Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS) Fecha: 15/04/2004 Partes: Transportadora de Gas del Sur S.A. (TGS) c. Provincia de Santa Cruz Publicado en: ED 207, 199 - DJ 26/05/2004, 256 - CS Fallos 327:, 1083 HECHOS: Una empresa, licenciataria del servicio de gas, inició una acción declarativa de certeza contra la Provincia de Santa Cruz, en cuanto pretende aplicar el impuesto de sellos sobre lo que denomina supuestos contratos de transporte armados por Gas del Estado para su posterior privatización y, los contratos epistolares sin instrumentación celebrados después de la privatización. Se agravia la actora por considerar que la pretensión fiscal enfrenta a la ley 23.548 de coparticipación federal y a la ley local 1410. La Corte Suprema hizo lugar a la demanda. SUMARIOS: La pretensión de la Provincia de Santa Cruz de gravar con el impuesto de sellos los contratos epistolares sin instrumentación celebrados por la actora no encuentra justificación en el art. 71 de la ley local 1410 (Adla, XLI-C, 4106), pues las ofertas recibidas no satisfacen los requisitos necesarios para ser sometidas al pago del impuesto previsto en la citada ley, toda vez que no han sido aceptadas con su firma en prueba de conformidad ni tampoco se reprodujeron sus enunciaciones o elementos esenciales en otra comunicación de respuesta. Es improcedente la pretensión de la Provincia de Santa Cruz de gravar con el impuesto de sellos los contratos epistolares sin instrumentación celebrados por la actora, desde que ello contradice la obligación contraída al adherirse a la ley 23.548 de coparticipación federal (Adla, XLVIII-A, 53), en tanto aquéllos no reúnen los caracteres exigidos por el art. 9°, acápite II del inc. b) de la citada norma, pues su cumplimiento sólo podrá ser reclamado por la oferente si previamente acredita que su contratante realizó el acto positivo de aceptación señalado en tales misivas. Resulta improcedente la pretensión fiscal de la Provincia de Santa Cruz de gravar con el impuesto de sellos en cabeza de la licenciataria, a los contratos de transporte armados por Gas del Estado que formaron parte de su privatización y que resultan anteriores a la transferencia de las acciones y toma de posesión por parte de aquélla, por ser aplicables las exenciones previstas en los arts. 3° del decreto 1105/89 y 16 del decreto 1189/92 (Adla, XLIX-D, 3816; LII-C, 3035), en tanto dichos contratos constituyeron el medio necesario para cumplir los fines del gobierno nacional instrumentados a partir de las leyes 23.696 y 24.076 (Adla, XLIX-C, 2444; LII-B, 1583) que revelan la voluntad de considerar que la aplicación del gravamen en cuestión entorpece, frustra o impide determinada política del gobierno federal. TEXTO COMPLETO: Dictamen del Procurador General de la Nación: Considerando: I. A fs. 11/82, Transportadora de Gas del Sur S.A. (TGS, de aquí en más) promovió demanda declarativa de certeza contra la Provincia de Santa Cruz, en los términos del art. 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN). Afirmó que se encuentra no sólo en estado de incertidumbre, sino también de perplejidad, ante dos mensajes estatales contrapuestos, como son el emanado del Estado Provincial, que le reclama el pago de diecisiete millones de pesos -más sus accesoriosen concepto de impuesto de sellos, a través de las veintiocho disposiciones que adjunta (identificadas como anexos N° 1 a 28), y el del Estado Nacional, que le indica la ilegitimidad de aquella pretensión y, más aún, le manda resistirla administrativa y judicialmente. Señaló que se trata de evaluar la procedencia -en el caso- del impuesto de sellos pretendido respecto de dos tipos de situaciones: de una parte, los contratos de transporte que fueron armados internamente por Gas del Estado para su posterior privatización, que constituyeron el objeto mismo del negocio privatizado y, por otro lado, los contratos epistolares sin instrumentación, celebrados por TGS luego de su privatización, consistentes en propuestas escritas emanadas de los cargadores, sin ninguna aceptación documentada por su parte. Por diversas razones, consideró que la pretensión del fisco local se enfrenta con el plexo del derecho federal en su integridad, en especial, aquellas normas que regularon la privatización de Gas del Estado, el marco general del transporte y distribución de gas, la ley de coparticipación federal N° 23.548 y el pacto de hidrocarburos, del 14 de noviembre de 1994, entre otras. También estimó afectadas las facultades del Congreso Nacional para regular el comercio (art. 75, inc. 13, Constitución Nacional), otorgar concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo (art. 75, inc. 18, CN) y dictar la legislación necesaria para el cumplimiento de los fines específicos de los establecimientos de utilidad nacional (art. 75, inc. 30, CN). Solicitó, en tanto, el dictado de una medida cautelar de no innovar, a fin de que la Provincia demandada suspenda el trámite de las actuaciones administrativas y -en particular- se abstenga de promover ejecución fiscal y/o trabar medidas asegurativas en contra de TGS. Finalmente, requirió la intervención del Estado Nacional como tercero, en los términos del art. 94 del CPCCN. II. A fs. 182/183, V.E., con remisión al dictamen de este Ministerio Público de fs. 83, declaró que la causa corresponde a su competencia originaria, corrió traslado de la demanda y citó al Estado Nacional como tercero. En el mismo acto, hizo lugar a la medida cautelar peticionada y ordenó a la Provincia de Santa Cruz que se abstenga de realizar actos tendientes al cobro del impuesto de sellos por los contratos enumerados en el escrito de inicio. III. A fs. 261/274, el Estado Nacional respondió su citación. En primer término, distinguió el alcance de su intervención. Así, en lo que respecta a los contratos celebrados con anterioridad a la privatización de Gas del Estado S.E., asumió su responsabilidad frente a las obligaciones tributarias exigibles por los actos previos a la toma de posesión del paquete accionario objeto de venta en el concurso público internacional N° 33-0150, con sustento en lo dispuesto por el numeral 11.1.1 del capítulo XI del contrato de transferencia de acciones. A partir de tal reconocimiento, rechazó la pretensión provincial de gravar los contratos de transporte celebrados por TGS antes de su transferencia, por entender que fueron meros actos preparatorios del proceso privatizador, en todos los cuales intervino exclusivamente el Estado Nacional, sin repercusión económica alguna y, por tanto, privados de onerosidad. Negó, asimismo, la existencia de instrumento gravado y esgrimió -en subsidio- que tales contratos han sido celebrados por un mismo sujeto exento: el Estado Nacional (art. 106, inc. a., ley de sellos provincial). Por el contrario, respecto de contratos celebrados por TGS luego de su transferencia, puntualizó que su participación se apoya en la necesidad de defender las atribuciones que le competen en la gestión del servicio público de transporte y distribución de gas natural en todo el territorio del país, las que resultan interferidas -en su criterio- por las pretensiones recaudatorias de la Provincia. Negó, en este punto, su responsabilidad patrimonial por el pago del impuesto de sellos sobre los contratos "epistolares" celebrados por TGS con posterioridad a su privatización. IV. A fs. 278/294, la Provincia de Santa Cruz contestó la demanda y solicitó su rechazo. En forma preliminar, planteó la incompetencia de la Corte para entender en el asunto, pues consideró que es propio del derecho público local y no puede ser sustraído del conocimiento de sus tribunales. También negó la existencia de un estado de incertidumbre que habilite la procedencia formal de la acción intentada, puesto que el fisco provincial suspendió el procedimiento de determinación de oficio de la deuda, a raíz de las prórrogas solicitadas por la accionante y de las negociaciones que se estaban llevando a cabo, tanto en el ámbito provincial como nacional. Respecto del fondo del planteo, ratificó la onerosidad y bilateralidad de los contratos celebrados por TGS en fecha previa a su privatización, al igual que la existencia y plena capacidad de las sociedades que los suscribieron, constituidas conforme a la ley 19.550, e inscriptas ante la Inspección General de Justicia. Por otra parte, y respecto de las ofertas recibidas por TGS luego de su privatización, manifestó que el impuesto resulta procedente, en tanto la "instrumentación" elegida contiene aquellos elementos esenciales que permiten caracterizar al acto gravable.Ofreció prueba, consideró excesiva la aportada por la actora y solicitó la celebración de la audiencia prevista en el art. 360 del CPCCN. V. Corresponde señalar que el 4 de marzo de 1999, la Subsecretaría de Recursos Tributarios de la Provincia de Santa Cruz dictó veintiocho resoluciones, a través de las cuales informó haber constatado la existencia de diversos contratos celebrados por TGS, presuntamente sujetos al pago del impuesto de sellos, y otorgó vista para que la actora formule su descargo y ofrezca prueba (cfr. anexos N° 30 a 64). En respuesta a ellas, la actora presentó un único escrito (anexo N° 65), lo cual motivó que el 20 de octubre de 1999 la citada Subsecretaría dictara otras veintiocho resoluciones, en las que sin expresar razones- corrió nueva vista de las actuaciones (anexos N° 1 a 28). Tal vista no ha sido replicada, según informa la actora a fs. 18 y ratifica la demandada a fs. 292, pues el plazo para su contestación ha sido prorrogado en forma sucesiva. En este estado, y sobre la base del reconocimiento de la Provincia a la documentación citada en los dos párrafos precedentes (cfr. punto 1° y 2°, acta de fs. 546), pienso que existe una controversia definida, concreta, real y sustancial, que admite remedio específico a través de una decisión de carácter definitivo de V.E. (Fallos: 316:1713; 320:1556 y 2851). A su vez, estimo que las cuestiones en debate no tienen un mero carácter consultivo ni importan una indagación especulativa sino que, antes bien, responden a un caso que busca precaver los efectos de actos en ciernes, como lo ha reconocido implícitamente V.E. al hacer lugar a la medida cautelar de fs. 183/185. Por último, considero que la suspensión del procedimiento determinativo de oficio dispuesto por el fisco provincial no obsta a la procedencia de la vía intentada, ya que la competencia originaria de la Corte -que proviene de la Constitución- no puede quedar subordinada al cumplimiento o vigencia de los procedimientos exigidos por las leyes locales (Fallos: 312:475 y sus citas). VI. En segundo término, es mi parecer que la excepción de incompetencia, tal como ha sido planteada, no puede ser admitida. Para ello me remito a lo expuesto en el dictamen de la procuradora fiscal de fs. 83, compartido por V.E., en el cual se aclaró que la presente acción declarativa corresponde a la competencia originaria del Tribunal ratione personae, con independencia del carácter local o federal que adquiriera la materia en litigio (cfr. también Fallos: 323:524, cons. 2°). Pero, aún analizando el fondo del planteo de la excepcionante, entiendo que también corresponde su rechazo, pues la reforma constitucional de 1994 resultó determinante para el tratamiento de cuestiones como la introducida en el sub lite. Ha sostenido V.E., en Fallos: 324:4226, que el nuevo rango asignado a la coparticipación federal de impuestos por la Convención Constituyente de 1994 y el amplio tratamiento que la Ley Fundamental le dedica después de la reforma, conduce a la conclusión de que la afectación del sistema así establecido involucra, en principio, una cuestión constitucional (cfr. cons. 8°). En este orden de ideas, asume tal calidad la eventual violación, por parte de una provincia, de ejercer la función legislativa conforme al compromiso allí asumido, aunque esa transgresión pueda también exteriorizarse como un conflicto entre dos leyes locales. En efecto, la Constitución Nacional establece la imperativa vigencia del esquema de distribución de impuestos previsto en la ley-convenio, sancionada por el Estado Nacional y aprobada por las provincias, la que "no podrá ser modificada unilateralmente ni reglamentada", de modo que una hipotética transgresión a la ley local de adhesión -y, por ende, a dicha norma federal-, se proyecta como una afectación de las nuevas cláusulas constitucionales, sin que en ello incida el carácter local de la norma mediante la cual pudiera efectivizarse la alteración del sistema vigente en el orden nacional. Desde esta óptica, V.E. manifestó que no existe obstáculo para que el Tribunal conozca en su instancia originaria, pues el conflicto -tal como ha sido planteado por la actora en su demanda- no involucra cuestiones cuyo tratamiento corresponda a los tribunales locales, más allá de la naturaleza de las leyes que confrontan con la norma federal y con las cláusulas constitucionales que rigen el tema (Fallos: 324:4226, cons. 13). Por último, y tal como sostuve al dictaminar in re "El Cóndor Empresa de Transportes S.A. c/Provincia de Buenos Aires" (Fallos: 324:4226), en criterio compartido por V.E., esta solución no debe interpretarse como limitación de las autonomías provinciales, toda vez que la Corte constituye el fuero natural de las provincias argentinas (arts. 116 y 117 C.N.) y sus competencias -por provenir de la propia Constitución- no son susceptibles de ampliarse ni restringirse o modificarse, mediante normas legales (Fallos: 180:176; 270:78; 280:176; 302:63; 308:2356; 310:1074; 314:94 y 240; 315:1892; 316:965, entre muchos otros). VII. Respecto del fondo de la cuestión en debate, a fin de lograr mayor claridad expositiva, considero necesario distinguir el análisis de los contratos celebrados por TGS con anterioridad a su privatización, de aquellos que son posteriores a tal hecho. VIII. En cuanto a los contratos celebrados por TGS con posterioridad a su privatización, y enumerados en el punto 2.2. de fs. 539 vta., existe acuerdo entre las partes respecto a que: "a) sólo han existido propuestas escritas dirigidas por los oferentes a TGS, b) que TGS no ha suscripto esas propuestas en prueba de aceptación, c) que TGS no ha remitido a los proponentes aceptación escrita de tales ofertas, d) y que en todos los casos la aceptación de las propuestas se operó en forma tácita" (cfr. acta de fs. 546). Sobre la base de estos reconocimientos, un orden lógico impone analizar -en primer término- si las "propuestas" recibidas en estas condiciones, constituyen "instrumentos" gravados por el impuesto de sellos. Dispone el art. 71 de la ley provincial N° 1410: "Será considerado acto sujeto al pago del impuesto que esta ley determina, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 79, aquel que se formalice en forma epistolar, por carta, cable o telegrama, siempre que se verifique cualquiera de las siguientes condiciones: a) se acepte la propuesta o el pedido formulado por carta, cable o telegrama, reproduciendo totalmente la propuesta o sus enunciaciones o elementos esenciales que permitan determinar el objeto del contrato; b) las propuestas o pedidos, o los presupuestos aplicados, aceptados con su firma por sus destinatarios. A los fines del párrafo anterior, será en todos los casos requisito para la gravabilidad del acto, que la aceptación respectiva haya sido recibida por el emisor de la propuesta, pedido o presupuesto". A la luz de la norma transcripta, y sobre base de los expresos reconocimientos de fs. 546, considero evidente que las ofertas recibidas por TGS no cumplen los requisitos mínimos para encontrarse sujetas al impuesto, pues no han sido aceptadas con su firma en prueba de conformidad ni, mucho menos, se han reproducido sus enunciaciones o elementos esenciales en otra misiva de respuesta. Al no existir aceptación escrita, tampoco se verifica el segundo requisito para la gravabilidad, esto es, la recepción -por el emisor- de la oferta conformada. No puede alegar la demandada, como sustento de su ajuste impositivo, la existencia de aceptación tácita respecto de estas epístolas, o el cumplimiento de las prestaciones en ellas contenidas pues, en mi parecer, tal aserto no solo desconoce su propia normativa, sino también la obligación asumida al adherir al régimen federal de coparticipación de impuestos establecido por la ley 23.548. En efecto, como sostuvo V.E. en Fallos: 321:358, el apartado 2) del inc. b) del art. 9 de la ley 23.548 fija las características básicas a las que se deberán ajustar las leyes de impuestos de sellos que dicten las partes del convenio. Dicha norma, en lo que aquí interesa, dispone: "II. En lo que respecta a los impuestos de sellos recaerán sobre actos, contratos y operaciones de carácter oneroso instrumentados, sobre contratos a título oneroso formalizados por correspondencia, y sobre operaciones monetarias que representen entregas o recepciones de dinero que devenguen interés, efectuadas por entidades financieras regidas por la Ley 21.526" (subrayado, agregado). Y para comprender cuando existe "formalización por correspondencia", en mi opinión, es necesario remitirse al art. 6° del decreto 9432/44, el cual incorporó este hecho imponible autónomo al ordenamiento nacional, en la forma siguiente: "Será considerado contrato por correspondencia sujeto al pago del impuesto de sellos en el acto de su perfeccionamiento, la carta que por su solo texto, sin necesidad de otro documento, revista los caracteres exteriores de un título jurídico con el cual pueda ser exigido el cumplimiento de las obligaciones en ella consignadas considerándose como tal aquella en la cual al aceptarse una propuesta se transcriba ésta o sus enunciaciones y elementos esenciales, así como las propuestas, duplicados de propuestas o presupuestos firmados por el aceptante" (el subrayado no se encuentra en el original). Estimo adecuada tal remisión, pues creo que a tales orígenes se remontó la ley 22.006, al sustituir el texto del art. 9° de la entonces vigente ley de coparticipación federal (N° 20.221). En efecto, reseñó el mensaje de elevación de la ley 22.006 que su similar 20.221 -en un exceso de virtuosismo técnico- había reemplazado la denominación "impuesto de sellos" por la de "impuestos sobre actos, contratos y operaciones", que fue una forma elíptica de designar al tributo que recaía sobre "actos, contratos y operaciones a título oneroso, instrumentadas" (cfr. 22° párrafo). Agregó que esta designación fue tomada por algunas jurisdicciones no como tal, sino como definición de hecho o base imponible. En esta tesitura, y atento a lo genérico de la expresión, se había llegado a excesos de imposición, que desvirtuaban la esencia del régimen. La inteligencia casuística de la comentada expresión, añadió, llevaría a la incongruencia de gravar el universo de las posibilidades de imposición, con lo que toda la estructura del régimen de coparticipación perdería su razón de ser (cfr. párrafo 23).Por tales motivos, estimó imprescindible modificar el régimen de coparticipación vigente, con carácter aclaratorio, recogiendo la interpretación que había efectuado la Comisión Federal de Impuestos ante situaciones del tenor de las comentadas (cfr. párrafo 26). Las modificaciones introducidas -entonces- giraron en torno de tres ejes: 1. el regreso a la denominación tradicional de "impuesto de sellos", para evitar malas interpretaciones (cfr. 45° párrafo); 2. limitar sus alcances al de un impuesto a la instrumentación (cfr. 46° párrafo); 3. definir el concepto de instrumentación ya que, en la materia, la jurisprudencia de las distintas provincias era disímil (cfr. 47° párrafo). En consonancia con la nota precedente, el art. 2° de la ley 22.006 sustituyó el inc. b) del art. 9° de la ley 20.221, cuya redacción subsiste inalterada a la fecha, al haber sido recogida, bajo idéntico número de artículo, inciso y acápite, por la ley 23.548. Con lo expuesto puede apreciarse que la limitación del impuesto a la "instrumentación" rige -según la intención del legislador, a la cual debe darse pleno efecto (Fallos: 310:500 y 2674; 311:2223; 312:1484, entre muchos otros)- para los tres supuestos de imposición previstos en el apartado 2) del inc. b) del art. 9 de la ley 23.548. En el primer caso, ("actos, contratos y operaciones de carácter oneroso instrumentados..."), con el alcance del segundo párrafo de la misma norma ("toda escritura, papel o documento...". Dictamen de este Ministerio Público in re S.1077, L.XXXVI "Shell Compañía Argentina de Petróleo S.A. c. Provincia del Neuquén", del día de la fecha). En la segunda hipótesis, con la necesidad de "formalización por correspondencia", según la definición dada desde los orígenes de este hecho imponible por el Decreto 9432/44, esto es, "la carta" (en singular) que, por su solo texto, sin necesidad de otros documentos ni actos de las partes, revista los caracteres exteriores de un título jurídico, con el cual pueda ser exigido el cumplimiento de las obligaciones en ella consignadas (cfr. Rapoport, Juan: "Manual práctico de la ley de sellos nacional", Libro de Edición Argentina, Buenos Aires, 1952, p. 77). Según la misma norma, se considera como tal aquella en la cual, al aceptarse una propuesta, se transcriba ésta o sus enunciaciones y elementos esenciales, así como las propuestas, duplicados de propuestas o presupuestos firmados por el aceptante. Y, en la tercera, cuando autoriza a las provincias a gravar operaciones monetarias en las condiciones objetivas y subjetivas de la norma, que también presuponen la existencia del recaudo instrumental (cfr. dictamen de este Ministerio Público in re B.1087, L.XXXVI "Banco Río de la Plata S.A. c. Provincia de La Pampa y/o quien resulte responsable", del 3 de julio de 2002). De ello necesariamente concluyo que el impuesto sub examine comprende tres modalidades instrumentales distintas, bajo un mismo presupuesto que le común: que se trate de actos, contratos o negocios instrumentados. En tales condiciones pienso que las ofertas enumeradas en el punto 2.2. de fs. 539 vta. tampoco reúnen los caracteres requeridos por la ley de coparticipación federal, pues su cumplimiento sólo podrá ser exigido por la oferente si previamente acredita que su cocontratante realizó el acto positivo de aceptación señalado en tales misivas (cfr. reconocimiento de la demandada, respecto de la aceptación tácita de las ofertas, pto. 3.d., fs. 546). Por ello, considero que V.E. debe hacer lugar a la demanda en este aspecto, y declarar que la pretensión provincial, de aplicar el impuesto de sellos sobre las ofertas enumeradas en el punto 2.2. de fs. 539 vta., transgrede lo dispuesto por el art. 71 de la ley provincial N° 1410 y, al mismo tiempo, se encuentra en pugna con la obligación asumida en el acápite II del inc. b) del art. 9° de la ley 23.548. IX. Por otra parte, respecto de los contratos celebrados por TGS con anterioridad a su privatización, cabe formular las siguientes aclaraciones. La ley 23.696 declaró en estado de emergencia la prestación de los servicios públicos, la ejecución de los contratos a cargo del sector público y la situación económico financiera de la administración pública nacional (art. 1°), al mismo tiempo que autorizó al Poder Ejecutivo Nacional a intervenir y modificar la tipicidad jurídica de todos los entes, empresas y sociedades estatales, dentro de las formas jurídicas previstas por la legislación vigente (art. 2° y 6°), y a disponer la creación de nuevas empresas sobre la base de escisión, fusión, extinción o transformación de las existentes, reorganizando, redistribuyendo o reestructurando cometidos, organización y funciones u objetos sociales (art. 7°). La declaración de "empresa sujeta a privatización" debería ser hecha por el Poder Ejecutivo Nacional y posteriormente aprobada por ley del Congreso (art. 9°). Sin perjuicio de ello, la misma ley declaró "sujetos a privatización" a los entes enumerados en sus anexos. Dentro de estos anexos -precisamente- se contempló la situación de Gas del Estado Sociedad del Estado, sea para la transferencia de sus redes de distribución a los estados provinciales y municipales (anexo II), o para la concesión de los servicios de distribución y comercialización, con prioridad al sector cooperativo (anexo IV). Por último, el art. 17 de la ley 23.696 también reguló las modalidades posibles para las privatizaciones, entre ellas, la venta de acciones o cuotas partes del capital social (ap. 2°). Pero esta situación fue modificada por la ley 24.076, la cual declaró sujeta a privatización total a Gas del Estado Sociedad del Estado, "sustituyendo toda otra declaración anterior" (cfr. art. 74). Al mismo tiempo, se autorizó al Poder Ejecutivo Nacional a disponer su privatización por cualquiera de las modalidades previstas en la ley 23.696, su transformación o escisión, empleando la forma jurídica de las sociedades anónimas regidas por el derecho común (art. 75). En uso de estas atribuciones, el Poder Ejecutivo dictó el decreto 1189/92, disponiendo la constitución de diez sociedades anónimas, ocho dedicadas a la distribución, y dos al transporte de gas (cfr. art. 4°). En cumplimiento de lo ordenado por dicho decreto, el 24 de noviembre de 1992 se constituyó TGS, encuadrándola legalmente como una sociedad anónima, regulada por los arts. 163 a 307 de la ley 19.550 (cfr. escritura de constitución pasada ante la Escribanía General de Gobierno de la Nación, identificada como anexo N° 29). El 1° de diciembre del mismo año se la inscribió en el Registro Público de Comercio, bajo el N° 11.668, del libro 112, tomo A, de Sociedades Anónimas. En tales condiciones, disiento con la demandada respecto del carácter "ficticio" de la sociedad así formada, pues -desde mi óptica- se respetaron los requisitos materiales y formales establecidos por la ley de sociedades para su existencia y validez, sin que el carácter de funcionarios públicos que investían los firmantes del acto de constitución altere tal conclusión. Válidamente dichos funcionarios -en cumplimiento de lo ordenado por el decreto 1189/92- constituyeron una sociedad anónima, íntegramente de propiedad estatal, cuyo objeto social era la prestación del servicio público de transporte de gas (cfr. art. 1° y 3° de la escritura de constitución). Cabe recordar aquí que la finalidad de este tipo de sociedades es siempre comercial y su actividad se presume onerosa (art. 1°, ley 19.550). Y, en el ejercicio de su actividad, el 21 de diciembre de 1992 celebró los cinco contratos analizados en autos, que fueron suscriptos por todas las partes intervinientes y revisten los caracteres exteriores de un título jurídico. Tal como lo afirma la propia actora, estos acuerdos fueron hechos para vincular a transportistas y distribuidores y reemplazar -de esta manera- el esquema unificado de la operatoria del Gas del Estado. Sobre la base de estas afirmaciones surge evidente que los contratos sub examine crearon -para las partes- derechos y obligaciones recíprocas de dar, transportar y entregar bienes, por un lapso que -según reconocimiento del accionante- se extendía por muchos años (cfr. fs. 11, anexo N° 65). La existencia de estas contraprestaciones recíprocas permite tener por acreditada la existencia de onerosidad en los instrumentos bilaterales del 21 de diciembre de 1992, sin que el efectivo cumplimiento de las prestaciones allí pactadas, o la inactividad de la actora hasta el momento de su transferencia a manos privadas, resulten relevantes para enervarla, pues es principio básico del impuesto -receptado en el art. 66 de la ley provincial 1410- la gravabilidad del instrumento por su sola creación o existencia material, con abstracción de su validez, eficacia jurídica o ejecución posterior (cfr. Giuliani Fonrouge, Carlos M. y Navarrine, Susana: "Impuestos a la circulación económica. Sellos", Editorial Depalma, Buenos Aires, 1981, p. 32). Para finalizar, corresponde señalar que estos contratos poseen claros efectos en la provincia de Santa Cruz, en cuyo territorio TGS presta el servicio de transporte mediante la utilización del gasoducto allí instalado, supuesto que encuadra dentro del art. 62, inc. b), de la ley provincial 1410, cuya base de medición para el cálculo del impuesto tipifica su art. 100, inc. b). Esta circunstancia no puede desconocerse aún cuando la actora califique de mínimos e insignificantes a los totales de gas inyectados y entregados en esta jurisdicción (cfr. fs. 30, último párrafo), aspecto que deberá ser evaluado al momento de cuantificar la obligación tributaria, pero que ratifican -en última instancia- el cumplimiento de la prestación contractualmente comprometida dentro del territorio provincial. En virtud de lo expuesto, debo necesariamente concluir que los cinco contratos celebrados el 21 de diciembre de 1992 representan actos bilaterales y onerosos, instrumentados en las condiciones requeridas por el art. 67 de la ley provincial 1410 y con efectos en la jurisdicción provincial, razón por la cual quedan sujetos al impuesto de sellos establecido por la ley citada. X. Confirmado el perfeccionamiento de la hipótesis de incidencia sobre los instrumentos analizados en el párrafo anterior, corresponde analizar si la obligación tributaria que nace en su consecuencia, impide u obstaculiza la concreción de una política nacional. Haciendo suya la tesis que la Suprema Corte de los Estados Unidos definió, hacia el año 1931, en el caso "Indian Motorcycle v. United States" (238 US 570), V.E. sostuvo que: "Los instrumentos, medios y operaciones a través de los cuales el gobierno nacional ejercita sus poderes, están exentos de impuestos por los estados, y los instrumentos, medios y operaciones de que se valen las provincias para ejercitar los poderes que les pertenecen, están exentos de impuestos por el gobierno nacional, en virtud del principio implícito de la independencia del gobierno de la Nación y de los estados dentro de sus respectivas esferas" (Fallos: 186:170; 196:369). Como expresa la jurisprudencia norteamericana, la Constitución de ese país -al igual que la nuestra- no contiene ninguna limitación expresa al poder -ya sea de un estado o del gobierno federal- para gravarse recíprocamente, o gravar sus "instrumentos". Esta limitación nace a partir del célebre caso "Mc Culloch v. Maryland" (300 US 352), donde el máximo tribunal de los Estados Unidos, para explicar su génesis, puntualizó: "La doctrina (de la no imposición) tiene su origen en la máxima de que el poder impositivo puede, en ciertos casos, ser ejercido de tal manera que destruya los 'instrumentos mediante los cuales el gobierno pone en ejecución sus leyes dentro de los estados'" (9, Wall, 353 "The First National Bank of Louisville v. Commonwealth of Kentucky"). Por ello, como sostuvo V.E. en Fallos: 247:325, la doctrina de la inmunidad de los instrumentos de gobierno se halla fundada en la que ha sido calificada como "la gran ley de la autopreservación". Va de suyo, entonces, que cuando esta "ley de autopreservación" no está en juego, esto es, cuando no resulta con clara evidencia que el uso de sus poderes impositivos por parte de la provincia obste a la actividad gubernamental del gobierno federal, o la entorpezca material y apreciablemente, aquella inmunidad no debe ser reconocida, por hallarse ausente la razón vital que determina su aplicabilidad (criterio que se desprende, asimismo, de Fallos: 95:9; 110:353; 182:95, y 115:136). Es decir que, para que la potestad impositiva provincial soporte esta excepcional restricción, es indispensable la presencia de circunstancias también excepcionales, de las que nazca la certeza de que la atribución nacional resguardada ha sufrido o sufrirá una real perturbación. Debe mediar un efectivo "entorpecimiento a la marcha de la institución", como se señaló en Fallos: 192:53. Desde mi punto de vista, en el caso concurren tales circunstancias excepcionales, pues la escisión de Gas del Estado Sociedad del Estado -en diez sociedades anónimas-, el otorgamiento de las licencias respectivas (en el caso de la actora, a través del decreto 2458/92) y la posterior celebración de los contratos entre ellas -para reemplazar el esquema unificado de la operatoria de la sociedad escindida-, fue la forma que el gobierno federal encontró apta para mantener la normal prestación del servicio público de provisión de gas, el cual había sido declarado en emergencia por el Congreso Nacional -en uso de facultades constitucionales no discutidas en autos- a través de la ley 23.696. Cabe recordar, a esta altura del relato, la conocida definición de V.E. sobre "emergencia", como aquella situación extraordinaria, que gravita sobre el orden económico-social, con su carga de perturbación acumulada, en variables de escasez, pobreza, penuria o indigencia, que origina un estado de necesidad al que hay que ponerle fin (Fallos: 313:1513, cons. 43). Bajo el imperio de estas extraordinarias condiciones, considero que las diez entidades creadas por el decreto 1182/92 -entre ellas, TGS- constituyeron "instrumentos de gobierno" del Estado Nacional, destinados a posibilitar la transferencia al sector privado de la entonces Gas del Estado Sociedad del Estado, y mantener -de esta forma- la normal prestación de un servicio público. Como lo reconoce el propio Estado Nacional: "En este caso, no se trató de crear sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria, o de sociedades del estado, o de otras formas societarias para que desarrollen una actividad permanente en forma descentralizada. Se constituyeron las sociedades anónimas, se transfirieron los bienes, se otorgaron las licencias y se conformaron los primeros contratos entre ellas con la única finalidad de poner en funcionamiento la privatización y la concesión del servicio público de transporte y distribución de gas natural en todo el territorio del país" (3° parráfo, fs. 266). Al efecto, cabe recordar con Webster que "las corporaciones y sociedades son solamente medios. No son fines ni objetos de gobierno. Ningún gobierno existe con el propósito de crear corporaciones como uno de los fines de su existencia: ellas son instituciones establecidas para efectuar ciertos propósitos benéficos y como medios toman su carácter general de sus fines y objeto" (alegato en "Mc Culloch v. Maryland", en US Supreme Court Reports, Ed. Lawyer's, 1901, vol. 14/17, p. 579). Desde mi óptica, entonces, la pretensión impositiva provincial entorpece la normal marcha del instrumento federal, dentro de las circunstancias de emergencia en las que fue creado, al pretender el cobro del impuesto por la formalización de los contratos celebrados para dotar a las diez sociedades del soporte jurídico necesario para su privatización e inmediato funcionamiento posterior, en el marco del concurso público internacional N° 33-0150. Estimo importante resaltar que la suscripción de estos contratos resultó parte esencial del proceso, dado que -mediante ellos- se garantizó a los inversores interesados en adquirir las sociedades, los derechos emergentes de tales convenciones de transporte y distribución. De esta manera, los particulares pudieron cuantificar el valor de cada una de las diez sociedades que se privatizaban, puesto que su monto estaba determinado, entre otros activos, por los respectivos "contratos" ya suscriptos. Y también el Estado Nacional, a través de la formalización de estos acuerdos, no solamente tornó viable la privatización, sino que -al mismo tiempo- aseguró que el abastecimiento de gas continuaría -cuando menos- en los mismos niveles en que se encontraba a ese momento. Por ello, a través del decreto 2458/92, expresamente aprobó los modelos de contratos de transporte firme e interrumpible de gas natural que debían obligatoriamente suscribirse para la efectiva prestación del servicio. Surge evidente, entonces, que estos contratos resultaron "operaciones de un instrumento de la Nación para llevar a ejecución sus poderes" ("Osborn v. The Bank of the UU.SS" 9 Wh, 738; "Railroad Co. v. Penistron", 18 Well. 34-36) De forma que estas operaciones, destinadas a efectivizar una alta política nacional (privatizar una sociedad del estado y preservar la normal prestación del servicio público, en condiciones de emergencia), no pueden ser incididas directamente (direct burden) por el impuesto provincial, sin representar ello -en estas particulares circunstancias- una palmaria interferencia del poder local sobre el federal, junto a una inadmisible limitación de su independencia (Fallos: 18:162; 23:560; 173:128; 186:170; 224:267; 226:408; 246:237; 247:325; 249:292; 250:666; 319:998; 320:1302). Máxime, cuando el Estado Nacional asumió los costos impositivos devengados por los contratos hasta la fecha de toma de posesión por parte de los adjudicatarios (cfr. "Contrato de transferencia de acciones" identificado como anexo N° 72, apartados 11.1.1 y 11.2, del capítulo XI; y reconocimientos en tal sentido del Estado Nacional en fs. 262, pto. a), y fs. 267). Ello torna aplicable el principio establecido por la jurisprudencia norteamericana, que establece que el impuesto aplicado sobre los particulares afecta al Estado solamente cuando la carga le es transferida por el contribuyente. De esta forma, se prohíbe el reconocimiento de la inmunidad cuando la gravitación de esa carga sobre el Estado Federal es tan remota e incierta que, si se la admitiera, se restringiría el poder impositivo provincial sin una protección proporcionalmente equivalente al gobierno central, aún cuando la función fuera considerada lo suficientemente importante como para pedir inmunidad a un impuesto sobre el Estado mismo, el que no resulta necesariamente preservado de un tributo que bien puede ser, en su mayor parte o en su totalidad, absorbido por los particulares ("Metcalf v. Mitchell", 269 US 514; "Willcuts v. Bunn", 282 US 126, entre otros). Es este caso, el propio Estado Nacional ha reconocido que deberá soportar el pago del tributo reclamado, y es él quien -en mi criterio- debe ser necesariamente preservado frente al pago un impuesto que se le reclama por el hecho de ejercer sus poderes constitucionales. Considero, entonces, que se verifica aquí el criterio sentado por V.E. en Fallos: 247:325, pues resulta -con clara evidencia- que, a través del dictado de las disposiciones N° 507; 508; 509; 511 y 527 agregadas en autos, la Provincia de Santa Cruz entorpece material y apreciablemente la actividad gubernamental desarrollada por el gobierno federal y encaminada -dentro de la emergencia declarada por el Congreso- a obtener la privatización de una sociedad del estado y la preservación del servicio público de abastecimiento de gas, encontrándose presente, entonces, la razón vital que determina la consagración de la inmunidad fiscal sobre los instrumentos contractuales suscriptos por TGS el 21 de diciembre de 1992. XI. Por último, y en atención a la forma como se dictamina, los restantes agravios devienen -en mi parecer- abstractos. XII. Por lo expuesto, pienso que corresponde hacer lugar a la demanda en todos su términos. - Mayo 20 de 2003. - Nicolás E. Becerra. Buenos Aires, abril 15 de 2004. Resulta: I. A fs. 11/82 se presenta Transportadora de Gas del Sur S.A. (en adelante TGS) e inicia una acción declarativa de certeza contra la Provincia de Santa Cruz. Dice que, según surge de las veintiocho disposiciones que acompaña, la mencionada provincia pretende aplicar el impuesto de sellos sobre lo que denomina supuestos contratos de transporte armados internamente por Gas del Estado para su posterior privatización y, los contratos epistolares sin instrumentación celebrados después de la privatización. Sostiene que ello la coloca en situación de incertidumbre ante dos mensajes contrapuestos como son el emanado del Estado provincial que le reclama el pago del tributo frente a la actitud del Estado Nacional que indica fundadamente la ilegitimidad de tal pretensión y le manda resistirla administrativa y judicialmente. La actitud del fisco local -explica- se enfrenta al plexo del derecho federal en su integridad y también a las propias normas locales. Entre aquéllas se encuentran afectadas la ley de coparticipación federal 23.548, el pacto de hidrocarburos del 14 de noviembre de 1994 y las facultades del Congreso Nacional para regular el comercio (art. 75 inc. 13), para otorgar concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo (art. 75 inc. 18) y dictar la legislación necesaria para el cumplimento de los fines específicos de los establecimientos de utilidad nacional (art. 75 inc. 30). Solicita la citación del Estado Nacional en la medida en que la actitud fiscal de la demandada compromete su propio interés, tal como surge del ap. 11.1.1. y 11.1.2. del contrato de transferencia de acciones, y la política energética federal. II. A fs. 261/274 se presenta el Estado Nacional. En líneas generales sostiene, en lo que hace a los contratos celebrados con anterioridad a la privatización de Gas del Estado, que asumió su responsabilidad frente a las obligaciones tributarias que fueran exigibles por los actos anteriores a la toma de posesión del paquete accionario objeto de venta en el concurso internacional. Ello es así si se consideran las previsiones contenidas en el numeral 11.1.1 del capítulo XI del contrato de transferencia de acciones. En tales términos, niega el derecho de la provincia demandada para gravar los contratos de transporte celebrados antes de esa transferencia por considerar que se trata de meros actos preparatorios del proceso de privatización en los que intervino exclusivamente el Estado Nacional sin que se manifieste repercusión económica y, por consiguiente, sin onerosidad. Considera que no existe instrumento gravado y agrega que los contratos han sido celebrados por un mismo sujeto que se encuentra exento del tributo (art. 106 inc. a ley de sellos provincial). En cuanto a los contratos celebrados por TGS después de la privatización, justifica su intervención en la necesidad de defender las facultades que le son propias en la gestión del servicio público de transporte y distribución de gas natural que resultan interferidas por la carga fiscal provincial. Pero rechaza toda responsabilidad patrimonial en este tipo de contratos. III. A fs. 278/294 contesta la Provincia de Santa Cruz. Realiza una negativa general de los hechos expuestos en la demanda y se refiere luego a la cuestión de fondo. Observa el comportamiento seguido por la actora en la instancia administrativa local y reivindica el derecho de la provincia a dictar el Código Fiscal, toda vez que está comprendido dentro de las atribuciones que le son propias. En ese marco -sostiene- se dispuso la sanción de la ley de impuestos de sellos, que viene a integrar el plexo normativo tributario. Asimismo, sostiene que las cuestiones sometidas al Tribunal, por estar regidas por normas de derecho público local, son ajenas a su competencia originaria. En otro orden de ideas expone que la actora invoca un presunto conflicto de leyes alegando que la ley local incurre en flagrante contradicción con los principios contenidos en el art. 9 de la ley 23.548. En lo atinente al impuesto de sellos y al régimen de adhesión correspondiente, sostiene que el art. 9° de la ley antes citada establece que esa adhesión deberá ser aceptada sin limitaciones ni reservas y admite la subsistencia del gravamen en el ámbito local. Ello surge del inc. b ap. 2, cuyo texto reproduce, y del que se desprende que la norma nacional que es derecho local a la vez -en su condición de derecho intrafederal- reconoce la procedencia y vigencia del impuesto de sellos en el ámbito provincial. Así se advierte en la primera parte del inc. b mencionado que después de imponer a las provincias la obligación de "no aplicar gravámenes locales análogos a los nacionales distribuidos por esta ley", excluye expresamente el impuesto de sellos. Expresa que según la actora no han existido contratos en términos tales que puedan resultar alcanzados por el impuesto de sellos según los recaudos de la ley 23.548; para refutar esa opinión, se refiere específicamente a los contratos anteriores a la privatización y pasa a definir lo que se entiende como contratos epistolares. En ese sentido, rechaza la argumentación de la actora acerca de que no se habría cumplido el requisito de instrumentación precisado en el art. 71 de la ley de sellos, cuyos alcances reproduce. Señala que en los contratos entre ausentes el principio instrumental se atenúa notablemente y así es que basta con que la modalidad contractual contenga los "elementos esenciales" que permitan caracterizar al acto gravable. Ese criterio se compadece -a su juicio- con el principio de prevalencia de la realidad económica, particularmente aplicable frente al impuesto de sellos. Cita jurisprudencia de esta Corte sobre el punto. Considerando: 1. Que, tal como lo destaca el dictamen del señor Procurador General al hacer mérito de los antecedentes administrativos emanados de la Subsecretaría de Recursos Tributarios de la Provincia de Santa Cruz, la cuestión suscitada encuadra en las previsiones del art. 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación toda vez que no tiene un carácter consultivo ni importa una indagación especulativa sino que responde a un caso que busca precaver los efectos de un acto en ciernes (Fallos: 316:1713; 320:1556 y 2851). 2. En cuanto a la competencia del Tribunal, son aplicables las conclusiones expuestas en la fecha en la causa S.1077.XXXVII. "Shell Compañía Argentina de Petróleo S.A. c. Provincia del Neuquén s/acción de inconstitucionalidad". 3. Que a fin de resolver sobre el fondo de la cuestión debe estarse a los términos en los que ha quedado trabada la litis. Por ello corresponde distinguir las dos etapas temporales en que se celebraron los contratos que la demandada pretende gravar con el impuesto de sellos. Tal distinción ha sido puesta de relieve por la actora y admitida por la demandada. 4. Que, como surge de las circunstancias de la causa, no son objeto de controversia los siguientes puntos: 1) que sólo han existido propuestas escritas dirigidas por los oferentes a TGS; 2) que TGS no ha suscripto esas propuestas en prueba de aceptación; 3) que TGS no ha remitido a los proponentes aceptación escrita de tales ofertas; y 4) que en todos los casos la aceptación de las propuestas se operó en forma tácita (ver fs. 546). En esos términos corresponde estudiar si las propuestas antedichas constituyen "instrumentos" que puedan ser gravados por el impuesto de sellos, tal como pretende la demandada. En ese sentido resulta importante reproducir el texto del art. 71 de la ley local 1410 que con relación a la aplicación del impuesto de sellos establece: "será considerado acto sujeto al pago del impuesto que esta ley determina, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 79, aquel que se formalice en forma epistolar por carta, cable o telegrama, siempre que se verifique cualquiera de las siguientes condiciones: a) se acepte la propuesta o el pedido formulado por carta, cable o telegrama, reproduciendo totalmente la propuesta o sus enunciaciones o elementos esenciales que permitan determinar el objeto del contrato; b) las propuestas o pedidos, o los presupuestos aplicados, aceptados con su firma por sus destinatarios. A los fines del párrafo anterior, será en todos los casos requisito para la gravabilidad del acto, que la aceptación respectiva haya sido recibida por el emisor de la propuesta, pedido o presupuesto". Cabe acotar que el supuesto contemplado en la última parte del art. 71 citado no es aplicable al sub lite pues en el presente caso no está en juego el debate sobre las "obligaciones convenidas entre las partes, su modificación o resolución". Del cotejo de dicha disposición legal con la conducta asumida por las partes en el presente y a la luz de los reconocimientos efectuados a fs. 546 resulta claro que, como lo afirma el dictamen de fs. 574/581, las ofertas recibidas por TGS no satisfacen los requisitos necesarios para ser sometidas al pago del impuesto previsto en la propia ley local toda vez que no han sido aceptadas con su firma en prueba de conformidad ni tampoco se han reproducido "sus enunciaciones o elementos esenciales" en otra comunicación de respuesta. Por lo demás, la pretensión de la provincia contradice la obligación contraída al adherirse a la ley 23.548 de coparticipación (Fallos: 321:358). Se reproduce así la situación considerada por esta Corte en la causa seguida por "Shell Compañía Argentina de Petróleo S.A. c. Provincia del Neuquén s/acción de inconstitucionalidad", en la que se dictó sentencia en la fecha, por lo que corresponde remitir a los fundamentos de ese fallo por razones de brevedad. Cabe concluir pues, que las ofertas mencionadas en el punto 2.2. de fs. 539 no reúnen los caracteres exigidos por la ley de coparticipación pues su cumplimiento sólo podrá ser reclamado por la oferente si previamente acredita que su cocontratante realizó el acto positivo de aceptación señalado en tales misivas (confr. reconocimiento de la demandada, respecto de la aceptación tácita de las ofertas, pto. 3d., fs. 546). De lo expuesto se desprende que la pretensión fiscal de la provincia no encuentra justificación en su propio texto legal impositivo y contraviene, en el orden federal, lo dispuesto en el art. 9, acápite II del inc. b de la ley 23.548. Por otro lado, y para responder a la afirmación de la demandada en el sentido de que "la norma nacional y derecho local a la vez, reconoce la procedencia y vigencia del impuesto de sellos en el ámbito provincial", cabe señalar, simplemente, que no podría ser de otra manera en el reparto de competencias impositivas pero sometida a lo que ella dispone y que la demandada se comprometió a acatar. 5. Que en lo concerniente a los contratos anteriores a la toma de posesión y a la transferencia de acciones cabe señalar que las sociedades intervinientes (entre ellas TGS) formaban parte de Gas del Estado y fueron constituidas por el decreto 1189/92. En ese sentido debe recordarse que, según surge del capítulo XI, acápite 11.1.1. del contrato de transferencia a la actora, aquella sociedad del Estado se hizo responsable por "todos los impuestos devengados hasta la toma de posesión en razón de las actividades desarrolladas por GdE, y de los bienes pertenecientes a GdE y al Estado Nacional que se transfieran a la Sociedad Licenciataria. A partir de la toma de posesión, la Sociedad Licenciataria será responsable por todos y cualesquiera de dichos impuestos que surjan o estén vinculados con cualquier acontecimiento que involucre al servicio licenciado, y con los activos afectados al servicio, aun antes de que se perfeccione la transferencia de éstos. GdE efectuará las comunicaciones requeridas por la legislación fiscal aplicable, a pedido de la Sociedad Licenciataria". Asimismo, en el acápite 11.2 se expresa: "Todos los impuestos argentinos de sellos nacionales y provinciales en la medida en que sean aplicables y no estén comprendidos en las exenciones previstas en los artículos 3° del decreto 1105/89 y 16° del decreto 1189/92, y otras normas que correspondan, que recaigan sobre este contrato de transferencia y sobre las transferencias de las acciones a la compradora, de los aportes de activos afectados al servicio a la sociedad licenciataria y de los valores que sean entregados en pago del precio diferido, contemplados en este contrato de transferencia, así como las tasas de registro o similares pagaderos en la Argentina con respecto a las transferencias de dichos activos a la sociedad licenciataria, serán soportados por GdE y/o el Estado Nacional". La expresa remisión a las exenciones contenidas en el decreto 1189/92 hace aplicable lo dispuesto en su art. 16, que declara exentos del impuesto de sellos "a los instrumentos que deban otorgarse para la formalización o como consecuencia directa o indirecta de la privatización de Gas del Estado Sociedad del Estado, considerándose comprendidos en tal exención a las mencionadas constituciones societarias, la transferencia de los contratos en vigencia de Gas del Estado Sociedad del Estado, así como toda contratación que se incluya en los pliegos de bases y condiciones que se aprueben para licitar la transferencia al sector privado de las Sociedades que se crean por este decreto". Estos contratos constituyeron el medio necesario para cumplir los fines del gobierno nacional instrumentados a partir de las leyes 23.696 y 24.076, como así también, en el ámbito específico de la materia, por el decreto 1189 ya citado. Estas normas, revelan la voluntad de la autoridad nacional que, basada en el principio del art. 31 de la Constitución, considera que la aplicación de gravámenes como el aquí en cuestión entorpecen, frustran o impiden determinada política del gobierno federal, expresada en normas sancionadas en virtud de los deberes y en uso de las atribuciones previstas en los arts. 25, 27 y 75 incs. 12, 16 y 18, situación que se extiende a los instrumentos por medio de los cuales aquél persigue satisfacer los fines que le han sido encomendados (Fallos: 307:374 y sus citas). En el caso, el contrato de concesión ha sido otorgado por el gobierno nacional, lo que hace que el instrumento respectivo quede al margen de las previsiones locales en la materia y comprendido, asimismo, en las exenciones genéricas del art. 3° del decreto 1105/89, que libera del pago del impuesto de sellos a todos los actos que sean consecuencia de lo dispuesto en los capítulos I, II, III, VI y VII de la ley 23.696 y de los artículos correspondientes a su reglamentación. Es de señalar que el anexo de esa ley preveía contratos de servicios de distribución y comercialización. Cabe mencionar como pauta de orientación interpretativa que la propia ley 23.548, al referirse a la imposición del gravamen de que se trata y al ámbito jurisdiccional en el que reconoce su aplicación, la limita cuando media interferencia con el interés nacional antes aludido (art. 9, ap. 2, párrafo 3°). Tales consideraciones, unidas a la objetiva comprobación de que este grupo de contratos fue parte del proceso de privatización de Gas del Estado y resulta anterior a la transferencia de las acciones y toma de posesión por parte de la licenciataria, hacen que resulte improcedente la pretensión fiscal. Por ello, y de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General, se decide: Hacer lugar a la demanda seguida por Transportadora de Gas del Sur Sociedad Anónima contra la Provincia de Santa Cruz y, en consecuencia, declarar la improcedencia de la pretensión fiscal de la demandada con relación a los contratos objeto del litigio. Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Teniendo en cuenta la labor desarrollada en el principal y de conformidad con lo dispuesto por los arts. 6°, incs. a, b, c y d; 7°, 9°, 37 y 38 de la ley 21.839, modificada por la ley 24.432, se regulan los honorarios del doctor E. G. B. G. en la suma de seiscientos treinta mil pesos ($630.000); los del doctor G. J. L. en la de seiscientos treinta mil pesos ($630.000) y los del doctor C. D. en la de quinientos cuatro mil pesos ($504.000). - Enrique S. Petracchi - Augusto C. Belluscio. - Carlos S. Fayt. - Antonio Boggiano. - Adolfo R. Vazquez. - Juan C. Maqueda. - E. Raúl Zaffaroni. -------------------------------------------------------------------------------- © La Ley S.A. 2006