Titulo: Vivir sin techo: vivencias y prácticas de un grupo de adolescentes en situación de calle en la ciudad de San Salvador de Jujuy. Nombre: Pablo R. Civila Orellana Formación: Lic. en Psicología Pertenencia Institucional: CAEA-CONICET Correo electrónico: [email protected] RESUMEN En el presente trabajo se exponen los avances de una investigación desarrollada con adolescentes de entre 14 y 18 años de edad, en situación de calle, en un contexto multiétnico y pluricultural, como es la ciudad de San Salvador de Jujuy (Prov. de Jujuy). En el mismo se tuvieron en cuenta los factores culturales, socioeconómicos y étnicos que se plasman en las configuraciones indentitarias. Se habla de identidad que se suman o se traslapan, incluyendo una identidad étnica asociada con una identidad cultural, que en términos globales suele denominarse cultura andina, a la cual se le agrega una identidad social de clase. A partir de ellas, emergen los interrogantes acerca de, qué configuraciones indentitarias aparecen en los adolescentes, como los distintos factores inciden en la conformación de dicha configuración y de que modo se expresan en los medios sociales (laboral, escolar, familiar, etc.), que los incluyen/excluyen. Como técnicas de recolección se emplearon: observación participante y no participante, entrevistas abiertas, extensas y recurrentes, las mismas permitieron acceder a las percepciones y concepciones, en definitiva a los contenidos de conciencia y vivencias de los adolescentes, que dan soporte a la visión de sí mismo en el contexto de la sociedad jujeña. PALABRAS CLAVES: adolescentes en situación de calle, vivencias, practicas, San Salvador de Jujuy. Introducción El presente artículo se propone dar a conocer un avance en relación con la problemática de los adolescentes en situación de calle a partir de las voces de sus protagonistas, es decir, hombres y mujeres de edades que abarcan desde los 14 hasta los 18 años que pasan sus días en las calles, terminal de ómnibus, veredas, plazas y en los puentes de la ciudad de San Salvador de Jujuy. A partir del trabajo de campo realizado con adolescentes en este contexto, durante los años 2010 y 2011, fue posible adentrarse en las vivencias y prácticas que tienen sobre su realidad en dicha ciudad. Se buscó conocer, a partir de las entrevistas, sus experiencias, estrategias, angustias, demandas, vivencias, configuraciones identitarias, percepciones, concepciones, sus inquietudes y sus expectativas, es decir, contenidos de conciencia. La ponencia se desarrollará en función del análisis de las entrevistas realizadas y su articulación con los conceptos empleados en el marco teórico. Historia de la investigación y carácterìsticas del corpus La investigación se desarrolló a partir de actividades desarrolladas en una Fundación que trabaja de manera coordinada con el Ministerio de Desarrollo Social provincial y la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) con adolescentes en situación de calle. Esta Fundación es la única institución en la ciudad que trata esta problemática. A algunos entrevistados que no concurren a dicho lugar se los contacto en la vía publica (arterias del casco céntrico, puentes, mercado de concentración). Por esto, el perfil de los participantes fue heterogéneo. Con esto se hace referencia a que fueron adolescentes (hombres, mujeres) y hasta niños de diferentes edades (3 a 11 años de edad), con diversas trayectorias personales, educativas, sociales y lugares de nacimiento. Participaron en las entrevistas algunos individuos que conformaron parejas con personas de iguales condiciones (situación de calle), donde en algunos casos tenían bebes, o en algunos casos se encontró adolescentes con hermanos menores de edad escolar. En su mayoría los participantes, tanto hombres como mujeres, eran oriundos de la ciudad de San Salvador, como así también del interior de la Provincia y hubo casos de participantes nacidos en provincias vecinas. Cabe aclarar que la mayoría de los participantes, en el momento de realizarse las entrevistas, pasaban sus noches en casas armadas con materiales precarios denominadas “ranchadas” ubicadas debajo del puente en los márgenes del rio que atraviesa la ciudad. Metodología Para los temas que son objeto de la presente investigación, fue necesario implementar el método cualitativo (Taylor y Bodgan, 1996). En este sentido, el enfoque fue seleccionado porque permite conocer las vivencias y prácticas de los adolescentes que duermen en las calles y en los puentes de la ciudad. La metodología cualitativa refiere a la investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras de las personas y la conducta observable. Desde este enfoque, que supone una perspectiva holística: las personas, los escenarios o los grupos no son reducidos a variables, sino considerados como un todo. El investigador suspende sus propias creencias y valoraciones, comprende a las personas en sus marcos de referencia y no busca la verdad en un sentido esencial, para él todas las perspectivas son valiosas. (Taylor y Bodgan, 1996). Se consideró a las entrevistas como la técnica más adecuado para promover la comunicación e intercambio de experiencias con personas en situación de calle porque permite conocer cómo ellos y/o los grupos interpretan sus percepciones, concepciones y vivencias. A partir de ello surgieron las categorías e interpretaciones que se originaron en los marcos intersubjetivos de la interacción social, por medio de procesos comunicativos y lingüísticos (Alonso, 1998). El tema supuso la realización de un acabado fenomenismo de los significados y acciones que los actores sociales vivencian en relación con la situación de calle y precariedad. Además permitió realizar la descripción y comprensión de vivencias, conceptos, representaciones, emociones, acciones, en suma, contenidos de conciencia. Adolescencia: vivencias en situación de calle A partir del relato de los adolescentes se reconstruyeron los motivos por el cual viven en la calle. Los puntos de inflexión en sus trayectorias de vida fueron agrupados en tres puntos de análisis. El primero fue denominado “problemas económicos”, el segundo “problemas familiares” y el tercero los “problemas emocionales”. El armado y análisis de estos puntos permitió una profundización en las causas que los condujeron a la situación actual. Varios de los participantes manifestaron que llegaron a estar en esta situación de vulnerabilidad a raíz de los “problemas económicos”. Entre estos podemos mencionar los generados por la pérdida del empleo de los padres, madres o tutores. Varios de ellos tuvieron que dejar sus familias de origen radicándose temporalmente en domicilios de familiares (tíos, abuelos, padrinos). En otros casos, provenían de familias con padres que se dedican a realizar trabajos temporarios, los denominados “trabajadores golondrinas” quienes al terminar un trabajo específico se trasladan de un lugar a otro (como ser el de los peones en los tabacales en Perico, el ingenio azucarero en Ledesma y en la capital como manos de obra en la construcción y venta minorista, llamadas ferias). Los adolescentes en su mayoría trabajaban en “negro”, por lo cual no percibían ningún beneficio social; es decir; realizan actividades laborales bajo ninguna protección vigente en relación al “trabajo adolescente”. Las voces de los entrevistados En relación con esta problemática, uno de los entrevistados, apodado Nano, expresa: “[…] estoy trabajando en la construcción, de albañil y... después se que esto se termina, como cuando la nona nos llevo a trabajar en la Fundación […] luego le ayudo aquí a doña Lili con el carrito en la termi vendiendo empanadas, tamales y humitas [...]”. Estos problemas económicos se hallan los asociados a la denominada “crisis de los ‘90” por la que atravesó la provincia y que posteriormente se agudizo en el 2001. Varios de los participantes adujerpm que los problemas económicos en sus casas comenzaron con el advenimiento de la crisis política, social y económica que atravesó la Argentina (en particular la prov. de Jujuy) a finales del siglo XX. Consideraron que la crisis fue la causa de varios de los problemas de índole económica que les toco vivir. En relación con esto, manifestò Raùl: “siempre pasa lo mismo cuando queres trabajar, te preguntan donde vivís y bueno yo estoy hace mas de 3 años que vivo en el puente Necochea cerca de la clínica y nadie quiere saber de nosotros, además lo primero que dicen es que le vas a robar […]”. A causa de la falta de posibilidad de conseguir un empleo, algunos no pudieron continuar con sus estudios en el colegio secundario (aunque algunos interrumpieron su escolaridad antes de estos eventos) y en su gran mayoría el estudio se traslada a un segundo plano. En otros casos sucede que los grupos familiares no podían continuar pagando el alquiler de sus viviendas o de un cuarto de pensión, esta es la razón por la cual la pérdida de ingresos por parte de los padres se vincula directamente con la pérdida del lugar en donde vivir. Por lo tanto, entre los motivos mencionadas por los adolescentes se encuentran los “problemas habitacionales”, es decir, la pérdida de un lugar en donde vivir, el cual debió ser abandonada por parte de ellos. Otro de los motivos considerados como iniciadores del inicio de la vida en calle son los denominados “problemas familiares”, es decir, tensiones y dificultades con los vínculos más allegados. En muchos casos las peleas o el maltrato realizado por algún miembro de la familia hacia ellos los impulsó a irse del hogar. Asimismo, la separación de los padres o la muerte de uno de ellos, o de los tutores, la constitución de nuevas parejas por parte de los padres luego de un divorcio, o el ingreso a hogares transitorios en edades muy tempranas, o la huida del hogar fueron entre otras de las causas detectadas como el origen para la vida en la calle, actuando algunas de estas como agravantes a la situación. Una de los puntos que se vincula con los problemas familiares, es lo que algunos manifestaron como malestar (enojo, vergüenza, rencor, indiferencia), por lo cual no quieren comunicarse con algunos familiares (sean hermanos, o padres) para “pedir ayuda por la situación en la que viven”. Es posible afirmar que se llega a vivir en situación de calle por la combinación de varios de los motivos mencionadas; las dificultades surgen una detrás de otra, uno desencadena en el otro. Esto puede advertirse en el testimonio del entrevistado Raúl: “[…] una muerte, la de mi mama, cuando nació Diego, entonces mi viejos se quedo solo a cargo de nosotros cuatro, luego de eso el formo una nueva pareja, entonces la mujer a los cuatro nos echó de la casa, y no teníamos adonde ir vivimos un tiempo con mi hermana (ya que ella al ser mayor se fue a vivir con su novio) pero ahí solo vivimos un tiempo, Miguel, Diego y yo, luego tuvimos que irnos”. A esta dificultad también podemos mencionar un problema que se encuentra vinculado, lo emocional que genera (en ciertas oportunidades) ante una situación que deriva en diversos episodios (conductas autodestructivas) como ser el consumo de sustancias. El mismo protagonista describe su situación como un desencadenamiento a partir de determinados acontecimientos puntuales: “cuando vivis en la calle empezas a pensar en pavadas o en cosas feas, y para eso probas, el poxiran, la bolsita no la dejas, además te hace olvidar de que tenes hambre”. Asimismo, Miguel nos indicaba: “[…] cuando mi vieja me echò, llegaba borracha me tiraba todos mis botines a la calle y mi ropa, entonces eso me canso y me fui, le pegue y me fui, ahora vivo en la ranchada, trabajo de lustra y de vez en cuando jalo con los changos[…]”. Este testimonio da cuenta de la incidencia efectiva de los conflictos familiares en la problemática de estos adolescentes. Los estilos culturales que moldean la vida cotidiana Como se comentó anteriormente, los adolescentes que participaron en dicho estudio pasaban sus noches en construcciones precarias instaladas en las márgenes del rio, “ranchadas” o en la terminal de ómnibus. La dinámica de la institución que le brindaban ayuda y estimulo es una Fundación con horarios muy estrictos en relación con la permanencia en el mismo, es decir, una vez terminado el almuerzo o cena deben retirarse de ese espacio. Luego del almuerzo; un día a la semana se les brindaba taller de educación física y en día se les dicta un taller de formación cívica (cuya permanencia en los primeros tiempos era voluntaria pero luego convirtió en obligatoria “si querían comer en la Funda”), Miguel comenta cuál es su situación en relación la asistencia a la Fundación: “Algunas veces puedo pagar un almuerzo en la terminal con lo que saco de lustra, o sea que si quiero comer tengo que venir aquí, los pibes de aquí de la villa te quieren tirar la bronca cuando ven que no son de aquí parece, a mi no me importa yo igual vengo no les tengo miedo, además no hago nada malo...[…] ahora los profes es como que te toman asistencia, o tenes que venir si o si es que las cocineras hacen comida para cierta cantidad de gente y si caes de sorpresa...no tenés que comer...ya se acabó o no alcanzó para los demás, a mi una vez me pasó, me retaron porque no venia y luego caí[…]”. Las palabras de Miguel evidencian las dificultades con que se encuentra a la hora de buscar un lugar para recibir alimento diario, lo que se vincula con poseer una actividad y un lugar de residencia en condiciones necesarias para su desarrollo físico-psicológico. Otro de los entrevistados cuestionó los horarios en función de sus actividades, por ejemplo, el horario para almorzar es un “poco complicado”, “porque cuando en el mercado llegan los camiones tenes que descargar todos los cajones con verduras y frutas y además de la termi hasta aquí, es lejos, (si venis un dia y otro no se enojan aquí) por eso algunas veces yo no vengo o el otro día la cana me hizo averiguación de antecedentes me tuvieron en la cuarta ahí en Cuyaya”. Esta situación genera una gran dificultad, al conseguir un “empleo temporario” que posee un horario variable en la descarga de la mercadería, es posible que se queden sin la “vacante” para poder almorzar y participar en los talleres. En este sentido, Raùl suma su testimonio al de Miguel: “Yo conseguí un trabajo de ayudante en un taller mecánico en Moreno, asi que directamente no vengo almuerzo en la terminal o por ahí, ya que me pagan todos los días […] pero sé que si esto se termina tendré que volver a la Fundación a pedirle trabajo si hay, o solo a almorzar y a cenar, de paso juego un rato a la pelota con el profe y los changos […]”. Como se puede observar en varios casos el planteo de los adolescentes se vincula con la necesidad de flexibilizar la asistencia a dicha institución y la permanencia en la misma, ya que en épocas de baja temperatura (frio intenso; hace 4 años en los meses de junio y julio se registran nevadas en todo el radio de la capital y sus alrededores). El testimonio de Francisco reafirma esta situación, al aclarar que: “Algunas veces nos obligan a irnos porque la señora debe venir a limpiar el salón porque los chicos mas chiquitos entran a clase de apoyo a las 4 y nosotros nos tenemos que ir a la calle otra vez a pesar del frio […]”. Una de las cuestiones planteadas por los participantes con respecto a sus vivencias se vincula con la convivencia en un mismo lugar con diferentes personas. . Una de los asuntos que los preocupa en la convivencia son los robos, como expresa Ramón: “[…] aquí entre los changos nos respetamos, algunas veces los que se hacen los cancheros los sacamos a patada sin encontras robando a otro [...]”. Una de las cuestiones que mencionaron como dificultad es la convivencia en los lugares construidos por ellos mismos es la falta de comodidad o de contar con ciertas infraestructura necesaria para habitar en el mismo: “al vivir al lado del rio, no sabes el frio que hace en julio, salimos y vemos que el agua está congelada, el viento atraviesa los cartones que ponemos, así que debemos dormir bien juntos, no tenemos frazadas, en febrero pasa al revés crece el rio y nos tenemos que ir porque todo se inunda” Muchos de los ellos, en relación con la institución especifica que les brinda asistencia, hicieron un cuestionamiento debido a que no cuentan con el espacio físico necesario para albergarlos durante la noche “el otro día nos volvieron a decir lo mismo que el año pasado que ya se habían reunido en la casa de gobierno para ver que se construya algo, porque ahora somos una bocha en la ranchada”. Varios de los entrevistados comentaron que recibieron un “buen trato” por parte de las personas que trabajan en la Fundación, Ramón narra al respecto su experiencia: “aquí los profes te tratan bien, te respetan, debe ser porque ya nos van conociendo, algunas veces somos nosotros los que nos zarpamos con ellos, sobre todo con las profes”. En muchos casos el trato que reciben no es el indicado por parte de las demás personas que concurren a la Fundación por los demás servicios como ser retirar a los chicos de clase de apoyo, a los talleres de expresión artísticas o cuando van a retirar la comida- Uno de ellos aporta el siguiente testimonio referido al trato de quienes concurren a la Fundación por diversos motivos: “algunas señoras o tipos se hacen los pesados, nos ven como estamos vestidos y hablan mal de nosotros… nosotros no tenemos la culpa[…] que nadie nos ayude, pero aquí en la Fundación pude conseguir algo, por lo menos comida y que nos escuchen de parte de los profes y la N.”. Estas expresiones dan cuenta de la búsqueda de contención y seguimiento por parte de los profesionales y el personal que les brinda una atención a sus demandas. En todos los discursos se evidencia la necesidad de un otro, de un otro comprensivo que se interese, que los acompañe, que los mire y que los escuche. Se podría pensar que cuando reclaman por contención y seguimiento están reclamando la asistencia de un servicio, por un estímulo que les permita seguir adelante. Además cabe mencionar que no todas las voces están satisfechas con dicho establecimiento en cuanto como brinda sus servicios. Uno de los entrevistados, ciertamente, manifiesta que: “ahí en la Fundación la N. se piensa que es mi vieja, que va a venir a gritarnos como ella quiera, los otros van porque son chupamedias nada más y no `pueden vivir solos” […]. En tanto Felipe comenta un episodio sucedido días anteriores: “me agarre a piña en la cancha que está detrás de la casita de la Funda, la N. no pregunta quien empezó a molestar y me sanciono por dos semana que no vaya a comer ni a los talleres […]”. Como se puede observar no todas las vivencias y prácticas son iguales y también podría decirse que la institución que trabaja con esta problemática maneja del mismo modo a todos sus beneficiarios. Sin embargo, consideramos esencial “escuchar y conocer” las demandas y necesidades que los adolescentes exhiben, como también considerar su realidad, su vida cotidiana, que se encuentra atravesada por obstáculos, incertidumbre, estigmatización, maltrato, precariedad y rechazo. A modo de cierre El trabajo de campo realizado fue una experiencia que permitió aproximarse a las vivencias y prácticas de los grupos de pares de adolescentes en situación de calle en relación a los acontecimientos que los llevo a vivir en esta situación a edades muy tempranas (niñez, en varios casos), a conocer cómo es su vida cotidiana deambulando (pernoctar) por el casco céntrico, en las calles, en la terminal y su cercanía en la Fundación, sus actividades laborales que les permite vivir y, por último, a reflexionar sobre sus expectativas/metas futuras en relación con las condiciones que les toca vivir. Conocer por medios de entrevistas en profundidad sus interpretaciones permitió saber cuáles son sus necesidades, cómo interpretan su situación, cuáles son las causas y las consecuencias de la vida en calle, sus estrategias empleadas para ganar dinero, como así también los proyectos de vida, etc. Los tres ejes trabajados (económico, familiar y emocional) se entrecruzan entre sí ya que ninguno de ellos gravita de manera individual en la problemática adolescente . Estas consideraciones fueron elaboradas a partir de las entrevistas desarrolladas tanto en forma individual con adolescentes, como de manera grupal. Esto último permitió comprobar que, en muchos casos, las vivencias son compartidas. Estos testimonios analizados aportaron elementos muy productivos para conocer el universo de los adolescentes en situación de calle, que es el eje de la investigación aquí presentada. 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