Visión social de las personas mayores

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Tema 9: Visión social de las personas mayores
Tema 9:
VISIÓN SOCIAL DE LAS PERSONAS
MAYORES
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Unidad II:
Modificaciones en las demandas de autocuidado de la
persona mayor
Índice
Autoimagen y perfil psicosocial de las personas mayores
Consideraciones sobre la jubilación
Modelos de convivencia a partir de la tercera edad
Participación y actividades comunitarias de las personas mayores
Enlaces y Bibliografía
Introducción
En este tema se va a tratar la dimensión del papel de las personas mayores en la sociedad, es
decir, los distintos cambios que la vejez comporta en relación con la situación y consideración
social. Los cambios sociales que se producen con el envejecimiento se refieren principalmente al
cambio de rol, tanto en el ámbito individual como en el contexto de la propia comunidad; así
mismo, abarcan las diferencias generacionales existentes en el comportamiento social y la
dificultad de adaptación e integración de la persona mayor a estos cambios.
Cada etapa del desarrollo individual tiene su importancia y la vivencia de cada una de ellas debe
favorecer el crecimiento de la persona en todas sus esferas. El desarrollo de la persona mayor, en
cuanto al papel que tiene que jugar en la sociedad de la que forma parte, está sujeto a unas
premisas fundamentales, no experimentadas de la misma forma por todos los individuos, ni con la
misma aparición temporal. Estas premisas están íntimamente ligadas a la capacidad de
adaptación y a la aceptación del proceso de envejecimiento; por tanto, el ser consciente de las
limitaciones que implica la vejez ayudará a las personas mayores a establecer planes de vida
satisfactorios.
Para analizar los cambios que se dan en esta dimensión, vamos a tratar de conocer cuál es el
perfil psicosocial actual de las personas mayores, cómo es su vida cotidiana, cuáles son sus
intereses, en qué y cómo ocupan su tiempo libre después de la jubilación y, finalmente, las formas
de convivencia familiar y su participación en la comunidad.
Autoimagen y perfil psicosocial de las personas mayores
La población envejece proyectando una imagen a la sociedad que tiene un reflejo que no se
corresponde con lo que sus miembros piensan y sienten; en muchas ocasiones son imágenes
distorsionadas que influyen negativamente en el comportamiento del grupo de las personas
mayores. Un elemento indispensable para una buena calidad de vida de las personas mayores es
su bienestar emocional, donde las relaciones intergeneracionales tienen un peso determinante.
Los cambios sociales acaecidos en España, en la que hemos pasado de las pautas de la sociedad
tradicional a las propias de una sociedad postmoderna, en prácticamente la mitad de tiempo que
en los países de nuestro entorno, lleva a preguntarnos si las imágenes que proyectan unos grupos
de edad sobre otros también han cambiado y cómo influyen estas percepciones en sus relaciones.
En este sentido, en los últimos años, se han llevado a cabo distintas investigaciones dirigidas a
conocer la imagen social de los mayores y cómo éstos son vistos por otros grupos etarios, sin
olvidar la imagen que se proyecta en los medios de comunicación. Con respecto a éstos últimos,
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la conclusión es la dualidad con que los massmedia muestran a las personas mayores: de un lado,
proyectan una visión positiva, cuando se refieren a personas mayores con nombre propio; y, de
otro, como colectivo, les presentan como un grupo anónimo, sin voz, sin rostro y tendente a la
marginación.
Dicha contraposición se basa en el dualismo actividad-inactividad: las personas mayores 'activas'
tienen nombre propio y son percibidas como sujetos con valores positivos y pertenecientes a una
sociedad desarrollada y moderna; mientras que los mayores 'inactivos' o jubilados se sitúan en
estamentos sociales dependientes de los servicios públicos.
La imagen que proyectan los medios de comunicación no parece tener un fundamento en la
percepción que tienen de las personas mayores sus conciudadanos. En este caso, se ha dado una
ruptura respecto de las imágenes anteriores que contemplaban el colectivo de mayores como un
grupo homogéneo. Actualmente, la percepción que se tiene es precisamente la heterogeneidad. La
sociedad concibe el envejecimiento como un proceso y, como tal, diferencia distintos segmentos
de personas mayores que anteriormente se habían pretendido englobar en el grupo único
deTercera Edad.
Lo dicho supone que la sociedad actual está potenciando una visión de rejuvenecimiento que gira
alrededor del eje activo-inactivo y que lleva imágenes implícitas, positivas y de integración social,
de las personas mayores hasta bien entrados los 80 años de edad. La creencia de que la sociedad
tiene una visión negativa de los ancianos, en particular los jóvenes, no se sustenta con los
resultados obtenidos en las investigaciones realizadas por el IMSERSO: la sociedad diferencia muy
bien entre el proceso de envejecimiento y la vejez, que asocian a la pérdida de autonomía, pero la
visión que tienen de las personas mayores, hasta ese momento, es una imagen de vitalidad y de
utilidad, caracterizada por la alta valoración de las actividades que llevan a cabo.
Por otra parte, las personas mayores se perciben revitalizadas, tomando conciencia de las
ganancias en salud, del aumento de su calidad de vida, respecto de épocas pasadas, y de la
capacidad productiva que todavía poseen.
n
VIDA COTIDIANA: OCUPACIÓN DEL TIEMPO LIBRE
Se tiende a pensar que las personas mayores tienen mucho tiempo libre y que no ocupan en
actividades gratificantes una buena parte de ese tiempo. Los modelos vitales que se han ido
imponiendo en la sociedad moderna han hecho que se asuman los estereotipos que ligan la vejez
con una progresiva falta de interés por las actividades y tareas cotidianas, con el descenso
generalizado del ritmo vital y con una actitud de pasividad creciente.
Suele ocurrir con los estereotipos que la realidad, o al menos la realidad percibida, termina por
parecerse extrañamente a ellos. Uno de los hallazgos que han revolucionado la sociología de la
vejez es la constatación de que el colectivo de personas definidas oficialmente como personas
mayores presenta una creciente tendencia a la diferenciación, y que esta diferenciación se
produce no únicamente en función de causas objetivas (género, estado civil, nivel de ingresos,
etc.), sino también, y en forma cada vez más perceptible, por razones subjetivas; porque las
personas no aceptan las imágenes estereotipadas que predican su uniformidad y defienden sus
propios espacios de creatividad y autonomía.
Estas actitudes personales contrastan, sin embargo, con la escasez de oportunidades objetivas de
ejercicio del ocio, con la aridez de una existencia cotidiana en la que los estímulos exteriores se
han reducido enormemente. El gran cambio que supone para la mayoría de las personas entrar en
la categoría de persona mayor radica en que se pasa a disponer libremente del tiempo que
anteriormente se dedicaba al trabajo productivo.
Tanto el tiempo libre como el que se dedica a actividades como el cuidado personal y las
obligaciones hogareñas, crecen de forma importante y lo mismo ocurre con el tiempo que se
dedica a las actividades de ocio de carácter pasivo (ver TV, escuchar la radio, etc.). Sin embargo,
a pesar de la mayor disponibilidad de tiempo, se constata una caída en los índices de participación
en actividades organizadas y en otras actividades de ocio que requieren una participación activa
(salir al cine o al teatro, viajar, realizar excursiones, hacer deporte, etc.).
Según datos aportados en el informe Envejecer en España (IMSERSO-Observatorio de mayores,
2002), entre las actividades que realizan los mayores destacan, por encima de todas, la audiencia
de los medios de comunicación de masas: nueve de cada 10 mayores ve la televisión todos los
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días y uno de cada dos escucha la radio. Es cierto que la audiencia de medios constituye una
actividad pasiva, sin embargo, no debe pasar desapercibido que el seguimiento de los medios
permite realizar otras actividades al mismo tiempo, desempeña una función positiva en aquellos
mayores que se sienten o están solos y permite articular el tiempo, cuando ya ni la vida laboral ni
las obligaciones familiares pueden hacerlo.
En relación con los hábitos de lectura, uno de cada cinco mayores lee el periódico todos o casi
todos los días, lo que representa un descenso frente a la población adulta (30%), situación en la
que influyen factores como el nivel de estudios, el acceso a los puntos de venta e incluso la
dificultad para leer las pequeñas letras de los diarios. Lo mismo ocurre con la lectura frecuente de
libros, hábito que sólo tienen un 3% de los mayores. Pero la proporción de mayores que realizan
otras cosas que requieren una mayor actividad también es considerable: el 70% suele dar paseos,
y una proporción similar, hacer la compra o recados.
Por otra parte, en las personas mayores se produce una diferenciación de las actividades de ocio
en función del género que, en algunos casos, puede ser de bastante entidad. Por lo general, las
mujeres conectan de una forma más natural, mientras que los varones se plantean mayores
necesidades de sustitución de la actividad laboral a través del ocio. Diferentes estudios muestran
claramente esta diferenciación, las ocupaciones más citadas por las mujeres son estar en casa y
realizar tareas hogareñas, pero también muestran una actitud más abierta a participar en
actividades nuevas (conferencias, talleres de manualidades, etc.). Los hombres salen más a la
calle, simplemente a pasear o para reunirse con amigos en una cafetería o un centro de mayores.
Las diferencias son, por el contrario, mínimas en cuanto a compartir el tiempo libre con niños y
jóvenes, realizar trabajos voluntarios o hacer ejercicio.
En cuanto a la asistencia a centros de mayores, aproximadamente la cuarta parte de las personas
de 60 y más años declaran que acuden a ellos con mayor o menor asiduidad, siendo la proporción
sustancialmente mayor en el caso de los hombres.
Otras características del colectivo actual de mayores son el sentimiento de religiosidad y la
elevada práctica religiosa, que claramente están condicionadas por la herencia histórica puesto
que en nuestro país el proceso de secularización de la sociedad es todavía un fenómeno muy
reciente.
Finalmente en cuanto al interés que prestan los mayores por uno de los aspectos más novedosos
de las sociedades de nuestros días, las nuevas tecnologías, parece que en términos generales no
se muestan muy inclinados, especialmente en lo relativo a internet y el correo electrónico, que
sienten muy alejados de su vida cotidiana. Algo más de interés muestan por el ordenador
personal, al que consideran útil, pero entre todos estos recursos destacan el teléfono móvil del
que disponen más de un 17%, si bien casi la mitad lo usan de forma poco frecuente. La razón
principal que argumentan para no hacer uso de las nuevas tecnologías de la información es la
creencia de que son demasiado mayores para aprender a menejarlas.
En definitiva, nuestra forma de vida, el tipo de actividades en las que ocupamos nuestro tiempo y
las actitudes y valores que tenemos frente a lo que ocurre a nuestro alrededor, están
condicionados, en buena medida, por nuestro nivel de formación. En este sentido, todavía hoy el
nivel de instrucción de los mayores es sustancialmente inferior al de otros grupos de edades,
siendo previsible que en no muchos años esta situación se modifique sustancialmente.
Consideraciones sobre la jubilación
La contribución individual del hombre al grupo de pertenencia puede tener amplias perspectivas,
sin embargo, la sociedad en general valora tan solo al hombre activo, aquél que aporta trabajo y
que genera riqueza. En el rol laboral, el gran cambio viene dado por el momento de la jubilación,
de ahí que se explique la importancia de esta nueva situación con las modificaciones que
comporta y las alternativas que se pueden desarrollar para evitar al máximo las consecuencias
negativas. El término jubilación proviene del vocablo latino jubilare cuyo significado es alegrarse,
regocijarse y también retiro. Sin embargo, la transición del trabajador a jubilado es uno de los
cambios más significativo y difícil que tienen lugar en la última etapa del ciclo vital de los
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individuos.
Es fácil suponer que lo que existe actualmente ha existido siempre, sin embargo, la jubilación es
un fenómeno relativamente nuevo. Hasta hace unas décadas, el rico se retiraba y los demás
tenían que seguir trabajando hasta que por motivos de salud abandonaban el mundo laboral.
Tampoco ha afectado por igual a la mujer y al hombre. Varios son los factores que han contribuido
al desarrollo de la jubilación y la han convertido en un fenómeno característico de las sociedades
industriales de nuestro tiempo, entre ellos destaca el aumento de productividad debido a los
avances tecnológicos, que ha permitido que se pueda reducir el tiempo total del trabajo sin
disminuir el potencial productivo.
Actualmente, por tanto, la jubilación se ha convertido en un fenómeno social y es considerada
como la situación de una persona que tiene derecho a una remuneración o pensión, después de
haber cesado parcial o totalmente en su profesión u oficio. Es un permiso social para desligarse
del trabajo, que se obtiene por el hecho de haber cumplido una edad previamente reglamentada.
En todos los países se ha dado prioridad al aspecto económico, sin tener en cuenta otros aspectos
que comportan el fenómeno de la jubilación, ni tampoco al difícil proceso de adaptación de la
persona a su nueva situación. La jubilación significa distintas cosas para las personas:
¡
¡
Aspectos positivos: mayor libertad, estar abierto a innumerables
opciones, incluyendo la oportunidad de realizar nuevos
proyectos, viajes, aficiones, etc.
Aspectos negativos: pérdida de poder adquisitivo, de relaciones
sociales, de una base para la identificación personal, etc.
Consideremos más detalladamente algunos de estos aspectos:
n
Base para la identificación personal
Para muchos individuos, el rol que desempeñan en el trabajo es el papel central a
través del cual es definida y conservada su identidad. Mediante este papel son
definidos la clase y el prestigio. El trabajo es el recurso más importante para dar
sentido a sus vidas. Sin la oportunidad de trabajar, la vida parece vacía y sin interés.
Es lógico que dada la importancia del trabajo, la pérdida o la modificación del rol
laboral tenga consecuencias importantes para la salud y el bienestar de los mayores.
Sin embargo, son relativamente pocas las personas que manifiestan divertirse con
las tareas que realizan en sus empleos, aunque les gusten las relaciones sociales que
proporciona el ámbito laboral, el sentido de utilidad, los ingresos que obtienen, etc.
De esta forma, se ha comprobado que los dos factores más claramente vinculados a
la decisión de jubilarse pronto, más que permanecer como un miembro activo, son
los ingresos y la salud física.
n
Poder adquisitivo
Es el factor más importante que diferencia a los que se jubilan pronto y los que no se
jubilan, siendo aquellos que tienen buenos ingresos los que tienen tendencia a
jubilarse antes.
Aparte de las numerosas discusiones sobre la importancia de que la vida tenga
sentido, de tener un estatus relacionado con el trabajo, etc., lo que los jubilados
echan más de menos es la pérdida de poder adquisitivo. El miedo mayor a la
jubilación que manifiestan las personas mayores es el conocimiento de que el salario
va a reducirse.
La Ley de Regulación de las Pensiones (B.O.E. 16119 de 1 de agosto/85) determina
la existencia de dos tipos de pensiones a cargo de los Presupuesto Generales del
Estado:
1. Pensiones contributivas
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Jubilación e invalidez
Prestación económica que el individuo percibe a partir de la jubilación,
es decir, cuando alcanza los 65 años de edad o por invalidez; si bien se
pueden producir también jubilaciones anticipadas y jubilaciones
obligatorias a los 70 años para algunos tipos de trabajadores. La
cantidad percibida en concepto de pensión es proporcional a la
cotización del trabajador durante su etapa laboral. Las cuantías
mínimas están cercanas al salario mínimo interprofesional.
l
Viudedad
Prestación económica que percibe el cónyuge o pareja del trabajador
que ha cotizado a la Seguridad Social. Las cuantías varían dependiendo
de la edad y de las cargas familiares.
2. Pensiones no contributivas
El individuo las percibe por el hecho de haber llegado a determinada edad aunque no
hubiera cotizado a la Seguridad Social. En este apartado también se incluye el
Seguro obligatorio de viudedad e invalidez (SOVI).
El Pacto de Toledo garantiza a través de una de sus Recomendaciones que debe
mantenerse el poder adquisitivo de las pensiones mediante revalorización automática
de las mismas en función de la evolución de Índice de Precios al Consumo (IPC). Es
evidente que esta cobertura ha mejorado la situación económica de muchos
jubilados, pero todavía no se ha alcanzado el nivel suficiente como para dejar de ser
una preocupación justificada, ya que la media de ingresos sigue siendo baja y
existen diferencias muy significativas en la cuantía de los ingresos de unos a otros.
Los motivos económicos son objeto de inquietud por parte de las personas mayores
porque aunque el dinero no solucione de por si los problemas que comporta el
envejecimiento, si mejora algunos aspectos como la salud, la vivienda, la soledad,
etc.
n
Relaciones interpersonales
Las relaciones sociales que proporciona el trabajo han sido consideradas como uno de los factores
más importantes de la satisfacción personal y por la misma razón, una de las mayores pérdidas
que se sufre con la jubilación. A medida que se acerca la jubilación, el trabajador se da cuenta de
que en la empresa se está empezando a pensar en su sucesor y funciona como si ya no estuviera.
n
Salud física
La jubilación es considerada socialmente como la puerta de entrada a la vejez y, de acuerdo con
la impresión que se tiene de ésta, se tiende a identificarla con el comienzo de problemas o
alteraciones en la salud física. De hecho, es la salud el otro factor que los individuos contemplan
como más importante a la hora de adoptar una jubilación precoz.
Es frecuente escuchar que alguien gozaba de muy buena salud hasta que se jubiló, sin embargo
los hallazgos de diversas investigaciones sugieren que la mayoría de los individuos que enferman
o incluso mueren poco después de su retiro estaban en mala situación de salud antes del mismo.
La mala salud dificulta el ajuste a la jubilación y es la causa de bajos niveles de satisfacción con la
vida de los jubilados.
Por otra parte, dada la naturaleza especialmente estresante de la jubilación es sorprendente que
la mayoría de los individuos renuncien al trabajo sin sufrir serias dificultades físicas y/o
emocionales.
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Tiempo libre
El tiempo libre que podría valorarse por muchas personas como un aspecto positivo puede
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convertirse en un factor negativo si el jubilado no sabe estructurar de nuevo su tiempo. La pérdida
de la rutina diaria, que trae consigo el cese de la actividad laboral, suele dar lugar a un exceso de
tiempo libre que requiere una reorganización de la vida cotidiana y una utilización de los recursos
personales y culturales para evitar la angustia que produce el no hacer nada. No tener horarios y
obligaciones puede hacer caer al individuo en el aburrimiento y como señala Julián Marías,
aburrirse es besar la muerte.
Probablemente los más afectados por este problema, al menos hasta ahora, son los hombres, ya
que las mujeres tienen el recurso de amas de casa, recurso que empieza a perderse cuando los
hijos abandonan el hogar para independizarse. Las consecuencias de la jubilación en la mujer se
deben valorar bajo dos puntos de vista: el de la mujer que ha trabajado fuera del hogar, además
de tener la responsabilidad de los quehaceres domésticos, en cuyo caso la jubilación no difiere en
muchos aspectos de la del hombre, sólo que ésta no corta de forma brusca su actividad ya que
sigue ejerciendo de ama de casa, aunque si puede echar de menos, como el hombre, sus
relaciones laborales y su realización personal, en tal caso se plantea el mismo problema. El otro
punto de vista es el de la mujer que únicamente ha trabajado en las tareas del hogar, en este
caso los problemas que se plantean vendrán dados por la jubilación del marido. La mujer ha
adquirido costumbres de relativa independencia en el manejo de la vida diaria durante las horas
que el marido o pareja trabajaba, e inevitablemente se producirán cambios en las relaciones entre
ellos, aunque sólo sea por el hecho de disponer de más tiempo para estar juntos. En muchos
casos el hombre participa en las tareas cotidianas, a pesar de que éstas no llegan a repartirse
siempre, por lo que ella puede sentirse invadida en lo que hasta ese momento ha sido su medio y
área de decisión.
Es necesario, por tanto, que el paso de la vida activa a la de jubilado esté apoyada por actividades
de ocio, estando en relación el grado de satisfacción del individuo con su preparación para la
jubilación. Por este motivo, algunas empresas están ya poniendo en marcha programas dirigidos a
trabajadores que tienen como objetivo preparar a los futuros jubilados. Estos programas se
orientan generalmente sobre la base de tres áreas de contenidos:
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l
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Cómo proyectar el futuro financiero: información sobre pensiones, planes de jubilación,
bonificaciones en cuotas de servicios básicos, etc.
Cómo ocupar el tiempo libre: la mayoría de los investigadores coinciden en admitir la
influencia que tiene el nivel socioprofesional en esta reorganización del tiempo libre. De
forma, que los trabajadores manuales se adaptan peor a la jubilación que los trabajadores
intelectuales.
Características del proceso de envejecimiento y problemas de salud que pueden
presentarse con la edad: en este apartado se hace especial hincapié en la necesidad de
adquirir hábitos de vida saludable y realizarse controles periódicos de salud.
En definitiva, estos programas persiguen como meta que los individuos aprendamos a envejecer
satisfactoriamente. En cualquier caso, la adaptación a la jubilación está relacionada con diversos
factores que es necesario tener en cuenta:
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
Si se produjo en la secuencia normal de la vida (era esperada)
Si fue voluntaria o forzosa (jubilación anticipada)
Actitudes del jubilado hacia la jubilación
Situación socioeconómica (cuantía de la pensión de jubilación,
cargas familiares, etc.)
Significación atribuida al empleo anterior (pérdida de estatus
profesional)
Si se han desarrollado o no anteriormente otros intereses en la
vida
Factores personales (nivel de salud, imaginación, creatividad,
etc.)
Modelos de convivencia a partir de la tercera edad
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Modo de vida de las personas mayores
Aunque existe una cierta tendencia a pensar que son muchas las personas mayores
institucionalizadas, lo cierto es que la mayor parte de ellas vive fundamentalmente en familia, en
los hogares que ellas fundaron, en compañía del cónyuge o pareja y en menor medida con hijos y
otros familiares. Sólo una de cada diez personas mayores vive en casa de hijos u otros familiares
y entre el 14 y 16 % viven solas.
La situación de nido vacío se da cuando el hijo menor se emancipa. Sin embargo, es un fenómeno
bastante reciente que los hijos abandonen el hogar familiar cada vez más tarde, lo que está
relacionado con la actual dificultad de los jóvenes para encontrar el primer empleo y poder
independizarse económicamente, y con un mayor nivel de permisividad de los padres en la
convivencia familiar. Mientras sobreviven ambos cónyuges, cada uno atiende las necesidades del
otro, pero cuando uno fallece, el otro, o bien permanece solo o pasa a vivir con alguno de sus
hijos emancipados, más frecuentemente con las hijas, que suelen asumir la responsabilidad de su
cuidado.
En la medida que la salud es buena las personas mayores prefieren vivir solas o con su pareja, y
son ellas las que prestan su apoyo a los otros miembros de la familia, vivan o no en el mismo
hogar. Los mayores proporcionan un considerable apoyo a los hogares de sus hijos, hasta el punto
de que prácticamente la mitad de los niños de menos de 5 años queda regularmente al cuidado de
sus abuelos cuando sus padres, por razones laborales o de ocio, no pueden hacerlo. La mayor
parte de las veces estos abuelos no viven en la misma casa de sus nietos, lo que no es un
obstáculo para que presten ese servicio familiar. Esto demuestra que aún cuando se ha
incrementado de forma importante la tipología de los ancianos que viven solos, los lazos de
solidaridad familiar se mantienen.
La tendencia actual de los mayores a vivir solos puede valorarse desde dos perspectivas bien
distintas, una optimista, que enfatiza el hecho de que las personas que viven solas pueden
ejercitar su autonomía de una forma que hasta hace poco les estaba vedada, debido sobre todo a
su precaria economía, y cabe también una valoración pesimista, que pone su acento en los
sentimientos de soledad y aislamiento que se asocian al hecho de vivir solo. Sin embargo, según
los datos del Informe 2000 elaborado por el IMSERSO-CIS, los mayores que viven solos lo hacen
mayoritariamente obligados por las circunstancias y sólo tres de cada diez están satisfechos con
su condición de solitarios. El que las circunstancias obligan a la vida en solitario queda apoyado
por el hecho de que, entre los que viven solos, el 30% no tiene hijos, frente al 13% de los que
viven en compañía. El deseo de independencia es mayor entre las mujeres que entre los hombres.
Por otra parte, y con independencia de la vida en solitario, los mayores no se sienten
particularmente solos, aunque la proporción aumenta con la edad y el género femenino.
Finalmente, y según también los resultados de dicho Informe, los mayores suelen residir en
viviendas de su propiedad (84,6%), grandes, con algunas deficiencias en cuanto a equipamientos,
destacando la falta de calefacción central y teléfono. También carecen de los equipamientos
tecnológicamente más avanzados y recientes, como el vídeo, el microondas o el lavavajillas.
n
La persona mayor en la familia actual
La familia es, sin duda, uno de los factores más importantes a la hora de condicionar, para bien o
para mal, la calidad de vida de la gente mayor. El entorno familiar es precisamente dónde, en la
mayoría de los casos, la persona mayor satisface sus necesidades emocionales y obtiene el apoyo
y la ayuda necesarios para resolver los problemas que le comienzan a crear, tanto el propio
proceso de envejecer, como la mayor incidencia de problemas de salud.
Uno de los principales problemas para definir la familia contemporánea es su multiplicidad de
formas y la coexistencia de estructuras muy diversas. Prácticamente abandonado el modelo
patriarcal, excepto en zonas rurales, la familia de hoy se estructura de manera nuclear y con
frecuencia a través de uniones libres, acoplamientos, divorcios, separaciones, nuevos matrimonios
con o sin hijos de anteriores parejas, con o sin hijos de la nueva pareja. Con lo que abuelos, que
realmente no lo son pasan a ejercer de tales, pudiendo los nietos tener varias parejas de abuelos.
Influencia, según los sociólogos, no siempre negativa, pero que sin duda ha implicado la
necesidad de una rápida adaptación de los mayores a estas nuevas formas de vida, hábitos y
relaciones.
Las relaciones entre la persona mayor, sus hijos y nietos pasan en general por dos etapas
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diferentes. En un primer momento, cuando el anciano es independiente y no tiene problemas de
salud, los contactos con los hijos son frecuentes y satisfactorios. También lo son con los nietos y
otros familiares. Probablemente nos encontramos con que los mayores son poco exigentes en sus
relaciones sociales o han comprendido las transformaciones familiares de los últimos años, unas
relaciones más libres, en las que nadie tiene una posición conquistada a priori; es posible también
que se sientan agradecidos por lo que reciben, especialmente de sus hijos. En esta etapa, es
habitual que los mayores dediquen parte de su tiempo a ayudar a sus hijos, realizando pequeñas
tareas domésticas, ejerciendo de recaderos y, muy especialmente, encargándose del cuidado de
los nietos, con los que suele establecer una relación de complicidad. Aproximadamente, el 5,6%
de los mayores de 65 años se dedica diariamente y de forma no remunerada al cuidado de niños,
y el 6,4% al de adultos. Entre ellos, como es previsible, las mujeres son mayoría,
aproximadamente hay siete mujeres por cada tres hombres. Uno de cada cuatro de estos
cuidadores de adultos dedica a esta tarea 60 o más horas a la semana.
En el momento en el que aparecen problemas de salud y de dependencia, se inicia la segunda
etapa y se produce un cambio en las relaciones familiares, que tienden a invertirse: la persona
mayor pasa de proporcionar ayuda a recibirla, de cuidar a ser cuidado; por tanto, esta persona no
tiene el mismo peso específico dentro de la familia y no se cuenta con él como se contaba
anteriormente. Es en este momento cuando suelen ocurrir rupturas en la convivencia y la familia
puede plantearse el ingreso del anciano en alguna institución; situación que puede generar en
éste un sentimiento de rechazo y de abandono, porque se da cuenta que sus opiniones y
decisiones ya no tienen valor.
En cualquier caso, cada familia actuará en función de sus propios valores y creencias, así como
sobre la base de distintos factores: económicos, laborales, de espacio, de relación, etc., que la
llevarán a tomar la decisión que consideren más adecuada en su situación, sin que personas fuera
del ámbito familiar deban emitir juicios de valor sobre la conveniencia o no de su actuación.
Participación y actividades comunitarias de las personas mayores
Aunque la familia desempeña un papel fundamental en la vida de los mayores, casi la mitad de
estos frecuenta casi a diario contactos con personas ajenas a su núcleo familiar, particularmente
vecinos, pero también amigos que no son vecinos, siendo valoradas estas relaciones de forma
muy satisfactoria.
Con respecto al trato que los mayores reciben del resto de la sociedad, en términos generales,
parecen bastante satisfechos, si bien también algunos piensan que no ocupan en la sociedad el
puesto que realmente les corresponde. A los mayores les gustaría estar más presentes en las
instituciones políticas y sociales, particularmente en los ayuntamientos, en las asociaciones de
vecinos y en los órganos de gobierno de los centros de mayores. Una proporción importante de las
personas mayores está dispuesta a seguir realizando aportaciones a la sociedad: trabajar,
transmitir parte de sus conocimientos profesionales a otros o cuidar a personas que lo necesiten,
etc.
Por otra parte, y a pesar de que los mayores manifiestan un menor interés general por la política,
son los que más votan en las elecciones. Los mayores no sólo votan más que otros grupos, sino
que, además, son más fieles en sus decisiones que otros grupos de edad.
Sin embargo, algunas personas sufren un proceso de desarraigo social a medida que envejecen y
que les lleva a desvincularse de una participación activa en la sociedad. Estas personas pueden
tener una sensación de no pertenencia al grupo escogido, al mismo tiempo que los jóvenes y
adultos no son capaces de integrarlas como elementos activos de la sociedad. Las costumbres, el
estilo de vida y la concepción de la misma separan las generaciones e inciden negativamente en el
mutuo reconocimiento de los individuos que las componen. Como consecuencia de este rechazo,
actualmente proliferan grupos paralelos formados únicamente por personas mayores, lo que
puede ser causa de un mayor distanciamiento intergeneracional. Estas asociaciones quieren hacer
oír su opinión reclamando un mayor protagonismo social, porque se trata de un colectivo que no
tan sólo se enfrenta a problemas como la soledad, la marginación y la escasez de recursos, sino
que quiere debatir su forma de aportar algo a la sociedad y de canalizar el gran potencial que
posee.
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Recuperación del anciano por la sociedad actual
La consideración social de tareas específicas asociadas a cada fase de la vida tiende a clasificar a
las personas según su grado de productividad en la sociedad. Al mayor no se le adjudica ninguna
tarea específica y, por tanto, tiende a ser un elemento improductivo del grupo al que pertenece.
Sin embargo, según afirma Ruffier, "los viejos son un elemento indispensable a la buena
integración y al equilibrio de la sociedad; y fundamentalmente de su cédula base, la familia". La
importancia social de las personas mayores viene determinada por su papel en varios ámbitos de
la vida:
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Familia: los mayores proporcionan una ayuda indispensable y mantienen unidos los lazos
familiares.
Economía: son un segmento de la población en alza, lo que explica en parte que numerosa
publicidad vaya enfocada a fomentar su consumo.
Política: representan un electorado cada vez más numeroso, de forma que sus intereses
están siendo objeto principal de debate en los comicios políticos.
Sociedad:su participación es creciente, aportando su experiencia en muy diversas
actividades: asesores seniors en empresas, guías culturales en museos, voluntarios de
ONGs, etc.
BIBLIOGRAFÍA
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IMSERSO-Observatorio de mayores. Envejecer en España. 2.002
IMSERSO-CIS. Informe 2000. Las personas mayores en España.
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DAE; 2.001, pp 71-93
RECURSOS ELECTRÓNICOS
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IMSERSO. CIS. Portal de mayores. Las personas mayores en España.
Informe 2000
IMSERSO. Observatorio de mayores. Envejecer en España. II
Asamblea mundial sobre el envejecimiento. Abril 2002
© M Luisa Martínez Martín
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Actualizado a 20/08/2005
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