17-C-92 SALA DE LO CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA: San Salvador, a las catorce horas y quince minutos del día dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y dos. Examinada la demanda de amparo presentada por el señor Cruz Castro Ortega, esta Sala hace las siguientes consideraciones: El juicio de amparo es una institución de carácter procesal, extraordinario en su materia, cuyo objeto principal tiende a la protección del gobernado contra cualquier acto de autoridad que viole los derechos que la Constitución le confiere; pues así lo establece el Art. 247 de la Constitución, precepto repetido por el Art. 12 de la Ley de Procedimientos Constitucionales. El agravio es uno de los factores que determina la procedencia o improcedencia del juicio de amparo, y aquél se traduce en cualquier daño o perjuicio que sufra el gobernado en el ámbito jurídico de los derechos garantizados y reconocidos por la Constitución; el agravio pues, que debe ser real, personal y directo, implica que, la persona que promueve el juicio de amparo, debe alegar la titularidad del derecho subjetivo que estima violado, ya que necesariamente tiene que haber sufrido en forma directa y personal los efectos del acto de autoridad contra el cual reclama. Es necesario destacar que el Art. 14 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, señala que la demanda de amparo podrá presentarse por la persona agraviada, por sí o por su representante o por su mandatario; comprende tal disposición, pues, uno de los requisitos que debe de existir en el quejoso para que éste, por sí mismo o por medio de representante legal, pueda comparecer en juicio. Por consiguiente, si la persona que ejercita la acción no alega su calidad de sujeto o persona agraviada no está legitimado, ni apto para poder promover y comparecer en juicio de amparo. En el caso subjúdice, el impetrante afirma en su demanda que viene a promover amparo constitucional en su carácter personal por estimar violado el derecho de posesión; sin embargo, el demandante alega la violación de derechos ajenos y no propios, puesto que él mismo afirma que el titular del derecho subjetivo violado es su esposa, señora Juana del Carmen Flores de Castro; por lo que no ha concretado en su persona la violación al derecho que menciona. Por las razones expuestas, esta Sala resuelve: Declárase improcedente la demanda presentada por el señor Cruz Castro Ortega.