Escena Perversa Y Angustia: (acerca Del Film "9 Semanas Y Media")

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"Escena Perversa Y Angustia: (acerca Del Film "9 Semanas Y Media")"
(*) Trabajo Incluido En "el Sigma", Comunidad Analítica En Internet; Agosto Del 2002.
Mabel Rodríguez Gamallo
Voy a intentar referirme a la estructura perversa y su relación con la angustia. Lacan asegura
que el masoquista parece ofrecerse al goce del Otro pero en realidad lo que pretende es su
angustia. Asimismo, dirá que la intención sádica no es tanto el sufrimiento del otro lo que
persigue sino su angustia.
Como vemos, en ambos insiste el intento de suscitar angustia.
¿Qué es la angustia? Para Lacan, al igual que para Freud, es un afecto y por lo tanto no está
reprimido sino desenganchado de los significantes a los que se liga. Los afectos pueden estar
o no; la represión es ejercida sobre los significantes.
Otra de las postulaciones lacanianas es que la angustia es ante el deseo del Otro.
Tratando de poner a prueba estas postulaciones es que les voy a relatar algunas escenas de
una película conocida por todos. Me refiero a " 9 Semanas y Media" que dirigió Adrian Lyne.
Allí, John y Elizabeth se conocen casualmente en una feria de tipo artesanal y luego de
compartir un breve almuerzo, donde no se habla de la vida personal de cada uno sino de
generalidades, la muchacha es llevada románticamente a través de bellos paisajes a una casa
en el río. Al ingresar Jhon le cuenta que pertenece a un amigo, pone música y comienza a
tender la cama. Esto suscita el siguiente diálogo:
E.- ¿No crees que vas demasiado deprisa? ¿A qué te dedicas?
J.- Compro y vendo dinero.
E.- Tu trabajo lleva muchos riesgos.
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J.- Tú también has corrido un riesgo viniendo hasta aquí. Como verás no hay vecinos y hace
poco que nos conocemos. Y creo que no tienes un taxi esperándote en la puerta. Tampoco
tienes un teléfono cerca. No hay nadie que pueda oírte gritar. Solos tú y yo...
E.- Esto no me gusta. Quiero irme a mi casa, ahora.
J.- Sólo bromeaba. Vamos...
Otra escena de la película nos lleva por similar avatar:
Jhon le ha enviado flores al trabajo a Elizabeth; luego la invita a un parque de diversiones. Ya
en él le compra globos y, en un clima cálido y festivo, la insta a subir a "la vuelta al mundo".
"¿No vienes conmigo?". Pregunta ella asombrada. El no responde y cuando Elizabeth está
con su carrito en el punto más alto del circuito le ordena al operador del juego que lo detenga
allí. Elizabeth grita aterrorizada mientras ve como Jhon y el operador se marchan riendo,
dejándola en esa situación. Jhon lo ha invitado a que vayan a tomar un café.
Si la angustia es la sensación del deseo del Otro, podríamos desplegarlo diciendo que es ante
el deseo del Otro que se dirige hacia mí, siéndome oscuro qué soy yo para él.
El fantasma interpreta lo que para todo sujeto es enigma: el deseo del Otro; su función es
entonces evitar la angustia. Cuando éste vacila por una serie de sucesos que hacen que al
sujeto ya no le sirvan las respuestas a las que está acostumbrado con el Otro, lo que surge es
la angustia.
"¿Sabes Molly? Aún no sé cuáles son sus intenciones". Le dice Elizabeth a una amiga al
promediar la película. "A veces me resulta sencillo, puede influirme la corbata que lleva y el
libro que lee. Pero ahora sé que algún día acabará..."
Otro de los postulados fuertes en lo referente a la angustia es que ésta no es sin objeto; el
objeto del que se trata es el objeto a. La única traducción subjetiva del objeto a es la angustia.
Jhon le solicita a Elizabeth en diversas oportunidades que se vende los ojos o que los cierre
para hacerla luego objeto de "juegos" propuestos por él. Le pregunta: "¿estás asustada?" "¿te
excita esto?" "a mi también". En una oportunidad le recorre el cuerpo con un cubito de hielo,
luego con un vaso. En otra le da de comer: primero frutas, dulces, de repente un jarabe de feo
sabor, luego miel, sorpresivamente un pimiento picante, luego leche, la escena finaliza con la
descarga de un baño de soda sobre ella. Liz se encuentra a merced de lo que él le suministra
y esto último es siempre inesperado.
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En una de las últimas escenas, mientras Elizabeth está, a pedido de Jhon, con los ojos
tapados, él incluye a una prostituta para que realice un juego amoroso con Elizabeth y luego lo
continúe con él. Esto genera el colmo de la angustia en ella que, descubriendo que ha ido
demasiado lejos, pone fin a la relación.
En la perversión el fantasma se afirma como voluntad de goce del Otro, para lo cual el sujeto
se hace instrumento de ese goce. Tratando de restituir el objeto a en el Otro con la escena
perversa, se intenta hacer existir al Otro, un Otro sin el agujero de la castración.
Consecuentemente, sólo en apariencia es una relación dual la que se plantea, pues en
realidad ambos partenaires son instrumentos del goce del Otro.
Jhon pretende saber sobre su deseo y ser el dueño del fantasma. Su Voluntad de Goce
pretende ser su elección deliberada. Sin embargo, está tan excluido del goce como cualquier
hablante, imagina ser el Otro y se identifica con él para asegurar su goce. Se plantea como el
Sujeto Supuesto Saber Gozar.
El perverso cree saber qué hacer con la falta del Otro. Se consagra a un acto repetitivo y
siempre fallido de restitución de la completud del Otro; pero completarlo en términos de goce,
del goce que le fue sustraído al Otro con la castración.
Cuando el falo imaginario que el infans es para el Otro primordial cae, el neurótico lo va a
intentar restituir en su fantasma; el perverso en cambio se va a identificar al objeto a en la
escena perversa; él va a ser un producto en lo real como lugar de goce.
Al neurótico la posición propia del perverso, ser objeto, le provoca horror. El neurótico teme
perderse en La Madre y esto se explicita claramente en la fobia donde el objeto fóbico viene a
suplir el Nombre del Padre que operó insuficientemente. Cuando Juanito está apresado como
objeto imaginario de su madre el objeto fobígeno viene a ayudarlo al corte de la castración.
El perverso, en cambio, cree poder lograr el goce del Otro sin perderse; supone poseer el
saber de su propia adecuación imaginaria a tal goce. Como el neurótico no se atribuye tal
saber, para él ubicarse como objeto de un goce logrado sería perderse.
En otra de las escenas de la película Jhon le dice a Elizabeth: "No lavarás más los platos. Lo
haré yo. Haré la compra, haré la comida y te la daré. Te vestiré cada mañana y te desnudaré
cada noche. Te bañaré y siempre me ocuparé de ti. Podrás ver a tus amigos durante el día.
Yo sólo quiero tus noches".
Lacan ubica a la angustia en el punto medio entre el goce y el deseo. La angustia no es sin
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objeto. El neurótico sueña con ser reconocido por el Otro como sujeto, ser objeto le causa
horror.
El perverso promete goce, pero si su partenaire es un neurótico, lo que genera es angustia. El
objeto a positivizado que hace surgir el perverso en la escena para él será condición erótica,
causa de un goce; para el neurótico, en cambio, ante la posibilidad de que falte la falta brotará
angustia.
El sujeto perverso se presenta como alguien que sabe en acto sobre el goce, que no tiene
preguntas ni dudas. Esta posición dificulta, si eventualmente llega a un consultorio
psicoanalítico, la instalación de la transferencia, cuyo pivote es como todos sabemos el Sujeto
Supuesto Saber. Si hay para el perverso un Sujeto Supuesto Saber, éste es él mismo. Esta
posición de Sujeto Supuesto Saber Gozar es lo que lo hace seductor y fascinante para el
neurótico, que teniendo un fantasma perverso, sueña con aprender de él y levantar así sus
inhibiciones. Esto es lo que hace estructuralmente del neurótico el partenaire del perverso.
En la perversión la orden imperiosa debe estar en la escena. Jhon presentifica la vertiente
arbitraria e irresponsable de la ley, no su costado pacificante. Es una ley sin atenuantes que
no permite malentendidos ni interrogaciones. Se trata de hacer surgir la voz del Otro y dejar al
partenaire sin palabra, soportando la angustia y la división subjetiva; con ello se suscita el
objeto de goce que completa al Otro.
La dimensión de la voz es la presencia descarnada del superyo como la ley, con un solo
mandato: Goza, Goza (cumple con lo que te ordeno para mi goce). Jhon hace del goce ley y
se propone en una identificación al Dios oscuro que pide sacrificios y propone a sus fieles el
lugar de la víctima.
Entre las muchas secuencias de la película donde se verifica esto, relataré una:
J.- Elizabeth, he pensado en un juego. Tengo algunas dificultades. Últimamente casi no me
excito. Creo que lo haría si te pones de rodillas. Estoy dispuesto a pagar mucho por ver como
lo haces. ¿Lo harías por mí?
Mientras pronuncia este parlamento va dejando caer dinero alrededor de ella.
Elizabeth se arrodilla y comienza a moverse recogiendo el dinero. Inmediatamente se angustia
e intenta suspender la escena.
E.- Es demasiado, Jhon.
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J.- Continúa.
E.- No quiero continuar.
J.- Ponte en cuatro patas y camina. Elizabeth, no quiero discutir contigo, camina.
Frente a la resistencia, el tono de voz de Jhon sube de intensidad mientras saca un látigo y lo
hace chasquear amenazadoramente alrededor de Elizabeth.
J.- No quiero que me lleves la contraria. Camina, camina.
Ella llora y obedece.
E.- No quiero recoger el dinero, no me gusta este juego. Aquí tienes el dinero.
J.- Te has excitado. (La película muestra cómo el excitado es él que la abraza para mantener
relaciones sexuales).
La escena perversa es una respuesta al interrogante por el goce del Otro. Si más allá del
placer está el goce, Jhon supondrá éste en Elizabeth y gozará por procuración, identificado a
ella. Simultáneamente, al instaurar la ley que permite cualquier exacción sobre el partenaire
en función del goce, hace surgir en la escena a un Dios satánico. La identificación a él
también le provee su goce. El perverso intenta restituir ese goce primero del Otro, lógicamente
previo a su barradura; sin eso no hay erotismo.
No es lo mismo avanzar por la vida como sujeto del deseo, que ser el sujeto del goce. Este
último camino lo deja al perverso en posición de objeto de goce del Otro. Es él animado por la
Voluntad de Goce quien deviene objeto, ya que lo que cuenta no es su deseo sino un
imperativo del Otro respecto del cual él queda esclavizado. No ceder en el deseo implica
suspender un goce.
Otro de los interrogantes que puede suscitar esta película es si Elizabeth es masoquista.
Lacan va a decir que el masoquismo femenino es un fantasma masculino. La docilidad de
Elizabeth corresponde más bien a una aventura histérica que no se motiva en una auténtica
Voluntad de Goce sino en su determinación de acomodarse en el fantasma a la demanda del
Otro.
Pero el interrogante que nos surge es ¿el perverso sabe siempre? ¿no se angustia nunca?.
En general, podríamos decir que es difícil que nos ofrezca su angustia ya que eso es lo que le
oferta al Otro. Sin embargo, en la última escena de la película algo ocurre que nos orienta al
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respecto.
Luego de un montaje perverso pergeñado por Jhon, Elizabeth es presa de una crisis de
angustia y decide terminar la relación.
Ahí, podríamos situar el único momento donde él se angustia. Tambalea la perversión. Se ve
a Jhon soportando la división subjetiva, y en ese momento de quiebre intenta retenerla
contándole por primera vez aspectos de su vida, de su historia. Le dice: "Quiero que sepas
una cosa, quiero que sepas que ha habido muchas otras chicas, pero no había sentido nada
igual antes. Te lo aseguro, cuando te tengo en mis brazos y te siento vibrar, es algo con lo que
no contaba. Nunca pensé que llegaría a quererte tanto..."
El, que no se perdía con ninguna porque obedecía a la Voluntad de Goce, vacila en su
posición fantasmática presentándose como amante y respondiendo a la demanda de amor.
Aparece su límite, su castración. Pero ya es tarde, no hay retorno posible con Elizabeth.
El perverso a veces se angustia. Esto ocurre cuando no puede obturar /O con a; entonces,
afectado por la aparición de la división, si el fantasma ya no le alcanza para colmar esa falta
del Otro o tiene dificultades para ejercerlo, aparece en posición de /S, angustiado y pidiendo la
respuesta de la que por ese momento carece. Tiempo en el que es posible que concurra a un
analista. Esto no impide que, en consonancia con su perversión, trate lo antes posible de
encarrilar nuevamente a su deseo en el camino de su fantasma, donde el deseo se presenta
como Voluntad de Goce.
La estrategia del perverso es sostener que él no está sujeto a ley alguna. Planteo falaz ya que
en su identificación al objeto a se evidencia una servidumbre que lo hace sacrificarse al goce
del Otro. La puesta en escena del fantasma es su modo de recuperación de ese goce.
Suspender este destino sería posible si llegara a la comprobación desagradable pero
liberadora al mismo tiempo de que no hay Otro a quien hacer gozar.
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