Sentencia jarsia vs credifimo

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JUZGADO DE LO MERCANTIL Nº 1 DE SEVILLA
Avda. de la Buhaira nº 26 Edificio NOGA - Planta 7ª
Tlf: 955519097- 955519096- 662977867-662977867, Fax: 955921005
Número de Identificación General: 4109142M20130002143
Procedimiento: Juicio Ordinario 756/2013. Negociado: 6
JUZGADO MERCANTIL Nº 1
SEVILLA
Procedimiento Ordinario nº 756/13
SE N T E N C I A Nº 468/2014
En Sevilla, a 10 de noviembre de 2014
Vistos por mí, Eduardo Gómez López, Magistrado Juez de este Juzgado,
los presentes autos seguidos bajo el número arriba indicado, se procede a dictar
la presente resolución. Este procedimiento ha sido seguido entre las siguientes
partes:
-PARTE DEMANDANTE: ELISABEHT MARTOS ÁLVAREZ
Y DAVIZ ARIZA CRUZ.
-PARTE DEMANDADA: CREDIFIMO EFC.
Ejercita el demandante una acción individual de nulidad de condiciones
generales de contratación y otra de devolución de cantidades indebidamente
cobradas en virtud de la cláusula cuya nulidad se postula.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO. Se interpuso en el Decanato de esta capital, por el
Procurador de la actora, demanda de juicio ordinario siendo turnada a este
Juzgado, en el que se ha registrado con el nº arriba señalado.
En dicha demanda se ejercitaban las acciones antes señaladas solicitando
que se dictara una sentencia en la que se declarase la nulidad de la cláusula
“suelo” y la devolución de las cantidades cobradas en virtud de la misma.
SEGUNDO. La demanda fue admitida a trámite y la demandada
emplazada debidamente.
TERCERO. La demandada se opuso en tiempo y forma a la demanda,
solicitando la desestimación de la demanda.
CUARTO. Se celebró la preceptiva audiencia previa para todas sus
finalidades previstas legalmente y con asistencia de todas las partes.
Se desestimaron las cuestiones procesales alegadas por la demandada y
las partes propusieron sólo prueba documental, quedando los autos para
resolver.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. TÉRMINOS DE LA RECLAMACIÓN.
Ejercita la actora una acción individual de nulidad de la condición
general conocida popularmente como cláusula suelo, así como la devolución de
las cantidades cobradas en virtud de la misma. Inicialmente la demanda
solicitaba asimismo la nulidad de la cláusula que establece como índice
aplicable el IRPH, si bien la actora desistió de la misma en el acto de la
audiencia previa.
La demandada se opone en cuanto al fondo, alegando, además,
prescripción.
En cvuanto a esta excepción, ha de decirse que la demandada considera
que es una acción de anulabilidad y que se ha ejercitado tardíamente, al
superar los 4 años previstos en el artículo 1303 CCiv desde la suscripción del
préstamo -18/1/2007-; huelga decir que el instituto de la prescripción, que hace
decaer los derechos por el abandono de su titular, ha de ser interpretado
siempre de forma restrictiva. Ocurre, sin embargo, que aunque los artículos 8 y
9 LCGC remitan a las normas generales de nulidad contractual, parece que tal
remisión no puede hacerse en su totalidad. Las normas generales sobre nulidad
contractual parten de la base, en el caso de la nulidad absoluta, de que la acción
es imprescriptible y para ella existe una legitimación de cualquier interesado,
sin necesidad de que haya sido parte en el contrato – ver por todas STS 6-9-06-.
Las reglas de la nulidad relativa o anulabilidad, que son las que regula el
Código Civil en los artículos 1301 a 1304, se encuentran referidas a la
anulación del contrato por vicios en el consentimiento que lo invalidan; por
ello, se refieren al consentimiento contractual que afecta a la formación de
voluntad en la contratación, mientras que la acción de nulidad que se ejercita no
lo es por vicio de consentimiento en sentido clásico – defecto de formación del
consentimiento, error vicio- , sino que afecta a la información recibida de forma
que, siendo hábil el consentimiento para obligarse con carácter general, una
determinada cláusula del contrato ha pasado desapercibida por ser incorporada
sin la debida transparencia, de tal forma que puede conservarse el resto del
contrato conforme a la regla “utile per inutile non vitiatur”.
Pero es que hay más: existe cierta discrepancia doctrinal y
jurisprudencial en relación con si el plazo de cuatro años que regula el artículo
1301 es de caducidad o de prescripción; de asumirse la primera de las tesis,
resultaría que los plazos para las acciones individuales de condiciones
generales de contratación serían de caducidad, mientras que el plazo para el
ejercicio de las acciones colectivas sería de prescripción, pues el artículo 19
LCGC, tras regular la imprescriptibilidad de las acciones de cesación y
retractación, así como de la declarativa, establece ciertas excepciones a esta
norma general a partir del hecho de que las mismas estuviesen inscritas en el
Registro General de Condiciones de Contratación, estableciendo plazos que lo
son, indubitadamente, de prescripción.
Esas reflexiones hacen inaplicable la remisión “a la gruesa” a todo el
sistema de nulidad contractual: podría hablarse, todo lo más, de una remisión
“parcial” a ese sistema, por ejemplo, en lo que se refiere a legitimación activa y
pasiva o procedimiento, pero no a los plazos de las acciones. De esta forma, lo
que se sostiene es que, frente a la ausencia en la propia ley de condiciones
generales de contratación de un plazo específico de prescripción para el
ejercicio de acciones individuales de nulidad o no incorporación – plazo que sí
existe para las colectivas-, habremos de asumir el plazo residual de prescripción
de acciones previsto en el código civil en su artículo 1964, de quince años, que
obviamente no ha transcurrido.
SEGUNDO. SOBRE LA CLÁUSULA SUELO.
A) SOBRE LA NATURALEZA DE
CONTROVERTIDA.
LA
CLÁUSULA
En primer lugar ha de verificarse si la cláusula discutida es o no una
condición general.
El artículo 1 de la LCGC establece que “Son condiciones generales de la
contratación las cláusulas predispuestas cuya incorporación al contrato sea
impuesta por una de las partes, con independencia de la autoría material de las
mismas, de su apariencia externa, de su extensión y de cualesquiera otras
circunstancias, habiendo sido redactadas con la finalidad de ser incorporadas a
una pluralidad de contratos”.
Como ha señalado la STS de 9 de mayo de 2013 la carga de la prueba de
que una cláusula prerredactada no está destinada a ser incluida en pluralidad de
ofertas de contrato dirigidos por un empresario o profesional a los
consumidores, recae sobre el empresario (apartado 165).
La demandada afirma que la cláusula controvertida fue negociada y no
impuesta. Pese a no ser preceptiva la oferta vinculante de compra por la
cuantía del préstamo, se aporta por la propia actora como doc. nº 2. La propia
actora dice que esta oferta vinculante no le fue exhibida con anterioridad ni
explicada a la firma de la escritura pública. Dicha afirmación no ha sido
respaldada por prueba alguna, siendo un indicio de lo contrario tanto la firma
de dicho documento privado por los actores, como la posesión del mismo, lo
que deriva de que haya sido aportada por los propios actores.
En todo caso, tal documento no prueba que la cláusula haya sido
negociada y no impuesta, pues es práctica habitual que el banco pase a la firma
dicho documento como requisito necesario para la concesión del préstamo. Una
negociación supone una posibilidad de variación de los parámetros de la
operación, y eso debe dejar rastro documental de algún tipo en la entidad, que
refleje cómo se empezó la negociación y como ha concluido. Nada de eso se ha
aportado.
En definitiva, la demandada tenía en su mano haber aportado prueba
acreditativa de que la cláusula controvertida fue negociada, pero no lo ha
hecho, por lo que debe estimarse que estamos ante una condición general de la
contratación. Otro indicio de que la propia demandada considera las cláusulas
controvertidas condiciones generales es que no interpuso declinatoria para
denunciar la falta de competencia objetiva de este juzgado mercantil.
B) CONTROL DE TRANSPARENCIA DE LA CLÁUSULA
OBJETO DE LITIGIO.
La actora pedía la nulidad de la cláusula por vulneración de las reglas
sobre transparencia.
Como se ha dicho, el TS señala en su sentencia de 13 de mayo de 2013
que las cláusulas suelo son en principio lícitas, siempre y cuando su
transparencia permita al consumidor identificar la cláusula como definidora del
objeto principal del contrato y conocer el real reparto de riesgos de la
variabilidad de los tipos que conllevaría. Así, corresponde a la libre iniciativa
empresarial fijar el interés al que presta el dinero y diseñar la oferta comercial
que estime oportuna, pero siempre que comunique de forma clara,
comprensible y destacada cuál es ésta. De manera que el cliente debe poder ser
consciente del efecto de esa cláusula al efectuar su opción de entre los diversos
productos que se le ofertan en el mercado, pues un diferencial variable a un
tipo superior podría aprovecharse mejor de las bajadas de los tipos de interés
que otro inferior al que se adicione, sin embargo, una cláusula suelo. De ahí el
hincapié en la exigencia de transparencia por parte del Tribunal Supremo.
Ha de afirmarse que la redacción de la cláusula controvertida es
ciertamente clara. Ahora bien, para atender a la comprensibilidad real de su
importancia en el desarrollo razonable del contrato conviene tener en cuenta la
cláusula de intereses en su integridad.
Al respecto han de hacerse las siguientes consideraciones:
a)
El contrato dedica a los intereses ordinarios la cláusula
TERCERA en la que se fija un interés fijo del 4,850 durante
unos 7 meses. A continuación la cláusula tercera bis establece
claramente que el interés se revisará semestralmente y que “el
tipo de interés será revisado en la fecha de expiración del plazo
establecido en el (sic) cláusula anterior, con periodicidad
semestral a partir de dicha fecha. ”. A continuación define el
índice de referencia durante una página entera, estableciendo
como índice sustitutivo el TAR. Al final de dicho último
apartado, sin epígrafe que la realce, se incluye la cláusula suelo
y techo.
En suma, la referencia a la cláusula suelo no se coloca en la
cláusula TERCERA o en el inicio de la TERCERA BIS donde
permitiría comprender con exactitud el funcionamiento de la
cláusula sobre intereses, sino en medio de variados datos, tras
cierto recorrido clausular, al que un consumidor llega agotado
tras su lectura. Claramente el interés se define como variable,
utilizando incluso la negrita para su expresión, lo que parece
contribuir a la desinformación del consumidor bancario.
Y de la oferta vinculante puede decirse lo mismo. No da la
suficiente información. Los datos son tan escuetos que puede
concluirse que un consumidor medio no puede comprender qué
supone, dentro de un préstamo a interés variable, las expresiones
“Tipo de interés mínimo: 4.100 %; Tipo de interés máximo:
b)
c)
d)
20%”.
La cláusula no es oscura, pero tampoco es clara, pues siendo la
idea la contratación de un préstamo a interés variable, no era
completamente comprensible qué venía a significar y cómo iba a
funcionar un interés mínimo. Si la cláusula hubiera sido más
extensa e explícita, seguramente hubiera sido más comprensible
para el consumidor.
Se encuentra además ubicada en el condicionado general tras una
abrumadora cantidad de datos entre los que queda enmascarada
y que contribuyen a diluir la atención sobre la misma del
consumidor.
La cláusula recibe asimismo un tratamiento impropiamente
secundario de modo que el consumidor no percibirá su
verdadera relevancia
En definitiva, la cláusula se inserta en ambos contratos de una forma que
dificulta la apreciación de su alcance real como un elemento esencial del
contrato, y no meramente accesorio o accidental, faltando así la información
que le permita tener al consumidor “un conocimiento real y razonablemente
completo de cómo juega o puede jugar en la economía del contrato”, pues
como dice el TS “No pueden estar enmascaradas entre informaciones
abrumadoramente exhaustivas que, en definitiva, dificulta su identificación y
proyectan sombras sobre lo que considerado aisladamente sería claro”.
Por otra parte, no hay prueba alguna de que hubiera simulaciones de
subidas y bajadas del tipo (teóricas), que hubiera permitido ilustrarse al
consumidor en ese momento de contratar del juego de la cláusula suelo, de
manera que en fase precontractual comprendiera que estaba en realidad
contratando un préstamo con un tipo de interés mínimo fijo (del 4.100%) y que
este era el “suelo” durante 38 años que iba a impedir mayores bajadas aunque
se redujera el tipo de referencia, sin que finalmente tampoco quede adverado
que se realizara una advertencia previa clara y comprensible sobre el coste
comparativo con otros productos de la propia entidad
La carga de la prueba sobre el cumplimiento de los requisitos de
transparencia corresponde al Banco, y de ninguna forma puede entenderse
cumplida dicha carga. En definitiva, lacláusula no supera el
control de transparencia y ello conlleva su nulidad.
C) CONTROL DE ABUSIVIDAD DE LA CLÁUSULA OBJETO
DE LITIGIO.
Según el artículo 82 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de
noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias
dispone que “1. Se considerarán cláusulas abusivas todas aquellas
estipulaciones no negociadas individualmente y todas aquéllas prácticas no
consentidas expresamente que, en contra de las exigencias de la buena fe
causen, en perjuicio del consumidor y usuario, un desequilibrio importante de
los derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato.
2. …
3. El carácter abusivo de una cláusula se apreciará teniendo en cuenta la
naturaleza de los bienes o servicios objeto del contrato y considerando todas las
circunstancias concurrentes en el momento de su celebración, así como todas
las demás cláusulas del contrato o de otro del que éste dependa.
4. No obstante lo previsto en los apartados precedentes, en todo caso son
abusivas las cláusulas que, conforme a lo dispuesto en los artículos 85 a 90,
ambos inclusive:
a) vinculen el contrato a la voluntad del empresario,
b) limiten los derechos del consumidor y usuario,
c) determinen la falta de reciprocidad en el contrato,
d) impongan al consumidor y usuario garantías desproporcionadas o le
impongan indebidamente la carga de la prueba,
e) resulten desproporcionadas en relación con el perfeccionamiento y
ejecución del contrato, o
f) contravengan las reglas sobre competencia y derecho aplicable.”
Además el art. 8.2 de la Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre Condiciones
Generales de la Contratación establece que “2. En particular, serán nulas las
condiciones generales que sean abusivas, cuando el contrato se haya celebrado
con un consumidor, entendiendo por tales en todo caso las definidas en el
artículo 10 bis y disposición adicional primera de la Ley 26/1984, de 19 de
julio, General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios.”
Por tanto, para que una cláusula sea abusiva deben darse tres requisitos:
no haberse negociado individualmente, ser contraria a la buena fe y causar en
perjuicio del consumidor y usuario, un desequilibrio importante de los derechos
y obligaciones de las partes que se deriven del contrato.
Al respecto es ilustrativo el siguiente cuadro sobre evolución del euríbor
en el periodo de vigencia del préstamo :
2005
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
2006
2007
4,064
4,094
4,106
4,253
4,373
4,505
4,564
4,666
4,725
4,647
4,607
4,793
2008
4,498
4,349
4,590
4,820
4,994
5,361
5,393
5,323
5,384
5,248
4,350
3,452
2009
2,622
2,135
1,909
1,771
1,644
1,610
1,412
1,334
1,261
1,243
1,231
1,242
2010
1,232
1,225
1,215
1,225
1,249
1,281
1,373
1,421
1,420
1,495
1,541
1,526
2011
1,550
1,714
1,924
2,086
2,147
2,144
2,183
2,097
2,067
2,110
2,044
2,004
2012
1,837
1,678
1,499
1,368
1,266
1,219
1,061
0,877
0,740
0,650
0,588
0,549
2013
0,575
0,594
0,545
0,528
0,484
0,507
0,525
0,542
0,543
0,541
0,506
0,543
2014
0,562
0,549
0,577
0,604
0,592
0,513
0,488
0,469
0,362
0,338
Según el contrato, el demandado establece un interés fijo del 4,850%
durante 7 meses, y a partir de ese momento, según la cláusula suelo, el interés
aplicable nunca sería inferior al 4,100 %. Es decir, el banco se garantizaba
durante toda la vida del préstamo un interés mínimo que le resultaba
interesante, lo que cabe concluir por la cercanía del mínimo que inicialmente
imponía y de la cláusula suelo. Por el contrario, por mucho que se pactara un
interés variable, el consumidor nunca se iba a beneficiar de la bajada, pues
siempre se encontraría con el suelo, con lo que se conculcaban las reglas de la
buena fe, pues los intereses del banco siempre quedaban cubiertos, viéndose
limitado el derecho o expectativa del consumidor a beneficiarse del tipo
variable.
Además hay un desequilibrio evidente e importante entre la posición de
uno y otro. El máximo del Euribor se alcanzó en julio de 2008, en un 5,393%.
Es decir, se situó a 1,293% por encima del suelo y a 14.607 % puntos del techo;
es decir, no puede afirmarse que hubiera un real reparto de riesgos de la
variabilidad. A la vista de la evolución de los tipos es claro que no era real la
posibilidad de que el consumidor se beneficiara de la protección del techo. Y
eso, el banco, como profesional, estaba o debía estar en condiciones de saberlo,
pero no el consumidor. Por ello, hay abusividad en el suelo del contrato.
Con tales datos, es claro que la cláusula es abusiva y por tanto nula.
D) DEVOLUCIÓN DE CANTIDADES.
Como se ha razonado anteriormente, lo que aquí se declara nulo es la
cláusula examinada sólo en cuanto al tipo suelo o mínimo. En suma, no se
anula el contrato en su integridad, que como señala la Sentencia del TS de
09.05.13, “ seguirá siendo obligatorio para las partes en los mismos términos
sin la cláusula abusiva” (parr. 276). Y “como regla, nuestro sistema parte de
que la ineficacia de los contratos –o de alguna de sus cláusulas, si el contrato
subsiste- exige destruir sus consecuencias y borrar sus huellas como si no
hubiesen existido y evitar así que de los mismos se deriven efectos, de acuerdo
con la regla clásica “quod nullum est mullum effectum producit” (lo que es
nulo no produce ningún efecto-. Así lo dispone el art. 1.303 del Código
Civil…”declarada la nulidad de una obligación, los contratantes deben
restituirse recíprocamente las cosas que hubiesen sido materia del contrato, con
sus frutos, y el precio con los intereses…” (parr. 283). La cláusula es nula y no
procede su integración, pues ello se opondría al Derecho Comunitario (STJUE
de 14 de junio de 2012).
No es ocioso recordar que la regla contenida en dicho art. 1.303 CC es
clara y, como se aprecia en su redacción, sólo admite las excepciones que
señalan los artículos que le suceden.
Su aplicación ha sido indiscutida (STS 8/1/07 y 22/11/06, entre otras) en
los supuestos de declaración de nulidad hasta la Sentencia del TS de 9 de mayo
de 2013. Esta sentencia hace una declaración de nulidad, pero declara que no
ha lugar a la retroactividad de la misma, de manera que no afectará a las
situaciones definitivamente decididas por resoluciones judiciales con fuerza de
cosa juzgada ni a los pagos ya efectuados en la fecha de publicación de la
sentencia. No hace declaraciones la Sentencia respecto de las nulidades que
ulteriormente pudieran decretarse en otros procedimientos judiciales. Además,
conviene recordar que la propia sentencia niega la eficacia ultrapartes de la
irretroactividad que decreta de los efectos de la declaración de nulidad (párr.
298 a 300).
Ciertamente, matiza que las clausulas suelo son lícitas, que responden a
razones objetivas, que no son inusuales o extravagantes, que su utilización ha
sido tolerada largo tiempo por el mercado, que su nulidad no deriva de su
ilicitud intrínseca ni por su oscuridad interna, sino por su falta de transparencia.
Eso es cierto, pero también lo es que finalmente se decreta su nulidad, y la
nulidad debe llevar consigo los efectos del art. 1303 CC.
Debe recordarse que el TS dictó su sentencia respondiendo a una acción
colectiva frente a 3 entidades de gran importancia en el sector bancario español
y que, por tanto, el número de contratos afectados era enorme. Podía por tanto
imaginarse un importante impacto al orden público económico, criterio casi
principal en que funda el TS la no retroactividad y que toma -trastornos graves
junto a la buena fe- del TJUE (S. de 21/3/13, RWE Vertrieb).
Pues bien, las cantidades que habría que devolver en la presente litis,
desde luego, no van a tener trascendencia en el orden público económico. Nada
se ha alegado ni probado al respecto, por ello, ante unas circunstancias
diferentes a aquellas en las que el TS dictó sentencia, en aras al principio de
seguridad jurídica, parece que ha de estarse a lo dispuesto en el art. 1303 CC y
ordenar la restitución de las cantidades que la demandada percibió por la
aplicación de la cláusula declarada nula.
Es más, no acordar la devolución de cantidades, además de quebrantar el
art. 1303 CC, supondría beneficiar a quien introdujo la cláusula declarada nula.
Las entidades financieras con la publicación de la sentencia del TS de 9/5/13
han conocido los parámetros que el Alto Tribunal ha señalado para la validez
de las cláusulas suelo, ciertamente tan rigurosos que aquellas debieron entender
la suerte que correrían la mayoría de las cláusulas insertas en sus contratos, y
pese a ello, no las anularon por impulso propio. De esta manera han obligado a
los consumidores a asumir unos gastos para litigar. Y es más, si no se respeta el
art. 1303 CC el banco seguirá obteniendo indebidamente un interés en base a
una cláusula nula, y cuanto más tiempo corra (por ejemplo con todo tipo de
peticiones o incidentes procesales) mejor para la entidad financiera. Es decir, la
devolución ab initio se impone también por elementales razones de justicia.
Además, debe presumirse que la entidad bancaria, incluso sin la cláusula suelo,
siempre va a ganar o no va a perder, pues por encima del euríbor cobrará el
diferencial, que es la ganancia del banco cuando ambas variables están por
encima de la cláusula suelo.
En consecuencia, la restitución de las prestaciones que impone el art.
1303 CC supondrá, además de la inaplicación en delante de la cláusula, que la
demandada debe recalcular el cuadro de amortización del préstamo desde su
constitución sin tener en cuenta la cláusula anulada, debiendo devolver al
actor, en su caso, las cantidades percibidas como consecuencia de la aplicación
de la cláusula con el interés legal correspondiente.
TERCERO. COSTAS.
La actora ejercitaba dos acciones, una la nulidad de la cláusula suelo con
devolución de cantidades, y otra la nulidad de la cláusula IRPH. De ésta
desistió en la audiencia previa.
Todo ello hace que al no haber una estimación íntegra de la demanda, en
materia de costas, cada parte soporte sus costas y las comunes por mitad.
Vistos los preceptos indicados y demás de general y pertinente
aplicación,
1FALLO
Estimo la demanda interpuesta por ELISABEHT MARTOS ÁLVAREZ
Y DAVIZ ARIZA CRUZ contra CREDIFIMO EFC, con los siguientes
pronunciamientos:
1º) declaro la nulidad del último párrafo de la cláusula financiera tercera
bis, que fija un suelo del 4,100 % y un techo del 20%.
La declaración de nulidad llevará consigo los efectos restitutorios
señalado en el último párrafo del fundamento de derecho SEGUNDO D) de
esta resolución.
2º) condeno a CREDIFIMO EFC eliminar dicha condición general del
indicado contrato.
3º) tengo por desistida a la actora en cuanto a la petición de nulidad de la
cláusula que fija como índice de referencia el IRPH.
4º) cada parte soportará sus costas y las comunes por mitad.
Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles constar que
no es firme y que contra la misma cabe recurso de apelación para ante la Ilma.
Audiencia Provincial de Sevilla, a interponer ante este Juzgado en el plazo de
20 días desde su notificación.
Para la apelación será necesario previo depósito de la suma de 50 Euros
que deberá ingresar en la cuenta de depósitos y consignaciones de este Juzgado
abierta en el Grupo Banesto consignando como código 02 y como concepto
"pago recurso de apelación", sin cuyos requisitos no se admitirá el recurso
(artículos 451 y 452 de la LEC y Disposición adicional Decimoquinta de la
LOPJ añadida por la LO 1/2009 de 3 de noviembre)
Así por esta sentencia, de la que se llevará testimonio a los autos de su
razón, definitivamente juzgando en primera instancia, lo pronuncio, y firmo.
PUBLICACIÓN. Leída y publicada fue la anterior sentencia, en el día de
su fecha, por el Juez que la dictó, estando celebrando Audiencia pública; doy
fe.
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