1 2 El Rector Mayor viene indicado hace tiempo la importancia de ahondar en la pedagogía de Don Bosco; pues bien esta intuición debe traducirse en un programa que llevar a efecto en este segundo año de preparación a la celebración del bicentenario. Escribía así: «Hoy es necesario profundizar en la pedagogía salesiana. Es decir, hay que estudiar y realizar la puesta al día del sistema preventivo… Se trata, por parte de los agentes y de los estudiosos, de desplegar sus grandes virtualidades, de modernizar sus principios, sus conceptos y sus orientaciones, de interpretar hoy sus ideas fundamentales» Esta aproximación a unas poquitas cartas tiene el modesto objetivo de ilustrar lo que ya conocemos desde las elaboraciones teóricas del Sistema Preventivo o desde nuestra práctica educativo-pastoral cotidiana, y a partir de ello fomentar el diálogo y búsquedas pedagógicas comunes. La propuesta de trabajo también es sencilla: en el Grupo de animadores, Equipo de Dirección, Consejo parroquial, Comunidad, o cualquier otra instancia que reúna educadores y jóvenes, se puede hacer la lectura-reflexión-celebración con una o dos cartas, según la extensión, de modo que se propicie el compartir la experiencia educativa según el Sistema Preventivo. Se propone un esquema similar para todos los encuentros: breve celebración inicial, lectura personal y comunitaria de la carta según algunas claves, compartir de resonancias y cierre. Las cartas seleccionadas en este folleto son dirigidas a jóvenes concretos, otras a todos los alumnos del Oratorio o un colegio, y otras a los salesianos. Más cartas irán siendo publicadas a lo largo del año en la página web, la mayoría de ellas tomadas de Motto, Francesco (1994), Juan Bosco, cartas a jóvenes y educadores). 3 En la correspondencia escolar, sobre todo en las cartas enviadas a los jóvenes del Oratorio de Valdocco y de otras casas, a los salesianos y a los bienhechores que conocía personalmente, es donde Don Bosco se manifiesta más personal y original. En sus casi 73 años escribió muchísimas cartas; veinte mil podría ser un número que no se aleja mucho de la verdad. Naturalmente, no nos han llegado todas, pero sí una buena parte; en la actualidad se poseen algunos miles. No es fácil distinguir en la correspondencia de Don Bosco los temas puramente pedagógicos de los espirituales. El santo se siente constantemente sacerdote, vive en su pellejo la urgencia de la misión evangelizadora. Su vida está movida por una tensión unificadora, infatigable, entusiasmante, casi obsesiva: la salvación de los jóvenes. Pues bien, ese papel de educador de la fe, que actúa mediante los clásicos instrumentos de la catequesis, de la predicación, de las «prácticas de piedad», de la dirección espiritual, se conjuga en él admirablemente con el de educador simple y llano. Las cartas de Don Bosco buscan una eficacia práctica, inmediata; son mezcla de tacto humano y sacerdotal, síntesis de afecto, sencillez, audacia y discreción; tienen más el sabor de una colección de normas, aunque en un contexto pedagógico, que de una conversación que se lleva hacia colecciones más amplias. En esta aproximación a unas poquitas cartas no tiene otro objetivo que ilustrar lo que ya conocemos desde las elaboraciones teóricas del Sistema Preventivo o desde nuestra práctica educativo-pastoral cotidiana. Algunas de las cartas seleccionadas son dirigidas a jóvenes concretos, otras a alumnos del Oratorio o un colegio, y otras a los salesianos. 4 Los contenidos educativos propuestos a los jóvenes En las cartas dirigidas a los jóvenes, Don Bosco responde de modo conciso a sus problemas, les aconseja, les invita a que hagan propósitos en orden a una vida cristiana comprometida y a una opción vocacional. La relación de Don Bosco con los jóvenes es profunda en la esfera humana y en la espiritual, caracterizada por un afecto recíproco y por amor sobrenatural, que suscita confianza y lleva a establecer una relación también con Dios. Don Bosco, como educador, se presenta como amigo del joven, al que aconseja y advierte, sugiriéndole el camino para alcanzar la felicidad y la salvación. Con plena conciencia, trata de evitar una educación intelectualista, solo buena para individuos preocupados por hacer carrera; insiste, además, sobre el compromiso, sobre la buena conducta moral, preocupándose de formar el corazón, la mente, las costumbres. En otras palabras, vive buscando lo que la moderna pedagogía humanista considera condición previa fundamental para cualquier proceso formativo: la genuinidad, la autenticidad. Educador de educadores En las misivas personales y en las circulares que envía, Don Bosco apela a su paternidad espiritual, al afecto mutuo como expresión de consanguinidad vocacional; se preocupa por la salvación de sus almas, de la fidelidad al compromiso apostólico y al don de la vocación. Su interés no descuida tampoco la salud, hasta el punto de recurrir a imperativos de prohibición y mandatos. (texto elaborado en base a Motto, Francesco (1994), Juan Bosco, cartas a jóvenes y educadores) 5 Celebración para la lectura y reflexión de las cartas. Se inicia con un canto conocido por todos. Rezamos juntos un trozo del Salmo 118 (1-10): Dichosos los de conducta intachable, que siguen la voluntad del Señor. Dichosos los que guardan sus preceptos, y lo buscan de todo corazón; los que, sin cometer iniquidad, andan por sus caminos. Tú mandaste que tus decretos se observen exactamente. Ojalá estén firmes mis caminos para cumplir tus órdenes. Entonces no quedaré defraudado al fijarme en tus mandatos. Te daré gracias con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero cumplir tus órdenes ¡No me abandones, oh Dios grande e inmortal! ¿Cómo limpiará un joven su sendero? –Observando tu palabra. Te busco de todo corazón: no me desvíes de tus mandatos. Proclamamos la Palabra de Dios (1 Juan 2,12-14) Hijos míos, les escribo a ustedes porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús. Padres, les escribo a ustedes porque conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo a ustedes porque han vencido al Maligno. Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. 6 Quien preside o alguien de la asamblea proclama la siguiente oración: Don Bosco, Padre y Maestros de la juventud, Intercede por nosotros Para que los niños, adolescentes Y jóvenes de nuestra patria Puedan crecer como personas y como cristianos. Ayúdanos a comprender y vivir cada vez más El amor demostrado, El diálogo razonable, Y la relación cercana y amistosa con Cristo, Que nos mostraste en el Sistema Preventivo. Que en todas las casas salesianas Esté vivo el mismo Espíritu que Dios te regaló a ti, Para que seamos capaces De dar hasta el último aliento En bien de aquellos que nos necesitan, Entregando la vida por ellos, como tú lo hiciste. Regálanos tu misma confianza En la Auxiliadora que todo lo hizo. San Juan Bosco ¡Ruega por nosotros! Finalizado este espacio de oración, se reparte alguna de las cartas a reflexionar. 7 Leamos las cartas buscando CLAVES EDUCATIVAS Se puede abordar las cartas en forma personal según este esquema: RESPECTO AL TRATO CON LA PERSONA ¿Cómo es? ¿Qué se manifiesta de Don Bosco? ¿Qué me sugiere? RESPECTO AL CONTENIDO EDUCATIVO Y ESPIRITUAL ¿Cuáles son las tres propuestas principales que hace don Bosco? ¿Cuál de ellas destacarías como imprescindible hoy día? ¿Qué le preguntarías o responderías a Don Bosco? RESPECTO A TU PROPIA EXPERIENCIA ¿Qué de lo propuesto por don Bosco en esta carta has vivido con más intensidad como alumno, exalumno o educador? A partir del contenido de esta carta ¿qué “buena práctica” educativa concreta puedes proponer o iniciar en tu comunidad educativa? Después de un tiempo acorde para leer cada carta, se propone un espacio para compartir resonancias personales, particularmente algo de los últimos dos puntos. 8 Una vez que se haya compartido se finaliza rezando la... Oración del Bicentenario Padre y Maestro de la juventud, San Juan Bosco, que, dócil a los dones del Espíritu y abierto a las realidades de tu tiempo fuiste para los jóvenes, sobre todo para los pequeños y los pobres, signo del amor y de la predilección de Dios. Se nuestro guía en el camino de amistad con el Señor Jesús, de modo que descubramos en Él y en su Evangelio el sentido de nuestra vida y la fuente de la verdadera felicidad. Ayúdanos a responder con generosidad a la vocación que hemos recibido de Dios, para ser en la vida cotidiana constructores de comunión, y colaborar con entusiasmo, en comunión con toda la Iglesia, en la edificación de la civilización del amor. Concédenos la gracia de la perseverancia al vivir una vida cristiana intensa, según el espíritu de las bienaventuranzas; y haz que, guiados por María Auxiliadora, podamos encontrarnos un día contigo en la gran familia del cielo. Amén Se finaliza con un canto conocido por todos. 9 Carta manuscrita de Don Bosco que se encuentran en el Archivo del Colegio “Don Bosco” de San Nicolás de los Arroyos (el primer colegio salesiano de América, erigido en 1875). Escrita en Turín el 3 de enero de 1881, cuando el santo contaba con 65 años. El nombre del destinatario (Quaranta, clérigo) y el carissimo inicial no es letra de Don Bosco, sino de su secretario. 10 1 Al joven Stefano Rossetti S. Ignacio presso Lanzo, 25 de julio de 1860 Amadísimo hijo: La carta que me has escrito me ha producido verdadero placer. Con ella demuestras que has comprendido cuál es mi sentimiento hacia ti. Sí, querido mío, yo te quiero con todo el corazón, y mi amor tiende a hacer lo que puedo para hacerte progresar en el estudio y en la piedad y llevarte por el camino del Cielo. Recuerda los muchos avisos que te he dado en diversas circunstancias; mantente alegre, pero que tu alegría sea verdadera como la de una conciencia limpia de pecado. Procura hacerte muy rico, pero rico de virtud, y la riqueza más grande es el santo temor de Dios. Huye de los malos, sé amigo de los buenos; ponte en manos de tu señor Arcipreste y sigue sus consejos y todo te irá bien. Saluda a tus padres de mi parte; pide al Señor por mí y mientras Dios te mantiene lejos de mí, le ruego que te conserve siempre suyo hasta que estés de nuevo con nosotros, mientras soy tuyo con paterno afecto Sac. Bosco Gio. 11 2 Al joven Gregorio Cavalchini Garofoli Turín, 1 junio 1866 Queridísimo Gregorio Garofoli: He recibido con agrado tu carta y he dado tus noticias a los jóvenes que formaron parte en la caravana de Tortona. Les agradó mucho y me dan el grato encargo de agradecértelo y saludarte. No te quepa duda de que me gustaría entretenerme un rato contigo, pero lo que me gustaría decirte no se puede confiar al papel. Si te agradase hacerme una visita en las próximas vacaciones, te diría todo lo que quería escribirte. Como amigo de tu alma, no puedo dejar de darte algunos recuerdos fundamentales y son tres f.f.f. Es decir: 1º. Fuga del ocio. 2º. Fuga de los compañeros que tienen malas conversaciones o dan consejos malos. 3º. Frecuentar la confesión y la comunión con fervor y con fruto. Te ruego que saludes a tus dos hermanos, a Emanuele Callori y a los otros piamonteses de ahí que encuentres conocidos míos. Que Dios te bendiga y te conserve en su santa gracia. Pide por mí que soy tu Afmo. en el Señor, Sac. Gio. Bosco 12 3 A los jóvenes del colegio de Lanzo Turín, 26 julio 1867 Queridos hijos del Colegio de Lanzo: He dejado hasta ahora escribiros, queridísimos hijos, porque creía que iba a poder hablar personalmente ante de las vacaciones; pero ahora veo que las necesidades de mis ocupaciones me privan de este placer que procuraré satisfacer con la pluma. Os diré, pues, que os agradezco la ayuda que habéis enviado para la iglesia de María Auxiliadora y las apreciadas cartas que os habéis complacido en enviarme. No podéis imaginaros con qué gusto las he leído una a una y me parecía que hablaba con cada uno de vosotros. Mientras leía, daba con el corazón mi a cada uno, ya que no lo puedo hacer por escrito. Estad seguros, queridos míos, de que vosotros me habéis expresado muchos bonitos pensamientos, pero estos pensamientos encontraron eco en mi corazón y espero que el vuestro y mi corazón se harán una sola cosa para amar y servir al Señor. Sed benditos y premiados por la caridad y benevolencia que me habéis demostrado. Mientras tanto, al acercarse las vacaciones, deseo daros mi adiós con algunas palabras de amigo: 1º. En lo que os sea posible, regresad el día en que comiencen las clases, que creo será el 16 del próximo agosto; a no ser que alguna enfermedad os lo impida. 13 2º. Saludad a vuestros padres a vuestros párrocos y maestros de mi parte. 3º. Si encontráis en vuestro pueblo algún compañero virtuoso, procurad traerlo con vosotros al colegio; pero, a los que no os parezcan buenos, no les digáis nada de venir a este colegio. 4º. Durante el tiempo que estéis en casa, comulgad al menos los días de fiesta. A lo largo de la semana, no dejéis de hacer todas las mañanas vuestra meditación. 5º. Decid todas las mañanas un Pater y un Ave con Gloria Patri al Sacramento para uniros conmigo que os encomiendo todos los días en la santa misa, para que ninguno de vosotros sea víctima del cólera, que se deja sentir terriblemente en vario pueblos próximos a nosotros. A propósito de este feo mal, os aconsejaría que los que tienen esa enfermedad en su pueblo no vayan de vacaciones para no exponerse al peligro de vida sin necesidad. Por lo demás, queridos hijos, pedid a Dios por mí y recemos todos unos por los otros para que podamos evitar la ofensa del Señor a lo largo de esta vida y, después, nos encontremos todos juntos un día para alabar, bendecir y glorificar las divinas misericordias en el cielo. Amén. Afmo. amigo, padre y hermano, Sac. Gio. Bosco P.S . Vivan el director, el prefecto, los maestros, los asistentes y todos mis queridos hijos de Lanzo. 14 4 A los jóvenes del Colegio de Lanzo Turín, 11 febrero 1871 Queridísimos y amadísimos hijos: Deseo, queridos hijos en J.C.; ir a celebrar los carnavales con vosotros. Cosa insólita porque en esos días no suelo alejarme de Turín. Pero el afecto que me habéis manifestado tantas veces, las cartas que me habéis escrito han provocado esa decisión. Pero un motivo mucho más importante me anima. Fue una visita que os hice hace pocos días. Escuchad qué relato más terrible y doloroso. Sin que vosotros ni vuestros superiores lo supieseis, os hice una visita. Una vez en la placita de delante de la iglesia, vi un monstruo verdaderamente horrible. Los ojos grandes y brillantes la nariz grande y chata, la boca ancha, el mentón agudo, orejas como un perro, con dos cuernos que, a modo de macho cabrío, le coronaban la cabeza. Reía y bromeaba con algunos compañeros suyos saltando de una parte para otra. -¿Qué haces tú jeta infernal?- le dije aterrado -¡Me entretengo!- respondió-, no sé qué hacer -¡Cómo! ¿No sabes qué hacer? ¿Es que has decidido dejar en paz a estos queridos jovencitos míos? -No hace falta que yo me ocupe de ellos, porque tengo dentro amigos que hacen muy bien mis veces. Una colección de alumnos que se apuntaron y se mantienen fieles a mi servicio. 15 -Tú mientes, ¡padre de la mentira! Tantas prácticas de piedad, lecturas, meditaciones, confesiones… Me miró con una risa de burla e, indicándome que le siguiese, me llevó a la sacristía y me hizo mirar al director que estaba confesando: Mira, añadió, algunos son mis enemigos, pero muchos me sirven también aquí y son los que prometen y no cumplen; confiesan siempre las mismas cosas y a mí me gustan mucha sus confesiones. Después me condujo a un dormitorio y me hizo observar a algunos que, durante la misa, piensan mal y no pensaban ir a la iglesia. Después me señaló a uno diciendo: -Éste estuvo ya a punto de morir y entonces hizo mil promesas al Creador; ¡pero se hizo peor que antes! Me condujo después a otros sitios de la casa y me hizo ver cosas que me parecían increíbles, y que no quiero escribir, sino contaros de palabra. Entonces volvió a llevarme al patio, junto a sus compañeros delante de la iglesia y le pregunté: ¿Qué es lo que mejor servicio te hace entre estos jovencitos? - ¡Las conversaciones, las conversaciones las conversaciones!, todo viene de ahí. Cada palabra es una semilla que produce frutos maravillosos. - ¿Quiénes son tus más grandes enemigos? -Los que frecuentan la comunión. - ¿Qué es lo que más miedo te da? -Dos cosas: la devoción a MARÍA… - ¿Cuál es la segunda? 16 Entonces se conmovió, tomó el aspecto de un perro, de un gato, de un oso, de un lobo. Tenía tres cuernos, después cinco, luego diez; tres cabezas, cinco, siete. Y esto casi al mismo tiempo; yo temblaba el otro quería huir, yo quería hacerle hablar, hasta que le dije: -Quiero que me digas sin más qué es lo que temes más de todas las cosas que se hacen aquí. Y esto te lo mando en nombre de Dios Creador, tu dueño y mío, al que todos tenemos que obedecer En aquel momento, él con todos los suyos se contorsionaron, tomaron formas que nunca más querría ver en mi vida; después hicieron un ruido con alaridos terribles que terminaron con estas palabras: -Lo que nos hace mayor mal, lo que tememos por encima de todo es la observancia de los propósitos que se hacen en la confesión. Pronunciaron estas palabras con gritos tan espantosos y fuertes, que todos aquellos monstruos desaparecieron como rayos y yo me encontré sentado en mi habitación junto a la mesa. Lo demás os lo diré de palabra y os explicaré todo. Que Dios os bendiga y creedme vuestro Afmo. en J.C., Sac. Gio. Bosco 17 5 A los jóvenes del Colegio de Lanzo Turín, S. Esteban 1872 Mis queridos hijos del colegio-residencia de Lanzo; He recibido vuestras felicitaciones, con un gran consuelo de mi parte. Os las agradezco de todo corazón y lo recordaré con agrado. Que Dios (os) recompense la benevolencia que me habéis demostrado. Una palabra para todos. Que el Sr. Director no deje pasar tiempo, sin daros los buenos consejos y avisos saludables cuando sea el momento de hacerlo. Que los sacerdotes estén unidos los unos con los otros en todo lo que se refiere a la salvación eterna suya y de los jóvenes del colegio. Que los maestros pregunten a todos en la clase y atiendan especialmente a los más débiles. Que los asistentes hagan todos los esfuerzos para impedir las malas conversaciones. Que los sacerdotes y los clérigos recuerden que son sal térrea et lux mundi (Mt 5, 13-14). Que los alumnos amen la virtud de la modestia y de la sobriedad. 18 A todos les recomiendo ilimitada confianza con el Director. Que Dios os bendiga a todos y a todos haga ricos en la verdadera riqueza, que es el santo temor de Dios. Vosotros sois mi consuelo: que nadie me atraviese el corazón con las espinas de la mala conducta. En todo el año os prometo cada mañana un memento especial en la santa misa. Vosotros encomendad también al Señor mi pobre alma, y pedid la misericordia del Señor para que no me suceda la desgracia irreparable de perderla. Que la gracia de N.S.J.C. esté siempre con nosotros. Amén. Afmo. en J.C., Sac. Gio. Bosco 19 6 A los artesanos del Oratorio Roma, 20 enero 1874 Queridísimos D. Lazzero y mis muy queridos artesanos: Aunque he escrito una carta para todos mis amados hijos del Oratorio, siendo los artesanos como la niña de mis ojos y más todavía por haber pedido para ellos una bendición especial al Santo Padre, por eso creo que os gustará que dé gusto a mi corazón escribiéndoos una carta. Que os quiero mucho no hace falta que os lo diga, os he dado claras pruebas de ello. Que vosotros me queréis mucho no necesito que me lo digáis, porque me lo habéis demostrado constantemente. Pero ¿en qué se funda este afecto recíproco nuestro? ¿Sobre la bolsa? No sobre la mía, porque la gasto por vosotros; no sobre la vuestra porque, no os ofendáis, no la tenéis. Por tanto, mi afecto se funda en el deseo que tengo de salvar vuestras almas, que fueron todas redimidas por la sangre preciosa de N. S. J. C. y vosotros me amáis porque trato de conduciros por el camino de la salvación eterna. Por tanto, el bien de nuestras almas es el fundamento de nuestro afecto. Pero cada uno de nosotros, mis queridos hijos, ¿tiene una conducta que tienda a salvar el alma o a perderla? Si nuestro divino Salvador nos llamase en este momento a su divino tribunal para juzgarnos, ¿nos encontraría preparados a todos? Propósitos hechos y 20 no cumplidos, escándalos dados y no reparados, conversaciones que enseñan el mal a otros, son cosas sobre las que deberíamos temer que senos reprendiese. Pero mientras que J. C. podría hacer con razón esas recriminaciones, estoy seguro de que no pocos se presentarían con la conciencia limpia y con las cuentas del alma bien ajustadas y ése es mi consuelo. De todos modos, mis queridos amigos, sentíos animosos; yo no dejaré de rezar por vosotros, preocuparme de vosotros, pensar en vosotros, y ayudadme vosotros con vuestra buena voluntad. Poned en práctica la palabra de S. Pablo que os traduzco aquí: Exhorta a los jóvenes a que sean sobrios, y que no olviden que esta establecido que todos mueran y que, después de la muerte, todos nos presentaremos al tribunal de Jesús. El que no resucita con J. C. en la tierra no puede ser coronado de gloria en el cielo. Huid del pecado como del mayor enemigo, y huid de las fuentes del pecado, es decir, de las malas conversaciones que son la ruina de las costumbres. Daos buen ejemplo unos a otros en las acciones y en las palabras, etc. D. Lazzero os dirá el resto. Mientras tanto, queridos míos, me encomiendo a vuestra caridad, que recéis de modo especial por mí y los de la Compañía de S. J osé, que son los más fervorosos, que hagan una santa comunión por mí. Que la gracia de N. S. J. C. esté siempre con nosotros, y nos ayude a perseverar en el bien hasta el final de la vida. Amén. Vuestro Afmo. amigo, Sac. G. Bosco 21 7 A los Salesianos y a los jóvenes del colegio de Lanzo Turín, víspera de la Epifanía 1875 A mis queridísimos hijos, Director, asistentes, prefecto, catequista, alumnos y demás del colegio de Lanzo. Que la gracia de N.S.J.C. esté siempre con nosotros. Amén. Hasta ahora, hijos míos amadísimos, no he podido satisfacer un vivo deseo de mi corazón y era haceros una visita. Una serie no interrumpida de complicaciones ocupaciones, una ligera molestia de salud me han impedido tal cosa. Sin embargo, quiero decir algo que os resistiréis a creer: varias veces al día pienso en vosotros y todas las mañanas en la S. Misa os encomiendo de modo especial al Señor. Por vuestra parte, también dais muestras de que os acordáis de mí. Con qué placer he leído vuestras líneas de felicitación; desde el primero al último del colegio. Me parecía encontrarme en medio de vosotros, y en mi corazón repetí varias veces: ¡vivan mis hijos de Lanzo! Comienzo, pues, dándoos las gracias a todos, y de todo corazón, por las cristianas y filiales felicitaciones que me enviáis y pido a Dios que centuplique sobre vosotros y sobre todos vuestros familiares y amigos esos deseos. Sí, que Dios os conserve a todos muchos años de vida feliz. Quiero ahora daros una felicitación especial: os deseo del cielo salud estudio moralidad. Salud. Éste es un regalo precioso del cielo. Cuidadlo. Guardaos de las intemperancias, de sudar demasiado, del cansancio 22 excesivo, del paso rápido del calor al frío. Éstas son las causas ordinarias de enfermedad. Estudio. Estáis en el colegio para haceros con un conjunto de conocimientos con los que podáis a su debido tiempo ganaros la vida. Cualquiera que sea vuestra condición, vocación o estado en el futuro, debéis hacer de modo que, si os faltase toda la ayuda de vuestra casa y de vuestros padres, pudierais estar en grado de ganaros un alimento honrado. Que nunca se diga de nosotros que vivimos de los sudores ajenos. Moralidad. El lazo que une la salud y el estudio, el cimiento sobre el que se levantan es la moralidad. Creedlo, mis queridos hijos: yo os digo una gran verdad. Si conserváis buena conducta moral, progresaréis en el estudio, en la salud; os apreciarán vuestros superiores, vuestros compañeros, vuestros padres, vuestros amigos, vuestros paisanos, y si queréis que os lo diga, seréis apreciados y respetados hasta por los malos. Todos pretenderán estar cerca de vosotros, elogiaros, haceros favores. Pero dadme algunos de esos seres que no tienen moral. ¡Qué cosa tan desagradable! Serán perezosos y no tendrán más nombre que el de asno; hablarán mal y se dirá de ellos que son escandalosos de los que hay que huir. Si se les conoce en el colegio, todos los rechazan y se canta un Tedeum el día feliz en que se van a su casa. ¿Y en su casa? Desprecio general. La familia, el pueblo los detestan, nadie les apoya, todos huyen de su compañía. ¿Y para el alma? Si viven, son desgraciados; en caso de que mueran, como no han sembrado más que mal, no podrán más que frutos funestos. 23 Ánimo, pues, queridos hijos: tratad de buscar, estudiar, conservar y promover los tres grandes tesoros: salud, estudio y moralidad Algo más todavía: Yo escucho la voz que viene de lejos y grita: ¡Hijos, alumnos de Lanzo, venid a salvarnos! Son las voces de muchas almas, que esperan una mano amiga, que vaya a arrancarlas del borde de la perdición, y las ponga en el camino de la salvación. Os digo esto, porque muchos de vosotros estáis llamados a la vocación sagrada, a ganar almas. Sentíos fuertes: hay muchos que os esperan. Recordad las palabras de S. Agustín: Animan salvaste, animan tuan praedestinasti. Finalmente, hijos, os recomiendo a vuestro Director. Sé que no tiene muy buena salud; rezad por él, consoladlo con vuestra buena conducta, queredle mucho, tened confianza ilimitada en él. Estas cosas le ayudarán mucho a él y os resultarán de gran beneficio a vosotros mismos. Mientras os aseguro que todos los días os encomiendo en la santa misa, me encomiendo también yo a vuestras buenas oraciones para que no me suceda la desgracia de predicar a los demás y después vaya a perder mi pobre alma. Ne cum aliis praedicaverim ego reprobus efficiar (1 Cor 9,27). Que Dios os bendiga a todos y creedme en J.C. Afmo. amigo, Sac. Gio. Bosco N.B. Ruego al Sr. Director que explique lo que tal vez no se pueda comprender bien. 24 8 A los alumnos de 4º y 5º gimnasial del colegio de Borgo S. Martino Turín, 17 junio 1879 Mis amados hijos: Antes de ahora habría deseado responder a algunas cartitas que me habéis escrito vuestro querido profesor y algunos de vosotros. Pero como no puedo hacerlo uno a uno, escribo una carta para todos, reservándome hablar con cada uno en privado para la fiesta próxima de S. Luis. Tened, pues, presente que en este mundo los hombres tienen que caminar por la senda del Cielo en uno de los dos estados: eclesiástico o secular. Para el estado secular cada uno debe elegir aquellos estudios, aquellos empleos, aquellas profesiones, que le permitan el cumplimiento de los deberes del buen cristiano y que agradan a los propios padres. Para el estado eclesiástico se deben seguir las normas establecidas por nuestro divino Salvador: Renunciad a las comodidades, a la gloria del mundo, a los goces de la tierra para entregarse al servicio de Dios, y asegurarse así mejor los goces del cielo que no tendrán fin. Al hacer esa elección, que cada uno escuche el parecer de de su confesor y, después, sin preocuparse de los Superiores, ni de los inferiores, ni de los padres ni de los amigos, decida lo que le facilite el camino de la salvación y le consuele en el momento de la muerte. El joven que entra en el estado eclesiástico se deben seguir 25 las normas establecidas con esta intención tiene la certeza moral de que hace un gran bien a su alma y alarma del prójimo. En el estado eclesiástico, además, hay otras ramificaciones que deben partir todas del mismo punto y tender al mismo centro, que es Dios. Sacerdote secular, sacerdote religioso, sacerdote en las misiones extranjeras son los tres campos en los que los obreros del Evangelio están llamados para trabajar y promover la gloria de Dios. Cada uno puede escoger lo que prefiera y esté más de acuerdo con sus fuerzas físicas y morales, después de pedir consejo a una persona piadosa, docta y prudente. Aquí debería resolveros muchas dificultades que se refiere al mundo, el cual desearía que toda la juventud estuviese a su servicio, mientras que Dios la querría a toda para él. Procuraré, no obstante, responder de palabra, o mejor explicar las dificultades a cada uno de las que se le pueden presentar al tomar alguna de estas importantes decisiones. La base de una vida feliz para un joven es la comunión frecuente y leer todos los sábados la oración a María Santísima para elegir estado, como se encuentra en el Giovane Provveduto. Que la gracia de N.S.J.C. esté siempre con todos vosotros y os conceda el precioso don de la perseverancia en el bien. Os encomendaré todos los días al Señor y, vosotros, pedid también por mí que seré en J.C.vuestro. Afmo.amigo, Sac. Gio Bosco 26 9 A los jóvenes del Oratorio de Turín- Valdocco 20 abril 1885 Mis queridos hijos: He ido a Francia y podéis adivinar para qué. Vosotros deshacéis los panecillos, y si no fuese a buscar cum quipus, el panadero gritaría que ya no hay más harina y que no tiene nada que meter en el horno. Rossi63, el cocinero, se llevaría las manos a la cabeza y gritaría que no sabe qué echar en el puchero. Como el cocinero y el panadero tienen razón y vosotros tenéis más razón que ellos, he tenido que ir a buscar fortuna para que para que nos les falte nada necesario a mis queridos hijos. Es verdad que me cuesta mucho ir por ahí, dar audiencias desde la mañana a la noche, visitar a los bienhechores; algunos días me sentía muy mal por el cansancio o mis enfermedades, pero pensar en vosotros me hacía dulce cualquier fatiga. Porque yo siempre pienso en el Oratorio; y especialmente por la tarde, cuando puedo tener un poco de descanso, repaso la lista de los superiores y los jóvenes, hablo de ella al que está más cerca de mí, y rezo por ellos continuamente. Y vosotros, ¿pensáis en mí, rezáis por mí? Ya sé que sí, porque me lo ha escrito vuestro Director. Sus cartas, con las noticias que me daba de la Casa, me han agradado mucho. 27 Al llegar aquí, tengo que haceros una recomendación. Pronto empieza el mes de mayo y querría que lo consagraseis de modo especial a honrar a María SS. Auxiliadora. ¡Si supieseis cuántas gracias ha hecho María SS. estos días a favor de sus buenos hijos del Oratorio! La Virgen se merece que le deis un signo de vuestro agradecimiento. ¿Cuántas cosas bonitas quisiera contaros si tuviese más tiempo? Os propongo, por tanto, una flor para cumplir con todo el mes y deseo que la cumpláis fielmente. La flor es ésta. Que cada uno haga un esfuerzo en honor a María para mantener lejos de su alma el pecado mortal, con la fuga de las ocasiones y la frecuencia de los Sacramentos. ¡El año pasado tuvimos el cólera en Italia! Pero en el futuro tendremos tal vez algo peor. Por eso, necesitamos que la Virgen extienda sobre nosotros su manto. Estemos preparados. Espero estar muy pronto con vosotros y le encargo al Director que ese día nos haga estar a todos alegres en el comedor. Os gusta la alegría ¿no es verdad? También me gusta a mí y deseo y pido que el Señor os conceda a todos vosotros y me conceda a mí la alegría eterna que ha preparado para los que le aman. Que el Señor os bendiga y creedme siempre Vuestro afmo. amigo, Sac. Giovanni Bosco 28 10 A don Luigi Lasagna Turín, 30 septiembre 1885 Mi querido D. Lasagna: Llevo varios meses queriendo escribirte, pero mi vejez y mano perezosa me han hecho posponer ese placer. Pero ahora me parece que el sol llega a su ocaso y, por eso, creo conveniente dejarte algunos pensamientos escritos como testamento de quien siempre te ha amado y te ama. Tú has secundado la voz del Señor y te has consagrado a las Misiones Católicas. Has acertado. María será tu feliz guía. No te faltarán dificultades ni insidias por parte del mundo, pero no sufras por ello. María te protegerá. Nosotros queremos almas y nada más. Haz que eso se oiga el corazón de cada hermano. Oh Señor: darnos cruces y espinas y persecuciones de toda clase, con tal de que podamos salvar almas y la nuestras entre ellas. Se acerca la fecha de nuestros ejercicios en América. Insiste sobre la caridad y la dulzura de S. Francisco de Sales, al que debemos imitar; sobre la observancia exacta de nuestras Reglas; sobre la lectura constante de las deliberaciones capitulares, meditando atentamente los reglamentos particulares de las casas. Créeme, querido D. Lasagna, he tenido ocasión de hablar con algunos de nuestros Hermanos que ignoraban totalmente estas deliberaciones nuestras y con otros que nunca han leído los 29 apartados de reglas o disciplina que se refieren a los deberes que se les confían. Nos va amenazando otra plaga y es el olvido o, mejor, el descuido de las rúbricas del breviario y del misal. Estoy persuadido de que unos ejercicios espirituales obtendrían óptimos frutos si llevasen al salesiano a decir con perfección la misa y el breviario. Lo que he recomendado, además, con calor a los que he podido escribir estos días, es el cultivo de las vocaciones, tanto de Salesianos como de Hijas de María Auxiliadora. Ponte a ello, haz proyectos, no te preocupen los gastos, con tal de que obtengas algún sacerdote para la Iglesia, especialmente para las Misiones. Cuando tengas ocasión de hablar con nuestras Hermanas o con nuestros Hermanos, diles de mi parte que he recibido con mucho gusto sus cartas, sus saludos y que experimenté un placer, más aún, un eficaz estímulo para mi corazón, al saber que todos han rezado y que siguen rezando por mí. Sintámonos todos animados. María bendice y protege a nuestra Congregación. La ayuda del Cielo no faltará: los obreros aumentan, parece que crece el fervor. los medios materiales no abundan, pero son suficientes. Que Dios te bendiga, querido D. Lasagna, y contigo bendiga a todos nuestros hijos e hijas, religiosos y alumnos, y que María acompañe y proteja a las familias Buxareo84 y Jackson85 y a nuestros otros bienhechores; que nos guíe a todos con seguridad por el camino del cielo. 30 Estoy aquí en Valsalice para los ejercicios espirituales; todos están bien y te saludan. Mi salud está un poco floja, pero voy tirando. Que Dios nos conserve a todos en su santa gracia. Afmo. amigo Sac. Gio. Bosco 31 Carta de Don Bosco escrita en Turín el 3 de enero de 1881, dirigida a Don Remotti. 32 11 A los Salesianos sobre la difusión de los buenos libros Turín, 19 de marzo, fiesta de San José, 1885 Amadísimos hijos en Jesucristo: El Señor es testigo del deseo que siento de veros, de encontrarme entre vosotros, de hablaros de nuestras cosas, de consolarnos con la confianza mutua de nuestros corazones. Mas, por desgracia, queridísimos hijos, mis pocas fuerzas, los restos que me quedan de mis antiguas enfermedades y los asuntos urgentes que reclaman mi presencia en Francia me impiden, al menos por ahora, secundar el impulso de este mi afecto hacia vosotros. No siendo posible, pues, llegarme hasta cada uno en persona, voy por carta; estoy seguro de que me agradeceréis el continuo recuerdo que os dedico a vosotros, quienes, por lo mismo que sois mi esperanza, sois también mi gloria y mi apoyo. Es por lo que, deseoso de veros crecer día tras día en celo y méritos ante el Señor, no he de perder ocasión de sugeriros, oportunamente, lo que juzgue más eficaz para que vuestro ministerio dé el mayor fruto. Entre todos los medios, es el de la difusión de los buenos libros el que yo intento recomendaros ahora encarecidamente, para gloria de Dios y salvación de las almas. No dudo en calificarlo de divino, puesto que Dios mismo lo utilizó en la salvación del hombre. Fueron los libros que él inspiró los que ofrecieron al mundo la doctrina verdadera. El dispuso que, copias de los mismos, se distribuyesen por todas las ciudades y por todos los pueblos de 33 Palestina y que cada sábado se leyesen en las asambleas religiosas. Al principio, estos libros eran patrimonio exclusivo del pueblo hebreo; mas, conducidas las tribus a cautiverio en Asiria y Caldea, he aquí que la Sagrada Escritura fue traducida a la correspondiente lengua, y el Asia entera pudo leerla en su propio idioma. Cuando la hegemonía griega, los hebreos situaron sus colonias en todos los rincones de la tierra, y en ellas los libros santos se multiplicaron hasta el infinito. Y los Setenta, con la traducción que hicieron, vinieron a enriquecer incluso las bibliotecas de los pueblos paganos; en consecuencia, los oradores, los poetas y los filósofos de aquellos tiempos extrajeron no pocas verdades de la Biblia. Dios preparó al mundo para la venida del Salvador valiéndose, principalmente, de sus escritos inspirados. A nosotros nos toca, pues, imitar el modo de obrar del Padre celestial. Los buenos libros, repartidos entre el pueblo, son uno de los medios verdaderamente a propósito para mantener el reino de Dios entre las almas Los pensamientos, los principios y la moral de un libro católico son, en realidad, sustancia sacada de los libros sagrados y de la tradición apostólica. Y han venido a ser tanto más imprescindibles cuanto que cada día la impiedad y la inmoralidad utilizan esta misma arma para hacer estragos en el rebaño de Cristo, ya que seducen y arrastran a la perdición a incautos y desobedientes. Por lo mismo, ha de oponerse arma contra arma. Añadid a esto que si un buen libro no tiene la fuerza que emana de la palabra hablada, con todo, presenta otras ventajas que en ocasiones son mayores. Un libro puede entrar hasta en las casas en que no entra el sacerdote, y hasta los mismos malos lo toleran 34 como recuerdo o regalo. Cuando se ofrece a sí mismo, no se sonroja, y si se le abandona, no se enfada; enseña la verdad sin prisas si se lee, y, despreciado, no se queja, sino que suscita el remordimiento aquel que produce deseos de conocer la verdad: él siempre está a punto para enseñarla. A lo mejor se está, cubierto de polvo, sobre el pupitre del estudio o en el anaquel de la biblioteca, y nadie piensa en él; pero, llega la hora de la soledad, del desánimo, del dolor, de la tristeza, o simplemente de la necesidad de distracción o de la angustia por el futuro, y entonces este amigo fiel se sacude el polvo, abre sus páginas ... y se repiten las prodigiosas conversiones de San Agustín, del beato Colombino y de San Ignacio de Loyola. Comprensivo con los miedosos a causa del respeto humano, se entretiene a solas con ellos sin levantar la menor sospecha; familiarizado con los buenos, está pronto a darles conversación y a acompañarlos siempre y a todas partes. ¡Cuántas almas se salvaron por los buenos libros; a cuantas preservaron de la corrupción y espolearon al bien! Quien regala un libro, aunque no obtenga otro resultado que el de haber suscitado un pensamiento sobre Dios, ya se apunta ante éste un mérito incomparable. Pero suele lograrse mucho más. Un libro regalado a una familia, quizás no lo lea aquél en quien intencionadamente se pensó, pero lo leerá, en cambio, el hijo o la hija, el amigo, el vecino. Hasta puede darse el caso de que, en un pueblo, un mismo ejemplar vaya pasando por las manos de centenares de personas. ¡Sólo Dios sabe hasta qué punto puede hacer el bien un libro en una ciudad, en una biblioteca circulante, en un núcleo obrero, en un hospital; libro que, quizá, sólo fue entregado como señal de amistad! 35 Y no se tenga miedo de que un libro bueno pueda ser rechazado por alguien precisamente por esto, por ser bueno. Al contrario: Un hermano nuestro, cada vez que se acercaba a los muelles de Marsella, iba bien provisto de libros buenos que regalaba a los mozos de cuerda, a marineros y obreros. Pues bien; estos libros siempre fueron aceptados con alegría y gratitud, y, en no pocos casos, se ponían a leerlos con avidez inmediatamente. Por delante, pues, estas consideraciones, y, omitidas otras muchas que a vosotros mismos se os alcanzan muy bien, os pondré a continuación, más en concreto, las razones que os tienen que animar a difundir los buenos libros por todos los medios y con todas vuestras fuerzas; no sólo como cristianos, sino de manera particular como salesianos. 1) Esta fue una de las empresas principales que el Señor me encomendó; y vosotros sabéis que la tomé con infatigable empeño a pesar de mil otras ocupaciones. El rabioso odio de los enemigos del bien y la persecución de que fue objeto repetidamente mi persona son buen argumento de cómo el error veía en mis libros un formidable enemigo y, por la razón contraria, de que se trataba de una empresa bendecida por Dios. 2) Efectivamente, la difusión admirable de estos libros ya es un argumento que prueba una especial ayuda de Dios. Se acercan a los veinte millones los opúsculos o volúmenes que, en menos de treinta años, hemos esparcido entre el pueblo. Si bien es verdad que algunos de estos volúmenes habrán quedado del todo olvidados, otros, en cambio, han debido ser leídos por centenares de lectores; y, en cualquier caso, el número de personas a las que nuestras publicaciones pudieron hacer bien, se 36 ha de dar por muy superior al número de volúmenes publicados. 3) La difusión de buenos libros es, precisamente, uno de los fines más importantes de nuestra Congregación. El artículo siete del primer capítulo de nuestras reglas se expresa así, acerca de los salesianos: «Se empeñarán en la difusión de los buenos libros entre el pueblo, usando todos aquellos medios que la caridad cristiana inspira. Con la palabra y los escritos se esforzaran en poner un dique a la impiedad y a la herejía, que de tantas maneras tratan de insinuarse entre los rudos e ignorantes. A este objeto se encaminarán los sermones que de cuando en cuando se predican al pueblo, los triduos, las novenas y la difusión de los buenos libros». 4) Por lo tanto, entre los libros que hay que difundir, yo digo que han de tenerse en cuenta aquellos que tienen fama de ser buenos, morales y religiosos; y aun han de preferirse las obras salidas de nuestras tipografías: de una parte, porque lo que pueda haber de ganancia se transforma en caridad al ayudar a mantener a tantos de nuestros jóvenes pobres; y de otra, porque nuestras publicaciones intentan constituir un todo ordenado, en una visión amplia, con que poder llegar a cuantas clases integran la sociedad humana. No insisto en esto; únicamente os señalo con complacencia una de estas clases sociales: la de los jóvenes, a la que siempre busqué el modo de hacer el bien; no sólo de viva voz, sino además, de diversas maneras con la letra impresa, como detallo a continuación. En efecto: con las mismas Lecturas Católicas, si bien es verdad que en una primera intención deseaba instruir al pueblo en 37 general, desde otro punto de vista mi plan era entrar en las casas particulares y dar a conocer el espíritu que reinaba en nuestros colegios y atraer a la virtud a los jóvenes, sobre todo con las biografías de Domingo Savio, de Besucco y otras obras parecidas. Con El joven cristiano me propuse conducirlos a la iglesia, infundir en ellos el espíritu de piedad y enamorarlos de los sacramentos. Con la colección de clásicos latinos e italianos expurgados y con la Historia de Italia, así como con otros libros históricos y literarios, me las arreglé para sentarme junto a ellos en la clase y preservarlos de muchos errores y pasiones que les hubieran sido fatales para esta vida y la otra. Deseaba también, con ilusión, acompañarlos en sus ratos de ocio, y he pensado estructurar una serie de libros amenos que, espero, saldrán pronto a la luz pública. Finalmente, con el Boletín Salesiano entre otros fines, perseguí también éste: el de mantener en los jóvenes que vuelven a sus familias el aprecio por el espíritu y las máximas de San Francisco de Sales, y el de convertirlos a ellos mismos en salvadores de otros jóvenes. No es que diga que haya conseguido plenamente mis objetivos, pero sí que os toca a vosotros coordinarlos de tal modo que aún se puedan alcanzar enteramente. Os invito y os conjuro, por consiguiente, a que no desatendáis esta importantísima parcela de nuestra misión. Y comenzad por no limitaros a desarrollar este apostolado únicamente en favor de los jóvenes; sino que, además, habéis de conseguir de ellos, con vuestras palabras y ejemplos, que se conviertan en otros tantos apóstoles de la buena prensa. 38 A principio de curso, los alumnos, especialmente si son nuevos, se entusiasman fervorosamente con estas cosas nuestras; tanto más que es bien poco el dinero que hay que desembolsar. Procurad, naturalmente, que sus suscripciones sean espontaneas y no, en modo alguno, impuestas; pero, razonadamente, exhortadles a que se suscriban, no sólo a la vista del bien que dichos libros pueden hacerles a ellos mismos, sino también por el bien que con ellos pueden hacer a otros, enviándolos a sus familias según se van publicando: al padre, a la madre, a los hermanos y bienhechores. Hasta los parientes más fríos en religión se conmueven ante este recuerdo de un hijo o de un hermano lejano, y, muy fácilmente, se sienten estimulados a su lectura; si no por otra razón, por curiosidad al menos. Pongan, eso sí, cuidado en que esos obsequios no tengan apariencia de sermón ni de querer dar lecciones a los suyos, sino, sencillamente, de regalo y de cariñoso recuerdo. Y cuando, más tarde, esos alumnos vuelvan a su casa, que pongan empeño en acrecentar el mérito de sus buenas obras donándolos a sus amigos, prestándolos a otros parientes, regalándolos como propina por servicios recibidos, ofreciéndoselos a los párrocos con el ruego de que los difundan y buscando nuevos suscriptores. Estad seguros, mis queridos hijos, de que una propaganda semejante, inteligente, atraerá sobre vosotros y vuestros jóvenes las mejores bendiciones del Señor Termino. Las conclusiones de esta carta toca sacarlas a vosotros: logrando que nuestros jóvenes se impongan en los principios morales y cristianos, preferentemente a través de nuestra producción impresa, aunque sin despreciar la de los otros. He de deciros, empero, que mi corazón experimentó una gran pena al enterarme de que, en algunas casas, las obras que hemos publicado 39 expresamente para la juventud han sido a veces ignoradas o no tenidas en cuenta. No os entusiasméis, ni entusiasméis a otros con aquella ciencia de la que el Apóstol dice que infla; recordad, por el contrario, a San Agustín, el cual, cuando llegó a obispo, aunque consumado maestro en el bien decir y orador elocuentísimo, prefería la impropiedad del lenguaje y la inelegancia del estilo antes de exponerse al riesgo de no ser entendido por el pueblo. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea siempre con vosotros. Rogad por mí, afectísimo en Jesucristo, Sac. Gio. Bosco 40 12 A don Santiago Costamagna Turín, 10 agosto 1885 Querido y siempre amado D. Costamagna: La fecha de nuestros ejercicios espirituales se va acercando, y yo, que me veo ya en edad caduca, querría tener conmigo a todos mis hijos y a nuestras Hermanas de América. Como esto no es posible, he decidido escribirte una carta que te pueda servir de norma a ti y a nuestros otros hermanos para que os hagáis unos buenos salesianos en vuestros ejercicios, que tampoco están tan lejos de los nuestros. Antes de nada, debemos bendecir y agradecer al Señor que con su sabiduría y poder nos ha ayudado a superar muchas y graves dificultades que nosotros solo no hubiéramos podido. Te Deum, Ave Maria. Por otra parte, querría dirigiros un sermón o mejor una conferencia sobre el espíritu salesiano que debe animar y guiar nuestras acciones y todas nuestras palabras. Que el sistema preventivo sea nuestra característica. Nunca castigos físicos, nunca palabras humillantes, nunca reprensiones severas delante de otros. Por el contrario, que en las clases suenen las palabras: dulzura, caridad y paciencia. Nunca palabras mordaces, nunca un golpe leve o grave. Hágase uso de los castigos negativos, y siempre de modo que los que los reciben se conviertan en más amigos nuestros que antes, y no se alejen de nosotros envilecidos. Nunca se murmure contra las disposiciones de los superiores, sino que se lleve con paciencia lo que no es del propio agrado o es 41 penoso o desagradable.. Que cada salesiano, se haga amigo de todos y nunca busque vengarse; que sea fácil al perdón y no evoque las cosas ya perdonadas. Que no se critiquen nunca las ordenes de los superiores, y que cada uno se esfuerce en dar y promover el buen ejemplo. Incúlquese en todos y recomiéndese constantemente la promoción de las vocaciones tanto de hermanas como de hermanos. La dulzura al hablar, al actuar, al avisar, gane todo y a todos. Esta sería la línea de reflexión para ti y para los que intervengan en la predicación de los próximos ejercicios. Dar a todos mucha libertad y mucha confianza. Que el que quisiese escribir a su superior o recibiese alguna carta de él, no la lea nadie fuera del que quiera el que la recibe. En los puntos más difíciles recomiendo calurosamente a los inspectores y directores que den conferencias a propósito. Más aún: recomiendo que D. Vespignani hable con mucha claridad de estas cosas y las explique a sus novicios o a los candidatos con la debida prudencia. En cuanto me sea posible, deseo dejar a la Congregación sin dificultades. Por eso estoy decidido a establecer un Vicario General mío, que sea un alter ego para Europa, y otro para América. Pero, sobre esto, recibirás a su tiempo instrucciones oportunas. Es muy oportuno que reúnas alguna vez a lo largo del año a los directores de tu Insectoría para sugerir las normas practicas indicadas aquí. Leer e inculcar la lectura y el conocimiento de nuestras reglas, especialmente el capítulo que habla de las prácticas de piedad, la introducción que hice a nuestras mismas Reglas y las deliberaciones tomadas en nuestros capítulos generales o particulares. 42 Ya ves que mis palabras necesitarían mucha explicación, pero tú estás sin duda capacitado para entender y comunicar a nuestros hermanos cuanto haga falta. Apenas puedas, preséntate a M. el Arzob., Mons. Espinosa, a sus Vic. Generales, D. Carranza, Dr. Terrero y a otros amigos y preséntales a todos y cada uno mis humildes y afectuosos saludos como si estuviese hablando a uno solo. Que Dios te bendiga, querido D. Costamagna, y contigo bendiga y conserve en buena salud a todos nuestros hermanos y hermanas, y que María Auxiliadora os conduzca a todos por el camino del cielo. Amén. Pedid todos por mí. Vuestro afmo. amigo en J C., Sac. Gio. Bosco 43 Inspectoría San José - Uruguay 44