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VOLÁTILES
Alfonso García
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VOLÁTILES
Alfonso García
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Casa de la Cultura. Los Realejos
2007
CATÁLOGO
DISEÑO
Alfonso García
IMPRESIÓN
Imprenta García
Fotografía de la portada: Volátil 9 en acero cortén
© Alfonso García
http://alfonsogarcia.org/
Depósito Legal
ISBN 84 – 921853 – 5 - X
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Volátiles 2007. Aceros de Alfonso García
Celestino Celso Hernández
Alfonso García presenta en Los Realejos el resultado de su último trabajo escultórico, realizado
básicamente en el presente año 2007 y algunas obras en el pasado año 2006. Es precisamente esta
primera circunstancia, el lugar donde ofrece la exposición de sus obras, lo que he considerado como
primer motivo a tratar en el presente texto, antes incluso que hablar de las obras, verdaderas
protagonistas de la muestra, y de quién les ha dado existencia artística. Se da el caso que Alfonso
García no nació en este municipio del norte de Tenerife, ya que lo hizo en Santa Cruz de La Palma en
el año 1961. Sí formó parte, muy pronto, de la vida de este pueblo del valle de La Orotava. Con
apenas cuatro años cumplidos, en 1965, su familia se traslada desde Santa Cruz de Tenerife a Los
Realejos, en donde establecen su residencia, y en donde Alfonso cursará sus estudios primarios y de
bachillerato. Honra pues a Los Realejos la oportunidad que ha dado a Alfonso para que muestre sus
esculturas, ante los que han sido sus vecinos y amigos, y honra también a Alfonso García que haya
sabido aceptar esta invitación y que corresponda con una gran muestra de su último trabajo, al que
acompaña un amplio Catálogo, editado por el Ayuntamiento de Los Realejos.
Para que aquí no quedara esta relación del escultor con su pueblo de acogida, Alfonso García ha
decidido poner como nombre de dos de sus esculturas sendos títulos de dos obras a su vez de otro
personaje de adopción en Los Realejos. En efecto, dos de las obras que Alfonso presenta llevan por
título Lancelot y Crimen, en memoria de las obras escritas en su día por Agustín Espinosa, que
nació en Puerto de la Cruz en 1897, hace ahora por tanto ciento diez años, y que falleció en Realejo
Alto en 1939. Perteneciente a la Generación del 27, de la que también celebramos su ochenta
aniversario, publicó sus primeros poemas en la revista Castalia, fue fundador de las revistas La Rosa
de los Vientos y Gaceta de Arte, y uno de los firmantes del Manifiesto Surrealista de 1935. Lancelot
28º-7º, del año 1928, ofrece una visión lúcida, original y desconcertante de la isla de Lanzarote, y
Crimen, de 1934, publicada con una cubierta del pintor surrealista canario Oscar Domínguez, está
considerada como la contribución más interesante de la prosa surrealista española, junto con La flor
de California, de José María Hinojosa.
He tenido oportunidad de seguir la trayectoria artística de Alfonso García prácticamente desde sus
inicios. Aún recuerdo con nitidez nuestra primera conversación, algo corta y sin profundizar en
demasía, dado el desconocimiento entre ambos hasta ese momento, en lo alto de la Casa Ossuna,
que se encontraba frente al nuevo Orfeón La Paz, en donde el amigo Didier mantenía abierta una
singular sala de arte. Hasta el antiguo granero de la Casa, que era su función antes de convertirse en
lugar en el que mostrar exposiciones, sólo se acercaban los auténticos amantes del arte, dado que en
particular el último tramo de acceso a la sala era especialmente inclinado e incluso algo peligroso.
Corría un mes de diciembre, como ahora, aquél del año 1987, por lo que en estas fechas se cumple
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también un particular aniversario de veinte años, que ha dado lugar a una amistad que ha superado
ya dos décadas y múltiples acontecimientos felices y también otros cargados de pena y tristeza.
De algún modo Alfonso García realiza su obra para mantener una visión positiva de la vida, para
complementar el tiempo necesario que dedica a su carrera profesional, la que le permite sacar
adelante a su gente y a él mismo, y hasta hacer realidad sus esculturas. También trabaja
continuamente Alfonso para que el tiempo vaya poniendo tierra de por medio a momentos difíciles,
para que esa parte de la vida no se quede con todo el bagaje, al contrario para extraer de esos
momentos menos favorables, junto con el recuerdo, el homenaje a la memoria íntima, la experiencia y
las vivencias, que si bien dolorosas, aporten también una parte al conjunto de su producción artística.
Podríamos interpretar de él algo parecido a lo que llega a decir, con tremenda valentía a sus noventa
y cinco años, la grandísima escultora franco-norteamericana Louise Bourgeois, quien en estas
mismas fechas presenta una gran retrospectiva en la Tate Modern de Londres, que se trasladará más
tarde al Centre Pompidou de París, “Mi trabajo es un exorcismo” (…) “A través del arte, soy capaz de
liberarme de la ansiedad que los recuerdos me producen”.
Hace ahora algo más de una década que realicé mi último texto sobre la obra de Alfonso García, con
motivo de su exposición titulada oportunamente Nada, del año 1996, en el Instituto de Estudios
Hispánicos de Puerto de la Cruz, de cuya sección de arte yo era a la sazón responsable. Tocaba ya,
por tanto, volver sobre un amigo, al que unos años antes de esa fecha ya había prestado mi primera
atención, con motivo de su muestra en las Salas de Arte de CajaCanarias, en La Laguna y el Puerto
de la Cruz, en septiembre de 1988. Entonces titulé el texto para aquél Catálogo “La realidad de los
sueños: Alfonso García muestra su universo”. Ese mismo año 88 tuvimos una nueva oportunidad de
compartir nuestros respectivos trabajos profesionales, mediante la participación en la calle de San
Juan de Puerto de la Cruz, con una experiencia colectiva de esculturas en la calle, coincidiendo con
el 7º Festival internacional de cine ecológico y de la naturaleza de Canarias. Alfonso participó con una
obra en metal, pintada en rojo, y titulada Swayambhu, título que tomó de un monte de Katmandú, en
el que se encuentra el tempo de Swayambhunath, a donde el escultor había viajado un año antes.
Aprovecha Alfonso esta nueva oportunidad de ahora para hacer un recorrido por la obra de algunos
escultores, a los que él muestra manifiesto acercamiento. Tanto que, incluso, ha puesto como título
de algunas de las esculturas los nombres de dichos artistas. Porque aquí están, por citar algunos
casos, los aeróvoros de Martín Chirino, o para decir mejor, el vuelo del metal que Alfonso obtiene de
las sensaciones que le transmite la contemplación de las esculturas aéreas de Chirino. Y también
están, sí, las jaulas de Pepe Abad, es decir las estructuras rectangulares a modo de jaulas verticales
u horizontales, formadas por perfiles metálicos con los lados abiertos, que Abad utilizara tanto en su
primera obra en madera, como después en sus obras en metal, y que Alfonso recoge para plantear
algunas de sus creaciones. Y del mismo modo, Alfonso ofrece su particular homenaje, o
reconocimiento, a las aportaciones que han hecho a su propia obra, a su evolución, otros escultores
como Eduardo Chillida. También está su recuerdo para una gran mujer del arte en Canarias, Maud
Bonneaud, a quien tuvo oportunidad de conocer e incluso de atender profesionalmente, en la última
etapa de su vida, compartiendo tiempos de paciente y de ánimo, de ahí Los pasos perdidos de Maud.
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En una entrevista reciente, concedida al escritor Marcelo Flores, para la revista brasileña de poesía y
cultura Sibila –año 7, nº 12, junio de 2007-, y titulada A exploração da intemperie, Alfonso García
hace declaración expresa de su modo particular de enfrentarse al proceso de trabajo escultórico, a la
materia que elige, y también sobre los artistas de los que más cerca se siente, y cuyas aportaciones
sigue con particular interés: “É claro que trabalho a partir da consciência retomada e resolvida da
dicotomia entre talhado e modelado, e a partir da preferência pelo trabalho escultórico feito com
ferramentas e seus usos em distintos materiais (do cinzel e do martelo, da escorfina e do escopro, ou
talhadeira, até o corte de plasma e a soldagem TIG [Tungsten Inert Gas]) (…) Entre os artistas
espanhóis que prefiro estão: Picasso, Gargallo, Ferran, Ferreira, Oteiza, Chillida, González, Chirino,
Abad, Aguilar, Plensa. Fundamentalmente, são autores que, por meio da linguagem escultórica e
usando diferentes apoios tridimensionais, exploram as possibilidades metafóricas da memória, dos
significados”.
Buena parte de las obras que presenta Alfonso García se reúnen bajo un título genérico, VOLATILES,
pues en verdad se trata de piezas de metal que quedan suspendidas o balanceantes, como algo
etéreo, pese a la característica del material con que están hechas. Incluso el escultor las deja sueltas
en algunos casos, para que el espectador pueda tener la oportunidad de modificarles la posición,
distinta a la que el artista había elegido (al menos de pensar en esa posibilidad, o de incluso de
llevarla a cabo si decide que la misma forme parte de su patrimonio personal). Son obras realizadas
en acero, cortén e inoxidable. Y son también verdaderos trazos en el aire, realizados con un lápiz que
es metal, líneas que recorren el espacio que nos rodea, a voluntad del giro o posturas diferentes que
Alfonso les ha prefijado. En ocasiones pareciera como si hubiese optado por sujetarlas a una
estructura geométrica, y que fueran ellas, las formas metálicas, las que pugnasen por desbordar la
estructura, rectángulo vertical que las soporta o de la que surgen, y a la que habían sido asignadas.
Forman incluso pareja, en algún caso concreto, o una tetralogía, como si de formas musicales, y
hasta de una partitura en metal, se tratase.
Junto a las realizaciones con clara vocación a la síntesis, al trazo limpio que marca la varilla de metal,
se encuentra también una obra de Alfonso García cuya vocación está claramente dirigida al adorno.
Hay, es cierto, una variante en toda la obra de Alfonso que tiende a una orientación barroca. Se
puede descubrir incluso en ciertos elementos que persisten, o elementos recurrentes, que aparecen
en sus obras, sin que el escultor los llegue a convocar expresamente. Es el caso, por ejemplo, de tres
resaltes o ligeros pronunciamientos que salen del lateral de sus obras, y que se pueden descubrir de
modo claro en alguna de sus esculturas monumentales, instaladas en lugares públicos.
También para esta muestra Alfonso aporta, junto al conjunto de piezas exentas y las diseñadas para
pared, un par de piezas monumentales, realizadas en hierro, que nos ayudan a situar a Alfonso
García en una apuesta comprometida, dentro del repertorio de obra monumental que podemos
encontrar por múltiples lugares de las islas. Alfonso parece aquí, en estas obras de gran formato,
deleitarse con el material, con su tratamiento, con el tiempo invertido en el taller, entre cortes y
soldadura. En verdad, desde sus comienzos esa fue una de sus pasiones, primero en la talla de la
piedra lapilli, luego realizando obras con callaos, a continuación experimentado con el hierro forjado,
más tarde profundizando en la talla en madera, y ahora de nuevo pasándoselo en grande entre
planchas y varillas de hierro y acero. En resumidas cuentas, se trata de atreverse a caminar
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aprendiendo, indagando y aplicando los resultados obtenidos. Comprometerse en primer lugar con su
propio discurso, creerse que puede contarlo, que merece la pena que sea visto por otros, que puedan
a su vez valorarlo o criticarlo.
Qué acertadas nos parecen, llegados a este punto, las afirmaciones de Juan Hidalgo, no sólo
aplicables al presente caso, sino al de muchos otros creadores plásticos, y sobre todo a los artistas
de las islas, que encuentran en efecto mil y una dificultades para desarrollar su obra, lo que no
debiera suponer en cualquier caso un impedimento definitivo para que el público la llegue a conocer.
Responde Juan Hidalgo, a preguntas de Mariano de Santa Ana, en entrevista que éste le realiza en el
periódico La Provincia-Diario de Las Palmas, con ocasión de haber cumplido recientemente setenta
años: “Si estás pensando que tienen que entender pierdes mucho tiempo. Lo interesante es que te
entiendas a ti mismo, si puedes. (…) Si un artista pretende que le entiendan porque sino no se siente
artista, eso es el final del arte. No hay reglas dentro del mundo del arte”.
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Crimen. Elogio a Agustín Espinosa, 2007. Hierro. 14 x 8 x 70 cm.
Lancelot. Elogio a Agustín Espinosa, 2007. Hierro. 14 x 8 x 70 cm.
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10
Elogio a Martín Chirino, 2007. Hierro. 70 x 8 x 60 cm.
11
Los pasos perdidos de Maud Westerdahl, 2007. Hierro. 11 x 8 x 76 cm.
12
Estela a Eduardo Chillida, 2007. Hierro. 57 x 8 x 68 cm.
13
Elogio a José Abad, 2007. Hierro. 50 x 10 x 82 cm.
14
Redescubriendo a Abel Hernández, 2007. Hierro. 16 x 8 x 79 cm.
15
Tetralogía – S, 2007. Hierro. 10 x 8 x 51 cm.
16
Tetralogía - A, 2007. Hierro. 34 x 8 x 66 cm.
17
Tetralogía - R, 2007. Hierro. 34 x 8 x 56 cm.
18
Tetralogía – A-D, 2007. Hierro. 19 x 8 x 49 cm.
19
Jandro, la impostura permanente, 2007. Hierro. 101 x 10 x 29 cm.
20
Alfonso, la horizontalidad indeleble, 2007. Hierro. 15 x 10 x 123 cm.
21
Laura, tras el espejo, 2007. Hierro. 113 x 13 x 79 cm.
22
Abra, flor de primavera, 2007. Hierro. 8 x 8 x 84 cm.
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Contra el olvido
Domingo-Luis Hernández
Recuerdo que me resultó extraño descubrir a Alfonso García como escultor. No porque los objetos
que dispuso entonces ante mi vista me parecieran despreciables. Al contrario. La armonía de las
líneas en su forjado tridimensional, esa apuesta suya por la sencillez en el contrapunteo objetual en el
espacio, me sorprendió. Me dijo: “Has visto la pieza de la rotonda en la Estación de Guaguas de La
Laguna?”. Y yo (por quedar bien con el amigo que antaño había compartido piso de estudiante con
algunos veteranos de La Laguna y de la Universidad) contesté que sí; “por supuesto”. La verdad es
que, si no había pasado desapercibida su propuesta todas las veces que había cruzado por allí
camino del colegio de mi hijo, camino de otro menester hacia la autopista o desde la autopista del
norte hacia mi antigua casa de la Calle Anchieta, no había prestado la atención que se merecía.
Luego, era menester una excursión hacia ese lugar para ver y rever.
Una figura que se contorsiona, que socava el peso de su estructura por una invitación al movimiento y
a la metamorfosis es lo que desde entonces contemplo. Hierro que se herrumbra; nitidez, sosiego y
alegría que desprecian la elocuencia, la ostentación y la arrogancia. Equilibrio y medida.
Esa vez preparaba Alfonso García una exposición para el Instituto de Estudios Hispánicos a la que
puso el título de “Nada”. Y jugaba Alfonso con las proporciones renacentistas y el equilibrio, con
esferas que se abismaban en mundos huecos, con dimensiones que se expandían en el papel, con
estructuras que apuntaban al juego que define la esencia misma del hombre, su trama ontológica: el
todo en la nada.
Me pidió que colaborara en el catálogo con lo que “quisiera”. Y yo le ofrecí un largo cuento que titulé
“Vacío”. Estructura la historia de un médico, un cirujano enfermo terminal de cáncer, que acosa a otro
hombre en un alucinante recinto para moribundos. La sombra del tiempo y de la muerte flotan sobre
las frágiles vidas y las conciencias de los protagonistas. Eso nos ocurre: el miedo a desaparecer no
es más perturbador que la lucha por vivir. Yo había observado a mi amigo Alfonso García aferrado a
libros con dibujos horripilantes en sus estudios de Enfermería, en aquel piso feliz de la Milagrosa en
La Laguna. Y oí varias veces hablar a Alfonso del programa en el que participaba y participa sobre el
apoyo en situaciones de muerte inminente, esa que nos toca no sólo teóricamente sino que
percibimos y sufrimos de manera cercana. Así es que, eso y una situación personal, se confabularon.
Él me pidió y yo decidí.
Fue así, sin proponérnoslo, cuando la escultura y la literatura se unieron parcialmente en aquel año
de 1996.
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Seguí su rastro. Lo encontré de nuevo tras una exquisita colección de cortes transversales de pino
policromado con brillantez en partes muy precisas. Me entusiasmó el trabajo, el modo de horadar la
madera, la disposición de los clavos (como bosques tupidos, como cuadrículas urbanas perfectas,
como espinos que salen de la piel) en algunas de las piezas y el atinado soporte de metal en los que
descansaban.
No ha perdido la frescura y la síntesis en el disponer. Tampoco (y pese a todo) el optimismo que lo
embarga. Objetos que ocupan dimensiones en el espacio que transitamos, que lo alteran y que se
repiten. Ofertas para suspender el delirio de las horas cuando la vista se complace en descubrir y en
proyectarse en ese instante que enmudece el tiempo y se permuta cuando lo abordas desde los
puntos cardinales en que tus ojos se apostan. Materia orgánica que no es ya lo que antes era ni lo
será jamás fuera del alarido vegetal ahora mutilado. Así suena la imagen del paraíso perdido que los
hombres construimos con nuestras manos.
Alfonso me abordó de nuevo en la cafetería de mi Facultad de Filología. Me arrastró a su casa, la
casa de un artista, tan simple y escueta como su escultura, prado de maderas y olor a maderas desde
el suelo. “Esto es parte de lo que mostraré en diciembre”, me dijo. Salimos al patio. Tres grandes
esculturas verticales de acero nacían desde el piso. Y en el interior un conjunto de pequeñas figuras
que ordenó con dos títulos: “Volátil” y “Artistas”.
Las primeras son de hierro. La textura me sorprendió. Y palpé: una superficie brillante que deja
acariciar las marcas de la lija. Perfectas. Láminas que suspiran como ondas del mar. Son estructuras
con viento incorporado. Sólidas. Las ondulaciones reinventan el movimiento plegándose y
desplegándose desde sí y sobre sí. Las alas de Chillida invocan una continuidad que se desliza hacia
el infinito, un diálogo con el éter. La armazón de Alfonso extrema los ángulos en pos del desequilibrio
armonioso. Todo concluye; todo se sustenta.
Me atrajo hacia dos piezas de la segunda serie (también de metal) que buscaba señalarme porque yo
me dedico a la literatura. La trama nos confunde porque se asienta en el mismo lugar que nos vio
crecer. Dicen que la memoria se repite como los fantasmas. Nada muere si tiene memoria y la
memoria se encarna en las figuras que la contuvieron. Oímos hablar de adolescentes de un tal
Agustín Espinosa. Era nuestro porque aquí (en Los Realejos) vivió y murió. Cuando estudiaba en el
Instituto visité el frontal de la casa en la que el suceso se fundó. Luego me alongué a su tumba
descuidada en el cementerio de la otra banda del barranco. Sus libros, el Crimen de Espinosa, me
sorprendieron y me hicieron vivir al lado de un contiguo capaz de dar forma con las letras a un mundo
alucinante, complejo, conturbador, rebelde e irreverente. Todas las trazas del pacato
conservadurismo allí se sentenciaban. Eso lo condenó con saña en la dictadura de Franco y los
leales del tirano lo acosaron, lo desarmaron, lo negaron, lo hundieron, lo humillaron, lo callaron y lo
enfermaron hasta la muerte. Debajo de aquella sentencia arbitraria y rencorosa, fatiga repugnante al
poder de la creación, una luz sustancial se abría paso en las tinieblas. El hombre de la imaginación, el
hombre de la invención, el hombre capaz de dar forma al inconsciente, a las directrices del
surrealismo, con un ingenio y una inteligencia que pocos han sido capaces de imitar en el idioma nos
acompañaba.
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Alfonso García se decidió. Un ser cercano que desmesuró los sueños y que armó de sentido nuestra
ilusión. Crimen y Lancelot, la historia del asesino de la joven hermosa que lo atenazó (y se reafirmó
en un epílogo que nombra “isla de las maldiciones”) y la estampación de una isla real (Lanzarote)
sobre el ordenamiento imaginativo y mítico son su muestrario. De poco vale decir que Agustín
Espinosa es uno (si no el primero) de los escritores de las vanguardias en lengua española si no lo
acompañamos destejiendo el laberinto de sus letras y no lo creemos porque nos perdemos en su
bosque por no andar prevenidos entre sus senderos. Ese hombre fundó el esplendor y fue en su
esplendor (para otros, para los viles, queda su desgracia). Hoy nos conduce, porque la memoria no
muere si las obras la sustentan.
Le conté a Alfonso (el destino es caprichoso, el azar y las coincidencias también) que yo también
había decidido hacía pocos meses. Lo hice en la elección del Crimen de Agustín Espinosa como
número primero de la colección “Sur. Real” que dirijo para la Editorial La Página. Me subyugó un
trazo: la veladura, el corte, como si la incisión de una navaja así lo perpetrara, de un lienzo rojo del
pintor ítalo-argentino Lucio Fontana. Le robé el motivo para la cubierta del libro que preparó
(espléndidamente) mi amigo y más certero conocedor de Espinosa y del surrealismo José Miguel
Pérez Corrales. El rojo de la superficie y la marca vertical en negro que apuntan al cuerpo señalado
por la punta del puñal remiten a la incitante construcción de grafías dispuestas sobres las páginas
inmaculadas del interior. Agustín Espinosa compuso esos surcos. Todo concluye allí; todo se
sustenta; el todo se repite.
Aprecié que Alfonso había seleccionado otro objeto, más directo, más sustancial. No se arrimó ese
hecho a la paradoja, no lo desprecié porque lo atractivo del arte y de sus lecturas es las sumas, tan
infinitas como cuerpos pensantes que, por su voluntad, trazan los nuevos signos sobre los
continentes. El signo poético eleva ahí el discurso objetual también a sueño. Es un revólver de caño
contorsionado. ¿Viento que remueve las líneas que escupen balas o mano que se resiste a fijar la
violencia como definitiva (¡pobres y malignos detractores de Agustín Espinosa!) más allá de los
fundamentos en los que se sustenta el artificio?.
Concluí. El arte es esa prenda a la realidad. Su suficiencia es exclusiva. La vida de las letras y de la
escultura no tiene parangón, no se confunde con lo que a los pobres mortales nos sucede. El arte
pesa porque el arte existe, se abre camino a pesar de la ignorancia y de la desidia. No hay homenaje
a la evidencia. Nada es igual cuando el hombre propone alternativas. Si el tronco que Alfonso taló
para organizar su Materia orgánica ya no es tronco, Agustín Espinosa ya no es Agustín Espinosa en
las piezas que lo recuerdan. Realzar el motivo no es reinventar a Espinosa por los efectos de su
Crimen o por los efectos de su Lancelot. No hay representación del modelo; el modelo representa al
modelo en el espacio porque Alfonso García decidió, esculpió y fundó. El revólver de Agustín
Espinosa no dispara, no hiere. El de Alfonso García tampoco. El de Espinosa y el de Alfonso
destapan el juego, como el agraciado por el destino descorcha la botella que contiene al genio. La
base de las esculturas sobre Agustín Espinosa de Alfonso García proponen su trascendencia. Subir
el motivo, separar el motivo, modificar las posiciones del motivo arman el tiempo que contiene
nombres, historias y residuos de los años como ocurre en una alucinante partida de ajedrez.
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Los sucesos nos acompañan porque los sucesos son pasado. Los hombres que tienen nombre
prueban que el tiempo no es un círculo infernal; es una cadena de signos y de símbolos. Los nombres
singularizan, deciden sobre el anonimato que se enreda con lo común y se convierte en olvido,
pueblan la existencia de excempla para compartir. El mundo contiene pocos héroes. Es cuestión de
elegir. Alfonso García decidió. La apuesta lo acompaña, porque la apuesta asimismo a él lo
singulariza, lo separa del central y absorbente torbellino de la nada.
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La serie Volátiles (Del lat. volatĭlis). Que vuela o puede volar
tal como dice el diccionario de la RAE. Plantea unas obras en
un material que a priori es pesado y tosco, pero que se
mueve ligeramente y anda por el aire, o por lo menos se
presenta desde tal pretensión, y se configura a modo de
obras inconstantes, oscilantes, mudables, e inestables en
ocasiones.
Las obras volátiles se comportan como si quisiesen
transformarse espontáneamente, tal como les enseña el orín
que cubre sus paredes, y que aspira a ser vapor.
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Trampantojo I, 2007. Acero cortén. 11,5 x 6,5 x 68,5 cm.
Trampantojo II, 2007. Acero cortén. 13,5 x 6,5 x 68,5 cm.
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Trampantojo III, 2007. Acero cortén. 15 x 6,5 x 68,5 cm.
Trampantojo IV, 2007. Acero cortén. 22,5 x 6,5 x 68,5 cm.
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De la entropía estética en los volátiles de Alfonso García
Néstor Verona Carballo
Hace tiempo que la relación entre el arte y el espectador dejó de ser directa. Cada vez más mediado
por la cultura (lo que debe ser, lo que es y la trinchera), lo que de arcano tiene el lenguaje que habla
el arte se va perdiendo (y de hecho, a este texto le sucede que contribuye a esta pérdida) y diluyendo
su consenso (pues conforma un código) en la entropía que llamamos Arte. Ajustándonos a esta
medida, a la de la incertidumbre existente entre un conjunto de mensajes (de los cuales sólo se va a
recibir uno), el arte constituye una pieza de museo: lo que es, por el lugar que ocupa. Si bien el arte
es un lenguaje autónomo, dudamos de su irreductibilidad a las actuaciones concretas del habla, es
decir, a las obras de arte (las corrientes y las tendencias), pues son proporcionales al desorden del
propio sistema. En este juego de neologismos se ubica hoy el objeto artístico, entre la inmediatez
perdida y el nada que decir. No obstante, subyace la estructura inmóvil, más allá de su historicidad y
de sus contingencias. Conseguir que ésta se evidencie desoculta no los contenidos de las obras de
arte, sino los significados culturales profundos transmitidos a través de ellas. Atribuirles un sentido
implica, pues, participar de lo simbólico: percibir, ordenar, clasificar y dotar de significado al mundo.
Lo que de tectónico tiene la obra de Alfonso García la sitúa en este término. Hace ya tiempo que la
relación entre el arte y el espectador dejó de ser directa.
Reafirmar la condición escultórica de la obra, en este sentido, es la virtud escondida de las piezas
volátiles de García. Imprimir con aire el frío acero, un ejercicio casi de alquimia. En un diálogo entre
cada elemento del universo y su contraparte, se evocan otros tiempos y porvenires, simetrías que van
más allá de lo anecdótico. A ese equilibrio nos referimos: cuando una parte del sistema cerrado
interacciona con otra parte y la energía tiende a dividirse por igual. Así, un entramado de opuestos
entra en colisión, arrojando luz sobre la materia. Y como una obra de arte nunca existe sola (pues
como el mito, existe en relación a otras que determinan su existencia) nos situamos ante aquellas al
contemplarla. El juego creativo del artista, la estructura formal de la obra, la respuesta estética que
despierta su contemplación y las transformaciones simbólicas de la misma, establecen la manera en
que estas referencias cristalizan en ella. Hacer de este hecho algo consciente significa elaborarla a
partir de elementos que ya existían con anterioridad, y destinar la obra de arte a ser desmantelada
inmediatamente para permitir la creación de otra obra de arte.
Al acero de estas volatilidades se ha imprimido, como en la teoría de los fractales, con vacío esta
antimateria, la de las referencias culturales. Como la espuma del mar, inunda cada orificio, cada
cicatriz, pero sin ser reproducción de si misma en sentido estricto. El producto artístico manifiesta, de
esta forma, otra cosa que lo inmediatamente perceptible, y en esa medida nos enfrentamos con un
acto de conocimiento. Esa otra cosa que manifiesta el Arte, es la estructura del objeto, pero para
conocerlo en su totalidad, operamos a partir de sus partes. Alfonso García encuentra, con esta nueva
propuesta, ese sendero que desandar, el de la construcción de un modelo reducido que facilita la
aprehensión del modelo que le ha servido como referencia, al tiempo que añade una nueva
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dimensión (pues la manera de fabricar la obra difiere de la del modelo inicial). Las piezas que ahora
nos ocupan conforman ese continuum, el del análisis del proceso artístico en el marco de la
problemática sobre la producción de sentido de la obra en su constante transformación.
La Laguna, a 6 de noviembre de 2007
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Volátil 1, 2007. Acero inoxidable. 7,5 x 12,5 x 37 cm.
Volátil 2, 2007. Acero inoxidable. 19 x 7 x 47 cm.
35
Volátil 3, 2007. Acero inoxidable. 12 x 4 x 44 cm.
Volátil 4, 2007. Acero inoxidable. 10 x 8 x 46 cm.
36
Volátil 5, 2007. Acero cortén. 16 x 8 x 48 cm.
Volátil 6, 2007. Acero cortén. 16 x 6,5 x 48 cm.
37
Volátil 7, 2007. Acero cortén. 10 x 10 x 44 cm.
Volátil 8, 2007. Acero cortén. 7 x 20 x 43 cm.
38
Volátil 9, 2007. Acero cortén. 12 x 4 x 44 cm.
Volátil 10, 2007. Acero cortén. 12 x 4 x 44 cm.
39
Volátil 11, 2007. Acero cortén. 12 x 16 x 36 cm.
Volátil 12, 2007. Acero cortén. 28 x 10 x 48 cm.
40
Volátil 13, 2007. Acero cortén. 16 x 16 x 99 cm.
41
Volátil 13, 2007. Acero cortén. 16 x 16 x 99 cm. (Detalle)
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Volátil – pared 1, 2007. Acero inoxidable. 24,5 x 7 x 42 cm.
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Volátil – pared 2, 2007. Acero inoxidable. 24,5 x 7 x 35 cm.
44
Volátil – pared 3, 2007. Acero inoxidable. 24,5 x 7 x 46,5 cm.
45
Volátil – pared 4, 2007. Acero inoxidable. 24,5 x 7 x 47 cm.
46
Volátil – pared 5, 2007. Acero inoxidable. 24,5 x 7 x 36,5 cm.
47
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Volátil ofidia, 2007. Acero cortén. 190 x 54 x 40 cm.
49
Volátil dona, 2007. Acero cortén. 50 x 60 x 220 cm.
80 x 84 x 315 cm
50
Volátil dona, 2007. Acero cortén. 50 x 60 x 220 cm.
80 x 84 x 315 cm.
51
52
EXPOSICIONES INDIVIDUALES
1.981
Sala de Arte y Cultura de la Caja de Ahorros. La Laguna.
Sala de Arte y Cultura de la Caja de Ahorros. Puerto de la Cruz.
Antigua Casa Parroquial. Los Realejos (Alto).
1.984
“Bichos Colores”. Sala de Arte y Cultura de la Caja de Ahorros. Puerto de la Cruz.
1.985
Sala Cactus. Santa Cruz de Tenerife.
1.986
“Collages”. Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. Puerto de la Cruz.
Sala de CajaCanarias. Itinerante en La Palma. Santa Cruz de La Palma, San Andrés y Sauces, Los
Llanos de Aridane.
1.987
Sala de Arte Ossuna. La Laguna.
1.988
Sala La Xampanyería. Santa Cruz de Tenerife.
Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. La Laguna.
Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. Puerto de la Cruz.
1.989
“Condiciones Naturales”. Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. Puerto de la Cruz.
1.992
"Eidwlov" Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. La Laguna.
"Imagos de un tiempo". Sala de Arte Paraninfo Universidad de La Laguna.
Congreso Fe y Cultura. Seminario Diocesano. La Laguna.
1.996
"NADA". Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias. Puerto de la Cruz.
2.000
"Lécitos". Recuerdos del pasado. Ateneo de La Laguna.
2006
"Materia orgánica: cayucos". 2 de noviembre de 2006. Galería Cuatro Tablas. La Laguna.
"Materia orgánica: cayucos". 6 al 10 de diciembre de 2006. "Conciencia Planetaria". Parque San
Francisco. Puerto de la Cruz.
53
54
EXPOSICIONES COLECTIVAS
1.980
“Artistas por los Derechos Humanos”. Amnesty International. Colegio de Arquitectos de Canarias.
Santa Cruz de Tenerife.
1.982
“Artistas Locales”. Ayuntamiento de Los Realejos.
“Colectivo de Artistas del Valle de La Orotava”. Biblioteca Pública. Pago de Higa-La Perdoma. La
Orotava.
1.983
“Colectiva de Artistas del Valle de La Orotava”. Biblioteca Pública. Pago de Higa-La Perdoma. La
Orotava.
1.984
“Colectivo de Artistas del Valle de La Orotava”. Biblioteca Pública. Pago de Higa-La Perdoma. La
Orotava.
1.988
“Escultores Canarios de los 80”. Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. Puerto de la Cruz.
Esculturas en las Calles del Puerto. Calles de San Juan y Las Damas. Puerto de la Cruz.
“El Mar”. Pintura-Escultura-Fotografía. Círculo de Bellas Artes. Santa Cruz de Tenerife.
1.989
Exposición XVIII Aniversario de la Inauguración del Hospital Universitario de Canarias.
Cuatro Escultores: Juan Carlos Batista, Javier Eloy, Alfonso García, Roberto Padrón. i’Arte. Santa
Cruz de Tenerife.
1.990
Homenaje a Felo Monzón. Ermita de San Miguel. La Laguna.
Exposición Colectiva de Artistas Canarios. “SILLA”. Ateneo de La Laguna.
1.991
“Artistas, Arte y Carnaval”. Paraninfo. Universidad de La Laguna.
i’Arte 89-91. Pintura-Escultura-Fotografía. i’Arte. Santa Cruz de Tenerife.
1.992
“Verano 92” de CajaCanarias. Sociedad XI de Octubre. Santa Ursula.
“Jóvenes Artistas Canarios”. Fondo de Arte de CajaCanarias. Casa de la Aguada. San Sebastián de
La Gomera.
“El Gallo”. Paraninfo. Universidad de La Laguna.
55
1.993
“Artecumbre”. Casa Museo. Tejeda. Gran Canaria.
“Neiga-hermano”. Al pueblo Saharaui. Sala Conca. La Laguna. Tenerife. Campamentos de
Refugiados de Tinduf. Argelia.
1.994
Colectiva de Arte contemporáneo en el Centro Cultural del Salvador. La Matanza. Ciclos Culturales
94. Fondo de Arte de CajaCanarias.
Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias en Los Silos. Tenerife.
1.995
“San Lázaro. Amor a los niños”. Sala de Arte y Cultura de CajaCanarias. La Laguna.
“Artistas en torno a la muerte”. Jornadas “La Muerte”. Ateneo de La Laguna. Tenerife.
Ciclos Culturales’95. Fondo de CajaCanarias. 16 Artistas. Centro Cultural de Los Cristianos.
Ciclos Culturales’95. Fondo de CajaCanarias. Cine Municipal de Santa Ursula.
1.998
"Vuelta a la isla de Tenerife en barco". Club de Leones de Santa cruz de Tenerife.
1.999
Congreso Fe y Cultura. Seminario Diocesano. La Laguna.
XII Certamen de Pintura y Escultura "Oscar Domínguez". Casa de la Cultura. Tacoronte
2.004
CROMA. Castillo de San Felipe. Puerto de la Cruz.
2.005
CROMA. Castillo de San Felipe. Puerto de la Cruz.
Premio Regional de Artes Plásticas. Escultura 2004. CajaCanarias. La Laguna
2.006
Cuatrotablas. La Laguna.
2007
Galería Global Present Art. Barcelona.
Feria Frankfurt Buchmesse.
VII Edición de Arte Joven en la calle. La Orotava.
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BIOGRAFIA
Alfonso Miguel García Hernández
1961 Nace en Santa Cruz de la Palma (Islas Canarias). Es el segundo de una familia de cuatro
hermanos. Se traslada con sus padres a Santa Cruz de Tenerife.
1965 Establece su residencia en Los Realejos, donde cursa sus estudios primarios y bachillerato.
Teniendo inclinación por las actividades artísticas: se inicia en la pintura de forma autodidacta, talla en
piedra lapilli y dibujos a plumilla.
1983 Obtiene el título de Diplomado en Enfermería por la Universidad de La Laguna y comienza a
trabajar en el Hospital General y Clínico de Tenerife.
1984 Toma contacto con la cultura egipcia, ocupándose por el estudio de su arte a través de sus
monumentos y de la obra del Museo del Cairo.
En Israel, se interesa principalmente por sus estructuras arquitectónicas, quedando impresionado por
la Mezquita de Omar y el Museo del Holocausto.
Estudia grabado en la Escuela Municipal de Arte Gráfico de Santa Cruz de Tenerife.
1985 Trabaja la talla en piedra, realizando varias obras en callao y tiene sus primeras experiencias
con el hierro a través de la forja.
Conoce a Maud Westherdal, con quien mantendrá un estrecho contacto mientras vive en Tenerife.
Posteriormente le dedicará una exposición de collages, itinerante por la isla de La Palma.
1986
Viaja a Italia. Toma contacto con los museos de Roma, Venecia y Florencia.
1987 Profundiza en el trabajo de la talla en madera.
Viaja a la India y Nepal, quedando admirado por el Taj Mahal y los monumentos nepalíes y el trabajo
artesano en madera del pueblo Newar.
1988 Se instala su primera obra monumental "Swayambhu", cuyo nombre lo debe a un monte de
Katmandú en el que está ubicado el maravilloso templo de Swayambhunath. Dicha obra se expuso en
la calle de San Juan del Puerto de la Cruz, junto a la obra de otros seis escultores, coincidiendo con
el 7º Certamen de Cine Ecológico. Posteriormente, esta obra sería adquirida por el municipio del
Puerto de la Cruz e instalada enfrente de los Hornos de Cal en el Tejar.
Nace su hijo Alfonso Darío.
1991 Es nombrado miembro de la Asociación Española de Pintores y Escultores con sede en
Madrid. Ilustra con collages la portada de una edición restringida de 35 poemarios "de piel y
palabras" del poeta Orlando Cova.
Deja su actividad como enfermero asistencial y comienza una faceta como docente en la Universidad
de La Laguna.
57
1992 Toma contacto con escultores cubanos (La Habana).
Realiza su segunda obra monumental "Eidolón", la cual dedicará al crítico de arte y amigo Celestino
Hernández, quedando ubicada en el municipio de La Laguna.
1996 Realiza junto a los críticos: Celestino Hernández, Juan F. Jiménez, Javier de la Rosa y
Domingo Luís, una propuesta en torno a la "Nada" que será presentada en el Instituto de Estudios
Hispánicos del Puerto de la Cruz.
1998
Su hija Abra XiaoHui llega desde Zhan Jiang (Guangdong), China.
1999
Obtiene el Premio de escultura Oscar Domínguez de Ayuntamiento de Tacoronte.
2000
El 18 de Abril fallece su esposa y compañera Nela.
2001 Finaliza la Licenciatura en Antropología Social y Cultural. Por la cual había mostrado siempre
interés. Realiza visitas de estudio al Museo del Louvre y el George Pompidou de París. Y al Museo
Histórico Nacional, Museo Arqueológico Nacional, la Acrópolis, el Ágora y los Teatros en Grecia.
2003
Visita el Museo de la Albertina en Viena.
2004
Visita el Museo del Altar Mayor y el Arqueológico de México.
2005
Visita en Londres, la Tate Galery y el British Museum.
2006 En los últimos años dirige un postgrado de la universidad de La laguna, en torno a la muerte y
los cuidados al final de la vida, así como diferentes seminarios, cursos y jornadas relacionadas con la
tanatología.
2007 Realiza un viaje de estudio a Roma, interesado fundamentalmente por la obra de Gian
Lorenzo Bernini.
58
BIBLIOGRAFÍA
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Tetralogías. (Detalles) 2007. Hierro.
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