La industria del agua en la CAV Ingeniería y Patrimonio José Eugenio Villar Beatriz Herreras Moratinos Antonio Hernández Almaraz (Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública) 1 índice Usos históricos del agua en la industria vasca. El patrimonio industrial originado. José Eugenio Villar 008 Generalidades 026 La industria siderúrgica. 026 029 034 038 041 Las aguas de Altos Hornos de Vizcaya. Las aguas del Zadorra. De Altos Hornos de Vizcaya a Iberduero y al Consorcio de aguas de Bilbao. Obras e instalaciones del sistema Zadorra-Barazar. La refrigeración de los procesos siderúrgicos. Las torres de refrigeración de tiro natural. 050 Fuentes y Bibliografía. 2 3 Arquitecturas e ingeniería del agua: paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Los lavaderos de mineral de hierro en la cuenca minera vizcaína. Beatriz Herreras Moratinos Antonio Hernández Almaraz 054 Introducción. 120 Introducción. 058 El agua, espacio donde desarrollar la actividad industrial. 124 El lavado del mineral de hierro. Las balsas de decantación. 063 El agua, necesaria para el proceso productivo. 142 Minas, balsas y lavaderos en el anticlinal de Bizkaia. 064 072 073 082 083 086 088 142 El trabajo del hierro. La minería. El uso del agua en el sector papelero. Las salinas. La fabricación de cemento. Las curtiderías. El textil. 092 El agua como fuerza motriz. 095 143 155 168 171 173 180 182 El gran criadero de mineral de Bizkaia. Minas y lavaderos. Los distritos mineros de Triano y Matamoros. Los lavaderos de mineral de la Cía. Orconera Iron Ore. Los Distritos mineros de Ollargan-Bilbao. El criadero de mineral de las estribaciones de Bizkaia. Minas y lavaderos. Los Distritos mineros de Galdames, Sopuerta y Alén. Los Distritos mineros de Muskiz – Cotorrio. Los Distritos mineros de la costa vasco-montañesa. Las principales cuencas fluviales. 196 Fuentes y Bibliografía. 116 Fuentes y Bibliografía. Usos históricos del agua en la industria vasca. El patrimonio industrial originado. José Eugenio Villar Ibáñez Usos históricos del agua en la industria vasca. 1 Usos históricos del agua en la industria vasca. El patrimonio industrial originado. José Eugenio Villar Ibáñez Generalidades Según el diccionario castellano la importancia del agua queda reflejada en más de doscientas locuciones, algunas de las cuales forman parte del lenguaje de uso común: entre dos aguas, con el agua al cuello, romper aguas, tan claro como el agua, agua corriente, agua bendita, agua potable, agua viva, agua de colonia, aguas residuales, aguas bravas, etc. En la Euskal Herria primitiva el agua servía para determinar la forma de medir el tiempo y para cerrar el ciclo anual como nos indican los vocablos urtea o urtarrilla. 8 Desde la más remota antigüedad, la imaginación y la técnica han estado dispuestas a extraer al agua utilidades y beneficios diversos, bien fuera creando artificios que ayudaran a aliviar el trabajo y el esfuerzo físico, o aprovechando la energía con ella producida, o como materia prima en la industria alimentaria, en la textil, y en la de curtidos; también en la fabricación de materiales de construcción y en la industria papelera. El agua ha sido fundamental en las operaciones de lavado del mineral y en las de enfriamiento de la siderurgia. Además, es un bien de consumo directo para la alimentación y el saneamiento de nuestras ciudades y de gran utilidad para eliminar residuos urbanos e industriales. Finalmente, en ocasiones ha sido necesario conseguir su encauzamiento o su eliminación cuando el agua constituía un estorbo, un elemento del que había que deshacerse. Ya desde tiempos antiguos, el aprovechamiento de los manantiales salados para la obtención de la muera mediante la evaporación natural ha sido una de las artes El patrimonio industrial originado. tradicionales para conseguir la preciada sal, necesaria para condimentar los alimentos o para las conservas en salazón. Aunque parece seguro que las salinas ya se explotaran en el Valle Salado alavés de Añana en época romana, hasta el siglo IX no aparece documentada la actividad salinera. Hasta el siglo XIX, esta actividad dio lugar a la formación de un entramado de plataformas y eras que llegaron a ocupar mas de 100.000 m2. Las eras son plataformas horizontales de unos 20 m2 de superficie, agrupadas en terrazas por niveles, donde se deposita la salmuera. A partir del siglo XX, con la incorporación del cemento como material constructivo y el abandono de las técnicas constructivas tradicionales, se fueron deteriorando los elementos constructivos y arruinando las estructuras, lo que unido a la pérdida de rentabilidad económica a partir de los años sesenta del pasado siglo, provocó el progresivo abandono de las salinas pasando de las más de 5.000 eras existentes en épocas anteriores a poco más de 100 a finales del pasado siglo. No obstante, con la declaración de Bien Cultural Calificado como Monumento en 1985 por parte del Gobierno Vasco se reconocía su valor patrimonial. El pasado año 2001 la Diputación Foral de Alava, a través del Servicio de Patrimonio Histórico-Arquitectónico puso en marcha el Plan Director de Recuperación Integral del Valle Salado de Salinas de Añana. (Landa, 2002) F. 01 F. 01 F. 01_ Salinas de Añana. 9 Usos históricos del agua en la industria vasca. Desde que a partir de la Baja Edad Media empezaran a utilizarse los saltos de agua para producir la energía motriz que molinos y ferrerías necesitaban, los recursos hidráulicos han sido durante siglos aprovechados como fuente de energía, para los sistemas de refrigeración, como vía de transporte y hasta como materia prima de muchas de las industrias vascas, tanto de la industria artesanal como de la que surge en el último cuarto del siglo XIX, con la Revolución Industrial. Productos dedicados al aprovechamiento o al abastecimiento del agua, como tuberías, fuentes, turbinas o calderas son solo una muestra de la infinidad de productos fabricados por empresas vascas desde entonces. A partir del s. XIV y hasta el surgimiento de la industria moderna, los lugares en los que se llevó a cabo esta actividad fueron las ferrerías hidráulicas. Con éstas surgió una arquitectura que debía acoger instalaciones mucho más complejas: espacios para carboneras, almacenes, martinetes, fraguas y la infraestructura del salto de agua con su presa, canal, antepara y túnel con la rueda hidráulica. Hasta el siglo XVIII, la siderúrgica tradicional constituyó el sector más importante del tejido industrial vizcaino, llegando a suponer el 50% del P.I.B. F. 02 10 Durante ese mismo siglo aparece la figura singular del vizcaino Pedro Bernardo Villareal de Berriz, ingeniero hidráulico que proyectó y construyó las primeras presas de contrafuertes de que se tiene noticia. Publicó además sus trabajos y contribuyó en varios campos al progreso material del País Vasco. F. 02_ Martillo de El Pobal. De las 150 ferrerías que existían en Bizkaia a fines del XVIII, ésta de El Pobal es la única que se ha conservado hasta la actualidad. Junto a un molino que aprovecha la misma presa, forma parte de un conjunto-museo. F. 02 El patrimonio industrial originado. F. 03 F. 03_ Central hidroeléctrica de Nuestra Señora de Angosto. En el ámbito de la molinería hidráulica, las primeras referencias en el País Vasco datan del siglo XII. Molinos de río, algunos cuya rueda era portada por un eje horizontal y otros por eje vertical que con el tiempo fueron los que mayor aceptación tuvieron en nuestro entorno. Los conocidos como “molinos de marea” también utilizaron el agua para mover sus ruedas, aprovechando el embalse de agua marina con las pleamares. A finales del XVIII existían en las costas vizcainas un buen número de ellos: en la ría de Butrón (Plentzia), otras dos en la de Gernika (Murueta y Arteaga), uno en la del Lea (Mendexa), y el resto en la del Nervión, El Puerto, Las Junqueras, San Juan, en Barakaldo, en el casco urbano de Santurtzi, en Muskiz, Leioa, etc. De todos ellos, solo el de Arteaga conserva en la actualidad buena parte de las instalaciones. Pero, en el siglo XIX, como en otras partes de Europa el sector ferrón, incapaz de competir con la moderna siderurgia integral, entró en crisis y con ella se produjo la práctica desaparición de las ferrerías vascas. Sin embargo, no dejaron de utilizarse los saltos de agua que aquellas habían construido sino que fueron aprovechados para la producción de hidroelectricidad que iba a dar servicio a las nuevas industrias surgidas en el último cuarto del siglo. Se instalaron turbinas y generadores allá donde había habido ruedas hidráulicas. Los viejos molinos harineros se reconvirtieron en pequeñas minicentrales que no requerían grandes desembolsos. Es paradigmático lo sucedido en el territorio alavés en las primeras décadas del siglo XX. En Alava se fue creando una importante red productora y distribuidora de electricidad con la creación de centrales y minicentrales por iniciativa de fábricas harineras como la del Ancora de Abechuco, la de Gárabo en Villodas, la de Nanclares y la de Campezo; además, casi todos los molinos y ferrerías de los cauces de los ríos Omecillo y Húmedo en el valle de Valdegovía se transforman y reconvierten en fábricas eléctricas. Lo mismo ocurría en los valles guipuzcoanos y vizcaínos. (Ojeda, 1998.) 11 Usos históricos del agua en la industria vasca. La energía tradicional producida por la fuerza motriz directa podía ser ya sustituida por la electricidad y por máquinas a vapor que no dependían de la oscilación de los caudales de los ríos, ni imponían restricciones a la ubicación de las empresas. En cualquier caso, se mantuvo en muchos lugares el uso de la energía hidráulica como fuerza motriz directa (Antolín, 1988.) gracias entre otras causas al interés de muchas industrias en disponer de varias formas de energía simultáneamente y al bajo coste de mantenimiento que precisaban los saltos de agua. El vapor resultaba caro en una zona no productora de carbón y la electricidad se hallaba en fase de expansión. Cuando su implantación acabara por desarrollarse se mostró como el tipo de energía más eficiente. Mientras tanto, entre 1880 y 1930, todavía se procesaban en Bizkaia 126 expedientes de demanda de aguas públicas para el aprovechamiento de saltos de agua como fuerza motriz directa en industrias situadas junto a los ríos de los municipios de la cuenca del Bajo Nervión. Expedientes solicitados por empresas siderometalúrgicas como La Basconia, Alambres del Cadagua o la Sociedad Santa Agueda; otras dedicadas a la fabricación de pasta de papel como la Papelera del Cadagua; químicas como La Nitramita de Arbuyo; casi todos los molinos y fábricas de harinas activas en el periodo reseñado, e incluso en el sector minero como fuerza motriz para mover trómeles de lavado de mineral. Es cierto que hasta finales del siglo XIX hubo una clara decantación por la termoelectricidad dado que la electricidad de origen hidráulico solo podía ser aprovechada en lugares cercanos a su producción. Las fortísimas pérdidas en el transporte de la electricidad hacían inviable su consumo a largas distancias. La orografía del Bajo Nervión impedía por otra parte la instalación de saltos de agua que favorecieran el desarrollo de centrales hidroeléctricas. Además, las industrias intensivas en el consumo de energía, como Altos Hornos de Vizcaya (A.H.V.), instalaron sus propias centrales autoproductoras. A partir de 1900 la situación va a cambiar espectacularmente. El problema del transporte de electricidad va a resolverse con la aplicación de la alta tensión, la depuración de la tecnología de los conductores y la instalación de estaciones transformadoras. 12 Esto favoreció la separación de las centrales productoras y de los centros consumidores y orientó la ubicación de las centrales hacia las zonas de montaña ricas en recursos hidráulicos. Desde 1905 a 1935 se invierte la preponderancia termoeléctrica en favor de la energía hidráulica. Aparecieron sociedades altamente capitalizadas capaces de llevar a cabo las cuantiosas infraestructuras que requerían su explotación. Son los años de consolidación de las grandes sociedades productoras, que han durado hasta la actualidad. En nuestra zona aparece la Hidroeléctrica Ibérica (1901) que fusionada con la Sociedad Saltos del Duero creará IBERDUERO en 1944. También durante el primer tercio del siglo XX surgen numerosas empresas que a partir de instalaciones de pequeña y mediana potencia van a autoproducir la energía eléctrica que necesitaban, constituyendo con sus excedentes la base de la electrificación de las zonas rurales. Durante los años sesenta muchas centrales se cerraron, debido a que el bajo precio del petróleo favoreció la sustitución por la producción termoeléctrica. Tras el paréntesis de los años sesenta, con la crisis del petróleo vuelven a resurgir las pequeñas centrales y en la década de los 80, tras la entrada en vigor de la Ley 82/80 sobre Conservación de la Energía que amparaba expresamente la construcción, ampliación o adaptación de instalaciones de producción hidroeléctricas con potencia de hasta 5.000 kVA, comienzan a rehabilitarse numerosas centrales hidroeléctricas que se encontraban paradas y a automatizarse otras instalaciones en funcionamiento. (Minihidráulica en el País Vasco. E.V.E. Bilbao, 1995.) Cien años después de su puesta en funcionamiento, una buena colección de centrales hidroeléctricas aun se mantiene activa tras su puesta a punto y rehabilitación llevada a cabo durante las dos últimas décadas, que corresponden en su mayor parte al territorio histórico de Gipuzkoa. El patrimonio industrial originado. Minicentrales en la Comunidad Autónoma Vasca MINICENTRALES DE BIZKAIA Nombre de la central Arizmendi Plazakola Arbuyo La Penilla Irauregui Olakoaga La Andalucía Bolumburu La Mella Sollano Olabarri Lambreabe Patala San Antonio Bedia Indusi Ventatxuri San Lorenzo Orobio Orobio-Larrañaga Beste aldie Electra Lekubarri Caserío Ugalde Caserío Usabel Uharka Río Municipio Potencia (kw.) Artibai Artibai Kadagua Kadagua Kadagua Kadagua Kadagua Kadagua Kadagua Ordunte Arratia Arratia Garay Ibaizabal Ibaizabal Indusi Indusi Mañaria Orobio Orobio Altube Arnuari Arnuari Arnuari Golako Markina-Xemein Markina-Xemein Aonsotegi Balmaseda Baracaldo Güeñes Güeñes Zalla Zalla Zalla Igorre Zeanuri Berriz Amorebieta-Etxano Bedia Dima Dima Mañaria Iurreta Iurreta Orozko Orozko Orozko Orozko Gernika-Lumo 65 248 460 189 470 373 100 250 360 731 22 1.050 528 80 402 305 260 175 46 115 75 24 9 8 66 MINICENTRALES DE ALAVA Nombre de la central Río Molino de Villabezana Molino Salezan Ntra Sra de Ibernalo Antoñana Assa Puentelarra Molino Leza Berganzo Ntra Sra de Angosto M. Bº puente de Berguenda Berantevilla Lacorzana Ullibarri Municipio Potencia (kw.) Bayas Ribera Alta 12 Aramaio Aramaio 16 Ega Campezo 25 Izkiz Campezo 440 Errioxa Lanciego 626 Errioxa Lantaron 3.741 Rabialgas Leza 9 Inglares Zambrana 600 Húmedo Valdegovía 62 Omecillo Lantarón 25 Ayuda Berantevilla 20 Zadorra Armiñón 100 Zadorra Arrazua-Ubarrundia 149 MINICENTRALES DE GIPUZKOA Nombre de la central Elordi Irugurutzeta Argi-Errota de Sta. Agueda Txirrita Lamiategi Olate Altos Hornos de Bergara Río Municipio Potencia (kw.) Bidasoa Irun 466 Bidasoa Irun 1628 Aramaio Arrasate-Mondragón 55 Aramaio Arrasate-Mondragón 37 Arantzazu Oñati 219 Arantzazu Oñati 4712 Deba Bergara 675 Bolubarri Aitzetarte Barrena Berri Laupago San Antolín Sologoen Electra Basalde Urkulu Altuna Hnos. Ubao -Tokillo Masustanegiko Penadegi Alkiza Molino Ola Molino Ugarte Lizartza Santa Cruz Papelera Calparsoro Errota-zarra / Berrobiko Leizaran Olaberri Ameraun Electra Plazaola nº 1 Electra Plazaola nº 2 Olloqui Santolaz Bertxin Abaloz Bazkardo Aldaba Ikaztegieta Molino Berostegi Usabal Agaraitz Aldaola / San Adrián Ezpaleo Molino Otzarain Zaldibia Erdoizta Molino Urbieta Berriki Molino Rezusta Altuna-txiki Androndegi Aizpurutxo Errota-berri Igaran Igaran Badiolegi Ibai-eder Alberdikoa Berdabio Oquillegui Papelera de Zikuñaga Renteria Fagollaga Lastaola Pikoaga Santiago Arrambide Mendaraz Deba Deba Deba Deba Deba Deba Descarga Oñate Oñate Oñate Oiartzun Oiartzun Alkiza Amezketa Amezketa Araxes Araxes Berastegi Berastegi Leizaran Leizaran Leizaran Leizaran Leizaran Leizaran Leizaran Leizaran Oria Oria Oria Oria Oria Oria Oria Oria Oria Salubita Zaldibia Alzolaras Errezil Errezil Urola Urola Urola Urola Urola Urola Urola Urola Urola Urola Añarbe Añarbe Urumea Urumea Urumea Urumea Urumea Urumea Urumea Urumea Bergara Elgoibar Elgoibar Elgoibar Elgoibar Soraluze Antzuola Oñati Oñati Oñati Oiartzun Oiartzun Alkiza Amezketa Amezketa Lizartza Orexa Berastegi Berrobi Andoain Andoain Berastegi Berastegi Berastegi Elduain Elduain Villabona Andoain Andoain Ikaztegieta Ikaztegieta Legorreta Tolosa Villabona Zegama Zegama Tolosa Beasain Zestoa Azpeitia Errezil Aizarnazabal Aizarnazabal Azkoitia Azkoitia Azkoitia Azkoitia Azkoitia Azpetia Azpeitia Zestoa Oiartzun Oiartzun Hernani Hernani Hernani Hernani Hernani Hernani Renteria Renteria 95 556 621 295 253 400 5 79 73 577 560 191 78 33 11 468 17 355 28 3.600 200 1.000 736 430 555 710 808 1.048 344 360 620 16 250 240 72 500 30 2.200 115 14 16 52 146 315 250 360 264 25 350 90 110 800 368 222 200 130 150 586 666 519 500 13 Usos históricos del agua en laTitulo industria sección vasca. F. 04_ Papel de fumar. Papelera Serrano. F. 05_ Cargadero de Orconera. Algunas ferrerías y molinos fueron reconvertidos en molinos papeleros que aprovechaban la energía motriz generada por el salto de agua para mover los primitivos batanes que trituraban telas de deshecho y “trapos” mezclados con agua hasta obtener la pasta de papel. El sector papelero, gran consumidor de agua, se modernizará a partir de 1842, con la instalación en Tolosa de la fábrica de La Esperanza, primera en utilizar máquinas de papel continuo. Posteriormente, en el siglo XX la industria papelera guipuzcoana se convertirá en la más importante del Estado. Las infraestructuras que se construirán para dar servicio al sector dejarán una serie de interesantes obras hidráulicas que aun hoy se conservan. No obstante, el consumo de agua en la industria papelera varía bastante según las clases de pastas y papeles, procedimientos y materia prima utilizados así como del grado de modernización de las fábricas. Se pueden dar cifras aproximadas: la pasta de trapos viejos era sin duda la que más consumía, entre 400 y 700 m3 por tonelada. A continuación, seguía la pasta de celulosa cruda que empleaba de 250 a 350 m3 /Tn de pasta, consumiendo, finalmente, la pasta mecánica de madera entre 50 y 100 m3 /Tn de pasta. La fabricación de papeles y cartones precisaba menos cantidad de agua: de 75 a 200 m3 /Tn. A modo de orientación puede considerarse que el consumo de agua es de 75 a 120 m3 /Tn de papel prensa, de 60 a 120 m3 /Tn de cartón y bastante menos, de 20 a 60 m3 /Tn de papel fino o especial. De acuerdo con estas cifras, la demanda total de agua de las empresas papeleras vizcaínas en 1966 se situaba alrededor de los 21 millones de m3, correspondiendo a las pastas celulósicas doble cantidad que a los papeles y cartones. 14 Aunque las necesidades productivas del sector papelero contemporáneo han obligado a la renovación continua del aparato productivo y consecuentemente a la desaparición de infraestructuras y útiles de gran valor patrimonial, la tradición papelera del vizcaino valle del Cadagua nos ha dejado una historia singular. A finales del siglo XVIII ya existía en La Mella (Zalla) un molino papelero y a finales del XIX existían diversas instalaciones papeleras, como la Papelera de Serrano también en Zalla que se dedicaba a la fabricación de papel de fumar a partir de la paja de trigo. Pero sin duda alguna es la Papelera del Cadagua (Aranguren) la más importante de las fábricas del sector, sobre todo desde que el ingeniero guipuzcoano Nicolás Mª Urgoiti asumió la dirección de la empresa en 1894. Desde la fábrica encartada Urgoiti llevará a cabo una destacada labor de modernización del sector papelero español. Dirigió la fusión de diversas empresas del ámbito vasco y castellano, fundando en 1901 La Papelera Española con la pretensión de especializar a las distintas fábricas en la producción de determinados tipos de papel, abaratar la compra de materias primas, afrontar la producción de pastas, llegando incluso a conseguir que extensas áreas de montaña se repoblarán de árboles adecuados para la producción de pasta como el pino insignis. Organizó la comercialización mediante el establecimiento de almacenes propios. A la fusión horizontal incorporó la integración vertical de todo el proceso de producción de papel, persiguiendo con ello la división del trabajo, su racionalización y abaratar el precio de venta para incentivar el consumo. Se volcó asimismo en la fundación de proyectos empresariales consumidores de papel como el periódico El Sol o la editorial Calpe. (Cabrera, 1989). Por otra parte, la fábrica de Aranguren además de utilizar el agua del Cadagua como materia prima, se abastecía de energía hidroeléctrica desde la central que explotaba en el río Gándara en el valle de Soba (Santander) aprovechando un salto de 400 metros de altura. El patrimonio industrial originado. Pero el agua ha sido también vía de transporte y espacio de trabajo, especialmente los kilómetros de ría que separan los municipios de Portugalete y Bilbao: la Ría de Bilbao, el territorio que Pio Baroja describió en 1920 como los quince kilómetros que mayor impresión de fuerza, de trabajo y de energía ofrecían en toda la Península Ibérica. A lo largo de ella se fueron repartiendo sus muelles con el puerto comercial y el puerto industrial, para cuya ubicación hubo que llevar a cabo la adecuación y canalización de la Ría y el Puerto de Bilbao. Esta fue la más ingente empresa acometida en Bizkaia durante el último cuarto del siglo XIX. Las necesidades generadas sobretodo por la exportación del mineral de hierro, obligó a la Junta de Obras del Puerto creada en 1877, a acondicionar los muelles de atraque y fondeaderos, encauzar y dragar su lecho, suprimir la barra de arena de Portugalete para facilitar la navegación de buques de gran calado e instalar iluminación eléctrica para hacer hábiles las mareas nocturnas. Se creó un puerto exterior en el Abra, una zona de abrigo con calados de hasta 14 m y protegida por el rompeolas de Santurce y el contramuelle de Algorta. Además se aseguraron 180 ha en el interior de la Ría, donde se van a configuran dos espacios diferenciados: el puerto comercial, desde San Antón hasta la curva de Elorrieta, y el puerto industrial hasta Portugalete, donde se establecieron las industrias siderúrgicas, químicas, astilleros, etc.. y los cargaderos de mineral más importantes. A éstos se les reservó el tramo comprendido entre Zorroza y la dársena de la Benedicta en Sestao, una zona idónea por estar próxima a la zona minera pero que necesitó ser adaptada al aumento de calado de los buques. Una veintena de cargaderos se levantaron en el tramo citado, desde los cuales se embarcó hacia las siderurgias europeas la mayor parte del hierro extraído en las minas vizcaínas. Décadas después de haber abandonado su función, dos de los cargaderos aun se conservan, al menos parcialmente, habiendo sido el de la Sociedad Franco Belga reconstruido y su entorno musealizado hace algunos años por Bilbao Ría 2000. El cargadero de la Compañía de Orconera, cuya rehabilitación es de esperar que se lleve a cabo próximamente, es una estructura palafítica construida en 1877 con vigas y pilares de madera creosotada unidos en hazes con pernos y cartelas metálicas. La estructura está anclada en estribos de sillares y en el fondo de la Ría; dispone de dos pisos; el primero a 2,4 ó 5 m. según pleamar o bajamar contaba con plataforma de madera inferior destinada al amarre de los buques al cargadero; el segundo nivel se situaba a una altura entre 8,6 y 11,2 m. sobre el nivel del mar y disponía de entarimado de madera que soportaba dos grupos de raíles sobre los que se desplazaban los vagones que descargaban directamente en las bodegas del barco. F. 05 15 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 06 F. 06 Al mismo tiempo la construcción de diques de abrigo, muelles de carga y descarga, las labores de dragado para conseguir mayores calados y facilitar la navegabilidad requirió de nuevos tipos de embarcaciones, destinadas a solucionar las necesidades constructivas de las infraestructuras portuarias y a resolver el transporte de mercancías a gran escala de las industrias; embarcaciones concebidas para labores muy concretas, a menudo de escasa capacidad de movimiento y autonomía; artefactos de dimensiones estrambóticas que no demandaban formas marineras para moverse en aguas tranquilas a refugio de temporales en los reducidos espacios de los puertos donde la vela no tenía ninguna aplicación. El vapor que había traído nuevos vientos en la navegación oceánica, con cambios en la estructura y forma de las naves, ayudó a resolver el sistema de propulsión que estas embarcaciones precisaban haciendo posible su propio devenir: dragas y gánguiles, remolcadores y gabarras, cabrias, pontones, grúas de todo tipo... pasaron a formar parte del tráfico interior y del paisaje de los puertos vascos, particularmente de nuestros dos puertos comerciales: Bilbao y Pasajes. De todas estas embarcaciones de tráfico interior, las gabarras son las que más relevancia adquirieron en tareas de abastecimiento a las industrias de la Ría, especialmente a Altos Hornos de Vizcaya. 16 Su nombre proviene del vasco kabarra o gabarra con el que se denomina a lanchas de sólida y ancha construcción destinada en la mayoría de los casos a transportar desde tierra a un buque y viceversa las mercancías de carga o descarga. Generalmente carecen de autonomía precisando de los remolcadores como medio de arrastre. A finales de XIX, solo en la jurisdicción de Deusto había más de 100 embarcaciones entre gabarras, gabarrones y otras barquichuelas menores, todas ellas de madera. Con el comienzo del siglo XX y la implantación de los modernos astilleros de Euskalduna y La Naval se generaliza el casco de hierro para la navegación comercial y para la construcción de pontones, gabarras, gánguiles y remolcadores. Incluso, durante los años de la Gran Guerra, se utilizó el hormigón armado en la construcción de gabarras, en los astilleros que la casa Vallhonrat, Castrillo y Cía. explotó en aguas del Cadagua. (Villar, 1998). Con el desarrollo de los muelles de carga y descarga en los puertos y la incorporación del camión como vehículo distribuidor, las gabarras fueron perdiendo utilidad y buena parte de ellas fueron achatarradas. Solo una pequeña colección se conserva, algunas en pecio, otras con fines museísticos, y la denominada Athletic de uso casi restringido a festejos deportivos. De las utilizadas por AHV para el transporte de graneles, carbones y minerales, aun se conservan una de ellas en la dársena de Udondo. AHV dispuso además de gánguiles para sacar las escorias producidas en sus hornos altos a mar abierto. Los gánguiles son barcos con cántara o depósito central cuyas paredes son estancas respecto al resto del casco; el depósito lleva en su fondo compuertas que se abren para dejar caer al mar su mercancía, bien fueran escorias o productos del dragado de la Ría. El patrimonio industrial originado. F. 07 Durante décadas las escorias todavía calientes se descargaban en la cántara del gánguil produciendo una nube de vapor que era una imagen característica de la Ría… Hasta 1891 no se tienen referencias de gánguiles de hierro construidos en los astilleros vizcaínos. Se trataba de tres embarcaciones de unas 70 Tn. de arqueo que más tarde se reconvirtieron en gabarras. En 1902 la Compañía Euskalduna, fundada dos años antes, obtenía un contrato con Altos Hornos de Vizcaya para la construcción del Portu, un gánguil de acero de 180 m3 de capacidad de cántara y 540 toneladas de desplazamiento que, aunque muy transformado, aun se conserva en las dependencias del Museo Marítimo Ría de Bilbao. El Portu fue la primera embarcación que se construyó en los astilleros Euskalduna. Desde entonces y hasta su cierre en 1996 Euskalduna se convirtió en uno de los grandes astilleros de la Ría de Bilbao. De sus instalaciones originales se conservan sus diques secos 1 y 2, cuyo origen es incluso anterior a Euskalduna; pertenecieron a la Sociedad Diques Secos de Bilbao que venía funcionando desde 1868, construyéndose además, de nueva planta, el dique seco nº 3, considerado en su época el mayor dique existente en España, con sus bombas de achique capaces de desalojar 200 Tn de agua por minuto. Actualmente los tres diques son aprovechados para alojar el material flotante del Museo Marítimo que también incluye en sus instalaciones parte del edificio de bombas de achique, con su maquinaria, del dique seco nº 3, interesante construcción proyectada en 1902 por el ingeniero José Eugenio Ribera, pionero en la técnica de construcción con hormigón armado. El otro elemento que todavía permanece es La Carola, una grúa de 60 m de altura, construida con perfiles metálicos roblonados en los Talleres de Erandio en 1954, primera grúa de gran potencia construida en España. F. 06_ Últimas gabarras en la Ría de Bilbao. F. 07_ Euskalduna. El dique nº 3 en construcción (1904). 17 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 08 Otro elemento de gran valor patrimonial en la Ría, es el Dique Seco nº 1 de La Naval de Sestao y su caisson de cierre. El caisson es un casco de chapa de acero roblonado de 20 m. de eslora que sirve para cerrar el dique seco. Recuerda el casco de un submarino, disponiendo en su interior de un nivel inferior con tanques que se inundan o se vacían según se quiera cerrar o abrir el dique. En el piso superior se aloja una sala de máquinas con bombas que se utilizan para el achique de los tanques. Construido entre 1888 y 1891, junto al resto de las instalaciones de Astilleros del Nervión, es probablemente el más antiguo de los que se conservan en todo el Estado. Nelseco para submarinos y desde 1934 de las casas Sulzer Freres y Burmeister. Se implantó también la construcción de material ferroviario: locomotoras eléctricas y vagones para viajeros. La Naval de Sestao fue producto de la fusión llevada a cabo en 1919 por la citada Astilleros del Nervión y los Astilleros de Sestao que algunos años antes se había construido en terrenos contiguos a la primera. La factoría fue desde sus orígenes una de las más importante y técnicamente avanzadas de las instaladas en España. La Naval de Sestao es el único de los grandes astilleros construidos en la Ría a finales del siglo XIX que aun se mantiene productivo, aunque con futuro incierto. Durante los últimos años ha estado integrado en la empresa pública estatal Izar Construcciones Navieras. Gracias a una política basada en la especialización de sus construcciones y en un desarrollo tecnológico propio, la empresa fue capaz de fabricar buques como el metanero Iñigo Tapias botado el año 2002, el primero de sus características construido en el Estado y el barco más grande fabricado en la factoría, con una A partir de los años veinte se diversificó la producción, dedicándose, además de la construcción y reparación de buques, a la construcción de motores Diessel primero con licencias de Vickers y 18 F. 09 En los años sesenta se transfiere la fabricación de material ferroviario a la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles C.A.F.. En esta misma época se acondiciona la factoría para la construcción de buques de gran tonelaje, de más de 100.000 t.p.m. y se integra en Astilleros Españoles S.A. La factoría ocupaba entonces a más de 4.000 empleados y en sus instalaciones se utilizaban dos gradas, dos diques secos y un varadero con muelle de 900 m. El patrimonio industrial originado. F. 10 F. 08_ Dique seco nº 1 de La Naval (Sestao) F. 09_ El metanero “Iñigo Tapias”. F. 10_ Astilleros del Cadagua. capacidad de 138.000 metros cúbicos de transporte, una eslora de 284,5 metros y una potencia de 28.000 kw. La Naval es el único constructor naval europeo que cuenta con un programa de buques de transporte de gas natural licuado (LNG). También está especializada en la construcción de buques de alta tecnología, los denominados “shuttle” (lanzadera), que son buques diseñados para el transporte de crudos desde los campos petrolíferos submarinos hasta las refinerías de la costa. Otros astilleros de la Ría han ido desapareciendo a lo largo de las últimas décadas, algunos sin dejar rastro alguno como el de Celaya en Erandio, otros como los Astilleros del Cadagua en Barakaldo todavía conservan parte de sus gradas y sus naves fundacionales. 19 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 11 Aguas y ríos habían sido sin embargo dominios contaminados desde el siglo XIX por las explotaciones mineras en los años dorados de la cuenca minera vizcaina. Allí, y producto del lavado y selección del mineral, los fondos de los valles se fueron rellenando de lodos sedimentados –balsas de decantación- cuando no descendían aguas abajo por los arroyos que confluían en los afluentes del bajo Nervión y en la Ría de Bilbao. Además, ésta se fue transformando a largo del pasado siglo en una cloaca de residuos industriales y domésticos. Durante los años 70 la contaminación del aire se hizo irresistible en zonas del Gran Bilbao y la contaminación del agua alcanzó a la práctica totalidad de los ríos. Los residuos de la siderurgia integral se depositaban en el mar, a donde también se conducían otros residuos de forma incontrolada. A medida que la preocupación por la salud de las personas y por el medio ambiente comenzó a tomar cuerpo y las autoridades empezaron a extremar el control, se hizo patente la ingente cantidad de residuos generados por la industria vasca. En 1979, el 97% de la contaminación producida por la industria era originada por los sectores siderúrgicos, de transformación de metales, de fabricación de papel y químico. Estos sectores suponían el 60% de la producción industrial vasca. La Ría de Bilbao se convirtió en una de las más contaminadas. A los vertidos industriales había que añadir las aguas residuales de usos domésticos vertidas que ponían en marcha el proceso denominado eutrófico -alimentación en demasía del sistema- que trajo como consecuencia la casi desaparición del oxígeno disuelto en el agua, convirtiéndose en agua sucia y pestilente, los seres vivos mas vulnerables fueron desapareciendo. 20 A finales de los años setenta casi toda la Ría estaba muerta. Evidencias parecidas manifestaban los afluentes que desaguaban en la ría y en algunos de los ríos guipuzcoanos, sobre todo los afectados por las industrias papeleras. En la década de los ochenta, la El patrimonio industrial originado. F. 11_ Flotador regulador. Pasillo de recogida de agua filtrada en la depuradora de Bolintxu. mayoría de los 30 m3/s que venían de la cuenca a la ría eran aguas de mala calidad, la mayoría aportados por el Nervión-Ibaizabal y el Cadagua. Hubo que acometer entonces el Plan Integral de Saneamiento del Bajo Nervión y su sistema. El Plan se concibió para dar un tratamiento unitario a la contaminación industrial y doméstica de la Comarca del Gran Bilbao mediante la construcción de una red de colectores de 170 km de longitud y tres estaciones depuradoras (Galindo, Muskiz y Lamiako). Las obras, iniciadas en 1984, habrían de finalizar previsiblemente en el año 2005. Lo cierto es que pasada ya esta fecha y tras una inversión de 700 millones de euros, la depuradora de Lamiako aun no se ha iniciado, concentrando la práctica total de las aguas a depurar en la EDAR de Galindo, en Sestao, centro neurálgico de todo el Sistema General de Saneamiento. Antes, en 1983 la Ría se había amotinado y resarcido de tanta polución. Las lluvias torrenciales de aquel agosto, se llevaron más de 70.000 millones de pesetas en las instalaciones industriales que ocupaban los bordes del Ibaizabal, del Nervión y de otros ríos vascos. Había existido no obstante una tradición higienista que cien años antes había dado origen a otras plantas depuradoras precursoras en el saneamiento de Bilbao. Desde finales del XIX, Bilbao como otras ciudades europeas en proceso de industrialización mantiene un crecimiento sin precedentes, al mismo tiempo empiezan a utilizar tecnologías capaces de resolver el problema de la eliminación de una cantidad cada vez mayor de aguas residuales. Hasta entonces el tamaño de las ciudades se mantenía por debajo de una población “crítica”, que no representara un desafío para garantizar el abastecimiento de agua y la eliminación de sus residuos. (Serratosa, 2006) A principios del siglo XX se estableció en el barrio bilbaíno de Elorrieta la primera depuradora de aguas residuales y con ella el primer sistema de saneamiento moderno en España. Bajo la dirección del ingeniero Recaredo de Uhagón, se construyó el alcantarillado para recoger las aguas sucias y la eliminación de todos los pozos negros de la Villa. En Elorrieta se construyó un depósito receptor de 12.000 m3 de capacidad y en un edificio anexo se instaló un sist ma de bombeo con maquinaria de vapor cuya misión consistía en enviar las aguas, a través de una cañería de 10 Km., hasta Punta Galea en término de Getxo. Su puesta en funcionamiento permitió reducir en pocos años los altos coeficientes de mortalidad que a fines del siglo XIX asolaban a los habitantes de Bilbao que todavía se abastecían del agua de la Ría a la cual se vertían también las aguas sucias. A partir de la Guerra Civil las instalaciones perdieron parte de su uso y las máquinas de vapor, únicas en Euskadi, quedaron inutilizadas aunque permanecieron en perfecto estado de conservación hasta el saqueo producido en sus instalaciones, propiedad del Ayuntamiento de Bilbao, en 1996. Unos años después de la puesta en marcha de Elorrieta, se acometió la construcción de la depuradora de agua potable de Bolintxu, un proyecto ejemplar que entró en servicio en 1923. Constituyó una magnífica obra de ingeniería de la depuración de aguas, siendo la primera instalación que utilizó la ozonización para la desinfección de agua para el consumo humano. Actualmente está sin uso alguno pero aun dispone de mecanismos como indicadores de tensión, intensidad, presión, etc., que son auténticas reliquias técnicas. Asimismo se conservan los cuadros eléctricos, contactores, amperímetros y voltímetros originales. Otros elementos de pequeñas dimensiones han sido parcialmente expoliados del interior del magnífico edificio que alberga todo el conjunto. Este consta de dos partes bien diferenciadas: por un lado un edificio rectangular con techo plano que alberga los tres filtros rápidos de arena y baterías de ozonización capaces de tratar 8.000 m3 al día; y por otro y directamente unido al anterior, el edificio de servicios auxiliares, que albergaba todos los mecanismos de desinfección, lavado de filtros y cuadros eléctricos con cubierta de hormigón. 21 Usos históricos del agua en la industria vasca. Se da la paradoja de que esta planta se encuentra a escasos metros de la mayor y más moderna potabilizadora del norte de España: la depuradora del Consorcio de Aguas de Bilbao en Venta Alta. Cuando la primera fase de esta depuradora entró en servicio en 1968 no incluía la ozonización. En 1984, con la entrada en funcionamiento de su segunda fase se incorporaba de nuevo la depuración por ozono. En cualquier caso los equipamientos urbanos del agua: torres, depósitos, fuentes públicas, lavaderos, etc, constituyen hoy en día un paisaje urbano residual. Con la generalización del uso del “agua corriente” en las viviendas, fueron progresivamente desapareciendo los lavaderos y con ellos el recuerdo vinculado al agua compartida y a la condición femenina. También acabó con el agua acarreada trabajosamente escaleras arriba y por tanto altamente valorada. El agua corriente que llega al grifo, que potabilizamos con gran esfuerzo sin hacer distinción de usos, y que acabamos en su mayor parte tirando por el inodoro. Bilbao, contó con una buena red de lavaderos, ejemplos de notable calidad arquitectónica que han ido desapareciendo en las últimas décadas. El último de los cuales, que albergaba oficinas municipales, ha sido demolido recientemente para la edificación de viviendas. Por suerte el lavadero de Barrainkua fue transformado en centro de distrito, con un tratamiento respetuoso de la arquitectura preexistente. Sin embargo, la intervención realizada en el antiguo lavadero de San Mamés y la que ahora se pretende para el lavadero de Castaños, magníficas obras de inspiración modernista de Ricardo Bastida, han sido actuaciones desdichadas para el patrimonio de la ciudad, con vergonzantes mantenimiento de sus fachadas – frontispicio tras las cuales se construyen edificios de vivienda. La desaparición del depósito de aguas de Miraflores (1886), derribado insensatamente hace unos años, constituyó otra gran pérdida del F. 12 patrimonio del agua en la Villa. Paralelamente en Vitoria-Gasteiz, se llevó a cabo la rehabilitación del antiguo depósito de aguas de la capital alavesa (1885) para ser utilizado como sala de exposiciones, un magnífico ejemplo de las posibilidades de reutilización de los viejos inmuebles industriales y la obra pública, y excelente exponente de la imaginación que a veces escasea tanto en los gestores del patrimonio público. (Patrimonio industrial del País Vasco. Nuevos recursos turísticos. 1997) Por otra parte, para aprovechar el agua la industria vasca ha fabricado todo tipo de útiles relacionados con su trasporte, almacenamiento, usos de navegabilidad, calefacción, etc; productos acabados, de diseño propio, que han pasado a formar parte indisoluble F. 13 22 El patrimonio industrial originado. F. 14 de la historia industrial del País Vasco. Ya en la época preindustrial aparecen herramientas y productos artesanales relacionados con el agua de gran importancia en la vida de los vascos. Utiles para transportarla como la pedarra, un cántaro de barro torneado y cocido, que por su singular forma se adaptaba a la cabeza sobre la que se portaba y que Alexander von Humboldt describió como “una gran tetera achaparrada”. Otros vascos, como Pedro de Zubiaurre, natural de Errenteria, General de la Armada de Felipe II creó en el siglo XVII un artificio para elevar agua desde el río Pisuerga, para surtir a Valladolid. Constaba de cuatro bombas de émbolo, movidas por medio de ruedas, baquetones y cadenas por dos ruedas hidráulicas instaladas en el río. Zubiaurre se inspiró en el artilugio que Peter Morice había diseñado para abastecer con las aguas del Támesis a Londres, ciudad en cuya Torre el guipuzcoano estuvo encarcelado durante dos años. F. 15 Contemporáneo del anterior es el navarro Jerónimo de Ayanz. Personaje singular, capaz de crear un sinfín de patentes, entre las que cabe citar el desarrollo de un precedente del submarino con renovación de aire, también confeccionó un traje de buceo operativo. Además, fue un adelantado en el uso del vapor para la producción de energía. Cien años antes que Thomas Savery, Thomas Newcomen o James Watt diseñó una máquina de vapor para desaguar las minas de plata de Gaudalcanal (Sevilla). Ayanz pensó también utilizar el vapor para elevar el agua a las casas, para crear chorros decorativos en fuentes y jardines y más insólito aun en el siglo XVII, como acondicionador de aire en las casas. (García Tapia, 2001) Y además instrumentos relacionados con la navegación como las anclas de Gilisagasti, ferrón guipuzcoano que aprovechando las características que tenía el hierro vizcaíno muy moldeable, fabricó modelos de anclas muy delgadas y ligeras en el siglo XVIII y que fueron muy demandadas por los navegantes europeos de la época. F. 12_ Máquina de vapor de Ayanz. F. 13_ Fachada modernista del lavadero de la calle Castaños (Bilbao), obra de Ricardo Bastida. F. 14_ Moldes de arena en la fundición de Aranzabal S.A.(1963) Nuestra relación con el mar también prosperó con el desarrollo en las costas vascas de técnicas constructivas de navíos como la nao cantábrica característica de la Baja Edad Media en las costas peninsulares, y posteriormente los galeones fabricados por Antonio de Castañeta, nacido en Mutriku a mediados del XVII, que desarrolló nuevas técnicas de ingeniería naval, construyendo navíos más fuertes y maniobrables que sus predecesores. A mediados del XIX tiene sus orígenes la trainera, como embarcación destinada a la pesca de sardinas y anchoa. Aunque al principio portaba dos velas, la competición hizo evolucionar sus características hasta las establecidas por el Reglamento de 1919 primero y finalmente por el de 1971: 12 m de eslora, 1,72 m de manga y 200 kg de peso. F. 15_ Fuentes. Catálogo de Aurrera. 23 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 16 Con el antecedente singular de las Reales Fábricas de municiones de hierro colado de Eugui y Orbaiceta en la Navarra del siglo XVIII, la tradición siderúrgica del País Vasco posibilitó el desarrollo de numerosas fundiciones a lo largo de toda nuestra geografía a finales del siglo XIX. La Aurrerá de Sestao, Ibarra de Ortuella, MolinaoLuzuriaga de Pasajes, Patricio Echevarría de Legazpia o las alavesas de San Pedro de Araya y Aranzabal son solo una pequeña muestra a las que habría que añadir las grandes siderurgias que como Altos Hornos de Vizcaya reservaron parte de su producción de arrabio para la elaboración del hierro fundido. Fundiciones dedicadas a la fabricación de todo tipo de productos acabados de hierro fundido o colado. Muchos relacionados con el abastecimiento de aguas: tuberías, válvulas, bocas de riego, fuentes, sumideros, registros y accesorios para canalizaciones y saneamientos, compuertas, F. 18 F. 17 aliviaderos, depósitos, sifones, etc, elementos cuyas formas se prestan con facilidad a su fabricación mediante el simple vaciado de un molde. Aurrera, una de las empresas pionera de la industrialización vasca, también diseñó y fabricó calderas “Thermal” de calefacción por agua. Estas calderas se construían con fundición de ferro-vulcan de gran poder termo transmisor y resistente al fuego y a la corrosión. En el mismo municipio de Sestao, Babcock & Wilcox fabricó con gran éxito calderas industriales acuotubulares comprendidas entre las 20 y las 450 t/h. y con presiones hasta 100 kg/cm2. En las primeras décadas de historia de la fábrica de Sestao fue especialmente importante el modelo WIF (Wrought Iron Front) en alusión a las puertas de hierro forjado que protegían exteriormente la caldera. F. 16_ Publicidad de Caldera Thermal. Aurrera. F. 17_ Caldera acuotubular, sistema Babcock & Wilcox, patentada, provista de recalentador y cargador mecánico. En la imagen se puede apreciar la circulación del agua y el desprendimiento del vapor, así como la alimentación del carbón al cargador mecánico y la salida de escorias. F. 18_ Babcock & Wilcox. Fabricación de cámaras espirales de turbinas hidráulicas. F. 19_ Vista de la planta de refrigeración de Petronor. 24 El patrimonio industrial originado. F. 19 Y con el desarrollo de la sociedad de consumo aparecen los electrodomésticos y las primeras empresas dedicadas a su producción. A partir de los años treinta del siglo XX, empresas como Electrodomésticos Solac, Jata, Edesa y Fagor serán pioneras en la fabricación de aparatos para calentar agua, marmitas eléctricas, cafeteras domésticas, ollas o planchas a vapor. Por último, la gestión del agua siempre ha sido un empeño constante en las grandes industrias vascas, bien por disponer de ella o bien por limitar los costes de su uso. Las cantidades inmensas de agua que industrias como la sidero-metalurgia, el refino de petróleo o las centrales térmicas necesitaban para la refrigeración de sus procesos obligaron a reducir su consumo para aminorar sus costes. Desde los años treinta comenzaron a incorporar instalaciones para refrigerar y recuperar el agua ya utilizada, reintroduciéndola de nuevo en el circuito y reduciendo así su consumo. Algunas de estas instalaciones serán sorprendentes obras de ingeniería por sus dimensiones y monumentalidad, especialmente las torres de refrigeración de tiro natural que son objeto de estudio en el próximo apartado. Mención aparte merece resaltar la gestión que hace del agua la refinería de Petronor. La mayor de las refinerías del Estado consu- me grandes cantidades de agua en sus instalaciones de Muskiz (Bizkaia): agua potable, agua contra incendios, agua para la generación de vapor, agua para los procesos de refino y agua para servicio de limpieza. El 53% del agua consumida se destina a refrigeración, siendo con diferencia la partida mayor del agua consumida. El agua de refrigeración circula en grandes volúmenes por un sistema abierto a través de los cambiadores y condensadores de las diferentes unidades. Esta agua absorbe calor y retorna a una torre de refrigeración de tiro mecánico, donde se enfría al entrar en contacto con un gran volumen de aire, suministrado por ventiladores. El agua fría cae a unas piscinas, situadas debajo de la torre, donde de nuevo es puesta en circulación por medio de bombas. Esta reutilización del agua permite a la empresa recuperar el 30% de toda el agua consumida en la refinería. No obstante, la industrialización vizcaina aparece esencialmente ligada al sector siderúrgico. Este es sin duda alguna el sector que más agua ha demandado y consumido a lo largo de la historia de la industria vasca. A las infraestructuras y arquitecturas generadas por el consumo de agua de las siderurgias vizcainas nos referimos en las próximas líneas. 25 Usos históricos del agua en la industria vasca. La industria siderúrgica. Las aguas de Altos Hornos de Vizcaya. Además de imprescindible, el consumo de agua en la siderurgia es de gran magnitud, hasta el punto de que las necesidades de suministro de agua en la historia de Altos Hornos de Vizcaya fue una continua preocupación desde los orígenes de la empresa, dando lugar a la realización de grandes obras hidráulicas de embalsado y canalización. Ya en la fecha de su constitución en 1902, la compañía se hacia con la propiedad y usufructo de las aguas del río Castaños que dos años antes había sido represado en El Regato con la construcción de una presa por parte de la Compañía Anónima Aguas del Regato, adquirida por AHV ese mismo año. A finales del s. XIX durante los meses de verano las industrias de la margen izquierda tenían problemas de abastecimiento de agua. La utilización de algives flotantes, carros y el empleo de agua de mar en los generadores de vapor no impedía que con demasiada frecuencia se suspendieran las labores por falta de agua dulce. En 1885 José de Echevarría y Rotaeche, al cargo de Aguas del Regato, se planteó la necesidad de construir dos presas en los ríos Castaños y Loyola para satisfacer las crecientes demandas tanto de la población como de las industrias. Las obras comenzaron en 1888, pero de inmediato surgieron los conflictos que demoraron su construcción hasta 1897. La sociedad inglesa Luchana Mining Company que explotaba las minas de El Regato y el propio Ayuntamiento de Barakaldo se opusieron a su construcción. Finalmente tras terciar en la polémica el Gobierno Civil, se redujo la iniciativa a una sola presa en Castaños, rebajando además la altura propuesta por Echevarría de 30 m. y a cambio de la cesión al municipio de 12 litros de agua por segundo. La altura definitiva quedó reducida a 20 m con una longitud de coronación de 74 m, una superficie de embalse de 5 Ha y un volumen de 144.000 m3 . Desde el punto de vista constructivo, la presa de El Regato, significó una gran innovación, no solo por su tipología estructural, con arco de gravedad, sino especialmente por la utilización de hormigón. Por primera vez se utilizaba en España este material en la construcción de presas. El cemento Portland hubo de importarse de Bélgica y los áridos se extrajeron de una cantera caliza excavada en el mismo vaso del embalse. El hormigonado se realizó por tongadas sucesivas, impermeabilizándose posteriormente el paramento de aguas arriba mediante capas asfálticas. F. 20 26 El patrimonio industrial originado. Tiene un curioso sistema de evacuación de excedentes que consiste en un aliviadero natural al que llega el agua por una acanaladura realizada en la coronación. En 1898 se cedió la utilización de las aguas a la fábrica de La Iberia de Sestao y finalmente, pocos años después, la recién creada Altos Hornos de Vizcaya, de la que formaba parte La Iberia, se hacía con la propiedad del embalse destinando sus aguas a la refrigeración de los hornos altos y conservando los compromisos adquiridos con el Ayuntamiento. Lo cierto es que las disputas entre Luchana Mining y AHV fueron frecuentes, casi siempre producidas por la contaminación del Castaños y sus arroyos a consecuencia de los lavaderos de mineral que la compañía minera utilizaba aguas arriba y pese a que desde 1900 existía un reglamento sobre enturbiamiento de aguas que regulaba la instalación y funcionamiento de los lavaderos. F. 20_ Presa del “pantano viejo”, El Regato-Barakaldo. Foto de Iñaki Izquierdo. F. 21_ Pantano de Gorostiza en construcción. (Sefanitro. 19411991. 50 Aniversario). Pasada la guerra civil (1945), A.H.V. y su empresa filial Sefanitro levantaron una nueva presa -la de Gorostiza- aguas abajo del río Castaños y a cuyo embalse aprovisionará al embalse de El Regato. Además, por tubería suministrará agua al Tren de Bandas en Caliente de Ansio, pudiendo también abastecer a otras empresas químicas de Lutxana como Oxinorte y Unión de Explosivos. F. 21 27 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 22_ Embalse de Gorostiza (Barakaldo). Las crecidas habituales del Castaños obligaron a realizar en 1965 un reforzamiento de la presa para evitar posibles filtraciones y deslizamientos y en 1979 se impermeabilizó el paramento de aguas arriba. En la actualidad, el estado general de conservación es bueno; no obstante, el muro de la presa presenta problemas de filtraciones, especialmente entre tongada y tongada. Por otra parte, la capacidad del embalse se ve sensiblemente disminuida debido al aterramiento del vaso. Desde una perspectiva medioambiental, el conocido como “pantano viejo” constituye un ecosistema húmedo de interesante vegetación y fauna, siendo además una zona idónea para actividades de esparcimiento. Además de la del Regato y de otras tomas de menor importancia, como las que procedían de las aguas del arroyo Granada, del Ballonti y del Barbadún, AHV se surtió también del río Cadagua, y del Consorcio de Aguas de Bilbao. El agua proveniente del Cadagua se bombeaba desde la estación de Zubileta (Barakaldo), si bien en algunas ocasiones hubo que suspender su suministro por la excesiva contaminación del río. Próxima al bombeo de Zubileta se encontraba la siderurgia de Echevarría, pionera en la industrialización vizcaína, que se venía abasteciendo de las aguas del Cadagua desde el siglo XIX. Esta fábrica, ya desaparecida, conserva sin embargo, aunque con otra razón social, las baterías de coque en funcionamiento, la única existente actualmente en Euskadi y para cuyo enfriamiento continua surtiéndose del río. 28 Por último, AHV tenía un acuerdo con el Consorcio de Aguas de Bilbao para disponer de dos captaciones de 1.800 m3/h cada una de aguas provenientes del sistema Zadorra, de los pantanos de Urrunaga y Ullibarri-Gamboa, en cuya génesis estuvo AHV como veremos a continuación. F. 22 Los consumos medios diarios (en m3) de agua del año 1990 en Altos Hornos de Vizcaya: Agua Industrial: Pantano: 11.195, Gran Bilbao: 13.209, Cadagua: 2.288, Barbadún: 403 Desmineralizada: Calderas: 587, Acería: 188 y Colada Continua: 136 Agua salada: H.Alto 1: 39.500, H Alto 2 A: 2.911 Central Térmica: 79.500 Soplantes: 90.000 y C.Continua: 31.900 Muñoz Cámara, 2002 El patrimonio industrial originado. Las aguas del Zadorra. De Altos Hornos de Vizcaya a Iberduero y al Consorcio de aguas de Bilbao. Durante los primeros veinte años de su funcionamiento, el consumo eléctrico de AHV fue bastante contenido. Aunque el proceso de electrificación de su aparato productivo se inició en los primeros años del siglo XX, tardaría en generalizarse, justificado en parte por disponer de una moderna y potente instalación de generadores de vapor a base de la utilización de los gases de los hornos altos. En los años cincuenta, las necesidades energéticas de AHV se habían ido incrementando. Tras el paréntesis de la crisis económica de los años treinta, la Guerra Civil y los autárquicos cuarenta, a partir de 1950 la siderurgia vasca recupera los índices de producción que había alcanzado en 1929, al mismo tiempo que sus necesidades energéticas se multiplican. La factoría precisaba energía regulada durante todo el año, con factor de carga muy elevado y a ser posible energía más segura que la ofertada por Iberduero. En 1950 la empresa producía 38.332.400 kw pero tenía que adquirir a Iberduero 76.224.501 kw. Ante este considerable aumento de sus necesidades de energía eléctrica, la Sociedad había adquirido años antes (1945) la concesión para aprovechamiento de las aguas del río Zadorra y sus afluentes Zayas, Anguelu y Arlabán con el fin de producir electricidad y el abastecimiento de poblaciones. Los recursos hidráulicos de los ríos citados eran relativamente importantes. Recogían precipitaciones considerables que discurrían, en sus cursos medios, por la meseta alavesa, cuya topografía ofrecía la posibilidad de embalsar agua en vasos de gran capacidad con alturas pequeñas. Eran muy favorables también las condiciones de impermeabilidad de la zona y la resistencia de las rocas para emplazar presas. Por otra parte, se ubicaban al borde mismo de la meseta alavesa, la cual presenta un descenso rápido y pronunciado hacia la vertiente cantábrica, permitiendo el aprovechamiento de un desnivel de 546 m, en un primer escalón de 350 m, con conducciones relativamente cortas. Ya en 1926, Manuel Uribe Echevarría había solicitado al Ministerio de Obras Públicas la concesión para el aprovechamiento de las aguas de los ríos Zadorra y sus afluentes Arlaban, Anguelu o Santa Engracia y Zayas, con objeto de regular sus caudales por medio de dos embalses, para la producción de energía eléctrica y para abastecer poblaciones, tanto de la cuenca del Ebro como de la vertiente cantábrica. El proyecto estaba suscrito por los Ingenieros de Caminos José G. de Langarica y Joaquín Guinea. Dos años después, la Administración del Estado rechazó la solicitud al no considerarse oportuno desviar aguas de la cuenca del río Ebro, en cuyas tierras se pretendía incrementar el regadío. Lo cierto es que en 1926 había sido otorgada al Ayuntamiento de Bilbao la concesión de aprovechamientos de los caudales de los ríos burgaleses Ordunte y Cerneja, éste también de la cuenca del Ebro, que se pensaba fuera suficiente para satisfacer las necesidades de Bilbao durante un período de 50 años. Sin embargo, en 1930 Uribe Echevarría solicitó la revisión del expediente. Esta segunda vez los informes oficiales fueron más favorables. La Confederación Hidrográfica del Ebro entendió que las aguas solicitadas del Zadorra y afluentes, sólo eran útiles en la cuenca del río Ebro durante el estiaje de los meses de verano. En un posterior informe, y tras acceder el solicitante a entregar al Ebro 1.000 litros por segundo en los meses de verano, la Confederación aprobó el proyecto, entendiendo que ofrecía además otras ventajas para la cuenca del Zadorra, atenuando las avenidas del río, mejorando las condiciones sanitarias al aumentar la circulación de las aguas estivales y aumentaba, asimismo, los recursos hidráulicos disponibles para riegos en la cuenca del Ebro durante el verano compensando la pérdida de aguas invernales. El proyecto constructivo inicial contemplaba la construcción de dos embalses reguladores, sitos, uno sobre el propio río Zadorra en Mendizabal (Alava) de 48.000.000 m3 de capacidad y el otro a emplazar sobre el río Santa Engracia en Urrunaga (Alava) de 38.000.000 m3, así como el aprovechamiento energético de 3 saltos a ubicar en Zeberio, Santuola y La Peña (Bilbao). En 1935, se proponía reducir a dos los saltos a instalar en Igorre y Basauri, donde se crearían sendas centrales subterráneas. Se aumentaba la capacidad conjunta de los dos embalses, que se elevaba de 86.000.000 a 104.000.000 m3. Hubo que esperar a que pasara la Guerra Civil y los primeros cuarenta para que se retomara el proyecto. 29 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 23 En 1945 Altos Hornos de Vizcaya adquiría la concesión a Manuel Uribe Echevarría y dos años después constituía en Bilbao, la sociedad Aguas y Saltos del Zadorra, S. A., a la que Altos Hornos de Vizcaya aportaba la concesión citada. Además, y junto a su filial Hulleras del Turón, S. A, la empresa siderúrgica vizcaína suscribía la totalidad de los 50.000.000 de ptas de su capital fundacional. Se diseñaba un enlace forzado y profundo entre ambos embalses para aprovechar mejor las capacidades de ambos. La capacidad de la conducción al salto se elevaba desde 24 a 54 m3 por segundo. La potencia nominal a instalar en la central de Barazar, estaría representada por 4 grupos generadores de 42.500 KVA. cada uno, con un salto bruto máximo de 328,60 m. a embalse lleno. La nueva sociedad presentaba además un nuevo proyecto constructivo, firmado por Antonio del Aguila, ingeniero y consejero de Aguas y Saltos del Zadorra. En él se variaba nuevamente el emplazamiento de los saltos y centrales, aumentando la capacidad de las embalses, las conducciones y la potencia instalada en las centrales. Se elevó la capacidad de los dos embalses a 220.000.000 m3.; el de Ullivarri Gamboa sobre el río Zadorra y el de Urrunaga sobre su afluente, el Santa Engracia. Por otra parte, se acortaba la conducción principal del primer salto, a instalar en Barazar a 12.490 m., a mitad de camino de la proyectada en el anterior trazado. En 1959 solo se habían instalado dos de los grupos, a la espera de que se construyan las obras proyectadas para el aprovechamiento de las aguas del río Bayas y su conducción al embalse de Urrunaga. Lo cierto es que los otros dos grupos nunca se llegaron a instalar. Estas modificaciones sobre el proyecto original habrían de elevar sensiblemente el costo de las obras. La solución que se propugnaba no respondía solo a las necesidades de energía de AHV, para lo que bastaría una capacidad total de embalse equivalente a un tercio de la proyectada, con una conducción de mucha menor F. 24 F. 23_ Embalse de Urrunaga en construcción. 1956. (BFA/AFB. Foto AHVF 0156/17-18) F. 24_ Embalse de Ullibarri en construcción. 1956. (BFA/AFB. Foto AHVF 0156/14-15) 30 El patrimonio industrial originado. F. 25 F. 25_ Montaje de las turbinas en la central de Undurraga. 1956. (BFA/AFB. Foto AHVF 0156/0007) F. 26_ Montaje de una de las turbinas. 1956. (BFA/AFB. Foto AHVF 0156/0006) sección, así como una potencia instalada inferior a la mitad de la proyectada. Sin prejuzgar la forma de explotación futura, se consideró que convenía proyectar las obras para que pudieran rendir beneficios al interés general. la obra proyectada. Hasta entonces, las centrales hidroeléctricas explotadas por Iberduero que abastecían las provincias vascas se encontraban a más de 300 km de distancia, en los sistemas del Cinca y Esla-Duero. Además, se orientaba la central del salto de Barazar hacia la producción preponderantemente de energía estival y de puntas a lo largo del año, valorándose positivamente que este tipo de centrales habrían de servir como complemento a las exigencias de la futuras centrales nucleares, que dado el alto costo de sus instalaciones, habrían de trabajar elevado número de horas y en régimen de base como carga, a fin de que la producción fuera lo menos costosa posible. Por otra parte, la proximidad a zonas industriales en creciente desarrollo y expansión demográfica, tanto de Bizkaia como de Alava, que requerían un consumo cada vez más elevado de energía eléctrica y de agua potable, reforzaba el carácter más ambicioso de F. 26 31 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 27_Turbina en la central de Barazar-Undurraga. 1956(BFA/ AFB. Foto AHVF 0156/0003) La central de Undurraga-Barazar ofrecía la posibilidad de contar con una central de “socorro” para el abastecimiento de Bilbao, situada a escasos 30 kms. Lo cierto es que como Aguas y Saltos del Zadorra, S.A. tenía por objeto producir energía para Altos Hornos de Vizcaya, y los cambios del proyecto constructivo con el fin de generar energía estival y de puntas habían cambiado fundamentalmente los objetivos iniciales, y puesto que esta clase de energía no era la que Altos Hornos de Vizcaya precisaba, se decidió negociar su traspaso con Iberduero, sociedad dedicada a la producción y distribución de electricidad con la que se llegó a un acuerdo en 1957 para que ésta utilizara la producción del salto de Barazar, aunque dando servicio preferente a AHV en los períodos de restricciones. En 1958, primer año completo de explotación del salto de Barazar se produjeron 172.000.000 kw.h. Además, la concesión fue otorgada con la condición de que la sociedad concesionaria llegara a un acuerdo con los ayuntamientos a quienes pudiera interesar disponer del abastecimiento de agua antes de su vertido al río. La Diputación de Vizcaya y el Ayuntamiento de Bilbao vieron la solución al problema del abastecimiento de agua en cantidad abundante que, añadida al suministro del embalse de Ordunte, habría de proporcionar la solución al abastecimiento de aguas a Bilbao y a la zona industrial de Bizkaia. Las aguas alavesas multiplicaban por diez a las que procedentes del embalse de Ordunte venían dando servicio a Bilbao desde los años treinta. Y, aunque en los cincuenta Bilbao era el municipio vizcaíno mejor abastecido, el resto de los municipios del Gran Bilbao sufrían continuas restricciones que comprometían además la instalación de nuevos proyectos industriales y la ampliación de las ya existentes. A finales de la década la población de Bilbao y su comarca se acercaba a los 500.000 habitantes con un consumo medio de 500 litros de agua por persona y día, incluidos los consumos industriales, 100 litros más que los consumidos por los habitantes de Madrid por esas mismas fechas. 32 F. 27 El patrimonio industrial originado. F. 28 Sin embargo, Aguas y Saltos del Zadorra dilataba la construcción del segundo salto que habría de ubicar cerca de Bilbao y a lo que le obligaba la concesión. Lo cierto es que económicamente no les era rentable, porque el segundo salto no podría exceder los 220 m. de altura y la conducción que habría que añadir era demasiado larga, no justificándose tamaña inversión desde el punto de vista hidroeléctrico, aunque AHV sin embargo necesitaba disponer de agua para la refrigeración de la nueva acería que a principios de los sesenta estaba instalándose. En 1961 representantes de las administraciones vizcaínas acusaban a la empresa concesionaria de que por no cumplir las condiciones de la concesión se estaban dificultando la posibilidad de utilizar el agua que Bilbao y su comarca necesitan urgentemente. Después de una negociación entre las partes interesadas, en mayo de 1962, Aguas y Saltos del Zadorra cedía al Ayuntamiento de Bilbao y municipios de la Comarca del Gran Bilbao, las concesiones sobre las aguas procedentes del Zadorra a partir del proyectado embalse de F. 28_ Tubería de conducción. Aguas y Saltos del Zadorra 1953. (BFA/AFB. Foto AHVF 0156/0053) Undúrraga, donde habría de desaguar la Central de Barázar. Como compensación Aguas y Saltos del Zadorra percibieron 350 millones de pesetas, la mitad de las cuales corrieron por cuenta del Estado. Además AHV tendría derecho preferente en la utilización de dichas aguas, hasta un límite de mil litros por segundo, sobre los demás usuarios de la misma categoría y en condiciones económicas no inferiores al más favorecido de los consumidores. En 1964 se inició la primera fase de las obras, orientadas a dar la máxima urgencia a las dirigidas al suministro industrial de AHV, especialmente a satisfacer las necesidades del TBC (Tren de Bandas en Caliente) que se estaba instalando en la vega de Ansio (Barakaldo). No obstante, la depuradora de Venta Alta no entró en funcionamiento hasta 1967 y la canalización desde Zeanuri se retrasó hasta 1971. Actualmente, del sistema Zadorra se abastece el 43% de la población de la CAV. 33 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 29_ Viaducto sobre el río Urquiola en construcción. Aguas y Saltos del Zadorra ,1948 (BFA/ AFB. Foto AHVF 0157/0073) Obras e instalaciones del sistema Zadorra - Barazar. F. 30_ Galería principal en construcción. 1947. (BFA/AFB. Foto AHVF 0157/0073) Dos embalses reguladores con sus presas, denominadas: de Urrunaga (Alava), emplazada sobre el río Santa Engracia, afluente del Zadorra; de Ullibarri Gamboa (Alava), sobre el río Zadorra. Una galería forzada de enlace sirvió para unir los dos embalses. Del embalse de Urrunaga, arranca a su vez la deno-minada galería forzada principal, a través de la cual se trasvasa el agua por el denominado Salto de Barazar hasta la Central subterránea de Undurraga (Bizkaia) que aprovechando su desnivel permite la generación de energía hidroeléctrica. Estas instalaciones son subte-rráneas, no visibles desde el exterior y presentan una unidad funcional de cierta complejidad, dada la dispersión y distancia que hay entre ellas. F. 29 Las instalaciones más importantes y características de este conjunto hidroeléctrico son las siguientes: La presa de Urrunaga (Alava) que embalsa aguas del río Santa Engracia, se construyó con planta recta de 455 metros de longitud y contrafuertes, con una altura de 26 metros desde el lecho del río. El embalse dispone de una capacidad para embalsar 72.000.000 de m3 pudiendo inundar hasta 800 hectáreas. Se construyó también un aliviadero de superficie dispuesto de 5 compuertas metálicas capaces de evacuar 406 m3 por segundo. La presa de Ullibarri Gamboa (Alava), emplazada sobre el propio río Zadorra. También de planta recta y contrafuertes de cabeza redonda. Con una longitud de 530 m y 32 m de altura sobre el lecho del río, puede embalsar 148.000.000 m3 de agua inundando 1.800 hectáreas. Su aliviadero dispone de siete compuertas capaces de evacuar 570 m3 de agua por segundo, emplazadas en la parte central de las mismas. Para la construcción de ambas presas se utilizó hormigón en masa que se revistió con sillares de caliza para garantizar su mejor conservación e imprimir cierto porte y nobleza a la obra. Con el fin de amortiguar la energía del agua vertida por los aliviaderos durante las avenidas y proteger de la erosión a las propias presas, se construyeron sendos «contra-azudes» limitados lateralmente por muros de fábrica. El día 20 de abril de 1958, se llenaron totalmente ambos embalses por primera vez. 34 F. 30 El patrimonio industrial originado. F. 31 F. 31_ Galería de acceso a la central de Barazar. Foto M. A. Nuño. Desde entonces, es frecuente que el comienzo de la época lluviosa los pantanos estén casi llenos, lo que obliga a verter aguas sobrantes causando graves problemas ya que la construcción de la zona industrial de Gamarra, aguas abajo de las presas y próxima a Gasteiz, limita la libertad de vertido por acusar los efectos de los caudales superiores a 50 m3/sg. Ya en los primeros años sesenta los vertidos alcanzaron caudales de 200 m3/sg provocando fuertes protestas de los ribereños inferiores y especialmente del Ayuntamiento de Vitoria; a consecuencia de ello se produjo a finales de 1961 una intervención de la Dirección General de Obras Hidráulicas que ordenó bajar el nivel de los embalses a fin de mantener un resguardo que permitiera absorber futuras crecidas. La galería forzada de enlace entre ambos embalses para que los embalses mantengan el mismo nivel. Se construyó entre ambos una galería de enlace con sección circular de 2,50 m de diámetro y una longitud de 3.551 m. Dispone de un sifón al exterior, sobre el arroyo Baguetas. El dique de contrafuertes ubicado cerca de Legutiano, paralelo a la carretera de Bilbao a Vitoria-Gasteiz y para cerrar el embalse de Santa Engracia se construyó un dique de 610 m de longitud y 14 m de altura para el que hubo que fabricar mas de 30.000 m3 de hormigón. La galería forzada principal, también en las proximidades de Legutiano tiene su origen una galería que sirve para trasvasar el agua embalsada a la vertiente cantábrica, conduciendo las aguas desde los embalses a la chimenea de equilibrio. Dispone de tres orificios situados a diferentes alturas para poder escoger la captación en las mejores condiciones sanitarias posibles para el abastecimiento. La galería, que termina en la chimenea de equilibrio ubicada en el alto de Barazar, tiene una sección circular de 4,25 m. de diámetro y una longitud de 12.502 m. con una capacidad para transportar conducción 54 m3 por segundo. La complejidad de su construcción obligó, además de las dos bocas extremas, a utilizar once pozos verticales provistos de maquinaria de extracción, aire comprimido y ventilación. Alguno de los pozos llegaba a los 100 m de profundidad. La chimenea de equilibrio y cámara de llaves superior que tiene como función la de reducir las sobrepresiones y depresiones resultantes del cierre o apertura de las válvulas de las turbinas 35 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 32 hidráulicas. Es de tipo diferencial, de sección circular, de 16 m. de diámetro y 68 m. de altura. Se puede acceder desde el puerto de Barazar a la cúpula exterior de la chimenea, desde cuyo mirador se divisa una magnífica vista del vaIle de Arratia. El pozo blindado en carga que enlaza la chimenea de equilibrio con las turbinas de la central. Es una galería de 431 m de longitud y 82% de pendiente, blindada con tubo de acero y con sección decreciente según se aproxima a la central. La central subterránea de Undurraga, es sin duda alguna la obra más compleja. Para tomar la decisión de soterrar la central de Undurraga, se valoraron las ventajas que este tipo de centrales ofrecían, una modalidad constructiva entonces poco conocida y divulgada. En general, proporcionaban una mayor libertad para emplazar la central, al no tener que supeditarse a las condiciones orográficas del curso del río. Además, la conducción forzada disminuía las pérdidas de carga. Y, por último, la seguridad estaba garantizada en caso de avalanchas y desprendimientos en terrenos accidentados y pendientes, inundaciones exteriores, bajas temperaturas, bombardeos, etc. A mediados de los años cincuenta existían 44 centrales subterráneas en Europa, la mitad de las cuales se hallaban en Italia. En esa misma década funcionaban 7 centrales en España: en la provincia de Lérida las de Caselles, Puente Montaña, Escales y Caldas; en Huesca la de La Puebla de Castro; en Asturias la de Amiela y en Jaén la del Tranco de Beas. Además de la de Undurraga, tres centrales más se encontraban en construcción; siendo la que Iberduero construía en Aldeadávila en Salamanca la más grande de Europa con sus 756.000 KVA de potencia instalada. 36 En palabras del autor del proyecto, en Undurraga se lograba una instalación de funcionamiento más seguro y económico, habida cuenta del importante ahorro en las pérdidas de potencia y energía del salto. Se acortaba la longitud de la tubería forzada (desde 1.374 a 431 m.), quedando también protegida de los agentes atmosféricos exteriores y asegurado el servicio aun en los días más crudos del invierno. Toda la instalación quedaba también defendida de posibles ataques bélicos. La caverna que se excavó para alojar la central es de 17,50 de ancho y 90 m de longitud y una altura de 30 m, todo ello a 200 m. de profundidad. Se instalaron dos grupos generadores, compuestos cada uno de una turbina Francis de 48.500 H. P. de potencia nominal a 500 revoluciones por minuto, con un consumo de agua a plena carga de 11,85 m3 por segundo. También se montó un grupo auxiliar con una turbina Pelton con alternador de 1.000 KVA. F. 33 El patrimonio industrial originado. F. 34 F. 32_ Cámara de válvulas de alimentación de las turbinas. Foto M. A. Nuño. F. 33_ Nave de alternadores de Barazar. Foto M. A. Nuño. F. 34_ Sección de uno de los grupos. Central de Barazar. Las Pelton eran turbinas relativamente parecidas a los molinos de palas tradicionales aunque muy utilizadas para grandes saltos de agua, del orden de los 300 m o superiores. Además, paralela a la anterior se realizó otra caverna menor para alojar las válvulas, dos por cada grupo. Desde la central arranca el socaz de evacuación del agua turbinada con 1.024 m de longitud hasta el río Arratia. En los años setenta se construyó el contraembalse de Undurraga en Zeanuri para regular los caudales del agua turbinada que desde aquí se conduce hasta la depuradora de Venta Alta en Arrigorriaga, a través de 20 km de canalización. El acceso a la central se efectúa a través de un túnel cuya construcción requirió la utilización por vez primera en España de cemento supersulfatado, para preservar la construcción de la influencia de los yesos, enemigo de la conservación de las obras hidráulicas, que hubo que atravesar y excavar. En otra galería independiente, de 484 m. de longitud, se alojan los cables a 132.000 V. que enlazan los transformadores con la subestación que se encuentra en el exterior de la central, así como los de 30.000 V. para consumos propios. Finalmente fueron tres los túneles y galerías que se perforaron para albergar las instalaciones de la central. Embalses y central fueron inauguradas en agosto de 1958, tras haberse invertido más de 1.500 millones de pesetas. Desde la subestación exterior se montó una línea de alta tensión de 30 km. de longitud hasta la nueva subestación de transformación de Kareaga (Barakaldo), con derivación a la que ya explotaba Iberduero en Basauri. 37 Usos históricos del agua en la industria vasca. La refrigeración de los procesos siderúrgicos. Las cuantiosas necesidades de agua que los procesos siderúrgicos exigen, obligaron desde sus orígenes a las empresas vizcainas, y especialmente a Altos Hornos de Vizcaya a limitar el gasto y a procurar su reutilización cuando así fuera posible. Requería sin embargo la refrigeración de la misma tras su calentamiento en las funciones de enfriamiento de los procesos producción de acero -convertidores LD y horno eléctrico- en la refrigeración de los hornos altos, de sus estufas, soplantes y depuradores de gases, del coque procedente de las baterías, en los trenes blooming y en el tren continuo. Además, con la instalación de la colada continua en 1986 aumentó el consumo de agua. La refrigeración de los planchones exigía abundante cantidad de agua, del orden de 10 kg de agua por kg de acero. pacidad del horno. El consumo de agua en la refrigeración de los hornos altos en metros cúbicos por hora venía a equivaler aproximadamente al volumen del horno en metros cúbicos. Para el horno alto 2A, el Mariángeles de AHV se utilizaban sendas bombas accionadas con vapor y con motor eléctrico que facilitaban que la presión del agua alcanzara las cotas más altas del horno alto. En los hornos altos las elevadas temperaturas que se desarrollan en su interior y el rozamiento que producen los materiales calientes que descienden a través del etalaje, ocasionan un gran desgaste en la cara interna de las paredes de los hornos afectando a la durabilidad del ladrillo refractario. Por eso, y pese a que puede perjudicar el balance térmico del horno, es necesario refrigerar la cuba por medio de cajas de cobre o de acero que se insertaban en las paredes refractarias del etalaje y de la parte baja de la cuba. Se regaban con agua salada procedente de depósitos elevados a los cuales se bombeaba agua desde la ría, dependiendo de la ca- En los hornos eléctricos, el horno disponía camisas de agua y tubos de acero con fuerte refrigeración de agua, en las paredes y en la bóveda que impedían un calentamiento excesivo de los refractarios. F. 35 38 Además, para el enfriamiento de los humos y la depuración para captar el polvo contenido en los hornos se inyectaba agua en la garganta del Ventura hasta saturar el gas y enfriarlo a 40º C de temperatura. Por otra parte, para la refrigeración de las estufas se disponía de un circuito cerrado de agua dulce con torre de enfriamiento. En los convertidores LD el agua se destinaba a la refrigeración de las lanzas utilizadas para el soplado de oxígeno en la colada. La lanza terminaba en una tobera de cobre refrigerada por agua. Tanto para la refrigeración de la lanza como para la de las chimeneas de captación de humos se dispuso de una sala con tres bombas El patrimonio industrial originado. para la impulsión del agua por el circuito de refrigeración de la chimenea y otras tres para la refrigeración de la lanza. El agua, que abandonaba las chimeneas y las lanzas a una temperatura aproximada de 60º C, era conducida a una torre de refrigeración de tiro natural donde su temperatura desciende a unos 20º C. Ya enfriada, el agua se impulsaba por medio de moto bombas hasta depósitos reguladores desde donde empezaban de nuevo el ciclo. F. 35_ Vista general de la batería Otto. AHV-Sestao, 1947. (Album de la siderurgia española). F. 36_ Torre de apagado de Profusa (Barakaldo). La última batería de coque. Las chimeneas refrigeradas, de 30 mts de altura y sección rectangular, tenían como misión dirigir los humos hacia el saturador o en caso de emergencia hacia la atmósfera. Cada chimenea disponía de 8.245 m. de tubo de acero, formando haces tubulares divididos en 8 secciones que se unían en un colector común. Los humos recorrían la chimenea de abajo a arriba, cediendo su calor latente al agua que circula por los tubos de refrigeración. En el saturador refrigerador se inyectaba agua de mar pulverizada para conseguir un descenso en la temperatura de los humos y la captación de las partículas mayores de polvo. El agua con el polvo captado caía por gravedad a una balsa de lodos de donde se impulsaba a la instalación de recuperación de polvos. En las baterías de coque el agua se utilizaba para las operaciones de apagado del coque. F. 36 39 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 37_ Torre de apagado (Profusa). F. 38_ Batería de coque. (Profusa.) Hasta 1931 el apagado del coque de las baterías de AHV se realizaba por medio de chorros de agua dirigidos con mangueras directamente al bloque o torta de coque. Desde que en los primeros años treinta se construyera una nueva batería, tipo Otto, y con su ampliación posterior en los años cincuenta, se dispuso de torres de apagado bajo la cual penetraba un vagón donde se descargaba el coque incandescente procedente de los hornos a 1.000º C aprox. Sobre éste se descargaba una verdadera lluvia de agua bien repartida que enfriaba el coque que se vertía en una cinta transportadora para conducirlo al taller de clasificación. El polvo de coque arrastrado por el agua se recogía con ésta en depósitos de decantación de donde se recuperaba posteriormente. Con el fin de evitar corrosiones en los diferentes circuitos de refrigeración se disponía de una planta de tratamiento de agua, a la vez que de torres Hamon de refrigeración que reducían la temperatura del agua hasta los 25º C. Las torres de apagado era una chimeneas de planta rectangular, F. 37 40 construida de hormigón armado, adosada a la torre de carbón y revestidas interiormente con placas resistentes a los ácidos dada la naturaleza de los vapores que se desprendían en el apagado. Disponía de un depósito de 50 m3 de capacidad para el agua de apagado y la ducha. Además, actuaba como tiro de los vapores que se producen en el enfriamiento. La torre de carbón era una estructura cúbica de hormigón de grandes dimensiones, que alojaba cinco silos desde los cuales se llenaba una máquina cargadora que distribuía el carbón en las retortas donde se coquizaba el carbón previamente molido. Tres grandes contrafuertes soportaban las cargas de estos silos. La última torre de apagado que permanece aun activa en Euskadi es la que da servicio a los treinta hornos de la batería de coque explotada por Profusa en su fábrica de Santa Agueda (Barakaldo), empresa continuadora de la antigua Echevarria, una de las siderurgias pioneras de la industrialización vasca. F. 38 El patrimonio industrial originado. F. 39 Las torres de refrigeración de tiro natural. De todos los sistemas de enfriamiento, las torres de refrigeración de tiro natural son sin duda alguna las estructuras mas espectaculares. AHV dispuso de ellas para dar servicio en las baterías de coque, en los convertidores LD y en el tren continuo desbastador. Las torres de refrigeración de las baterías de coque eran torres de tiro natural de estructura cilíndrica de hormigón armado, de unos 20 m. de altura y 600 m3 de capacidad. Su parte inferior estaba compuesta por pisos de listones de madera de planta octogonal. Soportaba esta estructura en su parte superior una piscina con el piso agujereado que recibía el agua caliente que goteando, se pulverizaba y enfriaba al chocar en su caída con los listones de madera. Con la misma forma octogonal y bajo ella existe a cuatro metros bajo la rasante un depósito que recoge el agua enfriada; en él se afianzan dados de hormigón y pilares de madera que soportan la estructura. F. 39_ Torre de refrigeración de los convertidores LD. AHV-Sestao, 1963. (BFA/AFB. Foto AHVF 0076/0005) 41 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 40_ Refrigerante del tren contínuo en construcción. AHV-Barakaldo, 1952. (BFA/AFB. Foto AHVF 0095/0005) A partir de la generalización de la electricidad y de las centrales térmicas productoras fueron creciendo las necesidades de agua para la condensación en las máquinas de vapor o para el enfriamiento de los cilindros de los motores de gas. Para enfriar el agua empleada en estos usos y poder utilizarla de nuevo, se desarrollaron distintos tipos de torres de enfriamiento. Las primeras torres de tiro natural fueron desarrolladas por la casa alemana Balcke & Co a partir de 1894. Eran construcciones de madera con chimeneas de gran sección que cubrían cubas de mampostería donde se recogía el agua enfriada. La base de la chimenea disponía de una red de listones formando celosía por los cuales cae el agua que ha de enfriarse en forma de lluvia. Por la parte inferior, unas persianas permitían la entrada de aire, inducido a través de la torre debido a la diferencia de densidades existentes entre el aire húmedo y caliente y el aire atmosférico más denso. F. 40 42 El patrimonio industrial originado. F. 41_ Refrigerante de las baterías de coque en construcción. AHV-Sestao, 1953. (BFA/AFB. Foto AHVF 0057/0062) F. 41 43 Usos históricos del agua en la industria vasca. El tiro de la chimenea producía una circulación de aire muy activa a través de la trama de madera, que dividía el agua en finos hilos de gotas ofreciendo una gran superficie de evaporación y acelerando la disipación del calor. El agua, al caer, se fracciona en gotas cada vez más pequeñas, rompiendo además aquellas de mayor diámetro que se habían formado por unión de otras más pequeñas. F. 42 F. 43 F. 44 44 El patrimonio industrial originado. Se trataba de aumentar el tiempo de contacto entre el agua y el aire, favoreciendo la presencia de una amplia superficie húmeda mediante el goteo. El vapor no condensado subía; una parte se condensaba sobre las paredes de la chimenea y el resto se escapaba al aire libre y se perdía. Estas pérdidas se notaban por una nube de vapor que se escapaba por la chimenea, las cuales se despreciaban por ser poco importantes. F. 45 F. 42_ Refrigerantes de las baterías de coque. AHV-Sestao, 1956. (BFA/AFB. Foto AHVF 0057/0051) F. 43_ Torre de tiro natural. (Torres de refrigeración. Centro de Estudios de la Energía, Madrid,1983). F. 44_ Relleno de goteo. ( Torres de refrigeración. Centro de Estudios de la Energía, Madrid,1983). F. 45_ Modelo de refrigerante con chimenea de madera. (Gran Enciclopedia Práctica de la Mecánica. Barcelona, 1924) 45 Usos históricos del agua en la industria vasca. F. 46 F. 47 A partir de los años treinta las torres de refrigeración fueron introduciendo el hormigón para las chimeneas aunque se mantuvo el uso de la madera para la trama interior. A finales de esa misma década aparecen en Alemania las primeras chimeneas hiperbólicas de gran altura (50 metros), precursoras de los enormes refrigerantes hiperbólicos que se construirán después de la Segunda Guerra Mundial para dar servicio a las centrales térmicas y nucleares en toda Europa. Su construcción se convirtió en un desafío para el diseño ingenieril europeo. En los primeros años setenta se llegaron a utilizar estructuras de mallas de cables pretensados en la construcción de refrigerantes, (Central nuclear de Schmehausen) con la tecnología que por aquellos años se utilizaba en la construcción de las cubiertas de la villa olímpica de Munich. El continuo desarrollo de equipos para centrales eléctricas llegó a su apogeo en 2002 con la entrada en funcionamiento de la torre de refrigeración más grande del mundo en la central térmica de carbón de Niederaubem en Alemania: una enorme hipérbole parabólica de hormigón armado de 200 m. de altura y 154 m. de diámetro en su base. F. 46_ Torre de refrigeración de la Central Térmica de Niederaubem (Alemania). F. 47_ Los seis refrigerantes de la Central Térmica de Gelsenkirchen-Scholven (Alemania). La mayor central de carbón del mundo. F. 48_ Antiguo refrigerante de La Coromina Industrial (Bilbao). Fotografía de Santiago Yaniz. Fondo Deiker. F. 49(1,2)_ Vista aérea de Sefanitro. (Sefanitro. 1941-1991. 50 Aniversario). F. 50_ Refrigerantes de Sefanitro en construcción. (Sefanitro. 1941-1991. 50 Aniversario). 46 El patrimonio industrial originado. F. 49(1) En Euskadi, además de las torres de la desaparecida AHV, merecen citar las torres de La Coromina Industrial y de Sefanitro. Hasta finales del siglo XX, La Coromina Industrial dispuso de una original torre de refrigeración con chimenea de estructura de madera. Fue construida en 1923 para dar servicio a la empresa que promovió Luis Quintana Coromina en Zorrozaurre (Bilbao) para fabricar anhídrido carbónico y sulfuroso. Las de Sefanitro, en el barrio baracaldés de Lutxana, son las últimas torres de tiro natural existentes en Bizkaia tras la desaparición F. 48 F. 49(2) de las antiguas instalaciones de AHV. Actualmente forman parte de la empresa Fertiberia, de pronta desaparición en el municipio fabril. Surgió en los años cuarenta del siglo XX, con el título de “Empresa de Interés Nacional”, por iniciativa de Altos Hornos de Vizcaya, su empresa matriz que además le suministraba el gas necesario para la producción de ácido sulfúrico, amoniaco, sulfato amónico, ácido nítrico, nitrosulfato amónico y nitrato amónico cálcico, productos utilizados en la elaboración de fertilizantes. La importancia de la producción era de tanta trascendencia en los duros años cuarenta que las instalaciones fueron declaradas de “Interés Nacional” por el gobierno de Franco. F. 50 47 Usos históricos del agua en la industria vasca. Para dar servicio a las necesidades de agua que la nueva fábrica demandaba, en 1945 se construyó un pantano en el barrio de Gorostiza, en Barakaldo, compartido con AHV, que recogería entre otras las aguas sobrantes del pantano viejo del Regato, construido aguas arriba en 1899. Se cerrará con una presa de 24 m de altura, una longitud de coronación de 103 m, una superficie de embalse de 30 Ha con un volumen de 1.400.000 m3. Bajo sus aguas desaparecieron el barrio de Aranguren con su ferrería, molino, casa solariega y ermita de la Concepción. F. 51 Desde el embalse se podía suministrar agua tanto a la fábrica de Sestao como al TBC de Ansio además de Sefanitro. Tanto a éste como el “pantano viejo” se podía bombear agua al pantano del Regato y ambos pantanos podían ser alimentados por agua del Consorcio de Aguas de Bilbao en caso de necesidad. En los siguientes años las riadas crearán frecuentes problemas enturbiando las aguas excesivamente y produciendo inundaciones bien en el pueblo de El Regato bien en la vega de Gorostiza. También se construyeron sendos refrigerantes, dos torres cilíndricas de hormigón, una de 1.600 m3/h y otra de 3.200 m3/h. que quedaron interconectadas entre sí y que alimentan las fábricas de ácido nítrico y los de fertilizantes. La conservación de los refrigerantes y de otras instalaciones de la fábrica, inscritas en el Registro Docomomo de la arquitectura del Movimiento Moderno en España, ha sido recientemente solicitada al Centro de Patrimonio del Gobierno Vasco por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública. Sin duda los refrigerantes son estructuras ingenieriles portadoras de belleza y monumentalidad; son el paradigma de la nueva energía y elementos emblemáticos de las centrales nucleares y térmicas de última generación. Estructuras en las que el espíritu de síntesis y la imaginación de los arquitectos ha permitido poner en valor la capacidad expresiva de la forma; aspecto por otra parte muy apreciado en la obra de Bernd y Hilla Becher, fotógrafos alemanes cuya obra se ha convertido en testimonio del mundo industrial actual y pasado. Un mundo reproducido en tonos grises, de objetos diferenciados, que descubren conjuntos de altos hornos, silos, gasómetros, depósitos de agua y torres de refrigeración; objetos en los que su función puede inferirse a partir de la forma; testigos de la revolución industrial sublimados por la fotografía de los Becher. Creaciones que apuestan valientemente por la preservación de los objetos fotografiados y que realzan el valor de los archivos documentales del mundo industrial. 48 Por otra parte, los nuevos criterios de valorización del patrimonio y del patrimonio industrial en particular han animado a empresas, instituciones públicas y asociaciones de defensa del patrimonio a tomar medidas de conservación y puesta en valor y reutilización de estas torres de refrigeración. Este es el caso de la torre de la antigua Duro Felguera en Langreo (Asturias); un refrigerante troncocónico de hormigón armado de 50 m de altura en cuyo interior se pretende alojar parte de las instalaciones de un centro F. 52 El patrimonio industrial originado. F. 51_ Refrigerante de Sefanitro. Barakaldo. F. 52_ Refrigerante de Sefanitro. Barakaldo. F. 53_ Refrigerantes de Duro Felguera. ( VV.AA.: Patrimonio industrial asturiano: imágenes. Gijón, 1998.) F. 53 de interpretación de la siderurgia asturiana. Una catedral industrial convertida en un icono de la cultura. Para ello, la torre se cubrirá con una gran cúpula central de acero, madera y cristal que permita contemplar las paredes interiores y la entrada de la luz natural que se distribuirá por las diferentes estancias del centro. También en tierras asturianas se encuentra la magnífica chimenea de refrigeración de la firma Nitrastur, construida como el resto de la fábrica según proyecto de Carlos Fernandez Casado en los años cincuenta. El refrigerante, junto a otras instalaciones de la empresa, está también incluido en el registro Docomomo de la arquitectura del Movimiento Moderno en España. Para su construcción se utilizaron elementos premoldeados unidos mediante armadura y hormigonado siguiendo la patente Monnoyer. El fuste presenta una sección transversal en forma de polígono regular constituido por claves, de 25 cm de altura y de espesor variable, que decrecen desde la base hasta la coronación, variando el diámetro de cada hilada para obtener la forma cónica. En Caen (Francia), siguiendo el proyecto del arquitecto Dominique Perrault, se ha integrado también un refrigerante en el diseño del parque de Unimetal. 49 Usos históricos del agua en la industria vasca. Fuentes Bizkaiako Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia Foru Agiritegia / Archivo Foral. Madrid, 1983. Bibliografía tANTOLÍN, Francisca. “Energía e industrialización en la cuenca del Bajo Nervión, 1880-1930: la explotación tradicional de la energía hidráulica”. En La industrialización del norte de España. Barcelona, 1988. tGran Enciclopedia Práctica de la Mecánica. Editorial Labor. Barcelona, 1926?. t“La industria del agua en la industrialización del bajo Nervión (1850-1930). Apuntes de un proyecto de arqueología industrial”. En I Jornadas sobre la Protección y Revalorización del Patrimonio Industrial. San Sebastián, 1984. tGuía descriptiva de las obras e instalaciones de Aguas y saltos del Zadorra, S.A.. Club Alpino Bilbao. Bilbao, 1959. tAPRAIZ, José. Hierros, aceros y fundiciones. Bilbao, 1984. tHERNÁNDEZ, Antonio. Cargaderos de mineral en la cuenca minera vizcaina. El cargadero de la Sociedad Franco-Belga. Bilbao, 2002. tCABRERA, Mercedes. “Nicolás Mª Urgoiti. 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San Sebastián, 1998. 51 Arquitecturas e ingeniería del agua: paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Beatriz Herreras Moratinos Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 01_ Cubrición del río Ego tras el final de la guerra. F. 02_ La regata de Molinao en Pasai Antxo, ha iniciado los primeros pasos hacia su recuperación. 2 Arquitecturas e ingeniería del agua: paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Beatriz Herreras Moratinos Introducción El agua es hoy día considerado como un bien valioso y cada vez más escaso. A través de los siglos la noción que la humanidad ha tenido del agua ha estado relacionada directamente con la idea de vida y los ríos se han convertido en vías de comunicación y de transporte. Se han construido y se siguen construyendo puentes para traspasar el agua, presas y pantanos para contenerla y canales para transportarla hasta las casas de máquinas donde se convierte en energía. Así pues el agua es esencial para los seres vivos pero pocas veces lo apreciamos en toda su valía como elemento aplicado a la tecnología desde que el hombre comenzó a intentar dominar la naturaleza. La tecnología de las máquinas a vapor utilizó el agua como mecanismo de gran importancia durante la Revolución Industrial e igualmente el agua represada de los ríos se transformaba en electricidad gracias a las múltiples y dispersas centrales hidroeléctricas. El agua transformada, manipulada crea y a la vez necesita diferentes estructuras. Todo ello ha ido creando un paisaje humanizado donde el agua ha ido impulsando la construcción de elementos arquitectónicos o de ingeniería fácilmente identificables a lo largo de las cuencas fluviales. 54 El ser humano ha modificado este paisaje de forma muy importante y su relación en nuestro territorio está ligada a los cursos de agua de una manera decisiva. Los mejores terrenos cultivables han sido los cercanos a los ríos, al tratarse de los suelos más fértiles. De la misma manera los asentamientos humanos están F. 01 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 02 ligados a los ejes fluviales debido a que cerca de ellos se han encontrado las superficies llanas necesarias para la edificación. El grado de incidencia en el territorio ha sido creciente a lo largo de la historia aunque los cambios más drásticos se han dado en los últimos años debido a que presentaban las mejores condiciones para su ocupación. El agua ha estado presente en todas las fases de la evolución industrial y ha condicionado de lleno el desarrollo de la industrialización y la ubicación de la industria. Esta industria ha sabido utilizar para sus propios fines el agua como energía motriz pero también como materia prima dentro del proceso productivo. Es difícil encontrar un tramo de cualquier río guipuzcoano en el que la actividad industrial no sea una realidad. El agua de las cuencas fluviales fue básica para el desarrollo industrial de Gipuzkoa pero también ese mismo hecho ha hecho que a pesar de depender de ese preciado elemento se haya vivido hasta los últimos años después de la reconversión industrial, de espaldas o incluso ignorando que se asentaba sobre el mismo cauce. Ahora es cuando una vez superados los condicionantes tan estrechos con el medio, los núcleos urbanos guipuzcoanos empiezan a reconocerse en sus ríos. Municipios como Eibar, Antzuola, Arrasate, Antzuola, Azkoitia etc por citar solo unos cuantos han iniciado programas de recuperación medioambiental de sus cauces. La industria ya no necesita la inmediatez del agua y busca suelos donde lo prioritario son otros condicionantes: buenos accesos, suelos más baratos. Muchos cauces fueron cubiertos para aumentar la superficie de los fondos de los valles, en otras ocasiones un elevado número de regatas fueron desviadas. El desarrollo del río Ego a su paso por Eibar es casi imperceptible y el río Urola en las cercanías de estación de Renfe entre Zumarraga y Urretxu desaparece y así muchos más. De hecho tras la destrucción de la guerra y el incendio cambió completamente la fisonomía de Eibar. El 8 de octubre de 1940 la Dirección General de Regiones Devastadas aprobó el proyecto que incluía la cobertura del río Ego para conseguir más suelo útil. Ahora poco a poco van siendo recuperadas algunas regatas como la de Molinao que tras los fuertes procesos de crisis y reconversión industrial en los que muchas industrias han cerrado sus puertas, estos suelos son rápidamente colonizados por nuevos usos residenciales, tras los derribos en ocasiones indiscriminados de autenticas joyas del patrimonio industrial. 55 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 03 F. 03_ Instalaciones de CAF (Beasain) junto al río Oria. F. 04_ La ya desaparecida Papelera de San José de Belauntza apoyada sobre el mismo cauce. En las riberas de los ríos y en sus desembocaduras se acumula la mayor parte de la población y los espacios de ribera han sido ocupados por las instalaciones fabriles. Los corredores de comunicación aprovechan los trazados de los cursos de agua y en gran medida se apoyan en sus orillas. En muchas ocasiones las zonas se ven afectadas por crecidas de los ríos debido a que se han ocupado las vegas inundables y en muchos casos se han cubierto las regatas. El paisaje que se observa en Gipuzkoa es fruto de esta interacción, un espacio que ha disfrutado de unas ventajosas condiciones geoestratégicas y una buena red hidrográfica, abundante y regular. La disposición de sus recursos naturales, que aunque pobres fueron bien aprovechados, la laboriosidad y el buen conocimiento del oficio de sus gentes, propiciaron el desenvolvimiento de las primeras fórmulas de producción preindustrial y su prolongación hasta sustituir los viejos modos de producción artesanal por las nuevas técnicas industriales en las que el vapor, la transmisión axial de la energía y la electricidad tuvieron una gran importancia. 56 Gipuzkoa, además, se ha caracterizado por una tradición industrial puesta de manifiesto en multitud de pequeñas unidades de trabajo que abarcaban una gran diversidad sectorial, con preferencia de las actividades metalúrgicas. Además, el hierro era abundante en las montañas de Euskal Herria, lo que posibilitó la temprana instauración de las ferrerías en nuestro territorio. Sin embargo, las antiguas manufacturas de hierro, armas, útiles de labranza, herramientas, puntas, clavos, no fueron las únicas en el mundo productivo: no debemos olvidar las tejerías, tenerías, pequeños astilleros, molinos para molturar el grano, molinos papeleros, textiles etc. La industrialización en Gipuzkoa, estuvo en manos de una burguesía principalmente autóctona, cuyos capitales provenían del comercio o del simple ahorro, pero que supieron adecuarse a los nuevos tiempos, provocando la confluencia en un mismo espacio de una importante diversidad de sectores industriales. A pesar de ello los dos sectores principales que impulsaron su crecimiento fueron el papelero y el metalúrgico. Una de las principales características del proceso industrial guipuzcoano ha sido la dispersión territorial. La industria se ha ido distribuyendo por los diferentes valles fluviales donde cada uno de ellos cuenta con sus características propias. De todas formas el desarrollo industrial se extendió principalmente a lo largo del Valle del Deba, del Urola y del Oria junto con el triángulo formado por Hernani, Pasaia e Irun. El Alto Deba contó con un protagonismo absoluto de las industrias metalúrgicas, destacando los centros de Arrasate y Aretxabaleta; el textil ha sido la seña de identidad de Bergara, mientras que la tradición armera estuvo presente sobre todo en Eibar y en Soraluze. El valle del Urola destacó en el sector de los transformados metálicos de Legazpi y Zumarraga y las fábricas de muebles de Azkoitia, Azpeitia y Zarautz, en tanto que Zumaia y Zestoa se caracterizaron por la producción de cemento natural, sin olvidar las fábricas de yute presentes en todo el medio y bajo Urola. A lo largo del Oria, nacieron las papeleras, con un casi monopolio en la comarca de Tolosaldea. Estamos ante una industria marcada por la atomización de los núcleos fabriles, por la multiplicidad de sectores y por el predominio de la pequeña y mediana empresa, ligada al ámbito familiar, opción que en muchas ocasiones era debida a las limitadas disponibilidades de capital. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 04 Después de la decadencia comercial e industrial en la que se sumió la provincia entre 1800 y 1841, a partir de la Primera Guerra Carlista se abrió una nueva etapa en el desarrollo económico guipuzcoano. Esta etapa, en la que se dieron los primeros pasos hacia la industrialización de tipo moderno, fue en gran medida posibilitada por el traslado de las aduanas interiores a la frontera con el estado francés y a los puertos de mar en 1841, así como la promulgación del arancel proteccionista del mismo año. La actividad preindustrial tradicional continuó su marcha decadente hasta desaparecer totalmente en este periodo. En 1864, tan sólo funcionaban 20 ferrerías; era ya un hecho que no se podía competir con los hornos altos recién instalados en Beasain. Era evidente, igualmente que la situación de las ferrerías no tenía marcha atrás, pero éstas se resistían a darse por vencidas e incluso muy avanzado el siglo XIX, se introdujeron débiles reformas en las ferrerías de Alzolaras, Carquizano y Olabarria. La única salida que se ofrecía a las ferrerías era su reconversión y debido a su óptima localización, se encontraban junto a los cursos de los ríos, no les faltaron salidas airosas. En Tolosa se transformaron en papeleras, o en ellas se instalaron altos hornos como en la ferrería de Amaroz; en Legazpi, en la ferrería de Olazarra, coyunturalmente, se fundió el plomo de las minas del Aizkorri, Katabera; otras pasaron a albergar la maquinaria necesaria para la fabricación de un nuevo producto, la cal hidráulica, tal y como sucedió en la Ferrería de Iraeta en Zestoa, en la de Alzolaras en Aia, en la de Sarikola en Orio, o Fagollaga en Hernani. En las páginas siguientes se realizará un recorrido por las principales manifestaciones que el uso y aprovechamiento del agua tuvo en Gipuzkoa: es el caso de las actividades que se realizan junto al mar, en los puertos o aquellas actividades que necesitan el agua como parte de su proceso productivo o que necesitan como fuerza motriz. También hubo actividades tales como mataderos que se alzaban a pie de cauce lo que les facilitaban el desague de los desechos. En el panorama guipuzcoano destaca el matadero de Errenteria que data de 1927. Su autor fue Fausto Gaiztarro y vino a sustituir al antiguo que estaba situado en el casco urbano. Se halla en un espacio paralelo al río Oiartzun, en el camino bajo de Capuchinos, ocupando un espacio amplio y en un espacio que disponía de grandes facilidades para los desagues y acarreos. Consiste en un edificio de planta poligonal irregular (30 m x 20 m), en chaflán, con dos alturas, estructura de hormigón, muros de ladrillo y cubierta a cuatro aguas con teja curva. Tiene acceso adintelado bajo un pórtico de arcos de medio punto recubiertos de mampostería con tejado a tres aguas y vanos adintelados en la primera planta y una arquería de medio punto en la segunda. La parte superior del muro está recubierto de ladrillo visto. En las esquinas de la fachada principal se observa un escudo en el que se señala la fecha de edificación. Las fachadas laterales, dedicadas a laboratorio y sala de oreo, sobresalen ligeramente de la línea del lienzo del muro, con un pequeño tejaroz. Este edificio estaba destinado a laboratorio y pesaje de reses. Otros mataderos que reproducen la misma ubicación a pie de río son por poner algunos ejemplos: el matadero de Irun, el matadero de Alza o el matadero de Tolosa. En Pasai Doinibane el matadero está ubicada junto a la bahía. 57 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 05_ Dique Flotante en el Puerto de Pasaia. F. 06 (1)_ Tinglado. Tolosa. F. 06 (2)_ Tinglado. Tolosa. El agua, espacio donde desarrollar la actividad industrial. Las actividades relacionadas con el mar por su propia naturaleza necesitan desarrollar su actividad junto al agua de mar. Nos referimos a los astilleros, a los varaderos o a las carpinterías de ribera. En Gipuzkoa destacan todavía en activo los astilleros industriales Balenciaga en Zumaia o los que fueron Astilleros Luzuriaga en Pasaia. En ambas empresas destacan las gradas cubiertas. Astilleros Luzuriaga estableció unos talleres de construcción y reparación de buques en Pasai San Pedro en los terrenos cercanos al frontón. En el año 1951, la sociedad recibió una comunicación de la Dirección de Obras y Servicios del puerto de Pasajes, por la que debía desalojar en breve plazo de tiempo los terrenos que ocupaba para dar continuidad al muelle pesquero; a la vez se le otorgaban en concesión terrenos en Bordalaborda ya en Pasai Donibane donde podían continuar su actividad. En 1979 los citados astilleros daban trabajo a más de 500 obreros. Posteriormente la empresa sufrió la crisis del sector, y pasó a denominarse Astilleros Pasaia S.A. En la actualidad han pasado a formar parte de los Astilleros Zamakona. El complejo edificado se construyó en los terrenos ganados al mar en la década de los años 50. En sus naves destaca el uso del hormigón armado tanto en paramento y pilares siendo la bóveda de medio cañón la solución elegida para cubrir los diferentes pabellones del astillero F. 05 58 F. 07_ Mercado de Azkoitia. tal y como se observa en las gradas cubiertas y proyectadas en 1955 por el ingeniero Alfredo Bizcarrondo. (Herreras, 1999). Este astillero desde casi sus inicios decidió orientarse hacia el trabajo a partir de diques flotantes. Esta solución resume la gran escasez de suelo que siempre ha tenido Gipuzkoa y que incluso en la bahía de Pasaia se hace presente. Hacia 1953 hubo intentos de construir un dique seco pero finalmente debido a su elevado costo y a las especiales características del puerto no llegó a ser una realidad. Hubo que seguir confiando en los diques flotantes aunque ello requiriera reducir el espacio de flotación de la bahía. El más pequeño de los dos diques es uno de los elementos más interesantes de patrimonio industrial de la Comunidad Autónoma Vasca dada su originalidad, antigüedad y características técnicas. Fue construido en 1925 por los Astilleros Lubecker en Lubeck Alemania. Antes de recalar en Pasaia hacia 1933 pasó por Cádiz donde sirvió para la construcción de cajones de hormigón armado del dique seco del astillero de la misma ciudad .Este dique puede acoger embarcaciones cuya eslora máxima sea de 125,00 m con una manga exterior de 23,25 m y una manga interior de 18 m. El calado máximo entre picaderos a flotación máxima es de 6,60 m. Los picaderos situados en el centro del dique son de paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. madera y metálicos, se sitúan en el centro del dique y es donde se apoya la quilla del barco. Las camas situadas a ambos lados sirven de apoyo al casco del barco. Existe un segundo dique flotante de 140 m. de eslora máxima, manga interior de 23 m. y 5.200 tn. de fuerza ascensional y 6 m. de calado máximo. F. 07 El dique flotante no es el único elemento de patrimonio industrial que hemos de buscar sobre el agua ya sea salada o dulce. En ocasiones fueron mercados, mataderos, los que en el primer tercio del siglo XX se construyeron apoyándose en los cauces e incluso algunos fueron más allá edificándose sobre el mismo. Son elementos tan interesantes como el mercado de Azkoitia o el tinglado de Tolosa. El tinglado de Tolosa presenta una traza ligera y luminosa dominada por el desarrollo horizontal, pilotada sobre el cauce del Oria. Está abierto en tres de sus lados, presenta en la fachada que avanza sobre el río una serie de 20 arcos de medio punto acristalados. También el mercado de Azkoitia fue ampliado y para ello se decidió ocupar el río Urola. En el año 1905 Manuel Echave proyectó un edificio destinado para mercado, alhóndiga y escuelas públicas. La ampliación es un añadido pivotado sobre el río de estilo ecléctico. F. 06(1) F. 06(2) 59 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 08_ La ocupación del fondo del valle en Antzuola. Las Curtiderías. También fueron muchas las industrias que iniciaron su actividad ocupando los mejores terrenos en el fondo del valle junto a los cauces fluviales, luego su intensivo desarrollo les obligó a desviar regatas o bien a taparlas para poder desarrollar su expansión más cómodamente. Es el caso de Unión Cerrajera donde el Deba desaparecía bajo las naves o lo que en la actualidad ocurre en Legazpi, el río Urola también se oculta bajo las naves de Patricio Echeverría y no vuelve a aparecer hasta que abandona la fábrica. Además de los edificios industriales propiamente dichos, la empresa para evitar las dificultades derivadas del abastecimiento de agua decidió construir en 1954, un embalse en el arroyo Urtaza con una concesión de 200 litros de agua por segundo. El pequeño embalse tendría una capacidad de 600.000 metros cúbicos de capacidad. La presa tenía una altura de 34 metros de altura sobre el fondo del cauce de la citada regata y una longitud en la coronación de 165 metros. Para poder construir el embalse hubo que habilitar una cantera, la de Aizpuru, de Zerain, construyendo los accesos correspondientes. En cuanto al abastecimiento de energía eléctrica, la empresa 60 F. 08 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. comenzó comprando a la firma “Segura, Ugalde y Cía” su salto de Brinkola y a medida que sus instalaciones y necesidades aumentaban hubo que buscar nuevas posibilidades: se instaló una caldera de vapor y se realizó una instalación de gas-pobre para la producción de energía térmica. Posteriormente, hacia 1922, compraba electricidad a la empresa “Hidroeléctrica Ibérica” a la “Electra Aizkorri” procedente de Zegama a través de J.M. Aguirrezabal de Brinkola y finalmente la empresa adquirió el salto del Urederra de Estella así como su red de distribución. Se desprendió de todo ello cuando quedó resuelto el abastecimiento de energía por parte de Iberduero. También hacia 1947, se instalaron dos motores auxiliares Sulzer de 700 HP. de potencia cada uno, para hacer frente a las restricciones de Iberduero. Otras industrias crecen a pie de cauce inmediatamente al lado y en ocasiones a ambos lados del río engullendo como parte de la empresa el propio cauce del río. En ocasiones deben recurrir a la construcción de puentes como es el caso de Manufacturas Olaran de Antzuola. Esta empresa ubicada en el casco urbano de Antzuola tras su derribo ha dado paso a un desarrollo residencial, también en el fondo del valle. 61 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 09_ Papelera de Zizurkil, antes de las últimas remodelaciones. F. 09 Todo esto que venimos señalando llega a su máxima expresión en Eibar, donde la particular configuración del territorio junto a las dificultades derivadas por la propia topografía, limitan de forma decisiva no solo la formación de solares edificables sino también la adecuación de los propios edificios al medio natural, situación que limita cualquier tipo de desarrollo. 62 En Eibar la propia carretera Bilbao - Donostia y el río Ego se configuran como los de la trama urbana. El uso del agua como fuerza motriz e igualmente la escasez de suelo obligó en muchas ocasiones a que las arquitecturas industriales se resolvieran mediante edificios de pisos, donde era mucho más fácil la transmisión de energía. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 10_ Pequeña central en el fondo del valle. Tan solo los detalles decorativos que utilizan el ladrillo delatan su origen industrial. El agua necesaria para el proceso productivo. Es difícil encontrar aún hoy día algún sector económico que de una manera u otra no necesite el agua. Se nos presenta como un elemento básico para el proceso productivo, tanto como materia prima o como fuerza motriz. En cuanto a un correcto desarrollo de la técnica el tema de la energía es central. A partir del momento en el que se abandona la energía humana, móvil, pero de limitada producción por otra energía natural o fabricada los efectos sobre la producción y la escala a la que esta se produce son numerosos. Muchos de los testigos de esta actividad han subsistido y son testigos de esta actividad diversificada gracias al motor hidráulico. En ocasiones los vestigios se encuentran salpicando el paisaje. En los fondos de los valles junto a los cursos de agua se realizaban los trabajos de más valor añadido gracias al motor hidráulico: fundiciones, serrerías, molinos etc. Así que podemos resumir que debemos al agua y a su utilización un avance social considerable al mismo tiempo que una relativa diversificación del paisaje. A lo largo de los cursos de agua, las presas anuncian que a escasos metros se encuentra un molino, una ferrería pero también una actividad industrial más extensa: valles metalúrgicos, valles papeleros, valles textiles si la cantidad de agua del río lo permite y donde el agua es a la vez fuente de energía y compuesto en el proceso productivo. Todavía en la época de la preindustrialización los valles dependían directamente del área circundante en el que se encontraba. Con la llegada de la industrialización precisamente el rol de los valles se acentuó. La mecanización de la industria provocó la necesidad de la instalación de grandes edificios movidos por inmensas ruedas hidráulicas, las cuales gracias a un juego complicado de poleas y embarrados conseguían poner en movimiento las máquinas que operan en los diferentes estadios de la producción. Por causas evidentes debidas a la transmisión del movimiento las fábricas en cuestión se construían a lo alto. Son tres, cuatro o incluso cinco pisos asociados lógicamente a un montacargas. Esta preeminencia del agua está acompañada de una constante búsqueda de perfeccionamiento en el rendimiento energético. El problema no residía en el origen de la fuerza del agua sino en conseguir que la captación fuera lo más completa posible. Durante mucho tiempo las ruedas hidráulicas fueron ruedas medievales donde se producían muchas pérdidas. Poco a poco la rueda hidráulica dio paso a la turbina donde el agua se dirigía hacia el tubo que venía a golpear los álabes de una rueda. A partir de entonces era todo el caudal de agua el que trabajaba. Pero todavía no se había solucionado todo, quedaba lo relacionado con la transmisión y el transporte de la energía proporcionada por el agua. Con la llegada de la electricidad se demostró que se sabía producir una energía regular, transportada a lo largo de grandes distancias. Pronto la fábrica podía instalarse donde se quisiera.Poco a poco se observa que es mejor ubicar la industria donde las comunicaciones nos acerquen mano de obra fácil. Se creía en un principio que era posible transportar la energía, que esto impulsaría una nueva forma de trabajo a domicilio, una idea reforzada por las posibilidades que proporcionaba el automóvil y la informática. La descentralización se nutre de esta ilusión pero las grandes concentraciones industriales siguen prefiriendo los centros históricos. A continuación realizaremos un repaso por los principales sectores económicos y su relación con el agua. F. 10 63 Arquitecturas e ingeniería del agua: El trabajo del hierro. La industria de la transformación del hierro en el País Vasco ha sido una actividad económica de primer orden durante siglos, actividad que vio su máximo desarrollo en el momento en que la rueda hidráulica se perfeccionó para poder obtener el máximo beneficio del agua. El trabajo del hierro, presente desde antiguo en Euskal Herria, ha sido secularmente uno de los principales pilares de la economía interna del País; la ferrería se constituyó durante largos siglos en una verdadera unidad de producción de hierro y acero en la que se reunían aspectos materiales, técnicos, económicos y sociales. La ferrería no hubiera existido sin agua, sin mineral, sin combustible y sin tecnología (barquines, mazos, y otras herramientas). Esta actividad siderúrgica y metalúrgica, hasta la aparición de las fábricas modernas, estuvo en manos de las unidades de producción atomizadas conocidas como ferrerías a cuyo frente estaba el ferrón, mezcla de empresario y maestro artesano. La industria férrica prosperó mucho durante los siglos centrales de la Edad Moderna, llegándose a efectuar importantes exportaciones a Inglaterra a pesar de los derechos prohibitivos que regían en aquel reino.En 1752, el número de ferrerías en el País era de 72; en 1789 eran ya sólo 64. La actividad de las ferrerías fue languideciendo durante la primera mitad del siglo XIX, entre 1814 y 1860. En 1845, Pascual Madoz en su diccionario se refiere a la existencia en activo de 51 de ellas. El retraso técnico acumulado a lo largo de casi tres siglos por la siderurgia tradicional acabó resultando económicamente insostenible en el primer tercio del siglo XIX. Los cambios paulatinos y entre ellos el traslado de las aduanas a la costa en 1841, a la vez que se promulgaba el arancel general supusieron de hecho el fin de la siderurgia tradicional. Ello estimuló el nacimiento de fábricas modernas con las que aquella no pudo competir. Durante un tiempo, lograron sobrevivir vendiendo tocho a los nuevos establecimientos, pero su final definitivo no tardaría en llegar. Estas palabras de Madoz nos hacen pensar que a pesar de la crisis, fueron un gran número las que se resistían a desaparecer. 64 Son mucha las preguntas que se nos plantean ante la realidad a la que habían llegado las ferrerías ¿Por qué no se introdujeron las nuevas técnicas en el País Vasco? ¿Por qué no se dio el salto como en los países adelantados de Europa en la misma época, de la ferrería al Alto Horno? Todo parece indicar que existían verdaderas dificultades estructurales. Bien es verdad que la ferrería era una unidad muy importante de producción, que por otro lado buscaba beneficios, pero a la que le costaba enormemente dar el paso de simple ferrería a empresa capitalista moderna. En la mayoría de los casos el propietario no coincidía con el industrial ferrón, los contratos eran muy breves y todo esto se reflejaba en un sistema muy fraccionado. Igualmente debido a los importantes desembolsos que en la unidad de producción se debían realizar, el fabricante propiamente dicho estaba subordinado a un capitalista más fuerte, generalmente una empresa de comercio que era la que podía proporcionarle dinero líquido en préstamo para solucionar el aprovisionamiento del carbón, solucionar las averías etc. y sobre todo para poder hacer frente al transporte del mineral; pero indudablemente comercio e industria eran dos sistemas totalmente diferentes que no podían basarse en los mismos parámetros. Estas nuevas empresas, que fundían mineral de hierro en altos hornos, pudelaban o afinaban el colado convirtiéndolo en hierro dulce martilleado o laminado, acabaron con lentitud, entre 1826 y 1860, con aquellas ferrerías que no se modernizaron. Como consecuencia de lo comentado en las líneas anteriores, el número de ferrerías guipuzcoanas descendía a medida que en la provincia vecina, Bizkaia, se acrecentaba más y más la producción de hierro en industrias de más envergadura. A partir de 1860, el declive de las ferrerías y la desaparición de las mismas era un hecho irremediable. Los nuevos sistemas de obtención de hierro en alto horno y la evolución de los precios del producto así obtenido marcaba el final de una industria tradicional en Vasconia. La ventaja comparativa que conseguirían otras provincias en la obtención del metal férrico, a costos más bajos, obligó a Gipuzkoa a abandonar gran parte de la producción de este metal. La única solución era la renovación tecnológica intentando producir aquello que el arancel protegía suficientemente. Los cauces de los ríos guipuzcoanos en estos años veían obsoletas sus ferrerías de agua pero estaban ubicadas en lugares excelentes y no les faltaron salidas airosas. Algunos emplazamientos tradicionales continuaron dedicándose a la producción del hierro y su estrategia se orientó hacia el establecimiento de hornos altos para la producción de hierro colado y a la importación de las tecnologías de afino paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. fundamentalmente para su conversión en hierro dulce, todo ello destinado a abastecer parte del mercado interior. Otras ferrerías se trasformaron en modernos centros de fabricación de papel, en empresas textiles y también los hubo que se orientaron hacia la fabricación de cal hidráulica. Cambió la orientación industrial para adaptarse a los nuevos tiempos pero el espacio industrial no sufrió cambios decisivos. Ha sido más recientemente cuando la política de suelo industrial ha expulsado a la industria de los núcleos urbanos y por lo tanto la ha alejado de los cauces fluviales. Son muchos los casos en los que se observa esta transformación, a continuación nos detendremos en la transformación a la que se vio sometida un espacio tradicional productivo del Antiguo Régimen hasta su conversión en una moderna industria capitalista. La orientación seguía siendo la misma el trabajo del hierro, pero como veremos más adelante era mucho lo que se debía hacer para adaptarse a los nuevos tiempos. Lo que si permanecía era la ubicación originaria, el uso del agua y las infraestructuras hidráulicas. En Lasarte, en terrenos por aquel entonces pertenecientes al municipio de Urnieta, existía una ferrería entre los años 1625 y 1752. Se levantaba a 20 metros sobre el nivel del mar movida por las aguas del Oria con un caudal medio que rondaba en ese punto los 25m3/s. Desde comienzos del siglo XVIII, este conjunto estaba formado por una ferrería mayor, una ferrería menor y un molino. En concreto en 1752 se afirmaba que la ferrería menor labraba 800 quintales de hierro, es decir, que ambas eran consideradas ferrerías mayores. En 1847, recién estrenado el nuevo orden político y las nuevas fronteras tras la Primera Guerra Carlista, Fermín Lasala, activo y emprendedor guipuzcoano puso sus ojos en estas instalaciones productivas ya obsoletas y abandonadas que por aquel entonces estaban en manos de Luciano de Porcel, Marqués de Villalegre y de San Millán, vecino de Granada. El citado marqués contaba entre sus muchas propiedades con un entorno industrial de primer orden, formado como veremos a continuación por una ferrería, dos molinos y como por la Casa-Torre. Este lugar reproducía como en otros muchos emplazamientos guipuzcoanos lo que había sido durante siglos el orden económico y social y donde se habían dado las relaciones laborales, pero que ya rayando la mitad de la centuria del siglo XIX, su continuación era cuando menos anacrónica. A Fermín Lasala no le movió en esta adquisición un afán terrateniente sino que estaba seguro que éste sería el lugar idóneo donde instalar una moderna fábrica de hierro continuando la tradición productiva del lugar, pero eso sí, introduciendo las mejoras y las nuevas tendencias del momento. Junto a la ferrería existían también dos antiguos molinos: Goicoerrota y Becoerrota; estos también fueron adquiridos instalándose allí una industria molinera, con los planteamientos más modernos del momento. Además las modernas máquinas que empezaron a funcionar allí fueron construidas en la misma fábrica de Lasarte, siendo uno de los primeros trabajos que el ingeniero Eduardo Fossey proyectó por encargo de Fermín Lasala. Fermín Lasala este activo y emprendedor empresario y el verdadero impulsor de esta iniciativa, podía haber orientado este espacio industrial, privilegiado como tantos otros en cuanto a las condiciones espaciales al sector textil, o al sector papelero, pero seguía creyendo en algo que los guipuzcoanos conocían muy bien el trabajo del hierro. La manipulación y transformación del hierro era por lo demás un sector muy amplio y decidió orientar su proyecto hacia la fundición por moldeo y podemos decir que no se equivocó. Además se estaba iniciando un momento en el que se comenzaba poco a poco la mecanización del trabajo y Lasala sabía a ciencia cierta que las nuevas industrias papeleras, textiles, la nueva molinería necesitaría turbinas y modernas máquinas y que hasta la fecha llegaban desde muy lejos. En concreto en el año 1851 Eduardo Fossey escrituró un interesante contrato con el subdirector del Sindicato de Riegos de Tauste en Zaragoza. Este sindicato estaba dispuesto a probar la moderna tecnología sustituyendo las antiguas norias que a mediados del siglo XIX estaban todavía instaladas en las acequias y hacerse con la maquinaria necesaria para elevar las aguas aprovechando el salto que existía en el edificio conocido con el nombre de las Novias. 65 Arquitecturas e ingeniería del agua: Dicha máquina estaría formada por una turbina de 12 caballos con un árbol vertical de hierro dulce y piñón horizontal que engranaba con una rueda de ángulo que variaba el movimiento, el eje de ésta sería horizontal y de hierro colado. Tenía además en sus dos extremos dos piñones que engranaban así mismo con las coronas dentadas de las ruedas de cajones que eran las destinadas a subir el agua. La turbina se acomodaba a un salto de 5 pies y medio castellanos, que había fijado el maestro mayor de las obras de la acequia. La máquina debía ser construida en los talleres de Lasarte y se recibiría en su lugar de destino según los siguientes precios: 300 reales de vellón por cada uno de los 140 quintales de 100 libras castellanas de hierro que pesaba la turbina y 175 reales de vellón por cada uno de los 240 quintales de 100 libras de hierro que pesaban las demás partes de la máquina. Un año más tarde en 1852, Fossey recibió un interesante encargo de Fermín Lasala. Nuestro activo Fermín Lasala entre otras muchas cosas, también participaba en la empresa de las obras de mejora del muelle del Puerto de la ciudad de San Sebastián, que por aquel entonces estaba necesitada de una draga para la ejecución de las citadas obras. La fundición de Lasarte fue la elegida para llevar a cabo el citado trabajo. La draga diseñada por Eduardo Fossey se componía de una viga armada con los correspondientes cangilones de hierro fijados a dobles cadenas que se movían sobre rodillos giratorios. 66 También en este año de 1852, Fossey se ocupó de la remodelación de la fábrica de Irura. En los años justamente anteriores a esta fecha en el citado lugar Juan Gregorio Echezarreta y Pedro José de Aristi eran propietarios de una fábrica de fundición establecida en ese emplazamiento, fábrica que contaba además con su casa habitación. Estos además participaban en una fábrica de papel, hilados y tejidos de algodón y lana que poco a poco iba en aumento por lo que decidieron arrendar la citada fundición por la cantidad de 20.000 reales de vellón. Era un momento en que la producción de papel vivía un momento álgido, dándose una especialización en el valle del Oria. Estos socios además encargaron a Eduardo Fossey la construcción de una turbina de hierro colado de 12 caballos de fuerza para aprovechar un salto de 4 metros y que en ningún momento podría gastar más de un tercio de metro cúbico de agua. Uno de sus principales clientes fue la industria papelera, la cual estaba viviendo en esos momentos un momento de gran dinamismo. La empresa de Lasarte les proporcionaba tanto las turbinas como las ruedas hidráulicas con las que conseguían energía como las máquinas de producción, sin que para ello tuvieran que recurrir a empresas extranjeras o lejanas. De hecho la sociedad fundidora se encontraba en la cuenca del Oria, la misma que vería crecer un gran número de enclaves papeleros. La lista de sus clientes es larga: la antigua ferrería de San Miguel de Navarra donde se iba instalar una fábrica de papel, la empresa “Fagoaga, Lecuona y Cía” de Mugaire (Navarra, la empresa “Juan Sesé y Cía” de Tolosa también en 1870 encargó una rueda hidráulica. Las empresas “Echezarreta y Cía” de Irura y Bonifacio Guibert de Hernani también le encargaron sus turbinas, “La Tolosana” de Baldomero Ollo, José Zeberio de Tolosa, el molino de Chiquierdi en Usurbil se instalaron dos pequeñas turbinas, la empresa “Arza, Eizmendi y Compañía” de Alegia realizaron el siguiente convenio: “Garay y Arregui” de Oñati encargó un aparato de calentar el aire y un ventilador para secar fósforos por 3.800 reales de vellón. También desde La Coruña, recibió el encargo de Manuel Fernández Granas para el diseño, fabricación y montaje de una máquina de vapor y caldera cuyo precio ascendió a 62.000 reales de vellón. Tradicionalmente se había aceptado que las máquinas que se montaron en el inicio de la industrialización fueron adquiridas en su gran mayoría en el extranjero. La empresa que estamos analizando nos muestra sin embargo una tecnología autóctona muy importante. También desde Zaragoza, desde la zona conocida como Ateca se recibían interesantes encargos. Esta zona como en Gipuzkoa se estaba propiciando el cambio en el uso de los tradicionales molinos en los que se instalaban modernas turbinas, que proporcionaban energía eléctrica. Éste fue el pedido de Francisco Acero o la turbina que se construyó para Carlos Moreno de Aguilar del Río Alhama, turbina que alcanzó el precio de 31.000 reales de vellón. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. La fundición de Lasarte había permanecido en el mismo lugar, con altibajos durante 40 años. Desde 1848, había ocupado el mismo espacio. Tuvo que hacer frente a la escasez de materia prima de calidad, de hecho el lingote siempre era traído desde el extranjero, a una escasa capitalización, pero nunca había tenido que hacer frente a una dura competencia. Pronto las cosas cambiarían. Desconocemos las razones exactas por la que se produjo el traslado a Pasajes, pero en el año 1888 la empresa estaba instalada en su nuevo emplazamiento, en Molinao. Todo hace suponer que el cambio de localización vino motivado sin duda, en relación a la búsqueda de unas mejores condiciones estratégicas. El lugar elegido, en este caso, no fue como en la década de los 40, un espacio con tradición industrial, sino que ahora se trasladaron a un lugar virgen, nuevo que décadas atrás había sido adquirido y desecado por Fermín Lasala. Era además un lugar más cercano a la frontera, mejor comunicado con el puerto y con el ferrocarril a dos pasos. Por aquel entonces sus clientes seguían siendo aquellas industrias que se estaban dando sus primeros pasos: Romualdo García e hijo, Vda. de Aurrecoechea, Francisco Brunet, J. Olibet e hijo, Francisco Sarasola, Juan Bautista Laserre, Zulueta e Isasi, Manuel de Urcola, José L. Corta y Cía, Berasaluce, Barrena y cía, Juan Iriarte, Ramón de Brunet, Mercader y Vda. de Londaiz, Moyua, Elorza y Altube, Real Compañía Asturiana, L. Duras y Cía. La mayoría de las empresas seguían siendo papeleras, pero también las había que se dedicaban a las transformaciones metálicas o industrias textiles. A comienzos de la década de los años 90 del siglo XIX, la empresa fundidora que nos ocupa volvió a vivir momentos de gran incertidumbre. Fue en estos años cuando comenzaron a instalarse modernas fundiciones, que utilizaban ya todos los adelantos de época, mientras ellos seguían realizando los trabajos con las máquinas de la época de Fossey y todavía utilizando en el mecanizado la lima y el cincel. Con idea de vencer la fuerte competencia que ya existía en la fabricación de máquinas, el director de la empresa, Antonio Eche- verría decidió recién iniciada la década de los años 90, comenzar a fabricar un nuevo artículo: tuberías y fundiciones ligeras, para lo cual se hizo venir de Hannover (Alemania) un nuevo cubilote. Hasta esta década, como hemos visto anteriormente disfrutaba de una situación privilegiada ya que pocas empresas a su alrededor podían hacerle sombra. Pero el sector de la fabricación de la maquinaria se vio favorecido por el arancel proteccionista de 1891 que supuso una fuerte subida de los derechos de importación de la maquinaria extranjera e hizo que nuevas iniciativas se presentaran como prometedoras. Una muestra de ello fue el surgimiento de una potente empresa La Maquinista Guipuzcoana que instaló sus talleres en Beasain en 1892. Posteriormente al constituirse en Bilbao la Sociedad Española de Construcciones Metálicas (1901), la fábrica fue absorbida por esta sociedad y fue entonces cuando se diseñó una nueva gran factoría. Volvería a ser independiente bajo el nombre de Fábrica de vagones de Beasain, para integrar a partir de 1917 la Cía Auxiliar de Ferrocarriles S.A. cuyas siglas la identifican hoy día: C.A.F. Fundiciones Molinao hacia 1892 trabajaba la llamada “fonte courante”, todo lo referente a los efectos de cocina, tubería de bajada aprovechando el desarrollo urbanístico que estaba disfrutando la capital guipuzcoana. Además en ese momento, la empresa se encontraba en pleno trabajo una vez vencidos los problemas para la fusión de los tubos. Los datos estadísticos daban a entender que los beneficios eran mayores cuanto mayor era el peso total de lo fundido en cada campaña. Por aquel entonces, recién iniciado el siglo XX, la empresa funcionaba todavía con calderas y máquina de vapor, de hecho tenía asegurado un abastecimiento fácil de carbón procedente de Asturias gracias a la cercanía del puerto de Pasaia. Pero paulatinamente la energía eléctrica iba ganando terreno y decidió comenzar a utilizarla en sus instalaciones. Consiguieron que la empresa Arditurri de la mano de Mariano Arrieta les ofreciera una fuerza de 20 caballos de fuerza pagando por cada caballo de fuerza y año 300 pesetas, con una duración de 12 horas diarias. Todos los cálculos que efectuaron les convencieron de que esta formula era más económica que el consu- 67 Arquitecturas e ingeniería del agua: mo de carbón en las máquinas de vapor. Una vez más la energía hidroeléctrica ganaba la batalla. El coste del motor eléctrico era menor y se economizaban los costes del fogonero y las reparaciones de las calderas. El año 1918, fue una fecha clave para la empresa de Pasaia. La Casa Brunet y el Duque de Mandas estaban al frente de la citada sociedad desde 1858, habían sufrido crisis, cambios en la producción, en el emplazamiento, pero finalmente en esa fecha decidieron ofrecer la empresa a Javier Luzuriaga. Javier Luzuriaga nació en Oiartzun a mediados del siglo XIX. Pronto comenzó a trabajar como aprendiz en la fábrica de Lasarte, precisamente objeto de nuestra atención en la época en la que la dirección estaba en manos de Goicoechea y donde llegó a ser un buen ajustador montador. Dado su carácter emprendedor decidió abandonar su trabajo como asalariado y se estableció por su cuenta en el muelle de San Sebastián y posteriormente en la calle 31 de Agosto. Enriquecido por su trabajo y gracias a un premio de lotería adquirió por compra los terrenos de una antigua fábrica de azúcar cerrada que ocupaba un lugar vecino al que luego sería el Colegio de los Jesuitas en Ategorrieta, parte de la Avenida de Navarra y las casas de Andonaegui y Mendizabal, a donde se trasladó en 1898. Ante el temor de que los terrenos se vieran afectados por los previsibles y futuros ensanches de San Sebastián, adquirió en Tolosa unas fundaciones establecidas allí a donde se trasladaba todos los días, hasta que finalmente accedió al ofrecimiento de los propietarios de la Fundición Molinao y trasladó allí sus máquinas, elementos y plantillas de Ategorrieta y Tolosa. Bajo la nueva dirección, los talleres dieron una ocupación a 180 obreros. En 1934 con su hijo y colaborador Victorio Luzuriaga constituyó la Sociedad Regular Colectiva “Javier Luzuriaga e hijo”. 68 Posteriormente en 1937 pasó a denominarse “Victorio Luzuriaga S.L.” En la década de los años 40, su empresa necesitaba extenderse al campo del acero moldeado y de laminación y ello le llevó a interesarse por la empresa de Usurbil “José de Orueta S.A.” que debido a las restricciones eléctricas del momento trabajaba a ritmo lento. En 1958 se transformó en la empresa “Victorio Luzuriaga S.A.” y en 1960, al fallecer Victorio, se amplió la base de la sociedad. A finales de los años 60 se instaló una nueva fundición en Tafalla. Tras los problemas a los que tuvo que enfrentarse en la década de los años 70 y 80, en la actualidad se encuentra dentro del grupo cooperativo Fagor, habiéndose cerrado definitivamente la planta de Pasaia. Este era, explicado a grandes rasgos, el panorama del sector hasta bien entrado el siglo XIX. En algunos casos como los dos que analizaremos a continuación la fandería de Iraeta y la Fábrica de hierro en Vera de Bidasoa, si se dieron las mejoras tecnológicas necesarias gracias a las cuales dieron el salto hacia nuevas maneras en la fabricación del hierro, pero eran muchos los vicios estructurales y muy difícil romperlos; quizá haya que ver en este último aspecto el principal problema que hizo que las nuevas iniciativas siderúrgicas no llegaran a consolidarse. A pesar de ello cubrieron un espacio amplio en los inicios de la moderna siderurgia y metalurgia y fueron el necesario paso antes de que llegaran la consolidación de nuevos sectores como veremos más adelante. La preocupación por la mejora tecnológica se hizo presente en el siglo XVIII de la mano de “Real Sociedad Vascongada de Amigos del País”, en la que una de sus mayores preocupaciones fue precisamente la renovación técnica de las ferrerías y el conocimiento de los nuevos procedimientos en uso en Europa. Por lo tanto es obligado referirnos a ella, al tratar la industria metalúrgica en el País Vasco. A lo largo de los diferentes acuerdos y discusiones que tuvieron lugar, podemos aproximarnos a la situación del sector siderúrgico y a la manera a la que se enfrentaron a los nuevos retos que Europa planteaba. Uno de los primeros acuerdos que la Sociedad tomó fue el estudiar cual de las tres tipos de fuelles, barquines o trompas llamadas aizearka era el mejor sistema, esta última era precisamente la que usaba el agua para mejorar el tiro del horno en las ferrerías. Una de estas fue ensayada por el socio Pablo de Areizaga en la ferrería Bengolea en Legazpi según las dimensiones publicadas por la Real Academia de Ciencias de París en los que el producto obtenido fue de buena calidad y el consumo de carbón parecido al de los barquines. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Sin duda las ideas propugnadas por la Bascongada calaron hondo. Esta sociedad recomendaba la rápida implantación de fábricas de hoja de lata, tachuelas, alambre y agujas. Y es que tras el final de las contratas con la liberalización del comercio, la Fandería de Iraeta orientada a la fabricación de frascos de azogue adoptaría como principal producción la fabricación de hoja de lata. Con la llegada del nuevo siglo la preocupación por las mejoras no decayeron. A principios del siglo XIX, se produce una reactivación de los estudios industriales de perfeccionamiento de la industria siderúrgica de la mano de la Sociedad de Fomento dependiente también de la Real Sociedad de Amigos del País. En la reunión que mantuvieron el 21 de Agosto de 1832, asistieron el Conde de Peñaflorida, el conde de Monterron, el Conde de Villafuertes, José Ramón de Mendia, Gaspar de Aranguren, Ignacio de Zavala, Gabriel de Ibarzabal. Excusaron su asistencia Manuel Joaquín de Igueravide y Agustín de Echeverria. Este nombre volverá a aparecer en varias ocasiones ya que se trata del industrial ferrón encargado de la Fandería de Iraeta. Su padre fue el ferrón cuando a Iraeta tan sólo se le podía considerar ferrería. A esta reunión acudió Francisco Antonio de Elorza, director de las Ferrerías establecidas en Marbella y en Pedroso en Andalucía para tratar sobre los medios que podrían adoptarse en Gipuzkoa, para evitar la ruina de sus ferrerías, que ya sufrían la competencia de las fábricas de hierro levantadas en Andalucía. Todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de lograr una reducción en el consumo del combustible, adoptándose en el País el método seguido en las ferrerías a la catalana existente en el Condado de Foix y Pirineos Orientales de Francia. Una figura esencial en todo este movimiento que intentaba favorecer la siderúrgica en el País fue Francisco Antonio de Elorza, director de las ferrerías establecidas en Marbella y en el Pedroso en la provincia de Málaga. Mantuvo durante los primeros años del siglo XIX, una interesantísima correspondencia con el Conde de Zavala, donde le responde a todo tipo de preguntas sobre los adelantos técnicos y científicos y las posibilidades de mejora que tenía el sector a la vista de su experiencia por toda Europa, aconsejándole de manera clara sobre la dirección que debían tomar los trabajos del hierro para salir de la crisis. Francisco Elorza y Aguirre (1798-1873) nació en el barrio de Araoz de Oñati, combatió contra los Cien mil hijos de San Luis. Estuvo exilado en 1823 y fue impulsor de la Fábrica de armas de Trubia. También introdujo en España la fabricación de cañones de fusil. Era constantemente consultado y se le mantenía informado sobre las iniciativas que se llevaban a cabo; no dudamos que sus opiniones tuvieron mucho que ver en varias de las iniciativas que se llevaron a cabo: investigaciones sobre el carbón mineral, instalación de una fábrica de hojalata. Gracias a esta interesante correspondencia hemos podido conocer la instalación de un horno alto en Andoain, lo más probable en la ferrería Lizarkola, en la década de los años 20 del siglo XIX, que fracasó según su opinión por las dimensiones poco adecuadas del horno o debido a la inexperiencia de los operarios. Nuevamente el lugar elegido para las nuevas experiencias siderúrgicas era una ferrería, junto a un cauce fluvial. A través de sus cartas podemos apreciar que era un perfecto conocedor de la realidad siderúrgica de Inglaterra, tal y como se refiere en su carta remitida desde la Fábrica del Pedroso el 24 de Marzo de 1831, en la que contesta sobre la instalación de una fábrica de cilindros. Pocos años más tarde en 1869, eran 18 ferrerías las que estaban activas en Gipuzkoa. Según aclara la Revista Minera en ese mismo año se produjeron 11.200 quintales métricos de hierro dulce y 1.600 de acero cementado. Esta industria ya ocupaba tan solo a 89 hombres. Sin embargo, ese mismo año los dos hornos altos de Beasain produjeron alternativamente una cifra superior que llegó a los 22.500 quintales métricos de hierro. La única salida que tenían las ferrerías era su reconversión y debido a su óptima localización se encontraban junto a los cursos de los ríos, no les faltaron salidas airosas. En Tolosa se transformaron en papeleras, o se instalaron altos hornos como en la ferrería de Amaroz; en Legazpi se fabricaron cartuchos durante la Segunda Guerra Carlista en la ferrería de Olaverria y en la de Olazarra se fundió plomo de las minas del Aizkorri; otras pasaron a albergar la maquinaria necesaria para la fabricación 69 Arquitecturas e ingeniería del agua: de un nuevo producto la cal hidráulica, tal y como sucedió en la Fábrica de Iraeta en Zestoa, en la Alzolaras en Aia o en la de Sarikola en Orio. Las fanderías eran las factorías dedicadas a la transformación del tocho de forja en chapa empleando para ello medios mecánicos que sustituyeron el lento y penoso método de fabricar ésta forjándola en el martinete. Su aparición data del siglo XV, y la maquinaria más significativa en la fandería eran los ingenios de cilindros empleados para laminar el hierro y para cortarlo mecánicamente. La primera fandería está datada en 1591, se trata de la construida por Juan de Herrera y su sobrino Pedro de Liermo en la ferrería de Berna, cerca de Durango, en la confluencia de los ríos Ibaizabal y Orobio. Esta ferrería vendía el hierro cortado a los cerrajeros de Madrid y a los artesanos de Durango El recelo que estas máquinas crearon entre los artesanos de la forja, que veían en las fanderías un rápido y eficaz competidor, unido a la postración técnica de España durante el siglo XVII, hace que no encontremos posteriormente instalaciones de este tipo. En Gipuzkoa se instalaron dos ingenios de estas características: en Iraeta, Zestoa y en Errenteria. La instalación de tecnología moderna y máquinas era una idea minoritaria que intentaba producir hierro competitivo con el europeo tanto en la calidad como en precio. El lugar elegido por Simón de Aragorri Marques de Iranda fue el ocupado por las tierras de Renteriola: un lugar muy atractivo ya que estaba ubicado en la cabecera del Puerto y canal del Pasaje.Junto a esas tierras pasaba el río Oiartzun que garantizaba el agua necesaria para mover la nueva máquina. 70 Su impulsor, sabía que el emplazamiento estaba rodeado de montes con las suficientes maderas y leñas para el abastecimiento de la fandería, pero también era consciente de que su empresa sería un éxito si era capaz de encontrar carbón mineral, para lo cual trajo a un mineralogista alemán quien reconoció Aiako Harria, al pie del Monte Santa Bárbara, en busca del preciado mineral. Esta fandería se erigió sobre las obras que en 1750 la Real Hacienda había efectuado en la antigua ferrería de Renteriola en su intento de establecer una Real Fábrica de anclas. La fandería se mantuvo en activo hasta 1797 y finalmente fue destruida por los carlistas; posiblemente porque fabricaban armas para el ejército liberal. Esta fandería posteriormente fue transformada en fábrica de harinas manteniendo la infraestructura original con la que se servían para a través del correspondiente salto hidráulico, obtener la energía motriz con la que funcionaban los molinos y la demás maquinaria harinera. De esta fase se conserva una turbina francis y cuatro pares de piedras accionadas mediante una serie de engranajes de gran vistosidad. Igualmente con diversos juegos de poleas se transmitía el movimiento del eje de la turbina a la serie de elevadores por cangilones y tornillos sin fin. En el año 1999 se hizo una excavación arqueológica que determinó que la sala de máquinas del molino industrial de hecho aprovechaba la antepara de la laminación o fandería. Esta es una construcción en sillería de arenisca en la que se reconoce la acción del incendio que probablemente destruyó la laminación cuando la conquista a manos de las tropas francesas del territorio guipuzcoano en las Guerras de la Convención. La laminación contaba con dos ruedas. Una de ellas movía los engranajes de los rodillos en los que se estiraban los tochos y luego se cortaban en barras o gabillas. La otra servía a los fuelles de un alto horno que se construyó al poco de inaugurarse la laminación para provisión del hierro que se usaba en la misma. Las ruedas eran de un diámetro considerable unos nueve metros según cuentan las descripciones de la época. Estaban dispuestas apoyadas en una estructura que permitía la llegada de agua por un salto lateral y no vertical como era usual en las ferrerías del país y que se adaptaba a las gigantescas ruedas, como se puede comprobar. (1999, Arkeolan, Boletin informativo semestral 2/99). Esta no fue la única fandería instalada en suelo guipuzcoano en el valle del Urola se desarrolló la actividad de la fandería de Iraeta. El emplazamiento de la ferrería de Iraeta a orillas del río Urola era un lugar productivo privilegiado, como lo eran la mayoría donde se había instalado las demás ferrerías, a lo que se sumaba la cercanía paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. a la costa lo que favorecería los transportes de materias primas y productos elaborados por mar. En el siglo XVIII, hacia 1752, había tres ferrerías en Iraeta, propiedad del Duque de Granada que estaban al cuidado del ferrón Antonio de Alzolaras, con una producción de 3.200 quintales. A principios del siglo XIX, en pleno intento por parte de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País de favorecer la industria siderúrgica, se instaló en la ferrería de Iraeta una fandería. Los encargados de llevarlo a cabo eran en concreto muy a principios de siglo en 1806, Manuel Arambarri vecino de Azkoitia y Antonio Francisco de Echeverria. La principal ocupación de la citada fandería era la realización de una contrata con la Real Compañía de Filipinas para la elaboración de treinta y tres mil vasijas o frascos de hierro para conducir azogue a América, frascos que posteriormente eran trasladados a las Reales Atarazadas de Sevilla. Para alojar a toda la población obrera de la fandería se generó una autentica colonia rural de 14 casas en renta donde se alojarían los trabajadores ingleses. Estas casas se alinean a los lados de una amplia calle y están construidas con el modelo de planta y sección de la casa rural o caserío pero con la particularidad de que las casas están unidas entre si por paredes medianeras: casas muy sencillas sin concesiones decorativas. En la actualidad la colonia está alejada de las redes de comunicación, tras la construcción de la variante de Iraeta. Las viviendas de los obreros son de dos pisos. La planta baja dedicada a actividades agropecuarias y el piso principal destinado a vivienda. Están construidas en mampostería revocada y enlucida. La cubierta es a dos aguas, con caballete paralelo a la fachada principal y teja curva. En la fachada principal se abre una puerta de amplias dimensiones, adintelada. Las casas son muy sencillas, tan sólo presentan como elementos decorativo un zócalo corrido. Cada casa presenta un nombre que aparece en el dintel de la puerta de ingreso: Dumbax, Daminerokua, Motxa-enea, Zabal-etxe, Akertza, Lokatza, mañane Karmenenea, Etxebarri, Arrieta, Txema-enera, Otxua, Amuxkua. La construcción de la casa del administrador es más elaborada destacando con respecto al grupo de casas, cuya entrada preside. Está realizada en mampostería enlucida, con tejado a cuatro aguas y teja curva con un amplio alero. En la fachada principal de la vivienda se abre una puerta situada en el segundo piso; se accede a ésta a partir de una escalera. La puerta de ingreso y los vanos presentan recerco con sillares de piedra arenisca. Al otro lado de la carretera frente a la casa del administrador se halla el lavadero público que lleva la fecha de 1842. Excavaciones arqueológicas, sin lugar a dudas nos ayudarían ha interpretar este lugar emblemático de la historia industrial del país. Además de las casas descritas anteriormente el conjunto urbano se completa con un edificio singular -la casa del administrador- situada a la entrada del barrio y una serie de edificios de equipamiento colectivo, el frontón, la ermita dedicada a Santa Inés y un lavadero. En el entorno próximo a la colonia residencia existen restos de edificación industrial, ligada a otras épocas de la colonia. Por otra parte el elemento urbano estructurante del barrio, la calle central continua en forma de camino rural hacia el espacio rural del Valle del Urola. Esta vía es a su vez el eje que estructura la explotación agrícola, dando acceso a una serie de grandes parcelas individuales explotadas por cada uno de los usuarios de las viviendas de la colonia. 71 Arquitecturas e ingeniería del agua: La minería. Otro de los sectores económicos que han necesitado tradicionalmente importantes cantidades de agua ha sido la minería. El agua era utilizada tanto como fuerza motriz para mover sus ingenios pero también el agua pasaba a formar parte del proceso productivo. Las compañías mineras instalaban lavaderos de mineral aprovechando la infraestructura de los antiguos molinos. Este fue el caso de las compañías mineras que explotaron las minas de Irun. En el siglo XIX las ferrerías de Aranzate y Urdanibia eran las únicas que quedaban en activo. Pero debido a su buena situación el director de la Compañía de las Minas del Bidasoa decidió establecer un lavadero para la limpieza de minerales en el molino Urunea y en la ferrería de Aranzate, aprovechando para ello la infraestructura hidráulica de la antigua ferrería. Así se explica la imagen que presenta en la actualidad en la que sobresalen ciertos elementos excepcionales en el panorama de la siderurgia tradicional hidráulica y que tiene razón de ser en las obras de reconversión de la misma para otros fines como es el caso del lavado de los minerales. F. 11_ Restos de los lavaderos del Coto minero Katabera- Udana. F. 12_ Molino papelero ubicado en Azpikoetxe. Legazpi. 72 Tuvieron que excavar la antepara para ubicar la rueda y para que ésta pudiera girar con comodidad. Cuenta también con un gran muro de contención en el que se aprecian dos aliviaderos, que limitan una superficie amplia, hoy ocupada por una plantación de manzanos. En esta explanada se observan los trazados de los antiguos canales de abastecimiento: uno procedente de la regata Burutaran y otro de la de Aranzate. Este elemento puede considerarse genuino en sus líneas maestras de la fase final de funcionamiento de Aranzate. Cuando se abandono el lavadero se convirtió en caserío y en la actualidad se ha instalado una sidrería. (Arkeolan. Boletin informativo semestral, 1/1998), También en el coto minero de Mutiloa, en el de Katabera en Legazpi-Oñati, en Arditurri en Oiartzun se observa en el paisaje un uso intensivo de las regatas o pequeños cauces. Son visibles restos de lavaderos de mineral y balsas de decantación de mineral etc. F. 11 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 12 El uso del agua en el sector papelero Tradicionalmente el sector papelero ha necesitado el agua de manera intensiva como fuerza motriz gracias a las numerosas centrales hidroeléctricas que instalaron las papeleras. Con ello conseguían el acceso directo a la energía. Igualmente tal y como veremos a continuación entraba con verdadera carta de naturaleza en el proceso productivo. La fabricación de papel por el método tradicional ha sido una labor manual lenta y costosa. Este trabajo comenzaba con la clasificación manual de los trapos según cualidades destinándose cada una de ellos para obtener distintos tipos de producto final. Tras depositarlo en un pilón o pudridero, añadiéndole agua, se dejaba fermentar durante cinco o seis semanas hasta que alcanzaba una temperatura que quemara al meter la mano. Tras esta operación que producía malos olores los trapos se troceaban a mano y seguidamente se vertían a una pila con agua en la que se machacaban y trituraban hasta reducirlos en una fina pasta o pulpa. Este proceso de trituración que inicialmente se realizaba manualmente era muy penoso, posteriormente se mecanizó con los molinos papeleros movidos por energía hidráulica desmenuzándose los trapos con grandes martillos o mazos de madera. Terminada esta operación se pasaba a otras tinas en las que se diluía con agua hasta tomar un aspecto lechoso y se añadían diversos productos o colas y almidones para dar apresto al papel. Se debía cuidar mucho el porcentaje de dilución de la pasta en agua pues esto era determinante para conseguir la calidad y el tipo de papel deseados. A la vista de lo expresado anteriormente no cabe duda de que el agua es básico en todo el proceso. 73 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 13 La tradición papelera del País Vasco que hizo de la comarca de Tolosaldea el centro de producción más importante de todo el Estado remonta sus orígenes a las primeras décadas del ochocientos. Nombres como los de Ibar, Olano, Uranga personalizan la raigambre de uno de los sectores de mayor rendimiento de la industria guipuzcoana. Según Sebastian Insausti el primer molino papelero fue establecido por Juan de Ibar natural de Tardets en 1803 en Alegi. El mismo estableció una fábrica de papel en 1805 en Azaldegui, Ibarra. Esta fábrica fue quemada en el año 1813 por los guerrilleros Longa y Jauregui según Labayen, pero según Gorosabel por el titulado Diputado General José de Guerra de Legazpi, Insausti insinúa que quizá éste podría haber tenido intereses en la fábrica de Azpikoetxea en Legazpi y por lo tanto tenía verdadero interés en eliminar un competidor. Esta última afirmación se trata únicamente de una suposición de Sebastián Insausti y que hasta la fecha no ha sido contrastada por documentación histórica. (Insausti, S. 1966) 74 Los primeros establecimientos papeleros frecuentemente aprovechaban antiguos molinos harineros o ferrerías y se inscribían aún de lleno en el mundo de la la producción artesanal. El autentico proceso de industrialización en el sector no tendrá lugar hasta los años 40 del siglo XIX, considerándose la fecha de 1842 como hito iniciador de esta nueva fase y ya de una forma definitiva tras finalizar la segunda Guerra Carlista cuando por fin concurran las circunstancias que harían de Tolosa y de su comarca un gran emporio papelero. En estos primeros años la fabricación se llevaba a cabo con técnicas rudimentarias. Como materia prima se utilizaban casi invariablemente tejidos de hilo y algodón. Mezclados estos con agua se trituraba la masa resultante hasta la obtención de la pasta adecuada. Con moldes y filigranas se daba forma y dibujo a cada hoja de papel que después se secaba y se encolaba para pasar finalmente a un nuevo proceso de secado. F. 13_ Pila holandesa de la desaparecida Papelera San José. F. 14_ Restos de la infraestructura hidráulica de la papelera Arzabalza. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 14 Como hemos dicho antes la fábrica La Esperanza inaugurada en Tolosa en junio de 1842 marca la ruptura con esta vieja tradición instalando una máquina de papel continuo que acabó con los primitivos molinos papeleros cuya producción era lenta, cara y el tamaño del producto limitado. Con este nuevo invento se fabricará el papel con gran rapidez, elaborando una tira sin fin o del largo deseado. El paso de un sistema a otro comportó sin duda un cambio tecnológico importante. Pero no solo porque mecanizó y abarató el proceso sino porque además revolucionó el mundo de la cultura y de la comunicación. Después en el año 1843 se estableció una nueva fábrica de papel continuo en Irura que da origen a la que más tarde se denominó Echezarreta G. Mendia S.A, Desde entonces ha sido un continuo crecimiento del sector en Gipuzkoa. De 1856 data la fábrica de papel de Txarama que se llamó La Confianza, Papelera del Araxes. Posteriormente le tocaría el turno a La Providencia sita en Alegria en 1859. Durante el siglo XX, se desarrolló de manera notable la manufactura del papel en las provincias del norte y Cataluña y ésta aumentaba poco a poco la producción de papel continuo incluso los grandes rollos para las rotativas de los diarios. La mayoría de estos restos se localizan precisamente en la comarca de Tolosa. Al día de hoy ha desaparecido ya un valioso elenco de las industrias del ramo asentadas en la ribera del Oria pero aún perviven significativas muestras no tanto mecánicas como arquitectónicas que nos permiten realizar un seguimiento evolutivo del patrimonio histórico – papelero de Gipuzkoa. En la mayoría de los casos se trata de grandes complejos fabriles que integran pabellones de producción y dependencias administrativas con unidades de suministro energético. También en ocasiones viviendas para el personal de la fábrica, servicios docentes y religiosos, configurando auténticas colonias industriales. Su localización casi siempre junto a los cursos fluviales no era producto del azar sino la consecuencia derivada del interés de los empresarios por sacar el máximo partido al medio natural. De los ríos obtenían la fuerza motriz necesaria para accionar sus instalaciones y una de las principales materias primas. Para la elaboración del papel se necesitaban nada menos que cien litros de agua para producir un kilo de celulosa. Y cuando esto no era posible se llevaron a cabo espectaculares obras de ingeniería hidráulica. Ya en la década de los años 30 la industria del papel en Gipuzkoa tenía una importancia verdaderamente trascendental pues se hallaban instaladas en ella 22 fábricas con 32 máquinas en la que se fabrican toda clase de papeles desde el tipo de seda pasando por el papel para los periódicos hasta los estucados y aquellas calidades de características especiales para trabajos finos de imprenta, litografía de todos sus procedimientos. Evidentemente esta importancia que a nadie se le escapa sobre el papel en Gipuzkoa ha provocado la existencia de un conjunto representativo de restos de la industrialización guipuzcoana. 75 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 15_ Acueducto de hormigón sobre el río Araxes de la Papelera del Araxes. También para el transporte la mayoría de las papeleras contaron con ramales de ferrocarril propios enlazándose con la red viaria estatal. F. 15 No es de extrañar que este sector protagonizase la aparición de las primeras grandes fábricas porque fue precisamente el pionero en la constitución de la industria moderna, con todas las peculiaridades que ello conlleva en cuanto a capital, tecnología y captación de mano de obra. El agua es básica para la fabricación de papel y en la cuenca del Oria en tan reducido espacio encontró las características necesarias: A continuación reproducimos un texto del libro de Antonio M. Labayen Escenas papeleras que resume la visión que se tenía del río en la década de los años 40 del siglo XX y la importancia del agua: “Pobres ríos esquilmados por la alquimila papelera que convierte su agua en oro”. Cien litros de agua hacen falta según J.L. Olmaer para producir un kilo de celulosa. Señala “The Story of News Print paper” refiriéndose al papel de prensa que al depositarse sobre la mesa de fabricación el fluido blancuzco se compone de 99,5 de agua y define realmente la fabricación de papel como echar agua a la pasta de madera y volvérsela a quitar. Parte del agua cae a través de la tela metálica por gravedad a pesar de la velocidad que lleva. Luego vienen una serie de prensas y cilindros de succión. Entran luego en juego la presión y el calor. Al salir de las matas prensadoras el incipiente papel contiene tan solo 70% de agua en vez del 99,5% del comienzo. Transportada la hoja a una serie de cilindros calentados por vapor y en número de 40 a 80 no dejan en el papel sino un 8% de agua. El resto lo ha perdido en pocos segundos en un pequeño recorrido. 76 En otra página añade el mismo autor que el río Oria se deshidrata se agosta y se envilece para dar vida al papel. Esta reflexión se podía y se puede extrapolar para el caso también de los valles fluviales del Urumea, del río Oiartzun, del río Urola en su cabecera y del Leizaran. Labayen ya para aquel entonces, 1947, se hacia eco de los problemas medioambientales que ocasionaba la producción del papel. Y ya entonces desde aquellas páginas se exigía a los poderes públicos que evitaran y reglamentaran los escapes abusivos de ingredientes tóxicos que aniquilaban los ríos. Uno de los lugares emblemáticos de la transformación del paisaje relacionada con la producción del papel ha sido la regata de Elduaien o Berastegi que desemboca en el río Oria. Camino de Tolosa hacia Berastegi cada dos kilómetros río arriba tropezamos con un conjunto de largos edificios, tejavanas y cobertizos y todo ello rodeado de tubos que bajan de la montaña, de depósitos de agua, canales y acueductos, de presas y desagües cuando el líquido elemento sobra. Junto a esta carretera destaca las instalaciones de la empresa Papelera Calparsoro, hoy Maooa. En el pequeño espacio que existe entre la carretera y el río se extiende la fábrica adaptándose a estos condicionantes. También se levantan las casas de obreros y la casa del empresario. En la zona denominada popularmente en las papeleras como catacumbas en la década de los años 90 todavía estaban en funcionamiento dos turbinas que databan de los años 30. Otro de los ríos papeleros por excelencia es el Araxes, no lejos de su desembocadura el río da vida a dos barrios netamente papeleros: Amaroz donde en el pasado se encontraba una antigua ferrería y Txarama donde se ubicaba una fábrica de machetes. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Los orígenes de La Papelera del Araxes S. A. podrían encontrarse en noviembre del año 1846, en el que se concede a José Antonio de Irazusta y a José María Yeregui, un permiso para abrir un canal y construir una presa en terrenos de Leaburu. En ese mismo mes, los anteriormente citados, compraron un terreno sembradío que existía en las proximidades del segundo puente de Amaroz con el fin de construir una fábrica. En 1852 se comienza a materializar el proyecto de la fábrica. El 21 de enero de 1858, construida la fábrica de papel continuo “La Confianza”, nombre originario de la Papelera del Araxes, José Antonio de Irazusta entrega en arriendo la misma a los Señores. Echezarreta, Arizti, y Cía. por el término de diez años. El 23 de noviembre de 1900 se produce el cambio de denominación social, pasando a ser Papelera del Araxes S.A. que, más tarde en 1921, se convertía en Irazusta, Viganu y Cía, S. L. En el año 1956 Irazusta, Vignau y Cia. S. L. cambia su forma de Sociedad, pasando a ser S.A. Por último, en junio de 1981 adquiere la denominación de: Papelera del Araxes S.A. En la actualidad se denomina Celulosas del Araxes. En sus inicios, la Sociedad se constituyó sobre la base industrial de una sola máquina de papel continuo, con sus correspondientes accesorios y elementos auxiliares, con los que se conseguía la fabricación del papel partiendo del tratamiento de la materia prima. Con el paso del tiempo, el florecimiento de esta empresa, permitió la instalación de dos nuevas máquinas de papel continuo. En estas máquinas de papel continuo se fabricaba papel de fumar, papel higiénico de la marca Abaca, papeles sedas y manilas, junto con otros papeles de embalaje. En 1965 se inauguró un nuevo pabellón dotado de una máquina de 2,60 m de ancho, en la que se incorporaron todos los adelantos tecnológicos de la época. Teniendo en cuenta que, en este tiempo, una de las primeras máquinas instaladas era ya obsoleta, se decide venderla a mercados menos exigentes como, en aquel momento, era el mejicano. En 1985 fue sustancialmente modificada la instalación de 1965, disponiendo en la actualidad de medios para la fabricación de las calidades más sofisticadas del mercado de embalaje. A comienzos de siglo, la fábrica tenía 150 trabajadores, constituyendo una colonia a la que la empresa proporcionaba casa, luz y otros servicios como una escuela gratuita y obligatoria para los hijos de los obreros, al igual que una capilla. En torno a los años 20, la fábrica sufrió un grave incendio que obligó a una nueva reestructuración de los edificios de producción. La trayectoria de la Papelera Araxes S.A. fue bastante estable durante el siglo XX. Hacia los años 90 la empresa tuvo que hacer frente a la crisis que se dio en el sector papelero en toda la zona de Tolosaldea y se declaró en suspensión de pagos. Se mantuvo en esta situación durante algunos años pero poco a poco se fue adaptando a la nueva situación. En la actualidad se dedican a la transformación de la celulosa, que ya viene fabricada desde otras empresas. De nuevo parece que se han vuelto a reproducir los problemas del pasado. El conjunto presenta una importante infraestructura hidráulica y en este sentido se conservan las dos presas. La ubicada junto a la fábrica es de frente curvo construida en mampostería y sillarejo con una elevación de hormigón de la cumbrera y alzas móviles. Sus dimensiones son de 35 m de longitud y 1,5 m de altura. De su estribo derecho parte el canal que cubre el trayecto de 250 m hasta la fábrica de manera subterránea. Su anchura media es de 2,5 m y en el tramo visible su fábrica es de mampuesto recubierto de cemento. El conjunto hidráulico de Mikola en Lizartza está formado por una presa de frente curvo. De la margen izquierda parte un canal el cual cubre una distancia de 4 Km hasta la fábrica siempre al aire libre. Destaca el acueducto de 60 m de largo que salva el desnivel de terreno cruzando la carretera y el río a una altura de 12 m sostenido por cinco parejas de pilares. Todo parece indicar que el acueducto levantado en 1902 fue obra de Eugenio Ribera y es considerado como una de las primeras obras en las que se utilizó el hormigón. 77 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 16_ Papelera Portu y Cía. F. 16 La fábrica Portu y Cía en Andoain es otra de las instalaciones papeleras más interesantes desde el punto de vista patrimonial. Se instaló junto al río Oria, en la primera década del siglo XX. Posteriormente fue utilizada por la Fábrica de explosivos de Soraluce y posteriormente se instaló una marmolería. Junto a la fábrica destaca la central hidroeléctrica, es un claro ejemplo en el que la fábrica se instala allí donde puede conseguir agua como energía motriz y como materia prima. Destaca un gran socaz construido en mampostería. De la desaparecida Papelera Olarrain en Tolosa tan solo ha permanecido su infraestructura hidráulica. En el siglo XIX existía una fábrica de papel con el nombre de Azurci situada en la margen izquierda de la regata Albiztur. En año 1889 solicitó permiso para su traslado y se emprendieron una serie de obras destinadas a dotar de una buena infraestructura hidráulica a las empresas: prolonga así el canal de su antigua fábrica por medio de un acueducto hasta donde erigió la más nueva. Posteriormente pasó a formar parte de la Papelera Española que absorbió la fábrica de papel Olarrain, también llamada Laurak Bat y la de Ilarramendi. La fábrica cerró en la década de los años 50. 78 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 17_ Central junto a las instalaciones de la papelera Portu y Cía. F. 18_ Papelera de Olarrain. Resto de la infraestructura hidráulica. F. 17 F. 18 El conjunto hidráulico que todavía se conserva en el río Oria consta de presa, canal y socaz. La presa es de frente curvo con sección de gravedad, labrada en mampostería con cumbrera de losas y recubierta de cemento. Es de grandes dimensiones y cuenta con dos contrafuertes. De la margen izquierda de la presa surge el canal. Su fábrica es de mampostería, sillarejo y losas de la cumbrera. Cuenta con un socaz de grandes dimensiones de unos 100 metros de longitud. El conjunto hidráulico sobre el río Albiztur igualmente consta de presa y canal. La presa es de frente curvo y de la marqen izquierda de la presa justo delante del molino Otzarain surge el canal. Su trazado es de unos 700 m de longitud donde se combinan tramos al aire libre con tramos subterráneos e incluso describe un acueducto para salvar el desnivel. Su fábrica es de mampostería y está recubierto muy burdamente con cemento. 79 Arquitecturas e ingeniería del agua: Fuera del valle del Oria destaca en en el Urola, Legazpi, tanto por su tradición papelera como por la importancia de los restos patrimoniales que allí se conservan. (Herreras B., Zaldua J. 1997) En 1805, Trinidad Antonio de Porcel, Marqués de Villalegre y San Millán dio en arriendo la recién construida Fábrica de Papel ubicada junta a la casa Azpikoetxea a Antonio Cassou natural de Ribaalta del Departamento de los Bajos Pirineos (Francia). El arrendamiento se estableció por nueve años, y en el se incluía el molino Azpikoetxea. Parece que Legazpi contaba con las condiciones básicas para que el trabajo del papel fuera un éxito: tenía un fácil acceso al agua, como materia prima y como fuerza motriz, no faltaba el trapo viejo para la pasta, el cual era facilitado por el propietario y carnazas para el encolado quizá provenientes de las curtiderías cercanas. Se tuvo acceso también a una mano de obra cualificada en la figura de los maestros papeleros venidos del otro lado de los Pirineos, como fue el caso del maestro papelero Cassou. En ese mismo año, el también francés Pedro de Callebot originario de Pau fue el encargado de construir para la fábrica de nueva planta, una rueda hidráulica, con sus mazos y pilas. Antonio Cassou, no agotó el arrendamiento; desconocemos las causas, pero al año siguiente en 1806, la fábrica pasó a ser arrendada a Ignacio de Arcelus y Miguel Antonio de Galarza. La movilidad y los cambios eran frecuentes lo que provocaría sin lugar a dudas dificultades en la producción, Poco después en diciembre del mismo año se firmó un nuevo convenio para la fabricación de papel con los franceses Juan Bautista Nogues y Juan Lassale, oficiales papeleros. No serían los últimos arrendatarios y en 1809 la Fábrica de papel pasó a Manuel Ignacio de Aguirre. El Marqués de San Millán quedaba obligado a proporcionarle todo el trapo necesario para realizar el papel, y se establecía que el maestro papelero a cambio entregaría por cada 4 arrobas de trapo, cinco resmas de papel tanto de fino, de entrefino y de estraza. 80 Tras este arrendamiento, la fábrica estuvo abandonada, hasta que en 1822, nuevamente se decidió continuar la actividad manufacturera, para lo cual hubo que realizar importantes obras de acondicionamiento. Hacia 1864, el trabajo del papel, presente desde principios de siglo, se hizo cada vez más importante y a Alejandro de Aldecoa en Azpikoetxea le sucedió en el arrendamiento Miguel Ignacio Echeverria. Se dedicaban a la producción de cartón, papel y estraza. La energía necesaria se conseguía a partir de una rueda hidráulica de 7 C.V., con lo que conseguían producir 2.920 arrobas al año. Por aquel entonces, el papel también se producía en la ferrería de Olaberria gracias a una rueda hidráulica de 8 C.V, cuya producción dirigida por José Cruz Apaoloza y socios ascendía a las 3.650 arrobas al año de papel. La manufactura papelera estuvo presente en Legazpi, desde principios del siglo XIX, conviviendo con las pocas ferrerías que todavía trabajaban. En 1823, Azpikoetxea se arrendó a Alejandro de Aldecoa por seis años con una renta anual que ascendía a los 2.008 reales de vellón. Alejandro de Aldecoa continuó como maestro papelero hasta mediados del siglo XIX, cuando en 1845, le sucedió en la dirección su hijo político Juan Bautista Unanue, el cual era propietario de la fábrica de curtidos ubicada a la entrada de la villa de Legazpia. Un nuevo arrendamiento tuvo lugar en 1852, por seis años, pagando una cantidad de 1.250 reales de vellón al año. Para hacer frente a su nueva actividad se vio obligado a hipotecar su curtidería. Posteriormente en 1865, el arrendamiento pasó a Miguel Ignacio Echeverria, padre de Patricio Echeverria Elorza. En 1870, el edificio titulado Azpikoetxea constaba de planta baja, principal y desván. “(...)La planta baja se encontraba dividida en zaguán, escalera, cuartos y un depósito cerrado con losa para majar el trapo, una rueda hidráulica de 2 m y 75 centímetros que ponía en movimiento a otra de menores dimensiones que movía por ruedas el movimiento necesario al cilindro que elabora las pastas para las pastas del cartón, las mismas que después se depositan en 5 huecos construidos con losas, y dos tinas de madera. También había dos parrillas para calentar las masas, dos calderas grandes de cobre, cuatro prensas viejas y una pila para limpiar bayetas. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. En el cuarto principal del piso principal existía dos mesas grandes, una fija y la otra con su correspondiente transmisión en la parte inferior. El resto del primer piso se destinaba a habitación susceptible de recibir con comodidad inquilinos. En el desván se destinaba a secadero del cartón que se elabora con 51 pares de perchas con las cuerdas, dos juegos de mantas para cartón y cartulina, dos para papel, doce moldes para cartones de distintas medidas y dos para papel de estraza.(...) En 1898, la empresa pasó a manos de la viuda e hijos de Ignacio Echeverria. A principios de siglo la fábrica contaba ya con una serie de adelantos: un conjunto de ruedas de moler que deshacían las primeras materias y las preparaban para la hidratación, la cual se realizaba en una pila circular que por medio de una serie de aletas, daba vueltas a la materia prima e iba dándole un estado pastoso, también era conocida con el nombre de pila holandesa. Por aquel entonces la pasta así preparada se conducía a una máquina continua que se encargaba de confeccionar el cartón, de una longitud de 11,35 metros de longitud y una anchura de 2,50 m. Por un extremo penetraba la pasta que iba corriendo a lo largo de una superficie movible de la máquina y solidificándose más cada vez hasta llegar al extremo opuesto, donde se enrollaba a un cilindro, ya convertida en cartón. La máquina llevaba un mecanismo que medía el cartón automáticamente e indicaba por medio de un timbre las dimensiones de éste. Los trozos de cartón ya fabricado iban a parar a los secaderos. Una vez perfectamente secos pasaban a las máquinas prensadoras y satinadoras. La producción ascendía a principios de siglo a 1.000 kg diarios de cartón. Para entonces la fábrica de papel también fabricaba tacos para cartuchos de caza, con una producción de 40.000 cartuchos al día. Disponía de una sección de máquinas para forrar y cortar los tacos, siendo muy apreciados los que elaboraba de imitación de fieltro. Excepcionalmente otro departamento de la fábrica se dedicó a la pulverización de cristal para la fabricación de cerillas. La fuerza motriz para accionar todos los artefactos de la empresa se conseguía a principios de siglo por medio de dos ruedas hidráulicas de 30 caballos. Poco después la fábrica pasó a manos de Patricio Elorza y Olaverria, tío de Patricio Echeverria Elorza. Con anterioridad, había trabajado en Madrid, dedicándose al comercio. Posteriormente regresaría a Gipuzkoa, asociándose con un tratante de ganado, Echezarreta con el que fundó la Fábrica de papel Echezarreta en Legorreta. Al poco tiempo, surgieron diferencias y regresó a Legazpi, donde se hizo cargo de la Fábrica de papel de su familia. En 1912, la Papelera contaba con una máquina de papel continuo. Esta máquina fue adquirida a la firma Garay de Oñati. En los mismos años, la fábrica se amplió al sector textil alcanzando un gran éxito en la década de los años 60-70 fecha en la llegó a emplear hasta 200 obreros, fabricándose también moquetas. En la actualidad se dedican a la fabricación de papel para embalaje a base de recorte. Ya a mediados del siglo XX utilizaban como fuerza motriz, además del aprovechamiento del salto de agua de Azpikoetxea, motores diesel y una turbina. Una atención especial merece la maquinaria que todavía se puede observar en su interior. En la planta baja se ubicaban los motores, hoy desaparecidos, que movían los molinos situados en la primera planta. Se conservan 4 molinos de piedra con cuba de hormigón armado de 2,5 metros de diámetro y 0,6 metros de altura con dos piedras cada uno, uno de ellos casi desmontado en su totalidad. Los molinos dejaron de utilizarse para la fabricación de la pasta en 1965, fecha en la que el trabajo pasó a ser desempeñado por el pulper. También en el mismo edificio, se hallan dos pilas de refino para 250 kgs. de pasta seca, una de ellas casi en su totalidad desmontada de la marca Esteban Gorostidi con cilindro de 1 metro de diámetro, la pila estaba unida a un motor eléctrico de inducido bobinado Siemens 40,8 C.V. y 725 r.p.m. También se puede observar todavía dos tamices vibradores de 1700 x 600 x 200 cm. colgado de 4 hierros con contramarcha, cada uno de ellos cuenta con motor propio que le imprimía un movimiento por el que hacía que la pasta de papel se desprendiera de las impurezas. 81 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 19_ Rueda de las Salinas de Léniz. Las salinas. En Gipuzkoa la producción de sal se relaciona tradicionalmente con el municipio de Leintz Gatzaga. La sal se obtenía a partir del agua que con un alto porcentaje de sal disuelta brotaba de un manantial situado junto a una pequeña regata. Hay constancia de su existencia partir del año 1331. El agua salada se sacaba del pozo con cubetas (herradas de madera y por canales se enviaba a cada una de las dorlas, donde se almacenaba en recipientes situados junto a la caldera metálica donde se le hacía hervir .durante cuatro horas cada carga, mediante un fuego inferior alimentado con leña que funcionaba tanto de día como de noche excepto los domingos y festivos. Una vez evaporada el agua, la sal quedaba al fondo del recipiente siendo recogida en cestos que se colgaban encima del hogar para que terminara de escurrir con lo que se obtenía un producto de mejor calidad. La producción estaba muy limitada por la disponibilidad de la leña pues siendo el clima muy húmedo no se podía secar por la acción del sol lo que obligaba a “cuajar “mediante el fuego”. Hacia 1920 se produjo la electrificación tanto de la bomba que extraía el agua del pozo así como el agitador y el molino de sal. En 1950 se construyó un edificio industrial que albergaba dos grandes calderas donde se hervía el agua hasta su evaporación. En el año 1954 y debido a los costes de obtención que cada vez eran mayores se cerró y terminó con ello más de 600 años de tradición salinera de Gipuzkoa. (Urdangarin, C. 1984) En la actualidad el complejo dedicado a la producción de sal ha sido rehabilitado y en el lugar se encuentra un Museo donde se acerca a los visitantes la producción de sal y donde destaca la gran rueda hidráulica. 82 F. 19 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. La fabricación del cemento. Otro de los sectores en los que se empleó la energía hidráulica fue la fabricación de cemento natural para lo cual se utilizaron las instalaciones de las ferrerías existentes ya en desuso aunque se tuvieron que realizar las adaptaciones necesarias. Desde principios de los años 60 del siglo XIX se produjeron importantes innovaciones industriales al instalarse fábricas específicas para la obtención de este producto en las que se continuó utilizando la energía hidráulica junto con la de vapor aplicadas directamente a los molinos de cemento, tamices y otras máquinas. A finales del siglo XIX y principios del XX se incorporó la energía eléctrica de las centrales hidroeléctrica que se iban alzando junto al río Urola y Oria. La producción de cemento se concentró en el Bajo Urola donde se encontraban las canteras necesarias y las minas de lignito. Fuera del Bajo Urola destaca la fábrica que instaló Gracian Alberdi en Legazpi, río arriba y de la que tendremos ocasión de referirnos a continuación. Originariamente, Gracián Alberdi obtuvo una concesión por resolución gubernativa con fecha del 2 de Julio de 1908, para aprovechar 500 litros de agua por segundo derivados de dos regatas que juntas formaban el origen del río Urola, para conseguir así un salto de 18 metros. Este salto estaba formado por los dos siguientes: el de la antigua ferrería llamada Olazarra que recibía las aguas del río Brinkola y Barrendiola, y el del molino llamado Igeralde situado inmediatamente aguas abajo del anterior y que utilizaba las aguas del río Brinkola y las del desagüe de Olazarra. Ésta fue comprada a Marcelino Urmeneta y Alzueta el 12 de Marzo de 1907. 500 litros por segundo que le habían sido concedidos: para ello elevó la presa a 9,45 m para un aprovechamiento de 180 litros en el río Brinkola (Urola) y realizó obras en la regata de Iturbeltz, con una presa de 5,3 m. Estos dos aprovechamientos se unían muy cerca de la ferrería de Olazarra, el primero conducido por un canal de 285 m y el segundo por otro de 92 m hasta el depósito cercano a la ferrería de Olazarra. A partir de este depósito las obras de canalización realizadas por el propio Gracián Alberdi, consistieron en un acueducto formado por una arcada de 57,5 m y un canal cubierto de una longitud de 333 metros. Del extremo de este canal arrancaba una tubería de hierro de 58,80 m que iba a parar a la turbina. Desde la casa de máquinas, las aguas se reintegraban al río por un canal de desagüe cubierto cuya longitud era de 295 metros. Las instalaciones de la fábrica en 1916, consistían en cuatro cuerpos escalonados: un primer cuerpo de sótano y terraza, donde se descargaban los hornos, el segundo cuerpo disponía de sótano, donde estaban las máquinas de los molinos Morel del piso llano, donde también se encontraban las trituradoras Aberli, ambos a la misma altura que el descargadero de los hornos y dos pisos superiores más. El tercer cuerpo tenía su planta baja al nivel del segundo del anteriormente citado, el cual era un espacioso silo a donde iba a parar el cemento en polvo para desde allí ser elevado a un piso superior donde se verificaba el ensaque y almacenaje provisional. De aquí se tenía una salida directa al muelle de la antepuerta. En la conjunción de estos dos cuerpos se elevaba la chimenea de la caldera de vapor cuya sección era de 1,85 m2 a la altura del piso superior. El cuarto cuerpo tenía la caldera de vapor, Gracián Alberdi realizó mejoras en las tomas hasta conseguir los 83 Arquitecturas e ingeniería del agua: cuyos humos salían a la chimenea por medio de un conducto subterráneo. La fábrica además de la máquina de vapor, se aprovechaba de un motor hidráulico o turbina que se hallaba situada al otro lado del camino al que se accedía por un paso inferior, que arrancaba en galería por el primer cuerpo del edificio. Otro elemento básico en la fabricación del cemento era la batería de hornos. Esta se levantaba al oeste del viaducto y estaba formada por una hilera de cuatro hornos que se elevaban hasta la altura de la carretera desde donde se cargaban. El conjunto de los hornos, contaba con otro horno más para cemento especial. Una vez obtenida la cal se depositaba en un espacio de 180 m2 . Todo ello estaba cerrado por obra de ladrillo de pilares con entrepaño a media asta y cubierta por una terraza a la altura de los hornos. Finalmente el material calcinado se trasladaba, por debajo del viaducto a la Fábrica. Estos hornos tenían mucho que ver, siendo una forma evolucionada, con los tradicionales caleros o pequeños hornos periódicos donde se obtenía la cal por la combustión de la piedra caliza y el carbón de leña. Eran utilizados ante la escasez de abonos naturales para regenerar y conseguir suelos más esponjosos y aptos para el cultivo debido a la alta acidez. Igualmente se empleaban para el encalado de los edificios. Además, estas instalaciones contaban con otro edificio destinado a almacén y casa de obreros, cuya planta baja se dedicaba a almacenes y talleres, un piso a habitaciones y el segundo a desván. 84 Por supuesto, esta cementera disponía de su cantera, en la actualidad sus restos se hallan junto a la carretera que se dirige al pantano de Barrendiola. En el Barrio de Recalde del municipio de Donostia - San Sebastian se ubica la fábrica de Cementos Rezola S.A. Aquí se extienden las instalaciones industriales y la colonia obrera. Esta fábrica nació a la sombra del pequeño molino de Añorga Txiki de la mano de su fundador José María Rezola Gaztañaga. En 1858 una rueda hidráulica accionaba un par de muelas verticales para triturar el material calcinado que provenía de las canteras de marga cercana denominada Arteagobizkarra. Al principio toda la maquinaria se accionaba con una máquina de vapor pero en 1902 se introdujeron motores eléctricos siendo esta fábrica el primer abonado de la Hidroeléctrica Ibérica situada en el Leizaran. En 1909 y debido a su expansión se puso en servicio en 1911 un salto propio en Goizueta a 20 kilómetros de la fábrica, teniendo en reserva para casos de estiaje una máquina de vapor de 300 CV. En la actualidad es una impresionante empresa ubicada en el lugar original que la vio nacer y donde conviven las instalaciones propiamente industriales y las sociales. Pero donde existió una mayor concentración de este sector económico fue como hemos dicho antes en el bajo Urola. En esta pequeña área geográfica se concentraron las dos materias primas necesarias a lo que habría que añadir la existencia del puerto de Zumaia. Se ubicaron fábricas de este tipo en el valle de Arrona, Iraeta y Aizarnazabal. Las fábricas contaban con hornos para calcinar las margas y lue- paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. go pasaban a los molinos en los que el material se convertía en un polvo muy fino. Estos molinos instalados en antiguas ferrerías como la de Alzolaras o Iraeta consistían en dos grandes piedras circulares que giraban alrededor de un eje vertical. En un primer momento estas fábricas utilizaban la energía hidráulica pero posteriormente se fue innovando y en estas fábricas se instalaron turbinas como en el caso de la Fábrica de Eusebio Gurruchaga ubicada en Narrondo o bien en la empresa Corta y Cía que aprovechaba la energía eléctrica procedente de la central hidroeléctrica Barrena construida en 1893 sobre el río Deba entre Eibar y Elgoibar propiedad del industrial Arbillaga de Zumaia. (Izaga Reiner, J.M; Urdangarin, C. 2002) 85 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 20_ Noques utilizados tradicionalmente en el trabajo de las curtiderías donde se maceraban las pieles. Fotografía de Santiago Yaniz. Las curtiderías. La curtición del cuero es un proceso complejo donde la química tanto natural como artificial jugaba un papel muy importante, junto a ella el agua se nos muestra de nuevo como un elemento imprescindible. Todas las fábricas tuvieron que hacerse con buenos manantiales que aprovechaban en forma de saltos de agua. El uso del agua en este sector trajo problemas por la contaminación de las aguas y de hecho a la regata de Antzuola se le llamaba la regata de los mil colores. El uso del agua era tan intensivo en las curtiderías que estaba prohibido que la industria local lo empleara de siete de la tarde a las once de la mañana para poder de esta manera compatibilizar el uso domestico y el uso industrial. Las curtiderías llegaron a organizar un entramado de canales y depósitos para que no les faltara el tan preciado elemento. Podemos afirmar que el sector de las curtiderías ha desaparecido en Gipuzkoa. Sin embargo su presencia fue intensa en Hernani y en Antzuola. Aunque también hubo curtiderías en Oñati y en Tolosa. De este sector económico solo pervive la Manufacturas Olaran de Beasain. En Tolosa el edificio ya desaparecido de Curtidos Marquiegi fue proyectado por Julián Eizaguirre. En el año 1910 contaba con una rueda hidráulica de 3,50 m de alto movida por agua para batanar y al mismo tiempo moler corteza para el uso de la industria, 4 mesas para planchar cuero con sus artefactos, 38 barricas para curtir cuero, un molino para triturar corteza con el movimiento de una rueda hidráulica y 7 pozos para limpiar los cueros. 86 F. 20 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. En Antzuola se concentraron varias fábricas de curtidos: Galarza, Arbulu y Cía, Manufacturas Olaran y Telleria. Todas ellas se ubicaban en el fondo del valle en el casco urbano, junto al río. Hoy día han desaparecido y han dejado paso a nuevas zonas residenciales. Las empresas utilizaron el fondo del valle como el espacio más cómodo donde desarrollar la actividad industrial. Igualmente estas empresas por la lógica necesidad de agua tenían la concesión de 1,5 l/s de la regata de Irimo en la jurisdicción de Antzuola como era el caso de Galartza, Arbulu y Compañía. En la Curtidería de Olaran las instalaciones se distribuían de la siguiente manera: en la planta baja estaban los noques y aquí era donde se efectuaban las operaciones de macerado, limpia, depilación e hinchazón de la piel mientras que en el superior se planchaban. A través de un paso en voladizo se llegaba a los secaderos situados justo enfrente al otro lado del río donde se curaban las pieles. En Hernani han desaparecido las dos fábricas de curtidos ubicadas en el barrio de la Florida: la Curtidería Hernani y la Curtidería La Perfecta. En su interior destacaban los noques grandes depósitos donde se maceraban las pieles en agua y tanino durante ocho o diez semanas. Era en un lugar llamado La Ribera donde se realizaban todas las operaciones preliminares y cuyo objeto no era otro que limpiar las pieles dejándolas dispuestas para absorber las materias curtientes. Este nombre pervive en el recuerdo de los primitivos procesos en los que la necesidad de abundante agua obligaba a realizar estas tareas a orillas del río. 87 Arquitecturas e ingeniería del agua: El textil. Este sector tradicional de la industria guipuzcoana se ha visto reducido a la mínima expresión en la actualidad, sin embargo hasta hace relativamente poco eran muy interesantes los vestigios de este sector. La histórica firma Brunet y Cía ubicada a orillas del río Oria en lo que hoy es el municipio de Lasarte - Oria ha perdido sus edificios industriales y la interesantísima colonia que se levantaba enfrente, tan solo ha pervivido y muy remodelada la capilla y parte de la infraestructura hidráulica. La fábrica era movida por la fuerza hidráulica del río Oria, mediante una presa de 600 metros de longitud y un salto de 5,5 m. que conseguía una fuerza motriz de 350 caballos. La maquinaria procedía de una importante casa de Hamburgo. La fuerza hidráulica se obtenía mediante dos poderosas turbinas construidas por los Señores Planes, Flaquer y Cía, de Gerona. La fábrica no contaba con máquinas de vapor auxiliares. La instalación industrial principal era un edificio de pisos ubicado en las cercanías del río Oria donde en la actualidad se ubica un polígono industrial. Su construcción en altura facilitaba la distribución de la energía desde un único punto mediante un complejo sistema de embarrados y poleas hasta que la popularización de la energía eléctrica posibilitó que cada máquina contara con su propio motor. F. 21(2) F. 21(1) F. 21(1)_ Infraestructura hidráulica de la Textil Brunet y Cía en el río Oria (vista 1). F. 21(2)_ Infraestructura hidráulica de la Textil Brunet y Cía en el río Oria (vista 2). 88 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 22 En Bergara junto al río Deba se alza, también un edificio de pisos denominado Textil Narvaiza, aunque han desaparecido otras industrias como Textil Lasagabaster y Algodonera San Antonio. En Azkoitia se concentró una importante industria textil, sobre todo relacionada con el yute. A orillas del Urola y en pleno casco urbano se levantó una interesante fábrica de yute, Esteban Alberdi. Esta fábrica llegó a ocupar las dos márgenes del río Urola. Contaba desde principios de siglo con una red de centrales hidroeléctricas que se alzan a los dos lados de la carretera de Zumarraga a Azkoitia: Errotaberri, situada junto a Aizpurutxo, la que se instaló junto al molino de Aldatxarren y la de Androndegi. El monto principal de la energía se conducía desde Errotaberri hasta la Yutera Alberdi y Cía. La fábrica contaba con una instalación supletoria de vapor: una caldera de vapor de la marca Babcock Wicox que accionaba un motor de ochenta caballos de fuerza. F. 23 F. 22_ Textil Lasagabaster. Secadero, apoyado sobre el cauce del río Deba. Fotografía de Santiago Yaniz. F. 23_ Central Errotaberri a orillas del río Urola. 89 Arquitecturas e ingeniería del agua: También la desaparecida fábrica de yute Epelde, Larrañaga y Cía data del siglo XIX y en al año 1915 contaba con dos saltos de agua de 400 C.V. además de una máquina de vapor de 250 C.V. F. 24 La fábrica de San Francisco todavía permanece en pie en un entorno totalmente rural, alejado del casco, conocido como Baliaras. En el siglo XIX en concreto en 1885 funcionaban cuatro telares de algodón movidos por agua siendo sus fundadores Narciso y Antonio Aranbarri. Estas instalaciones pasaron poco más tarde a formar parte de la empresa Epelde, Larrañaga y Cía. La fábrica de Boinas Hurtado de Mendoza en Azkoitia utilizó las instalaciones de la antigua ferrería de Jausoro. Ya fuera de uso sus instalaciones están desprovistas de su primitiva función y los edificios que ocupó la citada empresa están muy remodelados. El testigo más llamativo de la fábrica lo sigue siendo la chimenea. Esta fábrica también participa de la Central Igaran de la que era socio también la firma industrial Epelde, Larrañaga y Cía. Esta central hoy en desuso se alza en la carretera de Zumarraga a Azkoitia. También la yutera José Agustin Arbillaga de Orio se alza en el barrio Sarikola junto a las ruinas de una antigua ferrería, Saria. Todo ello presenta un lamentable estado de conservación. Esta empresa contaba con un salto de agua. La presa ha desaparecido debido a la construcción de la autopista Bilbao - Behobia y el tubo y la turbina fueron desmantelados. También contó con una caldera de vapor. En Errenteria también se concentraron importantes fábricas textiles como la Fabril lanera. Esta ya desaparecida ha dejado paso a una extensa urbanización. Ocupaba un amplio espacio en la zona de Pontika cercano a las vías del TOPO y a la fábrica G. Echeverria. En 1896 la fábrica lanera se hizo con todos los derechos de una antigua fábrica de curtidos. Añadió a los terrenos de ésta el espacio que ocupaba el cauce de la regata de Pontika desde la presa construida para servicio de la misma. En 1915 la extensión de sus instalaciones ocupaba 7.800 m2 con cinco pabellones dedicados a almacenes, lavaderos, telares y tintorería. En el río Añarbe tenía un salto que producía en 1915 600 HP y una máquina de vapor para épocas de estiaje. Ya en Tolosa destaca dentro del sector textil la empresa Boinas Elosegui que sigue trabajando en la actualidad. Los orígenes de esta empresa se remontan a 1859 año en el que Antonio Elosegui fundó la fábrica de boinas La Casualidad. En 1885 contaba con 8 cardas movidas por agua. Esta fábrica ocupaba en origen un lugar central en Tolosa hasta que en los años 80 se trasladó al barrio Usabal. En el casco urbano se conserva remodelado el edificio que albergaba una de las turbinas de la empresa. En la moderna empresa se conserva parte de la histórica maquinaria: siete batanes de mazas donde la lana se convierte en paño. 90 F. 24_ Molino Elosegi antes de su última remodelación junto al río Oria. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. En Villabona se alza remodelado lo que fue el edificio que en el pasado albergó las viviendas y las oficinas de la empresa textil Subijana y Cía. En el año 1858 adquirió la Ferrería de Olaederra a su propietario José Miguel Mutiozabal, con su maquinaria, la mitad de la presa, derecho de aguas y demás pertenecidos. Esta ferrería estaba situada a 60 metros sobre el nivel de mar, y disfrutaba de un caudal de 17,4 m3/s en el Oria junto a la villa. Fue construida en 1764 cuando se abandonó la de Amasola en el Leizaran ubicada a 110 m sobre el nivel del mar y con un caudal de 3,4 m3/s. Igualmente adquirieron las 194 partes o porciones de las doscientas en que estaban dividido el molino municipal de Aroa por 92.150 reales de vellón, molino que se levantaba en las proximidades de la indicada ferrería, y que compartía con aquella el caudal de las aguas y la presa. Esta presa fue ejecutada en 1763 por los maestros peritos Carrera y Belaundia. A escasos metros de la fábrica textil estaba instalada La Salvadora fábrica papelera que ya en 1872, recién constituida y preocupada por el alza del precio del trapo, comenzó a importar del extranjero pastas de madera y paja. Estas dos industrias ilustran de manera clara el paso muy común que se fue dando en muchos lugares de la geografía vasca hacia la industrialización y modernización productiva. Es decir el paso desde las ferrerías como la de Olaederra que habían entrado en una fase de crisis definitiva hasta las modernas fábricas. Las ferrerías a principios de siglo XIX tenían los días contados pero dada su excelente ubicación, estaban junto a los cauces de agua, no les faltaron salidas airosas; en Villabona se optó por la industria papelera y textil. En la actualidad la industria papelera La Salvadora ha abandonado definitivamente el casco urbano en busca de mejores condiciones espaciales donde desarrollar los modernos procesos industriales que poco tienen que ver con la industrialización del siglo XIX y que han perdurado hasta el siglo XXI La fábrica textil ubicada a orillas del río Oria contaba a principios de siglo con una turbina de 30 caballos y además contaba con dos calderas de vapor de 25 caballos cada una, destinadas exclusivamente a la calefacción de los diferentes salas que hay en el establecimiento para la oxidación y secado de las telas, así como para la alimentación por medio del vapor de las cubas, calderas y demás útiles en los que se verifican las operaciones de blanqueo, tintes y apresto de los géneros. 91 Arquitecturas e ingeniería del agua: El agua como fuerza motriz. El proceso de industrialización que sufrirá el País Vasco implicó a nivel general el creciente desarrollo de algunas viejas fuentes de energía (hidráulicas, eólicas) y la aparición de otras nuevas (vapor, gas y electricidad). Cualquier actividad industrial por pequeña que fuera tenía que tener asegurada previamente la obtención de la energía necesaria para cumplir sus procesos productivos. En el siglo XIX la energía térmica de las máquinas de vapor vino en ayuda del trabajo manual y contribuyó a reducir notablemente las molestias que el hombre debía afrontar en los distintos campos de la tecnología, desligó a las nacientes fábricas del cauce de los ríos; pero las hizo depender de un abastecimiento barato de combustible y en muchas ocasiones era más costoso y difícil esta dependencia que seguir a pie de cauce del río. Esto solo podía suceder en la gran industria, es decir en aquellos establecimientos en los que pudiera resultar rentable la instalación de la costosa maquinaria. que necesitaban una fuente importante de energía como por pequeñas instalaciones artesanales. Resaltamos dentro de este grupo dos instalaciones que todavía se conservan en Gipuzkoa como son la fábrica de hachas en Errezil y el aserradero de Zerain. El primero se conserva aunque abandonado junto al caserío Etxeaundi Behekoa en el barrio Arzallus. Es un pequeño edificio de mampostería vista y teja canal de una sola vertiente y para poder poner en marcha las dos turbinas posee un pequeño salto de unos 2,30 m de desnivel y con una concesión de 1.225 l/s desde 1931. La mayor de las turbinas acciona por medio de poleas y correas de cuero la gran piedra de afilar y esta se pone en marcha al abrir desde el piso superior la válvula de compuerta que hace que el agua liberada de la presa sea lanzada sobre los álabes de la rueda y de aquí se pueda mover la pesada piedra de afilar y pulir. Junto a esta turbina hay otra de menor tamaño que se empleó para mover el ventilador de la fragua. El uso de la energía hidráulica que el hombre utilizaba desde tiempos remotos continuó por mucho tiempo y en plena Revolución Industrial confinada a los molinos, aserraderos y otras instalaciones que se levantaban en los mismos lugares de producción, es decir junto a los cursos de agua. La energía hidráulica y luego la hidroeléctrica fue simultáneamente utilizada tanto por empresas El aserradero ha sido restaurado y habilitado como centro visitable a principios de los años 90. Está construido sobre el final del cauce de la pequeña regata Larraondo y gracias a dos turbinas se proporciona luz y movimiento a 11 máquinas que se encuentran en la serrería, todas ellas máquinas y herramientas propias de los oficios de ebanistería y carpintería. F. 25 92 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 25_ Marca Voith, muy habitual en las turbinas. F. 26_La Central de Agua y Luz de Tolosa. En Gipuzkoa debido a sus peculiares características geográficas y a la escasez de carbón, el esfuerzo para la producción de la energía eléctrica se concentró en el aprovechamiento hidroeléctrico. La fuerza del agua fue preferida a los motores de gas, diesel, máquinas y turbinas a vapor. Se vivió a partir de finales del siglo XIX la progresiva adopción de la turbina que acercará tecnología y adelantos a la mentalidad de sus empresarios favoreciendo la adopción de la energía eléctrica en las instalaciones a partir de la década de los años 90 del siglo XIX. En un primer estadio la producción de energía con máquinas térmicas e hidráulica no resolvía en modo alguno el problema de la transmisión y de la distribución de aquella que debía ser consumida allí donde se producía. Con la electricidad se resolvieron los problemas energéticos a gran escala siendo de utilidad tanto a la gran industria como a la modesta artesanía, y por supuesto se introdujo en los hogares. Poco a poco la electricidad se convirtió en algo cotidiano, en una necesidad para la población. Los saltos hidroeléctricos en Gipuzkoa eran muy numerosos y muy variadas sus características: en concreto en 1917 se contabilizaron 399 saltos de agua y aunque no todos eran de uso industrial, su número indica las posibilidades de la fuerza hidráulica para las aplicaciones industriales. Gracias a los saltos de aguas se tuvo alumbrado público eléctrico, este fue el caso de ayuntamientos como Donostia, Tolosa, Bergara o Oñati. En Tolosa se alza aunque ya por poco tiempo la Central de Agua y Luz. Esta central se instaló con anterioridad a los años 20. En el año 1929 se dos motores de gasoil. Estos dejaron de funcionar en los años 70. Esta central después de realizar el abastecimiento de agua potable proporcionaba la electricidad que provenía de la central de Amezketa. En un principio producía electricidad con dos turbinas pero poco después la electricidad se producía a partir de dos motores de gasoil. La turbina ya desmontada tenía una capacidad de 125 KW. F. 26 93 Arquitecturas e ingeniería del agua: Además de los ayuntamientos, las empresas, como ya hemos tenido ocasión de señalar, antes de la distribución de la electricidad por parte de Iberduero tuvieron individualmente sus centrales que les proporcionaban la energía motriz necesaria. Muchas de ellas fueron abandonadas por las empresas cuando ya no era un problema contar siempre con la energía necesaria. Posteriormente en la década de los años 90 se pusieron de nuevo en marcha gracias a programas del Gobierno Vasco que impulsan las llamadas energías renovables. Sería excesivamente largo e imposible referirnos a las centrales hidroeléctricas o saltos de agua que tuvieron las empresas de Gipuzkoa a continuación señalaremos algunos ejemplos. La emblemática empresa CAF construyó a principios del siglo XX una central en Zaldibia. Esta central contaba con dos saltos con sus correspondientes canales: uno en el término municipal de Ataun de 250 m y el de Eguiluz - Erreka de 100 m. La maquinaria original fue desmantelada en 1990. El depósito de la central tenía capacidad para 6.000 m cúbicos, con una tubería de hierro forjado de 600 m de longitud y de 500 - 600 m de diámetro que alimenta tres ruedas peltón construidas en los Talleres de Zorroza acopladas a tres alternadores trifásicos de 500 CV. En el año 1990 la maquinaria fue desmontada y se instaló moderna maquinaria. 94 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. Las principales cuencas fluviales. A continuación realizaremos un resumen a través de las principales cuencas fluviales guipuzcoanas y de sus más representativas centrales hidroeléctricas. La mayoría de ellas abastecían a las principales industrias de la zona. El río Urumea se nos presenta como uno de los ejes fluviales más importantes de la cuenca cantábrica, no solo por su longitud, recorre una distancia de 42,22 Km, sino por la complejidad del espacio que atraviesa. Nace en los montes de San Martín de Arano en Navarra y continúa hasta desembocar a orillas del cantábrico. Antes de entrar en Gipuzkoa recoge las aguas de varios ríos, entre los que destacan el Añarbe - Elama, que alimentó las ferrerías de Errenteria. Aguas abajo, ya en Gipuzkoa, recibe en su margen derecha el caudal de varios arroyos Latze o Landarbaso y otros en la izquierda como son Inpernu-erreka, Mezkite, Karabel. En la época medieval la fuente de energía principal fue el propio río. Esta fuente de energía constante y barata dio paso a la primera utilización industrial de la mano de los ingenios tradicionales, tales como fueron las ferrerías y molinos. Precisamente estas unidades de producción fueron la primera ocupación del espacio en el fondo de los ríos. El paisaje humano de la actualidad se reconoce todavía en aquellas unidades. De hecho muchos de aquellos emplazamientos medievales han sido explotados a lo largo del tiempo. Aunque muchas de estas estructuras han desaparecido, todavía nos quedan restos de ellas. La Ferrería Abillas, situada en el barrio Lasa fue una de las más antiguas, la Ferrería Errotaran se situaba en las cercanías de los caseríos Errotaran: Goiko Errotaran, Erdioko Errotaran y Beheko Errotaran en el barrio Osinaga. La Ferrería Aparrain era la única del barrio Picoaga, ubicada en el fondo del valle. La Ferrería Epele se sitúa en las cercanías de los dos caseríos Epele. El molino Epele estuvo asociado a la ferrería del mismo nombre. Trabajaba con las aguas del arroyo del mismo nombre. Disponía de dos pares de piedras que eran accionadas por dos rodetes de hierro. Solían moler toda clase de grano. A finales del siglo XIX se solicitó la autorización para rehabilitar el antiguo molino harinero. Para ello se derivarían del citado arroyo 125 litros de agua por segundo y utilizarían este caudal mediante un salto de 6,50 m de altura de caída para dar impulso a dos piedras de molienda que existían en el edificio que por aquel entonces ya estaba derruido. En la actualidad está desmantelado. La Ferrería Ereñozu, cercana al caserío del mismo nombre contó con su propia ferrería, molino, lonja y puerto. Esta fue según la documentación una de los principales ingenios industriales de la villa de Hernani desde su origen como ferrería hasta su final como fábrica de anclas. Durante este largo periodo los cambios y las modificaciones han sido constantes. En Ereñozu, hasta donde era navegable el río Urumea, se concentraba la producción no sólo de sus ferrerías sino de todas las de la zona alta del valle (Urruzuno, Pagoaga, Aparrain). Este complejo de ferrerías fue uno de los puntos principales de la villa del Hernani. El molino asociado a la ferrería contaba con dos pares de piedras. La Ferrería Fagollaga aparece datada en 1627. Las principales modificaciones llegaron cuando en 1750 se transformó en fábrica de anclas. La Ferrería Huerratua se sitúa en un meandro del río entre este y la carretera. Aparece documentada en 1566 y durante todo el siglo XVII. Es precisamente la ferrería que conserva elementos arquitectónicos más claros de su actividad, frente a otras como la de Abillas de las que solo queda en pie restos de escoria. La Ferrería Lasa se ubica justo en la trasera de la abandonada fábrica química Puig. Esta ferrería aparece documentada ya en el siglo XIV en un pequeño aterrazamiento en el recodo que forma la regata Latze. Contra el pie del monte Akola Mendi aparecen restos de muros, pegantes al río de lo que pudo ser la antigua ferrería Lasa. La Ferrería de Urruzuno o las ferrerías de Urruzuno ya que se cita Urruzuno de Yuso y de Suso son unas de las más antiguas del valle y parece ser unas de las de mayor producción del valle. La Ferrería Pagoaga tampoco cuenta con restos de entidad. Tan solo se conserva un muro inconexo de lo que debió ser la ferrería. Esta ferrería se halla situada a los pies de los Montes Francos. Llegó a convertirse en Real Fábrica de Anclas en 1750. En el término municipal de Errenteria destacamos la ferrería de Arrambide, ubicada en la muga entre Rentaría y Arano y la ferrería Ascasua. 95 Arquitecturas e ingeniería del agua: Esta última se situaba a orillas del caserío Ascatzu, jurisdicción de San Martín de Arano muy cerca de la divisoria entre Arano, Hernani y Errenteria, pero su status como perteneciente a la villa de Errenteria la hacía muy similar a la ferrería de Arrambide. Sus propietarios fueron los Cruzat, familia de origen navarro pero firmemente arraigada en Gipuzkoa desde comienzos del siglo XVI. Ambas ferrerías se edificaron en la orilla navarra del río. Ambas precisaban de los montes guipuzcoanos y del acceso a los centros comerciales de Gipuzkoa. (Diez Salazar, 1996). Posteriormente ingenios molineros aprovecharon o reutilizaron la infraestructura hidráulica instalada para una ferrería simultaneando o no estas dos dedicaciones. El aumento demográfico permitió que esta reconversión resultase en muchos casos rentable y no desapareciese buena parte de los restos de la industria ferrona del Antiguo Régimen. Con posterioridad muchos de ellos adoptaron turbinas y generadores para su uso como fuerza electromotriz tanto en el alumbrado como en el movimiento y mecanización de los instrumentos de molienda, como es el caso del molino Pagoaga y es que adaptados a otros usos, las aplicaciones del molino en el nacimiento de la moderna industria fueron numerosas. Algunos de los molinos más importantes del municipio repiten emplazamiento y son la lógica continuación tecnológica de las ferrerías: molino Pagoaga, molino Beko errota, molino Pikoaga, molino Ereñozu, molino Epele, molino Osiñaga, molino Eziago, molino Karabel, molino Franko. A orillas del arroyo Sagarreta-erreka se emplazaron los molinos Pagoaga y Beko errota. El primero se construyó para satisfacer las necesidades del barrio de Pagoaga. Solo tenía un par de piedras accionadas por las aguas. También funcionó proporcionando energía al barrio. El coste variaba según el número de bombillas que hubiera en cada casa. En la actualidad permanece desmantelado. El molino Beko errota ha desaparecido por completo. 96 El molino Pikoaga estaba ubicado junto a la ferrería del mismo nombre, en el barrio Pikoaga. A principios de siglo era propiedad de Luis Miner y trabajaba 800 fanegas al año. El molino Osinaga estaba emplazado en el barrio Osiñaga. En el año 1556 era propiedad del monasterio de San Agustín. Antiguamente poseía una rueda vertical o aceña. En 1909 el molino se transformó y en él se instaló una turbina francis. Dejó de trabajar definitivamente en 1968. En el año 1974 sus aguas pasaron a utilizarse para la ampliación del abastecimiento de la villa de Hernani, con lo cual se inutilizó su orientación molinera. El molino Eziago se encuentra bajo la desaparecida ermita de Zikuñaga. A principios del siglo XX era propiedad de G. Lino Miner. Sus aguas fueron aprovechadas por la papelera Biyak bat, ya en ruinas. El molino Karabel siempre fue un molino de propiedad particular. Trabajaba con las aguas de la regata Portu erreka. Contaba con un solo par de piedras que eran accionadas por un rodete de hierro. Una vez que abandonaron la molienda en 1920 se utilizó por algún tiempo la maquinaria de moler manzana. El molino Franko se ubica en el centro del barrio de Puerto en los solares ocupados por un grupo de viviendas, ya que fue derribado a principios de siglo. Durante la desamortización de Mendizabal se vendió el molino cuya propiedad era compartida entre la villa y el convento de las Agustinas de San Bartolomé de San Sebastián. Se alimentaba con las aguas del arroyo Igarcitegi. Uno de los elementos claves para el inicio de la industrialización de los valles guipuzcoanos fue el paulatino y continuado uso de la energía hidroeléctrica. A principios de siglo y a orillas del río Urumea, en el término municipal de Errenteria La Papelera Española producía energía eléctrica en la Central Arrambide y en la Mendaraz la concesionaria era La Compañía eléctrica del Urumea. En el municipio de Hernani, La Compañía eléctrica del Urumea producía energía y luz eléctrica en la central Santiago, en la central Pagoaga. La central hidroeléctrica en Urruzuna en manos de La Compañía eléctrica de San Sebastián. También producían energía eléctrica Graset y Celayeta en Pikoaga, Larralde y Compañía en Ereñozu, un salto en Fagollaga, el Ayuntamiento de Hernani en Lastaola, la fábrica de pasta de papel Sese y cía en Eciago, la fábrica de pastas de Londaiz, Ubarrechena paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. y cía en Arbiza Portu. Por aquel entonces todavía estaba en activo el molino Eciago. Los afluentes del Urumea también fueron aprovechados. A orillas del Usoko se estableció una fábrica de productos químicos, Aritzarena en Latze, en el arroyo Epele se instaló una fábrica de cemento natural y el molino harinero Karabel. En concreto en el año 1915 funcionaban 10 aprovechamientos directos del Urumea para producir fuerza motriz o electricidad y tres más en sus afluentes. La sustitución de las tradicionales ruedas hidráulicas tanto verticales como de rodezno, por un nuevo tipo de ruedas muy rápidas las turbinas, permitió en el siglo XIX sobrevivir a los viejos motores hidráulicos frente a la dura competencia de la máquina de vapor. El ingeniero americano Francis diseñó en 1849 una turbina que se ha generalizado en todo el mundo. Era de admisión exterior, el líquido entra radialmente y saliendo en dirección próxima a la del eje, se trata de una turbina centrípeta que puede usarse en una gama de saltos extensa entre 1 y 400 metros y que tiene un rendimiento elevado alrededor del 90%. Tal y como se señalaba en la memoria para la construcción de la central Lastaola a finales del siglo XIX, Hernani era después de Tolosa la villa que disfrutaba de más fuerza motriz propia producida por agua. Para finales del siglo XIX, la energía eléctrica empezaba a ser una realidad cada vez más extendida. “La luz eléctrica es ya de aplicación general en los pueblos que tienen fuerza de agua y quizás pudiéramos citar alguno de escaso vecindario que cuenta con tres saltos de agua que producen luz eléctrica para el consumo de los particulares y del público. Si hoy no se aprovecha el salto correrá la Villa el riesgo de carecer de las ventajas que reporta la electricidad en sus múltiples aplicaciones o tendrá que someterse a las exigencias de empresas particulares”. Fue precisamente a finales del siglo XIX, cuando las turbinas fue- ron instalándose en las antiguas instalaciones de los molinos y ferrerías. Paulatinamente sustituyeron a los rodetes y a las ruedas hidráulicas. Central Urruzuno: Sin lugar a dudas esta central aprovechó el emplazamiento y la infraestructura hidráulica de la ferrería del mismo nombre. En 1899 se otorgó a Juan Jamar Leclerq un salto de agua de 123 m a favor de la sociedad Belgra, Sociedad Limitada. Se obtuvo una concesión de 160 l/s del arroyo Urruzuna y 34 l/s del arroyo Mezkite. En el año 1908 la concesión pasó a manos de La Compañía Eléctrica de San Sebastián, momento en el que la concesión aumentó hasta los 181 l/s. Las aguas de la regata Urruzuno se detenían gracias a una presa de 3,50 m y un canal de 3.931 m cubiertos en su mayor parte. La presa se halla en el punto de confluencia entre las regatas de Olaberriko erreka y Artolako-erreka y a unos 5 km de la desembocadura de la regata Pikoaga en el río Urumea. El canal terminaba en un depósito de extremidad de unos 1.300 m3, constituido por dos partes unidas por una tubería de unos 60 cm de diámetro y 1.837 m de canal. Las aguas de la regata Mezkite se recogían mediante un canal de 1.500 m situado en Urnieta de sección trapezoidal cubierto con bóvedas y una anchura en el arranque de la cubierta de 41 cm. La presa se hallaba en las inmediaciones de la confluencia de los arroyos Adarra y Zulueta que forman el arroyo Mezkite. La altura en el citado arroyo es de 123 m. Esta central Urruzuno era propiedad de Jaime Puig quien utilizaba la energía obtenida en ella para su curtidería de Hernani. Finalizó su actividad hacia el año 1965. Esta ferrería disfrutaba de dos grupos de turbina-alternador gemelos compuestos por una turbina-pelton de la marca Corcho e hijos de 150 H.P. que accionaba un alternador de la marca Brown Boveri de 500 r.p.m. 97 Arquitecturas e ingeniería del agua: La Central Lastaola fue la antigua central municipal de Hernani. Se halla ubicada a orillas del río Urumea, construida sobre los restos de la antigua ferrería. De esta ferrería todavía se observa un amplio socaz. En las últimas décadas del siglo XIX se vivió un movimiento simultáneo en el que numerosas poblaciones decidieron abordar el alumbrado público. En el año 1882 San Sebastián e Irun hicieron sendos intentos de alumbrado público que en el segundo lugar se abandonó por poco rentable al año siguiente. Tras algunos ensayos aislados y producciones parciales para el interior de las fábricas, en la década de los años 90 diferentes poblaciones instalaron o reformaron su alumbrado público y privado: Bergara (1891), San Sebastián (1893 y 1899), Tolosa (1892), Eibar (1893) y Ordizia (1893). 98 En el año 1895, inmerso en el lógico proceso de modernización del municipio, le tocó el turno a Hernani. Este ayuntamiento decidió acometer las obras necesarias para traer el agua a la villa y mejorar el alumbrado público. Un año más tarde en 1896 el consistorio solicitó la debida autorización para derivar del río Urumea 4.000 l de agua y aprovecharlos en un salto útil de 4,50 m y así poder producir energía eléctrica que transportada a la población se había de emplear en el alumbrado público y particular. Se construyó una presa de fábrica de un 1,50 m de altura máxima sobre el lecho del río emplazada a 180 m aguas abajo del caserío denominado Epele Echeverri. La forma de la sección transversal de la presa era un trapecio cuya base tenía 1,50 m, esto es igual a su altura y el ancho era de 1,10 m. La obra de la presa era de mampostería hidráulica de buena calidad pero el paramento de aguas abajo iba revestido de sillarejo de las canteras cercanas de Epele. La coronación llevaba una hilada de piedra de sillería de arenisca de Igueldo. En la presa se estableció un portillo de 1,50 metros de ancho que ocupaba un punto cercano a la embocadura del canal y cuyo objeto era dar paso a las aguas del río en los casos en que se creyera conveniente desahogar el canal sirviendo a la par dar salida a las materias que el agua iba depositando en la entrada del canal. También iba provista de una rampa salmonera convenientemente construida para su fácil acceso. El canal de derivación va trazado en la orilla izquierda y su longitud era de 742,10 m. A una distancia de 334,10 m de su nacimiento el canal entra en galería en dirección de Sur a Norte para desembocar cerca del caserío Lastaola después de un recorrido en túnel de 401 m. Entre el punto donde desemboca el túnel y la casa de máquinas hay un espacio de 7 m en el cual el canal es más ancho donde forma un depósito para que las aguas pierdan parte de su velocidad y entren en la tubería en mejores condiciones. La fuerza efectiva que podría dar este salto con un artefacto montado en buenas condiciones era de 88 caballos de vapor en estiaje y el doble en lo restante del año. Las obras se ejecutaron en 1897 por la casa Manuel Iceta y compañía por la cantidad de 83.000 pesetas. Ese mismo año se realizó el concurso para el suministro del material eléctrico. La línea de transporte eléctrico era aérea con una longitud de 3 km. La maquinaria fue instalada por la Maquinista Guipuzcoana de la casa Siemens E. Halske cuyo representante en Bilbao era Pablo Haechner. Las turbinas elegidas eran del tipo parciales combinadas de acción y reacción de modo que pudieran trabajar en agua detenida aunque pasara la mitad del agua por los álabes. Ante el auge que estaba tomando la producción de la energía eléctrica Hernani no quiso someterse a las exigencias de las empresas particulares y prefirió instalar su propia central.La energía eléctrica sobrante se vendería a razón de 300 pesetas al año por caballo y diez horas diarias de uso de la fuerza. Se instalaron dos turbinas iguales de 90 CV cada una. Las turbinas eran de las conocidas como parciales combinadas de acción y de reacción de modo que pudieran trabajar en agua detenida y aunque solamente pasase la mitad del agua por los álabes. Las turbinas se instalaron a nivel del río y lo componen dos espacios abovedados a los que tendrá entrada el agua por dos tubos. Este sistema disfrutaba de importantes ventajas: las turbinas podían trabajar siempre con el mismo efecto útil, no se perdía la altura del salto, una avenida de agua no influía en la buena marcha de las turbinas. Durante el periodo de estiaje solo trabajaría una de ellas y las dos se accionarían en el período de aguas invernales. Cada turbina tenía un regulador de mano y uno automático de paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. acción rápida. En el edificio de máquinas se instalaron dos dínamos generatrices iguales cuya potencia útil era superior a 65.000 watios. El rendimiento industrial de las máquinas era inferior al 90% trabajando a plena carga y al 85% a media carga. cos, el Ayuntamiento de Errenteria y el Ente Vasco de la Energía como promotor acometieron la recuperación del aprovechamiento hidroeléctrico. El canal partía de la margen derecha de la presa y recorría una distancia de 526 m. Cada dínamo iba provista del aparato necesario para tensar la correa de transmisión. La línea de transporte de la casa Siemens & Haalske era aérea cuya longitud alcanzaba los 3 kilómetros. De esta manera se potencia la capacidad de producción hidroeléctrica en pequeñas centrales. El aprovechamiento de este salto se ha hecho con una turbina tipo Fygt que formando un bloque compacto con un alterador asíncrono da una potencia en bornes del generador de 200 Kwh. En el interior de la central se conserva una turbina fuera de uso de eje horizontal que por medio de un eje de transmisión excita a dos alternadores de la casa Brown Boveri & Cía, turnándose uno y otro. En 1902 se renovó toda la maquinaria. A principios del siglo XX se instalaron dos turbinas de la casa suiza Ateliers de Constructions Mecaniques de Vevey. Una turbina universal francis de una rueda montada sobre un árbol horizontal para una caída de 5,25 m y un volumen de 150 a 200 l/s. En la década de los años 20 se instalaron compuertas móviles. En 1925-26 para completar la producción de energía en momentos de estiaje se instaló un motor Diesel de 100 a 125 HP, de la casa Deutz. Esta central contaba con el tipo de escala para los peces de las conocidas como de artesas o de depósitos sucesivos. El caudal necesario para el correcto funcionamiento de la escala era el que iba entre los 250 y 500 l/s. La central con su correspondiente autómata programable y elementos de protección genera una tensión de 600 v que por un transformador se eleva a 30.000 v. y se conecta a la red. En el canal de esta central se construyó un muro rebosadero por el cual el agua no pasa hasta que en el río no exista más de 2.000 l/s de caudal, cantidad que debe primero permanecer en el río por razones ecológicas. El caudal mínimo del río debía ser de 1.600 l/s ya que el tramo derivado era de 1665 m. La escala debía hallarse correctamente dimensionada para el peso de las especies y se completaba con rejillas de protección frente a cuerpos flotantes. La central Ereñozu se halla ubicada en el Barrio de Ereñozu. La concesión inicial fue otorgada en 1897 al Sr. Larralde para aprovechar 4.000 litros del río Urumea con un salto de 6 m, para proporcionar fuerza motriz a una fábrica harinera de su propiedad, una sierra mecánica y a diversas industrias de la villa de Hernani. En el año 1926 pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Errenteria que destinó la electricidad para el alumbrado de la villa. La presa se ubica en Arriurdin y el canal recorre una distancia de 526 m con una anchura de 4 m y una altura de 3 m. Su fábrica es de mampuesto, hoy totalmente revocado. Ante el resurgimiento de las llamadas pequeñas centrales hidroeléctricas debido al encarecimiento de los restantes recursos y a los avances tecnológi- 99 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 27_ Central Hidroeléctrica de Santiago. La central hidroeléctrica de Santiago Esta central está ubicada en el Barrio Pagoaga. La concesión gubernativa para derivar un caudal de 4000 l/s del río Urumea fue otorgada a los Señores Ubarrechena Hnos. con fecha del 30 de Marzo de 1895. En 1914 se solicitó permiso para la ampliación del caudal hasta los 7.800 l/s. En la actualidad es propiedad de Iberdrola. La presa se construyó 400 metros aguas arriba del caserío Ascaso. Es una presa de gravedad, de planta recta y construida en sillarejo. Presenta un gran contrafuerte en su lado izquierdo y una escala para salmones. Desde la presa de 2,90 m de altura sobre el lecho del río se conducen las aguas por un canal, parte del cual en longitud de 520 metros se desarrolla en galería y el resto hasta los 698,50 m de longitud total a cielo abierto hasta el paraje elegido para el emplazamiento de la casa de máquinas a 33,50 metros de distancia de la presa, siguiendo el curso del río en cuyo punto y F. 27 100 después de haber actuado en el receptor hidráulico con el salto indicado de 19,55 metros, las aguas se reincorporan al río en toda su integridad. Este salto se aprovechaba como fuerza motriz en un artefacto productor de corrientes eléctricas transportables para transformarlas a su vez en fuerza motriz en las fábricas de cemento y harinas establecidas en Hernani. El canal parte de la margen izquierda de la presa, discurre de forma subterránea y al aire libre y recorre una distancia de 871 m con una pendiente de 8,5%. Junto a la casa de máquinas deriva en tres tubos de carga de 16 metros de largo cada uno y un diámetro de 2,10 a 1,10 m. Las tres turbinas son de tipo francis de eje horizontal y una potencia respectivamente de 240, 452 y 1000 Kw. Están unidas a un alternador de los que solo uno de ellos corresponde a la casa AEG paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. La central Pikoaga está ubicada en el Barrio Ugaldetxo - Latxe. A escasos metros de la casa de máquinas se encuentra la casa del encargado de la central. El conjunto se completa con la presa situada en el río Urumea y un canal que deriva las aguas desde la presa a la sala de máquinas de 2,5 km de longitud. La central cuenta con dos turbinas, siendo una sola la original. En el año 1899 La Vasco-Navarra S.A. obtuvo la concesión para la utilización de las aguas para la central eléctrica Picoaga. En la actualidad Iberdrola es la explotadora de la central. La concesión era de 4.000 l/s del río Urumea y de la regata Urruzuno y otra de 200 l/s de cada una de las regatas Mezkite y Olazar. La toma del río Urumea se realiza gracias a una presa de gravedad y planta recta con 40 metros de longitud en la coronación y 5 metros de altura. Junto al estribo derecho se sitúa la escala de peces. En el estribo izquierdo están las instalaciones de toma del canal consistentes en dos compuertas de entrada al canal de 1,80 m x 2,25 m. Al comienzo del canal hay un aliviadero de vertido lateral. Junto a estas instalaciones se encuentra la compuerta de fondo de la presa. El canal tiene una sección de 3 m x 2 m siendo su longitud total de 2.500 m. Su trazado es paralelo al cauce del río Urumea y atraviesa 4 túneles a lo largo del recorrido. La toma de la regata Urruzuno se realizó con una presa de gravedad de 2 metros de altura y 10 m de longitud de coronación. En el centro de la presa está la compuerta de fondo siendo sus dimensiones de 1,10 m x 1 m. La toma del canal se realiza desde el estribo izquierdo con una compuerta de 0,7 m x 0,9 m Este canal tiene una longitud de unos 70 m hasta enlazar con el canal principal y su sección es de 0,8 m x 0,8 m. La tercera presa está en la regata Mezkite. Tiene una altura de 0,70 m y es de hormigón con planta recta de 10 metros. Su compuerta de fondo se ubica en el centro. De la margen derecha parte el canal principal, también dentro de un túnel. En las regatas Urruzuno y Mezkite estaban construidas dos escalas de peces. La cámara de carga es un depósito de unos 15 m de largo x 8 m de ancho. Tiene un aliviadero que conduce el agua en exceso al río Urumea a través de una tubería. Desde aquí parten dos tuberías forzadas de 120 cm y 150 cm de diámetro respectivamente. Había dos grupos. Las turbinas eran francis de doble rodete de la marca Theodor Bell y el alternador de la marca Brown Boveri. En el año 1970 la Cía eléctrica del Urumea transfirió el salto a nombre de Iberdrola. La concesión abarcaba las aguas del río UrumeaUrruzuna Beguire. 101 Usos históricos del agua en la industria vasca. La Central Arrambide. La concesión de esta central figura en 1899 a nombre de Ramón Elosegi. En el pasado perteneció a La Papelera Española de Renteria. En el año 1996 pasó a ser propiedad de Iberdrola S.A. El aprovechamiento está constituido por dos presas de gravedad. La primera se sitúa en el río Urumea en el término municipal de Goizueta. Tiene una longitud de 32 m en coronación y 4,75 m de altura. El canal tiene una sección de 3 m x 2 m, siendo su longitud de 3.740 m. A lo largo de éste se espacian 5 compuertas útiles para el desagüe del mismo. La presa de la regata Ensilla es de gravedad con planta recta de 6 m de longitud en coronación y 1,5 m de altura. El canal con sección 0,8 m x 0,8 m tiene una longitud de 160 m y enlaza con el canal principal. La cámara de carga se forma mediante un ensanchamiento del mismo. Sus dimensiones son 4 m x 20 m x 2,50 m. Está dotada de compuerta de fondo, aliviadero y limpiarrejas. Los transformadores se encuentran en el exterior de la central, aguas abajo de este y conectan con la línea de alta tensión de Hernani a Leiza de 30.000 Kw. La central cuenta con tres grupos, todos turbinas Francis. La turbina construida en el año 1934 es de la marca Voith, y las otras dos de Escher Wyss y de Charmilles. Los reguladores son de la marca Voith y los alternadores de la marca ASEA y Brown Boveri. 102 El patrimonio industrial originado. La Central Mendaraz. Joaquín Arbelaiz vecino de Hernani solicitó la autorización para derivar del río Urumea 4000 litros por segundo y utilizarlos en un salto de 3,43 metros y aprovechar la fuerza motriz resultante para usos industriales. La derivación se realiza mediante una presa de 20 metros de longitud de 180 metros de altura sobre el nivel de aguas ordinarias en el punto del emplazamiento. El estribo de la misma está situado en la margen izquierda y se halla sobre terrenos pertenecientes a Arano (Navarra). El canal de derivación es de 470 m. En el año 1900 los Hermanos Ubarrechena pidieron permiso para ampliar la concesión que consistía en prolongar la traza del canal de conducción que figuraba en el anterior proyecto aprobado al otorgarles la concesión indicada de 662 m con el fin de utilizar el desnivel existente en el tramo del río situado entre el emplazamiento designado para establecer el salto en aquel proyecto y el remanso de la presa que es de 3,43 m y de este modo disponer de un salto de 15,18 m en vez de 11,75 m de la primera concesión. Para emplearlos como fuerza motriz en un artefacto productor de corrientes eléctricas transportables por medio de cables aéreos a las fábricas de harinas y cementos que poseían en Hernani así como para alumbrado eléctrico. Estos aprovechamientos hidráulicos provocaban efectos negativos en el cauce como son la modificación del medio físico del propio cauce, obstáculo a la migración, mortandad de peces en la turbina, transformación de zonas de corriente en remansos y alteración de fondos y márgenes. Para minimizar los efectos negativos se obligaba a construir una escala salmonera, la toma de agua debía contar con una rejilla cuya separación entre barrotes era de 20 mm. El extremo final del canal del desagüe debía estar provisto de una rejilla con separación máxima entre barrotes de 60 mm. Además de las centrales hidroeléctricas, también se desarrollaron otras industrias como Puig y Cía. En el mismo emplazamiento donde se ubicó la Ferrería Lasa, a finales del siglo XIX se estableció la empresa Lecumberri y compañía razón social con la que se presentó a la Exposición Universal de Barcelona en 1888. En ese año consumía una media diaria de 2.500 kg. de carbón vegetal menudo, empleado para la filtración de alcoholes industriales y alquitrán utilizado en la fábrica como combustible. Producía sobre todo vinagre y pirolignito En el año 1889 la misma fábrica aparece con el nombre de Puig y Cía bajo cuya denominación seguirá hasta su cierre definitivo en 1984. Esta empresa se ubicó en un entorno plenamente rural. El lugar era el idóneo para el proceso productivo que desarrollaban. Se obtenía alcohol de la destilación de madera. En 1901 contaba con 6 hornos de marcha continua y los aparatos necesarios para destilación de 4.500 tn de leña al año. Contaba con una caldera de vapor y una turbina para producir energía y en ellas se llegaron a emplear de 30 a 40 operarios. La fábrica se cerró definitivamente en 1973 La caldera de vapor lograba la obtención de energía motriz por medio de vapor y era de la marca Societé de Constructions Mecaniques. Ya abandonados se pueden observar todavía los restos de lo que fueron las instalaciones fabriles situadas a un lado de la carretera hacia Goizueta. Enfrente y separados por dicha carretera se levanta un edificio destinado a vivienda de obreros y una casa chalet construida en 1919 para vivienda de los propietarios por el arquitecto Antonio Setien. El edificio destinado para vivienda de los obreros es de dos pisos y ganbara, construido en mampostería. Destaca un balcón corrido al que se llega por una escalera situada a cada uno de los lados, gracias a él se puede acceder directamente a las viviendas. La planta baja quedaba destinada a oficinas y almacenes. La casa chalet de los propietarios cuenta con dos pisos y ganbara, destaca un porche de entrada, que sustenta un balcón situado en el segundo piso. La decoración de la parte superior cercana a la ganbara se logra a base de falso entramado de madera. La fábrica era la concesionaria del salto Latxe. El caudal inicial era de 30 l/s aunque se elevó con posterioridad hasta los 60 l/s, captado mediante azud de 2 m de altura y 14 m de anchura y con un canal de 300 m de longitud. El salto bruto era de 31,13 m siendo el salto útil de 26,34 m medido entre la cámara de carga y el plano medio del rodete de las turbinas acopladas a las dínamos. Desde el depósito de carga, mediante tubería, las aguas se conducían a las 6 turbinas instaladas en el interior de la fábrica. También se em- 103 Arquitecturas e ingeniería del agua: pleaban para el movimiento de las bombas. Las otras dos estaban acopladas a sendos dínamos. También en el Urumea destaca la cementera Fagollaga, uno de los enclaves industriales más interesantes de Gipuzkoa donde poder estudiar y analizar la evolución de la actividad industrial desde sus orígenes como actividad dedicada al trabajo metalúrgico. La ferrería de Fagollaga integrante de la fábrica de anclas de la villa de Hernani data del siglo XVI y continuará con la actividad dedicada al trabajo del hierro hasta el último tercio del siglo XIX. Pero ya en 1876 se hace mención de una fábrica de papel titulada “Urumea” en Fagollaga propiedad de Bonifacio Guibert y Arroqui con ocasión de los destrozos que en ella causó la guerra civil. Esta papelera parece que desapareció definitivamente en 1888. Posteriormente a principios de siglo se instaló en el lugar una cementera hidráulica perteneciente a Victoriano Celaya, el cual vendió el salto de agua al Ayuntamiento de Hernani en 1920. La batería de los tres hornos de calcinación con forma de tronco de pirámide está construida en mampuesto al exterior y ladrillo refractario al interior. Presenta grandes arbotantes en triple arcada hacia el W y sillares en los esquinales, así como tres bocas en arco escarzano uno para cada horno, tanto al E como al W, descarga de los mismos, recercados de ladrillo. La concesión de las aguas de Fagollaga pasó definitivamente a manos de Iberdrola en 1987. El salto es de 5,80 m y 4.500 l/s siendo el caudal del río 1.600 l/s . La turbina que estaba instalada era una turbina Voith Heindenheim tipo francis de doble rodete con una potencia de 299 KW y 30 rpm y el generador de la marca Siemens Schuket. 104 F. 28 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 29 Tal y como se ha analizado las más importantes industrias y centrales hidroeléctricas de Hernani que se suceden a lo largo del río Urumea; repiten un emplazamiento y unas infraestructuras que secularmente han estado vinculadas al trabajo. Es en estos lugares donde todavía se puede rastrear y reconocer la peculiar ocupación del espacio rural más allá de los límites de la villa. En la cuenca del río Urola destacamos la Central Epelde y Larrañaga se encuentra en el barrio de Loiola en Azpeitia y proporcionaba energía a la fábrica textil Epelde, Larrañaga y Cía desde 1904. Al principio solo tenía una turbina a la que se le añadiría una segunda tres años más tarde. Esta central contaba con una presa de frente ligeramente curvo situada en las inmediaciones del matadero municipal de Azkoitia. El canal parte del lado derecho de la presa hoy cegado y con unas dimensiones de 3 m x 3 m. A unos 100 m cruza el río por debajo del mismo y ya en la orilla izquierda aflora otra vez en un canal y luego se vuelve subterráneo. Se prolonga así hasta la central unas veces subterráneo y otras al aire libre completando un recorrido de 1800 m. Destaca un acueducto que dibuja en la zona conocida como Beristain, formando 11 arcos rebajados que descansan sobre pilas rectangulares. Los arcos tienen una luz de unos 3 m mientras el canal en si tiene una dimensiones cercanas a 2 m de ancho y 2 de profundidad. F. 28_ Cementera Fagollaga. Hernani. Fotografía de Santiago Yaniz. F. 29_ Casa de máquinas de la Central Epelde y Larrañaga. 105 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 30_ Central de máquinas de la Central del Leizaran. En la carretera de Azkoitia a Zumarraga se levanta la Hidroeléctrica Alberdi y Cía a orillas del río Urola para favorecer la salida del canal del desagüe o socaz. La construcción de la Hidroeléctrica denominada Errotaberri se realizó en 1914. Se aprovecharon las instalaciones de un antiguo molino pero realizando las oportunas reformas en toda la infraestructura hidráulica. Se derivaron hacia la hidroeléctrica las aguas de la presa de Ezkidi que pertenecía a un antiguo molino y que antes había reformado su dueño, Esteban Alberdi para proveer de agua a su primera central de Androndegi La corriente de este central se enviaba a la Yutera de Alberdi y Cía. Allí se encontraban dos grandes transformadores que variando el voltaje, alimentaban los motores eléctricos de que disponía la fábrica para accionar la maquinaria. Una parte de la energía eléctrica era vendida a los caseríos de la zona. La Hidroeléctrica dejó de funcionar hacia 1970. En la década de los años 80 se comenzó de nuevo su explotación debido a la puesta en marcha de pequeñas hidroeléctricas. El conjunto hidráulico está formado por una presa y un canal que son los originales del molino. Esteban Alberdi los reformó elevando su altura y cambió el curso del canal para abastecer a sus centrales. Es una presa de frente recto, de fábrica de mampostería aguas abajo y losas cubiertas de cemento en la cumbrera. En el lado del canal a la derecha presenta un contrafuerte, también de mampostería y entre ambos elementos se encuentra el desague, conserva dos estribos completos. El salto que se alcanza en la central es de 40,5 m. El canal se encuentra en la parte derecha de la presa y recorre al descubierto los primeros 270 m de su trayectoria, midiendo 2,5 m de profundidad en este tramo; al cabo 106 F. 30 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. del cual se sumerge para atravesar la carretera y el río, a través de un sifón de 44 m de largo. Pasa así a la margen izquierda del río y transcurriendo por encima de la central de Androndegi desemboca en un sifón situado en frente de la Central de Errotaberri, proporcionándole un salto de 40,5 m. En total mide 1800 m y más de la mitad en galería subterránea. En el Valle del Leizaran se suceden centrales hidroeléctricas algunas de ellas junto a instalaciones de antiguas ferrerías, algunas de estas centrales son las más antiguas. Son la central del Leizaran, las de Plazaola o la de Ameraun esta última cercana a las instalaciones de la ferrería del mismo nombre. Comenzaremos hablando de la central del Leizaran. En 1899 los hermanos Joaquin y Juan B. Larrate solicitaron el aprovechamiento de 1650 l/s para aprovecharlos mediante un salto de agua de 209 m en la producción de energía para usos industriales. Ya en 1902 era propiedad de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica domiciliada en Bilbao, lo que hacía que la energía se dirigiera a la capital vizcaína. En el 1911 alimentaba la Central del Tranvía de San Sebastián - Tolosa. En la actualidad es propiedad de Iberdrola. Se encuentra a orillas del río Leizaran frente a la central Bertxin. El edificio de la central generadora está destinado a la sala de máquinas y otro adosado destinado a los transformadores y cuadros de distribución. Completan el conjunto la presa situada en Ameraun y un canal de 13,422 km que se verifica en la margen izquierda del río. El canal termina en un depósito y de aquí arranca la conducción forzada, una tubería metálica baja por la ladera y atraviesa el río para entrar en la sala de máquinas. 107 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 31_ Casa de máquinas de la Central Ameraun. Andoain. F. 32_ Embalse de regulación de la Central Ameraun. Andoain. F. 33_ Acueducto de la Central Ameraun. Andoain. Fotografía de Santiago Yaniz. La central de Ameraun se encuentra en el kilómetro 61 del ferrocarril del Leizaran, junto a los restos de la ferrería del mismo nombre, era propiedad de Santos Gaztañondo que la vendió a la Papelera Española de Tolosa. Cuando se cerraron las instalaciones pasó a manos de la Papelera Sarrio Papelera Uranga que en la actualidad sigue explotándola. Produce electricidad gracias a tres grupos con un salto de 54 m y un caudal de 3,8 m3/s sobre la base de 1185 de potencia conjunta de los tres grupos. La presa de gravedad de 40 m x 3,5 está situada a 5 kilómetros de donde parte el canal. Para salvar el desnivel se construyó un potente acueducto de sillería hasta llegar a un depósito de donde parte la conducción forzada con una tubería metálica hasta la casa de máquinas. Esta, justo antes de entrar en la casa de máquinas, se bifurca una toma por cada grupo. F. 31 108 F. 32 F. 33 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 34_ Central Hidroléctrica de Abaloz y Mendia. Andoain. La central de Laborde Hnos está situada en el kilómetro 82,300 a orillas del río Leizaran y aguas abajo de la Central del Leizaran. Es una central a pie de presa. Destaca la casa de máquinas y un pequeño cobertizo donde se ubican los mecanismos de las compuertas de la zona de la central. En el año 1905 la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica consiguió la concesión de 300 l/s mediante un salto efectivo de 5,5 m. En 1949 la empresa “Laborde Hnos” adquirió la citada central para afrontar las restricciones en el suministro de energía en la época de la autarquía. La central de Bertxin propiedad del Ayuntamiento de Andoain se halla situada en la margen izquierda del río Leizaran en el término municipal de Villabona. Su canal atraviesa los términos de Berastegi y Elduain. La concesión de agua existente actualmente fue otorgada en 1908 a Venancio Genua para aprovechar 1000 litros /s del río Leizaran y sus afluentes. Posteriormente se transfirió a Ramón Elosegi que obtuvo autorización para construir una presa de regulación de 12,50 m de altura y 300.000 m3 de capacidad. La sociedad “Electra de Berchin S.A.” compró en 1922 las instalaciones que constituyen el aprovechamiento y dicha sociedad las vendió al Ayuntamiento de Andoain en 1970. Pertenece a esta central una presa embalse de regulación cons- truida a principios de siglo. La construcción está hecha en forma escalonada y es de 60 m de longitud y 12,5 m de altura. A 400 m aguas debajo de la presa existe un azud de desviación de 35 m de longitud y 5 m de altura. Su construcción es de gravedad reforzada con contrafuertes. De este azud y por su margen izquierda se deriva un canal de 3.700 m de longitud que discurre a media ladera del monte y llega hasta la cámara de carga situada a 95 m de altura del eje de la turbina. Desde la cámara hasta la turbina el agua baja por una tubería forzada de 152 m de longitud y 0,8 m de diámetro. La producción tradicional tenía lugar gracias a una turbina francis. Posteriormente las instalaciones han sido reformadas. En el valle del Oria se halla la interesante Central Abaloz y Mendia, la central se sitúa al borde del cauce del río entre los municipios de Andoain y Lasarte. Se accede a ella a través de un puente. Esta central ha estado vinculada a la Papelera Mendia S.A. de Hernani. Esta fábrica disponía en 1913 de un salto en el río Oria para sus necesidades de 1000 HP y una reserva de dos centrales térmicas de 600 y 275 HP. La presa es de arco de gravedad de 60 m de anchura y un salto de tres metros. El canal tiene aproximadamente 1,5 km de longitud realizado en fábrica de mampostería caliza con revocos posteriores en cemento. Es de sección cuadrada con aliviaderos laterales y arranca del estribo izquierdo de la presa. F. 34 109 Arquitecturas e ingeniería del agua: En el Valle del Deba destaca en Oñati la existencia de interesantes centrales hidroeléctricas. Destaca entre todas la Central de Olate y la Central de Jaturabe. La primera fue instalada por la empresa Unión Cerrajera. Su ubicación primera fue al otro lado del río Arantzazu, donde en la actualidad se ubica un edificio de viviendas y reaprovechando las instalaciones del molino Lamiategi goikoa. En 1921 se construyó el edificio que ocupa la central en la actualidad. Hasta 1989 fue propiedad de la citada empresa, fecha en la que pasó a ser propiedad de la Sociedad Oñatiko Ur jauziak S.A. de la que el ayuntamiento de Oñati es coparticipe. Se ha adquirido con la intención de explotarla para autoabastecer al municipio de energía eléctrica. El ayuntamiento de Oñati ha querido continuar con esta actividad que ya inicio en el año 1928. De las siete turbinas que tenía solo conserva una. Hasta la última remodelación conseguía fuerza eléctrica gracias a siete grupos electromotrices que eran activados por cuatro saltos: Oñati, Nuestra Señora de Aranzazu, Saratxo y Zapata con desniveles de 103, 417, 220 y 273. El canal de Olate nace en la presa de Jaturabe a donde llegan las aguas de los ríos Araoz y Arantzazu principalmente y cuenta con un depósito de 450.000 m3. De aquí partía una tubería de carga que daba entrada al cuadal de la central. El canal de Arantzazu o Itzagain es el más largo y recoge el tributo de 256 regatas y alcanza una longitud de 11.600 m. El canal de Saratxo tiene un recorrido de 1674 m de los que 1 km está excavado 110 F. 35(1) paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. en roca. Por último el canal de Zapata tiene una tubería de carga más larga sin contar la que desde la central de Jaturabe se une a ésta en su inicio. Los grupos electromotrices eran siete uno para Zapata y dos por cada uno de los saltos. Todas las turbinas eran de la casa alemana Voith de Heindenhiem del tipo Pelton. El panel de cuadro de mandos era de la marca AEG. Toda la producción de las centrales de Olate, Lamiategi, Toquillo y Jaturabe se centralizaba aquí y era trasladada a la empresa Unión Cerrajera. El edificio de la central propiamente dicho es un edificio construido en la década de los años 20 de estilo ecléctico. Se divide entre la parte dedicada a la generación y adosada la parte de la transformación y salida de líneas en dos torretas que flanquean la construcción. En la fachada posterior se observan tres tuberías de carga procedentes de los saltos de Olate, Nuestra Señora de Aranzazu y Saratxo. Para que pudieran atravesar el río se construyó un puente. La sala de máquinas impresiona por su amplitud y limpieza Se halla perfectamente iluminada por un doble registro de vanos. El edificio es de planta rectangular con un piso en el cuerpo central y dos torretas que lo flanquean. Se labra en mampostería y se cubre a dos aguas con el caballete paralelo a la fachada principal en el cuerpo central y a cuatro aguas en las torres. F. 35(2) Conserva una turbina pelton del año 1921 de la marca Voith acoplado a un generador de la marca AEG acoplada a su vez a un generador, fuera de uso. F. 35(1)_ Central Hidroeléctrica de Olate. Oñati (vista 1) F. 35(2)_ Central Hidroeléctrica de Olate. Oñati (vista 2) 111 Arquitecturas e ingeniería del agua: F. 36_ Vista general de la Central de Jaturabe. Oñati. La otra central de la que ya hemos hablado, la Central Jaturabe se halla en el Barrio de Araotz. Aprovecha el canal de Olate que parte de la presa de Jaturabe para luego continuar hacia la central del mismo nombre. Las aguas sobrantes se reconducen por una tubería de carga, que atraviesa el barranco hasta el canal de Zapata. Esta central situada en el Barrio de Araotz era propiedad de Unión Cerrajera de Arrasate. Estuvo en funcionamiento hasta 1987. En la actualidad ha pasado a ser propiedad de la Sociedad que gestiona la Central de Olate. Se conserva una turbina de la marca J.M Voith Heideinheim que data de 1913. En el sector industrial fue básica la fuerza motriz eléctrica. Surgieron industrias que crecieron en torno a una previa instalación hidroeléctrica como es el caso de la Fábrica Altuna Hermanos o Garay Hermanos, las dos de Oñati. Estas hipotecaban su ubicación a la ventaja de situarse junto al lugar donde se producía la energía eléctrica. 112 F. 36 paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. En el extremo opuesto se encuentran las empresas que explotan centrales hidroeléctricas alejadas de sus centros de producción. Este sistema proliferó debido al abaratamiento de la distribución de la electricidad. Es el caso de la Sociedad Anónima Electra Irun - Endara constituida en 1902 cuyo objeto era la producción de energía eléctrica en la jurisdicción de la villa de Irun, con el agua procedente de la regata Endara y su transmisión a los puntos que interesara a la sociedad y a la explotación del Tranvía de Irun a Hondarribia. Utiliza un salto de 317 m con un caudal de 500 l /s obtenidas mediante la derivación de la regata Endara que se halla en Navarra con un canal de 13 kilómetros y una conducción forzada de 1300 m; en la década de los treinta contaba con 3 grupos electrógenos de 350 HP más un motor diesel de 500 HP. En la actualidad funcionan cuatro turbinas, dos de ellas de la fecha de la instalación de la central, el grupo diesel fue desmontado. La Sociedad explotadora de esta Central Irugurutzeta funcionó desde 1898. En un principio se denominó Endarerreca y ya en 1902 se constituyó la sociedad Anónima Electra Irun - Endara para la producción de energía eléctrica en Irun y su transmisión a los puntos que conviniera a dicha sociedad ya fuera en forma de fuerza o de luz y para la explotación del Tranvía de Irun a Hondarribia. Tenía otras dos centrales una en la margen izquierda del río Bidasoa en el término de las Nazas en el Ayuntamiento de Lesaka con un salto de 8,5 m y una tercera emplazada en el origen de la Regata Endara en Lesaka Navarra y utiliza las aguas de un embalse regulador construido en dicho punto. Utiliza un salto de 317 m con un caudal de 500 l/s obtenidas mediante la derivación de la Regata Endara que se halla en Navarra, con un canal de 13 kilómetros y una conducción forzada de 1300 m. En la década de los años treinta contaba con tres grupos electrógenos de 350 HP compuestas cada una por una turbina pelton más un motor diesel de 500 HP. F. 37 F. 37_ Central Irugurutzeta. Irun. 113 Arquitecturas e ingeniería del agua: En Zegama en el año 1926 la Cía Mercantil Electra Aitzgorri S.A. era la propietaria de dos centrales Ezpaleo y Aldaola las dos unidas por un complejo sistema de canales y depósitos. Ambas proporcionaban energía eléctrica a 7 municipios del Goierri, hasta que en 1969 Iberduero se hizo con el control del abastecimiento de energía eléctrica de la zona y la Electra pasó a proporcionar energía a la Papelera de Zegama hasta su cierre definitivo en 1987 año en el que se paralizaron las dos centrales. A principios de los años 90 tras realizar numerosas reparaciones, ambas centrales han reanudado su actividad y la energía obtenida en ellas es vendida a la red de Iberdrola. Históricamente también fueron habituales pequeñas asociaciones de vecinos de zonas rurales o caseríos aislados que deciden realizar una inversión de capital con objeto de proveerse de electricidad en la época en la Iberduero S.A. no garantizaba el suministro. F. 38 114 Es el caso del Caserío Kortabarri en el Barrio Olabarrieta de Oñati que cuenta con una turbina en desuso. Hubo también empresas que animadas por el mundo de la electricidad se dedicaron a la fabricación de aparatos eléctricos como la firma Anitua e hijos de Eibar. Dispersos por Gipuzkoa se encuentran todavía restos de calidad excepcional, centrales, conducciones de agua, maquinaria en desuso con una gran fuerza icónica e imagen insustituible del paisaje guipuzcoano. Junto a las casas de máquinas se elevan todos los elementos de la tecnología aplicada: torres de transformación, líneas eléctricas y últimamente las nuevas presas transformadas para que la vida piscícola sea una realidad. La mayoría de las centrales que entraron en funcionamiento a finales del siglo XIX continúan en activo en la actualidad. En los últimos años y teniendo en cuenta el desarrollo de las pequeñas centrales, éstas han sido objeto de importantes mejoras. Todavía se conservan sin embargo algunas de las viejas turbinas a las que se han adaptado modernos motores y reguladores. En muchos casos las que habían sido centrales hidroeléctricas muy productivas se cerraron, tras entrar en una fase de rendimientos decrecientes. Servían como hemos ido viendo para producir la energía que necesitaba la fábrica o pequeños núcleos de población. Al extenderse la red interpeninsular estas centrales comenzaron a no ser rentables. En nuestros días asistimos sin embargo a la inversión de los términos. La crisis energética y la búsqueda de fuentes alternativas incluso ecológicas actualizan el uso de la hulla blanca. Se actualizan, pero en muchos casos la automatización trae consigo la eliminación de las viejas turbinas testigos de la tecnología pionera por otras más potentes y más productivas. También las obras de ingeniería han sufrido importantes transformaciones con las escalas para que los peces no vean interrumpido su ciclo vital. Igualmente el uso del agua tiene mucho que ver con el uso medicinal e higiénico, por ello se edificaron en muchos de los municipios en sus principales plazas fuentes y lavaderos. La mayoría son anteriores a la época de la industrialización en la que nos hemos detenido. Sin embargo señalamos el lavadero de Irura que data de 1889. Destaca por la originalidad de la traza: un octógono cubierto sostenido por columnillas de fundición, con una singular pila o depósito en forma de estrella de seis puntas junto a las que se sitúan las piedras de lavar. paisaje y patrimonio en Gipuzkoa. F. 38_ Lavadero de Irura. F. 39_ Planta embotelladora de Zestoa. F. 39 También fueron importantes en el pasado en Gipuzkoa instalación de balnearios, establecimientos sanitarios con baños medicinales. Hubo balnearios de este tipo en Gabiria, Ataun, Ormaiztegi, Zestoa, Alzola en Elgoibar. La importancia de las aguas medicinales de Zestoa llevó a la familia Echaide en 1901 a vender el establecimiento del Balneario a la Sociedad Anónima “Aguas y Balneario de Cestona”, y esta Sociedad será la que en 1904 construya la planta para embotellado de las aguas, junto a la primitiva Casa de Baños. La planta embotelladora se amplió en los años 50, y se cerró a finales de los 60. Hoy en día ha desaparecido el primitivo sistema de captación de aguas desde el manantial, al igual que la maquinaria de la propia planta embotelladora. También en Lizartza ha sido explotado un manantial de agua mineral natural con gas y sin gas desde el año 1888. En julio de 2003 sufrió un grave incendio. En la actualidad está de nuevo en funcionamiento. 115 Arquitecturas e ingeniería del agua: Fuentes Archivo de la Comisaría de Aguas. Confederación Hidrográfica del Norte. Ministerio de Medio Ambiente. Inventario de Patrimonio Industrial y Obra Pública. Centro de Patrimonio. Departamento de Cultura. 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Diputación Foral de Gipuzkoa. 117 Los lavaderos de mineral de hierro en la cuenca minera vizcaína. Antonio Hernández Almaraz Los lavaderos de mineral de hierro 3 Los lavaderos de mineral de hierro en la cuenca minera vizcaina. Antonio Hernández Almaraz Introducción El agua de los ríos y arroyos de Bizkaia, cuando su uso no iba más allá de la obtención de energía mediante de saltos de agua, era de gran calidad. Con la llegada de la industrialización, y especialmente con el boom minero, empezó a utilizarse para usos distintos al del consumo humano y comenzó su deterioro. Antes incluso de que el agua se comenzara a usar en el tratamiento del mineral, el progresivo vertidos de escombros de mineral de hierro en los cursos fluviales produjo la alteración de sus cauces, su contaminación y la destrucción del hábitat, en detrimento de la agricultura y la salud pública. Por todo ello, el agua llegará a convertirse en un medio de transmisión de enfermedades del aparato digestivo, como el cólera, la disentería, la gastroenteritis, el tifus, etc., y solo tras continuas denuncias por parte de los ayuntamientos contra las empresas mineras, se acabará generalizando la construcción de depósitos para evitar el anegamiento de los cauces. 120 Aunque en los comienzos de la minería, el mineral carecía de impurezas y se vendía sin ningún tipo de tratamiento, a partir de 1891 su agotamiento obligó al aprovechamiento del mineral mezclado con arcilla que había que eliminar en los lavaderos. Este tratamiento producía gran cantidad de lodos que al depositarse en los ríos enfangaban los acuíferos utilizados para el consumo humano. en la cuenca minera vizcaina. El origen de todos estos problemas, tenemos que situarlo en las profundas transformaciones que sufrirá Bizkaia por el boom minero que se producirá entre 1876 y 1914. El fin de la última guerra carlista traerá consigo la derogación de las disposiciones forales que pesaban sobre la extracción y el arrastre de mineral, con la prohibición expresa de su exportación al extranjero. Este hecho fue favorecido por la introducción de conceptos liberales de propiedad, que permitirá la definitiva intervención de las empresas siderúrgicas europeas en el desarrollo del capitalismo vizcaíno, que optaron por varias vías de inversión. F. 01 Por un lado estaban los que buscaban la exportación de lingotes de mineral ya fabricados. Este fue el caso de la compañía inglesa The Cantabrian, que tras construir una fábrica siderúrgica en las marismas de Sestao, registró un conjunto de minas en Galdames y construyó en 1870 el ferrocarril Bilbao River and Cantabrian Railway Co. Ltd. para dar servicio a la fábrica. Al fracasar este intento, Martínez de las Rivas compró la fábrica y la empresa inglesa Bilbao Iron Ore, constituida en 1871, con la que continuará la explotación del coto de Galdames y el ferrocarril. Tras estos intentos, las grandes compañías siderúrgicas europeas se decantarán por la exportación de mineral, ya que su finalidad era lograr un abastecimiento regular de óxidos de hierro a precios inferiores a los del mercado, que les permitiera fabricar aceros más competitivos. Con este fin estas empresas lograrán acuerdos con los grandes propietarios de las minas situadas en la zona más rica del gran criadero de Triano - Matamoros y entre 1871 y 1876 fundarán en Bizkaia un grupo de empresas mineras filiales. Estas procederán a un alto grado de integración económica en sus explotaciones, asociando las actividades de arranque, beneficio y transporte de minerales. Para ello realizarán grandes inversiones de capital en la infraestructura técnica que precisaba su explotación intensiva, lo que a su vez les va a convertir en protagonistas de la gran expansión productiva de Bizkaia. Así surgirá la Luchana Mining, creada en 1871, por Sir W. Armstrong y Bolckow y Cía. Explotará un coto de 516 ha. situado en barranco del Cuadro, al S-E del criadero de Triano - Matamoros, hasta 1887 en que lo arrendará para atender el ferrocarril del Regato que uniría sus minas con la ría. F. 01_ Instalaciones de la mina Josefa en La Peña (Arrigorriaga), durante la 2ª década del S. XX (Archivo Ortega). 121 Los lavaderos de mineral de hierro A continuación se fundará la Orconera Iron Ore, la empresa más importante de todas. Será creada en Londres en 1873 por tres compañías siderúrgicas europeas e Ibarra Hermanos y Cía. y C. Zubiría para explotar, en régimen de arrendamiento, parte del coto que los Ibarra tenían en Matamoros y Triano. La Société Anonyme Franco Belge des Mines de Somorrostro, será la última en aparecer y la segunda en importancia de la cuenca vizcaína. Fue fundada en París en 1876 por dos siderurgias francesas, una belga y José Antonio de Ibarra e Ibarra Hermanos y Cía. Otros empresarios que también protagonizarán esta expansión productiva, se localizarán en el coto minero de Castro - Urdiales, prolongación del vizcaíno. Allí nos encontramos en 1880 con la empresa del industrial José Mac Lennan, la principal y más antigua de las creadas en la costa occidental vizcaína. En 1880, para explotar las minas de Dícido, se funda Hollway Brothers, que será vendida a John Bailey Davies y Guillermo de Goitia de Bilbao, quienes crearán en 1883 la Sociedad The Dicido Iron Ore C.L.T.D. En 1886 los Sres. Sota y Aznar de Bilbao, crearán la Sociedad de Minas de Setares, S.A. (Cía. Minera de Setares). Su finalidad será explotar las zonas mineras de Setares y Saltacaballo. La llegada de todas estas compañías va a provocar un boom minero que habría que englobar dentro del proceso de transformación que a partir de la segunda mitad del S. XIX se va a producir en la industria europea y española. En el caso vizcaíno estas transformaciones se sumarán, tanto a la profunda crisis agrícola que atravesaba, como a su tradición ferrona, para orientar su economía hacia el desarrollo de la actividad minera que se convertirá en la forma de producción dominante en el País Vasco. 122 Esta repentina demanda de los óxidos vizcaínos estará motivada por el descubrimiento en 1856 del convertidor Bessemer. Este permitía fabricar acero de calidad a bajo costo, pero precisaba de minerales no fosfóricos, que las compañías europeas encontraron, tanto en el F. 02_ Plano de los muelles y cargaderos situados en el fondeadero de San Nicolás, entre los ríos Cadagua y Galindo, realizado por A. Marcos Martínez, ingeniero de la Sdad. Franco-Belga en 1875 (AFB/BFA. Agruminsa 0263/001 [046]). F. 02 en la cuenca minera vizcaina. criadero de Bizkaia como en el de Kiruna, en el Norte de Suecia. El clima y orografía adversa suecos, hicieron que la demanda se decantara por el primero, que ofrecía además una serie de ventajas. Por un lado, existía un mineral homogéneo, que aparecía en depósitos de gran potencia y riqueza metálica, hasta tal punto que en proporción a su superficie, no ha habido ningún distrito ferrífero que haya superado a Bizkaia en riqueza; además, al explotarse las minas a cielo abierto y poseer una mano de obra abundante y muy barata, los costes de producción se redujeron notablemente; por otro las minas estaban situadas apenas a 14 Km. de la costa, lo que abarataba el transporte hasta los puertos de embarque, en los que se creará una infraestructura portuaria y de transportes, que permitirá la explotación y exportación del mineral por la ría de Bilbao, hecho que permitirá el aumentó el tonelaje de los buques, lo que junto a la práctica de la navegación de retorno conseguirán el abaratamiento de la explotación y los fletes de los barcos, lo que permitirá importantes márgenes de beneficios que atraerán a las principales siderurgias europeas que, en colaboración con empresarios mineros locales – Ibarra Hnos., Chavarri Hnos., etc –, se lanzarán a la explotación de la cuenca minera vizcaína. Al exportarse casi todo el mineral que producía el distrito minero, se va a producir un gran crecimiento del tráfico en la ría de Bilbao que obligará a acondicionar la zona portuaria, sobre todo en el tramo comprendido entre la desembocadura del Cadagua en Zorroza y la antigua playa de Sestao, donde la mayoría de las compañías mineras irá construyendo sus cargaderos. Con la constitución en 1877 de la Junta de Obras del Puerto de Bilbao, se afrontará la mejora y adaptación del puerto y ría de Bilbao. Será el ingeniero Evaristo Churruca quien entre 1880 y 1903 procederá a encauzar el curso de la ría y a construir el Muelle de Hierro de Portugalete que eliminará la barra de arena que dificultaba el acceso a la embocadura. Al finalizar el siglo, ya se había completado un nuevo trazado para el curso de la ría del Nervión, había nuevos muelles y el calado había aumentado, hasta tal punto que la carga máxima transportada por los cargueros pasará de 1.690 Tm. en el año 1.881 a 5.380 Tm. en 1895 (Hernández, 2002). 123 Los lavaderos de mineral de hierro El lavado del mineral de hierro. Las balsas de decantación. Como hemos mencionado, el mineral de hierro que existía en Bizkaia tenía una serie de cualidades que lo hicieron muy codiciado; veamos algunas de las características de los minerales que aquí se explotaron: F. 03 La vena y el campanil son óxidos férricos o hematites roja. El primero tiene una ley metálica de hasta el 60%. Es un mineral superficial, de color morado muy oscuro, de textura blanda y pulvurenta; es el mineral de las ferrerías vizcaínas y se agotó rápidamente. El segundo también es un óxido férrico o hematites roja con una ley metálica del 55 al 56%; de estructura cristalina, se presentaba en grandes masas superficiales que al ser golpeadas producían un sonido de campana, de ahí su nombre. Fueron muy abundantes en la zona de Triano. El rubio es un óxido de hierro hidratado o hematites parda, que en Bizkaia por su color se conoció en el mercado como rubio; es un óxido de hierro hidratado o hematites parda que se agrupa en la especie mineralógica goetita (Fe203. H2O), que contiene en la especie pura 62,9% de hierro y un 14% de agua de cristalización. Es producto de la oxidación del carbonato de hierro, verificada de la superficie hacia adentro en forma de cáscara de nuez; de hecho si vemos una sección de la misma, encontramos en el centro hueco una goetita pura, que a medida que nos acercamos hacia la superficie se va volviendo terrosa y con mayor mezcla de ganga. Cristaliza en el sistema romboédrico. Es un mineral con muy poco contenido en fósforo y sin sulfuro. Su ley metálica oscila entre el 52 y 55%. Su aspecto varía mucho, es terroso, leñoso, masivo y fibroso. 124 Abundó en toda la cuenca vizcaína. Prácticamente toda la masa de Matamoros y Castro-Urdiales pertenecía a esta variedad. (Balzola, 1966). El carbonato es el hierro espático o siderosa con una ley metálica en torno al 34 y 40%. Se solía encontrar a cierta profundidad, debajo del rubio y otras variedades. Tenía muchas impurezas. Era especialmente abundante en la mina Concha 2 – yacimiento de Bodovalle – de la Franco - Belga. Al aparecer las hematites roja (vena y campanil) y parda (rubio) en los estratos superficiales, la explotación en el distrito minero de Bizkaia fue de gran sencillez. El laboreo solía ser a cielo abierto, mediante el procedimiento de ‘bancos o testeros’, de alturas que oscilaban de 15 a 30 m.; solían estar unidos por planos inclinados hasta los que se acarreaba mineral con animales, aún tras la mecanización del transporte. En los casos en que el laboreo se realizaba subterráneamente, se empleaba el método de huecos y pilares, pero en general las labores se solían reducir a un trabajo de cantera que apenas se precisaba mano de obra cualificada. La explotación tampoco exigió de grandes inversiones y cuando se hicieron, estas se concentraron en la creación de un sistema de transporte que permitiese conectar de una forma eficiente las minas y los cargaderos. Sin embargo, con el paulatino agotamiento los óxidos de hierro, la preparación de las menas – el lavado y la calcinación del mineral – concentrarán la mayor parte de las inversiones realizadas en las explotaciones del anticlinal vizcaíno. Las ventajas que ofrecía la cuenca vizcaína para su explotación, unida a la fuerte demanda de mineral existente, provocará una explotación tan intensiva que traerá consigo el agotamiento de los criaderos en un proceso que pasará por cinco períodos: El primero, coincidiría con la explotación de la vena para las ferrerías y los comienzos del boom minero. El segundo período, se producirá entre 1875 y 1885 con el empleo del campanil como sustituto de la vena para la fabricación de acero por el procedimiento Bessemer, en la cuenca minera vizcaina. F. 03_ Muestra de hematites parda, conocida en Bizkaia como rubio. (Colección Particular). F. 04_ Paisaje calizo de la Jarilla (Galdames), tras haber sido extraído el mineral (Colección particular). F. 04 recién descubierto. La tercera etapa tendrá lugar en torno a 1880 - 1885 con el aprovechamiento del rubio, tanto para la exportación como para abastecer la incipiente siderurgia local. El aumento de la demanda y el agotamiento de las variedades anteriores, obligará a partir de 1890, en un cuarto período, a aprovechar las grandes reservas de carbonato de hierro existentes y que hasta ahora se despreciaban por su baja ley. La última etapa – objeto de este estudio – coincidirá con las postrimerías del siglo XIX, en que el agotamiento paulatino del rubio, obligará a aprovechar las ‘chirtas’ y menudos. Estos se habían ido acumulando en enormes escombreras, cuando la abundancia de mineral de calidad, unida a las dificultades mecánicas que existían para tratarlas en el horno alto, hizo que fueran desechadas (Hernández, 2002). En la minería vizcaína se solía llamar escombro a la tierra, rocas y otros minerales que cubrían el mineral de hierro. Aunque también solían aparecer el rubio y la chirta mezclados con el escombro, ya hemos visto que no era económicamente rentable su separación. Las escombreras formadas por el depósito de estos materiales se ubicarán en minas abandonadas u otros lugares donde se suponía que no había mineral. Con el nombre de chirta los mineros de Bizkaia designaban a los minerales menudos diseminados en la superficie. Consistía en una mezcla de nódulos de hematites (campanil o rubio) de tamaño variable y forma redondeada, que se hallaban generalmente mezclados con arcillas, rocas u otros materiales, que podían llegar al 50 ó 60%. Aunque la arcilla podía acompañar al mineral de forma natural, a menudo su aparición era resultado de la mala explotación de las minas en el pasado. Al no separarse previamente la capa de tierra – montera – que cubría el rubio, en el trabajo de descombro se producía la mezcla de la tierra con el mineral, que acababa en las escombreras. El resultado era que había que deslodar dos o tres Tm. de menudos para obtener una de lavado, apto para su utilización en el horno alto. El espesor de las chirteras era variable – oscilaba entre 1 y 70 m. de profundidad – y surgían en grandes cavidades dolomíticas de caliza cretácica, que tras la extracción del mineral, formaba el característico paisaje de rocas erizadas de agujas y pirámides corroídas. 125 Los lavaderos de mineral de hierro Su formación es de origen sedimentario y posterior a la de las rocas sobre las que asoma el mineral. Surgió de dos formas: La más habitual será la originada por minerales de acarreo, esto es, por fragmentos desprendidos de yacimientos que han sido arrastrados por las aguas y depositados en otros lugares. La otra se forma en el mismo lugar en que aparece y procede de erupciones geiserianas de aguas ferruginosas ácidas que han sustituido la caliza por el mineral. La acción humana también interviene de forma determinante en la formación de estos depósitos. Tanto las voladuras para formar los bancos de trabajos, como el posterior barrenado para partir los trozos grandes de mineral antes del escogido, producían gran cantidad de escombros y detritus, que contenían menas difíciles de separar a mano. Esto hizo que se produjese una revalorización de las escombreras, ricas en rubios de baja ley, chirtas y carbonatos, que hasta entonces no tenían valor comercial porque al aparecer el mineral disgregado en pequeños nódulos entre masas arcillosas, había que someterlo a un tratamiento posterior en los lavaderos. El desescombreo manual del mineral era una labor que exigía mucha mano de obra. Éste se realizaba mediante rastrillos y cestos con los que se cargaban las vagonetas; éstas eran arrastradas por caballerías hasta los planos inclinados o tranvías aéreos que los transportaban hasta unos depósitos donde, tras un almacenamiento temporal, se llevaban hasta los cargaderos o la instalación de lavado en el caso de las chirtas. El despilfarro que caracterizó las tres primeras etapas de la minería, hizo que se desecharan con el estéril los minerales de baja ley o llenos de arcilla. De los millones de toneladas que se removieron, solo una pequeña parte salió hacia los cargaderos o las fábricas siderúrgicas, la mayoría se acumuló en las escombreras. Tal fue la cantidad de estériles y de menudos, que llegaron a plantear problemas para su depósito. Aunque en los comienzos de la minería se acumulaban en los espacios libres que había entre las distintas concesiones, como las de la mina Sol, Diana o San Bernabé, a la larga se acabó recurriendo para su almacenaje indefinido a las zonas ya explotadas, como las ubicadas en el Zarzal o El Escorial (Ortuella), La Peña (Bilbao) o El Casal (Abanto). Estas enormes masas de escombro, además de acarrear notables pérdidas económicas, acabaron por convertirse en un elemento consustancial con el paisaje minero. De esta forma las minas a cielo abierto y las escombreras acabaron remodelando el relieve original y formando otro totalmente distinto, lleno de heridas y hondonadas en el caso vizcaíno y de pilares o agujas dolomíticas, en las antiguas explotaciones cántabras. 126 La generalización del lavado del mineral para el aprovechamiento de las escombreras, se produjo a finales del siglo XIX. Ello se debió al crecimiento de la demanda del mineral vizcaíno en el mercado europeo que obligó a su explotación masiva y trajo consigo el progresivo agotamiento de los campaniles y rubios. F. 05_ Desescombreo con rastrillo y cestos en las minas de Dícido (Castro-Urdiales), en 1908 (A short history of the Dícido Iron Ore Company…, 1908). F. 05 en la cuenca minera vizcaina. Las primeras formas de aprovechamiento de las chirtas empezaron realizándose en el propio tajo por los mineros mediante un cribado con el que eliminaban el polvo de arcilla. Era un proceso lento, pues primero había que hacer una criba con cedazos y posteriormente dos y tres recribas más con garbillos; además como el cribado era impracticable con la arcilla húmeda y en el anticlinal vizcaíno llovía un promedio de 150 días al año, a menudo había que esperar varios días a que las tierras se secaran. Éste sería el caso del coto de Castro - Urdiales, donde varias empresas, tras practicar una serie de ensayos con el mineral de sus chirteras, montaron una serie de instalaciones. Entre ellas, destacaron la Cía de José Mac Lennan, que ya en 1872 realizó algunos ensayos de lavado, en 1892 decidió instalar cinco trómeles contratados con la casa Humboldt (de Kalk, Alemania), y la Cía. Minera de Setares, que a mediados de 1891, aprovechando un antiguo molino cercano a Ontón, instaló un lavadero para desenlodar las 600.000 Tm. de menudos que originaba su explotación. Todo esto aumentaba los costes de producción y reducía la competitividad, por lo que se acabó aprovechando sólo el grueso arrancado de los bancos, hasta que se generalizó el lavado del mineral. Este tratamiento tuvo gran importancia económica y territorial, ya que, por un lado posibilitará la explotación de los minerales hasta entonces despreciados por sus impurezas y baja ley, y por otro lado, al tener que instalarse los lavaderos fuera de las explotaciones mineras – necesitaban agua abundante, que en pocos casos aparecía junto a los tajos –, se extendió el marco de la actividad minera. Posteriormente, en 1897, tenemos constancia de un lavadero instalado en la zona del Regato por la empresa Rivacoba para lavar las chirtas de las minas Dificultosa y Concepción. Allí, aprovechando los 5 litros por segundo de un regatillo de Samunde, hicieron una pequeña presa de fábrica a 80 m. aguas arriba, que mediante una tubería de hierro fundido conducía el agua al lavadero situado a una cota 24 m. más baja. Este sistema será el exponente de lo que los mineros con pocos recursos harán para beneficiar sus minerales (Álvarez y Simón, 2004). Los ensayos para encontrar un método que permitiera aprovechar las tierras mineralizadas de las escombreras, empezarán a finales de la década de 1880. El lavado de las chirtas comenzó realizándose de forma manual, removiendo los terrones secos en el agua con un rastrillo, pero el sistema que se acabó generalizando fue el lavado mecánico, mediante trómeles deslodadores. En el lavado se separaban los nódulos de mineral de las arcillas. Existen noticias de que ya en épocas remotas se procuraba separar con auxilio del agua corriente o estancada las partículas de mineral de la arcilla que las envolvía. Cuenta Publio Agrícola en una de sus obras, que en los tiempos romanos se hacía esa operación por medios manuales en grandes tanques de agua. El primer precedente se producirá en el año 1889, en los lavaderos instalados en Cabarga (Cantabria), para tratar los depósitos de óxidos é hidróxidos de hierro, que eran muy abundantes, pero con tanta sílice, que fue imprescindible su utilización. Pero los primeros ensayos con éxito que animaron a la difusión de este procedimiento, se produjeron en torno a 1891 en Bizkaia. Allí los Sres. Larrucea y López construyeron en la mina Marta (Abanto) el primer lavadero. El proceso consistió en hacer pasar el mineral a lo largo un cilindro de tela metálica, sumergido en un depósito de agua, que al girar lo batía y separaba la arcilla que se depositaba en el fondo, a través de la tela metálica. Tras este ensayo, el uso de los lavaderos – donde se sustituirá el cilindro por trómeles – se fue generalizando, hasta el punto de que era rara la explotación de la cuenca minera que no tuviese uno. 127 Los lavaderos de mineral de hierro El funcionamiento de los lavaderos era bastante sencillo en los dos sistemas de lavado que se emplearon; básicamente se diferenciaban en la forma en que se movía el mineral a desenlodar. Las tierras ferríferas llegaban en vagonetas o baldes a las maseras que eran grandes depósitos dispuestos en talud y con una forma tal que permitía la entrada del mineral en el trómel con un mínimo esfuerzo. Allí el mineral se almacenaba y se clasificaba en dos tamaños; para ello se aplicará agua a presión sobre el mineral, dispuesto sobre una parrilla de hierro con perforaciones rectangulares. El material que atravesaba las perforaciones, se deslizaba y distribuía por los trómeles. La parte que había quedado en la plancha, se sometía a un escogido posterior. En el primer sistema, el elemento básico era el trómel (tambor en alemán) y se derivaba del modelo alemán Humboldt. Este era un gran cilindro giratorio de chapa metálica que se componía de dos estructuras unidas entre sí. La primera era cilíndrica, y tenía una longitud de unos 5 m. de largo por 2 a 2,50 m. de diámetro (los dos tercios del aparato), donde se situaba la entrada del mineral. La segunda era cónica y tenía una sección de 1,60 m. de eje y 0,50 m. de diámetro en la base menor (suponía el tercio restante del aparato); en ella estaba la salida del mineral limpio, donde a veces se adosaba un cilindro agujereado. F. 06 128 en la cuenca minera vizcaina. F. 07 En sus paredes interiores, remachadas o soldadas, iban unas barras rectangulares y una pieza de hierro de forma de helicoidal. Las barras defendían la chapa de los golpes y permitían – con la ayuda del agua – el deslodamiento. Las hélices servían para dirigir el mineral hacia la boca de salida. El trómel era bastante pesado, por lo que iba encajado en un bastidor. Tenía un movimiento de rotación producido por una rueda dentada fijada alrededor del aparato y engranada en una corona. Estaba apoyado en varios rodillos por cada lado, que rotaban en su mismo sentido para facilitar su movimiento. La corona estaba engranada en un motor que hasta los años veinte fue una máquina de vapor y posteriormente un motor eléctrico. El mineral envuelto en arcilla y ya seleccionado, era arrastrado con chorros de agua a presión hasta la parte cilíndrica del trómel, desde donde ascendía empujado por las hélices de su interior. F. 06_ Restos de un antiguo trómel, perteneciente al lavadero de la mina Dolores, del Saúco (Galdames). Actualmente se encuentra en el Museo de la Minería del País Vasco, de Gallarta (Colección particular). F. 07_ Proyecto de instalación de trómeles en las minas Rubias (Putxeta, Muskiz) (BFA/AFB. Agruminsa 1467/020). 129 Los lavaderos de mineral de hierro El agua del lavado se introducía por la parte cónica delantera, que al circular en sentido contrario gracias a la inclinación del aparato, separaba el mineral de la ganga soluble – fangos e impurezas más ligeros que el mineral al que acompañaban –, que arrastraba consigo hasta la boca de entrada. Por la boca de salida el mineral limpio caía a un plato o cinta de estrío y el lodo que aún acompañaba al mineral, se filtraba por el cilindro agujereado. Fue empleado mayoritariamente en la cuenca vizcaína. F. 08 El segundo sistema se basaba en la batidera. Apareció poco después y era un artilugio de hierro, dispuesto horizontalmente en forma de canal semicilíndrico de 10 a 12 m. de longitud y 1 m. de diámetro, donde el mineral era impulsado por un árbol de paletas giratorio, situado en su eje longitudinal y que debía librar unos diques de hierro, dispuestos en cada metro. Con esto el mineral grueso era separado de la arcilla y empujado hacia la boca de salida, ayudado por la inclinación del aparato. De ahí pasaba a un pequeño trómel troncocónico donde se completaba el lavado, separando los lodos del mineral fino. F. 08_ Lavadero de Morero (1925). Estaba situado en la desembocadura del río Pas (Maliaño, Cantabria) y lavaba el mineral procedente de la mina Ciega, de la Cía. Orconera Iron Ore. En la fotografía se pueden apreciar las batideras usadas para el deslodamiento (BFA/ AFB. AHVF 0022/029). F. 09_ Modelo de batidera para el lavado del mineral de hierro, construida en 1909 por la empresa Bernardo Lavín, de El Astillero (Cantabria) (Elaborado a partir de: González Urruela, 2001: 75). 130 en la cuenca minera vizcaina. Tras el doble proceso, el mineral limpio y clasificado en dos tamaños caía en unos depósitos, listo para su transporte hasta los cargaderos. Los lodos, si contenían finos se sometían a nuevos procesos de lavado. En caso contrario, hasta que entró en vigor la obligación de decantarlos, se echaban a los ríos, arroyos o marismas. Otro aspecto favorable al sistema de batideras, era que resultaban mucho más baratas que el alemán. Esto explicará que lo adoptasen preferentemente empresas pequeñas, sobre todo en Cantabria; en ello influirá el hecho de que la empresa que las fabricaba eran los talleres Bernardo Lavín, de El Astillero. (González Urruela, 2001). La ventaja de este sistema radicaba en que las batideras trabajaban a más revoluciones que los trómeles, ya que las primeras daban 30 a 40 vueltas por minuto y los trómeles de 7 a 8. Además, según técnicos de la época, consumía menos energía, usaba menos agua. Los resultados de estos dos métodos iban en función del tipo de tierras a tratar; las batideras evitaban la formación de bolas de arcilla por lo que eran más beneficiosas para el tratamiento de las tierras arcillosas, los trómeles eran más adecuados para las tierras sueltas, más propias del mineral vizcaíno, ya que en ellos sí se solían producir este tipo de bolas (Cueto, 2006). F. 09 131 Los lavaderos de mineral de hierro Al final, en las empresas que podían permitírselo, se acabó imponiendo una combinación de los dos sistemas. Es decir que se solía usar una batidera o “patuillet” para que emulsionase la arcilla antes de entrar en los trómeles, con lo que se conseguía un deslodamiento más rápido y eficaz. En otros casos, los más habituales, se utilizó la combinación de batidera - trómel sólo para el lavado de los finos. El número de fases que se realizaban en el proceso de lavado, dependían en gran medida de la cantidad de agua disponible en las instalaciones. Cuantas más fases de lavado se incluyesen, más mineral se recuperaba y más limpio salía, con lo que su valor económico aumentaba, pero como el proceso también se encarecía, su límite estaba en los contratos que las compañías acordaban con su clientela para su comercialización. Como las aguas fangosas que salían de los trómeles aun conservaban menudos, antes de canalizarse hacia balsas de decantación, se solían tratar de nuevo en dragas y laberintos. F. 10 132 F. 10_ Proyecto de una instalación para aprovechar los residuos de mineral, realizado por la Sdad. Franco-Belga en 1904) (BFA/AFB. Agruminsa 1467/027). F. 11_ Esquema de un trómel con plato clasificador, perteneciente al lavadero que José Mac Lennan, tenía en Cobarón (Muskiz) en 1906 (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L-14/C-365). en la cuenca minera vizcaina. En este nuevo proceso, los fangos eran conducidos por un canal a unos tanques desde los que eran elevados por medio de dragas de cangilones a otros trómeles de pequeño tamaño, en los que se volvían a lavar los menudos, de donde salían los primeros finos. Si se querían conseguir segundos finos, se debía volver a pasar el agua por otras dragas. Hubo compañías que para conseguir un aprovechamiento aún mejor de los minerales llegaron a utilizar procedimientos como el de los cajones alemanes, que eran unos laberintos, canales o cajones donde se aprovechaba la diferencia de densidad entre la arcilla y el mineral, para lograr que este último se depositase en el fondo y permitiera su recuperación mediante palas; otras empresas usaron los Spitzkasten de Rittinger o grandes cajas de forma piramidal de entre 0,50m. y 2 m. de sección y una altura de 4 m. (González Urruela, 2001). Los menudos una vez lavados y limpios de arcilla, caían por la boca del cono, en los platos clasificadores (las variantes dependían del sistema de lavado empleado). Estos consistían en grandes platos giratorios de hierro de unos 4 m. de diámetro que se situaban en edificios iluminados por un gran ventanal, que se abría con el buen tiempo. Para realizar el escogido, los trabajadores se situaban a alrededor del plato y tras extender el mineral con palas, iban separando a mano el estéril que acompañaba a la mena y seleccionando esta última según su tamaño. Posteriormente, los platos fueron sustituidos por cintas transportadoras. El mineral limpio caía por un hueco del plato a una rampa por la que iba hasta un depósito. Allí se almacenaba a la espera de su embarque a través de los cargaderos de mineral. F. 11 133 Los lavaderos de mineral de hierro El número de fases que se realizaban en el proceso de lavado, dependía en gran medida de la cantidad de agua disponible en las instalaciones. Cuantas más fases de lavado se incluyesen, más mineral se recuperaba y más limpio salía, con lo que su valor económico aumentaba, pero como el proceso también se encarecía, su límite estaba en los contratos que para su comercialización acordaban las compañías con su clientela. En cada lavadero trabajaban unas catorce personas. Al llegar el mineral mojado, el ambiente de trabajo era frío y muy húmedo, sobre todo en invierno. Hacia 1920 - 1930, se generalizó el trabajo de las mujeres en los lavaderos, la mayoría de ellas eran solteras o viudas de la zona, que empezaban a trabajar a los 14 años. La jornada laboral era de ocho horas, con una parada al mediodía de una hora (dos en verano) para comer. Durante el trabajo no se permitían distracciones y aunque el trabajo no era a destajo, debían lavar todo el material que llegaba. En su trabajo eran supervisadas por un encargado y asistidas por un pinche o un minero imposibilitado para trabajar en la mina; se encargaba de retirar el estéril, que ellas iban depositando en cestos, y llevarlo a unas vagonetas para su traslado a los vertederos (Urdangarín e Izaga, 2001). El salario era muy bajo; como podemos ver en la tabla adjunta, las mujeres ganaban el 50% menos que los hombres e incluso menos que los peones. Hacia 1923 la empresa solía cotizar por un seguro que les daba derecho a una pensión de jubilación. Como cada vez escaseaban más los minerales puros, la importancia de los lavaderos fue creciendo hasta llegar a convertirse en algo imprescindible para la explotación minera del anticlinal vizcaíno. La rentabilidad de estas instalaciones dependerá del tratamiento de grandes cantidades de mineral, lo que exigirá importantes inversiones y costes de explotación, que harán necesaria una reorganización empresarial que sólo estaba al alcance de grandes empresarios, que casi llegarán a monopolizar la actividad minera. 134 AÑO PEONES MUJERES 1887 1900 1913 1939 2.75 ptas. / día 3.00 ptas. / día 3.41 ptas. / día 9.75 ptas. / día 1.25 ptas. / día 1.34 ptas. / día 1.45 ptas. / día 6.80 ptas. / día PINCHES 1.79 ptas. / día 1.98 ptas. / día 2.30 ptas. / día 6.15 ptas. / día F. 12_ Mujer trabajando en un lavadero de mineral. Cuadro de Lucas Alcalde, exhibido en el Museo de la Minería del País Vasco, de Gallarta (ACMMG). F. 12 en la cuenca minera vizcaina. La aparición de los lavaderos exigirá una gran racionalidad técnica, ya que obligará a aumentar la mano de obra, a reestructurar los sistemas de transporte y a multiplicar, tanto los depósitos, como las labores de carga y descarga. Además, exigirá la utilización de una maquinaria compleja, que provocará la aparición de talleres e industrias encargados de su fabricación, reparación y mantenimiento; entre ellas destacarán los talleres de construcción de máquinas de vapor, bombas de agua, vagonetas, trómeles, batideras y todo tipo de elementos metálicos, aceites y combustibles. Aunque las impulsoras de estas instalaciones solían ser las mismas compañías mineras, a veces se encargarán de cubrir estas necesidades empresas independientes. Es el caso de la Fourcade y Gurtubay en Zorroza, que fabricaba aceites para el engrase de los engranajes de la maquinaria o los Talleres Bernardo Lavín de El Astillero que construían grúas, vagonetas, vertederas o batideras para los lavaderos. En Barakaldo y Sestao también abundaban las empresas dedicadas a la construcción de calderería y grandes recipientes para la minería. En definitiva, estas instalaciones de tratamiento de mineral, desde que comenzaron a utilizarse en el último cuarto del S. XIX, se convirtieron en elementos habituales de los espacios mineros. Eran el punto intermedio entre las minas y los cargaderos; allí confluirán los ejes fundamentales de las redes de transporte minero, por lo que se convertirán en las zonas neurálgicas del sistema de producción minera. En esos puntos se almacenaban los minerales antes de su tratamiento, y una vez lavados o calcinados, eran transportados hasta los cargaderos y fábricas siderúrgicas de Barakaldo o Sestao (González Urruela, 2001). Como ya habíamos adelantado, la disponibilidad de agua para los lavaderos de mineral fue el principal factor condicionante en la explotación minera, tanto por necesitar un volumen considerable para el lavado, como por el grave problema que existía para deshacerse de los fangos producidos por el mismo. Como las zonas idóneas para la ubicación de los lavaderos estaban ya ocupadas por las instalaciones fabriles y portuarias, las diversas compañías mineras tuvieron que pensar en otras alternativas. Allí donde el caudal lo permitía, se procedió al aprovechamiento de ríos y arroyos. Es el caso de las minas de Sopuerta, en las que se desvió el río Kolitza para su aprovechamiento; en el coto de Arnabal se aprovechó que discurría en paralelo al cauce del río Cuadro para utilizarlo para sus lavaderos; en la zona de Castro - Urdiales, la Cía. de Dícido aprovechó el río Mioño para su lavadero y la Cía. de Setares instaló el suyo en un viejo molino y recogió del río Ontón los 60 litros por segundo que necesitaba. Otra opción profusamente utilizada fue la de la creación o aprovechamiento de distintas infraestructuras, como pozos, pantanos o embalses. Así, tenemos el caso del pantano de El Escorial en Triano (Ortuella), construido por la Cía Orconera, o el actual “pantano viejo” (Barakaldo); también fue muy común el aprovechamiento de los pozos formados tras el abandono de los tajos, como el pozo de San Benito de la Sdad. Franco Belga en La Barga (Abanto), el pozo de la mina Mame (pozo Ostión, de La Arboleda) y los que otras compañías tenían en Memerea, Escachabel, Urioste o Sopuerta. Agruminsa, tras su creación en 1968, aprovechó el agua de estas captaciones para atender a las necesidades de su planta de concentración de Bodovalle (Gallarta), tratamiento que acabará sustituyendo a la calcinación del mineral. Dado que los yacimientos mineros estaban muy próximos al mar, algunas compañías optaron por utilizar agua salada, recogida sobre todo de las rías. Así en los grupos mineros de Ollargan y Bilbao, se utilizó la ría del Nervión para lavar el mineral y la Compañía Orconera acabó instalando sus lavaderos en Campomar, en la ría de Somorrostro (Pobeña) (González Urruela, 2001). Si el abastecimiento de agua era un problema, el derivado de los vertidos provocó todo tipo de denuncias y enfrentamientos entre los usuarios del agua de los ríos y las empresas mineras. Hay que tener en cuenta que para obtener una tonelada de mineral comercializable, era preciso lavar de tres a cinco toneladas de tierra, que acababa siendo vertida con el agua del lavado en forma de lodos. Al principio los fangos eran arrojados directamente al cauce de los ríos y arroyos, sin haber sido sometidos a ninguna clarificación para eliminar la arcilla en suspensión. Como ya hemos anticipado, estos vertidos dieron lugar a la formación de grandes depósitos de lodo que obstruirán los cauces de los ríos, provocando graves problemas medioambientales y sanitarios; la población al beber las aguas contaminadas, sufrirá todo tipo de afecciones gastroin- 135 Los lavaderos de mineral de hierro testinales, que acabarán convirtiéndose en la enfermedad más común entre los mineros. Esto ocurrirá, entre otros, con los ríos Granada, Castaños, Cotorrio y Barbadún, en cuya desembocadura, la arcilla acumulada podía reducir el canal a la mitad, de forma que cuando se producían aguaceros, las inundaciones eran muy frecuentes (Álvarez y Simón, 2004). Tanto los ayuntamientos, como las autoridades portuarias e incluso los propios usuarios de los servicios públicos, como lavaderos, fuentes, o abrevaderos, se quejaron de las consecuencias de los vertidos. Aunque los conflictos entre mineros y agricultores eran antiguos, los problemas producidos por el lavado de los minerales se agudizaron cuando, haciéndose eco de estas protestas, se promulgó por un Real Decreto de 1890, el “Reglamento provisional para la indemnización de los daños y perjuicios causados a la agricultura por las industrias mineras”. Este reglamento, en lugar de establecer criterios objetivos y concretos, dejará a la buena fe la resolución de los conflictos “que se presentan, tanto en Vizcaya como en la provincia de Santander, con motivo de las turbias de las aguas dulces y saladas, por efecto del lavado de minerales”. La prueba de que la aplicación de este reglamento no llegó a satisfacer las demandas de los dueños de las fincas próximas 136 en la cuenca minera vizcaina. F. 13 a los lavaderos y escombreras, la tenemos en el hecho de que el Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas tuviera que intervenir en el verano de 1900, ordenando una inspección en Bizkaia y Santander para verificar la forma en que se procedía al lavado de los minerales ferruginosos y a la evacuación sus lodos en los cauces públicos. Por fin, y para acabar con los abusos en la emisión de fangos a los ríos por parte de los mineros, también en 1900 se promulgó el “Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas”. Este, en línea con el de 1890, quería evitar los perjuicios causados, tanto a los agricultores como a los ayuntamientos, por la privación o alteración de las aguas de servicio público. Para ello, prohibirá a los dueños de las minas el vertido a los cauces de las aguas turbias procedentes del lavado de minerales, especificando la obligación de devolverlas limpias a su cauce. También preverá que en los casos de aterramiento de cauces públicos con fangos o escombros, se obligue a los responsables a dejarlos en las condiciones originales. Además, en el caso en que hubiese varios responsables, les obligaba a sindicarse para resarcir colectivamente a los propietarios del suelo y a los usuarios de las aguas, mediante la reparación de los daños y el pago de indemnizaciones. F. 13_ Draga Euskal Herria en la dársena de Pobeña, en 1935 (Santamaría y Zaldibar, 2003). 137 Los lavaderos de mineral de hierro No obstante, el propio reglamento establecerá una serie de especificaciones que harán dudar de la eficacia de lo enunciado anteriormente, ya que este dice textualmente que “cuando el sindicato minero de una región cualquiera esté constituido con sujeción a un reglamento aprobado por la Administración, podrá autorizársele para que vierta a los cauces públicos el agua turbia procedente del lavado de minas, mediante las siguientes reglas […]”. En definitiva, que en la práctica se permitía el libre vertido. Toda esta reglamentación contará desde el principio con la oposición frontal de los empresarios mineros, ya que entorpecía la explotación de aquellas minas cuyos minerales exigían un lavado antes de su puesta a la venta, algo muy común desde principios del S. XX. A tal fin intervendrán a través del Círculo Minero de Bizkaia, que tras crear una comisión, redactará un recurso de alzada contra el Reglamento de 1900. En ese recurso argumentaban que los gastos que generarían la limpieza de las aguas usadas en el lavado de los minerales imposibilitarían la rentabilidad de las explotaciones mineras “la mayoría de ellas sucumbirían sin remisión...”; añaden además que, dado lo lluvioso del clima y lo angosto de los valles vizcaínos, aunque se construyesen los pozos de decantación y depósitos de fangos a que obligaba el citado reglamento, no se podría evitar que llegasen a los cauces fluviales aguas enlodadas. 138 Mientras tanto, y ante el incumplimiento del reglamento por parte de los mineros, en 1901 el Gobernador Civil de Bizkaia emitirá dos circulares por las que obligaba a suspender las operaciones de lavado de minerales en todos los lavaderos que arrojasen aguas sucias a los ríos y arroyos. La dureza de las circulares obedece a las numerosas denuncias hechas por los Ayuntamientos y particulares contra los mineros por atentar contra la salubridad pública. El recurso de alzada llegará a Madrid en el verano de 1901 y será estudiado por una comisión que intentará armonizar el Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas, con los intereses de los mineros (Villota, 1984). En línea con el reglamento, en los primeros años del siglo XX aún se producirán algunas denuncias exigiendo el resarcimiento de daños provocados por el vertido de lodos. De hecho se llegarán a efectuar labores de limpieza en los principales ríos de la cuenca minera vizcaína, como el Cotorrio, el Granada, o la misma ría del Nervión. También tenemos constancia de la creación de Juntas de Lavaderos, como la de Somorrostro, que establecieron la imposición de un canon por el depósito de residuos, cuya cuantía era proporcional a la cantidad lavada en cada instalación. Dichas juntas estarían F. 14_ Pradera formada por la antigua balsa de decantación de la Luchana Mining, situada en el Barranco del Cuadro (2003) (BFA/DFB. I. I). en la cuenca minera vizcaina. compuestas por los ayuntamientos afectados y los propietarios de los lavaderos. minas. Esto suponía más del 5% del total de la producción minera de Bizkaia. Pero el progresivo deterioro de los ríos vizcaínos y cántabros por la contaminación, nos confirma que tras estos primeros conflictos, los mineros no volverán a tener problemas relacionados con el asunto del lavado de los minerales, lo que nos puede dar una idea del poder que llegaron a detentar. (González Urruela, 2001). Si comparamos los datos de 1899 con las que nos suministraba Julio Lazúrtegui en 1910, podemos constatar que el número de lavaderos se duplicó en diez años, cifra que refleja cómo el lavado de minerales se acabará convirtiendo en una de las principales actividades mineras. Así, vemos que en ese año ya existían 43 lavaderos, con 86 trómeles y tan solo cuatro batideras. Entre todas estas instalaciones lavaban el mineral de 65 minas, con una producción total de 910.681 Tm. El rendimiento de los lavaderos dependerá básicamente del tamaño de las instalaciones; estas presentaban notables diferencias de producción, que llegaban a oscilar entre las 25 y 200 Tm. diarias de mineral, aunque la media no subía de las 50 Tm. diarias. Estos datos nos hablan de muchas y pequeñas instalaciones de lavado, algo que coincidía con el tipo de explotación existente en las minas vizcaínas, dispersas y de baja producción a excepción de los cotos mineros de las Cías. Orconera y Franco - Belga. Ya hemos indicado que el uso de los lavaderos mecánicos fue creciendo poco a poco. Así, según datos de Echevarría y Grijelmo, en 1899 existían en la cuenca vizcaína 17 lavaderos con 49 trómeles en total y una producción de 318.800 Tm., procedente de 27 Vemos que la producción de los lavaderos seguía sometida a grandes oscilaciones, ya que mientras unos, como los de la Orconera en Pobeña, lavaban 200 Tm. diarias de mineral, otros no pasaban de las 25 Tm. No obstante en general eran instalaciones pequeñas, ya que su media de producción era de 50 Tm. al día. En 1910 la situación de la minería había cambiado notablemente, ya que aunque la ley metálica se mantenía entre el 45 y 48%, ello solo era posible, tras someter el mineral a lavados o calcinaciones, que llegaban a sumar como mínimo el 30% de la producción total de Bizkaia. F. 14 139 Los lavaderos de mineral de hierro Dos años después de que Julio Lazúrtegui publicara estas cifras, ya había 113 trómeles. Para 1917 el 70% de la producción total de Bizkaia procedía de los lavaderos. Para conseguir una mayor efectividad, el lavado de minerales fue perfeccionando sus procedimientos con la instalación de trituradoras, cribas, cintas de clasificación por tamaños, trómeles para menudos, etc. A pesar esto, en todas las instalaciones – sobre todo en las pequeñas – se mantuvo el estrío manual, realizado mayoritariamente por mujeres. F. 15 De todos los elementos que han intervenido en el lavado de minerales, trómeles, maseras y plantas de escogido, quizás sean las balsas de decantación las que de una forma más clara han intervenido en la configuración del paisaje minero. Estas han dado lugar a un paisaje típico de praderas totalmente llanas, en claro contraste con la naturaleza abrupta y ‘lunar’ del resto de la cuenca minera. Las balsas de decantación se comenzarán a construir para paliar los problemas que causaban los vertidos de los lodos resultantes del lavado de los minerales a arroyos, ríos, rías y marismas. Ante la generalización de las protestas se obligará a decantar los fangos, viéndose las compañías mineras forzadas a adquirir en las cercanías de sus lavaderos terrenos para instalar balsas de decantación. De hecho, existe constancia de que hacia 1906 prácticamente todas las empresas sedimentaban sus lodos. El emplazamiento de las balsas será frecuentemente muy problemático, ya que en la cuenca vizcaína, caracterizada por la existencia de valles estrechos y laderas de gran pendiente, escaseaba el terreno llano y estas ocuparán grandes extensiones de terreno, de ahí que muchas se harán aprovechando minas agotadas o barrancos. 140 La construcción de las balsas comenzaba con el estudio del terreno adquirido; a continuación se procedía a acumular escombros para levantar los muros de cierre del estanque, que iban elevando a medida que se llenaba la balsa. Su interior se solía dividir en compartimientos para realizar la sedimentación en las condiciones previstas. En el centro de la balsa y cerca de un arroyo, se solía hacer una especie de chimenea por donde el agua salía limpia, tras haberse sedimentado la arcilla. Había dos formas de realizar la decantación: el método habitual consistía en utilizar un compartimiento diferente para cada día de trabajo, de forma que las aguas fangosas estuviesen el mayor tiempo posible en reposo, y F. 15_ Balsa de decantación en la que se puede apreciar el sistema de malecones, empleado para asentar los fangos. Proyecto de balsa de decantación de fangos del lavadero de Orconera en el barrio de Zaballa (Trapagaran), en 1960 (BFA/AFB. Agruminsa 0119/002 [038]). F. 16_ Vista aérea de la balsa de Orconera (Ortuella) y las instalaciones de lavado y calcinado de la Cía. Orconera, en 1961 (Mikel Martínez Vitores). en la cuenca minera vizcaina. permitiesen que las aguas devueltas a los cauces de los ríos estuviesen lo más limpias posible. La alternativa al método anterior era usar estanques escalonados, para que los lodos fueran pasando por distintos compartimientos, cada uno de los cuales permanecían reposando un día, para acabar saliendo limpias a través de unas compuertas dispuestas en el último de ellos (Bacho y otros, 1999). se procedía a la apertura de las compuertas para liberar el agua retenida. Las ventajas del primer método sobre el segundo eran que permitía el total aprovechamiento de la capacidad del terreno, la distribución uniforme de los sedimentos por el mismo, el reposo total de las aguas y la supresión del personal encargado de controlar la apertura de las compuertas, algo que en el segundo método resultaba necesario, pese a lo cual resultaba más económico ya que no precisaba la distribución del canal de aguas fangosas por toda la balsa. Con el tiempo se optará por colocar en las mismas balsas unas torres que permitirá el control del nivel del agua; también se instalará un sistema de alcantarillado subterráneo que permitiese una evacuación más eficaz del agua. Ambos métodos se basaban en el hecho de que por su mayor densidad, los fangos que iban mezclados con el agua, si les daba el tiempo necesario, tendían a depositarse en el fondo de la balsa, dejando limpia el agua. El vaciado de las balsas se solía producir cada dos o tres meses. Cuando llegaba la ocasión, se avisaba a los vecinos de las zonas situadas junto a los cauces de los ríos y Con el fin de asegurar el cumplimiento de estas normas, periódicamente se nombraba una comisión vecinal cuya misión era inspeccionar los lavaderos de mineral y las balsas de decantación (Pérez Goikoetxea, 2003). A veces las balsas se construían en el mismo cauce de los ríos, transformando radicalmente el paisaje y la orografía. El ejemplo más claro lo tenemos en el valle del río Granada (Ortuella). Allí, en 1920, la empresa de Luis Núñez Anchústegui, que explotaba la Escombrera de El Zarzal, utilizó la balsa de decantación de la Sdad. Franco-Belga, situada junto a su lavadero; años después, en 1939, la Cía. Orconera decidió construir una gran balsa en una cota un poco más alta que de la anterior. El efecto combinado de estas dos balsas, provocará la total invasión del cauce del río Granada y la necesidad de soterrar su curso en la mayor parte del recorrido. F. 16 141 Los lavaderos de mineral de hierro Minas, balsas y lavaderos en el anticlinal de Bizkaia. El anticlinal de Bizkaia al que pertenecen las explotaciones mineras que estamos estudiando, se extendía longitudinalmente en dirección NO-SE, pudiéndose encerrar en un perímetro triangular de una superficie de 500 Km2, con unos 24 Km. de longitud por 4 a 8 de anchura. La localización y explotación del conjunto del distrito minero de Bizkaia, estará condicionada por el proceso geológico de formación del mineral de hierro. La orogenia alpina al actuar sobre materiales del Cretácico Inferior dio lugar al gran anticlinal de Miravalles cuyo eje y discurría en paralelo y a unos 8 kilómetros al S-E de la margen izquierda de la ría de Bilbao. Este eje fue parcialmente desmantelado por la erosión y corre en paralelo a la ría de Bilbao, por donde afloran areniscas calcáreas y calizas. Estas últimas aparecen en los flancos E-N y S-O en que se divide el anticlinal y forman respectivamente los criaderos de Triano - Matamos y de Galdames-Sopuerta. En este proceso de formación geológica surgieron numerosas fallas en las que se producirá la mineralización y dando lugar a los distintos criaderos de mineral de Bizkaia. En el caso del criadero de Castro-Urdiales, que venía a ser una prolongación del criadero de Bizkaia, los yacimientos aparecerán en forma de pequeños anticlinales estratificados, que seguían una dirección N–S, con cierta inclinación hacia el E. Estas masas formarán la base de la mineralización del criadero, que se producirá por la acción de emisiones magmáticas hidrotermales del final de la avenida alpina. Estas corrientes cargadas de iones ferrosos, surgirán a través de las mencionadas fallas longitudinales y sustituirán la caliza coralígena por carbonato de hierro. Posteriormente, este se irá transformando por oxidación en hematites parda y roja, que se presentaban en la superficie. (Hernández, 2002). 142 El gran criadero de mineral de Bizkaia. Minas y lavaderos. El primer criadero explotado fue el distrito de Triano, que concentraba casi toda la actividad minera; con el boom minero del último tercio del S. XIX este área se irá e ampliando y dará lugar a los distritos de Triano-Matamoros, que formarán el área principal. Hacia el E surgirá el distrito de Bilbao - Ollargan y hacia el O el de Muskiz - Cobarón; la prolongación de este distrito hacia Cantabria formará el núcleo de Castro - Urdiales. Los últimos distritos serán los formados por las áreas de Alonsótegi - Güeñes y Galdames – Sopuerta - Alén, que corren tranzando una línea paralela al núcleo principal. en la cuenca minera vizcaina. Los distritos mineros de Triano y Matamoros . El grueso de la producción minera se asentará en el área de Triano - Matamoros, con los depósitos de mineral más potentes de Bizkaia. Este área se localizaba al O de la provincia, entre la ría del Nervión y los ríos Cadagua y Barbadún. F. 17 Sus cotos se concentraban en los distritos de Triano y Matamoros, donde Ibarra Hermanos y Cía. tenía la hegemonía absoluta. Allí había registrado el mayor número de minas, que además eran las más productivas. Entre todas destacarán las minas Conchas, de Triano y las Orconeras y Carmenes, de Matamoros; fueron explotadas por las compañías Orconera y Franco - Belga y en la etapa álgida de la minería llegarán concentrar el 72% del mineral extraído por la compañía, que supondrá el 40% de todo el mineral de Bizkaia. A esta compañía le seguirá en nivel de producción Chavarri Hermanos y Martínez de las Rivas, con el 20% del total extraído. F. 17_ Plano de situación de las minas pertenecientes a la Cía. Orconera Iron Ore C. L. (1964) (BFA/AFB. Agruminsa 0141/005 [001] fragmento). 143 Los lavaderos de mineral de hierro F. 18_ Fotografía aérea de la masa central de Triano, en 1968. En el borde inferior se aprecian, de izquierda a derecha, las instalaciones de F. Cavia y de la Cía. Minas y Explotaciones (FOAT. Ref. 2227/28). El distrito de Triano estaba situado en los municipios de Ortuella y Abanto, prolongándose hacia Muskiz. Su forma era irregular, con unos 3 Km. de largo, por unos 1.300 m. de anchura máxima en el extremo SE, que se irá reduciendo en su avance NO hasta unos 10 m.; su profundidad también será muy variable, ya que oscilará entre unos metros y los 30; esto equivaldrá a unas 120 ha. Sus yacimientos contenían grandes masas de vena y campanil, abun- F. 18 144 dante carbonato y menos rubio. Eran muy fáciles de explotar y su producción, que girará entre los 1,7 y 2,1 millones de Tm. anuales, estuvo durante todo el período álgido de la minería vizcaína a la cabeza de todos los distritos. Fue explotado de forma tan intensa que se agotó rápidamente; así, pasó de abastecer el 75% del mercado, a cubrir tan solo la mitad a finales del S. XIX y la cuarta parte en la segunda década del S. XX. en la cuenca minera vizcaina. En las minas de este criadero se produjeron las primeras demarcaciones, y en ellas se aprecia la hegemonía por parte de Ibarra Hermanos y Cía. y Chavarri Hermanos y, en menor medida, de Trinidad Ulacia y Cirilo Mª Ustarán. Vamos a destacar las minas del distrito que a principios del S. XX ya disponían de lavaderos de mineral: Ibarra Hermanos y Cía., había registrado en este distrito las minas Conchas (8 pertenencias), Rubia (2 pertenencias), Bilbao, San Benito, La Barga, Despreciada, Olvido, San Martín, Alhóndiga, Altura, San Bernabé, Cristina, N. S. Begoña, Magdalena y sus demasías, que sumadas a las que tenía en Matamoros, le convertirán en la mayor propietaria de toda la cuenca minera vizcaína. Para su explotación, fundará en París el 8 de mayo de 1876 la Société Anonyme Franco Belge des Mines de Somorrostro. Esta Sociedad se fundará para explotar las concesiones mineras que Ibarra Hermanos y Cía. le había arrendado por 99 años y que se encontraban en un área bastante concentrada, lo que reducirá sus gastos al transporte y al tratamiento del mineral. Toda su producción minera sería repartida a precios preferenciales entre los socios mediante un sistema de cupos. Con una producción que rondará el 10% del total, la Sdad. Franco - Belga alcanzará altos niveles de producción y productividad que reportará cuantiosos beneficios a sus socios. Aunque el grueso del distrito estaba formado por óxidos, a medida que se fueron agotando, tanto estos como los rubios de calidad, tuvieron que beneficiar las escombreras en las que se habían ido acumulando las chirtas. De esta forma, irán surgiendo lavaderos en la mayoría de las minas del coto, aunque sus cifras de producción serán modestas en comparación con las de Matamoros; estas instalaciones, que siempre figuraron con el nombre de distintas sociedades concesionarias, serán las siguientes: La mina La Pobre registrada por Lezama Legizamon; allí se ubicarán las instalaciones de lavado para el tratamiento del conjunto de las minas Conchas (de la 2 a la 8), San Benito, La Barga (dispondrá de un lavadero aparte), Despreciada, San Martín, Alhóndiga, Altura, San Bernabé y sus demasías, que Ibarra Hermanos y Cía. había cedido en arriendo a la Sociedad Franco - Belga. A pesar de que las minas que explotaba esta compañía generaban pocas chirtas, a finales del S. XIX instalará un lavadero de mineral para beneficiar sus numerosas escombreras. El lavadero se situará junto al arroyo Granada, cerca de la estación de ferrocarril de Cadegal, en que la Sdad. Franco - Belga había centralizado el transporte del mineral. Ello le permitía, por un lado, proveerse de agua para el lavado y por otro, agilizar el transporte, tanto de las tierras mineralizadas, como del lavado y el estéril. El edificio del lavadero tendrá tres niveles: en el superior estaban las maseras en las que se almacenaban las tierras ferruginosas, que caían al segundo nivel en el que se encontraban dos trómeles, con sendos platos de estrío para el lavado y posterior clasificación de la chirtas. En el tercer nivel se habían habilitado dos depósitos en los se vertía por separado el mineral limpio y el estéril. El primero se llevaba a la cercana estación de Cadegal, desde donde el mineral era transportado en el ferrocarril de la compañía hasta los cargaderos de Réqueta (Barakaldo). El segundo se llevaba por un ramal de su cadena flotante a las escombreras. Los lodos, producto del lavado irán por una conducción hasta una balsa de decantación que la empresa había construido en el barranco de Granada. En 1909, esta compañía decidirá modificar el lavadero, trasladándolo a una cota inferior, situada en terrenos de la mina San Salvador y su demasía, próxima a la estación de Cadegal y al río Granada. Como parte de las instalaciones, se preverá la instalación en las inmediaciones del lavadero de una balsa para decantar los lodos resultantes del lavado de mineral. Este proyecto tendrá que esperar hasta 1912, momento en el que se resolverá el pleito interpuesto por Cesáreo Garay contra la sociedad por la expropiación de los terrenos de un molino en el que se iba a construir la balsa. El lavadero de la mina Olvido, que será uno de los primeros instalados en las minas de Ibarra Hermanos y Cía. Disponía de dos trómeles en los que se lavaban 100 Tm. diarias de chirtas, con una producción anual de 20.000 Tm. 145 Los lavaderos de mineral de hierro F. 19_ Restos del lavadero de las minas Rubias, en 1998 (Putxeta, Muskiz) (Colección particular). El lavadero de la mina Rubia estuvo ubicado en el barrio de Las Carreras-Putxeta (Abanto y Ciérvana); la mina Rubia fue registrada en 1871 por Ibarra Hermanos y Cía., quien creó para su explotación la “Comisión Explotadora de la mina Rubia”. Disponía de seis tromeles en los que se lavaban 200 Tm. diarias de mineral, con una producción en 1910 de 45.500 Tm. En los años cincuenta fue arrendada a Emilio Merodio de la Torre, quien en los años sesenta construyó un nuevo lavadero de mineral que funcionó hasta su cierre en 1971, obligado por la crisis del sector. El lavadero fue construido en una pendiente del terreno para dotarlo de varios niveles; el superior disponía de una tolva de mampostería, en cuyo frente se abría una vertedera metálica que se comunica con la boca trasera del trómel, situado en el nivel inferior; esta vertedera es regulable por medio de una compuerta metálica con un tornillo sin fin; tras pasar por el trómel, el mineral lavado caía a una cinta transportadora que lo conducía hasta un nicho de carga de mampostería, situado a unos 6 m. en la zona inferior. La parte trasera del lavadero estaba destinada a tratar los menudos y se comunica con el nicho de carga por medio de tres vertederas circulares. La estructura de hormigón y la mampostería aún se haya en buen estado de conservación. El lavadero la mina Rubia. Para su explotación se creará la Comisión Explotadora de la mina ‘Rubia’. Disponía de seis trómeles en los que se lavaban 200 Tm. diarias de mineral, con una producción en 1910 de 45.500 Tm. Se siguió explotando de forma permanente hasta hace pocos años. El lavadero de la mina Bilbao, que explotará Chavarri Hermanos, aunque había sido demarcada por Ibarra Hermanos y Cía. Disponía de un trómel en el que se lavaban 80 Tm. diarias de mineral, con una producción en 1910 de 18.000 Tm. El lavadero de la demasía San Benito. Dispondrá de un lavadero de mineral, con dos trómeles en los que se lavaban 80 Tm. diarias de mineral, tanto de esta mina, como de la Despreciada, con una producción en 1910 de 13.453 Tm. 146 En la misma demasía San Benito, dispondrá de un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban las 20 Tm. diarias de chirtas procedentes de la mina San Benito y la demasía de La Barga, con una modesta producción, cifrada para 1910 en 936 Tm. Chavarri Hermanos tenía registradas las minas Diana, Justa, Socorro, Aurora, San Miguel, Josefita, Pacífico y Buena Estrella. Poseía lavaderos en varias de ellas, pero su producción era inferior a la de Ibarra Hermanos y Cía. Como en el caso anterior, los propietarios no los explotaban directamente: El lavadero de la escombrera de la mina Diana. Disponía de un trómel en el que se lavaban 30 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 7.500 Tm. El instalado en la escombrera de la mina Justa. Disponía de un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 70 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 5.600 Tm. El lavadero de la mina Socorro. Disponía de un trómel en el se lavaban 40 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 4.000 Tm. El instalado en la mina San Miguel. Disponía de un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 25 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 4.600 Tm. F. 19 en la cuenca minera vizcaina. El lavadero de la mina Josefita. Tenía un trómel en el que se lavaban 40 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 6.000 Tm. El lavadero de la escombrera de la mina Josefita. Poseía dos trómeles en los que se lavaban 80 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 12.000 Tm. También destacaron en este distrito varias minas, que poseían lavaderos para tratar el mineral de sus escombreras: La mina Esperanza, estaba situada en La Florida (Abanto y Ciérvana); fue registrada en 1863 por Ibarra Hermanos y Cía., pero estuvo compartida por Ibarra Hermanos y Cía., Cirilo Mª Ustara y Juan Durañona hasta su venta a Genoveva de Arisqueta Arteagabeitia en 1902 que la explotó hasta su cierre en 1977; la concesión minera caducó en 1980. En ella habían instalado un lavadero con un trómel en el que se lavaban 30 Tm. diarias de mineral, procedente tanto de esta mina, como de la Buena Fortuna, que en 1910 produjo 6.300 Tm. Este fue sustituido en los años cincuenta por otro, construido en varias alturas aprovechando una vertiente; en la zona superior se localizaba una masera de hormigón, con una tolva metálica. En la zona intermedia se situaban las cribas que, a traves de una vertedera metálica, daba paso al trómel del lavadero que depositaba el mineral lavado en la zona inferior, donde estaba el nicho de carga para camiones. Aún se conservan restos de las instalaciones. La mina Aurora, esta situada en Las Calizas (Abanto y Ciérvana), fue registrada en 1850 por José Chávarri, compañía que en 1966 arrendará a Altos Hornos de Vizcaya; en 1982 caducó la concesión minera. En el barrio Fonso que conduce a La Barga, tuvo un lavadero, del que queda algún resto; fue construido en mampostería y a tres alturas, aprovechando un desnivel del terreno; en la zona superior y junto al lateral izquierdo se localiza un nicho de carga y una tolva compartimentada que disponía en su frente de una vertedera para llevar las tierras ferríferas a la zona media donde estaba el tómel, que tras el lavado llevaba el mineral a la parte inferior, donde se almacenaba a la espera de su transporte. La mina Trinidad de la que eran copartícipes los Ibarra Hermanos y Cía., Trinidad Ulacia y Eustaquio Olaso y que disponía de un lavadero de mineral con cuatro trómeles en los que lavaban 150 Tm. diarias de las chirtas procedentes, tanto de esta mina como de la San Fermín, propiedad de C. M. Ustara. La mina San Fermín, que disponía, además del anterior, de otro lavadero, con una producción de 40.000 Tm. en 1899, que en 1910 se reducirá a 40 Tm. diarias de mineral, lo que a lo largo del año supusieron 10.500 Tm. La mina Inocencia, con dos 2 pertenencias, había sido registrada por Trinidad Ulacia. En su demasía había instalado un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 40 Tm. diarias de mineral, que en 1910 produjeron 10.500 Tm. Los minerales beneficiados procedían, tanto de esta mina, como de la Magdalena, de Ibarra Hermanos y Cía., que antes eran lavados en el lavadero de la mina Catalina, propiedad de Chavarri Hermanos y M. Taramona. La mina Sol, propiedad de Jesusa Bellido, disponía de un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 90 Tm. diarias de mineral procedente de esta mina y su demasía, también de su propiedad, que en 1899 produjeron 34.000 Tm. La mina San José, propiedad de Jesusa Bellido, que disponía de un lavadero de mineral con un trómel en el que se lavaban 40 Tm. diarias de mineral procedente, tanto de esta mina, como de las minas Sol (de su propiedad), Buena Estrella (compartida por Ibarra Hnos., Ustara y Goicoechea), y Vigilante (compartida por Amézaga y Careaga); produjo 10.500 Tm. en 1910. La mina Catalina, propiedad de Chavarri Hermanos y Manuel Taramona. En esta mina disponían de un lavadero de mineral, con cinco trómeles en los que lavaban 120 Tm. diarias de mineral, procedente, tanto de esta mina, como de la Magdalena, propiedad de Ibarra Hermanos y Cía., que acabarán siendo tratados en el lavadero de la mina Inocencia, propiedad de Trinidad Ulacia. Su producción en 1899 fue de 34.000 Tm. 147 Los lavaderos de mineral de hierro En el barranco del Zarzal, que separaba los montes Cadegal y Valle, existía una escombrera, asentada en terrenos del municipio de Ortuella (barrio de La Cerrada) y de la mina Concha 3, explotada por la Sdad. Franco - Belga. Sus escombros mineralizados procedían de las empresas mineras Chavarri Hermanos (que en esos momentos explotaba la mina Bilbao), la Cía. Orconera (que explotaba la mina Concha 1) y la Sdad. Franco - Belga (que explotaba el resto de las Conchas, entre otras minas). Entre los años 1914 y 1920 surgió una agria disputa entre esas compañías, ya que todas querían quedarse con los derechos de explotación de la escombrera. El Ayuntamiento de Ortuella terminó decantándose por la primera de las empresas. Al no aceptar las demás esta decisión, en 1919 se llegó a un acuerdo por el que el ayuntamiento recibiría el 30% de los beneficios de su explotación, la Sdad. Franco - Belga el 53% y la Cía. Orconera el 17%; Chávarri Hermanos se quedará sin nada. Posteriormente el industrial Luis Núñez Anchústegui, propietario desde 1920 de un lavadero de gran capacidad en la ladera de Cadegal, en el barrio de Granada (Ortuella), se adjudicaría en subasta la explotación de la escombrera. Para el tratamiento de los lodos generados por su explotación, aprovechó la balsa de decantación que tenía la Sdad. Franco - Belga cerca de sus instalaciones (Maqueda, 1995). 148 F. 20 en la cuenca minera vizcaina. F. 21 La mina San Severino, propiedad de Cirilo Mª Ustarán y Ricardo Llano. Para el tratamiento del mineral de esta mina, y otras relativamente apartadas de sus instalaciones, como eran la Lejana (de L. Ocharan) y Río Cotorrio (de Viuda de Bolinaga), instaló un lavadero con seis trómeles en los que se lavaban 250 Tm. diarias de chirtas, que en 1899 produjeron la importante cifra de 40.000 Tm. Los propietarios de la Lejana, acabaron instalando a principios del S. XX un lavadero en su propia mina. La mina Carolina que poseía Juan B. Cortés, tenía un lavadero de mineral, con tres trómeles en los que se lavaban 90 Tm. diarias de chirtas, que en 1899 produjeron 24.000 Tm. La mina Confianza, propiedad de Triano Iron Ore. Tras cesar su actividad, se fue inundando y acabó formando el llamado pozo Gerente. Tenía un lavadero de mineral, con cuatro trómeles en los que se lavaban 50 Tm. diarias de mineral, proveniente de esta mina, como de la Lorenza, de Cotorrio (Muskiz). La mina El Cerrillo, que poseía la Luchana Mining Co. Ltd. Tenía un lavadero que disponía de cuatro trómeles en los que se lavaban 240 Tm. diarias de mineral, llegándose a tratar 16.800 Tm. en 1899, una cifra importante. F. 20_ Lavadero de la Escombrera El Zarzal. En el momento en que se tomó la fotografía, estaba siendo explotado por F. Cavia (noviembre de 1964) (FOAT. Ref. 2227/11 fragmento). F. 21_ Interior del lavadero de Luis Nuñez, en 1928. Explotaba la Escombrera El Zarzal y se encontraba en el barrio de Granada (Ortuella) (Pérez Goikoetxea, 2003). 149 Los lavaderos de mineral de hierro El distrito de Matamoros se encontraba en el S-E del barranco de Granada, en los municipios de Trapagaran, Barakaldo y Ortuella, y era una prolongación hacia el E de los Montes de Triano. La zona era más escarpada y su veta principal, formada casi exclusivamente por rubio (llegó a aparecer carbonato en profundidad), tenía unos 2 Km. de longitud por una anchura de 800 m. y una profundidad de hasta 70 m. Las minas Unión y Amistosa (o Mora), pertenecían a Martínez de las Rivas. También disponía de lavadero de gran capacidad. En 1910, mediante seis trómeles, lavaba las 440 Tm. diarias de mineral que salía de sus dos minas; esto equivalía a 120.000 Tm. al año, una cifra muy considerable. Las antiguas minas Unión y Parcocha (actual pozo Unión) se utilizaron como balsa de decantación. Actualmente es uno de los ‘lagos’ de La Arboleda. El criadero se comenzó a explotar tras el agotamiento del campanil y su crecimiento fue rapidísimo. Llegó a producir 1,7 millones de Tm. anuales de rubio en la última década del XIX, hasta el punto de que se acabó convirtiendo en el principal productor, aunque nunca llegó al nivel global del yacimiento de Triano. Las escombreras de la mina Unión fueron deslodadas en el lavadero de la mina Previsión (Larreineta). El lavadero de mineral se construyó en los años sesenta aprovechando una vertiente del terreno para conseguir su distribución en diferentes alturas. En la zona superior, de paredes rectas, escalonadas y convergentes, se situaba una masera de hormigón con una tolva por cuya vertedera metálica se introducía el mineral en el trómel, situado en la zona intermedia, que una vez lavado una cinta transportadora llevaba a los depósitos ubicados en la parte inferior a la espera de su carga en camiones. En la década de 1970, Morante, su propietario, también instalará en las proximidades del lavadero otro que utilizará el sistema de líquidos densos –se usaba una mezcla de agua y ferrosilicio– para separar el mineral y conseguir que flotara el estéril. Para el transporte del mineral lavado dispuso un plano inclinado hasta Trapagarán. Aún quedan restos de ambas instalaciones. A comienzos del S. XX, el agotamiento del rubio de calidad, obligó a las compañías a proceder al aprovechamiento de los menudos y escombreras, donde se alcanzaron unos niveles de producción muy superiores a los de Triano. En este distrito, aunque había menos concesiones, estas serán mayores que las de Triano, ya que fueron solicitadas más tarde y en bloque. Al igual que allí, Ibarra Hermanos y Cía. tenía demarcadas la mayoría de las minas; otras cuatro compañías poseían más de una demarcación en Matamoros: Las minas la Orconera (7 pertenencias), Carmen (8 pertenencias), Precavida y Previsión pertenecían a Ibarra Hermanos y Cía., pero eran explotadas por la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. Para tratar los menudos de todas sus concesiones mineras, esta compañía llegó a disponer de las instalaciones de lavado más importantes de toda la cuenca minera vizcaína. Estaban ubicadas junto a su estación de ferrocarril de Ortuella y en 1910 disponía de doce trómeles con una capacidad de lavado de 500 Tm. diarias y una producción de 150.000 Tm. Más adelante analizaremos los distintos lavaderos con que llegó a contar esta compañía. 150 Las minas Parcocha, Acrisolada y Una eran propiedad de Parcocha Iron Ore Co. Ltd. Para aprovechar las escombreras de la primera de estas minas, en 1953 la Sociedad de Minerales y Metales, de capital alemán (de ahí que esta mina se acabara llamando ‘de los alemanes’), instaló en la mina Peña Mora (Trapagaran) un lavadero mecanizado. La ley del mineral conseguido no fue la prevista y el lavadero se cerró al poco tiempo, conservándose aún su estructura de hormigón. También aquí se utilizará el sistema de líquidos densos; de hecho se hará en la mayoría de los lavaderos de los años 70 (Pérez Goikoetxea, 2003). en la cuenca minera vizcaina. F. 22 F. 22_ Restos del lavadero de Peña Mora (Trapagaran) en 2004. Allí se trataron las escombreras de la mina Parcocha (Colección particular). 151 Los lavaderos de mineral de hierro F. 23 La mina La Lejana, estaba registrada por Luis de Ocharan. Tras haber lavado sus chirtas en la mina San Severino (propiedad de C. M. Ustarán y R. Llano), acabará instalando un lavadero propio en el que, mediante dos trómeles, lavaba 11 Tm. diarias de mineral, que en la totalidad del año 1910 solo supuso 3.065 Tm. La Luchana Mining Co. Ltd, antes de construir dos lavaderos propios, la llegó a usar temporalmente. La mina María, era propiedad de A. Fernández y Cía.; contaba desde antiguo con un lavadero en el que mediante tres trómeles trataban en 1899 las 60 Tm. diarias de mineral que salían, tanto de su mina, como de la Vicente, lo que equivalía a 16.000 Tm. al año. Esta cifra en 1910 se había reducido a 50 Tm. diarias y 12.500 Tm. anuales, pero lavando solo los menudos de su propiedad y con un solo trómel. La mina Ventura, pertenecía a W. Clemente Cazalet; en ella, mediante un trómel, trataban 100 Tm. diarias de mineral y 20.000 Tm en 1899, una cifra respetable para la media de la producción de estos yacimientos modestos. La mina Mame, fue registrada en 1891 por J. J. Agueche y otros, pero fue explotada por la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. en régimen de arrendamiento; su concesión caducó en 1987. A finales de la década de los 70 y principios de los 80, tanto esta mina como la contigua Orconera 3, cesaron su actividad y tras inundarse fueron utilizadas como balsa para abastecer de agua a los lavaderos de la Cía. Orconera. Actualmente se han convertido en el llamado ‘pozo Ostión’, el mayor de los ‘lagos’ de La Arboleda (Trapagaran), con una extensión de 40.000 m2 y una profundidad de 9 m. 152 en la cuenca minera vizcaina. En el Barranco del Cuadro había un conjunto de minas, situadas en los límites municipales de Trapagaran con Ortuella, y Galdames con Abanto y corren paralelamente a los criaderos de Matamoros y Galdames, extendiéndose hacia el este por El Regato, en el municipio de Barakaldo. Estas solían ser minas pequeñas y de propiedad muy dispersa, aunque la Luchana Mining Co. Ltd, concentró el mayor número de concesiones: Luchana Mining Co. Ltd. destacó con luz propia en este distrito. Su propiedad estaba extendía a lo largo de la cuenca del río Cuadro, ocupando una línea de más de 5 Km., que incluían minas como Capela, Plácido, Pikwik, Manuela, Juliana 1ª, Juliana 2ª y Paquita, que formaban parte del coto de Arrabal. Esta dispersión imposibilitará la concentración del lavado en una sola instalación; para evitar el tener que llevar sus chirtas a lavaderos ajenos, como los de las minas la Lejana o la Marta, hacia 1909 emprenderá el proyecto de construcción de dos lavaderos. Con estas instalaciones preveía el tratamiento de 75.000 Tm. anuales de mineral, a razón de 835 Tm. diarias. Como para lavar una tonelada de chirta (con el 30% de mineral) se precisaban 1.500 litros de agua, era necesario el suministro de un importante caudal de agua que la empresa pretendía elevar desde los arroyos del entorno hasta un depósito con capacidad para una jornada de trabajo (Álvarez y Simón, 2004). F. 23_ Plano de instalación de un trómel para el lavado de minerales. Luchana Mining Co Ltd. Año 1909 (BFA/AFB. Agruminsa 0421/020). 153 Los lavaderos de mineral de hierro El lavadero constaría de dos trómeles, y otro de repuesto, movidos por una máquina de vapor horizontal tipo Tangyes, de 12 HP. Sus características serían las siguientes: la longitud total era de 6,75 m., (4,5 m. la parte cilíndrica y 2,25 m. la cónica); el diámetro era de 2,25m. (5,5 m. en la boca del cono); los platos clasificadores para el estrío eran de 3 m. de diámetro. Los trómeles giraban a 4 revoluciones por minuto y cada uno podía tratar 200 Tm. diarias de chirta. Para la eliminación de los fangos producidos por el lavado habían previsto la construcción, en antiguas minas, de tres balsas de decantación (BFA/AFB. Agruminsa 0421/020). Según datos de J. Lazúrtegui, la Luchana Mining Co. Ltd. en 1910 había instalado un lavadero para tratar las chirtas procedentes de la mina Plácido y Aumento a Plácido. Su capacidad era de 83 Tm. diarias y su producción anual de 24.113 Tm., cifra muy inferior a la prevista. También instalará otro lavadero en la mina Manuela, presumiblemente sustituyendo al que se había proyectado construir en la mina Juliana 2ª. Con el fin de conseguir agua abundante, lo situará en la vertiente del barranco de El Cuadro que da al pantano de Loyola, cerca del barrio La Lejana. En él, mediante dos trómeles, llegará a tratar 5 Tm. diarias de mineral; su producción en 1910 será de 1.526 Tm., una cifra muy modesta. 154 En 1829, la Luchana Mining Co. Ltd. firmará un contrato con Antonio López, para utilizar conjuntamente un lavadero de propiedad de este último, situado en la mina Javier. Para su funcionamiento disponía, por concesión, de 100 litros de agua por minuto que obtenía de varios arroyos del nacimiento del río Cotorrio, situados en la mina San Mateo. Para aumentar su producción sustituirá las dos cribas giratorias de que disponía por un trómel de una capacidad de lavado de 30 a 40 Tm. por día (BFA/AFB. Agruminsa 0421/020). Otras minas que destacaron por poseer instalaciones de lavado en este distrito fueron: La mina Marta, propiedad de T. Otaduy. Fue en ella donde en 1891 se hicieron los primeros ensayos de lavado de mineral. Tenía un lavadero para el tratamiento, tanto de sus chirtas, como las de de la mina Capela, perteneciente a la Luchana Mining Co. Ltd. Disponía de seis trómeles y trataba 480 Tm. diarias; en 1899 produjo 24.000 Tm. La mina Casualidad tenía en 1910 instalado a nombre de Ramón Torres Vildósola, un lavadero en el que mediante un trómel beneficiaba 40 Tm. diarias de mineral, que en la totalidad del año suponían 12.400 Tm. en la cuenca minera vizcaina. Los lavaderos y balsas de decantación de la Cía. Orconera Iron Ore. Vamos a dedicar este apartado al estudio de las instalaciones de lavado de la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd., ya que además de ser la empresa minera más importante de todo el anticlinal de Bizkaia, fue la que dispuso de los lavaderos de mineral de mayor capacidad. Ello fue así, tanto por su enorme producción, como por que el mineral que salía de sus minas era mayoritariamente rubio, cuyas chirtas precisaban de un tratamiento en instalaciones de lavado. F. 24 Aunque esta compañía apenas tenía propiedades, los arrendamientos de las minas de Ibarra Hermanos y Cía. le permitieron disponer para su explotación de uno de los mejores cotos mineros de Bizkaia. Este arrendamiento se estableció en el convenio celebrado en Bilbao el 1 de julio de 1873 entre Ibarra Hermanos y Compañía y la sociedad Orconera Iron Ore Company Limited, constituida en Londres en el mismo año. El acuerdo de arrendamiento incluía dos contratos que formarán la base de la explotación de la compañía. Por un lado se firmará un contrato de arriendo de minas por el que se facultaba a la Orconera a explotar, en régimen de arrendamiento por 99 años, parte del coto que Ibarra Hermanos y Cía. tenía en Matamoros y Triano; este incluía las minas Orconera (7 pertenencias), Carmen (8 pertenencias), Concha 1, Previsión, Magdalena, y César (la mitad). De otros propietarios, explotará las minas Mame, Precavida y Elvira. La renta a percibir por Ibarra Hermanos y Cía., propietaria de las minas, sería un tanto por tonelada de mineral extraído, por lo que sus beneficios dependían de la buena marcha de la explotación. Por otra parte se firmará un contrato de ferrocarriles que facultará a la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. a explotar la concesión del ferrocarril de la Orconera, obtenida por Ibarra Hermanos y Cía. en 1872 y que en esa fecha aun estaba por construir. Este, junto con sus infraestructuras de planos inclinados, cargaderos, etc., resultará imprescindible para la explotación del coto de Matamoros. F. 24_ Esquema del lavadero de Campomar (Pobeña, Muskiz) realizado por José Balzola, ingeniero de la Cía. Orconera, en 1928 (Balzola, 1928). 155 Los lavaderos de mineral de hierro F. 25_ Restos de lavadero de Campomar, perteneciente a la Cía. Orconera en (Pobeña, Muskiz) (Bargos, 2003). F. 26_ Vista general de la planta de lavado de la Cía. Orconera, situado en el barrio de Orconera (Ortuella), en 1943 (ACMMG). El mineral obtenido de las minas sería vendido en forma de cupos a los socios fundadores a un precio preferencial; lo que excediese del cupo se comercializaría a precios de mercado. La Orconera, con 27,5 millones de Tm., el 21% del total del mineral extraído en Bizkaia, fue la empresa de la cuenca que contó con los mayores índices de producción y productividad. En 1879 llegó a concentrar 1/3 de la producción, cifra que fue bajando paulatinamente a partir de 1896, hasta mantenerse entre el 15 y el 20% del total, descenso compensado con la explotación de las minas arrendadas a José Mac Lennan en el coto de Carbarga (Cantabria). F. 25 Ya habíamos visto que la Cía. Orconera Iron Ore disponía de un lavadero de mineral situado en la estación intermedia del ferrocarril del barranco de Granada (Ortuella). Lo había situado allí para facilitar el transporte del mineral desde sus distintas explotaciones hasta los lavaderos y trasladarlos, una vez lavados, hasta los cargaderos que tenía en Lutxana (Barakaldo). En el cuadro publicado por Julio Lazúrtegui sobre los lavaderos de 1910, podemos ver que disponía de doce trómeles, con una producción diaria de 500 Tm. y un total anual de 150.000 Tm. de mineral lavado, la mayor de toda la cuenca. F. 26 Pero la Cía. Orconera llegó a tener una cantidad tan grande de menudos y chirtas en las escombreras de su coto de Matamoros, que este lavadero acabó resultado insuficiente, por no disponer ni del agua necesaria para el lavado, ni de balsa de decantación capaz de eliminar sus vertidos. Además, al escasear también el agua para los tratamientos industriales, los conflictos de competencia con las empresas siderúrgicas fueron permanentes. Estas fábricas necesitaban grandes cantidades de agua para la elaboración del acero e hicieron presión para acaparar el suelo y el agua de algunos cauces fluviales e instalar allí embalses. 156 La Cía. Orconera, como primera solución estudió la posibilidad de llevar hasta las minas el agua del mar y devolver allí los fangos, pero ello complicaba tanto el transporte que optó por construir en 1913 un gran lavadero en la ría de Somorrostro, en Campomar, cerca de Pobeña (Muskiz). Para el transporte del mineral hasta la planta de lavado, montó un tranvía aéreo ejemplar, que fue considerado en su tiempo el más importante de Europa, tanto por su perfección técnica como por su gigantismo. Era un tranvía doble, en la cuenca minera vizcaina. F. 27_ Proyecto de Modificación de las instalaciones del lavadero de minerales en el barrio de Orconera, entre 1963 y 1965 (BFA/AFB. Agruminsa 0120/005 fragmento). modelo Bleichert de 8.066 m., de longitud, que llevaba el mineral desde la mina Carmen VII de La Arboleda (Trapagaran), pasando por la campa de Triano, hasta unas maseras de una capacidad de 3.000 Tm., situados en Campomar (Pobeña), junto a los lavaderos. El lavadero tenía unas dimensiones de 50 m. x 10 m. y estaba hecho de mampostería, con recercos de ladrillo enfoscado en los vanos y accesos y con dos contrafuertes en el interior para reforzar los muros de carga; la fachada delantera tenía nueve vanos de arco rebajado y dos adinteladas, todos ellos de diferentes dimensiones; la cubierta del edificio era a dos aguas; en el lateral izquierdo tenía un túnel de carga, de arco rebajado que desembocaba en la masera adyacente, en la que había tres grandes bocas de arco rebajado, con sendas cribas para seleccionar el mineral según su tamaño, y dos rampas inferiores en cada boca que permiten llevar el mineral hasta los seis trómeles situados en el interior del edificio. Todo el conjunto estaba rodeado por un muro de mampostería de 2 m. de altura que aún se conserva, junto con las ruinas del F. 27 lavadero que acogía los seis trómeles, el almacén, las oficinas y la vivienda del listero. Estas instalaciones podían servir de modelo de las que poseían las grandes empresas. En ellas se podían lavar unas 180.000 toneladas al año de mineral, la mayor capacidad de Bizkaia; la ley metálica del mineral lavado, giraba en torno al 40%. El lavadero estaba basado en el sistema de trómeles, modelo Humbodt. El agua para las operaciones de lavado de las chirtas, se eleva desde el río Barbadún, ya en su desembocadura al mar. El proceso del lavado era como sigue: las vagonetas que llegaban en el tranvía aéreo, se descargan en una masera en la que las chirtas, mediante 6 mangueras de agua eran empujadas hacia los trómeles. Estos estaban organizados en 3 grupos de cuatro cilindros de 5,25 m. de largo por 2,21 m. de diámetro y una parte cónica en el extremo de salida, con una boca de 0.60 m. En la parte cilíndrica del trómel, paralelo a sus generatrices había 10 angulares que permitían desenlodar el mineral. Tanto en la parte central como al final de la boca había una espiral perforada que iba empujando el mineral hacia la salida del aparato. Una máquina de vapor permitía que los trómeles giraran de 7,5 a 8 revoluciones por minuto. Esta energía era transmitida mediante un eje, accionado por una transmisión de cables, que discurría en paralelo sobre cada dos trómeles. En la parte inferior, este eje accionaba mediante correas, un juego de ruedas dentadas, de las que una servía de piñón a una corona dentada que envolvía al trómel. Cada trómel se apoyaba en cuatro rodillos que giraban sobre dos carriles circulares y que hacían que la posición del eje fuese horizontal. Los menudos salían por la boca de los trómeles hacia unas cintas transportadoras en las que se procedía a un último estrío manual. El proceso, cuando convenía, se completaba con un nuevo lavado en una batidera y dos pequeños trómeles para los menudos. Los fangos y aterramientos producto del lavado se escupían por la boca de entrada y eran llevados por un canal subterráneo hasta la zona del Aspra, desde donde eran vertidos directamente al mar. El mineral lavado se almacenaba en unos pequeños depósitos de 500 Tm. desde donde se volvía a cargar en el tranvía aéreo que 157 Los lavaderos de mineral de hierro F. 28_ Restos del lavadero que la Cía. Orconera tenía en el barrio de la Orconera (Ortuella), en 1989 (Colección particular). F. 29 F. 29_ Plano general de las balsas de Triano. En rojo aparece la proyectada en Zaballa (Trapagaran), en 1964 (BFA/AFB. Agruminsa 0119/002 [048]). lo llevaba por una derivación, hasta otros depósitos de 3.500 Tm., situados sobre la estación de Gallarta (Putxeta); de aquí partía un ramal secundario del ferrocarril de la Cía. Orconera, que llevaba mineral hasta los cargaderos de Lutxana (Barakaldo). Los elevados costes de transporte que conllevaba la ubicación del lavadero en Campomar, obligarán a la Cía. Orconera a sustituirlo en 1942 por otro que construirá en la mina Previsión, en el barrio de Orconera (Ortuella), junto a su batería de hornos de calcinación. El mineral, que había sido previamente triturado en machacadoras instaladas en las propias minas de Matamoros, era transportado por el Plano General hasta la masera del lavadero, desde la que pasaba a cuatro trómeles donde se efectúa el desenlodado mediante inyecciones de agua. 158 El mineral lavado en los trómeles era vertido a una cinta lenta de estrío, desde donde iba al depósito general, en el que una cinta transportadora lo depositaba en el ferrocarril de la compañía, que lo llevaba hasta los cargaderos de Lutxana (Barakaldo) para su embarque. Su capacidad de producción era de 80.000 Tm. al año. Con el fin de mejorar, el rendimiento y la ley del mineral lavado, así como la productividad del personal, José Balzola Menchaca, ingeniero-director de la Orconera Iron Ore C.L. proyectó en 1963 la modificación de las instalaciones del lavadero de Orconera, instalando ciclones, cribas y variando el sistema de estrío. Para aumentar el desenlodado preveía la instalación de un nuevo trómel semejante a los ya instalados, hasta el que el mineral llegaría por un sistema de cintas. Una vez lavado, este pasaría a otra cinta que, sustituyendo a las cintas de estrío, recorría todos los trómeles recogiendo el mineral lavado y depositándolo en una criba vibratoria de bandejas, encargada de separarlo en tres tamaños. en la cuenca minera vizcaina. El mineral del primer tamaño, de 10 mm., sería tratado en una criba hidráulica y depositado en un depósito desde el que volvería la criba, por medio de otra cinta transportadora. El mineral rechazado por la criba iría a otro depósito del que una nueva cinta lo mandaría a un molino de bolas, y de ahí iría a una criba hidráulica y de ella a un clasificador “Dorr”. El mineral, ya concentrado, se almacenaría en un depósito de mineral lavado. Para aprovechar aún mejor los menudos del “Dorr”, se ampliaría el lavado con un sistema de espirales o flotación. El mineral del segundo tamaño, de entre 10,25 y 25 mm., iría directamente de la criba al depósito de lavado. El mineral del tercer tamaño, de 25 mm., sería depositado por otra cinta en una zaranda que lo clasificaría en cuatro tamaños y sometería a un estrío en una cinta pequeña con alimentación regulada, mucho más eficaz que las de estrío convencional. El producto resultante caería en una última cinta que lo llevaría al depósito general. Los estériles, separados con el estrío, caerían por gravedad en unos depósitos, desde los que irían en vagones hasta las escombreras. (BFA/AFB. Agruminsa 0120/005). Los fangos generados por el lavadero de Orconera (Ortuella), eran depositados desde 1942 en la balsa de decantación de Orconera, situada en ese barrio de Cadegal (Ortuella). Sin embargo, en 1960 estaba prácticamente llena y solo era posible su utilización recurriendo al bombeo del agua. Para sustituirla, la Cía. Orconera se planteará la construcción una nueva balsa en unos terrenos que esta tenía en el kilómetro 7 de su ferrocarril, en el barranco “Los Canales” del barrio de Zaballa (Trapagaran). La capacidad total de la balsa sería de 2.132.584 m3 y los fangos llegarían desde el lavadero a través de un canal de 2.300 m. de longitud, que seguiría la vía del ferrocarril de Orconera. La balsa se construiría con malecones de tierra y arena, con una pendiente del 39%. La primera contención, la formaría un malecón con un terraplén de 8 m. de alto, sobre el que se dispondrían los demás, que estarían hechos con arena y separados de los fangos con ciclones. El agua, una vez clarificada, se expulsaría por unas compuertas e irían a parar al arroyo “Camporrío”; donde se uniría al que bajaba de los lavaderos de Peña Mora (de la mina Parcocha) y Barrionuevo (de la mina Previsión), y desembocarían juntas en el arroyo de Granada, en Trapagaran. F. 28 159 Los lavaderos de mineral de hierro La cantidad de lodos a verter en la balsa sería 500 m3 en 8 horas de jornada (17 litros por segundo), es decir la misma que iba a la balsa de Orconera; sus aguas, una vez limpias, iban al arroyo Granada, en Ortuella. El retraso de un año en el llenado de la balsa de Orconera y la demora de las obras por un conflicto judicial contra la expropiación de los terrenos en que se estaba construyendo la balsa, harán que la aprobación de las obras no se produzca hasta abril de 1965 (BFA/AFB. Agruminsa 0119/002) F. 30 Por aquel entonces, ya se había producido la rotura de la balsa de Orconera; este accidente obligará a la Cía. Orconera a reducir al mínimo la producción del lavadero y tratar el mineral beneficiable en el lavadero de Matamoros, que estaba a punto de ser inaugurado. Esto hará innecesaria la puesta en práctica de las modificaciones llevadas a cabo, por lo que la compañía decidirá su suspensión. El dique de la balsa de decantación de Orconera reventó en octubre de 1964, provocando una avenida de lodos que arrasó todo lo que encontró su paso, incluida la balsa de la Sdad. Franco - Belga, que se encontraba debajo de ella, lo que multiplicó aún más sus devastadores efectos. F. 31 F. 30_ Balsa de decantación de Orconera, tras la rotura. La avalancha de lodos reventó a su vez la balsa de la Sdad. FrancoBelga, anegando sus instalaciones y el barrio de Granada (noviembre de 1964) (FOAT. Ref. 2227/08). 160 F. 31_ Proyecto de balsa provisional de Orconera, situado en la mina Pobre (octubre de 1964) (BFA/AFB. Agruminsa 0122/002). en la cuenca minera vizcaina. “El Correo Español- El Pueblo Vasco” recogía así la noticia: “Seis personas resultaron muertas y tres heridas el domingo por la mañana en Ortuella, al abrirse una brecha de unos cincuenta metros de anchura en la balsa superior destinada al lavadero de mineral en la empresa “Orconera”, y fluir de ella, de manera vertiginosa, una gran masa de agua y lodo, que se precipitó con violencia sobre una pendiente de 100 m. de altura. […] La zona de la catástrofe ofrece un aspecto desolador. Un área de 2 km. se encuentra cubierta por el lodo. En algunas zonas, la altura de barro llega a 5 m. Al descender la gran ola de lodo tuvo que saltar grandes precipicios. Al caer sobre ellos, el agua botó a varios metros […] Según el Director General de Minas, D. Joaquín Targheta, la causa del siniestro tuvo que ver con una situación climatológica anormal. Durante el verano se había producido una gran sequía y como consecuencia se produjeron corrimientos de tierra y grietas en los muros de arcilla. Después, al mojarse repentinamente por las lluvias de los días anteriores al siniestro, el agua ha penetrado en las grietas sin humedecer originando el hundimiento”. … pero no se habían tomado medidas para solucionarlo, a pesar de que en los días previos al accidente ya se habían producido corrimientos de tierra en la balsa. En el juicio que se celebró a raíz del accidente, fueron inculpados varios miembros de la Dirección de la Cía. Orconera, empresa que tuvo que indemnizar a los distintos afectados por el accidente, sobre todo a la Sdad. Franco - Belga, cuya balsa de decantación resultó severamente dañada por la rotura de la anterior. Para sustituir la balsa de decantación rota, la Cía. Orconera proyectó en el mismo mes de octubre de 1964, la construcción en los terrenos de la mina Pobre (Ortuella), de una balsa provisional de decantación de fangos, que le permitiera seguir utilizando el lavadero de Orconera, mientras se terminaba la balsa de Zaballa (Trapagaran), cuyas obras estaban paralizadas por el pleito judicial. La Jefatura de Minas para normalizar los trabajos de los lavaderos de la Cía. Orconera y la mina Escombrera del Zarzal (F. Cavia, su propietario, utilizaba la balsa de la Sdad. Franco-Belga para decantar sus fangos), paralizados por la rotura de los diques de las balsas de decantación, aprueba este proyecto, tras imponer ciertas medidas de seguridad (BFA/AFB. Agruminsa 0122/002). 161 Los lavaderos de mineral de hierro José Balzola, ingeniero-director de la Orconera Iron Ore C.L., en abril de 1964, con el fin de reducir su plantilla de personal, había procedido a la mecanización de sus explotaciones de La Arboleda y la construcción de un nuevo lavadero en Matamoros. F. 32 Tras estudios realizados, vieron que con la plantilla que tenían el rendimiento del distrito minero de Matamoros no superaba las 4 Tm. de mineral lavado por jornal, frente a las 14 Tm. de otras explotaciones similares, lo que obligaba a realizar una reducción de personal. Las inversiones que tendrán que realizar se centrarían en la mecanización del arranque y cargue, la construcción del lavadero y la reubicación de la nueva cabecera del Plano General; con la introducción de estos medios mecánicos, también pretendían reducir el índice de peligrosidad de las labores de extracción y cargue. Para mecanizar el arranque y la carga del mineral adquirirán dos excavadoras, una pala cargadora y tres autovolquetes, que sustituirán parcialmente el transporte por ferrocarril. El funcionamiento al 50% del nuevo lavadero (en cinco meses se podría llegar al 100%) en su nueva ubicación, ya había permitido suprimir los dos planos inclinados que abastecían al antiguo lavadero de La Arboleda y reducir los gastos de trasporte. El nuevo lavadero estaría equipado con un dispositivo de maseraartesa de desenlodado previo y un sistema de arrastre por rastrillo mecánico que permitía la introducción del mineral de tamaño grueso para su trituración en la planta de marchaqueo, formada por un alimentador mecánico de cadenas y una marchadora de mandíbulas. Esto reducirá el número de barrenadores en canteras y mecanizará el cargue. F. 32_ Plano de conjunto del proyecto de ampliación del lavadero de Matamoros (Julio de 1971) (BFA/AFB. Agruminsa 0871/001 [114]). 162 F. 33_ Plano de 1968 con la situación de la futura balsa de fangos de la Cía. Orconera en la mina Previsión (Matamoros), realizado sobre un plano de noviembre de 1959 (BFA/AFB. Agruminsa 0128/001 [007]). F. 33 en la cuenca minera vizcaina. Tras el desenlodado final en el trómel, se procedería al estrío, que será mejorado con la instalación de una criba de clasificación de mineral, una cinta de estrío estrecha y unas tolvas de recogida adecuadas, que permitiría reducir el número de estriadores. El tamaño menor de 10 mm., iría mezclado con los fangos y sería separado en la cribas Yubas del lavadero de finos de Orconera (Ortuella). Con el tamaño intermedio entre 10 y 30 mm., cabrían dos posibilidades: retriturar el mineral hasta un tamaño inferior a 10 mm y tratarlo en el lavadero de finos de Orconera, o sino - era lo más económico - pasarlo por cribas que solo permitiesen el paso de ese tamaño. Uno de los efectos negativos de la mecanización del cargue sería que el mineral fino obtenido iría mezclado con carbonato, pero ese inconveniente se podría subsanar si se trataran todos los finos en la planta de sinterización de AHV (Sestao). El transporte hasta la escombrera del estéril resultante del estrío, también se mecanizará mediante cintas transportadoras. Por último, el mineral lavado se llevará por cinta transportadora hasta la cabeza del Plano General, que se ha desplazado para reducir las maniobras y, por tanto, la plantilla de trabajadores. En conclusión, la mecanización del laboreo y las modificaciones introducidas en el lavadero, supondrán una reducción de 73 trabajadores, que afectarán tanto al personal de arranque y cargue, como al administrativo y del taller de reparaciones, ya que al reducirse el transporte por ferrocarril, todas las reparaciones de las locomotoras y vagones se efectuarían en el taller de Lutxana (Barakaldo) (BFA/AFB. Agruminsa 0877/005). En julio 1.971 en el lavadero de Matamoros, de la antigua empresa Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd., en esos momentos integrada en Agrupación Minera, S.A. (Agruminsa), se procederá a una ampliación de las unidades de trituración y lavado, utilizando para ello la maquinaria procedente de las instalaciones que la empresa tenía en el lavadero de Orconera (Ortuella). La primera parte de la ampliación consistiría en la instalación de un trómel, tipo Santander, reconstruido con material ya existente, que se alinearía con los actuales. Se alimentaría, como el resto, por medio del rastrillo mecánico, aunque habría que adaptar la tolva de alimentación y las bases de los trómeles. 163 Los lavaderos de mineral de hierro En segundo lugar, habría que crear un nuevo circuito de trituración del mineral de mayor tamaño. Este iría arrastrado por el rastrillo mecánico hasta las parrillas de las tolvas de los trómeles, o directamente por un alimentador de cadenas a una machacadora de mandíbulas de simple efecto, desde donde pasaría a dos trómeles, tipo Orconera, para ser sometido al lavado. El producto lavado en este circuito se uniría al lavado en el primero por medio de dos cintas transportadoras. F. 34 La tercera ampliación obedecería a la adaptación a las necesidades de las empresas siderúrgicas; estas demandaban un mineral más limpio, de un tamaño inferior a 50 mm. y clasificado en dos granulometrías; para conseguir estos objetivos se instalaría una nueva criba con ducha de agua, trabajando en circuito cerrado con una trituradora secundaria, por medio de una cinta transportadora. Para ello se podría aprovechar una machacadora de mandíbulas, que hasta ahora funcionaba como trituradora primaria en el lavadero de Matamoros y una criba vibratoria, perteneciente a la empresa. Con la ampliación del número de trómeles, habría que instalar otros cuatro clasificadores mecánicos, tipo ‘Dorr’, que se traerían de las instalaciones que tenía la empresa en Santander. También habría que cambiar la ubicación de las cintas de estrío; a pesar de todos estos cambios, solo habría que ampliar la plantilla de personal en un operario. En diciembre de 1964, dos meses después de la rotura de la balsa de Orconera (Ortuella), para poder eliminar los fangos procedentes del lavadero de Orconera, la empresa presenta un nuevo proyecto. Este contempla la creación de una balsa que se situará en los terrenos de la mina Carmen 8, en Triano, cerca del lavadero que había proyectado en abril del mismo año; este funcionaba parcialmente y estaba previsto que también decantase sus lodos en esa balsa. Estuvo en servicio hasta la puesta en marcha de la balsa de la mina Previsión (BFA/AFB. Agruminsa 0871/001). Años más tarde, en enero de 1968, José Ramón Merino, ingeniero de la Cía. Orconera presentará un proyecto para mejorar los dispositivos de decantación de lodos del lavadero de Orconera. 164 Esto lo realizará por indicación de la Jefatura de Minas y será debido a que se habían detectado vertidos de lodos, procedentes de F. 35 en la cuenca minera vizcaina. la balsa construida provisionalmente en sustitución de la que reventó en octubre de 1964; se había construido cerca del lavadero de Orconera, en el nivel 170 de la mina Previsión, en el barrio de Matamoros (Trapagaran) y en el momento del informe, su capacidad era de 55 días y debía ser sustituida por otra que se estaba construyendo un poco más abajo, en el nivel 160 del barrio de Orconera, con capacidad suficiente como para decantar los fangos procedentes del lavadero de Orconera hasta el agotamiento de su producción. (BFA/AFB. Agruminsa 0128/001) Tras la realización de una serie de ensayos tendentes a mejorar la ley metálica y las condiciones mecánicas del mineral de hierro que llegaba a su factoría, Altos Hornos de Vizcaya construirá en 1953 la primera planta de sinterizado (G-1), que necesitaba la calcinación previa de los carbonatos de hierro. La segunda (G-2), la construirá a finales de los 60, con el horno alto nº 2 o Mariángeles, y también necesitaba que los carbonatos estuviesen calcinados. La tercera planta (G-3) data de 1976; su instalación se debió a que en 1973, Agruminsa para evitar los grandes gastos de combustible y los problemas de contaminación, etc. que suponía la calcinación del carbonato, decidirá sustituir el proceso de calcinación, molienda y sinterización por el de sinterización directa del carbonato. Para llevar a cabo este nuevo proceso, instalará una Planta de Concentración y un nuevo sinter. Desde entonces no hará falta calcinar el carbonato en hornos de calcinación. F. 34_ Plano de la balsa de decantación de fangos de la Cía. Orconera en la mina Carmen 8, de Triano (Ortuella). Diciembre de 1964 (BFA/AFB. Agruminsa 0871/001 [083]). F. 35_ Plano de la balsa de fangos en mina Previsión. Enero de 1968 (Im. 3.25) (BFA/AFB. Agruminsa 0128/001 [006]). Agruminsa 0128/001 [007]). 165 Los lavaderos de mineral de hierro Poco antes, en 1970 AHV había creado la empresa la Agrupación Minera SA (Agruminsa); será el resultado de la fusión de las compañías Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd, la Compañía Minera de Dícido, S. A y The Alquife Mines Railway; su finalidad será explotar, hasta su agotamiento definitivo, las minas que aún se mantenían productivas en Bodovalle, Matamoros y Dícido. F. 36 Será la empresa Agruminsa quien en 1975 construya, en Bodovalle (Gallarta), la Planta de Concentración. Su finalidad sería la de aumentar la ley metálica de hierro por procedimientos físicomecánicos, antes de que pasara a la planta de sinterización de AHV (este proceso también se acabará realizando en Bodovalle). Esas instalaciones estaban diseñadas para tratar 1,5 millones de Tm. de mineral al año, pero llegarían a alcanzar los 2,2 millones. La plantilla la compondrán 70 personas. Allí también se pondrán en marcha diversos métodos para tratar de minimizar el contenido de los famosos “álcalis” en el mineral, que tanto perjudicaba a la marcha del horno alto (el mineral con estas características se pegaba a las paredes del horno, reduciendo su volumen y arruinando el refractario interior). Para asegurar el suministro de los 100 m3 de agua que necesitaba la planta para su funcionamiento, la empresa decidió aprovechar los embalses de Mame y El Escorial que abastecían de agua el lavadero de Matamoros (La Arboleda). El traslado se realizará por una tubería compuesta de tres tramos: del embalse de la mina Mame (Trapagaran) al de El Escorial (Ortuella). De El Escorial a la mina La Barga (pozo San Benito de Abanto) y de la mina La Barga a la mina Concha 5 (Planta de Agruminsa de Gallarta). (BFA/AFB. Agruminsa 0877/005) 166 F. 37 en la cuenca minera vizcaina. El proceso de concentración pasaba por tres fases: En la primera se sometía el mineral – básicamente carbonato – a una trituración, que lo reducía a diámetros inferiores a 40 mm. A continuación se clasificaba por tamaños: El tamaño de 40-17 mm. de diámetro se concentraba en tambores de medios densos en los que, por gravedad, separa la materia estéril y los carbonatos. El tamaño menor de 17 mm. no podía ser separado por gravedad, por lo que se utilizaban ciclones verticales que por medio de torbellinos separaban el estéril del carbonato. Por último, el carbonato ya concentrado era sometido a una tercera trituración que lo reducía a tamaños de 8 mm. y pasaba a la Planta de Sinterización de AHV. El sinter es un producto duro y poroso que se emplea en el horno alto; es la materia prima con la que se carga el horno alto para producir el arrabio. Es una mezcla de minerales finos de hierro con combustible sólido rico en carbono (coque) y aditivos finos que aportan fundamentalmente cal y magnesita. El procedimiento de la sinterización, consistía en la fusión parcial de la mezcla anterior para que formasen aglomerados de una ley metálica del 57% de hierro y con una consistencia y permeabilidad tales que permitiesen su utilización en el horno alto (García Tonda, 2002). F. 38 F. 36_ Pozo Ostión, formado por la antigua mina Mame inundada. La Arboleda (Trapagaran) en 2003. De aquí partirá parte del agua necesaria para abastecer la Planta de Bodovalle (Archivo de Agustín Sagasti). F. 37_ Plano de las Instalaciones de la Planta de Concentración de Agruminsa. Coto de Bodovalle. Instalaciones en el exterior. Febrero de 1966 (Colección particular). F. 38_ Instalaciones de la Planta de Concentración de Agruminsa. Febrero de 1976 (FOAT. Ref. 6793/145). 167 Los lavaderos de mineral de hierro Los distritos mineros de Ollargan - Bilbao. El distrito de Ollargan - Bilbao se encontraba al E del foco de Triano - Matamoros y ocupaba los municipios de Arrigorriaga, Basauri y Bilbao. Su nivel de producción fue muy inferior al anterior, pero en el S. XX llegó a convertirse en el segundo yacimiento de Bizkaia en importancia. En este criadero destacaba el coto de Ollargan que fue el primero en ser explotado. En él abundaba el rubio y carbonato, para cuyo tratamiento disponía de instalaciones de lavado y calcinación. A continuación destacaremos algunas de las minas en las que existieron lavaderos de mineral: Las minas San Francisco y San Francisco Segunda, San Esteban, Ricardo y Carmen, pertenecían a la empresa Coto Minero de Ollargan. La compañía disponía en 1903 de unas completas instalaciones para el lavado de sus chirtas: un lavadero, situado en la mina Carmen, una balsa de decantación de 41.720,5 m3, escombreras, chirteras, etc. Las minas Felicidad, Aurora y San Pedro, propiedad de la Sociedad Santa Ana de Bolueta. Disponía de un lavadero de mineral, situado en la mina San Pedro, donde lavaban 200 Tm. diarias de chirtas en un solo trómel. La mina San Prudencio, propiedad de Pascual Sagarduy, que tenía un lavadero de mineral con un trómel en el que trataba 20 Tm. diarias de chirtas. Su producción anual en 1910 era de 2.500 Tm. La mina Diana, registrada por los Lezama Leguizamón S.A.; lavaba sus chirtas en el lavadero de la mina Segunda. La mina Segunda, propiedad de Pedro P. de Gandarias y, tras su muerte, de la Sociedad ‘Vda. e hijos de D. Pedro P. de Gandarias’; sus chirtas eran tratadas en un lavadero que contaba a finales del S. XIX con 3 trómeles, donde también acabó tratando el mineral de las minas Diana, Esperanza, San Francisco y San Francisco Segunda. Para 1910, este lavadero había sido ampliado con 3 tró- F. 39 F. 39_ Plano de labores del Coto Minero de Ollargan. En él se pueden apreciar las instalaciones de lavado y decantación de las minas del coto (1903) (FOAT. Ref. 2584/013). 168 F. 40_ Restos del lavadero y horno de calcinación, situados en la mina San Luis (Bilbao), en 1989 (Colección particular). en la cuenca minera vizcaina. meles más, con los que trataban 400 Tm. diarias de tierras ferruginosas, lo que suponía 120.000 Tm. anuales, cifra solo superada por la Cía. Orconera. También explotó carbonatos, para cuyo tratamiento construyó dos hornos de calcinación, modelo Orconera, de los que aun se conservan sus restos, integrados en el parque de Montefuerte (Arrigorriaga). F. 40 La mina Montefuerte, de Chávarri Hermanos, que disponía de un lavadero de mineral, con 3 trómeles en los que se lavaban 350 Tm. diarias de chirtas, procedentes de esta mina y de la Sílfide, con una producción anual de 80.500 Tm. anuales en 1910. El distrito de Bilbao comenzó a ser explotado después que el de Ollargan, pero tuvo mayor importancia. Dentro de este distrito minero, destacaron varios enclaves diferenciados. El más importante ocupaba el cerro de Mirabilla, que se extendía un km. por encima de Bilbao La Vieja; a este le seguía en importancia la masa del Morro, situada en la margen derecha de la ría. Un tercer enclave lo constituían los focos de Iturrigorri, y de Castrejana, localizados al SO del área de Bilbao. Sus explotaciones mineras tuvieron en común la necesidad de tratar sus minerales en instalaciones específicas, ya sean lavaderos para el tratamiento de los menudos del rubio u hornos de calcinación para la concentración del carbonato. En lo que respecta a los lavaderos, ya desde el comienzo de su utilización, se planteó el problema de la eliminación de los fangos, resultado del lavado del mineral; como todas estas minas estaban situadas en torno a la ría del Nervión, lo solucionaron instalando pequeñas balsas de decantación o sencillamente vertiéndolos a la misma. Ya hemos visto en capítulos anteriores que la legislación minera se acabó haciendo eco de las numerosas protestas, tanto de los ayuntamientos, como de los vecinos afectados y prohibieron su vertido mediante el “Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas” de 1900, por el que se consiguió incluso que se limpiase la ría, aunque sus efectos duraron poco tiempo, ya que los vertidos se siguieron sucediendo a lo largo del tiempo. El coto de Mirabilla se extendía un km. por encima de Bilbao La Vieja y comprendía las siguientes minas: La mina San Luis, registrada por Remigio Goyoaga en 1868; fue vendida a Luis Levison y Bluckel, que bajo la representación de Luís Núñez primero extrajo rubio, y después carbonato. Para el tratamiento de los menudos de rubio, instaló un lavadero junto a la plaza de los Tres Cantos; cuando fueron cerrados por el agotamiento de las chirtas, la compañía explotadora vendió los trómeles a Domingo Sarachaga que los utilizó en su lavadero de la mina Catalina (Sopuerta). Desde los años 40 del siglo pasado también llegó a disponer de un horno de calcinación para el tratamiento de la siderita, cuya construcción se encargó a la empresa “Gracia y Compañía” de Bilbao; fue un modelo de eficacia, hasta el punto de que inspiró la construcción de otros, como el de la mina Lorenza (Abanto). Actualmente es el único vestigio que se conserva de los más de cien años de actividad minera en la zona de Bilbao. 169 Los lavaderos de mineral de hierro La mina Abandonada, registrada por Santiago Aguirre en 1850, fue explotada por Lezama Leguizamón S.A. Para tratar sus rubios construyó en 1920 un lavadero en Larrasquitu (San Adrián); disponía de tres trámeles de 2 m. de diámetro y 4 m. de longitud, y otro especial para el aprovechamiento de los menudos; todo el conjunto era accionado por un motor eléctrico de 60 H. P.; a través de un sistema de tres cintas transportadoras, se vertía el mineral lavado en unos vagones que lo conducían a un depósito general. El suministro de agua se garantizaba mediante un depósito de 800 m3 de capacidad. Su rendimiento era de 300 Tm. diarias de mineral lavado. Este lavadero de mineral fue sustituido en los años cincuenta por otro del que hasta hace poco permanecieron los restos. El mineral lavado era transportado por el ferrocarril de Bilbao a Portugalete, hasta un cargadero que tenía en Olabeaga. La mina Sílfide fue registrada por José María Larrabeitia, en 1857 y explotada por Chavarri Hermanos. Disponía de un tranvía aéreo, desmantelado hace poco y construido para transportar el mineral a los lavaderos de la mina Montefuerte. Desde allí era llevado en el ramal del ferrocarril de Azbarren hasta los cargaderos de Zorroza. La mina Malaespera, registrada en 1864, fue explotada por la sociedad Ocharan y Aburto S.L. y tenía rubio, cuyos menudos era tratados en un lavadero que disponía de 4 batideras (algo insólito en los lavaderos vizcaínos), con una capacidad de 90 Tm. diarias y una producción de 25.920 Tm. anuales en 1910. Además disponía de carbonato subterráneo que calcinaba en unos hornos ya desaparecidos. Disponía de un tranvía aéreo para el transporte del mineral hasta unos depósitos situados en la falda sur del monte Arnotegi, desde donde iba en el ferrocarril de Azbarren hasta los cargaderos de Zorroza. El otro enclave minero bilbaíno fue la masa del Morro; estaba situada en la margen derecha de la ría, frente al barrio de La Peña y en ella destacaron las minas Nuestra Señora de Begoña, Santa Ana y sus demasías. Eran propiedad de la sociedad la “Compañía Minera del 170 Morro de Bilbao”, creada en 1887. Hasta hace poco existió en lo alto del cerro un machón del plano inclinado que subía el rubio desde el lavadero hasta la cota superior de la explotación. Al sur del área de Bilbao, se localizaban los cotos de Iturrigorri, y de Castrejana, con rubio y carbonato. En el primero destacaron las minas Gustavo, Carmen y Rosita, de Julio C. Levisson y la mina Juan, propiedad de Tomás de Allende, que disponía de un lavadero con un trómel con el que lavaba 35 Tm. diarias, lo que equivalía a 7.500 Tm. anuales de mineral en 1910. En el segundo estaba la mina Primitiva, registrada por la compañía Wright Buth, Co. Ltd. y explotada por José Mac Lennan desde 1881. Disponía de unas completas instalaciones de las que aún se conservan los restos de un horno de calcinación; se hallan dentro del recinto de la planta de tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos de Zabalgarbi (Bilbao) Los distritos de Güeñes y Alonsótegui eran una prolongación por el SW del foco de Ollargan - Bilbao. El foco de Güeñes, se hallaba a la izquierda del río Cadagua, y su nivel de producción fue muy modesto, aunque en ella se podían encontrar minas como la San Sebastián (de la Cía. Nª Señora de Guadalupe), la mina Reloj (de la Cía. Parcocha), la mina Santa Regina, (de Lezama Legizamon) y la mina Amalia, (de Amalia del Molino). En Alonsótegui también extraían rubio, destacando la mina Dificultosa, de Gustavo Cobreros, en la que se había instalado un lavadero con un trómel en el que se lavaban 60 Tm. diarias de chirtas, tanto de esta mina, como de la Concepción y la Rosendo (ambas de la zona de El Regato), que explotaba el industrial Francisco Martínez Rodas. en la cuenca minera vizcaina. El criadero de mineral de las estribaciones de Bizkaia. Minas y lavaderos. En la prolongación del gran venero de Somorrostro, pero en sus estribaciones más occidentales y en la zona fronteriza entre las comunidades de Bizkaia y Cantabria, se localizaba un criadero que dio lugar a la aparición de dos áreas diferenciadas: La primera, seguía la veta principal de Matamoros - Triano y se prolongaba de forma dispersa por la parte más occidental Bizkaia, casi en la línea divisoria interior con Cantabria. Allí dará lugar a los enclaves mineros de Galdames, Sopuerta y Alén, que se prolongarán hasta el valle de Sámano y Castro - Urdiales. La segunda, surgió al oeste de Muskiz entre el río Barbadún y Castro Urdiales; seguía por la costa del cantábrico oriental e integraba las zonas mineras de Cobarón y Cotorrio en Bizkaia, Ontón en la divisoria provincial y Dícido y Setares, ya en Castro - Urdiales. Su formación geológica es semejante a la del criadero de mineral de Somorrostro. Presentaba una extensa zona de caliza de arrecife y coralífera de Toucasia, que formará una franja de espesor variable entre los 30 y 160 metros, la cual seguirá en dirección E-O, interrumpida por una zona de terrenos de aluvión. Sus yacimientos, aún con distintas estructuras, en general se caracterizaban por que las mineralizaciones estaban cerca de la superficie y cubiertas por capas de roca poco espesas que permitían una explotación a cielo abierto y sin grandes problemas. A veces las capas rocosas eran más espesas y obligaban a realizar labores subterráneas. Los minerales que predominaban en estos yacimientos eran de las variedades de rubio – sin sulfuro y con muy poco fósforo – y siderita. Las masas de mineral solían aparecer con grandes proporciones de estéril. El rubio, tenía una ley metálica media en seco del 54%, lo que lo situaba por encima del 48,5%, la media para esta variedad. Solía aparecer en superficie, aunque tapado por una capa de roca caliza; en las masas silíceas surgía en forma concrecionada y mezclado con pirita. Todo ello obligaba a su lavado y selección. En conclusión que, desde el punto de vista de la explotación minera y siderúrgica estos yacimientos ofrecían importantes ventajas, aunque tenían el inconveniente de que eran pequeños y relativamente aislados. Esto explica que fueran explotados por unas pocas empresas mineras, que tuvieron que desarrollar infraestructuras independientes entre sí, aunque vinculadas al espacio geográfico de Castro - Urdiales, punto idóneo para embarcar el mineral que se extraía en sus criaderos. El alto costo de las infraestructuras necesarias para embarcar el mineral extraído hizo que su explotación solo la pudieran asumir compañías relativamente grandes. Fue un espacio económico sometido a las fluctuaciones de la exportación, destino del mineral extraído de ambas áreas. Esto hizo que el declive que se produjo en la minería a partir de los años 20 del pasado siglo, supusiera la práctica desaparición de todo el distrito minero. En ello influyeron tanto su producción relativamente pequeña, que impedía la movilización de grandes capitales, como las carencias derivadas de su ubicación excéntrica con respecto al gran criadero de Somorrostro. 171 Los lavaderos de mineral de hierro Este conjunto de explotaciones mineras, desde el punto de vista productivo tuvieron una estructura bastante compleja, que se tradujo en una gran variedad de infraestructuras e instalaciones. Su desarrollo fue tardío, ya que no se explotó de forma sistemática hasta finales del S. XIX; ello fue debido, tanto a la menor rentabilidad en relación a las zonas de Triano-Matamoros, como a las dificultades que ofrecía la zona para su explotación. El principal inconveniente del criadero radicaba en el tipo de mineral que en él abundaban. Las principales reservas de la cuenca eran de rubios – con gran presencia de arcilla – y siderosa, que obligaban a su tratamiento mediante el lavado y la calcinación, con el agravante de que por su lejanía, no se podían aprovechar las infraestructuras de transporte y embarque de la ría del Nervión. Estas desventajas pudieron superarse por la coyuntura económica, que estableció una fuerte y continua demanda de los minerales del anticlinal vizcaíno, que añadida a la caída de la producción de la zona de Triano en la primera década del S. XX, hicieron rentables estos minerales, a pesar de ser menos puros que los óxidos de Somorrostro. A ello también ayudará la introducción de nuevas técnicas de tratamiento y la construcción de cargaderos en cantilever, que posibilitará el embarque del mineral en mar abierta (González Urruela, 2001). Todo este conjunto de factores permitirá que, a pesar de los inconvenientes, allí florecieran empresas de gran importancia, que contaron con instalaciones de lavado significativas en este tramo de las estribaciones más occidentales de Bizkaia. 172 en la cuenca minera vizcaina. Los distritos mineros de Galdames, Sopuerta y Alén. Los distritos mineros de Galdames, Sopuerta y Alén, forman la primera de las áreas mencionadas. Se situaba al SO del núcleo de Triano - Matamoros y estaba formada por los cotos del interior de las Encartaciones. Aunque su explotación empezó tarde, en su período álgido, a finales de la primera década del siglo XX, llegó a extraer el 10% del mineral de todo el anticlinal. Los yacimientos estaban formados por pequeñas bolsas de rubio que surgían entre la caliza, lo que dificultaba la explotación. Para el aprovechamiento de los menudos y escombreras, en torno al siglo XX se comenzaron a instalar lavaderos de mineral, que al tener que ubicarse en zonas escarpadas y sin ríos cercanos, tuvieron dificultades, tanto para el aprovisionamiento de agua, como para la eliminación de los lodos producidos por el lavado. Serán continuas las quejas de los vecinos de la zona por estos motivos; estos entablarán continuos pleitos motivados por la apropiación del agua por parte de las compañías, que llegaron al punto de dejar sin agua potable a los vecinos de algún barrio de Galdames. En los pequeños valles que se formaban al pie de los montes de Galdames se instalaron balsas de decantación, como la de la mina Elvira en el Saúco, de la que aun quedan restos. Por su localización, muy próximas unas minas a otras, llegaron a formar una unidad de explotación. Las minas del distrito minero de Galdames estaban en manos de grandes sociedades vinculadas a la siderurgia vasca a través de compañías como la Bilbao River y la Cía. Urallaga - Magdalena, principales propietarias del mismo. Sus concesiones eran bastante amplias, hecho que explica la casi ausencia de demasías. He aquí las que disponían de instalaciones para el tratamiento de los rubios: Las minas Escarpada, Berango y Tardía, que pertenecían a la Sociedad Bilbao River and Cantabrian Railway C.L. Para el tratamiento de los menudos producidos por la explotación de las minas Berango y Escarpada, la compañía instaló un lavadero con un trómel, que amplió a dos en 1910. Su producción era de 100 Tm. al día y 23.000 Tm. anuales. Las minas Pepita, Dolores, San Juan y Sofía, formaban el coto minero del Sauco, que se situaba en Galdames, entre los altos de San Juan y el Cuadro; había sido demarcado por la Cía UrallagaMagdalena, y era explotado por los Sres. Viguera y Maestre, bajo la dirección del ingeniero de minas Enrique García Borreguero. Entre 1908 y 1914 fue explotado por la “Sociedad Mina Pepita”, que en 1910 disponía de un lavadero con dos trómeles para tratar los menudos de las tres primeras concesiones; su producción diaria era de 100 Tm. y la anual de 20.000 Tm. En los años previos a la guerra civil, el coto fue cedido a Eladio Barrena, que lo explotó hasta 1948. A partir de entonces se sucedieron distintos contratista, como fueron los Sres. Sarachaga, Nocedo, Otaduy, etc. De esta etapa se conservan los restos del lavadero, la masera, los depósitos de agua, cargaderos, etc., así como extensas praderas formadas por las balsas de decantación de los lodos, provenientes del lavado del mineral. Las minas Pepita, Dolores y San Juan, que habían sido demarcadas por la Cía Urallaga - Magdalena. En 1910 disponía de un lavadero, con dos trómeles para tratar los menudos de las tres concesiones; su producción diaria era de 100 Tm. y la anual de 20.000 Tm. La mina Rita y Adelaida, de la Cía. Nuestra Señora de Guadalupe, que también había instalado en 1910 un pequeño lavadero de un solo trómel, con el que lavaba 30 Tm. diarias de chirta y 10.500 Tm. en la totalidad del año. La mina Rosario, propiedad de Saturnino Echevarria. Tenía un lavadero con un trómel para lavar 35 Tm. diarias y 1.500 Tm. anuales, una cifra bastante modesta, pero la tónica en este tipo de empresas. La mina Punta, que eran propiedad de Manuel Corral; disponía de un lavadero con un trómel para lavar 30 Tm. diarias y 2.000 Tm. anuales. 173 Los lavaderos de mineral de hierro F. 41_ Restos de la antigua balsa de decantación de la mina Elvira, en el Saúco (Galdames) (2003) (BFA/DFB. I. I)). F. 42_ Fotografía con los restos de las instalaciones del lavadero de Solano, en los Castaños (Galdames) (2003) (BFA/DFB. M. A. N). La mina Elvira, que había sido registrada por Celestino Aramburuzabala. Aunque más tarde que las anteriores, también acabará contando con instalaciones de lavado para beneficiar sus escombreras. De ella aun se puede apreciar la llanura formada por lo que fue su balsa de decantación, situada en El Saúco (Galdames). F. 41 La escombrera de la mina San Antonio para lavar el mineral de sus escombreras construyó en los años cincuenta un lavadero de mineral que situó en el barrio del Ventorro y que estaba distribuido en tres alturas, aprovechando una vertiente del terreno; en la zona superior se situaba una tolva de mampostería, de paredes rectas y convergentes, la zona intermedia estaba destinada al trómel, que tras el lavado, descargaba el mineral en un nicho de carga para camiones, también de mampostería que se hallaba en zona inferior. El agua del lavadero provenía de un embalse natural de agua, localizado en un nivel superior; los lodos resultantes del lavado iban a parar a una balsa de decantación, de la que se conserva la presa de contención realizada en mampostería recta, de gravedad y con perfil escalonado de unos 40 m. y un grosor en la zona superior de 2 m.; en la zona central presentaba una abertura, cerrada mediante una compuerta. Actualmente de las instalaciones solo quedan las ruinas del lavadero y de la presa de la balsa de decantación Otro lavadero que tuvo cierta importancia por el volumen de su producción fue el de Solano en los Castaños (Galdames). 174 F. 42 en la cuenca minera vizcaina. F. 43_ Fotografía de la mina Catalina (Sopuerta) en 2003. El lavadero está delante de los hornos de calcinación. (Im. 3.37) (BFA/DFB. M. A. N). Los distritos de Sopuerta y Montellano, surgirán siguiendo el distrito anterior hacia el O, entre La Baluga, Montellano y el Alto de las Muñecas, ya en la frontera con Cantabria. También allí abundaba el rubio, y en menor medida, el carbonato. Las minas que disponían de lavaderos eran: F. 43 El Coto Sarachaga se localizaba en el barrio del Castaño, en el paraje conocido como La Linde y junto al Barrio Galicia, que surgió a raíz de la actividad minera de la zona. Este criadero de mineral aunque que inició su explotación en el siglo XIX, hasta 1940 no lo hizo de forma sistemática; será en 1968 cuando don Pedro María Sarachaga Martínez, Director de “Minas de Hierro de Sopuerta S.A.” pida la agrupación de las concesiones del coto Sarachaga, que estaba compuesto por las siguientes minas: - La mina Catalina fue registrada por Ramón Pérez del Molino en 1870 y cedida a perpetuidad a Amalia Juliana Pérez del Molino en 1886, que explotará a través de la “Sociedad Bilbao River and Cantabrian Railway C. L.”. Será en los años cincuenta cuando la arrienda Domingo Sarachaga, que pasará a comprarla en 1977. En esta mina la ‘Comisión Explotadora de la Safo y Catalina’, construirá un lavadero que aún se conserva. 175 Los lavaderos de mineral de hierro La mina Paca fue registrada por Cecilia Geltschel y Charroalde en 1880, pasando en 1893 a Félix Herrero y en 1924 a la “S.A. Mina Paca”, que su representante Juan Prado y Mathurin acabará arrendando a Domingo Sarachaga en 1953. La mina Safo fue denunciada por Salvador Gutiérrez en 1863 y cedido el 90% a Luis Ocharan y Rivas en 1872. En 1944 es arrendada a Domingo Sarachaga Aza. Que la comprará en 1970. En los años veinte construyen un lavadero, distribuido en tres alturas, aprovechando un desnivel del terreno; en la zona superior se localizan dos tolvas, una que da a un nicho inferior, destinado a los materiales estériles y otra situada en la zona central del lavadero que a través de una vertedera llevaba el mineral hasta el trómel y de ahí a los depósitos del mineral ya lavado, situados en la zona inferior. También disponía en la parte superior de un depósito de agua de unas dimensiones de 5 m. x 5 m. - La mina Gallinar fue registrada por Félix Aranzadi y Aramburu en 1875 y perteneció a Meñaca, Urízar y Cía hasta su integración en la mina de José María Zubiria en 1910; en 1974 será arrendada a Domingo Sarachaga y en 1987 se cerró. Tenía en 1910 instalado un lavadero, en el que con un trómel trataba 40 Tm. diarias y 2.400 Tm. anuales de tierras ferruginosas 176 - La mina Caduca fue registrada por Casimiro Zunzunegui y Echevarría en 1933 y arrendada en 1974 a “Minas de Hierro de Sopuerta S.A”; y clausurada en 1938. En el barrio de Jarralta instaló en los años cincuenta un lavadero con dos trómeles, que utilizará el sistema de medios densos y del que queda algún resto. - La mina Ramón fue explotada por la ‘Comisión Explotadora de la mina Ramón’. Disponía de un lavadero con un trómel con una capacidad de lavado de150 Tm. diarias, pero con una producción anual de solo 147 Tm. El criadero se explotó a cielo abierto, salvo las minas Paca y Caduca que lo hicieron parcialmente en galería. El mineral extraído era en un 90% rubio; al aparecer carbonato en los años cincuenta, esta empresa comenzó a beneficiar los carbonatos de las minas Catalina y Paca, para lo que en 1956 y 1959 construyó, en los terrenos de la primera, dos hornos de calcinación. Para el transporte se emplearon los ferrocarriles de Traslaviña-Castro y de Galdames; para embarcarlo en el segundo se llevaba el mineral de las minas Safo, Gallinar y Catalina en un tranvía aéreo hasta la estación del Cerco. En varias de estas minas se instalaron lavaderos que fueron explotados por Comisiones Explotadoras. En 1910 la ‘Comisión Explotadora de la Safo y Catalina’, disponía en esta última mina de un lavadero con en la cuenca minera vizcaina. cuatro trómeles en los que trataba el mineral procedente de esta mina. Su producción diaria era de 130 Tm. y la anual de 28.544 Tm. Las instalaciones de este lavadero estaban dispuestas en cuatro niveles, aprovechando un talud del terreno; en los años cincuenta y bajo la pista de acceso a los hornos de calcinación, se construyó en la misma mina Catalina un nuevo lavadero, aprovechando una vertiente del terreno. El mineral era introducido desde el nivel cero por una tolva de mampostería que desembocaba en los trómeles, de los que tras ser lavados, pasaba a una cinta de clasificado. El mineral limpio era pasado por una machacadora, para reducirlo a un tamaño uniforme, y caía en unos depósitos situados en la cota inferior de la instalación e integrados en un puerto de mineral en el que se almacenaba el mineral lavado. Este estaba conectado con el ferrocarril de Traslaviña, que lo llevaba hasta Castro-Urdiales para su embarque, aunque en su última etapa de explotación era transportado en camiones. Los trómeles de la última etapa de su explotación, en los años 60 del pasado siglo, fueron aprovechados del lavadero de la mina San Luís, de Bilbao. Tienen de 7 m. de longitud y un diámetro de 2 m., aunque en su boca se reducía a medio metro. Actualmente están en el Museo de la Minería del País Vasco. El agua para alimentar al lavadero de la mina Catalina procedía de un depósito de mampostería situado junto al lavadero, que se construyó en 1954; era de planta rectangular, de paredes rectas y de unas dimensiones de 6 m. x 5 m. Todos los restos materiales que han sobrevivido de las citadas minas se localizan junto a la vía principal del ferrocarril y en la mina Catalina que aún se conservan en buen estado los dos hornos de calcinación, y el lavadero, aunque ha perdido los elementos mecánicos. Actualmente en la mina Catalina aún se trabaja en una planta de molienda, que beneficia un pequeño tonelaje de carbonato de hierro pulverizado, que se destina al mercado de la alimentación animal. Las minas San Pedro y San José se localizan en los barrios Alcedo y La Acilla, junto a la carretera que va de Arcentales a Sopuerta. Ambas minas fueron registradas por José Luis y Segundo Echevarria Olavarrieta, en 1953 y fueron explotadas hasta 1973. El mineral de hierro, explotado a cielo abierto, se encontraba en un terreno cretácico entre grandes masas de arcilla y caliza que había que eliminar mediante el lavado del mineral. Ello obligó a construir un lavadero mecánico, que se instaló cerca del río Kolitza para dar salida a los lodos resultantes del mismo. El lavadero de mineral de las mina San Pedro y San José, que fue construido en los años sesenta en el nivel superior de la explotación minera, con la que se conectaba a través de un plano inclinado. Para abastecer de agua al lavadero, se instaló encima de él un depósito de agua de mampostería de 8 m. x 10 m. que se abastecía de agua procedente del río, cuyo cau- 177 Los lavaderos de mineral de hierro ce fue desviado ya a principios de siglo XX mediante un muro de mampostería de grandes dimensiones. El lavadero se construyó en una vertiente del terreno para poderlo distribuir en tres alturas; en la superior, realizada en sillar almohadillado, se ubicaba la tolva de carga y en el nivel central el trómel de lavado, que actualmente se conserva en el Museo de la Minería del País Vasco; la descarga del mineral lavado se realizaba por el nivel inferior, que presenta en su frente un nicho de descarga de hormigón, rectangular y con ocho bocas de abertura manual para depositar el mineral en camiones. Aún quedan restos significativos del lavadero. Antes de la utilización de camiones para el transporte, el mineral lavado se almacenaba en un puerto situado junto a la vía del ferrocarril Traslaviña-Castro, del que aún quedan restos y que fue construido en 1898 para almacenar el mineral de la mina José, que era subido hasta el nivel del ferrocarril mediante un plano inclinado. Las minas que formaban el distrito de Castro - Alén, se encontraban en la vertiente E del monte Alén. Era un filón de rubio de un espesor poco regular, que iba acompañado de areniscas y calizas silíceas, lo que obligaba a su tratamiento en los lavaderos para aumentar la calidad. Entre las minas que allí se encontraban destaca el coto minero de Alen, constituido por las minas Sorpresa y Amalia Juliana y situadas en el monte de Gerelagua. La explotación de las minas se realizaba a cielo abierto y para el transporte utilizaban, tanto un tranvía aéreo que iba desde Alén a Ontón, como del ferrocarril mine- 178 ro Castro-Alen. A partir de los años cincuenta la mina ambas minas compartirían el depósito de mineral de la Sorpresa para transportar el mineral por medio de camiones. El mineral predominante en el coto fue el rubio, que había que lavar para eliminar la sílice que lo acompañaba mediante lavaderos. La mina Sorpresa se encontraba en el paraje “El Polvero” del monte de Gerelagua y fue registrada en 1871 por Manuel Taramona que la explotó hasta 1972 en que la arrendó a la empresa “Minas de Las Encartaciones S.A.” que el la tuvo que cerrar en 1973 por las dificultades del mercado; la concesión caducó en 1990. Junto al depósito de mineral del tranvía aéreo, existió un antiguo lavadero de mineral con dos trómeles, que en los años sesenta fue sustituido por uno nuevo de medios densos, para aprovechar los menudos. En 1972 el nuevo arrendatario de la mina construyó sobre el lavadero un depósito de agua y otro de mineral, junto a los que instaló una tolva de hormigón y una machacadora con dos muelas; en el nivel medio se encontraban, tanto un elevador de canjilones para almacenar el mineral en el depósito, como los dos trómeles que disponían de unas cintas transportadoras que llevaban el mineral lavado por unas bocas de arco rebajado, hasta la cota inferior donde se almacenaban para el transporte; para eliminar los fangos, en esa misma cota se encontraban tres depósitos de decantación construidos mediante la superposición de muros en la pendiente de la vaguada. en la cuenca minera vizcaina. La mina Amalia Juliana, situada junto a la anterior, fue denunciada en 1869 por Ramón Pérez del Molino, pero la cedió a Amalia Juliana del Molino en 1884, hasta que en 1903 Casimiro de Zunzunegui y Echevarria cede a su vez a Ocharan y Cía los derechos adquiridos de Luis del Olmo. El lavadero de la mina Amalia Juliana se encontraba en el barrio de Alen (Sopuerta), en la zona superior de la carretera que une Labarrieta con Alén, se construyó en los años cincuenta, en sustitución de otro de finales del siglo XIX y se destinaba al lavado de las chirtas de sus escombreras; en el nivel superior se encontraba un depósito de agua de mampostería y con esquinales de sillar de finales del siglo XIX, era de planta rectangular de 12 m. x 8 m. y llegó a ser remodelado para su utilización como piscina; en ese mismo nivel se encontraba el lavadero, de mampostería y con tres alturas siguiendo el desnivel del terreno; en el nivel superior un plano inclinado ascendía el mineral hasta un depósito de carga, que vertía el mineral en una tolva, bajo la que se encontraban las cribas; en un nivel inferior se situaba el lavadero como tal, donde se hallaba el trómel que depositaba el mineral en una mesa giratoria por la que pasaban chorros de agua para eliminar las partículas menos densas del mineral y una vez clasificado era llevado en una cinta transportadora hasta la parte inferior en la que había otro depósito de mampuesto y hormigón armado donde se almacenaba el mineral ya lavado; este disponía de unas vertederas metálicas de boca cuadrada con base de madera para su carga en camiones. Actualmente sólo quedan restos de los muros de las instalaciones. La mina María se localizaba en el monte Alén (Sopuerta), en el paraje conocido como “Fuente de la Canal” y estaba rodeada por las concesiones mineras “Amalia Juliana” y “Sorpresa”. La mina fue registrada por Isaac Punjal y Arnaiz en 1873, aunque en 1877 se la cedió a Ramona Arnaiz e Iguarniza; su concesión venció en 1981. Su explotación se realizaba a cielo abierto y un plano inclinado de 600 m. bajaba el mineral extraído al lavadero, que una vez lavado, era depositado en el puerto hasta su embarque en el ferrocarril de Traslaviña-Castro; ambos se localizaban en la estación de Labarrieta. Allí permanece un muro de ladrillo donde se situaba el trómel del lavadero y aún se conserva el puerto de mineral, que es de planta rectangular y presenta un muro delantero de mampostería con tres bocas de carga perpendiculares al mismo. La mina Federico, propiedad de Ricardo Palacio fue otra de las minas destacadas en este distrito. De ella última existe constancia de que en 1910 había un lavadero con dos trómeles, en los que se trataban 100 Tm. diarias y 18.200 Tm. anuales de tierras ferruginosas. 179 Los lavaderos de mineral de hierro F. 44_ Plano de situación del lavadero de la mina Lorenza (Muskiz), en 1956 (Colección particular). F. 45_ Interior del lavadero de la mina Petronila, Santelices (Muskiz), en 1998 (BFA/DFB. I. I). Los distritos mineros de Muskiz - Cotorrio. El criadero de Muskiz (antiguo San Julián de Musques), se encuentra al NO de la Encartaciones, en el límite costero con Cantabria, dentro de los municipios de Abanto y Muskiz. Tenía muy pocas minas y casi todas ellas pertenecían a sociedades extranjeras. Sus demarcaciones datan del último tercio del S. XIX, de ahí la peculiaridad de sus propietarios. Las principales minas del distrito que tuvieron instalaciones de lavado fueron: F. 44 La mina José, que pertenecía a la Comunidad de Partícipes de la Mina José. En 1910 existía, en sus terrenos, un lavadero en el que con un solo trómel trataba 30 Tm. diarias y 6.500 Tm. anuales de chirtas, tanto de esta mina, como de la Rosario. La mina Lorenza, pertenecían a la compañía Amézaga, Yandiola y Cía. Tuvo un lavadero de mineral que funcionó hasta los años 50 del pasado siglo; en que la explotación pasó a ser subterránea, con una producción casi exclusiva de carbonato, que calcinaban mediante dos hornos, que aún existen. A principios del siglo XX, estando la mina explotada por la compañía The Triano Iron Ore Co. Ltd, instaló un lavadero para beneficiar las chirtas que aparecían en su mina, así como los menudos de la mina Confianza. Para ello utilizó dos trómeles, con los que conseguía tratar 40 Tm. de mineral, con una producción en el año 1910 de 12.500 Tm. 180 Posteriormente, al aparecer chirtas en la mina, Vicente Elosúa Miquelarena – último empresario que explotó la mina – decidió construir un nuevo lavadero aprovechando las antiguas instalaciones. Constaban de un trómel de chapa metálica de 4,75 m. de largo por 3,5 m. de ancho; la parte cilíndrica tenía 3.50 m. de largo y la cónica 1,25 m. Estaba movido por un motor eléctrico de 4 HP, que lo impulsaba a 4,5 vueltas por minuto. El agua se conseguía de un depósito, situado junto a la estación del ferrocarril de Triano (actualmente de Muskiz). Las tierras ferruginosas se llevaban en vagonetas hasta una masera situada en un nivel inferior y el mineral lavado se subía a través de un plano inclinado, habilitado en sus inmediaciones para el transporte del calcinado del horno. Ya en la cota superior, el mineral limpio se almacenaba en un depósito hasta el momento del transporte, que se realizaba con camiones. F. 45 en la cuenca minera vizcaina. Las minas Petronila, Adelaida y San Antonio, que se encontraban en el barrio de Santelices (Muskiz), situado en las estribaciones del distrito de Triano, pertenecían a la compañía “The Triano Iron Ore C° Ltd”. De las tres, la más importante fue la mina Petronila, mina que se demarcó en 1865 y en 1900; en 1899 pertenecia a “The Triano Iron Ore C° Ltd”, cuyo representante era Francisco MacLennan y White. En 1947 el Banco de Bilbao la embargó a Federico de Uribe y Urioste y se vendió en participaciones. Igancio Mendizabal compró en 1955 el 10,9 % de la mina y en 1965 le fueron cedidos los derechos de arrendamiento a perpetuidad. Será en el año 1954 cuando los Hermanos Mendizábal, que en ese momento tenían la explotación de la mina, construyeron un lavadero en la mina Petronila. Es el único de toda la zona minera vizcaína que hasta 2006, ha mantenido en la propia mina con todos sus elementos mecánicos intactos, de ahí que su conservación tenga un alto interés técnico e histórico; desgraciadamente, está sufriendo un rápido proceso de deterioro, por lo que desde aquí queremos hacer una llamada de atención para que se evite su desaparición, ya que la minería del hierro explica en gran medida la historia y el desarrollo económico propio del País Vasco actual, constituyendo una de sus primeras señas de identidad. Para la ubicación de este lavadero se eligió una zona en talud, con un desnivel del 26%, que permitiera su distribución en tres alturas. Se halla en la cota intermedia de la mina Petronila, en el barrio de Santelices, del municipio de Muskiz. El mineral de la mina Petronila era de aluvión formado por el arrastre de los óxidos de hierro, armados en arenisca y mezclados con arcilla, que formaban menudos de un tamaño máximo de 50 mm., que precisaban un lavado del mismo para eliminar sus impurezas y aumentar la ley metálica. La explotación del mineral se realizaba a cielo abierto y en galería y se trasladaba directamente hasta el lavadero, situado en la propia mina. Una vez lavado, originariamente se transportaba con carros de bueyes, a través de un túnel, hasta las inmediaciones del ferrocarril de Triano, donde se llevaba hasta la Ría de Bilbao. El edificio es de planta poligonal, con una sola altura y cubierta aterrazada. En la zona superior se localiza la masera o silo de recepción de las tierras ferruginosas. Para efectuar su carga, existe una boquilla metálica, que se accionaba por medio de una palanca, que se movía por el lateral de la masera. Los muros, de mampostería, van convergiendo hacia la zona intermedia del lavadero, que tiene el suelo en talud y una compuerta frontal para alimentar el trómel. Este se encuentra bajo un cuerpo adintelado que combina el hormigón, con los muros de mampostería. Es de chapa metálica de 10 mm., tiene 7 m. de longitud y 2 de diámetro y estaba accionado por un motor eléctrico de 11 HP. El mineral, una vez lavado, caía en una cinta clasificadora, accionada por el mismo motor que el del trómel y que se movía a una velocidad de 10 m. por minuto para permitir las labores de escogido. Desde esta cinta, el mineral caía a un silo situado en zona inferior del lavadero. Estaba formado por muros de mampostería, con el piso de bloques; sobre éste se habían colocado unos carriles que corrían a lo largo del piso y estaban separados 0,35 m. entre sí. El estéril que había salido lavado junto con el mineral, se separaba en la cinta y se arrojaba por un orificio practicado en la pared a otro silo más pequeño, adosado al anterior, donde se almacenaba hasta su transporte a la escombrera. Los menudos que quedaban tras el lavado, se beneficiaban en una infraestructura metálica que los separaban por ‘concentración de medios densos’. Este sistema se comenzó a utiliza a principios del S. XX y se basaba en la utilización de medios de densidad intermedia entre el mineral y el estéril para realizar la separación. El lavadero se completaba con un depósito de agua, construido con paredes de mampostería de 6 m. x 6 m. x 3 m. El agua llegaba por desnivel desde otro depósito cilíndrico de 2,10 m. x 3.32 m. con el que estaba conectado por una tubería (Inventario P. I. y O. P., 1995). 181 Los lavaderos de mineral de hierro Los distritos mineros de la costa vasco - montañesa. La actividad desarrollada en la costa, que comprende los distritos mineros de Cobarón y Castro Urdiales, es un buen ejemplo de la vocación minera que puso los cimientos de la riqueza vizcaína. Además parte de sus restos patrimoniales han llegado hasta nuestros días y nos permiten evocar las imágenes de un pasado poblado de esfuerzos, inversiones empresariales y, también, de cambios radicales en el espacio físico y mental de las gentes que trabajaron y vivieron en aquellos cotos mineros. F. 46 Es por ello que vamos a dedicar este último capítulo al estudio de las empresas mineras que desarrollaron su actividad en estos parajes y que dejaron su impronta en unos restos aún hoy perceptibles. La principal y más antigua de las empresas creadas en la costa occidental vizcaína fue la Compañía José Mac Lennan de Minas, S.A., fundada por el industrial José Mac Lennan. El primer Mac Lennan vino de Inverness (Escocia), como contratista de un tramo del ferrocarril Santander-Alar y se quedó en Santander con su familia. Su hijo mayor, José Mac Lennan y White (18451914) estudió ingeniería de minas y a partir de los años setenta se dedicó su explotación, tanto en Cantabria como en Bizkaia. Entre 1880 y 1914 llegó a acumular 1.315 ha., repartidas entre Cantabria (11 concesiones) y Bizkaia (5 concesiones), lo que le llevó a convertirse el mayor propietario de minas de toda Cantabria y uno de los mayores de Bizkaia, así como uno de los grandes empresarios mineros locales, pese a su apellido escocés. Entre sus concesiones destacaron la Amalia Vizcaína (Muskiz - Cobarón), la Primitiva (Bilbao - Castrejana), o las Deseadas (Cabarga, en Cantabria). 182 Su caso constituye un claro ejemplo de dispersión económica. Así, en una primera etapa explotó personalmente sus concesiones de Bizkaia y Cantabria, pero posteriormente acabó arrendando una parte importante de las mismas a grandes compañías, de forma que la mayoría de las que surgieron entre 1896 y 1902, explotaron minas de Mac Lennan, como la mina Primitiva arrendada a la Cía. F. 46_ Plano del coto minero de José Mac Lennan en Cobarón (Muskiz), en 1916 (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L12/C-316). F. 47_ Anteproyecto de las instalaciones de lavado, de 1909, perteneciente a José Mac Lennan y utilizado en el coto de Cobarón (Muskiz) (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L14/C-364). en la cuenca minera vizcaina. Lander Siemens o las Deseadas que cedió a la Cía. Orconera Iron Ore. En otro sentido, incluso, fue arrendatario de minas como la Rubia, de Ibarra Hermanos y Cía. – que acabó comprando – o la Justa, Socorro y Josefita, de Chavarri Hermanos (González Urruela, 2001). Tras su muerte, del 1 de marzo de 1914 al 10 de octubre de 1915, su viuda creó la sociedad Viuda de José Mac Lennan, hasta la constitución en 1915 de la firma social de Herederos de la viuda de José Mac Lennan, que nació como sociedad anónima e incluía por primera vez en la historia de la empresa, estatutos. Poco después, el 12 de octubre de 1916, se fundará la Compañía José Mac Lennan de Minas, S.A. Esta incluirá dos grupos de accionistas: El grupo “Corvilain”, que incluirá la parte principal y que pertenecía a la viuda (acciones A) y el grupo “Mac Lennan”, con un número inferior de acciones y que estará integrado por sus hijos José, Guillermo y Francisco (acciones B y C). Esta sociedad se mantendrá hasta 1926 en que el grupo familiar pierde fuerza y las acciones se diversifican. Será entonces cuan- dose realicen cambios drásticos; se harán nuevos estatutos y las acciones de ser nominativas, pasarán a ser al portador, lo que provocará graves tensiones entre los accionistas. En 1928 se firmarán unos nuevos estatutos; la razón social se domiciliará en Bilbao y se procederá a hacer una nueva emisión de capital, pasando el capital nominal de 12.500.000 a 17.000.000 de ptas. Se hará además una ampliación del capital social, que quedará en 2.200.000 ptas., dividido en 4.400 acciones al portador de 500 ptas. cada una. El grupo Corvilain de la sociedad (acciones A), que había dejado de ser mayoritario, quiere que las acciones sigan siendo nominativas y acabará estableciendo un pleito que no se resolverá hasta 1940 y en su contra (Inventarios Fondos Mac Lennan, 1994). Mac Lennan dispondrá en Cobarón de las siguientes minas: Consuelo, Complemento, Amalia Vizcaína, Amalia 3ª, San Julián de Musques y Santiago, además de sus correspondientes demasías. El mineral que predominaba en ellas era el rubio y carbonato de hierro. Su nivel productivo superaba las 150.000 Tm. anuales, algo que le situaba en la élite de los mineros de Bizkaia. F. 47 183 Los lavaderos de mineral de hierro F. 48_ Plano de un trómel de 1872, perteneciente a José Mac Lennan y utilizado en el coto de Cobarón (Muskiz) (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L12/C-307). Para aprovechar la gran cantidad de carbonato que fue apareciendo en sus explotaciones, especialmente en la mina Amalia Vizcaína, en 1882 comenzó a realizar ensayos de calcinado; en 1891 construyó en la mina Complemento de El Hoyo, Cobaron (Muskiz), dos hornos de calcinación, que sustituyó en 1937. De estos últimos aun se conservan restos. Eran hornos de cuba, con forma troncocónica invertida, que funcionaban con tiro natural; estaba hechos de mampostería, aunque revestidos por dentro de ladrillo refractario y calcinaba 70 Tm. de carbonato al día. En la mina Complemento y junto a los hornos de calcinación de la mina Amalia Vizcaina que fue derribado en 1937, se construyó a finales del siglo XIX un lavadero que funcionó hasta los años 40, era de planta rectangular y se hizo aprovechando la pendiente natural del terreno para darle tres niveles; en el superior se localizaba una pequeña tolva, en cuyo muro frontal tenía una vertedera que llevaba el mineral hasta el lavadero, situado en la zona media; en la actualidad sólo subsisten la base inferior del edificio, un muro de contención y el depósito con la vertedera . En la misma mina y junto al antiguo horno de derribado en 1937, se construyó en 1946 un lavadero moderno de flotación por medios densos de unas dimensiones de 15 m. x 10 m. y una sola altura, exceptuando una torreta, con cubierta a dos aguas. El edificio, del que aún quedan restos, es de mampostería y estuvo compartimentado en dos crujías. Las chirtas que aparecían con el rubio se fueron acumulando en una escombrera situada en la mina Consuelo, junto al mar. Pero ya en fechas tan tempranas como 1872, en un acantilado cercano a las escombreras que debía beneficiar, José Mac Lennan comenzó realizando ensayos de lavado de mineral en un lavadero que disponía de un trómel de un modelo más rudimentario que el Humboldt, que instalará décadas más tarde. Su forma era tronco - cónica y giraba en torno a un eje central, impulsado por una correa de transmisión, que estaba conectada a su vez a una pequeña máquina de vapor. Las paredes eran de chapa perforada para permitir que el agua lodosa saliera por la misma. El interior estaba compartimentado longitudinalmente por cuatro palas que batían el contenido y separaban la arcilla del mineral, que una vez limpio salía por la parte más estrecha del trómel. 184 El lavadero se fue renovando; existen documentos que hablan de cambios introducidos en 1904 (lavadero y el trómel), 1906 (trómel F. 48 F. 49 en la cuenca minera vizcaina. F. 49_ Plano de un trómel con sus accesorios (1914). Perteneció a la Cía. Mac Lennan y fue utilizado en el coto de Cobarón (Muskiz) (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L-12/C-302). F. 50_ Plano de las instalaciones del lavadero y el trómel con sus accesorios (1906), perteneciente a la Cía. José Mac Lennan y utilizado en el coto de Cobarón (Muskiz) (Archivo BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L-14/C-366). F. 50 y plato clasificador), 1908 (un nuevo edificio para el lavadero) 1914 (un nuevo trómel) y 1916 (un nuevo lavadero). A pesar de estos cambios la estructura básica no fue modificada y las características de los trómeles apenas sufrieron cambios. Mac Lennan, que fue pionero en la introducción del modelo Humboldt en las minas de Bizkaia y Cantabria, lo utilizó en sus instalaciones, tanto en Cobarón como en Cabarga, desde su aparición. Estaba hecho de chapa de acero remachada y tenía forma cilíndrica, aunque acababa en un cono; iba suspendido sobre cuatro rodillos de acero, que giraban empujados por la rueda dentada que lo abrazaba y transmitía a través de una corona la energía motriz procedente de una pequeña máquina de vapor situada junto al en el bastidor en el que se apoya. Además del trómel principal, en la década de 1910 se acabó instalando otro trómel de dimensiones reducidas para volver a lavar los menudos que aun conservaban mineral aprovechable. El lavadero disponía de tres niveles diferentes: El superior, provisto de una vertedera de 43° de inclinación por la que las tierras ferríferas, que llegaban en vagonetas por un ramal del ferrocarril de la Compañía, caían hasta un depósito o masera. En ella se mezclaban con el agua procedente de un depósito cercano y eran empujadas hasta la parte trasera del trómel, en el que se procedía a su lavado. En el segundo nivel, el mineral ya lavado salía por el cono, situado en la parte delantera del mismo, hasta un plato clasificador en el que se separaba manualmente el mineral de sus impurezas. Tanto el mineral ya lavado, como el estéril desechado, caían por separado hasta el tercer nivel de las instalaciones, donde eran cargados en vagones; por otro ramal de ferrocarril, los desechos iban a otras escombreras y el mineral limpio hasta el voladizo de Pobeña para su embarque. Los lodos producto del lavado, salían por la parte trasera del trómel hasta un canal que lo vertía por los acantilados situados cerca del lavadero. Las instalaciones según datos de 1910 (J. Lazúrtegui), llegaron a lavar 60 Tm. al día y 15.177 Tm. en ese año. La conexión entre los tajos, las instalaciones de tratamiento del mineral y sus embarcaderos, la realizó mediante la construcción en 1877 de un ferrocarril de 3 km. y 0.60 m. de ancho de vía que llegaba hasta unos depósitos, que se ampliarán en 1.930 para darles una capacidad de 20.000 Tm. En la Demasía a la mina Complemento Mac Lennan realizaba el lavado y calcinación del mine- 185 Los lavaderos de mineral de hierro F. 51_ Depósito de Baltezana (Ontón), en el que terminaba el tranvía aéreo de la mina Josefa, perteneciente a la compañía Chavarri Hermanos (2003) (BFA/ DFB. I. I). ral que llegaba en ferrocarril desde la mina San Francisco de El Carrascal, propiedad de Alfred Edwards, pero arrendada a Mac Lennan; esta Demasía fue registrada el 26 de marzo de 1881 por José Mac Lennan, pero posteriormente fue cedida –al igual que el resto del coto de Mac Lennan– a la Sociedad “Minning Company”, hasta que en 1956 revirtieron de nuevo a la Compañía Mac Lennan. Sus instalaciones, que procedían de finales del siglo pasado, consistieron en un horno de calcinación de planta cuadrada y un lavadero de mampostería, realizado aprovechando una vertiente del terreno; por su parte superior se vertían las tierras ferríferas y en la zona inferior del lavadero se localizaban dos bocas, una superior de arco rebajado donde se ubicaba un trómel y otra inferior de bóveda de cañón para canalizar el arroyo de “El Fraile”. El embarque del mineral de las minas de Cobarón y San Francisco del Carrascal, lo realizaba a través del voladizo de Pobeña (también llamado del Castillo), que construyó en 1877 al pie de los depósitos. Fue el primero y el único cargadero volado de Bizkaia que embarcaba sus minerales en mar abierta, algo que hacía para soslayar los gravámenes y esperas que se derivaban de la carga en la ría del Nervión. Al principio, el cargue se hacía por medio de vagonetas, lo que limitaba la capacidad a 600 Tm. diarias; en 1908, estas se sustituyeron por cintas transportadoras, aumentando esta a 1.700 Tm. a la hora, lo que permitirá cargar un vapor de 4.000 Tm. en 4 horas. Fue un cargadero cuyo fondeadero siempre tuvo problemas de calado. Estuvo en funcionamiento hasta 1.963, año en el que se paralizó la actividad minera en la zona. En la actualidad se conserva la base del cargadero, una gran masa de mampostería abierta al mar por un gran frente escalonado. Ha desaparecido la planchada de madera sobre la que circulaban los vagones y la mayor parte del armazón metálico que la sustentaba. A continuación del coto minero de Cobarón, se encuentra Ontón, nombre que antaño designaba a las minas de toda la zona de Castro - Urdiales, pero que acabó denominando tan solo a las minas de Ontón. Este coto estaba situado en la divisoria con Bizkaia y fue explotado por la Compañía Chavarri Hermanos. 186 La empresa fue creada en 1898 para explotar el coto minero del Hoyo y Ontón, formado por las minas Josefa, Celedonia, Galerna, Asunción, Ontón (Aumento), Covadonga, Virgen de los Remedios, Santo Tomás, Victoria, Plus Ultra… y sus demasías. Es de destacar F. 51 que hacia 1931 el coto pasará a manos de la compañía holandesa Sociedad Española de Explotaciones Mineras, quien en 1970 lo acabará vendiendo a Vicente Elosúa, arrendatario de las mismas desde finales de los años 40 y que también explotaba la mina Lorenza (Abanto). Aunque tenían en propiedad otras concesiones mineras que les situaron entre los mayores productores mineros (su volumen ascendió a 400.000 Tm. al año), su volumen productivo en este área concreta será muy inferior al de Mac Lennan, Setares o Dícido. De todas formas, como el mineral beneficiado era rubio con un alto componente de arcilla, llegó a disponer de un lavadero de mineral. Este estaba ubicado en la Demasía Celedonia, junto a los acantilados de Cobarón, para facilitar la eliminación de los lodos en el mar, una constante en los lavaderos instalados en la costa. Disponía de dos trómeles, que le permitían lavar 90 Tm. de mineral al día. Su producción en 1910 fue de 11.500 Tm. El transporte de mineral procedente tanto de las minas – sobre todo Josefa y Galerna, las más productivas – como de los lavade- en la cuenca minera vizcaina. ros, se realizaba por medio del ferrocarril de Ontón - El Cobarón, construido por la compañía en 1896. Tenía 2,6 km. de recorrido y un ancho de vía de 0,7 m. Desembocaba en el cantilever del Piquillo - Ontón, embarcadero construido en 1895. Era el mayor de todos instalados en este tramo de costa, ya que tenía una longitud de 100 m. y un voladizo de 65 m. que le confería una altura de 17 m. sobre el nivel del mar. Tenía una capacidad de carga de unas 1.500 Tm. diarias, que aumentó a 2.000 Tm. a la hora, cuando en 1955 se le instaló una cinta transportadora. Junto al coto perteneciente a la Compañía Chavarri Hermanos, a una distancia de 1.780 m. de la costa y a 260 m. de altitud sobre el nivel del mar, se encontraban los cotos de la Cía. Minera de Setares y la sociedad The Dicido Iron Ore Co. Ltd. Estas empresas configurarán el sistema empresarial minero del hierro de Cantabria a finales del siglo XIX, caracterizado por la convivencia entre un conjunto de pequeños empresarios locales y estas dos grandes sociedades, que representaron el conjunto empresarial más potente del sector de Castro - Urdiales. Se caracterizaban por la presencia de capital extranjero – sobre todo inglés – y vasco – de gran incidencia en el sector – que, con unos niveles de producción muy altos, obtendrán beneficios millonarios que les permitirán ejercer un dominio absoluto de la explotación minera de la zona, que mantuvieron hasta fechas recientes. El capital regional lo completará un grupo de pequeños y medianos empresarios mineros particulares que mantendrán unos niveles de producción que oscilarán entre las 60 y 150.000 Tm. anuales de las que llegaron a obtener buenos beneficios, gracias a unas reducidas inversiones en infraestructura, que aunque tuvieron cierta importancia no se pueden comparar con los de los anteriores. La Compañía Minera de Setares, la primera de estas sociedades, fue creada por Ramón de la Sota y Eduardo Aznar y de la Sota, de Bilbao. Éstos, en 1885 efectuaron algunos sondeos en la mina Ceferina, y tras comprobar su gran riqueza en mineral, decidieron explotarla con otros cinco socios. La compañía fue fundada en marzo de 1886 con el nombre de Sociedad de Minas de Setares, S.A.; su fin declarado fue explotar los criaderos de Saltacaballo y Setares y se convertirá rápidamente en la compañía minera más importante de todo Cantabria. 187 Los lavaderos de mineral de hierro F. 52 El criadero de Saltacaballo era una prolongación del criadero vizcaíno y estaba formada por seis filones de carbonato y óxido de hierro que cortaban los estratos de la caliza barreniense, que se introducía en el mar y obligaban a realizar una explotación subterránea de la zona mineralizada. El criadero de Setares estaba originado por una transformación de la caliza cenemanense en óxido de hierro y se explotaba generalmente a cielo abierto, en cantera. Aunque era muy rica, poseía un mineral muy silíceo, que producía gran cantidad de arcilla que había que eliminar, obligando a realizar importantes inversiones en lavaderos, transporte, etc. Las principales explotaciones de la compañía se localizaban en Setares; allí estaban las minas Previsión y, sobre todo, Ceferina, con una producción diaria de 15 m3 de rubio y 400 m3 de chirtas – el equivalente a unas 600.000 Tm. – que precisaban ser lavadas antes de su comercialización. El nivel de escombro que generaba el laboreo era de 130 m3. A la vista de estos datos, podemos deducir la enorme importancia que tenía el lavado, dentro del sistema de producción minera de la compañía. Las grandes cantidades de arcilla hacían que el peso del mineral pasara, tras el lavado, de 1.000 kg. por m3 a 1.565 kg., algo más incluso que los rubios limpios que pesaban 1.533 kg. por m3. Como la ley metálica de las tierras ferruginosas era del 49,21% de media, el tratamiento de las chirtas resultaba económicamente rentable. Esto hizo que el mineral extraído por esta compañía fuera creciendo paulatinamente; así, si en 1890 produjo el 3,62% de lo conseguido en Bizkaia, esta cifra subió en 1895 al 5,39%. F. 52_ Instalaciones de lavado de mineral de la Cía. Minera de Setares. (1910) (Homobono, 1994). 188 El lavadero de Setares se construyó en 1891 para tratar las chirtas procedentes de las escombreras las minas Anita, Menuda, Guillermo y la demasía Actividad, que fueron compradas en 1890 a la compañía de Dícido. Fue instalado aprovechando un antiguo moli- en la cuenca minera vizcaina. no de Baltezana, cerca de Ontón, que aportaba agua abundante a la instalación, aunque había que subirla desde un arroyo situado en una cota inferior. F. 53 Originariamente disponía de cuatro trómeles desenlodadores – y otros 2 de reserva – modelo Humboldt, de 3,20 m. de longitud por 2,18 m. de diámetro. La energía necesaria para mover todo el conjunto, era suministrada por 2 máquinas de vapor de 40 y 25 HP, conectadas a las que suministraba una batería de 4 calderas de 25 HP cada una. Aunque podía de tratar 400 Tm. de chirtas al día, su rendimiento se reducía a la mitad, es decir 200 Tm. diarias de mineral lavado. En 1909 consta que esta compañía ya había renovado sus instalaciones pasando el número de trómeles de 4 a 8, dejando además otros 2 en reserva. Todos tendrán las mismas dimensiones que los de 1891. Dispondrá además de cribas, platos clasificadores, tolvas, etc.; el agua empleada en el lavado, se elevará hasta su nivel, mediante 3 bombas centrífugas (Homobono, 1994). Con el fin de aprovechar los menudos que aún contenían restos de mineral aprovechable, dispondrá de 2 batideras de 3 m. de largo por 0,80 m. de ancho, con sus correspondientes palas de arrastre y 2 dragas de cangilones conectadas con unos pequeños trómeles. Todo el conjunto será movido por un motor eléctrico de 105 HP, que sustituirá a las máquinas de vapor, que quedarán en reserva por si se producía una avería del motor eléctrico. Todo el conjunto permitía lavar 210 m3 de tierras ferríferas y daba trabajo a 53 peones y 22 pinches. En 1924 se lavaba un 80% de chirta y un 20% de menudos o finos. Esto suponía el 40% del total producido en el coto minero. F. 53_ Interior del lavadero de mineral de la Cía. Minera de Setares. (1910) (Archivo del Nacionalismo Vasco, Fondo Sota-Setares Caja 480 (4). 189 Los lavaderos de mineral de hierro F. 54_ Laboreo en la mina Anita (Castro-Urdiales) en 1908. Esta era la mina más productiva del coto de Dícido (A short history of the Dícido Iron Ore Company, 1908). El mineral lavado era conducido hasta un ferrocarril construido por la compañía, que a su vez lo llevaba a los depósitos situados en Saltacaballo, por medio de un plano inclinado de 80 m. y una pendiente del 24%. Para transportar el mineral desde los tajos hasta sus instalaciones, la empresa en 1885 inauguró un tendido férreo que partía de las minas y, tras pasar por los lavaderos, terminaba en un plano inclinado de 80 m. de longitud y 20% de pendiente, que conectaba con los depósitos de Saltacaballo. Tenía una longitud de 2.450 m. y un ancho de vía de de 0,76 m. En el año 1899, para eliminar el plano inclinado, se inauguró un nuevo ferrocarril, que partía de la cota inferior de la mina que había en este momento, pasaba por los lavaderos y desembocaba en los depósitos, situados junto al cantilever, ya construido. Estos depósitos constaban de nichos longitudinales y vertederas, situadas en desnivel para facilitar la carga y descarga. El embarque se hacía con gabarras, hasta que se hizo evidente que había que habilitar un sistema más eficaz. Para ello se procedió a construir en Saltacaballo unos depósitos subterráneos y un embarcadero en cantilever que se inauguró en 1888. Sirvió de modelo a todos los construidos con posterioridad; cargaba, tanto el mineral de su coto situado junto al de Dícido, como el de las minas Sorpresa y Josefa que llegaban hasta los depósitos contiguos al cargadero. Era de acero, tenía 62 m. de longitud total y su vuelo sobresalía 28,90 m., a una altura de 11 m. sobre el nivel de la pleamar. Poco después de inaugurarse, se le dotó de una cinta transportadora con la que el cantilever podía cargar buques de 4.500 Tm. en 10 horas. Fue inutilizado durante la 2ª Guerra Mundial por un submarino inglés y desguazado en los años setenta del pasado siglo. En 1880 se creó la compañía Hollway Brothers para explotar el coto minero de Dícido, pero lo acabarán vendiendo en 1883 a dos empresarios, que fundarán la Sociedad The Dícido Iron Ore Co. Ltd., la otra compañía destacable del distrito minero de Castro-Urdiales. 190 El coto está situado al O de la ladera del Pico de Aro, en el monte cántabro de Setares. La formación del mineral se remonta, como la del resto de los depósitos de la zona de Castro Urdiales, al pe- riodo Cretácico Superior. Es de formación metasomática e hidrotermal, y arma en las calizas del tramo albense. El yacimiento tenía una longitud de unos 2 km. y seguía una dirección N–S, con cierta inclinación hacia el E. Era prácticamente vertical y los desplazamientos horizontales debidos a las fallas verticales la dividían en tres masas: Norte, Central y Sur. El coto minero estaba formado por mineral de la clase rubio, con un bajo contenido en sílice, una base de arcilla con esquistos calcáreos – cayuela – y paredes compuestas por calizas. El espesor de la zona mineralizada, cuando se comenzó a explotar, era de una potencia media de unos 30 metros. La concesión del yacimiento estaba compuesta por 24 minas y parte de sus demasías, entre las que destacaban la mina Anita, con gran diferencia la más rica, la Guillermo, la Menuda y Actividad, que fueron explotadas hasta el final. De todas formas, la gran mayoría de sus concesiones mineras fueron arrendadas parcial o totalmente a otras compañías. La explotación comenzó haciéndose a cielo abierto con el procedimiento de bancos de 14 a 20 m. de altura, mediante picos y azadas. Este sistema era cómodo y seguro, pero requería fuertes inversiones, porque para acceder al mineral antes había que eliminar el estéril, que aparecía en grandes proporciones y se acabará acumulando en unas escombreras situadas al O de la explotación. Cuando se agotó el mineral superficial fue necesario extraerlo en labores subterráneas. El coto minero de Dícido fue explotado entre 1880 y 1988 y durante todo este tiempo atravesó por varios períodos claramente diferenciados. El primer periodo fue la llamada Etapa inglesa (1880-1882). Los comienzos se corresponden con la fundación por Hollway Brothers de Londres, compañía fundada para explotar la mina Anita. Estos crearán la infraestructura necesaria para su explotación, pero se arruinaron en 1882. Construyeron un tranvía aéreo, sistema Hodgson, que unía la mina Anita con un depósito, que se acabó alargando hasta un pequeño puerto construido en la bahía de Dícido, que permitía embarcar el mineral, por medio de gabarras, en los buques. Ante la ineficacia del sistema, los hermanos Hollway en- en la cuenca minera vizcaina. F. 54 cargarán a M. Brüll de París, la construcción de un plano inclinado de cadena flotante, que no verán acabar por la temprana quiebra de la Sociedad. Esta será comprada en 1883 por los señores John Bailey Davies, de Londres y Guillermo de Goitia, de Bilbao, que fundarán la Sociedad The Dicido Iron Ore Co. Ltd, (1883-1911), con un capital social de 106.000 libras. En este período toda la producción de las minas se exportará hacia Gran Bretaña, con un ritmo que crecerá hasta 1899. Tuvo una crisis entre 1890-1895, pero se recuperará cuando la economía internacional inicie de 1896 a 1908 un nuevo ciclo económico, caracterizado por un extraordinario aumento de la demanda de mineral. Será entonces cuando se construirá el lavadero de la compañía; será de dimensiones modestas, ya que el mineral que se explotaba en el coto era poco arcilloso. También se finalizará la cadena flotante y se construirá, en 1896, un cargadero - cantilever para sustituir el muelle destruido por un temporal. Era de estructura metálica, se sustentaba sobre una pilastra de mampostería y estaba anclado en la orilla mediante cuñas. Frente a las 2.500 Tm. del muelle, el cantilever permitía cargar buques de 4.500 Tm., a razón de 220 Tm. por hora. El segundo período es la Etapa Vasca (1911-1930), que se inicia con la disolución de la Sociedad The Dícido Iron Ore Co. Ltd. y su posterior compra por capital vasco. Este, en 1911 fundará la Compañía Minera de Dícido, S.A. con un capital social de 11 millones de pesetas, divididas en 22.000 acciones de 500 pts. cada una, todas en poder de Altos Hornos de Vizcaya; el Consejo de Administración lo integrarán empresarios como Víctor Chavarri, Evaristo Churruca, Daniel Zubimendi, etc. Con alguna modificación tecnológica (en 1921 comenzó a utilizar excavadoras para el arranque del mineral) continuará el método de explotación del periodo inglés. El mineral producido se seguirá exportando a Inglaterra, pero como novedad, también a algún otro país europeo como Alemania y a Altos Hornos de Vizcaya. Con este último contratarán la entrega de 75.000 Tm. al año entre 1913 y 1922, cifra que se irá incrementando hasta acabar convirtiéndose casi en el único cliente de la Compañía. 191 Los lavaderos de mineral de hierro De 1911-1920, la empresa arrendará la explotación de las minas a los Sres. Iza y Amézola. Como el contrato será por Tm. embarcada y m3 de estéril trasladado, primará el descombrado y la producción de rubio, aún al precio de dejar más del 60% del mineral sin explotar y de destrozar el interior de la mina, que acabará con un alto riesgo de hundimiento. F. 55 Este período es especialmente interesante para nosotros, porque en 1913 los contratistas deciden renovar el lavadero, construido en la etapa inglesa, para aprovechar las chirtas que se iban acumulando por el desescombro masivo que se estaba produciendo con el nuevo sistema de explotación. Tenía una capacidad de trabajo de 50.000 Tm. al año, cifra baja para los parámetros de producción del coto minero. Aunque se pretendían aprovechar las tierras mineralizadas de las escombreras, el sistema de lavado será bastante ineficaz, ya que tras el lavado de las chirtas, los lodos resultantes, que eran vertidos al mar, aun contenían al menos el 45% de mineral. La producción durante esta etapa será bastante buena, gracias a que, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, el mercado absolverá todo el mineral extraído. Tras la guerra la situación cambia, tanto por la normalización del mercado europeo, como por las dificultades que para la extracción suponía el exceso de escombros que cubrían las masas de mineral localizado a cielo abierto. En 1921, por la crisis económica, los contratistas pedirán un aumento del margen de beneficio que obtenían por su explotación, ante lo cual la Cía. Minera de Dícido tomará la decisión de encargarse personalmente de la explotación de las minas. Para incrementar los bajísimos los niveles de productividad y producción, que en 1921 se situaban en la cifra más baja de su historia, procederán a reducir la plantilla de obreros e incorporar nueva tecnología. Se intensificará la explotación en galerías y mecanizará la de cielo abierto, lográndose que la productividad y la producción aumenten, llegando en 1928 hasta las 227.149 Tm., la mayor cifra de esta segunda etapa. Un tercer período comenzará en 1930, cuando el alto nivel productivo alcanzado por la empresa, decide a los principales accionistas de la Compañía Minera de Dícido, S.A., a convertirla, conservando una administración propia, en una empresa filial de Altos Hornos de Vizcaya. Estos accionistas también pertenecían al Consejo de Administración de AHV y querían abastecerse de mineral propio, aprovechando la privilegiada situación de las minas de Dícido. Como consecuencia de esto, la explotación del coto quedará supeditada a las necesidades de mineral de esta factoría. 192 La nueva dirección, tras comprobar el mal estado de las explotaciones, decidirá asegurar las galerías; esto reducirá mucho las ventas, pero permitirán el descubrimiento de nuevos yacimientos que supondrán un aumento del 20% en las reservas de mineral del coto. Hasta los años 40, tanto por la Guerra Civil, como por a las actividades de fortificación de la zona central de la mina, la F. 56 en la cuenca minera vizcaina. producción fue modesta. En 1937, la voladura del cargadero, reemplazado en 1938, paralizará la actividad de la compañía. A partir de 1940 la producción y productividad subirán algo, pero su rentabilidad estará condicionada por los vaivenes de la política económica de AHV que tratara a menudo de enjugar sus pérdidas en sus empresas filiales. Entre 1946 y 1958 se procederá al desescombro de las nuevas masas de mineral; en 1960, para evitar la acumulación de mineral en sus depósitos, AHV dará preferencia al mineral de Dícido. De 1968 a 1971 se producirá la Reconversión del Coto Minero de Dícido, para convertirlo en una empresa competitiva. Para ello se mecanizará el laboreo en la mina, se modernizará el lavadero para aumentar la calidad del mineral, se sustituirá la cadena flotante y en el cantilever se introducirá un sistema de cintas transportadoras que ahorrará mucha mano de obra y permitirá reducir la plantilla; además se darán incrementos salariales por productividad. El plan de reconversión surtirá efecto de inmediatos y la producción pasará de 49.188 Tm. en 1967 a 146.362 Tm. en 1971. F. 55_ Plano de situación del conjunto de las instalaciones del lavadero de la Compañía Minera de Dícido, S. A (BFA/ AFB. Agruminsa 0463/002 [002]). F. 56_ Lavadero de la Compañía Minera de Dícido, S. A, en 1958 (BFA/AFB. Agruminsa 0463/002 [003]). Este plan tendrá validez hasta 1975, en que se producirá el hundimiento en la sección A, herencia de la falta de medidas de seguridad del período de contratación, lo que hará inviables, desde el punto de vista técnico, los planes de la empresa (Cárcamo y Hernández, 1988). En 1970 el Coto de Dícido pasará a la Agrupación Minera, S.A., inaugurándose el último período de su historia. Agruminsa, empresa filial de Altos Hornos de Vizcaya, necesitaba mineral por debajo del costo del mercado; ello solo era posible aumentando la productividad, que conseguirás acudiendo a contratistas a los que pagará por metros de galerías avanzados y mecanizando la explotación subterránea y el transporte. Con todo esto conseguirá una producción que oscilará en torno a las 100.000 Tm., lo que unido a la gran riqueza metálica del rubio de Dícido y a su cercanía de AHV, harán que la explotación siga siendo rentable. El lavadero de Dícido era muy modesto; fue construido en la etapa inglesa (hacia 1885) para beneficiar las chirtas que iban apareciendo en la explotación de los rubios. Estará ubicado en la mina Anita, cerca de las escombreras y del mar, para facilitar el vertido de los lodos. La instalación dispondrá de 2 trómeles tipo Humboldt, con una longitud de 4 m. en la parte cilíndrica y 2 en la cónica y un diámetro de 2,20 m. En la parte cilíndrica tenían 20 juegos de 8 paletas de 0,30 m. para facilitar el desenlodado del mineral. En el cono tenían unas espirales de palastro agujereado para retardar la salida del mineral al plato de estrío. Estaban hechos de chapa de hierro remachada (BFA/AFB. Agruminsa 0460/011). En 1913, la Compañía Minera de Dícido inaugurará unas nuevas instalaciones de lavado. En ellas sustituirán los antiguos trómeles por otros nuevos, que para aprovechar las antiguas instalaciones, harán iguales a los anteriores y dejará un tercer trómel en reserva. Recibirán la energía de un motor eléctrico de 40 HP. En las opera- 193 Los lavaderos de mineral de hierro F. 57_ Plano de las instalaciones del lavadero de la Compañía Minera de Dícido, S. A, en 1958 (BFA/AFB. Agruminsa 0463/002 [004]). ciones de lavado utilizan 30.000 litros de agua. Su capacidad de lavado será 300 a 350 Tm. de chirta diaria, de la que saldrán 100 o 150 Tm. de mineral limpio, con una ley metálica del 47%. La capacidad de trabajo anual será de de 50.000 Tm. Estas cifras indican que el sistema de lavado era bastante ineficaz, ya que aunque se pretendían aprovechar las tierras mineralizadas que iban a parar a las escombreras, se desperdiciaba una buena parte del mineral que era desechado junto a los lodos resultantes, que aún contenían al menos el 45% de mineral. Este hecho contrastaba con la eficacia demostrada por el lavadero de Setares, que en la misma época apenas perdía mineral, ya que utilizaba distintos procesos de lavado para aprovechar los menudos que salían mezclados con los fangos. Para llevar el mineral hasta el lavadero, en 1916 se construirá una galería emboquillada de una longitud de 1.000 m. que partiendo F. 57 194 del criadero de mineral, desembocaba en los depósitos de la cadena flotante y terminaba en el lavadero. También se habilitará una presa desde la que se elevará el agua hasta el lavadero, que estaba a una altura considerable. La energía de las instalaciones procederá de un motor eléctrico de 50 HP conectado a la red eléctrica, que sustituirá al anterior. Para almacenar el mineral ya lavado, también se instalará, junto al lavadero, un depósito de 20.000 Tm. (Homobono, 1994). En 1931 el lavadero será trasladado junto al cementerio de Mioño. Dispondrá de dos trómeles, con platos de escogido y un sistema de cintas para el transporte. Entre 1939 y 1942 se procederá a renovar las instalaciones, aunque tan solo se sustituirán dos de los trómeles, que pasarán a ser movidos por un motor eléctrico de 40 HP; se incrementará su capacidad hasta las 350 Tm., pero la producción se mantendrá en las misma cifras que en 1911, es decir de 150 Tm. por jornada. Habrá que esperar al período de 1968 y 1971 para que se proceda a la modernización de las instalaciones del lavadero, como parte de un proceso general de reconversión de todo el coto minero. Para alcanzar los objetivos del plan de reconversión era preciso, además de incrementar la producción, mejorar la composición química y mecánica del mineral vendible, lo que obligaba a su tratamiento. En primer lugar habría que instalar unas unidades de quebranto para reducir tamaño del mineral a un máximo de 70 mm. En segundo lugar habría que lavar, tanto los menudos como el mineral de cantera. Con ciertas mejoras en el lavado, se podría obtener un producto de 51,7% de ley en estado seco y con 8,7% de humedad natural, que los convertían en un excelente aditivo para los carbonatos que Agruminsa obtenía de la mina de Bodovalle (Gallarta, Bizkaia). Con una pérdida del 11% en la calcinación del carbonato, tras una sinterización básica se podría obtener un mineral de una ley mínima del 58%. Aunque los responsables de la reconversión reconocían que el lavadero – anticuado y de capacidad reducida – era preciso sustituirlo por otro de gran capacidad y rendimiento, dudan de la conveniencia de hacer excesivas modificaciones, ya que podrían no ser rentables. Esto es debido a que para lavar la totalidad del mineral, habría que incrementar el consumo de agua, y el gasto que suponía elevarla a la altura en que se encontraba el lavadero lo hacía inviable; como opción más económica, se planteará su reubicación en una cota más baja. Al final se deciden por la creación de unas nuevas instalaciones, que constarán de un depósito de tierras ferríferas en la cabecera del lavadero, hasta el que el mineral accedería mediante una vertedera. Allí se pondrían las machacadoras que reducirían todo el mineral a un tamaño uniforme. De ahí pasaría a dos trómeles (se instalará otro de reserva) de características parecidas a las de los anteriores y que tras lavar el mineral lo depositarían en una cinta de escogido donde se completaría el tratamiento con un estriado normal para eliminar las impurezas; en el caso de que este estriado no resultase económico, se sustituiría por un método gravimétrico. Se habilitará también un lavadero de menudos, junto al anterior, pero independiente de este. Al pie del lavadero se instalarán otros dos depósitos, uno para el mineral lavado y otro para el grueso. Debajo de ellos también se habilitarán unas escombreras (BFA/AFB. Agruminsa 01178/014). Las aguas fangosas, producto del lavado de las chirtas y los menudos, saldrían por sendos canales de desagüe hasta una pequeña balsa de decantación, algo poco habitual en los lavaderos de la costa vasco - montañesa (aparece indicada en los planos como la nº 1); esta balsa estaría situada en una cota inferior del conjunto de las instalaciones y dispondría de otro canal que llevaría los lodos decantados hasta el mar, situado al otro lado de la carretera de Bilbao Castro - Urdiales. Todo el conjunto estaría conectado entre sí mediante un ramal de la cadena flotante, que además transportaría el mineral hasta el cantilever de Dícido, desde donde sería embarcado en la gabarra de AHV hasta sus instalaciones de Sestao. En su última etapa de explotación, la Compañía reducirá el tratamiento del mineral a un simple cribado para separar los menudos inferiores a 200 mm., que eran llevados a una machacadora desde la que iban a una cinta en la que se procedía a separar las calizas, tras lo cual estaba listo para su transporte hacia AHV; allí se completaría el tratamiento con un secado para del mineral (Homobono, 1994). Los lavaderos de mineral de hierro Fuentes y bibliografía Abreviaturas ACMMG Fondo fotográfico del Museo de la Minería del País Vasco (Gallarta, Bizkaia). BFA/AFB Bizkaiko Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia Foru Agiritegia / Archivo Foral. Archivo BBVA Archivo Histórico del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria: Inventarios de Fondos Documentales: Compañía José Mac Lennan de Minas y otras sociedades mineras. BFA/DFB Bizkaiko Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia Ondare historikoaren Zerbitzua / Servicio de Patrimonio Histórico. (I. I: Fondo fotográfico de Iñaki Izquierdo. M. A. 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