Seminario de Lectura de Clásicos U.A.M. Wittgenstein Introducción Lo que sigue es una pequeña colección, o quizá más bien un muestrario, de fragmentos entresacados de diversos escritos de Ludwig Wittgenstein. Es éste un formato poco usual para introducir la obra de un autor, por lo cual parece oportuno justificar su elección. En primer lugar, Wittgenstein no es un autor fácil de leer. Y no sólo porque se ocupara, como ciertamente es el caso, de problemas difíciles en grado sumo. Por una parte, detestaba cualquier tipo de ornamentación que considerase innecesaria en todos los órdenes de cosas, pero muy especialmente en su propia obra filosófica, en la que tendía a considerar superfluo casi todo, excepto el núcleo más desnudo del problema que en el momento de escribir ocupase su pensamiento. Parece siempre dar por sentado que las referencias a los antecedentes o alguna explicación de los conocimientos de base que pudieran ayudar a entender sus argumentos serían puro ruido o lastre, y por tanto prescinde sistemáticamente de prestar tales ayudas al lector. El resultado, naturalmente, es una prosa de una densidad conceptual abrumadora. Por otra parte, Wittgenstein concedía a muy pocas personas el rango de interlocutores. En ocasiones está claro que escribe para Russell, otras veces parece dirigirse a Frege, G.E. Moore, F. Ramsey, M. Schlick… y pocos más. Todos ellos figuras de enorme talla intelectual con las que había discutido ampliamente en persona, a quienes no era necesario, por lo tanto, ofrecer la menor facilidad expositiva. Pero su principal interlocutor es sin duda él mismo: la producción de Wittgenstein es una permanente revisión de sus puntos de vista anteriores; a veces se trata de matizaciones o refinamientos, pero en otras ocasiones son despiadadas autorrefutaciones. Se da así la paradoja de que el gran detractor de la idea del "lenguaje privado" produce con frecuencia la impresión de dirigirse crípticamente sólo a sí mismo haciendo uso de él. Por todas estas razones, creemos que es buena idea iniciarse en su lectura a base de pequeñas dosis, más susceptibles de provocar perplejidad, o incluso con suerte curiosidad, que desaliento. Por otra parte, la gran mayoría de la producción escrita de Wittgenstein adopta precisamente este formato: una sucesión de párrafos, con frecuencia muy breves, con cambios bruscos de tema entre ellos, y en los que se entremezclan el aforismo, la metáfora, el lema, el argumento más o menos detallado, la pregunta retórica o no, la cita propia o de otros, la reflexión, el golpe de introspección… En el prólogo a las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein confiesa que, pese a haber tratado de hacer un libro convencionalmente ordenado, tal cosa le resultaba imposible, y que había llegado a la convicción de que …lo mejor que yo podría hacer se quedaría sólo en anotaciones filosóficas, que mis pensamientos desfallecían tan pronto como intentaba obligarlos a proseguir, contra su inclinación natural, en una sola dirección – Y esto estaba conectado, ciertamente, con la naturaleza misma de la investigación. De este modo, al ofrecer fragmentos no desvirtuamos al autor: el lector de Wittgenstein no debe esperar encontrar en su obra algo muy diferente, en cuanto a su forma, de lo que aquí presentamos. En la elección de los pasajes se ha seguido un triple criterio: en primer lugar, preferir siempre los de más fácil comprensión para el lector no especializado. Esto nos lleva a postergar desde el primer momento una parte sustancial de la obra de Wittgenstein, a saber, la dedicada a cuestiones técnicas de lógica y fundamentos de la matemática, pero también a seleccionar a veces textos menos maduros frente a sus sucesores más elaborados. En segundo lugar, dado el contexto de este seminario, hemos primado los contenidos más relacionados con la psicología: temas como pensamiento, comprensión, conciencia, sensación, conducta, etc. En tercer lugar, como criterio subordinado a los anteriores, algunos pasajes se han seleccionado por constituir, a nuestro juicio, representantes especialmente reveladores del pensamiento típico de Wittgenstein, retratos conceptuales del autor, por así decirlo. En vez de seguir un orden cronológico, hemos ordenado los distintos párrafos por su temática. Después de cada párrafo indicamos su procedencia por el título de la obra seguido del número de párrafo original (#xxx) o bien de la página o páginas (p.xxx) para las obras en que los párrafos no aparecen numerados. En el caso de las Investigaciones Filosóficas, en cuya primera parte los párrafos están numerados y no así en la segunda, se enuncian las citas de la forma correspondiente en cada caso. Todos los énfasis son conforme a las ediciones originales. Todos los párrafos o grupos de ellos son continuos, excepto donde hemos marcado expresamente las elipsis “(…)”. El objetivo ha sido ofrecer modestamente al lector interesado unas cuantas pistas que tal vez le ayuden un poco a encontrar su camino entre las ásperas y a la vez fascinantes e increíblemente fecundas ideas de una mente prodigiosa, sin duda uno de los más grandes pensadores del siglo XX y muy posiblemente de todos los tiempos. Pablo Adarraga Cantoblanco, Octubre de 2010. Filosofía Comprender una proposición quiere decir saber lo que es el caso si es verdadera (cabe, pues, comprenderla sin saber si es verdadera). Tractatus Logico-Philosophicus, #4.024 En la proposición tiene que poder distinguirse exactamente lo mismo que en el estado de cosas que representa. Ambos deben poseer igual multiplicidad lógica (matemática). Tractatus Logico-Philosophicus, #4.04 Respecto a una respuesta que no puede expresarse, tampoco cabe expesar la pregunta. El enigma no existe Si una pregunta puede siquiera formularse, también puede responderse. Tractatus Logico-Philosophicus, #6.5 De lo que no se puede hablar, hay que callar. Tractatus Logico-Philosophicus, #7 La filosofía, tal como nosotros utilizamos la palabra, es una lucha contra el hechizo que ejercen sobre nosotros las formas de expresión. Cuaderno Azul, p.56 Me gustaría eliminar del lenguaje filosófico las proposiciones a las que volvemos una y otra vez como hechizados Sobre la Certeza, #31 La característica de una pregunta metafísica es que expresamos una falta de claridad respecto a la gramática de las palabras bajo la forma de una pregunta científica. Cuaderno Azul, p.65 Mi dificultad es sólo una –enorme- dificultad de expresión. Diario Filosófico, 8-3-1915 Se podría llamar también filosofía a lo que es posible antes de todos los nuevos descubrimientos e invenciones. Investigaciones filosóficas, #126 No queremos refinar o complementar de maneras inauditas el sistema de reglas para el empleo de nuestras palabras. Pues la claridad a la que aspiramos es en verdad completa. Pero esto sólo quiere decir que los problemas filosóficos deben desaparecer completamente. El descubrimiento real es el que me hace capaz de dejar de filosofar cuando quiero.— Aquel que lleva la filosofía al descanso, de modo que ya no se fustigue más con preguntas que la ponen a ella misma en cuestión.— En cambio, se muestra ahora un método con ejemplos y la serie de estos ejemplos puede romperse.— Se resuelven problemas (se apartan dificultades), no un único problema. No hay un único método en filosofía, si bien hay realmente métodos, como diferentes terapias. Investigaciones Filosóficas, #133 Lo que quiero enseñar es: cómo pasar de un sinsentido no evidente a uno evidente. Investigaciones Filosóficas, #464 A quien dijera que por medio de datos sobre el pasado no se le puede convencer de que algo va a ocurrir en el futuro — a ése yo no lo entendería. Se le podría preguntar:¿qué quieres oír? ¿Qué clase de datos serían para ti razones para creer eso? ¿A qué llamas tú «convencerse»? ¿Qué tipo de convicción esperas tú? — Si ésas no son razones, entonces ¿cuáles lo son? — Si dices que ésas no son razones, entonces debes ser capaz de indicar qué cosa debería ser el caso para que pudiéramos decir justificadamente que existen razones para nuestra suposición. Pues nótese bien: las razones no son en este caso proposiciones de las que se siga lógicamente lo creído. Investigaciones Filosóficas, #481 La confusión y esterilidad de la psicología no se puede explicar por el hecho de que es una «ciencia joven»; no se puede comparar su estado, por ejemplo, con el de la física en sus comienzos. (En todo caso más bien con el de ciertas ramas de la matemática. Teoría de conjuntos.) En efecto, en psicología existen métodos experimentales y confusión conceptual. (Así como en el otro caso mencionado existen confusión conceptual y métodos de demostración.) La presencia del método experimental nos hace creer que ya disponemos de los medios para librarnos de los problemas que nos inquietan; cuando en realidad problemas y métodos pasan de largo sin encontrarse. Investigaciones Filosóficas, II, XIV, pp.525-526 Significado Frege ridiculizaba la concepción formalista de las matemáticas diciendo que los formalistas confundían la cosa sin importancia, el signo, con la importante, el significado. Sin duda, quiere decirse que las matemáticas no tratan sobre rayas en un trozo de papel. La idea de Frege podría expresarse así: las proposiciones de las matemáticas, si sólo fuesen conjuntos de rayas, estarían muertas y carecerían por completo de interés, mientras que es evidente que poseen una especie de vida. Y, naturalmente, lo mismo podría decirse de cualquier proposición: sin un sentido, o sin el pensamiento, una proposición sería una cosa completamente muerta y trivial. Y además resulta claro que ninguna adición de signos inorgánicos puede dar vida a la proposición. Y la conclusión que se saca de esto es que lo que hay que añadir a los signos muertos para lograr una proposición viva es algo inmaterial, con propiedades diferentes de todos los meros signos. Pero si tuviésemos que designar algo que sea la vida del signo, tendríamos que decir que es su uso. (…) El error que estamos expuestos a cometer podría expresarse así: estamos buscando el uso de un signo, pero lo buscamos como si fuese un objeto que coexistiese con el signo. (Una de las razones de esta falta vuelve a ser que estamos buscando una "cosa que corresponde a un sustantivo".) Él signo (la frase) obtiene su significado del sistema de signos, del lenguaje a que pertenece. Rudimentariamente: comprender una frase significa comprender un lenguaje. Como parte del sistema del lenguaje, puede decirse, la frase tiene vida. Pero se tiene la tentación de imaginar aquello que da vida a la frase como algo de una esfera oculta que acompaña a la frase. Pero cualquier cosa que le acompañase sería para nosotros precisamente otro signo. Cuaderno Azul, pp.31-32 Todo signo es capaz de interpretación; pero el significado tiene que no ser capaz de interpretación. Es la última interpretación. Cuaderno Azul, p.64 Yo quiero jugar al ajedrez, y una persona pone al rey blanco una corona de papel, dejando inalterado el uso de la pieza, pero diciéndome que la corona tiene un significado para él en el juego, significado que no puede expresar mediante reglas. Yo le digo: “en la medida en que no altera el uso de la pieza, no tiene lo que yo llamo un significado”. Cuaderno Azul, p.99 Conceptos Tenemos tendencia a pensar que tiene que haber algo común, digamos a todos los juegos, y que esta propiedad común es la justificación de que se aplique el término general "juego" a los distintos juegos; ya que los juegos forman una familia, cuyos miembros tienen aire de familia. Algunos de ellos tienen la misma nariz, otros las mismas cejas y otros el mismo modo de andar; y estas semejanzas se superponen. La idea de que un concepto general es una propiedad común de sus casos particulares está conectada con otras ideas primitivas y demasiado simples de la estructura del lenguaje. Es comparable con la idea de que las propiedades son ingredientes de las cosas que tienen las propiedades; por ejemplo, que la belleza es un ingrediente de todas las cosas bellas como el alcohol lo es de la cerveza y el vino, y que, por tanto, podríamos conseguir la pura belleza, no adulterada por ninguna cosa bella. Cuaderno Azul, p. 45 Considera, por ejemplo, los procesos que llamamos «juegos». Me refiero a juegos de tablero, juegos de cartas, juegos de pelota, juegos de lucha, etc. ¿Qué hay común a todos ellos?— No digas: 'Tiene que haber algo común a ellos o no los llamaríamos 'juegos'» — sino mira si hay algo común a todos ellos.— Pues si los miras no verás por cierto algo que sea común a todos, sino que verás semejanzas, parentescos y por cierto toda una serie de ellos. Como se ha dicho: ¡no pienses, sino mira! Mira, por ejemplo, los juegos de tablero con sus variados parentescos. Pasa ahora a los juegos de cartas: aquí encuentras muchas correspondencias con la primera clase, pero desaparecen muchos rasgos comunes y se presentan otros. Si ahora pasamos a los juegos de pelota, continúan manteniéndose varias cosas comunes pero muchas se pierden.— ¿Son todos ellos 'entretenidos"! Compara el ajedrez con el tres en raya. ¿O hay siempre un ganar y perder, o una competición entre los jugadores? Piensa en los solitarios. En los juegos de pelota hay ganar y perder; pero cuando un niño lanza la pelota a la pared y la recoge de nuevo, ese rasgo ha desaparecido. Mira qué papel juegan la habilidad y la suerte. Y cuan distinta es la habilidad en el ajedrez y la habilidad en el tenis. Piensa ahora en los juegos de corro: Aquí hay el elemento del entretenimiento, ¡pero cuántos de los otros rasgos característicos han desaparecido! Y podemos recorrer así los muchos otros grupos de juegos. Podemos ver cómo los parecidos surgen y desaparecen. Y el resultado de este examen reza así: Vemos una complicada red de parecidos que se superponen y entrecruzan. Parecidos a gran escala y de detalle. No puedo caracterizar mejor esos parecidos que con la expresión «aire de familia»; pues es así como se superponen y entrecruzan los diversos parecidos que se dan entre los miembros de una familia: estatura, facciones, color de los ojos, andares, temperamento, etc., etc. — Y diré: los 'juegos' componen una familia. (…) Y extendemos nuestro concepto (…) como cuando al hilar trenzamos una madeja hilo a hilo. Y la robustez de la madeja no reside en que una fibra cualquiera recorra toda su longitud, sino en que se superpongan muchas fibras. Investigaciones Filosóficas, #66-67 Psicoanálisis Freud reivindica constantemente su condición de científico. Pero lo que ofrece es especulación, algo previo incluso a la formación de hipótesis. Conversaciones sobre Freud, 1943, p.4 Él [Freud] pretende decir que, sea lo que sea lo que suceda en un sueño, siempre se descubrirá que está conectado con algún deseo que el análisis puede sacara la luz. Pero este procedimiento de la libre asociación, etc., es curioso, porque Freud nunca muestra cómo sabemos dónde hay que parar, dónde está la solución correcta. Unas veces dice que la solución correcta, o el análisis correcto, es aquella que satisface al paciente. Otras dice que es el analista quien sabe cuál es la solución correcta o el análisis correcto del sueño, mientras que el paciente no lo sabe: el analista puede decir que el paciente está equivocado. Conversaciones sobre Freud, 1943, p.2 Decir que los sueños son realizaciones de deseo es muy importante, ante todo porque ello apunta al tipo de interpretación buscada, el tipo de cosa que sería una interpretación del sueño. Frente a la interpretación que dice que los sueños son simples recuerdos de lo sucedido, por ejemplo. (No sentimos que los recuerdos exijan una interpretación del mismo modo que sentimos eso de los sueños.) Y ciertos sueños son, evidentemente, realizaciones de deseo; como los sueños sexuales de los adultos, por ejemplo. Pero parece confuso decir que todos los sueños son realizaciones alucinatorias de deseo. (Freud ofrece muy a menudo lo que podríamos llamar una interpretación sexual. Pero es interesante el que, entre todos los relatos de sueños que ofrece, no haya un solo ejemplo de sueño sexual explícito. A pesar de que tales sueños son tan comunes como la lluvia.) En parte porque esta afirmación no parece concordar con sueños que surgen de la ansiedad más bien que del deseo. En parte porque la mayoría de los sueños que Freud considera han de verse como realizaciones de deseo camufladas; y en ese caso, simplemente, no realizan el deseo. Ex hipothesi no se permite que el deseo se satisfaga y, en lugar de ello, se alucina otra cosa. Si se burla el deseo de este modo, entonces el sueño difícilmente puede llamarse una realización suya. También resulta imposible decir si es el deseo o es el censor el burlado. Aparentemente, ambos, y el resultado es que nadie queda satisfecho. De modo que el sueño no es una satisfacción alucinatoria de nada. Conversaciones sobre Freud, 1943, p.7 Freud en sus análisis proporciona explicaciones que mucha gente se siente impulsada a aceptar. Él enfatiza, por el contrario, que la gente se siente desimpulsada a ello. (…) Tomemos la idea de Freud de que la ansiedad es siempre de algún modo una repetición de la ansiedad que sentimos en el nacimiento. Él no afirma esto aportando pruebas: no podría. Pero es una idea que posee una atracción considerable. Posee la atracción de las explicaciones mitológicas, que dicen que todo esto es una repetición de algo que ha sucedido antes. Y cuando la gente acepta o adopta esto, ciertas cosas le parecen mucho más claras y fáciles. Así sucede también con la noción de inconsciente. Conversaciones sobre Freud, 1943, p.3 Freud ha hecho un mal servicio con sus pseudoexplicaciones fantásticas (precisamente porque son ingeniosas). Vermischte Bemerkungen, #311 (1946) Conducta La proposición “las sensaciones son privadas” es comparable a: “Los solitarios los juega uno solo” Investigaciones Filosóficas, #248 Paralelismo desorientador: la psicología trata de los procesos en la esfera psíquica como la física en la esfera física. Ver, oír, pensar, sentir, querer, no son objetos de la psicología en el mismo sentido en que los movimientos de los cuerpos, los fenómenos eléctricos, etc., son objetos de la física. Esto lo ves en que el físico ve, oye estos fenómenos, reflexiona sobre ellos, nos los comunica, mientras que el psicólogo observa las manifestaciones (el comportamiento) del sujeto. Investigaciones filosóficas, #571 La expectativa, el pensamiento, el deseo de que p sea el caso, sólo merecen tales nombres si estos procesos poseen la multiplicidad que se expresa en p. Sólo los procesos articulados merecen el nombre de pensamientos; o quizá pudiera decirse que sólo los procesos que tienen una expresión articulada. La salivación – por muy exactamente que se mida- no es algo que yo esté dispuesto a llamar expectativa. Philosophische Bemerkungen, p.70 Un perro puede esperar a su dueño, pero ¿puede esperar que su dueño regrese pasado mañana? ¿qué es lo que no puede hacer? Y ¿cómo lo hago yo? Investigaciones filosóficas, #360 Decir «Tengo ganas de comer una manzana» no significa: Creo que una manzana acallará mi sentimiento de insatisfacción. Esta proposición no es una manifestación del deseo, sino de la insatisfacción. Investigaciones filosóficas, #440 Cuando digo que la orden «¡Tráeme azúcar!» y«¡Tráeme leche!» tiene sentido, pero no la combinación «Leche me azúcar», esto no quiere decir que el pronunciar esta combinación de palabras no tiene ningún efecto. Y si tiene el efecto de que el otro se me quede mirando y abra la boca, no por ello digo que se trata de la orden de quedárseme mirando, etc., incluso si yo hubiera querido producir precisamente este efecto. Investigaciones filosóficas, #498 Así pues, ¿la psicología trata de la conducta, no de la mente? ¿Sobre qué informa el psicólogo? — ¿Qué observa? ¿No es la conducta de los seres humanos, en particular sus manifestaciones? Pero éstas no tratan de la conducta. «Noté que estaba de mal humor.» ¿Es esto un informe sobre la conducta o bien sobre el estado anímico? («El cielo tiene un aspecto amenazador»: ¿trata esto del presente o del futuro?) De ambas cosas; pero no yuxtapuestas; sino de la una a través de la otra. Investigaciones Filosóficas, II, V. p.419 Podemos imaginar que se adivinen los propósitos, de modo parecido a como se adivinan los pensamientos, pero también podemos imaginar que se adivine lo que alguien realmente hará. Decir «Sólo él puede saber lo que se propone» es un sinsentido; decir «Sólo él puede saber lo que hará» es falso. Pues la predicción que está contenida en la expresión de mi propósito (por ejemplo, «Tan pronto como den las cinco, me voy a casa») no tiene por qué resultar válida, y puede que el otro sepa lo que va a ocurrir realmente. Pero hay dos cosas importantes: Que en muchos casos el otro no puede predecir mis acciones, mientras que yo las preveo con mi propósito. Y que mi predicción (como expresión de mi propósito) no descansa sobre la misma base que su predicción de mi acción, y las conclusiones que saco de estas predicciones son completamente distintas. Puedo estar tan seguro de lo que siente el otro como de cualquier hecho. No obstante, no por ello resultan ser las proposiciones «Está muy deprimido», «25 X 25 = 625» y «Tengo 60 años de edad» instrumentos semejantes. Es natural la explicación: la seguridad es en cada caso de distinto género. — Ésta parece señalar una diferencia psicológica. Pero la diferencia es lógica. Investigaciones Filosóficas, II, XI. p.511 Un niño debe aprender muchas cosas antes de poder disimular. (Un perro no puede ser hipócrita, pero tampoco puede ser sincero.) Investigaciones Filosóficas, II, XI. p.523 Cognición …la confusión entre un estado mental, significando un estado de un hipotético mecanismo mental, y un estado mental en el sentido de un estado de conciencia (dolor de muelas, etc.). Cuaderno Azul, p.46 El pensamiento, tienen ganas de decirse, es una parte de nuestra 'experiencia privada'. No es material, sino un acontecimiento que se produce en la conciencia privada. Esta objeción se expresa en la pregunta: "¿Podría pensar una máquina?". Hablaré de esto en un lugar posterior y ahora me limito a remitir a una pregunta análoga: "¿Puede tener dolor de muelas una máquina?". Ciertamente, tenderán a decir: "Una máquina no puede tener dolor de muelas". Todo lo que quiero hacer ahora es llamar su atención sobre el uso que han hecho de la palabra "puede" y preguntarles: "¿Quieren decir ustedes que toda nuestra experiencia pasada ha mostrado que una máquina no ha tenido nunca dolor de muelas?" La imposibilidad de la que ustedes hablan es una imposibilidad lógica. La cuestión es: ¿Cuál es la relación entre el pensamiento (o el dolor de muelas) y el sujeto que piensa, tiene dolor de muelas, etc.? Cuaderno Azul, p.44 Una de las ideas filosóficas más peligrosas es, curiosamente, la de que pensamos con la cabeza o en la cabeza. La idea del pensar como un proceso en la cabeza, en un espacio absolutamente cerrado, le da el carácter de algo oculto. ¿Es el pensar, por así decirlo, un proceso mental específicamente orgánico -un mascar y digerir en la mente? Entonces, ¿se le puede sustituir por un proceso inorgánico que cumpla el mismo propósito, proporcionar al pensamiento, por así decirlo, una prótesis? ¿Cómo deberíamos imaginar una prótesis del pensamiento? Ninguna suposición me parece más natural que la de que ningún proceso cerebral corresponde al asociar o al pensar; de manera que sería imposible leer en los procesos cerebrales procesos de pensamiento. Quiero decir: si hablo o escribo, supongo que parte de mi cerebro es un sistema de impulsos correspondientes a mis pensamientos hablados o escritos. Pero, ¿por qué debería extenderse el sistema en dirección central? ¿Por qué no debe surgir este orden, por así decirlo, del caos? El caso sería parecido al siguiente: determinados tipos de plantas se multiplican mediante semillas de manera que una semilla siempre produce una planta del mismo tipo de la que produjo la propia semilla -pero en tal forma que nada de la semilla corresponde a la planta que se origina en ella; de modo que es imposible desprender, a partir de las propiedades o estructura de la semilla, las que corresponden a la planta que se origina en ella, -esto sólo puede hacerse a partir de la historia de la semilla. Así, de algo absolutamente amorfo podría surgir, como sin causa alguna, un organismo; y no existe razón alguna que impida que esto deba ocurrir realmente con nuestros pensamientos, es decir, con nuestros actos de hablar o escribir. En consecuencia, es perfectamente posible que determinados fenómenos psicológicos no puedan investigarse fisiológicamente, porque fisiológicamente no les corresponde nada. Zettel, #605-609 ¡No pienses ni una sola vez en la comprensión como 'proceso mental'!— Pues ésa es la manera de hablar que te confunde. Pregúntate en cambio: ¿en qué tipo de caso, bajo qué circunstancias, decimos «Ahora sé seguir»?, quiero decir, cuando se me ha ocurrido la fórmula.— En el sentido en el que hay procesos (incluso procesos mentales) característicos de la comprensión, la comprensión no es un proceso mental. (La disminución y el aumento de una sensación dolorosa, la audición de una melodía, de una oración: procesos mentales). Investigaciones Filosóficas, #154 (…)Supongamos que cada uno tuviera una caja y dentro hubiera algo que llamamos «escarabajo». Nadie puede mirar en la caja de otro; y cada uno dice que él sabe lo que es un escarabajo sólo por la vista de su escarabajo. — Aquí podría muy bien ser que cada uno tuviese una cosa distinta en su caja. Sí, se podría imaginar que una cosa así cambiase continuamente. — ¿Pero y si ahora la palabra «escarabajo» de estas personas tuviese un uso? — Entonces no sería el de la designación de una cosa. La cosa que hay en la caja no pertenece en absoluto al juego de lenguaje; ni siquiera como un algo: pues la caja podría incluso estar vacía. (…) Es decir: si se construye la gramática de la expresión de la sensación según el modelo de Objeto y designación', entonces el objeto cae fuera de consideración por irrelevante. Investigaciones Filosóficas, #293 ¿Cómo se llega al problema filosófico de los procesos y estados mentales y del conductismo? — El primer paso pasa totalmente desapercibido. ¡Hablamos de procesos y estados y dejamos indeterminada su naturaleza! Quizá alguna vez lleguemos a saber más sobre ellos — pensamos. Pero justamente con ello nos hemos atado a un determinado modo de considerar las cosas. Investigaciones Filosóficas, #308 ¡Describe el aroma del café! — ¿Por qué no se puede? ¿Nos faltan las palabras? ¿Y para qué nos faltan? — ¿Pero de dónde surge la idea de que una descripción semejante debería ser posible? ¿Te ha faltado alguna vez una descripción así? ¿Has intentado describir el aroma y no lo has logrado? (( (…) James: «Nos faltan las palabras.» Entonces, ¿por qué no las introducimos? ¿Qué debería ocurrir para que lo pudiéramos hacer?)) Investigaciones Filosóficas, #610 Uno puede desconfiar de los propios sentidos, pero no de la propia creencia. Si hubiera un verbo con el significado de ‘creer falsamente’, no tendría sentido usarlo en la primera persona del presente de indicativo. Investigaciones Filosóficas, II, X, p. 439 Further reading 1.- Sobre Wittgenstein - Grayling, A.C. (2001): Wittgenstein: A very short introduction. Oxford, Oxford Univ. Press La mejor introducción que conocemos al pensamiento de Wittgenstein. Muy concisa, rigurosa, crítica y no da por sentado ningún conocimiento por parte del lector. Inconveniente: no está traducida (que sepamos). Pero si uno lee inglés, éste es el libro por el que empezar. -Kenny, A. (1972):Wittgenstein. Harmondsworth: Penguin. (Trad. Esp. por A. Deaño. Madrid: Alianza, 1984). Excelente presentación del trabajo de Wittgenstein organizado por temas. Más detallado y técnico que el anterior, pero aun así perfectamente asequible al lector no especializado. - Monk, R. (1990): Ludwig Wittgenstein. The Duty of Genius. Londres: J.Cape. Trad. Esp. Barcelona: Anagrama, 2002 Completa y documentadísima biografía en la que se trata de forma paralela la vida y la filosofía del autor. Más de 500 páginas. Muy recomendable. - Edmonds, D.J. ; Eidinow, J.A. (2001) : Wittgenstein’s Poker. Londres : Faber & Faber. Trad. Esp.: El Atizador de Wittgenstein. Barcelona: Atalaya, 2001. Toma como punto de partida una breve y animosa discusión en público entre Wittgenstein y Karl Popper en el Cambridge de 1946, sobre cuyo desarrollo los distintos testigos sostienen versiones contradictorias. En torno a ella, y sobre una minuciosa documentación, el libro expone desde las líneas generales de la filosofía de ambos autores hasta sus orígenes en la efervescente Viena del cambio de siglo, sus avatares como judíos tras el Anschluss y durante la guerra, el clima intelectual de la época y sus relaciones con la vida intelectual, etc. Muy entretenido de leer y bastante riguroso a la vez. 2.- De Wittgenstein - Los Cuadernos Azul y Marrón. Madrid: Tecnos, 1989 El Cuaderno Azul no es sino los apuntes preparados por Wittgenstein para sus clases de 1933-34. Redactado originalmente en inglés, y con intención docente, es sin duda la obra más asequible del autor, y la recomendamos como primera lectura. Puede asimismo considerarse la primera obra plena y propiamente perteneciente a la segunda etapa de la filosofía de Wittgenstein. Su temática abunda en reflexiones sobre las nociones de significado, mente, sensación, percepción, etc. El Cuaderno Marrón es también un cuaderno de apuntes (193435); contiene el tratamiento más detallado que el autor dio del concepto de “juegos de lenguaje”, sobre los cuales proporciona multitud de ejemplos. - Investigaciones Filosóficas. Barcelona: Crítica, 1986 La gran obra póstuma (publicada en 1953) del autor. Se puede considerar en gran medida una elaboración y refinamiento de manuscritos anteriores (los Cuadernos, las Philosophische Bemerkungen, la Philosophische Grammatik) a lo largo de los años 40. Su dificultad de lectura es quizá algo mayor que la del Cuaderno Azul, pero el lector apreciará fácilmente la continuidad temática (y estilística) con éste. Citadísimo aun hoy, es seguramente el libro más importante de Wittgenstein en cuanto a su influencia a largo plazo. - Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza Universidad, 1973 El libro del “primer Wittgenstein”, escrito en su mayor parte mientras éste se hallaba sirviendo como soldado en la I Guerra Mundial (aunque se alimenta también claramente de su primera etapa como estudiante en Cambridge) . Una construcción formidable en su austeridad arquitectónica y en la potencia de sus ideas. Su tesis central es que los problemas de la filosofía se deshacen cuando entendemos la lógica del lenguaje, pero la mayor parte del libro se dedica a elucidar ésta, para lo cual introduce importantísimas e innovadoras ideas técnicas en lógica, con el fin de comprender la conexión entre lenguaje y mundo. Tanto por lo técnico de muchos de sus contenidos como por lo lacónico e idiosincrásico de su expresión, es un libro realmente difícil.