La herejía de “salvado al morir” y el “bautismo de deseo”

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La herejía de “salvado al morir” y el “bautismo de deseo”
Hno. Pedro Dimond
Quiero hablar acerca de la idea y posición herética de que las personas que mueren fuera de la Iglesia católica,
o sin la fe en Cristo, pueden ser consideradas como posiblemente salvadas por una ‘revelación misteriosa
especial’ que supuestamente reciben en su muerte, o durante el transcurso de su muerte o mientras su alma
está dejando su cuerpo.
Esta idea herética surgió recientemente en un debate que tuvimos – que está disponible en nuestro canal de
YouTube en inglés –. Es un debate revelador contra un defensor de la “salvación fuera de la Iglesia”, contra
un individuo herético que cree que las almas pueden salvarse en religiones fuera de la católica, que está de
acuerdo con sacerdotes que enseñan explícitamente la salvación de los paganos, judíos, etc.; él también se
contradice a sí mismo, como lo demuestra el debate.
Una de las cosas que él declaró en el debate era la idea que “no podemos considerar necesariamente como
perdidos a los que mueren fuera de la Iglesia en el fuero externo, porque ellos quizás pudieron haber recibido
esta ‘misteriosa revelación especial en el fuero interno’ en el evento de la muerte, o mientras se están
muriendo, en donde Cristo les daría otra oportunidad especial para recibir la fe católica, o tomar la decisión
de sí o no”.
Esta idea es totalmente herética porque el dogma de la Iglesia declara que uno debe entrar a la Iglesia y
guardar la fe católica durante la vida – no se puede recibir la fe en la muerte.
Pero hay unas consideraciones adicionales al respecto y algunas maneras muy interesantes para
desenmascarar y condenar esta herejía verdaderamente demoniaca.
Es verdaderamente demoniaca porque no sólo contradice la enseñanza católica, sino que si ella fuese
verdadera entonces todos podrían obtener una segunda oportunidad después de sus muertes o incluso en el
Juicio General – por ejemplo, personas que mueren en pecado mortal, etc.
Ahora bien, el primer punto que debemos considerar en la refutación y condenación de esta herejía es del
dogma declarado por el Papa Eugenio IV, que dice que todos que están fuera de la Iglesia católica se irán al
infierno, “a no ser que antes de su muerte se unieren con ella”.
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1441, ex cathedra:
“[La Iglesia] Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica,
no sólo los paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida
eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25, 41), a no
ser que antes de su muerte [ante finem vitae] se uniere con ella”.
Nótese bien, ante finem vitae, es decir antes del fin de su vida. Esta es la enseñanza dogmática de la Iglesia.
Usted debe entrar a la Iglesia antes de que finalice su vida. En la muerte no se puede simplemente entrar a la
Iglesia o recibir la fe.
De hecho, es muy interesante que durante el debate mencionado, el individuo herético dejo salir su verdadera
posición cerca del minuto 18 cuando dijo, ”Todo aquel que muera en ese estado”, y él se refería de los que
mueren ignorantes de Cristo y la fe católica, ”que sean de buena voluntad, en ese momento, Dios les da la
gracia para conocer a Cristo”.
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Entonces, su verdadera creencia – y de los herejes que creen como él – es que las personas que mueren fuera
de la Iglesia católica pueden recibir una segunda oportunidad en sus juicios, mas ellos encubren la herejía con
la terminología de ‘en la muerte’ o ‘en el momento de la muerte’.
De todas maneras, el punto es que el dogma de que es necesario entrar a la Iglesia ante finem vitae, contradice
la herejía de salvado ‘en la muerte’.
El siguiente punto que debemos considerar es el hecho que según la enseñanza católica, por ejemplo, la
misma definición dogmática promulgada por Papa Eugenio IV y el Concilio de Florencia, se les prohíbe a los
católicos concluir que pueden estar posiblemente salvados aquellos individuos que hayan muerto como no
católicos en el fuero externo.
En la solemne definición dogmática de Eugenio IV, él dice que:
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1441, ex cathedra: “[La Iglesia]
Firmemente cree, profesa y proclama que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica...”.
Nótese que esto es lo que la Iglesia profesa y proclama o predica. Y esta profesión o proclamación se refiere a
aquellos que están fuera de la Iglesia en el fuero externo.
Por lo tanto, decir que alguien que no esté dentro de la Iglesia en el fuero externo – como lo dice el
mencionado individuo herético – así como un pagano o un judío, puede ser considerado como ‘posiblemente
salvado’ en esta supuesta ‘misteriosa revelación especial desconocida’, es directamente contrario a lo que la
Iglesia católica infaliblemente predica y enseña.
A usted no le es permitido predicar, enseñar o proclamar que las personas que no estén dentro de la Iglesia en
el fuero externo pueden ser consideradas como ‘posiblemente salvadas’.
Porque el que es considerado como ‘posiblemente salvado’, debe, por consiguiente, argumentarse que estuvo
dentro de la Iglesia en el fuero externo.
Entonces, si por ejemplo usted dijera que un judío o un pagano pueden ser considerados como posiblemente
salvados en esta supuesta ‘misteriosa revelación especial desconocida’, tendría que decir que un judío o un
pagano estuvieron dentro de la Iglesia en el fuero externo, sin la fe en Cristo – ¡y esto es herejía!
Por otra parte, en este contexto se debe hacer hincapié en que los dogmas no son meramente normas sensibles
para actuar. Es decir, los dogmas no son simplemente algo que creamos y predicamos y nos atengamos a
ellos, pero que quizás no sean verdaderos a los ojos de Dios.
¡No! Este es un dogma que es infaliblemente verdadero a los ojos de Dios. Es lo que creemos internamente y
sabemos que es verdadero.
Pero al subrayar lo que dice el dogma, la Iglesia predica y enseña, porque al hacerlo, demuestra que predicar
o enseñar que las personas que no son católicas en el fuero externo pueden ser consideradas como
‘posiblemente salvadas’, es directamente contrario a lo que la Iglesia infaliblemente predica y enseña.
Ahora bien, esto es también significativo porque cada vez que se habla de alguien cuyo momento de muerte
es desconocido o que sus últimos días son desconocidos, o cuyas decisiones en su lecho de muerte son
desconocidas porque usted no estuvo presente, a no ser que exista evidencia en el fuero externo – a vista de la
Iglesia – de que esos individuos entraron a la Iglesia y abrazaron la fe católica, a usted no se le permite
predicar ni enseñar que ellos tuvieron la posibilidad de salvarse.
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Esto destruye la idea de que “como no estuvimos presentes cuando el musulmán falleció en un hospital, por
lo tanto, puede ser considerado como posiblemente salvado”. No, al menos que uno esté dentro de la Iglesia,
en vista de la misma, la Iglesia no puede considerarlo como ‘posiblemente salvado’.
La iglesia predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia, o sea que todos los que están fuera de ella, en el
fuero externo, están perdidos. Es por eso que esta herejía de una ‘misteriosa revelación especial’ es
directamente contraria a la predicación y enseñanza católica.
También es interesante que esta herejía de la salvación ‘en la muerte’, ‘después de la muerte’, o ‘revelación
especial’ en el fuero interno para las personas que murieron como no católicos en el fuero externo, no sólo se
aplica a las personas que murieron en la cama de hospital, sino que ello se aplicaría de la misma manera para
aquellos que tuviesen una muerte repentina.
Por ejemplo, un hindú que haya muerto de repente en un accidente de coche, o un musulmán que muere de
repente en un terremoto, o un judío que quizás muere tras un infarto adentro de una sinagoga, ellos dirían
que cualquiera de éstas personas podrían ser consideradas como posiblemente salvadas, a pesar del hecho
que murieron como no católicos en el fuero externo. Esto es completamente herético.
Si bien la idea de que una persona no bautizada puede salvarse a través de cierta misteriosa revelación
especial en su muerte o después de su muerte es obviamente contraria a la enseñanza dogmática sobre la
necesidad del sacramento del bautismo, lo que discutimos aquí son otras maneras de refutar la herejía sin que
consideremos siquiera la necesidad del bautismo de agua.
El siguiente punto que quiero tratar, que quizás sea el más interesante sobre este tema en particular, es del
hecho que el Credo Atanasiano, como igualmente el Concilio de Florencia, declara infaliblemente que:
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, sesión 8, 22 de noviembre de 1439, ex cathedra: “Todo el que
quiera salvarse, ante todo es necesario que mantenga la fe católica; y el que no la ha guardado
íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre”.
El Credo Atanasiano es un credo dogmático. El Concilio de Florencia lo promulgó infaliblemente.
Ahora bien, nótese bien las palabras, “el que no la ha guardado íntegra e inviolada, sin duda perecerá para
siempre”.
Varias traducciones de éste mismo dicen “el que no la guardare íntegra e inviolada”.
Pero una mejor traducción exacta del latín es “la ha guardado”.
El Concilio utiliza la palabra latina servaverit, que significa “la ha guardado”, que es el indicativo futuro
perfecto activo en tercera persona del verbo servare, que significa “guardar”.
Pues, bien, esto es importantísimo. El Concilio utiliza el verbo servare, guardar. Eso significa que no es
suficiente para la salvación simplemente recibir la fe durante una revelación ‘en la muerte’ o ‘después de la
muerte’, en dónde uno recibe pasivamente la revelación de Cristo.
No. Se debe guardar y preservar la fe católica durante la vida de cada uno, antes de la muerte, y debe
mantenerla, esto es, debe guardarla poco después por un cierto periodo de tiempo identificable, incluso si es
por un corto plazo de tiempo.
De hecho, se pone más interesante al considerar que el latín del Credo es el indicativo futuro perfecto de “la
ha guardado”, lo que subraya y demuestra que el creyente no solo debe guardar la fe antes de su muerte, sino
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que debió haberla guardado en el momento que llega su muerte. Esto no puede ser posible si la conversión se
realizó en el mismo momento de la muerte, y mucho menos “después de la muerte”.
Esa declaración dogmática, que cada quien necesita haber guardado la fe para salvarse, destruye la herejía de
salvado “en la muerte” o “después de la muerte”.
Otro punto que vale la pena mencionar es el hecho de que en el Nuevo Testamento cuando una revelación
especial o extraordinaria de Jesucristo o que su fe es concedida para la conversión de alguien, ya sea por el
mismo Cristo o por un ángel, la persona que recibe dicha revelación especial o extraordinaria siempre es
llevada a ser bautizada.
Por ejemplo, en los Hechos de los Apóstoles, capítulo 8, un ángel envía específicamente a Felipe al eunuco de
Candace, para que él bautizase al eunuco.
En Hechos, capítulo 9, cuando Pablo recibe su revelación especial de Jesucristo, él fue ordenado que fuese a
ser bautizado.
También en Hechos, capítulo 10, cuando Cornelio recibió una revelación especial de un ángel, fue enviado a
San Pedro y fue bautizado.
Esto es lo que se nos enseña en la Escritura con respecto a las revelaciones especiales o extraordinarias de
Cristo y de su fe. El que recibe dicha revelación siempre va ser enviado a ser bautizado en agua por la Iglesia.
En resumen, estos eran sólo algunos puntos y consideraciones para clausurar, rechazar, denunciar y condenar
la herejía demoniaca de la salvación ‘en la muerte’ o ‘después de la muerte’; que se trata de una invención de
Satanás para tratar de quitarle el sentido a la enseñanza dogmática e infalible de la Iglesia de que es necesario
entrar en la Iglesia y guardar la fe católica durante la vida de cada uno.
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