JA Goytisolo, del dolor personal y la denuncia social a la búsqueda

Anuncio
J. A. Goytisolo, del dolor personal y la denuncia
social a la búsqueda del equilibrio mediante
la poesía
por M.ª Victoria Reyzábal
Distintos críticos parecen coincidir en cuanto a la huella que dejó en los tres hermanos Goytisolo la muerte de su madre, acaecida, siendo ellos muy jóvenes, a consecuencia de un bombardeo en la guerra civil (el 17 de marzo de 1938, en el Paseo de
Gracia de Barcelona). La familia tardó cuatro días en saberlo, se enteró después de que
un primo materno la reconociera en el Hospital Clínico, entre múltiples cadáveres.
Esta muerte alimentará definitivamente el inconformismo existencial y social de los
hermanos, evidente en Luis, preso por motivos políticos, que inició una huelga de
hambre durante 1960, la cual le ocasionó un principio de tuberculosis, y en José Agustín (13-4-1928 / 19-3-1999) que fue condenado, todavía en junio de 1976, por un
discurso en Homenaje a García Lorca en Fuente Vaqueros, a una multa de doscientas
mil pesetas que recurrió y no pagó. Más tarde, en octubre lo expulsarían de Ecuador
por denunciar la matanza de 128 trabajadores en un ingenio, a cuyos familiares cedió
los derechos de autor de la obra Del tiempo y del olvido. Su participación en defensa
de los pueblos oprimidos es constante durante todos estos años.
En general, de su obra poética puede deducirse su biografía (1), sus empeños colectivos y sus avatares interiores,
ambos sin resolver a plena satisfacción.
Quizá por ello, en este contexto, incluso
cuando alude a cuestiones o situaciones
positivas, lo hace desde una perspectiva
pesimista (¿o realista?). Su vivencia de la
realidad deviene escepticismo con respecto a cualquier conquista, pues sabe
de su carácter no definitivo:
“la libertad hay que inventarla siempre
[...] será tuya
pero
sólo por un momento
porque cuando la tengas
se escapará riendo entre tus manos
y tendrás que buscarla y perseguirla
por las calles ciudades praderas y de/ siertos
de todo el vasto mundo...” (2)
(“Más que una palabra”)
José Agustín Goytisolo (La Habana, 1963)
8
Como ya se ha dicho, para José
Agustín, la muerte materna no sólo marcó su vida sino también su obra. Así, el
primer libro, El retorno (1955), concentra obsesivamente el dolor por tal pérdida y el sufrimiento incurable que provoca esa ausencia. No obstante, ni siquiera
en la dedicatoria aparece la palabra madre, sino “A la que fue Julia Gay”, como
si el autor-hijo no quisiera limitar los contornos de aquélla a su sola relación: “Era
mujer y bella. No tenía / nieve sobre los
años..” Aunque la referencia filial se cuela en otros textos próximos:
“Yo recuerdo tus manos -hace fríoarropándome el lecho como copos
de nieve enamorada.”
(“El jardín era sombra”)
A. Vilanova dice de este poemario:
“dudo mucho que en la joven poesía española de estos últimos años se haya dado un lamento elegíaco entonado con
una voz tan pura, tan desgarrada y tan
honda, tan amarga y lacerante como esta bellísima rememoración” (3) y ello habla no sólo de la calidad del autor sino
de la intensidad con que logró plasmar
su desvivir.
Explícitas alusiones aparecen, treinta años más tarde, también en Final de
un adiós (1984) y dentro de este período en otro cúmulo de poemas narrativos
e irónicos, siempre comprometidos.
Años después, se publica Elegías a Julia
Gay (1993) con la reunión de las dos
obras antes mencionadas (4). En cualquier caso, resulta constante por buscada
la reiteración de la ternura, la protección
e, incluso, la imagen de la ausente como
estrella y rosa; la tristeza de su hijo la
convierte en un río de lágrimas a la manera de Garcilaso o García Lorca, con
connotaciones heraclitianas y manriqueñas. Muchos poemas de estos dos libros
son ejemplo de importantes expresiones
de amor, de desesperadas manifestaciones de necesidad afectiva. El sujeto reitera, como un eco obsesivo de su propio
pesar y carencia, lo imprescindible de la
cercanía de “la amada”, de aquella que
está presente siempre a través de su vacío (5). Todo ello conforma la imagen del
yo poético como huérfano, cuya autocompasión le conduce a recordar amargamente los objetos, lugares, elementos
e instantes de su infancia feliz. Esta orfandad le hace solidario con las otras
personas que han perdido a sus seres
queridos; no obstante nada resulta comparable al dolor personal que le asemeja
a los proscritos. Sin embargo, del pesar
el poeta debe llegar a la creación literaria
para que el texto sea válido estéticamente, por ello resulta cierto que “la muerte
de Julia Gay y su memoria están en el
origen de la elaboración de estos poe-
Asun Carandell y José A. Goytisolo (Santiago de Chile, 1970)
mas (y de algunos otros, que forman
parte de distintos libros del autor), pero
no es menos cierto que la creación poética -y, por lo mismo, la lectura de poesía- no depende de las emociones del
poeta ni debe tenerlas por objetivo central, aun cuando la fantasía identificatoria
induzca al espectador, que invariablemente tiende a comparar la experiencia
descrita en el poema con la suya propia,
a suponer lo contrario” (6). Así, como
un “marcado” compulsivo, el escritor deviene enemigo de lo establecido: “No
hay duda: el señalado pertenece también a la terrible raza de los proscritos,
se alinea en las filas de los que pecan
contra el Espíritu Santo. Si cabe, es más
peligroso para la sociedad burguesa que
la mujer fuerte: en sí lleva el destructivo
signo del confusionismo deliberado” (7).
En este ámbito, propio de una trayectoria existencial desgarrada, para
Carmen Riera (8), “ni El retorno ni Final de un adiós deben ser analizados
por separado [...] Incluso algunos poemas de este primer libro sirven de referencia o de punto de partida a otros
que incorporará a su nueva entrega. Así
el poema cinco de El retorno, “Donde
tú no estuvieras”, enlaza con el XIX, de
Final de un adiós”. Incluso, el mismo
poeta confirma: “El retorno ha continuado muchos años después en Final de
un adiós” (9), marcando, por ejemplo, la
permanencia del nombre y la desaparición del ser:
“Donde tú no estuvieras
como en este recinto cercada por la
/ vida
en cualquier paradero conocido o dis/ tante
leería tu nombre.”
(“Cercada por la vida”)
“Pero yo
dado a los mitos y a las ironías
prefiero imaginar
que habré de corromperme aquí
bajo esta losa con tu nombre inscrito
precisamente donde tú no estás.”
(Poema XIX de Final de un adiós)
El mismo Virallonga sostiene también que toda la obra del poeta, desde
El retorno hasta La noche le es propicia (1992) puede interpretarse a partir
de “la desaparición del ser querido; el
resto se da como resultado de esa muerte” (10). Esta temática, no obstante, se
centra básicamente en El retorno y Final de un adiós. Sin embargo, mientras
el nudo temático de El retorno se alimenta de la mencionada desaparición
materna, el de Final de un adiós proyecta la elegía del propio escritor, su
existir desarraigado, su peregrinar por la
nostalgia y la tristeza sin fin, por eso
concluye con un poema “suicida”, anhelo confirmado en El rey mendigo. También en “La Guerra” (Algo sucede), el
motivo obsesivo de la muerte tiene su
espacio:
9
librería
herriak
Licenciado Poza, 11 - 48008 BILBAO
Planta calle
岼
944 32 49 21
literatura
libro vasco
ensayo literario
lingüística - diccionarios
filosofía - cultura clásica
derecho - política
historia - geografía
sociología - antropología
ciencias de la información
bellas artes
libro infantil - juvenil
Planta alta
岼
944 43 48 07
medicina - enfermería
psicología
pedagogía
educación física y deportes
Planta baja
岼
944 43 47 08
informática
economía - empresa
ciencias naturales - ecología
matemáticas - física - química
filosofía de la ciencia
agricultura
“y encontré sólo muerte
ruina y muerte
bajo el cielo vacío.”
Desde esta perspectiva puede decirse que el poeta, hombre adulto, se opone reflexivamente pero sin superarlos
(como se puede constatar en el texto
“Casa que no existe”, “El padre va a
morir”, “Ojos como de niebla”, “Como
un demonio verde”, “Un olor a eucaliptos” o “Efímeras señales” de El rey mendigo) a los sentimientos del niño, al que
le fue prohibida la felicidad con la muerte de su progenitora, infante que perdió
para siempre la placidez de la inocencia,
la posibilidad de confiar en sus compatriotas, en la sociedad:
“Pero no digas nada:
piensa en ti y sólo ansía
como yo unos instantes
de silencio y amor.”
(“Piensa en ti”)
Así, la realidad que era alegre, brillante, luminosa pasó a ser desgraciada,
adversa, dolorosa, llena de asco y odio,
ya que aquel suceso le llevó “de la simpleza en que, como niño, dormido estaba” al “tiempo de inclemencia” en el que
debe vivir cual “príncipe destronado”,
“rey mendigo” que transita por la soledad total, como se manifiesta, al menos
parcialmente, en el poema “Ceremonia
y Maneras” de El rey mendigo.
Esta polaridad se patentiza en dos
campos semánticos dispares y contrapuestos pero complementarios por lo
general en Goytisolo, el de la desolación,
desamparo, melancolía, oscuridad... y el
del calor, claridad, alegría... en los que
caben los tópicos de la pérdida y la belleza:
“Nunca vi tal donaire
ni más delicadeza jugando con el
/ mar.”
(“Nunca vi tal donaire”)
La idealización del pasado le conduce a considerar el hogar de su niñez como un paraíso perdido, pues si el adulto
experimenta odio y rencor, el niño siente un dolor, a veces, resignado, otras
impotente o aniquilador (“Decidme que
nada ha terminado”) al evocar la dicha
robada:
10
“Yo amaba a aquella casa
sin vientos de desgracia.
...............
Tal vez yo por entonces
desdeñara a los dioses.
Pues ni ellos habitaban
en regiones tan claras.
Y así como un castigo
perdí lo que era mío.”
(“La flor de la jara”)
Su edén luminoso, “mundo sin miedo, sin fantasmas, sin castigos, sin cuarto de ratas”, mundo con lobos buenos,
se transformará en un espacio oscuro,
infierno en el que se sentirá en “la negra
atalaya del solo”. La vida, acosada por
aquella muerte, le exige preguntarse por
el más allá y por el misterio del recuerdo
y el olvido, aunque la propia pena le pide ir a otra región, donde tanto dolor resulte anestesiado por el bálsamo de la
nada:
“sin tiempo ni memoria
en la que todo esté por comenzar.”
(“Sin tiempo ni memoria”)
Y ello sabiendo que, permanentemente, a pesar de sus intenciones y deseos, volverá a vivenciar, a rememorar lo
anhelado:
“Intenté despojarme de recuerdos
y el tuyo me envolvía.”
(“El polvo se rió”)
Sólo su hija Julia, reviviendo el destino feliz que él pudo tener, le permite recrear un grato mundo familiar, reactualizar la dicha de las cosas comunes, pues
ni la esposa-madre sosiega completamente la desolación “infantil” del esposo, más bien la obliga a desdoblarse en
ambas funciones sin que ni siquiera con
ello se calme la pesadilla del poeta, su
desolado existir. “Este odio irá construyendo la primera tabla de salvación ante
tanta tragedia, la conciencia cívico-moral; y, para aligerar el dolor, la búsqueda
de consuelo en la sustitución: el buen
amor” (11) y que permite retornar a espacios gratos:
“rodeada de los mismos
libros en las
mismas librerías;
mirando los mismos
cuadros sobre las
paredes mismas”
(“Con nosotros”)
Marta, Juan, Luis y José Agustín Goytisolo (Llanç’a, Gerona, 1936)
De esta angustia aguda o soterrada
nace el resentimiento, así el odio centra
poemas, que como claves jalonan su
obra: “Para guardar el odio...” (Años decisivos), “Arrebatada por el odio” (Años
decisivos), “...me armé de orgullo y además/ de odio hacia las banderas de
aquel crimen/ de asco a sus uniformes y
a sus cartas” (Final de un adiós), “...que
me empujaba el odio...” (Final de una
adiós), “para siempre ha quedado,/ confundido en el aire,/ un polvo de odio...”
(Claridad). Desde este dolor personal, el
poeta desea pasar al olvido o a la encarnación, al depósito del amor en otro ser,
como se ha señalado, mientras que por
el rencor buscará el enfrentamiento, la
testificación de la injusticia, la lucha desenmascaradora.
Goytisolo manifiesta también su sufrimiento de otra manera, en otro tono,
denunciando satíricamente todo aquello
que le resulta inaceptable, cumpliendo
así la función crítica del “bufón”, pretende desacralizar, caricaturizar y parodiar
una realidad que le resulta hipócrita y
cruel. “Deformaciones de la vida para
provocar una auténtica visión de ésta” y
ello con un enfoque esperpéntico, que
evidentemente enlaza con la obra burlesca de Quevedo. A través de un humor
irónico, en Salmos al viento, recoge citas bíblicas para cuestionar sarcásticamente lo establecido por la tradición,
por la convención o las doctrinas, demostrando además la contradicción imperante entre prédica y conducta. Con
estas ironías satíricas busca descalificar o
menospreciar lo que cuestiona, de manera velada o evidente, ya que el escritor, víctima confesa, no puede aceptar el
mundo que lo ha aislado en su angustia
individual y colectiva. No obstante, esto
no impide que en otra fase, el poeta
compruebe que nada le consuela y piense, como ya se ha indicado, incluso, en
su propia muerte, alusiones al suicidio
comienzan en Final de un adiós y reaparecen en El rey mendigo. Goytisolo
anhela la muerte como un delirante enfermo mental aunque ahora ya sea inútil,
o aunque él mismo comprenda que renunciar a la vida no es el camino que deba seguir.
La mirada corrosiva del autor se fija
en algunos poetas, burgueses, madamas,
religiosos, militares..., en definitiva el escritor parodia el sistema burgués que
desprecia, en el que también se siente
huérfano, marginado, no sólo porque está en el bando de los vencidos, sino porque dentro de él se produjo el comienzo
de su niñez dichosa y de él surgió y resulta ahora el verdugo de su equilibrio
emocional, de su madurez. En esta sociedad hipócrita que sólo reclama orden
y homogeneidad, que exalta a la familia
aunque la haya aniquilado, que cree en
leyes eternas, una persona como Goytisolo únicamente puede colocarse del lado de los que acusan. Por eso, contra la
prepotencia del poder opone la denuncia de su sarcasmo (mediante hipérboles,
disemias, eufemismos, antífrasis, intertextualidades, traslaciones, metáforas,
alegorías, calcos, reducciones, cosificación, metonimias, litotes, circunloquios,
parodias, antítesis, enumeraciones,
meiosis, epímones, anáforas, personificaciones, comparaciones...) (12), manifiesta incluso en los títulos de los poemas. Parte de ello es evidente en la descripción del banquero:
11
VERDES
LIBURUDENDA
CORREO KALEA, 7
岼 944 15 87 74 - 944 16 02 37
48005 BILBO
“Nadie como tú maravilloso germen
de la opulencia y de la gran industria
con tu cartera con tu hermosa calva
rodeada de planetas y aureolas
con tu pulcro chaleco abotonado
sobre tu inmenso abdomen nadie
nadie como tú flor nueva
tulipán de oro.
..................
Porque la libertad está en tu firma
porque tu reino sí que es de este mun/ do
porque nada te puede ser negado eres
el prototipo el hombre insigne
para el que se han dictado las leyes y
/ los cánones
la caridad y el premio.”
(“Apología del libre”)
O en “El señalado”, pues éste:
“Frecuenta los lugares de erudición:
/ reuniones
bibliotecas mingitorios. Su voz se escu/ cha
en los parlamentos y en los templos
en las tabernas y en los amueblados.”
Pero también aquí, la muerte encuentra su lugar:
“Porque será bonito
caminar y cantar y ser herido
sepultado en la tierra entre explosio/ nes
convertido de pronto
en una espiga en una flor en nada”
(“Tríptico del soldadito”)
En definitiva, la ironía refleja el distanciamiento de un ser que sufre, ahora
sin lágrimas, que continúa bebiendo el
veneno de su agonía, que se siente o se
coloca al margen, excluido, ajeno a la vida satisfecha que llevan otros, menos desafortunados, más resignados o subidos
oportunamente al carro de los vencedores, de los “triunfadores” a cualquier precio, despreciando los principios éticos
que aseguran defender:
“y no quise callarme
ni dejarlos tranquilos con su fúnebre/ paz
pues ya mi sitio
estaba en otro lado
enfrente enfrente con los compañeros
terribles y obstinados.”
(“Amapola única”)
12
Para los responsables de su “enfermedad” guarda palabras como: mal nacidos, bastardos, adoradores del dios de
las batallas, usureros de la verdad, sucios
criados de la muerte... Goytisolo (poeta
social, comprometido, político, combativo), considera que el intelectual tiene que
mantener siempre una postura crítica
ante el poder (ya que “La dictadura era
mala, pero la democracia también puede
serlo”), aunque no deban confundirse
“los nobles sentimientos con la buena
poesía”. Sobre la burguesía comenta: “El
mundo del trabajo y la vida estudiantil
flotaban entre brumas grisáceas y se encontraban a veces fugazmente en los cines de barriada, entre cáscaras de pipas
de girasol y piojo verde. Solamente la
burguesía mostraba su raro y fulgurante
esplendor, en medio de la apatía general. Me obsesionaba esa burguesía, como
verá quien lea estos poemas” (13). Ahora bien, no sólo los burgueses aspiran a
este tipo de vida, sino que también muchos de los que resultan desplazados por
éstos desean obtener el mismo estatus,
como se ve en los poemas “El señalado”
y “La mujer fuerte” de Salmos al
viento, seres deseosos de trepar en el
mundo de los que los oprimen y explotan. Al fin serán igualmente desplazados,
como los poetas y algunos intelectuales
(ver “El profeta”).
En la frontera de ambos sectores,
sobreviven los “inocentes”, aquellos que,
ajenos a componendas y turbios intereses sostienen la bandera de la coexistencia pacífica, los que no corrompen ni
destruyen, los que se permiten el sosiego
de los días, sin ambiciones nefastas ni
orgullos grandilocuentes. “La sugestión
poética de Salmos al viento viene, también, de su comprensión de la dialéctica
de la vida. Me explico: pudo existir el libro como simple sátira sin la presencia
de los que hemos llamado los inocentes.
Pero sin ese contraste vivo y real entre
los inocentes y los ladinos, entre los débiles y los fuertes la obra hubiera quedado reducida a una espléndida y divertida
crítica social [...] De ese contraste, de esa
confrontación surge la originalidad de
Salmos al viento y, de ella, su fuerza
poética. Es una fórmula estética de gran
eficacia, de la que mana, cuando el poeta detenta la llave de la fuente, el caudal
de amargura y ternura, de tristeza y
amor, que nos hiere y deslumbra, que
nos enriquece en experiencia, que nos
llena de vida” (14).
Las dos vertientes aquí planteadas,
la expresión de su angustia personal y su
compromiso social, analizadas ya por
otros críticos, parecen exigir, y así ocurre, que la obra de Goytisolo desarrolle
el tema de la función del arte y del intelectual. Para Carmen Riera, “El interés
de Goytisolo por el tema de la poesía y
los poetas se inicia en 1958 con la publicación de “Los celestiales” (Salmos al
viento) (15) y termina en 1973 con la
inclusión en Bajo tolerancia de los poemas “Así son” y “Esos locos furiosos increíbles”. A lo largo de los quince años
que transcurren entre unos y otros,
Goytisolo varía su concepción, inicial
defensor del compromiso social (ver
“Oficio de poeta”, “Arma de dos filos”,
“A un joven poeta” o “El poema difícil”
en Algo sucede) pasa a considerar al
poeta como un ser distinto, a pesar de
haberlo negado reiteradamente en otras
épocas (ver “Así son” o “Esos locos furiosos increíbles” en Bajo tolerancia). Él
mismo afirma: “No intenté convertirme
en moralista, ni fui tan estúpido como
para pensar que únicamente escribiendo
se podía modificar el mundo. Me limité a
fabular sobre lo que veía, con amargura
que a veces quise ocultar detrás de un
tono desenfadado y satírico, igual que
aún hago ahora”(16), por eso, de los
malos poetas dice (crítica que continúa
todavía en 1983 en Sobre las circunstancias):
“El ladrón de metáforas rebusca entre
/ los libros
y anota en un papel la que cree más
/ bella
..................
modelo mal copiado es turbio espejo.”
(“Metáfora apropiada”)
El primer poema en esta línea, como se ha señalado, es “Los celestiales”
de Salmos al viento, en él plasma consideraciones y propuestas reiteradas “En
el café” y “A un joven poeta”, pero será
en la tercera obra, Claridad, donde se
concentren un gran número de textos
metaliterarios (“Aquella palabras”, “Sin
saber cómo”, “Testimonio” y “Yo invoco”) así como en Algo sucede. La producción de estas composiciones permite
al autor reflexionar acerca de la función
de la literatura, como ya lo hiciera, den-
tro de la de orientación social, Celaya y
Otero. En esta línea, Goytisolo intenta
modelar su obra como registro de lo que
sucede para denunciar así las injusticias,
ya que el poeta como voz del pueblo debe luchar por sus intereses.
“La materia del canto
nos la ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvemos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.”
(“Algo sucede”)
“[..] Escucha
detrás de mis palabras
el duelo de la gente
que no sabe ni hablar.”
(“Yo invoco”)
“El poema
es un arma
de dos filos.
Uno suave
y el otro
como un grito cortante
como un rayo
incisivo.”
(“Arma de dos filos”)
En múltiples ocasiones, los textos
presentan un tono coloquial, cercano al
prosaísmo, y desarrollan modos narrativos, aprovechando elementos tanto de la
tradición literaria popular como de la
culta (17). Al principio, Goytisolo creyó
que la poesía podía influir en la realidad
y él tuvo que intentarlo, por eso sostenía: “El poeta debe cantar para todos los
hombres como si todos le entendieran.
En la estructura actual de la sociedad, el
papel del poeta es el de testigo. En la sociedad futura, será el de cantor” (18).
“[...] Yo
la esperaba y ella
la vieja voz del pueblo
volvió a sonar en mí...”
(“Sin saber cómo”)
No obstante, ya con Bajo tolerancia, el escritor se aleja de su consideración de la poesía como arma social y
del poeta como uno más del pueblo. En
“Así son” aparece una visión ambigua y
nada complaciente, pero distinta a la anterior:
“Difícilmente llegan a reunir dinero
la previsión no es su característica
y se van marchitando poco a poco
de un modo algo ridículo
si antes no les dan muerte por quién
/ sabe qué cosas.
Así son pues los poetas
las viejas prostitutas de la Historia.”
Esta postura se resume en la carta a
una estudiante francesa, de 1986, en la
que comenta: “La función del escritor, la
del poeta, es siempre la misma: conseguir con su oficio y/o su artificio, hacer
sentir; hacer emocionar a los demás con
sus escritos. Su función no es ética, sino
estética. Naturalmente eso no le exime
de ser portavoz de las causas justas, de
atacar o satirizar los vicios de una sociedad, etc., pero ha de hacerlo (o no) libremente, y siempre sin olvidar su función
lúdica y estética”. Y en la introducción a
El rey mendigo confiesa bajo el título
de: “Sobre el escritor, su obra, los lectores y la crítica literaria” que: “Por lo que
a mí se refiere, he procurado siempre
ensayar, a través de distintas formas
poéticas, los trucos y artificios de mi especial y singular oficio y expresarme de
un modo significativo para conmover a
mis posibles lectores, de ahora y de después, trabajando sobre mi propia experiencia y sobre la de los demás, a fin de
mejorar el producto. Un producto que,
en esta ocasión, he bautizado con el
nombre de El rey mendigo, que intenta
indagar, a través de unos pocos poemas,
algunos momentos de la paradójica y
emocionante condición del hombre, ya
sea mediante ejemplos históricos y literarios, ya sea de primera mano, a través
13
de hechos vividos o conocidos. Historia,
vida y literatura que, aunque separadas,
se vuelven a confundir siempre en mi
sensibilidad” (19).
El poeta ya no es un simple trabajador para el bien social, un obrero del
verso, sino un marginado, ser especial,
desconcertante, olvidadizo, tal como se
deduce de la lectura de “Esos locos furiosos increíbles”, composición que retrata
a pobres alucinados:
“te arrastran a lugares espantosos o
/ bellos
y ni siquiera piden tu opinión
y beben prodigiosamente se ponen a
/ cantar
en cualquier parte
o arman la del gran dios en un bar mi/ serable
y por motivos nimios [...]
y un día salen al galope quizá hacia los
/ infiernos
qué desastre.”
Enajenados, antisociales, imprevisibles estos personajes resultan intolerables, aunque su delirio provenga de los
dioses, pues hay “que llevarlos a casa”
porque se pierden en su falta de realidad. Por eso, también se identifica al poeta con un rey mendigo (ver “I am sorry”
en Bajo tolerancia), sujeto contradictorio, elegido y desterrado, exiliado de la
aceptación y despojado del prestigio social.
A partir de 1977, el autor gusta de
introducir sus poemarios con un prólogo, en el que precede a Del tiempo y
del olvido, comenta: “El oficio, juego o
pasión de escribir poesía, me han procurado en este tiempo un placer, un consuelo, una expansión y un reencuentro
conmigo mismo y con otra mucha gente. Escribir me ha ayudado a vivir, a estar
alegre entre tanto desastre y tanta miseria real, entre tanta mediocridad y cobardía. Gracias a la poesía, he podido dar
rienda suelta a mi innata mala leche y,
empleando la sátira o la ironía, decir cosas que de otro modo no me hubieran
dejado publicar jamás” (20). Esta catarsis, que consigue a través de la poesía,
terapia consoladora y reparadora, le permite a José Agustín paliar sus heridas,
conformar su presente y futuro, partiendo de un ámbito que, a diferencia del ex-
14
terno, controla personalmente, como es
el de su propia creación.
De esta manera, la poesía sirve de
válvula de seguridad, facilita el reequilibrio emocional y hace que el escritor reciba la gratificación del placer estético,
todo ello sin que el yo dependa de los
otros, de lo otro. Y esto, gracias a que
“Todo texto poético procede de una
honda e hiriente sensibilidad que humaniza a escritor y lector, pues se niega a
considerar ya hecho el lenguaje, el mundo, la sociedad, las relaciones, los sentimientos... [...] El poeta, único comunicador de esencias y experiencias, como un
dios desterrado, reinventa los nombres
de las cosas, reconstruye la existencia,
maleabiliza el idioma hasta tal punto que
lo convierte en intraducible, en idiolecto
universal [...] La poesía dice lo que los
demás no pueden o no se atreven a expresar [...] y por eso es una luz roja que
alerta. Rompe falacias, mentiras, burocratizaciones, utilitarismos lingüísticos,
advierte sobre sorderas enajenantes, es
enemiga del sopor que impide soñar, razonar e intuir, se niega a velar los aspectos esenciales de la vida [...] La poesía es
un ejercicio, una destreza que cambia al
que la realiza, pues a través de ella se
hace conciencia, se contempla el enigma
de la existencia humana” (21). Pues como dice Vázquez Rial: “Hay que contar
las historias para deshacerse de ellas”
(22), como hace Goytisolo en su retrato
“psiquiátrico”.
“Mucha tristeza nunca le humilló
pero temía el hondo pozo oscuro
que él envolvió en sus aguas cenago/ sas.
Mucho haloperidol; pinchazos de anta/ bús
probó electroterapia veinte veces
y salió disparado hacia una vida
que ahora ya no recuerda: quince años
hasta que llegó el litio: quince años
perjudicando a todos los que amaba
pues gastó su dinero y el ajeno
en alcohol en viajes y en delirios.
Pero el litio llegó y está en su sangre
y ahora es su compañero de por vida
hasta la oscuridad o la luz total.”
(“Llega el litio”)
Su confianza en la palabra poética
resulta evidente en el texto que compone
para Machado (“Homenaje en Colliure”:
“tu palabra encendida/ como una estre-
lla [...]”) o para Carles Riba (“La palabra
poética”: “Nos deja la palabra/ su fuerza
iluminada”). En los poemas dedicados a
Cernuda y Ferrater-Costafreda, quizá
por vez primera, Goytisolo habla del poeta incomprendido no ya por el tirano
(lo que sí aparecía en el texto a Miguel
Hernández) sino por sus lectores, por la
comunidad para la que él parece clamar
en el desierto, mudo ya, desgarrado y
confuso, pero sin perder la esperanza
y, a la vez, desahuciado.
En concreto, podría concluirse de
este recorrido, muchas de cuyas consideraciones ya están recogidas en estudios
previos, que lo que quizá resulte más importante y “novedoso” de destacar consista en la posibilidad de estudiar en
Goytisolo la construcción de una vía de
“sanación” o de cicatrización de heridas
y nostalgias crónicas a través de la liberación que aporta una escritura reflexiva,
crítica, lúdica y estética, como es la poesía, senda hacia el yo y puente hacia el
nosotros, a través del placer de gestar un
cosmos personal en el que el “creador”
es todopoderoso e inmune al terrorífico
acaecer del mundo exterior, conjuro que
pareció calmar a José Agustín hasta
hoy, cuando a sus setenta años, renuncia
a la lucha y deja que su desesperación y
rebeldía salten por la ventana hacia el reposo definitivo de lo indomable:
“De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida...”
(“Autobiografía”)
NOTAS
(1) VÁZQUEZ RIAL, H. (1992): “Reyes y mendigos”, entrevista a José Agustín Goytisolo,
Quimera, nº 111, julio.
(2) Sobre la puntuación de los poemas de
Goytisolo, comenta C. Riera: “a partir de Bajo
tolerancia (1973), José Agustín Goytisolo decide eliminar las comas y puntos y comas que
antes utilizaba, y a medida que se han ido
reimprimiendo los diversos textos poéticos anteriores a 1973 ha aplicado el mismo criterio.
Conserva únicamente los dos puntos, el punto
y coma, y el punto y aparte. Los motivos para
esa elección los explica él mismo: “Nuestra
gama de puntuación es pobre. La puntuación
es viciada; es a la vez fonética y semántica, e
insuficiente en los dos órdenes. ¿Por qué no
usar signos como en la música? Se puede
abolir la puntuación como ya lo hicieron Mallarmé y Apollinaire en Un lance de dados. La
composición y la puntuación dependen del
autor. El sistema de puntuación pertenece a la
escritura. La poesía, ya en su origen y naturaleza, es un hecho de habla, anterior a la escritura. La ausencia de puntuación es una transgresión, una libertad a un código establecido e
insuficiente”.” (RIERA, C. (1999): Introducción
a GOYTISOLO, J.A.: Poesía. Madrid, Cátedra;
págs. 20-21).
(3) VILANOVA, A. (1956): “El retorno de José
Agustín Goytisolo”, en “La letra y el espíritu”,
Destino, nº 984, Barcelona, 16 de junio.
(4) “Poesía la de José Agustín Goytisolo que,
aun cuando distribuida en libros, es unitaria. El
autor nos ha ido dando sus diversas entregas,
teniendo buen cuidado siempre de mostrarnos
la continuidad entre ellas, y a ese propósito
han servido los traslados de poemas de un libro a otro, de un libro en otro. Para él, cada libro es, o ha sido, fragmento de un diario de
trabajo” (ARANGUREN, J.L. (1986): “Del retorno al adiós: doble recorrido por la poesía de
José Agustín Goytisolo”, en El retorno. Barcelona, Lumen; pág. 23).
(11) VIRALLONGA, J. (1992): ob. cit., pág.
128.
(12) Ver REYZÁBAL, M.V. (1998): Diccionario
de términos literarios. Madrid, Acento, 2ª ed.
(13) GOYTISOLO, J.A. (1980): “Desde ahora y
sin nostalgia una vez más”, prólogo a Salmos
al viento. Barcelona, Lumen, págs. 7-8.
(14) CASTELLET, J.M.: ob. cit., pág. 24.
(15) “Sobre éstas y otras cuestiones más concretas debía andar yo pensando al escribir estos poemas. Los releo ahora, y como ciudadano me entristece pensar que han envejecido
poco, que aún resultan en cierto modo comprensibles en la realidad de 1979. Sí, muchas
cosas han cambiado, pero no con tanta rapidez como yo ingenuamente imaginaba y deseaba. ¡Oh, santo Job, qué lección la tuya para
los impacientes!” (Salmos al viento. Barcelona,
Lumen, 1980; pág. 8).
(16) GOYTISOLO, J.A.(1980): Salmos al viento. Barcelona, Lumen; pág. 8.
(17) “Los poemas de Salmos al viento son, en
su mayor parte, narrativos [...], los textos de J.
A. Goytisolo. Cuentan hechos cotidianos, indistintamente en tiempo presente o histórico,
según las exigencias del tema. En ellos, la voz
del poeta describe actitudes, caracteres y situaciones de personajes de la vida real”. CASTELLET, J.M.: ob. cit., pág. 9.
(18) Coloquio llevado a cabo por el Noticiero
Universal, 14-3-1957.
(19) GOYTISOLO, J.A. (1988): El rey
mendigo. Barcelona, Lumen, pág. 11.
(20) GOYTISOLO, J.A. (1977): Prólogo de Del
tiempo y del olvido. Barcelona, Lumen.
(21) REYZÁBAL, M.V. (1996): La lírica: técnicas de comprensión y expresión. Madrid, Arco/Libros, 2ª ed.; págs. 8-11.
(22) VÁZQUEZ RIAL, H. (1993): ob. cit., pág,
7.
(5) “Mi madre fue para mí, como dice Jaime
Gil, un reino afortunado; un paraíso donde, sin
ella, no me era posible ser absolutamente nada” (VIRALLONGA, J. (1986): “Una tarde con
José Agustín Goytisolo”, en Olvidos de Granada. Palabras para un tiempo de silencio, nº 13
extra, junio; pág. 64)
(6)VÁZQUEZ RIAL, H. (1993): Prólogo a Elegía a Julia Gay. Madrid, Visor.
(7) CASTELLET, J.M.(1980): “Los salmos de
Goytisolo” en Salmos al viento. Barcelona, Lumen; pág. 17.
(8) RIERA, C. (1991): Hay veneno y jazmín en
tu tinta. Aproximación a la poesía de José
Agustín Goytisolo. Barcelona, Anthropos;
págs. 10-11.
(9) VÁZQUEZ RIAL, H. (1992): ob. cit., pág.
20.
(10) VIRALLONGA, J. (1992): José Agustín
Goytisolo. Vida y obra. Madrid, LibertariasProdhufi, pág. 127.
15
Descargar