Clínica, Ciencia y Paranoia: Lic. Mariano Acciardi A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento... ...se inicia en él también aquella actividad que se adscribe a la pulsión de saber o investigar...1 Así Freud ya por el 1900 encontraba una íntima relación entre lo sexual y el saber ... En el despertar angustioso de la pesadilla, el momento de detención se resuelve ¨sabiamente¨ por la producción del relato del sueño, que es un nuevo sueño despierto... 2 ¿Cómo evitar que una ciencia se duerma en su saber olvidando el traumatismo fundador del que es su consecuencia? ¿Cómo evitar la falta de memoria que le es constitutiva? Freud en 1926 plantea que una de las circunstancias ¨locales y temporales¨ a las que se veía sometido el psicoanálisis era el del ¨unánime¨ deseo de que nadie lo ejerciese, apoyado en diversas razones pero realmente fundado en una misma repugnancia. Más adelante comenta que antes que el psicoanálisis han sido absolutamente descuidada la importancia de la prehistoria del niño en la conformación sexual definitiva del adulto y el último fondo de la actividad anímica. Supone que algo enlaza íntimamente ambos ¨descuidos¨ e inmediatamente comienza a hablar de la fábula de los hijos del dios Cronos, devorados por su padre. Aparecen a continuación el miedo a ser devorado y el miedo a ser castrado, miedo este último que al decir de sus palabras, ejerce una poderosísima influencia sobre el carácter y la ¨decisión¨ de la orientación sexual. Estos miedos aparecen en la mitología como el producto de la ¨actividad imaginativa¨de la Humanidad. Puede pensarse que se trata de producciones de saber que intentan, junto a la repugnancia, de dar cuenta de algo que permanece inexplicable acerca de la relación sexual. ¿Por qué habría de tener alguien miedo de que se lo despoje de sus genitales? Algo hace que en la actividad sexual del niño recaiga el acento sobre el órgano genital masculino, desconociendo éste el genital femenino. Parecerían operar en el niño los mismos factores arcaicos que reinaron en las épocas primitivas de la Civilización. Este trabajo se inicia a partir de intentar decir algo de cierta relación entre la paranoia y la ciencia moderna y acerca de cuales son las implicancias de esta relación para la clínica. Ya desde los primeros escritos, quien sabe si podrían decirse de Freud, comenzaron los intentos de restaurar el saber de la hiancia que se había producido como consecuencia de estas escrituras. Uno de los intentos más ¨prestigiosos¨ de restauración en una ciencia normal (nor-male) ya había debido ser combatido por Freud en aquellos tiempos. El traumatismo fundador del psicoanálisis como escritura ya estaba haciendo trabajar a los científicos para expandir esa ciencia Nor-Male. Jung hacía todo lo posible por restaurar a un sujeto dotado de ¨profundidades¨, que no tuviera otra relación con el saber que la que prescribía la ciencia moderna con exclusión de toda otra. Si hay algo que define el valor de la escritura condicionada por el trabajo de Freud, es la imposibilidad de su puesta en cuestión en nombre de cierta relación respecto a sus lazos históricos. Lo único que puede pretender el saber en ese punto es una reabsorción de la verdad – digna de Hegel – dentro del logos universal autoconciente. De pensar la verdad como no otra cosa que lo que se opone a ese logos universal bajo la forma de ¨lo otro¨, sólo para enterarse este saber de lo que sabe haciendo actuar su ignorancia. Autoconciencia ¨para si¨ sin ningún otro ¨en si¨ que esperar. Ilusoria conjunción de lo simbólico universal con un real del que ya no hay nada que esperar. Sujeto del saber absoluto, ¨Todo para si¨, ¨Todo¨ absoluto saber digno de cualquier histérico; es una lástima que Hegel, al menos en lo que decía, no haya sido mujer. Afortunadamente nos queda Bataille: En medio de tan tensa calma y a través de los vapores de mi borrachera, tuve la impresión de que el viento cesaba y de que un prolongado silencio provenía de la inmensidad del cielo. El abad se arrodilló muy lentamente... Poco después, cantó con estupefacción, con lentitud como si se tratara de algún muerto ¨Miserere mei Deus, secondum misericordiam magnan tuan ¨ ¡Qué ambiguo resultaba ese gemido, lleno de tan voluptuosa entonación!. ¡Con cuánta sinuosidad ponía de manifiesto la angustia padecida ante las delicias de la desnudez! Para vencernos, el abad debería vencerse a sí mismo, y lo que sucedía era que el mismo esfuerzo que hacía para distraerse sólo servía para ponerlo aún más en evidencia; la belleza de su encanto bajo el silencio del cielo lo encerraba en la soledad de una devota delectación... De esta forma en medio de mi paz interior, me sentía conmovido por la admiración entusiasta, infinita pero cercana al olvido. En el momento en que Eponine, saliendo del sueño en que permanecía sumida, vio al abad se echó a reír, y lo hacía con tanta rapidez que la risa hizo que se tambaleara: giró sobre sí misma y, apoyada en la balustrada, se mostró presa de una agitación infantil. Reía con la cabeza entre las manos, y el abad, que había interrumpido a destiempo un error de entonación, levantó la cabeza, pero sin bajar los brazos, cuando vio un trasero desnudo: y era que el viento levantando a Eponine el abrigo, pues en el momento en el que le entró la risa ya no pudo mantener cerrado. 3 A pesar de los científicos y su trabajo, en ocasiones la hiancia aparece al desnudo, luego de lo cual no puede seguir sino la perplejidad ante ese vacío imposible de llenar: What shall we use to fill the empty Spaces where we used to talk How shall I fill the final places How shall I complete the wall. 4 hasta tanto el trabajo logre operar nuevamente algún tipo de clausura. El saber es así el producto siempre propenso a volver a caer, siempre impotente para volver a llenar esos vacíos de "decir", esos puntos en donde ya no se puede decir, donde ya no hay palabras para nombrar ese vacío, donde las palabras no sirven sino para nombrar que este no es sino un proyecto en ruinas: ...Allí donde la muerte de Bataille acaba de ubicar su lenguaje. Ahora que esta muerte nos reenvía a la pura transgresión de sus textos, estos protegen contra toda tentativa de encontrar un lenguaje para el pensamiento del límite. Puede ser ya, que estos textos sirvan de residencia a ese proyecto en ruinas...5 Que esperar para que el lugar del analista ante un saber que se erige sin sujeto, en donde no hay espacio para el efecto sujeto, un saber que propone un sujeto enteramente calculable, a una matriz de combinaciones significantes. Ciencia que nada tiene que envidiarle a la murra. Ante la desesperante elaboración de saber que deja afuera todo efecto sujeto en relación con la verdad existe aún un peligro para el analista: Que el efecto sujeto se ubique de su lado, no pudiendo ser más que la exhibición obscena de su síntoma la que allí opere. En tanto, como lo enseñó Freud, el síntoma se desplaza, obteniendo allí una ganancia o pérdida de goce, ese síntoma puede extenderse a todos sus análisis, en donde, la forma propia de relación producida por su dispositivo comience a tomar la forma de su persona, ya no como pago, como soporte, sino como agente directriz de su paciente. Así, el discurso analítico, termina, a pesar de Lacan, como siendo un discurso con nombre y quizás no sólo produciría un "incurable", sino que, en este caso, con suerte, simplemente no sea escuchado. Aunque quizás esto sea más grave en una paranoia fallida, pues este lugar del sujeto como síntoma, puede virar al lugar del Otro, y si en algunos casos, de la certeza del Otro depende la certeza del sujeto como todo, en otro, el saber del Otro no puede sino someter bao su goce a los objetos a que se dirige. Y no es seguramente lo mismo la certeza de la existencia del sujeto a partir del Otro, a la manera de Descartes, que la certeza de ser, ser que no puede ser otro, como Winnicott lo enseña, que ser de objeto, que ser objeto del goce del Otro. La medicina en sus orígenes es seguramente aquí la referencia más cercana. Inconmensurable ilusión del hombre a imagen y semejanza de Dios, en perfecto equilibrio, que hace incluso caso omiso, como toda ilusión, de las escrituras que se encuentran en la base de su enseñanza. Ilusión que mata de un solo tiro a Darwin y a Lamark, no sin hacer, en el trabajo científico, un renacimiento de éstos, ya sea bao la forma del punto máximo de evolución que sería el hombre, detención práctica, inexplicable de las enseñanzas de Darwin; o bajo la forma de un nuevo sujeto todopoderoso, o mejor cierta extraña intención, en los estudios más actuales acerca de ciertos virus, ciertas bacterias en las experiencias de mutación inducida y el renacimiento de la adaptación como inscripciones directas del fenotipo en el genotipo, ya en su tiempo esbozadas por Lamark, recuperando también aquella causa final de la que hablaba Aristóteles y ya desterrada por Lacan, sin embargo reinsertada en nuestro tiempo sin problemas en la religión. Si el sujeto es enteramente calculable ya no hay distinción entre las ciencias conjeturales y las ciencias exactas, en tanto el sujeto es susceptible de un cálculo exacto, de la misma manera que en la teoría de los juegos. Según esta ilusión, la cuadratura del círculo que implica la sumisión del viviente al significante (referencia a la célula fundamental del grafo del deseo) sería posible, en tanto la batería significante no estaría sino completa. A partir de la escritura de Newton los planetas se han callado. Es esto responsabilidad de la ciencia moderna, la ciencia moderna desde el "Pienso, luego soy" y "La naturaleza está escrita en caracteres geométricos", con su acto de fe ha hecho callar a los planetas. Ya no debemos preocuparnos por el funcionamiento de los cielos. El reloj del universo, eso simplemente anda. Si la ciencia moderna se preocupó por que los planetas no hablaran más a partir de la escritura de Newton, un sujeto psicótico bien puede trabajar incansablemente para que eso, lo real, no le hable más. Schreber lo intentaba y hasta a veces lo lograba. El sistema podía llegar a funcionar. Cual puede ser el estatuto actual de la verdad entre los surcos de la aletósfera. En qué, la doble referencia al sujeto abolido de la ciencia y al sujeto absoluto de Hegel, nos sirve para dar cuenta del dramatismo de Freud al no intentar callar a las histéricas en pos de quien sabe que saber sino en hacer todo lo contrario, dejarlas hablar... Si bien el cientificismo de su tiempo, permitió a Freud llegar hasta donde lo hizo: Llegar a volver a introducir a la verdad al campo de la ciencia, su posición bien podría haber sido otra de no haber picado como pez hambriento el anzuelo de esas histéricas de su tiempo. Que nada debían envidiar a la contra–clave roa de mediados de siglo (XIX), denunciando ellas, si puede así decirse, la podredumbre de la ciencia que osó expulsar a la verdad de su campo. La respuesta de la ciencia de ese momento no era otra que la de descalificar –y en el peor de los casos encerrar– a esas locas simuladoras que se resistían a ser incluidas en las unidades discursivas del saber. En otras palabras, el retorno de esta verdad -que surgía bajo la forma de “síntomas”- al campo de la ciencia, requería de prácticas disciplinas que acallaran por la fuerza esa verdad que no cesaba de ser emitida a medias y encubierta bao la forma del síntoma. Para ellas, de todas maneras ya existía un esbozo de dominio de ciertas unidades discursivas de la ciencia que no trataba ya con las brujas del medioevo sino con la moderna locura. El dispositivo Normal/Patológico ya se encontraba funcionando. No eran brujas, estaban enfermas. Es indudable que la instauración de una nueva práctica discursiva, la inscripción de lo real de un nuevo tipo de lazo social, no provocó sino un nuevo sismo en las relaciones entre las unidades discursivas y prácticas disciplinarias de nuestro siglo. Lo complicado no es que esta nueva escritura haya abierto la hiancia que permite el retorno de la verdad al campo de la ciencia, lo complicado es que la ciencia normal, a modo de una paranoia lograda no logre sino reducir y volver a suturar este intervalo abierto entre saber y verdad en medio del cual puede irrumpir un efecto sujeto, que en la neurosis histérica toma la forma de una metáfora, metáfora radical dada por ejemplo en el acceso de rabia del pequeño hombre de las ratas, inerme aún en groserías, antes de consumarse en neurótico obsesivo. No hay dudas de que el psicoanálisis surgió como consecuencia de la histeria y que nunca podría haber aparecido el psicoanálisis de la paranoia. Ahora, en la Psicosis, en la paranoia más específicamente ¿Cómo y por qué hablar de sujeto?. Es cierto que en una paranoia lograda es realmente difícil pensar en cuál puede ser el lugar del analista y en que punto puede aparecer un efecto sujeto. Si el goce que retorna de lo real es puesto completamente del lado del Otro, - es preciso que allí no vaya a parar el analista- es posible que cierta reducción haya sido operada y quizás en su operación no haya esperado al analista. Pero no son todos los casos en que una paranoia lograda se sostiene, incluso la ciencia moderna hace agua por muchos agujeros y dista bastante de haber constituido una paranoia lograda, aunque todavía lo intente. Es clara, en la aproximación relativamente temprana operada por Lacan entre la paranoia y la ciencia, la referencia continua: el sujeto. La referencia a la ciencia y a la paranoia es ineludible para el psicoanálisis, en tanto la ciencia constituye un saber que pretende no saber nada de la verdad como causa, constituyendo el psicoanálisis un saber sobre esta misma verdad – excluida de la ciencia- como causa. La referencia a la paranoia es esencial en tanto un paranoico da cuenta de un modo muy particular de efecto sujeto. En la paranoia completamente lograda, en la holofrase paradigmática como constitutiva de la psicosis, no hay lugar para la irrupción del sujeto. Es posible pensar en la paranoia un modo de irrupción de sujeto que sería un sujeto fuera de los efectos de sentido. En el sistema de una paranoia lograda no hay intervalo en la cadena por donde pueda irrumpir algo de la verdad subjetiva, sino que la verdad emerge en su modalidad más terrible: real. Cómo “hacer” con eso es el desafío de la paranoia, un “hacer” en que finalmente se construya la emergencia de esa verdad bajo la forma sinthomada. Pero sabemos que tal construcción no es en nada sencilla, y desgraciadamente no tan frecuente. No abundan los artistas a nuestro alrededor. Alguien escribe trabajosamente. Le escribe precisamente a alguien, no importa a quien pero escribe para alguien todo lo que pasa a su alrededor, o mejor de todo lo que pasa a su alrededor escribe cada día, incansablemente lo que supone que puede interesarle a quien le escribe. ¿Pero de quién escribe? Alguien con un nombre escribe. Le escribe a alguien. Le escribe a su biógrafo. Los manuscritos de Gide comienzan a aparecer ante quien los busca: su biógrafo. El manuscrito se adiciona a la obra con una función que merece examen. ¿Pero de quién escribe?. Aquí la respuesta aparece más clara. En la clínica, compete únicamente al analista la responsabilidad de cancelar la posibilidad de emergencia del sujeto como efecto, como hacer o de borrar y desterrar esta posibilidad. Al analista le es preciso hablar de sujeto en la psicosis, como necesidad lógica de la escritura que define su posición en el dispositivo. Es preciso que compita, si puede así decirse con la alucinación por su lugar en la esquizofrenia por ejemplo. Es preciso que una apuesta a la producción de cierto efecto sujeto guíe su práctica. Lacan no vacila en hablar de sujeto en las psicosis. Hay dos indicaciones, entre otras, muy claras al respecto. La una muy conocida: es la indicación de no retroceder frente a la psicosis; la otra surge como necesidad de diferenciar la práctica discursiva que diferencia su dispositivo de otras prácticas discursivas en íntima relación con ésta. En el seminario en que analiza el rasgo unario como constituyente de toda identificación, y su importancia para pensar al sujeto indica muy claramente que: "si para nosotros, el sujeto, en su definición, en su articulación no incluye a las psicosis, no seremos más que alienistas". Es muy diferente esta apuesta a un efecto sujeto, apuesta no pocas veces imposible, y por lo tanto real, de la reducción de todo sujeto a las unidades discursivas del saber, lo que no produce sino la caída de todo efecto sujeto bajo el “valor”, la distancia respecto de cierta norma, consecuencia del entrelazamiento de ciertas prácticas disciplinarias con ciertas prácticas discursivas. En otras palabras, un analista debe pararse necesariamente de manera diferente en el lazo social que es constitutivo de su praxis -respecto de otras formas de lazo social como el saber médico- frente al sujeto "psicótico". Es esto lo que hace una gran diferencia entre el método analítico o psicoanálisis aplicado y el psicoanálisis en tanto sólo puede aplicarse teniendo en cuenta un sujeto que puede surgir en los intervalos del discurso. ¿Qué diferencia al psicoanálisis de una hermenéutica propiamente dicha?. El único lugar posible que define la forma de lazo social que constituye la práctica analítica para el analista es, al igual que en la neurosis, la de hacer semblante de a. Literalmente: "El hombre se pone en lugar de la basura que es... ...Hay que pasar por esta basura decidida...".6 No es desde luego Lacan el primero en pensar esto acerca del lugar del analista. Hace falta dirigirse a ciertos capítulos de "Realidad y Juego" de Winnicott en donde teoriza acerca del ser y el hacer, de lo femenino y lo masculino y del objeto real (de deshecho), o simplemente dar una recorrida por sus "Escritos de Pediatría", para no albergar dudas acerca de la sinceridad de la declaración de amor incondicional que constituye la carta que Lacan le envía y que aparece en "Intervenciones y Textos I". Es clara que esta es la única manera de posicionarse en el dispositivo también en el tratamiento de las psicosis. Desde luego, en muchos casos el analista no es requerido en absoluto para que la emergencia del efecto sujeto en la psicosis consiga agregar un nuevo lazo al nudo de tres que define la paranoia. Es el caso patente del artista, que consigue acallar el estruendo de lo real, pero haciendo surgir en el arte lo más singular de esa subjetividad. El sínthoma, en tanto su estatuto es tal que no hay nada que hacer para analizarlo, define aquí lo que es el fin (en todos sus sentidos) del análisis...y del analista: un desecho que nada tiene que hacer allí (lo que también define bastante ajustadamente su función en el dispositivo: nada tiene que HACER allí). Pero si la referencia a la ciencia moderna es ineludible para el psicoanálisis también es posible pensar qué lo acerca a la ciencia contemporánea. Su característica más notable es su cada vez mayor posibilidad de intervenir en lo real. Si interviene en lo real, es preciso decirlo, no interviene por su acumulación de saber. En cada intervención en lo real, su saber es absolutamente impotente para predecir sus efectos: ...El sabio que hace ciencia es sin duda un sujeto él también, e incluso particularmente calificado en su constitución, como lo demuestra que la ciencia no haya venido al mundo sola (que el parto no haya carecido de vicisitudes, y que haya sido precedido de algunos fracasos: aborto o prematuración). Ahora bien, ese sujeto que debe saber lo que hace, o por lo menos es lo que [él] se supone, no sabe lo que de hecho en los efectos de la ciencia interesa ya a todo el mundo. por lo menos tal parece en el universo contemporáneo: donde todo el mundo se encuentra pues a su nivel sobre este punto de ignorancia...7 autores contemporáneos de la biología de los años 70´ entendían ya en su época a la vida como una simple escritura. Hoy con proyectos tales como Genoma Humano es patente la posibilidad de intervenir directamente en los resortes mismos de la vida. Es posible escribir con libertad cada vez más creciente en lo real de la vida. Cobra todo su valor la posibilidad de intervenir en esta escritura. No puede pensarse que ello no interese a todo el mundo. Es claro, también para los psicoanalistas la posibilidad de intervenir en lo real de la letra, y no es precisamente a través de la acumulación de saber que constituye la charlatanería psicoanalítica que se da esa intervención. Freud decía claramente que ninguna acumulación de saber produce alteraciones en las condiciones de goce, Jung no lo escuchó, otros psicoanalistas tampoco. Sorpresivamente se les psicotiz[ab]an los neuróticos, o se les suicid[ab]an. Es por esto, que el psicoanalista ya desde Freud estaba advertido: quien en su praxis conjura a los espíritus de los infiernos, no puede luego mandarlos a casa como si nada hubiera pasado. Esta irrupción no es sin efectos. Es decir, al igual que científico contemporáneo, somos enteramente responsables del acto analítico operado en la praxis. Si bien en el instante mismo del acto no hay sujeto, es preciso que inmediatamente luego de cruzar, no nos desentendamos de las consecuencias de ese acto. El psicoanalista al igual que el científico contemporáneo, está en condiciones de producir alteraciones en lo real. En tanto los efectos no son enteramente calculables, es preciso para ambos no olvidar que lo real responde, y a veces muy estruendosamente. También es un desafío para los psicoanalistas actuales intentar escribir la forma de lazo social, la práctica discursiva que constituye la ciencia contemporánea, en medio de la cultura de la imagen que en su exhibición obscena y con su bombardeo de información (información que no tiene el mismo estatuto que la escritura). Esto último no hace sino intentar borrar cada vez más lo real. Ciencia que no es ajena al circuito metonímico infernal de consumo propio del capitalismo actual. En relación a esto quizás pueda pensarse algo un poco loco acerca del goce masturbatorio y la realidad virtual. De esta manera sería todo mucho más fácil, pues sabiendo uno lo que hay que hacer para gozar, cuando uno tenga ganas de gozar, en lugar de ir al psicoanalista a preguntarle como se hace el amor, uno se mete en la máquina correspondiente y listo. Como pensar un cuerpo mecanizado -a un extremo tal nunca soñado por las prácticas higienistas de principio de siglo- matematizado por los dispositivos de la tecnología que darían cuenta de un saber completo, de un real agotado. Hay algo seguro y es que una tal máquina será una máquina de hombres, y aunque esté especialmente diseñado para mujeres, es decir que esté totalmente adaptada para su uso por mujeres seguirá, siendo de hombres. ¿Se imagina alguna pudiendo percibir algo de lo más íntimo de su goce siendo poseída por una tal máquina?. De hecho, en tanto que la ciencia ficción muchas veces se adelanta a la ciencia a secas, ciertos cómics dan cuenta de esto y hay ya una película en la que una máquina posee a una mujer y se hace un hijo para perpetuarse. Si mal no recuerdo, esa máquina tiene voz de hombre. CITAS BIBLIOGRAFICAS: 1.-Freud. Sigmund: "Tres ensayos para una teoría sexual". Pag. 176; Tomo VII; Obras completas; Amorrortu Editores; Bs As; 1990. 2.-Cosentino J. C. Aramburu J. Ariel A. Kahanof J.: Los momentos de la detención en la dirección de la cura de las neurosis; Histeria y Obsesión; Cuarto encuentro Internacional del Campo freudiano; Pag.233; Manantial; Bs As; 1994. 3.-Citado por Foucault de Bataille. Georges; "Eponine"; Minuit; Paris; en: Foucault, Michel;"Prefacio a la Transgresión"; Pag.41; Ediciones Trivial; Bs As; 1993. ( o en trad.esp. "El Abad C"; Pag. 47; Premia Editora; México; 1990.) 4.-Waters, Rogers, "Empty Spaces", Album "The Wall"; "Pink Floyd". Columbia Records; 1979. 5.- Foucault, Michel; "Prefacio a la Transgresión"; Pag.57; Ediciones Trivial, Bs As; 1993. 6.- Lacan, Jacques; "El Síntoma, El Seminario libro 23", Pag.80; Escuela Freudiana Argentina; Bs As. 7.- Lacan, Jacques; "Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el Inconciente Freudiano"; "Escritos 2"; Pag.773 Siglo XXI, 1991.