XI CAAS- UNR – Julio 22-24/2014 GT73- Museos y colecciones antropológicas: Debates y problemas contemporáneos Coordinadores: Andrea Pegoraro (FfyL-UBA), Ma. Marta Reca (FCNyM-UNLP), Silvia Calvo (FfyL-UBA), Eduardo Ribotta (UNT) El itinerario de las imágenes etnográficas de Palavecino: contexto de producción, construcción de archivo y memorias 1 Colectivo Etnografías Chaco VERSION PARA SU PRESENTACION EN EL XI CAAS NO CITAR NI DIFUNDIR SIN AUTORIZACION DE LAS AUTORAS Resumen En el presente trabajo nos proponemos reflexionar acerca de los usos de la imagen fotográfica producida en campañas etnográficas, para la reconstrucción de historias y memorias en ámbitos académicos y comunidades indígenas. Para ello nos centraremos en un corpus de fotografías del archivo del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, tomadas por Enrique Palavecino en la región Chaqueña durante la primera mitad del siglo XX. Como equipo de trabajo desde el año 2009 venimos realizando una serie de actividades en torno a estas fotografías. Las mismas incluyen el trabajo en archivo, la realización de entrevistas a personal del museo e investigadores, así como la planificación conjunta de una muestra y dos talleres en Buenos Aires y Tartagal. A partir de dichas experiencias analizamos el contexto de producción de las fotografías, su resguardo en el archivo, su exhibición en la muestra “A través de la lente: encuentro con los pueblos indígenas del Chaco”2, y su rol en la activación de la memoria e historias de referentes indígenas que participaron del taller “Compartiendo imágenes: fotografías y memorias del Gran Chaco”, 1 Integrantes: Morita Carrasco, Natalia Castelnuovo, Julia Costilla, Dolores Estruch, Mariana Lorenzetti (FFyL, UBA). María Isabel Scarafoni, Vivian Spoliansky (MET-FFyL, UBA). 2 Muestra organizada por el Museo Etnográfico “Juan Bautista Ambrosetti, FFyL, UBA, el equipo de investigación Colectivo Etnografías Chaco FFyL, UBA y el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA). 1 realizado en el 2012. Retomando las experiencias de trabajo mencionadas, la propuesta que presentamos apunta a reflexionar sobre la relación entre producción fotográfica, función de los archivos y construcción de memorias e historias. Palabras clave: fotografía etnográfica; pueblos indígenas, Gran Chaco, Argentina Abstract In this paper we propose to reflect on the uses of ethnographic photographic images produced in the context of ethnographic campaigns for the reconstruction of histories and memories in academic and indigenous communities. To do this we will focus on a corpus of photographs from the archives of Juan B. Ambrosetti Ethnographic Museum, taken by Enrique Palavecino in the Chaco region during the first half of the twentieth century. As team since 2009 we have been conducting a series of activities around these pictures. These include working with the archives files conducting interviews with museum staff and researchers, as well as joint planning of an exhibition and two workshops in Buenos Aires and Tartagal. From these experiences we analyze the context of production of the photos, your receipt in the file display their safeguarding in the archives and their exhibition "Through the Lens: meeting with the indigenous peoples of the Chaco" and its role in the activation of memory and histories of indigenous referents participated in the workshop "Sharing images: photographs and memories of the Gran Chaco," held in 2012. Returning to work experiences mentioned, our proposal aims to reflect on the relationship between photographic production, according to the archives role the construction of memories and histories. Key words: ethnographic photography; indigenous peoples, Gran Chaco, Argentina 2 Introducción En este trabajo nos proponemos reflexionar acerca de los usos de la imagen fotográfica producida en campañas etnográficas, para la reconstrucción de historias y memorias en ámbitos académicos y comunidades indígenas. Partimos para ello de un corpus de fotografías del Archivo del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, tomadas por Enrique Palavecino en la región Chaqueña durante la primera mitad del siglo XX. En torno a ellas hemos venido trabajando desde el año 2009, realizando una serie de actividades entre el archivo, la investigación y la extensión a las comunidades. En base a estas experiencias nos interesa reflexionar sobre la relación entre producción fotográfica, función de los archivos y construcción de memorias e historias. Para desarrollar esta reflexión nos centraremos en cuatro ejes: a) la producción de las fotografías etnográficas, b) la conservación y organización de las fotografías en el archivo, c) la exposición de las imágenes dentro del Museo Etnográfico y d) la experiencia de “trasladar” el archivo fotográfico al ámbito de las comunidades indígenas. A través de estos ejes organizaremos el recorrido de esta ponencia, de acuerdo a una serie de preguntas que motivaron el trabajo del equipo en diferentes momentos. Durante la primera etapa del proyecto de investigación, el interrogante estuvo centrado en las relaciones entre fotografía etnográfica y contexto de producción. De este modo, pretendemos indagar en qué contexto y cuáles fueron las motivaciones de Palavecino en el registro fotográfico nos llevó a un análisis entre las imágenes conservadas en el Archivo, los textos y documentos de campo producidos por el investigador algunos publicados y otros conservados en el Museo. A partir de dicho análisis fueron surgiendo otras preguntas relacionadas a la propia tarea de salvaguardar ese fondo documental. ¿De qué manera y con qué objetivos se desarrolla la tarea de preservar, organizar y describir documentación de archivo? Y, ¿cuáles son las implicancias y desafíos de esta tarea? La respuesta a estos interrogantes fue central en el trabajo emprendido. Dichas inquietudes, fueron gestando un interés compartido de difundir ese fondo documental en el equipo de 3 trabajo del museo e investigadores. Lo cual condujo a la preparación de la primera muestra fotográfica del Museo Etnográfico, conformada exclusivamente por material del Archivo3. La puesta en valor de ese fondo documental, nos instó a preguntamos de qué manera y bajo qué criterios se podrían exponer las imágenes del Gran Chaco producidas por Enrique Palavecino. En consonancia con estos interrogantes, arribamos a la “apertura del archivo”, no solo en el ámbito institucional del Museo sino además en el propio contexto etnográfico donde décadas atrás habían sido producidas esas imágenes. La pregunta se reorientó entonces hacia los posibles nuevos medios y espacios de circulación para esas imágenes etnográficas, especialmente para su llegada a las comunidades y pueblos indígenas. Fotografías etnográficas: producción y contextos El corpus de fotografías corresponde a las campañas etnográficas que realizó el antropólogo Enrique Palavecino (1900-1966) en la región chaqueña entre 1927 y 1949. Destacado investigador, docente y gestor institucional en el ámbito de la antropología argentina, Palavecino concentró sus investigaciones en los pueblos originarios del Chaco salteño, labor que dio como resultado una extensa producción documental y fotográfica así como importantes publicaciones (Spoliansky, Roca y Scarafoni, 2011). Tanto el autor como sus fotografías deben ser enmarcados en el contexto histórico político y científico, especialmente en el marco académico de las campañas etnográficas: cuáles eran sus objetivos, quiénes las financiaban, etc. En el momento que Enrique Palavecino inicia su trabajo etnográfico primaba un paradigma científico caracterizado por la centralidad de las ciencias naturales, el positivismo y el cientificismo, y con una producción arqueológica y antropológica signada por el afán descriptivo, clasificatorio y enumerativo más que explicativo (Stagnaro, 1993; Arenas y Giraudo, 2003). Aunque el período de entreguerras trajo aparejado un cuestionamiento a dicho paradigma que consistió principalmente en una reacción antipositivista y el advenimiento de tendencias idealistas, la antropología argentina 3 En 1992 el Archivo organizó una muestra fotográfica denominada “Los indios desde los otros. Fragmentos de Historia”. Las fotografías expuestas en la muestra no provenían exclusivamente del Archivo, sino que había además imágenes del Archivo General de la Nación, imágenes de publicaciones, entre otras. 4 continuó adscribiendo a técnicas y métodos tradicionales en tanto dependía de la información obtenida en el terreno (Perazzi, 2003). En ese marco, las campañas de Palavecino -patrocinadas sucesivamente por el Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Universidad de Tucumán, la Comisión para la Medición de un Arco de Meridiano y el Museo de La Plata- se orientaron fundamentalmente a la indagación etnográfica entre los indígenas del área chaqueña. Siendo Palavecino encargado ¿responsable? de las colecciones etnográficas del Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, en 1929 viajó a la región del Chaco centro occidental con la misión de visitar diversas “agrupaciones de indios de la tribu pilagá” en las márgenes del río Pilcomayo. El objetivo del viaje era “completar con el estudio de la población aborigen, las investigaciones zoológicas y botánicas que el Museo” había comenzado a realizar en colaboración con Ferrocarriles del Estado “para el mejor conocimiento de su zona de influencia a lo largo de la línea de ferrocarril Formosa-Embarcación” (Palavecino, 1933). En concordancia con el paradigma antropológico de la época, en este viaje registró con minuciosidad diversos aspectos por entonces relevantes para el conocimiento de la cultura de los pueblos indígenas tales como el aspecto físico, las actitudes y gestos de los individuos, entre otros. La etnografía era así concebida como una metodología de recolección de información que luego serviría para elaborar grandes síntesis culturales ordenadas por áreas geográficas (Gran Chaco, Amazonía, Subártico, etc.) con fines comparativos. Al respecto, importaba determinar el origen de objetos y bienes materiales (viviendas, vestimenta, herramientas, armas, utensilios) como también el de prácticas y técnicas productivas (caza, pesca, agricultura) y el de creencias y rituales (cantos, danzas) y su difusión a otras áreas. Se buscaba asimismo relevar los contactos entre pueblos de una misma área o áreas vecinas a partir de los cuales poder explicar las diferencias, ya sea en términos de préstamos o innovaciones culturales. Un afán coleccionista animaba a los etnógrafos de aquella época a la búsqueda del dato novedoso, como si se tratara de hacer un urgente inventario para evitar la pérdida de aquello que desaparecería con el avance de la civilización no indígena. El empleo de la fotografía como herramienta de registro útil para inventariar sería empleada por unos pocos. Palavecino fue en este sentido un pionero al ilustrar las descripciones etnográficas con fotos como complemento de su escritura. La 5 fotografía fue uno de los recursos principales con los que contó el investigador para registrar su trabajo y aquello que observaba en el campo: el paisaje, los habitantes locales en sus actividades cotidianas o posando especialmente ante la cámara del etnógrafo, y la cultura material de esas sociedades nativas. Vale la pena recordar que por esos mismos años en que Palavecino llevó a cabo sus estudios se desarrollarían expediciones científicas que resultaron simultáneamente en prácticas de sometimiento y de imposición estatal sobre la sociedad indígena, donde los investigadores acompañaban a las fuerzas militares en la lucha contra el “indio” (Karasik, 2003). Estas prácticas se inscribían, paradójicamente, en una preocupación por la ‘integración’ del indígena a la sociedad nacional, manifestada en procesos económicos, políticos y culturales que tendían a socavar la organización tradicional de las comunidades indígenas: explotación de su mano de obra y de los recursos naturales de sus territorios, relocalizaciones e imposición de nuevas relaciones de poder en torno al trabajo en los ingenios y la vida en las misiones religiosas. Desde el punto de vista de una historia de la antropología argentina, el Fondo Documental de Palavecino puede brindar pistas para repensar esos procesos de cambio que impactaron en las comunidades indígenas a mediados del siglo XX y sobre el contexto epistemológico local donde se desarrollaba la disciplina antropológica (Spoliansky, Roca y Scarafoni, 2011). Es decir que el estudio de este Fondo Documental puede contribuir a iluminar el conocimiento actual sobre ese mismo contexto a la luz del cual debía ser interpretado. Pero más allá de su valor académico y científico, las imágenes fotográficas contienen/condensan un valor filosófico, psicológico y semiológico (Barthes, 2009: 34). A medida que avanzamos en el análisis del fondo fotográfico, surgió un nuevo eje de discusión vinculado a las miradas cruzadas en relación a tres actores: el que toma la fotografía, el que es fotografiado y el que observa la fotografía (Barthes, 2009). Pensar en estos tres actores nos llevó a reflexionar sobre la manera en que las fotografías pueden ser interpeladas desde infinitas instancias y al mismo interpelar a quien la observa desde contextos diferentes. Nos referimos a que mientras que la producción de las imágenes corresponde a un momento histórico particular y a ese contexto científico singular presentado en este primer apartado, la circulación y recepción de las mismas permanece en una continua apertura a nuevas miradas e interpretaciones. Volveremos sobre este tema 6 hacia el final de esta ponencia. El hecho es que en nuestro caso, la conservación de los materiales producidos durante esas campañas etnográficas en el Archivo Fotográfico y Documental del Museo Etnográfico, ha permitido que esas imágenes tomadas en la primera década del siglo XX pudieran ser abordadas décadas después en ocasión de un proyecto inicial de catalogación y difusión. Fotografías y archivo: preservación y puesta en valor El Archivo Fotográfico y Documental es un área del Museo Etnográfico (FFyL- UBA) que tiene como objetivos preservar, organizar, describir, investigar y hacer accesible su acervo documental vinculado a la historia institucional y a la historia de las ciencias antropológicas en nuestro país. El Archivo reúne, como todo archivo, la documentación de producción propia, en este caso el Fondo de Gestión Institucional Académico-Administrativo que está compuesto por documentación escrita, fotografías, recortes de prensa, ilustraciones científicas y registros fílmicos y fondos documentales de investigadores tales como el de Enrique Palavecino, foco de este trabajo. La extensa producción documental y fotográfica de Palavecino ingresó al Museo Etnográfico en 1995 como donación por parte de las hermanas de Delia Millán de Palavecino, y fue motivada por el pedido manifiesto del matrimonio de investigadores en vida. El Fondo Enrique Palavecino está constituido por documentos producidos y recibidos durante su actividad como investigador comprendida entre 1927 y 1963. Lo componen libretas de campo, cuadernos, fichas, dibujos, informes, correspondencia, apuntes, entre otros. En relación a la producción académica cuenta con textos borradores y definitivos, tanto publicados como inéditos. La documentación refleja la participación que Palavecino tuvo en congresos y jornadas, así como su actividad docente en programas de cátedra, cursos y legajos entre otros. El Fondo cuenta con notas sobre historia, economía, religión, glosarios de términos nativos, ritos, arquitectura y arte producto de sus investigaciones entre los pueblos del Gran Chaco. Además, se compone de materiales referidos a sus viajes realizados a la Zona de Villa Dolores (provincia de Buenos Aires), Córdoba, Quebrada de Humahuaca, La Quiaca (Jujuy), Tucumán y Chaco que brindan información sobre cocina, botánica, juegos, cerámicas, medicina, narrativas orales tradicionales, vivienda, vestimenta. 7 La intervención archivística y de conservación del Fondo Enrique Palavecino se inicia en el año 2004 con un trabajo orientado a ordenar y colocar en guardas de conservación adecuadas a las fotografías. Yolanda Velo, especialista en Etnomusicología, quien formaba parte del equipo del Archivo y un grupo de etnomusicólogas clasificaron las fotografías vinculadas a las prácticas musicales registradas por Palavecino. Entre octubre y diciembre de 2009, en el marco de un proyecto elaborado por el Archivo y que contó con un subsidio del Programa ADAI (Apoyo al Desarrollo de los Archivos Iberoamericanos del Ministerio de Cultura de España), un equipo contratado realizó el ordenamiento, inventariado y descripción bajo estándares archivísticos, y aplicó medidas de guarda de la documentación escrita bajo normas de conservación. Como la documentación de la obra de Palavecino estaba entremezclada con la de su esposa, y además investigadora, Delia Millán, y la de su fundación, en el momento de la intervención archivística se determinó la organización en cuatro fondos distintos: Fondo Enrique Palavecino; Fondo Delia Millán de Palavecino; Fondo Palavecino-Millán de Palavecino y Fondo Fundación Palavecino-Millán. Paralelamente se realizaron tareas de catalogación fotográfica de los trabajos arqueológicos y etnográficos de Palavecino, documentándose asimismo información sobre trabajos realizado por el matrimonio. El trabajo entre el Museo y el equipo de investigación Colectivo Etnografías Chaco inicia en el año 2009 con un proyecto, cuyo objetivo principal fue el de difundir las imágenes del Gran Chaco, fundamentalmente las que forman parte del Fondo Documental de Enrique Palavecino. Con miras a alcanzar dicho objetivo planificamos conjuntamente la organización de una muestra fotográfica en el Museo, planteando tres fases de trabajo: la digitalización, la catalogación y la difusión de la documentación fotográfica. Para llevar a cabo las mismas contamos con el apoyo financiero de IWGIA (Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas) y con aportes que destinó la Facultad de Filosofía y Letras en recursos humanos. Estas contribuciones hicieron posible la adquisición del equipamiento necesario para digitalizar materiales fotográficos, dibujos y gráficos y se procesaron 1883 imágenes fotográficas, cuyos originales eran negativos flexibles de diversos formatos y copias en papel que no contaban con su matriz en negativo. La documentación y catalogación de las fotografías implicó un arduo trabajo de investigación que estuvo a cargo del equipo del Archivo. Muchas de estas imágenes fueron 8 posteriormente incluidas en la muestra “A través de la lente: encuentro con pueblos indígenas del Chaco” 4. Previo al montaje de la muestra se realizó un taller en el Museo Etnográfico con algunos referentes de comunidades indígenas, el antropólogo John Palmer, integrantes del Colectivo Etnografías Chaco y personal del Área de Extensión Educativa del Museo donde se visualizaron y debatieron imágenes del Fondo documental. La proyección e intercambio que promovió en torno al valor histórico y documental de las imágenes –actividad que abordaremos con mayor profundidad en el siguiente apartado– fue central para la definición de aquellas fotografías que serían incluidas en la muestra. La muestra que se exhibió fue entonces el producto de una tarea conjunta realizada por un sinnúmero de actores: miembros de comunidades indígenas, el Colectivo Etnografías Chaco y el equipo del Museo (particularmente de las áreas de Conservación y Museografía, Extensión Educativa y Prensa). Para la elaboración del relato fotográfico de la muestra se partió de un conjunto de retratos que permitieron trazar un recorrido por una serie de imágenes, producto de las campañas etnográficas realizadas por Palavecino entre 1927 y 1949 en el Chaco argentino (ver mapa). Estas imágenes nos acercan a fragmentos de la vida cotidiana de estos pueblos, además de mostrarnos procesos de quiebre de su vida tradicional como la evangelización y el trabajo en los ingenios azucareros. Además, la muestra da cuenta de la mirada exotizante sobre estos pueblos que caracterizó las exhibiciones que los tuvieron como protagonistas en los años treinta. También se exhiben fotografías contemporáneas sobre la vida comunitaria producidas por Emanuel Mendoza, miembro del pueblo Wichi residente en Santa Victoria Este (Salta). Completan la muestra una serie de materiales audiovisuales de diverso origen, como: registros fílmicos originales de Palavecino, el registro del taller en el que se seleccionaron algunas de las fotografías y, documentales de la Colección de Pueblos Originarios producidos por el Canal Encuentro. Las actividades hasta aquí desarrolladas nos animaron a desarrollar un encuentrotaller en el Departamento San Martín, provincia de Salta5, donde Palavecino tomó varias de las fotografías exhibidas en la muestra. Fue así como el 28 y 29 de septiembre de 2012 con 4 La muestra se realizó el 9 de noviembre de 2010, en el Museo Etnográfico, ciudad de Buenos Aires. Escuela N° 4805 "Wiyet' osey" (que en lengua wichí significa Chaguar pisado) de la comunidad wichí Lapacho II y en la sede regional Tartagal de la Universidad Nacional de Salta. 5 9 la convocatoria de la Universidad Nacional de Salta y el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta realizamos el taller: “Compartiendo imágenes: Fotografías y memorias del Gran Chaco” en la ciudad de Tartagal. Nuestros objetivos fueron: 1) abrir el archivo para que las imágenes allí preservadas pasen a manos de los pueblos6 que históricamente han habitado las zonas visitadas por el etnógrafo particularmente: Ava Guaraní, Chané, Chorote, Chulupí, Tapiete, Toba-Qom y Wichí y 2) compartir reflexiones e historias que estas fotografías nos evocan. Además desde el Archivo se realizó la difusión del trabajo en otros espacios7. Fotografías: memorias e historias en pasado y presente En este apartado nos proponemos reseñar el intercambio de saberes, miradas y reflexiones sobre las fotografías etnográficas que resultó del encuentro entre investigadores e indígenas durante el taller realizado en Tartagal. Este fue el puntapié inicial de nuestro interés por avanzar en el estudio de los posibles usos de esas fotografías, especialmente en relación a la construcción de las historias y memorias por parte de las mismas comunidades y al análisis histórico propio de las investigaciones científicas. Siguiendo a Candau, entendemos que la memoria se ha convertido en objeto de análisis de la disciplina histórica y la antropología en un contexto en el cual, a raíz de la caída de las grandes memorias organizadoras (2002), se produjo una multiplicación de memorias particulares ligadas a diversas reivindicaciones identitarias. Este proceso implicó la irrupción de nuevas voces antes no tenidas en cuenta dentro de los relatos históricos. Pero además ha colocado a las disciplinas mencionadas frente al desafío de reconocer una pluralidad de relatos que, desde otros lugares de enunciación que no son los académicos, manifiestan la existencia de una pluralidad de historias/ de diversas historias. En este sentido, retomando el planteo de Jelin (2002), en lugar de pensar la memoria como un concepto unívoco, proponemos pensar en procesos de construcción de memorias en plural producidas por distintos actores sociales en una diversidad de contextos y de circunstancias. 6 Se confeccionaron y distribuyeron diez cajas con cuarenta y tres fotos y veinte cds con ciento veintitrés fotos. 7 Nos referimos en particular al ámbito académico a través de publicaciones y presentaciones (Ver Spoliansky, Roca y Scarafoni, 2011; Spoliansky, Scarafoni y Efron, DVD de difusión; Spoliansky y Scarafoni, 2012). 10 Desde esta perspectiva, abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones que se entrecruzan con vacíos y fracturas resultantes de procesos de olvido y/ o silenciamiento (Jelin, 2002: 2). Si es cita textual la de Jelin deberían abrirse y cerrarse las comillas… Particularmente en los pueblos indígenas del Gran Chaco, donde la oralidad juega un rol fundamental, puede advertirse que la memoria constituye parte del presente; no porque el presente se retrotraiga al pasado, sino porque el pasado habita el presente, convive con él y es allí modelado y remodelado. Esta característica se relaciona con el hecho de que en estas sociedades la transmisión de la memoria se efectúa “a través de un contacto vivido con las personas” (Candau, 2001: 107). Esta forma de transmisión de la memoria sin mediaciones se diferencia de las culturas en las cuales este actor se realiza por medio de diversos soportes tales como la escritura y los archivos, y en las cuales, por tanto, la recepción no puede ser garantizada (Candau, 2002). Es claro que para cualquier sociedad una fotografía puede evocar memorias y constituirse como una herramienta probatoria, en tanto permite revisar la construcción de ciertos acontecimientos, bajo una re-lectura de las fuentes documentales. La particularidad en relación a las comunidades indígenas, es que las numerosas colecciones fotográficas han sido producidas desde los más diversos intereses, especialmente entre fines del XIX y principios del XX. Imágenes como las que integran el Fondo Palavecino han circulado y funcionado sobre todo para validar discursos científicos, pasando en la mayoría de los casos a formar parte de archivos de difícil acceso o restringidos al ámbito académico. En este sentido, la manipulación de dichos archivos, por los pueblos indígenas, abre una serie de cuestiones vinculadas no sólo a qué hacer con ellas, sino también a las miradas que sobre sí mismos le devuelven las fotografías allí contenidas. Dado que en las últimas décadas los pueblos indígenas han estado cada vez más abocados a la reconstrucción de su historia conocida a través de relatos orales, se vuelve significativo el papel que esas fotos pueden desempeñar para dar materialidad a esos relatos. Por ejemplo, imágenes sobre la vida en los ingenios confirman las condiciones de sometimiento a las que fueron sujetos los trabajadores indígenas. En tal sentido, las fotografías adquieren también un valor político que contribuye al fortalecimiento de las 11 memorias y versiones de la historia sobre las que se apoyan muchas reivindicaciones indígenas. Durante el encuentro con los referentes indígenas este valor sociopolítico de las fotografías se articuló con el valor académico de las mismas en tanto documentación etnográfica, anclado en el proyecto concreto de exhibirlas al público en el Museo. Fue así como nuestra búsqueda de mayores referencias para las imágenes -y de criterios compartidos para exhibirlas- se encontró con las apreciaciones y reflexiones de los indígenas. A continuación, recuperamos una experiencia concreta que se originó durante el taller con miras a dar cuenta de qué manera esas fotografías etnográficas son valorizadas y apropiadas desde los miembros de las comunidades indígenas. Durante la proyección/exhibición de fotografías, registramos que la vestimenta y la vivienda eran criterios utilizados por los referentes indígenas para identificar dónde habían sido tomadas las imágenes y/o la adscripción étnica de los fotografiados (wichí, guaraní, chané, chorote, toba, tapiete). A través de sus apreciaciones ellos ponían en cuestión referencias y anotaciones marginales ¿marginales? presuntamente hechas por el autor. El intercambio que disparó la proyección fotográfíca puso de relieve un repertorio de saberes por parte de los indígenas acerca de las actividades y tareas que aparecían desarrollando los fotografiados. La proyección trascendió los objetivos planteados. Observando las imágenes los participantes reconfiguraban la historia de los pueblos a través de sus propias trayectorias sociales. A modo de ejemplo, ellos plantearon que el actual asentamiento de la ciudad de Embarcación coincidía con el de la misión evangelizadora8 realizando un sinnúmero de afirmaciones tales como: “miles de gentes vivían allí” ; “mucho entrevero” entre guaraníes, wichí y toba; “no había necesidad de que vengan [los misioneros] para unir [nos]” porque ellos [los pueblos] ya eran unidos, hacia adentro; pero entre grupos no se querían mezclar. [Pero] “nada de eso quedó”; “los corrieron de allí”. Por medio de las fotos de la misión los participantes revivieron los vínculos interétnicos como también recordaron los sucesivos desplazamientos del lugar que los forjaron a asentarse en nuevos emplazamientos constreñidos en los que actualmente discurre su vida cotidiana. Lejos de mantener una actitud pasiva frente a la proyección, o de responder solamente a las preguntas que el 8 Se refieren a la misión escandinava (noruega-sueca) Asamblea de Dios que se instaló en este lugar en 1911. 12 equipo proponía, los participantes observaron las imágenes estableciendo un puente entre las actuales condiciones de existencia/el presente y el pasado. A nuestro entender, acercar el archivo de este Fondo Documental a aquellos que eran los protagonistas de esas imágenes fue una forma de dar continuidad a ese primer diálogo iniciado en Buenos Aires para la selección de fotos. Con este trabajo, se inauguró otro diálogo/ otro diálogo se abriría entonces. Las fotografías “abren el archivo” : implicancias y desafíos. A principios del 2012 comenzamos a organizar el taller “Compartiendo imágenes: fotografías y memorias del Gran Chaco” para poner a disposición de las comunidades el corpus fotográfico. Por entonces nos impulsaba la idea de “abrir el archivo”. Particularmente ello implicaba acercar el material fotográfico a quienes podrían tener un vínculo con aquellas imágenes generadas tiempo atrás y trasladadas a otro espacio distante e inaccesible. La tarea supuso varios desafíos y generó numerosos interrogantes que nos llevaron a (re)pensar los múltiples contextos de producción, uso y circulación de las fotografías (Carrasco, Costilla, Estruch y Wahren, 2011; Giordano, 2004 y 2010; Giordano y Reyero, 2011). Nos interesaba (des)andar las trayectorias de las fotos realizando un itinerario distinto. Es decir, sacarlas de las cajas donde había sido catalogadas y confiadas para darlas a conocer a las personas que, teniendo alguna relación con dichas imágenes, ignoraban su existencia. Asimismo, nos motivaba reflexionar sobre el papel de las fotografías provenientes de estudios etnográficos en las prácticas del recordar-silenciarolvidar de las comunidades indígenas que se encuentran actualmente en la zona donde aquellas se realizaron. En el marco de los preparativos del taller, fueron surgiendo una serie de preguntas centradas en la evocación de experiencias producidas por imágenes visuales que remiten a distintos momentos, circunstancias y relaciones de la vida cotidiana de un pasado fragmentado y retratado por el antropólogo, en tanto observador ajeno. En principio, la preparación de la actividad nos instó a reflexionar en torno a qué sentidos queríamos imprimirle a la idea de “poner a disposición”. Pensar tanto en la convocatoria como en la metodología del taller fueron los primeros pasos para dar concreción a nuestro propósito. Pretendíamos tener una convocatoria amplia que incluyera diferentes referentes indígenas 13 de las localidades de Embarcación, Tartagal y Aguaray (dpto. de San Martín) y de la zona de Santa Victoria Este (dpto. Rivadavia)9. Del mismo modo buscamos ampliar nuestro equipo compartiendo la tarea con colegas e instituciones de la provincia de Salta: la Secretaría de Cultura y la sede regional de la Universidad Nacional de Salta10. En la presentación del taller se trabajó el vínculo entre el trabajo antropológico y las comunidades indígenas. Para ello se contó el itinerario que las fotos habían tenido hasta ese momento: los viajes de Palavecino (sus diferentes estadías en la zona), su conservación en el museo y la muestra en Buenos Aires. Seguidamente se produjo una reflexión sobre el ejercicio de mirarse a uno mismo a traves de los ojos del “etnográfo”. La observación de las imágenes producidas allá lejos y hace tiempo como en un juego de espejos intepelaban al observador devolviéndole una autoimagen en sus propios términos. Al mismo tiempo se desplegaban ante sí diversas aristas de significación vinculadas a las vivencias, a la necesidad de recuperar historias “robadas” para transmitir su propia historia, y reforzar el vínculo entre ancianos y jóvenes. A continuación, retomaremos varios de los testimonios de miembros de pueblos y comunidades indígenas que fueron surgiendo durante la actividad con la intención de poner al descubierto de qué forma ellos se fueron apropiando de las imágenes en pos de darle sentido a la actual situación de marginación y vulnerabilidad en la que se encuentran inmersos, por ejemplo, al revivir experiencias de usurpación de territorios que sufrieron otras generaciones con el avance de los ingenios y las misiones, obrajes y también a los cambios de ciertas prácticas culturales que dieron lugar a nuevas formas de residencia entre las familias y a la conformación de nuevos asentamientos en “comunidad”, donde se fueron asentando familias provenientes de diversos orígenes. El trabajo con las imágenes implicó recordar situaciones vividas o relatadas y en ese sentido conllevó a revivir sentimientos muchas veces contradictorios: alegría, felicidad, tristeza, sufrimiento, nostalgia, etc. En ocasiones, descubrir esas imágenes generó sorpresa entre los más jóvenes a la que le siguió una reflexión acerca del valor de los ancianos11 en tanto los reconocieron como 9 Participaron hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, axuliarias bilingues y agentes sanitarios. Florencia Boasso, y Adriana Quiroga, Beatríz Bonillo respectivamente 11 Un reconocimiento similar tuvieron los ancianos y ancianas que participaron en el proceso de re/construcción de una memoria común que realizaron mujeres indígenas de la zona en el marco del Taller de Memoria Étnica. Este taller dio lugar a la publicación de dos obras donde materializaron su 10 14 conocedores respecto a la historia, cultura y sociedad, además de la importancia. Pues, muchos de los abuelos de los participantes presentes fueron quienes recorrieron largas distancias “a pie” abandonando sus comunidades para trasladarse hasta los ingenios donde serían contratados como mano de obra barata y estacional. A modo de ilustrar lo anteriormente dicho, colocamos varios de los testimonios que recogimos durante el taller: “Hice una regresión a la época en que era chico. Viví el pasado, cuando compartí [mi vida] con mi papá y mi abuelo. Nuestra casa rancho era inmensa y [allí] convivía la familia completa, más de 20. Éramos felices. No como ahora que hay compromisos”. “[La] importancia de los ancianos por su experiencia. Los jóvenes estamos distanciados [¿de lo que es percibido como cultura en términos de cultura material?] y nos damos cuenta que nos hace falta el relato de la gente mayor”. “Se trató.. se quiso hacer el historial de la comunidad. Ese es parte del interés de la foto. Para poder conocer cómo se formaron las comunidades. Su valor [consiste en] poder mostrar [los cambios que se fueron dando]”. En 1911, en Embarcación, la gente ya empezó a hacer casita de esas [hacen referencia a la proximidad de las casas]. Y la influencia que en esto tuvo la misionización”. “Al ingenio la gente iba a pie o en tren. Los [miembros de comunidades indígenas] del Pilcomayo iban a pie hasta [el ingenio] Ledesma. El camino del ferrocarril iba por Carboncito y [por ahí iban] los que iban al Tabacal. De [comunidades de] Santa Victoria, La Curva, Tonono… de ahí a pie ¿llegaron? ¿salían? nuestros abuelos [hacia los ingenios]”. experiencia: “Lunas, tigres y eclipses. De olvidos y memorias: la voz de las mujeres indígenas” (2003) y “El anuncio de los pájaros. Voces de la resistencia indígena” (2005) (Castelnuovo, 2013). 15 La observación y posterior debate sobre las fotografías, también motivó intercambios respecto de las condiciones en que se realizaba el reclutamiento de mano de obra para el trabajo en la zafra; la forma en qué eran trasladados; el tipo de relaciones que mantenían los empleados con los capataces de dichos establecimientos; etc. En otros casos, el hecho de que las imágenes proyectadas mostraran un tipo particular de casas dispuestas de forma alineada los condujo a preguntarse, por ejemplo, si se trataba de un lote del ingenio o el de una misión. En sus propias palabras: “En el ingenio Tabacal, San Martín [de Tabacal], a 8 kilómetros, estaba la misión con [a cargo de] el padre Chieli. Después, [la gente] bajaba a la misión San Francisco, el Cruce. Yo recuerdo de chico que era una parte que se decía ‘la capilla’. Igual pasó con la gente de La Loma, gente guaraní que construía su casa con adobe y paja”. Para algunos participantes, los “surcos” del riego fueron la evidencia que les permitía sostener que la foto había sido tomada en el ingenio. Otro de los asistentes, dijo recordar que la ‘capilla’ era el lugar “donde nos quedábamos durante el tiempo que estábamos en el ingenio”, siendo la “capilla” el nombre que recibía el sector de la misión donde residían varias familias guaraníes. La exhibición de las fotografías despertó una diversidad de sentimientos entre los participantes del taller. Tal es el caso de la mburuvicha de la comunidad guaraní de Peña Morada quien manifestó que las fotos le provocaron nostalgia ya que la habían llevado a rememorar situaciones difíciles y momentos importantes, como lo eran los largos traslados que emprendía anualmente su familia desde la comunidades hasta los ingenios azucareros. Y también: “Yo también he sentido lo mismo, no solamente de que me impresiona de ver, si no en términos leyendo de lo que mi abuela y mi mamá me dicen con tema en relación a la vivienda. Yo le comentaba a ella [otra asistente] todas las viviendas en fila, las calles limpias, sin un animal afuera. Porque eso es lo que me contaba mi mamá de que mucho más antes no le permitían tener muchos animalitos, perros. Y me gusta mucho, en lo que sentí en los temas de la fotos, me causó esa…, cómo puedo expresar, ese sentimiento”. Otro eje de debate que surgió fue aquel vinculado al valor de los ancianos como portadores de conocimientos. Al respecto, apunta uno de los asistentes wichí: “Es posible 16 que [si les mostramos las fotos a] los abuelos [ellos] den más precisión. Este es un análisis que se hace desde nuestra generación, pero debemos hacer este ejercicio con los abuelos. Es importante contar con las voces de los ancianos, y su presencia en el taller para poder dar su opinión de las fotos”. Para los asistentes, las fotos adquirieron un potencial valor en tanto ellas funcionarían como una fuente verídica para “acreditar” ciertos relatos orales. Esto fue lo que dijo un maestro bilingüe: “A veces yo le cuento estas cosas a mis alumnos y a mi propio hijo pero ellos no lo creen. Si no ven las fotos ellos dicen que no lo van a creer. Y por ahí rescato lo que dijo Doña… lo que nos falta es una historia de la comunidad”. La reflexión que motivaron, además, les permitió identificar lo que varios percibieron como una deuda pendiente: la construcción de relatos acerca de la historia de las comunidades indígenas asentadas en la zona. En este mismo sentido, algunos participantes señalaron que las imágenes eran un disparador importante como para comenzar a elaborar relatos tanto de los pueblos indígenas de la zona como de las comunidades, en tanto cada una poseía una riqueza particular. Al menos esto fue lo que planteó un asistente: “Es importante el aporte, no es cierto, como para realmente mostrar por ejemplo en la escuelita de la comunidad Cherenta siempre se ha tratado, de que cómo que en la escuela hay un historial de la institución, entonces hubo un tiempo en que nosotros queríamos ser parte del historial de la comunidad. Y ver estas fotos era tan importante para nosotros. Cosa que por ahí queríamos recoger fotos, cosa que ya no lo tenían y de qué manera los abuelos o los fundadores de la comunidad fueron desapareciendo. Entonces ya para nosotros fue difícil ya armar ese historial de la comunidad. Porque muchas veces van a la comunidad y preguntan de qué manera tienen que ver sus fundadores. (…) de qué manera también se fueron formando las comunidades, (…) y eso es muy importante”. Finalmente, nos interesa destacar el potencial que estas imágenes adquirieron en tanto fueron percibidas como sustrato para las propias luchas de los pueblo, especialmente las luchas vinculadas a reivindicaciones identitarias. Sin embargo, estas fotografías, como 17 expresó un participante, también pusieron de relieve la importancia en torno a procesos de (re)definición de las identidades: “Recordamos a todo el pasado, nuestras raíces. A mí me impresionó porque a veces nosotros estamos acá, en el norte salteño, sin creer que alguien por una aventura, digamos, haya sacado unas fotos y que esas fotos nos hacen recordar a nuestros abuelos, lo que han caminado, kilómetros y kilómetros, para llegar a su destino. Y, bueno, algunos han quedado como un hermano perdido lejos de su casa de su propia tierra. Y muchas veces podemos pensar que la verdad, en el norte argentino, la mayoría de la gente tenemos sangre indígena y también me sorprendí que algunos de los chicos niegan de su propia identidad cultural y uno se queda en el molde pensando. Pero a mí me gustaría que la próxima vez que se haga una reunión en el norte y traigan una familia del hombre este, del Palavecino. Para ver, para conocer, para estar, para comentar para que vean la realidad, que nosotros todavía tenemos la cultura viva, la lengua también viva, nosotros lo valorizamos cada día más y, bueno, era eso todo”. Reflexiones finales Si pensamos las fotografías como “sujeto” que brinda su testimonio o como objeto que contiene, a la vez que congela, la situación capturada por el ojo de su autor podemos también reconocerles una trayectoria propia. Esto explica el porque del título de nuestra ponencia; el itinerario seguido desde que Enrique Palavecino las tomó y las guardó. Hasta su vuelta al lugar de origen pasaron por varias manos y diversas circunstancias: fueron donadas y depositadas en el Museo Etnográfico, allí se conservaron; fueron analizadas por nuestro equipo, fueron exhibidas al público, manipuladas y comentadas por manos y voces indígenas. Así, se constituyeron en motor de la apertura del Archivo para contar su historia apelando a la construcción de ciertas memorias y algunas historias, olvidando otras. Esto último es lo que pretendimos como equipo cuando luego de intentar llenar con nuestros conocimientos una versión de la historia que contienen. Comprendimos que por sí 18 mismas las fotos promoverían en las voces de los pueblos indígenas esos relatos de los cuales no podríamos dar cuenta nosotras. Nuestro “viaje etnográfico” nos habilitó para reflexionar críticamente por un lado sobre el valor que puede darse a imágenes producidas en trabajos de campo. Como hemos intentado demostrar el valor está más allá de la mera ilustración de cómo son las cosas para el antropólogo que “está ahí” en el momento oportuno. No sabemos si la intención de Palavecino era otra que la de simplemente documentar con imágenes la vida indígena que él procuraba describir. Pero, estamos seguras de la importancia que reviste, para las comunidades disponer libremente de ellas para recordar, olvidar y reorganizar historias fragmentadas, si bien conocidas por trasmisión oral. El trabajo desarrollado por el equipo permitió, por otro lado, valorizar desde esta perspectiva – poner a disposición- el trabajo de archivo y conservación de fondos documentales como el que es objeto de esta ponencia. Para el Archivo el trabajo en conjunto con el equipo de investigación significó una proyección de las actividades habituales que se llevan a cabo dentro del área siguiendo los lineamientos archivísticos y de la conservación preventiva, poniendo énfasis en la tarea de documentación de las fotografías. El Archivo contempla dentro de su funciones el servicio y acceso a sus fondos , tanto desde la consulta externa como participando como colaborador dentro del mismo Museo, pero a partir de la puesta en marcha de la exhibición y de los talleres se promovieron desde el interior acciones de extensión del acervo, hacia un público específico que son las comunidades indígenas fotografiadas para que las mismas sirvan a sus intereses, entre otros, el de re-escribir sus historias y memorias desde su lugar de pueblos Esperamos haber demostrado estos usos y valores organizando la reflexión en base a la producción de las fotografías, su conservación y la exhibición y manipulación de las mismas por comunidades indígenas del Gran Chaco. En esta presentación nos ocupamos de indagar en las motivaciones disciplinares que acompañaron a Palavecino en el momento de su realización. Enfatizamos la potencialidad del corpus fotográfico para dar cuenta de procesos de cambio en las comunidades. De igual modo, y siguiendo a Barthes (2009) pensar en los tres actores involucrados en la fotografía (el que la toma, el que es fotografiado y el que observa la fotografía) nos 19 lleva a concluir que no sólo las fotografías pueden ser interpeladas desde infinitas instancias, al mismo tiempo ellas interpelan a quien la observa desde sus diferentes contextos. Nos referimos a que mientras la producción de imágenes corresponde a un momento histórico particular, y en nuestro caso, también a un contextos científico singular, la circulación y recepción de las mismas permanece en una continua apertura a nuevas miradas e interpretaciones. Como lo atestiguan los fragmentos de las voces indígenas aquí incluidos. En esto reside nuestro interés por avanzar en el estudio de los posibles usos de las fotografías del Fondo Documental de Enrique Palavecino, especialmente en el impacto que las mismas tienen en relación a la construcción de historias y memorias de las comunidades y al análisis histórico propio de las investigaciones académicas. Finalmente, la manipulación de las fotografías del Archivo por parte de los pueblos indígenas abre una serie de cuestiones vinculadas no sólo a que hacer con ellas, sino también a las miradas que sobre sí mismos les devuelven esas imágenes. Bibliografía Arenas, P. Y S. Giraudo 2003. Expediciones, fotos y antropología. Una lectura semiótica. Pacarina III, N° 3, pp. 51-62. Barthes, R. 2009 La cámara lúcida. Buenos Aires, Paidós. Candau, J. 2002. Antropología de la memoria. Buenos Aires, Ediciones Nueva Vision. Candau, J. 2001 Memoria e identidad. Ediciones del Sol, Buenos Aires. Carrasco, M., J. Costilla, D. Estruch y C. 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