Reflexionamos con san Agustín vidad… (Sermón 229 B, 2). Se abre

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!Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
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l primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa
quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba
Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han
puesto.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos
corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el
suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y
entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y
el sudario con que le habían cubierto la cabeza,
no por el suelo con las vendas, sino enrollado en
un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el
que había llegado primero al sepulcro; vio y
creyó. Pues hasta entonces no habían entendido
la Escritura: que él había de resucitar de entre los
muertos.
Reflexionamos con san Agust ín
Ved qué alegría, hermanos míos; alegría por vuestra asistencia, alegría de
cantar salmos e himnos, alegría de recordar la pasión y resurrección de Cristo,
alegría de esperar la vida futura. Si el simple esperarla nos causa tanta alegría,
¿qué será el poseerla? Cuando estos días escuchamos el Aleluya, ¡cómo se
transforma el espíritu! ¿No es como si gustáramos un algo de aquella ciudad
celestial? Si estos días nos producen tan grande alegría, ¿qué sucederá aquel
en que se nos diga: Venid, benditos de mi Padre; recibid el reino; cuando todos
los santos se encuentren reunidos, cuando se encuentre allí quienes no se conocían de antes, se reconozcan quienes se conocían; allí donde la compañía será
tal que nunca se perderá un amigo ni se temerá un enemigo? Henos, pues, proclamando el Aleluya: es cosa buena y alegre, llena de gozo, de placer y de suavidad… (Sermón 229 B, 2).
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Se abre para la Iglesia un tiempo de conversión; tiempo de
gracia y de perdón; de intensificación de la escucha, de oración.
Tiempo de volver al camino bueno, de la Cruz que conduce a la
Luz, con actitud de acogida y servicio.
La ceniza le ha dado el nombre al miércoles de ceniza, el día
en que comienza la cuaresma: cuarenta días de preparación
para la gran fiesta cristiana, la Pascua. Las "ceniza" simboliza todo
lo efímero, lo pasajero, lo que no vale, lo que no cuenta, lo que
se "deshace" con el transcurrir del tiempo. Por eso nos la vamos a
"imponer" para que no perdamos de vista que lo realmente importante no es la ceniza en sí, sino el deseo de cambio, de superación y de mejora en nuestra vida. Quien recibe la ceniza pone
ante sus ojos la limitación, la caducidad, la pequeñez, la muerte
y se sitúa en camino con Jesús hacia el Padre. Ahora es tiempo
de gracia, es tiempo de cambiar el corazón. Las situaciones de
fracaso, de tristeza, son situaciones de conversión a los ojos de
Dios, situaciones para comenzar de nuevo. Y todo esto hemos de
hacerlo en lo oculto, sin ser hipócritas. Hay que retirarse de las miradas de otras personas y que lo vea sólo “quien ve en lo secreto”.
Hagámonos pequeños, rompamos con nuestros aires de
grandeza y sintámonos polvo cuando recibamos la ceniza, porque solo desde esa pequeñez podremos crecer en Cristo y disfrutar de su compañía en el camino. Que el signo de la cruz con la
ceniza sea señal de nuestra conversión y de nuestro cambio. Por
eso, que todos, y en familia caminemos juntos y con alegría porque el Señor sigue contando con nosotros, con lo mejor que hay
en nosotros.
Entremos en cuaresma convencidos, listos para el combate,
ligeros de equipaje; la mente despejada, entrañas llenas de ternura y misericordia, calzado apropiado, y mucha paciencia con
nosotros mismos.
Oració n agust iniana
Oh Dios creador de todas las cosas, Señor y Redentor, derrama sobre mí
en primer lugar, el don de saber pedirte; después el don de hacerme digno de
ser escuchado por mi vida y por mis obras, y finalmente, el regalo de ser libre,
dejando de lado mis mediocridades y pecados, por Jesucristo, nuestro Señor.
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!1.- Sitúate ante el mundo que te rodea. No todo da lo mismo.
Todas las posturas tienen cabida, pero no todas tienen futuro.
2.- Dedica unos momentos a pensar tu vida y ponte en verdad. No construyas tu identidad comparándote con otros.
!3.- Percibe el deseo de Dios que hay en tu corazón. Basta
una pequeña brasa para encender un gran fuego. “El reino de
Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21).
4.- Haz silencio para ponerte ante una presencia. Busca la soledad para llegar al encuentro.
5.- Ábrete a la Palabra. Lee con detenimiento, comprende lo
que lees, dialoga con la Palabra, quédate en silencio ante ella,
deja que la Palabra te construya.
6.- Recuerda que orar es “tratar de
amistad estando muchas veces tratando
a solas con quien sabemos nos ama”
(Santa Teresa).
!7.- Aprovecha este momento para
discernir tu vida y descubrir qué es lo que
te pide Dios para que seas feliz, para que
brote tu mejor tú. !
8.- Concreta tu momento de oración
en un compromiso. “El verdadero abrazo a Dios se lo damos en la
vida”
9.- Disponte a intercambiar los dones para construir un mundo nuevo. “Al darnos nos vamos creando”
10.- Descubre qué tarea tienes que privilegiar en tu comunidad cristiana para recorrer con los demás el camino del encuentro con Dios en la oración. “Lo que gratis habéis recibido, dadlo
gratis”
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–¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio? Preguntó el visitante a un monje de clausura. El
monje, que estaba sacando agua del pozo, le respondió:
–Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?
El hombre se asomó al brocal del pozo.
–No veo nada.
El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante.
- ¡Mira ahora! ¿Qué ves? El visitante obedeció: - Ahora me veo a mí mismo en el espejo del
agua. El monje le explicó:
–Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin embargo ahora el agua está tranquila.
Así es la experiencia del silencio. El hombre se descubre a sí mismo.
Reflexión:
Nos encontramos en un momento apropiado pues hoy la Iglesia
guarda silencio, a la vez que espera que el Señor resucite.
Lo que ocurre es que "buscar el silencio" no resulta fácil, "hay tantos cosas que hacer". Y, además el "ruido" lo llevo como muy metido
dentro hasta el punto de que tengo la sensación de que
forma parte de mi propio ser e intimidad. De ahí que el
SILENCIO nos resulta molesto, porque nos encamina a
nuestra propia verdad; esto es, "el hombre se
descubre a sí mismo " y en tantos momentos, ni
siquiera es agradable dicho descubrimiento.
Y, con todo necesito ese silencio, ese acallamientooro que la vida, la historia, los acontecimientos, los
demás personas, Dios mismo puedan HABLARME y yo les
pueda escuchar; porque sé que sólo desde ahí podré
desarrollar mi proyecto personal y de vida. ¡Cuán difícil
pero necesario es el silencio en mi vida!.
Reflexionamos con san Agustín
Señor Dios nuestro, por quien tienen ser todas las cosas que por sí
mismas no hubieran podido existir, ayúdame a comenzar estos días de
Cuaresma con un verdadero espíritu de conversión y de penitencia, buscándote a ti, eterna Verdad y Felicidad de todo hombre, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Para que la memoria conservara siempre este misterio tan sublime, convenía que
el día en que tal acontecimiento tuvo lugar se distinguiera de las restantes noches…
Amadísimos hermanos, puesto que celebramos la vigilia en esta noche en la que
recordamos la sepultura del Señor, mantengámonos en vela durante el tiempo en que
él estuvo dormido por nosotros… Celebremos velando su sueño temporal, para que,
velando él por nosotros, una vez resucitados, permanezcamos sin cansarnos en la vigilia eterna. Resucitó también esta noche, y nuestro velar es un estar a la espera de la
resurrección… (Sermón 223 B, 1-2).
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Oració n agust iniana
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Si Jesús hubiera bajado de la cruz, ¿te imaginas la que se hubiera armado? Era su gran oportunidad. Un milagro de ese calibre hubiera sido la
demostración de quién era El. La tentación era grande.
Pero decidió ser coherente con lo que había dicho y hecho durante
tres años y tomó la decisión más difícil: seguir clavado en la cruz y pasar por
la muerte.
Me costó tiempo entenderlo. Pablo escribiría años más tarde: "era necesario que Jesús muriera". No porque el Padre quisiera su muerte, sino porque era el único camino hacia la Resurrección. Sólo pasando por la muerte
podía seguir VIVO. Tenía que matar a la muerte.
Me costó comprender, y me sigue costando, que era la única forma
de que yo, perdón, nosotros como Iglesia, empezáramos a recorrer un camino de muchos siglos, hasta el confín de la tierra, sabiendo que El está vivo y presente a nuestro lado.
¿Qué hubiera pasado si Jesús decidía bajar de la cruz? Es una pregunta de religión-ficción. No lo sé. Pero tengo la certeza de que nosotros, como
Iglesia, no estaríamos hoy aquí.
Con frecuencia ante el dolor y el sufrimiento le preguntamos a Dios
¿por qué? Yo no tengo respuesta, pero hace dos mil años, cuando alguien,
pudiendo hacerlo no quiso bajar de la cruz, empecé a comprender algo
importante: todo sufrimiento tiene un para qué.
Y el "secreto" de Jesús era bastante claro: puso a los demás, a nosotros,
por delante de sí mismo y de su vida, Así de sencillo. Nosotros somos "sacramento" de su presencia, estamos llamados a manifestar su "secreto" para que todos puedan gozar de la auténtica felicidad.
Pero, ¡cuántas veces en lugar de ayudar a los otros a gozar, les amargamos la vida! Alguna vez te conté que hace treinta años nuestros obispos
pedían que seamos una Iglesia pobre, misionera y pascual.
Nuestra razón de ser de ser es la misión. Pero la misión entraría en el
campo de la religión-ficción si no se realiza desde una pobreza que pasa
por la cruz. Y no tendría sentido si no va encaminada a generar esperanza,
que eso significa "pascua".
Reflexionamos con san Agust ín
Así, pues, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro
Dios, sino más bien poner en ella toda nuestra confianza y nuestra gloria. En efecto,
recibiendo en lo que tomó de nosotros la muerte que encontró en nosotros, hizo una
promesa fidedigna de que nos ha de dar la vida con él, vida que no podemos obtener
por nosotros mismos… Llenos de coraje, confesemos o, más bien, profesemos, hermanos, que Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo llenos de gozo, no de temor;
gloriándonos, no avergonzándonos… (Sermón 218 C, 2).
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Salir de sí mismo es como romper un muro y abrir una ventana
en el corazón de piedra. Eso te permitirá ver y oxigenarte y sensibilizar el corazón. No hay que esperar a que los otros vengan a ti,
sino que debes salir al encuentro de los demás. Ponte en camino,
porque somos peregrinos en busca de la tierra prometida que es
la Pascua. Para eso es necesario desinstalarse y liberarse de apegos y ataduras, en busca de la libertad.
Enseguida encontrarás compañeros de viaje. Y enseguida
verás muchos que van heridos y muchos que están tirados en la
cuneta. Ya no podrás “dar un rodeo”. En el camino puedes encontrar:
• El dolor y la desesperación de las familias que tienen un hijo
drogadicto.
• La frustración y la impotencia del que no
tiene trabajo.
• Alguien con una enfermedad dolorosa.
• El sufrimiento y la pena del que ha perdido un
ser querido.
• Uno que sufre de soledad o marginación.
• Otro que lamenta su fracaso económico,
profesional o sentimental.
• A niños sin familia y madres abandonadas.
• Aquel que sufre una persecución injusta.
• O el que no tiene ideales ni esperanza
• Y el que está vacío y no encuentra a Dios.
• ...
Todo esto lo encontrarás a la vuelta de la esquina y en cada
realidad está Cristo presente diciéndote “Ven y Sígueme”. Sólo
tendrá sentido nuestra cuaresma si aceptamos esta propuesta
de Cristo de seguirle y caminar con El hacia la Pascua.
Oració n agust iniana
Concédenos, Señor, a amar más las cosas interiores que las exteriores. Que
nos gocemos únicamente en las cosas internas y no pongamos el corazón en las
cosas materiales. Anímanos a desprendernos de nuestros ídolos, de todas
aquellas cosas que han ocupado nuestro corazón y que impiden tu acción en
nosotros, te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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Pinceladas
• "La alegría y el amor son las dos alas para las grandes empresas" (Goethe).
• "El hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría" (Aristóteles).
• "En la mano del que ofrece rosas siempre queda algo de fragancia" (Proverbio chino).
• "Donde reina la alegría, también florece la amistad" (Guy).
• "Dios ama al que da con alegría" (San Pablo).
• "Una cosa bella es una alegría para siempre. En cambio el insulto, la mentira o la descalificación permanente del otro generan
tristeza y desaliento" (Kent).
Texto bíblico :
"Estad siempre alegres en el Señor; os los repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca
por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al contrario, en
cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la
paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús" (Flp 4,4-7).
Comentar io sapienc ial
Hemos sido creados para la alegría, igual que hemos sido creados para
crecer en el amor. Necesitamos decirnos esto muchas veces, para que no
se nos olvide que el Corazón de Cristo nos llama al gozo.
• Frente a tantas cosas que amenazan con angustiarnos, escuchamos
una y otra vez la palabra del Corazón de Jesús: "Vuestra alegría nadie
os la podrá quita'.
• Las gentes de hoy nos miran a los ojos para ver si estamos alegres. La
alegría es la mejor señal de que dentro llevamos los sentimientos del
Corazón de Cristo.
• …
•
Oració n agust iniana
Señor haz que escuchemos la voz de la verdad, que nunca calla. Que hagamos un
silencio en nuestro interior para que podamos escuchar, en medio del barullo y del
bullicio del mundo, el susurro de tus labios, que suavemente tocan el oído de nuestro
corazón y lo invitan a la conversión. Te lo pedimos, por Jesucristo, nuestro Señor.
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Un maestro al despedirse de su discípulo, luego de haberle enseñado todo lo que necesitaba para defenderse en la vida, le dijo:
"Mi amado discípulo, ya te he enseñado todo lo necesario para
salir triunfante en esta vida; sin embargo me falta darte este último regalo (entregándole un trocito de papel doblado). Y añadió:
Cuando estés en los momentos más tristes de tu vida, lee el papelito.
Cuando te encuentres en problemas y sientas que no puedes
más, lee el papelito.
Cuando te sientas incomprendido y muy sólo lee el papelito.
Cuando te sientas la persona más feliz de ésta tierra, y que nada
te falta, lee el papelito.
Cuando te encuentres en los momentos más
angustiantes de tu vida, lee el papelito.
Entonces luego de escuchar al maestro, el
discípulo leyó el papelito y decía:
"Sólo el amor de Dios es eterno, nada más
puede perdurar para siempre"
Uno de los principales problemas que
tenemos los seres humanos, es que le damos
dimensiones de eternidad a los problemas, y
creemos que estarán con nosotros siempre.
Cuando tengas un problema muy serio, debes
recordar y te tienes que convencer de que va a pasar, y que si hay
algo que perdura para siempre es el amor de Dios. Aunque hay situaciones muy duras y tristes para todos, debes saber que esas cosas van
a pasar, y que la vida debe continuar como lo ha hecho desde la
creación del mundo y como seguirá hasta que se termine.
Recuerda que nunca serás abandonado por tu creador, y que no
hay nada que te pueda apartar de su pensamiento.
Reflexionamos con san Agust ín
Cristo nuestro Señor que en su pasión ofreció por nosotros lo que había
tomado de nosotros en su nacimiento, constituido príncipe de los sacerdotes
para siempre, ordenó que se ofreciera el sacrificio que estáis viendo, el de su
cuerpo y sangre… Recibid, pues, y comed el cuerpo de Cristo, transformados ya
vosotros mismos en miembros de Cristo, en el cuerpo de Cristo; recibid y bebed
la sangre de Cristo… (Sermón 228 B, 2-3).
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Sentados en la rama de un árbol, el mono y la mona contemplaban la puesta de sol. En cierto momento, ella preguntó:
- ¿Qué hace que el cielo cambie de color, a la hora en que el sol
llega al horizonte?
- Si quisiéramos explicar todo, dejaríamos de vivir, respondió el
mono. -Quédate quieta, vamos a dejar que nuestro corazón disfrute
con este romántico atardecer.
La mona se enfureció.
- Eres primitivo y supersticioso. Ya no le
prestas atención a la lógica, y sólo te interesa aprovechar la vida.
En ese momento, pasaba un Ciempiés.
-¡Ciempiés!, gritó el mono. ¿Cómo
haces para mover tantas patas en
perfecta armonía?
-¡Jamás lo pensé!, fue la respuesta.
-¡Pues piénsalo! ¡A mi mujer le gustaría
tener una explicación!
El ciempiés miró sus patas y comenzó:
- Bueno... flexiono este músculo...no, no
es así, yo debo mover mi cuerpo por aquí...
Durante media hora trató de explicar
cómo movía sus patas, y a medida que lo
intentaba, se iba confundiendo cada vez más. Cuando quiso continuar su camino, ya no pudo seguir caminando
- ¿Ves lo que hiciste?, gritó desesperado. ¡Con el ansia de descubrir cómo funciono, perdí los movimientos!
- ¿Te das cuenta de lo que ocurre con aquellos que desean explicar todo?, dijo el mono, volviéndose una vez más para presenciar la
puesta de sol en silencio.
n aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando
por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo
aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el
diablo le dijo:
–Si eres Hijo de Dios, dile a esa piedra que
se convierta en pan.
Jesús le contestó:
–Esta escrito: «No solo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le
mostró en un instante todos los reinos del
mundo, y le dijo: Te daré el poder y la gloria de
todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo
doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante
de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
–Está escrito «Al Señor tu Dios adorarás y a
Él sólo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
«Encargará a los ángeles que cuiden de ti». y también «te sostendrán
en sus manos, para que tu pie no tropiece en las piedras».
Jesús le contestó:
–Está mandado «No tentarás al Señor tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra
ocasión.
Reflexionamos con san Agust ín
Oració n agust iniana
Era necesario el ejemplo de paciencia y el ejemplo de humildad; era necesaria la señal de la cruz para vencer al diablo y a sus ángeles. Nos era necesaria
la pasión de nuestro Señor, pues por ella fue redimido el mundo; ¡cuántos bienes nos proporcionó la pasión del Señor! (Comentario al salmo 61, 22).
Haz que seamos más humildes, Señor, pues la soberbia es el principal obstáculo para que podamos entrar en comunión contigo y con nuestros hermanos
y así crecer en el camino de la santidad, te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor.
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!Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13
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J1+-$=%'()'6+,'#+%",'+@$)12+,'
Señor, sé que es difícil seguirte como Tú quieres. Intento una y
otra vez comenzar de nuevo para que todo huela a fresco.
Ventilo cada día las paredes del corazón para hacerle hueco
a tu aliento. Pero tropiezo con tu palabra, cada vez que cierro los
ojos esperando magias. Y sé que no debe ser así, Padre. Debo
abrir mis ojos y extender mis manos.
Porque el milagro debo hacerlo yo. Minuto a minuto. Gesto a
gesto. Con mis manos.
Casi lo único que tengo. Mis pobres y torpes manos. Estas
manos que quieren parecerse a las tuyas en el esfuerzo y en la
pasión.
Dedos que se agarren con fuerza a cada uno de mis sueños.
Arañando hasta el límite de mi fe en Ti. ¡Manos desconsoladas
tantas veces!.
Que no quieren ser tuyas a ratos, sino eternamente tuyas. ¡Y
que me cuesta tanto!.
Son como aprendices de caricias sobre las lepras de los labios de los hombres.
Dame fuerzas, Señor, para que mis dedos amen a destajo,
para que mis uñas limpien la tristeza, en las almas rotas, para que
mis puños derriben cualquier conato de injusticia y para que
permanezcan extendidas acogiendo entre sus palmas a los más
necesitados.
Dame aliento, Señor, para que estas manos puedan ser las
tuyas y nunca jamás vuelvan a tener miedo. Que sean capaces
de decir que sí a tu llamada peregrina y loca. Agotadas de tanto
echar al hombro tantos corazones partidos. Agotadas de dar, voluntariamente, toda la ternura que es capaz de crear nuestro
pobre y humilde silencio.
Oració n agust iniana
Ayúdanos, Señor a profundizar los cimientos de nuestra vida, haz que cavemos en la humildad para desde lo más profundo podamos edificar una casa
sólida en la que tú habites, desterrada toda autosuficiencia y soberbia, que nos
hace ser frágiles y nos encierra en nosotros mismos, te lo pedimos a ti, que por
nosotros te humillaste y por eso ahora, vives y reinas con el Padre en la unidad
del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.
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Mi corazón joven busca sentido para mi vida;
mi corazón joven te busca a Ti, Dios mío,
y tiene sed y tiene hambre y tiene ganas de ti,
como la cierva que busca el agua;
o el niño hambriento, el pan.
¡Cómo lo siento, Señor!: mi corazón tiene sed de ti;
mi corazón busca en ti a Alguien que llene su existencia.
Te busca con pasión y con fuerza, oh Dios vivo, Dios de la vida,
y me pregunto a cada paso.
¿Cuándo veré tu rostro, tu faz, oh Dios?
En mi camino muchas veces no te he
buscado y me he perdido.
Mi pecado, mi desorden, mi egoísmo y mi
orgullo
cegaron la búsqueda.
Mis limitaciones se convirtieron en lágrimas que mojaron
mi pan,
y al comerlo me preguntaba de nuevo:
¿Dónde está tu Dios?
Reflexionamos con san Agust ín
Si Cristo no se hubiese entregado a sí mismo, nadie lo hubiese entregado… Judas entregó a Cristo y Cristo se entregó a sí mismo; aquel trataba del negocio de la venta de Jesús, y Jesús del negocio de nuestra salvación… (Comentario al evangelio de Juan, 62, 5).
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LD1)),'M.)'!$",'<.)()'),2+1'<"1'2$N'
Dios mira ese niño
que hoy ha perdido a su padre en
la guerra.
¿Y crees que Dios puede estar por
ti,
tú que tienes padre y madre
y vives lejos de los bombarderos?
tú que tienes un sueldo occidental
y estás sentado en un despacho?
Dios llora por aquel joven
que hoy ha robado lo suficiente para su dosis,
y se la toma en un rincón.
¿Y todavía crees que Dios llora por
ti,
que comes y bebes lo que quieres
y no tienes síndrome de abstinencia?
Dios vela por aquella persona
que duerme bajo la lluvia,
al lado de un comercio,
vestido de saco.
¿Y crees que Dios puede estar velando por ti,
que duermes en la cama
de una gran casa con calefacción?
¿Crees, entonces, de verdad que
Dios puede estar por ti,
por tus oraciones y tus cantos,
tus discursos y tus obligaciones,
tu tranquilidad y tu opulencia?
Dios escucha a aquella mujer
embarazada
que hoy ha perdido la casa en
una inundación.
¿Y crees que Dios estará por ti,
que sueñas con tu hijo
preparándole la ropita,
la cama y la cometa?
Pues sí, Dios también está por ti.
Pero no para aplaudirte ni felicitarte
por como has elegido en esta vida,
sino para ayudarte a ser suficientemente lúcido y valiente
con tal de que recuerdes y te comprometas cada día
por todos aquellos a quienes debes
tu felicidad.
Dios se acerca a aquella niña
que se vende cada día de cada
año
a un extranjero rico.
¿Crees que Dios está por ti,
¿Es este el Dios que tú escuchas?
Reflexionamos con san Agust ín
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Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas
horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo
su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le
había salido una rueda de la carreta y el pobre hombre estaba
muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus
oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: “He cometido
una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana
sin mi libro de oraciones y tengo tan poca memoria que no soy
capaz de recitar sin él ni una sola oración. De manera que voy a
hacer una cosa: voy a recitar cinco
veces el alfabeto muy despacio, y
Tú, que conoces todas las oraciones,
puedes juntar las letras y formar esas
oraciones que yo soy incapaz de
recordar”.
Y el Señor dijo a sus ángeles: “De
todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda
alguna, la mejor, porque ha brotado
de un corazón sencillo y sincero”.
a b c d e f g
h i j k l m n
ñ o p q r s t
u v w x y z
Oració n agust iniana
Señor, tú siempre estás conmigo
y muchas veces yo no he estado contigo,
por vivir volcado hacia mis propios intereses.
Ayúdame a ser siempre fiel a tus preceptos y a tu amor,
para reconocer siempre tu presencia fiel y alentadora
que me llama a la santidad. Te lo pido por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Unge los pies de Jesús. Sigue las huellas de Jesús con tu buena vida. Seca
sus pies con tus cabellos: si tienes cosas superfluas, repártelas a los pobres, y
así enjugas los pies del Señor, ya que los cabellos parecen ser lo superfluo del
cuerpo. Tienes en qué emplear lo que te sobra; para ti son cosas superfluas, mas
para los pies del Señor son necesarias. Sin duda las necesitan los pies del Señor
que andan por el mundo… (Comentario al evangelio de Juan, 50, 6)
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Me gustas tal y como eres…, me gusta tu pelo engominado, tu
piercing en la lengua, tu tatuaje en el hombro…, por gustarme me
gustan hasta tus plataformas de 15 cm.
Me gusta tu lenguaje juvenil, tus palabras enrevesadas, tu manera
de andar, tus métodos –como dices tú- de “entrar a las niñas”; me dejas perplejo –me estaré volviendo viejo- al comprobar tus movimientos
tan estrambóticos en la disco, pero me gusta
Me gustan tus colegas, tus fiestas, tus salidas a la montaña y tus
llegadas a las tantas de la madrugada
Me gusta tu modo de hacer las cosas, tus cabreos contigo mismo
y con los demás, tu sonrisa –ésa nunca falla- en medio de las dificultades, tus “artilugios oratorios tan peculiares” de convencer a tus padres
Pero sobre todo me gusta mucho, ¡vamos! –como te gusta decir a
ti- me hacen los ojos chiribitas cuando me agarras de la mano y me
llevas contigo, y a veces me mimas y otras veces “coges un cabreo
del mil” conmigo, pero, y eso me tiene loquito, nunca me sueltas,
aunque a veces –¡qué bestia eres!- te pasas apretándome la mano…
¡me gusta mucho!
Lo que no me gusta nada es cuando “pasas” de mí, cuando no
te intereso, cuando te olvidas de que estoy a tu lado y te necesito,
bueno nos necesitamos los dos
Por eso, querido amigo, te pido con todo mi corazón que siempre
me lleves contigo, aunque a veces no nos entendamos y estemos a
punto de “llegar a las manos”. No me molesta, me gusta como eres,
te importo y eso dice mucho de ti.
Lo que nunca, lo que jamás podré soportar es que utilices para
conmigo la indiferencia…, por favor amigo no lo hagas, me harías sufrir mucho
Para pensar :
• Jesús, al igual que tú y que yo, puede soportar una semana de sed, dos
semanas de hambre, muchos años sin techo…, lo único que Jesús no
puede soportar es la indiferencia con la que a veces le torturamos
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!Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40
E
n aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo
hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al
monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, di-
ciéndoles:
—Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os
pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", contestadle: "El Señor lo necesita".
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron:
—¿Por qué desatáis el borrico?
Ellos contestaron:
— El Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con
sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba
avanzando, la gente alfombraba el camino con
los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada
del monte de los Olivos, la masa de los
discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar
a Dios a gritos, por todos los milagros que
habían visto, diciendo:
—¡Bendito el que viene como rey, en
nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.
Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
—Maestro, reprende a tus discípulos.
Él replicó:
—Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras.
Reflexionamos con san Agust ín
Amadísimos, celebremos este aniversario –el misterio grande e inefable de
la pasión del Señor- con devoción; gloriémonos en la cruz de Cristo, pero no una
sola vez al año, sino con una vida continuada de santidad. (Sermón 218 B, 2).
Oració n agust iniana
Señor, ayúdame a vencer mis malas inclinaciones y costumbres, para que pueda
verdaderamente corresponder a los dones de tu amor y a las gracias que tan abundantemente derramas en mí. Te lo pido a ti, por los siglos de los siglos. Amén.
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Un monarca oriental poseía un magnífico diamante, grande y
perfecto, que era el orgullo de su imperio. Bajo misteriosas circunstancias, el diamante apareció un día estropeado. Un arañazo como del
grosor de un fino cabello deslucía su belleza.
Publicó un edicto por todo el imperio, prometiendo un gran premio a quien lo reparara. Nadie se presentaba. Los mejores cortadores
de diamantes tenían miedo de fracasar. Por fin, un artista apareció en
palacio, anunciando confiadamente:
–Puedo hacer que su mayor defecto se convierta en su mayor
gloria. Se llevó el diamante a su taller y pasaron semanas y meses. Al
fin, un día vino a presentárselo al rey. Conteniendo su respiración, el
monarca comenzó a desenvolver el envoltorio. A ver si el artista había
fallado un golpe y había terminado de arruinar su joya más preciada.
A ver si el muy pícaro se la había cambiado por otra. Cuando por fin
pudo poner sus ojos en la joya, el rey volvió a respirar tranquilo.
El artista había transformado aquella grieta del grosor de un fino
cabello en el más delicado y grácil tallo de una exquisita
rosa esculpida en el diamante. Esta es la historia de
la cruz. Un símbolo de vergüenza transformado en
símbolo de salvación. Puede llegar a ser también
un símbolo de nuestras vidas.
Los dificultades que en ella se nos presentan
pueden ser transformadas en oportunidades de
hacer cosas grandes. Al menos, la cruz nos acercará a
Dios.
1. Hazte con una llave maestra para entrar en oración en tu cuarto,
en tu rincón favorito, pero también en el autobús, en el centro comercial, en tu trabajo, en la carnicería…
2. Acude a la oración como si se tratara de una cita de vital importancia. Recuerda tu primera cita de amor o la entrevista para tu
primer trabajo.
3. Es importante que hables a Dios acerca de tus errores, de tus infidelidades..., pero mucho, mucho más importante es que te des cuenta de que “tus pecados no llegan ni al tobillo a la misericordia de
Dios.”
4. Cuando desees orar pero te lo impide la conversación con una persona, no desesperes ni lo dejes para otra ocasión:
escucha a Jesús en las palabras de tu hermano.
5. Si en algún momento de la oración sientes
ganas de reír…, ríe; si ganas de llorar…, llora;
cuando el hombre deja que Dios entre en su
corazón, Él obra de múltiples formas.
6. No uses fórmulas estrambóticas para dirigirte a Dios. Él te entiende
de sobra. Es más, las palabras que tú vas a usar las ha puesto Dios
en tus labios.
7. A veces al orar no sentirás nada, pensarás que Dios está mudo. No
te preocupes. Dios no te ha abandonado, únicamente ha cambiado de estrategia y te está acariciando amorosamente… Siente sus
caricias.
8. Cuando los ruidos te impidan orar, piensa en el Dios de las multitudes, en el Dios de los amigos, de las reuniones festivas… Recrea en
tu corazón un texto evangélico en el que Jesús se relacione con la
gente.
9. No sólo pidas a Dios por ti, por tu familia, por los más pobres, por,
por… Dios también necesita tu ayuda. Dile en que le puedes ayudar
y échale una mano.
10. No salgas de la oración de capa caída por no haber solucionado la papeleta. Siéntete radiante pues tú lo has dejado todo en
manos de Dios. Confía en que Él te dará fuerzas y obrará en ti.
Oració n agust iniana
Señora de los generosos,
de los que abren su vida a los demás: ayúdanos a dar.
Mujer de vida abierta a Dios y a los hermanos:
enséñanos a estar disponibles ante sus necesidades.
Modelo de los que dijeron “sí”: acompáñanos en nuestro camino.
Madre de los que sufren y de los que se sienten solos:
acrecienta nuestra fe y nuestra entrega.
Virgen de la Consolación,
acompaña nuestros esfuerzos en el seguimiento de tu Hijo.
Amén
40
Oració n agust iniana
Señor, sé muy bien que no me hallo distante de ti por el espacio sino por el corazón y
que amándote es como verdaderamente estoy cercano a ti, ayúdame a vencer mis egoísmos
y mis tibiezas, para amarte con todo el corazón y así estar siempre y en todo lugar muy cerca de ti, Verdad y Amor verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
9
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Las pe que ñas Bienaventur anzas:
Felices los que se ríen de sí mismos, porque nunca acabará su
diversión.
Felices los que no confunden un grano de arena con una
montaña, pues se ahorrarán muchas preocupaciones.
Felices los que saben descansar sin buscar excusas, porque
están en el camino de la sabiduría.
Felices los que no se toman muy en serio, porque serán más
estimados por los demás.
Felices serán si toman en serio las cosas pequeñas y afrontan
con calma las grandes: llegarán muy lejos en la vida.
Felices si aprecian una sonrisa y olvidan un mal gesto, pues
caminarán por la vertiente feliz de la vida.
Felices si son comprensivos con los malos gestos de los demás;
les tendrán por tontos, pero ése es el precio del amor.
Felices los que piensen antes de obrar y oran antes de pensar, porque evitarán muchos errores.
Felices si reprimen su lengua y saben sonreír, aunque les contradigan y les molesten; porque el Evangelio ha prendido en su
corazón.
Y, sobre todo, felices, si reconocen, en todos al Señor; porque
la luz de la verdad brilla en su vida y han hallado la verdadera
sabiduría. (Joseph Folliet)
En las personas felices he encontrado siempre una rica vida
interior, una alegría espontánea hacia las cosas pequeñas, una
gran sencillez. En las personas felices me ha impresionado siempre la falta de envidias insensatas. En las personas felices no he
encontrado nunca impaciencia, agresividad o protagonismo.
Casi siempre poseían una gran dosis de humanismo. (Phil Bosmans)
Oració n agust iniana
Señor, haz que nuestra vida sea digna de la presencia de tu Espíritu en nosotros; que no se tenga que marchar, por nuestra dureza o por nuestra soberbia.
Haz, Señor, que si nos encuentra vacíos, nos llene; si nos encuentra hambrientos, que nos sacie; si nos encuentra sedientos, que nos embriague, Amén.
10
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Si te desentiendes de los conflictos de tu pueblo, no contribuyes a la paz.
Si giras la espalda al hermano, la giras a la paz, todavía no construyes la paz.
Si criticas la acción de los otros, todavía no te implicas por la paz.
Si respondes con violencia, bofeteas la paz.
Si reculas antes las dificultades, retrasas la paz.
Si opinas sin fundamentos, contaminas la paz.
Si sólo tu opinión es válida, contamines la paz.
Si pones etiquetas a los otros, despides la paz.
Si eres egoísta, perviertes la paz.
Si coges solo tu imagen externa, enredas la paz.
Si quieres tener más del que necesitas, vendes la paz.
Si nunca eres voluntario para nada, no hables de paz.
Si hace tiempo que no has hecho silencio, no esperes la paz.
Si no amas, no pidas la paz.
Si piensas que te la traerán ya hecha, desengáñate de la paz.
Cuando coges responsabilidades que nadie quiere, descubres la paz.
Cuando luchas por la justicia, facilitas la paz.
Cuando no criticas por detrás, construyes la paz.
Cuando sabes abrirte a los demás, haces crecer la paz.
Cuando te interesas por los problemas del mundo, haces subir el valor de la paz.
Cuando dedicas tiempo a servir, elevas la paz.
Cuando devuelves bien por mal, eres apóstol de la paz.
Cuando no tienes miedo de la verdad, eres profeta de la paz.
Cuando te pones al lado de los marginados, pones al margen la violencia.
Cuando, por encima de todo, el otro es persona; dignificas la paz.
Cuando compartes tus bienes, haces creíble la paz.
Cuando encuentras la vida compartida, pones fundamentos a la paz.
Cuando implicas al otro a vivir, siembras la paz por el mundo.
Cuando amas como Cristo ama, en ti florece la paz.
Sólo cuando estés cansado/a de buscarla, la Paz te vendrá a buscar.
Reflexionamos con san Agust ín
La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es para nosotros un
ejemplo de paciencia, a la vez que seguridad de alcanzar la gloria. ¿Qué cosa no
pueden esperar de la gracia de Dios los corazones de los fieles? Por bien de
ellos, el Hijo único de Dios y coeterno con el Padre, tuvo en poco el nacer como
hombre y, por tanto, de hombre, sino que hasta sufrió la muerte de manos de
quienes fueron creados por él. Gran cosa es lo que se nos promete para el futuro, pero mucho mayor es lo que recordamos que se hizo ya por nosotros. (Sermón 218 C, 1)
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¿Cómo hacer un mundo y una ciudad mejores, más humanos,
una convivencia pacífica y solidaria, tener una familia ideal? El secreto está en una renovación personal, interior, a la luz del Evangelio, y
que se proyecta al exterior. Creemos que nuestro mundo puede mejorar si empezamos por mejorarnos a nosotros mismos.
Por ejemplo:
- Para que no haya envidias, debemos empezar por no ser envidiosos.
- Para que el rencor y el odio no aniden en nuestras tierras, desterremos de nuestros corazones las crispaciones, la agresividad y los malos modos.
- Para que el mundo de la ciencia y la técnica sean más humanos,
procuremos vivir y difundir el humanismo cristiano: en el primer lugar
de las cosas creadas está el hombre.
- Para que la convivencia sea mucho mejor, más solidaria, más fraternal, más humana, esforcémonos por crearla a nuestro alrededor.
- Para que el Evangelio transforme y modifique las estructuras, seamos primero hombres y mujeres con actitudes y estructuras personales auténticamente evangélicas.
Recuerda:
- Que para ser feliz es más importante ser que tener.
- Que a veces es mejor callar y ceder que gritar y pelear.
- Que la paz interior es un don de Dios.
- Que buena parte de nuestra infelicidad se debe a la gran cantidad
de deseos artificiales creados por el hombre.
- Que el pasado tiene una importancia relativa, al igual que el futuro;
es cosa de sabios saber vivir el presente y dejarlo vivir a quienes están a nuestro alrededor.
- Que para la salud física y psíquica es muy importante progresar en
humanismo, espiritualmente, y darse a los demás haciendo el bien.
Oració n agust iniana
Haz, Señor, que vivamos, siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo nuestros propios caminos, ya que tus caminos de Verdad conducen a la salvación y a la santificación, mientras que nuestros caminos conducen a la mentira y la perdición. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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La Virgen María, nuestra Madre, es nuestro modelo para vivir
intensamente la cuaresma:
• Nos sigue recordando que su Hijo nació entre la gente sencilla,
humilde y pobre y desde ahí comenzó a construir el Reino de
Dios con la única fuerza de su amor.
• Que Dios está acá abajo en donde son necesarios unos ojos
bien abiertos y un corazón grande y sensible para seguirlo descubriendo.
• María mejor que nadie comprendió que la humildad es el camino para acerarse a los demás; que cuanto más se entrega
uno al servicio más lleno de Dios se encuentra, pues el corazón
de los hijos de María se llena de otras
riquezas tal vez distintas de las que muchas
veces buscamos.
• María nos invita a ser creativos, a ir
construyendo una realidad mejor a pesar
de la dificultad del camino, pues a ella le
resultó complicado en ocasiones entender
la misión que Dios le encomendaba y no se
cansó de buscar la respuesta más fiel.
Imaginemos si le costaría aprender a ver las
cosas desde Dios, reconocer a su hijo en el
pesebre y sobre todo en la cruz; pero ella es la que mejor ha
comprendido que el instrumento de Dios es el amor y que no
hay mayor amor que dar la vida por los demás.
• María nos muestra el camino, sabemos lo que hemos de hacer
para ser hijos dignos de una madre como la nuestra.
Oració n agust iniana
Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en ti y que
con la luz que tú has encendido en mi interior, pueda iluminar a mis hermanos
y compartir con ellos el calor que tú mismo has infundido en mi corazón No
permitas que mi lámpara se apague, pues mi vida no sólo se volverá sombría,
sino que como las lámparas que se apagan, ahumará y llenará de tufo a los que
me rodean. Te lo pido a ti, luz del mundo, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
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!Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b -36
E
n aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan, y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba,
el aspecto de su rostro se cambió, sus vestidos brillaban
de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés
y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a
consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban dijo Pedro a Jesús:
–Maestro, ¡qué hermoso es estar aquí!
Haremos tres chozas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías.
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando cuando llegó
una nube que los cubrió. Se asustaron al
entrar en la nube. Una voz desde la nube
decía:
–Este es mi Hijo, el escogido; escuchadle.
Cuando sonó la voz; se encontró Jesús
solo. Ellos guardaron silencio y, por el
momento, no contaron a nadie nada de lo que
habían visto.
Cuando en la noche llegas cansado a tu hogar por el duro bregar de la jornada, no te quejes de que estás cansado y busques descargar tu fatiga en tu pareja, en tu hijo o en quienes viven a tu lado. Y
para justificar el cansancio te refugias en la cocina, en el periódico o
en la televisión.
Por un instante busca relajarte, respirando profundamente.
Mira dentro de ti y también a tu alrededor; y con un acto de firme
voluntad, sal de ti y vete al encuentro de quienes están a tu lado,
ofreciéndoles una sonrisa, o una palabra cariñosa.
Verás, entonces, que como por arte de magia, el cansancio se
disipa y deja lugar a una paz que no se puede explicar. Puedes recitar
esta oración:
De la vida en la arena
me llevas de la mano
al puerto más cercano,
al agua más serena.
El corazón se llena,
Señor, de tu ternura;
y es la noche más pura
y la ruta más bella
porque tú estás en ella,
sea clara u oscura.
La noche misteriosa
acerca a lo escondido;
el sueño es el olvido
donde la paz se posa.
Y esa paz es la rosa
de los vientos. Velero,
inquieto marinero,
ya mi timón preparo
–Tú el mar y el cielo claro–
hacia el alba que espero.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén
Reflexionamos con san Agust ín:
Desciende, Pedro. Querías descansar en la montaña, pero desciende, predica la palabra, insta oportuna e inoportunamente […] para poseer en la caridad,
por el candor y la belleza de las buenas obras lo simbolizado en las blancas vestiduras del Señor. […] Descendió la vida para encontrar la muerte; bajó el Pan
para sentir hambre; bajó el Camino para cansarse en el camino; descendió el
Manantial para sentir sed, y ¿rehúsas trabajar tú? No busques tus cosas. Ten
caridad, predica la verdad; entonces llegarás a la eternidad donde encontrarás
seguridad. (Sermón 78, 3-6).
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Oració n agust iniana
Señor, haz que nuestra vida sea digna de la presencia de tu Espíritu en nosotros;
que no se tenga que marchar, por nuestros pecados o por nuestra soberbia; como
buen huésped que es, haz, Señor, que si nos encuentra vacíos, nos llene; si nos encuentra hambrientos, que nos sacie; si nos encuentra sedientos, que nos embriague.
Te le pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros... los comprendería. Si yo
encontrara lo positivo en todos... con qué alegría me comunicaría con ellos!
Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás... los haría felices
Si yo aceptara a todos como son ... sufriría menos.
Si yo deseara siempre el bienestar de los demás ... sería feliz.
Si yo criticara menos y amara más... cuántos amigos ganaría.
Si yo comprendiera plenamente mis errores y defectos y tratara de cambiarlos... cuánto mejoraría mi hogar y mis ambientes!
Si yo cambiara el tener más por el ser más... sería mejor persona.
Si yo cambiara de ser Yo, a ser Nosotros... comenzaría la civilización del Amor.
Si yo cambiara los ídolos: poder, dinero, sexo, ambición, egoísmo y vanidad
definitivamente por: Libertad, Bondad, Verdad, Justicia, Compasión, Belleza y
Amor... comenzaría a vivir la verdadera felicidad.
Si yo cambiara el querer dominar a los demás por el autodominio... aprendería
a amar en libertad.
Si yo dejara de mirar lo que hacen los demás...tendría más tiempo para hacer
más cosas.
Si yo cambiara el fijarme cuánto dan los otros para ver cuánto más puedo dar
yo... erradicaría de mí la avaricia y conocería la abundancia.
Si yo cambiara el creer que sé todo... me daría la posibilidad de aprender más.
Si yo cambiara el identificarme con mis posesiones como títulos, dinero, status,
posición familiar... me daría cuenta que lo más importante de mí es que Yo Soy
un Ser de Amor.
Si yo cambiara todos mis miedos por Amor... sería definitivamente libre. Si yo
cambiara el competir con los otros por el competir conmigo mismo... sería cada vez mejor.
Si yo dejara de envidiar lo ajeno... usaría todas mis energías para lograr lo mío.
Si yo cambiara el querer colgarme de lo que hacen otros por el desarrollar mi
propia creatividad... haría cosas maravillosas.
Si yo cambiara el esperar cosas de los demás... no esperaría nada y recibiría
como regalo todo lo que me dan.
Si yo amara el mundo... lo cambiaría.
Si yo cambiara... cambiaría el mundo.
Reflexionamos con san Agust ín
Hermanos considerad el mal que encierra no perdonar al hermano arrepentido, cuando el precepto manda amar incluso a los enemigos. Si así están las cosas, según lo que está en la Escritura: “No se ponga el sol sobre vuestra ira”.
Considerad amadísimos, si puede llamarse cristiano quien no quiere dar fin, ni
siquiera en estos días, a la enemistad, que nunca debió dejar existir. (Sermón
210, 12)
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Padre nuestro, que estás en la red.
Tu amor nos crea y recrea en infinitos mundos virtuales.
Tú mantienes los hilos invisibles que nos enredan unos con otros en esta telaraña mundial de comunicación y amistad.
Venga a nosotros la red de tu Reino, el Reino de la comunicación total,
de la libertad sin fronteras, del respeto por todos.
Danos nuestra ración de bits de cada día. Que
todos tengan la oportunidad de en-redarse para que la red no sea un lagar
para unos pocos.
Perdona que conectemos poco contigo;
pero tú, Dios nuestro, e-maila-nos de vez
en cuando aunque sabemos que ya nos
mandaste, allá en la plenitud de los
tiempos, el mejor de tus e-mails: tu Hijo
E-Manuel: "Dios con nosotros".
No permitas que caigamos en la red de servidores lentos y desaprensivos, ni nos dejes caer en la tentación de huir hacia falaces realidades
virtuales evadiéndonos de las urgentes realidades físicas.
Y líbranos de la basura digital. Amén.
Oració n agust iniana
Haz de mi corazón una esponja
capaz de encogerse ante los fallos y las faltas,
de manera que pueda encaminarme hacia ti,
pues mi dureza y mis mediocridades
han encallecido mi corazón,
y lo han vuelto insensible a tu voz
y a tu presencia en mi prójimo.
Te lo pido a ti, único Amor verdadero,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto
para impacientes: se siembra la semilla, se abona, y se riega constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los
primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber
comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis
semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros.
¿Tardó seis semanas crecer? No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en
desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a
tener después de siete años.
Reflexión:
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es
obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece!".
En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran
a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando
ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente, que sólo llegan al éxito
aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera, es necesario entender que en
muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo, y esto puede ser extremadamente
frustrante.
Oració n agust iniana
Haz Señor
que vivamos, siguiendo los caminos de tu verdad
y no siguiendo nuestros propios caminos,
pues tus caminos de Verdad conducen a la salvación, a la felicidad plena,
mientras que nuestros caminos conducen al una alegría pasajera, hueca.
Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
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Henry Kissinger, Secretario de Estado en la administración de Nixon,
hombre inteligente aunque un tanto arrogante, solía contar esta anécdota
sobre sí mismo:
Iba cruzando el país en avión en compañía del presidente Reagan, un
obispo y un boyscout cuando, al cruzar sobre las Rocky Mountains, entramos en una zona de turbulencias que parecía iban a poner en peligro al
aparato.
Por el altavoz, el piloto nos comunicó que se iba arrojar en paracaídas
y que nosotros hiciéramos lo mismo.
"Les advierto que hay sólo tres paracaídas ahí detrás para ustedes
cuatro". El presidente se levantó y cogiendo uno de los paracaídas
nos dijo: Soy el presidente de esta gran nación y es
preciso que me salve.
Después me levanté yo mismo y dije: Soy el
hombre más inteligente del mundo y es preciso que
yo me salve. Tomando el paracaídas número dos me
arrojé al vacío.
El Obispo mirando al joven le dijo: Hijo, yo ya he
vivido una larga vida, tengo confianza en la vida
futura y estoy dispuesto a caer en las manos de mi Dios.
Tú eres joven y tienes toda una vida por delante,
toma el paracaídas número tres y sálvate.
El muchacho miró a la cara al noble obispo y le dijo: Señor, yo creo
que los dos nos vamos a salvar. El hombre más brillante del mundo ha cogido mi mochila de boyscout y se ha arrojado del avión. Kissinger añadía:
"Los hombres más brillantes no son necesariamente los hombres más listos"
Para pensar :
• Para seguir a Jesús tampoco hace falta ser muy listos e inteligentes. Basta
con llevar una vida sencilla y atenta a los que nos rodean. A veces nos mostramos prepotentes. ¿O no?
Oració n agust iniana
Señor, tú no condenas al que no puede hacer lo que debe, sino al que no
quiere hacer lo que puede, haz que siempre nuestra voluntad y nuestro deseo
estén prontos para cumplir lo que tú quieres y lo que tú mandas: que en todo
busquemos siempre cumplir tu voluntad, para con ella santificarnos. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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!Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
E
n aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los olivos. Al
amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el
pueblo acudía a él, y, sentándose les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le
traen una mujer sorprendida en
adulterio,
y,
colocándola
en
medio, le dijeron:
–Maestro esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio.
La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adúlteras: tú ¿qué
dices?
Le preguntaban esto para
comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía
con el dedo en el suelo. Como
insistían
en
preguntarle,
se
incorporó y les dijo:
–El que esté sin pecado que
tire la primera piedra
E inclinándose otra vez, siguió
escribiendo. Ellos, al oirlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos hasta el
último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie.
Jesús se incorporó y le preguntó: – Mujer, ¿Dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
Ella contestó: – Ninguno, Señor.
Jesús dijo: –Tampoco yo te condeno. Anda y, en adelante, no peques más.
Reflexionamos con san Agust ín:
¿Es justo que ejecuten el castigo prescrito por la ley quienes tienen que
ser castigados por ella? Mire cada uno a sí mismo; entre en su interior y póngase ante el tribunal de su corazón y de su conciencia y se verá obligado a
hacer su confesión. (Comentario sobre el Evangelio de san Juan, 33, 5).
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Todos nos decían que no iba a ser fácil, pero nadie nos dijo
que sería tan difícil. Que esto de crecer es una revolución interna,
es un constante cambio de planes, es una necesidad de ser distinto sin dejar de ser uno mismo. Que es una cuestión muy personal, pero que puede involucrar a mucha gente o a poca gente,
pero, en definitiva, a la gente que nos importa.
Hay un momento en el que se decide qué camino transitar.
No podemos dejarnos abatir por el miedo que tenemos que ser
nosotros mismos, seamos quienes seamos, y así tendrán que
aceptarnos los otros.
Pero ser nosotros mismos significa ser sinceros, amables, saber
que un gesto vale mucho, que a veces, una sonrisa se torna importantísima. Saber muchas cosas, aprender tantas otras, de eso
se trata crecer y, en alguna forma, de eso se trata la vida. Elecciones, crecimientos, aprendizajes. No podemos crecer sin dejar
inevitablemente cosas atrás, deshacernos de las viejas creencias,
de las cosas que nos limitan, animarnos a salir de nuestras zonas
de comodidad para correr algún riesgo.
¿Que es difícil? ¡Claro que lo es! Pero la sensación de haber
atravesado algo importante, de haber enfrentado algo que nos
costaba, de haber salido adelante, es única, inigualable. Todo el
tiempo decidimos qué caminos transitar. Pero, muchas veces
aunque parezca que el momento "pasó", la vida siempre nos da
una segunda oportunidad.
Confiemos; nunca nos ocurrirán cosas que no podamos transitar o atravesar. Todo es crecimiento. Como bebés que crecen
confiados en sus padres, en que alguien le evitará sufrimientos,
confiemos más.
Oració n agust iniana
Mi oración, hecha con humildad y caridad, con ayuno y limosnas, templanza y perdón, practicando el bien y no devolviendo el mal por mal, alejándome
del mal y entregándome a la virtud, busca la paz y la consigue.
La oración en efecto, ayudada con las alas de tales virtudes, vuela y llega
más fácilmente al cielo, adonde me precedió Cristo, verdadera paz y consuelo.
Amén.
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Había una vez un sujeto que vivió amorosamente toda su vida.
Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo, pues era un
hombre bondadoso. En esa época, el cielo todavía no tenía un buen
programa de recepción de almas. El ángel que lo recibió le dio una
mirada rápida a las fichas que tenía sobre el mostrador, y como no vio
el nombre de él en la lista, lo orientó para ir al infierno.
En el infierno nadie exige carnet o invitación, cualquiera que llega
es invitado a entrar. Así que el sujeto entró y se quedó. Unos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro: - ¡Esto es un sabotaje! Nunca me
imaginé que fueses capaz de una bajeza semejante.
¡Esto que estás haciendo es puro terrorismo!
Sin saber el motivo de tanta furia, muy
sorprendido San Pedro le preguntó a
Un hombre ateo se dirigió al campo para convencer a todos los
habitantes del pueblo sobre la no existencia de Dios. Mientras compartía sus teorías con la gente y argumentaba sobre quien le podía
probar que Dios existía, un anciano se acercó y le pidió una naranja,
la cual con
toda paciencia peló, y sin prisa alguna se la comió
entera, cuando finalizo pregunto al hombre ateo:
-¿Señor podía usted decirnos a mí y a
toda la gente del pueblo, cómo estaba la
naranja que acabo de comerme? ¿Estaba
dulce o estaba amarga?
El ateo, se sonrió sarcásticamente y dijo:
-Anciano ¿cómo pretende usted que yo
le diga a usted cómo estaba la naranja que
usted se comió si dulce o amarga, si no fui yo
quien se la comió?.
El anciano le respondió: -Pues verá usted, así mismo es Dios. No se
puede decir nada acerca de Él si no lo ha probado.
Lucifer: - No te entiendo, ¿de qué me
hablas? Lucifer, trastornado le gritó: -Tú
me enviaste a ese sujeto al infierno y
ahora él está haciendo un verdadero desastre allí. Él
llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando
con ellas, y ahora todo el mundo está dialogando, abrazándose, y
besándose. ¡El Infierno está insoportable, parece el Paraíso! ¡Pedro,
por favor, toma a ese sujeto y tráelo para acá!
Para pensar:
• ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más
complicados, mientras que otras se “ahogan en un vaso de agua” por
problemas pequeños?
• Los problemas forman parte de nuestra vida, pero no dejes que ellos te
transformen en una persona amargada.
• Vive con tanto amor en el corazón, que si fueses a parar al infierno, el
propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.
Oració n agust iniana
Para pensar :
• Imagina que te encuentras en esa misma situación. Cómo hablarías de
Dios a alguien que no cree. Eso sí has de huir de todo racionalismo. Inténtalo desde tu experiencia.
• Piensa también cómo te sientes cuando tu fe se ve cuestionada o atacada.
Oració n agust iniana
Señor, mis obras,
son a veces como frutos malos,
pues proceden de la raíz, del pecado;
cambia y purifica mi corazón, para que todas mis acciones
broten de un venero sano, puro y santo,
y siempre se dirijan hacia ti, para darte gloria y alabanza con todas ellas.
Señor, que tu Espíritu, que es bueno, nos llene, nos rija, nos impulse a obrar
siempre el bien, de tal manera que hagamos lo que a ti te agrada no por temor
al castigo, sino por amor de tu nombre, tú que eres la Rectitud eterna y la Justicia Verdadera, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
16
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Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases que purifican.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de optimismo.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte; llénate de apreciar lo que te rodea.
Ayuna de las presiones que no cesan; llénate de una oración
que no cesa.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de la importancia de ti mismo; llénate de compasión
por los demás.
Ayuna de ansiedad personal; llénate de esperanza eterna en
Cristo crucificado.
Ayuna de desaliento; llénate de esperanza.
Ayuna de pensamientos de debilidad; llénate de las promesas
que inspiran.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo
que a El te acerque.
GRUPO 1
• Arquitecto: Tener proyectos que me permitan ganar mucho DINERO
• Ingeniero: Desarrollar sistemas que sean útiles y muy BIEN PAGADOS
• Abogado: Ganar muchos casos y tener un BMW
• Gerente: Tener la empresa en niveles de GANANCIA altos y crecientes
• Atleta: GANAR fama y reconocimiento mundial
Oració n agust iniana
Señor,
haz que la lámpara de mi corazón
se encienda siempre en ti
y que con la luz que tú has encendido en mi interior,
pueda iluminar a mis hermanos
y compartir con ellos el calor
que tú mismo has infundido en mi corazón
No permitas que mi lámpara se apague,
pues mi vida no sólo se volverá sombría,
sino que como las lámparas que se apagan,
ahumará y llenará de tufo a los que me rodean.
Te lo pido a ti, luz del mundo. Amén
32
GRUPO 2
• Preso de por vida: Caminar LIBRE por las calles
• Ciego: VER la luz del sol
• Sordo: ESCUCHAR el sonido del viento
• Mudo : Poder DECIR a las personas cuanto las amo
• Invalido: CORRER en una mañana soleada
• Persona con SIDA: Poder VIVIR un día mas
Para pensar :
• ¿Ves la diferencia entre los grupos?
• Los del grupo 2 desean cosas que el dinero no puede comprar, los del
grupo 1 quieren dinero y fama, teniendo las cosas que no se pueden
comprar con dinero. Es increíble que muchos tengan riquezas gigantescas que no aprecian, y ven su "tesoro" en las cosas que tienen un precio
y que el dinero puede comprar.
• Entonces.... ¿Dónde está tu riqueza ?. La respuesta es importante porque allí estará tu corazón.
Oració n agust iniana
Señor y Dios mío, mi única esperanza, no permitas que deje de buscarte
por cansancio, sino que te busque siempre con renovada ilusión. Tú que hiciste
que te encontrara y me inculcaste ese afán para sumergirme más y más en ti,
dame fuerzas para continuar en ello. Haz que me acuerde de ti, que te comprenda, que te ame.
17
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Deseo que estas ideas te den ánimo para esta Cuaresma, y en el camino que aún te falta por recorrer en tu vida. Dios te sugiere estas reglas
gramaticales:
• Puntos suspensivos
.....Cuando tengas que esperar aún, sin poder ver más allá, y tu fe y tu
esperanza tengan que crecer creyendo que aún te tengo más preparado.
Que la obra que empecé en ti aún no ha terminado.
• Un punto y aparte
.....Cuando tengas que cerrar ciclos buenos y no tan buenos en tu vida; y dar inicio a una nueva frase que tengo escrita para Ti.
• Un punto y coma
.....Cuando tengas que despertar cada mañana y te des cuenta que
mi gracia y mi misericordia es nueva cada día; y que lo que viviste el día de
ayer ya lo olvidé.
• Un Punto y seguido
.....Cuando tengas que seguir avanzando aun en medio de la prueba y
la lucha, teniendo la seguridad que Yo estaré contigo.
• Una Coma
…..Cuando tengas que dividir las bendiciones que te doy entre la gente que te rodea.
• Confía en Mí y obedece mis palabras, trata de evitar un signo de Interrogación
.....Cuando Yo he decidido guardar silencio y sólo contemplarte. Recuerda que “Nunca te dejaré ni te desampararé”.
• Pero sobre todo no dejes de usar un signo de Exclamación
.....Cuando te hable, cuando me muestre en tu vida, cuando aun en
las cosas más sencillas que te pasen mi sello esté implícito.
• Y siempre un Punto Final
….Cuando el viaje haya sido largo, y a pesar de los valles de inseguridad que hayas cruzado, de los días de dudas y de oscuridad. Aunque te
cueste creer:
Para esta hora llegaste, a este tiempo naciste
…en mis propósitos eternos estás tú.
Oració n agust iniana
Haz, Señor, que aprendamos a dar y a darnos a nosotros mismos, siguiendo e
imitando el ejemplo de Cristo, que se entregó libremente por la salvación de los hombre. Que también nosotros empeñemos todo nuestro ser al servicio de tu plan de salvación sobre todos los hombres, con generosidad y con alegría, pues tú amas al que
da con alegría, te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
18
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Una vez, un hombre se dio cuenta que no veía bien, no solo al
querer leer sino al caminar por la calle; las caras de las personas las
veía borrosas, a veces, incluso se sentía mareado. Por este motivo decidió ir a un oculista.
El médico le recetó un par de anteojos, que por el aumento que
tenían, eran bastante pesados. Al poco tiempo de usarlos, la nariz
empezó a protestar.
"¡Eh, estos anteojos son muy pesados, me molestan! ¿Y por que
aguantarlos yo, si funciono bien?
Los ojos le respondieron- "Ten paciencia, es que no vemos bien y
dependemos de ti para que sostengas los lentes".
-"No estoy de acuerdo, arréglenselas como
puedan, a mí esto molesta y no es mi culpa"volvió a protestar la nariz.
"¡No te quejes tanto, que nosotros también lo
sostenemos y no armamos semejante lío!",
gritaron las orejas, cansadas de escucharla
.Sin embargo, la nariz no hizo caso a las
razones ni súplicas de ojos, y disimuladamente
comenzó a corcovear, se movía de abajo
para arriba, de un costado al otro, hasta que
se movió de tal manera que los anteojos se
cayeron al piso.
Claro, en ese momento el buen hombre iba caminando y al caerse los anteojos, tropezó y cayó con todo su peso hacia adelante.
Y, ¿saben qué se rompió? La nariz.
Oració n agust iniana
Señor, que nunca me aleje de ti,
pues lejos de ti, todo es tiniebla, oscuridad y frío.
Que pueda gozar siempre de tu luz, pues sólo en ella
y con ella podré ver los acontecimientos de mi vida
como tú los ves, y vivir en plenitud
la vocación a la felicidad que me has dado.
Te lo pido a ti. Camino, Verdad y Vida,
que vives y reinas por los siglos de los siglos
Amén.
31
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9+'<+1?@"6+'()'6+'W$&.)1+'
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!Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
Que tu mirada sea mirada clara,
sea mirada de niño, que transparenta el
alma. Que tu sonrisa sea sonrisa ancha,
fuerza que nace de dentro, ganas que se contagian,
buen humor que dé sentido al quehacer de tu
jornada.
Que tus palabras sean valientes palabras,
que no escondan la verdad y no teman
proclamarla.
Que sean la voz de aquellos que ya no
pueden ni alzarla.
Que tus manos sean manos entrelazadas,
manos tendidas a otros , abiertas, no solitarias.
Manos unidas y fuertes que hoy construyan el
mañana.
Que tu andar sean compartidos pasos,
que busquen abrir con otros huellas de nueva esperanza.
Que tu camino acompañe el andar del pueblo en marcha.
Que tu vida sea donación,
porque valga la pena ser vivida y no gastada.
Oració n agust iniana
Concédeme Señor, un corazón que sea realmente humano, un corazón que
sienta dolor de sus pecados y de sus fallos, para que pueda encaminarme hacia
ti, pues mi dureza y mis mediocridades han encallecido mi corazón, y lo han
vuelto insensible a tu voz y a tu presencia en mi prójimo. Te lo pido a ti, único
amor verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
30
E
n aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús
lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los
sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: –¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si
no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que
murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no
os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: Uno tenía una
higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto
en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: –Ya ves: tres años
llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y
no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar
terreno en balde?
Pero el viñador contestó: –Señor, déjala
todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré
estiércol, a ver si da fruto. Si no al año que viene
la cortarás.
Oració n agust iniana
Haz, Señor, que siempre cantemos y caminemos;
que nunca nos dejemos vencer por la pereza o por el desánimo,
sino que con gozo y esperanza
emprendamos cada día nuestro camino,
siguiendo tus huellas, en el camino verdadero,
sin detenernos, sin volvernos nunca hacia atrás,
te lo pedimos a ti que eres
el Camino que conduce a la Verdad y la Vida,
y que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
19
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Yo estoy aprendiendo a aceptar a las personas, aun cuando
ellas me defrauden, aún cuando se salgan del ideal que yo tengo de ellas, y aun cuando ellas me hieran con palabras ásperas
o acciones irreflexivas.
Es difícil de aceptar a las personas así como ellas son, y no
como yo quiero que sean. Es difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo, porque yo estoy aprendiendo a amar.
Estoy aprendiendo a escuchar. Para escuchar con todos los
sentidos, lo que dice el corazón, lo que dicen los
hombres caídos, los ojos tristes, y las manos
inquietas. Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para descubrir la
angustia
guardada,
la
inseguridad
enmascarada, y la soledad encubierta. Para
penetrar en la sonrisa falsa, la felicidad
simulada, y la adulación exagerada. Para
descubrir el dolor de cada corazón, para
descifrar el porqué de las lágrimas. Poco a poco, yo estoy
aprendiendo a amar.
Yo estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona,
limpia las heridas, y borra las cicatrices que la incomprensión e
inseguridad grabaron en mi corazón herido. El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos, y no cultiva las ofensas con piedades y autocompasión. El amor perdona, da alivio, y
extingue todo el dolor en el corazón.
Estoy aprendiendo que el afecto y la aceptación, son necesarias para soportar las experiencias duras a lo largo de los años.
Yo estoy aprendiendo a ver el alma de las personas, y las posibilidades que Dios les dio. ¡Pero, cómo es lento aprender! y ¡cómo es de difícil amar! Aún así, estoy aprendiendo a amar.
Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso
averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el
oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de
su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía
exigen, el hombre preguntó: "Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: "Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se
apaga, te decapitaré".
Al término del paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas?
La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la
llama no se apagara".
El rey le dijo: "Ese es mi secreto. Estoy tan
ocupado tratando de avivar mi llama interior, que
no me interesan las riquezas de fuera".
Muchas veces deseamos vivir como mejores
cristianos y tener vida espiritual, pero sin decidirnos a
apartar la mirada de las cosas que nos rodean y
deslumbran con su aparente belleza.
Procuremos "ver hacia adentro" y avivar nuestra llama espiritual,
pues:
- Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor,
podemos aprender a conocerle y amarle.
- Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino.
- Crecerá nuestro amor por la familia y nuestros semejantes, que
son imagen de Dios.
- Viviremos alegres en está vida, preparándonos para alcanzar la
felicidad eterna al lado de nuestro Padre.
Oració n agust iniana
Te damos gracias, Señor, porque sentimos, vivimos, entendemos; pero
sobre todo te damos gracias por el don de la fe y por nuestra vida nueva
en Cristo. Sin él, nada nos aprovecharía, con él, todo adquiere su plenitud.
Gracias, Señor.
20
Oració n agust iniana
Señor, sé muy bien que no me hallo distante de ti por el espacio sino por el corazón y que amándote es como verdaderamente estoy cercano a ti. Concédeme vencer
mis egoísmos y mis tibiezas, para amarte con todo el corazón y así estar siempre y en
todo lugar muy cerca de ti, Verdad y Amor verdadero. Amén.
29
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En una fría noche de tormenta, un viajero buscó hospedaje en
una humilde casa. En ella vivían tres hermanos que compartieron con
él un plato de sopa, un pedazo de pan, y después de comer le prepararon un lugar junto al fuego y les dieron unas mantas para que
pudiera descansar y reponerse hasta que pasara el mal tiempo.
El viajero pudo secar sus ropas y recuperar las fuerzas necesarias
para seguir su camino. A la mañana siguiente, antes de proseguir con
su viaje, entregó a los hermanos tres fuentes: una de metal dorado,
otra de cristal y la tercera tallada en madera.
"Es lo único que tengo para ofrecerles, y me da mucho gusto que
ustedes las tengan." Los hermanos agradecieron, y ni bien el hombre
se hubo marchado, el mayor de ellos tomó la fuente dorada para sí,
el segundo la de cristal y el más pequeño se quedó con la de madera.
Pasaron los años, y el viajero volvió a encontrar en su camino
aquella cabaña en la cual se había refugiado. Quiso saber qué había
sido de esos tres hermanos que, tan gentilmente lo habían ayudado.
Se acercó a la puerta, golpeó y esperó unos minutos.
Al abrirse la puerta, pudo reconocer al menor de los tres hermanos, que lo invitó a pasar y le ofreció algo para tomar. Le contó que
los otros dos hermanos ya no vivían más con él porque se habían casado. El viajero tomó asiento y se sorprendió cuando descubrió que
en el centro de la mesa estaba la fuente de madera llena de frutas
secas. No pudo aguantar las ganas y le preguntó por el destino de las
otras dos.
"La fuente dorada hace tiempo que perdió su brillo y por más
que lo intentamos, nunca pudimos limpiarla.
No sé adónde habrá ido a parar. La de cristal se rompió al lavarla.
La única que nos queda y sigue siendo de gran utilidad, es la de madera. Cuando usted se fue, mis hermanos eligieron cada uno, una
fuente y yo pensé que me había tocado la peor.
El paso de tiempo me enseñó que me había equivocado, que
aquella fuente que parecía la más insignificante, fue la que más sirvió
y perduró en el tiempo
Oració n agust iniana
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Por diez años Tomás Edison intentó construir una batería de
almacenaje de cargas eléctricas. Sus esfuerzos, estrangularon en
gran medida sus finanzas. En Diciembre de 1914, una combustión
espontánea en su estudio casi lo llevó a la ruina.
En minutos todos los compuestos empacados para discos o
cintas y otras sustancias inflamables ardieron en llamas. Aunque
los departamentos de bomberos vinieron de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca presión de agua provocaron que fuera inútil extinguir las llamas. Todo quedó destruido. El
daño excedía a los dos millones de dólares, los edificios de cemento que se consideraban construidos a prueba de fuego, estaban asegurados apenas por la décima parte de esa cantidad.
Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a sus
padre, temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente
lo encontró contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras reflexionaba. "Mi corazón se dolía por él", decía Charles. "El tenía sesenta años, ya no era un joven y todo ardía en llamas" En la mañana siguiente, Edison contempló las ruinas y exclamó:
"Hay algo valioso con el desastre. Se quemaron todos nuestros errores.
Para pensar :
• Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo. "Tres semanas después del
incendio, Edison se las ingenió para inventar el primer fonógrafo."
• Con cada nuevo día, tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo.
Oració n agust iniana
Señor, tú que nos diste el que te encontráramos y el ánimo para seguir
buscándote, no nos abandones al cansancio ni a la desesperanza. Haznos buscarte siempre y cada vez con más ardor. Y danos fuerzas para adelantar en la
búsqueda.
Señor, haz que mi fe crezca cada día, que crea más en ti, que ponga en ti
toda mi confianza; de este modo, tú habitarás en mi y yo en ti; sólo así podré
evitar el pecado y vivir siempre en tu luz, te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor
28
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Los termómetros sirven para medir la temperatura. Dondequiera
que los pongas no tardarán en realizar su función. Los termostatos son
diferentes. Son dispositivos que se usan para variar la temperatura. Si
hace frío, regulando el termostato el ambiente se calienta. Si hace
calor, el termostato pone más frío.
Mucha gente es como los termómetros. Se sienten según como
esté el ambiente. Si todos están animados, ellos lo están. Si los demás
se quejan o son mediocres, ellos asumen la misma posición. Dios nos
exhorta a ser termostatos. Nos llama a que podamos cambiar el ambiente de forma positiva. Si el ambiente no está adecuado, los termostatos lo regularizan. Si solo hay tristeza, ellos ponen alegría. Si hay
desconsuelo, aportan esperanza. Si hay rencor y envidia en el ambiente, ellos lo cambian por amor y estímulo.
Los jóvenes termómetros se dejan influenciar de tal manera por el
ambiente que su manera de actuar, pensar y sentir depende solo de
con quien están y donde estén.
Los termostatos toman la iniciativa. Empiezan por cosas simples
como por ejemplo no esperar a que los saluden, ellos lo hacen primero. No dependen del ambiente para hacer lo correcto,
simplemente lo hacen. Si sienten que el ambiente no es
el correcto, no se quejan ni se desaniman sino que
toman medidas para cambiarlo.
Muchas veces escuché a alguien decir: «Nadie
me quiere». Siempre fueron termómetros los que
decían esto. Los termostatos dan amor a los demás y
por eso es que también lo reciben. Ayudan a otros
cuando lo necesitan y por eso es que reciben ayuda
cuando son ellos los que necesitan algún favor.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y
llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó: –Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el
ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba
persuadirlo.
Y él replicó a su padre: –Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese
hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado.
El padre le dijo: –Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y
ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.
Oració n agust iniana
Señor, enséñanos a ser verdaderamente libres, que comprendamos que ser
libres no es hacer lo que nos da la gana, sino que la libertad consiste en hacer lo
que tenemos que hacer, porque nos da la gana, y porque así manifestamos
nuestro amor por ti y por tus preceptos; te lo pedimos a ti, que nos liberaste del
pecado y de la muerte, y vives y reinas por los siglos de los siglos.
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Para pensar :
• ¿Soy termómetro o termostato?
• ¿Cómo puedo cambiar el ambiente a mi derredor?
Oració n agust iniana
Dios todopoderoso y eterno, somos tus siervos, haz que te escuchemos
como a nuestro Señor; somos tus hijos, haz que te escuchemos como Padre; que
enmendemos nuestros caminos y los ajustemos a tus designios y tu voluntad,
para amarte con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas. Te lo pedimos a
ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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!Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32
E
n aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los
pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados
murmuraban entre ellos: –Ese acoge a los pecadores y
come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: –Un hombre tenía dos hijos: el menor
de ellos dijo a su padre: –Padre dame la parte que me toca de la fortuna. EL padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre
terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a los campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo: –¡Cuántos jornaleros de mi padre
tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre! Me
pondré en camino adonde está mi padre y
le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti: ya no merezco llamarme hijo
tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros».
Se puso en camino adonde estaba su
padre: cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió; y echando a
correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: –Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados: –Sacad
en seguida el mejor traje, y vestidlo;
ponedle un anillo en la mano y sandalias
en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba
muerto y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo.
26
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En 1907 el explorador Ernest Henry Shackleton, organizó una increíble expedición al polo Sur. Había viajado por el mundo desde que
tenía 16 años, cuando era un aprendiz de una flota británica de mercado marítimo. Shackleton sabía que el viaje iba a ser demoledor, pero no esperó que las condiciones del tiempo fueran tan malas. Estando con sus compañeros de aventura en el medio del viaje, las tormentas empezaron a destruir todo lo que tenían. Las temperaturas bajo
cero hacían al viento letal. La visibilidad era imposible, sus cuerpos ya
estaban extenuados y cada paso demandaba un esfuerzo sobre
humano. En medio de esta situación, la comida también se terminaba. Con noventa y siete millas náuticas para llegar al polo Sur, tuvieron que abandonar las esperanzas y emprender el regreso, lo cual
obviamente empeoró el ánimo de todos.!! Mientras hacían su intento
desesperado de volver a la base, se dieron cuenta
que debían acelerar el ritmo de marcha o iban a
sucumbir. Decidieron que deberían dejar varias
cosas en el camino para hacer su carga más
ligera. En medio de esta situación tan extrema
Shackleton pudo prestar mucha atención a lo
que sus compañeros decidieron dejar en el
camino y en el proceso aprendió mucho de ellos.
Lo primero que varios dejaron fue dinero en
moneda. Lo siguiente, aunque verdaderamente
escaseaba, fue comida. Luego prendas y elementos técnicos que
cargaban encima. Al regresar al campamento, Shackleton luego de
contar lo sucedido, le preguntó al resto: ¿Qué creen que todos guardaron hasta lo último con mucho cuidado? La respuesta calentó el
frío ambiente de la base: «Fotos y cartas de los amados fue el combustible que los mantuvo en movimiento por la esperanza de volverlos
a ver.
Para pensar :
• El amor siempre nos llena de nuevas esperanzas.
• ¿Cuál es el combustible de tu corazón?
Reflexionamos con san Agust ín
Del mismo modo que nosotros alcanzamos la buena disposición para orar mediante la limosna y el ayuno, así también nuestra misma oración se convierte en limosnera cuando se eleva no sólo por los amigos, sino hasta por los enemigos, y se
abstiene de la ira, del odio y de otros vicios perniciosos. (Sermón 207, 3)
23
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Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las
montañas. Cuando los vecinos del labrador le dijeron qué mala suerte
tenia por perder el caballo, él les replicó: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al labrador
por su buena suerte y este les respondió: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró
esto como una desgracia. No asi el labrador, quien se limito a decir:
¿Buena suerte?, ¿Mala Suerte? ¿Quién sabe?
Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron
reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe?.
Todo lo que a primera vista parece contratiempo puede ser un
disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser
realmente dañino. Así pues, será postura sabia que dejemos a Dios
decidir lo que es buena y mala suerte, y le agradezcamos que todas
las cosas se conviertan en bien para los que le aman.
Oració n agust iniana
¡Tarde te amé. Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva!
Tarde te amé.
Tú estabas dentro de mí, yo, fuera.
Por fuera buscaba y me lanzaba sobre el bien y la belleza creados por ti.
Tú estabas conmigo y yo no estaba conmigo, ni contigo.
Me retenían lejos los cosas.
No te veía ni te sentía ni te echaba de menos.
Mostraste tu resplandor y pusiste en fuga mi ceguera.
Exhalaste tu perfume y respiré y ahora suspiro por ti.
Gusté de ti y siento hambre y sed.
Me tocaste con tu amor
y me abraso en tu paz.
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Señor...
Cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua.
Cuando sienta frío dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo.
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de
otro.
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de alguno
de mis minutos.
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien.
Cuando esté desanimada, dame alguien para darle nuevos
ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que
necesite mi comprensión.
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a
quien pueda atender.
Cuando piense en mí misma, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos, dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también
nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.
Madre Teresa de Calcuta
Oració n agust iniana
Señor, te pedimos que acuñes, con la fuerza de tu amor y de tu Espíritu, tu imagen en lo más profundo de nuestro corazón, para que como una
moneda, exprese con claridad a quién pertenece y quién es el que vive dentro de ella. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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