Aporte del Ejército Nacional - Ministerio de Defensa Nacional

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APORTE DEL EJÉRCITO NACIONAL A LA MESA TEMÁTICA No. 2 “DEFENSA
NACIONAL Y POLÍTICA EXTERIOR DEL ESTADO”
GRANDES DEFINICIONES POLÍTICAS REFERIDAS A LA UBICACIÓN ESTRATÉGICA
DEL URUGUAY EN LA REGIÓN Y EN EL MUNDO.
Con la finalidad de contribuir al análisis de la importancia de la ubicación
estratégica de nuestro país, atendiendo una visión de contenido Geopolítico se
desarrollan a continuación algunos conceptos de significación que permitan visualizar
factores de relevancia vigentes para su determinación.
Con este enfoque incorporamos el concepto primario de que el territorio de un
estado es uno de los elementos constitutivos de su existencia y el motivo determinante de
su geopolítica.
Aunque elemento estático de las Relaciones Internacionales, el territorio se
convierte en factor dinámico, cuando por su posición geográfica, el estado que lo ocupa lo
utiliza como instrumento de su acción política. Además, de acuerdo con su ubicación en el
mundo, su situación estratégica podrá verse ayudada o comprometida en razón de su
alejamiento o de su vecindad con las zonas de fricción de las grandes potencias.
Por lo tanto, no es la superficie territorial o la mayor extensión de las fronteras, lo
que constituye el poder o importancia estratégica de una Nación. Una situación
geopolítica conveniente, suele ejercer una influencia muchas veces decisiva y definitoria.
En tal sentido nuestro país ocupa una posición calificada en este hemisferio la que
lo ha llevado muchas veces en la historia, a ser víctima de la codicia ajena. La riqueza de
sus suelos y su posición estratégica colocado sobre el flanco Atlántico, nos obliga a estar
permanentemente atentos al peligro de pretensiones externas sobre el mismo.
La historia de la Banda Oriental así lo ha dejado demostrada , por eso es casi
imprescindible analizar la ubicación estratégica de nuestro país desde el punto de vista del
interés de terceros. Atendiendo esta perspectiva, parecería que el estratega de esta región
aún no ha tomado conciencia de cómo nos está mirando el mundo (tanto al Uruguay como
a la región ).
En lo que respecta a nuestro Estado es preciso señalar que en la óptica global
seguimos representando la cuña de ingreso a la Cuenca del Plata; quizás hoy con un
objetivo mucho más ambicioso que el comercio, como puede ser la búsqueda del
control de un elemento con futuro vital para la supervivencia de la Humanidad , como
lo es el actualmente llamado “ oro transparente o azul”, emblematizando de esta manera
los recursos hídricos del Acuífero Guaraní.
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Resulta entonces importante no desatender indicios en este aspecto y darle el
verdadero valor estratégico que ello encierra y para lo cual debemos de estar atento a
interpretar como y en que marco será el tratamiento que Naciones Unidas le dará al
tema.
Sabido es que se encuentra en desarrollo a nivel mundial el concepto de que
“el agua es un recurso o un bien de la humanidad”. Este concepto, va acompañado de
algunas interpretaciones que existen a nivel global sobre una “injusta distribución de los
recursos hídricos”, concepto que no se establece para otros recursos de carácter
estratégico como lo es el petróleo.
A partir de esta diferencia de criterios, pueden analizarse un conjunto de procesos
que se vienen desarrollando con la participación activa de las grandes naciones y bloques
económicos en la búsqueda del control del petróleo los que evidencia una realidad
geopolítica, de la cual esta región no se encuentra potencialmente alejada.
Siendo nuestra región visualizada particularmente como “reserva de la humanidad”
en aspectos alimenticios, hídricos, etc., es factible deducir que los mismos procesos
referidos en el párrafo anterior para le control del petróleo, se materialicen en un futuro no
muy lejano para estas reservas.
Parece pues que la punta del iceberg de la importancia estratégica de la ubicación
de un estado, converge en la existencia cada vez mayor de su situación geopolítica, con
gran valor en los recursos naturales, humanos y tecnológicos propios de cada estado y
que afectan en gran medida (positiva o negativamente) sus perspectivas a la hora de
enfrentarse a las inminentes transformaciones y actuales intereses globales.
Interesa entonces apreciar no solo en que sector del planeta nos encontramos, sino
que además interesa conocer y saber con la máxima certeza en que está el mundo, y
hacia donde se dirige. Este es precisamente el punto de partida para poder ubicarnos
dentro de ese gran contexto y luego tomar determinaciones que protejan y convengan a
los intereses Nacionales.
En este sentido y en contrapartida a los estados poderosos que ejercen una
doctrina geopolítica expansionista, los más pequeños con alcances más limitados como el
nuestro, deben establecer sus doctrinas en función defensiva.
Conforme a lo anteriormente expuesto resaltamos a continuación
algunos
aspectos que desde el punto de vista geopolítico aportan elementos que deberían ser
analizados en el momento de hacer un balance estratégico referidos a la importancia de la
ubicación de nuestro territorio en el concierto internacional:
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•
La verdad histórica que destaca varios elementos de relevancia que han ido tomando
una calificada importancia en el transcurrir del tiempo, y de los cuales se puede
destacar la estratégica posición en la esquina del Atlántico Sur con el Río de la Plata,
territorio que en muchas oportunidades tuvo que ser defendido de la codicia ajena.
•
La comprobada capacidad de producción de nuestro suelo en contrapartida con la baja
densidad de población, la que despierta intereses por la región como probable zona
con posibilidad de producción de alimentos que pueda atender esta problemática a
nivel continental y mundial.
•
Los ya mencionados recursos hídricos, formando parte del Acuífero Guaraní
conjuntamente con Argentina, Brasil y Paraguay.
•
La potencial existencia de recursos en la plataforma continental en momentos que se
advierte a nivel mundial una permanente competencia por el control, particularmente
de los recursos no renovables entre otros.
Asimismo existen otros factores que también deberían de ser analizados en su
justa medida al momento de definir el valor estratégico de una Nación; el comercio es uno
de ellos.
En el presente esto parecería ser
inobjetable, porque si la palabra clave en
décadas pasadas era “Estado” , en nuestro tiempo esa palabra pasó a ser “Mercado”.
A partir de ahí comprender que el mal denominado “Estado tapón” para los
intereses Ingleses del siglo XIX , en este Mercosur es el “Estado gozne” y que es el que
debe soldar el eje conformado por las dos grandes potencias Sudamericanas; concepto
en el cual debemos crecer para consolidar nuestra posición.
Para ello es necesario observar en perspectiva varios escenarios (Mercosur – Alca
- Unión Europea- Africa - etc.), todos ellos con diferentes particularidades, a fin de poder
determinar sus intereses que en algunos casos muestran marcadas diferencias para lo
cual, es necesario prevenir los alcances tratando de balancear lo positivo y lo negativo de
esta pugna geopolítica en aras de mejorar nuestro posicionamiento y analizar nuestra
perspectiva de salida al mercado mundial.
El escenario del Uruguay del futuro será necesariamente el mundo, que ya no es
tan ancho ni ajeno, si no que, a través del enorme impacto de las comunicaciones esta al
alcance de un adecuado esfuerzo como se viene demostrando paulatinamente en el
quehacer tanto continental como global .
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Atado a este nuevo contexto, del que destacamos el regional (Mercosur) debemos
también analizar su importancia estratégica y su influencia en el país, ya que la vieja
apreciación del vecino como adversario y eventual amenaza, se ve reemplazada (aunque
no claramente definida) por otra ecuación en la que parece irremediablemente iremos
incurriendo a pesar de la oposición de algunos intereses de los estados parte, y esto es:
“sus riesgos serán ahora también los nuestros”
En este sentido, el Mercosur va adquiriendo también de manera natural y
espontánea, una dimensión estratégica diferente para enfrentar el nuevo escenario global
con el peligro de “ comprar amenazas externas”
Una demostración más que entre otros aspectos la importancia de nuestra posición
estratégica se ve fácilmente influida por la equidistancia de nuestro territorio con Argentina
y Brasil, lo que hace que Uruguay se transforme en pieza importante en el ajedrez
geopolítico del Atlántico Sur.
Finalmente es necesario hacer mención a dos situaciones que han de influir en el
valor estratégico del Uruguay.
En primer lugar, nuestra rivera con el Atlántico Sur, este amplio espacio marítimo
que reúne una diversidad de actores del occidente Africano y del oriente Americano. No
podemos olvidar que a causa del desarrollo de la tecnología las distancias se han
acortado. Uno de sus efectos más notorios es la aproximación virtual de las costas de los
continentes separadas por el Océano. El medio que hasta hoy parecía distanciar, hoy
aproxima a las Naciones.
De este modo el Océano ofrece nuevas posibilidades de intercambio con el
continente Africano, aspecto éste de significativa relevancia en el momento de realizar un
análisis sobre la incidencia que Uruguay pueda tener en la región como cuña de ingreso a
la Cuenca del Plata. Inserto en este análisis no podemos dejar de valorar la importancia
que el Reino Unido le ha dado permanentemente a lo largo de la historia al Atlántico Sur,
incluso debiendo recientemente recurrir a un conflicto armado para recuperar y mantener
en su poder las Islas Falklands con el objetivo de asegurar su presencia en la región.
A este interés , que ha sido expuesto a modo de ejemplo , podemos agregar otros
que se encuentran manifestados de diversas maneras por las diferentes potencias (E.U.A.
con la Operación Unitas – Francia con los estudios Oceonagráficos – Etc).
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En segundo lugar, el Estado debería visualizar prospectivamente una situación
determinante desde el punto de vista estratégico y de la cual se debería realizar un
adecuado análisis geopolítico que nos permitiera estar preparados para enfrentar un
potencial escenario global de fuertes intereses regionales y mundiales en el marco de un
hábitat que declina paulatinamente la bonanza de sus recursos naturales. Nos referimos
en este caso a
la revalorización estratégica muy distinta que ostentaremos cuando
comience la explotación de los recursos existentes en la Antártida.
INTEGRACION REGIONAL Y DEFENSA NACIONAL
El tratamiento aislado del tema, podría inducirnos, en primera instancia, a un
análisis del resultado de la combinación de ambos conceptos o simplemente a la
definición de su viabilidad.
Expresado en otros términos, el tema, para nuestro país no se agota en el
planteamiento de la viabilidad de evolucionar de una integración comercial, en nuestro
caso el MERCOSUR, hacia un sistema de seguridad mas amplio que incluya además de
los asuntos económicos, los concernientes a las agendas de la defensa de los países
integrantes del bloque.
Por nuestra especial situación geopolítica el tema adquiere otros ribetes de singular
importancia.
No obstante para el escenario planteado inicialmente, existen antecedentes en el
pasado lejano y reciente y también experiencias y ejemplos.
Se podría afirmar, sin lugar a dudas, que en el escenario mundial, la creación de
mecanismos de seguridad corporativos es una de las prioridades en la generación de las
políticas de defensa fundamentalmente para aquellos países que no son protagonistas o
potencias, y que por ende, no pueden asumir los costos del desarrollo de tecnologías de
punta, del funcionamiento de organismos e instituciones específicos o simplemente del
equipamiento bélico.
En consecuencia, para estos países, la complementación que se logra con una
agenda común de defensa, permite un resultado sinérgico, en donde se ven potenciadas
las capacidades de los integrantes del bloque regional.
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No obstante estos aspectos, para el caso de nuestro país, por su pasado histórico,
por su tradicional postura en política exterior, y fundamentalmente por su posición
geoestratégica, el estudio y desarrollo de la temática, deberá incorporar además otros
aspectos sustanciales derivados de la proporcionalidad frente a sus vecinos geográficos
y la naturaleza de la integración planteada en estas condiciones.
El hecho de integrarse a un mecanismo de defensa regional, a partir de la
asociación comercial existente, implica estudiar en que calidad nos integraríamos junto a
los demás integrantes del bloque, y en particular con respecto a Brasil y Argentina. Se
deberá tener en cuenta en que proporción ellos estarán dispuestos a considerar nuestras
posibilidades en recursos humanos y materiales, o nuestras limitaciones económicas.
Por otro lado, deberá quedar visiblemente establecida si la integración tendrá como
objetivo la participación en fuerzas de paz, tal como se viene realizando en Haití, o si
abarcará también la participación en cuestiones de seguridad interior de los países
miembros del bloque, con lo cual nuestro país podría verse obligado a participar en la
lucha contra el narcoterrorismo, la delincuencia organizada o la insurgencia dentro del
territorio de uno de los países del bloque y viceversa.
Finalmente, en el estudio del tema, deberán considerarse aspectos tales como la
definición de una agenda común de asuntos de seguridad y defensa, el desarrollo de
capacidades y la interoperabilidad de los encargados de desarrollar las políticas de
defensa, las que no deberán limitarse a los asuntos militares.
La Unión Europea es el ejemplo más patente de las ventajas resultantes de una
integración regional. Nacida a partir de una necesidad de defensa -la OTAN – continuó
evolucionando por lo económico – Mercado Común Europeo - para finalmente culminar
con la unión política actual.
No obstante esa unión manifiesta, el escenario mundial nos muestra que el estado
“nación” continúa siendo el actor principal en la mayoría de los asuntos de carácter
económico, aún cuando los estados van cediendo roles y protagonismo con respecto al
tratamiento de los asuntos de seguridad y defensa hacia los “mecanismos o sistemas “de
seguridad colectiva tales como las Naciones Unidas.
Ello obedece a que los estados, por diversas razones, han tomado conciencia que
la unión con sus vecinos, formando bloques regionales, les permite no solo
complementarse o suplementarse, sino también potenciar sus capacidades de defensa y
logran así aumentar su participación en el contexto internacional, sin que ello signifique un
incremento o gasto excesivo en el sector de la defensa.
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Tal sería el caso de la mayoría de los países de América del Sur, los que, salvo
contadas excepciones adolecen de carencias presupuestales y no poseen la tecnología
necesaria para alcanzar el status requerido para ser considerados como estratégicamente
activos1.
La formación de sistemas de seguridad regionales, o llegado el caso continental,
permitiría a los países de América del Sur una participación en el sistema global en otras
condiciones.
Por otro lado, existen otras razones que dirigen el proceso hacia la integración de
un mecanismo regional de defensa. La mayoría de los países de América del Sur y en
particular los de la región, debido a reales necesidades, o por exigencia de organismos
internacionales de financiamiento, se encuentran en pleno proceso de reforma del estado,
y por lo tanto los aspectos vinculados a la reducción de los presupuestos de defensa
pautan el accionar de sus gobiernos.
La Defensa Nacional en general y las Instituciones militares en particular, se verán
así afectadas por las medidas de reducción, de reestructura o sometidas a grandes
cambios tendientes a acompañar las medidas presupuestales.
En lo que respecta al MERCOSUR, la integración se ha consolidado en el plano
económico. Es posible visualizar por los antecedentes enunciados con respecto a la
Comunidad Europea, y por la coyuntura política existente en la región, además de ciertos
hechos tales como la participación de los países integrantes del bloque en el Operación
MINUSTAH, las reuniones en que han participado los Ministros de Defensa y los
Comandantes de los Ejércitos, que se está transitando en el camino de una integración
más amplia y profunda. Estas iniciativas continúan, aún cuando hechos aislados como los
que actualmente protagonizan Uruguay y Argentina por la instalación de las plantas de
celulosa en nuestro territorio, dificulten las relaciones y los procesos entre los países.
Considerando lo expuesto con respecto a los procesos iniciados y las
particularidades expresadas sobre nuestro país para la formulación de una política de
defensa regional, se hace necesario en primer término, definir aquellos aspectos que
deberán ser considerados previamente a la decisión de transitar por el camino de la
defensa regional.
1
Clasificación realizada por el analista geopolítico Zbigniew Brzezinski, en su obra “El Gran Tablero Mundial”. La utiliza para clasificar a
los países tomando en cuenta el papel que pueden y desean asumir en el contexto mundial. El status de “activo” se reserva para
aquellas potencias que pugnan por la hegemonía a nivel mundial o regional.
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Surgen así los siguientes:
•
El alcance de la participación.
Deberá definirse el alcance de la participación la que podrá cubrir desde el envío
de unidades para el desarrollo de operaciones convencionales, como para integrar
contingentes en misiones de paz bajo mandato de las Naciones Unidas, pasando por
el campo gris de la participación en los asuntos internos de otros estados afectados
por situaciones de insurgencia, narcoterrorismo, narcotráfico, aspectos vinculados a la
preservación del medio ambiente, etc.
•
Las amenazas comunes visualizadas para el bloque.
Seguramente todos los países integrantes de la región compartan la visión actual
de las “nuevas amenazas” (narcoterrorismo, narcotráfico, crimen organizado,
corrupción, marginación y pobreza extrema, etc,).
No obstante esto, por diversas razones de orden geográfico, político o económico, no
todos los países se verán afectados por éstas, de la misma forma o con la misma
intensidad, lo que puede llevar a que nuestro país “importe” amenazas (Ej.
Internacionalización de la Amazonia).
Ello provocará concepciones diferentes en lo que respecta a la definición de seguridad
o a la formulación de las políticas de defensa.
•
Análisis y determinación de las actuales capacidades.
Aún cuando los países de la región compartan situaciones similares, existen
diferencias en cuanto a equipamiento, manejo de tecnología, desarrollo de la industria
militar y fundamentalmente en la asignación de rubros para los gastos de defensa,
afectando sensiblemente las capacidades operativas de sus fuerzas militares.
•
La naturaleza de la participación de cada uno de los integrantes.
Más allá de la proporcionalidad existente entre la República Oriental del Uruguay y
sus vecinos deberá definirse de antemano el papel o rol que cada uno de los países
integrantes del sistema cumplen. Las desventajas comparativas de nuestro país
deberán suplirse de alguna forma, a fin de no quedar relegados a una mínima
participación o en roles secundarios.
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•
Los costos que deberán asumirse.
La creación de un sistema o mecanismo de seguridad implica indefectiblemente,
además de la pérdida de soberanía, nuevos recursos tendientes a la creación de
nuevos organismos que planifiquen y lleven adelante todo lo relativo a las políticas de
Defensa.
Por otro lado, en caso de mantener una posición neutral con respecto a la formación
de un sistema de defensa corporativo también provocará que se le exija a nuestro país
un pago en retribución a una situación que usufructúa. Es decir, se podrá no participar
con medios, pero los costos del “paraguas” de seguridad deberán compartirse.
•
La interoperabilidad
Este aspecto debe ser abordado en tres ámbitos: la doctrina, los procedimientos y
el equipamiento.
ALIANZAS Y CONVENIOS INTERNACIONALES
Si bien el mantenimiento de una fuerza operativa busca enfrentar situaciones
excepcionales, razón de ser de su existencia en el marco de la Misión fundamental del
Ejército y del concepto de Seguridad Individual, se deben consideran además, los
Sistemas de Seguridad a los que se adhiere la Nación (Colectivo, Cooperativo) en forma
soberana y su grado de compromiso con otros roles subsidiarios de carácter político,
social, humanitario, etc.
En este sentido se entiende como Seguridad Individual el derecho de cada Estado
a asegurar el mantenimiento de su soberanía, independencia, integridad territorial e
identidad nacional, basado en el “Principio de Legítima Defensa”, de conformidad con los
tratados vigentes o en cumplimiento de éstos y de acuerdo a lo que establece el artículo
51 de la Carta de Naciones Unidas referente al derecho de legítima defensa, individual o
colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta
tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la
paz y la seguridad internacionales.
Los Sistemas de Seguridad constituyen el conjunto de Instituciones, instrumentos
jurídicos y normas establecidas soberanamente por los Estados, para hacer frente a
determinados tipos de interferencias, presiones o amenazas que le son comunes o que
afectan a parte o al todo en su conjunto pudiendo ser, entre otros, Colectivo o
Cooperativo.
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Los Sistemas Colectivos se conforman por un grupo de Estados soberanos, que
unidos se proporcionan garantías de mutua seguridad a través de la conformación de
alianzas multilaterales en el ámbito político, económico, social y militar con la finalidad de
desescalar conflictos o problemas comunes que atentan contra su desarrollo y bienestar.
Los Sistemas Cooperativos en cambio se basan fundamentalmente en medidas de
confianza mutua y acuerdos regionales y sub – regionales que se puedan alcanzar,
buscando prevenir conflictos en base a una acción multilateral y donde los mecanismos
de la diplomacia y la solución pacífica de los mismos, son utilizados a fondo para el
mantenimiento de la paz y seguridad.
En este marco conceptual vemos que el Uruguay se encuentra comprometido en
los siguientes tratados:
Organización de Naciones Unidas (O.N.U.)
De acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas nuestro país ha aceptado poner a
disposición del Consejo de Seguridad cuando éste lo solicite y de conformidad con un
convenio especial, sus Fuerzas Armadas, la ayuda y facilidades (incluso el derecho de
paso) necesarias para mantener la paz y la seguridad internacional (Artículo 43 de la
Carta de la O.N.U.).
La participación en Operaciones de Mantenimiento de la Paz, se producirá por disposición
del Mando Superior de las Fuerzas Armadas, quien determinará su alcance, basado en
los principios de la política exterior del Estado sustentados históricamente (no
intervención, solución pacífica de las controversias y libre determinación de los pueblos).
Esta participación a su vez, deberá ser autorizada por la Asamblea General de
conformidad con lo que establece la Constitución de la República.
Organización de Estados Americanos (O.E.A.)
De acuerdo a la Carta de la O.E.A., nuestro país ha acordado que toda agresión de
un Estado contra la integridad o la inviolabilidad del territorio o contra la soberanía o la
independencia política de un Estado Americano será considerado como un acto de
agresión contra los Estados Americanos.
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (T.I.A.R.)
De acuerdo al T.I.A.R. celebrado en Río de Janeiro en 1947, se ha acordado hacer
frente a un ataque armado dirigido a cualquier Estado americano como si dicho ataque lo
fuera a todo el continente (todas las medidas adoptadas según los mecanismos del
Tratado son
obligatorias excepto el empleo de las Fuerzas Armadas cuyo uso es derecho exclusivo de
cada Estado).
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Tratado Antártico
En cumplimiento de los compromisos asumidos por el país en el marco del Tratado
Antártico, el Ejército apoyará con sus medios humanos y materiales todas las actividades
relacionadas en pro de los intereses nacionales en el área, de tipo estratégico, ecológico,
económico y científico.
Otros compromisos
El Ejército del mismo modo participará en los compromisos que el país asuma a
nivel internacional fuera del marco de O.N.U., al responder los mismos a los principios
que rigen la política exterior del Estado.
LINEAMIENTOS POLÍTICOS REFERIDOS A LA PARTICIPACIÓN DEL FUERZAS
MILITARES DEL URUGUAY EN OMP.
La participación de Fuerzas Militares en Operaciones Internacionales de Paz (OIP)
constituye
una herramienta eficaz de la Política Exterior del Estado para satisfacer
intereses nacionales de carácter estratégicos tales como asegurar la paz y estabilidad en
la región, contribuyendo a la defensa de nuestros intereses vitales; cumplir con los
compromisos internacionales adquiridos soberanamente y consolidar un prestigio
internacional como actor participativo y de primera línea en la comunidad internacional,
reconocido por su solidaridad y su contribución a la causa de la paz y la libertad.
La misma no obstante deberá continuar rigiéndose por los principios que
tradicionalmente han caracterizado nuestra política exterior: libre determinación de los
pueblos; no intervención en asuntos internos de terceros estados, salvo consentimiento
expreso de estos; solución pacífica de controversias y el respeto del Derecho
Internacional Humanitario.
A estos intereses de carácter estratégico referidos, podemos incorporar otros
secundarios pero de fuerte impacto como el económico, producido por la entrada de
divisas al país por concepto de viáticos y reembolsos de Naciones Unidas, el desarrollo
industrial y de servicios necesarios para satisfacer las
necesidades logísticas de los
contingentes y el profesional militar, a través de la capitalización de experiencias
obtenidas en el cumplimiento de estas misiones.
Las características de las OIP conforman un silogismo en donde la cooperación
requiere de transparencia, la que a su vez genera confianza y esta contribuirá a la
estabilidad que contribuye significativamente a la seguridad y a la paz.
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Los contingentes nacionales no se ponen a disposición irrestricta de las Naciones
Unidas o de terceros Estados que conforman un Tratado, para que dispongan
autónomamente su destino, sino que se estudia previamente cada solicitud de
participación, siendo el Poder Ejecutivo Nacional quien tiene la iniciativa y responsabilidad
de ejecución con la debida autorización del Poder Legislativo, asegurando así el respeto
de los intereses nacionales y el cumplimiento de los principios y normas nacionales e
internacionales.
Las dificultades inherentes al modelo de ejecución de OIP que conciernen a
sistemas de comando, de comunicaciones, logísticos y reglas de enfrentamiento, deben
ser claramente definidas y resueltas previamente en el ámbito político-diplomático.
Una política nacional de participación en OIP, constituye una contribución muy
importante en la conformación de un nuevo Sistema de Seguridad Internacional que
ampare valores universalmente compartidos y procure el consenso en principios básicos
de convivencia democrática.
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