Akira aa.tesares Aileen Aimetz14 Akira Amy Christicki CrisCras Elena89 Fer_lul Marlyn Findareasontosmile Jhos Kass Kelly.apple1 Maca Delos Marlyn Mery Nicole Vulturi NnancyC Aldebarán Aimetz14 Alaska Alessa Aranoi Cami G. Daniela Mery West Pilar Rodoni Sofí Fullbuster SomerholicSwiftie Vaanicai Val_17 Vanera VR Zafiro Zoe Mel Cipriano itxi Juli Lalu Liraz Maca MaryJane♥ Vericity Melii Niki26 Nnancyc Vanessa VR Marlyn Akira ¿Qué pasa si un «una vez en la vida» te ocurre dos veces? Después de haber sufrido un pasado lleno de tragedia, el alma de Dahlia London ha quedado completamente destrozada. Un felices para siempre está muy lejos de la realidad en su mundo. Pero cuando se reconecta con su pasado, los lazos que se forman son irrefutables. Cuando River Wilder, vocalista de The Wilde Ones, vuelve a la vida de Dahlia, la intensidad del fuego en su relación combinado con los innegables sentimientos que nunca murieron le hacen creer que ha encontrado su alma gemela. Luchando con la confusión mientras los viejos lazos se desvanecen y otros nuevos comienzan, el dolor de Dahlia parece apaciguarse, pero la culpa no desaparece. River quiere ser el único que cure todo el dolor que está en su interior. Pero con un pasado que nunca se ha ido realmente, ¿pueden sobrevivir a un futuro? He estado en este lugar muchas veces, pero hoy es diferente. Estoy sola. No hay brazos reconfortantes a mi alrededor. Mi cuerpo tiembla. No por el frío, sino por la comprensión del destino. Una sola lágrima cae lentamente por mi rostro mientras miro a la noche y grito. —¿Por qué no pudimos permanecer juntos? A medida que el viento gime en la distancia, los truenos caen y los relámpagos golpean. Estoy aquí de pie deseando que la impedida tormenta me lleve lejos y borre la sombra que se cierne sobre mí. Una lluvia suave cae lento desde el cielo ennegrecido, pero no proporciona alivio a mi alma devastada. Una niebla se eleva lentamente en la noche, se forman charcos en varios puntos, y el aire frío envía escalofríos por mi columna vertebral. La oscuridad, la tormenta, están ambos sobre mí. Soy una figura solitaria y corro por el campo sintiéndome perdida por completo. Mientras mis lágrimas se funden con la lluvia en una sola danza lenta, caen más adentro en la oscuridad. Nadie está aquí para verme. Nadie sabe dónde encontrarme. Solo los buitres me notan mientras vuelan velozmente por encima, en busca de refugio contra la lluvia fría. No busco refugio en este lugar que ahora desdeño, pero no tengo otro lugar adonde ir. No tengo ninguna esperanza. No tengo futuro. Aquí es donde pertenezco, en la oscuridad. Cada mirada y cada sonido me dijeron que era el mejor lugar en la tierra. La arena era un derroche de actividad, la música rugía a través de los altavoces, electricidad llenaba el aire, y gente sin nombre se apresuraba a encontrar sus asientos. Mi padre y yo nos detuvimos rápidamente para comprar nuestra camiseta del concierto. Apretando nuestros tickets de entrada con fuerza, nos abrimos paso entre la multitud. La emoción que nos rodeaba era inconmensurable, casi indescriptible. Nos sentamos, hipnotizados por lo que había ante nosotros. Mirando el escenario, era imposible interiorizar todo. El estar tan cerca era embriagador. Estaba congelada por la sorpresa, y mis ojos parpadeaban a través de los rayos de los reflectores mientras se abrían camino por las escaleras. Bono animaba a miles a agitar las manos y mover las cabezas. Finalmente, recuperé mis sentidos y empecé a absorber lo que me rodeaba mientras U2 comenzaba a tocar Beautiful Day. Cayendo en un estado casi hipnótico, cerré mis ojos y me balanceé al tiempo de los compases mientras las vibraciones penetraban todo mi cuerpo. Estuve así durante casi todo el concierto, al igual que había estado tantas veces anteriormente. Ir al Teatro Griego, o The Greek como era conocido, fue una experiencia como ninguna otra. Era el estadio más grande, y gente de todo tipo caminaba alrededor para experimentar el ambiente. Gente famosa, bandas desconocidas, cantantes conocidos, fanáticos, y concertistas venían desde muy lejos. A todos les encantaba, y a mí también. Solía observar cómo todas las camisetas de los visitantes se fundían juntas como una manta de tejido fino con diferentes colores de hilo. Todos venían de diferentes lugares, pero todos estaban allí por la misma razón: para escuchar la mejor música jamás tocada. Mi padre era el director general de The Greek. Amaba la música, sobre todo el rock de los años ochenta y noventa. Mi padre había ido a conciertos desde que tenía trece años y siempre compraba una camiseta. Así que decir que tenía unas cuantas camisetas de conciertos era decir poco. Él comenzó a trabajar en The Greek a temprana edad y nunca lo dejó simplemente porque le gustaba su trabajo. Acumuló tantas historias y me habló de numerosos eventos raros. Tras ser testigo de primera mano, siempre sabía todos los detalles y los compartía conmigo. Yo era aún más afortunada de tener un pedazo de entrada del concierto Purple Rain de Prince en mi poder. Hay un concierto que por siempre tendrá un lugar en mi corazón. Era el concierto a beneficio que dio Nirvana para recaudar fondos para las víctimas de violaciones en Bosnia. Abrieron el show con la muy emotiva canción Rape Me, y a pesar que la causa me movía, fue la emoción de la canción lo que me hizo enamorarme de la música más aún de lo que ya estaba enamorada. Luego de dejar el concierto esa noche, The Greek ya no era solo el lugar favorito de mi padre, sino mío también. Mi madre no estaba tanto con la música como lo estaba mi padre, prefería ropas antes que conciertos. Me enseñó a cocer, así que juntas hicimos una colcha con las camisetas de los conciertos que ya no me entraban. Entre mi padre y yo coleccionamos más de doscientas piezas de historia cronológica musical. Tratar de averiguar que quería ser cuando fuera grande era siempre confuso. Estaba entre el amor de mi padre por la música, el amor de mi madre por la moda y mi amor por capturar en imágenes todas aquellas cosas hermosas. Pensaba que tal vez podía hacer una carrera musical o ir a la Escuela de Moda y Diseño de Nueva York como mi madre había hecho. Cualquier carrera que eligiera para seguir necesitaba que me diera la oportunidad de tomar fotografías. ¡Quizás algún día crearía mi propio trabajo de ensueños que una las tres cosas! Pasando las puertas de letras griegas de Kappa Sigma, me sentí como si acabara de entrar en el set de una película. Era Halloween, todos llevaban disfraces, sostenían vasos rojos, y bailaban... bueno, no todos. Miré dos veces para cerciorarme, pero segura como la mierda, había una escultura de hielo con alcohol color azul oscuro en el medio de la sala de estar. El chico al final del canal era mi novio, Ben, y la persona en la fila detrás de él era mi mejor amiga, Aerie. No iba a muchas fiestas de fraternidad, y al ver a ambos debajo del tobogán casi del tamaño de un niño, supe entonces por qué. Frunciendo el ceño ante la vista de los dos idiotas ebrios que habían estado demasiadas veces en el extremo que recibe alcohol de la escultura, me dirigí hacia la cocina para agarrar una cerveza. Mientras volvía a la sala de estar, pude ver a Ben chupando un limón y entornar los ojos con la nariz apretujada mientras que energéticamente movía la cabeza de un lado al otro. Estaba haciendo un intento en vano de aliviar el potente impacto de los interminables tragos que acababa de dejar que libremente corrieran por su garganta. Mientras negaba con la cabeza, divertida por él, pasé al lado de una pareja que jugaba al ping-pong de cerveza y reía. Si el estado de la chica era alguna indicación de su nivel de habilidad, el chico obviamente era mucho mejor jugador. Notándome, Ben me dirigió una sonrisa malvada y encorvó su dedo índice, haciéndome gestos para que fuera a él. Dio unos pasos más cerca mío; su mirada sosteniendo la mía mientras que la multitud abría el paso. Parados cara a cara, pude ver que sus inolvidables ojos azules estaban sutilmente oscurecidos, dejándome ver únicamente un vistazo de sus pupilas dilatadas. Su sonrisa astuta todavía estaba presente, lo cual me alertó de su estado de ánimo de alguna manera coherente. Levantando una ceja, señalé a la escultura de hielo azul oscura. —¡Eh!, ¿cuántas veces hiciste eso? Fingiendo confusión, levantó las palmas en alto. —No estoy seguro —dijo mientras ladeaba la cabeza hacia un lado mientras se encogía de hombros. Ben sacó el vaso de mi mano y lo dejó en la mesa a nuestro lado. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me acercó a él. —Hola, Dahl. ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó mientras posaba sus fuertes manos en mi trasero. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, posé mi frente en su barbilla y dejé escapar un lento suspiro. —La sesión de fotos duró más de lo esperado. Drake casi colapsa cuando notó que la ropa de los modelos no era del tono de púrpura que había pedido. Ben gimió y bajó la cabeza para besarme. —Drake es un jodido imbécil maricón. Será mejor que espere que encuentres una nueva residencia para el próximo semestre porque realmente está comenzando a molestarme. Encogiéndome un poco con sus palabras, me eché hacia atrás para posar mis manos en su fuerte pecho antes de mirarlo a los ojos sutilmente vidriosos. —Ben, prométeme que te mantendrás alejado de él. —Lo haré. Lo prometo, Dahl, —Rió entre dientes, con el olor del alcohol fuerte en su aliento. Suspiré y subí las manos a su cabello, peinando mis dedos a través de él. Observándome con preocupación, susurró: —¿Estás bien? —Por supuesto. El tono equivocado de púrpura no es realmente el fin del mundo. Me estudió y dudó antes de responder. —Dahl, sabes que no me refiero a eso. Me puse rígida. Sabía a qué se refería, pero no quería hablar sobre el aniversario de la muerte de mis padres. —Ben, estoy genial. Vamos a pasarlo bien —murmuré. Rompí nuestro abrazo, agarré mi cerveza, y busqué con la mirada a Aerie por la habitación. Ben asintió aceptando, su sonrisa astuta volviendo mientras me veía tragar el contenido entero del vaso antes de masticar los cubos de hielo que habían quedado. Atrayéndome al centro de la habitación, estiró el brazo y apuntó hacia la escultura. —Por aquí, preciosa. Una vez rellenadas nuestras bebidas, nos paramos en la máquina de hielo llena de licor. La fiesta estaba en pleno auge, y observé a Ben volver a la escultura de hielo otra vez. Me excusé para usar el baño; observé alrededor a la masa de gente y empujé a través del caos. Había gente de pared a pared en todas las habitaciones. Me topé con un chico con cabello rojo, y supe que estaba más que ebrio cuando intentó besarme. Le di un empujón y reí cuando se tropezó con sus propios pies y cayó de trasero. Seguí caminando hacia las escaleras. Estaban cubiertas por una multitud de gente que estaban besándose, o haciendo mucho más de lo que necesitaba ver. La habitación olía a alcohol combinado con sudor, y de repente me sentí como si no pudiera salir de allí lo suficientemente rápido. Tuve que pasar cuidadosamente alrededor de la muchedumbre en las escaleras y estuve agradecida cuando finalmente llegué al baño. Luego de dejarlo, fui a la habitación de Ben para un muy necesitado descanso mental. Este día en particular era el más difícil del año para mí, pero participar en las festividades de la fiesta siempre parecía ayudarme a superarlo. Mientras me dirigía hacia su cama, noté los boletos que me había dado esta mañana. Supe que tuvo buenas intenciones al comprarnos entradas para ver a una de mis bandas favoritas, Maroon 5, tocar en The Greek. Me sentí horrible acerca de mi reacción automática. Cuando me las dio fue porque creyó que me alegrarían el día ya oscuro para mí, pero no podía volver ahí. Había experimentado tal felicidad allí con mi papá, y no podía soportarlo. Solo me recordaría lo mucho que lo extrañaba. Suspirando, me dejé caer en la cama. Sí, tuvo buenas intenciones y realmente quería ser el que me llevara allí, pero también sabía que jamás volvería. Le había dicho eso. Cuando compró esas entradas, probablemente pensó que me devolvería la felicidad que una vez compartí allí con mi padre. Tristemente, no he vuelto a The Greek desde que tenía catorce años y fui al concierto de U2. Fue el último concierto al que fui con mi familia antes de que mi madre, mi tía y mi padre murieran en un pequeño choque de avión que venía de México. Así que, volver a The Greek jamás podría traerme felicidad, solo tristeza ante la pérdida de mi familia y mi anhelo de tenerlos de vuelta. No estoy segura de cuánto tiempo me quedé en su habitación pensando en mis padres cuando finalmente decidí volver a unirme a la fiesta. Me detuve en la cocina para agarrar una tercera cerveza, y luego me dirigí de vuelta a la sala de estar. Todas las luces habían sido apagadas y velas naranjas brillaban por todos lados mientras el sonido de la música persistente llenaba la habitación. Sentí un brazo fuerte envolverse alrededor de mi cintura y a Ben mordisquear mi oído. —¿Dónde has estado, Dahl? —Agarrando una cerveza —respondí, sosteniendo mi vaso rojo en el aire y dándome la vuelta en sus brazos. Gritos fuertes desviaron mi atención de vuelta hacia la estatua de hielo donde Aerie estaba saltando de arriba a abajo, agarrándose la garganta, y chillando del dolor. Moviendo la cabeza hacia ella, dejé el vaso en la barandilla. —¿Qué está tomando? Apretando un brazo más fuerte alrededor de mi cintura, me acercó a él. Mientras deslizaba sus largos dedos dentro de la cinturilla de mis calzas negras, manoseó el encaje de mis bragas y susurró en mi oído: —No sé. —Luego, posó una de sus piernas entre las mías y susurró—: ¿Quieres un poco? Sacudí la cabeza en negación y estaba casi jadeando mientras respondía. —Le prometí a Aerie que iría con ella al bar y escucharía a alguna banda. Una de nosotras debería mantenerse en algún estado de lucidez, al menos hasta que lleguemos allí. Él pasó sus manos a través de la parte superior de mis bragas; las yemas de los dedos de una de sus manos rozando desde mi parte trasera hasta mi hueso de la cadera. Antes de saber lo que estaba pasando, sus dedos comenzaron a bajar a la parte delantera de mis bragas. —No me refería a la escultura —dijo con coquetería antes de hundir su lengua en mi oído y moler sus caderas contra las mías. Empujé hacia atrás en él y efectivamente removí sus manos desde adentro de mis bragas. Necesitaba detener esta muestra de afecto público antes de no poder hacerlo más. Removí el cabello rubio de sus seductores ojos azules y pregunté: —¿Vas a venir? Sonriendo diabólicamente, respondió: —¡Espero hacerlo pronto, preciosa! Reí y sacudí la cabeza. —Ben Covington, eres imposible. La música fuerte sonaba elevada en la habitación poco iluminada que estaba ocupada por celebradores de Halloween que no nos prestaban atención. Envolví mis manos alrededor de su cuello y bajé su cabeza hacia la mía, juntando su boca con la mía. Él era realmente algo especial. Ben alejó sus suaves labios de los míos y gimió en mi oído. —A mi habitación ahora. Necesito cogerte. Me incliné hacia atrás y observé su sonrisa increíblemente irresistible. Convocando toda mi fuerza de voluntad, intenté decidir qué hacer. Antes de poder responder, Aerie tiró de mi cola de caballo. Tenía un leve balanceo en su postura y con sus palabras mal articuladas dijo: —¡Ahí estás, amiga! ¿Lista? Desenredándome de él, me encogí de hombros y gesticulé con la boca: —Lo siento. ¿Te debo una? Él exhaló y murmuró bajo su aliento hacia Aerie: —Buen momento de aparecer. Aerie, siendo Aerie, lo golpeó en la frente. —Cuida tu lenguaje, imbécil —bromeó arrogantemente mientras buscaba mi brazo. Inclinándome hacia Ben, le di un beso ligero. Con Aerie tirando de mí a la fuerza hacia la puerta, me las arreglé para decir. —Nos veremos aquí más tarde. —Caminando hacia atrás y riendo, le arrojé un beso a Ben y lo saludé con la mano. Balanceándose en sus talones, se quedó parado con ambas manos en sus bolsillos mientras se mordía el labio y sacudía su cabeza hacia mí. La fría noche ayudó a arreglar el calor que Ben acababa de esparcir por mi cuerpo. Los sonidos de Halloween hacían eco desde cada dirección mientras caminábamos por la hilera de las casas de fraternidades. Puse las manos encima de mis oídos para bloquear el estridente sonido molesto que se filtraba desde las ventanas. Observé a Aerie, o más específicamente, a su disfraz de diablo. Debió haber estado ebria cuando se preparó porque no era algo que alguna vez hubiera imaginado que usaría ella. Realmente era el disfraz más ridículo; un vestido muy corto de lentejuelas rojo, tacones, y todos los accesorios para combinar. Apenas podía pasar como un conjunto de la zona roja, por no mencionar un disfraz de Halloween. Mientras caminábamos hacia el bar, agarré del brazo a una tambaleante Aerie antes de que se cayera de culo. —¿Teniendo un buen viaje? —Reí, sabiendo por completo que no le gustaba que se burlaran de ella pero realmente sin importarme ahora mismo. Aerie se encogió de hombros, poniendo su hermoso cabello rubio ondulado hacia atrás y asegurándolo con el broche que había estado buscando en su cartera cuando se tropezó. —Sé buena —bromeó, deteniéndome para poder ajustar su zapato—. ¡Al menos no puedes llamarme una no-conformista! —Dejó de golpear, habiendo resuelto su problema de ira hacia mi comentario sarcástico con su asalto de palabras de borracha. Jamás le había dicho a Aerie que Halloween era el aniversario de la muerte de mis padres. Ben era el único que lo sabía. Él entendía por qué no me gustaba Halloween y por qué jamás me disfrazaba. Para mí, ya era un día oscuro, y jamás sentía la necesidad de cubrir mi tristeza camuflando mis sentimientos con un disfraz. Suspiré ante su estado intoxicado y reconocí mi no exactamente sobrio estado mental; envolví un brazo alrededor de su hombro y puse mi mejor voz de Vincent Price de Thriller. —Ajjjajjajaaajaaa, sabes que jamás me conformo. Va en contra de mi religión. Seguimos caminando, Aerie en sus tacones rojos de zorra, yo en mis zapatos Converse negros, y ella se volvió a tropezar, esta vez dejando uno de sus zapatos atrás. —Aerie, en serio, creo que tu disfraz podría haber funcionado sin esos zapatos. Son demasiado grandes, tonta. —Giré y agarré su zapato—. ¿Qué número son éstos? —pregunté, entorné los ojos para ver dentro del zapato. —No te preocupes por ello; no es como si alguna vez los fueras a usar, de todas formas, señorita “yo siempre tengo que usar zapatos cómodos”. Era el único par de zapatos rojos que quedaba, y un tamaño demasiado grande apenas es un problema cuando combinan perfectamente con tu ropa —anunció, sacándome el zapato de la mano—. Sabes que todo se trata de la apariencia. Sacrificaría la comodidad por el estilo cualquier día. Ejem... —Se aclaró la garganta mientras bajaba la mirada hacia mis zapatos. Sacudiéndole la cabeza, no pude evitar rodear los ojos. —Como sea. Caminé un poco más lento para que ella pudiera mantener sus zapatos puestos. Aerie dijo en una voz mucho más dulce. —Gracias por sacarme. Ahora, ven. Vamos a apurarnos y divertirnos. Es una noche de chicas después de todo, y tengo un corazón roto que reparar. Le dirigí una pequeña sonrisa mientras le daba un apretón a su brazo. —Cariño, ¡creo que empezaste el proceso de reparación hace unas horas! Aerie arrastró los pies contra la acera para mantener los zapatos en su lugar, y entonces supe que esta iba a ser una noche interesante. Aerie, mi mejor amiga desde primer año, rompía con sus novios como yo cambiaba de sabor de mi jarra para la leche del café, muy seguido. Aerie era una chica de personalidad ambiciosa, pero jamás sabrías eso en su estado de ebriedad. Su mayor defecto era su determinación por la perfección, no solo consigo misma, sino también con sus novios. Cuando un chico se quedaba corto en cuanto a la perfección que ella esperaba, simplemente seguía adelante. Así fue el caso de su último novio y rompió con él ayer. Esta noche estaba esperando ansiosamente encontrar nuevos horizontes, y yo esperaba ansiosamente escuchar una nueva banda. Atravesamos la puerta abierta hacia el bar del campus de la USC y Aerie levantó su cola. —Por lo menos no tienen esa mierda de Halloween aquí —gritó ella un poco demasiado fuerte. Mientras mis oídos se ajustaban a un sonido más pacífico, oí una suave voz aterciopelada cantando una canción poco familiar, pero aun así cautivante. Aerie dejó de ponerse sus cuernos de diablo, y yo miré a través del gran salón a todos los rostros familiares mientras trataba de ver a la banda sobre el escenario. Grité directamente en su oreja: —Suenan realmente bien. ¿Los has oído antes? Ella estaba de puntas de pie tratando de ver sobre la multitud. Reí ante su estatura pequeña hasta que su puntiagudo cuerno de diablo me golpeó en el ojo. —No, pero me encanta su sonido —respondió, aun tratando de ver el escenario y casi cayendo. Había estado viniendo aquí por los últimos tres años para escuchar música, conocer nuevas bandas, y bailar. Ni siquiera podía recordar ver este bar tan lleno. Había tanta gente que apenas podía ver la larga barra de madera a mi derecha, y con la masa de gente saltando y golpeándose en la pista de baile, ni siquiera podía echarle un vistazo al escenario detrás. Mirando a Aerie, pregunté: —¿Sabes su nombre? —Creo que se llaman The Wilde Ones. —Hipó y rió. Me guiñó un ojo mientras comenzaba a bailar hacia unos amigos que acababa de encontrar en la pista y gritó sobre su hombro—: Por cierto, ¡los amo! Un nombre genial y un sonido incluso más genial. Aerie era como dos personas en una. La Aerie sobria era una máquina que funcionaba perfectamente, con impaciencia y orden arraigados en su vida. La Aerie ebria era una Aerie sobria con completa diversión y locura agregadas. No estoy segura de cual prefiero. —Buscaré algo para tomar y te veré por ahí —le dije a nadie ya que ella ya se había ido. Una multitud de gente me rodeó mientras caminaba hacia el bar. Cuando el barman me vio, le pedí dos cervezas, una sola y la otra con hielo, y añadí dos tragos para continuar en mi misión de ayudar a Aerie a salir de su miseria. La música en vivo se detuvo y la mezcla típica de canciones de Halloween sonó en el salón. Giré el bar y escaneé la multitud buscando a Aerie. Pensaras que era fácil de encontrar con su disfraz de diablo rojo con lentejuelas. Dijo que estaba vengativa y si su atuendo a elección era algún indicador, estaría reivindicada. Mirando la multitud, no pude encontrarla, pero si vi una atractiva silueta, y estuve atraída hacia ella. La silueta era de un hombre. Él estaba aún demasiado lejos de mí para notar cualquier característica física específica. Pero algo... no, todo sobre él, me llamó la atención. Estudié los movimientos de la silueta y noté la belleza de su caminar; era cautivante y le sobraba confianza. Parecía estar relajado y sin prisa, como si supiera exactamente a donde iba. Este hombre atractivo se pavoneaba en mi dirección y mientras se acercaba, quedé asombrada. Mordiendo mi labio inferior, fui incapaz de concentrarme en algo más que él. Mi cabeza aún estaba un poco confusa por las tres cervezas que había consumido antes. Claramente no estaba pensando correctamente cuando hice contacto visual con él y estudié detenidamente su cuerpo desde la cabeza a los pies. Mientras la distancia entre nosotros se achicaba, pude ver que su apariencia física era tan cautivante como su forma de caminar. Era alarmantemente atractivo: alto, delgado, y musculoso pero no abultado. Usaba un gorro negro con su cabello marrón claro saliendo por aquí y por allá. Cuando miré sus ojos, simplemente me deshice. Aunque no podía ver su color, la intensidad de ellos era extremadamente poderosa. Era casi tan fuerte que pensé que si los miraba por mucho tiempo nunca podría salir. Aparte de sus ojos, las palabras apuesto y asombroso no eran adjetivos lo suficientemente fuertes como para describirlo. Mi mente viajó hacia donde no debía. Sabiendo que no debía comparar a este chico cautivante con mi novio, lo hice de todas formas. Me sentía increíblemente culpable, pero no pude evitarlo. Mi novio era surfista. Él era atractivo, ardiente, y sexy con un alto ego. Este chico asombroso era igual de atractivo, ardiente, y sexy, pero había algo más… otra cosa. No podía descubrirlo. Caminando más lento a través de la multitud, se sacó su gorro tejido, y pasó sus dedos a través de su cabello. Juro que pude ver algunos destellos cobrizos entre sus mechones de color marrón claro. Cuando nuestros ojos conectaron se sintieron como minutos, en realidad fueron solo segundos. En ese momento, algo sucedió en mi interior. La conexión no fue como nada que me hubiera sucedido antes. Fue un tirón eléctrico que me obligaba y forzaba a seguir observándolo. Todo lo que vi y todo lo que sentí se traducía en tres pequeñas palabras: él es peligroso. Sabía que debía alejar la mirada, alejarme, pero no lo hice. No pude. Él era demasiado seductor. Quería saber todo de él y ni siquiera lo había conocido todavía. Con esas tres palabras arremolinándose en mi mente, otros pensamientos gritaron más fuerte. Pensamientos que no pude ignorar, y sabía que necesitaba resolverlos. Él estaba finalmente lo suficientemente cerca para que pudiera ver que sus brillantes ojos eran verdes. Su suave brillo reflexivo me recordó a dos bolas de cristal. Estuve instantáneamente atraída a su sonrisa como un imán. No era una sonrisa completa, más bien como una sonrisa de lado que mostraba sus hoyuelos. Su piel era suave sin vello facial y eso hizo que mis rodillas se debilitaran. Tenía unos labios llenos que me hicieron querer besarlo, y no sé por qué. Nunca había mirado a un chico así, ni siquiera a Ben. Entonces, ¿por qué lo observaba así? Y, ¿por qué no podía alejar mi mirada? Además de su atractivo sexual físico en general, su elección de ropa simple lo hacía incluso más irresistible. Usaba jeans desgastados, una camiseta negra del concierto de Foreigner, y botas negras. Tuve que reír un poco cuando vi la camiseta de concierto porque yo también estaba usando una. La mía era de mi papá, con U2 estampado sobre el frente. Yo la usaba atada al costado, lo que hacía que el cuello cayera por mi hombro. Habiendo podido caminar a través de la multitud mucho mejor que yo, estaba parado justo frente a mí. Su rostro quitaba el aliento; tenía una barbilla adorable, una nariz pequeña y recta, cejas perfectamente delineadas, y largas pestañas. Era una visión total de la perfección y no pude evitar sonreír. El bar estaba lleno y no había lugar junto a mí. Poniendo ambas manos en sus bolsillos, se quedó dónde estaba y me sonrió. Luego, lamiendo su labio inferior, preguntó con una voz baja y sexy: —¿Me estabas mirando? Hice una mueca con mis labios y puse los ojos en blanco. Estaba un poco sorprendida por su sinceridad. Respiré profundamente mientras enderezaba mis hombros y ponía mis manos en mis caderas. —No, solo estaba buscando a mi amiga mientras esperaba mis tragos. Tú solo apareciste en mi línea de visión. Él rió un poco, luego dijo: —Esa mirada fue ardiente. Resoplé y traté de no reír. ¿Realmente acababa de decir eso? Cuando el barman trajo mi orden y la dejó frente a mí, mi teléfono comenzó a sonar en mi bolsillo, pero lo ignoré mientras seguía mirándolo. —De todas formas, ¿por qué creerías que estaba observándote? Cuando la persona junto a mi pagó la cuenta y se alejó, él se movió para llenar el espacio vació y dejó su gorro junto a mis tragos. Su cercana proximidad causó que mi pulso se acelerara y que mi corazón latiera más rápido. Inclinándose hacia un lado, recostó su cadera sobre el bar. Con sus ojos aún sobre los míos, respondió: —Porque te estaba mirando, y esperaba que también me estuvieras mirando. Cuando me giré para hablar, instantáneamente perdí el hilo de mis pensamientos. Miré directamente esos poderosos ojos verdes, tan llenos de intensidad, y me perdí. Con la tensión eléctrica únicamente haciéndose más fuerte entre nosotros, temí no poder salir ilesa. Él deslizó sus dientes sobre su labio inferior y sus ojos se movieron para escanear mi cuerpo. La expresión en su rostro me dijo que quería hacer algo más que hablar. Mi estómago se sintió un poco extraño porque también quería hacer más. Mientras sus ojos seguían estudiándome, se me puso la piel de gallina en mis brazos. No pude recordar que eso me hubiera sucedido solamente por la manera en la que alguien me hubiera mirado. Un momento de cómodo silencio pasó antes de que inclinara su cabeza hacia un lado de la forma más adorable y sonriera. —Con toda esta charla sobre quién miró a quién, creo que olvidamos lo básico, soy River —dijo mientras extendía su mano con la sonrisa más diabólica en su rostro. Sintiéndome casi encantada por él, saqué mi mano para sacudir la suya pero la retiré rápidamente. Desafortunadamente, al hacer eso choque con la persona junto a mí y volqué su cerveza accidentalmente. Me dio una sucia mirada mientras maldecía bajo su aliento. La sonrisa de River rápidamente se convirtió en un ceño fruncido, y me alejó amablemente. En un tono cortado se disculpó: —Lo siento, hombre, solo fue un accidente, pero déjame comprarte otra cerveza. El hombre ahora sin trago y con una camiseta mojada lo miró y asintió, pero nunca sonrió. River sacó su cartera. Asintiendo hacia el hombre, le tendió diez dólares. —Compra dos. —El hombre tomó el dinero y se alejó, murmurando algo bajo su aliento. River volvió su atención hacia mí inmediatamente, y mordí la esquina de mi labio inferior y sonreí. Allí estábamos, cara a cara, con solo algunos tragos separándonos. Deslizando una de las cervezas hacia él, tomé un sorbo de la mía incluso aunque el hielo se había derretido. —Gracias, ese tipo no estaba contento conmigo. De hecho, actuó como un idiota. Tomando un sorbo de su bebida, él comenzó a reírse, casi escupiéndola. Pasando sus dedos sobre mi hombro desnudo, sus ojos miraron los míos. —De nada. Temblando por su simple toque e intensa mirada, retrocedí un paso, temiendo a dónde iría esto. Moviéndose hacia adelante, hizo mi último paso. Él no iba a dejar que la distancia entre nosotros se agrandara. Miró mis ojos intensamente y preguntó: —Ahora, ¿dónde estábamos? ¿Necesitamos comenzar de nuevo? — Esperó mi respuesta mientras me observaba tragando mi bebida. Tiré de mi labio inferior hacia un lado con mis dientes y sonreí juguetonamente. —Nos estábamos presentando. —De acuerdo, así que intentémoslo de nuevo. Soy River y, ¿tú eres...? Mis ojos estudiaron su rostro buscando alguna pista no verbal. La encontré instantáneamente en su sonrisa. Golpeando mi dedo contra su pecho, lo miré lentamente antes de burlarme: —No estoy segura si necesitas esa información justo ahora. Estoy pensando que quizás seas un acosador. Sus ojos se agrandaron mientras se reía. —No hablas en serio, ¿o sí, chica hermosa? Sin poder controlar mi propia risa, solo dije: —Quizás sí. —Pero mi risa disminuyó cuando me di cuenta del dulce nombre que me había dado. Inclinándose hacia mí, estuvo tan cerca que pude inhalar su esencia fresca. Era a jabón, recién salido de la ducha, un olor simplemente asombroso. —¿Qué? Si no me dirás tu nombre, entonces puedo llamarte como quiera. Alejando mis ojos de su mirada, bajé la vista. Después de tomar otro sorbo de cerveza, dejó el vaso. Enganchó mi barbilla con su dedo y levantó mi cabeza hacia él. Su toque persistente quemó mi piel y la dejó cosquilleando. Me miró con sus intensos ojos verdes y rió. —¿Podemos hablar sobre por qué piensas que soy de la clase de Jack el Destripador? Solo quiero que sepas, que definitivamente no lo soy. De hecho, creo que es seguro decir que tú me estabas mirando primero, pero de ninguna forma creo que eres una acosadora. Su toque me hizo temblar y mi boca se abrió. No estaba segura de qué decir. Sabía que tenía razón. Lo había mirado primero. Me sorprendió que me dijera eso. Inclinando su cabeza hacia un lado, dijo: —Para que podamos pasar esto; digamos que yo estaba mirando primero. No es que realmente importe. Estábamos mirándonos a los ojos cuando el barman me dio la cuenta. Cuando me giré para pagar mis bebidas, la conexión se rompió. Entregándole mi dinero al barman, le agradecí y le dije que se quedara con el cambio. Esta distracción me dio un poco de tiempo para pensar en cómo manejar esta situación potencialmente peligrosa. También tenía que considerar mi amor por Ben. Observé a River mientras pedía dos cervezas más, y me di cuenta que tenía que saber de qué se trataban estos extraños nuevos sentimientos que estaba experimentando. Quería explorarlos más porque nuestra conexión inicial desde la distancia se había intensificado; no solo por su cercanía, sino también por su honestidad total y su encanto crudo. Alejé cualquier sentimiento de culpa sobre mi comportamiento coqueto. Le tendí uno de los tragos y dije: —Salud. La gente chocaba con él, conmigo, pero a ninguno de los dos parecía importarnos. Él bajó la vista hacia mi camiseta y la volvió a levantar antes de golpear su vaso con el mío. —Es un día hermoso. —Brindó antes de beber su trago. Trate de no mostrar que tan excitada estaba porque él acababa de citar la letra de una de mis canciones favoritas. Todos sus gestos irresistibles durante este encuentro estaban compitiendo por el primer lugar en mi cabeza, pero todos se lo merecían. Dejando su vaso, puso su mano en su bolsillo. —Entonces, ¿esto significa que me perdonas? El sonido de su voz era fuerte, pero suave, y lo hizo incluso más tentador. Me encontré pensando en que no solo era adorable, sino algo más completamente. Sabía que no debería estar haciendo esto. Tenía un novio que amaba esperándome. Levanté una ceja y pregunté: —¿Perdonarte? ¿Perdonarte por qué? —Me estaba costando concentrarme en la conversación y, honestamente, no tenía idea de por qué se disculpaba. Él cambió su peso de pie. —¿Sabes qué? No importa —murmuró en mi oído. Su cálido aliento llegó a mi cuello y quise sentirlo en todos lados. Mirándome de arriba a abajo, cambió de tema y preguntó: —¿Qué? ¿No tienes disfraz? Continuando con este peligroso coqueteo, miré mi propio cuerpo, señalando con mi mano desde la cabeza hasta los pies. —¿Cómo sabes que este no es un disfraz? Mientras tomaba mi camiseta y me acercaba un poco más, seductoramente susurró: —Si ese es tu disfraz, definitivamente ganas el primer lugar, porque ese es el disfraz más sexy que vi. Nos quedamos en silencio por un minuto; ni siquiera nuestra pesada respiración podía oírse. El ruido del bar y la multitud a nuestro alrededor se había extinguido, pero sus palabras, su toque; me inflamaron, me excitaron, y prendieron fuego mis venas. —¿De dónde obtuviste esto, de todas formas? —preguntó, tirando del nudo de mi camiseta acercándome incluso más. Se sentía como si el salón estuviera girando y no estaba segura de sí era él, el alcohol, o el hecho de que me había preguntado algo que no quería responder. —Mi papá manejaba The Greek y coleccionaba camisetas de conciertos —dije, tratando de empujar las emociones luchando en mi interior. Pareció entender mi duda, quizás por el uso de la palabra en tiempo pasado o quizás por mi lenguaje corporal. Asintió, aclaró su garganta, y cambió totalmente de tema otra vez. —Así que, ¿alguna vez has visto a Foreigner tocar? —preguntó, ahora señalando su camiseta y sonriendo. Mientras miraba las gruesas palabras blancas sobre su camiseta, alejé toda mi tristeza y me concentré en nuestra conversación. Solo éramos dos personas que tenían mucho en común, hablando, o por lo menos era lo que quería pensar. Cuando nuestras bebidas se terminaron, él ordenó otra ronda. Mientras terminaba el trago, accidentalmente golpeé el vaso contra la barra, causando un fuerte sonido y el barman me miró. Gestioné: —Lo siento. River estiró su mano y tomó un mechón de cabello que se había salido de mi coleta. Lo dejó muy lentamente detrás de mí oreja, enviando escalofríos por mi espalda. Haciendo círculos con su dedo índice alrededor de mi oreja, tiró ligeramente de mi lóbulo. Encendió un calor en mi cuerpo que ni siquiera sabía que existía. Hizo este movimiento repentino, haciendo que mi nuca cosquilleara mientras que mi lóbulo estaba prendido fuego. Tragando la bebida que no necesitaba estar bebiendo, esperé extinguir ese fuego. También esperé que nadie lo viera tocarme de esa manera. Ben estaría jodidamente furioso. Era ridículamente celoso y teníamos varias discusiones sobre otros hombres, todas injustificadas. Por lo menos, hasta ahora. Mientras las luces estroboscópicas comenzaban a parpadear y recosté mi cadera sobre la barra para sostenerme, él puso su mano sobre mi cintura y me giró para que mi espalda estuviera contra la barra. ¿Él había notado que casi perdí el equilibro por las luces parpadeantes y mi propio mareo? Moviéndose para estar justo frente a mí, puso sus manos a ambos lados y presionó sus palmas contra el bar. Me estaba envolviendo efectivamente, pero no me sentía atrapada para nada. Honestamente, no sabía lo que sentía, pero sabía que mi corazón estaba golpeando contra mi pecho; mi estómago estaba hacienda volteretas, y no pude pensar en nada mientras volvía la piel de gallina. Él puso sus brazos a ambos lados míos y pensé que me besaría mientras miraba intensamente mis ojos. Los cerré preparándome para el beso pero lo sentí alejarse abruptamente. Inmediatamente, oí una aguda voz gritar: —River, no olvides que nos vamos cuando termine el show. —Y antes de que pudiera echarle un vistazo a la chica, ella se alejó. Haciendo una mueca dijo: —Mi hermana pequeña llegó en el peor momento. Iba a responder cuando oí un extraño eco de redoble de tambores a través del bar. Observando alrededor, traté de descubrir por qué era. Con una mirada divertida en su rostro, puso los ojos en blanco antes de mirar el escenario y devuelta a mí. —Eso será por mí. —Rió, acercando por lo que estuvimos cara a cara—. Quieren que vuelva al escenario. Tengo que ir, a menos que quieras que me quede y terminemos lo que comenzamos. Porque eso sería mucho más divertido. Realmente no había oído nada de lo que dijo, pero todo parecía tener sentido finalmente. Él era la hermosa voz que oí cuando entré al bar, y justo ahora estaba tan cerca de mí que podía sentir su cálido aliento y oler su aroma a jabón. Era tan encantador, tan cautivante, y tan consciente de mí. Estaba bastante segura de que estaba ebria porque estaba sintiendo cosas que no debería haber estado sintiendo. Mientras miraba sus poderosos ojos verdes, supe que debería estar tratando de salir nadando de ellos. Antes de que pudiera decir algo en respuesta, él movió su cabeza ligeramente hacia atrás, levantó mi mano, y la besó suavemente. Luego se acercó a mí y susurró en mi oído con sus labios húmedos: —Supongo que no. De todas formas, aún no. Mi mano estaba en llamas, mi oreja ardiendo; debería haberme vestido como la Bruja Mala del Oeste porque no solo era pura maldad, si no que me estaba derritiendo. Ese mismo extraño sonido de redoble de tambores retumbó a través del sistema de sonido de nuevo y él hundió su cabeza rápidamente para mirarme. —Tengo que irme. Aún estaba sosteniendo mi mano, mientras miraba fijamente mis ojos. —Me esperarás hasta el final del show. No fue una pregunta, más bien una afirmación. Y luego, señalando entre nosotros, añadió: —Porque esto no ha terminado. En ese momento me di cuenta que lo que había comenzado como un coqueteo inofensivo se había convertido en una situación que se había hecho demasiado peligrosa para mí; bordeaba lo problemático. Puso sus manos sobre la barra, rodeándome con sus brazos otra vez, pero sin tocarme, y esperó mi respuesta. Ya que no había preguntado algo que quisiera responder, solo sonreí y dije: —Si estás en la banda, deberías ir, no deberías hacer esperar a tus fanáticos. Él tomó eso como una respuesta, o quizás no, ya que no estaba buscando realmente una. Quizás tenía prisa. Pero de cualquier manera, me dio una última sonrisa que detuvo mi corazón y luego se acercó y me besó. Mi cuerpo reaccionó extraño a su beso. Una corriente de algo que no pude identificar me atravesó. Al principio, solo tocó mis labios ligeramente, luego por unos cortos segundos presionó un poco más antes de alejarse. No le devolví el beso, pero estuve completamente perdida en el momento. —Espero que te hayas convertido en una groupie —dijo, guiñándome un ojo antes de tomar su gorro. Luego se giró y se alejó. Llevé mis dedos hacia el lugar dónde me acababa de besar y lo observé mientras su silueta se alejaba; aceptando el balanceo que me había cautivado desde el momento que puse mis ojos sobre él. Me volví vagamente consciente de la música sonando a través del sistema de sonido. La canción Superstition estaba sonando, pero no estaba oyendo realmente porque mi mente estaba sobre él. Sacudí mi cabeza, tratando de deshacerme de los pensamientos que no deberían estar allí. Sabía que tenía que irme, o terminaría haciendo algo de lo que me arrepentiría. Tenía que irme por dos razones. Primero, amaba a Ben, y segundo, Ben mataría a River solo por mirarme de la forma en la que lo hizo. Y luego estaba el beso; sí, Ben haría más que matarlo. Sabiendo estas cosas, me pregunté por qué no me había alejado en primer lugar. Por un momento allí, sentí como si creyera en el amor a primera vista, lo que no hacía. Y, ¿cómo podría el amor a primera vista incluso existir cuando ya estabas enamorada de alguien más? No quería analizar los eventos de esta noche porque estaba tan confundida como el infierno, y las respuestas no serían lo que quería oír. Sonreí por mi intercambio con este asombroso extraño. Definitivamente no era un acosador. Era un chico que era adorablemente encantador y totalmente carismático, un chico que tenía una facilidad simple sobre él que realmente me gustaba, y un chico que no necesitaba volver a ver jamás. Eso lo sabía de seguro porque nuestra completa conciencia sobre el otro me asustaba terriblemente, y su toque me hizo algo. Me hizo temer que el peligro ganaría, y no iba a dejar que eso sucediera. Tenía un novio que amaba, y me estaba esperando en su casa. Con los pensamientos sobre River arremolinándose en mi cabeza, caminé a través de la multitud hacia la pista de baile donde encontré a Aerie con alguna clase de bebida rosa en su mano. —Tenemos que irnos. ¡Ahora! —le grité mientras la alejaba de la pista. —¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás enferma? —preguntó, luchando por las palabras. Luego se giró y señaló el escenario. —Porque si no lo estás, quiero ver a ese chico ardiente cantar primero. Me giré para ver a donde estaba señalando y era él, River, el chico que me había cautivado con su encanto y actitud. Fue entonces que me di cuenta que nunca le dije ni siquiera mi nombre. Empujando a Aerie a través de la multitud bajo protesta, oí a la audiencia cantando River Wilde, River Wilde. Levanté la vista hacia el escenario justo a tiempo para verlo tomar el micrófono. Antes de que la música en vivo comenzara salimos por la puerta, y Aerie comenzó a gritarme obscenidades. Mientras nos alejábamos, me encontré pensando que acababa de conocer al chico más encantador y sabiendo que quizás nunca volvería a ser la misma. Me miré en el espejo, tratando de decidir si el collar de perlas luciría o no con mi vestido de cóctel negro con profundo cuello de V. El tope del baño estaba cubierto de collares diferentes, nuestra ropa sucia se encontraba en una pila en el cesto, y las toallas sucias estaban arrojadas por todo el piso. Sonreí cuando levanté la vista y vi el reflejo de Ben en el espejo. Estaba apoyado con el hombro en el marco de la puerta del baño, una sonrisa maliciosa en su rostro y un brillo salvaje en sus penetrantes ojos azules. —¿Con perlas o sin perlas? —pregunté mientras lo miraba dando zancadas hacia mí por el espejo. Lo conocía desde que tenía cinco años de edad, pero por alguna razón la forma en que me miró me dejó sin aliento. Ben envolvió con sus brazos bronceados mi cintura y comenzó a besar mi cuello. Podía sentir la piel suave y cálida de su cara afeitada recientemente. —Dahl, preferiría nada en absoluto para ser honesto —murmuró mientras empezaba a desabrochar mi vestido. —Eh, vamos a llegar tarde —bromeé—. Los Angeles está a por lo menos una hora en auto. —Traté, sin éxito, de zafarme del brazo que aún tenía alrededor de mi cintura mientras seguía bajando el cierre de mi vestido con la otra. Todavía mirando a Ben en el espejo, lo vi morder su labio mientras dejaba escapar un pequeño gemido. —Bueno, es mi fiesta, y puedo llegar tarde si quiero —susurró en mi oído, luego continuó besando mi cuello. Ben parecía increíblemente caliente en su esmoquin negro con cabello peinado hacia atrás y un rostro bien afeitado. Sentí una ligera agitación en todo mi cuerpo por su cercanía, lo que me hizo decidir contra liberarme de su brazo. En su lugar, giré para mirarlo. Estaba muy orgullosa del éxito en que Ben se había convertido en tan poco tiempo. Consiguió un trabajo en el periódico LA Times justo después de la universidad y demostró su extrema confianza y capacidad en tan solo unos pocos años con su concentración y dedicación a su trabajo. A pesar de que el viaje diario desde Laguna era tedioso en su mayoría, no le importaba hacerlo, sobre todo porque no estaba obligado a ir a la oficina todos los días. Mi prometido iba a recibir el premio al Periodista del Año de California en una prestigiosa cena en Los Angeles por su brillante trabajo en la investigación de delitos clandestinos. Sabía que no era la única llena de emoción, aunque era la única que lo demostraba. La falta de entusiasmo de Ben hacia el honor que recibía, no era como él. De hecho, no había estado actuando como él mismo en toda la semana. No estaba actuando diferente en una forma buena o mala, simplemente diferente, y había estado tratando de averiguar lo que estaba conduciendo su estado de ánimo. No estaba segura si debía preocuparme o emocionarme por sus acciones. Eran sin duda un poco extrañas a decir verdad. Había sido más dulce de lo que solía ser, me envió flores, me compró dulces, pasó todas las noches en casa conmigo. Incluso se había presentado en mi oficina todos los días para llevarme a almorzar. Ben nunca fue el tipo de novio que mima; no era del tipo de hombre romántico de flores y chocolates, y yo no era el tipo de chica que necesitaba eso. Me gustaba mi independencia y a él también. Él siempre había cuidado de mí y me amaba a su manera, pero nunca en todos nuestros años juntos había hecho el tipo de cosas que había hecho esa semana. Una vez antes, estuvo cerca de actuar como un novio muy cariñoso, pero técnicamente no era mi novio en ese momento. Había roto con él y debido a su desbordamiento de cariño en ese entonces, siempre era cautelosa de ese comportamiento en cualquier momento. El evento que condujo a nuestra ruptura y su causa estará por siempre grabado en mi mente. Recuerdo claramente el día que pasé por la habitación de Ben en su casa de fraternidad. Era el final del primer semestre de nuestro último año en la USC. Me detuve para decirle que por fin había conseguido la pasantía que realmente quería en Sound Music. Yo estaba tan feliz de que ya no iba a tener que ser residente de Drake, y sabía que Ben estaría encantado. No estaba en su habitación cuando llegué allí, así que me senté en su escritorio para enviarle un mensaje a su hermana Serena, un correo electrónico rápido para compartir mi noticia con ella. Sabía que estaría emocionada por mí. Pulsé la barra espaciadora en su computador y su cuenta de correo electrónico ya estaba abierta, así que pensé en teclear mi nota rápida desde ahí. En lugar de presionar redactar, accidentalmente, hice clic en la carpeta papelera. Noté la fecha 31 de octubre del 2006 de inmediato. A medida que mis ojos recorrieron la pantalla, las palabras Responder a: S'belle, más tarde esta noche, ojos verdes, acariciable, cobrizo, y tu apartamento fue todo lo que registré antes de que él se acercara y rápidamente hiciera clic derecho, golpeando el botón de eliminar. Su presencia me sorprendió, ya que no le había oído entrar en la habitación. Lo miré boquiabierta de asombro de que acababa de eliminar ese correo electrónico tan rápido delante de mis ojos. No había tenido la oportunidad de leer toda la cosa, pero sabía que debía haber estado ocultando algo. ¿Realmente estaba haciendo planes con otra chica? ¿Planes que no eran en lo más mínimo platónicos? Admitió que estaba enviándose correos y socializando con esta chica, pero me aseguró que nada sexual había ocurrido en realidad. Al final, confesó que su relación era inapropiada. Juró que la terminaría, y estoy segura de que lo hizo, pero no podía confiar en él, así que rompí con él. Todos los días desde ese día me llamó. Durante los siguientes tres meses, pequeñas notas con aparecieron casi a diario. Él estaba tratando muy duro para convencerme de que lo perdonara. Dejó notas en mi auto, flores en mi puerta, mensajes de voz con abundantes disculpas, mensajes de texto confesando su amor, se presentaba en cualquier lugar en que sabía que iba a estar y hasta me compró una taza de café plateada con una nota que decía Fue una larga y difícil separación de tres meses. Nunca me di cuenta de lo mucho que en realidad lo extrañaría, pero lo hice, un montón. Así que decidí confiar en él y superar la deshonestidad. Realmente lo amaba, y sabía que él me amaba. Quizás también me sentí un poco culpable por mi propio encuentro con cierto cantante de una banda que no fue precisamente inocente. Así que sí, lo cariñoso me alarma, no es que no apreciaba sus gestos amables, pero solo me hizo pensar que algo estaba mal. ¿Había algo incorrecto en nuestra relación, una relación que ya tuvo su cuota de altibajos? Tal vez este comportamiento fue solo una de las subidas, o tal vez el repentino surgimiento del Ben romántico tuvo algo que ver con el deseo de casarse ya que nunca habíamos hablado de fijar una fecha para la boda. De lo único que estaba segura era de nuestro amor y el compromiso del uno con el otro. Crecimos juntos. Habíamos sido novios desde que teníamos dieciséis años, y habíamos estado comprometidos por dos años. Es posible que hayamos estado en desacuerdo en muchas cosas y discutíamos más de lo que prefería, pero siempre volvíamos a nuestra longevidad; sobre todo desde que la raíz de la mayoría de nuestros desacuerdos derivaba de algo que no se podía arreglar. Nuestras discusiones eran generalmente el resultado de los celos de Ben o la auto-preocupación. Ben se ponía celoso si otro hombre tan solo me miraba, lo que era irónico porque el propio Ben siempre era muy coqueto. También era egocéntrico. Este rasgo era más una función de quién era; un hombre con un camino y decidido a salir adelante, aunque a veces me preguntaba a qué costo. Negando con la cabeza, no tenía ni idea de lo que estaba pasando con Ben. Sin embargo, hice un esfuerzo para hacer a un lado los pensamientos desconcertantes y simplemente abrazar el momento. —Hoy es tu gran día —dije mientras lo miraba a los ojos. Le di una gran sonrisa de felicidad llena de orgullo por sus logros. Desvié mis ojos de los suyos cuando dije—: Y tu fiesta o no, sería una grosería para el orador principal llegar tarde. —Le di un beso en los labios para ayudar a suavizar mis palabras—. Ahora sube la cremallera de mi vestido de nuevo, y dime lo que piensas. Ben me dio su sonrisa peligrosa, pero no se movió. —Puedes ser muy perra... y, oh también mandona… y creo que luces jodidamente hermosa. —Se rió, finalmente dándome la vuelta para cerrar la cremallera de mi vestido. Lo miré por el espejo una vez más mientras todavía me sonreía. —¡No, las perlas, tonto! ¿Debo usarlas o no? —pregunté, mientras las sostenía sobre mi cuello de nuevo. La sonrisa de Ben se desvaneció un poco cuando tomó las perlas de mis manos. —Sin perlas. Me recuerdan a tu abuela. No es que no amé a tu abuelita, pero te amo a ti de una manera totalmente diferente. No quiero imágenes de la abuelita apareciendo en mi cabeza mientras te esté cogiendo. —Me giró y me besó justo en el pecho, donde el collar de perlas se habría asentado, mientras pasaba su mano por debajo de mi vestido. Me estremecí por su contacto, y su brillante sonrisa regresó. Me reí ligeramente y dije: —¡Detente, Ben Covington! No puedes hacer eso después de hablar de la abuelita, solamente parece incorrecto. —Me moví hacia un lado y comencé a salir del cuarto de baño para ir a ponerme mis zapatos. Tropecé con una toalla en mi camino y dije—: Tal vez podrías tratar de limpiar un poco lo que ensucias tú mismo. —Pero él sabía que estaba bromeando ya que yo era mucho más desordenada de lo que él era. —Te amo, sabes —dijo Ben mientras me seguía fuera del cuarto. Cuando me senté en la cama, todavía deshecha de nuestro revolcón de la tarde, me puse uno de mis zapatos antes de tirar mi pierna sobre la cama. —Lo sé, y también te amo. —Una vez más, me pregunté: ¿por qué el ataque de afecto? Ben se acercó para ayudarme a ajustar la correa del tobillo de mi zapato izquierdo. Me di cuenta de su cambio de expresión facial de nuevo, tomando un tono más serio. —No Dahlia, de verdad, de verdad te amo. Nunca lo olvides, no importa qué. —¿Dahlia? Nunca me llamas de esa forma —dije mientras deslizaba mi pie y lo pasaba por su vientre intentando distender su humor. Ben sonrió ante mi gesto, puso mi pie abajo, y caminó a su cómoda. Estaba pérdida por las palabras mientras él metía la mano en uno de los cajones y sacaba una caja de Cartier. Regresando a la cama, me entregó la caja y dijo: —Compré esto para ti porque dice lo que nunca parezco ser capaz de decirte. Sorprendida por el nombre generoso en la caja, lo miré durante unos segundos antes de abrirlo. Adentro había un impresionante brazalete de oro y diamantes. Tenía cuatro corazones grabados en el borde. Lo conocía bien porque había escrito un artículo sobre esa pieza de joyería en la universidad para una de mis clases de estilo. El brazalete fue creado por Cartier en 1970 y está destinado a ser un símbolo de una verdadera unión amorosa; una muestra discreta de amor apasionado. Está hecho para cerrarse firmemente en la muñeca de la persona amada por quien lo obsequia con la ayuda de un destornillador de oro incluido, el cual pertenecerá a quien lo obsequia y será su guardián. Mirando hacia él, mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y sin palabras puse mi mano para que fijara la pulsera en mi muñeca. Viendo la hermosa pieza de joyería, derrotada por la emoción, traté de no llorar. —Lo adoro —dije mientras tragaba saliva. Se inclinó y me besó suavemente en los labios. Lo miré y noté que sus ojos estaban un poco llorosos, y su frente estaba arrugada. Me quedé mirándolo mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia lo que solía ser el ajuar de mi madre. Era viejo, y la pintura de color blanco cremoso estaba casi completamente pelada. Los pasos de Ben eran lentos y deliberados. Su despliegue de emoción fue inusual. Nunca lo había visto tan abrumado, ni siquiera cuando me pidió que me casara con él. Él no era muy emocional, no estaba en su naturaleza. Girando la llave que yo siempre dejaba en el ojo de la cerradura, abrió la tapa del cofre y dijo: —No veo por qué alguna vez te quitarás el brazalete, pero por si acaso, pondré esto. —Sostuvo el destornillador en el aire—, aquí para que sepas dónde puedes encontrarlo, ¿de acuerdo? —Me guiñó un ojo mientras apuntaba hacia el cofre. Sabía que a él nunca le gustó cuán desorganizada podía ser, pero él sabía que siempre podía encontrar algo de importancia en ese cofre que había pertenecido a mi madre. Vi como Ben buscó un lugar para poner el destornillador. Su búsqueda parecía estar hecha con cuidado y dedicación. Se decidió por una pequeña plaza situada en la bandeja cubierta de terciopelo rojo que fue articulada a la tapa. Desde la cama pude ver todos los artículos materiales que mantuve fiel en mi corazón, guardados en el cofre. Sonreí cuando vi a todas mis muñecas, junto con anuarios, diplomas y varias fotos. Terminé de ponerme mi otro zapato, me levanté y caminé detrás de él. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y lo apreté. Agarró mis brazos y me apretó de nuevo durante unos segundos antes de colocar sus manos sobre la tapa. Al cerrar la tapa del ajuar, vi al Ken Malibu tendido encima de todos los otros objetos, y mi mente vagó de nuevo a la primera vez que tuvimos sexo. Estábamos afuera surfeando en nuestro lugar favorito, a kilómetros de distancia de la gente y los autos. Las olas eran pequeñas por lo que el surf estaba aligerado. Empezó a llover suavemente, pero permanecimos con nuestros brazos estirados en el aire montando las olas más perfectas. Cuando la lluvia cayó más fuerte, nadamos hasta la orilla, las tablas unidas a nuestras piernas. Era casi torrencial cuando hicimos una carrera al auto. Ben llevó nuestras tablas, mientras yo llevaba todo el otro equipo. El crujido de los truenos era fuerte y la sacudida le hizo caer las dos tablas. Me detuve para ayudarle, tirando todo el equipo que estaba cargando al suelo. Él solo me miró y rió. —Que se jodan. —Luego puso las dos tablas juntas en la arena para hacer una clase de tipi. Estábamos sentados bajo el tipi viendo la lluvia golpear las olas como láminas de cristales rotos en el suelo cuando Ben se inclinó y me besó. Nos habíamos besado tantas veces antes, pero nunca así. Me aparté al principio, no estando segura de dónde nos dirigíamos. Había tomado la píldora un par de meses antes en previsión de que Ben y yo finalmente tuviéramos sexo por primera vez. Y a medida que la marea se arrastraba hasta la orilla sabía que el momento estaba cerca, sabía que era el momento correcto. Ben trajo mis labios a los suyos y metió su lengua para encontrarse con la mía. Cerré mis ojos, anhelando sus caricias. Podía oler la sal del mar en su piel cálida y la probaba en su lengua. Me acercó tan cerca como pudo y cuando dejamos de besarnos, abrí mis ojos. Los dos estábamos respirando pesadamente, casi jadeando mientras el golpeteo de la lluvia continuaba. Me miró con sus labios entreabiertos, y presioné mis dedos contra sus labios y los besó. Luego, en un gesto de devolver su beso, besé mis propios dedos antes de dirigirlos hacia su pecho desnudo y a sus músculos abdominales bien definidos. Oí una inspiración ligera y con los ojos entornados besó mis labios de nuevo, esta vez un poco más duro. Mientras su lengua se entrelazaba con la mía, deslizó su mano dentro de la parte superior de mi bikini frotando círculos alrededor de mi pezón con su pulgar. El viento empezó a aumentar, golpeando mi cabello por nuestros rostros conectados. Gimiendo en su boca y sentándome a horcajadas sobre su regazo, sentí su erección mientras apretaba mis caderas contra las suyas. Pasé mis manos por su cabello mojado y por su espalda desnuda, con tanta fuerza que pude sentir la gravilla de la arena frotarse contra su piel. Besando su camino por mi garganta, Ben susurró: —Te amo, Dahl. —Antes de mover su mano detrás de mi cuello y tirar del pequeño hilo que sostenía mi bikini en su lugar. Mi cabeza cayó hacia atrás mientras besaba suavemente cada uno de mis pezones ahora totalmente expuestos. Arqueé mi espalda mientras sus besos se convirtieron en succiones y lamidas, enviando una sacudida de placer a través de mi alma y un escalofrío por mi espalda. Podía sentir su sonrisa contra mi piel mientras gemía: —También te amo. Los relámpagos iluminaban el cielo en la distancia, pero la verdadera chispa fue justo aquí en la playa. Al llegar abajo presionando mis manos contra la parte exterior de los shorts de Ben, movió sus manos en el interior de mis rodillas y abrió más mis piernas a medida que continuaba a horcajadas sobre su regazo. Después de esbozar su erección con mis dedos, enganché mis manos en el elástico de sus shorts queriendo hacer lo mismo sin la barrera húmeda entre nosotros. Cuando mis manos descendieron, Ben se alejó. —Te deseo, ahora. —También te deseo —respondí mientras me echaba hacia atrás para poder ver su rostro, dejando mis manos donde estaban. A medida que la tormenta siniestra asaltaba la playa continuamos explorando el cuerpo del otro. Cuando los dos estábamos jadeando sin control, se puso de pie y tomó mi mano, tirando de mí hacia arriba, fuera de nuestro refugio, y dentro de la lluvia torrencial. —Anda, vámonos, volveré y recuperaré nuestra mierda después. — Alcanzó a decir mientras me tiraba hacia él lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir las gotas de lluvia de su cuerpo mezclarse con las mías. Nos quedamos allí tocándonos y besándonos mientras me empujaba en su dureza, pasando sus dedos dentro de la parte de atrás de la parte inferior de mi bikini. Apartándome miré alrededor de la playa desierta. —Quedémonos aquí. Ben no necesitaba nada más que lo convenciera tanto así que me llevó de nuevo bajo el tipi de nuestras tablas de surf y tuvimos sexo por primera vez. Recordé mirarlo ese día hace mucho tiempo, con su cabello rubio y su bronceado perpetuo. Cuando nos quedamos allí en la lluvia, a punto de dar el siguiente paso en nuestra relación, pensé que él lucía cada vez más como mi muñeco Ken Malibu, y quería ser su Barbie Ensueño. Desde ese día lo llamé Ken Malibu o Ken para abreviarlo. Incluso me acordé de lo que dijo en respuesta a su apodo. —Mierda, Dahl, la gente va a pensar que juego con Barbies. —Luego, con una sonrisa maliciosa, dijo—: Pero eso está bien siempre y cuando seas mi Barbie. Él sabía que lo era. Esa noche saqué mi Ken Malibu y lo puse en mi tocador. Cuando lo vio, con una mirada divertida en su rostro me preguntó: —Barbie pertenecía a Ken ¿verdad? —Asentí. Él declaró—: Es genial, entonces. Pensé sobre como toleró mi apodo durante años, a pesar de que nunca le gustó mucho. Solo sabía que mis muñecas Barbie fueron mi salvavidas para mi infancia perdida, y creo que por eso nunca protestó por el apodo. Mis muñecos fotografiaban bien, tienen mi estilo en ellos, siempre se veían bien para la cámara, y me recordaban los tiempos más felices. Ben de repente cerró la tapa por completo, y el recuerdo se había ido. Parpadeando, regresé de nuevo al presente cuando giró y me abrazó con fuerza. No recuerdo la última vez que nos abrazamos así, y nuevamente me sentí un poco alarmada, hasta que me miró a los ojos y dijo con un leve susurro: —Por favor, Dahl, quiero cogerte, hacerte el amor, antes de irnos. Con toda la emoción y el amor que sentía por él, realmente no me importaba lo tarde que fuéramos, así que le susurré: —¿Cómo puedo negarme a ti cuando lo pediste tan amablemente, y te afeitaste? —Luego, medio en broma, medio en serio agregué—: ¡Pero que sea rápido! —Agarré la parte posterior de su cabeza y lo atraje hacia mí para darle un beso. Ben me besó de una manera diferente a la que alguna vez me había besado antes, y luego me hizo el amor también de una manera completamente diferente. Estaba lleno de pasión y amor, como de costumbre, pero también sentía una necesidad en él que nunca antes había percibido. Le encantaba el sexo, y lo teníamos a menudo. Por lo general era rápido y al grano, pero ahora se tomó su tiempo, sus ojos nunca me dejaron, y nunca dijo una palabra. La mirada en sus ojos y la forma en que me tocaba me dijo todo lo que necesitaba saber. Después, nos abrazamos durante un rato antes de que se levantara y fuera al cuarto de baño para vestirse otra vez. Oí ruidos que sonaban como sollozos. Ben nunca había llorado, jamás, y sabiendo que íbamos a llegar tarde, empujé los sentimientos inquietantes lejos y juré que hablaríamos acerca de su comportamiento extraño cuando llegáramos a casa esa noche. El siniestro resplandor de los faros de adelante se filtraba a través de la lluvia que seguía cayendo. Me senté en su BMW y lo miré. Ben odiaba escuchar el Top 40 de música, pero de todas maneras cambió la estación de radio a 102.7 para mí, lo cual me hizo sonreír. Estábamos escuchando a I’m in Love with a Girl de Gavin DeGraw. Estaba cantando junto a la letra y me sorprendí cuando también vi a Ben cantando las palabras. Sintiéndome mirarlo, se dio la vuelta, rápidamente me miró y dejó de cantar. —Si alguna vez escribiera una canción, esta es la que habría escrito sobre ti —dijo. Luego puso el radio más fuerte, y el nudo que tenía antes en mi garganta regresó. Habíamos estado juntos tanto tiempo que a veces perdía de vista lo que amaba de él. En este momento supe que era todo; la forma en que llevaba su cuerpo de un metro ochenta, su corto cabello rubio sucio, sus hoyuelos, y la forma en que llamaba la atención de todos con su confianza. A veces parecía rayar la arrogancia, pero solo lo hacía para que la gente le notara más. Al crecer era todo un surfista, e incluso como un adulto todavía lo era. Sonreí pensando que cuando era niño tenía una boca muy sucia, era impetuoso, y la mayoría de los profesores decían que tenía una mala actitud, pero nunca lo creí. Simplemente esa era su manera de ser. Cuando lo miré conducir hacia la autopista me di cuenta de que todavía era su manera, y Dios, lo amaba. Me miró mientras salía de la autopista, continuando por las calles de Los Angeles. —¿Qué? —dijo mientras bajaba el volumen de la radio, justo cuando la canción terminaba. Sonriendo hacia él, me acerqué a la consola para poner mi mano en su muslo y pasarla por su pierna. —Vamos a llegar tarde a tu primera fiesta de premiación, y todo es tu culpa. Con una sonrisa maldita picando en su rostro, dijo: —Jodidamente valió la pena. —Mientras cambiaba la estación de radio. Nos detuvimos en un semáforo, y saqué mi mano de su pierna para cambiar la estación de radio de vuelta. Oí neumáticos chillando, y cuando levanté la vista, vi una gran SUV negra con vidrios polarizados derrapando frente a nosotros. La puerta del pasajero se abrió, y un hombre con un pasamontañas salió sosteniendo una pistola. Le grité a Ben. —¡Oh, Dios mío, tiene un arma! El pánico me encontró de forma instantánea, y luchaba por respirar mientras se acercaba al lado de Ben del auto. —¡Sal del jodido auto! Estaba paralizada en su lugar al igual que mi cuerpo clavado de miedo. ¿Qué está pasando? En mi estado de pánico, golpeé el botón de bloqueo de la puerta, pero el auto ya estaba cerrado. Mis palmas sudorosas estaban temblando, y me agarré a Ben. Me miró, y sabía que él estaba tratando de contener sus propias emociones. —Solo mantén la calma, Dahl. Mis ojos estaban fijos en el pistolero mientras sus ojos se dirigieron hacia mí. Un terror me atravesó cuando golpeó la pistola en la ventana un par de veces y luego me apuntó. Desesperada, empecé a golpear el tablero y estaba gritando. —¡Conduce, Ben, conduce! Golpeó el volante con sus puños. —Estamos jodidamente bloqueados. Agarró mi mano con fuerza, mientras que la otra se movió para abrir la puerta del auto. —¡Llama al 911! Estaba petrificada. —¿Qué estás haciendo? —Pase lo que pase, no salgas de este auto. —Su voz era profunda y temblorosa—. ¿Me escuchas? Oí el chasquido de la puerta y grité. —¡Ben, no! —Dio un paso en la calzada y grité—: ¡No tienes que ser el héroe! ¡Regresa! Sin apartar los ojos de Ben, con las manos temblorosas, logré llamar al 911 antes de que el teléfono se deslizara por mis dedos. Oí un disparo. Ben cayó al suelo. —¡No! ¡No! ¡Noooo! Mi visión comenzó a desdibujarse al mismo tiempo en que tragaba la bilis en mi garganta. Mis gritos se desvanecieron en los chillidos de las sirenas de la policía. Las sirenas se hicieron más fuertes a medida que me entumecía, e It’s Not My Time de 3 Doors Down sonaba en la radio, mientras que todo lo que conocía dejaba de existir. El negro está en todos lados. Está en el suelo donde él cayó, está en la bolsa en la que fue llevado su hermoso cuerpo, está en el color del vestido que usé para su funeral, está en cómo me siento, y está en el color del diario que he tenido desde que tenía diez. El diario que me convenció de tener porque él había tenido uno. Incluso entonces, él amaba la emoción de poner palabras en papel. Nunca me emocionó eso, y ahora solo me hunde más en la oscuridad. El funeral. Su hermana Serena se encargó de todo. Su mejor amigo, Caleb, regresó a la ciudad. Ni siquiera sabía que había regresado de su viaje a Afganistán. Él ayudó a Serena. Su madre Grace, su hermana, su sobrino Trent, y yo nos sentamos juntos. Eso es lo único que recuerdo. Cada día es una prueba. ¿Saldré de la cama? ¿Tomaré una ducha? ¿Saldré de la casa? ¿Comeré la cena? ¿Dormiré en el sofá? ¿En el suelo? ¿O en la habitación de invitados? Porque de ninguna jodida manera volveré a esa habitación. Cuando entro allí, lo veo en todos lados, y cuando duermo allí, no puedo dejar de soñar con él. La cosa es que no son sueños; son pesadillas porque cuando sueño, sueño que él está aquí conmigo, y cuando despierto… estoy sola. Tuve mi primer sueño como una semana después de que fue asesinado. Me desperté a mitad de la noche, y él estaba acostado junto a mí. Recosté mi cabeza sobre su pecho para oírlo respirar. Pasé mi mano por su estómago para sentir sus duros músculos. Dios, se sentía tan bien y lo extrañaba tanto, y aquí estaba. Así que observé su pecho, feliz de tenerlo de vuelta, y me quedé dormida. Por supuesto, cuando desperté en la mañana, estaba sola. Tuve mi segundo sueño después de que Grace insistiera en llevarme a ver a un doctor porque sabía que yo no estaba durmiendo bien. El doctor me receto Ambien, y esa noche decidí dormir en nuestra habitación. Grace se quedó conmigo, como a veces lo hacía, y me quedé dormida fácilmente. Me desperté en la oscuridad. Él estaba sobre mí, besándome, acariciando mi muslo bajo mis shorts. Hizo mi ropa interior a un lado y metió un dedo en mi interior antes de quitar completamente mi ropa interior. Luego se quitó sus bóxer y se deslizó en mi interior fácilmente, moviéndose lento al principio, luego más fuerte, su empuje creciendo hasta que se liberó. Allí es cuando me desperté y me di cuenta que no estaba aquí, estaba sola otra vez y mi sueño solo era un dulce recuerdo de lo que él había hecho tantas veces antes de ser asesinado. Las pesadillas de su muerte llegan sin importar donde duerma. Son de esa noche, la carretera que tomamos, la luz roja, el arma, el fuerte eco del sonido de la bala que salió de su cámara, él llamándome por mi nombre completo, y él cayendo al piso, con sangre por todos lados. En mis pesadillas, tomamos caminos diferentes y nos detenemos ante luces diferentes, pero el final es siempre el mismo. Él me llama por mi nombre completo y luego muere. Dahlia. Muerte. Esas dos palabras han hecho eco en mi cabeza casi cada noche. La policía llamó a Grace la semana pasada para hacerle saber que habían arrestado al hombre que lo mató. Encontraron el arma que usó. Sus huellas estaban por todos lados, lo que condujo a la policía directamente a él. Más tarde, él confesó haber disparado. Serena vino para contármelo porque Grace no podía hablar sobre eso. Estaba muy alterada. Caleb pasó después para ver cómo estaba y terminó durmiendo en el sofá. Está preocupado por mi así que se queda a dormir mucho aquí. No he estado afrontando bien su muerte, o la vida sin él. Sé esto. Aún no puedo decir su nombre. Él era mi amigo, mi amor… mi todo. Cuando mis padres murieron, yo solo tenía catorce y aunque mi tío se mudó conmigo, me hubiera sentido muy sola si no fuera por su cariñoso afecto. Mi tío era el cascarón de un hombre que había perdido a su esposa y a su único hermano en el accidente de avión que nos los quitó a todos. El accidente no solo cambió mi vida, sino mis sueños de actuar; actuar sobre un escenario en el lugar donde mi padre amaba estar. Nunca creí que me recuperaría de perder a mis padres, e incluso a los catorce, él no era solo mi mejor amigo, si no mi única fuente de confort. Pasábamos cada día juntos el año después de que murieron mis padres y formamos un lazo que era irrompible. Cuando la tragedia sucedió otra vez, allí estuvo él, mi roca; la montaña de la que obtenía mis fuerzas. No recuerdo el funeral de mis padres. Creo que bloqueé el recuerdo de ese momento devastador. Sí lo recuerdo a él sentado junto a mí, quedándose conmigo, cuidándome justo como lo hizo cuando mi tío murió. Pero no pudo hacer eso cuando él murió, ya que también estaba muerto. Recuerdo muy bien el funeral de mi tío. Estaba arrodillada en el banco de la iglesia vacía, llorando, cuando él se sentó junto a mí, levantándome. Suavizando las arrugas en mi falda negra, pregunto: —Te he buscado por todos lados, Dahl. ¿Qué estás haciendo aquí tan temprano? Mirando alrededor, noté que no había nadie más en la iglesia y pensé que apropiado fue eso. Miré sus ojos azules y lloré: —Estoy sola ahora. Alejé rápidamente la mirada para mirar a cualquier lado menos a él. No quería que me viera llorar. Era mucho más fuerte que eso. Era una chica que conocía bien la muerte. Mientras volvía a mirar el frente de la iglesia, vi a Jesús en la cruz. Los colores de los vitrales reflejaron la estatua, y Jesús parecía de repente asombrosamente hermoso y tranquilo. Deseé poder sentir tanta paz. Sosteniendo mi barbilla, él me giró para enfrentarlo mientras me miraba con sus ojos azul cristal, claros como el cielo en un día sin nubes. —Nunca estarás sola; siempre me tendrás, lo sabes, ¿verdad, Dahl? Pero no lo tengo. Se ha ido, justo como el resto de mi familia, y estoy sola. Recientemente, comencé a dejar la casa, pero siento que no tengo esperanzas, nada por lo que seguir adelante y me pregunto cuál es el punto. Decir que la vida ha sido dura conmigo desde que murió sería un eufemismo. No he vuelto a trabajar. No tengo que trabajar realmente, por el dinero, de todas formas. No es que me importe el dinero últimamente. Entre lo que mis padres me dejaron y lo que él me dejó, junto al seguro de la hipoteca que pagó la casa; financieramente, por supuesto, estoy asegurada. Emocionalmente… esa es una historia diferente. No me importa nada. Así que volver a trabajar no es una opción. Grace y Aerie pasan por aquí casi todos los días. Serena viene tan seguido como puede. Caleb trae la cena al menos una vez a la semana y se queda a mirar televisión hasta que me quedo dormida. Esas son las únicas personas en el mundo que me quedan. He tenido muchos amigos a lo largo de mi vida, pero estas son las personas que se han quedado cerca. Se han preocupado por mí, lo sé. Tratan de sacarme con ellos: a almorzar, al cine, incluso a hacer los mandados, pero parece que no puedo ir a ningún lugar sin quebrarme. La última vez que me quebré fue a mitad de octubre. Serena me llevó al mercado de agricultores para conseguir manzanas porque quería hacer una tarta de manzana. No quería ir pero ella insistió. Cuando llegamos al mercado el exterior estaba decorado con calabazas y fardos de heno. Junto a la entrada había una gran exhibición de fantasmas y duendes. No abrí la puerta del auto. No pude. Le dije a Serena que entrara sin mí. Ella estaba acostumbrada a mis cambios de humor y ya no discutía conmigo, así que fue sin mí. Mientras miraba la exhibición festiva con lágrimas cayendo por mis mejillas, recordé nuestra primera fiesta de Halloween juntos en nuestro primer año de universidad. Su fraternidad daba una fiesta y a último momento me dijo que teníamos que vestirnos. Estaba muy molesta porque sabía que yo no me disfrazaba para Halloween, e incluso si lo hiciera, no teníamos disfraces para usar. Recuerdo la discusión claramente. Estábamos en su habitación y yo acababa de terminar de secar mi cabello cuando él decidió contarme sobre la fiesta de Halloween. Estaba tan molesta con él que veía rojo en el espejo en lugar de mi cabello rubio claro ceniza. Mi boca comenzó a escupir cosas antes de que pudiera detenerme. —¿Por qué siempre tienes que hacer las cosas a último minuto? ¿No puedes reunir toda tu mierda y pensar un poco más por una vez? Sin responder, sin discutir, sin ni siquiera mirarme, fue hacia la cama y tomó las dos sabanas. Aún no había dicho ni una palabra aunque yo seguía diciendo cosas. Mientras lo miraba, mi furia solo creció. —¿Qué mierda estás haciendo ahora? Llevando las sábanas hacia su baño, salió sosteniendo una tijera para uñas. Se acercó a mí con las sábanas en sus manos; comenzó a cortar agujeros en ellas. Cuando terminó me sonrió. —Toma, eres un fantasma —anunció, mientras tiraba la sabana cortada sobre mi cabeza—. Y yo seré un duende —dijo mientras cortaba la otra sabana en tiras y envolvía su cuerpo con ella. —No usaré esto. No usaré ningún disfraz. Odio Halloween —siseé mientras me lo sacaba. Pero él sabía por qué odiaba Halloween y yo sabía que él sabía por qué. Por supuesto que él sabía por qué; fue el día en que el avión de mis padres se estrelló hace tantos años. —Está bien, sé tú misma jodida hermosura —remarcó, sonriéndome mientras me acercaba para besarme fuertemente—. Ahora, vayamos a la jodida fiesta y pasemos un buen rato. —Y solo así, fuimos a la fiesta. Él no tomaba mi mierda; solo se encargaba de la situación, de mí, siempre. Así que mientras estaba en el auto de Serena extrañándolo y recordando ese día, pensé: Dios, definitivamente tenía sus defectos, pero siempre sabía como calmarme. Así eran las cosas con nosotros. Si estaba molesta con él, siempre era tranquilo, tomando el control, y haciendo que las cosas se solucionaran. Deseo haber podido hacer lo mismo por él, pero nunca funcionó de esa manera. Cuando estaba molesto conmigo, su ira se quedaba sin importar lo que dijera o hiciera. Podía durar una hora o un día. Había aprendido a simplemente alejarme y dejarlo venir a mí cuando estuviera listo. Él no expresaba su amor en palabras muy seguido, pero sus gestos lo recompensaban, porque al final del día siempre se aseguraba de que supiera cuanto me amaba. Esa es solo una de las cosas que extraño todos los días. Grace insistió en que me quedara con ella la semana pasada y me llevó a ver a mi terapeuta cada día. Ella recibió una actualización sobre su asesino. La policía le dijo que el asesino iría a juicio en los próximos doce meses. Cuando me lo dijo, me hizo ir a su casa; sabía que tan mal estaba. No me importaba quedarme con ella porque la soledad y la angustia me estaban comiendo, pero finalmente volví a mi hogar hoy. Hogar. Esa es una manera graciosa de decirlo. Más bien volví a la casa que él y yo compartíamos como hogar antes de que muriera. Ayer fue el aniversario de su muerte, y después de visitar el cementerio, Grace me sentó y me dijo que era momento de que me sacara el anillo. Me tendió una larga cadena de oro blanco que había comprado y me dijo que usara el anillo alrededor de mi cuello hasta que sintiera que podría quitármelo y dejar de usarlo para siempre. Me recordó que el anillo y él, siempre serán un recuerdo afectuoso que tendré para siempre, pero que era tiempo de comenzar a vivir mi vida. Lloró más ese día de lo que la había visto llorar en los últimos años y también me di cuenta de la profundidad de su dolor. Después de llegar a casa, fui a sentarme afuera en el patio de piedra que amaba tanto. Estaba tranquilo y pacífico, como un oasis privado con un camino de piedra que llevaba hacia la piscina. Noté que las flores púrpuras de la salvia habían florecido. De hecho, la mayoría de las flores están comenzando a florecer. Son hermosas, y comencé a llorar pensando que la primavera ya está aquí. Otra estación sola. Caminando por el camino, vi que las mariposas estaban en todos lados. Me senté en una de las sillas Adirondack en la parte trasera del patio y miré el anillo deslumbrante en mi mano. El anillo de dos quilates y medio con corte princesa de Tiffany es realmente asombroso. Él mismo lo escogió y me dijo que le recordaba a mí. Los bordes del diamante de corte princesa acentuaban su forma en un arreglo de platino simplificado. Es elegante, moderno, y simplemente radiante. Mientras giraba el anillo en mi dedo, recordé el día de la proposición. Acababa de graduarme de la escuela de postgrado, y él ya estaba trabajando a tiempo completo como reportero en el diario. Ambos habíamos estado realmente ocupados los últimos meses, así que insistí en que se tomara libre el lunes después de mi graduación, y sorprendentemente estuvo de acuerdo, diciendo que necesitábamos pasar algo de tiempo juntos. Ya que acabábamos de mudarnos a nuestra casa en Laguna Beach, decidimos hacer algunas cosas el domingo, y que el lunes fuera nuestro día para divertirnos. Nos despertamos temprano el lunes por la mañana. Fui al patio trasero para observar el amanecer y recordé la manera en la que mi piel picó por el frio en el aire. Recuerdo la brisa ligera que pasó a través de mi cabello. La baja temperatura instaba a elegir ropa más abrigada que lo normal. Mientras él caminaba frente a mí, pude ver la cintura de su traje de baño asomándose un poco sobre sus jeans. Me puse mi suéter favorito de J Crew con rayas blancas y negras sobre mi bikini. Empacamos el BMW M5 Touring con todas nuestras cosas de playa y nos dirigimos a Rockpile Beach. No me importaba el surf allí, pero a él le encantaba. —La costa está teniendo rompimientos sobre los corales enfermizos justo ahora. Dependiendo de las condiciones, podremos girar en la esquina norte, y si se junta estará arrancando. Vamos, Dahl, solo sucede quizás tres veces al año y justo ahora está sucediendo. Estaba tan emocionado que no podía decir que no. Cuando llegamos a la playa, con nuestras tablas sobre el techo del auto, observé las olas y jadeé. El canal de remo iba hacia el sur de la playa donde el rasgón permitía un fácil acceso a algunas olas muy grandes, gruesas y afiladas. Él se quitó sus lentes de sol de aviador y observó las olas. Parecían ser de tamaño medio, dos metros y medio o más. La pequeña ensenada tenía un montón de agua corriendo. Ni siquiera salimos del auto. Él sabía que no había forma que yo pudiera surfear esas olas sin estrellarme. —Ve, ve. Yo te observaré —dije, observando las olas chocando contra las rocas. —No, no tengo ganas de morir hoy, en otro momento, Dahl. Vayamos al sur —dijo con sus manos sobre sus ojos azules, observando el vasto Océano Pacifico. Se puso sus lentes de sol otra vez y condujo hacia la autopista. Era un día hermoso. Teníamos las ventanas abiertas, y podía sentir el calor del sol entrando en mi piel, The Cure estaba sonando por los altavoces. —¿Tienes hambre? Muero de hambre. ¿Primero a Taco Bell? — preguntó con una gran sonrisa en su rostro. Por alguna razón solo le gustaba ese Taco Bell en particular. Poniendo mis ojos en blanco ante su elección de restaurante, solo sonreí y asentí. —Seguro, ¿por qué no? Pero yo elijo dónde cenaremos. —Genial —dijo, riendo. Después de almorzar me sorprendió cuando me preguntó: —Dahl, ¿qué dices si tomamos unas toallas y vamos a la playa dónde está más tranquilo? Quizás hasta echaremos una siesta. —¿No quieres surfear? —pregunté mientras miraba el azul del Pacifico, las olas rasgándose radiantemente hacia el horizonte, y los varios cuerpos sobre tablas. —No, no quiero —dijo, tomando mi mano y guiándome hacia el auto para tomar las toallas. Luego, caminamos hacia la playa sin fin de arena brillante. Caminamos algunos cuantos metros hasta que estuvimos lejos del centro de las instalaciones. Cuando estuvimos solos, tiró la toalla sobre la arena y me levantó, haciendo como que me iba a tirar sobre ella. Grité en protesta mientras me recostaba suavemente sobre la toalla, poniéndose sobre mí para besarme. Estaba tan tranquilo que podía oír a los pájaros graznando mientras se zambullían en el agua para atrapar a su presa. —He extrañado esto —susurró mientras hundía su cabeza para besar mi cuello, pinchándome con su rostro sin afeitar—. Y he extrañado no tenerte alrededor —continuó pasando sus manos por mi cuerpo. —Te extrañaba también, lo sabes. ¡Por lo menos, ya terminé con la escuela! —Comencé a pasar mis dedos por su rubio cabello—. Ahora, estaré en el mundo real; sin tareas, sin pasantías, sin tesis. Solo días de trabajo normales y estoy esperándolo ansiosamente —dije mientras lo atraía de vuelta a mis labios y pasaba mis manos por su espalda. Él se sostuvo sobre sus antebrazos, y me miró por un largo rato. —¿Qué? —Tú —contestó—. Eres jodidamente asombrosa. Sacudí mi cabeza y le sonreí como siempre lo hacía cuando usaba su propio lenguaje oxímoron. —En serio, lo eres. Podría mirarte, estar contigo, por el resto de mi vida —dijo mientras se levantaba para buscar algo en el bolsillo de sus shorts. Sacó algo plateado y brillante pero no pude ver que era con el sol brillando y sin mis lentes de sol. Estaba sosteniendo eso, y parecía relucir con la luz del sol. Quizás era una moneda, o incluso su reloj, no lo sabía. Luego se sentó sobre sus rodillas sobre la toalla y me levantó sobre mis rodillas también. —Dahl London, te he amado toda mi vida y no quiero nunca saber cómo es vivir sin ti. ¡Cásate conmigo! El viento volando en mi patio trasero me trajo al presente. Dejé de girar el anillo mientras me levantaba y buscaba en el bolsillo de mi pantalón para sacar la cadena que Grace me había dado. Con lágrimas en mis ojos, caminé hacia las flores y me senté en el pasto para olerlas. Después de inhalar su hermoso aroma, tomé una y una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla y decidí, sí, que era mi momento. Me desperté en la habitación de invitados, la habitación que Grace había ahora hecho mía. Pero hoy, cuando desperté, me sentí diferente. Esta mañana me sentía un poco mejor que ayer y mucho mejor que el mes pasado o el mes antes de eso. Miré por la ventana y el sol estaba brillando. Decidí que necesitaba levantarme y, mientras lo hacía, miré las paredes desnudas y mi ropa tirada en el piso. Pensé que quizás hoy sería el día que entraría en nuestra habitación, no, esa habitación. Odiaba la habitación en la que estaba, pero no pude evitar pensar que su personalidad sin vida y monótona es un reflejo directo de mí y cómo me siento. Después de que nos mudamos, nunca pude decorar. Las paredes y la alfombra siguen siendo un tono sombrío de blanco apagado, las ventanas están descubiertas, y hay muy pocos muebles. La habitación no tiene personalidad; de la misma forma en la que me siento. Salí de la cama y caminé penosamente por el pasillo hacia el baño, pensando cuánto lo odio también. Quizás, debería volver a esa habitación hoy. Mi habitación, me corrijo mentalmente. Hasta podría dormir en esa cama de nuevo y usar ese baño. Mi terapeuta quiere que llame a las cosas en la casa mías en lugar de nuestras, pero no puedo hacer eso aún, así que solo llamo a las cosas eso. Caminé a través del salón tratando de no tropezar con las cajas tendidas sobre el piso que Grace dejó tres meses atrás. Quiere que empaque algunas de sus cosas, pero no lo he hecho. Haciendo las cajas a un lado, caminé hacia las puertas cerradas del dormitorio al final del pasillo y cuando mi mano tocó el pomo de la puerta consideré si debería o no abrirla. Recordaba los sueños que tuve cuando dormí allí y que tan reales parecieron y sabía que él estaba allí… en todos lados. Mentalmente me empujé y abrí la puerta para mirar adentro. No había cambiado; no había dejado que nadie entrara allí, ni siquiera Grace. La cama no estaba hecha. Mi vestido estaba tirado sobre la silla en la esquina. Mis varios collares de perlas blancas y mi único collar de perlas negras estaban colgados junto al espejo pegado a mi vestidor. Eran las perlas más preciadas de mi tía, que se las había dado su madre, y que me las dieron a mí cuando murió. Vi mis zapatos de correr bajo la silla y caminé por la habitación, tocando varios objetos de camino al baño. De hecho reí un poco al ver el collar aún sobre el mostrador y recordando su comentario de que las perlas me recuerdan a la abuelita. Él era siempre tan ingenioso. Comencé a sentir que quizás el tiempo se había parado, pero sabía que eso no era verdad, solo aquí adentro. Miré alrededor, a todas nuestras cosas entrelazadas y supe que era el momento. Sería extraño no tener sus cosas aquí para recordarlo, pero siempre lo recordaría, era una parte de mí, es una parte de mí, una parte de mi corazón, una parte de mi alma, una parte de mi todo. Siempre. Mientras estaba frente al vestidor, miré todas sus cosas. Sonreí cuando vi su colonia, la colonia que su hermana le había comprado hace tanto tiempo, la colonia que muy difícilmente usaba. Solía decir: —Colonia solo es un nombre para el perfume masculino, de cualquier forma está hecho para mujeres. Reí un poco por su amor a redefinir las palabras usando su propio diccionario mental personal mientras me observaba en el espejo; pómulos demacrados, ligeras pecas salpicadas más obvias, cabello desaliñado, y unos cansados ojos avellana sombreados por la fatiga. Recordé que siempre me decía: eres tan jodidamente hermosa. Me pregunte qué diría si me viera ahora. Probablemente algo como: Dahl, ya tienes que ordenar toda tu mierda. Incluso por eso reí, porque su uso de obscenidades no era verdaderamente vulgar, era solo una parte de su vocabulario diario, y, con el pasar de los años, se había convertido en parte del mío. Miré el espejo y vi mi anillo de compromiso colgando de mi cuello y el brazalete circulando mi muñeca. Cerré mis ojos para no tener que mirarme. Me dolía pensar que este anillo no colgaría de mi cuello para siempre, pero sabía que siempre usaría mi brazalete AMOR. Usaría este brazalete, no solo porque él me lo había dado el día que murió, sino por la ironía de su regalo. Es irónico que me lo había dado y había dicho: Esto dice lo que parece que nunca puedo decir. Nunca dudé de su amor, pero el gesto en sí lo probaba. De solo pensar en eso casi caí de rodillas. Así que, mientras miraba el brazalete, me prometí que sería un recordatorio constante de que la vida estaba llena de ironías; que siempre diré lo que se necesite decir… sin arrepentimientos. Abriendo mis ojos, el espejo pareció solo reflejar la desordenada habitación en la que estaba. No es nuestra habitación, no es esa habitación, y no es mi habitación. Sonreí porque solo era una habitación desordenada. Grace quiso limpiar un millón de veces, pero no la dejé. No estaba lista para los recuerdos de ese hermoso día, nuestro último día juntos antes de meterse en su auto para ser borrado, pero sabía que los recuerdos nunca podrían ser borrados porque estaban arraigados en mi mente para siempre. Alejándome del vestidor y mirando alrededor de la habitación otra vez, me pregunté: —¿En qué me he convertido? —Pero ya sabía la respuesta. Me había convertido en alguien vacío, casi completamente sin emociones y ya no quería ser así. Necesitaba dejar que el tiempo pasara en esta habitación de nuevo. Y sabía que tenía que dejar ir ese día. Necesitaba convertirme en mí de vuelta. Con ese pensamiento, estiré mi mano y tomé mis zapatos de correr. Me dirigí hacia la puerta y sonreí, pero no sin antes encender mi iPod. Comenzaría mi día corriendo y escuchando algo de música. Correría y aclararía mi cabeza. Entonces, cuando volviera, quizás comenzaría con lo que sabía que ya debía haber comenzado. El otoño está en el aire. Hay una brisa fresca a mí alrededor que sopla las hojas naranja, amarillas y rojas en círculos. Al salir del parque para volver a mi casa, paso por un grupo de niños rastrillando las hojas en pilas, y luego veo cómo saltan dentro, sin preocupaciones, sin tener que preocuparse acerca de las mentiras que hay debajo. Me pregunto cómo me sentiría si estuviese por saltar en las hojas. He estado corriendo casi todos los días. Correr me hace sentir humana de nuevo; define mi mente libre y me permite olvidarme de todo. Corrí ocho kilómetros esta mañana y sentí que podría haberme empujado otros ocho, pero le prometí a Aerie que me encontraría con ella para el almuerzo. He estado reuniéndome con ella para almorzar por lo menos dos veces a la semana y para la cena casi todos los viernes por la noche. Caminando a través de la puerta de entrada me doy cuenta de las cajas, algunas etiquetadas, algunas todavía vacías, apiladas en los rincones y sé que debería terminar de empacar sus cosas. Tal vez más tarde. He empezado a dormir en mi habitación. En las noches que me despierto pensando que todavía está aquí, termino durmiendo en el sofá, pero está pasando cada vez menos en estos días y también lo son las pesadillas de su muerte a tiros. Después de tomar una ducha en mi baño, me voy al garaje. Su auto está estacionado junto al mío, nuestras tablas de surf se encuentran en la esquina, y nuestro equipo para el agua está amontonado en los estantes. Él siempre está en todos lados, pero no del todo. Mientras conduzco al restaurante me doy cuenta de un entorno familiar que me recuerda a él como lo hago cada vez que salgo del vecindario. Está en la esquina del autobús parado donde iba a dejar el señor Langston, nuestro vecino de edad avanzada, cada miércoles por la mañana. Está en la farmacia, donde iba cuando se quedaba sin algo, siempre con prisa. Recuerdos de él están por todas partes. Mientras recuerdos inundan mi mente y pensamientos de lo que solía ser antes nublan mi visión, por fin entiendo lo que tengo que hacer para sacarme de esta lluvia torrencial en la que he estado por más de un año. Es hoy, mientras conduzco por mi calle, la que solía ser nuestra calle, que por fin me doy cuenta que es hora que mi propia tormenta personal llegue a su fin. Sin paraguas que puedan impedir que me moje mientras viva en esa casa, lo que solía ser nuestra casa. Es como si el trueno finalmente hubiese dejado crepitar en mi cabeza, y mientras las nubes comienzan a alejarse, pequeños rayos de sol empiezan a filtrarse dentro. Sé que tengo que salir de la casa que una vez compartimos. Al entrar en el restaurante, sonrío mientras veo a Aerie de inmediato con su traje negro azabache y una blusa rosa-caliente, toda abotonada y pulcra. Echo un vistazo a mí en jeans, zapatos Converse, camiseta de la gira de Bon Jovi de 1987, y mi chaqueta de cuero. Ya estoy anticipando la mirada de desconcierto que me va a dar. Me siento en la mesa redonda, con mantel blanco de lino en el medio del restaurante, ella está hablando en su teléfono celular, sin duda, gritándole órdenes a alguien. Pulsa el botón de finalizar y coloca su teléfono en la mesa, mientras se pone de pie para saludarme. Como era de esperar, me mira de arriba hacia abajo antes de abrazarme como si estuviera hecha de vidrio y pudiese romperme si me aprieta demasiado fuerte. —Todavía no comes. —Son las primeras palabras que salen de su boca antes de levantar un mechón de mi cabello y arrugar la nariz—. Chica, Dahlia, te voy a llevar a ver a mi peluquero mañana, y no quiero ninguna excusa tuya. Tu cabello ya ni siquiera es rubio. Mirando al alrededor del restaurante a toda la gente que come su almuerzo, que participan en sus propias conversaciones, le doy una sonrisa fingida. —Es agradable verte de nuevo. ¿Cómo estás? —Sigo con una voz muy aguda—. Me alegro de que pudieras reunirte conmigo para el almuerzo. —Regreso a mi voz normal, rodando los ojos y reprendiéndola—. En serio, tal vez podrías empezar con algo como eso, Aerie, antes de regañarme. Trato de mantener una cara seria, pero no puedo contener la risa que escapa a mi boca, que suena más como un bufido. Sé que está preocupada por mí, pero hemos pasado por esta conversación cada vez que me encuentro con ella en algún lugar, y realmente ya es suficiente. La semana pasada me llevó a hacerme las uñas después de haber tomado mis manos y haciendo una mueca por la tierra que estaba atascada debajo de mis uñas por la jardinería. En mi defensa, me llamó a último minuto cuando estaba escarbando en el jardín y solo tuve tiempo para una ducha rápida. No es como si estuviera caminando sucia y sin bañarme, por el amor de Cristo. Decido seguir adelante y decirle mi decisión. —Tuve una revelación en el camino hasta aquí. —¿En serio? ¿Y qué sería eso? Intentando contener mi voz lo más que puedo, mientras lucho por contener las lágrimas, digo: —Voy a vender la casa. Veo la preocupación escrita en su rostro mientras responde: —¿Estás segura? Quiero decir, ¿estás segura de que estás lista? Esto es un poco repentino. La última vez que Grace habló sobre la idea, la ignoraste totalmente. Me muevo un poco en la silla y tomo un sorbo de agua. —Sí, estoy segura. Todo sobre la casa me recuerda a Ben, y no es solo la casa, es todo el condenado vecindario. Tengo que hacer esto. Sé que lo tengo que hacer. —Mientras le cuento a Aerie cómo me siento, mientras finalmente empiezo a abrirme a ella por primera vez en mucho tiempo, me doy cuenta de que acabo de decir su nombre. De verdad dije su nombre. Dije Ben. Dije el nombre que debí haber dicho más de un millón de veces desde hace casi dos años, y sé que mi vacío se empieza a llenar de nuevo. Sé que siempre voy a tenerlo en mi corazón, pero Ben siempre estará en mi memoria, no en mi vida. Todo mi cuerpo se tensa y se cierra ante la compresión y mis ojos se rodean de lágrimas. Batallo con mis emociones internas para relajarme y no derramar más lágrimas. Aerie llega a través de la mesa y limpia con suavidad una de mis mejillas, donde algunas de las lágrimas fluyeron persistentes en contra de mi voluntad. Toma una respiración profunda y veo sus ojos comenzar a llenarse de lágrimas, así, después de haberse dado cuenta de que dije su nombre. —Creo que es una buena idea, Dahlia. Creo que tienes que deshacerte de las cosas que te impidan avanzar. Tomo mi servilleta y limpio mi boca sin razón. —Sé que lo necesito, solo no sé si puedo. El camarero se acerca y toma nuestra orden. Una vez que se va, Aerie me mira directamente, con preocupación grabada en su rostro. —Sí puedes, eres más fuerte de lo que crees, y me tienes a mí, tienes a Grace, y a Serena también. Todas ayudaremos. —Pone la servilleta en su regazo, dándome una ligera sonrisa—. Creo que mudarte es la mejor decisión que has tomado en mucho tiempo. —Su voz se quiebra un poco mientras agrega—: Y esto no es asunto mío, pero sabes que nunca me ha parado antes, así que simplemente voy a tirar esto afuera por ti. Hace una pausa, mirando a cualquier lugar excepto a mí, y luego continúa. —Estaba pensando, ¿por qué no darle su auto a Trent? Sus palabras salen rápido y puedo ver las lágrimas acumularse en sus ojos. Después de todo este tiempo, Aerie todavía no ha sido capaz de decir su nombre para mí, probablemente por miedo a que me rompa. La atmósfera en el restaurante abierto es casual, pero de repente me siento sofocada mientras las lágrimas llenan mis ojos, y estoy segura que voy a sorprenderla hasta la mierda con mi siguiente respuesta. —¿Sabes qué? Esa es una gran idea. De hecho, llamaré a Serena y veré si está bien. Además, he estado pensando en eso por un tiempo, ya que Trent va a cumplir dieciséis la semana que viene. Tomo un trozo de pan y arranco la corteza. Lo mojo en el aceite de oliva con la esperanza de que la distracción aleje la picazón en mis ojos. —Creo que Ben hubiese querido que su sobrino tuviera su auto, amaba ese auto y amaba a Trent. Sé que Trent extraña también a Ben, surfear con él, y conducir a la playa con él. Siempre le decía a Ben que el auto tenía mucho poder y coraje y le encantaba ir a alguna parte con él. Sacudo la cabeza y rio un poco, pensando en lo feliz que esto hará a Trent. También estoy tratando de no llorar al pensar que el auto de Ben ya no estará estacionado junto al mío, mientras mastico el pedazo de pan que siento que podría ahogarme. Aerie se ríe un poco también, pero las lágrimas están rodando por sus mejillas. —Poder y coraje, esas son dos grandes palabras para describirlo a él, no solo a su auto. Toma su servilleta y limpia las lágrimas de sus mejillas. —Dios, él amaba ese condenado auto. Su risa se desvanece cuando pone su mano sobre la mesa y la coloca junto a mi plato, en silencio pidiendo la mía. —Dahlia, ya sabes lo mucho que te amaba. Se detiene un momento como si estuviera tratando de decidir si debe decir algo o no cuando comienza a acariciar mi mano. —Y debido a lo mucho que te amaba, sabes que él querría que siguieras adelante y vivieras tu vida. Creo que sería feliz con tu decisión. —Retirando su mano de la mía, se aclara la garganta. Sonriendo, y apenas riendo ahora, añade—: Yo también sé que si él estuviera aquí, habría pateado tu culo por no tomar esa decisión antes. Aerie hace otra pausa, levantando su vaso de agua y esperando a que haga lo mismo. Luego tintinea su vaso con el mío. —Por los brillantes días por delante, Dahlia, que sé que van a venir. Y antes de que cualquiera de nosotras pueda llorar, nuestra comida llega. Pasamos el resto de la comida charlando sobre nada, y realmente disfrutamos de la comida y la compañía. Al terminar, la mirada de Aerie se vuelve más seria y decidida. —Necesito un favor —dice, inclinando la cabeza hacia un lado y sonriendo—. Tom renunció ayer, y te necesito de vuelta en el trabajo, estoy muy corta de personal en el departamento de fotografía de la revista. Dahlia, chica, por favor, te necesito. Suspiro sabiendo que no estoy dispuesta a comprometerme a nada de tiempo completo, y sin pensarlo, respondo rápidamente. —Estaría encantada de ayudarte hasta que llegue alguien más. El rostro de Aerie se contorsiona un poco cuando dice: —No, me refiero a volver a trabajar a tiempo completo. Toma el trabajo de Tom. Te necesito. Cruzando los brazos y recostándome en la silla, la miro. Es una visión de la belleza con su ligeramente ondulado brillante cabello rubio, su pequeña nariz y cuerpo menudo tonificado. Debajo de esa belleza se esconde una bestia. Tengo la sensación de que voy a ver ese lado bestial al terminar esta conversación. —Aerie, vamos, no me pidas que haga una decisión tan importante. No digas que necesitas un favor y que no te guste mi respuesta, mierda, no es justo. Ella sabe que nunca he podido resistir una solicitud cuando alguien lo pide con tal necesidad. Yo solo soy una tonta con eso, siempre lo he sido. —Solo decidí vender la casa. Me dejas hacer eso primero y luego podemos hablar sobre trabajo, ¿está bien? —La miro fijamente a los ojos y agrego—: Pero te ayudaré a mi manera. Entonces, ¿trabajar solamente bajo una base de según sea necesario está bien por ahora? Sorprendentemente, la irritación de Aerie parece suavizarse rápidamente. Suspirando, toma un sorbo de agua y me mira. Mientras empuja su plato a un lado, sonríe y dice: —Eso se llama trabajo independiente y, en mi defensa, no sabía que ibas a venir aquí y decirme que decidiste vender tu casa. Así que lo siento. ¿De acuerdo? —Me saca la lengua por si acaso. Me quito la servilleta del regazo y le sonrío mientras le ruedo los ojos. —Lo que sea. ¿Quieres mi ayuda o no? —Se ríe y yo también. Aerie comenzó a trabajar en Sound Music después de salir de la universidad mientras yo iba a la escuela de posgrado. Se abrió camino hasta ascender con rapidez y ahora dirige el departamento de funciones principales. Una vez que me gradué me fui a trabajar para ella como una fotógrafa de estilos. Mi amor es la fotografía, pero mi pasión es la música, así que con mi título en su lugar tuve la oportunidad de combinar mi amor y pasión juntos en lo que se convirtió en un trabajo de ensueño. No había vuelto a trabajar desde el día que Ben murió, pero tal vez ahora es el momento. Una semana más tarde, es la noche del jueves. Mi rutina consiste en ponerme el pijama, lavarme los dientes, y acostarme en el sofá a ver Vampire Diaries. Todos los jueves Ben y yo solíamos ver Vampire Diaries juntos. Él me decía que odiaba el programa, pero siempre lo veía conmigo. Yo solía pensar que, en secreto, se había enamorado de Elena. Solíamos hacer palomitas de maíz, sacábamos el edredón y almohadas del armario, y poníamos los pies en nuestro sofá gigante. He seguido la tradición, solo que sin las palomitas de maíz, ya que Ben era el que siempre se las comía todas del plato, de todos modos. Mientras me acomodo en el sofá, con la colcha que mi madre y yo hicimos juntas, y enciendo la TV, mi celular comienza a sonar. El nombre de Aerie parpadea en la pantalla y ruedo mis ojos. —¡Qué! —contesto. —Lo sé, lo sé. ¡Vampire Diaries! Pero escucha, y no digas nada, y no digas que no. Te tengo un vuelo a las once de la mañana a McCarran International para conducir la primera entrevista sobre el estilo de sesión de fotos con River Wilde. —¿Qué? ¿Estás loca? ¡No! ¡No puede ser! —le dije, sacudiendo la cabeza para dar énfasis a pesar de que sé que no me puede ver. Aerie ignora mi arrebato y me dice que ya ha hecho arreglos para que conociera al cantante de The Wilde Ones en la sede corporativa de Sound Music en Las Vegas mañana por la tarde. Ella insiste: —El cantante, ya sabes, River Wilde. —En cualquier caso por alguna razón tengo claro quién es él. Aerie me dice que River se encuentra en Las Vegas para algún tipo de promoción y tenía un cambio de última hora en su horario. No tiene a nadie más para hacerlo y su cambio de horario solo permite un pequeño espacio de tiempo a la revista para reunirse con él el viernes. Luego subraya—: Y Dahlia, chica, esta es una gran oportunidad para mí y para la revista, por favor. Bajando el volumen de la televisión y mirando a todo lo que tengo que empacar, le digo: —No puedo ir en tan poco tiempo, lo sabes. Acabo de poner la casa en venta. —No, esa no es la cuestión. Tener tu casa a la venta no es lo malo. Estar fuera una noche no va a hacer una diferencia. No soy tonta. Te conozco. Sé lo que está pasando en esa linda cabecita tuya, y esto no tiene nada que ver con tu enamoramiento, te lo prometo. —Se detiene un minuto y luego continúa—: Tienes miedo de verlo, tu enamoramiento secreto por una estrella de rock. Pero vamos Dahlia. Él probablemente no te recordará —dice ella y de hecho me siento un poco mal. Pienso mientras mentalmente corrijo sus palabras, que de hecho, River Wilde era mi enamorado antes de ser una estrella de rock, y no importa lo que ella diga, obviamente me preparó una trampa y no puedo decir no. Aerie sabe que secretamente me baboseé por él luego de que nos conociéramos en el bar del campus de USC hace algunos años. Ella sabe que es el cantante cuyas canciones estaban siempre repitiéndose, no solo en mi iPod, sino también en mi cabeza. Y ella sabe que era el cantante del que nunca hablé con Ben, y ahora quiere que me encuentre con él, otra vez. —Vas a deberme una bien grande, ¿ya sabes, no? Lo haré, estoy segura que no me recordará de todos modos, y aun así no es como que haya pasado algo embarazoso, ¿sabes? —Finalmente me las arreglo para gruñir. —Muchas gracias, de verdad te amo, Dahlia —canturrea Aerie y luego pasa la siguiente hora diciéndome los puntos culminantes de la carrera de River. Después de colgar el teléfono, mi mente vaga de nuevo a lo que sentí esa noche cuando conocí a River. Como fue que un toque de alguien en ese momento envió escalofríos hasta mis brazos. Recuerdo los sentimientos que sentí entonces, sentimientos que han estado enterrados desde hace mucho tiempo. Espero por Dios que no los reviva mañana. ¿Cómo podrían? Esos eran los sentimientos de una joven estudiante que estaba enamorada de otra persona, de todos modos. De vez en cuando he pensado en nuestra intensa conexión esa noche en el bar y me pregunto si podría haber sido más en mi mente de lo que realmente era. Más como que estaba bien querer creer en algo que sabía que no podía ser. Además, incluso si la conexión era real, River es algo famoso ahora y estoy segura de que tiene un montón de mujeres detrás de él, o posiblemente incluso una novia. ¿Qué importa todo eso de todos modos? Sigo siendo una chica rota que lucha con las etapas de mi dolor, tratando de volver a entrar en el mundo real, sin el hombre que sigue siendo una parte de mí. No he prestado mucha atención a la carrera de River desde la muerte de Ben. La curiosidad se apodera y voy a Google y escribo su nombre. Leo algunos artículos sobre él y descargo sus canciones más recientes. Me deslizo en la cama a las once, sin darme cuenta de que jamás vi Vampire Diaries. Temblando a través de la bruma del desierto de Nevada, la ciudad más dinámica del planeta. Mi avión está a punto de aterrizar en el suelo al que usualmente se le llama recientemente El Dorado. Mi estómago está hecho nudos. Es una mezcla de emoción nerviosa y miedo total. Estoy nerviosa porque este es mi primer día de vuelta al trabajo en casi dos años. Estoy emocionada porque finalmente siento que estoy haciendo algo productivo después de tanto tiempo. Y tengo miedo por la persona a la que estaré entrevistando para preparar su próxima sesión de fotos. Bueno, no tengo tanto miedo como incertidumbre, o quizás hasta aprehensión, o me atrevo a decir, deseos de encontrarme con él. Hemos estado dando vuelta sobre el aeropuerto esperando poder aterrizar por casi cuarenta y cinco minutos. Estoy sentada en el asiento de cuero lujoso del avión escuchando música que he descargado recientemente. Mirando por la ventana y a través de las nubes, puedo ver la zona concurrida y famosa de Las Vegas. Estoy tratando de comprender como dejé que me convencieran de hacer este trabajo. ¿Cómo es que en solo unos cortos minutos volveré a ver a River? Por la mañana, Aerie me envió una lista de higiene de la que quizás quiera encargarme antes de asistir a mi primer trabajo “independiente”. Esta lista incluía rasurar mis piernas y secar mi cabello, ambas cosas ella sabía que no las había hecho frecuentemente desde la muerte de Ben. También me advirtió muy groseramente que pensara un poco en mi selección de ropa. La noche anterior había escogido cuidadosamente lo que usaría hoy. Había decidido que usaría una blusa blanca, una falda negra, y unos tacones negros. De todas formas, después de oír el álbum de The Wilde Ones esta mañana, su música me había inspirado a querer ir a trabajar hoy. Me duché felizmente y usé mi champú favorito con olor a pomelo. No solo me tomé un tiempo extra para hacer mucha espuma y repetir el proceso, sino que decidí dejar mi atuendo de negocios escogido por algo más divertido. Mis duchas generalmente son de cinco minutos, pero hoy duró mucho más. No puedo decir por qué, pero me siento diferente, quizás hasta emocionada de una manera que no puedo describir. Hasta bailé en mi habitación antes de vestirme. No he hecho eso en mucho tiempo. Sintiéndome preocupada por mi apariencia por primera vez en mucho tiempo, decidí que casual era mejor que a la moda, y luego decidí que sofisticado era mejor que casual, y, al final, use una mezcla de los tres. Opté por usar unos jeans negros apretados y mi camiseta más preciada con las palabras The Kinks escritas diagonalmente sobre ella y la palabra Lola por debajo en un rollo negro desvanecido. Me puse mi chaqueta de cuero gris sin la capucha, y un par de botas negras con los dedos al aire. No he ido de compras en mucho tiempo, ni siquiera sé si los zapatos aún están de moda, pero son cómodos. Añadí un poco de delineador de ojos, mascara, y brillo labial y estuve lista para irme. Cuando el avión aterriza finalmente, respiro profundamente, y camino por la manga. Río mientras leo la señal al final del pasillo que dice: “Lo Que Pasa en Las Vegas, Se Queda en Las Vegas” Mientras atravieso el aeropuerto, sonrío otra vez mientras oigo las palancas de las maquinas siendo bajadas y las campanas sonando por los afortunados ganadores apostando en el Aeropuerto de Las Vegas. Después de recoger mi equipaje, piso el pavimento de la Ciudad del Pecado y espero al taxi que me llevaría a mi destino. Estamos a principios de noviembre y el clima es fresco y suave. Estoy sentada en el asiento trasero de un taxi, sintiendo que la brillante luz del sol a través de la ventana penetra mi piel. Acepto la calidez y respiro profundamente, tratando de refrenar mi repentino comienzo de nervios. Tengo tantas emociones atravesando mi cabeza mientras pienso en los dos finales extremos de encontrarme con River de nuevo. ¿Cómo me sentiré si no me recuerda? ¿Cómo me sentiré si lo hace? La respuesta a ambas respuestas… no tengo idea. Sabiendo que tengo prisa, el conductor me dice que tomará la ruta más rápida que pueda. Mientras explica que es el camino más largo en cuanto a kilómetros alrededor de la zona, pero es el más corto en cuanto a tiempo, me desconcentró. Dios, ¿qué sucede si no me recuerda cuando yo nunca pude olvidarlo? O, ¿qué sucederá si me recuerda y aún tenemos esa conexión instantánea? ¿Aún es adorablemente encantador y totalmente carismático? ¿Por qué estoy pensando así y por qué me importa? Estoy aquí para hacer un trabajo y eso es en lo único que puedo pensar. River es solo una persona que tengo que entrevistar para preparar una sesión de fotos. He hecho este trabajo millones de veces. —Solo haz tu trabajo, eso es lo único que tienes que hacer —me digo una y otra vez. Observo la multitud de gente caminando por la acera, hombres y mujeres, parejas y familias, ganadores y perdedores, y pienso que todos están aquí para olvidarse de sus vidas diarias. Decido que hoy es el día perfecto para que yo haga lo mismo. También me perderé en la ciudad. Hoy soy Dahlia London, la fotógrafa. Puedo ser esa chica. Era esa chica. Soy esa chica. Hoy no seré Dahlia London, la pobre chica cuyo prometido murió frente a ella. La luz del sol entrando por las ventanas del taxi refleja los diamantes de mi brazalete. Mientras miro la calle, veo a un hombre vestido con traje, caminando mientras mira su teléfono y no puedo evitar pensar en Ben. Ben siempre fue multifuncional, podía hacer más cosas en un día de las que yo podía hacer en una semana. Hoy, estos pensamientos no son tristes. En su lugar, sonrió por el recuerdo que provocan del hombre que era tan decidido y exitoso a tan corta edad. Respirando profundamente, miro mi brazalete otra vez y recuerdo la razón por la que nunca me lo quitaré. La promesa que me hice de no tener arrepentimientos. Esos pensamientos son los que llevaré conmigo mientras entrevisto al único hombre con el que casi tuve un juego seductor una vez, hace mucho tiempo. El taxi se acerca al edificio ubicado en la Avenida East Harmon, a solo unas pocas cuadras del Hotel Hard Rock donde me estaré quedando. Ya que tengo poco tiempo, decidí no dejar primero mis bolsas en el hotel. Salto del auto y oigo el familiar repique de mi celular. Respondo mientras tomo mi equipaje para entrar al edificio. Con mi hombro sosteniendo el teléfono contra mi oído, abro las grandes puertas dobles del edificio donde se encuentra la oficina de Sound Music. El recibidor está tranquilo; es viernes por la tarde así que sospecho que varios empleados se han ido por el fin de semana. Aerie está al otro lado del teléfono gritando frenéticamente que llego tarde y que vaya al séptimo piso inmediatamente porque River ya está allí. Después de volver a asegurarle a Aerie que he llegado y que estoy subiendo, salgo del ascensor y corto la llamada. Prácticamente corriendo para llegar al salón de conferencias, arrastro mi maleta con mi bolso sobre ella, detrás de mí. Giro en la esquina y camino por el pasillo donde puedo ver a través de las paredes de vidrio del salón de conferencia. Allí está sentado, River Wilde, mirando su teléfono. Mi corazón está latiendo rápidamente por solo verlo, y el sentimiento de jovencita enamorada que he tenido por él hace cinco años vuelve de nuevo. Camino más lento, respiro profundamente, y me detengo para alisar mi chaqueta. El cambio de peso de mi cuerpo hace que mi bolso se caiga de mi maleta, provocando un fuerte sonido contra el piso de mármol. Mirando el pasillo vacío, recojo mi bolso y sigo caminando, pero mientras levanto la mirada y veo a River Wilde, él ya no está mirando su teléfono. Me está mirando a mí. Sigue siendo tan cautivante como hace tanto tiempo, pero esta vez, la palabra “peligroso” ya no se aplica. Mis piernas están temblando y mi estómago está haciendo volteretas mientras camino hacia el salón de conferencias. No soy una persona nerviosa por naturaleza, pero el hecho de que me haya preguntado si puede ser real el amor a primera vista cuando lo conocí esa noche me pone terriblemente nerviosa. El silencio en la oficina añade mi ansiedad; el único sonido que se oye es el de mis tacones contra el piso. Mientras me acerco a la puerta, puedo verlo pasando su mano por su cabello. Está caminando alrededor de la mesa de conferencia hacia la puerta, y llegamos a ella al mismo tiempo. Con un agarre nervioso, tomo la manija de la puerta, alejando mis ojos de los suyos cuando mi brazalete Cartier golpea el vidrio, causando un filoso dolor en mi muñeca. Hago una mueca de dolor al tropezar contra él. Cuando nuestros cuerpos se encuentran, mi nerviosismo se evapora y es reemplazado por un sinfín de sentimientos intensificados. Estoy tan cerca de él. Puedo oler su aroma a jabón, recién salido de la ducha, que recuerdo tan bien. Puedo sentir su duro cuerpo, y cuando levanto la mirada, puedo ver la suavidad de la piel de su rostro, lo que hace que mis rodillas se doblen debajo de mí. La piel de gallina sube por mis brazos y piernas. Nuestra colisión ha despertado algo en mí. Es algo tan simple y puro como el deseo. Algo que no he sentido en mucho tiempo. Reuniendo toda mi compostura, miro sus brillantes ojos verdes, la intensidad aún es tan poderosa que cualquiera que los mire puede quizás nunca salir. Yo ya sé que no quiero salir. Estoy segura de que estoy mirando mientras continúo observando sus ojos buscando esa misma mirada que me dio tanto tiempo atrás, pero antes de que pueda encontrarla, nuestro contacto se rompe. Él retrocede y noto que sus ojos brillantes están estudiando mi cuerpo. Recordando que debo ser Dahlia London, la entrevistadora, trato de empujar a la chica desenfrenada y reemplazarla con la chica profesional. De todas formas, tratar de manejar varias personalidades nunca ha sido fácil para mí. Dejo caer mis ojos para escapar de su poder y comienzo a decir una mezcla de palabras ilegibles que tienen muy poco sentido incluso para mí. —Discúlpame, lo siento, gracias, y oh mierda. Observando la habitación, avergonzada por mi falta de profesionalismo, de alguna forma, me las arreglo para volver a mirarlo. Observo sus jeans desgastados, sus botas negras Doc Marten, y su camiseta gris con la palabra Fender impresa en negro. Él sigue siendo abrumadoramente atractivo. Luce justo como lo recordaba; no, luce mejor. El chico con el que había hablado en un bar hace cinco años, ahora es un hombre. Aún sonriendo, él ríe y cruza sus brazos. —No necesitas disculparte, esa es la clase de choque que no me importa tener. Asintiendo educadamente, sigo parada allí, y me estoy preguntando si realmente no me recuerda. —Déjame ayudarte con tus bolsas —dice mientras toma mis bolsas de mi mano. Cruzando el salón, deja mi bolsa negra en la mesa frente a nosotros y luego, tomando mi maleta, camina casualmente hacia la esquina del salón y la deja junto a la funda de su guitarra, que está recostada contra la pared. No puedo evitar notar que su caminar aún es balanceado y está lleno de confianza. Girando, vuelve hacia la mesa de conferencia, sin mostrar ninguna señal de reconocerme y comienzo a sentirme un poco desinflada. Se detiene en la mesa donde lo vi por primera vez y estamos frente a frente, con la mesa entre nosotros. Mirando mi maleta y señalando la pared de vidrio, pregunta: —¿Dormirás aquí? Porque no hay mucha privacidad. Río suavemente y él se ríe de sí mismo. Tratando de decidir si debo mencionar que ya nos habíamos conocido, decido que no. No estoy segura de sí me recuerda; de hecho, estoy bastante segura de que no, entonces, ¿por qué avergonzarme más? Reuniendo toda mi compostura y recordando que estoy aquí para trabajar, me quito mi chaqueta y me paro derecha, extendiendo mi mano. —Hola, soy Dahlia London de Sound Music. Lamento llegar tarde. River extiende su mano para encontrar la mía, y creo ver un pequeño destello en sus ojos pero no estoy segura. —Dahlia, mmm... una flor. Bueno, encantado de conocerte —comenta mientras su sonrisa de lado regresa—. Aerie ha estado enviándome tu ubicación durante la última hora —dice mirando su teléfono—. Ya sabes quién soy, así que podemos saltar esa parte de las presentaciones. ¿Estás de acuerdo? —pregunta sonriendo, mientras se sienta y me hace señas para que haga lo mismo. —Suena genial —digo, sentándome y observando a este hombre. Reflexionando sobre esa noche hace tanto tiempo, lo que ahora parece como si hubiera sido ayer, trato de ver entre sus palabras. Sus palabras me hacen comenzar a cuestionarme mi primera impresión de que no me recuerda. Entonces, ¿me recuerda o no? ¿Está jugando conmigo? Bueno, esta vez, no estoy jugando ningún juego. Esta es una reunión de negocios, así que comencemos con los negocios. Con ese pensamiento, abro mi bolsa, saco mi tableta, lápiz y papel, y evito mirar sus ojos a toda costa. Mirando el salón, noto el entorno escueto. Solo hay una mesa de conferencias, sillas y un pequeño mueble. No hay una pizarra blanca, ni caballete, nada para anotar. Sacando una tableta más grande y lápices de colores de mi bolsa, los dejo en el centro de la mesa. River mira inquisitivamente los objetos. —Para nuestro diseño final —digo con una sonrisa. Recostándose en su silla y poniendo sus manos detrás de su cuello, River responde con picardía: —Lo que digas. Mientras no tenga que dibujar, no me importa. —No quiero clasificar tu inhabilidad para dibujar un simple diagrama —respondo, dándole mi propia sonrisa de lado. Comienzo la entrevista pidiéndole a River una breve historia de su banda. Continuo con preguntas que incluyen a los miembros de la banda, la ropa y ubicaciones que les gustan y las que no, y sus mejores recuerdos de su primera gira. Esto lleva casi treinta minutos y nuestra conversación está fluyendo de una forma muy formal. Dejando a un lado la historia de la banda, comienzo a preguntarle sobre el nuevo álbum. Antes de responder, River se levanta de la silla y camina por la habitación hacía el mueble, sirviéndonos a ambos un vaso de agua de una jarra. La habitación está en silencio mientras lo observo caminar, relajado y confiado. Es la cosa más sexy que vi, excepto por él. Mientras observo su parte de atrás, noto que su trasero es algo plano con sus jeans colgando un poco y pienso que su trasero también es lo más sexy que vi. River camina alrededor de la mesa y se sienta junto a mí. Este pequeño movimiento me sorprende y me hace perder el hilo de mis pensamientos. Mi mente se descarrila del camino de negocios por el que se había dirigido tan bien. Él gira su silla para enfrentarme, señala mi camiseta y dice: —Lola está entre mis diez canciones favoritas de todos los tiempos. Está en mi teléfono. —Saca el celular de su bolsillo, toca la pantalla un par de veces y me la muestra, en caso de que dudara de él. —Eso es genial, obviamente tenemos gustos similares en la música — digo en respuesta mientras trato de ver que más hay en su lista de reproducción. —¿De dónde sacaste esa camiseta, de todas formas? Parece que la verdadera camiseta se vendió cuando salió el álbum One for the Road en 1980 —pregunta River mientras se levanta y me levanta con él. La piel de gallina regresa rápidamente en mis brazos y piernas cuando tira del dobladillo de mi camiseta y demanda: —Date la vuelta, déjame ver algo. —Gira su dedo en un arco de ciento ochenta grados en caso de que no hubiera entendido sus palabras. Mirando directamente sus poderosos ojos, lo miro interrogativamente antes de girarme. Sin ni siquiera pensarlo, salto en su juego de cabeza. Su aroma, su cercanía, la forma en la que mi cuerpo reacciona a su toque me ha paralizado y le doy la bienvenida a la oportunidad de girarme y salir de sus ojos verdes como bolas de cristal. Dios, es tan hipnotizante, y necesito recomponerme y volver a donde estábamos. Su teléfono chilla desde la mesa, pero lo ignora. Dándole mi espalda a River, él tira del cuello de la camiseta y lee la etiqueta. —¡Santa Mierda, es original! ¿Tienes idea cuanto tiempo he estado buscando una de estas? —Luego me hace reír cuando se disculpa—. Lo siento, mi madre me enseñó a no decir groserías frente a una mujer. Reprimiendo una gran risa, digo: —No te preocupes, digo mierda tanto como cualquier otra oración. — Con eso, ríe conmigo. La facilidad de conversación que tan fácilmente tuvimos esa noche en el bar hace tanto tiempo regresa inmediatamente. Bueno, para mí, de todas formas, notando que esta es solo la forma en la que River se comporta con las mujeres. Coquetea, es encantador y debe tener la misma buena relación con todas las mujeres que conoce. Aceptando eso, continúo conversando con esta casi famosa estrella de rock. Me relajo, me recuesto en mi silla y comienzo a decirle todo a River sobre mi padre y su obsesión con la música y las camisetas de conciertos. Me aseguro de no repetir lo que le dije hace tantos años, no sé por qué. Hablando ahora, me doy cuenta que nuestra conversación esa noche podría ser solo una de las tantas conversaciones intimas que probablemente tuvo en toda su vida. Es su naturaleza; es quien River Wilde es. Sigo hablando y conversando con él, honestamente, no me había sentido tan cómoda con la compañía de un hombre en mucho tiempo. Trato de tener en mente que no importa si no me recuerda; me estoy divirtiendo ahora. Y además, yo fui la que hui de él esa noche después de una corta conversación y un único beso. En serio, ¿qué tan memorable podría ser una conversación y un beso con una chica en un bar lleno de gente? Mirando el reloj en la pared, noto que son casi las cinco en punto y solo había comenzado la entrevista necesaria para preparar la sesión de fotos próxima de The Wilde Ones. River debió haber visto la preocupación en mi rostro porque mira el mismo reloj casualmente y dice: —No tengo ningún plan para esta noche. ¿Podríamos terminar la entrevista durante la cena? Había pasado la última hora discutiendo todo sobre música con este hombre atractivamente encantador. Le conté todos los conciertos a los que había ido, él me contó todas las bandas a las que había visto, y enlistamos nuestras canciones favoritas, artistas favoritos, sencillos favoritos, y álbumes favoritos. Durante nuestra conversación, siguió mirándome con esos ojos verdes brillantes, sonriendo ocasionalmente, incluso cuando lo que estábamos diciendo no era gracioso. Tocó la guitarra en el aire cuando mencioné una canción con un gran solo de guitarra y bromeó tocando la batería cuando estábamos hablando de un artista que era conocido por sus habilidades como baterista. Él era muy juguetón y me divertí inmensamente, de hecho, la estaba pasando de maravilla. Hasta tomé un lápiz y pretendí cantar mi canción favorita de Britney, lo que lo hizo reír. Así que, la cena… seguro, ¿por qué no? Justo cuando comenzaba a responder, mi celular suena. Está escondido en mi bolso, y lo busco, en caso de que sea Aerie. Tomando el bolso de la mesa, accidentalmente, dejo caer todo su contenido. —¡Mierda! —grito, levantando mi dedo índice—. Lo siento, dame un segundo, puede ser mi jefe —digo girando mi silla y arrodillándome en el suelo bajo la mesa para encontrar mi teléfono y juntar mis cosas. Encuentro mi teléfono primero, justo entre los pies de River. Mientras estiro la mano, oigo a River aclarar su garganta. —Aja, puedo tomar eso por ti —dice antes de meter su cabeza bajo la mesa—. Pero, pensándolo bien, prefiero esto —continua, señalando mi cabeza entre sus piernas. Dándome cuenta de que mi rostro está casi en sus rodillas, me muevo un poco para mirarlo y termino mirando directamente su entrepierna. Me muevo rápidamente, tratando de salir de esta incómoda posición y mientras lo hago, golpeo mi cabeza contra la mesa. Levantándome de nuevo, sostengo mi teléfono y rio un poco antes de frotar mi cabeza y decir: —Lo siento, pero ya lo tengo. Él ríe de nuevo. —¿Quieres que junte el resto de tus cosas o quieres hacerlo tú? No me importa. Mordiendo mi labio, digo: —Si no te importa, te dejaré juntarlas. Mirándome con sus intensos ojos, lame su labio inferior. —Seguro, lo estaba disfrutando. —Luego, sin esperar una respuesta, se levanta de la silla, y comienza a juntar todo mientras lo miro aún frotando mi cabeza y teniendo una llamada perdida. Sus gestos, su tono, sus expresiones faciales, y su lenguaje corporal… todo tan encantador, casi desarmador. Es el mismo que recuerdo. Y justo ahora, mientras está frente a mí poniendo mis cosas de vuelta en mi bolso, en lo único que puedo pensar es en él. Cuánto lo deseo. Cuando todo está en mi bolso, pregunta: —¿Y la cena? Muerdo mi labio para no sonreír. —Suena genial, pero realmente necesitamos avanzar, la oficina cierra a las cinco los viernes. —No hay problema —dice. Luego, señalando la tableta en el centro de la mesa, dice—: Realmente esperaba jugar a Pictionary, ¿quizás más tarde? Sacudiendo mi cabeza hacia atrás y adelante alejo el resto de mis cosas y digo: —Vamos. Él extiende su mano como diciendo “tú primero”; escanea mi cuerpo de la cabeza a los pies de nuevo. —¿Quieres dejar tus cosas en el hotel antes de cenar? —pregunta mientras toma su guitarra y mi maleta de la esquina. Asintiendo con la cabeza, digo: —Sí, solo tomaré un taxi e iré al hotel, puedo encontrarte para cenar más tarde. Él pasa una mano por su cabello y me mira. No, me está observando. —¿Esa es una manera más bonita de alejarme? —pregunta. Me encojo, recordando la noche que me fui cuando me pidió que me quedara, pero ya que ni siquiera me recuerda, no sé por qué suena tan agravado. —¿Qué? No. —Es mi única respuesta. Sacudiendo su cabeza, dice: —Listo, entonces, tengo mi auto aquí. Solo pasaremos por tu hotel primero. Su molestia parece haber desaparecido y ya no espera que pase yo primero. En su lugar, toma mi mano, guiándome hacia el ascensor y fuera del edificio. ¿Tomarse de las manos es más un arte o una ciencia? Este es el pensamiento que atraviesa por mi mente cuando River y yo salimos fuera del edificio de oficinas juntos. Me pregunto esto porque cuando toma mi mano, no me refiero a que la sostiene palma a palma, me refiero a todos los cordones de sus dedos entre los míos y las mantiene firmemente en su agarre. Se siente íntimo y transmite la idea de que nos conocemos muy bien, cuando en realidad, no lo hacemos. No todavía. Ben es el único chico con el que siempre me tomé de las manos. Así que tratando de averiguar toda la pregunta del arte o la ciencia, intento imaginar a otras parejas que conozco. Trato de recordar cómo sus manos se entrelazaban, pero no puedo profundizar ese nivel de detalle en mi memoria. Solo mis manos tomando las de Ben como un indicador para ayudar con mi decisión. Ben y yo nos tomábamos de las manos por lo general, cuando estábamos en público. Realmente no sé si esto era un gesto de cercanía o una manera de Ben para que otros supieran que era mi novio. De cualquier manera, cuando nos tomábamos de la mano, era palma a palma. Nuestro agarre era lo suficientemente flojo que si teníamos que dejar pasar a alguien o parar y mirar algo, el agarre se podía caer fácilmente. Yo diría que nuestra toma de manos era más una ciencia. Entonces, ¿por qué la forma en que River sostiene mi mano parece tan diferente? Su agarre es firme, nuestros dedos se entrelazan, y está frotando ocasionalmente círculos en la parte superior de mi mano con el pulgar. Estos pequeños gestos sin duda hacen que tomarse de las manos parezca más como un arte. Así que mi conclusión sería que tomarse de las manos es exclusivo para los dos que lo están haciendo. Totalmente absorta en mis pensamientos mientras caminamos a través del garaje. Apenas noto que está tan vacío como el edificio. Con la guitarra al hombro, pasa su otra mano por su cabello. Está a la cabeza mientras se dirige hacia lo que supongo es su auto. Es un antiguo Porsche negro. Se da vuelta al caminar y lo veo esbozar una sonrisa genuina. Tiene lindos hoyuelos. Es la primera sonrisa en toda regla que he visto de él y es adorable. Al llegar a su auto, suavemente suelta mi mano mientras alcanza en el bolsillo frontal las llaves. Desbloquea la puerta y la abre para mí. Agarra mi mano para ayudarme en el asiento muy bajo. Una vez que me siento, levanta mi mano y la besa. Al instante, siento una sensación de deja vu, como si estuviera de vuelta en el bar la primera noche que lo conocí hace mucho tiempo. Cierra la puerta y camina alrededor para poner mis cosas en el maletero. Abre la puerta y deja caer su guitarra en el área pequeña detrás de nosotros antes de mirarme con una sonrisa ladeada, levanta una ceja y mueve ambas manos. —Entonces, ¿te gusta? Me muerdo el labio y levanto mis ojos como si estuviera pensando. —¿No es este el auto de James Dean? —pregunto. Sacude la cabeza y se ríe. —Bueno, este no es el verdadero, obviamente, pero es un modelo de su 1955 Little Bastard. Me río al oír un auto hacer referencia a tal apodo, recuerdo a mi padre y su amor por James Dean. Mi papá me conquistó con su constante observación de la película y las referencias. Los dos éramos ávidos fanáticos de James Dean tanto así que debemos de haber visto Rebelde sin causa más de cien veces. Creo que sabía todas las líneas de memoria. Probablemente todavía lo hago. Me mira con curiosidad y dice: —¿Puedo preguntar qué estás pensando? Suspirando por mi memoria, guardo los pensamientos de mi padre lejos. —Sueña como si fueras a vivir para siempre, vive como si fueras a morir hoy. Coloca ambas manos en el volante y mira por encima hacia mí. La intensidad de sus poderosos ojos verdes capta mi atención. —Me encanta esa película, y esa es sin duda una de mis frases favoritas. Pongo mi cinturón de seguridad antes de girarme hacia un lado para mirarlo. —James Dean fue el actor favorito de mi padre y siempre amó su auto. Entonces que oportuno que justo tuve la oportunidad de viajar en un Spyder durante mi vida. —Mmm... —responde cuando se pone el cinturón de seguridad. Dándole un pulgar hacia arriba, digo: —Eh, realmente me gusta tu auto. En realidad es muy genial. Su enorme sonrisa regresa y sus hoyuelos resuenan en alta definición. Entonces, justo cuando me acuerdo de él haciendo un valiente esfuerzo para evitar cualquier incomodidad en la conversación, cambia de tema. Enciende el auto y lo saca del garaje, dirigiéndose por la calle hacia La franja de las Vegas. —¿A dónde? Digo dónde me estoy quedando y después de lo que parece solo unos minutos, nos detenemos en el Hotel Hard Rock. Pone el auto en el estacionamiento y mira por encima de mí. —Quédate ahí. Abriré tu puerta. Caminando a mi lado del auto, apunta y asiente con la cabeza a los valet y se indica a él mismo por mi puerta. Después de abrirla, tira sus manos a cada lado del marco de la puerta y se inclina. Me rodea con su aroma embriagador y la sensualidad abrumadora antes de llegar a mi mano. Sacudo la cabeza y ruedo los ojos ante su gesto tan caballeroso, pero disfruto al máximo de la dinámica de esto. Al salir del muy bajo auto, agarro su mano y río un poco. —Gracias, amable caballero. Me guía hacia adelante para cerrar la puerta. Entonces, medio sonriente mira hacia otro lado, casi con timidez. —De nada. Es tan adorable. De pie muy cerca, me empuja con cautela contra el auto, de nuevo apoyando las manos a cada lado de mí. Está cerca, pero todavía no lo suficiente. Sus ojos se mueven de nuevo a los míos, perforándome con su intensidad, enviando escalofríos por mí espina dorsal. Mientras se inclina hacia mí, susurra en mi oído. —Caballero. Creo que me gusta el sonido de eso. Encoge sus hombros y me mira fijamente con sus hipnotizantes ojos verdes. Se ríe y dice: —¿Qué, un hombre no puede ser un caballero? Sonrío, realmente impresionada y me río un poco de mí. —Nunca dije eso. Le entrega las llaves del auto y algo de dinero al valet. —Solo las bolsas en el maletero van a la habitación de esta hermosa chica. No tardaremos mucho. De la mano de nuevo, me lleva a la recepción. Está cerca de mí y siento su mano de vez en cuando, tal vez accidentalmente, rozar la cara externa de mi muslo. Dando mi nombre a la linda recepcionista femenina, me comprueba. Le envía una sonrisa coqueta y le pregunta si la tarjeta de crédito la debe dejar en el archivo para gastos imprevistos. Sonríe y pone las manos sobre su tarjeta. Cuando protesto se encoge de hombros y me guiña el ojo. —No importa, no creo que te cobrarán nada. Siempre he sido una persona independiente, incluso con Ben rezumaba mi independencia, a menudo poniéndolo muy molesto si pensaba que estaba infringiéndolo en él. Extraño, cómo por alguna razón, no estoy ni un poco molesta de que este adorable y encantador hombre tome el control de conseguir que me registrara en mi habitación. En realidad, creo que sus acciones son algo así como un giro. Antes de darme mi llave de la habitación, lo miro mientras desliza la lengua por su labio inferior y arrastra los dientes a través de él. —Esperaré en el bar, a menos que necesites algo de ayuda para llegar a tu habitación. Me quedo mirando su labio inferior y trato de controlar mi respiración pesada. Elijo centrarme en su comentario coqueto y no en su encanto sexy y abrumador. Con eso, sacudo la cabeza hacia él. Coqueteando de vuelta muerdo mi labio inferior y escaneo la longitud de su largo y delgado cuerpo de una manera muy obvia. Entonces ladeando la cabeza digo: —Estoy bien, gracias. Responde con un ligero ruido de gemidos, y sus ojos parpadean sobre mí. Rápidamente me dirijo, riendo para mis adentros mientras camino a los ascensores sin siquiera mirar atrás. Cuando llego a mi habitación, llamo al conserje, y hago los arreglos para que mi equipaje sea entregado. Mientras espero, me acuesto en la cama tratando de averiguar lo que está pasando con mis sentimientos y emociones. Siento una conexión con River. Tenemos la misma naturalidad que la primera noche que lo conocí. Es adorablemente encantador, mucho más que carismático y más atractivo. Todas las mismas cualidades que me hicieron querer quedarme con él esa noche en el bar y que me dan ganas de pasar más tiempo con él. Es como si estuviera recreando partes de esa noche a pesar de que no parece recordar nuestro encuentro. Miro alrededor de mi habitación de hotel en las fotos de las guitarras en las paredes, y los pensamientos de querer a alguien que me toque, me bese, alguien con quien tener intimidad, inunda mi mente. Al mirar por la ventana, empiezo a cuestionarme lo que estoy haciendo con River. ¿Estoy traicionando a Ben? ¿Cuánto tiempo es el tiempo suficiente? ¿Estoy lista para estar con alguien más? Solo he tenido sexo con Ben, ¿qué pasa si soy muy mala en la intimidad con otra persona? ¿Es esta cena realmente una cita, o se trata simplemente de una cena de negocios? ¿Estoy preparada para una aventura de una noche con el hombre que ha capturado mi atención más rápido que nadie que haya conocido, dos veces? Con todo, corriendo a través de mi mente, solo estoy segura de la respuesta a la última pregunta. Tal vez lo estoy. Así que por ahora dejo todas mis dudas y preguntas y meto la culpa lejos también. Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos y doy una sacudida en la cama. Oh, sí, mi equipaje. Al abrir la puerta, le digo al botones que espere un segundo, mientras busco algo de dinero en mi bolso. Respondiendo rápidamente, me dice que ya ha sido atendido por un hombre que llevaba una camiseta Fender y chaqueta de cuero negro. Todo lo que puedo hacer es sonreír. Mientras cierro la puerta, suena el teléfono de la habitación del hotel y me deslizo a través de la cama para contestar. La seductora voz de River penetra en la línea. —Solo quería que supieras que hice reservas para cenar en N9 Steakhouse, en caso de que te quieras cambiar, o no. No nos pudieron arreglarnos hasta las ocho, ¿está bien? Tendida en la cama, haciendo clic con mis talones juntos contesto: —Suena muy bien de hecho. Me cambiaré y bajo. Puedo oírle reír al otro lado del teléfono mientras pregunta. —¿Necesitas ayuda? Riendo, me doy la vuelta y me levanto para poder colgar el teléfono. —Estoy bien. Aunque gracias. Bajaré en unos pocos minutos. Escondo la cara en mis manos. No puedo dejar de reír a carcajadas con los intercambios que han tenido lugar entre nosotros a lo largo de las últimas horas. De ninguna manera podría calificar nuestras conversaciones como profesional. ¡Está coqueteando conmigo y estoy coqueteando de vuelta! Es divertido y emocionante, y me siento casi renacer. Agradeciendo a Dios que empaqué ropa extra, estoy contenta de haber tenido problemas para decidir qué ponerme esta mañana. Metí algunos trajes diferentes en caso de que decidiera cambiarme antes de la reunión, junto con la ropa para una rápida carrera por la mañana. Abro la maleta, tomo un vestido. Tiene un top de seda entrecruzado con una minifalda de cuero negro con la parte inferior asimétrica y un cordón en la cintura. Es inquieto y corto, ideal para cenar con una casi famosa, adorablemente encantadora estrella de rock. Conecto con mis correas del tobillo desnudo y embrague plateado. Ya que nunca cambio mis joyas, se ajusta en mi vestuario para esta noche. He usado la misma joyería cada día durante todos los años que recuerdo. Mi conjunto de joyas se compone de un par de dos herretes de diamantes de quilates, que me dieron mis padres para mi decimotercer cumpleaños, reloj de la vendimia de la abuela con una cinta de raso negro y borde de diamante, unas perlas blancas de mi tía y brazaletes negros en la perla, mi más recientemente agregado brazalete Cartier, y el anillo de compromiso de Ben que todavía llevo en una cadena alrededor de mi cuello. Mirándome en el espejo mientras me desvisto rápidamente para saltar en la ducha, me estremezco por lo que veo. Sabiendo que la elección de ropa es irrelevante para los hombres pero lucir sexy no lo es, sacudo mi cabeza. Eso mirándome definitivamente no es sexy. Mi cuerpo alto y delgado ahora es suave. He perdido la mayor parte de mi masa muscular, junto con la definición que pasé años creando en el gimnasio y en las clases de pilates. Lo que queda no es más que piel y huesos. Mis piernas tienen poca forma y cualquier parecido del pequeño pecho que una vez tuve ahora se ha ido, incluso el sujetador que me acabo de quitar es demasiado grande. De repente tengo dudas de que el caliente, atractivo y encantador hombre esperándome abajo siquiera quiera lo que estoy dispuesta a dar. Decidiendo dejar que el destino simplemente siga su curso, me ducho, me cepillo los dientes, arreglo mi cara, rocío un poco de loción para el cuerpo, y me pongo mi sujetador demasiado grande y bragas, antes de deslizarme en el vestido y los zapatos. Me miro en el espejo y volteo mi cabello para cepillarlo, de manera que mi cabello rubio ceniza ahora cae por mi espalda en un lío de cascada, y me doy una sonrisa de confianza. Mientras miro a lo lejos del espejo del baño, giro y decido que probablemente no debería usar mi anillo de compromiso cuando salgo con otro hombre. Simplemente no se siente bien. Decido que solo por esta noche, debo quitarme el collar. Al hacerlo, visiones de Ben deslizándolo en mi dedo vienen a la mente, y trato de suprimirlas, pero fue un momento feliz para mí, y de hecho sonrío al recordarlo. Es solo una vez que me he quitado el collar y beso mi anillo de compromiso que la tristeza llena mi corazón al instante. Trago fuerte para contener mi emoción. Casi siento como si debiera estar pidiéndole perdón por mis pensamientos, mis deseos, y mis necesidades. Mientras continúo mirando el anillo, un constante recordatorio de Ben, sé que nunca lo olvidaré, pero tengo que guardarlo solo por ahora. Así que beso mi anillo una vez más y me giro para encerrarlo en la caja fuerte, diciendo un suave siempre te amaré. Mientras recojo mis cosas, escucho un suave golpe en la puerta. La abro sin siquiera mirar a ver quién es. Está de pie allí, apoyado en el marco de la puerta, con la cabeza hacia abajo y una hermosa sonrisa en su rostro. No puedo evitarlo y escaneo su largo cuerpo delgado para un vistazo rápido. Es alto, delgado, ligeramente musculoso como un nadador, y tiene un loco cabello castaño claro con cobre aquí y allá. Es increíblemente atractivo. Cuando mis ojos encuentran los suyos, simplemente me deshace, cautivándome por completo. Por primera vez en el día, siento la misma atracción eléctrica que sentí entre nosotros esa noche. También me doy cuenta finalmente de lo que era ese algo más que no pude entender entonces; lo que me estaba conduciendo a él hacía tanto tiempo. Es la conciencia, no solo yo soy completamente consciente de él, sino que él también es completamente consciente de mí. Aún de pie en la puerta, lo sorprendo estudiando la longitud de mi cuerpo, se inclina hacia mí. Incapaz de controlarme, mi cuerpo inconscientemente se balancea más cerca de él y un pequeño ruido se escapa de mi garganta. Lo oigo inhalar en respuesta. Estamos tan cerca, que creo que va a besarme, pero en lugar de eso descansa su frente en la mía y puedo sentir su aliento en mi mandíbula. Nuestras frentes permanecen conectadas durante unos pocos segundos antes de que deslice su nariz sobre mi mejilla. Exhalando un profundo suspiro mientras su boca roza ligeramente mi oreja, susurra: —Te ves hermosa, realmente perfecta. Sus movimientos sexys y su cercanía me toman por sorpresa. Mi estómago es una mezcla de mariposas y vuelcos. No esperaba su contacto ni sus palabras amables, palabras que acababa de dudar de mí misma. Mordiéndome el labio inferior y tragando saliva, resisto la tentación de tirar de él hacia la cama y solo terminar con la semántica. En su lugar decido dar un paso hacia atrás y envolver mis brazos alrededor de mí para evitar mi incontrolable temblor. Con sus brillantes ojos verdes mirándome con tanta intensidad, me las arregle para decir en una octava o dos más bajas. —Gracias amable señor, ¿tardé mucho tiempo? Antes de que pueda contestar, su teléfono suena, pero lo ignora. La distracción está bien para mí, ya que le impide darse cuenta de mi reacción a su toque. Luego me mira con esa hipnotizante mirada de total conocimiento. Casi me siento como si estuviera decidiendo si quiere comerme para la cena, lo que me sentaría muy bien. Dando un paso atrás, apoya los brazos a ambos lados del marco de la puerta y mueve la cabeza. —No, solo quería asegurarme de que sus maletas fueron entregadas. Sonrío cálidamente a esta consideración y aspiro su aroma embriagador. —Sí lo fueron, muchas gracias. Caminando bajo sus brazos y dentro del pasillo, me volteo para darle un vistazo mientras la puerta se cierra. —Estoy lista. Sonrío cuando oigo ese mmm… proveniente de él otra vez. Me he dado cuenta de que hace ese sonido cuando hago algo inesperado o cuando encuentra divertido algo que dije o hice. Me alcanza, y una vez más, toma mi mano y me lleva hasta el ascensor. Al salir del ascensor, caminamos a su auto que aún nos espera en el frente. Conduciendo fuera del estacionamiento, saca su cabeza a un lado de la carretera y ladea la cabeza hacia mí. —¿Te dije lo increíble que te ves? —Su voz es suave con un suspiro áspero, el tono rasposo. Perdiéndome en sus ojos verdes, respondo en completa honestidad. —Sí, en realidad lo hiciste, pero no me importa escucharlo de ti otra vez. Con sus ojos fijos en los míos, asiente. —Solo quería asegurarme de que lo sabías. —Sonriendo deliciosamente, se gira a su puesto de conductor y se retira del estacionamiento del hotel—. ¿Te importa si me cambio antes de salir? Se detiene un segundo para mirarme y cuando ve que muevo la cabeza, continúa, sin esperar una respuesta verbal. —Puedes tomar una copa mientras me doy una ducha rápida. Entonces apuntando con el pulgar al asiento trasero, donde está su guitarra, dice: —Tengo que dejar mi guitarra de todos modos, tuve una sesión de fotos antes de nuestra reunión y querían fotos mías con ella. Me río, a pesar de mí misma. ¿Ella? ¿Llama a su guitarra ella? —¿Qué? —pregunto falsamente a la ofensiva. Todavía riendo, pregunto: —¿Tu chica tiene nombre? Riendo hacia mí, responde: —Stella, su nombre es Stella, y no te burles. Es la única chica con la que he contado realmente. Una vez detenida la risa, la reemplazo por aprecio, digo: —No me estoy burlando, de hecho lo entiendo. Siento lo mismo por mi cámara. —Y por si acaso, me río un poco y digo—: Tal vez debería nombrarlo. Habiendo entrado el humor en nuestra conversación nuevamente, se ríe conmigo. —¿Él? —Él, ella, no lo sé. Nunca lo he pensado demasiado, pero tener una chica durmiendo en mi habitación conmigo todas las noches no es lo mío —digo esto sabiendo que va a provocar una reacción. Está riendo completamente ahora. —Este… deberías ver la imagen que tengo en mi cabeza ahora mismo, sin doble sentido. Haciendo pucheros, levanto mis ojos en una mirada hacia arriba, sin rodarlos ni un poco. —Preferiría no hacerlo. —Esa mirada era ardiente —dice después de gemir levemente. Nos detenemos en un semáforo en rojo y mi fiesta de risa ha terminado. Mientras echo un vistazo hacia él y me está mirando, me pregunto si puede ver el futuro porque la mirada que me está dando me dice que ve lo que yo veo. Su teléfono suena en su bolsillo y lo ignora. Poco a poco se acerca más, agarra un mechón de mi cabello, y muy lentamente, lo coloca detrás de mi oreja, enviando escalofríos por mi espina dorsal. Rodeando su dedo índice alrededor de mi oreja, tira ligeramente de mi lóbulo, provocando un calor dentro de mi cuerpo que solo he sentido una vez antes. Mi cuerpo comienza a temblar de nuevo. Levanto la mirada para encontrar sus ojos ahora encapuchados y decido simplemente salir y preguntarle si se acuerda de mí, porque sus movimientos y gestos son los mismos que los de esa noche hace tanto tiempo. Antes de que las palabras puedan salir, las bocinas comienzan a sonar y soplar. La luz se vuelve verde y cierro la boca. Al entrar en el Hotel y Spa Palms Place, procede a hablarme de su nuevo álbum, pero estoy teniendo un momento realmente difícil en concentrarme en cualquier otra cosa que no sea su ser físico. Detiene el auto y mira hacia mí. —¿Dahlia me escuchaste? Parpadeando hacia él, sacudo la cabeza. —Lo siento, ¿debería tomar apuntes? —No tengo ni idea de lo que acaba de decir, y lo gracioso es que realmente estoy interesada en su nuevo álbum y no solo por motivos laborales. Frunciéndome el ceño, asiente con la cabeza. —Sí, esto es realmente importante. —Entonces sonriendo con picardía, contrarresta con—: Pregunté si te has quedado aquí antes. Mi puerta se abre y el valet está de pie allí. River me encuentra en la acera y continúa con sus bromas. —Así que, ¿escuchaste eso? Hago pucheros y ruedo los ojos. —No, nunca me he quedado aquí. —Le doy una sonrisa y agrego—: Sabelotodo. —Solo por diversión. Con un poco más de atrevimiento del que me propongo, digo—: Y no lo digas. Inclinando la cabeza hacia un costado pregunta inquisitivamente. —¿Decir qué? —Que mi mirada era ardiente. —En primer lugar, ¿qué te hace pensar que iba a decir eso? Y en segundo lugar, ¡lo era! Un saludo del portero lo ayuda a distraerse. Estoy muy agradecida mientras asiente y dice: —Hola. —Especialmente porque sabía lo que iba a decir, porque me dijo exactamente lo mismo, no solo hoy, sino también la noche que nos conocimos. Con nuestras manos conectadas, caminamos a través del vestíbulo del hotel. El vestíbulo es relajante y tranquilo, en contraste con la mayoría de los vestíbulos de los hoteles de Las Vegas con sus luces brillantes y ruidosas máquinas tragamonedas. El tranquilo sonido del agua nos rodea, y el brillo del piso es casi cegador. Todo en este lugar es tranquilo. Mientras esperamos el ascensor, me doy cuenta de que todavía está sosteniendo mi mano, y ya no estamos andando. Seguimos de pie, de la mano mientras me mira con sus poderosos ojos verdes y frota círculos en la parte superior de mi mano con su pulgar. Me está explicando que le gusta quedarse aquí porque está cerca de todo, pero tranquilo, para nada como el ajetreo y bullicio de los hoteles casino. Puedo ver a lo que se refiere. Este sitio es como ningún lugar en el que he estado. Me siento como si estuviera en otro tiempo y en otro lugar. Cuanto más lo miro a los ojos, más me siento yo. Dejando caer mi mano cuando nos acercamos al ascensor, alcanza su billetera y saca la llave de la habitación. Al entrar en el ascensor, pone la llave de la habitación en la ranura de la llave y presiona el botón para Penthouse A. Estoy aliviada de que no tenga una sola habitación como la mía, porque ¿qué se supone que voy a hacer mientras se ducha, sentarme en su cama y tomar una copa? A medida que ascendemos, se inclina contra la puerta del ascensor con el pie en la pared, sus manos en los bolsillos, encarándome. Sonríe ligeramente, y puedo ver las huellas de sus hoyuelos. Entonces, de la nada, comienza a cantar, cantando una oda a la camiseta que llevaba hoy más temprano. Mirándolo mientras canta Lola, parece perdido en la canción. Es tan atractivo, y verlo cantar hace que mi respiración se acelere y mis entrañas se aprieten. Cuando llega a la letra que menciona la Cherry Cola, sonríe torcidamente. Su tono de voz es increíble, solo cierro los ojos y escucho, tratando de controlar mi respiración. Deja de cantar antes de llegar a la línea siguiente acerca de beber champán. Estoy hiperconsciente de su cercanía sin necesidad de abrir los ojos. Avanza a grandes pasos para pararse directamente en frente de mí y su respiración está notablemente acelerada. Toma mi mano y la besa antes de inclinarse en mi oído y susurrar: —¿Te gusta la Cherry Cola? —Las puertas del ascensor se abren y se pierde la conexión. No puedo dejar de pensar en todo lo que ya ha sucedido hoy mientras salimos del ascensor. River toma mi mano y me conduce por un pasillo magníficamente decorado. El piso es a cuadros con azulejos de tonos de blancos diferentes, las paredes son de un azul termal con marcos de color blanco crema separados por el mismo espacio, cada un sostiene diferentes fotografías del desierto, aseguradas por un panel de vidrio. Caminando por el pasillo, comienzo a preguntarme sobre ese algo más mientras mi mente vuelve a lo que me he preguntado hace tanto tiempo. ¿El amor a primera vista existe realmente? Es una pregunta interesante. Si me lo preguntabas hace cinco años, hubiera dicho que no. El amor que Ben y yo teníamos el uno por el otro evolucionó durante nuestros años de amistad. Ni siquiera puedo recordar cuándo nuestro amor fue del amor entre dos amigos a enamorarnos. La única noche de chicas ebrias, conocí al hombre que ahora me está guiando a su habitación de hotel y me pregunté: ¿Podía creer de repente en el amor a primera vista? ¿Cómo podía existir el amor a primera vista cuando ya estabas enamorada de alguien más? Y ahora, después de la serenata de River en el ascensor, me estoy haciendo esa misma pregunta de nuevo. Solo que esta vez, el hombre del que ya estaba enamorada no está. Ben solo es un hermoso recuerdo de mi pasado, y con eso, el “peligro” del hombre junto a mí también se ha ido. Sacudiendo mi cabeza para deshacerme de los pensamientos de amor, elijo concentrarme en la lujuria. Mi cuerpo comienza a temblar ligeramente y tengo un dolor que parece radiar de todos lados. Quiero que este hombre me toque. Necesito que me toque. Honestamente, quiero más… mucho más. Estoy muy segura que él también quiere eso. Lo único que tengo que hacer es terminar mi entrevista primero para que podamos avanzar a lo que he querido hacer desde la primera vez que lo vi. River se detiene en la puerta mientras toma la llave que ya está en su mano y la desliza dentro de la cerradura, abriendo la puerta. Deja caer su mano y la pone en la parte baja de mi espalda mientras me guía dentro de la suite. Entrando, retiro mi pensamiento de que es casi famoso. Esta suite es definitivamente para alguien famoso. Tiene ventanas que van desde el piso hasta el techo por toda la pared negra. El salón está decorado de forma similar al pasillo con tonos suaves y tiene una chimenea. El comedor tiene una mesa de madera clara de haya para doce, y la cocina está equipada con topes de mármol blanco, con una cafetera, y hasta una estufa a gas. La madera dura y el piso de mármol no son como nada que haya visto en la suite de un hotel. Hasta hay una pequeña piscina con un jacuzzi en el balcón mirando hacia la ciudad. La suite se siente más grande que mi casa. Dejando su guitarra en la esquina, deja su mano en mi espalda mientras me guía hacia la ventana. Se queda quieto por un momento, y me pregunto en qué está pensando. Desliza su lengua sobre su labio inferior de una manera enloquecedoramente ardiente. Estamos tan cerca que puedo sentir su cálido aliento en mi nuca. Admiro su hermoso rostro y suave piel. Casi puedo tocar sus músculos abdominales completamente definidos a través de su camiseta. Es tan increíblemente apuesto. Siento que mi corazón se apresura y si se acerca más, puedo caer libremente por la ventana, pero sigo mirándolo. Sus características faciales son tan seductoras: tiene una mandíbula fuerte, una nariz esculpida, un cuerpo extremadamente tonificado, y su personalidad es totalmente cautivante. —No hay otra vista en Las Vegas como esta de noche —dice mientras abre la puerta corrediza de vidrio—. Espero que te quedes para ver la ciudad iluminada. —Sin esperar una respuesta, pasa junto a mí para ir a la cocina, pero no sin antes pasar sus dedos por mi espalda. Su ligero toque envía escalofríos hasta mi cuello. En su camino a la cocina, escribe algo en su celular, pero no pregunto qué. Observando a River caminar hacia la cocina, solo puedo sonreír. —¿Esa es una invitación? Porque no creí que necesitara una — bromeo, ahora riendo y sonriendo ampliamente. —No la necesitas —dice mientras se gira para atraparme mirando su parte trasera. Me guiña un ojo, y luego sonríe tan ampliamente que sus hoyuelos están casi latiendo. River mete su teléfono en un puerto para iPod sobre el estante y Beautiful Day de U2 nos rodea mientras me mira por debajo de sus cejas, una pequeña sonrisa curvando sus labios, y tararea con la canción. ¿Qué está haciendo? Abriendo el refrigerador, River saca dos botellas de cervezas. Levanta una y pregunta. —¿Esta está bien? No soy un buen barman pero puedo tratar de preparar algo si quieres. Asiento con mi cabeza, mi sonrisa siempre presente aun en su lugar. —Es perfecto. ¿Puedes darme un vaso con hielo, por favor? —Esteeee… —Oigo decir a River, aún sonriéndome y sacudiendo su cabeza. Comienza a abrir y cerrar algunas gavetas hasta que encuentra los vasos. Saca dos y los deja sobre el mostrador. Después de llenar uno con hielo del dispensador en la puerta del refrigerador y vaciando la cerveza en los vasos, camina hacia el sofá con forma de L y me hace señas para que me acerque y me siente. Mientras camino hacia él, no puedo evitar notar que tan ardiente luce. Es como un imán, y yo soy una pieza de metal atraída hacia él sin control. Cuando estoy lo suficientemente cerca como para ver dentro de sus ojos, los que he mirado varias veces, esta vez, espero que no me dejen salir. Levantando una ceja, dice: —¿Por qué sonríes? —Por nada. Por todo. No lo sé —digo, encogiéndome de hombros y tratando de resistir la atracción. —Esteee... —Oigo de nuevo mientras se acerca incluso más. Señala con su mano para que me siente. Hago lo que sugiere, y me entrega mi bebida y dice: —Eso no es muy definitivo. —No quise que lo fuera. Estoy un poco distraída por su cabello despeinado pero perfecto y su buena apariencia en general. Quiero preguntarle si tiene alguna idea de que tan atractivo es. ¿Qué está mal conmigo? ¡Me río como una adolescente, por amor de Cristo! Tomando un gran sorbo de mi bebida para calmar mi cuerpo acalorado, inmediatamente lo siento; congelamiento de cerebro. Entrecierro mis ojos para tratar de detenerlo, para alejarlo. —Mucho más fría con hie... —Lo oigo comenzar a decir, pero el final de su oración se va apagando. Lo miro mientras deja su vaso sobre la mesa. Debió haber notado mi rostro de cerebro congelado porque dice. —Cierra tus ojos. Lo miro interrogativamente mientras entrecierro los ojos. Su próxima cercanía me hace sentir incluso más cortada mientras dice: —Cerebro congelado, ¿cierto? Asiento con la cabeza y cierro mis ojos. Poniendo sus dedos a ambos lados de mis sienes, River presiona firmemente mientras masajea círculos al mismo tiempo. Se me pone la piel de gallina y mis sienes están prendidas en fuego, olvida el congelamiento. Una vez más, siento su nariz en la curva de mi cuello, pero esta vez, subiendo hacia mi oreja, le permite a sus labios rozar la piel más sensible de mi cuello. Cuando llega a mi oreja, susurra: —¿Mejor? Asintiendo con mi cabeza lentamente, abro mis ojos, muy consciente de que tan cerca está. Mi respiración comienza a incrementar de nuevo. ¿Se da cuenta de lo que me hace ese pequeño movimiento? Solo quiero agarrarlo, pero me contengo, recordando la cena y la entrevista. Sí… cena y entrevista. Alejándose a una distancia segura, River una vez más domina cambiar de marcha mientras su conversación vuelve a la normalidad. Me pregunta dónde crecí, cómo era en la secundaria, a dónde fui a la universidad, y mi vida en general. Mi mente regresa a Ben de vez en cuando. Es difícil no mencionarlo, pero su espíritu ocupa todos mis recuerdos. Estoy hablando con River, pero Ben está en mi cabeza. Comienzo a preguntarme qué diablos estoy haciendo. Un golpe en su puerta me distrae de mis pensamientos de Ben, por ahora. —Esa debe ser la comida —dice River mientras camina para abrir la puerta. Un camarero entra con una mesa con ruedas llena de platos cubiertos con domos plateados. Después de que River le diera una propina, le doy una mirada interrogativa—. Siiiii —dice mientras remueve los domos para revelar una serie de comidas del tamaño de un mordisco. —¿Cuándo ordenaste comida? —digo, entrecerrando mis ojos y haciendo una mueca con mis labios. —Le envié un mensaje a la cocina —dice, haciendo un ligero sonido de gemido, y con sus parpados casi cerrados añade—: Esa mirada es ardiente. —Sabía que diría eso. Lo único que puedo hacer es sacudir mi cabeza porque lo que realmente quiero hacer es recostarlo en el sofá. ¿Cuál es su juego? Me está llevando al borde y no hay manera de que él no esté allí también. Él estaba casi jadeando después de su último movimiento. Alejando mi necesidad del toque de un hombre, su toque, hablamos por casi otra hora mientras seguimos comiendo y bebiendo. Cuando ambos terminamos nuestra segunda cerveza, la mía con hielo, la suya no; River se levanta. —Siéntete libre de sentirte como en casa mientras tomo una rápida ducha. Estoy observando a River dejar el salón, admirando ese caminar del que no puedo tener lo suficiente y la manera en la que su cabello de alguna forma sale en la parte de atrás, cuando se gira y me guiña un ojo. Habiéndome atrapado observándolo, murmura algo que no puedo oír, pero suena extrañamente como: puedes unírteme si quieres. Desapareciendo en lo que solo puedo asumir es su habitación, considero unirme a él. Realmente quiero hacerlo, pero estoy aquí por trabajo. Demonios, necesito ordenar toda mi mierda y terminar esa entrevista. Camino hacia la ventana y salgo. Suenan bocinas, destellan luces, y hay gente en todos lados. Mientras estoy aquí observando todo el caos, siento que el desorden es un alivio bienvenido a la vida que he estado viviendo. Quiero mucho simplemente sentirme viva otra vez. Pero todo aún me recuerda a Ben. Incluso aquí, ahora, con este hombre increíblemente ardiente pero adorablemente encantador, mi mente viaja hacia Ben y nuestro viaje a Las Vegas cuando me gradué. Recordando cuando un grupo de nuestros amigos planeó un fin de semana de parejas, hago una mueca incluso ahora ante la palabra “parejas”. Era más como un fin de semana de chicos y un fin de semana de chicas combinados solo por el bien de cada pareja compartiendo la misma habitación de hotel. Cuando llegamos, el grupo de chicos fue al casino y no volví a ver a Ben hasta que vino a nuestra habitación tambaleándose alrededor de las cuatro de la mañana, ebrio y sin estar listo para dormir. Al día siguiente, pasamos la mañana juntos en nuestra habitación y luego él se encontró con los chicos en la tarde, esta vez no lo volví a ver hasta que entró en nuestra habitación tambaleándose solo para tomar el taxi hacia el aeropuerto. Así éramos, y, honestamente, me la pasé genial con mis amigas ese fin de semana. Jugamos al blackjack, fuimos de compras, comimos comida fabulosa, y fuimos a clubes a la noche. Fue muy divertido. De repente, unos brazos me rodean cuando River apoya sus manos sobre la baranda a ambos lados míos, suspendiendo mis recuerdos de Ben. River tiene su parte delantera contra mi parte trasera, y quiero recostarme contra él, solo sentirlo, todo su duro cuerpo contra el mío, pero no lo hago. Inhalo su ahora familiar aroma y cierro mis ojos. Cada nervio de mi cuerpo está electrificado con la necesidad. Dos años de negligencia tienen a mi cuerpo gritando para que este hombre me toque. —¿Deberíamos mirar el atardecer antes de irnos? —dice River, estando tan cerca, pero aún tan lejos. —Me encantaría. El cielo está tan claro que el atardecer será maravilloso —digo, sin girarme, y sin mover un musculo porque la atracción de mi cuerpo hacia el suyo es muy fuerte justo ahora. Apenas puedo contenerme. —Sí, lo está. Sé, por la manera en la que su cálido aliento golpea mi oreja, que no está mirando el sol, y eso me emociona. Ser abrazada por River y observar el atardecer se siente tan bien que trato de desechar de mi mente cualquier pensamiento de Ben para poder concentrarme solamente en River. De todas formas, concentrarme en algo es difícil ahora. Su cercana proximidad me ha vuelto a llevar hasta el límite, y caer libremente con él vuelve a travesar mi mente. Después de observar el atardecer, River se mueve, dejando una mano en la baranda junto a mí. —¿Lista? —Sí —digo, levantando la vista y notando como su fuerte brazo lleva a su hermoso rostro. Cuando giro completamente, lo veo desde la primera vez que salió de la habitación. Noto que está usando jeans negros desgastados con una camisa abotonada gris que muestra sus definidos músculos, un cinturón, y sus botas negras. Noto que tiene casi la misma contextura que Ben, quizás un poco más alto. River sonríe mientras detecta mi mirada. —¿Te gusta lo que ves? Antes de que pueda responder, tropiezo ligeramente, mientras camino hacia el salón y la nariz de River está en mi cuello, pero esta vez solo porque fue allí donde aterricé. River no duda cuando usa la oportunidad de deslizar su nariz en mi oído y susurrar: —Eh, preciosa, ¿estás bien? —Siento su nariz en mi oído, siento su aliento, siento sus labios acariciando suavemente mi cuello. Pero a diferencia de la última vez, no se aleja inmediatamente y la atracción eléctrica regresa. Respondiendo con un tono muy rasposo, comienzo a decir. —Absolutamente, estoy... River no me deja terminar la oración mientras me empuja hacia la baranda amablemente. Sus brazos están extendidos a cada lado, me está rodeando, enjaulándome, pero una vez más, no me siento atrapada. Nunca aleja sus labios de mi cuello mientras nos reposiciona. Mi respiración es entrecortada y mis latidos se han duplicado mientras inclino mi cabeza hacia atrás para permitirle un completo acceso a mi cuello. Está dejando un camino de besos suavemente desde mi cuello hasta mi boca, lentamente, lamiendo ligeramente, succionando suavemente, hasta que sus labios finalmente se encuentran con los míos. Abriendo mis labios, creo que oigo un gruñido desde su garganta, y sé que oigo un pequeño gemido de mi garganta cuando su boca presiona la mía. Estoy congelada, sin poder moverme, sin siquiera poder rodearlo con mis brazos porque estoy envuelta con una emoción diferente. Es la felicidad creciendo, eclipsando el dolor. Siento a todos mis días oscuros desapareciendo, justo aquí, justo ahora, con él… y estoy paralizada. Mi cuerpo comienza a temblar, y pongo mis manos en su pecho para sostenerme. Me está besando gentilmente, succionando mi labio inferior antes de presionar más fuerte su boca contra la mía repentinamente, su lengua colisionando con la mía. En cuanto comienzo a deslizar mis manos por su pecho, él gruñe de nuevo, esta vez más fuerte pero luego se aleja. Y solo así, nuestro primer beso verdadero se terminó. Pero no fue solo un beso, fue mucho más. Cuando nuestras lenguas se encontraron, se sintió como si nuestras almas se conectaron entre si mientras pasaban por nuestras bocas. Este sentimiento de alma gemela me confunde, pero mirarlo me hace sonreír. Él me devuelve la sonrisa mientras toma mi mano, guiándome a través del salón y por la puerta, sin decir una palabra. En el silencio del ascensor, nuestras manos aun conectadas, cada uno perdido en sus propios pensamientos, no nos miramos, y seguimos sin hablar. Recuerdos de Ben inundan mi mente, pero estos recuerdos son pensamientos fugaces. No puedo recordar a mi cuerpo reaccionando con el toque de Ben como lo hizo con el de River. Él es tan seductor y atractivo, que me hace querer más que el beso que acabamos de compartir. Dios, ¿él no me desea? ¿La chica delgada y frágil junto a él no es lo suficientemente atractiva? Me sacudo mis inseguridades porque a pesar de todas las cosas que soy, no soy una chica necesitada e insegura. Quizás es momento de cortar por lo sano y huir; terminar esta entrevista y tomar el siguiente vuelo a casa. Mientras la puerta se abre, mis pensamientos dispersos se rompen cuando River me pregunta si tengo hambre y me transporto al ahora. Asiento con la cabeza. Salimos del ascensor y caminamos por el recibidor hacia las puertas. Pienso solo termina tu trabajo y vete. Me detengo abruptamente cuando recuerdo que no tengo nada del material que necesito para la entrevista. Dejé mi bolso en mi habitación cuando River golpeó inesperadamente en mi puerta. —Mierda, olvidé mi bolso y lo necesito para la entrevista. River ríe y se acerca en silencio. Seductoramente susurra: —¿Podemos hacer eso de la entrevista mañana? Porque luces demasiado sexy como para que me pueda concentrar en otra cosa que no seas tú. Mis emociones son un desordenado enredo mientras pide un taxi. —¿Estás jugando alguna clase de juego conmigo? —¿A qué te refieres? —dice, pasando su mano por su cabello. Suena genuinamente confundido mientras abre la puerta del taxi. Tratando de mantener mi voz baja, digo: —¿A qué me refiero? —Luego señalo el piso más alto del edificio mientras entramos al taxi—. ¿Qué fue eso en el balcón? —A N9 Steakhouse, por favor —le dice River al conductor. Entonces, luego de girar hacia mí, dice: —Eso fue un beso y creo… no, sé que sabes lo que es. —Su tono es mucho más duro de lo que oí antes. Mis ojos se abren ampliamente y mi boca se abre. No tengo palabras. No tengo que hablar porque River lo hace antes de que yo pueda. —Nos hemos conocido antes, ¿sabes? Lo miro un poco perpleja y un poco herida de que no lo haya mencionado. Asiento con mi cabeza, indicando que, por supuesto, lo recuerdo. Luego, con una voz baja y rasposa respondo: —Recuerdas haberme conocido y no dijiste nada hasta ahora. ¿Por qué? Con una voz igual de baja y la dureza pareciendo haberse ido de su tono, dice. —¿Por qué no lo has hecho tú, Dahlia? —Me está mirando con sus poderosos ojos verdes y sé que no hay nada de ver el futuro en ellos ahora. Con honestidad saliendo de mí y agradecida de que realmente me recuerde, digo: —No creí que me recordaras, esa es la única razón. —Y me pregunto por qué cree que hay algo más. —Eso es divertido —dice con casi una risa, su tono duro ha regresado. Aprieta su puño mientras recuesta la cabeza en el asiento del taxi. Miro por la ventana para evitar su mirada. Aún estamos en el tráfico. Que apropiado. No quiero mirarlo. Estoy tratando de no llorar. Estoy confundida y no segura de que pensar. Después de todo el coqueteo, la atracción, y ahora amargura; sus emociones parecen ir y venir más rápido de lo que puedo mantener un registro y sé que tengo que salir de su juego. Con repentina claridad, giro todo mi cuerpo para enfrentarlo. Hacer esto con un vestido no es fácil. Apoyo mi mano en el asiento frente a mí para que el elegante cuero de mi falda no se deslice sobre el banco y me cruzo de piernas. El taxi comienza a moverse otra vez; las bocinas suenan y luces de colores brillantes están destellando por todos lados. —River, no quiero jugar. No sé qué está sucediendo aquí, pero solo volvamos a mi hotel, déjame tomar mis cosas, terminar la entrevista, y luego podremos despedirnos. —Le dejo saber esto en el tono más normal que me sale, sabiendo que eso no es lo que quiero pero es lo que tiene que suceder. Ignorando mi pedido de cambiar de destino, gira todo su cuerpo hacia mí. Con su codo sobre el reborde de la ventana trasera y su rodilla ligeramente moviéndose, dice: —Dahlia, no estoy jugando a nada. Solo estoy tratando de entender algunas cosas. Así que comencemos con la noche en que nos conocimos, ¿de acuerdo? Asiento pero pienso que esto no saldrá bien. Enderezándose y con una voz monótona pero dura, pregunta: —¿Por qué dejaste el bar esa noche con otro hombre? —¿De qué estás hablando? Mirándome, dice: —Dahlia, vamos, solo dime la verdad. —No me fui con ningún hombre. Me fui con mi amiga Aerie. Así que, ¿de qué estás hablando? Pasando sus dedos por su cabello, sisea sus palabras entre sus dientes: —Después del concierto te fuiste. Creí que tuvimos alguna conexión intensa. Luego tuve que volver al escenario y dijiste que me esperarías, pero no lo hiciste. Solo te fuiste. Más tarde esa noche, tuve que pasar por la fraternidad de mi hermano para buscar a mi hermana que se fue sin nosotros y te vi allí. Estabas con un hombre cerca de las escaleras, y él estaba besando tu cuello —dice la última parte con disgusto en su voz y comienzo a sentirme un poco mareada. Nunca pensé que mis dos mundos colisionarían así. Con mi tono más apologético y mis ojos suplicando perdón por mi omisión, digo. —River, ese no era solo un hombre, era mi novio, y tuve miedo de lo que podría suceder entre tú y yo, por eso me fui. —Esas son noticias jodidamente fantásticas de oír ahora. ¿No pensaste en compartir eso en ese entonces? Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas mientras digo: —No es así, no lo entiendes. Él hace una mueca con sus labios burlándose mientras el taxi comienza a avanzar poco a poco hacia ninguna parte. Mientras aprieta sus dientes y mira el piso, dice: —¿En serio? Porque creo que lo entiendo muy bien. Querías divertirte y pasar un buen rato. —Levantando su mirada para encontrarse con la mía, continúa con—: ¿Tienes novio ahora? Me pongo colorada, tragándome mis lágrimas. Estoy un poco enfadada por su amarga reacción, así que en un tono ligeramente cortante, respondo. —No, Ben era mi novio pero falleció hace dos años, y de hecho, era mi prometido. Sus ojos me miran y veo compasión y quizás un poco de dolor en ellos. Estudia mi rostro como si estuviera tratando de traer los últimos cinco años pero no supiera como. —¿Es el mismo hombre? ¿El novio de la fiesta y tu prometido? Tratando de alejar mi humor sombrío, digo. —Sí, Ben era mi novio desde que teníamos cinco. Bueno, no realmente, pero así se sentía. Nos conocíamos desde que teníamos cinco. —Mmm... —Es lo único que dice River al principio. Luego, después de algunos segundos me mira. Sus ojos están un poco más suaves, y parece más comprensivo. Y solo así, el hombre encantador que parece tenerme cautiva está de vuelta—. Eso explica mucho. ¿Por qué...? —No termina la pregunta porque el conductor anuncia que llegamos al restaurante. Pongo mi mano sobre su rodilla. Estoy un poco agitada por nuestro intercambio, pero, por alguna razón, incluso más atraída hacia él. No sé si podremos recuperarnos de esto, y honestamente temo de ir mucho más profundo en caso de que no podamos. —River, terminemos esto aquí. Tomando mi mano de su rodilla, la levanta hacia su boca y la besa suavemente de la misma manera que lo ha hecho antes. Mi piel de gallina regresa y tengo que tragar varias veces para sacar el gran nudo de mi garganta. Aún sosteniendo mis dedos, nuestras manos ahora descansando sobre su pierna, levanta mi barbilla con su otra mano y acaricia mis labios con su pulgar. —Dahlia, quédate y cena conmigo. Me lo debes por dejarme esa noche. Luego veremos qué sucede —dice muy suavemente, casi como un susurro mientras sigue pasando su pulgar por mi labio inferior. El conductor se baja del auto para abrir mi puerta. Es un gesto que estoy segura que es para que nos vayamos. Tan firme como puedo, digo: —De acuerdo, está bien, cena y luego entrevista. —Pero sé que no me refiero solo a eso. Es momento de sacarnos las máscaras para ver si realmente hay algo más entre nosotros, pero para hacer esto, tengo que controlar mis emociones. Es más fácil decirlo que hacerlo alrededor de River Wilde, especialmente porque, mientras salgo del taxi, aún puedo sentir el calor en mis labios por su toque. Hay algunas cosas que me esperaba cuando llegué a Las Vegas esta mañana: casinos, alcohol, juegos de video, máquinas tragamonedas, mesas de dados, luces de neón, y hasta River Wilde. Lo que no esperaba era el amargo intercambio que acaba de tener lugar en el taxi. Agarrando mi mano, me lleva al ascensor en el edificio de cristal grande. Ahora que nos encontramos en silencio, quiero aprovechar la oportunidad para reunir mis pensamientos mientras nos elevamos a los cuarenta pisos del restaurante. En primer lugar, me recuerda. En segundo lugar, él está, estaba, no estoy segura, molesto conmigo por haberlo dejado esa noche. Por último, se dirigió a la parte Sigma Kappa para buscar a su hermana después de salir del bar del campus de la USC y me vio con Ben. Los hechos son más fáciles de ordenar que los sentimientos subyacentes que los acompañan. Son mis sentimientos que parecen ser incontrolables. Están creciendo, casi intensificándose con cada palabra que me dice. Y aunque realmente no lo conozco, esto no frustra la verdad tácita de que me siento más conectada a él ahora mismo que con cualquier otro hombre vivo. Esos sentimientos son los que me hacen quedarme aquí, para no alejarme. Pero la principal razón que me mantiene aquí es, en realidad, él. Está enojado ahora, pero lo que veo son sus luchas entre sus emociones y su encanto. Puedo ver a través de su ira que su orgullo ha sido dañado. También puedo ver que está un poco herido. El hecho de que yo lo ponga así me intriga, me cautiva y me hace quererlo más. Hechos y preguntas sin respuesta se arremolinan en mi cabeza mientras salgo del ascensor al restaurante. Estamos de la mano y me estoy preguntando cómo esto puede ser real. Las dudas comienzan a nublar mi razón. ¿Está todo legal y respetable o está intentando conseguir que vuelva a salir esa noche? ¿Es todo esto un juego? Si no es así, ¿podemos poner el pasado detrás de nosotros? ¿Puedo hablarle de Ben? ¿Cuál es su motivación para pedirme quedarme, mientras que me aleja al mismo tiempo? Mis dudas se mezclan con mis certezas, pero lo que más me preocupa es, ¿por qué me siento así, cada vez que me mira, como si pudiera ver a través de mi alma? Estoy intentando desesperadamente apagar los pensamientos de Ben fuera de mi mente, pero por alguna razón, la conversación me conduce de nuevo a él. No literalmente, en cuanto al uso de su nombre, pero en sentido figurado en el que todos los resultados de esta conversación llevan a Ben. A medida que la anfitriona nos lleva a una cabina en forma de U aislada, me doy cuenta de la hermosa vista de Las Vegas. Nuestra cabina se enfrenta al interior del restaurante, y una pared de cristal está a nuestra derecha. Me desplazo dentro, giro para mirar la vista y anhelo la tranquilidad que ofrece. Me quedo muy cerca del borde de la cabina, no permitiendo el acceso a River. Me sonríe cuando no me muevo, pero no dice nada. Solo asiente con la cabeza mientras se pone en el otro extremo y se sienta. El restaurante está poco iluminado, pero hay un resplandor siniestro procedente de la vela en el centro de la mesa y, lo juro, de River también. Cuando nos sentamos en silencio, sé que me está mirando. Puedo sentirlo, pero no lo miro. En cambio, muevo mis ojos para estudiar mi menú. Cuando el camarero se acerca, me pregunta lo que me gustaría para beber, y pido mi marca de cóctel. —Un Martini Grey Goose sucio con aceitunas extras, por favor. River ordena una botella de cerveza y empieza a reír. Mirándolo por primera vez desde que nos sentamos, le pregunto: —¿Qué es tan gracioso? Me mira, y mi mirada se desplaza a la suya, cuando él dice: —Sucio. Eso suena muy sucio y muy caliente. Sonrío tímidamente hacia él, pero no rompo el contacto visual. De hecho, me permito mirarlo, casi con bienvenida. Decido participar en las bromas y pasar por alto el tono sexual de su declaración. —Solo bebo tres tipos de bebidas. —Entonces levanto un dedo en el aire y digo—: Cerveza con hielo. —Levanto un segundo dedo en el aire—. Martini. —Y, por último, levanto un tercer dedo hacia arriba, termino—, y el champán, pero solo con una fresa. Entonces sonriendo, me decido a ir a por ello y lanzo un detalle de nuestro primer encuentro con él. Sin ningún tipo de beneficio o animación digo. —Y, oh sí, un trago de vez en cuando, pero eso ya lo sabías. Pasando sus manos por el cabello, levanta una ceja. —Sí, eso creo. Me acuerdo muy bien de hecho. Y ahí está otra vez. Una mezcla de señales donde las palabras y el lenguaje corporal no siempre están en sintonía, pero las emociones y el lenguaje corporal parecen estar conectados de manera extraña. Con la mente y el cuerpo después de haber tenido suficiente caos, lo dejo escapar. Solo lo digo. —River, ¿qué clase de juego estás jugando? ¿Es esta tu manera de atraerme?, porque si lo es, no me interesa. ¡No soy una groupie! — Finalmente me las arreglo para decir lo que ha estado en mi mente, y me siento aliviada. Se mueve hacia el centro de la cabina. Avanza poco a poco más cerca de mí, pero sigue siendo una buena distancia. Pone los dedos sobre la mesa, y empieza a golpearlos. Me mira fijamente y dice: —Dahlia, no estoy jugando cualquier juego. Estoy interesado en ti, y sé que no eres una groupie. Sus dedos dejan de tocar la mesa, y llegan a donde mi mano agarraba el dobladillo de la falda. La toma y apoya nuestras manos en mi pierna, la suya sobre la mía. Me doy cuenta de que no ha entrelazado nuestros dedos. Se aclara la garganta antes de decir: —Solo estoy intentando de entender esa noche. Créeme, los hechos son bastantes claros, pero son los porqué con los que estoy luchando. —River me mira por un segundo, arrastrando su lengua por el labio inferior antes de continuar—. Así es como lo recuerdo. Estaba cantando un concierto en el bar del campus de la USC. Durante un descanso me fui a tomar una cerveza. Conocí a la chica más increíble que creo que ni siquiera sabía que cantaba en la banda, pero le encantaba la música. Nos caímos bien. Nos tomamos unos tragos, bebimos unas copas, y hablamos sin ninguna pretensión. Le pedí que me esperara después del concierto. No dijo nada acerca de tener un novio o no quedarse allí y luego cuando terminé ella se había ido. Con los ojos todavía perforando a través de mí, hace una pausa como esperando una respuesta a pesar de que no ha hecho una pregunta. El restaurante parece muy tranquilo, vuelve su mirada y solo asiento con la cabeza en acuerdo. Durante todo el tiempo sabiendo que lo que dijo es verdad y sabiendo que lo que no ha preguntado, es la respuesta. Antes de que River pueda continuar, el camarero vuelve con nuestras bebidas y nos pregunta si estamos listos para ordenar. River pregunta si puede darnos unos minutos. Una vez que el camarero se va, levanta su copa y por cortesía yo hago lo mismo. —Por los hermosos días —dice y choca su vaso con el mío. No puedo dejar de sonreír al recuerdo del concierto y de la camiseta que llevaba esa noche y el brindis que hizo entonces, pero esto también me enfurece. —¡Eso es lo que quiero decir! —¿Qué? —dice, mirándome realmente confundido. —¡Eso! Vas y vienes conmigo, con tus acciones, con tus emociones. Actúas como si no me recordaras, entonces me dices que lo haces. Coqueteas conmigo y luego te detienes. Me besas y luego te alejas tan pronto te toco. Estás enojado y luego ya no. —Me detengo para recuperar el aliento o dejarlo hablar antes de finalmente levantar la mano que está sosteniendo y dejarla ir—. Estás sosteniendo mi mano y luego… Mi voz se desvanece, insegura de cómo terminar el pensamiento. Quitando mi mirada de él, intento controlar mis emociones, para eliminar a la chica nerviosa del piso. Juntándolo todo, le miro de nuevo y decido continuar. Cuando estoy a punto de hablar, no puedo dejar de notar que parece estar contemplando todo lo que acabo de decir. Puedo leerlo en su rostro. Entonces me detengo y le doy la oportunidad de responder. —Mmm… —Es la única respuesta que da, ya que rápidamente se desliza a mi lado y de repente sus labios están en los míos. Me está besando suavemente. Tira de mi labio inferior antes de que se incline lejos y se mueva de nuevo al centro de la cabina. Descansa en su asiento y pone sus manos detrás de su cabeza mientras mira hacia la noche. Cuando sus ojos se mueven de nuevo a los míos, dice: —Esta es la cosa Dahlia, me confundes completamente. Novio o no, me pareció que teníamos alguna conexión épica y luego lo embolsas todo sin siquiera darnos la oportunidad. —Cuando termina solo mueve la cabeza y mira por la ventana. Sus ojos son más oscuros ahora, incluso tristes. El camarero regresa y ordenamos nuestra comida. No tengo ni un poco de hambre. Tengo un nudo en el estómago, y no estoy segura del por qué seguimos hablando de esto, a dónde vamos con esto, y cuál es el propósito de estar aquí. Solo quiero que esta conversación se acabe. Y si nos vamos juntos sé que esta atracción no es otra cosa que una aventura de una noche, y estoy bien con eso. Pondré de lado mi confusión y simplemente estaré con él. Estar en la intimidad: un toque, su toque, un beso, su beso, y mucho más. Pero esta conversación agridulce está bloqueando el camino para satisfacer mis necesidades, y el conductor detrás de la locura es la confusión. Su confusión. ¿Está confundido? Mi confusión. ¡Estoy confundida! Aunque parezca mentira, el deseo que siento por él solo se agrava con nuestra conversación emocional. Lo que veo en él es tan real. Siento que sé más de él, de su alma, de lo que yo sabía de Ben en la vida. Y esa atracción es irrefutable, pero confusa al mismo tiempo. ¿Por qué me siento así? Si sucede esta noche, sé que tendré que lidiar con las emociones de mañana porque estoy segura de que mi llama no se apagará. Pero para llegar a esta noche, tenemos que superar esta amargura. Tenemos que hablar las palabras no dichas sobre Ben, mi relación con Ben. No estoy segura de que pueda. Música suave está tocando, y la llama de la vela se ha quemado, pero el resplandor siniestro de River sigue estando siempre presente, y todavía está sentado en el centro de la cabina. Cuando lo miro, veo la tristeza en su rostro, y la atracción que siento al estar más cerca de él es abrumadora. Sabiendo que soy la causa de su confusión, de su tristeza, me dan ganas de cerrar la distancia entre nosotros. Física y emocionalmente. Así que me muevo un poco más cerca de él. Cuando lo hago, él desplaza su mirada a la mía y la esquina de su boca se levanta ligeramente en casi una encantadora media sonrisa. Cuando estoy lo suficientemente cerca, agarro entrelazando mis dedos con los suyos, mientras digo: su mano, —Lo siento. No espero que entiendas por qué no he dicho nada, o paramos lo que estaba pasando entre nosotros en ese momento, no lo sabía, no lo sé, no lo entiendo ni yo. Todo lo que sé es que era una joven estudiante coqueteando con un hombre increíblemente atractivo en un bar y tuve que dejarlo porque se sentía como si el universo cósmico se hubiese estrellado en ella. Y no podía tener eso, ella tenía novio. Me detengo un minuto, escaneo la habitación antes de continuar, pero no veo nada más que su intensa mirada. —Para ser completamente honesta, ni siquiera creía que ese tipo se acordaría de ella desde esa noche. Y por eso ella no tocó el tema, por eso, River, no toqué el tema. —Cuando termino mi discurso, tomo una respiración profunda y exhalo, agarrando su mano un poco más duro para ayudar a contener todas las emociones. River se detiene un momento para mirarme y luego me da su sonrisa más carismática. —Mmm… ¿Coqueteaste? —Entonces con su voz seductora, continúa—: Creo que era yo el que estaba coqueteando, y no podía dejarlo porque realmente eras perfecta, todavía lo eres. —Llevando mi mano a su boca, él la besa suavemente—. Chica hermosa, por supuesto que te recuerdo. ¿Cómo podría no hacerlo? Eres inolvidable. Nuestra comida llega e intento contener las lágrimas que están acumulándose en mis ojos. Antes de dejar ir mi mano, la aprieta y, con la más encantadora de las miradas, me guiña el ojo. Con esa pequeña mirada, puedo sentir la tensión disipándose. Entonces hace la cosa más adorable que jamás he visto hacer a un hombre. Cruza su mano derecha en su corazón y dibuja una equis sobre él, diciendo: —Dahlia, jamás estuve enojado. Jamás podría estar enojado contigo, lo prometo. Creyéndole completamente, decido dejar esa conversación atrás por ahora, y hacer lo que a River le sale tan bien: cambiar de tema. Mientras comemos, le pregunto por su infancia, su familia, y su carrera. Hablamos otra vez con la comodidad de la familiaridad. Me toca casualmente donde sea que se le presente la oportunidad, y antes de saberlo, hemos terminado nuestras cenas y nuestras segundas copas. El camarero regresa, preguntando si queremos postre. Yo paso, pero River ordena mousse de chocolate. Una vez que llega, me ofrece su cuchara y la pruebo de la manera más seductora que puedo. Con cuidado y lentamente como la mousse de su cuchara. Sacándomela de la boca, se inclina hacia mí, lame algo de chocolate de mi labio inferior con su lengua, y luego se mueve hacia atrás en el banco. No estoy segura de sí es el alcohol, su aliento fresco, o simplemente él, pero la tensión sexual está por todas partes, y cada fibra de mi cuerpo está gritando para que me toque. Ya no puedo soportarlo más tiempo. Así que llanamente llevo mis manos al cuello de River, y lo llevo hacia mi boca, presionando con fuerza, sin importarme que estemos en público. Dejo que su lengua se encuentre con la mía solo una vez antes de alejarme hacia atrás. Sentándome derecha y sonriendo, puedo ver que me está mirando de esa manera otra vez; esa forma cautivadora que hace con sus ojos. Se inclina otra vez hacia mí y me susurra al oído: —¿Estás lista para salir de aquí? Porque yo lo estoy. Quiero gritar "Nací lista", pero me resisto y simplemente me muevo para levantarme. Tragando con fuerza y gentilmente asintiendo con la cabeza, digo: —Discúlpame mientras uso el baño de damas. Cuando salgo de él, River está parado contra la pared, el pie contra ella, y la cabeza gacha, sonriendo. Es la personificación de lo sexy con su largo y esbelto cuerpo tonificado y la sonrisa asesina. Levanta la vista hacia mí y me agarra de la mano. Me sorprende al ponerme de espaldas contra la pared. Besa mi frente antes de bajar su boca a mi nariz y besarla también. Se mueve a mi boca y tierna pero agresivamente, muerde mi labio inferior y luego me mira. Cierro los ojos mientras lo chupa, enviando una sensación abrasadora a través de mi cuerpo. Presionando sus labios firmemente contra los míos, comienza a besarme de la manera más erótica. Primero, me besa suavemente, luego abre nuestras bocas juntas y exhala. Solo puedo inhalar su aliento dulce. Pasa la punta de su lengua por mi labio inferior antes de deslizarla en mi boca, y firmemente presionar sus labios contra los míos. Me quedo sin aliento, el beso termina y él agarra mi mano. Mientras dejamos el restaurante, River me saca a la terraza para observar la locura debajo de nosotros. Hablamos sobre lo que vemos, y la belleza de la noche. Ambos estamos inclinados sobre la pared de piedra, mirando abajo, cuando él da un paso atrás y me da la vuelta para que lo mire. Pone una mano en la parte baja de mi espalda, y la otra detrás de mi cuello. —Eres tan hermosa —dice antes de besarme otra vez, y al igual que antes, es de una manera en la que jamás fui besada. Es como si la emoción, la compasión, y la lujuria estuvieran envueltas todas juntas en un beso. Éste es lento, lleno de pasión. Nuestras bocas se mueven en sincronía con nuestras lenguas, pero a diferencia de antes, él no presiona más fuerte o se mueve más rápido. Va más lento y los besos se tornan en deseo abrasador. Mientras nuestros labios se parten, él no se detiene. Susurra algo que no puedo oír. Creo que estoy ronroneando. Sé que estoy sin aliento. Casi me puedo sentir jadeando mientras comienza a besar mi cuello, mordisqueándolo y gentilmente haciéndose camino de esa manera hasta mí oído, donde susurra—: Te deseo tanto. Tiro de él hacia mí, demoliendo sus labios contra los míos. Él responde al instante. Lame mi labio superior y luego lo chupa; hace lo mismo con el inferior, antes de cerrar su boca con la mía. Baja sus manos hacia mi trasero, y presiona para acercarme a él para que pueda sentir su duro cuerpo en el mío. Desliza su lengua a mi paladar, y sé que estoy gimiendo cuando me separo. —¿Dónde aprendiste a besar así? —Me las arreglo para decir, sin aliento. Sacude la cabeza, y su sonrisa completa de hoyuelos vuelve mientras, jadeante como yo, responde. —No solo te estaba besando. También estaba susurrando en tu boca —dice suavemente, riendo—. ¿Quieres lecciones? Porque puede que se me ocurra algo para ti. Riendo juntos, ambos sin aliento y jadeando, él entrelaza nuestras manos y me mira. —Quiero decirte algo antes de irnos —dice, acercándome a su cuerpo—. ¿Conoces la canción de mi banda Once in a Lifetime? Asiento con la cabeza, porque conozco esa canción muy bien. Es una de las que solía escuchar repetidamente en mi iPod. —Escribí esa canción sobre ti. Sobre haberte conocido esa noche. Sonrío, mientras intento tragar la emoción que se estaba agrupando en mi garganta, me las arreglo para poner en palabras solo una fracción de los sentimientos que están brotando dentro de mí; la verdadera apreciación de ser la musa de alguien y simplemente la absoluta impresión y gratitud de que haya escrito una canción sobre mí. Mis palabras son cortas y entrecortadas, y ya no me preocupo por la cosa de una noche, o no. —¿Escribiste una canción sobre mí? ¿En serio? —Es todo lo que puedo decir, antes de envolver mis brazos alrededor de su cuello, y aplastar mis labios contra los suyos. Lo beso con fuerza antes de susurrar, en mi voz más seductora—. Llévame a tu hotel. ¡Ahora! River suspira mientras me mira por unos segundos, parpadeando los ojos antes de decir: —Eres simplemente tan hermosa. —Aprieta más mi mano, si es que eso es posible, y me dirige rápidamente por el camino. En nuestra prisa, abandonamos la idea de un taxi porque a esta hora de la noche, honestamente podemos caminar hasta el hotel más rápido de que lo que tardaría un auto en llevarnos allí. Mientras caminamos, me doy cuenta que ha perdido esa manera de mecerse cuando camina que admiro. En su lugar está caminando rápido, con determinación, y estoy siguiendo su ejemplo, encontrando dificultad en seguirle el ritmo mientras avanzamos en la noche. Cuando llegamos a la recepción del hotel, me sienta en un banco y me dice que me quede quieta mientras se acerca a la mesa principal y tiene una corta conversación con el empleado. La recepción está silenciosa, con apenas algunas personas yendo y viniendo. Ni siquiera sé qué hora es. Lo observo mientras me inclino en la silla y pienso, Dios, él es tan ardiente. Lo veo entregarle al empleador un montón de billetes y me pregunto para qué es el dinero; ¿paga sus cuentas con efectivo en lugar de tarjeta de crédito? Mientras se dirige hacia mí, está sonriendo y me vuelvo a derretir. Estira su mano para tomar la mía, sacándome del cómodo asiento, y me dirige a través de la recepción. Cuanto más cerca estamos del ascensor, más nerviosa me pongo. Mi respiración se acelera mientras los recuerdos de Ben aparecen y desaparecen de mi mente, y mi estómago comienza a girar con pensamientos de River. Mi mente me grita que proceda con cuidado, y me pregunto si mis pensamientos están haciendo eco en las paredes. ¿Qué estoy haciendo con este hombre? He dormido con una persona en toda mi vida. ¿Estoy traicionando a Ben por decidir conscientemente tener una aventura de una noche, porque esto de ninguna manera puede llegar a ser más que eso? Lo sé. River es un conquistador, lo he leído, y lo sé. Dios, ¿con cuántas mujeres ha dormido? Y a pesar de todas esas advertencias, el pensamiento más fuerte en mi cabeza mientras agarraba la mano de River tan fuerte como si estuviéramos caminando por un callejón oscuro, es ¿Estoy lista para estar con alguien que no sea Ben? Mientras mi mente hace eco de "no vayas por esa ruta", mi cuerpo está gritando "sí, ve por el camino menos viajado". Mi cuerpo me está diciendo que deseo a este hombre, su tacto, su beso, todo lo que quiera darme y más. Y cuanto más nos acercamos a lo desconocido, mi mente comienza a concordar con lo que mi cuerpo está gritando. Así que, mientras él aprieta el botón del ascensor, mi propia luz se vuelve roja. No puedo hacer esto. No puedo dormir con él. Estoy intentando absorber la tranquilidad de la habitación, mi respiración comienza a volverse superficial e intento decidir cómo salir de este viaje en el que me metí tan voluntariamente. Sintiendo mi nerviosismo, o incluso mi recelo, acaricia mi mejilla, pasando su pulgar por ella, y pregunta: —¿Qué va mal? Cuando las puertas del ascensor se abren, me aclaro la garganta y tiro de la mano que me está guiando por el camino equivocado, alejándolo de las puertas abiertas. Mirando a nada más que el brillante suelo de mármol, dejo caer su mano y me las arreglo para decir: —Lo siento tanto, River. No estoy segura de poder hacer esto, de poder estar contigo. Suavemente me acomoda para que mi espalda esté contra la pared, y se detiene en frente mío. Posando su pulgar en mi mentón, lo levanta para que lo mire, para que observe esos poderosos ojos verdes. Mientras me mira atentamente, dice: —¿Sabes? ¿La canción que escribí sobre haberte conocido? ¿Alguna vez has escuchado realmente la letra? Sacudo la cabeza. Conozco bien la canción, pero justo ahora no puedo recordar ninguna letra en particular. Mi mente baraja entre pensamientos de ambos. Ben, River, River, Ben. Hace una pausa, sacando su mano de mi rostro; pone ambas contra la pared a cada lado de mi cabeza. Sé lo que le acabo de decir, pero su cercanía hace que mi corazón se acelere el doble de su índice normal. Él sigue hablando, y yo sigo escuchando. Tiene toda mi atención cuando muy suavemente comienza a cantar. Canta esas hermosas palabras en mi oído, y las lágrimas comienzan a caer por mi rostro. Acercándose un poco, posa su pierna entre las mías. Con voz cansada, susurra: —Esas letras cuentan la historia, Dahlia, nuestra historia. Escribí esa canción hace cinco años, e incluso ahora cuando la canto, es tu rostro el que veo. Eres inolvidable, Dahlia. Eres perfecta, de verdad. Mi cuerpo tiembla sin control mientras se inclina y ligeramente besa mi frente, deslizando sus labios por mi sien hacia mi oído. —Solo quería que lo supieras porque me sentí conectado a ti esa noche de una manera que jamás me he sentido con nadie. Y luego hoy, cuando te vi otra vez, esa conexión que sentí hace años, regresó instantáneamente. Sintiéndome mareada, cierro los ojos. Soy incapaz de hablar. Sus palabras fueron tan conmovedoras, tan puras, tan emocionales. Besa cada uno de mis párpados y cerniendo su boca sobre la mía, habla cerca de mis labios. —Desde que te conocí, no ha valido la pena pensar en nadie más. — Abro los ojos, y presiona su frente contra la mía mientras continúa—: Siento como si el destino nos hubiera juntado otra vez. También creo que esa noche, hace tanto tiempo, simplemente no era el momento justo para nosotros. Pero esta noche, lo es. Vuelvo a cerrar los ojos ante su confesión. Manteniéndolos cerrados esta vez, me quedo allí sin moverme, aún incapaz de hablar. Cuando los vuelvo a abrir, lo absorbo, por completo, todo sobre él, especialmente sus hermosas palabras. Mirándolo a los ojos, lo encuentro observándome mientras dice: —Dahlia, no tienes que disculparte por nada. Con una sonrisa pequeña, mueve su dedo entre nosotros una y otra vez. —Y a pesar de que estoy seguro de que sí puedes hacer esto, está bien si no quieres hacerlo ahora mismo. Podemos pasar el rato, hablar, o ver una película. Lo que sea que desees. Solo quédate conmigo, no interfieras con el destino ahora que nos hemos reconectado. Y con eso, asiento, me giro para presionar el botón del ascensor, y me doy cuenta de que jamás dije una palabra durante esa conversación entera. No necesité hacerlo. Porque de alguna manera, él supo exactamente cómo me sentía. Separar el trabajo de mi vida personal no ha ido tan bien como esperaba. Dahlia la fotógrafa y Dahlia la chica a la cual su prometido fue asesinado en frente de ella se han unido, y estoy parada justo al lado de la persona que mezcló a las dos. Estamos en el balcón contemplando la noche. Mirando hacia el cielo, me doy cuenta que es del tono azul más profundo, y las estrellas están más brillantes de lo que han estado desde hace un buen tiempo. Él está a mi lado, descansando en la baranda y observando las estrellas. Sonrío para mí mientras me doy cuenta que ya no estoy más en los pozos de fuego del infierno. He estado llorando por Ben por tanto tiempo, no he podido siquiera superarlo, ni siquiera ahora con este hermoso hombre a mi lado, mis pensamientos no han podido silenciarlo por completo. River me da un toque con su hombro, y mis pensamientos vuelven solo a él. Captura toda mi atención con un simple roce de su cuerpo con el mío. Con solo nuestros brazos tocándose, puedo sentir la electricidad viajando por todo mi cuerpo, y mi corazón golpea un poco más rápido. Miro por encima de él y sonrío. Su cabeza está inclinada hacia un costado, previniéndome de verlo por completo mientras su maravilloso rostro entra y sale de las sombras de la noche. Me da una sonrisa que es tan sexy que quiero acercarme y besarlo. Él tiene que ser el hombre más atractivo que he conocido. Bastante seguro, fiel a su palabra, la vista desde donde estamos es la más espectacular vista de Las Vegas. Las imponentes montañas, el cielo despejado de la noche, y las parpadeantes luces de neón de las calles de abajo hacen de telón de fondo mientras discutimos sobre su banda y sus propios impedimentos que emergen en el centro de atención. River tiene los pies sobre la tierra y no en el tono pretencioso. Así que por supuesto, al no haber sido testigo, siento curiosidad sobre cómo es su interacción con sus fans. —¿Cómo te sientes siendo famoso? ¿Que te pidan autógrafos? ¿Los fans te siguen? Se ve confundido por un segundo, luego se ríe. —No soy exactamente famoso. Suavemente aclaro mi garganta y luego insisto. —Sí, ¡lo eres! Tu foto está por todo internet. Tu banda tiene una gran base de fans, y no estaría aquí contigo ahora, preparando una sesión de fotos para anunciar el lanzamiento de tu segundo álbum, si no fuera así. Sonriendo hacia mí, pregunta. —¿Cómo sabes que mi foto está por todo internet? —Tenía que investigar un poco antes de venir. Soy profesional sabes —respondo, riéndome en silencio mientras le digo esto. —¿Encontraste alguna buena? Sintiendo que podría estar ruborizándome, eludí la pregunta. —Entonces, ¿has tenido que firmar el sujetador de alguien? Sacudiendo su cabeza, se ríe disimuladamente a mi pregunta. —No firmo y luego cuento. —Suspira y añade—: Cuando la banda está junta, claro que nos piden autógrafos, y a veces cuando estoy caminando por Los Angeles alguien me reconoce. Pero en realidad, hablo en serio cuando digo que casi nunca sucede. Cuando viajamos, tenemos fans que nos siguen y gente pidiendo autógrafos. Si te digo la verdad, no estoy muy seguro de cómo me siento al respecto. Una parte de mí solo quiere permanecer en el anonimato. Toda la gira fue difícil. Fue una infracción constante a mi vida personal. Es por eso que he pospuesto un segundo álbum durante tanto tiempo. Hay tantas cosas… ¿sabes qué?, no importa. Y no me malinterpretes, no es que soy desagradecido. —Hace una pausa y se ríe—. Si no fuera por los fans, yo no estaría aquí contigo, tratando de hacer tomas promocionales. Su honestidad cruda me cautiva. —Claro, puedo ver cómo todo esto puede entrar en una persona. Siempre suena tan glamoroso, pero estoy segura que puede cansar. Él parece perderse en sus propios pensamientos, así que tratando de aligerar el ambiente digo. —Bueno, nadie parece reconocerte aquí. Mira el entorno a nuestro alrededor antes de contestar. —Creo que la gente que viene aquí no está buscando nada más que a sí mismos. Todo a su alrededor es irrelevante. Asiento con la cabeza mientras repito el adagio que vi cuando salí del aeropuerto esta mañana. —Lo que pasa en Vegas, se queda en Las Vegas. Con eso, él simplemente sacude su cabeza y sonríe. —Has estado viendo demasiados comerciales. Riéndome juguetonamente lo empujo. —Sí, sí lo he hecho. Aún curiosa por su fama, le pregunto: —Así que cuando estás en casa en Los Angeles, ¿los fans realmente no te reconocen en la calle? Girándose, apoya los codos en la barandilla y piensa por un minuto antes de contestar. —A veces lo hacen. Esto ocurre al azar sin embargo. Puedo irme a correr y alguien vendrá a mí, me tocará el hombro y empujará un lápiz en mi cara. Pero la mayor parte del tiempo, a menos que esté con la banda, la gente es genial y me dejan en paz. Parece un poco triste por mi pregunta y algo distraído por su propia respuesta. Quiero preguntarle si ser reconocido o no es la razón de su comportamiento reflexivo cuando golpean la puerta. —Espera un momento —dice mientras se vuelve a dirigir hacia el interior. Mientras camina por la sala para abrir la puerta, no puedo dejar de mirarlo. Es su caminar, su balanceo sexy que me hace caer todo el tiempo. Una vez más, se gira y me encuentra mirando, y al igual que antes, me guiña el ojo y sonríe. Niego con la cabeza y me río de mí. Ha pasado tanto tiempo desde que he sonreído y he reído así, no me di cuenta de lo mucho que he extrañado esa sensación. Él abre la puerta, y uno de los camareros del hotel trae un carro comedor con dos botellas de champán y un enorme tazón de fresas. Me brota algo que recuerde que me gusta el champán y que me gusta con fresas. Estoy sorprendida de ver al camarero tirar de mi maleta y mi bolso de mensajero de abajo del carro mientras River le da una propina. ¿En serio? ¿Cómo? ¿Cuándo? Eso debe haber sido lo que estaba haciendo en la recepción. Este gesto amable derrite cualquier aprehensión restante sobre estar con él y lo reemplaza con otra cosa. Es algo mucho mejor y mucho más atractivo. Esto según sé, es como piel de gallina que prolifera por encima de mi cuerpo, y un enjambre de mariposas en el estómago. Mi boca se abre y doy un paso dentro. —¿Cómo obtuviste mis cosas? Inclinando la cabeza, rompe en una sonrisa impresionante mientras descorcha la botella de champán. —Sabía que querías comenzar la entrevista, así que pregunté en la recepción si podían hacerme un favor y traer tus cosas del hotel. — Hace una pausa, mirando un poco preocupado—. ¿Espero que eso esté bien? Me muerdo el labio y asiento con la cabeza mientras me acerco a él. —Por supuesto. Él está vertiendo el champán en la primera copa que le acerco. Me mira con una mirada implacable. Acercándome tan cerca como sea posible mientras está llenando una de las copas, acaricio su rostro con el pulgar antes de besar suavemente su mejilla. —Eso fue muy amable de tu parte. Su respiración se acelera, pero mientras la pasión llena sus ojos el champán desborda la copa y se derrama de la parte superior de la copa. Los dos damos un paso atrás y reímos. —Te lo dije, el servir no es lo mío —dice mientras coloca la copa y comienza a llenar la otra. Una vez que las copas están llenas pone una fresa en cada una, y se hunden hasta el fondo. Pone otra fresa en el borde de cada copa, toma una, y me la da. Su sonrisa se ensancha y se encoge de hombros mientras dice. —No estoy seguro de cómo te gustan, ¿adentro o afuera? Riendo, tomo la copa y apoyo mi mano sobre la de él por unos segundos. —Por lo general, solo pongo la fresa en el borde, pero me gusta tu manera. Miro la copa que estoy sosteniendo y sonrío. —La forma en que lo hiciste es perfecta, y ahora tengo una nueva forma de pedir champán, no con una, sino dos fresas. Sacudiendo su cabeza, tengo la sensación de que quiere decir algo más, pero en cambio levanta su copa y tintinea con la mía. —Por los encuentros casuales. Le sonrío a eso y respondo. —Sí, por encuentros casuales y entrevistas programadas. Tomando un sorbo de su bebida, pasa la lengua por su labio inferior de esa manera sexy que hace. Nos lleva de nuevo a la terraza donde nos sentamos en camastros separados. Apoyo la cabeza hacia atrás y tomo mi champán, disfrutando del aire y su compañía silenciosa. Creo que ambos debemos estar tratando de recuperar la compostura. Después de unos minutos de reposo retuerce su cuerpo hacia un lado y me enfrenta. —¿Quieres terminar la entrevista? Al girar la cabeza para contestar, veo un poco de piel de su cintura, donde se le ha salido la camisa fuera del pantalón. No puedo dejar de sonreír ante lo sexy de la flexión de sus músculos y cada movimiento que sus abdominales hacen. La tirantez general de su cuerpo me hace marear. Es solo ahora, cuando pienso en él, su cuerpo, que me doy cuenta de mis respiraciones irregulares. Me digo, no hay manera de que pueda hacer la entrevista ahora. Me toma un momento para calmarme. Entonces quito la fresa encajada en el lado de mi copa, y mientras lo miro directamente a los ojos le digo. —¡Por supuesto que no! No me puedo concentrar en el trabajo en este momento con esta vista fabulosa. Es impresionante aquí. Prefiero simplemente sentarme y disfrutar de ella, ¿si eso está bien contigo? —Le sonrío y lentamente lamo mi fresa antes de tomar un bocado. Mirándome fijamente mientras mastico, se vuelve a sentar. Noto como mantiene el aliento y se aclara la garganta. Él pone los pies en el hormigón perpendicular a mí y descansa sus codos en las rodillas. —Me parece bien —dice, en voz baja y ronca. Tiene la cabeza hacia abajo, pero me está mirando con sus poderosos ojos como nunca he sido mirada antes. La forma en que me penetra con sus ojos me pone ansiosa. Pone sus manos juntas, entrelazando sus dedos e inhala una respiración profunda. —¿Puedo hacerte una pregunta? —Claro —le digo sin dejar de acostarme en el diván. Hundo mis pies en la malla debajo de mí, en un intento de evitar mis nervios. Levantando su cabeza, pasa las manos por su cabello. —¿Has salido con alguien desde que murió? —No —le susurro y no digo nada más mientras mi cuerpo se apaga de repente frío. Aclarándose la garganta, parpadea, pensativo y vuelve su mirada. —¿Alguna vez te has acostado con alguien más? —pregunta, a continuación, pasa a inclinarse hacia atrás en su asiento. Pone los brazos detrás de la cabeza, estira sus piernas antes de añadir—: Además de él, quiero decir. —No —le susurro nuevamente, esta vez mirando el cielo despejado con sus estrellas que brillan intensamente—. Suena patético, ¿no es así? Con preocupación claramente grabada en su voz y las palabras dichas que no esperaba, dice: —Eh Dahlia, mírame. Mientras giro mi cabeza para mirarlo, su expresión es de compasión y tal vez un poco de malestar. Tragando, mantiene su mirada fija. —Eso no es patético en absoluto. Es una cosa hermosa, estar con la misma persona, cuidar de alguien lo suficiente como para querer pasar por toda la mier... maldiciones que la vida pone en tu camino con él. Él me habla acerca de Ben, y es un poco abrumador al principio. Curiosamente, encuentro consuelo en ser capaz de discutir abiertamente mi verdadera razón para no esperar por él después de su concierto la noche que nos conocimos. También creo que su preocupación y honestidad es muy conmovedora. Por extraño que parezca, la mención del nombre de Ben en este momento no me envió a una espiral de nuevo en mis recuerdos. Mi mente está avanzando hacia River, y mi cuerpo comienza a temblar con necesidad de nuevo en ese pensamiento. —Sí, él estaba allí para mí para pasar por toda la mierda que la vida ponía en mi camino. Hago una pausa, tomo un momento para recomponer mi postura y creo que solo por esta noche estoy empujando a un lado a Ben y dejando entrar a River. —Ben pudo ser el único hombre con el que he dormido, pero no es el único hombre con el que he querido tener sexo. Empieza a decir algo, pero no lo dejo. En lugar de eso pongo mi dedo en sus labios y hago un sonido de ¡sh! Me pongo de pie para tomar ese gran paso que nos mantiene separados. Una vez que lo hago, me acerco a él y me pongo a horcajadas sobre su regazo. Al verlo, no puedo decir si la expresión de su rostro es de choque o sorpresa, pero cuando suspira, con sus brazos al instante alrededor de mi cintura realmente no me importa más su expresión facial. Disfrutando de nuestra cercanía, me inclino y le susurro al oído. —Por eso me fui del bar hace cinco años, porque quería lo que no debía. No me importaba nada más. No estaba pensando en las consecuencias, así que tuve que irme. Cuando me inclino un poco hacia atrás para mirarlo, él jadea. Su respiración es superficial y rápida mientras envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo miro a los ojos. Es cuando sé que es hora de saltar. Pasando mis manos por su cabello desordenado, presiono un suave beso en la comisura de su boca. —Nunca he deseado a nadie como te deseaba entonces, como te deseo ahora. Agarrando mi cara, trata de tirar de mí a sus labios, pero me resisto. Necesito un minuto más para terminar de decir lo que hay que decir. —Creo que tienes razón sobre el tiempo y el destino. —Me detengo un segundo para besar suavemente sus labios suaves antes de terminar—. Y sé que tienes razón, puedo hacer esto, pero River, lo que no sabes es que yo quiero hacer esto más que nada. Lo siento dispararse por debajo de mí mientras un gemido se hace eco de la parte posterior de esta garganta. He terminado con las palabras, por lo que paso a besar su cuello inhalando su aroma fresco disfrutando de la suavidad de su piel libre de rastros de barba. Entonces ruedo mi lengua hasta su garganta, dirigiéndome a la parte superior de su pecho. Su cabeza cae hacia atrás, pero en cuanto pellizco su piel, él se sienta un poco más erguido y agarra mis caderas, apretándome y tirando de mí hacia él. Mi falda de cuero se sube hasta justo debajo de mi culo y sé que se ha dado cuenta de esto cuando las palmas de sus manos se deslizan por mi espalda y oigo otro gemido, esta vez más fuerte mientras deja escapar un suspiro erótico. Cuando trazo besos de vuelta por su cuello, puedo sentir sus labios en mi cabello y escucho resoplar con la nariz, como si capturara el aroma limpio y cítrico de mi cabello. Mis labios se dirigen hacia su boca y cuando llego a la línea de la mandíbula, vuelvo a sentir la increíble suavidad de su piel. Me detengo a mirar su cara perfecta y cuando él me mira con deseo en sus ojos, sé que me desea tanto como yo lo deseo. Cuando presiono un poco más en él, sonrío porque puedo sentir su excitación. Esto solo enciende mi cuerpo más y empuja los límites de mi propio deseo, el deseo que ha estado en hibernación durante tanto tiempo y cariñosamente recibe la bienvenida estivación. Antes de ir de nuevo hasta su boca, él entierra su cabeza y cierra sus labios sobre los míos, chasqueando su lengua contra la mía. Con los dos jadeando, se pone de pie, llevándome con él. Él envuelve sus brazos alrededor de mis muslos, instando a mis piernas alrededor de su cintura. Agarro el cabello detrás de la cabeza y me aferro. Camina a través de la puerta de la sala de estar, luego se detiene arrastrando su lengua por mi cuello antes de plantar su nariz a mi oído. —¿Estás segura? —susurra. —Nunca he estado más segura de nada —digo de vuelta, sin una pizca de vacilación. Y es verdad. Lo quiero. Lo necesito. Esto nunca ha sido más cierto que ahora mismo mientras me está tocando, pasando las manos sobre cada uno de mis nervios, sobre las curvas casi inexistentes de mi pecho, y arriba y abajo de mi cuerpo, quemando mi piel en cada paso. Aunque sé que no he sido tocada en casi dos años, también sé que nunca he sido tocada así antes. A medida que continúa tocándome, el calor se convierte en fuego, y sé que solo él puede enfriarlo. En lugar de continuar hacia el dormitorio da un paso hacia una de las puertas de cristal sin abrir. Con mis piernas todavía enmarcadas alrededor de su cintura, me sorprendo cuando siento el leve escalofrío del vidrio contra mi espalda, y jadeo un poco. Mi vestido se ha subido hasta el nivel de la cintura y mis bragas están completamente expuestas. Amando la sensación de su cuerpo duro ahora presionado contra el mío, yo profundizo el beso. Mis labios se deslizan a lo largo. Mi lengua se mueve dentro y fuera de la boca con la misma urgencia que la suya. Nos quedamos así durante no sé cuánto tiempo. Está presionando su cuerpo al mío, deslizando sus manos por mi longitud. Los dos besándonos, saboreándonos el uno al otro, acariciando nuestras lenguas juntas. Mis manos están todavía en su cabello, tirando más duro a medida que nuestros besos se hacen frenéticos. Estoy gimiendo cuando él se aleja y me deja. Mientras pone de lado un mechón de mi cabello, metiéndolo detrás de mí oreja, él seductoramente susurra: —Dahlia, te deseo. Quiero besarte, tocarte, hacerte venir una y otra vez. Nunca he deseado a nadie como te quiero a ti. Escalofríos cubren mi cuerpo y estoy muy agradecida por el vidrio duro en que me está apoyando. Estoy temblando tan mal en este momento que no estoy segura de poder sostenerme. Él empieza a dejar besos en mi cuello, por encima de mi escote, y hasta mi pecho. Luego desliza su lengua por mi pezón, todavía cubierto por el vestido. Empujando la tela a un lado, se mantiene en su lugar y sus dientes toman el material de encaje de mi sujetador. Tirando mi sujetador hacia abajo, empieza a chupar mi pezón, probándome, rodeando con su lengua alrededor y alrededor, de vez en cuando sopla una bocanada de aire fresco en cada uno. Lo hace una y otra vez hasta que empiezo a gemir y una leve sacudida de destellos de placer atraviesa mi cuerpo. Puedo sentir su sonrisa mientras besa su camino de vuelta a mis labios. Se detiene para morder y chupar mi piel sensible en el camino. Con la mano que me sostenía a un lado, roza mi ombligo. Mueve la mano hacia atrás y adelante mientras sus dedos rozan ligeramente por encima del borde superior de mi ropa interior. Desliza una pierna entre las mías empujando mis muslos. Su mano sigue avanzando y el pulgar toca ligeramente la piel sensible de la cara interna de mi muslo. Mi corazón ansía por su mano más arriba. Respirando, paso mis dedos hacia arriba y luego hacia abajo de su espalda. Deslizo mis manos en la cintura de sus jeans y paso a lo largo del elástico de su bóxer. Dejando escapar un ligero gemido, deslizo la bragueta de sus pantalones hasta el final. Tomando una respiración rápida, traga mientras desabrocho sus jeans. Deja besos ligeros en toda mi mandíbula hacia mi oído cuando él susurra. —Eres tan hermosa, perfecta en verdad. Con el calor y el deseo brotando, no puedo soportar más el juego previo. Me estiro para alcanzar su espalda y tiro de su camisa. Deslizo mis manos por su pecho hasta el último botón y empiezo soltando poco a poco uno por uno. Está prácticamente jadeando mientras suelto el último botón. Su cabeza cae ligeramente antes que se sumerja de nuevo a la mía. Lame su labio inferior antes de besarme y luego chasquea su lengua contra la mía. Su mano se mueve hacia atrás hasta el muslo. Empujando mis bragas a un lado, empieza a dibujar círculos en mi carne resbaladiza. Mi aliento está viniendo en jadeos cortos mientras sumerge un dedo dentro, lentamente moviéndolo hacia dentro y hacia fuera. Mi cabeza cae hacia atrás, golpeando el cristal cuando su pulgar me acaricia, pero el latido que se extiende a todo lo largo de mi cuerpo enmascara el dolor. Él susurra en mi oído mientras sus labios exploran mi cuello. —Eres tan hermosa. Y eso es mi perdición. Mis dedos se agarran de los bolsillos de sus jeans mientras mis músculos se aprietan en una bola, y mi cuerpo estalla en mil pedazos. Le oigo hablar, pero su sonido está enmascarado por mis propios gritos de placer. Empuja mi cuerpo contra el cristal con su propia fuerza. Apoya su frente en la mía y pone sus dos manos contra el cristal a ambos lados de mí. Sus codos están casi tocando el vidrio, y su respiración tan errática como la mía. Mi cuerpo está gritando por más. Lo quiero dentro de mí. Necesito de él para aliviar el dolor más grande que tengo, el que ha sido congelado por casi dos años. Con la respiración jadeante, me muerdo el labio mientras me muevo para abrir su bragueta. Al terminar, me levanta y me lleva de nuevo a la habitación. Una vez dentro de la habitación, patea la puerta para cerrarla, me pone de pie, y me da la vuelta. Pone mi cabello a un lado y me besa el cuello, seductoramente susurrando. —Dios, te necesito ahora. —Mientras abre la parte de atrás de mi vestido. Tirando de él hacia abajo, besa mi hombro derecho—. Eres tan hermosa. —Bajando el otro lado susurra—: Hueles tan bien. Me da la vuelta para desatar el cinturón en mi cintura, entonces besa cada uno de mis párpados. —Me encantan tus ojos, su color, la forma en que me miran. —Se mueve a sentarse en la cama y me tira de pie entre sus piernas. Haciendo señas para que levante un pie y luego el otro, desabrocha las correas de mis tobillo y quita los zapatos—. Hay algo en ti que no he podido olvidar. —Todavía sentado en la cama, tira el vestido hacia abajo y lo deja tirado en el suelo. Besa mi estómago suavemente—. No he podido dejar de pensar en ti desde hace cinco años. Mientras los haces de luz de la luna atraviesan las ventanas, me cuesta encontrar mi respiración cuando el aire sale de mis pulmones por sus palabras, su encanto, su todo. Él solo me deja sin aliento. De pie, me mira en solo mi sujetador y bragas y luego en un movimiento rápido quita el sujetador y desliza las bragas de mis caderas, las cuales también caen al suelo. Él sigue mirando por unos segundos más antes de rastrillar los ojos por mi cuerpo. —Eres perfecta, de verdad. Me quedo de pie completamente desnuda, vulnerable e incapaz de moverme. Estoy temblando mientras él se acerca y me toca. Sus manos se desvían de las caderas alrededor de mi espalda y me jala hacia él. —¿Me deseas? —Mucho. Al presionar mi cuerpo en el suyo, casi se siente como que estamos a punto de realizar un baile erótico. Rasgo su camisa de su cuerpo, y cae al suelo. Deslizando mis manos por su pecho duro y liso, lo empujo hacia abajo en la cama y caigo encima de él, besando su cuello mientras él gime en mi oído. Deslizando mis manos al final de la V profunda grabada en su abdomen, deslizo una mano en su bóxer. Finalmente lo agarro, moviendo la mano arriba y abajo de su longitud gime más fuerte mientras jadea mi nombre. Rodándome suavemente por mi lado, se sienta y se saca rápidamente los zapatos y los calcetines. Me apoyo en los codos a medida que lo veo allí de pie quitándose los jeans. Llega hasta el suelo para recogerlos y saca un condón de su billetera, lo arroja sobre la cama, antes de retirar su bóxer. Él está de pie frente a mí, gloriosamente desnudo, y no puedo evitar una sonrisa enorme. En realidad es el hombre más sexy del mundo. Su cuerpo es simplemente increíble. Tiene brazos cincelados, abdominales duros y los músculos tensos. Me sonríe de vuelta mientras se inclina y besa mis labios, mi mandíbula, mis oídos. Suavemente chupa mi lóbulo y luego vuelve a los labios. Lo pongo encima de mí mientras sus manos van de mis caderas, a mis pechos, a mi cabello, y luego agarrando mi cara con ambas manos gime en voz alta. —Quiero tocarte por todas partes, toda Dahlia. Te deseo. Tratando de manejar las palabras, digo con voz ronca: —Yo también te deseo. Sacudiendo su cabeza, suelta una risa ronca mientras responde: —Eres demasiado sexy. Llevándome lejos por un simple segundo, deja de lado mi cara y nos da la vuelta. No puedo esperar más, me estiro por la cama, tomo el paquete, y tiro para abrirlo. Sus ojos vidriosos mientras me miran, su respiración pesada. Me muevo hacia un lado mientras intento poner el condón sobre él. Puedo sentir su cuerpo temblando debajo de mi tacto, y mi cuerpo tiembla como respuesta. Nunca he puesto un condón a un hombre, y mis manos están temblando tan mal que me es imposible hacerlo. Inclinándome hacia él, me río contra su boca. —Nunca he hecho esto, vas a tener que ayudarme. Y con eso, se ríe conmigo mientras dice: —Dahlia, eres... increíble. —El momento no se rompe mientras se ríe—. Sí, puedo hacerlo. Pero no lo hace, en cambio, alcanza otro paquete y lo tira en la cama mientras lanza el condón sin usar al suelo. Entonces me mira con sus poderosos ojos verdes. —Pero hay algo que tengo que hacer primero, es algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo —dice. Entonces suavemente, me da la vuelta sobre mi espalda, apoyando mi cabeza sobre las almohadas blandas. Mueve su pierna sobre mi cuerpo. Al pasar por encima de mí, baja la vista con una sonrisa maliciosa y dice: —Dahlia, necesito probarte. La fotografía trata de encontrar el momento adecuado, pero es bueno saber cuándo debes bajar la cámara. Algunas veces me pregunto: —¿Quiero fotografiar esto o debo experimentarlo? —Ahora mismo, en este justo momento, sé que solo quiero experimentarlo. Con sus últimas palabras, el momentáneo lapso de risas se desvanece rápidamente y emerge una emoción totalmente diferente, deseo puro. Él está de pie frente a mí mientras estoy sentada en el borde de la cama, asintiendo, sin palabras. Las emociones están navegando a través de mí mientras nos embarcamos en este viaje, buscando un horizonte hermoso. Lo deseo. No, lo necesito… tanto. Pero, tan rápido como una vela arde con una ráfaga de viento, una oleada de nerviosismo envuelve mi deseo, como la cadena de un ancla, me arrastra hacia abajo. ¿Él quiere probarme? ¡Gracias a Dios, Aerie me llevó al salón! No me he acostado con un hombre en casi dos años. ¿Es como andar en bicicleta? ¿Recuerdo siquiera cómo hacer esto? Dios, ¿Qué estoy haciendo desnuda frente a este delicioso hombre cuyo apellido podría ser “seducción”? ¿Debo detenerme antes de ponerme en vergüenza? ¿Antes de ahogarme en este vasto océano? Debe sentir mi aprensión, ya que se inclina hacia mí, susurra: —No te preocupes, tomaremos las cosas con calma. —Sus palabras me hacen cosas extraordinarias. Me dan el valor para continuar el curso que hemos trazado, a sumergirme en este mar de deseo tan acogedor, tan cálido, tan invitante. Moviéndose entre mis piernas, se apoya en sus antebrazos mientras comienza a besar suavemente mis labios. Serpenteando los brazos alrededor de su cuello, tiro de él más cerca de mí, arqueando mi espalda y presionándome contra él. Lo quiero dentro de mí, ahora, pero él parece concentrado en tomárselo lento. Estoy sufriendo por él, no solo porque he estado en abstinencia por tanto tiempo, pero también porque lo he deseado desde hace mucho. A medida que mis manos se deslizan a lo largo de sus músculos tensos, sintiendo la suave piel de su espalda, ellas hacen su camino alrededor de sus caderas y sienten su camino hasta el punto de no retorno. Antes de llegar a su destino, deja de besarme. Levantando la cabeza, respirando con dificultad, se aparta y me mira fijamente. —Todavía no —susurra, sacudiendo la cabeza y besando mi nariz antes de aterrizar sus labios por mi garganta. Mientras intento nuevamente posar mis manos alrededor de sus caderas para sentir su dureza, desliza su cuerpo por debajo del mío. Puedo sentir su sonrisa mientras su boca se conecta con mi duro pezón, rodeándolo, succionándolo antes de pasar al otro. La sensación es abrumadora, y me sorprende que la sensación me provoque venirme tan rápidamente. Enredando mis dedos en su cabello, comienzo a jalonearlo como si fuera mi salvavidas que me llevará a tierra. Mi control se pierde mientras él desciende más abajo a mi cuerpo, mi respiración aumenta a un ritmo alarmante. Puedo sentir su lengua en mi estómago, humedeciendo y saliendo de mi ombligo, mientras pequeños gemidos se me escapan. River murmura: —Sabes tan bien. Cuando su boca se detiene en mi carne resbaladiza, mi núcleo comienza a latir de anticipación, un muy fuerte: —Sí. —Se escapa de mis labios. Escuchando su gemido, su respiración entrecortada mientras succiona despacio, suaves golpeteos, saborea y lame mi piel más sensible, comienzo a gemir su nombre. Mientras su lengua se hunde dentro de mi núcleo, yendo tan profundo como le es posible, entrando y saliendo a un ritmo constante, sus ojos fijos en mí. Sabe que estoy observándolo. —Caraj… Dahlia, eres tan sexy —gime con una sonrisa malvada. Cuando comienza a hacer círculos con su lengua alrededor de mí, pierdo toda mi capacidad de funcionar. Luego presiona su lengua más duro mientras desliza un dedo dentro de mí. Hace una pausa para decir otra vez: —Dios, tienes un sabor tan dulce. —Y cuando desliza un segundo dedo dentro, ni siquiera puedo recordar mi nombre. Comienzo a frotarme contra su boca, sus dedos. —Oh Dios, River —grito mientras me vengo con el mejor orgasmo de mi vida, dejando momentáneamente este planeta atrás. Cuando floto de regreso hasta la Tierra, él lentamente, seductivamente sube por mi cuerpo, todavía lamiendo y saboreando cada centímetro de mi piel. Su boca se encuentra con la mía y puedo probarme. Es la sensación más erótica. Lame suavemente mi labio inferior. Abro mi boca, y su lengua majasea la mía. Muerde suavemente mi labio y luego ondea su lengua contra la punta de la mía antes de finalmente besarme. A medida que continuamos besándonos, trazo con mis dedos la profunda línea de su abdomen. Su estómago se contrae bajo mis dedos mientras recorro su carne sensible. Le escucho dejar escapar un profundo suspiro cuando envuelvo mi mano alrededor de su circunferencia, haciendo mi camino hasta la base. Moviendo mi cuerpo, estoy ahora sobre él. Respirando jadeando, casi sin aliento, puedo sentir cada pulso radiando de su dureza. Apenas puedo escuchar la música de fondo, pero creo que he escuchado Sex Therapy tocando de su teléfono. Que apropiado. Mientras mis manos encuentran un rito, comienzo a chupar su labio inferior antes de adentrar mi lengua en su boca, haciéndole gemir aún más fuerte. Deteniéndome solo para ver dentro de sus poderosos ojos verdes, los cuales son más oscuros, llenos con un profundo deseo, me echo hacia atrás para estar casi sentada. Puedo escuchar su respiración; rápida e inestable, casi incontrolable, al igual que la mía. —River —digo mientras alcanzo el paquete de condones, abro el paquete y le entrego uno a él—, ¿sabes cuánto te deseo? —Me siento como una araña atrapada en su telaraña de seducción, o quizás en mi propia telaraña. —Dios, Dahlia, te deseo tanto —susurra hacia mí mientras una de las esquinas de su boca se curva, y toma el preservativo. Lo observo colocarse el condón, sonriendo y más que listo, me muevo para alinear mi sexo con él. Su rostro es una clara fotografía de la pasión. Sonríe, toma mi cabeza, y tira de mi boca hacia la suya. Mientras profundiza el beso, abro mi boca para recibir más de la suavidad de su lengua ansiosa. Sus dedos presionan mis caderas, aferrándose a mí, mientras bajo sobre él. Observarlo tan de cerca llenándome, creo que es lo más satisfactorio que he sentido. Comienzo a moverme más rápido. Toma mis caderas tratando de ralentizar mi ritmo, pero no se lo permito. Respirando hondo, se muerde el labio antes de cerrar los ojos y disfrutar del éxtasis. —No sabes cuánto tiempo he esperado por esto. —Se las arregla para decir con los dientes apretados. Al abrirlos, nos gira sin separarnos. Ahora estoy bajo su cuerpo bellamente duro. Mientras se mueve dentro de mí con lentas estocadas, besándome el cuello, tocando mis brazos, acunando mis pechos, pellizcando mis pezones. Me gusta que no sepa qué parte de mi cuerpo quiere tocar. El fuego quema a través de mis venas como llamas de excitación recorriendo mi cuerpo. Gemidos de pasión inundan la habitación mientras mis uñas se entierran en su musculosa espalda, instándole a moverse más rápido. Mi cabeza cae hacia atrás mientras tomo una bocanada de aire. Las letras de Sex Therapy de Robin Thicke hacen eco desde la otra habitación y River me canta su propia versión de la canción. —Es tu cuerpo, iremos tan lento como quieras o tan duro como quieras. Moviéndose lentamente, precisamente, intencionalmente, se detiene un momento besando mi cuello. —Dahlia, te sientes tan bien. Mirándome mientras sus caderas continúan rodando lentamente, besa mi mejilla y luego la otra, besa mi nariz, luego mis párpados. Se mueve hacia mi boca, llega debajo de mí, y después me empuja hacia arriba, permitiéndose sumergirse más profundamente en mi interior. Es mucho más intenso. —Oh, Dios, no te detengas —lloriqueo, envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, nuestros cuerpos se encajan como si se hicieron el uno para el otro. Gimiendo, comienza a tomar el ritmo mientras toma mi mano y la lleva hacia su corazón. La luz de la luna es luminiscente a través de la ventana mientras gimo débilmente, sintiendo el orgasmo aproximándose otra vez. Y cuando miro su rostro, sé que también está cerca. Abriendo su boca, conteniendo la respiración, siento que él comienza a explotar. Gimiendo bajo e intensamente, sigue penetrándome mientras grito de placer por el orgasmo alucinante que me recorre. Acunando su barbilla con mi mano libre, tiro de él hacia mí mientras cada fibra de mí ser se estremece de la cabeza a los pies. Cuando la intensidad de nuestro beso se calma, nuestros labios descansan juntos. Jadeantes uno contra el otro, arrastra gentilmente sus dedos por mi mejilla y aparta el mechón de cabello de mi rostro antes de descansar su frente sobre la mía. —Me dejas sin aliento. A medida que nuestra respiración se vuelve más controlada, suavemente se quita de mí y se recuesta a mi lado. Quitándose el preservativo, lo ata en un nudo y lo arroja al suelo. Luego me jala a sus brazos. Acariciando mi mejilla, se vuelve para mirarme con sus brillantes ojos verdes. —Eso fue increíble, sin duda valió la pena esperar. Asiento y las palabras momentáneamente escapan de mí. Oh Dios, ¿Por qué no hicimos esto antes? Pero recuerdo por qué. Ben. Creo que me alegra no haber sucumbido a mi deseo por River esa noche en el bar, ya que definitivamente sé que nunca hubiera podido recuperarme de ello, de él, e incluso ahora no estoy segura de poder superarlo. Necesitando liberar mi mente de mi incapacidad de ver esto como lo que probablemente es, sexo-de-una-noche, miro nuevamente dentro de sus ojos y digo: —Si tu definición de asombroso es sexo increíble con una pareja increíble, definitivamente estoy de acuerdo. Me mira con una sonrisa en su rostro que dice más palabras de las posibles. Con mi brazo sobre su pecho, suavemente acaricio su piel mientras frota círculos en mi espalda. Levanto la mirada hacia él, queriendo aclarar mi mente de todas las dudas de nuestra pasión que aún tocan mi puerta, digo: —¿La canción de tu teléfono era de Robin Thicke? Rodando sobre su costado, sus ojos encuentran los míos mientras hace círculos alrededor del lóbulo de mi oreja antes de inclinarse para besar únicamente la esquina de mis labios. Luego arquea una ceja, la sonrisa más engreída cruza su rostro. —Estoy dispuesto a explorar tu lado travieso. ¿Estás dispuesta a permitirme sacar el mío? —siguió su propia canción con un guiño. Mientras me rio de su intento de cantar la canción otra vez, toma mis caderas y una nueva oleada de hambre surge entre nosotros. Rueda subiéndose sobre mí, creo que esta vez lo haremos lento. Habiéndome quedado despierta casi toda la noche, y al ver un rayo de luz pasar través de la ventana en el amanecer, yacimos juntos en silencio, enredados en un lío de sábanas. Mi cabeza está en su pecho con una de mis piernas envuelta alrededor de él, estoy arrastrando los dedos por su cuerpo suave mientras él acaricia su nariz en mi cabello, acariciando mi espalda baja. Nunca había tenido una aventura de una noche, no sabía qué esperar, pero no me esperaba esto. Un montón de mis amigas experimentaron el sexo casual. Siempre lo han descrito como un polvo rápido, a veces seguido de una fiesta de pijamas. De cualquier manera, decían que por lo general ambas personas querían salir por la puerta tan pronto como fuera posible. Y, sin embargo, en este momento, no quería que nuestra hora terminara. Anoche fue increíble. River y yo estábamos juntos en una forma que nunca había experimentado antes, no solo por el sexo y los orgasmos múltiples, sino también sus constantes toques tiernos, el calor que sentía en todas partes creciendo en todo mi cuerpo, sus suaves palabras, y solo nuestra conciencia absoluta. Me encuentro deseando que me pida mi número de teléfono y que nos veamos otra vez. Preguntándome si todos los nuevos encuentros sexuales son así de satisfactorios, trato de tener en cuenta que Ben y yo estuvimos juntos por tanto tiempo que nuestra vida sexual se convirtió en rutina, atreviéndome a decir algo esperado. También me recuerdo que no había experimentado el toque de un hombre en un largo tiempo, así que por supuesto mi emoción sexual está re-despertando. Sabiendo que no debería estar comparando a Ben con River, lo hago de todos modos. Pensé que mi vida sexual con Ben era satisfactoria, pero después de lo que viví ayer por la noche, parece que puede haber estado un poco vacía. Pienso en que mal está para mí el comparar a este hombre muy vivo y respirante con Ben, quien ya no está aquí en la tierra viviendo libremente. ¿Siempre haré comparaciones con Ben? Ya sé que la respuesta es sí. Pero usualmente en cualquier momento que comparo algo con Ben, Ben es siempre mejor. Si hago salteado, creo que Ben lo hizo mejor. Si leo un artículo en el periódico, creo que Ben lo hubiera escrito mejor. Ahora estoy comparando el sexo, y sé que está mal. Tengo que poner fin a esta ola de pensamientos. Tengo que recordar que Ben era mi vida, pero ya no está aquí, pero River sí. También tengo que recordar River es alguien al que le permití seducirme por el solo placer de tener un increíble sexo casual. Estoy fallando miserablemente al tratar de canalizar el sexo casual, el criterio de una relación de una noche porque continuamente mi cabeza gira en torno a cuales son todas las cualidades entrañables de River. Cualidades que incluyen: su atractivo sexual, su encanto, su preocupación, su alegría, y su conciencia, la conciencia de ambos, él de mí, y yo de él. Parece extraño sentir está conexión con alguien que puede que no vuelva a ver nunca. Incluso ahora, en el sosiego de nuestra secuela, estoy absorbiendo la sensación de su respiración tranquila y relajada, y sé que él está sintiendo mi satisfacción. Tratando de mantenerme concentrada, vuelvo con fuerza mis pensamientos a la lista de cosas que tengo que hacer está mañana. Cosas que incluyen: terminar la entrevista, decirle adiós a River, llegar al aeropuerto, y abordar un avión con destino a llevarme al lugar tan lejos de esta felicidad. Su atención está interfiriendo con mis planes. Es un reto a mi capacidad de concentración. Pensando en la manera en la que él reacciona ante mí e interactúa conmigo, la forma en que me hace sentir como si realmente le importa está opacidad de mi juicio. Pero entonces me acuerdo de mi búsqueda en Google. River aparece atento foto tras foto con diferentes mujeres en el brazo y me lleva a mi pensamiento original de sexo casual. Sentándome, intento deslizarme fuera de la cama, pero River me tira hacia abajo y me aplasta contra el colchón mientras se inclina sobre mí. —¿Dónde vas? —pregunta sonriendo, haciendo sonar su voz ronca, aturdido por la falta sueño. Con una igualmente voz ronca matutina, le sonrío y lo miró a los ojos, al tiempo que indicó primeramente el baño, luego la ventana. —Al baño y luego a ver el amanecer desde esta hermosa vista. Mientras él asiente con la cabeza en respuesta, me pregunto cómo es posible que alguien pueda lucir aún más atractivo en la mañana. Entonces él me besa suavemente en la nariz y me libera. —¿Café o té? Frunzo los labios y entrecierro mis cejas, muevo mi dedo de pies a cabeza, señalando a mi desaliñado ser. —¿Me veo como una chica que bebe té en la mañana? —Y para el drama añadido digo—: ¡Y por amor a Dios, no me digas que bebes té! Recostado en la cabecera, él pone sus manos detrás de su cabeza, su cuerpo desnudo ensombrecido por el débil resplandor de la luz del baño. Está moviendo la cabeza y riendo mientras responde. —No estoy seguro que necesites conocer esa información. En este momento todavía estoy tratando de averiguar si eres una acosadora. Me deslizo en su camisa abotonada. Me río de las palabras que acaba de decir, imitando lo que dije hace mucho tiempo. Sacudiendo la cabeza, me giro y lo veo riendo fuerte. Oh sí, añádeme hacerle reír seguido a mi lista de las cualidades entrañables de River. Entrando en el cuarto de baño con ninguno de mis artículos en la mano, me siento un rato y solo pienso. Habiendo decidido, al menos, lavarme la cara antes de ir traer mi bolso, me miro en el espejo y me paso los dedos por mi cabello. Entonces veo su cepillo de dientes. ¿Por qué no? Al salir del baño, agarro mi teléfono y le doy Aerie una llamada rápida. —¿Por qué no me has devuelto la llamada? Debo haber llamado diez veces. —Aerie contesta el teléfono con su saludo, y sé que una llamada rápida está lejos de lo que quiero. Tenía la esperanza que ella todavía estuviera durmiendo y solo tendría que dejar un mensaje. En voz baja le respondo. —Lo siento. Te estoy llamando ahora. —Dahlia, ¿dónde estás? ¿Por qué hablas tan bajo? —Estoy en Las Vegas. Sabes eso. —No. ¿Dónde estás ahora? Sabiendo que es más fácil simplemente decírselo, le susurro, —En su suite. —¡La de River! ¿Estás? ¡En serio! ¿Y? —Este... bueno, es una muy larga historia y te la contaré más tarde, pero… —le digo, tratando de elegir mis palabras cuidadosamente. Luego simplemente dejar escapar el resto—. Salimos a cenar y luego pasé la noche con él. En un tono cauteloso, dice. —¿Me estás diciendo que tuviste sexo con River Wilde? —Sí Aerie, eso es lo que te estoy diciendo. —¿Me estás tomando el pelo? —dice, con la voz llena de escepticismo. —No, no lo estoy. ¿Qué? ¿Es tan difícil creer que estuviera interesado en mí? —Por supuesto que no Dahlia. Los hombres siempre están interesados en ti. Eres tú la que me sorprende. No eres precisamente el tipo de una aventura de una noche señorita. ¿Estabas borracha? —No Aerie. ¿Podemos hablar de esto más tarde, por favor? Como dije, es una larga historia. —Bueno, al menos dime cómo fue. ¿Fue bueno? —Aerie. Voy a colgar ahora. —No, Dahlia espera. ¿Estás bien? —Aerie tuve sexo, no una cirugía. Por supuesto que estoy bien. —Eso no es lo que quise decir y lo sabes. Las dos sabemos que estabas enamorada de él. Solo quiero asegurarme que estás en el estado de ánimo adecuado. Tener sexo con alguien es una cosa, pero tener sexo con alguien que vas a tener cerca es otra. —Aerie, ¿cómo sabes que lo tendré cerca? Y de todos modos fue una noche. Nos despediremos, y nunca lo volveré a ver, estoy segura. — Decido no decirle que ni siquiera he hecho la entrevista todavía. —Está bien Dahlia lo entiendo. Y no sé si estará cerca, acabo de oír que no mantiene una novia por mucho tiempo. —Aerie estoy bien, y voy a colgar ahora. Te llamaré más tarde. Adiós. —Adiós Dahlia, y no te olvides de llamarme está vez. Cuelgo el teléfono y pienso en los comentarios de Aerie un momento antes de mirar la puerta corrediza de cristal donde el sol está empezando a subir. Olas de colores rosa y púrpura pintan el horizonte sobre las montañas y tengo muchas ganas de ver la belleza de este nuevo día, por lo que decido conseguir mi bolsa de aseo después. Mi pulso se acelera cuando lo veo sentado en una silla, vestido solo con sus jeans, su pierna sobre una rodilla. Camino hacia él, veo una cafetera y croissants acomodados en la mesa a su lado. Él me sonríe y vierte dos tazas de café. —¿Crema y azúcar? De pie en la puerta, mirándolo, y con la sonrisa más grande en mi vida le digo, —Solo crema, amable señor. —Y luego con la mano en la cadera continúo—: Y estoy tan contenta que seas del tipo de hombre bebedor de café, ahora que lo sé, puedo dejar de acosarte. Él me guiña el ojo mientras vierte crema en uno de los vasos y bromea. —Por extraño que parezca, una mujer sexy con tendencias de acoso no parece molestarme. Cruzando los brazos y apoyando una cadera contra el marco de la puerta, no puedo dejar de reír. —Eso lo apuesto. Él sonríe y dice. —Y yo que pensaba que serías del tipo de chica de azúcar y crema con todas la dulzura de la mañana. Muevo mis manos a mis caderas y le digo. —¿Qué, no soy suficientemente dulce ya? —Luego dejo de prestarle atención al viento, sintiéndome tan a gusto con él, sin experimentar ni un gramo de malestar o pretextos, camino hacia él mientras me señala que me siente en su regazo. El amanecer se convierte en una mañana nebulosa, la luz fluye a un precioso brillo amarillo al este. Me siento sobre sus piernas con las rodillas dobladas y los pies apoyados en sus rodillas. Nos tomamos nuestro café mientras él me alimenta con un croissant ya que una de mis manos está pegada a mi café de la mañana y la otra se envuelve alrededor de su cuello. Seguimos besándonos y hablando incluso después que el sol se ha levantado totalmente. Los deslumbrantes rayos del sol se reflejan en su despeinado cabello y adquiere una gran cantidad de tonos rubios y castaños. Veo a este muy atractivo hombre con asombro. Él me atrapa viéndolo y me besa un poco más y un poco más profundo. Sus toques también se convierten en más íntimos. Trato de calmar a la abrumadora sensación de deseo arrastrándose por todo mi cuerpo. A medida que sus dedos recorren mi pierna, de repente me convierto plenamente consciente de que estoy sin ropa interior. Le agarro la mano y digo. —Ven, tenemos que hacer la entrevista. —Y luego tiro de él a través de la dirección a la puerta del salón. Deteniéndonos en el dormitorio, sonríe y asiente hacia la cama. —Me puedes entrevistar mientras nos tumbamos en la cama. Mirando a su hermoso rostro sonriente, su pecho liso, bien definidos músculos abdominales y sus relucientes ojos verdes ardiendo ahora, sé que debo decir que no, resistir la tentación, pero no puedo, así que sacudo el dedo hacia él en señal de advertencia. —Está bien, pero mejor que te comportes, tengo que terminar esta entrevista. Caminando a la sala por mi pequeña computadora portátil, lo oigo murmurar: —No prometo nada. No puedo evitar sonreír ante su comentario mientras tomo mis cosas. Estoy asombrada de cómo su encantadora sonrisa me hace sonreír. Antes de volver a la habitación, me acerco a la mesa de la cocina, presiono reproducir en la base de conexión, y pulsó el botón de cambio dirigiendo la música a la habitación. Inmediatamente, oigo a la banda Fuel cantando I Should Have Told You. Me encanta esta canción. Cuando entro en la habitación, veo a River recostado en su lado, inclinado sobre un codo que está apoyado en la almohada. Su cabeza está descansando en su mano, su otro brazo está colgando suelto sobre su cadera. Sus piernas están ligeramente dobladas apuntándome, y está mirándome fijamente. Él es tan caliente. Empieza a morder ansiosamente su meñique y no puedo mirar esta visión completa de la perfección por más tiempo, así que aparto mis ojos. Sé que no seré capaz de concentrarme si estoy demasiado cerca de él, me decido a sentarse a los pies de la cama. Tomando la computadora portátil de mi bolso, la abro y la enciendo y abro la lista de preguntas que empezamos ayer. Él toma el pulgar que recién se estaba mordiendo y empieza a frotar círculos por mis piernas. Su todavía húmedo toque envía escalofríos por mi columna vertebral. Ni siquiera puedo pensar en centrarme en mi lista de preguntas. —Compórtate —le aviso mientras lo miro desde la pantalla de mi portátil. Poniendo mi mano sobre su la suya, y en un tono más lúdico, digo—: Sound Music me pagó para venir a Las Vegas y hacer una entrevista, no para tenerte a ti, no para tener una relación de una noche y subirme al avión con las manos vacías —digo las últimas palabras más en un tono de burla para ayudar a disminuir el golpe de la verdad en la realidad. Sacando su mano de mi agarre, rápidamente se sienta y agarra la portátil de mi regazo, colocándola en el suelo. Envuelve los dedos alrededor de mis muñecas y me tira hasta él, cara a cara, ojo a ojo. Desliza la nariz por mi mejilla a mi oído, y con un tono bajo y tranquilo, pero casi áspero dice. —Dahlia esto no es, o fue, de ninguna manera una relación de una noche de mi parte. ¿Para ti lo fue? Porque si es así, estoy totalmente malinterpretando esto, tú, nosotros. —Al decir esto, continúa apoyando su mejilla y sus labios contra un lado de mi cabeza. Sus palabras momentáneamente toman mi aliento mientras las emociones aumentan en todas partes, en mi mente, a lo largo de mi cuerpo y de mi alma. No estoy segura de qué decir o qué hacer, pero me siento extrañamente en paz. Así tirando de los brazos de su agarre, agarro su cara y lo miro a los ojos, sabiendo que puedo hacer esto mejor, que puedo tomar el dolor de mis palabras. Las palabras solo pensadas, solo dichas, para protegerme, para protegerme de lo que yo pensaba que era solo una noche de sexo casual. Con mi corazón latiendo más rápido que el reproductor de música, respondo con solo con pensamientos fragmentados. —Lo siento, yo solo pensé... no es una aventura de una noche por mi parte. No estaba segura... —Luego sentándome erguida, barriendo suavemente el cabello de sus ojos, señalo entre él y yo—. Solo pensé que hacías este tipo de cosas todo el tiempo. Una arruga aparece en su rostro. Él niega con la cabeza mientras la canción Yellow de Coldplay comienza a reproducirse por toda la habitación. Pasando sus labios sobre los míos, suavemente roza cada esquina de mi boca. —No, no hago esto todo el tiempo —dice mientras desliza sus labios a mi cuello—. De hecho, no creo que haya pasado la noche en una habitación de hotel con una chica y compartido el desayuno con ella a la mañana siguiente —continúa a medida que sus labios comienzan a descender—. Y me alegro que nos sintamos de la misma manera. — Finalmente susurra antes de hacer una pausa a sus besos y dirigirme la mirada. Luego, con una enorme sonrisa, termina la conversación—. ¿Así que ahora está bien si me porto mal? Colocando ambas manos sobre su fuerte mandíbula, es mi turno para descansar mi cabeza en la suya, y en un esfuerzo por arreglar mi culpa, digo. —Sabes que cada vez que mueves tu nariz a mi oreja de esa manera, me vuelves loca. Tirándome hacia atrás, suavemente agarra mis brazos con sus manos, asiente con la cabeza y aparece una ligera sonrisa, una sonrisa de verdad, y dice: —Sí, sé eso. El palpitante pulso que viaja a través de mi cuerpo cada vez que él me besa continúa aumentando cuando sus besos se convierten en más, y sus labios encuentran mis sitios más sensibles. Cada vez que me toca, hace que mi respiración se acelere, mi corazón golpee más rápido, y mi temperatura suba. Nunca me había sentido así antes. No terminamos la entrevista. La hora de salida de mi avión iba y venía. Caímos dormidos en algún momento de la última hora de la mañana. Después de más sexo maravilloso y del cual no conseguíamos suficiente, River me pidió quedarme el fin de semana con él, y sin dudar, acepté. ¿Cómo no podría? Me siento viva de nuevo, viviendo, respirando, y sintiendo la vida como nunca antes, debido a él. Me llevó a lugares dentro de mi cuerpo y mi alma en los que nunca había estado, y quería descubrir más. Algo pasó dentro de mí cuando me preguntó si consideraba nuestra noche solo como pasajero sexo casual, porque claramente él no lo hacía. La pena, el dolor y la pura soledad que llevé conmigo por casi dos años me atravesaron más rápido que el cambio de estaciones. Siento una sensación de renacer, la esperanza brotando. Es como si me estuviera dirigiendo hacia la primavera, y el invierno finalmente se hubiera desvanecido detrás de mí. Mi mente comienza a ver las hojas volverse verdes; ya no son cafés, cayendo sin vida en la infértil tierra. Puedo oír el piar de los pájaros, ya no están volando hacia el sur, y cuando el penetrante viento frío de Santa Ana se transforma en una gentil brisa fresca, puedo decir que me siento viva una vez más. Escucho la música cambiar de Glory Box a Tell Me I’m a Wreck cuando me despierto, le echo un vistazo al reloj; es casi mediodía. Levantando mi cabeza de esta muy cómoda posición, levanto la mirada y veo a River. Está despierto y sonriéndome. Su cabello es un desastre, pero aún es demasiado sexy, y mi estómago da un giro de ciento ochenta grados por su pura y cruda belleza. Asiente hacia la mesita de noche. —Tu teléfono está vibrando allí —murmura de una forma casi retorcida mientras sus resplandecientes ojos se desvían de regreso a los míos y luego se acuesta en la cama. Sonriendo, bajo mi cabeza y me abrazo a su pecho. Miro hacia él, suspirando y asintiendo, preguntándome cómo puede conseguir que una oración ordinaria se vuelva algo sensual y casi erótica. —Sí, probablemente es Serena. Realmente debería llamarla y comprobar a su hijo. Estaba enfermo antes de que me fuera. Sacudiendo su cabeza, se reacomoda y quita la sábana de nuestros cuerpos desnudos mientras se inclina y besa suavemente mi estómago, deslizando las puntas de sus dedos por mi pecho al ponerse de pie. Alcanza mi teléfono y tendiéndomelo, me dice: —Envíale un mensaje rápido, puedes llamarla después. Me reacomodo y le doy un rápido vistazo a su trasero desnudo mientras camina hacia el borde de la cama. Es perfecto y solo sonrío hacia él. No puedo evitarlo. Desbloqueando mi celular, le envío un rápido mensaje a Serena. Termino, añadiendo un beso virtual, un corazón y una sonrisa al final de mi texto y presiono enviar. Habiéndose puesto su bóxer, River camina hacia mí y toma mi teléfono. Lo pone de regreso en la mesita de noche. Haciendo gestos hacia el baño, dice: —Ven conmigo. Tomo su camisa del suelo y me la pongo, dejándola desabrochada. Ladeando su cabeza, me observa, sus ojos escaneando mi cuerpo. Piel de gallina surge por todas partes. Tomando su mano extendida, me dirige hacia el gran y espacioso baño. El suelo es de mármol negro con sus lavabos a la derecha y una gran ducha de vidrio abierta a la izquierda, con una gran bañera de hidromasaje en el centro. Inmediatamente me dirijo hacia el baño, que se encuentra en su propia habitación separada junto a los lavabos. Mientras estoy ahí, oigo a River tarareando una canción. No puedo oírlo perfectamente debido al sonido del agua saliendo del lavamanos. Cuando abro la puerta, me detengo y lo observo. Está cantando y afeitándose como si ambos hubiéramos hecho esto juntos siempre, como abrazarse, besarse y hacer rock and roll. No me nota de pie allí mientras deja de cantar y comienza a cepillar sus dientes. Mirándolo fijamente, no puedo evitar pensar de nuevo en cuán atractivo es, y río ruidosamente ante el pensamiento de usar el mismo cepillo de dientes esta mañana. Camino hacia él, y me inclino en el tope. Cruzo mis brazos y muerdo mi labio inferior mientras me paro a su lado, sonriendo. Girando su cabeza mientras se inclina en el lavabo, saca el cepillo de su boca. —¿Qué es tan divertido? —Se las arregla para decir a través de su boca llena de pasta dental. Riéndome descontroladamente ahora, me las arreglo para decir: —En cierto modo usé tu cepillo esta mañana, espero que no te importe. Una diabólica sonrisa aparece en su rostro, sus ojos estrechándose cuando pone su cepillo en la mostrador mientras el agua continúa corriendo. —Oh, sí. Entonces no debería importarte esto. Antes de que pueda moverme, sus brazos rodean mi cintura y alcanzan mi trasero. Me levanta mientras sus labios se estrellan con los míos y me pone sobre el tope. Su lengua golpea una y otra vez mis dientes superiores, luego hace lo mismo con los inferiores antes de que con ella encuentre el paladar de mi boca. El deseo fluye a través de mí tan fácilmente como el agua saliendo a raudales de la llave, goteando en el lavabo. Moviendo su firme cuerpo suavemente, extiende mis piernas tan ampliamente como puede y se presiona contra mi centro. Mueve su boca para succionar mi labio inferior antes de comenzar a besarme dura y salvajemente. Auténticas e impávidas cascadas de ansias viajan a través de mi cuerpo tan rápido como el agua que se extiende alrededor de la pila y a lo largo del desagüe. La pasta dental ahora está goteando de nuestras bocas mientras el agua continúa llenando el lavabo, pero a ninguno de los dos le importa. Finalmente, lo empujo por el hombro y retrocede. —Eh. Eso no es jugar limpio. No dije que quería cepillar mis dientes. Yo… —Pero no tengo oportunidad de terminar. Mientras sus ojos se mueven rápidamente de mis labios hacia mi camisa abierta, su respiración se acelera cuando sus labios se abren e inclina su cabeza hacia delante. La punta de su lengua encuentra el pequeño pezón de mi pecho donde algo de pasta dental ha caído, y cuando comienza a arrastrarla por mi torso, un imparable gemido escapa de mi boca. Mientras sus labios se deslizan lentamente y de modo seductor desde mi pecho hacia mi cuello, limpio la pasta de mi boca con la parte trasera de mi mano y trato de parar de jadear mientras el calor sube por mi cuerpo debido a su toque. Cuando me mira, sus ojos están llenos de pasión. Lamiendo el borde de su labio inferior, empuja su duro cuerpo de regreso al mío, pero esta vez, envuelvo mis piernas a su alrededor en vez de empujarlo, dándole la bienvenida a la sensación de su suave piel contra la mía. Con una rápida respiración y pasta todavía cayendo de su barbilla, dice: —¿Qué estabas diciendo? Moviéndome hacia él, deslizo mi lengua por su mandíbula, lamiendo toda la pasta dental antes de decir un simple: —Nada. Con su firme cuerpo aplastado contra mí, cierra la llave. El único sonido que puedo oír en la habitación ahora es nuestra cada vez mayor y pesada respiración. —En realidad —gimo mientras mis labios van a la deriva por su limpia y afeitada mandíbula—, estaba preguntado. —Hago una pausa para inhalar profundamente mientras mis manos se deslizan en la banda de su sedoso bóxer negro—, ¿por qué aún no has cantado para mí hoy? —Apenas logro decir las palabras entre tratar de respirar y empujar mis manos dentro de su bóxer para agarrarlo. Con una afilada respiración, me tira hacia delante, mi trasero apenas descansando en el mostrador. Mis manos abandonan su dureza e inhala profundamente mientras sacude sus caderas contra mí, sus manos viajando por mi espina dorsal, empujándome incluso más cerca. Gritando, rasguño su espalda con mis uñas antes de arquearme tanto como puedo para moler mis caderas contra las suyas. Cuando sus manos viajan alrededor de mi cintura y las pone en mi espalda baja, retrocede un paso. Me mira con claro deseo en sus ojos, los mismos ojos de los que solía temer saltar dentro y nunca salir, pero ahora estoy tan feliz de haber hecho el salto. —¿Quieres que cante algo para ti? Asintiendo, siento sus manos viajar directamente a mi sexo. Las desliza dentro de mis piernas y arrastra sus dedos de arriba abajo por mis muslos internos, provocándome, casi torturándome. —Déjame poner la música —dice sin aliento. Pero no deja la habitación, no me deja, en su lugar desliza sus manos alrededor de mi cintura y me levanta del mostrador, llevándome hacia la ducha, empujándome contra la pared. Abre el agua antes de soltarme y me da la sensación de que el agua es nuestra música. Sonríe y pregunta: —¿Qué quieres que cante? —Cualquier cosa de Maroon 5, por supuesto. Ducharse con River es íntimo y demasiado sexy, casi carnal. Mientras cubre de jabón todo mi cuerpo, canta She Will Be Loved. E incluso aunque frunció el ceño cuando respondí Maroon 5, la canta de todas formas. Lo premio generosamente cuando canta: —No siempre es el arco iris y las mariposas lo que nos compromete a movernos. —Mi línea favorita de la canción. Cuando termina, susurra seductoramente en mi oído, parafraseando las mismas palabras que dijo ayer por la noche pero también revelando sus deseos sexuales. Diciéndome cómo quiere probarme por todas partes, describiendo lo que me quiere hacer con su cuerpo. Sintiéndome desvergonzada y demasiado cómoda, totalmente conectada en los brazos de este hombre, detallo lo que quiero hacerle a él, con él, sin reservas, sin paredes y barreras entre nosotros. Mi cerebro se siente como si estuviera a toda marcha, pero mi cuerpo es estimulado mientras me dirige por un camino en el que quiero estar desesperadamente. Con cada cambio de marcha, mi cuerpo se vuelve a despertar una y otra vez. Me siento como un auto acelerando demasiado rápido, y mi cuerpo está conduciéndome al olvido. Dios, este hombre es… es… no puedo ni siquiera pensar cuando mueve lentamente sus manos hacia arriba y abajo por mis costados, llegando detrás de mí, levantándome y recostándome contra la pared de la ducha. Cuando finalmente salimos de la ducha, ambos saciados y satisfechos, envuelve una toalla a mi alrededor, y luego otra en su cadera. Deslizo mis dedos a través de su húmedo y desordenado cabello. Sacudo la cabeza y sonrío ante cuán atractivo, fascinante y adorable es, antes de volverme y dirigirme hacia la habitación. Puedo sentir su mirada mientras salgo del cuarto, así que sacudo un poco mi trasero, dándole un espectáculo, y oigo su risa. Dirigiéndome hacia la sala de estar, agarro mi maleta y la llevo a la habitación. La pongo en la cama justo cuando River sale del baño, abotonando unos jeans y con la toalla alrededor de sus hombros. Luce abrumadoramente guapo. Dice dulcemente. —¿Por qué no me pediste que la trajera por ti? Por alguna razón, sus galantes y caballerosos gestos me hacen algo. Estoy enamorándome de este chico, un chico que apenas conozco. Con una encantada sonrisa en mi rostro, pongo el más fuerte acento sureño que puedo mientras pretendo abanicarme a mí misma y digo: —Qué amable, señor, ¿cree que soy una indefensa señorita? Riendo y sonriendo con esa gran sonrisa con hoyuelos de nuevo, se acerca y me envuelve en sus brazos; sacudiendo su precioso cabello castaño contra la curva de mi cuello. —No, no pienso eso —dice, mordiendo mi hombro—. Solo quería ayudar. El teléfono de River suena desde el tocador, pero lo ignora. Se estira lentamente y agarra un mechón de mi cabello, poniéndolo detrás de mi oreja. Enviando temblores a lo largo de mi espina dorsal. Hace círculos alrededor de mi oído con su dedo índice y suavemente tira de mi lóbulo, lo que chisporrotea calor en mi cuerpo. Agarrando su toalla, la saco de sus hombros y la utilizo para secar su cabello mientras masajeo con mis dedos su cuero cabelludo. El rugir de mi estómago detiene la emoción clavándose en mi garganta por su pura dulzura. Pone sus manos en mis brazos y se inclina hacia atrás, su liso pecho brillando radiantemente ante la luz del sol, y pregunta: —¿Hambrienta? Empujando lejos las comparaciones con Ben o los pensamientos de cómo Ben puede haber carecido de una buena porción de su gen dulce, digo en un tono sin importancia. —Tú sabes cómo funciona el apetito de una chica. Estoy muerta de hambre. —Y dejo caer su toalla en el suelo. Tirando de la toalla blanca de mi cuerpo, sonrió a River y se coloca detrás de mí. —Si dejaras de ser tan sexy y te pusieras algo de ropa, podríamos salir como el infierno de aquí y conseguir algo de comida —dice mientras se da la vuelta y se dirige de nuevo al cuarto de baño, dejándome sorprendida frente a una vez más su fina manera de ver. Cuando entra en el baño, dice—: Sé que me estás mirando. —Y también sacude su culo hacia mí. Me río a carcajadas, y empiezo a hurgar en mi maleta. Me pongo mi último par limpio de bragas. Son blancas lisas con un pequeño lazo negro en la parte posterior. Después me deslizo en el sujetador a juego. Esta ropa interior no grita exactamente sexy. Él sale del baño y se queda en la puerta. —Me gusta tu lazo. Girándome para mirarlo y responderle con sarcasmo, me quedo sin aliento. Está llevando una camiseta de la banda de rock AC/DC de su gira Black in Black. Mi padre amaba a AC/DC así que por supuesto yo también. —Bueno, me gusta AC/DC, ahora sal y deja que me vista. Pavoneándose, cruza la habitación. Pasa junto a mí y luego se detiene y toma un paso atrás mientras continúo sacando el montón de ropa desordenada de mi maleta. Pone un beso en cada uno de mis hombros, y luego tira del lazo negro en la parte delantera de mi sujetador. —Gracias, Dahlia —dice mientras se pasea a la cama, se sienta y se pone los calcetines y las botas negras antes de volver a caer en una almohada y patear los pies hacia arriba. —No te voy a dar un espectáculo, ya sabes —digo mientras me deslizo en una camisola de encaje negro y una camisa gris de manga larga de Coldplay de su concierto Viva la Vida por encima de mi cabeza antes de atarla. Rápidamente me pongo mis jeans negros desteñidos y mientras lo miro comienzo a pensar en la canción de Coldplay, Green Eyes. Creo que debe de haber sido escrita para él con palabras como ojos verdes y la atención está puesta sobre nosotros. Puedo oír la canción sonando en mi cabeza y reverbera a través de mi alma. Dibujo mis pensamientos, River ríe cuando pregunta: —¿Te estoy poniendo nerviosa? Pasando mi cabello sobre mi cabeza, me inclino y lo cepillo. —No, no lo estás, ¿por qué piensas eso? Echo la cabeza hacia atrás y lo miro a los ojos, cuando dice: —No lo sé. Simplemente parece. Es bueno que no porque no debería, eres demasiado sexy para no ser adorada. Sonriendo enormemente, pone sus brazos detrás de su cabeza. —Realmente me gusta tu camisa. ¿Fuiste a…? Mientras habla, me acuerdo de mi anillo. ¿Dónde está mi anillo? Comienzo a sentirme mareada cuando agarro mi cuello, pasando mis dedos hacia atrás y adelante, pero sé que no está allí. River se sienta de inmediato cuando yo frenéticamente digo: —¡Oh no, tengo que volver a mi hotel, mi collar está todavía en la habitación! —Estoy tratando de no entrar en pánico, realmente, pero mi collar, el anillo de Ben, tengo que tenerlo. River se baja de la cama y se dirige a mí con preocupación grabada en su rostro. Saca el cabello de mis ojos y lo mete detrás de mi oreja antes de acariciar mis mejillas con sus manos y examinar con sus ojos los míos por la profundidad de mi preocupación. —Está bien, podemos ir allí ahora. Trato de calmarme, pero no puedo, y las lágrimas comienzan a correr. Con los pulgares, me las limpia. No pregunta por qué y no hace caso omiso de mi preocupación. Solo me besa en la frente y me conduce hacia un camino que solo puede terminar con algún tipo de malestar. Por lo menos, una conversación de dolor sobre el hombre al que amaba, con el hombre que yo... Ni siquiera me atrevo a pensar en la palabra que voy a utilizar. Los sentimientos están circulando por mi cuerpo como un tornado. Pero a diferencia de Dorothy, cuando el tornado se detiene y se evalúa el daño, no voy a aterrizar en Kansas llevando zapatillas de rubí de color rojo en una tierra llena de gente feliz. No, mi aterrizaje incluirá el Hard Rock Hotel, donde tengo que decirle al hombre con quien estoy empezando una nueva relación la razón de que esté en estado de pánico. Debo decirle a River que la razón por la que me está llevando a mi hotel es para que pueda recuperar el recuerdo más importante que me queda de Ben. El hombre que había, hasta hace poco, sido finalmente capaz de dejar ir mentalmente. Mientras esperamos fuera del hotel por su auto, gira hacia mí y toma mis dos manos. Me mira como si él supiera que puede hacer todo mejor. —Bebé, no llores, te prometo que voy a arreglar esto para ti. Todo va a estar bien —dice, dibujando una equis sobre mi corazón con su mano derecha. ¿Bebé? ¿Acaba de llamarme bebé? Es en este preciso momento, de pie en el valet, con hileras de autos detrás de mí esperando a ser estacionados. Sé que no me estoy enamorando de este atractivo, encantador y cautivante hombre. Ya lo estoy. Nos dirigimos hacia el hotel en silencio. Esta ciudad pecaminosa es realmente hermosa, pero las calles son tan diferentes durante el día. No tienen el encanto que poseen por la noche. Las luces están encendidas, pero no están brillando intensamente, no iluminan el camino. Espero que, al menos, me lleven de vuelta al punto que tengo que encontrar. Me siento un poco pérdida sentada en el auto de River buscando el anillo de compromiso de Ben. Inquieta en mi asiento, sigo agarrando el collar que sé que no está allí. Él no está sosteniendo mi mano y tampoco me ha mirado durante todo el viaje. Sé que debe estar curioso en cuanto a por qué la posibilidad de perder un collar me haría ponerme emocional. No puedo hablar de eso ahora. Tengo que recuperar el collar primero y hacer que el nudo en mi garganta se vaya. Solo entonces podré permitir que las palabras fluyan. Ojalá fuera más fácil cerrar mis pensamientos. ¿He traicionado a Ben perdiendo su anillo? ¿Qué tipo de traición hice por dormir con River? ¿Fue incluso traición? ¿Cuánto debe durar una traición? ¿Cuánto tiempo hay que esperar antes de engancharme con otro? ¿Siquiera existen las respuestas correctas a estas preguntas? Cuando finalmente llegamos, el valet me abre la puerta antes de que River salga del auto. Espero por él, y toma mi mano, nos lleva directamente a la recepción. Sé que limpieza debió haber estado en la habitación y al parecer lo mismo piensa River, ya que no nos molestamos en ir allí. Hay una larga cola en el mostrador de recepción, pero reconocen a River. Caminando hasta el escritorio, él asiente con la cabeza al caballero que acaba de entregar las llaves a una pareja y espera a que se vayan. Nos movemos a donde la pareja estaba de pie, él aclara su garganta para llamar la atención del empleado que está mirando hacia la pantalla del computador debajo del mostrador. Estoy segura de que la fila de la gente detrás de nosotros no está contenta por nuestra evidente indiferencia por la etiqueta de “Espera en la Fila”. Cuando el hombre se niega a levantar la mirada, River deja caer mi mano y se inclina hacia delante, apoyando los codos en el mostrador, con los brazos hacia abajo, él agarra sus manos en una V para avanzar un poco más. —Eh, hombre, tengo una situación que necesita ser atendida de inmediato, y esperaba que me pudieras ayudar —dice con su voz suave y fácil. El asistente de recepción, obviamente, impermeable a las formas elegantes de River, ni siquiera levanta la vista cuando dice: —Señor, voy a tener que pedirle que espere en la fila como todo el mundo. La mandíbula de River se aprieta cuando agarra el mostrador, y en voz baja pero fuerte dice: —No estoy seguro de que me haya escuchado, pero tenemos una situación que... Ahora el hombre, con los ojos entornados levanta la vista hacia River y lo interrumpe, furioso. —Lo he escuchado, y una vez más lo voy a hacer… Esta vez River no le dio el tiempo para terminar y se apoya lo más cerca posible y muy cortésmente dice: —Creo que es hora de que llames al señor Hughes. —Entonces, mirando a la etiqueta con su nombre y sonriendo, añade—: Joe. ¿Quién es el señor Hughes? Ahora el hombre tartamudea antes de recuperar la compostura. Se para muy recto y se las arregla para amablemente decir: —¿Por qué no vemos si puedo arreglar su situación antes de que llame al señor Hughes? ¿Qué decía? —Trago de nuevo la risa por la situación de repente muy divertida, River ladea la cabeza y me guiña. Entonces toma mi mano, la aprieta, y la deja en el mostrador de manera que nuestros codos están casi conectados. Antes de darme cuenta, el hombre vestido con uniforme rojo llama a limpieza, preguntando acerca de los elementos que puedan haberse encontrado en la caja fuerte de mi habitación. Por alguna gracia de Dios nos dice que el collar había sido encontrado y se ha puesto en la caja fuerte del hotel. River deja caer mi mano para estrechar cortésmente la del dependiente. Entonces, antes de darle las gracias, saca la billetera de su bolsillo trasero y deja un billete de cien dólares en las manos de un ahora muy jubiloso Joe. Asintiendo con la cabeza, dice discretamente: —Joe, por favor, asegúrate de que el collar se nos entregue en el bar. Joe, muy feliz de aceptar su más que generosa propina, responde: —Sí, señor, no es un problema. Nos dirigimos al mismo bar donde River me esperaba anoche. Parece que ha pasado mucho más tiempo que solo un día. Me siento tan conectada a este hombre, como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Cuando estamos sentados, River saca una silla para mí y asiento con la cabeza y sonrió, pero antes de que me siente, me paro en mis puntillas y lo beso en la mejilla. —Gracias. —Dahlia, no me des las gracias. Es mi culpa que hayas perdido tu collar, para empezar —dice, acariciando mi mejilla antes de hacerme señas para que me siente. Sentado a mi lado, me agarra la mano y la acaricia con el pulgar antes de inclinarse y besarme. La camarera llega, y pedimos dos cervezas y un vaso de hielo, por supuesto, River pide aperitivos. Cuando me pregunta qué quiero comer, señalo al casino y digo: —Lo que sea, ahora mismo me podría comer la mesa de dados de allá. —Y los dos nos reímos, porque realmente, no podría haber dicho la mesa de blackjack. Él ordena una hamburguesa con papas fritas y yo pido un sándwich de queso a la plancha, papas fritas y una malteada de chocolate. Le pido a la camarera que traiga la malteada con la comida. River me mira un poco confundido. —¿Qué? Me gusta meter mi sándwich en la malteada. Niega con la cabeza. —Eso suena asqueroso. —Pruébalo. Te garantizo que te va a encantar. —Mmm… Una vez que nuestras bebidas llegan, tomo un trago de mi cerveza antes de decidirme a decir lo que debería haber dicho en el auto. Mirando a los ojos de River llenos de tanta bondad, le digo: —En cierto modo me asusté, porque el collar no es reemplazable. — Hago una pausa y me trago el nudo en la garganta antes de continuar. Inclinando la cabeza, me sigue mirando y simplemente dice: —Lo supuse por tu reacción. Asiento en acuerdo, me aclaro la garganta y meto mi cabello detrás de mi oreja. —Aquí está la cosa, el collar no es solo un collar. —Me detengo de nuevo, deseando que el escozor en mis ojos se vaya. River, obviamente notando mi inquietud, se inclina hacia adelante en su silla, ligeramente hacia mí, y agarra mi mano entre las suyas. —Adelante. ¿Qué? Antes de que pueda terminar, Joe se pasea, sonriendo como si acabara de ganar en el casino y deja en la mano de River un sobre que dice “De la habitación 716”. River asiente y vuelve a agradecerle y Joe se va para volver a sus deberes de escritorio supongo. Me entrega el sobre, suelto su mano y lo abro. Dudo antes de tirar el anillo. Cuando lo hago, lo aprieto en mi mano y mirándolo atentamente a los ojos le digo: —Este es mi anillo de compromiso, de Ben. Rápidamente se inclina hacia atrás en su silla y toma un largo trago de cerveza, obviamente, no esperaba eso. Cruzando la pierna por encima de su rodilla pregunta: —¿Puedo verlo? —Sus ojos se llenan ahora con algo. Sin embargo, no es bondad; creo que es más como tristeza. Mordiéndome el labio, se lo entrego con dedos temblorosos. Mi corazón empieza a latir más rápido, como las palancas de las máquinas tragamonedas. Lo mira por unos segundos antes de colocarlo suavemente en mi mano y apretarla, como si no verlo fuera a hacerlo desaparecer. —Es hermoso, al igual que la mujer que lo usaba —dice, mirándome fijamente a los ojos. Me doy cuenta de la utilización de la palabra “usaba”. —¿Puedo hacerte una pregunta? —dice. Mis manos siguen temblando al sostener el anillo y respondo. —Por supuesto. Señalando a mi muñeca, pregunta: —¿Ese brazalete es de él? Trago mi emoción, levanto el brazo y respondo. —Sí, Ben me lo dio el día de su muerte, y cada vez que lo veo, me recuerda que debo vivir la vida al máximo, para que no me arrepienta. —Bueno, eso también es hermoso y una gran manera de vivir la vida, Dahlia. —Luego me sorprende—. ¿Quieres hablar de ello, de él? Después de meter el anillo a salvo en el interior de mi bolso, respondo en voz muy baja. —Honestamente, no. No, no quiero. Estoy teniendo un momento increíble contigo. No he tenido tanta diversión en mucho tiempo, y no quiero arrastrar nuestro fin de semana a las conversaciones tristes —digo la última parte mientras llevo mi mano sobre la mesa y acaricio su mejilla. Él solo mueve la cabeza, pero no habla cuando toma mi mano y la besa. Le doy una leve sonrisa y digo: —Espero que estés de acuerdo con eso. River me devuelve la ligera sonrisa y dice: —Dahlia, por ahora estoy bien con eso, pero me gustaría hablarlo alguna vez. Quiero saber sobre ti, todo sobre ustedes. En ese momento, nuestra comida llega. Quito mi mano y en silencio asiento hacia él. Entonces su teléfono suena en su bolsillo mientras lo sigue ignorando, y recuerdo que dejé el mío en el hotel, pero realmente no lo necesito de todos modos. Hablamos y reímos durante el almuerzo, y antes de irnos, decidimos qué hacer con el resto del día; sacudiremos el casino, y luego tendremos una cena informal antes de dirigirnos a una noche de diversión en un famoso club de Las Vegas. Recuerdo a Grace diciéndome en el primer aniversario de la muerte de Ben cuando me trajo a casa desde el cementerio, —Dahlia cariño, hay algo bello en todas y cada una de las cicatrices que tenemos, no importa de dónde vienen. —Pausando, se limpió las lágrimas que corrían por su rostro antes de terminar lo que para el día de hoy, sería la pieza más importante de consejos que me habían dado—. Cuando la muerte de mi hijo, la muerte de nuestro Ben, haya cicatrizado en nuestro corazón, lo sabrás. Aparecerá una cicatriz y eso significa que el extremo daño y el insoportable dolor ya no están, la herida se curó, pero no siempre dejará tu corazón. Déjalo abierto, deja que otra persona entre. —No podía hablar más, pero yo sabía que no había terminado. Dejó una nota en el mesón cuando se fue esa noche que decía: Así que esta noche, mientras me embarco en una primera cita con este muy atractivo, encantador y carismático hombre, las palabras de Grace vienen de nuevo a mí. Sé cómo me estoy sintiendo ahora. Sanada. Al entrar en Aqua, sé que estoy en problemas. Es de noche, y la música a tope en un casi seductor golpe. Ya estoy intoxicada por el puro encanto de River, su atractivo impresionante, y esta discoteca no va a ayudar a mantenerme sobria en absoluto. Además, añade a mi estado de ánimo casi embriagado los dos tragos que tuve en la cena y los pocos que tomé antes. Temprano en el día, había tomado su auto de regreso al hotel y golpeé el piso del casino. Él me enseñó a jugar a los dados, y también jugamos al blackjack y póker. Jugué en las máquinas tragamonedas mientras observaba. Mirándome, dijo: —Solo las mujeres de sesenta años de edad pierden el tiempo en un juego de puro azar. —Y en lo que he llegado a conocer como el típico estilo de River, agregó—: Ahora, juegos de habilidad, son algo en lo que gastar tu tiempo. —Por supuesto, susurró en mi oído mientras deslizaba un dedo por el lado de mi cuerpo. Nos lo estábamos pasando tan bien que nunca quisimos volver a nuestra habitación. Después de dejar el casino, caminamos a través de los túneles solares y luego comimos una cena ligera antes de llegar al club. El club está situado en el quincuagésimo quinto piso del Trees Place Casino. Todas sus paredes exteriores son de vidrio, y hay una gran barra hacia la parte trasera y una pista de baile aún más grande en el centro. También hay bares al aire libre a la derecha e izquierda, justo fuera de las paredes de cristal. Cada uno es una imagen en espejo apoyada por una pared de ladrillo en la parte trasera de cada barra, creando una atractiva terraza, con los árboles y bancos por todas partes. La barra a la derecha está sirviendo bebidas; su gemelo espejo parece estar cerrado. Con la canción de Rihanna, S&M tocando fuerte al entrar por las grandes puertas dobles de la entrada VIP, entregamos nuestras chaquetas para el guardarropa, y River gira hacia mí y dice, —Quédate cerca, es un desastre aquí esta noche. ¿Cree que quiero estar en cualquier lado salvo cerca de él? Porque no. De hecho, con toda la energía sexual radiante entre nosotros, estoy más que dispuesta a renunciar a la discoteca y volver a dirigirnos hacia nuestra habitación de hotel. Pero, ya que no parece ser una opción en este momento, solo asiento con la cabeza y me muerdo el labio. Se ve tan delicioso y estoy esperando a llegar a probarlo muy pronto. Agarrando su mano con las dos mías, lo sigo muy de cerca y tropiezo con él tan a menudo como puedo, frotando mi frente con su espalda. Dirigiéndose al bar, ordena dos tragos de gota de limón. Me sonrío y sacudo la cabeza. Inclinando la cabeza, me da un trago. Mientras sonríe ampliamente, declara: —Sé que hasta ahora solo has tenido tragos para celebrar los desastres, pero aquí esto va a cambiar eso. Mientras tintinea su copa con la mía, recuerdo mis pensamientos anteriores sobre mis sentimientos hacia él y sé a ciencia cierta que definitivamente he caído. Él recuerda todo lo que le digo, incluso la más insignificante cosa. Mientras tiro la cabeza hacia atrás para beber el alcohol dulce que huele a limones, pienso en Ben. Pienso en cuántas veces tuve que decirle algo antes de que lo recordara. Lo había atribuido al comportamiento típico de un hombre, y tal vez lo era. ¿Es River la excepción a la regla? Pedimos otra copa, y caminamos a una mesa alta en la sección reservada justo en el límite de la pista de baile. Seguimos hablando de todo, y de nada. Es liberador y estimulante estar aquí con él riendo, bebiendo y divirtiéndome. Con la humedad alcanzando niveles récord, el techo encima de nosotros se abre igual que la canción de Enrique Iglesias, Dirty Dancer, comienza golpeando con un ritmo seductor. Los dos nos miramos maravillados con la vista espectacular. Mientras giramos la cabeza a nivel de los ojos, nuestras miradas se encuentran. Moviendo mi cuello y sacudiendo mis caderas, me río cuando oigo algo sobre una muchacha haciéndolo de una manera y luego otra en donde la zona está abierta. River sonríe con toda su sonrisa de megavatios llena de hoyuelos antes de mover sus ojos hacia arriba y abajo de mi cuerpo, provocándome piel de gallina al instante. Baja la vista a sus pies y luego a los míos, sonríe con picardía mientras señala la pista de baile y respira en mi oído: —¿Estás segura que quieres hacer esto? Soy bastante bueno. Comprobando la escena en la pista de baile, veo un montón de chicos universitarios borrachos haciendo gestos obscenos con las manos, un grupo de chicas bailando como si no tuvieran idea de qué canción se está reproduciendo, y muchas parejas haciendo de hecho baile sucio. Tras evaluar mi entorno, me paso mis manos por mis costados y una sonrisa de oreja a oreja y digo: —Puedes apostarlo. —Oigo una inhalación brusca antes de que él tome mi mano y me lleve a la pista de baile. Siento nuestra conexión crecer más fuerte minuto a minuto. Lo que antes era una atracción eléctrica es ahora una fuerza eléctrica. No puedo esperar para dar rienda suelta a la magnitud y la velocidad detrás de esa fuerza en la pista de baile, en su cuerpo. La ley de la relatividad sin duda se aplica esta noche. Nos encontramos en medio de un enjambre de gente, pero me siento como si solo los dos estuviéramos aquí. Habiéndome quitado mi camiseta hace mucho tiempo, estoy de pie en la pista de baile en mi camisola de encaje negro. Con las luces parpadeando dentro y fuera, lo sé todo el mundo debe ser capaz de ver mi femenino sujetador blanco. River no parece tenerlo en mente, mientras sus ojos parpadean a mis labios, mi pecho, por debajo de mis jeans, y de regreso. Él me sonríe cuando elevo mi cabello de mi cuello para ayudar a enfriar mi muy acalorado cuerpo. Agarrando mis caderas, me tira más cerca. Serpenteo mis brazos alrededor de su cuello mientras Enrique continúa describiendo el Dirty Dancing. Mientras comenzamos moviendo nuestro cuerpo al ritmo de la ahora aparentemente muy erótica canción, corro mis dedos por su hermoso cabello rizado. Nos movemos como si nos hubiéramos conocido durante años, como si fuéramos dos piezas de un rompecabezas que encajan a la perfección. Al principio, nuestros movimientos son inocentes. Un toque suave aquí, una caricia ligera allí, pero la inocencia pasa justo como la canción. Cuando You’ll Be Mine de Habana Brown empieza a sonar, se acabó el juego. Ahora no es pasar ligeramente mis dedos por su cabello, es más tirar de él. Ya no es solo correr mis manos por su espalda, en lugar de eso mojo mi dedo en mi boca y suavemente lo deslizo hacia abajo en la parte de atrás de su cuello, y él tiembla bajo mis caricias. Está jugando demasiado. Sus manos ya no están descansando en mis caderas, se han desplazado hasta mi trasero y lo están ahuecando. Él ya no está solo apoyándose en mí, sino que ahora está susurrándome cosas sucias al oído. La canción golpea, y estamos tan completamente perdidos en nosotros mismos que somos ajenos a todo el mundo en la pista de baile. Mientras me doy la vuelta para ya no estar frente a él, esto no podría ser tan evidente en este momento. Con mi espalda ahora a su frente, la energía sexual que irradia entre nosotros resulta electrizante. Mi deseo y mi necesidad por él me vencieron mientras coloca su mano derecha sobre mi cadera. Mi cuerpo se estremece en respuesta mientras desliza lentamente su mano a mi estómago. Su nariz está en mi cabello y su mano se desliza a través de la parte delantera de mi camiseta en un movimiento cruzado. Está respirando pesadamente en mi cuello, y sé que no soy la única afectada por nuestra corriente eléctrica. Mientras continúa moviéndose suavemente por mi cuerpo, yo absorbo cada toque. Cuando se detiene y empuja suavemente los dedos por los agujeros del cordón de mi camisola, tocando mi piel desnuda, yo tiro mi cabeza en su cuello. Está acariciando mi piel; abrasándola con su toque, y me encanta cada minuto de ello. A medida que su mano sigue viajando por mi cuerpo, con cuidado, lleva casi estratégicamente su otra mano y tira mi cabello de mi hombro para exponer el lado de mi cuello. Dejando suaves besos por él. Cuando llega a mi hombro, sus besos se desvanecen. Su boca reaparece en mi cuello, y él seductoramente arrastra la lengua a mi oído y de regreso. Cuando llega a mi lóbulo, mete su lengua dentro y fuera, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi cuerpo es ahora una masa temblorosa de sensaciones. Solo está elevando mi conciencia de él y aumentando rápidamente mi necesidad de estar con él. Sonrío mientras la canción de Habana Brown rompe en otra canción de Enrique. Ya no escucho las letras en cada verso, sino que escucho las palabras que canta sobre cogerse a alguien esta noche. Las bolas de luces de colores de la discoteca y las luces estroboscópicas siguen parpadeando, y empezamos a hacer algo más que bailar. Me está seduciendo o yo lo seduzco, no tengo ni idea de por qué y no me importa. Lo único que importa, la única diferencia, es que tengo una necesidad urgente que no puede esperar para ser tratada. Cierro los ojos mientras su mano me pasa por encima de las costillas y se instala en mi pecho, y sus dedos frotan círculos alrededor de mi pezón erecto. Su mano se está abriendo y cerrando en mi cadera, mientras su lengua continúa asaltando mi oreja y mi cuello. Experimentando la sobrecarga sensual con su cuerpo envuelto alrededor del mío, con su boca sobre la mía, con su aroma tan embriagador cerca, y su mandíbula suavemente rozando contra mi tierna piel, estalla en una necesidad carnal súbita. Una que se debe cumplir más pronto que tarde. Al empujarme contra él, puedo sentir su dureza, y esto me hace muy consciente de que él se siente de la misma manera en que yo lo hago. Sonrío. Puedo escuchar su respiración errática y gemidos mientras me agarra las caderas, sosteniéndome apretada a él. Su respiración se vuelve más irregular, mientras sus manos viajan a la parte delantera de mis jeans. Cuando mis manos se abren camino en torno a su núcleo, me deslizo en sus bolsillos traseros y lo empujo más a mí. Rápidamente me da la vuelta. Ah. . . Lo tengo. Uno frente al otro, nuestros ojos parpadean y nuestras respiraciones son desiguales, muy intensas. Cuando se lame su labio inferior de una manera que grita lo sexy que es, me muerde el mío. Mientras veo mi camino por su cuerpo. Estoy sorprendida que mis habilidades de baile no se han oxidado en los últimos años, y estoy sorprendida de que estuviera bailando ahora con más seducción que nunca antes, nunca. Deslizo mi camino hasta la pierna y paso mis manos por la parte interior de sus muslos. Mientras estoy llegando a su núcleo, deslizo mis dedos sobre su pecho impecable y abdominales bien definidos, y se tensa bajo su camiseta apretada. Cuando empiezo a abrir su camisa, toma mis manos y se las tira al cuello, con voz ronca susurra en mi oído: —¿Quieres un trago? Mi respiración ha pasado a controlable como las gotas de sudor en mi nuca por gotean en mi hombro. —No, no quiero una copa. Te quiero a ti. —Respiro en susurros erráticos, mi deseo más que aparente. River pausa por un momento, como si evaluara la situación. A continuación, se inclina y toca su nariz a la mía antes de deslizarse a mi oído y susurrar: —¿Quieres ir al hotel? —Sé que él sabe que no es lo que quiero decir. Sacudo la cabeza y frunzo mis labios. He decidido que es mi turno para volverlo loco, él no va a salir de esto es tan fácil. Me levanto de puntillas para estar a la altura de sus ojos, y lo beso, realmente lo beso, de una manera que comunica no verbalmente lo que quiero. Solo me detengo a chupar su labio inferior antes de llevar mi nariz a su oreja. —No puedo esperar tanto. Te quiero ahora. Te necesito ahora. —Sé lo que acabo de decir, y si las palabras que acaban de ser ronroneadas de mi boca no le impactaban, seguro como la mierda que me impactan. De hecho, creo que la única vez que tuve sexo en un lugar público fue mi primera vez con Ben, pero empujo ese pensamiento a un lado. Estoy sintiéndome seca, deshidratada, y River es la única bebida que puede saciar mi sed. Necesito un trago en este momento, aquí, pero en algún lugar un poco más privado. Agarrando mi barbilla, más o menos me tira a sus labios y gruñe: —Eres tan hermosa. Sabes que no puedo decir que no. —Deja ir mi cara, arrastra sus dedos por mis brazos, solo estimula mis sentidos aún más. Mirándome fijamente, sus ojos son ahora del color de una botella de perfecta champan Cristal, sino que parece dispuesto a dejar el líquido fluir libre. Mientras explora mi cuerpo, dice: —Me vuelves loco, ¿sabes eso? —Entonces me agarra la mano y me lleva a la parte de atrás del club. Dejo caer su mano, optando en su lugar a deslizar mis brazos alrededor de él y froto mi cuerpo contra el suyo. El calor es vigorizante, y tengo que sentir toda parte de él en este momento. Cuando llegamos a la parte posterior del club, abre la puerta de cristal y nos lleva al bar al aire libre cerrado. La terraza es tan hermosa como se veía desde la puerta principal, pero no me preocupo por la vista. El calor, la humedad, la música a todo volumen se desvanece conforme llegamos al fresco aire de la noche, y por fin estoy sola con River. Me detengo y camino directo a él, riendo. Mientras se da la vuelta, veo la mirada apasionada en sus ojos, y ya no estoy riendo. Inclinando la cabeza, sus ojos buscan consuelo. Sus labios ligeramente se abren mientras desliza sus brazos en mi cintura. Oigo una rápida inspiración y el rodaje de electricidad a través de mi cuerpo se convierte en alta tensión. Prosigo mi camino en su cuerpo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, conectando mis labios a los suyos. Con una sed que solo su lengua húmeda, sus labios suaves, y su cuerpo duro puede satisfacer, empiezo a besarlo con fuerza, queriendo que vierta su exquisito champán en mi boca. Poco a poco nos movemos hacia atrás, con cuidado de no romper la conexión de nuestros labios, perdemos contacto con la realidad. Cincuenta y cinco pisos por encima de las farolas, los autos, y la gente en la pista, estamos en nuestro propio erótico mundo en esta terraza. A los pocos pasos se detiene, mira a su alrededor, y luego coloca una de sus piernas entre las mías, enviando ondas de choque a través de mi cuerpo. Mete su lengua en mi boca y roza rápidamente sus manos arriba y debajo de mi longitud. Respira fuertemente en mi oído y gruñe: —Me gusta la forma en que te mueves. Me está volviendo loca, siempre citando mis letras favoritas, y cantándome con su áspera, pero suave voz. Su aroma fresco es abrumador, su toque caliente está al rojo, y su cuerpo fuerte, tan cerca del mío, no puedo esperar por él por más tiempo. Necesito curar esta locura, empiezo a desabrochar sus jeans y su camisa al mismo tiempo. Muevo la cabeza hasta donde termina su camisa. Tiro de ella hacia arriba y beso suavemente su estómago tenso. Ni siquiera importa que la pared de cristal del club no esté tan lejos. Iba a quejarme en voz alta de decepción cuando me tira hacia arriba y lejos de él, solo mirándome con ojos esmeralda iguales, ahora tan llenos de deseo. —Vas a terminar esto incluso antes que empecemos —dice antes de agarrar mi mano—. Ven conmigo. —Con mucho gusto. —Es todo lo que soy capaz, con ganas de no hablar más, no más baile, solo querer sentir su tacto, su duro y hermoso cuerpo por todas partes, de sentirlo dentro de mí. Doblando la esquina, estamos en el otro lado de la barra. Por fin estamos aislados de la frescura de la noche. Él me empuja bruscamente contra la pared de ladrillo. Mi cara se enrojece, y mi cuerpo se estremece mientras deslizo mis manos por su esculpido pecho. Al llegar a su cintura, termino de desabrochar sus pantalones liberando su dureza. Corro una mano por su largo eje y a su base, mientras que mi otra mano se deleita en sus fuertes bíceps y le insta a seguir. Él se queja en voz alta y jadea, —Mierda, no me puedo controlar a tu alrededor. Sonrío porque esta es la primera vez que lo he oído decir una mala palabra sin disculparse o no completar la palabra, y ahora sé a ciencia cierta que su sed por mí es tan insoportable como la mía por él. Sus manos se mueven por mi cuerpo, y lo sigo acariciando, se mueve sin prisa a desabrochar mis jeans. Sus gemidos y mis gemidos crecen más fuerte con cada segundo que pasa. Rompiendo nuestra conexión, me besa, él apoya su frente en la mía. —¿Estás segura qué estás bien con esto? ¿Podemos tomar un taxi de vuelta al hotel ahora mismo, si quieres? Niego con la cabeza y lo jalo a mí, besándolo con fuerza por un breve segundo. —No, te deseo ahora —le digo mientras rompo el beso y alcanzó mi mano hacia abajo para agarrar su excitación. Saca rápidamente mis pantalones hasta mis muslos y con la misma rapidez, sus dedos se deslizan dentro de mis bragas. Mientras sus dedos se deslizan sobre mi piel sensible, mi sed se convierte en algo más manejable. Luego mueve sus manos alrededor de mi trasero moviéndolo donde lo necesitaba, haciendo que mi insaciable sed vuelva. Rozando mis caderas contra él, estoy presionando justo donde quiero estar, él está firme, sin embargo, no cediendo el control en lo más mínimo. Incluso siento si sonriera contra mis labios mientras me besa. Una brisa fresca revolotea, pero estoy tan caliente, que ni siquiera me enfría en lo más mínimo. —¿Pensé que no podías controlarte? —murmuro, instándole, queriendo que sus dedos en el otro lado de mí, dentro de mí. Queriéndolo dentro de mí. —Tú me das la fuerza de voluntad —dice refunfuñando con voz diabólica. Encuentro mis pensamientos haciéndose eco de las palabras que dije antes de golpear la pista de baile y pienso, bien… juego sexy, encendido. Tengo la sensación de su malvada sonrisa mientras quito mis manos de su eje y las deslizo hacia arriba a su pecho cincelado, entonces bajo por sus brazos definidos, y aproximándome a su esculpida espalda. Él se queja y hace lo mismo que yo, pero me contengo. Estoy empezando a disfrutar de este modo de juego demasiado. Con el alcohol fluyendo libremente a través de mis venas y por la increíble facilidad que siento en su compañía, no tengo inhibiciones. Deslizo mis manos dentro de la parte trasera de sus pantalones, deslizándolas por su parte trasera, y alrededor de sus caderas a su frente. Bajo mi mano y agarro fuertemente el interior de sus musculosos muslos. Él tira su cabeza hacia atrás mientras mis manos se mueven ligeramente hacia arriba y de regreso. Agarro la base de su increíble dureza, con ambas manos delante en ella deslizándolas a su punta ligeramente húmeda. Estoy bastante segura que estoy ganando este juego de fuerza de voluntad, cuando dice: —Carajo, Dahlia qué me estás haciendo. —Y saca rápidamente mi ropa interior de algodón blanco abajo, rasgándola en el proceso. Con ambas manos en dirección a mi centro, me apoyo en la pared. Con una mano, abre mi carne resbaladiza aparte usando el pulgar y el dedo. Mientras sumerge un dedo dentro de mí, no me doy cuenta de las luces parpadeantes del casino en la distancia, solo del puro placer de su toque. Besa mi cuello, mueve una mano para burlarse de mi pezón y sigue hundiendo un dedo y luego otro dentro de mí. Me estoy volviendo loca. Con una respiración jadeante, murmuro: —Me rindo, tú ganas. —Pero afortunadamente, no se detiene. Cierro los ojos y aspiro una respiración profunda. Lo tomo por completo mientras me apoyo en un ladrillo por soporte y grito a la noche: —¡Sí, sí! —Mi cuerpo se estremece y pulsa su núcleo mientras me vengo duro y rápido. Mi sed de River medianamente satisfecha, pero ni de lejos se apaga. Queriéndolo dentro de mí más de lo que he querido que alguien me penetre antes, digo bajo mi aliento, —River, cógeme ahora, hazme venir otra vez. —Una vez más, estoy impresionada con mis propias palabras, pero él no está tan sorprendido ya que rápidamente responde: —Eso planeo. No espera mientras golpea dentro de mi interior rápido y duro. Abandonando mi agarre de la pared, fusiono mis palmas en su pecho, mientras su grosor me llena. Cada retiro es seguido por otra estocada gloriosa. A medida que su ritmo se acelera, llega detrás de mí y empuja mi culo en su totalidad, la dureza de la penetración, hace que frote mi punto más sensible de todo con cada golpe. Mientras dice: —Quédate quieta. —Se mueve aún más en mí y a un ritmo cada vez más rápido. Cuando su gemir se vuelve bajo, casi primitivo, no me muevo. Me quedo quieta. Quiero darle en su totalidad. Mientras siguen fusionadas mis manos a su pecho, me doy cuenta de que esta tiene que ser la única sensación más satisfactoria que alguna vez sentí, sin excepción. Sus dedos empiezan a cavar en mi carne, su propio placer crece al mismo ritmo que el mío. Gimiendo en mi hombro, ha dejado de besarme, ya no puede, estoy segura. Sobre todo si se siente nadar cerca del paraíso que estoy experimentando ahora mismo. A medida que continúa empujándose en mí, siento mi cuerpo responder de nuevo. Agarro fuertemente sus bíceps como apoyo y siento el temblor en su cuerpo. Levanto la cabeza y sus ojos verdes se encuentran con los míos, y están vidriosos de pasión. Toma un rápido aliento, cerrando los ojos mientras baja la cabeza a mi hombro. No lo dejo terminar mientras levanto la cabeza con ambas manos. —Dilo —mando. Sus gemidos crecen aún más fuertes a medida que continúo agarrando su hermosa cara entre mis manos y la experiencia de la fascinante transformación que está teniendo lugar cuando encuentra su liberación. Él gruñe: —Me vengo. —Mientras empuja lento, y un grito bajo se escapa de su boca. Sé que me equivoqué antes, cuando siento que me llena y le oigo decir esas palabras. Mis músculos se aprietan con fuerza, y mis dedos se doblan. Esto, en este momento, es el momento más gratificante que he sentido. Mientras baja la cabeza y golpea en mí por última vez, me caigo a pedazos, viniéndonos una segunda vez, ya que ambos saciamos nuestra sed insaciable de uno por el otro, seguimos construyendo nuestra conexión. Mientras viajamos al fin de nuestros orgasmos juntos, su esperma llenándome, de repente levanta la mirada, con el rostro lleno de preocupación, sus ojos muy abiertos. —Mierda, no usamos un condón. Perdida en mi propio mundo de fantasía de placer, nunca me di cuenta tampoco, pero rápidamente lo aseguro: —Está bien, estoy tomando la píldora. A mi alrededor, con las dos palmas de las manos contra la pared, inclina la frente a la mía. Mientras tanto tratamos de estabilizar nuestra respiración, me agarra la barbilla y dice: —Nunca he estado con nadie sin un condón. —Él se aleja una parte de la pared de ladrillo y dibuja una equis sobre su corazón—. Estoy limpio. Lo prometo. Asiento con la cabeza y lo beso, no quiero hablar de otras mujeres con las que ha estado. Así que solo digo: —River, eso fue increíble. Con una sonrisa maliciosa, dice: —Puedes decirlo una vez más. —Mientras levanto mi ropa interior rasgada y jeans y los abotono mientras él se sube los suyos. Una vez que los dos nos arreglamos, él envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y se presiona en mí. Trae su frente a la mía, y poco a poco empieza a bailar conmigo. Mientras nos movemos juntos en la noche, mi entorno de repente se llena de vida, y veo la belleza a mi alrededor. Con las luces parpadeantes abajo, y las estrellas por encima guiando nuestro camino, River me hace girar alrededor de la terraza mientras canta una de mis canciones favoritas, Addicted, de Saving Abel. Cuando llega a un verso que sé muy bien, me sonríe cuando compone su propia letra. —Soy tan adicto a ti, que todo lo que haces, no importa si estás caminando o bailando, cuando estamos de pie aquí, los sonidos que haces y la sonrisa en tu rostro, son tan diferentes de cualquier cosa que yo haya visto. Pienso en lo cierto que esas palabras son y lo mucho que imitan la forma en que me estoy sintiendo en este momento. River es diferente de cualquier persona que he conocido. Y ahora mismo estoy tan feliz de estar con él, de estar viva. Acabando el baile por mí, me susurra al oído. —Lamento de lo tu ropa interior. Cuando me tira hacia atrás, bromeo: —No, no lo sientes, pero eran feas de todas formas. Se ríe y toma tiernamente mi barbilla mientras experimentamos nuestro primer beso suave de la noche. —¿Estás lista para irnos ahora? Contamos con una bañera de hidromasaje esperándonos en el hotel. Asintiendo con la cabeza, sonrío. —¡Por supuesto! Él desliza su brazo a mí alrededor, y yo meto mi mano en el bolsillo trasero mientras me lleva a recoger los abrigos, ambos sonriendo de oreja a oreja. Es domingo en la mañana, solamente dos días desde que River y yo reconectamos. Dos días, pero parece mucho más tiempo. Después de todo, solamente tomó un minuto para que me abalanzara en él esa noche en la barra hace cinco años, tomó menos que una hora para desvivirme por él hace dos días, y, me atrevo a decir, solamente tomó un poco más que un día para saber que podía más que gustarle. Sin nuestra conexión tan fuerte, parece extraño que Ben siga saltando en mi mente. ¿Me tomará una vida dejar de pensar en él? ¿Quiero dejar de pensar sobre él? Nosotros estuvimos juntos por tanto tiempo, él era una parte tan grande de mi vida, y sin embargo hablar con River sobre él parece como una traición. Aunque no debería, ¿debería? ¿Es porque estoy sintiendo culpa sobre no ser capaz de recordar alguna vez tener esta clase de nuevo sentimiento incipiente por Ben como lo estoy teniendo por River? Ben y yo nunca experimentamos el hito típico de una pareja nueva. Nuestra relación simplemente sucedió. Nosotros solo nos amábamos. No recuerdo las señales únicas como cuándo estuve segura que lo amaba o cuándo supe que él era el único con él que quería pasar mi vida. Un día éramos mejores amigos, y luego un día éramos amantes. No había un solo momento donde descubriera que amaba a Ben, simplemente siempre lo supe. Así que ayer, ¿por qué sentí algo sucediendo dentro de mí que era extraño y diferente? Sentí como si algunos sentimientos alienígenos de alguna forma colisionaron a través del universo y golpearon en mi puerta. ¿Qué eran esos sentimientos desconocidos que tenía en lo profundo dentro de mí? No sé la respuesta a aquellas preguntas, pero sé que cuando me acuesto aquí a su lado, estoy llena de satisfacción. Recuerdo despertar al lado de Ben por los cuatro años que vivimos juntos y sin contar otras mañanas antes de eso, pero no recuerdo jamás sentirme como lo hago ahora. Nunca nos abrazamos el uno con el otro cuando dormíamos. Ben tenía su lado de la cama, y yo tenía el mío. Habitualmente haríamos el amor y nos dormiríamos con nuestras piernas enredadas o brazos tocándose, pero por la mañana claramente cada uno teníamos nuestro propio lado. Sin embargo, ahora mismo River está durmiendo profundamente, su cuerpo envuelto alrededor del mío. Estoy recostada en la suave piel que es su duro pecho esculpido. Está durmiendo en el lado opuesto de la cama que durmió el viernes a la noche. Gracioso, ¿tal vez él no tiene un lado, o tal vez yo no lo tengo? Tuvimos una noche tan mágica, y sí mi trasero está un poquito raspado por los ladrillos, aunque un recordatorio agradable del asombroso tiempo que pasamos. Dejando el club cerca de medianoche, decidimos caminar de regreso al hotel y disfrutamos las vistas. Caminamos del brazo, lentamente; nos detuvimos para besarnos, y dejamos de hablar. No teníamos prisa. Habiendo estado ambos saciados por nuestro jugueteo pasional improvisado afuera en la terraza, solo queríamos disfrutar de la compañía del otro. River se detuvo mientras caminábamos pasando la fuente en el Bellagio. Llegando dentro de su bolsillo, sacó dos centavos y me dio uno. Inclinando su cabeza, explicó, en esa forma increíblemente sexy que tenía sobre él cuando habla, que quería que ambos nos diéramos la vuelta y arrojáramos las monedas sobre nuestros hombros en la fuente mientras pedíamos un deseo. Él lucía adorable mientras cantaba a todo pulmón: —Uno, dos, tres. —Usando sus dedos como si estuviera dando pie a su banda para comenzar una canción. En el final de tres dijo—: Ahora. — Y ambos lanzamos nuestras monedas. Empujándome en él, nos meció de un lado a otro. Cuando miré a su hermoso rostro, todas las señales de su carácter juguetón se habían reducido. Adquiriendo una mirada más seria, susurró en mi oído: —¿Quieres saber que pedí? Mirando a sus tranquilos ojos verde botella, respondí con una pregunta inducida por la superstición. —Si me dices, ¿eso no invalida tu deseo? Sonriendo ampliamente su media sonrisa tan sexy, sacudió su cabeza y me besó. Recorrió su nariz hasta mi oído y susurró: —Te pedí a ti. Sintiéndome un poco confundida, ya que estaba justo ahí, me incliné hacia atrás y pregunté: —¿Qué quieres decir? Moviéndose más cerca para ver el espectáculo de aguas danzantes, nos quedamos parados y miramos el bello gran espectáculo en frente de nosotros. Luego agachó su cabeza y miró directo a mis ojos. —Ven conmigo mañana a Los Angeles. —No era una pregunta, era más como una súplica. Con las luces blancas brillantes parpadeando en la corriente de agua y rociándonos por nuestra cercanía a la fuente, sentí como si estuviera de vuelta en nuestro propio mundo privado, encantado. Cuando me miró con tanta intensidad, sabía que era completamente serio, que realmente quería que fuera con él. Él se detuvo por un minuto y acarició mi mejilla. Cuando lamió su labio inferior, escalofríos recorrieron mi columna antes que continuara con: —Me acabo de mudar así que vivo solo, y tengo algo de tiempo libre mientras espero las negociaciones del contrato para el nuevo álbum. Pausando otra vez, solamente por un momento, presionó una palma en mi espalda baja, subiéndola por mi columna, y empujándome contra él. Piel de gallina surgió sobre todo mi cuerpo cuando dijo: —De verdad quiero que lleguemos a conocernos, pasar algún tiempo juntos. —Luego besando mi nariz, finalizó con—: Estoy sintiendo algo entre nosotros que nunca he sentido antes y quiero darle una oportunidad. Golpeando la parte de atrás de la pared de la fuente con su talón, se inclinó hacia atrás ligeramente y sus manos descansaron en mis hombros, esperando por mi respuesta. Era un momento de pura vulnerabilidad. Mi garganta se apretó ante sus palabras, y contuve las lágrimas de alegría que escocían mis ojos. Al mismo tiempo, tenía una clase de mezcla de emociones arremolinándose por mi mente. No sabía que decir. Por supuesto que quería ir con él, pero no sabía si debería. Realmente no lo conocía. ¿Lo hacía? La noche había sido perfecta; todo nuestro tiempo juntos lo había sido. Seguro, yo tenía un atisbo de una vida de regreso en casa, un trabajo, y amigos, pero mi vida de los pasados dos años era nada comparado a la felicidad que había experimentado en los últimos dos días. Y entonces sabía por seguro, en ese momento, mientras miraba en sus ojos que parecían muchísimo como dos bolas de cristales, que podía ver mi respuesta. No había nada que pudiera negar a este hombre. Recordé la primera vez que miré en ellos esa noche en la barra hace tanto tiempo, y recuerdo sentirme de la misma forma exacta que me sentía en este instante; como si él pudiera ver en mi alma. Sabía entonces que si me metía en esto jamás saldría, y hasta hoy nunca lo he hecho. Así que tomé la respuesta que vi en sus ojos, y decidí seguir nadando, ser feliz, vivir en el momento. Mientras miraba en mi pulsera AMOR, mordí mi labio y juguetonamente contesté: —¿A qué hora nos iremos mañana? Incluso antes de poder terminar mis palabras, él torció su cabeza en la forma más adorable y sonrió con su sonrisa completa con hoyuelos. Me levantó, instalando a mis piernas alrededor de su cintura mientras me giraba y giraba. Luego en un movimiento sorpresivo, y antes que supiera que estaba sucediendo, saltó sobre la barrera de la fuente sosteniéndome en sus brazos. Nos quedamos allí en la corriente de agua fría, completamente vestidos, las luces parpadeando debajo de nosotros, reflejando las estrellas en el cielo. Solo lo miré, negué con mi cabeza, y continúe sonriendo igual que lo había estaba haciendo desde hace dos días. Limpiando las gotas de agua fuera de mi rostro, miró a mis ojos y me guiñó mientras decía: —Ves, los deseos realmente se hacen realidad, incluso si los compartes. —Luego me besó. Ahora acostada aquí, sonriendo ante el recuerdo de la fuente, miro a nuestras ropas mojadas que están todas dispersas sobre la habitación de hotel. Cuando las luces se vuelven más brillantes y más radiantes, deseo que hubiéramos cerrado las persianas así hubiera podido quedarme dormida, soñando con él. Comienzo a pensar sobre cómo de verdad debería enviarle un mensaje a Aerie. Con cuidado me inclino sobre la mesa de noche por mi teléfono. Carajo, está muerto. Probablemente Aerie está muy molesta conmigo. Olvidé mi teléfono ayer en mi apuro por recuperar mi anillo, así que nunca la llamé. Tendría que tomar prestado el teléfono de River y llamar, pero eso puede esperar. Desde que sé que no seré capaz de dormir otra vez a menos que me levante y cierre las persianas para oscurecer el dormitorio, decido que es hora de despertar a mi sucio bailarín. ¿Dije mi? Deslizando mis dedos bajo su pecho mientras asciende y desciende con su respiración superficial, trazo cada raya definida de sus abdominales, esbozando la línea que conduce el camino a su profunda V. Despertando, él hace un ruido de placer en la parte posterior de su garganta mientras se inclina abajo y besa la punta de mi nariz. Levanto la mirada hacia él y cuando nuestros ojos se encuentran murmura: —Buenos días. —Sonriendo su sexy sonrisa torcida a mí. Levantándome arriba en un codo, continuo para grabar las líneas profundas de sus músculos. Con las puntas de mis dedos dirigiéndose abajo hacia su pecho susurro: —Estabas durmiendo tan profundo. ¿Estabas soñando con arcoíris y mariposas? Riendo a carcajadas, rápidamente desenreda nuestros cuerpos de la sábana y me da la vuelta sobre mi espalda. Con él cerniéndose sobre mí, miro en sus ojos, ahora brillando con necesidad cuando sujeta mis brazos a cada lado de mi cabeza y replica: —¡Te daré tus mariposas! —Luego volviéndome loca, desliza su nariz por mi oreja y susurra—: ¿Puedes esperar un poco por tu café? —Y procede a hacer justo lo que dijo que haría, darme mariposas. Colgándole el teléfono a Aerie, puedo escuchar a River cantando Beautiful Day en la ducha. Ya estando duchada, estoy trabajando en la entrevista mientras lo escucho a él, estoy sonriendo de oreja a oreja. Presionando el botón enviar en el programa de correo electrónico en mi computadora portátil, y por fin presentando la entrevista a Sound Music, pienso como mi padre realmente se habría llevado bien con River. En realidad, creo que a mi padre le hubiera gustado mucho. River tiene el mismo gusto de música que él tenía. Le gustan mucho las mismas bandas que a mi padre le gustaban, y por supuesto las mismas bandas que a mí, con la excepción de Maroon 5. Ellos han sido una de mis bandas favoritas desde hace años. Me pregunto si es una especie de rivalidad de bandas que hace a River indiferente ante la mención del nombre de Adam, o simplemente el hecho de que Maroon 5 es tan al nuevo estilo. Si la respuesta es esta última, River es muy parecido a mi padre. Mi papá siempre fomento a los en desventaja, apoyó todas las bandas indie, y le encantaba verlos actuar. El único desacuerdo que alguna vez hubo entre mi padre y yo era concerniente a la música del Top 40 canciones. Mi papá no le gustaba el Top 40 de música al igual que a Ben, pero a mí me encanta. A Ben no le gustaba porque no siempre variaba en su elección de música. Escuchó lo mismo desde la secundaria. Sin embargo, mi padre no le gustaba por la comercialización de canciones o bandas que se produjeron con la popularidad. No estoy segura de cómo se siente River acerca de las Top 40, pero a partir de las canciones que he visto en sus listas, yo diría que no es un fan. Un pensamiento me hace sonreír mientras me pongo mi ropa de deporte, después de haber decidido hacer un viaje rápido a la boutique del hotel en busca de algo de ropa limpia para vestirme para el día. Agarro mi maleta, saco un marcador Sharpie de ella y tomo mis rasgadas bragas blancas de algodón del piso. Debajo del arco en la parte delantera de las bragas escribo las palabras: Antes de colocar la nota al pie de la cama, saco mi labial rosa femenino, aplico en gran medida a mi labios, y beso la parte inferior de la nota. Dejando un gran par de labios de color rosa en mi firma, y agarrando mi teléfono ahora cargado, termino la nota añadiendo mi número de celular y me dirijo de salida a la puerta. Precipitándome en la boutique, rápidamente me compro el atuendo instalado en el maniquí, zapatos y todo, así como un par adicional de pantalones y una camiseta blanca. Después de haber seleccionado algunas prendas reveladoras incluyendo un seductor encaje negro muy corto, un cordón negro ceñido empuja hacia arriba el sujetador, liguero y medias altas hasta el muslo, me cambio en el vestuario. Mi celular empieza a sonar mientras busco una cola elástica en mi bolso. Está parpadeando , así que decido no contestarlo y tirar mi cabello en un moño desordenado. Me aplico polvos y un toque de rubor, luego me miro al espejo. Guau, que diferencia pueden hacer unos pocos días. Veo el espejo, y no es una mueca de dolor lo que veo, lo que está mirándome hacia atrás de mí, es sexy. Claro que estoy todavía blanda y esquelética, sin pechos por así decirlo, pero nada de eso parece importarle al adorable encantador y atractivo hombre que me espera arriba. Sintiéndome muy contenta con mi compra de una corta falda de flecos negra, un suéter gris ajustado sin hombros y, botines de tachuelas negras de tacón bajo, me pongo en camino por un poco de café y desayuno, sintiéndome mejor conmigo hoy de lo que me he sentido en un largo tiempo. Coloco los cafés y panecillos al lado de la puerta, y luego busco la llave de la habitación que tengo en el bolsillo de los jeans mojados de River que me puse antes de irme. Sacándola del pequeño bolso cruzado sobre mi cuerpo, abro la puerta. Mientras abro puedo escuchar los acordes de una guitarra que se están reproduciendo. Doblándome para recoger los cafés al abrir la puerta, mi boca se abre y casi vuelco las tazas con tapa de plástico en la parte delantera de mi nuevo atuendo. Allí sentado está él en sus desteñidos jeans desgastados, sin camisa y con su guitarra en su regazo. El sol caliente de Nevada fluye a través de las puertas de cristal abiertas, destacando los músculos magníficamente magros de su pecho perfecto. Él es el epítome de la sensualidad. Mira hacia mí, y hace un movimiento con la cabeza para que yo vaya a sentarme a su lado, pero me quedo hipnotizada por la vista y el sonido de la música. Al verlo tocar mis ojos se mueven a sus ágiles dedos tomando el mástil en el cuello de la guitarra. Sus dedos fluyen con tanta facilidad y el sonido que hacen es tan fascinante. Mis ojos se desplazan hacia arriba para los músculos de su antebrazo, flexionándose seximente con cada movimiento. Siguiendo mi recorrido visual por sus espectaculares brazos, eventualmente poso mi mirada en sus bíceps tensos, y, finalmente, en su adorable rostro hermoso tan absorto en la música. Todo su cuerpo parece moverse a su propio ritmo. Su definición esculpida y suaves labios llenos trabajan juntos en un solo ritmo hermoso. Obviamente lo miraba, me avergüenza un poco esto. No puedo evitarlo, pero tan pronto como las palabras: —Yo quiero que me quieras. —Salen de su boca exuberante, cierro los ojos y absorbo su tono, su música, y me uno a él en su propio ritmo. Al abrir los ojos cuando deja de cantar las letras, miro hacia el sofá. Veo su camiseta Cheap Trick en el asiento y sonrió. Ahora sé de dónde sacó la inspiración para la canción que canta, o al menos creo que sé. A medida que continúa cantando el estribillo mientras rasguea su guitarra, mi cuerpo se llena de vida. Mis mejillas arden y mi pulso se acelera. Paseando hacia él, me muerdo el labio con fuerza, y el corazón me da un vuelco cuando siento la necesidad de besar sus labios que cantan y tocar su pecho desnudo. Alzando su cabeza, escanea mi cuerpo. Cuando sus ojos llegan a mi corta falda, inmediatamente deja de tocar. Nos miramos el uno al otro, y él ladea la cabeza hacia un lado mientras que fija su guitarra hacia abajo. Sus ojos están hirviendo. La expresión de su cara me dice todo lo que quiere. En realidad parece que me quiere devorar. Su lengua se desliza lentamente por mi boca para lamer el labio inferior y cuando tira de este, muy lentamente, casi desmayo por el crudo atractivo sexual de su simple declaración no verbal. Estoy a unos pasos cuando él peina con sus dedos su cabello despeinado, dejando hebras que sobresalían aquí y allá. Poniendo los cafés abajo, quitando mi bolso, y colocando las cosas en la mesa de café, me pongo horcajadas sobre su regazo. —Hola sexy. Besa la misma esquina de mi boca mientras desliza sus manos desde mis botas hasta la parte inferior de la falda. —Hola a ti también. Enredando los dedos por su cabello mojado, tiro de su labio inferior con mi boca. —Me gusta mucho esa canción. Mis muslos hormiguean mientras sus manos se deslizan debajo de mi falda, sé el momento en que siente mi nueva ropa interior porque su cuerpo se pone rígido y deja escapar un breve suspiro. —Realmente me gusta tu... falda. Respirando profundamente a través de sus dientes, explora la piel suave entre mi liga y mi muslo expuesto. —¿Compraste esto solo para mí? —murmura contra mis labios mientras pasa sus dedos hacia arriba y hacia abajo en las correas de mis ligas. Riendo contra su boca me contesto: —Tal vez… Acariciando mi lengua con la suya, probándome por completo, se detiene a murmurar: —Entonces tu salida valió la pena. Moviendo mis manos a su pecho y absorbiéndome en él un poco, bromeo. —Me alegro de que lo apruebes. Deslizando su nariz hasta mi oreja, muerde suavemente mi lóbulo antes de susurrar: —Me encantó la nota. Le sonrío mientras sus labios accidentalmente tocan mi boca, y corre sus manos por mi espalda. Mientras sus dedos se mueven al nudo en mi cabello, saca la cola elástica. —Te llamé. Aplastando mi cuerpo contra el suyo, mis manos vagan por su piel desnuda, a lo largo de los lados de su torso. —Oh, ¿la llamada desconocida eras tú? Pasando sus dedos por la suave curva de mis pechos y a lo largo de cada uno de mis costillas, dice: —Déjame ver tu teléfono. No queriendo romper nuestra cercanía, digo: —Está detrás de mí. —¿Puedo verlo? Girando alrededor, echo mano a mi bolso y saco mi teléfono, exponiendo completamente la parte superior de uno de mis muslos. —Carajo. Lo oigo murmurar mientras me volteo y digo: —Aquí tiene, señor. —Con mi acento del sur, el que me encuentro usando cada vez que exige algo o hace algo extremadamente encantador. Extraño. No sé por qué estoy haciendo eso. Sonriéndome, toma mi teléfono y marca en la pantalla antes de pasármelo. —Allí tienes, ahora vas a saber quién soy cuando te llamo —dice con un guiño. —¿Tengo una foto? —digo, poniéndome de pie para tomar una antes de que responda. Negando con la cabeza hacia mí con una sonrisa ridículamente adorable en su cara, dice: —Mi turno. Se levanta para recuperar su teléfono en el mesón de la cocina. ¡Mierda! Tiene mi ropa interior con labial escondida en el bolsillo trasero de sus jeans. ¿Está pensando en mantenerla como recuerdo? Y eso no es todo lo que noto. Caminando hasta el mostrador, me doy cuenta de que sus jeans están un poco flojos, exponiendo solo un toque de la ofrenda que se encuentra debajo de ellos. Por supuesto, que se voltea para verme hecha una tonta, pero simplemente no le importa, ya estoy con la boca abierta, mirándolo. Toma su teléfono y se va de nuevo al sofá. —Síííí… —Exagera mientras levanta mi falda y desliza su teléfono por mi pierna. Lo miro con curiosidad, incapaz de comprender nada en este momento hasta que hace clic. —No estás tomando una foto de mi liguero para almacenarlo en tu archivo de contacto. —Me burlo, empujando su mano y bajando la falda. —¿Qué te hace pensar que es lo que estaba haciendo? Pero gracias por la sugerencia. —Se ríe fingiendo inocencia. Con una mirada diabólica en sus ojos, levanta una ceja y mueve el teléfono juguetonamente con el dedo en la parte superior interna de mi media y continúa: —Y además, ¿pensaba que compraste esto para mí? Dándole un codazo en el hombro, replico: —Bueno, tu mente parece moverse siempre hacia el extremo opuesto del espectro de la inocencia. —Mmm… ¿En serio? No me he dado cuenta de eso —dice con una sonrisa maliciosa. Poniendo su teléfono hacia abajo, toma el mío de nuevo. Comprueba la foto que tomé de él antes de tocar la pantalla un par de veces más. Lo miro y recuerdo que no fue hace mucho tiempo cuando pensé que la felicidad era solo para los que creen en cuentos de hadas, que mi futuro solo sostenía nada más que tristeza y una vida estoica. Sin embargo, en este momento, mientras hace malabares con nuestros teléfonos, creo que mi futuro es brillante, y tal vez es mi tiempo. Tal vez sea el tiempo para comenzar un nuevo capítulo en nuestro propio cuento de hadas. Así que mientras River pone el teléfono de nuevo en la mesa de café, toma el suyo y gira hacia mí. —Sonríe, chica hermosa —dice, y así como así, me derrito en sus sentidas palabras, y por primera vez en mucho tiempo, me siento esperanzada. Con las ventanas abiertas, el sol brillando y el viento soplando a través de mi cabello. La radio está encendida, pero aún no es lo suficientemente fuerte para escuchar la canción que se está reproduciendo. Incluso ahora, no puedo dejar de notar su extremo atractivo. Lleva su chaqueta de cuero negro y gafas de sol Wayfarer, y se ve increíblemente caliente. Ni siquiera debería estar pensando en esto con la conversación que acabamos de tener, pero no puedo dejar de hacerlo. Mi mente es un revoltijo de pensamientos de seguir recostada con el hombre que está sentado junto a mí, y cómo me hace sentir. Sus manos están agarrando las bandas de cuero perforado envuelto alrededor del volante. Su cabello está caprichosamente bailando alrededor de su cara, apenas alcanzando más allá de sus oídos. Su mandíbula ligeramente sin afeitar fuertemente apretada. Todo lo que veo, todo lo relacionado con su lenguaje corporal, me está dando a conocer su estado emocional en este momento, parece incierto, sin saber cómo proceder, tal vez sin saber qué decir. Hemos estado conduciendo durante algo más de dos horas. River acaba de salir de I-10W, y estamos mucho más cerca de LA. Mirándolo ahora, incluso conduciendo, exuda confianza y esta confianza es solo una de las muchas cosas de las que me he enamorado. El hombre más que sexy, conduciendo este sexy auto ha girado completamente mi mundo en cuestión de días. Espero que nuestra conversación reciente no haya puesto una retorcedura en nuestra conexión. Hasta hace unos veinte minutos estábamos hablando sin parar desde que salimos de Las Vegas. Me encontré diciéndole cosas que nunca he compartido con otro ser viviente, ni siquiera Ben. Él absorbió cada palabra que dije y en realidad quería escuchar más. Le hablé de mis padres, cuáles eran sus esperanzas para mi futuro, acerca de los sueños que una vez tuve para mi propio futuro, las que habría hecho si mis padres me hubieran sonreído desde el cielo. Le hablé de mi vida cuando era más joven, cuando tuve padres que me amaron y que amé. Incluso compartí con él como murieron mis padres, que rara vez lo he hecho. Había algo en él que solo me daba ganas de abrirme. Es una de las muchas sensaciones que estoy experimentando que no entiendo. Él habló de su familia. Tiene un hermano, dieciocho meses mayor, y una hermana, quince meses más joven. Su padre murió cuando él tenía dieciséis años, pero su madre es una parte muy importante de su vida. Desde entonces, se ha vuelto a casar. La hermana de su madre, vive en París y tiene un hijo. Él nunca ha conocido a su primo. Sus abuelos maternos abuelos murieron antes que naciera, y sus abuelos paternos murieron un par de años atrás. Su padre era hijo único. Habló abiertamente sobre la muerte de sus abuelos, pero él nunca mencionó que su padre murió y no le pregunté. Era elusivo sobre ello, y sentí que no debía preguntar. Respetaba su derecho a mantener algunas cosas que son difíciles de decir en privado. Me habló de cómo empezó su banda en la secundaria con sus dos amigos, cómo fue concebido el nombre de la banda a falta de originalidad en una apuesta de borrachos y por qué se mantiene el tamaño de su grupo a solo tres. Me habló de sus metas profesionales, las cuáles ha logrado exitosamente, y cuáles no, e incluso por qué. Me contó algo de las decepciones que la vida ha lanzado a su camino en su viaje hacia una carrera musical. Se refirió a la forma en que parece ser solo una ilusión la felicidad y la notoriedad de poder trabajar juntos en armonía. Además explicó por qué es solo una ilusión y por qué siente que la felicidad y la fama no parecen ser capaces de coexistir en la maníaca industria de la música comercial. Incluso me contó su deseo de poder permanecer en lo desconocido y solo hacer música, cómo su hermano, el manager de la banda, no estuvo de acuerdo con él y siguió empujando la banda más al centro de atención. Sin embargo, de ese cambio ha pasado mucho tiempo y ahora nos sentamos en silencio, ambos todavía procesando la última conversación que tuvimos. No estoy segura qué decir o hacer en este momento. Mi mente no para de viajar del pasado al presente, de Ben a River y de regreso. ¿Por qué no puedo detener este viaje a través del tiempo? Pensando en el inicio la conversación, River preguntó: ¿Puedo hacerte una pregunta? cuestioné mi respuesta inmediata de Claro lo que sea, me pregunté si debería haber tenido algo de precaución antes de contestar. Pero no me esperaba la pregunta que presenta o las emociones profundas dentro de mí que empezaron a salir a la superficie mientras contestaba. Pensar en ello ahora tiene sentido, ya que los pensamientos de Ben nunca parecen estar lejos por mucho tiempo. En los últimos meses, había llegado a ser muy buena en empujar los recuerdos de la muerte de Ben de nuevo en las lejanas profundidades de mi mente. Había perfeccionado cómo no revivir su muerte en mis pesadillas. Sin embargo, cuanto más nos acercábamos a Los Angeles, y mientras más me acercaba al lugar en que Ben murió, más rápido mis recuerdos comenzaron a arrastrarse a la vanguardia de mi mente. No solo los recuerdos, sino sentimientos también. El dolor por su muerte resurgió momentáneamente, pero la culpa por volver con alguien a donde murió me adelantó. Así que, cuando River hizo la pregunta muy directa de ¿Cómo murió? Provocó la inundación de todas las horribles memorias y malas sensaciones que ya estaban allí, a la espera de romper. Una vez que abrí la presa, no hubo cierre. No podía. Tuve que dejarla abierta. Le dije a River todo sobre la trágica noche mientras la recordaba. Con lágrimas corriendo por mi cara, mi cuerpo temblando de miedo, mi voz temblando de emoción, le dije lo que yo nunca le había dicho a nadie antes. Reviví el brutal ataque a mi prometido mientras sucedió, pero desde mi punto de vista. Esta vez no fui un testigo, era yo, la chica que amaba a un muchacho quién fue asesinado en frente de sus propios ojos. Me escuchó, asintió con la cabeza, me tomó la mano, limpió las lágrimas de mi mejilla, y me dijo lo mucho que lo sentía. Terminé mi explicación emocional y detallada del ataque de Ben y su muerte, me moví a la siguiente frase, Y entonces me acompañaron a un auto de la policía mientras el forense se fue. Con eso respiré hondo y suspiré. No iba a contarle mi estado emocional después de la muerte de Ben en estos momentos. No podía hablar más de Ben hoy. Mentalmente empujé todo de nuevo muy lejos y simplemente le pregunté: ¿Puedo decirte el resto otro día? Solo asintió con la cabeza, al parecer incapaz de hablar, tal vez tratando de procesar lo que acababa de decirle, y no había hablado desde entonces. Así que ahora que River salió de la I-10W a la autopista de San Bernardino, decido romper el silencio y aligerar el ambiente; guiarlo lejos de su estado de ánimo sombrío, el mismo estado de ánimo del que quiero desesperadamente liberarme también. Al conectar mi iPhone en el moderno sistema de radio que había instalado en su auto 1960, tomo una respiración profunda y paso mis manos por mi cabello levantado por el viento antes de preguntar: —¿Quieres jugar un juego? Sacudiendo la cabeza, me mira con curiosidad antes de girar en la autopista. —¿Podemos hablar primero? —Asiento con la cabeza, pero no digo nada. Quiero empujar mis pensamientos de Ben lejos por el día, pero no iba a dejarme. River estaciona el auto en un estacionamiento de la estación de gas y se saca sus gafas de sol. Poniéndolas en el tablero silenciosamente se desabrocha el cinturón de seguridad, girando su cuerpo hacia mí, y desabrochando el mío. Colocando sus manos en mis hombros, giro mi cuerpo hacia él. Me quita las gafas de sol, y con las yemas de sus pulgares acaricia mis mejillas. Me mira con atención antes de hablar y trago de nuevo la emoción de la intensidad de su mirada, una mirada tan llena de preocupación que siento como mis lágrimas puede reaparecer en cualquier momento. —Lo que le pasó estuvo mal, pero que pasara en frente de ti… eso es algo que nunca deberías haber tenido que ver, experimentar, pasar. — Colocando los dedos debajo de mi barbilla, inclina mi cabeza en alto. Sus ojos brillaban y estaban tan llenos de poder, pero su voz era suave, casi rota a medida que continuó—, Lo digo en serio, por lo que pasaste habría roto a cualquiera, pero aquí estás… tan vibrante, tan llena de vida, y aún así en una pieza. Cuando estés lista para hablar estoy aquí, dispuesto a escuchar. Se detiene un segundo para frotar sus pulgares por mis mejillas de nuevo y mi cuello. Su serena expresión sigue, cuando dice: —Eres tan absolutamente hermosa. —Deja de hablar y coloca un suave beso en mis labios. Mirándolo mientras él me mira con tal atención y preocupación, respondo en voz baja, —River, mi vida estos últimos dos años ha sido… realmente nada. — Me detengo para ahuecar su hermoso rostro en mi mano y luego continuar—. Te diré al respecto, acerca de mí durante ese tiempo. Simplemente, no ahora. Tienes que entender, que fue un triste tiempo para mí, y no quiero volver a vivir eso ahora, pero quiero que sepas esto: estar contigo estos últimos días ha sido lo más divertido que he vivido en mucho tiempo. —Dejo mis palabras y lo beso, pero mi beso no es suave como el suyo. Es intenso y lleno de pasión. Él me hace quererlo cada vez que me toca y su toque aleja los pensamientos tristes que parecen estar siempre flotando en mi mente. De inmediato envuelve sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome fuertemente. Es una sensación extraña pero familiar. Somos dos personas que se acaban de conectar, o en realidad vuelven a conectarse, y se siente como si nos conociéramos desde hace mucho más que tres días. Así que mientras estamos aquí sentados juntos en su auto, a punto de cruzar el camino hacia lo desconocido, estamos sin prisa, no tenemos en donde estar, y se siente celestial. Antes de romper el abrazo, desliza la nariz por mi cuello hasta que sus labios llegan a mi oído. —¿Te dije lo hermosa que estás hoy? —susurra. Piel de gallina arrasa mi cuerpo, y está sonriendo mientras dibuja su dedo por mi hombro desnudo por las partes ahora eminentes. Él sabe que me vuelve loca. Lo está haciendo a propósito, y no puedo evitar sonreír ante ese pensamiento. Sus palabras son dichas con tanta emoción. Son tan crudas y honestas, sé que solo puede estar diciendo la verdad. Mi ritmo cardíaco es un poco elevado. La necesidad está acumulada en todas las partes de mi cuerpo, y estoy sonriendo tan ampliamente, no solo en el exterior sino en el interior también. Es en este momento que me doy cuenta de las cosas dulces que está suspirando en una parte de su preciosa alma, un alma al que me siento tan conectada en este mismo corto período de tiempo que hemos pasado juntos. Sé que sin duda tomé la decisión correcta al venir con él a LA. Sonriéndome de nuevo, tira el cinturón de seguridad a través de mi cuerpo. Veo las comisuras de sus labios levantarse cuando pasa sus dedos a través de mi hueso de la cadera antes de abrocharlo y luego por mi pierna, deslizando los dedos ligeramente debajo de mi falda antes de girar e inclinarse hacia atrás en su propio asiento. Fijando su propio cinturón de seguridad, antes de mirarme. —Dijiste algo sobre un juego. ¿Qué tienes en mente? Subiendo el volumen de la radio, presiono el botón de reproducir de la biblioteca en mi iPhone y selecciono una de mis canciones favoritas. Permito que la canción suene durante cinco segundos antes de pulsar el botón de pausa. —¿Cómo se llama? Me mira con una sonrisa de satisfacción en su rostro. —¿En serio? Vamos. Todo lo que me diste fue los tres primeros golpes de una batería Rolando tocando la introducción y he conocido el sonido de Phil Collins en cualquier día de la semana. Comenzando a golpear a la introducción en el volante, añade ritmo a su propio ritmo. Usando el soporte del pedal como bajo y su propia voz para sintetizar el zumbido, comienza a cantar las primeras letras de In The Air Tonight. Pensando para mí, Guau es bueno, sacudo la cabeza pronunciando: —Correcto. —Ya vi eso —vocaliza al instante. Con los ojos como dardos a mí, añade—. Vamos, ¿qué más tienes bebé? Estudio mi biblioteca por canciones que no pueda reconocer en tres segundos o menos, me decido a probar Talk Dirty To Me de Poison. Incluso antes de golpear el botón de pausa, grita: —¡Mira qué…! —Luego se detiene y sonríe, sin molestarse en terminar la letra. Alcanza y corre sus dedos por mi pierna, él menciona indiferentemente—, Talk Dirty To Me fue nombrada una de las cuarenta mejores canciones del hard rock de todos los tiempos. —Y mientras arrastra sus dedos debajo de mi falda, enviando escalofríos por mi columna vertebral, termina con—: Pero, debes saberlo, ¿por qué estás siendo fácil conmigo? —Tira la mano hacia atrás, llega a sus lentes de sol y se los pone de nuevo—. Siguiente. Después de nueve canciones digo, —Bien genio de la música, la última. Todo o nada. —Entonces le parpadeo, levanto mi falda lo suficiente para que eche un vistazo a lo que hay debajo y preguntó—: ¿Entras? —Se las ha arreglado para adivinar cada canción dentro de los tres segundos, así que por qué no distraerlo un poco, sacarlo de su juego. Oigo una inhalación brusca mientras su cabeza gira ligeramente hacia mí. —Siempre estoy dentro —murmura con una enorme sonrisa en su rostro. Mirando a través de las canciones en mi lista de reproducción, y sabiendo que no hay una sola que no conozca, decidido simplemente pasar un buen rato. Subo el volumen, dejo a Adelitas Way resonando a través del auto, sabiendo muy bien que no hay coro introductorio o musical. Dirty Little Thing comienza a tocar, y dejo que las dos primeras líneas fluyan antes de mirarlo a la cara sonriente. En la tercera línea de la letra, no apago la música, sino más bien empiezo a cantar. Alcanzando su pierna, paso la mano por la parte interior de su muslo mientras continúo cantando sobre cómo me gusta cuando me mira y antes de terminar el primer coro, se une y ambos cantamos sobre no ser capaces de decir no. Para el tercer coro, la canción sigue latiendo, pero no estamos jugando Nombra esa Canción más. Llegando a más, le quito sus lentes de sol para que pueda verle sus ojos. De inmediato pone su mano en mi pierna. Esta vez sus dedos se deslizan rápidamente al lugar vacío entre mis medias y mi liguero. Mi cuerpo comienza a doler con necesidad de sentirlo profundo en mi interior. Su toque me hace esto todo el tiempo. Colocando mi mano sobre la de él, le doy un pequeño apretón y con voz en algún lugar entre divertida y seductora, me burlo, —Ganaste, ya lo sabes. Con una sonrisa deslumbrante en toda regla que hace que mi corazón deje de latir y mis labios hormigueen, ladea la cabeza y mira por encima de mí. —Lo sé. —Ríe. Mientras toma mi mano y la lleva a la boca, besa cada uno de mis nudillos mientras pregunta: —¿Qué gané? Sonriendo ampliamente, quito mi mano de su boca, colocándola de nuevo en su muslo, y me inclino sobre el centro de la consola para chupar el punto dulce en la oreja antes de responderle. —Todo lo que quieras. Me quedo cerca de él, inhalando su aroma fresco, frotando mi nariz por la mandíbula sin afeitar. Es curioso, nunca me gustó cuando Ben no se afeitaba, pero me encanta la sensación de la ligera barba de River cortando contra mi piel suave. Mientras me inclino hacia atrás, me doy cuenta de que arrastró la lengua por el labio inferior. Dejo escapar un profundo gemido y suspiro. Inclinando la cabeza, sus labios forman una lenta sonrisa sexy mientras levanta las cejas. —¿Cualquier cosa? —Cualquier cosa —prometo. Riendo con voz ronca, baja la vista a mi mano sobre su regazo y levanta las cejas. Levanto una ceja a cambio. —¿En serio? —le pregunto, pero en realidad no cuestiono lo que sé que quiere como premio. —No lo harías —dice bajando la mirada a mi mano otra vez mientras comienzo a deslizar mi mano por su pierna al botón de sus jeans, deslizando mis dedos dentro de su cintura. Su respiración se eleva y gime cuando siente mi toque. —Dahlia, solo estoy bromeando. Lo miro por debajo de mis pestañas. Inclinándome hacia adelante, le susurro al oído: —Es posible que desees sacarnos de la carretera lo más pronto posible. Su mirada cae en su regazo de nuevo ya que desabroché con éxito sus jeans y empiezo a abrir su cremallera. —Dahlia, de verdad no era en serio. —River no me conoces lo suficiente todavía. Nunca me alejo de un reto sin pagarlo. Echando la cabeza hacia atrás, parece que está pensando en algo. —Estaremos en casa en menos de treinta minutos. —Gestiona bajo respiraciones pesadas. Continúo abriendo sus jeans, ahora estoy besando su cuello, la mandíbula y el borde externo de la oreja. —Tu elección. Cuestionándose, casi incapaz de hablar, dice entre dientes, —¿Que es mi elección? —Ganaste. Me dijiste lo que quieres. No voy a dar marcha atrás. Así que estaciónate. Al darse cuenta de su férreo control en el volante y la mirada en sus ojos, sé que él quiere esto, pero no quiere admitirlo. —¿Dahlia? —cuestiona. Termino de abrir sus pantalones y remolcar la apertura de su bóxer, liberando su erección antes de bromear: —Detente. No te estoy pidiendo que salgas de la carretera porque necesite ir al baño. Empiezo a dibujar el contorno de su oreja con la lengua antes de morder el lóbulo. Entonces salgo con: —¿En el camino, o en la carretera? ¡Esa es tu elección! Pero hazla ahora. —Estoy haciendo física y verbalmente conocidas mis intenciones, haciéndole inequívocamente consciente que esto va a tener lugar antes, no después. No esperaré a que lleguemos a su casa. —Mier… —comienza a decir, obviamente, optando por mi sugerencia mientras rápidamente se mueve desde el interior del carril izquierdo a un carril a la derecha, saliendo de la autopista en la primera oportunidad disponible. Antes de comenzar mi descenso, miro hacia él. Sus ojos están ligeramente cerrados, de espaldas se empuja contra el asiento, y sus ojos están llenos de deseo. Sorprendiéndome otra vez con lo que estoy a punto de hacer, lo que nunca me ha gustado hacer antes, solo puedo sonreír. Sin embargo, la decisión de cómo esté su estado de ánimo en este momento puede dificultar la conducción, opto a esperar para estacionar el auto de forma segura antes de encontrar mi camino a su regazo. Sin renunciar a mi seducción en lo más mínimo. Llego hacia atrás y desabrocho el cinturón de seguridad mientras River se detiene en un garaje subterráneo de un edificio de oficinas, obviamente, cerrado los domingos. Cuando se detiene en un lugar del garaje en el centro del lote, se desabrocha el cinturón de seguridad, empuja el asiento hacia atrás y agarra mi cara. —Mierda, ¿qué estás haciéndome? —jadea. Antes de dejar que me besara, me burlo: —Nada todavía. —Pero sé que en realidad no es en referencia a lo que estoy haciéndole en este momento. Lo sé porque a menudo me quiero preguntar lo mismo sobre él. Se ha deshecho en mí tan completamente, y creo que siente lo mismo por mí. Captura mi boca, me besa apasionadamente hasta que estoy sin aliento, pero no me suelta. Moviéndome lejos de sus suaves labios, empiezo a plantar besos con la boca abierta por el cuello, en la parte exterior de su polo, por su pecho duro y tenso. Deteniéndome para levantar su camiseta, encontrando su piel suave y continúo con mis besos sobre sus músculos abdominales finamente cincelados, hasta su profunda V, finalmente, llegando a mi destino. Sus piernas tiemblan ligeramente mientras mi lengua pasa por su misma punta, dando vueltas antes de bajar a un lado y a su base y de regreso. Él tiene sus manos ligeramente agarrando mi cabeza, y puedo oír su respiración irregular. Aprieto su base con una mano y se queja en voz alta mientras deslizo mi boca sobre su longitud, moviéndome lentamente, de arriba hacia abajo. Dejando de lado mi cabeza, me agarra la otra mano y empieza a chupar duro mi pulgar. La pasión se desborda dentro de mí mientras lo llevo en mi boca lo más que puedo. Cuando su punta golpea la parte posterior de mi garganta, lo guardo ahí moviéndolo ligeramente hacia atrás y adelante, pero esta vez con mis dientes, no mis labios. Mi lengua sigue lamiendo los círculos donde aterriza y cuando redondea su base, lo siento estremecerse. La reacción de su cuerpo, sus gemidos, su respiración pesada, todos están avivando el fuego que ya arde en mi cuerpo. Quiero hacer que se sienta bien, de la misma manera que me ha hecho sentir en los últimos días, así que succiono más fuerte y más rápido. Suelto mi mano y lo llevo a la otra, envolviendo por completo el alrededor de su base. Se pasa la mano por la espalda en un intento vano para tratar de alcanzar el borde de la falda. Sin embargo, el ángulo de mi cuerpo y la posición de las piernas no son en lo más mínimo complaciente con sus caminos errantes. No le permitiré tener el acceso libre a mi sexo ya que esto es para él, por él, no muevo mi cuerpo. Renunciando, sus manos se mueven para sujetar mi cabello mientras empieza a mover mi cabeza con las contorsiones de su cuerpo debajo de mí. Sigo, llevándolo hasta el fondo y tirando de él hacia fuera mientras tomo con mis dientes suavemente su larga, dura longitud. Su cuerpo se pone rígido al principio, antes de relajarse y estoy segura de que va a perder el control. Gimiendo en voz alta, toma su mano derecha y se desliza hacia atrás y adelante a través de mi espalda, murmurando mi nombre. Expone la piel entre mi suéter y falda y desliza sus uñas mientras que su mano izquierda sigue enredada en mi cabello, me sigue guiando al movimiento que él prefiere. Su respiración se acelera mientras empuja mi cabeza hacia arriba y hacia abajo a su propio ritmo. Su mano ahora se desliza bajo la cintura de mi falda y sus dedos aprietan y agarran mi culo, causando un dolor construyéndose entre mis piernas. Puedo sentir que me pongo más húmeda; este acto extremadamente sensual no solo lo enciende, sino a mí también. Al oírle tomar unas cuantas respiraciones rápidas a través de los dientes, gemir y sé que está cerca de llegar. Ya puedo leer sus señales. Cuando mi lengua juega por su punta, rodeándolo, chupándolo, susurra, —Mierda. —Y gruñe fuertemente. Deja de lado mi cabeza y agarra la puerta, su otra mano aún frotándome la espalda. Está casi jadeando cuando lo oigo murmurar—: Sí. —Entonces, mientras los calambres recorren su cuerpo, sus músculos del estómago se aprietan y su cálido líquido se impulsa fuera de él. Puedo saborear la dulzura salada que fluye por la parte posterior de mi garganta mientras lo trago. Levantando mi cabeza, no puedo dejar de sonreírle. Tiene los ojos todavía cerrados, pero su rostro está lleno de satisfacción. Al abrir los ojos, su respiración vuelve lentamente a la normalidad. Lamo mis labios, todavía soy capaz de probarlo, y sus ojos se abren. Empieza a decir algo, pero no dejo que hable conforme aplasto mi boca a la suya. Cuando me besa a fondo, tira los labios lejos y presiona su frente contra la mía. Su cálido aliento cepillando mis mejillas mientras habla. —Tengo que decir que realmente disfrutó los juegos contigo… — Deslizando sus labios por el lado de mi cara, presiona su boca contra mi oído. Mientras tiemblo, continúa—… más que cualquier otro juego que recuerdo haber jugado con nadie. Jamás. Retrocediendo, me besa en la nariz y se ríe: —Voy a tener que preparar un gran, gran premio para ti cuando realmente ganes uno de estos días. Inclino mi cabeza contra el reposacabezas mientras levanto una ceja. Cuando miro en sus hermosos ojos verdes, río. —Tal vez te he permitido ganar. Tengo locas habilidades para los juegos que ni siquiera has visto todavía. Echándose hacia atrás y estirando las piernas hacia adelante para cerrarse los pantalones de nuevo, niega con la cabeza y sonríe diabólicamente mientras llega a rozar su dedo sobre mis labios. —No puedo esperar para dar rienda suelta a tus locas habilidades. Le doy un rápido guiño antes de abrochar mi cinturón de seguridad. —A su debido tiempo. Ahora vamos a ver esta nueva casa tuya. Cuando nos detenemos en un vecindario muy opulento en las colinas de Hollywood, me sorprendo un poco por la grandeza de la escena. Hay una gran puerta de hierro y varios guardias portando armas bastante notables en sus cinturas. No veo ningún carril designado para que los residentes solo salgan ya sea utilizando controles o códigos de barras en sus ventanas. Nos detenemos delante de la cabina de cristal y una joven y delgada mujer de cabello rubio, en un uniforme se acerca al auto. River asiente y la saluda. Dándole muy poca información, destella sus atractivos hoyuelos y blancos dientes nacarados. Nos indica inmediatamente que sigamos. Obviamente, esta guardia ya sabe quién es. Escudriñando la zona, veo a un grupo de jóvenes mujeres todas vestidas igual. Están acampando fuera de la puerta. No las noté cuando nos fuimos, pero ahora sí porque están gritando y sosteniendo diversos carteles. Uno tiene escritas las palabras “¿Un autógrafo por un beso?”. Otra pancarta dice: “Trato justo”. Interesante. Apuntando a las coquetas chicas agitando sus carteles en el aire junto con otras partes del cuerpo, comento: —¿Son tus groupies o simplemente groupies en general? Ve por encima hacia donde estoy mirando y dice: —En general, supongo. Realmente no estoy seguro. Nunca he prestado atención. Alejándose de la guardia, señala al casi clonado grupo de chicas e irónicamente dice: —Pero son básicamente la razón por la que me mudé a un lugar cerrado. —Oh cierto. No te gustan los aficionados. —No he dicho eso realmente. Me gustan, pero en el lugar correcto en el momento adecuado. A veces olvidan que los artistas también tienen vida personal. —Se detiene como si estuviera pensando qué decir a continuación—. No me malinterpretes, me encanta toda la firma de autógrafos y conocer gente nueva después de que nos presentamos. Es el caos lo que no me gusta mucho. Los gritos comienzan a desvanecerse mientras mira en el espejo retrovisor. —Xander dice que esto viene con el trabajo, y que son inofensivos. — Negando con la cabeza, continúa—. Estoy seguro de que lo son, pero pueden ser agresivos. Reflexionando sobre ese comentario, su tono melancólico me hace pensar en su elección de residencia. Por alguna razón, no me había imaginado a River viviendo en uno de los vecindarios más famosos de Hollywood Hills. Pero conduciendo a través de los tranquilos vientos y giros de los caminos pavimentados, entiendo por qué lo hace. No solo proporciona privacidad y seguridad, sino que también es muy tranquilo y aislado, al igual que el hotel donde se alojó en Las Vegas. Como yo, él debe preferir el lado silencioso y tranquilo de la vida. Es gracioso, a Ben le encantaba la playa, pero no la quietud de ella como a mí. Mientras River conduce más adentro en la comunidad, me río para mis adentros pensando que probablemente los buses paran en el frente como parte del recorrido “Casas de los ricos y famosos”. Este es un vecindario al que Ben se habría referido como las casas de los irresponsablemente ricos y ridículamente famosos. Desde que investigó a Mark Hines, el famoso jugador de fútbol americano que vivía en algún lugar de las colinas, fue irracionalmente parcial hacia cualquier persona famosa de esta parte de Los Angeles. Ben había sido el periodista en el equipo que investigó el esquema del lavado de dinero derivado de las apuestas ilegales. Mark era tan idiota, como Ben lo dijo, nunca confesó su participación en la mala acción, sino que más bien empujó la culpa a su agente. Debido a esto, se le permitió seguir jugando al fútbol americano. Ben sintió que Mark usó su dinero y fama para ocultar su participación en el esquema. También consideró que fue debido a su estatus de celebridad que había funcionado. La actitud de Ben podría tener su origen en una combinación de su amor por el fútbol americano, la propia injusticia, o tal vez un poco de celos por el poder que Mark sostuvo, nunca estuve segura. De cualquier manera, siempre que he mencionado a cualquier persona conocida que vivía en las colinas, su comentario fue siempre un derivado de ese imbécil tal o ese imbécil cual. Nunca estaba celoso de la cantidad de dinero que una persona tenía, esto lo sabía porque nuestras familias eran financieramente solventes. Creo que estaba celoso de la condición de una celebridad, siendo reconocida solo por su nombre. A pesar de que Ben en realidad nunca me lo dijo, sé que tenía la esperanza de un día ser un nombre famoso, como Anderson Cooper. Ben y yo no vivimos un estilo de vida extravagante, como la mayoría de los residentes de Hollywood Hills parecían vivir. Crecimos en la playa donde no había fachadas. Nunca hubo presión para “seguir el ritmo de fulano” por así decir. Vivimos nuestra vida sencilla y despreocupada en su mayor parte, era la forma de vida en la playa. A medida que miro a mi alrededor, tengo que recordar que esa ya no es mi vida. Debería tener una mente abierta acerca de estar en la ciudad donde creció River, el lugar donde es realmente conocido como músico. Tal vez no es conocido o reconocido por montones de fanáticos aún, pero no tengo ninguna duda de que lo será pronto. No había pensado en él así, hasta ahora, pero estar aquí trae todo a casa y las palabras de Ben reverberan en mi mente. Al darse cuenta de mi distracción, River pregunta: —¿Qué? ¿No te gusta esto? Su voz me saca de mis pensamientos, y no puedo dejar de reír. —¡Por supuesto que sí, tonto! —Entonces digo—: Tú no me dijiste que eras uno de los ricos y famosos. Se ríe y responde: —Te lo dije, tengo un gran trato en esta casa. —Agarrando mis dedos, continúa—: Los anteriores dueños se divorciaron y solo querían deshacerse de ella. Xander es amigo del exesposo, y él me conectó. — Besa mi mano y la coloca en su regazo—. La vista desde mi patio trasero es increíble, y eso es lo que me vendió la casa al minuto en que la vi. Le sonrió ampliamente. No puedo dejar de pensar en lo mucho que tenemos en común. —Es curioso, la primera cosa que hago cada vez que voy a alguna parte es fijarme en la vista. —Entonces no puedo dejar de bromear—: De hecho, creo que me he fijado en tu vista la primera vez que te vi. Riéndose de mí, responde: —¿Ah, sí? ¿Finalmente vas a admitir que estabas mirándome? —No, no he dicho eso. No te dejes llevar. —Me burlo mientras lo pellizco en la pierna. Pasando por hectáreas de casas, todas aisladas en sus propias llanuras en las colinas, brevemente miro por la ventana, pero ni siquiera puedo ver la mayoría de las puertas de entrada, porque las casas están muy bien escondidas. Incluso, no estoy muy interesada porque mi vista dentro del auto es mucho más atractiva en este momento. —Ni siquiera deseas iniciar ese tipo de juego —dice River, levantando mi mano y señalando a donde lo acabo de pellizcar. Luego se libera y se extiende para hacerme cosquillas. Me muevo en mi asiento y empiezo a chillar. Soy muy cosquillosa, pero no quiero que lo sepa, así que rápidamente trato de contenerme. Agarrando su mano, intento alejarlo, pero él es implacable y continúa su asalto de cosquillas. —¡Estás conduciendo! Coloca ambas manos en el volante. ¡Por favor! —grito con lágrimas de risa en mi rostro. Frenando hasta detenerse, retira su mano para agarrar el volante y golpea las intermitentes con la otra. Ladea la cabeza para mirarme, y una diabólica sonrisa aparece en su rostro. —No parecías tan preocupada por mi habilidad para conducir hace una hora. —En realidad, lo estaba. Es por eso que esperé a que estacionaras el auto en primer lugar —respondo con mi propia sonrisa socarrona. —Bueno, pararé por ahora, pero solo porque lo pediste tan amablemente —me dice con su voz más adorable. Empieza a detenerse a medida que se acerca a una calle sin salida. Señala con la barbilla una casa que apenas puedo ver al final de la calle. —Aquí estamos. Hogar, dulce hogar —dice mientras entra a un largo camino pendiente arriba. La casa tiene un acabado de liso estuco blanco y parece ser del estilo de un rancho de 1940. Está suspendida por encima de la ciudad con una moderna gran escalera circular de estuco que conduce a un hermoso par de puertas dobles de estilo Art Deco. El paisaje es modesto pero perfectamente conservado, eclécticas rocas rodean las palmeras. River presiona un botón en su auto, y la gran puerta de madera se abre. El garaje se encuentra debajo de la casa. Mientras ingresa, puedo ver una amplia escalera en la esquina posterior derecha, que debe conducir a la casa. Una vez que coloca el auto en el parqueo, gira el encendido y se desplaza hacia mí. —Recuerda, ya te advertí qué esperar. Me acabo de mudar. Parece un poco nervioso, por lo que le doy un poco de tranquilidad. —No puede ser mucho peor que mi casa, y he estado en la transición por más tiempo —le digo, no explicando por qué, pero haciéndole saber que estoy bien con el inestable espacio. A medida que abre la puerta, se da la vuelta para mirarme. Lleva una gran sonrisa y sus ojos brillan. —No estoy seguro si he dicho esto, pero ya que he vivido con un montón de tipos, no tengo mucho. Los anteriores dueños dejaron algunas cosas, pero en realidad va a ser como un camping hasta que lleguemos a algunas tiendas. Sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco cuando alcanzo la manija de la puerta, le pregunto: —¿Estás tratando de decirme que vamos a dormir en el suelo? Riéndose mientras sale de su puerta, responde: —Más o menos. Salgo del auto y lo miro. —Bueno, entonces Sr. Estrella del Rock convertido en Niño Explorador, muéstrame el camino. —No puedo evitar reír, pensando en lo similares que son nuestras despreocupadas actitudes domésticas. Me apunta con su dedo y dice: —No te rías. Te dije que me acabo de mudar. Me le acerco mientras espera en la parte delantera del auto por mí, y toma mi mano, llevándome por las escaleras. Una vez que alcanzamos otro pequeño banco de escalones que conducen al rellano, me guía adelante. Cuando llegamos a la cima, se estira por encima de la puerta y retira una llave de la cornisa. Volviéndose, me doy cuenta de la llave en su mano y rápidamente bromeo. —Oye River, la primera regla de una casa nueva es: ¡Nunca dejes que nadie sepa dónde ocultas la llave de repuesto! —Cuando lo miro, su proximidad me quita el aliento y mi pulso se acelera cuando noto sus músculos mostrándose a través de la camiseta mientras se flexionan y ruedan con todos sus movimientos. Desvergonzada, sigo observándolo mientras pasa a mi alrededor para abrir la puerta y se estira de nuevo para poner la llave de vuelta. Antes de que pueda añadir ninguna otra sabia palabra a mis ya expresados pensamientos, veo sus ojos ir a la deriva hasta mi falda. Las puntas de sus dedos rozan ligeramente el borde antes de que sus manos se apoyen en el marco de la puerta a ambos lados de mí. La luz del sol se asoma a través de una pequeña ventana redonda detrás de él, solo destacando su extremo atractivo. Baja la cabeza por lo que nuestras miradas están al mismo nivel. —Dado que ya hemos establecido que no eres una acosadora, el que sepas dónde escondo la llave solo hace que las cosas sean más sencillas. —Se ríe y piensa por un momento antes de lentamente deslizar la lengua fuera de su boca y arrastrarla por su labio inferior. Inclinándose, coloca su rodilla entre las mías y me besa con avidez. Besa arriba y abajo mi mandíbula y cuello, como si tratara de encontrar mi pulso. Debería ser fácil, ya que está acelerado. Regresan sus labios a los míos y continuamos nuestro beso. Este beso no es solo un beso, es un beso muy lleno de necesidad. No solo la suya, sino la mía. Es un beso que me deja sin aliento y con ganas de más. ¿Me pregunto cómo es posible que un minuto podamos estar teniendo una conversación normal y al minuto siguiente quiero desvestirlo y cogerlo justo aquí? Esta necesidad es completamente nueva para mí. Mi incapacidad para controlar mi libido a su alrededor me está haciendo un poco nerviosa, así que decido salir de esta situación. Bajando la cabeza, me doy la vuelta y me escabullo bajo su brazo, tratando de alcanzar el picaporte. —¿Más fácil, cómo? —Finalmente me las arreglo. Sin mirar atrás, abro la puerta mientras paso por su abrumador atractivo sexual. Poniendo su mano sobre mis ojos mientras me pongo a caminar dentro de la casa, susurra en mi oído: —Te lo explicaré más tarde. —Besa un lado de mi cuello, y puedo sentir su piel suave mientras dice—: Después de terminar lo que empezaste en el auto. Voy a tientas con mis palabras, digo: —Oh, ¿empecé algo en el auto? Desde que expresó sus intenciones, explorar su casa ahora mismo no parece ser una prioridad. Sobre todo porque está de pie tan cerca de mí, y puedo sentir su respiración. Puedo oler su vigorizante aroma, limpio y fresco. Riendo suavemente, dice: —No te hagas la inocente. Sabes que lo hiciste. No es que me importara en lo más mínimo —lo dice mientras desliza una mano por mi cuerpo y llega hasta debajo de mi falda. Pasando sus dedos por mi liguero gruñe en mi oído—. Y no puedo esperar para ver esto tan pronto como te muestre los alrededores. Ruedo los ojos. Realmente no necesito un recorrido por la casa ahora. Solo necesito recorrerlo a él. —Está bien, si eso es lo que quieres hacer en primer lugar. Con una mano todavía sobre mis ojos, me guía hacia donde quiere que me quede. A continuación, retira la mano y dice: —Puedes mirar. Al abrir los ojos, cambio de idea; definitivamente necesito un recorrido por la casa. Estoy de pie en lo que debe ser la más moderna cocina que he visto en mi vida. Hay doce luces ultra modernas fijadas en el techo que está al menos a ocho metros de altura. Asumo que hay una mesa sosteniendo eso. Electrodomésticos de acero inoxidable le dan elegancia a toda la cocina y hay repisas de vidrio grueso encima de los electrodomésticos donde normalmente ves armarios. El suelo es una mezcla de pintura en blanco y negra que se arremolina, luce casi industrial, muy a la moda. El tope es de granito negro azabache con blanco perla salpicando todo. Hay una barra alta con curvas, taburetes negros a lo largo de él, y por otro lado está la sala de estar. Es diferente a cualquier cocina que he visto. —River, esto es impresionante —comento mientras tomo todo antes de avanzar hacia la sala de estar. Me sigue y puedo sentir sus ojos en mí mientras me muevo. —Sí, impresionante. El salón está pintado de blanco y hay costosos paneles de madera de nogal negro en la pared frente a mí. Una gran imagen en blanco y negro de River y su banda se encuentra en exhibición. Debajo de la imagen hay un largo sofá mullido gris que está flanqueado por antiguas guitarras que descansan en sus stands. A la izquierda hay un enorme televisor de pantalla plana que está en una pequeña repisa. Sorprendentemente, no se adjunta ningún sistema de juego de vídeo. Pavoneándose hacia el sofá, paseándose de esa manera que me gusta tanto, se sienta y lo acaricia. —Xander se superó a sí mismo —dice, todavía tocando el sofá—. Tomó esto para mí y lo envió. —Levanta la vista a la imagen y apunta a la TV y las guitarras—. Dijo que se trataba de regalos para estrenar una casa. —Eso es muy amable de parte de tu hermano —comento mientras camino para conseguir una mirada más de cerca a la imagen. Mientras estira sus brazos en el respaldo del sofá, River dice: —Puede ser, a veces. Puedes ser el juez cuando lo conozcas. —Bueno, si es algo como tú, estoy seguro de que me gustará. —Casi digo amar, pero rápidamente me sorprendo. Mis emociones están lejos de mí, tengo que retenerlas—. ¿Cuándo la tomó? —pregunto, sin dejar de mirar la gran foto en la pared. —Hace un tiempo, tal vez cuatro años. Era nuestra primera foto oficial de la banda en su lanzamiento —dice mientras se ríe en voz baja—. Fue una gran cosa para Xander. Fue su primera tarea cumplida como manager de la banda. —Tener a tu hermano cuidándote debe liberar una gran cantidad de estrés. Yo no tengo hermanos, pero siempre quise un hermano y una hermana. —Yo amo a mi hermano y a mi hermana, pero ambos pueden ser un dolor en el culo. —Bueno, ya que soy hija única, me hubiera gustado haber tenido un grano en el culo creciendo conmigo —respondo en broma. —Sí, supongo que tienes razón —dice, tratando de llegar a mí, pero yo ya estoy caminando hacia las grandes puertas de cristal que parecen ir por kilómetros. Efusiva cuando llego a ellas, estoy asombrada. La vista no es de este mundo. A lo lejos puedo ver cada letra del cartel de Hollywood. Es realmente increíble. Desearía haber traído mi cámara del auto porque es una increíble oportunidad para tomar fotos. Abriendo una puerta, paso a una zona de estar al aire libre igualmente sorprendente que se extiende por toda la longitud de la casa. La cubierta superior cuenta con una mesa de madera con doce sillas alrededor, con una parrilla para barbacoas incluida. A la derecha e izquierda hay escaleras de caracol modernas. Cada uno de los círculos bajando a la plataforma inferior que contiene una gran piscina rectangular y bañera de hidromasaje. Hay varios bancos cubiertos de tela en una línea contra la pared hecha de plexiglás. Me dirijo a River, que no ha dicho nada, y me está mirando fijamente. —¿Esta es tu vista? —farfullo—. Se puede ver el letrero de H-o-l-l-yw-o-o-d —susurro, deletreando la palabra en vez de decir Hollywood. En el tiempo que hemos pasado juntos, River ciertamente no me ha dado ninguna indicación de que él es tan rico como su entorno sugiere. Claro, él se quedó en un buen hotel y gastó un montón de dinero a lo largo del fin de semana, pero él es tan relajado y con los pies sobre la tierra. Después de ver esta casa, con esta vista, empiezo a preguntarme en qué me he metido con él. Sacándome de mi ensoñación, viene detrás de mí y envuelve sus brazos alrededor de mí. —Eh, ¿estás bien? —Sí, yo solo no tenía ni idea. —¿No tenías idea de qué? —Que eres uno de los ricos y famosos. Riendo, dice: —No lo creo. Solo estoy en el lugar adecuado y en el momento adecuado. —River presiona su cuerpo contra el mío y añade—: Y no tenía ni idea. —¿No tenías idea de qué? —repito de regreso. Su cuerpo se mueve mientras se ríe, y siento su dureza detrás de mí. —Que eres uno de los enamorados que tiene que deletrear Hollywood en vez de decirlo. Haciendo pucheros, me doy la vuelta y le doy un ligero empujón. —Eres un tonto. Estoy sorprendida. Parece algo que deberías haber mencionado. Eso es todo —digo señalando el cartel, la vista, y su casa. —¿Quieres decir cómo, “Eh me acabo de mudar a un nuevo lugar muy dulce, y por cierto, se puede ver el letrero de Hollywood de mi patio trasero”? —se burla, me da la vuelta y tira de mí hacia atrás en un apretado abrazo. —Bueno, cuando lo pones de esa manera, creo que no. —Es todo lo que puedo decir porque está apoyado en mi cuello, acariciándolo con la lengua tan fuerte que sé que voy a tener una marca. Mi cuerpo se estremece por su toque, su cálido aliento, y me río—. ¿Qué estás haciendo? —Creo que lo sabes. —Se ríe en mi piel. Suspiro y respiro profundamente. —He tenido suficiente mostrar-y-contar por ahora. Tengo una habitación más para mostrar —dice mientras nos lleva de vuelta a la casa—. Vamos a terminar lo que empezamos en el auto, por aquí — continúa mientras cruzamos la sala de estar y camina por un pasillo hasta una puerta abierta al final. —Tu habitación. —Me las arreglo mientras miro a la gran sala vacía. Hay varias puertas cerradas en su interior. Una muy probablemente desemboca en un cuarto de baño y los otros son probablemente armarios. La habitación también tiene las mismas grandes puertas de cristal como la sala de estar, y puedo ver el cartel y la ciudad desde aquí. Todo es tan hermoso. Me río cuando miro a la habitación real. En el centro hay un colchón de aire con almohadas y mantas tiradas sobre el mismo. Enfrentándome a River, le sonrío y él sonríe de vuelta. Realmente hace que mi interior se encienda. Tanto es así, que sé que mis días más oscuros están detrás de mí. —¿Por qué sonríes? —le susurro al correr mis manos firmemente sobre su pecho. —No lo sé. ¿Por qué sonríes? —responde mientras mueve algo de mi cabello a un lado. —No puedo creer que me decías la verdad. Realmente estamos acampando. —Nunca miento —dice, de repente muy serio. Agarrando su mano, lo llevo al centro de la habitación y me giro hacia él. —Nunca quise decirlo de esa manera —le susurro al oído antes de chupar su labio superior. Murmura algo que no puedo comprender, pero por alguna razón, no le pido que lo repita. Él suavemente sacude la cabeza y dirige su dedo sobre mis labios. El sol está brillando tan intensamente en esta habitación y no me estoy escondiendo. No puedo ocultar lo que una vez no quería que viera. Sin apartar los ojos de él, rompo nuestro abrazo y empujo la camisa por mi cabeza antes de tirar mi falda hacia abajo, dejándola caer al suelo a mis pies. Ahora estoy de pie delante de él en la ropa interior que compré para sus ojos solamente, y le sonrío mientras corro mis propias manos por mi cuerpo, él jadea con fuerza. Sus dedos trazan la piel por encima de mi sujetador push-up y se mueve hacia las costillas antes de trazar círculos en los casi inexistentes músculos de mi estómago. —Eres tan maravillosamente atractiva, perfecta en realidad —susurra mientras se inclina para besar el mismo camino que acaba de grabar con su dedo. Me quedo ahí, incapaz de moverme, su contacto es abrasador, mi corazón se acelera, y realmente no sé lo que me está pasando. Cada vez que me toca, el sentimiento se convierte más en una necesidad y menos en un querer. Cuando se para de nuevo, sus poderosos ojos verdes escanean la longitud de mí… lentamente. Sonriendo, corre las manos por mis ligueros mientras dice: —He estado esperando para ver como lucen estos desde esta mañana. —Entonces los quita, primero uno y luego el otro, continúa—. Sin duda valió la pena la espera. Se inclina un poco hacia atrás, toma mi mano, y la gira. Llevándola a su boca, besa suavemente cada punta de mis dedos, deteniéndose para chuparlos por solo un instante antes de besar mi palma. —Me alegra que te guste el atuendo —jadeo. Mis párpados agitándose mientras respira en el punto sensible de mi muñeca—. Lo compré para ti. Corro los dedos a lo largo de sus pómulos y froto mis pulgares debajo de sus ojos. Mientras salto dentro de ellos, lo beso profundamente antes de morder su labio inferior y luego trazar mi lengua por el interior de su boca. Gimiendo, enhebra sus dedos a través de mi cabello luego los corre hacia abajo por mi espalda, desabrochando el sujetador, pero no lo quita. Empujo su camisa sobre su cabeza y él rasga sus jeans antes de que lo empuje hacia abajo sobre el colchón. Mientras lo miro a los ojos, tan llenos de deseo, me monto a horcajadas mientras gruñe. —He querido hacer esto desde tu pequeño juego de “nombra esa canción”. Me cierno sobre él, vistiendo nada más que mi ropa interior, y dejo que sus ojos me devoren, puedo sentir nuestra conexión cada vez más fuerte. Y hoy, en las primeras horas de la tarde, en un día que es absolutamente brillante y es el más hermoso del año, lentamente hacemos lo que no hemos hecho antes. Empezamos a hacer el amor. A pesar de haber dormido en un colchón de aire, me despierto sorprendentemente descansada. Me levanto y me dirijo al cuarto de baño. Miro por encima de mi hombro y sonrió al ver a River dormir tan plácidamente. Noto otra vez que no parece tener lados de la cama. Tranquilamente camino a su armario y encuentro una camisa de botones blancos encima de un montón de cajas. Mientras me la pongo algo me llama la atención. La caja de encima tiene los bóxers de River y unos de Pac Man llaman mi atención de inmediato. ¿PacMan? ¿En serio? ¡Me encanta Pac-Man! Cuándo era más joven, mi padre me llevaba a una galería antigua en la calle de The Greek por lo menos una vez a la semana. Sin dejar de sonreír, me deslizo en el bóxer y me dirijo a través de la casa vacía a la cocina en busca de café. Caminando por el pasillo que conduce a la sala de estar, pienso en cómo pasamos el resto de las horas del día de ayer en su habitación para llegar a conocernos de una manera más íntima. Me sorprende lo cómoda que me siento con él, la facilidad y la alegría que experimentamos juntos es simplemente embriagadora. Me mantiene con ganas de más, y estoy bastante segura de que mantengo a River con ganas de más, de igual forma. Cuando la oscuridad se hizo ayer por la noche, el letrero de Hollywood brillaba en la distancia. Después de caminar al exterior para hacer frente a todo, nos dirigimos hacia el interior de la sala de estar donde pedimos pizza y botellas de agua. Comimos y hablamos, entonces nos reímos escandalosamente viendo a Letterman discutir su versión de Cincuenta Sombras de Grey, mientras nos recostamos juntos en su nuevo sofá. Finalmente, nos dirigimos de nuevo a su dormitorio y continuamos nuestro descubrimiento más profundo de sí. Entrando en la cocina, no veo ninguna taza de café en cualquier lugar, por lo que si tiene o no café es irrelevante. En realidad no tiene nada en su cocina. No hay comida, no hay pequeños electrodomésticos, ni siquiera cubiertos. Me paro en la puerta de la habitación y miro a mi alrededor en el lienzo en blanco. No deja saber qué clase de persona es River. Pero no estoy buscando algo que lo haga, ya me siento como si lo conociera muy bien. Ayer, puedo haber estado un poco sorprendida por mi entorno y toda la sensación de LA, sin embargo, ahora que lo pienso, sé que donde vive River no es una indicación de quién es. Y, además, que en realidad me encanta esta casa, sobre todo la increíble vista. De hecho, estoy bastante segura que en realidad… No me atrevo a pensar, no en este momento. Mientras lo veo dormir tan profundamente, no puedo dejar de pensar en cómo se funde el sonido de la voz de River en mis entrañas, cómo su mirada me hace temblar, y cómo su toque me vuelve loca. Todo en él, sobre nosotros, se siente tan bien. Estos sentimientos que tengo son desconocidos para mí. Nunca los he sentido antes, ni siquiera con Ben. De repente, la culpa se apodera de mí con la realidad de esta situación. La culpabilidad se transmite a través de mi mente mientras la luz del sol entraba por las ventanas. ¿Cuál era la diferencia? ¿Por qué mis sentimientos con River eran mucho más explosivos de lo que eran con Ben? Frotando mis ojos mientras miro por las escarpadas puertas de vidrio cubiertas, intento aplastar el remordimiento que estoy sintiendo. Me quedo mirando la vista panorámica y trato de pensar en River, el hombre del que estoy enamorada ahora y no Ben, el hombre que amé por mucho tiempo. Pero la culpa no se queda en la bahía, y estoy devanándome los sesos tratando de recordar si Ben alguna vez me hizo sentir de la forma en que River me hace sentir. No puedo recordar haber tenido los mismos sentimientos por Ben. Librándome de esos perdidos pensamientos y preguntas no deseadas rompí la voz que se enredó en mis entrañas. —Buenos días chica sexy —dice, y miro en su dirección. Estirándose y bostezando, se veía cada vez más sexy—. ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta, levantando sus brazos para que me uniera a él. —Buenos días a ti —le respondo, sonriendo mientras camino hacia él y casi salto a sus brazos—. Estaba buscando café. —Lo siento, una cafetera es lo primero en mi lista. Sonriéndome, ligeramente besa mi nariz, casi como si estuviera besando cada peca. Se levanta a sí mismo en un codo. —¿Te despiertas temprano cada mañana? Riendo un poco, digo la pura verdad: —No puedo dormir cuando la luz brilla desde el exterior. —Me giro para enfrentarme a él—. Mis padres instalaron persianas en mi habitación cuando era más joven, por lo que me dejarían despertarlos al romper el alba. —Mmm… —murmuró antes de añadir—: ¿Estás diciendo que si quiero despertarme antes y verte dormir tendremos que conseguir algunas persianas resistentes? Riéndome de él y señalando la ventana dije: —River, no, eso arruinaría despertar con las impresionantes vistas. —No sería arruinar las impresionantes vistas que veo cuando me despierto —dice mientras me mira directamente a los ojos y mete un pedazo de cabello suelto detrás de mi oreja. Dios, de eso es de lo que estoy hablando. Todo en él me vuelve loca. Entonces lo agarro por detrás del cuello, lo tiro hacia mí y lo beso con fuerza. Froto los pulgares sobre mis mejillas, sin dejar de besarme. Cuando lo suelto, explora mi cuerpo, ahora justo al lado del suyo. Una diabólica sonrisa aparece en su cara y pregunto: —¿Qué es esa cara? Pasa sus dedos por los botones de la camisa blanca que llevo, y luego sigue con la boca, tirando en el primer botón con los dientes. —¿Te refieres a mi rostro de “llevas mi ropa interior”? —pregunto pasando al segundo botón y moviendo la cabeza hacia atrás y adelante como lo hace. Riendo mientras su cabello me hace cosquillas en el pecho, le digo. —Oh, no sabía que las personas tenían una cara para eso. Levanta la cabeza y se estrecha su reflejo de mí. —¿Las personas? ¿Las personas tienen la cara para cuando su chica está vistiendo su ropa interior? —Bueno, amo a Pac-Man —le digo antes de darme cuenta de lo que acaba de decir. Me guiña el ojo adorable y dice: —¿En serio? ¿Sabes cómo jugar? —¡Por supuesto que sé jugar! —Creo que voy a tener que ver eso —dice mientras me comprueba, entonces dice—: Te ves muy caliente en Pac-Man. Nuestra risa se calma cuando su mano comienza a trazar el contorno de los hombrecillos amarillos que se encuentran en mi cadera. Mueve su cabeza hacia atrás sobre la almohada junto a la mía. Llevo de inmediato mi boca a la suya y succiono su labio superior antes de lentamente arrastrar besos por su cuello. —Por cierto... ¿me acabas de llamar tu chica? —Sí, lo hice. Está mirándome solo con la verdad en sus ojos mientras ríe de nuevo, tirando de la banda elástica de su bóxer de Pac-Man que estoy usando. Lo beso de nuevo, todas las bromas se hacen a un lado. Lo beso llena de deseo y necesidad, y lo hago bastante aparente. Al instante gime, luego me gira así que ahora se cierne sobre mí. Sonriendo maliciosamente, dice. —Dahlia, no sé lo que estás haciéndome, pero si no lo resolvemos muy pronto, podemos estar aquí todo el día. —Empuja su mano en el colchón de aire—. Y no estoy seguro si lo soportará. Tragando, me río un poco. —¿El colchón de aire o River? —Ten cuidado chica, que no quieres meterte conmigo. —Bueno, en realidad, lo hago, pero primero necesito café, así que estás de suerte, no podemos quedarnos en esta habitación todo el día. Levantando una ceja, bromea. —Ese no es el tipo de suerte que quiero. —Presiona su cuerpo cálido contra mí y continúa—: En primer lugar, te conseguiré café, entonces tenemos que ir a las tiendas, y luego dejaré que hagas un desastre conmigo. —¿Quieres ir de compras? —le pregunto, sorprendida por su plan para el día. Se ríe suavemente y tuerce a sentarse en el lado del colchón. —No… de compras no, no hay nada remotamente cerca como ir de compras, te lo prometo —dice, cruzando el dedo sobre su corazón. Inclinándose hacia mí, se ríe contra mi boca y aprieta el culo. —Simplemente parar rápidamente en algunos establecimientos minoristas para recoger algunos artículos de primera necesidad. —Sí —le respondo, golpeando suavemente su brazo torcido antes de agarrarlo. Incorporándome, me apoyo en mi espalda, manteniendo su cuerpo cerca del mío un poco más. —Estoy bastante segura que esa es la definición de compras. Mientras me inclino por encima del hombro, su cabeza gira hacia mí y lo beso. Acaricio su lengua con la mía y lo saboreo a fondo antes de alejarme. Deslizándome hacia el otro lado del colchón, me pongo de pie y me estiro. Todavía sentado, con los pies cruzados en el suelo, sus ojos recorren mi cuerpo y mi piel empieza a hormiguear. Me muerdo el labio al verlo y trato de centrarme en lo que siempre ha sido mi prioridad por la mañana, café. Pero incluso el pensar en mi amado café de la mañana no puede reprimir mi deseo insaciable de él. Se pone de pie y deja que su mirada inflexible pese sobre mí por un momento más. —Probablemente deberíamos tomar una ducha. —Tiene una mirada en tu cara como si estuviera tratando de convencerte que debes abandonar la habitación. Mientras está allí, sonriéndome, está completamente desnudo y absolutamente sexy. Sin decir otra palabra, agarro mi bolso y deambulo al baño, empujando mi camisa de mis hombros y dejándola caer de mi cuerpo, sabiendo que me está mirando. Poco después de llegar al baño, escucho sus pies viniendo por el suelo de madera, y sé que él se dirige en dirección a mí. Juego encendido. Gané. Habiendo optado por usar los jeans y la camiseta que compré ayer ya que eran mis únicas ropas limpias, me pongo los jeans más el bóxer de Pac-Man de River y deslizo mi camiseta por encima de mi sujetador blanco con el arco negro. Deslizando mis brazos en mi chaqueta de cuero negro y atando mis Converse, los que afortunadamente tiré en mi bolsa de viaje antes de salir de casa, estoy lista para visitar algunos establecimientos al por menor. No he estado de compras en tanto tiempo que estoy en realidad un poco excitada. Mi entusiasmo crece con solamente caminar fuera del cuarto de baño y ver a River mensajeando en su teléfono. Llevaba jeans desgastados, una camiseta de Los Ramones negra, una chaqueta de cuero negro y botas negras. Cuando él me sonríe mientras se desliza su gorro negro, me transporto al pasado, a la primera vez que puse los ojos en él, y él es tan sexy ahora como lo era entonces. Mientras estamos conduciendo, reviso mis muchos emails y escucho mis mensajes de voz. Tanto Grace y Aerie han dejado mensajes. Le envío a Aerie un texto rápido y llamó a Grace. Cuelgo cuando la batería de mi teléfono se muere y le digo a River que debería volver a Laguna Beach el miércoles. Sus ojos parpadean en los míos, y dice en voz muy baja, —¿Qué tal si tomamos el día a día? Quiero argumentar que realmente necesito llegar a casa, pero no lo hago porque no me podía importar menos conseguir ir a casa. Me gusta mucho estar con él. Así que en vez, sonrío más y le respondo: —No puedo quedarme contigo para siempre, ya sabes. —Empujándolo en las costillas por debajo de la chaqueta, agrego—: Te cansarás de mí y todos mis juegos lo suficientemente pronto de todos modos. Entramos en lo que parece ser casi una ciudad en sí misma. He estado en The Grove un puñado de veces. Realmente tiene las mejores tiendas. Alberga todas mis tiendas favoritas incluyendo Nike, Goddest, Pottery Barn, J. Crew y H&M. Coincidentemente, el primer lugar que recorrimos es Pottery Barn. Estoy aprendiendo rápidamente que comprar con River es bastante cómico. Al entrar en la tienda, se acerca una joven morena más que dispuesta a ayudar, batiendo sus pestañas hacia él. Ella parpadea al principio, como si tratara de colocarlo, pero la bota tan pronto menciona la mercancía que está buscando. Me río cuando salta sobre uno de los colchones y trata de llevarme con él. En cuestión de no más de treinta minutos, hemos seleccionado camas neutrales, toallas suaves y esponjosas almohadas. También seleccionamos un gran colchón, y una cabecera de nudos negra. La coqueta de la dependiente no tiene que golpear las pestañas para convencerlo de añadir las mesillas de juego, pero lo tendría que hacer de todos modos. Paga de forma rápida y organiza la entrega para el día de hoy. Al caminar entre las tiendas, su brazo colgaba de mi hombro y mi mano en su bolsillo trasero, me dice que quiere llevarme a un lugar esta noche llamado Smitten. Es un bar de vecindario en la que The Wilde Ones han estado practicando cada martes por la noche durante más de cinco años. Me informa que conoceré a su hermano, su hermana y compañeros de banda. Eso me puso un poco nerviosa, pero estoy más emocionada de verlo por fin con su banda. Nuestra siguiente parada es en Williams Sonoma donde seleccionamos la más nueva cafetera de Starbucks y compramos sobres de café, utensilios de cocina, platos blancos modernos y cubiertos. Una vez más, cuando pagó, mandó que todo se entregue el día de hoy. Al caminar por el muy festivo centro comercial, pasamos por H&M. —¿Te importa si voy a tomar algunas cosas? Asintiendo, mueve la cabeza a un lado y dice: —Estaré por allí. Tengo un par de llamadas que regresar. —Entonces me besa, desliza la nariz a mi oído y susurra—. Así que tómate tu tiempo. —Sabe lo que me hace. Le sonrío y corro mis dedos por su estómago. —No tomará mucho tiempo. Rápidamente selecciono un par de cosas que me asistan otra vez hasta que River compre una lavadora y secadora o hasta que vaya a casa. Acercándome a la caja registradora, oigo el pulso incesante, casi volando la pista de una inconfundible obra musical. Las voces distorsionadas, acordes electrónicos pesados y graves golpes de bajo todo mezclado con un son que sin duda es obra maestra de Justin Timberlake, Sexy Back. Mirando a mí alrededor para saber de dónde viene la música, finalmente determino que está sonando en mi bolso. Mientras la letra sexy se distorsiona y las letras del primer verso llegan a su fin, no puedo evitar sonreír y salirme de la línea. Meto la mano en mi bolso, tomando mi teléfono. El nombre de River Wilde parpadea a través de mi pantalla. —Hooolaaaa —digo, mirando hacia el frente de la tienda. Ahí está, apoyado en la pared entre dos ventanas de vidrio. Su pie está apoyado en el fondo de pantalla del decorado de una rosa florería de la tienda de decoración. Con una de sus manos en el bolsillo y la otra manteniendo su teléfono en la oreja. Sonriendo con su completa sonrisa llena de hoyuelos y le devuelvo la sonrisa. Sosteniendo su teléfono lejos para verme, lo pone luego de nuevo a su oído. —¿Te gusta el tono que escogí? Lo miro mientras empuja el teléfono a su hombro mientras un par de chicas fans se le acercan, con lapiceros en sus manos. Les da una sonrisa y firma el reverso de una de camisa y el hombro de la otra. Sacudiendo la cabeza y girando los ojos, según él nadie lo nota, me llevo de vuelta con el tema del repique. Supongo que debe de haber asignado el mismo tono de timbre cuando nos agregamos a la lista de contactos. —Sí, lo es en realidad, señor no-soy-realmente-tan-famoso —contesto mientras le doy un pulgar hacia arriba y me alzo los hombros indicando que quiero un autógrafo también imitando una pluma con mi mano. Entonces añado mientras río—: Pero no sabía lo sexy incluso que te dejo. Sacudiendo su cabeza, cuelga el teléfono. Casi dejo de respirar por su perfección mientras él encantadoramente se despide de sus dos fanáticas y empieza a caminar hacia mí. Me paso de la raya para salúdalo. —Hola sexy acaso tu… —Empiezo a preguntar cuando él está lo suficientemente cerca, pero acerca su cabeza y me besa, previniéndome de terminar mi pregunta. —Hola sexy tú —dice, cuando se retira, y he olvidado lo que iba a preguntar y pensé que en realidad no importa de todos modos. Antes de tomar mi mano, pretende firmar su nombre en mi hombro, y su contacto envía escalofríos por mi columna vertebral. —Muchas gracias, Sr. Rockstar —le digo y entonces él me lleva de nuevo a la línea. Saliendo de la tienda, él lleva las bolsas. —Hay algo que quiero mostrarte. —¿Qué? ¿Una línea de groupies fuera esperando que firmes su piel desnuda? —bromeo. —No sabelotodo, eso fue al azar y en serio casi nunca sucede. —Si lo dices, pero puedes darme un autógrafo cualquier día de la semana —le concedo y sonrió aun más a él, dejando caer el tema. Saltamos al carro verde que viaja entre La Arboleda y el Mercado de Agricultores y baja al Centro de Entretenimiento. El complejo cuenta con decenas de edificios de todas las formas y tamaños. Se encuentra en un parque con áreas de picnic en el medio. Incluso tiene una fuente bailante. Hay una multitud alegre de gente caminando. Algunos de los que buscan entretenimiento tienen bolsas de compras en sus manos, mientras otros están casualmente bebiendo café o comiendo pretzels. La calle gira a un lado de la acera y otras viejas edificaciones hacen que el área se sienta como una antigua ciudadela. Saliendo del carro primero, sonrío mientras River se baja y se mueve detrás de mí. Presionando su frente en mi espalda, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y me guía por un edificio de ladrillo arqueado de doble roja abierta. Cuándo mis ojos se acostumbran de la luz del sol a la habitación oscura, veo las luces y escucho sonidos en todas partes. Acabábamos de entrar en una galería de juegos. Muy parecida a la que yo frecuentaba con mi padre hace muchos años. Sacudida por la emoción, superada por la felicidad, y llena de alegría, me doy la vuelta, lanzando mis brazos alrededor de él y besándolo. Pasa la lengua por el techo de la boca antes de cerrar los labios alrededor de los míos. Con trabajosa respiración, me alejo. Agarrando sus hombros mientras envuelve un brazo alrededor de mi cintura, y el otro aún con las bolsas. —¿Una árcade? ¿Aquí en The Grove? —Sí, pensé que te gustaría. —¿Gustarme? Me encanta. Mirando a mí alrededor, veo a muchos puestos de negro, todo igual que una casa de videojuegos de los años ochenta. Hay Ratonera, Asteroids, Centipede, Frogger, Pac-Man, Invasores Espaciales y Venture. Junto con Skee Ball, juegos de conducción, e incluso un Chiken Clucker. Los sonidos, los olores y la emoción de años pasados están aquí mismo, ahora mismo, y no puedo creerlo. Me recuerdan a un ambiente de pistas de audio, bip, blip, ding, zum, y clic. Cerrando mis ojos y simplemente escuchando, puedo recordarme con claridad a mí pasando un rato en la árcade local con mi padre, mientras alimentando trimestre a trimestre al Ms. Pac-Man, Donkey Kong, y por supuesto, las máquinas de pinball. Mi padre era un mago del pinball, y él me enseñó bien. Su máquina de pinball favorita era Flash Gordon. Fue la primera mesa multi-bola en la que he jugado. Era equivalente a Caballero Negro, pero mejor y más rápido. La mesa era increíble, y la sola idea de tener “quince segundos” todavía me daba un subidón de adrenalina. Me acuerdo que la primera bola extra era fácil en la tierra, pero la segunda siempre fue siempre un gran reto. Mi favorito, por supuesto, era Baby Pac-Man. No era un juego para todos, y a mi padre no le gustaba realmente porque dirigían las aletas al centro del juego en vez de los lados. Pensé que eso ofrecía mayores desafíos, sino que pensaban que era un diseño de mesa defectuoso. Realmente hicieron un gran trabajo volviendo a los laberintos difíciles, en lo que prosperé. —Mira hacia allá —dice River, señalando un Pac-Man—. ¿Qué tal? — pregunta con un brillo en sus ojos verdes. —Juego encendido, material de primera —respondo mientras me dirijo hacia la máquina. Nos quedamos aquí, jugando diferentes juegos durante horas. Desafiándonos a cada uno, a veces gano, pero sobre todo él gana. No tengo ni idea de cómo. Decido probar mi suerte, sola, en el Drive My Course, mientras que River iba a conseguir más monedas. Cuando termino, miro alrededor de la habitación y lo descubro haciendo su camino hacia mí. Me derrito. —Cierra los ojos —dice mientras trata de ponerse delante de mí. —¿Por qué? —Solo ciérralos. Cierro los ojos y lo siento tomar mi mano y colocar algo alrededor de mi muñeca. Es la misma muñeca donde mi brazalete Cartier de AMOR está ubicado. —Está bien, puedes abrirlos ahora. Bajando la mirada a mí muñeca, no puedo creer lo que estoy viendo. Este hombre adorablemente dulce y sexy, acaba de colocar una pulsera colorida enlazada con los más lindos Pac-Man en mi muñeca. Tiene un Pac-Man amarillo con los monstruos azul, rojo, rosa y naranja en ella. —¡Me encanta! —Me las arreglo para decir mientras me trago las lágrimas de alegría. Me lanzo a su alrededor y digo—: Gracias. Me levanta y me hace girar una vez antes de bajarme. —¿Feliz? Sonriendo hacia él, respondo: —Más que feliz. Cada pueblo y cada ciudad tienen algo que los hace un poco únicos. En Brentwood, deben ser los hermosos árboles blancos que bordean las calles y las pintorescas tiendas, todas tan diferentes pero bien mezcladas. Downtown Brentwood es una zona pequeña pero a la moda. Las viejas farolas con anuncios, las tiendas cubiertas con toldos de diferentes colores, y sus principales calles incluso están pavimentadas con ladrillos. Después de haber dejado el auto en un pequeño sitio de una calle lateral, caminamos a través de la ciudad donde River creció. Caminamos, su brazo colgando alrededor de mi hombro y mi mano en su bolsillo trasero, él cargando a “Stella” en su otro hombro. Hacemos nuestro camino a lo que River describió como un bar local. Está atardeciendo, pero hay suficiente luz para poder ver la ciudad. No se ve como una zona en la que la palabra local sea la mejor descripción, pero lo acepto. En realidad, es muy exclusivo. Hay una sala de cine, una floristería, tiendas, galerías, muchos restaurantes y bares. La gente camina como si no tuviera una preocupación en el mundo, solo pasear, hablar y reír, igual que nosotros. Un lugar en particular llama mi atención, es una librería llamada Fiction Vixen. Mi amor por la literatura me obliga a mirar las dos pilas de libros en las grandes ventanas a ambos lados de la puerta principal. Los libros forman un árbol de Navidad con luces que los envuelven. Señalándole la tienda a River, se ríe en voz baja y me dice que la amiga de su madre, Vicki Mixen, es la dueña. Me cuenta que siempre ha estado loca por los libros y que cuando tenía catorce años decidió abrir una librería. Él pasó todo ese verano ayudándole a abrir su negocio. Fue su primer trabajo. Me dice que organizó y apiló tantos libros que nunca quiso ver otro libro de nuevo. Luego, bromea que es por lo que optó por no ir a la universidad. Nos reímos una vez más y seguimos hacia el bar. Aprovecho todo el esplendor que nos rodea. La vista me hace pensar en el complejo de entretenimiento en el Grove. No puedo evitar sonreír al recordar el maravilloso día que tuvimos ahí, y todo lo que hicimos. Después de la galería nos detuvimos en una tienda de comestibles para comprar unas cuantas cosas, mi prioridad era el café y la crema. Tomando un almuerzo gourmet, regresamos a casa a tiempo para la entrega preestablecida de todos los artículos que River había comprado hoy. A lo largo del día, hablamos de nuestras vidas y descubro cosas de él que no sabía. Cuando me hizo preguntas acerca de la USC y yo le pregunté cómo conocía tan bien el campus, me dijo que había ido a visitar a sus hermanos allí muchas veces. También me dijo que su hermano estaba en la Fraternidad Kappa Sigma, pero vivió fuera de la escuela. Mencioné que Ben estaba en la misma fraternidad, pero no di detalles. Me dijo que fue a unas cuantas fiestas en la casa de la fraternidad, y luego pasaba la noche en la casa de alguno de sus hermanos. Tengo la impresión de que con quien se quedara, dependía de si sus hermanos llevaban a alguna otra persona a casa con ellos. Divertido, solo nos vimos aquella única noche. Me enteré de que la madre de River se fue de Brentwood hace un par de años y se volvió a casar. Ella y su esposo en realidad viven en el vecindario de River. Su hermana vive con ellos, y su hermano vive en lo que solía ser condominio de sus abuelos en el centro de Beverly Hills. Sus abuelos murieron con seis meses de diferencia el año pasado y les dejaron una herencia considerable a River y sus hermanos. Xander heredó su condominio. Me enteré de que su abuelo era un socio anónimo en una de las primeras y más exitosas tiendas de Rodeo Drive y era muy rico. También me enteré de que hay otra ala en la casa de River. Está situada detrás del garaje y allí es donde está la lavandería. Me reí al comprender que no tenía idea de si realmente había una lavadora y secadora en la casa, pero descubrimos, cuando regresamos, que la hay. También me reí, porque al igual que él, lavar no es algo en lo que realmente piense o incluso haga para mí. Ya que no habíamos comprado detergente no podíamos lavar las sábanas nuevas. En su lugar pusimos la sábana sobre el colchón en la nueva cama y procedimos a bautizarlo. Justo ahora, pensar en ropa sucia me hizo recordar a Ben, algo que no he estado haciendo mucho últimamente. Pero como él siempre se hacía cargo de la ropa sucia, no pude evitar recordarlo. Cuando digo que Ben se hacía cargo de la ropa, me refiero a que la llevaba a la lavandería. Él era muy cómico con la ropa sucia, odiaba que se acumulara. Solo había un par de cosas acerca de su trastorno obsesivo-compulsivo, y el cuidado de la ropa era una de ellas. Aunque, recuerdo una época en que la gran pila de ropa sucia no parecía molestarle. Habíamos lanzado nuestra ropa en el suelo en la sala de lavandería. Ninguno de los dos había tenido tiempo de meterla en las bolsas amarillo brillante especiales proporcionadas por Fold and Fluff. Ben había estado ocupado en una historia, y yo trataba de escribir mi tesis. Era un domingo por la mañana al comienzo de la primavera, y Ben se dirigía a un partido de fútbol americano, pero no podía encontrar todas sus cosas. —Dahl, ¿has visto mi camiseta? —gritó desde la lavandería. —Nop —dije sin siquiera darle una mirada de reojo desde mi escritorio en la cocina. —¿Podrías ayudarme a buscarla? ¡Estoy retrasado! —Claro —dije mientras me acercaba a él. Cuando entré en el cuarto de lavado, ahí estaba él, inclinándose sobre la pila solo en sus pantalones deportivos. Recién duchado, con la espalda brillando con gotas de agua. Yo había estado encerrada en mi computadora por mucho tiempo durante la semana pasada, y la vista me trajo un anhelo que no me esperaba. Caminando hacia el montón, me quedé mirándolo mientras él buscaba en la enorme pila. —¿Todavía no la encuentras? Cuando me miró, se dio cuenta que estaba usando nada más que una de sus largas camisetas deportivas y mis botas. Todavía no me había duchado porque quería terminar otra parte de mi tesis primero, por lo que mientras él estaba en la ducha me puse algo cómodo y cálido, y me dirigí a la cocina para tomar un café y escribir. Me lanzó una sonrisa maliciosa, y yo rodé mis ojos. —¿Qué? —Encontré mi camiseta —dijo, mientras se levantaba y daba un paso más cerca de mí. —¿En serio? ¿Dónde? —susurré, incapaz de apartar la mirada de sus ardientes ojos azules. Él arqueó una ceja y me señaló. —La llevas puesta. —Luego me la sacó por encima de la cabeza, diciendo—: Al diablo el fútbol americano hoy. Mientras recuerdo a Ben, River golpea mi hombro. —¿Nerviosa? De repente, transportada de regreso al aquí y ahora, sacudo la cabeza y digo: —No. ¿Debería estarlo? —No, por supuesto que no —dice sonriéndome—. Pero parecías... en otro lugar. —Estoy aquí, tonto —digo mientras tiro de su bolsillo trasero, mi brazalete de Pac-Man bailando con el ligero movimiento de mi muñeca. Volviendo a caminar, moviendo su guitarra en la espalda, me toma ambas manos y me jala hacia un edificio con el signo de Smitten’s. —¿Te he dicho lo hermosa que estás? —pregunta con una adorable sonrisa y un brillo en sus ojos verdes. Esta noche estoy usando uno de mis nuevos conjuntos. También estoy un poco más maquillada de lo usual porque voy a conocer a los amigos y la familia de River. Cambié mi ropa después de nuestro día de compras, elegí una camiseta de encaje negro, pantalones de color crema, botas de tacón alto negras y mi chaqueta de cuero. Cambié mi ropa interior a algo un poco más sexy, me tuve que ir sin sujetador por los tirantes delgados, pero en realidad no se nota. Mi cabello tiene un poco más de volumen de lo que normalmente llevo, y estoy usando maquillaje completo con rubor, sombra, delineador, rímel y brillo labial. La fuerza eléctrica que siento cuando estoy con él está de vuelta con la visión de su leve sonrisa, y escalofríos corren mi cuerpo. —En realidad, no —digo, moviendo la cabeza para que mi cabello se balancee lado a lado. Se detiene y casi choco con él. —Aún con todo ese maquillaje todavía te ves perfecta —dice, manteniendo mis dos manos juntas, bajando la cabeza y tocando su nariz con la mía. —¿Qué? ¿No te gusta el maquillaje? —pregunto, pero no estoy ofendida en lo más mínimo porque a mí tampoco. De pie junto a la acera, desliza su nariz hacia mi oído. —Yo no he dicho eso. Creo que te ves increíble con o sin él. Roza sus labios con los míos ligeramente y luego se gira para abrir la puerta por mí. El edificio cuenta con un conjunto de puertas dobles de cristal y una ventana de gran tamaño con el nombre de Smitten’s impreso a lo largo de ella. Entro primero. Paredes de ladrillo rojo bordean la gran sala cuadrada. Al fondo de la pared izquierda se encuentra la barra, y la pared de la derecha está llena de sillas y sofás. Un gran cartel con espejo detrás de la barra y dice Smitten’s. Mesas altas están dispersas por toda la habitación, y una pequeña pista de baile se encuentra en frente del escenario. Un arco en la parte trasera derecha tiene un signo montado sobre él que dice “Baño”, y otro arco a la izquierda tiene un cartel que cuelga por encima que dice “Salón de billar”. El lugar realmente se parece a un bar local. Con la mano en la parte baja de mi espalda, empieza a guiarme hacia un grupo de sillas de diferentes formas y un gran sofá negro con una mesa de madera separándolo. Apuntando en esa dirección, empieza a decir: —Todo el mundo se ha ido... —Pero antes de que termine la frase, una joven muy linda, de cabello cobrizo viene corriendo hacia él, lanza sus brazos a su alrededor, y le da un beso en la mejilla. River suelta mi mano para estabilizarla y la abraza de vuelta, casi levantándola del suelo. Sé de inmediato que esta cosita hermosa y bajita debe ser su hermana, Bell. Él parecido es asombroso. Podrían pasar por gemelos, excepto que sus ojos son de un color verde mucho más vibrante y ella tiene mechas rojas en su cabello castaño cobrizo hasta los hombros. También es un poco más baja que su hermano. River devuelve el afecto de su hermana con facilidad, y veo lo mucho que se adoran. Bajándola, se echa un poco hacia atrás para dejar su guitarra contra una de las cuatro columnas en el centro de la habitación. Ciegamente localiza mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. Ella rompe su abrazo y le golpea el pecho. —¿Dónde has...? —No ha terminado de hablar cuando sus ojos se fijan en nuestros dedos. Su sonrisa se vuelve aún más grande, y nos mira curiosamente. Hay un poco de confusión en sus muy brillantes ojos verdes. En realidad, ve nuestras manos como si nunca hubiera visto a su hermano gemelo irlandés de la mano con una chica. Mirando a River, remarca tímidamente—: Cuando me enviaste un mensaje de que había alguien que querías que conociera, pensé que te referías a un amigo. Luego lanza sus brazos a mí alrededor como si fuéramos grandes amigas. —¡Hola! Soy Bell, hermana de River. —Dahlia. Encantada de conocerte, Bell —le digo, mientras continúa con sus brazos alrededor de mi espalda antes de finalmente darme espacio para respirar. Me estudia un par de segundos. —Me pareces familiar. —Fui a la USC. River dijo que eras de primer año cuando yo era de último. Encogiéndose de hombros, dice: —Tal vez es eso. —Tirando suavemente de algunos de mis cabellos, agrega—: Creo que me acuerdo de ti. Eres muy bonita y tu cabello rubio es inolvidable. Ella ve a River y le lanza una mirada que, obviamente, reconoce porque él le sonríe. Después, girándose de lado, le guiña un ojo al chico de la barra y me señala. ¿Por qué? No tengo ni idea. Luego desvía su atención de nuevo a nosotros. Puedo decir que tiene todo tipo de preguntas para su hermano, pero se detiene. —Entonces, ¿dónde se conocieron? —me pregunta mientras el nombre de River es coreado desde el otro lado de la habitación. Mirando por encima, veo a un hombre de cabello y ojos oscuros silbándole. Continúa ahuecando las manos sobre su boca, gritando su nombre. River me sonríe y levanta la barbilla hacia su amigo mientras tira de mi mano. —Ya voy. —Entonces le pregunta a su hermana—: ¿Vienes? Encogiéndose de hombros, Bell responde: —Nos vemos allá. —Luego me guiña el ojo y mientras se marcha en dirección al bar dice—: Hablaremos más tarde. Acercándonos a la zona de asientos, el chico de cabello oscuro muy atractivo está tomando un trago de su cerveza con un brazo alrededor de la chica de pie junto a él. Mientras inclina la botella, me mira de arriba a abajo y luego termina su bebida antes de colocarla sobre la mesa. Deja caer el brazo de la chica y agarra dos cervezas de un cubo de hielo sobre la mesa de café. Desenroscando las tapas de las Heinekens, esquiva a la chica y camina hacia nosotros mientras nos acercamos a él. Es de mi altura, de una constitución muy atlética. Puedo ver claramente la línea de músculos de su brazo mientras retira las tapas, y su camisa apretada resalta los abdominales bien definidos. Obviamente hace ejercicio. Su cabello es corto, pero lo suficientemente largo para tener un estilo juvenil, sus ojos son como un rico chocolate, y su piel es casi color almendra, haciéndolo parecer un poco bronceado. Le entrega una botella a River y otra a mí. —River, hombre, ¿dónde demonios has estado? Habías desaparecido —dice. Luego, con una sonrisa grande, mostrando los dientes más blancos que he visto, añade—: ¿Y quién es esta cosa hermosa que trajiste contigo? Cuando miro a este hombre, que sin duda puede atraer a cualquier chica, puedo decir que debe tener genes de nativo americano. Echando un vistazo al brazo que me entregó una copa, me doy cuenta de que tiene un tatuaje tribal muy detallado rodeando su bíceps con un intrincado diseño de pluma cubriendo su brazo. Se asoma por debajo de la manga corta de su apretada camisa negra. —Phoenix, esta es mi chica, Dahlia London —dice River, soltando mi mano para poner su brazo alrededor de mi hombro antes de continuar—. Dahlia, este imbécil es Nix Stone. —Dahlia, ¿cómo la flor? —pregunta, levantando la mano para estrechar la mía—. Encantado de conocerte. —Levantando una ceja, pregunta—: ¿Qué hace una cosa dulce como tú saliendo con este idiota? River chilla: —Ese lenguaje, amigo. ¿En serio? —Y me aprieta un poco más fuerte. Nix debe ser la abreviatura para Phoenix, deduzco mientras tomo un trago de mi cerveza solo para apartar la mirada. No me gusta el sabor de la cerveza sin hielo, por lo que mientras parpadeo ante su atrevimiento insolente y el sabor de la cerveza, decido ignorar su pregunta grosera. En cambio le estrecho la mano en respuesta. —¡Encantada de conocerte! ¿Eres el guitarrista? Asiente y me estrecha un poco más fuerte de lo necesario pero se detiene cuando River lo mira. Empujando a River por el hombro, pero mirándome, dice: —Lo siento Dahlia. No estoy acostumbrado a ver a este tipo traer una chica al ensayo. Nunca se queda con una chica lo suficiente como para que la conozcamos. —Miro a River con rapidez, pero él no me está mirando. Aparto la mirada cuando alguien llama a Phoenix. —Nix, ¿qué mierda estás removiendo ahora? —interviene Bell, tomando la cerveza de mi mano y dándome alguna bebida de color rojo con un limón—. ¡Solo ignóralo! Siempre es un idiota —dice. —Bell, tienes suerte de que te ame —responde Nix, guiñándole un ojo. Luego, mirando a River, dice—: Nos vemos en el escenario, voy a entrar en calor. —Mientras se aleja, se gira—. Y Dhalia, fue realmente un placer conocerte. Rodando los ojos por su obvio intento de enojar a River, levanto mi copa y le pregunto a Bell: —¿Qué es esto? —Es una Cramberry Crown. Pruébalo. Cuando le doy un sorbo para no ser grosera, River se mueve y me susurra al oído: —Cuidado con sus bebidas. —Escuché eso —dice Bell mientras le saca la lengua a su hermano y se aleja. —River, viniste —dice otra voz. Mirando a mi derecha, veo el más lindo chico rubio acercarse a River a darle un firme apretón de manos y un abrazo masculino. —¿Cuándo me lo he perdido, hombre? —contesta River, agarrando mi mano izquierda antes de presentarnos—. Garrett Flynn, esta es la chica de la que te hablé. River, obviamente, tiene una gran relación con este hombre de ojos grises y una mirada juvenil. Su cabello estaba ligeramente más largo que el de Nix o el de River, y casi le tapa los ojos. Su peinado y cara de niño lo hacen parecer como si tuviera quince. El aro en su labio solo le suma juventud y su altura pequeña y delgada realmente no ayuda. Pero, sinceramente, es tan lindo y de aspecto tan inocente, que tiene que hacer que hasta las mujeres más duras se derritan. —¿Cómo podría olvidar a la increíble chica que te has encontrado dos veces? —Entonces me sonríe genuinamente, y sé que lo que está diciendo es con total sinceridad—. Dahlia, ¿cierto? Soy Garret. — Extiende su mano y añade—: Encantado de conocerte. He oído un montón acerca de ti. Sacudo su mano y sonrío. —Hola Garrett. He oído mucho acerca de ti también. —Al observar su risa fácil, sé que ya me gusta. Un momento después, siento que alguien se nos acerca por detrás. Mirando por encima del hombro, veo otro duplicado de River. —Esto no es una reunión. Tiempo para ensayar, niñas —dice la copia casi al carbón de River. Está dando vueltas a nuestro alrededor y veo algunas diferencias de inmediato en su apariencia, pero no hay duda que se trata de Xander. Alzando las manos en un gesto de buena voluntad, Garrett me sonríe. —Nos vemos después del ensayo —dice y luego camina hacia el escenario para reunirse con Nix, quién está rasgueando diferentes acordes en su guitarra. Xander es definitivamente atractivo, pero no de la misma manera encantadora y adorable de River. Su color de cabello es el mismo, pero lo lleva más corto. Tiene los mismos ojos verdes, pero no brillan como los de River. Su actitud, puedo sentir de inmediato, es más fría, más controlada. A primera vista, parece ser todo acerca de su imagen. El tipo de hombre que cambia su estilo de chico universitario, con suéteres viejos de deporte, jeans gastados y gorras de béisbol rotas, por el de chico de ciudad, con camisas de botones, pantalones planchados y un montón de gel. Sin siquiera conocerlo, me recuerda a Ben. Extendiéndome su mano, mantiene los ojos en su hermano. —Xander. Asumo que tú eres Dahlia —dice, con un leve escalofrío en su tono. Extiendo mi mano y la sacude una vez antes de apuntar al escenario. —Están esperando por ti —le dice a River. —Sí, dame un minuto. —Uno es todo lo que conseguirás, hermano —dice, caminando hacia el bar. Bell deja escapar un grito, aplaude y hace señas para que Xander vaya hacia ella. —¡Xander! ¡Ven aquí! —grita mientras se bebe un segundo trago de lo que creo que es tequila. Miro a River, curiosa, y él envuelve sus brazos a mí alrededor y me besa. —Te explicaré a mi familia después. —Alejándose, hace una equis sobre su corazón—. Lo prometo. Dándole una pequeña sonrisa, me inclino para besarlo de nuevo. Los tambores resuenan en la habitación y las palabras: “Probando, probando. Uno, dos, tres”, suenan a través del bar. Mirando hacia el escenario veo a Nix en el micrófono y luego lo oigo decir: —Chico enamorado, tu presencia es necesaria en el escenario. River sacude su cabeza. —Ven y siéntate aquí —dice, guiándome hacia la mesa alta al final de la pista de baile—. ¿Quieres algo diferente para beber? —pregunta mientras saca un taburete del bar para que me siente. —Estoy bien, chico enamorado —bromeo mientras saco mi chaqueta porque hace mucho calor aquí. Él me la quita y la coloca en la parte posterior de la silla. Cuelgo mi bolso del espaldar y sonrío mientras lo empujo hacia el escenario—. Gracias, amable señor. Ahora ve y canta algo, ¿quieres? Estoy impaciente, sabes. Nunca te he visto con la banda, y tengo ganas de hacerlo. —¿Ganas de hacerlo, eh? —Me guiña mientras me besa por última vez y se gira para irse. Lo veo caminar hacia el escenario. Está usando sus jeans de marca gastados y una camiseta blanca. Echo un vistazo a su trasero cuando se gira para recoger su guitarra y me atrapa. Sacude la cabeza y su boca se convierte en una sonrisa malvada mientras me guiña. Le guiño de vuelta y me río. Estoy acostumbrada a que me atrapen, por lo que no me da vergüenza. Continúo mirándolo caminar en el escenario. Toma su chaqueta y la tira a un lado y luego camina hacia la base del micrófono. Sopla un par de veces y nuestros ojos se cruzan. Maldición, desearía tener mi cámara. Es tan increíblemente fotogénico y me encantaría conseguir algunas fotos de él en el escenario, aquí donde está en su elemento, tan relajado y cómodo. Comienza a cantar algunas notas, y puedo decir que es bastante informal y definitivamente más como un ensayo y menos como un espectáculo porque no hay introducciones. Algunas personas se detienen y miran mientras que otros, que probablemente estén acostumbrados a los ensayos, continúan con sus conversaciones. Una vez que la canción comienza, no puedo apartar mis ojos de él. Es una de su viejo álbum, pero realmente me gusta verlo cantar y envía escalofríos por mi espalda. Está tan serio y parece estar perdido en la canción. No estoy segura de cómo describir lo que siento, pero mi cabeza comienza a girar y la piel de gallina me cubre de la cabeza a los pies. Es una sensación realmente agradable y me hace sentir entumecida. Ni siquiera puedo levantar mi copa porque creo que he perdido la fuerza en mis dedos. Esta es una sensación que nunca he experimentado. Es extraño pero increíblemente relajante y calmante. No quiero que la canción acabe, pero cuando lo hace, lentamente recuerdo la compostura y coloco mi pulgar hacia arriba. Me guiña otra vez y se gira para hablar con Garret. Por fin soy capaz de disfrutar la bebida que Bell me pasó antes, cuando ella se acerca y se sienta a mi lado. Dándome una bebida helada azul, dice: —Hasta el fondo. —Luego choca su copa con la mía. Es una interesante mezcla de arándanos azules y rojos, como que me gusta. —¿Y esto sería? —pregunto después de beber un trago de tamaño saludable. —No tengo idea. Le acabo de decir a Tate que amo los arándanos rojos y azules y esto es lo que hizo para nosotras. —¿Tate? —El barman, y mi gran amigo. —Guiña, y mira a un hombre de gran tamaño detrás del bar que está mirándonos. No estoy segura de cómo responderle, así que señalo mi bebida y le muestro el pulgar a Tate. Me sonríe y luego le articula a Bell: —¿Te gusta? —Discúlpame —dice mientras se levanta de la mesa—. Solo quiero darle las gracias correctamente. Volveré en un rato más para un poco de charla de chicas. Miro el escenario y veo a River mirándome. Desde que estoy mostrándole pulgares a todos, le subo el pulgar mientras ajusta el soporte del micrófono y pone su guitarra al hombro. Sacudiendo la cabeza, sonríe antes de girarse a hablar con la banda y con Xander. Mirando hacia el bar, veo a Bell inclinada, coqueteando con Tate. Me pregunto si es su novio o solo su novio de bar, pero no puedo decidirme. Luego veo sacar su bebida del bar antes de poner un pie en la habitación llamada “Salón de billar”, Tate la sigue rápidamente. Después de ser testigo de ese pequeño intercambio, supongo que es novio. Mirando otra vez el escenario, River comienza a cantar una canción que conozco muy bien. Es la canción que me dijo que escribió sobre mí. Sus ojos encuentran los míos mientras canta las letras de la canción Once in a Lifetime y cuando llega al coro, cierra los ojos. Después de terminar mi bebida de arándonos, vuelvo a la Cranberry Crown. Estoy escuchando atentamente como canta River. Amo el sonido de su voz áspera pero suave. Cerrando mis ojos, me concentro en escucharlo. El sonido de una botella sobre la mesa me hace abrirlos y me siento un poco mareada por un segundo. Sé que tengo que ir más despacio, soy un peso ligero y después de haber cenado temprano, no tengo mucha comida en mi estómago ahora para absorber la potencia de las bebidas de Tate. La canción termina y River se levanta la camisa para limpiar el sudor de su cara. Al levantar la camisa, expone su saludable y firme estómago, y no soy la única que se fija. Las chicas del bar están gritando, y estoy debatiendo entre hacer lo mismo o simplemente correr hasta allí y bajarlo del escenario. Elijo la primera. Me mira cuando deja caer su camisa y me guiña. Dejo de gritar cuando Xander se sienta a mi lado. Pone una botella de Black Label Patron en la mesa y añade dos vasos pequeños. Al observarlo más de cerca, me doy cuenta de que sus ojos son un tono verde más claro que los de River, pero tienen la misma mandíbula y labios carnosos. Su cabello es más corto y mucho más ordenado, seguro que es por los productos para el cabello. Es solo un poco más bajo y amplio que River. Me sonríe, pero su sonrisa no toca sus fríos ojos verdes. —He escuchado un montón sobre ti. No estoy segura de por qué parece que no le gusto, pero de todos modos le sonrío cordialmente. —He escuchado un montón sobre ti, también. Sirviendo dos tragos, desliza uno, pero no todo el camino. Mira el escenario, a su hermano, y a los otros miembros de la banda. Me da la sensación de que está evitando mirarme, pero se las arregla para decir: —Tú eres la razón por la que River no contestó el teléfono todo el fin de semana. La música se detiene y los tres compañeros de banda dan un paso al lado para discutir algo. River apunta a los acordes de su guitarra acústica y Nix está apuntando las cuerdas de su guitarra eléctrica. Garrett está mitad asintiendo, mitad negando. —Estarán así por un rato —dice Xander, acomodándose en su silla. Empuja el vaso delante de mí, y lo miro a punto de decirle no gracias, cuando una malvada sonrisa aparece en su rostro. —¿Bebes conmigo, Musa? Miro a River, pero sigue hablando con Nix. Sin decir otra palabra, Xander se lame el dedo índice y lo frota en la sal. Hace un gesto para que yo haga lo mismo. Entonces, decidiendo que un trago solo puede ayudar a calmar el malestar que siento con su presencia, sumerjo mi dedo en el Patron, mojo mi muñeca y la cubro con sal. Lamo la sal, y rápidamente tomo el tequila y agarro una rodaja de limón. Él hace lo mismo. Cuando toma dos tragos más, esta vez pone el vaso delante de mí. —¿Otro? —¿Qué estamos bebiendo? —¡Vida! —Está bien, vida, beberé eso. —Luego, cuando hace lo mismo que yo, pregunto—: ¿Qué pasa con el nombre Musa? No responde mientras inclina su cabeza hacia atrás y bebe su Black Label sin siquiera brindar. Hago lo mismo, pero cuando coloco mi vaso pregunto otra cosa. —¿He hecho algo para ofenderte en la vida? —pregunto, haciendo hincapié en la palabra vida. Los acordes de la guitarra se están reproduciendo pero la banda nos da la espalda, al parecer todavía en disputa. Después de servir una tercera ronda, se inclina aún más hacia atrás en su silla. —Por dónde debo comenzar —dice, haciendo girar su vaso sobre la mesa, provocando que algo del líquido se derrame—. Vamos a ver… en primer lugar, estoy un poco enojado con mi hermano en este momento. Tenía una entrevista en la radio el domingo por la mañana aquí en LA y no fue. Xander me mira directamente por primera vez desde que se sentó. En realidad, parece más irritado conmigo que con su hermano mientras continúa: —Lo llamé todo el jodido fin de semana y nunca respondió el jodido teléfono hasta hoy. —Lo siento. No lo sabía —digo, no tengo ni idea de por qué me estoy disculpando. Miro a River, que ha comenzado a tocar otra vez, pero sigue girado hacia Nix. Está cantando una canción que nunca he oído. —¿Sabes qué? —pregunta, pero no respondo porque parece una pregunta malintencionada. Continúa de todos modos—: Eso ni siquiera es realmente lo que me molesta. —Bebe otro trago, esta vez sin echar la cabeza hacia atrás y vuelve a llenar el vaso. Bebo mi trago también, obligando a bajar la bilis que viene por mi garganta y sé que tengo que parar. —Así que, ¿qué es lo que te molesta, Xander? —digo, con frialdad. He tenido suficiente de esta mierda. —Tú —dice, sin apartar sus ojos de los míos. —¡Yo! ¿Qué te he hecho? —¿No sabes qué? ¿No te lo dijo? No, por supuesto que no —dice con ironía, tirándome un cuarto trago. River se da vuelta y me mira con preocupación. Le doy una pequeña sonrisa y vuelvo a mirar a Xander. Él está tocando su guitarra ahora, pero no tengo idea de lo que está cantando porque no estoy escuchando las palabras. El alcohol fluye por mis venas y mi juicio está un poco más que apagado. Le doy a Xander una mirada calculada y empujo el vaso de vuelta a él como si dijera lo suficiente y no solo me refiero al alcohol. Sus juegos se tienen que detener. —¿Sabes qué? —Puedo ver en sus ojos que está más que borracho. Inclinándose, se gira para enfrentarme pero yo me alejo—. Deberías sentirte alagada porque te llame Musa. De hecho, me he referido a ti de esa manera por mucho tiempo. Suspirando profundamente, mira a River por un momento y luego continúa: —Esa canción que escribió sobre ti es la razón por la que la banda tiene éxito hoy en día, tú eres su musa. —Él me dijo eso —digo, sintiendo la necesidad de defendernos. Honestamente no tengo idea de dónde viene su ira. Me mira con irritación y dice: —No. No es acerca de la canción. Lo dice como si yo fuera una idiota. —¿Entonces, qué? —pregunto, a pesar de que necesito excusarme para ir al baño. Me pongo de pie, y la habitación comienza a girar. Resopla mientras responde: —River trajo a Bell al bar la primera noche que lo conociste. En lugar de llevarla a casa, me pidió a mí que lo hiciera para poder quedarse y hablar contigo. Ella estaba apurada para encontrarse con algún tipo en su apartamento, y yo no estaba listo para irme así que mi hermana se fue sin mí. —Su tono triste me lleva de vuelta a la conversación. Me mira, como si le molestara que me hubiera levantado. Rápidamente me vuelvo a sentar y continúa: —Me distraía con facilidad en aquel entonces y me detuve a hablar con alguien, y antes de saberlo, ella se había ido con un amigo. Cuando River me miró aún en el bar sin ninguna señal de Bell, trató de llamarla. Ella no contestó y estaba muy preocupado, así que fue a su apartamento. No estaba en casa, así que me llamó y me preguntó dónde podría estar. Le dije que tratara en la casa de mi fraternidad, y pensé que lo había hecho. Antes de escuchar de él de nuevo, recibí una llamada de mi madre. Mientras representa la escena, sé lo que viene. No va a ser bueno. Nuestros ojos se traban y ninguno de nosotros parpadea hasta que finalmente los aparta. —El amigo que la llevó, estaba borracho y se pasó una luz roja. Su pequeño auto fue golpeado por un todoterreno. El amigo de Bell murió instantáneamente y ella pasó recuperándose seis meses en el hospital. El trauma del accidente le afectó tanto que no se preocupó más por la escuela. Perdió su impulso y nunca lo recuperó. Mi boca cuelga abierta y sacudo la cabeza, diciéndome que solo es ficción, que es inventado; no es real. Mis desenfocados ojos se estrechan por la sombría expresión de Xander, y veo la verdad. Mi bilis sube por mi garganta y sé que voy a perderlo. ¡Me culpa! ¿Me culpa River? ¿Me culpa su familia? —Lo siento —digo por segunda vez esta noche. Estoy paralizada por sus palabras, pegada a mi asiento. Él ignora mis disculpas y continúa: —Desde que puedo recordar, Bell siempre quiso ser doctora. Especialmente desde que nuestro padre murió. No quería nada más que salvar gente. Pero, debido al accidente, no pudo tomar ese camino. Así que en vez de ser doctora, trabaja para mí como mi asistente. Se emborracha la mayoría de las noches y nunca habla sobre la vida que debería haber tenido. —Entonces, apurando otro trago, aclara su garganta—. Así que, Dahlia, ¿puedes ver mi problema contigo ahora? —Señala a River y dice claramente—: Eres la única chica que alguna vez quiso buscar o incluso se molestó en buscar, siempre, y ni siquiera te quedaste esa noche. ¿Por qué? Dime por qué. Girándome hacia el escenario, veo el ceño fruncido de River. Sus ojos miran furiosamente a su hermano. Ver su expresión hace que mi cuerpo tiemble, y las lágrimas llenan mis ojos mientras aparto la mirada. No conozco a Bell, pero mi corazón duele por ella y por mí. ¿Cómo puedo comenzar una relación con alguien bajo circunstancias como estas? Me pongo de pie de nuevo, tambaleándome ligeramente, y tropiezo mientras agarro la mesa para equilibrarme. Necesito salir de esta situación, pero Xander no ha terminado. Casi alegremente, agrega: —Y ahora, veo a mi hermano esta noche, más contento de lo que lo he visto en un largo tiempo. Así que de nuevo, quiero saber por qué te fuiste esa noche. Es evidente que hay algo entre ustedes dos. Podía oírlo en su voz cuando me habló hoy. —Su pregunta finaliza y entonces lanza el puñal—. Si solo te hubieras quedado… Agarro el tequila que se había servido para él del centro de la mesa y lo bebo. Esperando que el rápido trago del molesto líquido adormecedor me diera la capacidad de librarme de este infierno. Entonces, finalmente capaz de ponerme de pie sin tropezar, le doy a River una última mirada antes de alejarme de esta incómoda situación. Me siento enferma y necesito salir de aquí. Él para de cantar y rápidamente saca la correa de la guitarra de su hombro. Sé que Xander debe estar bastante cerca de ser un borracho bullicioso, pero me sorprendo cuando repentinamente agarra mi brazo desnudo, impidiéndome alejarme. Con sus ojos quemando dentro de mí, dice: —¿Has tenido suficiente? Porque hay más que decir. —Discúlpame. Tengo que usar el baño —me las arreglo para decir, incapaz de escuchar otra palabra. Voy al baño sin mirar a River de nuevo. Apenas llego al baño, me arrodillo en el suelo, levantado el asiento y trato de no apoyar la cabeza contra este. La habitación está girando mientras vomito dentro del inodoro. Cuando creo que mi estómago está finalmente vacío, me siento sobre mis talones por un minuto, controlándome. Una vez que las vueltas a mí alrededor se detienen, me pongo de pie y hago mi camino hacia el lavabo, para conseguir el agua fría que desesperadamente necesito. Inclinándome en el tope, con la cabeza hacia abajo sobre el lavabo, mis sentidos comienzan a regresar. Me pregunto por qué River no me dijo todo sobre él y cómo posiblemente podía pensar que esta información no nos afectaría. Su hermano alberga resentimiento hacia mí y estoy segura que su familia también. Oyendo la puerta abrirse, ya sé quién es. Mientras me fijo en el espejo y veo su reflejo, todo lo que puedo hacer es llorar descontroladamente. Acercándose a mí, me da la vuelta y toma mi rostro con ambas manos. Mira dentro de mis ojos, ignorante de lo que sé. —Dahlia, ¿estás bien? ¿Estás enferma? ¿Sucedió algo con Xander? — pregunta sin darme ninguna pausa para responder. La preocupación está clara en su voz. Niego con la cabeza, a pesar de que es un sí. No estoy llorando porque estoy enferma. Estoy llorando porque podría muy bien ser la causa de que la vida de alguien cambiara drásticamente. —¿Por qué no me lo dijiste? —susurro roncamente, mientras trato de dejar de llorar. —¿Decirte qué? ¿De qué estás hablando? —pregunta, sin saber que su hermano básicamente me dijo que soy la responsable de echar a perder la vida de su hermana. —¡De tu hermana! —digo, sorprendida por la dureza en mi propia voz. —¡Cristo! ¿Qué demo…? —comienza a decir. Con su rostro tan cerca del mío, estoy segura que puede oler el alcohol mezclado con vomito en mi respiración. Antes de poder decir algo más, la puerta del baño se abre y Xander está de pie allí. River se da vuelta, pero él no se mueve hacia nosotros. Se queda en la entrada, balanceándose ligeramente, esforzándose para poder equilibrarse en su estado de ebriedad. Sorprendiéndome con su habilidad para articular sus palabras en su estado, me mira directamente. —Siento haber sido el único en decirte, pero tenías que saber. Los ojos se River se estrecharon sobre Xander. —¿Qué demonios le dijiste? Normalmente no creo conflictos, así que me siento sorprendida por la hostilidad que River está enviado a su hermano. —No era un juramento tácito de secreto, y ella necesitaba saber — respondió en un tono mucho más humilde del que ha tenido toda la noche. Mi estado de ebriedad se está evaporando rápidamente mientras miro a Xander sin expresión, quizás un poco confundida. Estaba tan molesto conmigo antes, ¿y ahora se estaba disculpando? El rostro de River está pálido mientras me mira, comprendiendo lo que Xander me ha dicho. Corriendo sus dedos por su cabello, da un paso cerca de Xander mientras él continúa con su explicación. —Lo que te dije sobre Bell, esos son mis demonios. Solo quería culpar a alguien más por una vez y allí estabas después de todos estos años. River está mucho más cerca de Xander ahora y con enojo en su voz, dice: —Solo cállate, Xander. Cierra la boca. —Lo siento, hombre, pero ella tenía que saber. River golpea su puño en la puerta del baño, muy cerca de Xander. —¡No te correspondía a ti decirle! Él ni siquiera se inmutó por el golpe de River. Acercándose un paso más, Xander dice: —Tienes razón, River, y sé que no me creerás, pero quiero que seas feliz. Sé que crees que acabas de conocer a esta chica, pero la has conocido por un buen tiempo. Sé cómo eres. No quiero que jodas esto solo por tu necesidad de proteger a todas las mujeres, porque… Parecía que Xander había golpeado un nervio, porque River le cortó antes de que pudiese terminar su opinión. —Crees que no sé qué albergas culpa por lo de Bell. ¡Lo hago! Pero es tu culpa, no la mía. Dejé ir la mía hace mucho tiempo. Bell está feliz con su vida. Eres tú el que no está feliz con su vida y en cuanto a ver mis necesidades, te equivocas. Estoy viendo como estos dos hermanos se destrozan el uno al otro por su hermana. Es tan desgarrador y reconfortante que la amen tanto para preocuparse tan profundamente. Titubeando con más que decir, Xander sacude la cabeza, apuntando con su dedo a River. —Crees que no sé qué ocultas tu propia culpa dentro. Puedes pretender que estás feliz con el resultado de la vida de Bell, pero sé que no es así. —Entonces sonríe tristemente mientras dice—: No eres el único que debería sentir culpa. Hace mucho tiempo me lo pediste, no, ni siquiera lo hiciste, te dije que llevaría a Bell a casa así podías encontrar a esta chica —dice, apuntándome y continuando—: No lo hiciste entonces, pero lo hiciste ahora, así que no dejes que Bell o yo, o cualquier otra persona, joda esto por ti, pero sobre todo, no lo jodas tú mismo. El dolor destella dentro de mí ante las palabras de Xander. ¿Realmente soy la culpable del accidente de su hermana? ¿Debería haberle dicho la verdad a River cuando lo conocí? ¿Podría haberme quedado y decirle la verdad sobre Ben? ¿Habría importado? Mi cabeza está girando y me siento enferma de nuevo. Xander sonríe tristemente, sus ojos vidriosos mientras mira de su hermano hacia mí. —Dahlia, una vez más, lo siento. Ha sido un día de mierda y me desquité contigo. —Luego mira de regreso a River y pone su mano en su hombro, pero River se aleja. —Hermano, te llamaré mañana. —Y con eso, gira y nos deja en el baño. River camina hacia mí mientras lágrimas llenan mis ojos de nuevo. Pasando mis dedos por debajo de mis ojos, arrugo la frente y aprieto los labios. —Deberías hacer sido tú el que me lo dijera, no él —grito, apuntando a la puerta, no enojada, más porque estoy molesta. Se detiene delante de mí y traga. Exhalando una temblorosa respiración, mira dentro de mis ojos y suavemente acuna mis mejillas antes de susurrar: —Dahlia, así no era como quería que nuestra relación comenzara. — Pero me aparté antes de que pudiese terminar. No quiero su toque o su encanto para nublar mi juicio, teniendo en cuenta la información que acabo de obtener. Miro directamente a sus ojos mientras se encoge por mi repentino movimiento. Están confusos ahora, sin brillo. —River —digo un poco más suave, sintiendo la necesidad de asegurarle que una omisión, aún es una mentira—. No quería que nuestra relación comenzara así tampoco, pero ocultando las cosas de mí… No puedo, no estaré en una relación como esta, pero qué es más… ¿qué significa esto para nosotros? —me las arreglo para decir, sintiéndome mal por el significado por debajo de mis palabras antes de que incluso salgan. Pero una mentira es una mentira, sin importar el por qué la dijo, o por qué lo ocultó. Lo sé bien. Lo experimenté con Ben solo una vez, y casi terminó nuestra relación. Pero ahora, con River, parece que estoy más preocupada por lo que este secreto haría a nuestra relación, que el auténtico secreto en sí. Él está de pie, sacudiendo la cabeza. —Iba a decirte, pero no había llegado el momento adecuado. Apartando mis ojos de él, con una temblorosa respiración, me las arreglo para decir: —Necesito un poco de aire. Paso junto a él, atravesando el tenuemente iluminado bar, y salgo a la frescura de la noche. Hay una brisa fría en el aire, enviando un escalofrío a mi espina dorsal. Mientras camino a ninguna parte, sé que esta vez el temblor no es por su toque. En lugar de eso, es por el secreto que me ocultó. Es por el frío de la noche. Sigue habiendo mucha gente caminando por las pintorescas calles que lánguidamente recorrimos cuando llegamos, pero la felicidad que sentí en aquel momento se ha ido. La gente parece estar más apresurada también. Están apiñándose juntos, casi corriendo dentro y fuera de los muchos bares y restaurantes que bordean la calle. Noviembre en California no es normalmente tan frío, pero la humedad parece advertir la inminente lluvia. Levantando la vista, con la esperanza de ver alguna luz, encontrar algunas respuestas, todo lo que veo son gruesas nubes cubriendo cualquier estrella que podría haber visto. Solo permiten entrever el escaso brillo de la media luna, sin proveer ninguna guía. Mirando al frente en vez de arriba, porque sé que no encontraré ninguna respuesta en el cielo esta noche, continúo caminando, abrazando fuertemente mi cuerpo para mantenerme tibia, preguntándome por qué mi vida tiene que ser tan complicada. —Aquí, póntela —dice él, quitándose su chaqueta y envolviéndola alrededor de mis hombros desnudos. Camina cerca de mí, pero sin tocarme—. Si quieres ir a casa, el auto está hacia el otro lado. —Tal vez no estoy tan sobria cómo había pensado. Deteniéndome, me giro para mirarlo. Estamos cara a cara. Con lágrimas en los ojos, digo las palabras que realmente no quiero decir, pero sé que tengo que hacerlo. —River, creo que es hora de que regrese a casa. Desplomándose, cierra los ojos y susurra: —No así. No antes de que hayamos hablado sobre todo. Mi corazón se rompe mientras lo miro, pero sé que tengo que irme. —Necesito algún tiempo para pensar, River. No puedo hacer eso aquí. Sus ojos chocan con los míos, y su voz se rompe, furiosa. —Lo que le sucedió a mi hermana no tiene nada que ver con nosotros. Irte a casa a pensar, no va a cambiar nada o incluso hacer que lo entiendas. Mirándolo, lo escucho pero elijo ignorar sus palabras. Necesito tiempo para pensar y no lo haré en mi estado de ebriedad. —Puedo llamar a Aerie o Serena para que vengan a recogerme si no quieres llevarme a casa. —Entonces, recordando que no había llevado mi celular, pregunto—: ¿Puedo usar tu celular? River se quiebra, ignorando mi petición. Su voz sube tan alto como nunca me ha hablado antes. —Dahlia, ¿me estás escuchando? Esa mierda que sucedió adentro, esa es la vida de Xander. —Moviendo su dedo de entre nosotros, continúa—: No voy a dejar que un error en el curso de eventos de alguien, cambie eso. —Agarrando mis hombros con sus manos, dice—: No puedes solo decir que te irás. No puedes dejarme de nuevo. Me salgo de su agarre y me balanceo ligeramente mientras me alejo un paso. —Ese es el punto, River, no estoy dejándote de nuevo. Nunca te dejé cinco años atrás porque no estaba contigo. —Lágrimas se deslizan descontroladamente por mi rostro, mis dientes están castañeando, y estoy congelada, pero continúo con lo que debo decir—: Conocí a un chico en un bar y estaba atraída hacia él y antes de que las cosas se salieran de control, me fui. Ahora descubro que algún inmencionable horror le ocurrió a tu familia debido a mis acciones ¿y tú crees que estaremos bien? Se encoge ante mi tono pero tiernamente pone sus brazos en mis hombros. Agachándose, así nuestros ojos están al mismo nivel, dice: —Eso es lo que estoy tratando de decirte. No es así. Con total honestidad, digo: —Es solo que no sé si puedo hacer esto. Esta cosa que tenemos es mucho más complicada que dos personas que están increíblemente atraídas la una de la otra. Tu hermano se va a volver loco teniéndome aquí. ¿Sabe tu hermana algo de esto? ¡Y tu madre! ¿Qué va a decir? —¡Dahlia! ¡Escúchame! —dice, pero no lo hago. No puedo. No quiero que mi corazón se rompa de nuevo, así que giro y comienzo a caminar en dirección a su auto mientras él mantiene mi ritmo. Camino por la acera sorprendentemente bien considerando lo nublado que se siente mi cerebro. El aire y la vida están siendo aspiradas de mí, convirtiéndose en vacío. Ninguno de nosotros dice otra palabra. Cuando llegamos al estacionamiento, solo quiero sentir la felicidad una vez más, pero no creo que pueda. Con todo mi cuerpo temblando, me subo al auto y espero que se siente. Tomando sus frías mejillas, lo miro y veo que está temblando también. Con lágrimas en mis ojos y tristeza en mi voz, le digo cómo me he sentido desde que Xander me dijo de su hermana. —Aquí está la cosa, River, ya he perdido a alguien que amaba, y casi me mató. Lo que siento por ti es mucho más de lo que esperaba, y sé que si me quedo aquí contigo y comienzo a vivir de nuevo, no sobreviviré si te pierdo. Y perderte es inevitable. No podemos estar juntos si tu familia me culpa por el accidente de tu hermana. Al final, será nuestra perdición. Sacudiendo su cabeza, agarra mis mejillas y me fuerza a mirarlo. —De eso se trata, Dahlia. Nadie te culpa. Bell está feliz. Nuestra familia es feliz. Es Xander quien no puede aceptar lo que sucedió. Y para responder tu pregunta, sí, mi familia sabe sobre lo que sucedió y lo que sucede ahora, y están felices por mí, por nosotros. —Sus ojos están vidriosos sostiene mi mirada entonces se inclina y me besa. Con ese beso, siento el aire regresar a mis pulmones y la vida también. Me alejo de sus suaves labios, confundida en mi actual estado de molestia. No sé qué hacer, pero siento que esta noche ha sido como una revisión de la realidad. —Te creo, pero es tiempo para dejar de jugar a las casitas contigo. Tengo que ir a casa mañana. —Dalhia —dice, su tono es tan oscuro y triste como el lugar en que he vivido durante los últimos dos años antes de conocerlo—. Un día, si cambias de opinión… solo sé que siempre serás mi única vez en la vida. Presiona besos en mi frente y nariz, y luego se da la vuelta, me deja en la puerta principal de la casa que compartí con Ben durante tantos años. La casa que ahora está vacía es la casa en la que, una vez más, estaré sola. El miedo comienza a bajar a raudales por mi cuerpo, y no solo por estar sola, sino por estar sin él. ¿Estaba equivocada en mi decisión? ¿Acaso no me dijo por nosotros? ¿Podemos superar esto? Mis preguntas no importan porque es demasiado tarde. Ya he dicho cosas que no debería. Tomé la decisión de terminar con nosotros. —No me dejes —le grito mientras camina por el sendero que conduce a otra vida. Girando y mirándome por encima del hombro, sus ojos ya no brillan su perfecta sombra de verde, sino que están nublados, brumosos, incluso. —No lo estoy haciendo —dice mientras sigue caminando—. Me dejaste, chica hermosa. Las lágrimas caen por mi cara mientras lo dejo ir, y él se desvanece en el horizonte. Al despertar, mi cuerpo se retuerce en las hojas, y mis puños embragan en las almohadas. —Carajo —murmuro para mí mientras el alivio lava a través de mí mientras me doy cuenta que era solo un sueño. No, no era un sueño, era una pesadilla. Estirándome, no hay nadie que me abrace. Me duele no tenerlo aquí conmigo. Despertarme con él a mi lado en los últimos días ha sido increíble y me siento vacía y sola en su habitación sin él. Lamiendo mis labios secos, levanto mi cabeza dolorida. —¿Qué hora es? —le pregunto a nadie más que a mí. Mi corazón todavía late con fuerza en mi pecho mientras me acerco a la mesa de noche y tomo mi teléfono, conectado en su cargador. La hora en la pantalla dice 11:48 am. ¿Cómo dormí hasta tan tarde? Nunca duermo pasada la salida del sol. Mientras configuro mi teléfono de vuelta, veo una botella de agua y dos aspirinas a un lado de la mesita de noche. Al oír el rugido del trueno y el aullido del viento afuera, con mucho gusto recojo el agua y la aspirina. La aspirina está ubicada en la parte superior de un Post-it amarillo, River debe haberlas encontrado en el mostrador donde rápidamente dejé mi bolso de mensajero ayer en busca de una pluma para firmar para las entregas. Sentándome, meto la aspirina en mi boca y bebo el agua con la esperanza de calmar la tormenta en mi cabeza. Mientras coloco la botella y el papel hacia abajo, me doy cuenta de algo escrito en el Post-it. Estirándome y haciendo una mueca ante su nota, echo un vistazo alrededor de la habitación. Las sábanas están clavadas en las puertas de cristal. Él debe haber hecho eso para que yo pudiera dormir. ¡Qué dulce! ¿Cómo podía ser tan amable conmigo después que fui tan perra anoche? Mierda, anoche. Recuerdo cada minuto de la horrible noche, cada minuto de nuestra conversación dolorosa, pero no me acuerdo de acostarme. Bajando la vista, me doy cuenta que solo estoy usando una de las camisetas de River y mis bragas. Debo haberme quedado inconsciente en el auto. ¿Me trajo adentro, me subió por las escaleras, y cambió mi ropa? Lo último que recuerdo haber dicho después de salir del garaje era que todavía quería que me llevara a casa, a mi casa, no a la suya, pero me habría gustado esperar hasta la mañana. Decidiendo que necesito encontrar a River y hablar de lo de anoche, me levanto con las piernas temblorosas y veo mi ropa en el suelo junto a la cama. Caminando al baño, me miro en el espejo. Eso no fue una buena decisión. Manchas de maquillaje en mi cara y mi cabello es una maraña de nudos por toda la laca. Realmente necesito una ducha, pero me conformo con lavarme la cara, cepillarme los dientes y tirar mi cabello en una coleta antes de ir a buscarlo. No tengo que ir muy lejos. Mientras camino por el pasillo oigo música suave siendo tocada en una guitarra. Me detengo en la puerta de entrada a la sala para llevarlo adentro. Él está sentado en el sofá en jeans y una camiseta blanca plana, descalzo, y su cabello está un poco más despeinado de lo habitual. Sus dedos están sosteniendo una púa de guitarra y está tocando una hermosa melodía mientras canta en voz baja una canción desconocida cuyas palabras no puedo escuchar. Tiene un cuaderno y un bolígrafo a su lado y está absorto en sus pensamientos. Me quedo allí un rato solo escuchando, mirando, pensando en lo increíblemente hermoso que es tanto dentro como por fuera, y lo triste que estoy al dejarlo. Decido ir tranquilamente a conseguir mi cámara en mi bolso en el dormitorio. Quiero capturar su perfecta imagen en este momento. Mientras vuelvo de puntillas y me quedo justo dentro de la sala de estar, mirándolo a través de mi lente, tomo unas cuantas fotos mientras está tocando. Está tan involucrado en su trabajo que ni siquiera se da cuenta o escucha el clic de la cámara. Cuando termina la canción, ajusta su guitarra en la pierna y se inclina sobre su cuaderno. Allí de pie, apoyada en la pared digo: —Eso fue hermoso. Me mira, pero la sonrisa feliz que suelo recibir de él al entrar en una habitación está ausente. —¿Qué canción fue esa? No la reconocí Apoyando su guitarra contra el sofá, dice tranquilamente: —Es algo en lo que estoy trabajando. Sorprendida por su actitud arrogante y desinterés evidente en la discusión de la canción, pregunto: —¿Conseguiste tu guitarra de regreso? Poniéndose de pie, mete las manos en los bolsillos delanteros y se encoge de hombros. —Sí, Xander la trajo por la mañana. —Entonces pregunta—: ¿Quieres café? Entro en la habitación y me dirijo a la cocina, mientras que digo: —Sí, puedo hacerlo sin embargo —Ya lo he hecho, te serviré una taza. —Gracias —le dije, poniendo mi cámara abajo y sentándome en el sofá, esperando que mi estómago revuelto se pueda contener con el café. —¿Cómo te sientes? —Bien. Tomé tu remedio. Creo que está funcionando. Lo veo caminar a la cocina, pero no se da la vuelta para agarrarme como usualmente lo hace. Una vez que está en la cocina, saca los vasos de papel que compramos en la tienda ayer y vierte dos tazas. Añade crema a la mía y sonrío. Regresa a la habitación y me entrega la taza. —¿Quieres que vaya a buscar algo de comer? —pregunta mientras tomo la taza, mirándolo fijamente. Por primera vez desde que lo conocí, no puedo leerlo. —Mierda no —le respondo agarrando mi estómago—. Espero que pueda mantener el café. Se ríe y puedo decir que el River que conozco está ahí en alguna parte. Regresa a donde estaba tocando su guitarra y se sienta. Bebiendo el café, lo miro. —¿Xander estaba bien? Rápidamente me mira y responde, —Sí. Parecía destrozado pero nada que un poco de sueño no curará. — Toma un sorbo de su café, y continúa—: Le pedí a Garrett que lo llevara a casa anoche. Supongo que se quedó a casa de Garrett y en su camino de regreso a Beverly Hills esta mañana se detuvieron para chequearte y dejar mi guitarra. —Señalando el bar, añade—: Y la chaqueta y el bolso. —Eso fue muy agradable. —Entonces me río un poco—. Mierda, ni siquiera recuerdo dejar mis cosas allí. Supongo que dado que me diste tu chaqueta, nunca pensé en la mía. Por lo menos mi bolso estaba todavía allí. Habría apestado tener que cancelar todo. Me doy cuenta que no se ríe de mi grosería como usualmente lo hace. En cambio, asiente hacia mí y luego dice en un tono muy plano: —Bueno tu mente estaba en otra parte. Hubiera tomado tus cosas cuando me detuve a hablar con Garrett, pero me olvidé que incluso estaban allí. Por lo menos yo agarré mi chaqueta o me habría congelado. Por alguna razón, toda la conversación parece tensa, incómoda, incluso, y tengo la sensación que es debido a mi comportamiento de anoche. Estoy segura que está inseguro por mis sentimientos y molesto por lo que dije. Necesitando rectificar la situación y enmendar mi mala leche con este hombre que ahora, en mi estado de sobriedad, creo de corazón que nunca tuvo intención de comportarse mal, me pongo de pie y camino hacia el bar. Coloco abajo mi café, giro y me muevo hacia él. Sus ojos barren mi cuerpo mientras me acerco a él. Siento como este pequeño movimiento de mi parte, un signo de perdón, ha puesto su mente tranquila y por la mirada en sus ojos, sé que él está de vuelta. Lágrimas pican mis ojos mientras me siento en su regazo. Sus brazos al instante me rodean y un suave suspiro se encuentra con mi oído. —Lo siento —lloro mientras echo mis brazos alrededor de él. Suspira de nuevo y me presiona a él con tanta fuerza como puede. Mi cabeza está en el hueco de su cuello e inhala antes de suspirar de nuevo. Cambia para que encaje perfectamente en su regazo, susurra en mi oído: —No tienes nada que lamentar. Lo siento, no te lo dije. Debería haberlo hecho. Retrocediendo, sorbo un poco y me limpio la nariz con el dorso de la mano. Él me da esa sonrisa que adoro luego me cambia para levantar su camisa y la utiliza para limpiar mis lágrimas y mi nariz. Descansando la frente en la suya pregunto: —¿Tu familia está bien conmigo, con todo lo que pasó? Ahuecando mis mejillas, asiente. Su rostro es ahora el epítome de la seriedad y tristeza combinadas. —El accidente no tuvo absolutamente nada que ver contigo, Dahlia. Llámalo coincidencia. Digamos que es una mala decisión. Pero, Bell entrando en ese auto podría haber ocurrido incluso si yo fui el que dije que iba a llevarla a su casa. Ella estaba decidida a encontrarse con un chico en su casa y no iba a esperar. Sus ojos brillan con los míos, llenos de preocupación, mientras continúo escuchando. —La dejé esa noche y me fui directamente a su casa. Cuando llegué allí, nadie estaba esperándola. —Nadie —le digo, triste porque su hermana se fue con la esperanza de conocer a alguien que, obviamente, no se presentó. Sacudiendo la cabeza, mueve su mano a mi cabeza y tira de mi banda elástica. —Si te duele la cabeza, no necesitas esto tirando de ella —dice sacudiendo la banda al suelo antes de continuar—. Quién sabe lo que pasó con el chico de la fraternidad, pero él no estaba allí esperándola. Nunca se molestó en visitarla y nunca la conoció. Después del accidente ella nunca lo volvió a mencionar. Apretando la mandíbula, escupió: —Y me alegro que ella nunca lo hiciera. Lo habría matado. —Bajando la cabeza, relaja la mandíbula—. Un tipo planeando conocer a una chica en su casa tan tarde después de salir con sus amigos simplemente no está bien. Ni siquiera supimos todo eso hasta después. Desenredándome de él comienzo a decir algo. —¿Qué quieres decir con todo…? Él pone su dedo sobre mis labios para callarme. —No importa, en realidad no es asunto mío de todos modo. — Agarrando mí barbilla, dice—: Todo eso no tiene nada que ver con nosotros, pero todavía siento no habértelo dicho. No quiero que esto nos afecte sin embargo. ¿Entiendes? Asintiendo con la cabeza, sintiéndome exhausta emocionalmente, digo: —River, entiendo, y está bien, pero todavía tengo que ir a casa. No puedo quedarme por tiempo indefinido. Su hermoso rostro se ve tan triste mientras exhala profundamente y dice: —Lo que tú quieras, pero te ves cansada. Al menos ¿podemos irnos mañana? Asiento, porque estoy agotada, lo sostengo fuertemente, inhalando su aroma y amando su cálido abrazo. —Solo si somos capaces de tomar una siesta. —Acurrucándome en su cuello agrego—: Me encanta dormir mientras está lloviendo. Él se aleja y me besa la nariz. —A mí también —dice, y luego me lleva de vuelta a su habitación. Su habitación está un poco oscura cuando abro los ojos. La lluvia sigue golpeando fuera, pero me acurruco en el pecho de River, estoy tranquila y en paz. La sábana y la única manta se enredan alrededor de nosotros y él está ligeramente frotando sus pulgares sobre el trozo de piel desnuda entre mi cuello y mi hombro. Está despierto antes que yo por segunda vez en el día. Levantando la cabeza, sonrío al ver su cara adorable. Está tendido justo a mi lado derecho y me fundo en sus brazos. La tenue luz se filtra a través de una abertura en las sábanas que todavía están colgando en las puertas de cristal reflejándose en sus ojos brillantes, por lo que brillan. Sonriendo, pregunta: —¿Te sientes mejor? Asiento con la cabeza y la pongo directamente en su pecho y respondo: —Mucho. —Bueno —dice, besando la parte superior de mi cabeza y envolviendo sus brazos alrededor de mí. Tengo que usar el baño, así que deslizo mi cuerpo bajo su camisa y jeans y me bajo de la cama. —¿A dónde vas? —Al baño. ¿Necesitas agua mientras estoy despierta? —No, estoy bien, solo quiero que regreses aquí conmigo chica soñolienta. Riendo mientras salgo de la habitación, me dirijo al baño, giro y pregunto: —¿Cuál era la canción que estabas tocando antes? —¿Qué canción? —dice, mirándome como yo siempre lo miro. Girándome completamente, me detengo en el borde del baño, me muerdo el labio y respondo: —Tú sabes, la que rápidamente dejaste de cantar cuando entré en la habitación. Por la que te pregunté y tú dijiste que estabas trabajando. Sentándose y estirándose, con su cuerpo glorioso ahora a la vista, dice: —No es que dejé de trabajar en ella cuando entraste en la habitación. —Entonces levantándose, añade—: Solo quiero terminarla antes de que la oigas. —¿Qué pasa si quiero oírla ahora? —lo desafío mientras rápidamente giro de nuevo a cerrar la puerta del baño. —Bueno, eso dependería —dice en voz alta lo suficiente para que yo pueda oírlo a través de las paredes. Luego añade—: Te conseguiré el agua. Cuando abro la puerta del baño está de pie allí, el agua en una mano y la guitarra en la otra. Levantando ambos artículos me entrega la botella de agua. Regreso mientras sigue bloqueando la puerta con su guitarra en el aire. —¿Sí? —Deja que me quede contigo unos días en tu casa, y tocaré la canción para ti, aunque no esté terminada —propone, deslizando su guitarra de nuevo bajo el brazo. Sorprendida por la pregunta, temblorosamente pregunto: —¿Quieres un trueque? —Amando la idea de pasar más tiempo juntos, pero no feliz acerca de traer a River a la casa que Ben y yo compartimos, lo miro fijamente. —Sí, un trueque… —empieza a decir, luego se detiene. Tirándome más cerca con la mano libre me besa—. ¿Sabes qué? No importa. Tal vez sintiendo donde está mi mente, o tal vez dudando de su idea, apunta a la cabecera de la cama. —¿Qué tal si te sientas allí, lejos de mí, así me puedo concentrar? Eres tan distractora —dice mientras me besa de nuevo. Invocando toda mi fuerza de voluntad para no tirarlo en el piso mientras su lengua se encuentra con la mía y presiona su cuerpo tan cerca de mí, me aparto de su boca y desfilo hacia la cama. —¡Eres tan mandón! Se ríe mientras me alejo. Mientras me siento en la cabecera de la cama, me cubro las piernas con mi camisa y envuelvo mis manos alrededor de mis rodillas. —Está bien ¿esto es menos distractor? —Sonrío, apoyando la barbilla en mis rodillas. —No realmente —dice riendo. —Bueno, es irrelevante de todos modos ya que prometiste un espectáculo. Negando con la cabeza hacia mí, él es tan jodidamente atractivo mientras se pavonea y se sienta a los pies de la cama. —No recuerdo una promesa. —Sonríe. Luego agrega—: Eso es otro tipo diferente de transacción. Le sonrío y me río. —Estoy dispuesta a pagar. —Le guiño un ojo antes de añadir—: Siempre y cuando el espectáculo esté a la altura de mis expectativas. Suavemente me sonríe y dice: —Espero que así sea. Colocando su guitarra en la pierna, coloca un brazo alrededor del cuello y otro sobre su cuerpo. —Esto es algo que escribí esta mañana para ti. Se llama Five. Comienza a tocar la misma melodía hermosa que escuché antes. Miro fijamente, hipnotizada por su emotividad. Mientras toca, los acordes vienen a la vida con concentración e intensidad. Él canta las dos primeras líneas de la canción y escucho. Sus letras resuenan inmediatamente en mi corazón. Puedo sentir mi corazón creciendo, aceptándolo como lo único que pertenece allí, el único que tiene la intención de mantenerlo. Mientras canta, se desliza más en su música. Las lágrimas están picando mis ojos a medida que desenrollo mis brazos de mis piernas. Él sigue cantando, perdido en su propia música, y sigo mirándolo, perdida en él, asombrada por él. Tal vez, ¿enamorada de él? Temblando de alegría y necesitando tocarlo, de envolverme en torno a él, de mostrarle que siento lo mismo, me arrastro hasta la cama mientras él canta su última línea. Tragándome las lágrimas, estoy abrumada por la emoción. Me escribió una canción de amor que me dice cómo se siente. Sentada a su lado, a los pies de la cama, estoy sin palabras por un momento. Las lágrimas que han estado brotando de mis ojos comienzan a deslizarse por mis mejillas mientras él pone su guitarra con suavidad en el suelo. Al abrir la boca para hablar, sin saber exactamente qué voy a decir, se acerca y ahueca suavemente mi rostro entre sus manos. Sacude mis lágrimas con sus pulgares. Se inclina, sus labios prácticamente tocando los míos. —¡Sh!… No tienes que decir nada. No estoy esperando que digas nada. Solo quiero que sepas como me siento. Lo mucho que significas para mí. Lo beso, serpenteando mis brazos alrededor de su cuello mientras se desplaza a la cama para darme la bienvenida. Cuando susurra en mi oído: —Dahlia, amo todo de ti. Sé en mi corazón que eres mi chica, tan asombrosa, tan divertida, tan preciosa. —Siento mi corazón golpeando y sé que está a punto de salirse de mi pecho. Giro la cabeza, miro sus ojos. Los mismos brillantes ojos verdes igual que la primera vez que lo vi. Pensé entonces lo que sé ahora, que si saltaba en ellos nunca nadaría hacía fuera. Ellos están diciéndome que son mi futuro. No puedo responder con palabras. No sé cómo. Así que cierro los ojos, sabiendo que puedo mostrarle cómo me siento. Lo beso cariñosamente. Abriendo mis labios, nuestras lenguas se encuentran y se exploran como si hubieran entrado en territorio desconocido y están buscando reclamarlo para ellas. Tiro un poco hacia atrás, y en broma chupo su labio inferior antes de mover la boca a su cuello. Deslizando mi lengua por su suave piel, planto suaves besos a lo largo del camino. Puedo sentir sus músculos tensos por la tela de su camiseta mientras poco a poco pero con firmeza, deslizo mis manos por su espalda. Cuando trazo mis uñas contra su piel, puedo escuchar un gruñido en su garganta. Mi deseo de hacer el amor con él es tan fuerte, puedo sentir mi corazón latir más rápido con cada segundo que pasa. River debe sentir lo mismo, porque en ese momento, se agarra de mis brazos y se presiona suavemente sobre mí, así que estoy acostada en la cama, mirando sus brillantes ojos verdes. Sus manos se mueven a las mías, enhebrando nuestros dedos mientras levanta ambos brazos por encima de mi cabeza mientras suavemente pasa su lengua por mis labios. Abro mi boca y dejo que su lengua entre mientras libera una de mis manos, pero rápidamente la agarra con la otra, manteniendo efectivamente mis brazos y codos doblados, restringidos por encima de mi cabeza. Todavía cerniéndose sobre mí, de rodillas en mis caderas, rompe el beso y desliza su boca a mi oreja. Mientras corre su mano libre a lo largo del brazo desde la muñeca hasta el hombro, susurra en el tono más sexy: —Te amo, Dahlia. Y quiero mostrarte cuanto. Mi cuerpo se estremece con anticipación mientras pasa sus dedos por la parte delantera de mi camisa, sobre uno de mis senos y luego el otro, mis pezones se endurecen con su contacto a través de la tela de mi ropa. Alcanzando el dobladillo de la camisa, poco a poco la tira por mi cuerpo, dejando al descubierto mi piel de gallina. Lame su labio inferior lentamente antes de agachar su cabeza mientras mueve mi camisa más arriba de mi caja torácica. Su lengua toca mi piel desnuda justo debajo de mis pechos y sigue el camino de mi camisa en mi cuerpo como si estuviera tratando de atraparla en una persecución. Una vez mis pechos están expuestos, su lengua bromea con mis pezones endurecidos, dando vueltas una y otra vez, y comienzo a gemir. Sigue sosteniendo mis manos sobre mi cabeza y no lo puedo tocar, aunque quiero tanto hacerlo. —River —murmuro, mis ojos medio cerrados mientras arqueo mi espalda ofreciendo a su boca un mejor acceso a mis adoloridos pechos—. Tengo que tocarte. —Pronto —susurra en respuesta. Y con eso, empuja mi camisa tan alto como sea posible, chupando mis dos senos, uno a la vez, como si fueran su línea de vida. Sus dedos están ligeramente rastreando patrones sobre mi vientre desnudo, y la sensación es increíble. Estoy tan excitada mientras me retuerzo bajo su tacto. Levantando su cabeza, River sonríe mientras lleva sus labios a los míos antes de soltar mis manos de su agarre. Nuestras lenguas se entrelazan en nuestras bocas, y mis brazos envuelven su cuerpo, tirando de él en un amoroso abrazo. Alejándose de mis labios, nos pone a ambos en una posición sentada. Sin decir una palabra, levanta la camisa sobre mi cabeza y la tira al suelo junto a la cama. Siguiendo su ejemplo, hago lo mismo con su camisa. A medida que toca el suelo, ya me pone de nuevo en la cama. Puedo decir que quiere tomar la iniciativa, y estoy muy feliz dejándole hacer precisamente eso. Cada una de sus caricias, cada mordisco es tan abrumadoramente sensual y me encanta. Quiero sentir todo. Inclinándose sobre mí, esta vez sin sujetar mis brazos, pone sus manos y rodillas a ambos lados de mi cuerpo, apoyando su peso. Mientras desliza su lengua suave en la parte delantera de mi cuerpo, mis manos viajan arriba y abajo de su espalda desnuda. Presionan la dureza de cada músculo bien definido que encuentro a lo largo del camino y deja escapar un profundo gemido. Continuando su viaje, roza su nariz a lo largo de mi piel y mete su lengua dentro y fuera de mi ombligo, lo que me hace retorcer. Al llegar al borde de mis bragas de encaje de seda negro, me doy cuenta de a dónde se dirige, y estoy abrumada por el deseo. Deslizando mis manos por la espalda de River, paso sus hombros y cuello, agarro puñados de su asombroso cabello entre mis dedos. Insto suavemente la cabeza hacia abajo, estimulando a su boca para llegar a su destino final. Conectando sus dedos índices en la banda de mi ropa interior en cada cadera, hace una pausa de un segundo antes de colocar sus labios entre mis piernas ligeramente entreabiertas. Cuando él suavemente besa mi punto más sensible a través de la tela de mis muy húmedas bragas, casi puedo ver las chispas volar de la sensación de su tacto. Me estoy poniendo más húmeda y lo deseo tanto. —Estás tan lista para mí, ¿no es así? —gruñe suavemente sobre mi piel mientras da un tirón de mis bragas, bajándolas más allá de mis rodillas hasta los tobillos, y las pateo hacia el suelo. —Oh Dios, lo estoy. —Me las arreglo para susurrar, mientras levanto mis caderas, ofreciéndome a él, mis manos planas sobre la cama por apoyo. Usando sus manos para abrir más mis piernas, chupa y mordisquea en la piel de la cara interna del muslo, arrastrando sus besos cada vez más cerca de mi centro resbaladizo dónde estoy tan ansiosamente esperando su contacto. Cuando finalmente acaricia mi sexo con la punta de la lengua, es el paraíso, y dejo escapar un profundo gemido. —Oh Dios, eso se siente tan bien. Por favor, no te detengas. Siento su boca convirtiéndose en una sonrisa atractiva, en respuesta a mis palabras mientras continúa dándome placer con su malvada lengua, sin levantar la cabeza de la tarea en cuestión. Arqueando las caderas lejos de la cama mientras una sacudida de placer pasa por mí, rechino con urgencia en su boca, sabiendo que estoy tan cerca del borde. Mientras mis músculos comienzan a apretar, la lengua de River me masajea con la cantidad justa de presión. Cuando chupa duro una última vez, no puedo aguantar más, mientras ondas de intenso y fiero placer ardiente ondulan a través de mi cuerpo. Grito su nombre una y otra vez en éxtasis mientras su lengua sigue acariciándome, prolongando el paseo increíblemente maravilloso. Mientras mi viaje celestial frena y me regresa a este planeta, yo recupero el aliento y noto a River mirándome con una gran sonrisa en su rostro adorablemente atractivo. —Hola, chica hermosa —dice, inclinándose para besar la punta de mi nariz. Sus ojos se encuentran con los míos mientras le sonrío, tratando de recuperar la compostura. —Hola —le respondo, y con eso, se levanta y se mueve para estar al lado de la cama. Llega al bolsillo delantero de su pantalón, saca su teléfono y lo deja en la mesita de noche. Gira y rápidamente tira una de las sábanas de las puertas de cristal, lo que permite al pequeño poco de luz filtrarse en la habitación. Sé sin siquiera mirar que sigue lloviendo afuera. Puedo oír las gotas en cascada en el cristal en un ritmo constante. Es suave y tiene un gran efecto calmante sobre mí. La calma no dura mucho tiempo mientras River se acerca y me agarra por los tobillos y luego se arrodilla en el piso en el borde de la cama, deslizando mi cuerpo desnudo hacia él. Levanta mis rodillas, apoyándolas en sus hombros, y engancho mis tobillos a su cuello. Estoy muy consciente de él, puedo sentir su aliento cálido entre mis muslos mientras él baja su cabeza y me besa en la entrada. Sus pulgares separan suavemente mis labios y luego su lengua penetra mi apertura ya pulida y digo, —River, ¡no creo que pueda otra vez! —¡Sh!, relájate —susurra, mientras sigue chupando y burlándose de cada centímetro de mi sexo. Siento que me humedezco, es como si me está besando desde adentro hacia afuera, y no quiero que se detenga nunca. Sonrío para mis adentros. ¿Tal vez pueda hacer esto de nuevo? Él desliza un dedo y luego otro en mi interior y desliza su lengua arriba y por encima de mí. Mientras acaricia mi punto G, sé que definitivamente puedo hacer esto otra vez. ¡Estoy haciendo esto otra vez! Puedo oír la lluvia golpeando más duro fuera de la ventana, y es una indicación perfecta del creciente placer que mi cuerpo está experimentando en estos momentos. Mis ojos se cierran y mi cabeza se voltea hacia un lado mientras mis labios se separan, y mi respiración se vuelve superficial y rápida. Cuando siente que me acerco, de repente quita los dedos, desliza su lengua lo más profundo dentro de mí mientras coloca ambas manos sobre mis muslos. Es lo que efectivamente me sostiene en su lugar y es increíblemente erótico, algo que nunca he experimentado antes. Me encanta. Apretando los músculos de mi pierna mientras siento mi clímax construirse, quiero elevar mis caderas y muslos de la cama, pero no puedo. Esto solo alimenta la intensidad de lo que estoy sintiendo. —Estás tan cerca chica hermosa, solo déjate ir… —Oh Dios, River, por favor... estoy… estoy… —grito y me corro más fuerte que antes. Una ola sin fin de primitiva felicidad me supera. Es como que estoy siendo catapultada a través de un hermoso y tormentoso mar, y no quiero llegar a la orilla. La lengua de River no se detiene mientras exprime hasta la última gota de placer de mi cuerpo, una vez más. Abro los ojos y las secuelas de mi liberación se desvanecen y se centran directamente en su hermoso rostro. Sus sexys ojos verdes me están mirando. —Tú. Eres. Tan. Increíble —dice cada palabra seguida de un beso mientras hace su camino hasta la parte delantera de mi cuerpo, finalmente aterrizando sus labios sobre los míos. Pasando mis manos a través de su suave y despeinado cabello, lo tiro más cerca, arrastrando mis labios a su oreja. —Hazme el amor River —susurro suavemente mientras chupo el lóbulo de su oreja. No puedo creer que después de dos increíbles y alucinantes orgasmos, no solo tengo la energía, sino también un deseo tan fuerte de tenerlo muy dentro de mí. Ya estoy un poco temblorosa al pensar en ello. —Tengo la intención —dice, y sé que lo dice en serio. Mientras se levanta al lado de la cama, quitándose los pantalones y bóxer, me tomo un momento para sentarme y mirar por la ventana detrás de él. Se está haciendo más oscuro afuera, no solo por el momento tardío del día sino también por las nubes de tormenta que se han establecido con claridad. La lluvia sigue bajando en cubos y vagamente puedo ver el cartel de Hollywood en la distancia, pero al verlo todavía me hace sonreír. El oscuro y tormentoso clima afuera es un contraste con el brillante, tranquilo y amoroso ambiente dentro de estas paredes de la habitación. Girándome para mirar a River, veo su hermoso y desnudo cuerpo, cada centímetro de él de pies a cabeza. Me mira con una sonrisa diabólica mientras se limpia la boca con el brazo, y por alguna razón eso me parece increíblemente erótico. No puedo evitarlo pero me estremezco por la anticipación de lo que viene. Se sube de nuevo en la cama, y lo alcanzo, deseando estar entrelazada con él. Con mis brazos alrededor de su cuello, él me guía con cuidado a la cama, urgiéndome a estar cerca de la nueva cabecera de la cama hasta que estoy sentada con las rodillas dobladas debajo de mí, mi espalda contra el frío y suave cuero negro. Estirándome sobre mi cabeza, agarro la parte superior de la cabecera, mientras se arrodilla frente a mí. Escaneándolo, puedo ver que está tan listo, su punta ya está brillando. No puedo esperar ni un segundo más. Lo necesito dentro de mí ahora. Estoy temblando ligeramente mientras separa mis piernas. Con un movimiento rápido pero gentil, suavemente empuja dentro de mí, llenándome profundamente con su longitud. Mis manos siguen manteniéndose apretadas a la cabecera mientras escucho que deja escapar un profundo gemido. —Dahlia, te sientes tan increíble. Incapaz de responder con palabras, me suelto de la cabecera y pongo mis brazos alrededor de su cuerpo, tirando de él aún más cerca. Al presionar mi boca abierta a la suya, siento la suavidad aterciopelada de su lengua acariciando la mía, el ritmo combinándose con sus golpes abajo. Al presionar mi cuerpo contra la cabecera de cuero, él sigue con el movimiento. Rápidamente me toma y nos rueda sobre nosotros así estoy arriba. Su cabeza está descansando en las suaves y mullidas almohadas que adornan la cama y veo su rostro. Sus ojos se cierran e igual lo hacen los míos mientras empujo más fuerte y más rápido. Él estabiliza mis caderas, me sostiene justo donde quiere que esté. Siento una familiar sensación construyéndose en mi interior. Los movimientos de River me están empujando hacia otra liberación, y no puedo aguantar mucho más. —Abre tus hermosos ojos de color avellana, chica hermosa. Quiero ver en ellos mientras nos unimos —dice antes que pueda decir nada más. Eso es todo lo que necesito esta vez. Obligo a mis pesados párpados a abrirse, enfocándome lo mejor que puedo en sus ojos mientras encuentro mi liberación. Él me presiona al borde, rompiéndome en mil gloriosos pedazos, llevándome a un completo y diferente universo. —Oh, Ríver —me quejo en voz alta, jadeando mientras poco a poco me dejo caer. Sus movimientos se hacen lentos mientras recupero el aliento. —Te amo —gime, y con solo unos pocos golpes más, se estremece mientras encuentra su propia liberación. Es una cosa tan hermosa, y sé que nunca olvidaré este momento. Quiero decir las palabras de nuevo porque estoy enamorada de él y todas las pequeñas cosas que hace, pero las palabras no saldrán. En vez de eso, lo beso con todo el amor que le tengo saliendo de mí. Explicar por qué no quería que viniese conmigo a Laguna Beach fue una de las conversaciones más dolorosas que he tenido con alguien a quien amo. Lamentablemente, la mayoría de la gente a la que he amado durante mi vida ya no están aquí viviendo conmigo en este mundo; todos han muerto e ido al cielo. Es curioso, puedo decirle que lo amo en mis pensamientos pero soy incapaz de verbalizar mis sentimientos. No entiendo por qué. ¿Es debido a que he perdido a casi todo el mundo que he amado? ¿O es porque solo he estado enamorada de otra persona y esas palabras le pertenecían, solo podía decírselas a él? Decirlas en voz alta a alguien que no sea Ben me asusta. Para mí, esas palabras dichas transmiten mucho más que un simple te quiero. Siento mucho más que eso por River. Siento como si hubiera conocido a alguien con quien estoy destinada a estar conectada. Somos como dos piezas de un rompecabezas que encajan a la perfección, y eso me asusta. Ninguno de los dos había comido o incluso sentido hambre durante el día, y de repente ambos estábamos hambrientos, así que pedimos algo. Una vez que terminamos de comer una cantidad obscena de comida china para llevar, decidí sacar el tema con cuidado. Sentada con las piernas cruzadas en su cama, me incliné y puse mis manos sobre sus muslos. —River, quiero hablarte de algo. Él tenía las piernas cruzadas, la espalda contra la cabecera, y los brazos cruzados detrás de la cabeza. Soltándolos, se giró para enfrentarme. Apoyando su codo en la almohada, puso la cabeza en su mano y respondió con certeza. —Sabes que puedes. Mirando sus poderosos ojos verdes, dije: —¿Prometes que no te enfadarás? —Ni siquiera tienes que preguntarlo, pero te lo prometo —dijo él, tomando su mano libre y cruzando su pecho. Me parece tan adorable cuando hace eso. —Quiero explicarte algo —le dije, con clara precaución en mi voz. Asintió con la cabeza y pasó la mano libre por mi muslo desnudo. —Está bien. Apretando su puño con mis dos manos, sostuve los dedos en su lugar mientras le explicaba que mi casa todavía tenía cosas de Ben por todas partes. Que en realidad no había quitado nada que le pertenecía, solo lo que había empezado a guardar antes de ir a Las Vegas. Le expliqué mi triste vida a lo largo de los dos últimos años y cómo hace poco decidí que era hora de seguir adelante. Que en realidad acababa de poner la casa en venta. Escuchó con atención, asimilando mis palabras, pero sin interrumpirme hasta que dije: —Simplemente no quiero que sea raro para ti, o para mí, si vas y ves pedazos de mi vida con… Sin dejarme terminar, se levantó un poco de la cama y me atrajo hacia él. Apoyando mi cabeza en la almohada, me acarició la mejilla. Inclinándose, besó mi nariz, después deslizó sus labios a mi oído. —Lo entiendo, y quiero llevarte a casa. No seguí hablando y le dejé besarme, acariciarme, abrazarme, y amarme durante el resto de la noche. Pero ahora, mientras nos acercamos a mi bungaló de estilo artesano de los cuarenta, no estoy segura de que esto sea una buena idea. Mirando las flores silvestres moradas, que han invadido el patio y el bajo techo a dos aguas con gran necesidad de reparación, empiezo a sentirme un poco inquieta. Apagando el auto, él se gira hacia mí y sonríe. —Nunca te imaginé viviendo en una casa amarilla con una valla blanca. —Cuando quieres vivir cerca de la playa, tomas lo que hay disponible en el mercado —respondí con aire de suficiencia, sintiéndome menos nerviosa después de su comentario de sabelotodo. La lluvia está cayendo con tanta fuerza, que la visibilidad es cercana a cero. Hay advertencias de inundaciones y me pregunto si el viejo techo de mi casa tiene goteras otra vez. River se pone el gorro mientras abre la puerta. —Quédate aquí, voy a dar la vuelta y te recogeré. Me encanta cuando se pone ese sombrero; siempre me recuerda la primera vez que nos vimos. Toma mis maletas de la parte trasera del auto y viene a mi puerta. Por supuesto, ninguno de nosotros tiene un paraguas, por lo que intento utilizar mi bolso para cubrirme, él se quita su chaqueta de cuero y la pone por encima de mi cabeza. Ambos corremos rápidamente por el camino de piedra hasta el porche cubierto. Quitando las gotas de mi cara, miro a la gran puerta arqueada. Está ligeramente entreabierta. El terror se dispara a través de mi mientras los pensamientos de un hombre enmascarado invaden mi mente. Empujándome hacia atrás con su brazo, él pregunta: —¿Esperabas que alguien estuviera aquí? Mi corazón empieza a golpear tan fuerte que pienso que se me sale del pecho. —No. —Es todo lo que puedo decir. Se mueve hacia la puerta y grito: —¡No! ¡No! —Todo mi cuerpo está temblando, y el miedo me atraviesa. Mi mandíbula se aprieta con fuerza y me siento un poco sudorosa. Ignorando mi petición, continúa hacia la puerta dándole una patada con su bota y abriéndola totalmente. —¿No tienes alarma? —¿Alarma? —le pregunto con voz temblorosa. Después, dándome cuenta de que eso no es una respuesta, digo—: No. No hay alarma. Su voz intensa penetra a través de la puerta abierta. —¿Hola? Él comienza a meterse, y agarro su muñeca. —¿Estás loco? ¡No podemos entrar ahí! Volvamos al auto y llamemos a la policía. Liberando suavemente su muñeca, dice: —Dahlia, no creo que nadie siga aquí. Déjame comprobarlo. Ver si incluso necesitamos llamar a la policía. Espera aquí. —No. No vas a entrar solo y dejarme aquí —susurro en caso de que haya alguien. Estoy muerta de miedo y no sé por qué vamos a entrar, pero lo sigo. Mientras nos metemos en la casa, mis sentidos están en alerta. River da pequeños y cautelosos pasos al entrar en el vestíbulo y yo vacilantemente me quedo atrás. Bajando la vista, veo el llavero de Ben en el suelo de baldosas al lado del viejo recipiente en forma de llave que compramos cuando nos mudamos aquí. Mirando por encima de su hombro veo que el salón es un completo desastre. Lo que había sido embalado en cajas está tirado por todas partes. Los cojines del sofá están rotos y el relleno cubre el suelo de madera, la televisión cuelga de los cables en la pared, varios componentes electrónicos están rotos en el suelo, las cenizas de la chimenea llenan de polvo todo, y el cristal está roto en miles de pedazos en lo alto de ella. Corriendo al hogar, caigo al suelo agarrando una de las fotos rotas. Es una de Ben y yo en la graduación. El marco está destruido, pero la foto está intacta. Mientras me quedo mirando la cara del hombre que una vez amé durante tanto tiempo, mis ojos se desplazan hacia los otros artículos tirados alrededor de la chimenea. Evalúo el daño de mis recuerdos más preciados, y me doy cuenta que están todos rotos. Mis entradas de Purple Rain sujetas junto a la cara sonriente de mi padre están rotas, pero sus grandes ojos marrones parecen estar mirándome, tratando de darme comodidad. La foto de mis padres y mía fuera de The Greek, mostrando con orgullo nuestra ropa de concierto recientemente adquirida, descansa hecha añicos sobre otra foto. Esa instantánea está partida por la mitad. Es de mis tíos sujetándome mientras el sacerdote me bautiza, nombrándoles como mis padrinos. La madre de mi tía, mi abuelita, está de pie junto a ellos llevando todas sus perlas. River suavemente coloca su mano en mi hombro mientras se inclina para arrodillarse junto a mí. —Ten cuidado. Hay cristales por todas partes. Asintiendo con la cabeza, las lágrimas se están derramando constantemente por mi cara. —¿Quién haría esto? —No lo sé —dice en un tono tan sombrío como me siento. Tomando el marco roto de mi mano, sus ojos entrecerrados mientras mira fijamente la imagen durante mucho tiempo. Siento cómo el reconocimiento pasa a través de su rostro, quizás hasta dolor cuando dice: —¿Es él? Girándome para mirar a River, respondo con voz ronca: —Sí. Ese es Ben. —Me he dado cuenta, que al igual que Aerie, él nunca dice el nombre de Ben, pero es por una razón totalmente diferente. Dejando la foto con cuidado, se levanta y me tiende la mano. —Vamos, miremos si falta algo para llamar a la policía. Quienquiera que estuvo aquí ya se ha ido. Apretando sus dedos con fuerza, siento cómo cada músculo de mi cuerpo se tensa mientras fuerzo al oxígeno de vuelta a mis pulmones para parar de hiperventilar. Señala el pequeño vestíbulo en el fondo del salón que pasa por la antigua despensa de mayordomos para ir a la cocina. —¿Por ahí? Inhalando profundamente, niego con la barbilla. —No, sígueme. Volviendo al vestíbulo, caminamos por el pequeño pasillo que lleva a mi habitación y a la oficina de Ben. Él se pone delante de mí y yo mantengo mis ojos al frente, escaneando todo, aun sabiendo que los posibles intrusos se han ido. La casa está muy tranquila como para que haya alguien aquí. Es la misma tranquilidad que experimenté hora tras hora, día tras día, durante demasiado tiempo. Un crujido bajo mis pies me hace saltar cuando estamos casi en mi habitación. Los dos nos paramos al instante. River se da la vuelta y baja la vista a mis Converse negras cuando levanto el pie. Debajo hay un trozo de papel arrugado. Reconozco el borde dorado de la hoja inmediatamente. Es una página de uno de los muchos diarios de Ben. Agachándome, recojo con cuidado el arrugado trozo de pergamino, acariciando el borde satinado y sosteniéndolo con fuerza. Trato de mantener mis lágrimas a raya y fallo miserablemente cuando gotas de tristeza y dolor caen por mis mejillas. Mi corazón se rompe cuando miro la oficina. Los diarios más preciados de Ben cubren el suelo de pino junto con piezas de su portátil y varios libros rotos por el lomo. Las una vez inmaculadas páginas del diario descansan destrozadas, hechas pedazos, y esparcidas por todos lados. Su bella escritura organizada es aún visible a través del vil desorden. Cubriéndome la boca con la mano, un: —No, sus diarios no —escapa de mi boca mientras me derrumbo totalmente. ¿Quién haría esto? ¿Por qué? River me abraza con fuerza mientras nos quedamos de pie entre mi habitación y la oficina. —Todo irá bien. Arreglaré esto por ti. Vamos, salgamos —susurra. Apartándome y limpiándome el flujo constante de lágrimas en mi cara, sacudo la cabeza. —Quiero verlo todo. Ésta es mi vida. Rota y destruida. Tengo que verlo. —Lloro esas palabras mientras me muevo hacia mi dormitorio, donde me congelo en la puerta sin poder moverme, pero incapaz de apartar la vista. Las almohadas están desgarradas, el colchón al revés, y una silla bocabajo. Lo que veo después, mientras me fijo en el suelo, hace que las lágrimas me atraviesen como un cuchillo en el corazón. En medio de todo el desorden y el caos, están mis collares rotos y mis muñecas dispersas, las cosas que más aprecio de ésta habitación. Perlas, blancas y negras, cubren el suelo, atrapadas en las ranuras de los tablones de madera; algunas empiezan a rodar cuando finalmente encuentro el coraje de moverme hacia ellas, recogiendo mi muñeco Ken mientras ando. Pierdo totalmente la cordura, pongo el muñeco en mi vestidor y tomo la taza de café plateada que hay encima de mi colcha. Colapsando en el suelo, empiezo a recoger las perlas y las voy metiendo en la taza. Irónicamente, es el único objeto intacto en la habitación; el regalo que me dio Ben como un gesto para arreglar lo que una vez estuvo roto entre nosotros. River se agacha y toma la taza de mis dedos temblorosos. Frunciendo el ceño, y con preocupación en su voz, dice: —Déjame hacer esto. Pero primero vamos a conseguirte un vaso de agua y después te metes al auto. Creo que has visto suficiente. Me parece que es un acto de vandalismo aleatorio. Lamentablemente, creo que tiene razón. No parece que falte nada, pero todo está destrozado. Es como si un tornado hubiese arrasado mi segura pero triste casa, tomando a su paso todo lo que me recordaba a la gente que he amado y perdido. Como si mi mundo no se hubiera caído a pedazos ya, ahora lo único que me queda son mis propios recuerdos. La casa se parece a cómo se sintió mi alma durante tanto tiempo después de la muerte de Ben. Inflamadas por la emoción, mis heridas internas se desgarran y los viejos sentimientos de desesperanza comienzan a girar en mi mente. River está hablando, pero no le puedo oír. Un zumbido inquietante de mis días rotos hace eco en mi mente. Nubes negras comienzan a aparecer antes de que parpadee y expulse el inquietante sentimiento. Trato de ver fuera de mi cabeza, pero la destrucción que estoy visualizando está causando que todo el dolor vuelva. Todo está roto. Todo lo que me quedaba de él, de mis padres, me ha sido arrebatado. Incluso los recuerdos están surgiendo cada vez menos, y ahora mis recordatorios diarios se han ido. Los necesito de vuelta. No quiero que mis recuerdos se desvanezcan. Histéricamente, vuelvo a agarrar la taza. —¡No! Tengo que recogerlo. —Después poniendo la taza en el suelo, me arrastro sobre mis manos y rodillas, agarrando las perlas brillantes—. Eran de mi tía. Ella las amaba. Fueron de su madre, mi abuelita, y significaban el mundo para ambas. Él se arrastra a mi lado y pone una perla en la taza. Después acariciando mi mejilla antes de levantarme gentilmente la barbilla, me mira con nada más que amor. —Está bien. Lo entiendo. Deja que te ayude. Tranquilizándome, confortada solo por su simple toque y suaves palabras, continúo recogiendo las perlas que puedo antes de parar y quedarme sobre mis rodillas. Él sigue recogiendo las mágicas cuentas y siento como si debiera explicarle mi reacción histérica por los collares rotos. Limpiando una vez más mis mejillas llenas de lágrimas, busco las palabras correctas. —River —murmuro antes de gatear hacia él, necesitando estar a su lado. Mirándome, se sienta en sus rodillas y me acerca a él, agarrándome de los brazos sin dejarme ir. Mientras estamos arrodillados en el suelo por el que el diablo acaba de pasar, él simplemente presiona su frente con la mía. Mi boca recuerda los eventos mientras las palabras salen, y sin mirarlo empiezo. —Cuando era pequeña solía ir con mi tía a casa de su madre a visitarla. A pesar de que la madre de mi tía no era realmente mi abuela, la quería mucho. La llamaba abuelita y realmente era como una abuela para mí, la única que he conocido. —Haciendo una pausa, me alejo y recojo la taza. Jugando con las perlas que ya no están conectadas a sus espléndidas cadenas, digo—: Llevaba estas perlas todo el tiempo. Siempre que la visitaba, ella me las ponía en el cuello y las llamaba pozo de los deseos mágicos. Tragando, dejo la taza y dibujo círculos imaginarios alrededor de mi cuello antes de continuar. —Abuelita siempre me decía que llevar estas perlas haría que todos mis deseos se hicieran realidad. —Suspirando, tomo una profunda respiración y añado—: Cuando murió, pasaron a ser de mi tía y después cuando mi tía murió, pasaron a ser mías. Vuelvo a colapsar en el suelo y me sostengo la cabeza en las manos, incapaz de soportar el dolor durante más tiempo. Sus fuertes brazos me rodean, y susurra en mi oído: —Suena como una mujer maravillosa. Recuperaremos su magia, Dahlia, lo haremos. Pero en este momento, tienes que tomar un descanso. Las palabras de River calman mi dolor mientras se aparta, y atrapo su mirada amorosa. Exhalando el aliento que he estado conteniendo, siento una sensación de calma fluir por mis venas. Nuevas emociones burbujean hasta la superficie mientras me arrojo sobre él. Agarrando su rostro y mirándole a los ojos, las palabras que he sido incapaz de decir de repente surgen. —River, te amo. Él me abraza más fuerte de lo que recuerdo haber sido abrazada y después de unos pocos momentos de simplemente sostenernos el uno al otro, susurra en mi oído: —También te amo. Mucho. Por favor, déjame ocuparme de esto por ti. —Apartándose, cruza su dedo sobre su corazón—. Prometo que recogeré el resto de las perlas del suelo. Estoy sentada en el porche delantero escribiéndole un mensaje a Grace sobre que estaremos aquí un rato. Me había asegurado de que estaba bien cuando la llamé antes, pero ella insistió en que fuéramos a cenar una vez que hubiéramos denunciado el robo. También invitó a Serena. Estoy un poco nerviosa de que River la conozca. Ella se parece mucho a Ben; mismo color de cabello, los mismos ojos del color azul de las flores “no me olvides”, por lo que después de acabar de ver la foto de Ben, River podría estar un poco asustado. Después de casi tres horas, la policía finalmente termina su informe, recogiendo muestras de huellas dactilares, preguntándome acerca de los artículos que faltan y fotografiando los daños. Mientras dejo mi teléfono en la mesita, me mezo una última vez en la antigua silla que adorna mi porche delantero. Un Jeep negro se detiene en la acera. Todavía está lloviendo, pero con menos intensidad. Reconozco al mejor amigo de Ben al instante cuando sale del auto. Caleb Holt camina los pocos pasos que hay hasta el porche y me abraza antes de decir una palabra. —¿Estás bien? Con sorprendente claridad en mi voz, respondo: —Sí. ¿Cómo te has enterado? —Serena me llamó justo después de que tú llamaras a Grace. Estaba preocupada por ti y me pidió que viniera y comprobara las cosas. Siento que me llevara tanto llegar, pero estaba en Los Angeles —dice, caminando hacia la puerta principal mientras River sale. —Dahlia, creo que tengo todo lo que querías. Tu auto está lleno, así que voy a meter esto en el mío —me dice mientras sostiene una caja de mis artículos más preciados, pero rotos, en sus brazos. Chocando casi directamente con River, los ojos de Caleb parpadean en mi dirección, y puedo ver que no tiene ni idea de que estoy aquí con otro hombre. Se evalúan el uno al otro mientras permanecen allí de pie solo mirándose. River deja la caja sobre los viejos tablones de madera y me mira, sus ojos conectando con los míos en busca de respuestas. Presento al una vez mejor amigo de mi novio, a mi nuevo novio. El momento es incómodo cuando ninguno dice nada al principio. Finalmente, River extiende su mano mientras Caleb se la estrecha con vacilación. —Perdón, pensé que estabas sola y que necesitabas ayuda para juntar tus cosas e ir a quedarte a casa de Grace —dice Caleb, moviéndose a un lado para dejar pasar a River. River llega hasta mí y se queda tan cerca como puede. Tomo su mano para tranquilizarle haciéndole saber que estoy bien. —Creo que lo tenemos todo —dice River mientras deja mi mano y se mueve hacia atrás para tomar la caja—. Déjame cargar esto en el auto, aprovechando que la lluvia ha cesado. Mientras baja por el sendero hacia la calle, donde está estacionado su auto, Caleb me mira. —Lo siento, no me di cuenta. —Caleb, está bien. Quería que conocieras a River, de cualquier modo. —Luego, mirando a mi fuerte pero sensible hombre cargar su auto, añado—: En realidad voy a quedarme en su casa hasta que pueda organizar este desastre. Asintiendo, pregunta: —¿Te importa si echo un vistazo? Frotándome los ojos con las palmas de las manos de la pura fatiga mental de todo el día, le digo: —No, en absoluto, pero es un desastre. La policía cree que una banda de chicos se metió, ya que no se llevaron nada. Él entra. River regresa y envuelvo mis brazos a su alrededor, descansando mi cabeza en su hombro. —Gracias. Rodeando mi cintura con su brazo, besa mi nariz. —No tienes que darme las gracias, Dahlia. Aflojando mi abrazo, busco sus ojos. —Caleb es un Navy Seal y el mejor amigo de Ben desde que teníamos siete años. Crecimos todos juntos en la playa. Él se encoge de hombros mientras libera y toma mi mano. —¿Qué está haciendo allí dentro? —Dijo que quería verlo. —¿Por qué? —No tengo ni idea —digo mientras le sigo a su lado, pero me detengo en la puerta—. No quiero volver a entrar, River. —Está bien, nena, déjame ver si ha terminado y nos iremos. Observar a River descender por el pasillo que conduce a la que solía ser la habitación de Ben y la mía, resulta extraño para mí. Si le molesta, está haciendo un gran trabajo ocultándolo, y de repente me doy cuenta de que encontrar mi pasado en pedazos en realidad me ha llevado más cerca de mi futuro. Antes de dejar la casa, River y Caleb la han recorrido, asegurando todas las puertas y ventanas. No han tenido largas conversaciones o siquiera se han mirado en realidad el uno al otro, pero han estado de acuerdo en que se reunirán el sábado para mover los muebles insalvables de la casa a la acera. La policía no encontró evidencias de que la puerta fuera forzada, lo que me molesta. ¿Cómo consiguió alguien entrar? Un oficial me dijo que el autor sabía lo que estaba haciendo y probablemente eligió una de las antiguas cerraduras. Luego agregó que tal vez tenían una llave. Esto me pareció inquietante y preferí creer que era lo que el otro agente me había dicho; que unos adolescentes lo habían hecho por su propia diversión enfermiza. De cualquier manera, quien hizo esto, lo hizo con la intención de hacer de mi casa un campo de batalla. No importa quién fue, lo que hicieron es imperdonable. Saliendo del camino con cada recuerdo rescatable en la parte trasera de mi Audi Q7 blanco del 2009, puedo ver claramente que el exterior de mi casa necesita tantas reparaciones como su interior ahora. He sabido de la necesidad de remplazar el revestimiento y el techo desde hace mucho tiempo. Ben y yo habíamos planeado hacer esas mejoras. Estaban en la cima de nuestra lista, pero cuando nuestra lista se convirtió en mi lista, simplemente no me preocupé más sobre ello o sobre la casa. Ahora, por alguna razón, lo hago. Su triste y rota condición me recuerda mucho a mí misma antes de encontrar a River. Solo quiero llegar y sanarla como River me ha ayudado a sanar a mí. Pero al igual que yo, no es fácil de arreglar. Seguro que las reparaciones exteriores son fáciles; contratar trabajadores para reemplazar y reparar los elementos desgastados. Es el interior lo que no es tan simple, y como mi propio proceso de curación, tomará tiempo. Sacudiendo la cabeza, me pregunto cómo una casa dejada vacía durante tan solo seis días, puede parecer ahora una zona de guerra; y al igual que a los refugiados, la batalla me ha dejado sin hogar. Pero a diferencia de los refugiados, yo tengo un lugar seguro en el que puedo quedarme. Al pasar por delante del cartel de “Se Vende” de mi patio delantero, me siento triste de que nunca podría pasar otra noche en esta casa. Que nunca podría llegar a sentir la calidez y el confort que solía acoger de buen grado antes de que Ben fuera asesinado. Ben y yo amábamos esta casa, con valla y todo. Recuerdo decirle que no quería mudarme nunca. Nuestra casa tenía todo lo que yo necesitaba, todo lo que era importante para mí: muy cerca de la playa, el más sorprendente jardín, un tranquilo patio y un porche donde podríamos envejecer y contarles historias de nuestras aventuras a nuestros nietos. La tristeza que me embarga no es sin causa. Que alguien pueda querer destruir los objetos personales de otra persona está más allá de mi comprensión. Las cosas que destruyeron al azar eran toda mi vida hasta mi pasado, todo lo que me quedaba de las personas a las que tanto amaba. Ver mis perlas destrozadas así, tomadas de un hermoso círculo de esperanza, y convertidas en pequeñas islas desoladas me rompió una vez más, pero ésta vez no estaba sola. River estaba allí para calmarme. Después de silenciar mi dolor y limpiar mis lágrimas con su presencia, habló de qué hacer a continuación. Llamar a la policía, reunir todo lo que quería llevarme y regresar a su casa. Estuve de acuerdo con regresar a su casa, pero solo por la noche. Él no quería que estuviera sola, y honestamente yo tampoco. Estuvo de acuerdo en detenerse donde Grace primero para cenar y descargar las cosas que quería mantener seguras, pero no estuvo de acuerdo con que me quedara en casa de Grace. Quería que me quedara con él. Le expliqué que no solo necesitaba estar a menos de sesenta minutos de mi casa por las numerosas reparaciones estimadas que iba a tener que hacer, sino que necesitaba trabajar en hacerlo todo yo antes de que pudiera pensar en vivir con él. No puso en duda mi afirmación, no discutió, pero tampoco estuvo de acuerdo. Tal vez sintiendo mi estado de confusión mental, lo dejó estar. Sin embargo, me besó y me abrazó con fuerza. Deteniéndome delante de la casa de Grace, me doy cuenta de que la tormenta está a punto de terminar. El viento parece más calmado y las enormes nubes que se cernían sobre mí, como un paraguas negro que parecía estar tan cerca que casi podía tocarlo, se están disipando. De pie en la calzada y esperando por River, una fría brisa se precipita sobre mí mientras un rayo de sol brilla. Cuando alzo la mirada al cielo, una pequeña gota de lluvia cae en mi mejilla, tan fina y ligera que ni siquiera me molesto en apartarla. Ésta es una lágrima a la que le doy la bienvenida. El olor a arena húmeda se filtra en mis sentidos mientras la lluvia despeja el camino para una hermosa noche estrellada. Me siento un poco nerviosa acerca de presentar a River y Grace. Aunque Grace es la mujer que me ayudó a través de mis años de adolescencia por enseñarme a conducir, llevarme a comprar mi vestido para el baile de graduación, ayudarme a rellenar mis solicitudes para la universidad, e incluso llevarme a mi primera visita al ginecólogo para ponerme en el control de natalidad, ella es también la madre de Ben. Estoy segura de que aceptará a un nuevo hombre en mi vida; de hecho sé que lo hará, pero no obstante, será incómodo presentarle a la madre del que una vez fue mi novio a mi nuevo novio en la casa de ella. Porque es una mujer maravillosa y porque la quiero como si fuera mi madre, quiero que le conozca y que él la conozca a ella. Grace es lo que yo aspiro a ser. Es más baja que yo, con el cabello rubio hasta los hombros. Su cremosa piel de porcelana nunca envejece y sus profundos ojos azules son siempre tranquilos. No solo es hermosa, sino que ve el mundo a través de unas gafas de color rosa. En raras ocasiones permite que algo la desanime. Es fuerte e independiente, divertida y cariñosa, atenta y enriquecedora. Es todo lo que una chica desearía en una madre, y yo tuve la suerte de que ella tomara ese rol voluntariamente cuando mi propia madre cariñosa ya no podía. Serena es una mujer maravillosa, también, que estoy segura aceptará que tengo un nuevo hombre en mi vida. Me ayudó a superar la muerte de su hermano con tanto amor y comprensión que siento que es mi hermana. Descendiendo por el camino empedrado hacia River, me doy cuenta de que está al teléfono dentro de su auto. Me detengo, y mirando por encima del hombro, me quedo observando el océano que me hace sonreír al instante. Me encanta todo de la playa: su olor, sus sonidos, el surf, y su perfecta imagen natural. No he paseado por ella en mucho tiempo. En realidad no he mojado mis pies en la arena desde… Aparto ese pensamiento de mi cabeza con una sacudida. Ya tengo suficientes pensamientos tristes a los que hacer a un lado. La playa es un constante recuerdo de Ben. Cada vez que he venido a casa de Grace durante los dos últimos años, me he quedado en el interior, negándome a reconocer o aceptar la belleza calmada de la más magnífica y sorprendente maravilla de la naturaleza. Ahora le doy la bienvenida. La he echado de menos, y quiero correr hacia ella. —Eh, ¿estás bien? —dice River, cerrando la puerta de su auto. Me giro y en vez de correr hacia la playa, corro hacia él. Viéndolo inhalar la brisa limpia y fresca, lanzo mis brazos alrededor de su cuello y aspiro su aroma fresco. Se siente igual que una brisa cálida con todo su esplendor, mientras envuelve sus brazos alrededor de mí y me abraza con fuerza. —Estoy mejor que bien —digo mientras me aparto y me quedo allí de pie, cerrando los ojos. Abro los brazos, sintiendo la belleza del océano y dejando que los restos de mi tristeza sean arrastrados por la brisa del mar. Le oigo reírse entre dientes, y de repente, suaves labios y fuertes manos hacen que me derrita. Ahora sé que él es mi hogar. La casa que acabamos de dejar ahora no es más que una casa. Tirando de su mano, tiro de él hacia la puerta principal. —Vamos, tengo algunas señoras especiales a las que quiero que conozcas. Grace debe de haber oído los autos en la calzada, porque sale antes de que podamos llamar a la puerta. Lleva puesto un simple vestido abrigado y sandalias planas, con sus habituales pendientes de diamantes y el anillo de bodas que nunca se ha quitado, incluso aunque su marido murió hace más de veinte años. Ella me sonríe con alivio en sus ojos antes de lanzar sus brazos a mi alrededor. —Dahlia, cariño, ¿estás bien? —pregunta mientras se echa hacia atrás y agarra mis hombros. —Grace, la casa es una ruina —digo, intentando no llorar—. Pero estoy bien. Me mira fijamente durante unos pocos segundos. Sé que está asegurándose de que realmente estoy bien porque está buscando mis ojos como cada vez que me ve. Justo cuando estoy a punto de presentarle a River, ella se me adelanta. Sonríe y le tiende su mano. —Hola, tú debes ser River —dice con una cálida mirada reconfortante en sus ojos azules—. Es un placer conocerte. He oído muchas cosas maravillosas sobre ti. River de inmediato responde con una adorable sonrisa en su rostro. —Señora Covington, también es un placer conocerla. También he escuchado mucho sobre usted —dice, estrechando su mano. En verdad es encantador. —Llámame Grace —dice mientras deja caer su mano y le abraza. La oigo susurrar gracias en su oído, y la sonrisa de él se convierte en una enorme, lo cual me hace sonreír y derrite mi corazón. Mirando alrededor, me doy cuenta de que el auto de Serena no está aquí. —¿Dónde está Serena? —Tenía que recoger a Trent de un partido de baloncesto y llevarle con sus amigos, así que no podrá venir. —Oh, eso está muy mal —digo, un poco triste de que no pudiera estar aquí—. La llamaré más tarde. Mirando hacia la playa, creo, sí, todavía estoy molesta por mi casa y por todo lo que ha sido destruido, pero veo esperanza en mi futuro, y por eso vale la pena sonreír. Grace me mira, y no en busca de algo; en vez de eso, le dedico mi sonrisa más grande y más brillante, la que finalmente reapareció el día que reconecté con River. Apoyada en mi auto, él suavemente besa mis labios. —Puedes quedarte aquí, ya sabes. No tienes que regresar —dice por segunda vez desde que nos despertamos. Se aleja y acaricia mi mejilla. Suspiro y levanto la vista a sus ojos suplicantes, y luego asimilo todo de su hermosa cara, mentón fuerte, nariz perfecta y labios llenos. Bajo la vista para evitar el contacto con los ojos, muevo mi boca a su mano. —River, hemos hablado de esto. Nosotros no podemos vivir juntos después de conocernos durante una semana —digo esto, pero soy consciente que él sabe que es no es mi única razón para regresar a Laguna Beach. —Estoy en desacuerdo, lo sabes —dice sonriendo mientras sus ojos se deslizan de mi cara a las palabras impresas en mi camiseta del concierto de Smashing Pumpkins y Teargarden—. Podrías quedarte al menos una noche más. Rodando los ojos, miro hacia atrás para mirarlo y sonrío. —Entonces mañana dirías lo mismo. Él me sorprende, pero no dice qué tan caliente piensa que luzco, sino que simplemente dice: —¿Piensas que ya me conoces? —Bueno, ¿no es cierto? Encogiéndose de hombros, se inclina de nuevo y me besa un poco más esta vez antes de decir: —¿Por qué no te quedas y lo descubres? Me río y lo empujo por la ventana. —Basta de largas despedidas. Te veré en dos días. Alejándose del auto y poniendo sus dos manos en los bolsillos, me sonríe con su sexy sonrisa. —Te veo luego, hermosa. Mirándolo y riéndome de su referencia a una de mis canciones favoritas de Smashing Pumpkins. Perfecto, le soplo un beso. —Te llamaré cuando llegue. Oh, y ¿River? —Espero a que me mire. Cuando lo hace le digo, solo por segunda vez en la historia—: Te amo. Sonriéndome, rápidamente me abre la puerta y tira de mí hacia él. Mi corazón responde al tacto ya que comienza a latir más rápido. Cierro los ojos y me inclino hacia él, huele muy bien, recién salido de la ducha. Presiono las palmas de mis manos contra su pecho y te juro que no solo siento el latido de su corazón, pero también lo escucho tan fuerte. Él ahueca mi barbilla y me mira intensamente. —Te amo mucho. Hay poco tráfico, mientras conduzco los sesenta minutos más o menos de vuelta a Laguna Beach. Estoy disfrutando la tranquilidad de la encantadora noche estrellada al reflexionar de nuevo en la última semana y como mi vida ha cambiado tan drásticamente. Mis emociones van de alto a bajo, soy feliz y estoy triste. Mirando por encima del asiento del pasajero vacío mientras me detengo ante un semáforo en rojo, recojo el pequeño marco negro rectangular que puse allí ayer. El vidrio se ha ido, pero la fotografía, aun perfecta, es de mi padre, mi madre y yo en Disneyland. Me agarro con fuerza contra mi pecho recordando la diversión que siempre tuvimos juntos. Dios, me gustaría que estuvieran aquí conmigo. Los extraño mucho. Las lágrimas caen por mis mejillas mientras estoy conduciendo, pero son lágrimas de reflejo más que de tristeza. Fuimos capaces de recolectar la mayor parte de mis recuerdos. Sí, la mayoría están rotos y con necesidad de repararlos, pero todavía los tengo para conservar y atesorar. Los únicos elementos irrecuperables fueron los diarios de Ben. Mientras River embalaba las quebrantadas fotografías y cuadros, yo aplané todas las páginas manuscritas de Ben, las aplané y luego las puse en una caja. Nunca había leído sus pensamientos más íntimos y creo que nunca lo haré, pero quiero evitarlo, no obstante. En el transcurso de la semana, finalmente había dejado ir a Ben. Siempre estará conmigo, pero ahora he hecho sitio en mi corazón para otra persona. Las palabras de Grace resuenan en mi mente justo ahora mientras recuerdo la noche de nuestro último adiós de pie fuera de mi auto. Ella sabía que yo estaría de vuelta esta noche, pero ambas estábamos conscientes que cuando regresara ya no sería la prometida de Ben Covington, como a menudo había sido referida después de su muerte. Ayer por la noche, mientras me quitaba el anillo de compromiso que había escondido hace tantos días en mi bolso, lo agarré con fuerza antes de entregárselo a ella. River estaba esperando por mí en su auto. Iba a seguirlo de su casa a la mía. Mirando por encima de él, le sonreí y tomé una respiración profunda. Sabía que era el momento adecuado. —Grace, por favor, mantenlo seguro por mí. Ella me abrazó con fuerza. —Dahlia cariño, lo haré. Mereces ser feliz y ya estás lista para esto, para él —dijo, mirando por encima del hombre que ella sabía que yo amaba—. No te aferres a los restos de su vida que te han sido arrebatados. En su lugar, anhela tu futuro. Sé que lo haces. —Las dos estábamos llorando mientras nos despedíamos. Supe entonces que cuando llegara a su casa esta noche iba a ser la misma mujer amorosa que siempre ha sido, pero ella ya no sería mi futura suegra. Ahora, conduciendo por la calle de Grace me detengo en el final de la calzada de piedra y poco a poco voy andando a la playa. No he visitado nuestro lugar favorito desde que murió, y lo he extrañado. El camino iluminado por la luna es visible, y los viejos y resistentes tablones crujen bajo mis pies mientras cruzo la división como lo he hecho miles de veces antes. Al levantar la mirada, los cielos oscuros brillan con estrellas centelleantes, y realmente creo que mi familia y Ben me están sonriendo aquí abajo. El salpicar de las ondas a través del surf, es música para mis oídos. Los plenos rayos de la luna se reflejan en la arena reluciente y la hacen brillar como diamantes. El flujo y reflujo del agua se mueve rápidamente, chocando contra las rocas mientras la espuma blanca del mar danza a través de la costa. Me agacho y desato mis zapatos. Al quitarme mis zapatos Converse, meto el teléfono en uno y los dejo en las dunas. Inhalando profundamente, comienzo vacilante mi caminar por lo que he pensado que son arenas movedizas durante los últimos dos años. A medida que los destellos de luna cruzan la playa, es como si la entusiasmada luna está parpadeando sus ojos en mí, guiando mi camino a la amada orilla. Siento que este lugar me está preparando para las pacíficas noches que esperanzadamente vendrán después de mi partida, después de decir mi adiós. La suave arena se siente como granos de azúcar bajo mis pies y me conforta cuando me acerco a la orilla. Al llegar al agua, libero el aliento que he estado conteniendo y pienso en Ben surfeando, en su tabla disfrutando las olas. Los pensamientos de todos los tiempos de diversión aquí en la playa me hacen sonreír. Un viento fresco sopla a través del aire con determinación, como si está tratando de llegar a alguna parte. Las hermosas palmeras, torcidas hacía atrás de tantas tormentas del pasado, parecen lo suficientemente cerca para casi besar el suelo. Enrollo mis jeans mientras el agua sanadora se arremolina a mi alrededor, creando un efecto de remolino en torno a mi tobillos. Mirando en la oscuridad, el mar parece estar riendo mientras se mueve arriba y abajo. Me siento y lentamente me sumerjo en el agua, tomando profundos y depurantes respiraciones. Me siento aquí, no sé por cuánto tiempo, y dejo que el agua lave mi dolor mientras me reencuentro con uno de mis lugares favoritos. Sé que nunca olvidaré a Ben independientemente de las cosas tangibles que pude haber perdido, su espíritu estará siempre conmigo. Levantándome, miro hacia atrás hasta los cielos y sonrío. Nunca me mantendré alejada de este lugar de nuevo. Me encanta la playa, no a pesar de los recuerdos que tengo de él, sino a causa de ellos. Me doy cuenta que a pesar que mis recuerdos pueden desvanecerse, siempre serán las balizas en mi camino hacia el futuro, y estoy sorprendentemente cómoda con eso. Mientras me dirijo de regreso a la casa de Grace y me aproximo a las dunas, me río a carcajadas mientras escucho la voz de Justin Timberlake cantado a todo volumen. —Hola hermoso. Escucho una risa al otro lado del teléfono. —Esa es mi línea, chica hermosa. ¿Me extrañas aún? —Solo he estado fuera un par de horas —le digo, caminando de vuelta a mi auto—. Pero sí, te extraño. Despertar con el sonido del agua torrencial contra las ventanas de nuevo, realmente no me molesta, porque sé que no vamos a salir de ésta cálida y cómoda cama para ir a correr, o por lo menos hasta que la lluvia lo permita de todos modos. Ella está tendida a mi lado, y amo lo satisfecho que me hace sentir. La amo, todo acerca de ella. Es hermosa, alta, delgada, y tiene esos dulces ojos de gacela que solo le dan un aspecto de inocencia y me dan ganas de mantenerla siempre a salvo. Pero no es solo la belleza lo que me atrae de ella, sino muchas cosas. Es divertida, traviesa, curiosa y fuerte. Es siempre una aventura. Le encanta el aire libre y aprovecha cada oportunidad para fotografiar la belleza que ve en eso. Podría nunca tener su teléfono cargado y sus correos electrónicos podrían acumularse, pero siempre se mantiene en contacto con la gente que le importa. No es pretenciosa. Es amable y compasiva, le ofrece dinero a casi todo el mundo que se lo solicite. Su bolso es tan pesado porque siempre tiene cerca de siete dólares de cambio en el fondo de éste. Ella es simplemente increíble. Rodando hacia un lado, descanso mi cabeza sobre el codo y comienzo a deslizar mi mano por la parte interior de sus muslos para poder sentir su piel suave y lisa. Se desplaza para mirarme. Me inclino para besarla y mirar su hermoso rostro. —Buenos días, chica durmiente —murmuro, sintiendo un poco de culpa por privarla del sueño. Sé que debe estar cansada porque nunca se despierta después de mí. Al menos ella no se despierta al amanecer cada mañana gracias a las cortinas oscuras que se instalaron en el dormitorio. —Buenos días —dice, estirando sus brazos y sonriéndome. Se mueve hacia abajo, acurrucándose en mí y me da un beso de buenos días. Me encanta cuando, en medio de nuestro beso, puedo sentir su sonrisa. Se aleja, sin dejar de sonreír, y dice: —¿Listo? Bajando la vista de la sábana a mí, sonrío. —Sí, estoy listo. —Muy bien, así que supongo que quiere saltarse los preliminares ésta mañana. —¡Genial! Vamos entonces —dice ella, empujándome fuera de la cama mientras se baja y se dirige al baño. —¡Dahlia! No, ¿en serio? ¿Bajo la lluvia? ¿Ahora? —Es todo lo que puedo decir porque estaba listo, pero no para correr. Después de nuestra carrera de cinco kilómetros, nos detenemos a caminar el último tramo de la calle que conduce a la casa. Nos quedamos en el vecindario y no nos desviamos por los senderos. Estamos caminando juntos, y me cuenta sobre el nuevo novio de Aerie y no está preocupada en absoluto por la lluvia. De repente se detiene, se inclina y comienza a quitarse los zapatos y los calcetines. Respirando con dificultad por la carrera, me detengo también, curioso como el infierno por lo que está haciendo. —Dahlia, ¿qué estás haciendo? —Sacándome mis zapatos. —Puedo ver eso. ¿Por qué? —Porque, tonto, quiero saltar los charcos. Lo dice como si fuera un idiota y debería haberlo sabido. Dios, jodidamente la amo. Las gotas de lluvia caen, pero todo lo que puedo ver es a la hermosa chica en frente de mí. No tiene que preocuparse de que sus collares de perlas rotas no traigan magia porque ella es la magia. A medida que continúo mirándola con asombro y admiración, no solo veo la lluvia que cae del cielo. En mi mente, las gotas se han convertido en los diminutos pequeños pozos de deseos que ella una vez me describió y se están reuniendo a su alrededor. Tengo esta imperiosa necesidad de concederle a ésta chica cada deseo, pero al mismo tiempo, eso me aterra como el infierno. ¿Y si no quiere que yo sea su felices para siempre? ¿Qué sucede si la conexión que tenía con él, no se puede romper? ¿Y si él era su felices para siempre? Estos son los pensamientos que me asustan como la mierda y me impiden impulsar nuestra relación demasiado lejos, demasiado rápido. ¿Y si ella lo ama más que a mí? ¿Ella siempre lo amará más? Como si tener que competir por el amor de Dahlia contra un fantasma no fuera lo suficientemente difícil, sabiendo las cosas que me hacen odiarlo más. Pero lo que sé de él, nunca lo diré. Yo nunca le haría daño a ella de esa manera. Después de que ella salta de charco en charco, cierra los ojos y levanta los brazos hacia los lados. Ladea la cabeza hacia atrás y gira en círculos como si esto es algo que la gente hiciera todos los días. Su espíritu me fascina, y aunque nunca conocí a su abuela, sé que el espíritu de la mujer está vivo dentro de esta chica. Sonriendo, me acerco y ella abre sus ojos. Está parpadeando las gotas de lluvia cuando le agarro la cara, tirándola hacia mí. La beso duro, esperando que un poco de su magia me contagie. Disminuyendo la velocidad, nunca rompo nuestra conexión, concentrándome en hacer que ese beso le haga saber lo mucho que realmente la amo. Cuando comienza a temblar, sé que he logrado mi objetivo. —¡Sorpresa! —grita, abriendo su maleta. Una vez que volvimos de nuestra carrera, nos dimos una ducha, y decidimos hacer unos recados mientras yo hablaba con Xander sobre las negociaciones del contrato. Inclinando la cabeza hacia un lado y levantando una ceja, doy un vistazo dentro de la maleta. —¿Qué estamos haciendo con esos, haciendo una guardería? Sacudiendo la cabeza, hace pucheros con sus labios mientras apunta a las cajas. —¿A los tres años jugabas Backgammon? —Cada vez que hace pucheros, todo lo que quiero hacer es besarla. —No sé qué jugaba a los tres años, pero sí sé a los veintiséis, pronto serán veintisiete y eso es mucho más divertido —respondo, tirando de ella hacia mí y besando sus suaves labios. Da un paso alrededor del auto, abre la puerta y agarra lo que parece ser una bolsa de supermercado llena de comida. Camina hasta la maleta, la deja caer al suelo cerca de mis pies, moviendo su dedo. Se ríe cuando toma otro paso que nos mantiene separados. —Tienes suerte de que te amo porque a veces tu humor es simplemente incorrecto. Solo ha dicho las palabras “te amo” dos veces antes, pero voy a contar ésta. Me envía mensajes y me lo ha escrito en notas, pero verbalizar las palabras parece difícil para ella. Estoy seguro de que es por su culpa. Pero no quiero pensar en eso ahora, así que me niego ese pensamiento en mi cabeza y le doy a mi increíble chica toda mi atención. Lamiendo mis labios, finjo ignorancia cuando le pregunto: —¿Qué? ¿Qué fue lo que dije? ¿Y qué hay en la bolsa? Sonriendo hacia mí, desliza sus manos por mi pecho, envolviéndolas alrededor de mi cuello. —No te hagas el tonto conmigo, sabes exactamente lo que dijiste — me reprende burlonamente al oído—. Y en cuanto a la bolsa, vas a tener que esperar y ver. En un susurro, tan cerca de su oído como puedo llegar, le pregunto: —¿Acerca de los juegos o de divertirse? Se ríe de nuevo. Dios, amo ese sonido. Desenvuelve sus brazos y desliza sus manos por mi cara. La abrazo mientras me da un beso en los labios. Su boca se prolonga por unos segundos mientras mis manos frotan su espalda. Estoy atrapado en el momento cuando de repente se aleja y me golpea con fuerza el culo. —¡No puedes poner tres años e insinuaciones sexuales en la misma conversación! Eso es solo equivocado. Cruzando los brazos, estrecho mis ojos y la apunto. —¡Yo no soy el único con S.E.X.O en el cerebro! Esa palabra nunca salió de mi boca. —Deletreo la palabra, fingiendo regañarla cuando ella sacude la cabeza hacia mí. —Vamos. Ayúdame a descargar esto, y puede que no tenga que castigarte —dice ella, agarra y gira el brazo hacia la maleta mientras levanta la bolsa que se encuentra en el piso. Levantando las cajas del auto, me dirijo a ella y sonrío. —Si me hubieras dicho al principio de esta conversación que el castigo era una opción, no estaría aquí en este momento vaciando el maletero. Me empuja hacia adelante y agarra unas cajas por sí misma mientras la sigo por las escaleras, mirando su hermoso culo en sus jeans. Pongo los juegos en el mostrador y me doy la vuelta, sosteniendo una de las cajas. —Solo jugaré Monopolio si juegas con mis reglas. Pone las manos en las caderas, y levanta una ceja. —Y River, ¿qué reglas serían esas? ¿Te ha llamado Milton Bradley con un nuevo juego? Porque hasta donde yo sé, las reglas no han cambiado desde que el juego fue inventado. Le doy mi más malvada sonrisa, pongo el juego abajo y saco mi teléfono. Sosteniéndolo hacia ella respondo: —Dahlia, de hecho, tengo un texto de ésta mañana del propio Milton que me informaba de una nueva regla. Sonriendo mientras camina cerca de mí, coloca sus manos sobre mis hombros y mira directamente a mis ojos. —En primer lugar, estoy bastante segura de que Milton murió hace más de cien años. —Pasa los dedos por mis brazos y sostiene mis manos—. Y en segundo lugar, solo porque soy increíblemente curiosa y me gusta mantenerme al día con los cambios del juego, ¿cuál sería ésta nueva regla? —Me pregunta en su tono más seductor. —¿No lo sabe, hermosa chica? —Amable señor, si lo supiera, no tendría que preguntar. ¿Habría de hacerlo? —pide mientras agita sus ojos con ese lindo acento sureño que utiliza cuando trata de ser una sabelotodo. Agarro con fuerza sus manos, tiro de ella hasta mí, y susurro al oído: —Cada vez que pasas por inicio, en lugar de recoger doscientos dólares, tienes que quitarte algo. —Oh —dice ella, mordiéndose el labio mientras toma el juego desde el mostrador y se dirige a la mesa de la cocina tirando el celofán de la caja. Sentándose, destella su sonrisa y me guiña irresistiblemente sexy, mientras se prepara para jugar la primera partida de monopolio desnudista. Dahlia decidió no regresar a su casa. Empacó el resto de sus cosas y los contratistas van a hacer reparaciones para que pueda ponerla de nuevo en el mercado. No hemos hablado acerca de sus arreglos de vivienda a largo plazo desde el día del robo, pero sabe que yo quiero que se quede aquí conmigo. Ya está aquí la mayor parte del tiempo de todos modos, pero no ha dicho nada sobre el deseo de vivir conmigo sobre una base más permanente. Ella está tan decidida a quedarse con Grace, que hace que sea un punto ir allí por lo menos cada dos noches. Incluso ayer por la noche, después de que habíamos terminado nuestro pequeño juego de monopolio desnudista, insistió en ir a casa a Laguna Beach. No estoy seguro de por qué siente la necesidad de hacer esto, pero la acompaño, ya que funciona para ella y no es que no esté contento. Solo sería más feliz si ella se mudara conmigo. Hemos pasado casi todos los días durante las últimas tres semanas juntos teniendo una explosión. Dado que Dahlia no está trabajando en este momento, y estoy esperando a Xander para limar la firma del contrato de la banda, hemos estado vagando por la ciudad y divirtiéndonos mutuamente. En primer lugar, hemos recogido algunos elementos esenciales para casa, incluyendo una mesa de cocina, ollas y sartenes, pero últimamente pasamos nuestros días corriendo, caminando, yendo a The Grove para ver películas, a la sala de juegos, o a diferentes restaurantes para el almuerzo. A veces caminamos a lo largo de Hollywood Boulevard y otras veces simplemente pasamos el rato en casa. Casi todas las noches, viene conmigo a los ensayos y luego salimos con Aerie o nos reunimos con los chicos. Sin importar lo que hacemos, Dahlia y yo por lo general terminamos yéndonos temprano porque no puedo mantener mis manos lejos de su pequeño cuerpo sexy. Puedo decir que ella siente lo mismo, y se ha convertido en un juego ver quién puede resistir más tiempo antes de tener que partir. Independientemente de quién gane, lo que es todo el camino a casa se ha convertido en un reto y hemos encontrado algunas cosas interesantes y divertidas que hacer en el camino. Mañana es el cumpleaños de Dahlia. Estoy tan feliz de celebrar el día con ella, así que cuando Bell preguntó si podía hacer una pequeña fiesta esta noche, le dije que sí. Dahlia está de camino aquí desde Laguna Beach con Aerie, y acaba de entrar por la puerta. Salí corriendo a buscar su regalo y espero que Bell lo envuelva para mí, pero cuando miro alrededor del caos que es mi casa, creo que podría tener que quedarse en el papel de embalaje marrón. La comitiva de Bell la está siguiendo al interior de la casa con un montón de artículos de fiesta mientras ella está ladrando órdenes. Sacudiendo la cabeza, lo único que puedo hacer es sonreír. Debería haberlo sabido mejor. Apunta a la mesa cuando Garrett se arrastra detrás de ella. —¡Cuidado! —grita mientras establece una bolsa llena de vasos y platos sobre la mesa—. ¡Si dejas caer una mota de hielo sobre el pastel, tu culo será expulsado de esta fiesta! —Amigo, tu hermana es tan mandona —dice, mirándome. Está descargando cajas y cajas con bandejas llenas de comida en los mostradores de la cocina, línea de botellas de alcohol en la barra donde están los taburetes, y un pastel púrpura gigante con la forma de una flor sobre la mesa de la cocina. Inclinándome sobre la barra, estoy viendo la locura desarrollarse. Bell entra por la cocina con docenas de globos morados con cuerdas blancas. —¡Bell, tienes que estar bromeando! Está sonriendo, viéndose muy satisfecha de sí misma cuando amarra los globos en el gabinete de la cocina. —¿Qué? ¡Ella ama el púrpura! —No, no es el color, Bell. Esto. —Muevo mi mano alrededor de la habitación—. Una gran fiesta explosiva no es lo que acordamos. No era parte del trato. Ella balancea la cabeza para mirarme. —¿Trato? ¿Qué trato? Dijiste que podía hacer una fiesta, y eso es lo que estoy haciendo. ¡Ahora, no seas tan aguafiestas! Tiene una sonrisa molesta en su rostro, y estoy perdiendo la paciencia rápido. —¿Alguna vez incluso escuchas lo que dices? Dijiste una pequeña fiesta del tipo conseguir conocer a los amigos del otro, ¡y esto no es eso! Debería haberlo pensado mejor antes de dejarla planear nada en pequeña escala. Todo lo que hace es exagerado. —¡River! ¡No me grites! ¿Entendido? Estoy haciendo esto por ti. Para tu nueva novia, mi nueva amiga, y debes estar agradecido de eso. ¡No seas un idiota! —Luego señala su dedo hacia mí, y continúa—: Y si me gritas de nuevo, le diré a mamá. Sacudiendo la cabeza, me disculpo por lo que podemos seguir adelante. —Lo siento Bell, querida —le digo en un falso tono burlón—. En realidad, estamos un poco viejos para amenazar con decirle a mamá, ¿no es así? —Entonces recuerdo que quería preguntarle algo. —Y por cierto, ¿cómo es que sabes que a Dahlia le gusta el púrpura? —Ni yo tengo idea de si le gusta o no. Se regodea durante unos segundos antes de responder. —River en realidad —dice chasqueando la lengua—, se llama así por una flor, y todo el mundo sabe que las dalias son de color púrpura. —¿Bell, estás borracha? —Tengo que preguntar esto porque eso tiene que ser una de las cosas más estúpidas que ha dicho jamás, y ahora mi enojo está de vuelta. Frunce el ceño. —Nooo, River, no lo estoy. ¿Lo estás tú? Ni siquiera puedo responderle, así que solo muevo la cabeza e inhalo profundamente. Ella comienza a destapar los platos de comida y los está estableciendo en la barra cuando se da cuenta de que me quedé mirándola. Apuntando con el dedo, le digo: —Te voy a culpar si ella enloquece. —¿Por qué tendría que enloquecer? ¡Todo el mundo ama una fiesta de cumpleaños! —Me da su más grande, más brillante sonrisa antes de gritar—: Garrett, ¿dónde están las otras bandejas de comida? —Estoy recibiéndolas. ¡Espera solo un segundo Bell! —¡Pues date prisa, deja de tomarte tu dulce tiempo! No encuentro nada de ésta mierda de preparación divertida, sobre todo porque no estoy seguro de cómo lo va a tomar Dahlia. Solo pensar en ello me molesta. —¡Hijo de puta! —Oigo venir detrás de mí cuando algo estático y un sonido penetrante se amplifica a través de los altavoces. Dándome la vuelta, veo a Nix desconectando el sistema de sonido e intentando conectar una placa de sonido a éste. —¿Qué carajos estás haciendo? Sonriéndome, señala con la barbilla a Bell. —Ella quería un DJ. —¿Un DJ? ¿Para qué? ¿Por qué? ¡Esto no es un jodido club de baile! Encogiéndose de hombros, Nix rueda los ojos y señala a Bell, mientras continúa metiéndose con el sistema de sonido como si supiera lo que está haciendo. —Bell —grito, mi paciencia con ella está llegando al límite. Viene alrededor de la barra y tira de mi brazo lejos de Nix. Algo se aferra a mi cabeza mientras abre las puertas correderas de cristal. Los globos están en mi cara, así que es Bell. —Tú —dice ella, y me entrega las cuerdas blancas—. Corta tu mierda y empieza a ayudar. Puedo decir por su tono que ha tenido suficiente, así que decido soltar un poco la holgura y ver qué tipo de gran trabajo tiene reservado para mí. Es genial que hiciera todo esto, pero lo único que quería era una pequeña reunión por la tarde. Pensé que cantaríamos feliz cumpleaños, comer un poco de pastel, los invitados se van, y luego me gustaría tener algo de tiempo a solas con mi chica de cumpleaños. Está claro que no es el plan ahora, inhalo una respiración profunda, miro a mi hermana y levanto mis manos en señal de rendición. —¿Qué necesitas que haga? Mirando a su alrededor, veo a Xander ocupado chupándole la cara a una chica que trajo con él. —¿Ves todos los globos atados juntos? Tienen que ser desatados y amarrarlos alrededor de las sillas. —¿Sillas? —me pregunto por qué solamente yo soy dueño de las sillas alrededor de la mesa al aire libre, y hay más globos que sillas. Pellizcando mi barbilla, vuelvo mi cabeza hacia la piscina. —Esas sillas las vas a desplegar y colocar alrededor de esaaaaaaas mesas. —Apunta las pilas de mesas redondas al otro lado de la piscina. —¿Cuántas personas invitaste? —Tengo que preguntar porque hay un montón de jodidas sillas y mesas allá abajo. Pasando ida y vuelta entre la fiesta que ahora se encuentra en pleno apogeo y el comedor vacío, continúo mirando por la ventana. Ella debió haber llegado hace más de una hora. Más temprano intercambiamos algunos mensajes de texto: No la he visto todavía, y ya quiero saltarme la fiesta e ir directamente al “más tarde” La música está sonando en diferentes ritmos, así que decido poner mis solicitudes de canciones. Hay tanta gente aquí; no puedo incluso ver el cartel de Hollywood que tanto ama Dahlia a través de las puertas de cristal. Deteniéndome para hablar con unos cuantos amigos que no he visto en un tiempo, finalmente hago mi camino hasta Daniel, por lo menos creo que ese es su nombre. Es el nuevo novio de mi hermana y es el DJ de la fiesta. Bell está ocupada llenando con vino las docenas de diferentes tipos de copas que compró, mezclando bebidas y quién sabe qué más. Garrett y Phoenix están ocupados permaneciendo lejos de ella para que no los atrapen siendo los camareros de la fiesta. Me dirijo a la cocina, tomo una botella de cerveza de la bien surtida nevera y me siento en el sofá al lado de Xander y alguna otra rubia. No recuerdo su nombre, pero sé que él ha estado con ella antes. —¡Oh Dios mío, River! —dice, e instantáneamente lamento haberme sentado aquí. Su tono es como una adolescente quejumbrosa y sus risitas son como una niña de cinco años. Tomando un trago de mi cerveza, bajo mi botella y luego la levanto en su dirección. —Eh, que bueno verte de nuevo. Xander está sonriéndome cuando dice: —Chloe. En serio puede ser un idiota algunas veces. Sacar a relucir que no recordaba su nombre no era necesario. Quiero decir, en realidad tiene un sistema de rotación de novias cada vez que lo veo, y eso no es una de mis cosas favoritas. Su voz es tan aguda que en realidad hace que mi piel se erice. —Así que River, amo tu nueva casa, ¿cuándo te mudaste? ¿Tienes un decorador? ¡Porque mi BBF es una y puedo presentártela! Sus labios se mueven, pero no estoy escuchando. Dejé de escucharla cuando usó las letras BBF en una oración, pero sonrío amablemente hacia ella. —Seguro, suena genial. Este es el tipo de chica con las que no puedo estar. Las que tratan de ser seductoras pero suenan más como un pequeño chirrido. Piensan que son sexys, pero no podrían estar más equivocadas. Siento haber salido con una serie interminable de ellas antes de conectar con Dahlia. No es nada como esas chicas y no podría ser más feliz. Mi teléfono comienza a vibrar en el bolsillo delantero, colocando mi cerveza en la nueva mesa, me levanto y me dirijo hacia afuera. Es un mensaje de texto de Dahlia. Mirando a Xander y su burbujeante morena, indico con mi barbilla que iré hacia la puerta. —Discúlpame un minuto, Dahlia está aquí y quiero saludarla antes de que golpee la puerta. —¿Dahlia? ¿Quién es Dahlia? —le pregunta Chloe a Xander. Xander me mira y responde: —La chica que tiene a mi hermano como un sometido. Solo muevo mi cabeza y le lanzo una mala mirada. No voy a discutir la semántica de sometido versus amor con él, especialmente frente a la chica del Valle. —¿No es así, chico enamorado? —grita cuando me alejo. Abriendo la puerta, apoyo mi mano sobre el marco, la veo salir del auto de Aerie. Los reflectores del camino de entrada brillan hacia arriba y resaltan su increíble figura. El desvergonzado ardor en mis ojos debe ser evidente, pero no me interesa. Luce sensual en ese pequeño vestido negro que Aerie debió haberla convencido que comprara. Su vestido es corto, con el cuello abierto y sus largas piernas lucen como un kilómetro de largo con esos zapatos. Cuando se da la vuelta al cerrar la puerta, me tengo que mover un poco para controlarme. Su vestido no cuenta con espalda y su cabello está recogido en una cola de caballo, cada centímetro de su piel desnuda es visible. Imágenes de ella y yo solos juntos instantáneamente inundan mi mente y realmente lamento dejar a Bell hacer esta fiesta. Caminando unos pasos para encontrarme con ella, estoy abrumado por su belleza en general. Diciendo “hola” a Aerie, me posiciono enfrente de Dahlia. Es casi tan alta como yo en esos zapatos y cuando sus ojos me encuentran, solo me ve a mí, ninguna sonrisa, nada, que puedo decir, incluso antes de que sus labios se curven, que está siendo seductora. Sus ojos parecen cambiar de color dependiendo de su estado de ánimo, y esta noche sus ojos color almendra están casi marrones. Lucen como un torbellino de nubes de polvo y amo cuando son de ese color. También amo cuando sus ojos se tornan dorado verdosos. Hay un rasgo casi sicodélico en ellos. Es como si pudiera mirar las mismas imágenes en bruto que ella ve. Su mente es como una cámara y solo mirando sus ojos me doy cuenta que son la mejor vista. Le dije una vez que sus ojos cambian de color dependiendo de su estado de ánimo. Rió y dijo: —Si crees que mis ojos cambian dependiendo del estado de ánimo, ¿de qué color son cuando estoy molesta? —Solo sacudí mi cabeza. Inclinándome, inhalo la dulce esencia de su cabello y beso la piel desnuda de su cuello hasta su oreja, suavemente bajo mi voz a un nivel más íntimo. —Hola, cumpleañera, luces hermosa, perfecta en realidad —digo empujando sus caderas a las mías. —Hola —dice, colocando sus manos en mis brazos—. Siento que llegáramos tarde. Doblando su cuello para permitirme acceso completo y no puedo evitarlo, pero sonrío cuando noto su piel de gallina. No siendo tímido por la invitación, lentamente recorro desde la base de su cuello hacia su clavícula expuesta. Dios, todo lo relacionado con ella es tan sensual y ahora mismo estoy excitado. —Está bien, si estás tarde por este vestido —digo corriendo mis manos hacia abajo a un lado de su cuerpo—. Definitivamente te perdono, luces tan caliente. —Este… —gime, antes de decir—: extremadamente bajo y ronco. Gracias. —En un tono Su sonrisa seductora se convierte en una sonrisa y apunta hacia la entrada. —Pensé que dijiste no más de unas pocas personas. Esto luce como más de unas pocas personas. De hecho, yo diría que luce como una fiesta. Antes de poder explicar, escucho a Aerie gritar desde lo alto de las escaleras. —¡Caleb encontró el lugar! Caleb se acerca a nosotros y suelto a Dahlia cuando comienza a ir hacia él por el camino de entrada. Besa su mejilla y se abrazan. No debería molestarme que sus manos estén sobre la piel desnuda de su espalda, pero lo hace. Hay algo en él que no me gusta. Quizás es solo porque era el mejor amigo de él y muy probablemente sabe lo que yo sé. Coloca su brazo alrededor suyo, llevándolo de regreso hacia mí. Puedo ver el destello de la pulsera de él que aun usa. Entiendo por qué siempre la usa, sí, pero me molesta. Hablamos de esto la semana pasada y me explicó que la considera su pulsera de no arrepentirse. ¿Qué se supone que debo decir? Puesto que usarla la hace feliz, estoy haciendo mi mejor esfuerzo para estar bien con eso. Camino hasta el auto de Aerie con Caleb, y extiendo mi mano. —Hola, hombre, me alegro de que pudieras llegar. —Me controlo, tratando de calmarme. Serpenteo mi brazo alrededor de mi chica y me acerco más a ella. Me doy cuenta enseguida de su inquietud. Ésta noche será la primera vez que estaremos juntos en una escena social y estoy interesado en ver cómo se resuelve. —¿Cómo has estado? Disculpa que no pude reunirme con ustedes dos hace dos semanas en la cena. Quedé atrapado en una reunión con un nuevo cliente que necesitaba un sistema entero de seguridad instalado en cuestión de días. —Está bien. Lo planearemos de nuevo en otra ocasión —respondo, tratando de no apretar los dientes—. Ven, vamos dentro —digo y guio a Dahlia frente a mí, deliberadamente coloco mi mano en la parte baja de su espalda metiendo mis dedos en la apertura de su vestido. Juro que la vi temblar. Estamos parados alrededor de la mesa de la cocina cantando feliz cumpleaños y Dahlia sopla las velas. Deslizo mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola cerca de mí al estar justo detrás de ella. Una vez que apaga todas las velas, beso su cuello y susurro: —¿Pediste tu deseo? Gira su cabeza para mirarme. —Por supuesto que lo hice, pero sabes que no te puedo decir. Solo sonrío porque hemos pasado por estos deseos tantas veces, pero tengo intención de concederle mucho más que solo un deseo más tarde, así que lo dejo pasar. Bell corta el pastel, agarra a Dahlia y tira de ella hacia el comedor vacío. —Feliz cumpleaños —digo pasadas las doce, ya que oficialmente es su cumpleaños. Mirando mi reloj, me sonríe. —Supongo que es mi cumpleaños real. Así que, gracias. La beso y su lengua se desliza lentamente dentro de mi boca. Sus dedos empiezan a peinar mi cabello y me separo. —Quédate aquí. Me da una mirada inquisitiva pero dice: —De acuerdo. Cuando camino, continúo frente a ella, mis ojos descienden por la longitud de su cuerpo. Antes de dar la vuelta, articulo: —Quédate allí. —Vuelvo a la cocina para tomar unas cuantas cosas. Xander está de pie cerca de la entrada y me acorrala. —¿Todavía no le has dicho? Solo lo miro y me alejo. Le dije que no quiero hablar acerca de ello y que no se lo he contado a ella, entonces ¿por qué no solo se calla de una jodida vez? Caleb está hablando con Bell y me pregunto si ella lo conoce. Me ve y se da la vuelta. He sido capaz de evitarlo toda la noche hasta ahora, así que haré esto corto y dulce. —Solo tomo algunas cosas antes de que Dahlia y yo vayamos a la cama —digo directamente a Bell pero veo a Caleb encogerse—. No te preocupes por limpiar, me ocuparé de eso mañana —digo mientras agarro una taza de hielo, una botella de cerveza y un pedazo de pastel. Beso a Bell en la mejilla. —Gracias. —Ves, sabía que le gustaría. Mis manos están llenas, por lo que digo adiós sin agitar las manos. —Eh, hombre, gracias por venir. No te pierdas —digo mientras me alejo. —River —dice y me doy la vuelta—. Cuida de ella. No estoy muy seguro de cómo responder, aprieto mis labios antes de responderle. Bell me lanza una mirada de desaprobación; así sé que mis expresiones imitan a mis pensamientos. Mierda. Tragando el resentimiento por mi garganta, respondo de la única manera que puedo. —Por supuesto, lo haré. Suaves dedos agarran mi costado y me doy la vuelta, tomando el pastel de mis manos dice: —Gracias, ¿esto es para mí? Estamos parados tan cerca. Sus ojos ahora son de un marrón oscuro, y su expresión me dice lo que ya sé. —Sí, es para ti. Inclinándome, susurro: —Ven conmigo. Tengo algo que quiero darte. Mientras entramos en la habitación, tomo su pastel y lo pongo con la cerveza y la taza de hielo en la mesita de noche. Lo mira y dice: —¿Fiesta para uno? Dándole mi sonrisa más diabólica, me acerco y recorro mis manos por su cuerpo como he querido hacer toda la noche. —No, cumpleañera, esto es lo que llamo fiesta para dos. Levantando una de sus cejas, sonríe. —Está bien, morderé un poco de eso. ¿Qué es lo que tiene previsto esa mente sucia? —Bueno, lo primero, quiero darte tu regalo y luego estaré feliz de compartir mi plan para tus deseos de cumpleaños. Agarro el regalo del armario y la llevo a la cama, donde se sienta. Entonces desenvuelve el papel. Sé que éste es el perfecto regalo para ella. Tuve la oportunidad de conseguir el manuscrito original de la canción de U2, Beautiful Day. Yo lo había enmarcado en un cuadro negro de aspecto antiguo que se asemeja a alguno de los cuadros rotos que vi en su casa. Cuando reconoce lo que es, levanta su mano y cubre su boca. Lágrimas comienzan a correr por su rostro. Esta no era la reacción que esperaba. —¿No te gusta? Sacude su cabeza pero no dice sí, y tengo que preguntar. —¿Sí, no te gusta? o ¿sí, te gusta? Una pequeña sonrisa triste aparece en sus labios mientras baja su mano. —Sí. Me encanta. Lo mira fijamente por unos minutos, recorriendo sus dedos a través de las pocas líneas de la canción antes de colocarlo cuidadosamente en la mesa. Se quita sus zapatos y se pone de pie. Estoy al lado de ella y solo la veo. Quita el cierre a un costado de su vestido y lo tira hacia abajo. Está usando un sujetador de encaje negro y bragas. Saliendo del vestido camina más cerca de mí. Sus ojos ahora son de color marrón-verdoso. Un color que nunca antes había visto. —Dios, te amo tanto —susurra en mi oído cuando envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y sujetándose como si fuera a hundirse si se suelta. Cuando me dice esas palabras en esta ocasión, siento que está tratando de decirme algo más. Mueve sus labios contra los míos y abro mi boca invitándola a entrar. Me detengo por un momento, echándome hacia atrás para mirarla, para decirle como me siento. —Dahlia, te amo más de lo que nunca he amado a alguien o algo. Aprieta mi mano sobre su corazón y la de ella sobre el mío. —No solo mi corazón te pertenece como el tuyo a mí, pero supe desde la primera vez que te besé que éramos almas gemelas. Lo supe esa primera noche en Las Vegas. Trato de decirle que me sentía de la misma manera, pero movió sus dedos a mis labios. —¡Sh!… déjame terminar. —Agarra mis manos sosteniéndolas firmemente y me mira directo a mis ojos—. River, sé que no quieres hablar de esto otra vez, pero esto es algo que quiero que sepas. Amé a Ben. En serio lo hice, pero cuando estuvimos juntos, nunca creí en almas gemelas. Ni siquiera lo pensé. No tiene que explicar detalladamente o continuar porque entiendo exactamente lo que está diciéndome. Dejo escapar un profundo suspiro y el alivio fluye a través de mí, que se sienta de la misma manera acerca de cómo me siento por ella. Mantengo mi boca cerrada, asiento y dejo que mi silencio le diga que lo entiendo. Dirige sus dedos debajo de mi camisa, deteniéndose en cada botón que ella deshace, inclinándose y besando cada punto descubierto en el camino. Sus dedos rozan mi pecho desnudo y sus labios hacen su camino hasta los míos. Ataca mi boca como si la tomara prisionera y me besa hasta que ha sido capturada. Está sin aliento y yo estoy jadeando, pero quiero proseguir con cuidado. Ya no quiero tirarla a la cama y cogerla. No estoy seguro de qué impulsó las lágrimas y la confesión de amor y ahora quiero saber, pero no parece querer decirme ahora mismo. Sus manos van a mi cintura y su boca se va hacia mi pecho, donde comienza a darme besos haciendo su camino bajando por mí estómago. Tiro de ella a mi cara, sintiendo que realmente quiero saber. Miro sus ojos marrones ahora, pero ellos están concentrados en mis labios. Vacilando entre querer saber y no quererlo, solo pregunto. —Dahlia, cuando abriste la canción parecías triste. ¿Por qué? ¿Tiene algo que ver con él? Suspirando y tomando una respiración profunda me dice: —No. Ese concierto fue el último concierto al que fui con mi papá. Fue la última vez que fui a The Greek. —Acuna mis mejillas y continúa—: No estaba triste cuando lo abrí, estaba feliz. Esas eran lágrimas de alegría porque me has dado un recuerdo de tantos que solo fueron quitados. Ahora estoy tragándome mis emociones, tratando de perder la cabeza. Siento que mi cuerpo comienza a temblar, sobrepasando la cantidad de amor que siento por esta chica. Ha tenido tanta tristeza en su vida. Suavemente la tomo y llevo a la cama, me siento tan afortunado que soy el único que conseguirá darle su felices para siempre. La acuesto y empiezo a besar su estómago. Se apoya de sus codos y apunta la mesita de noche. —Prometiste explicar —dice y me río. —¿Explicar qué? —pregunto, mi mente todavía aturdida por las confesiones. —Tus deseos de cumpleaños, tonto. —Ah, mis deseos de cumpleaños para ti —digo sonriendo a su belleza y queriendo hacerla feliz. La miro y la beso, luego me muevo para tomar un cubito de hielo fuera de la taza y dejo que se derritiera en mi lengua. —¿Que estás haciendo? —Dahlia, estoy concediéndote tus tres deseos de cumpleaños. —No puedes concederme mis deseos si no te he dicho lo que deseo, tonto, y hay solo un deseo permitido por cumpleaños ya sabes. —Chica hermosa, tu deberías saberlo ahora, yo tengo mi propias reglas para casi cualquier cosa y los deseos de cumpleaños no son la excepción. Recorriendo sus dedos a través de mí cabello, dice: —Así que cuéntame, genio, ¿cuáles serían esas reglas? —Bien, ya que lo preguntas, estoy más que feliz de decirlo. En mi mundo, cuando consigo ser el genio, como tú me llamaste, tengo que aparecer y entregar los deseos. Se ríe, ese sonido que tanto amo. Empieza a chillar cuando tomo un trozo de otro hielo en mi boca y deslizo mi lengua fría por su cuerpo, dejando que el cubo baile dentro de mi boca y a lo largo del camino. Me detengo y miro hacia ella mientras me ve. —Y eso es el deseo número uno. Un bajo ronroneo escapa de su boca. —Oh Dios, River, amo tus reglas. Sacudiendo la cabeza, me estoy pateando por no ordenar el collar más temprano. Me paseo por la habitación con el teléfono a la oreja. Mikimoto dice que el paquete debería haber sido entregado a la casa de Xander ayer, y si el idiota hubiera respondido su teléfono esta mañana, yo lo sabría. Estoy a la espera de Federal Express, esperando que puedan comprobar el registro de la firma de entrega cuando suena el timbre de la puerta. Caminar a la puerta no es fácil. Sonrío mientras paso por encima de todas las cajas que Dahlia aún no ha desempacado desde que se mudó oficialmente aquí. Gracias a Dios que solo trajo lo que pensaba que necesitábamos y dejo el resto en la casa de Grace o de lo contrario no habría por dónde caminar. Ella está en la oficina que creamos para ella en la planta baja. Trabajando para que su nuevo negocio florezca. Nos las hemos arreglado para amueblar toda la casa y contratar a un ama de llaves, pero desembalar es otra historia. Por alguna razón, parece que nunca encontramos el tiempo para simplemente hacerlo. En realidad no importa de todos modos. Dado que ninguno de los dos cocinamos, no necesitamos desempaquetar las cajas etiquetadas de cocina. Siempre podemos pedir comida, salir, o comer queso a la parrilla. Me importa una mierda algo de lo doméstico que se supone que tenemos que hacer porque tengo a mi chica, y estamos viviendo la vida dulce y fácil. Al abrir la puerta, mi idiota hermano está de pie allí con una sonrisa. Él me empuja a un lado mientras camina a la sala de estar, poniendo su culo en el sofá. —¿Por qué me has llamado tres veces desde que entré a mi auto esta mañana? —Si contestaras el jodido teléfono lo sabrías, idiota, Tira la cabeza hacia atrás en el sofá y extiende sus brazos sobre la espalda como si fuera el dueño del lugar. —Ya que estaba en mi camino aquí, no vi el propósito de perder aliento —dice. Luego mete la mano en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero, añade—: Idiota. Sacando la caja de satén negro con las letras blancas MIKIMOTO blasonadas en la parte superior, sonríe. —¿Buscas esto, chico enamorado? Giro la cabeza hacia la escalera para asegurarme que Dahlia no viniera, rápidamente me dirijo hacia él. —¿No podrías haberme hecho saber que venías, idiota? —¿Idiota? Mmm… Tal vez debería solo haberlo guardado y dárselo a la primera cara bonita que viera esta noche. Ya que es el Día de San Valentín, estoy seguro que una joya como esta garantizaría anotar. Metiendo la caja lejos, en uno de los muchos contenedores parcialmente abiertos que bloquean las vías de entrada y salida de la sala, camino para sentarme en la barra. Dahlia insistió en que las cosas no bloqueen la vista de cualquiera de las cajas, así que en su lugar, estamos tropezando con los elementos desenvueltos pero no guardados cada vez que entramos en la habitación. De pie, Xander se dirige a la cocina. —Amigo, vives con una chica desordenada. Encogiéndome de hombros ante él, le digo: —Algunos de nosotros tenemos mierda más importante que hacer que mantener la casa. —Pero, en verdad, tienen un ama de casa. ¿Ella no puede hacerlo? —Dahlia quiere hacerlo ella misma. Va a encargarse de terminar de desembalar. Xander, no preocupes tu linda cabecita al respecto. Sonriendo, se sirve una taza de café. —Lo que sea, mejor tú que yo. Este lío me llevaría a la jodida locura. —Entonces levantando su taza de café, pregunta—: ¿Café? Sonriendo y asintiendo, le digo: —Xander, dejar el correo en el mesón te vuelve loco. —Hablando de locos, estabas preocupado que el collar no llegara aquí. ¿Verdad? Giro mi silla mientras él camina de vuelta a la habitación y tamborileo mis dedos sobre el mostrador. —No preocupado. Consternado. —Bueno, tal vez la próxima vez ordenarás el regalo de tu chica antes —dice riendo, tomando su chaqueta y poniéndola en la parte posterior del bar. Asiento con la cabeza de acuerdo mientras él se sienta a mi lado, dándome una de las tazas de café. —Así que el contrato de la disquera… —empieza a decir. Dejo caer el pie en el suelo, giro mi asiento para mirarlo. —Xander, no quiero discutir sobre las estipulaciones de mierda de la disquera ahora mismo. —Hermano… Mira, sé que tu mente está en otro lugar —dice, tocando la pantalla de su teléfono y empujándola hacia delante de mí—. Pero tenemos que conseguir que esta mierda se enderece y firmar un contrato o no tendremos un acuerdo. Echando un vistazo a su teléfono, me muestra un correo electrónico una lista de los cambios en el contrato original sin firmar. Lo he visto por lo menos tres veces, así que giro los ojos. —Xander, vamos. Sabes que la disquera no quiere negociar, lo que quieren es que nos pongamos de acuerdo antes de que podamos avanzar y cortar el condenado álbum. También figuran en el correo electrónico los promocionales de la banda. No los había visto antes. requisitos —Esta falsa estipulación es una mierda —le digo a Xander, poniéndome de pie y continúo leyendo los nuevos requisitos—. Todo el mundo sabe que la única razón por la que una disquera hace que una banda salga de gira por nueve meses se debe a que no cree que el álbum pueda hacerlo por sí mismo. —Hay que dejar de ser un cobarde y superarlo, River —dice mientras se acerca a llenar su taza de café. Lanzo el teléfono en el sofá, y digo: —No necesito dejar de ser nada, Xander. —Mira River, solo tráela contigo —dice, dejando su taza sobre el mostrador. Me tiro en el sofá y niego con la cabeza. —No es eso —le digo, empujando mis botas en la mesa de cristal del centro—. No quiero estar en la carretera tanto tiempo. Odio esa vida. Vivir en un autobús, la gente en mi cara todo el día, comiendo comida de mierda, y bebiendo cada noche, nunca estando solo. — Finalmente admito mis mayores razones para no querer firmar. —Déjame ver qué puedo hacer —dice, tal vez finalmente resignado al hecho de que no voy a firmar ese contrato. —¿Por lo tanto, le has dicho ya? —Me desboco hacia arriba en respuesta a su pregunta. Él sabe muy bien sobre hablar de ello cuando Dahlia está en la casa. —No, y te dije que no voy a hacerlo. —No es una buena idea. ¿Qué pasa si Bell lo descubre y le dice a Dahlia? —Bell no va a descubrirlo. Tú solo lo hiciste porque te lo dije. Te pedí que no lo sacaras de nuevo a colación y lo dije en serio. —River, entiendo que tu necesidad de proteger a las mujeres siempre más de lo que crees, pero creo que estás cometiendo un error. Si se entera, va a estar muy molesta contigo. —No tengo la necesidad de proteger a las mujeres, Xander. Solo no veo el propósito de herir innecesariamente los sentimientos de alguien. —Sí, sí, lo entiendo. Siempre has querido a una chica con quien poder hablar, no solo coger. Eso es por lo que casi nunca saliste con alguien más de una vez. Te dije que te entiendo, y lo hago. En serio. Pero ahora has encontrado a una chica increíble, y lo tienes todo, así que no lo arruines. Eso es todo lo que voy a decir al respecto. Sabes que cuido tu espalda no importa qué. Mientras oigo pasos subiendo las escaleras, rápidamente le lanzo a Xander una mirada de cierra-tu-jodida-boca. Giro la cabeza justo a tiempo para echar un vistazo a mi caliente chica subiendo las escaleras. —Hola hermosa. —Hola hermoso —dice en un tono coqueto. Mirando hacia Xander, ella le sonríe. Tiene la sonrisa más increíble. —Xander —dice rotundamente. —Musa —dice igual de rotundo. —¿Estacionaste tu Mercedes en el frente? Porque si lo has hecho, espero que no te lo roben mientras estas relajándote —le dice, casi sin poder contener la risa, y luego ambos se echan a reír. En realidad se han convertido en amigos desde que se mudó hace tres semanas. Les tomó un tiempo, pero una noche de borrachera, y muchas historias divertidas más tarde hablaron de USC, en realidad decidieron que se agradaban. De hecho, se lleva muy bien con toda mi familia. Ella va a comer con mi madre y mi hermana al menos, una vez a la semana. Mi madre incluso la convenció de comprar un montón de cosas que tenemos en la casa. Desde que se mudó, en realidad hemos comprado todo lo de aquí juntos. Es como si hubiera comprado esta casa para nosotros. Nos encaja a la perfección; a ambos nos encanta y nos encanta estar aquí juntos. Dahlia disfruta de la vista y la fotografía todo el tiempo. Incluso plantamos flores silvestres juntos antes de que se mudara. Florecieron la semana pasada, y la mirada de sus ojos al ver las flores me dieron ganas de cogerla allí mismo, en el jardín. Corremos los senderos por la mañana y el que gane enjabona al otro cuando regresamos. Ella cree que gana cada vez. Dios, la amo. Ella se acerca y se deja caer en mi regazo, y me pongo a besar su cuello. —¿Qué estás haciendo aquí de todos modos? —le pregunta Xander mientras se acerca, toma el teléfono, y se encuentra justo al lado de nosotros. Se inclina como si fuese a besar su cuello, y lo empujo duro. —Lárgate de aquí, hombre. ¿No tienes a alguien para ir a molestar? —De hecho tengo gente que ver y lugares para ir —dice mientras se levanta—. No puedo soltarme. —Genial hombre, porque no me estaba levantando. —Adiós Xander —dice ella, despidiéndolo mientras sale de la habitación, y me dirijo a ella, así que realmente puedo besarla. El sonido de su voz envía una descarga de electricidad a través de mi cuerpo que ilumina las profundidades de mi alma. Negando con la cabeza hacia mí, él cierra la puerta al salir. Beso sus suaves labios, me paso la mano por su camiseta de Pretenders, y luego hasta el frente de la misma. —Por fin solos. —Hemos estado solos toda la mañana tonto —dice ella, empujando mi mano mientras trato de deslizar mis dedos en su sujetador. —Lo sé, pero has estado abajo —le digo mientras le lamo el labio inferior antes de pasar por la muerte. —Puedes visitarme alguna… —Deja de hablar mientras deslizo mi nariz a su oreja y meto mi lengua en ella. Sé lo que hace con ella. Ella gime un sonido de suave ronroneo, le gusta, y sonrío antes de sacarla de mi regazo. —Eh —dice ella, tratando de arrastrarse en mi regazo. —Quiero darte algo —le digo mientras me paso por la gran sala y en el dormitorio. —Creo que eso es lo que estabas haciendo hace un minuto, —dice riendo—. ¿Debo ir allí? Ahora me estoy riendo. Ella realmente es la persona más graciosa que he conocido. —No. Quédate ahí. Al volver a la habitación, le digo: —Cierra los ojos. No mires a escondidas. Ella lo hace y aparto las cajas mientras me dirijo de regreso a ella. —Bueno, este no es mi regalo para ti por Día de San Valentín —le digo mientras abrocho los seis o menos hilos de perlas de su tía en el cuello—. Esto es algo que quería hacer por ti, porque sé lo mucho que significa para ti. —Pongo la cadena en torno a su cuello y antes de que termine de abrochar el collar está agarrando a todas ellas. Cuando abre sus ojos y mira las perlas, una parte valiosa de su pasado que una vez se refirió como pozos mágicos de los deseos. Tuve que encadenarlas juntas de nuevo para ella. Está un poco llorosa cuando pregunta: —¿Hiciste esto para mí? —Por supuesto que sí. Sé lo mucho que significan para ti, y yo quería hacerte feliz. Se levanta de un salto y me besa antes de correr por el pasillo hacia el espejo, mientras grita: —Te amo. Te amo. Te amo. Sí, estoy bien. Mi corazón late tan fuerte que creo que está haciendo eco en todo el ruidoso restaurante. Aguanto la respiración y mordiéndome el labio inferior con anticipación. Abre la caja y para mi gran alivio, le encanta. Su boca se abre y las lágrimas corren por su cara bonita mientras desliza sus dedos por el collar que había hecho para ella. —¿Perlas y una dalia? ¿Cómo? Poniendo mi dedo en su boca y haciendo un sonido de sh… le digo: —Es un secreto. —Me pongo de pie, camino detrás de su silla, y llego a su alrededor mientras le susurro al oído—: Te amo. Luego retirando uno de los seguros, el collar de perlas de tres líneas con una dalia de diamantes se conectan para formar un encadenado individual que destaca la caja, ella lo corre alrededor de su cuello y lo tomo, juntando el cierre para ella. Al deslizarle el cabello largo a un lado, me inclino y aspiro ese olor que tanto amo. Huele a algún tipo de fruta. Naranja o pomelo, no estoy muy seguro. Inclina la cabeza cuando hago esto y le beso las pequeñas pecas en la parte posterior de su cuello. Entonces corro mi dedo por su espalda desnuda. Ella es tan jodidamente sexy. Agachándome y me apoyo en ella, arrastrando la lengua hasta la nuca de su cuello hasta la oreja. —Sabes tan bien como te ves. Prefiero estar comiéndote que comer aquí. —Entonces espero que su piel de gallina emerja. Efectivamente, ahí está. Sonriendo, camino de vuelta a mi silla. —¿Estás lista para irte? Ella lanza sus brazos alrededor de mi cuello mientras esperamos por el auto, y me abrazara fuerte y cerca. —Amo mi collar, y te amo. Ella desliza su nariz sobre mi mandíbula como siempre lo hace cuando la abrazo o beso. A ella le gusta cuando estoy bien afeitado, y me encanta la forma en que la excita. Nos separamos y avanzo hacia el auto. Abro la puerta para ella y le digo: —Te amo más. Una vez que me meto en el auto, lo enciendo y nos alejamos. Mientras ella está buscando a tientas en su bolso, saca un pequeño bolso negro. Señalando al espacio aún esperando, pregunta: —¿Puedes esperar ahí un segundo? Mirando por encima de ella en ese vestido que deja poco a la imaginación, le tomo la mano y sonrió. —Claro bebé. ¿Pero no puedes esperar hasta que lleguemos a casa? —No puedo dejar de reírme por mi propio ingenio. Ella juguetonamente golpea mi mano y no me deja agarrar la suya. —River, simplemente espera. —Está bien hermosa, es tu decisión —le digo, guiñándole un ojo mientras sigo con el juego, pensando que me quiere ahora. Estaciono el auto en el estacionamiento y me giro para verla plenamente. Se parece a un golpe de gracia en ese corto conjunto negro sin tirantes. El vestido expone una gran parte de su suave piel, solo gritándome que lo lama y el fondo es tan corto, solo gritando para que corra mis dedos por debajo. Lo que realmente me mata son esas botas altas hasta el muslo, me hicieron difícil el momento en que la vi. Honestamente, estoy teniendo un tiempo difícil para mantener mi mierda junta alrededor de ella esta noche. Realmente debería haberla llevado al cuarto de baño, pero es el Día de San Valentín, y quiero que sea romántico. Nunca he pasado uno de esos días llenos de corazones con alguien que realmente importaba, así que esto es nuevo para mí. Mi hermana sugirió llevar a Dahlia a un buen hotel para pasar la noche, así que eso es lo que estoy haciendo. De hecho, he hecho una reserva en el Hotel Beverly Wilshire el mes pasado. Las suites estaban ocupadas, pero tuve la oportunidad de reservar una habitación. Ella toca sus perlas por un minuto, mientras la bolsa negra descansa sobre su regazo. Ella parece muy feliz. Entonces con esa sonrisa seductora que podría derretir el ártico, dice: —Cierra los ojos y mantén tus manos fuera. Trago saliva y asiento, apretando los ojos cerrados y elevando mis manos con las palmas hacia arriba sobre la mesa. Mientras lo hago puedo sentir el objeto metálico que se coloca cuidadosamente en ellas. —Feliz Día de San Valentín, River. Al abrir los ojos, veo seis plectros de guitarra de metal, todo grabados. Escaneo cada uno de ellos antes de mirar hacia ella. Mi sonrisa debe ser más ancha que cualquier presa que se haya construido para detener una inundación. Inhalo profundamente, traslado todos en una mano y levanto uno que dice, “Te Amo”. La miro con asombro y maravilla. —Te amo —le susurro al tratar de controlar mis emociones. Me inclino y la beso, deslizando mi lengua en su boca porque quiero saborearla tan mal. Aprieto mi palma cerrada para no dejar caer alguno de los plectros y la agarro con la mano libre. Paso la mano por su suave cabello y sobre la piel desnuda de su cuello y hombros. Se ríe, su risa linda y se aleja, respirando tan duro como yo. —Te amo más. Sacudiendo la cabeza en desacuerdo, decido no participar en nuestro pequeño juego de quien quiere más a quién porque sé que voy a ganar. Me encanta esta chica más de lo que jamás he amado a nadie. En su lugar, yo solo la miro mientras ella mueve su mano a mi palma bien cerrada. Ella comienza a tirar de mis dedos abiertos, uno a la vez, dejando al descubierto los plectros grabados. Ella toma todas en su mano, dejando el de “Te Amo” en mi mano. Seleccionando cada uno a la vez, ella dice cada palabra grabada para mí como si estuviera susurrando palabras de amor. —Sujétame —susurra, pasando sus dedos sobre las palabras antes de colocarlas suavemente en mi mano con el plectro de “Te amo”. — Luego susurra—. Tócame —Mientras que lo coloca en mi mano con los otros dos. Ella sigue susurrando—: Bésame y Ámame. —Mientras hace la misma cosa. Por último, se ríe a través de sus palabras, mientras dice—, y esta es mi favorita, Chico Enamorado. Una vez que los seis regalos están a salvo en mi mano abre la bolsa para que yo las guarde de nuevo. Antes de que lo haga, tomo el de; Tócame. Sacudo los otros cinco en la bolsa. Sonriendo y estirando mis piernas, levanto mis caderas del asiento y lo guardo en mi bolsillo frontal, ella me mira con curiosidad. —¿Qué? Estoy ahorrando para después. Ya sabes, por si quiero cobrar. —Son plectros de guitarra tonto. ¡No son monedas de favor sexual! —¡Sé lo que son! —le digo, sentándome en mi asiento y poniendo el carro en marcha A continuación, echó un vistazo hacia ella pregunto—: ¿Me las diste como un regalo? Sus labios se fruncen de esa manera adorable que tiene cuando está tratando de explicar algo. —Síííííí. —Bueno, entonces, pueden ser lo que quiera que sean. Ella niega con la cabeza hacia mí. —Está bien, Chico enamorado. Estamos conduciendo por la carretera escuchando música cuando Through it All de The Mighty Strom suena en la radio. Dahlia está tranquila mientras escucha las letras. Es como si estuviera absorbiendo el sonido, casi como si tratara de memorizarlo. Una vez que la canción termina, bajo el volumen y la miro. —¿Alguna vez te dije que abrimos para Jake Wethers hace un par de años? —¿Antes de que Johnny muriera? ¡No puede ser! ¿Los conocías a ambos? —responde de inmediato, casi saltando de su asiento. —Mierda que sí —Me dirijo de vuelta, pero sin ningún entusiasmo. No me disculpo por usar la palabra M desde que conscientemente decidí utilizarla para hacer mi punto. —¿Guau, realmente conoces a Jake Wethers? ¡Eso es increíble! Me encantaría conocerlo. Creo que es un genio musical. Estoy muy triste de escuchar sobre sus problemas ahora, pero estoy segura de que va a salir de ellos. —Sí, la situación es horrible. Él estaba bien cuando lo conocimos y su banda y estoy seguro de que va a juntarla nuevo. —Me paro a pensar en lo difícil que sería si perdiera a alguien. Sacudiendo la cabeza para eliminar esos pensamientos sigo adelante. —Incluso pasamos el rato después de la feria. Todos los chicos eran muy buenos. En realidad, aprendimos mucho de ellos tocando al mismo tiempo. —Estoy impresionado. Jake Wethers. Este… ¿A quién más ha conocido? ¿Alguno de los chicos de One Direction? —No. —Me río—. Su música no es exactamente mi tipo de música, pero ¿te gusta el D-bags? —pregunto, sabiendo que estoy a punto de decirle algo que sin duda la enloquecerá si lo hace. —¡Por supuesto que sí! ¡Me encanta Kellan Kyle! ¿Lo conoces también? Yo asiento. —Lo conocí una vez antes de que nos saliéramos en nuestra primera gira. Él estaba en Los Angeles con su amigo Evan, ¿tú sabes el baterista de su banda? —¡Por supuesto que sé quién es Evan! Kellan lo conoció en su camino a Los Angeles pasando por Oregon. —Oh, no tengo idea de cómo conoció a Evan. De todos modos, llegaron a un atasco de Smitten con nosotros, pero eso fue lo último que vi de ellos. Reunieron a unos chicos aquí en Los Angeles, y creo que es cuando se formo los D-bag. Nunca oí hablar de ellos otra vez hasta que se fueron de gira el año pasado. —La miro de nuevo mientras le digo—: Bell conoció a Kellan también. Pasó la mayor parte de la noche, atascado con nosotros hablando con él entre descansos y luego se reunió con él más tarde después de que hubiéramos terminado. —¿Tu hermana fue a una cita con Kellan Kyle? —Yo no diría que fuera una cita, y por favor no me preguntes por los detalles, porque nunca le pregunté. —Mira, eres famoso —dice, sonriendo hacia mí y finalmente volviendo a sentarse. —No, realmente no lo soy. Te he dicho eso —le digo de nuevo. No estoy celoso, por supuesto. Creo que es lindo que en realidad ame tanto la música, y que algunos artistas consigan emocionarla. La emoción se calma, y hablamos de otros artistas que he conocido y que ha conocido. Al pasar la salida que conduce a la casa, ella señala a la señal mientras paso de frente. —¿Espera un minuto, a dónde vamos? Mirando por encima de ella, le digo, —Es una sorpresa. Ya lo verás, pero no dormiremos en casa esta noche. —Entonces, ¿dónde dormiremos en el Día de San Valentín? Por favor, no me digas que dormiremos en un colchón de aire. Riendo mientras enciendo la música, yo respondo: —En una cama. Ella frunce sus labios y alcanza su largo brazo delgado para subir el volumen hacia abajo. —¿En una cama, dónde? Me encanta cuando frunce sus labios así. Se ve tan caliente. Usando la palabra que siempre utiliza en mí, digo: —Sííí… —¿A dónde vamos? —bufa. Tengo que reír porque creo que podría estar teniendo un ataque en el asiento de mi auto. —No vas a pisotear y cruzarte de brazos, ¿verdad? Porque si es así, voy a tener que detenerme para observar esto. Ella me saca la lengua, y yo trato de agarrarla, pero ella se aleja de forma rápida. Enciendo la música de nuevo y canto, esperando su siguiente pregunta, pero ella es buena para jugar cualquier juego que lanzo en su camino. No dice nada mientras se desplaza en su asiento e intenta vestirse un poco más alto. Le doy una mirada rápida y hacia atrás en el camino. Puedo jugar también. Ella se estira y sus principales dotes se giran ligeramente hacia abajo. Carajo ella es buena. Sigo cantando y tarareando, golpeando los dedos al ritmo en el volante, tratando de ignorar sus movimientos provocativos. A continuación, se rompe y comienza a hablar. Sonrío hacia ella. —Así que, ¿vas a decirme a dónde vamos? —pregunta de nuevo. —No. —Bueno, eso es una lástima, porque tengo un secreto que quiero compartir. Y estaba pensando en que un cambio estaba bien. Tú sabes uno a uno —dice ella, torciéndose un poco, apoyando su codo sobre la consola, y colocando la barbilla en la palma de su mano. —No estoy interesado. —Oh, creo que podrías estarlo, sobre todo porque tiene algo que ver con lo que llevo puesto… Oh, quiero decir, no llevo. Yo giro mi cabeza y la miro. —Mientes. Sentado con la espalda recta, se pasa los dedos por la parte superior de sus botas de debajo de su falda donde ya no puedo ver nada más. —Dime dónde vamos y descúbrelo por ti mismo. Llevo al instante mi mano sobre su regazo, dejo escapar. —The Beverly Wilshire. —Conduzco más rápido para que podamos llegar ya. Muy bien, ella es buena. —Oh, Dios mío. ¡He oído que es increíble! ¿Cómo te las arreglas para conseguir una reserva tan rápidamente y en el Día de San Valentín? Pensé que se reserva con casi un año de antelación. Tengo que reír porque piensa que me conoce tan bien ya, y de hecho lo hace. Al tocar mis dedos en su pierna, le respondo: —Nunca lo diré. —Está bien, sé de esa manera. —Proporcionar información no era parte del trato. Sin embargo, un trato es un trato. Mis dedos empiezan a colarse hasta el muslo. Puedo sentir su piel suave y tener una erección al instante. En realidad, me siento como si hubiera tenido una furiosa erección desde que se puso esas botas. Me importa una mierda los corazones y flores. La deseo. Tengo que probarla. Quiero estar dentro de ella. Así que manejo aún más rápido. Paso los dedos todo el camino hasta la parte interior de sus piernas. Carajo, ella no estaba mintiendo. No lleva bragas. Empiezo a mover los dedos y puedo sentir lo mojada que está. Está tan jodidamente caliente. Entonces, de repente presiona su mano sobre la mía y me empuja lejos. Sonriendo maliciosamente, dice: —Eso es suficiente por ahora. —Sorprendido, la miro, y parece ser la imagen de la perfecta calma. Por otro lado, mi pulso se acelera, y me siento como si yo soy el que va a tener la rabieta. —¿Qué? ¿Por qué? —murmuro. Ella toma mi mano y la sostiene en ella mientras cruza sus piernas. —Porque todos los detalles no eran parte del trato. Estoy caliente como el infierno mientras llego hasta el hotel, y espero que la evidencia en mis pantalones no sea demasiado notable mientras le entrego al valet mis llaves. Ya nos hemos registrado, y tengo la llave de la habitación en el bolsillo, así que nos dirigimos directamente a los ascensores. Por fin estamos solos en el ascensor. Mi corazón late alrededor de siete veces demasiado rápido como extender la mano y agarrarla. Al presionar su cuerpo contra la pared, tiro de su boca a la mía y disfruto de su sabor. Esto no es un romántico beso cariñoso. Ese tiempo ha pasado. —Te deseo, ahora. —Me las arreglo para decir entre mis besos húmedos y lengua llena. —Yo también te deseo. Tambaleándonos al salir del ascensor, sin esperar a separar mis labios con los de ella, trato de sacar la llave de mi bolsillo trasero, pero me distrae. Sus dedos están en la cintura de mis calzoncillos, y está deslizando ellos hacia el frente tratando de desabrochar la bragueta mientras trato de llegar a ciegas detrás y tirar la tarjeta de acceso. Nos dirigimos a la habitación, y de alguna manera conseguimos abrir la puerta. Al entrar, me meto bajo su vestido, e inmediatamente cae al suelo. Mierda, no está usando sostén. Inhalando profundamente, doy un paso atrás para solo mirarla. Ella está de pie frente a mí en sus malditas botas y solo perlas. Realmente quiero tomar una foto de ella. Sé que nunca olvidaré una imagen de este tipo, en este momento, pero quiero ser capaz verla cuando no está conmigo. Ella está allí mirándome observar. Veo su respiración mientras corre sus dedos por su cabello. Doy otro paso atrás y miro por la habitación. —¿Champaña? —pregunto señalando la botella en refrigeración sobre la mesa cerca de la ventana y el tazón de fresas al lado de él. —Absolutamente —dice ella, de pie mordiéndose el labio. Caminando hacia donde la botella, hago estallar el corcho y vierto en una copa, añado dos fresas en la de ella. —¿Puedo hacerte una pregunta? —Por supuesto, cualquier cosa —responde, y me encanta que se sienta completamente a gusto con su cuerpo alrededor mí. —¿Puedo tomarte una foto? —Estoy un poco nervioso porque no tengo ni idea de lo que va a decir, otra que llamarme pervertido probablemente. Poco a poco se acerca a mí y toma la copa de champán en la que puse las dos fresas. Ella toma la fresa que empujó sobre el borde, lo moja en el líquido, y la muerde. —¿Tal vez podamos negociar? Tragando a la vista de ella, todo mi nerviosismo se ha ido al instante. Toma otra fresa del contenedor, introduciéndola en la copa, y presionando los labios. —Oh, sí. ¿Qué tienes en mente? —Quiero una foto también. Surcando mi frente, me pregunto: —¿Quieres una foto desnudo de mí en perlas y botas? Riendo, ella dice: —No, tonto. Quiero una foto tuya… —Ella pone su copa en la mesa y rápidamente desabrocha la camisa, la arroja a un lado—. Solo usando tus jeans y… Muevo la boca a la de ella, lamiendo el champán de sus labios. —¿Y? —Tu foto en primer lugar —dice ella, chupando el labio inferior antes de retroceder. Encogiéndome de hombros, meto la mano en el bolsillo delantero y saco mi teléfono. El plectro de Tócame está allí también. Sonrío al sacarlo. —Guardaré esto para más tarde —le digo, levantando la pestaña antes de colocarlo en la mesa. Ella empieza a hacer todo tipo de poses absurdas, y pretendo ser un fotógrafo de modas contándole lo que debe hacer. Esto lo hacemos por lo menos cinco minutos, ya que sus poses pasan de agradables a traviesas, y mi termómetro caliente sube por las nubes desde el momento en que ella está solo en esas botas y sus hermosas perlas. —Está bien el tiempo de juego ha terminado. Tiempo para la imagen real. —Bueno, jefe mandón —dice ella, con las manos en las caderas—. ¿Dónde me quieres? —Allí. —Señalo a donde ella está de pie mientras me inclino y la beso suavemente—. Gracias. Ella me da una sonrisa suave, y pulso el botón de la cámara tres veces para asegurar que una de las imágenes es buena. Me desplazo a la cámara en marcha y la busco. —De verdad eres tan hermosa Dahlia —le digo, entregándole el teléfono para que mire. —No quiero verme desnuda pervertido —bromea, y comienzo a reír. Agarro nuestras copas y entregándole una, brindo, —Feliz Día de San Valentín, chica hermosa —Feliz Día de San Valentín, River. Te amo. Los dos nos la tomamos de un trago y yo agarro otra fresa de la taza y la hundo en la copa, pero esta vez no la corro por sus labios, trazo mi camino por su pecho. Luego, con la punta de la lengua sigo el camino que hice con el champaña. Sus pezones se endurecen al instante mientras circulo uno y luego el otro antes de deslizar mi lengua en una copia por su pecho, cuello y oreja donde le susurro, —Te deseo ahora. —Ah ah ah —dice ella, agitando su dedo. Caminando hacia la cama donde ella lanzó su bolso, saca un tubo de lápiz labial y pinta sus labios. —No es necesario, ya sabes. No es que nos vayamos a alguna parte — le digo, confundido en cuanto a por qué se había puesto eso ahora. —Lo sé. Es para mi foto. —Yo ya te tomé una foto, Dahlia. —No tonto, es la que tomaré de ti. —Oh no, yo no voy a usar lápiz labial —le advierto—. Eso no era parte del trato. Caminando de regreso a mí con ese tubo en la mano, dice: —Oh lo llevarás puesto, pero no en tus labios. De pie frente a mí, ella comienza presionando firmemente sus labios todo sobre mis hombros, pecho y estómago. Cuando termina, me empuja hacia la cama. —Acuéstate. —¿Quién es el mandón? —me río. Ella me ignora y agarra su teléfono. Si tengo suerte, se habría olvidado de cargarlo de nuevo. Mierda. Supongo que no. Ella empieza a tomar fotos de mí. —No voy a posar —le digo mientras me acuesto en la cama con las manos detrás de la cabeza. —Haz lo que quieras. Me encanta lo fácil que es. —Terminé —dice ella. Ahora, por fin podemos hacer lo que he querido hacer desde que la vi en esas botas, bueno, en realidad, lo que quiero hacer cada vez que la miro. Y puesto que es el Día de San Valentín, me voy a tomar las cosas con calma y hacerle el amor a esta hermosa, divertida, sexy y simplemente increíble chica. Así que con eso en mente, me pongo de pie, empujando mis pantalones y bóxer fuera, salgo de ellos tan pronto como me es posible, y digo: —Bueno, porque yo no. Agarrando un puñado de su camisa idiota de niño rico, lo tiro hacia mí y me pongo justo en frente de su cara. —Ella es mía. No te la mereces, nunca lo hiciste. Me mira fijamente, impasible, antes de apartarse furiosamente. Luego, casi riendo, dice: —¿Es así como lo ves? Yo lo veo un poco diferente. Llenaste un vacío que dejé atrás, pero eso es todo lo que puedes llegar a ser, un sustituto de lo real. Arremetiendo contra él, lo golpeo de lleno en la mandíbula. No se mueve a golpearme en respuesta, de hecho no me enfrenta físicamente en absoluto, pero el dolor que causa es más profundo que lo que cualquier impacto físico podría haber hecho. Limpiándose la boca con el dorso de la mano, sus ojos se entrecierran en los míos. —Cree lo que jodidamente quieras, niño bonito. Ella era mía primero, y siempre será mía. Nada de lo que digas o hagas puede cambiar eso. —Luego se vuelve y se desvanece en la noche. Grito: —¡Ella no es tu nada! Siento un tirón en el brazo. Abro los ojos y salto en los codos inmediatamente. La habitación está negra como el carbón. No puedo ver nada. Ella se desplaza en la cama y un titileo de un interruptor me hace entrecerrar los ojos al instante. La luz de la lámpara brilla en su cabello dorado mientras se sienta a mi lado y me acaricia la mejilla. —¿Estás bien? Respirando pesadamente, trato de sacudirme la pesadilla. Fue solo un sueño. No era real. Nunca la perderé. Trago un par de veces antes de contestarle. —Sí, estoy bien. Cuando me recuesto, descansa su cabeza contra la mía. Acomodándose en la almohada, me besa justo debajo de la mandíbula. —¿Quieres hablar de ello? —No. Ni siquiera puedo recordar de qué se trataba. —Me acuesto porque recuerdo muy bien. He estado teniendo estos sueños casi todas las noches durante la última semana, desde que compré el anillo de compromiso. —¿Estás seguro? Inhalo profundamente, hago retroceder el temor que se abre paso hacia mi garganta. No necesito responderle. Prefiero mostrarle que estoy bien. La miro, está en el lado izquierdo de la cama, y pienso en lo mucho que me encanta que no nos importa de qué lado nos quedamos dormidos en el tiempo que llevamos juntos. Corriendo la mano todavía un poco temblorosa por su espalda, la ruedo encima de mí. Una pequeña sonrisa aparece en la comisura de sus labios cuando dice: —¿Estás seguro de que incluso tuviste un mal sueño? ¿O simplemente quieres tener sexo en mitad de la noche? —Inclina la cabeza hacia mi boca y corre su nariz sobre la línea de mi mandíbula sin afeitar. Aspiro su aroma cítrico, sintiéndome agradecido de que está aquí conmigo. Le doy una pequeña sonrisa y deseo que fuera cierto mientras cepillo los mechones de su cabello fuera de su rostro. —No creí que tenía que fingir un mal sueño para tener sexo contigo. Pero ahora que lo mencionas, sin duda me gusta la idea. Y supongo que como los dos estamos despiertos, ¿por qué no? Conectando mis labios con los de ella, la ruedo a mi lado. Chupando su cuello, paso mi lengua a lo largo de su piel mientras mi mano se desliza por el interior de su muslo. Deslizando los dedos dentro de ella, un pequeño gemido escapa de sus labios mientras su cuerpo se curva, preparándose para lo que espero ser capaz de darle por siempre. Tuve que abordar el tema con cautela. Sabía que ella tenía que volver allí para ver el lugar que en sí no era un símbolo de muerte. Sí, la muerte había reclamado a su padre antes de tiempo, pero The Greek era el lugar donde él disfrutó de la vida al máximo. Era donde a ambos les encantaba estar juntos, conectados por su pasión por la música, los conciertos, y todo lo que venía con esto. Siento que antes de que pueda preguntarle si quiere seguir adelante conmigo en su vida, tiene que aceptar su pasado. El hecho de que se niega a volver allí me dice que no lo ha hecho. Mi padre solía decir que las cicatrices son los mapas de carreteras para el alma, pero su alma es bella y no necesita un mapa de carretera para encontrarla, yo soy capaz de llegar a su alma todos los días que estamos juntos. Lo que me molesta es lo que él dijo sobre las cicatrices que no se pueden ver, las emocionales. Todos las tenemos, pero las de ella son profundas. Las suyas son de haber soportado una vida de dolor, de ser herida a una edad tan joven. Quiero ser el único que le ayude a sanar las heridas. Es por eso que quiero llevarla de vuelta allí. No es solo para que pueda ver a mi banda tocar, aunque por supuesto que quiero que esté allí. Es más por ella y para el beneficio de nuestra relación, mientras siga adelante. Sin embargo, sé que no le puedo ayudar con las cicatrices que su muerte dejó en ella. No puedo ni siquiera hablar de él con ella. Sé que está mal y lo intento, de verdad. Realmente lo hago. Simplemente no puedo. Lo odio y no puedo superar eso. Solo puedo esperar amarla lo suficiente y estar ahí para ella cuando haya comenzado el proceso de curación de las heridas abiertas. Tenía dudas al principio, cuando Xander me dijo que arregló para que The Wilde Ones tocara en The Greek. Sí, definitivamente era una gran oportunidad para la banda preestrenar algunas de las canciones de nuestro nuevo álbum, pero no estaba seguro si podría conseguir que Dahlia fuera. Entonces me di cuenta que era mi oportunidad de llevarla de vuelta allí y convertirlo en un lugar feliz para ella, otra vez. Además, a decir verdad, la quiero allí conmigo para dar inicio a esta gira, sobre todo porque no estoy realmente en esto. Tratando pero fallando miserablemente en encontrar la forma correcta de persuadirla, decidí llamar a Grace y pedirle que se reúna conmigo para el almuerzo. Pensé en llamar a Serena ya que ella y Dahlia hablan casi todos los días, pero decidí que Grace era la mejor opción ya que conoce a Dahlia tan bien y son tan parecidas. Reunirme con su madre para pedirle consejo parece extraño, pero se siente bien al mismo tiempo. Para pedirle que almorcemos, tuve que dejar de lado que él era su hijo, porque a los ojos de Dahlia, Grace era como una madre, desde que perdió a la suya. Solo tenía que olvidarme de él, y lo que sé y alejar mis sentimientos como lo he hecho desde que vi su pintura en la casa de ella. De camino al restaurante, me detuve en la casa de Dahlia para comprobar la pintura. Todavía la tiene. Ha recibido algunas ofertas, pero ninguna cercana al precio que pide, por lo que ha rechazado todas. No quiero presionarla, pero sé que sus rechazos no se basan en el dinero. Creo que está teniendo dificultades para dejarla ir, así que no la he presionado. Llegué a Caffe Riace antes que Grace y pedí una mesa al aire libre. Yo sabía que al igual que a Dahlia, a Grace le encantaba estar al aire libre. Así que ahora estoy sentado fuera en el final de la tarde bajo una sombrilla verde deseando no haber dejado mis gafas de sol en el auto. Estoy parpadeando para alejar el sol brillante de mis ojos mientras escribo un texto a Dahlia. Su respuesta es inmediata. Me río de mí. La amo más de lo que ella podría saber nunca, pero nos divertimos debatiendo sobre quién ama más a quién. Hay una sombra bloqueando el sol mientras estoy sentado aquí solo con una sonrisa. Antes de que pueda responder al texto de Dahlia, levanto la vista y veo a Grace que se acerca. Llega a la mesa y se desabrocha la chaqueta mientras me levanto y le doy un beso. Saco una silla y toma asiento. Pone su bolso sobre la mesa e inmediatamente se pone la servilleta en el regazo. Pedimos el almuerzo, y el camarero trae las bebidas. Me decido a contarle primero lo de mi propuesta inminente. Su reacción es de felicidad pura, como si Dahlia fuera verdaderamente su propia hija. Incluso derrama unas lágrimas de alegría mientras me felicita y me da su bendición. Una vez que llega la comida, hablamos de mi próxima gira y el impacto que tendrá en el nuevo negocio de la fotografía de Dahlia. Le explico que Dahlia no tomó una carga pesada de clientes que necesitaban portadas de discos trabajadas y completadas durante la duración de la gira. A los únicos que ella ofreció el diseño y la fotografía fue a los que planean completar los trabajos cuando vuele de regreso a Los Angeles. Acabado mi sándwich, empujo mi plato a un lado y coloco las manos sobre la mesa. —Grace —le digo mientras me mira—, espero que me puedas dar un consejo. —Por supuesto River, sabes que puedes preguntarme cualquier cosa. —Bueno, es acerca de los padres de Dahlia, su padre realmente. Mi banda se va a presentar en The Greek en unas pocas semanas y realmente la quiero ahí. No solo para vernos tocar, sino porque creo que tiene que volver a ver que es un lugar feliz. Quiero que vea que sigue siendo el mismo lugar donde encontró la felicidad con su padre antes de morir, y tal vez si lo hace, dejará ir algunos de sus demonios. Termina su ensalada y coloca abajo el tenedor, limpiándose la comisura de su boca. —River, eso es tan especial. Creo que solo tienes que decirle lo que sientes, lo mucho que la quieres allí contigo. Ella irá, sabiendo lo importante que es para ti. Sé que lo hará. Te ama mucho. El camarero limpia la mesa, y Grace ordena una taza de té. —Verás River, creo que es solo la anticipación de volver allí lo que la asusta. Ha tenido miedo de estar rodeada de tantos recuerdos de todos esos momentos especiales con su padre. Pero sabiendo lo mucho que te ama y cómo haces que se sienta tan segura, creo que está lista para hacer frente a su pasado. Creo que llegará a ver The Greek como un lugar feliz una vez más si va. Y sí, creo que la ayudará a poner un poco de sus fantasmas a descansar. Absorbo todo lo que me dice, mientras habla pienso en lo fácil que es todo. Dentro de mi hermosa chica increíble, todavía vive una adolescente asustada que perdió a sus padres, su familia. Puedo ayudar a sanar las cicatrices que quedan simplemente haciéndola sentir segura para volver allí porque voy a estar con ella atravesando todo esto. Quizás esta vez pueda hacerlo, y sus felices recuerdos la inundarán de nuevo, llevándose los tristes. El viaje a The Greek estuvo tranquilo. Sostuve su mano mientras se removió todo el camino. Sabía que estaba nerviosa, y así lo estaba yo. No porque fuera a tocar, sino por ella. Después de reunirme con Grace, esperé un par de días y luego, tal como lo sugirió, le pedí a Dahlia directamente que fuera conmigo a The Greek. Se mostró reacia al principio, pero no dijo que no. Simplemente le expliqué que Xander había organizado el concierto para ayudar a arreglar algunas cuestiones contractuales que implican las próximas presentaciones de la banda y que realmente necesitaba y quería que estuviera allí conmigo. Eso era cierto, pero no es del todo la razón. Después de pensarlo por un momento, aceptó de mala gana. Incluso arreglé que Aerie, Grace, Serena, y Trent se sienten con ella. Una vez que llegamos, sus dudas se van inmediatamente. Esto fue evidente en su rostro y en el color de sus ojos. Era como ver a un niño en un parque de diversiones. Mientras caminábamos por las puertas y en el lugar que una vez había visitado tantas veces con su padre, sabía que los recuerdos felices se hallaban al frente en su mente, empujando los tristes al lado. Ahora, recostados juntos en nuestra cama, solo puedo sonreír por que tomamos ese paso juntos. La miro y corro mis dedos sobre su estómago desnudo mientras nos besamos. Sonríe y tira de mí más cerca de ella. Mientras permanecemos uno en brazos del otro, me da las gracias una vez más por traerla de vuelta a The Greek. Se ríe mientras rememora todos los conciertos que vio allí con su padre. Cuando termina, me inclino para besarla mientras froto mi mano suavemente en círculos por su espalda. —Gracias por haber estado de acuerdo en regresar allí de nuevo. Sé que no fue fácil para ti, pero pensé tenías que ir, y que era importante para mí que estuvieras ahí para nuestro show inaugural. Presiono suavemente besos contra su boca, gime contra mis labios. —Lo sé, y estoy tan feliz de haber ido. Estuviste increíble, el teatro The Greek era tan maravilloso como lo recuerdo. Toda la noche ha sido verdaderamente increíble. Retrocedo para verla amorosamente. —Dahlia, tú eres increíble, y haría cualquier cosa por ti, quiero que seas feliz, siempre. No dice nada más, solo choca sus labios con los míos mientras sus dedos se anudan en mi cabello. Respondo instantáneamente. Mis manos deambulan por su cuerpo desnudo, tocando cada costilla, deslizándose a lo largo de la curva de cada pecho hasta que se encuentran sus manos en mi cabello, donde las agarro y jalo hacia los lados, abrazándola fuertemente, por un momento. La amo demasiado y no quiero solo enseñarle, si no también decirle cuánto. Dejándome ir entre sus manos, suavemente mis dedos hacen su camino sobre su cuerpo, juguetonamente provocándola a lo largo del recorrido, deteniéndome en su corazón para trazarlo. Puedo sentir la piel de gallina en ella mientras bajo mi cabeza para besar la línea que tracé en su corazón. —Te amo. Beso el camino que hice de regreso hacia sus labios y cuidadosamente acuno su barbilla. Miro sus ojos y le digo exactamente como me siento. —Dahlia, te amaré por siempre. —Luego la beso y finalizo diciéndole mis pensamientos—. En esta vida y en la próxima. Toma mi rostro, y veo el amor y deseo en sus ojos ligeramente entornados. —River, te amo. Demasiado. Le sonrió y tengo una cosa más que decirle. —Tú eres lo que siempre he soñado, eres mi sueño. Puedo ver lágrimas llenando sus ojos, y no quiero que se derramen, entonces la beso suavemente, profundamente, vertiendo todo mi amor en ese beso. Su cabeza se hunde aún más en la almohada y su respiración se recupera. Sé lo que eso significa y no puedo aguantar más tiempo. No quiero nada más que hundirme profundamente en ella, para sentir nuestros cuerpos como uno, nuestras almas para siempre conectadas. La sensación de sus labios mientras los arrastra bajo mi barbilla, a lo largo de mi cuello y hacia mi pecho, me hace temblar de deseo. Trazando círculos a lo largo del interior de sus muslos deslizo un dedo dentro de ella, sintiendo su humedad, sé que está lista para mí. Jugueteo un poco con ella mientras suavemente hago círculos alrededor, dentro y fuera, hasta que no puede aguantar más tiempo. —River —jadea mientras arquea la espalda. Su respiración es rápida y superficial, sus ojos están cerrados—. Por favor, quiero sentirte dentro de mí, hazme el amor. —Me deslizo fácilmente dentro de ella, sus brazos se enredan alrededor de mi cuello y sus piernas envuelven mi cuerpo jalándome aún más cerca y sé que este es exactamente el lugar donde siempre quiero estar. Un par de semanas después del concierto en The Greek, decidí que era hora de pedirle que fuera mi esposa. Quería que fuera mía en todos los sentidos de la palabra, más que cualquier cosa que he querido. Mi plan para lanzar la pregunta era simple. Llevarla a uno de sus lugares favoritos y preguntarle. Llevarla allí era tan simple. Todo lo que tenía que hacer era sugerirle que fuéramos a perseguir la puesta de sol; le encantaba ir tras los atardeceres. Pero la organización de todo para poder ir como había sido planeado no era tan simple. Habían tantas limitaciones y variables, así que simplemente decidí mantenerlo simple. Entrando en el estacionamiento, ya era por la tarde y uno de los días más calientes de verano. Camina hacia la entrada de senderistas, da un paso hacia adelante y me sonríe con autosuficiencia, dejando un par de centímetros entre nosotros. —¿Estás segura de que quieres hacer esto? Porque sé, tan bien como tú, que esto es una pequeña subida que no va a ser fácil bajo el sol abrazador, y tengo miedo de admitirlo. Retrocede, y puedo ver sus ojos profundos marrón mientras sonríe traviesamente, sonríe seductoramente. Se lanza hacia delante para estirar, tocando sus dedos en la punta de los pies mientras sus pantalones sudados bajan un poco de sus caderas. Carajo, es buena. Sabe lo impotente que soy en contra de cuando pavonea su cuerpo de esa forma. Me vuelve loco, pero lo que ella no sabe es, que estoy haciendo los seis kilómetros de caminata colina arriba bajo el sol abrazador, para un propósito mayor que ver la vista desde atrás del letrero de Hollywood. Así que juego su juego y mmm… y ah… un poco así piensa que no quiero hacer esto. Carajo, yo soy el bueno. Le pagué al guardia para que no dejara pasar a ninguno que viniera detrás de nosotros. De esta manera, cuando lleguemos a la cima de la colina, estaremos solos. De la manera que necesito que sea. Cruzo los brazos sobre mi pecho y la veo. Camina por el sendero y gira la cabeza preguntando sobre su hombro. —¿Vienes? —Corro detrás y la agarro. Se retuerce intentado liberarse y podría si realmente quisiera porque su mochila me está impidiendo realmente sostenerla apretadamente. La pongo abajo y me río en su oreja. —Sabes que nunca rechazaría un reto. Se sigue riendo cuando se voltea a verme, y su belleza me quita el aliento. Es tan natural y despreocupada. No tengo dudas de que esta chica es para mí… por siempre. Con ella he tenido los mejores días de mi vida y hay otros mejores por venir. A medida que nos acercamos a la cima, estamos caminando solos en forma ordenada por el camino de tierra. Mis ojos la siguen en cada movimiento mientras se inclina hacia delante, llegando a la cima. Saca la cámara de nuestra mochila. —Solo quiero tomar un par de fotos antes de que el sol pierda su resplandor. Antes de pasármela, desliza su brazalete de Pac-Man y sube la cremallera de forma segura. —¿Te importa sostener esto mientras escalo la H? —¿Estás segura de que es seguro? —pregunto porque nunca he escuchado que alguien en realidad escale estas letras. Ve la preocupación en mi rostro. —Eh estoy segura que lo es. —Apunta la letra y dice—: No es tan alto. —Hermosa primero que nada, esta es la letra más alta pero no estoy pensando en subir —digo apuntando hacia el valle—. Estoy pensando en bajar. Tomando un sorbo de agua, asiente y me besa. —Estaré de regreso —dice mientras me entrega su botella de agua. —Eh —le grito mientras sube la cerca para acercarse a las letras, dejándome sosteniendo todas sus mierdas—. ¿De qué forma me veo? ¿Cómo una mula de carga? Mira por encima de su hombro y me guiña el ojo. —Nunca pensé en ti de esa manera. Un imbécil tal vez en alguna ocasión, pero no como una mula. Trago de la botella de agua, poniendo todo en el suelo, y la sigo. ¿Ella pensaba que la iba a dejar escalar ahí sola? Estando debajo de la H, la letra es gigantesca. —Este… Dahlia, no estoy seguro de que puedas hacer esto. No hay nada para que te agarres. Habrías de tirar todo tu peso corporal por el asta. —¿Estás diciendo que no puedo? —Estoy diciendo que probablemente no serás capaz. —¿Eso es un apuesta? Sacudiendo mi cabeza hacia ella, todo lo que puedo hacer es reír. —Nena, no voy a apostar contigo porque sería sencillamente erróneo. Con la cámara colgando de su cuello, hace un puchero con sus labios y dobla sus brazos uno sobre el otro, midiendo la letra. —Dhalia, solo dame tu cámara, tomaré la fotografía. Se queda ahí, aun haciendo pucheros. Quitando la cámara de su cuello, se da la vuelta hacia mí. Caminando hacia ella, la sostengo y le susurro en el oído. —Cuidado. Sabes lo que tu actitud de perra me hace. Eso fue tan sexy. Fiel a su estilo, pone los ojos en blanco y luego se sienta en el suelo. De alguna manera consigo subir la primera viga y mantengo el equilibrio contra las vigas transversales para tomar la foto que mi chica realmente quiere. Al bajar, le doy la cámara y ella me da el agua. Me termino la botella y la lanzo al lado de nuestras cosas. Viene a pararse en medio de mis piernas y se presiona contra mí, pecho con pecho, acunando mi barbilla con una mano y deslizando la otra dentro de la pretina de mis pantalones. —Gracias. Mi pulso salta y todo mi cuerpo responde, pero tengo una pregunta que hacerle y a pesar de que su repentino movimiento y cercanía me están encendiendo, hay un plan que tengo que seguir ahora mismo. Mi voz toma un tono ronco por su cuenta. —A menos que quieras estar desnuda muy pronto, creo que es mejor que no me toques de esa manera aquí. Tirando de mi camiseta, limpio el sudor de mi cara mientras sus manos encuentran la piel desnuda de mis abdominales. Hago lo mejor para ignorar la irresistible necesidad que tengo de ella, cantando: Mantente al plan, mantente al plan para mis adentros, y camino hacia la mochila, abro uno de los bolsillos y discretamente meto la caja en la cinturilla de mis pantalones, cuidando de que ella no vea. —¿Qué estás buscando? —pregunta. —Mi teléfono, quería ver qué hora era —le digo mientras saco rápidamente mi teléfono. Sé que me está mirando desde atrás, así que giro mi cabeza. Su sonrisa, sus ojos y su asombrosa belleza me detienen en seco. Ni siquiera guiño un ojo o hago un comentario. Solo sé por la forma que me está mirando en este momento, que es el momento adecuado. Caminando de regreso hacia ella, me inclino, acunando su cara en ambas manos, y empiezo a besarla. Trazo la unión de sus labios con mi lengua y abre la boca. Presionando mis labios con más fuerza contra los suyos, nuestras lenguas se encuentran y siento que nuestras almas se conectan, de la misma forma que me describió en su cumpleaños. El momento no puede ser más perfecto. El sol comienza a ocultarse en el horizonte, la ciudad donde vivimos los dos está por debajo nosotros, y la señal que ella ama tanto nos envuelve. Bajando una rodilla, miro hacia su hermoso rostro. Ya puedo ver las lágrimas que empiezan a formarse en sus ojos mientras empiezo a hablar. —Nunca imaginé que me podía sentir conectado a alguien tanto como me siento contigo. Sabía que te amaba desde el primer momento en que te vi. ¿Cómo no lo iba a hacer? Amarte es tan fácil como respirar. Abro la caja que contiene un anillo de diamante hecho a la medida con incrustaciones de perla. Al igual que el collar de perla en el que está situada una flor, una dalia, pero a diferencia de su collar, la flor está en la cima de un hilo de diamantes de la eternidad, representando mi amor eterno. Sacando el anillo de la caja, mis manos están temblando tanto mientras estoy en suelo y me pongo de pie. Quiero mirar directamente a sus hermosos ojos cuando le hago la pregunta más importante que alguna vez le diré a nadie en mi vida. —Dahlia London, sabes que te amo más de lo que algún hombre ha amado a una mujer. Mi amor por ti es más profundo de lo que las palabras pueden expresar. Mi corazón es tuyo para siempre. ¿Quieres casarte conmigo? Aún sigo temblando, estoy tan jodidamente nervioso, esta chica me pertenece y el hecho de que lo quiero de esa manera me asusta muchísimo y me hace el hombre más feliz del mundo. Sus palabras son las que he estado esperando escuchar desde el minuto en que puse los ojos en ella. —Sí, sí, sí, sí… —Sus sí continúan hasta que la tiro hacia mí y la beso como nunca la he besado antes. Todo el amor que siento por ella está saliendo de mi corazón hacia el de ella. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello tan fuerte como puede y la giro alrededor en círculos. Una vez que la pongo en el suelo, tomo su mano y deslizo el anillo en su dedo. Es el anillo perfecto para la chica perfecta. Las lágrimas son un torrente en su rostro, y no se detienen. La abrazo tan fuerte como puedo. Susurrando en su oído, digo: —Eh bebé, está bien. Este es un momento feliz. No es momento para todas estas lágrimas. Besando su cuello, rozo mis dientes sobre su piel, y se ríe nerviosa. Me tiro hacia atrás y limpio sus lágrimas con mis dedos, y no puedo evitar sonreírle cuando veo la piel de gallina en sus brazos. Deseo llorar junto a ella, pero estoy tan feliz, que no lo hago. En vez de eso, solo la observo. Es la misma chica que, cuando vi por primera vez cruzando la habitación, nuestros ojos se encontraron y nuestras almas se conectaron para siempre. Escoger la ubicación de nuestra escapada de fin de semana fue simple. Sé que Dahlia ama las vistas hermosas y el aire libre, así que escogí un lugar que ambos podríamos disfrutar. La razón por la que necesitábamos una escapada no era tan simple. La banda terminó el álbum y la discográfica esta lista, la bonanza promocional ha comenzado, y la gira comienza en seis semanas. Con todo el caos a punto de comenzar, quería pasar un tiempo a solas, únicamente nosotros dos, así que no le dije a nadie a donde iríamos y quise sorprenderla al traerla aquí. Cuando comience la promoción del álbum, sé que nuestra vida juntos cambiará por un tiempo. Ya he estado en esa situación. Serán meses de locura. Estaremos viviendo en autobús, en una ciudad diferente cada noche, apretados sin privacidad. Estoy haciendo esto por Garrett, Nix, y Xander porque si fuera solo por mí, felizmente me quedaría en LA tocando en pequeños lugares, haciendo música, y viviendo la vida con ella. Dahlia está extremadamente emocionada por mí; soy yo el que no está tan emocionado. Me gusta la vida que tenemos en LA. Ella está de acuerdo en comenzar la gira conmigo pero tendrá que regresar a LA para completar algunos trabajos que tienen que terminarse antes de que finalice el año. Odio que tenga que estar sola. Siento que ya paso mucho tiempo sola en su vida. Ahora que me tiene, no quiero que nunca vuelva a pasar por eso otra vez. Bell sugirió que nuestra escapada sea hacia Monterey Bay, pero veté esa idea de inmediato. Dahlia creció en la playa; la ama, y de hecho, yo también. Pero la razón por la que no es uno de mis lugares favoritos para llevarla es él. Hemos ido a la playa algunas veces, la mayoría de las veces cuando íbamos a la casa de Grace. Pero, cuando estamos allí, siento que ella no está completamente conmigo. Mira el agua como si lo estuviera buscando. Pensé en discutir esto con ella, pero en cuanto dejamos la playa, vuelve a ser ella misma, y parece innecesario sacar el tema. Justo ahora, mientras viajamos sobre el telesilla y observo sus ojos verde dorado, puedo ver lo que ve. Toda la belleza que me rodea es ella. Es por ella que veo el mundo tan diferente, y no tengo duda de que me ama. Hay cientos de kilómetros de belleza bajo nosotros por descubrir. Los copos de nieve húmedos caen sobre la cima de la montaña mientras el viento frio y seco silba en el aire, llevándolos hasta la cumbre. Los grandes árboles perennifolios se reflejan en el lago debajo de nosotros, sus ramas meciéndose de adelante hacia atrás. Incluso podemos ver los rastros por los que pasamos antes yendo a la asombrosa vista de la corriente. Ahora, al sentarnos bajo el cielo azul de California, esperando bajar la Montaña Pinball, puedo ver todo eso. Antes de conocerla, solo hubiera visto la montaña llena de nieve por la que estoy a punto de bajar. Mirándola, pregunto: —¿Estás segura de esto? Ella insistió en que esquiemos por esta montaña solo por su nombre. —Dahlia, está calificada como diamante negro. Esas son para esquiadores expertos. —Me reí de ella cuando dijo que quería intentarlo. Ignorando esa importante información, ella se encogió de hombros y me llevó hasta el telesilla. Levantando sus esquís, uno a la vez, tratando de caminar, preguntó: —¿Tienes miedo? Riendo, señalé sus esquís. —Yo no soy el que está intentando caminar con los esquís puestos. Ella me sacó la lengua mientras pasaba junto a ella esquiando y esperaba con mi mano estirada para acercarla mientras llegaba a la estación del telesilla. Al recordarlo, fue bastante tonto haber estado de acuerdo con ella, pero, ¿quién soy yo para decirle que no? Ahora estamos a mitad de camino hacia la cima de la montaña, ella está buscando a tientas las lentes de protección sobre su cabeza, y también creo que está dudando de esto. Bajó su gorro para que no se caiga. —¿Estás nerviosa? Ella me mira, sus mejillas rosadas por el viento, pero no responde. —¿Me oíste? —pregunté, golpeando con mi bastón su esquí antes de inclinarme y besarla. Ella sigue sin responder así que chupo la esquina de su labio inferior antes de deslizar mi nariz sobre su oreja cubierta—. ¿Ahora puedes oírme? Veo como su respiración aumenta, y aunque la piel de su cuello no es visible, sé que está cubierta de piel de gallina. Ella pestañea unas cuantas veces. —Lo siento. Solo pensaba. Estamos bastante alto, ¿o no? —dice, y sé que está nerviosa. —Eh —digo, tomando ambos bastones con una mano para poder girar su barbilla para que me mire—. Me quedaré contigo, y bajaremos en zigzag o caminando, si tenemos que hacerlo. Será divertido y podrás decir que esquiaste por la Montaña Pinball. Ella asiente, y decido que es momento de distraerla de su pobre decisión de graduarse de los diamantes azules mucho más fáciles e ir directamente al negro. —Entonces, ¿tendremos sexo en el jacuzzi otra vez? —pregunto, no es que realmente me importe dónde tengamos sexo, pero amo pensar en su cuerpo desnudo todo el tiempo. —River —dice como si estuviera sorprendida, pero no lo está—. Si decidimos ahora eso quita toda la espontaneidad de nuestra noche. —Sonríe, golpeando mi hombro con el suyo. Acercándonos a la montaña, sé que nos tomará años bajar, digo: —Lo siento, hermosa. Olvidé que tan espontanea eras, pero solo quiero saber qué esperar cuando finalmente lleguemos abajo. Ella ríe y se pone los lentes de protección, preparándose para bajarse de la silla. Poniéndome los míos también, ajusto mi gorro y me preparo para bajar la Montaña Pinball. Después de bajar cuidadosamente la mayor parte de la montaña, finalmente llegamos a la última pendiente, y esquío pasándola. Zigzagueando hasta la base, rio mientras la veo arar la nieve el último tramo. Ella me atrapa observándola cuando llega a la base y se detiene junto a mí. —El espectáculo terminó. —Bueno, tuve que tomar un poco de velocidad en esta pista así que también podría haber sido en la pista para niños. ¿Tuviste suficiente? Ella asiente vigorosamente. Moviéndome a su alrededor, pongo mi bastón en cada uno de sus fijaciones posteriores y ella sale de los esquís. Hago lo mismo con los míos. Apoyo nuestros esquís contra la estantería, y el ayudante se acerca para tomarlos. Envolviendo mis brazos alrededor de su cintura por detrás, apoyo mi barbilla en su hombro y susurro: —Entremos y bebamos algo. —Camino con ella frente a mí, mis brazos aún la sostienen fuertemente mientras nos dirigimos hacia el hospedaje. Mientras nos acercamos a una mesa cerca de la chimenea de piedra, ella se saca sus guantes, la protección para los ojos, y su gorro. Su cabello hermoso, pero desordenado, cuelga alrededor de su cabeza. Pasa una mano por él tratando de alisarlo, luego mete la mano en su bolsillo y saca una coleta para el cabello. Mientras tira su cabello hacia atrás, le digo: —No lo recojas. Me gusta más así. —¿Desordenado por el viento? —Me gusta suelto. Lo sabes. Ella sonríe y se encoge de hombros. —Como sea. Tú eres el que tendrá que mirarlo. Mientras se quita su abrigo, no puedo evitar pensar en lo jodidamente ardiente que luce y ni siquiera lo sabe. Tiene unos pantalones negros apretados y una camiseta con cuello de tortuga blanca. Rio para mí cuando noto que tiene unas medias con rayas blancas y negras. En los últimos nueve meses nunca la vi usar algo que no esté en la gama de los blancos, grises o negros. Luce ardiente con todo, así que obviamente sabe que usar. —¿Si probamos ponche caliente? —dice mientras nos sentamos en las sillas cerca de la chimenea. —No beberé nada que se llame ponche. Me asusta. Me quedaré con un chocolate caliente —le digo justo cuando el ayudante nos trae nuestras botas. Me inclino para ponérmelas y noto que me está mirando. —¿Qué? —Gracias. —¿Por qué? ¿Por no querer ponche caliente? —No, tonto. Por ayudarme a bajar la Montaña Pinball. —Bueno, sabes que eso tomo un tiempo excepcionalmente largo. —Sííííí —dice con su tono normal de respuesta cuando sabe que estoy buscando algo. Sentándome, hago círculos con mis hombros. —Estoy sintiéndome muy adolorido por atraparte tantas veces. — Hago énfasis en la palabra “adolorido”. Ella pasa sus ojos lentamente por mis hombros mientras muerde su labio. —Bueno, entonces, creo que necesitas un masaje. —Moviendo los dedos, añade—: Y como la suerte lo quiso, estas en compañía de una de las mejores masajistas de por aquí. Mostrándole una sonrisa malvada, digo: —¿Un masaje? O, ¿cualquier cosa que quiera? Ríe y se encoge de hombros. —Cualquier cosa que quieras, ¿cómo qué? —Ya verás. Me sacude su cabeza, y no puedo evitar sonreír. Observándola ahora, tan natural, tan hermosa, se por qué solo se necesitó ese encuentro hace tanto tiempo para saber que era suyo. Era como que había sido suyo desde el primer momento que miré esos hermosos ojos. Decidimos ir a nuestra habitación después de terminar nuestro chocolate caliente. Ya en el ascensor, la abrazo y beso. Su respuesta es inmediata, y tenemos una sesión de besos hecha y derecha. Apenas controlándonos para mantener nuestras manos lejos de nuestros cuerpos al abrir la puerta, tropezamos dentro de nuestra habitación prácticamente envueltos alrededor del otro. Aplastando mi boca en la suya, cierro la puerta detrás de mí. Mientras recorro con mi lengua la unión de sus labios, puedo saborear el chocolate caliente que acababa de tomar. —Mmm... sabes a chocolate —susurro en su oído, mis manos ahora descansan sobre su lindo trasero. —¿Te gusta? —responde con su propio susurro sexy. —Mmm mmm... —gimo otra vez mientras continúo besando su boca, buscando más de ese sabor. —Podríamos pedir más del servicio a la habitación. O aún mejor, tarta de chocolate. —Lo que quieras. Mientras pueda saborearlo en ti, cuenta conmigo. Ella gira su cabeza y muerde juguetonamente mi lóbulo mientras sus dedos trazan un patrón bajando y subiendo por mi suéter. Estoy muy excitado, pero necesito tomar una ducha. Este suéter me pica como la mierda y me ha hecho sudar hasta mis bolas. Alejándome de mala gana, le doy a Dahlia un beso rápido. —Pide lo que quieras. Me daré una ducha. Apesto y no quiero que pases la noche teniendo que olerme porque ni siquiera yo puedo soportarme —le digo, caminando de espaldas hacia la ducha. Riendo, se tira en la cama enorme y deja colgando una pierna. —Ve, como que has matado el ánimo al usar las palabras apestar y olor. —Solo lo mantengo real. —Le guiño un ojo a mi hermosa prometida, acostada en la cama donde no puedo esperar a unirme con ella después de ducharme. Luego añado—: ¡No tardaré! Y Dahlia, puedo revivir el ánimo en dos segundos. Ella sacude la cabeza y pone los ojos en blanco. —Lo que digas, chico enamorado. —¿Quieres apostar? —De hecho, pasaré de esta apuesta porque creo que puedo perder — ríe—. Ve a ducharte, necesito llamar a Aerie y Serena y hablar con ellas. Ella se sienta y toma su teléfono mientras me giro. Girando la cabeza hacia atrás, veo a mi chica, una vez más, mirándome desde atrás. La atrapo haciendo esto todo el tiempo, y me encanta. Ella está acostumbrada a ser atrapada, así que solo se encoge de hombros y me tira un beso. Le guiño un ojo mientras marca un número en su teléfono, luego oigo: —Hola Aerie, soy yo. Encendiendo la ducha, la oigo reírse con Aerie en el teléfono, y me hace sonreír. Amo ese sonido. Podría escucharlo todo el día; es como una de mis canciones favoritas. Las paredes de vidrios están comenzando a empañarse mientras entro en la ducha llena de vapor. El agua caliente se siente genial sobre mis músculos después de esquiar y de agacharme para levantar a Dahlia del suelo todo el día. La picazón de mi suéter está yéndose lentamente mientras me paso jabón. Pensando en el rostro de Dahlia mientras estábamos parados en lo alto de esa pista clasificada como diamante negro en la Montaña Pinball, no puedo evitar reírme. Ella lucia ligeramente petrificada, pero estaba determinada a bajar esa montaña y lo hizo, bueno, la mayor parte por lo menos. Cerrando mis ojos mientras lavo el champú de mi cabello, la siento cerca de mí. Cuando abro los ojos sonrió porque está parada contra el fregadero, con los brazos cruzados, simplemente mirándome. —Eh, hermosa, ¿qué haces? —pregunto, deseando que esté cerca de mí, no allí. Intentando quitarse su ajustado suéter, pregunta: —¿Te importa si entro? —Mmm... déjame pensarlo —digo, y luego meto mi cabeza rápidamente bajo el agua para lavar los últimos restos de champú antes de salir de la ducha y dirigirme hacia ella. Tiene la mitad de su suéter puesto cuando la tomo y levanto, con ropa y todo, transporto su trasero hacia la ducha conmigo—. ¿Realmente crees qué tienes que hacerme una pregunta como esa? Su respiración es entrecortada y sé que sabe que no tiene que hacerlo. Dejándola bajo la ducha, me recuesto contra la pared de vidrio y observo como el agua caliente corre por su cuerpo, empapando su ropa. Está riendo, no quejándose o gimiendo, si no disfrutando esto. Dios, es tan asombrosa, tan despreocupada, y tan divertida. Amo todo de ella. Pero justo ahora, estoy pensando que me encantaría ver su cuerpo sexy desnudo. Basta de risas. Señalando su suéter empapado que parece pesar una tonelada y sus pantalones que cuelgan de sus largas piernas, le digo: —Tienes demasiada ropa puesta para lo que tengo en mente, hermosa. ¿Por qué no te la quitas? —¿Quieres que me quite esto? —pregunta, señalando su ropa. —Sí, quiero. —Trataré —dice, mirándome tímidamente, tomándose su tiempo a propósito para quitarse el suéter. Sé que está tratando de provocarme. —Déjame ayudar. —Me acerco, desabrocho sus jeans, y los bajo. Se tambalea un poco, pero sostengo fuertemente sus caderas. Me sonríe mientras unas gotas de agua bajan por su rostro angelical. Levantándome, empujo su espalda contra la pared y comienzo a besarla. Ella me aleja un poco y pasa sus manos por su propio pecho. Luego, con la sonrisa más inocente que la vi tener, pregunta: —¿Quieres sacar esto? O, ¿quieres cogerme usándolo? Normalmente me reía cuando usaba la palabra coger, pero me está costando controlarme. Prácticamente gruño mientras la giro y desabrocho su sostén. Pasando mis manos por su ardiente cuerpo hasta su ropa interior, las bajo lentamente, sintiendo cada centímetro de su suave piel. —¿Eso responde tu pregunta? Ella estira su mano para agarrarme pero giro para dirigirme a la ducha. Moviéndome otra vez sobre ella, beso uno de sus hombros y luego el otro mientras junto mis manos frente a ella y la toco por todas partes. Girándola, la empujo contra la pared. —Tenías que hacer un espectáculo para mí —le digo, bajando mi cabeza hacia su duro pezón y chupándolo. —Nunca acordé eso. —Está jadeando ahora, pero sé que puedo hacer que me dé uno de todas formas. —¿Recuerdas que dijiste masaje o cualquier cosa que quiera? Mi cualquier cosa es un espectáculo. Continuo lamiendo y succionando sus pechos mientras sus manos acarician mis hombros y brazos. —De acuerdo, cualquier cosa —acuerda fácilmente, y no puedo evitar sonreír. Cuando comienza a gemir, me muevo al otro pecho mientras ella junta sus manos sobre mis hombros. Cuando tiro su pezón fuertemente con mi boca, grita: —¡River, por favor! Sé lo que quiere, pero, de todas formas, pregunto: —¿Por favor qué, Dahlia? —Te quiero dentro de mí. Ahora. Me está mirando. Le sonrió y succiono más, mordiendo un poco con mis dientes mientras trazo círculos en su otro pezón. —Lo estaré pronto, lo prometo. Ella tiene los pechos más pequeños y hermosos que vi, y mientras deslizo mi lengua por su estómago sus manos los toman. Tengo que decidir entre observarla o complacerla. Pensar en cualquiera, o en ambas cosas me tiene palpitante. Deslizando mi lengua adentro y afuera, la muevo más rápido y luego deslizo dos dedos en su interior. En cuanto lo hago, observo el placer inundar su rostro y sé que se está viniendo fuertemente. —¡Oh, Dios, River! —grita mientras continuo moviendo mis dedos hasta que los temblores disminuyen. Levantándome, me tomo un momento para admirarla. Su una vez demasiado delgado cuerpo tiene ahora forma más sensual. No puedo obtener lo suficiente de ella, sin importar la forma de su cuerpo, pero sé que la forma en la que luce ahora es porque es completamente feliz. Siento que su cuerpo me pertenece. Tomando el jabón, comienzo a lavar su brazo. Deslizo el jabón hasta su hombro y luego suelto la barra para pasar mis manos por su extremidad enjabonada. A medida que el jabón hace espuma, muevo mis manos hacia arriba y con mis piernas la empujo suavemente contra la pared de vidrio. Ella jadea cuando meto una de mis piernas entre sus muslos mientras mis manos encuentran su pecho, y trazo círculos suavemente alrededor de sus pezones. El jabón hace que mis dedos se deslicen con más facilidad. El agua nos cae en rocío, y muevo la ducha para que solo un poco nos llegue. Agachándome para tomar el jabón, decido enjabonar sus piernas. Hago lo mismo que hice con su brazo. Pero esta vez, cuando me encuentro con su entrepierna, presiono más fuerte y trazo pequeños círculos a su alrededor. Ella gime suavemente y mientras levanto la mirada sus ojos se cierran. Paso mi pulgar sobre ella y ella se retuerce de una manera que sé que disfruta. —Por favor, River —susurra, sus ojos siguen cerrados. Meto mis dedos más profundo y luego los saco. Sonrió cuando ella trata de seguir mi mano con sus caderas. —Por favor, River, ¡por favor! Sé que me desea y que me lo pida me excita mucho, pero no cederé tan fácilmente, aunque quiera hacerlo. —¿Qué, Dahlia? ¿Por favor que? —la provoco, sabiendo exactamente que está pidiendo. Gimiendo un poco más fuerte mientras continuo metiendo mis dedos, a veces lento, a veces rápido, ella suplica: —Por favor, cógeme ahora. Besando su mandíbula, no puedo evitar reírme por el uso de la palabra coger. Recuerdo la primera vez que nos conocimos que lindo pensé que era que dijera groserías, algo que siempre trataba de no hacer frente a ella. Ahora, que ella diga la palabra coger, no es lindo. Es ardiente, y realmente, lo único que quiero hacer es cogerla. Deslizando mi lengua hasta su oído, susurro: —Juro que lo haré. Juro que no me detendré hasta que tus piernas tiemblen y hasta que todos los huéspedes de este hotel sepan mi nombre. Siento como se forma una sonrisa en su boca. Está respirando muy pesadamente cuando muerde mi lóbulo. Presiono su espalda más fuerte contra la pared y remplazo mis dedos con mi pene. Ella responde instantáneamente, tratando de envolver sus piernas a mí alrededor, de empujarme más adentro suyo, pero me resisto y me deslizo dentro y fuera ligeramente. Me estoy torturando, pero disfruto verla a ella más. Está tratando de aferrarse de la pared, pero no hay nada allí. Me quedo quieto unos minutos, imaginando su anticipación, tratando de mantenerme bajo control mientras ella trata de acercar su cuerpo más al mío. Entro en ella con solo mi punta, una y otra vez. Mientras gime, sigue diciendo mi nombre. Cuando veo que su cuerpo comienza a temblar, grita mi nombre: —¡River, por favor! —No tengo más fuerza de voluntad. Con un rápido movimiento, la tomo y la levanto, empujando su cuerpo contra la pared. Ella responde instantáneamente envolviendo sus piernas a mí alrededor, mientras entro en su interior más fuerte y más rápido. Tengo que recordarme de respirar, ella se siente tan bien. Sigo observándola, mientras comienza a poner los ojos en blancos, y sé que está cerca. Quiero tomármelo con calma y hacerla venir una y otra vez, pero la necesito demasiado. Comienzo a moverme más rápido, empujándome dentro de ella una y otra vez, cada vez más rápido y más fuerte. Cuando veo la mirada de placer atravesar su rostro, sé que está allí, de nuevo. Grita mi nombre una última vez mientras sostengo sus caderas en su lugar y grito su nombre. Inclinándome la beso fuertemente mientras la sensación me sobrepasa. Mientras nuestros cuerpos tiemblan, trago sus gritos de alegría, queriendo saborear y sentir cada centímetro de felicidad. La canción Amazing Grace de Citizens me despierta. Está sonando del teléfono de Dahlia, su tono para Grace. Estirando mi mano, noto que no está en la cama. —¡Dahlia, tu teléfono! —grito, bostezando y cubriéndome la cabeza con una almohada. Ella no responde. La llamo otra vez, pero la habitación está en silencio. Mirando alrededor noto que no está aquí. Escaneando el área para encontrar y silenciar el jodido teléfono, veo una nota sobre su almohada. Giro y la tomo. Pestañeando para despertarme, recuerdo que me despertó más temprano y quería correr los caminos del lago para ver el amanecer. Le dije que me diera un minuto, pero mierda, debo haberme quedado dormido de nuevo. Levantando mi cabeza de la almohada, veo su teléfono. Me siento y lo tomo de la mesita de luz donde está enchufado. La batería debe haber vuelto a morir, así que lo dejó cargando. La canción sigue sonando, y la luz de mensaje está diciendo que tiene diez llamadas perdidas. La hora dice 6:14 a.m. Rascando mi pecho decido responder. —Hola —murmuro en el teléfono mientras lo balanceo en mi hombro y me situó en la cama. Me sorprende oír la voz de Serena en lugar de la de Grace. —¿River? —pregunta y luego se queda en silencio extrañamente. Acuesto mi cabeza otra vez en la almohada y me estiro. —¿Serena? ¿Qué…? —Empiezo a decir cuando ella me interrumpe. —Necesito hablar con Dahlia. —Su voz está un poco apagada, y suena triste o nerviosa, no estoy seguro. Tomando el teléfono con la mano, me siento inmediatamente. —Serena, no está aquí. Fue a correr. ¿Todo está bien? ¿Pasa algo con Grace? —tengo que preguntar, pero espero que no. —River, tienes que encontrarla. Necesitamos hablar con ella. —Su tono es urgente, y tengo que saber que está sucediendo. Con la preocupación clara en mi voz, pregunto: —Serena, ¿qué sucede? ¿Cuál es el problema? Su voz suena apagada unos cuantos segundos, y no puedo oír realmente lo que está diciendo hasta que me habla Grace. —River, llamamos a la policía —me dice, su voz se quiebra mientras habla. —Grace, no entiendo. ¿Para qué necesitan a la policía? —¿Ella no te lo dijo? Mi corazón está latiendo rápidamente, y simplemente quiero que me diga de qué mierda está hablando. —Grace, ¿de qué estás hablando? ¿Qué sucede? —Le dejé a Dahlia tres mensajes anoche. Lo dejaron salir por un tecnicismo. —Grace, ¿a quién dejaron salir? —Al hombre que mató a Ben. Está libre —me está diciendo esto y estoy tratando de procesar que sucede. Miro el teléfono de Dahlia y aprieto el botón de inicio. Veo tres mensajes de Grace que no han sido escuchados, y quince llamadas perdidas de Grace y Serena. —Grace, ella no ha escuchado tus mensajes aún. Está llorando y creo que no puedo hablar pero se las arregla para decir: —Espera un momento. Caleb está en el teléfono. —Hola, hombre. ¿Dónde está? No estoy seguro de que está sucediendo pero nosotros debemos mantener un ojo sobre ella. Estoy tratando de no molestarme con este idiota y su uso de la palabra “nosotros” cuando respondo: —Fue a correr. ¿Qué mierda está sucediendo? Puedo oírlo inhalar profundamente: —Mira, hombre, creo que el hombre que mató a Ben está buscando algo. Fui a la casa de Dahlia anoche solo para ver, y alguien entró otra vez. Fui a tu casa buscándola a ella, pero no me dejaron entrar en la puerta y ninguno de ustedes contestaba el teléfono. Llamé a tu hermana y me dio tu número. Te llamé toda la jodida noche. Salto de la cama y busco desesperadamente mis pantalones. Corriendo hacia el baño, los encuentro en el piso. Me los pongo y encuentro mi teléfono en mi bolsillo. Mis manos están temblando. —Caleb, te llamaré cuando la encuentre —le digo y corto. Llamando a la seguridad del hotel, explico precipitadamente la situación. Si es o no necesario enviar a alguien a buscarla, no tengo idea, pero quiero que aparezca ahora. Justo cuando me pongo mi camiseta y unos zapatos deportivos y me dirijo a la puerta, el teléfono del hotel suena. No sé si contestar o salir corriendo a buscarla pero ya que llamé a seguridad, me giro y vuelvo. Levanto el teléfono en silencio. —¿Sr. Wilde? —Sí —respondo con la preocupación clara en mi voz. —Señor, nos gustaría que bajara al salón y lo llevaremos al hospital. Trago unas cuantas veces tratando de recuperar la respiración cuando todo el aire deja mis pulmones, y mis rodillas tiemblan debajo de mí. Mientras busco el valor para preguntar la pregunta de la que ya sé la respuesta, oigo las sirenas de la ambulancia en la distancia y no necesito preguntar nada. Limpiando una lagrima de la esquina de mi ojo, salgo de la habitación y bajo los diez pisos de escaleras donde seguridad me está esperando. Difícilmente puedo pensar, pero sé que no puedo perderla. No puedo perder a mi mejor amiga, mi alma gemela, mi sonrisa, mi risa… mi todo. Dicen que ya está de camino al hospital en la ambulancia. Quiero que me lleven a verla ahora. Nadie sabe lo que pasó, solo que alguien oyó gritos y llamó a seguridad. Este viaje en auto se siente como el viaje de quince kilómetros más largo de mi vida. Mi teléfono no para de sonar, pero no puedo contestar. Solo tengo que verla, a mi chica hermosa y perfecta. Necesito saber que está bien. Veo las fotos que tengo de ella. Algunas son serias, algunas divertidas, algunas son extravagantes, y algunas son ardientes. Todas ellas son un reflejo de su hermoso rostro y las lágrimas que he estado tratando de contener comienzan a fluir como el malestar que siento por mi incapacidad de mantenerla a salvo. Absorto en mis pensamientos y la tranquilidad del auto, apenas puedo oír mi propia respiración. El calor es impresionante y aunque no llevo un abrigo, estoy sudando. El jefe de seguridad me está hablando, pero no lo escucho hasta que me doy cuenta de que me está diciendo que estamos en el hospital. Corriendo a través de las puertas de la sala de emergencias, me abro paso a través de una sala de espera muy llena hacia la pequeña ventana de cristal el mostrador de recepción. A medida que me acerco me parece ver a Dahlia detrás de él, pero cuando llego allí, noto que solo es una ilusión. Recostándome contra el mostrador, me siento un poco mareado. Mis nervios están teniendo lo mejor de mí. Mi corazón late a mil latidos por minuto, mi estómago está hecho un nudo, y el frío corriendo por mi cuerpo hace que temblar sea doloroso. —¿Puedo ayudarlo, señor? Dejando de lado cualquier preámbulo de un saludo, dejo escapar lo que necesito de ella. —¡Acaban de traer a mi novia y tengo que verla ahora! —Le estoy levantando la voz a esta enfermera y recibiendo miradas de otras personas esperando detrás de mí, pero no me importa una mierda. Estoy desesperado por encontrar a mi chica. Su respuesta estándar me lanza en picada. —Señor, ¿usted es un familiar? Solo a los miembros de la familia se les permite entrar —dice entregándome un formulario para llenar y que dice: Miembro No Familiar Consultando Por Un Paciente. Trato de mantener mi paciencia, pero pierdo la batalla mientras tomo el portapapeles y repito: —Ya se lo dije, estamos comprometidos. Ella me mira con una expresión que dice que ha escuchado esto antes. —Señor, como he dicho, el acceso es solo para los familiares del paciente. Por favor, rellene eso, y tome asiento. Le informaremos de su condición cuando tengamos su permiso. —¡Ella no tiene una jodida familia! ¡Yo soy su familia! —le grito frenéticamente a través de la ventana. Respirando profundamente, me recompongo. Completo el formulario y se lo entrego de vuelta. Estoy allí, tratando de averiguar qué hacer, cuando veo que las puertas al pasillo de la sala de emergencias están abiertas, y un paciente está siendo llevado a través de ellas con su pierna enyesada. Mirando a la enfermera detrás del escritorio hablando con una persona detrás de ella mientras mi formulario está intacto frente a ella, sé que tengo que hacer algo. Así que sin pensar en las consecuencias, camino rápidamente hacia las puertas abiertas, y entro en el largo pasillo sin fin. Una vez dentro, me detengo un momento para decidir la mejor forma de buscarla. Rezo porque esté aquí y no en alguna sala de operaciones. Comenzando con la primera cortina, asomo la cabeza tratando de no molestar a la persona dentro de la habitación. Después de haber hecho eso unas cuantas veces, veo a una doctora acercándose. —Disculpe, doctora —le digo a la pequeña mujer morena con bata blanca—, ¿cree qué me puede ayudar? Mi esposa está aquí y no puedo recordar en que habitación está. Tuve que ir a la sala de espera para utilizar el teléfono para llamar y ver cómo está nuestra hija. —Estoy inventando esto en el momento, y realmente deseo que sea verdad, espero que algún día sea real—. Y ahora no puedo recordar en que habitación está. Sonriendo, dice: —Claro. ¿Cuál es su nombre? —Dahlia London —le digo, y me hubiera gustado decir Dahlia Wilde. Ella se acerca al escritorio y observa una tablilla. Entonces me dirige a la habitación con cortinas número diez. No está a más de diez metros de distancia, pero se sienten como kilómetros. Los recuerdos inundan mi mente con visiones de ella bailando bajo la lluvia. La forma en la que vivía la vida despreocupadamente y la belleza que encuentra en todo es inspiradora. Lo irónico es que ella piensa que todos a su alrededor son asombrosos, pero ella es la asombrosa. A quien se suponía que debía cuidar y fracasé miserablemente. Mi teléfono está sonando otra vez y la enfermera caminando por el pasillo me lanza una mirada: —Señor, el teléfono debe estar apagado cuando está aquí. Tomándolo de mi bolsillo delantero, aprieto el botón de vibración. —Lo siento, señorita —digo mientras veo siete llamadas perdidas en la última media hora, todas de Caleb. Aguanto la respiración cuando estiro la mano para abrir la cortina azul. El miedo y el terror corren por mis venas hasta que no solo veo, sino también escucho la voz de la chica de la que me he enamorado profundamente. —River, ¿eres tú? Abro la cortina de un tirón para verla sentada en la cama con la cabeza apoyada hacia atrás. Hay un moretón en su mejilla y su labio está hinchado. Tiene un vendaje alrededor de la muñeca donde lleva el brazalete de él. Pero, gracias a Dios, está sentada y hablándome. Tragando fuertemente, no puedo reprimir las lágrimas mientras corren instantáneamente por mi rostro. Corro hacia su lado y la envuelvo suavemente con mis brazos, teniendo cuidado con los cables conectados a su cuerpo a través de la bata de hospital. Ella me tira a ella aún más. Susurro porque estoy casi sin poder hablar: —¿Estás bien? Llorando, ella asiente con la cabeza. —Sí. Tomo su rostro hermoso entre mis manos, y me quedo con ella. Presiono mis labios contra los suyos, teniendo cuidado de no aplicar presión realmente. Cuando el alivio de que está bien se apodera de mí, dejo mi cabeza en el hueco de su cuello y me quedo allí, incapaz de moverme. Se ha convertido en una parte tan importante de mí en tan poco tiempo que no puedo imaginar mi vida sin ella. Ella se aferra a mí, y no solo siento la fuerte conexión física que necesita de mí en este momento, sino también la profunda conexión emocional que nos une. Su llanto continúa mientras intento calmarla. Cada una de sus lágrimas es un tirón que siento en mi corazón. Quiero preguntarle qué pasó. ¿Quién hizo esto? ¿Él te tocó? ¿Cómo te tocó? Quiero matar a este hombre, pero ahora mismo lo que más necesita de mí es simplemente a mí. Así que contengo mis preguntas hasta más tarde y simplemente la sostengo fuertemente agradeciéndole a Dios que esté viva y bien. Su llanto se convierte en mi llanto mientras la beso en la frente. —Todo está bien ahora, nena. Y te prometo que nunca dejaré que alguien te haga daño nunca más. Envuelta en su camiseta de concierto, está encajada entre mis piernas mientras yacemos al aire libre en una silla de salón con la salida del sol y el letrero de Hollywood como nuestro lienzo. Su cabeza descansaba sobre mi pecho, nuestros dedos entrelazados, y mis brazos envueltos alrededor de ella, sosteniéndola con fuerza, donde han estado desde el ataque. Fue dada de alta del hospital ayer. Caleb y Xander condujeron la Tahoe el día del incidente y se quedaron hasta que era tiempo de irse. Caleb le hizo más preguntas de las que hizo el policía, pero la historia era siempre la misma. Estaba llena de pocos detalles y una vaga recolección de lo que el chico siquiera dijo. Ella no vio quién la atacó. La agarró por detrás y la tiró abajo, empujando su cara contra el suelo. Lo único que le dijo fue que se rindiera y no saldría herida. Esas palabras aún mandan escalofríos por mi columna vertebral. Le golpeó la cabeza en el camino pedregoso un par de veces mientras trataba de gritar por sobre su mano. Cuando alguien empezó a gritar desde la distancia, el tipo huyó. Xander insistió en llevarnos de vuelta a la casa de la localidad, y Caleb tomó mi auto. Dahlia está físicamente bien, pero está impactada. Estoy más que preocupado por el incidente. Caleb realmente se ha superado, y he decidido dejar de lado mi desagrado por él y ayudarlo. Está instalando un sistema de seguridad estatal de última generación y cuenta con un equipo de rotación de los guardaespaldas de turno. Decidimos esperar unos días para contarle sobre su tirador. Esperamos que con el reporte del ataque, él será agarrado de nuevo, y ella no tendrá que preocuparse. Me sentí mal al borrar sus mensajes, pero tuve que hacerlo, por ella. No ser capaz de verla cuando estaba en la sala de emergencias pesa mucho en mi mente, y me pregunto por qué decidimos esperar hasta después de la gira para elegir una fecha para casarnos. Así que, mientras yacemos juntos en la calma de la fresca mañana brillante, le pregunto. —¿Por qué estamos esperando para casarnos? —Beso su cabello y continúo—: Parece que todo lo que realmente estaba haciendo era esperar por ti mi vida entera, y no quiero esperar más. Desplaza su cuerpo y entonces está acostada sobre su lado y mirando hacia arriba, a mí. Riendo un poco, responde. —No estoy realmente segura. Pero cuando lo pones de esa manera, no quiero esperar, tampoco. —¿Cómo te sentirías si alquiláramos un avión a Las Vegas y nos casáramos hoy? Puedo tenerlo arreglado en cuestión de horas. Podemos volar hasta allí, casarnos, y estar de vuelta aquí para la puesta de sol. —¿No te importa si tu familia no está allí? Incorporándome, la pongo a horcajadas sobre mí, sus piernas a cada lado de mí. Metiendo gentilmente su cabello detrás de su oreja, miro a sus ojos hermosos. —No estaré satisfecho hasta que despierte junto a mi esposa cada mañana. Dahlia, todo lo que quiero es tú y yo para siempre. Podemos celebrar más tarde una vez que te sientas mejor. Incluso podemos tener otra ceremonia aquí, pero lo que pasó en el hospital, no quiero que nunca vuelva a suceder. Así que, ¿te casarás conmigo hoy? Lágrimas bajan por sus mejillas, pero esta vez no son lágrimas de tristeza. Se inclina y me besa. Cuando se aleja, dice: —River Wilde, me encantaría casarme contigo hoy. Seis horas después, ella lleva puesto el más bello vestido blanco. Hemos decidido no decirle a nadie lo que estamos haciendo, pero cuando Aerie se detuvo inesperadamente esta mañana, Dahlia cedió y le dijo. Aerie salió corriendo y le compró un vestido. Es corto y con perlas por todos lados, y ella se ve increíble. Los moretones en su cara son más que evidentes, pero a ninguno de nosotros nos preocupa. Las fotos pueden ser tomadas otro día. Hoy es sobre nosotros, para nosotros. Una vez que se case conmigo, estaremos conectados para siempre. Caleb tiene su grupo de seguridad. No estaba precisamente contento con nuestro viaje improvisado. No estoy seguro si fue por razones personales o profesionales, pero insistió en ser quien nos acompañase. Acepté porque sé que ella significa mucho para él, y haría lo que sea para protegerla. Estamos listos para ir y echo un vistazo a Dahlia, quien está enchufando su teléfono sin carga en la pared detrás del mostrador de la cocina. Riendo, le digo: —Vamos, hermosa. No necesitas eso hoy. —Me encuentro riendo porque usualmente le digo que necesita cargar su teléfono más temprano que cinco minutos antes de que estamos caminando a la puerta. Me acerco y la pongo frente a mí mientras miro sus ojos, ahora de color marrón-verde. —¿Estás lista para convertirte en mi esposa? Apartándose, me mira. —Solo si me prometes que me amarás para siempre. Tomo sus mejillas y le digo con absoluta certeza. —Hermosa, me hice esa promesa la primera vez que te besé. —Paso mis dedos por encima de mi corazón y agrego—: Prometo amarte siempre. ¿Cómo podría no hacerlo? Abrazándola tan fuerte como puedo, sé que nunca la dejaré ir. Después de que la beso, deslizo mi nariz a su oído y susurró: —Y en el instante que te conviertas en la señora Wilde, voy a demostrarte cuánto. Ella asiente y veo surgir la piel de gallina, y no puedo evitar sonreír. Agarrando su mano, nos dirigimos hacia la puerta. Amazing Grace empieza a reproducirse desde su teléfono en la cocina justo cuando estamos a punto de tomar nuestros últimos pasos como River Wilde y Dahlia London. Caleb me llamó hoy y me dijo que tenía una historia para mí, si me atrevía a escuchar. Por supuesto que quería escuchar. Siempre he estado listo para una apuesta. Él me dijo que no era un asunto de risa, pero era una historia que haría mi nombre sinónimo de lo mejor del periodismo de investigación. Así que por supuesto acepté. Caleb y yo nos encontramos hoy y lo que él me dijo me impactó. No le creí al principio. Me pareció extraño que alguien lo contactara justo cuando su gira en Afganistán terminó con una oferta como esta. Me dijo que su primer contacto con él había sido inmediato. Él me dio una unidad USB con información que necesitaba para investigación. Cuando llegué a casa, lo cargué y mierda, cuando me dijo que tenía una historia que estremecería mi mundo, no me estaba jodiendo. Yo estaba en realidad un poco asqueado por lo que veía y sabía que la historia tenía que salir. Esto iba a ser un paseo por el parque y yo iba a ser famoso. He estado despierto veinticuatro jodidas horas seguidas. Esto es mucho más grande de lo que Caleb jamás pensó. Lo llamé y le dejé un mensaje hace más de seis horas y el bastardo no me ha devuelto la llamada. Jodido Caleb Holt. Él ha estado desaparecido durante dos días, y luego llama y me dice que tengo que matar la historia. Él quiere que me olvide que alguna vez me la contó. Bueno, me conoce mejor que eso. Jodidamente no voy a hacer eso. Empecé a escribir el artículo hoy y planeo lanzarlo la noche de la entrega de mi premio. Tengo que hacerlo porque no es solo acerca de mí, sino de ayudar a otras personas también. Cuando Caleb me dijo hoy lo que me dijo, al principio no le creí. Pensé que estaba jodidamente loco. Me dijo que si no desaparezco, moriré en realidad, Dahlia y yo realmente terminaríamos muertos. Salí del bar planeando ignorar cada jodida palabra que me dijo y publicar ese artículo. Cuando llegué a mi auto allí estaba un sobre en la ventana. Sentado en mi auto, lo abrí. Alguien había estado fotografiando a Dahl dondequiera que iba. Había incluso una foto suya con un hombre detrás de ella en una cafetería apuntándola con una navaja en la espalda. La tiré al instante. Conozco a esta gente, no están jugando. Carajos, ¿qué voy a hacer? Pasé las últimas ocho horas con Caleb planeándolo. Él lo tenía todo planeado. Le pagó a alguien que asumiera la culpa por matarme. Ellos finalmente serían liberados por un tecnicismo. Incluso logró adquirir una bolsa de sangre que combinaba con mi tipo para que cuando me disparen parezca que estoy sangrando. Quería asegurar toda la evidencia. Carajo, ¿por qué lo devolvería todo? Le di suficiente y escondí el resto en la casa, un lugar que nadie se le ocurriría mirar. Me queda menos de una semana con la chica que me he pasado toda mi vida. Carajos, esto me está matando, pero no puedo traerla conmigo. No sería feliz viviendo huyendo. Hoy le envié flores solo porque nunca hago eso. Sé que ella va a pensar que algo está pasando, pero quiero que recuerde lo mucho que la amo, para siempre. Llevé a Dahl a almorzar hoy. No sé por qué no lo hice más a menudo. Incluso le llevé una bolsa de sus tortitas de menta preferidas. Le habría llevado un poco de chocolate de lujo, pero sé que ella ama más la menta. Carajo. Carajo. Carajo. Me reuní con él hace menos de dos semanas, y mañana tengo que morir. He tratado de retirarme, pero estoy hasta el cuello y quieren verme muerto. Así que hoy pasaré cada minuto con ella asegurándome que sepa lo mucho que la amo. Hoy ha sido el día más feliz y triste de mi vida. La amo como nunca he amado antes. Sabía que era nuestra última vez juntos, y la necesitaba de una manera que ni siquiera puedo explicar. Compartimos un vínculo que nunca he sentido con ella antes. Tal vez fue porque sabía que no volvería a ver su hermosa sonrisa de nuevo, tocar su sexy cuerpo de nuevo, besar sus labios suaves de nuevo, o incluso estar de pie en la arena de playa con ella otra vez. No tenía ni idea de lo que iba a suceder o por qué estaba tan emocional y eso solo me destrozó. Le di una pulsera para simbolizar mi amor por ella, y espero que nunca se la quite. Decir adiós fue difícil, pero tuve que hacerlo para protegerla, para salvarla. Dejándola sola en el jodido auto me destrozó. Ella me rogó que no fuera el héroe. No era un jodido héroe. Estaba haciendo lo que tenía que hacer para salvarla. Cuando la miré por última vez, deseé que en realidad fuera a morir. La dejé en el suelo del auto. Ella creía que yo estaba saliendo para salvarla de un loco demente. Creo que de una manera lo estaba, pero que ella me pintara como un héroe me dieron ganas de vomitar. Desde luego, no era su héroe. Ella estaba en peligro por mi culpa. Aun así, podrías pensar que duermo mejor sabiendo que siempre tendrá esos pensamientos finales de mí como su héroe, pero sé que no lo haré. Obligué a Caleb a traerme aquí por última vez para decir mi propio adiós en silencio. Solo no pude irme sin verlo. Este era nuestro lugar favorito. Puede que nunca sea capaz de volver aquí así que quiero decir adiós. Adiós a la playa, adiós a mi madre, mi hermana y sobrino, y adiós a ella. He estado en este lugar muchas veces, pero hoy es diferente. Estoy solo. No hay brazos confortables a mi alrededor. Mi cuerpo tiembla, pero no de frío, es de la comprensión del destino. Una lágrima lenta gotea por mi cara mientras yo busco en la noche y gritar: —¿Por qué solo no podemos estar juntos de nuevo? A medida que el viento gime en la distancia, los truenos se estrellan y los relámpagos brillan. Estoy aquí solo esperando que la dificultosa tormenta me lleve lejos y borrará la sombra que se cierne sobre mí. Una lluvia suave lenta cae desde el cielo ennegrecido, pero no proporciona alivio a mi alma devastada. Una niebla se levanta lentamente en la noche, charcos se forman en varios puntos, y el aire frío envía escalofríos por mi columna vertebral. La oscuridad, la tormenta, ambas están sobre mí. Como una figura solitaria, me apiño a la sensación del suelo perdido por completo. A medida que mis lágrimas se funden con la lluvia en un baile lento, solo caen aún más en la oscuridad. Nadie está aquí para verme. Nadie sabe dónde encontrarme. Solo los buitres me notan mientras me vuelan velozmente por encima, en busca de refugio contra la lluvia fría. No estoy en busca de refugio en este lugar que ahora desdeñan, pero no tengo otro lugar adonde ir. No tengo ninguna esperanza. No tengo futuro. Este es mi lugar en la oscuridad. Me mataron en un fortuito robo de auto con violencia ido a mal. Estoy en la ciudad de Nueva York ahora. Caleb me dejó en algún apartamento que alquiló bajo mi nuevo nombre y me consiguió un empleo como profesor universitario. Mierda, jodidamente lo odio. Si no fuera por él, estaría vivo hoy. Dejé todo atrás excepto este diario. No tengo nada, y nunca veré a mi Dahl de nuevo. Caleb se presentó en mi casa después de una de mis clases. Me dijo que algo iba mal, que no sabía qué y estaba preocupado. Me informó que la casa que Dahlia y yo compartimos fue saqueada como si estuvieran buscando algo. Me preguntó si yo le había dado todo. Me enloquecí de mierda y solo empecé a golpear sin control y me dejó. Ni siquiera trató de golpearme de regreso. Solo me detuve cuando vi que la sangre que corría por su nariz había empapado la camisa y cayó sobre la alfombra. Tomé una toalla y lo acerqué a su nariz, pero continuó hablando como si nada hubiera pasado. No dejé que terminara mientras recuerdos de mi Dahl herida y acostada en el piso, se mantuvieron intermitentes en mi cabeza. Creo que sintió mi preocupación, y con un toque nervioso en su voz me dijo que Dahlia no estaba allí ese fin de semana, así que no estaba allí cuando nuestra casa fue allanada. Todo lo que podía pensar era jodidas gracias, pero luego le pregunté a Caleb dónde estaba. Al principio se encogió hombros y se apartó de mí para sentarse en el sofá, pero lo presioné hasta que finalmente me dijo. Dijo que Dahlia había regresado a la casa con un tipo. Presioné más, quería saber qué tipo. ¿Quién era él? Me puse más irritado mientras silenciosamente estaba preocupado. ¿Estaba él utilizándola para encontrar información que había escondido tan bien? Mis cincuenta preguntas continuaron, y nunca pausé para dejar a Caleb responder. No sabía si quería conocer las respuestas. Todo lo que sabía era que tenía que volver allí para verla, para estar con ella, pero Caleb insistió en que permaneciera muerto por su seguridad y por la mía. Él dijo que no le haría daño ya que ella no tenía nada que ver con él, y yo estaba muerto. Me fui a sentar en el sofá junto a él. Le dije que me debía el decirme lo que sabía. Y así lo hizo. Dijo que estaba bastante seguro que Dahlia estaba teniendo sexo con el chico con el que la había visto. Me dijo que realmente lo sentía después que las palabras salieron a regañadientes de su boca. Caleb pasó a explicar que los había seguido a un vecindario elegante en las colinas de Los Angeles. Y por lo que él sabía, ella se estaba quedando allí, Dahlia en las colinas. ¿Qué carajo? Estaba jodidamente furioso con él, conmigo, con ella. ¿Ella ya se arrejuntó con alguien? Tenía muchas ganas de matar al chico, y quería golpear a Caleb hasta la mierda. El pensamiento de mi Dahl cogiéndose con otra persona me conducía al borde de la locura. Sabía que ella avanzaría con el tiempo, pero el escucharlo era algo completamente distinto. Había caminado hacia el reproductor de CD en una mesa en la esquina de la habitación y solo lo miré. La canción reproduciéndose, irónicamente, era Go To Hell de Radio Go. Jodidamente apropiada, ¿eh? No podía ayudarme. Golpeé el puño en el reproductor con tanta fuerza que se rompió en mil pedazos en el suelo y me rompí mi jodida mano. Caleb me llevó a la sala de emergencias donde me pusieron un yeso en la mano rota. Dios, ¿pueden ellos solo poner un yeso en mi corazón roto? Me senté en la sala de emergencia, pensando en volver con Dahlia, y preguntándome por qué no había insistido en casarme con ella cuando se lo pedí por primera vez. No es que hubiera importado tanto. Mierda, de cualquier manera que nunca volvería a verla. Caleb se fue al día siguiente. Me aseguró que la cuidaría y dijo que no me contactaría de nuevo. Sentado aquí en la grande mesa de conferencias de madera con una habitación llena de trajes de algunas secciones del gobierno que todavía no sé ni el nombre, puedo escuchar cada tic-tac del reloj colgado en la pared de mierda. Todo lo que puedo pensar es que, después de casi tres años, por fin voy a verla de nuevo, tocarla de nuevo, amarla de nuevo. Renuncié a todo para mantener a mi Dahl con vida, y ahora voy a ser capaz de finalmente conseguirlo todo de vuelta. Caleb me dijo que ella está con un idiota, supuestamente es bastante serio, pero sé que en el momento en que me vea aquí en carne y hueso estará terminado. Nosotros solo tenemos demasiada historia para que no sea así. Maldita sea, ¿por qué tenía que ser tan jodidamente bueno en mi empleo? ¿Por qué quise dejar mi huella en el mundo del periodismo? Hoy, no podía decir por qué, porque he perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. En aquel entonces yo estaba hambriento por eso, y nada más importaba. Bueno, eso no es cierto. Me preocupaba por todas esas personas y por lo que estaban permitiéndoles hacer. Realmente me importaba. No había oído hablar de Caleb en casi nueve meses hasta que me llamó hace un par de días. Sabía que algo sucedió, pero no tenía idea de qué. Me preguntó de nuevo si había guardado la información, y una vez más, mentí y aseguré que no la tenía. Traté de preguntar cómo estaba mi Dahl, pero solo colgó. Así que cuando me llamaron ayer y me dijeron que me traían de nuevo, sabía que algo debe haber sucedido. Lo único que me dijeron era que no había terminado, pero me querían de regreso aquí. Estaba acompañado por uno de los tipos de traje y en el próximo vuelo de Nueva York a LA. Lo único que el del traje me dijo fue que mi casa había sido asaltada de nuevo. Me preguntaba si esta vez se encontraron con la información, ¿pero cómo podrían? Le pregunté si estaba bien, pero no me respondió. Y ahora estoy aquí sentado. ¿Dónde carajos está Caleb? Les pregunté, pero no obtuve respuesta. La respuesta que he recibido en las últimas veinticuatro horas, es: —Sí, hemos notificado a tu familia. —Pero estoy colgando pacientemente aquí porque no puedo creer que en realidad va a pasar cuando nunca pensé que lo haría. Mi historia finalmente saldrá. Seré libre de ellos. Libre para estar con mi Dahl. Parece surrealista, pero tan jodidamente real, al mismo tiempo. Mi madre está en camino, y una vez que la vea y le diga mi historia, finalmente podré llamar a mi Dahl. La estrella de rock River Wilde trajo a Dahlia London desde el borde de la desesperación con su amor incondicional y devoción. Pero su historia entrelazada está a punto de demostrar la fuerza de ese amor… Dahlia estaba segura de que había encontrado el verdadero amor y se encontró con su “una vez en la vida” cuando se volvió a rencontrar con River. Pero el mundo de Dahlia se derrumba cuando alguien de su pasado resurge, y todos los secretos cuidadosamente guardados por River son expuestos. River quiere demostrarle a Dahlia que la vida no se trata de esperar a que la tormenta pase, sino de bailar bajo la lluvia. Pero, ¿cuántas veces puede un corazón roto ser reparado? ¿Podrán River y Dahlia hacerle frente a la crisis juntos o van a ser separados? Gnarls Barkley—Crazy, Prince—Purple Rain, Nirvana—Rape Me, U2— Beautiful Day. Theory of a Deadman—Out of My Head, Michael Jackson—Thriller Erykah Badu —Next Lif etime, Stevie Wonder—Superstition 3 Doors Down—It’s Not My Time, Gavin DeGraw—I’m In Love With A Girl. Breaking Benjamin—The Diary of Jane. Gary Allen—Every Storm Runs Out Of Rain Taylor Swift—Begin Again, The Kinks—Lola Thriving Ivory— Where We Belong Secondhand Serenade—Something More, Tom Petty—Free Fallin, U2— Beautiful Day Tenth Avenue North—Hold My Heart. Mazzy Star—Fade Into You Nine Inch Nails —Closer, Robin Thicke—Sex Therapy. John Mayer —Say, Fuel—I Should Have Told You, Coldplay— Yellow Teddy Geiger—Living For The First Time, Portishead—Glory Box, Every Avenue—Tell Me I ’m A Wreck, Maroon 5—She Will Be Loved, AC/DC— Back In Black, Coldplay Avenue—Green Eyes Adelitas Way—Alive, Rihanna—S&M, Enrique Iglesias—Dirty Dancer, Havana Brown— You’ll Be Mine, Enrique Iglesias—Tonight I’m F**king You, Saving Abel—Addicted Hedley—Kiss You Inside Out, U2—Beautiful Day, Cheap Trick—I Want You To Want Me The Veronicas—Speechless, Phil Collins—In The Air Tonight, Poison—Talk Dirty To Me, Adelitas Way—Dirty Little Thing Phillip Phillips—Home The Who—Pinball Wizard Justin Timberlake—Sexy Back Dashboard Confessional—The Secret ’s In The Telling One Direction—Little Things Lifehouse Feat. Natasha Bedingfield—Between The Raindrops. Within Temptation—Memories, Smashing Pumpkins—Perfect Yellowcard—Miles Apart Ivan & Alyosha—I Was Born To Love Her Rihanna—Diamonds Avenged Sevenfold— Victim, Citizens—Amazing Grace Sara Paxton—Connected The Script—Breakeven, Go Radio—Go To Hell Kim Karr vive en Florida con su esposo y cuatro hijos. Siempre le ha gustado leer y escribir. Teniendo un título en Inglés en la universidad, quiso enseñar a nivel universitario, pero nunca lo hizo. También recibió una MBA (Maestría en Administración de Empresas) y trabajó como gerente de proyectos hasta que renunció para criar a su familia. Actualmente trabaja a tiempo parcial con su marido y tiempo completo abarcando una de sus grandes pasiones, la escritura. Escritora, aficionada a los libros, esposa, mamá, taxista, y la que lleva a todas partes a su familia. Sin embargo, siempre encuentra tiempo para leer. Uno de sus paseos familiares favoritos es llevar a sus hijos a la librería o la biblioteca. Su hijo mayor está en la universidad y sus gemelos son jóvenes por lo que ya no van con ella en esas salidas. Y aunque ya no tiene que ir a la tienda real más porque tiene el mejor dispositivo que se ha inventado, un Kindle, todavía lo hace. No hay nada como un libro de bolsillo. Así que ahora su hijo de cuatro años y ella hacen citas para ir a la tienda de libros, es momento para amar y apreciar. Le gusta creer en las almas gemelas, espíritus gemelos, amigos verdaderos, y finales vivieron felices para siempre. Le encanta beber champaña, escuchar música, y espera mantenerse siempre joven de corazón. Realizado sin fines de lucro para promover la lectura. Apoyemos a los autores y editoriales comprando el original.