Revista Institucional de la Defensa Pública de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Publicación propiedad del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Edificio Dr. Arturo Enrique Sampay, México 890 (1097) CABA. El contenido y las opiniones vertidas en cada uno de los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores. ISSN 1853-5828 PÁG. 2 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública de la ciudad autónoma de buenos aires Director Mario Kestelboim Comité EDITORIAL Dr. Víctor Abramovich Dra. Bettina Castorino Dra. Graciela Christe Dr. Arístides Corti Dr. Israel Pedro Galin Dr. Roberto Guinney Dr. Mario Landaburu ( ) Dra. Alicia Oliveira Dr. Alejandro Slokar Dr. Ricardo Smolianski “2013. Año del 30 aniversario de la vuelta a la democracia”. (Ley 4453) Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública íNDICE 7 EDITORIAL ARTÍCULOS 13 Dr. Luis Fernando Niño “Sociedad del riesgo: sociedad del miedo. Una visión crítica”. 21 Dr. Alberto Manuel García Lema “Semblanza y trayectoria de Arturo Enrique Sampay. Un testimonio personal”. 31 Dr. Arístides Corti “El derecho a la vivienda, niños y la débil seguridad jurídica de los marginados”. 43 Dra. Paula Viturro Mac Donald “La revolución de lxs “nada”: una aproximación al debate sobre orientación sexual, identidad de género y discriminación”. 61 Dr. Ramiro Sánchez Correa “La protección de la familia en el espacio europeo. Estándares básicos. Proyecciones al ámbito interamericano”. 115 Dra. Alejandra Lorena Lampolio y Equipo de Intervención de Villas de la Defensoría CAyT Nº 1 “El rol de la Defensa Pública de la Ciudad de Buenos Aires frente a la violación del Derecho Humano al agua y al saneamiento: el caso de la Villa 21-24”. 125 Dra. Bettina Castorino y Lic. Josefina Fernández “Ejercicio de la prostitución en los espacios públicos de la Ciudad. Reseña de las políticas estatales a 15 años de la derogación de los edictos policiales”. 145 Dr. Guillermo Emilio García Fabués “Por una justicia rápida, sencilla y cercana”. 155 Dr. M. Roberto Guinney “Por una defensa activa, plena e integral”. 163 Dr. Gabriel C. Fava y Dr. Gonzalo A. López “La problemática de la vivienda, la restitución anticipada de inmuebles —art. 335 CPPCBA— y los Derechos Humanos involucrados”. ANEXO 187 Dr. Arturo Enrique Sampay “Constitución, Justicia y Revolución del Mundo Contemporáneo”. 197 AGENDA Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública EDITORIAL Mario Kestelboim Defensor General de la CABA En breve concluyen los siete años previstos en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para la gestión de las cabezas de las tres ramas del Ministerio Público de su Poder Judicial. Es así que este quinto número de la Revista Institucional de la Defensa será el último que se edita con mi dirección. Este número de la Revista contiene la reimpresión de un artículo del Dr. Arturo Enrique Sampay que fuera publicado originalmente en “Liberación y Derecho”, revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires en diciembre de 1973, de la cual fui director; y un aporte respecto a la personalidad de dicho jurista que amablemente cediera el Dr. Alberto Manuel García Lema. Estos textos se publican a poco de haberse impuesto con el nombre de Dr. Arturo Enrique Sampay al edificio sede de la Defensoría General. En expreso homenaje a quien fuera el ideólogo de la reforma constitucional de 1949, que introdujo los Derechos Humanos de segunda generación en la ley fundamental de la Nación así como los principios intervencionistas estatales en el manejo de la economía y la función social de la propiedad privada. Son de destacar, por otra parte, las colaboraciones de los juristas Luis Fernando Niño y Arístides Corti que abordan temáticas de rigurosa actualidad, como lo son la sociedad del miedo y el derecho a la vivienda de los desposeídos. Se incluyen, además, los aportes de magistrados y funcionarios de este Ministerio Público de la Defensa, como viene ocurriendo desde el primer número de esta publicación, que pretende ser un espacio para reflejar aquello que se produce y debate en nuestra institución. Quiero aprovechar este espacio para expresar mis reconocimientos a quienes de una u otra forma han hecho posible las publicaciones. Así, a los integrantes del Comité Editorial por su participación y compromiso en las sugerencias de los temas que se incluyeron en las publicaciones, con el especial recuerdo a ese luchador por los Derechos Humanos que fuera el Dr. Mario Landaburu. A los que desinteresadamente colaboraron con sus artículos para que la Revista fuese considerada positivamente por sus destinatarios, tanto en la ciudad como en el interior del país, en Latinoamérica y centros judiciales, bibliotecas y carreras de derecho de todo el mundo. A los lectores que nos hicieron llegar sus comentarios, generalmente laudatorios, respecto a los contenidos y cuidada presentación. Y, principalmente, al equipo de trabajo de la Oficina de Prensa, Difusión y Publicaciones encabezado por Pablo Sanz y Ana Mangialavori, diseñadores, correctores y colaboradores sin los cuales no hubiera sido factible desde marzo de 2011 publicar cinco números de la Revista. Gracias a todos ellos. Queda en la decisión de quien me suceda al frente de esta rama del Ministerio Público la continuidad o no de la Revista, en cuyo caso existe material comprometido de buen número de juristas. Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública Artículos Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dr. Luis Fernando Niño* Sociedad del riesgo: sociedad del miedo. Una visión crítica. I. En un artículo muy reciente, Il populismo penale nella societá della paura —El populismo penal en la sociedad del miedo1—, Luigi Ferrajoli destaca un aspecto irracional que distingue a las políticas penales contemporáneas en la mayor parte de los países occidentales, que es el del miedo y la inseguridad, constantemente incrementados por parte de la clase política y los medios de comunicación para justificar la agravación de las respuestas punitivas, con el solo objeto y al solo efecto de acrecentar el consenso de los electores, pero promoviendo, en definitiva, un sistema penal cada vez más desigual y marcadamente lesivo de los derechos fundamentales. Esta contribución se centrará una vez más en el análisis crítico de algunos conceptos teóricos que son parte del actual discurso políticocriminal y cuya repercusión en los sistemas penales contemporáneos merece, al menos, una reflexión despojada de prejuicios, por cuanto aquellos enlazan, a mi criterio, con ese componente irracional que el ilustre profesor de Camerino y Roma Tre destaca en nuestros días.2 1- FERRAJOLI, Luigi, “Il populismo penale nella societá de la paura”, en La emergencia del miedo, VVAA., Ediar, Bs. As., 2012, p.37. *Abogado y Lic. en Criminología (UBA). Doctor en Derecho (U. de Salamanca, España). Titular de cátedra de Derecho Penal y Procesal Penal de la Facultad de Derecho (UBA). Juez de Cámara en lo Criminal. 2- Un primer abordaje del tema de la llamada “sociedad del riesgo” por el autor fue publicado en la Revista de la Asociación Americana de Juristas, Diciembre 2011, bajo el título “Políticas criminales y penales regresivas en el marco de la denominada sociedad de PÁG. 13 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Me refiero a la llamada “sociedad del riesgo” y a la introducción del “riesgo” en el centro del mecanismo de imputación penal por parte de una pléyade creciente de autores, a partir de su sistematización en la Dogmática Penal por parte del profesor alemán Claus Roxin. Cabe, entonces, que nos situemos en el marco histórico en que el sociólogo Ulrich Beck —hoy profesor de la Universidad de Munich y de la London School of Economics— acuñó la frase “sociedad del riesgo”,3 veintisiete años atrás, a fin de analizar críticamente algunas de las afirmaciones que dicho autor incluye en su texto, a partir de la propia introducción, y sintetiza en el resumen y panorama con el que intentó asomarse a los —por él denominados— escenarios de un futuro posible. II. Más allá de desechar el lugar común consistente en situar como detonante de sus reflexiones a la catástrofe nuclear de Chernobil, ocurrida en abril de 1986, por demás falso, toda vez que su obra estaba concluida al ocurrir el fatídico suceso, mereciendo —obviamente— una oportuna cita en el prefacio, antedatado para su inclusión como tal, bajo el epígrafe “Dadas las circunstancias”, lo cierto es que Beck erró diametralmente al vaticinar, desde ese mismo proemio, lo que denominó, con ostentosa exornación, “el final de los otros”, así como al entender sustituida la sociedad de clases por la sociedad del riesgo. “Hasta ahora [apostrofaba el afamado sociólogo] todo el sufrimiento, toda la miseria, toda la violencia que unos seres humanos causaban a otros se resumía bajo la categoría de los ‘otros’: los judíos, los negros, las mujeres, los refugiados riesgo y de las teorías criminológicas tradicionales”, s/d, p. 7-18. 3- BECK, Ulrich: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Editorial Paidós, Barcelona, 1986. políticos, los disidentes, los comunistas, etc. Había por una parte vallas, campamentos, barrios, bloques militares y, por otra parte, las cuatro paredes propias; fronteras reales y simbólicas tras las cuales podían retirarse quienes en apariencia no estaban afectados. Todo esto ya no existe desde Chernobil. Ha llegado el final de los otros, el final de todas nuestras posibilidades de distanciamiento, tan sofisticadas, un final que se ha vuelto palpable con la contaminación atómica. Se puede dejar fuera la miseria pero no los peligros de la era atómica. Ahí reside la novedosa fuerza cultural y política de esta era. Su poder es el poder del peligro que suprime todas las zonas protegidas y todas las diferenciaciones de la modernidad”.4 En primer lugar, lejos de vislumbrarse el epílogo de la concepción de “los otros”, como los “extraños” o “enemigos”, los cinco lustros holgados que nos separan de la publicación de su tan influyente trabajo fueron pródigos en la construcción de nuevos “otros”. La Guerra del Golfo, entre agosto de 1990 y febrero de 1991, las invasiones estadounidenses a Afganistán, en marzo de 2001, y a Irak, en octubre de 2003, y los cruentos conflictos desatados desde entonces hasta el presente en ambos países, son solo las referencias más destacadas de un panorama internacional en el que actualmente se perfilan nuevos adversarios a derrotar en las sucesivas emergencias, por parte del único poder imperial de esta etapa histórica y sus aliados. Huelga decir que la destrucción de las torres gemelas neoyorkinas, más de una década atrás, catapultó al poco envidiable sitial de enemigo global a una nueva y difusa categoría de individuos —los terroristas— brindando soporte a las intervenciones militares mencionadas y permi4- BECK, U, op. cit., p. 11 PÁG. 14 / DICIEMBRE 2013 artículos tiendo que los ecos del teórico nacionalsocialista Carl Schmitt y su concepto del enemigo recobren inusitada relevancia en las discusiones de política internacional. Paralelamente, en nuestro ámbito de estudio, juristas como el actual profesor emérito de Bonn, Günther Jakobs, cumplió en anunciarnos que el Derecho Penal del Enemigo es una realidad que a todos conviene reconocer, para evitar que se expanda hasta alcanzar a los buenos ciudadanos coyunturalmente sometidos a proceso. Ante lo cual, otros penalistas biempensantes intentan mitigar nuestro desasosiego convocando a pensar en un Derecho Penal de dos o tres velocidades. Lo cierto es que uno de los pilares de la nueva era preconcebida por Beck, el supuesto “final de los otros”, se ha derrumbado con estrépito. III. Otro claro yerro en la apreciación de Ulrich Beck consiste en la práctica sustitución —por él imaginada— de la sociedad de clases por la sociedad del riesgo.5 Ninguna duda cabe acerca de que la ciencia y la tecnología desarrolladas bajo el marco del capitalismo se erigen como potenciales fuentes de peligro para la propia supervivencia de la especie; y proporciona una buena prueba de ello el creciente poder destructivo de la logística aplicada a las campañas bélicas antes mencionadas. No obstante, el desplazamiento anunciado de la lógica del reparto de riquezas por la lógica del reparto de los riesgos en la modernidad avanzada no ha sido tal, ni cabe avizorarlo. El sistemático acompañamiento de la producción social de riqueza y la producción social de riesgos existió y existe; pero el hecho de que dichos riesgos puedan alcanzar virtualmente a quienes los producen o se benefician de ellos, dista de 5- BECK, U., op. cit., p. 25. hacer saltar por los aires el esquema de clases como profetizaba el profesor de Munich.6 Mal que nos pese a quienes seguimos apostando a la posibilidad de un mundo más justo, las situaciones sociales de mayor peligro continúan ligadas estrechamente a las desigualdades estructurales, a las situaciones de clase. Si no es así, que lo digan los seiscientos mil sobrevivientes gravemente afectados a raíz del desastre de Bhopal, ciudad capital del estado de Madhya Pradesh, uno de los más pobres de la India, ocurrido en diciembre de 1984, tras producirse la fuga de cuarenta y dos toneladas de isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas de propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide, a consecuencia del cual murieron otras veintidós mil personas. Es oportuno añadir dos detalles: en primer lugar, el sistema de refrigeración de los tanques de la empresa y el catalizador de gases previo a la salida a la atmósfera, se habían desactivado por ahorro de costos; en segundo término, la Union Carbide no respondió por los daños causados y los únicos procesados y condenados, en 2010 a la pena de dos años de prisión y una multa, fueron ocho ejecutivos indios.7 Ergo, la lógica del reparto de riquezas convive más que amigablemente con la lógica del reparto de riesgos. Frente a esta realidad, afirmaciones tales como “las sociedades del riesgo no son sociedades de clases; sus situaciones de peligro no pueden pensarse como conflictos de clases” o bien “(l)a miseria es jerárquica, el smog es democrático”8, resuenan como humoradas dignas de mejor causa. 6- BECK, U., op. cit., p. 29 y s. 7- DE GRAZIA, Alfred, A cloud over Bhopal. Causes, consequences and constructive solutions, Kalos Foundation for India, 1985; Cadena SER, edición digital, 7/6/2010. 8- BECK, U., op. cit., p. 42. PÁG. 15 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA IV. Cuadra puntualizar un nuevo desacierto de Beck al pronosticar la pérdida del impulso utópico de la política merced a la ampliación del Estado Social, supuesto logro conforme al cual —textualmente— “(a)l darse estabilidad y equilibrio institucionales, el poder de transformación se desplaza del campo de la política al de la subpolítica”.9 Tal expectativa, que —hacia el final de su balance— lo condujo a considerar eliminado el riesgo de pobreza vigente durante el siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX como consecuencia lateral del proceso de industrialización, merced a circunstancias políticas e institucionales que lo habrían obviado,10 contrasta vivamente con la realidad exhibida por la Europa de nuestros días, volcada a ensayar fórmulas del más crudo neoliberalismo para solucionar las graves crisis padecidas por los diversos países de su ajetreada unión continental. V. Pues bien, además de lo anotado incidentalmente respecto del aprovechamiento de la idea de riesgo para la confección de un nuevo argumento tendiente a combatir enemigos con el arsenal del ius puniendi, su empleo en las llamadas teorías de la imputación objetiva, introducidas en la Dogmática Penal como mecanismos teóricamente correctivos de la tipicidad legal, presenta ángulos inquietantes desde la óptica del penalismo garantista. Desarrolladas a partir de conceptos pertenecientes a las tipicidades culposa y omisiva impropia, tales teorías parten de visualizar unas sociedades altamente tecnificadas y anónimas, en las que la creación o aumento de un riesgo desaprobado aparece como núcleo de la imputación. Luego, más allá de la artificiosa recon9- BECK, U., op. cit., p. 278. 10- BECK, U., op. cit., p. 284. ducción de la idea de aumento de riesgo para un bien jurídico a los casos de clara tipicidad dolosa, las dificultades prácticas aparecen cuando se trata de mensurar la magnitud del riesgo permitido en cada actividad, su aumento o su conversión en riesgo desaprobado. A ello se suma la tendencia a espiritualizar el resultado del peligro a través de las figuras de peligro abstracto, las que —toda vez que representan la punición del peligro de un peligro— permiten conjeturar el extremo, inadmisible en términos de seguridad jurídica, de una tentativa de tales ilícitos, que conduciría a sostener la punición del peligro del peligro de un peligro, en un alejamiento escandaloso del principio de lesividad que, en la línea inaugurada por Johann Birnbaum, retomada por Franz von Liszt y mantenida hoy por Winfried Hassemer y, con mayor énfasis aún, por Bernd Schünemann, reclama el daño o peligro concreto para el bien jurídico como presupuesto de cualquier persecución penal. Sin perjuicio de todas esas objeciones, la mayor —a mi criterio— radica en la inversión de la fórmula propia del Estado de Derecho Democrático y Social que impone al legislador penal un programa forzosamente fragmentario, un sistema discontinuo de ilicitudes, toda vez que, al partir de categorías tales como riesgo permitido, deber de cuidado y rol de garante y generalizarlas respecto de todo el ámbito pasible de punición, amplía enormemente tanto los márgenes de criminalización primaria, cuanto el haz de proyección de la criminalización secundaria. VI. Lo expresado hasta aquí permite, con la prudencia que impone un ensayo de estas características, sentar aquí tres tesis, a saber: a) la importación, por parte de la doctrina penal, de la idea de una “sociedad del riesgo” como superadora de categorías dentro de la especie huma- PÁG. 16 / DICIEMBRE 2013 artículos na tales como “otros”, “extraños” o “enemigos”, en lugar de verificar que tal mecanismo positivo ha servido para fundamentar y justificar —precisamente— la reaparición de un Derecho Penal del Enemigo. En efecto, el temor y la desconfianza de cada individuo, en un medio social que se visualiza como poblado de peligros crecientes, opera en desmedro de los sentimientos de solidaridad e integración, potenciando las tendencias a la marginación y la exclusión del otro, en especial, del diferente; b) en un plano más general, al contrario de la declamada democratización hipotéticamente emergente de la sociedad del riesgo, se comprueba el reforzamiento de la sociedad de clases, con todos los fenómenos y epifenómenos que la acompañan, entre los que cuadra destacar la selectividad en la criminalización primaria y secundaria; c) la introducción y generalización de la idea de riesgo en el marco de la imputación objetiva conduce a desdibujar los límites de la criminalización primaria y ensancha, por consiguiente, las posibilidades de decisionismo y arbitrariedad a la hora de la criminalización secundaria. VII. Al cabo de dos siglos de marchas y contramarchas, no resulta osado considerar que la noción de Estado Liberal de Derecho encierra, en sí misma, el germen de la seguridad, así como el de su contracara: la inseguridad. Podría afirmarse, con resonancias foucaultianas, que en el seno de la valiosa ficción que conocemos como Estado de Derecho se encubre —por cierto, detrás de su declamado objetivo principal, que es la protección de la libertad— la entronización absoluta de la seguridad, como mecanismo central de aseguramiento de la vida y la propiedad de quienes temen perder semejantes atributos de su personalidad, entendida como subjetividad moderna. La lectura de los parágrafos 2009 a 2015 del célebre “Programma” de Franceso Carrara, epígono de la Escuela Clásica del Derecho Penal, en defensa del carácter “natural” de los delitos contra el segundo de los bienes mencionados, otorga una clara muestra de tal aparente paradoja. Dedicaré, pues, algunos párrafos a las derivaciones del axioma de la seguridad en las políticas criminales que campean en las sociedades actuales del mundo occidental y, particularmente, las de América Latina, sobre la base de las nociones de riesgo y control. Vale recordar, siguiendo a David Garland,11 ciertos índices sociológicos vinculados a la cuestión criminal necesarios para entender el contexto en el que las políticas criminales regresivas aparecen, frente a la opinión pública mayoritaria, como verdaderas soluciones frente a la delincuencia más molesta, generalmente asociados a la afectación de la propiedad en los centros urbanos: 1) el aumento de la tasa global de criminalidad se considera un hecho social normal, percepción que se robustece con el tratamiento que los medios masivos de comunicación dan al tema; 2) la inversión emocional en el delito es generalizada e intensa, abarcando elementos de fascinación así como de miedo, indignación y resentimiento; 3) las cuestiones referidas al delito están politizadas y se representan frecuentemente en términos emotivos; 4) el interés por las víctimas y la seguridad pública dominan la política pública; 5) la justicia penal estatal es visualizada como inadecuada o ineficaz; 6) las rutinas defensivas privadas están generalizadas y existe un mercado creciente en torno a la seguridad privada; 7) la conciencia que se tiene sobre el delito está institucionalizada en la cultura popular y en el ambiente urbano. La combinación de tales elementos produce una serie de efectos sociales y psicológicos que influyen en la Política Criminal de todos los paí11- GARLAND, David, La cultura del control, Gedisa, Barcelona, 2005. PÁG. 17 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA ses de nuestro universo cultural. América Latina no es una excepción y en su vasto territorio se desarrollan estrategias de lucha contra el delito asentadas en la sensación constante de inseguridad y riesgo,12 y en la necesidad de un estricto control social. Esas estrategias, que agrietan o retrotraen las teorías criminológicas florecidas en el último medio siglo, se basan en una nueva experiencia colectiva propia de lo que conocemos como “tardomodernidad” o “postwelfarismo”, que encuentra arraigo en las lecturas reaccionarias del delito, de la cultura y de la política que les son propias, construidas al calor del desmantelamiento del Estado de Bienestar y emparentadas con una mirada del presente en términos de crisis moral, incivilidad y decadencia de la familia y otros núcleos de socialización primaria. Corresponde consignar, empero, valiéndonos tanto del bagaje teórico aquilatado cuanto de la experiencia judicial, que el cambio que se aprecia en tal política criminal no va de la mano de una transformación de las instituciones. No estamos frente a un proceso en el que las viejas instituciones de los tres segmentos o agencias del control social formal se abandonen por otras nuevas. Asimiladas las críticas que, durante décadas, fustigaron al sistema penal y relegado el ideal abolicionista al modesto pedestal de las utopías de concreción lejana si no ilusoria, la arquitectura institucional de la modernidad penal permanece en pie, como también el aparato estatal de la justicia represiva. En las democracias latinoamericanas en tren de consolidación, es el funcionamiento estratégico y su importancia social lo que se ha transformado, dando lugar, por un lado, a las denominadas excepciones, que se estructuran como mecanismos punitivos paralelos, en algunos casos, como acontece con el ya releva- do ‘derecho penal de enemigos’ diseñado para determinadas especies delictivas, tales como las actividades terroristas o las desarrolladas a partir de ciertas asociaciones ilícitas; y, por otro, a la incorporación de auténticas regresiones, de cara a buena parte de los delitos comunes, en especial, los que atentan contra la propiedad y contra la seguridad pública; valga como ejemplo la reaparición del Derecho Penal de autor en el Código Penal argentino, en torno al delito de portación de arma de fuego de cualquier calibre,13 al compás de las esperpénticas reformas sucedidas en la primera década del presente siglo. Convivimos hoy, en definitiva y en términos generales, en comunidades integradas por individuos propensos al sentimiento de temor e incertidumbre originado, en buena parte, por el retraimiento del Estado en su función de dador de seguridad social y potenciado, en no menor medida, por la reinvención de ese mismo Estado como garante meramente simbólico de la seguridad individual. De esta perversa sustitución de funciones ya nos hablaba trece años atrás Löic Wacquant, al desvelar la tan solo aparente contradicción entre el proyecto neoliberal de desregulación y extinción del sector público y el irresistible ascenso del Estado Penal, y al denunciar, consecuentemente, que la criminalización de la miseria es el complemento indispensable de la imposición del trabajo asalariado precario y mal pago como obligación ciudadana.14 Aunque parcial y trabajosamente desandado por las variadas tendencias de corte populista registradas en los últimos años en el subcontinente sudamericano, ese modelo ha dejado 12- Cfr. KESSLER, Gabriel, El sentimiento de inseguridad. Sociología del temor al delito, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009. 14- WACQUANT, Loic, Las cárceles de la miseria, Editorial Manantial, Buenos Aires, 2000, p. 102. 13- Artículo 189 bis, inciso 2°, párrafo 8° del Código Penal. PÁG. 18 / DICIEMBRE 2013 artículos como uno de sus saldos más visibles el debilitamiento del tejido social. En este esquema se inscriben las políticas criminales regresivas y su parafernalia de tratamiento específico para enemigos, derechos penales de varias velocidades, creación de nuevas figuras penales, aumento de escalas penales para las ya existentes, resurrección de figuras propias del derecho penal de autor, exaltación de la delación, justificación de los agentes provocadores y un largo etcétera que me eximo de completar aquí. Bien vale, frente a ese panorama, rescatar la vigencia del pensamiento de un gran humanista italiano, el recordado Profesor de Bolonia y Saarlandes-Saarbrüken, Alessandro Baratta, quien supo alertarnos acerca de que “(u)n análisis en profundidad puede demostrar que la historia de la dominación, en la formación social capitalista, más que ser la historia del dominio y de la conservación del dominio de ciertos individuos sobre otros, es la historia de una progresiva alienación de la subjetividad por parte del sistema político-social”.15 En íntima conexión con esa advertencia, cuadra detectar, detrás de tantas variaciones claramente contrarias a un Derecho Penal compatible con el Estado Constitucional de Derecho, el factor irracional pero poderoso del miedo, que nos transforma en víctimas potenciales de los múltiples riesgos que vivenciamos como inminentes y nos impulsa a sustituir, —valga expresarlo con las flamantes palabras de Luigi Ferrajoli—, “el sustrato simbólico de la democracia, que es el sentimiento común de la igualdad y la solidaridad, reemplazándolo por el sustrato simbólico de los regímenes populistas y autoritarios”.16 15- BARATTA, Alessandro, “Notas para una teoría de la liberación”, Revista Poder y Control, N° 1, Barcelona, 1987. 16- FERRAJOLI, L., op. cit., p. 55. PÁG. 19 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dr. Alberto Manuel García Lema* Semblanza y trayectoria de Arturo Enrique Sampay. Un testimonio personal.** *Conjuez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Miembro del Instituto de Derecho Constitucional de la Academia Nacional de Derecho. Director consulto del Instituto de Derecho Constitucional del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. Ha sido Procurador del Tesoro de la Nación y Vicepresidente de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional; integrante de las comisiones de los acuerdos pre-constituyentes en 1993 y Convencional Nacional Constituyente en 1994. Ex profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y de Instituciones de Derecho Público en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Profesor del Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad del Salvador y en posgrados de la Universidad de Belgrano. Ha publicado varios libros de su autoría o en colaboración y más de cien artículos en revistas especializadas y diarios, en el país y en el extranjero. ** El presente artículo es una versión abreviada del que fuera publicado originalmente por Editorial El Derecho (UCA) en EDCO, [254] - (15/10/2013 Nº 13.342). Conocí a Arturo Enrique Sampay en algún momento del año 1971. Tenía 28 años cuando mi amigo Jorge Vanossi me dijo que, dada mi condición de joven profesor de derecho constitucional y adherente al justicialismo desde cerca de una década atrás, debía tratar a quien él consideraba el más eminente jurista de esa disciplina, también de trayectoria justicialista. En un almuerzo que compartimos los tres tuve mi primer encuentro con Sampay, e inmediatamente quedé cautivado por su vasta cultura y sabiduría, no solo en derecho constitucional, sino en filosofía general y derecho; por su aguda percepción de los acontecimientos políticos y sociales —de singular intensidad y teñidos de violencia— que sucedían entonces en el mundo y en el país, los que interpretaba desde sus amplios conocimientos en esas disciplinas y en la ciencia política; pero, sobre todo, porque interrelacionaba íntimamente la política y el derecho con la economía —internacional y nacional, cuyas reglas y funcionamiento dominaba— y todo ello con una estructura de pensamiento de base aristotélico-tomista que otorgaba primacía a la realidad, pero afirmada a la vez en sólidos principios éticos y religiosos. Es decir, fui deslumbrado por un auténtico maestro, del que inmediatamente quise convertirme en discípulo, siendo aceptado en ese difícil rol con gran generosidad de su parte. PÁG. 21 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Los años de formación y las primeras obras Más tarde me enteré que Arturo Sampay había nacido en la provincia de Entre Ríos en 1911 y se había formado en el histórico Colegio de Concepción del Uruguay, fundado por Urquiza, en donde se educara una parte considerable de la elite provinciana de todo el país. Cursó luego estudios de derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata, de la que egresó como abogado en 1932, con brillantes calificaciones. Es conocido que Sampay se formó durante varios años en Europa y recibió la influencia de la obra de Hermann Heller —a través de cursos dictados en Zurich por Dietrich Schindler—, como también de Monseñor Olgiati y Amíntore Fanfani en Milán, y de Jacques Maritain en París, entre otros autores de gran prestigio académico y político en el pensamiento europeo de ambas posguerras mundiales. Vale la pena hacer una breve mención al modo como Sampay financió esos años de estudio en el exterior, porque contribuye a entender la personalidad que evocamos. Así, en una oportunidad, rememorando aquellos años, me confió que habiendo muerto su padre, le pidió a su tío —probablemente administrador de la sucesión— que vendiera primero la totalidad de la hacienda que le pertenecía y luego su parte del campo para ir girándole dinero a Europa para sostener sus viajes, previniéndole que le avisara con tiempo cuando se consumiera el producido de esos bienes para organizar su regreso al país; así, por decisión personal, la herencia paterna fue íntegramente destinada a una formación cultural de primera categoría. Podemos apreciar el fruto de esa excelente formación en la alta calidad de todas sus obras y la difusión que tuvieron en el exterior. Las notas que pueblan sus trabajos, hablan a las claras de que dominaba latín, inglés, francés y alemán, citando a los autores en sus respectivas lenguas. En algunos de nuestros encuentros, cuando ya era titular del Instituto de Derecho Político y Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, me asombraba su método de lectura. Le traían de la biblioteca de esa Facultad, a su pedido, un carrito que contenía libros por decenas, en varios idiomas, y los hojeaba rápidamente, con una lectura de tipo fotográfica, hasta que se detenía y leía con mayor atención alguna parte que le interesaba en especial. En 1942 publica su primera obra de envergadura, La crisis del Estado de Derecho liberal-burgués —que fue comentada por autores extranjeros de la talla de Recasens Siches, entre otros—, en la que estudia las nuevas formas del Estado: fascista, nacional-socialista, marxista-soviético, corporativo- portugués, preconizando superar la crisis que da título a su obra, sin recurrir a la absorción de la persona por entidades colectivas y pronunciándose contra la democracia cesarista. Poco después —entre 1943 y 1944— escribió La filosofía del iluminismo y la Constitución Argentina de 1853, publicada por Depalma en ocasión del 90º aniversario de la sanción de esta Constitución, cuando Sampay ingresaba también a la cátedra de Derecho Político de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata. Esta fue proseguida por otras muchas obras, recordadas en trabajos de uno de sus principales discípulos, Alberto González Arzac, en especial en Sampay y la Constitución del futuro (Buenos Aires, 1982), y en su “Noticia preliminar a Arturo Sampay” en La Constitución democrática (Ciudad Argentina, 1999); a algunas de ellas las citaré en adelante por su influencia en mi concepción de la historia, la ciencia política y el derecho constitucional. PÁG. 22 / DICIEMBRE 2013 artículos Sampay en los comienzos de la década de los setenta En la época que comencé a tratarlo, Sampay empezaba a transitar sus sesenta años, y el país se encontraba dirigido, desde los primeros meses de 1971, por el presidente Alejandro A. Lanusse. Para situar correctamente a Sampay en esos años cabe decir que había contribuido a crear, desde tiempo atrás, el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico, que presidía, y una revista —Realidad Económica— cuya dirección estaba a su cargo, y a la que me suscribí por consejo suyo en 1971 (a partir del Nº 3) hasta el segundo trimestre de 1976 (Nº 24), ya en pleno golpe militar, y que repasé para esta exposición. En sus números se expresa la íntima relación que, según anticipara, existía para su inspirador entre economía y derecho. El Instituto se autodefinía como un “nucleamiento de profesionales, industriales, productores, comerciantes, técnicos, estudiosos de la economía, y de todos aquellos que desarrollan sus actividades en la esfera económica nacional”. Pretendía ser una entidad destinada a esclarecer falencias estructurales de la economía y “las soluciones que corresponden al interés nacional en cada caso”, es decir, para “un gran programa nacional de desarrollo económico autónomo”. La revista aparecía cada dos o tres meses, careciendo de firma muchos de sus artículos, lo que revela una fuerte actividad de su dirección editorial; destinaba una primera parte al seguimiento de la coyuntura económica y luego publicaba otros trabajos, con cierta unidad temática, en defensa del interés nacional, en sectores definidos como estratégicos, e incluía documentos históricos y noticias del Instituto. Allí se aprecia a Sampay como un hombre de pensamiento, que deseaba influir en los acontecimientos políticos y económicos de la época. Su pensamiento católico Para avanzar en un bosquejo de sus ideas en ese tiempo, voy a referenciar un trabajo que apareció en el Nº 10 de Realidad Económica —septiembre/octubre de 1972— con la disertación de Sampay ante la XXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, titulada “Socialización, socialismo y política de espíritu cristiano”. Sampay expone algunas ideas que sintetizo, con la aclaración de que solo he compartido y comparto algunas de ellas: 1. Comienza por asentarse en Sócrates a quien se le atribuye la afirmación de que “lo político es lo justo”, fundándola en una moral objetiva intrínseca a la persona humana, y define que lo justo “es dar a cada uno lo debido”, entendido esto como “dar a cada uno lo que necesita según su propia naturaleza”; y se apoyaba en la exposición de Pablo VI ante la ONU, afirmando que ella se situaba en el plano de Sócrates y buscaba “lo que era justo (...) lo que debe pensar todo hombre razonable. Si evangelizaba era ese Evangelio contenido virtualmente en el Evangelio, que es también el de la razón y la justicia”. 2. Identifica la justicia política —denominación que los griegos daban a lo que ahora llamamos la justicia social— como virtud que ordena el cambio de los bienes exteriores, a fin de que cada uno de los miembros de la comunidad tenga lo necesario para desarrollarse plenamente. Implica que cada uno debe dar a la comunidad cuanto le permite su capacidad productiva, y debe recibir según la cantidad y calidad aportadas a la sociedad y en sus necesidades, cuanto la comunidad le puede dar por su fuerza productiva global. 3. Luego incursiona en un extenso desarrollo sobre la justicia política cuya exposición PÁG. 23 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA excede los límites de este trabajo, pero en el que lucen sus ideas claramente optimistas como “el ansia incontenible de ser feliz, ínsita en la naturaleza humana —lo cual requiere la suficiencia de bienes exteriores—, y la ineludible precedencia que la misma naturaleza impone a la provisión de los bienes exteriores [se apoya aquí en San Pablo], hace inexorable la lucha de los hombres por el establecimiento de la justicia y esta lucha imprime el sentido al progreso de la civilización”. Afirma que la justicia se fundamenta en una profunda disposición de la naturaleza humana “que inclina a la amistad y, más acabadamente, a la amistad política”, a fin de que el conjunto de los seres humanos promueva las condiciones indispensables para que cada uno de los miembros pueda desarrollarse plenamente. En este sentido, se opone a quienes preconizan la imposición del más fuerte, partiendo de la falsedad de que “el hombre es lobo para el hombre”, cuestionando implícitamente a Hobbes y su justificación del autoritarismo. 4. Sampay saca tal consecuencia de lo expuesto: “A medida que los miembros de la comunidad política intensifican su cultura intelectual, progresa la conciencia política o la conciencia popular de la justicia, que consiste en su reflexiva demanda por las condiciones de vida que en la ocasión histórica son posibles de satisfacer y que entonces le son debidas”. De ello deriva otra consecuencia, “para efectuar plenamente la justicia hay que aumentar la producción de los bienes exteriores al grado que sean suficientes para todos; y para lo cual hay que ordenar con ese objeto, los recursos y los medios con que cuenta la sociedad”. 5. En este orden de ideas, Sampay alude a los grandes efectos del progreso de las ciencias, que trae una enorme incidencia sobre el género y nivel de vida. Ello produce dos efectos. Por un lado, la “prodigiosa ampliación de los medios de instrucción e información ha sacado a las masas de la población de la mansedumbre ignara y las ha elevado a la conciencia de la justicia”, y por otro lado, “con el progreso de las ciencias del mundo físico aplicadas a la técnica de la producción, se pusieron los gérmenes de una civilización que ha de terminar con la escasez de los bienes exteriores, o, dicho de otro modo, que hace factible la universalización de la justicia; que ha de popularizar la cultura intelectual y el ocio indispensable para que cada uno esté en condiciones de vivir conforme a la virtud y actuar en la política”; como también posibilita que los hombres transformen las luchas entre sí por la posesión de los bienes exteriores —ineludibles en épocas de escasez— “en lucha de todos los hombres contra la naturaleza para conseguirlos para todos”; y este incremento portentoso de los bienes exteriores y de los “medios de transportar personas, ideas y cosas, y a causa del aumento explosivo de la población a la unificación del mundo en una sola polis, a la unitaria efectuación de la justicia política para todo el género humano”. 6. Este fenómeno, indica a continuación Sampay, fue descripto en 1937 por el teólogo Chenu, que llamó “socialización” al hecho de que los actos humanos interpersonales y la más pequeña realidad social quedan insertos en un amplio régimen comunitario que los dirige y que por todas partes penetra, afirmando que estas formas colectivas de producción, cuyo nudo lo constituye un trabajo social “efectuado por todos y para todos” era una “verdadera preparación evangélica”; concepto que fue adoptado en las traducciones de la encíclica Mater et Magistra, de Juan XXIII. 7. En tal orden de ideas, Sampay afirma que por “socializar” entiende “convertir bienes privados en bienes públicos”, lo cual “es legítimo cuando lo requiere el bien común, o sea, la justicia”. Para ello, asigna otro sentido al “principio de subsidiariedad”, relativizando la regla del régimen PÁG. 24 / DICIEMBRE 2013 artículos de propiedad del capitalismo y como excepción la intervención estatal, para otorgarle un alcance más amplio: “La ordenación pública de la economía suple, debido a manifiestos defectos, la función que los particulares deberían cumplir en el manejo de bienes destinados por Dios a la óptima suficiencia de vida de todos”. Este camino de la “socialización” al “socialismo” lo encara Sampay en términos flexibles, porque “cuándo y con qué alcance se deben convertir en bienes públicos a las grandes empresas de producción (...) es un problema de técnica política o (...) de prudencia política arquitectónica”. Apoya la existencia de “magnas empresas estatales de producción”, porque el fenómeno de socialización de la vida “exige inversiones tan cuantiosas que solamente el Estado las puede realizar”. De allí que se oponga a monopolios privados, que se dedican a la explotación de los sectores populares. 8. Sampay también se apoya en la encíclica Quadragesimo Anno para cuestionar el “principio de libre concurrencia”, destrozado a sí mismo, porque —en palabras de Pío XI, que cita— “la prepotencia económica ha suplantado al mercado libre; al deseo de lucro ha sucedido la ambición desenfrenada de poder”, alertando, en conceptos de Pablo VI que transcribe, contra dos corrientes que emanan de la misma fuente: por un lado, “fluye el nacionalismo o también el imperialismo económico; por el otro, el no menos funesto y detestable internacionalismo del capital, o sea el imperialismo internacional”. Desde esta perspectiva reivindica su redacción del célebre art. 40 de la Constitución de 1949. 9. Finalmente, retoma a Juan XXIII y Pablo VI en cuanto afirman que la “cuestión social” ha devenido en un problema mundial; considera con ellos que la “descristianización” en los países de tradición cristiana y la no debida propagación del mensaje evangélico en los pueblos de Asia y África es el resultado de haber recibido una apologética del ateísmo. Y se pronuncia a favor del optimismo de la Iglesia a nuestra prodigiosa civilización científica del presente “no obstante ser sustancialmente atea y no obstante los riesgos que acarrea su ambivalencia en el campo moral”, siguiendo en su cierre a Pablo VI al concebir a la Iglesia como “portadora de esperanza” y a la prognosis de ese Papa al que cita: “Las grandes ideas que son faros del mundo moderno no se apagarán. La unidad del mundo se hará. La dignidad de la persona humana será reconocida no solo formalmente sino también realmente. La inviolabilidad de la vida, desde el seno materno hasta el final de la vejez, obtendrá un general y efectivo reconocimiento. Las indebidas desigualdades sociales quedarán niveladas. Las relaciones entre los pueblos serán pacíficas, razonables y fraternas. Ni el egoísmo, ni la arbitrariedad, ni la indigencia, ni el desenfreno de las costumbres, ni la ignorancia, ni las numerosas taras que todavía caracterizan y angustian a la sociedad contemporánea, impedirán la instauración de un verdadero orden humano, de un bien común universal, de una civilización”. Creo que esa larga exposición de Sampay, que he tratado de sintetizar con la mayor fidelidad posible, lo describe cabalmente como un católico comprometido con las ideas más avanzadas de su época, en la medida en que tradujeran la aspiración del cristianismo a construir un mundo mejor, a la vez que lo aleja de cualquier posible calificación de comunista, más allá de que pertenece a un tiempo en el cual católicos y marxistas habían comenzado a dialogar. La influencia de Sampay como mi maestro El encuentro con Sampay fue de gran significación para mí, razón que me obliga a realizar algunas aclaraciones personales. PÁG. 25 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Hasta el momento en que conocí a Sampay, me había formado con dos grandes profesores de historia y ciencia política (disciplina comprensiva del antiguo derecho político) y del derecho constitucional. El primero de esos profesores fue Carlos Floria, con quien estudié y luego colaboré desde mis años de estudiante en su cátedra de Historia de las Instituciones Argentinas y luego en la de Derecho Político. En 1967, al recibirme de abogado, y siendo nombrado Floria decano de la Facultad de Ciencias Políticas en la Universidad del Salvador me convocó para ser también docente en la cátedra de Historia de la Filosofía Política, a cargo del profesor García Venturini para el posgrado en ciencias políticas. El segundo de ellos fue Germán Bidart Campos, en cuya cátedra de Derecho Constitucional ingresé por concurso al recibirme de abogado, y recorrí todas las jerarquías docentes, como era entonces habitual. Las ideas de Sampay, católico nacionalista de izquierda, representaron un agudo contraste con la influencia ejercida por el pensamiento de aquellos primeros maestros, por su modo de entender la historia política y económica nacional. En el año 1972, Jorge Vanossi, durante su ejercicio de la Secretaría Académica de la Universidad Nacional de Buenos Aires, me designa Director de Investigaciones Científicas de esa casa. Desde esa posición, y con amigos en el decanato de la Facultad de Derecho de esa Universidad, pude impulsar el nombramiento de Sampay como profesor titular de una cátedra de Derecho Constitucional, a la vez que se lo designaba al frente del Instituto de Derecho Político y Constitucional. Sampay me incluyó como profesor adjunto de su nueva cátedra, encontrándome en la curiosa situación de serlo también en la cátedra de Germán Bidart Campos. Poco después, Sampay me pidió que lo asistiera en otra cátedra en la Universidad del Salvador. Estas aclaraciones son necesarias para explicar el período más fecundo de mi trato con Sampay, pues al asumir la dirección del referido Instituto, me sorprendió con una invitación, al ofrecerme ingresar a su oficina en cualquier momento, cualquiera fuere la persona con quien se encontrara, y escuchar las conversaciones que él mantuviera. Era un modo informal de acceder a su pensamiento y a las numerosas anécdotas de su vida política y académica. La relevante participación de Sampay en la Constitución de 1949 Alberto González Arzac, en su prólogo a La Constitución democrática (Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1999), que contiene varios trabajos de Sampay, señala que fue él quien elaboró el proyecto de la parte dogmática, otorgándole una estructura que fue aprobada en la nueva Constitución: Capítulo I, Forma de Gobierno y declaraciones políticas; Capítulo II, Derechos, deberes y garantías de la libertad personal; Capítulo III, Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la cultura; Capítulo IV, La propiedad y la actividad económica. También ese autor indica que la similitud entre el proyecto Sampay y el texto aprobado fue muy apreciable, pese a visibles diferencias que se advierten en varios de sus artículos. En el famoso art. 40, eje del sistema económico, las cláusulas relativas a los servicios públicos fueron redactadas por Sampay en colaboración con Juan Sábato y Jorge del Río, y consultadas con Raúl Scalabrini Ortiz y José Luis Torres. Sampay fue electo en 1948 como convencional constituyente, y sus discursos en esa Convención, como miembro informante de la Co- PÁG. 26 / DICIEMBRE 2013 artículos misión Revisora, explicativos de la redacción de la Constitución de 1949, fueron reunidos en una obra titulada La reforma constitucional, publicada en La Plata en 1949 (Fermín Ubertone reunió en un trabajo publicado en el Nº 5 de la Revista de Derecho Público y Teoría del Estado un “Índice de su actuación parlamentaria”). El problema se presentó con la aprobación del citado art. 40, con cuya redacción final Perón no estuvo de acuerdo, precisamente en punto a la nacionalización de recursos naturales y servicios públicos. El propio Sampay me comentó que Perón envió un emisario a la Convención Constituyente, presidida por Mercante, para evitar la sanción de ese artículo y que tanto éste como Sampay lo demoraron, sin atenderlo hasta que su texto fuera aprobado. Alberto González Arzac, sin relatar esta anécdota en la obra citada, refiere la opinión del economista justicialista Gómez Morales, según la cual el art. 40 se aprobó contra los deseos del presidente de la Nación. Y agrega que Perón no volvió a entrevistarse personalmente con Sampay después del juramento de la Constitución de 1949, lo que es un fuerte indicio de que había caído en desgracia, dada su relación anterior. En 1951, Sampay editó dos obras: Derecho fiscal internacional e Introducción a la Teoría del Estado, que, en opinión de André Hauriou — célebre catedrático francés de derecho constitucional comparado e hijo del no menos célebre publicista Maurice Hauriou—, entre otros autores, son considerados textos principales en esa materia. Los años de persecución política Con la finalización del mandato de Mercante como gobernador de Buenos Aires, lo sustituyó en 1952 el mayor Carlos Aloé, quien inició una persecución política de los colaboradores de mayor confianza de su antecesor, entre ellos, Sampay. Para el cardenal Luis Copello, esa situación hacía peligrar su vida, y le aconsejó el exilio, que con la ayuda de los padres de Don Orione lo llevó, primero a Paraguay donde lo recibió su presidente, Dr. Federico Chávez y luego a Bolivia, —cuyo presidente Víctor Paz Estensoro era su amigo— donde fue designado miembro del Instituto de Derecho Político de la Universidad de La Paz. Por último, en 1954, ya en Montevideo (donde su esposa e hijos podían visitarlo más asiduamente), trabó una relación de amistad y comunión de ideas con el viejo caudillo del Partido Nacional, Dr. Luis Alberto Herrera. La caída del gobierno peronista en 1955 no varió su condición de exiliado, y fue recién en la presidencia de Arturo Frondizi, en 1958, cuando pudo regresar al país. Antes, en 1956, publica en Montevideo la obra La declaración de inconstitucionalidad en el derecho uruguayo. Alberto González Arzac relata en el prólogo que, con posterioridad a su regreso se le siguió negando el reintegro a la vida académica y universitaria, que trabajaron profesionalmente juntos y que la influencia de su pensamiento solo pudo hacerse sentir en escasas oportunidades y fuera del país, como en 1967 cuando viajó a Uruguay y a Santiago de Chile para pronunciar conferencias sobre las reformas constitucionales promovidas por los gobiernos militares de esos países. Por otra parte, Sampay presagiaba un oscuro desenlace para el país, tras la muerte de Perón, anticipando el caos que sobrevendría; no obstante lo cual aceptó colaborar con el gobierno de María Estela Martínez de Perón, asesorándola en cuestiones de Estado. PÁG. 27 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Su última concepción sobre la Constitución En ese tiempo, Sampay había publicado dos trabajos importantes para exponer sus ideas sobre la evolución constitucional. El primero, Constitución y Pueblo (Buenos Aires, Cuenca Ediciones, 1973), contenía —como él lo explica en sus “Advertencias Preliminares” fechadas el 1/1/73— cuatro lecciones de derecho constitucional que diera en distintos lugares de la República, que se inician con “La Constitución como objeto de ciencia”, dictada en la Universidad de Córdoba a pedido de su amigo y también constitucionalista Carlos Tagle Achával. Luego trata el tema “Qué Constitución tiene la Argentina y cuál debe tener”, cuyo texto se había publicado en el diario La Opinión bajo el título “Constitución y Pueblo”, frase feliz según expresara Sampay y que utilizó luego como título para su obra. Las otras dos lecciones son complementarias y se refieren a “Gobierno de facto y conversión de bienes nacionalizados en bienes privados”, ponencia presentada en un congreso en defensa de las empresas del Estado; y la última “La reforma de la Constitución de Chile y el art. 40 de la Constitución Argentina de 1949”, expuesta en Bahía Blanca. El segundo trabajo, publicado en el Nº 14 de la revista Realidad Económica, en agosto-septiembre de 1973, se titula “El cambio de las estructuras económicas y la Constitución Nacional”. Sampay plantea, en primer término —y al igual que en otras obras— el concepto de “constitución real de un país”, por oposición al concepto de “constitución escrita” (en el sentido de constitución jurídica). Señala que la clase o “sector” social (utiliza en el artículo ambos términos, siendo el segundo más amplio que el vocablo “clase”, de mayores connotaciones ideológicas) que predomina es el que gobierna. Y atiende —utilizando el concep- to aristotélico de “causa-fin”— a la estructura social gobernante: si el sector social que predomina, gobierna con miras a utilizar en provecho propio los frutos de la actividad productiva del conjunto, se tiene una oligarquía, o sea, el gobierno de unos pocos que utilizan en su beneficio los bienes de todos. En el caso contrario, si la clase que gobierna lo hace para que todos los miembros de la comunidad participen de los bienes de la civilización, se está ante una verdadera democracia, “una democracia en el fin, cualquiera sea la forma que asuma el gobierno de la sociedad”. Para Sampay, tales son los dos tipos de sociedad que se dan en la historia. Es el sector dominante el que dicta las leyes escritas y, en primer término, “la super ley, que es la Constitución jurídica o escrita”. Afirma “que solo hay cambio de estructuras económicas y de Constitución real cuando una clase sustituye a otra en el predominio político”; y tal sustitución puede realizarse súbitamente por la fuerza, o a través de un proceso de transición, en cuyo caso coexisten dos poderes: el que se halla en trance de ser sometido y aquel cuyo predominio ha comenzado. Esta última situación suele desarrollarse en el marco de la Constitución escrita preexistente, por la flexibilidad de la Constitución, usando el nuevo sector social el método de interpretación revolucionaria o de lege ferenda. A continuación, considera: “Nuestras estructuras económicas conforman la Constitución real de un país dependiente, porque en lo fundamental, están articuladas con miras a satisfacer los intereses de los monopolios transnacionales”. Argumenta seguidamente acerca de cómo tales monopolios se han apoderado de los recursos del país. De la dependencia creada por los monopolios internacionales deriva también la dependencia tecnológica, porque aquellos imponen la tecnología que les interesa que el PÁG. 28 / DICIEMBRE 2013 artículos país adopte. Así, los monopolios internacionales no solo remesan al exterior sus grandes ganancias sino también importantes regalías tecnológicas. Además, Sampay conecta el accionar de esos monopolios internacionales a las estructuras latifundistas de la pampa húmeda y a la exportación de los productos agrícolo-ganaderos también a cargo de monopolios internacionales. Su programa constitucional y político reside en recuperar los recursos naturales en poder de los monopolios, nacionalizar los centros de acumulación del ahorro social, pues quien orienta las inversiones imprime el sentido del desarrollo económico. Así, un aspecto central es nacionalizar y estatizar la explotación de los recursos energéticos, en especial las petroleras. Orienta también la reforma a la protección de la salud, indicando su íntima conexión con el progreso de la educación, y entendiendo que la base de aquella es la buena nutrición y la generalización de la alimentación suficiente —mediante transformaciones agrarias— con el objeto de bajar los costos de producción e incrementar no solo el consumo sino los saldos exportables para que las divisas que generen se dediquen a la capitalización básica del país; proponiendo la nacionalización del comercio exterior. Pone el acento en el hecho de que la revolución científica y tecnológica es la que genera el moderno progreso social, por lo cual también hay que convertir a las universidades y academias en centros oficiales de altos estudios dirigidos a lograr la liberación nacional en el campo tecnológico. Todo ello lo conduce a reivindicar la educación gratuita, universalizada de manera absoluta y vinculada con características regionales de la producción, sin desdeñar las donaciones privadas a institutos docentes particulares. Sampay admite que la Constitución de 1853 permite implementar gran parte de su programa de cambio de estructuras económicas y so- ciales, por el carácter elástico de sus normas y por la interpretación revolucionaria o de lege ferenda de sus normas; así como por el carácter axiológico de su preámbulo, dentro de cuyos fines supremos allí enunciados tiene preeminencia ontológica el “bienestar general”. Esta posición permite señalar que aun cuando preconiza los cambios revolucionarios en la Constitución real, admite que puedan lograrse sin acudir al uso de la fuerza o la violencia por la nueva clase o sector dirigente. A continuación, entiende necesaria una política de expropiación de bienes a los grupos monopólicos para pasarlos al dominio del Estado regido por grupos sociales organizados, a partir de un pago de expropiaciones distinto del establecido por la jurisprudencia de la Corte Suprema. En este sentido, Sampay adelanta en ese artículo su interpretación de aquello que significaba la importación de capitales extranjeros en el tiempo de sanción de la Constitución de 1853, es decir, representaba la nacionalización de esos capitales y las personas que los trasladaban, incorporándolos a la riqueza del país. Esa idea, que toma parcialmente de José Nicolás Matienzo —en el sentido de que los únicos extranjeros a los que se acuerdan los derechos civiles de los ciudadanos son los habitantes de la República— la extiende a los capitales que traen al país. Más adelante, Sampay, en el extenso y meduloso prólogo a su obra Las Constituciones Argentinas (Eudeba, 1975), expondrá extensamente tal interpretación de nuestra historia constitucional, que ha tenido gran influencia en mi propia concepción de esa historia. Desde esta perspectiva, sostiene que no se expropia la propiedad personal, sino los bienes de las grandes empresas por considerarlos colectivos, y en tal caso se aplican los criterios de los arts. 39 y 40 de la Constitución de 1949. En similar orden de ideas al antes señalado, consi- PÁG. 29 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA dera posible la institucionalización de los movimientos de masas, en el marco del respeto a la “pluralidad de los partidos políticos” cuya fuente además radica en la forma de gobierno republicana que adopta la Constitución de 1853. Finalmente, sostiene que todo lo que permite la Constitución de 1853 por falta de preceptos prohibitivos, la Constitución de 1949 lo dispone de manera expresa, por lo que consideraba posible que fuera reimplantada por el simple juramento del presidente —en la asunción de Perón al ser electo en 1973— al recibírselo en Asamblea Legislativa, en atención a que esta última Constitución fue derogada de facto, tesitura política que no avalara Perón. El debate sobre las ideas de Sampay en la década de los ochenta Para concluir, debo señalar que el debate sobre las ideas teóricas, políticas y constitucionales de Sampay renació con el retorno a la democracia. Por tal razón, promoví hacia mediados de la década de los ochenta, junto con antiguos discípulos y nuevos jóvenes destacados en esas disciplinas, hoy reconocidos profesores, la creación de un Instituto de Derecho Público y Teoría del Estado, dedicado a Arturo Sampay, que me tocó presidir y participar en la dirección de varios números de una revista que editamos, en la que se encuentran valiosos artículos que desarrollaron numerosos aspectos de su pensar, así como otros que desarrollan conceptos de sus múltiples obras. Si los antecedentes de la reforma de 1994 se remontan a las iniciativas de Raúl Alfonsín, que llevaron a los trabajos del Consejo para la Consolidación de la Democracia dirigidos por Carlos Nino, y se centraban en una reforma de índole predominantemente política, los artículos que se publicaron en la revista de ese Instituto se orientaron a una reforma que incluyera las cuestiones económicas y sociales —como también sus consecuencias en el régimen federal y en la integración latinoamericana— en las que puede advertirse la influencia inspiradora de Sampay. Así lo expresé en el editorial de su Nº 1, de agosto de 1986, titulado “En memoria del Dr. Arturo Enrique Sampay”, indicando que “al colocarse el Instituto ahora creado, bajo el patrocinio moral del Dr. Sampay, no solo se pretende perpetuar su memoria, rindiéndole un merecido recuerdo. Se desea, por encima de ello, confrontar sus ideas y las que fueron fuentes de su inspiración, que ya pertenecen al patrimonio común de la cultura, con las nuevas realidades que vive hoy nuestro país y el mundo en que se halla inserto, así como las perspectivas y tendencias que pueden advertirse para el próximo porvenir (...) Es muy posible que nuestro maestro concordase en que una continua producción intelectual, adecuada a los desafíos de esta hora, puede representar el mejor homenaje que podamos tributarle”. No cabe ocultar que en esa revista se advierten algunas diferencias conceptuales entre quienes nos hemos seguido autodenominando discípulos del maestro, pero lo que importa —por lo menos es mi parecer— es que las ideas de Sampay continuaron siendo divulgadas y debatidas, y por tanto enriquecieron, más allá de necesarios ajustes al mundo de otras décadas, aspectos destacados de la reforma constitucional de 1994, especialmente en sus grandes aspiraciones de crecimiento económico —también educativo y tecnológico nacional como el propio de los sectores trabajadores— con desarrollo humano y justicia social. De ese modo, el pensamiento de Sampay se proyectó al futuro, y en su clásica matriz aristotélico-tomista, sigue siendo fuente de inspiración y debate en este siglo XXI. PÁG. 30 / DICIEMBRE 2013 artículos Dr. Arístides Corti* El derecho a la vivienda, niños y la débil seguridad jurídica de los marginados. I. El Derecho Humano a la vivienda permite visualizar, ya sea: a. el conservadurismo de ciertas opiniones doctrinarias y pronunciamientos judiciales, b. una visión constitucionalista acotada de dicho derecho y c. una visión constitucionalista amplia del mismo. a. La perspectiva tradicionalista-conservadora exhibe distintas modalidades * Profesor titular consulto de la Facultad de Derecho (UBA) y de posgrado en dicha Facultad y en las de Derecho de las Universidades Nacionales de Córdoba y Rosario. Co-director de la Revista Derecho Público del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Fue miembro del Tribunal de Enjuiciamiento del Ministerio Público Federal, consejero del Consejo de la Magistratura de la CABA, secretario de la CSJN, vicepresidente del CPACF y de la AABA e integrante de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Legislativos de la FACA. a.1. Derecho no operativo El derecho a la vivienda no es un derecho operativo, sino meramente programático. Esta posición es sostenida, entre otros, por Horacio Rosatti1 cuando argumenta que: “…el acceso a una vivienda digna no expresa un deber reclamable judicialmente al Estado, sino un programa de responsabilidad estatal y social, pudiendo satisfacerse plenamente con el acceso a la propiedad y —menos plenamente— con el acceso facilitado a la locación de la vivienda por parte de los carecientes”. Rosatti cita, en línea con su posición, a Gregorio Badeni,2 tesis que enraiza con la sostenida por el entonces Procurador General de la Nación 1- ROSATTI, Horacio, Tratado de Derecho Constitucional, Rubinzal y Culzoni Editores, Buenos Aires, 2010, Tomo I, p. 675. 2- BADENI, Gregorio, Tratado de Derecho Constitucional, La Ley, Buenos Aires, 2006, Tomo I, p. 924. PÁG. 31 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA de facto de la llamada Revolución Libertadora, Sebastián Soler, cuando refiriéndose a las disposiciones mantenidas en el texto constitucional de 1949 —sobre los derechos del trabajador—, señalaba que no contenían sino declaraciones teóricas y no añadían derecho alguno a los que habían establecido los constituyentes de 1853 (“Fallos” tomo 237:272). Dicha línea argumental contrasta con la actual jurisprudencia de la Corte Nacional en cuanto tiene establecido que no existen derechos constitucionales huecos (“Fallos” 330:1989). a.2. Derecho no justiciable La cuestión atinente al derecho a la vivienda tiene un carácter “operativo impropio”, esto es, remite a decisiones legislativas y ejecutivas, exclusivas de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno, no susceptibles de ser revisadas por el Poder Judicial; en otros términos se trata de cuestiones políticas no justiciables, o lo que es semejante, una materia que “…no es susceptible de ser canalizada por la vía judicial, pues el reclamo exige siempre una controversia de contornos jurídicos que… no los tiene.” Argumentación esta sostenida por la representación fiscal de la Provincia de Buenos Aires en la causa “B.A.F. c/ Provincia de Buenos Aires s/ amparo”3 asentada “…sobre la 3- Sentencia de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, 03/07/2013, Suplemento La Ley Administrativo, septiembre 2013, Nº 6, p. 26 y ss., referenciando en p. 36 la posición adoptada en dichos autos por el Estado Provincial demandado. Dicha línea argumental fue sostenida en disidencia por las juezas de la CSJN Highton de Nolasco y Argibay (“Fallos” 329:553, caso “Rodríguez Karina Verónica c/ Nación Argentina y otros”, sentencia del 07/03/2006, en especial p. 559, considerando 5: “…el desamparo que expone la actora y en el que funda su presentación, si bien revelador de un dramático cuadro social, no puede ser considerado ni resuelto por esta Corte toda vez que no es de su competencia valorar o emitir juicios generales de las situaciones cuyo gobierno no le está encomendado toda vez que la naturaleza específica de sus funciones en el marco de las instituciones fundamentales se lo impide (Fallos: 300:1282 y 301:771)”. Cabe señalar que la cita del precedente de Fallos 301:771 —sentencia de la Corte de facto de fecha 17/09/1979, caso “Timerman, Jacobo”— es incorrecta ya que si bien el considerando 12 —p. 783— puntualiza que “Se impone precisar que no compete a esta idea de la separación estricta de poderes y como corolario de ello que el Poder Judicial no puede arrogarse facultades propias de los otros poderes políticos”. Esta posición fue impecablemente refutada por Inés A. D´Argenio4 criticando una similar adoptada por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la CABA (TSJCABA)5 que empleara “…preconceptos acerca de los alcances del ejercicio de la función de juzgar y de la exclusión de ella de las funciones propias del gobierno…”. Señala la referida administrativista que al revocar un pronunciamiento de la CCAyT (Sala I) de la Ciudad,6 el TSJCABA argumentó que dicha sentencia de grado, “…no satisface en sus fundamentos el mínimo exigible para imponer al Gobierno de Corte valorar ni emitir juicios generales sobre situaciones cuyo gobierno no le está encomendado; se lo impide la naturaleza específica de sus funciones en el contexto de las instituciones fundamentales de la República y su reiterada doctrina de que la autoridad suprema de sus fallos, se basa sobre el supuesto de mantenerse en los límites de su competencia”, el segundo párrafo del mentado considerando reconoció que ello no obstante, “…en su carácter de intérprete final de principios de rango constitucional le incumbe el deber de velar, en los casos sometidos a su conocimiento, por la vigencia real de esos principios y el logro de la plenitud del estado de derecho (doctrina de`Pérez de Smith, Ana María s/ pedido´, sentencias de fechas 18/04/1977 y 21/12/1978)”. La sentencia del 21/12/1978 es la publicada en “Fallos” 300:1282, en especial pp. 1286/7, considerando 5º. Dichas magistradas posteriormente rectificaron su autorrestricción extrema. 4- D´ARGENIO, Inés A., “La `zona de reserva de la administración´ en materia de derechos sociales”, Suplemento La Ley Administrativo, 13/10/2006, pp. 16/18. 5- Sentencia del 23/05/2006, autos “P.A.R. c/ Ciudad de Buenos Aires”, suscripta por los jueces Lozano, Conde y Casás, con disidencia de la jueza Ruiz. Cfr. suplemento mencionado en la nota anterior, pp. 21/ 33. 6- Sentencia del 02/02/2005, autos citados en la nota anterior. Cfr. suplemento mencionado en la nota 4, pp. 16/21. Se trataba de una contienda que exhibía datos ciertos sobre la situación de indigencia de los actores, sin trabajo estable ni perspectivas inmediatas de conseguirlo, y sin posibilidades de obtener una vivienda, por lo que la Cámara condenó a la demandada a que, mientras subsistiera dicha situación, les preste adecuada asistencia habitacional. PÁG. 32 / DICIEMBRE 2013 artículos la Ciudad de Buenos Aires una obligación de ejercer una función propia de un órgano político; que cuando la controversia tiene al Gobierno como uno de sus protagonistas, puede el juez anular sus actos y ordenar la reparación del daño ocasionado, pero no puede inmiscuirse en el ejercicio de las funciones propias de los otros poderes; y que las funciones administrativas cuyo cumplimiento puede ser ordenado por un juez, deben recaer sobre facultades regladas”. a.3. Derecho subordinado a la existencia de partidas presupuestarias Una tercera línea argumental sostiene que la efectivización del Derecho Humano y social a la vivienda está condicionada a la existencia de partidas presupuestarias. Dicha posición partiría del erróneo supuesto de que la Ley de Presupuesto constituye un acto institucional no justiciable (“Barra”) o del desconocimiento de que dicha ley reviste el carácter de ley ordinaria cuya condición de validez es su compatibilidad con la Constitución Nacional y los instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos, de suerte tal que de verificarse partidas presupuestarias inexistentes o insuficientes para financiar las obligaciones del Estado, exigibles para satisfacer los Derechos Humanos, las omisiones inconstitucionales contenidas por la Ley de Presupuesto deben ser corregidas por el Poder Judicial a los efectos de asegurar su efectivización. Así lo tiene resuelto la Corte Nacional en una consolidada familia de fallos —“Fallos” 325:2394; 318:2002; 328:1183 y 334:1216, entre otros —. Cuadra destacar el segundo de dichos precedentes, sentencia del 19/10/1995, autos “Rubén Badín y otros c/ Provincia de Buenos Aires” con cita textual: “…las carencias presupuestarias, aunque dignas de tener en cuenta, no pueden justificar transgresiones de este tipo [derecho a la vida de un interno de la cárcel de Olmos, que el Estado no garantizó] ya que privilegiar dichas carencias sería tanto como subvertir el Estado de Derecho y dejar de cumplir los principios de la Constitución y los convenios internacionales que importan comprometer a la Nación frente a la comunidad jurídica internacional”. Así también, con alcance al derecho a la vivienda, conforme voto concurrente del juez Petracchi, en autos “Quisberth Castro”, sentencia del 24/04/2012, habida cuenta que: “al distribuir sus recursos, el Estado no puede dejar de considerar los principios de justicia social y protección de los Derechos Humanos que surgen de Ley Fundamental”.7 Es de destacar, en línea con lo expuesto, el voto concurrente del juez De Lazzari, en la sentencia de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires (SCPBA) del 03/07/2013, autos “B.A.F. c/ Provincia de Buenos Aires s/ amparo”.8 7- “Fallos” 335:452, en especial pp. 486/487, considerando 16. 8- Cfr. Suplemento La Ley Administrativo citado en nota 3, en especial p. 38: “la actividad presupuestaria no debe alterar el ejercicio de los derechos humanos (arts. 28 y 75, inc. 8 de la Constitución Nacional; ver Corti, Horacio. `El régimen jurídico constitucional de la ley de presupuesto, la familia y el carácter expansivo de los derechos humanos´, Rev. Derecho de Familia Nº 22, “Crisis Socioeconómica y familia”, Lexis Nexis, Abeledo-Perrot, p. 21). Este autor explica que se produce la mentada alteración en ejercicio de un derecho `si la reglamentación, la actividad financiera y la actividad presupuestaria no son adecuadas para asegurar el ejercicio del derecho. En otros términos, la actividad presupuestaria irregular, desde el punto de vista constitucional, es aquella que altera el ejercicio de los derechos humanos´ (op.cit., p.21). Asimismo, cabe resaltar que `el máximo de recursos disponibles´ previsto en el art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales se interpreta como referencia al presupuesto completo. En caso de auténtica escasez, el Estado debe emplear incluso los fondos para gastos con mejor jerarquía constitucional…; cfr. Etchichurry, Horacio Javier, `Los derechos sociales´, en `La Constitución en 2040. 48 propuestas para una sociedad igualitaria´, Roberto Gargarella coordinador, Siglo XXI editores, Colección Derecho y Política, 2011, p. 99”. PÁG. 33 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA a.4. Vivienda vs. paradores nocturnos Una línea argumental que conduce a iguales resultados frustrantes de los consignados en los tres apartados anteriores, resulta de identificar vivienda digna con los paradores existentes en la CABA. Al respecto, para una crítica de esta línea argumental nos remitimos al trabajo de Liliana Costante, “Sobre el Derecho Humano a la vivienda (a propósito del lamentable fallo del TSJCABA en el caso `Alba Quintana´)”, cfr. Revista Institucional de la Defensa Pública de la CABA, Nº1, marzo de 2011, pp. 75/93. A lo que cabe agregar que dicha equiparación se exhibe en pugna con la propia Ley local 3.706 (cfr. el precitado voto del juez Petracchi, caso “Quisberth Castro”, nota 7, pp. 484/485, considerando 14). a.5. Derecho sujeto a la producción de una prueba diabólica Otra línea argumental que también conduce a resultados semejantes, por requerir una prueba virtualmente diabólica, es sostener que quien requiere la tutela judicial a fin de que el Estado cumpla con la obligación de suministrar una vivienda digna debe probar que no existen otros afectados en una situación más difícil que la de el/la requirente. a.6. Derecho subordinado al previo ritualismo administrativo Otra línea argumental destituyente del Derecho Humano del que se trata es sostener la primacía del rito sobre el derecho de fondo, obligando al requirente a efectuar un reclamo administrativo previo ante la autoridad competente, criterio este sostenido por la Cámara Contencioso Administrativa de La Plata, provincia de Buenos Aires, sentencia de los jueces Spacarotel y De Santis revocado por la SCPBA en los autos citados en a.3- in fine, con clara violación del art. 25.1 del Pacto de San José de Costa Rica que preceptúa: “Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”. Es del caso aquí recordar a Juan Francisco Linares9: “El ritualismo es el formulismo excesivo, el fariseismo de las formas, convertido en vacua solemnidad dañosa porque no sirve como firmeza para la seguridad sino que la debilita como todo abuso”. Agregando, con palabras de Carlos Cossio,10 “que existe ese desvalor cuando el plan de vida destinado a superar el riesgo, es decir, cuando las previsiones se multiplicaran innecesariamente trabando con su detallismo o una longitud tan vacuos como una cáscara muerta, la espontaneidad vital que agiliza la coexistencia´”. b. La visión constitucionalista acotada Esta visión fue adoptada por la CSJN y la SCPBA. En el precitado caso “Quisberth Castro” (nota 7) se trataba de la actora por derecho propio y en representación de su hijo menor de edad, quien sufre una discapacidad producida por una encefalopatía crónica no evolutiva que malvivían en una habitación en un hotel familiar sin ventanas, con baño y cocina compartidos, en un primer piso por escalera. Y en el segundo caso, “B.A.F.”, también precitado (nota 3) se trataba de una mujer desocupada, 9- LINARES, Juan Francisco, Recurso extraordinario y ritualismo, Jurisprudencia Argentina, Doctrina, s/d, 1975, p. 461 y ss. 10- COSSIO, Carlos, La teoría egológica del derecho y el concepto jurídico de libertad, Abeledo Perrot, Buenos Aires, segunda edición, 1964, p. 575. PÁG. 34 / DICIEMBRE 2013 artículos con formación escolar de nivel primario, en pareja con un señor albañil sin trabajo estable, cuyos únicos ingresos derivaban de changas, y su núcleo familiar compuesto por 5 hijos menores de edad en una minúscula vivienda prefabricada de madera, levantada sobre un terreno cedido a préstamo, sin provisión de agua ni gas, con baño en el exterior sin instalar, poseyendo dicha vivienda únicamente un dormitorio con 2 camas para los 7 integrantes, —camas que también utilizaban como sillas—. El dueño del predio, además, quien les había prestado el terreno para vivir provisoriamente, les pidió que se retiraran. El núcleo familiar se ubicaba en un estrato social bajo-inferior y de acuerdo al nivel de ingresos no cubría la canasta básica alimentaria según datos del INDEC, esto es, sin contar con los requerimientos kilocalóricos y proteicos diarios imprescindibles de sus integrantes. Es decir que en uno y otro caso la CSJN y la SCPBA revocaron las respectivas sentencias del TSJCABA porteño y de la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo de La Plata, haciendo lugar a las demandas. En el caso de la Corte Nacional, ordenando al Gobierno de la Ciudad: “1) Intervenga con los equipos de asistencia social y salud con los que cuenta para asegurar que el niño disponga de la atención y el cuidado que su estado de discapacidad requiere y provea a la actora del asesoramiento y la orientación necesarios para la solución de las causas de su problemática habitacional en los términos de la resolución 1554/08 del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” y “2) Garantice a la actora, aun en forma no definitiva, un alojamiento con condiciones edilicias adecuadas a la patología que presente el niño, sin perjuicio de contemplar su inclusión en algún programa de vivienda en curso o futuro para la solución permanente de la situación de excepcional necesidad planteada. Asimismo y hasta tanto la demandada cumpla con lo ordenado, se dispone mantener la medida cautelar”. En el caso de la sentencia de la SCPBA se condenó a la provincia de Buenos Aires y a la Municipalidad de La Plata, “…a que, coordinada y solidariamente, provean en un plazo que no exceda de los 60 días a partir de notificada la presente, por la vía y/o modalidad jurídica que corresponda, una vivienda adecuada a la familia constituida por A.F.B. y sus hijos menores de edad. En su caso, y hasta tanto se dé cumplimiento a la debida prestación, las demandadas deberán cubrir a su exclusivo costo —y dentro de las siguientes 48 horas— el alojamiento de los nombrados en un hotel o complejo habitacional similar que reúna las condiciones arriba explicitadas. Asimismo, se ordena a las accionadas, Provincia de Buenos Aires y Municipalidad de La Plata, que incluyan a la señora B. y su grupo familiar en un régimen de subsidios mensual que garantice un equivalente al monto móvil del salario mínimo y vital, para satisfacer las necesidades de supervivencia de su familia, el cual deberá hacerse efectivo a nombre de la señora A.F.B., mientras no varíen las circunstancias fácticas del caso”. c. La visión constitucionalista amplia Esta visión, con matices, es la adoptada por la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad11 dirigida a satisfacer el Derecho Humano y social de que se trata en casos tanto de grupos familiares como de situaciones individuales mediando necesidades básicas insatisfechas. Tal 11- Cfr. Zayat, Demian, “El impacto de `Quisberth Castro´ en la jurisprudencia de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario. Un análisis empírico”, Revista Institucional de la Defensa Pública de la CABA, Nº 4, mayo de 2013, pp. 79/102. PÁG. 35 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA el caso, entre otros, de Pablo Alba Quintana, quien al promover la demanda tenía 41 años de edad, estaba en situación de calle, debió ser intervenido quirúrgicamente y ser también tratado por un afección cardíaca, recibiendo alimentos en el comedor San Vicente de la calle Constitución de esta Ciudad, proviniendo sus únicos ingresos de eventuales changas que podía conseguir, pero no le alcanzaban para lograr sus sustento, es decir que no le quedaba un sobrante para hacerse cargo, aun de manera parcial, de un techo digno. Entonces, la sentencia de Cámara fue revocada por el TSJCABA —con disidencia de la jueza Alicia Ruiz— por vía de equiparar vivienda digna con parador nocturno. Interpuesto, el recurso extraordinario fue rechazado, articulando “Alba Quintana” con un recurso de queja ante la CSJN. En dicha instancia nos presentamos con Liliana Costante como amicus curiae, mediante la pieza de fecha 22/12/2010 que se adjunta como anexo de este artículo. Lamentablemente, la CSJN por sentencia del 11/12/2012 rechazó dicho recurso considerando que el caso no guardaba sustancial analogía con el precedente “Quisberth Castro”, con lo cual mantuvo a su respecto la equiparación de vivienda digna con parador nocturno aplicada por el TSJCABA, retrocediendo en su doctrina de que no hay derechos constitucionales huecos (cfr. supra a., a.1, in fine). II. Del derecho a la vivienda, los niños, y su tutela judicial efectiva. Una segunda problemática se ha planteado en casos de procesos por presunto delito de usurpación en torno a la validez constitucional del art. 335 del Código Procesal Penal local que prescribe que, “En los casos de usurpación de inmuebles, en cualquier estado del proceso y aun sin dic- tado de auto de elevación a juicio, el/la Fiscal o el/la Juez/a, a pedido del/la damnificado/a, podrá disponer provisionalmente el reintegro de la posesión o tenencia del inmueble, cuando el derecho invocado fuera verosímil. Se podrá fijar una caución si se lo considerara necesario”. La cuestión se verifica cuando el inmueble es ocupado también por niñas/os y se debate si su lanzamiento puede o no ser efectivizado sin la previa intervención del Ministerio Público Tutelar y del Ministerio Público de la Defensa, en atención a las garantías de la defensa en juicio, debido proceso, tutela judicial efectiva y los derechos garantizados por la Convención sobre los Derechos del Niño (Ley 23.849 integrante del bloque federal de constitucionalidad, art. 75, inciso 22, segundo párrafo, CN). Al respecto, la magistratura de la CABA y la Nacional han adoptado posiciones contrapuestas. Así, a. sosteniendo la necesaria intervención del Ministerio Público y la garantía de los derechos sociales, vivienda y del niño se han expedido: a.1. el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad (cfr. Revista Institucional de la Defensa Pública de la CABA Nº 1, marzo 2011, p. 139 y ss., presentación de la denuncia por privación de justicia suscripta por Mario Jaime Kestelboim, en su carácter de Defensor General de la CABA); a.2. la Procuradora General de la Nación Alejandra M. Gils Carbó en su dictamen del 16/10/2012 (cfr. Revista Institucional de la Defensa Pública de la CABA Nº 4, mayo 2013, p. 177 y ss.); a.3. la Defensoría Oficial de la CSJN en su dictamen del 09/06/2011 (cfr. Suplemento La Ley Constitucional, septiembre 2013, Nº 6, p. 18 y ss. en especial pp. 20/35); a.4. la disidencia formada por los jueces Alicia Ruiz —quien directamente declaró inconstitucional la norma del art. 335 del Código Procesal Penal de la CABA— y Horacio Corti en la sentencia del TSJCABA del 25/02/2013, expte. PÁG. 36 / DICIEMBRE 2013 artículos Nº 8142/11 “Ministerio Público - Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires s/ queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en: `Incidente de apelación en autos: Gómez Cristian s/ infr. art. 181, inc. 1, CP´”. b. En contra de la intervención de la defensa técnica (particular o pública) del niño, se expidieron: b.1. Fiscalía General de la Ciudad; b.2. la Cámara de Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Faltas de la CABA; b.3. la mayoría del TSJCABA formada por los jueces Conde y Lozano y el voto concurrente de Casás en los autos identificados en a.4; b.4. la CSJN por sentencia del 01/08/2013 en los autos “Recurso de hecho deducido por la Asesora General Tutelar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la causa Escobar, Silvina y otros s/ inf. art. 181, inc. 1, CP” haciendo suyo el dictamen de la Procuración General de la Nación del 10/11/2011 —por entonces suscripto por el Procurador Fiscal Eduardo Ezequiel Casal— (cfr. el precitado Suplemento La Ley Constitucional, supra a.3 en especial pp. 35/44). Esta línea argumental contraria al reconocimiento de legitimación en cabeza de la Asesoría Tutelar para intervenir como parte en el proceso se sustenta en que los niños no son sujetos de la relación jurídica que representa la imputación del delito, afirmación discutible desde la perspectiva de una concepción sustancialista del derecho, ya que la eventual condena del presunto usurpador incidirá sobre los niños ocupantes, con agravio de los principio de culpabilidad y personalidad de la pena sobre terceros inocentes. Ello sentado, debe tenerse presente que la CSJN en dicho precedente resolvió no obstante que, si bien: “La Asesoría Tutelar no es parte y por ello no se encuentra legitimada para efectuar planteos vinculados al objeto procesal ni a cuestionar las medidas cautelares que se dicten durante su transcurso, cuando se adopten decisiones como las requeridas en el sub examine, claramente debe asegurarse su anoticiamiento en el proceso con el tiempo suficiente a fin de que, en salvaguarda de la protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes que pudieran resultar por ella afectados, pueda recurrir `a los mecanismos que brinda el ordenamiento jurídico argentino para reducir, al máximo posible, el impacto negativo que… pudiera, a todo evento, generar´ la implementación de la restitución anticipada solicitada (cfr. mutatis mutandi, “Fallos” 333:927, considerando 9º)”. Mandato impuesto al TSJCABA que no lo tenía previsto en sus pronunciamientos, sino solo el de “simpatizar” con que las demás autoridades del Gobierno de la Ciudad “velen por el bienestar tanto el general como el de los más necesitados” (considerando 12.2 in fine del voto concurrente de los jueces Conde y Lozano en el caso citado en a.4). Recordemos nuevamente a Juan Francisco Linares (Ver nota 9) referenciando a Carlos Cossio: “La teoría egológica sostiene que los valores jurídicos no son algo así como estrellas polares en el firmamento de la vida humana biográfica, es decir, por sobre ella, sino que son inmanentes a la conducta compartida o derecho. En la afirmación de que en la conducta compartida o derecho, la seguridad es protección del riesgo humano y el orden es plan de vida para superar la inseguridad, se hace referencia precisamente al substrato de conducta en que tales valores son inmanentes, no al sentido que es un `plus´ sobre ese substrato”. Sin justicia material no hay seguridad jurídica para todas y todos, sin privilegios ni exclusiones incompatibles con una sociedad sustantivamente democrática. PÁG. 37 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA ANEXO SE PRESENTAN COMO AMICUS CURIAE Excma. Corte: Liliana B. Costante y Arístides H. M. Corti, abogados, ambos por derecho propio y constituyendo domicilio procesal en Av. Córdoba 669, 3º “A” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en autos “ALBA QUINTANA PABLO C/G.C.B.A.” (Expte. RHE Nº A 738/10), a V.E. decimos: I.- Que en tiempo y forma venimos a presentarnos a V.E. en carácter de amicus curiae —los antecedentes académicos de los presentantes se explicitan en anexo a este escrito— a fin de demostrar la flagrante violación del bloque constitucional federal de la República Argentina incurrida por la sentencia en crisis, dictada por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires el 12/5/10. II.- Que la sentencia de marras desinterpreta, desbarata, conculca, el Derecho Humano fundamental a la vivienda cuya base constitucional fue reconocida inicialmente por el art. 37, inc. 6º de la reforma constitucional de 1949, ratificado por el art. 14 bis de la reforma de 1957 y en 1994 por los instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos (pronunciamientos de sus organismos de aplicación). Al respecto nos remitimos a las citas efectuadas en la sentencia en crisis por la jueza disidente Alicia Ruiz (considerando III, apartados a, b y c); Rolando E. Gialdino (“Introducción a las Observaciones Generales de los Comités de Naciones Unidas en Materia de Derechos Humanos”, en Investigaciones, publicación de la CSJN, Nº 1/2, pág. 157, “El Derecho a un nivel de vida adecuado en el plano internacional e interamericano, con especial referencia a los derechos a la vivienda y a la alimentación adecuadas. Su significación y contenido. Los sistemas de protección”, Investigaciones nº 3, pág. 795 y “Los desalojos y los Derechos Humanos”, La Ley, Tomo 2010-B: 813); así como también de Liliana Costante “Acerca del Derecho Humano a la vivienda (A propósito del lamentable fallo del TSJ en el caso `Alba Quintana´)”, publicado en www.fisyp.org.ar de fecha 15/11/2010. III.- La sentencia sujeta a revisión por V. E. se encuentra atada a un grosero conservadurismo, ya que niega el rango constitucional de los derechos sociales en términos similares a la superada tesis de Ernst Forsthoff al considerar que las tareas de procura existencial —en tanto que tareas propias y definitorias del Estado Social— nada tienen que ver con la Constitución, sino que son funciones a desempeñar a nivel de legislación ordinaria y administración. Ello así, toda vez que el autor precitado nunca concibió tales prestaciones —tal el caso del derecho social a la vivienda— como derechos fundamentales directamente exigibles (cfr. Nuria Magaldi, “Procura existencial, Estado de Derecho y Estado Social”, Universidad Externado de Colombia, 1ª edición, septiembre 2007, págs. 159/160). Exclusión semejante anida en la sentencia en crisis cuando afirma —cfr. Fundamentos, considerando 5.2 del voto conjunto de los jueces Conde y Lozano y concurrente del juez Casás— “…la Ciudad de Buenos Aires no está obligada a proporcionar vivienda a cualquier habitante del país o incluso del extranjero, que adolezca de esa necesidad. Su obligación se concreta en fijar programas y condiciones de acceso a una vivienda, dentro de las capacidades que sus posibilidades le permiten conforme al aprovechamiento máximo de los recursos presupuestarios disponibles. No existe un delito subjetivo de cualquier persona para exigir en forma inmediata y directa de la Ciudad de Buenos Aires su necesidad habitacional”. Es decir que el tribunal cimero de la Ciudad, al par que reconoce un estado de necesidad en el actor desconoce el derecho del necesitado, no obstante el reconocimiento constitucional del mismo —conforme resulta de las cláusulas constitucionales y convencionales en materia de Derechos Humanos y pronunciamientos vinculantes de los organismos establecidos por los instrumentos internacionales para su efectiva aplicación—. Así, el fallo de marras reduce la manda constitucional a una meramente legal o reglamentaria no obstante encontrarse éstas en pugna con aquélla. Esto reviste gravedad institucional atento a que el cumplimiento del mandato constitucional atañe no solo a los Poderes Ejecutivo y Legislativo sino también al Poder Judicial haciendo prevalecer las prioridades que impone el bloque federal de constitucionalidad, que es lo que animó el PÁG. 38 / DICIEMBRE 2013 artículos espíritu de los constituyentes. Al respecto, el fallo en crisis ha desoído la ejemplar sentencia de V. E. in re, “Valles, Eleuterio Santiago”, 29/10/87, suscripta por los jueces Caballero, Fayt, Petracchi, y Bacqué (Fallos 310:2212, en especial págs. 2213, considerandos 4º, 5º y 6º, es decir de fecha anterior a la reforma de 1994), con base en el principio de razonabilidad que impone que las normas legales mantengan coherencia con las reglas constitucionales —en dicho caso, el art. 14 bis de la CN—. En igual sentido, también con anterioridad a la reforma de 1994, la recepción por V. E. del principio de favorabilidad de los derechos sociales y la identificación del bienestar general del preámbulo con la justicia social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los miembros de la comunidad y los recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr que todos y cada uno de sus miembros participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización (Fallos 289:430). Máxime después de dicha reforma con arreglo a la operatividad de los derechos sociales de base constitucional y la inadmisibilidad constitucional de tenerlos por derechos huecos (Fallos 330:1989, en especial pág. 2007) frente a los principios constitucionales pro homine y de progresividad de los derechos sociales (Fallos 327:3753). IV.- Asimismo, resulta censurable la afirmación de que el cumplimiento de la manda constitucional —derecho social de acceso a la vivienda digna- se condicione a los avatares presupuestarios —cfr. el párrafo transcripto en el acápite III supra, así como también el considerando 7 cuando afirma que el Poder Judicial no puede asumir las elecciones privativas del legislador, o el considerando 8 cuando análogamente sostiene que el juez no viene a disponer discrecionalmente de recursos cuya afectación incumbe exclusivamente al Poder Legislativo. Así también, cfr. considerando 12, cuando afirma que no resulta inconstitucional de un subsidio cuyo “monto no sea suficiente, por sí solo, para solventar el costo de una vivienda digna”. Ídem, considerando 13 “no resulta inconstitucional un subsidio que otorga un monto que no sea suficiente, por sí solo, para acceder a una vivienda”. Nótese que Alba Quintana al promover la demanda solicitó se lo incorporara a un programa habitacional y en su defecto se le otorgase un subsidio cuyo monto le permitiera abonar íntegramente el costo del lugar en el cual se aloje, conforme el valor actual de los alquileres de habitaciones de hotel, pensiones, inquilinatos y/o similares en el ámbito de esta Ciudad. Cfr. sentencia en crisis, resultando 1, en el que también consta que Alba Quintana al promover la demanda tenía 41 años de edad, en situación de calle, que debió ser intervenido quirúrgicamente y ser también tratado por una afección cardíaca, que recibe comida en el comedor San Vicente de la calle Constitución de esta Ciudad y que sus únicos ingresos provienen de eventuales changas que puede conseguir pero que no le alcanzan para lograr su sustento, es decir que no le queda un sobrante para hacerse cargo aun de manera parcial de un techo digno. La restricción presupuestaria que la sentencia en crisis consideró no encontrarse habilitada para superar afecta la verdad material que encierra el caso ya que es público y notorio que el Gobierno de la Ciudad subejecuta las partidas presupuestarias destinadas a efectivizar el derecho social a la vivienda. En efecto, contradice dicha verdad material las afirmaciones dogmáticas del tribunal superior al respecto si se las coteja con la ejecución presupuestaria del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, conforme datos al 30/09/10, base devengado, a saber: partidas atribuidas por el presupuesto $415.595.140 y ejecutado, $77.366.167, o sea el 18.6%; gastos para la transformación en villas asignación presupuestaria $38.493.162 y ejecutado 0 pesos; subsidios que el Estado destina para proteger a los sectores más vulnerables —sujetos a la administración de la ministra de Desarrollo Social: $45.500.000 ejecutados sobre un crédito presupuestario de $86.000.000. Ídem inversiones en infraestructura para la construcción de hogares para ancianos, centros de día, paradores, hogares destinados a menores y jardines maternales, ejecutado $5.500.000 de los $23.600.000 asignados, es decir en este caso solo el 23% (cfr. entre muchas otras publicaciones, tomando al azar, el artículo de Eduardo Videla en Página 12, 15/12/10, pág. 6) . Estos datos evidencian la manifiesta sinrazón e ignorancia de la sentencia en crisis respecto del incumplido y mezquino uso efectuado por la demandada de las partidas presupuestarias asignadas a la efectivización del derecho social y constitucional a la vivienda, en el caso de la actora de autos, vaciándolo de contendido sustantivo al solo reconocer un subsidio meramente parcial e insuficiente por ende para satisfacerlo “a la luz de las condiciones del presente con la mira puesta en los PÁG. 39 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA problemas del presente” (Edward S. Corvin, citado en el referido precedente de Fallos 289:430, en especial pág. 436). V.- Y aún habiéndose agotado, que no es el caso, las partidas presupuestarias asignadas a la efectivización del derecho social en trato, la primacía del bloque federal de constitucionalidad por sobre las insuficiencias presupuestarias ha sido reconocida también por V. E., entre otros, en el precedente de Fallos 318:2002, en especial, pág. 2015: “las carencias presupuestarias aunque dignas de tener en cuenta no puede justificar transgresiones de este tipo (el fallo se refiere a transgresiones a los Derechos Humanos) ya que privilegiar dichas carencias sería tanto como subvertir el Estado de Derecho y dejar de cumplir los principios de la Constitución y los convenios internacionales que importan comprometer a la Nación frente a la comunidad jurídica internacional”. En igual sentido, cfr. de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, sentencia del 15/03/07, autos “Roble, Mariana Alejandra y otro c/Estado Nacional s/amparo”, y sus abundantes citas de doctrina y de precedentes de V. E., en especial, Fallos 325:524: “reconocer un derecho pero negarle un remedio apropiado equivale a desconocerlo”, así como que “Una garantía o un derecho que carezcan de esa protección (constitucional, jurisdiccional) no pasan de la categoría de meras declaraciones líricas, porque quedan supeditadas al respeto gracioso de quien ejerce la autoridad…; la falta de protección jurídica es la negación del régimen jurídico”, con cita del jurista Hugo Alsina, “Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Tomo I, Parte General, págs. 22/33. También de V. E. Fallos 293:446 y 295:157, igualmente citados en el referido precedente “Roble”. Finalmente, respecto de un caso sustantivamente idéntico al de autos, la Corte Constitucional de Sudáfrica, 04/10/00 in re “The Government of the Republic of South Africa and others v. Grootboom, Irene and others”: “los derechos económicos y sociales están expresamente reconocidos en la declaración de derechos de la Constitución y no puede decirse de ellos que existen solo en el papel” (cfr. Víctor Abramovich y Christian Courtis, “Los derechos sociales como derechos exigibles”, Trotta, Madrid, 2002, págs. 160 y ss. y Corti, Arístides H., “Los Derechos Humanos del siglo XXI, la revolución inconclusa”, Ediar, 2005, obra colectiva coordinada por Germán J. Bidart Campos y Guido I. Risso, pág. 140). Ello así, ya que “la teoría que no tiene contacto con la realidad no llega a teoría sino que es apenas un delirio” (Alejandro Slokar, “Derecho al día””, Boletín informativo de la Facultad de Derecho de la UBA, año 9, número 170, jueves 18/11/10, pág. 5). La sentencia en crisis asesta un duro golpe: 1) al sistema de articulación de los órganos con funciones de poder del Estado, responsables de concretar las prioridades a las que aquel se comprometió nacional e internacionalmente; 2) a la doctrina señera en materia de derechos sociales, económicos y culturales que V. E. transmite en su jurisprudencia; 3) la credibilidad social en la eficacia del sistema jurídico vigente, al profundizar la brecha entre la literalidad normativa constitucional y concreción. La enorme lesión que produce puede ser revertida por V.E. Por ello de V. E. solicitamos: 1º) Tenernos por presentados en la presente causa como amicus curiae. 2º) Tener presente lo expuesto al momento del dictado de sentencia en autos. Proveer V. E. de conformidad, SERÁ JUSTICIA. PÁG. 40 / DICIEMBRE 2013 artículos ADDENDA En el cuerpo principal de este artículo (apartado I. b) hicimos referencia crítica a la sentencia de la CSJN del 11/12/2012 rechazando la queja interpuesta por el Ministerio Público de la Defensa de la CABA en el caso “Alba Quintana”. Mientras se encontraba en imprenta esta publicación, la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la CABA, por sentencia de su Sala II del 29/10/2013 suscripta por los jueces Centanaro y Lima, hizo lugar a la demanda de amparo. Ello así, ya que si bien la CSJN rechazó el recurso de queja, la sentencia del TSJCABA que hiciera lugar al recurso de inconstitucionalidad del GCBA, revocando la sentencia de Cámara que admitía el amparo, ordenó el reenvío de los autos a la misma a los efectos de que dictase una nueva sentencia. Es ésta la dictada el 29/10/2013 acogiendo nuevamente el amparo con fundamento en el art. 14 bis CN, el 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales con jerarquía constitucional consagrada por el art. 75, inc. 22, CN; el inc. 19 (justicia social) de dicho art. 75 y las cláusulas de la Constitución de la CABA, Libro Primero, Título Segundo, Políticas Especiales, Capítulos I, II, III, VI, XII y XIV, con especial referencia a sus arts. 17 y 18, así como también en la Ley CABA Nº 4036 en punto a sus objetivos y arts. 6, 7, 8 y 25, inc. 3. Dicha normativa con aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa: certificado de discapacidad parcial y permanente de Alba Quintana, constancia médica en la que se señala encontrarse bajo tratamiento médico nutricional por padecer diabetes e hipertrigliceridemia, informe de una nutricionista en el que se destaca que requiere de un plan de alimentación por padecer dichas enfermedades y además colon irritable, mencionando también que en virtud de un accidente automovilístico sufrió la extirpación de un riñón y la quebradura de cuatro costillas. Asimismo que Alba Quintana conforma una estructura familiar de tipo unipersonal, sin descendientes, no contando con recursos familiares de carácter financiero, emocional, de educación y de información y que su problemática de salud irrumpió en su estado habitacional y económico generando una reestructuración del modo de vida y una crisis de desajuste del sistema familiar, de suerte tal que en razón de todo ello la licenciada en trabajo social concluyó que en caso de suspenderse la ayuda estatal asignada a Alba Quintana retornaría a su estado de emergencia habitacional de origen y, en consecuencia, experimentaría un retroceso en su calidad de vida. Esto también en pugna con el principio de progresividad proscriptivo de la regresividad. Sobre estas bases la sentencia de Cámara tuvo por acreditada la situación de vulnerabilidad social en la que se encuentra Alba Quintana disponiendo rechazar el recurso interpuesto por el GCBA y confirmando la sentencia de primera instancia que, en su momento, había hecho lugar a la acción de amparo. Ahora así, estamos ante un nuevo y justo pronunciamiento judicial en el marco de una justicia legítima que conjuga normas, conducta y valores ( como postularon Cossio, Linares, Bidart Campos, entre muchos otros). PÁG. 41 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dra. Paula Viturro Mac Donald* La revolución de lxs “nada”: una aproximación al debate sobre orientación sexual, identidad de género y discriminación.** * Abogada (UBA), Diploma en Derechos Humanos de las Mujeres por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile. Máster en Teorías Críticas del Derecho y la Democracia en Iberoamérica por la Universidad Internacional de Andalucía y Diploma de Estudios Avanzados en Derechos Humanos y Desarrollo de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. Docente e investigadora del Departamento de Filosofía de la Facultad de Derecho de la UBA, y coordinadora del Área de Tecnologías del Género del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la misma universidad. ** El presente artículo fue publicado en el ANUARIO DE DERECHOS HUMANOS Nº 9, 2013, (ISSN 07182058), Centro de Derechos Humanos —Facultad de Derecho— Universidad de Chile. Disponible en: http:// www.anuariocdh.uchile.cl/index.php/ADH/article/ viewArticle/27032/28632 RESUMEN En un comienzo, el artículo da cuenta de los avances del sistema de protección de derechos humanos y de las legislaciones latinoamericanas en materia de discriminación por orientación sexual e identidad de género. Luego, da paso al análisis de los elementos de igualdad universal que debieran ser respetados en materia de orientación sexual e identidad de género. Considerando esto, se analizan tres dificultades que han existido para reconocer este deber. Primero, se revisan los límites que la modernidad ha puesto al concepto de “hombre”, que ha justificado a lo largo de la historia distintos tipos de discriminación a ciertos grupos. Segundo, las limitaciones que tiene el discurso jurídico, que si bien aparece como neutro, a la hora de tratar temas relativos a discriminación por orientación sexual se puede apreciar su inminente dimensión política. Tercero, se aborda la importancia que la justificación naturalista ha tenido en el tratamiento de decisiones judiciales de casos con titulares de derechos homosexuales, trans o travestis. Para finalmente, dar cuenta de cuál sería el necesario paso final: saltar de una visión de patología a una en donde se reconozca la autonomía de las personas. PÁG. 43 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA “A menudo la lucha política es más intensa cuando los problemas que se debaten no pueden justificarse en la naturaleza o en la verdad”. Joan Scott 1. Introducción Durante el transcurso de los últimos años, los derechos a la orientación sexual1 y a la identidad de género parecen haber alcanzado finalmente un mayor reconocimiento institucional como derechos humanos. El 17 de junio de 2011, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó la resolución 17/19 sobre “Derechos Humanos, orientación sexual e identidad de género” —la primera de ese organismo—, centrada específicamente en violaciones a los derechos humanos de lesbianas, gays, bisexuales y trans.2 1- Utilizo el término “orientación” por ser el comúnmente aceptado, no obstante ello, entiendo que el mismo puede ser fuertemente objetado debido a la reminiscencia biologicista que parece tener. 2- El texto completo puede ser consultado en: [en línea] http://ap.ohchr.org/documents/dpage_e.aspx?si=A/HRC/ RES/17/19 [consulta: 17 enero 2013]. Cabe recordar que en el año 1994, al resolver el caso Toonen v. Australia, el Comité de Derechos Humanos ya había sostenido que los Estados estaban obligados a proteger a las personas de la discriminación por razón de su orientación sexual. Esta postura se mantuvo en casos posteriores, tales como Young v. Australia, o X v. Colombia. Asimismo, en sus Observaciones Generales, varios Comités afirmaron que si bien ni la orientación sexual ni la identidad de género están expresamente enumeradas en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos o en otros tratados de derechos humanos, ambas se encuentran comprendidas en la frase “cualquier otra condición social”. Comité de los Derechos del Niño. Observación General Nº 13 de 18 de abril de 2011; Comité contra la Tortura. Observación General Nº 2 de 23 noviembre de 2007; Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Observación General Nº 28 de 22 de octubre de 2010; y Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación General Nº 20 de 22 de mayo de 2009. Esta última es especialmente importante porque además hace una referencia a los Principios de Yogyakarta. Los mismos fueron redactados a instancias de la Comisión Internacional de Juristas por En noviembre del mismo año se presentó el Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre leyes, prácticas discriminatorias y actos de violencia cometidos contra personas por su orientación sexual e identidad de género.3 El secretario general de la ONU, Ban Kimoon, inició el 2012 instando a los líderes de África reunidos en la XVIII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana, a respetar los derechos a la orientación sexual y a la identidad de género.4 Hacia el fin de año, en un evento contra la homofobia realizado el 10 de diciembre con ocasión del Día de los Derechos Humanos, volvió a pedir “que se ponga fin a la violencia y la discriminación por motivos de identidad de género y orientación sexual”, y añadió: “permítanme decir esto alto y claro: las personas lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero tienen derecho a los mismos derechos que todos los demás. Ellos también nacen libres e iguales. Yo estoy hombro con hombro con ellos en su lucha por los derechos humanos”.5 En el contexto latinoamericano en particular, se produjeron también cambios muy signiun grupo de expertos y —si bien no son vinculantes— constituyen una guía fundamental para trabajar en la materia. 3- ONU. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia cometidos contra personas por su orientación sexual e identidad de género. 17 de noviembre de 2011. [en línea] <http://www2.ohchr.org/english/bodies/ hrcouncil/docs/19session/A.HRC.19.41_Spanish.pdf> [consulta: 17 enero 2013]. 4- En dicha oportunidad afirmó: “una forma de discriminación ignorada e incluso penada por muchos países durante demasiado tiempo ha sido la discriminación basada en la orientación sexual o la identidad de género”. 5- El texto completo puede consultarse: [en línea] http:// www.onu.org.pe/Publico/CentroPrensa/DetalleNoticia. aspx?id=3357 [consulta: 17 enero 2013]. PÁG. 44 / DICIEMBRE 2013 artículos ficativos. A pesar de la influencia que tienen en la región los grupos religiosos conservadores, y de la persistencia del machismo, el sexismo y la homofobia tanto a nivel social como institucional, el activismo local logró importantes avances tanto legales como jurisprudenciales. Así por ejemplo, a finales de 2006, la Corte Suprema argentina por unanimidad revocó una sentencia de la Cámara Civil que había confirmado la disposición de la Inspección General de Justicia por la que se denegó la personería jurídica a la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual (ALITT). Se trata de un leading case que implicó la derogación de la doctrina que en sentido contrario había sido establecida por la Corte —aunque con otra composición— en 1991, al denegarle la personería jurídica a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).6 Los fundamentos centrales de la sentencia son muy significativos. En primer lugar, porque califica a la denegatoria de derechos denunciada por ALITT como un acto de discriminación. En segundo lugar, porque sitúa la violación de derechos de lxs disidentes sexuales, en el contexto histórico político conformado por las múltiples violaciones de derechos humanos, incluido el terrorismo de Estado. Y por último, porque se trata del primer reconocimiento institucional por parte de un órgano del más alto nivel estatal, de la extrema situación de vulnerabilidad en la que se encuentra el colectivo de personas travestis y transexuales.7 Dijo la Corte: 6- Corte Suprema de Argentina. Comunidad homosexual argentina c/ Resolución Inspección General de Justicia s/ personas jurídicas Sentencia del 22 de noviembre de 1991. Disponible: [en línea] <http://www.cha.org.ar/articulo. php?art=185&cat=7> [consulta: 19 enero 2013]. 7- De todos los colectivos que conforman el campo de la disidencia sexual, las personas travestis, transexuales y transgénero son las que sufren las peores condiciones de exclusión y privación de derechos humanos. La pobreza, “[N]o es posible ignorar los prejuicios existentes respecto de las minorías sexuales, que reconocen antecedentes históricos universales con terribles consecuencias genocidas, basadas en ideologías racistas y falsas afirmaciones a las que no fue ajeno nuestro país, como tampoco actuales persecuciones de similar carácter en buena parte del mundo, y que han dado lugar a un creciente movimiento mundial de reclamo de derechos que hacen a la dignidad de la persona y al respeto elemental a la autonomía de la conciencia. Que tampoco debe ignorarse que personas pertenecientes a la minoría a la que se refiere la asociación apelante no solo sufren discriminación social sino que también han sido victimizadas de modo gravísimo, a través de malos tratos, apremios, violaciones y agrela discriminación, la falta de acceso a la salud y la violencia policial son una constante en nuestro continente. Las travestis en especial, sufren violación de derechos humanos desde la infancia. El círculo de violencia comienza con la expulsión del hogar a muy temprana edad, lo que desencadena una vida marcada por una sucesión de exclusiones. Discriminadas también en la escuela, donde sufren las burlas de sus compañeros y el rechazo de las autoridades escolares, las niñas travestis son condenadas a la prostitución como único medio de sobrevivencia. El derecho a la salud también se encuentra profundamente vulnerado. La falta de acceso a los sistemas de salud pública no deja otra alternativa que las riesgosas prácticas clandestinas de inyección de silicona o ingesta de hormonas. Al respecto véase el documental Translativa del realizador peruano Felipe Degregori, Buenaletra Producciones. En Argentina, recién en el censo nacional realizado en el año 2010 se incluyó la posibilidad de expresar otras identidades que no fueran la de hombre o mujer, por lo tanto aún no existen datos oficiales suficientes. Sin embargo, en el año 2005, la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual realizó un primer relevamiento sobre la situación de la comunidad. Durante el trabajo se revelaron los nombres de 420 compañeras fallecidas, de las cuales 35% falleció entre 22 y 31 años, y 34% entre 32 y 41 años, lo que equivale a la mitad de expectativa de vida nacional. BERKINS, Lohana y FERNÁNDEZ, Josefina (Coords). La gesta del nombre propio. Informe sobre la situación de la comunidad travesti en Argentina. Primera edición. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2005; BERKINS, Lohana (Comp.). Cumbia, copeteo y lágrimas. Informe nacional sobre la situación de las travestis, transexuales y transgéneros. Buenos Aires: ALITT, 2007. PÁG. 45 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA siones, e inclusive con homicidios. Como resultado de los prejuicios y la discriminación que les priva de fuentes de trabajo, tales personas se encuentran prácticamente condenadas a condiciones de marginación, que se agravan en los numerosos casos de pertenencia a los sectores más desfavorecidos de la población, con consecuencias nefastas para su calidad de vida y su salud, registrando altas tasas de mortalidad […] [Las decisiones apeladas] estrecharon el concepto de bien común en perjuicio de la asociación requiriente y rechazaron su personería no por el hecho de que sus metas se dirigieran a mejorar la situación de un determinado grupo necesitado de auxilio (propósito que comparte con numerosas personas jurídicas), sino porque ese auxilio está dirigido al grupo travestitransexual. Dicho de otro modo, la orientación sexual del grupo social al que pertenecen los integrantes de la asociación ha tenido un peso decisivo en el rechazo de la personería jurídica solicitada”.8 En mayo de 2011, el Supremo Tribunal Federal de Brasil reconoció el estatus de “entidad familiar” de las uniones homoafectivas, al otorgarles el trato previsto en el artículo 1723 del Código Civil para las uniones estables. Se trata de una sentencia con efecto vinculante y eficacia erga omnes, por lo que todos los tribunales brasileños deben acatarla. Como consecuencia se extendió el régimen jurídico respecto de los alimentos, las herencias, las pensiones, la división de bienes en caso de separación, la inscripción en el registro de la Seguridad Social y en programas sanitarios, las autorizaciones para 8- Corte Suprema de Argentina. Asociación Lucha por la Identidad Travesti-Transexual vs. Inspección General de Justicia. Sentencia del 26 de noviembre de 2006. Disponible en: [en lína] <http://www.csjn.gov.ar/confal/ ConsultaCompletaFallos. do?method=verDocumentos &id=611573> [consulta: 19 enero 2013]. El destacado es nuestro. cirugías de riesgo, y la inembargabilidad de la vivienda conyugal.9 De acuerdo con César Baldi, lo más significativo del fallo es que quedaron expresamente protegidos los derechos humanos a la privacidad, la intimidad, la dignidad, el tratamiento igualitario, la diversidad, el pluralismo y la libertad sexual. La realización de tales derechos quedó a su vez garantizada en dos niveles, a saber: (i) la abstención de conductas discriminatorias y (ii) la garantía de ejercicio de los derechos previstos constitucionalmente. Estas obligaciones no sólo se aplican al Estado (en sus tres esferas), sino también a los particulares que se ven impedidos de justificar la discriminación en el campo de la educación, el trabajo, la salud, etcétera. El activismo colombiano también logró importantes decisiones en el último tiempo. En el campo del derecho de familia, la Corte Constitucional, con fundamento en los derechos a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad, incluyó a las parejas permanentes entre personas del mismo sexo, dentro de los beneficiarios del régimen de pensión de sobrevivientes, hasta entonces previsto sólo para parejas heterosexuales (sentencias T 716/1110 y T9- Al respecto véase BALDI, César. O STF e a união homoafetiva [en línea] <http://www.democraciaejustica.org/ cienciapolitica3/node/272> [consulta: 19 enero 2013]. 10- Dijo la Corte: “la tesis central de esta conclusión consiste en considerar que en el Estado Constitucional se privilegia, en tanto aspectos definitorios del mismo, la protección de la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad. Esto significa que cada persona, en tanto sujeto libre y autónomo, está investida de la potestad de definir su proyecto de vida bajo la sola condición que ello no imponga afectaciones esenciales a los derechos de los demás. En esa competencia se encuentra, sin duda alguna, tanto la definición de la identidad y orientación sexual como la decisión acerca de conformar una unidad marital estable, constitutiva de familia, con otra persona del mismo o de diferente sexo. Este, a su vez, es un ámbito estrechamente vinculado con el núcleo esencial del derecho a la intimidad, de manera tal que configura un límite infranqueable para la influencia tanto del Estado como de la sociedad. Para la Sala PÁG. 46 / DICIEMBRE 2013 artículos 860/1111). Asimismo, reconoció el derecho de herencia en uniones permanentes de personas igual o diferente sexo (sentencia C-238/12).12 A su vez, en el campo de la salud pública y, tomando como base los derechos a la dignidad, a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad, la Corte estableció que la normativa que impedía a los homosexuales donar sangre es discriminatoria por calificar a una identidad sexual como riesgosa.13 En materia de litigio internacional, debemos destacar la sentencia dictada en el mes de marzo de 2012 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Atala Riffo y niñas vs. Chile. Se trata de la primera decisión de la Corte respecto de la discriminación por orientación sexual.14 A nivel normativo tal vez los casos más destacables sean los de Bolivia, Ecuador, y Argentina. es válido afirmar, en términos conclusivos, que las personas en el Estado Constitucional están investidas de soberanía sobre la definición de su orientación e identidad sexual, así como para la decisión sobre con quién y en qué condiciones desean conformar proyectos de vida con otras. Por lo tanto, están proscritas formas de discriminación fundadas en la falta de aceptación de orientaciones o identidades sexuales por el simple hecho de ser distintas y minoritarias. Esto debido no solo a que son distinciones basadas en criterios sospechosos y que están carentes de justificación, sino porque toman la forma de tratamientos indignos, puesto que, como se ha indicado, tales decisiones individuales corresponden solo al fuero interno de las personas y en modo alguno pueden ser cuestionadas o restringidas basadas en actitudes que tienen como único fundamento el prejuicio, la ignorancia o el franco desconocimiento del régimen de libertades que prevé la Constitución”. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T 716/11 de 22 de septiembre de 2011. 11- Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T 860/11 de 15 de noviembre de 2011. 12- Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C 238/12 de 22 de marzo de 2012. El artículo 14 de la Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia aprobada en el año 2009, prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón del sexo, la orientación sexual y la identidad de género, entre otras razones.15 En Ecuador tanto la no discriminación por orientación sexual como por identidad de género tienen reconocimiento constitucional desde los años 1998 y 2008, respectivamente. Con relación a la reforma del año 1998, Judith Salgado16 señala que a pesar de las tendencias conservadoras que se manifestaron en la Asamblea Constituyente, la lucha de diferentes grupos sociales logró consolidar la centralidad del tema de los derechos humanos en el texto aprobado. No obstante ello, la autora se aparta de posibles narrativas triunfalistas al advertir que si bien el derecho a no ser discriminado por orientación sexual fue aprobado sin discusión, esto no necesariamente implicó un amplio reconocimiento de los derechos sexuales dada la forma en la que se asociaron discursivamente los derechos sexuales y los reproductivos. En Argentina, los ejemplos más relevantes en la materia son las leyes de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género aprobadas en julio de 2010 y en mayo de 2012, respectivamente. Desde su vigencia, la Ley de Matrimonio Igualitario establece que todas las uniones matrimoniales, con prescindencia del sexo de los contrayentes, gozan de los mismos derechos, incluido el de adopción. De esta forma, Argentina se convirtió en el primer país de América La- 13- Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C 248/12 de 22 de marzo de 2012. 15- Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia aprobada por la Asamblea Constituyente en 2007 [en línea] <http://consuladoboliviano.com.ar/portal/ node/119> [consulta: 5 febrero 2013]. 14- Corte IDH. Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de febrero de 2012. Serie C No. 239. 16- SALGADO, Judith. La reapropiación del cuerpo. Derechos sexuales en Ecuador. Primera edición. Quito: Abya Yala Corporación Editora Nacional, 2008, pp. 50 y ss. PÁG. 47 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA tina en reconocer este derecho en todo su territorio nacional, y en el décimo a nivel mundial. A su vez, la aprobación de la Ley de Identidad de Género implicó un cambio de paradigma respecto de la concepción de las identidades, al pasar del modelo hegemónico a nivel mundial basado en la “patologización”, a un modelo basado en la autodeterminación y en el respeto de los derechos humanos.17 El texto aprobado consagra el derecho a la rectificación de los datos registrales cuando éstos no concuerden con el género autopercibido de la persona y garantiza de manera integral, complementaria, autónoma y suficiente el acceso a la salud integral, incluyendo el acceso a hormonas e intervenciones quirúrgicas de reasignación genital total o parcial. No se requiere de diagnósticos médicos o psicológicos, ni de dictámenes de comités científicos o de bioética para acceder al pleno goce de los derechos consagrados en la ley. Asimismo se preserva el goce de otros derechos tales como el de reproducción, en oposición a numerosas legislaciones europeas que exigen la esterilización de la persona para acceder al cambio de identidad. A fin de garantizar la plena vigencia de la ley, la misma califica como práctica discriminatoria cualquier acto que perturbe, obstaculice, niegue o lesione cualquiera de los derechos consagrados en ella.18 En Uruguay estaba prevista la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario en la sesión del Senado del 28 de diciembre de 2012, sin embargo, a último momento, el pleno del Congreso decidió postergar su tratamiento para abril de 2013. La experiencia uruguaya es especialmente significativa, ya que —si tomamos en 17- Sobre este aspecto volveré más adelante en los apartados Nº 5 y 6. 18- El texto completo de la ley puede consultarse [en línea] <http://www1.hcdn.gov.ar/BO/boletin12/2012-05/BO2405-2012leg.pdf> [consulta: 7 diciembre 2013]. consideración la reciente legalización del aborto, y los proyectos de matrimonio igualitario y de legalización de la marihuana para consumo personal— es la única que parece fundar estas reformas de manera explícita en el campo de la autonomía, incluida la corporal. En el caso de Argentina, dada la resistencia a tratar los múltiples proyectos de legalización del aborto, el fundamento parece deslizarse más hacia el campo discursivo de las llamadas “acciones privadas”. Leída en clave biopolítica, la capacidad reproductiva de las mujeres escaparía a ese ámbito, y por lo tanto es excluida por parte de las autoridades políticas del contexto liberal que dio lugar a la sanción de las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género. De esa manera, el discurso institucional paradójicamente invisibiliza la importancia histórica del activismo de los grupos feministas locales en la conformación del contexto ideológico-político que dio lugar a esas reformas.19 Avances como los señalados20 son, sin embargo, insuficientes en el contexto de un conti19- Lohana Berkins, activista travesti que tuvo un rol fundamental en la conformación del movimiento travestitransexual tanto argentino como latinoamericano, al referirse a la historia política de su movimiento señala: “Estos temas nos llegan a través del feminismo. Conocer a las mujeres feministas nos pone frente a una serie de preguntas vinculadas a nuestra identidad. ¿Qué somos las travestis? ¿Somos varones? ¿Somos mujeres? ¿Somos travestis? ¿Qué quiere decir esto? [...] comienza la discusión para derogar los Edictos Policiales. Allí vamos las travestis y allí conocimos a diversos grupos feministas […] Me detendré brevemente en contarles que compartiendo este espacio con compañeras feministas, algunas de nosotras comenzamos a definirnos también nosotras como feministas. No obstante, la mirada de algunas de ellas sobre nosotras sigue situándonos en nuestro origen biológico masculino”. BERKINS, Lohana. “Un itinerario político del travestismo”. En: MAFFÍA, Diana (Comp.). Sexualidades migrantes. Género y transgénero. Primera edición. Buenos Aires: Feminaria, 2003, pp. 127-137. 20- La enumeración es solo ejemplificadora, y por lo tanto solo refleja algunos de los cambios más significativos; no se trata de un detalle exhaustivo, ya que ello superaría los límites de este trabajo. PÁG. 48 / DICIEMBRE 2013 artículos nente que registra una altísima tasa de crímenes por razones de orientación sexual e identidad de género, y donde la violencia institucional es moneda corriente —en especial contra el colectivo travesti—. En este sentido, la muerte del joven chileno Daniel Zamudio, luego de una larga y cruel agonía producto del brutal ataque homofóbico que sufriera en manos de un grupo neonazi, nos enfrenta a una cruda realidad.21 Debido a todo lo que aún resta por hacer, a continuación me referiré a algunas de las dificultades a las que solemos enfrentarnos quienes trabajamos en el campo del activismo socio sexual, al desarrollar estrategias antidiscriminación en el ámbito jurídico. Si bien pueden ser dificultades comunes a todos los movimientos sociales, son especialmente complicadas en el campo de los géneros y las sexualidades, donde operan fuertes discursos naturalistas y/o deterministas. 21- Cito este caso por ser el que más repercusión obtuvo en la región durante el año pasado. Sin embargo, es uno entre muchos otros que se suceden de manera anónima y cotidiana en el continente. Por ejemplo, el Grupo Gay de Bahia (Brasil) denunció que solo en el transcurso del primer trimestre de 2012 se registraron 104 homicidios por homofobia, lesbofobia y transfobia. Ver [en línea] <http:// www.ggb.org.br/assassinatos%20de%20homossexuais%20 no%20 brasil%202011%20GGB.html> [consulta: 6 febrero 2013]. Por su parte, la trágica muerte del activista gay y defensor de los derechos humanos Erick Alexander Martínez Ávila, ocurrida en la capital de Honduras el pasado 7 de mayo motivó una comunicación de ONUSIDA en la que manifiesta una “profunda preocupación por las frecuentes denuncias que recibe desde organizaciones de derechos humanos, sobre casos de muertes, desapariciones y violaciones a los derechos humanos dirigidas contra las personas LGTBI en Honduras así como en otros países de América Latina” [en línea] <http://www.onusida-latina.org/ en/press-statements/181-la-oficina-regional-de-onusidapara-america-latinadeplora- la-tragica-muerte-del-activistagay-hondureno-erick-alexander-martinez-avila> [consulta: 6 febrero 2013]. Véase también el comunicado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del 29 de octubre de 2012 en el que insta a los Estados a adoptar medidas urgentes para evitar estos crímenes [en línea] <http:// www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2012/129.asp> [consulta: 5 febrero 2013]. A tal efecto tendré en consideración la experiencia del movimiento trans argentino, que derivó en la sanción de la ley de identidad de género, ya que se trata de una experiencia que podría ser calificada como emancipatoria, democrática y política en los términos de J. Rancière,22 dada la manera en la que logró sortear con éxito dichos obstáculos. 2. De la sencillez “La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, es la afirmación que da inicio a la Declaración Universal de Derechos Humanos. La fórmula parece simple, ingenua y esperanzadora. Si tomamos en consideración el momento histórico en que fue sancionada, se revela como un extraordinario e incomprensible acto de fe en el progreso de los valores. Una fórmula voluntarista tendiente a restablecer un orden que jamás debió haber sido roto. De ella parece desprenderse que el respeto de los derechos humanos solo requeriría de apego a los valores del humanismo, de buena voluntad política, y para el caso en que eso no suceda, del establecimiento de mecanismos de reparación.23 En una entrevista realizada con ocasión del 22- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y estética. Primera edición. Barcelona: Herder, 2011. 23- Esa es la postura de por ejemplo Ignatieff cuando afirma: “we know from historical experience that when human beings have defensible rights –when their agency as individuals is protected and enhanced– they are less likely to be abused and pressed. On these grounds, we count the diffusion of human rights instruments as progress even if there remains an unconscionable gap between the instruments and the actual practices of states charged to comply with them”. IGNATIEFF, Michael. Human Rights as Politics and Idolatry. Tercera Edición. Princeton: Princeton University Press, 2003, p. 288. PÁG. 49 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA primer aniversario de la presentación del “Informe sobre leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia cometidos contra personas por su orientación sexual e identidad de género”, de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Radhika Chandiramani,24 afirmó esa postura al sostener que: “[E]l espíritu mismo de los derechos humanos significa que todas las personas los tenemos sencillamente porque somos humanas y humanos. Según esta lógica, las personas LGBTI tienen los mismos derechos humanos que el resto de la gente [… ] El marco internacional de los derechos humanos es únicamente eso: un marco para guiar la conducta de los Estados. Por sí solo nunca puede ser suficiente. Debe ser implementado y vigilado, y los Estados tienen que rendir cuentas por sus fallas tanto a nivel nacional como en la esfera internacional [… ] La cultura varía de un lugar a otro —no así los derechos humanos—. Además, los derechos humanos no son estáticos: son conceptos en evolución y resaltan asuntos particulares a medida que el marco de los derechos humanos evoluciona para arrojar su luz sobre aspectos que podrían no haber sido considerados anteriormente.”25 Algo similar parece desprenderse de la postura de Ignatieff cuando afirma que: “La Declaración Universal representó un retorno a la Tradición europea del derecho natural, un retorno que busca restaurar la ac24- Directora Ejecutiva de TARSHI (siglas en inglés de “Hablando sobre Asuntos de Salud Sexual y Reproductiva”), una ONG con sede en Nueva Delhi, India, que se dedica a cuestiones relacionadas con la sexualidad y los derechos. 25- Entrevista realizada por Gabriela de Cicco para AWID, divulgada el día 8 de junio de 2012. [en línea] <http:// awid.org/esl/Las-Noticias-y-Analisis/Notas-de-los-Viernes/ La-ONU-sale-del-closet-respecto-a-los-derechos-humanosde-aspersonas-LGBTI> [consulta: 19 enero 2013]. El destacado es nuestro. ción, para otorgar a los individuos los recursos judiciales para levantarse cuando el Estado les ordene hacer el mal. Históricamente hablando, la Declaración Universal es parte de una amplia reorganización del orden normativo de las relaciones internacionales postguerra, diseñada para crear fuertes cimientos en contra de la barbarie [… ].”26 Para este autor, la vigencia de los derechos humanos dependerá entonces del énfasis que la política occidental ponga, no solo en el desarrollo de la democracia, sino también en el del constitucionalismo, de forma tal de asegurar la división de poderes, el control jurisdiccional de las decisiones de los poderes ejecutivos y el cumplimiento de los derechos de las minorías.27 Abordajes como los citados suelen ser muy habituales en el ámbito de la dogmática jurídica. Como docente en la carrera de derecho, todos los cuatrimestres tengo la oportunidad de constatar la seguridad con la que el alumnado lo repite. Dicto dos cursos en el departamento de filosofía del derecho. Uno tiene por objeto el análisis de las formas en las que el discurso jurídico instituye el orden de género; y el otro la forma en la que se tematizan y jerarquizan los cuerpos en las diferentes ramas del derecho, según las capacidades que se les atribuyen. Dado el carácter fundamentalmente práctico que tienen las materias dogmáticas, las de filosofía suelen ser vistas como un sinsentido, una pérdida de tiempo, o un obstáculo a sortear para poder obtener el título. Por esa razón, la primera clase está destinada a explicar —siguiendo a Rancière— que “nunca hay una consecuencia práctica de la teoría, en términos de liberación y de emancipa26- IGNATIEFF, Michael. Human Rights as Politics and Idolatry… op.cit. [traducción propia, el destacado es nuestro]. 27- Ibídem, p. 306. PÁG. 50 / DICIEMBRE 2013 artículos ción; [sino] que hay desplazamientos que modifican el mapa de lo que es pensable, de lo que es nombrable, perceptible y, por lo tanto, también de lo que es posible”.28 De allí la importancia de comprender la complejidad e implicancias de los diferentes soportes teóricos presupuestos en las construcciones de la dogmática, para poder percibir aquellas que dan lugar a la discriminación y eventualmente habilitar otros modos de pensamiento que amplíen el campo de lo factible en pos de su erradicación.29 La respuesta inmediata de los alumnos suele ser una forma abreviada de posturas como las citadas. Sería más o menos así: “las violaciones de los derechos humanos se deben a los abusos en el ejercicio del poder estatal y/o a los múltiples prejuicios sociales tolerados por el Estado. Todos tenemos los mismos derechos. Las víctimas de la discriminación en todo caso cuentan con el derecho como una herramienta de protección frente a los abusos de los poderosos”. El derecho se presenta entonces como una solución exógena y simple, para un problema social complejo derivado del abuso del poder estatal, o de su tolerancia respecto de los abusos perpetrados por los particulares. Una herramienta que sería capaz de poner un límite al poder estatal (usualmente caracterizado de manera reduccionista como sinónimo de funciones ejecutivas). Al parecer no hay mucho más que discutir. De esa forma se sitúa al derecho en un lugar ideal de garante imparcial, universal, acultural y “transhistórico”. Como consecuencia, se elude cualquier consideración respecto de la forma en la que el discurso del derecho occidental que se 28- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 261. 29- Ídem. inaugura con la modernidad, instituye y legitima órdenes discriminatorias. 3. De la modernidad y los límites del humanismo “¿Qué es el hombre, si es siempre el lugar —y a la vez el resultado— de divisiones y censuras incesantes? Trabajar sobre estas divisiones, preguntarse de qué modo —en el hombre— el hombre ha sido separado del no-hombre y el animal de lo humano, es más urgente que tomar posición sobre las grandes cuestiones, sobre los llamados valores y derechos humanos”. Giorgio Agamben30 Afirmaciones como la de Chandiramani según la cual “todas las personas tenemos derechos humanos sencillamente porque somos humanas y humanos”, no parecen advertir que las promesas universalistas de la modernidad paradójicamente se limitan a un ideario de humanidad que no es natural ni obvio. La entronización del sujeto racional como centro de la modernidad se articuló mediante una serie de dualismos tales como naturaleza/ cultura, razón/cuerpo, universal/particular, civilización/barbarie, hombre/mujer, blanco/negro, sano/enfermo, nacional/extranjero, etc., que modelaron los límites de lo humano. Tal como nos recuerda Rancière,31 autores ya clásicos como Burke, Marx, Arendt y más contemporáneamente Agamben, denunciaron la distancia que la declaración de la revolución francesa instituía entre los derechos del hombre y los del ciudadano. Esa distancia es la que dio origen al surgimiento de formas de subjetivación política radical. El feminismo, las luchas 30- AGAMBEN, Giorgio. Lo abierto. El Hombre y el animal. Primera Edición. Valencia: Pre-Textos, 2005. 31- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 162. PÁG. 51 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA antidiscriminación racial, el anticolonialismo, son algunos de los ejemplos más destacados de esa radicalidad. La historia de esas luchas nos enseña que la naturalización de la categoría de persona física (correlato en la dogmática jurídica de la noción de sujeto de derecho) no es más que el reflejo de un consenso hegemónico (de allí su pretendido carácter autoevidente y universal) respecto de los atributos humanos que imperan en un momento histórico. Operación que hoy se desarrolla aún a través de categorías que no parecen estar definidas por concepciones “biologicistas”, como la terrorista32. Por lo tanto, la lucha por la igualdad en el goce de los derechos humanos necesariamente implica una disputa de sentidos respecto de cómo somos reconocidos como seres humanos, o dicho en otros términos, respecto de quién 32- Por ejemplo, Judith Butler al criticar la analogía entre “terrorista” y “enfermo mental” practicada por las autoridades de los Estados Unidos para justificar la detención indefinida de los prisioneros en Guantánamo, señala: “creo que hay que desconfiar de esta analogía [porque] cuando se hace una analogía, se presupone la comparación de términos separados. Pero cualquier analogía también presupone una base de comparación común, y en este caso la analogía funciona en cierto grado metonímicamente. Los terroristas son como enfermos mentales porque su mentalidad es incomprensible, porque están fuera de la razón, porque están fuera de la civilización —si tomamos este término como un lema de una perspectiva occidental que se define a sí misma en relación con ciertas versiones de racionalidad y que afirma provenir de ellas—. La hospitalización involuntaria es como el encarcelamiento involuntario sólo si aceptamos la función carcelaria de la institución mental, o solo si aceptamos que algunas actividades criminales sospechosas son en sí mismas signos de enfermedad mental. En efecto, tenemos que preguntarnos si efectivamente son solo determinados actos cometidos por extremistas islámicos, lo que se considera fuera de los límites de la razón establecidos por el discurso civilizatorio de Occidente, y no más bien todas y cada una de las creencias y prácticas pertenecientes al Islam lo que se vuelve un signo de enfermedad mental, en la medida en que se apartan de las normas hegemónicas de la racionalidad occidental”. BUTLER, Judith. Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Primera edición. Buenos Aires: Paidós, 2009, pp. 102-103. posee las aptitudes que conformarían al ser humano, de quién puede ser un miembro legítimo de “la familia humana”.33 Un reciente fallo de la Cámara Federal de Casación Penal de la República Argentina lo ilustra de manera elocuente, al denegar la solicitud de arresto domiciliario formulada por una madre lesbiana en período de lactancia. Para la mayoría del Tribunal, “... la decisión de mantener al bebé consigo es del resorte decisivo de su progenitora, habida cuenta que su pareja no se encuentra impedida de hacerse cargo en la medida de sus posibilidades [… ] En suma, no ha demostrado vulneración alguna de los derechos del menor ni la existencia de razones humanitarias que constituyen el fundamento previsto en la normativa que rige la materia.”34 Como señala Rancière, cuando se alude a la igualdad entre todos los “hombres” es necesario analizar de manera constante quién está incluido en ese todo y qué tipos de relaciones están comprendidas en la esfera de validez de esa igualdad.35 Siguiendo ese razonamiento, vemos 33- El Relator Especial sobre la cuestión de la tortura ha observado que “a los miembros de las minorías sexuales se les somete en una proporción excesiva a torturas y otros malos tratos porque no responden a lo que socialmente se espera de uno y otro sexo [… ] la discriminación por razones de orientación o identidad sexuales puede contribuir muchas veces a deshumanizar a la víctima, lo que con frecuencia es una condición necesaria para que tengan lugar la tortura y los malos tratos”. ONU. Asamblea General. Report of the Special Rapporteur on the question of torture and other cruel, inhuman or degrading treatment or punishment 3 de julio de 2001 A/56/156, párr. 19. [en línea] <http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca. nsf/%28Symbol%29/A.56.156.En?Opendocument> [consulta: 3 febrero 2013]. El destacado es nuestro. 34- Cámara Federal de Casación Penal de Argentina. F. A.M. s/ recurso de casación. Causa No. 33/12. De fecha 10 de enero de 2013. El destacado es nuestro. 35- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 160. PÁG. 52 / DICIEMBRE 2013 artículos en el caso citado que, para ese Tribunal, no es suficiente con ser niño para acceder a la protección de su “interés superior” en los términos de la Convención, sino que además debe estar dentro de la esfera de validez de las relaciones de filiación heterosexuales. De allí que, al referirse a la concepción de los derechos sexuales como derechos humanos, Millar sostenga que el desarrollo de un marco coherente e inclusivo que se pueda aplicar a diversos tipos de personas, necesariamente requiere: (i) comprender cómo algunas normas internacionales funcionaron históricamente para regular la sexualidad en términos genéricos, raciales, etarios, etc. y (ii) la incorporación de teorías contemporáneas acerca de la construcción social de la sexualidad.36 La fórmula del artículo 6 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, según la cual “todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica”, parece presuponer que la personalidad jurídica es un correlato legal de una realidad natural preexistente (ser humano), y de esa manera reivindica la lógica de la tradición europea del derecho natural a la que alude Ignatieff. Por ello Baldi va a señalar que en materia de derechos humanos lo importante es revisar las bases en que se asienta ese discurso, y expandir la noción actual de humanidad que se limita a nivelar diferencias dentro de la fórmula universalista que define al Occidente blanco, masculino, heterosexual y cristiano.37 En el mismo 36MILLER, Alice. “Sexual but not Reproductive: Exploring the Junction and Disjunction of Sexual and Reproductive Rights”. En: Health and Human Rights. Vol. 4, No. 2, pp. 68-109. [en línea] www.hhrjournal.org./ archives/vol4-no2.php [consulta: 23 enero 2013]. 37- BALDI, César. “Direitos, humanos e direitos humanos: onde @s homossexuais?” En: GRÜNE, Carmela (Org.). Samba no pé e direito na cabeça. Primera edición. San Pablo: Saraiva, 2012, pp. 33-58. sentido, Butler recupera la crítica al humanismo que formulara Fanon al afirmar que “el negro no es un hombre”.38 De esa manera, Fanon mostró la forma en la que la articulación contemporánea de lo humano está “racializada”. A su vez según Butler, en ese uso de la palabra “hombre” se formula también una crítica a la masculinidad, ya que implica que el hombre negro es feminizado. El alcance de esa formulación sería que nadie que no sea un “hombre” en el sentido masculino es un humano, con lo que sugiere que tanto la masculinidad como el privilegio racial conforman la noción de lo humano.39 Llegados a este punto, resulta elocuente la advertencia de Legendre según la cual “los descendientes de Europa, hijos de guerras que fueron holocaustos, promotores de la Felicidad industrial, conquistadores de ciencias inauditas, hemos olvidado que la fábrica del hombre es precaria”.40 La misma, al dar un contexto histórico y geopolítico al humanismo, llama nuestra atención respecto de las consecuencias que se derivan del etnocentrismo que conlleva. Una de ellas es la reducción, simplificación u ocultamiento de las causas de la discriminación que se produce, cuando se la caracteriza como un producto de formas culturales reaccionarias. De esa manera tácitamente se reivindica un dualismo que jerarquiza una idea de cultura universal caracterizada como progresista, por sobre una idea de cultura entendida como mero particularismo conservador. Esta parece ser la postura de Chandiramani, cuando sostiene que “la cultura varía de un lugar a otro —no así los 38- FANON, Frantz. Piel negra. Máscaras blancas. Primera edición. Madrid: Akal, 2009, p. 42. 39- BUTLER, Judith. Deshacer el género. Primera edición. Barcelona: Paidós, 2006, p. 29 40- LEGENDRE, Pierre. La fábrica del hombre occidental. Primera edición. Buenos Aires: Amorrortu, 2008, p.15 PÁG. 53 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA derechos humanos—. Además los derechos humanos no son estáticos: son conceptos en evolución”, de lo contrario no se comprendería de dónde deduce el carácter dinámico que le atribuye a los derechos humanos. Ignatieff sostiene una explicación similar, aunque en su caso el etnocentrismo se hace expreso a través de la reivindicación de la tradición europea del derecho natural como una defensa frente a la barbarie. La cultura universal tal como se plantea en este dualismo se corresponde con la tradición occidental entendida como el canon de la cultura europea de la modernidad. Esa cultura se expresa fundamentalmente a través del discurso secular de la ciencia moderna, basada en la creencia en el progreso indefinido de la razón, y en los principios del positivismo. Cultura basada en la creencia en la verdad científica universal por oposición al oscurantismo religioso, el fanatismo, o los particularismos folclóricos. La principal consecuencia de este planteamiento es que no da cuenta de la forma en la que el discurso científico de la modernidad, por medio de las diferentes disciplinas que lo componen, justificó (y justifica) órdenes discriminatorias. Los prejuicios o estereotipos sociales, que suelen ser señalados como motivo de discriminación, tienen su correlato en discursos científicos. Por lo tanto, no hay posibilidad alguna de remover esos estereotipos si no se cuestiona el aparato ideológico cientificista que le da valor de verdad. Ni es posible seguir sosteniendo el valor de la civilización por sobre la barbarie como una forma de acabar con las violaciones de derechos humanos, frente a la evidencia histórica según la cual el exterminio masivo de personas, el racismo, etc., se fundaron en el corpus de las ciencias y en el desarrollo de la técnica. Aquí vale traer a colación dos ejemplos significativos del peso que aún hoy tiene esta for- ma de etnocentrismo. Según el Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia cometidos contra personas por su orientación sexual e identidad de género, las leyes que criminalizan a las personas por su orientación sexual u identidad de género (comúnmente conocidas como leyes antisodomía), suelen ser a menudo vestigios de la legislación colonial.41 Por otro lado, en el informe también se reconoce que los niños intersex son víctimas de discriminación por ser sometidos a intervenciones quirúrgicas innecesarias desde el punto de vista médico, practicadas sin su consentimiento informado previo ni el de sus padres, en un intento de fijar su sexo.42 Sin embargo, esta última circunstancia ni siquiera es advertida como una violación de derechos humanos en gran parte de los discursos en contra de la mutilación genital femenina, cuando es caracterizada solo como una práctica tribal. Al respecto Cabral es elocuente al afirmar, a propósito del Día Internacional de la Cero Tolerancia con la Mutilación Genital Femenina, que “la gran mayoría de intervenciones quirúrgicas normalizadoras afectan a niñas y a mujeres, o son intervenciones feminizantes que adaptan cuerpos masculinos fallados a versiones machistas y misóginas de cuerpos femeninos y, aun así, las cuestiones intersex no forman parte de ninguna agenda de género”.43 41- ONU. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia… op. cit., párr. 40 42- Ibídem, párr. 57. 43- CABRAL, Mauro. “Hoy en este mundo”. Página 12, 6 de febrero de 2009 [en línea] <http://www.pagina12. com.ar/diario/suplementos/soy/1-604-2009-02-06.html> [consulta: 7 febrero 2013]. PÁG. 54 / DICIEMBRE 2013 artículos 4. Del carácter político del discurso jurídico “¿La biología determina la capacidad de razonamiento, de reflexión moral o de acción política? [...] Como es imposible dar una respuesta definitiva a esas preguntas, los que proponían respuestas de signos opuestos trataron de determinar una solución, con frecuencia en forma de leyes o reglamentos. En consecuencia, la ley sustituyó a la verdad como guía de la acción humana. Sin embargo, esa sustitución no era reconocida como tal sino que, por el contrario, la norma aprobada era presentada como basada en la naturaleza o la verdad. Así, los triunfadores atribuyeron su victoria no a la política, sino a la superioridad de su comprensión científica o moral y, de esa manera, se logró ocultar la influencia de la ley en las percepciones de la naturaleza”. Joan Scott44 Otra dificultad está dada por la caracterización del derecho como simple herramienta, descripción que lo vacía de todo contenido político. Esa invisibilización de la política se produce en primer lugar, a través de la reducción y asimilación del concepto de lo político al ejercicio de las funciones ejecutivas del poder estatal. De esa manera, el rol de los operadores judiciales, en especial el estamento de los jueces como clase privilegiada y corporativa, queda al margen de cualquier consideración respecto de su responsabilidad en el establecimiento y sostén de la discriminación. Tal vez el mejor ejemplo de ello sea el caso Atala Riffo. Además de la obvia violación de derechos humanos perpetrada contra la accionante y sus hijas al negarle la tuición —materia que fuera objeto de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos—, es importante señalar un aspecto que suele pasar 44- SCOTT, Joan. Las mujeres y los derechos del hombre: feminismo y sufragio en Francia, 1789-1944. Primera edición. Buenos Aires: Siglo XXI, 2012, p. 11. inadvertido. El mismo está ligado al carácter de magistrada de la Sra. Atala Riffo, lo que desencadenó un intrincado proceso de superintendencia tendiente a disciplinarla. El funcionamiento corporativo de los poderes judiciales es un reaseguro contra su diversificación y pluralismo, que atenta contra el pleno reconocimiento de los derechos humanos. El hecho de que gran parte de sus integrantes formen parte de un estrato social privilegiado —usualmente conservador en términos morales y uniforme en términos etarios, genéricos, culturales y étnicos—, sumado a la falta de mecanismos institucionales que aseguren la democracia interna, constituye un obstáculo para la realización de los valores pluralistas. La falta de cuestionamiento del rol de la magistratura asimismo está ligada a la forma en la que históricamente se concibió la función jurisdiccional como “boca de la ley”. Creencia profundizada a partir de la expansión del positivismo jurídico, que redujo la labor interpretativa a una mera adecuación de normas generales a casos concretos. Sin embargo, como explica Marí, la pretendida uniformidad semántica del discurso jurídico es un mito. Una decisión judicial o una norma (tomados como discursos tipo) tiene un proceso de formación, descomposición y recomposición en el que intervienen otros discursos diferentes por su origen y función, que se entrecruzan con él. Entre el proceso de formación y el producto final formado, hay una ruptura, distancia o brecha. El resultado no es una operación deductiva que descubre significados ya presentes en la norma como esencia, sino el correlato de una relación de fuerza entre los discursos en pugna. Y en muchos casos un discurso ausente es el condicionante principal, sea de tipo económico (como el modo de organización del sistema productivo), sea de razones políticas (como PÁG. 55 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA la llamada “razón de Estado”), morales, ideológicas, etc. Por lo tanto, entre el proceso de producción, de formación y constitución del discurso jurídico y este discurso como producto final existe una ruptura, una discontinuidad, un desplazamiento. Ese desajuste no sería un desacuerdo meramente semántico, sino un desajuste construido en la praxis social, la que se caracteriza por ser variable en términos históricos. De allí la imposibilidad de verificar los conceptos jurídicos en forma independiente de la teoría jurídica que los produce.45 5. Del naturalismo La naturaleza entendida como primer principio de realidad parece ser la clave filosófica a partir de la cual los jueces suelen resolver las demandas por discriminación en razón del género o la sexualidad de las personas. Dicho en otros términos, el razonamiento se basa en una operación de naturalización de un patrón normativo al que se intentará asimilar por todos los medios a la víctima de la discriminación. Así, establecido un modelo ideal asociado a cierta idea de naturaleza, cualquier denuncia por discriminación será en principio reconducida por el camino de la asimilación. Quien afirme ser discriminado en virtud de una diferencia, será obligado a eliminarla o minimizarla a fin de gozar del derecho negado. Tal vez el mejor ejemplo de esta operación de naturalización lo constituya la forma en la que en el ámbito del derecho civil se desarrollaron los discursos referidos a la identidad de género con anterioridad a la sanción de la ley en Argentina.46 45- MARÍ, Enrique. “‘Moi, Pierre Rivière… ’ y el mito de la uniformidad semántica en las Ciencias Sociales y Jurídicas”. En: MARÍ, Enrique. Papeles de filosofía. Buenos Aires: Biblos, 1993, p. 254. 46- Antes de la sanción de le Ley de Identidad de Género, El análisis de la jurisprudencia y producción doctrinaria acerca de expedientes en los que se solicitó autorización judicial para la realización de operaciones de cambio de sexo y la modificación registral de datos identitarios, nos muestra que la construcción judicial de la transexualidad se realizaba a partir de un relato basado en la figura mítica del hermafrodita condenado por la naturaleza a la indefinición sexual. A partir de melodramáticas descripciones de presuntas experiencias de vida, se instituían víctimas enfermas cuya situación antinatural tendría el derecho la misión de remediar mediante la autorización de intervenciones quirúrgicas que aseguraran el fin del sufrimiento y la vigencia del naturalizado orden dicotómico de los cuerpos. Como consecuencia, el fundamento del reconocimiento del derecho no era la autonomía de la persona accionante, sino su normalización. Dada su resistencia al anclaje genital de su identidad, las travestis aparecerían en ese discurso como figuras antagónicas. Frente al travestismo, el relato centrado en un orden naturalista alterado que da lugar a las figuras del hermafrodita y el transexual cedía paso en favor de argumentos propios del ámbito de la reflexión moral. Las víctimas eran reemplazadas por perversos sujetos autónomos que teniendo la posibilidad corporal de vivir de acuerdo con el orden natural, no lo hacían y que, por lo tanto, eran responsables de las condiciones de vida adversas a las que eran sometidas. Aquí el discurso retributivo es claramente equivalente al que sostiene a la figura del delincuente en el derecho penal liberal moderno. Ello no es casual, dado que la mayor usina de representaciones judiciales resy en virtud de la ley de ejercicio de la medicina que prohibía la realización de operaciones mutilantes, las personas que querían cambiar de género debían judicializar su situación. PÁG. 56 / DICIEMBRE 2013 artículos pecto del travestismo fueron históricamente la institución policial y la jurisdicción penal por medio de la persecución de la prostitución. Veamos algunos ejemplos: “Su aspecto es femenino. Pero de una femineidad natural, sin afectación ni acicalamiento, lejos, muy lejos, de otras situaciones en la que la exageración de rasgo, la ostentosidad, es la nota [… ] Las pericias médicas coincidieron en que es una pseudohermafrodita [… ] el sujeto tiene algunos rasgos en común con el transexual — rechazo de la homosexualidad, no queda en el mero travestismo.”47 “Cabe señalar que no es posible confundir el transexualismo, que es un problema existencial, con el isosexualismo, ya sea homosexualismo o lesbianismo, ni con el travestimento […] El transexual tiene derecho a disponer de su cuerpo en la medida que ello obedece a una necesidad médica para recuperar la salud que nunca tuvo […] El transexual, en cuanto ser libre, tiene el derecho de proyectar su vida de acuerdo a una incontrolable exigencia existencial que no es, ciertamente, un capricho. Esta vocación existencial se halla fuera del control de su voluntad […] El ser humano no tiene derecho a disponer de su cuerpo, salvo ciertos casos señalados por la doctrina, la jurisprudencia o la ley.”48 “[E]l fenómeno transexual es bastante reciente, ya que su afinidad con otras perversiones como el travestismo o la homosexualidad no han facilitado su autónoma clasificación […] ni el homosexual ni el travesti refutan su identidad [… ] el transexual, por el contrario, advierte que su propio sexo anatómico es el obstáculo más grave para su elección de comportamiento, 47- Cámara Civil y Comercial de San Nicolás, Argentina. Sentencia 11/8/94-C, L.J. Voto del juez Maggi. 48- FERNÁNDEZ, Carlos. “Apuntes sobre el derecho a la identidad sexual”. En: Jurisprudencia Argentina No. 6166, Especial Bioética, 3 de noviembre de 1999, pp. 10-20. y el desagrado latente en los primero años de vida degenera con los años hacia formas maníacas de autodestrucción.”49 “[Los transexuales] son sujetos a los que no se los puede considerar como viciosos o perversos sexuales, sino que, por el contrario, padecen un desajuste profundo que les provoca un fuerte malestar [… ] nos alejamos de aquellos defensores de la intervención médico-quirúrgica impulsada por la libertad sexual como libertad de elección y de sexo.”50 En virtud de la situación descrita, el derecho a la identidad de género de las travestis no era reconocido y, por lo tanto, les era negada la posibilidad de cambio registral del nombre. Dentro del discurso naturalista, los relatos referidos a la salud poseen un rol destacado. Ello permite volver sobre la vieja idea de una naturaleza desviada o desarreglada que el derecho debe intentar restaurar. De esa manera la decisión judicial se legitima a partir de la retórica del naturalismo que acecha a cualquier conceptualización del derecho a la salud, y evade decisiones fundadas en otros derechos como la autonomía personal. Las sentencias basadas en este último principio exponen la dimensión política de toda decisión judicial y por lo tanto suelen ser evadidas por los jueces, quienes están poco acostumbrados a dar cuenta de sus propios posicionamientos o compromisos ideológicos. 6. De la patología a la autodeterminación Tal como señaláramos, la Ley de Identidad de Género recientemente sancionada en 49- ROGNONI, Giancarla. “Reseña de Consideraciones médico-legales sobre un caso de transexualismo de Landriscina”. En: Giurisprudenza Italiana, 5ta. Entrega, mayo 1976, Turín-Italia, p. 176. Publicado también en La Ley, T. 1986-A, p. 1129. 50- WAGMAISTER, Adriana y MOURELLE DE TAMBORENEA, Cristina. “Derecho a la identidad del transexual”. En: Jurisprudencia Argentina No. 6166, Especial Bioética, 3 de noviembre de 1999, pp. 69-70. PÁG. 57 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Argentina produjo un cambio paradigmático en la concepción de las identidades, al abandonar el modelo hegemónico a nivel mundial que se basa en la noción de patología.51 La simple manifestación por parte de la persona interesada de su voluntad de cambiar de género es suficiente para que el Estado proceda a modificar los datos registrales y esté obligado a cubrir las prestaciones de salud en caso que le fueran requeridas. Si bien este cambio ya es de por sí revolucionario, según la conocida clasificación de los tipos de demandas de derechos formulada por Miller,52 a modo de conclusión me gustaría volver sobre las implicancias que en términos políticos tuvo el proceso de activismo desarrollado por los grupos trans. Mi hipótesis es que dicha experiencia podría ser calificada como emancipatoria, democrática y política en los términos de Rancière. Emancipatoria porque implicó un cambio en los términos de posición de los cuerpos, una disociación del orden de las nominaciones por el cual cada uno tiene asignado un lugar. Para este autor, las relaciones de sujeción no están basadas en la ignorancia, tal como sostiene la tradición marxista al afirmar que la gente se encuentra dominada porque desconoce las condiciones de su explotación. No es la “toma de conciencia” de la sujeción, sino el deseo de iniciarse 51- Un análisis de la despatologización puede verse en CABRAL, Mauro. “Los rumores de la despatologización”, Clam, 13 de diciembre de 2012 [en línea] < http://www. clam.org.br/ES/destaque/conteudo.asp?cod=10109> [consulta: 7 febrero 2013]. 52- Véase MILLER, Alice. “Las demandas por derechos sexuales”. En: III Seminario Regional Derechos Sexuales, Derechos Reproductivos, Derechos Humanos. Lima: Cladem, 2002, pp. 121-140 y MILLER, Alice. “Sexual but not Reproductive: Exploring the Junction and Disjunction of Sexual and Reproductive Rights”. En: Health and Human Rights. Vol. 4, No. 2, pp. 68-109 [en línea] <www.hhrjournal. org./archives/vol4-no2.php> [consulta: 23 enero 2013]. a otra vida, la visión de sí mismo como capaz de vivir algo diferente a ese destino de dominación lo que determina la posibilidad de emancipación, la cual se materializa en el apoderamiento por parte de los oprimidos de las palabras que no les estaban destinadas. Poniendo como ejemplo al proletariado, señala que el secreto de la mercancía, del capital y de la plusvalía era algo que nunca les había faltado, sino que lo que les faltaba era el sentimiento de la posibilidad de un destino diferente, el sentimiento de participación en la cualidad de ser hablante.53 De allí la definición de democracia como la “posibilidad de cualquiera”. Posibilidad que consiste en terminar con la distinción según la cual hay un habla común que pertenece a los superiores, mientras que el resto de la humanidad está asignada al ámbito del ruido. Posibilidad de acabar con la creencia que todo ser de una clase inferior es solo capaz de expresar hambre, cólera, furor o escándalo, e incapaz de articular un discurso sobre lo justo y lo injusto.54 La forma en la que la identidad travesti fue asociada históricamente a la noción de escándalo en los tipos penales y contravencionales que punían el uso de ropas del sexo opuesto y que aún hoy persiguen la oferta de servicios sexuales, son un claro ejemplo. La democracia no sería entonces simplemente una forma de gobierno, ni un modo de vida social a la manera de Tocqueville, sino un modo específico de estructuración simbólica del ser en común. Es esa inversión singular del orden de las cosas según la cual, los que no están destinados a ocuparse de las cosas comunes, pasan a ocuparse de ellas. Por ello, para Rancière, el comienzo de la política está dado por la existencia de esos su53- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 83. 54- Ibídem, p. 84. PÁG. 58 / DICIEMBRE 2013 artículos jetos que no son “nada”,55 que son un exceso respecto del recuento de partes de una población56 en el preciso momento en el que ponen en cuestión el reparto de lo sensible, de las “evidencias sensibles” que sostienen la dominación, y disputan la posibilidad de establecer el sentido de lo que vemos.57 La política es, entonces, ese momento conflictivo respecto del hecho mismo de saber quién está dotado de la capacidad política de la palabra. Por ello la política adviene como exceso en relación al orden policial, entendido este último como la estructuración del espacio común que hace que una situación dada de dominación aparezca fundada en evidencias sensibles. Dominación que, como señaláramos, se fundamenta en la creencia de que hay personas que no hablan verdaderamente, que solo expresan hambre, cólera, rabia, escándalo. Creencia que se ha manifestado históricamente respecto de los pobres, las personas de color, las poblaciones indígenas, las mujeres, las travestis, los homosexuales, etcétera. Lo que distingue entonces a la política de la policía no es la especificidad de un contenido reivindicativo, sino la forma misma de la acción. Lo que Rancière llama “policía” supone un sistema de distribución de los lugares y de las competencias. La política es la revocación de esa idea de que sería necesaria una competencia específica para ocuparse de los asuntos comunes. 55- En nuestro caso, el ejemplo paradigmático de esa “nada” serían las corporalidades trans en prostitución, expulsadas hacia zonas rojas ubicadas del otro lado de las fronteras de la ciudadanía sexual. Un interesante análisis de la exclusión en términos espaciales y de las regulaciones de la sexualidad y el género en función de la construcción de un ideal de ciudadanía es el de SABSAY. Leticia. Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpo y ciudadanía. Primera edición. Buenos Aires: Paidós, 2001. 56- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 74. 57- Ibídem, p. 88. En el proceso de gestación de la Ley de Identidad de Género se dio esa disputa en el momento en que el movimiento trans se organizó bajo el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género y propuso un proyecto que puso en cuestión los cuatro borradores que estaban siendo tratados por el Parlamento. Uno fue impugnado porque proponía la creación de una Oficina de Identidad de Género, como órgano estatal destinado a supervisar las solicitudes de rectificación de datos registrales o de acceder a intervenciones quirúrgicas. Otros dos fueron criticados porque regulaban de forma separada el reconocimiento de la identidad y la atención sanitaria, dando lugar a una jerarquización de los derechos en juego y porque requerían estabilidad y permanencia en el género para acceder al cambio registral de nombre. Por último, el proyecto restante fue el más criticado por el Frente, dado que le otorgaba potestad de aplicación a la autoridad para crear comités de bioética mediante el pedido de informes especiales.58 A pesar de la alta competencia técnica que el tema parecía requerir a la luz de la literatura sobre la materia, lxs activistas reunidxs en el Frente pusieron en cuestión la legitimidad de ese saber establecido para decidir sobre su autonomía. Si bien podían desconocer el alcance teórico de ese saber impugnado, sí conocían las gravosas consecuencias que se derivarían de la perpetuación de la potestad científico-estatal para regular sus vidas. En ese sentido, se cumplió la máxima de Rancière, según la cual toda política es una lucha entre dos mundos perceptivos: “Una lucha entre un mundo en el que los datos son objetivables, en el que expertos los 58-Véase, LITARDO, Emiliano. “Perturbaciones normativas: la ley de identidad de género en Argentina. Los cuerpos desde ‘ese otro lado’”. En: Derecho y Humanidades. Facultad de Derecho, Universidad de Chile, Santiago [en prensa]. PÁG. 59 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA traducen en decisiones, y un mundo en el que hay de entrada un debate sobre los datos mismos y sobre quién está capacitado para definirlos. [Donde] la discusión tiene lugar sobre la base de una disimetría de las posiciones, que el reconocimiento tanto de lo que es objeto de discusión como de la capacidad de los interlocutores es en sí mismo un objeto de controversia lo cual se opone al modelo de la deliberación racional.”59 59- RANCIÈRE, Jacques. El tiempo de la igualdad… op. cit., p. 265. PÁG. 60 / DICIEMBRE 2013 artículos Dr. Ramiro Sánchez Correa* La protección de la familia en el espacio europeo. Estándares básicos. Proyecciones al ámbito interamericano.** Sumario: Sección introductoria: Propósitos y alcance de la investigación. Sección 1ra: Matrimonio y familia. Los derechos en evolución según el TEDH. Sección 2da: Familia y vida familiar a la luz de la jurisprudencia (TJUE, TEDH y TC). Sección 3ra: Las obligaciones positivas en resguardo de la vida familiar. Análisis de casos españoles. Sección 4ª: La tutela de la familia en la Carta Social Europea. Sección 5ª: La influencia del TEDH sobre la jurisdicción internacional americana. Sección introductoria: Propósitos y alcance de la investigación. * Titular de la Defensoría Oficial CAyT Nº2 de la CABA ** Trabajo de investigación realizado en el marco de los XXXIII Cursos de Especialización en Derecho: La tutela de los derechos constitucionales en las democracias actuales, Universidad de Salamanca, España, junio de 2013. 1. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1948, representa el primer intento de la comunidad internacional, tras los horrores de la II Guerra Mundial, de dar cobijo a un sistema de tutela de la familia en cuanto tal. Aunque tal vez no sea atinado referirla como un sujeto de derecho propiamente dicho, en los términos clásicos de la teoría jurídica, sí es posible sostener que se distinguió su papel trascendente como institución social y existió consenso respecto a la necesidad de ampararla mediante la imposición de ciertas obligaciones a los Estados. PÁG. 61 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA En este sentido, con referencia al hito que tomamos como punto de partida, el artículo 16 incluye tanto un reconocimiento como “el elemento natural y fundamental de la sociedad”, cuanto una prerrogativa (el “derecho” prescribe este documento internacional) a ser protegido por “la sociedad y del Estado” (apartado 3°). A lo largo del texto encontramos, además, otras cláusulas que constituyen aplicaciones particulares de este apoderamiento que podría pensarse como un incipiente estatuto de tutela, aunque de amplio espectro ya que, como se sabe, este instrumento no hace distinciones entre categorías de derechos, separación que por diferentes razones —que no es del caso tratar aquí— entraría en juego en los años posteriores tanto a escala mundial como regional (europea y americana, sobre todo).1 Así, se encuentra una referencia importante en el artículo 12 en cuanto prohíbe las intromisiones arbitrarias en la vida familiar y el domicilio con el consiguiente derecho “a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Esta prescripción, en conjunto con otras incorporadas en términos semejantes en verdaderos instrumentos jurídicos vinculantes para los Estados, habrá de cumplir en el curso de la evolución de los diferentes sistemas de protección de Derechos Humanos un papel absolutamente relevante en la imposición de obligaciones positivas a cargo de los Estados. La protección en el plano social se desgaja en un conjunto de derechos que tienden a concretar algunos de los ideales contenidos en el Preámbulo vinculados con el derecho a vivir sin privaciones materiales. A más de otros derechos propios del plano laboral, en particu1- CANÇADO TRINDADE, Antônio Augusto, “La justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales en el plano internacional”, Revista Lecciones y Ensayos, vol. 69/71, 1997-1998, Buenos Aires, pp. 53-103. lar la retribución salarial2 y de los relativos al ámbito de la seguridad social, en el sentido de las clásicas “contingencias sociales” (desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de los medios de subsistencia por circunstancias independientes de la voluntad)3 la Declaración Universal contiene una cláusula genérica de satisfacción de derechos sociales de cuño prestacional reputados indispensables “para la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad” del ser humano. Complementariamente se consagra una previsión aún más específica que se define como “el derecho a un nivel de vida adecuado” y que debe asegurar a la familia “la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.4 Tras la aprobación de la Declaración Universal los esfuerzos destinados a plasmar esos derechos en normas jurídicas imperativas se desdobló. Y aunque en el plano discursivo la comunidad internacional buscó retomar la senda de su indivisibilidad e interdependencia, los tratados celebrados en la etapa inmediata posterior son fruto directo de la ideología de la dicotomía y separación entre derechos.5 2- Artículo 23.3: “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social”. 3- Artículos 22, primera parte, y 25.1 in fine. 4- Artículos 22, última parte, y 25.1 parte inicial. 5- A poco de redactados los pactos de Naciones Unidas de 1966 se celebró la I Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Teherán, 1968) la cual proclamó solemnemente la indivisibilidad de todos los Derechos Humanos (civiles y políticos y económicos, sociales y culturales). Esta postura fue recogida tiempo después por la Asamblea General de la Naciones Unidas en su Resolución 32/130 (105ª sesión plenaria, 16 de diciembre de 1977) en la cual se decidió que el enfoque de la labor futura dentro del sistema de esta organización internacional respecto de las cuestiones de PÁG. 62 / DICIEMBRE 2013 artículos 2. El Convenio Europeo de Derechos Humanos no escapó a esta tendencia. Sin embargo, principalmente a través de las previsiones de los artículos 8 y 12, se ha gestado un “paquete básico” que no se agota en una tutela negativa contra injerencias ilegales, abusivas o arbitrarias en el ámbito familiar, sino que concreta una salvaguarda estatal mediante un abanico de medidas positivas destinadas a fortalecerla y permitir su desarrollo en el seno de la comunidad. No dejamos de observar, no obstante, que muchos aspectos del tema se encuentran atravesados por duras polémicas, falta de sinceridad, prejuicios, tabúes y paradojas del más variado tenor por solo nombrar algunos tópicos difíciles6 que dificultan su progreso en el ámbito de la teoría jurídica. La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) sobre el artículo 12, en su desarrollo, permitirá mostrar cómo opera esta idea del Convenio Europeo como “instrumento vivo” lo que a su vez juega en conexión con las doctrinas del consenso entre los Estados y el margen de apreciación nacional. Estas últimas, a su vez, creemos que no necesariamente deben ser vistas como impeditivas de progresos para el reconocimiento de derechos, sino que también pueden operar como motor de cambios cuando, mediante su uso a título de contraste, pone de resalto una situación de faDerechos Humanos debería tener en cuenta ese concepto. Estas definiciones coincidían con posturas doctrinales de la época y se mantienen hasta el presente (véase al respecto CANÇADO TRINDADE, La justiciabilidad de los derechos económicos..., op.cit., pp. 55-56, texto y nota 5; ALBANESE, S., “Indivisibilidad e interdependencia de los derechos”, passim, en Economía, Constitución y Derechos Sociales, Ediar, Buenos Aires, 1997). 6- Nos lo ilustra con meridiana claridad el trabajo de SÁNCHEZ MARTINEZ, M.O., “Constitución y parejas de hecho. El matrimonio y la pluralidad de estructuras familiares”, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 58, enero-abril 2000, pp. 45-69. lencia o atraso al interior del Estado cuyo comportamiento se encuentra bajo escrutinio en sede internacional. El case-law sobre el precepto referido resulta ilustrativo de estas afirmaciones. Las ideas que Estrasburgo elaboró al respecto evidencian una expansión, un trato favorable de menos a más, cuyas consecuencias se desgajaron en dos vertientes. De una parte, se abrieron nuevas posibilidades de expansión al derecho a casarse, por ejemplo, al descalificar las posiciones de los Estados Partes que negaban la posibilidad de contraer matrimonio a personas transexuales. Y más allá de que no se ha seguido, por el momento, un temperamento semejante respecto de las parejas del mismo sexo, el modo en que se llevó a cabo ese reconocimiento, según las decisiones recientes en materia de matrimonio homosexual, podría dar a pensar que es solo una cuestión de tiempo para barrer con las cortapisas que todavía se le oponen, generalmente a partir de ideas de corte tradicional. Desde la perspectiva del derecho a fundar una familia su desvinculación del matrimonio también puede ser visto como un avance en la medida en que permite ampliar el universo de vínculos y relaciones que se consideran comprendidos en tal concepto (el caso de las parejas homosexuales es un buen ejemplo aunque no el único). Aun cuando el repertorio de jurisprudencia de Estrasburgo sobre la vida familiar pareciera no haber echado en falta esa relación con el matrimonio —a la luz de la interpretación generosa del artículo 8 del Convenio para la protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales (CEDH) que llevó a cabo el Tribunal Europeo desde sus primeras sentencias—, se dedicará una sección de este trabajo a dar cuenta del sentido de esta evolución, mostrando algunas debilidades e inconsistencias que se advirtieron en esa doctrina. PÁG. 63 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA También se profundizará en el estudio de las obligaciones positivas que incumben a los Estados, con especial énfasis en aquellas que tienen por finalidad el fortalecimiento de la familia, a partir de algunas condenas pronunciadas contra el Estado español. En cada oportunidad que el tema lo permita se verá cómo ha sido encarada la misma cuestión por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, habida cuenta de los puentes que se han tendido entre ambos tribunales internacionales en materia de tutela de derechos fundamentales. Para completar el estudio sobre el campo europeo de protección de la familia se dedicarán unos breves párrafos a la normativa que tiene su punto de apoyo en la Carta Social Europea. En la sección final se establecerá cómo ha influenciado la doctrina jurisprudencial del Tribunal Europeo la actividad de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sección 1ra: Matrimonio y Familia. Los derechos en evolución según el TEDH. 3. En una serie de casos que fueron resueltos entre mediados de los años ochenta y principios de la década del noventa el Tribunal Europeo tuvo ocasión de interpretar el sentido y alcance del derecho a contraer matrimonio, reconocido en el artículo 12 del Convenio Europeo en los siguientes términos: “A partir de la edad núbil, el hombre y la mujer tienen derecho a casarse y a fundar una familia según las leyes nacionales que rijan el ejercicio de este derecho”. Por ejemplo, en el asunto “F. v. Suiza”7 se sostuvo que el ejercicio del derecho fundamen7- Sentencia del 18 de diciembre de 1987. Las citas se extraen de la obra Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, TEROL BECERRA, Manuel José, ÁLVAREZ-OSSORIO MICHEO, Fernando y BARRERO ORTEGA, Abraham (compiladores y traductores), Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, pp. 167-168. tal al matrimonio “conlleva consecuencias personales, sociales y jurídicas”. En consonancia con el texto de la norma, reiteró 8 que está “sometido a la Ley Nacional de las Partes Contratantes” y que las limitaciones a las que podría estar sujeto “no pueden restringir o reducir el derecho de manera que se desconozca su contenido esencial”. El Tribunal constata que en el ámbito del Consejo de Europa las restricciones operaban tanto en el plano de las normas procesales cuanto en el de las sustantivas. Las primeras, dice el TEDH, “aluden principalmente a la publicidad y a la configuración del matrimonio como acto solemne, mientras que las segundas se relacionan principalmente con la capacidad, el consentimiento y ciertos impedimentos”. Hay que tener en cuenta la fuerte presencia en esta construcción de una concepción del matrimonio como un campo “que está estrechamente ligado a las tradiciones culturales e históricas de cada sociedad y a sus ideas fuertemente arraigadas acerca de la unidad familiar”. Por ello, se reconoce al Estado un amplio margen de apreciación a la hora de disponer y aplicar sus regulaciones internas.9 Destacamos, en este sentido, dos esquemas de razonamiento del tribunal que se repiten en otros casos a los que haremos ulterior referencia. De un lado, el recurso a la observación de la legislación (e incluso las prácticas) sancionada por otros países miembros del Consejo de Europa, como un modo de verificar el estado del consenso sobre el tema bajo análisis. En estos primeros acercamientos, sin embargo, la deferencia al Estado es todavía muy grande. Por ello, aun cuan8- La sentencia se apoya en un caso anterior, el asunto “Rees”, al que nos referiremos más adelante. 9- En el caso concreto se entendió que la medida objeto de discusión (período de espera entre matrimonios) afectaba el contenido esencial del derecho, por ser desproporcionada en relación con el fin legítimo perseguido. PÁG. 64 / DICIEMBRE 2013 artículos do recuerde su jurisprudencia trascendente en torno a que “el Convenio debe ser interpretado a la luz de las condiciones actuales”10 no por ello deja de reconocer que “el hecho de que, tras una evolución gradual, un país se encuentre en una situación aislada en algún aspecto de su legislación no implica necesariamente que ese aspecto contradiga el Convenio”. En segundo lugar, como argumento que sirve además para refutar la posición estatal en el caso, se esboza un estándar que pugna en sentido contrario y que en la materia puede ser considerado muy fructífero: si un Estado mediante su legislación otorga un derecho que no es reivindicable como tal a la luz del pacto, pero que tampoco está prohibido por él, la norma doméstica que amplía el campo de aplicación de la regla convencional no puede sujetarla o imponerle obstáculos que la dificulten más allá de lo razonable. El caso que tomamos como modelo para deducir esta directriz es “Johnston y otros v. Irlanda”11 en el cual el TEDH, merced a una interpretación que hace pie no solamente en el texto del artículo sino también en los ante10- A lo largo del texto nos vamos a referir en muchos ocasiones a este criterio de interpretación extensiva y evolutiva que figura bien arraigado en la jurisprudencia del TEDH. Su estudio lo encaramos a partir del texto de J. CASADEVALL, El Convenio Europeo de Derechos Humanos, el Tribunal de Estrasburgo y su jurisprudencia, capítulo 7, p. 135 y ss., Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 2012. Recordamos también el texto del profesor A. Saiz Arnaiz donde señala que mediante esta interpretación dinámica el Tribunal garantiza la consecución del efecto útil del Convenio, que reclama derechos reales y efectivos —no teóricos e ilusorios—, y se muestra atento a las tendencias que en materia de Derechos Humanos se expresan en el contexto europeo (y mundial) reforzando los argumentos a favor de la aceptación de su propia jurisprudencia (El Convenio de Roma, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la cultura común de los derechos fundamentales en Europa; material facilitado por el autor). 11- Sentencia del 18 de diciembre de 1986, párrafos 5057, Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit. pp. 131/133. cedentes que se tuvieron en miras al tiempo de su redacción y reformas ulteriores, sostuvo que del artículo 12 del Convenio no se puede deducir un derecho al divorcio. Y tampoco podía derivárselo del derecho al respeto de la vida familiar que consagra el artículo 812 y menos aún que estos textos impongan al Estado una obligación de tipo positivo de adoptar medidas que permitan el divorcio y posibiliten la celebración de un nuevo matrimonio.13 12- Cuyo tenor literal es el siguiente: “1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia. 2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho sino en tanto y en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención de las infracciones penales, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás”. 13- Sostuvo el TEDH que “el sentido ordinario de las palabras ‘derecho a casarse’ es claro: se refieren al nacimiento de las relaciones conyugales y no a su disolución…”. Así sea que la prohibición del divorcio se califique como una restricción de la capacidad de contraer matrimonio “en una sociedad en la que impera el principio de monogamia no cabe que se califique dicha limitación como un ataque a la esencia del derecho garantizado por el artículo 12 […] esta interpretación concuerda con el objeto y con la finalidad del artículo 12, según resulta de los trabajos preparatorios… [los cuales] no manifiestan ninguna intención de incluir en el artículo 12 cualquier garantía del derecho a la disolución del matrimonio por medio del divorcio”. Según el Tribunal el criterio de interpretación evolutiva del CEDH no presta apoyo en este caso ya que, en sus palabras, “no puede deducir de este Instrumento… un derecho que no se incluyó al principio”, menos si “la omisión fue intencionada”. Más adelante se verá que esta regla que parece ser terminante no lo es tanto. Sí destacamos ahora que nuevamente en este punto se advierte la apelación al estado del consenso de los Estados sobre la materia, esta vez con base en el Protocolo Nº 7 del Convenio, ocasión, dice el Tribunal, que no se aprovechó para regular esta cuestión y, por el contrario, se alertó expresamente en contra. En este sentido se resalta que en la exposición de este protocolo se dejó claro que “…las palabras ‘en el caso de disolución’, que aparecen en el artículo 5, ‘no implican ninguna obligación para el Estado de prever la disolución o los modos especiales de disolución del matrimonio’” (párrafos 52 y 53). El margen de apreciación se analiza con motivo del tratamiento del PÁG. 65 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Pues bien, volviendo al asunto “F.”, el Tribunal refuta el planteo de Suiza que pretendía aplicar a fortiori a su propia legislación la regla de ese caso: si la prohibición total y absoluta del divorcio no afecta el contenido esencial del derecho al matrimonio, tampoco lo hace una prohibición que es meramente temporal. La Corte le recuerda no solo la falta de similitud entre las situaciones fácticas de ambos casos, sino fundamentalmente que Suiza ya había concedido aquello que Irlanda negaba. Luego: “si la legislación nacional permite el divorcio, lo que no exige el Convenio, el artículo 12 asegura para las personas divorciadas el derecho a volverse a casar sin restricciones irrazonables”. Esta regla representa una advertencia fuerte a los Estados en punto a la responsabilidad con que deben encarar su producción legislativa en aras de mejorar o superar los estándares mínimos que impone el CEDH. 4. Los casos resueltos por el Tribunal Europeo respecto del derecho al matrimonio de personas transexuales involucran además otros aspectos de su vida privada y su integración social en la comunidad a la luz del artículo 8, aunque la atención se centrará en los puntos que permitan apreciar una viraje de la jurisprudencia de Estrasburgo hacia la autonomía de los derechos a casarse y fundar una familia previstos en el pacto europeo. En sus grandes líneas, los asuntos llevados a la instancia internacional apelan a la exégesis textual de la norma así como la sitúan en su contexto histórico, fuentes e ideas que imperaban al tiempo en que se redactó el CEDH. Desde esta perspectiva parecería innegable que la génesis de la familia se situaba en el matrimonio y que éste era la unión de un hombre y una caso a la luz del artículo 8 del Convenio y no solamente se le acuerda al Estado sino que se lo califica además de “amplio” (párrafo 55.c). mujer entre sí. La única referencia internacional existente para entonces era la Declaración Universal de Derechos Humanos y esas conexiones estaban igualmente presentes en el artículo 16, texto en el que abrevaron los redactores del convenio según ilustró el Tribunal en el asunto “Johnston y otros” ya comentado. Comenzaremos por la trilogía “Rees” – “Cossey” –“Sheffield y Horsham”, tres casos resueltos por Estrasburgo en un lapso de doce años en los que personas transexuales demandan —ante la jurisdicción internacional— al Reino Unido alegando una lesión a derechos convencionales, producto de las restricciones y obstáculos legales que les impiden una integración plena en la vida social, situaciones todas que denuncian como incompatibles con el respeto debido a su vida privada. Desde su primera decisión en 1986 el Tribunal negó esta posibilidad, aunque los votos disidentes en los dos últimos casos, lenta pero inexorablemente, prepararon el camino para el cambio de jurisprudencia que verá la luz en la díada “Goodwin” e “I.”, falladas el mismo día del año 2002. 4.1. El asunto “Rees v. Reino Unido”14 se origina ante la negativa de un registro civil inglés de modificar la partida de nacimiento del demandante, transexual nacido mujer que había adoptado, mediante tratamiento médico y quirúrgico financiado por el Servicio Nacional de Sanidad, un rol masculino desde su juventud y con el cual era públicamente conocido. La legislación nacional permitía expedir algunos documentos nuevos que reflejaran esa condición pero no ocurría lo mismo con respecto a la partida, en razón de las características y finalidades del sistema registral inglés. La solicitud del demandante se acompañó de un informe médico que sostenía que de los cuatro criterios del sexo 14- Sentencia del 17 de octubre de 1986. PÁG. 66 / DICIEMBRE 2013 artículos (cromosómico, gonadal, aparente y psicológico) el último era el más importante porque determinaba las actividades sociales de la persona y su papel cuando era adulto. Según este estudio, como el sexo psicológico del demandante era masculino debía considerársele varón. El Jefe del Registro Civil rechazó la solicitud de modificación de la inscripción ya que entendió que el informe pericial sobre el sexo psicológico del interesado no era decisivo, y ante la falta de uno similar sobre los demás criterios admitidos, no podía establecerse la existencia de un error al inscribir el nacimiento.15 El Tribunal analizará la demanda a la luz principalmente del artículo 8 del CEDH y concluirá que no existió violación por parte del Estado demandado. Lo propio habrá de decir respecto del artículo 12, según veremos más adelante. Interesa referir cuáles fueron los argumentos fuertes que motivaron esta decisión. A tal efecto, podríamos dividirlos en tres órdenes de razones. A. Destacamos en primer término y una vez más la referencia al consenso respecto del tema en discusión. Por más que la jurisprudencia de Estrasburgo ya maneje la noción de obligaciones positivas en cabeza del Estado para el respeto efectivo de la vida familiar16 no se considera 15- El párrafo 34 de la sentencia resume la posición del demandante: se queja, ante todo, de los obstáculos que se pusieron a su total integración en la vida social, consecuencia de que el Gobierno no tomara las medidas adecuadas para que se le reconociera legalmente su condición masculina a efectos de la clasificación de todos los ciudadanos en varones y mujeres. Critica especialmente que se le expidiera un certificado de nacimiento —en el que sigue apareciendo como persona de sexo femenino— lo cual, en su opinión, es una prueba indiscutible de su sexo en cuantas ocasiones se plantea esta cuestión. Esta circunstancia lo humilla y mortifica en sus sentimientos en cada ocasión en que los usos sociales exigen la expedición de un certificado que pone de manifiesto la falta de concordancia entre su sexo aparente y el legal. 16- El Tribunal cita aquí el caso “Abdulaziz, Cabales y Balkandali v. Reino Unido” (sentencia del 28 de mayo de 1985; Las que, en sí mismo, el hecho denunciado como lesivo por el demandante pueda ser encuadrado como una injerencia. Ante esa circunstancia es necesario buscar otro camino para el análisis del caso. Como regla, es sabido, a menor nivel de coincidencia en las opiniones mayor es la deferencia que adopta ante la posición estatal.17 El Tribunal constata que esa es la situación que se presenta de cara al transexualismo, tanto a nivel de Estados europeos como al interior mismo del país demandado y aun frente al estado de la ciencia en un momento dado. La Corte Europea tiene que admitir, en consecuencia, que “en su conjunto, parece que el Derecho se encuentra en una fase de transición”(vid. en particular párrafos 37, 38 y 39).18 Por ende, estamos ante un escenario en donde el margen de apreciación es grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op. cit., p. 136 y ss.); la doctrina se remonta a precedentes aún más lejanos en el tiempo, todos coincidentes, además, en punto a la existencia de un margen de apreciación en cabeza del Estado. Por ejemplo, en la sentencia pronunciada en el asunto “X. e Y. v. Países Bajos” (del 26 de marzo de 1985; op. cit., pp. 110-111) el TEDH sostuvo que “la elección de las medidas dirigidas a garantizar el respeto del artículo 8 en las relaciones interindividuales corresponde a la libertad de apreciación de los Estados Contratantes. Existen diferentes formas de asegurar el respeto a la vida privada y la naturaleza de la obligación del Estado dependerá del aspecto de la vida privada que se vea afectado”. La función de Estrasburgo no era “sustituir a las jurisdicciones internas en la interpretación del derecho nacional” sino verificar, en todo caso, si las medidas estatales eran suficientes o insuficientes para dispensar una protección concreta y efectiva. 17- Casadevall, Josep, El Convenio Europeo de Derechos Humanos, el Tribunal de Estrasburgo y su Jurisprudencia, op.cit., p. 144 y ss. y sus citas. 18- Señala al respecto que “varios Estados, mediante su legislación, su jurisprudencia o sus usos administrativos, conceden a los transexuales la facultad de cambiar su estado civil para adaptarlo a la nueva identidad adquirida. Someten, sin embargo, esta posibilidad a requisitos más o menos severos y mantienen algunas reservas expresas (por ejemplo, en cuanto a las obligaciones anteriores). En otros Estados no existe —o no existe todavía— dicha facultad”. De aquí se deduce la ausencia de un criterio regulatorio coincidente en la materia (párrafo 37). PÁG. 67 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA amplio, a punto tal que ni siquiera un tema tan sensible a la intimidad genera para el Estado la obligación de legislar en un determinado sentido ni adecuar su régimen legal a semejanza de otros Estados cuya regulación se toma como modelo. Este último argumento, sustentado tanto por la parte interesada como por la Comisión, fue desestimado expresamente. Para el Tribunal la tesis que extrae obligaciones positivas del Convenio no puede llevarse tan lejos como para exigirle a un Estado Parte una conducta semejante ya que los gobiernos “al utilizar su margen de apreciación, tienen derecho indiscutible a tener en cuenta la situación de su patria para resolver qué medidas deben tomarse”. Señaló, además, que aunque la exigencia del equilibrio justo entre el interés general y el del individuo pudiese quizás pedir, en interés de este último, que se retocara el ordenamiento vigente “no quiere decir que el Reino Unido esté obligado a modificarlo fundamentalmente” (párrafos 41, 42.a y 44). B. En segundo lugar, hace notar la Corte la existencia de una [cierta] voluntad del Estado demandado de contemplar la situación de las personas transexuales mediante el otorgamiento de algunas ventajas en determinados sectores de su ordenamiento jurídico, aunque no de forma total o plena.19 “Aunque despacio y con cierto recelo”, expresan los jueces de Estrasburgo, el Reino Unido ha procurado acceder a las pretensiones del demandante en la medida que permitía su régimen legal. El paso siguiente (que es el que no se ha dado y por cuya omisión se imputa un incumplimiento del CEDH) importaría para el país, según el TEDH, una reforma sustancial “que tendría consecuencias administrativas importantes e impondría nuevas obligaciones a la población en general” (pá- rrafos 42.b, 43 y 44). Si bien no está dicho con especial énfasis en el fallo, podría pensarse que en este balance que hace el Tribunal se deja traslucir que la situación de desventaja que se alega no es tan grave en el Reino Unido de cara a lo que ocurre en otros Estados. Una leve alusión se encuentra en la parte final del primer párrafo del punto 40, en cuanto señala ciertas características del régimen inglés en punto a la elección del nombre y la expedición de documentos como una “facultad que supone una importante ventaja en relación a los Estados en que todos los documentos públicos deben concordar con las inscripciones del estado civil”. La sentencia en el caso “B. v. Francia”20 presta apoyo a esta hipótesis ya que en ese asunto, sin modificar las bases argumentales empleadas en “Rees”, se llega al convencimiento de que “los inconvenientes de los que se queja la demandante en el campo en cuestión alcanzan un grado de gravedad suficiente como para ser tenidos en cuenta a efectos del artículo 8 [...] ésta se encuentra cotidianamente colocada en una situación global incompatible con el respeto a la vida privada” (párrafos 62 y 63). C. Finalmente, creemos advertir como tercer pilar de esta decisión un cierto convencimiento del Tribunal acerca de la necesidad de dar tiempo al tiempo, de permitirse esa expresión. Ante un estado de transición los Estados deben contar con la posibilidad de reflexionar con detenimiento los cambios que pueden introducir en sus respectivas legislaciones. Pero no es todo deferencia o potestad discrecional; también hay una advertencia (algo suave, si se quiere) de que el tema ya está en la agenda de la Corte. De allí que la redacción del párrafo que cierra el análisis del artículo 8 CEDH, previa conclusión de que no ha existido violación de la norma, con- 19- Sobre la situación legal favorable, párrafos 18-20 y 40. Respecto de las limitaciones, párrafos 21 a 29. 20- Sentencia del 25 de marzo de 1992; Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit., pp. 125/129. PÁG. 68 / DICIEMBRE 2013 artículos tenga esta finalidad propedéutica: “hay que dejar, por el momento, al correspondiente Estado la determinación de hasta qué punto puede tener en cuenta las restantes pretensiones de los transexuales. Sin embargo, el Tribunal comprende la gravedad de los problemas con que se tropiezan estas personas y la angustia que sufren. El Convenio se ha de interpretar y aplicar siempre a la vista de las circunstancias del momento […] Por consiguiente, la necesidad de medidas legales adecuadas debe traducirse en un estudio constante, teniendo en cuenta, especialmente, el desarrollo científico y social” (énfasis añadido). D. Es en el contexto antedicho que se inserta la interpretación del TEDH del artículo 12, lo que de algún modo preanuncia la solución a la que arriba. Tal vez podría pensarse que no era necesario llevar a cabo un análisis semejante en vista de la solución que le da al caso bajo el prisma del artículo 8. Aunque no se puede soslayar que una de las limitaciones más severas ­­(aunque no la única) que padecía el demandante con motivo de la negativa a rectificar la partida de nacimiento era precisamente la imposibilidad de contraer matrimonio según el régimen inglés.21 Cualquiera sea la explicación, el punto es que igualmente se adentra en la exégesis de la norma y sin más apoyo que el método literal y 21- Según consta en los párrafos 26 a 28 de la sentencia, a la época de esa decisión, el derecho inglés definía el matrimonio como la unión voluntaria para toda la vida de un varón y una mujer, con exclusión de cualquier otra persona. La Matrimonial Causes Act de 1973 concedía plena eficacia legal a la norma del common law que establecía la nulidad ab initio de un matrimonio entre personas del mismo sexo. Además, según la resolución de la High Court en el asunto “Corbett v. Corbett” a los efectos de la celebración de un matrimonio válido se debía determinar el sexo mediante los criterios cromosómico, gonadal y genital si concordaban entre sí. La partida de nacimiento solo permitía la prueba de la identidad y el sexo del interesado y la inscripción que surgía del registro de nacimientos era un principio de prueba, que podía contradecirse por la prueba en contrario suficiente. Estaban previstas sanciones penales en caso de comprobarse una declaración de falsedad. mediante un texto muy breve la Corte de Estrasburgo afirma que el artículo 12, al garantizar el derecho a casarse, “se refiere al matrimonio tradicional entre dos personas de distinto sexo biológico”. La redacción de la norma, continúa, confirma que “la finalidad que se persigue es principalmente proteger el matrimonio como fundamento de la familia”. Recuerda, además, que el ejercicio de este derecho está sometido a las leyes nacionales con la única limitación de no restringirlo o reducirlo de tal manera, o hasta tal extremo, que afecte a su propia esencia. Sin más palabras (y por unanimidad)22 concluye que “el obstáculo legal que impone el Reino Unido al matrimonio entre personas del mismo sexo biológico no se incluye en la expresada y vetada restricción” (párrafos 48 a 51). Llevará los siguientes tres lustros deconstruir esa relación. 4.2. El asunto “Cossey v. Reino Unido”23 enfrenta nuevamente al pleno del Tribunal Europeo con un problema semejante e incluso con un mayor énfasis puesto en el análisis del artículo 12 ya que en el origen del caso se encontraba la imposibilidad de la demandante de contraer matrimonio. Más aún: el celebrado en su país natal fue declarado nulo con fundamento en que las partes contrayentes no eran del sexo contrario.24 El tratamiento del asunto siguió al pie de la letra el caso “Rees” en la opinión que conformó la mayoría, por más que intentó la demandante y la Comisión diferenciar las circunstancias 22- La opinión disidente de tres jueces se refiere al artículo 8 CEDH; en lo que respecta al 12 comparten la decisión de la mayoría. 23- Sentencia del 27 de septiembre de 1990. 24- La demandante nació varón y con tratamientos médicos y quirúrgicos adoptó un rol femenino. Su matrimonio anulado se había celebrado con un hombre (párrafos 9 a 14). PÁG. 69 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA fácticas de ambos casos25 o bien reclamar a la Corte el apartamiento de su anterior jurisprudencia y encarar un nuevo estudio del tema. Ambos planteos fueron desestimados. Pese al sentido de evolución que mencionaba en su anterior fallo, el TEDH señala que “no tiene noticia de ningún progreso científico importante en el intervalo” como así tampoco que se hubiese producido un cambio significativo en la orientación de las legislaciones europeas (mayor aceptación o permisividad, por ejemplo). En consecuencia, según el criterio de la mayoría de la Corte,26 no existían buenas ni suficientes razones para apartarse de sus anteriores conclusiones en la materia.27 En particular sobre el artículo 12, además de repetir la doctrina del precedente (e incurrir en 25- En buena medida el planteo finca en el análisis abstracto que se hizo en “Rees” sobre el derecho a casarse. Por el contrario aquí no solo se había anulado un matrimonio sino que se alega que la demandante “tenía un novio dispuesto a casarse” con ella. Para el Tribunal la diferencia no es significativa, habida cuenta de que este derecho no depende de la existencia de un candidato y ni siquiera del deseo de celebrar un matrimonio, sino que se trata de establecer si los contrayentes reúnen o no los requisitos legales. También se dijo que era indistinto que el reclamante se considerase varón o mujer (párrafos 32 y 33). 26- La argumentación se contiene en los párrafos 36 a 41 con un párrafo final a continuación similar al de “Rees” que en esta ocasión y por la economía de los argumentos del TEDH pierde, en nuestra opinión, el sentido positivo que se le atribuyó antes. Ahora parece estar mucho más cerca de una versión voluntarista del margen estatal de apreciación que tantas críticas ha cosechado en la literatura especializada (M. IGLESIAS VILA, Una doctrina del margen de apreciación estatal para el CEDH: En busca de un equilibrio entre democracia y derechos en la esfera internacional, materiales del curso). Se comparte, en este sentido, la opinión disidente de los jueces MacDonald y Spielmann en punto a que representa tan solo un “menguado consuelo para los interesados en la cuestión”. 27- Las disidencias son profundas de todos modos y solo se llegó a ese resultado por una ajustada mayoría (diez votos contra ocho). lo que podría suponerse que es un exabrupto)28 se refugia en la falta de consenso para reputar válido un matrimonio semejante e insistir en su interpretación acerca del “concepto tradicional de esta institución”. Dado que los Estados Miembros no han abandonado este criterio, apunta el Tribunal, tampoco él puede variar de actitud al interpretar la norma. Y añade que con respecto a una noción de este tipo “es un motivo suficiente para continuar aplicando los criterios bioló­gicos al determinar el sexo de una persona a los efec­tos del matrimonio, dependiendo como depende esta materia de la facultad que disfrutan los Estados Con­tratantes de regular por sus leyes el ejercicio del dere­cho de casarse”(párrafo 46). El problema que enfrenta ahora la Corte es que esta postura ya no es unánime como en el asunto “Rees” sino que es resistida por cuatro de los jueces que integraron el pleno del Tribunal. En tanto los argumentos son similares a los que se esgrimieron en las opiniones disidentes del caso “Sheffield y Horsham v. Reino Unido”29, haremos un tratamiento conjunto en el parágrafo siguiente. 4. 3. Los problemas que trae a colación este último asunto son, en sustancia, los mismos: “la persistencia de las autoridades del país demandado en determinar el sexo exclusivamente según criterios biológicos y en proclamar la inmutabilidad de las informaciones relativas al sexo una vez que éstas se anotan en el registro de nacimiento” (así lo resume el Tribunal en la parte final de párrafo 53). Si bien han pasado ocho años desde “Cossey” y varios más lo separan de “Rees”, el razonamiento del TEDH se mantiene 28- No de otro modo puede calificarse el argumento que señala que ningún obstáculo legal se oponía a que la demandante se casara con una persona de sexo opuesto al de su nacimiento (párrafo 45). Solo años más tarde se dejará de lado esta posición. 29- Sentencia del 30 de julio de 1998. PÁG. 70 / DICIEMBRE 2013 artículos inmutable. Hay que tener en cuenta —a su favor—, que los precedentes más cercanos en el tiempo sobre el nudo de la cuestión, son otros. El año anterior había resuelto el caso de “X., Y. y Z. v. Reino Unido”,30 y con posterioridad a “Cossey” conoció el asunto “B. v. Francia”. Con ambos antecedentes en mente es que considera, en esta nueva intervención, que no se han aportado evidencias nuevas en los planos de la medicina y del derecho que fuercen el cambio de jurisprudencia. La postura es ciertamente rígida (sobre todo desde el punto de vista del demandante y la carga procesal que le impone) y en cierto modo se aleja de los estándares de progreso aludidos en los casos previos. Principalmente, porque en forma inmediata y a continuación señala que ni aun en presencia de esa evolución científica y jurídica necesariamente rectificaría su posición ni sería factible concluir “que el Estado demandado ya no puede invocar su margen de apreciación para defender su persistente negativa a reconocer jurídicamente el nuevo sexo de los transexuales operados. Para el Tribunal, el transexualismo sigue planteando cuestiones complejas de naturaleza científica, jurídica, moral y social que no son objeto de un enfoque generalmente coherente en los Estados contratantes”. En ese contexto, las demandas se resuelven, como en el asunto “B.”, ante la prueba de la existencia en la vida cotidiana de inconvenientes de gravedad suficiente o de perjuicios desproporcionados, lo que no se apreció en concreto respecto de los demandantes (párrafos 58 y 59). Como una suerte de argumento pretendidamente justificatorio, la Corte Europea reconoce que el Reino Unido “no ha adoptado 30- Sentencia del 22 de abril de 1997. En brevísima síntesis, el caso trata sobre la negativa del Estado demandado a registrar a un transexual como padre de una niña concebida artificialmente con el esperma de un donante anónimo y al que no le unen lazos de sangre con aquélla. ninguna medida” y aquellas que permanentemente invoca para referirse a la consideración que el país tiene, en el plano jurídico, hacia los transexuales no constituyen ya ninguna novedad en tanto ya existían a la época del asunto “Rees”. Tampoco puede negar que desde “Cossey”, pese a la inexistencia de “evolución científica significativa que permita llegar a una conclusión firme sobre la etiología del transexualismo”, se advierte un “aumento de la aceptación social del fenómeno y un creciente reconocimiento de los problemas a los que deben enfrentarse los transexuales operados”. Ante el resultado del caso, la expresión “el Tribunal reafirma que esta cuestión debe dar lugar a un examen permanente por parte de los Estados contratantes” es pasible de una crítica similar a la señalada anteriormente. Es un viraje sino rotundo, al menos significativo. Incluso hasta podría aventurarse que más que defender un relativo margen de apreciación nacional en la materia, otorga un blindaje para que los gobiernos rechacen cualquier injerencia en temas sensibles que desean dejar afuera de la agenda del sistema de protección supranacional con base en el principio de no injerencia en sus asuntos internos. Si bien sabemos, a partir del caso “F. v. Suiza”, que un retraso en la legislación de un Estado Parte respecto de otros no provoca automáticamente una violación del Convenio, soslayar olímpicamente aquellos factores que daban cuenta de “una clara tendencia hacia el pleno reconocimiento jurídico de los cambios de sexo”31 es negar el papel que se atribuyó al con31- Incluida aquí nada menos que una decisión del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea. En el párrafo 33 de esta sentencia se da cuenta bajo el sugestivo pero ignorado título “Otros elementos aplicables” la sentencia de ese tribunal del 30 de abril de 1996 en el asunto “P. contra S. y Cornwall County Council” que también involucra al Reino Unido. Según se indica, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea consideró el artículo 5.1 de la Directiva 76/207/CEE del Consejo, del 9 de febrero de 1976, PÁG. 71 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA senso entre los países, y representa claramente un pobre estímulo para la promoción y el progreso de los derechos fundamentales. 4.4. Los albores del nuevo milenio traerán consigo el cambio, el cual se insinuaba en aquellos votos disidentes que primero provocaron fisuras en una argumentación cerrada, para terminar por imponerse de forma unánime, más precisamente las sentencias gemelas dictadas el 11 de julio de 2002 en los asuntos “Christine Goodwin v. Reino Unido” e “I. v. Reino Unido”. A fin de no extender en demasía la presente sección, se pasará directamente al cambio de criterio en punto al artículo 12 del Convenio, no sin antes recordar que en ambos casos el Tribunal de Estrasburgo varió rotundamente la consideración hacia el efectivo respeto de la vida privada de las personas transexuales y por fin admitió la existencia de una violación del artículo 8 del Convenio.32 Es posible sistematizar la nueva postura del TEDH sobre el aspecto concerniente al artículo 12 a partir de tres líneas de argumentos a las que nos referiremos a continuación, aun cuando no se siga el orden numérico correlativo de los párrafos de la sentencia. A. En primer lugar, se advierte un reexamen por parte de la Corte Europea de la finalidad primordial del matrimonio que en los casos anteriores, apegándose a un criterio tradicional, había anudado a la creación de una familia, por ende a la procreación. Dos de los votos disidenrelativa a la puesta en marcha del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que concierne al acceso al trabajo, a la formación y a la promoción profesional y las condiciones de trabajo, se oponía al despido de un transexual por motivos ligados a su cambio de sexo, en tanto constituía un acto discriminatorio. 32- En particular, en los párrafos 56 a 75 el Tribunal desarrolla su nueva comprensión sobre el tema. A algunos de estos argumentos se hará mención al tratar la interpretación del artículo 12 en el presente parágrafo. tes en “Cossey” habían criticado en duros términos esta relación. En esta línea, en opinión del juez Martens la finalidad de un derecho no podía ser invocada o erigirse a la vez como el fundamento para habilitar su propia limitación. Y por ello, en el contexto del artículo 12, era inadmisible que solo se permitiera el matrimonio a aquellas personas que pudiesen demostrar su capacidad para tener hijos. El matrimonio para este magistrado supone algo más: es una institu­ción legal que crea una relación jurídica fija entre los cónyuges y entre éstos y los terceros (con inclusión de las autoridades). Y agrega: los cón­yuges, a través de los lazos del matrimonio “anuncian al mundo que los rodea que su relación se funda en sen­timientos humanos intensos y en un compromiso mu­tuo, exclusivo y permanente”. Es además una especie de comunidad en la que los lazos intelectuales, espiri­tuales y sentimentales son por lo menos tan esenciales como los físicos (apartados 4.4.3 y 4.5.2). En otro de los votos en disidencia (jueces Palm, Foighel y Pekkanen) también se defendía la misma idea: “El hecho de que un transexual no pueda procrear no es decisivo. Hay muchos hombres y muchas mujeres que tampoco pueden tener hijos y, sin embargo, tienen el derecho indiscutible de casarse. La capacidad de procrear no es ni puede ser un requisito previo para el matrimonio” (apartado 5). “Volviendo a examinar la situación en el año 2002”, ahora el pleno va a romper el vínculo que había atado a mediados de los años ochenta: el aspecto referido a fundar una familia, dice la Corte, no puede ser una condición del derecho a casarse ya que “la incapacidad para una pareja de concebir o criar a un hijo no puede en sí misma privarle del derecho citado por la primera parte de la disposición en cuestión” (párrafo 80 de la sentencia I. y párrafo 98 de “Goodwin”). PÁG. 72 / DICIEMBRE 2013 artículos B. Un aspecto central de la decisión se ubica en el abandono del criterio puramente biológico para la determinación del sexo de una persona. En el referido voto disidente del juez Martens se había efectuado una crítica furiosa de este punto. A criterio de este magistrado la mayoría de la Corte había asimilado sin motivos válidos la doctrina inglesa del caso “Corbett v. Corbett” a la cual reputaba, además y como poco, insuficiente para explicar con solvencia los problemas del artículo 12 del Convenio Europeo. En esta línea señala, por ejemplo, que la redacción de esta norma no supone necesariamente que deba adoptarse tal criterio o que deba primar ante la presencia de otros factores que también se emplean para determinar la condición sexual de una persona. También cuestiona que por medio del uso del canon tradición se interprete que la palabra sexo “solo designe la constitución biológica de una persona fijada en el nacimiento”; o que sea evidente que para definir lo que hay que entender por sexo “haya que referirse a la situación en la época en que nacieron los aspirantes al matrimonio en lugar de hacerlo al momento en que pretenden contraerlo” (apartados 4.3.2 y 4.5.1). Una opinión cercana asumió el juez Van Dijk en su voto disidente en el caso “Sheffield y Horsham” (apartado 8; al que adhirió el juez Wildhaber in totum). En esta línea, pensaba que no era un hecho pertinente que en el plano biológico el tratamiento médico pudiese no haber cambiado un sexo por otro (de masculino a femenino, en ese asunto) ya que esto no suponía un obstáculo para el matrimonio. Para este magistrado no existía “ninguna razón para considerar que el reconocimiento jurídico de los cambios de sexo no podría hacerse más que si hubiera igualmente un cambio (completo) en el plano biológico [habida cuenta que] el derecho puede dar un sentido autónomo a la noción de ‘sexo’ al igual que lo hace para las nociones de ‘persona’, ‘familia’, ‘domicilio’, ‘bienes’”. Y algo parecido se dice en el voto de Palm y otros en el asunto “Cossey” (apartado 5). Ellos refutan el argumento opositor al matrimonio señalando que la demandante no era biológicamente mujer pero luego del tratamiento médico y quirúrgico tampoco un hombre. Ante esta situación sostuvieron la necesidad de escoger y la “única solución hu­manamente admisible” era respetar su elección personal de vida. En esta nueva intervención Estrasburgo “ya no está convencido” de que actualmente los términos hombre y mujer que emplea el CEDH impliquen que el sexo de una persona deba ser determinado según criterios puramente biológicos. Se apela tanto a argumentos que hacen pie en factores evolutivos sociales y científicos33 cuanto a otros estrictamente jurídicos, que reflejan ese progreso en el ámbito de la Europa chica34 con la finalidad de rectificar la postura en torno a la existencia de vulneración a la sustancia misma del derecho a casarse sobre la que no había reparado hasta entonces.35 33- Al respecto dice: “Desde la adopción del Convenio, la institución del matrimonio se ha visto profundamente trastornada por la evolución de la sociedad, y los progresos de la medicina y de la ciencia han llevado consigo cambios radicales en el ámbito de la transexualidad”. 34- “El Tribunal constata también que el texto del artículo 9 de la Carta de los Derechos fundamentales de la Unión Europea adoptada recientemente se aparta —y ello no puede ser sino deliberado— del artículo 12 del Convenio en cuanto a que excluye la referencia al hombre y a la mujer”. 35- A partir de ahora se va a considerar “artificial afirmar que a las personas que han sufrido una intervención de cambio de sexo no se les priva del derecho a casarse ya que, conforme a la Ley, sigue permitiéndoseles casarse con una persona del sexo opuesto a su antiguo sexo”. En este caso, continúa, la demandante lleva una vida de mujer, mantiene una relación con un hombre y desea únicamente casarse con un hombre. Ahora bien, no tiene esa posibilidad. En opinión del Tribunal “la interesada puede por tanto quejarse de la vulneración de la sustancia misma de su derecho a casarse”. PÁG. 73 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA C. La referencia final la encontramos en el manejo del caso a partir del criterio “consenso entre los Estados”. Al analizar la controversia a la luz del artículo 8, el Tribunal reprochó al Reino Unido su escasa vocación legislativa para dar respuestas actuales a un problema que lo tenía como protagonista casi exclusivo de su jurisprudencia desde hacía muchos años. Máxime, ante la amplia tolerancia que se había tenido ante esa omisión sostenida en el tiempo y frente al convencimiento de que un cambio como el exigido por los demandantes ni era tan dificultoso, ni implicaba un ataque real a un interés público relevante.36 Pues bien, la paciencia de Estrasburgo llegó a su fin y ante las circunstancias apuntadas inclinó el fiel de la balanza a favor de los titulares del derecho: “el Tribunal considera que el Estado demandado ya no puede invocar su margen de apreciación en la materia, salvo en lo referente a los medios a ejecutar para asegurar el reconocimiento del derecho protegido del Convenio”. 36- El párrafo 74 de la decisión resume el pensamiento de la Corte en este punto: “En los asuntos británicos que tuvo que conocer en 1986, el Tribunal siempre señaló la importancia de examinar de manera permanente la necesidad de medidas jurídicas apropiadas, teniendo en cuenta la evolución de la ciencia y de la sociedad […] En el último de ellos, el asunto “Sheffield y Horsham”, resuelto en 1998, señaló que el Estado demandado no había adoptado ninguna medida, pese a la mayor aceptación social de la transexualidad y del creciente reconocimiento de los problemas a los que se enfrentan los transexuales operados […] Sin constatar ninguna violación en dicho asunto, volvió a afirmar explícitamente que la cuestión debía dar lugar a un examen permanente. Desde entonces el grupo de trabajo interministerial ha publicado en abril de 2000 un informe en el que examina la situación actual de los transexuales, concretamente en los ámbitos del derecho penal, de la familia, del empleo, y pone de relieve algunas opiniones con vistas a una reforma. No se hizo realmente nada para ejecutar estas propuestas y, en julio de 2001, el Tribunal de Apelación constató que no existía ningún proyecto en ese sentido […] Se puede constatar que la única reforma legislativa notable que ha visto la luz, y que aplica ciertas disposiciones no discriminatorias a los transexuales, fue tomada tras una Decisión del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea de 30 abril 1996 […]”. Pues bien, una matriz argumental similar se utiliza respecto del artículo 12 con la siguiente salvedad. En este caso, el grado de acuerdo entre los Estados respecto de la habilitación para contraer matrimonio es bastante menor que en relación a otras acciones o medidas que se encuadran en el respeto a la vida privada que resguarda el artículo 8. Sobre esto hay coincidencia tanto del tribunal en pleno, en los casos “Goodwin e I.”, cuanto en las diversas opiniones disidentes en la tríada anterior. El juez Van Dijk en su voto particular había puesto el asunto casi blanco sobre negro al reconocer expresamente que “el punto de vista común de los Estados Miembros del Consejo de Europa sobre el reconocimiento de los matrimonios entre transexuales operados y parejas de su antiguo sexo es menos aparente que otros aspectos del reconocimiento jurídico de los cambios de sexo”, hecho que a primera vista “parecería justificar un margen de apreciación más amplio en provecho de los Estados contratantes”. El estado de la cuestión sobre este punto al momento de sentenciar los casos “Goodwin e I.” no presentaba mayores avances (aunque tampoco se mencionan retrocesos), pero he aquí donde está precisamente el progreso: a pesar de ello ya no es un motivo que pueda ser utilizado, según el TEDH, como elemento de persuasión para justificar “la tesis según la cual los Estados contratantes deben poder reglamentar totalmente la cuestión en el marco de su margen de apreciación”. Menos cuando esto significa privar a los transexuales absolutamente del derecho a contraer matrimonio. Al haberse modificado la lectura de la norma, parece que resulta bastante más sencillo para el Tribunal llegar a la conclusión sobre la necesidad de reducir ese margen y adoptar una decisión de mayor cobertura protectora para el individuo. Tal como previno el juez Martens en “Cossey” el Tribunal Europeo PÁG. 74 / DICIEMBRE 2013 artículos asume su verdadero rol de “último recurso de los oprimidos”, frente al desinterés estatal por sus compromisos internacionales. D. No podemos dejar de mencionar el papel que ha jugado el sistema jurisdiccional creado por la Unión Europea. Si bien el proceso de integración no fue gestado ni diseñado en sus orígenes para la tutela de derechos fundamentales, merced a una paulatina evolución que tuvo al Tribunal de Justicia como protagonista indiscutido, se fue dotando de un buen arsenal (incluso ahora hasta normativo y con el máximo rango dentro del derecho originario de la Unión) referido a los derechos fundamentales del ser humano, incluidos los tópicos que estamos considerando.37 Tal como señalamos al analizar el asunto “Sheffield y Horsham v. Reino Unido”, el TEDH menciona entre los antecedentes importantes de ese caso la sentencia del Tribunal de Justicia en el caso “P. v. S. y Cornwall County Council”.38 37- Hay un acercamiento a este tema en los trabajos de GONZÁLEZ PASCUAL, M., Tribunal Europeo de Derechos Humanos y tribunales ordinarios. El CEDH como parte del Derecho Constitucional Europeo (material facilitado por la autora); TORRES PÉREZ, A. En defensa del pluralismo constitucional (material facilitado por la autora); y BUSTOS GISBERT, R. “Diálogos jurisdiccionales en escenarios de pluralismo constitucional: la protección supranacional de los derechos en Europa”, en AA.VV., La ciencia del derecho procesal constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador del derecho, Tº IX, UNAM, Marcial Pons, México, 2008. 38- Asunto C-13/94, decisión del 30 de abril de 1996. Se trata de un pedido de decisión prejudicial sobre la interpretación de la Directiva 76/207/CEE referida al principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales, y a las condiciones de trabajo. En el marco del litigio doméstico el tribunal nacional que intervenía se planteó la duda acerca del alcance de la normativa comunitaria de cara a una legislación interna (la Sex Discrimination Act de 1975). En concreto se trataba de determinar si la primera tenía un ámbito de aplicación tal que incluyera, como un supuesto de discriminación por razón del sexo, el despido de una persona transexual a causa de la realización de un tratamiento y cirugía de cambio de sexo. El caso es interesante aun desde la perspectiva de la “teoría de los diálogos” entre tribunales (supraestatales en este supuesto) ya que más allá de la mención, casi como al pasar y cual si fuese un simple dato, Estrasburgo no deduce de ese caso ninguna consecuencia o lección digna de resaltar. Sin embargo, creemos que Luxemburgo había dado un paso importante en la materia sobre la cual no se reparó en absoluto, aunque luego tendrá su reflejo en la otra sede cuando se produzca el cambio de jurisprudencia (asuntos “Goodwin e I.”). El enfoque mismo del caso, en aquello que constituyó el punto neurálgico del litigio doméstico es una señal de lo que decimos: para establecer si había existido una discriminación en razón del sexo, lo primero era determinar a cuál de ellos pertenecía la demandante. Pero, para el derecho inglés vigente en ese momento una persona siempre sería considerada del sexo de nacimiento, tomando en cuenta para ello exclusivamente un criterio biológico. Todos los casos, como ya vimos, tienen como trasfondo la misma problemática que se arrastra cuanto menos desde el asunto “Rees” (al cual se hace referencia expresa en el párrafo 16 de la sentencia), y tiene su anclaje no solo en toda la normativa registral tenazmente mantenida por el Reino Unido, sino también en la doctrina jurisprudencial sentada por la High Court en el caso “Corbett v. Corbett”, a la cual el TEDH no tenía hasta ese entonces, ninguna intención de contradecir. Bien podría el TJ haberse plegado o acomodado a ese contexto decisional que surtiría los efectos de una buena cobertura. Pero en su lugar sentó un hito singular al sostener que la directiva comunitaria “no puede reducirse únicamente a las discriminaciones que se derivan de la pertenencia a uno u otro sexo”, sino que debe abarcar también a las que tienen lugar “a consecuencia del cambio de sexo del interesado” (párrafo 20). PÁG. 75 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Según luce en la propia decisión que comentamos, la igualdad de trato tiene un significativo relieve en la jurisprudencia del TJ,39 y será ese el principal punto de contacto cuando incida de lleno en la legislación nacional vinculada al matrimonio. El caso para resaltar en esta oportunidad es “K. B. v. Nacional Health Service Pensions Agency, Secretary of State for Health”40 que involucra, nuevamente, al Reino Unido. El Tribunal de Luxemburgo no va a considerar la cuestión como un contraste de ventajas entre parejas matrimoniales y “aquellas que convivan sin estar casadas”,41 sino que se va a enfocar en 39- Recuerda en este sentido que “es uno de los principios fundamentales del Derecho comunitario” y además que “el derecho a no ser discriminado por razón de sexo constituye uno de los Derechos Humanos fundamentales” cuyo respeto debe ese tribunal garantizar (párrafos 18 y 19). 40- Asunto C-117/01, sentencia del 7 de enero de 2004. Aquí la controversia giraba en torno al acceso a una pensión de viudedad del compañero transexual de la demandante. Como consecuencia de la sentencia P./S. recién comentada el Reino Unido modificó su legislación relativa a las discriminaciones por cambio de sexo. Pero se mantenían aún las restricciones derivada del sistema registral con impacto en la posibilidad de contraer matrimonio en la medida en que seguía considerándoselo nulo si los cónyuges no eran de distinto sexo. Y lo propio ocurría respecto del sistema de pensiones (ver párrafos 7 a 10). Como se aprecia, nada había cambiado luego de las decisiones del TEDH reprobatorias de la conducta estatal. Ante el pedido de la señora K. B. la NHS Pensions Agency le comunicó que en caso de premoriencia su compañero no podría recibir el beneficio “puesto que solo pueden disfrutar de esta prestación el cónyuge supérstite y ninguna disposición jurídica del Reino Unido reconoce la condición de cónyuge a falta de matrimonio legal”. Ante la demanda presentada los tribunales nacionales que conocieron el caso consideraron que el régimen de pensiones no era discriminatorio. Fue la Court of Appeal (England&Wales) la que plantó la cuestión prejudicial al TJ con base en el artículo 141 CE y la Directiva 75/117/CEE (párrafos 13 a 16). 41- En estos supuestos la jurisprudencia del TJ se aproxima bastante a la del TEDH y del TC español, según veremos oportunamente. En pocas líneas se podría resumir diciendo que es factible conceder ventajas a familias matrimoniales que no se hacen extensivas a las que no tienen ese origen sin que, en principio, se encuentre vulnerado el principio de igualdad. En las propias palabras del Tribunal: “El un presupuesto del acceso a tales beneficios (la capacidad para contraer matrimonio) a efectos de establecer si se encuentra afectado el disfrute de un derecho protegido por el sistema normativo comunitario. Este requisito no podía ser cumplido por la demandante y su pareja por conocidas razones que no tenemos ya necesidad de reiterar. El contexto (especialmente jurisprudencial)42 en que se enmarca esta nueva intervención del Tribunal de Justicia es notoriamente diferente al anterior. Seguramente por ello la argumentación es extremadamente sencilla. Una breve referencia a las decisiones del TEDH43 sobre el derecho a contraer matrimonio de las personas transexuales y una conclusión indubitable: hecho de reservar determinadas ventajas a las parejas que hayan contraído matrimonio, excluyendo a todas aquellas que convivan sin estar casadas, obedece bien a la decisión del legislador o bien a la interpretación de las normas jurídicas de Derecho interno efectuada por los órganos jurisdiccionales nacionales, sin que los particulares puedan invocar discriminación alguna por razón de sexo prohibida por el Derecho comunitario” (párrafos 28 y 29). 42- Recordemos que incluso a nivel de los tribunales del Reino Unido se habían producido fisuras en la doctrina “Corbett”, según destacó el Tribunal Europeo en los casos resueltos en el año 2002. En este sentido, se hizo especial mención a la opinión disidente de Lord Justice Thorpe en el asunto “Bellinger v. Bellinger” (Tribunal de Apelación de Inglaterra y País de Gales, Civil División, del año 2001) en la que afirmaba que un trámite basado únicamente en los criterios biológicos ya no era aceptable teniendo en cuenta la evolución de la ciencia, de la medicina y de la sociedad, de modo tal que los fundamentos de la decisión “Corbett v. Corbett” ya no eran indiscutibles (ver el caso “I. v. Reino Unido”, párrafos 37, 38, 61, 64, 72, 84, etc.). 43- “Procede recordar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha declarado que la imposibilidad de que un transexual contraiga matrimonio con una persona del sexo al que pertenecía antes de la operación de cambio de sexo, y que resulta del hecho de que, desde el punto de vista del estado civil, son del mismo sexo porque la normativa del Reino Unido no permite el reconocimiento jurídico de su nueva identidad sexual, constituye una vulneración de su derecho a contraer matrimonio en el sentido del artículo 12 del CEDH” (párrafo 33). PÁG. 76 / DICIEMBRE 2013 artículos “Una legislación como la controvertida en el litigio principal, que vulnera el CEDH44 y que impide que una pareja como K.B. y R. cumpla el requisito del matrimonio, necesario para que uno de ellos pueda disfrutar de un elemento de la retribución del otro, debe considerarse, en principio, incompatible con las exigencias del artículo 141 CE” (párrafos 34 a 36). Esta doctrina se expandirá a otros ámbitos y servirá de contraste de aquellas medidas estatales con potencial efecto discriminador por razón del cambio de sexo. Un buen ejemplo lo encontramos en el caso “Richards” en el cual el Tribunal de Luxemburgo reputó que la normativa comunitaria relativa a la aplicación progresiva del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres, en materia de seguridad social (Directiva 79/7/CEE) “debe interpretarse en el sentido de que se opone a una legislación que no reconoce la pensión de jubilación, por no haber alcanzado aún la edad de 65 años, a una persona que, con arreglo a los requisitos que establece el Derecho nacional, cambia de sexo masculino a femenino, cuando esa misma persona habría tenido derecho a tal pensión a la edad de 60 años si se hubiera considerado que, según el Derecho nacional, era mujer”.45 44- Llama un poco la atención que el TJ no haya hecho ninguna mención a la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, máxime en razón de la influencia que le atribuyó el TEDH a su artículo 9 en orden a un cambio fundamental de ideas en torno al “matrimonio tradicional”. Aunque podría pensarse que no hay omisión alguna sino una remisión en bloque a los argumentos del Tribunal de Estrasburgo. 45- Asunto C-423/04, “Sarah Margaret Richards v. Secretary of State for Work and Pensions”, sentencia del 27 de abril de 2006 (ver en particular los párrafos 21 a 31). Interesa destacar que el TJ no desconoce las competencias estatales en torno al diseño de los regímenes de seguridad social “a falta de una armonización a escala comunitaria”. Sin embargo, esas facultades no pueden ser ejercidas sin respetar el derecho comunitario y en particular la prohibición de discriminación cuyas excepciones deben ser objeto de interpretación restrictiva (ver párrafos 33 y 36). 5. La consecuencia directa de toda esta jurisprudencia bien podría haber sido desacralizar el matrimonio heterosexual tradicional46 y dar cabida como un contenido más del artículo 12 al celebrado entre personas del mismo sexo. El Tribunal de Estrasburgo todavía no ha dado ese paso. Pero, desde una lectura optimista de la jurisprudencia sobre estos “derechos en evolución” nos parece que ya se han sentado las bases para que, tal vez en un futuro no muy lejano, se llegue a ese pleno reconocimiento desde el Convenio Europeo de Derechos Humanos y no solamente como una decisión de pura voluntad, dictada al amparo del margen de apreciación nacional. El caso “Schalk und Kopf v. Austria”47 nos permite reflexionar sobre estas cuestiones. Es cierto que muchas de las afirmaciones que hace el Tribunal al resolver este asunto bien podrían ser vistas como un retroceso en su jurisprudencia. En esta línea, ya hemos visto el esfuerzo que supuso para el reconocimiento del derecho al matrimonio de los transexuales alejarse de una concepción antigua de este derecho. De allí que no parezca del todo feliz un retorno a esas ideas, mediante la afirmación de que el artículo 12 tantas veces citado solo consagra “el concepto tradicional de matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer”. Tampoco decir ligeramente que esa elección de los términos de este precepto, a la vista de otros incluidos en el Convenio y del contexto histórico en el que se adoptó, debe considerarse “deliberada” ya que “en la década de 1950, el matrimonio se entendía claramente en el sentido tradicional 46- Seguimos en este punto el trabajo de B. RODRÍGUEZ RUIZ, “Matrimonio, género y familia en la Constitución española”, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 91, enero-abril 2011, p. 69 y ss. 47- Sentencia del 24 junio de 2010. PÁG. 77 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA de la unión entre personas de distinto sexo”48 (párrafos 53 y 55). De cualquier modo los titubeos son evidentes: con base en el artículo 9 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea,49 un poco más adelante sostiene que “no puede considerar ya que el derecho a contraer matrimonio […] deba limitarse en todas las circunstancias a dos personas de sexo contrario” (párrafo 61). El argumento neurálgico de este caso se encuentra, sin dudas, en la constatación de la inexistencia “de un consenso europeo respecto del matrimonio entre personas del mismo sexo”.50 En una argumentación que recuerda por sobre todo a la utilizada en los casos “F. y Johnston” (supra, 2), con apoyo también en la interpretación auténtica de la norma de la UE precitada, el TEDH señala que “la cuestión del matrimonio del mismo sexo afecta a un área sensible de controversia social, política y 48- A fin de no incurrir en una evidente contradicción con su interpretación de esta norma, sentada en los casos “I.” y “Goodwin”, el Tribunal sostiene que allí se hace referencia “al matrimonio entre los miembros de una pareja de distinto género si éste no se define por criterios puramente biológicos, sino teniendo en cuenta otros factores, como el cambio de género de uno de ellos” (párrafo 59). Justamente sobre la última cuestión giraba la idea de la evolución que no podía haber sido considerada en la época en que se redactó el CEDH. 49- Emplea una fórmula impersonal: “El derecho a casarse y el derecho a fundar una familia están garantizados según las Leyes nacionales que rigen su ejercicio”. En los casos citados en la nota precedente el TEDH sostuvo que este artículo se apartaba deliberadamente del artículo 12 del Convenio al excluir la referencia al hombre y a la mujer. 50- Un poco antes había dicho que “el Tribunal revisó su posición sobre la posibilidad de que los transexuales quirúrgicos se casen con una persona del sexo contrario a su nuevo género, en atención al hecho de que la mayoría de los Estados Contratantes permitían estos matrimonios. Por el contrario, no existe esta convergencia de criterios en relación con el matrimonio entre personas del mismo sexo” (párrafo 46). Las referencias al estado de la legislación en el marco de los Estados Miembros del Consejo de Europa se encuentran en los párrafos 27 a 34. religiosa. En ausencia de consenso, el Estado disfruta de un margen de apreciación especialmente amplio”. En consecuencia “tal como están las cosas, la cuestión de la autorización o no del matrimonio entre personas del mismo sexo se deja a la regulación de las Leyes nacionales de cada Estado Contratante”, sobre quienes no recae una obligación exigible de legislar en ese sentido y por sobre todo, sin que la Corte deba “apresurarse a sustituir con su propia apreciación la de las autoridades nacionales, mejor situadas para valorar y responder a las necesidades de la sociedad” (párrafos 46, 61, 62 y 63). El elemento esperanzador se encuentra, a nuestro juicio, en la propia debilidad de los argumentos que sirven para rechazar la demanda. Pues si todo depende de la “convergencia de criterios entre los Estados Miembros” y en tanto eso no ocurra, el Tribunal se ve impedido de recurrir a su enfoque evolutivo de interpretación del Convenio (párrafo 46, primera parte), tendencia que claramente se encamina hacia una dirección aperturista y no de retroceso en el reconocimiento de los derechos. Este mismo asunto puede ser visto como reflejo de esa afirmación. Luego de rechazar la queja referida a la vulneración del artículo 12 del Convenio, analiza el caso a la luz del artículo 8 y da un giro a su jurisprudencia. En efecto, en el caso “Mata Estévez v. España”51 el TEDH había sostenido que “según la jurisprudencia constante de los órganos del Convenio, las relaciones homosexuales duraderas entre dos hombres no dependen del derecho al respeto de la vida familiar que protege el artículo 8 del Convenio”, sino que se subsumían en el ámbito de su “vida privada” que también protege esa norma. 51- Decisión de inadmisibilidad del 10 mayo de 2001. PÁG. 78 / DICIEMBRE 2013 artículos Aquí, luego de precisar ese mismo encuadre (párrafos 90 y 92) y de recordar otras líneas de su jurisprudencia sobre el concepto de “familia”, que veremos en la sección siguiente,52 sostiene que desde su decisión de comienzos del nuevo siglo “se ha producido en muchos Estados Miembros una rápida evolución de las actitudes sociales hacia las parejas del mismo sexo y bastantes de ellos les han otorgado reconocimiento legal”. Frente a esto “considera artificial” sostener el diferente trato y consideración, ya que esto implicaría negar la tutela que el CEDH otorga a la “vida familiar” que sí se admite de cara a otras relaciones (parejas del mismo sexo) que también viven juntos en una unión estable de facto (párrafos 93 y 94).53 Sección 2da: Familia y vida familiar a la luz de la jurisprudencia (TJUE, TEDH y TC) 6. En los parágrafos precedentes hemos analizado la relevancia de la unión matrimonial como fuente u origen de la familia. El TEDH, como se ha visto, desvinculó la posibilidad de te52- Valga como adelanto que según esta jurisprudencia “no se limita a las relaciones matrimoniales y puede incluir otros vínculos ‘familiares’ de facto en los que las partes conviven fuera del matrimonio” (párrafo 91). 53- Lo cual no quiere decir que el planteo de la demanda fuera admitido ya que también se lo desestimó desde esta perspectiva. Sostuvo el Tribunal que si “el artículo 12 no impone a los Estados Contratantes la obligación de otorgar a las parejas del mismo sexo acceso al matrimonio, el artículo 14, tomado en conjunción con el artículo 8, una disposición de finalidad y ámbito más generales, no puede interpretarse tampoco como generadora de esta obligación” (párrafo 101). En el mismo sentido se pronunció muy poco después, aunque en esta ocasión sí se admitió la demanda. Conf. asunto “P. B. y J. S. v. Austria”, sentencia del 22 de julio de 2010 (en particular párrafos 29, 30, 33 y 34) en donde se decidió que la negativa de las autoridades austriacas a extender el seguro de salud y accidentes del segundo demandante al primer demandante, debido a su orientación sexual, constituía una medida violatoria del artículo 14 del CEDH tomado en combinación con el artículo 8 del mismo instrumento internacional (párrafos 36 y ss.). ner descendencia del derecho a casarse, lo cual amplió el espectro de sujetos titulares en un ciclo que no puede todavía considerarse cerrado ni concluido. Tampoco sería una conclusión acertada, a nuestro entender, aquella que dedujera, como corolario del análisis precedente, que la familia de ese origen es la única o exclusiva o siquiera principal destinataria de la protección que estos instrumentos dispensan. Este último punto, sin embargo, presenta aun facetas no del todo esclarecidas, sobre todo en torno a la posibilidad de que el legislador nacional dicte normas que favorezcan más ampliamente a la familia matrimonial que a otras uniones estables, producto de una dinámica social que se niega a cerrarse a los estereotipos tradicionales.54 Así resulta de la experiencia española a partir de la doctrina elaborada por el Tribunal Constitucional, la cual cuenta con apoyo, para ser completamente honestos, de la jurisprudencia de Estrasburgo y aun del Tribunal de Justicia de Luxemburgo. 6.1. Digamos, a fin de asumir las limitaciones que se nos presentan, que el propio Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas55 ha reconocido que el concepto de familia puede diferir de un Estado a otro y aun entre regiones dentro de una misma jurisdicción estatal, de manera que no es posible dar una definición 54- Incluso Diez-Picazo la define como “el vínculo que une a quienes descienden de un tronco común y, en el mundo actual en que prima la llamada ‘familia nuclear’, es especialmente el vínculo entre padres e hijos. La protección constitucional de este vínculo, que lleva aparejados derechos y deberes, opera también cuando no se apoya en el matrimonio” (Sistema de Derechos Fundamentales, p. 493, Editorial Civitas, 3ra edición, 2008). Otros conceptos son más abiertos (vid. Rodríguez Ruiz, op.cit.), incluso desde la perspectiva del TC y del TEDH, como tendremos ocasión de revisar más adelante. 55- Observación General N° 19, párrafo 2, Comité de los Derechos Humanos, Artículo 23 - La familia, 39º período de sesiones, UN Doc. HRI/GEN/1/Rev.7 at 171 (1990). PÁG. 79 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA uniforme. Es entonces en el ámbito doméstico en donde se establecerá su alcance y el Pacto (de 1966 sobre Derechos Civiles y Políticos) se aplicará a todo aquello que el derecho interno considere que es una familia. A los efectos del control que ejerce ese órgano internacional le interesa especialmente que las partes hagan explícita “la interpretación o la definición que se da del concepto de familia y de su alcance en sus sociedades y en sus ordenamientos jurídicos”. Y cuando existieran varios, es necesario precisar el grado de protección que se otorga a cada tipología. En particular, añade el Comité, “en vista de la existencia de diversos tipos de familia, como las de parejas que no han contraído matrimonio y sus hijos y las familias monoparentales, los Estados Partes deberían también indicar en qué medida la legislación y las prácticas nacionales reconocen y protegen a esos tipos de familia y a sus miembros”. Sobre estas cuestiones se ha dicho56 que la protección de la vida familiar es uno de los ámbitos en los que se ha producido una mayor transformación desde su reconocimiento originario en el CEDH, básicamente en razón de una interpretación constructiva llevada a cabo por el Tribunal de Estrasburgo. Indicamos más arriba que aun antes del caso “Rees” ya habían visto la luz las primeras interpretaciones del artículo 8, precisamente a los fines de aclarar el alcance de la garantía que supone esta norma en lo que respecta al derecho a la vida familiar.57 Más aún: uno de sus integrantes llamó especialmente la atención 56- PRESNO LINERA, Miguel Ángel, El Derecho Europeo de Familia, Cuadernos Aranzadi del Tribunal Constitucional, Nº 22, Estudios, 2008 (westlaw.es). 57- Conviene aclarar, siguiendo el trabajo citado en el texto, que la terminología que emplea el Tribunal es muy variada y, en muchas ocasiones, parece que se tratase de términos intercambiables. Así el case-law registra el uso de los términos “familia, relaciones familiares, célula familiar, lazos familiares”, etc. sobre la necesidad de coherencia en la interpretación de todas aquellas normas convencionales que impactan sobre una misma materia.58 En efecto, el asunto “Marckx v. Bélgica”59 inauguró una saga que sin hiatos ni fisuras se mantiene lozana y en permanente expansión hasta el presente. Dijo entonces el Tribunal de Estrasburgo que la norma citada presupone la existencia de una familia. Y a fin de precisar su alcance “lo cual prácticamente no ha tenido oportunidad de realizar hasta este momento” señaló s­­in ambages que estaba “totalmente de acuerdo con la constante jurisprudencia de la Comisión en un punto capital: que el artículo 8 no distingue entre familia legítima e ilegítima”. Tal distinción, añadió, no sería compatible con el término “toda persona” con el que principia la norma. Como argumento adicional refirió que el artículo 14 del Convenio prohíbe en el ejercicio de los derechos y libertades reconocidos por el pacto, cualquier discriminación fundada en el nacimiento.60 De modo tal, concluyó, que 58- Sostuvo el juez Martens en “Cossey” que interpretar el artículo 12 según una concepción tradicional “concuerda difícilmente con la construcción moderna, abierta y pragmática del concepto de vida familiar que se deduce de la jurisprudencia del Tribunal…” (apartado 4.4.3. última parte). 59- Sentencia del 13 de junio de 1979; Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit., pp. 130/131. 60- La prohibición de trato discriminatorio penetra al interior del grupo familiar. Valgan como ejemplo los casos “Burghartz v. Suiza” (sentencia del 22/2/94) y “Hoffmann v. Austria”(sentencia del 23/6/93). En el primero la Corte hizo hincapié en que el progreso hacia la igualdad de sexos era un fin importante para los miembros del Consejo de Europa. Por lo tanto, señaló, solo consideraciones muy fuertes pueden llevar a aceptar como compatible con el Convenio una diferencia de tratamiento fundada exclusivamente en tal motivo. No tenían suficiente peso los argumentos esgrimidos por el Estado demandado ya que, según el tribunal, “la cesión por el marido de su apellido al nombre común, incluyendo a la esposa, no refleja la unidad de la familia en un mayor grado que la solución inversa […] Nada diferencia la elección por los esposos de uno de los apellidos, en preferencia al otro, como nombre de familia… no es más razonable preferir al hombre frente a la PÁG. 80 / DICIEMBRE 2013 artículos este artículo “debe aplicarse a la vida familiar de la familia natural de igual forma que a la de la familia legítima”.61 Incluso la tutela alcanza a la familia proyectada, según aclaró la Corte en el caso de “Abdulaziz, Cabales y Balkandali v. Reino Unido”,62 el cual interesa destacar porque reafirma esta idea unitaria y no discriminatoria de salvaguardia. Se sostuvo63 que “sea lo que fuere que la palabra ‘familia’ pueda además significar, debe en todo caso incluir la relación nacida de un matrimonio legal y no ficticio… incluso si una vida familiar… no ha sido plenamente establecida. Deben considerarse tales uniones como suficientes para merecer el respeto debido en virtud del artículo 8”. La vida familiar de la pareja casada, prosigue, comprende normalmente la convivencia. Y esta afirmación (casi de mujer… [por lo cual] la diferencia de trato en litigio carece de justificación objetiva y razonable…” (Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit., p. 134). En el restante asunto la Corte Europea consideró que utilizar como argumento para atribuir la patria potestad a uno de los padres en detrimento del otro (cuando ambos la reivindican) las consecuencias prácticas que podrían acarrear para los menores las convicciones religiosas de uno de los ex cónyuges constituía un trato discriminatorio basado en la religión que no podía ser tolerado. En el caso se reputó que no existía una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad perseguida (ibid., pp. 135/136). 61- Vid. párrafos 30 y 31. La referencia recurrente a los consensos lleva al Tribunal a señalar la opinión del Comité de Ministros del Consejo de Europa en torno a la consideración como “familia” de una mujer soltera y su hijo. Como veremos más adelante, la existencia de un vínculo legal junto con la asunción de responsabilidades permiten al tribunal verificar la “existencia de una auténtica vida familiar”, tal como se reputó en este caso. 62- Sentencia del 28 de mayo de 1985, en especial párrafo 62; Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit., p. 136 y ss. 63- Un aspecto curioso del caso es precisamente que el gobierno demandado haya empleado el argumento en un sentido contrario a la conexión a la que se hace referencia en la sección anterior, lo cual provocó la necesidad de que el TEDH tuviese que replicar que el “matrimonio”, por vía de principio, genera “familia”. sentido común) se corrobora por los términos del artículo 12 “porque es difícilmente concebible que el derecho a fundar una familia no comprenda el derecho a vivir juntos”. Así, como podemos apreciar, en el marco de este artículo tienen cabida tanto el concepto tradicional de familia, basado en el matrimonio y en los derechos y obligaciones típicos de la unión conyugal, cuanto otras relaciones en las que las personas conviven fuera del matrimonio o bien bajo un vínculo jurídico de efectos similares al amparo de los variados regímenes sancionados en distintos países europeos. Procede recordar, en este punto, la corriente jurisprudencial mencionada en el párrafo 91 del asunto “Schalk und Kopf v. Austria” respecto de lo que el TEDH entiende por “familia”. Debemos reconocer, no obstante lo expuesto hasta el momento, que la jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo en torno a los derechos que se adscriben a las parejas estables del mismo sexo respecto de su vida familiar no guarda una absoluta coherencia. Pese al importante paso que supuso, al menos incluir tales relaciones en los márgenes del concepto de familia, aun al día de hoy el TEDH se niega a dar el paso que supone una igualación de status entre parejas homosexuales estables y parejas matrimoniales. En efecto, más allá de las consideraciones plasmadas en la trascendente sentencia pronunciada en el asunto “Salgueiro Da Silva Mouta v. Portugal”64 en casos posterio64- Sentencia del 21 diciembre de 1999, que descalificó en términos muy duros las decisiones de los tribunales internos por lo que ellos suponían en orden a tolerar una medida discriminatoria que además pretendía ampararse en el interés superior del niño y un presunto derecho de “vivir en el seno […] de una familia tradicional portuguesa”. Señaló el Tribunal que tales afirmaciones “lejos de constituir simples formulaciones torpes o desafortunadas […] hacen pensar, por el contrario, que la homosexualidad del demandante pesó de modo determinante en la decisión final”, distinción intolerable desde la perspectiva del Convenio Europeo (ver, en especial, párrafos 34 a 36). No olvidemos, sin embargo, que un año antes, en “Sheffield y Horsham”, defendía una postura semejante PÁG. 81 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA res defendió la posibilidad del Estado de dictar regulaciones que tuvieran por base la intención de proteger a la familia desde un punto de vista “tradicional” de esa institución. Es ilustrativo en este sentido, por ejemplo, el asunto “Karner” en el cual sostuvo que esa era “una razón poderosa y legítima que pueda justificar una diferencia en el trato”, aunque condicionaba su conformidad con el CEDH al respeto del principio de proporcionalidad quizás con un componente agravado en razón de estar presente un supuesto de potencial trato discriminatorio por razón de sexo u orientación sexual.65 El asunto “Kozak” es también reflejo de esta postura aunque con una tendencia a reducir el margen de apreciación del Estado que “debe necesariamente tener en cuenta la evolución de la sociedad y los cambios en la percepción de la cuestiones sociales, relacionales y de estatus civil, incluido el hecho de que no existe solamente una manera o una opción en el ámbito de cómo una persona lleva o entiende su vida privada o familiar”.66 La posturespecto del matrimonio, aunque parece que pesó más aquí el profundo desagrado que causaron las expresiones de los tribunales portugueses, de allí el fuerte reproche que se formula a esas sentencias. Contrastar con la decisión del TEDH en el asunto “P. V. v. España” (sentencia del 30 noviembre de 2010) en la cual el Tribunal consideró que la restricción del régimen de visitas no fue el resultado de una discriminación basada en la transexualidad de la demandante sino en una ponderación basada en el interés superior del niño a la vista de su inestabilidad emocional coyuntural, producto del tratamiento que estaba llevando adelante con motivo de su elección de identidad sexual. 65- Asunto “Karner v. Austria”, sentencia del 24 julio de 2003, en particular los párrafos 40 y 41. Añadió que esta finalidad de protección de la familia en el sentido tradicional es bastante abstracta y se pueden utilizar una amplia variedad de medidas para ponerla en práctica. En el caso concreto se entendió que el gobierno no ofreció “razones poderosas y convincentes” para justificar una interpretación restrictiva de una ley de arrendamientos que impedía al compañero superviviente de una pareja del mismo sexo subrogarse en el contrato de alquiler de un piso. 66- Asunto “Kozak v. Polonia”, sentencia del 2 marzo de 2010, en especial párrafos 98 y 99. También aquí se reputó ra se mantiene hasta el presente, según da cuenta el muy reciente asunto “X y otros v. Austria” en el cual se replican idénticos argumentos.67 6. 2. Debemos destacar que así como lo que sea una familia de derecho queda deferido al derecho interno de cada Estado Parte en el Convenio, es solo a través de la vasta casuística del TEDH que podemos detectar una noción de familia de hecho. Un estudio de los criterios empleados ha dado como resultado, por ejemplo, que se ha considerado tal a parejas no casadas, a una mujer soltera y su hija, a un hombre y su hija extramatrimonial, a una persona (heterosexual u homosexual) y a un niño adoptado, etc.68 La indeterminación normativa de la noción vida familiar ha dado lugar a una concepción fáctica del precepto para cuya clarificación, en la medida de lo posible, se ha elaborado una taxonomía que combina aquellos criterios que se entienden de mayor relevancia en orden a la definición que se busca, por ejemplo, el parentesco, la efectividad de la relación interpersonal, la apariencia de familia, e incluso lo que se ha denominado la “voluntad contrariada de establecer una relación” (la intención de tener un vínculo familiar que se ve frustrado por que se había violado el Convenio por no haberse esgrimido ninguna razón convincente o concluyente que justifique la distinción de trato (el caso también versa sobre la posibilidad de subrogación arrendaticia). 67- Sentencia del 19 de febrero de 2013 (en especial párrafos 137 a 141). Si bien no entraremos en el delicado tema que plantea esta sentencia en la medida en que obligaría a analizar la evolución jurisprudencia habida al respecto al menos desde el caso “Fretté v. Francia” (sentencia del 26 de febrero de 2002) señalamos que por un margen mínimo (diez votos contra siete) el Tribunal consideró que sí se entendió que hubo una violación del Convenio (a la luz de los artículos 8 y 14) cuando se comparaba la situación de los demandantes con la de una pareja de distinto sexo no casadas en el que uno de sus miembros quiere adoptar al hijo del otro, posibilidad que la legislación austríaca niega a las parejas homosexuales. 68- Derecho Europeo de Familia, op.cit., apartado IV. PÁG. 82 / DICIEMBRE 2013 artículos causas ajenas y no queridas de parte de quien lo reivindica).69 Por sí solos, cada uno de estos factores puede ser visto como una condición necesaria y pese a ello no resultar suficiente para que se considere la existencia de “vida familiar” en los términos del artículo 8 CEDH. Es la suma y ponderación de aquellos elementos70 los que permiten llegar a esa conclusión, a los efectos de analizar el caso a la luz de este precepto para luego entrar a considerar si la conducta estatal que se cuestiona importa o no una injerencia que no está amparada por el Convenio. Las citas de referencia podrían ser incontables.71 Por eso hemos preferido rescatar la idea a grandes rasgos y trabajar a continuación solo con tres asuntos que se refieren a España y hacen foco en un criterio también muy importante que involucra a los niños en el seno familiar. En este sentido, Presto Linera indica que en cualquiera de las fórmulas que determinan la existencia de “vida familiar” cobra una relevancia especial el objetivo de procurar la integración del menor en su familia biológica desde el momento mismo de su nacimiento. A punto tal es importante que la jurisprudencia del TEDH ha sido calificada de pedocéntrica por la relevancia otorgada al interés superior del niño, directriz 69- La clasificación pertenece a Frédéric Sudre expuesta en los trabajos que cita PRESTO LINERA, op. cit., apartado II. 70- Por ejemplo, a más del parentesco biológico, las circunstancias en que se manifiestan esas relaciones, si ha existido convivencia y por cuanto tiempo (aunque este no es un elementos definitorio), los comportamientos o roles asumidos por los demandantes y aun el interés demostrado a efectos de crear lazos afectivos. 71- Lo demuestra la profusa reseña que lleva a cabo Presto Linera, op. y loc. cit.; también se ha consultado un trabajo de ALMEIDA, Susana, “Jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relaciones de familia”, ponencia presentada para el curso Cuestiones de Derecho Internacional Privado de Familia, Red Europea de Formación Judicial, Universidad de Salamanca, 2010 (disponible en línea: www.academia.edu). hermenéutica que aun sin estar plasmada de manera expresa en el CEDH ha tenido un uso intensivo con base en la Convención sobre los Derechos del Niño.72 6.3. En el ordenamiento jurídico español, enseña Diez-Picazo,73 los derechos en materia de familia presentan un panorama heterogéneo. Si nos ceñimos al texto constitucional de 1978 encontramos una primera referencia en el artículo 18 que garantiza el respeto a la intimidad familiar (tanto en el inciso 1° cuanto en el 4° que se vincula con el uso de la informática), texto que se asemeja al artículo 8 del CEDH. Luego, de modo más específico, el artículo 39 establece la obligación de los poderes públicos de asegurar su protección social, económica y jurídica (inciso 1°). De su lado, el artículo 32 consagra el derecho a contraer matrimonio, el cual la CE ––a diferencia del Convenio Europeo y de otros tratados e instrumentos internacionales de referencia para España en los términos del artículo 10.274 e incluso apartándose de los propios antecedentes constitucionales y de otros modelos existentes al tiempo de su sanción75–– no ha re72- Ibid., La Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea sí lo incorpora en su texto (artículo 24.2); SALANOVA VILLANUEVA, Marta, Tutela y protección de menores en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Aranzadi Civil-Mercantil, 2003 (westlaw.es). 73- Sistema…, pp. 485 y ss. La sistemática del constituyente justifica la apreciación de este catedrático ya que algunos preceptos se incluyen en la famosa sección 1a del Capítulo II del Título I, otros en la sección 2a y un tercer grupo en el capítulo III del Título I, lo que da por resultado un régimen diferenciado de tutela más allá del valor jurídico que todos adquieren por formar parte del texto constitucional. 74- Según enseñara el profesor A. Saiz Arnaiz este artículo se refiere a la conformidad como compatibilidad o ausencia de contradicción pero no a la plena identidad o conformidad en sentido fuerte (La interpretación de conformidad: significado y dimensión práctica. Un análisis desde la Constitución Española; material facilitado por el autor). 75- Es usual citar, a este respecto, los artículos 23 y 10.1 de los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y PÁG. 83 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA lacionado con el objetivo de o con el derecho a fundar una familia.76 El Tribunal Constitucional, en la trascendente sentencia sobre el matrimonio homosexual del año pasado, ha recordado, que “matrimonio y familia son dos bienes constitucionales diferentes, que encuentran cabida en preceptos distintos de la Constitución por voluntad expresa del constituyente, de modo que ‘el texto constitucional no hace depender exclusivamente el concepto constitucional de familia a la que tiene su origen en el matrimonio […] ni tampoco la limita a las relaciones con descendencia’ […] Por tanto, son dignos de protección constitucional los matrimonios sin descendencia, las familias extramatrimoniales o monoparentales […] y, sobre todo, los hijos a los que el art. 39 CE, que ‘refleja una conexión directa con el art. 14 CE’ […] protege ‘con independencia de que éstos hayan sido concebidos dentro o fuera del Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, respectivamente; el artículo 16 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; por supuesto el artículo 12 del CEDH al que se hizo referencia in extenso en la sección anterior; más recientemente el artículo 9 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea a la cual también hicimos mención. Entre los antecedentes del texto de la CE se señala el artículo 31 de la Constitución de 1931; como modelos de referencia, los ejemplos constitucionales de Irlanda e Italia. 76- Más allá de las opiniones, que no son pacíficas, para Diez-Picazo el matrimonio es un derecho fundamental porque es el medio normal de constituir la familia y, en su opinión, aquel que el constituyente estima más beneficioso para la sociedad. Sin embargo, agrega, de esta finalidad no es posible interpretar que el matrimonio incluya un principio general de protección de la familia. El apoyo constitucional de esta tutela se encuentra, por el contrario, en el artículo 39 CE el cual opera también cuando no se apoya en el matrimonio, sea que se hubiese roto o nunca existiera. Al estar configurado este último precepto como un principio rector de la política social y económica el margen de apreciación del legislador para incidir sobre la institución familiar es mayor incluso a la hora de tomar decisiones que impliquen un trato diferenciado con respecto a parejas unidas en matrimonio (Sistema…, en especial pp.. 486, 488, 489 y 493). matrimonio (art. 39.3 CE), de que se haya producido la nulidad matrimonial, la separación legal o la disolución del matrimonio por divorcio (art. 92 del Código Civil) o incluso, en fin, de que el progenitor quede excluido de la patria potestad y demás funciones tuitivas (arts. 110 y 111 in fine, CC)’”.77 En esa misma ocasión recordó que no se ha llevado a cabo desde ese estrado una definición del “concepto constitucional de familia” aunque ello no impide determinar, agrega, que en el art. 39 CE se incluirían las familias que se originan en el matrimonio, pero también a las que no tienen ese origen.78 En rigor, no creo que sea del todo cierto que el TC no haya elaborado una definición al respecto. La sola circunstancia de haberse acomodado a la interpretación del TEDH sobre el artículo 8, que la sentencia citada precedentemente se encarga de recordar,79 es de por sí una verdadera toma de posición. Además, no se trata de un temperamento adoptado recientemente sino que la postura se remonta a tiempo atrás. Es cierto que en sus primeras decisiones de los años ochenta “se resistió a desvincular la familia y la obligación de protegerla de la tutela del matrimonio” pero paulatinamente ––con “reticencia” se dirá–– fue admitiendo que ambas instituciones no estaban acopladas ni superpuestas. A comienzos de los 77- STC 198/12, FJ 5, con remisión a anteriores pronunciamientos: SSTC 222/1992, 154/2006 y 19/2012. 78- Idem, con cita de la STC 45/1989. 79- Ya en el voto particular del magistrado Vicente Gimeno Sendra en la STC 184/1990 se pregonaba que la traslación de la doctrina del TEDH (se citaban al efecto los asuntos “Marckx y Johnston”) a los arts. 18.1 y 39.1 CE habría de llevar a la conclusión “de que, al igual que el Convenio de Derechos Humanos, también nuestra Constitución protege, no solo a la familia como institución jurídica, sino también a la familia como realidad natural, por lo que, junto a la familia matrimonial, también han de merecer protección constitucional las denominadas ‘uniones conyugales de hecho’”. PÁG. 84 / DICIEMBRE 2013 artículos años noventa “abordó por primera vez la doble tarea de esbozar un concepto constitucional de familia y de establecer criterios para determinar el ámbito de las obligaciones de los poderes públicos para con las familias no matrimoniales”. El resultado fue una noción “amplia y flexible” que permite incluir en ella no solo los usuales ejemplos (parejas o uniones de hecho, de igual o distinto sexo) sino fundamentalmente otros modelos de convivencia (por ejemplo, parejas de amigos o hermanos u otros parientes) “cuya relación, sin ser para-conyugal, se encuentra presidida por los principios de solidaridad y dependencia recíproca”.80 Esta última decisión (nos referimos a la STC 222/92) elabora el concepto constitucional de familia a partir de concebirlo como “un marco de solidaridades y de dependencias” que no puede ser objeto de constricciones o miradas restrictivas que no se corresponden con una sociedad plural. La familia, dice el TC, es objeto de protección por sí misma lo cual responde a imperativos ligados al carácter social del Estado (arts. 1.1 y 9.2 CE) y a la atención de la realidad efectiva de los modos de convivencia que en la sociedad se expresan. Por consiguiente, el artículo 39 CE no puede “entenderse referido, en términos exclusivos y excluyentes, a la familia fundada en el matrimonio”. Ya hemos visto que esa doctrina se mantiene hasta el presente (supra, STC 198/2012; retoma los mismos conceptos la STC 93/2013)81. Y también ha perdurado hasta ahora aquella según la cual, en cumplimiento del mandato contenido en el art. 39.1 CE podría el legislador tomar en cuenta el diferente origen de la constitución familiar al momento de disponer medidas favorables respecto de la surgida a partir del matrimonio, aunque no así para imponer medidas de gravamen. En este último caso, habría que tener cuidado con la posibilidad de provocar una lesión al principio de igualdad y más aún en general un perjuicio que confronte de modo directo con el mandato constitucional que ordena la protección de la familia. Esta es una vieja doctrina del TC82 que constantemente vemos que se reitera en un análisis casuístico de las medidas diferenciadoras, cuya justificación se encara a partir del control de su razonabilidad ya que no se ha elaborado un catálogo firme de pautas generales de actuación.83 Las pensiones de viudedad son un clásico ejemplo84 que nos permitimos citar en especial ante la existencia de pronunciamientos del TEDH pun- 80- RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., pp. 88 a 90. 84- En fecha temprana el TC declaró que “el matrimonio y la convivencia extramatrimonial no son situaciones equivalentes, siendo posible, por ello, que el legislador, dentro de su amplísima libertad de decisión, deduzca razonablemente consecuencias de la diferente situación de partida” (ATC 156/1987). 81- Fallo del 23 de abril de 2013, emitido en el marco de un recurso de inconstitucionalidad interpuesto en relación con la Ley Foral 6/2000 para la igualdad jurídica de las parejas estables. 82- La posición de síntesis que efectuamos en el texto la elaboramos a partir de la STC 45/1989, en particular FJ 6 y 7. Es otro ejemplo la STC 222/1992, en donde se añadió también que “corresponde a la libertad de configuración del legislador articular los instrumentos, normativos o de otro tipo, a través de los que hacer efectivo tal mandato constitucional, sin que ninguno de ellos resulte a priori constitucionalmente obligado”. 83- RODRÍGUEZ RUIZ, ibídem, p. 91. Se dijo al respecto en la referida STC 222/1992 que la pregunta acerca de si el matrimonio, más allá de esta regulación civil que le es propia, puede constituirse en supuesto de hecho de otras normas jurídicas que, en sectores distintos del ordenamiento, atribuyan derechos o, en general, situaciones de ventaja “no admite respuestas radicales o genéricas”. La Constitución, añadió, no da una respuesta unívoca o general para este tipo de problemas, aunque sí impone que las diferenciaciones normativas que tomen como criterio la existencia de una unión matrimonial se atemperen, según su diverso significado y alcance, al contenido dispositivo de la propia norma fundamental. PÁG. 85 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA tualmente referidos al Estado español.85 Para el intérprete máximo de la CE el matrimonio y la convivencia son dos situaciones diferentes que pueden recibir un trato distintivo por parte del legislador. En un caso se trata de una institución social garantizada al máximo nivel normativo y en el otro no, e incluso este último no está emplazado siquiera como un derecho constitucional a su establecimiento ni su existencia permite reclamar medidas idénticas a las que se pueden establecer respecto del primero.86 Sobre esto advertimos, como señal de evidencia del intercambio de técnicas entre los diferentes órganos que integran la tutela multinivel en materia de derechos fundamentales, un razonamiento similar al que utiliza el TEDH y sobre el que reparamos en oportunidad de analizar su doctrina sobre matrimonio. El amplio margen de libertad en la configuración del sistema social que se reconoce al legislador lo habilitaría a extender en más ciertos derechos, beneficios o ventajas que les reconoce a las familias de origen matrimonial. Ahora, si no lo hace tampoco entramos en el campo de la inconstitucionalidad por omisión por lesionar, sea de modo directo o no, los artículos 14 y 39 del texto constitucional. En este sentido, la jurisprudencia constitucional española sobre el artículo 14 CE ha considerado que esta cláusula habilita a los individuos a exigir un trato igual ante situaciones comparables.87 Pero el TC no ha admitido, sin embargo, la existencia de un derecho subjeti- vo a recibir un trato normativo desigual con fundamento en que el legislador no ha tomado debidamente en cuenta la falta de similitud de los casos y los ha regulado, por el contrario, de un modo idéntico. Esta doctrina, que se suele reconocer bajo el nombre de “discriminación por indiferenciación”, no es bien recibida bajo el pretexto de los importantes problemas que podría suponer por contradecir tanto el propio principio de igualdad formal como el principio general de distribución de competencias entre el poder legislativo y el judicial.88 Determinadas alusiones al funcionamiento de la regla de igualdad del artículo 14 del CEDH, a la luz de su jurisprudencia previa, que resultan de la sentencia dictada en el asunto “Muñoz Díaz”, hacen pensar que el Tribunal de Estrasburgo podría estar haciendo uso de la doctrina expuesta precedentemente aun cuando no dejamos de advertir el peso que tuvieron al adoptarse esa decisión otros factores, tales como la pertenencia de la demandante a una minoría étnica.89 Si bien consideramos consistente la decisión del TEDH e incluso que resuelve con justicia el caso a la luz del bloque normativo que manda proteger a la familia,90 no creemos que esa sen- 85- Asuntos “Mata Estévez v. España” (decisión de inadmisibilidad de la demanda ante el TEDH del 10 de mayo de 2001) y “Muñoz Díaz v. España” (sentencia del 8 de diciembre de 2009). 90- No todos son elogios. En un comentario muy crítico sobre este fallo se ha expuesto que “el Tribunal olvida que su función se inscribe en el Estado de Derecho y no en la órbita social de nuestro modelo de Estado, e incurre en un decisionismo judicial que pone en cuestión su propia legitimidad. Su Sentencia no es solamente injusta, desde un punto de vista estrictamente jurídico, sino que consagra una intolerable injerencia que debería llevar a sus autores a reflexionar sobre la extensión y los límites de su jurisdicción” (vid. MATIA PORTILLA, Francisco Javier, Condena por una 86- Tomamos como ejemplo la STC 184/1990 entre otras en igual sentido, por caso, la STC 77/1991 que se refiere al mismo tema y reitera in totum los argumentos de la primera. 87- Berenguer Albaladejo, Cristina op. cit., p. 132 y ss. 88- Ibid., p. 133 (con cita de las SSTC 75/1983; 86/1985; 52/1987; 19/1988; 308/1994; 36/1999; 88/2001 en las cuales el TC sostuvo que “el artículo 14 CE reconoce el derecho a no sufrir discriminaciones, pero no el hipotético derecho a imponer o exigir diferencias de trato”) y especialmente pp. 135 y 136. 89- Ibid., pp. 136/141. Sobre el caso del TEDH ver, en concreto, los párrafos 47, 48 y 65. PÁG. 86 / DICIEMBRE 2013 artículos tencia implique una rectificación de la doctrina jurisprudencial expuesta en el caso “Mata Estévez” que rechazó la demanda ante la jurisdicción de Estrasburgo. En este supuesto, a más de decir que el CEDH “no garantiza como tal el derecho a pensión”, señaló que la distinción en el trato se encontraba amparada por el margen de apreciación del Estado cuya legislación, además, perseguía un fin legítimo “a saber la protección de la familia fundada en los vínculos del matrimonio”. Más allá de no compartir estas últimas apreciaciones, básicamente por incubar un prejuicio, podemos entenderlas en un contexto de transición de las ideas del Tribunal hacia una mayor tutela de la elección sexual de las personas como parte de su derecho a la libre determinación de la personalidad. 6.4. Referido a este último supuesto, según apreciamos de algunas decisiones, la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo guarda armonía con la de su par de Estrasburgo. Tengamos en cuenta que más allá de la “fórmula impersonal” que utiliza el artículo 9 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea no podemos negar que esa norma contiene una remisión expresa a la legislación nacional que regula el ejercicio de tal derecho. A este respecto no es del todo aplicable la doctrina estudiada respecto de las personas transexuales, más allá de un encuadre general de la situación en las cláusulas de igualdad que rigen en el derecho comunitario, sea de modo general91 o en áreas o sectores específicos. Ya sediscriminación inexistente (Tribunal de Estrasburgo y matrimonio gitano), Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 92, mayo-agosto (2011), pp. 355-382. 91- El Preámbulo de la Carta sitúa a la igualdad como uno de los valores indivisibles sobre los que está fundada la Unión. Luego, el Título III está consagrado expresamente a ella, en un haz de derechos que incluyen la clásica y genérica “igualdad ante la ley” (artículo 20), la “prohibición ñalamos la importancia que se le asigna al derecho a no ser discriminado en razón del sexo el cual constituye “uno de los Derechos Humanos fundamentales cuyo respeto debe garantizar el Tribunal de Justicia”.92 Sin embargo, también resaltamos la advertencia de este órgano jurisdiccional en torno a las ventajas que los Estados pueden acordar a las parejas matrimoniales en detrimento de las que no lo están, sin que de ello se derive una infracción a esas reglas sentadas en materia de igualdad y no discriminación.93 El asunto “Grant”94 es representativo de esta línea de pensamiento. Al responder a la cuestión prejudicial planteada por un tribunal del Reino Unido, expresamente se sostuvo que “en el estado actual del Derecho en el seno de la de toda discriminación”, entre otros, por razón de “sexo” y “orientación sexual” (artículo 21.1) y, si bien referido a la igualdad entre hombres y mujeres, la habilitación de medidas de acción positiva “que supongan ventajas concretas en favor del sexo menos representado” (artículo 23 segundo párrafo). 92- Asuntos “P./S”. (párrafo 19); “Richards” (párrafo 23). 93- Asunto “K. B.” (párrafo 28). 94- Asunto C-249/96, “Lisa Jackeline Grant v. South-West Trains Ltd.”, sentencia del 17 de febrero de 1998. El litigio se suscitó con motivo de la negativa de la empleadora de la demandante a conceder reducciones en el precio de los transportes a su pareja. Se alegó como motivo que ese beneficio solo podía otorgarse en favor de un compañero del sexo opuesto. El tribunal doméstico que intervenía en el asunto ante el recurso de la señora Grant planteó una serie de cuestiones prejudiciales vinculadas con el principio de igualdad y de no discriminación por razón del sexo. En concreto, según resume el TJ, “el Juez nacional quiere saber si el hecho de que un empresario se niegue a conceder una reducción en el precio de los transportes en favor de la persona, del mismo sexo, con la que un trabajador mantiene una relación estable constituye una discriminación prohibida por el artículo 119 del Tratado y por la Directiva 75/117, cuando esa reducción se concede en lo que respecta al cónyuge del trabajador o a la persona, de distinto sexo, con la que éste mantiene una relación estable sin vínculo matrimonial” (vid. en particular párrafos 10, 11 y 15). Como decimos en el texto, la respuesta fue negativa. PÁG. 87 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Comunidad,95 las relaciones estables entre dos personas del mismo sexo no se equiparan a las relaciones entre personas casadas o a las relaciones estables sin vínculo matrimonial entre personas de distinto sexo. Por consiguiente, el Derecho comunitario no obliga a un empresario a equiparar la situación de una persona que tiene una relación estable con un compañero del mismo sexo a la de una persona casada o que tiene una relación estable sin vínculo matrimonial con un compañero del otro sexo […] solo al legislador puede corresponder adoptar, en su caso, medidas que puedan afectar a esa situación” (párrafos 35 y 36). Esta interpretación se hizo extensiva posteriormente a la normativa propia de los órganos comunitarios los que tampoco están obligados respecto de sus propios funcionarios aun cuando el derecho del Estado del cual es nacional reconozca tal equiparación de derechos.96 95- Hay aquí una apelación concreta y directa al estado del consenso en el ámbito europeo respecto del reconocimiento, tolerancia e igualación (o al menos semejanza) de derechos a las parejas del mismo sexo a partir de su comparación con las matrimoniales. La Comunidad, dice el TJ, “no ha adoptado, hasta ahora, normas para poner en práctica dicha equiparación” (párrafos 31 y 32). Incluso se adopta la postura más restrictiva de los órganos del CEDH en torno a la no inclusión de las relaciones homosexuales duraderas en el ámbito de aplicación del artículo 8 en lo que concierne al respeto a la “vida familiar” (párrafos 33 y 34). Además, distinguió la situación de ese caso de la analizada en el precedente “P./S.” (especialmente párrafo 42). Finalmente, se despachó contra la interpretación que efectuó en su hora el Comité de Derechos Humanos relativa al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (según la cual la referencia al sexo de los artículos 2.1 y 26 de ese tratado incluían las preferencias sexuales) señalando que, a más de no ser este un “órgano jurisdiccional” y que sus opiniones “carecen de valor jurídico vinculante”, esa exégesis no estaba suficientemente motivada ni reflejaba “la interpretación generalmente admitida hoy día del concepto de discriminación por razón de sexo que figura en diferentes instrumentos internacionales en materia de protección de los derechos fundamentales” (párrafos 46 y 47). 96- Vid. sentencia del Tribunal de Justicia del 31 de mayo de 2001 en el asunto “D/Reino de Suecia v. Consejo Ahora bien, cuando la legislación nacional, aun sin admitir el matrimonio, crea un régimen que extiende progresivamente los derechos propios de ese estatus a las parejas del mismo sexo, debe tenerse sumo cuidado de no incurrir en situaciones incompatibles con las normas que prohíben los tratos discriminatorios. Esta es la situación que debió enfrentar el TJ en sendos planteos de cuestiones prejudiciales remitidos por tribunales de Alemania, vinculados con prestaciones sociales que habían sido denegadas a miembros supérstites de parejas estables del mismo sexo inscriptas de acuerdo con el régimen especial sancionado en ese país.97 En ambos casos se reconoce la competencia de los Estados Miembros de la Unión respecto de las materias vinculadas con el estado civil y las prestaciones que de él dependen. Pero que el derecho comunitario no restrinja esa facultad, no significa que aquellos no deban respetar las disposiciones comunitarias relativas al principio de no discriminación. Por ello, a mayor asimilación con el matrimonio, menos margen tienen para negar, limitar o restringir a las parejas homosexuales aquellos beneficios o ventajas que sí se les reconocen a las personas a partir de aquel vínculo. de la Unión Europea”, asuntos acumulados C-122/99 y C-125/99. El Consejo había denegado a D. una asignación familiar prevista en el Estatuto de los Funcionarios de las Comunidades Europeas fundado en la imposibilidad de reputar equivalente el estado civil de pareja inscripta (según el derecho sueco) con el de matrimonio. El tribunal de primera instancia rechazó el recurso del funcionario y el TJ hizo lo propio con los recursos de casación deducidos contra esa decisión. Se aprecia en este caso una idea restrictiva del matrimonio que, en línea con los órganos de Estrasburgo, se apega a un concepto tradicional que lo concibe exclusivamente como la unión de dos personas de distinto sexo. 97- Asunto C-267/06, “Tadeo Maruko v. Versorgungsanstalt der deutschen Bühnen”, sentencia del 1° de abril de 2008; Asunto C-147/08, “Jürgen Römer v. Freie und Hansestadt Hamburg”, sentencia del 10 de mayo de 2011. PÁG. 88 / DICIEMBRE 2013 artículos Sin embargo, tal como explicita el Tribunal con mayor precisión en el segundo de los asuntos referidos, no se requiere una identidad total sino que basta con que las situaciones resulten análogas. Pero, como contrapeso, el examen que se realice a fin de evaluar la potencial aptitud discriminadora de la medida estatal no debe efectuarse de manera global y abstracta, sino de forma específica y concreta a la vista de la prestación de que se trate. La comparación de las situaciones, nos aclara: “debe basarse en un análisis centrado en los derechos y obligaciones de los cónyuges y de los miembros de la pareja estable inscrita, tal como resulten de las normas de Derecho interno aplicables que sean pertinentes habida cuenta del objeto y de las condiciones de reconocimiento de la prestación sobre la que verse el litigio principal, sin que tal comparación deba consistir en verificar si el Derecho nacional ha llevado a cabo una equiparación jurídica general y completa de la relación de pareja estable inscrita con el matrimonio”.98 Sección 3ra: Las obligaciones positivas en resguardo de la vida familiar. Análisis de casos españoles. 7. Tres condenas de Estrasburgo contra España en años sucesivos pueden ilustrar con suficiente amplitud esta noción de “familia” y de “vida familiar” que ampara el Convenio Europeo. Asimismo, analizar los tipos y alcance de las obligaciones del estado, especialmente las de tipo positivo. Los casos escogidos son los asuntos “Saleck Bardi”,99 “K.A.B.”100 y “R.M.S.”.101 El 98- Asunto “Römer” (párrafos 41 a 43). 99- Sentencia del 24 de mayo de 2011, demanda Nº 66167/09. 100- Sentencia del 10 de abril de 2012, demanda Nº 59819/08. 101- Sentencia del 18 de junio de 2013, demanda Nº 28775/12. análisis se llevará a cabo a partir de los factores determinantes para el TEDH según los trabajos citados más arriba. 7.1. En términos generales señalemos que los tres casos versan sobre la separación de tres niños (de muy corta edad)102 de sus padres por diferentes motivos pero todas con el rasgo común de tratarse de personas en situación vulnerable por motivos económico-sociales. Está claramente en juego una cuestión de parentesco biológico103 donde, además, se reclama un restablecimiento de los vínculos, rotos principalmente por el alejamiento decidido por las autoridades nacionales. Las familias involucradas tenían una conformación por fuera del matrimonio104 e incluso de tipo monoparental.105 Como ya tuvimos ocasión de resaltar más arriba, la mera existencia del lazo sanguíneo en102- De apenas meses de vida en el caso “K.A.B.”, tres años en el caso “R.M.S.” y diez años en “Saleck Bardi”. 103- Si bien se aclaró que en el caso “K.A.B.” el demandante debió probar en sede interna la paternidad que reclamaba respecto del niño. En los restantes, sin embargo, la filiación no fue un punto cuestionado. 104- En la misma línea que los fallos destacados en la sección anterior, lo puntualiza claramente el TEDH en “K.A.B.”: “…el concepto de ‘familia’… no se limita únicamente a las basadas en el matrimonio y puede englobar otros vínculos ‘familiares’ de facto cuando las partes cohabitan fuera del matrimonio. Un niño resultante de tal relación se incluye automáticamente en esta célula ‘familiar’ a partir de su nacimiento y por el hecho mismo de este”. Puede extenderse, por ende, la “vida familiar” a la relación potencial que habría podido desarrollarse entre un padre natural y un niño nacido fuera del matrimonio (párrafos 88 y 89). 105- Ninguna alusión se hace respecto del padre de la menor involucrada en “Saleck Bardi”. En “K.A.B.”, no obstante, la ausencia de la madre del niño por deportación a su país natal sobrevoló en todo momento aunque el Tribunal refiere que lo atinente a esa medida del gobierno español no formaba parte de su decisión. En “R.M.S.” los organismos administrativos involucrados tuvieron alguna consideración negativa sobre la ausencia del padre de la niña y restaron también importancia a la existencia de una familia ampliada que se interesaba por su cuidado. PÁG. 89 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA tre padres e hijos, a veces no es suficiente para establecer la existencia de vida familiar ni siquiera de una simple relación entre ambos, aunque la presuponga. Menos aún puede hablarse, pues, de una injerencia ni todavía llegar más lejos para considerarla arbitraria. Sin embargo, es un elemento fuerte, de peso, al cual debemos complementar con algo más. Por ejemplo, la efectividad de la relación o la apariencia de familia. La apertura del Tribunal Europeo, su amplio criterio o su exégesis expansiva de la noción bien puede ser vista en estos casos. Hay que reconocer que en el asunto “Saleck Bardi” la presencia de estos parámetros es, cuanto menos, dudosa106, aunque un poco más claro puede ser “K.A.B.”107, podrían estar bien configurados —al menos desde una perspectiva no prejuiciosa— en el último de los asuntos.108 106- Según el relato de los hechos que contiene la sentencia, la madre de la menor la había dejado, a la edad de seis años, al cuidado de otra persona en un campamento de refugiados saharauis en Argelia mientras que ella residía en Mauritania. A los diez, la niña participa de una estancia vacacional en España patrocinada por una organización no gubernamental y con motivo de sufrir una enfermedad extiende su permanencia en el país. Es en este contexto donde comienzan a intervenir los servicios de protección de menores. Solo varios meses después la madre reclamó ante las autoridades el retorno de su hija. Al momento de la decisión de Estrasburgo madre e hija no habían vuelto a tener contacto tras años de separación. Incluso se indica en la sentencia que la progenitora no reclamaba ya su repatriación a los campamentos. Ahora bien, en todos ellos advertimos circunstancias que pueden haber o han sido valoradas positivamente —al menos de modo tácito— para reputar que se daba el supuesto que menta la norma, esto es que existía una “vida familiar” que tutelar. En esta línea, por ejemplo, una primera evidencia es el enérgico reclamo de todos los padres involucrados para recuperar el contacto con sus hijos, demanda que se trasluce de sus múltiples intervenciones ante organismos administrativos y tribunales en sede interna. En este punto rescata el TEDH la idea de familia proyectada que es tanto como decir la “intención de constituir una vida familiar” la cual pueda incluirse en el ámbito del artículo 8, siempre y cuando su ausencia “no sea imputable al demandante” y se aprecie un interés demostrable del padre por el niño antes y después de su nacimiento.109 Otro aspecto importante también para advertir, y así lo hace ciertamente el Tribunal Europeo, son los obstáculos reales que se les presentan a personas en situación económica y social desfavorable al momento de hacer valer sus derechos. Más aún, en el marco de regímenes o sistemas que esperan de ellos comportamientos ejemplares y al propio tiempo dejan librado a su propio esfuerzo la búsqueda de condiciones materiales de bienestar consideradas óptimas según baremos probablemente irreales o siquiera difícilmente realizables para la mayoría de las personas. Desde esta perspec- 107- Se trata el caso de una pareja de origen nigeriano con un niño que emigran a Murcia. Recién instalados en España, aunque de modo ilegal (incluso el niño no fue inscripto en el registro civil), el demandante se traslada a otra ciudad distante por razones de trabajo. El niño, de apenas meses, se queda con su madre quien al poco tiempo lo confía al cuidado de una pareja de amigos. Un tiempo después la compañera del demandante y madre del menor es expulsada del país aunque el niño permanece en España. Entre el momento de estos acontecimientos (principios de 2001) hasta la decisión del TEDH nunca tuvieron una efectiva convivencia. la niña involucrada) con un grupo de parientes (abuela, tío abuelo) y en algún momento otros amigos con vínculos afectivos. Además, tenía otros dos hijos que se encontraban bajo la custodia de su tío abuelo, con quien ella igualmente residía en la vivienda familiar. Esta situación se debía a su condición de trabajadora rural migrante ya que prefería no llevarlos con ella cuando debía trasladarse por razones de trabajo, generalmente a Francia. 108- En este asunto la demandante compartía su vida familiar además de con su pareja (que no era el padre de 109- Vid. por ejemplo asuntos “K.A.B.” (párrafos 89, 92, 93, 103) y “R.M.S.” (párrafo 89). PÁG. 90 / DICIEMBRE 2013 artículos tiva, nos parece encontrar en ciertos pasajes de estos fallos algunos reproches a la actuación de las autoridades públicas del Estado demandado (especialmente aquellas que cumplen funciones administrativas) por no haber adoptado medidas eficaces para reducir condiciones de desigualdad real (material) que operaban como obstáculos para la defensa eficaz de los propios intereses.110 Tal como ya observamos, en el asunto “Muñoz Díaz v. España” la Corte de Estrasburgo avaló, a la luz del artículo 14 del CEDH, las medidas estatales que tienen por objeto corregir “desigualdades de hecho”. Es más, señaló que bajo ciertas circunstancias “la ausencia de un trato diferenciado para corregir una desigualdad es la que puede, sin justificación objetiva y razonable, comportar violación de la disposición en cuestión” (párrafo 48 última parte). 110- Esta cuestión engarza con el mandato constitucional incorporado en el artículo 9.2 CE según el cual “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”. En función de este precepto se deban adoptar medidas de trato diferenciado de ciertos colectivos en aras de la consecución de fines constitucionalmente legítimos. Consagra esta norma la denominada “igualdad material”, interpretada por el TC como un principio matizador de la “igualdad formal” contenida en el artículo 14 CE, que justifica el tratamiento legal diferenciado y favorable de ciertos sujetos o grupos sociales situados en una posición de inferioridad real o de tradicional discriminación, con el fin último de conseguir su plena integración y equiparación con el resto de la sociedad (SSTC 98/1985, 166/1988, etc.). Así, la elaboración de normas aparentemente desiguales queda justificada cuando lo que se pretenda sea la consecución de una igualdad real y efectiva de todos los ciudadanos. Este tipo de medidas adoptadas por los poderes públicos en pro de la igualdad material se conocen como acciones positivas, las cuales, a pesar de establecer un trato más favorable para determinados sujetos, no vulneran el principio de igualdad porque intentan compensar situaciones de desventaja social (SSTC 114/1983; 98/1985; 19/1988; 19/1989). Tomamos las referencias del trabajo de Vid.BERENGUER ALBALADEJO, Cristina, op.cit .pp. 109-162, especialmente pp. 134/135. 7.2. La teoría de las obligaciones positivas del Convenio Europeo se remonta a muchos años atrás y no se limita, como ya sabemos, al artículo 8 sino que se irradia a todas las disposiciones del pacto.111 En lo que respecta al tema de estudio, el asunto “Marckx” bien puede ser considerado un punto de partida en la materia. La jurisprudencia constante del Tribunal se sostiene en los tres casos bajo análisis112, ha considerado que este precepto “tiene esencialmente por objeto proteger al individuo contra las injerencias arbitrarias de las autoridades públicas”. Pero no se limita solo a imponer una abstención, sino que también añade “obligaciones positivas inherentes a un respeto efectivo de la vida familiar”. Es necesario recordar en este punto la distinción entre las obligaciones positivas de tipo procedimental y las que apuntan al plano sustantivo del derecho en juego 113 ya que así procedió el TEDH al momento de juzgar los comportamientos gubernamentales denunciados como lesivos del CEDH, en los dos primeros asuntos de modo expreso y en el último de modo sobreentendido, aunque sin efectuar la remisión a sus precedentes en la materia. A. El artículo 6, en su párrafo primero, consagra lo que comúnmente se conoce con el 111- CASADEVALL, op. cit., p. 148 y ss.; esta teoría es vista como el fruto de la actividad del TEDH “reescribiendo los derechos proclamados en el Convenio” y se manifiesta, por ejemplo, en el ámbito del derecho a la educación (Affaire linguistique belge, del 23 de julio de 1968), del derecho a un proceso equitativo (“Guincho”, del 10 de julio de 1984), del derecho a elecciones libres (“MathieuMohin y Clerfayt”, del 2 de marzo de 1987), del derecho a la libertad sindical (“Gustafsson”, del 25 de abril de 1996) y, muy particularmente, del derecho a la intimidad personal y familiar, como tendremos ocasión de ver a continuación (SAIZ ARNAIZ, op.cit.). 112- Vid. “Saleck Bardi” (párrafo 50); “K.A.B.” (párrafo 95) y “R.M.S.” (párrafo 69). 113- CASADEVALL, op. cit., p. 152 y ss. PÁG. 91 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA nombre de derecho a un juicio justo, equitativo o una nomenclatura similar. La doctrina ha remarcado la concordancia de la norma con el artículo 24 de la CE que se refiere a la tutela judicial efectiva de la persona. El precepto convencional, no obstante, ha tenido penetración también al interior de los procedimientos administrativos y aun respecto de lo que conocemos como la justicia administrativa.114 En principio, parecería pues que las actuaciones que autoridades públicas llevan a cabo con incidencia en la vida privada o familiar quedarían comprendidas o sujetas a esa exigencia y aun a las del artículo 13 que versa sobre la efectividad de los recursos de tutela en el plano interno. El TEDH ha elaborado, no obstante, una aplicación específica al ámbito del artículo 8 que conlleva a que el análisis de los casos se lleve a cabo bajo el exclusivo ángulo de este último. Será esta la vara típica de procedimiento que se empleará al momento de juzgar cómo ha sido el desarrollo de las vías administrativas y judiciales que se debieron transitar antes, durante y después de las decisiones cuestionadas en las respectivas demandas ante la instancia internacional. Todas ellas, recuerda el Tribunal, deben ser equitativas y respetar debidamente los intereses protegidos por esta disposición. El desconocimiento de estas reglas se determina en función de las circunstancias de cada caso, de la gravedad de las medidas que se tomaron, y del papel suficiente que los interesados (padres u otros familiares involucrados) pudieron jugar en el curso de las distintas instancias, consideradas globalmente, para concederles la protección requerida por sus intereses.115 114- RODRÍGUEZ PONTÓN, Francisco José, La articulación de las garantías administrativas y jurisdiccionales en el sistema del CEDH, passim, Editorial Civitas, s/d, 2005. 115- Asunto “Saleck Bardi” (párrafos 30 y 31, con cita especialmente de los precedentes “Mc Michael v. Reino Pese a la decisión que se adopta en cada asunto en concreto,116 ya que la garantía en cuestión no implica una resolución favorable al planteo de la parte, sino el respeto pleno al debido proceso, es bueno reparar en la densidad del control que lleva a cabo la Corte Europea. Sin sustituirse a las autoridades competentes en sede interna,117 verifica por ejemplo que las decisiones (administrativas o judiciales) estén debidamente motivadas y sustentadas en los hechos relevantes y en prueba idónea y actualizada; la imparcialidad de quienes adoptan las resoluciones; la posibilidad de ser oído, exponer los argumentos de la propia posición y ofrecer y producir pruebas; interponer recursos contra decisiones adversas; contar con el debido asesoramiento letrado,118 etc. Unido” [1995]; “Moretti y Benedetti v. Italia”[2010] y “Dolhamre v. Suecia” [2010]);”K.A.B.” (párrafos 62 y 63) y “R.M.S.” (párrafo 78). En este último, como advertimos, el TEDH entra directamente en el análisis sin hacer un encuadre similar al que realizó en los otros, sin dudas porque la demanda no contiene una queja puntual de violación del artículo 6 ni del 13 del CEDH. De todos modos, parece que la vertiente procedimental juega en igual medida ya que es parte consustancial del respeto debido a la vida familiar. 116- En términos generales se puede decir que las mayores falencias se detectaron en el marco de los procedimientos administrativos internos más que en el trámite de los procesos judiciales. Dejamos de lado, por supuesto, las intervenciones del TC que inadmitieron los recursos de amparo que en su oportunidad dedujeron los respectivos demandantes por carecer sus quejas de “relevancia constitucional”. 117- Prevención que tiene siempre el cuidado de adoptar ya que, según explica, son ellas las que se encuentran mejor situadas para proceder a la evaluación de las medidas que deben adoptarse. Hay que tomar en cuenta, además, el delicado equilibrio que estos casos suponen menester alcanzar. Al respecto el TEDH señala que generalmente el juez se encuentra en presencia de intereses a menudo difícilmente conciliables, a saber, los del niño, los de sus progenitores y los de la familia de acogida o adopción. “En la búsqueda del equilibrio entre estos diferentes intereses, el interés superior del niño debe tener una consideración primordial” (vid. “Saleck Bardi”, párrafo 55; en igual sentido en los restantes). 118- “Saleck Bardi” (párrafo 56); “K.A.B.” (párrafo 102). PÁG. 92 / DICIEMBRE 2013 artículos B. En el plano material o sustantivo las obligaciones positivas del artículo 8 se desgajan en una serie de medidas cuya finalidad es posibilitar en concreto el goce o ejercicio del derecho. Cada uno de los contenidos involucrados en este precepto puede dar lugar a diferentes acciones, algunas clasificables simplemente de medios y otras como deberes de resultado. En particular sobre el tema que tratamos, creemos que es posible trazar un esquema de estándares básicos que convendría que las autoridades locales (especialmente las administrativas pero válidos igualmente para los tribunales de justicia encargados de controlar la legalidad de esas medidas) asumieran debidamente ya que las tres condenas reprochan por igual el incumplimiento de la “obligación de celeridad… particularmente exigible para este tipo de asuntos”. El llamado de atención o alerta es bien simple: pese a cualquier margen de apreciación que quisieran arrogarse los gobiernos demandados e incluso concedérseles por el TEDH, no desplegar esfuerzos adecuados y suficientes para lograr una reunificación familiar, cuando esta es posible y deseada por los interesados, puede conllevar a la violación del derecho al respeto a la vida familiar.119 El punto de partida parece fácil de aprehender: “para un progenitor y su hijo, estar juntos Es interesante resaltar aquí que el TEDH (párrafos 110 y 111) achaca al gobierno que el demandante no fue oportunamente informado sobre la posibilidad de requerir el beneficio de justicia gratuita, descartándose que fuese imputable ese desconocimiento al padre del menor “dada su situación precaria” y aun cuando, eventualmente, lo contara con asistencia de un abogado (aspecto este último no del todo clarificado). En “R.M.S.” pese a considerar que no percibía “ninguna infracción imputable a las autoridades internas” (párrafo 78) el principal defecto que se observa es en materia de motivación y pruebas actualizadas que justificaran la decisión (vid. párrafos 83, 86, 87, 89, 90). 119- “Saleck Bardi” (párrafos 65 in fine y 66); “K.A.B.” (párrafos 115 in fine y 116); “R.M.S.”(párrafo 93). representa un elemento fundamental de la vida familiar”.120 Ya hemos visto que esto podría no implicar la cohabitación pero sí cuanto menos un contacto fluido y regular que tenga suficiente continuidad como para crear vínculos entre ellos.121 La obligación estatal primaria es de respeto de ese deseo que se despliega en una vertiente negativa de no interferencia (en el sentido de ruptura; salvo las limitaciones resultantes del párrafo 2 del artículo 8 apreciados en sus estrictos términos). Pero también de promoción, entendido esto como el despliegue de acciones para que efectivamente se pueda sostener o llevar adelante esa vida familiar según cánones que podrían considerarse usuales para la comunidad en que esos vínculos se desenvuelven o habrán de hacerlo.122 A esta constatación elemental se le suman otras. Por ejemplo, identificar como una injerencia las medidas de separación dispuestas por autoridades administrativas o judiciales a las cuales, así sea implícitamente, se les aplicará el test de compatibilidad con el CEDH que es usual respecto de los llamados derechos limitables123 como es el caso del artículo 8. 120- “Saleck Bardi” (párrafo 49); K.A.B. (párrafo 94); R.M.S. (párrafo 68). 121- También el Tribunal ha encuadrado esta intención de contacto paterno-filial como “una parte importante de la identidad personal” e incluido, por lo tanto, dentro del ámbito de la “vida privada” (“K.A.B.”, párrafo 94). La injerencia prohibida por el Convenio podría, por tanto, incidir en uno, otro o ambos derechos protegidos. 122- Dice el TEDH que “un respeto efectivo de la vida familiar impone que las relaciones futuras entre padres e hijos se regulen con el único fundamento del conjunto de elementos pertinentes y no por el simple paso del tiempo” (“K.A.B.”, párrafo 96). 123- De acuerdo con la decisión del TEDH en el caso “Dudgeon v. Reino Unido” (sentencia del 24 de febrero de 1983; Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op. cit., p. 107 y ss.) una intromisión en el ejercicio PÁG. 93 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Adicionalmente se agregan criterios específicos. De una parte, que la desintegración de la familia constituye una medida muy grave. Por ello su adopción debe responder a razones de “bastante peso y solidez” (aspecto que nos remite a las obligaciones procedimentales ya referidas, especialmente en punto a la motivación y su correlato con el material fáctico y probatorio del caso)124 y, además “reposar en consideraciones inspiradas en el interés del niño”. También ha reparado en la duración de la medida y señalado que la decisión de hacerse cargo de un niño debe ser considerada, como regla, “como una medida provisional que se suspenderá en cuanto las circunstancias lo aconsejen”. Se encuentra en juego, en este punto, la ruptura del contacto con sus padres, circunstancia que, sobre todo si se trata de un niño de muy corta edad, puede conducir a una alteración creciente de su relación con aquellos. En este marco el Convenio o anterior impone la obligación de adoptar medidas con el fin de este derecho será compatible con el medida en que se configuren los límites párrafo 2 del artículo 8 (párrafos 43, 44, 53). Sobre la base de esos principios el establecer la relevancia y suficiencia de llevan a justificar la injerencia. Convenio en la a que refiere el 49, 50, 51, 52 y Tribunal puede las razones que 124- En “Malone v. Reino Unido” (sentencia del 2 de agosto de 1984; Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit. pp. 114/117) la Corte se explaya sobre el requisito “previsto en la ley” del apartado 2 del párrafo 8N, en el que interesa subrayar su apreciación en torno a la necesidad de que la norma autorizante o concedente de una facultad discrecional fije con precisión el alcance de tal potestad, aun cuando “no sea necesario incorporar en ésta el detalle de las normas y procedimientos que hayan de tenerse en cuenta”. Y si bien el grado de precisión exigible dependerá de la materia de que se trate “la ‘ley’ pugnaría con la supremacía del derecho convencional si la facultad discrecional concedida a la Administración no tuviera límites. Por tanto, la ley debe determinar el alcance y las modalidades del ejercicio de dicha facultad con suficiente claridad —teniendo en cuenta la legítima finalidad que se persigue— para facilitar al individuo la adecuada protección contra la arbitrariedad” (párrafo 68). de facilitar el reagrupamiento familiar. No se trata de un mero deber estatal sino que tiene como correlato el derecho del progenitor, corolario también de aquél que implica el “estar juntos”, a que dichas acciones se lleven efectivamente a cabo con el propósito de reunirlo con su hijo, lo que comporta una posibilidad de exigencia individual.125 A la luz del objetivo propio y secular del CEDH el Tribunal de Estrasburgo ha precisado que la adecuación o pertinencia de las medidas han de juzgarse de acuerdo con la rapidez de su puesta en práctica. En definitiva, no basta con que se adopten medidas ni siquiera que sean adecuadas si no lo son, además y sobre todo, tomadas en tiempo oportuno y, como dijimos, desde el momento mismo en que se lleva a cabo el acto de separación del niño de su hogar familiar. El paso del tiempo, ha dicho con insistencia en los tres casos que se analizan, puede tener por efecto una profundización o un quiebre total de la ruptura de los lazos afectivos que en muchas ocasiones se hace permanente o muy difícilmente reversible o recuperable (en general y por contraste, debido a la integración del niño en el seno de la familia de acogida o adopción que lo tiene bajo su cuidado y con los cuales sí puede construir sus afectos). De allí la necesidad de los Estados de “dotarse con un arsenal jurídico adecuado y suficiente para garantizar el respeto de las obligaciones positivas que le incumben con arreglo al artículo 8 del Convenio”, incluidas medidas de coerción, de uso restrictivo y limitado si se quiere, pero que no deben ser excluidas “en caso de comportamiento manifiestamente ilegal de la persona con la que vive el niño” aunque siempre ponderando el justo equilibrio entre todos 125- Aun cuando no suponga un poder o autorización para reclamar medidas que puedan ser consideradas perjudiciales para la salud o el desarrollo del niño (asunto “K.A.B.”, párrafo 100 in fine). PÁG. 94 / DICIEMBRE 2013 artículos los intereses en conflicto (padres y cuidadores en la hipótesis).126 El elenco no se agota allí, por supuesto. El caso “R.M.S.” es un ejemplo patente de cómo la efectividad de las acciones estatales en pos de la niñez en riesgo debe dirigirse en una dirección diferente: la integración social de las familias en condición de vulnerabilidad por razones de pobreza. El propio Tribunal de Estrasburgo lo rescata como el primer caso que debe resolver en donde la separación de un menor de su entorno familiar (madre, hermanos y familia extensa) obedeció pura y exclusivamente “a la situación de indigencia de la madre en el momento de la toma de esta decisión”. En otros casos, recuerda la Corte, las situaciones de acogimiento se habían justificado en la constatación de circunstancias graves127 a las que se sumaban como elemento adicional “las condiciones de vida insatisfactorias” o “privaciones materiales” de las familias involucrados. Sin embargo, reitera que la pobreza “no había constituido nunca, sin embargo, el único motivo que sirviera de base a la decisión de los tribunales nacionales”. Bajo esa única justificación como motivo de alejamiento absoluto del niño del entorno familiar, la medida se aparece a los ojos de Estrasburgo como claramente desproporcionada, demasiado radical, máxime cuando, dice el Tribunal, “no se trataba más que de una carencia material padecida por la demandante que las autoridades nacionales hubieran podido compensar con ayuda de otros medios que no fueran los de la 126- Asunto “Saleck Bardi”, párrafo 59. 127- La lista no exhaustiva de motivos que evoca el TEDH, a la que ilustra con ejemplos de su frondosa jurisprudencia, incluye situaciones de violencia o de maltrato físico o psíquico, abusos sexuales, déficits afectivos, estados de salud inquietantes del niño, desequilibrio psíquico o incapacidad afectiva, educativa y pedagógica de los padres, etc. separación total de la familia, medida última que no se puede aplicar más que en los casos más graves”. El papel de las autoridades de protección social es otro, según el TEDH: consiste en “ayudar a las personas en dificultades que no tengan los conocimientos necesarios del sistema, de guiarlas en sus trámites, y de aconsejarlas, entre otras cosas, sobre los distintos tipos de prestaciones sociales disponibles, sobre las posibilidades de obtener una vivienda social o sobre medios para remontar sus dificultades”.128 Los medios, como se ve, no son indistintos ni intercambiables. Ante un supuesto como el que se ilustra con el asunto “R.M.S.”, no atender aquella función central sumado al transcurso del tiempo, en lugar de encauzar la acción por el sendero que conduce a la reunificación de un niño con su familia de origen, provocó el resultado opuesto: la integración del menor en la familia de acogimiento con efectos irreversibles para la relación afectiva y consecuentemente “la imposibilidad de cualquier reagrupamiento familiar entre la demandante y su hija”.129 Sección 4ª: La tutela de la familia en la Carta Social Europea 8. No querríamos cerrar nuestro análisis sobre el sistema europeo sin hacer una breve mención a la tutela que recibe la familia desde el plano de la Carta Social, principal instrumento 128- “R.M.S.”, párrafos 84, 85 y 86. Tal como había pretendido inicialmente la familia (párrafo 8). A esa omisión se agrega como agravante, para completar un círculo de actuación contraria al Convenio, que se le obligó “a probar que era una buena madre para su hija y que, cuando [presentó] los elementos de los que disponía para intentar demostrarlo, las jurisdicciones competentes [estimaron], sin ningún argumento que lo sustentara, que estos elementos no eran suficientes para contrarrestar la opinión de la Administración, confirmada entretanto judicialmente” (párrafo 89 in fine). 129- Idem, párrafos 91 y 92. PÁG. 95 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA en materia de derechos sociales en este ámbito y supuestamente espejo del CEDH aunque en muchos aspectos, según se dice, no ha superado la imagen de “hermana pobre” de aquél. Sin perjuicio de la expansión que han tenido distintas disposiciones del Convenio producto de una interpretación evolutiva del tratado y de otras técnicas aplicadas por el Tribunal y la antigua Comisión, lo cierto es que en su redacción inicial solo se incluyeron derechos civiles y políticos ya que, como consecuencia directa de las tendencias de la época, se desgajó cualquier referencia los derechos sociales.130 Pese a todo ha hecho aportes sustantivos respecto de derechos que podríamos considerar claves en el mundo actual, tales como el medio ambiente131 y el domicilio familiar.132 La “Europa Social” se construyó, lenta y trabajosamente, a partir de la Carta de Turín de 1961 bajo un ambiente de compromisos mínimos con tal de lograr el consenso necesario para su aprobación. Las circunstancias que condicionaron su elaboración se advierten en su particular régimen de ratificación y en 130- Dejamos a salvo los primeros acercamientos entre ambas categorías de derechos en casos testigos como por ejemplo “Airey v. Irlanda” (del 9 de octubre de 1979) y aun antes el asunto En torno a ciertos aspectos del régimen lingüístico de la enseñanza en Bélgica, del 23 de julio de 1968 (Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, op.cit., pp. 173-174). 131- Por ejemplo, respecto de España, la saga iniciada a partir del asunto “López Ostra” del 9 de diciembre de 1994; la profesora María José Corchete Martín facilitó para ilustrar esta cuestión su trabajo Algunas reflexiones acerca de la lectura ecológica de los derechos fundamentales, incluido en el volumen colectivo La protección de los derechos en Latinoamérica desde una perspectiva comparada. Los casos de Brasil, Bolivia y Chile, Ratio Legis, 2013. 132- Vid. PADRAICKENNA, “El derecho a la vivienda en Europa: deberes positivos y derechos exigibles (según la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos)”, Revista de Derecho Político, Nº 74, enero-abril 2009, pp. 479 y ss. la ausencia de un mecanismo de protección sino idéntico siquiera al menos parecido al del Convenio de Roma. E incluso, el único procedimiento que se previó originariamente a tal efecto (el régimen de informes periódicos) fue desde su génesis minado en su potencial aptitud para censurar a los Estados los incumplimientos que se advirtieran sobre su compromiso de respetar y garantizar esos derechos. Aún hoy, el régimen de reclamaciones colectivas (incorporado como artículo D de la CSE revisada de 1996) en cuya decisión interviene el Comité Europeo de Derechos Sociales con una instancia trascendente del Comité de Ministros, no ha sido aceptado por todos los países miembros del Consejo de Europa, entre ellos España que ni siquiera ha ratificado la Carta revisada de 1996.133 Más allá de todo, también desde este sector se reconocen importantes derechos a la familia así como se imponen mandatos tutelares a las autoridades públicas que guardan una estrecha armonía por no decir que, en su faz dinámica de concreta aplicación, parecen tener un alcance y contenido idénticos. La Carta Social Europea (tanto en su versión original y en la revisada de 1996) reconoce a la familia como la “célula fundamental de la sociedad” y, por ello, tiene “derecho a una protección social, jurídica y económica adecuada para asegurar su pleno desenvolvimiento” (parte I, número 16). 133Conf. los trabajos de RODRÍGUEZ-PIÑERO, Miguel “Antecedentes, génesis y significado de la Carta Social Europea”, Revista de Política Social, Nº 53, eneromarzo 1962; “La Carta Social Europea y su puesta en práctica”, Revista de Instituciones Europeas, Nº 5, enero-abril 1978 y “La Carta Social Europea y la problemática de su aplicación”, Revista de Política Social, Nº 118, abril-junio 1978; BELORGEY, Jean-Michel, “La Carta Social Europea del Consejo de Europa y su órgano de control: el Comité Europeo de Derechos Sociales”, Revista de Derecho Político, Nº 70, 2007, pp. 349-377. PÁG. 96 / DICIEMBRE 2013 artículos La segunda parte desglosa en una serie de imposiciones el contenido de este derecho con la finalidad de realizar “las condiciones de vida indispensable para el pleno florecimiento de la familia”. Así, los Estados se comprometen “a promover la protección económica y social de la vida familiar, especialmente por medio de prestaciones sociales y familiares, medidas fiscales, estímulos a la construcción de viviendas adaptadas a las necesidades de las familias, ayuda a los nuevos hogares, o toda otra medida adecuada”. La CSE (revisada) de 1996 replica los preceptos que se acaban de citar en términos sustancialmente idénticos (parte I, 16; parte II, artículo 16). Asimismo se incorporan dos nuevos derechos que, por lo que hemos visto a lo largo de estas páginas, adquieren un particular interés: el “derecho a protección contra la pobreza y la exclusión social”134 y el “derecho a la vivienda”135 (artículos 30 y 31 de la II parte; ídem, I parte). 8.1. El Comité Europeo de Derechos Socia136 les también interpreta que la Carta remite a las definiciones de “familia” que se emplean 134- La Carta dispone que para garantizar el ejercicio efectivo de este derecho “las Partes se comprometen: a) a adoptar medidas en el marco de un planteamiento global y coordinado para promover el acceso efectivo, en particular al empleo, a la vivienda, a la formación, a la enseñanza, a la cultura, y a la asistencia social y médica, de las personas que se encuentren o que corran el riesgo de encontrarse en una situación de exclusión social o de pobreza, así como de sus familias; b) a revisar estas medidas con vistas a su adaptación, si resulta necesario”. 135- En lo que concierne a este derecho, el compromiso estatal se orienta a “adoptar medidas destinadas: 1. a favorecer el acceso a la vivienda de un nivel suficiente; 2. a prevenir y paliar la situación de carencia de hogar con vistas a eliminar progresivamente dicha situación; 3. a hacer asequible el precio de las viviendas a las personas que no dispongan de recursos suficientes”. 136- Hemos consultado al respecto el Digest of the case-law of the European Committee of Social Rights, elaborado por el Consejo de Europa, año 2008, pp. 115 a 118; disponible en línea:http://www.coe.int/t/dghl/monitoring/socialcharter/ digest/DigestSept2008_en.pdf en cada legislación nacional ya que el término “puede significar diferentes cosas en diferentes lugares y en diferentes momentos”. En consonancia con la jurisprudencia del TEDH considera que el alcance del artículo 16 no se limita a la familia fundada en el matrimonio. También deja al Estado un cierto margen de apreciación en punto a los medios que puede elegir para asegurar la protección social, jurídica y económica de los distintos tipos de familias que se pueden encontrar entre la población sujeta a su jurisdicción. Las prestaciones, en todo caso, deben ser “apropiadas” y “suficientes” para el cumplimiento del propósito convencional, poniendo especial énfasis en la garantía de protección de las “familias vulnerables”, aunque siempre actuando de conformidad con el “principio de igualdad de tratamiento”. Más allá de la lectura optimista sobre el devenir de este sistema que realiza un sector de la doctrina,137 hablando de “diálogos” entre las distintas instancias de protección internacional de Derechos Humanos con sede en el Consejo de Europa, los acercamientos entre el Comité y el Tribunal, aun dentro del mismo marco organizacional, no han sido más que tenues hasta el momento y plantean serios desafíos en su horizonte futuro.138 137- Conf. los trabajos de QUESADA L. Jimena, La jurisprudencia del Comité Europeo de Derechos Sociales (sistemas de reclamaciones colectivas), vol. I (1998-2005), Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 2007, en particular su estudio preliminar; “La Carta Social Europea y la Unión Europea”, Revista Europea de Derechos Fundamentales, Nº 13, primer semestre 2009, pp. 389-407; “La factibilidad de los derechos sociales en Europa: debate actual y perspectivas”, Estudios de Economía Aplicada, vol. 27-3, 2009, pp. 743-766, entre otros. 138- Ver, respectivamente, CHATTON, Gregor T., “La armonización de las prácticas jurisprudenciales del Tribunal Europeos de Derechos Humanos y del Comité Europeo de Derechos Sociales: una evolución discreta”, Revista de Derecho Político, Nº 73, septiembre-diciembre 2008, pp. 273-310 AKANDJI-KOMBE, Jean-François, La Carta Social Europea y el Convenio Europeo de Derechos Humanos: perspectivas para PÁG. 97 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA España, por su parte, no ha ratificado la CSE revisada de 1996 ni adherido al protocolo de reclamaciones colectivas del año anterior, aunque eso no lo pone a cubierto de compromisos semejantes.139 Incluso desde su mismo texto constitucional si aceptamos ––como lo hacemos–– la tesis según la cual el artículo 9.2 CE impone un mandato dirigido a los poderes públicos de realizar una “política de derechos fundamentales” la cual, dejando atrás conocidos tradicionalismos jurídicos, despliega su eficacia tanto en la organización de un sistema de prestaciones de naturaleza económica, cuanto en un abanico de medidas de facilitación del ejercicio de los derechos,140 cuestión sobre la que ahora se llama la atención a España desde el Convenio Europeo y su órgano máximo de control. Está por verse cómo habrán de recibirse en la jurisdicción doméstica condenas con la impronta de la señalada en la parte final de la la próxima década, Revista de Derecho Político, Nº 67, 2006, pp. 387-407. 139- Recordemos que sí es parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, el cual está impregnado de una fuerte influencia de la Declaración Universal: la familia debe gozar de “la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo” (artículo 10). Además, contiene derechos idénticos a los de la CSE englobados bajo el concepto omnicomprensivo de “nivel de vida adecuado” incluyendo una cláusula expresa de progresividad (la “mejora continua de las condiciones de existencia”; artículo 11.1) así como también, en línea con los deberes generales del artículo 2.1, la obligación expresa de adoptar medidas apropiadas en este campo “para asegurar la efectividad de este derecho”. Además, no olvidemos que España es parte del Protocolo Facultativo de 2008 que instaura un sistema de reclamaciones que entró en vigencia este año. 140- Se hace referencia al trabajo de Luis Antonio MartínezPujalte, Dimensión prestacional de los derechos fundamentales e inconstitucionalidad por omisión, pp. 138 y ss., en Los derechos fundamentales en el sistema constitucional. Teoría e implicancias prácticas, en coautoría con DE DOMINGO, Tomás, Editorial Comares, Granada, 2011. sección anterior141 que inciden con fuerza en la estructura del texto constitucional español, más acostumbrado a pensar los derechos de prestación como “principios rectores” despojados del blindaje protector que se depara a los “verdaderos derechos fundamentales”. Ante casos similares se han opuesto resistencias derivadas de posturas dogmáticas,142 pero pensamos que lo que en verdad se juega aquí no es una mera estructura jurídica sino el propósito genuino y principal que se tuvo en mente al aventurarse los primeros pasos del sistema de protección internacional: “el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.143 141- Se podría especular con que la tendencia es al alza y no en sentido contario. En esta línea, aunque no pudimos tener acceso directo al texto de la resolución del TEDH por no estar incorporado a su base de datos (solo es accesible una breve reseña de los hechos y las preguntas dirigidas a las partes), sí sabemos por otras medios indirectos que a principios de este año (el 31 de enero) se dictó una medida provisional por la cual se ordenó al gobierno español que paralice el derribo de una vivienda en la Cañada Real (Madrid) hasta que provea información precisa y rigurosa sobre las medidas que han tomado las autoridades locales para asegurar un alojamiento adecuado y servicios sociales al matrimonio y su hija de ocho años que viven allí. El Ayuntamiento de Madrid contaba con autorización para la entrada al domicilio dictada por un Juzgado Contencioso. El demandante había alegado ante esa instancia, y posteriormente ante el Tribunal Superior de Justicia la violación de Derechos Humanos que suponía el derribo de su hogar sin ofrecer vivienda alternativa adecuada y en un entorno como Cañada Real, en el que las autoridades han tolerado el asentamiento durante décadas (vid. www. esamnesty.org, noticia del 6 de febrero de 2013). Asunto “Mohamed Raji y otros v. España”, demanda Nº 3537/13. 142- Por ejemplo, el voto separado del magistrado Manuel Aragón Reyes en la STC 150/2011. 143- Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos; artículo 10.1 CE. PÁG. 98 / DICIEMBRE 2013 artículos Sección 5ª: La influencia del TEDH sobre la jurisdicción internacional americana 9. La parte final de este trabajo la dedicaremos a pasar una breve revista sobre la ascendencia que la doctrina jurisprudencial del Tribunal Europeo que acabamos de analizar pudiese haber proyectado de este lado del Atlántico, en concreto en la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En tanto una empresa semejante bien merecería una dedicación (en tiempo y espacio) que excede en mucho las posibilidades de este trabajo, nos concentraremos en algunos pocos ejemplos que, según creemos advertir, resultan ilustrativos de ese impacto. A fin de darle un marco adecuado al tema, no está de más empezar por recordar, siquiera también de modo sumario, algunas ideas básicas que la jurisprudencia de la Corte IDH constantemente trae al primer plano al resolver los casos que se somete a su jurisdicción. 9.1. En primer lugar, su concepción según la cual los tratados de Derechos Humanos (incluido en este gran paquete normativo aquél que le dio nacimiento y le otorga sus poderes y competencias)144 “se inspiran en valores comunes superiores (centrados en la protección del ser humano), están dotados de mecanismos específicos de supervisión, se aplican de conformidad con la noción de garantía colectiva, consagran obligaciones de carácter esencialmente objetivo, y tienen una naturaleza especial, que los diferencian de los demás tratados, los cuales reglamentan intereses recíprocos entre los Estados Partes y son aplicados por éstos, con todas las consecuencias jurídicas que de ahí derivan en los ordenamientos jurídicos internacional e 144- Convención Americana sobre Derechos Humanos (Parte II, artículos 33.b y 52 y ss.). interno”.145 Esta idea ya había sido plasmada al responder a una solicitud de opinión consultiva146 con apoyo de la “jurisprudencia convergente de otros órganos jurisdiccionales internacionales”, en concreto de la Corte Internacional de Justicia147 y la proveniente de los órganos de Estrasburgo.148 Para el Tribunal Interamerica145- Caso “Ivcher Bronstein. Competencia”, Serie C, Nº 54, sentencia del 24 de septiembre de 1999, párrafo 42, por citar una entre muchísimas otras en el mismo sentido. 146- Opinión Consultiva OC-2/82, El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículos 74 y 75), Serie A, N° 2, 24/9/82, párrafo 29. Sostuvo entonces que “...los tratados modernos sobre Derechos Humanos, en general, y, en particular, la Convención Americana, no son tratados multilaterales del tipo tradicional, concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre Derechos Humanos, los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción”. Véase igualmente el párrafo 24 de la Opinión Consultiva OC-1/82, “Otros tratados” objeto de la función consultiva de la Corte (art. 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Serie A, Nº 1, 24/9/82, expresó que “... los tratados concernientes a esta materia están orientados, más que a establecer un equilibrio de intereses entre Estados, a garantizar el goce de derechos y libertades del ser humano...”. 147- Citó al efecto la Opinión Consultiva relativa a Reservas a la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (1951), en donde ese tribunal afirmó que en este tipo de tratados los Estados Contratantes no tienen intereses propios sino solamente y por encima de todo un interés común: la consecución de los propósitos que son la razón de ser de la Convención. 148- Recordó que la Comisión en el asunto “Austria v. Italia” (1961) había sostenido que las obligaciones asumidas por los Estados Partes en la Convención Europea de Derechos Humanos “son esencialmente de carácter objetivo, diseñadas para proteger los derechos fundamentales de los seres humanos de violaciones de parte de las Altas Partes Contratantes en vez de crear derechos subjetivos y recíprocos entre las Altas Partes Contratantes”. A su vez, trajo a colación algunas sentencias del TEDH: “Irlanda v. PÁG. 99 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA no esta doctrina acerca del carácter especial de los tratados humanitarios y las consecuencias que de ellos se derivan, se aplican “aun con mayor razón a la Convención Americana”.149 9.2. La profusa jurisprudencia del Tribunal americano en torno a los artículos 1° y 2° de la CADH es también, a nuestro juicio, plenamente expresiva de este acercamiento entre ambas jurisdicciones, en la construcción de un estándar robusto y exigente en el plano de las obligaciones que han asumido en ejercicio pleno de su soberanía. En esta línea, la CIDH ha sostenido en múltiples ocasiones que el artículo primero de la Convención Americana150 pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a esos derechos que pueda ser atribuido, según las reglas del derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Reino Unido” (1978) en donde se señaló que “a diferencia de los tratados internacionales del tipo clásico, la Convención comprende más que simples compromisos recíprocos entre los Estados Partes. Crea, por encima de un conjunto de compromisos bilaterales, mutuos, obligaciones objetivas que, en los términos del Preámbulo, cuentan con una ‘garantía colectiva”; y con idéntica intención recordó que en el asunto “Soering v. Reino Unido” (1989) la Corte Europea expresó que el CEDH debía ser interpretado “en función de su carácter específico de tratado de garantía colectiva de Derechos Humanos y libertades fundamentales, y que el objeto y fin de este instrumento de protección de seres humanos exigen comprender y aplicar sus disposiciones de manera que haga efectivas y concretas aquellas exigencias”. 149- Caso “Ivcher Bronstein”, párrafo 44; OC-2/82, párrafos 29 in fine y 31. 150- Este artículo establece: “1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano”. Estado que compromete su responsabilidad.151 También ha dicho que la CADH “es un tratado multilateral mediante el cual los Estados Partes se obligan a garantizar y hacer efectivos los derechos y libertades previstos en ella”;152 afirmación que ya había realizado, por cierto, al ejercer su competencia consultiva: “la Convención no puede ser vista sino como lo que ella es en realidad: un instrumento o marco jurídico multilateral que capacita a los Estados para comprometerse, unilateralmente, a no violar los Derechos Humanos de los individuos bajo su jurisdicción”.153 Este deber alcanza la totalidad de los derechos contemplados por la Convención Americana y se aplica erga omnes, vale decir, no solo frente a las autoridades públicas sino también en relación con actuaciones de terceros particulares.154 Este compromiso también implica para los Estados Miembros de la Convención Americana un deber de adecuación de su derecho interno. Sobre esta obligación, que tiene sustento expreso en el artículo segundo del Pacto155, la Corte IDH ha dicho en incontables oportunidades que implica la adopción de medidas en dos ver151- Por todos, caso “Velásquez Rodríguez”, Serie C, N° 4, sentencia del 29 de julio de 1988, párrafo 164. 152- Caso “Garrido y Baigorria”. Reparaciones, Serie C, N° 39, sentencia del 27 de agosto de 1998, párráfo 71. 153- OC-2/82, párrafo 33. 154- OC-17/02, Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, 28/08/02, Serie A, N° 17, párr. 87 y OC-18/03, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados, 17/09/03, Serie A, N° 18, párr. 109. 155- “Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1° no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”. PÁG. 100 / DICIEMBRE 2013 artículos tientes. Por una parte, la supresión de las normas vigentes y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención, con su corolario obvio de estarles vedado dictar o promover ulteriores medidas que violen los derechos y libertades reconocidos. Por la otra, la sanción de normas y el desarrollo de prácticas que sean conducentes a la observancia efectiva de dichas garantías.156 Claro que estos deberes de garantía no se agotan con la mera “existencia de un orden normativo”157 sino que cabe ponderar por sobre todo el effet utile de ese régimen (normas y prácticas) a implementar, cuestión de fundamental importancia para la jurisdicción interamericana. Efectividad, para este Tribunal significa que el Estado ha de adoptar todas las medidas para que lo establecido en la Convención sea realmente cumplido y puesto en práctica en su orden jurídico interno, adaptándose la actuación estatal a la normativa de protección de la Convención,158 lo cual también supone “remover los obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce”.159 9.3. Al igual que lo que se resaltó respecto de los asuntos “Saleck Bardi”, “K.A.B.”y “R.M.S.” (supra, sección 3ª, esp. 7.1) forma parte del acervo de jurisprudencia de la Corte IDH la tutela reforzada de quienes se encuentran en una posición de desventaja. Se hace tópica en este sentido la referencia del Tribunal a la especial posición de garante del Estado frente a personas en condición de vulnerabilidad que se desprende de las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos que fueron referidos antes: “deberes especiales determinables en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición personal o por la situación específica en que se encuentre”. Desde esta atalaya y retomando una clásica línea de interpretación con profunda incidencia en materia de derechos sociales la Corte ha dicho que “no basta que los Estados se abstengan de violar los derechos, sino que es imperativa la adopción de medidas positivas”160 que, en definitiva, tiendan a realizar plenamente aquello que desde la doctrina se ha dado en llamar “el derecho a vivir”.161 156- Caso “Castillo Petruzzi y otros”, Serie C, N° 52, sentencia del 30 de mayo de 1999, párrafo 205, con cita de la Opinión Consultiva OC-14/94, Responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Serie A, Nº 14, 16/12/94, párrafo 36. Resulta pertinente agregar que para la Corte IDH “una norma puede violar per se el artículo 2 de la Convención, independientemente de que haya sido aplicada en el caso concreto”, cfr. caso y párr. citado y caso “Suárez Rosero”, Serie C, Nº 35, sentencia del 12 de noviembre de 1997, párrafo 98. Tal sería el caso de lo que este Tribunal denomina “leyes de directa aplicación” (OC-14/94, párrafo 43). y Tobago”, sentencia del 21 de junio de 2002, Serie C, N° 94, párrafo 151. 157- Caso “Velásquez Rodríguez”, párrafo 167. 158- Casos “Garrido” y “Baigorria”, párrafos 69 y 70; Cantos, sentencia del 28 de noviembre de 2002, Serie C, N° 97, párrafo 59; etc. 159- Caso “Hilaire, Constantine y Benjamín y otros vs. Trinidad 160- Un caso emblemático en este sentido es “Ximenes Lopes vs. Brasil”, sentencia del 4 de julio de 2006, Serie C, Nº 149, en especial párrafos 83, 88 y 103 y sus citas de otros pronunciamientos de la Corte. 161- Según enseña H. Gros Espiell se constata en términos jurídicos una evolución al pasar conceptualmente de una acepción restringida del derecho a la vida como sinónimo de afirmación de su inviolabilidad, a una idea amplia que le da no solo el carácter de presupuesto jurídico de todos los demás derechos, sino que le atribuye como contenido necesario el de integrarse con otros para que el ser humano que vive pueda tener acceso a todos los bienes y servicios necesarios para que su existencia se desarrolle material, moral, espiritual y psíquicamente de manera acorde con la dignidad del hombre. El derecho a vivir se refiere, justamente, a ese derecho síntesis que con un efecto inclusivo recoge todos los derechos económicos, sociales y culturales que PÁG. 101 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Según esta postura no es suficiente que el Estado se abstenga de interferir indebidamente en las relaciones privadas o familiares, sino también que, según las circunstancias, adopte providencias positivas, entre otras de carácter económico, social y cultural, para asegurar el ejercicio y disfrute pleno de los derechos.162 Para la Corte Interamericana el derecho a la vida — cuyo goce es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás Derechos Humanos y, de no ser respetado, todos los demás derechos carecerían de sentido— comprende “no solo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no se le impida el acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna”.163 Cabe recordar que en ocasión de fallar el caso de “Villagrán Morales” había ya sentado los cimientos de esta doctrina y en ese contexto sostenido que no eran admisibles enfoques restrictivos del derecho a la vida en razón de su carácter fundamental. El voto concurrente en dicho caso amplió esta noción y señaló que el deber del Estado de tomar medidas positivas se acentuaba en relación con la protección a personas vulnerables habida cuenta que “el proyecto de vida es consustancial del derecho a la existencia y requiere para su desarrollo de condiciones procuran la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano. En la actualidad, prosigue este autor, no es posible afirmar que el derecho a la vida se realiza plenamente desde un punto de vista estrictamente biológico, sin considerar el cómo vive esa persona en la sociedad en virtud de la indivisibilidad e interdependencia de todos los Derechos Humanos (“El derecho a vivir y el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado”, en Derechos Humanos y vida internacional, UNAM, 1995). 162- Opinión Consultiva OC-17/02, párrafos 80, 88, 91, etc. 163- Caso Los Niños de la Calle (“Villagrán Morales y otros”), Serie C, N° 63, sentencia del 19 de noviembre de 1999, párr. 144; y entre los pilares básicos para garantizar el disfrute de una vida digna se encuentran la educación y el cuidado de la salud (Opinión Consultiva OC-17/02, cit., párr. 86). de vida digna, de seguridad e integridad de la persona humana”. En un caso reciente en donde retoma estas consideraciones la Corte Interamericana señaló que esta obligación positiva surge cuando las autoridades públicas “sabían o debían saber de la existencia de una situación de riesgo real e inmediato para la vida de un individuo o grupo de individuos determinados, y no tomaron las medidas necesarias dentro del ámbito de sus atribuciones que, juzgadas razonablemente, podían esperarse para prevenir o evitar esos riesgos”. Y desde esta perspectiva reputó contrario a la Convención Americana un comportamiento gubernamental sustentado básicamente en medidas asistenciales “temporales y transitorias” que no resultaron suficientes “para superar las condiciones de especial vulnerabilidad” que habían sido comprobadas por los propios agentes estatales.164 9.4. Entrando ya al campo concreto de los tópicos que han sido estudiados en este trabajo, nos interesa destacar en especial algunas líneas 164- Caso “Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay”, Serie C, Nº 214, sentencia del 24 de agosto de 2010, ver especialmente los párrafos 186, 187, 188, 192, 208, 214 y 217. Si bien, como hemos podido advertir a través de nuestra investigación, el case-law sobre prestaciones sociales deja mucho que desear en punto a la imposición de un estándar robusto de tutela en el sentido que le damos en el texto. Al menos así se representa a partir de las menciones que al respecto contiene la sentencia pronunciada por el TEDH en el asunto “Muñoz Díaz”. En esta línea de pensamiento, según refiere, el Protocolo Nº 1 del CEDH no garantiza un derecho a ser incluido como beneficiario ni tampoco a percibir beneficios sociales. El margen de libertad para los Estados es muy amplio ya que no se los somete a “ninguna restricción” sea para “decidir instaurar o no un régimen de protección social o de elegir el tipo o el nivel de las prestaciones susceptibles de ser acordadas a título de este régimen o similar”. Se deja a salvo, cuando el Estado decide crearlo, la debida compatibilidad con el artículo 14 del CEDH así como también el “interés patrimonial” que ese tipo de legislación puede engendrar para quien cumpla los requisitos (párrafos 43, 44 y 45). La idea que maneja la Corte IDH está sin dudas más alineada con las prescripciones de la Carta Social Europea a las que ya se hizo referencia. PÁG. 102 / DICIEMBRE 2013 artículos jurisprudenciales que responden a esa influencia. En este sentido, por ejemplo, la concepción de la CADH como un instrumento vivo y en permanente evolución “cuya interpretación tiene que acompañar la evolución de los tiempos y las condiciones de vida actuales” es otro de los aportes del sistema europeo que hemos adoptado aquí en pos de garantizar que los derechos reconocidos tengan aplicación real y efectiva y no un mero alcance teórico e ilusorio. El caso “Atala Riffo y niñas vs. Chile”165 sobre el que nos vamos a detener en particular es un ejemplo de la vigencia de esta tesis en los estrados del Tribunal Americano, con expresa mención a Estrasburgo aunque con citas en menor proporción ya que la remisión principal se efectúa hacia la jurisprudencia propia166 en la medida en que ya se encuentra consolidado este criterio de exégesis de la Convención167 (párrafo 83). 165- Sentencia del 24 de febrero de 2012, Serie C, N° 239. 166- Se mencionan a tal efecto la Opinión Consultiva OC16/99, El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal, 1/10/99 (en esp. párr. 114) y el caso de la “Masacre de Mapiripán vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas”, sentencia del 15 de septiembre de 2005, Serie C, N° 134 (en especial párr. 106). Del lado del TEDH la cita es la sentencia dictada en el asunto “Tyrer v. Reino Unido” (del 25 de abril de 1978, párr. 31). 167- Tal interpretación evolutiva es consecuente, dice la Corte IDH, con las reglas generales de interpretación consagradas en el artículo 29 de la Convención Americana y con las establecidas por la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados. En especial a la luz del criterio pro homine debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación extensiva cuando se trata de reconocer derechos e, inversamente, a la norma o a la interpretación más restringida cuando se trata de establecer restricciones permanentes al ejercicio de los derechos. De manera coincidente, la doctrina ha identificado la interpretación teleológica de los instrumentos de Derechos Humanos (con sustento en las disposiciones de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, art. 31) que asume como prioritaria la consideración del objeto y fin de las normas vigentes en esta materia. Este criterio conduce a adoptar la interpretación que mejor se adecue a los requerimientos de Este asunto resulta trascedente por la evidente similitud con muchos de los casos reseñados en este trabajo en torno a la protección de la familia y de la vida familiar, con especial referencia a las parejas del mismo sexo, permanentemente atravesada por la denuncia de discriminación; las referencias continuas que la Corte de San José hace al case-law de Estrasburgo confirman esta apreciación. Y el enfoque dinámico del Pacto va a tener una importancia decisiva para resolver el caso ya que se utilizará para refutar ideas, posturas y alegaciones fuertemente ancladas en prejuicios y concepciones “tradicionales” acerca de la sexualidad, los roles paternos y la “normalidad” de las relaciones familiares. Desde la perspectiva de las relaciones entre distintos sistemas de protección internacional de Derechos Humanos, la red latinoamericana es, creemos, mucho más amplia que la que ciñe las relaciones en el espacio europeo. Desde sus orígenes la Corte IDH ha hecho esencialmente trasladables, en un recíproco juego, las interpretaciones provenientes del ámbito universal al americano.168 Según sostiene este tribunal, los instrumentos de Derechos Humanos no pueden sustraerse al orden jurídico total del cual forman parte, pues otras normas del derecho internacional público pueden ser consideradas y atendidas como elementos de interpretación puntual de las disposiciones que está llamado a aplicar.169 De allí que una protección de los derechos fundamentales de las personas, puesto que los instrumentos jurídicos que los reconocen de modo principal se dirigen a tutelar al ser humano y no a los intereses de los Estados Partes (PINTO, Mónica, Temas de Derechos Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2009, en especial pp. 80 a 85). 168- Ver en particular OC-1/82, cit., párr. 40, 41, 43 y 47. 169- Caso “Bámaca Velásquez”, Serie C, Nº 70, sentencia del 25 de noviembre de 2000, párrafos 208 y 209. PÁG. 103 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA herramienta importante para la interpretación que se emplea profusamente en este caso sea la opinión expresada por los distintos órganos del sistema de Naciones Unidas, los comités creados en virtud de tratados generales o sectoriales con competencias de interpretación y control de las obligaciones asumidas por los Estados e incluso de los informes elaborados por expertos independientes con mandatos de actuación en temáticas concretas.170 En el caso podemos ver cómo ese cúmulo de argumentos confluye para fijar una interpretación de la locución “cualquier otra condición social” con la que culmina el listado del artículo 1.1 de la CADH. Es interesante la construcción que lleva a cabo la Corte, máxime ante el argumento gubernamental que apelaba a la imposibilidad jurídica del tribunal de ampliar el sentido de la norma mediante su exégesis evolutiva y menos aún ante la inexistencia de un consenso general entre los Estados para incluir la orientación sexual como un criterio de discriminación prohibido.171 La importancia que el caso tiene para el continente explica a nuestro entender la vasta cantidad de fuentes172 a las que apela la 170- Se remarca especialmente porque la postura contrasta notoriamente con la del TJUE en el asunto “Grant” que no reconoció al Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas como un interlocutor válido para el diálogo (BUSTOS GISBERT, R., XV Proposiciones generales para una teoría de los diálogos judiciales, op. cit., en especial p. 30 y ss.). Sin embargo, nos parece que bajo un contexto de pluralismo constitucional como el que se le presenta a la Corte IDH (según su propia intención, como vimos más arriba) su labor interpretativa tiende a buscar una unidad de sentido de los textos jurídicos en juego y en esa delicada labor el Tribunal respeta la finalidad de buscar la “homogeneidad sustancial de fondo” entre todos ellos (conf. BUSTOS GISBERT, Diálogos jurisdiccionales en escenarios de pluralismo constitucional: la protección supranacional de los derechos en Europa op.cit. p.757). 171- Caso “Atala Riffo”, párrafos 74 y 75. 172- Prácticamente no queda espectro alguno por cubrir: se incluyen en esa lista de una parte las obligaciones generales Corte para justificar “que la orientación sexual y la identidad de género de las personas son categorías protegidas por la Convención” y, en consecuencia, que está proscrita “cualquier norma, acto o práctica discriminatoria basada en la orientación sexual de la persona” (párrafo 91). Con esa base de apoyo descarta de plano el planteo gubernamental referido más arriba ya que, en su opinión, “la presunta falta de un consenso al interior de algunos países sobre el respeto pleno por los derechos de las minorías sexuales no puede ser considerado como un argumento válido para negarles o restringirles sus Derechos Humanos o para perpetuar y reproducir la discriminación histórica y estructural que estas minorías han sufrido” (párrafo 92). 9.5. En otros aspectos también se aprecian fuertes coincidencias con la jurisprudencia europea. Entre las más significativas de cara a nuestro objeto de estudio se encuentra una noción amplia de “vida familiar”. Conviene recordar que en el Pacto de San José el “paquete básico” de tutela de este “elemento natural y fundamental de la sociedad” se descompone en dos normas que resultan complementarias: el artículo 11 (en especial su apartado 2) y el 17 (primer apartado). Según la Corte IDH en el Pacto “no se encuentra determinado un concepto cerrado de familia” ni el concepto de “vida familiar” se de respeto y garantía del artículo 1.1 (del cual se afirma que no incluye un listado taxativo sino que deja abierta la posibilidad de incluir otras categorías) y los criterios de interpretación del artículo 29 CADH y de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, en ambos casos en punto a la interpretación más favorable al ser humano (párrafos 84 y 85). Pero también la argumentación de la Corte se apoya en la actividad de los órganos de la OEA (párrafo 86), en la jurisprudencia de la Corte Europea (párrafo 87; el caso es prácticamente idéntico a “Salgueiro da Silva Mouta v. Portugal”) y a las opiniones de diversos comités y órganos de Naciones Unidas (párrafos 88 a 90). PÁG. 104 / DICIEMBRE 2013 artículos reduce únicamente al matrimonio173 (párrafo 142). Por el contrario, en máxima sintonía con el case-law de Estraburgo (ver además párrafo 172), interpreta que puede “abarcar otros lazos familiares de hecho donde las partes tienen vida en común por fuera del matrimonio” (ibid.). Para este caso, a más de considerar que la relación estable de una pareja del mismo sexo queda comprendida por esta normativa de protección (párrafos 174 y 176), señala como notas que permiten reconocer la existencia y conformación de un “núcleo familiar” la convivencia, el contacto frecuente y la cercanía personal y afectiva entre la demandante, su pareja y los hijos de la primera (párrafo 177). El amparo de la Convención, añade la Corte, se relaciona con el derecho a que se proteja la familia y a vivir en ella ya que “el disfrute de la convivencia entre padres e hijos constituye un elemento fundamental de la vida de familia”. Es por eso que desde el Estado se deben “disponer y ejecutar directamente medidas de protección” que tiendan a “favorecer, de la manera más amplia, el desarrollo y fortaleza del grupo familiar” (párrafos 169 y 171). Este deber se entronca con facilidad con la tesis de las obligaciones positivas del ámbito europeo, que en este continente también vienen de la mano del artículo 4° tal como vimos en apartados anteriores. Y esto es así, precisamente, porque toda separación o ruptura de los vínculos paterno-filiales pueden significar una violación de los artículos 11 y 17 leídos en conjunto. Solo las que están debidamente justificadas son capaces de superar el escrutinio internacional.174 Para el Tribunal americano imponer 173- El artículo 17.2 de la CADH, de factura muy similar al artículo 12 del CEDH, reconoce “…el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y fundar una familia…”. 174- Hay que destacar que en el caso se llevaron a cabo al menos tres exámenes de esta naturaleza. Por una parte, desde la perspectiva antidiscriminatoria general la Corte un concepto único de familia no lo es en este caso ya que representa un ataque contra la vida privada con impacto directo en el núcleo familiar ya que tuvo por resultado la separación de sus miembros integrantes (párrafos 175 y 178). Digamos, para completar este acápite, que en todos los supuestos recién reseñados tal vez estemos ante un simple, aunque inteligente uso del derecho comparado (con “beneficio de inventario” podría decirse) por parte de la CIDH que apela a una fuente de probada auctoritas en la materia. Sin embargo, el estándar estudiado en último término representa un aspecto de interés que no hemos visto plasmado en la jurisprudencia de Estrasburgo más proclive a dispensar un trato deferente a las posiciones estatales acerca de qué y cómo debe entenderse el concepto de familia. 9.6. El punto en donde el tribunal interamericano se aleja del modelo europeo de modo notorio, expreso y bien consciente, a nuestro juicio, es con relación al margen de apreciación IDH utilizó la figura más intensa. Al respecto, sostuvo que “Tratándose de la prohibición de discriminación por orientación sexual, la eventual restricción de un derecho exige una fundamentación rigurosa y de mucho peso, invirtiéndose, además, la carga de la prueba, lo que significa que corresponde a la autoridad demostrar que su decisión no tenía un propósito ni un efecto discriminatorio”. Para el caso concreto esa tesitura devenía fundamental para evitar que las decisiones judiciales se basaran en un estereotipo “vinculado exclusivamente a la pre-concepción, no sustentada, de que los niños criados por parejas homosexuales necesariamente tendrían dificultades para definir roles de género o sexuales” (vid. párrafos 124 y 125). Respecto de la vida privada, al no ser un derecho absoluto, admite su restricción por los Estados “siempre que las injerencias no sean abusivas o arbitrarias”. El escrutinio incluye que las medidas adoptadas estén previstas en la ley, persigan un fin legítimo y cumplan con los requisitos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad (lo que equivale a sostener que deben ser necesarias en una sociedad democrática). La orientación sexual como referencia principal para adoptar una medida no supera este test según la conclusión a la que arriba la Corte dado que “es parte de la intimidad de una persona y no tiene relevancia para analizar aspectos relacionados con la buena o mala paternidad o maternidad” (párrafos 164 a 167). Al tercero se hace referencia en el texto. PÁG. 105 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA o deferencia175 para defender un “modelo tradicional” de familia, tal como con vehemencia reclamaba el Estado demandado. Recordemos, en efecto, que los tribunales internos habían hecho gala del derecho de las niñas involucradas “a vivir y desarrollarse en el seno de una familia estructurada normalmente y apreciada en el medio social, según el modelo tradicional que le es propio”, heterosexuada y matrimonial, aclaramos de nuestra parte.176 Para la Corte de San José, ya hemos visto, no hay en la Convención Americana un “concepto cerrado” de familia ni mucho menos, enfatiza, se protege solo un modelo “tradicional” de la misma. Por eso es que reputa que las expresiones utilizadas por la jurisdicción doméstica se apartan del convenio y cuanto más reflejan “una percepción limitada y estereotipada” que no tiene anclaje en el Pacto (párrafos 142 y 145).177 175- Como sabemos, en la jurisdicción americana existe un caluroso debate en torno a la pertinencia, necesidad y conveniencia de adoptar esta doctrina. Existen casos en que se ha recurrido a ella, tanto por la Comisión Interamericana como por la Corte, aunque en un volumen cuantitativamente menor, por supuesto. Uno de los máximos detractores es el ex juez A. A Cançado Trindade quien dice que sino con recelo, esta doctrina debe ser vista con suma precaución. Se han consultado al respecto los trabajos de NÚÑEZ POBLETE, M. (“Sobre la doctrina del margen de apreciación nacional. La experiencia latinoamericana confrontada y el thelos constitucional de una técnica de adjudicación del derecho internacional de los Derechos Humanos”) y de BARBOSA DELGADO, F. R. (“El margen nacional de apreciación en el derecho internacional de los Derechos Humanos. Entre el Estado de Derecho y la sociedad democrática”) ambos incluidos en el volumen colectivo El margen de apreciación en el sistema interamericano de Derechos Humanos: proyecciones regionales y nacionales, UNAM, México, 2012. Esta interpretación del artículo 17.1 de la CADH permite desgajar una serie de consecuencias que en el caso adquieren una dimensión de peso como límites o barreras a la actuación de los Estados; tanto en lo que respecta al derecho de los padres al respeto de su vida privada en el aspecto vinculado con sus elecciones sexuales178, cuanto y especialmente respecto de los derechos del niño relativos a su vida en el seno familiar, los cuales no pueden verse resentidos a la luz de “especulaciones, presunciones, estereotipos o consideraciones generalizadas sobre características personales de los padres o preferencias culturales respecto a ciertos conceptos tradicionales de la familia”.179 “que necesariamente todos y cada uno de ellos hayan de corresponder a lo que la Convención Americana, incluso interpretada evolutivamente […] entiende por familia […] o a lo que los Estados Partes que tienen disposiciones análogas entienden por tal”. Tampoco quiere decir, agrega, que todos los Estados Partes deban reconocer a todos los conceptos o modelos de familia. Con mayor apego a la doctrina europea entiende que esta “es una de las esferas en que resulta más necesario reconocer un margen de apreciación nacional…”. De allí que no considere “necesario ni prudente” efectuar una declaración sobre el artículo 17.1 de la Convención Americana “que pudiera tomarse como un pronunciamiento implícito sobre la interpretación de las distintas disposiciones de dicho artículo” (párrafos 21, 23 y 24). 176- Ver los extractos de las decisiones de esos tribunales, en los cuales se incluye la Corte Suprema de Chile, en los párrafos 41, 57, 98, 113 y 141 del fallo que comentamos. 178- Vid. sobre el punto los párrafos 139 y 140. Si la orientación sexual es un componente esencial de identidad de la persona no es razonable exigir a una persona que posponga su proyecto de vida y de familia en aras de una concepción tradicional sobre los roles parentales. En este caso, para peor, de las mujeres en tanto madres de quienes se espera socialmente que asuman como responsabilidad principal la crianza de sus hijos renunciando a un aspecto esencial de su identidad. Incluso, ni siquiera puede invocarse una eventual “discriminación social” hacia los hijos ya que, según la Corte “un posible estigma social debido a la orientación sexual de la madre o el padre no puede considerarse un ‘daño’ válido a los efectos de la determinación del interés superior del niño” (párrafo 121). 177- El voto parcialmente disidente del juez Alberto Pérez Pérez dirige su crítica fundamentalmente a este aspecto del fallo. En su opinión, de la simple constatación de la existencia en las sociedades actuales de “una pluralidad de conceptos de familia” no se deriva necesariamente 179- Párrafo 109. El interés superior del niño, agrega el Tribunal, no puede ser utilizado para amparar la discriminación en contra de la madre o el padre por la orientación sexual de cualquiera de ellos (párrafo 110) y tampoco deben sufrir las consecuencias de la discriminación PÁG. 106 / DICIEMBRE 2013 artículos La Corte Interamericana bien sabe acerca de la intolerancia social pero niega al Estado la capacidad para utilizarla “como justificación para perpetuar tratos discriminatorios”. En virtud de su compromiso de hacer “reales y efectivos” los derechos establecidos en la Convención les recuerda, por el contrario, su deber de enfrentar esas manifestaciones intolerantes y discriminatorias acerca de las opciones de vida de las personas. Los insta entonces, a la luz de los desarrollos sociales, culturales e institucionales más inclusivos que se advierten en las sociedades contemporáneas, a “ayudar al avance social, de lo contrario se corre el grave riesgo de legitimar y consolidar distintas formas de discriminación violatorias de los Derechos Humanos”.180 Se nota aquí un uso estratégico de la jurisprudencia de Estrasburgo, en particular para aprovecharse de una experiencia de casi tres décadas de haber tolerado un marcado laissez faire estatal respecto del reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales que en el momento actual no puede ser sencillamente de recibo por el patente atraso que supondría admitir la más amplia libertad para regular estos temas solamente a partir de los gustos y preferencias de los Estados Miembros, tengan o no esas posturas anclaje o reflejo en sus respectivas sociedades ya que ellas no pueden sobreponerse al principio fundamental de igualdad y no discriminación el cual, de acuerdo con la jurisprudencia constante de la Corte de Costa Rica, ha ingresado ya en el dominio del juscogens, ya que “sobre él descansa el andamiaje jurídico del orden público nacional e internacional”.181 Tal vez no estemos aquí tampoco en presencia de un diálogo (ni siquiera tenue o indirecde la cual son objeto sus padres (párrafo 151). 180- Véase los párrafos 119 y 120. 181- Lo recuerda el Tribunal en el párrafo 79 de su sentencia, con remisión a sus propios precedentes. to) entre ambos en el sentido más usual en que se emplea esta novedosa categoría dogmática. No es sencillo ni siquiera para los verdaderos estudiosos del tema ver concretada esa cross-fertilization ante las distancias (no solo físicas) que separan a ambos tribunales internacionales. Pero con seguridad nos parecen trasladables las observaciones del Profesor Bustos Gisbert respecto de la mayor intensidad, en este punto concreto, de la jurisprudencia interamericana en cuanto a los límites oponibles a la soberanía de los Estados de modo general y al legislador democrático en particular.182 Este temperamento se refuerza, sin pausa y cada vez con mayor asiduidad y particular ímpetu,183 con su tesis del control de convencionalidad la cual, más allá de un propósito propedéutico de elevados fines que se dirige sobre todo hacia los tribunales de máxima instancia para que desde esa cúspide se derrame y fluya la doctrina jurisprudencial en la labor de los jueces de inferior instancia. Porque es en dichos estrados, según creemos con firmeza a partir de nuestra experiencia profesional cotidiana, donde se pone realmente a prueba la efectividad de cualquier sistema de tutela de los derechos fundamentales del ser humano.184 182- BUSTOS GISBERT, R., ¿Un diálogo?: similitudes y diferencias entre el TEDH y la CIDH en la construcción jurisprudencial de la libertad de expresión, op.cit., apartado 4. 183- La reciente decisión de la Corte en el caso “Gelman vs. Uruguay” es una muestra elocuente del giro que se pretende realizar para profundizar esta doctrina (resolución del 20 de marzo de 2013 dictada en el procedimiento de supervisión de la sentencia de fondo y reparaciones del año 2011). 184- Recuerda en esta línea Diego García-Sayán que los tribunales domésticos juegan un papel crucial de garantes de los derechos establecidos en los tratados internacionales de Derechos Humanos, como vehículos principales para que el Estado pueda efectivamente guiarse por esos compromisos y aplicarlos en su jurisprudencia y accionar cotidianos (Una viva interacción: Corte Interamericana y tribunales internos, en La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Un cuarto de siglo: 1979-2004, p. 325 y ss., publicación de la CIDH, San José, Costa Rica, 2005). PÁG. 107 / DICIEMBRE 2013 Bibliografía consultada AKANDJI-KOMBE, Jean-François, “La Carta Social Europea y el Convenio Europeo de Derechos Humanos: perspectivas para la próxima década”, Revista de Derecho Político, Nº 67, UNED, Madrid, 2006 ALBANESE, Susana, “Indivisibilidad e interdependencia de los derechos”, en Economía, Constitución y Derechos Sociales, Bidart Campos, Germán J. (coord.), Ediar, Buenos Aires, 1997. ALMEIDA, Susana, “Jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relaciones de familia”, ponencia presentada para el curso Cuestiones de Derecho Internacional Privado de Familia, Red Europea de Formación Judicial, Universidad de Salamanca, 2010 (disponible en línea: www.academia.edu). BARBOSA DELGADO, Francisco R., “El margen nacional de apreciación en el derecho internacional de los Derechos Humanos. Entre el Estado de Derecho y la sociedad democrática”, en AAVV, El margen de apreciación en el sistema interamericano de Derechos Humanos: proyecciones regionales y nacionales, UNAM, México, 2012. BELORGEY, Jean-Michel, “La Carta Social Europea del Consejo de Europa y su órgano de control: el Comité Europeo de Derechos Sociales”, Revista de Derecho Político, Nº 70, UNED, Madrid, 2007. BERENGUER ALBALADEJO, Cristina, “El principio de igualdad y no discriminación en relación con la pensión de viudedad y el 'matrimonio gitano'”, en Derecho Privado y Constitución, Nº 24, enero-diciembre, 2010. BUSTOS GISBERT, Rafael, “¿Un diálogo?: similitudes y diferencias entre el TEDH y la CIDH en la construcción jurisprudencial de la libertad de expresión” (materiales de curso de posgrado). “Diálogos jurisdiccionales en escenarios de pluralismo constitucional: la protección supranacional de los derechos en Europa”, en AAVV, La ciencia del derecho procesal constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador del derecho, Tº IX, UNAM, Marcial Pons, México, 2008. “XV proposiciones generales para una teoría de los diálogos judiciales”, s/d Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 95, mayo-agosto, 2012. CANÇADO TRINDADE, Antônio Augusto, “La justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales en el plano internacional”, Revista Lecciones y Ensayos, vol. 69/71, 1997-1998, UBA, Buenos Aires. CASADEVALL, Josep, El Convenio Europeo de Derechos Humanos, el Tribunal de Estrasburgo y su jurisprudencia, Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 2012. CHATTON, Gregor T., “La armonización de las prácticas jurisprudenciales del Tribunal Europeos de Derechos Humanos y del Comité Europeo de Derechos Sociales: una evolución discreta”, Revista de Derecho Político Nº 73, septiembrediciembre, UNED, Madrid, 2008. CORCHETE MARTÍN, María José, “Algunas reflexiones acerca de la lectura ecológica de los derechos fundamentales”, en AAVV, La protección de los derechos en Latinoamérica desde una perspectiva comparada. Los casos de Brasil, Bolivia y Chile, Ratio Legis, s/d, 2013. DIEZ-PICAZO, Luis María, Sistema de Derechos Fundamentales, 3ra edición Editorial Civitas, Madrid, 2008. GARCÍA-SAYÁN, Diego, “Una viva interacción: Corte Interamericana y tribunales internos”, en La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Un cuarto de siglo: 1979-2004, s/d, San José, Costa Rica, 2005. GONZÁLEZ PASCUAL, Maribel, Tribunal Europeo de Derechos Humanos y tribunales ordinarios. El CEDH como parte del Derecho Constitucional Europeo (material facilitado por la autora) GROS ESPIELL, Héctor, “El derecho a vivir y el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado”, en Derechos Humanos y vida internacional, UNAM, México, 1995. IGLESIAS VILA, Marisa, Una doctrina del margen de apreciación estatal para el CEDH: En busca de un equilibrio entre democracia y derechos en la esfera internacional (material de curso de posgrado facilitado por la autora). JIMENA QUESADA, Luis, La jurisprudencia del Comité Europeo de Derechos Sociales (sistemas de reclamaciones colectivas), vol. I (1998-2005), Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 2007. “La Carta Social Europea y la Unión Europea”, Revista Europea de Derechos Fundamentales, Nº 13, primer semestre, s/d, 2009. La factibilidad de los derechos sociales en Europa: debate actual y perspectivas, Estudios de Economía Aplicada, vol. 27-3, s/d, 2009. KENNA, Padraic, “El derecho a la vivienda en Europa: deberes positivos y derechos exigibles (según la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos)”, Revista de Derecho Político, Nº 74, enero-abril, UNED, Madrid, 2009 MARTÍNEZ-PUJALTE, Luis Antonio, “Dimensión prestacional de los derechos fundamentales e inconstitucionalidad por omisión”, en Los derechos fundamentales en el sistema constitucional. Teoría e implicancias prácticas, en coautoría con Tomás de Domingo, Editorial Comares, Granada, 2011 MATIA PORTILLA, Francisco Javier, “Condena por una discriminación inexistente (Tribunal de Estrasburgo y matrimonio gitano)”, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 92, mayo-agosto, s/d, 2011. NÚÑEZ POBLETE, Manuel, “Sobre la doctrina del margen de apreciación nacional. La experiencia latinoamericana confrontada y el thelos constitucional de una técnica de adjudicación del derecho internacional de los Derechos Humanos”, en AAVV, El margen de apreciación en el sistema interamericano de Derechos Humanos: proyecciones regionales y nacionales, UNAM, México, 2012. TORRES PÉREZ, Aída, En defensa del pluralismo constitucional (material facilitado por la autora). PINTO, Mónica, Temas de Derechos Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2009. PRESNO LINERA, Miguel Ángel, El Derecho Europeo de Familia, Cuadernos Aranzadi del Tribunal Constitucional, Nº 22, Estudios, s/d, 2008 (westlaw.es). RODRÍGUEZ RUIZ, Blanca, “Matrimonio, género y familia en la Constitución española”, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 91, s/d, enero-abril, 2011 RODRÍGUEZ-PIÑERO, Miguel, “Antecedentes, génesis y significado de la Carta Social Europea”, Revista de Política Social, Nº 53, enero-marzo, s/d, 1962 “La Carta Social Europea y su puesta en práctica”, Revista de Instituciones Europeas, Nº 5, enero-abril, s/d, 1978 “La Carta Social Europea y la problemática de su aplicación”, Revista de Política Social, Nº 118, abril-junio, s/d, 1978 RODRÍGUEZ PONTÓN, Francisco José, La articulación de las garantías administrativas y jurisdiccionales en el sistema del CEDH, Editorial Civitas, 2005 SAIZ ARNAIZ, Alejandro, El Convenio de Roma, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la cultura común de los derechos fundamentales en Europa (material de curso de posgrado facilitado por el autor) La interpretación de conformidad: significado y dimensión práctica (un análisis desde la Constitución Española) (material de curso de posgrado facilitado por el autor) SALANOVA VILLANUEVA, Marta, Tutela y protección de menores en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Aranzadi Civil-Mercantil, s/d, 2003 (westlaw.es). SÁNCHEZ MARTÍNEZ, M. Olga, “Constitución y parejas de hecho. El matrimonio y la pluralidad de estructuras familiares”, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 58, enero-abril, s/d, 2000 TEROL BECERRA, Manuel José y otros, Las grandes decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2005 Jurisprudencia consultada Tribunal Europeo de Derechos Humanos En torno a ciertos aspectos del régimen lingüístico de la enseñanza en Bélgica (STEDH de 23 de julio de 1968) “Marckx v. Bélgica” (STEDH de 13 de junio de 1979) “Airey v. Irlanda” (STEDH de 9 de octubre de 1979) “Dudgeon v. Reino Unido” (STEDH de 24 de febrero de 1983) “Malone v. Reino Unido” (STEDH de 2 de agosto de 1984) “Abdulaziz, Cabales y Balkandali v. Reino Unido”(STEDH de 28 de mayo de 1985) “Rees v. Reino Unido”(STEDH de 17 de octubre de 1986) “Johnston y otros v. Irlanda” (STEDH de 18 de diciembre de 1986) “F. v. Suiza” (STEDH de 18 de diciembre de 1987) “Cossey v. Reino Unido” (STEDH de 27 de septiembre de 1990) “B. v. Francia” (STEDH de 25 de marzo de 1992) “Hoffmann v. Austria” (STEDH de 23 de junio de 1993) “Burghartz v. Suiza” (STEDH de 22 de febrero de 1994) “X., Y. y Z. v. Reino Unido” (STEDH de 22 de abril de 1997) “Sheffield y Horsham v. Reino Unido” (STEDH de 30 de julio de 1998) “Mata Estévez v. España” (Decisión de inadmisibilidad de 10 mayo 2001) “Salgueiro Da Silva Mouta v. Portugal” (STEDH de 21 diciembre de 1999) “Christine Goodwin v. Reino Unido” (STEDH de 11 de julio de 2002) “I. v. Reino Unido” (STEDH de 11 de julio de 2002) “Karner v. Austria”(STEDH de 24 julio de 2003) “Muñoz Díaz v. España” (STEDH de 8 de diciembre de 2009) “Kozak v. Polonia” (STEDH de 2 marzo de 2010) “Schalk und Kopf v. Austria” (STEDH de 24 de junio de 2010) “P. B. y J. S. v. Austria” (STEDH de 22 de julio de 2010) “P. V. v. España” (STEDH de 30 noviembre de 2010) “Saleck Bardi v. España” (STEDH de 24 de mayo de 2011) “K.A.B. v. España” (STEDH de 10 de abril de 2012) “X y otros v. Austria” (STEDH de 19 de febrero de 2013) “R.M.S. v. España” (STEDH de 18 de junio de 2013) Tribunal de Justicia (Unión Europea) Asunto C-13/94, “P. v. S. y Cornwall County Council” (30 de abril de 1996) Asunto C-249/96, “Lisa Jackeline Grant v. South-West Trains Ltd.” (17 de febrero de 1998) Asuntos C-122/99 y C-125/99, “D. y Reino de Suecia v. Consejo de la Unión Europea” (31 de mayo de 2001) Asunto C-117/01, “K. B. v. Nacional Health Service Pensions Agency, Secretary of State for Health” (7 de enero de 2004) Asunto C-423/04, “Sarah Margaret Richards v. Secretary of State for Work and Pension” (27 de abril de 2006) Asunto C-267/06, “Tadeo Maruko v. Versorgungsanstalt der deutschen Bühnen”(1° de abril de 2008) Asunto C-147/08, “Jürgen Römer v. Freie und Hansestadt Hamburg” (10 de mayo de 2011) Tribunal Constitucional ATC 156/1987 (decisión del 11 de febrero de 1985) STC 45/1989 (sentencia del 20 de febrero de 1989) STC 184/1990 (sentencia del 15 de noviembre de 1990) STC 222/1992 (sentencia del 11 de diciembre de 1992) STC 150/2011 (sentencia del 29 de septiembre de 2011) STC 198/2012 (sentencia del 6 de noviembre de 2012) STC 93/2013 (sentencia del 23 de abril de 2013) Corte Interamericana de Derechos Humanos Opinión Consultiva OC-1/82, “Otros tratados” objeto de la función consultiva de la Corte (art. 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), 24/9/82 (Serie A, Nº 1) Opinión Consultiva OC-2/82, “El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos” (artículos 74 y 75), 24/9/82 (Serie A, N° 2) Opinión Consultiva OC-14/94, “Responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención” (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos), 16/12/94 (Serie A, Nº 14) Opinión Consultiva OC-17/02, “Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño”, 28/08/02 (Serie A, N° 17) Opinión Consultiva OC-18/03, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados, 17/09/03, (Serie A, N° 18) “Velásquez Rodríguez”, 29 de julio de 1988 (Serie C, N° 4) “Garrido y Baigorria. Reparaciones”, 27 de agosto de 1998 (Serie C, N° 39) “Castillo Petruzzi y otros”, 30 de mayo de 1999 (Serie C, N° 52) “Ivcher Bronstein. Competencia”, 24 de septiembre de 1999 (Serie C, Nº 54) “Los Niños de la Calle (Villagrán Morales y otros)”, 19 de noviembre de 1999 (Serie C, N° 63) “Bámaca Velásquez”, 25 de noviembre de 2000 (Serie C, Nº 70) “Hilaire, Constantine y Benjamín y otros vs. Trinidad y Tobago”, 21 de junio de 2002 (Serie C, N° 94) “Cantos”, 28 de noviembre de 2002 (Serie C, N° 97) “Ximenes Lopes vs. Brasil”, 4 de julio de 2006 (Serie C, Nº 149) “Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay”, 24 de agosto de 2010 (Serie C, Nº 214) “Atala Riffo y niñas vs. Chile”, 24 de febrero de 2012 (Serie C, N° 239) “Gelman vs. Uruguay”, 20 de marzo de 2013 Listado de abreviaturas: ATC: Auto del Tribunal Constitucional español CADH: Convención Americana sobre Derechos Humanos CE: Constitución Española de 1978 CEDH: Convenio Europeo de Derechos Humanos Corte IDH/CIDH: Corte Interamericana de Derechos Humanos CSE: Carta Social Europea FJ: Fundamento Jurídico STC/SSTC: Sentencia/s del Tribunal Constitucional español STEDH: Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos TEDH: Tribunal Europeo de Derechos Humanos TC: Tribunal Constitucional español TJ/TJUE/TJCE: Tribunal de Justicia de la Unión Europea (ex Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas) UE: Unión Europea Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dra. Alejandra Lorena Lampolio y Equipo de Intervención de Villas de la Defensoría CAyT Nº 1* El rol de la Defensa Pública de la Ciudad de Buenos Aires frente a la violación del Derecho Humano al agua y al saneamiento: el caso de la Villa 21-24. “Desconfíen del gesto más trivial y en apariencia sencillo. Y sobre todo examinen lo habitual. No acepten sin discusión las costumbres heredadas. Ante los hechos cotidianos, no digan: `Es natural´. En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada...nunca digan `Es natural´. Para que todo pueda ser cambiado...reconozcan la regla como abuso. Y donde aparezca el abuso, pónganle remedio”. Bertolt Brecht en “La excepción y la regla” 1. Nociones previas * Dra. Alejandra Lorena Lampolio (Titular de la Defensoría Oficial CAyT Nº1 de la CABA), Dr. Hernán García (Secretario), Dra. Mariana Iturralde (Prosecretaria Coadyuvante), Dra. María Cecilia Dieuzeide (Prosecretaria Administrativa), Dr. Pablo de la Cuesta (Relator), Dra. Laura Estein (Relatora), Dr. Hernán Pandolfi (Escribiente), Dra. Natalia Vivas (Pasante Profesional de Derecho) El propósito del presente artículo es analizar el desempeño de la Defensa Pública en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para garantizar los derechos sociales de los sectores más vulnerables de la población de manera integral. Se tratará aquí una de las cuestiones más requeridas por los habitantes: el acceso al agua y al saneamiento en los asentamientos precarios, comúnmente denominados villas, en particular el caso de la Villa 21-24 ubicada en el Barrio de Barracas. En este contexto se identifican los derechos vulnerados como consecuencia de las omisiones de los poderes públicos locales, en especial del PÁG. 115 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Poder Ejecutivo, que han dado origen a diversas intervenciones de la Defensa Pública para promover los cursos de acción que garanticen los Derechos Humanos conculcados. No obstante el rango constitucional que han alcanzado los derechos económicos, sociales y culturales en el ordenamiento jurídico local y nacional, como podrá observarse en las páginas siguientes, ha existido una persistente omisión por parte de los gobiernos locales de implementar políticas públicas que protejan esos derechos. Con el propósito de contextualizar la cuestión de la vulneración de derechos de este grupo social, en primer lugar, se realizará una breve referencia a la historia de este asentamiento y luego, se abordará la problemática concreta de la Villa 21-24 en materia de acceso al agua y al saneamiento. 2. La problemática concreta en la Villa 21-24 en materia de acceso al agua y al saneamiento 2.1. Breve historia de la Villa La Villa 21-24 es un asentamiento con una extensión mayor a sesenta y cinco hectáreas, donde a lo largo de más de medio siglo, sus pobladores se han establecido sobre escombros y desechos domiciliarios, construyendo la villa más extendida y poblada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la década de 1940, durante la primera etapa del proceso de sustitución de importaciones, los primeros habitantes —provenientes de los cordones industriales emergentes— se localizaron en las cercanías de las vías ferroviarias. El número de pobladores se incrementó progresivamente, lo que provocó que algunos de los gobiernos que se sucedieron desde enton- ces impulsaran su erradicación, al igual que en otros asentamientos similares. En el marco de la modernización autoritaria que propuso durante los primeros años de su gobierno el General Juan Carlos Onganía, se promulgó el “Plan de Erradicación de Villas de Emergencia” en el año 1966, el cual fue resistido fuertemente por los pobladores de las villas, nucleados alrededor de organizaciones sociales, políticas y religiosas. La política de erradicación fue implementada a mediados de la década del 70 por la última dictadura cívico-militar, cuyo eje de intervención territorial en las villas eran los desalojos violentos, en el marco de una política de fuerte disciplinamiento social, necesaria para desarrollar el proceso de reestructuración económica puesto en marcha a partir del 24 de marzo de 1976. Como consecuencia, solo permanecieron en el asentamiento apenas una centena de familias que lograron resistir estas intervenciones. Con posterioridad y durante la transición democrática de los años 80, tuvo lugar un paulatino repoblamiento, que se aceleró a partir de los años 90, en el marco de la crisis del Estado benefactor y la emergencia de las políticas neoconservadoras. Lo que provocó un desplazamiento de trabajadores del sistema laboral formal al informal contribuyendo al aumento de la densidad demográfica de las villas en general y de la 21-24, en particular. Este incremento se profundizó durante la primera década del siglo XXI con la liquidación del modelo de convertibilidad económica, en diciembre de 2001. De acuerdo a las cifras aportadas por el último Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda efectuado en 2010, desde 2001 se incrementó la población en villas y asentamientos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en un 52,3% . Este aumento tuvo como principal des- PÁG. 116 / DICIEMBRE 2013 artículos tino los barrios precarios del sur de la Ciudad, con negativas consecuencias ambientales, sanitarias y de infraestructura. Según datos del año 2010, la Villa 21-24 tiene una población aproximada de 45.300 personas, lo que se traduce en la existencia estimada de 11.300 grupos familiares. Las siguientes imágenes satelitales muestran el crecimiento de la Villa en los últimos años: Imagen satelital 2001 Imagen satelital 2010 PÁG. 117 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA PÁG. 118 / DICIEMBRE 2013 artículos 2.2. Situación actual de la Villa 21-24 En primer lugar, para abordar la cuestión es necesario caracterizar los dos tipos de tendidos cloacales que presenta la Ciudad de Buenos Aires. El primero, denominado combinado o mixto, es típico de las ciudades que instalaron sus sistemas de recolección de aguas servidas con anterioridad a la década de 1930. Se caracteriza por presentar una cañería única para transportar tanto las aguas pluviales como las denominadas “aguas negras”. La ventaja principal de este sistema radica en los beneficios económicos de una construcción unificada. Sin embargo, una precipitación pluvial cuantiosa y repentina que exceda la capacidad de la cañería única podría ocasionar su saturación y el consecuente desborde de aguas servidas. Por ello, desde mediados del siglo XX comenzaron a construirse redes separativas, que redujeron los riesgos de desbordes y el afloramiento de aguas negras al medio ambiente.1 Así, tuvo lugar el segundo sistema, el separativo que realiza una distinción entre desagüe o drenaje sanitario y desagüe o drenaje pluvial. El primero refiere a las tuberías mediante las cuales se trasportan aguas negras, mientras que el segundo es la red que conduce el agua de lluvias hacia el río o hacia los lugares donde se organiza su aprovechamiento. Esta diferencia conceptual implica necesariamente la separación entre los sumideros pluviales y las tuberías sanitarias, ya que de lo contrario las plantas de tratamiento podrían saturarse durante una tormenta, de modo que las aguas negras descargadas emergerían al ambiente. 1- Este esquema combinado tomó como modelo el implementado en Londres, sin tener en cuenta que en la ciudad británica las lluvias son permanentes y de baja intensidad, mientras que en Buenos Aires las precipitaciones son discontinuadas pero abundantes. Este desajuste ha provocado que el sistema no responda como fue previsto. El sector comprendido por la Villa 21-24 carece de un sistema de desagüe cloacal y pluvial debidamente planificado, por lo cual los habitantes se ven obligados a realizar pozos negros a cielo abierto en los patios o en los pasillos y desde allí derivar todos sus efluentes hacia donde logren encausarlos. Los desechos son —eventualmente— vertidos en forma directa y sin tratamiento a los múltiples cursos de agua que circundan el lugar. De esta manera, cuando llueve rebalsan las aguas negras y se mezclan con las pluviales generando contaminación ambiental con las consecuentes infecciones y enfermedades respiratorias, lo que afecta a diario a los pobladores del lugar, incluidos niños, niñas y adolescentes, mujeres embarazadas y personas con discapacidad que merecen especial protección. De la información disponible se desprende que las patologías broncopulmonares, los broncoespasmos, el asma, las enfermedades de la piel y los problemas intestinales son los trastornos que padece con más frecuencia la población de la Villa 21-24.2 El acceso al agua potable se presenta en simetría con el estado de precariedad de los desagües; es irregular, insuficiente e inadecuado. El agua utilizada diariamente se obtiene mediante conexiones precarias por lo cual además de ser escasa, no es apta para el consumo humano. Ante la falta de otras alternativas, los habitantes utilizan ese agua simultáneamente para la higiene personal, la limpieza de alimentos o el lavado de la vajilla entre otros usos, lo que los expone a enfermedades transmisibles, como salmonelosis, hepatitis giardiasis y dryptosporidiosis. En algunos casos, los residentes utilizan bombas de extracción manual en las horas de menor consumo, acumulando agua no potable 2- Estudio realizado por el Instituto Nacional del Agua (INA). PÁG. 119 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA en tanques o recipientes, aunque, claro está, no es esta una solución efectiva. La adquisición de bidones de agua no es una alternativa para los habitantes de la villa por razones económicas. De esta manera, el agua se transforma definitivamente en un bien de mercado, pese a ser un Derecho Humano fundamental. 2.3. Violación del Derecho Humano de acceso al agua y al saneamiento Retomando las palabras de Bertolt Brecht, el desarrollo histórico de las políticas estatales en materia de Derechos Humanos en la Ciudad de Buenos Aires, hace que los habitantes de los barrios más precarios “naturalicen” la falta de medidas gubernamentales concretas que garanticen una ciudadanía que se extienda más allá del ejercicio periódico del sufragio universal. La salvaguarda de los Derechos Humanos impone a los gobiernos tres tipos de obligaciones: respetar, proteger y cumplir. La primera de ellas implica que los Estados no deben obstaculizar el goce actual de los derechos. La obligación de protección sugiere que los Estados deben evitar la contaminación de las fuentes de agua. Finalmente, la obligación de cumplimiento requiere que los Estados garanticen las condiciones necesarias para que toda persona pueda disfrutar de los mismos. Ello significa que el Estado debe adoptar las medidas adecuadas y suficientes para que se presten los servicios, y no que deba necesariamente encargarse de prestarlos. Al respecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CDESC), ha manifestado que: “Todos los derechos económicos, sociales y culturales, incluidos los derechos al agua y al saneamiento, están sujetos al principio de `realización progresiva´ (…) La finalidad de la realización progresiva no es ofrecer a los Estados una excusa para la inacción, sino que reconoce el hecho de que, por lo general, la realización plena se alcanza poco a poco y que siempre hay margen para mejorar las condiciones”.3 En el caso del agua y del saneamiento, los Estados deben efectuar todos los esfuerzos para la realización efectiva y universal proporcionando un nivel mínimo de acceso a todas las personas. La no discriminación, la participación y la responsabilidad son los principios claves en los que los Estados deben centrar sus esfuerzos de políticas públicas para mejorar el acceso al agua y al saneamiento; y deben ser protegidos con carácter inmediato.4 Es importante recordar que el derecho al agua y al saneamiento no existe en forma aislada respecto de los otros Derechos Humanos. Tal es su indivisibilidad e interdependencia con relación a aquéllos, que el acceso al agua y al saneamiento es un requisito indispensable para la plena realización de otros derechos, como el derecho a una vivienda digna, al disfrute del más alto nivel posible de salud física, entre otros. Son precisamente los principios de no discriminación e igualdad los que exigen que los Estados prioricen las necesidades de aquellas personas que se encuentran marginadas o en situación de riesgo constante. Para ello, deben analizar y revertir todas las políticas existentes en materia de agua y saneamiento que —por no encontrarse formalmente legisladas, ser producto de una discriminación histórica o estar basadas en prácticas sociales o culturales naturalizadas— someten a determinados sectores de la población a una situación de continua marginalidad. Cuando se habla de igualdad y no discriminación significa no solo que las personas no 3- CDESC, Observación General Nº 3. 4- CDESC, Observación General Nº 14, párr. 13 y 37. PÁG. 120 / DICIEMBRE 2013 artículos pueden recibir tratos diferentes fundados en la arbitrariedad, sino que los propios Estados son los que deben asumir la responsabilidad de adoptar medidas positivas para eliminar todo tipo de barreras en el acceso de todos los sectores sociales a los derechos. Esto implica adoptar una mirada crítica y objetiva que trascienda los valores promedio existentes, para poder así detectar realidades discriminatorias basadas en el lugar de residencia de las personas o el grupo étnico al que pertenecen, y las consecuencias que tal discriminación puede traer aparejada para su pleno desarrollo. No puede dudarse bajo ningún punto de vista que, sin un adecuado acceso al agua potable y al saneamiento, varios derechos esenciales corren riesgo, toda vez que resultan fundamentales para la vigencia plena de la Justicia Social —elemento organizador del progreso y la cohesión de las sociedades nacionales—. “A escala social, una población que tiene acceso a servicios de agua potable y saneamiento disfrutará de mejor salud, tendrá mayor disponibilidad para trabajar y podrá contribuir al desarrollo y al crecimiento económico, además de vivir en un entorno más limpio. El saneamiento desempeña una función vital en nuestra vida diaria, aunque a menudo se minimiza su importancia o sencillamente no se debate sobre él debido a tabúes culturales”.5 Durante las últimas administraciones locales se han puesto en marcha políticas coyunturales, que aparentan mitigar los problemas de quienes habitan estos espacios geográficos. A estas estrategias de intervención estatal se las denomina simulación de acción. 5- DE ALBUQUERQUE, Catarina “Derechos hacia el final. Buenas Prácticas en la realización de los derechos al agua y al saneamiento”, Edición promocionada por ONGAWA (Ingeniería para el Desarrollo Social), Entidade Reguladora dos Serviços de Águas e Residuos y HUMAN RIGHTS TO WATER & SANITATION, p. 26. El lugar que ocupan las partidas destinadas al desarrollo social en los presupuestos que anualmente aprueba la Legislatura es uno de los datos que dan cuenta de este tipo de políticas públicas. Estas partidas, que suelen ser sub-ejecutadas, posteriormente son transferidas a otro tipo de gastos, tales como publicidad gubernamental o difusión y promoción de proyectos de negocios inmobiliarios en zonas residenciales de la Ciudad. Durante el transcurso del corriente año, del total de 3.715.460 pesos destinados al mejoramiento del espacio público en la zona sur, se transfirieron 2.500.000 pesos para el denominado Road Show, evento destinado a promocionar desarrollos inmobiliarios en el nuevo Barrio Donado Holmberg, zona residencial que se construirá en terrenos estatales en los que el Gobierno local planifica desarrollar un nuevo Puerto Madero. Otro ejemplo lo constituyen los 3.000.000 de pesos del Programa Intervención Social en Villas de Emergencia y Núcleos Habitacionales Transitorios del Ministerio de Desarrollo Económico, transferidos al Programa Industria Audiovisual, que se destinarán a servicios de producción de eventos tales como “Buenos Aires Ciudad de Moda” y el “Festival Internacional de Diseño de Servicios Especializados, Comerciales y Financieros”. Es de destacar que, el monto apuntado más arriba fue tomado de una sub-ejecución de 5.000.000 de pesos que originalmente la Legislatura había destinado al desarrollo social en villas. En este sentido, la Relatora Especial de Naciones Unidas para el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento ante el Foro Permanente para las cuestiones indígenas del 24 de mayo de 2011, expresó: “He comprobado que los excluidos siempre son los mismos. Se trata de los marginados, los pobres, quienes carecen de voz política. Esta falta de acceso no es una mera PÁG. 121 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA situación desafortunada ni una coincidencia, sino el resultado directo de las políticas y de la actividad política que excluyen a determinados segmentos de la población”. Como corolario se desprende, que el recorte de fondos presupuestarios asignados a la protección de grupos postergados es sistemático, a tal punto que —retomando a Bertolt Brecht— se ha naturalizado la necesidad de recurrir a los Tribunales para exigir el cumplimiento de derechos fundamentales, cuando en realidad esta responsabilidad le cabe exclusivamente a la administración pública local. 3. El rol de la Defensa Pública en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires En las Defensorías ante los Juzgados de Primera Instancia en lo CAyT se escuchan relatos que ilustran el cuadro general ya descripto. Residentes de la Villa 21-24 se acercan a la Defensa Pública, en busca de respuestas a la problemática y relatan situaciones particulares, a partir de las cuales se desprende un único factor común: la limitación e imposibilidad de acceso a los servicios de abastecimiento de agua potable y de saneamiento, así como recurrentes anegamientos por la carencia de una red pluvial. Desde la Defensoría Oficial se han efectuado una serie de intervenciones tendientes a buscar una solución a este déficit. Ante la situación de emergencia provocada por las particulares condiciones climáticas de 2012 la Defensa Pública interpuso una medida autosatisfactiva, que solicitó se arbitren los medios necesarios para paliar las graves afecciones que habían padecido los vecinos de la Villa 2124; en especial, aquellos perjudicados por el intenso temporal que tuvo lugar el 29 de octubre de 2012, el mismo día en que se inició la aludida acción6 —en trámite ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nº 14, Secretaría Nº 27—. En este contexto se requirió al Ministerio de Desarrollo Social que proveyese de los elementos indispensables para afrontar la situación de emergencia, tales como colchones, frazadas, alimentos, entre otros, para hacer frente a las pérdidas materiales sufridas. Asimismo se solicitó que, a quienes pudieran haber quedado a la intemperie o en situación de calle, se les proporcionase una solución habitacional de emergencia. Por otro lado, se requirió a la Unidad de Gestión e Intervención Social (UGIS) que controlara el riesgo eléctrico, garantizara la provisión de energía eléctrica, y abasteciese de agua potable con camiones cisterna, para hacer frente a los riesgos sanitarios ocasionados por la catástrofe climática. Por último, se demandó que el Ministerio de Salud garantizara la presencia de una guardia médica de atención inmediata para los afectados, y de camiones atmosféricos para acelerar el proceso de desagote. Se llevaron a cabo diversas reuniones con la UGIS, en las que se puso de manifiesto la recurrencia de consultas que daban cuenta de la grave situación que transitaban y transitan aún hoy los vecinos de la Villa 21-24. En ese marco, se delineó un protocolo de actuación a efectos de brindar asistencia inmediata a los eventuales damnificados. Así, se estipuló un mecanismo de contacto con la UGIS, que permitiera una rápida comunicación para conocer los requerimientos específicos de cada caso, y agilizara las gestiones pertinentes. Como era de esperar, las consultas a la Defensa Pública continuaron. En este sentido, y 6- Autos caratulados “HEREDIA CRISTIAN DANIEL Y OTROS c/ GCBA s/ MEDIDA CAUTELAR” Expte. Nº 46.006/1. PÁG. 122 / DICIEMBRE 2013 artículos conscientes de que la actuación —solamente ante la emergencia— convalida en los hechos el efecto cosmético con el que el GCBA atiende las problemáticas de las villas de la Ciudad, se prosiguió con el estudio de la situación. Para ello, se recabó información sobre las obras existentes —a saber, proyectos, anteproyectos, modificaciones, estudios topográficos, digitales, volumétricos, en materia de agua potable, cloacas y red pluvial en la Villa 21-24—, y se realizaron diversas reuniones con vecinos y autoridades de la Junta Vecinal, para delinear las vías de acciones necesarias y exigir el cumplimiento del Derecho Humano al agua y al saneamiento de todos los habitantes de la Villa 21-24. La cuestión se abordó desde diversas áreas por intermedio de un equipo multidisciplinario. Así, se desarrollaron acciones que abarcan desde un relevamiento fotográfico, técnico y descriptivo de cada una de las manzanas de la Villa, el estudio histórico del barrio, hasta el asesoramiento de expertos en ingeniería hidráulica. Con miras a la búsqueda de una solución integral se tomó conocimiento de cuáles son las dependencias gubernamentales que tienen competencia en las problemáticas de los vecinos de la Villa 21-24. Esta articulación con otras agencias públicas involucró al Estado Nacional a través del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. En ese marco se desarrollaron reuniones con dichas autoridades, quienes confirmaron que, en virtud de las peticiones formuladas por las autoridades de la Junta Vecinal y dada la carencia de servicios básicos evidenciada en la Villa 21-24, se abocarían a efectuar obras de envergadura con el fin de subsanar dichas privaciones. Del acuerdo firmado con Agua y Saneamientos Argentinos Sociedad Anónima (AySA) surge que “constituye un interés fundamental entre las políticas instituidas por el Gobierno Nacional, que el acceso a los servicios básicos de agua potable y desagües cloacales sea valorado y gestionado como un bien social, que en clave jurídica se traduce como Derecho Humano”. En este sentido, se ha decido llevar adelante obras en el sector conocido como Tierra Amarilla, tendientes a asegurar la prestación de los servicios básicos de agua potable y desagües cloacales. A su vez, luego de varias gestiones administrativas, se tomó conocimiento de diversos proyectos que la Autoridad de la Cuenca Matanza -Riachuelo (ACUMAR) desarrolló para la Villa 21-24. De conformidad con ello, la Defensoría Oficial se integró a las mesas de trabajo convocadas por ACUMAR, en el marco de las cuales se tomó conocimiento de que próximamente se realizarían obras tendientes a la provisión de agua potable y de saneamiento en un vasto sector de la Villa —que en principio, involucraría la zona delimitada entre el Camino de Sirga y la calle Osvaldo Cruz—. No obstante, desde la Defensoría se ha planteado su extensión hacia la calle Iriarte, con el objeto de cubrir la totalidad del asentamiento. Asimismo, y a raíz de las peticiones formuladas por el Ministerio Público de la Defensa, se está analizando la inclusión del sistema pluvial como parte de las obras. 4. Algunas reflexiones Desde la conformación del fuero CAyT en el año 2000, se han realizado importantes avances no solo en relación a la judicialización de los casos, sino también respecto del abordaje integral de la problemática que aqueja a las personas de escasos recursos que buscan patrocinio jurídico gratuito en resguardo de sus derechos. La intervención de la Defensoría ha tenido lugar en un escenario político local donde los cursos de acción estatal desatienden la equidad y la igualdad como promotores de ciudadanía y PÁG. 123 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA por lo tanto como ejes de políticas activas en el campo del desarrollo social. De esta manera, nos adentramos en la institución del principio de igualdad, que no proclama la nivelación absoluta de los hombres —aspiración quimérica y contraria a la naturaleza humana—, sino su igualdad relativa, propiciada por una legislación tendiente a la protección de las desigualdades naturales. Hay una diferencia fundamental entre reconocer la igualdad formal de todos los ciudadanos ante la ley estableciendo la aplicación uniforme de las normas que —de acuerdo con una ficción del derecho— se reputan conocidas por todos, y establecer la obligación del Estado de proveer asistencia con el objeto de asegurar que todos los habitantes conozcan sus derechos y puedan accionar los mecanismos institucionales existentes para asegurar su debido ejercicio. Es aquí donde juega su papel fundamental la Defensa Pública que viene a salvaguardar los derechos de los más desprotegidos, que de otra manera seguirían sin ser visibilizados en la agenda pública. De esta manera, el Poder Judicial cumple con su función de asegurar la integridad de nuestro sistema constitucional y la supremacía de las normas por sobre la voluntad de quienes ejerzan el poder temporariamente. El derecho ha sido partícipe de la legitimación de relaciones sociales de desigualdad, pero a la vez es una herramienta transformadora y que puede ser utilizada para la efectiva vigencia de una igualdad sustantiva entre los grupos desaventajados y aquellos que no lo están, tal es el caso de los pobladores de la Villa 21-24. Puede afirmarse que perpetuar esas desigualdades en el acceso a los derechos por la condición social, constituye una forma de discriminación que menoscaba o anula el goce de sus Derechos Humanos en general y, los derechos económi- cos, sociales y culturales en particular, así como también sus libertades fundamentales. La construcción social de un proyecto de justicia demanda políticas públicas de desarrollo que requieren de instituciones capaces de efectivizar el ideal de igualdad a través del cual los individuos se desarrollan en un espacio común, dentro de valores democráticos compartidos por todos. PÁG. 124 / DICIEMBRE 2013 artículos Dra. Bettina Castorino y Lic. Josefina Fernández* Ejercicio de la prostitución en los espacios públicos de la Ciudad. Reseña de las políticas estatales a 15 años de la derogación de los edictos policiales. Introducción * Dra. Bettina Castorino, Secretaria General de Derechos Humanos de la Defensoría General de la CABA. Lic. Josefina Fernández, responsable del “Programa de Género” dependiente de la Secretaría General de Derechos Humanos de la Defensoría General de la CABA. Puede afirmarse, sin vacilaciones, que la puesta en funcionamiento en el año 1998 del fuero Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, brindó la posibilidad de limitar el poder que la Policía Federal ejercía —discrecional y casi siempre arbitrariamente— cuando se encontraban vigentes los Edictos Policiales en esta jurisdicción. Aun cuando la Policía Federal, ahora conjuntamente con la Policía Metropolitana, sigue teniendo competencia para labrar las actas contravencionales y, por tanto, ambas fuerzas de seguridad gobiernan el espacio público local, desde la sanción de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en el año 1996, se abrió una etapa que ofrece mayor respeto a los derechos y garantías de las personas alcanzadas por la ley contravencional. En efecto, la nueva Constitución derogó sin eufemismos los Edictos Policiales y encomendó a la Legislatura local la sanción de normas de fondo y procesales acordes con el respeto a los Derechos Humanos, sumándose a ello la creación de la justicia contravencional responsable de llevar a cabo los nuevos procesos judiciales. Se aseguró, de esta manera, la intervención de jueces/zas y fiscales, la defensa técnica gratuita, la celebración de juicios orales PÁG. 125 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA y públicos, la restricción de las causas habilitantes de privaciones de la libertad y su obligatorio control directo por parte del Ministerio Público Fiscal y de los tribunales intervinientes. A lo largo de este artículo analizaremos en qué medida y cómo influyó este nuevo paradigma en lo que atañe al ejercicio de la prostitución en los espacios públicos de la ciudad. El camino transitado desde la supresión de los Edictos Policiales a la actualidad expresa con elocuencia que se está ante una práctica que actúa como “peligro sexual”, imprimiendo en el espacio público la separación entre normalidad y caos. Si ese límite es transgredido, se hace visible lo que debe mantenerse oculto y se manifiesta con total claridad que los discursos jurídicos sobre el “uso del espacio público” encubren, en realidad, la pretensión de imponer cierto orden moral a la mayoría de las personas. En otras palabras, las razones no expresadas —tanto de carácter judicial como legislativo— enmascaran la necesidad de prohibiciones que tienen el fin de garantizar ese “orden sexual normalizado”, previendo incluso, en ocasiones, la posibilidad de imponer pena de arresto.1 En la sociedad argentina, la sexualidad ha sido configurada en el interior de un entorno punitivo, disciplinario, que ha llevado a distintas estrategias de control/represión por parte del Estado. Tal como lo señala certeramente Leticia Sabsay (2010), el trabajo sexual opera como un marcador de lo que es digno de ser público y, mediante su exclusión, invisibilización o su producción como espacio semi-clandestino, define qué es y cómo debería ser lo público. El análisis que seguidamente desarrollaremos respecto de los cambios normativos en 1- Si bien en la historia de la justicia local la pena de arresto ha sido excepcional, cierto es que la sanción ha estado prevista normativamente y no ha faltado oportunidad en la que el Ministerio Público Fiscal solicitara su aplicación. materia de regulación/prohibición de la prostitución en los espacios públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de las prácticas estatales en torno a la temática, parten de preguntas tales como: al incorporar en el Código Contravencional (CC) el artículo 71, ¿fue propósito de la Legislatura local erradicar la prostitución para proteger la tranquilidad de los vecinos?, ¿O solo regularla para lograr un mejor control de la misma y quitarla de la vista?, ¿qué consecuencias reales han generado las diferentes previsiones normativas?, ¿cuáles son las continuidades y rupturas que hay entre edictos/normas contravencionales y las prácticas estatales en lo que atañe a la persecución de la prostitución?, ¿qué funcionalidades no explicitadas alimentan las políticas públicas en la materia? Por fin, ¿se ha logrado garantizar efectivamente los derechos constitucionales de las personas que ejercen la prostitución desde la derogación de los edictos policiales? A fin de responder a estos interrogantes, se presentará, en primer lugar, una breve reseña de las políticas y actuaciones estatales dirigidas a la prostitución en la Ciudad de Buenos Aires, con mención de los precedentes jurisprudenciales locales más trascendentes en la materia. En segundo lugar, acompañando esta crónica, se repara en las demandas que al Estado local hacen los grupos y organizaciones de mujeres en situación de prostitución, trabajadoras sexuales y travestis en realidades similares. Se expondrá, asimismo, información estadística sobre el comportamiento que ha tenido la aplicación del artículo 81 en la CABA a partir de datos provistos por el Área de Estadística del Consejo de la Magistratura local durante el período 2006-2012. Por último, intentaremos extraer algunas conclusiones que puedan servir de aporte al debate que creemos debe darse, transcurrida más PÁG. 126 / DICIEMBRE 2013 artículos de una década de las modificaciones que se dieron en el plano político y legal en la CABA. Parte I: La crónica Del Reglamentarismo al Abolicionismo en la Ciudad de Buenos Aires En el año 1875 se sancionó en la Ciudad de Buenos el Reglamento de la Prostitución, según Ordenanza del 5 de enero del mismo año. En el artículo 10 de dicho reglamento se leía: “Las prostitutas deberán someterse (…) a la inspección y reconocimiento médico siempre que fuesen requeridas para ello (…) No podrán mostrarse en la puerta de calle, ni en las ventanas o balcones de la casa que ocupen, ni llamar a los transeúntes o emplear cualquier género de provocación, lo que les será prohibido hacer igualmente en las calles, paseos públicos y teatros, no pudiendo concurrir a éstos en traje deshonesto (…) Deberán encontrarse en casa dos horas después de la puesta del sol, a no ser que tengan motivos justificados para faltar a ello (…) Deberán siempre llevar consigo su retrato en una tarjeta fotográfica, en la cual estará anotada la calle y número de la casa de prostitución a que están adscritas, su nombre y el número de orden que les corresponda en el registro de la inscripción, siendo además timbrada por la Municipalidad”. Estas prescripciones eran extensivas a las mujeres que regenteaban una casa de prostitución y, según lo consignaba el artículo 12 de la misma Ordenanza, “Las prostitutas que dejen de pertenecer a una casa de prostitución quedarán bajo la vigilancia de la Policía mientras no cambien de género de vida. En este último caso la prostituta podrá solicitar el entrar en un establecimiento de caridad durante un mes, prestando sus servicios voluntariamente”.2 El proxenetismo será en adelante una actividad legal; la propia de las mujeres deberá realizarse en locales previamente autorizados. Ellas serán forzadas a registrarse mediante una libreta de prostitutas y constreñidas a control médico regular. Se intentaba con ello atender al severo problema que significaba por entonces la transmisión de enfermedades venéreas. Nótese que se hacía especial hincapié en la vestimenta de las mujeres prohibiendo el uso de “trajes deshonestos”. Esta cuestión aparecerá, como veremos, un siglo más tarde, en las normas contravencionales con diferentes tratamientos según los momentos socio-políticos de la Ciudad. La prostitución había sido reglamentada en la Ciudad, situación que se extendió hasta el año 1936 cuando, con la Ley 12.331 —publicada en enero de 1937—, denominada Ley de Profilaxis Antivenérea se puso fin a ello. El ejercicio de la prostitución en sí dejó de estar sancionado y se prohibió el establecimiento de casas o locales donde la prostitución se ejerciera o se incitase. Igual norma penalizaba a quienes sostuvieran, regentearan o administrasen las casas de tolerancia de manera encubierta u ostensible.3 El tema de la ley se expresa en términos de “prevención de enfermedades-enfermedades venéreas-profilaxis antivenérea-instituto de profilaxis de las enfermedades venéreas: funciones-certificado prenupcial-examen médico prenupcial- casas de tolerancia”. Por su parte, 2- Benarós, León. “Casas de prostitución en Buenos Aires, en 1875”, en: Todo es Historia – Año VIII, Nº 98, julio de 1975. 3- El anterior sistema presentaba varios problemas: por un lado, era discriminatorio porque solo se examinaba a las mujeres para proteger la salud de los clientes, por otra parte, no tutelaba adecuadamente la salud pública por efectuarse los exámenes médicos de manera superficial y parcial (puesto que no se consideraba la salud del hombre) y, finalmente, creaba un estigma social en las personas que estaban registradas oficialmente como dedicadas a la prostitución. PÁG. 127 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA los artículos 15 y 17 refieren a los prostíbulos. El primero de ellos lo expresa de la siguiente manera: “Queda prohibido en toda la República el establecimiento de casas o locales donde se ejerza la prostitución, o se incite a ella”. El artículo 17 establece que “Los que sostengan, administren o regenteen, ostensible o encubiertamente casas de tolerancia, serán castigados con una multa de DOCE MIL QUINIENTOS a VEINTICINCO MIL PESOS. En caso de reincidencia sufrirán prisión de 1 a 3 años, la que no podrá aplicarse en calidad de condicional. Si fuesen ciudadanos por naturalización, la pena tendrá la accesoria de pérdida de la carta de ciudadanía y expulsión del país una vez cumplida la condena, expulsión que se aplicará, asimismo, si el penado fuese extranjero”. Sin embargo, la Ley de Profilaxis —en particular sus artículos 15 y 17—, sufrió varias modificaciones, tal como lo reseñan Marcelo Colombo y María Luz Castany: “…El Decreto Ley 10.638/44, ratificado por la Ley 12.912 llegó a sostener una excepción a la prohibición de casas de tolerancia o lugares donde se incitara al ejercicio de la prostitución. Según la propuesta del reformado artículo 15, esa práctica debía tolerarse cuando fuera autorizada por la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social. Estas autorizaciones debían extenderse atendiendo las necesidades y las situaciones locales, limitando su vigencia al tiempo que subsistan, con carácter precario, debiendo los establecimientos autorizados sujetarse a las normas sanitarias que se impongan en la reglamentación. Ese mismo decreto despenalizaba el desarrollo de tareas necesarias de gestión o de administración realizadas por mujeres, o el desarrollo de tareas necesarias de gestión o administración cuando se tratara de actividades y establecimientos autorizados por el reformado artículo 15. Pero no obstante este momentáneo (y final- mente abandonado) relajamiento en la prohibición que venimos apuntando, la Ley 16.666 promulgada el 2 de julio de 1965, restableció las prescripciones de los citados artículos 15 y 17 conforme su redacción anterior...”. Según los autores mencionados, esta ley se aprueba en consonancia con la ratificación por parte de la Argentina del Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena de la ONU (1949), sin perjuicio de lo cual el artículo 17 del citado texto legal sufrió dos derogaciones por parte de leyes de facto, que fueran dejadas sin efecto por leyes del período democrático Nº 20.509 y 23.077. 4 Precisamente, a partir del 13 de febrero de 1958, conforme Ley Nº 14.467, el Convenio citado resulta obligatorio para la República Argentina y, como consecuencia de ello, se incorporan previsiones normativas respondiendo al modelo abolicionista. El Código Penal Argentino se adapta a esta convención, estableciendo desde entonces diversas prohibiciones (sanciones graves para la facilitación, promoción y explotación de la prostitución ajena, ya sea de menores de 18 años o de personas adultas)5 manteniendo su vigencia la Ley de Profilaxis ya citada en relación a la prohibición del funcionamiento de las casas de tolerancia o prostíbulos. Más recientemente, se incorporaron las normas penales que sancionan con penas graves la trata de personas.6 Desde el punto de vista de la ley penal, la prostitución en sí queda descriminalizada, res4- COLOMBO, M. y CASTANY M. L., La finalidad de explotación del comercio sexual en la figura de trata de personas. En: http://www.mpf.gov.ar/Institucional/UnidadesFE/Ufase/ Trata/ElDelito/Informe_OIM_MPF/Capitulo_2_A.pdf 5Conforme Ley Nacional 25.087, Delitos contra la Integridad Sexual. Sanción: 14 de abril de 1999. Promulgación: 7 de mayo de 1999; incorpora con modificaciones los arts. 125 y siguientes del Código Penal. 6- Ley 26.842, modificatoria de la Ley 26.364 PÁG. 128 / DICIEMBRE 2013 artículos pondiendo al modelo abolicionista que busca erradicar sin sancionar. Empero, como veremos, la persecución se da en la práctica, mediante las diversas regulaciones contenidas en el Código Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De los Edictos Policiales al Código de Convivencia Urbana de la CABA Mientras el país suscribía firmemente a la política abolicionista, se discutía el carácter legal de aquellas órdenes del día, circulares, reglamentaciones internas elaboradas por la Policía Federal en ocasión de estimar determinados hechos sociales como peligrosos para el mantenimiento del orden social; órdenes, circulares y reglamentaciones de los que derivan los Edictos Policiales. Estos se crearon como una forma de legislar faltas menores cometidas en el uso del espacio público, tal es el caso de la prostitución, convirtiéndose finalmente en una herramienta de control de la Policía Federal. Expresados en términos de normas para un buen civismo, ellos construían una comunidad de peligrosos. Penalizaban, entre otros, la incitación u ofrecimiento al “acto carnal” en la vía pública (2do. F), el llevar vestimentas consideradas como correspondientes al sexo opuesto (2do. H) o “al director, empresario o encargado de un baile público o en su defecto al dueño o encargado del local, que permitiera el baile en pareja del sexo masculino” (3ro. A). Luego de varios intentos fallidos de aprobación, por parte del Congreso Nacional, de proyectos de Ley de Contravenciones y sin que ello impidiera a la Policía Federal continuar con sus reglamentaciones, fue en el año 1943, cuando Edelmiro Farell, por entonces Presidente de la Nación, acuña el Decreto N° 17.550, en cuyo artículo 5°, inciso 2, asigna a la Policía Federal facultades para emitir edictos, “dentro de la competencia asignada por el Código de Procedimientos en lo Criminal de la Nación, para reprimir actos no previstos por la leyes, en materia de policía de seguridad de la jurisdicción federal. Estos edictos emanarán del Jefe de Policía Federal y no tendrán vigor sin aprobación del Poder Ejecutivo Nacional”. Un año después, vía Decreto Nº 32.265, ratificado por la Ley 13.830, se instaura el Primer Estatuto Policial, en el que se autoriza a la Policía a emitir y aplicar edictos para castigar actos no previstos por las leyes y a dictar las reglas de procedimiento para su uso. La facultad legislativa otorgada a la Policía Federal fue declarada constitucional por diversos fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 155:178 y 185; t. 156:323; t. 169:209; t. 175:311; t. 191:388 y 497; t. 192:181; t. 193:244; t. 199:395; t. 206:293; t. 208:253, entre otros). En el año 1957, a propuesta del entonces Procurador General, Sebastián Soler, la Corte modifica su doctrina declarando la inconstitucionalidad de tales facultades en el famoso caso “Mouviel”.7 Allí se sostuvo que la facultad de emitir edictos por parte de las Policías locales y la Policía Federal excedía el marco de sus competencias legislativas. Entretanto, la estipulación de conductas punibles constituye una facultad reservada al Congreso Nacional por el entonces art. 67 inc. 11 de la Constitución Nacional. Se violaban así los principios constitucionales de legalidad y de división de poderes. La Corte señalaba: “Que es innegable la necesidad de mantener estrictamente la vigencia del principio ‘nullum crimen, nulla poena sine lege’, contenido en la garantía consagrada por el art. 18 de la Constitución, no solo porque se trata de un principio constitucional —y esta única consideración bastaría para 7- “MOUVIEL, Raúl Oscar y otros s/ Desórdenes, art. 1° inc. c). Escándalo, art. 1° inc. a)” - CSJN - 17/05/1957. PÁG. 129 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA aquel efecto— sino, también, porque es notorio que las modernas formas de autoritarismo o despotismo utilizan los edictos policiales como uno de los instrumentos más eficaces para la opresión de los ciudadanos y la restricción de las libertades públicas” (el destacado es nuestro). Ello no impide que un año después, los edictos fueran transformados en ley y, con ello, se permitirá a la Policía Federal castigar con hasta 30 días de arresto —sin hacer peritajes ni consultar a jueces— a cualquier persona que se presuma en la calle en estado de ebriedad, vagancia, mendicidad o protagonizando un “escándalo”, entre otras situaciones. Es durante la presidencia de facto de Aramburu cuando se reemplaza el Decreto Ley Nº 32.265/44 por el Nº 333/58. En adelante, la Policía podrá aplicar, pero no emitir edictos. Muchas páginas se han escrito acerca del carácter moralizante y represivo que sobre grupos estimados peligrosos, pasibles de sospecha, tuvieron y tienen los edictos (Tiscornia, 2003; Pita, 2003; Sozzo, 2000; Chillier, 1999). Las personas que ejercen la prostitución integran este grupo y lo hacen en la figura identificada como escándalo. En cualquier caso, existe consenso en cuanto a que los edictos fueron una herramienta de control que, durante muchos años, habilitó arrestos masivos y discrecionales por razones tales como la averiguación de la identidad. Cuando en el año 1994 cambia el estatus jurídico político de la Capital Federal, según lo estableciera la nueva Constitución Nacional en su artículo 129, la Ciudad de Buenos Aires se autonomiza y cuenta con facultades legislativas propias y con competencia jurisdiccional —con las limitaciones que surgieron luego de la llamada “Ley Cafiero” Nº 24.588 posteriormente reformada—. En el mes de octubre de 1996, la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires sancionó la nueva Constitución. En lo que aquí importa, se dispuso en la cláusula transitoria decimosegunda, punto 5, segundo y último párrafo que: “[La Justicia Contravencional y de Faltas]… Se limitará a la aplicación de las normas vigentes en materia contravencional, conforme a los principios y garantías de fondo y procesales establecidos en la Constitución Nacional y en esta Constitución, en la medida que sean compatibles con los mismos. La primera Legislatura de la ciudad, dentro de los tres meses de constituida, sancionará un Código Contravencional que contenga las disposiciones de fondo en la materia y las procesales de ésta y de faltas, con estricta observancia de los principios consagrados en la Constitución Nacional, los instrumentos mencionados en el inciso 22 del artículo 75 de la misma y en el presente texto. Sancionado dicho Código o vencido el plazo fijado, que es improrrogable, todas las normas contravencionales quedarán derogadas”. Fue en ocasión de los debates sobre esta cláusula que el Dr. Raúl Zaffaroni advierte “(…) que ningún juez de la ciudad venga mañana a buscar en el Diario de Sesiones de esta Convención fundamentos que le sirvan para evadir lo que realmente queda derogado en esta fórmula. Quisiera decir claramente a quien intente escudriñar en este Diario de Sesiones el sentido y alcance de este párrafo, que no pierda tiempo en inventarse de nuevo las teorías de James Goldschmidt sobre el derecho penal administrativo (…) Que no intente inventar diferencias ónticas entre los delitos y las contravenciones, porque no existen (…) Que tenga en cuenta que con esto quisimos decir que en el ámbito contravencional rige estrictamente el Artículo 19 de la Constitución Nacional, y por si no sabe interpretar exactamente dicho artículo, lo que queremos decir es que no pretenda convertirse él ni se convierta en juez de la moral de PÁG. 130 / DICIEMBRE 2013 artículos nadie. Que quedan vigentes solamente los edictos que afectan en serio, por lesión o por peligro concreto, la integridad física, el patrimonio, la libertad circulatoria o ambulatoria, el reposo de la gente y nada más. El resto, es voluntad de esta Convención Constituyente que se quede en el molde y que se abstenga de pretender juzgar la conciencia de su prójimo (…) Este es el claro mensaje que desde esta Convención Constituyente enviamos a los futuros jueces de la ciudad”.8 Este contexto es propicio para que organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales y políticas diversas plantearan públicamente abiertas críticas a los Edictos Policiales y a su arbitraria aplicación por parte de la Policía Federal. En las calles de la Ciudad se discutía la necesidad de limitar el poder policial y se daba visibilidad al abuso de poder del que habían sido víctimas grupos sociales como prostitutas, travestis, migrantes y clases populares en general. Como consecuencia de tales reclamos y en cumplimiento del mandato constitucional, en el mes de marzo de 1998 la Legislatura porteña sancionó el Código de Convivencia Urbana (CCU) y la primera Ley de Procedimiento Contravencional. Asimismo, y en ejercicio de las facultades conferidas por la cláusula transitoria primera, apartados b) y c), el Poder Ejecutivo local designó en comisión a jueces/zas, fiscales y defensores/as del fuero Contravencional y de Faltas que intervendrían en la tramitación de los nuevos procesos, ahora judiciales. Así, la Policía Federal —fuerza de seguridad actuante en el territorio de la Ciudad hasta que se suma muchos años después la Policía Metropolitana— quedará bajo las órdenes judiciales del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad; su dependencia 8- Diario Sesiones Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, 11 de septiembre de 1996; Actas, Tomo II, p. 552, Tribunal Superior de Justicia CABA. orgánica, sin embargo, sigue siendo del Poder Ejecutivo Nacional. El nuevo código contenía 70 artículos, ninguno de los cuales contemplaba la prostitución como contravención. La polémica fue inmediata. El tópico seguridad se reunió con el de moralidad ciudadana y el conflicto rompió los muros de la Legislatura y salió a las calles bajo la forma de pánico moral (Weeks, 1981).9 Distintos grupos de vecinos realizaron diversas marchas y manifestaciones públicas, demandando la reposición de las penas a las personas que ejercían la prostitución. Parafraseando a Gayle Rubin (1989), la prostitución funcionó como significante de temores personales y sociales con los que no guardaba relación intrínseca alguna. En palabras de esta antropóloga: “Durante un pánico moral tales temores se relacionan con alguna actividad o población sexual desafortunada. Los medios de comunicación se indignan, la gente se comporta como una turba enfurecida, se activa a la policía y el Estado promulga leyes nuevas” (1989:40). Luego de tres meses de discusiones, a comienzos de junio de 1998 se decide reformar el Código Contravencional y el 2 de julio de 1998, se incorpora el artículo 71, expresado en los siguientes términos: “Capítulo VIII. USO DEL ESPACIO PÚBLICO. Artículo 71. ALTERACIÓN DE LA TRANQUILIDAD PÚBLICA. Causar alteraciones a la tranquilidad pública frente a viviendas, establecimientos educativos o templos, o en su 9- Dice Weeks: “El pánico moral cristaliza temores y ansiedades muy extendidos y, a menudo, se enfrenta a ellos, no buscando las causas reales de los problemas y las características que muestran, sino desplazándolos a los ‘tipos diabólicos’ de algún grupo social concreto (a menudo los ‘inmorales’ o los ‘degenerados’). La sexualidad ha jugado un papel particularmente importante en tales pánicos, y los ‘desviados’ sexuales han sido los chivos expiatorios omnipresentes”. (Sex, Politics and Society, pp. 14-15) PÁG. 131 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA proximidad, con motivo u ocasión del ejercicio de la prostitución y como resultado de su concentración, de ruidos, o perturbación del tránsito de personas o vehículos, o con hostigamiento o exhibiéndose en ropa interior o desnudo/a”.10 Como es fácil advertir, este artículo no pena —al menos no formalmente— el ejercicio de la prostitución per se sino cuando ésta altera la “tranquilidad pública”. La norma regula así la manera en que se ejerce la prostitución a fin de invisibilizarla u obligar a que sea moderada, juiciosa. Ella implica desnudo, obscenidad, genera ruidos, interrumpe el tránsito.11 Respecto de la constitucionalidad de este aspecto de la norma tuvo oportunidad de pronunciarse el Tribunal Superior de Justicia de la CABA, sobre lo que volveremos más adelante. El debate continuaría. A pocos días de esta reforma, el Poder Ejecutivo Nacional expresa su disconformidad aludiendo que la modificación deja un vacío legal, en tanto no se establece un castigo para el acto de la prostitución sino para sus efectos. En un contexto electoral, el por entonces Presidente de la Nación, Carlos Menem, sanciona el Decreto 150/99 el día 3 de marzo de 1999. Allí se instruye a la Policía Federal para que intervenga e impida conductas que deben ser evitadas a fin de garantizar mayor seguridad y protección a las personas y los bienes. Dentro de estas conductas se encuentran las provocadas por las “personas de uno u otro sexo que en lugares públicos o sitios expuestos al público incitaren o se ofrecieren al acto sexual cuando ello provocare 10- Ley N° 42. Sanción: 02/07/1998. Promulgación: Decreto N° 1326/998 del 16/07/1998. Publicación: BOCBA N° 488 del 17/07/1998. 11- Resulta llamativo el retorno al discurso esgrimido en el siglo pasado, cuando la citada ordenanza municipal del año 1875 establecía en el artículo 5 que las casas de tolerancia debían estar distantes a más de dos cuadras de templos, teatros o escuelas. una perturbación del orden y la tranquilidad u ofensa pública al pudor mediante palabras, actos o ademanes obscenos …”. Encomendaba también a la Policía Federal que condujere a las personas incursas en las faltas descriptas a las comisarías correspondientes, en clara oposición a lo que ya disponía por entonces la Ley de Procedimiento Contravencional en sus artículos 18, 22 y 24, limitando al máximo posible las facultades de la policía en materia de privaciones de libertad.12 Según diarios de la época, en solo una semana la Policía Federal detuvo a 90 personas por aplicación del Decreto 150/99, que reeditaba los textos de los viejos edictos policiales como el de ebriedad y el de merodeo.13 Un año más tarde llega la reforma del artículo 71 del Código Contravencional. El 4 de marzo de 1999 se aprueba la Ley 162 y ahora sí, se sanciona contundentemente la oferta y demanda de sexo, independientemente del sitio donde ella se realice y de las modalidades que asuma. Mientras el artículo anterior refería a viviendas, establecimientos educativos y templos, la reforma extiende la contravención a todo el espacio público, ya que la incluye en el Libro II Capítulo VIII USO DEL ESPACIO PÚBLICO: “Art.71: ALTERACIÓN DE LA TRANQUILIDAD PÚBLICA. Ofrecer o demandar 12- Artículo 22 Ley 12: “Toda persona aprehendida debe ser informada de las causas de su aprehensión, de los cargos que se le formulen, del Juez o Jueza y el o la Fiscal intervinientes y de los derechos que le asisten…”; Artículo 24: “Consultado sin demora el o la Fiscal, si éste considera que debe cesar la aprehensión, se deja en libertad inmediatamente al imputado notificándole el día y hora en que debe comparecer ante el o la Fiscal. En caso contrario, la persona debe ser conducida directa e inmediatamente ante el Juez o Jueza…” (ambos artículos siguen vigentes en la actualidad). 13- Ver Página 12: http://www.pagina12.com.ar/1999/9903/99-03-18/pag17.htm. PÁG. 132 / DICIEMBRE 2013 artículos para sí u otras personas, servicios sexuales en los espacios públicos.”14 El acto mismo está ahora sancionado si se lleva a cabo en un espacio público, sosteniendo así la Legislatura local —aún implícitamente— un alcance recortado y restrictivo del principio de reserva consagrado en el art. 19 de la Constitución Nacional.15 Si bien sigue presente la alusión a la “tranquilidad pública”, serían innumerables los problemas que de ello se derivarían en el trámite de los procesos policial/judiciales. Así, la prueba ocupa un lugar central en la discusión. ¿Cómo determinar que se está ofreciendo/demandando sexo en la calle? Despojada la norma de “las maneras”, el desnudo, la ropa interior, etc., será necesario probar que se está ante una oferta y/o demanda de sexo de otros modos. Una cierta manera de ubicar el cuerpo en una esquina mientras un auto pasa lentamente, ciertos barrios de la ciudad, los brillos de unos ciertos vestidos, una identidad travesti, una repentina conversación callejera entre dos, ¿son todas posibles situaciones que prueban una invitación o requerimiento de servicios sexuales? Si antes eran las formas en que se ejercía la prostitución la causa de la contravención, ahora será “el contexto” el nuevo comisionado. Las personas responsables de llevar los procesos adelante —fuerzas de seguridad, operadores judiciales— irán construyendo en la práctica la definición de cómo y con qué elementos de prueba se considerará que existió oferta y/o demanda de sexo. 14- Ley N° 162. Sanción: 04/03/1999. Promulgación: Decreto N° 364/999 del 05/03/1999. Publicación: BOCBA N° 647 del 08/03/1999. 15- Nos referimos aquí a la concepción tradicional del principio constitucional de reserva, que considera protegidas por la cláusula del art. 19 solo aquellas acciones que se llevan a cabo en un lugar privado. Veremos luego qué dijo el TSJ de la CABA al respecto, en contraposición con la noción más amplia que ha adoptado recientemente la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Arriola”. Mientras los procesos tramitaban ante los Juzgados en lo Contravencional y de Faltas, la por entonces Defensora del Pueblo, Dra. Alicia Oliveira, interpuso una acción directa de inconstitucionalidad respecto de la nueva formulación del art. 71 del CC ante el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad. El recurso fue desestimado mediante fallo dictado el 16 de septiembre de 1999. Los jueces Casás, Muñoz y Conde consideraron que la Defensora del Pueblo carecía de legitimación para interponer la acción directa de inconstitucionalidad, en tanto no estaba expresamente previsto ni en el art. 137 de la Constitución local ni en la Ley Nº 3 que reglamentaba sus atribuciones. Por su parte, los Jueces Maier y Ruiz votaron en disidencia, argumentando —entre otras cosas— que resultaba poco sensato negarle la legitimación a la Defensora del Pueblo por su calidad de tal, cuando según el art. 113 inc. 2º de la Constitución le otorgaba la legitimación a todo habitante de la Ciudad para interponer la acción directa de inconstitucionalidad.16 Más tarde, esta restrictiva interpretación que el Tribunal Superior sostuviera respecto de la legitimación de la Defensora del Pueblo fue subsanada mediante la modificación de la Ley 3, que incluyó, ahora sí expresamente, la atribución de interponer la acción de inconstitucionalidad prevista por el art. 113 inc. 2º de la Constitución de la CABA.17 Iniciados gran cantidad de procesos por supuesta violación al art. 71 del CC, desde la Defensa Pública se cuestionaba en los casos con16- TSJ, Expediente Nº 18/PJCABA/TSJ/99 del Tribunal Superior de Justicia, 16 de septiembre de 1999 (caso EXPEDIENTE Nº 18/PJCABA/TSJ/99). Para consultar fallo completo ver http://www.tsjbaires.gov.ar/index. php?option=com_flexicontent&view=category&cid=29&I temid=26&limitstart=143 17- Conforme texto art. 1° de la Ley N° 1177, BOCBA 1834 de 09/12/2003. PÁG. 133 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA cretos la constitucionalidad de la norma por considerarla violatoria de los principios constitucionales de reserva y legalidad, por ser discriminatoria y persecutoria de minorías. Fueron muchos los juicios orales llevados a cabo durante esos primeros años de funcionamiento del fuero Contravencional y de Faltas (hoy también Penal). Tanto los jueces de la primera instancia —en aquella época eran solo cuatro— como quienes integraban la Cámara de Apelaciones rechazaron los planteos de inconstitucionalidad. Uno de esos casos llegó a conocimiento del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, conocido como “León Benito”, permitiendo, ahora sí, que el máximo tribunal de la CABA se pronunciara sobre el asunto de fondo. Para desazón de todos/as quienes trabajábamos en la temática, el TSJ convalidó por mayoría la constitucionalidad de la prohibición contenida en el art. 71 del CC. Sintéticamente, los hechos del caso consistían en tres actas labradas por la Policía Federal a Benito León, una travesti que, como tantas otras, tenía como forma de vida el ejercicio de la prostitución. En las actas contravencionales solo se mencionaba que ofrecía servicios sexuales frente a viviendas. Fue condenada en primera y segunda instancia y contra esas condenas se recurrió ante el TSJ. Nuevamente los Jueces Casás, Muñoz y Conde conformaron la mayoría, en tanto los Jueces Maier y Ruiz votaron en disidencia. Muchos son los argumentos expresados en cada uno de los votos emitidos. En lo que atañe a este ensayo, destacaremos algunas afirmaciones efectuadas en relación a la finalidad de la prohibición y al alegado carácter discriminatorio. Los Jueces Casás y Conde descartaron — cada uno según su voto— que se tratara de una norma de derecho penal de autor, pues se castigaba tanto la oferta como la demanda de servi- cios sexuales. El Juez Maier refuta esta posición expresando: “Es indudable que, para modificar el texto originario del art. 71 del Código Contravencional, primaron conceptos discriminatorios del llamado Derecho penal de autor, que nuestra Constitución expresamente elimina (art. 11, CCBA) como fundantes de la punibilidad…” (el destacado nos pertenece). Al avanzar en el análisis respecto del agravio vinculado a la violación del principio de reserva, artículo 19 CN, los Jueces Casás y Conde desestiman tal afectación por tratarse de una prohibición destinada al uso del espacio público, adoptando la interpretación más restrictiva del alcance de tal protección constitucional. Si bien el Juez Muñoz hace una salvedad, termina acompañando esta posición. Lo más interesante es, sin embargo, rescatar algunas expresiones que dan cuenta, a nuestro modo de ver, de cuáles fueron los “verdaderos” fundamentos de la decisión. Sostuvo el Juez Casás: “El objetivo perseguido por el Estado al ejercitar el poder de policía consiste en hacer cumplir el contrato social, preservando el orden público frente a la pretensión de libertades desmadradas…”; “En el caso, el art. 71 Cód. Contravencional no avasalla ni la libertad sexual ni el derecho a tener determinada ‘preferencia sexual’ –más allá del concepto que algunos podamos tener de la heterosexualidad como inclinación natural de la especie humana…”; “Por este motivo, y sin interferir en las decisiones personales de los individuos, ni tampoco cercenarlas en los ámbitos privados, se ha optado por castigar el comercio sexual en los espacios públicos, partiendo de la base que tal ámbito ‘pertenece a todos’, y se convierte a menudo, en el corredor necesario de ingreso y salida obligada de numerosos vecinos de la Ciudad, incluso menores de edad, a sus viviendas, viéndose compelidos a presenciar un triste espectáculo, al menos PÁG. 134 / DICIEMBRE 2013 artículos conforme a un generalizado sentimiento de decencia sexual…” (el destacado es nuestro). Por su parte, la Jueza Conde afirma: “… Es claro que la norma objetada no se encuentra orientada a sancionar la conducta de los esposos o de los integrantes de una pareja que en la calle acuerdan mantener relaciones sexuales en un espacio privado —sino que apunta en modo principal a la actividad propia de quienes ejercen la prostitución, que ha sido la tenida en mira en forma preponderante por el legislador a la hora de fijar su contenido. Pero considero que si un cónyuge formulara al otro la propuesta de mantener relaciones sexuales, a los gritos en un espacio público, o deteniendo el tránsito, con alteración de la tranquilidad de los vecinos, incurriría también en la contravención tipificada en el artículo 71.” (el destacado es nuestro). Es fácil advertir hasta qué punto imperan en los discursos que sostienen la decisión citada, las preferencias morales de los magistrados intervinientes. Como decíamos antes, lo que se quiere evitar, en realidad, es ese pánico moral que genera la irrupción de la sexualidad a la vista de todos. Ya no importa entonces que se trate de “servicios sexuales”, sino de sexo a secas y, más aún, que se sepa. Esta visibilización de la sexualidad pareciera -—según la visión reseñada— inadmisible para mantener el orden social y la tranquilidad pública, concepto este último sobre el que los tres votos que conforman la mayoría hacen fuerte hincapié. Cualquiera sea la interpretación, lo cierto es que el máximo Tribunal de la Ciudad sentó la doctrina convalidante del accionar estatal, tanto respecto de la expresión político-normativa como de la práctica judicial que aplicaba la ley. Para quienes trabajábamos en la lucha por la protección de los Derechos Humanos de las mujeres y travestis en prostitución, fue un duro golpe. Vale consignar, sin embargo, que los votos de los Jueces Maier y Ruiz refutan tales fundamentos y lo hacen desde la perspectiva de un Estado de Derecho plural, tolerante y democrático. Dijo el Juez Maier: “…Desde el punto de vista empírico, la alteración de la tranquilidad pública no es consecuencia directa de la acción de ofertar o demandar ‘servicios sexuales’, sino de otras acciones voluntarias distintas tales como realizar ruidos molestos, perturbar el tránsito de personas o vehículos, exhibirse en ropa interior o desnudo, etc., que pueden suceder con ocasión de ofertar o demandar los denominados ‘servicios sexuales’…Ver a una persona en la esquina o en la puerta de su casa ofreciendo lo que la ley llama ‘servicios sexuales’ puede ciertamente perturbar mucho a algunas personas, molestar a otras y ser completamente indiferente a muchas otras. Del mismo modo que ver que una persona duerme a la intemperie en la puerta o en la esquina de la casa de uno, un día de invierno; del mismo modo que ver decenas de púberes mezclados con jóvenes a punto de entrar a un local bailable; del mismo modo que, finalmente, ver que, en los mismos lugares, haga frío o calor, niños, adultos o ancianos rompen bolsas de basura con el objeto de verificar si encuentran algo que pueda ser reciclado o, en un caso más extremo, si encuentran algo para comer. Es claro en todos estos ejemplos que ninguno de ellos, con independencia de la reacción de molestia, desagrado, simpatía o indiferencia que despierten en los vecinos, tiene la entidad suficiente como para configurar el daño a terceros que se debe exigir para prohibir esa acción…” (el destacado nos pertenece). Por su parte, la Jueza Ruiz complementa la argumentación, desenmascarando las razones no expresadas por los discursos políticos y ju- PÁG. 135 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA rídicos al establecer la prohibición. Dicho en sus términos: “…Es evidente entonces que lo que se quiere proteger es una cierta valoración moral (frente a otras) desde la cual se pretende definir de modo excluyente cómo y cuándo se altera la tranquilidad pública, y cuál o cuáles son los modos en que es posible usar el espacio público sin el riesgo de ser sancionado. Si se prescinde de una perspectiva moral individual (que no supone que sea la de un único sujeto, desde luego), elevada dogmáticamente a la categoría de moral pública, la oferta y la demanda de sexo, por sí misma, carece de entidad suficiente para configurar el daño a terceros que se debería exigir para prohibirla legítimamente sin afectar el principio de reserva ni el principio de legalidad material (arts. 18 y 19 CN y 12, inc. 9 CCABA)…”. Y respecto del derecho a la igualdad: “Para que en una Ciudad como Buenos Aires las reivindicaciones de grupos o individuos no generen rupturas insuperables ni dramáticas exclusiones es imprescindible crear una conciencia común de que el uso del espacio público y las alteraciones a la tranquilidad pública no pueden regularse desde una única visión del mundo ni de la moral sin poner en riesgo la organización democrática que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires impone…”. La exclusión y la ruptura que anunciaba la Dra. Ruiz se hizo realidad. La siguiente reforma legislativa relegó a una zona apartada de la CABA a las mujeres y travestis que ejercen la prostitución, ocultándolas y segregándolas para una presunta tranquilidad del resto de la población. La nueva redacción del artículo 81 La discusión acerca de la definición del espacio público, los derechos ciudadanos, el bien jurídico que se alegaba proteger, etc. continuaban en debate. Al tiempo que las posturas garantistas apelaban al uso igualitario del espacio público, las posiciones conservadoras proponían la creación de “zonas rojas” en nombre de la defensa del orden público. Hubo quienes, incluso, alegaron la necesidad de prohibir el ejercicio de la prostitución de modo absoluto en nombre de la tranquilidad pública. Entretanto, Mauricio Macri, jefe del gobierno local, desplegaba sus promesas de campaña electoral y la reforma del CC era una de ellas. En el mes septiembre de 2004, en el marco de una amplia reforma del Código Contravencional, el artículo 71 es modificado nuevamente y reemplazado por el actual artículo 81, expresado en los siguientes términos: “CAPÍTULO II: USO DEL ESPACIO PÚBLICO Y PRIVADO. Art. 81. OFERTA Y DEMANDA DE SEXO EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS. Quien ofrece o demanda en forma ostensible servicios de carácter sexual en los espacios públicos no autorizados o fuera de las condiciones en que fuera autorizada la actividad, es sancionado/a con uno (1) a cinco (5) días de trabajo de utilidad pública o multa de doscientos ($ 200) a cuatrocientos ($ 400) pesos. En ningún caso procede la contravención en base a apariencia, vestimenta o modales".18 En consecuencia, la contravención se relaciona directamente con el uso del espacio público y no hay ya referencia normativa a la tranquilidad pública. Este aspecto de la reforma generó un fuerte debate parlamentario. La diputada Ana Suppa planteó explícitamente que debía exigirse la afectación a la tranquilidad pública: “…Y hay jurisprudencia acerca de que la tranquilidad pública del vecino está ligada al uso correcto de la vía pública. Por 18- Ley 1.472. Sancionada: 23/09/2004. Promulgada De Hecho: 25/10/2004. Publicada en BOCBA 2055 del 28/10/2004. PÁG. 136 / DICIEMBRE 2013 artículos esto, aquella prostituta o travesti que no perturbe la tranquilidad pública, puede ejercer plenamente su ocupación. Lo que debemos reprimir es el escándalo, no la actividad en sí misma. El escándalo debe producirse de modo objetivo, que haya una mera reacción subjetiva; porque que a alguien lo escandalice la presencia de prostitutas y travestis no es razón para penalizar…”.19 En el mismo sentido se expresaron los diputados Velasco, Melillo y La Porta. Este último, incluso, hizo expresa referencia al ya citado precedente del caso “Léon Benito” del Tribunal Superior local, advirtiendo que según los votos que conformaron la mayoría, la afectación de la tranquilidad pública era un requisito indispensable para la constitucionalidad de la prohibición. Podríamos decir que, este grupo de diputados representaba la posición intermedia en tanto hubo luego, quienes solicitaron la prohibición total y absoluta del ejercicio de la prostitución en la vía pública, como los diputados Lynch y Enríquez, propiciando incluso este último la imposición de penas de arresto.20 Del otro lado, un grupo de diputadas y diputados se expresaron tajantemente en contra de la reforma propuesta. En palabras de la diputada Baltroc: “…La prostitución que se pretende perseguir con esta redacción que se propone, en realidad, es la prostitución más pobre, que es la que se ejerce en la calle y sin algún tipo de protección real para las mujeres que están allí, que están permanentemente expuestas a los atropellos policiales…”.21 19- Versión Taquigráfica (VT) Nº 56 del 23 de septiembre de 2004, p. 60. El texto completo se puede consultar en http://www.cedom.gov.ar/ 20- VT citada, p. 79 21- VT citada, p. 68 Finalmente, primó la posición más conservadora; por 33 votos positivos y 20 negativos quedó aprobada la reforma.22 En síntesis, los tres aspectos centrales de la nueva norma radican en que, por un lado, flexibiliza la prohibición anterior —que era absoluta respecto al uso del espacio público— ya que permite la oferta y demanda ostensible de sexo en la vía pública en las zonas permitidas. Por otro lado, se prohibe expresamente la referencia a la apariencia, vestimenta o modales para considerar una conducta del tipo contravencional, pretendiendo desterrar una práctica permanente de las fuerzas de seguridad —y en parte también del Ministerio Público Fiscal— de labrar actas contravencionales basadas solo en esos parámetros. Muy particularmente ha padecido y aún padece esta persecución la comunidad travesti. Por último, ya no se requiere la afectación a la tranquilidad pública para que se configure la contravención. Se introduce también un aspecto procesal importante, en tanto la ley impone a las fuerzas de seguridad el deber de consultar al Ministerio Público Fiscal para dar inicio a las actuaciones contravencionales. El diputado De Giovanni se refirió a este último aspecto de la reforma de modo elocuente: “…Por último, señor presidente, en el sentido de ir amoldando la norma a la realidad y, precisamente, para de alguna manera, intervenir con la legislación para tratar de suprimir o mejorar la cuestión de la caja policial de recaudación sobre la oferta y demanda de sexo en la vía pública, es que hemos propuesto, como norma, que la acción de esta contravención tenga solamente inicio de ejecución en el Ministerio Público. Creemos en el Ministerio Público. Es cierto que hay determinada cantidad de fiscales. Pero también es cierto que los fiscales pueden comprometerse; que en este momento se ha au22- Para ver el detalle de diputadas y diputados a favor y en contra, ver VT citada, p. 101 PÁG. 137 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA mentado el número de fiscales al aumentarse el número de juzgados, y también es cierto que el problema está focalizado en determinados puntos de la ciudad…”.23 Como veremos al analizar los datos estadísticos de los últimos años, las aspiraciones del diputado De Giovanni no llegaron a hacerse realidad. Sin perjuicio de las intenciones declaradas durante el debate parlamentario, mediante la Resolución FG Nº 11/05, dictada por el entonces Fiscal General Dr. José Luis Mandalunis, se dispuso que la consulta al Ministerio Público Fiscal prevista por la nueva redacción del art. 81 no sería evacuada por los fiscales, sino por los agentes que fueran designados al efecto. La Defensa Pública cuestionó esta práctica ante el Tribunal Superior de Justicia, sin tener éxito. El Juez Lozano sostuvo en el caso “Guzmán, Luis”, que el sistema de comunicación dispuesto por la citada Res. FG Nº 11/05 no resulta contrario al art. 81 del CC sino que posibilita su plena aplicación, ya que los agentes funcionan como intermediarios entre la autoridad de prevención y los fiscales trasmitiendo la situación denunciada por los primeros a los segundos, pero siempre la decisión, según el Juez Lozano, la toman los fiscales.24 Si bien los otros jueces del Tribunal Superior de Justicia no se refirieron a la cuestión de fondo —rechazaron el recurso por cuestiones de admisibilidad— es atinado pensar que la doctrina ha quedado sentada en la dirección ya indicada. En este estado de cosas, mientras el Poder Ejecutivo no aprobara la reglamentación de las “zonas autorizadas”, rigió una cláusula transi23- VT citada, p. 82 24- TSJ, Expte. Nº 8178/77, sentencia del 5 de junio de 2012, en autos “Ministerio Público s/queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en ‘Guzmán, Luis José Hilario s/infr. art.(s) 81, Oferta y demanda de sexo en espacios públicos”. toria: “Hasta tanto se apruebe la autorización a la que se hace referencia en el artículo 81, no se permite la oferta y demanda ostensible de servicios de carácter sexual en espacios públicos localizados frente a viviendas, establecimientos educativos o templos o en sus adyacencias. En ningún caso procede la contravención en base a apariencia, vestimenta o modales. Se entiende por 'adyacencias' una distancia menor de doscientos (200) metros de las localizaciones descriptas precedentemente. En las contravenciones referidas en el párrafo precedente, la autoridad preventora solo podrá proceder al inicio de actuaciones por decisión de un representante del Ministerio Público Fiscal”. Parte II: De números y necesidades En el mes de diciembre del año 2012, la Secretaría General de Derechos Humanos de la Defensoría General de la CABA llevó a cabo la Mesa de Diálogo Prostitución y Políticas Públicas. Su objetivo fue poner en conversación a mujeres y travestis en situación de prostitución y mujeres y travestis autodenominadas trabajadoras sexuales, a fin de dialogar sobre las posibilidades de peticionar al GCABA la implementación de políticas públicas que combatan la vulneración de sus derechos, la persecución y hostigamiento policial que sufren, las diferentes vías de discriminación directa e indirecta a que se ven expuestas, entre otros temas. Participaron de este evento, legisladoras porteñas interesadas en la temática. Las principales problemáticas identificadas en la mencionada mesa giraron en torno a tópicos tales como la criminalización que supone la aplicación del artículo 81, las consecuencias que derivan de una intervención estatal básicamente represiva y anticonstitucional, de carácter, además, moralizante. Con especial énfasis se reparó en la ausencia de políticas públicas hacia el PÁG. 138 / DICIEMBRE 2013 artículos sector. Mujeres en prostitución y trabajadoras sexuales así como travestis en igual situación relatan tener severas dificultades para acceder a una vivienda digna, al sistema de salud y a la educación. En el caso de aquellas que se definen como abolicionistas, sumaron a este escenario la ausencia en el ámbito de la ciudad de propuestas de capacitación laboral y/o empleos que les permitan abandonar la prostitución. En definitiva, este espacio de debate puso al descubierto una vez más la falta de políticas públicas locales, las dificultades que estos grupos padecen para singularizar su problemática y conseguir con ello un tratamiento conforme a sus demandas. Las intervenciones de carácter represivo son las únicas respuestas a sus peticiones. Aun cuando se admitiera —en abstracto— como genuino el propósito declarado por las autoridades locales para establecer la prohibición contenida en el art. 81 del CC, cabe preguntarse cuáles son los niveles de eficacia alcanzados. ¿Qué nos dicen los números? Los instrumentos de inicio de las causas ingresadas por violación al artículo 81 son tres: acta, denuncia u oficio. Sobre el total de causas originadas por el artículo 81 (30.832) ingresadas durante el período 2006/2012, 30.093 corresponden a actas, lo cual constituye el 97,6%. Se ubica en segundo lugar la denuncia, con un 2,3% y en tercero y último lugar, con un 0,01% el oficio. Esto supone que el mayor porcentaje de causas ingresadas proviene del patrullaje policial y no de denuncias de vecinos/as que ven afectada su tranquilidad. Al observar las comisarías que reúnen el mayor porcentaje en lo que atañe al ingreso de causas, resulta que es la Comisaría 16 (barrio Constitución), con el 33%, la que lleva la cabecera. Le sigue luego la Comisaría 50 (barrio de Flores), con el 32% y la Comisaría 18 (barrio de Constitución) con el 21%. La Comisaría 38 (barrio de Flores) reúne el 2,3% de las causas ingresa- das y ocupa el cuarto lugar. Estas comisarías se ubican, preferentemente, en las llamada “zonas rojas” de la CABA, siendo Flores y Constitución, los barrios que congregan a mujeres y travestis en prostitución y/o trabajadoras/es sexuales de más bajos recursos económicos. Respecto al sexo de los/as contraventores/as, sobre el mismo número de causas ingresadas para igual período de tiempo (30.832), el 58,2% corresponden al sexo masculino y el 27,2% a mujeres, no pudiendo registrarse el sexo del 14,6% restante. Es probable que ese 58,2% aloje a la población travesti que ejerce la prostitución y que, dado que cuando se recogieron estos datos aún no contaban con la posibilidad del cambio registral de nombre, conservaran su DNI con nombre masculino. Sobre un total de causas resueltas de 26.269, correspondientes al período 2006/2012, 25.838 (98,3%) fueron archivadas y de este total, 23.264 (90%) encuentran en la falta de prueba la principal causa del archivo. Es imperioso destacar que el labrado de un acta contravencional no es solo un mero trámite burocrático, sino que implica, por sobre todo, la privación de la libertad de las mujeres y travestis que una y otra vez son sometidas a los procesos policiales en la vía pública. Y no solo existe privación de libertad en caso de trámites de identificación en la sede del Ministerio Público Fiscal, sino que también se restringe la libertad durante todo el tiempo que la Policía se toma para labrar las mencionadas actas contravencionales, con el obvio perjuicio para quienes los padecen. Conclusiones Según nos lo recuerda Michel Foucault (1990), la construcción del dispositivo de sexualidad supone el despliegue de estrategias de control sobre la población, mediante discursos PÁG. 139 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA que construyen la realidad y configuran un régimen de verdad desde donde aparecen arbitrariamente patrones y conductas estimadas “normales”. Estos discursos son los responsables de naturalizar prácticas e instituciones asociadas a la sexualidad. La prostitución es una de tales prácticas. Como se ha visto a lo largo de este ensayo, el Estado local no es ajeno a este proceso, legitima la política sexual hegemónica tanto a través de artilugios normativos como punitivos. Si bien la prostitución en la CABA no es una actividad prohibida, por obra de diversas regulaciones vinculadas a cuestiones de uso del espacio público, su ejercicio se encuentra sujeto a numerosos controles. Las personas que ejercen la prostitución en la vía pública terminan en manos de los agentes policiales a quienes se les “encomienda” el control. En nuestra opinión, las reformas legislativas respondieron más a necesidades políticas coyunturales que a una verdadera necesidad social. Esto, teniendo en cuenta que los propios legisladores destacaron que los vecinos que presentaban quejas en el año 2004 eran un grupo muy minoritario. Es posible afirmar que la mayoría parlamentaria impuso su visión moral del asunto y aprovechó la reforma para hacer un uso electoral de la misma. En igual sentido operó y opera el Poder Judicial local, algunos de cuyos magistrados expresaron sin tapujos sus concepciones de decencia sexual y las impusieron como las únicas apropiadas y suficientes para validar sus decisiones. Como tantas veces lo ha señalado el Dr. Raúl Zaffaroni, la creación del derecho nunca es ingenua, nunca es neutra. Los conceptos jurídicos nacen en un contexto histórico-político que ha de conocerse para identificar su alcance. Ellos tienen, incluso, una funcionalidad prevista para ese contexto, contexto siempre cambiante. Las sentencias, dictámenes o la misma defensa de conceptos jurídicos carecen de neutralidad ideológica.25 Resulta alarmante verificar hasta qué punto los cambios legislativos relatados y las consecuentes intervenciones judiciales, no han hecho más que convalidar un status quo respecto de las prácticas del sistema policial/judicial que implica la puesta en marcha de los procesos contravencionales en esta materia. En efecto, hay un claro desplazamiento entre el discurso y la práctica, que se advierte en varios planos. Por una parte, se alega de forma permanente que no se prohíbe la prostitución en sí, sin perjuicio de lo cual las actas se labran casi con total exclusividad a las mujeres y travestis oferentes de sexo. Por otro lado, si bien la norma vigente exige que la oferta y/o demanda de los servicios sexuales se lleve a cabo de modo ostensible, el altísimo porcentaje —mayor al 90% de archivos inmediatos de las actas— indica que, en la práctica, ese requisito del tipo contravencional jamás se verifica. En tercer lugar, la incorporación en el art. 81 del CC de la necesaria consulta al Ministerio Público Fiscal para que las fuerzas de seguridad procedan a labrar las actas contravencionales, lejos de operar como un límite a la discrecionalidad de las mismas, funciona como una especie de legalización del actuar policial, dejando a mujeres y travestis expuestas al conocido circuito de corrupción policial, que tan vehementemente fuera denunciado durante el debate parlamentario que fue aquí citado. Como se desprende de la información cuantitativa presentada, la mayor parte de las actas ingresadas provienen del patrullaje policial. Parece no haber dudas respecto de que el artículo 81 del Código Contravencional no su25- Para una ampliación de este tópico, ver Zaffaroni, Eugenio Raúl, Estructuras Judiciales, Ediar, Buenos Aires, 1994. PÁG. 140 / DICIEMBRE 2013 artículos pera el test de constitucionalidad confrontado con el principio constitucional de reserva —art. 19 Constitución Nacional—; los fundamentos de los Jueces Maier y Ruiz al resolver el caso “León, Benito” resultan, a nuestro modo de ver, aplicables a la norma tal como está hoy vigente, según la reforma de la Ley 162. Es más, aun si se adoptara la interpretación más conservadora expresada en los votos de los jueces que conformaron la mayoría de dicho precedente, la nueva redacción del art. 81 tampoco superaría exitosamente el control de constitucionalidad, pues ya no exige la afectación a la tranquilidad pública, quedando en evidencia que se trata de una norma que expresa en realidad un derecho penal de autor, destinado a perseguir a las mujeres y travestis que ejercen la prostitución por su sola calidad de prostitutas. En la misma línea, y tomando en consideración la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Arriola”,26 podría plantearse la inconstitucionalidad del art. 81 del CC ante el máximo tribunal del país con alguna chance de éxito. En el caso, la Corte Suprema revisa su anterior doctrina sentada en el caso “Montalvo” que había penalizado la tenencia de estupefacientes para consumo personal. Argumentó, sin rodeos, que a partir de la reforma constitucional del año 1994 y la incorporación de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos con rango constitucional a nuestro sistema jurídico, correspondía modificar el criterio sentado anteriormente y despenalizar entonces la tenencia de estupefacientes para consumo personal, aun cuando se tratara de una conducta desplegada en la vía pública como era el caso. Así, la Corte propicia ahora un alcance más amplio de la protección prevista por el art. 26- CSJN, A. 891. XLIV, Recurso de hecho, Arriola, Sebastián y otros s/causa Nº 9080. Sentencia del 25/08/2009. 19 de la Constitución Nacional, extendiéndola a las conductas desarrolladas en los espacios públicos, en la medida que se realicen en condiciones tales que no traigan aparejado un peligro concreto o un daño a derechos o bienes de terceros, desacreditando así las argumentaciones vinculadas a la supuesta protección de la salud pública que pretendían dar basamento a la interpretación anterior. Cierto es que la figura del art. 81 del CC ya exige que la oferta y/o demanda de servicios sexuales debe ser ostensible para que la conducta sea típica, pero en nuestra opinión ese requisito deviene demasiado laxo y convierte a la norma en una herramienta de intervención estatal en la vida privada de las personas que no es compatible con un Estado de Derecho democrático y tolerante. El análisis de los datos estadísticos nos permite afirmar que, amén de los reparos constitucionales que ya han sido mencionados, se verifica también que estamos frente a un caso de “discriminación de facto” o “impacto desigual/efecto inverso”, pues a pesar de que literalmente el art. 81 del CC sanciona tanto la oferta como la demanda de servicios sexuales, la información oficial disponible demuestra que en la práctica la persecución va dirigida exclusivamente a quienes ofrecen los servicios, mujeres y travestis, en su mayoría pobres, que tienen como forma de subsistencia el ejercicio de la prostitución en la vía pública, dejando fuera del alcance de la prohibición a quienes demandan dichos servicios. La doctrina sentada al respecto por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad en el caso “Bara”27 ava27- TSJ, Expte. Nº 6295/09 “Bara, Sakho s/queja por recurso de inconstitucionalidad denegado”, sentencia del 11/08/2010. En el caso, se planteó que el colectivo integrado por las personas nacidas en Senegal sufrían discriminación al ser perseguidas por la venta de baratijas en la vía pública, en mucha mayor medida que otras personas ajenas a ese PÁG. 141 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA laría en este sentido el cuestionamiento que formulamos. Finalmente, entretanto se sigue afectando a las personas en situación de prostitución o de trabajo sexual; ya sea restringiendo su movilidad o con castigos económicos como las probation. La ausencia de políticas públicas locales tendientes a favorecer la prevención de la prostitución en los términos del Convenio del año 1949, significa que las mujeres y travestis que ejercen la prostitución como modo de subsistencia están sometidas a una única intervención estatal en sus vidas: la persecución y la represión. Estas, aunadas a la discriminación que tan marcadamente sufre el colectivo travesti, no hace más que profundizar las condiciones estructurales de exclusión socio-económica que sufren desde siempre. colectivo. El TSJ hizo lugar a la acción judicial interpuesta, si bien los votos difieren entre sí en cuanto a los fundamentos, se consideró acreditado que el sistema policial/judicial aplicaba la ley de modo discriminatorio y violatorio de los Derechos Humanos de las personas involucradas. PÁG. 142 / DICIEMBRE 2013 Bibliografía CHILLIER, Gastón, “El reemplazo de los edictos policiales por un código contravencional”. En Derechos Humanos en la Argentina, Informe Anual 1998, CELS/Eudeba, Buenos Aires, 1999. FOUCAULT, Michel, Historia de la sexualidad, Vol. I: La voluntad del saber.17ª ed., Siglo XXI, México, 1990. MORENO, Aluminé, “Ciudadanía y sexualidad en la Ciudad de Buenos Aires”. En Nómadas Nº 24, abril, Universidad Central de Colombia, 2006, pp. 118-128. PITA, María Victoria (2003). “Policía y contravenciones en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Tesis de Maestría en Administración Pública. En: http://www.antropojuridica.com.ar/wp-content/ uploads/2012/03/Pita.pdf RUBIN, Gayle “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad”. En: VANCE, Carole S. (Comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina, Ed. Revolución, Madrid, 1989, pp. 113-190. SABSAY, Leticia, “Las zonas rojas del espacio público. El caso de Buenos Aires y la regulación urbana del trabajo sexual”, en: NIETO, Carlos Cornejo, MORÁN Y SÁEZ, Juan y PRADA TRIGO, José (coords.) Ciudad, territorio y paisaje: reflexiones para un debate multidisciplinar. Primer bloque: La ciudad como ecosistema urbano, Madrid, 2010, pp. 93-105. SOZZO, Máximo “¿Hacia la Superación de la Táctica de la Sospecha? Notas sobre Prevención del Delito e Institución Policial”, en: Detenciones, facultades y prácticas policiales en la Ciudad de Buenos Aires, CELS/CED, Buenos Aires, 2000. TISCORNIA, Sofía, Burocracias y violencia. Ensayos sobre Antropología Jurídica, Antropofagia, Buenos Aires, 2003. TISCORNIA, S., SARRABAYROUSE OLIVEIRA M. J. y EILBAUM, M. J. “De los edictos de policía al Código de Convivencia Urbana. Las trágicas paradojas de los procesos de construcción de espacios de convivencia”. En: TISCORNIA, S. (Compiladora). Burocracias y violencia. Estudios de antropología jurídica. Antropofagia, Buenos Aires, 2004. WEEKS, Jefrey, Sex, Politics and Society. Essex, Longman, U.K., 1981. Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dr. Guillermo Emilio García Fabués* Por una justicia rápida, sencilla y cercana. I. Introducción En los últimos meses, como si nunca nada se hubiese hecho o planeado al respecto, ha regresado al escenario judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el debate por la solución de un viejo déficit: la puesta en marcha de los tribunales de vecindad. Tales tribunales, claro está, forman parte de un dispositivo jurídico más amplio, previsto por la Ley Orgánica del Poder Judicial local pero contemplado como punto de llegada del largo proceso de transferencia de competencias a la Ciudad, y de la correlativa —y no menos progresiva— constitución de fueros locales donde llevar a la práctica las figuras transferidas.1 * Secretario General de Modernización y Ordenamiento de la Gestión de la Defensoría General de la CABA. 1- La Ley Nº 7, Orgánica del Poder Judicial local, cuyo artículo 7º establece: “El Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires es ejerciado por: 1. El Tribunal Superior de Justicia 2. El Consejo de la Magistratura 3. El Ministerio Público y 4. Las Cámaras de Apelaciones a. en lo Civil, b. en lo Comercial, c. del Trabajo, d. en lo Penal, Contravencional y de Faltas, e. en lo Contencioso Administrativo y Tributario, f. en lo Penal Juvenil. 5. Los Juzgados de Primera Instancia a. en lo Civil, b. en lo Comercial, c. del Trabajo, d. en lo Penal, Contravencional y de Faltas, e. en lo Contencioso Administrativo y Tributario, f. de Menores, g. de Ejecución y Seguimiento de Sentencia. PÁG. 145 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA El legislador pergeñó un edificio jurisdiccional que se va construyendo por etapas. También es cierto que la justicia de cercanía al vecino estaba expresamente prevista en la Constitución de la CABA, cuya Cláusula Transitoria 12 la receptó dentro del ámbito territorial de las Comunas.2 Mientras que la Ley Nacional N° 24.588, denominada Ley Cafiero, que garantiza los intereses del Estado Nacional en la Ciudad en tanto ésta siga siendo asiento de la Capital de la República, también preveía de manera expresa entre las jurisdicciones propias de la autonomía local aquellas que hacen a la materia de vecindad.3 Ello así, cualquier interpretación acerca del esfuerzo que demande implementar una justicia especial de cercanías frente a la puesta en marcha de todo el sistema judicial de la Ciudad, pareciera aludir a la distancia que va de lo particular a lo general. Pero si en una evaluación del corto plazo se reemplaza la noción 6. Los Tribunales a. de Vecindad, b. Electoral, c. de Menores.” 2- CCABA, Cláusula Transitoria 12 parágrafo 5: “La Legislatura creará los Tribunales de Vecindad en cada Comuna, que estarán integrados por tres jueces, no pudiendo ser todos del mismo sexo. Sin perjuicio de la competencia que la ley determine, deberá entender en materias de vecindad, medianería, propiedad horizontal, locaciones, cuestiones civiles y comerciales hasta el monto que la ley establezca, prevención en materia de violencia familiar y protección de personas. El funcionamiento de estos Tribunales queda sujeto al acuerdo que el Jefe de Gobierno celebrará con el Gobierno Nacional, con el objeto de transferir las competencias y partidas presupuestarias que correspondan”. 3- Artículo 8º de la Ley 24.588: “La justicia nacional ordinaria de la Ciudad de Buenos Aires mantendrá su actual jurisdicción y competencia continuando a cargo del Poder Judicial de la Nación. La Ciudad de Buenos Aires tendrá facultades propias de jurisdicción en materia de vecindad, contravencional y de faltas, contencioso-administrativa y tributaria locales”. de lo general por lo ideal y lo particular por lo posible, dicha mirada devuelve el énfasis sobre la índole de los asuntos a tratar y sobre la menor cuantía de los mismos, lo cual redundaría en la pertinencia de establecer respecto de ese fuero de los vecinos un trámite más sintético, sujeto a menor número de acuerdos entre Nación y Ciudad, y por ende más fácil de lograr.4 Y esto no es falso ni cierto, constituye por ahora una expresión de deseos. En cualquier caso, tanto la Ley 7 (Orgánica del Poder Judicial local) como la Constitución de la Ciudad y la propia Ley Cafiero, tienen más de 15 años de sancionadas. Y durante ese lapso fueron presentados cerca de 60 proyectos de Justicia Vecinal. Semejante acumulación de energía aplicada en torno a la misma materia, pareciera desdecir su simpleza. O al menos la torna compleja. Quizás se trate de un buen punto de partida: estamos ante un tema de una simplicidad compleja. La enorme cantidad de voluntades concitada en la elaboración de los proyectos, en los equipos técnicos, en los estudios previos, si bien pone de resalto la variedad de opiniones y criterios que existen en torno a la práctica jurídica y a la administración de justicia, a nuestro entender no está expresando una dificultad insalvable para la puesta en marcha de tales tribunales. Así como los sucesivos proyectos contienen diferencias (y también coincidencias) en cuanto a la composición, a las competencias y a las reglas de procedimiento de los juzgados a ser 4- El argumento de que es más fácil poner en marcha una justicia especial que los distintos fueros ordinarios en el ámbito de la CABA, responde adicionalmente al hecho de que la Ley Nacional N° 23.637 dispuso a partir de 1988 unificar la Justicia Especial en lo Civil y Comercial y la Justicia Nacional en lo Civil de la Capital Federal, que pasaron a constituir un único fuero de incumbencia civil, derogando la Ley 11.924 que en su momento había consolidado la Justicia de Paz Letrada en el ámbito capitalino. PÁG. 146 / DICIEMBRE 2013 artículos creados, significativamente no se advierte en el curso de estos años un cambio de paradigma acerca de su naturaleza intrínseca y —mucho menos— acerca de su necesidad. Dicho de otro modo: casi todos los proyectos apuestan, con diferencias de contorno, a una construcción jurídico-institucional más cercana a la posibilidad que a la del rechazo parlamentario. Solo la última frase del parágrafo 5 de la Cláusula Transitoria 12 de la CCABA introduce un ingrediente condicional —“El funcionamiento de estos Tribunales queda sujeto al acuerdo que el Jefe de Gobierno celebrará con el Gobierno Nacional, con el objeto de transferir las competencias y partidas presupuestarias que correspondan”—, cuya virtualidad práctica jamás podrá llegar a verificarse si no media acuerdo legislativo previo sobre la constitución, el tamaño y el funcionamiento de los tribunales vecinales.5 ¿Por qué estamos entonces ante un asunto de compleja simplicidad? Porque para poner en marcha estos tribunales, más allá de disputas hermenéuticas y de los intereses que cada quien representa, existe consenso en que es preciso aligerar el trámite. Regresar a un estadio anterior al de la gran ciudad repleta de personas muy diversas y sujetas a múltiples conflictos de distinta intensidad. Y también hay consenso en que, para lograr esa fluidez procesal, es imprescindible descentralizar las bocas de acceso judiciales y de-formalizar las etapas del proce5- Es ocioso a esta altura del proceso autonómico de la CABA debatir si el párrafo final de Cláusula Transitoria 12°parágrafo 5 de la CCABA, transcripto en la nota 3, consagra una suerte de poder de veto o una condición para el funcionamiento de los tribunales de vecindad. Cualquiera fuera la interpretación que quisiera dársele a la necesidad de un acuerdo entre el Jefe de Gobierno local y el Gobierno Nacional, se trataría más bien de un gesto político, no excesivamente vinculado al aspecto económico de una ciudad que constituye el tercer presupuesto del país y de un presupuesto dentro del cual el Poder Judicial apenas supera el 4% nominal de la atribución del gasto. so, procurando la concentración y la unidad de actuación en cada lugar donde funcione un tribunal de vecindad y en cada caso que le toque resolver. Para lo cual, vale decir: para alcanzar tiempos de resolución compatibles con la seguridad jurídica y con la urgencia de las partes, es menester introducir a todos los intervinientes en el proceso (públicos y privados) en actuaciones de una creciente oralidad, que resultan fáciles de predicar aunque todavía son difíciles de protagonizar. Se trata de demasiados cambios. Como veremos en seguida, el pasado y el futuro tomados de la mano. II. Precedentes legislativos e institucionales Comenzando por lo más antiguo y parecido, los proyectos de Justicia de Vecindad generalmente recrean o ponen en valor el antiguo formato de la “Justicia de Paz”. Ya en el Reglamento para la administración de Justicia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1812) se confirió a los Alcaldes de Hermandad6 competencia sobre asuntos de menor cuantía. A la par que, con el desarrollo de comarcas agrícola-ganaderas de explotación fija y el progreso de los pueblos aledaños a las mismas, tales alcaldes dejaron de ser agentes pagos de la Corona y empezaron a ser habitantes prominentes de cada lugar, que revistaban como funcionarios legos con atribuciones de policía, atendiendo los entuertos no criminales de los vecinos de las cercanías. No olvidemos que ni la CABA ni el aglomerado humano con el que interactúa de mane6- Eran estos alcaldes el desenvolvimiento en América de una vieja institución del Reino de Castilla y León, entendida al estilo de las santas cofradías que buscaban garantizar el orden público. Su función originaria consistía en juzgar y castigar los delitos cometidos a cielo abierto, fuera de los pueblos y ciudades. PÁG. 147 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA ra inmediata y cotidiana,7 se parecen a lo que entonces eran la ciudad y el campo. No solo la mayor parte del espacio jurisdiccional resultaba predominantemente rural, sino que las problemáticas a atender eran muy diferentes y ajenas a la de los edificios sometidos a la Ley 13.512, a la de los usuarios y consumidores de la Ley 24.240, a las pólizas de seguro, las tarjetas de créditos, el uso de los celulares, las cuestiones derivadas del contrato de garaje, y por supuesto, la problemática de la población en situación de pobreza urbana. ¿De dónde viene entonces aquella vieja idea de la “Justicia de Paz”? Viene de una práctica organizacional que retrotrae —al menos en su influencia— a la Ilustración europea, y ancla su precedente legislativo más concreto en la Revolución Francesa, cuya Asamblea Constituyente al sancionar la Ley 16 en 1790 dispuso la creación de la Justicia de Paz. Una justicia formada, al decir de Oteiza, por jueces a los que les tocaría actuar como pacificadores, evitando los conflictos mediante el avenimiento de los vecinos.8 Con el correr independiente de la Patria, en 1821 Buenos Aires se dividió en siete departamentos judiciales. Uno de ellos con asiento en la Capital. La práctica pacificadora de los alcaldes subsistió entonces en las barriadas, fueran de la campaña o de la ciudad. Y así, mientras los “jueces letrados” atendían en el ámbito de las jurisdicciones departamentales toda clase de conflictos jurídicos, los “jueces menores” atendían cada cual en su distrito (rural o urbano) los pequeños reclamos civiles de los vecinos, 7- Vale decir: la Ciudad Autónoma y el área periurbana y suburbana inmediatas, que constituyen el aglomerado metropolitano de Buenos Aires en uno de las diez núcleos poblacionales más grandes del planeta. 8- OTEIZA, Eduardo David, “Los tribunales de menor cuantía como respuesta actual basada en los principios de la justicia de paz”, Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 19871, p. 42. decidiendo en un formato que, Gualberto Sosa describe como juicios verbales de negocios por poco monto.9 Esta impronta de una justicia descentralizada y lega, habría de subsistir durante muchos años, hasta que con la organización de los tribunales de la Capital Federal —en 1886— se dispuso la instalación de un juzgado de paz letrado en cada una de las parroquias en que estaba dividida la ciudad. La Ley N° 1893, que así lo establece, también introdujo las competencias de tales tribunales, que remiten de manera embrionaria a los temas que hoy día forman parte de los sucesivos proyectos que ingresaron a la Legislatura de la CABA. Empero, es recién con la Ley Nacional N° 11.924, de 1934, cuando se consolida definitivamente la Justicia de Paz en la Ciudad de Buenos Aires, creándose sus propios juzgados —con independencia del ámbito territorial de las parroquias— y una cámara de apelaciones dividida en salas. También se procuró entonces introducir mayor celeridad al trámite. Al menos para procesos denominados “menores”, donde la audiencia convocada era para contestar demanda y producir la prueba, y las sentencias no podían apelarse. El procedimiento, claro está, seguía siendo escrito. Distintas normas posteriores modificaron y ampliaron los modos procesales y las incumbencias materiales de la Justicia Nacional de Paz en la Ciudad de Buenos Aires. En parte por la creación de nuevas figuras jurídicas (como los consorcios), en parte por la modificación de los hábitos de vida y de transporte de los habitantes (como las acciones civiles por reparación de daños y perjuicios producto de accidentes de tránsito), y 9- SOSA, Gualberto Lucas, Instituciones de la Moderna Justicia de Paz Letrada. Editorial Platense, 1993. PÁG. 148 / DICIEMBRE 2013 artículos en parte también por la vocación reglamentarista de la Justicia (que terminó consagrando a los antiguos juzgados de paz como un fuero “especial civil y comercial”, cuya organización estructural y modos de actuar en poco se terminaron diferenciando de la justicia ordinaria). Lo cierto es que al subsumirse, mediante la Ley Nº 23.637, ese fuero especial en la Justicia Nacional en lo Civil de la Capital Federal, culminó el proceso de deconstrucción de los juzgados de cercanía y la existencia de tribunales de vecindad. Al menos, en lo que al tratamiento y a la materialidad de sus causas se refiere. “Queda a modo de conclusión, que dentro del ámbito de la Capital Federal la justicia de menor cuantía ha desaparecido. Cabe preguntarse si las causas que le dieron nacimiento también desaparecieron. Pensamos que no. Que por el contrario, el justiciable muchas veces prefiere perder su derecho ante la eventualidad de tener que movilizar una maquinaria judicial generalmente costosa, las más de las veces lenta y desmesuradamente complicada, frente a un pequeño reclamo”.10 III. Lo que se viene ma acusatorio que intenta transformar el rol de los actores en el proceso— la justicia de cercanía al vecino o de menor cuantía, no puede exhibir en el marco de la Ciudad de Buenos Aires una medalla parecida. Su rasgo distintivo ha sido su discontinuidad. Destino paradójico para un fuero que, como vimos, acompañó a la Nación desde su origen y fue reconocido como incumbencia propia de la CABA desde los primeros pasos de su autonomía judicial. La paradoja se vuelve aún más nítida si advertimos que los usos y costumbres de la Justicia de Vecindad ya han sido probados; quiero decir, que no surgen de la mera ideación de algunos estudiosos del derecho, sino que se remontan a experiencias concretas que —con sus más y con sus menos— fueron ejecutadas por un buen número de abogados que todavía litigan o se desempeñan en la Justicia. En tal sentido, la forma mediante la cual el flamante Consejo de Justicia de la Ciudad (CJ)11 ha exteriorizado su intención de terciar en el tema, remite a un camino que el propio Consejo de la Magistratura local (CM) había empezado a transitar.12 A diferencia de otros fueros, como el laboral —que al desprenderse de la matriz civil no ha dejado de crecer, tanto en lo sustantivo a nivel nacional como en lo adjetivo en cada una de las jurisdicciones individualmente consideradas— o el fuero penal —que está reconvirtiendo el viejo régimen inquisitorio en un moderno siste- 11- Creado mediante Decreto del Jefe de Gobierno de la Ciudad Nº 273/13, publicado en el BO el 18/07/13, cuyo Anexo I inciso d) contempla entre las misiones y funciones del Consejo: “Asesorar al Poder Ejecutivo, Legislativo y al Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en lo relativo al proceso de transferencias e implementación de competencias judiciales a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires así como sobre la implementación de nuevos fueros y competencias judiciales, en especial con lo relacionado en la justicia de proximidad al vecino” (sic). 10- Este colofón pertenece a la clase que diera el Dr. Alí Joaquín Salgado sobre Justicia Especial en lo Civil y Comercial de la Capital Federal dentro del curso teórico práctico dictado por la cátedra de Derecho Procesal II del Dr. Carlos Eduardo Fenochietto, en la Facultad de Derecho de la UBA, durante el año 1977. La cita fue desgrabada y publicada en la página 692 del “Curso de Derecho Procesal (parte especial)” del referido Dr. Fenochietto, que editó Abeledo Perrot en 1978. 12- El Consejo de la Magistratura de la Ciudad creó mediante Resolución 523/10 la Unidad de Implementación y Seguimiento de las Políticas de Transferencia de Competencias (UISPTC), en cuya esfera se constituyó una Comisión Conjunta (ver art. 5º), integrada con representantes del Tribunal Superior de Justicia y de cada una de las ramas del Ministerio Público, a fin de trabajar en la planificación e implementación de tales políticas. A su vez, por el art. 6º de la misma Resolución se invitó a participar a los colegios y asociaciones que agrupan a los magistrados y PÁG. 149 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA En efecto, la Comisión Conjunta, formada por representantes de cada uno de los estamentos judiciales convocados por la Unidad de Implementación y Seguimiento de las Políticas de Transferencia de Competencias (UISPTC) del Consejo de la Magistratura de la Ciudad, constituyó a partir de marzo de 2012 una Subcomisión de Justicia Vecinal, cuya primera labor fue precisamente el examen de los proyectos legislativos previos. Luego, en un trabajo de discusión, elaboración e intercambio que se prolongó durante meses bajo la coordinación de la UISPTC, esa Subcomisión de Justicia Vecinal —integrada por el cuerpo de asesores letrados de la propia UISPTC, por representantes del Colegio Público de Abogados de la Ciudad y por funcionarios y magistrados del Ministerio Público de la Defensa, del Ministerio Público Fiscal y de la Asesoría General Tutelar— redactó dos propuestas de ley que fueron dadas a conocer por el Consejo de la Magistratura en la jornada “Justicia de Vecindad de la Ciudad de Buenos Aires. Creación. Organización y Reglas de Tramitación de Conflictos”, que se realizó el 13 de noviembre de 2012. De cara a tales precedentes, que emanan de las estructuras del Poder Judicial y que tomaron en cuenta los proyectos legislativos que les anteceden, antes que retomar el cotejo entre lo que cada quien ofrece o de analizar las cuestiones jurídicas que por su naturaleza debieran entrar o no en la competencia material de los tribunales de cercanía, quizás sea útil prestar atención a lo que podríamos llamar “el disco duro” del proceso vecinal. El mismo se basa, con los imprescindibles cambios que el paso del tiempo ha impuesto y funcionarios y “a todo otro actor relevante”, entre los cuales se contó también a representantes del Colegio Público de Abogados. la adquisición de nuevos soportes tecnológicos para la práctica del derecho, en la idea de una sola audiencia. La Ley Nacional N° 11.924 de 1934, como vimos más arriba, ya lo había previsto en los “procesos menores”: una audiencia para contestar demanda y ofrecer la prueba. Ahora bien, el “Proyecto de Reglas de Tramitación de los Conflictos de Vecindad de la CABA”, una de las dos propuestas presentadas por el Consejo de la Magistratura a fines del año pasado, va un poco más lejos y en su art. 11° propone la denominada “Audiencia de Resolución del Caso”. Recoge así el espíritu de varios proyectos legislativos previos, de la Ley Nacional Nº 26.589 de Mediación Obligatoria y la propia experiencia de la Justicia Nacional en lo Civil de la Capital Federal, que a fin de descongestionar el trámite e intentar una conciliación antes de resolver sobre la prueba, introdujo la figura de la Audiencia Preliminar, que se celebra con presencia del magistrado una vez trabada la litis y agotadas las incidencias de previo y especial pronunciamiento.13 Dicho de otra manera: para desarrollar todos los pasos de un reclamo en la Audiencia de Resolución del Caso, de seguirse la propuesta de la Sub-Comisión de Justicia Vecinal que propicia el Consejo de la Magistratura de la Ciudad, será necesario haber materializado la etapa de mediación previa, acompañar y producir en el mismo acto la totalidad de la prueba admisible en esta clase de procesos y rechazar los intentos del Tribunal que instará a las partes a un avenimiento, cosa que puede hacer una o más 13- El art. 55 de la Ley Nacional Nº 26.589 modificó al efecto el artículo 360 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, el cual en su redacción anterior preveía que siempre que se hubiesen alegado hechos conducentes acerca de los que no hubiese conformidad entre las partes, el juez recibirá la causa a prueba aun cuando éstas no se lo pidieran. PÁG. 150 / DICIEMBRE 2013 artículos veces y en cualquier momento antes de dictar su sentencia. Esta propuesta también incorpora la práctica de otros fueros en relación a la producción de la prueba y a la oportunidad de la sentencia. Con mayor precisión, recoge la experiencia de aquellos sistemas que concentran el tracto probatorio en un único acto —predominantemente verbal— donde las partes, los abogados, los testigos y los peritos dan cuenta de lo que a cada quien le toca. Se trata de las modernas formas que viene adoptando la “audiencia de vista de causa”, un tipo de audiencia que se sustenta en principios de inmediatez, economía y concentración procesal, pero también en la necesidad de poner límite a la laxitud del procedimiento escrito, basado en un número impreciso de presentaciones, donde los litigantes practican sucesivas afirmaciones acerca de sus derechos, lo cual origina otros tantos pronunciamientos del juzgado en el afán de dirimir su importancia y oportunidad, y poder proseguir con un trámite que a la postre resulta cada vez más distante de las pretensiones originales. Pues bien, para las cuestiones de vecindad y menor cuantía entre vecinos de una misma Comuna, los operadores judiciales de la CABA están proponiendo algo más homogéneo y sintético: una sola y única audiencia donde se conteste la demanda, se produzca la prueba y, si las partes no se avienen, también se dicte sentencia. IV. Cómo hacerlo El interrogante que de inmediato aparece es cómo resolver con ajuste a derecho un proceso que recién empieza. Porque antes de la Audiencia de Resolución del Caso solo existiría la presentación formal de un reclamo. Y cuando decimos presentación formal no aludimos a los alambicados modismos del lenguaje leguleyo, sino a eso: a rellenar un formulario con el dato de las partes, los instrumentos que sustentan la pretensión y la prueba que se ofrece. Lo que sigue después del formulario de inicio es una enorme transformación de hábitos y escenarios jurídicos. Empezando por la descentralización funcional de los juzgados de vecindad en el territorio —las Comunas— de la Ciudad, la amplitud de los días y horarios de atención, la reducción de los plazos procesales y de notificaciones y diligenciamientos, y el tenor general de un proceso cuya meta no es consagrar al ganador total o parcial de una controversia de intereses, sino encontrar una manera a través de la cual las partes avengan esas diferencias con la ayuda del tribunal. La inmediatez, la predominante oralidad del trámite y por contrapartida el desuso del procedimiento escrito —donde las partes “cristalizan” o “consagran” sus posturas de manera asertiva—, el cambio de roles de actor y demandado por el de presentantes y requeridos, la filmación y el audio que permiten verse y oírse a sí mismos, la eliminación de la prueba confesional, la reducción del número de testigos, la introducción del testigo experto, del único perito de oficio, una moderna reglamentación de la prueba informativa y, en todo momento, aun cuando cada quien ya hubiera echado sus cartas sobre la mesa, la potestad del tribunal de proponer un acuerdo antes de dictar sentencia. En fin, la respuesta a la pregunta acerca de cómo se resuelve un proceso que recién empieza, parte de la idea de que no prosiga, que el conflicto jurídico no se alargue, agudice o desnaturalice con el tiempo. Esto implica que los litigantes podrán ponerse de acuerdo en el marco de una actuación de corto plazo o, en su defecto, que el tribunal acceda a los ele- PÁG. 151 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA mentos de juicio para resolver por ellos, en el mismo lapso.14 El resto de las cuestiones involucradas en esta idea de volver a operar una justicia de cercanía al vecino, siendo muchas, podrían circunscribirse a un puñado de aspectos sobre los que no existe absoluto consenso entre las propuestas que dio a conocer el CM de la CABA en noviembre de 2012 y el proyecto que difundió el CJ de la Ciudad en su primera reunión de julio de 201315, a saber: a. La Composición del Tribunal. El Proyecto del CM contempla tribunales de 3 miembros. La variante que remitió el CJ le añade la inte14- En las reuniones de la Sub-comisión de Justicia Vecinal en el seno del CM de la Ciudad, el tema de la velocidad resultó opacado por la “despapelización” del trámite. El debate que para todos los partícipes —magistrados, ex jueces, funcionarios experimentados, abogados de antigua práctica— se volvió más complejo fue imaginar una administración de justicia donde la imagen y la voz grabada reemplacen a la palabra escrita. En tal sentido, aunque la Audiencia de Resolución constituye el modo verbal por excelencia, mucho se deliberó acerca de su duración, de los incidentes que ocurren durante las audiencias, de las razones para llamar a una nueva audiencia o para suspender la primera. Finalmente se optó por introducir en el proyecto la idea del “cuarto intermedio”, como modo de preservar la integridad de un acto que, por distintas razones, podría llegar a completarse otro día. No obstante, parece igualmente necesario, dado que tampoco se buscaba consagrar una especie de “justicia instantánea”, retomar la noción de la velocidad en el proceso de vecindad, el cual fue concebido como un procedimiento de conocimiento abreviado —incluido el eventual cuarto intermedio en la audiencia de resolución del caso— en cuyo transcurso las partes podrán ponerse de acuerdo y el tribunal podrá disponer de los elementos de juicio necesarios para sentenciar de inmediato. 15- Al cierre de este artículo pareciera haber estallado una confrontación de opiniones acerca de la naturaleza y prerrogativas del Consejo de Justicia de la Ciudad. Dicha confrontación llevó a que algunos operadores judiciales exteriorizaran su rechazo al accionar de un organismo que, a partir de su creación por el Poder Ejecutivo local, se propondría intervenir en incumbencias propias de los otros poderes (la Legislatura y la Justicia). Aunque el conflicto excede los límites del presente, no podemos ignorar que una parte significativa de lo que se debate pasa justamente por las diferencias que a continuación veremos. gración de seis jurados con una duración de cinco años en el cargo. b. El patrocinio letrado de los casos. La propuesta del CM contempla como facultativo de las partes actuar con patrocinio letrado, aunque en distintos artículos modula esa facultad disponiendo por ejemplo que si una de las partes concurre con abogado se interrumpirá la audiencia hasta que la otra se procure su propio patrocinio, o que el Tribunal de Vecindad podrá resolver su necesidad en atención a las circunstancias del caso. Asimismo se introduce la obligación de que los tribunales de vecindad orienten al ciudadano acerca de las posibilidades de asistencia jurídica gratuita. El Proyecto del CJ establece lisa y llanamente que las partes podrán actuar sin patrocinio letrado previa notificación fehaciente al tribunal.16 c. Otro aspecto polémico es la autoridad de aplicación o reglamentaria de la “nueva” justicia a crear. Para el CJ es el Poder Ejecutivo de la Ciudad, a través de la Subsecretaría de Justicia del Ministerio del mismo nombre. Para la propuesta de los operadores judiciales es el CM, que tiene entre sus incumbencias la organización y funcionalización de los tribunales.17 16- Es cierto que la historia de la Justicia de Paz en la Argentina ha habido alternancia entre la asistencia letrada voluntaria y la obligatoria. Sin embargo, pareciera que la suma de jueces letrados más incumbencias materiales de creciente complejidad (como los actuales reclamos de medianería o algunos conflictos de consumidores y usuarios, e incluso los propios entuertos de la propiedad horizontal que superan la mera convivencia de los vecinos en una ciudad donde el 80% de los habitantes viven en edificios), exige la asistencia letrada obligatoria. Legislarla como no obligatoria o como simplemente optativa va a terminar introduciendo demoras procesales y desigualdad de armas entre los litigantes. Además de atentar de manera innecesaria contra el ejercicio de la matrícula profesional y de significar un grave incumplimiento del deber de asistencia jurídica pública y gratuita por parte del Estado para quienes no puedan sufragar un abogado (el histórico defensor de pobres y ausentes). 17- El tema no solo impacta en cuanto a la autoridad de aplicación de la puesta en funcionamiento de los tribunales de vecindad, sino también en cuanto a quién tendrá la PÁG. 152 / DICIEMBRE 2013 artículos Un párrafo aparte en este breve abordaje a los tribunales de comunidad en el marco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, merece la “experiencia piloto” en una Comuna a determinar y por un lapso de tiempo compatible con la necesidad de que las competencias materiales, territoriales y personales contempladas en cualquiera de los sesenta proyectos legislativos que mencionamos al comienzo de este artículo, se validen y confirmen en la práctica. Aunque esa experiencia piloto la propician tanto el CJ como el CM, resulta imperioso que no se desperdicie. No olvidemos que se empezará a trabajar sobre el territorio, en lo que tal vez se convierta en la primera práctica concreta de descentralización judicial en la CABA. Amén de haber participado por el Ministerio Público de la Defensa en la elaboración de las propuestas que el Consejo de la Magistratura presentó a fines del año 2012, he tenido ocasión de presenciar la reacción de la gente y cuál es el nivel de necesidades que expresan ante la cruzada de docencia ciudadana que el Consejero de la Magistratura, Dr. Ricardo Félix Baldomar, ha emprendido este año, llevando a las Comunas la novedad de una futura Justicia Vecinal local. Ni los responsables judiciales, ni las autoridades políticas de la Ciudad podrían menoscabar semejante expectativa. Los habitantes que asistieron a las reuniones donde —a partir del desenvolvimiento de un caso con demanda, contestación y sentencia— se muestra responsabilidad de resolver las cuestiones de competencia con la Nación, y cómo y con qué recursos se financiará tanto el sistema en general como la experiencia piloto que resulta necesaria, antes de ponerlo definitivamente en marcha. También impacta —al menos en la propuesta del Consejo de Justicia de la Ciudad que hasta ahora se conoce— en cuanto a la cantidad y progresividad de los tribunales a crear, ya que a diferencia de lo previsto por la Cláusula Transitoria Nº 12 de la CCABA, dicho organismo no prevería un tribunal por cada Comuna sino varias Comunas por cada tribunal. como funcionarán los futuros tribunales, volvieron a ilusionarse con la posibilidad de un juez que los atienda, de un procedimiento que esté a su alcance, de un lugar al cual acceder para ser escuchados en sus conflictos personales. No debemos olvidar que estamos hablando de reponer un instituto jurisdiccional que comenzó siendo reacción contra los modos del despotismo y contra un orden jurídico donde campeaba la idea de que el Rey fijaba reglas de juego que bajaban directamente desde el cielo. Contra ese orden de cosas se edificó la Justicia de Paz, como hija dilecta del ascenso de la burguesía, de la Revolución Industrial y de la urgencia por adecuar aquella normativa celeste a los conflictos de la familia, de los vecinos, del trabajo y de la tierra. Vivimos otro mundo y otra época, donde la ciudad ya no es tan solo la promesa de un futuro, es también expresión de la desagregación social y de la pobreza urbana. Algo así como nuevas discrepancias, que ya no vienen de lo alto sino que se construyen al lado. Sería hipócrita decir que los conflictos de vecindad que experimentan los habitantes de la CABA, hallan solución en el Palacio de Tribunales o en los Juzgados Nacionales en lo Civil de Avenida de los Inmigrantes, ámbitos donde rige un procedimiento mucho más largo y donde existe sobrecarga de trabajo. También sería inexacto afirmar que los conflictos de vecindad, en la medida en que implican cuestiones de menor cuantía, pueden ser atendidos por los consultorios jurídicos gratuitos o simplemente por los abogados que recién se inician en la matrícula. Pero de lo que no hay duda es que si empezamos a construir una jurisdicción de cercanía al vecino, con soportes humanos e informáticos adecuados y reglas más sencillas, en el marco territorial de la Comuna donde cada quien habita, estaremos mejorando el acceso a la justicia y la calidad de vida. PÁG. 153 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública artículos Dr. M. Roberto Guinney* Por una defensa activa, plena e integral. * Secretario General de Relaciones Institucionales, Defensa y Patrocinio de la Defensoría General de la CABA. Durante el mandato del Dr. Mario J. Kestelboim, a punto de culminar, se llevó a cabo una significativa reforma de las estructuras de la Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires, lo que permitió un importante cambio cuantitativo y cualitativo en el servicio de defensa, tanto en el fuero Penal, Contravencional y de Faltas (PCyF), como en el Contencioso Administrativo y Tributario (CAyT). Era necesario un crecimiento en el desarrollo del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires, que se adaptara a los compromisos nacionales e internacionales, en relación a los Derechos Humanos y a las modernas concepciones del servicio de defensa, a partir de nuestras nuevas posibilidades institucionales. Es justo reconocer que la gestión anterior a cargo del Dr. Víctor Hortel, ya había iniciado este camino, con las dificultades propias de la etapa que le tocó transitar. Si bien es intención de este trabajo describir en general algunas de las estructuras creadas por la Defensoría, en esta oportunidad he de poner un especial acento en las funciones relacionadas con el fuero PCyF. El sistema de Defensa Oficial se enmarcó en una organización institucional adecuada a la exigencia del proceso acusatorio que rige en nuestra Ciudad, de acuerdo a lo determinado por el art.13 inc. 3º de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y a las posibilidades que brinda la autonomía funcional y la autarquía. PÁG. 155 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA En un sistema acusatorio, cuya característica fundamental radica en la división de poderes durante el proceso, que implica la delimitación estricta de los diferentes roles —esto es, la función de acusar, defender, juzgar— y en donde se exige además, el fiel cumplimiento del principio de igualdad de armas, resulta imprescindible contar con una Defensa activa y plena. El derecho de defensa, de clara raigambre constitucional, se expresa a través de la facultad de intervenir en el proceso, que detenta cualquier persona, desde el primer momento en que toma conocimiento de que ha sido señalada como presunta responsable de un delito y hasta su conclusión. Toda persona tiene el derecho a ser informada del motivo de su detención, y en forma inmediata y complementaria debe recibir asesoramiento jurídico sobre su situación en tiempo oportuno. La Convención Americana sobre Derechos Humanos en su art. 8º inc. 2º, hace referencia a las garantías judiciales, entre las que menciona en el apartado d), la del inculpado a ser asistido por un Defensor de su elección, mientras que en el apartado e) contempla el caso de aquel que no designara profesional por imposibilidad económica o simple decisión, teniendo en ese caso el derecho irrenunciable a ser asistido por un Defensor proporcionado por el Estado. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, se refiere en términos similares en su art. 14 inc. 3º apartados b) y d). Queda claro en estos Tratados Internacionales que al imputado, en la condición que le asiste de ser sujeto de derecho, no solo se le debe garantizar la posibilidad de realizar su defensa material —que es la que ejerce personalmente— sino que debe contar con una defensa técnica brindada por un abogado de su elección o provista por el Estado, que le permita efectivizarla, ante la complejidad que representa el procedimiento penal. En consecuencia, y teniendo en consideración estos preceptos, al inicio de la gestión del Dr. Mario J. Kestelboim, se creó la Oficina de Asistencia al Imputado Privado de Libertad, en el ámbito del fuero PCyF, la que más tarde pasó a llamarse Oficina de Atención a las Personas Privadas de su Libertad (OAPPL), cuya misión es intervenir desde el primer momento que una persona es detenida o demorada a causa de la presunta autoría de un hecho contravencional o penal, poniendo inmediatamente en conocimiento del Defensor Oficial esta circunstancia. En las causas contravencionales las únicas circunstancias que autorizan la privación de la libertad son los casos de flagrante contravención, cuando el presunto contraventor no cesara en su accionar, a pesar de haber sido intimado por la autoridad preventiva y en consecuencia es aprehendido, y aquellos casos en que la persona fuera remitida a una dependencia para su identificación, por carecer de documentación que la acredite, en carácter de demorado. Cuando la OAPPL toma conocimiento de que un imputado por un hecho contravencional es remitido a la sede del Ministerio Público Fiscal, solamente a efectos de ser identificado, se pone inmediatamente en comunicación con la familia o persona cercana de éste, para anoticiarla de la condición en la que se encuentra. En muchos casos, lo descripto permite que el allegado pueda acercar la documentación que identifique al imputado, evitando así prolongar innecesariamente la privación de libertad. La OAPPL tiene su sede en el mismo edificio que la Oficina Central de Identificaciones dependiente del Ministerio Público Fiscal, lo que permite un control inmediato del tiempo que la persona permanece demorada para su identificación, atento que en ningún caso puede exceder las 10 hs., como lo determina el art. 36 bis de la Ley 12 de Procedimiento Contravencional. PÁG. 156 / DICIEMBRE 2013 artículos Por intermedio de esta Oficina, el defensor actuante está permanentemente informado de la situación en la que se encuentra su defendido, y en consecuencia puede actuar prontamente, de acuerdo a las circunstancias del caso. En lo referente a la materia Penal, el personal de la Oficina, inmediatamente después de conocer la privación de la libertad de una persona a consecuencia de un presunto hecho de esta naturaleza, lo comunica al Defensor Oficial que le corresponde en turno que se pone a su entera disposición, para realizar las diligencias que considere necesarias. Cuando en cumplimiento de expresas disposiciones del defensor actuante, los funcionarios toman contacto con un imputado en los primeros momentos de la pérdida de su libertad y se trata de una persona carenciada, se le procura alimentos y abrigo e incluso en determinadas circunstancias se lo provee de vestimenta adecuada para presentarse ante las autoridades de la justicia para su primera audiencia. Desde esta dependencia se procura resguardar el trato digno que se debe dispensar a toda persona privada de la libertad y bajo la responsabilidad del Estado, máxime cuando todavía conserva el estado de presunción de inocencia. Es a través del contacto permanente con el defensor actuante que se logra garantizar este derecho. Forma parte del derecho de defensa técnica el de comunicarse libre y privadamente con el defensor, lo que no puede ser postergado ni condicionado, atento a que se convierte en el medio más acorde para exigir frente al Estado, el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, como lo determina el art. 10º en su inc. 1º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. La rápida intervención de la Defensa a través del Defensor Oficial o de los funcionarios en que este delegue alguna actividad, permite el estricto control de las garantías constitucionales o procesales de las que debe gozar todo detenido, las que de lo contrario en muchos supuestos se convertirían en ilusorias. Es de destacar por otra parte, que el éxito de la Defensa, en muchos casos, se corresponde con la premura con que se realiza la comunicación privada entre el defensor y su defendido. Así, el profesional enterado por el propio imputado del hecho y de las circunstancias que lo rodearon, puede trazar su estrategia defensiva y en consecuencia procurar obtener los medios de prueba antes que el transcurso del tiempo conspire para su pérdida. La OAPPL, primer organismo de la Defensa que toma contacto con el detenido tiene una estrecha relación con la Oficina de Asistencia Técnica. Esta dependencia cuenta con personal idóneo destinado a la investigación por parte de la Defensa y con profesionales que podrán actuar según las circunstancias y el criterio del Defensor Oficial en carácter de asesores técnicos o peritos, en los tiempos que éste determine. El Departamento de Investigación y Peritaje, creado en el año 2008, es el antecedente de la Oficina de Asistencia Técnica, cuya estructura fue aprobada por el Consejo de la Magistratura, y contaba con funcionarios dedicados a la investigación y con un registro de profesionales que podían actuar como asesores técnicos o peritos, de acuerdo a las competencias de aquel momento. La creación de esta dependencia dentro del ámbito de la Defensoría, encontraba su sustento normativo en el art. 125 inc. 3º, de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, que determina que son funciones del Ministerio Público, entre otras, la de dirigir la Policía Judicial, sin precisar la forma organizativa de la misma, a partir de las diferentes ramas que lo componen. Ante esta facultad otorgada, la necesidad operativa y en el entendimiento de que des- PÁG. 157 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA de un solo organismo no era posible investigar tanto para la Acusación como para la Defensa sin entrar en contradicciones funcionales, se decidió crear el Departamento de Investigación y Peritaje. Este área fue aprobada en aquel momento por el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Y es bueno recordarlo, está constituido por tres magistrados de nuestra jurisdicción y tres abogados con matrícula de esta Ciudad, además de los tres representantes de la Legislatura de la CABA. Destaco esto, porque los seis primeros, son operadores de la justicia, que por su condición conocían a través de su práctica profesional de la imperiosa necesidad de la Defensoría para contar con este instrumento. Más tarde la Legislatura de la CABA a través de la reforma de la Ley 1903, introduce el art. 20 bis, pasando esa función a la Oficina de Asistencia Técnica, organizada conforme a las competencias penales que fueron trasladadas a nuestra justicia, y con posibilidades de ampliarlas a las nuevas figuras derivadas del tercer convenio de transferencias penales, atento que esta composición flexible así lo permite. Es dable recordar que el Departamento de Investigación y Peritaje fue creado con mucha anterioridad al Cuerpo de Investigaciones Judiciales, dependiente del Ministerio Público Fiscal. La creación de esta Oficina tiene sustento normativo en nuestra Constitución Nacional, en los tratados internacionales que gozan de jerarquía constitucional a partir de la reforma del año 1994 y en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. Debemos tener en cuenta que la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su art. 8º inc. 2º apartado c), dice que al inculpado deberá concedérsele el tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa. Indudablemente se refiere al tiempo procesal que demanda afrontar un adecuado descargo frente a una imputación penal, debido a que ello implica efectuar una investigación, recolección de pruebas y clasificación de las mismas, de forma tal que permitan fundamentar la posición defensiva. La Defensa tiene el derecho a producir y ofrecer prueba, como así también a controlar toda aquella que se incorpore al proceso, alegar en consecuencia sobre su consistencia e impugnar en el caso que así lo considere. De este modo se expresa el derecho a la igualdad procesal, otorgando las mismas oportunidades a la Defensa que a la parte acusadora. En nuestro sistema acusatorio, donde la Fiscalía y la Defensa realizan cada una su propia investigación, seguramente la que corresponde a la Fiscalía será de mayor volumen que la que le corresponde a la Defensa. Ello obedece a que la primera va a explorar aquellos indicios que puedan conducir a la obtención de elementos probatorios que hagan al esclarecimiento del hecho delictual, mientras que la Defensa solo colectará las pruebas que hagan al interés de su defendido. La mayor magnitud de la investigación fiscal no presupone una valoración superior a la de la Defensa; ambas hacen a la posibilidad de la obtención de un juicio justo. Para considerar una Defensa como eficaz, no alcanza con la simple realización de un descargo, sino que debe importar una antítesis de la tesis acusatoria que ofrezca fundamentos adecuados, principalmente aquellos que surjan de una investigación o de informes periciales propios, que permitan realizar un análisis de los hechos apegado al derecho aplicable, y que en consecuencia conduzca a una resolución favorable para su defendido. Para que una Defensa sea sólida debe contar con peritos de parte que otorguen basamento PÁG. 158 / DICIEMBRE 2013 artículos científico o técnico, pero no debe darse por satisfecha con los informes favorables logrados, sino que debe prepararse para obtener el mayor provecho de ellos en las audiencias de juicio. También debe disponer de asesores técnicos que sin la obligación de asistir a las audiencias, puedan brindar al Defensor sus conocimientos profesionales, para que cuente con elementos que le permitan desacreditar los medios probatorios de la Fiscalía. Las pruebas nunca son neutras, siempre responden a la hipótesis acusatoria o a la defensiva, por lo que en el caso del abogado defensor debe estar muy atento para no presentar pruebas que terminen inculpando a quien debe defender. El interés supremo del defensor no es más que el de su defendido y en consecuencia para bregar por este, debe fijar una propia estrategia, la que le va a exigir su propia producción de pruebas. Para asegurar la calidad de la Defensa Oficial, se creó la Oficina de Asistencia Técnica, encargada de brindar apoyo interdisciplinario a la tarea de obtención de pruebas propias, las que serán presentadas —o no— en la causa, según el interés del defendido. El imputado como sujeto de derecho, tiene la garantía de guardar silencio, como lo determina nuestra Constitución Nacional en su art. 18 cuando manifiesta textualmente “Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo”. Este derecho se encuentra vinculado a uno de los impulsos más básicos como es el de autoconservación, por lo cual no se limita a no estar obligado a suministrar involuntariamente información que lo incrimine penalmente, sino que además incluye, el derecho a mentir. La violación de esta garantía deriva en la nulidad del acto en que se forzó esta información involuntaria, la cual se proyecta a toda aquella prueba que surja como consecuencia de aquel. Este derecho al silencio descripto en el art. 18 de nuestra Constitución Nacional, se encuentra contemplado en la Convención Americana de Derechos Humanos en su art. 8º, inc. 2º, apartado g), cuando dispone que el inculpado por un delito tiene “derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable”. En términos afines se manifiesta el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su art. 14, inc. 3º, apartado g). Para que el ejercicio de este derecho se cumpla, es necesario que la persona no solo sea notificada de esta garantía, sino que comprenda en forma fehaciente los alcances de la misma y las consecuencias a que llevan su renunciamiento. Ningún otro es más indicado que su defensor para advertirle de la importancia que reviste este derecho, en virtud del vínculo de confianza que siempre debe existir entre ellos. Es a todas luces importante relacionar esta garantía, con el derecho que tiene todo imputado de contar con un abogado de confianza. Esta consideración va más allá de la condición de profesional particular o de Defensor Oficial, debido a que siempre el asesor técnico jurídico debe gozar de la confianza de su defendido. Y para complementar aún más el análisis, se podría agregar al mismo el derecho de la defensa de presentar —o no— durante el proceso, los elementos probatorios producidos por ella, como adelantáramos anteriormente. La relación de confianza es la que le permite al imputado contarle a su defensor la versión de los hechos sin esconder o deformar la realidad, expresando claramente cuáles son sus intereses. Ello implica para el asesor técnico jurídico la posibilidad de trazar una estrategia acorde a la situación. Así, la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su art. 8º inc. 2º, apartado d), determina que durante todo el proceso, el PÁG. 159 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA imputado tiene el derecho de comunicarse libre y privadamente con su defensor, garantía que está contemplada también en términos similares en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su art. 14, inc. 3º, apartado b), y estas posibilidades deben darse desde el inicio del proceso y sin dilaciones ni censuras. Si tenemos en cuenta que la confianza que depositó el imputado en su defensor, que lo llevó a contarle la realidad de los hechos en forma desnuda, para que este desde su capacidad profesional pueda trazar una estrategia que responda a sus intereses, llegaremos a la conclusión de que en ningún caso el abogado podrá presentar pruebas que inculpen a su defendido. Si se diera esta situación, no solo se encontraría traicionando la confianza que se depositó en él, sino que además violaría en forma indirecta el derecho del inculpado de no declarar en su contra. Nos encontraríamos frente a un caso paradójico, donde una garantía constitucional como el derecho a la no autoincriminación involuntaria, sería violado indirectamente a través del mal ejercido derecho de defensa técnica. Tampoco se cumple con una defensa eficaz, si esta solo se opone a las pruebas presentadas por la Fiscalía, sin basamentos científicos o técnicos y sin contar con material probatorio propio. Estas situaciones nunca se producen en el ámbito de la Defensa Pública, por la calidad y responsabilidad de sus profesionales, quienes cuentan con estructuras de apoyo investigativo, que no es común encontrar en la actividad privada, gracias a una decisión de política institucional. En nuestra sociedad donde la selectividad de los sistemas penales se dirige a las personas con menos recursos, se debe garantizar un servicio de Defensa efectivo, que no profundice la brecha social que en muchos de los casos llevó al enfrentamiento con la norma penal. La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires determina en su art. 12 que la Ciudad garantiza entre otros derechos lo expresado en el inc. 6º, “el acceso a la justicia de todos sus habitantes; en ningún caso puede limitarlo por razones económicas”, y no se refiere con esos términos a la asistencia gratuita del profesional y al beneficio de litigar sin gastos, a los que se refiere a continuación del párrafo señalado. En mi opinión, esta premisa va más allá del amparo contra los actos que violen derechos de orden constitucional que puedan ser reparados mediante una vía expedita y efectiva, sino que abarca las posibilidades de poder ejercer el derecho de defensa en su expresión más amplia, es decir que todos los habitantes puedan contar con todos los medios necesarios para hacerla realmente efectiva, por encima de sus posibilidades económicas. De lo contrario, un imputado con poder adquisitivo podría recurrir a los servicios de un abogado particular, y siguiendo sus consejos profesionales, contratar el auxilio de una agencia de investigaciones privadas para recabar pruebas, convenir la asistencia de asesores técnicos o peritos de parte para sobrellevar con posibilidades de éxito su defensa; mientras que quien acude a la Defensa Pública, solo podría contar con la capacidad y habilidad profesional del abogado del Estado, lo que implicaría una flagrante injusticia, que repugnaría nuestro sistema constitucional. El acceso a la justicia en un plano de igualdad para todos los habitantes, mediante una Defensa activa y efectiva que contemple fundamentalmente los intereses del imputado, deben ser los principios rectores que guíen nuestra organización. Debemos aclarar que la Oficina de Asistencia Técnica también presta servicios a los Defensores Oficiales del fuero CAyT. En este caso, PÁG. 160 / DICIEMBRE 2013 artículos la demanda está relacionada con los informes sociales presentados por los trabajadores sociales e informes nutricionales llevados a cabo por médicos de la especialidad. Durante esta gestión se creó la Oficina de Enlace de Doctrina Judicial y Estudios Jurisprudenciales, también dependiente de la Secretaría de Relaciones Institucionales, Defensa y Patrocinio, con la intención de trabajar en la recopilación de jurisprudencia de los fueros PCyF y CAyT locales, como del Tribunal Superior, con el objeto de hacer una clasificación de los mismos, que permita responder en forma expeditiva a la consulta de los Defensores Oficiales. En algunos casos la búsqueda de antecedentes se extiende al orden nacional, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Tribunales Internacionales, que revistan interés para las causas en las que intervienen las Defensorías Oficiales. Desde esta Oficina se elaboran Boletines Semestrales, conteniendo la jurisprudencia más relevante para los intereses de la Defensa de ambos fueros, además de los Boletines Temáticos donde se seleccionan fallos sobre determinada materia. Se encuentra programada la publicación de trabajos sobre temas de interés para el Ministerio Público de la Defensa, elaborados por nuestros propios defensores. Estos boletines antes de ser publicados, son remitidos a los Defensores Oficiales de Cámara y a los Defensores Generales Adjuntos, a efectos de recibir sugerencias sobre su contenido, antes de ser elevados al Defensor General, para su aprobación. De esta manera, se facilita la labor de los Defensores desde la estructura central, poniendo a su disposición un equipo especializado que pueda proveer de la jurisprudencia necesaria para afrontar determinada defensa. Para lograr el equilibrio entre la parte acusatoria y la Defensa se hizo necesario que nuestros defensores cuenten no solo con los recursos materiales y humanos que le provee la Defensoría General en forma exclusiva —estructura edilicia, muebles, empleados y funcionarios—, sino además con aquellos otros que hoy resultan imprescindibles para una efectiva defensa y que se encuentran a su disposición, pero desde la organización central, por razones de economía y de efectividad. A partir de esta concepción amplia sobre los derechos que debe proteger la Defensoría General a través de su actuación, y garantizando el acceso a la justicia de los sectores más relegados de nuestra sociedad, se creó la Unidad de Atención a Personas Involucradas en Procesos de Desalojo, dependiente de esta Secretaría, con el objetivo fundamental de intervenir en las situaciones de desamparo habitacional de las que se toma conocimiento a través de la intervención de las Defensorías Oficiales, en causas de competencia penal o contravencional. También interviene a solicitud de la Oficina de Orientación al Habitante, cuando es ésta la que recibe la consulta de aquellas personas que afrontan un desalojo de carácter civil dentro de nuestra jurisdicción, y que se encuentran en total desamparo. Entendemos la defensa integral, como aquella que permite coordinar entre los dos fueros, es así, cuando a través de una defensa penal o contravencional, nos encontramos frente a una problemática habitacional propia del fuero CAyT. Esta Unidad es la que posibilita la coordinación entre los defensores de ambos fueros, permitiendo en la mayoría de los casos —gracias a una intervención temprana—, encontrar la solución habitacional que pone fin a una posible causa penal, evitando además que se inicie una causa en el CAyT, lo que demandaría más tiempo para obtener una solución. Es de aclarar que esta tarea prejudicial que se encara con el Gobierno de la Ciudad, a fin de PÁG. 161 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA de dar respuesta a esta necesidad de vivienda en particular, se realiza bajo la supervisión del Defensor Oficial PCyF que tomó conocimiento de un hecho que podría encuadrarse en un delito de usurpación y del Defensor Oficial del CAyT, que debería intervenir si estas tratativas no llegaran a tener éxito. Desde la Oficina de Relaciones Institucionales se efectivizan los convenios de pasantías con diferentes facultades dependientes de la UBA y también de otras universidades, lo que otorga el beneficio a estos estudiantes de que completen su formación en una práctica profesional desde las diferentes estructuras de la Defensoría General; y como contrapartida, el MPD cuenta con un listado de profesionales especializados, al que recurrir para integrar sus equipos interdisciplinarios en el futuro. También desde esta Oficina se ejecuta el Proyecto de Fortalecimiento de las Relaciones con Instituciones del Sector Educativo, con el objetivo de acrecentar y consolidar la presencia del Ministerio Público de la Defensa en sectores especialmente vulnerables de la población de la Ciudad de Buenos Aires, por medio de la difusión de las competencias, alcances y características de nuestra actuación. Este programa se lleva a cabo con la invalorable colaboración de los Defensores Oficiales de ambos fueros, que exponen sobre su materia en los diferentes establecimientos educacionales de nuestra jurisdicción. Este plan de trabajo, forma parte de un proyecto más ambicioso de política comunicacional, que difunde a nivel social de manera sencilla el rol de la Defensa Pública en la obtención de una justicia coherente con los valores que fija nuestra Constitución. En momentos en que la comunidad sufre el impacto de algunos medios de comunicación que abogan por el endurecimiento indefinido de la persecución penal, donde en ocasiones se aso- cia la inseguridad ciudadana con el apego a las garantías de orden constitucional de que deben gozar todos los habitantes, es preciso una acción de esclarecimiento desde nuestra institución. Nuestra actividad, fundamentalmente dirigida a apoyar en su tarea específica a los Defensores Oficiales, condujo a un intercambio permanente de opiniones sobre los servicios que se prestan, lo que permitió mejorar y perfeccionar las tareas a cargo de la Secretaría. Este proyecto de Defensa activa, plena e integral, solo se puede alcanzar a través de una construcción colectiva. Finalmente, quisiera expresar que la idea madre de lo aquí expuesto, se encuentra en las palabras del Dr. Raúl Zaffaroni, en la Revista Latinoamericana de Política Criminal, “Solo puede considerarse satisfecha la exigencia de una defensa real, cuando los que no tienen acceso a la defensa privada, gozan de una Defensa Pública de igual calidad”. PÁG. 162 / DICIEMBRE 2013 artículos Dr. Gabriel C. Fava y Dr. Gonzalo A. López* La problemática de la vivienda, la restitución anticipada de inmuebles —art. 335 CPPCBA— y los Derechos Humanos involucrados. “Vivir — o sobrevivir — se convierte en una fatigosa rutina. Obtener agua, hacer fuego, respirar aire puro, conservar la salud, viajar, educarse, gozar del tiempo libre, procurarse, en fin, aquellos elementos de la existencia cotidiana que definen la tan mentada ‘calidad de vida’, pierden aquí la automaticidad o ‘naturalidad’ que es propia de los mismos en las áreas urbanas más privilegiadas”. Oscar Oszlak1 I. Introducción * Gabriel Carlos Fava es abogado (UBA). Secretario de la Defensoría Oficial Nº 2 ante la Cámara de Apelaciones en lo PCyF de la CABA. Ha realizado un curso de posgrado sobre “Solución alternativa de conflictos” en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM-España). Se encuentra finalizando la Especialización en Derecho Penal (UBA). Ayudante en la materia “Elementos de Derecho Penal y Procesal Penal”, en la cátedra del Dr. Hendler comisión a cargo del Dr. Diego Zysman (UBA). Gonzalo Andrés López es abogado (UBA). Prosecretario Coadyuvante de la Asesoría Tutelar de Primera Instancia Nº 1 en lo PCyF de la CABA. Se encuentra finalizando la Especialización en Administración de Justicia (UBA), es maestrando en Problemáticas Sociales Infanto-Juveniles (UBA). Ayudante y colaborador en la materia “Fundamentos de los Derechos Humanos” en la cátedra del Dr. Héctor Negri (UBA). En el año 2007 se sancionó la Ley 2.303 —Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires (CPPCBA)— con un tinte pretendidamente acusatorio.2 En el art. 335 in fine de dicho cuerpo 1- En “Los sectores populares y el derecho al espacio urbano”, publicado en la revista Punto de Vista, Buenos Aires, 1983. También publicado en SCA (Revista de la Sociedad Central de Arquitectos), Nº 125 aniversario, Buenos Aires, 1983. Disponible en: http://oscaroszlak. org.ar/images/articulos-prensa/Los%20sectores%20 populares%20y%20el%20derecho%20al%20esp%20urb. pdf, visitado el 17-10-2013. 2- El Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reemplazó la vieja terminología de “etapa de instrucción” adoptada por el Código Procesal Penal de la Nación, por el término de Investigación Penal Preparatoria PÁG. 163 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA normativo que se encuentra dentro del Libro V “Ejecución”, Título III “Ejecución Civil”, Capítulo 3, “Destino de los objetos secuestrados”, se estableció que: “en los casos de usurpación de inmuebles, en cualquier estado del proceso y aun sin dictado de auto de elevación a juicio, el/la fiscal o el/la Juez/a, a pedido del/la damnificado/a, podrá disponer provisionalmente el inmediato reintegro de la posesión o tenencia del inmueble, cuando el derecho invocado fuera verosímil. Se podrá fijar una caución si se lo considera necesario”. Antes de continuar avanzando, cabe aclarar, a los efectos de tener una visión íntegra de la compresión de la problemática que, por el Segundo Convenio de Transferencia Progresiva de Competencias Penales de la Justicia Nacional al Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires —Ley N° 2.257, BOCBA N° 2609 del 22/01/2007, Convenio 14/004— se estableció que los delitos de usurpación —art. 181 del Código Penal (en adelante CP)— que sean cometidos en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires, serán investigados por el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires y juzgados por sus jueces competentes, con excepción de la competencia federal. Así, ocurre que, el texto del art. 335 in fine del CPPCBA, en virtud de la transferencia anteriormente mencionada del delito de usurpación al ámbito de la Ciudad, no es una cuestión novedosa o que responda a un nuevo modelo de enjuiciamiento acusatorio que pretende de—IPP—, con la importante diferencia —entre otras— que en el CPPCBA la investigación siempre se encuentra en cabeza del fiscal, y no existe el procesamiento, por lo que luego de la intimación de los hechos, —indagatoria—, el fiscal puede dar por concluida la etapa de investigación y elevar la causa a juicio. Además, el CPPCBA prevé en su art. 204 vías alternativas de solución de conflictos —mediación o composición— que, de llevarse a cabo y resultar exitosas lleva como consecuencia que el Fiscal disponga el archivo de las actuaciones sin más trámites. Cfr. art. 204 in fine. jar de lado los resabios del modelo inquisitivo reformado, puesto que, el mismo guarda una importante similitud con el texto del art. 238 bis del Código Procesal Penal de la Nación (en adelante CPPN) incorporado por Ley 25.324, cuya norma puntualmente expresa: “en los casos de infracción del art. 181 del Código Penal, en cualquier estado del proceso y aun sin dictado de auto de procesamiento, el juez, a pedido del damnificado, podrá disponer provisionalmente el inmediato reintegro de la posesión o tenencia del inmueble, cuando el derecho invocado por el damnificado fuere verosímil. El juez podrá fijar una caución si lo considera necesario”. Dado este marco legislativo a nivel procedimental, dejando de lado los diferentes medios comisivos que prevé el delito de usurpación —violencia, amenazas, engaño, abuso de confianza o clandestinidad—, y más allá de la propia acción lesiva del despojo, este trabajo se propondrá indagar, entre otros objetivos, en el texto del art. 335 in fine del CPPCBA desde una visión de los Derechos Humanos. Para ello, de manera preliminar, se dará un panorama genérico de la realidad social de la situación de vivienda en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tanto desde una perspectiva histórica como desde una visión actual, demostrando así las complejidades y problemáticas que ya desde tiempos remotos se generaron en la Ciudad, y que se mantienen y acrecientan día a día a medida que aumenta la densidad de la población urbana. Luego de ello, se analizará la protección consagrada constitucionalmente al derecho a la vivienda y, asimismo, cómo operan en los procesos de la Ciudad los desalojos forzosos, para así evidenciar cómo dichos procedimientos vulneran lo establecido en la materia por el derecho internacional de los Derechos Humanos. PÁG. 164 / DICIEMBRE 2013 artículos En las conclusiones se expondrá el problema del espacio y más particularmente el problema de la vivienda en la Ciudad de Buenos Aires, y se puntualizará la coalición que provoca la norma que establece los procedimientos de los desalojos forzosos con los Derechos Humanos fundamentales. A la vez, en ellas también se intentará demostrar los recaudos y previsiones de protección de los Derechos Humanos que deben tener en cuenta los jueces penales al momento de la aplicación de esa norma para que ella no afecte derechos fundamentales de los involucrados. II. La realidad social de la situación habitacional en la Ciudad Hablar del problema del espacio, del problema habitacional o, más precisamente del problema de vivienda implica hacer referencia a numerosos aspectos muy diferentes: tipos de vivienda, modos constructivos, desarrollos edilicios, estudios del suelo, calidad de vida, etc. No obstante, como bien destaca Lecuona, “todos ellos están vinculados a un hecho básico que define el problema en su esencia: la carencia de viviendas por un sector de la población”.3 En este sentido, podríamos afirmar que la Ciudad de Buenos Aires en mayor o menor medida arrastró este problema casi desde sus orígenes. El desarrollo de una política ortodoxamente liberal en lo atinente al desarrollo económico y cultural, sumado al conocido lema de “gobernar es poblar” produjo un fuerte oleaje inmigratorio que, en su mayoría, se asentó en el centro urbano, hoy conocido como Ciudad Autónoma de Buenos Aires por las mismas posibilidades 3- LECUONA, Diego Eugenio, Orígenes del problema de la vivienda/1, (Biblioteca Política Argentina, Nº 425), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993, p. 34 (el resaltado es nuestro). laborales y por otras características que este centro urbano ofrecía. Así, poco a poco: “los inmigrantes iniciaron su evolución en el núcleo central de las actividades urbanas. Su alojamiento más característico fueron los conventillos. El bajo costo de este tipo de alojamiento, sumado a la cercanía de sus trabajos que buscaban estos extranjeros, los convertía en la salida forzosa y, en el mejor de los casos, temporal”.4 Así comenzó a existir el problema de la superpoblación y de los asentamientos en sentido lato en el seno de la Ciudad, lo que fue agravándose con el paso de los años, con las nuevas olas inmigratorias, y con el crecimiento de las familias ya instaladas. Sin embargo, la Ciudad no tenía recursos humanos formados y, menos aún, un análisis de esta problemática a fin de buscar una solución. Recién a comienzos del siglo XX algunos comenzaron a plantear la cuestión y buscar potenciales soluciones, pero esos intentos no muy distintos a los actuales, se preocupaban más por buscar soluciones inmediatas, que por estudiar el fondo de la problemática.5 4- Ídem, p. 25. A su vez este autor destaca que: “cuando se podía superar el inquilinato, la etapa siguiente era la casa propia. El inmigrante tenía varias razones para proponerse esa meta. En primer lugar, su falta de arraigo en el país no le permitía contar con más posibilidades que las obtenidas por su propio esfuerzo (…) La casa propia era, no solo una posibilidad de prosperar y vivir en mejores condiciones, sino también un capital que preveía de un seguro limitado para un eventual futuro poco promisorio. La casa propia era así a lo que podía accederse antes de haber prosperado demasiado. Era producto del esforzado ahorro de toda una vida, que a veces lindaba con la avaricia y la miseria. Pero era, también, un símbolo. Mostraba el triunfo sobre todas las acechanzas de la jaqueada vida del inmigrante. Era como un símbolo heráldico; mientras en unos casos señalaba los orígenes deslumbrantes de las familias ricas, la casa propia señalaba la honrosa existencia de aquel padre o abuelo que había llegado sin nada, pero supo constituir una herencia con la cual apoyar a sus descendientes”. Cfr. p. 25 y ss. 5- Así lo destaca Lecuona en la obra que venimos citando, además de destacar que mientras que la Argentina no buscaba una solución seria ni estudiaba de fondo el PÁG. 165 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA En el período comprendido entre los años 1880 y 1930 se produjeron las primeras y más agudas crisis de vivienda en nuestro país: la huelga de los inquilinatos en 1907 y las complejidades que trajo aparejada la primera legislación destinada a congelar los alquileres en 1921 son claros ejemplos de ello.6 Durante estos años, el déficit habitacional se manifestó de maneras distintas y afectó significativamente a los sectores de la población de menores recursos, quienes empezaron a desarrollar sus problema, los países europeos habían dedicado once congresos a lo largo de veintiún años para estudiar el mismo tema. Cfr. p. 29. Havel destaca además en su obra que los comienzos de la crisis de vivienda en Francia y en el resto de Europa se hacen coincidir generalmente, con la primera guerra mundial. En esa época atrajo la atención del legislador la situación de los inquilinos, que tenían serias dificultades para cumplir con sus compromisos, a raíz de las circunstancias bélicas. Después del período llamado “de moratorias” fue promulgado el texto del 9 de marzo de 1918 por el cual se regularon los desalojos y se congelan los alquileres en condiciones que serían reconsideradas y desarrolladas en una reglamentación de carácter “provisional”, pero que debido a repetidas prórrogas terminaría por regir lo relativo a la vivienda durante todo el segundo cuarto del siglo XX en forma ininterrumpida HAVEL, J.E., Hábitat y vivienda, Buenos Aires, Eudeba/ Lectores, 1977, p. 5. 6- En 1907 se produjo un hecho insólito: “la huelga de los inquilinos”, que rápidamente ganó las barriadas populares con tres consignas básicas: reducción de los alquileres en un 30%, mejoras de las casas y garantías contra el desalojo. El inusual movimiento de resistencia se inició a comienzos de septiembre en los conventillos de la calle Ituzaingó 279325, en los que residían aproximadamente 130 familias, y se fue extendiendo velozmente por la Ciudad. Algunos propietarios transaron, pero otros trataron de recurrir al desalojo compulsivo. El 28 de octubre los inquilinos realizaron un motín en la Plaza de Mayo (ver PAÉZ, Jorge, El conventillo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1970, p. 32). Con todos estos conflictos (situación de los conventillos, huelga de los inquilinatos) y aparición de las primeras villas de emergencia se necesitó una intervención directa de la política del Estado en el mercado, y así es como surge la primera ley de congelamientos de alquileres. Esta primera restricción surgió en 1921 con la congelación de los alquileres por dos años. La medida fue retocada por la Corte Suprema de Justicia, que estableció “la constitucionalidad de la misma cuando no existía contrato anterior”. estrategias habitacionales en el mercado informal de vivienda. Luego, desde 1943, y más precisamente desde la asunción de Juan Domingo Perón como presidente en 1946, bajo el lema de la justicia social se puso más énfasis en la problemática de la vivienda centrándose la atención en el déficit.7 Así, la legislación vinculada al tema de la locación y sus consecuencias, que abarca el período 19431952, está constituida por veinticinco decretos y quince leyes.8 Si bien toda esta legislación está globalmente referida a la locación urbana, pueden distinguirse cuatro subtemas principales. Estos subtemas surgen del decreto 1580/43 y son los siguientes: a. la rebaja del precio de los alquileres; b. la prórroga de las locaciones; c. la suspensión de los desalojos y; d. la creación de las cámaras de alquileres. A posteriori aparecieron otros temas, tales como la realización de un censo de viviendas desocupadas, o el destino de las viviendas o las permutas, pero en ningún caso estos temas secundarios alcanzaron la profundidad de tratamiento que tuvieron los primeros cuatro.9 De cualquier manera, curiosamente se 7- Por ejemplo el art. 38 de la Constitución Nacional de 1949 aludía a la función social de la propiedad privada y luego derivaba en otros aspectos de la propiedad hasta terminar en la redacción del art. 17 de la Constitución de 1853. En concreto se establecía que: La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Asimismo, el art. 2º de la Ley Nº 13.581 de locación de inmuebles urbanos de propiedad privada consagró la función social de la propiedad a la cual debía subordinarse la locación. 8- Cfr. LECUONA, Diego Agustín, Legislación sobre locaciones urbanas y el problema de la vivienda/1, (Biblioteca Política Argentina, Nº 386), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1992, p. 39. 9- Si se desea profundizar en este tópico específicamente se recomienda consultar LECUONA, Diego Agustín, Legislación… op. cit. p. 41 y ss. Asimismo cabe destacar que, en el considerando sexto del decreto se establecía la necesidad de adoptar medidas de emergencia de orden público, sin que las mismas constituyeran un obstáculo PÁG. 166 / DICIEMBRE 2013 artículos observa que, un tema que resultó prioritario fue la suspensión de los desalojos. La recurrencia con que esta cuestión fue tratada por los distintos poderes del Estado puso de manifiesto su relevancia tanto para el Poder Ejecutivo como para los legisladores. Tal es así que, en realidad, puede hablarse de una legislación de desalojo, antes que de locaciones urbanas. Con este paliativo del peronismo y la alternancia de gobiernos de derecho y de facto la problemática de vivienda en la Ciudad permaneció prácticamente congelada durante casi tres décadas, sin existir legislación o políticas sociales que permitieran dar respuesta a sus causas. Junto a ello, como bien lo demuestran los censos de población, la densidad demográfica crecía cada vez más, por lo que no faltaría mucho para el desencadenamiento de la crisis que conocemos. A finales de los años ochenta se incrementa la tasa de desocupación y en septiembre de 1989 la población por debajo de la línea de pobreza alcanzaba el 47,3% del total. Así, con la asunción del nuevo gobierno y su imposición de políticas neoliberales, comenzó a aplicarse una nueva estrategia de política gubernamental que colocó a: “las relaciones económicas en el eje central de la incumbencia gubernamental, sosteniendo que sería el generador de nuevas formas de superación de las circunstancias políticas y sociales atrasadas, inestables e inequitativas. Otro aspecto, fue asignar una fuerte importancia al sistema monetario por sobre el resto de las actividades y circuitos económicos”.10 al estudio completo y coordinado de todo el problema. También el último art. del decreto proponía su duración hasta 1945 cuando se debía elaborar un estudio serio sobre el tema. Sin perjuicio de ello, antes de que finalizara ese período establecido en el decreto se crearía una Comisión Asesora para la Vivienda Popular (decreto 2746/43), y la Administración Nacional de Viviendas (decreto 11.157/45). 10- FIDEL, Carlos, “Orientación y peculiaridades de la Como bien lo expresa Carballeda: “la caída del modelo keynesiano en la economía y la imposición del neoliberalismo trajeron aparejada una nueva forma de las relaciones sociales. El vínculo y el lazo social como elementos constitutivos de solidaridad se fueron diluyendo en la medida en que avanzaba la competencia en forma desesperada, surgida muchas veces como necesidad o como mandato ligado a la supervivencia. La crisis de incertidumbre que atraviesan nuestras sociedades acompaña esa distribución de nuevos contextos, y lo que sobresale es una gran diversidad de cuestiones que van enlazando un sentido diferente para las palabras y las construcciones discursivas ligadas a las nociones de ecuación, familia, trabajo, futuro, sociedad, en la que el común denominador de esos discursos muestra la emergencia del mercado como un ordenador de la sociedad”.11 Con este panorama, resulta claro que, la influencia del neoliberalismo desfiguró la imagen del Estado social, debilitando las garantías ciudadanas que ahora estaban en manos del mercado. Una de las consecuencias más claras y severas de la implementación de las políticas de reforma y ajuste estructural aplicadas en Argentina durante los últimos treinta años fue la desaparición de la política de vivienda como una institución central en el ámbito de las políticas sociales.12 política económica, social y habitacional de la Argentina. La década del 90”, en CUENYA, Beatriz, FIDEL Carlos y HERZER, Hilda (coords.) Fragmentos sociales. Problemas urbanos de la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2004, p. 76. 11- CARBALLEDA, Alfredo J.M., Los Cuerpos Fragmentados. La intervención en lo social en los escenarios de la exclusión y el desencanto, (Tramas Sociales 50), Buenos Aires, Editorial Paidós, primera edición 2008, pp. 11/12. 12- PAUTASSI, Laura y ROYO, Laura. “Garantías al acceso a la vivienda en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Límites y agenda pendiente”, en Asesoría General Tutelar PÁG. 167 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Tal como manifiesta María Carla Rodríguez: “los macro procesos analizados en este trabajo, que han transformado a los sectores populares urbanos en lo que comúnmente se denomina “excluidos”, ocurren en un espacio particular, la Ciudad de Buenos Aires, donde actúan especificidades locales, históricamente constituidas. Las privatizaciones de bienes y servicios, junto con la desregulación de los mercados financieros, fueron elementos claves de la construcción de la exclusión”.13 De este modo, se sustituyó un patrón de acceso a la vivienda digna por un conjunto de programas focalizados. A partir de la retracción del Estado de bienestar argentino, entre otros efectos, se buscó recortar drásticamente el papel del Estado y se privilegió el rol preponderante del mercado favoreciendo a las inversiones extranjeras de capitales privados en distintos sectores, entre los que se encontraba el mercado inmobiliario. Así, durante esos años, no se crearon políticas sustentadas en el tiempo tendientes a mejorar las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos.14 Por otra parte, luego de la crisis económica del año 2001, el mercado inmobiliario se constituyó fuertemente como un espacio de inversión de capitales.15 (Ed.), El derecho a la vivienda en la Ciudad de Buenos Aires. Reflexiones sobre el rol del Poder Judicial y las políticas públicas, Eudeba, 2010. p. 47 y ss. 13- RODRÍGUEZ, María Carla, Autogestión, políticas del hábitat y transformación social, Buenos Aires, Editorial Espacio, primera edición 2009, p. 17. 14- PAUTASSI, Laura y ROYO, Laura, op. cit., p. 47 y ss. 15- Asesoría General Tutelar (AGT) y Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Infantilización del déficit habitacional: una temática invisible., 2008, p. 43. Disponible en: http://www.cels.org.ar/common/documentos/infantilizacion_ del_deficit.pdf, visitado el 17-10-2013. “En el marco de este proceso, se dieron dos fenómenos opuestos pero complementarios que originaron el actual déficit habitacional en la Ciudad, mientras creció el índice de desempleo y de precarización laboral, encareció el valor del suelo, impulsado por el dinamismo que adquirieron el mercado de la construcción y la actividad inmobiliaria, guiados por una lógica especulativa”.16 De este modo, el incremento del valor de metro cuadrado de construcción, la suba de precios de la propiedad y del suelo alejó a muchas familias de la posibilidad de adquirir o alquilar una vivienda.17 Como consecuencia, “se ha provocado la restricción del acceso a la vivienda de los sectores de medianos y bajos recursos, registrándose un aumento de población en los sectores informales de hábitat y al mismo tiempo un aumento de los conflictos habitacionales”.18 Además, el “Informe de situación Desalojos de nuevos asentamientos urbanos” de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, señala que: “La población que habita en villas de emergencia aumentó un 300% entre 1983 y 1991 y 16- En este sentido, ver BAGGIO, Mariana y VERÓN, Natalia, “Entre la penalización y la asistencia: la construcción de sujetos ‘merecedores’ de políticas públicas destinadas a la atención de la ‘Emergencia Habitacional’ en la Ciudad de Buenos Aires.”, en Revista de trabajo social Margen, Edición N° 57, p. 6. Disponible en: http://www.margen.org/suscri/ margen57/biaggio.pdf. 17- PIERINI, Alicia, en Diagnósticos Nº 3: El derecho a la vivienda. La vigencia de los Derechos Humanos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a la luz del Derecho Supranacional, Buenos Aires, Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, octubre de 2009, 1ª. ed., p. 43. Disponible en: http://www.defensoria.org.ar/publicaciones/ pdf/diag03.pdf, visitado el 17-10-2013. 18- ZAYAT, Demian y RICCIARDI, Victoria, “El derecho de defensa en los casos de usurpaciones en la Ciudad de Buenos Aires: un estudio empírico”, en Revista Institucional de la Defensa Pública de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Año 1, Nº 1, marzo de 2011, p. 105. PÁG. 168 / DICIEMBRE 2013 artículos un 150% adicional en al año 2001, alcanzando una cifra superior a las 120.000 personas. Por otra parte hay 200.000 personas que ocupan inmuebles tomados y otras 70.000 viven en inquilinatos. También hay 70.000 en hospedajes o alojamientos y 120.000 alojadas en viviendas de familiares, habitaciones rentadas o hacinadas en vivienda propia, todo lo cual informa que el 20% de los habitantes de la Ciudad se halla en una situación habitacional deficitaria”.19 Ante la indiferencia estatal, los grupos sociales más vulnerables de la Ciudad, para garantizar la subsistencia del grupo familiar, articulan diversas estrategias habitacionales reflejadas en los asentamientos precarios, las villas de emergencia, los hoteles, pensiones, inquilinatos, cuartos subalquilados o casas tomadas. En un reciente informe la Asesoría General Tutelar y el Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales (2013), se entiende que tanto los hoteles, como los inquilinatos y las casas tomadas, forman parte del mercado informal de la vivienda, lo que implica: “[T]ransgresiones en los aspectos dominiales (falta de títulos de propiedad o de contratos de alquiler) o incumplimiento de normas de construcción de la Ciudad, que afectan tanto la estabilidad residencial como la calidad edilicia (constructiva y de acceso a servicios básicos) de la población que allí se aloja. De este modo, la gran flexibilidad de requisitos que ofrece esta modalidad para los sectores de escasos recursos, que no pueden acceder a la vivienda por la vía del mercado formal, se ve contrapesada por las características deficitarias del hábitat y los altos costos que esta forma de alojamiento supone. 19- Defensoría del Pueblo de la CABA, Informe de Situación. Desalojos de “Nuevos Asentamientos Urbanos”, julio de 2006, p.45. Disponible en: http://www.defensoria. org.ar/areastematicas/vivienda10.php. Este informe cita al “Documento Técnico del Plan Estratégico” del GCBA de 2003. Tal precariedad habitacional se ve todavía más acrecentada cuando se trata de establecimientos hoteleros que carecen de la habilitación correspondiente”.20 Los inmuebles usurpados, por su parte, además de sus características deficitarias y de la inseguridad jurídica, se caracterizan por la proliferación de intermediarios que promueven el ingreso de las familias a esta modalidad de alojamiento. La población residente en esta forma de hábitat se halla permanentemente expuesta a desalojos por lo que la estabilidad residencial es aún más precaria y se materializa en un descenso del tiempo de permanencia.21 Ahora bien, a estas ocupaciones informales ni siquiera se las reconoce como situaciones de demanda crítica. De hecho, el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires destaca que, respecto del delito de usurpación, hay un promedio que supera los tres casos por día, convirtiéndose, de este modo, en el tercer delito con mayor cantidad de ingresos durante el primer año de vigencia del segundo convenio de traspaso de delitos a la Ciudad.22 Con esto, se observa que el Estado no reconoce la demanda habitacional, pero sí investiga los delitos penales que surgirían en estos contextos. Asimismo, se produjo un proceso de infantilización del déficit habitacional, debido a la incidencia que tiene la precarización y la falta de vivienda en la vida de los niños, niñas y adoles20- Asesoría General Tutelar y Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales, Infantilización del déficit habitacional: una temática invisible. Informe de actualización 2008-2011, Buenos Aires, Eudeba, 2013, pp. 56 y 57. 21- Ibídem. 22- Ministerio Público Fiscal de la CABA, Segundo informe de la conflictividad, p. 28. Disponible en http://www.fiscalias.gob. ar/wp-content/uploads/prev/segundoinformeconflictividad. pdf, visitado el 17-10-2013. PÁG. 169 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA centes.23 Este grupo se ve especialmente afectado por el déficit habitacional reinante en la CABA: uno de cada cuatro menores de cuatro años vive en situación de déficit habitacional y uno de cada cinco, en condiciones sumamente precarias.24 En este escenario,25 el Estado permanece inactivo, puesto que por un lado, deja reinar en el mercado inmobiliario las leyes del libre mercado, mientras que, por otro, —y sin tener en cuenta el crecimiento de la densidad demográfica de la Ciudad— no gestiona políticas públicas tendiente a buscar soluciones definitivas al problema, apelando a paliativos temporales como son limitados subsidios habitacionales, cuando no, a la mano del aparato penal para lograr la expulsión y el desplazamiento de estos grupos, mecanismo que técnicamente denomina desalojos forzosos. Por ello, el Poder Legislativo de la Ciudad se vio en la necesidad de decretar la emergencia habitacional. En el año 2004, la Ley N° 1.408 declaró la emergencia habitacional en la Ciudad 23- Asesoría General Tutelar y Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales, op. cit. en cita 15, pp. 1 y 2. 24- Asesoría General Tutelar y Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales, op. cit. en cita 20, p. 16. 25- Enfatizando lo que venimos sosteniendo cabe destacar que del Censo Nacional realizado en octubre de 2010 surge que solo en la Ciudad de Buenos Aires, las villas y los asentamientos crecieron en un 50% desde el año 2001, y además, de un relevamiento de vivienda efectuado en el año 2005 surge que existen en el país más de 13 millones de personas imposibilitadas de acceder al suelo, y más de 5 millones con “graves problemas dominiales, sin título de propiedad ni seguridad de tenencia de sus viviendas o tierras”. Esta información ha sido extraída de la página del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos —INDEC—, disponible en http://www.censo2010.indec.gov.ar/, visto por última vez 17-10-2013, y de la nota “La vida por metro cuadrado”, nota publicada en la revista Crisis Nº6 Malas Raíces, Buenos Aires, agosto y septiembre de 2011, pp. 4 y 5. por un plazo de tres años, que fue prorrogada por otros tres años por la Ley local N° 2.472 (2007) y por la Nº 3.654 (2010). Es de resaltar que esta última prórroga fue vetada por el Poder Ejecutivo local (mediante Decreto 038/011). Como se desprende de todo lo anterior: “las actuales brechas entre los que más tienen y los que menos poseen no solo se observan en términos económicos, sino que representan enormes niveles desiguales de acceso a los bienes sociales y determinan desiguales condiciones de ciudadanía”.26 III. El derecho a la vivienda III.a. Ámbito internacional Conforme el órgano que supervisa la aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante PIDESC), el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante CDESC), el derecho a la vivienda (reconocido por el art. 11.1 del PIDESC) no debe ser entendido en un sentido limitado o restrictivo que lo equipare al simple hecho de tener “un tejado por encima de la cabeza o lo considere exclusivamente como una comodidad. Debe considerarse más bien como el derecho a vivir en seguridad, paz y dignidad en alguna parte” (CDESC, OG Nº 4, punto 7). Por ello, se deben garantizar los siguientes aspectos mínimos: a) la seguridad legal de la ocupación, incluida una protección legal contra el desalojo; b) la proximidad de los servicios, materiales, equipamientos e infraestructuras necesarias, incluido el acceso al agua potable y a servicios sanitarios; c) el coste asequible, 26- LAREO, Marina, “Reflexiones en torno a los problemas y potencialidad del sector público en salud”, en BARTEN, F., FLORES, W. y HARDOY, A. (comp.), La inequidad en salud, hacia un abordaje integral, Buenos Aires, IIED América Latina Publicaciones, 2008, p. 108. PÁG. 170 / DICIEMBRE 2013 artículos incluso para los más pobres mediante subsidios para viviendas y protección contra arrendatarios que se excedan; d) la habitabilidad, incluida la protección contra el frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento y las enfermedades; e) el acceso fácil para los grupos desfavorecidos, incluidas las personas ancianas, los niños, las personas con discapacidades físicas y las víctimas de catástrofes naturales; f) un emplazamiento adecuado, es decir alejado de las fuentes de contaminación, pero próximo a servicios sanitarios y establecimiento escolares (CDESC, OG Nº 4, punto 8). Si bien la adecuación del derecho a la vivienda: “(…) depende indudablemente de una serie de condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas, ecológicas y otras (…) algunas cuestiones de derecho pueden tenerse en cuenta en todos los contextos: la seguridad jurídica de la tenencia o la protección contra los desalojos forzados, la disponibilidad de servicios e infraestructura, la asequibilidad, la habitabilidad, la accesibilidad, la ubicación y la adecuación cultural”.27 Entonces, cuando una persona, familia, hogar, grupo o comunidad vive en condiciones en que los aspectos mencionados no tienen plena efectividad, puede aducirse justificadamente que no disfrutan del derecho a una vivienda adecuada tal como está consagrado en las normas internacionales de Derechos Humanos.28 Es de remarcar que el derecho a una vivienda adecuada se encuentra protegido en diversos instrumentos internacionales sobre Derechos Humanos.29 Así, este derecho está protegido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948),30 y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966).31 Además, respecto de grupos particularmente vulnerables, el derecho a una vivienda adecuada se encuentra reconocido en la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (1965)32, en la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer 27- PINTO, Mónica, en Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Nº 40 Julio-Diciembre, año 2004, p. 62. 32- En la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, los Estados se comprometen a: “Prohibir y eliminar la discriminación racial en todas sus formas y a garantizar el derecho de toda persona a la igualdad ante la ley, sin distinción de raza, color y origen nacional o étnico, particularmente en el goce (…) del derecho a la vivienda.” (art. 5, e.iii). 28- ACNUDH, “Folleto informativo Nº 21, El Derecho Humano a una Vivienda Adecuada.” Disponible en: http://www.ohchr. org/Documents/Publications/FS21_rev_1_Housing_sp.pdf, visitado el 17-10-2013. 29- Sobre este punto, ver GOLAY, Christophe y ÖZDEN, Melik, “El derecho a la vivienda. Un derecho humano fundamental estipulado por la ONU y reconocido por tratados regionales y por numerosas constituciones nacionales”, Colección del Programa Derechos Humanos del Centro Europa-Tercer Mundo (CETIM), 2005. Disponible en: http://www.cetim.ch/es/documents/bro7-logA4-es.pdf, visitado el 17-10-2013. 30- “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.” (Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 25). 31- El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su art. 11, establece que los Estados se comprometen a tomar las medidas necesarias para realizar: “el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso (…) vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento”. PÁG. 171 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA (1979),33 en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989),34 en la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo referida a los pueblos indígenas y tribales (1989),35 en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951),36 en la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (1990).37 33- En el art. 14 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, los Estados se comprometen a: “adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en las zonas rurales a fin de asegurar en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, su participación en el desarrollo rural y en sus beneficios, y particularmente en las esferas de la vivienda, los servicios sanitarios, la electricidad y el abastecimiento de agua, el transporte y las comunicaciones”. 34- En su art. 27 de la Convención sobre los Derechos del Niño, se prevé que: “Los Estados Partes, de acuerdo con las condiciones nacionales y con arreglo a sus medios, adoptarán medidas apropiadas para ayudar a los padres y a otras personas responsables por el niño a dar efectividad a este derecho y, en caso necesario, proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la vivienda”. 35- El derecho a la vivienda de los pueblos indígenas y tribales es también reconocido mediante su derecho a la tierra, por la Convención 169 de la OIT referida a los pueblos indígenas y tribales (art. 16). Asimismo, el art. 1º común a los dos Pactos de 1966 de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de los Derechos Civiles y Políticos, aplicable a las poblaciones indígenas y tribales, prevé que: “En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia”. 36- En el art. 21 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados se establece: “En materia de vivienda y en la medida en que esté regida por leyes y reglamentos o sujeta a la fiscalización de las autoridades oficiales, los Estados Contratantes concederán a los refugiados que se encuentren legalmente en sus territorios el trato más favorable posible y en ningún caso menos favorable que el concedido generalmente en las mismas circunstancias a los extranjeros”. 37- En el art. 43 de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los todos los Trabajadores Migratorios y de sus familiares, se detalla: “Los trabajadores migratorios gozarán de igualdad de trato respecto de los Aparte de los Tratados Internacionales de protección de los Derechos Humanos, los Estados han reconocido el derecho a la vivienda y se han comprometido a realizarlo en distintas declaraciones internacionales: la Declaración de Vancouver adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los asentamientos humanos (1976),38 la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los asentamientos humanos (1996).39 Del mismo modo, existen varias recomendaciones de órganos de las Naciones Unidas que destacan la obligación de los Estados de atender a los sectores más vulnerables, a fin de garantinacionales del Estado de empleo en relación con (…) El acceso a la vivienda, con inclusión de los planes sociales de vivienda, y la protección contra la explotación en materia de alquileres”. 38- En la Declaración de Vancouver adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los asentamientos humanos en 1976, se declara: “Disponer de una vivienda y de servicios suficientes es un derecho fundamental del hombre y los gobiernos tienen la obligación de procurar que todos sus residentes puedan ejercer este derecho, empezando por ayudar a las capas más desfavorecidas de la población instituyendo programas que alienten la iniciativa personal y la acción colectiva. Es necesario que los gobiernos se esfuercen por eliminar todos los obstáculos que retrasan el alcance de sus objetivos. Tiene que darse una atención especial a la eliminación de la segregación social y racial por medio, entre otros, de la creación de comunidades mejor equipada, mezclando los grupos sociales, profesiones, viviendas y equipamientos diferentes” (Sección III, 8). 39- En la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los asentamientos humanos (Habitat II), se adoptó una declaración en la los Estados que se comprometen, entre otras cosas a: “garantizar a todos una vivienda adecuada y a ofrecer asentamientos humanos más seguros, más sanos, más vivos, más duraderos y más productivos.” (§ 1) Y se les promete: “asegurar progresivamente la total realización del derecho a una vivienda adecuada, previsto en varios instrumentos internacionales. Con este fin, solicitaremos la participación activa de todos nuestros socios públicos, privados y no gubernamentales, a todos los niveles, para garantizar a todo el mundo la seguridad jurídica de la ocupación, la protección contra la discriminación y la igualdad de acceso a una vivienda adecuada y asequible” (§ 8). PÁG. 172 / DICIEMBRE 2013 artículos zar que toda persona pueda acceder a una vivienda digna.40 III.b. Ámbito regional A nivel regional, se puede mencionar al Protocolo de San Salvador (1988),41 aunque la protección que se da al derecho a la vivienda en este instrumento es muy limitada. Asimismo, el art. 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), establece: “Los Estados Partes se comprometen a 40- Ver Resolución 42/146 de la Asamblea General titulada “Realización del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 7 de diciembre de 1987; Resolución 1987/62 del Consejo Económico y Social, titulada “Realización del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 29 de mayo de 1987; Resolución 1986/36 de la Comisión de Derechos Humanos titulada “Realización del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 12 de marzo de 1986; Resolución 1987/22 de la Comisión de Derechos Humanos, titulada “Realización del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 10 de marzo de 1987; Resolución 1988/24 de la Comisión de Derechos Humanos, titulada “Realización del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 7 de marzo de 1988; Resolución 1993/77 de la Comisión de Derechos Humanos, titulada “Desalojamientos forzosos”, aprobada el 10 de marzo de 1993; Resolución 14/6 de la Comisión de Asentamientos Humanos, titulada “El Derecho Humano a una vivienda adecuada”, adoptada el 5 de mayo de 1993, Resolución 1991/12 de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, titulada “Desalojamientos forzosos”, aprobada el 28 de agosto de 1991; Resolución 1991/26 de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, titulada “Fomento del derecho a una vivienda adecuada”, aprobada el 29 de agosto de 1991. (Resoluciones citadas por la Defensoría del Pueblo de la CABA en: “Los desalojos y la emergencia habitacional en la Ciudad de Buenos Aires”, p. 17. Disponible en: http://www.defensoria.org.ar/ areastematicas/vivienda10.php, visitado el 17-10-2013). 41- “El Protocolo de San Salvador pretende completar la Convención Americana de los Derechos Humanos de 1969. Sin embargo, la protección que da al derecho a la vivienda es muy limitada. El derecho a la vivienda no está protegido en el continente americano más que mediante el reconocimiento del derecho de toda persona a vivir en un medio ambiente sano y de gozar de los equipamientos colectivos esenciales (art. 11).” (GOLAY, Christophe y ÖZDEN, Melik, op. cit., p. 18). adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados”. Es de destacar que la reforma realizada por el Protocolo de Buenos Aires de la Carta de la Organización de los Estados Americanos (1967), a la que el art. 26 de la Convención Americana hace mención, en su art. 31 prevé: “Los Estados Miembros, a fin de acelerar su desarrollo económico y social de conformidad con sus propias modalidades y procedimientos, en el marco de los principios democráticos y de las instituciones del Sistema Interamericano, convienen en dedicar sus máximos esfuerzos al logro de las siguientes metas básicas: (…) k) Vivienda adecuada para todos los sectores de la población”. Por último, se hace necesario mencionar que la “Cumbre Judicial Iberoamericana” elaboró en 2008 las “100 Reglas de Brasilia” sobre el acceso a la justicia de las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad. En el Segundo Encuentro en el que se analizaron las mencionadas reglas, la comisión dedicada a la vivienda llegó, entre otras, a las siguientes conclusiones: “Incluir dentro de los grupos vulnerables (Regla Nº 3), en lo que se refiere al derecho a la vivienda, a la población sin techo y a aquellos que viven en barrios sin regularización o no urbanizados”; (…) “Recomendar que, en aquellos casos en donde se identifique un conflicto de vivienda que afecten a grupos en situación de PÁG. 173 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA vulnerabilidad, debería evitarse la vía criminal en tanto ésta pueda agravar esta condición”. III.c. Ámbito nacional El derecho a una vivienda se encuentra protegido, en el ámbito interno, por la Constituciones Nacional y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Nuestra Constitución Nacional establece, en su art. 14 bis, el acceso a una vivienda digna. En el ámbito local, la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, ampliando el concepto de vivienda al de hábitat, establece en su art. 31: “La Ciudad reconoce el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado. Para ello: 1. Resuelve progresivamente el déficit habitacional, de infraestructura y servicios, dando prioridad a las personas de los sectores de pobreza crítica y con necesidades especiales de escasos recursos. 2. Auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con criterios de radicación definitiva. 3. Regula los establecimientos que brindan alojamiento temporario, cuidando excluir los que encubran locaciones”. Así, al tener una protección tan amplia el derecho a la vivienda de las personas resulta lógico que la comunidad internacional, mediante otros tantos instrumentos, haya considerado necesario repudiar la figura de los desalojos forzosos, como mostraremos en el apartado siguiente. IV. Los desalojos forzosos como negación del derecho a la vivienda IV.a. Algunos datos y consideraciones de los desalojos en la Ciudad De acuerdo a un informe de la Presidencia de la Comisión de la Vivienda de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, basado en datos del Ministerio de Desarrollo Social local, durante el año 2008, se desalojaron nueve familias por día en la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad entre el año 2005 y el año 2006 se duplicaron los desalojos. Para el primer semestre de 2007 se calculaba que 11.400 personas fueron expulsadas a través de procedimientos civiles. Por su parte, datos provenientes de la Fiscalía General de la Ciudad de Buenos Aires dan cuenta del aumento de las denuncias por usurpación: mientras que en el año 2004 se recibieron 570 denuncias, en el año 2009 se tramitaron 1169.42 Con estos datos se observa, por un lado, el claro agravamiento de los conflictos habitacionales provocado por la restricción en el acceso a la vivienda, y por el otro, al mismo tiempo que el Estado —desde el plano político— no reconoce la demanda habitacional, pero sí investiga de manera ferviente los delitos penales que surgen en estos contextos, reduciendo —la mayoría de las veces— a las personas desalojadas a meros objetos de lanzamiento,43 los que raramente 42- Estos datos fueron extraídos del Informe publicado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad titulado “Los desalojos y la emergencia habitacional en la Ciudad de Buenos Aires”, publicado en el año 2007, disponible en http:// www.defensoria.org.ar/noticias/396.php, visitado el 17-10-2013. 43- En los considerandos de la Resolución conjunta de la Defensoría General N° 210/09 y de la Asesoría General Tutelar N° 172/09 se deja en claro que “los sujetos denunciados son reducidos a meros objetos de lanzamiento, negándoles de lleno su derecho a defenderse en igualdad PÁG. 174 / DICIEMBRE 2013 artículos pueden reclamar por sus derechos y, mucho menos, por sus Derechos Humanos. Casi sin saberlo, la maquinaria judicial prácticamente en su totalidad apareció ligada a la especulación rentística y a los avatares políticos. Entonces, se empieza a acrecentar en la Ciudad el conflicto del espacio, es decir, el conflicto que sufre el hombre por ejercer su derecho al espacio urbano, por pertenecer, por vivir, por estar en el territorio, por ocupar un pedazo de suelo.44 Mientras no se implementen soluciones a tiempo, como la historia misma en forma lamentable nos permite atestiguar, su dimensión va a convertirse, cada vez, en más salvaje. En este contexto la existencia del delito de usurpación parece ser un tipo penal dirigido a castigar a las personas que no tienen una vivienda estable, aunque por supuesto la existencia de este tipo penal está referida a la necesidad de que el Estado intervenga y proteja los bienes inmuebles de los particulares cuando no los propios. Se alega así, para contribuir a acrecentar la práctica de los desalojos desde el aparato judicial que, aun cuando mediare responsabilidad del Estado en la creación de las condiciones de vulnerabilidad de los involucrados, no sería de condiciones —igualdad de armas—, y desde la primera oportunidad, durante todo el proceso penal. Una manifestación clara de ello es que quienes se encuentran habitando el inmueble cuya usurpación se denuncia no pueden siquiera discutir su derecho legítimo a la tenencia de dicha vivienda, ya que, en la mayoría de las ocasiones, la medida de restitución del bien (y de lanzamiento de las familias) se adopta sin haberlos anoticiado de que existía una investigación penal en su contra y, por ende, sin haberlos escuchado y haberles dado la oportunidad de ejercer su defensa, contraviniendo asimismo y de modo ostensible el principio constitucional de inocencia que los ampara”. 44- Oscar Oszlak define al derecho al espacio urbano como “la capacidad de fijar el lugar de residencia o de localización de la actividad económica dentro del espacio, capacidad que puede extenderse a la disposición unilateral de los bienes que lo ocupan o a la participación en la decisión sobre obras de infraestructura y servicios colectivos en espacios públicos o privados adyacentes.” (OSZLAK, Oscar, op. cit. p. 2). posible hacer pesar las consecuencias de la inacción estatal sobre los particulares afectados. Ante tal nivel de crecimiento de los conflictos habitacionales, y el desborde de las ocupaciones ilegales, se echó mano a la legislación de emergencia, a la de ultima ratio de un Estado de Derecho; pero con esto no nos referimos a la legislación penal sustantiva, —la figura penal de usurpación se encontraba prevista desde sus orígenes en el Código y era necesaria una declaración de culpabilidad, una sentencia, para efectivizar un desalojo— sino que se hizo necesario recurrir a la legislación procesal penal a través de los desalojos exprés del art. 238 bis CPPN y del art. 335 in fine del CPPCBA, que ya venían instaurados con matices en la legislación civil, pero con un significativo retardo y fracaso. Por ello, pareciera que el objeto incidental del desalojo y la restitución del inmueble es el objeto principal, y hasta único, de las causas iniciadas por denuncias relacionadas con la presunta comisión del delito previsto en el art. 181 del CP. Tal es así que, en la gran mayoría de los casos, una vez producido el desahucio, la causa penal se extingue sin investigarse la comisión del delito. De una investigación cuantitativa realizada por Demian Zayat y Victoria Ricciardi —por muestreo aleatorio simple sobre 240 casos— surge que, en el año 2009, de la totalidad de las causas en las que se produjo la restitución del inmueble, solo el 4,8% fueron elevadas a juicio, en otro 4,8% se pautó una suspensión del proceso a prueba, otro 4,8% se encontraban pendientes al momento de la elaboración de esta investigación, en un 2,4% se declaró la incompetencia y la gran mayoría, un 83.3% fueron archivadas.45 Así se puede observar que “(...) muchas veces, invocando el principio de oportunidad, los fiscales orde45- ZAYAT, Demian y RICCIARDI, Victoria, op. cit., p. 128. PÁG. 175 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA nan el archivo de la causa, una vez efectivizada la restitución anticipada”.46 Entonces, como bien destaca en su trabajo sobre usurpación Alejandro Toledo, podemos concluir que la aparición en un primer momento del art. 238 bis en el CPPN y, más recientemente, la aparición del art. 335 in fine en el CPPCBA demuestran de manera clara el fracaso o más bien la carencia de las políticas habitacionales, como también el fracaso de las medidas introducidas por la Ley 24.454 en lo que refiere al desalojo civil. Por lo que, deberíamos preguntarnos si este pretendido refuerzo normativo otorgado por la legislación procesal penal no es más que una consecuencia natural de la “administrativización” del derecho penal, contraria, por ende, al principio de ultima ratio.47 IV.b. Los desalojos forzosos en el ámbito internacional Para la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas la práctica del desalojo forzoso consiste en: “despojar a las personas de su casa o tierra contra su voluntad, de un modo atribuible directa o indirectamente al Estado. Esto implica la supresión efectiva de la posibilidad de que una persona o un grupo vivan en una casa, residencia o lugar determinados, y el traslado asistido (en el caso del reasentamiento) o no asistido (cuando no se trata de un reasentamiento) de las personas o grupos desalojados a otro lugar”.48 46- Ídem. 47- TOLEDO, Alejandro C., “El 'delito' de usurpación de inmuebles”, publicado en www.catedrahendler.org, visitado el 17-10-2013. 48- ACNUDH, “Folleto informativo Nº 25, Los Desalojos Forzosos y los Derechos Humanos”. Disponible en: http://www. ohchr.org/Documents/Publications/FactSheet25sp.pdf, visitado el 17-10-2013. El CDESC considera que las personas, a fin de proteger el derecho a la vivienda adecuada, deben disponer de recursos jurídicos internos. Según el sistema jurídico tales esferas incluyen, pero no están limitadas a: “a) apelaciones jurídicas destinadas a evitar desahucios planeados o demoliciones mediante la emisión de mandatos de los tribunales; b) procedimientos jurídicos que buscan indemnización después de un desahucio ilegal; c) reclamaciones contra acciones ilegales realizadas o apoyadas por los propietarios (sean públicos o privados) en relación con los niveles de alquiler, mantenimiento de la vivienda y discriminación racial u otras formas de discriminación; d) denuncias de cualquier forma de discriminación en la asignación y disponibilidad de acceso a la vivienda; y e) reclamaciones contra los propietarios acerca de condiciones de viviendas insalubres o inadecuadas. En algunos sistemas jurídicos podría ser también adecuado estudiar la posibilidad de facilitar juicios en situaciones que implican niveles de gran aumento de personas sin hogar” (CDESC, OG N° 4, punto 17). Aunque la debida protección procesal y el proceso con las debidas garantías son aspectos esenciales de todos los Derechos Humanos, el CDESC entiende que tienen especial pertinencia para la cuestión de los desalojos forzosos, que guarda directa relación con muchos otros derechos protegidos en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Así, señala que entre las garantías procesales que se deberían aplicar en el contexto de desalojos forzosos deben estar: “a) una auténtica oportunidad de consultar a las personas afectadas; b) un plazo suficiente y razonable de notificación a todas las personas afectadas con antelación a la fecha prevista para el desalojo; c) facilitar a todos los interesados, en un plazo razonable, información relativa a PÁG. 176 / DICIEMBRE 2013 artículos los desalojos previstos y, en su caso, a los fines a que se destinan las tierras o las viviendas; d) la presencia de funcionarios del gobierno o sus representantes en el desalojo, especialmente cuando éste afecte a grupos de personas; e) identificación exacta de todas las personas que efectúen el desalojo; f) no efectuar desalojos cuando haga muy mal tiempo o de noche, salvo que las personas afectadas den su consentimiento; g) ofrecer recursos jurídicos; y h) ofrecer asistencia jurídica siempre que sea posible a las personas que necesiten pedir reparación a los tribunales”. (CDESC, OG N° 7, punto 15). Además de lo hasta aquí mencionado, varias declaraciones internacionales también han denunciado la práctica de los desalojos forzosos: la Agenda 21 adoptada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992),49 la mencionada Resolución 1993/77 de la Comisión de Derechos Humanos (1993),50 y la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos, E/CN.4/RES/2005/25 (2005).51 49- En la Agenda 21 adoptada en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992, los Estados declararon que: “el derecho a una vivienda adecuada [es un] derecho fundamental de la persona humana (...) los individuos deberán ser protegidos por la ley contra los desalojos injustos de su vivienda o de sus tierras” (Párrafos 7.6 y 7.9.b de la Agenda 21). 50- Los desalojos forzosos fueron calificados de “violaciones flagrantes de los Derechos Humanos” por la Comisión de Derechos Humanos en 1993 (Resolución 1993/77 de la Comisión de Derechos Humanos, adoptada el 10 de marzo de 1993). 51- La Comisión de Derechos Humanos reafirmó en 2005: “el derecho de las mujeres a un nivel de vida suficiente incluyendo una vivienda adecuada, tal como se consagra en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales” e invitó a los gobiernos a: “cumplir plenamente con sus obligaciones y compromisos internacionales y regionales en relación al disfrute de la tierra así como al derecho de las mujeres a poseer y controlar bienes, tierras y una vivienda y de tener acceso a ellas sin tener en cuenta su Específicamente, la Comisión de Derechos Humanos, en su resolución 1993/77 afirmó que “la práctica de los desalojamientos forzosos constituye una violación grave de los Derechos Humanos, en particular del derecho a una vivienda adecuada”. No obstante, un desalojo no solo afecta al derecho a la vivienda adecuada sino que también afecta a otros Derechos Humanos: “Aunque el derecho a una vivienda adecuada es tal vez el Derecho Humano contra el que más evidentemente atentan los desalojos forzosos, también resultan afectados algunos otros derechos. Cuando hay desalojos forzosos se violan los derechos a la libertad de circulación y a elegir su propio lugar de residencia, reconocidos en muchas normas internacionales y constituciones nacionales. El derecho a la seguridad personal, también ampliamente reconocido, significa poco en la práctica cuando se desaloja por la fuerza a las personas de sus viviendas con violencia, excavadoras e intimidación. El hostigamiento directo, la detención o aun el asesinato de dirigentes comunitarios contrarios a los desalojos forzosos por parte del gobierno son comunes y violan los derechos a la vida, a la libertad de expresión y a afiliarse a las organizaciones de su elección. En la mayoría de los casos de desalojo, también se niegan los derechos fundamentales a la información y a la participación popular. Cuando los niños no pueden asistir a la escuela debido a un desalojo forzoso, se sacrifica el derecho a la educación. Cuando las personas pierden su empleo, se atenta contra el derecho al trabajo. Cuando la amenaza constante de desalojo perjudica la salud psíquica y física, se compromete situación matrimonial, así como a un nivel de vida suficiente, incluyendo un derecho adecuado”. (Resolución de la Comisión de Derechos Humanos, E/CN.4/RES/2005/25, adoptada el 15 de abril de 2005). PÁG. 177 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA el derecho a la salud. Cuando se separa violentamente a las familias y a las comunidades mediante el desalojo, se viola el derecho a la vida familiar. Cuando las brigadas de desalojo se presentan sin ser invitadas a allanar los hogares, se violan los derechos a la vida privada y a la seguridad del hogar. Asimismo, en los casos de desalojo forzoso pueden no respetarse nuevos Derechos Humanos como el derecho a permanecer en su hogar o tierra y el derecho a regresar a su hogar".52 Entonces, podemos extraer como conclusión que un procedimiento como el establecido por el art. 335 in fine del CPPCBA, que refiere a una medida cautelar tendiente a la restitución anticipada de un inmueble con anterioridad al dictado de una sentencia sobre el fondo de la cuestión, se encuentra repudiado por el sistema internacional, pues no solo afecta al derecho a la vivienda, sino que también atenta contra muchos otros Derechos Humanos fundamentales como los mencionados. V. Responsabilidad del Estado. Rol del Poder Judicial. En este punto analizaremos el rol del juez en las decisiones en las que haya temas de Derechos Humanos involucrados. V.a. Representación estatal del juez Diversos teóricos han justificado la facultad que tiene el Poder Judicial de ejercer el control de constitucionalidad, en el entendimiento de que es un poder representativo del Estado.53 52- ACNUDH, “Folleto informativo Nº 25, Los Desalojos Forzosos y los Derechos Humanos.” Disponible en: http://www. ohchr.org/Documents/Publications/FactSheet25sp.pdf, visitado el 17-10-2013. 53- Se ha dicho que la representación de los jueces se Por esta condición, el Poder Judicial tiene la responsabilidad de velar por la Constitución Nacional y por los Tratados Internacionales que versan sobre los Derechos Humanos, en virtud de lo dispuesto por el art. 75 inc. 22 de la CN. El Poder Judicial, como poder público, encuentra su ejercicio condicionado al pleno respeto y garantía de los tratados de Derechos Humanos.54 A su vez, no debe perderse de vista que el Estado es quien garantiza los Derechos Humanos, ni que el Poder Judicial es uno de los poderes del Estado. Los jueces, entonces, participan de la construcción de la voluntad del liga con la protección de la Constitución, en tanto esta es fruto del ejercicio del poder constituyente, y el pueblo su titular. De este modo, la misión del Poder Judicial es “la de mantener la supremacía y pureza de la Constitución Nacional, fruto del ejercicio de ese poder constituyente (…).” (GIALDINO, Rolando E.; “El Poder Judicial y los Jueces en la República Representativa.”, ED 147, p. 962). También se ha dicho que el papel más importante del Poder Judicial es su responsabilidad como el guardián del proceso político: “La Constitución (…) no tiene que ser leída como un documento destinado principalmente a proteger derechos sustantivos, sino como el instrumento básico de gobierno que regula el proceso político y el proceso a través del cual los individuos pueden participar y ser afectados por tal proceso”. (MILLER, Jonathan, “Control de Constitucionalidad: el poder político del Poder Judicial y sus límites en una democracia”, en MILLER, Jonathan; GELLI, María Angélica y CAYUSO, Susana, Constitución y Poder Político, Buenos Aires, Astrea, Tomo II, p. 1090). Además, en esta última obra se menciona: “La gran ventaja de esta descripción de la función del Poder Judicial es que elimina el problema de apreciar su rol como el de un poder que actúa contra los principios de una democracia representativa por el hecho de que sus miembros no son elegidos por el voto popular. Si el Poder Judicial en su función de control de constitucionalidad solamente actúa cuando hay una amenaza al proceso democrático, cuando declara la inconstitucionalidad de una acción nacida de un poder más representativo lo hace para mantener la representatividad del sistema, no para privar al pueblo de su derecho de autogobernarse”. (MILLER, Jonathan, op. cit., Tomo II, p. 1091). 54- ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, Los derechos sociales como derechos exigibles, Editorial Trotta, Madrid, 2002, p. 72. PÁG. 178 / DICIEMBRE 2013 artículos Estado. Y deben asumir este rol velando por el pleno respeto de los Derechos Humanos consagrados por diversos instrumentos internacionales, por los que el Estado del que forman parte se comprometió. V.b. Vigencia de los Derechos Humanos Por otra parte, debe destacarse que la efectividad de la vigencia de los Derechos Humanos no depende solo de los órganos supranacionales. Por ello, Abramovich y Courtis, al momento de justificar la aplicación del derecho internacional (en particular de los derechos económicos, sociales y culturales) por parte de los tribunales locales, sostienen que: “resulta obvio que más allá de la labor de interpretación por parte de los organismos internacionales, debido a la ausencia de mecanismos internacionales de justiciabilidad directa en estos instrumentos y —aun cuando éstos existieran— a las dificultades materiales y temporales que supone acudir a un órgano internacional, resulta necesario profundizar un nuevo cauce para fortalecer su protección judicial. Nos referimos, claro está, a la progresiva aplicación de este derecho internacional por parte de los tribunales locales”.55 Siendo la instancia internacional subsidiaria, parece razonable que los tribunales locales tengan en consideración las opiniones de los órganos internacionales que juzgarán eventualmente la conformidad de las prácticas estatales con las disposiciones de los respectivos tratados.56 De igual modo, en caso de que un magistrado omita el tratamiento de los Derechos Humanos involucrados, puede derivarse la res- ponsabilidad internacional del Estado.57 Por ello, se ha dicho: “el argumento de la eventual responsabilidad internacional del Estado ha sido permanente en la jurisprudencia del Alto Tribunal hasta este momento. En rigor la Corte no adelanta los criterios para asegurar que el riesgo es cierto; en todo caso, la inferencia necesaria, y razonable, es que el incumplimiento a la obligación convencional supone el compromiso para la responsabilidad internacional del Estado. Además, para determinar que ello es así, se utiliza la jurisprudencia de los órganos internacionales como guía de interpretación de los preceptos convencionales”.58 Así, pues, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos supone que la última instancia de que dispone el Estado para evitar su responsabilidad internacional en la materia es el Poder Judicial.59 Recordemos que dada la jerarquía constitucional otorgada a los tratados de Derechos Humanos, su violación constituye, no solo un supuesto de responsabilidad internacional del 57- La CSJN se ha referido a la eventual responsabilidad del Estado por la omisión de tratamiento de los derechos involucrados, en los siguientes fallos: CSJN, Ekmekdjián, 1992, Fallos, 315:1492; CSJN, Miara, 1994, Fallos, 317:492; CSJN, Café La Virginia, 1994, Fallos, 317:1282; CSJN, Giroldi, 1995, Fallos, 318:514; CSJN, Monges, 1996, Fallos, 319:3148; CSJN, Mignone, 2002, Fallos, 325:524. 55- Ídem, p. 70. 58- PINTO, Mónica, “El valor jurídico de las decisiones de los órganos de control en materia de Derechos Humanos en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia”, en ABRAMOVICH, Víctor, BOVINO Alberto, y COURTIS, Christian (compiladores), La aplicación de los tratados sobre Derechos Humanos en el ámbito local. La experiencia de una década, Buenos Aires, CELS - Editores del Puerto, 2007, citado en “El valor jurídico de las decisiones de los órganos de control en materia de Derechos Humanos en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia”, disponible en http://gargarellaramirez.blogspot.com.ar/2008/04/pintoelvalor-jurdico-de-las-decisiones.html, visto por última vez 1710-2013. 56- Ídem, pp. 75 y 76. 59- Ídem. PÁG. 179 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA Estado sino, también, la violación de la Constitución misma.60 En otro sentido, se destaca que el juez debe respetar la interpretación que realizan los órganos internacionales. Así resulta indispensable y necesario que el juez local conozca la interpretación que se ha hecho de los pactos internacionales de Derechos Humanos, en virtud de su adopción como escalón más alto de la pirámide normativa local y la aceptación de la jurisdicción de órganos internacionales en materia de Derechos Humanos.61 V.c. Control de convencionalidad A todo lo dicho, debe sumársele el llamado “control de convencionalidad”, receptado por la CSJN en el fallo “Mazzeo, Julio”62: “(L)a Corte Interamericana ha señalado que ‘es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos’. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta 60- ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit., p. 72. 61- Ídem. 62- CSJN, Mazzeo, 2007, Fallos, 330:3248. tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana (Corte IDH Serie C N° 154, caso ‘Almonacid’, del 26 de septiembre de 2006, parágraf. 124)”. Recuérdese que en el ámbito interamericano, respecto del derecho a la vivienda, los Estados se han comprometido a dedicar sus máximos esfuerzos a fin de lograr una vivienda adecuada para todos los sectores de la población.63 Debe recordarse, también, que en el caso “Campodónico de Beviacqua, Ana Carina”, 64 la CSJN confirmó la doctrina que considera fuente de derecho a la opinión de los órganos de Derechos Humanos creados a partir de los tratados internacionales, al momento de establecer responsabilidades tanto en el plano local como federal frente a un posible menoscabo de ciertos Derechos Humanos, enfatizando en particular lo indicado por el CDESC.65 De modo más reciente, en el fallo “Aquino, Isacio”,66 se ratifi63- Cfr. art. 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y art. 31 inc. k) de la Carta de Organización de los Estados Americanos reformada por el Protocolo de Buenos Aires. 64- CSJN, Campodónico de Beviacqua, 2000, Fallos, 323:3229. 65- “(D)ado que la interpretación del alcance y significado de los derechos y obligaciones establecidas por el Pacto [Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales] corresponde en última instancia a la autoridad designada por el propio Pacto —el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, que a su vez delegó esa facultad en el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales—, los jueces nacionales deben tener en cuenta esa interpretación ante una controversia en sede interna, so consecuencia de provocar, en caso contrario, una opinión negativa sobre el cumplimiento de las obligaciones del Estado en sede internacional.” en ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit., p.76. 66- En esa oportunidad, el Máximo Tribunal sostuvo: “cuadra poner de relieve la actividad del Comité de PÁG. 180 / DICIEMBRE 2013 artículos có dicha interpretación y se citó la doctrina del CDESC. En consecuencia, las Observaciones Generales emanadas de ese Comité, establecen criterios de interpretación y estándares de derechos que deben ser cumplidos por los órganos competentes, bajo pena de generar al Estado responsabilidad internacional. V.d. La obligación de no regresividad como control agravado de razonabilidad El art. 2.1 del PIDESC menciona que la obligación de progresividad por la que se reconoce que la satisfacción plena de los derechos establecidos por el Pacto supone una cierta gradualidad. Ahora bien, la obligación mínima asumida por el Estado al respecto es la obligación de no regresividad, es decir, “la prohibición de adoptar políticas y medidas, y por ende, de sancionar normas jurídicas que empeoren la situación de los derechos económicos, sociales y culturales de los que gozaba la población al momento de adoptado el tratado internacional respectivo, o bien en cada mejora ‘progresiva’”.67 Por ello, en materia de derechos económicos, sociales y culturales, la obligación de no regresividad, en tanto obligación negativa constituye, una de las obligaciones típicamente de revisión tanto por tribunales de justicia en el ámbito doméstico de los Estados como por órganos o tribunales de Derechos Humanos.68 De Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por cuanto constituye el intérprete autorizado del PIDESC en el plano internacional y actúa, bueno es acentuarlo, en las condiciones de vigencia de éste, por recordar los términos del art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional”. (CSJN, Aquino, 2004, Fallos, 327:3753). 67- ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit., p. 94. 68- ROSSI, Julieta, “La obligación de no regresividad en la jurisprudencia del Comité de Derechos Económicos, este modo, el principio de no regresividad funciona como una suerte de control agravado de razonabilidad.69 El magistrado frente a la adopción de medidas tomadas por los poderes políticos deberá considerar no solamente si las medidas son razonables sino que, además, deberá analizar si dichas medidas no empeoran la situación de la reglamentación del derecho vigente, desde el punto de vista del alcance y amplitud de su goce.70 En conclusión, más allá del delito de usurpación y de la propiedad privada, en los casos referentes a un desalojo forzoso anticipado, el juez debe evaluar ante todo los Derechos Humanos insatisfechos para formar una decisión. Debe realizar ese control agravado de constitucionalidad de toda norma que afecte un Derecho Humano, como es el derecho a la vivienda adecuada. Sociales y Culturales”, en COURTIS Christian (comp.), Ni un paso atrás, La prohibición de regresividad en materia de derechos sociales, Buenos Aires, Del Puerto, 2006, p. 87. 69- ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit., pp. 96 y 97. “(L)a consagración constitucional de la prohibición de regresividad producida por la asignación de jerarquía constitucional al PIDESC, a partir de la reforma de 1994, ha agregado un nuevo criterio de control de razonabilidad de las leyes y reglamentos cuando se examina judicialmente la adopción de normas que reglamenten los derechos económicos, sociales y culturales. En efecto, la obligación de no regresividad implica un control ‘agravado’ del debido proceso sustantivo (…)”. Por otra parte, el 16-122009, en la audiencia ante el TSJ por la acción declarativa de inconstitucionalidad del decreto 960/08, la Asesora General Tutelar de la CABA en la p. 6 de su alegato, resaltó: “La prohibición de regresividad funciona como un control agravado de razonabilidad que los jueces deben hacer de las normas y, cuando se acredita que las reglas en cuestión implican una regresión en materia de derechos, estas normas se presumen inconstitucionales. Esta presunción, a su vez, implica la inversión de la carga de la prueba, por lo que, en caso de dudas, el juez debe hacer lugar al cuestionamiento de las medidas impugnadas. El Estado no solo debe dar razones para justificar la modificación de las reglas cuando éstas vulneran el principio de no regresividad, sino que además las justificaciones alegadas deben ser evaluadas bajo un escrutinio estricto”. 70- ROSSI, Julieta, op. cit., p. 87. PÁG. 181 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA La doctrina ha dicho que: “el principio de no regresividad refuerza la obligación de los Estados de evitar desalojos forzosos sin la provisión de una vivienda adecuada para aquellos sectores de la población que carecen de medios suficientes para procurársela por su cuenta. No es posible que el Estado empeore la situación de aquellos que careciendo de toda alternativa razonable de acceder a una vivienda digna, sean desalojados de su lugar de residencia”.71 El Estado argentino se ha comprometido a lograr “progresivamente” el ejercicio pleno de los derechos económicos, sociales y culturales reconocidos a sus habitantes, entre los que se encuentra el derecho a una vivienda adecuada. Ese compromiso importa, paralelamente, una prohibición dirigida a los órganos estatales de adoptar medidas de carácter regresivo, es decir, que provoquen que el ejercicio del derecho del que se trate sea más precario que aquél que se verificaba en el estado de cosas anterior al acto estatal en cuestión. Los desalojos forzosos son en general incompatibles con los requisitos del PIDESC salvo que se demuestren circunstancias extremadamente excepcionales así como, a su vez, compatibilidad con los principios del Derecho Internacional.72 Con esto pretendemos demostrar que una solución del juez en lo penal que no cumpla con lo mencionado, representa, en sí, una violación al principio de no regresividad de los derechos económicos, sociales y culturales. Ese acto judicial que resuelve una medida cautelar, para el caso concreto, desconociendo los Derechos Humanos involucrados puede, respecto de un grupo de personas, restringir la amplitud y goce 71- Ídem, p. 106. 72- PINTO, Mónica, “Los derechos económicos, sociales y culturales y su protección en el sistema universal y en el sistema interamericano”, 40 Revista del IIDH, p. 63. del derecho a una vivienda adecuada, ubicándolos en una situación más penosa de la que ya se encontraban al momento del proceso.73 Por ello, cuando la primera respuesta del Estado es agregar el elemento de la coerción penal frente a la ocupación de terrenos o casas, tal actitud implica, por sí sola, empeorar la situación de un derecho vigente y desmejorar la situación anterior al inicio de las actuaciones.74 En similar sentido, Gil Domínguez expresó: “Sería muy cruel e inhumano agregar el elemento de la coerción penal a un escenario plagado de omisiones e incumplimientos estatales que imponen el no futuro como una variable constante en la vida de las personas”.75 Asimismo, la Sala I de la Cámara Criminal y Correccional Federal al momento de sobreseer a una persona que supuestamente había usurpado terrenos públicos al construir una casilla en terrenos linderos a las vías del tren expresó: “La respuesta penal no debe ser, en consecuencia, la primera ni la principal respuesta a la que el Estado debería apelar, pues cuando se lo hace apresurada o despreocupadamente, compromete la responsabilidad política del Estado que deberían garantizar.” (C.C.C.F., Sala I, causa “Capristo, Cristina s/sobreseimiento”, rta. 18-07-2007). Por último, destacamos que la Relatora Especial sobre el derecho a la vivienda del Consejo de Derechos Humanos de la Asamblea 73- Asimismo, la falta de aplicación de los tratados por parte de los tribunales argentinos supondría la adopción de decisiones arbitrarias, por prescindir de la consideración de normas de rango constitucional. Cfr. ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit, p. 72. 74- ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, op. cit, p. 97, y ROSSI, Julieta, op. cit., p. 86. 75- GIL DOMINGUEZ, Andrés, “Derecho a la vivienda adecuada, desalojo forzoso y competencia penal”, en La Ley Revista, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Año 4, Nº 11, p. 4. PÁG. 182 / DICIEMBRE 2013 artículos General de las Naciones Unidas, luego de su visita al país, elaboró un informe (de fecha 21 de diciembre de 2011), que en su punto número 46 destaca: “La Relatora Especial expresa particular preocupación frente a la constatación de que en los casos en los que existe un procedimiento judicial (de tipo penal o administrativo), la legislación actualmente vigente a nivel nacional facilita la ejecución de desalojos y no respeta los estándares internacionales en materia de debido proceso legal. La Relatora Especial expresa además preocupación por lo que parece ser — con algunas excepciones— un desconocimiento generalizado por parte de los magistrados argentinos de los estándares internacionales en materia de derecho a la vivienda adecuada y de desalojos, haciendo caso omiso de gran parte de las garantías procesales reflejadas en la Observación General Nº 7 y sin contemplar la posibilidad de buscar respuestas en relación a la solución habitacional de los desalojados”. 76 VI. Conclusiones (a) Debemos comenzar por reconocer que la Ciudad de Buenos Aires históricamente se enfrentó a lo que denominamos el conflicto del espacio, el que en las últimas décadas se ha incrementado, puesto que ella no cuenta con capacidad edilicia suficiente para albergar a la gente que la habita, lo que trae aparejado una repercusión directa, por un lado, en las relaciones interpersonales y la cohesión social y, por otro, en el actuar constante e indiscriminado del aparato judicial. 76- ACNUDH, “Informe de la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada como elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado, y sobre el derecho a la no discriminación en este contexto, Raquel Rolnik. Adición: Misión a Argentina”. Disponible en http://acnudh.org/wpcontent/uploads/2012/03/Informe-Relatora-sobre-viviendaadecuada-misión-a-Argentina-2011.pdf, visitado el 17-102013. El destacado es nuestro. (b) La Ciudad de Buenos Aires se encuentra en una prolongada crisis habitacional. Los grupos sociales más vulnerables buscan diferentes estrategias habitacionales, entre las que se encuentra la ocupación de predios y casas abandonadas. Estos grupos de personas son cosificados a tal punto que, al momento del desalojo, ni siquiera han sido oídas previamente. (c) Por otro lado, y en lo que respecta al plano jurídico, el derecho a la vivienda es un Derecho Humano que hace a la dignidad de la persona, ampliamente protegido por el sistema internacional. Como consecuencia, la práctica de los desalojos forzosos se encuentra repudiada en varios instrumentos. (d) En cuanto al rol del juez en los procesos iniciados por el art. 181 del CP, es de resaltar que el Poder Judicial es un poder representativo del Estado, que la efectividad de los Derechos Humanos no depende solo de los órganos supranacionales, y que en caso de que se omita el tratamiento de los Derechos Humanos involucrados puede derivarse en la responsabilidad internacional del Estado. Es más, dicha omisión, en virtud de lo establecido en el art. 75 inc. 22 CN, representa la violación de la Constitución misma. (e) Por otra parte, por el llamado “control de convencionalidad” se obliga al juez a velar por el cumplimiento de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en particular por lo establecido en el art. 26, que remite a la Carta de la OEA, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, por la que todos los Estados tienen como meta lograr una vivienda adecuada para todos los sectores de la población. (f) Respecto de la interpretación del PIDESC, la CSJN ha dicho que debe estarse a la interpretación realizada por el CDESC, que en el tema tratado se representa específicamente en las Observaciones Generales Nº 4 y 7. PÁG. 183 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA (g) El PIDESC establece una serie de medidas genéricas a los Estados por las que deben adecuar el marco legal, proveer de recursos efectivos a los afectados por una violación a sus derechos, asegurar la satisfacción de los niveles esenciales de los derechos y respetar la obligación de progresividad y la prohibición de regresividad. Este principio de no regresividad en materia de derechos económicos, sociales y culturales funciona como un control agravado de razonabilidad. Más aún, una solución judicial que omita el tratamiento de los derechos fundamentales implicados en un caso es, en sí, una medida regresiva. En resumen y como conclusión general, entendemos que, previa a toda decisión relacionada con una orden de desalojo anticipada, en virtud de la aplicación de una medida cautelar, el juez en lo penal, como representante del Estado debe analizar todas las cuestiones de Derechos Humanos involucradas en el caso. Pues, mientras el delito de usurpación y la norma procesal que lo regula afecten derechos fundamentales de los imputados y no haya una solución legislativa que los contemple, es el magistrado quien debe velar por la Constitución Nacional y los Derechos Humanos que ella protege. PÁG. 184 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública anexo documental * El presente artículo fue publicado en la Revista Liberación y Derecho Nº 1. Año 1. Enero a abril de 1974 —Facultad de Derecho y Ciencias Sociales— Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires. Constitución, justicia y revolución del mundo contemporáneo.* Dr. Arturo Enrique Sampay La voz “constitución” proviene de la expresión latina cum statuire (“junto estatuir”), por lo que etimológicamente significa con una pluralidad de individuos instituir algo. Constitución, pues, es el modo de ser que adopta una comunidad política en el acto de crearse, de recrearse o de reformarse. Este acto fundador o refundador de la comunidad política puede ser de lento o de súbito desarrollo, conforme sea el ritmo que lleve el curso de la historia. Los individuos que instituyen una comunidad política buscan como fin el bien cuyo anhelo de obtenerlo causa esta asociación. Tal fin es el bienestar de cada uno de esos individuos. Bienestar es la vida abastecida de los bienes exteriores que la persona humana necesita para entonces tender libremente a su desarrollo de ser espiritual e inteligente, esto es, a la obtención de los bienes interiores que la perfeccionan y hacen feliz. Los individuos que constituyen la comunidad política pueden ser la totalidad de sus elementos humanos con capacidad para disponer lo atinente al bien común, o pueden ser solo los miembros de un sector de esa totalidad, participando los demás del bien común en la medida en que se lo confiere el sector social constituyente de la comunidad. Para ordenar las acciones de los miembros de la comunidad al fin propuesto, algunos individuos ofician de gobierno. El gobierno se caracteriza porque sus órdenes, en caso de ser incumplidas, son impuestas coercitivamente, a cuyo efecto dispone de instrumentos incontrastables de compulsión. Según que el gobierno actúe sistemáticamente con el propósito de obtener aquella finalidad para todos los miembros de la comunidad o solo para los miembros de una clase social, es representante genuino de la comunidad o de tal sector social. De consiguiente, la elección popular de los gobernantes no pertenece a la esencia de la representación, pero en nuestra época, en la que por los motivos que más adelante se verá la gente únicamente acepta la legitimación democrática de la autoridad,1 es un elemento indispensable de su técnica, ya que confor1- GUGLIELMO FERRERO, Pouvoir, New York, 1942, pp. 299-345. Jean-Jacques Chevalier, La légitimité chez G. Ferrero, en Annales de Philosophie Politique, Nº7, 1967, pp. 211-221 PÁG. 187 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA ma la garantía más eficaz para conseguir la identidad que debe existir entre las miras de la acción de los gobernantes y el consciente anhelo de bienestar de los gobernados. Aquí resta agregar que son aristócratas, esto es, gobernantes excelentes (áristos), aquellos que persiguen el bienestar de la comunidad entera. Antes de continuar, vamos a volver a considerar el caso en que solo un sector del total de la población procede a constituir la comunidad política soberana. Ordinariamente, debido a que ni la producción espontánea de la naturaleza ni la producción humana de las cosas necesarias al bienestar son suficientes para todos y a que en consecuencia estas cosas despiertan codicia, el sector social constituyente hace de modo que los otros sectores sean los suministradores mayores del trabajo productor de esas cosas y los consumidores menores de ellas, por lo que tal situación se mantiene o por la astucia con que aquel sector constituyente reviste de aparentes razones el desequilibrio o por la violencia. Cuando esos otros sectores descubren, en virtud del progreso de la cultura, el natural destino distributivo de los bienes y que el desequilibrio es injustificado, la situación, si aquel sector constituyente no se aviene a transformarla — lo cual es difícil—, solo se conserva por la violencia institucionalizada en el orden establecido, orden que subsiste en tanto esa violencia sea más intensa que la que puedan ejercer los afectados por el desequilibrio — afectados en su conciencia de la justicia o en su situación material. Después de lo someramente expuesto aparecerá diáfano el concepto de Constitución formulado por el genio de Aristóteles y aceptado por la ciencia política actual después que Lasalle lo restauró el siglo pasado.2 Consignamos la definición de Aristóteles: “La Constitución es la ordenación de los poderes gubernativos de una comunidad política soberana, de cómo están distribuidas las funciones de tales poderes, de cuál es el sector social dominante en la comunidad política por ese sector social dominante”.3 Y puesto que el sector social dominante conforma el régimen político, “Constitución y sector social dominante significan lo mismo”.4 2- LASALLE, Ferdinand, Ueber Verfassungswesen, Berlín 1862. LASALLE, Ferdinand, Was nun? Zweiter Vortrag über Verfassungswesen, Zürich 1863. MOSCA, Gaetano, Studi ausiliari del diritto costituzionale, en Il Circolo Giuridico, vol. XVII, Palermo 1886, pp. 101110. HESSE, Konrad, Die normative Kraft der Verfassung, Tübingen 1959, pp. 3-6 3- ARISTÓTELES, Política, 1289 15-18 4- ARISTÓTELES, Política, 1279 25-27 PÁG. 188 / DICIEMBRE 2013 anexo documental El bienestar de los miembros de la comunidad política se obtiene por los cambios de cosas y de servicios dirigidos a producir y a distribuir bienes cuyo consumo comporta tal bienestar. Estos bienes, pues, son producto del trabajo humano, y el trabajo humano estrictamente necesario a la sazón para producirlos es el elementos común que los hace equiparables y medibles en los cambios. Los cambios son voluntarios cuando sus agentes los realizan a sabiendas y con libertad; e involuntarios cuando uno de los agentes no los consiente a conciencia y con autodeterminación. Los objetos de los cambios son primordialmente, ya lo dijimos, bienes producidos por el trabajo humano con materiales naturales; pero también lo son, especialmente los cambios involuntarios, el cuerpo, integrado por su parte física y su parte psíquica, y el honor. Es el cuerpo humano como compuesto psíquico-somático, porque considerado en el plano de los cambios es el bien de producción primario y simple; y el honor porque consistiendo en la reputación general sobre la habitual rectitud del individuo, motiva el crédito de la conducta honesta que guardan los agentes en los cambios. La universalidad del bienestar es posible cuando la producción de los bienes basta para todos los miembros de la comunidad. La justicia es la virtud que ordena los cambios con miras a obtener dicha universalidad del bienestar; o sea, la justicia es el “bienestar general” que dice el preámbulo de la Constitución Argentina. Por tanto, promover la justicia debe ser el fin de la Constitución. Veamos, pues, con mayor profundidad el fundamento y el contenido de la justicia. Como por esencia los seres humanos son iguales y libres, no aceptan voluntariamente, una vez adquirida conciencia de esa igualdad y de esa libertad, que se les impongan cambios de un bien suyo por otro ajeno de menor valor, ni carecer de bienestar, ni tampoco que se los excluya de codecidir políticamente acerca de la manera de alcanzar ese bienestar. Más como las personas humanas tienen distinta individualidad, cada una posee, según su aptitud, una capacidad de producir socialmente, esto es, de dar bienes a los otros a cambio de los bienes que necesita; y cada una tiene, según su complexión y estado, necesidades que la sociedad le debe satisfacer en los susodichos cambios. De aquí que la justicia regule con igualdad proporcional los cambios globales de los individuos, cambios globales que abarcan el total de la actividad productiva de cada individuo para la sociedad y el total de los bienes exteriores que cada individuo recibe de los demás. Por lo que cada uno debe dar a la sociedad cuanto puede conforme al grado de desarrollo de sus aptitudes PÁG. 189 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA productivas y recibir, según la cantidad y la calidad de lo que aporta a la sociedad y según sus necesidades, cuanto la sociedad puede darle conforme al grado de desarrollo de sus fuerzas productivas. Los cambios estrictamente particularizados, que hacen abstracción de los individuos para solo considerar el valor de los bienes, están regidos por la igualdad aritmética, es decir, se debe dar algo del mismo valor que el valor del bien que se recibe. Esta justicia conmutativa resguarda los bienes de cada uno o los manda reparar, por lo que Leibniz la denomina “justicia conservadora”.5 Los derechos sobre los bienes adquiridos en las conmutaciones particularizadas y en las apropiaciones privadas originarias quedan subordinados al derecho al bienestar, que todos tienen, y que es el fin cardinal de la justicia. De la obstinación de los poseyentes interesados en resistir cualquier concreta efectividad de esta subordinación, dimanan las revoluciones sociales, que entonces impulsan por medio de la fuerza el progreso de la justicia. Los miembros del sector constituyente de la comunidad política que aprovechan de los demás y que consideran que el móvil exclusivo de la actividad humana es el egoísmo, sostienen que justo es lo que imponen a la guisa de sus intereses los más poderosos adueñados del gobierno, y que la fórmula clásica definitoria de la justicia que concibió el poeta Simónides, “dar a cada uno lo suyo”, comparta la intangibilidad de los bienes adquiridos en los cambios particularizados y en las apropiaciones privadas originarias. Siendo que acorde con las más profundas disposiciones del ser humano que inclinan a la solidaridad entre los congéneres, “dar a cada uno lo suyo” significa la obligación de promover en conjunto las condiciones para que cada uno de los miembros de la comunidad reciba lo que necesita para desarrollarse integralmente, siendo esto “lo suyo que a cada uno le es debido”.6 Aquel sector social que explota a los demás es lógicamente una minoría, y la forma constitucional que impone a la comunidad se llama oligarquía, vocablo de origen griego compuesto de olígon, pocos y arké, dominador. A este predominio de pocos lo ejercen directamente a veces, pero siempre lo sustentan, gentes codiciosas de riquezas y afanosas 5- LEIBNIZ, Textes inédits, publiés par Gaston Grua, Presses Universitaires de France, París 1948, p.700 6- Sócrates, en PLATÓN, Politeia, 321e-322c. Aristóteles, Ética nicomaquea, 1134 a 25. Vojtech Polacek, “Suum cuique tribuere”, en Studi in onore di Biondo Biondi, Milano 1965, vol.II, p.485-493 PÁG. 190 / DICIEMBRE 2013 anexo documental de negocios,7 que “aprovechan en su propia utilidad lo que pertenece a todos”.8 La Constitución democrática es la que para alcanzar el bienestar general conforman los sectores populares, o sea, la multitud de las personas con género de vida retrasado respecto al grado de civilización alcanzado. La concepción de la justicia reducida a salvaguardar los derechos de los propietarios privados y a que éstos dispongan discrecionalmente de sus bienes, es la idea de justicia oligárquica. Y la concepción que ordena el trabajo social y los bienes primordialmente al logro del bienestar de todos, es la idea de justicia política según el léxico de Aristóteles, o justicia social o justicia del bien común como se la llama ahora. Debido a todo lo cual Aristóteles afirma que “hay una idea de justicia adecuada a cada Constitución”,9 aunque producto de un convencionalismo la justicia oligárquica y emergente de la naturaleza humana la justicia política. Agregando que los interesados en una y otra justicia “se presentan como clases antagónicas dentro de la comunidad, de suerte que establecen la Constitución con vistas a su respectiva supremacía”.10 El alto pensamiento griego descubrió que la amistad, virtud interpersonal que consiste en hacerse recíprocamente el bien por pura benevolencia, completa la virtud altruista por mutuo provecho que es la justicia, ya que la más alta expresión de ésta, a saber, dar cada individuo todo cuanto puede para que todos tengan cuanto necesitan, es una forma de amistad.11 Como nos venimos ocupando del desarrollo político en el ámbito de cultura cuyo elemento religioso es la concepción judeo-cristiana de la vida, necesario es recordar que Jesús sublimó la virtud natural de la amistad, porque consideró que amando al prójimo, a quien Dios ama, se ama a Dios mismo, siendo este amor al prójimo la virtud sobrenatural de la caridad fraterna. Entonces, para los que siguen con su conducta a Cristo, la más excelsa forma de la justicia asume la naturaleza de la caridad. De lo esencial que hasta aquí hemos dicho se infiere que el ser humano va colmando su ansia natural de justicia en la medida que au7- Sócrates, en PLATÓN, Politeia, 555 a. 8- ARISTÓTELES, Ética nicomaquea, 1160 b 13-15. Santo Tomás de Aquino, In Politicorum, Lect. VII, 242. 9- ARISTÓTELES, Política, 1309 a 36-38. 10- ARISTÓTELES, Política, 1291 b 11-13 11- ARISTÓTELES, Ética nicomaquea, 1155 a 28.. PÁG. 191 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA mentan su cultura y la producción social de los bienes que satisfacen sus necesidades, y que la progresiva realización de dicha virtud imprime sentido al desenvolvimiento de la civilización.12 Por tanto, en un mundo de escasez no es dable llevar plenamente a término la justicia, desde que en él no hay ni pueden haber bienes suficientes para todos debido a las atrasadas técnicas de producir; ni tampoco todos pueden ser iguales y libres, ya que forzosamente, sobre la base de la absoluta dedicación del grueso de la gente a la producción material, puede un pequeño grupo, así liberado de esa dedicación absorbente y de las necesidades materiales, ocuparse del gobierno de la comunidad y de la producción espiritual, atento a que sin producción espiritual no hay progreso de la civilización, incluido en este progreso el de los instrumentos de trabajo. Durante milenios, en tales sociedades de escasez y desigualdad estabilizadas, se era, desde el nacimiento hasta la muerte, o bien amo o esclavo, o bien brahamán o paria, o bien señor o siervo. Se pertenecía permanentemente a otro por un accidente de la condición humana, cual es la categoría social a que pertenecen los padres. Los componentes de estas clases productoras de bienes exteriores eran mantenidos en la más absoluta ignorancia. Primero, porque trabajando mientras no dormían o comían les faltaba ocio para cultivarse; segundo, porque los modos casi animales de producir no se los aprendía mediante la educación profesional, sino por mera imitación rutinaria; y por último, porque tal ignorancia contribuía a que esos infelices soportasen con mansedumbre su fatalidad servil. En este punto estimamos también necesario recordar que el mensaje de Jesucristo divinizando al hombre implicó la descalificación moral de la esclavitud directa y de la esclavitud indirecta de los prójimos, lo cual, además de operar como ideal, mejoró en casos particulares la suerte de los esclavos; pero la abolición efectiva de la esclavitud, la plena realización del ideal, será factible cuando se establezcan las condiciones materiales que la hagan innecesaria. Semejantes sociedades directamente esclavistas se organizaban por medios de Constituciones oligárquicas, de lenta formación y que a lo largo del tiempo experimentaban cambios insustanciales, pues las transformaciones constitucionales consistían en el reemplazo del predominio de una minoría cerrada por otra igual, o por el de otra más 12- HAURIOU, Maurice, L’ordre social, la justice et le droit (Extr. de la “Revue Trimestrielle de Droit Civil”, tome 26, année 1927 pp.795-825). CARAMELLA, Santino, La giustizia in progreso (Nota sull’idea di giustizia in relazioe all’idea di progresso), en RIVISTA INTERNAZIONALE DI FILOSOFÍA DEL DIRITTO, 1962, p.72-78 PÁG. 192 / DICIEMBRE 2013 anexo documental abierta dentro del estrecho marco de los hombres libres. Aludiendo a ese despacioso proceso de formación y a esa sustantiva inmutabilidad de los regímenes políticos, fue que Cicerón dijera, repitiendo a Platón y conceptuando la realidad sociológica de entonces, que “la Constitución de la comunidad no es hecha en una sola época ni por una sola generación”.13 Como resultante de una serie de factores, cuya enunciación y análisis no caben aquí,14 en la segunda mitad del siglo XVIII principia la conquista científica de las ingentes energías contenidas en la naturaleza para aplicarlas en la producción, en relevo de la limitada energía muscular de los hombres. Con esto se ponían los gérmenes de una civilización que ha de acabar con la escasez de los bienes exteriores, que ha de transformar la lucha entre los hombres por la posesión de esos bienes en lucha de los hombres contra la naturaleza para obtenerlos suficientes para todos, y que generalizará el ocio para que cada uno de los miembros de la comunidad pueda desarrollarse libre e integralmente. Aquí estimamos conveniente intercalar la digresión siguiente: cuando gracias al progreso de la técnica del trabajo y al régimen de utilización pública de los instrumentos modernos de producción, todos y cada uno de los miembros de la comunidad dispongan de los bienes que necesitan conforme al nivel de vida propio de una alta civilización, y cuando debido al progreso de la cultura general hayan adquirido un alto grado de perfección moral, la virtud de la amistad, y no el débito estricto de la justicia, reglará predominantemente las relaciones sociales.15 Como consecuencia de aquel suceso históricamente trascendental, las sociedades más adelantadas se revolucionaron, estos es, se vieron constreñidas a modificarse por la fuerza, porque, por una parte, la adopción de esas nuevas técnicas encontraba la resistencia de los interesados en conservar las inveteradas estructuras de producción y distribución y las correspondientes formas políticas, y, por otra parte, porque los principales beneficiarios de esa adopción pujaban decididamente para lograrla, ya que el rápido crecimiento de la producción y de la distribución de los bienes exteriores, incluidos los instrumentos de difusión de la cultura, les permitía ascender al género de vida y 13- CICERÓN, De re publica, lib. II, XXI. 14- MANTOUX, Paul Le révolution industrielle au XVII e siécle, París 1905. T. S. ASHTON, The Industrial Revolution, London 1948. John U. Nef, Cultural Foundations of Industrial Civilization, London 1957. Max PITSCH, Die industrielle Revolution, Freiburg in Breisgau 1961. 15- SANTO TOMÁS DE AQUINO, In Eth. Arist. ad Nicomachun, lib. VIII, lect. I, n.1543. MARX, Karl, Kritik des Gothär Programms. III, 3. PÁG. 193 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA al predominio político reservados hasta entonces a reducidos núcleos compuestos por burócratas y feudales dinásticos. Además, aquellos nuevos modos de producir hacían factible la liberación inmediata de los sectores de la población directamente esclavizados, y hacían futurible —según el neologismo de Bertrand de Jouvenel—, esto es, posible en el futuro, efectuar la justicia a todos los miembros de la comunidad. Los nuevos medios de producir y de distribuir los bienes exteriores y de difundir la cultura comenzaron a acelerar la evolución histórica engendrando nuevas y dinámicas formas de vida. Por ende, las comunidades políticas se reforman con Constituciones que garanten el ejercicio de aquellas libertades y aseguren el predominio del sector revolucionario compuesto por propietarios de los instrumentos modernos de producir, por los encargados de distribuir en grandes circuitos comerciales una producción notablemente aumentada, por intelectuales surgidos de esos grupos sociales o simplemente adictos de la justicia, y por el “bajo clero” cristiano, cuyo desempeño en los ambientes pobres le permite evaluar la legitimidad de las luchas contra los regímenes inicuos entronizados y, consecuentemente, actuar acorde con las exigencias progresivas de la justicia. En las tres últimas décadas del siglo XVIII, en los Estados Unidos y en Francia, y en los tres primeros lustros del siglo XIX, en América del Sur, comenzaron a aparecer las Constituciones escritas, así llamadas porque a tales estructuras legales de los nuevos regímenes políticos se las codificaba en una sola y solemne acta legislativa;16 a diferencia de las constituciones antiguas, consuetudinarias o esporádicamente articuladas por leyes fundamentales que formalizaban la autoridad omnímoda del Rey, compartida en algunos asuntos de gobierno por los tres órdenes de la Nación, o sea, el Alto Clero, la Nobleza y el Estado Común formado por los ricos productores, por los grandes comerciantes y por determinados profesionales universitarios. Y precisamente, fue este “tercer estado” innovador con miras al moderno progreso social y por lo cual se presentaba a sí mismo como el “todo” de la comunidad,17 el que abolió por la fuerza las antiguas Constituciones, porque no podía cambiarlas por los procedimientos legales, pues para tomar semejante 16- MOREY, William C., The genesis of a written Constitution, en Annals of the American Academy of Political and Social Science, vol. I, Philadelphia, 1890, p.529-557. BORGEAUD, Charles, The origin and development of written Constitutions, en Political Science Quarterly, vol. VII, 1892, Nº4, p. 613-632. DUCLOS, Pierre, La Notion de Constitution dans l’oeuvre de l’Assemblée Constituante de 1789, París, 1932, p.233-244. 17- SIEYES, Emmanuel, Qu’est-ce que le Tiers Etat? París 1888, p.28-32 PÁG. 194 / DICIEMBRE 2013 anexo documental decisión era menester el acuerdo unánime de los tres estados, y la coalición de la realeza, de los nobles y de los obispos cerraba el paso a los intentos de establecer una nueva Constitución. Pero esa clase social revolucionaria que instauró las nuevas Constituciones, no obstante asumir en su lucha, según lo destacamos, la representación de todos los sectores oprimidos por los sectores hasta entonces dominantes, era una minoría que excluía del gobierno a las ignaras clases populares, ya que éstas no contaban como entidad política en los nuevos regímenes, a semejanza de lo que ocurría en los viejos. Porque en la etapa inicial de la revolución del mundo contemporáneo, el mecanismo para desarrollar la producción consistía en agrandar al máximo las ganancias bajando al mínimo, con la utilización de los medios modernos de trabajo, el coste de los bienes en relación con el coste de la producción artesanal del mismo género de bienes, manteniendo en el subconsumo a los grandes sectores de la población, para invertir tales consiguientes beneficios extraordinarios en nuevos medios de producción, medios seleccionados atendiendo solo al afán de lucro de los propietarios privados de esos recursos. Empero, este mecanismo para desarrollar la producción requería transformar en trabajadores modernos y, en alguna medida, en consumidores modernos a los componentes de los mayoritarios sectores ignaros de la población. Lo cual se alcanzaría mediante la educación de dicha parte de la población, y esta generalización de la educación habría de acarrear, al cabo de algunas generaciones, el crecimiento cualitativo y cuantitativo de las necesidades de estos sectores populares, el desarrollo de su capacidad de juzgar, el descubrimiento de poder juntos progresar y, por fin, llevados por una necesidad intrínseca, la exigencia de ejercer el gobierno político y, por su intermedio, la administración de las cosas para ordenar los recursos productivos con vistas a cubrir las necesidades modernas de todos. Queremos decir que al final, para consumar la revolución del mundo contemporáneo, habría de sobrevenir la articulación de una Constitución democrática para efectuar plenamente la justicia del bien común. Y realizado esto, cuando el progreso de los medios productivos y de la cultura general creen la suficiencia de bienes y el hábito común de las virtudes cooperativas, se ha de desembocar en una sociedad solidaria, no “escindida por la incesante lucha entre el pueblo y la oligarquía”,18 sino animada principalmente por la amistad. 18- Sócrates, en PLATÓN, Politeia, 551 d. PÁG. 195 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública Agenda Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública AGENDA Publicaciones Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) ¿Qué hicimos con la trata? Un recorrido por las principales políticas públicas de trata sexual en Argentina La publicación realiza un análisis de las distintas políticas públicas implementadas desde los ámbitos locales (provinciales y municipales) y desde el ámbito nacional en relación al delito de trata de personas con fines de explotación sexual en Argentina desde la sanción de la Ley 26.364 en abril de 2008. La publicación del libro fue financiada por la Unión Europea en el marco del Programa Abrepuertas que llevó adelante INECIP. Más información : www.inecip.org Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes Colección Derechos Humanos El campo de los Derechos Humanos ha articulado en los últimos años —en el ámbito internacional y regional y en nuestra historia reciente— una reflexión situada en el cruce de la filosofía, la antropología, la sociología, los estudios culturales, los estudios de género y de la infancia, la problemática de la memoria y el derecho internacional de los Derechos Humanos, entre otras disciplinas. Desde esta mirada interdisciplinaria, la presente colección aborda distintos enfoques y discusiones sobre temas relevantes del campo. En los distintos trabajos editados se analiza la problemática de la memoria del pasado reciente y las políticas de justicia y reparación, o bien la discusión sobre los límites posibles para todo intento de representar —histórica o artísticamente— el problema del HolocaustoShoá y del sufrimiento humano en general, a la luz de diversas PÁG. 199 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA cuestiones éticas y científicas. También se interrogan las relaciones de género en la perspectiva de la tensión y mutua alimentación entre dos ejes: el de los iguales —aliados o competidores— y el de los desiguales —dominadores y dominados— pensados como la usina de producción de una etiología de la violencia resultado de una "larga historia patriarcal" en la que las marcas de estatus inflexionan la expansión moderna del contrato de ciudadanía. O se presentan estudios sobre infancia enmarcados en la exploración de los múltiples dispositivos jurídico-burocráticos que, en contextos de gran desigualdad, se han elaborado para “proteger”, “garantizar” o “restituir” los derechos de niños y niñas, a fin poner en discusión sus modalidades de intervención sintetizados tanto en el enfoque de la “protección integral” como en la antigua doctrina de la “situación irregular”. Con la publicación de ensayos de especialistas, estudios académicos o compilaciones temáticas que aspiran a sistematizar conceptos teóricos en relación con realidades empíricas específicas o bien proponen una reflexión crítica sobre los Derechos Humanos y la problemática de la memoria destinada a permitir diferentes miradas y orientada a favorecer un análisis contextualizado. La colección de Derechos Humanos tiene como objetivo ofrecer tanto indagaciones recientes desarrolladas en la Argentina y en América Latina como trabajos internacionales claves para el debate. Más información: www.unq.edu.ar Secretaría de Derechos Humanos de la Nación Tenemos Patria. Argentina, un país con derechos Se trata de una guía, realizada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que reúne una selección de programas y acciones de gobierno que promueven, protegen y garantizan los Derechos Humanos para todas las personas en todo el territorio nacional, en el marco de la política de ampliación de derechos. De forma sencilla y clara, se detallan los propósitos, la población destinataria, la documentación y los pasos necesarios a seguir para acceder a cada política. Entre ellas se encuentran la Asignación Universal por Hijo, Conectar Igualdad, PRO.CRE.AR., Televisión Digital Abierta, Argentina Trabaja, SUBE, Tarjeta Argenta, Plan Nacer, Centros de Acceso a la Justicia, matrimonio igualitario e identidad de género. PÁG. 200 / DICIEMBRE 2013 AGENDA Protocolo de Intervención para el Tratamiento de VíctimasTestigos en el marco de Procesos Judiciales Esta publicación, editada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, presenta una serie de recomendaciones para ser aplicadas en los procesos judiciales como la valorización de la víctima-testigo como sujeto de derecho y el testimonio como derecho; la citación; la información sobre la causa; el enfoque de género; la planificación de la entrevista de la declaración testimonial en la etapa de la instrucción; la asistencia y el acompañamiento; esquemas de protección y seguridad; transportes y viáticos; confidencialidad, entre otras. Más información: www.jus.gob.ar Defensoría del Pueblo de la CABA Políticas Públicas y Derechos Nº 15 Los programas de inclusión social en la Ciudad de Buenos Aires y la lucha contra la pobreza Aproximación a las políticas de inclusión social de y en la Ciudad de Buenos Aires en los últimos años, mediante el análisis de los instrumentos del gobierno local, de los programas impulsados por el gobierno nacional que inciden en su territorio y de su interacción, en los casos en que resulta pertinente. Evolución de los indicadores sobre pobreza e ingresos de los hogares y en las características y comportamiento de los programas que apuntan explícitamente a fortalecer o complementar esos ingresos. Además se enfoca en la evolución del gasto, su estructura, la cobertura y las prestaciones de los programas, sus montos y la forma en que se comportan frente a la depreciación de la moneda. Este enfoque reside en la necesidad de cubrir un vacío que las evaluaciones de programas individuales han dejado. Sin duda, estas analizan los aspectos de focalización, selección de beneficiarios y otras cuestiones cualitativas del funcionamiento de los programas, como así también el efecto de la participación en los mismos sobre los atributos, capacidades y prácticas de sus beneficiarios (en campos como la salud, el empleo, la educación, etc.). Pero es mucho menos frecuente que reparen en la interacción de diferentes programas PÁG. 201 / DICIEMBRE 2013 Revista Institucional de la DEFENSA pÚBLICA entre sí como componentes de una política, y de éstos con el resto de los factores que afectan la situación socio-económica de los más vulnerables, lo que produce como consecuencia la mayor o menor incidencia de la pobreza y la desigualdad en la Ciudad. Diagnósticos Nº 11 El Derecho al Acceso a la Justicia "Si bien se puede apreciar la existencia de políticas públicas en el sentido de un mayor acceso a la justicia, la tarea de inclusión a través de la realización de ese derecho requiere una profundización de estas políticas en los sectores más vulnerables de la Ciudad". Esta es una de las principales conclusiones del informe que integra el número 11 de esta colección. En el pormenorizado análisis efectuado por la Unidad de Observación de la Vigencia del Derecho Supranacional en la CABA de la Defensoría se advierte que “en el caso de los sectores vulnerables de la sociedad son los derechos económicos, sociales y culturales los que reclaman un más amplio y efectivo ejercicio del derecho de acceso a la justicia a través de políticas públicas diseñadas para este fin”. El informe también incluye una Guía de Recursos de Acceso a la Justicia para que los vecinos y vecinas puedan acceder rápida y fácilmente a todos los sitios oficiales que brindan asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito en la Ciudad de Buenos Aires. Contextos Nº 6 La publicación incluye ¿Democratización del Poder Judicial?, una nueva contribución de Julio B.J. Maier; La declaración de inconstitucionalidad en el derecho uruguayo, una pieza de Arturo E. Sampay desconocida en la literatura jurídica vernácula; El Caso Atala de la Corte IDH: posibilidades y perspectivas, un trabajo de Laura Clérico, Origen y alcance de la doctrina estadounidense del derecho constitucional, una obra de James Bradley Thayer publicada originalmente hace 120 años y traducida especialmente para Contextos; y En los orígenes de los derechos del hombre: la polémica Jellinek-Boutmy, de Mario Cámpora (h). PÁG. 202 / DICIEMBRE 2013 Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública de la ciudad autónoma de buenos aires Edición a cargo de la Oficina de Prensa, Difusión y Publicaciones Jefe de Prensa, Difusión y Publicaciones Lic. Pablo Sanz Equipo de Prensa, Difusión y Publicaciones ángel Aberbach MARÍA AMANDA CELI LIC. NADIA DAER PROF. MARÍA FLORENCIA DI SANTO Lic. Mariana Domínguez María Natalia Escribano Lic. Ismael García Fornasero Lic. Adrián Hermoso Lic. Ana Mangialavori DISEÑADOR MarCelo Miraglia Lic. Diana NikutoWski Diseñadora Ana Inés Penas MARÍA LUZ PERALTA JIMENA FERNÁNDEZ REARTE Diseñadora Glenda ROSS las ilustraciones del presente volumen son de autoría de MARÍA FLORENCIA DI SANTO y Glenda ROSS Publicación del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Defensoría General. Edificio Dr. Arturo Enrique Sampay, México 890 (CABA). Comentarios, sugerencias y colaboraciones: [email protected] Defensoría general de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Números Anteriores Año 1 NÚMERO 1 MARZO DE 2011 Buenos Aires Argentina Escriben Dra. Alicia. E. C. Ruiz Dra. Eleonora Devoto Dra. Marcela Millán Dr. Ricardo D. Smolianski Dra. Liliana B. Costante Dr. Demián Zayat y Dra.Victoria Ricciardi Año 1 NÚMERO 2 DICIEMBRE DE 2011 Buenos Aires Argentina Escriben Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni. Dra. Graciela Elena Christe. Dr. Roberto Andrés Gallardo. Dra. Gabriela Marquiegui Mc Loughlin. Dr. Mauricio Duce. Dr. Arístides Corti. Dr. Federico Stolte. Dr. Guillermo García Fabués. Lic. María Laura Barral y Dr. Diego Fidel Doat. Equipo de Mediación. Año 2 NÚMERO 3 AGOSTO DE 2012 Buenos Aires Argentina Escriben Dr. Damián Loreti Dr. Edgardo Alberto Donna Dra. María Angélica Gastaldi Dr. Andrés Harfuch Dr. Abel Fleming Dr. Javier Esteban de la Fuente Dr. Sebastián Tedeschi Equipo de Psicólogos del Cuerpo de Mediación Año 3 NÚMERO 4 MAYO DE 2013 Buenos Aires Argentina Escriben Dr. Edmundo Samuel Hendler Dra. Diana Maffía Dr. Marcelo Pablo Vázquez Dra. Ivana M. González Dr. Matías Becerra y Dr. Emilio A. Cappuccio Dr. Ricardo Daniel Smolianski Dr. Demian Zayat Dr. Federico H. Segura, Dr. Isidro M. Aramburú y Dra.Victoria L. Achával Dr. Martín Cormick y Lic. Federico Golodny Lic. María Laura Barral Año 3 NÚMERO 5 DICIEMBRE DE 2013 Revista Institucional de la Defensa pública “Esta edición de 2.000 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2013 en los talleres gráficos de la Cooperativa de Trabajo Ferrograf Ltda., Bulevar 82 Nº 535, ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina”