Sentencia Palomo Sanchez y Otros

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ABOGACÍA GENERAL DEL ESTADO
DIRECCIÓN DEL SERVICIO JURÍDICO DEL ESTADO
MINIST ERIO
DE JUSTICIA
ABOGACÍA DEL ESTADO ANTE EL TRIBUNAL
EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS Y OTROS
ORGANISMOS INTERNACIONALES COMPETENTES EN
MATERIA DE SALVAGUARDA DE LOS DERECHOS
HUMANOS
TRADUCCIÓN REALIZADA POR LOS SERVICIOS DEL
DEPARTAMENTO DE CONSTITUCIONAL Y DERECHOS HUMANOS
DE LA ABOGACÍA DEL ESTADO
GRAN SALA
ASUNTO PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
(Demandas nos 28955/06, 28957/06, 28959/06 y 28964/06)
SENTENCIA
ESTRASBURGO
12 de septiembre de 2011
Esta sentencia es definitiva. Puede sufrir correcciones de estilo
1
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
En e asunto Palomo Sánchez y otros c. España,
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, reunido en Gran Sala
compuesta por:
Nicolas Bratza, presidente,
Peer Lorenzen,
Françoise Tulkens,
Elisabeth Steiner,
David Thór Björgvinsson,
Danutė Joĉienė,
Ján Šikuta,
Dragoljub Popović,
Ineta Ziemele,
Isabelle Berro-Lefèvre,
Päivi Hirvelä,
Luis López Guerra,
Mirjana Lazarova Trajkovska,
Ledi Bianku,
Işıl Karakaş,
Nebojša Vuĉinić,
Kristina Pardalos, jueces,
Y por Vincent Berger, secretario judicial,
Tras haber deliberado a puerta cerrada el 8 de diciembre de 2010 y el
29 de junio de 2011,
Dicta esta sentencia adoptada, en esta última fecha:
PROCEDIMIENTO
1. En el origen de los asuntos, se encuentran seis demandas (nos
28955/06, 28957/06, 28959/06, 28964/06, 28389/06 y 28961/06) dirigidas
contra el Reino de España y seis de cuyos nacionales, Don Juan Manuel
Palomo Sánchez, Don Francisco Antonio Fernández Olmo, Don
Agustín Álvarez Lecegui, Don Francisco José María Blanco Balbas, Don
José Antonio Aguilera Jiménez y Don Francisco Beltrán Lafulla («los
demandantes»), han acudido al Tribunal, el 13 de julio de 2006 al amparo
del artículo 34 del Convenio para la protección de los derechos humanos y
de las libertades fundamentales («el Convenio»).
2. Ante el Tribunal, los demandantes han sido representados por Don L.
García Quinteiro, abogado de Barcelona. El Gobierno español («el
Gobierno») ha sido representado por su agente, Don F. Irurzun Montoro,
abogado del Estado.
3. En sus demandas, los interesados alegaban, principalmente, que
fueron despedidos en represalia a su afiliación a un Sindicato y a causa de
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SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
las reivindicaciones de este último, so pretexto del contenido supuestamente
injurioso del boletín informativo de dicho sindicato. Invocan los artículos 10
y 11 del Convenio.
4. Las demandas fueron atribuidas a la Sección tercera del Tribunal
(artículo 52 § 1 del Reglamento). El 11 de diciembre de 2008, el Presidente
de la Sección decidió comunicarlas al Gobierno. Tal y como permitía el
antiguo artículo 29 § 3 del Convenio (artículo 29 § 1 actual) y el artículo
54A del Reglamento, decidió que fueran examinados al mismo tiempo la
admisibilidad y el fondo de los asuntos.
5. El 17 de noviembre de 2009, la Sala, compuesta por Josep Casadevall,
presidente, Elisabet Fura, Corneliu Bîrsan, Alvina Gyulumyan, Egbert
Myjer, Luis López Guerra y Ann Power, jueces y por Santiago Quesada,
secretario judicial, decidió, en aplicación del artículo 42 § 1 del
Reglamento, acumular las demandas registrada bajo los nos 28389/06,
28955/06, 28957/06, 28959/06, 28961/06, y 28964/06. Declaró admisibles
las demandas (nos 28955/06, 28957/06, 28959/06 y 28964/06) presentadas
por Don. Juan Manuel Palomo Sánchez, Don Francisco Antonio Fernández
Olmo, Don Agustín Álvarez Lecegui y Don Francisco José María Blanco
Balbas (en adelante, «los demandantes») e inadmisibles las (nos 28389/06 y
28961/06) de los Sres. Aguilera Jiménez y Beltrán Lafulla. El 8 de
diciembre de 2009, dictó la sentencia Aguilera Jiménez y otros c. España en
la que concluía, por seis votos contra uno, que no había habido violación del
artículo 10 del Convenio y que no se planteaba ninguna cuestión distinta
respecto al artículo 11 del Convenio.
6. El 7 de marzo de 2010, los demandantes pidieron el reenvío del
asunto ante la Gran Sala, en virtud del artículo 43 del Convenio y del
artículo 73 del Reglamento, sosteniendo que había habido violación de los
artículos 10 y 11. El 10 de mayo de 2010, el comité de la Gran Sala estimó
esta petición.
7. La composición de la Gran Sala ha sido establecida conforme a las
disposiciones de los artículos 26 §§ 4 y 5 del Convenio y del artículo 24 del
Reglamento.
8. Tanto los demandantes como el Gobierno presentaron sus informes
ante la Gran Sala.
9. El 8 de diciembre de 2010 se celebró una audiencia pública en el
Palacio de los Derechos Humanos en Estrasburgo, (artículo 59 § 3 del
Reglamento).
Comparecieron:
– por el Gobierno
Don F. IRURZUN MONTORO, abogado del Estado, agente ;
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SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
– por los demandantes
Don L. GARCIA QUINTEIRO, abogado, asesor.
El Tribunal escuchó sus intervenciones.
HECHOS
I. LAS CIRCUNSTANCIAS DEL CASO
10. Los demandantes residen en Barcelona.
11. Trabajaban como repartidores para la empresa P. contra la cual
habían iniciado, a título individual, varios procedimientos ante la
jurisdicción social. Los demandantes reclamaban que su condición de
trabajadores asalariados con carácter especial, confirmada por sentencias del
2 de mayo y del 30 diciembre de 1995 del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña, fuera aceptada por el empresario con el fin de integrarse en el
régimen pertinente de la Seguridad Social. En el marco de estos
procedimientos, representantes de un comité de repartidores no asalariados
en el seno de la empresa P., habían declarado en contra de los demandantes.
12. El 21 de mayo de 2001, los demandantes constituyeron el sindicato
«Nueva alternativa asamblearia» (N.A.A.), para defender sus intereses y los
de los otros repartidores asalariados frente a las iniciativas tomadas por la
empresa P. con el fin de que renunciaran a su condición de asalariados. Los
demandantes integraron la comisión ejecutiva del Sindicato. El 3 de agosto
de 2001, los demandantes informaron a la empresa P. de la constitución de
la sección sindical en el seno de la empresa, de su composición y de su
elección como miembros de la comisión ejecutiva de dicha sección sindical.
Juan Manuel Palomo Sánchez era el delegado sindical, Francisco Antonio
Fernández Olmo el secretario de tesorería, Agustín Álvarez Lecegui el
secretario de prensa y propaganda y Francisco José María Blanco Balbas el
secretario de organización. Desde su constitución, no se produjo ninguna
modificación en cuanto a la designación de los miembros del sindicato ni de
sus funciones.
13. El sindicato N.A.A. publicaba un boletín de información mensual. El
boletín del mes marzo 2002 (sic) informaba de la sentencia del 2 de abril de
2002 dictada por el Juzgado de lo social no 13 de Barcelona que había
acogido parcialmente las pretensiones de los demandantes condenando a la
empresa P. a pagarles ciertos importes relativos a los salarios de los que era
deudora.
En la portada del boletín, un dibujo con diálogos mostraba una caricatura
del director de recursos humanos, G., sentado detrás de un pupitre bajo el
3
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
cual se encontraba una persona a cuatro patas, de espaldas y, al lado, otras
dos personas, A. y B., también empleados de la empresa P. y representantes
de un comité de repartidores no asalariados en el seno de esta última, que
contemplaban la escena y esperaban turno para ocupar el sitio bajo el
pupitre y satisfacer al director. En el interior del boletín, dos artículos
denunciaban vigorosamente el hecho de que estas dos personas habían
declarado a favor de la empresa P. en un procedimiento instado por los
demandantes en contra de aquélla. El boletín fue distribuido entre los
trabajadores y expuesto en el tablón de anuncios del sindicato N.A.A.
situado en la empresa.
14. El 3 de junio de 2002 la empresa comunicó a los demandantes su
despido por falta grave, en concreto atentar contra el honor de G., A. y de
B., con fundamento en el artículo 54 §§ 1 y 2 c) del Estatuto de los
trabajadores, que permite resolver el contrato de trabajo en caso de
incumplimiento grave y culpable de sus obligaciones contractuales por el
trabajador.
15. Los demandantes impugnaron esta decisión ante el Juzgado de lo
social no 17 de Barcelona que, por una sentencia del 8 de noviembre de
2002, rechazó sus pretensiones y consideró que los despidos estaban
justificados, conforme al artículo 54 §§ 1 y 2 c) del Estatuto de los
trabajadores. El juez consideró que la decisión de la empresa de despedir a
los demandantes estaba bien fundada sobre una causa real y seria, a saber, la
publicación y exposición en el tablón situado en la empresa de un boletín
que contenía un dibujo con diálogos y dos artículos ofensivos que atentaban
contra la dignidad de las personas concernidas. En el artículo titulado
«Testigos ... de quien? Pues de ellos», con la boca cubierta por un pañuelo
anudado detrás de la cabeza aparecían caricaturas de A. y B., y debajo, un
texto con el siguiente contenido :
« Sabíamos quienes eran y de qué manera actuaban pero no sabíamos hasta
qué punto estaban dispuestos a llegar para seguir manteniendo su sillón y su
puesto preferente sin dar un palo al agua.
Los trabajadores de Panrico nos ganamos la vida vendiendo los productos en
la calle. Arévalo y Abad se ganan la vida vendiendo a los trabajadores en los
juzgados. No les bastaba con hacerlo a través de los acuerdos que firman a
espaldas del colectivo, ahora van más allá. Roban y atracan con total
impunidad a cara descubierta, con la confianza del que se siente totalmente
intocable. Juegan a ser Dios.
(...) pero ellos, Presidente y Secretario de los Representantes de los
Trabajadores, aceptaron, al igual que los perros de presa aceptan arrastrarse y
dar volteretas a cambio de una palmadita de su amo. (...) »
El Juez señaló que el texto respondía a los hechos ocurridos en el marco
de un procedimiento instado por los demandantes ante el Juzgado de lo
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SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
social no 13 de Barcelona, en el que A. y B. habían actuado como testigos
contra los intereses de los demandantes y a favor de su empleador.
El artículo titulado «Quien alquila el culo, no caga cuando quiere» tenía
el siguiente contenido :
« Si usted pertenece a un Comité de Empresa y ha de firmar con el
empresario acuerdos “callabocas” que nunca cumplirán, reestructuraciones en
beneficio de sus amiguetes, menguas salariales y diferentes “Tablas”
laborales, usted ha cambiado su dignidad por una poltrona. Posee usted el
dudoso mérito de alcanzar las mismas cotas de infamia que políticos y
policías. Usted ve, calla y ladinamente consiente todo tipo de canalladas.
Puesto que ha alquilado el culo no caga cuando quiere.
Si es usted un infame “sindicalista profesional” y ha vendido por tanto su
alma al sindicato, nunca tendrá un arrebato de sinceridad, pues verá
amenazado su status. Lo que usted dice lo dice el sindicato y como estos son
los “condones” de la libertad, su boca está sellada como su músculo anal
porque usted ha alquilado el culo y no caga cuando quiere.
Si usted es capaz de ver las injusticias que se cometen contra sus
compañeros, el trato totalmente irracional con el que se miden sus problemas
y la persecución constante a la que están sometidos, pero calla por miedo de
que el punto de mira, gire hacia su persona. Anteriormente, en épocas pasadas,
ha sido un rebelde que criticaba el sistema, despotricaba del convencionalismo
y arremetía contra las normas impuestas. Corrosivo, dinámico, mordaz,
impulsivo, jovial. Pero por “dos favores” recibidos, ha ido modelando su
ardiente temperamento, puliendo su capacidad de autoestima y acotando
sentimientos. A veces, le salta la nostalgia y usted añora y desea peerse, pero
sus esfínteres, están cerrados porque usted ha alquilado su culo y no caga
cuando quiere.
Usted está harto de su trabajo, cabreado, angustiado, estresado y
desesperado. Aumento de horas, de responsabilidades, de productos, de
promociones, de presiones. Podría trabajar en cualquier sitio y hacer cualquier
cosa, sin tener que levantarse a la hora que otros se acuestan. Usted rompería,
rajaría, machacaría, destrozaría... pero usted se ha encadenado a créditos,
letras, pagarés y deudas. Está usted aplastado por su nueva furgoneta, las
clases extraescolares de sus hijos y su chalet adosado a 25 años. Y se humilla,
traga, calla y otorga porque quien alquila el culo y no caga cuando quiere. »
Este boletín fue distribuido a los trabajadores y colocado en el tablón de
anuncios que el Sindicato tenía en la empresa.
El Juzgado de lo social observó en primer lugar, que la causa del despido
era el contenido del boletín y no la afiliación sindical de los demandantes.
En su sentencia se refirió al ejercicio del derecho a la libertad de expresión
en el marco de las relaciones laborales y a su carácter no ilimitado.
Consideró que los límites de este derecho debían ser interpretados conforme
al principio de la buena fe, lo que, en el marco de las relaciones laborales
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SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
debía tener en cuenta el respeto a los intereses del empresario y a las
mínimas exigencias de vida en común en el medio profesional. La sentencia
repetía la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, según la cual el
ejercicio del derecho a la libertad de expresión está sometido a límites
derivados de la relación laboral, en la medida en que el contrato de trabajo
crea un conjunto de derechos y obligaciones recíprocas que condiciona el
ejercicio del derecho al respeto de la libertad de expresión. Por esta razón,
ciertas manifestaciones de dicho derecho que podrían ser legítimas en otros
contextos, no lo son en el marco de la relación laboral, aunque la exigencia
de actuar de buena fe no implica, sin embargo, un deber de lealtad que
alcance hasta la sujeción del trabajador a los intereses del empresario.
En cuanto al contenido del boletín, el Juzgado de lo social consideró que
el dibujo y los diálogos de la portada, así como los artículos del interior,
eran ofensivos y sobrepasaban los límites de la libertad de expresión y de
información, atentando contra el honor y contra la dignidad del director de
recursos humanos, de los repartidores A. y B. y contra la imagen de la
empresa P. Señaló por fin que el despido no podía ser considerado nulo, en
la medida en que estaba fundado en una falta grave prevista por la ley, y en
que los derechos fundamentales de los demandantes no habían sido
vulnerados.
16. Los demandantes recurrieron esta sentencia. Por una sentencia
dictada el 7 de mayo de 2003, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
confirmó la sentencia impugnada en lo que concierne a los demandantes.
Se refirió particularmente a los límites impuestos por el principio de la
buena fe entre las partes en un contrato de trabajo y en el equilibrio
necesario que las decisiones judiciales debían guardar entre las obligaciones
del contrato de trabajo para el trabajador y su libertad de expresión. El juicio
de ponderación efectuado debía permitir determinar si la reacción de la
empresa despidiendo al trabajador era o no legítima. Para el Tribunal, la
divulgación del dibujo y de los artículos litigiosos atentaba claramente
contra la dignidad de las personas aludidas y sobrepasaba los límites de la
crítica admisible, el ejercicio de la libertad de expresión no justificaba la
utilización de expresiones insultantes, injuriosas o vejatorias que excedían
del ejercicio legítimo del derecho a la crítica y claramente atentaban contra
la honorabilidad de las personas criticadas. Por otro lado, la empresa P.
había demostrado debidamente, que el despido de los demandantes no
respondía a represalias o castigos, sino a una causa real, seria y suficiente
para la adopción de la decisión de extinción de sus contratos de trabajo.
17. Los demandantes recurrieron en casación para unificación de
doctrina. Por una resolución del 11 de marzo de 2004, el Tribunal Supremo
rechazó este recurso, debido a que la sentencia aportada como término de
comparación, a saber, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Madrid del 31 de julio de 1992, no era adecuada.
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SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
18. Invocando el artículo 24 (derecho a la tutela judicial efectiva) de la
Constitución, así como los artículos 20 y 28 conjuntamente (libertad de
expresión y libertad sindical), los demandantes interpusieron un recurso de
amparo ante el Tribunal Constitucional. Por una resolucion del 11 de enero
de 2006, notificada el 13 de enero de 2006, la alta jurisdicción declaró el
recurso inadmisible por carecer de contenido constitucional. La resolución
es del siguiente tenor:
« (...) En primer lugar (...) no existen indicios de que su despido constituyese
un acto de represalia de la empresa demandada por la existencia de previas
reclamaciones judiciales instadas por los recurrentes en defensa de sus
derechos
(...). En segundo lugar, tampoco resulta admisible la lesión del derecho a la
libertad sindical reconocida en el artículo 28.1 CE (queja en la que queda
subsumida la del artículo 14 CE al denunciarse una discriminación por
motivos sindicales), ya que no se han aportado indicios de una actuación
empresarial dirigida a menoscabar, dificultar o impedir el ejercicio de la
actividad sindical de los recurrentes, por el hecho de su afiliación sindical o
actividad sindical desarrollada. Conforme ha puesto de manifiesto este
Tribunal en reiteradas ocasiones, el indicio no consiste en la mera alegación
de la vulneración constitucional, sino que debe permitir deducir la posibilidad
de que ha podido producirse (...), lo que en este caso no sucede en tanto que
las circunstancias que se alegan no generan sospecha alguna de la eventual
discriminación que se alega. En efecto, a través de las alegaciones de los
recurrentes, se muestra una mera disconformidad con las decisiones judiciales
recurridas, que, de forma razonada y no manifiestamente irrazonable,
declararon que los actores habían llevado a cabo las actuaciones que la
empresa les imputaba en su carta de despido.
En tercer lugar, tampoco se ha vulnerado el artículo 28.1 CE, en relación con
el artículo 20.1.a) CE; por la lesión del derecho de libertad de expresión de los
recurrentes en el ámbito sindical, toda vez que ese derecho fundamental no
reconoce un pretendido derecho al insulto. Como se ha dicho recientemente en
la STC 39/2005, del 28 de febrero, FJ 4, recogiendo doctrina precedente, si
bien la Constitución no veda, en cualesquiera circunstancias, el uso de
expresiones hirientes, molestas o desabridas, de la protección constitucional
que otorga el artículo 20.1.a) CE están excluidas las
expresiones
absolutamente vejatorias es decir, aquéllas que, dadas las concretas
circunstancias del caso, y al margen de su veracidad o inveracidad, sean
ofensivas u oprobiosas y resulten impertinentes para expresar las opiniones o
informaciones de que se trate. La aplicación de la anterior doctrina al caso de
autos conduce a negar la vulneración del derecho a la libertad de expresión de
los recurrentes, ya que hicieron un ejercicio desmesurado del mismo, al
efectuar sus juicios de valor a través de dibujos y expresiones ofensivas y
humillantes para las personas cuya conducta se pretendía criticar, que
atacaban su honor y su reputación, y que, en definitiva, resultaban ajenas a la
finalidad de contribuir a la formación de una opinión sobre lo acontecido,
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SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
resultando gratuitas y absolutamente innecesarias para ejercer el derecho a la
libertad de expresión en el ámbito sindical. »
II. EL DERECHO INTERNO PERTINENTE
19. Las disposiciones pertinentes de la Constitución son del siguiente
tenor:
Artículo 20
« 1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones
mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
(...)
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio
de difusión. La Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto
profesional en el ejercicio de estas libertades. (...)
2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo
de censura previa.
(...)
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos
en este Título, en los preceptos de las Leyes que lo desarrollan y,
especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la
protección de la juventud y de la infancia e. »
Artículo 28
« 1. Todos tienen derecho a sindicarse libremente. La Ley podrá limitar o
exceptuar el ejercicio de este derecho a las Fuerzas o Institutos armados o a
los demás Cuerpos sometidos a disciplina militar y regulará las peculiaridades
de su ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad sindical comprende
el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el
derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a formar organizaciones
sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas. Nadie podrá ser obligado
a afiliarse a un sindicato.
(...) »
8
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
20. Las disposiciones pertinentes del Estatuto de los trabajadores
(aprobado por real decreto legislativo 1/1995, del 24 de marzo de 1995)
señalan lo siguiente:
Artículo 54, despido disciplinario
« 1. El contrato de trabajo podrá extinguirse por decisión del empresario,
mediante despido basado en un incumplimiento grave y culpable del
trabajador.
2. Se considerarán incumplimientos contractuales:
(...)
c) Las ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan
en la empresa o a los familiares que convivan con ellos. »
Artículo 55 § 7
« El despido procedente convalidará la extinción del contrato de trabajo que
con aquel se produjo, sin derecho a indemnización ni a salarios de
tramitación »
III. LOS DOCUMENTOS Y LA PRACTICA INTERNACIONAL
PERTINENTES
A. La Organización Internacional del Trabajo
21. El 23 de junio de 1971, la Conferencia General de la Organización
Internacional del Trabajo («la OIT ») adoptó la Recomendación no 143
sobre la protección y facilidades que deben otorgarse a los representantes de
los trabajadores en la empresa, cuyo punto nº 15 es del siguiente tenor:
« (1) Se debería autorizar a los representantes de los trabajadores que actúen
en nombre de un sindicato a que coloquen avisos sindicales en los locales de
la empresa en lugar o lugares fijados de acuerdo con la dirección y a los que
los trabajadores tengan fácil acceso.
(2) La dirección debería permitir a los representantes de los trabajadores que
actúen en nombre de un sindicato que distribuyan boletines, folletos,
publicaciones y otros documentos del sindicato entre los trabajadores de la
empresa.
(3) Los avisos y documentos a que se hace referencia en este párrafo
deberían relacionarse con las actividades sindicales normales, y su colocación
9
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
y distribución no deberían perjudicar el normal funcionamiento de la empresa
ni el buen aspecto de los locales. »
22. En su 54e sesión, en junio de 1970, la Conferencia Internacional del
Trabajo adoptó la Resolución concerniente a los derechos sindicales y sus
relaciones con las libertades civiles. Explícitamente enumeró los derechos
fundamentales necesarios para el ejercicio de la libertad sindical,
particularmente: a) el derecho a la libertad y a la seguridad de la persona así
como a la protección contra las detenciones arbitrarias; b) libertad de
opinión y de expresión y, en particular, el derecho a no ser investigado por
sus opiniones y a buscar, recibir y difundir, sin consideración de frontera,
las informaciones e ideas por algún medio de expresión sea cual sea; c) la
libertad de reunión; d) derecho a un juicio justo por un tribunal
independiente e imparcial; e) derecho a la protección de los bienes de los
sindicatos.
23. En 1994, la OIT publicó un informe titulado «Libertad sindical y
negociación colectiva: Derechos sindicales y libertades civiles y políticas».
Los pasajes pertinentes de este informe se leen así:
« Parte I. Libertad sindical y protección del derecho sindical
Capítulo II. Derechos sindicales y libertades civiles y políticas
Introducción
(...)
24. La Declaración de Filadelfia, adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo en 1944 e incorporada en la Constituciónde la OIT en 1946,
reconoció oficialmente la relación existente entre las libertades públicas y los
derechos sindicales. En ella se proclama, en el artículo 1 b), que las libertades
de expresión y de asociación son esenciales para un progreso constante,
refiriéndose en el artículo 11 a) a los derechos fundamentales inherentes a la
dignidad humana. Desde entonces, dicha relación ha sido en repetidas
ocasiones afirmada y explicitada, tanto por los órganos de control de la OIT,
como en los convenios, recomendaciones y resoluciones adoptados por la
Conferencia Internacional del Trabajo
(...)
27. Las informaciones disponibles, en particular sobre la índole de las quejas
sometidas al Comité de Libertad Sindical, muestran que en materia de
libertades públicas las principales dificultades con que tropiezan las
organizaciones sindicales y sus dirigentes guardan relación con los derechos
fundamentales y particularmente el derecho a la seguridad de la persona, la
libertad de reunión, la libertad de opinión y de expresión, así como el derecho
a la protección de los locales y la propiedad de las organizaciones sindicales.
(...)
10
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
Libertad de opinión y de expresión
38. Otro de los elementos esenciales de los derechos sindicales es el derecho
de expresar opiniones por medio de la prensa o en otra forma. El ejercicio
pleno de los derechos sindicales requiere la existencia de una corriente libre
de informaciones, opiniones e ideas; los trabajadores, los empleadores y sus
organizaciones respectivas deben disfrutar de libertad de opinión y de
expresión en sus reuniones, publicaciones y demás actividades. En los casos
en que se necesite previamente una autorización para publicar el periódico de
una organización, la concesión de ésta no debe depender del poder
discrecional de las autoridades ni ser utilizado como medio de ejercicio de un
control previo sobre los temas tratados en el periódico; además, las solicitudes
de autorización se deberán tramitar y resolver en el más breve plazo. Si a los
sindicatos se les somete a la obligación de depositar una fianza elevada para
publicar un periódico, esta exigencia constituye, especialmente para los
pequeños sindicatos, una condición difícilmente compatible con el derecho de
los sindicatos a expresar sus opiniones a través de la prensa. La aplicación de
las distintas medidas de control administrativo como, por ejemplo, el retiro de
una licencia de un periódico sindical, el control de las imprentas, o el manejo
de la cuota de papel para imprimir los periódicos, debería estar sujeto a
control judicial independiente que interviniese lo más rápidamente posible.
39. Un aspecto importante de la libertad de expresión atañe a la libertad de
palabra de los delegados de organizaciones de empleadores y de trabajadores
que asisten a congresos, conferencias y reuniones, y en particular a la
Conferencia Internacional del Trabajo. El funcionamiento de la Conferencia
correría el riesgo de verse considerablemente entorpecido, e impedida la
libertad de palabra de los delegados si éstos estuvieran bajo la amenaza de
acciones penales que, directa o indirectamente, se funden en el contenido de
sus intervenciones en la Conferencia. El artículo 40 de la Constitución de la
OIT establece que los delegados a la Conferencia gozarán de las "inmunidades
que sean necesarias para ejercer con toda independencia las funciones
relacionadas con la Organización". El derecho que tienen los delegados a la
Conferencia de expresar libremente sus opiniones sobre los asuntos que
interesan a la Organización implica asimismo el derecho de poner el texto de
sus intervenciones en conocimiento de quienes les otorgaron mandato en sus
países respectivos. La aplicación de medidas tales como el arresto y condena
de un delegado como consecuencia del discurso que ha pronunciado en la
Conferencia, o en razón de informaciones que facilite en relación con las
labores de la Conferencia, menoscaban la libertad de palabra de los delegados,
así como las inmunidades de que deberían gozar a este respecto.
43. La Comisión considera que las garantías proclamadas en los convenios
internacionales del trabajo, y en especial las relativas a la libertad sindical,
sólo podrán realizarse en la medida en que también se reconozcan y protejan
efectivamente las libertades civiles y políticas consagradas por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y los restantes instrumentos
internacionales sobre la materia, en particular el Pacto Internacional de
11
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
Derechos Civiles y Políticos. Estos principios intangibles de vocación
universal, cuya importancia la Comisión desea poner particularmente de
relieve en ocasión del 75º aniversario de la creación de la OIT y el 50º
aniversario de la Declaración de Filadelfia, habrían de constituir el ideal
común al que deberían aspirar todos los pueblos y naciones. »
24. La quinta edición (revisada) del Repertorio de decisiones y
principios del Comité de la libertad sindical del Consejo de administración
de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), publicada en 2006, contiene
un resumen que sigue principios formulados por este Comité en el marco
del examen de las quejas individuales o colectivas que se refieren a
violaciones alegadas de los derechos sindicales. Entre los principios
generales relativos a la libertad de opinión y de expresión figuran los
siguientes:
« 154. El ejercicio pleno de los derechos sindicales requiere la existencia de
una corriente libre de informaciones, opiniones e ideas y, con este fin, tanto
los trabajadores y los empleadores como sus organizaciones deberían disfrutar
de libertad de opinión y de expresión en sus reuniones, publicaciones y otras
actividades sindicales. No obstante, en la expresión de sus opiniones, las
organizaciones sindicales no deberían sobrepasar los límites admisibles de la
polémica y deberían abstenerse de excesos de lenguaje.
(Véanse Recopilación de 1996, párrafo 152; 304.º informe, caso núm. 1850,
párrafo 210; 306.º caso núm. 1885, párrafo 140; 309.º informe, caso núm.
1945, párrafo 67; 324.º informe; caso núm. 2014, párrafo 925 y 336.º
informe, caso núm. 2340, párrafo 652.)
155. El derecho de expresar opiniones por medio de la prensa o en otra
forma es uno de los elementos esenciales de los derechos sindicales.
(Véanse Recopilación de 1996, párrafo 153; 299.º informe, casos núms.
1640 y 1646, párrafo 150; 302.º informe, caso núm. 1817, párrafo 324; 324.º
informe, caso núm. 2065, párrafo 131; 327.º informe, caso núm. 2147,
párrafo 865; 328.º informe, caso núm. 1961, párrafo 42; 332.º informe, caso
núm. 2090, párrafo 354 y 333.er informe, caso núm. 2272, párrafo 539.)
156. El derecho a expresar opiniones sin autorización previa por medio de la
prensa sindical es uno de los elementos esenciales de los derechos sindicales.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 154.)
157. La libertad de expresión de que deberían gozar las organizaciones
sindicales y sus dirigentes también debería garantizarse cuando éstos desean
formular críticas acerca de la política económica y social del gobierno.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 1565.)
12
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
(...)
163. La prohibición de la colocación de carteles en los que se expresen los
puntos de vista de una central sindical es una restricción inaceptable del
ejercicio de las actividades sindicales.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 467.)
(...)
166. La publicación y la difusión de noticias e informaciones de interés
sindical constituyen una actividad sindical lícita, y la aplicación de medidas de
control de las publicaciones y de los medios de información puede significar
una injerencia grave de las autoridades administrativas en esa actividad. En
tales casos, el ejercicio de los poderes administrativos debería estar sujeto a
control judicial que interviniese lo más rápidamente posible.
(Véanse Recopilación de 1996, párrafo 161, 320.º informe, caso núm. 2031,
párrafo 172 y 327.º informe, caso núm. 1787, párrafo 341.)
(...)
168. Aunque el establecimiento de una censura general es ante todo una
cuestión que atañe al ejercicio de los derechos civiles y no de los derechos
sindicales, la imposición de la censura de prensa durante un conflicto
profesional puede tener un efecto directo sobre la evolución del conflicto y
perjudicar a las partes al impedir la difusión de los hechos exactos.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 163.)
169. Al editar publicaciones, las organizaciones sindicales deben tener en
cuenta, en interés del desarrollo del movimiento sindical, los principios
enunciados por la Conferencia Internacional del Trabajo en su 35.ª reunión,
1952, sobre la protección de la libertad y la independencia del movimiento
sindical y la salvaguardia de su misión fundamental de buscar el progreso
económico y social de los trabajadores.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 165.)
170. En un caso en que un periódico sindical, por alusiones y acusaciones
contra el gobierno, parecería haber sobrepasado los límites de lo admisible en
materia de polémicas, el Comité señaló que convenía recomendar a los
redactores de publicaciones sindicales que se abstengan de excesos en los
términos empleados. El papel primordial de tales publicaciones debería ser
tratar en sus columnas los problemas que afecten principalmente a la defensa
y promoción de los intereses de sus afiliados, y, más generalmente, del mundo
del trabajo. El Comité ha reconocido, sin embargo, que la frontera que separa
lo político de lo puramente sindical es difícil de delimitar con claridad. Ha
señalado que las dos nociones se entrelazan y que resulta inevitable, y a veces
13
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
normal, que las publicaciones sindicales tomen posición sobre problemas que
tengan aspectos políticos, así como sobre problemas puramente económicos y
sociales.
(Véase Recopilación de 1996, párrafo 166.) »
B. La Corte Interamericana de Derechos Humanos
25. El Convenio americano posee un protocolo adicional especial que
trata derechos económicos, sociales y culturales, «Protocolo de San
Salvador». Adoptado y abierto a la firma el 17 de noviembre de 1988, entró
en vigor el 16 de noviembre de 1999. El artículo 8 de este protocolo,
titulado «Derechos sindicales», dice así:
«Los Estados parte garantizan:
a) el derecho de los trabajadores a organizar sindicatos y a afiliarse al de su
elección, para la protección y promoción de sus intereses. Como
proyección de este derecho, los Estados partes permitirán a los sindicatos
formar federaciones y confederaciones nacionales y asociarse a las ya
existentes, así como formar organizaciones sindicales internacionales y
asociarse a la de su elección. Los Estados parte también permitirán que los
sindicatos, federaciones y confederaciones funcionen libremente;
b) El derecho a la huelga.
2. El ejercicio de los derechos enunciados precedentemente sólo puede estar
sujeto a las limitaciones y restricciones previstas por la ley, siempre que éstos
sean propios a una sociedad democrática, necesarios para salvaguardar el
orden público, para proteger la salud o la moral públicas, así como los
derechos y las libertades de los demás. Los miembros de las fuerzas armadas y
de policía, al igual que los de otros servicios públicos esenciales, estarán
sujetos a las limitaciones y restricciones que imponga la ley.
3. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a un sindicato. »
26. En su Opinión consultiva OC-5/85193, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos subrayó la naturaleza fundamental de la libertad de
expresión para la existencia de una sociedad democrática, poniendo énfasis,
entre otras cosas, en el hecho de que la libertad de expresión es una
condición sine qua non al desarrollo de los sindicatos. Se expresa en los
siguientes términos (ibidem, § 70) :
« La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una
sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública.
Es también conditio sine qua non para que los partidos políticos, los sindicatos,
las sociedades científicas y culturales, y en general, quienes deseen influir sobre
la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fin, condición para que
14
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada.
Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es
plenamente libre. »
IV. ELEMENTOS DE DERECHO COMPARADO
27. Resulta de una investigación de derecho comparado, que los poderes
disciplinarios de los empresarios en los Estados miembro del Consejo de
Europa son muy diversos. Existe una convergencia de los sistemas jurídicos
entre los treinta y cinco países examinados: Prevén y organizan la libertad
de expresión y la libertad sindical de los asalariados, la mayoría de las veces
por medio de normas con valor constitucional o, cuando no es el caso, por
reglas legislativas. Los asalariados que tienen responsabilidades
representativas gozan de una protección reforzada que facilita el ejercicio de
su mandato. En todos los países, la reglamentación, para conciliar el
ejercicio de este derecho con los derechos esenciales y las libertades ajenas,
fija reglas que permiten sancionar un abuso en el ejercicio de este derecho.
Las prerrogativas de las que dispone el empresario le permiten, si es
necesario, ejercer una acción disciplinaria contra el asalariado o contra el
agente que ha tenido un comportamiento que constituye un abuso de su
libertad de expresión. La jurisprudencia en la materia es concordante y se
caracteriza por un examen sistemático de la proporcionalidad entre la
medida de despido y los hechos que lo provocaron.
28. Los textos de derecho interno sancionan el comportamiento del
asalariado cuando perjudica los derechos o las libertades ajenas.
Estas reglas pueden ser fijadas en primer lugar por el Código Penal o por
las disposiciones que permiten ejercer una acción de responsabilidad. La
mayoría de las veces, las nociones penales de difamación, de ofensa al
honor, a la reputación, de injuria, de calumnia, etc., autorizarán a la persona
que se considerará víctima de un abuso a buscar la responsabilidad del autor
de las expresiones en cuestión.
Las reglas que se derivan del código del trabajo o de las normas
aplicables en la administración pública también tienen por finalidad
delimitar el ejercicio de la libertad de expresión de los asalariados o agentes
y, en su caso, sancionar cualquier abuso que fuera cometido. Limitaciones
de igual naturaleza son oponibles a los trabajadores públicos tengan o no la
condición de funcionario.
29. La titularidad del poder disciplinario constituye una de las
prerrogativas esenciales de cualquier directivo, ya pertenezca al sector
privado o al sector público. Dispone, en la materia, de un amplio margen de
apreciación que le permite imponer la sanción que considerare más
adecuada por los hechos imputados al asalariado; la escala de las sanciones
posibles engloba el poder de despedir a la persona que ha comprometido
gravemente los intereses de la empresa o del servicio público.
15
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
Paralelamente, este poder de despido se acompaña de la prohibición
impuesta al dirigente de despedir al asalariado por razones sindicales. Una
falta o un motivo legítimo pueden justificar una medida de despido. La
primera se refiere a un comportamiento particular e identificado. El
segundo, a un comportamiento considerado globalmente.
30. La proporcionalidad de la medida de despido respecto al
comportamiento del asalariado subyace en todas las legislaciones
examinadas.
31. El derecho aplicable en los Estados analizados permite comprobar
que un abuso en la libertad de expresión de la que disponen los asalariados o
los agentes de la administración pública, es considerado siempre como un
hecho reprensible de tal naturaleza que permite su persecución disciplinaria,
incluso, llegar al despido. Al efecto, se tienen en cuenta elementos fácticos,
de carácter objetivo tales como: (i) El grado de gravedad de la falta; (ii) La
calificación de las expresiones, la extensión de su difusión, así como
elementos de carácter subjetivo. Entre estos últimos figuran la situación
personal del autor de las expresiones, los eventuales abusos de la libertad de
expresión, la cuestión de saber si el hecho excede del marco de una
actividad sindical «normal».
32. En todos los países observados, las reglas generales permiten
conciliar el derecho a la libertad de expresión del asalariado con los
derechos y las prerrogativas del empresario. Su ejecución es más delicada
en la medida en que una restricción a un derecho fundamental puede ser
admitida sólo si, en relación con la ofensa cometida, es proporcional al fin
perseguido. Sólo un enfoque casuístico permite apreciar el contenido de la
solución jurisprudencial alcanzada en cada uno de los casos en cuestión.
EN DERECHO
I. SOBRE LA ALEGADA VIOLACIÓN DEL ARTÍCULO 10 DEL
CONVENIO, A LA LUZ DEL ARTÍCULO 11
33. Los demandantes, que son miembros de la comisión ejecutiva del
sindicato N.A.A., se quejan de haber sido despedidos por el contenido del
boletín informativo de dicho sindicato de marzo de 2002. Alegan que la
empresa P. no verificó de ninguna manera cual era la participación y la
responsabilidad subjetiva de cada uno de ellos. Alegan haber sido
despedidos en represalia por las reivindicaciones del sindicato, y que el
contenido supuestamente injurioso del boletín informativo de este último
sirvió de pretexto. Consideran que las caricaturas y los dos artículos
litigiosos no sobrepasaron los límites de la crítica permitida por el artículo
16
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
10 del Convenio, porque las expresiones criticadas habrían sido proferidas
más en tono de broma que como un insulto.
Los demandantes invocan los artículos 10 y 11 del Convenio, que
disponen lo siguiente:
Artículo 10
« 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho
comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar
informaciones o idéas sin que pueda haber injerencia de autoriddes públicas
(...)
2. El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades,
podrá ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o
sanciones, previstas por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una
sociedad democrática (...) a la protección de la salud o de la moral, la
protección de la reputación o de los derechos de terceros (...).»
Artículo 11
« 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión pacífica y a la
libertad de asociación, incluido el derecho de fundar, con otras, sindicatos y
de afiliarse a los mismos para la defensa de sus intereses.
2. El ejercicio de estos derechos no podrá ser objeto de otras restricciones
que aquellas que, previstas por la ley, constituyan medidas necesarias, en
una sociedad democrática (...) a la protección de la salud o de la moral, o la
protección de los derechos y libertades de terceros (...) »
A. La sentencia de la Sala
34. En su sentencia del 8 de diciembre de 2009, después de haber
recordado que la libertad de expresión constituye uno de los fundamentos
esenciales de una sociedad democrática, la Sala indicó que esta libertad
estaba sometida a limitaciones que deben interpretarse estrictamente; la
necesidad de estas limitaciones debe estar justificada por una necesidad
social imperiosa. En este caso, la injerencia en cuestión estaba prevista
por la ley y perseguía un fin legítimo, a saber, la protección de la
reputación o de los derechos ajenos. Para apreciar si esta injerencia era
necesaria en una sociedad democrática, habría que referirse al contexto
particular en el cual se inscribía el presente litigio, donde los
demandantes habían instado un procedimiento contra su empresario ante
las jurisdicción social. Subrayando que un sindicato que no pudiera
expresar libremente sus ideas sería privado de su contenido y de sus
objetivos, la sala estimó que en este caso, los tribunales españoles habían
17
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
sopesado, en relación con el derecho nacional, los intereses en conflicto
para concluir que los demandantes habían sobrepasado los límites
aceptables del derecho de crítica, de modo que las decisiones dictadas
por los tribunales internos no podían considerarse como irrazonables o
arbitrarias. En consecuencia, la Sala concluyó que no había habido
violación del artículo 10 del Convenio. Además, consideró que no se
planteaba ninguna otra cuestión respecto al artículo 11 del Convenio.
B. Argumentos de las partes
1. Los demandantes
35. Los demandantes subrayan que su empleador, la empresa P., se
negaba a aceptar su condición de trabajadores asalariados y el pago de las
correspondientes cuotas a la Seguridad Social, aunque habían sido
reconocidos judicialmente como trabajadores asalariados. Consideran que la
Sala no tuvo suficientemente en cuenta el largo y complejo litigio que
enfrentó al sindicato al que estaban afiliados, a su empleador y a una
asociación de repartidores no asalariados creada y sostenida por este último,
al cual pertenecían ambos testigos citados en el boletín sindical.
36. Los demandantes hacen valer que, a partir de abril de 2001, tras la
negativa por parte de los trabajadores afiliados al sindicato N.A.A. de
renunciar a los derechos reconocidos por vía judicial, la empresa P. decidió
castigarlos con una reducción salarial severa. Consideran, por consiguiente,
que hay que situar el boletín sindical que origina el presente asunto en su
contexto, a saber, el acoso y la presión sistemática efectuados por el
empresario y por la asociación de trabajadores no asalariados creada por
este último para impedir la proliferación de demandas de trabajadores y para
que renunciaran a los derechos adquiridos judicialmente. Sostienen que el
director de recursos humanos de la empresa P. trató de comprar los servicios
de ciertos trabajadores para convencer a otros repartidores asalariados de
que renunciaran a reclamar sus derechos. El director de recursos humanos
habría ofrecido dinero por estos servicios, y la asociación de repartidores no
asalariados a la cual pertenecen los testigos A. y B., se habría vuelto así
cómplice del empresario. El resultado final no es sólo el despido sin
indemnización de los demandantes, los únicos repartidores asalariados que
no han renunciado a sus derechos, sino también la supresión del sindicato.
Consideran por consiguiente que las libertades consagradas en los artículos
10 y 11 del Convenio han sido vulneradas.
37. Los demandantes sostienen que tanto la caricatura de la portada del
boletín sindical como los dos artículos litigiosos tuvieron una intención
crítica e informativa que se refería a la reclamación de los salarios ante la
jurisdicción laboral y a la conducta de los miembros de la asociación de
repartidores no asalariados. La utilización de un dibujo satírico y de
18
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
expresiones que pueden ser consideradas como groseras o chocantes, no se
refeiren al ámbito personal o íntimo de las personas concernidas sino a su
papel en el conflicto objeto del litigio. No hay ataque personal en su tono
burlesco y manifiestamente irónico, inspirado por un animus iocandi y no
iniurandi.
38. Los demandantes hacen valer que los artículos y los dibujos no están
firmados y se basan en una controversia exclusivamente social y sindical a
través de un órgano de expresión del sindicato. Es pues arbitrario considerar
que todos sus afiliados son personalmente responsables de esta publicación,
aludiendo a una responsabilidad disciplinaria de carácter colectivo o a una
«vía de hecho», imponiendo la disolución de un sindicato en la empresa,
optando por el despido de sus miembros-fundadores, violando el artículo 11
del Convenio.
39. Los demandantes señalan que incluso si se concluyera que las
críticas contenidas en el boletín atentan contra el derecho fundamental al
honor y a la reputación ajena, la imposición de una sanción como el
despido, va más allá de la protección legítima de este derecho y no es
proporcionada al fin perseguido.
2. El Gobierno
a) Los hechos
40. El Gobierno precisa, frente a las afirmaciones de los demandantes en
su demanda de reenvío ante la Gran Sala, que los «liberados sindicales»
criticados en el boletín no son trabajadores que el empresario «libera de la
obligación de trabajar» a cambio «de un comportamiento favorable a la
empresa», y subraya que no están financiados por el empresariado y que la
concesión de cierto número de horas, sin pérdida de salario, para que estos
representantes efectúen su función sindical es una obligación legal (prevista
por el artículo 68 del Estatuto de los trabajadores).
b) Sobre la queja derivada del artículo 10 del Convenio
41. El Gobierno admite que una injerencia en la libertad de expresión
puede también tener lugar en el marco de una relación de derecho privado;
sin embargo, en este caso no hay injerencia directa del Estado en la libertad
de expresión de los demandantes sino, si llega el caso, incumplimiento de
sus obligaciones positivas de protección de esta libertad.
42. El Gobierno recuerda que la resolución del contrato de trabajo
motivado por las ofensas al empresario o a los trabajadores, está prevista
por la ley y tiene un fin legítimo: la protección de la reputación ajena. Los
tribunales españoles consideraron que los demandantes habían sobrepasado
los límites inherentes al ejercicio de la libertad de expresión para perjudicar
a la reputación del empresario y de otros trabajadores. No se trata en este
19
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
caso de expresiones formuladas en los medios de comunicación sino en el
marco limitado de una empresa y a propósito de personas que trabajan allí, a
saber, el director de recursos humanos y los colegas de trabajo, es decir, a
personas que no desempeñan ninguna función pública. Además, la amplitud
de la crítica admisible es menos amplia cuando se trata de la crítica dirigida
a un particular que cuando concierne a autoridades o instituciones públicas
(ver, a contrario, Dink c. Turquía, nos 2668/07, 6102/08, 30079/08, 7072/09
y 7124/09, § 133, CEDH 2010-...). Este contexto agrava los perjuicios a la
reputación causados por el boletín, en la medida en que los potenciales
destinatarios de la comunicación conocen a las personas criticadas o
caricaturizadas.
43. Los demandantes se expresaron por escrito (y no en el marco de un
intercambio oral y espontáneo de opiniones) y con una difusión general en
la empresa, por medio del boletín sindical y del tablón de anuncios. Se trata,
por consiguiente, de un comportamiento reflexivo de los demandantes, que
eran plenamente consciente de las consecuencias de sus actos y de la
manera en la que podían perjudicar a la reputación de otras personas.
44. En cuanto al contenido de las expresiones emitidas por los
demandantes, el Gobierno hace valer que no se trata de una opinión o de
una evaluación sobre cuestiones de interés general (ver, a contrario,
Fuentes Bobo c. España, no 39293/98, 29 febrero 2000), sino como en el
asunto De Diego Nafría c. España (no 46833/99, 14 de marzo de 2002), de
expresiones utilizadas en el marco de un conflicto estrictamente profesional
con la empresa donde los demandantes trabajaban. Además, no se trata
tampoco de un debate de política sindical o de un debate que afectara al
conjunto de los trabajadores de la empresa, sino de la reacción contra los
que habían testificado en su contra en los procedimientos judiciales en los
que los demandantes hacían valer legítimamente sus derechos individuales.
45. Las jurisdicciones españolas consideraron que la crítica legítima que
podía estar contenida en el boletín había sido expresada a través del insulto
grosero, atribuyéndoles a los individuos criticados de manera despectiva un
«favor sexual» a cambio de otro tipo de favor, y calificándolos de ladrones.
En su sentencia Lindon, Otchakovsky-Laurens y July c. Francia ([GC], nos
21279/02 y 36448/02, 22 de octubre de 2007, CEDH 2007-XI) el Tribunal
consideró no protegidas por la libertad de expresión expresiones similares
relativas a un personaje público de la política; lo que es aplicable a fortiori
cuando este tipo de expresiones conciernen a particulares.
46. En cuanto a las caricaturas, este caso presenta diferencias
sustanciales con relación al asunto Vereinigung Bildender Künstler c.
Austria (no 68354/01, 25 de enero de 2007). En efecto, en este caso, no se
trata de la formación de una opinión pública democrática a través del mundo
del arte, sino de expresiones emitidas en el contexto de las relaciones entre
empresario y trabajador.
20
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
47. El Gobierno estima, invocando la sentencia Constantinescu
c. Rumania (no 28871/95, §§ 72-75, CEDH 2000-VIII), que la existencia de
ofensas a la reputación ajena, en el ejercicio por parte de los demandantes
de su libertad de expresión, no puede considerarse justificada por la
condición sindical de estos últimos. Los límites a la libertad de expresión
enunciados en el artículo 10 § 2 son también aplicables a los representantes
sindicales.
48. El Gobierno recuerda que la naturaleza y la gravedad de la sanción
impuesta son también elementos que hay que tener en cuenta cuando se trata
de apreciar la proporcionalidad de la injerencia en relación con artículo 10
del Convenio. Ahora bien, en la sentencia Diego Nafria ya citada, el
Tribunal consideró que, aunque el despido fuera una consecuencia grave
para la relación laboral del trabajador, que había sobrepasado los límites
aceptables del derecho de crítica, el conjunto de las circunstancias del caso
concreto debía ser tenido en cuenta. En este caso, las jurisdicciones
españolas apreciaron una ofensa directa a la reputación de las personas
citadas en el boletín sindical, efectuadas a través de expresiones e imágenes
groseras e insultantes. Aunque podían ser legítimas, las opiniones de los
demandantes habían sido expresadas de manera gratuitamente ofensiva,
hechas por escrito y de manera reflexiva.
49. El Gobierno concluye por consiguiente, que la injerencia en cuestión
está justificada por la persecución de un fin legítimo y es proporcionada.
c) Sobre la queja relativa al artículo 11 del Convenio
50. Para el Gobierno, esta queja carece de contenido propio y debe ser
examinada conjuntamente con la derivada del artículo10. En realidad, los
demandantes parecen sostener que las expresiones que son la causa de la
resolución de sus contratos de trabajo deben ser juzgadas en el marco del
ejercicio de sus tareas de representación sindical. El derecho a constituir un
sindicato o el derecho de afiliación a este último, no fueron afectados sin
embargo por la decisión del empresario confirmada judicialmente; lo que
hay que examinar en este caso, es el alcance o los límites de la libertad de
expresión de los delegados sindicales.
51. La libertad reconocida en el artículo 11 del Convenio implica
deberes positivos de protección por el Estado, incluido los relativos a la
posibilidad de expresar opiniones individuales. No obstante, existiría una
violación de estas obligaciones positivas cuando el derecho de asociación se
ve afectado (ver, particularmente, Gustafsson c. Suecia, 25 de abril de 1996,
§ 52, Repertorio de sentencias y decisiones 1996-II). Ahora bien, los
demandantes no han probado que el fin de la decisión del despido hubiera
sido ejercer represalias contra cierto sindicato frente a otras. El boletín
litigioso se limita a criticar los testimonios vertidos por ciertos
representantes sindicales en litigios que afectan a los demandantes
individualmente, comparándolos con la realización de favores sexuales o
21
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
con actos de robo. No hay pues violación del derecho a la libertad de
asociación, sino una cuestión relativa al alcance y a los límites de la libertad
de expresión de los representantes sindicales, que únicamente debe ser
examinada desde la perspectiva del artículo 10 del Convenio.
C. Apreciación del Tribunal
1. Sobre la disposición aplicable en este caso
52. El Tribunal señala, de entrada, que vistos los hechos de la causa la
cuestión de la libertad de expresión se encuentra estrechamente asociada
con la libertad de asociación en el contexto sindical. Recuerda a este
respecto que la protección de las opiniones personales, garantizada por el
artículo 10, se encuentra entre los objetivos de la libertad de reunión y de
asociación consagrados en el artículo 11 (Ezelin c. Francia, 26 de abril de
1991, § 37, serie A no 202, y Barraco c. Francia, no 31684/05, § 27, CEDH
2009-...). Por otro lado, las partes han efectuado alegaciones desde la
perspectiva de estas dos disposiciones.
Procede señalar, no obstante, que la queja de los demandantes se refiere
principalmente, al despido del que fueron objeto como miembros de la
comisión ejecutiva de un sindicato, por haber publicado y difundido los
artículos y las caricaturas litigiosas. Por otro lado, los tribunales internos no
consideraron demostrado que los despidos en cuestión hubieran tenido por
causa la pertenencia de los demandantes a dicho sindicato. Se refirieron al
ejercicio del derecho a la libertad de expresión en el marco de las relaciones
laborales y señalaron que este derecho no era ilimitado, debido a las
características específicas de las relaciones laborales que debían ser
consideradas. Por otra parte, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
estimó no conforme a los artículos 54 §§ 1 y 2 c) del Estatuto de los
trabajadores, el despido de otros dos repartidores asalariados por el hecho de
que se encontraban de baja en el momento de la publicación y de la difusión
del boletín litigioso, lo que impedía considerarlos participantes en la
publicación y difusión de dicho boletín y, por consiguiente,
coorresponsables de una ofensa a la dignidad de las personas referidas por
las publicaciones en cuestión. Además, el Juez de lo social tomó nota del
hecho de que seguían siendo miembros del sindicato en cuestión (párrafo 15
más arriba). Esto confirma que la pertenencia de los demandantes al
sindicato no jugó un papel decisivo en el despido de los demandantes.
El Tribunal estima, por tanto, más apropiado, examinar los hechos desde
la perspectiva del artículo 10, el cual será interpretado no obstante, a la luz
del artículo 11 (Women On Waves y otros c. Portugal, no 31276/05, § 28,
CEDH 2009-... (extractos)).
22
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
2. Sobre la observación del artículo 10 del Convenio, a la luz del
artículo 11
a) Principios generales en materia de libertad de expresión
53. La libertad de expresión constituye uno de los fundamentos
esenciales de una sociedad democrática, una de las condiciones primordiales
de su progreso y del pleno desarrollo de cada individuo. Con sujeción al
párrafo 2 del artículo 10, ampara no sólo las «informaciones» o «ideas»
recibidas positivamente o consideradas como inofensivas o indiferentes,
sino también las que chocan o inquietan: así lo exige el pluralismo, la
tolerancia y la apertura de espíritu sin los cuales no existe la «sociedad
democrática». Tal como se consagra en el artículo 10, está provista de
excepciones que requieren sin embargo una interpretación restrictiva, y la
necesidad de limitarla debe demostrarse de manera convincente (ver, entre
otras, Lindon, Otchakovsky-Laurens y July, precitada). Además del
contenido de las ideas y las informaciones expresadas, el artículo 10 protege
también su modo de expresión (De Haes y Gijsels c. Bélgica, 24 de febrero
de 1997, § 48, Repertorio 1997-I).
54. No obstente, conviene tener en cuenta el equilibrio necesario entre
los distintos intereses en juego. Gracias a su contacto directo y constante
con la realidad del país, los órganos jurisdiccionales de un Estado se
encuentran a menudo mejor situados que el Tribunal Internacional para
precisar donde se sitúa, en una situación concreta, el justo equilibrio a
ponderar. Es por eso que en el ámbito del artículo 10 del Convenio, los
Estados contratantes disponen de cierto margen de apreciación para juzgar
la necesidad y la amplitud de una injerencia en la libertad de expresión
protegida por esta disposición (Tammer c. Estonia, no 41205/98, § 60,
CEDH 2001-I, y Pedersen y Baadsgaard c. Dinamarca [GC], no 49017/99,
§ 68, CEDH 2004-XI), en particular cuando se trata de sopesar los intereses
privados en conflicto.
55. No obstante, este margen va acompañado de un control europeo
referido al mismo tiempo a la ley y a las decisiones que los aplican, incluso
cuando emanan de una jurisdicción independiente (ver, mutatis mutandis,
Peck c. Reino Unido, no 44647/98, § 77, CEDH 2003-I, y Karhuvaara e
Iltalehti c. Finlandia, no 53678/00, § 38, 16 de noviembre de 2004). En el
ejercicio de su poder de control, el Tribunal no tiene por tarea sustituir a las
jurisdicciones nacionales, sino que le incumbe verificar, a la luz del
conjunto del caso, si las decisiones que dictaron en virtud de su poder de
apreciación se concilian con las disposiciones invocadas del Convenio
(Bladet Tromsø y Stensaas c. Noruega [GC], no 21980/93, § 60, CEDH
1999-IIII, Petrenco c. Moldavia, no 20928/05, § 54, 30 de marzo de 2010,
Polanco Torres y Movilla Polanco c. España, no 34147/06, § 41, 21 de
23
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
septiembre de 2010, y Petrov c. Bulgaria (dec.), no 27103/04, 2 de
noviembre de 2010).
56. El Tribunal considera que los miembros de un sindicato deben poder
expresar ante el empresario sus reivindicaciones tendentes a mejorar la
situación de los trabajadores en el seno de su empresa. A este respecto, el
Tribunal señala que la Corte Interamericana de Derechos Humanos subrayó
en su opinión consultiva OC-5/85193 que la libertad de expresión era «una
condición sine qua non para el desarrollo (...) de los sindicatos» (párrafo 26
más arriba; ver también el párrafo 24 y, en particular, el punto 155). Un
sindicato que no tiene la posibilidad de expresar libremente sus ideas en este
marco se vería en efecto privado de un medio esencial de acción. A partir de
este principio, para asegurar el carácter real y efectivo de los derechos
sindicales, las autoridades nacionales deben velar porque sanciones
desproporcionadas no disuadan a los representantes sindicales de su
intención de expresar y defender los intereses de sus miembros. La
expresión sindical puede tener forma de boletines informativos, de folletos,
de publicaciones y de otros documentos del sindicato, cuya distribución por
los representantes de los trabajadores que actúan en nombre de un sindicato
debe ser, por tanto, autorizada por la dirección, como lo enuncia la
Conferencia general de la OIT en su Recomendación no 143 del 23 de junio
de 1971 (párrafo 21 más arriba).
57. En este caso, los jueces españoles han sido llamados a ponderar el
derecho a la libertad de expresión de los demandantes, garantizado por el
artículo 10 del Convenio, y el derecho al honor y a la dignidad de MM. G.,
A. y B. (párrafos 15-18 más arriba) en el contexto de una relación laboral.
En efecto, el artículo 10 del Convenio no garantiza una libertad de
expresión ilimitada y la protección de la reputación o de los derechos
ajenos, en este caso, los de las personas implicadas en los dibujos y textos
en cuestión, constituye un fin legítimo que permite restringir esta libertad de
expresión. Cuando la motivación de las resoluciones de los tribunales
internos relativas a los límites de la libertad de expresión porestar en juego
la reputación ajena es suficiente y respeta los criterios establecidos por la
jurisprudencia del Tribunal, hacen falta razones serias para que éste
sustituya con su criterio al de las jurisdicciones internas (MGN Limited c.
Reino Unido, no 39401/04, §§ 150 y 155, 18 de enero de 2011).
b) Sobre las obligaciones positivas que incumben al Estado
demandado en virtud del artículo 10 del Convenio a la luz del
artículo 11
58. El Tribunal recuerda que en los términos del artículo 1 del Convenio,
los Estados contratantes « reconocen a toda persona dependiente de su
jurisdicción, los derechos y las libertades definidos (...) [en] el (...)
Convenio». Tal como señaló el Tribunal en el asunto Marckx c. Bélgica (13
junio de 1979, § 31, serie A no 31; ver también Young, James y Webster c.
24
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
Reino Unido, 13 de agosto de 1981, § 49, serie A no 44), al compromiso
más bien negativo de un Estado de abstenerse de toda injerencia en los
derechos garantizados por el Convenio «pueden añadirse obligaciones
positivas inherentes» a estos derechos.
59. Es el caso también de la libertad de expresión, cuyo ejercicio real y
efectivo no depende simplemente del deber del Estado de abstenerse de
toda injerencia, sino que puede exigir medidas positivas de protección
incluso en las relaciones entre los individuos. En efecto, en ciertos casos, el
Estado tiene la obligación positiva de proteger el derecho a la libertad de
expresión, incluso contra ofensas que provienen de particulares (Fuentes
Bobo c. España, no 39293/98, § 38, 29 de febrero de 2000, Özgür Gündem
c. Turquía, no 23144/93, §§ 42-46, CEDH 2000-III, y Dink y otros c.
Turquía, nos 2668/07, 6102/08, 30079/08, 7072/09 y 7124/09, § 106, 14 de
septiembre de 2010).
60. En este caso, la medida impugnada por los demandantes, a saber, su
despido, no ha sido tomado por una autoridad estatal, sino por una empresa
privada. En respuesta a la publicación del boletín sindical de marzo de 2002
y a las expresiones que contenía, los demandantes han visto como su
empleador les imponía la sanción disciplinaria de despido por falta grave
(párrafo 14 más arriba), que los tribunales nacionales confirmaron. Los
despidos de los demandantes no resultan de una intervención directa de las
autoridades nacionales. La responsabilidad de estas últimas estaría
comprometida, sin embargo, si de los hechos alegados resultase una
omisión de su deber de garantizar a los demandantes el disfrute del derecho
consagrado por el artículo 10 del Convenio (cf., mutatis mutandis,
Gustafsson ya citada, § 45).
61. En estas condiciones, el Tribunal considera que procede examinar
las presentes demandas desde la perspectiva de las obligaciones positivas
que incumben al Estado demandado en el ámbito del artículo 10, a la luz del
artículo11. Por tanto, analizará si, en este caso, las autoridades judiciales
españolas debían estimar las demandas de anulación de los despidos
litigiosos para preservar la libertad de expresión de los demandantes en el
contexto de las relaciones laborales.
62. Si la frontera entre las obligaciones positivas y las obligaciones
negativas del Estado respecto al Convenio no se presta a una definición
precisa, los principios aplicables son sin embargo comparables. En
particular, en ambos casos, hay que tomar en consideración el justo
equilibrio que hay que alcanzar entre el interés general y los intereses del
individuo y que, en cualquier caso, el Estado goza de un margen de
apreciación (Karhuvaara e Iltalehti ya citada, § 42).
c) Aplicación de estos principios a este caso
63. Tal como señaló el Tribunal anteriormente, (párrafo 61), la cuestión
principal que se plantea en este caso, es saber si el Estado demandado debió
25
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
garantizar el respeto de la libertad de expresión de los demandantes
anulando su despido. El Tribunal tiene, por tanto, que determinar si,
atendido el asunto en su conjunto, la sanción impuesta a los demandantes
fue proporcionada al fin legítimo perseguido y si los motivos invocados por
las autoridades nacionales para justificarlo eran «pertinentes y suficientes»
(Fuentes Bobo ya citada, § 44).
i. Sobre la cuestión de saber si las expresiones de los demandantes
pueden considerarse atentativas contra la reputación ajena
64. El Tribunal observa que los tribunales internos examinaron si los
derechos fundamentales invocados por los demandantes habían sido
violados, lo que habría implicado, en caso de respuesta afirmativa, la
nulidad de los despidos de los que habían sido objeto. Resaltaron que no
había habido ninguna ofensa al derecho a la libertad sindical, en la medida
en que los despidos tenían como causa el contenido mismo del boletín
litigioso y no la afiliación de los demandantes al sindicato N.A.A.
65. Por otro lado, los tribunales internos se refirieron al ejercicio del
derecho a la libertad de expresión en el marco de las relaciones laborales y
señalaron que este derecho no era ilimitado, las características específicas
de las relaciones laborales debían ser tenidas en cuenta. El Juzgado de lo
social no 17 de Barcelona consideró, en efecto, que la caricatura y los
diálogos de la portada del boletín sindical y los artículos en el interior eran
ofensivos y atentaban contra la honorabilidad de las personas concernidas,
porque habían sobrepasado los límites de la libertad de expresión y de
información y habían puesto en tela de juicio el honor y la dignidad del
director de recursos humanos y de dos trabajadores, así como la imagen de
la empresa P. (párrafo 15 más arriba).
66. Para llegar a esta conclusión, el Juzgado de lo social no 17 de
Barcelona procedió a un análisis minucioso de los hechos litigiosos y,
particularmente, del contexto en el cual los demandantes habían publicado
el boletín informativo objeto de la controversia. El Tribunal no aprecia
ninguna razón para cuestionar las conclusiones a las que llegan los
tribunales internos, para los que el dibujo y los dos artículos litigiosos eran
de carácter ofensivo y perjudicial para la reputación de otros.
67. A este respecto, procede destacar que los demandantes se expresaron
por medio de una caricatura que mostraba al director de recursos humanos,
G., sentado detrás de una mesa bajo la cual se encontraba una persona de
espaldas y a cuatro patas, y A. y B., representantes de los trabajadores,
contemplaban la escena y esperaban su turno para satisfacer al director, todo
ello con viñetas de dialogo bastante explícitas. En cuanto a los dos artículos
(párrafo 15 más arriba), contenían reproches explícitos de «falso
testimonio» dirigidos contra A. y B., acusados de haber "vendido" a otros
empleados y de haber abandonado su dignidad para conservar su puesto.
Estos reproches fueron expresados en términos vejatorios y ofensivos para
26
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
las personas aludidas. Así, el Tribunal recuerda que debe hacerse una clara
distinción entre la crítica y el insulto, esta última puede, en principio,
justificar sanciones (ver, mutatis mutandis, Skalka c. Polonia, no 43425/98,
§ 34, 27 de mayo de 2003). También se remite a los principios generales
relativos a la libertad de opinión y de expresión de la quinta edición
(revisada) del Repertorio de decisiones y principios del Comité de libertad
sindical del Consejo de administración de la Oficina Internacional del
Trabajo (BIT) y, en particular, el punto 154 según el cual «en la expresión
de sus opiniones, las organizaciones sindicales no deberían sobrepasar los
límites convenientes de la polémica y deberían abstenerse del exceso
verbal» (párrafo 24 más arriba).
68. A la luz de lo que precede, el Tribunal considera que las razones
expuetas por los tribunales nacionales se conciliaban con el fin legítimo
consistente en proteger la reputación de las personas físicas aludidas en la
caricatura y en los textos en cuestión, y que la conclusión según la cual los
demandantes se habían extralimitado en la crítica admisible en el marco de
las relaciones laborales, no debe ser considerada como infundada o carente
de un fundamento fáctico razonable.
ii. Sobre la cuestión de saber si la sanción del despido era
proporcionada en relación a la gravedad de las expresiones
litigiosas
69. Queda por analizar si la sanción impuesta a los demandantes, a
saber, su despido por parte de su empleador, fue proporcionada en relación
con las circunstancias del caso.
70. Para pronunciarse sobre este aspecto, el Tribunal tendrá en cuenta,
en particular, los términos utilizados en la caricatura y los artículos en
cuestión y el contexto profesional en el que éstos fueron hechos públicos.
71. Señala, en primer lugar, que las expresiones litigiosas se enmarcan
en un contexto particular: los demandantes, miembros de un sindicato,
habían iniciado un procedimiento ante la jurisdicción laboral contra su
empleador; en el marco de este procedimiento, los repartidores no
asalariados A. y B. habían testificado a favor de la empresa P. y por tanto,
en contra de los demandantes (párrafo 11 más arriba). La caricatura y los
artículos litigiosos publicados en el boletín de la sección sindical a la cual
pertenecían los demandantes, se inscribían pues en el marco de un conflicto
que enfrentaba a los demandantes y a la empresa P. Contenían críticas y
acusaciones dirigidas no directamente a esta última pero sí a ambos
repartidores no asalariados y al director de recursos humanos. El Tribunal
recuerda a este respecto que los límites de la crítica admisible son,
ciertamente, menos amplios con respecto a los particulares que con respecto
a los políticos y funcionarios que actúan en el ejercicio de sus poderes (ver,
a contrario, Lingens c. Austria, 8 de julio de 1986, § 42, serie A no 103, y
Nikula c. Finlandia, no 31611/96, § 48, CEDH 2002-II).
27
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
72. El Tribunal no comparte la tesis del Gobierno según la cual, el
contenido de los artículos litigiosos no se refería a una cuestión de interés
general (párrafo 44 más arriba). La publicación en cuestión se produce en el
marco de un conflicto laboral en el seno de la empresa contra la que los
demandantes reivindicaban ciertos derechos. El papel principal de las
publicaciones «debería ser tratar cuestiones que esencialmente interesan a la
defensa y la promoción de los intereses de los sindicados y, más
generalmente, del mundo laboral» (ver párrafo 24 más arriba, en particular
Repertorio BIT, § 170 ). El debate, entonces, no fue puramente privado; se
trataba al menos, de una cuestión de interés general para los trabajadores de
la empresa P. (ver, mutatis mutandis, Fressoz y Roire c. Francia [GC], no
29183/95, § 50, CEDH 1999-I, y Boldea c. Rumania, no 19997/02, § 57,
CEDH 2007-II (extractos)).
73. Por otro lado, la existencia de tal cuestión no justificaría la
utilización de caricaturas y expresiones ofensivas, incluso en el marco de la
relación laboral (párrafo 24 más arriba, punto 154). Además, estas últimas
no constituían una reacción instantánea e irreflexiva en el marco de un
intercambio oral rápido y espontáneo, lo que es lo propio de los excesos
verbales. Al contrario, se trataba, de expresiones escritas, publicadas con
toda lucidez y expuestas públicamente en el seno de la empresa P.
(comparar con De Diego Nafría ya citada, § 41).
74. Los tribunales nacionales tuvieron en cuenta todos estos elementos
cuando estudiaron el recurso de los demandantes. En efecto, realizaron un
profundo examen de las circunstancias del caso y sopesaron los intereses
contrapuestos en juego, teniendo en cuenta los límites del derecho a la
libertad de expresión y de los derechos y obligaciones recíprocas propias del
contrato laboral y en el medio profesional. Confirmaron las sanciones
impuestas por el empresario, considerando que no eran desproporcionadas
al fin legítimo perseguido, a saber, la protección de la reputación de MM.
G., A. y B. en tal contexto. También juzgaron que la conducta en cuestión,
no derivaba directamente de la actividad sindical de los demandantes que,
por el conrario, había vulnerado la buena fe en el marco de las relaciones
profesionales, y que no había respetado las mínimas exigencias de la vida en
común en el medio profesional (párrafo 15 más arriba). En fin, se refirieron
ampliamente en este caso, a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
relativa al derecho a la libertad de expresión en las relaciones laborales y a
su carácter no ilimitado. Desde el punto de vista del Tribunal, las
conclusiones que alcanzaron no pueden ser consideradas irrazonables. Al
respecto, el Tribunal aprecia, en efecto, además del carácter injurioso de la
caricatura y de los textos en cuestión, el hecho de que éstos estaban
destinados más a atacar a colegas por haber testificado, que a promover una
acción sindical respecto al empresario.
75. Por otro lado, un examen de los elementos de derecho comparado de
los que el Tribunal dispone, revela que el empresario generalmente goza de
28
SENTENCIA ALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
un amplio margen de apreciación en la determinación de la sanción más
adecuada a los hechos imputados a un asalariado, la escala de las sanciones
factibles que engloban, entre otras cosas, el poder de separarse de una
persona que ha comprometido gravemente los intereses de la empresa. En
los países examinados, la legislación pretende conciliar el derecho a la
libertad de expresión del asalariado con los derechos y las prerrogativas del
empresario exigiendo, particularmente, que una medida de despido sea
proporcionada en relación al comportamiento del asalariado que es objeto
de sanción (párrafos 27, 30 y 31 más arriba). La homogeneidad de los
sistemas jurídicos europeos en este ámbito es un elemento pertinente cuando
se trata de ponderar los diversos derechos e intereses en juego en este caso.
76. El Tribunal recuerda que para poder prosperar, las relaciones
laborales deben basarse en la confianza entre las personas. Tal y como el
Juzgado de lo social subrayó con razón, aunque la buena fe debe ser
respetada en el marco de un contrato de trabajo, ello no implica un deber de
lealtad absoluta hacia el empresario ni una obligación de reserva que
entrañe la sujeción del trabajador a los intereses del empresario; ciertas
manifestaciones del derecho a la libertad de expresión que podrían ser
legítimas en otros contextos, no lo son en el marco de la relación laboral
(ver, mutatis mutandis, Vogt c. Alemania, 26 de septiembre de 1995, §§ 51
y 59, serie A no 323). Además, una ofensa a la honorabilidad de las personas
realizada a través de expresiones groseramente insultantes o injuriosas en el
seno del medio profesional, reviste, debido a sus efectos perturbadores, una
gravedad particular, susceptible de justificar sanciones severas.
77. Por ello el Tribunal considera que, en las circunstancias particulares
del presente caso, el despido del que los demandantes fueron objeto no era
una sanción manifiestamente desproporcionada o excesiva, cuyo carácter
exija que el Estado ponga remedio anulándolo o incluso sustituyéndolo por
una sanción menos grave.
iii. Conclusión
78. En estas condiciones, el Tribunal considera que el Estado
demandado no incumplió a sus obligaciones con relación a los
demandantes, derivadas del artículo 10 del Convenio, interpretado desde la
perspectiva del artículo 11.
79. Por lo tanto, no hubo violación del artículo 10 desde la perspectiva
del artículo 11.
29
SENTENCIA PALOMO SANCHEZ Y OTROS c. ESPAÑA
POR ESTOS MOTIVOS, EL TRIBUNAL
Dice, por doce votos contra cinco, que no ha habido violación del
artículo 10 del Convenio, desde la perspectiva del artículo 11.
Hecho en francés y en inglés, leida después en audiencia pública en el
Palacio de los Derechos Humanos, en Estrasburgo, el 12 de septiembre
2011.
Vincent Berger
Jurisconsulto
Nicolas Bratza
Presidente
A la presente sentencia se adjunta, conforme a los artículos 45 § 2 del
Convenio y 74 § 2 del Reglamento, la exposición del voto particular de los
jueces Tulkens, David Thór Björgvinsson, Joĉienė, Popović y Vuĉinić.
N.B.
V.B.
30
VOTO PARTICULAR COMUN DE LOS JUECES TULKENS, DAVÍD
THÓR BJÖRGVINSSON, JOĈIENĖ, POPOVIĆ Y VUĈINIĆ
1. No compartimos la decisión de la mayoría según la cual no ha habido,
en el presente caso, violación del artículo 10 del Convenio, desde la
perspectiva del artículo 11. A través de las circunstancias concretas de este
asunto, se plantean importantes cuestiones de principio en términos de
contenido y extensión de la libertad de expresión, en el marco de la relación
laboral y la libertad de expresión sindical.
2. Recordemos brevemente los hechos porque son importantes para
apreciar el alcance y lo que está en juego del debate.
Los demandantes trabajaban como repartidores para una empresa de
panadería industrial. Habían instado un procedimiento contra la empresa
ante la jurisdicción laboral para que se reconociera su condición de
trabajadores asalariados (y no de repartidores comerciales y no asalariados),
con el fin de integrarse en el correspondiente régimen de la Seguridad
Social. En el marco de este proceso, los representantes de un comité de
repartidores no asalariados de la empresa habían testificado contra los
demandantes. En 2001, los demandantes crearon el sindicato Nueva
Alternativa Asamblearia (N.A.A.) para defender sus intereses y los de otros
repartidores frente a las presiones de la empresa para que renunciaran a su
condición de asalariados, que les había sido reconocido por la jurisdicción
laboral. Los demandantes no eran representantes de los trabajadores, habida
cuenta del hecho que en el momento de los despidos no había habido
elecciones sindicales en el seno de la empresa desde 1991, aunque ellos
habían integrado la comisión ejecutiva del sindicato N.A.A. y el primer
demandante era delegado sindical.
El boletín mensual de información del sindicato de mayo 2002 daba
cuenta del juicio celebrado en abril 2002 por el Juzgado de lo social no 13
de Barcelona que había admitido las pretensiones de los demandantes que
condenaba a la empresa a pagarles ciertas cantidades relativas a los salarios
de los que era deudora. Sobre la portada del boletín, una caricatura satírica
apuntaba al Director de Recursos Humanos de la empresa que aceptaba
favores sexuales a cambio de ventajas otorgadas a algunos trabajadores. En
el interior del boletín, dos artículos criticaban virulentamente a dos personas
que pertenecían a la misma empresa pero que representaban a un comité de
repartidores no asalariados, acusados de haber «vendido a los otros
trabajadores y abandonado su dignidad para conservar su puesto».
El 3 de junio de 2002, los demandantes fueron despedidos por falta grave,
en concreto por ofender el honor de las personas implicadas, con
fundamento en el artículo 54 § 1 del Estatuto de los Trabajadores, que
permite resolver el contrato de trabajo en caso de falta de cumplimiento
grave y culpable de sus obligaciones por el trabajador. Según el artículo
54§2 c), constituyen una falta grave «las ofensas verbales o físicas al
1
SENTENCIA GUTIÉRREZ SUÁREZ C. ESPAÑA
empresario o a las personas que trabajan en la empresa o a los familiares
que convivan con ellos». Su sindicato N.A.A. igualmente desapareció.
3. Con razón, el Tribunal señala, de entrada, que «los hechos de la causa
son tales que la cuestión de la libertad de expresión se encuentra
estrechamente asociada a la de la libertad de asociación en el ámbito
sindical» (párrafo 52 de la sentencia, al. 1). Sin embargo, después, se orienta
en otra dirección y elude, de manera artificial, la dimensión sindical del
caso. Tiene en cuenta la posición de los tribunales internos que «no han
considerado como demostrado que los despidos hayan sido a causa de la
pertenencia de los demandantes a dicho sindicato» y, matizándolo
ligeramente, confirma «que la pertenencia de los demandantes al sindicato
no ha jugado un papel decisivo en el despido de los demandantes» (ibid., al.
2).
4. El Tribunal, por consiguiente, elige como perspectiva principal de
examen el artículo 10 del Convenio, aunque sí precisa que esta disposición
será interpretada desde la perspectiva del artículo 111. Sin embargo, este
enfoque propuesto se revela en realidad ilusorio, incluso teórico. En efecto,
tanto en su apreciación de los hechos como en la ponderación de los
intereses, la mayoría no tiene casi en cuenta el hecho de que los
demandantes eran miembros de un sindicato ni que ellos expresaban sus
reivindicaciones en materia profesional y social; además, el litigio en
cuestión se situaba en el corazón mismo de un debate relativo a la libertad
sindical, ya que enfrentaba no solamente a un sindicato con el empleador
sino también, a dos sindicatos entre sí.
5. El derecho a la actividad sindical no puede estar disociado del derecho
a la libertad de expresión y de información. Y, a su vez, la libertad de
expresión sindical está unánimemente considerada como un aspecto esencial
e indispensable del derecho sindical, condición necesaria para la realización
de los objetivos de las asociaciones y los sindicatos, como resulta muy
claramente de los documentos de la Organización Internacional del Trabajo
y de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
citados por la sentencia de la Gran Sala como textos pertinentes (párrafos 21
y siguientes de la sentencia). Para retomar los términos de M. O’Boyle, «se
puede considerar que la libertad de expresión es el oxígeno de donde los
derechos ligados a la libertad de asociación obtienen su vitalidad»2.
Creemos junto a otros que «en la medida en que los sindicatos juegan un
1
. Es cierto que las dos libertades garantizadas respectivamente por el artículo 10 y el
artículo 11 del Convenio mantienen estrechos vínculos. Parece sin embargo, que nuestro
Tribunal carece todavía de coherencia en la manera en que trata los casos en los que se
invocan estas dos disposiciones. Examinando la jurisprudencia, se constata que el Tribunal
ha examinado los casos a la luz del artículo 11, disposición calificada de lex specialis con
relación al artículo 10, lex generalis; sin embargo, también ha examinado casos similares al
presente asunto sólo desde el punto de vista del artículo 10.
2
. M. O’BOYLE, « Right to Speak and Associate under Strasbourg Case-Law with
Reference to Eastern and Central Europe », Conn. J. Int’l L., vol. 8, 1993, p. 282.
2
papel importante en cuanto que expresan y defienden ideas de interés
público en materia profesional y social, su libertad de expresar opiniones
merece un grado de protección elevado»1.
6. Sin pretender que los despidos tuvieran su causa en la pertenencia
sindical de los demandantes, es cierto que la caricatura y los artículos en
litigio del boletín sindical, tenían una connotación sindical y debían, por
consiguiente, ser apreciados en relación con el conflicto social existente en
el seno de la empresa así como en el contexto en el que fueron publicados.
7. Desde luego, no hay a día de hoy jurisprudencia específica del
Convenio que ponga en relación el derecho de libertad sindical, en su
aspecto «derecho a que [el sindicato] sea oido para la defensa de sus
intereses»2, con la libertad de expresión. Pensamos sin embargo, que la
jurisprudencia aplicable a la libertad de expresión en el contexto de la
prensa puede ser de aplicación, mutatis mutandis y con todas las
precauciones necesarias, a los casos como el presente. En efecto, una
función similar a la de «perro guardián» de la prensa es ejercida por un
sindicato que actúa en nombre de los trabajadores de la empresa para
asegurar la defensa de sus intereses profesionales y sociales. En la sentencia
Vides Aizsardzības Klubs c. Letonia del 27 de mayo de 2004, el Tribunal
consintió a agrupaciones de protección del medioambiente, el estatus
reservado a la prensa. Lo mismo en lo que concierne a las asociaciones en la
sentencia Mamère c. Francia del 7 de noviembre de 2006.
8. Dicho esto, ni que decir tiene que la libertad de expresión así como la
libertad de expresión sindical no son ilimitadas y que su ejercicio está
sometido a las mismas limitaciones y restricciones necesarias en una
sociedad democrática.
9. En relación con el artículo 10 del Convenio, el caso debe examinarse
desde el punto de vista de las obligaciones positivas que puedan incumbir al
Estado demandado a fin de garantizar a los demandantes el ejercicio del
derecho a la libertad de expresión; pues la medida impugnada por los
demandantes es decir, su despido, no fue tomada por una autoridad estatal
sino por una empresa privada. La cuestión que se plantea es la de saber si la
sanción disciplinaria del despido de los demandantes por falta grave, que
entraña la perdida inmediata y definitiva de su empleo, respondía a una
«necesidad social imperiosa» y era proporcionada al fin legítimo perseguido
y si los motivos invocados por las autoridades nacionales para justificarla
1
. J.-P. MARGUENAUD et J. MOULY, « La liberté d'expression syndicale, parent pauvre de la
démocratie », Rec. Dalloz, 2010, p. 1456. Voy. aussi D. VOORHOOF et J. ENGLEBERT, « La
liberté d’expression syndicale mise à mal par la Cour européenne des droits de l’homme »,
Rev. trim. dr. h., n° 83, 2010, p. 743.
1
. Cour eur. D.H., arrêt Syndicat national de la police belge c. Belgique du 27 octobre 1975,
§ 39.
3
SENTENCIA GUTIÉRREZ SUÁREZ C. ESPAÑA
eran «pertinentes y suficientes». No lo creemos, aunque si podemos admitir
como fin legítimo la protección de la reputación o de los derechos ajenos.
10. Al ponderar la libertad de expresión y el derecho al honor y a la
reputación de las personas involucradas, el Tribunal retoma enteramente y
casi textualmente, las conclusiones de los tribunales internos que estimaron,
sin tener en cuenta el artículo 10 del Convenio, que la caricatura y los
artículos litigiosos eran ofensivos y entrañaban un ataque al honor de los
individuos afectados y de la empresa (párrafo 65 de la sentencia). En ningún
momento, el Tribunal examina concretamente si estos sobrepasan el límite
de las expresiones que «afectan, hieren e inquietan» y que están protegidos
por el artículo 10 del Convenio, como expresión del pluralismo, de la
tolerancia y la apertura de espíritu, sin los cuales no hay sociedad
democrática. Es precisamente cuando aparecen ideas que hieren e impactan,
cuando la libertad de expresión es más preciada1.
11. En lo que concierne al dibujo de la portada, se trata de una
caricatura, evidentemente vulgar y de dudoso gusto, pero que debe ser
considerada por lo que es, a saber, una figura satírica. En otros casos,
nuestro Tribunal ha reconocido el carácter satírico de una expresión, de una
publicación o de una caricatura2. Al rechazar considerar dicho carácter en
este caso concreto, la sentencia da la extraña impresión de poner la libertad
de expresión sindical en un rango inferior al de la libertad artística y de
tratarla de manera más rigurosa3.
12. Por otro lado, en cuanto al contenido de los textos en litigio, que eran
sin ninguna duda rudos y groseros, deben ser apreciados en relación con el
conflicto laboral existente en el seno de la empresa. Las violentas críticas no
eran relativas a la intimidad de las personas o de otros derechos vinculados
a su vida privada. Atacaban unicamente el papel de algunos colegas en el
conflicto laboral y sobre su actitud profesional en la controversia jurídica
1
. Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Women On Waves y otros c. Portugal de 3 febrero
2009, § 42.
2
. Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Sokolowski c. Polonia de 29 marzo 2005; Tribunal
Europeo DD.HH, sentencia Ukrainian Media Group c. Ucrania de 29 marzo 2005;
Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Wirtschafts-Trend Zeitschriften-Verlags GmbH (nº 3)
c. Austria de 13 diciembre 2005; Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Alinak c. Turquía de
4 mayo 2006; Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Klein c. Eslovaquia de 31 octubre 2006;
Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Nikowitz y Verlagsgruppe News GmbH c. Austria de
22 febrero 2007; Tribunal Europeo DD.HH, sentencia A.S. Diena y Ozolins c. Letonia de
12 julio 2007; Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Cihan Öztürk c. Turquía de 9 junio
2009; Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Bodrozic y Vuijn c. Serbia de 23 junio 2009;
Tribunal Europeo D.H, sentencia Kulis y Rozycki c. Polonia de 6 octubre 2009; Tribunal
Europeo DD.HH, sentencia Alves Da Silva c. Portugal de 20 octubre 2009. Ver también,
Tribunal Europeo DD.HH, sentencia Vereinigung Demokratischer Soldaten Österreichs y
Gubi c. Austria de 19 diciembre 1994.
3
. J.-P. MARGUENAUD et J. MOULY, « La liberté d'expression syndicale, parent pauvre de la
démocratie », op. cit.
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ligada al respeto de derechos legalmente reconocidos a los trabajadores.
Fue, por otro lado, la promoción y la protección de estos derechos la razón
esencial de la creación del sindicato. A este respecto, estas críticas no nos
parece que tengan una naturaleza idónea para causar un perjuicio «al
disfrute personal del derecho al respeto de la vida privada» (A. c. Noruega,
sentencia de 9 de abril de 2009, § 64). Es, por otra parte, significativo
constatar que no resulta del expediente que las personas involucradas por las
expresiones ofensivas de los demandantes hayan emprendido acciones
judiciales por difamación o injurias en contra de los demandantes, como era
el caso en el asunto Fuentes Bobo c. España1.
Así, la portada del boletín hacía referencia al hecho de que algunos
representantes del sindicato habían testificado a favor de la compañía y que,
a cambio, habían recibido ventajas. En el artículo incriminado «Testigos...
de quién? Pues de ellos», la misma cuestión era abordada, cierto es que en
términos irónicos y excesivos, haciendo valer que los testigos no
desempeñan su papel de defensa del interés de los miembros de la
asociación profesional de la que ellos mismos son representantes .
13. En el párrafo 74 de la sentencia, para apoyar su evaluación, el
Tribunal señala «además del carácter injurioso de la caricatura y de los
textos en cuestión, el hecho de que éstos estaban destinados más a atacar a
colegas por haber testificado, que a promover una acción sindical respecto
al empresario». De nuevo, el Tribunal disocia los textos en litigio de su
contexto, la acción sindical que precisamente había sido suscitada por los
testimonios judiciales de miembros del otro comité (cf. supra, 2.). Por otro
lado, semejante afirmación –que puede cuestionarse si entra en la
competencia del Tribunal– resulta especulativa y deja transparentar un
relativo desconocimiento de la acción sindical, incluso un cierto recelo
hacia ella.
14. Igual que la Sala, la Gran Sala insiste en el hecho de que las
caricaturas y los artículos ofensivos «no constituían una reacción
instantánea e irreflexiva en el marco de un intercambio oral rápido y
espontáneo, lo que es lo propio de los excesos verbales. Al contrario, se
trataba, de expresiones escritas, publicadas con toda lucidez y expuestas
públicamente en el seno de la empresa P. » (párrafo 73 de sentencia). Esta
apreciación permite de hecho al Tribunal distinguir el presente caso de la
sentencia Fuentes Bobo c. España, de 29 febrero de 2000, donde se trataba
de declaraciones orales pronunciadas durante emisiones de radio y en
directo, lo que había impedido a los demandantes reformularlas, corregirlas
o incluso retirarlas antes de que fueran pronunciadas públicamente2. El
carácter relativamente artificial de esta distinción, precisamente en el
contexto de la relación laboral, puede hacer creer que la presente sentencia
1
2
. Tribunal Europeo DD.HH., sentencia Fuentes Bobo c. España de 29 febrero 2000, §48.
. Ibid., §46.
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SENTENCIA GUTIÉRREZ SUÁREZ C. ESPAÑA
no constituye una regresión en relación a la sentencia Fuentes Bobo referida
al despido de un periodista por violentas críticas durante una emisión de
radio, y en la que el Tribunal declaró la existencia de una la violación del
artículo 10 del Convenio en el marco de un conflicto de trabajo.
15. Con respecto a la gravedad de la sanción, a los demandantes se les
ha impuesto la sanción máxima prevista por el Estatuto de los Trabajadores,
a saber, la resolución del contrato de trabajo, sin preaviso, sin anuncio y sin
indemnización. Es incontestable que esta sanción es la más severa de las
sanciones que pudiera afectar a los trabajadores, aunque otras sanciones
disciplinarias, menos graves y más apropiadas, podrían haber sido
consideradas, tal y como el Tribunal reconoció en la sentencia Fuentes
Bobo1.
16. Hay que señalar también que los demandantes fueron despedidos por
el incumplimiento grave y culpable de sus obligaciones, aunque las
«ofensas» cometidas por escrito no sean expresamente enunciadas en el
artículo 54 § 2 del Estatuto de los Trabajadores, que no se refiere más que a
las «ofensas orales o físicas contra el empleador o las personas que trabajan
en la empresa (...)» entre los casos susceptibles de ser considerados como de
incumplimiento contractual. En todo caso, la sanción a imponer dependía de
la calificación de la conducta considerada en este caso por el empleador
como «grave» y, por consiguiente, de la voluntad de este último de resolver
los contratos de trabajo de los demandantes, en la medida en que el artículo
54 § 1 del Estatuto de los Trabajadores no impone imperativamente el
despido para este caso en particular sino solamente su posible imposición.
17. La elección de una sanción tan excesiva impuesta a los miembros de
un sindicato que actúan no solo en su propio interés sino también en defensa
de los intereses de otros trabajadores, es susceptible de tener, de forma
general, un «efecto disuasorio» (chilling effect) sobre la conducta de los
sindicalistas de cara al empleador y de constituir un ataque directo a la
razón de ser de un sindicato2. A este respecto cabe señalar, que la simple
amenaza de despido que implica la pérdida de los medios de vida, ha sido
calificada en la jurisprudencia del Tribunal como una forma muy grave de
coacción que afecta a la sustancia misma de la libertad de asociación tal
como la consagra el artículo 11 (Young, James y Webster c. Reino Unido,
sentencia de 13 agosto 1981, § 55).
18. Finalmente, la mayoría no duda en afirmar que algunas
manifestaciones del derecho a la libertad de expresión que podrían ser
1
. Ibid., §§ 49-50.
. Sobre el efecto disuasivo manifiesto que el temor de sanciones conlleva para el ejercicio
de los periodistas de su libertad de expresión, ver, mutatis mutandis, Tribunal Europeo
DD.HH. (GC), sentencia Wille c. Liechtenstein de 28 octubre 1999, § 50; Tribunal Europeo
DD.HH., sentencia Nikula c. Finlandia de 21 marzo 2002, § 54; Tribunal Europeo
DD.HH., sentencia Goodwin c. Reino Unido de 27 mazo 1996, § 39; Tribunal Europeo
DD.HH., sentencia Elci y otros c. Turquía de 13 noviembre 2003, § 714.
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legítimas en otros contextos, no lo son en el marco de la relación laboral. Y
añade: « Además, una ofensa a la honorabilidad de las personas realizada a
través de expresiones groseramente insultantes o injuriosas en el seno del
medio profesional, reviste, debido a sus efectos perturbadores, una gravedad
particular, susceptible de justificar sanciones severas. Por ello el Tribunal
considera que, en las circunstancias particulares del presente caso, el
despido del que los demandantes fueron objeto no era una sanción
manifiestamente desproporcionada o excesiva, cuyo carácter que exija que
el Estado ponga remedio anulándolo o incluso sustituyéndolo una sanción
menos grave» (párrafos 76 y 77 de la sentencia). Estamos perplejos ante tal
afirmación.
En primer lugar, el argumento de eventuales problemas en los lugares de
trabajo es un argumento que fue invocado tradicionalmente para justificar
más protección de la libertad de expresión y no menos protección. «Mucha
gente,(...) económicamente dependiente como lo son ellos de su empleador,
dudan de hablar claro no porque tengan miedo a ser detenidos, sino porque
tienen miedo a ser despedidos. Y tienen razón.»1.
Además, esta singular toma de posición del Tribunal ignora, de nuevo, la
dimensión laboral de la situación en cuestión y nos parece alejada de la
realidad actual. La resolución inmediata y definitiva del contrato de trabajo
sencillamente ha privado a los demandantes de sus medios de existencia. En
términos de proporcionalidad, actualmente, en la situación generalizada de
crisis de empleo que afecta a numerosos países y en términos de paz social,
¿se pueden razonablemente comparar los eventuales efectos perturbadores
de los textos en litigio en el seno de la empresa con su despido y por
consiguiente, con la precarización de los trabajadores? Creemos que no.
19. En conclusión, a la vista de lo anterior y la interdependencia de las
libertades de expresión y de asociación, del contexto social y profesional en
el que se producen los hechos, de la gravedad de la sanción, de su efecto
disuasorio y de su carácter desproporcionado, consideramos que la
injerencia en cuestión no respondía a una «necesidad social imperiosa», que
haya de considerarse como «necesaria en una sociedad democrática» y se
revela manifiestamente desproporcionada a los objetivos perseguidos. Por lo
tanto, existe vulneración del artículo 10 del Convenio, desde la perspectiva
del artículo 11.
1
. I. GLASSER, « You Can Be Fired for Your Politics », Civil Liberties, n° 327, abril 1979,
p. 8.
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