el deber de secreto derivado de la normativa de protección de datos

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EL DEBER DE SECRETO DERIVADO DE LA NORMATIVA DE PROTECCIÓN DE DATOS PERSONALES
Y EL SECRETO PROFESIONAL DEL TRABAJADOR/A SOCIAL.
En la normativa de protección de datos queda regulado el deber de secreto, figura diferente al secreto
profesional delimitado en el CAPÍTULO VI. (artículos 35 a 41 ) del Código Deontológico.
La Ley 15/99 de 13 de junio, de Protección de Datos de Carácter Personal determina en su Artículo 10
el deber de secreto, estableciendo que el responsable del fichero así como cualquiera que intervenga en el
tratamiento de datos estarán obligados:
“al secreto profesional respecto de los mismos y al deber de guardarlos, obligaciones que subsistirán aun
después de finalizar sus relaciones con el titular del fichero o, en su caso, con el responsable del mismo”.
No es necesaria una vinculación laboral, funcionarial o administrativa para guardar este deber. Cualquier
persona que esté en contacto con los datos de carácter personal está sometido a este principio/obligación de
la normativa de protección. Este deber es diferente al secreto profesional que puede tener un abogado con
su cliente y se aplica a la persona que intervenga en el tratamiento de los datos con la consiguiente
obligación de no divulgar los datos personales que ha conocido.
Ahora bien, respecto de la pregunta planteada, relativa a si los trabajadores sociales incumplirían el deber de
secreto o incluso el secreto profesional con el cliente en caso de difundir los datos personales a petición de
los responsables políticos, sin perjuicio de resolver según el caso concreto, señalamos que la
Recomendación 1/2005 de 1 de Agosto de la APDCAM, sobre archivo, uso y custodia de la historia
social no informatizada en su punto Quinto establece todo un listado en que se quebraría la norma
general del artículo 11 de la Ley 15/99 de no ceder datos personales sin el consentimiento del afectado.
Estos supuestos especiales de cesión de datos se extendería según el punto f) a: “Cesiones de datos a
responsables de carácter político”, indicando en estos casos que:
“Los concejales, en cuanto miembros de las Corporaciones Locales, deben promover la participación de
todos los ciudadanos en la vida política, económica y cultural, para lo cual tienen el derecho a obtener del
Alcalde, Presidente o Comisión de Gobierno de la Corporación cuanta información precisen.
Podrán acceder a los datos solicitados, sin previo consentimiento de los afectados, cuando dicho acceso sea
necesario para el desarrollo de sus competencias municipales o el ejercicio de sus funciones de control de la
Corporación, en los términos previstos en la Ley de Bases de Régimen Local. Es imprescindible que en la
petición de información efectuada por el concejal, cuando se refiera a datos de carácter personal, se
determine la finalidad a la que se van a destinar los datos solicitados”.
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Esta recomendación que en principio es de carácter sectorial y solo aplicable a la Comunidad de Madrid, se
va convirtiendo en un precedente sobre el correcto uso de la historia social. En todo caso este derecho al
acceso a la información por parte de los responsables de carácter político se aplica sin perjuicio a lo
dispuesto en la obligación de reserva del artículo 16 del RD 2568/1986 de 28 de noviembre, de
organización funcionamiento y régimen jurídico de las entidades locales, que indica:
1. La consulta y examen concreto de los expedientes, libros y documentación en general se regirá por las
siguientes normas:
La consulta general de cualquier expediente o antecedentes documentales podrá realizarse, bien en el
archivo general o en la dependencia donde se encuentre, bien mediante la entrega de los mismos o de copia
al miembro de la Corporación interesado para que pueda examinarlos en el despacho o salas reservadas a
los miembros de la Corporación. El libramiento de copias se limitará a los casos citados de acceso libre de
los concejales a la información y a los casos en que ello sea expresamente autorizado por el Presidente de la
Comisión de Gobierno.
En ningún caso los expedientes, libros o documentación podrán salir de la Casa consistorial o palacio
provincial, o de las correspondientes dependencias y oficinas locales.
La consulta de los libros de actas y los libros de resoluciones del Presidente deberá efectuarse en el archivo
o en la secretaría general.
El examen de expedientes sometidos a sesión podrá hacerse únicamente en el lugar en que se encuentren
de manifiesto a partir de la convocatoria.
2. En el supuesto de entrega previsto en el apartado a) del número anterior, y a efectos del oportuno control
administrativo, el interesado deberá firmar un acuse de recibo y tendrá la obligación de devolver el
expediente o documentación en un término máximo de cuarenta y ocho horas, o antes, en función de las
necesidades del trámite del expediente en cuestión.
3. Los miembros de la Corporación tienen el deber de guardar reserva en relación con las informaciones que
se les faciliten para hacer posible el desarrollo de su función, singularmente de las que han de servir de
antecedente para decisiones que aún se encuentren pendientes de adopción, así como para evitar la
reproducción de la documentación que pueda serles facilitada, en original o copia, para su estudio.
Así concluiremos que pueden cederse las historias sociales o parte de las historias sociales a los
responsables políticos sin el consentimiento del afectado (dependiendo del caso podrá acceder a la totalidad
o solo a aquellos datos que le sean relevantes para el cumplimiento de sus fines) cuando se cumplan las
siguientes premisas:
1) Cuando sea necesario para realizar sus competencias municipales.
2) Cuando se realice por petición escrita donde se indique la finalidad por la que pretende acceder a
dichos datos de carácter personal.
3) Cuando dicha consulta se realice en las dependencias del responsable del fichero, o bien, si se
entrega copia, firmando un acuse de recibo. En ese caso deberá devolver el expediente en el plazo
de 48 horas.
4) Cuando guarden el deber de reserva.
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Directamente relacionado con la protección de datos personales de los usuarios, pero distinto desde el punto
de vista de su valor normativo, es lo referente al Deber de Secreto Profesional. Su regulación se halla
contenida en el Código Deontológico (Cápitulo VI) de la profesión aprobado por la Asamblea General de
CODTS y AA.SS. en sesión extraordinaria de 29 de mayo de 1999, y configura el secreto profesional como
“un derecho y un deber del Diplomado en Trabajo Social/Asistente Social, derecho y deber que permanecen
incluso después de haber cesado la prestación de los servicios profesionales”. (art.- 35 C.D.).
En cuanto al alcance del deber de secreto, se extiende a todos los datos que el profesional conozca de los
usuarios, sea porque éstos se los han transmitido, o porque acceda a ellos a lo largo de su ejercicio
profesional. En todo caso, la recogida y la comunicación de los datos debe ajustarse a las necesidades de la
intervención profesional. Como es lógico, corresponde al propio profesional determinar los límites de dicha
intervención con arreglo a sus propias reglas de experiencia.
El problema que más frecuentemente se plantea en torno al deber de secreto profesional es el de determinar
en qué casos cede dicha obligación; en otras palabras, cuándo queda eximido el profesional de dicha
obligación. En particular, no se vulnera el secreto profesional:
1. En los casos en que sea preciso el trabajo en equipo a los fines de la intervención profesional. En
este caso se incluyen los superiores jerárquicos de los profesionales que desarrollan su labor por
cuenta ajena.
2. Cuando se emite un Informe Social a propósito de un determinado usuario a petición de cualquier
órgano de la Administración o de los Tribunales. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la
información ofrecida en estos casos por el Trabajador Social /Asistente Social deberá ajustarse
siempre a la petición concreta que se le efectúe, no debiendo extenderse a datos complementarios
no solicitados.
3. Cuando el propio usuario (o su familia en los casos en los que esto aparezca justificado) soliciten
información sobre su expediente o las actuaciones que se estén llevando a cabo en cualquier
procedimiento.
4. Cuando por razón de las necesidades de la intervención profesional sea necesaria la colaboración
del trabajador social con otros profesionales.
5. Cuando el profesional sea relevado del secreto profesional por el propio usuario o sus herederos. Tal
relevo ha de constar por escrito y adecuadamente firmado por los interesados.
6. Cuando el mantenimiento del secreto produjera un perjuicio al propio usuario o se dañaren intereses
de terceras personal legalmente protegidos.
7. Con el fin de evitar una lesión grave e injusta al profesional o a un tercero.
En estos dos últimos casos, el profesional puede ser relevado del deber de secreto por la Junta de Gobierno
del Colegio Oficial en que se halle inscrito.
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Otra cuestión que se plantea frecuentemente es la referida al alcance del secreto profesional en relación a
los responsables políticos de la administración para la que prestan sus servicios:
Cuando la información se requiera al profesional con fines estadísticos, de planificación, evaluación de
programas, u otros semejantes, a petición de los Concejales o grupos políticos, la misma ha de facilitarse sin
los datos identificativos de los usuarios.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los Concejales de Servicios Sociales (o figura equivalente por
razón de la organización territorial), sí pueden tener acceso a los datos obtenidos por los trabajadores
sociales, ya que ello se justifica en razón a la organización del servicio, la mejora de la eficacia del mismo y
el desempeño de la función administrativa relacionada con los servicios sociales. En todo caso, la
información ha de venir justificada por el cumplimiento de los fines de la intervención social.
ASESORÍA JURÍDICA
CONSEJO GENERAL CODTS Y AA.SS.
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INTRUSISMO PROFESIONAL
DEFINICIÓN INTRUSISMO
Diccionario RAE:” (De intruso). 1. m. Ejercicio de actividades profesionales por persona no autorizada para
ello. Puede constituir delito”.
La propia definición de la RAE nos indica una de las características esenciales respecto del concepto de
intrusismo: existe por lo menos, una doble acepción del mismo: la que podemos denominar vulgar o de uso
común, lo que todos entendemos cuando escuchamos esta expresión, que podría traducirse en algo así como
invadir el espacio o las atribuciones de otra persona, pero de una manera imprecisa.
La segunda acepción a la que nos referimos es la estrictamente penal; es decir, el intrusismo es un delito
regulado por el Código Penal que lleva aparejada una sanción que puede llegar incluso a la privación de
libertad.
Como sucede siempre en el ámbito penal la sanción de una determinada conducta exige que esta cumpla
una serie de requisitos tanto objetivo como subjetivos que son analizados rigurosamente por los tribunales en
aras al respeto del principio de legalidad.
CONCEPTO JURÍDICO PENAL DE INTRUSISMO
1.- Tipos Penales.
Capitulo V. De la usurpación de funciones publicas y del intrusismo
Artículo 402
El que ilegítimamente ejerciere actos propios de una autoridad o funcionario público atribuyéndose carácter
oficial, será castigado con la pena de prisión de uno a tres años.
Artículo 403. Intrusismo
El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o
reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente, incurrirá en la pena de multa de seis a doce
meses. Si la actividad profesional desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria
y habilite legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título, se impondrá la pena de
multa de tres a cinco meses.
Subtipo agravado. Si el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional amparada
por el título referido, se le impondrá la pena de prisión de seis meses a dos años.
Artículo 637. Falta
El que usare pública e indebidamente uniforme, traje, insignia o condecoración oficiales, o se atribuyere
públicamente la cualidad de profesional amparada por un título académico que no posea, será castigado con
la pena de localización permanente de dos a 10 días o multa de 10 a 30 días.
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2. Bien jurídico protegido
El vigente Código Penal en el Capítulo V del Título XVIII se estudian dos tipos delictivos que tienen su
precedente en los arts. 320 y 321 del C.penal 1973 . Ambos delitos tienen de nexo común el referirse a
ocupaciones ilícitas de cualidades profesionales, ya sean públicas -art. 402 -, o privadas -art. 403 -. El núcleo
de la actividad típica es el ejercicio de "actos propios" de esas funciones públicas o profesiones
privadas que por voluntad del derecho están reservados a precisos colectivos de personas legalmente
autorizadas en clave de exclusividad para su ejercicio, dado el contenido de tales actos y la necesidad de
velar porque los mismos sólo puedan ser ejercidos por las personas habilitadas para ello.
Centrándonos en el art. 403, su precedente se encuentra en el art. 321 del anterior Código Penal como ya se
ha dicho que los incluía dentro del Título IV , de las falsedades, dentro del grupo de las llamadas "falsedades
personales".
El vigente Código Penal mantiene, en lo sustancial, la misma sistemática, aunque queda desnaturalizado en
la práctica en la medida que para el legislador del Cpenal 1995 el acento de la antijuridicidad de la conducta
radica no tanto en la falsedad, cuanto en el ejercicio de actos propios de la profesión que el título -de existirampararía, es decir, el acento descansa más bien en el ejercicio de actos propios de una profesión sin
estar legitimado, más que en la mera falsedad.
Esta nueva perspectiva nos permite contornear el bien jurídico protegido que se concreta en dos órdenes
de interés:
a) El del público en general a quien van dirigidos los actos a realizar por el agente sin título, protegiendo a la
colectividad de los eventuales daños de una praxis inhábil o ignorante, lo que equivale a conceptuar este
delito como de peligro "....peligros que su ejercicio genera para otras personas o bienes cuyo control depende
de especiales conocimientos y capacidades que el título acredita...." -STS de 20 de julio de 1993 -.
b) Protege también el interés corporativo de un determinado grupo de profesionales, tanto en defensa de sus
competencias y derechos morales sobre el prestigio y buen hacer de la profesión, como en los patrimoniales
que pudieran quedar afectados por una competencia desleal y la invasión en su esfera económica por
terceros no pertenecientes al colectivo profesional afectado.
Ciertamente que de ambas perspectivas, debe prevalecer la primera en la medida de la superior naturaleza
que existe en proteger el interés colectivo de que ciertas profesiones sólo la ejerzan aquellas personas que
están debidamente capacitadas por la Administración Pública en atención a la superior naturaleza de los
bienes jurídicos que pueden quedar afectados por los actos propios de tales profesiones: vida, integridad
corporal, libertad y seguridad, etc. etc.
Por ello, ya la STS de 5 de febrero de 1993 declaró que el fin de este delito no es la defensa de unos
intereses de grupos corporativos, lo que cuestionaría su protección penal desde el principio de
mínima intervención, sino más bien, el interés público que exige que ciertas actividades sólo sean
ejercitadas por quienes ostentan la debida capacitación.
3. Tipificación
A la hora de tipificar el intrusismo -siendo la primera vez que aparece este término aparece en la rúbrica de un
Código Penal el vigente Código Penal distingue cuatro situaciones de menor a mayor importancia:
a) La atribución de cualidad profesional amparada en título académico, sin poseerlo y sin ejercer actos de esa
profesión: se trata de la falta del art. 637.
b) El ejercicio de actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título oficial, que integra el tipo
atenuado o privilegiado de delito "....que tantos problemas ocasiona...." en palabras de la STS 454/2003 de 28
de marzo con cita de la de 12 de noviembre de 2001.
c) El ejercicio de actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico que
constituye el tipo básico, se trata de una novedad del actual texto, ya que antes no se diferenciaba entre
título académico y título oficial pudiéndose entender por título académico el que se exige tras cursar estudios
conforme a la legislación del Estado en centros oficiales o reconocidos, sea de diplomatura, licenciatura o
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doctorado, y por título oficial el expedido también por el Estado en virtud de norma interna o por Convenio
Internacional ratificado por España, y por tanto derecho vigente según el art. 96 de la C.E ., título oficial que
debe acreditar la capacitación necesaria del titular y habilitar para el ejercicio de una profesión.
d) El ejercicio de actos propios de una profesión unido a la atribución pública de la cualidad de profesional
amparado por título que habilite para el ejercicio, que constituye el tipo agravado.
La conducta nuclear se vertebra por dos notas: una positiva: el ejercicio de actos propios de la profesión, y
otra negativa: carecer de título habilitante. La conjunción de estos dos elementos perfecciona el delito que es
de mera actividad, no exigiendo para la consumación resultado perjudicial para los intereses del sujeto pasivo
del acto.
Por "acto propio" debe entenderse aquel o aquellos que forman parte de la actividad profesional amparado
por el título y que por eso mismo exigen una lex artis o específica capacitación. Se trata de un precepto en
blanco que debe ser completado con normas extrapenales, generalmente pertenecientes al orden
administrativo y que están directamente relacionados con la esencia del quehacer profesional de la actividad
concernida -SSTS de 18 de mayo de 1979, 22 de abril de 1980, 27 de abril de 1989, 30 de abril de 1994 y
41/2002 de 22 de enero -.
Constituyen elementos configuradores del tipo básico del delito aludido:
a) La realización o ejecución de actos propios de una profesión para la que sea preciso título oficial o
reconocido por disposición legal o Convenio internacional, sin que el texto legal requiera habitualidad, por lo
que tanto puede ser la actividad de mero ejercicio continuado, como de realización de un exclusivo acto de
calidad y condición momentánea, siempre que sea idóneo y peculiar de la profesión usurpada, integrando la
repetición de la conducta o su continuidad una misma infracción, sin que puedan estimarse delitos diferentes
los actos distintos de ella efectuados a través del tiempo;
b) Violación antijurídica de la normativa extrapenal ordenadora de la profesión invadida y, en particular,
de aquel sector que reglamenta la concesión y expedición de la titulación que faculta para el ejercicio de la
actividad profesional que se enjuicia; y
c) Conciencia y voluntad por parte del sujeto de la irregular o ilegitima actuación que lleva a cabo y de
la violación de las disposiciones por las que se rige aquella; o sea, conocimiento de la antijuricidad de su
proceder, presencia de intencionalidad de usurpar la profesión.
LA SITUACIÓN DEL INTRUSISMO PROFESIONAL EN EL TRABAJO SOCIAL.
No existe jurisprudencia al respecto. Razones:
Juventud de la organización de colegios de DTS y AA.SS.
Origen histórico de la profesión vinculado a la beneficencia y el voluntariado.
Falta de delimitación de las competencias, especialmente por referencia a otras profesiones sociales
Profesión eminentemente vinculada a la administración pública.
Autocrítica: falta de sentido institucional de nuestras organizaciones.
Esther Goñi
Asesoría Jurídica
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