Introducción y textos de LW comentados en el seminario

Anuncio
Seminario de Lectura de Clásicos
U.A.M.
Wittgenstein
Introducción
Lo que sigue es una pequeña colección, o quizá más bien un muestrario, de
fragmentos entresacados de diversos escritos de Ludwig Wittgenstein. Es éste un
formato poco usual para introducir la obra de un autor, por lo cual parece oportuno
justificar su elección. En primer lugar, Wittgenstein no es un autor fácil de leer. Y
no sólo porque se ocupara, como ciertamente es el caso, de problemas difíciles en
grado sumo. Por una parte, detestaba cualquier tipo de ornamentación que
considerase innecesaria en todos los órdenes de cosas, pero muy especialmente en
su propia obra filosófica, en la que tendía a considerar superfluo casi todo, excepto
el núcleo más desnudo del problema que en el momento de escribir ocupase su
pensamiento. Parece siempre dar por sentado que las referencias a los
antecedentes o alguna explicación de los conocimientos de base que pudieran
ayudar a entender sus argumentos serían puro ruido o lastre, y por tanto prescinde
sistemáticamente de prestar tales ayudas al lector. El resultado, naturalmente, es
una prosa de una densidad conceptual abrumadora. Por otra parte, Wittgenstein
concedía a muy pocas personas el rango de interlocutores. En ocasiones está claro
que escribe para Russell, otras veces parece dirigirse a Frege, G.E. Moore, F.
Ramsey, M. Schlick… y pocos más. Todos ellos figuras de enorme talla intelectual
con las que había discutido ampliamente en persona, a quienes no era necesario,
por lo tanto, ofrecer la menor facilidad expositiva. Pero su principal interlocutor es
sin duda él mismo: la producción de Wittgenstein es una permanente revisión de
sus puntos de vista anteriores; a veces se trata de matizaciones o refinamientos,
pero en otras ocasiones son despiadadas autorrefutaciones. Se da así la paradoja
de que el gran detractor de la idea del "lenguaje privado" produce con frecuencia la
impresión de dirigirse crípticamente sólo a sí mismo haciendo uso de él. Por todas
estas razones, creemos que es buena idea iniciarse en su lectura a base de
pequeñas dosis, más susceptibles de provocar perplejidad, o incluso con suerte
curiosidad, que desaliento.
Por otra parte, la gran mayoría de la producción escrita de Wittgenstein adopta
precisamente este formato: una sucesión de párrafos, con frecuencia muy breves,
con cambios bruscos de tema entre ellos, y en los que se entremezclan el aforismo,
la metáfora, el lema, el argumento más o menos detallado, la pregunta retórica o
no, la cita propia o de otros, la reflexión, el golpe de introspección… En el prólogo a
las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein confiesa que, pese a haber tratado de
hacer un libro convencionalmente ordenado, tal cosa le resultaba imposible, y que
había llegado a la convicción de que
…lo mejor que yo podría hacer se quedaría sólo en anotaciones filosóficas,
que mis pensamientos desfallecían tan pronto como intentaba obligarlos a
proseguir, contra su inclinación natural, en una sola dirección – Y esto
estaba conectado, ciertamente, con la naturaleza misma de la investigación.
De este modo, al ofrecer fragmentos no desvirtuamos al autor: el lector de
Wittgenstein no debe esperar encontrar en su obra algo muy diferente, en cuanto a
su forma, de lo que aquí presentamos.
En la elección de los pasajes se ha seguido un triple criterio: en primer lugar,
preferir siempre los de más fácil comprensión para el lector no especializado. Esto
nos lleva a postergar desde el primer momento una parte sustancial de la obra de
Wittgenstein, a saber, la dedicada a cuestiones técnicas de lógica y fundamentos de
la matemática, pero también a seleccionar a veces textos menos maduros frente a
sus sucesores más elaborados. En segundo lugar, dado el contexto de este
seminario, hemos primado los contenidos más relacionados con la psicología:
temas como pensamiento, comprensión, conciencia, sensación, conducta, etc. En
tercer lugar, como criterio subordinado a los anteriores, algunos pasajes se han
seleccionado por constituir, a nuestro juicio, representantes especialmente
reveladores del pensamiento típico de Wittgenstein, retratos conceptuales del
autor, por así decirlo. En vez de seguir un orden cronológico, hemos ordenado los
distintos párrafos por su temática. Después de cada párrafo indicamos su
procedencia por el título de la obra seguido del número de párrafo original (#xxx) o
bien de la página o páginas (p.xxx) para las obras en que los párrafos no aparecen
numerados. En el caso de las Investigaciones Filosóficas, en cuya primera parte los
párrafos están numerados y no así en la segunda, se enuncian las citas de la forma
correspondiente en cada caso. Todos los énfasis son conforme a las ediciones
originales. Todos los párrafos o grupos de ellos son continuos, excepto donde
hemos marcado expresamente las elipsis “(…)”.
El objetivo ha sido ofrecer modestamente al lector interesado unas cuantas pistas
que tal vez le ayuden un poco a encontrar su camino entre las ásperas y a la vez
fascinantes e increíblemente fecundas ideas de una mente prodigiosa, sin duda uno
de los más grandes pensadores del siglo XX y muy posiblemente de todos los
tiempos.
Pablo Adarraga
Cantoblanco, Octubre de 2010.
Filosofía
Comprender una proposición quiere decir saber lo que es el caso si es verdadera
(cabe, pues, comprenderla sin saber si es verdadera).
Tractatus Logico-Philosophicus, #4.024
En la proposición tiene que poder distinguirse exactamente lo mismo que en el
estado de cosas que representa.
Ambos deben poseer igual multiplicidad lógica (matemática).
Tractatus Logico-Philosophicus, #4.04
Respecto a una respuesta que no puede expresarse, tampoco cabe expesar la
pregunta.
El enigma no existe
Si una pregunta puede siquiera formularse, también puede responderse.
Tractatus Logico-Philosophicus, #6.5
De lo que no se puede hablar, hay que callar.
Tractatus Logico-Philosophicus, #7
La filosofía, tal como nosotros utilizamos la palabra, es una lucha contra el hechizo
que ejercen sobre nosotros las formas de expresión.
Cuaderno Azul, p.56
Me gustaría eliminar del lenguaje filosófico las proposiciones a las que volvemos
una y otra vez como hechizados
Sobre la Certeza, #31
La característica de una pregunta metafísica es que expresamos una falta de
claridad respecto a la gramática de las palabras bajo la forma de una pregunta
científica.
Cuaderno Azul, p.65
Mi dificultad es sólo una –enorme- dificultad de expresión.
Diario Filosófico, 8-3-1915
Se podría llamar también filosofía a lo que es posible antes de todos los nuevos
descubrimientos e invenciones.
Investigaciones filosóficas, #126
No queremos refinar o complementar de maneras inauditas el sistema de reglas
para el empleo de nuestras palabras.
Pues la claridad a la que aspiramos es en verdad completa. Pero esto sólo quiere
decir que los problemas filosóficos deben desaparecer completamente.
El descubrimiento real es el que me hace capaz de dejar de filosofar cuando
quiero.— Aquel que lleva la filosofía al descanso, de modo que ya no se fustigue
más con preguntas que la ponen a ella misma en cuestión.— En cambio, se
muestra ahora un método con ejemplos y la serie de estos ejemplos puede
romperse.— Se resuelven problemas (se apartan dificultades), no un único
problema.
No hay un único método en filosofía, si bien hay realmente métodos, como
diferentes terapias.
Investigaciones Filosóficas, #133
Lo que quiero enseñar es: cómo pasar de un sinsentido no evidente a uno evidente.
Investigaciones Filosóficas, #464
A quien dijera que por medio de datos sobre el pasado no se le puede convencer de
que algo va a ocurrir en el futuro — a ése yo no lo entendería. Se le podría
preguntar:¿qué quieres oír? ¿Qué clase de datos serían para ti razones para creer
eso? ¿A qué llamas tú «convencerse»? ¿Qué tipo de convicción esperas tú? — Si
ésas no son razones, entonces ¿cuáles lo son? — Si dices que ésas no son razones,
entonces debes ser capaz de indicar qué cosa debería ser el caso para que
pudiéramos decir justificadamente que existen razones para nuestra suposición.
Pues nótese bien: las razones no son en este caso proposiciones de las que se siga
lógicamente lo creído.
Investigaciones Filosóficas, #481
La confusión y esterilidad de la psicología no se puede explicar por el hecho de que
es una «ciencia joven»; no se puede comparar su estado, por ejemplo, con el de la
física en sus comienzos. (En todo caso más bien con el de ciertas ramas de la
matemática. Teoría de conjuntos.) En efecto, en psicología existen métodos
experimentales y confusión conceptual. (Así como en el otro caso mencionado
existen confusión conceptual y métodos de demostración.)
La presencia del método experimental nos hace creer que ya disponemos de los
medios para librarnos de los problemas que nos inquietan; cuando en realidad
problemas y métodos pasan de largo sin encontrarse.
Investigaciones Filosóficas, II, XIV, pp.525-526
Significado
Frege ridiculizaba la concepción formalista de las matemáticas diciendo que los
formalistas confundían la cosa sin importancia, el signo, con la importante, el
significado. Sin duda, quiere decirse que las matemáticas no tratan sobre rayas en
un trozo de papel. La idea de Frege podría expresarse así: las proposiciones de las
matemáticas, si sólo fuesen conjuntos de rayas, estarían muertas y carecerían por
completo de interés, mientras que es evidente que poseen una especie de vida. Y,
naturalmente, lo mismo podría decirse de cualquier proposición: sin un sentido, o
sin el pensamiento, una proposición sería una cosa completamente muerta y trivial.
Y además resulta claro que ninguna adición de signos inorgánicos puede dar vida a
la proposición. Y la conclusión que se saca de esto es que lo que hay que añadir a
los signos muertos para lograr una proposición viva es algo inmaterial, con
propiedades diferentes de todos los meros signos.
Pero si tuviésemos que designar algo que sea la vida del signo, tendríamos que
decir que es su uso.
(…)
El error que estamos expuestos a cometer podría expresarse así: estamos
buscando el uso de un signo, pero lo buscamos como si fuese un objeto que
coexistiese con el signo. (Una de las razones de esta falta vuelve a ser que estamos
buscando una "cosa que corresponde a un sustantivo".)
Él signo (la frase) obtiene su significado del sistema de signos, del lenguaje a que
pertenece. Rudimentariamente: comprender una frase significa comprender un
lenguaje.
Como parte del sistema del lenguaje, puede decirse, la frase tiene vida. Pero se
tiene la tentación de imaginar aquello que da vida a la frase como algo de una
esfera oculta que acompaña a la frase. Pero cualquier cosa que le acompañase sería
para nosotros precisamente otro signo.
Cuaderno Azul, pp.31-32
Todo signo es capaz de interpretación; pero el significado tiene que no ser capaz de
interpretación. Es la última interpretación.
Cuaderno Azul, p.64
Yo quiero jugar al ajedrez, y una persona pone al rey blanco una corona de papel,
dejando inalterado el uso de la pieza, pero diciéndome que la corona tiene un
significado para él en el juego, significado que no puede expresar mediante reglas.
Yo le digo: “en la medida en que no altera el uso de la pieza, no tiene lo que yo
llamo un significado”.
Cuaderno Azul, p.99
Conceptos
Tenemos tendencia a pensar que tiene que haber algo común, digamos a todos los
juegos, y que esta propiedad común es la justificación de que se aplique el término
general "juego" a los distintos juegos; ya que los juegos forman una familia, cuyos
miembros tienen aire de familia. Algunos de ellos tienen la misma nariz, otros las
mismas cejas y otros el mismo modo de andar; y estas semejanzas se superponen.
La idea de que un concepto general es una propiedad común de sus casos
particulares está conectada con otras ideas primitivas y demasiado simples de la
estructura del lenguaje. Es comparable con la idea de que las propiedades son
ingredientes de las cosas que tienen las propiedades; por ejemplo, que la belleza
es un ingrediente de todas las cosas bellas como el alcohol lo es de la cerveza y el
vino, y que, por tanto, podríamos conseguir la pura belleza, no adulterada por
ninguna cosa bella.
Cuaderno Azul, p. 45
Considera, por ejemplo, los procesos que llamamos «juegos». Me refiero a juegos
de tablero, juegos de cartas, juegos de pelota, juegos de lucha, etc. ¿Qué hay
común a todos ellos?— No digas: 'Tiene que haber algo común a ellos o no los
llamaríamos 'juegos'» — sino mira si hay algo común a todos ellos.— Pues si los
miras no verás por cierto algo que sea común a todos, sino que verás semejanzas,
parentescos y por cierto toda una serie de ellos. Como se ha dicho: ¡no pienses,
sino mira! Mira, por ejemplo, los juegos de tablero con sus variados parentescos.
Pasa ahora a los juegos de cartas: aquí encuentras muchas correspondencias con la
primera clase, pero desaparecen muchos rasgos comunes y se presentan otros. Si
ahora pasamos a los juegos de pelota, continúan manteniéndose varias cosas
comunes pero muchas se pierden.— ¿Son todos ellos 'entretenidos"! Compara el
ajedrez con el tres en raya. ¿O hay siempre un ganar y perder, o una competición
entre los jugadores? Piensa en los solitarios. En los juegos de pelota hay ganar y
perder; pero cuando un niño lanza la pelota a la pared y la recoge de nuevo, ese
rasgo ha desaparecido. Mira qué papel juegan la habilidad y la suerte. Y cuan
distinta es la habilidad en el ajedrez y la habilidad en el tenis. Piensa ahora en los
juegos de corro: Aquí hay el elemento del entretenimiento, ¡pero cuántos de los
otros rasgos característicos han desaparecido! Y podemos recorrer así los muchos
otros grupos de juegos. Podemos ver cómo los parecidos surgen y desaparecen.
Y el resultado de este examen reza así: Vemos una complicada red de parecidos
que se superponen y entrecruzan. Parecidos a gran escala y de detalle.
No puedo caracterizar mejor esos parecidos que con la expresión «aire de familia»;
pues es así como se superponen y entrecruzan los diversos parecidos que se dan
entre los miembros de una familia: estatura, facciones, color de los ojos, andares,
temperamento, etc., etc. — Y diré: los 'juegos' componen una familia. (…)
Y extendemos nuestro concepto (…) como cuando al hilar trenzamos una madeja
hilo a hilo. Y la robustez de la madeja no reside en que una fibra cualquiera recorra
toda su longitud, sino en que se superpongan muchas fibras.
Investigaciones Filosóficas, #66-67
Psicoanálisis
Freud reivindica constantemente su condición de científico. Pero lo que ofrece es
especulación, algo previo incluso a la formación de hipótesis.
Conversaciones sobre Freud, 1943, p.4
Él [Freud] pretende decir que, sea lo que sea lo que suceda en un sueño, siempre
se descubrirá que está conectado con algún deseo que el análisis puede sacara la
luz. Pero este procedimiento de la libre asociación, etc., es curioso, porque Freud
nunca muestra cómo sabemos dónde hay que parar, dónde está la solución
correcta. Unas veces dice que la solución correcta, o el análisis correcto, es aquella
que satisface al paciente. Otras dice que es el analista quien sabe cuál es la
solución correcta o el análisis correcto del sueño, mientras que el paciente no lo
sabe: el analista puede decir que el paciente está equivocado.
Conversaciones sobre Freud, 1943, p.2
Decir que los sueños son realizaciones de deseo es muy importante, ante todo
porque ello apunta al tipo de interpretación buscada, el tipo de cosa que sería una
interpretación del sueño. Frente a la interpretación que dice que los sueños son
simples recuerdos de lo sucedido, por ejemplo. (No sentimos que los recuerdos
exijan una interpretación del mismo modo que sentimos eso de los sueños.) Y
ciertos sueños son, evidentemente, realizaciones de deseo; como los sueños
sexuales de los adultos, por ejemplo. Pero parece confuso decir que todos los
sueños son realizaciones alucinatorias de deseo. (Freud ofrece muy a menudo lo
que podríamos llamar una interpretación sexual. Pero es interesante el que, entre
todos los relatos de sueños que ofrece, no haya un solo ejemplo de sueño sexual
explícito. A pesar de que tales sueños son tan comunes como la lluvia.) En parte
porque esta afirmación no parece concordar con sueños que surgen de la ansiedad
más bien que del deseo. En parte porque la mayoría de los sueños que Freud
considera han de verse como realizaciones de deseo camufladas; y en ese caso,
simplemente, no realizan el deseo. Ex hipothesi no se permite que el deseo se
satisfaga y, en lugar de ello, se alucina otra cosa. Si se burla el deseo de este
modo, entonces el sueño difícilmente puede llamarse una realización suya. También
resulta imposible decir si es el deseo o es el censor el burlado. Aparentemente,
ambos, y el resultado es que nadie queda satisfecho. De modo que el sueño no es
una satisfacción alucinatoria de nada.
Conversaciones sobre Freud, 1943, p.7
Freud en sus análisis proporciona explicaciones que mucha gente se siente
impulsada a aceptar. Él enfatiza, por el contrario, que la gente se siente desimpulsada a ello. (…) Tomemos la idea de Freud de que la ansiedad es siempre de
algún modo una repetición de la ansiedad que sentimos en el nacimiento. Él no
afirma esto aportando pruebas: no podría. Pero es una idea que posee una
atracción considerable. Posee la atracción de las explicaciones mitológicas, que
dicen que todo esto es una repetición de algo que ha sucedido antes. Y cuando la
gente acepta o adopta esto, ciertas cosas le parecen mucho más claras y fáciles.
Así sucede también con la noción de inconsciente.
Conversaciones sobre Freud, 1943, p.3
Freud ha hecho un mal servicio con sus pseudoexplicaciones fantásticas
(precisamente porque son ingeniosas).
Vermischte Bemerkungen, #311 (1946)
Conducta
La proposición “las sensaciones son privadas” es comparable a: “Los solitarios los
juega uno solo”
Investigaciones Filosóficas, #248
Paralelismo desorientador: la psicología trata de los procesos en la esfera psíquica
como la física en la esfera física.
Ver, oír, pensar, sentir, querer, no son objetos de la psicología en el mismo sentido
en que los movimientos de los cuerpos, los fenómenos eléctricos, etc., son objetos
de la física. Esto lo ves en que el físico ve, oye estos fenómenos, reflexiona sobre
ellos, nos los comunica, mientras que el psicólogo observa las manifestaciones (el
comportamiento) del sujeto.
Investigaciones filosóficas, #571
La expectativa, el pensamiento, el deseo de que p sea el caso, sólo merecen tales
nombres si estos procesos poseen la multiplicidad que se expresa en p. Sólo los
procesos articulados merecen el nombre de pensamientos; o quizá pudiera decirse
que sólo los procesos que tienen una expresión articulada. La salivación – por muy
exactamente que se mida- no es algo que yo esté dispuesto a llamar expectativa.
Philosophische Bemerkungen, p.70
Un perro puede esperar a su dueño, pero ¿puede esperar que su dueño regrese
pasado mañana? ¿qué es lo que no puede hacer? Y ¿cómo lo hago yo?
Investigaciones filosóficas, #360
Decir «Tengo ganas de comer una manzana» no significa: Creo que una manzana
acallará mi sentimiento de insatisfacción. Esta proposición no es una manifestación
del deseo, sino de la insatisfacción.
Investigaciones filosóficas, #440
Cuando digo que la orden «¡Tráeme azúcar!» y«¡Tráeme leche!» tiene sentido, pero
no la combinación «Leche me azúcar», esto no quiere decir que el pronunciar esta
combinación de palabras no tiene ningún efecto. Y si tiene el efecto de que el otro
se me quede mirando y abra la boca, no por ello digo que se trata de la orden de
quedárseme mirando, etc., incluso si yo hubiera querido producir precisamente este
efecto.
Investigaciones filosóficas, #498
Así pues, ¿la psicología trata de la conducta, no de la mente?
¿Sobre qué informa el psicólogo? — ¿Qué observa? ¿No es la conducta de los seres
humanos, en particular sus manifestaciones? Pero éstas no tratan de la conducta.
«Noté que estaba de mal humor.» ¿Es esto un informe sobre la conducta o bien
sobre el estado anímico? («El cielo tiene un aspecto amenazador»: ¿trata esto del
presente o del futuro?) De ambas cosas; pero no yuxtapuestas; sino de la una a
través de la otra.
Investigaciones Filosóficas, II, V. p.419
Podemos imaginar que se adivinen los propósitos, de modo parecido a como se
adivinan los pensamientos, pero también podemos imaginar que se adivine lo que
alguien realmente hará.
Decir «Sólo él puede saber lo que se propone» es un sinsentido; decir «Sólo él
puede saber lo que hará» es falso. Pues la predicción que está contenida en la
expresión de mi propósito (por ejemplo, «Tan pronto como den las cinco, me voy a
casa») no tiene por qué resultar válida, y puede que el otro sepa lo que va a ocurrir
realmente.
Pero hay dos cosas importantes: Que en muchos casos el otro no puede predecir
mis acciones, mientras que yo las preveo con mi propósito. Y que mi predicción
(como expresión de mi propósito) no descansa sobre la misma base que su
predicción de mi acción, y las conclusiones que saco de estas predicciones son
completamente distintas.
Puedo estar tan seguro de lo que siente el otro como de cualquier hecho. No
obstante, no por ello resultan ser las proposiciones «Está muy deprimido», «25 X
25 = 625» y «Tengo 60 años de edad» instrumentos semejantes. Es natural la
explicación: la seguridad es en cada caso de distinto género. — Ésta parece señalar
una diferencia psicológica. Pero la diferencia es lógica.
Investigaciones Filosóficas, II, XI. p.511
Un niño debe aprender muchas cosas antes de poder disimular. (Un perro no puede
ser hipócrita, pero tampoco puede ser sincero.)
Investigaciones Filosóficas, II, XI. p.523
Cognición
…la confusión entre un estado mental, significando un estado de un hipotético
mecanismo mental, y un estado mental en el sentido de un estado de conciencia
(dolor de muelas, etc.).
Cuaderno Azul, p.46
El pensamiento, tienen ganas de decirse, es una parte de nuestra 'experiencia
privada'. No es material, sino un acontecimiento que se produce en la conciencia
privada. Esta objeción se expresa en la pregunta: "¿Podría pensar una máquina?".
Hablaré de esto en un lugar posterior y ahora me limito a remitir a una pregunta
análoga: "¿Puede tener dolor de muelas una máquina?". Ciertamente, tenderán a
decir: "Una máquina no puede tener dolor de muelas". Todo lo que quiero hacer
ahora es llamar su atención sobre el uso que han hecho de la palabra "puede" y
preguntarles: "¿Quieren decir ustedes que toda nuestra experiencia pasada ha
mostrado que una máquina no ha tenido nunca dolor de muelas?" La imposibilidad
de la que ustedes hablan es una imposibilidad lógica. La cuestión es: ¿Cuál es la
relación entre el pensamiento (o el dolor de muelas) y el sujeto que piensa, tiene
dolor de muelas, etc.?
Cuaderno Azul, p.44
Una de las ideas filosóficas más peligrosas es, curiosamente, la de que pensamos
con la cabeza o en la cabeza.
La idea del pensar como un proceso en la cabeza, en un espacio absolutamente
cerrado, le da el carácter de algo oculto.
¿Es el pensar, por así decirlo, un proceso mental específicamente orgánico -un
mascar y digerir en la mente? Entonces, ¿se le puede sustituir por un proceso
inorgánico que cumpla el mismo propósito, proporcionar al pensamiento, por así
decirlo, una prótesis? ¿Cómo deberíamos imaginar una prótesis del pensamiento?
Ninguna suposición me parece más natural que la de que ningún proceso cerebral
corresponde al asociar o al pensar; de manera que sería imposible leer en los
procesos cerebrales procesos de pensamiento. Quiero decir: si hablo o escribo,
supongo que parte de mi cerebro es un sistema de impulsos correspondientes a mis
pensamientos hablados o escritos. Pero, ¿por qué debería extenderse el sistema en
dirección central? ¿Por qué no debe surgir este orden, por así decirlo, del caos? El
caso sería parecido al siguiente: determinados tipos de plantas se multiplican
mediante semillas de manera que una semilla siempre produce una planta del
mismo tipo de la que produjo la propia semilla -pero en tal forma que nada de la
semilla corresponde a la planta que se origina en ella; de modo que es imposible
desprender, a partir de las propiedades o estructura de la semilla, las que
corresponden a la planta que se origina en ella, -esto sólo puede hacerse a partir
de la historia de la semilla. Así, de algo absolutamente amorfo podría surgir, como
sin causa alguna, un organismo; y no existe razón alguna que impida que esto
deba ocurrir realmente con nuestros pensamientos, es decir, con nuestros actos de
hablar o escribir.
En consecuencia, es perfectamente posible que determinados fenómenos
psicológicos no puedan investigarse fisiológicamente, porque fisiológicamente no
les corresponde nada.
Zettel, #605-609
¡No pienses ni una sola vez en la comprensión como 'proceso mental'!— Pues ésa
es la manera de hablar que te confunde. Pregúntate en cambio: ¿en qué tipo de
caso, bajo qué circunstancias, decimos «Ahora sé seguir»?, quiero decir, cuando se
me ha ocurrido la fórmula.—
En el sentido en el que hay procesos (incluso procesos mentales) característicos de
la comprensión, la comprensión no es un proceso mental.
(La disminución y el aumento de una sensación dolorosa, la audición de una
melodía, de una oración: procesos mentales).
Investigaciones Filosóficas, #154
(…)Supongamos que cada uno tuviera una caja y dentro hubiera algo que
llamamos «escarabajo». Nadie puede mirar en la caja de otro; y cada uno dice que
él sabe lo que es un escarabajo sólo por la vista de su escarabajo. — Aquí podría
muy bien ser que cada uno tuviese una cosa distinta en su caja. Sí, se podría
imaginar que una cosa así cambiase continuamente. — ¿Pero y si ahora la palabra
«escarabajo» de estas personas tuviese un uso? — Entonces no sería el de la
designación de una cosa. La cosa que hay en la caja no pertenece en absoluto al
juego de lenguaje; ni siquiera como un algo: pues la caja podría incluso estar vacía.
(…)
Es decir: si se construye la gramática de la expresión de la sensación según el
modelo de Objeto y designación', entonces el objeto cae fuera de consideración por
irrelevante.
Investigaciones Filosóficas, #293
¿Cómo se llega al problema filosófico de los procesos y estados mentales y del
conductismo? — El primer paso pasa totalmente desapercibido. ¡Hablamos de
procesos y estados y dejamos indeterminada su naturaleza! Quizá alguna vez
lleguemos a saber más sobre ellos — pensamos. Pero justamente con ello nos
hemos atado a un determinado modo de considerar las cosas.
Investigaciones Filosóficas, #308
¡Describe el aroma del café! — ¿Por qué no se puede? ¿Nos faltan las palabras? ¿Y
para qué nos faltan? — ¿Pero de dónde surge la idea de que una descripción
semejante debería ser posible? ¿Te ha faltado alguna vez una descripción así? ¿Has
intentado describir el aroma y no lo has logrado?
(( (…) James: «Nos faltan las palabras.» Entonces, ¿por qué no las introducimos?
¿Qué debería ocurrir para que lo pudiéramos hacer?))
Investigaciones Filosóficas, #610
Uno puede desconfiar de los propios sentidos, pero no de la propia creencia.
Si hubiera un verbo con el significado de ‘creer falsamente’, no tendría sentido
usarlo en la primera persona del presente de indicativo.
Investigaciones Filosóficas, II, X, p. 439
Further reading
1.- Sobre Wittgenstein
- Grayling, A.C. (2001): Wittgenstein: A very short introduction. Oxford,
Oxford Univ. Press
La mejor introducción que conocemos al pensamiento de Wittgenstein. Muy
concisa, rigurosa, crítica y no da por sentado ningún conocimiento por parte
del lector. Inconveniente: no está traducida (que sepamos). Pero si uno lee
inglés, éste es el libro por el que empezar.
-Kenny, A. (1972):Wittgenstein. Harmondsworth: Penguin. (Trad. Esp. por A.
Deaño. Madrid: Alianza, 1984).
Excelente presentación del trabajo de Wittgenstein organizado por temas.
Más detallado y técnico que el anterior, pero aun así perfectamente
asequible al lector no especializado.
- Monk, R. (1990): Ludwig Wittgenstein. The Duty of Genius. Londres: J.Cape.
Trad. Esp. Barcelona: Anagrama, 2002
Completa y documentadísima biografía en la que se trata de forma paralela
la vida y la filosofía del autor. Más de 500 páginas. Muy recomendable.
- Edmonds, D.J. ; Eidinow, J.A. (2001) : Wittgenstein’s Poker. Londres : Faber &
Faber. Trad. Esp.: El Atizador de Wittgenstein. Barcelona: Atalaya, 2001.
Toma como punto de partida una breve y animosa discusión en público entre
Wittgenstein y Karl Popper en el Cambridge de 1946, sobre cuyo desarrollo
los distintos testigos sostienen versiones contradictorias. En torno a ella, y
sobre una minuciosa documentación, el libro expone desde las líneas
generales de la filosofía de ambos autores hasta sus orígenes en la
efervescente Viena del cambio de siglo, sus avatares como judíos tras el
Anschluss y durante la guerra, el clima intelectual de la época y sus
relaciones con la vida intelectual, etc. Muy entretenido de leer y bastante
riguroso a la vez.
2.- De Wittgenstein
- Los Cuadernos Azul y Marrón. Madrid: Tecnos, 1989
El Cuaderno Azul no es sino los apuntes preparados por Wittgenstein para sus
clases de 1933-34. Redactado originalmente en inglés, y con intención docente, es
sin duda la obra más asequible del autor, y la recomendamos como primera
lectura. Puede asimismo considerarse la primera obra plena y propiamente
perteneciente a la segunda etapa de la filosofía de Wittgenstein. Su temática
abunda en reflexiones sobre las nociones de significado, mente, sensación,
percepción, etc. El Cuaderno Marrón es también un cuaderno de apuntes (193435); contiene el tratamiento más detallado que el autor dio del concepto de “juegos
de lenguaje”, sobre los cuales proporciona multitud de ejemplos.
- Investigaciones Filosóficas. Barcelona: Crítica, 1986
La gran obra póstuma (publicada en 1953) del autor. Se puede considerar en gran
medida una elaboración y refinamiento de manuscritos anteriores (los Cuadernos,
las Philosophische Bemerkungen, la Philosophische Grammatik) a lo largo de los
años 40. Su dificultad de lectura es quizá algo mayor que la del Cuaderno Azul,
pero el lector apreciará fácilmente la continuidad temática (y estilística) con éste.
Citadísimo aun hoy, es seguramente el libro más importante de Wittgenstein en
cuanto a su influencia a largo plazo.
- Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza Universidad, 1973
El libro del “primer Wittgenstein”, escrito en su mayor parte mientras éste se
hallaba sirviendo como soldado en la I Guerra Mundial (aunque se alimenta
también claramente de su primera etapa como estudiante en Cambridge) . Una
construcción formidable en su austeridad arquitectónica y en la potencia de sus
ideas. Su tesis central es que los problemas de la filosofía se deshacen cuando
entendemos la lógica del lenguaje, pero la mayor parte del libro se dedica a
elucidar ésta, para lo cual introduce importantísimas e innovadoras ideas técnicas
en lógica, con el fin de comprender la conexión entre lenguaje y mundo. Tanto por
lo técnico de muchos de sus contenidos como por lo lacónico e idiosincrásico de su
expresión, es un libro realmente difícil.
Descargar