vivimos y que ha tornado inoperante
cualquier forma de control absoluto de la información,
como demuestra Wikileaks.
Los nuevos horizontes brindados por las nuevas
tecnologías constituyen una excelente oportunidad
para irradiar la realidad cubana, si esos instrumentos
son aprovechados con inteligencia y eficacia.12
Hoy la imagen Cuba tiene el gran desafío de mostrar
a la opinión pública internacional las transformaciones
estructurales y funcionales de que es objeto el
modelo socialista aún vigente. La credibilidad de
tal representación depende de producir un discurso
periodístico inteligente, sustancioso y creativo,
capaz de difundir esa realidad con su complejidad y
problemáticas.
El presidente Raúl Castro ha manifestado
reiteradamente que la prensa debe reflejar la realidad
cubana en toda su diversidad; informar de manera
oportuna, objetiva, sistemática y transparente sobre
la obra de la Revolución. Sin embargo, el reclamo del
mandatario no acaba de cristalizar, pues resulta difícil
despojarse del corsé que durante años, como regla,
ha constreñido la actividad de los periodistas a la
labor de propagandistas políticos, lo cual ha restado
protagonismo a otras funciones inherentes al quehacer
informativo y ha contribuido a ciertos niveles de
erosión profesional de los reporteros.
Es indispensable subrayar que existe una relación
muy estrecha entre las normativas y la profesionalidad:
una política errada conduce al deterioro de las
competencias profesionales, y cuando estas últimas se
enquistan en la práctica periodística, se convierten en
freno a la mejor de las directrices.
54
Roger Ricardo Luis
Los periodistas cubanos han denunciado durante
años la postura restrictiva de las fuentes institucionales
en cuanto a brindar información. Esa negativa genera
una lectura que perjudica la imagen de la propia
Revolución, al denotar falta de transparencia en
las relaciones comunicacionales del Estado con sus
ciudadanos. Prácticas comunicativas de esa índole
empañan la imagen Cuba, debido a la interpretación
que se infiere del contexto que le da origen.
El secretismo oficial y burocrático, lejos de
proteger la Revolución, es profundamente dañino a su
representación y proyección simbólica, lo que repercute
en la construcción del imaginario, no solo porque
esconde «oficialmente» el origen de deficiencias que
están a la vista de los de adentro y los de afuera, sino
también porque el enemigo se sirve de esas falencias
para desacreditar el proyecto cubano (a la par ha dado
muestras suficientes de no necesitar la información
oficial para armar sus campañas mediáticas contra
Cuba).
Mientras más información se brinde, menos
espacio habrá para el malentendido, el rumor, la
especulación, la distorsión y la manipulación. No se
trata de desvestirse ingenuamente, sino de otorgarle
a la información que corresponda el carácter de bien
público, lo que conlleva la obligación de brindarla
oportuna y cabalmente; el acceso a ella es un derecho
humano básico y el fundamento de la transparencia
y del ejercicio de la democracia participativa que
proclama el proceso revolucionario cubano.
La Unión de Periodistas de Cuba, como parte
esencial del engranaje comunicativo del país, en su IX
Congreso, incluyó entre sus tareas principales elevar la
profesionalidad de sus afiliados, a partir de un enfoque
que tenga en cuenta los diversos factores que influyen
negativamente en el cumplimiento del encargo social
de la prensa.
La contribución de la prensa nacional a la imagen
Cuba de igual modo precisa incluir la visibilización
del intenso diálogo social que acontece en todo el
archipiélago. Esconderlo o fragmentarlo conduce, por
un lado, a negar la esencia democrática de la Revolución
y, por otro, a desdibujar elementos de la idiosincrasia
cubana, como ser expresivos, sinceros, valientes.
Además, la narrativa de nuestra realidad, para ser
verosímil, necesita apartarse de la jerga burocrática, del
almidón retórico, de la parálisis imaginativa.
La imagen Cuba deberá reflejar y ser consustancial
al profundo proceso de transformación socialista que
el país lleva a cabo. Su credibilidad se fundamentará
en la misma medida en que se expongan con claridad
los principios y presupuestos de las innovaciones
emprendidas, la manera de lograrlas, en su desarrollo,
con virtudes e imperfecciones.
Por ello, esa representación simbólica de la marca
país indefectiblemente debe tener su correlato cotidiano
en una prensa que haya superado las limitaciones y
distorsiones provenientes de políticas informativas que
no se corresponden con los nuevos tiempos.
En resumen, se necesita forjar una cultura de la
comunicación y vertebrar un sistema comunicativo
eficiente, como corresponde al sistema social cubano.
Notas
1. Luis Ramiro Beltrán, «Comunicación para el desarrollo en
Latinoamérica. Una evaluación sucinta al cabo de cuarenta años»,
citado en Lisbeth Rosillón y Orlando Villalobos, «La clave de lo
comunicacional en el liderazgo de las ONG», Razón y Palabra,
n. 55, febrero-marzo de 2007, disponible en www.razonypalabra.
org.mx/anteriores/n55/rosillonvillalobos.html.
10. Ídem.
11. Julio García Luis, Revolución, socialismo, periodismo, Editorial
Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2013, p. 194.
12. El objetivo 52 de la Primera Conferencia Nacional del
PCC expresa: «Aprovechar las ventajas de las tecnologías de la
información y las comunicaciones, como herramientas para el
desarrollo del conocimiento, la economía y la actividad política
e ideológica; exponer la imagen de Cuba y su verdad, así como
combatir las acciones de subversión contra nuestro país».
«Objetivos de trabajo…», ob. cit.
, 2014
2. Pierre Bourdieu, Language and Symbolic Power, Polity Press,
Cambridge, 1991, p. 27.
3. Update to Congress on National Framework for Strategic
Communication, President Response to NDAA 1055, 2009, p. 1,
disponible en http://mountainrunner.us/files/2012/03/Presidentresponse-to-NDAA-1055-of-2009.pdf.
4. Ignacio Ramonet, Propaganda silenciosa. Masas, televisión y cine,
Fondo Editorial del ALBA, La Habana, 2006, p. 30.
5. Denis McQuail, Introducción a la Teoría de la comunicación de
masas, Paidós, Barcelona, 2000, p. 124.
6. John B. Thompson, Los media y la modernidad, Una teoría de los
medios de comunicación, Paidós, Barcelona, 1998, p. 34.
7. Véase José R. Vidal, «Comunicación y cambio», IPS, 21
de octubre de 2011, disponible en www.ipscuba.net/index.
php?option=com_k2&view=item&id=2422:comunicaci%C3%B3
n-y-cambio&Itemid=10.
8. Objetivo 69: «Reflejar a través de los medios audiovisuales,
la prensa escrita y digital con profesionalidad y apego a las
características de cada uno, la realidad cubana en toda su diversidad
en cuanto a la situación económica, laboral y social, género,
color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen
territorial». Objetivo 70: «Lograr que los medios de comunicación
masiva informen de manera oportuna, objetiva, sistemática y
transparente la política del Partido sobre el desarrollo de la obra
de la Revolución, los problemas, dificultades, insuficiencias
y adversidades que debemos enfrentar; supriman los vacíos
informativos y las manifestaciones del secretismo, y tengan en
cuenta las necesidades e intereses de la población». Objetivo 71:
«Garantizar que los medios de comunicación masiva se apoyen
en criterios y estudios científicos, sean una plataforma eficaz
de expresión para la cultura y el debate y ofrezcan caminos al
conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión.
Exigir de la prensa y las fuentes de información el cumplimiento
de sus respectivas responsabilidades, a fin de asegurar el desarrollo
de un periodismo más noticioso, objetivo y de investigación».
«Objetivos de trabajo del Partido Comunista de Cuba aprobados
por la Primera Conferencia Nacional», Granma, disponible en www.
granma.cubaweb.cu/secciones/1ra-conferencia-pcc/objetivos.
html.
9. Miguel Díaz-Canel, «Se necesita mucho de la prensa cubana para
construir un socialismo próspero y sostenible», Enfoque, edición
extraordinaria, La Habana, agosto de 2013, p. 5.
Prensa e imagen Cuba ante el espejo de la realidad
55
¿Cuba es su música?
Joaquín Borges-Triana
Periodista. El Caimán Barbudo.
H
ace apenas unos años la gestión de la
imagen país preocupaba a relativamente
pocas personas. Sin embargo, en los últimos
tiempos el tema ha adquirido actualidad
y genera inquietud, por lo que se ha tornado tópico
recurrente en los principales medios de comunicación
internacionales. En ello mucho tiene que ver la negativa
repercusión de la presente crisis económica a nivel
mundial. Existe consenso entre los especialistas en
cuanto a que, si establecer la imagen institucional de
una empresa es harto difícil, construir la imagen de
toda una nación lo es más.
En comparación con la corporativa, la imagen
país posee más elementos cognitivos que dificultan
su unificación y, por ende, una propuesta coherente
capaz de posicionar una idea global de las bondades
de un Estado. Que toda una sociedad alcance acuerdos
básicos sobre su identidad, en relación con lo que
es y acerca de cómo quiere ser vista, no resulta una
tarea sencilla. En particular, si semejante objetivo
ha de expresarse en un mensaje concreto y en una
determinada imagen, susceptibles de ser comunicadas
al mundo, de modo tal que acompañen las principales
acciones hacia el exterior.
En mi opinión, la imagen país —es decir, la imagen
Cuba— es la asociación de ideas que surge de forma
inmediata en la mente de un ciudadano de cualquier
otro rincón del planeta, tras escuchar el nombre del
«verde caimán». Son ideas preconcebidas que pueden
coincidir o no con la realidad. En su configuración, la
música también ha desempeñado un importantísimo
papel, aunque cambiante, de acuerdo con la época y las
concepciones ideoestéticas del creador.
56
Joaquín Borges-Triana
n. 77: 56-65, enero-marzo de 2014
Lenguaje universal con abundante riqueza aún no
explorada, la música contribuye de manera singular a la
conformación, la articulación y el sostenimiento de redes
identitarias; e involucra discursos, símbolos, líderes o
héroes, actitudes, estéticas, rituales e imaginarios.
A tales elementos se les puede llamar paramusicales
o sociomusicales. Acerca de su importancia en el
devenir histórico cultural de la nación cubana se han
pronunciado personalidades como Fernando Ortiz,
quien en su discurso «La solidaridad patriótica»
—pronunciado en 1911— afirmó que la práctica de la
música popular proveía un espacio sociocultural que, al
ser compartido por todo el pueblo, ofrecía un camino
para alcanzar un nivel más alto de consolidación
nacional. Y concluyó con palabras proféticas: «Porque
ella [la música popular] es algo más que la voz del
arte, es la voz de todo un pueblo, el alma común de las
generaciones».1
Hay que partir de que toda cultura tiene música,
y esta, una función identitaria que puede ser de
carácter étnico, social, etc. Además de reflejar una
cultura específica, la música constituye un instrumento
identificador válido para los seres humanos y, como
ha señalado Rubén Gómez Muns, «se caracteriza por
ser permeable y flexible ante las diferentes actitudes
existentes en un mundo cada día más globalizado».2
No está de más recordar la doble naturaleza de la
globalización: aproxima a los hombres cada vez más
haciéndoles asumir valores homogéneos, al tiempo que
provoca la búsqueda y el fortalecimiento de sus raíces.
Uno de los principales debates de finales del siglo xx
y principios del xxi ha sido la importancia de lo local
y lo global en el pensamiento sobre la producción,
diseminación y recepción de la cultura popular. Incluso,
por encima de modelos excluyentes, ya hay pensadores
que intentan atravesar las polaridades de lo universal y
lo particular, como Roland Robertson con su concepto
de lo glocal,3 o Jan Nederveen Pieterse con su noción
de «interculturalismo» o interpenetración de diversas
lógicas culturales.4
En el ámbito musical, cada discurso puede
desempeñar un papel importante en la búsqueda
y distinción identitarias de los colectivos sociales.
Entre los valores más representativos de la música se
encuentran aquellos que funcionan como símbolo de
identidad nacional o regional, con lo cual se proyecta
una determinada imagen o conjunto de ideas acerca
de un territorio específico.
A lo largo de su historia, la música popular en Cuba
ha actuado siempre como un factor dialógico5 que
ha propiciado, de una u otra manera, una suerte de
autorreflexión, de mirarnos por dentro y de apuntar
hacia los distintos aconteceres de la vida cotidiana en/
de la nación, tanto los vinculados con los problemas
sociales como los de carácter íntimo. Incluso el rock
y el rap han heredado esa función, ya presente en la
trova cultivada desde finales del siglo xix por Pepe
Sánchez.
Los cientistas sociales cubanos se han ocupado,
sobre todo, de la música folclórica, en especial la de raíz
africana, canonizada como espacio de «pureza» artística
o patrimonial. Por el contrario, la originada en el ámbito
urbano suele considerarse muy susceptible a la mezcla
y la influencia externa; en consecuencia, menos pura y
más dependiente de criterios comerciales. No obstante
—sin olvidar el impacto que han conseguido figuras del
universo «clásico» o «culto», como Ernesto Lecuona
en el pasado, o Leo Brouwer en la actualidad—, el
principal aporte sonoro que Cuba ha hecho al mundo
ha partido de la música popular.
Por ello, para discutir sobre identidad del cubano,
patrimonio cultural e imagen país, no es posible dejar
de lado el análisis acerca del tipo de música que en
cada época del devenir nacional ha ido construyendo la
sensibilidad del ciudadano de a pie, las formas de ver el
mundo, la experiencia corporal, el «yo» generacional.
Arte y contexto
Al referirse al campo de la producción musical
hay que abordarlo como parte del entorno creativo
contemporáneo y ello implica considerar la interacción
entre economía (la música vista como artículo de
consumo, las estrategias comerciales trazadas a su
alrededor y las estructuras organizativas) y cultura (las
prácticas, las interpretaciones y los modos de vida de
los músicos, los trabajadores de dicha industria y los
fans), en virtud de que ambas condicionan la creación,
la circulación y el consumo de la música popular.6 Para
cada género y estilo musicales existen reglas específicas
que otorgan legitimidad y plantean las dinámicas de
interacción entre el conjunto de actores en este campo y
en relación con otros de producción musical y artística.
Según la música sea concebida —como artículo de
consumo o como hecho cultural—, y de acuerdo con
el género o estilo de que se trate, la proyección de la
imagen país ha de resultar diferente.
Los vacíos que los medios cubanos de comunicación
han ido dejando durante largo tiempo, en lo referido a
la crítica, la polémica, la expresión y confrontación de
disímiles opiniones o interpretaciones sobre un mismo
tema (y en consecuencia, en cuanto a plasmar para el
presente y el futuro una más acertada imagen país), han
tratado de ser llenados en la Isla, de un modo u otro,
por el arte, que entre finales del siglo xx e inicios del
xxi ha perseguido como meta suprema el ejercicio
del criterio en torno a todos y cada uno de los muchos
y complejos problemas planteados a la vida social, y que
¿Cuba es su música?
57
necesitan no solo enfoques distintos en sus respuestas,
sino al menos preguntas bien formuladas.
La huella del intenso debate que a nivel popular se ha
dado en la sociedad cubana y que ha herido de muerte
a la «unanimidad», se halla en las obras artísticas. Estas, a
veces, no han podido eludir (sobre todo en la etapa de
mayor fervor sociológico, segunda mitad de los años 80)
el peligro que representa para la perdurabilidad del
mensaje la inmediatez de la propaganda. Sin embargo,
lo importante es que en Cuba el arte ha estimulado el
intercambio informativo en el terreno sociocultural,
como contrapartida de una deficiente instrumentación
de la política informativa.
En el universo letrístico de la música popular cubana,
la utilización de las variantes y subvariantes locales del
español, en busca de una acreditación muy próxima al
peligroso deseo de testificar, devino, en ocasiones, una
retórica plena de particulares referencias, a menudo
consensuadas en su contraste con las poéticas realistas
más generales. Hoy la vocación sociológica de los
años 80 ha mermado en alguna medida a partir de la
introducción en el contexto nacional del fenómeno
del marketing, y las propuestas se tornan mucho más
introspectivas. No obstante, lo mejor dentro del rock y
del hip hop nacionales y de lo que va reconociéndose
bajo el rótulo de Canción Cubana Contemporánea,
conserva las esencias de las razones que impulsaban
a los protagonistas de la llamada «Generación de los
topos» y del proyecto «Te doy otra canción» a crear
productos culturales.7
A partir de la generación de los 80 los textos
expresan, cada vez con mayor asiduidad, una visión
ontológica y ética que persigue asentarse en la íntima
religazón de las esencias de la tradición nacional y
los valores de la cultura universal. En los cantores
que salen por entonces a la palestra y luego en otros
tipos de músicos, lo social es asumido a partir de la
individualidad y de conflictos en los que interviene de
manera decisiva el sujeto poético. El carácter de esos
problemas no suele ser colectivo. La predominante
presencia de lo social en dichas composiciones está
condicionada por la singularidad de la forma de las
canciones y nunca por una correspondencia estilísticoconceptual. Desaparece de esas letras la imagen de una
realidad y un país ideales, carentes de desgarramientos
o errores.
El grado de complejidad antes descrito se expresa en
los contenidos de las creaciones de cultores del rock, el
hip hop, la Canción Cubana Contemporánea y el pop,
cuyos temas son con frecuencia de carácter universal
y están enfocados desde un marco referencial abierto
al mundo. Tales composiciones son herederas de lo
mejor del pensamiento social cubano, donde todo se
toma y se enriquece, teniendo en cuenta el contexto
del país, e incluso el de allende la Isla. La fuerza de una
58
Joaquín Borges-Triana
propuesta así radica en que no solo es un arte de texto
sino de contexto; sus representantes han sabido digerir,
apropiarse y sintetizar sin ningún tipo de ambivalencias
los diferentes discursos que han llegado a Cuba desde
los grandes centros de producción artística y lo han
hecho con elegancia y maestría.
Las abundantes alusiones de estos artistas a
pasajes literarios, textos de canciones, obras musicales
instrumentales, personajes célebres o situaciones de
otros países y épocas, evidencian su nivel de formación
e información. Sus influencias van desde Los Beatles,
el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC,
Silvio Rodríguez y Los Van Van, hasta Leo Brouwer,
Metallica, Nirvana y Luis Alberto Spinetta. En ningún
caso, la asimilación de elementos foráneos desvirtúa
el carácter esencialmente nacional de la propuesta
facturada. Quizás uno de los mayores méritos de esta
producción sonora esté en que, a través de la cultura y
la autonomía del arte, sus principales exponentes han
intervenido en los procesos políticos e ideológicos que
se han generado en décadas recientes y lo han hecho
con total desprejuicio y comprometimiento con su
verdad artística.
En una primera etapa, que abarcaría hasta comienzos
de los años 90, los creadores formados bajo el influjo de
las ideas de los 80 demuestran una vocación sociológica
intensa y preocupación por los fenómenos sociales. En
sus obras suelen utilizar el concepto de simulación y la
apropiación, la cita, la parodia, el pastiche, elementos
que identifican al arte contemporáneo.
Algunos tratan de testificar de forma explícita
sobre el caos que envolvió a la sociedad cubana
en los 90, mientras otros no quieren abordar las
zonas problémicas, lo cual no significa que haya
despreocupación ética, política o social. De forma un
tanto oblicua o mediada por constantes humanas de
raigambre universal, numerosas creaciones musicales
participan en el debate existente en Cuba durante los
últimos años, pero lo hacen con una perspectiva que
trasciende determinadas contingencias epocales.
Como los peces
A continuación analizo el modo en que los
compositores plasman en sus textos una visión acerca
de la sociedad cubana contemporánea y, por tanto, una
imagen país, como manifestación de un pensamiento
a la vez individual y generacional, pues tales ideas
también se registran en la literatura, las artes plásticas,
el cine y el teatro de estas décadas.
En la canción de origen trovadoresco —al igual
que ha ocurrido en el resto de las manifestaciones
artísticas en Cuba durante los últimos veinticinco
años— ha habido cambios en el discurso, temas y
enfoques. Si bien desde finales del siglo xix la trova
se ha vinculado con los problemas sociales, políticos
y de toda índole, al concluir la década de los 80, y en
especial a comienzos de los 90, luego del derrumbe del
campo socialista y la irrupción del Período especial, la
obra de los jóvenes cantautores resulta un testimonio
de las contradicciones y los disímiles sentimientos
existentes en el país.
Uno de los asuntos reiterados, con muchos
matices y diferentes abordajes, es el desencanto ante
el fracaso del proyecto social, o al menos de sus aristas
idílicas. Trovadores, rockeros y raperos reflejan en sus
composiciones la crisis económica, las afectaciones a
los ciudadanos y lo impactante que para los cubanos
resultó comprender la irrealidad del mito en que habían
vivido. La obra de no pocos creadores trasmite a la
perfección el desaliento que se adueñó de muchos en
el ayer reciente. De ese modo, un sentimiento colectivo
es codificado en versos cantados, se torna arte, a la par
que conjuga poesía, testimonio e interpretación de los
tiempos.
Una composición emblemática dentro de esa línea
es «Como los peces», de Carlos Varela, en la cual,
con sumo ingenio, su autor retoma una tradición
trovadoresca: apela a la intertextualidad, echa mano
a un fragmento de un tema también paradigmático
de la música cubana: «Lágrimas negras», de Miguel
Matamoros, y lo vincula con la realidad del país en
tan crudos años:
Las iglesias hablan de la salvación
y la gente reza y pide cosas en silencio
como los peces,
y en la cara de Jesús hay una lágrima rodando,
lágrimas negras.
[...]
Las noticias hablan de resignación
y la gente traga y se miran a los ojos
como los peces
y en la cara de la virgen hay una lágrima rodando,
lágrimas negras.
Los muchachos hablan de desilusión
y en silencio van al mar y se largan
como los peces,
y en la cara de una madre hay una lágrima rodando
lágrimas negras.
Aunque tú me has echado en el abandono,
aunque ya has muerto todas mis ilusiones,
lloro sin que sepas que este llanto mío
tiene lágrimas negras, lágrimas.8
Otro ejemplo es la pieza de Frank Delgado titulada
«Quinto centenario» (o «Gallego»), en la que para
expresar la sensación de amargura que, durante los
90 y hasta abril de 2008, una parte de la población
experimentaba ante la imposibilidad de que un
cubano residente en la Isla se hospedara en hoteles
destinados al turismo internacional (prohibición
que violaba la Constitución del país), aunque tuviese
dólares, euros o CUC, se construye una especie de
juego paródico cuya base es la forma en que algunos
trovadores de principios del siglo xx abordaron la
frustración republicana. Vale recordar que entonces
había concluido la guerra de independencia iniciada
en 1895 por José Martí, Máximo Gómez y Antonio
Maceo, y la República nacida el 20 de mayo de 1902
era bien distinta a la soñada por los próceres. Esa no
correspondencia constituyó un motivo recurrente en la
trova tradicional, cuyos autores se preguntaban: si los
héroes volvieran a vivir, ¿qué harían ante las cosas que
están pasando? No obstante, en «Quinto centenario»
el análisis de la situación es mucho más amplio:
Gallego, leí en un libro
la historia del exterminio,
cuando en menos de dos siglos
acabaron con los indios.
[…]
Gallego, si no fuera gente civilizada,
ahora mismo asaltaba tu embajada
y a todos los funcionarios los tomara de rehenes
y los mandara a construir los pedraplenes.
[…]
Gallego, a mí me contaron
que a pesar de las golpizas
nunca pudieron tus cuadros
contra las cargas mambisas.
[…]
Gallego, la historia es espiral que nunca acaba:
uno la lleva alante, otro la caga.
Si Maceo resucita y va a entrar al Sol Meliá,
yo creo que se arma otro Baraguá.
Ay, gallego, y te preguntarás por qué yo atizo
cenizas con espíritu enfermizo.
Yo andaba con mi ignorancia y con mi mala memoria,
pero es que justo ayer leí el libro de historia nacional.9
Algunas piezas evidencian la sensación de
desamparo de comienzos del último decenio del siglo xx.
El aislamiento a que el país se vio sometido, el hombre
solo en la isla, el bloqueo reforzado por la caída del
campo socialista, se reflejan en otra composición de
Varela: «Robinson», del CD Monedas al aire.10 Lo
mismo pudiera decirse de «Solos», de Manuel Camejo,
cuyo texto permite dar más de una lectura a este relato,
en apariencia una simple historia de amor.11
El sentimiento de desilusión también se registra en el
rap, pero en algunos casos con un enfoque que apela al
clásico choteo del cual hablara Jorge Mañach; o sea, un
irreverente y corrosivo humor que ridiculiza la realidad
circundante, donde todo deja de ser «sagrado».
Los cultores del hip hop en Cuba practican —como
asevera el profesor Alan West-Durán—12 un choteo
con conciencia. Buen ejemplo de ello es la versión, o
mejor sería decir apropiación, que Hermanos de Causa
hace del poema «Tengo», de Nicolás Guillén. El dúo
construye un juego paródico, mediante un tipo de
retórica muy empleado en la guaracha —por ejemplo,
«No hace na la mujer», composición satírica de los años
40, escrita por Bienvenido Julián Gutiérrez—; y así
¿Cuba es su música?
59
Habría que indagar acerca de por qué en no pocos discos de músicos cubanos
hay manifestaciones de un autoexotismo muy cercano al enfoque reduccionista
de lo que significa ser cubano, asociado al tabaco, el ron, las mulatas, las
palmeras, y propagandizado por algunas de las empresas que promueven el
turismo hacia Cuba.
discursa acerca de los problemas sociales presentes en
La Habana de los 90:
Tengo una bandera, un escudo, un tocororo,
también una palmera, un mapa sin tesoro.
[…]
Tengo una raza oscura y discriminada.
Tengo una jornada que me exige y no me da nada.
Tengo tantas cosas que no puedo ni tocarlas.
Tengo instalaciones que no puedo ni pisarlas.
Tengo libertad entre un paréntesis de hierro.
Tengo tantos derechos sin provechos que me encierro.
Tengo lo que tengo sin tener lo que he tenido.
[…]
Tantos que no tienen nada y dicen tener todo.
Ahora está de moda actuar de ese modo.
La pacotilla está cambiando las mentalidades,
necesidades van modificando facultades,
dificultades que son tan perjudiciales
que a veces te hacen olvidar cosas más esenciales.13
Lágrima de sol
Dentro de las producciones del rock nacional
abundan los temas que se inscriben en la mencionada
corriente de desencanto y desilusión. A ello contribuye
que, en el área de lo textual, las bandas rockeras
tienden a vincularse con lo que en la literatura cubana
se conoce como «los novísimos»; sobre todo con los
planteamientos ideoestéticos de la etapa inicial de
dicho movimiento, cuando muchos de esos escritores
emplean recursos más cercanos al periodismo que
a lo literario. Suerte de acres reportajes críticos,
caracterizados en no pocos casos por un sentimiento
de profunda desilusión y buena dosis de pesimismo al
abordar de forma recurrente asuntos como los balseros,
las drogas, las jineteras..., su estilo está muy unido al
ultrarrealismo y al realismo sucio.
Como ejemplo de esta vertiente dentro del rock,
véase el siguiente fragmento de «Hora», compuesta
por Athanai a comienzos de los 90:
Ye, ye, yeieiee, llegó la hora.
Rectificar es de sabio hazlo sin demora.
Ye, ye, yeieiee, no tengas miedo.
Hazlo por todos los cubanos.
Everybody se va a bailar, sobre el muro siempre al azar.
De un mal juicio, una represión, un asalto di que es mejor.
Unos carros, mil bicicletas,
tantas putas como tantos trompetas.
Gente limpia y corriente, y muchos otros que ni sienten.
Luces, music, venta, compra, marihuana, también coca.
60
Joaquín Borges-Triana
Mil pastillas con alcohol y nuestra patria es la mejor.
No es un cuento, mira de frente,
es mi pueblo que lo vive y lo siente.
No ganamos nada con gritar revolución,
si las cosas marchan de mal en peor.14
La crisis de determinados valores experimentada en
la etapa ha generado letras de canciones pletóricas de
imágenes duras y un análisis metafórico del contexto,
que ofrecen una visión intimista y a veces desgarradora.
En ocasiones, el pragmatismo raya en el dolor, lo
hermoso se torna corrosivo y viceversa. En «Lágrima
de sol», del grupo Havana, desde la propia metáfora del
título, se observa una bella muestra de una poética en
la que prevalece el gesto de dolor existencial:
Aún es una virgen. Ha tentado su dolor. Es tan inocente. La
acompaña el sinsabor de ver su madre andar ahí dando vueltas
a un sillón... Preciado ángel. Infeliz le va a explotar su corazón.
...Hoy va a salir a mal vivir. Revolcándose en todo lo que ve.
Puede alguna mano dispararle mucho amor, ella mientras tanto
presta el tiempo; la vida no. Viaja entre neones, se alimenta
en autostop. ¿Dónde está ese príncipe que mi madre nunca
vio? ...Es otra lágrima de sol...: Sangra una vez más. ...Y no la
quieres ver...15
La irreverencia y la transgresión que han signado el
discurso de cierta zona de la música cubana también se
manifiestan en el pop. Magnífico ejemplo de ello es el
repertorio del dúo Buena Fe, quienes, a partir de unos
versos del español Ramón de Campoamor, transmutan
un reclamo personal en demanda social:
No me regales más nada,
déjame ganármelo yo.
No me lo cobres luego a pedradas,
que yo no soy un medalla de oro
en el torneo de las sugerencias.
Yo solo quiero compartir un logro
que no se base en extrema paciencia,
pa’l final no arribar al problema:
un buen guion, mala puesta en escena.
Que no me basta saber mal ajeno,
justificando mi propia desgracia,
ni recitar orgulloso las siglas
con que se nombra caricia y falacia.
Y ya no más salaciones al tiempo
que nos mandó con los cuatro elementos:
gracias la tierra, gracias al viento,
gracias al agua, gracias por el fuego.16
En ese dialogar sobre aspectos de la realidad
cubana sobresale el tema denominado «la zanja». El
título, escrito con letra inicial minúscula, ya indica
la intención transgresora de la canción. A pesar de
su agudeza, se convirtió en una de las piezas más
populares del primer disco del dueto guantanamero:
…y la gente, ay, la gente,
nos pide una canción del medioambiente.
[…]
Muy nerviosas las chismosas calandracas,
quejándose del limo que las tapa.
De pronto todo es blanco y queda
sepultado en aguas blancas:
llegó el jabón a la bodega.
La hoja de aquel libro de planificación,
ahora es un magnífico barquito de papel.
Tres hormigas locas no saben qué hacer,
los niños las condenan como tripulación.
[…]
La zanja que pasa por el frente de mi casa
no está en el mapa de la ciudad.
La zanja que pasa por el frente de mi casa
se alimenta de este barrio.
[…]
Y de cualquier lugar marginal e histérico,
al que la prensa llama tiernamente: periférico.17
El grado de teatralidad y de mise en scène que
son parte consustancial de la táctica de simpatía
que caracteriza al cubano conforman igualmente la
motivación de los artistas afiliados al discurso popero. A
esto se suma la fuerza que ha cobrado entre los cubanos
el gusto por la burla pública, como muestra cierta zona
de la creación de Moneda Dura. La constante ironía, el
choteo sutil y el exquisito relajo campean en Cuando
duerme La Habana, segundo disco de la agrupación.
El uso de interjecciones, onomatopeyas, metáforas,
es sustancia viva del habla popular. Las interacciones
entre el entorno exterior y el interior, el sometimiento
de lo individual a lo colectivo, dados en una pieza como
«Romerillo», constituyen elementos indudables en el
comportamiento de algunas comunidades y de cada
uno de sus miembros. Préstese suma atención a esta
singular radiografía de parte de la Cuba actual, el país
otro, de ningún modo reflejado desde el punto de vista
periodístico en los medios de comunicación:
Yo nací en La Habana, pero en un lugar sin brillo
Un barrio bien sucio que le dicen Romerillo
Con gente que de noche está despierta
Y que anda rondando si hay una ventana abierta
Tipos duros, mujeres guaposas
Niños sucios, gente escandalosa
Fosas, ratas, montones de basura
Y escondida corre la moneda dura
[…]
Cerca quedan los centros comerciales
Las discotecas, los hoteles y los bares
Todo, todo muy bonito
Lleno de luz y con olor a pollo frito
Mira no te confundas
Lo que no quiero es que en la duda te me hundas
Es que soy de zona marginal
Pero yo quiero un barrio donde caminar
No me estés mirando raro
Y reflexiona por qué el barrio es tan malo
Hace falta más conciencia
Todos, para acabar la delincuencia
Oye, qué te pasa…18
La otra orilla
La Canción Cubana Contemporánea aborda
numerosas problemáticas sociales. En cierto momento,
la prostitución devino asunto recurrente. Entre las
primeras composiciones que sobre ella se grabaron
estuvieron «Y si te quieres divertir», de Gerardo Alfonso,
y «Embajadora del sexo», de Frank Delgado.19
Otra temática habitual ha sido la emigración,
inspiradora de creaciones muy intensas y desgarradoras,
como «Foto de familia», de Carlos Varela:
Detrás de todos estos años, detrás del miedo y el dolor,
vivimos añorando algo, algo que nunca más volvió.
Detrás de los que no se fueron, detrás de los que ya no están,
hay una foto de familia donde lloramos al final.
[…]
Detrás de todos los gobiernos, de las fronteras y la religión
hay una foto de familia, hay una foto de los dos.
[…]
y descubrimos con desilusión que no sirvió de nada.20
Entre las creaciones pioneras sobre este asunto
también se encuentran «Círculo febril», de Manuel
Camejo, y «La otra orilla», de Frank Delgado:
Yo siempre escuché hablar de la otra orilla
envuelta en una nube de misterio.
Allí mis tíos eran en colores,
aquí sencillamente en blanco y negro.
Había que hablar de ellos en voz baja,
a veces con un tono de desprecio.
Y en la escuela aprendí que eran gusanos
que habían abandonado a su pueblo.
[…]
Un día Tío volvió de la otra orilla
cargando con su espíritu gregario
y ya no le dijeron más gusano
porque empezó a ser un comunitario.
[…]
Aún continúa el flujo a la otra orilla
en vuelos regulares y balseros
y sé que volverán sin amnistía
porque necesitamos su dinero (o su consuelo, yo no sé).
Se hospedarán en hoteles lujosos
y pagarán con su moneda fuerte
y aquellos que les gritamos escorias (como yo)
tendremos que tragarnos el nombrete (no digo yo).
Bailando con los Van Van, oyendo a Silvio y Pablito,
haciendo cola pa’l pan, o compartiendo traguito.
La dignidad y la distancia son más de noventa millas.
Yo decidí a cuenta y riesgo quedarme aquí en esta orilla.21
La existencia de muestras de racismo en la sociedad
cubana, fortalecidas a partir de los 90 (no obstante la
voluntad de eliminarlas por parte del Estado), se plasma
en canciones como «Para tu Ku Klux Klan», de Jorge
Herrera Kindelán (El Kinde); «Científicamente negro»,
¿Cuba es su música?
61
de Tony Ávila.22 Gerardo Alfonso (quien ya había
abordado el asunto en «Espiritual»23) escribió:
Hay un tumulto negro en una esquina,
no te asustes que no tiene espinas,
en el huerto el grano se han robado,
y es al cuervo a quien han condenado.
Con la gente hay mucho cuidado
[…] con el color hay gato encerrado.
Dicen que con ese color tienen la misma oportunidad
dicen que con ese color, pregúntaselo a la humanidad.
[…]
Entre nosotros hay grandes cantantes
y río […] porque nos cuesta doble llegar a gigantes.24
Si bien no de forma frecuente, también se ha
expuesto el tópico de la homosexualidad masculina;
así sucede en «Hombre de silicona», de Carlos
Varela, y «Puestos inversos», de Gerardo Alfonso.25 El
lesbianismo, que en la década de los 80 no se abordaba,
hoy empieza a incluirse dentro de la poética emergente.
Tal es el caso de composiciones como «Niurka y
Salima», de Erick Sánchez, «Delicadeza», de Carlos
Varela, y «Semejanzas», de Niuska Miniet.26
En un contexto en el que todavía los signos género,
cuerpo, familia, mujer y sexualidad figuran entre los
principales territorios en disputa, en correspondencia
con cómo se intersectan en ellos los criterios del
tradicionalismo moral, el fonograma Yusa, acreditado a
la cantautora homónima, abre nuevas líneas temáticas
y refleja sin prejuicios la manera en que un sector de
la mujer contemporánea asume su sexualidad. Son
representativas de lo antes expuesto las piezas «Cuestión
de ángulo», que aborda las relaciones lésbicas de un
modo metafórico y simbólico, y, en particular, «Flash»,
sencilla pero esclarecedora radiografía de los tiempos
que corren: «Algo nuevo hay en el barrio: cambió/
Salen cómplices de un auto dos mujeres a la vez./ Varios
rostros se miraron, hay viento./ Silencio».27
Integrantes del nuevo discurso que expresa las
angustias, los desasosiegos, pero a la vez las alegrías
y esperanzas, y contribuye a brindar una imagen país
lo más ajustada posible a la realidad, también son
las manifestaciones de neohistoricismo presentes en
el trabajo de algunos compositores. Tal es el caso de
«Ferrocarrial», de Abel Omar Pérez, en la que al contar
una historia de los años 40 se dialoga con la actualidad.
Además, persiste el homenaje a los héroes de la Patria,
mas no de forma panfletaria, sino de manera muy
personal e íntima, como sucede en «Con la adarga al
brazo», de Frank Delgado, y «Son los sueños todavía»,
de Gerardo Alfonso, dedicados al Che Guevara.28
Durante los doce meses de 1997, no hubo un rincón de
Cuba en el que no se escuchara el hermoso y sentido
tributo de Gerardo:
[…] Yo sabía bien que ibas a volver,
que ibas a volver de cualquier lugar,
porque el dolor no ha matado a la utopía,
62
Joaquín Borges-Triana
porque el amor es eterno y la gente que te ama no te olvida.
Tú sabías bien, desde aquella vez, que ibas a crecer,
que ibas a quedar.
Porque la fe clara limpia las heridas,
porque tu espíritu es humilde y reencarnas
en los pobres y en sus vidas.
Después de tanto tiempo y tanta tempestad,
seguimos para siempre este camino largo, largo
por donde tú vas.
El fin de siglo anuncia una vieja verdad:
los buenos y los malos tiempos hacen
una parte de la realidad […]
Por otro lado, a partir de los 90, en el discurso
de los creadores afiliados a la Canción Cubana
Contemporánea, inciden con gran fuerza algunas leyes
del mercado. Si se comparan las composiciones hechas
por varios de ellos en los 80 con las que realizaron en
la siguiente década, es evidente la tendencia a buscar
mayor universalidad en los textos, para acceder al
mercado internacional.
Paradigmático ejemplo de dicha práctica es Polito
Ibáñez, quien ha madurado profesionalmente y ha
sumado a sus viejas preocupaciones socioculturales de
carácter local, otras de remarcado corte universal. Si
en un pasado reciente nos legó canciones inolvidables
como «Filípica de la ciudad», «Puntos suspensivos»
y «Evocaciones», hoy nos propone piezas como
«Odettemanía», «Para no pensar», «Agujeros» y «Doble
juego».29 Muestra de las actuales inquietudes éticofilosóficas de Ibáñez es «Somos números»:
Hay quien persigue sus fantasmas en la irrealidad,
hay quien le pone un lente al día para otro color.
La gente viene al mundo al final de un placer,
la gente vive el mundo buscando el poder,
por eso se disfrazan de robot,
porque la gente no son más que números.
[…]
Hay gente atrapada en las pornomanías,
los comics de revistas,
otros prefieren ir viviendo al día con cara de turistas,
hay gente que lleva la moda como un lord invernal
y gente colgada a la moda contracultural
[…]
y es que solo somos números.30
La readecuación de la propuesta artística al contexto
actual apela a algo que no es nuevo en la música popular
cubana: la mezcla de géneros y estilos con el propósito
de conseguir determinado fin.31 Sin embargo, a partir
de los 90, las hibridaciones y los intercambios han
alcanzado extremos inimaginables, favorecidos por la
globalización cultural.
La Habana a todo color
El modo en que la música cubana trasmite una
determinada imagen país está relacionado con el de la
representación de la capital de la Isla. Obviamente, las
percepciones acerca de esta ciudad son fragmentadas,
debido a la influencia de la etnicidad, la clase social
y otros factores. Según el académico estadounidense
Robin Moore, más que reflejar las ideas de un lugar
y momento, la música las interpreta y contribuye a
su formación. Así, las canciones proyectan nuevas
imágenes de la vida urbana.32
Pareciera una ley no escrita que los músicos cubanos
deben homenajear a La Habana para conocer el éxito
en la Isla. Compositores pertenecientes a distintas
generaciones y épocas le han ofrendado numerosas
canciones, en espera de que ella les otorgue su
bendición. Resulta literalmente imposible hacer aquí
siquiera un esbozo de todo ese vasto repertorio, digno
de una investigación académica. En consecuencia,
solo abordaré la presencia de La Habana en la música
popular urbana, en particular, en la Canción Cubana
Contemporánea, durante los últimos decenios, dentro
y fuera del país.
La nueva mirada a la capital incluye una elevada
dosis de escepticismo y reflexión existencial. Lo
evidencia el siguiente fragmento de «La Habana
dormida», de Adrián Morales:
Qué triste La Habana dormida
desde esta ventana donde el sol no llega,
calles demasiado tranquilas, vecinas del puerto,
ácido refinería.33
Carlos Varela («Bulevar», «Jalisco Park»), Frank
Delgado («La Habana está de bala», «La farándula
habanera») y Gerardo Alfonso («Aquí cualquiera
tiene», «Sábanas blancas», «Lo que me atrapa» y «Suave,
suave») hacen de la representación de esta ciudad una
suerte de arte poética. Los tres pueden considerarse
cronistas de lo que sucede en ella y su obsesión por la
urbe trasciende lo geográfico e incluye al ser humano.
Sin la menor discusión, «Habáname» es la canción de
Varela más representativa de su relación con la capital
cubana, singular declaración de amor que, de forma
paradójica, fuera extraoficialmente censurada en los
medios de comunicación en Cuba.
El día a día de la capital cubana ha sido también
abordado por parte de los rockeros en producciones
caracterizadas —desde mediados de los 90— por la
buena factura del discurso textual. Excelente ejemplo
lo constituye la banda sonora de la película Habana
Blues, y el tema homónimo escrito por X Alfonso,
Kelvis Ochoa y Descemer Bueno:
Hoy miro, a través de ti, las calles de mi Habana,
tu tristeza y tu dolor reflejan sus fachadas,
es tu alma y soledad, la voz, la voz de esta nación cansada.
Solos tú y yo, en la ciudad dormida;
solos tú y yo, besando las heridas
Ay, Habana, cada vez te olvidabas más de ti para apoyar mis
sueños,
pero sé que lastimé tu corazón jugando con tus sentimientos
[…]
Y tengo que dejarte ir, poniendo al mar entre los dos,
pagando el precio de otros que viven de la contradicción.
Otra familia que quedó marcada por la separación.
Cómo luchar con ese sol, con la política y con Dios.34
Canciones donde esta ciudad es la protagonista
conforman el álbum Havana, realizado por la
agrupación homónima dentro de los parámetros del
rock latino. El fonograma incluye un tema trascendente:
«Otro amanecer», escrito por Iván Latour, con la
colaboración de Osamu Menéndez; en virtud de
la armoniosa conjunción entre música y texto, clasifica
entre lo mejor del rock nacional:
Otro amanecer, lejos de saber,
si en mi Habana llueve aún.
Ciudad del león, llega esta canción,
la nostalgia crece más.
Mis amigos hoy son los emigrantes de cualquier lugar,
me pregunto aún si me quedarán cuerpos que abrazar allí.
Cada vez que pienso en alguien es un cubano que se fue,
cada vez que miro en mi interior siento el ansia de volver.
Desde afuera vi lo que ya perdí, lo que no tendré más.
Mi ciudad natal pudo ser la más bella de las que ya vi.
Hablo de vivir, no de sucumbir, odio las políticas,
y hablo en nombre de ellos que no están,
los que no pudieron más.35
Más para reflexionar
Muchos son los asuntos relacionados con el vínculo
entre música e imagen país que podrían ser objeto de
exégesis para futuras investigaciones y a los cuales
no me he referido en este texto. Sería interesante
analizar la existencia de numerosos fonogramas que,
desde el propio título, intentan vender una imagen
de Cuba o de algún elemento distintivo del país,
práctica particularmente acentuada en producciones
de artistas pertenecientes a la diáspora cubana: Humo
de tabaco (Alex Cuba), Cuba linda y Cuban jazz
(Alfredo Rodríguez), Danzón y From Havana with
Love (Arturo Sandoval), Bebo de Cuba (Bebo Valdés),
Hermosa Cuba tu brillante cielo (Carlos y Marta), Con
el permiso de Bola (Francisco Céspedes), 90 millas y
Miss Little Havana (Gloria Estefan), Habana nocturna
y Havana Remembered (Hilario Durán), Supercubano
(Issac Delgado), Cubanos (José Luis Barba), Cuba
Swings (Juan Pablo Torres), Mi herencia cubana (Lázaro
Horta), Cubáname y Álbum de Cuba (Lucrecia), New
Cuban Express (Manuel Valera), A lo cubano (Orishas)
y Cuba libre (Raúl Paz), entre muchos otros.
Un suceso para reflexionar es que, a nivel
internacional, a partir de la segunda mitad de los 90,
momento de mayor esplendor promocional y comercial
de «lo cubano» en materia de música, fonogramas
como Mi tierra, de Gloria Estefan, y Buena Vista Social
Club, han acentuado el estereotipo de que en la Isla
la buena producción musical se detuvo en la década
¿Cuba es su música?
63
de los 50. Incluso, cuando el revival había pasado de
moda, en 2008 y bajo el auspicio de Willy Chirino, la
disquera Reyes Records editó el CD Cuba: un viaje
musical. En este álbum, Albita Rodríguez, Rey Ruiz y
Donato Poveda apelan a canciones como «Marianao»
(Ramón Cabrera), «Carnavales de Oriente» (Rafael
Cueto), «Tres lindas cubanas» (Guillermo Castillo) y
«Santa Isabel de las Lajas» (Benny Moré), con el fin de
trasmitir una imagen país detenida en el tiempo.
A mantener esa imagen distorsionada contribuye
la escasa presencia de la música popular cubana en
las redes sociales, donde muchos solo conocen Cuba
por la «Guantanamera», «Lágrimas negras», «Son de
la loma» y el «Chan chan».
Asimismo, habría que indagar acerca de por qué
en no pocos discos de músicos cubanos (incluidos
profesionales de avanzada como el grupo Orishas) hay
manifestaciones de un autoexotismo muy cercano al
enfoque reduccionista de lo que significa ser cubano,
asociado al tabaco, el ron, las mulatas, las palmeras,
y propagandizado por algunas de las empresas que
promueven el turismo hacia Cuba.
Igualmente, sería útil explorar producciones
discográficas como aV abuC, de la banda Música
d’Repuesto, cuyo título alude al clásico «Cuba Va», del
Grupo de Experimentación Sonora. Este CD, grabado
en los peores momentos del Período especial, invita a
realizar un análisis paratextual de sus letras y melodías,
a la manera de Richard Macksey,36 pues la parte sonora
funciona como mediación o guía en la relación entre el
texto musical y el oyente. Incluso sin ser un conocedor
de la teoría de los paratextos, es fácil percatarse de
que el título de este disco resulta muy sugerente para
acceder a la totalidad del significado de la propuesta y
a la imagen país aquí ofrecida.
Uno de los principales valores de buena parte
de la creación musical que he mencionado radica en
la inserción de esta en la indagación antropológica
y sociológica que ha distinguido el arte en Cuba.
Los textos de esas canciones muestran ciertos hilos
invisibles, o visibles, que conforman el tejido de la
sociedad cubana actual. Y lo hacen sin la menor
retórica, sin emplear palabras de carácter político, ni
pretender definir la complejidad de la situación del país
en cada verso o estrofa; con la agudeza de entrever, en
los sentimientos o las actitudes, su eco o su causa social.
No obstante, se trata de un discurso duro y amargo,
sin concesiones.
El tratado de sociología que toma cuerpo en este
repertorio musical es un diagnóstico de la época, un
retrato del espíritu que la animó y la conmovió. Las
obras, si bien en no pocas ocasiones aparecen transidas
por la nostalgia y la noción de pérdida, poseen el
importantísimo valor de persistir en preservar la
memoria.
64
Joaquín Borges-Triana
Ello es expresión de un profundo y auténtico amor,
del interés por hacer un país mejor. A eso se refiere
Vanito Brown (antes Caballero) en su composición
«Habana a todo color».
Concluyo mi exégesis con fragmentos de una
canción de Moneda Dura, formidable ejemplo de los
derroteros por los que transita el universo letrístico
de la música cubana a la hora de entregar la imagen
país de una isla que, guste o no, cada día es más
transnacional, plural, políglota y transterritorial:
Cada noche mi ciudad se despierta
y echa a andar y es un aguacero
de gente rara y marginal.
Quinta Avenida, 23,
el Malecón, el Bulevar
son un reverbero donde se quema el odio.
[...]
Yuppies, freakies, un travesti,
homosexuales, delincuentes,
jineteras por doquier.
Es a mí a quien piden el carné.
Va rodando nuestro sueño,
¿a dónde vamos a parar?
Jungla, madrugada
te hostiga y te traga sin masticar.
[…]
Cuando duerme La Habana yo salgo a caminar,
cuando duerme La Habana cualquier cosa puedes encontrar,
mi negra,
y cuando duerme La Habana otra ciudad sale a luchar su pan,
ya tú ves.37
Notas
1. Fernando Ortiz, Entre cubanos, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1987, pp. 114-26.
2. Rubén Gómez Muns, «Una aproximación a la función identitaria
de la música», disponible en www.metro.inter.edu/facultad/
esthumanisticos/ceimp/articles/Una%20aproximacion%20a%20
la%20funcion%20identitaria%20de%20la%20musica-Ruben%20
Gomez%20Muns.pdf (consultado el 4 de septiembre de 2011).
3. Roland Robertson, «Glocalization: Time-Space and HomogeneityHeterogeneity», en Mike Featherstone et al., eds., Global Modernities,
Sage, Londres, 1995, pp. 25-44.
4. Jan Nederveen Pieterse, «Globalization as Hybridization», en
Mike Featherstone et al., eds., ob. cit., pp. 45-68.
5. Se usa la expresión dialógico en el sentido de diálogo con su
entorno, más que en referencia al concepto de dialogismo como
polifonía, enunciado por Mijail Bajtin en «Problemas de la poética
de Dostoievsky» (1936) y desarrollado en «El discurso de la novela»
(1975). Véase Mijail Bajtin, The Dialogic Imagination. Four Essays,
University of Texas Press, Austin, 1981.
6. Keith Negus, Los géneros musicales y la cultura de las
multinacionales, Paidós, Barcelona, 2005, p. 18.
7. Para mayor información acerca de la «Generación de los topos»,
véase Joaquín Borges-Triana, «La generación de los topos»,
Juventud Rebelde, 28 de agosto de 1988, La Habana, p. 9; y Ramón
Fernández-Larrea, «Bárbara tiene náuseas de fin de siglo», Los
que soñamos por la oreja, n. 1, diciembre de 2004, disponible en
http://oreja.trovacub.com/boletin.html (consultado el 10 de enero
de 2005). Un recuento del proyecto «Te doy otra canción» puede
leerse en Joaquín Borges-Triana, «Te doy otra canción», El Caimán
Barbudo, a. 27, n. 275, abril-junio de 1994, La Habana, pp. 8-9.
8. Carlos Varela, «Como los peces», CD Como los peces, BMGAriola S.A., 1995.
30. Polito Ibáñez, «Somos números», CD Para no pensar, ob. cit.
31. Es esto un magnífico ejemplo del sentido cultural del concepto
de reconversión, desarrollado por Pierre Bourdieu en La distinction:
Critique social du jugement, Minuit, París, 1979, pp. 155, 175 y 354.
9. Frank Delgado, «Quinto centenario» (o «Gallego»), CD Trovatur,
[producción independiente], La Habana, 1995.
32. Robin Moore, «Evocaciones de La Habana en las canciones de
Gerardo Alfonso», Los que soñamos por la oreja, n. 21, La Habana,
agosto de 2006, disponible en http://oreja.trovacub.com/boletin.
html (consultado el 20 de agosto de 2006).
10. Carlos Varela, «Robinson», CD Monedas al aire, Graffiti Music
Group, 1992.
33. Adrián Morales, «La Habana dormida», CD Nómada, Ventilador
Music, Barcelona, 1996.
11. Manuel Camejo, «Solos», CD Pulsos (Dúo Pulsos), [producción
independiente], La Habana.
34. X Alfonso, Kelvis Ochoa y Descemer Bueno, «Habana Blues»,
CD Habana Blues BSO (Dir. Benito Zambrano, Maestranza Films,
Francia/España/Cuba), 2005.
12. Alan West-Durán, «Rap’s Diasporic Dialogues: Cuba’s
Redefinition of Blackness», Journal of Popular Music Studies, a. 16,
n. 1, Hoboken, Nueva Jersey, 2004, pp. 4-38.
13. Soandres (Hermanos de Causa), «Tengo», Cuban Hip Hop All
Stars, v. I, Papaya Records, 2001.
14. Athanai, «Hora», CD Séptimo cielo, No More Discos, Madrid,
1997.
15. Iván Latour, «Lágrima de sol», CD Puertas que se abrirán
(Havana), EGREM, La Habana, 1997.
16. Israel Rojas, «Gracias por el fuego», CD Presagios (Buena Fe),
EGREM, La Habana, 2006.
35. Iván Latour y Osamu Menéndez, «Otro amanecer», CD Havana
(Havana), Generamúsica, México, DF, 2001.
36. Richard Macksey, «Foreword to the English Edition», en
Gérard Genette, Paratexts. Thresholds of Interpretation, Cambridge
University Press, Cambridge, pp. xi-xxii, 1997.
37. Nassiry Lugo, «Cuando duerme La Habana», CD Cuando
duerme La Habana (Moneda Dura), EGREM, La Habana, 1998.
, 2014
17. Israel Rojas, «La zanja», CD Déjame entrar (Buena Fe), EGREM,
La Habana, 2001.
18. Nassiry Lugo, «Romerillo», CD Mucho cuidao (Moneda Dura),
EGREM, La Habana, 1998.
19. Gerardo Alfonso, «Y si te quieres divertir», CD Sábanas blancas,
Bis Music, La Habana, 1995; Frank Delgado, «Embajadora del sexo»,
CD Trovatur, ob. cit.
20. Carlos Varela, «Foto de familia», CD Como los peces, ob. cit.
21. Frank Delgado, «La otra orilla», CD La Habana está de bala,
[producción independiente], La Habana, 1997.
22. Tony Ávila, «Científicamente negro», CD ...en tierra, Bis Music,
La Habana, 2012.
23. Gerardo Alfonso, «Espiritual», CD Recuento, Casa de las
Américas, La Habana, 2000.
24. Gerardo Alfonso, «Dicen que», CD Sábanas blancas, ob. cit.
25. Carlos Varela, «Hombre de silicona», CD Como los peces,
ob. cit; Gerardo Alfonso, «Puestos inversos», 1995 [inédito].
26. Erick Sánchez, «Niurka y Salima», 2000, [inédito]; Carlos
Varela, «Delicadeza», CD Siete, Grafitti Music Group, 2003; Niuska
Miniet, «Semejanzas», CD Alguien en la esquina, EGREM, La
Habana, 2008.
27. Yusa, «Flash», CD Yusa, Tumi Music, Bath, 2002.
28. Frank Delgado, «Con la adarga al brazo», CD La Habana
está de bala, ob. cit; Gerardo Alfonso, «Son los sueños todavía»,
CD Cantarte Comandante, EGREM, La Habana, 1997.
29. Polito Ibáñez, «Filípica de la ciudad», «Puntos suspensivos»,
[inéditos]; «Evocaciones», CD Recuento, Unicornio, La Habana,
1998; «Odettemanía», «Para no pensar» y «Agujeros», CD Para
no pensar, Unicornio, La Habana, 2000; «Doble juego», CD Axilas,
Unicornio, La Habana, 2003.
¿Cuba es su música?
65
Imagen construida
y ciudad deconstruida:
apogeo de una antítesis
Pedro Vázquez
Arquitecto urbanista.
Consultor para el hábitat y la gestión de proyectos.
S
e afirma que la ciudad es el mayor invento de la
Humanidad. El juicio se confirma al constatar
que su creación y desarrollo comenzó en la Edad
antigua y continúa hoy con notable persistencia,
una linealidad que en sí misma ratifica la validez de
la invención. Si hoy se habla de países y se estudia el
significado esencial de su imagen es gracias a que estos
devinieron sujetos a partir de la fusión de antiguas
ciudades-Estado surgidas en la antesala del mundo
actual. Las referenciales Tebas, Atenas y Esparta eran
sólidos asentamientos humanos mucho antes de que, a
fuerza de guerras de expansión, se definieran los límites
de la Grecia que conocemos. La ciudad fue madre de
países —no a la inversa, como es frecuente entender—
y la razón para esto parece justificada: las fronteras
delimitan mientras las ciudades conectan.
La aceleración del proceso global de urbanización
tras la Revolución industrial inglesa del siglo xix,
se traduce en el pronóstico formulado por Naciones
Unidas que fija en unos cinco mil quinientos millones
la cifra de ciudadanos en todo el mundo hacia el
año 2025,1 mientras en Cuba el Censo Nacional de
Población y Viviendas del año 2012 concluye que 76,8%
de la población vive ya en zonas urbanas: casi 7% más
que hace treinta años y 20,5% por encima de 1953.2 Ellas
devendrán símbolo tangible de las naciones a la par que
el ser social planetario se convertirá mayoritariamente
en un ser urbano, lo que no es objeto de teorías sino
de evidencia en construcción, con China como el
ejemplo más notable. La articulación entre sociedad
y marco físico de acción es hoy, y será aún más en el
futuro, un tema que merece atención si se aspira a dejar
un mundo mejor a quienes habitarán, sobre todo, en
asentamientos humanos cada vez más globalizados.
66
n. 77: 66-73, enero-marzo de 2014
Pedro Vázquez
Es comprobable que la degradación del entorno
edificado es tan amenazadora para nuestra calidad
de vida como lo es la agresión al medio natural. La
maniquea partición entre hábitat natural y construido
queda en evidencia al saber que 75% del consumo
energético, la acumulación de desechos no degradables
y la emisión de gases de efecto invernadero se generan
en las ciudades del planeta, razón suficiente para
mitigar su huella ecológica.3 Cada nación transitará
este escenario urbano global bajo dos variables:
una mediada por lo natural/edificado y otra por lo
sociopolítico/económico. El presente artículo pretende
visibilizar claves sobre algunos de los procesos que crean
o destruyen una imagen país afincada en sus ciudades,
alertar sobre la pérdida simbólica y económica que
una ciudad decadente significa para su imagen nación
y destacar las secuelas dejadas en los ciudadanos y en
su propia visión del país. El caso de la imagen Cuba es
centro de esta mirada dada la repercusión actual del
tema, particularmente en La Habana.
Identidad urbana e imagen país: unidad
con dos piezas
Acotar ambos términos es un ejercicio riesgoso
que usualmente se balancea entre el estereotipo y la
mercadotecnia, el imaginario y la realidad, la inversión
especulativa y el legado cultural, las historias locales y
el aporte universal, para terminar siendo una mezcla
de todos esos significados, cocidos bajo los aderezos
del poder. El resultado ha sido motivo de múltiples
análisis que han pretendido desentrañar tan singular
mixtura y finalizar siempre reuniendo lo real y lo ideal.
Tal vez sea precisamente ese el centro de la cuestión:
la ciudad es simultáneamente inversión tangible
e imagen supuesta, valor añadido y añadidura de
imaginario, convergencia entre cultura y componente
sociopolítico-económico; la ciudad es la proyección
de la sociedad sobre el territorio, y por derivación, la
imagen que la humanidad construyó para sí en una
modelación de ida y vuelta que partió de la ciudadanía
y regresó con la ciudad… y viceversa.
De ahí su correspondencia con la estructura
socio-político-económica que la arraigó en cada
nación y período. Desde Mesopotamia, cuna de lo
urbano, a Brasilia, icono de la planeación territorial,
un largo rosario de asentamientos humanos ha sido
implantado en el planeta. Cada uno de ellos es fiel
reflejo de sus determinantes locales, y también de las
universales: la calidad y valor del suelo en que yacen;
los escenarios topográficos, climáticos y paisajísticos;
las condicionantes técnicas, religiosas, políticas,
culturales, económicas o militares; la estructura clasista
de sus sociedades, la cólera de los desposeídos; o la
arbitrariedad de los poderosos las han marcado al fijar
en muchos casos la imagen y el discurso expresivo que
llevan consigo.
La ciudad mediterránea es usualmente escabrosa
—Dubrovnik o Salónica, por ejemplo— porque vive
entre pliegues de la corteza terrestre dejados allí por
siglos de terremotos. La del desierto se cierra sobre
sí misma, a veces tan enquistada como la argelina
Ghardaia, para evitar la invasión de la arena del
siroco. La heredada de la tradición grecolatina —La
Habana incluida— se estructura en manzanas que
solo se regularizaron plenamente a escala planetaria
cuando el Renacimiento implantó la razón como base
del pensamiento urbano frente a la tortuosa madeja
de callejuelas dejada por el Medioevo. Roma es «la
Eterna» también porque la extrema solidez de sus
monumentos se fundamentaba en la percepción de que
el Imperio sería imperecedero y merecía inversiones
que duraran por siempre mientras el Emperador de
turno construía símbolos de estatus más que edificios;
de ahí la magnificencia de escenografías que perseguían
reducir ante el poder al ciudadano y al visitante. La
imagen irradiada por Nueva York denota claramente la
principal potencia financiera del mundo, sobre todo en
la isla de Manhattan que colecciona el mayor tonelaje de
inversiones que ciudad alguna soporte. La Meca saudíárabe o Varanasi en el Ganges hindú están teñidas por
tan intensa religiosidad que desconciertan al devoto
de cualquier otra creencia que las visite. Como último
de estos ejemplos está el de París, donde el Barón de
Haussman trocó una demanda militar napoleónica
en bulevares y rotondas que facilitaran la rápida
movilización de las tropas a través de la urbe, para
controlar la posibilidad de una nueva Bastilla, amargo
fundamento para una imagen ahora venerada.
La expresividad de la imagen ciudad es de tal eficacia
que en ocasiones la imagen país pasa precisamente
—a veces únicamente— por la de una metrópoli o
monumento local; tal es el caso de Mónaco solo visible
a través del Casino de Montecarlo. Ciertas naciones
todavía con débil imagen urbana poseen en cambio
ambientes naturales que les tipifican como nación;
Kenia y Costa Rica son casos de interés, mientras otros
no descuellan en ninguna de las dos escalas y su imagen
país se anula en el concierto global, lo que les resta
competitividad. Este componente discursivo ha sido
amplificado por una modernidad apoyada en el poder
de medios y tecnologías que reinventan ciberciudades
mientras, contradictoriamente, la adaptación del
producto-ciudad al consumo global masivo ha llegado
a un minimalismo reductor: Francia es París y París es
la Torre Eiffel.
Esas dicotomías demuestran el valor de la arquitectura
y el urbanismo como imagen país aprehensible, a
la par que denota la ciudad como objeto-consumo.
Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis
67
En las ciudades no existe felicidad declarada que no se acompañe del bienestar
real. Urge reconectar la Cuba simbólica a la Cuba tangible y hacer ciudadanos
para hacer país. La capacidad económica, financiera, discursiva y simbólica
de la ciudad se verá fortalecida en la medida en que devenga escenario de la
vida global.
En pocas décadas ciertas naciones han construido y
exportado una imagen país claramente permeada por
ciudades de cambios, mercadotecnia e interconexión
planetaria; básicamente son aquellas emergidas al
mercado tras la posguerra, las que se incorporaron
a él como resultado de «transiciones» políticas y las
reocupadas por una inversión neoliberal que potenció
el consumo interno y externo de sus atributos y signos
construidos. Caben aquí el Sidney de una economía
que emergió; el Beijing, antes prohibido; o el alguna
vez modesto Bilbao, relanzado como polo cultural
por el Museo Guggenheim, obra de Frank Ghery e
inscrito en los esfuerzos peninsulares alrededor de una
«Marca España» que no deja de incluir las arquitecturas
despampanantes de Rafael Moneo o Santiago Calatrava,
entre otros.
La ciudad ha devenido, simultáneamente, símbolo
de identidad nacional y objeto de consumo interno y
externo. Ya no es más solo un reducto para la puesta en
uso —su carácter funcional, cultural, social y edilicio—
sino un escenario para la puesta en valor de su perfil
productivo, financiero y especulativo, entendida como
commodity. Esta tendencia global parece acentuarse y
de ella podría, al menos, tomarse las oportunidades
que reporta la exportación de una buena imagen país,
insertada en los nuevos escenarios. Sin embargo,
constituirse en icono ante la mirada externa no es
la principal intención que la ciudad presupone; es,
en primer lugar, la satisfacción de las necesidades
y aspiraciones de su propia ciudadanía porque esta
significa su razón, esencia vital y transformadora.
Cuba, la urbanística herida
Poco quedó de los caseríos que de manera extensa
ocuparon el país antes de la llegada de Colón. La huella
dejada por ellos no fue suficiente ni relevante para
alimentar una herencia nativa; de ahí que no exista
una imagen ciudad para el período precolombino
cubano como ocurre en algunos países de la región.
La historia de la ciudad en la Isla convencionalmente
se inicia en 1511 con la fundación de Nuestra Señora
de la Asunción de Baracoa, a la que siguieron las otras
seis denominadas «primeras villas», hasta completarlas
en 1519 con San Cristóbal de La Habana. La ahora
capital de la República fue la última entre las primeras,
68
Pedro Vázquez
pero prevaleció sobre todas. Su singular bahía fue
la responsable principal de esa preponderancia. No
solo clasifica entre las más protegidas de América,
sino se considera la mejor ubicada en los términos
geoestratégicos, que la Corona perseguía para lanzar
desde ella la ocupación de Centroamérica, México y
el sur de los Estados Unidos. Fue sitio de paso para
pensadores y navegantes, espacio para encuentros
e intercambios, encrucijada de culturas variopintas
que llegaron por inmigración o tránsito, lugar para el
anclaje y reunión de la Flota española y puerto seguro
para la acumulación de los tesoros americanos antes de
su envío a Cádiz. Este espíritu cosmopolita y conector
ocurrió también en otros puertos de la Isla aunque
en menor escala; Santiago, Matanzas o Cienfuegos
podrían sumarse al encuentro de diversidades ocurrido
en las costas de Cuba desde los días de la conquista
hasta que la aviación destronó la navegación marítima.
El resultado del continuo intercambio de más de cuatro
siglos es una nacionalidad mestiza y abierta, mundana
y tolerante, híbrida en todo y pura en nada, que Don
Fernando Ortiz definió sabiamente como ajiaco: un
cocido denso, contenedor de cuanto comestible exista
en el hogar, pero donde las legumbres y carnes pierden
sus sabores y colores para terminar mezcladas en un
plato nuevo, diferente a los ingredientes de partida.
Ese ajiaco cultural aparece claramente traducido
en la arquitectura y la ciudad cubanas, cuyo resultado
es un verdadero carnaval de formas. El escritor Alejo
Carpentier definió La Habana como «la ciudad con el
tercer estilo: el estilo de las cosas sin estilo»; el juicio es
aplicable hoy a otros muchos lugares habitados del país.
Este amasijo conformador de una identidad citadina
terminó por constituirse en retrato definitivo de la
urbe cubana, bajo un rico añadido sociocultural. Para
facilitar la comprensión de tan ecléctica imagen —todo
intento de desmontaje está condenado a pecar de
inexacto— se podría dividir este lapso de conformación
de identidades en solo tres períodos:
1. El colonial, ubicado entre 1511 y mediados del
siglo xix, cuando España y algunos pocos de sus
vecinos europeos eran los únicos capaces de acarrear
influencias arquitectónicas hacia nuestras costas.
2. El burgués-criollo y norteamericano, que no
comienza con la ocupación de 1898 sino antes, con la
penetración de capitales que modelaron la economía
nacional y facilitaron la construcción o adquisición
de haciendas y propiedades —incluyendo a
potentados nacionales—, lo que terminó en octubre
de 1960.
3. El revolucionario, en todo el tiempo posterior.
La arquitectura e imagen urbana del período
colonial cubano ha sido estudiada y difundida de
manera amplia. La escala de ese patrimonio es de tal
trascendencia, local e internacional, que el país posee
nueve sitios declarados por la UNESCO como parte
del Patrimonio Cultural de la Humanidad, seis de
ellos directamente relacionados con la arquitectura. En
Latinoamérica esta cifra es solo superada por México
(32), Brasil (19) y Perú (11), que son también mayores
en extensión, población y jerarquía colonial como sede
de los virreinatos europeos, aparte del notable aporte de
sus respectivas culturas precolombinas luego sumadas
al listado de la UNESCO. En el caso habanero lo más
notable del período es su sistema de fortificaciones,
de gran magnitud y complejidad, construido por la
Metrópoli entre 1540 y 1897. Esta colección de poderío
en piedra labrada convirtió La Habana en la ciudad
más fortificada de la América hispana, y le dejó un
apasionante patrimonio defensivo en el que el Castillo
de los Tres Reyes del Morro descuella como su principal
icono arquitectónico.
Si bien el Renacimiento, el Barroco, el Neoclásico y
señales mudéjares, italianas, francesas u otras aparecen
—incluso mezcladas entre sí— durante esta primera
etapa, es en la segunda cuando ocurre la real explosión
de los estilos arquitectónicos. La «independencia» de
España, las tecnologías posindustriales, la bonanza
económica de un país que se beneficia de ambas guerras
europeas, el aumento del intercambio de ideas e intelectos,
la efectiva gobernabilidad urbana, la incidencia de una
clase media activa junto a una burguesía informada,
la influencia de múltiples estilos y corrientes artísticas
nacidas en Europa y los Estados Unidos, la presencia
de abundante capital norteamericano articulado con
los que acumularon familias criollas enriquecidas
con la trata de esclavos, el latifundio, el comercio o la
producción azucarera; la abundancia de una entrenada
mano de obra barata; unido a otros factores, potenciaron
esta etapa intermedia como la de máxima inversión
urbana. Ello hizo que La Habana —otras ciudades
en el país también se expandieron— creciera seis
veces en extensión mientras su población apenas se
triplicaba. El resultado es una sucesión de significados
y maravillas construidas en los que se engarzan Art
Nouveau, herencia arquitectónica española, proto
Modernismo, Art Déco, Movimiento moderno,
Eclecticismo, Modernismo catalán, hitos provenientes
de la arquitectura hanseática o norteamericana junto a
todos los «neo-estilos» imaginables. El sector norte de La
Habana acumuló lentamente un envidiable patrimonio
construido mientras hacia el sur —zona trabajadora
y de clase media baja— un ejército de albañiles y
contratistas modestos copió los estilos referenciales de
El Vedado norteño traduciéndolos con simpatía en una
arquitectura vernácula que dio áreas dignas de estudio;
por ejemplo, Lawton. Con sus ciudades principales
consolidadas y las intermedias en franca mejoría, el
país recibió la Revolución del 1 de enero de 1959.
Sin embargo, la mayoría de los poblados de base del
territorio nacional no disfrutaron de la descrita bonanza
de inversiones. De ahí que, en virtud de la segregación
y estratificación de las clases, esas áreas «duales» de la
periferia social contribuyeran poco a la conformación
de la imagen ciudad y por ello mismo a una identidad
urbana nacional que aparecía robustecida.
A inicios de la tercera etapa, en octubre de 1960,
es aprobada la Ley de Reforma urbana que canceló
la actuación inmobiliaria privada y la inversión
especulativa, con la que cesaron abruptamente ambos
procesos. En relación con la imagen país, este hecho
es, en sí mismo, una moneda de dos caras. Es digno
de aplaudir que si el notable patrimonio edificado
cubano y habanero está aún presente se debe, en primer
lugar, a que no fue afectado por el lamentable proceso
de «renovación» urbana que destapó la modernidad,
y que arrasó la mayor parte del legado acumulado
en ciudades de casi todo el mundo, particularmente
las latinoamericanas desde Caracas a Santiago de
Chile. Ciertas manifestaciones del capitalismo, en lo
que se ha denominado su forma salvaje, fueron aquí
canceladas; ello mantuvo en pie la herencia centenaria.
Sin embargo, esta Ley es también corresponsable del
deterioro del fondo edificado en el país, al anular toda
intervención no estatal sobre este, y reservarse, incluso,
la nueva construcción como responsabilidad exclusiva
del Estado. Este otorgaba la propiedad de las viviendas
a sus inquilinos —los beneficiarios ascienden hoy a
95,6% del total—,4 pero retenía para sí la del inmueble
en su conjunto, sin asumir completamente las funciones
de administración y mantenimiento al cuidado de los
casatenientes anteriores. De esta manera la Ley divorció
el todo de las partes y seccionó la casa de su estructura
portante, lo que provocó que el progresivo deterioro
de la última terminara impactando a la primera y a la
ciudad junto con ella. El entuerto fue mantenido en la
Ley General de la Vivienda de 1984 y en su revisión de
2004, lo cual acentuó la decadencia y demostró que en
un país pobre —realmente en ninguno, por rico que
sea— no es viable que un solo actor pueda atender
y conservar durante más de medio siglo un fondo
edificado con más de tres millones de unidades, menos
aún si se enfoca en políticas sociales que reciben la
prioridad de inversión. Un centenar de reglamentos y
resoluciones se agregaron después; ello selló el carácter
poco facilitador de la legislación urbana nacional.
Hace solo dos años fue aprobado el Decreto Ley 288
Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis
69
que otorgó nuevas oportunidades a los propietarios
de viviendas al abrir camino a un mercado nacional
de bienes raíces y facilitar la potencial mejoría de
los hogares —al menos los unifamiliares, por ahora.
Esto es lentamente visible en algunos barrios, pero se
implementa con retraso tras medio siglo de ausencia de
obligaciones y sentido de pertenencia, cuando el fondo
habitacional —descrito como 80% de la masa edificada
en cada ciudad— está ya muy afectado y la relación
salario real/costo de vida es tan crítica que no permite
a la mayoría de la población invertir en su propiedad. El
resultado de esa centralización estatal es patente en las
mismas ciudades donde la notable herencia patrimonial
está tan establecida como colapsada o, en el mejor de
los casos, herida y afectando a los ciudadanos en toda
su dimensión de vida. La abolición de la especulación
inmobiliaria garantizó la preservación del legado a la
par que, paradójicamente, una larga conspiración entre
incultura, descontrol y mala gestión parece haberle
condenado de cualquier manera. Ambos extremos
determinan hoy la imagen país tangible en Cuba:
excepción y pérdida, de modo simultáneo.
La Habana: la diosa rota
Esta urbe fue primero una ciudad militar y luego
portuaria; se expandió capa tras capa hacia el oeste
por más de cuatro siglos, fue acumulando cualidades
e inversiones y logró mantener su herencia al anular
los procesos de renovación urbana. Aún es posible
recorrerla en sentido este-oeste y reconocer in situ
casi cualquier estilo cimentado por la humanidad
entre el Renacimiento y el siglo xxi. Lo que la hace
realmente única —en términos físicos— es su legado
material y significante, su clase magistral y continua
en arquitectura y urbanismo, su empaque de ciudad
detenida en el tiempo, su amalgama del acervo
construido, y su lección de respeto y articulación
cuando cada nueva etapa urbana apenas tocó
—mediante tenues transiciones estilísticas— a su
vecina previa; todo esto es precisamente lo que está en
peligro. Pocas ciudades en América pueden hacer tal
demostración de herencias y exclusividad. Es afirmable
que ninguna, lo que no la hace mejor sino irrepetible,
tras perderse bajo la pica especulativa del siglo xx casi
todo lo que ella aún posee como valor agregado dentro
del competitivo escenario urbano mundial. Es esta la
razón que convirtió su centro histórico en parte del
Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde hace
treinta años, y la misma que ha incluido La Habana
entre las candidatas a «Nuevas ciudades maravillas» del
mundo, un concurso global privado que elegirá —con
evidente alcance comercial— siete ciudades singulares
del orbe entre veintiocho finalistas.5
70
Pedro Vázquez
Pero no se trata tanto de lo que la mirada externa
opina acerca de esta capital con abolladuras como lo
que juzgan sobre ella sus propios habitantes, enfocados
más en lo asumido que en lo explícito. Una ciudad que
se autodefine como «la capital de todos los cubanos»
es también motivo de escrutinio y evaluación por cada
nacional, la inmensa mayoría de los cuales la percibe
entre las peores imágenes del país y ciertamente lejana
del concierto urbano regional. La decadencia impacta la
vida ciudadana hasta el límite en que el escritor Leonardo
Padura ha sintetizado su propia imagen ciudad en una
frase de espanto: «La Habana me duele». Las críticas
de sus habitantes llueven tanto como los techos de sus
moradas mientras los principales indicadores urbanos se
tambalean en esta capital por debajo de límites tolerables.
Vale mencionar que solo en la ciudad vieja colapsó, como
promedio, una vivienda cada día, en diversa magnitud,
entre 1998 y 2003,6 y también que alrededor de 75% de
las demandas que la población capitalina expresa a viva
voz en las asambleas de rendición de cuentas del Poder
Popular (escala del gobierno local) versan en torno al
hábitat,7 incluyendo el sistema de infraestructuras y
servicios que garantiza la calidad de la vida urbana. De
ahí que la visión de la mayoría de los habaneros se reduzca
a una paradoja: un bello sitio que resulta cada vez menos
disfrutable. Ciertas zonas en las que la arquitectura
aún resiste en pie medio siglo de desatención han sido
transformadas o atacadas de modo sistemático en su
ordenamiento y regulación urbanística, de manera que
pocas propiedades se parecen al modelo original. Toda
suerte de añadiduras, demoliciones, colores disonantes,
cierre de portales o balcones, ocupación indiscriminada
de jardines y espacios laterales está presente allí donde la
buena gobernabilidad urbana se debilitó largamente. Por
ello, la imagen desde el interior de la capital cubana es en
esencia diferente de la mostrada por ciertos videoclips
o spots comerciales, que suelen presentar una sensual
mulata que pasea en auto descapotable (siempre uno de
los años 50 por empatía con la imagen ciudad), a lo largo
del icónico Malecón tradicional con el mar Caribe como
telón de fondo, pero cuidando no incluir en la toma
la otra acera, donde a duras penas resiste una otrora
magnífica sucesión de Eclecticismo, Neoclasicismo y
proto Modernismo, que ahora enfatiza sus cicatrices al
mismo sol que, enfrente, abrillanta a la modelo.
Este escenario no es solo habanero: hace un año el
huracán Sandy se ensañó con la ciudad de Santiago de
Cuba y fueron gravemente afectadas 5 600 instalaciones
y 71 000 viviendas, la mitad del fondo total (22 100 de
ellas con derrumbes parciales y 15 800 arrasadas),8 por
la misma tormenta que apenas siete horas antes atravesó
Kingston. Sin embargo, la capital jamaicana no sufrió del
mismo modo; un motivo adicional en esa diferencia fue
el precario estado de conservación y mantenimiento del
fondo construido santiaguero que contribuyó a hacerlo
indefensa víctima de los vientos. Aunque influye, no es
por entero aceptable que tal situación sea saldo exclusivo
de «la falta de recursos», recurrente excusa blandida por
la burocracia. Dicho pretexto deviene insostenible al
constatar que la exitosa recuperación del centro histórico
de La Habana Vieja, premiado con Diploma de Oro por
la Secretaría Hábitat de Naciones Unidas, se inició con
el Decreto Ley 143 del Consejo de Estado, aprobado en
octubre de 1993, durante los días más tristes del mal
llamado Período especial. Ello demostró la capacidad de
la urbe para forjar transformación, reinversión sostenible
de capital, autogeneración y captura de plusvalías
urbanas, movilización de recursos, desarrollo local y
creación de un modelo propio de gestión, incluso bajo los
rigores de la más severa crisis económica ocurrida en la
era moderna cubana, con lo cual, de paso, se desmintió
que la escasez y la pobreza fueran las únicas responsables
del deterioro antes existente. 9 Lo que andaba mal
—allí y en todo el país— era el achacoso modelo de
gestión urbana autoritaria, vertical e insostenible, cuya
ineludible reconversión constituye un tema estructural
para la nación.
El imaginario habanero, y el cubano en general,
pierde poco a poco su patrimonio edificado a la par
que sepulta las memorias con él vinculadas. Calles
y edificios, servicios, rincones, espacios, parques,
tiendas, arbolado y luces, se desdibujan en el recuerdo
de generaciones que van concluyendo y cuelgan los
jirones de su memoria colectiva, mientras las nuevas
descendencias habaneras entienden que continuará
abandonado lo que siempre conocieron decaído,
se evaden y desconocen historias y tradiciones
acumuladas que ya no son trasmitidas. El sentido
binario y complementario de ciudad-ciudadanía
impacta tanto a los seres humanos como al legado
acumulado en medio de una relación destructiva
bidireccional. Como corolario, la enajenación de
los ciudadanos evapora compromisos, sentido de
pertenencia y amor por lo que pocos parecieran
amar, al mismo tiempo la inmigración provinciana se
reposiciona y eventualmente contribuye, mediante el
trasvase de sus hábitos culturales, al deterioro del boato
de una ciudad que alguna vez, a inicios de los años 50,
se ubicó, junto con Buenos Aires y Ciudad de México,
entre las de mejor contribución a su imagen país en
Latinoamérica.
Ciudad e imagen país: apogeo
de una antítesis
Tras andar el camino que la sacó de tales estándares
en la región, la imagen país ha recibido un sensible
impacto negativo que devalúa no solo la gestión
pública y la buena gobernabilidad sino también la
verosimilitud del discurso oficial, un proceso que
comenzó mucho antes de que la caída del muro de
Berlín pareciera arrojar sus escombros sobre las villas
cubanas. Imágenes de esta Habana dolida son de
manera sistemática utilizadas —y manipuladas— por
todo publicista que desea fundamentar el fracaso del
modelo implementado en Cuba. Para ello ponen la
arquitectura en clave ideológica al utilizarla como
sostén de la disensión, con lo cual queda claramente
expuesta, otra vez, su capacidad discursiva para apoyar
o denigrar a gestores y decisores. La potencia expresiva
de la arquitectura como imagen y expresión del poder
fue entendida desde el Egipto de los faraones, sublimada
en las catedrales medievales, refrendada en la sucesión
de obras del Presidente en París, y dejada en el camino
por la Revolución de 1959 una vez transcurrida su
primera década. Entonces la vorágine creadora que
fraguó las Escuelas de Arte de Cubanacán, la Ciudad
Universitaria José Antonio Echevarría, la Unidad
Vecinal n. 1 de La Habana del Este, el Pabellón Cuba en
La Rampa y su homólogo en la Expo 67 de Montreal,
sumadas a otras muchas realizaciones de mérito, fue
súbitamente truncada por el mismo Quinquenio gris
que aún persiste para la arquitectura cubana. El daño
a los creadores silenciados, con lo amargo que resulta
en términos de inmovilismo cultural, no impactó tanto
ni tan largamente nuestras vidas como aún lo hacen las
víctimas de los derrumbes habaneros. La Revolución
cubana parece haberse diluido al proyectar sus políticas
sociales sobre el territorio, referidas a imagen real, y
ha dejado de articular debidamente la del país con la
de sus ciudades, realidad evidente en el lamentable
anillo edificado en casi todo el suburbio habanero,
o la impropia localización periférica de excelentes
inversiones que, por quedar desarticuladas del tejido
urbano, no logran hacer ciudad. Vale destacar el enorme
impacto financiero que representa la conversión en
escombros de un legado que acumula inversiones
multimillonarias, sumado a los fondos disipados en
obras nuevas de mala calidad o inconclusas.
Emerge otra vez la paradoja: muchos de los 2,8 millones
de turistas que visitaron Cuba en 2013 descubrieron la
decadencia de la otra acera del Malecón, la fotografiaron
y llevaron consigo a sus países. En la Isla, un paciente
es exitosamente operado, con alta tecnología, y luego
se le alerta que solo beba agua embotellada. Un
emigrado vuelve a su patria y no encuentra en pie
la escuela donde estudió. Teniendo en cuenta estos
ejemplos resulta imposible validar la distancia que
media entre un discurso simbólico poblado de buenas
cifras, consignas, o datos intangibles, y esa otra realidad
tocable que es la ciudad cubana de hoy, lo que vuelve
incongruente la imagen país mediática respecto de la
imagen ciudad real; una termina desmontando la otra.
No se trata solo del retrato distribuido globalmente por
Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis
71
el oponente político; poco a poco esta representación
simbólica corroe la imagen país e incluso muchos
honestos autores de la cultura cubana fundan su nueva
obra en lo que se ha definido como «estética de la
pobreza». Suite Habana, del director Fernando Pérez,
un conmovedor filme sobre La Habana profunda,
hizo llorar a los espectadores en los cines capitalinos
para luego recorrer el mundo diciéndolo todo sin
apenas utilizar palabras, solo imagen cierta. Por su
parte, la orquesta de música popular Los Van Van,
ganadora de varios premios Grammy, hace más de
treinta años cantó un estribillo de alerta y certeza que
se volvió un referente del imaginario popular y que
cada cubano repitió hasta el cansancio: «La Habana
no aguanta más». Lo desconcertante es que la supuesta
marginalidad de esa ciudad-otra ya desbordó su límite
periférico inicial y ataca la centralidad urbana mientras
un mundo global e interconectado facilita que la ciudad
cubana —la verdadera— circule por él sin pasaporte;
de ese modo deconstruye la imagen país, mina los
serios esfuerzos que labran otros campos de acción y
ejes de trabajo en términos de mejoría de calidad de
vida interna e imagen externa. Los médicos cubanos
que laboran en decenas de países, la elevación en la
calidad y presentación de las mercancías y servicios de
exportación, la contribución cubana a la alfabetización
de ciudadanos de todo el mundo, los cambios en las
políticas internas de gobierno durante los últimos años,
la solidaridad con cuanta causa noble precisa de apoyo
en el orbe, la capacidad y calidad de técnicos, artistas,
especialistas e intelectuales que ejercen o colaboran
fuera de la Isla, es constantemente erosionada por
esta otra dimensión, varada en la inocultable imagen
ciudad cubana actual, siempre visible gracias a las
tecnologías. Desconfianza y escepticismo asaltan al
receptor cuando se enajena la relación contenidocontinente, se contrapone retórica a realidad, y se
rompe la reciprocidad orgánica, dialéctica, entre las
partes y el todo. Una nación esencialmente urbana no
puede darse una imagen país que no incluya su imagen
ciudad, cuando el socorrido dueto de sol y playa no
alcanza para equilibrar la pérdida.
El tema impacta entonces su ingrediente más
esencial: el social. En estas ciudades desatendidas se
mueve una ciudadanía que interactúa con ellas, las
moldea y, simultáneamente, se moldea a sí misma
dentro de un escenario de desidias que ya dura medio
siglo. La relación ciudad-ciudadanía es bidireccional y
simultánea, biunívoca, hasta el punto en que allí donde
no prevalece la belleza desaparece también la gente
bella, entendida no solo en términos físicos, sino en
los conductuales, lo que deriva en la enajenación de
sus habitantes. El cubano promedio carece hoy de los
atributos del ciudadano responsable. Ello multiplica
los impactos negativos sobre una imagen ciudad con la
72
Pedro Vázquez
que aquel no tiene conectadas sus raíces; se convierte
entonces, simultáneamente, en víctima y coautor del
deterioro. La involución es tan seria que el asunto se
ha debatido ya en la Asamblea Nacional, y ha dado
lugar a una gran campaña por el «rescate de los valores
perdidos». Se ha apelado a la decencia, palabra relegada
del vocabulario nacional durante décadas, y se buscan
soluciones que van de la disuasión y la concientización
a la represión del transgresor. Sin embargo, la inclusión
del marco físico urbano y la buena imagen ciudad
continúa sin formar parte del repertorio de prioridades
o soluciones propuestas, a pesar de que las ciencias
sociales y la urbanística han demostrado que no crecen
ciudadanos comprometidos en la aridez de ciudades
mal venidas. La declinación física de la urbe se articula
con la de gente impropiamente vestida que se comporta
como procónsules en ómnibus, instalaciones o espacios
públicos, ignora leyes y reglamentos, potencia delitos
e infracciones de diferentes escalas, y completa una
decadencia que desfila, sobre todo y en primer lugar,
por los seres humanos y terminará siendo, o ya es,
una mancha en la imagen país, aquella que develaba
un ciudadano jovial y educado. Más de un siglo
transcurrió desde que la filosofía marxista fundamentó
que «el hombre piensa como vive y vive como piensa»
y convirtió en estéril, de paso, toda campaña que no
transite por el sitio donde coexisten más de 8,5 millones
de ciudadanos, ni incluya su demanda más sentida —el
hábitat— en la lista de aspectos por remediar. «Cortesía,
comedimiento, atención y buen modo» es el significado
que otorga la Real Academia de la Lengua al vocablo
urbanidad, hijo legítimo de lo urbano. Si se precisa de
uno hay que ocuparse del otro, o se alcanzará un punto
de no retorno para ambos, y se tendrá a los pies el polvo
de la imagen país.
Concluir… para comenzar
En las ciudades no existe felicidad declarada que
no se acompañe del bienestar real. Urge reconectar la
Cuba simbólica a la Cuba tangible y hacer ciudadanos
para hacer país.
La capacidad económica, financiera, discursiva y
simbólica de la ciudad se verá fortalecida en la medida
en que devenga escenario de la vida global. El proceso
de urbanización mundial será irreversible durante los
próximos decenios, incluyendo a Cuba donde el total
de población rural bajó de 31% en 1981 a 24,1% en
2002, hasta alcanzar 23,2% en 2012.10 La tendencia
confirma la migración de los habitantes de las zonas
rurales a las ciudades y también el impacto en ellas de
culturas externas no siempre entrenadas en los hábitos
urbanos.11
Debido a su prolongada desatención, la imagen país
originada en la Cuba urbana pierde la alta cualificación
que tuvo, lo que devalúa su posicionamiento nacional e
internacional, mina su competitividad en el escenario
global y ocasiona serias afectaciones de carácter cultural,
social y económico. Deberá buscarse soluciones para
el hábitat construido y las ciudades cubanas, que
articulen intenciones con acciones. Existen modelos
descentralizados y participativos para alcanzarlo, ya
demostrados en Cuba y en diversas urbes del mundo.
Su implementación estructural apremia por lo que
parece oportuno que los Lineamientos, en el futuro,
coloquen integralmente, a la Ciudad en su foco de
atención estratégica.12 Ello permitirá sacar provecho de
la puesta en valor de las singulares ciudades cubanas,
manejables como producto-consumo con equidad y
justicia, articulables al nuevo escenario global de cara
a su aportación económico-financiera, productiva
y turística, además de patrimonial y cultural, sobre
la base de la reinversión social de sus plusvalías, la
sostenibilidad de su recuperación progresiva y el
aprovechamiento de las oportunidades que ofrece una
identidad exclusiva en la región.
Notas
1. Véase Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
Gender, Urban Development and Housing, PNUD, Nueva York,
1996, p. v. El término «ciudadano» se entenderá como «residente
en zonas urbanas».
2. Véase Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI),
«Resumen adelantado», Censo de Población y Viviendas 2012,
noviembre 2013, disponible en www.one.cu/publicaciones/cepde/
cpv2012/20131107resumenadelantado/Tablas/1.pdf y «Tablas
seleccionadas», Censo de 1953, anexo VII, disponible en www.one.
cu/publicaciones/cepde/loscensos/anexo_7.pdf.
3. Véase Mayda Pérez, «Los Foros urbanos mundiales de Naciones
Unidas», Grupos Dinámicos de Información (CIERIC), n. 5, La
Habana, 2010.
que al cierre de 1996 existían 188 con casi 23 000 viviendas y 76
000 habitantes, a los cuales se podrían añadir alrededor de 72 000
habitaciones en 7 164 ciudadelas». Transcurrieron diecisiete años
desde la publicación de estos datos. El autor no conoce que su
actualización haya sido divulgada por la prensa, mas valen como
referentes.
8. Véase Redacción IPS Cuba, «Debatirán sobre recuperación de
ciudades tras desastres naturales», Inter Press Service en Cuba,
disponible en www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&vie
w=item&id=8106:debatir%C3%A1n-sobre-recuperaci%C3%B3nde-ciudades-tras-desastres-naturales&Itemid=42.
9. Véase Pedro Vázquez, «Remodelando el modelo», CCA
(Comisión Nacional de Cultura, Ciudad y Arquitectura, UNEAC),
n. 3, La Habana, 2013.
10. Véase ONEI, «Resumen adelantado», ob. cit., disponible en
www.one.cu/publicaciones/cepde/cpv2012/20131107resumen
adelantado/Tablas/1.pdf.
11. Véase Susana Lee, ob. cit., 10, 13 y 14 de mayo de 1996.
12. Véase Partido Comunista de Cuba, Lineamientos de la política
económica y social del Partido y la Revolución (Resolución del
VI Congreso del PCC), junio de 2011, disponible en www.
congresopcc.cip.cu. Conceptos como «ciudad», «urbanismo»,
«hábitat construido», o similares, no se manejan en el documento
y solo unos pocos lineamientos tocan indirectamente este eje
(120, 129, 163, 292, 302). La vivienda se incluye en el capítulo
«construcciones» y no en el de «política social», por lo que queda
reflejada más como producto en sí misma que como un proceso
territorial/urbano, sistémico e integral, en tanto que ninguno de
sus siete lineamientos se enfoca estratégica ni holísticamente en la
escala de ciudad. El capítulo «turismo» no propone acciones en una
capital que resulta su principal destino en Cuba. Los que analizan
inversiones, economía, planificación, o ejes similares, no manejan
el potencial de la ciudad, vista como sector de inversión, mercado
e industria generadora de capital y liquidez. No se considera la
reinversión de plusvalías urbanas con que la ciudad puede costear
su propia recuperación. Las oportunidades derivadas del actual
escenario global urbano no parecen aprovecharse a pesar de la
identidad y exclusividad de las ciudades cubanas, no visualizadas en
el «producto Cuba» y, por ello, no asumidas como imagen país.
, 2014
4. Véase ONEI, «Resumen adelantado», ob. cit., disponible en www.
one.cu/publicaciones/cepde/cpv2012/20131107resumenadelanta
do/06Resumenprincipalesresultados.pdf.
5. Véase www.new7wonders.com/en/cities.
6. Véase Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y
UNESCO, Una experiencia singular, Editorial Boloña/UNESCO,
La Habana, 2006, p. 39.
7. Véase Susana Lee, «Para que los esfuerzos del país no sean
baldíos», Granma, La Habana, 13 de mayo de 1996. «Cerca de la
mitad de sus 560 000 viviendas [en La Habana] tienen un estado
técnico clasificado de regular o malo. Alrededor de 60 000 son
irrecuperables y deberán ser demolidas. Hay más de 75 000 con
apuntalamientos y una cifra superior a las 7 800 pendientes de
apuntalar, entre ellas unas 4 000 en estado crítico. Veintitrés
mil núcleos familiares con 88 000 habitantes tienen anuencia
de albergue. Entre 1993 y 1996 se produjeron 5 381 derrumbes
parciales o totales. En los últimos años se ha experimentado un
crecimiento significativo de los barrios y focos insalubres, al punto
Imagen construida y ciudad deconstruida: apogeo de una antítesis
73
CONTRO
Sector público:
no siempre funciona mal
¿Qué es lo público? ¿Qué es lo estatal?
¿En qué se diferencian?
¿Cuáles son las deficiencias y ventajas
de la gestión del sector público?
¿Qué importancia tiene la relación entre el Estado
y actores no estatales como el privado
o las cooperativas?
¿En qué renglones ha sido más crítico
el manejo de lo público?
¿Qué factores inciden en su evolución?
¿Cuál es la proyección de este sector?
Estas y otras interrogantes fueron debatidas en esta
ocasión por profesores universitarios, economistas,
funcionarios y un avezado público.
Revisando experiencias
en el sector público:
no siempre funciona mal
Dianne Cunningham
Miguel A. Figueras
Martha Pérez Rolo
Julio César Guanche (moderador)
Julio César Guanche: ¿Qué es lo público?, ¿qué lo estatal?, ¿qué diferencia hay entre uno y otro, ¿cómo la
activación de un debate sobre el primero también moviliza el ejercicio activo de todos los
derechos sociales, así como el debate sobre la calidad del funcionamiento institucional?,
y ¿cómo dinamiza el funcionamiento completo del sistema institucional para que pueda
realmente cumplir su cometido y hacerlo con eficacia?
Dianne Cunningham:Uno de los grandes desafíos de Canadá es que el sector público se contrae y crece de
acuerdo con la cantidad de dinero que se gaste. Pero... ¿hay que gastar tanto?, ¿estamos
trabajando con eficacia, con eficiencia? Al examinar las políticas públicas recibimos mucha
información: de las asociaciones de escuelas, de la comunidad médica, y del público en
general. Los electores se nos acercan para comentarnos cómo creen que se debería actuar
y así se va logrando un consenso para saber qué hacer; eso también es válido para los
funcionarios electos.
¿Cuáles son las deficiencias, las ventajas en la gestión del sector público? Recordemos
que depende de los ministros y del gobierno decidir si van a trabajar con este sector, con
los gestores, para que todo funcione.
Canadá tiene una red de protección social muy amplia. Aun cuando los programas son
muy costosos, hay una gran preocupación por las personas discapacitadas, los ancianos,
y hemos avanzado muchísimo desde que en 1988 comenzamos a analizar la enseñanza
especial.
Tenemos una sociedad civil muy activa que arma una gran alharaca por todo. Nuestra
economía es bastante saludable. Casi tenemos un presupuesto federal equilibrado, al
contrario del provincial. Falta muchísimo tiempo antes de que logremos cumplir nuestro
objetivo, así como estabilizar la economía, restablecer el equilibrio fiscal, el crecimiento
económico, y lograr que el país emprenda un camino sostenible a largo plazo. Constituye
un gran desafío ajustarnos a los nuevos acuerdos políticos, al surgimiento de Sudáfrica,
Brasil, China, como nuevas economías. Estamos escogiendo nuevos asociados con los
que trabajar, todo eso resulta sumamente interesante.
En cuanto al implemento de la productividad el resultado no es positivo. Al medirla
debemos decidir cómo mejorar la situación. Los servicios públicos siempre le dicen al
sector político que hay que perfeccionar los mecanismos. En ese sector avanzamos a
la saga de otros países en desarrollo; debemos apoyar la innovación en la economía y
mejorar las condiciones sociales.
* Panel realizado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 30 de septiembre de 2011.
Revisando experiencias en el sector n.
público:
no siempre
funciona
mal
77: 75-82,
enero-marzo
de 2014
75
Julio César Guanche: Como ha dicho la profesora Cunningham, el sector público viene a ser aquel
desenvolvimiento estatal a través de todas las instituciones y mecanismos que tienen los
poderes del Estado para cumplir sus cometidos. En Cuba, donde no existe esa división
entre poderes, obviamente el gobierno viene a ser el único ejecutivo, y lo público trasciende
al gobierno precisamente porque atiende todos los poderes del Estado. Hay que redefinir
lo que entendemos como público.
Figueras, ¿cómo surgió el sector público y cómo se entiende este en Cuba respecto al
estatal?, ¿cuál ha sido su evolución hasta hoy?, ¿cuáles sus impactos?
Miguel A. Figueras: En la Constitución de 1901 el papel del sector público era mínimo. La de 1940, si bien
logra avances en los aspectos sociales, en cuanto al funcionamiento de la economía no se
realiza ninguna transformación. Desde 1925, Cuba se estancó; el último central azucarero
se construyó en esa época. Se podía apreciar dos Cubas: La Habana y el resto del país; una
quinta parte de la población vivía en la capital. Y el producto interno bruto (PIB) del año
1958 nunca volvió a recuperar los niveles de 1920 a precios equivalentes, o sea, era una
economía estancada.
Al triunfar la Revolución en el 59, había un sector público de educación, de algunos
hospitales, y no existían casi empresas estatales, solo tres que habían quebrado en los
años 50: los Ferrocarriles Unidos —británicos—, comprados por el gobierno de Batista;
la empresa Tráfico y Transporte, financiada por el BANDES, que resultó un fraude; y una
última, Cubana de Aviación.
Había que transformar la estructura heredada, en la cual casi todo estaba en La Habana
—80% de las construcciones, 72% de los teléfonos, 82% de las importaciones, 95% del
tráfico aéreo. En 1959 existían, sin contar los centrales azucareros, cien empresas con más
de un centenar de trabajadores cada una; la mayoría de las restantes tenía menos de diez. O
sea, a partir de ese año comienza a formarse el sector estatal mediante la instrumentación
de dos Reformas agrarias y dos o tres procesos de nacionalizaciones e intervenciones.
Dicho sector logra tener 70% de las tierras cultivables en granjas y empresas estatales,
95% de la producción industrial, el transporte; dominio total del sistema bancario, del
comercio; y un desarrollo de los servicios públicos; es decir, en la década de los 60 se crea
ese sector estatal. Anteriormente, la Constitución de 1940 limitaba el papel del gobierno
a coordinar y orientar.
Martha Pérez Rolo:
El sector público es un conjunto de organismos administrativos mediante los cuales
el Estado cumple o hace cumplir sus políticas públicas, expresadas en las leyes. Tales
políticas constituyen programas de acción que se desarrollan a partir de ese sector
público. Por tanto, es importante comprender que no está por un lado el Estado y, por
otro, las personas y los problemas sociales. Lo que ha mencionado Figueras ocasionó que,
en un momento determinado, el sector público absorbiera todo. En el año 1968, el de la
Ofensiva Revolucionaria, todas las pequeñas industrias familiares se nacionalizaron. A
partir de entonces, se imbrica completamente todo el sector estatal con la sociedad civil
y se convierte en sector público. Ello, de alguna manera, nos marcó, porque el Estado
tuvo que asumir una serie de cuestiones menores, que si bien eran importantes para la
vida cotidiana, no tenían trascendencia para el país. Así, absorbió las grandes y pequeñas
empresas.
Julio César Guanche: ¿Cuáles son los logros, los déficits, los problemas, que tiene el sector público en Canadá
y en Cuba?, ¿cuáles son las áreas donde ha sido más crítico el manejo de ese sector?,
y, a la luz de estos logros y deficiencias, ¿se advierten corrientes que empujan hacia la
contracción o hacia la extensión del sector público tanto en Canadá como en Cuba?
Dianne Cunningham:En Canadá, se evalúan los desafíos teniendo en cuenta el trabajo y la respuesta del servicio
público y de sus funcionarios, y ellos informan al gobierno los retos que consideraban
fundamentales. Lo más importante es trabajar con los niveles más complejos. Hemos
tenido un sistema muy complejo en Canadá. El gobierno federal es responsable de algunos
programas y los gobiernos provinciales de otros, y tienen que trabajar juntos de modo
intergubernamental. Por ejemplo, cuando vamos a Israel o a Australia, que tienen tan poca
76
D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche
agua, observamos que son muy cuidadosos con la que usan, no tienen que ir inventando
tecnologías como nosotros porque la conservan y utilizan mejor. Esto es lo que está
ocurriendo con el gobierno; tenemos que conservar lo que hacemos y usarlo de la manera
más inteligente posible, porque los ciudadanos en Canadá no pagarán más impuestos, de
manera que vemos más transparencia en los informes, ya que el público exige saber qué
haremos antes de que lo llevemos a cabo. Están pidiendo nuevos auditores, personas que
se interesen no solo en qué se gasta el dinero sino también por el funcionamiento de los
programas. ¿Hay más médicos porque estamos gastando más dinero en la formación de
médicos? Estas son las preguntas que se hacen, y creo que deberían formularse de otro
modo.
Existe mucha más diversidad en los centros de trabajo; hay personas de todas partes
del mundo donde existen programas que pudieran funcionar en Canadá y en ocasiones no
les preguntamos los resultados. Hay que trabajar con más eficacia. Podemos enfocar muy
bien las políticas públicas, ir a las comunidades y tener reuniones, pero si no cambia la
manera de aplicar dichas políticas la gente sencillamente se frustra. ¿Cómo un agricultor
va a dejar el campo para decir lo que funciona y uno no le va a hacer caso? Esos son los
desafíos.
Los jóvenes están muy interesados en resolver las dificultades. Están aprendiendo de
un modo distinto; nuestros alumnos en estos momentos son buenos y creo que debemos
valorar cómo se pueden solucionar nuestros problemas. Se debería hablar más de las cosas
que preocupan. De hecho, estamos trabajando de modo colaborativo.
Las nuevas tecnologías pueden ser buenas y malas. Hay que supervisarlas y garantizar
que mejoren, documentarse sobre la experiencia de otros países donde sí funcionan.
En Canadá, el Primer ministro es la persona más importante y él buscó ciudadanos que
tuvieran buenas ideas. Necesitamos nuevas formas de recursos humanos, una visión a
largo plazo.
Los cambios se necesitan en la supervisión de todo lo que hacemos. Hay muchas
personas que trabajan en pequeñas juntas en los servicios públicos y se les reeduca con
ideas positivas. Soy parte de una oficina de comercio y algunas veces al gobierno no le
gustan nuestras recomendaciones. ¿Y qué ocurre con ello?, que hay momentos en que
tenemos que examinar todo lo que observamos. Los expertos vienen a la mesa y dicen:
«Creemos que ustedes deben tomar esto en cuenta», no dicen hacer, sino tomarlo en
cuenta. En ese sentido, Cuba tiene todo tipo de posibilidades.
Julio César Guanche: Me gustaría agregar una pregunta a la anterior: ¿qué importancia le conceden a la relación
dinámica que establece el Estado con otros actores no estatales, en particular con el sector
privado, pero también el de las cooperativas?
Martha Pérez Rolo:
En ese sentido es muy importante el tema de la economía social y solidaria, que debe
tener cuatro aspectos: el económico, o sea, su resultado; que tenga reglas sociales para
repartir los excedentes; que sean asociaciones voluntarias, y que haya una gestión lo más
democrática y participativa posible.
En Cuba desde la primera y segunda Reforma agraria se comenzó un movimiento
cooperativo en el sector agropecuario cañero y no cañero. Las primeras fueron las
cooperativas de créditos y servicio, de las cuales hoy existen 3 242; después, en el año 76,
las de producción agropecuaria a las que sí se entregaba la tierra en propiedad cooperativa,
hoy existen 1 089; y las UBPC, que surgen en 1993, el año en que la economía del país,
como todos los cubanos sabemos, tocó fondo y se decidió repartir en usufructo la tierra
de las grandes granjas estatales.
Hoy, 75% de la tierra agrícola y 44,5% de la tierra total pertenece a la propiedad
cooperativa. Cifras de 2008 indican que el sector no estatal es el que ha producido el
mayor porcentaje de casi todos los elementos del programa alimentario, o sea, ahí entra
el sector cooperativo y la pequeña propiedad. El primero ha desempeñado un papel a lo
largo del tiempo que podía haber sido incluso mucho mayor, y es uno de los elementos
que tenemos que potenciar para otros sectores no agrarios.
Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal
77
Existen otras políticas públicas, sobre todo las sociales, que han sido relevantes.
El sistema de salud en Cuba puede someterse a muchas críticas pero es reconocido en el
mundo entero: llega a todas las regiones, ha tenido logros importantes, por ejemplo, la
vacuna antimeningocóccica, la lucha contra el cáncer y el SIDA. Asimismo sucede con
la educación, un sistema que tiene toda una serie de vertientes y que está garantizado
para la totalidad de los estudiantes; como mínimo todos se gradúan de sexto grado. Hay
incluso un desarrollo de todo el sistema hasta alcanzar la universidad.
Retomando las cooperativas, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), se imparte una maestría en Desarrollo de cooperativas, porque este es un
tema acuciante. Además, es fundamental considerar la industrialización del país como
política, a pesar de los problemas que ha tenido. En el año 1961 el Che, como ministro de
Industrias, fue capaz de darse cuenta de lo que significaba, incluso de rectificar cuando se
percató de que íbamos a hacer una política de industrialización echando abajo toda una
serie de elementos de la agricultura cañera. Hoy contamos con una fuerte infraestructura
productiva en el país que nos permite enfrentar lo que queremos que sea el núcleo central
de nuestro nuevo modelo de gestión: la empresa estatal socialista, y en ello el movimiento
cooperativo va a desempañar un gran papel.
Miguel A. Figueras: En relación con los logros y las insatisfacciones, veámoslos hace cincuenta años. La
primera década es de transformación, de resistencia: nos invadieron por Playa Girón, un
año después nos amenazaron con un ataque atómico, infiltraron armas y crearon bandas,
desapareció el turismo, cuando, al romperse las relaciones se les prohibió a los americanos
venir a Cuba.
Los quince años entre 1971 y 1985 son los de más rápido crecimiento de la economía
cubana, 10% por año: se triplicó el PIB, entramos en el CAME, creamos el Poder Popular
—una forma de descentralización, pues hasta ese momento una farmacia que estaba en
Baracoa se dirigía desde La Habana—, y se retomó la política de industrialización. En
el Informe del Primer Congreso del Partido se consideró que la etapa principal de la
transformación agrícola había tomado quince años y que había que impulsar el proceso
de industrialización; por supuesto, estaban los créditos del campo socialista, y en
medio de ello el bloqueo. No hay que olvidar que en el año 64 el gobierno del Reino
Unido fue llevado al banquillo de los acusados, al Consejo de la OTAN, por venderle a
Cuba mil ómnibus Leyland viejos, pues supuestamente servirían para transportar tropas;
ni que toda América Latina, excepto México, rompió relaciones con nosotros luego de
la reunión de la OEA en Punta del Este, y que no nos dieron créditos hasta después de
1970, cuando el precio del azúcar llegó a mil dólares la tonelada. En tal escenario, si la
fortaleza que demostró el sector estatal en Cuba es difícil medirla en números, lo es más
cualitativamente.
Después desapareció el campo socialista, el PIB y las importaciones descendieron a la
mitad, mientras las exportaciones bajaron en 75%. De manera que ha sido un inmenso
logro haber resistido.
¿Con qué no estamos satisfechos? Con los resultados agrícolas, porque se ha invertido
mucho en ese renglón: de nueve mil tractores pasaron a ser noventa mil; de doscientas
cincuenta combinadas arroceras a cinco mil; de utilizar ciento setenta mil toneladas
de fertilizante en 1957 a un millón y medio en 1985; introdujimos los herbicidas y la
inseminación artificial en 1962 —solo cuatro años después de haberse experimentado en
Escocia—; la tercera parte de nuestros centros de investigación en 1990 estaba dedicada a
la agricultura. Es decir, indudablemente caminamos por caminos que nadie suponía que
debíamos tomar.
Julio César Guanche: Figueras, ¿qué otro rubro específico usted cree que debería desarrollarse con más fuerza,
además de lo que señala respecto a la agricultura?
Miguel A. Figueras: Hemos sido extraordinariamente tímidos en estimular las exportaciones. Exportar es diez
veces más difícil que sustituir importaciones. Si alguien nos pagaba mil dólares por cada
tonelada de azúcar, qué estímulo teníamos para exportar otro renglón. Entramos en el
78
D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche
Período especial con una estructura muy distinta a la de los vietnamitas; sin embargo, ellos
ante una situación similar cambiaron toda su estructura: hoy son el segundo exportador
de café del mundo.
Julio César Guanche: ¿Cuál es la proyección de futuro del sector público?, ¿qué factores inciden en cada país
en su evolución?, ¿cuáles lo impiden?, ¿qué factores contribuyen a que haya, por ejemplo,
una mayor producción de servicios con un peso importante en ese sector pero también
un aumento del control de la sociedad sobre lo que se produce desde él?, ¿cuáles de las
corrientes en curso favorecen, obstaculizan ese desarrollo?
Martha Pérez Rolo:
Dentro de nuestro proyecto socialista, en la actualidad estamos en un período
importantísimo de cambio del modelo de gestión. En él vale la pena hacer referencia a
temas como la separación de las funciones estatales y las empresariales, lo que considero
vital para poder desarrollar el país, la industria; así, el Estado será realmente un organismo
regulador y no ejecutor directo. Además, es necesaria la extensión y diversificación de las
organizaciones no gubernamentales.
Reitero, es un momento crucial para el desarrollo de las cooperativas. Hay varios
Lineamientos relativos a estas, y se hace mención a las de primer y segundo grados, ya no
agrarias; pero también se habla de las pymes.
Miguel A. Figueras: Existen varias rutas por las cuales se va a transitar; una es la desestatalización; reducir
las funciones de los organismos, los órganos provinciales, los municipales; trasladar las
funciones a las empresas, así como parte de las recaudaciones para que tengan ingresos
los órganos locales; desarrollar un mercado mayorista para lograr la eficacia, y promover
la inversión extranjera. Por otra parte, se dice que las empresas estatales que tengan
pérdidas sostenidas y quiebren podrán trasladar, arrendar o vender sus equipamientos e
instalaciones al sector privado.
Al inicio de mi intervención mencioné que, tras las dos reformas agrarias, 75% de
las tierras eran estatales; Martha ahora informa que 65% son privadas o cooperativas.
Esa es una gran transformación en la agricultura, una completa reorganización. Incluso
se modificó el Decreto Ley 259 para aumentar la cantidad de tierra que se puede dar en
usufructo y el tiempo del contrato.
En los Lineamientos se habla de abrir un espacio al sector privado, al productor:
«Intensificar la reestructuración y el redimensionamiento del plantel industrial incluyendo
venta o entrega en arrendamiento o usufructo a formas no estatales de propiedad».
«En el turismo, la oferta no estatal en alojamiento, gastronomía y otros servicios se
continuará desarrollando como oferta turística complementaria», o sea, el sector privado
complementará al estatal. «Fomentar el diseño de nuevas formas organizativas no
estatales en la transportación de pasajeros». «Adoptar nuevas formas organizativas en la
construcción, tanto estatal como no estatal».
Julio César Guanche: Ahora le paso la palabra al público para que comente y pregunte sobre este tema.
Carlos Alzugaray:
Yo viví en Argentina entre 1973 y 1977. Allí varios sectores estaban en manos de empresas
públicas, estatales: Aerolíneas Argentinas, Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, industrias militares de la nación, y los argentinos
consideraban que estas se caracterizaban por tres cosas: corrupción, burocracia e
ineficiencia en los servicios. ¿No habría que pensar en una diversificación mayor de las
variantes del sector público?, ¿no sería pertinente ver todas las variantes posibles de ese
sector e incorporar el concepto «respondibilidad», derivado del término accountability?;
es decir, el sector público tiene que ser controlable por la sociedad, por el pueblo. Y eso,
a pesar de que parece registrado en algunas de las regulaciones actuales cubanas, no se
cumple. En muchos centros laborales supuestamente se discute con los trabajadores el
presupuesto y su empleo, pero en realidad no es así. ¿Qué opinan los panelistas sobre la
accountability?
Ovidio D’Angelo:
Nuestro sector público no ha sido muy público; sí en el servicio que presta, pero no en
relación con el ejercicio de control y de gestión que sobre él debe ejercer la ciudadanía.
Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal
79
Antes creímos que mientras más estatal fuera todo más socialistas seríamos, y ahí
erramos el camino, donde el monopolio estatal significó un aplastamiento de todo. Ahora
estamos intentando dar una vuelta de tuerca, y en ella parece que el sector no estatal es
el que vendría a resolver el problema. En otros Congresos del Partido las cooperativas
estaban consideradas en la Plataforma Programática como formas socialistas de
producción; ahora son formas no estatales y se asimilan al sector privado, lo cual resulta
una contradicción. Quizás el reto está en declarar que la empresa estatal socialista es la
base de nuestra unidad económica, o en tener en cuenta formas de gestión popular, que
no se expresan en los Lineamientos, y que puedan influir tanto sobre el presupuesto como
en decisiones concretas en las empresas, el Estado y en todos los niveles. Me parece que
el rumbo ahora es un sector público que sea realmente público y ejercido por el poder
público.
Ramón García:
Respecto al tema del manejo de lo público, advierto que es todo un campo de luchas
sociales. Recordemos las batallas entre estatistas y civilistas en la década de los 90. En
1988, Roberto Fernández Retamar me encargó emprender un estudio sobre fundaciones;
al respecto en Cuba no había experiencia, solo habían existido tres desde los tiempos de
la República.
Recientemente publiqué un artículo titulado «Civilismo a debate» en el que distingo
entre formas dirigistas, privatistas y autogestionarias del manejo de la cosa pública.
Cuando al cuentapropista se le deja así fracturado se está tributando a un privatismo.
Diferente es cooperativizar al cuentapropista e insertarlo en un modelo de autogestión
municipal.
Mayra Espina:
Me gustaría oír la opinión de los panelistas sobre tres elementos. El primero está
relacionado con no confundir público con estatal. Segundo, está ocurriendo un proceso
de desestatalización, pero sobre todo de reconfiguración de lo público, y no solo por
los procesos macroestructurales de la reforma planificada, sino desde hace muchos años
por procesos que se dan en el campo de las microprácticas, mucho más espontáneas. En
esa nueva circunstancia, ¿qué papel tiene lo estatal, como coordinador, como responsable
por la equidad social, como ese ente que permite un manejo de lo público desde una
visión más horizontal?
Y un tercer comentario sobre algo que ya el panel abordó: la posibilidad de la eficiencia
de lo estatal productivo dentro de lo público, y las formas autogestivas. ¿Qué factores han
provocado que en muchas circunstancias el empresario público no sea eficiente, y qué se
podría hacer?
Manuel David Orrio: El primer problema que tenemos en Cuba es no tener claro qué es el Estado. Cuando
hablamos de la propiedad pública podemos hacer referencia a la del Estado, pero también
a la del municipio, a la de la provincia, y, por supuesto, a la de otros entes no estatales, pero
ante todo hay que conceptualizar, inclusive en un marco jurídico de deberes y derechos,
qué es el Estado, la provincia, el municipio. Uno de los grandes problemas que ha tenido
el país a lo largo de estos cincuenta años —con todos sus logros y deficiencias— es la
improvisación, y una de sus causas, en virtud de la cual un ministro se puede meter en
una bodega, y saber qué sucede, es precisamente esa ausencia de conceptualización.
No hay que tenerles miedo a los términos; una cooperativa es una propiedad privada.
Marx decía que la propiedad social eran las cooperativas unidas por un plan único de la
economía, y que la propiedad social sobre los medios de producción era la negación de
la negación de la propiedad privada.
Enrique López Oliva: Se ha hablado de la diversidad de las organizaciones no gubernamentales, y en este sentido
me gustaría que los miembros del panel tuvieran en cuenta el papel de la religión en este
proceso.
Camila Piñeiro:
80
Conceptualizando, empezaría por aclarar que lo público incluye, en primer lugar, al
Estado, así como otras instituciones, fundaciones, etc. En el contexto cubano actual
interesa cómo mejorar el funcionamiento del Estado cubano. En las ciencias políticas
D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche
este se asocia a esa estructura que va de lo central a lo local. ¿Cómo mejorar ese sector
público? Socializándolo. ¿Cómo hacer que responda a los intereses sociales? Entendiendo
por intereses sociales los de la mayoría de la población, de los ciudadanos.
Después de ese preámbulo, pregunto a los panelistas: ¿cómo se logra en Canadá
que el Estado responda a intereses sociales, teniendo en cuenta la interrogante sobre la
accountability?, ¿cómo eso podría lograrse en Cuba? Considero que estamos creando
dicotomías entre lo privado y lo estatal o lo social; las relaciones de propiedad son
complejas. ¿Cómo socializar lo público? ¿Por qué no intentamos también socializar lo
privado?
Julio César Guanche: Devuelvo la palabra al panel para que responda las inquietudes y preguntas del público.
Miguel A. Figueras: En relación con la propuesta de diversificar las variantes del sector público, debemos
recordar que en la medida en que vayamos implementando los 313 Lineamientos, surgirán
otras ideas, otras alternativas. Ciertamente habrá que buscar variantes para mejorar el
funcionamiento del sector público que será mayoritario, y si ese no funciona bien a pesar
de las cooperativas, de los productores privados, y de la descentralización hacia ese sector,
la economía tampoco lo hará, y ahí las grandes empresas tienen que ganar en eficiencia
y mejorar los métodos de dirección de dicho sector, empezando por la planificación,
las regulaciones, y la simplificación de estas últimas, que, muchas veces, entorpecen el
trabajo.
Todo el aparato estatal productivo se va a simplificar; en 1994 ya se había reducido en
un tercio el número de ministerios, en el futuro se reducirá aún más.
No creo que estemos en un proceso de privatización sino en uno que pretende buscar
los equilibrios y la eficiencia adecuados sin renunciar al proyecto socialista. En este caso
socialista no quiere decir 100% estatal. Ahora estamos buscando que en los municipios se
generen nuevas ideas y trasladar actividades a los productores municipales, sean estatales
o privados.
Martha Pérez Rolo:
Es importante saber que el Estado está haciendo una reorganización completa en este
momento. Teníamos un macroestado que no desempeñaba el papel que le correspondía
en relación con el sistema productivo, las empresas, que son las que producen. La función
de la administración central del Estado va a ser fundamentalmente reguladora, de
planificación. En ese sentido, tiene que estar también el control ciudadano, que de alguna
manera se implementará. Estamos transformando el modelo de gestión, que se está
estudiando muy sensatamente y despacio. Por otro lado, la religión está desempeñando
un papel cada vez mayor dentro de la sociedad civil; y es bueno señalarlo.
Dianne Cunningham:Voy a poner varios ejemplos de cómo funciona el sector público en Canadá. Federalmente,
el gobierno de mi país es el responsable de las grandes carreteras; las municipalidades, por
su parte, lo son de aquellas que están dentro de su propia jurisdicción; la cuestión es quién
va a construirlas y repararlas. Para esos casos contratamos al que haga el mejor trabajo
al menor precio, o sea, hay un poco de competencia. En las provincias, las carreteras son
construidas por el sector privado; para ello el gobierno federal suministra un poco de
dinero a dicho sector. También se han considerado otras variantes, pero por lo general
las carreteras están a cargo del sector privado, que tiene grandes equipos y trabaja con
mayor rapidez. Si el resultado final no es bueno no reciben el contrato la próxima vez, así
es como funciona a todos los niveles.
Respecto al cuidado de los niños, el gobierno federal decidió que hubiera opciones en
todas las provincias. En Ontario, por ejemplo, una mitad del sistema educativo es pública
y la otra privada. Los padres escogen el sector que mejor funcione. De hecho, tenemos
inspectores para los lugares públicos y los privados, y se les aplica las mismas reglas. Si
hay alguien que no las respeta, no le damos el dinero, y si hay un operador privado que
no cumple las normas, lo cerramos. ¿Cómo obtiene dinero el operador privado? Muchas
veces las personas pagan por lo suyo, pero otras el Estado los ayuda. El país no funciona
igual en todas partes, de manera que tenemos opciones.
Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal
81
Julio César Guanche: Dinamizar y recuperar un debate sobre lo público es, sobre todo, una discusión sobre qué
es la ciudadanía, y qué le pertenece, y cómo algo que pertenece al Estado y a lo público
pues en primer lugar es de los ciudadanos y ellos son los que deben controlar; si no, solo
se trata de entidades abstractas como el Estado, el gobierno, lo público, lo no público.
Un tema que quizás no estuvo suficientemente abordado es el de la descentralización.
¿Qué responsabilidades conserva el Estado a la par que está obligado a descentralizar?,
o sea, la cuestión no es quitarse responsabilidades de encima, sino cómo encarar en un
nuevo contexto de descentralización las que le correspondan también como Estado.
Debatimos acerca de una reconfiguración ya no solo de lo público, sino del Estado,
entendido no ya como único sujeto de la construcción social, sino como actor que comparte
un espacio político con otros. Ello es fundamental para diversificar lo que se entiende
como público y hacerlo público verdaderamente y que en ello haya transparencia.
Por último, me gustaría recuperar las reflexiones de la mesa en torno a aprender de la
experiencia, de los éxitos de otros lugares, aprender a colaborar, escuchar, y a participar
de manera que nos sintamos parte del proceso de control y de gestión.
Participantes:
Dianne Cunningham: Directora del Centro de Políticas Públicas y Gestión de la Escuela
de Negocios de la Universidad de Ontario, Canadá.
Miguel A. Figueras: Economista. Asesor del Ministro del Turismo.
Martha Pérez Rolo: Profesora titular de la Universidad de La Habana y del Centro de Gestión
Empresarial, Superación Técnica y Administrativa (GESTA), del Ministerio de la
Industria Básica.
Julio César Guanche (moderador). Jurista. Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano
y miembro del Consejo Editorial de Temas.
, 2014
82
D. Cunningham, M. A. Figueras, M. Pérez Rolo, J. C. Guanche
ENTRETEMAS
En esta entrega se habla de formas
de propiedad, gestión económica
e investigación cultural.
El Premio Temas de Ensayo 2013
en la categoría de Ciencias sociales
—primer texto de esta sección—,
considera la implementación
de un nuevo modelo de gestión
económica en el sector agropecuario
cubano.
En el siguiente, la historia oral
se propone como método para
profundizar
en la coyuntura
del cambio azucarero cubano.
El último discute acerca de capitalismo
y socialismo real,
desde una perspectiva crítica.
Premio Temas de Ensayo 2013 (Ciencias sociales)
Un nuevo modelo cubano
de gestión agrícola
Armando Nova González
Economista.
Centro de Estudios sobre la Economía Cubana.
Universidad de La Habana.
E
l sector agropecuario es muy complejo y en
él se combinan las leyes económicas y las
biológicas. Es un sector primario, donde se
generan productos alimenticios de origen
vegetal y animal, materias primas para la industria,
fondos exportables y energía renovable. Por ello resulta
imprescindible para el desarrollo económico. Téngase
en cuenta que en él se crean mercancías destinadas
al consumo y, a la vez, una parte importante de los
medios de producción demandados por la agricultura
y la ganadería.1
Entre sus peculiaridades se encuentran: la existencia
de tres formas de propiedad (cooperativa, estatal,
privada), la interrelación de los procesos económico y
natural de la reproducción, el hecho de que la tierra,
los cultivos y los animales son medios de producción;
formas organizativas propias del proceso agrícola
productivo y la incidencia en este de factores como los
ciclos temporales y climáticos.
La razón fundamental por la cual el sector agropecuario
resulta estratégico, radica en su efecto multiplicador.
Participa directa e indirectamente en la conformación del
PIB, al que tributan la agroindustria cañera y sus derivados,
la alimentaria, la tabacalera, la fabricación de bebidas y
licores, y otras industrias como la del cuero, la de sogas
y cordeles, la maderera; de igual modo, la producción
de energía y la transportación y comercialización de
productos agrícolas, beneficiados o no.
84
n. 77:González
84-91, enero-marzo de 2014
Armando Nova
Se estima que alrededor de una quinta parte del PIB
de Cuba depende de la actividad agropecuaria. Además,
ese sector aporta alrededor de 40% de las calorías y
37% de las proteínas que se consumen en la Isla por
día (el resto proviene de productos importados); y
emplea de modo directo cerca de la quinta parte de
la población económicamente activa. De lo anterior
se puede deducir que la economía familiar de unos
cuatro millones de personas depende directamente del
desempeño de la esfera agropecuaria. Esta se encadena
con diversas ramas de la economía nacional, como la
industria mecánica, la ligera, la química, la eléctrica.
El sistema agroindustrial cañero contribuye (a través
del efecto bosque de las plantaciones) a balancear la
emisión y absorción de CO2; también genera energía
renovable y no contaminante a partir de la biomasa de
la caña de azúcar, por ejemplo, biocombustible y biogás,
lo cual da lugar a importantes ventajas económicas,
sociales, territoriales y ambientales. De igual forma,
con los subproductos y derivados de la caña se obtienen
múltiples producciones con alto valor agregado.
Actualmente, la humanidad enfrenta tres grandes
problemas que comprometen su futuro: millones de
seres humanos viven en condiciones de hambruna, hay
déficit energético y urge preservar el medioambiente.
El sector agropecuario debe contribuir a la solución
de estos.
Problemas actuales de la agricultura
y la ganadería
El sector agropecuario y la economía cubana
La insuficiente producción nacional de alimentos
constituye un problema sostenido de la economía
c ubana. 2 En los últimos cinc uenta años ha
motivado una gran dependencia de mercados
foráneos y elevadas erogaciones de divisas para la
importación de comestibles (aunque la mayoría de
ellos se pueden producir en la Isla bajo condiciones
de competitividad). Se estima que, al cierre de
2012, el monto de lo invertido por ese concepto
haya superado los dos mil millones de dólares
norteamericanos.3
Dinámica de las importaciones 2002-2011 (MUSD)
2008
2009
2010
2011
14 249,234
8 906010
10 646 831
13 956 000
De ello:
Alimentos
(%)
2 544 822
17,8
1 755 604
19,7
1 700,000
17,0
1 835 000
14,0
Destinos:
Humano
Animal
2 280 401
264 421
1 524 645
230 959
1 450 000
250 000
1 585 000
250 000
Importación
total
Fuente: Elaborado por el autor a partir de los Anuarios Estadísticos
ONE 2002-2011 y otras referencias.
La problemática actual del sector agropecuario se
puede resumir así: desciende la producción agrícola
y ganadera, se registran extensiones importantes de
tierras ociosas (más de dos millones de hectáreas),
crecen los volúmenes de importación de alimentos.
Es evidente que las fuerzas productivas aún se
encuentran detenidas y la necesidad de transformar
las relaciones de producción de forma sistémica;
para ello resulta imprescindible analizar cómo está
resuelto el problema de la propiedad y cuáles son las
transformaciones necesarias para lograr la realización
de esta.4
Ante tales hechos, resulta paradójico obviar los
resultados obtenidos en las diversas instituciones
científicas existentes en el país, que disponen de una
base material (aunque descapitalizada en gran medida
por años de crisis económica), y de capital humano
importantes.
El hecho de que la alimentación constituya un
problema no resuelto se debe no solo a la insuficiente
producción nacional, sino también a las posibilidades
de la población de acceder a los alimentos (relación
ingreso-precio), en lo cual inciden los mercados
segmentados, la dualidad monetaria (ausencia de una
tasa única de cambio para el sector empresarial y la
economía en su conjunto) y otros factores.
sustitución
importaciones de
alimentos
incremento
exportación
de bienes
problema
energético
energía renovable
SECTOR AGROPECUARIO
INSUFICIENTE PRODUCCIÓN
alimentación
salario
insuficiente
unificación
monetaria
sector empresarial
unificación de
mercado interno de
alimentos
precios
elevados
Desde el año 2007 hasta el presente se han
implementado medidas encaminadas a reactivar
este importante sector, que conduzcan a aumentar
la producción, la sustitución de importaciones de
alimentos y la generación de excedentes para ampliar
las exportaciones de bienes. Entre ellas se encuentran:
incremento, para los productores, del precio de la
leche, la carne bovina y productos agrícolas; proceso
descentralizador de funciones dentro de la actividad
agrícola —el municipio es considerado el espacio
clave para la toma de decisiones—; simplificación de
estructuras y atribuciones ministeriales relacionadas con
las actividades generadoras de la producción primaria
y el procesamiento de alimentos.5 Recientemente se
han dado pasos en cuanto a la libre contratación de
fuerza laboral, la ampliación del microcrédito agrícola,
la descentralización paulatina de la comercialización
de los productos agrícolas (a la entrega al mercado
minorista se suma la venta directa a hoteles y
establecimientos gastronómicos del turismo, como
opción adicional al sistema aún vigente que incluye a
la Empresa Estatal de Acopio y a la de Frutas Selectas).
También se emitió el nuevo Reglamento General de
las UBPC.6
Sin embargo, la medida más importante ha sido la
entrega de tierras agrícolas sin cultivar bajo condiciones
de usufructo a personas naturales.7 El Decreto Ley 259
y el 282 establecían el pago de un impuesto sobre el uso
de la tierra (pudiera interpretarse como un arriendo),
por un período, renovable, de diez años.8 El Decreto Ley
300,9 que deroga los antes citados, no menciona el cobro
de ese impuesto ni se refiere a la Ley Tributaria.10
Hacia un nuevo modelo agrícola y de gestión
económica
Durante cerca de cuatrocientos años y hasta
principios del siglo xx, la agricultura cubana se
caracterizó por el predominio de la pequeña y mediana
propiedad.
Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola
85
Sector agropecuario 1774-1890 (UM. Uno) 11
Año
Ingenios
Haciendas Propiedades
azucareros ganaderas pequeñas *
privado (incluye al nuevo usufructuario). Estos suelen
obtener los mejores resultados.13
Cafetales
Población
1774
481
1 591
10 140
3
171 620
1792
478
339
73 814
N/D
272 301
1827
1 000
1 140
22 579
2 067
704 487
1862
1 365
6 175
48 775
782
1 396 530
1890
1 119
375
34 923
188
1 631 687
Años
Total
Estatal No
estatal
UBPC
CPA CCS y sector
privado**
2007
100
35,8
64,2
36,9
8,8
18,5
2011-2013*
100
17,0
83,0
23,0
9,0
51,0
* Sitios, vegas, estancias, potreros.
Las poblaciones de 1862 y 1890 corresponden a datos de 1861 y
1887 respectivamente.
*Estimado.
**Comprende a los beneficiados por los Decretos Leyes 259, 282
y 300.
Tras el establecimiento de la República en Cuba,
el capital norteamericano irrumpió con fuerza y
propició el surgimiento del latifundio, que acentúo
las desigualdades, separó al productor agrícola de
la tierra, desarrolló un modelo sustentado en el
monocultivo y la monoexportación.12 Esto perduró
hasta la promulgación de la primera Ley de Reforma
Agraria, en mayo de 1959. De igual forma, condujo
la economía cubana a una mayor dependencia de las
importaciones de alimentos.
El modelo que se avizora se proyecta hacia la
diversidad de actores económicos: las CCS, el sector
privado (comprende a los usufructuarios), las CPA,
las UBPC y las entidades estatales. No obstante el
predominio de la pequeña y mediana empresa no
estatal, tanto en la tenencia como en la propiedad de la
tierra, el movimiento es en espiral y encierra cambios
cualitativos, pues no significa retornar exactamente a
la situación registrada a finales del siglo xix, sino a una
modalidad que si bien tiene sus raíces en las formas
predominantes en aquel contexto, se ve fortalecida por
el cooperativismo. Este modelo agrícola requiere el
desarrollo de relaciones horizontales de colaboración
económica entre los productores asentados en cada
territorio, en busca, en primera instancia, de soluciones
a problemas locales. Para ello es útil crear asociaciones
de productores con objetivos e intereses comunes,
integradas por representantes de las entidades
implicadas y conducidas por un presidente y un
secretario; dichos cargos deben ser elegibles por la
mayoría y rotativos.
Mientras más distribuida se encuentre la riqueza
menores serán las desigualdades y el modelo agrícola
y socioeconómico será más justo. José Martí escribió:
«Es rica una nación que cuenta muchos pequeños
propietarios».15 En ese sentido, resulta imprescindible
que las cooperativas obtengan resultados económicos
satisfactorios.
Existen al menos tres aspectos por los cuales se
requiere transitar, y resolver, para que la gestión
económica consolide el nuevo modelo del agro
cubano:16
Cambios institucionales: 1959-2012
Entre 1959 y 1990, la forma de propiedad
predominante en el modelo agrícola fue estatal,
con elevada concentración de la propiedad y uso
de la tierra en manos del Estado; es decir, empresas
sobredimensionadas, caracterizadas por el gigantismo.
En menor medida existieron formas cooperativas: la
de Producción Agropecuaria (CPA) y las de Créditos
y Servicios (CCS), así como un reducido grupo de
propietarios privados individuales.
En 1993, en el momento más agudo de la crisis
económica (el llamado Período especial), se crean las
Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC),
a partir de la desintegración de la sobredimensionada
empresa estatal. Dichas entidades, unidas a las CPA
y las CCS, hicieron que el cooperativismo fuera el
modelo agrícola predominante en el período 19932010, la base fundamental sobre la cual se ha erigido
el sistema económico empresarial agrícola cubano. Las
UBPC han tenido el mayor peso dentro de las formas
cooperativas existentes; sin embargo, han trabajado
desde su creación bajo restricciones adicionales que
han limitado su desempeño y potencialidades. Como
consecuencia, se les considera una forma transfigurada
de la empresa estatal.
La actual distribución de tierras ociosas conduce
hacia un nuevo escenario y modelo agrícola, que
establece y consolida el predominio de las formas
no estatales, particularmente las CCS y el productor
86
Formas de tenencia de la tierra (%)14
Armando Nova González
• Lograr la realización de la propiedad (aunque se
han dado pasos en este sentido, aún es insuficiente).
El modelo de gestión económica vigente en el
ciclo producción-distribución-cambio-consumo
no facilita tal realización; se requiere un nuevo
modelo.
• El reconocimiento de la existencia real y objetiva
del mercado, en función complementaria de la
planificación. Implica alcanzar el equilibrio necesario
entre ambos.
• Aplicación del enfoque sistémico en el ciclo
producción-distribución-cambio-consumo, costosistema de precio y la necesaria interrelación de este
con la macro y la microeconomía.
Para establecer este modelo de gestión económica
se requiere la implementación de medidas como:
• Consolidación de un mercado de insumos y bienes
de producción, donde el productor pueda —de
acuerdo con la capacidad de compra generada
por sus resultados productivos— adquirir lo que
necesite, en el momento oportuno y a precios
que se correspondan con los dividendos obtenidos
por su trabajo.
• Que el productor pueda decidir, de acuerdo con el
comportamiento del mercado y los requerimientos
sociales, lo que va producir, y a quién y dónde
vender.
• Diversificar las formas de comercialización:
■■ Crear diversas cooperativas comercializadoras
de segundo grado.17 Su campo de acción debe
extenderse hasta los mercados concentradores, las
ventas directas a centros turísticos, restaurantes
e industrias procesadoras, la exportación y
la entrega al mercado minorista. Todo ello
como parte de la cadena productiva y de valor
(producción-distribución-cambio-consumo).
Los valores obtenidos a lo largo del ciclo deben
emplearse en incentivar a los productores. A la
vez, se requiere transformar el modelo económico
en su conjunto para que los creadores de la
riqueza puedan satisfacer tanto las necesidades
productivas como las personales y familiares.
■■ Propiciar la comercialización a título individual, de
acuerdo con la logística y las formas organizativas
que se establezcan.
■■ Ampliar los puntos de venta minorista.
■■ Garantizar la multiplicidad de participantes;
además de las cooperativas comercializadoras
y los vendedores individuales, debe actuar la
Empresa Estatal de Acopio.
• Que el productor pueda contratar libremente la
fuerza laboral que necesite.
• Quienes se inician en la producción agropecuaria
deben contar con el financiamiento necesario y
asistencia técnica periódica.
Estas medidas permitirían la realización de la
propiedad —así el productor se sentiría dueño de sus
decisiones y resultados—, y la adecuada utilización
del mercado como herramienta para lograr una mejor
distribución y buscar la eficiencia, velando por el
comportamiento adecuado de este. Todo lo anterior
favorecería el cierre exitoso del ciclo productivo, bajo
un enfoque sistémico, y por lo tanto, serían de esperar
incrementos notables en la producción de alimentos.
Resulta importante destacar, que el proceso de
cooperativización extensivo a todos los sectores
económicos del país, posibilidad incluida de forma
explícita en los Lineamientos de la Política Económica
y Social, 18 se encauza hacia lo planteado por los
fundadores del marxismo:
[L]a producción cooperativa [...] ha de sustituir el
sistema capitalista […] las sociedades cooperativas
unidas han de regular la producción nacional con
arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y
poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones
periódicas, consecuencias inevitables de la producción
capitalista.19
De igual forma, en el contexto de la implementación
de la Nueva Política Económica (NEP), Vladimir I.
Lenin manifestó algo que sus sucesores en la URSS no
consideraron: «el régimen de los cooperativistas cultos
es el socialismo».20
Teniendo en cuenta los Lineamientos…, es
imprescindible dejar bien claro lo referido al arriendo
o relación de alquiler21 y a las diferencias y vínculos
entre la propiedad jurídica (la tierra es propiedad
del Estado) y la económica (recae sobre el productor
beneficiado por la entrega de tierras ociosas). Al no
mencionar el cobro de un impuesto sobre el uso de
la tierra, el Decreto Ley 300 no prepara un escenario
adecuado para la definición y separación de ambos
tipos de propiedad, para la delimitación de derechos.
El arriendo y la renta diferencial del suelo, constituyen
aspectos que requieren ser analizados con profundidad
al definir el modelo agrícola cubano.
Otro tema importante es la planificación y su
vínculo con el mercado.22 La función de la primera
surgió cuando Marx buscó una solución a las crisis
de superproducción y comerciales de su época. Él la
concibió como una vía para enfrentar la producción
y la competencia anárquicas, pero no contrapuesta al
mercado.
Si bien es cierto que la planificación es una herramienta
necesaria y que en los últimos cincuenta años la
economía cubana no ha manifestado ninguna crisis de
superproducción, esto no se debe a esa práctica, sino
más bien a limitaciones económicas. La planificación
aplicada en Cuba hasta el presente ha tenido como base
la restricción y no la demanda.
Además, ¿de qué planificación se habla? ¿De la
dedicada a los más mínimos detalles, sin margen de
maniobrabilidad ante las realidades de la vida práctica,
desprovista del enfoque sistémico, o de la planificación
flexible, dirigida de forma sistémica hacia los aspectos
macroeconómicos, que actúa en complementariedad
con el mercado y busca la racionalidad, la eficiencia,
el desarrollo equilibrado, territorial y en armonía con
el medioambiente?
Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola
87
El mercado será una realidad objetiva mientras
existan las relaciones monetario-mercantiles y
el dinero. Al Estado le corresponde promover la
eficiencia, lograr la equidad social y la estabilidad,
pero los mecanismos del mercado ayudan a determinar
los precios, la distribución, a elevar la productividad.
Además, el Estado observa y regula el mercado de forma
indirecta, a través de programas de impuestos, intereses
bancarios y otras regulaciones. Los mecanismos del
mercado son necesarios para enfrentar las limitaciones
del sector agropecuario cubano. Sin embargo, llama la
atención que en los Lineamientos… se expresa, de forma
categórica: «Primará la planificación y no el mercado».
Más adelante, dice: «La planificación tendrá en cuenta
el mercado, influyendo sobre él y considerando sus
características».23 Es decir, este continúa siendo un
elemento no comprendido, ni aprovechado.
El nuevo Decreto Ley 300 y el modelo
agrícola
Este Decreto ofrece solución a dos de los cuatro
aspectos no resueltos en los decretos leyes 259 y 282: el
derecho a la vivienda y el factor hereditario.24 No obstante,
el hecho de que por lo general las viviendas se construyen
para que duren tres décadas o más, y el usufructo de la
tierra debe renovarse, o finalizar, cada diez años, genera
cierto grado de incertidumbre para el trabajador agrícola
—algo contradictorio, pues se pretende lograr estabilidad
en el asentamiento de los productores y sus familias, es
decir, repoblar el campo cubano.
Entre los aspectos del Decreto que atentan contra
la autonomía del productor y dificultan la instauración
del nuevo modelo agrícola se encuentran, además:
• Establece que las personas naturales vinculadas con
granjas estatales, UBPC, CPA y CCS, solo podrán
adquirir insumos agropecuarios, recibir servicios
y comercializar sus producciones, a través de dicha
entidades. (Prácticas más flexibles se encuentran en
fase de experimentación, pero no han sido aprobadas
por completo para todo el país.)
• Mantiene una limitante de los decretos derogados:
si el productor incumple las obligaciones suscritas
en cuanto a comercializar los productos, pierde el
usufructo.
• Los vinculados a las CCS no pueden aspirar a tener
hasta 67,1 ha, aunque esas cooperativas son las más
eficientes.
El nuevo reglamento de las UBPC también incide
negativamente, pues muchos de sus artículos restan
autonomía a esas entidades.25 Por ejemplo:
• No son reconocidas como empresa, sino como
«organización económica y social cooperativa»
(Art. 1).
88
Armando Nova González
• Para constituir una UBPC, es imprescindible el
«dictamen sobre factibilidad económica y legal de
la solicitud, elaborado por la empresa a partir de la
cual surge la UBPC» (Art. 4) y es el ministro de
la Agricultura quien la autoriza (Art. 6).
• El objeto social es evaluado y aprobado por el
delegado o director de la Agricultura en el municipio,
«oído el parecer de la empresa a cuyo sistema de
producción la UBPC se vincula» (Art. 8.1). Esa
empresa, además, «controla el cumplimiento de las
normas técnicas que rigen el proceso productivo y la
contratación» (Art. 17) y participa en la elaboración de
la propuesta del programa de desarrollo (Art. 19).
• Se establece que los «abastecimientos y servicios que
requieran las UBPC [...] se obtendrán directamente
de las personas naturales o jurídicas legalmente
facultadas mediante contrato escrito» (Art. 21.1),
pero no se especifica cuáles son ni se puede interpretar
que ello compete a las empresas a las cuales están
vinculadas. Si es así resulta una manifestación más de
la falta de autonomía (La Empresa, el intermediario
que le resta autonomía).
• «El proceso de revocación [de quienes administran]
pueden promoverlo excepcionalmente el delegado o
director de la Agricultura en el municipio, el secretario
del Sindicato a esta instancia, quienes podrán
incluso convocar a la Junta de administración y a la
Asamblea General» (Art. 29). ¿Por qué el Sindicato
si sus integrantes son dueños y cooperativistas?
Mantener en el nuevo Reglamento la presencia,
como agente intermediario, de la empresa a la cual
se vincula la UBPC no favorece el modelo de gestión
económica que se requiere para lograr el cierre exitoso
del ciclo productivo. Las CCS y las CPA nunca han
tenido esa limitación y la mayoría funciona de forma
eficiente, aunque sí dependen de algunas autorizaciones
y decisiones de la empresa estatal municipal. ¿Cuál es la
razón económica y de gestión para insistir en mantener
estos intermediarios?
Evolución del sector agrícola cubano entre
2009 y 2012
Durante los años transcurridos desde las primeras
medidas adoptadas (a partir de 2007), los resultados
no han sido los esperados:26
2009: La producción agrícola y ganadera, en
conjunto, cerró con un nivel de 100,5%, en relación con
el año anterior; mientras los alimentos de origen vegetal
crecieron en 5,6%, la carne descendió en 4,6%.
2010: El sector decreció 2,8%. La producción
agrícola y ganadera disminuyó en doce renglones
fundamentales: arroz, carne de cerdo y de ave, huevos,
El modelo que se avizora se proyecta hacia la diversidad de actores económicos
—las CCS, el sector privado, las CPA, las UBPC y las entidades estatales—,
y requiere el desarrollo de relaciones horizontales de colaboración entre los
productores asentados en cada territorio, en busca, en primera instancia, de
soluciones a problemas locales.
hortalizas, frijoles, tubérculos (papa, malanga), cítricos,
entre otros.
2011: La producción agropecuaria creció 8,7% (la
agricultura, 11,5 y la ganadería, 6%), según lo reportado
por la ONE. No obstante, disminuyó la oferta de
alimentos, lo cual favoreció el incremento de los precios
para la población.
Ese año, los mayores crecimientos se registraron
en: plátano (17,2% —en especial el plátano vianda
creció en 98 000 toneladas), arroz con cáscara húmedo
(43,7% —que representa 139 800 toneladas, y una vez
listo para el consumo, 70 000 toneladas más), y frijol
(66,1% —significa un aumento de 29 000 toneladas).
Los tubérculos y raíces decrecieron 2,5% (equivalente
a 28 600 toneladas menos). La papa y el boniato
registraron el descenso más significativo. También
disminuyeron el ajo (13%) y los cítricos (24%). En
cuanto a la producción de azúcar, en la zafra 20092010 había disminuido hasta niveles extremadamente
bajos, las de 2010-2011 y 2011-2012 mostraron una
ligera recuperación.
Aumentó la producción de carne vacuna (4,4%),
para una ganancia aproximada de 600 toneladas.
También la porcina, cuyo incremento fue de 4 900
toneladas. No obstante, la masa ganadera porcina
mantuvo la tendencia decreciente iniciada en 2009.
En ambos casos, se debió a una mayor cantidad de
animales sacrificados y a un ligero incremento en su
peso promedio. Si bien aumentó la producción de
huevos, descendió la de carne de ave.
Asimismo, disminuyó la producción de leche
en 51 millones de litros y se redujeron las entregas
directas a la población (21,3 millones de litros menos)
y a la industria (27,3 millones de litros menos). Ese
decrecimiento pudiera haber representado para la
economía cubana erogaciones en divisas adicionales
de alrededor de 21,9 millones de dólares.27
Ante la importante reducción de las ofertas,
durante 2011 se registró un incremento del precio
promedio de todos los productos agrícolas y cárnicos.
El de los primeros ascendió 24,1% y los cárnicos,
8,7%. Ello resulta contradictorio, teniendo en cuenta
el aumento reportado de la producción agrícola y
ganadera en ese año.
2012: La producción agropecuaria disminuyó
1,3%: la agricultura creció 1,7%, pero decreció la
ganadería a 4,3%.
Dentro del primer grupo crecieron las producciones
de viandas (2,5%), maíz (1,8%) y arroz con cáscara
húmedo (11,9%). El plátano aumentó 9,3% y logró
atenuar los decrecimientos de otros alimentos.
Descendieron las de tubérculos y raíces: papa (21,8%),
yuca (4,1%) y otros tubérculos (14,8%) y también
las de hortalizas —tomate, cebolla, ajo, melón, col y
otras— (4,0%), y frijol (4,4%).
La producción de carne vacuna creció solo 0,8 y la de
leche 1,8% (9,2 millones de litros), por lo que se realizaron
importaciones por un valor entre 180 y 200 millones de
dólares. Durante el año, la producción de carne porcina
disminuyó 7,8%, aunque la existencia de ganado creció
0,6%. La cantidad de huevos decreció 4,1% (83,9 millones
menos), así como la de carne de ave (0,8%).
Factores desfavorables
En ocasiones se atribuye a la sequía las afectaciones
a la producción agrícola y animal. Sin dudas, contribuye
y es necesario prepararse de antemano para enfrentar
sus efectos. Ello requiere: crear reservas de alimentos
durante la primavera o período de lluvia, producir
granos (maíz, soya, girasol) durante todo el año,
rescatar la producción de caña de azúcar y destinarla
no solo a la alimentación humana sino también a la del
ganado (incluidos productos colaterales, como mieles
finales, levaduras, bagacillo).
Elemento determinante durante el período
analizado ha sido la dilación en la implementación de
las medidas plasmadas en los Lineamientos económicos
y sociales…, aprobados en el VI Congreso del PCC:
• Se ha retrasado la entrega de tierras en usufructo, debido
a razones burocráticas fundamentalmente.28
• Persiste un mercado de insumos y medios de trabajo
insuficiente, con elevados precios (recientemente se
han tomado medidas orientadas a su reducción),
y no ajustado a la demanda, requerimientos y
especificidades de los productores y regiones.
• No implementación amplia de acciones encaminadas
a la descentralización de la comercialización y a la
eliminación del monopolio del sistema de acopio
estatal.
• Tardía entrega de créditos y de asistencia técnica.
• Los precios requieren de un particular análisis y
valoración sistémica. Los pagados a los productores no
Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola
89
resultan suficientemente estimulantes, en particular
los de productos que sustituyen importaciones (pero
sí se destina un monto elevado a los importados). Al
comparar los precios oficiales de Acopio29 con los
precios de importación30 de dos productos básicos
como frijol y arroz, y también de la leche y el azúcar,
y el maíz31 se aprecia el desbalance.
Precios de Acopio y de importación
Productos
Frijol negro
Frijol colorado
Arroz consumo
Azúcar
Leche (litro)
Maíz (grano seco)
Acopio*
(USD/lb)
0,24
0,26
0,11
0,0185
0,12
0,08
Importación
(USD/lb)
0,3944
0,3944
0,2465
0,19
0,39
0,15
Precio Acopio/
precio importación
60%
65%
44%
9,5%
30%
53%
* Fueron seleccionados los precios máximos establecidos en la
Resolución 353/2010, del Ministerio de Finanzas y Precios.
Consideraciones finales
Los resultados en la producción agropecuaria,
inferiores a los esperados, obedecen a que aún no se
han resuelto tres problemas fundamentales:
• El modelo de gestión económica vigente no garantiza
la realización de la propiedad.
• No hay un reconocimiento objetivo de la existencia
del mercado y su función complementaria de la
planificación.
• Falta de enfoque sistémico en la concepción e
implementación de las medidas iniciadas en 2007.
La insuficiente producción de alimentos, a pesar
de las potencialidades existentes y las medidas
aplicadas, conduce a la insatisfacción de las necesidades
alimentarias y a una elevada dependencia del mercado
externo. Se requiere eliminar los obstáculos que frenan
el desarrollo de las fuerzas productivas y para ello se
propone:
• Resolver los tres problemas mencionados, los cuales
interactúan entre sí.
• Continuar y profundizar las trasformaciones de las
relaciones de producción, de la forma más acelerada
posible.
• Creación de un nuevo modelo de gestión económica
que consolide el modelo agrícola que se avizora.
Notas
1. Véase el análisis realizado por Carlos Marx acerca del proceso de
reproducción: «El producto social global, y por tanto la producción
total de la sociedad, se divide en dos grandes sectores: I. Medio
de producción, mercancías cuya forma les obliga a entrar en el
consumo productivo […] Medios de Consumo, mercancías cuya
90
Armando Nova González
forma las destina a entrar en el consumo individual de la clase
capitalista y de la clase obrera». El Capital, t. II, Fondo de Cultura
Económica, México, DF, 1946, p. 426.
2. Véase Armando Nova González, «La agricultura cubana: medidas
implementadas para lograr incrementos en la producción de
alimentos. Análisis y valoración», CD-ROM Seminario Científico
del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Universidad de La
Habana, junio de 2010.
3. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Anuario Estadístico de
Cuba, ONE, La Habana, 2009, 2010, 2011 y 2012.
4. La realización de la propiedad implica el derecho del productor
a decidir qué debe producir, a quién vender lo producido, a qué
precio, y poder acudir a un mercado de insumos para comprar los
medios necesarios y en el momento oportuno.
5. Véase Armando Nova González, ob. cit.
6. Véase «Reglamento General de las UBPC», Gaceta Oficial de
de la República de Cuba, n. 037 Extraordinaria, La Habana, 11 de
septiembre de 2012.
7. En un inicio se consideró que las ociosas ascendían a 1 868 210
hectáreas, luego se han detectado unas quinientas mil más.
8. Véanse Decreto Ley 259 «Sobre las entregas de tierras ociosas
en usufructo», Gaceta Oficial de Cuba, n. 024 Extraordinaria, La
Habana, julio de 2008; y Decreto Ley 282 «Reglamento para la
implementación de las entregas de tierras ociosas en usufructo»,
Gaceta Oficial de Cuba, Extraordinaria, La Habana, 29 de agosto
de 2008.
9. Véase Decreto Ley 300 «Sobre las entregas de tierras ociosas en
usufructo», Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 45 Ordinaria,
La Habana, 22 de octubre de 2012.
10. En la Ley Tributaria se hace referencia al cobro del impuesto
sobre el uso de la tierra, elemento que debió ser recogido y ampliado
en el Decreto Ley 300. Véase Ley 113 «Del sistema tributario»,
Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 53, La Habana, 21 de
noviembre de 2012.
11. Julio Le Riverend, Historia económica de Cuba, Instituto del
Libro, La Habana, 1974, pp. 171, 189, 467, 491 y 498. La disminución
de ingenios, haciendas y otras propiedades, entre 1862 y 1890, se
debió a los efectos de la Guerra de los diez años (1868-1878).
12. «El latifundio es un proceso que funde miles de parcelas
en grandes unidades agrarias, desarraiga al cultivador del
suelo, destruye la clase de propietarios rurales y agricultores
independientes, columna vertebral de la nación, y finalmente
acaba con la autonomía económica nacional, para convertir la
comunidad en una mera dependencia, en un simple satélite, en un
taller de trabajo al servicio de una metrópolis exterior». Ramiro
Guerra, Azúcar y población en las Antillas, Editorial Cultural S. A.,
La Habana, 1927, p. 76.
13. Las CCS y el sector privado producen 57% del total de alimentos
del país, con solo 24,4 % de la tierra cultivable, así como 63% de
la leche (las entidades estatales aportan 13%), y disponen de más
de 64% de la vacas en ordeño y más de 57% del ganado vacuno
y porcino.
14. Tabla elaborada por el autor a partir del Anuario estadístico de
Cuba, publicados por la ONE entre 2007 y 2011.
15. José Martí, citado en Rafael Almanza, En torno al pensamiento
económico de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1990, p. 274.
16. Armando Nova González, «La propiedad en la economía
cubana», Cuba hacia una estrategia de desarrollo para los inicios
del siglo xxi, Editorial Javeriana, Bogotá, 2012.
17. Varias cooperativas productoras se ponen de acuerdo para
organizar una de segundo grado que comercialice sus producciones.
Otras cooperativas de este tipo pudieran ser las destinadas al
beneficio de los productos agrícolas frescos, a la transformación de
estos mediante un proceso industrial, a la prestación de servicios
técnicos o de los relacionados con la preparación de la tierra,
siembra, cosecha y transportación.
31. Los precios del maíz pueden encontrarse en Ministerio de
Finanzas y Precios, Resolución 298/2012, Gaceta Oficial de la
República de Cuba, La Habana, agosto de 2012, y Banco Central
de Cuba, Información Económica, n. 204, La Habana, 2 de abril
de 2013.
, 2014
18. El proceso de cooperativización es mencionado en los
Lineamientos 25 al 29. Véase Partido Comunista de Cuba (PCC),
Lineamientos de la política económica y social del Partido y la
Revolución (Resolución aprobada en el VI Congreso del PCC, junio
de 2011), disponible en www.congresopcc.cip.cu.
19. Carlos Marx y Federico Engels, «La guerra civil en Francia»,
Obras escogidas, t. 1, Editorial Progreso, Moscú, 1973, pp. 301-2.
20. Vladimir I. Lenin, «Sobre las cooperativas», Obras completas,
t. 45, Editorial Progreso, Moscú, 1987, p. 389.
21. Sobre la factibilidad de ambas prácticas se pronunció Federico
Engels, «Engels a Otto Von Boeningk», en Carlos Marx y Federico
Engels, Obras escogidas, t. 1, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p.
716, y «Contribución al problema de la vivienda», Obras escogidas,
t. 2, ob. cit., p. 391.
22. Este tema polémico ha carecido de suficiente debate. Puede
haber contribuido el hecho de que en ocasiones se ha establecido
cierta identidad entre mercado y capitalismo. Véase Armando
Nova González, «El mercado y el Estado, dos partes que forman
un todo», disponible en www.nodo50.org/cubasigloXXI, Instituto
de Filosofía, CITMA, 2011.
23. PCC, Lineamientos…, ob. cit.
24. Faltan por definir el tiempo de duración del usufructo y
la entrega de productos al Estado a través de Acopio. Véase
Armando Nova González, «Pasos adelante, aspectos pendientes e
imprecisiones en el Decreto Ley 300», Boletín del CEEC, diciembre
de 2012.
25. «Reglamento General de las UBPC», ob. cit.
26. Las cifras manejadas a continuación provienen de Armando
Nova González, «Impacto de los Lineamientos de la política
económica y social en la producción nacional de alimentos»,
Seminario Anual del CEEC, La Habana, 2012 y ONE, ob. cit.
27. Banco Central de Cuba, Información Económica, a. 6, n. 171,
La Habana, 7 de febrero de 2012.
28. El fondo de tierras ociosas declaradas ascendía a 2,3 millones
de hectáreas. De ellas, se han entregado 1 422 900 ha (a personas
naturales 1 369 000 ha), lo cual ha beneficiado a 172 000 personas
naturales y 2 554 jurídicas. En uso se reporta 78,1%, aunque aquí se
incluyen aquellas que aún están en labores de acondicionamiento
del terreno. Datos ofrecidos al autor por la Dirección del balance
de tierras del Ministerio de la Agricultura.
29. Ministerio de Finanzas y Precios, Resolución 353/2010 «Precios
máximos de acopio con destino a los mercados agropecuarios
estatales, consumo social, mercados internos en divisas y
exportación», Gaceta Oficial de la República de Cuba, n. 017,
Extraordinaria especial, La Habana, 30 de diciembre de 2010.
30. Banco Central de Cuba, Información Económica, a. 6, n. 208,
La Habana, 30 de marzo de 2012.
Un nuevo modelo cubano de gestión agrícola
91
Memorias
del cambio azucarero.
Visiones desde dentro
Ana Vera Estrada
Investigadora. Instituto Cubano
de Investigación Cultural Juan Marinello.
E
n abril de 2002 se dio a conocer la Resolución 77
del Ministerio del Azúcar (MINAZ), que
oficializaba el cierre y desmantelamiento o
refuncionalización de aproximadamente la
mitad de los centrales existentes en Cuba, dispersos
por las catorce provincias.1 No era difícil vaticinar que
la medida implicaría repercusiones a diferentes escalas
en una parte considerable de las fuerzas vivas del país,
comprometidas, tanto en la producción agrícola como
industrial, con el destino de la principal industria
cubana. Desde entonces muchas personas de todas las
categorías sociales comenzamos a tomar conciencia de
que la industria azucarera, que presumíamos asentada
para siempre en un lugar preponderante respecto a
la generación de ingresos para la economía nacional,
estaba dejando de existir.
La coyuntura, compleja, asociada con la disolución
del campo socialista y la inevitable reorientación
El presente artículo es una versión ampliada de la ponencia
presentada en el Simposio «Caribbean History and Anthropology
in the Archives», del Instituto de Investigaciones para el Estudio del
Hombre (RISM Collections) de la Elmer Bobst Library, Universidad
de Nueva York (NYU), Centro de Estudios Latinoamericanos y
Caribeños, 1-2 de diciembre de 2011. El texto resume los aspectos
metodológicos que rigieron la investigación cuyos principales
resultados aparecieron en mi libro Guajiros del siglo xxi, Instituto
Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana,
2012.
92
Ana Vera Estrada
n. 77: 92-101, enero-marzo de 2014
del comercio, potenció debates sobre el futuro de la
sociedad cubana e incluso del proyecto político. Los
productores de caña de azúcar a escala reducida,
conocidos como «colonos», y en general los pequeños
agricultores, habían sido los principales beneficiarios
de las leyes de Reforma Agraria en los años 60,2 aunque
procesos socioeconómicos derivados de las políticas
sociales revolucionarias encaminadas a mejorar las
condiciones de vida y trabajo de la población rural,
como la escolarización masiva de los jóvenes, por
mencionar solo un factor, fueron invirtiendo el prisma
de la tenencia de tierras y provocando un movimiento de
retorno progresivo de estas al Estado. Dicha tendencia se
convirtió con el tiempo en factor de distanciamiento del
campesinado respecto a su medio natural y contribuyó a
potenciar un creciente proceso de urbanización.
El pequeño productor de caña, controlado por una
cuota diaria que debía entregar al central y sometido
a un régimen de trabajo que alternaba etapas de labor
intensiva con otras de inactividad o «tiempo muerto»,3
llegó a gozar de relativa estabilidad frente a otros
trabajadores rurales de bajos ingresos, desde que la
política de estabilización azucarera emprendida bajo el
gobierno de Gerardo Machado en la década de los 20
del siglo pasado le garantizó la permanencia en su tierra
y lo protegió del desalojo. Tal hecho, en el caso de los
colonos que después de la Reforma Agraria continuaron
suministrando caña a los centrales, trajo como resultado
cierta acumulación de capital, favorable para enfrentar
los posteriores retos de la agricultura diversificada.
En sus escritos de los años 20 sobre el tema
azucarero, Ramiro Guerra se refiere a las diferencias
culturales que generan en el estilo de vida rural
distintas producciones agropecuarias. En cuanto a los
colonos, este autor atribuye una importancia capital
al vínculo de los trabajadores con la tierra y la familia,
y remite esa relación a la conformación de la nación.4
Su defensa de la pequeña propiedad como garantía de
poblamiento permanente y de condiciones mínimas
de vida para los trabajadores agrícolas, responde a
una postura ideológica radicalmente opuesta a la que
promovió el auge del modelo de latifundio azucarero
impulsado por las transnacionales norteamericanas.
Tal convicción lo llevó a postular que «nadie en las
zonas latifundiarias puede poseer nada, ni crear un
hogar permanente para sus hijos».5 Aunque no de
modo directo, se desprende de sus palabras que el
hecho de poseer una parcela de tierra garantizaba al
trabajador condiciones imprescindibles para constituir
una familia y lograr estabilidad emocional, así como
arraigarse a un determinado lugar. Ello no pasó de ser
una utopía social que en la práctica no se confirmó,
pero no significa que se deba descartar la importancia
que revisten los factores subjetivos y la estabilidad de la
fuerza de trabajo para proyectar el desarrollo agrícola
desde una perspectiva cultural.
Al desencadenarse, en 2002, las polémicas sobre la
continuidad de la historia azucarera cubana, explorar
el impacto cultural de unas medidas económicas que
iban, sin duda, a transformar radicalmente la vida de
una parte considerable de la población, se reveló como
una prioridad. La modernización o incluso el cierre de
centrales en busca de mayor concentración industrial
suele ser un proceso de rutina, conocido y practicado
cada cierto tiempo en países de economía azucarera
cuando las coyunturas internacionales, las crisis
macroestructurales o las necesidades del desarrollo
tecnológico endógeno lo requieren. Esos factores
suelen estar siempre presentes, aunque en diferente
proporción de acuerdo con las principales causas, cada
vez que se produce un cambio de gran magnitud. Por
ello la historia de muchas naciones latinoamericanas,
y en particular de las pequeñas islas caribeñas, está
jalonada de episodios sociales y políticos generados
por los vaivenes del mercado azucarero.
Si bien en ciertos momentos el cierre simultáneo
de varios centrales está económicamente justificado,
no significa que los trabajadores dejarán de sufrir
las consecuencias. La historiografía argentina, por
citar solo un ejemplo notable, se dedica, en gran
medida, a estudiar los movimientos sociales y los
procesos socioeconómicos que cuentan con un
trasfondo azucarero, en especial en la provincia de
Tucumán.6 El hecho de que los científicos sociales
estudien los problemas generados por el cierre de
centrales no provoca inmediatamente una mejoría
en la calidad de vida de la población afectada, pero
las investigaciones pueden convertirse en una valiosa
forma de retroalimentación para la política, cuando
las recomendaciones de los expertos son atendidas
por los encargados de tomar las decisiones; sobre
todo si se considera que la desaparición de fuentes
de empleo desestabiliza, de manera más o menos
transitoria, la vida de los actores sociales, amén de
que venga acompañada de la apertura de otras ofertas
de trabajo. Aunque se podrían mencionar otros
ejemplos,7 en el caso tucumano la insuficiente atención
al factor humano de los cambios dio lugar a protestas
campesinas, huelgas obreras y desplazamientos de
población rural hacia otras áreas, fenómenos que
todavía en la actualidad constituyen problemas graves,
en vías de solución.
La investigación que sirve de base al libro Guajiros
del siglo xxi se llevó a cabo en el pequeño central
Granma-Carolina —ubicado en la llanura de Colón,
zona de tradición azucarera, en la provincia de
Matanzas—, cuyo proceso de modernización databa
de la primera mitad del xix. Fue siempre un central
de capacidad de producción media —unas ciento
cincuenta mil arrobas diarias— que se mantuvo
produciendo, de manera bastante regular, hasta que al
concluir la zafra 2001-2002 fue incluido entre los que
debían ser clausurados y desmantelados.
A mediados de 2004 realicé las primeras entrevistas
exploratorias a antiguos pobladores del lugar, de
preferencia a hombres trabajadores del campo y la
industria, así como a mujeres de sus respectivas familias
emparentadas entre sí. Inicialmente me propuse solo
obtener un relato de la vida cotidiana en el central y
algunos puntos de vista acerca del impacto que el cierre
de este había producido en las vidas y los proyectos
de futuro de los sujetos entrevistados. Sin embargo,
la magnitud de las reacciones que las preguntas
desencadenaron rebasó las expectativas. El otro objetivo
importante era reconstruir la trayectoria de algunas
de las fincas beneficiadas por la Reforma Agraria, y
sobre esto identifiqué en los sujetos mayores y en una
parte importante de los más jóvenes, un sentimiento
de pérdida irreparable, que superaba el recuerdo del
bienestar alcanzado gracias a la Revolución. Volveré
sobre estas cuestiones en otro apartado.
Visión integradora: la sociología
entre la antropología y la historia
Estructurar el marco teórico para validar el
procedimiento de obtención y procesamiento de datos
Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro
93
no fue tarea sencilla. La investigación contó con el
acumulado de una importante historiografía azucarera,
con las documentadas conclusiones de economistas y
sociólogos rurales que han seguido de cerca, y en gran
medida pautado, la discusión sobre el futuro de esta
industria, asimismo con la experiencia metodológica
de los historiadores que utilizan fuentes orales,
debidamente entrenados en el debate epistemológico
acerca de las ventajas de la entrevista de tipo biográfico
para estudiar la huella de procesos socioeconómicos
recientes.
Una aproximación contemporánea al mundo
cultural generado por la agricultura cañera ofrece
varias posibilidades de abordaje teórico y plantea
algunos retos. En la tradición científica signada
por el saber historiográfico y por el sociológico, el
sujeto social que trabaja el campo parece un objeto
de estudio insuficientemente enfocado, sin que se
pueda afirmar que se encuentra ausente. El campesino
productor de alimentos es uno de los actores en los
que recae la responsabilidad de dar respuesta a las
crecientes demandas del consumo humano y en las
investigaciones académicas cubanas aparece abordado
con profundidad, quizás debido a la perspectiva
macroeconómica que predomina en ellas.
A continuación presentaré el primer procedimiento
analítico híbrido desarrollado, e intentaré aportar
elementos para el conocimiento de dicho sujeto
social, sobre todo en lo relativo a su vida familiar y
sus costumbres.
En esa dirección integradora fue preciso saltar
por encima de un obstáculo común en los empeños
de índole interdisciplinaria, aunque no privativo de
Cuba: la dispersión de la bibliografía y el limitado
acceso a datos estadísticos, que dificultan la
formulación de conclusiones. Tal limitación no se
debe al desconocimiento del aporte que el estudio de la
experiencia humana concreta agrega a los análisis de
nivel más general, sino, quizás, a falta de experiencia en
la aplicación de técnicas de recogida y procesamiento
de datos cualitativos, y de confianza en los resultados
de una indagación de este tipo. Sin embargo, no existe
camino más seguro para completar el conocimiento
del impacto social de un proceso macroeconómico que
el relato individual de los actores, por la pasión y los
detalles significativos que brinda el testimonio.
El historiador inglés Paul Thompson reunió un
importante grupo de científicos en un libro que tendría
consecuencias probablemente imprevistas para el
desarrollo de la historiografía científica en Europa: La
voz del pasado,8 donde se puede encontrar una reflexión
ordenada y profusa sobre multiplicidad de experiencias
de trabajo de campo con técnicas de historia oral,
muchas de ellas desarrolladas por historiadores
aficionados y por diversas clases de profesionales. En
94
Ana Vera Estrada
esa obra fundacional, Thompson destaca los valores de
la evidencia oral para reconstruir procesos históricos
y sociales que no cuentan con una documentación
prolija.
El problema metodológico del nivel de análisis
siempre se plantea cuando el objeto de estudio
pertenece al terreno de lo particular. Sociólogos y
científicos sociales han abordado el tema de estas
escalas y propuesto diferentes maneras de articularlas,
pero el conflicto que se genera por el enfrentamiento
teórico entre lo macro y lo micro, lo general y lo
particular, lo global y lo local, sigue vigente cuando la
plataforma de observación es la dimensión familiar.
Por su parte, el historiador italiano Giovanni Levi
analiza la importancia de explicitar el nivel de análisis
en que se sitúa el investigador, ya que, a su juicio,
absolutizarlo o no definirlo genera riesgos como
desatender el plano de la vida real de las personas
—recuperable a través del trabajo con las biografías—,
si la mirada se concentra únicamente en problemas
sistémicos o globales de grandes dimensiones; en
dichos casos se suele visibilizar la escala de poderes
intermedios entre el Estado y las comunidades locales,
a la vez que se descuida el estudio de las redes sociales
que imbrican dichos territorios y los grupos asentados
en ellos, y sirven de conexión entre este nivel y el
poder central. Agrega el experto que la escala propia
de los estudios microhistóricos permite atender a
la interacción entre los sistemas institucionales y
normativos y comprender mejor las reglas del juego
social, como si el científico estuviese trabajando
en un laboratorio donde los elementos de las vidas
particulares se pueden recomponer en su contexto y
muestran su verdadera relevancia sin verse sujetos a
esquemas preconcebidos.9
Como referente para el método empleado en mi
estudio la propuesta, desde la sociología, de Georges
Ritzer fue útil. Ritzer plantea la idea de un continuum
objetivo-subjetivo donde se articule en cuatro niveles
la integración de las dimensiones macro y microsocial.
Así, considera el nivel micro como algo sujeto a la
definición que realiza de él cada teórico, lo cual hace
coincidir, bajo igual criterio, fenómenos psicológicos,
individuos o pautas de interacción entre ellos; mientras
que el macro agruparía posiciones, poblaciones, la
sociedad y sus estructuras en su conjunto y los sistemas
mundiales.10
La historiadora Cristina Borderías recomienda el
uso del método biográfico como nivel intermedio de
análisis y manifiesta la conveniencia de aplicarlo por
parte del historiador, atendiendo a lo que ella llama
«situaciones particulares», que no son necesariamente
un escalón previo para llegar a conclusiones generales.
Advierte que no es preciso aspirar siempre a generalizar
los resultados de una investigación, pero cuando esto
La familia es un destinatario privilegiado de muchas políticas sociales, y
constituye un marco de referencia inmediato para toda persona que en ella
se prepara para la vida y que en gran medida condiciona las elecciones de los
adultos.
sucede, la biografía ofrece un acercamiento pertinente.
También afirma que el uso de este recurso metodológico
ha sido más empleado por sociólogos y antropólogos
que por historiadores, a pesar de que el nivel en que
este método se sitúa no es precisamente el de los casos
singulares, importantes por su singularidad, sino un
nivel intermedio en el que los fenómenos sociales
generales se traducen —en las vidas individuales— en
situaciones particulares, ya que todo ser humano:
se inscribe en un determinado contexto local —una
familia, un lugar de trabajo, un barrio— mediante un
conjunto de relaciones que son las que forman una
estructura social determinada. El método biográfico
permite precisamente el acceso a las mediaciones entre
el individuo y las estructuras.11
La bibliografía histórica y sociológica cubana sobre
el campesino y, en particular, el productor de caña, se
ha enriquecido en los últimos años con los aportes de
Oscar Zanetti, Michael González, Antonio Santamaría,
Víctor Figueroa, Juan Valdés Paz, entre otros, aunque
en sus investigaciones escasea esa dimensión humana
cotidiana que complementaría de manera sustancial
la comprensión de los procesos histórico-sociales en
su dimensión cultural, y que no debería faltar en los
estudios sobre el mundo rural, insertado en el universo
interconectado de hoy.12
El sociólogo José Bengoa afirma que los estudios
rurales contemporáneos se dirigen en la actualidad
hacia un encuentro entre economía y cultura. A su
juicio, es imposible desentenderse de los aspectos
culturales que, además de articular lo rural con el
resto del mundo y explicar dicha articulación, influyen
en las formas que adquiere la modernización en el
campo. Agrega que realizar estudios de la cultura
campesina o rural sin comprender los fenómenos
de la modernización y la globalización en la esfera
económica carece de sentido.13
La dimensión familiar como nivel
de análisis
Para llevar a cabo un estudio que se propuso ser
cultural, debí apoyarme en los aspectos económicos
que sustentan la vida social en el central azucarero.
Para ello seleccioné una familia extensa, de remoto
origen canario, asentada en tierras del Carolina desde
antes de su modernización en 1926. La plataforma de
observación para dar seguimiento a los cambios fue su
historia, narrada por sus protagonistas.
La familia es un destinatario privilegiado de muchas
políticas sociales, y constituye un marco de referencia
inmediato para toda persona que en ella se prepara para
la vida y que en gran medida condiciona las elecciones
de los adultos. Surge como forma de agrupación social
desde el momento mismo en que los seres humanos
se organizan en sociedades, las cuales se multiplican
a partir de actos individuales de los que resulta la
procreación, aunque la familia rebasa, por amplio
margen, la dimensión biológica. Es principalmente una
institución cultural que se fundamenta y transforma en
las relaciones sociales.
Si bien la herencia biológica se deriva de la
conjunción y el acuerdo entre dos ramas genealógicas
y se concreta en la interacción de los miembros de una
pareja heterosexual, la trasmisión de pautas culturales
no tiene nada que ver con la biología, por lo cual se
afirma que la función principal de la familia, como
grupo social, es legar a su descendencia esas pautas
e insertarla en el sistema cultural general mediante la
educación.
Se suele afirmar que la familia es un instrumento
para trasmitir las tradiciones a los hijos; a través de ella
los jóvenes quedarían investidos de un conocimiento
que garantiza la continuidad de una sociedad y una
cultura, dada por el conjunto de patrones idiomáticos,
económicos, religiosos, políticos, gnoseológicos,
estéticos, entre otros. Se ha dicho que la cultura se
convierte en una segunda naturaleza humana en la
medida en que sus pautas adquieren el carácter de
reflejos condicionados a escala individual mediante
un aprendizaje basado en la asimilación explícita y
sistemática de las normas, después de un período de
práctica. Estas últimas son socialmente consensuadas
y dependen de la cultura, mientras que ella, en cierta
medida, es una resultante de cómo se organiza la vida
familiar. Por tanto, modificar las pautas familiares
puede ser una manera de provocar, desde las políticas,
cambios en la continuidad de una sociedad y una
cultura.14
Las apuestas del método
En este apartado me propongo comentar, desde la
reflexión metodológica, algunas de las restricciones
Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro
95
que la investigación social suele enfrentar y que, por
su importancia, influyen de manera determinante en
el diseño.15
Durante la etapa exploratoria realicé siete entrevistas
a personas de ambos sexos pertenecientes a una extensa
red familiar asentada en el lugar desde principios del
siglo xx; todas ellas habían tenido una vinculación
directa o indirecta con el proceso azucarero en sus
vertientes agrícola e industrial, y con su ayuda pude
precisar los objetivos y ajustar mis métodos de trabajo
a la exploración de los problemas expuestos en los
testimonios.
Comencé a trabajar en un diseño más formal antes
de contar con la aprobación definitiva para poner
en marcha la investigación de terreno. Esta etapa
preparatoria fue fundamental para precisar el marco
teórico y ajustarlo a las características específicas
del lugar —elegido un tanto al azar en los primeros
momentos—, donde fui acogida con criolla hospitalidad
gracias a los vínculos favorecidos por las entrevistas.
La red familiar de los Valentín me posibilitaba dar
seguimiento a la historia de la producción azucarera
a través de tres generaciones sucesivas, y para mí este
fue el punto en el que teoría y práctica encontraron su
verdadera conjunción.
El estudio implicaba —para confrontar o triangular
la información— simultanear el trabajo de campo con
el análisis documental, y los fondos de la Biblioteca
Nacional José Martí me parecieron los más indicados
para un trabajo de mesa exhaustivo.
Primero revisé la información azucarera aparecida
en el diario Granma, entre enero de 2002 y diciembre de
2005, para obtener una visión de conjunto sobre cómo
se habían ido dosificando las complejidades del tema
a los lectores. El resultado de esa lectura y la revisión
del catálogo de la Sala general fueron decepcionantes.
Las fuentes accesibles en nuestro principal centro de
referencias para seguir la marcha de los acontecimientos
desde que comenzó el redimensionamiento de la
industria, eran insuficientes para dar una imagen total
del proceso, y mucho más para conocer las causas
históricas que lo motivaron, pues la bibliografía
clásica (Ramiro Guerra, Manuel Moreno Fraginals,
Oscar Zanetti) no estaba bien representada, y la más
actualizada (Mercedes García, Zanetti, Armando Nova,
Juan Valdés Paz, por citar algunos nombres) no estaba
disponible, mientras que la información publicada en
el periódico Granma, el de mayor cobertura en el país,
resultaba discontinua, reiterativa y poco explicativa.
En ese momento tomé la decisión de que el principal
destinatario de los resultados de mi investigación
debía ser el lector común, para quien un esfuerzo de
síntesis por mi parte parecía sobradamente justificado.
También comprobé la total pertinencia del enfoque
teórico y metodológico elegido, fundamentado en
96
Ana Vera Estrada
los principios de la historia oral. Era evidente que
el testimonio oral y las historias de vida de actores
sociales de larga experiencia en la industria azucarera se
confirmaban como el mejor modo de acceder al plano
de la subjetividad asociada a una de las más complejas
coyunturas socioeconómicas y culturales del país en
la época actual, no porque recurrir a las fuentes orales
fuese una alternativa de emergencia en los casos en
que otras —quizás más formales o más «científicas»—
faltasen, sino porque son ellas las que de manera más
directa permiten registrar el impacto de las coyunturas
históricas en los seres humanos.
Entre el verano de 2006 y diciembre de 2008 regresé
varias veces al central hasta completar una veintena
de entrevistas. En esas ocasiones tomé fotos, hice
observaciones, consulté documentos en la biblioteca
comunitaria, conversé informalmente con muchos
vecinos —a quienes no llegué a entrevistar— y participé
en numerosas actividades productivas y recreativas de
la familia estudiada. Al retornar a la capital ampliaba
lecturas, dialogaba con expertos, revisaba fuentes
documentales y seriadas, transcribía entrevistas, y
sistematizaba la información acopiada con la finalidad
de presentar resultados preliminares en diferentes
espacios académicos. Una notable derivación de la
etapa fue el taller científico «El mundo azucarero
a cinco años de la reestructuración», organizado
por el Instituto Cubano de Investigación Cultural
Juan Marinello con la colaboración de Valdés Paz, y
numerosos profesores agrupados en torno a la Cátedra
Azucarera Álvaro Reynoso de la Universidad de La
Habana y el Ministerio del Azúcar; este taller reunió y
puso a dialogar a importantes expertos y autoridades
del mundo azucarero y de la dirección del país en
materia de cultura.16
La observación de campo constituyó, respecto
a la vida privada de las personas entrevistadas,
una técnica secundaria. Las observaciones, cuyo
objetivo central era contextualizar las entrevistas,
se desarrollaron fundamentalmente en el espacio
social comunitario y, además, en calles, caminos,
reuniones en centros laborales, así como durante
conversaciones informales en la biblioteca, el museo,
la capilla, la escuela del MINAZ, la oficina de la granja,
varias fincas particulares, y durante comidas y paseos
compartidos con los entrevistados. La fotografía se
utilizó para documentar estas actividades, siempre
que las situaciones lo permitieron, y también como
complemento imprescindible para dejar constancia
de los cambios en el paisaje sociocultural de la
comunidad.
Para complementar la información biográfica de los
sujetos solicité acceso a documentos, fotos familiares
y me facilitaron también artículos de prensa, notas
manuscritas, ponencias, poemas, e incluso el original
de una breve novela.
Los problemas éticos y expresivos me ocuparon
bastante tiempo de reflexión y, en la búsqueda de
fórmulas adecuadas para presentar los resultados,
rescribí muchas veces el borrador de Guajiros del siglo
xxi. Tanto las preocupaciones éticas como la búsqueda
de un estilo que tradujera eficazmente los mensajes,
fueron los ejes principales en torno a los cuales se
estructuró la obra.
La articulación de un relato en el que conviven
capítulos historiográficos, teóricos, metodológicos,
pertenecientes a un registro más tradicionalmente
académico, con otros donde los sujetos hablan con voz
propia como parte del discurso científico autoral en
los que solo intervine directamente para seleccionar y
ordenar los fragmentos a publicar, implicó un arduo
trabajo de elaboración en el que varias veces fue preciso
recomenzar hasta encontrar por fin el tono definitivo, o
lo que hemos llamado el estilo «híbrido» de la obra.
Las fisuras de un discurso y unas políticas «macro»
en los que no estaban representados los puntos de vista
de todos los tipos de actores entrevistados, fueron
motivo de desvelo. Por una parte, ponderaba deberes
y derechos para abordar un problema sociocultural de
gran magnitud: el redimensionamiento de la industria
azucarera; por otra, valoraba los límites, las fronteras
que impone trabajar en la propia cultura.
A diferencia del antropólogo clásico —siempre
un ajeno, un outsider no sometido al control social
por parte de la comunidad estudiada, que le impida
expresar con entera libertad su pensamiento—, el
investigador que trabaja en su propia cultura forma
parte de un colectivo para quien los territorios abiertos
a la investigación se encuentran compartimentados. En
este caso, la escritura no debe traicionar ninguno de
los pactos sociales que acotan el trabajo científico: la
sociedad en que vive el analista, los requerimientos de
la vida académica, y la comunidad constituida por los
sujetos que colaboran en la investigación.
El aspecto ético
El dilema de la expresión
Delimitar la frontera de permisividad para el
uso y difusión de los testimonios fue algo que debí
solucionar con los sujetos y con la propia conciencia.
Un investigador que ha llegado al final de su estudio y
aspira a referir parte de la experiencia recogida tiene la
responsabilidad de seleccionar lo más representativo de
ella para documentar a otros, cuidando de no incurrir
en faltas de tacto que pongan en peligro la confianza
de los involucrados. La relación asimétrica que estos
aprueban tácitamente en una situación de entrevista
de tipo biográfico presupone confianza en la pericia y
discreción del investigador. No obstante, esta confianza
no es permanente y puede sufrir modificaciones
radicales si el profesional incurre en esas faltas o revela
secretos celosamente guardados.
Desde que constaté la emoción contenida en
los juicios críticos sobre la forma en que se había
desarrollado el proceso de redimensionamiento
en el central, decidí enmascarar la identidad de los
sujetos mediante el uso de seudónimos, si bien revelé
el lugar específico donde se realizó el estudio, para
poder contextualizar los testimonios con información
histórica sustentada en la investigación bibliográfica
y de archivo. Consideré que así mantendría a mis
testimoniantes, y mi relación con ellos, a salvo de
interpretaciones superficiales y a la vez me permitiría
utilizar sus argumentos como criterios de expertos, sin
mencionar directamente mis fuentes. Las emociones
tienen una vida propia y ajena a la voluntad racional de
las personas. Y la investigación cultural sobre el mundo
rural debe tomarlas en consideración.
El estilo de escritura en un estudio como el descrito,
es decir, la «traducción» del mundo rural para un lector
no especialista, implicó un importante reto: lograr una
imagen no estereotipada de la vida del campesino y
los procesos en que se ha visto inmerso, que rebasara
la falsa objetividad de una perspectiva sociologista, la
cual, en lugar de contribuir a la comprensión de los
fenómenos sociales, se limitara a esbozar una visión
tergiversada o incompleta de ellos y diera lugar a una
insuficiente resonancia en el público que busca en
la literatura científica ampliar sus conocimientos y,
sobre todo, entrar en contacto con la vida real de los
sujetos.
Para utilizar la historia de la familia y procesar
el material biográfico reunido, la idea de «ventana
de observación», de los sociólogos Daniel Bertaux
y Catherine Delcroix, y el procedimiento de análisis
según el modelo BIM (biographical interpretive method)
pareció una interesante simbiosis. La «ventana» permitió
determinar el grupo de los egos por entrevistar en el
interior de la red familiar, y sustituir a representantes de
una generación, ya desaparecidos o inaccesibles para los
fines de la investigación, por otras personas vinculadas
a la familia y ubicadas en igual posición genealógica.
El grupo así conformado se conoce como la «familia
bajo escrutinio», es decir, «la parte del grupo de
parientes que se incluye en la ventana de observación»
que, según las recomendaciones metodológicas para
obtener resultados más interesantes en la dimensión
histórica, debe alcanzar una «profundidad de tres
generaciones»; el testimonio de esta familia teórica
Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro
97
Los «guajiros» de hoy, inmersos en el mundo moderno con todas sus
contradicciones, constituyen un verdadero reto para la investigación cultural,
en tanto el objetivo último de los trabajos en esta especialidad supone, por
parte de quien escribe, conocimiento de una cultura ajena a la suya —la del
campesino—, aunque pertenezca al mismo sistema social, y habilidad para
«traducirla» a un lenguaje comprensible para un lector poco conocedor de
ese universo.
puede considerarse significativo y suficiente respecto a
la historia familiar total, que no precisa ser reconstruida
de una manera extremadamente detallada ni tampoco
aspira a llegar a una totalidad imposible de alcanzar
desde la perspectiva historiográfica, que se contenta
con huellas discontinuas y a partir de ellas es capaz de
reconstruir todo el proceso.17
Las entrevistas a representantes de tres generaciones
de la familia seleccionada se desarrollaron en sus
viviendas. Al inicio se buscó empatía mediante un
diálogo informal en medio del cual, una vez lograda
la distensión del sujeto y su entrevistador, se solicitó
autorización para poner en marcha la grabadora,
seguida por una invitación, más que una pregunta:
«Háblame de tu vida».
El recurso se conoce como «entrevista biográfica
de tipo narrativo».18 Con ella se obtiene una historia
contada, que no coincide en todas sus partes ni en
la secuencia con la verdaderamente vivida, pero que
puede asumirse como una representación de ella y
por tanto válida para trabajar, y susceptible de variar o
hacerse más detallada si en otras ocasiones se le pide a
la persona que amplíe sus puntos de vista.
El material resultante de las entrevistas se transcribió
en su totalidad y fue analizado dos veces; primero
para establecer la cronología de los hechos y luego para
construir una interpretación sobre la base de someter el
texto a interrogantes, con ayuda de otros testimonios,
lecturas y consultas a expertos. Tal procedimiento
implicó rescribir las narraciones, respetando los giros
del lenguaje propios de los sujetos, lo cual supuso
una relaboración estilística en la que el engarce de
las ideas obtuviera mayor coherencia y unidad en
torno a los ejes temáticos determinados por el diseño
de la investigación; ese tipo de rescritura no debe
estar contaminado con los juicios y valoraciones del
investigador.
La amplia información obtenida con la primera
pregunta produjo un material abundante que fue
complementado con otros detalles: estudios, vida en la
colonia cañera, tareas domésticas, trabajos desarrollados
en el campo y el central, elección de pareja, noviazgo,
crianza de los hijos, formas de recreación, relación
con la tierra, impacto de las leyes de Reforma Agraria.
Quise conocer también opiniones sobre el cierre del
98
Ana Vera Estrada
central, los resultados de las medidas aplicadas para
reorganizar la existencia en la comunidad a partir de
2002 y los proyectos de vida de los sujetos entrevistados
y sus familiares más cercanos.
Las narraciones ofrecidas por las personas de
diferentes generaciones quedaron como visiones
particulares de un proceso común, aunque fragmentario
y visto desde disímiles perspectivas etarias. El hecho
de que esos sujetos formen parte de un grupo que
posee una historia común no priva a sus visiones de
un sesgo personal, marcado por el género, la edad y la
experiencia laboral. Dicha historia nunca es relatada
por el investigador, sino que resulta de la lectura de
esos fragmentos consecutivos donde cada sujeto habla
desde su perspectiva.
No todo el material grabado se utilizó en el libro, solo
el que resultaba significativo para mostrar las diferentes
dimensiones del tiempo y, a través de las experiencias
personales, los cambios ocurridos en la comunidad.
Fue preciso diseñar una estructura de presentación
que mostrara las mencionadas dimensiones. Al hablar,
las personas suelen ser reiterativas, discontinuas,
y descuidan la cronología de su relato. Por ello, un
primer trabajo con los testimonios reunidos fue separar
los fragmentos referidos al presente (2002-2006) y al
pasado, entendido este como la etapa anterior a 1959,
para deslindar todo lo referente al mundo azucarero
tradicional, a la vida familiar, social y laboral en
ambos períodos. Entre esas dos dimensiones bien
definidas quedó un material biográfico muy diverso
a través del cual era posible seguir con relativa
seguridad las trayectorias vitales de varias hermanas
y sus respectivas familias e identificar el impacto
diferenciado que las políticas sociales revolucionarias
y las coyunturas políticas y económicas habían
ejercido en ellas.
En relación con el pasado, las notas dominantes en
los testimonios son la escasez de recursos, la educación
insuficiente, la familia numerosa como medio para
asegurar la mano de obra necesaria para atender la
colonia, el sometimiento de las mujeres y el aislamiento
relativo de los centros urbanos y sus beneficios: agua
corriente, electricidad, servicios médicos. La situación
de pobreza generalizada, que muchos describen con
abundancia de detalles y reconocen como la historia
familiar común, a mi juicio explica la endogamia
evidente en frecuentes matrimonios entre primos
como alternativa para fundar una vida de pareja en
condiciones de cierto aislamiento.
El presente, correspondiente al cierre del central y
sus consecuencias, se materializa a través de una crítica
bastante extendida a la falta de horizontes económicos
en que quedó la comunidad una vez clausurada la
fábrica, acompañada por la queja en relación con la
pérdida de la relativa bonanza de los años 80, cuando,
a pesar de que la rentabilidad no era alta, se producía
azúcar; la ausencia de las autoridades azucareras,
que ponían remedio a los múltiples problemas
que enfrentaba la comunidad, y el temor a quedar
totalmente desprotegidos una vez que concluyera
el desmontaje de las maquinarias y su venta a otros
centrales o como chatarra fue mencionado por casi
todos los sujetos, cuando se les preguntó su opinión
sobre el futuro inmediato. En casi todos los casos, esa
visión hipercrítica se impuso frente a la celebración de
los beneficios obtenidos a través de las leyes de Reforma
Agraria y las políticas sociales revolucionarias, que
parecían estar temporalmente olvidados.
Los cambios entre los dos extremos del tiempo
se hacen visibles a través de las historias de tres
hermanas de la generación más vieja, quienes
contrajeron matrimonio con colonos del central
con fincas independientes. Sus vidas transcurrieron
paralelas, a pesar de la proximidad geográfica. Las tres
reprodujeron el rol de su madre. Sin embargo, esto no se
aprecia en el testimonio de las nietas, nacidas durante la
Revolución, cuyas vidas llevan la huella indeleble de
la educación recibida y del pleno acceso de las mujeres
al mercado del trabajo.
En la comunidad campesina estudiada, la narrativa
oral mostró cierto grado de vigencia y también
diferencias temáticas de acuerdo con el género y la
edad de sus cultivadores. Los hombres y mujeres
nacidos entre 1913 y 1933 brindaron historias de
la guerra de independencia en la zona, cuentos
tradicionales sobre un mentiroso de la región, y
décimas de tema biográfico, mientras que varias
mujeres de la generación siguiente, nacidas entre
1939 y 1974, dieron una visión idealizada del mundo
familiar tradicional, relato al que he llamado «la
leyenda del bajío», el lugar donde ubicaron el bohío
cuando tomaron posesión de la colonia en 1926.
Tal «leyenda», conocida y reproducida por todos,
adquiere tintes particulares según la edad de quien
la cuenta: se expresa con la mayor riqueza de matices
en los relatos de la segunda generación, pero en la
tercera, sobre todo entre las más jóvenes, tiende a
empobrecerse.
Solo un sujeto, particularmente exitoso en el
negocio azucarero, se declaró favorable al retorno
a la producción de caña. Los testimonios de los
hombres de mediana edad y de los jóvenes se
caracterizan por una preocupación notable acerca de
los problemas económicos que dificultan la vida diaria
contemporánea, la falta de alternativas y la inseguridad
de los proyectos de diversificación agropecuaria en
los que se encontraban involucrados. Al igual que sus
ascendientes, la mayoría consideraba la agricultura
—y no la caña— una alternativa de solución en lo
inmediato, aunque no parecían verla como algo
permanente ni como opción de vida para el futuro
a largo plazo. En ese sentido, pareciera que estaba
presente en ellos la idea de buscar soluciones en la
opción migratoria hacia la ciudad.
La investigación dejó abiertas múltiples interrogantes
para futuros acercamientos al mundo rural sobre un
fenómeno al que llamaría de «migraciones cruzadas»,
observado como tendencia al comparar trayectorias
de jóvenes de origen campesino sin preocupaciones
monetarias, que abandonan el campo en busca de
mejores condiciones de vida en las ciudades, y de
jóvenes profesionales signados por la vida urbana,
a quienes los salarios no les resultan suficientes, y
están dispuestos a transformarse en campesinos,
pensando que de esa manera pondrán fin a sus desvelos
económicos. Víctor Figueroa, al criticar el excesivo
paternalismo de la política de urbanización del campo,
escribió: «Se rompió la tradición campesina con un
alto costo de identidad y espiritualidad. Rectificar
es de sabios. Podemos y debemos ajustar el modelo
actual para darle continuidad a esta tradición». 19
Esa es justamente la orientación de la nueva política
agraria, encaminada a redistribuir las tierras del Estado
mediante contratos de usufructo a largo plazo con los
nuevos productores.
El deber ser de un investigador respecto
a su cultura
Los «guajiros» de hoy, inmersos en el mundo
moderno con todas sus contradicciones, constituyen un
verdadero reto para la investigación cultural, en tanto
el objetivo último de los trabajos en esta especialidad
supone, por parte de quien escribe, conocimiento
de una cultura ajena a la suya —la del campesino—,
aunque pertenezca al mismo sistema social, y habilidad
para «traducirla» a un lenguaje comprensible para un
lector poco conocedor de ese universo.
En tal sentido, la recomendación de José Bengoa
para el futuro de las investigaciones rurales parece
atendible cuando advierte que «para realizar estudios
de economía agraria y rural es imposible desentenderse
de los asuntos culturales que son su forma de
articulación y la explican».20 Es función del analista de
la cultura elaborar, a partir de los nuevos conocimientos
Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro
99
producidos por la investigación, un relato que
contribuya a reforzar el sentido de identidad de los
actores a quienes los bruscos cambios socioeconómicos
pueden haber hecho vacilar; de este modo estaría
reciprocando a los entrevistados con un servicio
socialmente útil: saber adquirido.
Ese relato estructurador, constituyente para la
comunidad que puede encontrarse reflejada en él, es
imprescindible para «sobrevivir en la modernidad»,
pues está potenciado para ordenar y dar coherencia
interna a las acciones emprendidas por los que emigran
de su región, pero se mantienen atados a ella por una
memoria común en la cual las historias familiares
ocupan un lugar principal. En lo adelante, los estudios
sobre la vida rural desde una perspectiva cultural
deberán atender al imaginario de las comunidades
campesinas, a su dimensión humana y relacional, y
buscar elementos que favorezcan la comparación de los
procesos socioculturales cubanos con los continentales
e insulares.
En 2006, y más en 2008, el conflicto identitario
provocado en los sujetos por los cambios de 2002
aún era el pan cotidiano de parte importante de la
población desplazada de la vida productiva dentro
del ámbito azucarero, aunque en algunas personas la
inquietud iba disminuyendo en la medida en que las
más calificadas y jóvenes encontraban nuevos destinos
laborales, diferenciados según el género, la edad y el
grado de escolarización.
La orientación de la última etapa del desarrollo
agropecuario cubano trata de conjurar muchas de
las dificultades que acecharon a las decenas de miles
de trabajadores desplazados del azúcar, aunque
numerosos entrevistados se encontraban aún, a finales
de 2008, a mucha distancia de representarse un destino
personal suficientemente delineado de acuerdo con los
parámetros de la vida moderna.21
La historia de la antropología como ciencia es
profusa en ejemplos de cómo del cambio tecnológico
derivan imprevisibles transformaciones culturales
que inciden directamente en la vida de los sujetos
sociales. La investigación cultural cubana tiene en
el proceso de reconversión azucarera un campo
que ha sido insuficientemente atendido en lo que
a sus consecuencias sociales se refiere, y constituye
un ejemplo patente de la importancia de atender
con sensibilidad y transparencia los problemas que
generan los cambios macroeconómicos en la vida del
ser humano.
Notas
1. De los 70 centrales desactivados por la Resolución 77 del Ministerio
del Azúcar, 2 estaban en Pinar del Río, 10 en La Habana, 12 en
100
Ana Vera Estrada
Matanzas, 15 en Villa Clara, 5 en Cienfuegos, 4 en Sancti Spiritus,
3 en Ciego de Ávila, 5 en Camagüey, 2 en Las Tunas, 3 en Holguín,
5 en Granma, 1 en Santiago de Cuba y 3 en Guantánamo.
2. La segunda Reforma Agraria (1963) estableció una cantidad
limitada de caballerías para las fincas de los pequeños agricultores.
Una caballería equivale a 13,42 hectáreas.
3. Durante el llamado «tiempo muerto» y mientras esperaban a que
comenzaran las reparaciones del central antes de cada zafra, los
colonos realizaban pequeños trabajos en el batey o incluso en otros
lugares, que simultaneaban con la producción de alimentos para la
familia, cuyos excedentes se vendían en el mercado local.
4. Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1976, p. 175.
5. Ibídem, p. 103.
6. Véase Alfredo Bolsi, comp., El complejo azucarero en Tucumán.
Dinámica y articulaciones, Instituto de Estudios Geográficos,
Universidad Nacional de Tucumán, 2002.
7. Véase Constance R. Sutton, «Continuing the Fight for Economic
Justice: The Barbados Sugar Workers’ 1958 Wildcat Strike», en
Constance R. Sutton, ed., Revisiting Caribbean Labour, Research
Institute for the Study of Man / Ian Randle Publishers, Kingston /
Miami, 2005, pp. 65-87.
8. Véase Paul Thompson, La voz del pasado. La historia oral,
Ediciones Alfonso el Magnánimo, Valencia, 1988.
9. Véase Giovanni Levi, «Un problema de escala», Relaciones,
v. 24, n. 095, Zamora, México, 2003, p. 279-88.
10. Véase Georges Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, t. 3,
Editorial Félix Varela, La Habana, 2003, p. 460.
11. Cristina Borderías, «Subjetividad y cambio social en las historias
de vida de mujeres», Arenal, n. 2, Granada, 1997, pp. 180-1.
12. Oscar Zanetti, Las manos en el dulce, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2004; Michel González, «El colonato azucarero
cubano. Estudio de una institución socioeconómica, 1880-1920»,
Tesis de grado, Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La
Habana, 2000; Antonio Santamaría, «Sin azúcar no hay país», La
industria azucarera y la economía cubana (1919-1939), Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, 2001, y «Temas y
controversias del debate histórico internacional reciente en torno
a la industria azucarera», América Latina en la Historia Económica,
n. 25, enero-junio de 2006, pp. 7-42; Víctor Figueroa Albelo, «Los
campesinos en el proyecto social cubano», Temas, n. 44-45, La
Habana, octubre-diciembre de 2005, pp. 13-25; Juan Valdés Paz,
Los procesos de organización agraria en Cuba 1959-2006, Fundación
Núñez Jiménez, La Habana, 2009.
13. José Bengoa, «25 años de estudios rurales», Sociologías, n. 10,
Porto Alegre, julio-diciembre de 2003, p. 61, disponible en www.
scielo.br/pdf/soc/n10/18716.pdf.
14. Véase Paul Schrecker, «La familia como institución transmisora
de la tradición», en Erick Fromm et al., La familia, Península,
Barcelona, 1994, pp. 275-96.
15. A principios de la primera década del presente siglo escribir
sobre el tema azucarero desde una perspectiva crítica parecía
uno de esos asuntos condenados a mantenerse fuera del debate
público. Estas y otras preocupaciones aparecen reflejadas en Ana
Vera Estrada, «El trabajo del científico social en la cultura», Temas,
n. 54, La Habana, abril-junio de 2008, pp. 125-36.
16. Los trabajos presentados a ese Taller se pueden consultar en
una publicación digital de la Cátedra Azucarera Alvaro Reynoso:
Décimo aniversario de la Cátedra Azucarera noviembre 4, 2009.
Disponible en la biblioteca del Instituto Cubano de Investigación
Cultural Juan Marinello.
17. Daniel Bertaux y Catherine Delcroix, «Case Histories of Families
and Social Processes», en Prue Chamberlayne, Johanna Bornat y
Tom Wengraf, eds., The Turn to Biographical Methods in Social
Science. Comparative Issues and Examples, Londres/Nueva York,
Routledge, 2000, pp. 86-7.
18. Tom Wengraf le llama «biographic narrative interview» y los
términos en que plantea la invitación responden a la siguiente
fórmula: «To tell their story in their own way, beginning wherever they
like for as long as they like». Tom Wengraf, «Uncovering the General
from Within the Particular: From Contingencies to Typologies in
the Understanding of Cases», en Prue Chamberlayne, Johanna
Bornat y Tom Wengraf, eds., ob. cit., p. 141.
19. Víctor Figueroa Albelo, ob. cit., p. 23.
20. José Bengoa, ob. cit., p. 21.
21. Véanse algunos documentos del Ministerio del Azúcar
asociados al proceso de restructuración azucarera, en Maylán
Álverez Rodríguez, La callada molienda, Ediciones La Memoria,
La Habana, 2013, pp. 35-71.
, 2014
Memorias del cambio azucarero. Visiones desde dentro
101
De cómo el socialismo
pudiera imponerse
al capitalismo
Pedro Campos
Historiador.
L
a práctica del «socialismo real» ha
evidenciado el fracaso de todo aquel
conjunto de concepciones económicas,
políticas y sociales que reunían los manuales
de «marxismo-leninismo» y que no fueron otra cosa
que la pretensión del estalinismo y sus variantes de
pasar como continuadores de las ideas de Carlos Marx
y Vladimir I. Lenin. Mucho se ha escrito al respecto.
La sociedad de los capitalistas se impuso a la feudal
de los reyes y la nobleza, del mismo modo en que esta
superó la de los esclavistas por representar avances
generales para el bienestar de la humanidad en todos los
órdenes: económico, político y social. En el trasfondo,
casi invisible, descansaba una nueva forma de organizar
la producción material, de hacer que la fuerza de trabajo
generara un nuevo modo de producción.
El trabajo asalariado (capitalista), en comparación
con el de los siervos (feudal) y, desde luego, respecto
al de los esclavos, representaba una forma superior de
organización de la producción, no solo más acorde con
el desarrollo de los medios y técnicas de producción,
sino también más libre y menos inhumana. El
desposeído se beneficiaría, además, de las conquistas
democráticas logradas junto a los burgueses y se le
reconocería derechos antes inimaginables para siervos
o esclavos.
Las revoluciones políticas burguesas ocurrieron
cuando ya los capitalistas controlaban buena parte de
102
Pedro Campos
n. 77: 102-106, enero-marzo de 2014
la economía —especialmente el capital financiero—:
el mercado, las finanzas, la industria y la agricultura;
y la continuación de las relaciones feudales impedía la
expansión de los capitales.
Allí donde los reyes y señores feudales se mostraron
más complacientes con los poderosos dueños del
dinero, los procesos de cambio de poder entre clases
fueron menos violentos, más pacíficos si se quiere; o se
desarrollaron en forma compartida. Es lo que explica
la permanencia de monarquías en Europa, todavía en
el siglo xxi.
Luego, el capitalismo se fue extendiendo por todo el
planeta a sangre y fuego, e impuso su control no solo en
los antiguos regímenes donde imperaba el feudalismo,
sino también en antiguas colonias de otrora potencias
feudales, en las que era posible encontrar materias
primas y mano de obra barata.
Los capitalistas, para imponerse a la nobleza feudal
y expandir su sistema a nivel mundial, han enarbolado
las banderas de la libertad, la igualdad, la fraternidad,
la democracia y los derechos humanos. Pero esos
mismos principios permitirían a los trabajadores
libres asociados superar el capitalismo como sistema
económico-político y social.
De manera que el capital generó principios y valores
útiles para el surgimiento y desarrollo del nuevo modo
de producción. De hecho, las revoluciones políticas
burguesas tuvieron lugar luego de los profundos
cambios en las relaciones de producción ocurridos en
pleno feudalismo, contra el que lucharon burgueses y
proletarios unidos, las nuevas clases, a fin de empoderar
políticamente a las respectivas burguesías, para que
estas pudieran desplegar todos los potenciales del
nuevo modo de producción asalariado y convertir el
capitalismo en sistema dominante a escala mundial.
Por mucha dominación burguesa en la sociedad del
capital, los paradigmas generados por esa misma clase
contra la nobleza y los señores feudales, tuvieron que,
de alguna forma, ser compartidos con los harapientos
obreros que la llevaron al poder desde las barricadas.
Y luego, solo la violación flagrante de aquellas ideas
permitiría a muchos destacamentos nacionales de las
burguesías mantener su control social absoluto.
Los pueblos asumirán el socialismo como sociedad
—esa que solo sigue siendo una utopía y que nada tiene
que ver con el «socialismo» pretendido desde el Estado
todo poseedor y decisor— cuando el nuevo modo de
producción en que se sustenta esté en capacidad
de demostrar en la práctica que es superior al sistema de
explotación asalariado en todos los órdenes.
Este proceso no ocurre de un golpe, como se ha
pretendido; se ha venido realizando poco a poco, en el
propio seno de la sociedad capitalista, con la creciente
organización productiva de los trabajadores libremente
asociados para laborar y convivir, en las diversas formas
de tipo cooperativo-autogestionario, asociativas, que
para muchos son apenas perceptibles.
Está muy claro, para buena parte de la humanidad,
que el capitalismo, movido únicamente por su ánimo
de lucro, es el responsable de la paulatina disminución
de los recursos naturales y de los crecientes desastres
ecológicos. Existen, incluso, capitalistas filántropos
que reconocen la necesidad de cambiar su sistema
de explotación y buscan maneras de mejorar las
condiciones de vida de sus explotados; pero por
limitaciones clasistas y debido a la confusión que generó
el «socialismo real», no encuentran el camino.
Cada día es más evidente que solo una concepción
distinta a la capitalista-asalariada sobre la forma
de organizar la producción, que sea más racional,
capaz de integrar los intereses del ser humano y de
la naturaleza, podría preservar los ecosistemas, el
medioambiente y la vida en la Tierra.
Pero, desde luego, esta visión de la nueva sociedad
tendría que superar primero el dogmatismo del viejo
socialismo estatalista-asalariado centralizado, de corte
neoestalinista, que predominó hasta la caída de la Unión
Soviética y del «campo socialista», sobre el Estado, el
partido, la clase obrera como clase de vanguardia
y revolucionaria; y conllevó la absolutización de la
propiedad estatal, la planificación centralizada y su
sistema de la «dictadura del proletariado».
Muchos críticos del capitalismo rechazan las
cooperativas como forma genérica de la producción
socialista porque las consideran parte de aquel
sistema. No comprenden que tales empresas funcionan
internamente de manera distinta a las capitalistas, de
acuerdo con una forma de organización colectiva y
democrática, esencia del nuevo modo de producción;
ni se percatan de que tales formas asociativas están
obligadas a relacionarse y subsistir en ese medio,
teniendo en cuenta las reglas generales del mercado
existente.
Estos compañeros, revolucionarios honestos —no
los oportunistas burócratas que pretenden eternizarse
en el poder estatal— siguen sin identificar el socialismo
con la nueva forma de producción: la autogestión de los
trabajadores que implica el cooperativismo; y continúan
buscándolo en «la propiedad colectiva de todo el pueblo
sobre todos los medios de producción», en el cambio
del mercado capitalista por otro monopolizado y
determinado por el Estado «obrero», en la planificación
general centralizada de la economía capaz de evitar la
crisis capitalista de superproducción, así como en una
«mejor» redistribución centralizada de los medios de
consumo que produce toda la sociedad.
Quienes temen que el mercado capitalista corrompa
el cooperativismo, olvidan que dicha forma de
asociación se ha desarrollado en el mercado «libre»,
competitivo; y que, como las propias crisis capitalistas
y la distribución, depende de la manera en que se
produce. Por tanto, de lo que se trata en el socialismo es
de abolir paulatinamente el trabajo asalariado y ampliar
las relaciones de producción genéricas del socialismo
de tipo cooperativo-autogestionario, en su diversidad
de modos asociativos, hasta hacerlas predominar,
también en el mercado, que poco a poco cambiará sus
reglas. Según las nuevas, el intercambio sin ánimo de
lucro, sin oportunismo mercantilista, la solidaridad y
los nuevos valores irán imponiendo su impronta.
Ese predominio será el que transformará las formas
de intercambio capitalista, y el mercado actualmente
existente, de acuerdo con una tendencia natural al
intercambio de equivalentes.
El mercado es anterior al capitalismo y seguirá
existiendo, pero se irá transformando en la medida en
que se desarrollen y predominen las formas asociativas
libres de producción. No se puede ver el mercado como
algo estático que determina las formas de producción.
Marx explicó en detalles cómo el intercambio depende
de las relaciones de producción.
Las crisis de superproducción del capitalismo
existen por el ánimo de lucro, la competencia y la
explotación asalariada. Solo un cambio en los métodos
y en los objetivos hacia el predominio de formas
autogestionarias y la satisfacción de las necesidades
racionales de los colectivos laborales y sociales, podría
eliminar las crisis.
Mucho antes que Marx, William Thompson publicó,
en 1830, «Directrices prácticas para el establecimiento
De cómo el socialismo puede imponerse al capitalismo
103
de comunidades», donde, de manera muy sintética y
algo primitiva —pero tan avanzada para su tiempo que
todavía hoy muchos no alcanzan a comprenderlo—,
señaló que el gran problema del capitalismo era la
superproducción, y sugirió la solución: el trabajo
cooperativo.
Allí afirmó:
La sociedad, tal como está organizada actualmente,
sufre ante todo escasez e inestabilidad en el empleo de
las clases trabajadoras. ¿Cuál es la primera causa de este
subempleo? Es la carencia de ventas y de mercados. No
se logra vender los productos fabricados y entonces se
malvenden a un precio inferior al coste de producción;
por ello, los fabricantes no pueden ofrecer empleo
permanente y remunerado. El único recurso evidente
es un mercado seguro para la mayoría de los productos
indispensables. El sistema de trabajo cooperativo ofrece la
solución. En lugar de buscar en vano mercados exteriores
en el mundo entero, donde se encuentran sobrecargados
o inundados por la incesante competencia de productores
hambrientos, realicemos la asociación voluntaria de las
clases trabajadoras. Estas son suficientemente numerosas
como para asegurar un mercado directo y mutuo de
los bienes más indispensables en materia de alimentos,
vestidos, mobiliario y alojamiento.1
El llamado «socialismo del siglo xx» que se propuso
«conscientemente construir» la nueva sociedad, fracasó
porque no fue capaz de generar otra superior —aunque
algunos intentos, de manera transitoria, consiguieran
superar las sociedades capitalistas en algún aspecto
científico y social—; desestimó el sentido libremente
asociado del trabajo, el nuevo modo de producción,
capaz de generar un nuevo y mejor sistema de
bienestar general y otra conciencia social, por lo cual
fue rechazado por los pueblos a los que se pretendió
imponer arbitrariamente, desde las posiciones de un
Estado y un partido hegemónicos.
El «socialismo de Estado» que terminó arruinando
parte de las fuerzas productivas creadas por el
capitalismo y por él mismo resultó finalmente en
el capitalismo privado, como única alternativa de
desarrollo, por su rechazo a las nuevas formas de
producción autogestionarias, solidarias, libremente
asociadas. Mientras aquel fracasaba, en el seno de las
sociedades capitalistas las nuevas formas de producción
genéricas del socialismo se iban desarrollando a partir
de las propias contradicciones del sistema imperante y
del desarrollo de las fuerzas productivas que rompían
el esquema capital/trabajo, como vías encontradas por
los trabajadores para librarse del yugo explotador del
orden asalariado.
Así ha ocurrido con un sinnúmero de cooperativas,
pequeñas empresas familiares, y trabajadores
individuales que ejercen como profesionales, técnicos
y laborantes, y que ofrecen libremente sus servicios
y producciones y compiten de manera exitosa con
las empresas capitalistas. El amplio desarrollo de
104
Pedro Campos
la automatización y las nuevas tecnologías de la
informática y las comunicaciones han posibilitado el
enorme despliegue actual del trabajo libre individual,
familiar y cooperativo en el seno capitalista y la ruptura
de muchas de sus formas monopólicas de mercado.
Para una mejor comprensión del empuje del
cooperativismo, basta señalar que la Asociación
Cooperativa Internacional reconoce la existencia
de unos mil millones de cooperativistas en todo el
mundo,2 lo que representa cerca de 15% de la población
del planeta. La evolución positiva y exitosa del trabajo
libre asociado ha sido demostrada por economistas
merecedores del premio Nobel en años recientes.
El fenómeno que Marx describió como la primera
forma de descomposición del Capital: las sociedades
por acciones, se ha multiplicado y muchas importantes
empresas capitalistas, desde la Gran Depresión de
1930, han optado por la venta de acciones entre sus
trabajadores. También el procedimiento de organización
de las empresas japonesas les concede a estos amplia
participación en acciones, en la administración y en
las ganancias, si bien los grandes inversionistas y el
Estado continúan controlando el grueso de las acciones
y ganancias.
Los revolucionarios del xxi tendrán que superar
los prejuicios, dogmatismos y banalidades de las
experiencias precedentes y rescatar los valores originales
de las teorías económicas y sociales más progresistas de
los dos siglos anteriores, o estarán, igualmente,
condenados a repetir los fracasos pasados.
En la Contribución a la crítica de la economía política,
Carlos Marx expuso resumidamente las conclusiones
fundamentales de la filosofía que llevaría su nombre:
En la producción social de su vida, los hombres
contraen determinadas relaciones que son necesarias e
independientes de su voluntad, que corresponden a una
determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura jurídica
y política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política
y espiritual en general. No es la conciencia del hombre
lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser
social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una
determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existentes, o, lo que no es más
que la expresión jurídica de esto con las relaciones de
producción dentro de las cuales se han desenvuelto hasta
allí. De forma de desarrollo de las fuerzas productivas,
estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre
así una época de revolución social.3
Para desgracia del proclamado socialismo que le
siguió, el dogmatismo predominante que proclamó
esas verdades lo hizo de una manera que impidió
su entendimiento y materialización práctica. Aquel
La toma del poder político, democráticamente, por las mayorías trabajadoras,
tendrá sentido socialista en la medida en que avance hacia la abolición del
trabajo asalariado.
«socialismo» jamás se propuso desarrollar nuevas
formas de organización de la producción y de la
fuerza de trabajo, de manera distinta a la asalariada
capitalista y que fuera capaz de generar un nuevo
sistema complejo de pensamiento y de vida superior
donde el ser humano estuviera en correspondencia con
la naturaleza y no contra ella.
Aquel llamado «socialismo real» creyó que se trataba
de imponer por la fuerza —«revolucionariamente»—
un régimen productivista de capitalismo de Estado,
semimilitarizado, que hiciera un «mejor» reparto de
lo producido, a costa de expropiar violentamente a la
burguesía. Vio el «socialismo» en la distribución, no en
la forma de organizar la producción. Este, equivocado
en los fines y los medios, no podía terminar de otra
manera. No solo ello fue un fracaso; se estigmatizó el
socialismo con sus violencias y voluntarismos, y fue
perdiendo credibilidad entre los pueblos del mundo.
Los «comunistas estatalistas» eran —son—
antimperialistas; pero desde el capitalismo de Estado
nacionalista, administrado por una burocracia casi
permanente. Su antimperialismo no va dirigido al
corazón del sistema capitalista: el trabajo asalariado;
sino contra sus apetencias expansivas.
La batalla que debió darse en el terreno de las
relaciones de producción, una vez tomado el poder
político, y mientras se apoyaba y ampliaba el desarrollo
de las formas autogestionarias existentes y se creaban
otras nuevas hasta hacerlas predominantes, tuvo lugar
en el campo político-militar bajo control hegemónico
de las élites que, en nombre del socialismo y la clase
obrera, pretendieron controlar Estados, gobiernos,
países y todos sus medios y recursos de producción,
para «su causa revolucionaria», objetivos a los cuales
subordinaron el desarrollo económico y científicotécnico.
El «obrerismo», que en el capitalismo solo se
proponía mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores asalariados y nunca volverlos dueños
efectivos, colectivos y asociados de las empresas,
cuando llegó al poder convirtió a los dirigentes políticos
en administradores del capital —ahora en manos del
«Estado obrero»— y los trabajadores siguieron siendo
asalariados; dejaron de ser empleados de los capitalistas
para serlo del aparato burocrático del Estado.
La lucha por el avance de las nuevas formas de
producción de tipo cooperativo- autogestionario, la de
la nueva clase de los trabajadores libres asociados por
desarrollar empresas de nuevo tipo, fueron sustituidas,
en aquella teoría «socialista» por el «desarrollo de
la economía», los medios y técnicas de producción
para alcanzar mejores resultados productivos, sin
proponerse superar las relaciones de producción
asalariadas.
Para aquel «socialismo» impuesto todo valía; y para
garantizar el poder del partido que decía representar
los intereses del proletariado, se violaron todos los
valores positivos y derechos desarrollados y alcanzados
por la humanidad. Para ello era necesario suplantar la
concepción marxista de la extinción del Estado, por
la de su fortalecimiento. El burocratismo, con todas
sus enfermedades y corrupciones, que acompaña
naturalmente a todo Estado, se convirtió así en parte
inherente de aquel «socialismo… de Estado».
El sistema político que, según los clásicos del
socialismo, debía ser más democrático e inclusivo que
la democracia burguesa, superior en todos los sentidos,
se preñó de métodos autoritarios que —lógicamente—
terminaron desdeñando y menospreciando valores
éticos que sirvieron a la burguesía para imponerse
políticamente, en virtud de la pretensión de las élites
«comunistas ortodoxas» de controlar a toda costa el
«poder político» y regentar los Estados y sus economías,
sin cambiar las relaciones asalariadas de producción
ni la esencia de los sistemas políticos «democráticos»
representativos indirectos de la burguesía.
La democracia burguesa perfeccionada por el
imperialismo generó valores y derechos humanos
que el «socialismo de Estado», tratando de superarla
arbitrariamente, no solo deformó sino que en muchas
partes hasta eliminó, por su «origen reaccionario».
Ello convirtió el nuevo sistema político estadocéntrico
y totalitario del viejo socialismo en lo contrario de
lo que se propusieron sus fundadores: el reino de la
emancipación plena del hombre.
De ahí que derechos como la libertad, enarbolados
por la Revolución francesa y defendidos por todos
los pueblos, y que respondían a los intereses de
todas las clases antifeudales, fueron considerados
«burgueses», por los «comunistas obreristas en el
poder».
Actualmente, en la propia Cuba, el término
«derechos humanos» se vincula a la disidencia, a
la contrarrevolución, cuando siempre fueron los
revolucionarios sus principales defensores en todo el
mundo, sin olvidar que la Isla no solo fue firmante de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, sino
participante activa en su redacción.
De cómo el socialismo puede imponerse al capitalismo
105
Sobre la libertad Marx y Engels escribieron:
No nos encontramos entre esos comunistas que aspiran
a destruir la libertad personal, que desean convertir el
mundo en un enorme cuartel o en un gigantesco asilo.
Es verdad que existen algunos comunistas que, de forma
simplista, se niegan a tolerar la libertad personal y
desearían eliminarla del mundo, porque consideran que
es un obstáculo a la completa armonía. Pero nosotros
no tenemos ninguna intención de cambiar libertad por
igualdad. Pongámonos a trabajar para establecer un
Estado democrático en el que cada partido podría ganar,
hablando o por escrito, a la mayoría para sus ideas.4
Estas ideas centrales del pensamiento marxista
fueron ignoradas, olvidadas u ocultadas por el
estalinismo.
Los intentos igualitaristas de generalizar amplios
beneficios sociales bajo dominio de élites paternalistas
a las que habría que rendir honores eternos por su
dedicación a la «causa del proletariado», degeneraron en
formas aberrantes de control social vertical y clientelar,
confundidas con idolatrías de tipo religioso.
El sistema asalariado se mantuvo deformado por
el viejo socialismo, cuyas pretensiones distributivas
superiores tenían lugar desde un Estado paternalista.
Tal socialismo terminó reproduciendo el sistema
político estatal burgués, absorbido por la superioridad
tecnológica, competitiva y la organización política del
capitalismo desarrollado; pero en transición inevitable
al socialismo.
Fue así como se establecieron Estados controlados
por «partidos centralizados» que, en esencia,
reprodujeron el aparato burocrático del anterior
sistema político-económico, con sus policías, sus
leyes, sus cárceles, sus ministerios, sus gobiernos, sus
parlamentos y demás ingredientes, para garantizar el
poder de las nuevas élites burocráticas que sustituyeron
a las burguesías.
La historia enseña que las nuevas relaciones de
producción surgen y se desarrollan en el régimen
anterior y que una vez maduras, cuando alcanzan una
superioridad económica, política y social relativas,
comienzan a desplazar las viejas relaciones, y sus clases
respectivas, no solo de los espacios de intercambio, sino
también de los enclaves políticos y de la conciencia
social.
Que ese fenómeno se proyecte en forma más o
menos pacífica depende de los grados de democracia
y libertad alcanzados por cada sociedad en particular y
del peso económico y social logrado por el movimiento
cooperativo y autogestionario. El socialismo, por esencia
humanista, estará por principio contra la violencia, y
deberá parar los ciclos de esta contra la humanidad
y contra la naturaleza. Este es uno de sus sentidos.
Los propugnadores de la revolución social impuesta
por una minoría que dirigiría las masas hacia los
fines socialistas, por medio de una «dictadura del
106
Pedro Campos
proletariado» en sentido lato, fracasaron y solo lograron
el amplio rechazo de los trabajadores y los pueblos.
Ese error no debe repetirse. Esa filosofía, en verdad
una desviación del marxismo, estuvo entre las causas
del postrer desplome del «socialismo real».
El socialismo, desde luego, será siempre buscado
por los partidarios de la utopía; pero su acción
consciente, antes, durante y después de la revolución
política, deberá estar encaminada a completar la
revolución social, al desarrollo predominante de las
formas autogestionarias, cooperativas, de producción;
y, muy importante, la toma del poder político,
democráticamente, por las mayorías trabajadoras,
tendrá sentido socialista en la medida en que avance
hacia la abolición del trabajo asalariado.
En cada país capitalista, las formas autogestionarias
y cooperativas se irán desarrollando de acuerdo con
sus capacidades, la idiosincrasia de cada región, el
nivel de libertad y democracia alcanzado y deberán ir
proyectando formas de intercambios entre ellas, como
vía para fortalecerse nacional e internacionalmente,
mediante la formación de uniones y de grandes uniones,
como parte del mercado capitalista o al margen de este, y
hacia uno común cooperativo, sin pretender eliminar el
capitalista ya existente, que probablemente desaparecerá
por inanición, nunca por imposición.
En la medida en que los partidarios del socialismo
autogestionario participen en los órganos de poder
capitalista, o logren controlar las principales palancas
de dicho poder —revolución política que deberá
buscarse por vías democráticas—, deberán evitar el uso
de la violencia, incluso contra los capitalistas. Su triunfo
tendrá que ser a través de la superioridad económica
y social en competencia pacífica. Otros detalles los
generará la práctica social misma.
El predominio mundial de las formas autogestionarias
y cooperativas será la revolución social mundial
socialista.
Notas
1. William Thompson, «Directrices prácticas para el establecimiento
de comunidades» [1830], disponible en http://tecopio.blogspot.
com/2011/09/historia-del-cooperativismo.html.
2. Véase «Hechos-y-cifras-del-cooperativismo», ACI Américas,
disponible en www.aciamericas.coop/Hechos-y-cifras-delcooperativismo.
3. Carlos Marx, «Prólogo a Contribución a la crítica de la economía
política», en Carlos Max y Federico Engels, Obras Escogidas, t. I,
Editorial Progreso, Moscú, 1973.
4. De la declaración de los «comunistas democráticos» alemanes de
Bruselas, organizados por Marx y Engels, en 1847, con motivo de
los debates que llevaron a la formación de la Liga Comunista y a la
promulgación del Manifiesto Comunista, meses después.
, 2014
Investigación
literaria,
historia
y Revolución
lectura
sucesiva
Las siguientes páginas acogen
el Premio Temas de Ensayo 2013
en la modalidad
de Estudios sobre arte y literatura,
concedido a un análisis cuestionador
acerca de El príncipe jardinero y fingido
Cloridano, obra literaria
del siglo xviii cubano.
También se someten a consideración
del lector varias reseñas de libros
que aluden a aspectos
de la Revolución cubana:
una detalla la postura de Jorge Mañach
antes y después de 1959, y sus vínculos
con los líderes revolucionarios;
otra discute la interpretación de
dos investigadores sobre el proceso
sociopolítico y económico revolucionario;
la tercera comenta volúmenes
concebidos por escritoras cubanas
residentes fuera de la Isla, e interesadas
en resaltar la influencia soviética;
por último, se destacan las reflexiones
de Alfredo Guevara recogidas
en Dialogar, dialogar.
U
Premio Temas de Ensayo 2013
(Estudios sobre arte y literatura)
Nuevas
consideraciones
sobre
El príncipe
jardinero
y fingido
Cloridano
Mayerín Bello Valdés
Profesora.
Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana.
108
Mayerín Bello
n. 77:Valdés
108-115, enero-marzo de 2014
n modo saludable de mantener vivo el
devenir literario de una nación es poner
en tela de juicio, cada cierto tiempo, el
principio de —incluso legítima— autoridad
que lo ha juzgado, y dejar que la sospecha, la
comprobación sistemática o la actualización, nieguen,
maticen, enriquezcan o confirmen lo que el magister
dixit. Tal premisa está motivada por la revisión de esa
obra nuestra que el título anuncia, a propósito de la
cual, aun cuando esté aposentada en el mismo centro
del canon de la literatura cubana, se echa de menos un
renovado examen crítico. Habiendo sido analizada por
un grupo de estudiosos de primera línea, se ha dado
por sentado que ya todo ha sido dicho. Y aunque es
cierto que mucho, y bien, se ha dicho, también lo es que
quedan numerosos enigmas por solventar y muchas
correcciones —en el mejor de los casos— por hacer.
Así pues, se suele subrayar con justeza que cualquier
indagación sobre El príncipe jardinero... de Santiago de
Pita tiene que partir, necesariamente, de la conferencia
dictada por José Juan Arrom en 1948,1 cuya síntesis
se incluyó luego en el prólogo a la edición crítica de
la obra.2 Sus «consideraciones» se referían a aspectos
debatidos por sus predecesores —en primer término
por Antonio Bachiller y Morales— sobre los que estos
habían sacado conclusiones, al parecer, difícilmente
refutables. Sin embargo, Arrom demostró con
argumentos plausibles que tales caminos eran errados
al aportar pruebas documentales de nuevas certezas. A
su vez, generó una estela de seguidores, quienes, sobre
la base de su legado, enriquecieron el estudio de la obra
y el autor con sus propios resultados y valoraciones.
Por ejemplo, Octavio Smith, Rine Leal y Enrique
Saínz.3 Entre las contribuciones más concluyentes
de Arrom estaban haber hallado la edición príncipe,
que determinaba la fecha de publicación; haber
establecido el antetexto que sirvió de modelo: Il
principe giardiniero, del dramaturgo italiano del siglo
xvii Giacinto Andrea Cicognini; así como la identidad
del autor. Estos problemas, sin embargo, están lejos de
haber sido resueltos en su totalidad, entre otras cosas
porque nuevos hallazgos matizan, cuando no niegan,
lo que parecían convicciones harto fundadas. Así, por
ejemplo, la edición príncipe no es la tenida por tal hasta
ahora, lo que pudiera poner en jaque la datación de
la pieza; además, todo parece indicar que Il principe
giardiniero no pertenece, en realidad, a la pluma de
Cicognini. Estos y otros aspectos se conectan con
una serie de cuestiones relativas al Jardinero cubano
que redimensionan, con mucho, aseveraciones de las
que historias literarias y ensayos se hacen eco. Para
encaminar estas nuevas consideraciones se acudirá
—como lo hizo en su momento Arrom— al análisis
paratextual y al cotejo de obras.
Ediciones, fecha de publicación, colofones
Una importante refutación realizada por Arrom
es la de la opinión de Bachiller y Morales acerca de que
la obra fue escrita a finales del siglo xviii y publicada
por vez primera en 1820. Arrom trae noticias de cuatro
ediciones anteriores a esa fecha y establece como
príncipe la siguiente:
El príncipe jardinero y fingido Cloridano. Comedia sin
fama del capitán don Santiago de Pita, natural de La
Habana. Sin portada. A la cabeza del título: Núm. 287.
Colofón: En Sevilla, en la Imprenta Real, Casa del Correo
Viejo.4
Al respecto, precisa:
Esta edición, la más antigua encontrada hasta hoy, no
se imprimió ni en La Habana, ni en Valencia, sino «En
Sevilla, en la Imprenta Real, Casa del Correo Viejo». El
ejemplar no tiene fecha de impresión, pero podemos
averiguarla. En primer lugar, dicha imprenta perteneció a
Francisco de Leefdael, y luego a su viuda, que continuó el
negocio hasta 1733. Por tanto, se imprimió necesariamente
antes de 1733. En segundo lugar, esta edición de la
comedia es el número 287 de una serie de la cual he
hallado un número anterior, el 277 [se trata de Los
empeños de un plumaje, de Calderón] en cuyo colofón se
lee: «En la Imprenta de la Viuda de Francisco Leefdael,
en la Casa del Correo Viejo». Y como sabemos que ya
en 1730 aparecen las impresiones de esta casa a nombre
de la Viuda, debemos inferir que se imprimió después
de muerto Leefdael, o sea, después de 1730. Es, pues,
entre 1730 y 1733 cuando sale a la luz esta edición que se
ha de tener, mientras no se ofrezca evidencia de otra más
antigua, como la edición príncipe.5
La fuente a la que se remite el estudioso cubano para
conocer los datos de la casa impresora de este texto
es la Tipografía hispalense de Francisco Escudero y
Perosso, que viera la luz en 1894,6 y que sentó las bases
de los estudios acerca de los impresos sevillanos del
siglo xviii. En 1974, el investigador español Francisco
Aguilar Piñal da a conocer los Impresos sevillanos del
siglo xviii. Adiciones a la tipografía hispalense,7 donde
el repertorio de los textos teatrales se incrementa
de los casi trescientos de Escudero a alrededor de
setecientos. Allí se puede leer la historia más detallada
de la imprenta que publicaría por vez primera la obra
de Pita:
Con la nueva dinastía de los Borbones se instaló en
Sevilla el impresor alemán (parece ser oriundo de
Colonia) Francisco de Leefdael, que comenzó a publicar
en 1701, «en la imprenta de la Ballestilla»
[…]
A partir de 1717 se indica como domicilio «en la Casa del
Correo Viejo, enfrente del Buen Suceso». Fallecido hacia
1728, su viuda continúa al frente del negocio, repitiendo
la serie de comedias de su marido, que tanto éxito alcanzó,
hasta finalizarla con el número 318, que corresponde a la
comedia de Cañizares Abogar por su ofensor. A partir de
dicha fecha el pie de imprenta reza «Viuda de Francisco de
Leefdael» […] y en 1733 pasa a ser «Imprenta Real, Casa
del Correo Viejo», título obtenido, con toda seguridad,
durante la estancia en la corte en Sevilla.8
Por otra parte, en obra más actual de Aguilar Piñal,
Bibliografía de autores españoles del siglo xviii: N-Q,9 se
registran, además, otras dos ediciones dieciochescas. Al
primer registro se puede acceder a través del Catálogo
digital en red de la Biblioteca Nacional de España;10 la
segunda aparece en el catálogo de la Biblioteca de la
Academia Española:
El Príncipe Jardinero, y Fingido Cloridano [Texto
impreso]: comedia sin fama, núm. 287, Sevilla: en la
Imprenta de la Viuda de Francisco de Leefdael, en la
Casa del Correo Viejo. Sin año.
El Príncipe jardinero y fingido Cloridano. Comedia sin
fama [Sevilla, Joseph Padrino, s.a. (núm. 36)].
Al cotejar las noticias que da el estudioso español
con lo dicho antes por Arrom es posible sacar las
siguientes conclusiones:
1. Es a partir de 1733 que se obtiene el privilegio de
poner «Imprenta Real» en el colofón de las impresiones
de la casa Leefdael, mientras que el dato «Casa del
Correo Viejo» precisa el domicilio, que cambió en
1743.11 Por lo tanto, la considerada por Arrom como
edición príncipe colocaría el arco temporal de aparición
de la obra entre 1733 y 1743, pues la Viuda siguió
regenteando la empresa hasta entonces (es decir, no
cesa su labor en 1733 como dice Arrom), e incluso, el
negocio de impresión de la familia Leefdael continúa
en activo hasta 1753.
2. La edición príncipe no es la que propone el
investigador cubano sino la citada por Aguilar Piñal,
que declara en el colofón: «En la imprenta de la Viuda
de Francisco Leefdael, en la Casa del Correo Viejo»
(se encuentra en la Biblioteca Nacional de España).
Ese colofón es dominante entre 1728 y 1733, como
refrendan varios investigadores, y ese sería el período
en que hay que ubicar la primera impresión de la
comedia de Pita. Por lo tanto, se ratificaría la fecha
temprana propuesta por Arrom.
3. En algún momento entre 1733 y 1743, con el
«privilegio» de Imprenta Real en el colofón, se reedita
la comedia de Pita. Posiblemente, en fecha más cercana
al primer año, teniéndose en cuenta el subtítulo que
reza «comedia sin fama», es decir, reciente. Todo parece
indicar, pues, que la edición que Arrom cita como
príncipe es, en realidad, la segunda.
4. A reserva de todo lo dicho, no se puede dejar
de escuchar el ruido que aporta el dato ofrecido por
Aguilar Piñal de que la viuda «repitió» la serie de
comedias publicadas por su marido, hasta el número
318. Habida cuenta de que la de Pita es la 287, pudiera
haber sido publicada antes por el fundador, que
operó entre 1701 y 1728. Luego de una muy acuciosa
búsqueda, no se han encontrado noticias de esa edición.
Esta hipótesis tampoco nos resulta seductora porque,
Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano
109
El príncipe jardinero y fingido Cloridano manifiesta el conocimiento de una
tradición dramática, sobre todo aurisecular, con la que el autor comulga, así
como el desenvuelto manejo de la acción teatral, de personajes y del verso, más
allá de que, en ocasiones, no falten rigideces, construcciones estereotipadas
o impericias líricas.
como se indicaba ya, el subtítulo de nuestro Jardinero
reza «comedia sin fama», calificación que podría
apuntar a obra reciente.
Leefdael. El porqué es otro enigma entre los numerosos
que existen en torno al Jardinero del «ingenio de La
Habana».
La colección y el subtítulo
El diálogo con la tradición de príncipes
jardineros españoles
Los impresos teatrales sevillanos del siglo xviii,
contexto en que se insertan las primeras ediciones
del Jardinero de Pita, se reúnen en tres colecciones:
la de comedias «sueltas», las más numerosas; la de
entremeses y la de «relaciones» de comedias —largas
tiradas de romances, monólogos lírico-narrativos donde
se cuentan peripecias de los personajes principales.
También se publicaban volúmenes adocenados (es decir,
que incluían doce obras o más), aunque esta no era la
variante privilegiada en los inicios de la centuria. Esos
impresos —producción editorial constante desde finales
del siglo xvii hasta más o menos la década de los 70 del
xviii— eran modestos, frágiles, sin carátula —amén de
baratos—, por lo que se ha perdido una buena parte
de ellos. La comedia de Pita entra en la serie numerada de
las «sueltas», publicadas por la casa impresora sevillana
de los Leefdael, enzarzada en dura competencia con
otros editores para satisfacer un amplio público lector
que demandaba las comedias para leerlas o representarlas
en forma privada. En las sueltas dominaban de modo
casi absoluto los dramaturgos españoles del siglo xvii.
Resulta curioso, entonces, que en ese contexto se inserte
una obra contemporánea como El príncipe jardinero...;
curiosidad que se atenúa si se tiene en cuenta el vínculo
de su autor con la tradición de comedias áureas, tanto
por los motivos que se dan cita en su pieza, como por la
versificación. Así pues —y es algo que hay que subrayar
porque no se ha hecho—, su pertenencia a ese conjunto
la define en gran medida.
El príncipe jardinero y fingido Cloridano del Capitán
Don Santiago de Pita, natural de La Habana, por otro
lado, lleva como subtítulo «Comedia sin fama». Se ha
reputado esa especificación como ironía del autor, pero
parece que, además —tal vez, sobre todo— fue una
estrategia comercial de promoción de una comedia
novedosa e inédita.12 Es un modo de distinguirla del
mayoritario grupo de «comedias famosas», subtítulo
dominante y alusivo a las obras de los dramaturgos
del siglo anterior, reeditadas una y otra vez. Llama la
atención que la de Pita, según todo parece indicar, sea
la única que con aquel subtítulo publicó la viuda de
110
Mayerín Bello Valdés
El motivo central de la obra de Pita, la conversión
temporal de un noble o príncipe en un jardinero con el
fin de favorecer su amor, es un verdadero tópico en la
comedia española del Siglo de Oro. Recientemente se
han publicado varios estudios donde queda demostrada
la persistencia del tema.13
De acuerdo con esas indagaciones, he aquí la lista
de obras que desarrollan dicho asunto y los motivos a él
asociados, de forma más o menos central: el romance,
ya popular en el siglo xvi, que rezaba «Mientras yo
podo las viñas»; de Gil Vicente: Don Duardos; de Vélez
de Guevara: El príncipe viñador; de Tirso de Molina:
La venganza de Tamar, La huerta de Juan Hernández,
Quien da luego, da dos veces, El pretendiente al revés, La
fingida Arcadia; de Lope de Vega: El soldado amante,
Los Ponces de Barcelona, El abanillo, Los ramilletes
de Madrid, Al pasar del arroyo, El hombre por su
palabra, No son todos ruiseñores; de Pedro Calderón
de la Barca: La señora y la criada, La fiera, el rayo y la
piedra; de Agustín Moreto: Hasta el fin nadie es dichoso;
de Antonio de Solís: El alcázar del secreto; de Juan
Bautista Diamante: Pasión vencida de afecto; de Luis de
Belmonte Bermúdez: El príncipe villano; y de Agustín
de Castellanos: Mientras yo podo las viñas [comedia].
Aunque con alguna reticencia, ya Arrom había
señalado en su estudio el vínculo del texto de Pita con
el teatro español del siglo xvii, al referirse en particular
a El perro del hortelano, de Lope de Vega, y a El desdén
con el desdén, de Agustín Moreto. En una nota al pie no
puede dejar de reconocer también cierta comunidad de
motivos con las aludidas Don Duardos, de Gil Vicente;
El príncipe viñador, de Vélez de Guevara, y Los ramilletes
de Madrid, de Lope. Pone, en cambio, especial énfasis
en los préstamos de versos y de frases provenientes
de otros autores relevantes de aquel período, como
Calderón, Miguel de Cervantes y Sor Juana Inés de
la Cruz. Sin embargo, atendiendo a los acuciosos
análisis antes referidos, se puede concluir que había
suficiente material en esa tradición aurisecular española
como para que Pita se valiera de ella, realizara nuevas
combinaciones entre los motivos y asumiera moldes
de probada eficacia para crear su propio jardinero por
amor. Ese parentesco es profundo y causa principal,
quizás, de la inserción de su comedia en la colección
que los Leefdael vendían con tanto éxito.
A pesar de ello, no deja de ser notable la similitud
argumental con el que constituye, según el profesor e
investigador cubano, el verdadero antetexto de la obra
de Santiago de Pita: Il principe giardiniero, de Giacinto
Andrea Cicognini (1606-1660).
El supuesto antetexto
Ahondar en las semejanzas y diferencias que
vinculan a los dos Jardineros, el italiano y el cubano, es
argumento indispensable para corroborar hipotéticas
deudas, coincidencias en la apropiación del legado
español u otro tipo de diálogo intercultural. Existen,
además, las condiciones indispensables para ello, la
principal: el acceso a Il principe giardiniero. Arrom,
tan cuidadoso en su estudio cuando aporta todo
tipo de referencias, al proponer la pieza de Cicognini
como muy probable antetexto de la obra del cubano y
resumir su argumento, no ofrece, sin embargo, ningún
tipo de fuente de la que habrían partido su síntesis y
la comparación. Octavio Smith, que se percata de ello,
busca y encuentra la noticia de una edición,14 pero no
el texto. La dificultad para dar con él es comprensible
puesto que no ha sido publicado más después del
siglo xvii. Se conservan, no obstante, varias y raras
ediciones,15 entre ellas la veneciana de 1672, del editor
C. Ambrosini.16
Como es harto conocido, se hallaba muy extendida en
Italia durante el siglo xvii y parte del xviii la influencia
del teatro español. Cicognini fue, precisamente, uno
de los que con más éxito y sistematicidad se apropió y
reelaboró tal legado; ello lo reconocen Arrom y Smith,
quienes valoran la posibilidad de la existencia de una
obra española que haya inspirado los dos Jardineros,
pero de la que no se tiene noticias.
Ahora bien, algo viene a complicar un poco las cosas:
se ha demostrado, con poco margen para las dudas, que
Il principe giardiniero no es de la autoría de Cicognini
sino de Giovanni Andrea Moniglia (1625-1700), otro
dramaturgo italiano que también acusó la influencia
de la dramaturgia española. La tesis es sustentada en
tres valiosos y recientes estudios: el de Maria Grazia
Profeti, «I viaggi di un principe giardiniere»; el artículo
de Nunzia Melcarne, «Il principe giardiniere e il suo vero
autore: Giovanni Andrea Moniglia»; y el libro de Diego
Símini, Il corpus teatrale di Giacinto Andrea Cicognini.
Opere autentiche, apocrife e di dubbia attribuzione,17
uno de los exámenes más completos y acuciosos que
existen sobre ese dramaturgo.
Si bien la paternidad de Il principe giardiniero no es
un asunto menor a la hora de historiar y analizar el teatro
italiano del siglo xvii, para la presente investigación
no significa una gran diferencia si el autor fue uno
u otro dramaturgo. De lo que se trata es de dilucidar
si el Jardinero de Pita se conecta, esencialmente, con
esa tradición hispánica, más cercana por muchos
conceptos, o esa conexión pasa por la mediación de Il
principe... de Cicognini-Moniglia.
Diálogo con el pretendido antetexto
italiano
Además de la semejanza del título, no se puede
negar la similitud argumental entre la obra cubana y
la italiana. He aquí los motivos —de fuerte raigambre
hispánica, insistimos— que manejan tanto Pita
como Cicognini-Moniglia: un príncipe se disfraza de
jardinero para estar cerca de la princesa que ama; el
amor ha sido despertado por un retrato; el príncipe,
sin proponérselo, en un momento anterior a la trama
que se escenifica, mata en el fragor de un combate al
hermano de la princesa, lo que dificultará la relación
entre ellos; el padre de la muchacha y del joven
muerto quiere venganza, y los premios para quien
encuentre al culpable serán la princesa y el reino; ella
tiene escrúpulos por enamorarse de un rústico; los
modales del jardinero despiertan sospechas sobre su
verdadera identidad; la reconciliación final de todos los
personajes se resuelve en bodas múltiples. Además, al
ser descubierto, el príncipe irá a la cárcel junto con su
criado, el gracioso de la obra; la princesa optará por
amar al príncipe en contra de los intereses paternos y
lo liberará para huir con él.
Junto a tales afinidades están presentes, asimismo,
muchas diferencias:
• Un texto es en verso y el otro en prosa, lo que
condiciona muchas de las actitudes de los personajes,
por ejemplo: el lirismo de los parlamentos, la
presencia de «relaciones» en el Jardinero cubano, y
la discursividad y narratividad de la obra italiana, que
acude a una prosa en ocasiones muy enrevesada.
• La simplificación argumental del texto de Pita
frente a la complicación de la pieza italiana (algo ya
señalado por Arrom), que se manifiesta en varias
tramas secundarias que enredan y opacan un tanto
los tópicos declarados: conjuras contra el poder del
rey; intrigas de Federigo y Don Carlos, dos nobles
partícipes de la trama, para perjudicar y matar a
Oderigo, el príncipe jardinero oculto bajo el nombre
de Laurindo; el regreso de este a la cárcel, por propia
voluntad, hasta que no logre explicarse con Don
Carlos; las cartas enviadas a Oderigo y a Bacocco,
el gracioso, que generan confusión y propician la
Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano
111
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comicidad; así como el motivo de la bofetada que
recibe Oderigo por parte de Don Carlos y que
termina por comandar la acción dramática a partir
de la escena 7 del Acto I: el honor mancillado y la
necesidad imperiosa del primero de hablar con el
segundo se sobreponen a la intriga amorosa.
La locación española de la obra italiana y la exóticofantasiosa de la cubana.
El tratamiento comedido de las doncellas y sirvientas
en el texto italiano frente al desparpajo de las
«cubanas» Narcisa y Flora.
El torneo presente en el Jardinero de Pita y ausente
en el de Cicognini-Moniglia.
La presencia, en esta última obra, del personaje con
orígenes principescos y que los desconoce hasta
la agnición final (Don Carlos, quien resulta ser
hermano de Oderigo).
La obstinada negación del príncipe Oderigo,
mientras está disfrazado de jardinero, a revelar su
identidad a la princesa Florisbe, así como su tardía
declaración de amor a esta, situación revertida en el
Jardinero de Pita.
El adiós de la princesa Aurora a su tierra natal
—motivo caro a la tradición hispánica— y la ausencia
de ello en la obra de Cicognini-Moniglia.
Queda en pie, por otra parte, la interrogante de
cómo accedería el dramaturgo cubano al texto de Il
principe giardiniero. La respuesta sería tan especulativa
que solo vienen a la mente dificultades por sortear y
nuevas preguntas: no hay, en absoluto, noticias de su
traducción al castellano, ni de su impresión y difusión
en nuestra lengua (incluso hoy). ¿Conocería Pita el
italiano y la leería en una edición o en un libreto que
alguien le hubiera proporcionado? ¿Viajaría Pita a Italia
y esa sería la ocasión para conocer la opera scenica que
luego recreara?
Las posibles andanzas novohispanas del autor
Uno de los paratextos más significativos es el que
declara que el autor de la comedia es «el capitán don
Santiago de Pita, natural de la Habana». Como es
conocido, se creyó durante un buen tiempo que se
trataba de un seudónimo hasta que, primero Arrom
y luego Octavio Smith, despejaran muchas de las
incógnitas que tal nombre suscitara. Una, sin embargo,
queda en pie: no se tiene ninguna noticia sobre la
actividad literaria y dramática del capitán Santiago
de Pita, a pesar de la acuciosa búsqueda realizada por
Smith. Pero El príncipe jardinero y fingido Cloridano
no es un texto de principiante ni de un individuo con
limitada formación cultural.18 En otras palabras, la obra
manifiesta el conocimiento de una tradición dramática,
sobre todo aurisecular, con la que el autor comulga, así
112
Mayerín Bello Valdés
como el desenvuelto manejo de la acción teatral, de
personajes y del verso, más allá de que, en ocasiones,
no falten rigideces, construcciones estereotipadas o
impericias líricas.
En consecuencia, Rine Leal conjetura que «Pita
vivió en España, posiblemente estudió allá y escribió en
Sevilla la comedia, tal como reza al final de la misma».19
Allí se lee: «Y El príncipe jardinero/ de un Ingenio
de La Habana, hecha en Sevilla, da fin».20 No habría
que descartar, sin embargo, que el «hecha en Sevilla»
signifique, más que escrita, impresa allí. En la edición
crítica de Arrom aparece en el Apéndice una variante del
final que dice: «“El Príncipe Jardinero”/ de Un Ingenio de
La Habana,/hecha en Valencia, os suplica…»,21 en obvia
adecuación del final a la edición valenciana.
Octavio Smith, por el contrario, en la biografía que
le construye apenas le deja al autor espacio para un
eventual aprendizaje peninsular. En cambio, especula
sobre presuntas estancias en México, donde sí habría
podido tener una formación cultural sólida:
¿No seguiría [Pita] la corriente general hacia la capital de
Nueva España, ciudad en que, por otra parte, sus aficiones
pudieron despertar o satisfacerse con los teatros y la vida
teatral activa que allí existían?
[...]
Es visto que unos estudios y una vida de Pita en el vecino
país no quedan descartados y que las pesquisas en el
mismo siguen aguardando.22
Parece que, en efecto, el desplazamiento de cubanos,
por razones de estudio, hacia el Virreinato de Nueva
España era frecuente. Al respecto apunta Julio Le
Riverend:
Desde la primera mitad del siglo xvii aparecen en las
listas de estudiantes de la Universidad de México los
nombres, a veces muy principales, de algunos habaneros;
es que el vecino virreinato constituía el centro de
atracción, y no dejaría de serlo hasta la segunda mitad
del siglo xviii. Unos pocos criollos estudiaban en las
universidades españolas.23
Había, asimismo, algunos colegios, como el jesuítico
de San Gregorio —donde está documentada la existencia
de representaciones teatrales—,24 que podían haber
acogido al joven Pita, haberle procurado una sólida
formación cultural y motivado a escribir teatro, animado,
tal vez, por el ejemplo de Sor Juana, cuyos versos son
citados en el Jardinero cubano.25 Es posible que estando
allí quisiera emular con, o se sintió inspirado por, la
obra de otro autor «americano» —¿novohispano?— que
también concibió un Jardinero por amor.
La pariente «americana» del Jardinero de Pita
Existe una comedia suelta titulada nada menos que
El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada.26 Poco
se conoce de su autor, Pedro Cordero, al que se le ha
confundido con el portugués Jacinto Cordero (16061646), de notable producción dramática, y también
con Agustín Cordero,27 dramaturgo español del siglo
xviii. Que Pedro Cordero quiere ser distinguido
como procedente de esta parte del Atlántico lo declara
explícitamente el subtítulo de la citada obra, que reza
«comedia americana», aunque su argumento no tenga
nada de novomundista. Arrom y Rine Leal aluden
a ella someramente, sin concederle mayor importancia.
El primero, cuando aclara que no hay que confundirla
con la de Pita como alguien ha hecho, ofrece en una
nota al pie la bibliografía en la que se la menciona y el
sitio donde se conserva:
Hay un ejemplar de esta comedia en el British Museum.
Está descrito así: «Cordero, Pedro. El príncipe jardinero
y mayor ciencia laureada. Comedia americana. Sevilla
[1720?] 4». [Cayetano Alberto de la] Barrera la incluye
también en su Catálogo [bibliográfico y biográfico del
teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta mediados
del siglo xviii] como de Cordero (pp. 100 y 563), pero
con los términos del título traspuestos, así: «La mayor
ciencia laureada y príncipe jardinero».28
Ahora bien, si la fecha de la obra fuera, en realidad,
1720, como Arrom consigna, ¿cómo no pensó en ella
como muy posible antetexto del Jardinero de Pita, o, al
menos, como un indicio que apunta hacia un parentesco
que podría resultar iluminador para ambas?
Claro está, habría que precisar si, efectivamente, esa
es la fecha del Jardinero «americano», asunto siempre
arduo. La edición más temprana de la obra a la que
hemos tenido acceso es la del impresor Joseph Padrino,
de Sevilla, cuya casa operó entre 1747 y 1772.29 Ese
editor, por cierto, publicó también el Jardinero de Pita,
que en su colección de sueltas lleva el número 36. Pero
he aquí lo que manifiesta el estudioso Germán Vega
García-Luengos al comparar el monto de lo publicado
por los Leefdael y por Padrino, durante la primera y la
segunda mitad del siglo xviii, respectivamente:
La contundencia en este sentido de las cifras de los
Leefdael, dominadores del panorama en la primera mitad
de la centuria, se da la mano con la de José Padrino en el
segundo tramo. Ninguna diferencia sustancial notamos
entre lo producido por ambas imprentas. De los 216
títulos de comedias diferentes editados por Padrino entre
1747 y 1773, 152 —70,4 %— ya habían sido publicados
por los Leefdael entre 1701 y 1753.30
Así pues, la comedia de Pedro Cordero pudo haber
sido publicada, efectivamente, en las primeras décadas
del siglo xviii. Cayetano Alberto de la Barrera, por
su parte, sitúa la producción del autor entre 1725 y
1750.31
Como puede advertirse, las interrogantes y los
problemas proliferan, a manera de la mítica hidra, cada
vez que comienzan a zanjarse algunas cuestiones. A
duras penas logramos saber quién es Santiago de Pita,
para caer en la ignorancia más absoluta en relación con
Pedro Cordero. ¿Dónde se escribió y se representó su
obra? ¿Guardan entre sí algún vínculo los dos Jardineros
novomundistas?
En cuanto a la primera pregunta solo se puede
especular. La condición «americana» de la pieza le da
un amplio margen geográfico, que se restringe en la
medida en que presupone un espacio cultural y teatral más
o menos dotado, un público con cierto entrenamiento
en menesteres dramáticos, y habituado al espectáculo
donde abunden la «música y el acompañamiento»
—como rezan las indicaciones de las dos obras que se
consideran. Las mejores candidatas parecen ser, incluso
con sus muchas carencias en términos de desarrollo
teatral durante las primeras décadas del siglo xviii,
además de la capital, algunas ciudades mexicanas
como Guadalajara, Valladolid, Veracruz y Puebla.32 Por
cierto, otras piezas teatrales, escritas y representadas
en el Virreinato de Nueva España, también llevan por
subtítulo «comedia americana».33
En cuanto al vínculo entre los dos textos, lo más que
se puede hacer, para pisar terreno firme, es examinar,
mediante el cotejo intertextual, coincidencias y
divergencias. (Líneas arriba se esbozaba la hipótesis
de que El príncipe jardinero y mayor ciencia laureada
precediera a la escrita por el «ingenio de La Habana»,
pero no hay que descartar sin más que haya sido al
revés).
Hay que partir afirmando que los dos Jardineros
se inscriben en la tradición conformada por sus
antecedentes hispánicos. El sistema que integran los
personajes principales se estructura en ambos según
un conjunto de muy similares funciones. FadriqueCloridano (Príncipe de Atenas) y Federico-Ricelo
(Príncipe de Persia) asumen una identidad falsa y
se convierten en jardineros de las princesas a las que
pretenden: Aurora y Auristela, hijas, respectivamente de
los reyes de Tracia y de Turín (este ya fallecido cuando
comienza la pieza). Los monarcas han dispuesto que
se casen con uno de dos pretendientes: Polidoro,
príncipe de Acaya, y Meleandro, príncipe de Dalmacia,
en el caso de la obra de Pita; Mauricio, príncipe de
Fox, y Casimiro, príncipe de Epyro, en el de la de
Cordero. Inseparables de los de Atenas y Persia son los
criados-graciosos, también disfrazados de jardineros,
Lamparón y Órgano, su contrapartida cómica por lo
que se refiere a temas como el amor, el honor, el coraje,
etc. Las princesas se acompañan de un séquito de
damas y sirvientes: Ismenia se llama tanto la hermana
de Aurora como la prima de Auristela; las dos Ismenias
se casarán con uno de los príncipes que la protagonista
ha desdeñado (con Polidoro, en el Jardinero cubano
y con Casimiro en el americano). Como en Pita solo
hay una dama noble además de la protagonista, el
otro joven postergado, Meleandro, contraerá nupcias
Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano
113
con la hermana (personaje solo referido) de FadriqueCloridano, mientras que Lisida, noble también y
compañera de la Ismenia de Cordero, se casará con
Mauricio, el otro galán preterido por Auristela. Junto a
esas bodas múltiples de aristócratas, también tópicas, se
realiza en la obra cubana el matrimonio del gracioso con
una de las criadas, Flora. El lamento de otra, Narcisa,
por su soledad y doncellez, se corresponde con el del
gracioso americano, quien dedica un largo monólogo a
añorar una criada y a imaginar una situación amorosa
en la que él se viera involucrado. El sistema de los
personajes más significativos se completa con Procelio,
el astrólogo del Jardinero americano, el «barba» de esa
obra (pues el rey-padre ha muerto), quien vendría a
ser el equivalente anciano del rey de Tracia «cubano»,
aunque con funciones diversas. Procelio está en prisión
porque vaticinó acontecimientos que no gustaron
a la altiva Auristela, y que la obra irá demostrando,
lo que conduce a su liberación final y a calificar sus
pronósticos de «mayor ciencia laureada». El padre de
Aurora, en cambio, se empeña en la venganza de su
hijo muerto y dispone el casamiento de la princesa
con el príncipe que resulte el vengador. El argumento
en las dos piezas evade la contextualización española y
transcurre en una geografía fantasiosa, confirmada por
las procedencias de los personajes citados. En ambas, el
galán prueba su valía ante los otros pretendientes: en la
obra de Pita, en un torneo, travestido de caballero; en
la de Cordero, en batalla campal, luego de haber sido
promovido a general. En esos episodios, la verdadera
identidad del príncipe se mantiene oculta.
Del mismo modo, es de destacar que en las portadas
de ambas se prevé la «música y [el] acompañamiento»,
lo que refuerza la conjetura de que podría tratarse de
obras conmemorativas concebidas como espectáculo,
ya privado, ya público. Las partes cantadas se indican en
las acotaciones al texto, y son notablemente numerosas
en el Jardinero americano. Es esta una pieza más
extensa y compleja por su versificación —más trabajada
estilísticamente y también más enrevesada—, por las
abrumadoras referencias literarias y mitológicas, y
por el mayor relieve de sus personajes, quienes poseen
matices contradictorios; en el caso de Auristela, su
severa altivez (con los pretendientes) y su intransigencia
(con Procelio), contrastan con su peculiar sentido de la
justicia y su condescendencia liberal (con el jardinero
Ricelo-Federico).
Otras diferencias argumentales consisten en que
en el Jardinero cubano el pretendiente es quien mató
al hermano de la amada, condición ausente en la
obra americana, donde, en cambio, encontramos
las predicciones de un astrólogo que constituyen
una especie de adelanto —una prolepsis— de lo que
ocurrirá. Además, en la primera, el jardinero da a
conocer su verdadera identidad a mediados de la
114
Mayerín Bello Valdés
historia y sufre prisión por ello; en la segunda, la cárcel
la padece el anciano Procelio, y el príncipe permanece
de incógnito hasta el último momento. Y aquí resulta
muy peculiar el arrojo de la dama, quien, aunque
sospecha que su singular jardinero posee dones que no
se avienen con semejante oficio, no duda en promoverlo
a general y está dispuesta, incluso, a defender su amor
por el rústico. La revelación final de la verdadera
condición de este impide que el orden sea quebrantado,
y la princesa puede casarse con su igual.
Ambas obras concluyen con la habitual captatio
benevolentiae.
Perdonad sus muchas faltas
Luego de argumentar la cubanía de nuestro Príncipe
jardinero (asunto que habría también que reconsiderar,
pero en contexto apropiado), Arrom concluía su
conferencia resaltando enfáticamente la significación
de la pieza en el ámbito hispanoamericano:
[C]on igual prominencia se destaca su obra en las
letras americanas, pues, comparada con la de sus
contemporáneos continentales a todas aventaja en
eficacia dramática y en sostenido éxito. Así, el ignorado
poeta de ayer […] pasa hoy a ser no solo el más
importante dramaturgo cubano de su tiempo, sino
también el mejor dramaturgo americano de todo el
siglo xviii.34
Tal énfasis es comprensible y hasta conmovedor,
pues nace del empeño del investigador por cimentar
el canon dramático insular con un sólido soporte
fundacional. Sin embargo, una justa ponderación
reclamaría también del contrapeso de la mesura, habida
cuenta de factores como: el esencial vínculo de la obra
con la tradición aurisecular española; la existencia
de plazas dramáticas americanas y de movimientos
teatrales que superan, con mucho, la precariedad de
nuestra infraestructura escénica en ese entonces; la
presencia en este lado del Atlántico de dramaturgos
que, como Pedro Cordero, son apenas conocidos y
demandan indagaciones y estudios que permitan
evaluar, en su justa dimensión y con una perspectiva
integradora, el movimiento teatral novomundista;
entre otros argumentos, algunos de ellos ofrecidos a
lo largo de este estudio, el cual, para ser consecuente
con su premisa, está invitando a realizar «Novísimas
re-consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido
Cloridano de Santiago de Pita».
Notas
1. Véase José Juan Arrom, «Consideraciones sobre El príncipe
jardinero y fingido Cloridano», De donde crecen las palmas, Centro
de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello,
La Habana, 2005, pp. 223-52. Fue el Discurso de ingreso a la
Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba, el 29 de marzo de
1948, publicado en Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras,
No. XXVII, La Habana, 1947-1948.
2. Véase Santiago de Pita, El príncipe jardinero y fingido Cloridano
(Estudio preliminar, edición y notas de José Juan Arrom), Consejo
Nacional de Cultura, La Habana, 1963.
3. Véase Octavio Smith, Para una vida de Santiago Pita, Letras
Cubanas, La Habana, 1978; Rine Leal, «Los criados respondones»,
La selva oscura, t. I, Arte y Literatura, La Habana, 1975, pp. 101-18;
Enrique Saínz, «Una obra muy importante: El príncipe jardinero
y fingido Cloridano», La literatura cubana de 1700 a 1790, cap. II,
Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983, pp. 34-118.
4. Santiago de Pita, «Apéndice III. Ediciones», El príncipe
jardinero..., ob. cit., pp. 111-3.
5. José Juan Arrom, ob.cit., pp. 227-8. (Énfasis mío. M.B.V.)
6. Véase Francisco Escudero y Perosso, Tipografía hispalense,
Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1894, p. 47.
7. Véase Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos del siglo
xviii. Adiciones a la tipografía hispalense, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Instituto Miguel de Cervantes, Madrid,
1974.
8. Ibídem, p. 15. (Énfasis mío. M.B.V.) Otras precisiones se pueden
encontrar en la obra del mismo autor, Temas sevillanos, Tercera
Serie, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla,
2002.
9. Véase Francisco Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles
del siglo xviii: N-Q, t. VI, entradas 2979 y 2980, Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, Madrid, 1991.
10. Véase Biblioteca Nacional de España, Catálogo Digital,
disponible en http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/8fKF8V5OmX/
BNMADRID/194760054/9.
11. Véase Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos..., ob. cit.,
p. 15.
12. Véase el estudio de Germán Vega García-Luengos, «Tirso en
sueltas. Notas sobre difusión impresa y recuperación textual» (Teatro
del Siglo de Oro, Biblioteca Nacional de España, disponible en http://
teatrosiglodeoro.bne.es/DocumentosPdf/19551/019551_3.pdf, pp.
208-9), donde se argumenta el propósito de marketing de ese tipo
de subtítulo.
13. Véanse Maria Grazia Profeti, «I viaggi di un principe giardiniere»,
Commedie, riscritture, libretti: la Spagna e l’Europa, Alinea Editrice,
Firenze, 2009; María Rosa Álvarez Sellers, «Príncipes disfrazados
y estrategias de pasión: Don Duardos, de Gil Vicente, El príncipe
viñador, de Vélez de Guevara, y La venganza de Tamar, de Tirso de
Molina» y Marcella Trambaioli, «Variaciones sobre el motivo del
jardinero fingido en la escritura de Calderón, Moreto y su escuela
dramática», ambos en María Luisa Lobato, ed., Máscaras y juegos
de identidad en el teatro español del Siglo de Oro, Visor Libros,
Madrid, 2011; Marcella Trambaioli, «El jardinero fingido en la
comedia lopeveguesca», Revista de Filología Española (RFE), XCII,
1.o, 2012, disponible en http://revistadefilologiaespañola.revistas.
csic.es/index.php/rfe.
14. Véase «Il principe giardiniero, opera scenica del dottor Giacinto
Andrea Cicognini, Venetia, C. Ambrosini, 1672», en A Catalog of
Books Represented by Library Congress Printed Cards, v. 29, Edwards
Brothers Inc., Ann Arbor, Michigan, 1943, p. 151. Citado en Octavio
Smith, ob. cit., p. 106.
15. Sus datos aparecen bien detallados en Maria Grazia Profeti,
ob. cit., pp. 64-6, y en Diego Símini, Il corpus teatrale di Giacinto
Andrea Cicognini. Opere autentiche, apocrife e di dubbia attribuzione,
cap. «Il Cataloghi», Dipartimento di Lingue e Letterature straniere
dell’Università del Salento, Pensa Multimedia Lecce-Brescia,
2012.
16. Disponible en el sitio web de la Biblioteca Nacional de Francia
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k512552/f6.image.
17. Véanse Maria Grazia Profeti, ob. cit.; Nunzia Melcarne, «Il
principe giardiniere e il suo vero autore: Giovanni Andrea Moniglia»,
Aprosiana. Rivista annuale di studi barocchi, n. XIII, Ventimiglia,
2005, pp. 55-8; Diego Símini, ob. cit.
18. Véase Rine Leal, ob. cit. pp. 107-8.
19. Ídem.
20. Santiago Pita, ob. cit., p. 104.
21. Ibídem, p. 108.
22. Octavio Smith, ob. cit., pp. 53-4.
23. Citado por Octavio Smith, ob. cit., p. 53.
24. Para las representaciones teatrales en el siglo xviii en el
Virreinato de Nueva España, véanse los acuciosos y útiles estudios
de Germán Viveros, «Un drama novohispano: La lealtad americana
de Fernando Gavila», Literatura Mexicana, v. 8, n. 2, México. DF,
1997, disponible en www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/
view/36267, y «El teatro como instrumento educativo en el México
del siglo xviii», Teatro y educación en México, disponible en www.
ejournal.unam.mx/ehn/ehn12/EHN01209.pdf.
25. Véase José Juan Arrom, ob. cit., p. 241.
26. Véase Don Pedro Cordero, El príncipe jardinero y mayor
ciencia laureada (comedia americana), disponible en http://
bibliotecadigitalhispanica.bne.es.
27. Es el autor de una obra titulada Cortés triunfante en Tlascala.
Francisco Aguilar Piñal, en su Bibliografía de autores españoles del
siglo XVIII: C-Ch (entrada 4153, CSIC, Madrid, 1983, p. 553), la
atribuye, al parecer erróneamente, a Pedro Cordero. Que su autor
es Agustín lo puede comprobar quien la consulte en el Catálogo
digital de la Biblioteca Nacional de España, disponible en http://
bibliotecadigitalhispanica.bne.es.
28. José Juan Arrom, ob. cit, nota 2, p. 224.
29. Véase Germán Vega García-Luengos, «Lectores y espectadores
de la comedia barroca: los impresos teatrales sevillanos del siglo
xviii», Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro. Actas del
II Congreso de la AISO, Ediciones Universidad, Salamanca, 1993,
p. 1009.
30. Ibídem, p. 1012.
31. Véase Cayetano Alberto de la Barrera, Catálogo bibliográfico
y biográfico del teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta
mediados del siglo xviii, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra,
Madrid, 1860. Allí dice: «Escribió en la segunda cuarta del siglo
xviii».
32. Véase Germán Viveros, «El teatro como instrumento...»,
ob. cit., pp. 172-3.
33. La lealtad americana de Fernando Gavila. Véase nota 24.
34. José Juan Arrom, ob. cit., p. 252.
, 2014
Nuevas consideraciones sobre El príncipe jardinero y fingido Cloridano
115
E
¿Cómo
entender
la Revolución
cubana?
Dos
perspectivas
externas
Par Kumaraswami
Profesora. Universidad de Manchester, Reino Unido.
116
Par Kumaraswami
n. 77: 116-120, enero-marzo de 2014
xisten, por supuesto, muchas formas diferentes
de comprender y de narrar la historia de
la Revolución cubana. Para los extranjeros
que investigan Cuba los peligros asociados
a semejante empresa son más que familiares dentro
de la comunidad de «cubanistas» internacionales en
constante proceso de cambio. Como resulta lógico,
esos riesgos han evolucionado paralelamente con
cierto número de factores variados: las cambiantes
corrientes ideológicas, políticas y críticas (y a veces
las modas), un nuevo panorama geopolítico después de
1989, la profunda transformación de las disciplinas
y el surgimiento de otras nuevas. A un nivel más
mundano, la posibilidad (o la ausencia de ella) de
viajar frecuentemente a Cuba como investigador, y
por lo tanto de construir una sólida red de contactos
y fuentes de información, un conocimiento «espeso»
de la Isla y de sus complejidades, tiene una enorme
repercusión en los enfoques y los temas de estudio
elegidos por los eruditos internacionales respecto a la
Revolución cubana.
Las fórmulas y los tropos de la mayor parte de la
investigación no cubana que es crítica de la Revolución
se han inclinado a ciertas tendencias que, en su
conjunto, comprimen el espacio y el tiempo y reducen
las complejidades: unas se centran en Fidel Castro —y,
más recientemente, en la «dinastía Castro»— como
los principales motores de política; otras incluyen a
Cuba en marcos conceptuales y teóricos prexistentes
que dan por sentado la coerción o el control de los
ciudadanos cubanos, ya sea por la vía de aplicar
el modelo «soviético», las teorías del caudillismo/
dictadura militar/resistencia civil que emergen de
otros contextos (muy distintos) latinoamericanos;
algunas otras entienden la Revolución cubana como
un proyecto de mando de arriba hacia abajo, pasado
de moda y monolítico, cuyos principales rasgos han
evolucionado poco desde el Quinquenio gris; y, por
último, la conjetura de que el sistema político cubano
ha estado, desde 1989, en el inevitable tránsito a una
democracia capitalista. Tal vez lo más significativo sea
que solo el volumen y la difusión de investigaciones
de este tipo han creado un «canon» de enfoques
respecto a Cuba que resulta capaz de ejercer un tipo
de autocensura en aquellos investigadores extranjeros
en gran parte a favor del proyecto revolucionario. A
menudo a estos se les pasa por alto y se les clasifica con
la etiqueta de «críticos solidarios con la Revolución»,
lo cual implica que su labor es en exceso impresionista,
que está guiada por la lealtad y el afecto, que resulta
positiva sin cuestionamientos, ciega frente a las
«realidades» de la Revolución y deficiente en cuanto
a crítica objetiva.
Igualmente, la cuestión generacional impone sus
propios horizontes de expectativas al erudito que
investiga sobre la Isla: el trabajo de campo de un joven
investigador en la Cuba de los decenios de 1990-2009
necesariamente producirá resultados muy distintos
de los estudios desarrollados por un investigador que
tuvo su bautizo en la de los años 60 del pasado siglo
o, claro está, por aquel más veterano que trabaje en el
contexto contemporáneo. Cada uno habrá recibido
información no solo de su experiencia personal y
social y de la de investigar en Cuba, sino también por
el deseo de establecer diálogos significativos (a menudo
consensuados) con otros investigadores y auditorios
más amplios, de formar parte de —pero también de
transformar— la «masa crítica».
Cuba in Revolution: A History since The Fifties y Cuba
since the Revolution of 1959: A Critical Assessment* tienen
como objetivo seguir la trayectoria de la Revolución
cubana, sintetizar sus valores y rumbos medulares
y los contextos en que estos se han desarrollado, así
como generar un análisis sucinto de sus fortalezas
y debilidades. Y —algo importante— ambos basan
sus argumentos en un compromiso a fondo con la
evidencia empírica. Sus autores, Antoni Kapcia y
Samuel Farber son dos eruditos que estudian Cuba y
que han emprendido investigaciones enciclopédicas
y abarcadoras que resultan sorprendentes y dignas de
elogio por la cantidad de detalle y conocimiento que
han acumulado.
Cada uno de los textos emprende el trazado
de la trayectoria de la Revolución cubana desde el
decenio 1950-1959 hasta el presente, así como analiza
esta historia en las áreas de la economía, la política
social y la vida social, las estructuras políticas y la
participación, la disidencia interna y las relaciones
internacionales. Ambos están organizados según
temas y enfoques críticos que, juntos, abarcan los
desafíos y las oportunidades, los problemas, las
estrategias y soluciones que han surgido en este
período. Kapcia y Farber son cuidadosos en cuanto
a evitar las simplificaciones excesivas y a equilibrar
su propio posicionamiento (aunque ninguno de
ellos admite explícitamente tener una posición) con
hechos objetivos y detalles meticulosos. Asimismo,
los dos autores se esfuerzan por subrayar y delinear
la naturaleza multidimensional de la mayor parte de
los retos y soluciones, un enfoque bienvenido, si se
tienen en cuenta las numerosas lecturas simplistas,
a menudo emprendidas por quienes están dotados
de una comprensión menos refinada y abarcadora de
la realidad de la Isla (que son, por lo general, los que
prevalecen entre los estudios culturales). Tanto Farber
* Antoni Kacpia, Cuba in Revolution: A History since the Fifties,
Reaktion Books (Contemporary Worlds), Londres, 2008, y Samuel
Farber, Cuba since the Revolution of 1959: A Critical Assessment,
Haymarket Books, Chicago, 2011.
como Kapcia comprenden la Revolución como un
proceso con su propia lógica y dinámica, el cual no ha
estado totalmente sujeto a las acciones y exigencias de
las dos superpotencias anteriores a 1989 ni tampoco
ha sido capaz de ejercer la independencia que se
destaca en el corazón de la cubanía. Ambos eruditos
consideran que esa lógica interna es la razón principal
por la cual la Revolución ha sobrevivido a numerosas
crisis, entre las cuales la de principios de los 90 no fue
de las menores.
No obstante, a pesar de que tienen en común
un propósito general, los dos estudios difieren en
importantes aspectos e invitan por ello a una valoración
comparativa de sus perspectivas, argumentos y
conclusiones. En primer lugar, cada uno ha sido
claramente escrito para auditorios distintos. En el caso
de Farber, la vasta colección de fuentes, basada en
buena medida en la cobertura de prensa electrónica
e impresa, refleja un nivel de detalle que será un
recurso de inestimable valor para futuros eruditos
que estudien Cuba. En el volumen de Kapcia, el
paisaje de más de cincuenta años de Revolución está
pintado con brochazos más generales de lo que sería
útil para aquellos que comienzan a entender el sistema
cubano, así como quienes tengan la esperanza de
comprender mejor sus complejidades; sin embargo,
este autor también tiene la vista puesta en los detalles
que se combinan para formar patrones, procesos,
sistemas y estructuras. La minuciosidad de fuentes que
distingue a Farber resulta invaluable para cualquier
investigador dedicado a Cuba; pero, al mismo tiempo,
impide, en ocasiones, una clara exposición del
argumento. La narración más enfocada y coherente
de Kapcia —ampliamente desprovista de referencias
académicas, aunque densa en cuanto al detalle— es de
un inestimable valor para dicho público, pero algunos
sentirán la ausencia de los detalles referenciales y los
recursos que caracterizan el libro de Farber.
Este se plantea demostrar que la Revolución
cubana, en última instancia, se comprende mejor si
se piensa como un proceso de colectivismo de Estado
por la vía de la centralización autoritaria que, a través
de una variedad de medios, les ha arrebatado a los
trabajadores la posibilidad de cualquier poder real. El
«bien colectivo» —la letanía de «logros» habitualmente
recitada por los que son más comprensivos respecto
a la Revolución (salud, educación, bienestar social,
etc.)— no es, para Farber, suficiente justificación
para los agravios y restricciones inherentes al sistema
de partido único: la restricción de libertades civiles,
la obnubilación de las políticas de raza y género y,
más importante aún, las limitaciones inherentes a
las estructuras burocráticas del PCC en virtud de las
cuales los trabajadores cubanos tienen responsabilidad
política pero no derechos políticos. En este panorama,
¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas
117
Farber caracteriza como desafecta a la mayoría de la
población de la Isla, puesto que las direcciones del
Partido y el gobierno siempre han puesto la mira en el
otorgamiento de estímulos morales y materiales (un
patrón que él describe como un cachumbambé entre
los dos), en lugar de ponerla en aquello que, para él,
es el verdadero asunto: la concesión de incentivos
políticos reales al colaborar y compartir decisiones
entre los trabajadores y el Estado, o el control del sitio
de trabajo por parte del trabajador (p. 149). De ese
modo, la conceptualización del «hombre nuevo» de
Ernesto Guevara como depositario de la «conciencia
revolucionaria» es, para Farber, poco más que un
mecanismo restrictivo desarrollado por la élite política
con el fin de garantizar la lealtad continua, pero
también la continua privación de derechos de los
trabajadores cubanos (p. 153), parte de una práctica
de realpolitik o «razones de Estado» (p. 123) que han
gobernado las políticas interna y externa del país.
De manera similar, en el terreno de la esfera pública,
Farber ve los CDR como un proyecto «de arriba hacia
abajo» que fue desarrollado con el fin de monitorear
y controlar a la población, sobre todo en momentos
de presión externa, un análisis que se queda corto en
cuanto a entender verdaderamente el papel cambiante
de los CDR y de otras organizaciones de masa en
el espacio entre la dirección política y las bases. Lo
que esta perspectiva pasa por alto, por supuesto, es el
papel cambiante de estas organizaciones después de
los años 60, su sustitución o recalibración al tiempo
que se desarrollaban otras estructuras políticas de
ámbito nacional (los órganos del Poder Popular y, más
recientemente, los Consejos Populares). Por ende, en
ciertas áreas, su análisis resulta más fuerte cuando
examina los 60 y los 70, mientras que el tratamiento de
los 80 es mínimo y a veces más bien realizado a troche
y moche. En la medida en que desarrolla su crítica
del sistema mediante una constante comparación con
otros contextos y procesos revolucionarios, Farber
propugna como ideal y como alternativa tanto para
el socialismo como para el capitalismo de Estado el
concepto de «socialización democrática» (p. 154).
De ahí que algunos capítulos sean más persuasivos
que otros: en aquellos dos en los que su resumen de
la evolución de las políticas de raza y género es tanto
detallado como abarcador, sus conclusiones apuntan
a la ceguera respecto al color del sistema cubano y a la
aprobación y neutralización mediante las limitaciones
de poder y toma de decisiones impuestas a la FMC, a la
que él ve primariamente como un grupo de presión de
poderes restringidos en lugar de un verdadero poder
político. Uno de los capítulos más impresionantes es
aquel donde su autor aborda exhaustivamente el tema
de los grupos disidentes; analiza su desarrollo teniendo
en cuenta el contexto y sus relaciones, y advierte, de
118
Par Kumaraswami
manera acertada, que muchos critican el sistema pero
pocos ofrecen soluciones viables para él.
Igualmente valiosa es su equilibrada perspectiva
sobre el papel de la Iglesia católica como corredor entre
los actores políticos en Cuba y los Estados Unidos. En
su conclusión, regresa a la cuestión de equilibrar lo
acertado y lo erróneo al evaluar la Revolución cubana,
y manifiesta que resulta falto de ética y poco sincero
sostener que el bien colectivo pueda ser utilizado
como justificación para los muchos mecanismos
represivos inherentes al sistema cubano: para Farber,
la Revolución ha alcanzado algún progreso como
proceso modernizador —en la educación, la posición
de las mujeres, en la participación política (aunque sin
control)— pero son, en última instancia, sus estructuras
burocráticas las que, para este autor, hacen de Cuba una
nación menos moderna de lo que fuera antes de 1959.
Así, recurriendo a los escritos de Marx y Engels sobre
la cuestión del progreso y la independencia política,
la conclusión definitiva de Farber es que «la suma y la
resta aritméticas de ganancias y pérdidas es el enfoque
equivocado en cuanto a la cuestión de si un sistema
social o político es progresista y debe ser apoyado
políticamente», y que hay una pérdida particular
—la del «grupo clasista […] y de la autonomía y la
independencia políticas individuales»— que no puede
ser compensada por otras ganancias (p. 276). Por
lo tanto, para Farber, hay derechos absolutos que no
pueden admitir compromisos, y brinda una amplia
variedad de casos, más allá del ejemplo de Cuba, en
los que los trabajadores han intentado obtener esos
derechos pero jamás los han logrado.
Por otra parte, el abordaje de Kapcia se caracteriza
por una tendencia más pragmática y empírica;
demuestra gran habilidad para presentar tanto aspectos
negativos como positivos, y verlos en constante
movimiento como respuestas a un contexto cambiante
(externo e interno), las cuales siempre son una mezcla
de pragmatismo e idealismo. De hecho, en su primer
capítulo, Farber dirige muy duras críticas a «los
apologistas de la dictadura» y al relativismo político en
general. Le apunta específicamente a Kapcia, el cual,
en su opinión, está siendo poco sincero al sugerir una
alternativa a los enfoques estándares «occidentales»
respecto a Cuba como dictadura sin brindar una
definición precisa de los «no occidentales» (p. 35). No
obstante, es ese justamente el punto y el objetivo central
del libro de Kapcia: estudiar la Revolución no solo con
respecto a otros sistemas y procesos, occidentales o no,
sino analizarla en términos de su propia lógica, sujeta
a tensiones internas y externas. Aun cuando cubre
gran parte del mismo terreno que Farber (aunque,
como mencionamos, de un modo considerablemente
más sucinto), el texto de Kapcia está enmarcado en
—y apuntalado por— la necesidad de entender la
Revolución cubana en sus propios términos, en toda
su complejidad y todas sus contradicciones, con sus
propios patrones y ritmos, y no como un mero estudio
de caso que ilustre algunas verdades trascendentales,
universales y posiblemente absolutas. Dicho de otro
modo, su objetivo es examinar la diferencia y la
distancia de Cuba respecto a otros modelos y teorías de
gran envergadura, en lugar de su relación con ellos.
Dada la canonización de ciertas perspectivas que
entienden la Isla como dictadura o satélite soviético
y, más recientemente, como encaminada de manera
inevitable a un tránsito hacia la democracia capitalista,
esta es una mirada que sin dudas atraerá algunas
críticas de eruditos sobre Cuba. Sin embargo, el
estudio descose con cuidado y paciencia las múltiples
motivaciones, objetivos y tensiones, y revela los
muchos actores y espacios en los que la Revolución
cubana ha evolucionado, así como ofrece algunas
razones convincentes respecto a por qué ha sido
capaz de sobrevivir. Su enfoque por capítulos llama la
atención explícitamente sobre su comprensión de la
Revolución como una serie de procesos, informados
y conducidos por un juego dinámico, susceptible
de ser adaptado al gusto y en constante cambio de
códigos, discursos y mitos que apuntan —no siempre
con éxito— a la revigorización de la Revolución para
resemantizarla. Por lo tanto, el cuadro que emerge
ofrece —al menos a esta lectora— un punto de vista
más complejo sobre cómo laboran en la sociedad la
formulación de política y las políticas: la lectura de
Kapcia sugiere una combinación de procesos de arriba
hacia abajo y de abajo hacia arriba, una reciprocidad
entre el liderazgo político y la población que se logra
mediante una mezcla de idealismo y pragmatismo y a
través de la labor crucial de instituciones que no son
parte del Estado ni de la sociedad civil, pues semejante
dicotomía es incapaz de dar cuenta del carácter único
de las estructuras sociopolíticas cubanas. De ahí que,
para Kapcia, el nivel de «democratización» presente en
Cuba sea un blanco en movimiento, y la distancia entre
las bases y el poder real y el grado de conformidad que
se espera de la población dependa de un conjunto de
factores políticos, sociales y económicos, de los cuales
es significativo el grado de amenaza real o percibida,
tanto interna como externa, en que se encuentre la
Revolución.
Por su parte, Farber considera que esta es una
empresa de arriba hacia abajo y en gran medida
monolítica a través de la cual el Estado (y a menudo
la figura de Fidel) se alza en oposición a la sociedad
civil y al poder de los trabajadores. Kapcia, en cambio,
describe un «sistema» más poroso e indefinible en el
cual múltiples espacios y actores ocupan posiciones de
relaciones y dinámicas que cruzan entre estructuras
políticas, organizaciones de masa y actividad local
de las bases. En resumen, el texto de Kapcia alienta al
lector a comprender a Cuba mediante los rasgos que la
distinguen de otros sistemas (en apariencia similares)
en lugar de a través de los lentes de esos sistemas. Por
ende, su objetivo es mantener un cuidadoso punto
medio entre el excepcionalismo y la generalización
excesiva por la vía de aplicar los modelos existentes.
Tal vez debido al contraste en los auditorios
imaginados, hay que observar una seria consecuencia
de esta diferencia de envergadura entre los dos
estudios: tiene que ver con la relación entre la evidencia
empírica y la teoría desarrollada en cada uno. Kapcia
usa la evidencia como trampolín para construir un
argumento emergente, mientras que Farber a veces
dispone de ella para apoyar sus suposiciones a priori
sobre (y su claro desencanto con) la Revolución cubana.
La clave de esta discordancia y el grado de persuasión
de cada relato dependen de las maneras distintas en
las que cada autor contempla la posición de Cuba en
el mundo. Farber presenta, en lo fundamental en los
capítulos 1 y 3, un impresionante surtido de versiones
de —y experimentos con— la revolución, el socialismo,
el maoísmo, el marxismo del siglo xx. A través del
lente de esos experimentos, interpreta la Revolución
cubana (y lo que vino después de ese acontecimiento)
como un intento fallido de socialismo de Estado que,
por temor a entregar el poder de la élite política,
oprime el potencial para cambio político que solo
puede radicar en estructuras democráticas conducidas
por los trabajadores. Como tal, la esfera pública no es
verdaderamente incluyente en tanto niegue el poder de
esos actores. En verdad, en la medida en que avanza
el volumen, su modo de enmarcar acontecimientos y
decisiones —sobre todo durante y después del Período
especial— se inclina con determinación hacia el
planteamiento de un tránsito al capitalismo en Cuba
que dotará al trabajador de mayor autonomía que la
situación actual de dependencia de este respecto a un
Estado ineficiente y controlador. Kapcia, por su parte,
ve la Revolución como un proceso en lugar de un
acontecimiento y, como tal, se basa en sus continuidades
y su coherencia internas: un enfoque central de dicho
autor es que Cuba no puede ser comprendida según
paradigmas externos, y en términos de cómo entender
el funcionamiento de la esfera pública en la Isla, su
visión se caracteriza por reconocer las zonas grises,
las contradicciones y las múltiples posibilidades de la
experiencia cubana que, además, postula una visión
más compleja.
También resultan discernibles otras diferencias de
diseño y de enfoque temático que, aunque sin restar
valor al ámbito amplio de cada estudio, sugieren que
la comprensión que cada autor tiene de Cuba está en
verdad subrayada por su propio posicionamiento:
mientras que Farber dirige su enfoque a los grupos
¿Cómo entender la Revolución cubana? Dos perspectivas externas
119
identitarios y a las políticas de identidad en sus análisis
de género, raza y sexualidad después de la Revolución
(y por ende sigue muchos trabajos emprendidos en
los estudios culturales en los Estados Unidos, si bien
se aleja de ellos a través del nivel de complejidad del
análisis), el estudio de Kapcia pone énfasis en los
conceptos de nación y desarrollo en la construcción
y la reconstrucción de la Revolución, y toma la
ideología y la moralidad —individuales y colectivas—
como discursos centrales que han garantizado la
supervivencia de la Revolución. En ese sentido, es
importante el concepto y el discurso de que Cuba está
sitiada, una mentalidad que ha sido interiorizada por
amplios sectores de la población y que continúa siendo
manipulada con el fin de justificar el atrincheramiento
y el autoaislamiento. Aunque Farber sigue la tradición
de ver la mano de Fidel virtualmente en toda política
y práctica, el epílogo de Kapcia presenta un punto de
vista más equilibrado y matizado del antiguo líder:
reconoce su continua influencia, pero también admite
las contribuciones de otros actores políticos desde
tiempos de la insurrección y en adelante.
Decir cuál estudio es más convincente depende, por
supuesto, del auditorio, de sus propios presupuestos
y sus necesidades. En verdad, tal vez valga la pena
considerar que el contexto inmediato en el que cada
erudito labora ha dejado su rastro en cada uno de ellos.
En ciertos sitios de la esfera pública y de la Academia
de Norteamérica, por ejemplo, el trabajo de Farber
sería sin dudas condenado como excesivamente
benévolo hacia la Revolución; en esos mismos sitios,
el trabajo de Kapcia podría ser desechado y pasado por
alto en términos aún más estridentes. Para un auditorio
británico, el libro de Farber podría ciertamente estar
en armonía con algunos eruditos y grupos políticos
izquierdistas, pero sería descartado por otros como
demasiado simplista.
En conclusión, la crítica que Farber hace a Kapcia
falla al no reconocer lo que este último intenta en su
volumen: un enfoque claro que ponga a Cuba en el
centro del análisis y en el que la comparación con
otros modelos sea un objetivo secundario, en lugar
del abordaje de estudio de caso adoptado por Farber,
que ubica en primer término esos modelos con el
fin de poner a prueba el cubano, al contrastarlo con
aquellos. La impresión que en ocasiones tiene el lector
del libro de Farber (y es algo que queda más explícito
aun en sus conclusiones bastante idealistas) es la de
estar en presencia de un erudito que, si bien con una
meticulosidad deslumbrante, colecta evidencias para
explicar y justificar su desilusión con lo que percibe
como una revolución popular fracasada. En última
instancia, el enfoque más moderado y equilibrado
de «bastos brochazos» de Kapcia —y su compromiso
con el examen de lo empírico antes de desarrollar lo
120
Par Kumaraswami
conceptual— brinda un relato más convincente de una
Revolución aún demonizada e idealizada —en medidas
desiguales—, y cuyas complejidades requieren, pero no
siempre reciben, un tratamiento cuidadoso.
Traducción: David González.
, 2014
S
Y Cuba...
¿hasta
dónde llega?
Laura Ruiz Montes
Editora.
Editorial Vigía, Matanzas.
egún ha dicho Porter Allen, de manera rápida y
entendible, «el Caribe llega hasta donde suenan
las maracas…». Es posible coincidir o no con
el axioma, pero resulta innegable la cantidad
de preguntas que esta afirmación desata. Una de ellas
podría ser: ¿entonces hasta dónde llega Cuba?, o mejor
aún, ¿hasta dónde podría llegar Cuba?
En momentos en los que el corrimiento y/o desdibujo
de límites es característica cotidiana, deberíamos estar
acostumbrados a los entrecruzamientos más allá de las
fronteras nacionales y psicológicas. Sin embargo, aun
sabiéndolo debemos celebrar la aparición de sendos
libros escritos por dos académicas cubanas que hacen
vida y obra fuera del territorio nacional y que se unen
en ese punto en común que es el intento de narrar la
nación: Escrito en cirílico. El ideal soviético en la cultura
cubana posnoventa, compilación de ensayos de Damaris
Puñales Alpízar, profesora de la Universidad Western
Case Reserve de Cleveland y Cuba post-soviética: un
cuerpo narrado en clave de mujer, de Mabel Cuesta,
profesora de la Universidad de Houston.* Cuba/URSS/
Estados Unidos se convierten en una triangulación que
no es detalle menor, sino un agregado enriquecedor
del resultado final sobre la base del nomadismo de
ideas y una contaminación absolutamente saludables
de la labor creativa privilegiada por el poder de la
«errancia».
Cada día más, la observación de las subjetividades
históricas está llamada a tener un peso real en la
conformación de los relatos nacionales. Indagar,
preguntar, hurgar hasta lo posible en los rincones de
las sensibilidades y emociones es quizás un camino
muy productivo para comprender de dónde venimos y
qué nos ha conformado; a tal labor se entregan ambos
volúmenes mencionados. A su vez, la inserción cada vez
más acertada del binomio URSS-Cuba en los estudios
actuales ayuda a desenredar la madeja histórica y a (re)
colocar la Isla en el mapa general, en el trazado de la
totalidad del mundo cultural presente.
Puñales Alpízar sabe de la importancia del diálogo
entre las raíces y los suelos y techos sucesivos que
termina por crear la enjundia que somos, la mezcla
de vida que por elección o imposición se va sumando
para convertirnos en una suerte de complejísimos
collages. Con ese barro la académica ha amasado su
pensamiento.
Hoy, cuando aún resulta un poco extraño volver a
contemplar las playas cubanas colmadas de turismo
ruso, o nos quedamos pasmados cuando nuestros hijos
aparecen en casa con muestras de dibujos animados
* Damaris Puñales Alpízar, Escrito en cirílico. El ideal soviético en
la cultura cubana posnoventa, Cuarto Propio, Santiago de Chile,
2012; Mabel Cuesta, Cuba post-soviética: un cuerpo narrado en
clave de mujer, Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2012.
Y Cuba...
¿hasta dónde
n. 77: 121-123,
enero-marzo
dellega?
2014
121
de la antigua URSS, o cuando nos sorprendemos
alimentando el recuerdo de nuestros «gloriosos»
años 80 y celebrando a mandíbula batiente los frascos
de conservas, la latas de carne rusa, las películas, la
colección de revistas Sputnik y todo cuanto de aquel
país recorrió la Isla y, por supuesto, nuestras vidas,
este libro brinda una buena parte de la explicación, la
preciada posibilidad de entender, de entendernos.
La autora, en esas páginas, repasa las relaciones
entre las dos naciones a partir de los años 20 del pasado
siglo para manifestar los vínculos entre países distantes
geográficamente, pero cercanos en afanes políticos y
procesos culturales. Con la indiscutible ventaja del
insider concibe e inserta la expresión «comunidad
sentimental soviético-cubana» en las matrices del
surgimiento y devenir de la conciencia nacional.
Asimismo, descubre y muestra la ruta que va de lo
impuesto a la relación natural.
El tomo se centra entre los años 60 y los 90 y su
influencia en la producción cultural posterior a ellas.
Valora detalles simbólicos como la cohesión de una
lengua, el legado emocional y estético, la educación
sentimental y académica generadora de nostalgias,
independientemente de credos y filiaciones políticas.
Valiosas obras influidas por «lo soviético», que alcanzan
madurez intelectual paradójicamente después del
fin de la URSS y no durante sus años de existencia,
son expuestas aquí con sagacidad. Además, los
acercamientos críticos revelan la importancia de la
subjetividad antes mencionada en el conglomerado
de identidades en tránsito, dispersas y múltiples,
configuradoras de la ineludible Cuba actual.
A la manera de Harold Bloom, Damaris Puñales
también concibe la crítica como forma autobiográfica.
Nutrida por una «estética del fragmento» muestra
generaciones que, formadas bajo la ascendencia
soviética, constituyen hoy parte de la saludable
diferencia en el panorama antropológico de la Isla y
más allá de sus fronteras naturales. Una buena porción
de las lecturas posibles que se derivan de sus análisis
están signadas por un hilo conductor: la nostalgia por
lo soviético no es un constructo ni es personal, sino
colectiva, pero, sobre todo, es algo en lo que no estamos
solos y esa compañía podría ser uno de los pilares para
el sostén diario.
Hoy que las noticias no llegan a través de los radios
VEF, que ya no existen los viajes a países socialistas, que
el oso Misha ha sido cambiado por tantos y tantos otros
emblemas, que la lata de leche en polvo soviética ha
largado el fondo por la herrumbre, nos queda, eso sí, la
vivencia, el estremecimiento que supuso la caída de aquel
paradigma social y su impronta en la realidad y cultura
cubanas. Pero, sobre todo, quedan estas indagaciones
que se insertan en el estudio de la memoria cubana y
en la necesidad de recuperarnos como nación total que
122
Laura Ruiz Montes
agrupe la historia de las ideas y la cotidianidad de las
sensibilidades.
Desde las páginas de Cuba post-soviética: un cuerpo
narrado en clave de mujer, Mabel Cuesta superpone
cuerpo nacional y cuerpo femenino en un espacio
(psicológico y sociológico) donde ambos se funden
para conseguir una representación que de modo
ubicuo relate la historia nacional y en el que el elemento
nostálgico no ocupe la primera plana. Su texto se
centra en la época postsoviética y en las diferencias
existentes en los discursos literarios de las narradoras
que conforman su campo de observación. ¿Cómo estos
discursos ayudan, se insertan, se evaden, se construyen
a sí mismos o traspasan las fronteras nacionales en la
edificación de la «nueva» historia cubana? Esa parece
ser una de las claves del volumen.
La ensayista toma como centro a doce escritoras
cubanas, en su mayoría nacidas después de 1959; sin
embargo, su trazado va a los orígenes, y proporciona
una interesante cartografía que muestra la ruta
innegable del feminismo de la Isla desde los años 20 y
evidencia no ya los hechos aislados de una u otra etapa,
sino el largo y matizado proceso hasta nuestros días.
Con total claridad aparecen expuestos algunos nexos
entre las acciones del club femenino que en las primeras
décadas del siglo xx intentó agrupar a las mujeres y
la creación, en 1960, de la Federación de Mujeres
Cubanas. La insistencia en el valor de la tradición en
la Historia cubana constituye uno de los méritos más
notables que asoman en el texto. A ella nos convoca
su autora en la aspiración de encontrar el camino de
pasado a presente que permitirá, a su vez, una mejor
visión y basamento para el futuro.
Obras escritas en los años 80 y los 90 del pasado
siglo y en la primera década del presente, permeadas
por eventos históricos, sociales y políticos del momento,
son estudiadas desde una justa perspectiva a la par que
presentadas dentro del relato literario mayor, con
énfasis en autoras nacidas entre 1959 y 1975, corpus
seleccionado por la investigadora, quien se apresura a
dejar muy clara la existencia de un círculo más amplio
y extendido, merecedor de estudio aparte.
El valor de las antologías más allá del afán
arqueológico, el reconocimiento de un discurso que se
reconfigura a partir del sujeto-país devenido identidad
femenina, el valor de los «puentes» generacionales, y de
las representaciones sociales en la narrativa cubana son
privilegiados también desde esta labor ensayística.
La importancia de la memoria como ejercicio crítico
en no pocas de las obras estudiadas está casi al centro
de los acercamientos de Cuesta, en tanto le permiten
mostrar el corrimiento del imaginario nacional cubano
luego de la caída del muro de Berlín y reflejado en
un sujeto mujer fragmentado y bifurcado. Mujeres
narradas por mujeres pueden ser leídas como la Isla
narrada por las islas/individualidades que la colman
y construyen.
Tanto Puñales Alpízar como Cuesta han tomado la
muy acertada decisión de estudiar creaciones y autores
que viven tanto en Cuba como en otras regiones del
mundo, lo cual enriquece ambos volúmenes y logra un
diálogo efectivo con la Cuba real, con lo que la insertan
en el relato global actual.
Escrito en cirílico… reúne acercamientos al
audiovisual cubano y las coproducciones fílmicas
cubano-soviético-rusas, así como los cambios estéticosideológicos vividos por las escritoras en el período
abordado. Mientras que las huellas soviéticas en la
Cuba literaria quedan explicitadas en la revisitación
a las trilogías de Jesús Díaz y José Manuel Prieto que
orgánicamente se enlazan con la literatura de Anna
Lydia Vega Serova, Gleyvis Coro, Emerio Medina,
Reynaldo González y Alexis Díaz Pimienta, por solo
mencionar algunos de los autores elegidos cuyas obras
revelan una subjetividad moldeada por más de una
treintena de años de presencia soviética en la Isla.
Cuesta, mientras tanto —abriendo también el
portón—, narra y exhibe una Cuba literaria que,
amparada en escrituras y poéticas diferenciadas pero
con ciertos ejes comunes, va desde la insoslayable
presencia de Sonia Rivera Valdés, con su Premio
extraordinario Cuba-Estados Unidos convocado por
Casa de las Américas, hasta la representación por parte
de Ena Lucía Portela de posturas desacralizadoras de
la historia nacional, invisibles durante mucho tiempo
en la narrativa cubana. En el arco intermedio aparecen
Karla Suárez, Jacqueline Herranz y Anna Lydia Vega
Serova, entre otras, unidas todas en la tarea de (re)crear
y (de)mostrar una nueva subjetividad acorde con el
momento histórico actual, al reflejar identidades que,
aunque en tránsito, están absolutamente personalizadas
y, en la mayoría de los casos, procuran la integración
de una cultura cubana libre de estancos.
Ambas ensayistas, quizás sin proponérselo, son
la muestra en la praxis de lo que estudian, plantean
y concluyen. Puñales Alpízar se reconoce como una
«niña rusa», se sabe parte de esa comunidad sentimental
que tan bien describe y desde la introducción de su
libro confiesa una implicación emocional directa
con su objeto de estudio. Regala una intervención
personalísima al contar su sueño estudiantil de visitar
la URSS y sus maneras de acercarse años después a ese
sueño, cuando recibe clases de idioma ruso primero en
México y luego en Iowa, estudios que siempre la hacen
experimentar la cálida sensación de «volver a casa».
Cuesta, en cambio, está en la línea fronteriza de las
narradoras estudiadas. Nacida en 1976, ha publicado
libros de cuentos tanto dentro como fuera de la isla
caribeña, con un discurso propio en juego con el
engranaje insular de intramuros y de la diáspora. Así,
además de lo acertado de las poéticas de sus volúmenes
de ensayos, sus autoras agregan el hecho de ser ellas
mismas el mensaje. Queda claro que —para decirlo en
voz de la poeta uruguaya Idea Vilariño— es posible ser
«testigo, juez y Dios/ sino, ¿para qué todo?».
, 2014
Y Cuba... ¿hasta dónde llega?
123
M
Acerca
de Mañach:
un libro
oportuno
y necesario
Marta Lesmes
Investigadora.
Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor
ás allá del mito. Jorge Mañach y la
Revolución cubana, * documentado
estudio de Rigoberto Segreo y Margarita
Segura, constituye un texto oportuno y
esclarecedor. Por su condición de intelectual burgués
contrario a la ideología marxista leninista establecida
al radicalizarse el proceso revolucionario y por su
abandono del país en 1960, Jorge Mañach tendió sobre
su imagen un velo de sombra que parecía condenarlo
para siempre al ostracismo de la historia nacional.
A partir de entonces, el análisis de su figura se
asumió desde posiciones ideológicas extremas. Dentro
del país, el legado de Mañach fue drásticamente
omitido, cuando no estudiado de manera esquemática.
Fuera de Cuba, este intelectual ha sido considerado,
sin fundamento real, un paladín de la oposición. Para
no ser condenado, no le valieron su devoción por José
Martí y su reconocimiento del Héroe Nacional cubano
como paradigma de hombre íntegro en la vida pública y
privada; tampoco su antimperialismo y antinjerencismo
convencido, su crítica de los males que determinaron a
un grupo de jóvenes a elegir las armas para cambiar el
estatus político en la Isla, el haber prologado la primera
versión de La historia me absolverá; o su simpatía por
Fidel y la Revolución en los primeros momentos del
triunfo, demostrada en programas televisivos donde
no pocas veces quedó mal parado, lo que le valió ser
ridiculizado en la prensa por quienes no entendieron
su posición mediadora.
Este trabajo de rectificación debe celebrarse por su
novedosa y certera contribución al proceso de recuperar
la obra de Jorge Mañach, iniciado en la década de los
90 del pasado siglo, porque a pesar de las múltiples
miradas a su figura realizadas desde entonces dentro
de Cuba, a las cuales los autores se acercan de modo
detallado y crítico, «el autor de Martí, el Apóstol sigue
siendo poco menos que un desterrado de la cultura
cubana» (p. 9).
La estructura del libro en dos partes resulta
interesante, especialmente la primera de ellas, donde al
mismo tiempo que se aborda la vida nacional se narra
la del ciudadano Mañach, inmerso en las contradicciones
del país. En la segunda se ofrece una selección de sus
textos publicados entre 1958 y 1960, los cuales ratifican
las ideas reivindicadoras sobre las que se sustenta el
análisis de Segreo y Segura.
El capítulo inicial, titulado «El mito Mañach»,
presenta coordenadas que luego se desarrollarán a
lo largo del libro. Resulta capital la evaluación de las
razones por las cuales Mañach fue tan desacreditado.
La de mayor peso, sin dudas, es el desconocimiento que
* Rigoberto Segreo y Margarita Segura, Más allá del mito. Jorge
Mañach y la Revolución cubana, Editorial Oriente, Santiago de
Cuba, 2012.
124
Marta Lesmes
n. 77: 124-126, enero-marzo de 2014
se tiene de la época neocolonial, estigmatizada de cierto
modo, y alrededor de la cual «predomina un enfoque
simplificador, que hace casi tábula rasa de la riqueza
cultural de ese período» (p. 10). Esta causa lleva, en
cadena, a otras de gran magnitud: el silenciamiento del
pensamiento liberal de la primera mitad del siglo xx
y su abandono como objeto de estudio de las ciencias
sociales, al no corresponder tal pensamiento con los
presupuestos ideológicos de la Revolución, hecho que
ha generado falta de interés en la investigación y falsos
o distorsionados criterios sobre la etapa.
A l c r it i c ar t an l ame nt abl e s pro c e d e re s ,
obstaculizadores del conocimiento científico, se
presenta el objetivo del libro de modo consistente: no
solo la reivindicación de Jorge Mañach, sino, sobre
todo, «evaluar un sistema de ideas a partir de su propio
contexto y desde sus referencias teóricas y no desde
presupuestos ajenos a este» (p. 11). El volumen pone
de relieve que los criterios desfavorables en torno a
este intelectual y su obra, llegados hasta la actualidad,
surgieron en la confrontación con sus contemporáneos,
marxistas y no marxistas.
En «El mito Mañach», se realiza un escrutinio
minucioso de la bibliografía producida en el país, la
cual fue delineando entre los coetáneos de ese escritor
las opiniones contrapuestas que lo marcaron como
una figura polémica; asimismo, se analizan aquellos
textos que después del triunfo revolucionario, sobre
todo a partir de los años 90, retomaron desde diversas
posiciones el estudio de su legado. En esa indagación,
Segreo y Segura conceden gran importancia a la
polémica de Mañach con el grupo Orígenes, ocurrida
en 1949, y a la ruptura definitiva que, desde el punto
de vista estético, significó esta conocida controversia, al
extremo de «marcar la posición de toda una generación
de intelectuales frente a la obra de Mañach» (p. 17).
También se someten a examen la cruzada contra
Mañach emprendida desde las páginas del periódico
Hoy y las ideas de los intelectuales nucleados alrededor
de Lunes de Revolución, las cuales añadirían nuevos
resentimientos a los ya fijados por filiaciones políticas
previas a la época revolucionaria. Según aquella línea
de pensamiento, Mañach era un representante de «todo
lo burgués como expresión de una cultura decadente»
(p. 18). Convertido en «leyenda negra» durante la
década de los 60, esa «visión reduccionista y peyorativa»
(p. 19) persistiría en las siguientes, durante las cuales
textos como «El diversionismo ideológico en torno a
José Martí» y «Retratos infieles de Martí», escritos por
José Antonio Portuondo, fueron emblemáticos.
Como afirman Rigoberto Segreo y Margarita
Segura:
El punto de giro hacia una interpretación más objetiva
de Mañach en la cultura cubana se produjo a partir de
los años noventa, lo cual es parte inseparable de la ola
fresca de pensamiento que descongestionó ciertas esferas
intelectuales del país, de la flexibilidad de la censura y
la quiebra del marxismo ortodoxo, reproductor de aires
sovietizantes. (p. 25)
Aunque Más allá del mito… tiene una perspectiva
eminentemente histórica, no desconoce aquellos
trabajos destinados a destacar aspectos del quehacer de
Mañach en el campo de la cultura. En el acercamiento a
dichos estudios prevalecen las consideraciones críticas
de Segreo y Segura; no obstante, en ocasiones es de
notar la demanda de un enfoque histórico que queda
fuera de los objetivos de los trabajos analizados.
La forma de exponer los contenidos del volumen
muestra cómo se ha asumido la complejidad de
la materia abordada. Después de presentar en «El
mito Mañach» la punta del iceberg, se desentraña lo
profundo y espinoso del entramado subyacente. Dicho
contexto es revisado desde distintos ángulos; unas veces
se respeta y otras se altera el orden cronológico de los
hechos y las ideas. Para ello, Segreo y Segura apelan a
los propios textos mañachianos, a testimonios epocales
y a documentos diversos, de manera acuciosa, con
convencimiento de causa y sin dejar margen al tedio
en su estrategia discursiva integral; ejemplo de esto
último es que no colocan como primer apartado la
«Presentación abreviada», una breve síntesis biográfica,
que en un libro convencional se adelantaría a otros
tópicos.
Cada capítulo se adentra en temas del mayor interés.
En «La nación desustanciada» se analizan las relaciones
entre Cuba y los Estados Unidos, «uno de los problemas
enfrentados por Mañach con mayor sistematicidad»
(p. 51), a partir de las ideas esgrimidas en su libro
Pasado vigente (1939).2 En «Ilusión proteccionista»
se repasa su antinjerencismo. Uno de los capítulos
más extensos es «El nacionalismo cultural», donde se
profundiza en Mañach como teórico de la cultura y se
destaca su no asunción del mencionado nacionalismo
de una manera contemplativa. En «La disfuncionalidad
republicana» y «La militancia en el ABC» se retoman
aspectos examinados de manera independiente bajo
epígrafes anteriores, para asumirlos como totalidad
nacional, social, política; y se subraya el pensamiento
constitucionalista de Mañach al analizar el militarismo
en Cuba y las bases de la oposición de este intelectual
a los regímenes dictatoriales. A continuación, en
«El sueño democrático» y «Crítico y opositor de la
dictadura» se estudia la fisura en la tesis de la no
violencia propugnada por Mañach hasta mediados de
los 50. Esa ruptura es explicada en «El Movimiento
de la Nación», en cuyas páginas se resalta la tolerancia
hacia la única vía por la que sería posible acabar con el
estado de violencia e inconstitucionalidad instaurado
en el país por Fulgencio Batista.
Acerca de Mañach: un libro oportuno y necesario
125
«Relaciones con los moncadistas», «El gran salto» y
«Apoyo a la Revolución» son capítulos medulares para
el desmontaje de la «leyenda negra» tejida en torno a
Mañach y su relación con el triunfo revolucionario de
1959. En el primero se afirma:
El hecho de que no compartiera la lucha armada
preconizada por Fidel Castro, no fue óbice para que se
identificara con su causa y aprobara el programa expuesto
en La Historia me absolverá. Mañach mantuvo estrechas
relaciones con los jóvenes presos, se carteó con ellos y les
envió libros a la cárcel. Cuando muchos otros guardaban
silencio cómplice sobre los acontecimientos del Moncada,
él se arriesgó mostrando su adhesión a la causa de los
moncadistas y movilizando la opinión pública a favor de
la amnistía para los presos políticos. (p. 173)
Al abordar el espectro de las relaciones entre Mañach
y la Revolución cubana los estudiosos suelen omitir,
inexplicablemente, la activa participación del primero
en asuntos que los autores de Más allá del mito…
retoman con acierto, como la edición clandestina de
La Historia me absolverá y la redacción de la breve nota
de presentación que acompañó el folleto en 1954 —no
incluida luego en las versiones oficiales—, así como
el reconocimiento del compromiso que entrañó en el
editor y prologuista dicha actitud. En «El gran salto»
se demuestra cómo las ideas del ensayo «El drama de
Cuba»3 constituyeron «un hito [...] en la evolución del
pensamiento político de Mañach» (p. 185). En tal ensayo
él realiza un análisis pormenorizado de la dictadura
batistiana y justifica la necesidad de la vía armada
para alcanzar un cambio en el estatus sociopolítico
del país. En «Apoyo a la Revolución» se ofrece una
detallada caracterización de Mañach en el contexto
de los primeros años del triunfo revolucionario. Si la
postura objetiva, crítica y equilibrada de Rigoberto
Segreo y Margarita Segura ha permitido al lector
descubrir a largo del libro los rasgos y actitudes del
intelectual liberal burgués y su ideario democrático
nacionalista de la primera etapa revolucionaria, esas
características adquirirán en este epígrafe una mayor
relevancia. Despaciosamente se tocan los postulados
más importantes de la Revolución y cómo Mañach,
desde su pensamiento no revolucionario, se identifica
con las necesidades de Cuba en aquellos momentos.
En «El exilio en Puerto Rico» se analiza
desprejuiciadamente el abandono del país por
Mañach. Asimismo se reconoce la radicalización
del proceso revolucionario, su nueva orientación
política, y el consabido anticomunismo del ensayista,
se muestra cómo va quedando al margen quien
hubiera podido permanecer en Cuba, a pesar de
sus ideas; un nuevo escrutinio pone de relieve las
coordenadas complementadoras de la deslegitimación
de esta personalidad, hostigada por una hornada de
intelectuales que ni siquiera tenían una proyección
ideológica marxista.
126
Marta Lesmes
Finalmente, «El último libro» se concentra en su
obra póstuma: Teoría de la frontera,4 donde se aborda
el controversial problema del exilio. En el capítulo,
los autores insisten en la no evidencia de alusiones
negativas de Mañach contra la Revolución cubana,
ni de nada que fundamente la marginación histórica
sufrida por él.
Reitero que Más allá del mito. Jorge Mañach y la
Revolución cubana es un libro oportuno y necesario,
bien pensado y documentado, que aborda esta figura
desde una multiplicidad de aspectos demostrativos de
la complejidad del tema y de sus numerosas aristas, con
ideas expuestas de manera ponderada y sin prejuicios,
y siempre de la mano de una verdad probada que
convierte a Rigoberto Segreo y Margarita Segura en
verdaderas autoridades en cuanto a reconocer que el
legado de Jorge Mañach, a pesar de su no militancia
revolucionaria y lo controversial de sus ideas, no debió
ser nunca omitido del patrimonio histórico y cultural
de la nación cubana.
Notas
1. Véase Jorge Mañach, Pasado vigente, Editorial Trópico, La
Habana, 1939.
2. Véase Jorge Mañach, «El drama de Cuba», Bohemia, Edición de
la Libertad, La Habana, 11 de enero de 1959.
3. Véase Jorge Mañach, Teoría de la frontera, Universidad de Río
Piedras, San Juan de Puerto Rico, 1970.
, 2014
D
Fundar
ideas
y arrastrar
legiones
Mely del Rosario González Aróstegui
Profesora. Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.
esde el título, el último libro de Alfredo
Guevara nos incita a su lectura. Dialogar,
dialogar (Escuchar, enseñar, afirmar,
aprender)* recoge ideas claves del universo
social de los cubanos, que está exigiendo actuar
cotidianamente con inteligencia y creatividad, y
promueve espacios para la reflexión, con mayor
participación ciudadana en cada proceso y una
apertura al debate público.
Entre los años 2005 y 2011, Guevara sostuvo
varios encuentros con jóvenes estudiantes, artistas,
intelectuales. En el texto se reseñan estos contactos,
allí aparecen los que preguntan, los que comentan y
los que responden. Además, el volumen incluye los
temas más recurrentes del pensamiento de Alfredo,
al ofrecer algunas de sus intervenciones en actos de
universidades —las de Oriente, Las Villas, La Habana,
la de las Artes (ISA) y el Instituto Superior de Relaciones
Internacionales (ISRI)— y la entrevista que le hiciera el
cantautor Amaury Pérez para su programa televisivo
Con dos que se quieran.
En tales encuentros primó el diálogo, con una
presencia notable de testimonios sobre su inmensa obra
y sus experiencias como protagonista de la Revolución.
Con gran atención escuchó las diversas opiniones de los
más heterogéneos auditorios. Los jóvenes preguntaban
y Alfredo respondía con la solicitud del sabio que
siente que se le acaba el tiempo y debe aprovechar cada
oportunidad para educar y aconsejar sin desdeñar a
nadie.
No podía ser de otra manera viniendo de ese
«profesional de la esperanza» cuya obra de vida
trasciende debido a su lucidez de pensamiento y acción,
y desde la altura honesta del verdadero revolucionario.
En el encuentro realizado en la Universidad de La
Habana, en noviembre de 2005, Alfredo devela su
sentimiento de responsabilidad intelectual.1 Hace un
recuento de sus años estudiantiles, de la confianza
que depositara siempre en Fidel, del papel que
desempeñó la Universidad en los años previos al triunfo
revolucionario y el que debe tener hoy a la luz de las
nuevas circunstancias históricas.
Siguiendo el pensamiento de Alfredo Guevara
es posible entender el valor de crear a partir de una
convicción: el ejercicio intelectual se hace más eficaz
como acto revolucionario, porque comprender el
presente no significa legitimarlo a ultranza, sino
subvertirlo cada día en el acto mismo de la creación
revolucionaria, que no puede desprenderse de la
crítica y el debate. «No hay creación donde hay moldes
* Alfredo Guevara, Dialogar, dialogar. (Escuchar, enseñar, afirmar,
aprender), Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana,
2013. En lo adelante, las páginas indicadas entre paréntesis
corresponden a este texto.
n. 77:Fundar
127-129,
enero-marzo
de 2014
ideas
y arrastrar legiones
127
estrechos», se expresa en el volumen. En sus páginas, la
idea de la necesidad de asumir con creatividad las tareas y
los objetivos es recurrente. Su diálogo con estudiantes
y profesores del ISA2 denota esa preocupación latente,
porque en circunstancias cada vez más adversas acechan
a los cubanos la ignorancia y la mediocridad.
Asimismo, Alfredo enfatiza la visión cultural del
socialismo, inclusiva y profundamente humanista, que
abre un esperanzador puente a la diversidad. En una
cruzada que refleja su profunda vocación de profesor y
político va mostrando una idea del socialismo alejada
de criterios economicistas y amenazadores. Y afirma:
Tenemos que recuperar la esencia misma de la idea
socialista para salvarnos y salvarlo de la cristalización
que, en términos marxistas puros se llama ideología [...]
Creo que tenemos que volver a la Idea, la idea ética, que
es la inspiración de Marx. Quien haya leído El Capital y
otros textos de Marx —no que lo diga, sino que lo haya
leído de verdad— habrá comprendido que la inspiración
de Marx no es puramente económica, es ética. (p. 75)
De ahí su insistencia en que «la incultura no
puede ser la base del marxismo».3 En el intercambio
con estudiantes y profesores de la Universidad de La
Habana desarrolla importantes criterios que van desde
su percepción del marxismo hasta la forma en que
comprende la materialización del ideal socialista, con
mayor compromiso y militancia. Además, destaca el
papel del periodismo; estudiantes de esa carrera en la
citada universidad tuvieron la oportunidad única de
compartir con él la visión crítica que debe imprimirse
a la prensa cubana para estar en consonancia con los
lineamientos del VI Congreso del Partido.4
En la entrevista televisiva se ahonda un poco más
en sus convicciones, sentimientos, admiración por
Fidel y amistad con él, y en el sentido de su vida puesta
al servicio de otros, más que de sí mismo.5 Oyendo
a Alfredo uno se percata de que el transcurso de los
años no laceró sus deseos de luchar, de Fundar, con
mayúscula, o lo que es lo mismo, «fundar ideas y
arrastrar legiones».6
Desde su mayor creación, el Instituto Cubano
de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC),
este intelectual y político fue capaz de infundir
esperanza y desatar las más elevadas pasiones entre
sus contemporáneos... «porque si no hay pasión no
hay militancia». Y menciona el ICAIC en numerosas
ocasiones a lo largo de las intervenciones recopiladas en
este volumen. No puede desprenderse de su amor por el
cine, arte al que imprimió el sello de «revolucionario»
desde la fundación del Instituto en 1959, con la
certeza de cuánto podía tributar esta filmografía a la
construcción de la sociedad cubana.
Su obsesión: los jóvenes; porque «no hay modo
de ser revolucionario sin reconocer que el destino
debe estar en esas manos». En sentido general, todos
128
Mely del Rosario González Aróstegui
los encuentros que el volumen recoge apuntan a la
necesidad de fortalecer el proceso revolucionario
cediéndoles el protagonismo, confiando más en sus
capacidades, que han sido formadas, al fin y al cabo,
por medio siglo de Revolución.
Los jóvenes son el potencial de renovación espiritual,
de refundación moral que necesitamos, así lo muestra
el esfuerzo supremo de la Revolución por formar a ese
millón de universitarios que hoy estudian en centros de
todo el país. (p. 265)
Junto a ese grande del cine cubano, Fernando Pérez,
Alfredo se dirige también al auditorio de la Escuela
Internacional de Cine y Televisión, y aboga por la
inserción consciente de los jóvenes en la vida actual
de Cuba.7
Guevara revela las contradicciones lógicas de un
proceso en construcción y despierta el interés de
los valientes que no temen reconocer errores, con la
honestidad propia de los revolucionarios para los que
no hay descanso posible. Y llama a la labor fundacional:
fundar sin desmayar, porque esta es también tarea
primordial en las revoluciones. Así lo expone al recibir
el título de Dr. Honoris Causa en Ciencias Políticas por
la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas,8
con una vehemencia y una hondura que provocó en
todos los presentes la emoción propia de los grandes
sucesos, al ser partícipes de un relevante discurso con
una visión profundamente crítica y revolucionaria de
la sociedad cubana actual.
Y fundar y fundar, fundar el amor al saber, al ser
verdadero, ser desde o más humano y hacerlo para y
entre los jóvenes [...] Fundar, fundar en las conciencias,
en la conciencia joven, una a una, fundar-sembrar
desde el saber si es aquel que ya integrado en la eticidad
puede atreverse a proclamar y entonces se sabrá otra
vez escuchado, que la mano que otra, todas las manos
estrecha, es la que se propone la belleza en y desde el
socialismo. (p. 217)
Y al enfatizar la belleza, no solo en este discurso,
sino también en otros encuentros, Alfredo reconoce la
necesidad de luchar porque ella, en nuestra sociedad,
no sea solo intención, sino que se materialice en
cada acción. Le descubrimos entonces, eterno joven,
con muchas ganas de hacer y de amar, defendiendo
la belleza con propuestas ajenas a la banalidad, la
chapucería y el mal gusto. No se trata solo del sentido
estético de las cosas, sino de desterrar la formalidad,
la ausencia de detalles, carencia que afea y vulgariza la
cotidianidad del cubano. «La fealdad merece el rechazo
del hombre, es enemiga de nuestro ideal —diría— dime
por qué se infiltra entre nosotros y es cosecha de cuanto
el socialismo toca» (p. 218).
Otra de sus divisas es refundar el socialismo con
mayor participación ciudadana, desestatizando todo
mecanismo que burocratice la sociedad y aleje el ideal
socialista, al hacerle perder credibilidad y belleza. Al
respecto, manifiesta en el prólogo del libro:
No habría modo de refundar el socialismo sin desterrar la
fealdad, la miseria y la ignorancia, enemigas imperialistas
que se empeñan en invadirnos y andan infiltradas. E
insisto, habrá que desterrar la fealdad con la miseria
cuando esté presente, y definitivamente la ignorancia
que resiste. Son rasgos incompatibles con el socialismo.
El socialismo tendrá que ser definitivamente neorenacentista cultor de la belleza. Es el socialismo en que
creo, el que quiero. (p. 35)
En el ISRI alguien le preguntó cómo se imaginaba
el socialismo, y de inmediato respondió:
Mejor que el que tenemos, el socialismo no funciona de
esta manera, pero siempre es socialismo, y tenemos que
construirlo de verdad mejor. Creo que nosotros hemos
logrado una sociedad más justa, más transparente,
más limpia, pero todavía no hemos logrado lo que
quisiéramos. (p. 131)
Y agrega, cuando se dirige a los estudiantes de la
Facultad de Química de la Universidad de La Habana,
y aboga por poner todas las fuerzas y las esperanzas en
la desestatización y desburocratización de la sociedad
cubana:
Si de veras logramos desburocratizar y desestatizar
la sociedad cubana [...] por fuerza, la sociedad en su
conjunto tendrá otro rostro. Ese rostro será, para mí, el
de la sociedad verdadera. Es decir, reencontraremos
el rostro verdadero de la sociedad que soñó la generación
de la que formo parte, porque ha existido siempre en
los sueños, en los propósitos de la Revolución desde su
inicio. (p. 287).
2. Véase Alfredo Guevara, «No podemos defender la diversidad
y olvidarnos que cada ser humano es diferente» (Encuentro en el
ISA, 26 de febrero de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 67.
3. Véase Alfredo Guevara, «La incultura no puede ser la base del
marxismo» (Encuentro en la Universidad Central «Marta Abreu»
de Las Villas, 20 de octubre de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 227.
4. Ibídem, p. 237. Véase, además, «Defender causas es el verdadero
periodismo» (Encuentro en la Facultad de Comunicación de
la Universidad de La Habana, 5 de mayo de 2010), Dialogar,
dialogar…, p. 135.
5. Véase Alfredo Guevara, «Soy un profesional de la esperanza»
(Entrevista con Amaury Pérez, Con dos que se quieran, 22 de
septiembre de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 191.
6. Véase Mely González Aróstegui, «Elogio a Alfredo Guevara en
su investidura como Doctor Honoris Causa de la UCLV», Santa
Clara, octubre de 2010.
7. Véase «Mi generación está obligada a generar transformaciones
que abran el camino a los jóvenes» (Encuentro en la Escuela
Internacional de Cine y Televisión, San Antonio de los Baños,
13 de mayo de 2010), Dialogar, dialogar..., p. 161.
8. Véase Alfredo Guevara, «Fundar es nuestra tarea» (Palabras en
la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas), Dialogar,
dialogar..., p. 215.
, 2014
Alfredo Guevara me enseñó a pensar y a repensar
la Revolución, a reconocer que existe un denominador
común en su gran obra: el ideal de justicia social que ha
promovido y la materialización en forma de proyecto
de la secular lucha por la liberación nacional que se ha
librado en Cuba.
Este libro conmina a defender esas causas, a
fomentar la cultura del debate, a «colocar las verdades
en el territorio de la crítica, entendida como recurso
revolucionario» y comprender la Revolución como
un espacio social donde la filosofía se hace política,
donde se piensa y se actúa —como dice Alfredo— para
conquistar toda la libertad, toda la justicia y toda la
belleza.
Notas
1. Véase Alfredo Guevara, «Nos hace revolucionarios aceptar la
responsabilidad de un proceso que ustedes terminarán» (Encuentro
por el aniversario 60 de la entrada de Fidel Castro a la Universidad,
Universidad de La Habana, 2 de noviembre de 2005), Dialogar,
dialogar. (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender), Ediciones Nuevo
Cine Latinoamericano, La Habana, 2013, p. 39.
Fundar ideas y arrastrar legiones
129
En torno a las estrategias de la fe
Dedicado a «Políticas de la fe», el número 76 de Temas
fue presentado por Natalia Bolívar —miembro del
Consejo editorial de la revista desde su fundación
en 1995—, el día 21 de enero de 2014, en el Aula
Magna del Colegio Universitario San Gerónimo de
La Habana.
En esta sección se publican
opiniones de nuestros lectores
contenidas en cartas y otras
comunicaciones dirigidas
a la Redacción, y diversos
textos de interés.
130
Mayerín Bello Valdés
Una muestra de satisfacciones posibles nos trae
el número 76 que hoy se presenta y que, con temas
seductores y oportunos, está dedicado a «Políticas
de la fe», argumento muy actual y propicio para
transitar el arduo camino hacia el entendimiento
social, religioso, cultural y político entre nosotros:
los cubanos y latinoamericanos.
Este número se inicia con el espacio Enfoque
conformado por nueve artículos y encabezado por
«Política y religión: nuevas necesidades, nuevas
propuestas», del investigador argentino Aldo
Rubén Ameigeiras; y «¿La religión nuevamente
“opio del pueblo”? Sobre religión y política en
América Latina», del chileno Cristián Parker; ambos
sociólogos que hacen énfasis en la necesidad de
consolidar la democratización de las sociedades
latinoamericanas como condición para abordar la
relación entre lo religioso, lo político y lo cultural.
Le siguen «Catolicismo y esfera pública:
revisitando el debate entre Habermas y Ratzinger»,
del filósofo jesuita Pablo Mella Febles, y «Bergoglio
antes de ser Francisco: catolicismo y política en
Argentina», del profesor Fortunato Mallimaci.
El primero esclarece el pasado del catolicismo,
las divergencias, convergencias y propone una
relectura que sirva para incursionar en el presente;
el segundo, nos presenta la trayectoria histórico-
religiosa y política de Jorge Bergoglio, «el Papa
latinoamericano».
Otro de los artículos de asegurada calidad que
conforman este dossier es «Nuevos movimientos
religiosos. Retos al escenario político cubano» donde
la socióloga Ana Celia Perera proyecta la urgencia
de cambios en esta nueva etapa de la historia para
establecer un consenso social que propicie las
transformaciones que urgen al país.
En su artículo «La Iglesia católica, la condición
política cubana y Palabra Nueva», el profesor
Maximiliano F. Trujillo, acertadamente, enuncia
los rasgos peculiares de la historia de la catolicidad
cubana hasta nuestros días y desentraña posturas
ideopolíticas, confrontaciones y sufridos obstáculos
discriminatorios. Empareja su tesis la importancia
que desentraña la lectura de Palabra Nueva,
publicación en la que colaboran intelectuales y
especialistas de reconocido prestigio que persisten
en cultivar la bella metáfora que un día dictó el
eminente intelectual Monseñor Carlos Manuel de
Céspedes cuando dijo que los cubanos, unidos,
organizados y sin interferencias foráneas, teníamos
la responsabilidad de construir «la casa Cuba».
Las opiniones de Tony Ávila, Julio Antonio
Fernández, Marcela González, Luis Sexto y Rafael
Hernández asoman en Controversia para tocar el
tema de la «Politización/despolitización en la cultura
ciudadana contemporánea».
La sección Entretemas constituye un muestrario
variado; sus páginas albergan textos de apreciable
calidad escritos por Arisbel Leyva; Rolando Misas;
Leodanis Torres y Vladimir Pita; y Santiago Alemán,
Jorge Pérez y Orlando Saroza.
Las páginas de Lectura Sucesiva recogen ensayos
y reseñas que entrecruzan el análisis y la información,
firmados por Pablo Rodríguez sobre el tema racial;
Diosnara Ortega con una mirada al último libro de
Julio C. Guanche; Sergio Pérez, en torno al discurso
del delirio en Jardín; Juan Lázaro Besada, que estudia
la poética trinitaria actual; y Laura Marrero con la
crítica a una historia vargasiana de violencia. A ello
le sigue la sección Correspondiendo que incluye las
palabras de Rafael Betancourt y Ernán Sarmiento en
ocasión de la presentación del número 75.
He querido dejar para el final el elogio al
análisis crítico de la antropóloga alemana Claudia
Rauhut, «La transculturación de la Santería y su
renegociación en Cuba», relacionado con el tema
de la globalización, los conflictos económicos,
sociales y políticos, los discursos ético-normativos,
la relación entre padrinos y ahijados, la exportación
y comercialización religiosa; en fin, una excelente
propuesta para discutir los procesos surgidos en
el contexto de las transformaciones económicas,
políticas y sociales en Cuba a partir de 1990.
A solicitud de mi «jefe», Rafael Hernández,
haré un pequeño resumen de los vaticinios de Ifá
dictaminados en la Letra del Año que regirá este
2014.
Esta ceremonia es uno de los ritos más solemnes
del Sistema adivinatorio de Ifá, traído por los esclavos
y que, hasta nuestros días, ofician los babalawos para
predecir el futuro de una nación, una comunidad,
una familia o una casa santoral. A través de sus
profecías y enseñanzas, con refranes y patakíes,
Orula aconseja, envía mensajes a los hombres,
predice acontecimientos naturales y pronuncia
recomendaciones de interés económico, social,
político y religioso. Indica las ofrendas para alegrar,
honrar y aplacar a las deidades con el propósito
de aliviar o buscar solución a los problemas que
se pudieran avecinar. En esta ceremonia se define,
además, el Orisha que gobernará y protegerá la
región, así como la bandera que ondeará durante el
año que comienza.
En 2014, la letra que dictaminó Orula fue Baba
Eyiogbe, oddún y mesías de Ifá donde hablan la
columna vertebral, el esternón, la caja torácica; es
el maestro de la respiración. El planeta que lo rige y
representa es el Sol; el punto cardinal donde se ubica,
el este; y su día propicio, el domingo (Oje Ariku). Sus
colores favoritos son el blanco y el naranja.
En los diversos mitos existentes, este oddún es
el encargado de designar la vida y los cuerpos de
los hombres, de formar los pueblos, los caminos
y la dispersión. Es quien establece el sistema de
preguntas y respuestas, porque en él nace la gran
virtud de la palabra.
Los orishas que regirán durante 2014 serán
Olokun y Yemayá, deidades del mar y los océanos,
por lo que se deberá tener en cuenta algunos aspectos
que pudieran afectar nuestro país; entre ellos, un
incremento de los problemas climatológicos y la
contaminación ambiental, lo que tendrá un impacto
negativo en la regularidad de las lluvias y crecerá la
probabilidad de serias penetraciones del mar.
En cuanto a la salud, se indica protegerse de
las exposiciones solares; atenderse a tiempo las
deficiencias óseas, pulmonares, neurológicas y
digestivas; así como evitar el exceso de sal en las
comidas y el consumo de bebidas alcohólicas.
En relación con los acontecimientos de interés
general, se esperan cambios en el orden social; se
incrementarán las discrepancias, el abuso del poder
y la pérdida de autoridad. En el seno familiar se
recomienda mayor protección, respaldo y cuidado
a los ancianos. Este signo sugiere tener, sobre todo,
131
paciencia y tolerancia, porque la paciencia del
sacrificio hace que lo imposible sea posible.
Y como reza uno de los poemas del oddún Baba
Eyiogbe:
¿Qué hombre puede vanagloriarse de ser más grande
que el elefante? Aquel cuya sabiduría llega a ser más
grande que la fuerza.
¿Quién puede reclamar ser más grande que el búfalo?
Aquel cuya su fuerza y destreza lo convierten en
indomable.
¿Quién puede vanagloriarse de ser más influyente que
el rey? Aquel que domina el oráculo de Ifá, y es capaz
de designar el futuro.
Ningún paño de cabeza puede ser más ancho que
aquellos utilizados por los ancianos de la noche.
Porque ellos, con su gran sabiduría y experiencia,
cubren la oscuridad y nos protegen de los maleficios.
Ninguna soga puede ser tan larga como la que usan
las brujas. Porque el cordón de la vida no se quiebra
hasta que la muerte llega.
Ningún gorro puede ser más famoso que una corona.
Porque los gorros cambian a menudo de cabeza,
mientras la corona mantiene la sucesión de una
dinastía.
En ancho o en largo, la mano no puede ser más alta
que la cabeza. Porque de ella crecen y se extienden,
sin límites, pensamientos, sueños, sabiduría y
enseñanzas.
Donde quiera que haya música, es el sonido de
la campana el que se oye más alto que los otros
instrumentos. Porque es el sonido que comunica los
mensajes celestiales.
La palma es más influyente que todos los otros árboles
del bosque. Porque es el único árbol que participa
íntegramente en el nacimiento de un sacerdote de Ifá.
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132
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5. Las referencias bibliográficas deberán contener los datos y el orden siguientes,
separados por comas: nombre completo y apellidos del autor (sin abreviar el
nombre excepto si el autor tiene dos, por ejemplo, Luis F. Pérez), título del libro
en itálicas y mayúscula inicial solamente (excepto si está en inglés o alemán),
editorial, ciudad, año y página (p.) o páginas (pp.). Ejemplos: Luis F. Pérez, La vida
leve, Letras Cubanas, La Habana, 1998, p. 3; Nicholas W. Garthoff, America’s Strategy
in World Politics, Institute for Policy Studies, Washington, DC, 1994, pp. 32-7.
6. Cuando se trate de artículos en revistas, después del nombre del autor se pondrá el
título entrecomillado, nombre de la publicación en itálicas, volumen (v.) o año (a.),
número (n.), ciudad, fecha, página (p.) o páginas (pp.). Puede añadirse la localización
electrónica. Ejemplo, Zoila Díaz, «Identidad y cultura», Revolución y Cultura, a. 5, n.
2, La Habana, abril-mayo de 1995, p. 18, disponible en www.revolucionycultura.
cu/1995/no2/diaz.html.
7. Si se trata de un artículo o capítulo publicado en un libro de otro autor, después del
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la abreviatura comp., ed. o coord., título en itálica, tomo (t.), nombre de la editorial,
ciudad, año, páginas (pp.). Por ejemplo: Orlando Hernández, «Los levantamientos de
esclavos», en Carlos Acosta, ed., Movimientos sociales en el siglo xix, Fondo de Cultura
Económica, México, DF, 1987, p. 56.
Al entregar el trabajo el autor deberá consignar su ocupación, un resumen de su
curriculum vitae; y dirección, teléfono, dirección electrónica o cualquier otro dato que
facilite su localización.
Los artículos pueden ser enviados a la dirección electrónica [email protected]. También
se pueden entregar impresos en las oficinas de Temas o enviarlos por correo postal,
siempre acompañados de una versión en soporte digital.
ÍNDICE DE TEMAS. 2013
Número 73 enero-marzo
Cambio climático y riesgo ambiental
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Heraldo Muñoz, «Una superpotencia de biodiversidad: retos de adaptación para América Latina y el Caribe», pp. 4-8.
Ramón Pichs Madruga, «Economía política del cambio climático», pp. 9-16.
Alonso Brenes, «Incertidumbre, cambio climático, cooperación. Notas para el Caribe», pp. 17-24. Roberto Piñeiro, Arsenio J. Areces y Eduardo Salinas, «Cambio climático, sustentabilidad y gobernanza», pp. 25-31.
Jesús M. Pajón, «Paleoclimas y paleohuracanes en el Gran Caribe: una perspectiva sobre el cambio climático»,
pp. 32-38. José Rubiera, «Huracanes, cambio climático y reducción del riesgo», pp. 39-43.
Patricia Ramírez y Adriana Bonilla, «Gestión del riesgo ambiental, amenazas y pronósticos», pp. 44-49.
Guillermo Mesa Ridel, «Reducción de desastres ante el cambio climático desde la salud pública», pp. 50-56.
Rafael Hernández, «Seguridad y prevención. Entrevista al Coronel Miguel Ángel Puig», pp. 57-60.
Mayra Espina, «Justicia climática: un enfoque alternativo para las políticas de equidad», pp. 61-68. «Actualizando el modelo: economía política y cultura» (panel de debate), pp. 70-80. Participantes: Narciso Cobo,
Emilio Duharte, Armando Nova González, Tania García.
Gilberto Padilla Cárdenas, «Figuras de la transpolítica. La escritura axiológica caribeña», pp. 82-90.
Daybel Pañellas, «¿Será posible cambiar las mentalidades?», pp. 91-99.
Dion E. Phillips, «Terrorismo y seguridad en el Caribe: revisando el atentado de Barbados», pp. 100-106.
Zaida Capote Cruz, «Dos libros sobre El Puente», pp. 108-114.
Camila Piñeiro Harnecker, «La empresa estatal vuelta a examinar», pp. 115-119.
José Luis Rodríguez, «Cuba en la era de Raúl Castro: una mirada desde lejos a la economía cubana», pp. 120-124.
Elena Díaz, «El otro golpe: conspiración y paro petrolero en Venezuela», pp. 125-128.
Número 74 abril-junio
¿Sociedad de la información o del conocimiento?
134
• Armando Malheiro da Silva, Miguel Á. Rendón Rojas, Emir Suaiden, Pedro Urra, Raúl Garcés, «Sociedad de la
información: un simposio», pp. 4-12.
• Francisco Sierra, «Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea»,
pp. 13-20.
• Rosa Miriam Elizalde, «La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0», pp. 21-29.
• Lazaro J. Blanco Encinosa, «Aspectos morales y éticos de las TIC», pp. 30-37.
• Roberto Suro, «Políticas digitales, Barack Obama y la campaña de 2012», pp. 38-43.
• Ángeles Diez Rodríguez, «Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M», pp. 44-53.
• Milena Recio Silva, «Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica», pp. 54-61.
• Elaine Díaz Rodríguez y Firuzeh Sokooh Valle, «Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas
públicas», pp. 62-67.
• Hamlet López García, «Cultura digital participativa y software libre en Cuba», pp. 68-74.
• Dayron Roque Lazo, «Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba», pp. 75-81.
• Julio García Luis, «La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos», pp. 82-90.
• «El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe» (panel de debate), pp. 92-103. Participantes:
Raúl Garcés, Tania García, Ismael González, Rafael Hernández.
• Gabriela Quezada Calderón, «Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador», pp. 105-113.
• Katia Figueredo Cabrera, «Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo», pp. 114-121.
• María Montes, «El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador», pp. 123-129.
• Ernesto Molina Molina, «Cincuenta años de la economía cubana», pp. 130-135.
ÍNDICE DE TEMAS. 2013
Número 75 julio-septiembre
Economía social y solidaria
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José Luis Coraggio, «Tres corrientes en la ESS», pp. 4-11.
Paul Singer, «La economía solidaria en Brasil», pp. 12-17.
Nancy Neamtan, «Economía social en Quebec. Entrevista al ministro Sylvain Gaudreault», pp. 18-20.
Alberto Acosta, «Otra economía para otra civilización», pp. 21-27.
Jesús Cruz Reyes, «Cooperativas en el capitalismo: desarrollo y contradicciones», pp. 28-35.
Martin Van Den Borre, «¿Convertir empresas privadas en cooperativas? Una experiencia», pp. 36-44.
Pablo Guerra, «Legislaciones sobre ESS en América Latina y el Caribe», pp. 45-52.
Maude Brossard-Sabourin, «Leyes marcos en ESS. Poderes públicos y desarrollo humano», pp. 53-57.
Rafael Betancourt y Julia Sagebien, «Para un crecimiento inclusivo: empresas no estatales responsables en
Cuba», pp. 58-65.
«¿Valores en crisis?» (panel de debate), pp. 67-80. Participantes: Carlos M. de Céspedes, Laura Domínguez,
Wilfredo Mederos, Israel Rojas, Raúl Garcés.
Adolfo Castillo Vitlloch, «¿Revolución en la Revolución? Hacia un nuevo modelo de empresa estatal socialista»,
pp. 82-89.
Anay Remón García, «Dressing Black: la cultura metalera en Cuba», pp. 90-96.
José M. Mateo Rodríguez, «Medioambiente y geopolítica», pp. 97-103.
Oscar L. Bellido Aguilera, «Transición socialista / planificación comunitaria. Dialéctica (y utopía)», pp. 104-111.
Gustavo Lespada, «Felisberto Hernández: el nacimiento de una estética», pp. 113-120.
Rubén Sicilia Cruz, «El rol del director», pp. 121-127.
Leida Fernández Prieto, «Back to Antilles: algunas reflexiones desde la historia», pp. 128-131.
Juan Valdés Paz, «Izquierda, gobierno y hegemonía: los desafíos de siempre», pp. 132-135.
Yoel Cordoví, «De exposiciones internacionales e imaginarios: la historia cultural al ruedo», pp. 136-138.
Número 76 octubre-diciembre
Políticas de la fe
• Aldo Rubén Ameigeiras, «Política y religión: nuevas necesidades, nuevas propuestas», pp. 4-9.
• Cristián Parker Gumucio, «¿La religión nuevamente “opio del pueblo”? Sobre religión y política en América
Latina», pp. 10-18.
• Pablo Mella Febles, «Catolicismo y esfera pública: revisitando el debate entre Habermas y Ratzinger»,
pp. 19-25.
• Fortunato Mallimaci, «Bergoglio antes de ser Francisco: catolicismo y política en Argentina», pp. 26-33.
• Montserrat Abumalham, «Laicismo, religión y política en Oriente Medio», pp. 34-41.
• François Houtart, «Mahmoud Mohamed Taha, testigo de un Islam de vocación liberadora», pp. 42-45.
• Claudia Rauhut, «La transnacionalización de la Santería y su renegociación en Cuba», pp. 46-54.
• Maximiliano F. Trujillo Lemes, «La Iglesia católica, la condición política cubana y Palabra Nueva», pp. 55-62.
• Ana Celia Perera Pintado, «Nuevos movimientos religiosos. Retos al escenario político cubano», pp. 63-70.
• «Politización/despolitización en la cultura ciudadana contemporánea» (panel de debate), pp. 72-82. Participantes:
Tony Ávila, Julio Antonio Fernández Estrada, Marcela González Pérez, Luis Sexto, Rafael Hernández.
• Arisbel Leyva Remón, «Reabriendo el debate: ¿el campesinado como clase social? Entrevista a Armando
Bartra», pp. 84-90.
• Rolando E. Misas Jiménez, «José Antonio Saco: crítica cubana al colonialismo agrícola», pp. 91-98.
• Leodanis Torres Barrero y Vladimir Pita Simón, «Del positivismo jurídico al enfoque antropológico del Derecho:
en la República», pp. 99-106.
• Santiago Alemán Santana, Orlando Zaroza Monteagudo y Jorge Pérez Méndez, «Vigencia del Che. Cuadros
de dirección en Cuba», pp. 107-113.
• Pablo Rodríguez, «Visibilizando el tema racial», pp. 115-118.
• Diosnara Ortega González, «Aquí ocurre algo… A propósito de verdades no ensayadas», pp. 119-122.
• Sergio Pérez Hernández, «Jardín: el discurso del delirio», pp. 123-131.
• Juan Lázaro Besada Toledo, «La poética trinitaria actual. Una aproximación», pp. 132-137.
• Laura Marrero Alarcón, «Roger Casement: otra historia vargasiana de violencia», pp. 138-140.
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