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VARIO:,
. JÁU R M l
«m
DISCURSOS
LEIDOS A N T E L A
R E A L ACADEMI A DE LA H I S T O R I A
EN
DON
LA
R E C E P C IO N
EDUARDO
P U B L IC A
SAAVEDRA,
el d ia 2 8 de D ic ie m b re d e 18G2.
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MADRID,
1862.
IMPRENTA
DE M A N U E L
C A L I A N O,
P l a z a d e l o s M i n i s t e r i o s , 3.
—
D ISC U R SO
DE
DON
EDUARDO
SAAVEDRA.
'
• /
S eñores :
Falto del prestigio que com unica el saber y avalora el m éri­
to , sin el peso y autoridad que con los años se adquiere, no
extrañeis verm e inhábil para dirigir el inexperto labio en este
momento so lem n e, en que el sentim iento de la g ra titu d me
perm itirá tan sólo conocer lo grave de la .carga que quereis
echar sobre mis hombros.
Si es cierto que el ejem plo de los que nos preceden en la
carrera de la vida sirve de poderoso estímulo para incitarnos
á im itación p ro v ech o sa, nunca h a de ser m ás verdad que en
u n a Academia en que cada individuo viene á suceder á una
série no interrum pida de doctos varones que la ilustraron con
lo asiduo de su trabajo y lo brillante y fecundo de su in g e ­
nio. Fórmase así con los vínculos de la inteligencia u n a nueva
especie de nobleza científica, que del mismo modo que la de
sangre conservaba esm eradam ente en su raza la destreza mili­
tar y la fuerza corporal que salvaron en m ás de un combate la
independencia de la p a tria, trabaja con generoso anhelo por
—
6
—
ensanchar el círculo de los hum anos conocim ientos, y difun­
dirlos sin tasa para que sean el sólido cimiento de la verdade­
ra prosperidad de las naciones. Considerad por esto cuál será
mi embarazo al entrar en este cuerpo privilegiado por la p ú ­
blica opinion, y ver las obligaciones que me impone la inme­
diata sucesión del lim o. Sr. D. Ju an de Cueto, cuyo puesto me
h a llam ado á ocupar vuestro indulgente voto. Intento vano y
tem eraria empresa fuera para m í continuar las sábias tareas y
las ejemplares virtudes de ta n insigne Académico, cuya suscep­
tible severidad consigo mismo condenó á las llam as un pro­
lijo y erudito trabajo por leves sombras de ligereza que tal
vez encontrara en el lenguaje ; cuya m odestia privó de la luz
una concienzuda m onografía h istó ric a , por no creerla b astan­
te preparada; y cuya perseverancia adelantó no poco, como
sab éis, las antigüedades así geográficas como eclesiásticas de
E s p a ñ a , dando m ateria para publicaciones que sus amigos
disponen y com pletan. E sta misma tarea ejercitó á los antece­
sores de Cueto en esta Academ ia, lo que me hace creer que al
darle sucesor habéis querido perpetuar en ella el estudio de la
a n tig u a g e o g ra fía ; y persuadidos de que no puede hacerse sin
reunir á la erudición literaria los conocimientos científicos, h a ­
béis ido á buscar estas condiciones en el seno de una corporacion que h a llenado nuestro suelo de los pacíficos trofeos de
la civilización y el progreso. Otros m ás dignos hubieran podi­
do representar con el m ayor lucim iento que se m e re c e , al
cuerpo de Ingenieros de Caminos; pero y a que la casualidad
me puso ante vosotros en el momento oportuno, dejad que
m irándome tan sólo como el delegado de mis compañeros en
este s itio , os tribute á su nombre las gracias que por mi parte
me atrevería apenas á articular.
Llamado aquí como ingeniero, ¿de qué asunto esperaréis que
os hable que no sea relativo á m i profesion? N ada m ás propio
de ella y de este lu g a r que las obras públicas en los antiguos
—
7
—
tie m p o s; y aunque es seguro que nada nuevo habré de ense­
ñaros, quizá consiga por a lg ú n rato entreteneros. El signifi­
cado de obra pública 110 ha sido el mismo en todas épocas y
lugares. Cuando la institución del Estado tenia en las repúbli­
c a s de Grecia y Roma ta l am plitud que absorbia y anulaba la
acción personal de los ciu d ad an o s, eran obras públicas el
puerto y el cam ino, la cloaca y el ac u ed u c to , la basílica y el
foro, las term as y la naum aquia, el templo y el anfiteatro. P e ­
ro las modernas administraciones que se concretan m ás y más
cada dia al círculo de su -verdadero deber, reducen al mismo
compás el de los trabajos que tom an á su c argo; y aunque cons­
truyen puertos y cam inos, cuarteles y fortalezas, dejan por
completo á la actividad privada, que m ultiplique por do quie­
ra los centros de comodidad, de utilidad y de recreo. Mas aún
así es v a g a la idea de obra pública, y como el asunto de mi
discurso h a de ser determ inado, no pienso comprender bajo
este nombre sino las obras destinadas á facilitar la industria
de los transportes. Modesto y reducido podrá parecer este ob­
jeto á prim era v ista; pero si observáis que la industria que he
nombrado es la parte m ás esencial del com ercio, y recordáis
que es este el único instrum ento con que la in telig en cia del
hom bre h a conseguido am ontonar esa sum a inm ensa de pro­
greso que la im aginación no abarca, comprenderéis que el ob­
jeto es grande, y digno de atención lo que tiende á realizarlo.
Para buscar el origen del com ercio, es m enester rem ontarse
á los principios de la sociedad civil. A medida que el cambio
se d ifunde, se organiza esta sobre sus naturales b a s e s , pudiendo decirse con verdad que cuando el interés y la experiencia
h a n hecho hallar la com pleta arm onía entre las necesidades y
los medios de satisfacerlas, se h a lla un pueblo constituido. Y
como la diversidad de climas y aptitudes de cada parte de la
tierra hace imposible que se baste á sí misma n in g u n a de ellas,
h a habido desde los tiempos m ás rem otos naciones que por lo
ingrato de sil suelo, estrechez de su territo rio , y por lo favora­
ble de su posicion geográfica, se han dedicado con preferencia
al cambio de los productos especiales de unas regiones con los
de otras m ás apartadas, Son precisos para este tráfico largos
viajes, á los que convida el m ar con su lím pida superficie,
viable naturalm ente en todas direcciones, que así se deja sur­
car por la cortante proa como da sólido apoyo al remo vigoro­
so , ó hace resbalar el soplo de la b ris a , que lleva con blando
impulso léjos de la orilla al diestro marino que h a acertado á
tender la lona para recogerlo. Añadid á esto la comodidad de
la carga, la seguridad del pasaje , y la economía de la con­
ducción , y veréis por qué se h a tenido siempre y se tiene á la
navegación, como el emblema é im ágen del comercio. No
siem pre, sin e m bargo, presenta aspecto tan apacible el sala­
do elemento ; que cuando el huracan se desata y la torm enta
ru g e , las olas embravecidas se alzan abriendo un espantoso
abism o, y la nave descoyuntada y perdida vuela á estrellarse
en la desierta p l a y a , si no ha encontrado su sepulcro e n los
mismos cristales que reflejaban sus formas eleg an tes y esbel­
tas proporciones. De aquí la necesidad de seguros p u e rto s ,
donde se abriguen las embarcaciones en los tem p o rales, y
puedan efectuar su provision y d e s c a rg a , sin tem or al furioso
embate de los vientos.
A los fenicios pertenecen los más antiguos recuerdos de la
navegación m editerránea, y los puertos de su nación son tam ­
bién los primeros en que se advierten restos del trabajo del
hombre para completar las disposiciones favorables de la natu ­
raleza; pero e n ta l escala que denotan claram ente largos en­
sayos anteriores y g ra n tesoro de experiencia, adquirido quizá
en territorios cuyos nombres habrán perecido con los pueblos
que los habitaron. Sidon, Tiro y Trípolis dejan ver aún entre
sus ruinas y escombros magníficos m uelles de escollera con
sus martillos y esp ig o n es, con sus torres gem elas para cerrar
con cadenas las estrechas em bocaduras, y malecones de sille­
ría en los puntos de desem barco, obras todas cuya construc­
ción facilitaba la abundancia de puzolana que aquel litoral
ofrecía. Tiro, especialm ente en su segunda fundación sobre las
islas Am brosianas, excedió en m agnificencia á las demás ciu­
dades de su época : u n canal de m ás de 100 metros de a n ­
chura y unos 500 de lo n g itu d que separaba las dos islas fué
cortado y cegado por sus habitantes, dejando en la embo­
cadura del norte una herm osa co n ch a, que dió lu g a r á la
construcción del puerto llam ado Sidonio ; otro, independiente,
hacia falta en la escarpada costa del s u r , y un larg o m uelle
con un espigón constituyó el llam ado Egipcio , así como en la
parte del norte precedía al puerto una tranquila rad a defendi­
da por un cordon de peñascos, un dique artificial de 3.700 m e­
tros de lo n g itu d y 12 de anchura formaba por la parte opuesta
otra rad a inm ensa, que comunicó con la prim era hasta que
Alejandro Magno reunió la isla al continente con la famosa
calzada, envuelta ahora en un istmo de arena.
Ya en estas ciudades se ve el empeño constante con que pro­
curaban tener dos p u e rto s, m ercante el uno y dedicado el otro
á la m arina de guerra, cuidadosam ente oculto á lo s ojos indis­
cretos del profano ó del extranjero. El espíritu exclusivo y re ­
celoso en las an tig u as tribus ocasionaba al comercio peligros
que obligaron á acompañarle y protegerle con m arcial aparato,
estableciendo factorías fortificadas en los puntos de escala de
los convoyes, y llevando estos provision de armas y el nece­
sario número de soldados. Mas conociendo la fuerza su propio
valor, cuando la prosperidad del comercio la hubo robustecido,
pasó del modesto papel de auxilio para la defensa, á erigirse en
institución agresiva; y convirtió las factorías en colonias, las
flotas en escuadras, y los pacíficos emporios en soberbias repú­
blicas conquistadoras. Fué de tem er entonces que u n a provin­
cia rebelada ó un vecino envidioso atacasen la violencia en su
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10
—
mismo centro é intentasen destruir las ferradas naves que sem­
braban el espanto por los mares procelosos; y como además el
nombre de extranjero era sinónimo para aquellas gentes del de
e n em ig o , tuvieron necesidad de guarecer sus armadas en es­
pacios ocultos y fortificados, fuera del animado cuadro que
presenta el movimiento comercial de una populosa ciudad m a­
rítim a.
O artago, que poseyó toda la ciencia naval que pudo apren­
der de su m etrópoli, llevó al m ás alto grado el esplendor de
su puerto m ilitar. Ocultábale por completo la isla de Cothon,
rodeada lo mismo que la costa adyacente de galerías que po­
dían albergar á cubierto 250 buques de g ran porte. Vastos al­
macenes se levantaban sobre estas g a le r ía s , bullía en el a r ­
senal un ejército de operarios, ocupaban el terreno de la isla
escuelas náuticas y alojamientos para tropas y m arineros, y
dominado todo por el palacio del A lm irante, parecía u n a re ­
pública separada dentro del Estado mismo á que pertenecía.
Las tropas de tierra y de desembarco se alojaban bajo las m u­
rallas de la ciudad y de su fortaleza, en las cuales cabían 300
elefantes, 4.000 caballos, 20.000 soldados y provision no e s ­
casa de v itu a lla s ; y según aparece por los últimos descubri­
m ientos se podían comunicar este puerto y el m e rc a n te , cuyas
entradas eran independientes.
Situada la Grecia en medio del m ar Mediterráneo que la ro­
dea, cortadas sus costas por ensenadas y calas numerosas, sem­
brada de islas su circunferencia y habitado su suelo por una
nación inteligente y em prendedora, no tardó en ocupar un
puesto distinguido entre las potencias m arítim as de los a n ti­
guos. Las colonias que se esparcieron desde el Asia menor h a s­
ta la Iberia, llevaron consigo los gérm enes que liabian de di­
fundir la civilización por toda la Europa m eridional; y las re ­
laciones que conservaron con sus metrópolis y entre sí dieron
á la navegación un impulso desconocido hasta aquella era.
—
11
—
Procuraron los griegos aprovechar todo lo posible las radas y
puertos naturales que recortan su litoral, de m odo que el arte
tuviese poco ó nada que suplir en e llo s ; y la prim era y más
noble de sus ciu d a d e s, capital todavía de la destrozada tie r ­
ra helénica, se halló tan pródigam ente favorecida, que dis­
frutó de cinco hermosos y seguros puertos, sin otras obras que
pequeños m uelles de cerramiento ó malecones de descarga.
Cuando su arm ada constaba sólo de cien g a le ra s , bastaba para
asegurarlas el primitivo puerto de P h a le r a , y tenia el de Munychia extensión sobrada para el com ercio ; pero al consti­
tuir Temístocles la fuerza del Estado en la m arina m ilitar, le
faltó sitio para contener las cuatrocientas trirem es que la com­
ponían y disponer arsenales seguros y cómodos astilleros, al
mismo tiempo que e] alim ento de u n a poblacion num erosa h a ­
cia necesario un tráfico activo con las fértiles costas del E uxi110.
Entonces fué cuando se adoptó como puerto principal de
Atenas, aunque m ás distante, el célebre Píreo, compuesto á su
vez de los tres llam ados Zea, Aphrodisio y Cantharo ; de los que
el primero, que era u n a n te p u e rto , estaba dedicado según p a ­
rece á la importación del grano, y el último, en que m ás parte
ten ia el traba] o del hom bre y único que se ha c e g a d o , era un
puerto interior reservado para arsenal m ilitar, además de los
otros arsenales que habia fuera de él. Guardaban entre todos
estos provision para mil naves en tiem po ordinario, y estaban
llenas las orillas de varaderos de plano inclinado, invención
que por prim era vez aparece en este puerto, debida á su cons­
tructor Hippodamo de Rodas.
A unque pocos, pueden m arcarse en los puertos griegos a l­
g unos progresos y novedades. E g in a presenta un ejemplo, a u n ­
que mal aplicado, de m uelles rectos con espigones y rompeo­
las á e s c u a d ra ; Gnido deja ver todavía m uelles con sillería la ­
brada á u n a profundidad in creíb le; en Pompeiópolis se encuen­
tra el horm igon de puzolana, rellenando la escollera sujeta con
—
12
—
g ra p a s; y en A lejandría, la córte de los Ptolem eos, emporio
del Egipto, y a supo Dinocrates evitar la detención de las are­
nas que las com entes im pelen, dejando abierto con u n puente
el m uelle de unión de la costa con la frontera isla de Pilaros,
cuyas puntas u n poco pro lo n g ad as, cerraban las bocas de los
dos puertos que este m uelle dividía.
Los romanos, aficionados al cultivo de las artes ú tile s , y da­
dos á la ejecución de grandes monumentos, hicieron adelantos
notables en este ramo de las obras públicas. La experiencia de
los griegos y fenicios debió darles á conocer la facilidad con
que se depositan en el tranquilo remanso de un puerto artificial
las arenas que arrastran y a las corrientes lito ra le s , y a los a r­
royos y torrentes que desembocan en las cercanías. Bien p u ­
dieron aprenderlo ellos mismos viendo enterrarse sucesivamen­
te en el limo del Tíber los trabajos y esfuerzos de Anco Marcio, de A ugusto, de Claudio, de Nerón y de Trajano para con­
servar y ensanchar el puerto de O stia , abandonado al fin por
este último á pesar de su ventajosa é inmejorable posicion res­
pecto de la opulenta capital que se dió el nombre de eterna.
Por eso cuando no pudieron obtener un puerto natural comple­
tam ente abrigado como el Portas Classis de A ugusto en los ca­
ños del Pó, pusieron en p lan ta el sistem a de m uelles calados
bajo el nivel del a g u a , sencillos unas veces, como en el puer­
to m ercante de P u te o li, ó dobles como en el M iseno, con las
pilas alternas, para mejor am ortiguar el choque de la ola antes
de que pasase por el claro de los arcos. Advirtieron tam bién la
dificultad que con ciertos vientos ofrece la entrada y salida de
las em barcaciones; y para e v ita rla , tuvieron por constante r e ­
g la colocar un rompeolas aislado en la embocadura de los dos
m uelles curvos que avanzaban desde la costa, cuyo modelo per­
m anece aún en el puerto de Civitavecchia (la antigua Centumcellae) emprendido por Trajano cuando vió imposible la conser­
vación del de Ostia. Y en cuanto al sistema de construcción,
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13
—
además de los ordinarios cim ientos de escollera, puntualm ente
descritos por Plinio el jo v e n , hicieron uso m uy extenso del
horm igon hidráulico para las pilas aisladas, que se fundaban
con cajones sin fondo y aún con a ta g u ía s, ó se fabricaban en
grandes trozos sobre la playa y se sum ergían en su sitio cuan­
do estaban endurecidos.
E s p a ñ a , visitada sucesivam ente por todas estas naciones, re ­
cibió en sus costas los establecimientos coloniales á que deben
su origen la m ayor parte de nuestros puertos m ás nombrados.
Fijáronse los fenicios en una isla que llam aron Gadir, cortada
por tranquilos y profundos c a ñ o s, precedidos de u n a inm ensa
r a d a ; y en siglos anteriores se alcanzaba á divisar a lg ú n resto
que podria ser de m uelles levantados para servicio directo de la
ciudad. Griegos de diverso origen ocuparon la costa de Levan­
te, y hoy descubre el arado en los campos de Emporias vesti­
gios de los m uelles que se unian al árido peñasco, prim er cam ­
pam ento de aquellos audaces aventureros. Más sosegados en su
dominación los cartagineses, buscaron puertos como los de
C artagena y M ahon, cuyas condiciones inmejorables han que­
dado en proverbio. Los romanos, en fin, aprovecharon los afa­
nes de sus a n te c e so re s; parte de sus propias obras yacen e n ­
terradas dentro de la playa actual de T a rra g o n a , y los g a d i­
tanos debieron á Balbo el nuevo puerto edificado en la costa
firme.
Perdido el n a v eg an te en las tinieblas de oscura n o c h e , e n ­
cuentra su rumbo y salvación en los vivos resplandores del
faro, símbolo de su esperanza, que y a le m uestra la precisa e n ­
trada del puerto a m ig o , y a le advierte la proximidad del tem i­
do escollo ó del saliente cabo que se eleva en su camino. Al
revés que en los p u e rto s , la antig ü ed ad hizo pocos progresos
en lo relativo á los faros, y la corona lum inosa que con su in ­
m ensa variedad de a lc a n c e s, apariencias y colores, es hoy se­
g u ra g u ia en n u estra costa para el marino que la r o d e a , no
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14
—
pasó entre los antiguos de fogatas y antorchas encendidas en
lo alto de las torres que defendían la boca de los puertos. En
tan reducida escala prestaban sin em bargo servicios de g ran
v a lía , y lleg aro n á ser el obligado adherente de todos los
puertos de a lg u n a entidad. El testimonio m ás antiguo de esta
clase de obras se encuentra en la parva Iliada de Lesches,
(30.a Olimpiada); pero la que se tomó como modelo y propagó
su institución por E uropa, f u é la del puerto de A lejandría, l e ­
vantada sobre una roca de la isla de P ilaros, cuyo nombre ha
pasado á ser designación v u lg a r de todos los edificios análo­
gos. S eg ú n la descripción que de esta torre h a quedado , se
componía de ocho cuerpos sucesivam ente m ás estre ch o s, que
entre todos hacían una altura de 300 codos, ó sea 100 estatu­
ras de hom bre, dejando por fuera anchas galerías desde don­
de se divisaban tierras y mares á lo léjos : altura desmedida,
de cuya exactitud puede dudarse con fundam ento, pues aparte
de la dificultad de alcanzarla, seria no sólo in ú til, sino p e rju ­
dicial , aún con los poderosos medios de refracción que se po­
seen en el día. Los griegos m ultiplicaron las torres de altura
reducida, sin más excepción, si como ta l puede contarse , que
el tan nombrado coloso de Rodas; y algo m ás atrevidos los ro­
manos, las levantaron de m uchos cuerpos sobre las islas artifi­
ciales que hacían servir de rom peolas, ó en los cabos más pro­
m inentes de las ensenadas. E ra su p lan ta de varia figura,
pues se ve circular en las m edallas, y en lo que queda del faro
de Cádiz, octógona en el de Bolonia de F ra n cia , exagonal en
el de D over, y cuadrada en el de la Coruña.
Lo poco que nos resta de la fábrica a n tig u a del prim ero, con
visos de razón atribuida á los colonos fenicios, se distingue
hoy apenas en la base de la torre construida á principios del si­
glo ¿ v il; y pronto ostentará Chipiona un monumento que h a g a
olvidar el que Cepion levantó en las bocas del B é tis, y del
cual ta n sólo h a sobrevivido el nombre. No sucede lo mismo
-
15
—
con la torre de la C o ru ñ a, conservada cual venerable esque­
leto dentro de la coraza que la defiende de las injurias del
tiempo. Calcúlase en 140 piés la altura total á que debió lle ­
g a r; su planta tiene 36 de lado y 6 de grueso, sus muros,
compuestos de sillería en los á n g u lo s, vanos y cornisas, sillarejo en los param entos, y horm igon ó derretido de m enudas
piedras y mortero en los rellenos é in terio res; u n a ram pa ex­
terior conducía hasta l a c ú p u la, y la dirección de sus espiras
se h a conservado en el forro de 2 */2 piés con que fué revestida
toda la torre hace menos de un siglo. No he de cansaros con el
relato de las fábulas que entre el vulgo corren acerca de este
faro , origen del nombre de la ciudad floreciente á que me unen
gratos recuerdos de ascen d en cia; sólo d iré , como p a rticu lar
semejanza con el de A lejandría, que en la edad media se cre­
yó en un maravilloso espejo que daba á conocer en el B rigán tino, lo mismo que en el otro, las lejanas escuadras que contra
el puerto se d irig ía n , y que de ig u al modo que se salvó en este
del olvido el nombre del arquitecto Sostrato, nos h a conserva­
do una inscripción el de Sevio Lupo A em iniense en el primero,
por m ás que como en Cádiz atribuya la tradición esta obra á
H ércules, héroe favorito de la m itología popular de España.
Si la navegación interior no precedió,á la m arítim a, h a de­
jado por lo menos recuerdos positivos m ás antiguos. N a v e g á ­
base el Eufrates en Asia, y en Africa el Nilo desde los primeros
tiempos históricos; los llanos de Mesopotamia abrían fácil cur­
so á la unión de sus dos rios; sólidos malecones decoraban á
Nínive y B abilonia, Apam ea y S e le u c ia , haciendo de estas
ciudades otros tantos puertos interiores; y la tierra aluvial del
E g ip to , surcada por ram ales numerosos del N ilo , cedió repeti­
das veces á los esfuerzos de los Faraones, de los Ptolem eos, los
Césares y los Califas para destruir la barrera que se alza entre
dos m ares, y que con m ás seguro éxito prometen dejar libre la
industria y la ciencia de nuestros dias. En R o m a , cuya r e ­
—
16
—
vuelta plebe esperaba ansiosa en las orillas del Tiber la lle g a ­
da de las velas que traían de Egipto ó de Sicilia la codiciada y
degradante a m o n a , no se podían desconocer la im portancia y
utilidad de las vías de ag u a interiores : aprovechando las cor­
rientes naturales, había establecidas entre ellas rápidas corres­
pondencias terrestres , que y a facilitaban la comunicación del
m ar Adriático con el Tirreno, y a ponían en contacto inmedia­
to las playas de la B élgica con el golfo de Liguria. No se
ocultó á la sagacidad de aquella g e n te las ventajas que podrían
sacar reemplazando estas vías terrestres por canales de enlace,
ó las porciones m ás rápidas y tortuosas de los ríos por canales
la te ra le s ; pero ignorando el sencillo artificio de la esclusa,
quedaron sin resultado las fossas emprendidas en las Galias y
la B ritannia, aunque con u n fin puram ente m ilita r ; y no cons­
ta que pudieran navegarse por largo tiempo sino las que m an ­
tenían las ciudades del Pó para sus usos industriales.
La naturaleza no h a favorecido á nuestro país en m ateria de
aguas como á las regiones del centro de Europa : corren los rios
encajonados entre escarpadas laderas ó valles estrechos, y su
rápida pendiente inutiliza la parte m ayor y m ás bella de su
curso p a r a l a navegación. Sin em bargo, en la época romana
se explotaban con empeño sus corrientes principales, lo m is­
mo que los grandes afluentes y los esteros ó rias tan num ero­
sas en la tem ida costa del A tlántico. Subían los barcos por el
Belis hasta Córdoba, por el Ebro hasta L ogroño, y por el Tajo
h asta Moron; por ochocientos estadios podían navegarse el
Miño y el D u ero ; el Anas, el Singilis, el Menoba y el Muliades
eran surcados igualm ente en a lg u n a porción de su longitud,
y los Turdetamos tenían cruzada su tierra de canales, desde
los que iban hasta la Italia con su comercio.
Causa extrañeza por cierto ver que en esos siglos remotos
se haya llevado tan adelante el transporte flu v ia l, que excede
en mucho á todo lo q u e ; hoy puede hacerse en este p u n t o ; y
—
17
—
podría conjeturarse que el arte moderno era menos perfecto
que el antig u o , si no se supiera que la lucrativa industria de
los molinos de a g u a , cultivada apenas por los romanos, se es­
parció en la edad m edia de ta l m o d o , reservada como estaba
en provecho de los señores territoriales , que cubrió los rios de
p resa s, destruyó su p e n d ie n te , alteró su cauce y cortó su cur­
s o , y el efecto acum ulado de tantos siglos los ha hecho inú­
tiles hasta para el paso de los pequeños barcos que sus aguas
adm itían en tiempos anteriores.
La construcción de caminos terrestres corresponde siempre
á u n período avanzado de desarrollo m aterial de las naciones.
Los puertos y los rios están y a preparados por la naturaleza, y
si sus obras son con frecuencia de ár.lua ejecución, la dificul­
tad se h a lla casi siempre acum ulada en un solo punto, donde
es m ás fácil vencerla de una vez y en provecho de la locali­
dad determ inada que se impone los sacrificios. Pero la la rg a
cinta de un camino atraviesa provincias diferentes, encuentra
altas m ontañas, salva barrancos profundos y rios caudalosos,
ha de tener una superficie lisa y elástica que el continuo trá n ­
sito d e te rio ra ; y todo esto exige el gasto de un capital cuyos
rendim ientos ven difícilmente los pueblos poco avanzados.
Corresponde tam bién á los canaanitas la iniciativa en este
ramo de pública u tilid a d , pues al decir de San Isidoro, fuéron
los cartagineses los primeros en empedrar las c a lzad as, y los
íenicios dejaron abierta una vía á través de los Pirineos y los
Alpes m uchos siglos antes de la era cristiana. No descuida­
ron los g r ie g o s , especialm ente en Esparta y Tebas, la conser­
vación de los cam inos, pero era tan fácil la comunicación por
m ar de casi todas sus ciu d a d e s, que hicieron pocos adelantos
en el arte de construirlos. Cuánto hayan sobresalido en él los
romanos no h a y que d e c irlo , pues harto lo publican los m o­
num entos que han quedado cubriendo los campos de Europa,
Asia y Africa á donde alcanzó su im p erio ; cuyos últim os y más
2
—
18
—
remotos confines m uestran el duro conglomerado ó la. inscripta
miliaria, mudos testigos de la dominación de un pueblo que as­
piró á sojuzgar toda la tierra. El censor Appio Claudio fué el
que dotó á la cam piña rom ana de la prim er vía, que conducía
á Cápua y llevó su n o m b re , el año 422 de la fundación de la
ciudad, ejecutándola con todo el lujo que en estas obras era
im aginable. Cerca de un siglo transcurrió hasta que se em ­
pezara la seg u n d a, que iba á Civitavecchia y Montalto á los
pocos años se hicieron la Flam inia, que term inaba en Rímini,
y la Emilia que lle g a b a á Plasencia ó algo m ás léjos; y des­
de entonces fué creciendo de ta l modo el gusto por estos tra ­
bajos, que en la siguiente centuria toda Italia estaba cruza­
da de líneas afirmadas, siendo el tribuno C. Graco de los que
con más ardor promovieron su ejecución. F uera de Ita lia , la
calzada más a n tig u a de que se hace memoria es la que en E s­
paña conducía de C artagena á los Pirineos, para ir después
por los Alpes á R o m a , medida y a y señalada con los miliarios
en tiempo de Escipion el m e n o r; despues se hicieron algunos
trozos en la Germania y Macedonia. Pero cuando el sistema de
comunicaciones se completó en todo el imperio, fué en tiempo
de A ugusto, que casi nada dejó que emprender de nuevo á
sus sucesores. De estos fué Trajano el más atento á la con­
servación de las vías públicas y construcción de las que fal­
tab a n , y en E spaña habrá apenas antiguo camino en que
110
haya encontrado ocasion de hacer esculpir sus títulos y nom bres. Siguieron su ejemplo Adriano y A ntonino, Lucio Yero y
Septimio Severo; pero debilitada despues la autoridad de los
emperadores con sus desórdenes y to rp eza, se cuidaron poco
de las obras públicas algo d ista n te s; y trasladada á Byzancio
lá fastuosa córte de Constantino, el abandono fué completo, y
no tardó en seguirse la ru in a to tal de la m agnífica red de cal­
zadas que ataba á la capital sus m ás lejanas posesiones.
El principal objeto que A ugusto se propusiera al idear; su
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19
—
sistema de cam inos, fué indudablem ente político. A la m aneia con que el labrador asegura el terreno que h a ganado sobre
la corriente del rio por medio de plantaciones que lo consolidan y rechazan las futuras invasiones de las ag'uas, los ro­
manos fijaron su dominación en los países conquistados, por
medio de colonias m ilitares ventajosam ente escogidas, que
eran avanzadas perm anentes y puestos de refugio para las le ­
giones ocupadas en hacer la g u e rra ó dar guarnición á los
presidios y campam entos. Mas u n a colonia aislada era incapaz
de resistir por sí sola al impetuoso ataque de los indígenas re­
belados , y por eso aquel astuto príncipe combinó su plan de
modo que todas ellas tuvieran fácil y directa correspondencia
entre s í, y los ejércitos pudieran en breve tiempo hallarse en
los lu g a re s am enazados, ó en los centros de la resistencia.
En apoyo de esto se puede notar que de las colonias rom a­
nas que conocemos en la Iberia, todas menos ocho se hallan
nombradas en el itinerario, y de estas sólo Celsa carecía de
c a m in o , porque poseía la comunicación del Ebro con Dertosa
y C aesaraugusta. Verificóse tam bién entonces que los instru­
m entos del comercio se convirtieron en auxiliares poderosos
de la opresion y de la c o n q u ista, como que es elemento indis­
pensable de la g u e rra ordenada la rapidez y facilidad de los
transportes y las marchas.
También entraba en las m iras políticas de A ugusto estre­
char la centralización del nuevo gobierno que había fundado,
por medio de la pronta trasmisión de las órdenes del poder y
las noticias de las provincias. Instituyó á este fin los correos,
que los persas habían conocido en tiempo de C iro , servidos
primero por peatones y despues por caballos y carruajes, con
los necesarios relevos preparados á lo largo de las vías m ilita­
res. De dos clases eran las casas de postas: las llam adas mutationes m antenían dispuestos veinte ca b allo s; y en las más im ­
portantes (llam adas civitates cuando eran poblaciones cerradas,
Aje*
W Á H A D m
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20
-
ó mansiones si tenian alojamientos y víveres para las etapas de
las tropas en m archa) había doble núm ero, y el de carros,
bueyes y acém ilas necesario para la conducción de efectos y
bagajes. Cada año se renovaba la cuarta parte de los caballos
de p o s ta , y no se permitía salir más que cinco al dia por p u n ­
to g e n e ra l; en cuanto á las clases de carruajes que se usaban
y sus destinos, su descripción me llevaría m uy lijo s del asun­
to principal. La velocidad con que se corría por este medio,
era de unas dos leguas por hora, próximamente ig u al á la de
nuestros correos, pues Plinio el m ayor cita el viaje de doscien­
tas millas (297 kilómetros) que hizo en veinte y cuatro horas
Tiberio Nerón para ver á su hermano Druso enfermo en la Germania; y viajes análogos de D iocleciano, Constantino y otros
personajes excitaron la admiración de los autores antiguos.
Pero distaban m ucho estos correos de prestar a l comercio y á
las relaciones privadas los servicios im portantes de que disfru­
tamos en el dia, porque establecidos con un objeto oficial de­
term inado, sólo podian usarse por órdenes expresas del E m pe­
rador ó de un corto número de delegados su y o s, llam adas pri­
mero diplómala y m ás tarde cvectiones: otras p a te n te s , nom bradés*diplomata traclatoria daban derecho á la m anutención en
el viaje ; y las formalidades que habían de llenarse por los
portadores de esta especie de pasaportes se exigían con tanto
rigor, que por faltar á alg u n a de ellas Iielvio Pertinax, e n ­
viado por Tito al Asia con un cargo im portante, tuvo que con­
cluir á pié su viaje desde Antioquía.
Octavio fué inducido por otro motivo de prudencia á em pren­
der trabajos semejantes. Cerrado el templo de Jano, quedaban
ociosos los ejércitos de ocupacion de las provincias pacificadas;
y temeroso con razón de que la falta de ejercicio corrompiese
la disciplina del soldado, como no tardó en verificarse, em ­
pleó las legiones en la ejecución de su designio, á imitación
de lo que Flaminio y otros capitanes habían hecho en tiempo
-
21
—
del gobierno consular. Procuró además ocupacion á la plebe
con estas obras, tan aceptas á sus ojos, que haciéndolas de­
cretar profusamente y hasta costeándolas de su propio peculio,
fué cómo Julio César ganó el amor de la m uchedum bre y se
abrió el camino de la dictadura : ejem plo seguido demasiadas
veces por los héroes populares para deslum brar á las masas que
los han elevado.
Los gastos de construcción de las vías militares, que equiva­
lían á las carreteras de primer orden de estos tiem pos, sallan
de las rentas generales del E s ta d o ; en a lgunas ocasiones se
destinaba á ellos la pecunia manubialis, ó sea el producto del
botín cogido á los en em ig o s, y aún de su propio caudal hubo
particulares y Emperadores que asignaron a lg u n a cantidad á
este objeto. Los demás caminos que se ram ificaban de estos
y equivalían á los vecinales, ó de tercer órden, eran de cuen­
ta de los pueblos y provincias, que estaban obligados á la re­
paración de unos y otros por medio de prestaciones personales
(operaej ó contribuciones en dinero (impensaej. Los m agistrados
que presidian á las obras ’de los caminos fuéron al principio
los C ensores; pero cuando este ramo tomó increm ento en el
siglo vi de la fundación de Rom a, se nombraron los quatuor
viri especialm ente comisionados al efecto, cuyo número fué
creciendo h a sta que A ugusto creó con este objeto los curatores viarum, especie de celadores de caminos en número inde­
term inado y con jurisdicción especial. En cuanto al método de
ejecución de las obras, desde m uy a ntiguo se dió preferencia
á las contratas en pública subasta.
Tiempo'es y a de decir algo acerca de las condiciones técni­
cas de las vías ro m an as, empezando por las reglas que se pro ­
ponían para su trazado. Aunque en las líneas m ás lujosas de
Italia se ven profundos desmontes en roca, como en la vía
Appia cerca de Terracina, galerías subterráneas como en el
Averno y el Pausílipo, ó muros enormes de sostenimiento,
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22
—
como cerca de U rbino, es constante que así por la economía
de la construcción como por atender á las condiciones estraté­
gicas, la m ayor parte de las vías antiguas se hicieron con m uy
corto trabajo de explanación, dirigiéndolas por las divisorias
de últim o orden ó por los más suaves descensos de las colinas,
por las altas m esetas ó por las llanuras despejadas, economi­
zando al mismo tiempo las obras que para el paso de aguas
exigen nuestros trazados en ladera. Ocasionaba esto, como es
n a tu r a l, fuertes pendientes en notorio perjuicio del tránsito,
pues dism inuyen la carga que pueden arrastrar los tiros, acor­
tan su velocidad en las subidas, y ofrecen peligro frecuente­
m ente en las bajadas. Mas atentos á la dirección recta de sus
alineaciones, las prolongaban cuanto era posible en los ter­
ritorios desem barazados, y hoy sirven en m uchas partes para
reconocer y comprobar los vestigios que se encuentran á lo
largo de las veredas ó á través de los campos cultivados.
Ei paso de los rios se efectuaba muchas veces echando sobre
su lecho m agníficos puentes de s ille ría , tan sólidos algunos
que perm anecen firmes en nuestros d ia s , como los que osten­
ta n todavía con orgullo Mérida y A lc á n ta ra , O rense, S ala­
m anca y Martorell. En otros sólo se hacian entramados de
madera apoyados en macizos de fábrica ó en palizadas del
mismo material. En varios casos, en fin, atravesaban la cor­
riente mejorando el paso con vadenes cuidadosam ente g u a r­
necidos y afirmados en toda la anchura que el camino debia te ­
ner : y entonces quedaba el tránsito interceptado siempre que
las avenidas hacian crecer el rio y aum entar el ím petu de sus
raudales. Con alcantarillas a lgunas veces, con pequeños v a ­
denes los m á s , salvaron los arroyos y barrancos ; y si el llano
estaba expuesto á los desbordamientos de las aguas, elevaban
en terraplen las calzadas, defendiéndolas con m uretes y ras trillos cuando podían ser atacadas y corroídas.
De diversas m aneras se preparaba la superficie de la vía. Las
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23
-
calzadas más suntuosas, cuyo modelo fué la Appia, se enlosa­
ban con piedras escuadradas y sentadas con esmero ; y la parte
central que tenia el necesario bombeo para escurrir las aguas,
estaba contenida por dos aceras de losas m ayores, análogas á
las de nuestras calles m odernas; pero este sistema, que no fal­
ta quien crea general en los caminos romanos, era sólo una ex­
cepción , y se hicieron m uy pocos con todo el dispendio que
consigo lleva. Con más frecuencia se empedraba con cantos de
figura irregular á la m anera de lo que llam am os cuñas, cim en­
tándolo con materias sólidas y d u ra s , y haciendo de una obra
más perfecta, ó de simple grava, las m árgenes ó paseos latera­
les, que estaban separados del centro por una fila de adoqui­
nes. Mas el sistema que prevaleció, especialm ente en las pro ­
vincias fuera de I ta l ia , fué el afirm ado, que debió parecer al
mismo tiempo que más económico, m ejor acomodado para la
conservación y el tránsito. Componíase de un cimiento de pie­
dras grandes arregladas en una ó dos capas horizontales y con
mortero que sostenia el resto de la masa sobre la caja de la e x ­
planación , llevaba encim a una gruesa capa de piedra peque­
ñ a ó cascajo de reducido tam año, que formaba el cuerpo de la
ca lz a d a ; y sobre esta venia, aunque no siempre, otra capa más
delgada de tierra arcillosa ó escombros, por el estilo del ac­
tual recebo, cubierta con menudo cascajo para defenderla del
roce.
En alg u n a ocasion dejaron el suelo natural para que sir­
viera de camino ( llam ado entonces vía terrena), por causa de
la calidad firme y e n ju ta de la superficie, por la poca impor­
tan cia del trozo así dispuesto, ó por la falta de fondos en el
tiempo oportuno de su construcción. Estrabon y Ulpiano ha­
blan claram ente de estas vías, y yo mismo he tenido ocasion
de ver ejemplos de ellas en la calzada que atraviesa por N um ancia y que tan ta bondad de vuestra parte me h a valido.
Si yo no fuera hasta cierto punto parte interesada en la con­
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24
—
troversia, seria m uy del caso exam inar si es verdad, como m u­
chos aseguran, que los caminos romanos lleven ventaja á los
que ahora hacemos en perfección y solidez. P ara esto conven­
dría antes explicar que las condiciones que exige hoy un ca­
mino, respecto del uso que de él se hace, son: solidez, dureza,
elasticidad é igualdad en la superficie ; y por los gastos que
origina : facilidad y economía en la constante conservación en
el mismo estado. También se habria de ver que de todas estas
condiciones, las calzadas romanas no satisfacían más que á
las dos primeras, tanto por la naturaleza como por la composicion de su firme. Pero su espesor considerable y el en­
lace que se daba m uchas veces á las piedras, echándoles mor­
tero ú otra m ateria a g lu tin a n te , les quitaba toda la elasticidad
que deben nuestras carreteras á sus firmes delg'ados de pie­
dras angulosas sin c e m e n tar, circunstancia reconocida como
m uv im portante para que las caballerías efectúen su tiro con
el m ayor provecho p o sib le , y se conserven por m ás tiempo
tan:o los vehículos como el camino mismo. Habria que añadir
que la igualdad de la superficie es más fácil de m antener en
los firmes elásticos y poco levantados en el centro que en los
antiguos, pues las fuertes sacudidas que daban en estos los
carruajes y la tendencia á m archar siempre por el medio, bas­
tan para destruir pronto la obra mejor concertada : la diaria y
constante conservación en el mismo estado es facilísim a por
nuestro sistema, m ientras que por el antiguo equivalía á una
reedificación del camino. Recuérdense sino las inscripciones
conmemorativas de las grandes y frecuentes reparaciones de
las calzadas que se han pretendido punto menos que eternas,
véase cómo de las pocas que entre tantas han quedado e n te ­
ras huye el cam inante á la inm ediata vereda m ás dulce á la
pisada, y obsérvese, por fin, que si a lg u n a está en uso toda­
vía en la estación de invierno, es precisam ente de aquellas que
se han construido con m ás sem ejanza á nuestros métodos, ó
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25
—
se han reparado en la edad media de una m anera parecida.
El espesor de los afirmados es m uy variable en las romanas
v ías, y aunque no b aja de cuarenta y cinco centím etros, y eso
si están algo desgastadas, lle g a hasta un metro y algo más;
lo cual consumía un volumen de materiales inmenso y entera­
m ente in ú til, porque en cuanto se h a n profundizado ocho ó
diez centím etros los baches y rodadas, la superficie queda in ­
transitable, sin que sirva de nada todo el macizo inferior, que
necesita poco para resistir á la presión de las cargas m ás fuer­
tes. El ancho era por lo común de cinco á seis m etros, que es
el mínimo de las carreteras actuales, aunque á veces lleg ab a
como en estas á más de n u e v e , y estaba lim itado por dos filas
de piedras p la n a s , aparentes unas v e c e s , ocultas otras en el
detritus de la superficie, que la separaban de las zanjas ó cu­
netas laterales convenientem ente dispuestas para dar salida á
las a g u as y desecar el p iso , atendiendo al mismo tiempo á su
conservación y á la comodidad de su uso.
Las e stá tu a s , los sepulcros, los arcos triu n fales, las quintas
y los templos adornaban los bordes de los caminos cerca de
Roma y otras capitales populosas; y el extranjero que se diri­
g ía á la g ra n ciudad creia hallarse dentro de ella m ucho
antes de haber divisado sus puertas. De trecho en tre c h o , co­
lum nas miliarias de menos de dos metros de altura y medio de
diámetro señalaban al cam inante la distancia que tenia andada
desde Roma, desde la capital política ó desde la poblacion más
im portante del p a ís , ó bien lo que faltaba para lle g a r al cerca­
no término del viaje, si se dirigía al puerto en que finalizaba
una de las grandes arterias de com unicación; los nombres de
los emperadores que habían decretado las obras ó reparacio­
nes , los de los m agistrados que habían presidido á ellas ó los
de los particulares que les habían dado generoso apoyo enca­
bezaban la inscripción , y sus títulos y honores nos ponen en
conocimiento de la fecha precisa e n que tuvieron lu g a r estas
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26
—
mejoras m ateriales, elem ento necesario del adelanto moral de
los pueblos: m uchas colum nas se encuentran, sin em bargo,
que por estar m uy próximas á o tra s , ó por descuido ó falta de
tiempo no llevan grabada ni la distancia itineraria. El primero
que hizo medir los caminos, fue Cayo Graco, pero sin un ori­
g e n fijo y com ún, h a sta que A ugusto plantó en el centro del
foro el milliarium aureum, consolidado m ás tarde por Vespasiano. Las fuentes, g u a rd a ru e d as, bancos y escabeles de piedra
completaban el adorno y comodidad de las vías m ás nota­
bles.
Herida la im aginación del pueblo por la grandeza y m ag n i­
ficencia de los restos de calzadas que atraviesan sus campos,
resistiendo á la corrosion d é la s aguas y á la reja del arado, les
ha fingido un origen sobrenatural ó m aravilloso, como indican
los nombres de calzadas de Brm ehilda que les dan en Flándes»
caminos de los gigantes que reciben en In g la terra, vías del dia­
blo que les llam an en Italia, camino sarraceno, camino de la p ia ­
la y otros con que en España desde tiempo atrás se c o n o c e n ; y
muchos v a lle s , puertos y lu g are s han tomado su nombre de
la calzada inm ediata, de sus vueltas ó de sus accesorios.
U n notable documento de la a n tig ü e d a d , nos hace conocer
la estadística casi exacta de las vías m ilitares del imperio:
quiero hablar del famoso itinerario de An tonino. Cuál sea el
autor y el objeto de este docum ento, no hace á mi propósito:
lo que ahora importa es consignar que sin embargo de las
mutilaciones que ha de haber sufrido de copia en copia hasta
lle g a r á las que poseen las m ás nombradas bibliotecas, nos da
preciosas noticias sobre el n ú m e ro , longitud y dirección de
las calzadas rom anas, así como el derrotero de los viajes m arí­
timos del M editerráneo. El número total de caminos allí se­
ñalados asciende á trescientos setenta y dos, de los cuales
treinta y cuatro, con 6.953 millas romanas de lo n g itu d total,
corresponden á las provincias de la Hispania3 comprensiva de
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27
-
lo que son hoy los reinos de España y Portugal. La carta l l a ­
m ada de P eu tin g er por haberse hallado en poder de este doc­
to bibliófilo, publicada en 1591 por Márcos V elser, es una delineacion gráfica de todas las vías del im perio, y com pleta ó
corrige en muchos puntos las indicaciones del itinerario antes
citado : desgraciadam ente falta la parte española, de la que
sólo se encuentran cuatro mansiones de Cataluña. En cambio
aparecieron en 1852 en Vicarello tres vasos de p lata en que es­
taba grabado el itinerario desde Cádiz hasta R o m a , y en la
parte que nos toca da noticia de nuevas mansiones y trozos de
cam ino, rectifica algunos y comprueba varios del largo tra ­
yecto que tiene que señalar á través de la Península.
La principal utilidad de estos m onumentos es sin género de
duda para el estudio de la geografía a n tig u a . C om prendién­
dolo así, y deseoso de aplicar los principios de mi profesion á
los objetos del instituto de esta A cadem ia, he delineado con
la mejor crítica que h a estado á mis alcances el m apa itinera­
rio de la España ro m a n a , que os presento como ofrenda de de­
ber y g r a t i tu d ; y como en algunos casos he desechado opi­
niones recibidas, en otros me atrevo á decidir entre varias con­
trapuestas , os diré cuál es el criterio que me ha servido de
g u ia en cada uno, con lo cual daré fin al cansancio que debe
haceros experim entar esta pesada disertación.
La principal condicion á que he atendido, es al severo estu­
dio de la dirección de los caminos. P a r a eso es m enester esco­
g e r ante todo los puntos del itinerario que son perfectamente
conocidos por sí mismos y sus reducciones admitidas sin con­
troversia, como Tarraco, Clunia, Gades, Acci, Castillo y otros
que son hasta setenta, y averiguar despues de esto la direc­
ción posible y natural de los caminos que debían unirlos, se­
g ú n los accidentes topográficos del país atravesado; fijándo­
se sobre todo en el paso de las sierras por los puertos cono­
cidos, y de los rios por los puentes y vados que se estimen
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28
—
practicables. Cuando el terreno no perm ite m ás que un tra z a ­
do , como entre Mérida y S a lam a n c a , Lugo y Astorga, S ig ü en za y C alatayud, no hay m ás que comprobar si la sum a de las
distancias parciales de las mansiones componen la efectiva
que por caminos ordinarios se cuenta entre esos puntos fijos,
escogiendo entre las lecciones de los m anuscritos las que me­
jo r cuadren á dicha sum a, y en caso de que ambas distancias
coincidan, como en los trozos citados, hacer la descomposi­
ción de la total para saber á dónde deben corresponder los
puntos intermedios: entonces entra el minucioso exárnen de
las circunstancias de cada localidad para saber la confianza
que merece la reducción encontrada.
Mas no siempre acontece que vengan bien estas distancias,
y esto procede de error en la escritura de los núm eros ó en la
lista de las mansiones. E n el sistem a romano de n u m era c ió n ,
escrito con velocidad y d escu id o , es m uy fácil confundir el X
con el V á poco que se baje el uno ó se cruce el otro, ó si el
tiempo h a hecho desaparecer u n a parte de los tra z o s; y por
esto cuando la diferencia que se advierte es de cinco unidades
en m ás ó en menos , puede atribuirse sin tem or á una equivo­
cación de n ú m e ro , si la corrección que aparece posible es en
el mismo sentido que necesitadla distancia indicada. Esto lo
comprueba la comparación de las variantes de los diversos có­
dices, cuya m ayoría consiste en X X ó II escritos de m ás ó de
m enos, ó en X X y VV cambiados: tam bién se encuentra el V
descompuesto en dos II, y vice-versa. De esta m anera se h a
podido corregir, por ejemplo, el trozo de Complutim á Segontia,
que señala X X II m illas por XVII que hay efectivas ; el de
Ilerda á Tarraco, que da XVIII por X X III en una parte y LXII
por LII en otra, comprobándose ambas m utuam ente, y otros
varios que son susceptibles de enmiendas análogas. La dificul­
tad es m ayor si lo es tam bién la diferencia; porque entonces
es señal de que falta ó sobra a lg u n a m ansión entre las que se
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29
—
nom bran. La falta se explica casi siempre por la repetición de
un mismo n ú m e ro , que h a dado m árgen á que salte el co p ian ­
te un renglón sin a d v e rtirlo , como debió suceder en los cam i­
nos de Zaragoza al Pirineo y de Segobia á Titulcia, y da una
m uestra evidente de ello el mismo itinerario, que suprime por
esta causa á Dissobriga en el camino de Aquitania: m ayor des­
cuido es preciso suponer en otras ocasiones, como en el cam i­
no de Asturica á Clunia ó en el de Lisboa á M éridapor MatusCi­
ro. Es posible en algunos casos reponer con poco trabajo las
mansiones omitidas por la celebridad de las ciudades á que
corresponden las distancias, y así se h a colocado Iacca entre
Ebellino y el P irin eo , y Oreturn entre Carcubium y Turres; pero
los datos faltan en otros lu g ares, y no h a sido posible llenar
el hueco entre Miacum y Segobia, Carcubium y Sisapo. Otras
faltas proceden de que al em palm ar unas vías en otras no se
advierte según costumbre que se omiten las mansiones repe­
tidas , y esto explica el hueco que se observa entre Emérita y
Contosolia, Bracara y Aquis Celenis.
Si la distancia efectiva entre los puntos extrem os es m ayor
que la sum a de las parciales, se h a de ver si se corrige la di­
ferencia suprimiendo una de sus mansiones intermedias. Puede
hacerse la enm ienda por una simple trasposición, como se ve
en Hactara, que sobra entre A.cci y Fraxinum, y'falta entre Alba
y Virgi; ó es causa del error 'haber embebido en la relación
nombres que corresponden á un ram al de la misma línea, como
es obvio que sucede en Monte Mariorum entre Itálica y Emérita,
ó en Praesiclio y Rubras entre Onoba y la boca del Guadiana.
Los puntos fijos que admiten varias líneas de unión exigen
un análisis más detenido. Cuando pueden señalarse restos de
c a lz a d a s, miliarias ó arcos de triu n fo , la solucion
110
adm ite
duda, como sucede entre Dertosa y Sa g m tu m , ó entre B raga y
Astorga por Nemetobriga; pero si no hay tan segura g u ia , es
m enester decidirse por el nombre antiguo de u n c am in o , como
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30
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es la senda galiana de Toledo á Titulcia; por la brevedad del
trayecto, como en el de Barbariam á Cansaraugusta, por el des­
arrollo que necesita, como entre A c á y Turaniana, ó por las
mejores condiciones de trazado, como de Bílbilis á Zaragoza.
Sirven tam bién de auxilio la comparación de los vasos apoli­
nares con el itinerario para elegir entre las tres líneas posibles
de Valentía á Ilic i, y la celebridad del paso de Roncesvalles,
frecuentado desde las m ás rem otas edades por enem igas hues­
tes y hum ildes peregrinos, para fijar la salida á Francia desde
Pompe!o. Careciendo de noticias análogas, deciden unas ru i­
n as, como en Mergobio3 una tradición, como en Alces, un despoblado como en Vico Cuminario, un nombre conservado,
como en Serpa ó corrompido, como en Tugia. Desde Ilici i
Car/hago Spariaria se prefiere la dirección que sirve á Bigostru m , aunque no está nom brado, como otras m uchas pobla­
ciones por no ser etapas de m archa; y desde Iría á Lugo se
busca el paso del puente de Mar lia.
Al contrario de lo que pasa en estas líneas, y como por com­
pensación, hay ciudades entre las cuales señala el itinerario
dos cam inos, y no hay sin embargo más que u n o , del cual in­
dica en cada caso puntos de descanso diferentes. Así acontece
en los caminos de A storga y de León á Lacobriga, que se con­
funden en una parte considerable de su lo n g itu d ; en los dos
de Virovesca á Caesaraugusta, que son uno solo por la orilla de­
recha del Ebro, y en los otros dos de Osea á Ilerda. El caso in ­
verso, en que debe descomponerse en dos la relación de un
solo cam ino, y a está antes explicado; y ahora añadiré, que
para completar los ram ales que se derivan de la línea princi­
pal , se suple un trozo equivalente á una jo r n a d a , como se ve
entre Fines y Ad Rubras y otros cam inos, que coinciden en
casi toda su longitud, se apartan en un corto trecho, porque
uno de ellos coja el atajo, como en Caravi, Arrago y Mentesa.
Lineas hay, sm em bargo, que resisten á estos medios de in-
—
.31
—
v e stig a c io n , y entre todas se señala la de Lamimurn á Caesaraugusta, cuyas mansiones dan u n a sum a extraordinariamente
corta, sin que n in g u n a pueda determinarse directam ente ni
el trazado sea inevitable y seguro. Desde Laminium h a sta Ad
Putea nos ilustran los vasos apolinares que nos conducen por
Lezuza y Chinchilla hasta A lm a n sa ; pero desde allí se m archa
sin g u ia de n in g u n a c la se , y combinando los métodos aplica­
dos á otros caminos es como he venido á p re s e n ta r, como la
hipótesis m ás aventurada de todo mi trab ajo , u n empalme s u ­
primido desde Ad Putea hasta Sag untura, una estación omitida
en Segobriga, y otro empalme desde Bílbilis h a sta el final. Las
débiles razones en que se funda este trazado se pueden ver
por m enor en el glosario que acom paña al m apa, donde se dis­
cuten todas las que apoyan la correspondencia adoptada para
cada mansión.
E l exám en detenido de estas razo n es, que como antes he in ­
dicado forma el complemento necesario para comprobar las
reducciones á que conducen las medidas, es más arduo con
frecuencia y m ás variado siempre que la elección de direc­
ciones. Los fundam entos m ás concluyentes son la existencia
de ruinas, como en Nertobriga; ó las circunstancias de locali­
dad, por ejemplo, el nacim iento de un rio, como en Caput fluminis Anae, su desem bocadura, como en la del mismo rio , su
p a so , como en Ponte Neviae, ó el núm ero de cerros que ro­
dean el c am in o , como en Sorores y en Tria Capita. La posicion
de Aquis Q-uarquernis, viene indicada por miliarias que con­
servan sus inscripciones, y el número de estas da nombre á las
mansiones llam adas A d Decumo y Ad Septimum decimum. Los
nom bres de otras nos ponen en conocimiento de su situación,
como Ad Sueronein, en la isla del Júcar, Ad Portum, en el pu er­
to del G uadalete, Sub Saltu, en el coll de Balaguer, Summo
Pyrenaeo en lo alto de esta cordillera, Interamnio, en la con­
fluencia del B ernesga y el T o rio ; ó su significación nos da
—
32
—
indicios que aseguran su correspondencia, como Aquis Voconis
en Caldas de Malavella, Vicus Aquorius en las orillas del E sla,
y Salada en Alcacer-do-Sal.
La sinonimia proporciona grandes rec u rso s, pero no puede
usarse sin la m ás exquisita precaución, porque es en donde más
lian delirado las im aginaciones vivas y acaloradas. Los nom ­
bres antiguos se h a n trasmitido m uchas veces intactos hasta
nosotros, bien en un pueblo como el de Pertusa; en unas ven­
tas, como el de Capara; en un cerro, como el de A sta; en un
n o, como el de Cinniana; ó en un despoblado como el de Miacinn; pero en m ayor número han llegado corrompidos, como el
.d e Brigecio en V illabrázaro; Ilipla en N ieb la; Oleastrum en
Llastre; Barbariana en Berberana, y Bergido en Vierzo. Los
casos más notables, en f in , son aquellos en que el nombre antiguo se h alla traducido á otro idioma más moderno, casos que
exigen la más extrema severidad, por haberse fundado un siste­
m a geográfico completo abusando de este método fuera de
toda medida. Pero cuando vienen bien las distancias, los ves­
tigios y otras señales, ¿quién tendrá inconveniente en admitir
que Parietinis haya quedado traducido al m ás v u lg a r castella­
no en Paerazos, y Aquis Bilbitanorum al arábigo en Alhama?
Más rigor se n e c e s ita , si se quiere hacer una interpretación de
los nombres que no tienen significación latina en los antiguos
idiomas del país, porque las noticias que de ellos tenemos son
m uy vagas, y los eruditos que han discutido este asunto lo han
hecho por lo común con falta de crítica y sobra de pasión. En
el estado actual de nuestros conocimientos, sólo podemos supo­
ner que las len g u as dom inantes en el país serian la céltica y
la ibérica : aquella se lia conservado en ciertas provincias de
Inglaterra y Francia, donde aún se hablan sus dialectos ; y a u n ­
que de la segunda carecemos de datos para creer que sea la
éuscara ó vascuence, podemos admitirlo en vista de la grande
antigüedad que denota el mecanismo de su g ram ática, de la
—
33
—
persistencia con que h a durado en las dos vertientes del P iri­
neo, y de las raíces que ha dejado e n .la s lenguas española y
francesa. No son muchos los nombres que pueden analizarse
con la exactitud gram atical necesaria para hacer admitir la
suposición, y por ser cosa bastante fastidiosa de escuchar sólo
presentaré el ejemplo de Arriaca, que quiere decir en len g u a
é u sca ra , «sitio donde abundan las p ie d ra s» y el nombre ará­
bigo Guadalajara, significa «el valle de las piedras»; coinci­
dencia que no parecerá extraña, puesto que ambos nombres se
derivan de una circunstancia del territorio.
Os he dicho con ingenuidad cómo he procedido en las re­
ducciones de pueblos y trazado de caminos : no pretendo h a ­
ber acertado siempre : tampoco atribuirme el mérito (si lo hay)
del re s u lta d o , pues doctos am igos que me escuchan me han
abierto liberalm ente el tesoro de su erudición y sus lu c e s , en
todas partes m e h a n facilitado el cúmulo de datos topográficos
que me eran indispensables, y mis compañeros de las provin­
cias, especialm ente, se han apresurado á satisfacer á mis imper­
tinentes cuestiones con preciosas noticias que me han demos­
trado su afecto y desinterés. Cuánto debo á todos y a lo sabéis :
cu án ta sea mi g ra titu d no me es posible pintarlo. Fáltam e ex­
presar la confianza que me anim a de que mis trabajos sean
base de resultados m ás perfectos para la geografía a n tig u a , si
son severam ente examinados por los hombres entendidos de
cada localidad y los ilustrados corresponsales de esta Acade­
m ia , que me confiere hoy la honra inestim able de recibirme
en su seno.
3
v
'
.
C O N T EST A CIO N
PO It
EL SEÑOR DON AURELIA NO FERNAN HEZ-GUERRA Y ORBE,
IN D IV ID U O
DE
NÚM ERO.
S eñores :
Por segunda vez recibo de la Academia el honroso encargo
de felicitar á un nuevo compañero. Cinco años hace que, llena
de gozo el alm a, desde este mismo sitio y en vuestro nombre,
saludaba yo al docto anciano, al sacerdote venerable en quien
siempre tuve solícito g u ia , sabio m aestro, el mejor de los ami­
gos. ¡A y , que al instante la m uerte le arrebató de entre nos­
otros! ¡A y, que al punto se desvanecieron aquellas lisonjeras
esperanzas que pusimos en su claro entendim iento , en su recto
ju ic io , en su vastísim a erudición, en su incansable laboriosi­
dad! Si ta n largo tiem po os detuvisteis vosotros en darle suce­
sor, ¿extrañaréis que al lle g a r este plazo, este solem ne dia,
vivo trasunto de todas las hum anas satisfacciones , deje de
abrirse en mi corazon la m al cerrada lla g a , y de prorum pir en
tristes acentos el pecho dolorido ?
Todo ahora contribuye á recrudecerla, y todo despierta en
mí los m ás encontrados afectos, puestos en lu ch a la pena y la
a le g r ía , el antiguo amor y el nuevo c a riñ o , aquella lam enta­
—
38
—
ble pérdida y estas florecientes esperanzas. Al insigne maestro
de la ju v e n tu d en el Sacro-M onte de G ranada, reem plaza en
estos escaños un ilustre profesor de la escuela especial de C a ­
minos, Canales y Puertos. Si el juicio y la prudencia eran lu ­
ciente corona del p rim ero , no realzan menos al s e g u n d o : las
mismas aficiones, la misma posesion en toda clase de buenas
le tr a s : aquel dominaba la len g u a de Homero y de Virgilio; este
además fatiga con fruto en el vascuence y en el á ra b e ; los dos
finos y discretos amantes de la a n tig ü e d a d , teniendo ingenio
y fuerza para penetrar en sus misterios. Con el uno aprendí en
mi niñez á conocer y comparar los historiadores y geógrafos ;
con el otro continúo tan g ra ta ocupacion en las breves horas
de ocio y esparcim iento: la dulce am istad y compañía de am ­
bos sólo puede compararse á la de los buenos libros de quien
no recibimos jam á s, sino enseñanza y deleite. Sinceros pláce­
mes al ’óven a d a lid ; al que tanto am é dejad que consagre ter­
nísimo recuerdo.
Llam ásteis á com partir vuestras tareas al inolvidable señor
D. Ju a n de Cueto, cuando iba dando cima á una Historia Lite­
raria de España, á otra de los dos Felipes, I I I y I V, y de Cárlós I I , y á un Diccionario Geográfico de la España antigua, en
que reunió con los testimonios de escritores griegos y romanos
todas las opiniones de los modernos acerca de cada sitio, juz­
gándolas con im parcial y fina crítica. E n los seis meses que
vivió despues de su entrada en la Academia , le visteis p rep a­
rar un nuevo tomo de la España Sagrada.
Sube á estos honores el Sr. D. Eduardo S aavedra, ceñida la
frente del laurel que otorgásteis á su esmerado estudio y p la ­
nos de la vía de Uxarna á Augustóbriga; y como ofrenda dig n a
acaba de enriquecernos con el oro de importantísimas observa­
ciones técnicas acerca de las obras públicas en la antigüedad,
especialmente los caminos rom anos, cuyo conocimiento para
el historiador es base firme de toda investigación provechosa.
-
39
-
El instituto de nuestra Academia e s tá 'd e enhorabuena: las
ciencias exactas vienen á prestarle inestim able auxilio. ¡Por
qué no p lu g o al cielo que el joven y el anciano juntos aquí
proporcionaran días de gloria á la Academia!
Todas las ciencias, como el regocijado coro de las ninfas
que im aginó la antigüedad, se h allan dulcem ente asidas de
las m anos, auxiliándose unas á otras, de m anera que n in g u n a
lle g a á prevalecer divorciada de las demás. La historia ve por
los ojos de la cronología y de la geografía: con aquella dis­
tinguiendo los tiem p o s, y con esta situándose en los mismos
parajes en que se hubieron de verificar los sucesos. Unica­
mente así lo g rará explicarlos y apreciar con fruto sus conse­
cuencias ; m ientras faltándole tan sólido fu n d am e n to , habrá
de lim itarse á una descarnada y v u lg ar n arració n , á repetir lo
que está y a d ich o , ó á divagar entre inverosimilitudes y con­
tradicciones lastimosas. Los sitios en que ocurrieron señaladas
batallas, aventuras ó desdichas inspiran por sí mismos, y c a ­
lladam ente com unican al historiador noticias y pormenores
que nunca llegaron á escribirse, no menos verdaderos que in ­
teresantes para com pletar y avalorar el cuadro.
Pero la sola razón no basta á resolver los problemas de geo­
grafía ; es ciencia de datos positivos, y cuando estos no se
completan, obtiene resultados absurdos. En buen hora examine
las antiguas descripciones de lu g ares célebres que h a n lle g a ­
do á nosotros; ¿qué adelantará si
110
las ensaya en la piedra de
toque de los sitios mismos? En buen hora registre ignoradas
ruinas y restos de m agníficas obras que labró el hum ano in g e ­
nio y despedazó, más bien que el tiempo voraz, el hombre
mismo; ¿qué verdad científica lle g a rá á descubrir si no ju n ta
y compara cuantos datos se puedan hallar diseminados en a n ­
tig u o s y modernos escritores? Tiene además que fijarlos geo­
m étricam ente en el papel, y rem ontarse luego como águila
h a sta las nubes, para contem plar á un golpe de vista grande
—
40
—
extensión de territorio, y convencerse de que están perfecta­
m ente deslindados los términos y las relaciones respectivas de
cada paraje.
Perm ítam e la Academia que aquí tra ig a un ejemplo p rác ti­
co de esta verdad que he tocado por m í mismo.
Una de las cuestiones geográficas m ás debatidas y en que
se habían equivocado más todos nuestros anticuarios, era la
de averiguar dónde estuvo la ciudad de Mantesa, silla episcopal
desde la primera edad del cristianism o, h a sta que en el si­
glo vm fué destruida por los árabes. Ambrosio de Morales y el
clarísimo Florez lisonjeáronse de haber resuelto la duda; y sin
embargo el uno se alejó veinte y siete leguas y treinta el
otro, del punto verdadero. La casualidad me reservó á m í el
descubrimiento anhelado. ¿ Y por qué? Porque dispuse de ele­
m entos que faltaban á varones tan g ra n d e s ; porque sobre los
muchos datos que reunió su erudición y d ilig e n c ia , tuve á la
vista los Vasos apolinares en que se veían grabadas las millas
que aquella ciudad distaba de otras m uy conocidas; y por­
que pude computar estas distancias sobre un magnífico plano,
hecho de órden del Gobierno para buscar por Sierra Morena
un paso al ferro-carril de Andalucía. Ya me fué dado decir á
la Academ ia: la episcopal Mentesa estuvo en la M ancha, en
Villanueva de la F u e n te ; no perteneció al territorio de los
Bastí taños, sino al de los Oretanos, y fué una de las tres capi­
tales que gobernaban todo aquel territorio. Ya logré fijar sin
vacilación n in g u n a los sitios de Mórum, Solaría y Mariana;
dejando á la inspección ocular la confirmación de lo que para
mí era evidente. Esta prueba la visteis al año inmediato. Un
profesor de instrucción prim aria, extraño á los estudios geog iáticos, á la epigrafía, á la ciencia del ingeniero, buscó y
halló el camino romano, le m idió, le describió, le dibujó, lo­
grando además encontrar u na interesante piedra miliaria. E xa­
minadas y estudiadas todas sus minuciosas noticias por el
—
41
—
Sr. Saavedra, resultó m atem áticam ente evidenciado mi feliz
descubrimiento.
Ved si son necesarios el bien auxiliado estudio que adivina,
la inspección ocular que ilustra, y la ciencia m atem ática que
decide.
Con oportunidad h a escogido el Sr. Saavedra los caminos
romanos para asunto principal de su discurso. Los itinerarios
antiguos nos dan colocadas las ciudades según la posición res­
pectiva de unas con o tra s , y m uchas veces anotada la distan­
cia interm edia, generalm ente con exactitud, y cuando 110 , de
m anera que la ciencia crítica auxiliada de la m atem ática lo g ra
discernir los errores y deshacer la confusion introducida por
los copiantes. Si la geografía es uno de los clarísimos ojos de
la historia, el estudio de los caminos romanos es el apoyo más
seguro para reconstruir la antigua geografía.
R o m a , como potencia continental y que presum ía de eter­
n a , puede decirse que resolvió en España cuantos proble­
mas de explotación y dominio son im aginables. Cubrióla de
u n a red cam inera, más densa en A ndalucía y Galicia por ser
más ricas; menos apretada en C ataluña y Valencia por la co­
m unicación del m a r ; con anchas m allas en el 110 fértil centro
de la P e n ín su la ; y en P o rtu g al con los nudos únicam ente pre­
cisos para conservar el imperio. Construida hace veinte siglos
coincide casi siempre con las arterias abiertas hoy para la co­
m unicación y el tráfico.
Una idea m uy exacta de sem ejante red podemos formar en
vista del oportuno m apa con que el Sr. Saavedra ilustra su
discurso, bien que nuestro compañero se limite á fijar las po­
blaciones y casas de posta que resultan de los Vasos apolinares
y del Itinerario de Antonino Caracalla. Por este precioso ín ­
dice geográfico del siglo 111, nos son conocidos 34 caminos es­
pañoles m ilitares, con expresión de 296 pueblos y m ansiones,
núm ero que aum entan las grabadas en los Vasos apolinares
descubriéndonos diversos atajos.
—
42
—
Pero tén g a se m uy presente que no eran estos en la edad ro ­
m ana los solos caminos de la Península. De otros muchos no
incluidos en el Itinerario de Antonino h a y noticia y a por aisla­
das referencias de Estrabon, de Plinio y algunos historiado­
res, ya por la coleccion de itinerarios que hizo el anónimo de
R a v e n a , y a por memorias epigráficas, ó por elocuentes vesti­
gios que de vez en cuando se m u estrm á los ojos del atento
viajero. Los Vasos apolinares nos han indicado el oportuno atajo
de Cástulo á Libisosa. Estrabon m enciona la prim itiva calzada
que desde T arragona, por Egelastas y el campo Espartarlo,
Cláston y Obulcon, venia á parar en Gádir; y la que partiendo de
Tárraco entraba por los términos de Ilerda, Osea y Pompelona
hasta lle g a r á Idanusa, orillas del Océano, frontera de las Españas y Aquitanias. Plinio recuerda el camino de Córdoba por
Espejo, B aena, A lcaudete, Campotéjar, Hiznallóz y Guadíx,
al único puerto de los bastitanos en ürci ( obvia fíastetaniae vergentis ad m arej; Hircio señala patentem ente la carretera de
Córduba á Cartela por Ventipo, Márucca y Munda. El R avenate
inventaría las del N orte de España por el centro de Asturias;
y per las marinas, desde el Miño al Vidasoa, desde el Júcar
h a s ta el rio Alm anzora y la costa de A d ra ; varias de N avarra
> A ragón importantísimas, como las de Contrebia y Segobriga;
y otras interesantes de A ndalucía, como las de Saguntia, Asido,
Saepo, i r so y Aratispi. Sabemos por inscripciones el camino
que, desde las m árgenes del P isuerga á las del Nervion en Portugalete, cruzaba las tierras de los Cántabros y Autrigones. lle­
vando corridas; 180 m illas en Otáñez; y tam bién quizá el de
Sevilla á M álaga, tocando en Ronda la Vieja (<). F inalm ente,
grandes vestigios de calzada romana, de que 110 h a y memoria
en antiguos escritores, reconocieron Cornide, V elazquez, el
(*) Si es verd ad era la in scripción p u b lic a d a p o r D. Cándido M aría de T ri­
g u e ro s , á la p á g in a 223 del p rim e r tom o de la s M emorias litera ria s de la
—
43
-
canónigo Lozano, el abate H ervás y otros eruditos, desde A l ­
calá de Henares hasta C artagena tocando en Cabeza de Griego,
de Moron á O su n a , de Segorbe á T e ru e l; y yo mismo los he
descubierto juntam ente con fragm entos de miliarios entre Es­
pejo, Castro del Rio y Baena, donde u n a de sus principales
calles todavía se nom bra de la Calzada.
¿Y cómo, siendo ta n ta s, en el Itinerario de Antonino Caracalia dejaron de anotarse? Im porta decirlo. Aquel índice está
muy léjos de haberle formado la curiosidad para sólo g u ia de
los c a m in a n te s; es nada menos que el registro del Pretor, donde
aparecían las vías públicas costeadas por el presupuesto g e n e ­
ral del Estado. Fáltanle, p u e s, todas las vecinales y provin­
ciales, cuya conservación tocaba á los municipios y colonias
inm unes ; y considerado bajo su verdadero punto de vista ese
documento, desaparecen las dificultades que de otro modo asal­
ta n á quien le estudia por m uy diferente prisma. Ya con esto,
¿se extrañará no ver allí el camino que servia para unir á cinco
de las nueve colonias de la Bética? Las ciudades de Asido, Urso, Úcubi, ítuci y fucci, colonizadas por soldados romanos, for­
m aban precisam ente la línea m ilitar del centro de la provincia
entre el m ar y el G u a d a lq u iv ir; y no carecieron como no po­
dían carecer de ámplias y sólidas carreteras, siendo pregoneros
de ello los vestigios que aún subsisten hácia Medinasidonia,
Osuna, Espejo, Castro del Rio, las V írgenes y Hartos. E nlazá­
banse con la línea m ilitar del Bétis reforzada por las colonias
Asta, Ilíspal, Ástigi y Córduba; dándose la mano con las de la
provincia tarraconense A c á , Salaria y Libisosa, de las cuales
la segunda tampoco aparece en el Itinerario de Antonino. ¿Y
R eal A cadem ia sevillan a de Buenas Letras, h u b o de llev arse á C arm ona u n
cipp o, ignoránd ose dónde fué d escub ierto , q u e s e ñ a l a b a á l m illas d el cam i­
no de H u n d a :
ÍVLVN • M • P • XXI
44
_
—
cómo habían de figurar Asido y Salaria en el presupuesto del
Pretor, si como sospecho eran colonias inm unes ? Plinio da á en­
tender que á varias este beneficio se e x te n d ia ; y asegura te r­
m inantem ente que cuatro de las referidas se hallaban libres de
pag ar tributo : Huías convenías sunt reliquae colonias inmunes
Tucci quae cognominatur Augusta Gemella, Ituciquae Virtus Iulia,
Ucubi quae Claritas I u lia , Urso quae Genua Urbanorum (d).
A m aravilla supo la sagacidad rom ana comprom eter el e n ­
tusiasmo de los íberos en grandes obras, aparentando celo por
el bien y seguridad de sus territorios m ás fructíferos, de sus
comarcas m etálicas, y de sus plazas comerciales. Pero nunca
abrió ni permitió abrir un camino atendiendo al bien indivi­
dual , sino á la m ayor conveniencia de la señora del m u n d o ;
jam ás como ahora para el desarrollo de privados intereses, an­
tes consultando los de la dominación y el de proporcionar in ­
mensos recursos al pueblo romano. Tuvo puesta siempre la
mira en unir los puntos militares y estratégicos, facilitando su
pronto y m útuo socorro; y las vías públicas y las carreteras de
segundo y tercer orden eran para las colonias y conventos j u ­
rídicos, lo que las venas y arterias para los miembros hum anos,
(‘) E l nom bre de Úcubi que h a s ta h a c e poco se creía ser Á tu M , p u ed e fi­
ja rs e y a por u n a in scripción ú n ic a , sobre m a n e ra in te re s a n te , q u e m e d e ­
p aró la fo rtu n a donde m e nos se podia im agina r. E s tá sosteniendo la pila
bau tism al en la p a rro q u ia de V aldecaballeros, á la b an d a d erec h a del G ua­
d ia n a , y dice así:
i M
p
•
d
o
m
i
t
i
A N O - C A E S - A V GD I V I • A V G • V E SP • F
A VGVS T A L IS • TE
R M IN V S • C • C • C • IVL
V C V B I T A N O R
I N T E R - A VG • E ME R
45
-
—
por las cuales se dilata providentem ente la sangre y la vida (1).
N ada menos que dos siglos de feroz lu ch a , perdiendo hoy lo
que se ganó ayer y desesperando á veces de ver asegurada la
conquista, habia costado á lo s romanos som eter y colonizar las
Españas. Lográronlo, merced á estar pobladas y divididas por
m ultitud de tribus independientes entre sí, poseedoras de p e ­
queño territorio, sin lazo n inguno que las u n ie s e , con len g u a,
costumbres y ritos desem ejantes; cuáles venidas del helado
se p te n trió n , cuáles del libio l la n o , no pocas de los medos y
persas, m uchas m ás de e g ip c io s, fenices y g r ie g o s ; cazadoras
las u n a s, pastoras las otras, agricultoras ó industriales e s ta s ,
(*) D e S evilla, Córdoba y C azlona a rra n c a b a n m u c h o s cam inos; de A sto rg a , B r a g a , M érida y Z a ra g o z a n o p o co s; m e n o s de S a n ta ré n y de G u a d íx ,
p ero no carecia de m edios de com u nicación n in g u n a colonia n i cap ital de
d istrito. E l sitio p u e s de lo s cato rce co nv ento s ju ríd ic o s y de la s v e in tiséis
colon ias q u e liab ia en E s p a ñ a , se h a de b u s c a r en u n a calzada r o m a n a ; co­
nocida la d irecció n de e s ta y el te rritorio á q u e p e rte n e c ía la co lo n ia, no se
d e ja rá e sp e ra r m u c h o la a c e rta d a resolución del pro blem a. D e e ste a r g u ­
m e n to , e n tre o tro s m u y o p o r tu n o s . se valió p re c isa m e n te con s u m a d es­
tre z a n u e s tro docto com pañero y m i b u e n am igo el Sr. D. Emilio H ü b n e r,
p a ra iden tificar con la m o d e rn a C áceres la d is p u ta d a colonia N o ria ; y en
u n a g ra n v ía d e los O retan o s te n d rém o s q u e h a lla r la h a s t a h o y desconoci­
d a S ala ria.
No todos los cam ino s, com o h a observado m u y b ie n el Sr. S aav e d ra , se
c o n stru ía n con el esmero y solidez ap etec ib les. N u e stro in fa tig ab le y celo­
sísimo individuo corresp o n d ien te, e l do cto r D. M anuel de G óngora, h a d es­
cubierto a l a orilla d e l G u a d a lq u iv ir, térm ino de Ú b ed a, y en la v ía ro m a ­
n a de Cástulo á T u g ia , el sig u ie n te cippo q u e e x p re sa h u b o d e c o n stru irla
T rajano y te n e r q u e m a n d a rla h a c e r de n u ev o :
IMP
• CAESAR • ü l v l
NERVAE
T
r a ía n
• F • NERVA
vs •
P O N T I F
av
•
& •
germ
M A X I M
T R IB • P O TE ST • II • COS • II
P • P • FECIT • ET RESTITVIT
—
46
—
aquellas m ineras y traficantes. Ardiendo en celos y altercados
de vecino, y siempre con el temor de que pudiera crecer y pros­
perar la trib u más cercana, jam ás desperdiciaban ocasion ni
pretexto de disputarse el aprovechamiento de un m onte ó la for­
taleza de un peñasco, ni de saquear y oprimir á la débil ó des­
cuidada, cuándo de propia cuenta y rie sg o , cuándo en alianza
con otras poderosas ó atrevidas. De idéntico sistema hubieron
tam bién de echar mano contra los mismos españoles ahora
C’arta g o , ahora Roma ; y haciendo arm a de la m itad de ellos
contra la otra m itad, y guerreando tan inesperadam ente al alia­
do, como aliándose con el enemigo, pudo el Capitolio enseño­
rearse al fin sobre los despojos de dos siglos, y consum ar una
conquista que tanto le habia costado ella sola como la de todos
los pueblos y naciones. «España, dice Floro, antes fué am arrada
por los romanos que ella lo pudiera recelar; y la única entre
todas las provincias que despues de vencida conoció su valor y
su fuerza.»
Importábale m ucho á R o m a , en su astuta y previsora políti­
ca, no destruir las bases de aquella honda división y con­
siguiente enflaquecim iento, y evitar á todo trance que y a la
identidad de leyes y costum bres, y a la de len g u aje ó religión
pudieran lle g a r a lg ú n dia á fundir en una tantas y ta n diversas
gentes. Tales m iras interesadas eran fáciles de cohonestarse
con el esplendoroso y magnífico disfraz de respetar y hacer
prevalecer el derecho. Erigióse, pues, el Senado y pueblo ro­
mano en tutor y g u a rd a de la s e g u rid a d , de la libertad y espe­
cial gobierno, usos y costumbres de cada trib u ; rara vez les
am enguó sus fueros y extrem adas franquicias, aunque aventajasen en m ucho á las peculiares de la metrópoli del m u n d o ; y
afianzóles laposesion de su m al cortado territorio, amojonándo­
le con eternos límites.
Con e sto , con proporcionar las obras publicas herm osura y
comodidad á las ciudades y ocupacion á los braceros, y con
—
47
—
ver en cada pueblo afianzada su preponderancia determinadas
fam ilias, im aginábanse los españoles una selva de nacionali­
dades independientes y de confederadas repúblicas, bajo el pro­
tectorado, es decir, bajo el yu g o de Roma. Sin em bargo, la
voz de la patria no estaba m uerta ; y la providencia iba dispo­
niendo el lazo santísimo que, por la verdad cristiana, habia de
fundir en una sola y g ran d e ta n diversas y m al avenidas
tribus.
De aquella g ra n m ensuracion del orbe de la tierra, á que antes
aludí ( que ejecutó Agrippa por mandato de A ugusto, y Vespasiano rectificó despues al dar á las Españas el derecho latino),
resulta un g ran elem ento para adelantar el estudio de nuestra
a n tig u a g eografía (i). E n los puntos de frontera, especialm ente
donde tocaba en camino romano, cada trib u , al fija rlo s mojo­
nes y térm in o s , hizo alarde y ostentación de los símbolos y
enseñas con que se diferenciaba de las otras gentes. El Térmi­
no, deidad a n tig u a , fundamento de la propiedad, de la familia
y de la nacionalidad, representábase en España por m onum en­
tos ó sim ulacros, expresivos y a de o rig e n , y a de alianza, ya
de c u lto , representando unas veces el to r o , acaso de recuerdo
sirio y egipcio, otras la africana sierpe, ahora el cerdo de los
celtas ó el lobo de los íberos, ahora el caballo y el elefante
púnicos, bien el á g u ila rom ana, el leó n , el oso, el ciervo, el
perro y la corneja. ¿Qué otra cosa que*piedras term inales son
el ídolo de M iqueldi, y los toros de G uisando, de Talavera la
V ieja, de A vila, S egovia, Toro y S alam an ca, sobre cuyo ob­
jeto y significación tanto se h a delirado ?
También solia colocarse en el lím ite un sagrario, un templo,
(') V erificóse 'la^nueva división de p ro v in cias el año 727 de R o m a, 27 a n ­
te s de Je s u c ris to , en e l séptim o co nsulad o de A u g u sto y te rc e ro de A g rip pa, como parece del testim onio de Casiodoro en s u Oronicon, y de Dion Ca­
sio e n el libro L U I.
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un ara, una e státu a, un arco, un poste con inscripción, y aun
sólo una m al desbastada piedra. La misma costumbre recuerda
Estrabon en otros p a íse s, al discurrir sobre el nombre de las
Columnas de H ércules; y trae por ejemplo que los de Regio
colocaron en su estrecho una colum na opuesta á la torre de
Peloro, y que las aras de los Filenos se alzaban casi en medio
de la Sirtes. Con este motivo observa el insigne geógrafo cuán
apropiadas lindes naturales de las regiones son las m ontañas y
m árgenes de los anchurosos rios, y que a l l í , por lo tanto, se
colocaban las señales. Y a firm a , que destruidos los términos
alzados á m an o , los lugares continúan reteniendo los nombres
que tomaron de ellos, y para siempre quedan fijos en la memo­
ria de las gentes.
Hé a q u í, señores académ icos, una g u ia firm ísim a, que para
reconstruir nuestra a n tig u a g e o g ra fía , no se h a seguido hasta
a h o ra ; y cuenta que pasan de tres mil y quinientos en España
los pueblos y sitios conocidos que de tales simulacros han to­
mado el n o m b re ; sitios, que estudiados por m í, hallo que casi
todos resultan en lím ite de región (J).
(*) L as p ie d ra s te rm in ales con figu ra de e l e f a n te s , caballos, b ecerro s ó
ja b a líe s , q u e b o j e x iste n y son c o n ocid as, se e n c u e n tra n en los p u n to s
s i g u ie n t e s :
B eja y É v o ra en P ortugal;
L in ares de J a é n ;
Segorbe ;
Toledo, T a la y e ra de la R e in a , A lc o b a , T o rralb a de O r o p e s a , T a la v e ra la
v ie ja ;
E l M olar, B ecerril de la S ie rra , G uadarram a, B a ls a in ;
Segovia, Coca;
S an to D om ingo de la s P o sa d a s , los Y e c g o s , M in g o rría, F lo r de R o sa,
A v il a , L a S e rn a , M u n o c h a s , el P u e rto de C eb re ro s, G u isan d o , el B errac o , S an J u a n de la T o r r e , M u ñ a n a , Y illa to ro , B o n illa de la S i e r r a ;
P u e rto de B a ñ o s , M o n leo n , los L á z a ro s , P a lo m a res, T o rd illo s, Contien-
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49
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Pues esos nombres term inales son más frecuentes á la in­
mediación de u n camino romano. Porque hay que decirlo de
una vez: entonces los caminos eran medio de publicidad, como
los periódicos hoy. A uno y otro lado ofrecian sepulcros, mo-
s a , L e d e s m a , Salam anca, L u m b r a le s , S an F élix de los G alleg os, C iudadR o drigo ;
T o ro;
E l ídolo de M iqueldi e n S a n V ic e n te de D urango; U rra c k e , M añaria ,
M am o itio , A y u r a , Ir u r e y C angoitia.
Los no m b res de p u eb lo s y sitios q u e e n sí llev an in dicación t e r m i n a l , y
q u e su b e n al co n siderab le nú m e ro arrib a in d ic a d o , son esto s:
De lím ite en absoluto.
T é rm in o , T e rm in o n , L i n d e ; Mota, d el C uervo, M o ta del M a rq u é s;
F r o n t e r a , F r o n te ir a , F r o n ta d a , F r o n t ó n , F r o n t a l, V illa fr o n te , V illair on tin ;
C o n tre ra s, C o n tra sta , Collado de C on tre ras.
Con relación a l p rin c ip io del territorio.
P u e rta , P o rtilla , P o rtillo , P o rtie lla , P ó rtela, P o r t e l l , P o r t a , J a n a ; y sus
c o m p u e s to s , P o r t a v e d r a , P o rta sp a n a (P orta H isp a n a );
C a b e z a , C a b e z o , C a b e z ó n , L a s Cabezas , Cerro de las C a b e z a s, Cabeza
de V id e , Cabegao.
Con relación al fi n del territorio.
F i n , F in e s , F l i x , F iñ a n a , F i n i s t e r r e , F in ib u s te rre ;
E x tr e m o , E x tre m ó z , E x tr e m a r , E x tr e m e r a , E x tr e m ia n a , y su s a n á ­
logos ;
R ab era, y las s ie rra s de e ste nom bre.
Como defensa en la fr o n te ra .
T u d ela [T u te la ), S e g u r a , G u a rd ia , G u a rd a ; y s u s com p uesto s G u a rd a m ino, G u a rd a lo n g a , G u ard av ieja; P re sid io ;
T orre, T o r r e s , T u rra , T u rre ; y su s com p uesto s S iete T o rre s , T o rra lb a ,
V illa n u e v a de la s T o r r e s , C añ ete de las Torres.
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50
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num entos , edictos, memorias de beneficios hechos á la pro­
vincia. cuanto divirtiendo de la fatiga al viajero, convenía
que no fuese ignorado. ¿Y qué sitio más á propósito que un ca­
mino , una encrucijada, una plaza pública? Así, 110 es raro
encontrar en los itinerarios que han llegado á nosotros, mansio­
nes ó mutationes (como si dijéramos mesones ó casas de posta)
Por los p rivileg io s de fro n te ra .
S a lv a tie rra , S a lv a , S alv a d o r, S a lv a d u ra , S a lv a le o n ;
F ra n c a , F r a n c o s , F ra n c o n . F r a n q u e i r a , F ra n q u e z a s , T o rre f ra n c a , "Villafranca. V illar de F ra n c o s , Y illa fra n q u e z a s ;
E s c u s a , E s c ú s a r, E x c ú z a r, V illa e sc u s a ;
M o n re a l, M on treal, M onroi, M onterey.
De señales naturales.
Monte s a c r o , M onsagro , M ontejaque , M o n sa n to , M onte de F a n o ;
P e n a , P e n e l a , P e n il la , P e ñ a , Piedi'a; y su s com p u estos P e n a g ra n d e ,
P e n á g u ila , P e n a lb a , P enalo ng a, P e ñ a ru b ia , P eñ am il (itum ) , P e ñ a ra n d a ,
P ie d ra a la b a d a , P ied ras lu e n g a s , P iéd ro la, P e d r e r a , S o p e n illa , Sopeña,
Ju sla p e ñ a , A lp e d rin h a , P e n n a m a c o r, Pedrogao G ra n d e , P e n a Covo.
Mojones vulgares.
P ie d ra h ita , P ie d ra flta , P a ra fita , P ied ra e sc rita , P ie d ra p ic a d a , P ied ra
v e y a , N a v a la p ie d ra ;
H i t a , H i t o , H ita e r o , F ito , F i t e r o ;
P i l a r , P il a r e s , P ila h o r a d a d a ;
P a d r ó n , P a d ro n e s ;
P a r e d e s , P a re d o n e s ;
Caboredondo , V ald ec an to s;
A rco, A rcos , A r c o n e s , A rq u illo s, A rconada , A rches , F u e n te arcada.
De objetos religiosos.
Ja n o , F a n o , S a c s r u e la , S a c ra s , S a c ra n a , Sacram enta;
A lta re s , A lta re jo s , Y a lta re jo s ;
A ra , A re a , A re g a , A rija ; y su s com puestos A ren a {ara nene a), A ra c e li,
— 51 —
que en su nombre están indicando que allí comenzaba la fron­
tera ; y que por ser esta sa g r a d a , como lo eran todas, ó tenia
un bosque dedicado á la divinidad ó un santuario con el pri­
v ile g io de asilo para los criminales. Harto lo prueban las man­
siones que vem os llam arse Ad Fines, Ad Turres, Ad Aras, Ad
Statuas, A d A quilas, Ad Pérticas, Ad Ansam , Ad Lápidem , Ad
Lucos, Ad Asyla , Ad Hérculem, Ad Pqlem , Ad Matrem
Magnam.
Pero vu elvo á mi propósito. La grande empresa de *recons-
A ra g o sa , A r e g o s , A r a h a l , A rv e la , A ram endia (ara del m onté), A ra m u n t,
(ara m o n tis), A ram il (ara m ilü u m ), A ran j a , A ra n c h a s , A r a n d a , Apandilla,
A ra n g a , A rango, A r a u z o , A ran ju ez (ara J o vis), A rapiles (ara p ile i ó ara
P á lla d is), A ra v a c a (ara vacua), A ro u c a , A ra n tia , A rif a n a , A ra v a le s , A rav a l l e , A ra ver e , A razuri (¿ara blanca?), A re a lo n g a , A re o s a , A ro s a , L ara
(la-ara), L a r a n g a , L ara n u ev a, L a rd e c a n s (la aradle canes). C ampo de A ras,
T orre L a r a , V a l de A renas.
M o n u m e n ta , M o im enta, M oim entos.
Simulacros.
B u s to , B u s ta r e s , V a ld e b u s to s , M u ñ eeas, M oñeca, V ill a n u e v a d e M u­
ñeca.
T oro, T o rina , T orete , T oriello , T oron , Toranzo , T oriñon , T o r i l , T au r e g a , B e c e rra , B e c e rril, B ecerrilejo, B ecerrero, B u e y ; y su s com puestos,
Montora, M o ntoro, M ontorio, V ill a to r o , V illar de T u riello s, Peal de B e ­
c erro , B o ic o rto , C a rc a b u e y , M om buey, Cabeza del B u e y , V illacalabuev,
V illa r del B u e y , V illa r de B acas.
L a Sierp e, berpiao, S e rp e d o , S e r p o s , Sei'pis, Serpao, A n g u is , A nguita,
A n g u ela, A n c h is , A n c h u e la , C o l u b r a , C u leb ras, C ulebrinas, C ulebrón ,
D rago , D ra g o n te , D ra g o n e ra ; y s u s co m p u esto s, M o ntanches ( mons a n ­
g u is ) , V illa d a n g o s , M o n d r a g o n ;
C ab ra, C abrón, C abrejas, C abranes, Cabrera, C abrita, Cabrella, Cabrela.
C abrillas, C a b rito , C abredo, C ab ril, Cabrojo , V a ld e c a b r a s , V illacab rera,
Morueco, Chiva, C arnero, C arneril, C arneruelo, N avalcarnero, V illa n u e v a
del C arnero.
C erda, Cerdon, Puei’ca, P u erco , L e e h o n , A p ric a n o , H irus ó I r u s , J a v a -
— 52 —
truir la geografía esp a ñ o la , sólo puede llevarse á c a b o , com ­
binando acertadamente los m uchos elem entos con que ya con­
tamos en e l dia. Para ello es fuerza traer al papel datos de dife­
rente ín d o le , compararlos y deducir la verdad del mayor nú-
lí, B a r r a c o , Berraco, B arru eco , B errueco , B erruezo , B erroci, B urruezo,
B erracon de P ied ra , B e rro c a l, B erro calejo, ¿ B a rra c h in a ?, C astil de B er­
ru e c o s , P in illa d e B erruecos, Cerdedo, P o r cal, P o rcar, P orcariza, P o rq u e ­
riza, Porquerizo, P orq u era, A rroyo del P u erco , V illar del P u erco , T orre de
la P u e rc a , Sotocochino, etc.
Lobo, L o b o n , L o b a s , L o b a to n , L obillos, L obeznos, L o bera, L o pera, C a­
beza L o to , Cerro Lobo, V aldelobos, V illalobos, V illalobon, V illalobar, V i­
lla r de Lobos, T orrelobera, T orrelobaton, L upion, L u p ia n a , L u b ia , P u e rto
Lope, G u ad alupe.
Caballo, Caballero, Y e g u a s, Cabeza de Caballo, N avalcaballo, V alde Y e­
gu a, V illar de la Y egua.
El elerante, de q u e h ay varios sim ulacros, h a sido confundido p o r el vul­
go y a con el ¿oro, y a con el berraco: de a q u í lo s Toros de Guisando y el Berracon de pied ra en C ercedilla.
P erro, P erro n , P e r r in , Perroco, E spinazo del P e r r o , E spinazo del Can,
N a v alcan , B a llu crcan es, V illa de Canes, V illar de Canes, C andeleda, C an­
de pajares, C andorca (can d'horca), C andilechera.
E l León, Cerro León, M onte L eón, Monleon, M ontaleon, Oso, Oson,
Osona, Osorno, O s u n a , O sunilla, V aldeloso, Candosa.
A guila, A g u ilo n , A g u ilera, A g u ia r, A g uila r, A g u ila rejo , C abeza del
A g u ila , Villar d e l A guila; B u itre, B u itró n , B u itrera, B u tró n , B u tre ra ;
Cuervo, Q uerva, C o rv ato n , C orvin, C o rv era, M ota del C uervo, M o ntecorv a n , N av alcu ervo ; Cáravo , Cáraves, C a ra v ia s , C o rn e ja , Cornejo , Corne­
jos, C ornejuela, V illa r de Coneja, P u e rto Mochuelo; Milano, Milanillos,
M ila n e r a , T o rrem ilan o , T orrem ilanera , A lcon , Alconcillo, A leonada, Gim ialcon, P eñ aalco n , A lcotán , G a b ila n , G abilanas; Palom a, Palom bera,
P alom era, Palom ar; U rraca, U r r a c a l , U rra c a M iguel, V a ld e u rra c a ; P a ja ron, P ájaros, P aja rero s, P ajaroncillo; L iebre, L ebran co n ; C iervo, Cierva,
Cervon, C ervilla, C e rv a n ta , C ervantes, Cervillejo, C erv ato s, C erv era,
C erveruela, C ebrecos, Villaciervos, V illar de Ciervos, Cebral, C ebreros,
C ebrones.
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53 —
mero de pruebas. De casi todos los geógrafos antiguos hay
que formar dos mapas ; uno, siguiendo con fidelidad la m ente
del autor, y otro, fijando los lugares citados por él cuyo sitio
ha lleg a d o á ponerse fuera de duda. El mapa de Mela nos des­
cribirá minuciosam ente las m arinas; el de Plinio ofrecerá la
división política y judicial de España; los Vasos apolinares,
los itinerarios de Antonino Caracalla y del anónimo de Ravena,
y el Periplo de Marciano presentarán la España militar; el mapa
de Estrabon los verdaderos centros de producción agrícola,
comercial y minera ; P tolem eo nos dirá minuciosam ente las
g en te s y naciones que la habitaban; y Silio y A vieno su s m e­
morias primitivas. Importa además levantar cartas de los des­
poblados , de lo s pueblos y sitios term in a les, y de los que tie­
nen ó han tenido inscripciones g e o g r á fic a s, prueba la más efi­
caz de todas. La carta de inscripciones puede lograr h o y la per­
fección apetecible, gracias al celo y d iligen cia de nuestro
docto compañero el Sr. D. Emilio Htibner q u e, con su Viaje
Epigráfico llevad o á cabo en el espacio de dos a ñ o s , ha sabido
separar la s verdaderas de las fa lsas, rehabilitar las que sin ra­
zón habían caido en descrédito, y resolver con este auxilio mu­
chos puntos geográficos interesantes. ¿Y qué diré del mapa
numismático, donde aparezca e l nombre de cada pueblo con
los diferentes caractéres y con la verdadera expresión que
ofrecen sus medallas? Documento oficial e s ta s , lo mismo que
las inscrip ciones, esclarecen los viciados textos de historiado­
res y g eó g ra fo s, y en la sem ejanza ó afinidad de los alfabetos
muestran el parentesco y en laces de las tribus. Entre vosotros
se sienta el entendido y sagaz anticuario que hace reverdecer
en nuestro sig lo los hermosos lauros de los Florez, Bayeres y
Velazquez.
Pero como en toda in v estig ación se h a de proceder siempre
de lo conocido á lo d escon ocid o, necesitamos poseer un buen
mapa eclesiástico de la edad media; y otro de lo s lím ites de los
obispados g ó t ic o s , seg ú n las noticias que nos ha trasmitido la
— 54 —
Hilarión de Wamba, apuntamiento oficial de fines del sig lo vn,
interpolado en el xn con ruda minerva y ánimo codicioso. Léjos de ser fantásticos y arbitrarios los nombres de parroquias
en sem ejante documento citadas , estímense reales y verdade­
ras la mayor p arte, y gu ia firmísima para evidenciar las anti­
gu as regiones. ¿Cómo fingirlos todos, habiendo interés en m ez­
clar á lo mucho verdadero lo poco falso, para darle vigor y au­
toridad? ¿Cómo han de ser fingidos todos, cuando los más de
ellos se conservan a ú n , conviniendo con las regiones de Ptolem eo y las chancillerías de Plinio y las comarcas recorridas
por Estrabon?
Si merced á la Hitacion de Wamba resulta circunscripto el
obispado de Arcábrica por Corte, Alora , S a s t r a , L ila „ Obvia y
Álcont (—Santa María de Cortes, dos le g u a s de Zurita, en el ter­
ritorio de Illana, á l a izquierda del Tajo,— Mora de T o le d o ,—
Villaharta de San Juan, —Casa de L i p a , al Sur de Villarrobledo, —A via de la obispalía, — y los despoblados de Alconte y A lcontote en el v a lle que el riachuelo U n gría fecundiza al Nor­
deste de Orche), ¿ quién dudará que la disputada Archábrica ó
Ergávica estuvo en Cabeza de Griego? Entonces nos conven­
ceremos de que la Ergávica perteneciente al convento Cesaraugustano, seg ú n Plinio y las in scrip cion es, es distinta de la
celtibérica; es la Vascona, que debió estar no léjos del Arga,
ó por aventura en Ergoyena. Entonces nos habrá ya de parecer
bien que Ptolem eo extienda los celtíberos hasta Condábora
(Consuegra); y dejará de sernos extraño que Mora, tan próxi­
ma á Toledo, pertenezca al territorio d é la s órdenes militares,
compuesto de girones de diócesis extinguidas; ya, en fin, com­
probarán esta linde los nombres terminales de Aranjuez, casa
Aravere, casa A ravales, la Ravera, Cerro del Buey, risco del
Ciervo (donde murió Alfonso Munio), P eñ alcon , Cabezaaraj,
Cabrerizas, La Loba, Finibusterre, Ardosa, Quinto de los P i­
lares , el Berraco y la Sierpe.
Si la Hitacion de W amba patentiza que limitaban el obispado
— 55 —
de Segóbriga las ig lesia s parroquiales de Mor ale, Breca ( la A r baca de Estéfano Bizantino , y la Baruca de los árabes), Tareibella, A lp o n t, Obvia, Musvetum j Toga (—M onreal, Daroca,
T arabilla, A lpuente, Olla, Murviedro y T oga), ¿quién arran­
cará las glorias de Segóbriga á la moderna Segorbe ? Entonces
recordarémos, que P olib io , en el libro tercero de sus Histo­
rias, dice estar situado Sagunto (Murviedro) «al pié del monte
que divide á los íberos de los celtíb eros,» y que Plinio llam a
á los segobrigenses «cabeza y principio de la Celtiberia,» caputque Celtiberiae Segobrigenses.
Pues veam os ahora los términos de T u cci: eran estos las pi­
las bautism ales de Gigara, M ala Saya, B a la g a r,
Cárachuel,
Mentesa y Caloña, hoy la Higuera de Calatrava, C larilla, B alagar despoblado junto á H iznallóz, Cárchel, la Guardia, que
conserva inscripciones de Mentesa Bastetana, y los cortijos de
Cazlona. Al recorrer e l lím ite oriental de esta antigua silla, lí­
m ite que lo era también de la B é tic a , nos agrada por extremo
descubrir en los cortijos de B ogia las ruinas de aquella ig n o ­
rada Vogia, de la cual únicam ente se acordó Ptolem eo, por ser
castillo de frontera, y que nuestro D. Ambrosio Rui Bamba,
ilustrador del g e ó g r a fo , trasplantó al corazon de Extrema­
dura.
Hé aquí la linde del obispado de Malaca, el más apartado de
todos para el interpolador asturiano : Sedille, Sedes Campo,
Malexca, Data, Lotesa, Temia y Via lata, correspondientes á Sedella y Campo Cámara; á los caseríos de ganaderos llamados
M aresca, en las sierras de Antequera á espaldas de la Carrera
del Moro, no léjo s de un venero que llam an las Pilillas; al peñon de Audita, que se eleva entre Ronda y Zahara; á las ruinas
romanas del puerto de Orlela, sierra del A lg ib e en la mar­
g e n derecha del Guadiaro; y á las orillas del rio Guadaisa, y
á la calzada romana que tocaba en Estepona.
Y por último, evidenciado el sitio de la Oretana Mentesa, ¿no
-
56 —
le confirma también la Hitacion de Wamba? Bastra (q u e los
códices dirían hastra y se ley ó lastra). Pulixena, Eciga, Secu­
ra, Gastri, Ninar y Lila tuvieron su asiento en V illa-harta de
San J u a n , en la dehesa de Zacatena (que tal vez se llam ó Po­
lis-tena) , en Santistéban del Puerto ( el municipio lingo de las
inscripciones, á quien te n g o como la Eciga ó Eliga de la Hita­
cion , la Elinga de Polibio, y la Ilu d a de Tito L ivio, por el
pretor Cayo Flaminio cercada y rendida en los Oretanos), S e­
gura d é l a Sierra, la torre de Gontar al Sud de Y e ste, en
Minaya y Casa de Lipa.
E l mismo resultado habrán de ofreceros las demás d ió cesis,
s a ls o la s de Asturias, León y Provincias Vascongadas, puntos
en que el interés cegaba al interpelador del sig lo
xii.
Sobre el mapa que acompaña estos discursos, he trazado los
límites de todas las regiones españolas, deducidas del Itinerario
de Antonino, de Ptolemeo, Estrabon y Plinio, de las inscripcio­
n e s , historiadores, documentos eclesiásticos y pueblos termi­
n ales, adelantando el fruto de mis estudios comparativos y
del sistema con que en ellos ju zg o se puede adelantar.
Teniéndole por norte com encé mis investigaciones g e o g r á ­
ficas, á excitación del Sr. Cueto; las he continuado con la
docta y amistosa contradicción del Sr. Saavedra: enlácense
nuestros nombres en estas científicas tareas, cuán dulcem ente
nuestros corazones se hallan unidos por desinteresada amistad,
i Ojalá coronen los aciertos nuestros propósitos h id alg o s, y
seam os útiles en la empresa que os está encomendada de hacer
conocidas las antiguas ciudades españolas, sus términos, g e n ­
tes y r e g io n e s !
Cuando deje de ser un revuelto caos la geografía de España,
entre con holgura el econom ista á buscar en tiempos remotos
los centros de producción a g ríco la , com ercial y minera; el
ingeniero, á ver cómo vencían los antiguos cuantos obstácu­
los de suyo ofrece la naturaleza; el militar y el historiador,
-
57 —
á describir y justificar las hazañas de Anibal y Viriato, de
Sertorio. que intenta hacer de la Iberia uná rival de R om a ; á
saber si en tiempos diferentes los grandes ejércitos han se­
guido unos mismos cam in os, han eleg id o unos mismos pun­
tos de defensa y ataq u e, han resuelto en unos mismos sitios
em peñadísim as batallas. Todos hallarán en determinados l u ­
gares siempre las mismas producciones, idénticas necesida­
des, análogos medios de satisfacerlas, natural disposición para
decidir bélicas lid e s, ó para ser la lla v e del com ercio, de la
paz y defensa de la comarca. H o y , lo mismo que en la edad
fe n icia , desde las orillas del Guadalfeo hasta más a llá del rio
Almanzora, rinden abundante m etal los estribos de Sierra N e ­
vada ; Asturias y Galicia précianse de criar las m uías de paso
que tanto encomiaba P lin io ; como entonces es rica en p e m i­
les y cecinas Extremadura , habitación del celta pastor de g a ­
nado , que atravesaba los rios y lag u n a s en hinchadas o d r e s;
todavía no ha degenerado la raza de caballos andaluces que
cantó la lira de Claudiano; y aún las falernas vides plantadas en
lo s m ontes m alagu eñ os por el obediente celo de procurador
romano, conservan su vigor nativo y su merecido renombre.
Guadalquivir ostenta h o y más florida que en el imperio de
Vespasiano su corona de o liv o s ; todavía como en los tiem pos
de Marcial, es famosa la valen cian a seda; ahora los ferro-carri­
les van por la misma zona de los caminos r o m a n o s ; y las altu ras de Bailén han vu elto en nuestro sig lo á contemplar triun­
fos como los de Escipion en V ilc h e s , como los de Alfonso el
Bueno en la s N avas de Tolosa (1).
Si la profunda estim ación y conocim iento de las a n tig ü ed a ­
(*) Vileh.es parece co rrupción d e Bácsucci, como E lc h e de ll i c i , A roche de
A m c c i , A lech ip e de Lacipo ; y viendo ap ellid ad a Baixúxii en A p p ia n o , la
ciudad en q u e E scipion d e sb arató al C artag in és, m u y b ie n pudo ser Batcrúx.i)
su verdadero nom bre. E n la T orrecilla, al N orte y á m u y c o rta d is ta n c ia
— .58 —
des españolas es aureola del marino en Vargas Ponce, del g u e r ­
rero en Hurtado de Mendoza, del religioso en Florez, Risco y
Liciniano S aez, del covachuelista en Rui Bamba y Fernandez
Navarrete, del togado en Campomanes, del diplomático en A za­
ra, del ministro en Llaguno, del príncipe en el infante D. Ga­
b riel, del político en Jovellanos y del filósofo en Antonio A u g u stin ,—han de realzar indispensablem ente al ingeniero, quu
abre las entrañas de la madre tierra para beneficiar antiguas
minas ó descubrir otras, para poner en fraternal com unicación
todos los pueblos, salvar los rios burlando el ím petu de las cor­
rientes , canalizarlos, fecundizar con saludable riego estériles
de Vilcb.es, pareció la sig u ie n te inscripción, q u e en 1860 d e scu b rí e n las
casas consistoriales de la C arolina :
c - s a M P R O N I V S
G E le r
c e L E R l ' F ’D ’D 'M V N I G ¿
P l •B A E S V G G I T A N I
ll V I C • M V N I C I P I V M - F L A V I V M
BAESVCCIT ANVM •LAVDATIONEM
LOCVM-SEPVLTVRAE-INPENSAM
F V N E R I S ’E X S E QVIA S •ST AT V A M
DECREV1T
M V N I C I P I V M • F L A V IV M ■ L A M I N l T A N V
D-D-LAVDATIONEM-ST
a
TVAM
M V N I C I P IV M - F L A V I V M - T V G I E N S E
D • D ■ L A V D A T I O N E M • L O C V M • SEP*¿ /
T V R A E • IN PENSAM • FVNERIS
M V N I C I P I VM • F LA VIVM - V I V A T I E N S E
D • D • LAVDATIONEM • LOCVM • SEPVLTV
R A E • IN PEN SAM • FVN ERIS
e I VE S • BA E S V C • E T • I N COLAE • STAT VAS
«'SíMPRONI VS-CELER-PATER-ET
S E M P R O N I A • A V G E • M A T E R • HO
N O R E-AC CEPTO - I NPENSAM
R E M IS E R V N T
d.
d.
d
ta m p o c o es u n a rr a n q u e poético la ascend en cia qu e señ alo al vino de
-
59 —
llanuras, mostrar la costa al perdido n a vega n te y tener los bu­
ques á cubierto de los vientos enfurecidos.
¿Qué seria de nuestras glorias históricas; qué seria de los m o­
num entos que las comprueban y quilatan, si el ingeniero deja
al presidiario machacar las estátuas, las ánforas y búcaros, al
cantero borrar inscripciones de valor in d e c ib le , al latonero
derretir esculpidos bronces y españolas medallas?
Quiera el cielo multiplicar los nobles ejem plos del entendido
ingeniero Sr. D. Alejandro Millan, que ha restaurado el romano
puente de Alcántara con no menos religiosidad que acierto y
valen tía ; del Sr. Saavedra á quien e l proyectar un faro para la
roca de Chipiona en la desembocadura del Guadalquivir y otro
para el cabo de Trafalgar, por encargo del G obierno, y el tra­
zar ó ejecutar carreteras en las provincias de Soria y de Astúrias, ó llevar á cabo el ferro-carril de León, no le han dete­
nido, antes bien le han empeñado en dar esplendor á la historia
de su patria.
V engan á compartir nuestras fatigas los hombres de cien ­
cia gen ero so s, ilustrando esa multitud de in sign es ruinas pre­
goneras del fausto de los Césares en S a g u n to , hum ildes y
solitarias en N um ancia invencible, orgullosas de su antiguo
poder en Mérida y T arragona; mudas en Cabeza de Griego y
M álaga. Los sabios alem an es Mommsen y H ü b n e r la h a n descifrado en
e s ta lá p id a , h a lla d a en Cerro León, dos le g u a s al Mediodía de A.ntequera:
P M A G N IO Q F Q V m - R V FO M A G O N IA N O • T R •M IL ■ IIIIP R O C • AVG • X X • H E R • P E R HlSP • BAET •
ET • LVSITAN
P E R B A E T I C
• I T E M • PROC • AVG
• AD F A L
•
• V E G E T •
IT E M • P R O C • AVG • P R O V • BAETIC • AD
DVC EN • ACILI • PLEC
• AM IC O • O P T l M O
E T • BENE • DE • P R OVINCIA •
SEM PER • M E R lT O • D • D
— 60 —
Talayera la Vieja, y elocuentísim as en Cazlona, Cártama y Gra­
nada . i Cuánto sabrán decir de esos latinos arcos de Bará y de
Gabanes, levantados para celebrar hazañas extranjeras, y siem ­
pre vestidos de g a la con guirnaldas y flores en nuestras discor.
dias civiles! iCuánto de esos benéficos acueductos y puentes
en S eg o v ia y Alcántara, que sin descansar durante diez y nueve
sig lo s prestan todavía servicio al hombre! ¡Cuánto de esos
templos g e n tílic o s , levantados para deificar las cie g a s pasio­
nes h u m a n a s; c u á n to , en fin de esos circos,
Im pio h on o r de los dioses cu y a afre n ta
P u b lic a el am arillo j a r a m a g o !
APÉNDICE PRIMERO.
»
PARTE ESPAÑOLA
DEL ITINERARIO DE ANTONINO AUGUSTO CARACALLA.
1 1. De Ita lia in Hispanias.
2 A Medio! ano Vapinco trans A l­
3
pes Cottias mansionibus supra
4
scriptis...............................................
mpm
cclv
5 Inde ad G alleciam ad l e g . vil g e 6
mpm x
7 Ad Pyreneum .......................................
8
mpm xvi
ii
sic
mpm xxvn
9
10
mpm
lxvii
11
Stabulo n o v o ........................................
mpm
lii
12
Tarracone..............................................
mpm
xxiiii
V A R IA N T E S .
6
X III, DCCCLXXV
1
Desde Vapinco al P irin e o s u m a n la s m an sio n es 331 m illas
8
x x ii
9
10
11
XVII
lx v i, x lv ii
u
— 62 —
1 Ilerda.
2 Tolous.
.
.
.
.
3 Pertusa. . . .
4 Osea......................................
5 Caesaraugusta.
. .
6 Cascanto. .
7 Calagurra. .
8 Verela. . .
mpm
lxii
.
mpm
xviiii
.
mpm
xlvi
.
mpm
l
mpm
xxviiii
. . .
.
.
.
9 Tritio.
. . .
10 Libia...................
11 Segasam unclo.
12 Verovesca. .
13 S egesam one.
.
.
.
.
mpm vn
.
mpm xi
.
mp m xxx
.
mpm
xxiiii
.
mpm
xxviiii
.
mpm
viiii
.
mpm ci
.
mpm
ccclx
.
mpm
cciii
.
m p m xxiiii
.
. .
14 Lacobriga. . . . . .
15 Camala...........................
16 Lance........................
17 Ad le g . vn gem inam .
.
18 2. Item ab Arelato Narbone
19
inde Tarraeone. . .
20
inde Carthagine Spartai a.
21
inde Castulone. . .
Summo Pyreneo. .
.
mpm xxviii
sic
.
23 íuncaria...............................
24 Cinniana..............................
25 Aquis Yoconis.
.
.
.
V A R IA N T E S .
3
5
6
8
9
11
12
p e rc u la , p e rtu la , p ercu sa
XLVII, LXVI
XL
u e re ia ,
x v iii ,
XXVIII
CCCII
D e N arb o n a al P irin
x x v ira
aritio
s a g a s a m u n d o , vi
XL
16
21
22
las m a n s io n e s 65 m
23
24
25
XI I
XVI
XIIII
63 1
Secerras................................
2
Prae torio..............................
3
Barcenone...........................
4
Fines......................................
.
5
A ntistiana...........................
6
P a lf uriana............................
7
Tarracone............................
8
Oleastrum............................
9
Traia capita........................
.
.
rapm xx
.
.
mpm x vii
10
11
12
13
14
S a g u n tu m ...........................
15
V alen tia ...............................
16
Sucronem ............................
17
Ad S tatuas..........................
18
Ad Turres............................
19
A d ello ...................................
20
Aspis.....................................
21
Tlici........................................
22
Tliiar......................................
23
Carthagine Spartaria.
.
.
.
.
mpm
.
.
.
mpm xxv
V A R IA N T E S .
se p elaci
i
4
s e te rr a s , xvi
13
XV
5
6
XX VII *
15
17
V I I I, XI III
18
X I I II
7
XV I
19
XXIII
8
11
XX II II
21
22
X X II I I
12
XXIII I
I , X V II
XV II
X X X I I , X X II I I
XXVII
x x iiii
— 64 -
1 Eliocroca...............................................mpm
xlviii
2 Ad Morum.............................................mpm xxim
3 B astí........................................................ mpm xxvi
4 A c c i.........................................................mpm xxv
5 A catucci................................................ mpm xxvm
6 V iniolis.................................................. mpm xxim
7 Mentesa Bastía.................................... mpm xx
8
Castulone.............................................. mpm xxv
9
5. Item a Corduba Castulone. .
. mpm
xcviiii
sic
Calpurniana......................................... mpm xxv
11 Vipgaone................................................ mpm xx
12 Hiturgis................................................. mpm xxmi
13 Castulone.............................................. mpm xx
14
4. Alio itinere a Corduba Castulone. mpm
l x x v iii
sic
15 Epora...................................................... mpm xxvm
16 U ciense.................................................. mpm xvm
17
Castulone.............................................. mpm xxxn
13 5. Item a Castulone Malacam. .
.
mpm ccxci sic
19 Tugia.
..........................................mpm xxxv
20 Fraxinum...............................................mpm xvi
21 Hactara...................................................mpm xxim
22 A-00*......................................................... mpm x x x i i
23 - ^ a ......................................................... mpm xxxn
V A R IA N T E S .
1 XL,,n > x l v i i
2 xv, xvi
G x x v ii
19
8 ™
21
12
18
u itu rg is , xxxm i
cclx x v i
xxv
sa ctara m
65 —
1 U rgi..........................................................mpm xxxim
2 Turaniana........................................
. mpm xvi
3 M urgi................................................. .........mpm xn
4 S a x e ta n u m . ...........................................mpm xxxviii
5 C a v i c l u m . .......................................... mpm
xvi
6 M enova....................................................mpm xxxim
7 M alaca..................................................... mpm
8
6. Item de Malaca Gadis.
.
.
xii
. mpm cx lv sic
9 S u e l.......................................................... mpm xxi
10
C ilniana..................................................mpm xxim
11 Barbariana............................................. mpm xxxim
12 Calpe Carteiam.................................... mpm x
13 Portu alb o .............................................. mpm vi
14 Mellaría.......................... ...........................mpm
xii
15 B ellone C l a u d i a ...............................mpm vi
16 Besippone...............................................mpm xu
17 M e r g a b l o . .......................................... mpm xvi
18 Ad H erculem .........................................mpm xn
19 Gadis........................................................ mpm xn
20
7.
Item a Gadibus Corduba.
.
. mpm ccxcv sic
21 Ad Pontem ............................................ mpm
22 Portu Gaditano.
xii
...............................mpm xim
23 H asta........................................................mpm xvi
24 U g ia ......................................................... mpm
xxvii
V A R IA N T E S .
1
u rc i,
10
cilniaca
2
XV
11
X X II I I
3
m u lci, xi
se x e ta n u m
cauidum
12
carpe, cari ti am
17
VI
18
XI
6
X X I I I , XXII II
20
gadis, ccxcmi
8
CLV
24
X V I, XXVI
4
5
x x iiii
o
-
66 -
1
O r i p p o ...............................................................m p m xxiiii
2
H i s p a li.......................................................... m p m
viiii
3
B a s ilip p o ...................................................... m p m xxi
4
C a r i l l a ........................................................... m p m xxiiii
5
Ilip a .
6
O stip p o ........................ ......
.
............................................... m p m xvm
.
.
.
. m pm
xiiii
7
B a r b a ..............................................................m p m xx
8
A n t ic a r ia ......................................................m p m x x iiii
9
A n g e l l a s ...................................................... m p m
xxiiii
10
I p a g r o ........................................................... m p m xx
11
U l i a .................................................................m p m x
12
C orduba........................................................m p m xvm
13 8. Item ab H ispali Cordubam.
. mpm
14 Obucula................................................. mpm
x c iiii
sic
x lii
15 A stig i......................................................mpm xvi
16 Ad Aras..................................................mpm xu
17 Corduba.................................................. mpm
18 9. Ab Hispali Italicam .
.
.
.
19 10. Item ab H ispali Emeritam.
20
x x iiii
mpm vi
. mpm
Carmone.................................................mpm
c l x ii
sic
x x ii
21 Obucula..................................................mpm xx
22
A stig i.......................................................mpm xv
23 Celti.........................................................mpm xxvii
V A R IA N T E S .
2
5
7
9
11
13
14
VIII, LX
uipa
barsa
adgem ellas, xxhi
xvm
xciii
xliii , lxii
15
xv
16
xv
18
x i,
19
CL X V ,
20
c a rin o m in e, x x v n
x ii,
23 x x x v ii
xvi
CLXI
1 R eg ian a ...................................................
2 Emérita...................................................
mpm
x l iiii
mpm
x x v ii
3
mpm cxLim sic
11. Item a Cor duba Emeritam.
4 M ellaría...................................................
5 Artig'i.......................................................
mpm
6 M etellinum ............................................
7 Emérita...................................................
mpm xxxn
mpm
x x iiii
8
mpm
clxi
12. Item ab Olisipone Emeritam. .
lii
mpm xxxvi
9 Equabona...............................................
10 Catobriga. . ....................................
mpm xn
11
•
mpm vm
12 M alateca.................................................
13 Salacia.
..........................................
mpm xvi
14 Ebora.......................................................
15 Ad Adrum flum en...............................
mpm
16 Dipone......................................................
17
mpm xn
18
mpm viui
Caeciliana. .
.
.
< .
19 13. A Salada Ossonoba.
•
.
•
mpm
x ii
mpm xn
x l iiii
mpm vim
mpm xvn
• mptn xvi
21
14. Alio itinere ab Olisipone Emeritam ....................................................mpm
22
Aritio praetorio.....................................mpm xxxyui
20
sic
c x lv sic
V A R IA N T E S .
l
regiaria,
2
x x iiii
3
5
x liii
9
aq u a b o n a , aequabona.
11
XII
CLXI
12
15
m a le c e c a , xxvi
a tru m , v m
6
a stigi, xxxni
xxxm i
21
CXLI11I
8
C XL I, C L X X V II
22
X X X , XX VI II
68 1
A b e l t e r i o ......................................................... m p m xxyiu
•2 M a t u s a r o ......................................................... m p m x x n n
3 A d S e p t e m a r a s ......................................... m p m vin
4 B u d u a .................................................................. m p m x n
5 P l a g i a r í a .........................................................m p m v m
6
E m é r i t a ............................................................m p m xx x
7
15. Item olio Hiñere ab Olisipone
Emeritam ....................................................m p m
8
9 Ie ra b rig a .
ccxx s ie
................................................. m p m x xx
10
S c a l a b i n .......................................................... m p m x x x n
11
T u b u c c i ........................................................... m p m x x x n
12
F r a x i n u m .......................................................m p m x x x n
13 M u n d o b r i g a .................................................. m p m xxx
14 A d S e p t e m a r a s ......................................... m p m x im
15 P l a g i a r í a ....................................................... m p m x x
16 E m é r i t a ........................................................... m p m x x x
17 16. Item, ab Olisipone Bracaram
18
Áuguslam ..................................................m p m c c x liiii s i c
19 I e r a b r i g a ......................................................... m p m x x x
20
S c a l a b i n .........................................................m p m x x x n
12
S c l l i u m ........................................................... m p m x x x n
22
C o n e m b r i g a ................................... .......
.
m p m x x x im
23 A e m i n i o ..........................................................m p m . x
V A R IA N T E S .
1
a belitrio
manisaro, xxvii
5 viiii, xii
8 CCL
9 gerabricam
10 x x x
11 tabucci, xxx
]2 XXX, XXXIII
2
13 m o n to b rig a , x
14 xm, xxiiii, xl
18 ccxliii
20 XXVI
21 cellium , cellum
22 XL
s3 xi, x x x
— 69 1
Tal a b r i g a . .......................................... m p m
2 Langobriga.
.
.
. . . .
xl
mpm xvm
3 Calem ................................................■ .
mpm xm
4 Bracara................................................... mpm xxxv
5
17. Item a Bracara Asturicam.
6 Salacia. .
*7 Praesidio.
.
.
. mpm
c c x l y ii
sic
...............................mpm xx
............................................ mpm xxvi
8 Caladuno............................................... mpm xvi
9 Ad A quas...................................
. mpm xvm
10 P inetum ..................................................mpm xx
11 Roboretum.............................................mpm xxxvi
i'2 Compleutica........................................... mpm xxvmi
13 Veniatia...........................................
. mpm xxv
14 P etavoniu m ...........................................mpm xxvm
is A rgen tiolu m ...........................................mpm xv
16 A sturica....................................................mpm xim
17 18. Item alio itinere a Bracara As•
18
turicam ...............................................
mpm
cgxh
20
S a lan ia n a ." .
.............................mpm xxi
Aquis O riginis................................... mpm xvm
21
Aquis Q uerquennis...........................mpm xim
19
2-2
Gem inas...............................,
•
23
Salientibus .............................................................. mpm xm
sic
• mpm xvi
V A R IA N T E S .
1
xi
13
u em ac ia
2
xxx
16
x x iiii
5
ccxlvi
6 salatia
8 xxvi
10
11
x xv ira
xxxra
12
x v r n i, x x v , x x v i , x x x i m
18
ccxv
19
20
xi
o g irin is , o c irin is, x x v m
21
22
xiii,
23
xvnii
ceconas, xv
x m i, x v m , x v irn
— 70 —
1
Praesidio..............................................m pm xvm
N em etobriga..................................... mpm xm
3 Foro......................................................mpm xvnu
2
4 Gem estario......................................... mpm xvm
5 B ergido............................................... mpm xm
Interam nio Flavio........................... mpm xx
7 A sturica.............................................. mpm xxx
6
8 19. Item a Bracara Asturicam.
9
. mpm ccxcvnnsic
Limia.......................................................mpm xvim
10 Tude........................................................ mpm xxim
11 Burbida...................................................mpm xvi
12 T u r o q u a . . ..........................................mpm xvi
13 Aquis Celenis.......................................mpm xxim
14 Pria..........................................................mpm xn
15 Asseconia...............................................mpm xxm
16 B revis..................................................... mpm xn
17 Martiae................................................... mpm xx
18 Luco Angustí. .
..............................mpm xm
19 T i m a l i n o . ..........................................mpm xxn
20 ponte N eviae. .
........................ mpm Xn
21 Uttaris. .
........................ ......
22 Bergido..........................
.
.
. mpm xx
.
. mpm xvi
23 Interamnio F la v io..............................mpm xx
V A R IA N T E S .
1 V I I I, X V II
3 X V II I
4 X V II
5 XVI
8 CCXCVIII
9 X V III
10 X V I , XV II II
11 b u r b a d a , xxvi
12 XIII
13 X X II I
15 ascionia, x m , x x i i
16 X X I I
17 m a rcie
18 VI
19 ticoalino, tom alino
20 naeuie, nouie, xvi
21 u itarris
71
—
.
.
—
.
.
mpm xxx
i
Asturica
2
20. Item per loca marítima a Bracara
3
4
Aquis Celenis. . . . .
5
Vico Spacorum.
6
Ad Dúos pontes.
.
.
.
.
.
.
stadia
,
.
mpm xxim
.
.
mpm xxx
.
.
mpm xvm
cl
7
8
T rigundo..............................
9
Brigantium ..........................
.
10
Caranico...............................
.
11
Luco A u gusti.....................
12
T im alino................................
13
Ponte N e v ia e .....................
14
Uttari......................... *•
15
B ergido.................................
16
Asturica................................
•
17 21. Item de Esuri Pace Iulia. .
18
. m pm
c c lx x v ii
sic
Balsa....................................................... mpm xxmi
19 Ossonoba................................................ mpm xvi
20
Aranni.....................................................m pm l x
21
S a la d a .................................................... mpm x x x v
22
Eboram................................................... mpm
23
Serpa..
x luu
.................................................mpm xm
V A R IA N T E S .
4
CXLV
5
7
sp a rco ru m , cx x v , c l
g ra n d im u ro , g ra n d im u to ,
17
XVII
LI
CCLXVII, CLXIIII, CLXVII
8
erig o n d o , x x , x x n
19
XII I
XVII
XIIII
tu n alin o , xxnu
20
21
22
a ta n n i
se ra p ia , ra ra p ia , x x x n
u o u ie
23
10
11
12
13
15
16
lxxx
XLIII, XLVIII, LXIIU
XII
-
72
—
1
F ines................................... .....
3
A rucci...................................... ............. mpm xxv
Pace Iu lia ...........................................mpm xxxvi
3
.
. mpm xx
4 22. Item ab Esuri per compendium
6
Pace Iu lia ......................................mpm l x x v i
M yrtili. ............................................. mpm SL
sic
7 Pace J u lia .......................................... mpm xxxvi
8 23. Item ab Ostio flu n m is Ánae
9
10
Emeritam usque .................................. m p m cc cx m s ic
P r a e s id io ......................................................m p m x x n u
11
A d R u b r a s ....................................................m p m ' x x v m
12
O n o b a ...............................................
13
J i p a ................................................................ m p m x x x
14
T u c c i ..............................................................m p m x x u
15
I ta lic a .
.
• m pm xxvm
............................................... m p m xv in
16 M o n te M a rio ru m ......................................m p m x lv i
17
C u r ig a ........................................................... m p m
xlviui
18
C o n tr ib u ta .................................................. m p m x x n u
19
P e r c e ia n a .....................................................m p m x x
20
S m e r it a ....................................................... m p m xxim
21
24. Item ab Emérita Caesarau-
22
c/ustam.............................................. mpm dcxxxii sic
V A R IA N T E S .
2
3
aru ca,
xxx
x x ii
5
LXVI
6
m u rtila ,
7
12
14
l
Xv m
XXI
16
m a rio lo , m a r i d a , m o ric o ru m
17
x lv iii
x x iii
18
xvm
10
x x iii, x x x iii
20
xvm
11
XVII, XXVII
22j^DCXXXIII
— 73 —
1 Ad Sorores.............................................mpm xxvi
2
Castris Caecili..................................... mpm xx
3 Turmulos............................................... mpm xx
4 Rusticiana............................................. mpm xxn
5 Capara.....................................................mpm xxn
6
Caecilio v ic o ........................................ mpm xxn
7
Ad Lippos.............................................. mpm xn
8 S en tice................................................... mpm xn
9
S a lm a tice.............................................. mpm xxim
10
Sabariam................................................mpm xxi
11
Ocelo Duri.............................................mpm xxi
12
A lb ocela.................................................mpm xxn
13
Am allobriga......................................... mpm xxn
14
Septim anca...........................................mpm xim
15
Nivaria. .
16
Cauca...................................................... mpm xxn
.
.................................... mpm xn
17
S eg o v ia .................................................. mpm xxvmi
18
Miacum...................................................mpm xxvim
19
Titulciam ............................................... mpm xxun
20
Complutum.
. . . . . . . .
mpm xxx
21 Arriaca.................................................... mpm xxu
22
Caesada.................................................. mpm xxun
23
S egon tia.................................................mpm xxm
24
Arcobriga...............................................mpm xxvn
25
Aquae Bilbitanorum..........................mpm xvi
V A R IA N T E S .
m u a r i a , x v i , x x ii
X I , X X II
15
17
18
XV , XXV
19
titu ltia m
s ib a ria m
20
e e ssa ta
a lb u c e la , xvi
23
x x iiii,
XXVII
24
X X I J , X X II I
X X II II
25
XV
4
X I I , X X II I
6
c ecilio n ico
7
8
10
12
13
14
xvm , xxv m
x x iiii
XXVI
74 —
1 Bilbili.................................................. mpm xxun
2 N ertobriga..........................................m pm xxi
3 S e g o n tia ..............................................mpm xmi
4 C aesarangusta....................................mpm xvi
5 25. Alio itinere ab Emérita Caesar6
augustam........................................m pm cccxlviii sic
7 Lacipea................................................m pm xx
8 Leuciana............................................. mpm xxim
9 A ugu stobriga.................................... mpm xxn
Toletum .............................................. mpm l v
10
11 T itulciam ............................................ mpm xxim
12
Com plutum ........................................ mpm
13 A rriaca.................................................mpmm xxu
14 Caesada............................................... mpm xxim
15 S egontia..............................................mpm xxm
16 A rcobriga........................................... mpm xxm
l^ Aquae Bilbitanorum ........................ mpm xvi
18 Bilbili...................................................mpm xxun
19 N ertobriga...............................• .
20
m pm xxi
S e g o n tia............................................. mpm xim
21 C aesaraugusta................................... mpm xvi
22
26. Item ab Aslurica Caesaraugu-
23
stam............................................... mpm ccccxcvn sic
24 Bednnia.................................................. mpm x x
V A R IA N T E S .
2
xi
3 se c o n tia ,
6
x v iiii, x x v im .
ccc x lv iiii
8 le u tia n a
9
xn
14
c a esata,
15
x x iiii, x x x iu
x x x ii
17
xv, xxm
18
xm i
20
21
se c o n tia , x x m ,
xv
23
c c c c x c v i, c c c c l x x v i
24
b e t u n i c a , f e o tu n ia
x x iiii
75 —
mpm x x
1
B rigeco
2
Vico aquario. .
3
Ocelo Duri
4
Titulciam mansionibus supra scri-
5
6
7
8
9
........................ mpm xxxn
mpm xvi
ptis. .....................................................mpm cxcim
Caesaraugusta mansionibus supra
scriptis................................................mpm ccxv
27. Item ab A sturica per Cantabriam
Caesaraugustam............................... mpm ccci sic
10
B rigeco .........................................................m p m
11
I n t e r c a t i a .......................................... mpm x x
12
Tela. .
13
Pintiam ...................................................mpm xxim
14
E audam .................................................. mpm xi
15
Cluniam..................................................mpm xxvi
16
Vasam am ............................................... mpm xxnu
17
V o lu ce.....................................................mpm xxv
18
N u m an tia...............................................mpm xxv
19
A ugustobriga....................................... mpm xxm
20
Turiasone............................................... mpm xvn
21
Caravi......................................................‘mpm xvm
22
Caesaraugusta......................................mpm xxxvn
.
.
,
xl
.............................. mpm xxn
V A R IA N T E S .
14
T o d o s lo s c ó d ices m e n o s u n o
CXCIII, CX CV III I
15
xvi
CCXII
1
b ritic o
3
X I I , X X II
5
7
o m ite n e ste n ú m e ro
b rig ero
16
17
XXXIIII
10
11
in t.e rc a ria
18
x x iiii, x x x iii
13
p iric ia m
20
x iiii
21
caravia
xv
-
70 —
1 28. Item a Turiasone Caesaraugustam.
2
.
...................................mpm l v i sic
3 Balsione...............................................mpm xx
4 Allobone..............................................mpm xx
5 C aesaraugusta...................................mpm xvi
6
7
29. Per Lusitaniam ab Emérita Caesaraugustam ........................................... mpm cccccvin sic
8 Contosolia............................................. mpm xv
9 Mirobriga
.
.
...............................mpm xxxvi
lo
S isalon e..................................................mpm xm
n
Carcuvium............................................ mpm xx
12 Ad Turres...............................................mpm xxvi
13 Mariana.................................................. mpm xxmi
14 Lamini.....................................................mpm x x x
15
A lc e s....................................................... m p m
xl
16 Vico Cuminario................................... mpm xxim
n
T itulciam ...............................................mpm xvm
18 Caesaraugusta mansionibus supra
19
20
scriptis............................................... mpm ccxv
30. I te ú a Laminio Toletum. .
. . mpm xcv sic
21 M urum .................................................mpm xxvn
Consabro.............................................mpm xxvm
22
23 T oletum ...............................................mpm x l h u
V A R IA N T E S .
4
5
a lla b o n e , x x m
xm
10
x i in
CCCCLVIII
19
21
xcv, c c x ii, ccxxv
a u r u m , vn, xvn
7
8
9
xn
x x v i, x x x v
22
x x iiii, x x v iiii
_
77 —
1 3 1 . Item a Laminio alio itinere Caesar2
augustam ............................................mpm
3 Caput fluminis Anae.
4 Libisosia.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
ccxL V im sic
mpm vn
.
mpm xim
5 Parietinis................................................mpm xxn
6 S a ltic i.......................................................mpm xvi
7 Ad P u t e a .......................................... mpm xxxn
8
V alebonga.............................................. m p m
xl
9 Urbiaca....................................................mpm xx
10 A lbonica................................................. mpm xxv
11 Agiría.
.
.......................................... mpm vi
12 Carae........................................................mpm x
13 Serm one..................................................mpm xnu
14 Caesaraugusta.......................................mpm xxxvm
15 3 2. Item ab Ásturica Tarracone.
. m pm
cccclx xx .ii s ic
16
V a lla ta.....................................................mpm xvi
n
Interam nio..............................................mpm xm
18 P a la n tia .................................................. mpm xim
19 V im in acio................................................mpm xxxi
20
Lacobriga............................................... mpm x
21 D essobriga............................................. mpm xv
22
S eg isa m o n e............................................ mpm xv
23 D eobrigu la..............................................mpm xxi
24 Tritium....................................................mpm xxi
25 Virovesca.................................................mpm xi
26
A tiliana................................................... mpm x x x
V A R IA N T E S .
11
a rg iria
15
16
u a b a tia
12
13
care, xx
s e r m o n a e , v m i, x x v i m
17
23
xvi
xv
14
x x v iu
26
a c ilia n a
6
XV
C C C C L X X X V , CCCC LX XX VI
— 78 —
1
Barbariana........................................... mpm xxxn
2
G raccuris..............................................m pm xxxu
3 Bellisone.............................................. mpm xxvm
4 C aesaraugusta.................................... mpm xxxvi
5 G allicum .............................................. mpm xv
6
Bortinae................................................ mpm xvm
7 Oscam................................................... mpm xn
8
Caum .................................................... mpm xxvmi
9 M endiculeia.........................................mpm xvim
10
11
Herda..................................................... mpm xxn
Ad N ovas.............................................mpm xvm
12
Ad Septim um decimum.
.
.
. mpm xin
13 Tarracone.............................................mpm xvn
14 33. I t e m a C a e s a r a u g u s t a Be15
nearno................................................mpm cxn sic
16 Foro G alloruin....................................mpm xxx
17 Ebellino............................................... mpm xxn
18 Summo Pyreneo.................................mpm xxun
19 34. De Ilispania in Aquitaniam.
20
21
Ab Astúrica Burdigalam. . . . mpm ccccxxi sic
V allata..................................................mpm xvi
22
Interam nio........................................... mpm xm
23 P a la n tia ................................................ mpm xmi
24 V im inacio............................................mpm xxxi
25 Lacobrig-am.........................................mpm xv
V A R IA N T E S .
1
XXXI
2
g ra e c u lis, cra o cu lis
4
5
7
x x x iii
18
H a sta
g a llig u m
22
xxx
o s t a m , x r.
23
p e ra la n tia
8
x v im
10
13
XXVI
xvm
Benearnum 3 6 m i l l a s
— 79 —
1 S eg isa m o n e........................................... mpm xv
2 D eobrigula............................................. mpm xv
3 Tritium.....................................................mpm xxi
4 V irovesca.................................................mpm xi
5 Y indeleia................................................. mpm xn
6 D eobriga.................................................. mpm xim
7 B eleia....................................................... mpm xv
8 S uessatio.................................................mpm xm
9 T ullon io...................................................mpm vil
10 A lb a.......................................................... mpm xn
11 A raceli..................................................... mpm xxi
12 A lantone................................................. mpm xvi
13 Pom pelone............................................. mpm vm
14 Turissa.....................................................mpm xxn
15 Summo Pyreneo.................................. mpm xvm
V A R IA N T E S .
2 th e o b ric u la
5 u in d e leg ia, u in d e le ra , xi
8 d u is s a ti o , v n
9
y
,
11
13
14
15
aracoli
vrai
xxv
H a s ta B u rd eo s 114 m illas
N O T A . E l te x to de este itin erario e s tá formado e n v is ta de la edición im­
p r e s a en B erlín, año de 1848. Los Sres. G. P a r t h e y y M. P in d e r h a n re c o ­
nocido p a r a p u b lic a rla cu a n to s códices m a n u s c rito s se e n c u e n t r a n en las
B ib lio tecas de E u ro p a , el m á s a n tig u o de los cu a le s p e rte n e c e al siglo v m
y se c o n serv a en la del Escorial. A q u í se h a n adoptad o las le ccio n es que
en c ad a caso h a n parecido p referibles, an o tando siem p re to d a s la s v a ria n ­
t e s de d istancias y las m ás im p o rta n te s de la s q u e se reflieren á la e sc ri­
t u r a d e los no m b res. Así la s rectificaciones de e ste trab ajo e starán al al­
c a n c e de c u a n to s d eseen e s tu d ia r de n u e v o el todo ó p a rte de e s ta c u e s ­
tió n t a n in te re s a n te p a r a la g e o g ra fía a n tig u a .
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A P É N D I C E S E GUNDO.
P A R T E E S P A Ñ O L A D E LOS IT IN E R A R I O S D E LO S T R E S V A S O S A P O L I N A R E S .
A
P r im e r o .
S eg u nd o.
E iliio i'a i'iu n i
Al» C ades u s q u e
GADES
ROMAM,
Ad P o r tu m
H astam
Ugiaiíi
O rip p u m
Hispalirn
Carraonein
O buclam
Astigim
Ad A ras
C o rd u bam
Ad x
E p oram
Uciesem
Ad Noulas
C a stu lo n em
A d Morum
11 Solaría
M arian a
M entesam
Libisosam
P a r i e t i n is
Saltigim
Ad P alern
Ad Aras
S a e ta b im
Sucronem
V alentiam
S agyntum
Ad Noulas
lld um
Intibilim
Dertosam
S u b S altu m
Tarraconem
P a lf u ria n a m
Antistianam
Ad F ines
A r ra g o n e m
S em p ro n ia n a
S eterras
A q u is Voconlis
G erundam
Cilnianam
Iuncariarr.
In P yraeneun»
XXIIU
XVI
XXVII
XXIIII
Vl lll
XXll
XX
XV
XII
XXIII
X
XVII
XVIII
XIII
XIX
XXIIII
XIX
XX
XX
XXIIII
XXII
XVI
XXXII
XXII
XXVIII
XVI
XX
XVI
XXIIII
XXII
XXIIII
XXVII
XXXVII
xxv
XVI
XIII
XVII
XX
VIIII
XXIIII
XV
XII
XII
XV
XVI
n O M A
T e rc e ro .
ITINERARE.
Ad P o r t u m
Has la
Ugia
Orippo
Hispalirn
Carm ono
Obucia
Astigi
A d A ras
C o rd u b a
Ad Decumo
Ad L ucos
Uciese
Ad Noulas
Ad A ras
Ad M o ru m
Ad Solaría
Mariana
Mentpsa
Libisosa
P arietin is
Saltigi
Ad Palen
Ad Aras
S aetabi
S u cro n e
Vaeentia ( sic )
S ag y n to
Ad Noulas
lld u m
Intibili
Dertosa
S u b Saltu
T a rr a c o n e
P alfu rian a
A ntistiana
Ad Fines
A rrago n e
P ra eto rio
S ileras
Aquis Voconi
G er u n d a
Cilniana
lunca ria
In P y r e n e o
XXIIII
XVI
XXVII
XXIIII
IX
XXII
XX
XV
XII
XXI11
X
XVIII
XVIII
XIII
XIX
XVIIIl
XVIIII
XX
XX
XXVIII
XXII
XVI
XXXII
XXII
XXVIII
XV
XX
XVI
XXIIII
XXII
XXIIII
XXVII
XXXVII
XXI
XVI
XVI
XVII
XX
XVII
XV
XV
XII
XI
XV
XVI
Iii n c r a i - e
GADES
USQXJE
Ad P o rt u m
Hasla
Ugia
Orippo
Hispalirn
G arm ou e
Obucla
Asligi
Ad Aras
Corduba
Ad x
Ad Lucos
Uciese
Ad Noulas
Caslulone
Ad M orum
II Solaría
M a rian a
M entesa
Libisosa
P arietin is
Salligi
Ad Palé
A t lu rres
Saetabi
S u cro n e
Valentía
S ag u n to
Sebelaci
lldum
Inlilibi
D ertosa
T ria Capita
S u b Saltu
T a rr a c o n e
P alfu rian a
A ntistiana
Ad Fines
A rra g o n e
P raetorio
S a e te rra s
A qu is Vcconis
G erunda
C in n ian a
Hincaría
ln P y re n a e o
a
ROMA.
XXIIII
XVI
XXVIII
XXIIII
VIIII
XXII
XX
XV
XII
XXIII
X
XVIII
XVIII
XIII
XIX
XXIIII
XIX
XX
XX
XXIIII
XXII
XVI
XXXII
xxv
xxv
XVI
XX
XVI
XXII
XXIIII
XXIIII
xxvir
XVII
XX
xxv
XVI
XIII
XVII
XX
XVII
XV
XV
XII
XII
XV
XVI
6
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•
A P É N D I C E TERCERO.
ÍNDICE ALFABÉTICO
de las correspondencias atribuidas á las mansiones de los itinerarios.
A b e lte k io
(.camino n ú m e ro 1 4 ). A dos le g u as al E. de A lm e y rim , E x tr e ­
m a d u ra p o r tu g u e s a , en cuyo pu eb lo h ay miliarios.
A o a tu c c i (-2). Yendo de los A lb u n ie les á G u a d íx p o r el cam ino de arriería de
G u a d a h o rtu n a 110 cab e e s ta mansión ni su d is ta n c i a , y como p or otra
p a rte el S r. G óng ora h a reconocido u n a vía q u e se a p a r t a de la c a rr e ­
t e r a de G ranada al pié de la cu e sta de D ie z m a , es preciso s e g u ir e sta
d irección, en la c u a l p arece q u e v ien en bie n las d is ta n c ia s, co rresp o n ­
diendo en este caso A ca lu cci á las ce rc a n ía s de Iznalloz. E l S r. F ernand ez-G u erra cree q u e son u n a m ism a ciudad A catucci y T u c c iv e tu s ,
q u e P linio coloca e n el cam ino de la B a ste ta n ia al m a r de Urci.
Acci (2). C orresponde á G uadíx . D e B a s ti dista x x x m illas en lu g a r de las
x x v q u e s e ñ a la el Itin erario .
A d A d r u m f l u m e n . V. A d r u m f l u m e n .
A d A q ü a s . V . A q u a s , etc.
(2). E n V ille n a , viniendo de V alen cia p or F u e n t e l a h i g u e r a , á e n ­
t r a r en la c u e n c a del rio Vinalapó.
Adrum flumen (12). E n A la n d r o a l, q u e cae e n u n cam ino m u y frecu en tad o
d e É b o ra á E s p a ñ a ; pero es m e n e s te r su p o n er u n a d istan cia de x x ix
m illas en lu g a r de la s íx d el Itinerario, p ara q u e se lle n e e n p a r t e el es­
Adeli.o
pacio h a s t a Mérida.
(16). E n la a c tu a l Coimbra, á x m illas de la a n t i g u a , como c o n sta
tam bién po r las in scripcio nes.
Aeminio
A g ir ía (3 1 ) . A l S . d e V i l l a f r a n c a , d o n d e e l r i o J i l o c a t o r a a s u n o m b r e , q u e
p u e d e p r o v e n i r d e Agiriocoa, a d j e t i v o d e p r o c e d e n c i a e n l e n g u a é u s c a r a .
A l a n t o n e (3 4 ) . N o s e p u e d e f i j a r u n p u n t o e x a c t o d e c o r r e s p o n d e n c i a p a r a
e s ta m a n s ió n , p ero la s d is ta n c ia s la se ñ alan , e n tr e E ric e y S a r a s a ,
al O. de P a m p lo n a .
Ai.üa (5). E n A b l a , c a m i n o d e G u a d í x á A l m e r í a , d o n d e h a y m u c h a s a n t i ­
g ü e d a d e s y v i e n e b i e n l a d i s t a n c i a d e A cci.
A lb a (34).
E n el d esp o b lad o de A lb izu , ju n to
á
S a lv a tie rra ; p u n to in e v ita ­
b le p a r a p a s a r d e l v a lle d e l Z a d o rra al v a lle d e A r a q u il.
En
to d o s
a q u e llo s a lr e d e d o r e s a b u n d a n la s i n s c rip c io n e s r o m a n a s , y d e s d e A le ­
g r í a se v e n lo s r e s to s d e c a m in o e n u n re p e c h o e n d e r e c h u r a
y d esde allí
d u c c ió n
á
á
á
G aceo,
la e rm ita de la M a g d alen a. A lg u n o s q u ie re n h a c e r la r e ­
A lb é n iz , g u ia d o s p o r el n o m b r e ; p e ro la d is ta n c ia e s d e m a ­
s i a d o g r a n d e y e s a p a l a b r a i n d i c a s ó lo u n a d e p e n d e n c i a d e A l b a .
A lbocela
ó
A lbucella (24). E n T o r o , s e g ú n r e s u l t a d e l a d i s t a n c i a á Z a m o ­
r a y d e la d ire c c ió n d el cam in o d e S im a n c a s , q u e se h a d e lle v a r p a ­
ralelam en te al D uero.
A lbonica (31). E n u n d e s p o b l a d o d e l t é r m i n o d e A l b a ó A l a b a , l l a m a d o G a l l e l .
A l c e s (2 9 ) . A l O . d e M i g u e l E s t é b a n , d o n d e s e c o n s e r v a u n a r c o r o m a n o , y
s e g ú n I l e r v á s l o s d e l p u e b l o s e d e n o m i n a n d e A rce p o r u n a a n t i g u a
trad ició n .
A lloboni; (28). E n A l a g o n , q u e c o n s e r v a e l n o m b r e p o c o a l t e r a d o , y e s c a ­
m in o d e M a lle n á Z a ra g o z a , sig u ie n d o la d e r e c h a d el E b ro .
Amallo briga (24). E n e l d e s p o b l a d o d e A r e n i l l a s , j u n t o á V i l l a v i e j a , p o r u n
c a m in o in te rio r q u e p a re c e m á s a n tig u o q u e el d e T o r d e s ü l a s , y p a s a
p o r M o r a l e s , P e d r o s o y V i l l a l a r , s e g ú n l o s i t i n e r a r i o s d e S a l a z a r . [In ­
ven,t. génér.)
Angelí .,a s (7). C e r c a d e C a s t i l A n z u l , o r i l l a s d e l r i o d e l m i s m o n o m b r e e n
u n c a m i n o d e A n t e q u e r a á A g u i l a r , f i ja e s t a m a n s i ó n e l S r . F e r n a n d e z G u e rra , que h a re co rrid o aq u el te rrito rio .
E n A n t e q u e r a , á d o n d e - s e l l e g a d e s d e B a r ia p o r e l v a l l e d e
A n t i c a k i a (7).
A b d alajís.
A n t i s t i a n a (2). D e b e c a e r e n l a R á p i t a , j u n t o á M o n j ó s , e n l a c a r r e t e r a d e
V a l e n c i a á B a r c e l o n a , f i ja n d o e s t e p u n t o p o r s u d i s t a n c i a á T a r r a g o ­
n a , q u e d a m a y o r se g u rid a d .
A q u a e b i l b i t a n o r u m (24 y 25). E n l o s b a ñ o s d e A l h a m a d e A r a g ó n , e n e l c a ­
m in o p reciso de S ig ü e n z a á C a la ta y u d .
Aquas (17). E n C h a v e s , e n t e n d i e n d o q u e h a d e s e r Aquae F la o ia e , lo q u e
co n firm an lo s r e sto s de ca lz a d a y la s m iliaria s q u e s e g ú n el P . C o n tad o r
d e A r g o te se e n c u e n tr a n e n el cam in o d e B ra g a .
A quis
celekis
(20). E n
C a ld a s d e R e y e s , p a s a n d o p o r P o n t e v e d r a , q u e es
c a m in o p a r a el P a d r ó n .
— 85 —
(19). E s ta m a nsión q u ie ren colo carla A rg o te y otros en la d es­
em b o cad u ra del rio C av ado, pero como q u e d a u n h u e c o de u n a s x x
A quis C e le n is
m illas h a s ta Vigo , p arece m e jo r su p o n e r qu e e sta v ía p arte desde L i­
m ia en el cam ino n úm e ro 19, y en to n ces corresponde e s ta m a nsión á
C aam iña ícomo Aquae M in ii), ce rc a de la desem bocad ura del C oura en
el M iño, á 165 estadios de L im ia y 195 de Vigo. E l rio L im ia es n a ­
vegable desde a n te s d el em palm e q u e suponem os.
A q u i s O r i g i n i s (18). E n R io C aldo, le fija el Sr. E e rn a n d e z -G u e rr a , en v is ta
de las n o tic ia s co m un icad as á la A cad em ia p o r el Sr. B a rro s Sibelo.
E n ese sitio se h a en co n trad o el m iliario x x x v im q u e co m prueba la re ­
ducción.
A q u i s Q u e h q u e n n i s ó Q u a r q u e r n i s (1S). S e g ú n el Sr. F e r n a n d e z - G u e r r a , en
los b años de B ando , pro v in cia de O r e n s e , donde s e ñ a la u n a s ru in as
el m a p a de C oello, y se e n c u e n t r a el m iliario l u í q u e fija la reducción.
A q u is V o c o n is (2 ) . E n C aldes d e M alav ella, donde h a y re s to s de b años r o ­
m a n o s , s e g ú n Cortés (D icc. de la E sp. a nt.) y Madoz. (D icc. geog.)
A r a c e u (34). E n A rbizu, en el v alle de A ra q u il: p o r allí se dirig ía la
calzad a, s e g ú n Madoz [D icc., a rt. A raq-uil) , á cuyo p u n to lle g a n las
d istancias po r el itin erario de N a v a rra publicado p or el E stado
Mayor.
(21). E n tre A l j u s t r e l y C astro v e rd e , sobre el rio de A lvedas, en el
cam ino de Faro á L isb o a , q u e se ñ a la A n tillo n [Geog. de E sp. y F ort.)
A r a s (8). E n la V e n ta de S iete T o rre s , térm ino de la C a r l o ta , p or u n cam i­
no de E c i j a á C órdoba, q u e v a por la d e re c h a de la c a rre te ra , se g ú n
el Sr. F ern an d ez-G u erra.
A r a s (Vasos apolinares). Cerca de Gástulo, sobre el a n tig u o cam ino de J a b a lq u in to á L inares, qu e describe Madoz (D icc., a rt. Jaén) y q u e debia
ser u n atajo qu e evitase el paso p or dic h a ciudad.
A r a s ( Vas. ap.). H acia la v e n ta de la B alsa, en tre A lm a n sa y M oxente, en
el camino de Valencia.
A r c o b r i g a (24 y 25). A rcos de M edinaceli, e n el cam ino de S ig ü e n z a p o r Medin aceli á A ra g ó n , donde se h a lla n ru in a s s e g ú n Cean. (A nlig. de Esp.)
A r g e n t i o l u m ( 1 7 ) . E s ta m a n sió n , de q u e no se conoce n in g ú n vestigio , d e ­
bia caer c e rca d e D is tria n a , e n tre los ríos D u e rn a y E ria , sobre la
calzada cuyos v estigios h a descrito el S r. R osales e n c a rta s dirigid as
á la A cadem ia de la H istoria.
A r i t i o P r a e t o r i o (1 4 ) . C erca de S a lv a tie rra , donde se h a l l ó u n a inscripción
s e g ú n Jordao (I n s c r . P o rt.) y la d istan cia corresponde.
A r r a g o n e {Vas. ap.). E s ta p o bla cion, n o m b rad a ta m b ié n p or el R a v e n a te ,
p e rte n e c ía á u n a tajo q u e desde M arto rell se dirig ía p o r S a n C u g a t y
S e rd a ñ o la , llam ado hoy en a lg ú n trozo Gami deis R om ans, y c u y o s res­
to s h a reconocido el ing e n iero Sr. Camón.
A ra isn i
— 86 (24 y 25). R etro ced ien d o desd e S ig ü e n z a , se ve qu e correspo nde á
G u a d a la ja ra , donde se h an en con trado ru in a s ro m an as, y cuyo n o m ­
A rriaca
b re e s eq u iv a le n te al de A rria c a , s e g ú n se h a dicho en el discu rso ;
pero se h a n de co rregir las x x n m illas á Cornpluhtm en x v n , qu e es la
d is ta n c ia efectiva.
Artigi (11 ).
C erca de Z alam ea de la S e re n a , orillas del rio O rtig a , donde
h a y u n despoblado q u e se llam a A rg a lle n , y em pieza á señalarse la vía
ro m an a h a c ia M edellin, s e g ú n Y íu . (Ara. de Ecctr.)
E s ta ciudad la dan en A roche el n om b re y la s in scrip cio n es, lo
mismo que la d is ta n c ia á S e rp a , lo cual in d u c e á cree • q u e el camino
qu e p o r ella se dirig ía n o iba á B e ja , como dicen los códices del it i­
nerario , sino q u e e ra u n ram al á la sie rra de A racena.
Ahucci (21).
2). A s p e , e n el cam ino de V ille n a á E lch e por E ld a , c u y a redu cció n
confirm an la s d istan cias á las m ansio nes precedentes.
A spis
L a d ir e c c ió n m ás fácil y n a tu ra l p a r a ir desde I r ia á L ugo
es la q u e c o n tin ú a p or la vía n ú m e ro 20 h a s t a S an tiag o , y desde allí
se a p a rta á la d erecha por A rz ú a y Mellid, q u e es el m ás a n tig u o cam i­
A sseco sia (1 9 ).
no de pereg rinos, s e g ú n O xea. (H ist. de Sant). E n este caso,[la m ansión
correspon dería á Q uion, á x x m m illas de Iria. O tra d irección posible
es volviendo a trá s desd e P a d ró n p a r a p a s a r de nuevo el p u e n t e , y si­
guiendo por E stra d a y E rb o ; pero el cam ino es m á s difícil, y p a r a r e ­
d u c ir la m an sió n á A g u io n es , es m e n e s te r adoptar la v arian te de las
x iu m i l l a s , no alcanzan do la s re s ta n te s á L u g o . E n A s o r e y , donde la
colocan a lg u n o s a u to re s , no se p u e d e poner e n n in g ú n caso.
A s t a (7). E n el despoblado de la M esa de A sta, térm ino de Jerez de la Fron­
te ra, donde estu v o la colonia de este nom bre.
(8 y 10). E c ija , cap ital de su convento ju ríd ico , de la c u a l s a l ia n t r e s
ca m in o s, u no á S evilla p or C a rm o n a , otro á Córdoba y otro á Mérida
p or C on stantina.
A s t ig i
y 3 4 ) . A storga, capital de s u convento ju r í­
dico, de donde salían cu a tro cam inos: u no á G alicia p or el p u e rto de
F u en c e b a d o n (q u e e ra el único paso a n te s de abrirse la c a rr e te ra por
Manzanal), de cuyo cam ino se se p arab a poco d e sp u e s de V illafranca
d e l Yierzo la vía p a ra el v a lle de V a ld e o rr a s ; y en L ugo se volvía á sepa­
ra r en dos ram ales, á Iria F la v ia y á B rig a n tiu m . E l seg u n d o debia ser
el q u e se dirige al v alle de V id ría le s , descrito p or el S r. R o s a le s , y
qu e conducía á B ra g a p o r la P u e b la de S anabria. E l te rc e ro venia á
C astilla por la B añeza y B e n a v e n te ; y el cu a rto se dirigía p o r el p u e n ­
te de Ó rbigo , atravesando el reino de León.
A s t u r i c a (16, 17, 18, 19, 20, 3 2
At i l i a n a (32). E n la a ld ea de la Y u n ta , al O. de H orm illeja, e n la calzada
qu e señala Coello en la prov incia de Logroño.
A u g u sto b rig a
(25). Tomando la d istan cia de Toledo por el cam ino m ás recto
-
87 -
q u e cond uce á E x tr e m a d u ra y p a sa p o r el p u erto M archés y A lco ba,
se obtiene u n p u n to e n la d e h e sa del A hijon, donde el cam ino se llam a
de la P lata s e g ú n n o ticia com unicada p or el Sr. Moreno N ieto. Si se
b u s c a n la s ru in a s de L u c ia n a por el otro cam ino llam ado ta m b ié n ds
la P la ta , se lleg arla con la in d icad a d is ta n c ia cerca del Raso del Pozo
de los C a k v e r o n e s ; p ero esta d irección tie n e el in c o n v en ien te de d e s­
viarse m u cho del p rin c ip io de la línea.
(27). E n M uro de A g re d a , s e g ú n e s tá dem ostrado e n la
descripción especial de este trozo de vía qu e h a p rem iado la A c a ­
A o g u sto b rig a
dem ia.
(21). C erca de T av ira , al O., donde h a y in scrip cio n es y ru in as.
B a l s i o n f , (28 y 32). C erca d e M a l le n , en el cam ino de C ascan te á Zaragoza.
No p u e d e ser B o rja ni s u s c e rc a n ía s , p o rq u e el cam ino n ú m e ro 32
a la rg a ría dem asiado , y el 28 q u ed aría corto : adem ás B o rja debe
corresp o n d er á B v.rsada.-j ,Balsione ó B ellisone p a re c e idéntico á B e l-
B alsa
sin u m .
(7).
L a com binación de la s distancias á T eb a y A n te q u e ra h ace
c re e r qu e esta m a n sió n e s ta ría cerca de la P i z a r r a , e n tre A lora y C ár­
t a m a , bajando el cam ino p o r el v alle del G u ad alh o rze, y volviendo á
su b ir p or el de A bdalajís. E n to n ces p a re c e n a tu ra l q u e este p u n to fu e ra
la confluencia de dos cam inos q u e desde S evilla y Córdoba se d irigían
B arba
á M álaga y cu y a p a rte co m ú n e s t á om itida e n el Itinerario.
(6). C erca de la ven ta de G uadiaro ó B a ra ja b ü en la co n flu e n ­
cia del rio H o z g a rg a n ta con el G uadiaro , en c u y a desem bocadui a,
m u y in m e d ia ta , se h a n en c o n tra d o in scrip cio n es geográficas s e g ú n
Barba uiana
diceM adoz. (D icc ., a rt. B a r í.)
Barbariana (3 2 ). E n u n a s ru in as ju n t o á A goncillo , an te s d el despoblado
de B erberana,^señaladas por G o v a n te s (D icc. de la R ioja) y Coello. {Ma­
pa, de Log.) E s ta s r u i n a s se h a lla n sobre la v ía de Verela á Calagurris,
y á l a d is ta n c ia de l x u m illas de B riv iesca, lo q u e p r u e b a q u e los
dos cam in os de Z aragoza n o se se p a ra b a n en dicho p u n t o , sino qu e
corrían ju n t o s todo este tra y e c to , q u e es el ú nico ti’azado posible po r
lo próxim o q u e se h a lla el E bro á las s ie rra s de su d erech a.
ó B a r c i n o n e (1 y 2) B arcelona. E s preciso co rre g ir las xvu m illas
en xx n p a r a qu e la d istan cia á G e ro n a sea la efectiv a y coincidan los
B arcenos
re s u lta d o s con los q u e d an lo s V asos apolinares.
(1). E n el cerro del Cincho y á le g u a y m e d ia al N. O. del A rah al,
donde e stá n s u s r u i n a s , s e g ú n el S r. F érn an d ez-G u erra.
B a s t í (2). Baza , p a r a c u y a d is ta n c ia á L o rc a fa lta n u n a s x x v m m illa s qu e
d eb en co rrespo nder á u n a m a n sió n om itida q u e h u b ie ra h a c ia el llano
de C otares e n el térm ino de C ú llar. E s ta m a n sió n s e ria A catu cci, si
B a silip p o
no se pud ie se colocar dond e q u e d a indicado en s u artículo.
B edunia
(26). E n San M artin de T orres, ce rc a d e la B a ñ e z a , donde h a y r u i ­
n as de poblacion a n tig u a s e g ú n el Sr. R o s a le s , y de acu e d u c to s se ­
g ú n Madoz. (D icc. geog.)
B e le ia (34).
C erca de E s ta v illo , fre n te á Q u in ta n illa y R iv a b e llo s a , donde
se h a n en contrado ru in a s s e g ú n Madoz [D icc. , a rt. Anana) y Cortés
\ %CC'' a r t I e o l r W ) - E l cam ino se conoce aú n desde P u e n te la r r á p or
la iz q u ierd a del E b ro h a s ta B a y a s , y se ve señalado en el m a p a de
A lava p o r C o e llo ; lu e g o sig ue paralelo al Z ad orra. [Dice. geog. de la
A.CCML. )
B e l liso n e . V .
B a lsion e.
D espoblado de B olonia en el térm ino de T arifa y en el
cam ino de la c o sta q u e se ñ a la A n tillon. (Geog. de Esp. y P ort.)
B e r g i d o ( 1 8 , 1 9 y 2 0 ) . R u in a s del Vierzo en el C astro de la V e n to sa , cerca
de Pieros.
B e l lo n e C la u d ia (6).
B esippone (6 ).
H acia la aldea de B arbate , en la d e se m b o cad u ra d el rio de
este n o m b r e , donde se h a lla n su s ru in a s s e g ú n el in ge n iero señor
R a v in a .
B k tu nia . V.
B . l b i l , (2 4
B ed d n ia .
y 2 5 ) . Cerro de B ám b o la en C a latay u d . E l Itin e ra rio no da m á s
q u e u n cam ino p o r este p u n to , p ero Madoz [D icc., a rt. Calatayud) se ­
ñ a la los re s to s de otro qu e debe s e r el n ú m e ro 31, y de e sta m a n e ra se
ex p lica q u e sea ta n c o rta la d is ta n c ia to ta l del Itinerario. S eria a d em ás
e x tra ñ o en u n trazado an tig u o , q u e sig u ien d o desde T e ru e l la c u e n c a
del Jiloca, la ab an d o n ase p a r a a tra v e s a r po r C a riñ e n a , teniend o ta n
c e rc a el em palm e a l ñ n a l d e la m ism a cuenca.
(32). E n A lm u d é v ar, cortan d o p or atajo la a c tu a l c a rr e te ra de Za­
rag o z a á H u e sc a e n el llano de V iolada.
B o rtin a e
B r a c a r a (16, 1 7 , 18, 19
y 2 0 ) . B r a g a , capital de su convento ju ríd ic o . S a­
lían de esta c iu d ad cu atro cam inos; uno á L isbo a po r O p o rto ; otro al
p u e n te de L im ia q u e se d ividía e n el de la c o sta por la iz quierda , y el
de T uy p or la d erecha ; el te rc e ro por la P ó rte la de H om em , llam ado
la G e ira , y cuyo p lan o h a levantado el S r. B arros S iv elo ; y el cuarto
es el qu e describe el P. C ontador de A rg o te p o r Salam onde y Chaves.
B r e v i s (1 9 ) . E n Mellid , donde r e s u lt a p o r las d is tan cias á I r í a y á L u g o E n
Erbo cae dem asiado d is ta n te de s u s in m ed ia tas m a nsion es, y él cam i­
no es p e o r , com o se h a dicho en Asseconia.
Buigartiom (20). C orresponde á B etanzos , donde SB u n ía n los cam in o s de
L ugo y de B ra g a a l p u e rto de la Coruña.
6 B r i g e c o (2 6 y 2 7 ) . E n V illa b rá z a r o , dond e se d e sc u b re n ru in a s
s e g ú n el Sr. R o sales , y en cuyo n o m b re p a re c e en c o n tra rse el de B r i
B r . g e c .0
gero qu e dan a lg u n o s códices. A quí se dividía el cam in o , p or la iz­
quierda a C lv m a p o r la tie rra de C am pos, y p o r la d e r e c h a á Zamora.
(14). E n n u e s t r a S eñ o ra de Bótoa , orilla del arroyo del mism o n o m ­
bre , térm ino de Badajoz.
Budua
(19). F r e n t e á B o rb e n , á dond e lle g a n las d istancias de los p u n to s
sig u ie n te s; p ero la de T u y es preciso c o rre g irla en xxi po r xvi.
C a e c i l i a n a (1 2 ) . C erca de A g u a lv a , en la orilla de la ria de S e tú b a l q u e va
rodeando el camino.
B u rb id a
(24). E n el P u e r to de B é j a r , divisoria de los rios A lagon y C a­
p a r r a , donde se d escu bre to d a v ía la calz a d a , s e g ú n el in g e n ie ro señor
M artínez Campos. C om p ru eba e s ta red u cció n el m iliario q u e dice V iu
(A nf. de E x ir .) h a lla rs e m e d ia le g u a d esp u es de B a ñ o s, con el n ú m e ­
ro cxxxi.
C a e c i l t o vic o
y 2 5 ) . E n el despoblado del Monte, té rm in o de E sp in o sa de H e­
n ares y ce rc a de C arrasco sa, sigu iendo desde G u ad alajara á Sigü en za
todo el rio H en ares con el cam ino de hierro. H a y varios p u e n te s
en te ro s ó caidos q u e in dican l a v ía d e sd e G u a d a la j a r a , de q u e h a n
C a e s a d a (2 4
dado n o tic ia á la A cadem ia los in g e n ie ro s S res. O rte g a y A rro q u ia , y
en aq u el sitio h a y ru in a s m e ncionadas p or los m ism os y p o r Madoz.
( D ic c., a rt. Espinosa.)
í l , 24 , 25, 26, 27, 28, 29, 3 1 , 32 y 33). Z aragoza, c a p ita l de
convento ju ríd ico . S alian de aq u í cuatro cam inos; el prim ero de los cu a ­
le s iba p or la c u e n c a del Ja ló n á C astilla, dividiéndose en dos e n Calata y u d (Y. Bilbilis)-, el segu n d o , p or la d e re c h a del Ebro, dejaba d esp u es
de A lag on u n ra m a l h á cia T arazona, y otro en Mallen; el tercero seg u ia
por el rio G alleg o á F ran cia; y el c u a rto era p a r a C a ta lu ñ a p o r H uesca.
C a la d u m o (1 7 ) E n el cam ino de C hav es descrito p o r e l P . C ontador de A rg o C ae sarau g u sta
t e no cabe e s ta m ansión; y com o el trazado, cuyos v estigios señala, da
u n a g ra n v u e lta p a r a a p ro x im arse á E s p a ñ a , p a re c e lo m ás prob ab le
qu e e sta poblacion p e rte n e c ie s e á u n ram al qu e de P ra e si/io se diri­
giese p or la G ironda á b u s c a r las ru in a s q u e h a y en tre Moimenta. y
C u aled ro, atrib u id as h a s t a a h o ra á S ala n ian a. D e sp u e s c o n tin u a ría
e ste ra m a l á en lazar con la vía de T u y , m ás allá de la la g u n a de A n te la.
C a la h o rra , dond e a ú n se ven los resto s de calzada, se g ú n
G ovantes. (D icc. de la R io ja .)
C a l a g u r r a ( 1).
Calem (16). Y illan u ev a de C aia, fr e n te de O p o rto , á la iz quierda del
Duero.
(6). T o rre de C a rta g e n a ó del R ocad illo , e n tre los rios P alm o n e s y G u a d a rra n q u e en la b a h ía de A lgeciras.
C a l p u r n i a n a (3). C añ ete de las T o rres , donde hay vestigios de calzada, se ­
g ú n el Sr. F e rn a n d e z -G u e rra , y r e s to s rom anos. (Madoz, D icc., a rt. Ca­
ñete.)
C alp e C arte iam
Camala (1). D esde Lance á Lacolriga no p u e d e m e n o s de seguirse el cam ino
— po —
fra n c é s ó de p e re g rin o s , como llam a n á la calzada ro m ana q u e se con­
serva casi in tacta. E s ta c irc u n s ta n c ia h ace re d u c ir á G ánala á la s in ­
m ediaciones de S a h a g u n e n tre los ríos Cea y V a ld e r a d u e y , haciendo
esta vía id é n tic a á la del nú m e ro 32.
(24). E n las v e n ta s de C a p a rra , f r e n te d el V illa r de P la s e n c ia , en
la calzo,da de la P lata donde ab u n d a n las r u i n a s y la s inscripciones.
C a p o t flü.m inis A n a e (3 1 ) . E n el n acim iento del rio G uadiana, cerca de la O sa
C apara
de M on tiel, la se ñ a la el Sr. E ern an d ez-G u erra; d irigiéndose el cam i­
no á Lezuza por la v e re d a a n t ig u a q u e indica el ing eniero Sr. R omero
en s u descripción de la s vías de la prov incia de A lbacete.
C a r a e ( 3 1 ) . E n V illacád im a, térm ino de M o n real, donde se dice q u e hubo
c iudad a n tig u a . Debe ser la Caraca del R a v e n a te en el cam ino d e Comp lu tu m á Sa ltig i p o r Segobriga.
) (2 0 ) . L a c o rta d istan cia qu e da el Itin erario e n tre B r ig a n tiim y Lucns h ace c reer q u e e s té n equivocados los núm eros. L eyendo x x i i i por
xvm, y xxim p or xvu sale la d istan cia efectiva e n tre L u g o y B etanzos,
y esta m a n sió n cae en la G ra n a , concejo de V ecin.
C aram c
(27). C erca de M ag alio n , en e lc a m in o de T arazona por B o rja á Z ara­
goza.
C arayi
(29). E n C a r a c u e l, dejando u n h ueco de x x m illas e n tre Sisapo,
y otro ig u a l e n tre Turres p a ra co m pletar la s x l q u e faltan e n t r e Ma­
ria n a y Mirobriga. L a p rim era m a nsión de esta s dos o m itidas no se
p u e d e s u p l ir , y h a y q u e b u sc a rla j u n t o á N avac erra d a , por donde es
forzoso q u e se d irigiera el cam ino , seg ú n el ing e n iero Sr. I n d o ; la se ­
g u n d a debe corresponder á Oretnm (Véase).
G akm one (10). C arm ona.
C arcüvium
C a rth a g in e
S p a rta ria
(2). C a rta g e n a , ca p ita l d ei co n v en to ju ríd ico de su
nom bre.
( 7 ) . E n la P u e b la de C azalla, á donde c on ducen la d is ta n c ia y el ca­
m in o , cu y o s v estig io s conoce el Sr. F ern an d ez-G u erra.
C a s c a n t o (1 ) . C ascante. Se ven los re s to s de calzada ro m a n a desde C ortes
de N a v a rra p or A b lita s h a s t a dic h a c iu d a d , y d esd e el cam ino de T u dela h a s t a Alfaro.
C a ro la
C a s t r i s C a e c i l i i s (2 4 ) .
C áceres, sobre la fam osa calzada de la P l a t a , donde
h a y v e stig io s de a n tig u a poblacion y coinciden las distancias.
C a s . ’o lo.ne ( 2 , 3 , 4 y 5 ). E n los cortijos de C azlo n a, orilla d erech a del G uadaliinar , térm ino de L in ares. S alian de Castillo c u a tro c a m in o s : el
p rim ero se d irig ia p o r el p u en te'de^M en gíb ar , dividiéndose e n u n ra­
m al p a r a Córdoba, y otro p a ra G u a d í x ; el seg undo ta m b ié n ib a á
G u adíx p or Toya; el te rcero , q u e c o n sta sólo p or los V asos apolinares,
se d irig ia á p a s a r la S ierra-M o ren a p or el B arranco Hondo , y se divi­
día en dos p a ra la M an ch a y V a l e n c i a ; y el últim o p a sa b a el G u ad al­
q u iv ir en A n d ú ja r p a ra ir tam b ié n á Córdoba.
C atobrioa (12). S e t u b a l , e n e l c a m i n o q u e r o d e a p o r l a c o s t a .
C auca (24). C o c a , e n u n a n t i g u o c a m i n o d e S e g o v i a á V a l l a d o l i d .
C avici.um (5). S e d e d u c e p o r l a d i s t a n c i a y p o r e l t r a z a d o d e l c a m i n o d e l a
c o s t a q u e s e v e e n e l I t i n e r a r i o S a n c h a - R o z a s [Granada), q u e d e b e b u s ­
c a r s e c e r c a d e l r io d e l a M i e l y t o r r e d e C a l a t u r c o s , t é r m i n o d e N e r j a .
Caum
(32). H a c i a I l c b e ó B e r b e g a l , y e n d o d e s d e H u e s c a p o r P e r t u s a á M o n -
zon.
C ei .ti (10). E n l a a l d e a d e l a s N a v a s , t é r m i n o d e C o n s t a n t i n a , t r e s l e g u a s
a i S . E . y u n a d e la P u e b la de lo s In fa n te s . P o r a llí p a s a el a rro y o de
C i u d a d e j a ( M a d o z , D icc. a r t .
Constantina), q u e p a r e c e i n d i c a r a l g u n a
p o b lacio n a n tig u a p ró x im a .
C esada . Y . C af.sada .
C ilniana (6). E n l a T o r r e d e l a s B ó v e d a s , o r i l l a s d e l G u a d a i s a y c e r c a d e l
d e s p o b la d o d e M ó n te m a y o r, en el té rm in o d e M a r b e lla , en c u y o p u n to
s e d e s c u b r e n r u i n a s s e g ú n C e a n . (A n t . de Esp.)
C in m ana (2). E n t r e O r r i o l s y F a l l i n a s , á o r i l l a s d e l r io C i n y a n a .
^
C luniam (27). E n t r e l a C o r u ñ a d e l C o n d e y P e ñ a l b a , d o n d e e x i s t e n l a s g r a n ­
d e s r u i n a s d e s c r i t a s p o r L o p e r r a e z ( H is t . de Osrna). E r a c a p i t a l d e u n
c o n v e n to ju r íd ic o ; y á p e s a r d e s u i m p o r ta n c ia , n o a p a r e c e n e n el I t i ­
n e r a r i o m á s c a m i n o s q u e é l d e U xama y e l d e R a u d a ; p e r o e s p r o b a b l e
q u e h u b i e r a o t r o s , c o m o e l q u e s e ñ a l a C o r n i d e [Mera, de la A c a d .) á T i e r m e s , y el q u e s e g ú n el in g e n ie ro S r. G a r rá n se v e a ú n p o r c e rc a de
C a l e r u e g a , V a l d e a n d e y C i l l e r u e l o , á c u y a l í n e a p a r e c e d i f íc il a p l i c a r
la s m a n s io n e s d e l c a m in o n ú m . 27, y d e b e s u p o n e r s e q u e fu e se u n r a ­
m al de u n ió n co n el n ú m
32.
COMPI.EÜTÍCA\17). P o r l a s d i s t a n c i a s d e s d e A s t o r g a , y a d o p t a n d o c o m o m á s
p r o b a b l e e l t r a z a d o p o r l a P u e b l a d e S a n & b r i a y el p u e r t o d e U n g i l d e ,
se p u e d e r e d u c ir á C á stre lo , a l S. y m u y c e rc a d e L u b ia n , d o n d e la co­
lo c a e l P . C o n tad o r de A rg o te.
C ümplutum (24 y 25). E n S a n J u a n d e l V i s o , c e r c a d e A l c a l á d e H e n a r e s . E l
c a m in o d e s d e T it u l c i a ib a p o r A r g a n d a y L o e c h e s , p u e s e n el d e s p o b la ­
d o d e Y a l t i e r r a , té r m in o d e l p r i m e r o , se e n c o n tr ó el m ilia rio xmi á
Complutnm.
C onemhriga (16). E n C o n d e i x a Y e l h a , d o n d e s e h a l l a n s u s r u i n a s y c o r r e s ­
p o n d en la s d ista n c ia s.
C onsabro ó C onsauurum (30). C o n s u e g r a ; y e n d o d e s d e M u n r n p o r e l p u e n t e
a n tig u o d e V illa h a rta y e l P u e rto L áp ich e.
C ontosolia (29). T o m a n d o l a d i s t a n c i a d e s d e M irobriga , c u y a s i t u a c i ó n s e
co n o c e e p ig rá fic a m e n te , p o r el cam in o d ir e c to y m á s a n tig u o d e la M an ­
c h a á E x tr e m a d u r a , se e n c u e n tr a c o rre sp o n d e r e s te p u n to á M a g a c e la ,
p o sic io n fo rtific a d a ó i m p o r t a n te d e l p rio ra to d e s u n o m b r e , y q u e d is ­
t a d e M e d e llin l a s x v m il l a s q u e s e ñ a la el I tin e r a r io h a s t a M é rid a,
lo cual h ace conocer q u e se h a sup rim ido a q u e lla ciudad ó la e x p re ­
sión del em palm e con el n úm . 11.
(23). E n tre M edina de las T orres y C alzadilla, donde V íu (A n t i ­
güedades de E xtrem adura) da n o ticia de vestigios del cam ino rom an o que
C o n trib u ía
debia v e n ir desde P erceiana p o r los S a n to s y Zafra. In scripciones de
Contributa se citan e n F u e n te de C a n to s , en M edina, en la erm ita de
S a n Bartolomé, en el despoblado de S a n ta J u l ia y en todos los pueblos
de los alrededores. ( V íu , A n t. de E x tr .; Madoz , D i c c a rt. M edina.)
C o h d u b a ( 3 , 4 , 7 , 8 , y 11 ). C ó rd o b a, capital d el convento ju ríd ico de s u n om ­
bre. S a lía n de Córdoba cinco c a m in o s-: dos á Castulo por los costados
del rio ; uno á A n te q u e r a , otro á S e v illa y otro á Mérida por la c u e n ­
ca del Guadiato.
C u r i g a (2 3 ) .
E l Sr. H ü b n e r h a visto la s ru in a s de e sta ciudad al S. de Mo-
nesfcerio, cerca de la rib e ra de Cala. C orresponden á e ste p u n to las d is­
ta n c ia s de la s m a n sio n e s s ig u ie n te s : pero la qu e el Itin e ra rio afecta á
esta poblacion debe e n ten d erse desde I t a l i c a , p or el Real de la J a r a y
A lm a d én de la P lata, q u e es el cam ino m á s corto. (Ant,ilion, Geog.)
Deciana. E s ta es la ú n ic a m an sió n de q u e nos d a no ticia en E sp a ñ a la ta b la
P e u tin g e ria n a , adem ás de la s tre s y a conocidas I u n c a r ia , Gerunda y
A q u is Voconis, con el Sum mo Pyreneo. C ontando la d istancia desde este
ú ltim o corresponde á la J u n q u e r a ; pero deben corregirse en xn la s mi
m illa s á Iu n ca ria . L a s d is tan cias re s ta n te s coinciden con la s de los
otros itin erarios.
Diícumo. (V as. ap.J H a de b u scarse en la d erech a d el G u a d a lq u iv ir, fren te á
V illafranca de las A gu jas.
Deobriga (34). A lgo a n te s de P u e n te la rr á ó de la R ad, en el ra m a l de la c a r­
re te ra de B ilb ao , p ara ir á co ger el trozo de cam ino rom ano señalado
p or Madoz { M e e ., a rt. A nan a.) y por Coello (Mapa de Álaoa). D esde
S a n ta M aría á P an co rv o se veía en el siglo pasado la c a lz a d a , y su
p lano fu é le v an tad o p o r el ingeniero S r. E ch an ove. T am bién se conocía
h a s t a P u e n te la r r á , s e g ú n u n m a n u scrito de la Academ ia.
Deobrigula (34). E n R ab é de la s Calzadas, siguiendo el cam ino francés ó de
p e re g rin o s q u e p a sa b a p or B u r g o s , y dirigiéndose desde S asam on por
M anciles y H ornillos del Camino.
Dertosa (2). T ortosa.
D e sso b rig a (32).
C erca de Osorno, en el cam ino francés, donde aú n se cono­
ce la calzada. E s t a m a n sió n se h a omitido e n el cam ino n ú m . 3 4, falta
■ e v id e n te q u e a u to riza á s u p o n e r otras ig u a le s en donde la s d e m u e stra
el estu dio de las d istan cias.
D ebe caer á cosa de u n a le g u a a n te s de lle g a r á É lv a s , d e d u ­
ciéndolo de la s d is tan cias á las m a n sio n e s in m ed ia tas, y la m á s p ro b a ­
ble dirección del camino.
Diponf. ( 1 2 ) .
-
93 —
Dúos P ortes (20). R e d ú cese á P o n te v e d ra p or s u situ ació n y la a n a lo g ía de
s u nom bre. L a v ía rodeaba la costa, como lo in dican los n o m b res de la
Calzada y la R ú a , q u e se e n c u e n tra n en ese camino. E n la A lm u iñ a se
encontró u n m iliario qu e diversam ente copian Florez ( Esp. Sagr.) y
González. ( I l i s t . de Pontevedra-.)
E b e l i . i n o (3 3 ) . C erca de L in a s de M arcuello, po r donde p a sa e l cam ino de
Z aragoza á J a c a . No m u y d is ta n te e stá A y e r b e , donde h a y u n a to rre
rom ana.
Ebora (12 y 21). É vo ra, donde se ju n t a b a n los cam inos de S a la d a , de Serpa
y de E m érita.
\
Euocroca (2). L o r c a , p or s u no m b re y situ ació n e n el cam ino de C artag en a
á Baza.
E m é r i t a (10, 11, 12, 14, 15, 23, 24, 25 y 29). M érida, capital de u n co nv en to
ju ríd ico . Salían de M érida cuatro c a m in o s : u no se dirig ía p or A lm e n dralejo á Y illafran ca de los B arros, donde se dividía p ara ir á S evilla y
á É c ija ; o tro iba p or la d e re c h a del G uadiana á M edellin, donde se p a r ­
tía e n tr e s p a r a Córdoba , p a ra L a m in in m y p ara T oledo; otro es la fa­
m o s a calzada de la P la t a q u e co n d u c ía á S a la m a n c a ; y el últim o b a ja ­
b a p or el lado del rio p a r a dividirse en otros tre s q u e c o n cu rrían en
Lisboa.
Eminio. Y. Aeminio.
Epora (4). E n Montoro, p or la s inscripciones y la distancia.
Uquabona (12). Coina ó Couna, al otro lado de la ría de Lisboa.
Esuri (21 y 22). E n C a s tr o m a r in , á la d e re c h a del G u a d ia n a , como r e s u lt a
de su s d is tan cias á M y r tili y Ossonoba.
Evandriana (12). A l otro lado del G uadiana, fre n te á Badajoz. Es p reciso s u ­
p o n er q u e la d is ta n c ia sig u ie n te es á P la g iaría, qu e debe forzosam ente
hallax-se en la línea, y no á E m é r ita , p ara co m pletar el tray ecto desde
e s t a c iu d ad á Ebora.
Desde B arcelo n a se h a de seg u ir la o rilla iz qu ierd a del L lo b reg at,
pasándolo p o r el célebre p u e n te de M artorell. Allí c e r c a , ó en el a n ti­
guo castillo de G élida se h a de e n c o n tra r e s t a m a nsión.
F i n e s ( 2 1 ) . Debió e sta r en u n p u n to c e rc a de P aim ogo, donde se h a n hallado
an tig ü e d a d e s (Cean, A n t. de E sp .) y es u n a e n tra d a m u y c o n c u rrid a de
P o rtu g a l.
F o r o (1 8 ) . J u n t o á la R ú a , yendo desde la P u e b la de T ríbes po r el cam ino
rom ano cortado en r o c a , llam ado los codos de Larouco (M o lin a , D es­
cripción de Galicia ; Coello, M apa de OrenseJ, p or el p u e n te de Bibey
dond e h ay u n a in scripción de T rajano (C ean, A n t.; A rg o te , A n tiq .;
Jordao, In s c r.), y p o r el a n tig u o de la C ig arrosa sobre el Sil. E s ta e ra
el F orum G igurrorum de P tolem eo y el R a v e n a te .
F o r o G a l l o r u m (33). E n G u rre a del G á lle g o , q u e e s t á en la confluencia de
F i n e s (2).
— 94 este rio y el S e t o n , sobre los q u e tie n e p u e n t e s , y conserva a lg u n a s
ru in a s a n tig u a s s e g ú n B lequa. (M S. de la Acad.)
F r a x i n u m (5). H acia H in o ja r e s , á la d e re c h a del G u ad ian a m e n o r, cam ino
recto de T oya á G uadíx.
F r a x i n u m (15). E n tr e G afete y C aste lh o da Y id e , donde se ñ a la el m ás fácil
cam ino M iñano. (D icc., a rt. Caminos de Portugal.)
G a d e s ó G a d i s (6 y 7). C ádiz, c a p ita l de u n co nvento ju r íd ic o , de donde sa ­
lían dos c a m in o s ; u no p o r la c o s ta y otro p aralelo al G uadalquivir.
G a l l i c u m (32). C erca d e Z u era, orillas del G állego, e n c u y a d irección m e n ­
ciona Z u rita (I t i n .) a lg u n o s re s to s de calzada.
G e m e s t a r i o (18). Cerca de Gestoso, dunde se v en los re s to s de calzada q u e
desde el p u en te de la C ig arrosa su b en p or el S. de este pu eb lo y en tre
L u sio y C abarcos al v alle de Y alcarce. (M adoz, D icc., a rt. V ierzo;
Coello, Mapa de Orense.)
G e m i n a s (18). E n el castillo de S a n d iá s , s e g ú n h a fijado el Sr. F ern a n d e z G u erra, p o r los pla n o s del Sr. B arros Sibelo. E n Couso se co nserv a el
m iliario l x v i .
G e r c n d a (1). G erona.
G r a c c u r r is (32).
L a red u cció n á G rávalos q u e prop onen C ortés (Dicc.) y Go-
v a n te s (D icc. de la R ioja), obliga á m a rc h a r desd e B a rb a ria n a á Balsione por u n cam ino dem asiado largo y b a s ta n te áspero. P o r eso parece
p referible n o a p a rta rse d e l cam ino nú m . 1, con el c u a l coincide an te s y
desp u es de este trozo el 3 2 , y e n el q u e vienen acordes las distancias;
re s u lta n d o la m an sió n de q u e se tr a ta , en el despoblado de A rcú e, cerca
de C orella, lo q u e e s tá conform e con u n a indicación del S r. H ü b n er.
Giundimiro (20). L levand o el cam ino por V illa g a rc ía y Carril p ara to c ar en
los lu g a re s m arítim os, te rm in a la d is ta n c ia en Dimo, cuyo n o m b re pa­
rece corresponder al an tig uo.
H a c t a r a (5 ) . V iene ta n j u s t a la d istan cia de A cci á Caslulo sin e sta m ansión,
qu e e s evidente qu e so b ra; y como q u e d a u n hueco e n tre V ir g iy Alba,
no parece a v en tu rad o colocar e s ta a n tig u a poblacion en los H u é c h a res, en tre Gádor y S a n ta F é de M ondújar, cerca del arroyo del G achar,
p u es co n vien en los n om b res y las distancias.
H a s t a . Y. A s t a .
( 6 j E n e l castillo de S ancti P e tri, donde estuvo el fam oso tem p lo
de H ércu les gad itan o , y por donde iba la vía q u e d ic en los ingenieros
Sres. R av in a y N avarro q u e hoy se ve bajo la s a g u a s del m a r.
H i s p a l i (7 , 8 , 9 y 1 0 ). S e v illa , capital del convento ju rídico de s u nom bre.
Salían de S evilla c u a tro cam inos : el de Itá lic a se dividia en tre s p ara
H u e lv a , A ra c e n a y E x tr e m a d u ra ; el de A stig i se p a rtía en los dos ya
dichos en s u artícu lo ; y los otros dos co n ducían á Cádiz y á Málaga.
I a c c a (33). L a lo n g itu d q u e el Itin e ra rio da. al cam ino núm . 33 es x x i i i i m illas
m á s co rta q u e la d is ta n c ia efectiva e n tre Zaragoza y el p u e rto de
H ercu lem
/
— 95 —
C anfrane, p or ]o qu e se debe s u p o n e r q u e hay o m itid a u n a m a n sió n
a n t e s d el Surnmo P yreneo, q u e lle v a escrito ese mism o n ú m e ro ; y como
precisam en te se h a lla en el p u n to c o n v e n ie n te la ciu d ad de J a c a , que
e ra de la s m á s im p o rtan tes del tr a y e c to , y la nom b ra el R a v en ate en
e sa l í n e a , se h a in terp u esto d ic h a m a n sió n p a r a co m p letar la v ía de
Zaragoza al B earnés.
Ie rab rig a
(15 y 16). E n V illafran ca de J i r a , e n el cam ino de la d e re c h a del
Tajo.
(2). E n G abanes, ju n t o al arco rom ano, viniendo p or S a n Mateo y las
C uevas de V inrom á, donde h a y u n m iliario s e g ú n C avanilles. (D escrip­
ción de Valencia.)
Ild u m
(1 y 32). Lérida. P a ra q u e los dos itin e ra rio s á T a rra g o n a co n v e n g a n
en tre sí y con la d istan cia efectiva, se h a de co rre g ir el l x i i del prim ero
en Lir, y el xvm del segundo, de la e stació n sig u ien te, e n xxm.
(2). E lche. El cam ino debia co n tarse desde Aspe al p u e rto Ilicitano
s itu a d o j u n t o á la A lb u fera; y a ú n así sólo r e s u lta n xim m illas en
l u g a r de las x x i i i i d e l Itin e ra rio .
Ile rd a
Ilici
(7). Cerros y cortijos de R e p la , térm ino de C o rra le s, donde nace el
arroyo de los H ach u elo s.
I l i p a (23). N ie b la , á o rilla s del rio Tinto.
I l i t u r g i s (3). C uev as de L itu e r g o , j u n t o á S a n ta P o te n c ia n a , té rm in o de
A n d ú ja r , y donde se conserv an s u s ruinas.
Ilip a
y 3 4 ) . C erca de A n tim io , al S. de León, dond e se j u n t a n los
rios B e rn e s g a y Torio. D esde V illad an g o s se conoce á trozos u n a vía
In te ra m n io
de q u e ha. d ado conocim iento el Sr. A lonso, de M ansilla, qu e cruzando
p o r m á s arrib a de A lija iba á u n irse en M arne con la de León. No e stá
léjos del sitio señ alado el lu g a r de T robajo, don de h a visitado u n as
r u i n a s ro m an as el P . F ita .
(18 y 19). Tom ando desde P ieros ó desde A s to r g a el cam i­
no de F u e n ceb ad o n , qu e es el m ás an tig u o (Madoz, D ic c .,art. F uencel.),
caen las d is ta n c ia s e n tre los rios Baeza, P a ra d a y Molina, y e n tre los
p u eb lo s R iego de A m broz y Molina seca. A caso el lu g a r de Onam iol
qu e no d is ta m u c h o , fuese la m a n sió n q u e se busca.
I n t e r c a t i a (27). C erca de Y illan u ev a del Campo, p asan do el E sla po r el a n ­
tig uo p u e n te de Castrogonzalo, q u e es la d irección más re c t a y fácil
p a ra co m u n ic a r las p ro vin cias de León y G alicia con la s de C astilla
la V ieja y A ragón. (Madoz, D ic c ., a rt. B a ltaiia s y P atencia.)
I n t i b i l i ( 2 ) . Sólo por la d is ta n c ia se p u e d e c a lc u la r q u e e sta m a n sió n debió
e s ta r á m edia le g u a al S. de la J a n a , llevando el cam ino por la G alera,
• á c a u s a de u n re s to de p u e n te a n tig u o de q u e h ab la el Sr. H ernánd ez
en u n informe á la A cadem ia , y c o n tin u a n d o p o r T ra h ig u e ra . E s di­
rección señ alada por S ala zar (la o e n t.)’, y podria ser el lu g a r de T a le ts,
qu e coloca Zeiller en tre S an Mateo y T ra h ig u e ra .
In te ra m n io k lav io
— 96 Se ven s u s ru in a s en la d e h e sa de los Moriles, térm ino de A g u ila r de la F ro n te ra .
Ip a g r o (7).
(19). Escrito P ria p or equivocación, q u e se corrige p or el R a v en ate
y po r el exam en del itinerario que co nduce al P adrón, donde estuvo la
a n tig u a I r ía F la m a , y se conserva la p a rro q u ia de S a n ta M aría de Iria.
ITALICA (9 V 23). S a n tip o n c e , donde co n c u rría n todos los cam ino s de la d e ­
re c h a del B e tis q u e salían de Sevilla.
Iría
Itu risa
<>T u r i s s a
(3 4 ).
P a ra ir desde P a m p lo n a á B urdeos se p u e d e p a s a r el
Pirineo p or tre s p unto s p rin cip ales, qu e so n : R oncesv alles , O tsondo
y Maya, y siguiendo el V idasoa h a s t a B eh o b ia. E s t e ú ltim o cam ino
h a sido im practicable p a ra carros h a s ta q u e se ha abierto la c a rr e te ra
de lind ar lasa; y ta m bié n el a n terio r era dificilísimo en el siglo pasado
antes de que se hiciese la c a rre te ra de U rdax. (Dicc. geog. de la A cad.)
El prim ero, en cam bio, consta e n todas p a rte s como la vía m á s fácil de
los P irineos de N a v a rra , p u e s se h a l la como cam ino de r u e d a en la
an tig u a G uia de Caminos; como m ás fácil y llano lo dan Madoz y el D ic­
cionario de la Academia y se sabe que era tr á n s ito de p eregrinos, p o r las
bulas que h ablan del camino de Santiago y p or la fundación del H ospital
de p eregrino s y orden m ilitar de R oncesvalles. F in a lm e n te , h a sido el
camino m ilitar de invasión desde C arlom agno y Ludovico Pió h a s ta la
g u e rra de la Independencia. A estas razones se h a de añadir q u e todos
los au to res conv ienen en señalar el itinerario dentro de F ra n c ia p or
D ax a S an J u a n de Pié de P u e rto , que es la salida de R on cesv alles
por V alcarlos. Todo esto d e m u e stra qu e Itu r is a no p u e d e s e r Itú re n ,
q u e sobre hallarse fuera de la lín e a que a cab a de in d icarse como p r e ­
c isa , dista en línea re c ta de Pam plona m ás de la s x x i i m illas y m ás
de las xxv de la v arian te, sin que s u nom bre d eb a to m arse com o cor­
rupción del an tig u o , p u es am bos tien en su significación en v a s c u e n ­
ce. L a reducción á q u e conduce el cam ino citado de R o n c e sv a lle s es
h a cia Espinal (Itiner. de N av. por el E. M .), conviniendo con la s in d i­
caciones de Ptolem eo, q u e coloca e sta ciudad al E. de P am p lon a.
I u n c a r i a (1 y 2 ) .
A un que el nom b re y el cam ino p a re c e n in d ic a r la J u n ­
q u era las distancias c aen ex actam ente en F ig u e r a s , á don de deb e h a ­
cerse la reducción.
L acpi» (25) L a c o rta d istancia q n e señ ala ej-ltínerario desde Toledo á Mérida obliga a in te rc a la r la estación de M edellin a n te s de la p rim era
mansión. De dicha ciudad sale u n a calzada q u e dice V íu (A n t. i e E x ir )
conocerse h a s ta Bena; j desde allí es n a tu ra l se g u ir como m á s b re ­
ve el cam ino de las G argaligas, que se p ro lo n g a luego p or el llamado
de la P lata al paso de la Cijara. De este modo se coloca L a c ife a e n V illavieja, despoblado del térm ino de N av alvillar de P ela . Confirma e sta
reducció n el B a v e n a te , que pone e sta ciudad en lín ea con B odacis,
qne debe corresponder al valle de S u e c a s.
— 97 —
L a c o b r i g a ( 1 , 3-2 y
C erca de C arrio n de los Condes e n el cam ino francés.
E n el Cerro de la M esa ju n t o á la la g u n a Colgada, de
34).
Lam inio (-29, 3 0 v 3 1 ) .
las de R uid era, donde h a y la s ru in a s llam adas de la C iudad de L agos.
(F ern an d ez-G u e rra, Oirás de Quevedo.)
E n el cerro de L ancia, llam ado ta m b ié n el C astro, á tr e s kiló m e­
tr o s de M ansilla de las M uías, donde se e n c u e n tra n m u c h a s ru in a s y
m e n cio n a el Sr. R osales re s to s de calzada y pu en te.
L a n c e ( 1).
L a n g o b iu g a
Legiq.nem
(16). H acia C ortegaza, cam ino in te rio r de C o im b ra á Oporto.
vii
Gemi.nam (1 ) . L e ó n .
(25). A u n q u e hay en L u c ia n a , ce rc a de P ie d ra b u e n a u n d espobla­
do con ru in a s q u e se hallan á u n a le g u a d el G uadiana y dos del p u e ­
blo, s e g ú n n o ticia del ing e n iero S r. I z n a r d i, no p u e d e h a c e rs e aquí
la red u cció n por lo la rgo q u e h a b ría de s a lir el cam ino en este c a ­
so. P refiriendo la dirección d el cam ino de la P l a t a , cuyo p la n o me
L e u c ia n a
h a com unicado el Sr. M oreno N ie to , se e n c u e n tra la co rrespond en cia
en la s ru in a s q u e h a y cerca de V aldecaballeros.
(1). E n u n a colina ce rc a de H e rra m é llu ri donde se v en la s ru in a s de
e s ta ciu dad, cuyo nom b re h a conservado la inm ed ia ta L eiba. E n tr e
Tricio y L eib a s e ñ a la la v ía Coello. (Mapa, de Logroño.')
L i b i s o s a ó L i b is o s ia (31). E n Lezuza, donde se conocen s u s ruin as.
L i b ia
(19). E n el p u en te de L im ia, cam ino de Y alen za do Minho donde h a y
a lg u n a s m iliarias. (Miñano. D icc., a r t . P onle de Lim ia.)
L i p p o s (24). H á c ia V ald elascasas ce rc a del rio S an g u sin . (A ntillon, Geog.) So­
L im ia
b re dicho rio e s t á el m iliario c x l i i , u n c u a rto de l e g u a d e sp u e s el
c x l i i i , y lu ego p a s a la calzada al O. de V alv erd e y V aldelascasas.
Luco A u g u s t i (1 9 y 2 0 ) . L u g o , c apital de u n convento ju ríd ico de donde sa ­
lía n cam in o s p a r a A sto rg a, B etan zo s y S antiago .
Lucos (Vas. ap.). U n poco a n te s de Montoro.
(5 y 6). M álaga, á donde debían c o n c u rrir los cam inos de Córdoba
y S ev illa n ú m . 7, a d em ás de los de Cádiz y G uadíx.
M a l a t f . c a (12). C erca del lu g a r y rio de M arateca.
M a r i a n a (29). N u e s tr a S eñ o ra de M arien a en la P u e b la d e l P rín c ip e , en el
cam ino q u e va p o r la v e n ta de los S a n to s y V illam a n riq u e á B a rra n ­
co-hondo. F u é d escu brim iento del S r. F e rn a n d e z - G u e r ra .
M a r t i a e (19). E n el R a v e n a te , P onte M arliae. P u e n te de M en jab o y , ce rc a
de Marzan.
M ala ca
E n P o n te de Sor, don de e stá el m iliario xcvi. (Jordao, Irise.)
(6). C erca de T a rifa , orillas del rio M a tu la ro , como r e s u lt a del
Itin e ra rio S an ch a-R o zas. (And.)
M a t u s a r o (1 4 ) .
M ellaría
E n tre F u e n te O v e ju n a ó A beju n a y B elm éz, o rilla del Guadiato, en el cerro del C astillo. F u e n te O v eju n a se llamó P in a M ellaría,
y se h an encontrado en ella inscripciones. (Madoz, Dicc., a rt. M enralia.)
M e l l a r í a (1 1 ) .
7
T V Iendiculeu
(32). H acia B in e fa r, c e rca de A lg a y ó n y d e l A lto de las T or-
retas.
(5). Eli B izm ilian a, c e rca de B enagalbón.
Me n t e s a {Vas. ap.). E s ta es la O retana, colocada ex a c ta m e n te p or el señor
F e rn a n d e z -G u e rra en V illa n u e v a de la F u e n te .
M e n t e s a B a s t í a (2). E n la G u a rd ia , donde e s t á n s u s ru in a s é in scripcion es.
M e r g a b l o ( 6 ) . E n C o n il, donde dice el ing e n iero Sr. R avina q u e se h an
M enova
encontrado su s ru in a s en ex cavacion es recientes.
Metellinum (11). M e d e llin , donde debían re u n irse la s vías n ú m e ro s 25 y
2 9 , adem ás de la 11, p or lo corto de s u s distancias. E n lo a n tig u o
e staba la ciudad á la d erecha del G uadiana.
Miacum (24). D espoblado de los M eaques, c e rca de M adrid, e n la R e a l Casa
de Campo. E n tr e e s t a m a n sió n y S egovia falta o tra con la m ism a dis­
ta n cia; q u e debe b u sc a rse h á c ia el ventorrillo del D u e n d e , á tr e s kiló­
m e tro s de G uadarram a.
Mirobriga (29). C apilla, dond e h ay in scrip cio n es, s e g ú n C ean (A n t. de E sp.)
y Y iu (A nt. de E x tr .).
Monte Mariorum (23). E s ta m ansión sobra en tre Ita lic a y Cnriga, y to m á n d o ­
la p or el cam ino del C astillo de los G u a r d a s , cae en P u erto m o ral, cerca
de la A ldea de los M arines , al O. de A racen a. E ste ram al se g u iría á
E x tre m a d u ra p o r F re g e n a l y Zafra.
M g r u m (2). Tom ando la d is ta n c ia desde L o rc a se coloca e n el lím ite de la
prov in cia de A lm e r ía , térm ino de V elez R u b io ; pero q u e d a hueco
h a s t a B aza p a ra o tr a m a n s ió n , q u e debería e sta r á o tras x x u n m illas
en la s r u i n a s de C hirivel.
Morum Vas. ap.). C erca de la s N avas de S a n J u a n , á donde la red u jo el
Sr. F e rn a n d e z - G u e r ra , y d esp u es se h a com probado la distancia por
el p lan o del S r. M artínez d el C arnero. E l cam ino cru za los rios G uadarrizas y G u adalen ; y p a sa c e rca de V ilclies, de A rq u illo s, y á q u i­
nien tos pasos al N. de las N av as, recibiendo en el p a ís el nom b re de
camino de A níbal ó C artaginés. (Madoz, D icc., art. J a é n )
P o r la d is ta n c ia á Mérida se p u e d e colocar en el sitio l l a ­
mado S a n A n tó n , c e rc a d o S an V ic e n te , al S. de V alen cia de A lc á n ­
ta r a , donde coloca V íu (A nt. de Extrem .) u n a s ru in as.
Murgi (5). H ácia P o ló p o s, dos le g u a s a n te s de A lbuñol.
Mcrum (30). Dos le g u a s an te s de llegar á V illaharta, yendo desde L am inium
M ü n d o b rig a (1 5 ).
por A rg am asilla, donde h a y u n despoblado con m u c h a s ru in a s que
m en cionan Cean (A n t. de E s p ., a rt. Quesada) y Cortés (Dicc.).
Myrtili (22). Mértola.
18). E n P u e n te N av ea, cerca de la P u e b la de T ríb e s , donde
h a y u n p u e n te antigu o.
N e m e to b rig a
N e rto b rig a (24
y
25).
E n C alato rao , á la m á rg e n d e re c h a del J a l ó n ,
y
en-
— 99 —
tren te de u n a s h u e r t a s llen as de ru in a s y resto s a n tig u o s. (Madoz,
D icc., art. Calatorao.)
(24). E n el despoblado de C a r d i e l, fre n te á P e d ra ja d e l P o rtillo ,
llevando el cam ino de S im an cas p or el p u e n te del D uero y p or V iana
de Cega.
N iv aria
Noulas ( Vas. ap.). Cerca de V illan u ev a de la R eina, ó de A n d ú jar, como c r e ­
yó el S r. F ernan d ez-G u erra, desde donde se conoce la calzada p o r E s p e l u i y Menjíbar. (M adoz, D icc., art. Jaén.)
( Vas. ap.). E n O nda, donde h a visto miliarios el Sr. Zóbel, y h a y r u i­
nas. (Cean, A n t.) El cam ino va p o r la P u e b la T o rn e sa , don de h a y u n
N o u las
m ilia rio , y p or B orriol, donde h ay otros. (C a b a n ille s, D escrip. de Va­
lencia.)
Novas (32). E n V in a ix a , p or la d is ta n c ia á T a rra g o n a ; p ero á L é rid a tiene
q u e ser x x m p or xvm.
(2 1 ). E n G a r r a y , s e g ú n se h a dem ostrado en la M em oria p rem iad a
p o r la Academia.
N um an tia
(8 y 10). E n la M oncloa, ju n t o á la c a rr e te ra de M adrid á Cádiz,
dond e se conoce la calzada.
O b u c u la
y 2 6 ) . E n Z am o ra, p aso c o n stan te del D uero. C erca de allí
c o rre el arroyo O juelo y en el sitio llam ado el Tem blajo h a y a n t ig ü e ­
dad es. (Lobera;, Vida de Sa n F ro ilá n.)
O c e lo D uri (2 4
(2). E n la ra m b la d e l L lastre, c e rc a de H o sp italet y de la s ru in a s
de G uardam ar.
O leastru m
y 1 6 ). L isb o a , de donde salían t r e s cam in o s, u n o al S .
p a ra E b o r a ; y los otros d o s , p or am bos lados del T a jo , á M érida y
O porto.
O lisip o n e (12, 14, 15
(23). H uelv a. L a d istan cia de la boca del G u ad ian a por la costa, a t r a ­
vesando la s ría s , es de x x v m m illa s ; lo q u e d e m u e s tra q u e las dos
m ansio nes in term ed ias no p u e d e n p e rte n e c e r á la m ism a línea.
O r e t u m (29). N u e s tr a S eñ o ra de O re to , fre n te á G ran átu la. E s necesario
a ñ a d ir e s ta m a n sió n e n tre C arcuvium y T urres p a ra su p lir las x x m i­
llas de h ueco q u e se observan.
O noba
(7). T o rre de los H e rb e ro s , donde se v en s u s ruinas.
(1 y 32). H u esca.
O rjp p q
O sca
y 2 1 ) . F aro . E n el cam ino nú m e ro 1 3 debe h a b e r a lg ú n error
ú o m ision , p o rq u e la d is ta n c ia á S a la d a es m u c h o m ayor.
O s t i o f l u m i n i s A n a e (23). A yam onte, á la d e se m b o cad u ra del G uadiana, fren­
te á E su ri.
O ssonoba (1 3
D espoblado de T eb a la V ie ja , ju risd icción de T eb a, prov in cia
de M álaga. R e d u cíase e s ta m an sió n á E s t e p a ; m ás o p o rtu n a m e n te la
h a colocado el Sr. F e rn a n d e z -G u e rra e n Teba, q u e sup one d iría n los
árab es Ostibba.
O s t i p p o (7 ) .
P a c e I u l i a (21 y 2 2 ) .
100 —
B e ja , ca p ita l de u n conv en to jurídico. E n el itinerario
n ú m e ro 2 1 debe colocarse en tre É b o ra y S e rp a , p u es así lo piden las
posiciones de las tr e s ciudades, q u e son conocidas d ire c ta m e n te , y las
distan cias q u e llev an señaladas. Con esta solucion q u e d a evidente
q u e F in es y A rucci, son estaciones de u n ram al q u e se p ro lo n g a desde
P a x Iulia, p or Serpa.
H acia R eliegos, en el cam ino francés.
Palem ( Vai. ay.) E n N u e s tr a S eñ o ra de Belén, le g u a y m e d ia al O. de A lm ansa.
P a l a n t i a ó P e r a l a n c i a (3 2 y 3 4 ).
(2). Al S. del V e n d re ll, al O. del arco de B ará y de la erm ita
del mismo nom bre, ju n to á la cual h a y alg u n a s ruinas.
P a l l a n t i a (27). P alencia. D ebe suponerse e sta m a nsión con x x x m i m illas
en tre Tela y P in tia , por h a b e r u n h u eco en ese cam ino q u e probable­
m e n te iria p or P a le n c ia , por ser la tr a v e s ía m ás fre cu en tad a de C asti­
lla la Y ieja á Galicia. (Madoz, D icc., art. Palencia.)
P alfu ria n a
(31). E n Paerazos V iejos, térm ino de A lbacete, sobre la ca rre te ra
de Úbeda. El tra y e c to desde Lezuza, por ju n t o á la V e n ta de Tiriez, se
ccnoce en s u m ayor p a r t e , y h a sido descrito p or el ingen iero Sr. R o ­
m ero.
P a rie tin is
E n V illafran ca de los B a rro s , q u e tiene vestigios de a n t i­
güed ad . (Cean, A n t. de Esp.)
P e r c e i a n a (2 3 ) .
(1). P e r t u s a , en u n cam ino an tig u o ds H u e sc a áM onzon.
(17). E n el despoblado de S a n su e ñ a ó d e C iu d a d e ja , e n tre Rosi-
P ertu sa
P etavonium
nos y Santibaiiez de V idríales. (M adoz, D icc., art. Santibañez.) L a vía
po r H erreros y Calzada de Castro Calbón, h a sido d escrita p or el señor
R osales.
E s ta m a nsión no puede colocarse en V a ld e te lh a s , po r no v e ­
n ir bien la d i s t a n c i a ; y como sale e x a c ta la de Roboretum, e s de creer
q u e fu era desde C haves u n ram al á G alicia p or el cam ino de la tie rra
de L om ba, correspondiendo P in etu m á P e n t é s , y p ro longánd ose la l í ­
nea h a s t a enlazar con la del nú m e ro 18.
P i n e t l m (1 7 ) .
(27). A lto de las Pinzas de C a s t i l l a , ce rc a de Piñel y del rio E sg u e va. L as xx im m illas d e l Itinerario son á P ale n cia p or V illam a rtin , Villa m u r ie l, B añ o s, T arieg o , Cevico y Vertabillo.
P in tia m
(14 y 15). E n el térm ino de Badajoz, pasado el de Montijo. S e g ú n
M orales y V íu , en la M atan za, aldea d estru ida. E s t a m ansión se h a de
in tercalar en el cam ino núm ero 12, p a ra com pletar la d istan cia á Ebora.
P o m p e lo n e (34). P am plona.
P la g ia ría
P o n te m
(7). P u e n te de Z uazo, salida de Cádiz al interior.
(20). E n N o g ales, donde h a y u n p u e n te sobre el rio Navia.
(6). P u e rto de A lgeciras, h á c ia la torre de S a n G arcía, e n la em­
b ocad u ra del rio de la M iel.
P o n te N e v ia e
P o r t u A lb o
—
P o r t u G a d i t a n o , ó P o r t u m (7).
101
—
P u e rto de S a n ta María.
En la s ru in a s q u e describ e A rg o te {Ant. Conv. Bracc.) en la
ald ea de G ralh as, pu es la d istan cia á Sed a d a viene m e jo r p a ra e sta p o ­
blación q u e p a r a Galaduno.
P r a e s i d i o (1 7 ) .
(18). En C astro C ald elas, en el cam ino q u e enlaza la vía d e la
Geira con la de Larouco.
P rae sid io
No cabiendo e sta m an sió n ni la sig u ie n te e n t r e el G uadian a
y H u e lv a , e s m e n e ste r b u sc a r o tra dirección ; y com o la m á s pro bable
es al interior, p or Cabezas R u b ia s, correspon de este p u n to á V illa n u e v a de los Castillejos. E n la P u e b la de G uzm an h ay ru i n a s , p ero está
dem asiado léjos de A yam onte.
P r a e s id io (23).
(2). E n L linás ó m u y c e r c a , p or donde va la calzada, s e g ú n el in ­
geniero Sr. Camón.
V. I r í a .
P ra e to rio
P ria
(31). P are c e q u e debe ser lo m ism o que A d P alem , de lo s V aso s a p o ­
lin ares, p o rque, s e g ú n el inspecto r Sr. Valle, no se p uede a t r a v e s a r el
te rren o qu e h ay al N. de C h in c h illa , p o r lo difícil de la c u e n c a del
Gabriel.
P u te a
P
V. S
yreneum
ümmo
P
y reneo
.
(27). Corresponde á R oa, ta n to p or el nom bre como p o r la d is ta n c ia
á Clunia. Si se ado ptase la vía d e l E sg u e v a , q u e h a descrito el i n g e ­
niero Sr. G arrán , correspondería á C illeruelo de A b a jo , p ero no h ay
razón b a s t a n te p a r a p re fe rir este p u n to á R o a , q u e tie n e a d em ás a l­
g u n a s r u i n a s , s e g ú n Cean. {Ant. de Esp.)
Rauda
(10). E n R e y n a , á don de conviene la dirección y la d is ta n c ia des­
de É c ija , y se h a lla ce rc a de lo s p u n to s en q u e se h a n encontrado las
in scrip cio n es q u e le p e rte n e c e n . (Víu, A n t. de E x tr .) H a y u n h ueco
h a s t a Mérida qu e debe s e r ocasionado p or la fa lta de Perceiana ¿ con
x x x v i i m illa s , p u e s V íu h a b la de la calzada q u e se conoce en esa di­
rección por U sa g re é Hinojosa.
R eg ian a
Las ru in a s de V a ld e te lh a s, q u e a trib u y e A rg o te á P in etu s,
corresp o n d en m e jo r á Robore tu m p or s u d istan cia á C haves y á L u b ian .
E s paso obligado de les ¡rios de a q u e l p aís d u ra n te el invierno (M iñano,
D icc. a rt. Cara.), y se conoce por allí la calzada q u e c o n tin ú a á l o largo
del Rabazal.
R o b o b e t u m (1 7 ) .
Cabezas R u b ia s , a n te s V e n ta R u b ia , donde se h a n h allad o
re s to s a n tig u o s (M adoz, D icc., a rt. Cabezas) y conviene la d is ta n c ia á
P raesidio. (Véase.)
R u b r a s (2 3 ) .
(24). C erca de Riolobos y la H o lg u e ra , p o r donde se ve la calza­
d a , s e g ú n el in ge n iero Sr. M artínez C am p o s, pero sin v estigio s de po­
blación.
R u stic ia n a
S ab ariam
(24). E n tr e el Cubo y S a n C ristóbal del Monte, lím ite de las p ro v in ­
—
102
—
c ias de S ala m an ca y Z am ora , donde e s tá la T orre del S abré, s e g ú n el
Sr. F ern a n d e z -G u e rra .
S a e t a b i (V a s.a p .). J á t i v a .
(2). M urviedro. Se lle g a desde Sébelaei p o r V alí de Uxó, donde h a y
ru in a s. (Cean, A n t . )
S a g u n td m
(12, 13 y 21). A lc a c e r- d o -S a l, p u n to de re u n ió n de los cam inos de
Ébora, de L isb o a y del A lgarbe. E n el cam ino núm ero 13 debe liaber al­
S a la c ia
g u n a e q u iv o c a c ió n , p u e s el tra y e c to de Salacia á Ossonoba se d e sc ri­
be en el nú m e ro 21 lo m ism o q u e el de B a ls a ; q u e es como se lia
querido co rregir, g u iá n d o se p o r la d istancia.
(17). E n A s e lla , ce rc a de S ala m o n d e , donde describe la calzada el
P. C ontador de A rgote. [Ant. Oonv. Bracc.)
S a la c ia
S a l a n i a n a (1 8 ) .
E n vista del p lan o y Memoria del Sr. B a rro s Sibelo, re s u lta
e sta m ansión e n T ravassos, donde e s t á el m iliario xxi. L os m ilia­
rios xvn, xvm y xvim se e n c u e n tra n re s p e c tiv a m e n te en C ó ren se, Val
de Foyos y los L agedos.
(18). E n T ió i r a , a l lado de F o n c u b e rta y cerca de los B añ o s de
M olgas, por el trozo de calzada qu e dió á conocer á la A cadem ia el P.
Cid de la Concepción. E l m iliario l x x x e s t á en F o n c u b e rta ; y el
L x x x m i , qu e d escubrió el P . Cid, en B usteliño.
S a l m a n t i c a (24). S alam anca.
S a lie n tib u s
ó S a l t i g i (31). C h in c h illa , donde Lozano (B a st. y Go?it.) se ñ a la r u i ­
n a s y vestigios de a n t ig ü e d a d ; yendo desde P a rie tin is p o r u n trozo
b a s ta n te g ran d e de calzada q u e describe el ingeniero Sr. Romero.
S a l t u (Vas. ap.). E n el Coll de B a lag u er, s e g ú n re la c ió n del S r . H ernández.
S a x e ta n ijm (5). P u e rto de A lm u ñ é c a r ó de S e x i, cuyo a n tig u o nom bre h a
q uedado en el vecino lu g a r de J e te .
S a ltic i
(15 y 16). S a n ta r e n , ca p ita l de u n convento ju rídico donde se di­
vidían los cam inos de A b ra n te s y O porto.
S e b e l a c i (2). E n B e c h í , al pió del m o n te Solaix.
S calab in
(2). H o stalrich , posicion f u e r te ce rc a de la cual co rresp o n d en las
d istancias en el cam ino de B arcelo n a á G erona p or la orilla del T o rd e r a , q u e no h a tenido p u e n te s h a s ta h ace poco. Allí cerca se h a lla el
C ollsecreu, e n el cam ino de A renys.
S ecerkas
Cerezo de Rio T iró n , á donde iba la vía desde Briviesca,
conociéndose en u n o s tre s kilóm etros h a s t a B añ u elo s , y en o tro s tre s
h a s ta dicho p u e b lo , de 'o c u a l h a dado n o ticia á la A cadem ia el señor
Salazar.
S e g a s a m u n c lo (1).
Segesam one
ó S e g is a m o n e (1, 32 y 34). S asam o n , en el cam ino francés.
S eg o rb e, m a n sió n s u p u e s ta en el cam ino d e L a m in io á Z a ­
S e g o b r i g a (3 1 ) .
ragoza. No pudie-ndo m a rc h a r la vía al N . de C h in c h illa p o r lo áspero
d e l terreno de la provincia de C u en ca, tiene q u e se g u ir p or el reino de
V alen cia, bien p or U tlel ó p o r el v alle d e l Cañólas, q u e o c u p a u n tr o ­
zo del cam ino n ú m e ro 2. P o r la p rim era dirección vie n e c o rta la d is ­
ta n cia , y no h a y s e ñ a le s de calzada ni a ú n corresp o n d en cia de n o m ­
b re s ; p ero ado ptand o la s e g u n d a , se to m a el cam ino de Saguntnm c o ­
m ún, y con ello se su p le g ra n porcion de la d istancia, se sig u e u n a c a r­
re te ra g e n e ra l im p o r ta n te , se sirve á u n a poblacion de ta n to no m b re
como Segobriga, y se u tiliz a el conocim iento de u n a calzada q u e aú n
su b s is te en tre S ego rb e y T e r u e l , y m encion ó h ace c u a tro años el s e ­
ño r F e rn a n d e z -G u e rra en u n inform e á la A cadem ia. Se e n c u e n tra
adem ás q u e Vallebonga cae en V a lb o n a , y q u e el R a v e n a te señala
tam b ié n á Segobriga en lín e a con Caraca (que debe ser Carae), P u teis , S a ltis y Lebinosa, q u e c o n s titu y e n el mism o cam ino.
S e g o n t i a (24 y 25). Sigüenza.
2 5 ) . Cerca de P e ra m a n débese b u s c a r , siguien do la cu e n c a
del J a ló n , p or donde iba el cam ino a n t ig u o , y e s d irección m e jo r que
la de la ca rre te ra , en se n tir d el ing eniero Sr. Clavijo.
S e g o v i a (24). Segovia.
S e g o n tia (24 y
(16). H á c ia el rio B e z e le g a , al O. de T h o m a r, y e n tre P a y alo s y
Couros.
S iílliu m
(Vas. ap.). E n la R o c a , siguien do la calzada d e scrita p or el in ­
g en iero Sr. Camón.
S em p ro n ian a
S en tice
(24). E n F r a d e s , á donde viene la d istan cia, s e g ú n el Itin erario de
A n tilló n . (Geog. de Bsp.) L a calzada iba p or Calzadilla d e lo s Mendigos
y S iete C a r r e r a s , donde se descubrió el m iliario c l x v i i i . (D o rad o , Comp.
h ist. de S a la m a n ca .)
y 1 5 ). U na le g u a al O . de A lbui*querque, donde h ay r u i ­
n a s y re s to s de calzada. (Madoz, D icc. , a rt. Alburquer que.) H ay u n
h u e c o q u e debe ser de dos m an siones h a s ta M atusaro.
S é p t i m a n c a ( 2 4 ) . S im ancas. L os dos cam ino s q u e se v en co n c u rrir en á n g u ­
lo recto d eb ían te n e r p ro lo n g acio n es q u e se h a n p erdido, p u es el t e r ­
reno las p e rm ite fácilm ente.
S e p t e m A i u s (1 4
(32). E n V ilavert, p asando p ara T a rra g o n a p or el Coll de
Riba, s e g ú n el S r. H ernández.
S ep tim u m D ecim u m
(31). E ñ Luco, a n te s de D aroca; por lo cu al la d is ta n c ia sig u ie n te
no p u e d e ser á Z aragoza, sin o á M lb ilis . (V.)
S erm one
(21). Serpa, q u e dista x m m illas de B eja y no de Ébora, lo q u e de­
m u e s tr a la traspo sició n q u e h a sufrido el Itinerario . (V. Pace.)
S i s a l o n e ó S i s a p o n e (29). A lm adén, donde convienen la d is ta n c ia á M irobriga y la s m in a s de berm ellón de q u e h a b la Plinio.
S erpa
(Vas. ap.). E n el Z a d o rio , sitio a n tig u o de la s aldeas de Montizon,
á donde la h a red ucido el Sr. F e rn a n d e z -G u e rra . (Obras de Qíievedo.)
S o r o r e s (24). E n el valdío de S a n tia g o , ce rc a de la s casa s de D. A ntonio.
S o la ría
H ay allí m u c h a s ruin as, y u n c u a rto de le g u a a n te s está el m ilia ­
rio x x v m . (Víu, A n t. de E xtrem adura.) Los dos cerros d e l p u e rto en las
H erre ría s dieron nom b re á la m ansión, como dice el S r. F e rn a n d e z G u erra, citado p or el caballero H ü b n er.
E n C astellnuU, cerca de B ellvey, donde hay u n castillo y
to rre rom anos. (Madoz, D icc., a rt. B ellvey.) E s t a p a r t e d elcam in o es u n
com pendio á la rg a s d istancias del n ú m . 2, p a ra los cu a le s no es posi­
ble m ás que u n a sola d irección.
S t a b u l o novo (1 ).
S ta tu a s
S
ub
S
(2). E n la p a rtid a del Toy, e n tre la T o rre ta y Montesa.
a ltu
. V .
S
altu
.
S ücronem (2). E n A lcira, como d e m u e s tr a n los V asos apolinares, q u e colo­
can esta m a nsión en el cam ino de Já tiv a .
S uel (6). E n V aldesuel, j u n t o á F u en g iro la, donde están las inscripcion es.
( 3 4 ) . E n el g ra n despoblado de Iruña, (ciu d ad buena),
cerca de Zuazo, á donde conducen la s d is tan cias y los re s to s de cam ino
q u e se v en p o r B u rg u e ta y la P u e b la de A rganzón (Cortés, D ic c., art.
Deobriga), á vista del lu g a r de P a n g u a y h a s t a l a v e n ta de la M elch ora.
[Dicc. de la A cad.)
S u e ssa tio ó S ü is s atio
y 2 ) . Coll d e P o r t ú s , d e la ra y a d e F rancia.
E n la Cruz de S an P o rt, p u erto de C anfranc.
Summo P y r e n e o (3 4 ) . E n el collado de Ib a ñ e ta , del p u e rto de R o ncesv alles
(V. Itu risa ). L as x v m m illas se h a n de co rreg ir en vm.
T a b u c c i (1 5 ) . U na le g u a antes de A b ra n te s , y algo d esp u es de Tañeos.
T a l a b r i g a ( 1 6 ) . A la d e rech a d el Y o u g a , E. de A veiro y O . de A lbergaría.
T a r r a c o n e (1, 2 y 3 2 ) . T arrago na, capital de convento ju ríd ico y de la E s p a ­
ñ a citerior. C oncu rrían en ella los cam in o s de B arcelona, L érid a y V a­
lencia.
Summo P y r e n e o (1
Summo P y r e n e o (3 3 ) .
Ie la
(27). C erca de G atón, á orillas del Sequillo, en el cam ino de Benavente á P alencia.
(2). E n Zeneta, q u e es el m ás fácil cam ino p a ra C a rtag en a, y se p asa
por el an tig u o B igastrum .
T h iar
T im a lin o
(19 y 20). Media le g u a al E . de B a ra lla , algo d is ta n te de B ertelin.
T itu lc ia (24, 2 5 , 26 y 2 9 ). B ayona de T ajuña, q u e tom ó aquel nom b re de n u e ­
vo en 1814. (Madoz, D ic c., art. Bayona.) Se va desde Toledo p o r la senda
galiana [Guia de cam inos); y desde Vico C uminario, p or u n camino
que llam a n de la P la t a , q u e c o rta en tre O caña y A ranjuez la c a rre te ­
ra , s e g ú n el ing e n iero Sr. A rarnburu. E ra p u n to de concurso de los
cam inos de la M a n c h a , de T oledo , de S egovia y de Zaragoza.
T o l e t u m (25 y 30). Toledo, p u n to de reu n ió n de los cam inos de C o n su eg ra y
E x tr e m a d u ra , p ara p a s a r el Tajo á xxxiin m illas de T itu lc ia en vez
de mi.
(1). Monzon, p or la d is ta n c ia y a lg u n o s vestigios a n tig u o s q u e m e n ­
ciona C ean. [Ant. de Esp.)
T o lo u s
—
105
-
(2). E n Perelló, donde pasa u n a n tig u o cam ino, se ­
g ú n el Sr. H ernández, y h a y tr e s cerros q u e h a n originado el nom bre.
T r i g u n d o (20). E n el p u e n te S ig u eiro , al lado de G án dara y á la d e re c h a del
p u e n t e de P o n tra g a , donde se c u m p le n las x x n n millas.
T um (1). Iric io , c e rc a de N á je ra , h a sta donde se conserva la calzada
(Coello, M apa de Log.; Sal a z a r, MS. de la Acad.)
T ra ía C a p ita ó T ria C ap ita
E n R o d illa, térm ino de M onasterio y j u n t o al arroyo R iazo r,
donde vió los resto s de la calzada y de la poblacion el P. Florez.
(Can lab.)
T r itiu m (3 4 ).
T
u bu cc i.
V . T \
b u c c i.
(23). R u in a s de T e ja d a , térm ino de E scacen a del Campo.
Tucci
Tur>E ( 1 9 ) . T u y .
(5). D espoblado de T o y a , orillas d e l arroyo del mismo n om bre, cerca
del G u a d a lq u iv ir, en c u y as sierras n ace, s e g ú n Plinio.
T u g ia
(34). E n A legría, que se llamó D ulanci, y tie n e re s to s a n tig u o s é
inscripciones. L a calzada q u e se conserva á lo largo del Z ad o rra (Ma­
doz, D icc., art. Vitoria. Coello, Alava.) a p a rta e sta m a n sió n del m onte
io lo ñ o , q u e e s t á ju n t o a lE b r o . V end ría m e jo r corrigiendo v n en x n y
h aciend o el cam bio contrario en Alba.
T u llo n iu
(5). E n T urón, s e g ú n el Sr. F e rn a n d e z -G u e rra , cam ino desde la
c o s ta á Berja.
T u ra n ian a
T u r ia s o n b (2 7 y 28).
T u rissa
V.
T u rm u lo s
Tarazona.
Itu risa .
(24). E n la confluencia d el rio Alm onte con el Tajo , donde hay
re s to s de p u e n te , c e rc a de las V e n ta s de A lco nétar. (Víu, A n t. de E x ir .)
T u r o q u a (19). E n u n a s ru in a s que h ay ju n t o á T u r ó n , c e rca d el P u e n te
Caldelas.
T u rre s
(2). E n M oxente, p or donde h a de ir el cam ino, p a r a q u e co in cida
el de J á tiv a á C h inchilla de los V asos a p o lin ares con el de V alencia
á E lch e del Itin erario . L a s x x v m illas de los V asos ap olin ares h a n de
ser solam ente xv.
(29). E n N u e s tr a S eñ o ra de las V irtu d e s , térm ino de S a n ta C ruz de
M ú d e la , p u n to forzado p a ra ir desde S ie rra M orena á E x t r e m a d u r a ,
por la cu en ca del Jabalón. (F ern an d ez-G u e rra, Obras de Quevedo.)
U c i e n s e (4). E n el Marmolejo, p or la d is ta n c ia y las ruinas.
T u rre s
U g ia
(7). Cabezas de S an J u a n , donde se conocen la calzada, ru in a s é in s ­
cripciones.
(7). M ontem ayor, don de p e rm a n e c e n su s vestigios.
U lia
(31). E n C oncud, cerca de la confluencia de los ríos A lfa m b ra y
G u adalaviar.
U k b iac a
(3). A rjona, que co nserva su s a n tig u o s resto s é inscrip ciones.
V. V irsi .
U rg ao n e
U rg í.
— 106 —
(19 y 20). R uitélan , po r el nom b re y la distancia.
(27). Osma, qu e c o n serv a su s ru in a s.
a l e n t í a (2). V alencia.
U tta ris
Uxama
V
,
E n V illadangos, en la calzada q u e se ñ a la desde el p u en te
de Órbigo el Sr. Rosales.
V a l l a t a (3 2 y 34).
(31). V albona, ce rc a de la P u e b la de V a l v erde y de S a rr io n , á
m illas de Segobriga (V.) No p uede s e r V a ld e g a n g a p o r e sta r m uy
cerca de C h in c h illa , n i V a ld e m e c a , p o rq u e e stá en tre sierras im p e n e ­
trab les y fu e ra de todo cam ino. E l Sr. G u e rra cree qu e V a ld e g a n g a es
el Gangala de las inscripciones.
V alebonga
xl
V
asamam
. V. U
V e n ia tia (17 ).
xama
.
E n V im e , c e rca de la P u e b la de S anab ria y al S. del lago d e
la B aña.
V area, cerca de L ogroñ o, donde se ve la calzada.
B riviesca, donde se separab an los cami_
nos de Z aragoza y P am plona.
V e re ia ó V e r e l a (1 ).
V e r o v e s c a ó V ir o v e s c a ( 1, 3 2 y 3 4 ).
Vico A q d a r i o (26). D espoblado de C astro-T orafe, donde h a y u n a s ru in a s lla ­
m a d as de Z am ora la vieja, á orillas d e l E sla . Desde el portillo de Táv a ra h a s ta S a n C ebrian se v en los r e s to s de calzada y de p u e n te se ­
g ú n el S r. R osales. L a d istan cia á Brigecio h a de ser xxvii e n lu g a r de
xxxii millas.
Vico C ü m in a rio (29). E n el despoblado de Dancos, entre L illo y la G uardia.
Vico S p a c o ru m ( 2 0 ) . Vigo, p o r e l n o m b r e y p o r l a d i s t a n c i a .
(32 y 34). E n el despoblado de P ozanova, sobre el cam ino francés.
(34). E n S a n ta M aría de R iv ared o n d a, conduciéndose el cam ino
desde B ribiesca p o r N u e stra S e ñ o ra de A llen de, donde se s e p a ra del de
la Rioja. (Núm. 1.)
V im ixacio
V in d e le ia
C ortijada de los Á lb u n ie le s, térm ino de C am bil, a c e rta d a re ­
ducción del Sr. Góngora.
V i n i o l i s (2 ) .
V lR G A O N E .V . ÜRGAONE.
(5). E s te debe ser el Urgí del Itin e ra rio , q u e cae p o r la d istan cia en
el cam po de D alias, donde h a y sepu lcro s y ru in a s. (Madoz, D i c c art.
D alias.) A dem ás e s tá B e rja poco d istan te.
V irg i
(27). E n C alatañazor, como se ex p lica en la M emoria p re s e n ta d a á
la A cadem ia sobre e ste trozo de vía.
V o lu ce
N OTA. L os n om bres de la s m ansio n es v an en el mismo caso la tin o con
q u e se v e n g e n e ra lm e n te en el Itin erario , p a r a m á s fácil uso del Indice.
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