apendice - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

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APÉNDICE
Á LOS
C O M E N T A R I O S D E L CÓIUGO P E N A L
.
DE
DON JOAQUIN FRANCISCO PACHECO,
Ó SEA
EL'NUEVO CÓDIGO,
%
C O M E N T A D A S L A S A D I C I O N E S QUE C O N T I E N E
POB
DON JOSÉ GONZALEZ Y SERRANO.
TERCERA
EDICION.
MADRID.
IMPRENTA Y FUNDICION DE MANUEL TELLO,
I M P R E S O R D E CÁMARA D E S. M .
Isabel la Católica, 23.
1885.
APÉNDICE.
PRÓLOGO.
Habia empezado á imprimirse la cuarta edición de
la obra inmortal de Pacheco, cuando el señor Ministro de Gracia y Justicia presentó á las Córtes Constituyentes una gran reforma del Código penal. En dos
dias y pocas horas, y por corto número de Diputados
se aprobó el proyecto, aunque prometiendo solemnemente el Ministerio que dicha reforma sería discutida
en el próximo mes de Diciembre.
Ni comentamos ni menos nos permitimos la menor
censura. Sólo se nos ocurre recordar que los códigos
nunca se han discutido ni pueden discutirse en las
Asambleas deliberantes; menos aún en las que fueron
llamadas para legalizar una revolución radical, y peor
época todavía es la que se eligió, al finalizar una segunda legislatura, y dejando para una tercera el debate de las graves y difíciles cuestiones de la ciencia
penal. No se ha tenido presente que la vida de los Parlamentos soberanos se gasta en un solo año, que pocos viven dos y que el que alcanza una tercera primavera, arrastra' una existencia achacosa y de impopu-
VI
laridad, que no produce más que el escarnio. Detrás
de la burla de los altos poderes del Estado no se vislumbran más que grandes perturbaciones y quizá la
ruina de la patria.
Pero discútanse ó no se discutan esas reformas, hoy
aquel proyecto es ley, y los jueces y los jurisconsultos y todos los que se ocupan de la administración de
justicia, tienen que estudiar el nuevo Código, porque
las obras que comentaron el antiguo son insuficientes
para facilitar ese mismo estudio, especialmente á la
juventud que se dedica al foro.
Hé aquí el motivo fundado de este
APÉNDICE.
Sin
él, jamás el que los escribe se hubiera atrevido á poner su nombre al lado del de su querido amigo Pacheco. Su viuda y heredera, nuestra hija política, nos ha
rogado robar algunas horas á nuestra numerosa clientela, no para imitar al profundo jurisconsulto, sino
para coordinar algunas páginas que expliquen los nuevos artículos del Código y los pongan en concordancia con los que quedan vigentes.
Estamos distantes de presumir haber conseguido el
objeto, y añadiremos que no nos satisface nuestro trabajo, porque en corto tiempo no se hacen en nada milagros, y ménos cuando se escribe sobre materias tan
difíciles, como son las que han de regular la bondad
ó malicia de los actos humanos y su castigo. No vea
el lector en este
APÉNDICE
sino al mayor entusiasta
del célebre español que redactó los anteriores Comentarios al Código penal más perfecto de Europa, y que
VII
quizá 110 merecerá tal renombre en lo sucesivo por la
reforma hecha, ni tampoco por las explicaciones que
de ella se dan en esta edición.
Y al explicarnos así, no desconocemos que se han
hecho grandes mejoras en esta misma reforma; pero
desgraciadamente están oscurecidas, porque las necesidades políticas han tomado demasiada parte en una
ley, que no debia contener más que preceptos que pudieran ser eternos. La nación que hubiera hecho familiar un buen Código penal, sería la más feliz del
Universo. ¡Ojalá que el actual pudiera ser acogido con
aplauso! Desgraciadamente no sucederá así, y los primeros vacilantes sobre el mérito de la obra son sus
autores. Presentado el proyecto, y aprobado en las
Córtes, facultando á la comision para hacer algunas
modificaciones con acuerdo del Gobierno, son muchas
las que se han introducido, no solo en el lenguaje, sino en más de una materia importante, según puede
verse cotejando el proyecto con lo que es ley. Esto nos
ha producido un doble trabajo, que daremos por bien
empleado, como nuestro libro dé los resultados que
nos hemos propuesto.
JOSÉ GONZÁLEZ Y SERRANO.
INTRODUCCION.
Todos los comentaristas del Código penal han hecho elogios más ó ménos apasionados de esta obra, encontrando en
ella pocos lunares, dignos de corregirse, únicamente despues
de muchos años en que la experiencia demostrara cuáles
eran las adiciones y enmiendas que debían realizarse. En lo
que sí convenían, es en la necesidad imperiosa é inmediata
de crear establecimientos penales en armonía con las mismas disposiciones del Código, porque de otra manera la bella
teoría de esta legislación no daría sus frutos, ni podría corregir las costumbres presentando el cuadro vivo del castigo
al que tuviera propensión de ser delincuente. Por desgracia
nada se ha adelantado en este terreno, y nuestros presidios
y cárceles son, si no los peores de Europa, de poca digna
imitación.
Sin embargo, la justicia se administra más cumplidamente que en lo antiguo aplicando el Código, un poco difícil de entender, especialmente por los subalternos que intervienen en la administración de justicia. La experiencia, que
será siempre la segunda naturaleza del hombre, forma las
costumbres, y en los países en que hay costumbres se tiene
mucho adelantado para gobernar bien. El legislador entonces se mira mucho en reformar los antiguos hábitos, y muy
especialmente en su sanción penal. Si atendible es, que no
se desprecie ni abandone ningún derecho, más debe fijar(su
vista la ley en que no queden impunes los delitos, y á esto
se exponen los gobiernos que impremeditadamente hacen
s
reformas de tal naturaleza. Pero hay ocasiones en que no se
puede prescindir de tocar á los Códigos, y en esta situación
se ha encontrado el Gobierno español.
Los grandes trastornos sociales tienen también su lógica. Si la revolución escribió en su bandera libertad de cultos,
los apóstoles de esa revolución no podian ménos de legislar
sobre la libertad de conciencia. Traerá ó nó traerá malas
consecuencias, lo cual examinaremos en su sitio y lugar;
pero que el legislador tenia que ocuparse de este punto, no
puede caber duda alguna á toda persona imparcial. Hé aquí
la primera necesidad de la reforma del Código, especialmente desde el momento en que se proclamó en la ley fundamental del Estado la admisión de todos los cultos.
También se rindió homenage en esa misma ley política
á lo que las escuelas innovadoras han dado en llamar derechos individuales, ilegislábles é imprescriptibles. El individuo
siempre se rebela contra la. sociedad, porque hasta el hombre más sabio, más prudente y más religioso rinde culto al
espíritu de conservación y á su egoísmo. ¿Qué hará el desgraciado que sin instrucción y sin virtudes se ve enaltecido
y elevado sobre la sociedad por sus derechos individuales?
A muy luégo las doctrinas anárquicas empezaron á dar
frutos, y los mismos propagandistas del falso derecho, han
tenido que establecer reglas, y bien duras por cierto, contra
lo que la plebe ha creido un privilegio para ella.
Esta es la segunda reforma hecha en el Código penal.
Sí; á las Córtes Constituyentes las excusará la historia
por haber puesto la mano en el Código penal, no de la manera precipitada que lo han hecho, por haber legislado en
materias religiosas y derechos individuales; pero al propio
tiempo las censurará acremente al ocuparse de la tercera modificación, ó hablando con más propiedad, por la adición de
nuevas disposiciones para penar los delitos de imprenta.
Cien voces, entre ellas la más humilde, la del autor de
este libro, habían dicho en el Parlamento que la aplicación
del Código penal para los delitos de imprenta era la supresión de la misma. El señor Ministro de Gracia y Justicia,
en la rápida discusión de la reforma, lo ha reconocido así; y
XI
si la imprenta vive desde lioy, no es por derecho propio sino
por tolerancia.
Se han querido dar garantías al escritor, y se ha creado
una nueva legislación incluyéndola en el Código. Tenemos
el más íntimo convencimiento que estas disposiciones legales son de cortísima existencia, porque no responden á las
doctrinas de ninguna escuela. Se aprovecharán de ella los
gobiernos que quieran oprimir á la prensa periódica y podrán hacerlo impunemente sin salirse de la ley, como lo demostramos al comentar estos artículos y escribiendo un extenso capítulo.
Resulta de lo dicho, que la reforma se ocupa principalmente de tres materias interesantes á saber: libertad de cultos, derechos individuales y prensa. Con separación y uniendo los artículos de cada materia, los comentaremos con el
criterio del jurista.
Antes de descender á este interesante trabajo, nos ocupa:
remos de las demás reformas que contiene el Código respecto
de los otros delitos comunes, haciendo comentarios concisos y
llamando la atención del lector sobre la obra de Pacheco, en
donde se encontrarán las citas correspondientes y las concordancias con otros Códigos que tanto engalanan aquel libro.
Con gusto hubiéramos imitado nosotros al autor, citando
sobre las materias nuevas lo que haya podido escribirse en
otros Códigos y en otras obras. No era posible emprender este
trabajo, porque apremiaba la publicación, y este tomo no
puede ni debe ser más que el complemento de la principal.
De esta manera los que tengan los Comentarios antiguos y
los que en lo sucesivo los compren, habrán hecho verdaderamente una adquisición, no por el mérito de este trabajo, sino
porque realmente sabrán á qué atenerse sobre lo que anteriormente se mandaba y lo que hoy está vigente. En suma:
se tendrá el Código antiguo y el nuevo con Comentarios sobre uno y otro.
Sin este APÉNDICE puede decir el que tenga los comentarios de Pacheco que sabe derecho penal, porque difícilmente
se encontrará un libro que mejor lo explique; pero despues
de haber hecho la reforma, el jurista se encontrará un vacío,
Xll
no sólo en los muchos artículos nuevos que se han añadido,
sino por las grandes variaciones introducidas en otros. Y lo
que decimos de la obra del insigne jurisconsulto, es más aplicable á otras que no son tan completas y que no se han reimpreso tantas veces como la de Pacheco. Ya que por desgracia no pueda adicionar sus Comentarios tan profundo
sabio, supla nuestro buen deseo aquella falta y disimúlesenos
todo lo que hayamos podido errar.
En el primer momento pensamos comentar artículo por
artículo; pero á muy luego nos convencimos que esto no podia ser, ya porque sería repetir desaliñadamente lo que habia
escrito Pacheco, ya porque entónces se hubiera compuesto
esta obra de cinco ó seis tomos, ya porque, en realidad la armazón del Código y sus más principales disposiciones quedan en pié.
Entónces nos decidimos á comentar por secciones ó capítulos; y cuando fuere necesario, por artículos; pero siguiendo
el mismo orden que se adoptó en la obra principal, haciendo
las llamadas oportunas para que el lector encuentre con facilidad el primitivo texto y las doctrinas que lo explican.
Si hemos acertado ó cometimos errores, lo ha de decidir
la severa opinion pública.
CÓDIGO PENAL.
LIBRO PRIMERO.
DISPOSICIONES GENERALES SOBRE LOS DELITOS Y PALTAS,
LAS PERSONAS RESPONSABLES Y LAS PENAS.
TÍTULO I.
DE LOS DELITOS Y FALTAS Y DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE EXIMEN
DE RESPONSABILIDAD CRIMINAL, LA ATENÚAN Ó LA AGRAVAN.
CAPÍTULO I.
DE LOS D E L I T O S Y F A L T A S .
Artículo 1.°
«Son delitos ó faltas las acciones y las omisiones voluntarias penadas por la ley.
»Las acciones y omisiones penadas por la ley se reputan
siempre voluntarias, á no ser que conste lo contrario.
»E1 que cometiere voluntariamente un delito, incurrirá
en responsabilidad criminal, aunque el mal ejecutado fuere
distinto del que se habia propuesto ejecutar.»
COMENTARIO.
Es casi idéntico el contexto de este artículo al del antiguo Código,
aunque varía alguna frase y su locucion es diversa. Nos parece que los
reformadores no han procedido con prudencia en este punto. Si la doctrina es la misma y el precepto de la ley igual ¿por qué no copiar íntegramente el texto? Reconocemos que las leyes debían estar escritas en
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
el lenguaje más correcto; pero no es el mayor defecto que se debe achacar al legislador, si habla ó no su idioma con perfección. Y en punto á
estilo y á faltas gramaticales no se olvide que á los mayores ingenios
se les han encontrado sus lunares, no siendo los mejores hablistas los
señores de las Academias.
Creemos, por lo tanto, que los artículos que no fueran variados ó
corregidos en su esencia, debieron quedar como estaban. Ya que no se
ha hecho así, nos veremos en la precisión de repetir idénticas frases,
remitiéndonos, en cuanto al fondo de la doctrina, á los Comentarios de
Pacheco, que son altamente filosóficos, explicando este primer artículo
desde el folio 67 al 83 del tomo I. Excusado es recomendar al lector el
magnífico discurso de introducción.
Artículo 2.°
«En el caso en que un tribunal tenga conocimiento de
algún hecho que estime digno de represión y que no se halle
penado por la ley, se abstendrá de todo procedimiento sobre
él y expondrá al Gobierno las razones que le asistan para
creer que debiera ser objeto de sanción penal.
»Del mismo modo acudirá al Gobierno exponiendo lo conveniente, sin perjuicio de ejecutar desde luego la sentencia,
cuando de la rigorosa aplicación de las disposiciones del Código resultare notablemente excesiva la pena, atendidos el
grado de malicia y el daño causado por el delito.»
COMENTARIO.
El art. 2.° del antiguo Código sentaba dos grandes principios de teoría penal. Uno, que j a m á s se castigarían otros actos que aquellos que
por leyes anteriores hubiesen sido calificados de delitos ó faltas. La segunda máxima era prevenir á los tribunales que cuando tuvieran conocimiento de algún hecho digno de reprensión, acudieran al Gobierno
exponiéndole la utilidad y necesidad de establecer sobre el suceso ocurrido la oportuna sanción penal.
Y concluye el artículo recomendando á los mismos tribunales, que
cuando apliquen una pena, á su parecer dura y excesiva, lo hagan presente, sin duda para preparar la reforma conveniente.
Sin participar de las opiniones de la prensa de la oposicion, que s u -
DEL
CÓDIGO P E N A L
15
pone suprimidas estas bellas teorías, es innegable que la redacción del
artículo "2.° del antiguo Código es más clara y decisiva que el texto de
la nueva ley.
Si los juristas están conformes en la teoría, no comprendemos por
qué se han de llevar á cabo reformas de esta especie, cuando en realidad las nuevas frases no introducen novedad verdadera. El legislador
ha de hablar poco y á tiempo, y el estudioso encontrará pasto a b u n dante de ciencia en los folios 83, 84,85, 86 y 87 del tomo I de Pacheco.
Articulo 3.°
«Son punibles, no solo el delito consumado, sino el frustrado y la tentativa.
»Hay delito frustrado cuando el culpable practica todos los
actos de ejecución que deberían producir como resultado el
delito, y sin embargo no lo producen por causas independientes de la voluntad del agente.
»Hay tentativa cuando el culpable da principio á la ejecución del delito directamente por hechos exteriores, y no
practica todos los actos de ejecución que debieran producir
el delito, por causa ó accidente que no sean su propio y voluntario desistimiento'.»
COMENTARIO.
En nuestra teoría jurídica somos poco partidarios de que el legislador haga definiciones. Sin embargo, es disculpable que en u n nuevo
Código penal se asienten algunos principios generales, que deben ser
invariables, porque de otro modo dará lugar la disidencia de escuelas
á que las leyes nazcan sin prestigio y sean difíciles su observancia y
aplicación.
No hay gran diferencia en lo que se decia en el antiguo Código y lo
que se dispone en el moderno sobre el delito frustrado y la tentativa;
pero en la práctica el abogado sutil ha de sacar partido de esas discrepancias, poniendo en parangón la antigua ley con la nueva. Este artículo le comenta Pacheco desde el folio 87 a^99 del tomo I.
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APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 4.°
«La conspiración y la proposicion para cometer un delito solo son punibles en los casos en que la ley las pena especialmente.
»La conspiración existe cuando dos ó más personas se
conciertan para la ejecución del delito y resuelven ejecutarlo.
»La proposicion existe cuando el que ha resuelto cometer u £ delito propone su ejecución á otra ú otras personas.»
COMENTARIO.
Aquí concluye el art. 4.° del nuevo Código, y el Comentario de Pacheco es aplicable en todo, desde el folio 99 al 410 del tomo I, á esos
tres párrafos que hemos copiado. En lo que no estamos conformes es
en que se haya borrado una disposición importante que merece la dediquemos algunas frases, por ser en extremo útil el punto á q u é se refiere y de continua aplicación. No hay pretexto ni motivo alguno para
hacer lo que se ha ejecutado por los reformadores.
Se encuentra en el antiguo Código un precepto saludable, perdonando de toda pena al que desistiese de la conspiración ó proposicion
para cometer u n delito denunciándole á la autoridad. En el nuevo Código se suprime este perdón, y los tribunales se han de ver en el m a yor conflicto cuando ocurran casos de esta naturaleza.
La sociedad tiene que ser indulgente y hasta generosa cuando se le
hace un servicio. El ciudadano que denuncia u n delito en proyecto, que
por casualidad ha llegado a su noticia, sin tener en el pensamiento la
•menor participación, es digno de aplauso. ¿Por q u é no se ha de apreciar, a u n q u e no sea del mismo modo, la denuncia que hiciere el cómplice que se arrepiente? Evítese el daño, que es la principal misión del
legislador, y concédase por lo menos el perdón, como lo hacia el antiguo Código, al que se espontanea.
Con la toga del abogado hemos dirigido tremendos cargos al vil delator, como le llaman nuestras leyes. Los legisladores, los tribunales, y
m á s aún los gobiernos, no solo perdonarán eternamente á los delatores, sino que les d a r á n en muchas ocasiones premios, según la trascendencia del delito que se trate de cometer. Si una t u r b a de malvados se
concierta para que haya u n descarrilamiento con el fin de que perezcan cien padres de familia; si se proyecta destruir por medio de explosión uiia ciudad; si por espíritu fanático se decide matar al jefe del Es-
DEL CÓDIGO P E N A L
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tado, aunque con él perezcan mil personas, ¡ah! inmenso servicio prestará á la sociedad el cómplice que con su delación evite se consuman
tan diabólicos ó infames proyectos. El legislador no puede olvidar nunca
la vida práctica de la humanidad; y mientras haya hombres, habrá delatores y necesidad imperiosa de que los mismos criminales descubran
su delito, ya por miedo, ya por arrepentimiento, ya por recompensa.
Si se discute la reforma, no habrá más remedio que volver á la disposición del antiguo Código, sin que sirva de disculpa que en otros pasajes se da importancia al descubrimiento de los delitos.
Artículo 5.°
«Las faltas solo se castigan cuando han sido consumadas.»
Articulo 6.°
«Se reputan delitos graves los que la ley castiga con penas que en cualquiera de sus grados sean aflictivas.
»Se reputan delitos ménos graves los que la ley reprime
con penas que en su grado máximo sean correccionales.
»Son faltas las infracciones á que la ley señalapenas leves.»
COMENTARIO.
Alguna modificación se encuentra en las palabras de los dos Códigos; pero su espíritu es idéntico y no merecía la pena de haberse hecho
variación alguna. La respetable comision antigua no habrá quedado
muy satisfecha de esta manía en variar su lenguaje, cuando de ello no
ha de resultar ningún provecho á la causa pública.
Artículo 7.°
«No quedan sujetos á las disposiciones de este Código los
delitos que se hallen penados por leyes especiales.»
APÉNDICE
2
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
COMENTARIO.
Nos gusta mucho más la redacción de este artículo que la del antiguo Código. La disposición es general y absoluta y no hay necesidad
de hablar de delitos militares, de contrabando é infracción de las leyes
sanitarias. La variación principalmente se ha introducido, porque según la nueva teoría del legislador los delitos de imprenta no son especiales y se comprenden en el nuevo Código como comunes. Pero no prejuzguemos nada, porque su materia será objeto de extensos comentarios en su lugar oportuno.
CAPÍTULO II.
D E L A S CIRCUNSTANCIAS QUE E X I M E N DE R E S P O N S A B I L I D A D
CRIMINAL.
Articulo 8.°
«No delinquen, y por consiguiente están exentos de responsabilidad criminal:
»1.° El imbécil y el loco, á no ser que éste haya obrado en
un intervalo de razón.
»Cuando el imbécil ó el loco hubiere ejecutado u n hecho
que la ley calificare de delito grave, el tribunal decretará su
reclusión en uno de los hospitales destinados á los enfermos
de aquella clase, del cual no podrá salir sin prévia autorización del mismo tribunal.
»Si la ley calificare de delito mónos grave el hecho ejecutado por el imbécil ó el loco, el tribunal, según las circunstancias del hecho, practicará lo dispuesto en el párrafo anterior, ó entregará al imbécil ó loco á su familia, si ésta diese
suficiente fianza de custodia.
»2.° El menor de nueve años.
»3.° El mayor de nueve años y menor de quince, á no
ser que haya obrado con discernimiento.
»E1 tribunal hará declaración expresa sobre este punto
para imponerle pena, ó declararlo irresponsable.
DEL
GÓDIHO P U Ñ A L
19
»Cuando el menor sea declarado irresponsable, en conformidad con lo que se establece en este número y en el que
precede, será entregado á su familia con encargo de vigilarlo y educarlo. A falta de persona que se encargue de su vigilancia y educación, será llevado á un establecimiento de beneficencia destinado á la educación de huérfanos y desamparados, de donde no saldrá sino al tiempo y con las condiciones prescritas para los acogidos.
»4.° El que obra en defensa de su persona ó derechos,
siempre que concurran las circunstancias siguientes:
«Primera. Agresión ilegítima.
«Segunda. Necesidad racional del medio empleado para
impedirla ó repelerla.
«Tercera. Falta de provocacion suficiente por parte del
que se defiende.
»5.° El que obra en defensa de la persona ó derechos de
su cónyuge, sus ascendientes, descendientes ó hermanos legítimos, naturales ó adoptivos, de sus afines en los mismos
grados, y de sus consanguíneos hasta el cuarto civil, siempre
que concurran la primera y segunda circunstancias prescritas en el número anterior, y la de que, en caso de haber precedido provocacion de parte del acometido, no hubiere tenido participación en ella el defensor.
»6.° El que obra en defensa de la persona ó derechos de
un extraño, siempre que concurran la primera y la segunda
circunstancias prescritas en el núm. 4.o, y la de que el defensor no sea impulsado por venganza, resentimiento ú otro
motivo ilegítimo.
i)7.° El que para evitar un mal ejecuta un hecho que produzca daño en la propiedad ajena, siempre que concurran las
circunstancias siguientes:
«Primera. Realidad del mal que se trata de evitar.
«Segunda. Que sea mayor que el causado para evitarlo.
«Tercera. Que no haya otro medio practicable y ménos
perjudicial para impedirlo.
»8.° El que en ocasion de ejecutar un acto lícito con la
debida diligencia, causa un mal por mero accidente, sin culpa ni intención de causarlo,
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
»9.° El que obra violentado por una fuerza irresistible.
»10. El que obra impulsado por miedo insuperable de un
mal igual ó mayor.
»11. El que obra en cumplimiento de un deber ó en el
ejercicio legítimo de un derecho, oficio ó cargo.
»12. El que obra en virtud de obediencia debida.
»13. El que incurre en alguna omision, hallándose impedido por causa legítima ó insuperable.»
COMENTARIO.
Es tan filosófico cuanto se dice y comprende en esos diez párrafos
de este artículo, que todo ha servido de texto á una disposición idéntica en cuantos 1 Códigos se han publicado en el presente siglo. Con gusto
analizaríamos cada una de esas disposiciones; pero teniendo á la vista
el objeto de nuestra obra y los límites que nos hemos impuesto á nuestro trabajo, nos permitimos únicamente recomendar al lector el estudio
de la obra principal desde el folio 128 al 486 del tomo primero, añadiendo únicamente algunas indicaciones sobre lo poco que se ha suprimido
ó variado.
Este capítulo reducido á un artículo, es interesante por más de u n
concepto; y a u n q u e al parécer está copiado del antiguo Código, contiene dos novedades, una que merece nuestra plena aprobación; y otra
que en nuestro sentir pondrá no pocas veces en gran conflicto á los t r i bunales. La primera se refiere al párrafo 3.° que habla de los menores.
En-el antiguo Código no se decia qué habian de hacer los tribunales con
estos desgraciados, á quienes no se podia imponer pena. La nueva ley
ha previsto esta dificultad, mandando que Ios-menores delincuentes se
entreguen á sus familias con el cargo de vigilarlos y educarlos, y cuando estuvieran solos en el mundo, se lleven á los establecimientos de
beneficencia para que allí se les eduque y enseñe oficio.
La segunda reforma está reducida á u n a simple palabra, y sin e m bargo es de la mayor trascendencia. Se habla del imbécil, y se le exime
de responsabilidad. ¿Quién es imbécil, ateniéndonos al Diccionario de la
lengua, y más aún al lenguaje común? La antigua comision de Códigos
tuvo buen cuidado de no usar de esta voz, tan expuesta á interpretación
y equivocaciones graves. Si el imbécil es el privado completamente de
todas las facultades mentales, mejor era haber dejado el texto del antiguo Código como estaba, comprendiendo al loco ó demente, porque áun
á éste le castiga cuando comete delitos en los intervalos de razón.
La materia que nos ocupa es tan resbaladiza y expuesta á errores,
1>EL CÓDIGO P E t f A L
21
que es forzoso dejar mucho al arbitrio judicial; pero procurando al propio tiempo que la ley contenga preceptos claros y terminantes. En varias de nuestras leyes civiles se habla del desmemoriado, en el sentido de
estar demente. Aun esta misma palabra presta armas de buen temple á
un abogado de talento. Si la ciencia fisiológica no ha dicho su última palabra sobre la demencia; si el gran Esquirol, que visitó cuarenta años á
los locos de Charenton; si Pinel y Waswientein y otros célebres m é d i cos, cuyas profundas obras hemos tenido que estudiar para pleitos y
causas de locuras, no han fijado bien cuándo el demente tiene perdida
completamente su razón, calcúlese si la palabrilla imbécil prestará a r mas á u n diestro defensor para sacar indemne á su cliente. ¿Qué hombre, por gran talento que tenga, no padece dolores morales que adormecen su entendimiento? Aliquando bonnus dormitat Homerus.
El criminal, por más avezado que esté al vicio, necesita aturdir su
espíritu para dedicarse á proyectar y ejecutar el delito. Admítasele la
excusa de su imbecilidad, y ningún juez podrá condenarle. Aconsejamos
á los Tribunales, ínterin se reforma esta palabra imprudente, que la interpreten de la manera m á s estricta, porque de otro modo, pocas, muy
pocas veces, podrán castigar los delitos con las penas de la ley.
CAPÍTULO III.
DE LAS CIBCUNSTANCIAS
QUE ATENÚAN LA RESPONSABILIDAD
CRIMINAL.
Artículo 9.°
«Son circunstancias atenuantes:
»l. a Las expresadas en el capítulo anterior, cuando no
concurrieron todos los requisitos necesarios para eximir de
responsabilidad en sus respectivos casos.
»2.a La de ser el culpable menor de diez y ocho años.
»3.a La de no haber tenido el delincuente intención de
causar un mal de tanta gravedad como el que produjo.
»4.a L a de haber precedido inmediatamente provocacion
ó amenaza adecuada de parte del ofendido.
»5.a La de haber ejecutado el hecho en vindicación próxima de una ofensa grave, causada al autor del delito, su
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
cónyuge, sus ascendientes, descendientes, hermanos legítimos, naturales ó adoptivos, ó afines en los mismos grados.
»6.a La de ejecutar el hecho en estado de embriaguez,
cuando esta no fuere habitual ó posterior al proyecto de cometer el delito.
»Los tribunales resolverán, con vista de las circunstancias de las personas y de los hechos, cuándo haya de considerarse habitual la embriaguez.
»7.a La de obrar por estímulos tan poderosos que naturalmente hayan producido arrebato y obcecación.
»8.a Y últimamente, cualquiera otra circunstancia de
igual entidad y análoga á las anteriores.»
COMENTARIO.
Guando en el Código se sientan principios generales, se incurre en
nuestro concepto en u n e r r o r , y e s descenderá establecer muchas reglas,
que nunca serán bastantes para comprender todos los casos. De aquí
proviene que el Código sea difuso, y á medida que se reforma, se haga
más complicado. La demostración de esta verdad se encuentra en lo que
se trata en este capítulo. Despues de hablar mucho de las circunstancias que disminuyen la responsabilidad, se acude al criterio judicial.
Están casi copiadas las excepciones atenuantes que comprendía el a n tiguo Código. Unicamente en el nuevo se amplían las facultades de los
tribunales para que juzguen cuándo debe considerarse habitual la embriaguez, y cuándo el criminal haya procedido con gran arrebato y obcecado n. Entusiastas nosotros por el jurado de la toga, naturalmente hemos de aplaudir todo lo que sea ensanchar las atribuciones de la magistratura, hasta cierto punto, porque en rarísimo caso se excederá. No hablamos por pasión. En nuestros juveniles años, en que defendimos m u chos reos de muerte, y cuando no habia Código penpl, y todo dependía
del arbitrio del juez, pocas veces tuvimos que censurar, aunque nos
fueran desfavorables, las sentencias que se dieron enlosprocesos en que
entendimos. Aunque incurramos en la nota de difusos y repetidores, no
cesaremos de encomiar la necesidad de ensanchar todo lo posible el poderío judicial en lo que se refiera á la clasificación de las circunstancias
agravantes y atenuantes y hasta á la verdadera responsabilidad del reo.
No olvidaremos nunca la consulta que nos hizo un dignísimo y sabio
juez á poco de publicado el Código. Se trataba de embriaguez y de ofensas recibidas y de provocaciones hechas. Aquel magistrado creiaen conciencia que el procesado no merecía más que una pena leve, y sin e m -
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D E L CÓDIGO
PENAL
bargo, sus compañeros le impusieron cadena perpetua por homicidio.
El penado murió á poco, y nuestro amigo dejó de vestirla toga reconociendo que sus compañeros habían respetado el Código más inflexible
que hoy respecto al arbitrio judicial.
Conveniente es una buena legislación penal; pero más necesario que
haya tribunales bien constituidos que tengan ancha base en que moverse. (Pacheco, folio 181 al 212.)
CAPÍTULO IV.
DR LAS CIRCUNSTANCIAS QUE AGRAVAN LA RESPONSABILIDAD
CRIMINAL.
Artículo 10.
«Son circunstancias agravantes:
»l. a Ser el agraviado cónyuge ó ascendiente, descendiente, hermano legítimo, natural ó adoptivo, ó afín en los miamos grados del ofensor.
»Esta circunstancia la tomarán en consideración ios tribunales para apreciarla como agravante ó atenuante, según
la naturaleza y los efectos del delito.
»2.a Efectuar el hecho con alevosía.
»Hay alevosía cuando el culpable comete cualquiera de
los delitos contra las personas empleando medios, modos ó
formas en la ejecución que tiendan directa y especialmente á
asegurarla, sin riesgo para su persona que proceda de la defensa que pudiera hacer el ofendido.
»3.a Cometer el delito mediante precio, recompensa ó
promesa.
»4.a Ejecutarlo por medio de inundación, incendio, veneno, explosion, varamiento de nave ó avería causada de propósito, descarrilamiento de locomotora ó del uso de otro artificio ocasionado á grandes 'estragos.
»5.a Realizar el delito por medio de la imprenta, litografía, fotografía ú otro medio análogo que facilite la publicidad.
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
»Esta circunstancia la tomarán en consideración los tribunales para apreciarla como agravante ó atenuante según
la naturaleza y los efectos del delito.
¡>6.a Aumentar deliberadamente el mal del delito, causando otros males innecesarios para su ejecución.
»7.a Obrar con premeditación conocida.
»8.a Emplear astucia, fraude ó disfraz.
»9.a Abusar de superioridad, ó emplear medio que debilite la defensa.
»10 Obrar con abuso de confianza.
»11. Prevalerse del carácter público que tenga el culpable.
»12. Emplear medios ó hacer que concurran circunstancias que añadan la ignominia á los efectos propios del
hecho.
»13. Cometer el delito con ocasion de incendio, naufragio ú otra calamidad ó desgracia.
»14. Ejecutarlo con auxilio de gente armada ó de personas que aseguren ó proporcionen la impunidad.
»15. Ejecutarlo de noche ó en despoblado.
»Esta circunstancia la tomarán en consideración los tribunales según la naturaleza y accidentes del delito.
»16. Ejecutarlo en desprecio ó con ofensa de la autoridad
pública.
»17. Haber sido castigado el culpable anteriormente por
delito á que la ley señale igual ó mayor pena, ó por dos ó
más delitos á que aquella señale pena menor.
»Esta circunstancia la tomarán en consideración los tribunales, según las circunstancias del delincuente y la naturaleza y los efectos del delito.
»18. Ser reincidente.
»Hay reincidencia cuando al ser juzgado el culpable por
un delito, estuviere ejecutoriamente condenado por otro comprendido en el mismo título de este Código.
»19. Cometer el delito en lugar sagrado, en los palacios
de las Córtes ó del Jefe del Estado ó en la presencia de éste,
ó donde la autoridad pública se halle ejerciendo sus funciones.
D E L CÓDIGO
PENAL
15
»20. Ejecutar el hecho con ofensa ó desprecio del respeto
que por la dignidad, edad ó sexo mereciere el ofendido, ó en
su morada, cuando no haya provocado el suceso.
»21. Ejecutarlo con escalamiento.
»Hay escalamiento cuando se entra por una vía que no
sea la destinada al efecto.
»22. Ejecutarlo con rompimiento de pared, techo ó pavimento, ó con fractura de puertas ó ventanas.
»23. Ser vago el culpable.
»Se entiende por vago el que no posee bienes ó rentas, ni
ejerce habitualmente profesion, arte ú oficio, ni tiene empleo,
destino, industria, ocupacion lícita ó algún otro medio legítimo y conocido de subsistencia, por más que sea casado y
con domicilio fijo.»
COMENTARIO.
Cuanto hemos dicho anteriormente tiene una aplicación inmediata
al presente artículo.
En esa extensa escala de circunstancias agravantes hay bastantes
diferencias entre uno y otro Código, añadiéndose en el nuevo muchos
casos y suprimiéndose algunos. En el primitivo Código se suponía que
era digno de llamar la atención cometer un delito como medio de perpetrar otro. Si aquella acciwjilegal tiene su penalidad por el hecho en
sí, ¿cómo se ha de mirar y tenerse este hecho por circunstancia agravante, cuando ese segundo delito no se ha cometido? Está perfectamente
suprimido el caso undécimo del anterior Código.
. No somos de la misma opinion al hablar de la circunstancia vigésimasegunda, que trataba del uso de armas prohibidas y que se ha borrado enteramente de la nueva ley.
Es curiosísima la historia de nuestra legislación en cuanto al uso de
armas. En ciertas épocas no las podian llevar más que las personas de
distinción, el caballero de capa y espada. En otras, en tiempo de r e vueltas y trastornos, desde el último ciudadano hasta los revestidos de
órdenes sagradas, contaban con u n fiel compañero para defenderse y
acometer. En otras, finalmente, se dieron bandos y leyes draconianas
contra el simple uso de instrumentos de oficios con los que se pudiera
ofender. Los estudiosos pueden consultar las leyes recopiladas y los m u chos bandos, órdenes y decretos dados en el largo reinado de Fernando VII.
2(5
APÉXmCK
Á I.OS
CÓMKXTARIÜS
En una sociedad bien organizada y en una ley penal filosófica hay
que rechazar todos esos extremos, reglamentando el uso de armas, y
así lo hacia el antiguo Código, sin encontrar la razón por qué el nuevo
ha suprimido la regla 22 de este artículo, más necesario hoy que nunca
para poner correctivo al ilegal uso de armas, que tan desastrosos resultados está dando en los campos y en las ciudades.
Quizá los autores de la reforma sostendrán que esta materia pertenece á las disposiciones de policía, y que el Código penal no debe ocuparse de esta reglamentación. Por lo mismo estaba en su lugar la circunstancia agravante de uso de armas prohibidas, y preciso es prohibir
á nuestro pueblo que use navajas foíinidables, que solo sirven para m a tar, y que también se ponga coto á que el último jornalero, y aun el
más encopetado señor, tengan trabucos que se parecen á cañones de á
cuatro. La sociedad en que necesite cada individuo llevar una garantía
para defender su persona ó sus intereses, está perdida; y si no próxima
á su disolución, en una decadencia espantosa, porque se acerca á la barbarie, denotando que el poder público no tiene elementos para garantir y defender los derechos d e cada ciudadano.
Y este abuso es el primer síntoma, ó de la anarquía, ó de un feroz
despotismo. La m u c h e d u m b r e se creyó autorizada en el año de 23 para
usar de armas de todo género y con ellas perseguir á los partidarios del
sistema constitucional. En todas nuestras desgraciadas convulsiones,
desde el año 35 hasta el dia, el primer indicio triste de desgobierno es
el abuso de armas por el pueblo bajo. En una ley permanente, y en la
que no deben entrar para nada las pasiones políticas, tiene que ser
siempre circunstancia agravante el uso de armas, esté ó no esté permitido llevarlas por los reglamentos de policía.
Pero si hemos censurado la supresión de esa circunstancia, aprobamos las varias ampliaciones que se lian incluido en el nuevo Código, ya
explicando, v. gr., cuándo hay verdadero escalamiento, cuándo reincidencia, y marcando que el no tener oficio y ser vago de profesion, es
circunstancia agravante en la eomision de los delitos.
Sin d u d a alguna los redactores del antiguo Código dirán, y no sin
fundamento, que esos casos y otros muchísimos estaban comprendidos
en su regla 23, q u e decia: «y últimamente, cualquiera otra circunstancia de igual entidad y análoga á las anteriores.» En verdad que los casos pueden ser infinitos como las acciones humanas. Robar y maltratar á
la persona de quien sehan recibido inmensos beneficios ¿no será una circunstancia agravante? Causar u n daño al hombre virtuoso, ó á la m u j e r
inofensiva, al protector de la desgracia, ¿no será también una circunstancia agravante para aumentar la penalidad? Si alguno de estos casos
está comprendido en esas reglas, otros muchos solo podrán ser estimados por los mismos tribunales, que no nos cansaremos de repetir deben
estar autorizados p a r a aplicar u n criterio racional y p r u d e n t e al administrar justicia. Después léase desde el folio 212 hasta el 254 del to^
mo I de Pacheco.
15
DEL
CÓDIGO
PENAL
TÍTULO II.
DE LAS PERSONAS RESPONSABLES DE LOS DELITOS Y PALTAS.
CAPÍTULO I.
DE LAS P E R S O N A S RESPONSABLES
DE LOS D E L I T O S
CBIMINALMENTE
Y FALTAS.
Articulo 11.
«Son responsables criminalmente de los delitos:
»l.o Los autores.
»2.° Los cómplices.
»3.° Los encubridores.
»Son responsables criminalmente de las faltas:
»1.° Los autores.
»2.° Los cómplices.»
COMENTARIO.
La reforma q u e se e n c u e n t r a en este artículo es h a b e r s u p r i m i d o la
responsabilidad de los encubridores de las faltas. Hay talento práctico en
esta supresión. Si la ley no puede ser indiferente á los actos que, sin ser
delitos, merecen c e n s u r a , no debe ser severa tampoco para los q u e por
debilidad, cariño y .muchas veces buen corazon, protegen á los que, sin
ser v e r d a d e r a m e n t e criminales, se han extraviado. Basta penar á los
autores y cómplices de las faltas, sin b u s c a r t e r c e r o s responsables. Cuando nos ocupemos de los actos que, a u n q u e reprensibles, no merecen
más que una pequeña corrección, d e m o s t r a r e m o s q u e el Código debia
no decir nada sobre esto, ó ser por lo menos m u y lacónico, d e j a n d o á
<16
APÉNDICE
Á
LOS
COMENTARIOS
reglamentos de policía la corrección de las faltas. (Pacheco, folio 254 á
257 del tomo I.)
Articulo 12.
«Se exceptúan de lo dispuesto en el artículo anterior los
delitos y faltas que se cometan por medio de la imprenta,
grabado ú otro medio mecánico de publicación. De dichos
delitos responderán sólo los autores.»
COMENTARIO.
Este artículo, como otros muchos referentes á la imprenta, forman
u n sistema general, que no se comprendía en el viejo Código, y que
dará lugar á extensos comentarios cuando nos ocupemos de los delitos
de la prensa. (Pacheco, folio 257 al 263 del tomo I.)
Articulo 13.
«Se consideran autores:
»1.° Los que toman parte directa en la ejecución delhecho.
»2.° Los que fuerzan ó inducen directamente á otros á
ejecutarlo.
»3.° Los que cooperan á la ejecución del hecho por un
acto sin el cual no se hubiera efectuado.»
COMENTARIO.
Este artículo está exactamente copiado del antiguo Código y lleva el
número 12. Nos limitamos por lo tanto á recomendarla lectura del Comentario de Pacheco á dicho artículo, folio 203 al 239 del tomo I.
15
D E L CÓDIGO
PENAL
Articulo 14.
«Sin embargo de lo dispuesto en el artículo anterior, solamente se reputarán autores de los delitos mencionados en
el art. 12 los que realmente lo hayan sido del escrito ó estampa publicados. Si estos no fueren conocidos y no estuvieren domiciliados en España ó estuvieren exentos de responsabilidad criminal con arreglo al art. 8.° de este Código,
se reputarán autores los directores de la publicación que tampoco se hallen en ninguno de los tres casos mencionados. E n
defecto de éstos, se reputarán autores los editores también conocidos y domiciliados en España y no exentos de responsabilidad criminal según el artículo anteriormente citado, y
en defecto de estos, los impresores.
»Se entiende por impresores para el efecto de este articul ó l o s directores ó jefes del establecimiento en que se hayan
impreso, grabado ó publicado por cualquiera otro medio, el
escrito ó estampa criminal.»
COMENTARIO.
La estructura del Código exige, que considerando al delito cometido por medio de la imprenta, como común, se hable aquí de los autores de dichos delitos y se hagan distintas calificaciones; pero como nos
hemos propuesto tratar independientemente de este interesante asunto
con total separación, allí diremos todo lo que se nos ocurra sobre esta
primera traba puesta á la prensa. Véase sin embargo á Pacheco folio 269
al 276 del tomo I.
Artículo 15.
«Son cómplices los que no hallándose comprendidos en
el art. 13, cooperan á la ejecución del hecho por actos anteriores ó simultáneos.»
30
APÉNDICE
Á LOS
CO.1IF5NTAKI0S
Articulo 16.
«Son encubridores los que, con conocimiento de la perpetración del delito, sin haber tenido participación en él,
como autores ni cómplices, intervienen con posterioridad á
su ejecución de alguno de los modos siguientes:
»1.° Aprovechándose por sí mismos ó auxiliando á los
delincuentes para que se aprovechen de los efectos del delito.
»2.° Ocultando ó inutilizando el cuerpo, los efectos ó los
instrumentos del delito para impedir su descubrimiento.
»3.° Albergando, ocultando ó proporcionando la fuga al
culpable, siempre que concurra alguna de las circunstancias
siguientes:
»Primera. La de intervenir abuso de funciones públicas
de parte del encubridor.
»Segunda. La de ser el delincuente reo de traición, regicidio, parricidio, asesinato, ó reo conocidamente habitual de
otro delito.
»4.° Denegando el cabeza de familia á la autoridad judicial el permiso para entrar de noche en su domicilio á fin de
aprehender al delincuente que se hallara en él.»
Artículo 17.
«Están exentos de las penas impuestas á los encubridores los que lo sean de sus cónyuges, de sus ascendientes, descendientes, hermanos legítimos, naturales y adoptivos ó afines en los mismos grados, con solo la excepción de los encubridores que se hallaren comprendidos en el núm. l.° del
artículo anterior.»
COMENTARIO.
Estos tres artículos están trasladados del antiguo Código y llevan
los números 13 y <14, habiendo aumentado únicamente el delito de
traición en la circunstancia segunda.
DEL CÓDIGO PENAL
15
Por primera vez se habla en el Código de los derechos individuales,
calificando como cómplice al padre de familia que no permitiese á la
autoridad entrar en su domicilio á buscar á un delincuente.
Como esta es una de las esencialísimas reformas del Código, dejamos su examen para cuando hayamos de tratar extensamente la cuestión de los derechos individuales. Sobre la teoría general no hay más
que bajar la cabeza á las sublimes concepciones de Pacheco, que desde
el folio 263 al 275 del primer tomo explana cuanto puede decirse sobre
esta materia.
CAPÍTULO II.
DE LAS P E B S O N A S R E S P O N S A B L E S C I V I L M E N T E DE LOS D E L I T O S Y F A L T A S .
Artículo 18.
«Toda persona responsable criminalmente de un delito ó
falta, lo es también civilmente.»
Artículo 19.
«La exención de responsabilidad criminal declarada en los
números 1.°, 2.o, 3.°, 7.° y 10 del art. 8.° no comprende la
de la responsabilidad civil, la cual se hará efectiva con sujeción á las reglas siguientes:
«Primera. E n los casos l.o, 2.° y 3.° son responsables civilmente por los hechos que ejecutare el loco ó imbécil y el
menor de nueve años, ó el mayor de esta edad y menor de
quince que no haya obrado con discernimiento, los que los
tengan bajo su potestad ó guarda legal, á no hacer constar
que no hubo por su parte culpa ni negligencia.
»No habiendo persona que los tenga bajo su potestad ó
guarda legal, ó siendo aquella insolvente, responderán con
sus bienes los mismos locos imbéciles ó menores, salvo el beneficio de competencia en la forma que establece la ley civil.
<16
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
«Segunda. E n el caso del núm. 7.° son responsables civilmente las personas en cuyo favor se haya precavido el mal
á proporcion del beneficio que hubieren reportado.
»Los tribunales señalarán, según su prudente arbitrio, la
cuota proporcional de que cada interesado deba responder.
»Cuandono sean equitativamente asignables, ni áun por
aproximación, las cuotas respectivas, ó cuando la responsabilidad se extienda al estado ó á la mayor parte de una población, y en todo caso, siempre que el daño se hubiere causado con el asentimiento de la autoridad ó de sus agentes, se
hará la indemnización en la forma que establezcan las leyes
ó reglamentos especiales.
»Tercera. E n el caso del núm. 10 responderán principalmente los que hubiesen causado el miedo, y subsidiariamente y en defecto de ellos, los que hubiesen ejecutado el hecho,
salvo respecto á estos últimos el beneficio de competencia.»
Artículo 20.
«Son también responsables civilmente, en defecto de los
que lo sean criminalmente, los posaderos, taberneros y cualesquiera personas ó empresas, por los delitos que se cometieren en los establecimientos que dirijan, siempre que por su
parte ó la de sus dependientes haya intervenido infracción de
los reglamentos generales ó especiales de policía.
»Son ademas responsables subsidiariamente los posaderos
de la restitución de los efectos robados ó hurtados dentro de
sus casas á los que se hospedaren en ellas, ó de su indemnización, siempre que éstos hubiesen dado anticipadamente conocimiento al mismo posadero, ó al que lo sustituya en el cargo, del depósito de aquellos efectos en la hospedería, y además hubiesen observado las prevenciones que los dichos posaderos ó sus sustitutos les hubiesen hecho sobre cuidado y
vigilancia de los efectos. No tendrá lugar la responsabilidad
en caso de robo con violencia ó intimidación en las personas,
á no ser ejecutado por los dependientes del posadero.»
15
DEL CÓDIGO P E N A L
Articulo 21.
«La responsabilidad subsidiaria que se establece en el
artículo anterior, será también extensiva á los amos, maestros, personas y empresas dedicadas á cualquier género de
industria, por los delitos ó faltas en que hubieren incurrido
sus criados, discípulos, oficiales, aprendices ó dependientes
en el desempeño de sus obligaciones ó servicios.»
COMENTARIO.
Todos los artículos de este capítulo corresponden á los 15, 16, 17
y 18 del primitivo Código, con pequeñas variaciones en el lenguaje, y
únicamente comprendiendo entre los incapaces á los imbéciles, que se
les equiparan, más que á los locos, á los menores. Ya hemos dicho en
otro paraje todo lo que nos ocurre sobre la imbecilidad y los peligros
de que los tribunales de justicia hayan de entrar en el exámen de la
más ó menos capacidad de los delincuentes hasta para eximirlos de
responsabilidad criminal. Muy partidarios de las atribuciones del juez,
pero no tanto que su solo criterio sirva para calificar la delincuencia.
Pacheco consagra diez y seis páginas, desde la 276 hasta la 292 de
su tomo I, á explicar la buena doctrina de esos cuatro artículos, y sin
duda los reformadores han tenido presentes sus advertencias para d a r
distinto giro á varios de los preceptos en ellos contenidos. La materia
es tan amena, que cualquier persona de buen entendimiento puede sacar consecuencias luminosas sobre la responsabilidad de los criminales
para resarcir todos los daños que causen, y cuya condena se extienda
también á los que sin intención los produjeren, porque entre el ofensor
y el ofendido la situación de éste es mucho más favorable á los ojos de
la ley. No hay pueblo en el mundo donde no se conceda esta indemnización, y en nuestros Códigos antiguos se encuentran m u c h a s disposiciones que así lo ordenan.
APÉNDICE
3
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
TÍTULO
III.
DE LAS PENAS.
CAPÍTULO I.
DE L A S P E N A S E N
GENERAL.
Artículo 22.
«No será castigado ningún delito ni falta con pena que no
se halle establecida por la ley anterior á su perpetración.»
Artículo 23.
«Las leyes penales tienen efecto retroactivo en cuanto
favorezcan al reo de un delito ó falta, aunque al publicarse
aquéllas hubiere recaido sentencia firme, y el condenado estuviere cumpliendo la condena.»
Articulo 24.
«El perdón de la parte ofendida no extingue la acción
penal. Esto no se entiende respecto á los delitos que no pueden ser perseguidos sin previa der .rncia ó consentimiento
del agraviado.
»La responsabilidad civil, en cuanto al interés del condonante, se extingue por su renuncia expresa.»
Articulo 25.
«No se reputarán penas:
»l.o La detención y la prisión preventiva de los procesados.
D E L CÓDIGO
PENAL
15
»2.° La suspensión de empleo ó cargo público acordada
durante el proceso ó para instruirlo.
»3.° Las multas y demás correcciones que en uso de las
atribuciones gubernativas ó disciplinarias impongan los superiores á sus subordinados ó administrados.
»4.° Las privaciones de derechos y las reparaciones que
en forma penal establezcan las leyes civiles.»
COMENTARIO.
Al hacer nuestro primer estudio sobre la reforma, recibíamos una
impresión grata cuando encontrábamos una perfecta similitud entre la
antigua ley y la moderna. También nos era satisfactorio hallar razón
suficiente para aquellas reformas que la experiencia hubiese aconsejado, y más aún, si era suprimiendo algún párrafo ó disminuyendo las
penas. En esto coincidimos como en la mayor parte de la doctrina, con
lo que asienta Pacheco desde la página 292 hasta la 302 del tomo I, y
sólo nos vamos á permitir alguna ligera observación.
Gomo se ha indicado en este capítulo, no se encuentra variación alguna notable cou lo que se dice en el antiguo Código y los artículos que
se registran con los números 19, 20, 21 y 22. Pero no concluía aquí dicho capítulo, sino que había otro en que se decia: «La ley no reconoce
pena alguna infamante.» La reforma calla y nada dice. ¿Son ó no son
infamantes el presidio mayor, la cadena, la reclusión ó la muerte? ¡Ojalá no lo fueran, y celebramos que el nuevo Código haya suprimido esa
manifestación que contrariaba la verdad amarga de que el que lleva u n
grillete, no solo queda manchado, sino que imprime una nota indeleble
en sus hijos! La sociedad, y no el legislador, es quien ha de hacer estas
calificaciones. Filosófico es que la ley no castigue á seres inocentes por
los extravíos y excesos de sus padres y allegados; y que sea capaz y apto para ejercer las funciones más altas el desventurado que nació en
una cuna mecida con las lágrimas de una madre desdichada. Este d e recho lo tiene hasta el hijo del criminal, por la Constitución del Estado,
en donde se borraron todas las desigualdades. Por esta causa no hay
necesidad que el Código penal sancione lo que está sancionado en la
ley constitutiva, dejando que la opinion pública sea el verdadero juez
de los merecimientos del infeliz que debió el sór á u n hombre criminal.
Nos gusta por consecuencia el silencio que guarda el nuevo Código
sobre esta materia delicada.
<16
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
CAPITULO II.
DE LA CLASIFICACION DE LAS
PENAS.
Articulo 26.
«Las penas que pueden imponerse con arreglo á este Código y sus diferentes clases, son las que comprende la siguiente
ESCALA GENERAL.
Penas
aflictivas.
«Muerte.
«Cadena perpétua.
«Reclusión perpétua.
«Relegación perpétua.
«Extrañamiento perpétuo.
«Cadena temporal.
«Reclusión temporal.
«Relegación temporal.
«Extrañamiento temporal.
«Presidio mayor.
«Prisión mayor.
«Confinamiento.
«Inhabilitación absoluta perpétua.
«Inhabilitación absoluta temporal.
, . , .,., .
.,
I Para cargo público,
»lnhabihtacion especial perpetua. 1 ,
,
,
„
i derecho de sufragio
. ,.
, 1 activo y pasivo, r pro»Inhabilitación especial
temporal, f „ .
, ' .
r
lesión ú oficio.
Penas
correccionales.
«Presidio correccional.
«Prisión correccional.
«Destierro.
15
DEL
CÓDIGO
PENAL
»Reprensión pública.
j Suspensión de cargo público, derecho de sufragio activo y pasivo, profesion ú oficio.
«Arresto mayor.
Penas leves.
> Arresto menor.
«Reprensión privada.
Penas comunes á las tres clases anteriores.
»Multa.
«Caución.
Penas accesorias.
^Degradación.
«Interdicción civil.
«Pérdida ó comiso de los instrumentos y efectos del delito.
«Pago de costas.»
COMENTARIO.
N a t u r a l m e n t e hemos d e ser consecuentes con n u e s t r a s opiniones. Si
desde edad t e m p r a n a profesamos la doctrina de que los Códigos deben
ser sencillos y claros, nos h a d e repugnar un g r a n eapitulode penas, que
m u c h a s de ellas creemos innecesarias, y por eso aplaudimos q u e se h a y a n quitado algunas.
En la escala general y penas aflictivas se suprimen en el nuevo Código las d e presidio menor y confinamiento m e n o r , y sujeción á la v i gilancia d e la a u t o r i d a d . La experiencia de bastantes añbs y la falta de
establecimientos d e corrección, h a n demostrado la i n u t i l i d a d de estos
castigos, con tanta m á s razón cuanto al aplicar prácticamente las reglas
y la d u r a c i ó n de las p e n a s , se ha visto que no eran necesarias t a n t a s
clasificaciones. Aún h u b i é r a m o s suprimido nosotros algunas de ellas,
por más que los célebres tratadistas hayan creido conveniente que existan, v. gr., la relegación perpétua V el e x t r a ñ a m i e n t o p e r p é t u o . Mas no
nos m e t a m o s en mies ajena, y estudie el l e c t o r i o que Pacheco dice somb r e la escala general de las penas aflictivas desde el folio 307 al 320 del
tomo I.
Entra'eD n u e s t r a jurisdicción hablar de la pena accesoria de argolla
40
A P É N D I C E Á I.OS COMENTA R I O S
que ya se habia suprimido, y por consecuencia no se incluye en el n u e vo Código con mucha razón y justicia. Para tratar de esta pena, exótica
en España, nos permitiremos usar de la frase más feliz que hemos oido
en el foro, y que la pronunció el mismo Pacheco defendiendo á un reo,
contra quien se pedía la pena de argolla. Habló con su elocuencia acost u m b r a d a de lo terrible de la pena de cadena perpétua, y pintando luego los sufrimientos de acompañar y presenciar la ejecución del reo
principal, añadia: y despues no morir.
No es fácil la descripción de lo que pasó al inmenso auditorio y á
los mismos respetables magistrados que oian aquella defensa. Privilegio exclusivo de los grandes talentos es pintar con una sola frase el inmenso infortunio del desgraciado que tiene que sufrir la pena de argolla. Desde aquel dia quedó muerto ese castigo bárbaro, cien veces peor
que la misma muerte, y en efecto, no tenemos noticia que se haya aplicado en ningún caso, y por lo tanto, está perfectamente hecha la s u presión.
Articulo 27.
«La multa, cuando se impusiere como pena principal, se
reputará aflictiva si excediere de 2.500 pesetas; correccional
si no excediere de 2.500 y no bajare de 125, y leve si no llegare á 125 pesetas.»
COMENTARIO.
De nada d e esto hablaba el antiguo Código, y no alcanzamos los r e sultados prácticos que ha de producir esta adición. Partidarios en algún caso de las penas pecuniarias, porque varias imprudencias y excesos deben reprimirse castigando la fortuna del individuo, nunca puede
establecerse completa igualdad siendo tan distinta como es la posición
del rico y del pobre.
Podrá suceder que haya la misma injusticia en la aplicación de las
penas aflictivas, porque el hombre desalmado oye con indiferencia su
condenación á seis años de presidio, al paso que unos cuantos dias de
cárcel conducen tal vez al sepulcro al hombre de vergüenza. Pero ya
que el resultado de las penas no pueda ser idéntico, no vengamos á clasificar de pena aflictiva la mayor ó menor pena pecuniaria, cuando en
muchas ocasiones una cantidad pequeña puede s e r l a ruina de una familia, y una cantidad grande, no solo no sea aflictiva su exacción para
D E L CÓDIGO P E N A L
15
el reo, sino hasta satisfactoria, como podríamos citar m á s de u n caso
práctico de lo que h a acontecido, no solo en España sino en el e x t r a n jero.
Articulo 28.
«Las penas de inhabilitación y suspensión para cargos
públicos y derecho de sufragio son accesorias en los casos en
que, no imponiéndolas especialmente la ley, declara que
otras penas las llevan consigo.
»Las costas procesales se entienden impuestas por la ley
á los criminalmente responsables de todo delito ó falta.»
COMENTARIO.
Este artículo es el 25 del antiguo Código, s u p r i m i e n d o algunas palab r a s y variando o t r a s . Como está perfectamente claro y comentado por
Pacheco, nada podemos a ñ a d i r .
CAPÍTULO III.
DE LA DURACION Y E F E C T O S DE LA P E N A .
SECCION PRIMERA.
Duración <ie las penas.
Artículo 29.
«Los condenados á las penas de cadena, reclusión y relegación perpetuas y á la de extrañamiento perpétuo, serán
indultados á los treinta años de cumplimiento déla condena,
á no ser que por su conducta ó por otras circunstancias graves no fuesen dignos del indulto, á juicio del Gobierno.
»Las penas de cadena, reclusión, relegación y extraña-
40
APÉNDICE
Á I.OS COMENTA R I O S
miento temporales, durarán de doce años y un dia á veinte
años.
»Las de presidio y prisión mayores y la de confinamiento, durarán de seis años y un dia á doce años.
»Las de inhabilitación absoluta é inhabilitación especial
temporales, durarán de seis años y un dia á doce años.
»Las de presidio y prisión correccionales y destierro, durarán de seis meses y un dia á seis años.
»La de suspensión, durará de un mes y un dia á seis años.
»La de arresto mayor, durará de un mes y un dia á seis
meses.
»La de arresto menor, durará de uno á treinta dias.
»La de caución, durará el tiempo que determinen los tribunales. »
COMENTARIO.
Los descontentadizos como el autor de este libro, tienen que agradecer mucho á los reformadores por lo que aquí han escrito.
Cotejando estas disposiciones con lo que se prevenía en el anterior
Código y su artículo 26, se encuentran grandes adiciones y variaciones,
que están m u y en su lugar.
Empieza dicho artículo, aborreciendo la perpetuidad de las penas.
Se comprende el último .suplicio; pero ningún corazon generoso y noble será defensor del sufrimiento ilimitado. Esos filántropos, que sustituyen á la pena de muerte el aislamiento eterno y el tormento diario, son más crueles que el legislador que manda que el asesino alevoso muera por ende. Nada asusta ni intimida tanto al criminal como el
patíbulo. A los que no lo merezcan, y sí la pena inmediata, no se les
haga morir sin tener siquiera la esperanza, aunque lejana, de que algún dia h a b r á n purgado su delito.
Las penas perpetuas se indultan á los 30 años por el expresado a r tículo, y se deja entrever que, si no son buenos los penados, podrá d u rar más el castigo, así como siempre estará en actitud el Gobierno de
disminuir esos castigos.
La duración de las otras penas temporales están clasificadas con
más orden que en el anterior Código, concediendo en realidad más facultades á los tribunales en la misma escala gradual que se fija, y embebiendo en dicha escala el presidio, prisión y confinamiento menores
que, como ya se lia dicho en otra parte, han quedado suprimidas, así
como la sujeción á la vigilancia de la autoridad.
A pesar de estas modificaciones es aplicable á esa doctrina todo
D E L CÓDIGO PENAL
15
c u a n t o Pacheco dice en su comentario sobre el particular, y pueden
verse las páginas 320 hasta la 324 del tomo I.
Articulo 30.
«Lo dispuesto en el anterior no tiene lugar respecto de las
penas que se imponen como accesorias de otras, en cuyo caso
tendrán las penas accesorias la duración que respectivamente
se halle determinada por la ley.»
COMENTARIO.
Está copiado el art. 27 del antiguo Código y no nos permitimos una
sola palabra para explicarle. (Pacheco, folio 324- y siguientes.)
Artículo 31.
«Cuando el reo estuviere preso, la duración de las penas
temporales empezará a contarse desde el dia en que la sentencia condenatoria hubiere quedado firme.
»Cuando el reo no estuviere preso, la duración de las pe-,
ñas que consistan en privación de libertad empezará á contarse desde que aquél se halle á disposición de la autoridad
judicial para cumplir su condena.
»La duración de las penas de extrañamiento, confinamiento y destierro no empezará á contarse sino desde el dia en
que el reo hubiere empezado á cumplir la condena.
«Cuando el reo entablare recurso de casación, y fuere desechado, no se le abonará en la pena el tiempo trascurrido desde la sentencia de que recurrió hasta la sentencia que desechó el recurso.»
COMENTARIO.
Está perfectamente dispuesto que cuando la pena consiste en privación de libertad, no se empiece á contar el tiempo sino desde el en que
<16
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
el reo esté á disposición de la a u t o r i d a d , lo cual no se m a n d a b a en el
anterior Código, y acontecía q u e un reo, condenado á seis ú ocho años
de presidio, evadía la pena ocultándose por este tiempo ó emigrando, y
presentándose d e s p u e s de t r a s c u r r i d o el tiempo de la condena, q u e según el a r t . 28 del antiguo Código se empezaba á contar d e s d e el dia en
que se habia p r o n u n c i a d o la ejecutoria.
E n este p u n t o la reforma es c o n v e n e n t í s i m a , así como no estamos
conformes en que en el extrañamiento, confinamiento y destierro no se
contara sino desde el dia en q u e el reo empiece á c u m p l i r la c o n d e n a .
Supongamos q u e el d e l i n c u e n t e se halla enfermo ó está e n la cárcel, ó
emigrado, y se le h a d e s t e r r a d o á otro punto distinto, al q u e no p u e d e
ir por causas ajenas á su v o l u n t a d , ó p o r q u e en rigor s u f r e un m a y o r
castigo, v o l u n t a r i o ó no voluntario, cual es la emigración; entónces nos
parece cruel q u e al ponerse bueno de su padecimiento, ó al regresar á
su patria por u n a amnistía despues de m u c h o s años, se le diga q u e t i e ne q u e ir á s u f r i r u n a pena d e confinamiento ó destierro q u e en t i e m pos anteriores s e le impuso. Quizá nuestra indulgencia nos induzca á
error, pero nos parece preferible el art. 28 del antiguo Código al 31 moderno, a l q u e no p u e d e n m e n o s de atenerse los t r i b u n a l e s , p o r q u e su
texto es claro y t e r m i n a n t e .
SECCION SEGUND^.
ITfecto de las penas según su naturaleza respectiva.
Artículo 32.
«La pena de inhabilitación absoluta perpétua producirá
los efectos siguientes:
»1.° La privación de todos los honores y de los cargos y
empleos públicos que tuviere el penado, aunque fueren de
elección popular.
»2.° L a privación del derecho de elegir y ser elegido para
cargos públicos de elección popular.
»3.° L a incapacidad para obtener los honores, cargos,
empleos y derechos mencionados..
»4.° La pérdida que todo derecho ó jubilación, cesantía, ú
otra pensión por empleos que hubiere servido con anteriori-
15
DEL CÓDIGO
PENAL
dad, sin perjuicio de la alimenticia que el Gobierno podrá
concederle por servicios eminentes.
»No se comprenden en esta disposición los derechos ya
adquiridos al tiempo de la condena por la viuda é hijos del
penado.»
COMENTARIO.
Está copiado casi con las mismas palabras el art. 30 del antiguo Código, y como procede nos remitimos al Comentario de Pacheco, folio
328, tomo I. Conveniente es, sin embargo, decir que ha quedado suprimido el art. 29 que hablaba de la argolla y la degradación, en que se
negaba la rehabilitación, áun cuando se obtuviese indulto de las penas
principales. Anomalía y contradicción inexplicables, porque no se concibe el perdón en lo principal dejando subsistente lo accesorio.
El nuevo Código ha hecho desaparecer esta contradicción manifiesta,
y con más motivo en lo referente á la pena de argolla, que ha desaparecido de la ley moderna.
Articulo 33.
«La pena de inhabilitación absoluta temporal producirá
los efectos siguientes:
»1.° La privación de todos los honores y de los empleos
y cargos públicos que tuviere el penado, aunque fueren de
elección popular.
»2.° La privación de derecho de elegir y de ser elegido
para cargos públicos de elección popular, durante el tiempo
de la condena.
»3.° La incapacidad para obtener los honores, empleos,
cargos y derechos mencionados en el núm. l.°, igualmente
por el tiempo de la condena.»
COMENTARIO.
Aunque no al pió de la letra, contiene este artículo todo lo que se
disponía y mandaba en el 31 del antiguo Código, cuyo comentario de la
obra principal recomendamos al lector estudioso, folio 330, tomo I.
íí
APÉNDICE
K LOS
COMENTARIOS
Articulo 34.
«La inhabilitación especial perpetua para cargos públicos
producirá los efectos siguientes:
»1.° La privación del cargo ó empleo sobre que recayere
y de los honores anejos á él.
»2.° La incapacidad de obtener otros análogos.»
COMENTARIO.
Una sola variación prudente se lia hecho en el art. 32 del antiguo
Código. Allí se dice que la incapacidad sea para obtener otros cargos en
la misma carrera, lo cual dejaba abierta la puerta para que al penado se
le pudiera colocar en otra distinta, quedando así eludido el cumplimiento de la ley. Con previsión se dice en el nuevo Código que la incapacidad sea para que no se puedan obtener otros cargos públicos análogos,
con lo cual se impide dejar sin efecto el castigo. En todos tiempos es*
conveniente esta aclaración, pero más en los turbulentos que hemos
alcanzado.
Articulo 35.
«La inhabilitación especial perpétua para el derecho de
sufragio privará perpetuamente al penado del derecho de elegir y ser elegido para el cargo público de elección popular
sobre que recayere.»
COMENTARIO.
En el art. 33 con algunas palabras más, que explican mejor el sentido que lo hacia el antiguo Código.
Articulo 36.
«La inhabilitación especial temporal para cargo público
producirá los efectos siguientes:
DEL CÓDIGO
PENAL
15
»1.° La privación del cargo ó empleo sobre que recayere
y de los honores anejos á él.
»2.° La incapacidad de obtener otros análogos durante
el tiempo de la condena.»
COMENTARIO.
Es idéntico el art. 34 del antiguo Código, con la variación do hablar de los empleos análogos y no de los de la misma carrera, de que
se ha tratado en el a r t . 34.
Articulo 17.
«La inhabilitación especial temporal para el derecho de
sufragio privará al penado del derecho de elegir y ser elegido durante el tiempo de la condena para el cargo público de
elección popular sobre que recayere.»
COMENTARIO.
Corresponde este artículo al 35 del Código reformado, y aunque el
texto es distinto, la sanción penal es idéntica.
Artículo 18.
«La suspensión de un cargo público inhabilitará al penado para su ejercicio y para obtener otro de funciones análogas por el tiempo de la condena.»
COMENTARIO.
Está copiado el 36 de la antigua ley, con sólo la diferencia de las palabras «funciones análogas y de la misma carrera,» que ya hemos explicado suficientemente.
40
APÉNDICE
Á I.OS COMENTA RIOS
Artículo 39.
«La suspensión del derecho de sufragio inhabilitará al
penado igualmente para su ejercicio durante el tiempo de la
condena.»
COMENTARIO.
Está dicha disposición en un todo conforme con la del art. 37 del
Código comentado por Pacheco.
Articulo 40.
«Cuando la pena de inhabilitación, en cualquiera de sus
clases, y la de suspensión recayeren en personas eclesiásticas, se limitarán sus efectos á los cargos, derechos y honores
que no tuvieren por la Iglesia, y á la asignación que tuvieren derecho á percibir por razón de su cargo eclesiástico.»
COMENTARIO.
Fuera de las disposiciones que tratan de los derechos individuales y
de la imprenta, no hay u n artículo que introduzca mayor novedad en
el sistema penal que el que nos ocupa. El art. 38 del anterior Código
concedía facultades á los tribunales para privar á los eclesiásticos que
delinquiesen de la jurisdicción eclesiástica, la cura de almas y el ministerio de la predicación. En el artículo que examinamos, el legislador
se ha creído en el deber de renunciar á estos derechos, que siempre han
ejercido los monarcas de España. Sin perjuicio de tratar más profundamente esta cuestión cuando hablemos de la libertad de cultos, no podemos menos de decir que esa renuncia de facultades ha de poner en más
de un conflicto á los tribunales de justicia, y con especialidad al Supremo, que está conociendo y en lo sucesivo tendrá que conocer de causas
graves promovidas contra los altos dignatarios de la Iglesia.
¿Y se ha querido decir en ese artículo que son completamente independientes las dos potestades? ¿Es ya de un modo absoluto ateo el go-
D E L CÓDIGO P E N A L
15
bierno de España hasta el punto de que los excesos cometidos por el
clero español en' el ejercicio de s>u ministerio, sea completamente indiferente á la autoridad civil, que no podrá entrometerse en todo lo que
hagan los curas párrocos y los obispos al explicar las Sagradas Escrituras en las escuelas y en la cátedra del Espíritu Santo, en pastorales
y alocuciones dirigidas á los fieles?
Se nos dirá que sí, porque esos escritos y esas predicaciones quedarán sujetos á la ley común; y castigando ésta los delitos de rebelión,
sedición y otros, á los procesos que se formen por la autoridad competente, que es u n juez de primera instancia, y en casos determinados u n
consejo de guerra de oficiales subalternos, allí irá desde el clérigo m á s
adocenado hasta el Arzobispo de Toledo.
Somos enemigos del privilegio por carácter, por convencimiento y
por experiencia; pero desde ahora aseguramos que esa teoría peligrosísima ha de ser causa de grandes injusticias y de una reacción espantosa. El Gobierno de España no puede ser ateo, y los ministros del altar
tienen que ser juzgados según la jurisprudencia de ocho siglos.
¿Se ha renunciado por el Gobierno español á las antiguas regalías,
acatadas y obedecidas por veinte Concordatos? Nosotros creemos que
no, por más que la libertad de cultos deba tenerse en cuenta para los
nuevos arreglos con Roma. Sin embargo, ese y otros artículos del nuevo Código, y las opiniones emitidas por el señor Ministro de Gracia y
Justicia, tienen esa tendencia, de cuya innovación tememos no saquen
provecho ni los eclesiásticos, que se consideran víctimas del nuevo orden de cosas, ni el Gobierno, que tendrá una lucha eterna con el clero
sobre si puede ó no puede corregir los abusos cometidos por aquellos
en su sagrado ministerio. Toda innovación encestas materias nos parece peligrosísima, y por este motivo damos la preferencia á la legislación antigua. (Pacheco, páginas 338 y 339, tomo I.)
Articulo 41.
«La inhabilitación perpétua especial para profesion ú oficio, privará al penado perpetuamente de la facultad de ejercerlos.
»La temporal le privará igualmente por el tiempo de la
condena.»
COMENTARIO.
Está trasladado fielmente el art. 39 del anterior Código. (Pacheco,
página 340, tomo I.)
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 42.
«La suspensión de profesion ú oficio producirá los mismos efectos que la inhabilitación temporal durante el tiempo de la condena.»
Articulo 43.
«La interdicción civil privará al penado mientras la estuviere sufriendo, de los derechos de patria potestad, tutela,
curaduría, participación en el consejo de familia, de la autoridad marital, de la administración de bienes y del derecho
de disponer de los propios por actos entre vivos. Exceptúanse
los casos en que la ley limita determinadamente sus efectos.»
COMENTARIO.
Estos dos artículos contienen las mismas disposiciones que los 40y 41 del Código comentado por Pacheco, y ya se sabe que tenemos una
prohibición absoluta de decir sobre ellos una palabra.
Articulo 44.
«La pena de caución producirá la obligación del penado
de presentar un fiador abonado que haya de responder de
que aquél no ejecutará el mal que se tratare de precaver, y
haya de obligarse á satisfacer, si lo causare, la cantidad que
hubiere fijado el tribunal en la sentencia.
»E1 tribunal determinará, según su prudente arbitrio, la
duración de la fianza.
»Si no la diere el penado, incurrirá en la pena de destierro. »
COMENTARIO.
Si cualquier curioso coge y coteja el proyecto presentado por el Gobierno y lee el art. 44 y le compara con el actual, verá que está com-
D E L CÓDIGO P E N A L
15
pletamente variado, no sólo en el lenguaje, en el cual deben hacerse
las correcciones convenientes, sino en el fondo, porque real y positivamente la parte dispositiva es totalmente distinta.
Y cuidado que nuestras doctrinas están en perfecta armonía con la
nueva redacción que se ha. dado á su art. 44, sobre el cual llamábamos
nosotros la atención. Suponíamos que llegaría á ser ley todo lo que en
el proyecto del Gobierno se préscribia, y haya sido el Gobierno, ó la
comision de las Cortes, nos felicitamos que se haya hecho desaparecer
esa fatigosa intervención de la autoridad. Como este libro se escribió
teniendo sólo á la vista el proyecto del Gobierno, nosotros habíamos
emitido nuestra op : r nion en los términos siguientes.
En materias administrativas tenemos verdaderamente opiniones radicales, y por desgracia observamos que los hombres que más ensalzan la autonomía del individuo y la absoluta independencia del ciudadano, mayores medidas de precaución y de desconfianza adoptan contra todo el que puede ser enemigo de ciertas ideas.
Tenemos u n ejemplo práctico en el artículo que analizamos. La comision antigua de Códigos hizo varias prevenciones sobre la fijación de
domicilio y conocimiento que se habia de dar á la autoridad por el que
quedara encargado á su vigilancia, según puede verse en el art. 42 del
antiguo Código. En el que discutimos se aumentan las reglas y las vejaciones contra, el pobre penado, que despues de cumplida su condena
queda sujeto á los reglamentos de policía y buen gobierno, únicos que
debían hablar de esta materia y no el Código penal, que trata de a s u n tos más serios. Así se desacreditan las leyes hechas con el mayor acierto. El Código penal, fué recibido con general aplauso de todos los partidos. Ocurrió u n incidente, de que habla Pacheco, por supuesto desacato á la autoridad, y se introdujo en el Código nada menos que u n capítulo. Ahora vienen las opiniones más avanzadas y no se contentan con
las precauciones ántes tomadas con los que hayan podido delinquir
más ó ménos. No bastan las penas impuestas y sufridas. La vigilancia
á la autoridad es una red que ha de coger á todos los ciudadanos que
pudieron cometer la menor falta.
Y lo peor de todo es, que desde el primer momento esas prescripciones de la ley quedan sin uso respecto de los verdaderos criminales,
y los que quedan expuestos á esa vigilancia son los enemigos políticos,
por sólo el delito de pensar de distinta manera que los hombres del
Gobierno. Por eso querríamos que todos esos artículos desapareciesen
de la ley destinada á castigar los verdaderos delitos.
APÉNDICE
i
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Artículo 45.
«Los sentenciados á las penas de inhabilitación para cargos públicos, derecho de sufragio, profesion ú oficio perpétua
ó temporalmente, podrán ser rehabilitados en la forma que
determine la ley.»
Artículo 46.
«La gracia de indulto no producirá la rehabilitación para
el ejercicio de los cargos públicos y el derecho de sufragio,
si en el indulto no se concediere especialmente la rehabilitación. »
Articulo 47.
«Las costas comprenderán los derechos ó indemnizaciones ocasionados en las actuaciones judiciales, ya consistan
en cantidades fijas ó inalterables por hallarse anticipadamente determinadas por las leyes, reglamentos ó reales órdenes,
ya no estén sujetas á arancel.»
Articulo 48.
«El importe de los derechos é indemnizaciones que no
estuvieren señalados anticipadamente en los términos prescritos en el artículo anterior, se fijarán por el tribunal en la
forma que establezca la ley de enjuiciamiento criminal.»
Articulo 49.
«En el caso de que los bienes del penado no fueren bastantes á cubrir todas las responsabilidades pecuniarias, se satisfarán por el orden siguiente:
»1.° La reparación del daño causado é indemnización de
perjuicios.
DEL CÓDIGO PENAL
51
»2.° La indemnización al Estado por el importe del papel
sellado y demás gastos que se hubiesen hecho por su cuenta
en la causa.
»3.° Las costas del acusador privado.
»4.o Las demás costas procesales, incluso las de la defensa del procesado, sin preferencia entre los interesados.
»5.° La multa.
»Cuando el delito hubiere sido de los que sólo pueden
perseguirse á instancia de parte, se satisfarán las costas del
acusador privado con preferencia á la indemnización del
Estado.»
Articulo 50.
«Si el sentenciado no tuviere bienes para satisfacer las
responsabilidades pecuniarias comprendidas en los números
1.°, 3.° y 5.o del artículo anterior, quedará sujeto á una responsabilidad personal subsidiaria á razón de un dia por cada
cinco pesetas, con sujeción á las reglas siguientes:
»l. a Cuando la pena principal impuesta se hubiere de
cumplir por el reo encerrado en un establecimiento penal,
-continuará en el mismo, sin que pueda exceder esta detención de la tercera parte del tiempo de la condena y en ningún caso de u n año.
»2.a Cuando la pena principal impuesta no se hubiere
de cumplir por, el reo encerrado en un establecimiento penal
y tuviere fijada su duración, continuará sujeto, por el tiempo señalado en el número anterior, á las mismas privaciones
en que consista dicha pena.
»3.a Cuando la pena principal impuesta fuere la de reprensión, multa ó caución, el reo insolvente sufrirá en la cárcel de partido una detención que no podrá exceder en ningún caso de seis meses cnando se hubiese procedido por razón de delito, ni de quince dias cuando hubiese sido por falta.»
COMENTARIO.
En el fondo de la doctrina todos estos artículos están conformes con
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
los 44 y siguientes del antiguo Código hasta el 49 inclusive, habiéndose suprimido, v. gr., los honorarios de los promotores fiscales que hoy
están á sueldo.
Al propio tiempo se determina en el art. 48 que se abonen todas
las indemnizaciones sin reducción alguna, lo cual se limitaba en el a n terior Código, sin razón ni justicia, dando con esto lugar á verdaderos
perjuicios sufridos por la víctima y que no tenia obligación de abonar
el ofensor. En la casi totalidad de los sucesos el pobre perjudicado se
quedará sin indemnización; pero bueno es que la ley sancione el principio para que los tribunales impongan la pena, quedando á su p r u d e n cia fijar, según las pruebas que se den, la cantidad en que se ha de r e gular esa misma indemnización.
También se establece escala en el modo de hacer efectiva la indemnización, colocando al Estado en segundo lugar por el importe del papel sellado, lo cual nos parece está muy en su lugar, así como que las
costas devengadas en defensa del procesado se equiparen á las demás
del juicio, dando la preferencia á las del acusador privado.
Otra reforma se hace más esencial en esta sección. En el art. 49 del
antiguo Código se mandaba que si el reo no tuviere bienes para satisfacer á las responsabilidades pecuniarias, sufriese la pena de prisión
correccional de u n dia. por cada medio duro, sin que pudiera exceder
nunca de dos años.
La ley actual es más benigna. Esta pena jamás puede pasar de un
año; en muchos casos no excederá de seis meses, y cuando proceda de
falta, el penado no permanecerá en la cárcel más de quince dias.
Hay reformas que, hechas una vez, no hay medios hábiles de destruirlas; y como la materia de que tratamos es una de las de más general aplicación, damos el parabién á los que han pensado en destruir los
manejos de personas subalternas en la aplicación de los durísimos a r tículos del antiguo Código. Sólo los que tienen costumbre de estudiar en
sus detalles la vida y costumbres de los agentes subalternos de la c u ria, pueden saber la trascendencia de esta reforma; porque los artículos del antiguo Código, ó no se ponian en práctica, ó sólo servían para
tratos inmorales, que no eran fáciles de reprimir. Ahora sólo falta que
el Gobierno se ocupe de edificar ó destinar casas en que se sufran estas
condenas. Dia llegará en que nuestros descendientes no comprendan
cómo los españoles de todos los tiempos han podido gastar cantidades
fabulosas en levantar grandes palacios, ya para una sola persona, ya
para corporaciones de dudosa utilidad, y no haya u n solo establecimiento penal donde se distingan los criminales de delitos famosos y los
que han ido allí para sufrir lo más insignificante de las condenas.
Y lo que'decimos de las cárceles puede aplicarse á los palacios de
Justicia. No hay en realidad ninguno en la Península que merezca este
nombre. En cambio, y no lo decimos en son de crítica, sino de comparación, se presupuestan millones para Bibliotecas y Academias, m u y
convenientes sin dudá; pero no tanto como todo lo que se roza con la
D E L CÓDIGO P E N A L
15
administración de Justicia. Sobre todos estos artículos véase Pacheco,
página 350 á la 356, tomo 1.
Articulo 51.
«La responsabilidad personal subsidiaria por insolvencia
no se impondrá al condenado á pena superior en la escala
general á la de presidio correccional.»
Artículo 52.
«La responsabilidad personal que hubiese sufrido el reo
por insolvencia, no le eximirá de la reparación del daño causado y de la indemnización de perjuicios, si llegare á mejorar
de fortuna; pero sí de las demás responsabilidades pecuniarias comprendidas en los números 3 y 5 del art. 49.»
COMENTARIO.
Los dos a n t e r i o r m e n t e copiados son el complemento d e todo lo e x puesto en n u e s t r o último comentario. Si el reo s u f r e y a u n a pena aflictiva de consideración, d e cuatro años, como decia el primitivo Código,
¿no es u n lujo de inflexible d u r e z a añadir que s u f r a un año m á s de p r i sión porque no tiene dinero?
Está bien abolida la pena subsidiaria en este caso, no a u m e n t a n d o
aflicción al afligido; pero bueno es que esta indulgencia no se convierta
en perjuicio del ofendido, q u e podrá perseguir al ofensor para el r e s a r cimiento d e d a ñ o s y perjuicios, siempre que el reo llegue á mejor fort u n a , lo cual no estaba previsto en la antigua ley penal, y podia d a r l u gar á interpretaciones q u e y a no se d a r á n , porque está bien t e r m i n a n t e
el texto expreso d e dichos artículos.
SECCION TERCERA.
Penas que llevan consigo otras accesorias.
Articulo 53.
«La pena de muerte, cuando no se ejecutare por haber sido indultado el reo, llevará consigo la de inhabilitación abso-
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
luta perpetua, si no se hubiese remitido especialmente en el
indulto dicha pena accesoria.»
COMENTARIO.
Está aquí copiado el art. 50 del antiguo Código; pero añadiendo
una última parte relativa al indulto, lo cual en nuestro concepto no h a bía necesidad de consignar, porque el derecho de perdón es ilimitado
según todos los buenos principios, y es claro que cuando esa gracia es
absoluta, no debe ponerse correctivo alguno en la ley común, dejando
firmes y subsistentes las penas accesorias, al paso que se deja sin efecto
la principal.
Por más que esta materia de indulto merezca ser tratada en u n libro
político, más bien que en uno de derecho penal, no puede prescindirse
del enlace íntimo que tienen muchas cuestiones de derecho, constitucional y penal, porque al fin son ramas de u n mismo tronco y es preciso
dirigirlas de modo que no se perjudiquen ni se pongan en contradicción
sus preceptos.
En nuestra opinion son innecesarios los dos artículos. ¿Es ilimitado
y absoluto el perdón? Pues entónces comprenderá tanto la pena principal de muerte como las accesorias, lo cual acontece diariamente en las
amnistías, que despues de todo no son m á s que verdaderos indultos
generales, y en los que los comprendidos quedan completamente rehabilitados sin la menor mancha.
¿Sé reduce el indulto única y exclusivamente á la pena capital? Pues
entónces es inútil hablar de inhabilitación absoluta perpétua y sujeción
á la vigilancia de la autoridad. El infeliz que liberta la vida, tiene que
sufrir una pena aflictiva grande, cual es la de cadena perpetua. Esto
acontece en todos los indultos que se dan cuando se han impuesto penas
por delitos privados y comunes y en los que hasta incurriría en responsabilidad el ministro que refrendara una gracia de indulto permitiendo
que. el asesino, en vez de pisar el patíbulo, quedara en su casa como si
nada hubiera hecho.
Bien se comprende que no hablamos de las otras penas accesorias,
como indemnización de daños y pago de costas. Cuando hay perjuicio
de tercero, no puede la gracia de indulto extenderse á imponer una v e r dadera pena al inocente.
Articulo 54.
«La pena de cadena perpetua llevará consigo las siguientes:
»l. a Degradación, en el caso de que la pena principal de
DEL CÓDIGO PENAL
15
cadena perpetua, fuere impuesta á un empleado público, por
abuso cometido en el ejercicio de su cargo, y éste fuere de los
que confieren carácter permanente.
»2.a La interdicción civil.
»Aunque el condenado obtuviere indulto de la pena principal, sufrirá la de inhabilitación perpétua absoluta si no se
hubiere remitido esta pena accesoria en el indulto de la principal. »
COMENTARIO.
El antiguo Código liabla mucho de la pena de argolla, y natural era
que el nuevo, en armonía con lo antes dispuesto, suprimiera todo lo
que hace relación á este degradante castigo, del que ya nos hemos ocupado en otro lugar, atreviéndonos á decir que hasta habia inexactitud
en llamar pena accesoria al castigo que para muchas personas seria
peor que la muerte.
Las otras penas que se marcan en el artículo las creemos igualmente innecesarias. La degradación ¿vale algo al lado de la cadena perpetua? ¿No son aún más radicales las de interdicción civil é inhabilitación,
absoluta? El desventurado que ha de llevar él grillete por treinta años,
¿no está bastante degradado, no queda inhabilitado para todo? (Pacheco, folio 360, tomo I.)
Articulo 55.
«La pena de reclusión perpétua llevará, consigo la de inhabilitación perpétua absoluta, cuya pena sufrirá el condenado
aunque se le hubiere indultado de la principal, si en el indulto no se le hubiere remitido aquélla.»
Articulo 56.
«Las penas de relegación perpétua y extrañamiento perpétuo, llevarán consigo la misma que la reclusión perpetua,
debiendo de aplicarse á ella las disposiciones del anterior artículo. »
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Artículo 57.
«La pena de cadena temporal llevará consigo las siguientes:
»l. a Interdicción civil del penado durante la condena.
»2. a Inhabilitación absoluta perpétua.»
Articulo 58.
«La pena de presidio mayor llevará consigo la de inhabilitación absoluta temporal en toda su extensión.»
Articulo 59.
«La pena de presidio correccional llevará consigo la suspensión de todo cargo publico, profesion, oficio ó derecho de
sufragio.»
COMENTARIO.
Estos artículos corresponden á los 53, 54, 85, 56 y 57, haciendo variaciones notables en los 53 y 59, porque así loexigia, ya la supresión
de algunas penas, como prisión menor y confinamiento menor, ya porque era preciso describir con más claridad todo lo que hacia referencia
á esas penas accesorias, cuya aplicación es u n verdadero tormento para
tos tribunales de justicia, que en muchas ocasiones hasta se olvidaban
de tales disposiciones al sentenciar los procesos.
Partidarios nosotros de que no se consignen en la ley más que los
preceptos puramente necesarios, no alcanzamos por qué se liabia de
decir en el antiguo Código que el relegado y extrañado á perpetuidad
quedaba inhabilitado para desempeñar cargos públicos.
Se decia entónces, que si esto no se mandaba, podia suceder, v. gr.,
elegir Diputado-á uno que estuviera sufriendoesta condena. Si la inhabilitación procedía de u n suceso político, no hay caso, porque más de
una vez se han sentado en el Congreso diputados electos que estaban
condenados, porque él mismo Gobierno era tolerante, y de hecho liabia
desaparecido la pena.
DEL CÓDIGO
PENAL
15
El nuevo Código debia guardar completo silencio sobre el particular
y dejar á la ley electoral y sus accesorias que tratasen de la actitud y
capacidad de electores y elegibles.- No lo hace así, y babla de la s u s pensión del derecho de sufragio, que verdaderamente es imposible que
ejerza el que está en presidio correccional, ó sufriendo condena de
cualquier especie.
Una de las mayores desgracias de España, es que todas las cuestiones las envenene la maldita política. ¿Hay alguna persona que desconozca que el penado á cualquier castigo aflictivo, debe perder sus d e rechos políticos, al ménos d u r a n t e el tiempo de la prisión? Pues entonces bastaba con u n solo artículo en el Código, que así lo preceptuara,
y no entrar en tantas sutilezas y tantos casos, que no sirven más que
para confundir á los q u e piden y a d m i n i s t r a n justicia.
Y aquí es la ocasion oportuna también para insistir una y : otra vez
en nuestra opinion sobre esa vigilancia .de la autoridad por u n tiempo
más ó ménos largo. A ella quedaba sujeto todo el que hubiere sufrido
alguna pena. O el castigo era ó no era proporcionado al delito. Si lo era,
no debe dejarse al que vuelve á la sociedad, quizá para ser b u e n ciudadano, con u n sambenito degradante. Si no lo era, auméntesele el castigo, sin necesidad de dar facultades á los últimos dependientes.de policía para que'ejerzan actos en muchos casos inquisitoriales, sobre el
que ya dió satisfacción á la sociedad.
Un Gobierno bien constituido, y teniendo verdadera estadística,
debe saber cómo procede cada ciudadano que ha sufrido una condena,
sin necesidad de que se le señale con el dedo y se diga: ese está sujeto
á la vigilancia> de la autoridad, que es lo mismo que decir: bajo la f é r u la del comisario de policía. En esta materia los hombres de ley, que no
pueden menos de ser m u y partidarios del principio de autoridad, van
más allá que las escuelas radicales, porque dan la verdadera importancia que deben tener la independencia y libertad del ciudadano, sin
que sea pesquisado y perseguido, mientras no haya nuevos motivos ni
razones, despues que ha purgado su falta ó delito.
Las demás reformas hechas en el lenguaje y en algún caso, las e n contramos oportunas. (Pacheco, folio 367 al 37S del tomo I.)
Artículo 60.
«Las penas de reclusión, relegación y extrañamiento temporales llevarán consigo la .de inhabilitación absoluta tempo,ral en toda su extensión.»
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Articulo 61.
«La pena de confinamiento llevará consigo la de inhabilitación absoluta temporal durante el tiempo de la condena.»
Articulo 62.
«Las penas de prisión mayor y correccional y arresto mayor llevarán consigo la de suspensión de todo cargo y del derecho de sufragio durante el tiempo de la condena.»
Artículo 63.
«Toda pena que se impusiere por un delito llevará consigo la pérdida de los efectos que de él proviniesen y de los
instrumentos con que se hubiere ejecutado.
»Los unos y los otros serán decomisados, á no ser que
pertenecieren á un tercero no responsable del delito.
»Los que se decomisaren se venderán, si son de lícito comercio, aplicándose su producto á cubrir las responsabilidades del penado, ó se inutilizarán si son ilícitos.»
COMENTARIO.
Con estos artículos concluye la sección tercera del capítulo III, y son
correspondientes al 57, 58 y 59 del antiguo Código, notándose y d á n dose únicamente bastante importancia á la vigilancia de la autoridad,
como ya hemos dicho hablando de otros artículos. Nuestro sistema penal seria m á s lacónico y reducido, y creemos que á medida que se vayan formando las costumbres y que el pueblo se ilustre, irán desapareciendo muchos castigos, por la sencilla razón de no cometerse los delitos á que hoy se aplican. El Código penal no debe ser casuístico, y ménos en una sociedad m u y adelantada. Con el tiempo no se llegaráná comprender tantas prevenciones y cautela. E n n u e s t r a j u v e n t u d e s t u d i á b a m o s
con entusiasmo los libros de los célebres criminalistas, cuyas teorías
han servido para formar los diez ó doce Códigos penales que están hoy
DEL CÓDIGO PENAL
15
vigentes en los principales pueblos del mundo; y sin embargo, en esos
pueblos en que se han regularizado las acciones humanas, se cometen
muchos m á s delitos que en otras naciones que no tienen m á s pauta que
casos.
No quiere esto decir que seamos enemigos de la codificación, y ménos en materia penal. Nuestra idea es'inculcar á la juventud, y especialmente á los hombres que están destinados á regir los destinos del
país; que antes de tocar á las leyes que empezaron ya á ponerse en
práctica, se piense en educar al pueblo ignorante y siempre desgraciado, proporcionándole medios de t r a b a j a r . ¿Puede dudarse que una gran
masa de la sociedad no necesitaría de leyes penales, porque aborrece el
crimen? Pues procúrese disminuir el número de las personas propensas
á la delincuencia, y m u c h a s disposiciones de los Códigos quedarán en
completa inobservancia y podrán llegar á ser u n mito.
No nos hacemos la ilusión,dé que los,progresos de la humanidad lleguen hasta el punto, allá en los años 2.500 ó 3.000, que todos los Códigos penales caigan en desuso; pero es i n d u d a b l e q u e la reprobación universal y el interés bien entendido podrán domar mejor las pasiones que
los duros castigos que hay necesidad de establecer hoy en las leyes.
Aunque no fuese este lugar el más á propósito para inculcar estas'
ideas en "la mente de nuestros lectores, al fin discutíamos la oportunidad ó no oportunidad de d a r al ente gobierno una intervención directísima en nuestras acciones; y como esa vigilancia de la autoridad es
para el pueblo una pesadilla, creímos que en ningún paraje estaba mejor que al tratar de las llamadas penas accesorias, que según nuestro
convencimiento no podrán menos de desaparecer.
En suma: somos enemigos de esas penas accesorias, con alguna leve
excepción. Un buen padre de familia no permitiría que al'bijo corregido y castigado se le estuviese recordando por sus hermanos la falta cometida. La sociedad es ese padre de familia, que no debe q u e r e r ' s e r
cruel y perpetuar el tormento del que ya sufrió el castigo y tal vez e.stá
arrepentido. Duránte la condena, claro es que está privado el delincuente de todos sus derechos, que materialmente' no puede ejercitar.
Pero obedézcase la ley, porque esta es nuestra obligación, y la teoría de las penas accesorias se puede aprender en la obra principal, tomo I, página 359 hasta la 374, que ya se citó anteriormente.
60
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
CAPÍTULO IV.
DE LA A P L I C A C I O N DE L A S P E N A S .
SECCION PRIMERA.
Reglas para la aplicación de las penas á los autores de
delito consumado, de delito frustrado y tentativa, y á
los cómplices y encubridores.
Articulo 64.
«A los autores de un delito ó falta, se impondrá la pena
que para el delito ó falta que hubieran cometido se hallare
señalada por la ley.
«Siempre que la ley señalare generalmente la pena de un
delito, se entenderá que la impone al delito consumado.»
Articulo 65.
«En los casos en que el delito ejecutado fuere distinto
del que se babia propuesto ejecutar el culpable, se observarán las reglas siguientes:
»l. a Si el delito ejecutado tuviere señalada pena mayor
que la correspondiente al que se habia propuesto ejecutar el
culpable, se impondrá á éste en su grado máximo la pena
correspondiente al segundo.
»2. a Si el delito ejecutado tuviere señalada pena menor
que la correspondiente al que se habia propuesto ejecutar el
culpable, se impondrá á éste también en su grado máximo
la pena correspondiente al primero.
»3. a Lo dispuesto en la regla anterior no tendrá lugar
cuando los actos ejecutados por el culpable constituyeren ademas tentativa ó delito frustrado de otro hecho, si la ley castigara estos actos con mayor pena, en cuyo caso se impondrá
la correspondiente á la tentativa ó al delito frustrado en su
grado máximo.»
DEL CÓDIGO PENAL
15
Articulo 66.
«A los autores de un delito frustrado se impondrá la pena
inmediatamente inferior en grado á la señalada por la ley
para el delito consumado.»
Articulo 67.
«A los autores de tentativa de delito se impondrá la pena
inferior en dos grados á la señalada por la ley para el delito
consumado.»
Articulo 68.
«A los cómplices de un delito consumado se impondrá la
pena inmediatamente inferior en grado á la señalada por la
ley para el delito consumado.»
Articulo 69.
«A los encubridores de ,un delito consumado se impondrá la pena inferior en dos grados á la señalada por la ley
para el delito consumado.»
Articulo 70.
«A los cómplices de u n delito frustrado se impondrá la
pena inmediatamente inferior en grado á la señalada por la
ley para el delito frustrado.»
Articulo 71.
«A los encubridores de un delito frustrado se impondrá
la pena inferior en dos grados á la señalada por la ley para
el delito frustrado.»
Articulo 72.
«A los cómplices de tentativa de delito se impondrá la pena inmediatamente inferior en grado á la señalada por la ley
para la tentativa de delito.»
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Articulo 73.
«A los encubridores de tentativa; de delito se impondrá la
pena inferior en dos grados á la señalada por la ley para la
tentativa de delito.»
Artículo 74.
«Exceptúanse de lo dispuesto en los artículos 69, 71 y 73,
los encubridores comprendidos en el número 3.° del artículo 16, en quienes concurra la circunstancia primera del mismo número, á los cuales se impondrá la pena de inhabilitación perpétua especial, si el delincuente encubierto fuere reo
de delito grave, y la de inhabilitación especial temporal, si
lo fuere de delito ménos grave.»
Artículo 75.
«Las disposiciones generales contenidas en los artículos 66 y siguientes hasta el 74 inclusive, no tendrán lugar en
los casos en que el delito frustrado, la tentativa, la complicidad ó el encubrimiento se hallen especialmente penados por
la ley.»
Artículo 76.
«Para graduar las penas que en conformidad á lo dispuesto en los artículos 66 y siguientes hasta el 73 inclusive,
corresponde imponer á los autores de delito frustrado y de
tentativa y á los cómplices y encubridores, se observarán las
reglas siguientes:
»l, a Cuando la pena señalada al delito fuere una sola ó
indivisible, la inmediatamente inferior será la que siga en
número en la escala gradual respectiva á la pena indivisible.
»2.a Cuando la pena señalada al delito se componga de
dos penas indivisibles ó de una ó más divisibles impuestas
en toda su extensión, será inmediatamente inferior la que
siga en número éh la escala gradual respectiva á la. .menor
de las penas impuestas.
15
DEL CÓDIGO PENAL
»3.a Cuando la pena señalada al delito se componga de
una ó dos indivisibles y del grado máximo, de otra divisible,
la pena inmediatamente inferior se compondrá de los grados
medio y mínimo de la propia pena divisible y del máximo de
la que la sigue en número en la respectiva escala gradual.
»4.a Cuando l a pena señala'da al delito se componga de
varios grados correspondientes á diversas penas divisibles,
la inmediatamente inferior se compondrá del grado que siga
al mínimo de los que constituyan la pena impuesta y de los
otros dos más inmediatos que se tomarán de la propia pena
impuesta, si los hubiere, y en otro caso de la pena que siga
en número en la respectiva escala gradual.
»5.a Cuando la ley señalara la pena al delito en una forma especialmente no prevista en las cuatro reglas anteriores,
los tribunales, procediendo por analogía, aplicarán las penas
correspondientes á los autores del delito frustrado y tentativa, y á los cómplices y encubridores.»
Articulo 77.
«Cuando la pena señalada al delito estuviere incluida en
dos escalas, se hará la gradación prevenida en el artículo
precedente por la escala que comprenda las penas con que
estén castigados la mayor parte de los delitos de la sección,
capítulo ó título donde esté contenido el delito.»
COMENTARIO.
Con decir que el antiguo Código contenía muchas ménos disposiciones que el actual, al hablar de la aplicación de las penas, se percibe
perfectamente que los tribunales han luchado con gravísimos inconvenientes poniendo én ejecución las disposiciones del Código en esta m a teria, la más esencialísima de la legislación criminal, porque no es necesario ser u n profundo jurista para conocer que no habrá justicia, si
no hay buena aplicación de la pena, evitando los excesos, ya procedan
de u n excesivo celo, ya de una mal entendida indulgencia.
Poco ó nada de provecho podemos adelantar nosotros á l o q u e Pacheco dice comentando los artículos 60 hasta el 66 inclusive del Código an-
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
tiguO j así como lo que cou tanta lucidez escribieron los Sres. Castro y
Zúñiga. -A los consejos de tan célebres jurisconsultos, y á los informes
de muchas Audiencias, se debe sin duda la nueva redacción dada á esta
sección primera del capítulo IV. El juez encontrará en efecto mayores
datos para no proceder de ligero en la aplicación de la pena; pero la
verdad práctica será que en muchos procesos ha de d u d a r y vacilar
para hacer las verdaderas distinciones y encontrar la regla para aplicarla á cada uno de los ejemplares. No se concibe siquiera hasta dónde
llega la inventiva del criminal, y qué diversos y variados accidentes
ofrece cada uno de los hechos que pueden calificarse de criminosos. He
aquí la causa por qué no en unos, sino en muchos comentarios repetiremos que no puede encerrarse el criterio judicial en un círculo de
hierro, prescribiéndole reglas fijas para todo y por todo.
Racional, justo y hasta necesario es limitar las atribuciones de los
Tribunales, diciendo al juzgador: tal peña merece el delito consumado,
tal otra el delito frustrado, la de* más allá la tentativa. Pero empeñarse
el legislador en establecer reglas para cuando se comete u n delito distinto, y cuando puede creerse que el encubridor pasa.á la categoría de
cómplice, y muchas veces de autor principal, es formar un empeño
m u y temerario que nunca dará resultados.
No quiere esto decir que c e n s u r é m o s l a nueva redacción que sé há
dado al capítulo de la aplicación de las penas. Las ampliaciones y v a riaciones han mejorado mucho eLantiguo Código, y los tribunales podrán estudiar mejor la tabla que despues, á imitación del antiguo Código, se ha insertado en este. Los principios, sin embargo, son los mismos; y despues de leer y estudiar esos catorce artículos, tales y como
están escritos en la nueva ley, puede consultarse á los muchos y filosóficos comentarios que Pacheco hace sobre esta materia, y analizar
despues los siete artículos que únicamente contiene esta sección en el
antiguo Código. (Tomo I, páginas 376 á la 396.)
No negamos al espíritu humano su tendencia, progresiva hasta en el
orden moral, a u n q u e sean en el m u y difíciles los adelantos; pero sí sostenemos con la m á s profunda convicción que en la materia que tratamos puedan hacerse grandes mejoras. Lo que sí se conseguirá os introducir en el ánimo del juez recto y escrupuloso una confusion grande
al aplicar tan repetidas disposiciones, buscando el artículo para aplicarle al caso sometido á su juicio. Conocemos demasiado á los tribunales, y desde,ahora anunciamos que en ellos ha de dominar la intranquilidad hasta que amolden su jurisprudencia á los preceptos del Código reformado en todos los artículos que han sufrido variación.
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APÉNDICE
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
COMENTARIO.
Era consiguiente que esta tabla contuviera más casillas que la del
Código anterior. En él no había más que tres clasificaciones, al paso que
en el moderno se incluyen cinco, distinguiendo perfectamente al autor
del delito consumado y cómplice del mismo, al que lo es de delito frustrado y cómplice del delito consumado; al reo de tentativa y al encubridor y cómplice de delito frustrado, como todo m á s por menor resulta
de dicha tabla, y disminuyéndose bastante la penalidad' en tocios los
grados y circunstancias. Los reformadores del Código antiguo podrán
ser censurados por la más ó menos oportunidad de esta misma reforma, por haber apretado los tornillos de la imprenta y restringido los
derechos individuales. Habrá más ó menos razón para estas críticas,
pero no puede ménos de confesarse que han dulcificado en todo lo posible las penas, y ¡ojalá que hubieran encontrado el medio de hacerlas
efectivas! El Gobierno que esto consiga, es el que adquirirá mayor popularidad en España. Los delitos, aunque no quedan impunes, p r o d u cen poco escarmiento, porque, merced á nuestros establecimientos penales y á nuestras eternas y lamentables disidencias políticas, ni las
condenas se cumplen como debían, ni los tribunales tienen el prestigio
que merecen, no sólo por su instituto, sino porque es la única clase que
conserva algo de la antigua tradición. Y no son las únicas ventajas que
se consiguen con la variación de la tabla actual comparada con la antigua. Aparte de la mayor facilidad que encontrarán los jueces para la
aplicación de la pena en cada uno de los casos sometidos á su juicio, de
cuya ventaja d i s f r u t a r á n todos los que intervienen en la administración
de justicia, á este beneficio va unida también en muchos de los casos
esa facultad discrecional concedida á la magistratura para aplicar la
pena en su grado máximo, medio y mínimo, que es .la gran palanca en
que se funda la verdadera administración de justicia, porque no nos
cansaremos de repetir ó inculcar el gran principio de que el poder j u dicial no puede estar encerrado en u n estrecho círculo para que obre
como una máquina, sino que, por el contrario, debe tener criterio propio para representar dignamente los tribunales de justicia.
15
DEL CÓDIGO PENAL1I5
SECCION SEGUNDA.
Reglas para la aplicación de las penas
en. considex'aeion á las circunstancias atenuantes y
agravantes.
Artículo 78.
«Las circunstancias atenuantes ó agravantes se tomarán
en consideración para disminuir ó aumentar la pena en los
casos y conforme á las reglas que se prescriben en esta sección. »
Articulo 79.
«No producen el efecto de aumentar la pena las circunstancias agravantes que por sí mismas constituyen un delito
especialmente penado por la ley, ó que ésta haya expresado
al describirlo y penarlo.
» Tampoco lo producen aquellas circunstancias agravantes de tal manera inherentes al delito, que sin la concurrencia de ellas no pudiera cometerse.»
Artículo 80.
«Las circunstancias agravantes y atenuantes que consistieren en la disposición moral del delincuente, en sus relaciones particulares con el ofendido, ó en otra causa personal,
servirán para agravar ó atenuar la responsabilidad sólo de
aquellos autores, cómplices ó encubridores en quienes concurrieren.
»Las que consistieren en la ejecución material del hecho ó
en los medios empleados para realizarlo, servirán para agravar ó atenuar la responsabilidad únicamente de lo que tuvieren conocimiento de ellas en el momento de la acción ó de
su cooperacion para el delito.»
Articulo 81.
«En los casos en que la ley señalare una sola pena indi-
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
visible, la aplicarán los tribunales sin consideración á las
circunstancias atenuantes ó agravantes que concurran en el
hecho.
»En los casos en que la ley señalare una pena compuesta
de dos indivisibles, se observarán para su aplicación las siguientes reglas:
»l. a Cuando en el hecho hubiere concurrido sólo alguna
circunstancia agravante se aplicará la pena mayor.
»2.a Cuando en el hecho no hubieren concurrido circunstancias atenuantes ni agravantes se aplicará la pena menor.
»3.a Cuando en el hecho hubiere concurrido alguna circunstancia atenuante y ninguna agravante se aplicará la pena menor.
»4.a Cuando en el hecho hubieren concurrido circunstancias atenuantes y agravantes, las compensarán racionalmente por su número é importancia los tribunales para aplicar
la pena á tenor de las reglas precedentes, según el resultado
que diere la compensación.»
Artículo 82.
«En los casos en que la pena señalada por la ley contenga tres grados, bien sea una sola pena divisible, bien sea compuesta de tres distintas, cada una de las cuales forma un grado, con arreglo á lo prevenido en los artículos 97 y 98, los
tribunales observarán para la aplicación de la pena, según
haya ó no circunstancias atenuantes ó agravantes, las reglas
siguientes:
»l. a Cuando en el hecho no concurriesen circunstancias
agravantes ni atenuantes, impondrán la pena señalada por
la ley en su grado medio.
»2.a Cuando concurriere sólo alguna circunstancia atenuante la impondrán en el grado mínimo.
»3.a Cuando concurriere sólo alguna circunstancia agravante la impondrán en el grado máximo.
»4.a Cuando concurrieren circunstancias atenuantes y
agravantes las compensarán racionalmente para la designación de la pena, graduando el valor de unas y otras.
»5.a
Cuando sean dos ó más y muy calificadas las cir-
B E L CÓDIGO P E N A L
69
cunstancias atenuantes y no concurra ninguna agravante,
los tribunales impondrán la pena inmediatamente inferior á
la señalada por la ley en el grado que estimen correspondiente, según el número y entidad de dichas circunstancias.
»6.a Cualquiera que sea el número y entidad de las circunstancias agravantes, los tribunales no podrán imponer
pena mayor que la designada por la ley en su grado máximo.
»7.a Dentro de los límites de cada grado los tribunales
determinarán la cuantía de la pena en consideración al número y entidad de las circunstancias agravantes y atenuantes, y á la mayor ó menor extensión del mal producido por
el delito.»
Articulo 83.
«En los casos en que la pena señalada por la ley no se
componga de tres grados, los tribunales aplicarán las reglas
contenidas en el artículo anterior, dividiendo en tres períodos iguales el tiempo que comprenda la pena impuesta, formando un grado de cada uno de los tres períodos.»
Articulo 84.
«En la aplicación de las multas, los tribunales podrán
recorrer toda la extensión en que la ley permita imponerlas,
consultando para determinar en cada caso su cuantía, no
sólo las circunstancias atenuantes y agravantes del hecho,
sino principalmente el caudal ó facultades del culpable.»
Articulo 85.
«Cuando no concurrieren todos los requisitos que se exigen en el caso del núm. 8.° del art. 8.° para eximir de responsabilidad, se observará lo dispuesto en el art. 579.»
Articulo 86.
«Al menor de quince años, mayor de nueve, que no esté
exento de responsabilidad por haber declarado el tribunal que
70
APÉNDICE
Á r.os
COMENTARIOS
obró con discernimiento, se le impondrá una pena discrecional, pero siempre inferior en dos grados, por lo menos, á la
señalada por la ley al delito.que hubiere cometido.
»Al. mayor de quince años y menor de diez y ocho, se aplicará siempre en el grado que corresponda la pena inmediatamente inferior á la señalada por la ley.»
Artículo 87.
«Se-aplicará la pena infprior en uno ó dos grados, á la
señalada por la ley, cuando el hecho no fuere del todo excusable por falta de alguno de los requisitos que se exigen para
eximir de responsabilidad criminal en los respectivos casos
deque se trata en el art. 8.0, siempre que concurriere el mayor número de ellos, imponiéndola en el grado' que los tribunales estimaren correspondiente, atendido el número y
entidad de los requisitos que faltaren ó concurrieren.
»Esta disposición se entiende sin perjuicio de la contenida en el art. 85.»
COMENTARIO.
El simple cotejo de esta sección con la del antiguo Código, que comprende nueve artículos, demuestra que el legislador ha creido necesario dar extensas explicaciones haciendo muchas divisiones y subdivisiones, porque sin duda existen distintas consultas en el Ministerio de
Gracia y Justicia sobre el modo de apreciar esas circunstancias atenuantes y agravantes. Pacheco dedica nada menos que veinte páginas para
explicar este punto interesante. Nuestra doctrina está ya.iniciada al comentar otros artículos, y la sometemos al buen juicio de nuestros lectores. El legislador jamas conseguirá establecer reglas previendo todos
los sucesos, y menos describiendo sus detalles. Ya puede escribirse un
Código penal de mil páginas, y de seguro á muy luego ocurrirá un hecho que no pueda ajustarse en un todo en su fondo ni en sus detalles á
las prescripciones de la ley.
No son los mejores Códigos los que contienen más preceptos y r e glas, como no son las mejores obras del entendimiento humano las que
están llenas de descripciones difusas é indigestas.
Partidarios por consecuencia de que los Magistrados puedan aplicar
DEL
CÓDIGO P E N A L
1I 5
s u sentido j u r í d i c o , teniendo por norte principios y reglas generales
consignadas en la ley, n a t u r a l m e n t e no nos ha d e parecer bien q u e el
Código penal a u m e n t e d e volumen, m á x i m e cuando los diversos comentadores explican ésas m i s m a s leyes, las comparan con las d e otros Códigos y p u e d e n servir d e estudio, cuando ocurran acontecimientos difíciles y complicados.
Nuestra imparcialidad, sin embargo, nos m a n d a reconocer q u e se
ha procurado por el legislador explicar la ley con claridad, t a n t o en los
artículos que se h a n copiado del antiguo Código, como en los q u e s e
h a n añadido en esta sección, y que si alguna d u d a ocurriere p u e d e c o n s u l t a r s e al comentario q u e se e n c u e n t r a desde el folio 396 a l 416 del
tomo I de la obra de Pacheco, con c u y a s opiniones estamos completamente de acuerdo, sin poder a ñ a d i r nada, porque todo sería pálido y
vulgar al lado del raciocinio vigoroso d e nuestro amigo. Unicamente
nos permitiríamos a l g u n a observación si en el nuevo Código se hicieran
grandes novedades; pero estando r e d u c i d a la reforma á la variación de
artículos, con alguna m á s explicación d e lo q u e en el antiguo estaba ya
mandado, d e j a m o s esta m a t e r i a para pasar á otra q u e tiene con ella u n
enlace íntimo.
SECCION TERCERA.
Disposiciones comunes á las, dos secciones anteriores.
Articulo 88.
«Á1 culpable de dos ó más delitos ó faltas se impondrán
todas las penas correspondientes á las diversas infracciones
para su cumplimiento simultáneo, si fuera posible por la naturaleza y efectos de las mismas.»
Articulo 89.
«Cuando todas ó algunas de las penas correspondientes
á las diversas infracciones no pudieran ser cumplidas simultáneamente por el condenado, se observarán respecto á ellas
las reglas siguientes:
»l. a E n la imposición de las, penas se seguirá el orden
de su respectiva gravedad, para su cumplimiento sucesivo
por el condenado, en cuanto sea posible, por haber obtenido
<16
A P É N D I C E Á LOS C O M E N T A R I O S
indulto de las primeramente impuestas ó por haberlas yá
cumplido.
»La gravedad respectiva de las penas para la observancia
de lo dispuesto en el párrafo anterior, se determinará con arreglo á la siguiente escala:
«Muerte.
«Cadena perpétua.
«Cadena temporal.
«Reclusión perpétua.
«Reclusión temporal.
«Presidio mayor.
«Prisión mayor.
«Presidio correccional.
«Prisión correccional.
«Arresto mayor.
«Relegación perpétua.
«Relegación temporal.
«Extrañamiento perpétuo.
«Extrañamiento temporal.
«Confinamiento.
«Destierro.
«2.a Sin embargo de lo dispuesto en la regla anterior, el
máximum de duración de la condena del culpable no podrá
exceder del triple de tiempo por que se le impusiere la más
grave de las penas en que haya incurrido, dejando de imponérsele las que procedan desde que las ya impuestas cubrieren el máximum del tiempo predicho.
«En ningún caso podrá dicho máximum exceder de cuarenta años.
«Para la aplicación de lo dispuesto en esta regla se computará la duración de la pena perpétua en treinta años. >>
Artículo 90.
«Las disposiciones del artículo anterior no son aplicables
en el caso de que un sólo hecho constituya dos ó más delitos, ó cuando el uno de ellos sea medio necesario para cometer el otro.
BEL
CÓDIGO PTÍNAT
73
»En estos casos sólo se impondrá la pena correspondiente al delito más grave, aplicándola en su grado máximo.»
Articulo 91.
«Siempre que los tribunales impusieren una pena que llevare consigo otras por disposición de la ley, según lo que se
prescribe en la sección tercera del capítulo anterior, condenarán también expresamente al reo en estas últimas.»
Artículo 92.
«En los casos en que la ley señala una pena inferior ó
superior en uno ó más grados, á otra determinada, se observarán para su graduación las reglas prescritas en los artículos 76 y 77.
»La pena inferior ó superior se tomará de la escala g r a dual en que se halle comprendida la pena determinada.
«Cuando haya de aplicarse una pena superior á la de arresto mayor, se tomará de la escala en que se hallen comprendidas las penas señaladas para los delitos más graves de
la misma especie que el castigado con arresto mayor.
»Los tribunales atenderán para hacer la aplicación de la
pena inferior ó superior, á las siguientes
ESCALAS
GRADUALES.
Escala número 1,°
»1.°
»2.°
»3.°
»4.°
»5.°
»6.°
Muerte.
Cadena perpétua.
Cadena temporal.
Presidio mayor.
Presidio correccional.
Arresto.
E s c a l a n ú m e r o 2.°
»1.°
»2.°
Muerte.
Reclusión perpétua.
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
»3.<? Reclusión temporal.
»4.° Prisión mayor.
»5.° Prisión correccional.
»6.° Arresto.
Escala- núm oro 3."
»1.°
»2.°
»3.°
»4.°
»5.°
»6.°
Relegación perpetua..
Relegación temporal.
Confinamiento.
Destierro.
ReprensicSi pública.
Caución dé conducta.
Escaia número 4.°
»1.°
»2.°
>;!."
»4.°
»5.°
»6.°
Extrañamiento perpétuo f
Extrañamiento temporal.
Confinamiento.
Destierro.
Reprensión, pública.
Caución de conducta.
Escala número S."
»1.°
»2.°
»3.°
Inhabilitación absoluta perpétua
Inhabilitación absoluta temporal.
^Cargo público, de derecho
Suspensión de
' de sufragio activo y pasi( vo, profesion ú oficio.
Escala número 6.a
»1.° Inhabilitación
. ,
cial perpetua
t i -t, •
»2° Inhabilitación
. .,
,
cial temporal
»3.°
espe-\n
,, ..
.
i r a r a cargo publico, derecho
,
„
> de sufragio activo y pasiespe-1
„ .
, „.
i vo, prolesion u oficio,
j
i Cargo público, derecho de
Suspensión de
j sufragio activo y pasivo,
profesion ú oficio.
D E L CÓDIGO
PENAL
1I5
Artículo 93.
«La multa se considerará como la última pena de todas
las escalas graduales anteriores.
»Cuando se hubiere impuesto en este concepto, la responsabilidad subsidiaria correspondiente á ella por insolvencia
del culpable establecida en el art. 50, no, podrá exceder del
tiempo de duración correspondiente á la pena inmediatamente superior de la escala respectiva.»
Articulo 94.
«En los casos en que la ley señala una pena superior á
otra determinada, sin designar especialmente cuál- sea, si no
hubiere pena superior en la escala respectiva, ó aquella fuese la de muerte, se considerarán como inmediatamente superiores las siguientes:
»l. a ' Si la pena determinada fuese la de cadena ó reclusión perpetuas ó inhabilitación absoluta ó inhabilitación especial perpétuas, las mismas penas, con la cláusula de que
el penado no goce del beneficio establecido en el art. 29 de
este Código sino á los 40 años.
»2.a Si fuere la de relegación perpetua, la de reclusión
perpétua.
»3.a Si fuere la de extrañamiento perpétuo, la de relegación perpétua.»
Artículo 95.
«Cuando sea necesario elevar ó bajar la pena de multa
uno ó más grados, se aumentará ó se rebajará respectivamente por cada uno la cuarta parte del máximum de la cantidad determinada en la ley; y para rebajarla, se hará una
operacion inversa.
«Iguales reglas se seguirán respecto de las multas que no
consistan en cantidad fija sino proporcional.»
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 96.
«Cuando las mujeres incurrieren en delitos que este Código castiga con las penas de cadena perpétua ó temporal
ó con las de presidio mayor ó correccional, se les impondrá
respectivamente las de reclusión perpétua ó temporal, prisión mayor ó correccional.»
Articulo 97.
«En las penas divisibles, el período legal de su duración
se entiende distribuido en tres partes, que forman los tres
grados mínimo, medio y máximo, de la manera que expresa
la siguiente
1I5
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Articulo 98.
«En los casos en que la ley señalare una pena compuesta de tres distintas, cada una de éstas formará un grado de
penalidad: la más leve de ellas el mínimo; la siguiente el medio, y la más grave el máximo.
«Cuando la pena señalada no tenga una de las formas
previstas especialmente en este libro, se distribuirán los grados, aplicando por analogía las reglas fijadas.»
COMENTARIO.
No en vano ocupa Pacheco 26 páginas, desde el folio 416 al 442 del
tomo 1, en explicar el sentido y espíritu de los diez artículos de esta
sección tercera. Es el corolario de las otras dos, y todo el capítulo es el
más difícil de la teoría penal.
Los reformadores han hecho grandes esfuerzos en mejorar esta parte interesantísima del Código, y sin duda han declarado algunos p u n tos; pero se necesita el estudio del Comentario, que recomendamos al
lector.
En cuanto á supresiones, son pocas las que se han ejecutado y de
insignificante valor. No sucede lo propio en cuanto á adiciones. Hay una
que equivale á ciento y que nos ofrece ancho campo para descender con
el mayor entusiasmo á la mitad del género humano.
El antiguo Código no habia dicho nada ni se habia ocupado de la
mujer más que en-el art. 99. Equiparándola sin duda al hombre, habia
establecido penas genéricas: y así como el varón era agarrotado, lo podia ser la hembra; y así como al primero se le imponía cadena perpétua,
también podia arrastrar la m u j e r el pesado hierro cuando cometiera u n
.delito que mereciera tal castigo. En esto nuestro Código no hacia más
que copiar á esos profundos filósofos que dan lecciones al mundo y que
habian tenido por conveniente no fijar la vista en el ser más hermoso de
la creación. Aunque los reformadores no tuvieran otro título á nuestro
agradecimiento, los aplaudiríamos con todas nuestras fuerzas por la inserción del art. 96, en que convierten la cadena perpetua en reclusión
perpétua, si la ha de sufrir la mujer, y lo propio hace cuando es temporal ó de presidio mayor ó correccional. Y en ello la reforma no hace más
que consignar en la ley lo que, á pesar del Código, viene practicándose
en España desde tiempo inmemorial. Nuestros tribunales han sido, en
esta como en otras materias, humanos, y han interpretado la ley como
no podian menos de interpretarla. Los gobiernos tampoco se han ocm-
DEL CÓDIGO PENAL
1
I
5
pado de que las mujeres sufrieran los castigos que pueden soportar los
hombres. Lo lastimoso y sensible es que esos lugares y mansiones estén peor si cabe que los de los hombres. ¿Pór qué no se ensaya poner
las galeras bajo la dirección de hermanas de la caridad?
Y no queremos concluir esta materia, y nos vamos á permitir a l gunas otras observaciones sobre la mujer. En ningún Código hemos
visto escrito nada que proteja su debilidad, y muchas veces su desamparo. Sin embargo, en más de una ocasion nos hemos sublevado contra la dureza de las ponas impuestas á la madre de familia ó á la huérfana lanzada en los lupanares por la injusticia de las leyes hechas por
los hombres. Forzosamente llegará algún dia que se las dispense la
protección debida. ¿Se puede sostener en buena tésis que el delito de
la mujer es igual al que comete el hombre? Sus circunstancias, su temperamento, su fuerza física, su educación, su sensibilidad, ¿son iguales
á las dotes del hombre? ¿Por qué tantas diferencias, tanta tutela en la
legislación civil, considerando á la mujer poco más que cosa, y tanta
paridad en el castigo de las faltas y delitos, hasta el punto de no apreciar, siquiera como circunstancia atenuante, el sexo? El legislador que
disminuya lo ménos en dos grados el castigo de la mujer, merecerá la
bendición, no sólo del bello sexo, sino> de todos los que han conocido á
sus madres, sean buenos esposos ó hayan recibido el auxilio de una
hermana de la caridad.
Los filósofos se ocupan mucho de los derechos del hombre, de las
libertades ilimitadas y de la manera de gobernar, y todavía no ha h a bido un legislador que sériamente piense en lo que es y debe ser en el
mundo la madre de sus hijos. No es esto adular á la belleza ni atraerse
las simpatías de la m u j e r . Cuando se ha llegado á la edad del autor de
este libro, no puede dominar otra pasión que el amor á la verdad, que
á voz en grito clama que á la m u j e r casada, que no se la permite disponer ni del árbol que heredó y le da sombra, no se la puede castigar
con rigor, y es una injusticia monstruosa penar sus faltas y sus delitos
con igual castigo que el que se impone al hombre. Materia digna de u n
libro entero; pero estas indicaciones bastarán para que, si se discute el
Código, se introduzca alguna variación en favor de la mujer.
Tan interesante como la anterior reforma relativa á la mujer .se hace
otra en cuanto á la duración de las penas. Aparte la supresión de ciertos castigos, se procura metodizar más el orden de cumplir las condenas fijándolas un limite, lo cual no se establecía en el antiguo Código,
habiendo ocurrido varios casos en que el reo fué condenado á cien años
de prisión mayor ó cadena. Sentencias conformes con el Código, que
no desacreditaban á los tribunales, pero sí á la ley que estaba vigente.
Todo el mundo creia, y con razón, que en el momento que se tratara
de revisar la ley penal, se enmendaría este error notorio poniendo un
límite á la imposición de la pena. En efecto, en el párrafo segundo del
artículo 89 se destierra semejante teoría, disponiendo que nunca podrá
exceder el máximum de la condena de cuarenta años, que pocos podrán
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
realmente sufrir, teniendo en cuenta la época en que generalmente se
empieza á delinquir, que es la edad de veinte á treinta años. Por eso
hubiéramos ido más allá nosotros reduciendo la mayor de las penas á
treinta años. El dia que los castigos sean verdaderamente tales y estén
bien montados los establecimientos penales, tenemos la seguridad que
veinte años de sufrimientos harán un buen ciudadano del que, tal vez
con más impremeditación que deseos malvados, causó un gran daño á
la sociedad matando ó cometiendo alguno de esos delitos que se castigan coa penas severas.
Por lo demás, insistimos en lo que ya hemos apuntado en otro l u gar. Las peuas accesorias son verdaderos mitos en la mayor parte de
las ocasiones, porque demasiado se purga el delito coa el castigo mayor. No sucede lo propio cuando son dos ó más los delitos, y cada uno
tiene una pena debiendo todas cumplirse, porque sería absurdo que el
delincuente tuviese carta bianca para seguir en la carrera del crimen,
por lo mismo que ya estaba ó podía ser penado por otro atentado mayor.
Quizá se crea que, según nuestra opinión, se debia suprimir del
Código toda esa bellísima teoría de la escala y graduación de las penas,
que ha servido de tema á los modernos Códigos que tanto cita Pacheco. Fuera de nosotros esa idea. Reconocemos los principios de la ciencia y los respetamos; pero al mismo tiempo nos resistimos á que en las
leyes se establezcan muchas fórmulas y se hagan imprevisoras advertencias, que han de entorpecer, más bien que facilitar, la pronta y recta administración de justicia. Nosotros no perderemos nunca de vista
lo que son y tienen forzosamente que ser los tribunales. No puede haber uno para cada delito, y es dificilísimo que el juez esté en el caso de
hacer profundos estudios para ajustar su sentencia en punto á la penalidad á muchos artículos del Código. Que forme bien los sumarios y esclarezca los hechos, y que imponga despues la pena principal al delito, es lo que á la sociedad le importa, sin descender á esas graduaciones y á ese. examen de penas accesorias y demás, que aprenden m u y
bien los hombres científicos, estudiando y comparándolos Códigos; pero
que no podrá consultar el juez que despacha veinte negocios diarios.
Será esto una herejía legal, pero es una verdad, y entre la ciencia y la
verdad, nos vamos siempre detras de ,1a segunda.
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DEL CÓDIGO PENAL
CAPÍTULO V.
DE LA EJECUCION DE LAS PENAS Y DE SU CUMPLIMIENTO.
SECCION PRIMERA.
Disposiciones generales.
Artículo 99.
«No podrá ejecutarse pena alguna sino en virtud de sentencia firme.»
Articulo 100.
«Tampoco puede ser ejecutada pena alguna en otra forma que la prescrita por la ley, ni con otras circunstancias ó
accidentes que los expresados en su texto.
»Se observará también, ademas de lo que dispone la ley,
lo que se determine en los reglamentos especiales para el gobierno de los establecimientos en que deben cumplirse las penas, acerca de la naturaleza, tiempo y demás circunstancias
de los trabajos, relaciones de los penados entre sí y con otras
personas, socorros que puedan recibir y régimen alimenticio.
»Los reglamentos dispondrán la separación de sexos en
establecimientos distintos, ó por lo ménos en departamentos
diferentes.»
Articulo 101.
«Cuando el delincuente cayere en locura ó en imbecilidad despues de pronunciada sentencia firme, se suspenderá
la ejecución tan sólo en cuanto á la pena personal, observándose en sus casos respectivos lo establecido en los párrafos segundo y tercero, núm. l.° del art. 8.°
APÉNDICE
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»En cualquier tiempo en que el delincuente recobrare el
juicio cumplirá la sentencia, á no ser que la pena hubiera
prescrito, con arreglo á lo que se establece en este Código.
»Se observarán también las disposiciones respectivas de
esta sección, cuando la locura ó imbecilidad sobreviniere hallándose el sentenciado cumpliendo la sentencia.»
COMENTARIO.
Corresponden estos tres artículos á los 86, 87 y 88, estando copiados
los dos primeros, con la sola diferencia de que en el Código viejo se habla de sentencia ejecutoriada y en el moderno se dice sentencia firme.
Nos gusta más la locucion antigua, porque este es el lenguaje común
no sólo de las gentes del foro, sino hasta del vulgo. Pero esta diferencia no merece que hablemos de ella.
Más trascendental es lo que se lee en el art. 101 equiparando al imbécil con el demente. En esto son consecuentes los reformadores con lo
que han dicho en otros artículos; y por nuestra parte tenemos que insistir en la misma crítica.
Aunque Pacheco habia dicho que lo relativo á la ejecución de las
penas era propio del Código de procedimientos, no se ha creído conveniente la supresión de lo que se decia en el art. 86 del Código antiguo
y 99 moderno.
Y por más prohibiciones que nos impongamos para hablar de lo que
ya ha comentado Pacheco, sin separarnos u n ápice de cuanto se lee en
el folio 417 y 418 del tomo primero, permítasenos r e f u t a r la segunda
parte del art. 101, en que se ha escrito «que en el momento que el delincuente recobre el juicio, cumpla la condena.»
Nos causa tanta lástima el demente, que nos horroriza la idea de
que pueda ser trasladado al suplicio, por apariencias de haber recobrado el juicio, lo cual está aconteciendo diariamente á muchos que padecen enajenación mental, y que pasan muchos dias y áun meses en el
estado más perfecto de tranquilidad.
Y no basta decir que si la ley es indulgente y abre u n poco la m a no, no habrá reo que no se finja loco. Quiere decir que todo depende
d é l a s declaraciones que hagan los hombres de la ciencia. Si estos informan al juez que el procesado ó penado está loco, no hay más remedio que someterse á su parecer científico, sin que la ley sea más ó menos dura ni que los magistrados tengan que cargar con responsabilidad que no les incumbe.
En nuestro raciocinio partimos del principio de ser cierta y efectiva
la demencia, y cuando esto acontece, no puede llevarse á efecto, espe-
DEL CÓDIGO PENAL
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eialmente la última pena. Todo lo que sea arrancar al verdugo la vida
de u n hombre, debe ser grato al legislador; y esto no lo dice u n utopista, sino un partidario acérrimo de la pena de muerte, que quiere,
sin embargo, que se imponga.pocas veces y que no se ejecute en todos
aquellos casos en que haya un motivo racional de suspensión. Si el desgraciado reo en el momento de notificársele el fallo cae en completo
parasismo y de aquí arranca una enfermedad peligrosísima que concluye en demencia, ¿cómo se puede conducir al patíbulo á este infeliz
al año ó dos años en que haya recobrado la salud, dado caso que la demencia tenga curación?
A los que defiendan estas doctrinas nosotros les contestaremos con
una célebre frase del fiscal de la Audiencia de Madrid en la primera y
ruidosa causa que defendimos. Era una mujer m u y criminal, que, entre otros crímenes, habia tenido intervención en un parricidio. Fué
condenada á muerte, á pesar de nuestros esfuerzos; y llamado á la capilla, aquella m u j e r , que representaba el arrepentimiento, el terror y
el amor maternal, se abalanzó á nuestros brazos y dijo: ¡Sálveme V.,
por mi hijo! En aquel instante nos acordamos del precepto de una ley
de partida que prohibe ejecutar á la m u j e r que se halla en cinta. Dijimos algunas frases al oido de aquella desventurada, y en la misma cárcel escribimos el pedimento diciendo: que Hipólita Pizano, así se llamaba aquella mujer, estaba embarazada de tres meses, y por consiguiente no podía ir al patíbulo.
El juez de primera instancia, Sr. Basualdo, que es hoy dignísimo
magistrado del Tribunal Supremo, consultó á la Audiencia; ésta se
reunió á deshora, se mandó suspender la ejecución, y en uno de sus
dictámenes decia el Sr. Jado, fiscal: que ya fuera la naturaleza, ya la astucia del joven, ingenioso y atrevido defensor, aquella mujer no estaba ya
bajo la jurisdicción de los tribunales.
Fué en electo indultada, pero á m u y poco cayo en una postración
completa y murió á los tres años.
Apliquemos á la cuestiou que estamos examinando los datos que nos
suministra la experiencia. El reo que se vuelve verdaderamente loco,
no puede ni debe ir á otro sitio que á un hospital ó casa de dementes,
y allí permanecer aunque parezca que haya recobrado la salud, porque
no basta que el Código diga que cuando se ponga bueno será agarrotado. Esto no se verificará nunca, y lo que no es práctico, no se debe
nunca mandar por el legislador.
Y nos hemos lijado en la última pena, porque es cuando debe o c u r rir con mayor frecuencia este caso. El condenado á presidio puede volverse loco, pero demasiada condena es estar en Leganés ú otro punto
semejante y seguir allí por el tiempo de la condena, quizá prestando
mejores servicios que en u n a casa de corrección.
Por todas estas consideraciones nos parece demasiado cauteloso el
art. 101, el cual por cierto no impide que se finja la locura, en cuyo
caso únicamente serán responsables los médicos forenses. En todas
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APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
n u e s t r a s investigaciones partimos d e la base d e c u m p l i r los funcionarios públicos con s u s d e b e r e s . Pudiera haber algún proceso celebre en
que los facultativos, por compasion, por espíritu de partido, por f u e r tes compromisos y a u n prevaricando, diesen falsos informes. Los t r i b u n a l e s tienen medios de ampliar las pruebas, y en algún caso no conformarse con el d i c t a m e n de los h o m b r e s de la ciencia. Lo que es a b surdo, a u n q u e lo digan los doctores, no p u e d e n u n c a ser f u n d a m e n t o
de u n a sentencia.
SECCION SEGUNDA.
Penas principales.
Articulo 102.
«La pena de muerte se ejecutará en garrote sobre un tablado.
»La ejecución se verificará á las veinticuatro horas de
notificada la sentencia, de dia, con publicidad, y en el lugar
destinado generalmente al efecto, ó en el que el tribunal determine cuando haya causas especiales para ello.
»Esta pena no se ejecutará en dias de fiesta religiosa ó nacional.»
Artículo 103.
«Hasta que haya en las cárceles un lugar destinado para
la ejecución pública de la pena de muerte, el sentenciado á
ella, que vestirá hopa negra, será conducido al patíbulo en
el carruaje destinado al efecto, ó donde no lo hubiere en
carro.»
Articulo 104.
«El cadáver del ejecutado quedará expuesto en el patíbulo hasta u n a hora ántes de oscurecer, en la que será sepultado, entregándolo á sus parientes ó amigos para este objeto, si lo solicitaren. El entierro no podrá hacerse con pompa.»
DEL
CÓDIGO P E N A L
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Artículo 105.
«No se ejecutará la pena de muerte en la mujer que se
halle en cinta, ni se le notificará la sentencia en que se le imponga hasta que hayan pasado cuarenta dias despues del
alumbramiento.»
Artículo 106.
«La pena de cadena' perpétua se cumplirá en cualquiera
de los puntos destinados á este objeto, en Africa, Canarias ó
Ultramar.»
Articulo 107.
«Los sentenciados á cadena temporal ó perpétua, trabajarán en beneficio del Estado; llevarán siempre una cadena al
pió, pendiente de la cintura, se emplearán en trabajos duros
y penosos, y no recibirán auxilio alguno de fuera del establecimiento.
»Sin embargo, cuando el Tribunal, consultando la edad,
salud, estado ó cualesquiera otras circunstancias personales
del delincuente, creyere que éste debe cumplir la pena en
trabajos interiores del establecimiento, lo expresará así en la
sentencia.»
Articulo IOS.
«Los sentenciados á cadena temporal ó perpétua no podrán ser destinados á obras de particulares ni á las públicas
que se ejecutaren por empresas ó contratas con el Gobierno.»
Articulo 109.
«El condenado á cadena temporal ó perpétua que tuviere
ántes de la sentencia 60" años de edad, cumplirá la condena
en una casa de presidio mayor.
»Si los cumpliere estando ya sentenciado, se le trasladará
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
á dicha casa-presidio, en la que permanecerá durante el tiempo prefijado en la sentencia.
Articulo 110.
«La reclusión pei'pétua y la temporal se cumplirá en establecimientos situados dentro ó fuera de la Península.
»Los condenados á ellas estarán suj etos á trabaj o forzoso en
beneficio del Estado, dentro del recinto del establecimiento.»
Artículo 111.
«Las penas de relegación perpétua y temporal se cumplirán en Ultramar en los puntos para ello destinados por el
Gobierno.
»Los relegados podrán dedicarse libremente, bajo la vigilancia de la autoridad, á su profesion ú oficio, dentro del radio á que se extiendan los límites del establecimiento penal.»
Articulo 112.
«El sentenciado á extrañamiento será expulsado del territorio español para siempre, si fuese perpétuo, y si fuese temporal por el tiempo de la condena.»
Artículo 113.
«Las penas de presidio se cumplirán en los establecimientos destinados para ello, los cuales estarán situados, para el
presidio mayor, dentro de la Península é islas Baleares ó Canarias, y para el correccional dentro de la Península.
»Los condenados á presidio estarán sujetos á trabajos forzosos dentro del establecimiento en que cumplan la condena.»
Articulo 114.
«El producto del trabajo délos presidiarios será destinado:
»l.o Para hacer efectiva la responsabilidad civil de aquellos, proveniente del delito.
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»2.° Para indemnizar al establecimiento de los gastos
que ocasionaren.
»3.° Para proporcionarles alguna ventaja ó ahorro durante su detención si la mereciesen, y para formarles un fondo de reserva, que se les entregará á su salida del presidio, ó
á sus herederos, si fallecieren en él.»
Articulo 115.
Las penas de prisión se cumplirán en los establecimientos destinados para ello, los cuales estarán situados, para la
prisión mayor dentro de la Península é islas Baleares ó Canarias, y para la correccional dentro del territorio de la audiencia que la hubiere impuesto.
»Los condenados á prisión no podrán salir del establecimiento en que la sufran durante el tiempo de su coñdena, y
se ocuparán para su propio beneficio en trabajos de su elección, siempre que fueren compatibles con la disciplina reglamentaria. Estarán, sin embargo, sujetos á los trabajos del
establecimiento hasta hacer efectivas las responsabilidades
señaladas en los números 1.° y 2.° del artículo anterior: t a m bién. lo estarán los que no tengan oficio ó modo de vivir conocido y honesto.»
Articulo 116.
«Los sentenciados á confinamiento serán conducidos á
un pueblo ó distrito situado en las islas Baleares ó Canarias,
en el cual permanecerán en completa libertad bajo la vigilancia de la autoridad.
»Los tribunales, para el señalamiento del punto en que
deba cumplirse la condena, tendrán en cuenta el oficio, profesión ó modo de vivir del sentenciado, con objeto de que
pueda adquirir su subsistencia.
»Los que fueren útiles por su edad, salud y buena conducta podrán ser destinados, con su anuencia, por el Gobierno al servicio militar.
»E1 sentenciado á destierro quedará privado de entrar en
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
el punto ó puntos que se designen en la sentencia y en el
radio que en la misma se señale, el cual comprenderá una
distancia de 25 kilómetros al menos, y 250 á lo más del punto designado.»
Artículo 117.
«El sentenciado á reprensión pública la recibirá personalmente en audiencia del tribunal, á puerta abierta.
»E1 sentenciado á reprensión privada la recibirá personalmente en audiencia del tribunal, á presencia del secretario y á puerta cerrada.»
Articulo 118.
«El arresto mayor se sufrirá en la casa pública destinada
á este fin en las cabezas de partido.
»Lo dispuesto en el párrafo segundo del art. 115, es aplicable en sus casos respectivos á los condenados á esta pena.»
Articulo 119.
«El arresto menor se sufrirá en las(pasas de Ayuntamiento ú otras del público, ó en la del mismo penado, cuando así
se determine en la sentencia, sin poder salir de ellas en todo
el tiempo de la condena.»
COMENTARIO.
Casi en su totalidad están copiados los 23 artículos del Código viejo
desde el 89 al M i , ambos inclusive, y que comenta con gran extensión
Pacheco desde el folio 449 hasta el 438 del tomo primero. Sin embargo,
hay algunas correcciones y enmiendas dignas de estudio. Por el pronto
se hace la grande y necesaria reforma de que el reo no esté más que
veinticuatro horas en capilla. Desde tiempo antiquísimo pasaba el desgraciado delincuente tres días mortales, siendo objeto, más que de com-
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pasión, de curiosidad y entretenimiento. Los abusos que se han cometido en este particular no son para contarse. Muchas gentes, áun de la
más fina sociedad, han convertido en u n verdadero espectáculo la visita
á las cárceles para ver y conversar, ya con el célebre bandido, ya con
el personaje político que su pasión ó extravío le conducía al suplicio.
Todo esto desaparecerá habiendo dejado veinticuatro horas al reo
para que disponga sus cosas espirituales y temporales; y u n buen r e glamento de cárceles impedirá que los pedantes sin ocupacion visiten
aquellas tristes mansiones, para referir despues si el penado estaba ó
no sereno, comia ó dormía, dando explicaciones de este ú otros parecidos sucesos.
Así como aprobamos la reforma hecha en el artículo 102 sobre el
tiempo que ha de permanecer en la capilla el reo, confesamos de buena
fe que dudamos mucho sobre la utilidad de que se ejecuten las penas
capitales en el mismo recinto de la prisión. En esta materia están divididos los pareceres de los grandes pensadores. Cuando en nuestra j u ventud devorábamos las obras del gran Jeremías Bentham, y los comentarios, mejores que la obra, del gran jurisconsulto Salas, aprendimos que la solemnidad y los aparatos en las ejecuciones debian influir
mucho en el ánimo de los que pudieran tener inclinación á delinquir.
Salas hace grandes elogios de nuestra práctica, y pinta con colores vivos
la marcha del reo acompañado de la Santa Hermandad de la Paz y Caridad, y deduce como consecuencia que el recuerdo é impresión causada
por estas escenas, apartará á muchos de la carrera del crimen.
La triste experiencia ha reformado en mucha parte nuestras antiguas opiniones, y estamos inclinados á creer que Salas se engañó, y
que esa escena aparatosa, que duraba tres horas, en conducir al reo
desde la cárcel al patíbulo, ni sirve de escarmiento, ni mejora en nada
las costumbres.
No nos hemos entregado, sin embargo, y hecho partidarios de que
las ejecuciones se realicen en la misma cárcel y sin ostentación alguna.
Así tienen lugar en los pueblos más civilizados. Lo que sí creemos es,
que se ejecuten de uno ú otro modo, esta incidencia ha de influir poco
en la disminución de los delitos. El verdadero correctivo consiste en
el terror que infunde el castigo, no en la manera en que se'haya de
sufrir.
Bueno os que se ensaye que las penas capitales se ejecuten en las
cárceles, porque al menos se evitará que una parte de la poblacion sufra las incomodidades que causa la m u c h e d u m b r e al ir al sitio de la
ejecución, abandonando sus quehaceres y ocupaciones. Algún dia señalado para estas catástrofes, nos hemos llenado de aflicción profunda al
ver trasladarse en Madrid, París y otras capitales, cuarenta ó cincuenta
mil personas para ver los movimientos y gestos del que á pocos momentos iba á dejar de existir. Las grandes ciudades no son entonces
representantes de la civilización, sino recintos de hordas salvajes guiadas por feroces instintos.
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APÉNDICE
á
LOS
COMENTARIOS
Está bien hecha la reforma, aunque desconfiemos que dé mejores resultados que la campanilla agonizante del hermano de la Paz y Caridad.
Otra reforma bien hecha es la de haber suprimido la hopa amarilla
destinada á los regicidas y parricidas. Despues de la muerte, ¿qué le
importa al reo ir vestido de este ó del otro modo? Hasta la hopa negra
suprimiríamos nosotros, vistiendo cada delincuente el t r a j e con que
cometió el delito.
El art. 414, en su párrafo tercero, hace una explicación conveniente
diciendo, que si el penado muriese sufriendo el castigo, se entregaría á
sus herederos lo que tuviera de fondo de reserva. Serán pocos los casos en que esto ocurra; pero es bueno que la ley lo prevea. El antiguo
Código nada decia, y aunque creemos que nadie se hubiera atrevido á
negar al pariente de u n penado ó á su heredero lo que la ley civil le da,
no está demás la advertencia cuando tantos abusos se cometen en los
establecimientos penales. Aún hubiera sido mejor que se añadiese que
esto se ejecutara inmediatamente, sin figura alguna de juicio; pero
como esto pudiera causar daño á tercero, sin duda los reformadores
creen que únicamente debían consignar el principio para que, aplicándole, quedasen á salvo todos los derechos, lo cual está en su lugar y
no lo podemos censurar, aunque nos inclinamos siempre á establecer
reglas sencillas, que impidan, en casos tales, se gaste la pequeña h e rencia de los pobres en trámites y diligencias.
También en el art. 1 \ 6 y párrafo segundo se introduce una novedad.
El art. 107 del antiguo Código decia que los sentenciados á confinamiento mayor podrían ser destinados por el Gobierno al servicio militar,
cuando por su edad, salud y buena conducta fueran aptos para ello. En
el nuevo Código no es esto potestativo en el Gobierno, siendo necesario
contar con la anuencia del interesado. Reforma útil, y en que se respeta
la libertad individual. Para algunas personas es u n castigo severísimo
destinarlas al servicio de las nrmas; y cuando se trata de sufrir una
condena tan pequeña como es la de confinamiento, en q u e el individuo
queda libre, las circunstancias de buena salud y conducta vendrían á
agravar las penas del soltero haciéndole soldado sin quererlo.
No sucede lo propio tratándose de otros delitos, v. gr., el presidio
correccional y aun el mayor. Creemos que debia hacerse u n ensayo
destinando á la marina y á regimientos de cazadores todos los penados
que lo fueran por delitos que, aunque graves, no imprimen una gran
mancha. Hemos oido á militares de juicio, que el regimiento fijo de
Ceuta ha sido siempre un modelo, y que allí se purgan perfectamente
todas las faltas y excesos que ántes se cometieron. En la última guerra
de Africa hubo penados que prestaron grandes servicios, y el legislador
debe preocuparse grandemente de todo lo que pueda mejorar el antiguo carácter y condiciones de los que fueron culpables.
En muchos de los artículos de la sección que vamos examinando se
prescriben reglas para el modo de cumplir las condenas, y aquí t e n e mos que repetir lo que hemos indicado en más de u n pasaje. Nuestros
DEL
CÓDIGO P E N A L
1I5
establecimientos penales d e j a n m u c h o que desear. Verdad e s q u e se
lucha con graves inconvenientes, y q u e en n i n g ú n país se ha llegado á
la perfección. Pero esto no d e s t r u y e q u e dicho r a m o d e la a d m i n i s t r a ción sea u n o de los mas principales. La nación que d i j e r e tengo los
mejores hospitales, m a y o r n ú m e r o de escuelas y buenos y bien m o n t a dos presidios, ese país estará á la cabeza d e la civilización. Socorrer á
la h u m a n i d a d doliente es u n a gran obra d e misericordia. E d u c a r al
pueblo y corregir sus faltas y delitos es el gran t r a b a j o de u n gobierno
benéfico.
Hay sin d u d a h o m b r e s incorregibles; pero otros entrarían en el buen
camino, como por él se les c o n d u j e s e . En los p u n t o s en que ha habido
antoridades celosas, los establecimientos penales han hecho adelantos
sorprendentes. Aún r e c o r d a m o s con placer u n a visita al presidio d e Valencia. Probablemente h o y s u f r i r á la ley inflexible de nuestro estado de
perturbación. Hasta ahora ha sido inútil crear en el ministerio de la Gobernación u n d e p a r t a m e n t o i m p o r t a n t e qúe se dedicara á este r a m o . Allí
debe haber numerosos datos y g r a n d e s proyectos archivados. La realidad no responde á tan b u e n o s propósitos. Los presidiarios salen m;¡s
malos que e n t r a r o n en los establecimientos de corrección, y todo esto
depende principalmente de la falta d e fondos y de un vicio d e que adolecen todos nuestros gobiernos. Para director de presidios, basta con ser
un furioso demagogo ó u n retrógrado q u e le parezca poco el r e s t a b l e cimiento de la Inquisición. Y lo que decimos del jefe es aplicable á los
alcaides de cárceles y presidios.
SECCION TERCERA.
Penas
accesorias.
Articulo 120.
«El sentenciado á degradación será despojado por un alguacil, en audiencia pública del tribunal, del uniforme, traje
oficial, insignias y condecoraciones.
»E1 despojo se hará á la voz del Presidente, que lo ordenará con esta fórmyda: Despojad á (el nombre del sentenciado) de sus insignias y condecoraciones, de cuyo uso la ley le
<16
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
declara indigno: la ley le degrada por haberse él degradado
á sí mismo.»
COMENTARIO.
Este artículo está copiado del 1 14 del antiguo Código, q u e tenia a d e mas en esta sección otras diversas disposiciones en el a r t . 113 referentes al modo de s u f r i r la pena de argolla que con tanta razón se ha h e cho desaparecer en el nuevo Código. Ya hemos molestado al lector h a b l a n d o de este d e g r a d a n t e castigo tan perfectamente s u p r i m i d o .
TÍTULO IV.
DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL.
Artículo 121.
«La responsabilidad civil establecida en el capítulo II, título II de este libro, comprende:
»1.° La restitución.
»2.° La reparación clel daño causado.
»3.° La indemnización de perjuicios.»
Articulo 122.
«La restitución deberá hacerse de la misma cosa, siempre
que sea posible, con abono de deterioros ó menoscabos, á regulación del tribunal.
»Se hará la restitución aunque la cosa se halle en poder
de un tercero, y éste la haya adquirido por un medio legal:
salva su repetición contra quien corresponda.
»Esta disposición no es aplicable en el caso de que el tercero haya adquirido la cosa en la forma y con los requisitos
establecidos por las leyes para hacerla irreivindicable.»
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DEL
CÓDIGO
PENAL
Artículo 123.
«La reparación se hará válorándose la entidad del daño
por regulación del tribunal, atendido el precio de la cosa siempre que fuere posible, y el de afección del agraviado.»
Artículo 124.
«La indemnización de perjuicios comprenderá no sólo los
que se hubiesen causado al agraviado, sino también los que
se hubieren irrogado por razón del delito á su familia ó á un
tercero.
»Los tribunales regularán el importe de esta indemnización en los mismos términos prevenidos para la reparación
del daño en el artículo precedente.»
Articulo 125.
«La obügacion de restituir, reparar el daño é indemnizar
los perjuicios, se trasmite á los herederos del responsable.
»La acción para repetir la restitución, reparación é indemnización, se trasmite igualmente á los herederos del perjudicado. »
Articulo 126.
«En el caso de ser dos ó más los responsables civilmente
de un delito ó falta, los tribunales señalarán la cuota de que
deba responder cada uno.»
Articulo 127.
«Sin embargo de lo dispuesto en el artículo anterior, los
autores, los cómplices y los encubridores, cada uno dentro
de su respectiva clase, serán responsables solidariamente entre sí por sus cuotas, y subsidiariamente por las correspondientes á los demás responsables.
»La responsabilidad subsidiaria se hará efectiva primero
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A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
en los bienes de los autores, despues en los de los cómplices,
y por último, en los de los encubridores.
»Tanto en los casos en que se baga efectiva la responsabilidad solidaria, como la subsidiaria, quedará á salvo la repetición del que hubiere pagado contra los demás por las cuotas correspondientes á cada uno.»
Articulo 128.
«El que por título lucrativo hubiere participado de los
efectos de un delito ó falta, está obligado al resarcimiento
hasta la cuantía en que hubiere participado.»
COMENTARIO.
Es interesantísimo este titulo, y casi íntegro se ha trasladado todo
lo que se decia en el antiguo Código desde el art. 115 al 123 inclusive
del Código reformado y que comenta Pacheco desde el folio 490 al 502
del tomo primero.
Alguna pequeña variación se nota entre uno y otro texto. El nuevo
Código establece una escala en el modo de exigir la responsabilidad á
los autores, á los cómplices y á los encubridoros, porque justo es que
cada uno pague proporcionalmente el daño que hubiere hecho. Por desgracia, en la casi unanimidad de ios sucesos esta indemnización es completamente ilusoria. La ley, sin embargo, tiene que exigirla para los casos en que pueda hacerse efectiva.
Una sola variación, ó mejor dicho supresión, se nota en el nuevo
Código. En el antiguo se decía en el art. 123: «Una ley especial determinará los casos y formas en que,el Estado ha de indemnizar por u n
delito ó falta, cuando los autores y demás responsables carecieren de
medios para hacer la indemnización.»
Y Pacheco, en su corto comentario, despues de enaltecer este gran
principio de justicia, Concluye diciendo: ¿cuándo se convertirá en h e cho ese desiderátum?
En efecto, es una bella teoría, que creemos no se pondrá nunca en
práctica. ínterin la criminalidad no se disminuya en un noventa por
ciento. Espanta la estadística de los criminales y de los delitos cometidos áun en las naciones mejor gobernadas. Para indemnizar los daños
causados por los delincuentes, serian necesarios muchos millones, gravando á los contribuyentes con una nueva carga pesada, ademas de las
que ya abruman á la nación. Con el tiempo quizá pueda ensayarse esta
utopia de la indemnización; pero será despues de haber socorrido otras
DEL CÓDIGO PENAL
1
I
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muchas necesidades p r e f e r e n t e s de esta pobre h u m a n i d a d . Guando en
las naciones m á s ricas y adelantadas hay seres inocentes y desgraciados
q u e se mueren d e h a m b r e ; cuando el ochenta por ciento de los i n d i v i duos del género h u m a n o no tienen buena alimentación; c u a n d o las epidemias llevan también al sepulcro m á s de un cincuenta por ciento por
falta de asistencia y cuidados, ¿cómo se h a n de c u i d a r los gobiernos de
r e m e d i a r esas desgracias dg los daños causados por los criminales, teniendo otras m u c h o m a y o r e s desatendidas?
La v e r d a d es que el siglo XIX puede estar m u y orgulloso d e sus
adelantos materiales, q u e han d e ser la base en efecto del progreso social, p o r q u e sin gran producción no hay posibilidad de a u m e n t a r el
bienestar; pero para m a t a r á las escuelas anárquicas, c o m u n i s t a s y socialistas, es forzoso hacer mucho en favor de las clases menesterosas ó
ir realizando todas las teorías bellas, como lo es la que nos ocupa de la
indemnización del Estado á los que han sufrido daños por los delitos.
Interin esto se consigue, como hasta aquí ha sido una m e n t i r a , ha
hecho m u y bien el legislador en b o r r a r esa promesa del Código. No es
nuestro ánimo negar'el derecho ni ménos combatir el principio; pero
si descendiéramos en m u c h o s casos á examinar la causa del daño, quizá
no dejaría de encontrarse algún descuido en el mismo q u e lo sufrió: no
por eso el delincuente merecerá menor pena; pero la sociedad t e n d r í a
siempre defensa para no pagar indemnizaciones indebidas. Guando llegue ese tiempo feliz en q u e los Gobiernos tengan repletas s u s arcas, y
con esos fondos resarcir esos perjuicios, entonces podrá ser oportuno
meditar sobre las reglas q u e habían de tenerse presentes para q u e no
se hicieran regalos á los q u e fueron a b a n d o n a d o s en el cuidado d e sus
cosas.
TÍTULO V .
DE LAS PENAS ÉN QUE INCURREN LOS QUE QUEBRANTAN
LAS SENTENCIAS Y LOS QUE DURANTE UNA CONDENA DELINQUEN
DE NUEVO.
CAPÍTULO I.
DE LAS PENAS EN QUE INCURREN LOS QUE QUEBRANTAN LAS SENTENCIAS.
Articulo 129.
«Los sentenciados que hubieren quebrantado su condena
sufrirán una agravación en la pena con sujeción á lo que se
dispone en las reglas siguientes:
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»1.a Los sentenciados á cadena ó reclusión cumplirán sus
respectivas condenas, haciéndoles sufrir por un tiempo, que
no excederá de tres años, las mayores privaciones que autoricen los reglamentos, y destinándolos á los trabajos más penosos.
»Si la pena fuere perpétua, no gozarán del beneficio que
concede el art. 29, hasta que hayan cumplido la agravación
en la pena que se les hubiere impuesto.
»Si fuere temporal, y la agravación de pena no pudiere
cumplirse dentro del término señalado en la anterior condena, continuarán sujetos á ella hasta extinguir el tiempo de la
agravación.
»2.a Los sentenciados á relegación ó á extrañamiento, serán condenados á prisión correccional, que no podrá exceder
de tres años, debiendo los relegados sufrirla en el punto de
la relegación si fuere posible, y en el más inmediato si no lo
fuere, y los extrañados en uno de los establecimientos penales del reino.
«Cumplidas estas condenas, continuarán sufriendo las
anteriores.
»3.a Los sentenciados á presidio, prisión ó arresto sufrirán un recargo de la misma pena, que no podrá exceder de la
sexta parte del tiempo que les faltare para cumplir su primitiva condena.
»4.a Los sentenciados á confinamiento serán condenados
á prisión correccional que no podrá exceder de dos axlos; y
cumplida esta condena, extinguirán la de confinamiento.
»5.a Los desterrados serán condenados á arresto mayor,
cumplido el cual extinguirán la pena de destierro.
»6.a Los inhabilitados para cargo, derechos de sufragio,
profesion ú oficio, que los obtuvieren ó ejercieren, cuando el
hecho no constituya un delito especial, serán condenados al
arresto mayor y multa de 100 á 1.000 pesetas.
»7.a Los suspensos de cargo, derecho de sufragio, profesion ú oficio que los ejercieren, sufrirán un recargo por igual
tiempo al de su primitiva condena y una multa de 50 á 500
pesetas.»
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DEL CÓDIGO PENAL
Articulo 130.
«Las agravaciones prescritas en el artículo anterior, respecto á los que sufran privación de libertad, no se aplicarán
á los que se fugaren de los establecimientos penales ó de sus
destacamentos, sin violencia, intimidación ni resistencia, sin
fractura de puertas ó ventanas, paredes, techos ó suelos, sin
usar ganzúas ó llaves falsas, sin escalamiento y sin ponerse
de acuerdo con otros penados ó dependientes del establecimiento.
»E1 quebrantamiento de la sentencia; cuando no concurran una ó más de estas circunstancias, será corregido con la
cuarta parte de la pena respectivamente señalada en el artículo 129.»
COMENTARIO.
Este capítulo, aunque en el fondo esté consignada la misma doctrina que en el del antiguo Código sobre idéntica materia, y que
comenta Pacheco desde el folio 503 hasta el 517 inclusive, lia sufrido
distintas modificaciones en su redacción, y lo que es más esencial, en
la aplicación do las penas, disminuyéndolas en su mayor parte. En este punto no cesaremos de elogiar el espíritu y tendencia de la reforma. La dureza de los castigos
es la que ha do disminuir los delitos.
Cúmplanse las que se impongan, y mejórese la condicion del pueblo,
y estos sí que serán caminos seguros para aminorar la criminalidad.
No hay para qué marcar una por una las diferencias que en el
particular se encuentran entre ambos Códigos, porque tal comparación haría cada vez más fatigoso este trabajo. Como ejemplo citaremos
la segunda regla. El sentenciado á reclusión perpétua que quebrantare
la condena, se le podía castigar poniéndole una cadena por el tiempo
de dos á seis años. En el nuevo Código se dice que á este infractor so
1c sujete á tres años lo más de grandes privaciones.
Al.mismo tenor se dice que el recargo del sentenciado á presidio,
prisión ó arresto, no podrá exceder de la sexta parte del tiempo que le
faltare para cumplir su primitiva condena. Principio equitativo y j u s to, que no se conocía en el antiguo Código, suponiendo que la huida
del delincuente era igual cuando le faltaban cinco años á cuando sólo
debia estar en la cárcel u n mes. Todo esto se ha remediado con la r e forma, que será bien acogida en todas partes.
APÉNDICE
7
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
CAPÍTULO II.
DE LAS P E S A S EN QUE INCURREN LOS QUE DESPUES DE HABER SIDO
CONDENADOS POR SENTENCIA FIRME NO CUMPLIDA, Ó DURANTE E L TIEMPO
DE SU CONDENA DELINQUEN DE NUEVO.
Articulo 131.
«Los que cometieren algún cielito ó falta despues de h a ber sido condenados por sentencia firme no empezada á cumplir, ó durante el tiempo de su condena, serán castigados
con sujeción á las reglas siguientes:
»l. a Se impondrá en su grado máximo la pena señalada
por la ley al nuevo delito ó falta.
»2.a Los tribunales observarán, en cuanto sean aplicables
á este caso, las disposiciones comprendidas en el art. 88 y regla 1. a del art. 89 de este Código.
»3.a El penado comprendido en este artículo será indultado á los setenta años si hubiere ya cumplido la condena
primitiva, ó cuando llegare á cumplirla despues de la edad
sobredicha, á no ser que por su conducta ó por otras circunstancias no fuere digno de la gracia.»
COMENTARIO.
Este artículo está redactado con más claridad que el 125 del antiguo Código que Pacheco explica desde el folio 818 al 527 inclusive del
tomo l. Ya notaba en él cierta oscuridad aquel jurisconsulto, y por eso
sin duda se le dio la nueva redacción añadiendo la regla 3. a que fija la
edad de setenta años para que se considere indultado el reincidentc,
si hubiere cumplido la condena primitiva. Nosotros no le pondríamos
ninguna cortapisa, porque el que á los setenta años delinque, es forzosamente u n loco y debe llevársele á los establecimientos de dementes,
y allí no podrá hacer daño alguno. Tal es el respeto que nos infunde
la ancianidad, y como para cometer los delitos generalmente se necesita, ó fuerza muscular, ó agilidad, nos parece que el que se halle á los
setenta años en una penitenciaría, no tendrá muchos medios de evadirse ó de delinquir de nuevo.
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DEL CÓDIGO PENAL
TÍTULO VI.
DE LA EXTINCION DE LA RESPONSABILIDAD PENAL.
Articulo 132.
«La responsabilidad penal se extingue:
»1.° Por la muerte del reo en cuanto á las penas personales siempre, y respecto á las pecuniarias, sólo cuando á su
fallecimiento no hubiere recaido sentencia firme.
»2.° Por el cumplimiento de la condena.
Do.o Por amnistía, la cual extingue por completo la pena
y todos sus efectos.
Por indulto.
»E1 indultado no podrá habitar por el tiempo que, á no
haberlo sido, debería durar la condena, en el lugar en que
viva el ofendido, sin el consentimiento de éste; quedando en
otro caso sin efecto el indulto acordado.
»5.° Por el perdón del ofendido cuando la pena se haya
impuesto por delitos que no puedan dar lugar á procedimiento de oficio.
»6.° Por la prescripción del delito.
»7.° Por la prescripción de la pena.»
Artículo 133.
«Los delitos prescriben á los veinte años, cuando señalare la ley al delito la pena de muerte ó de cadena perpétua.
»A los quince, cuando señalare cualquiera otra pena aflictiva.
»A los diez, cuando señalare penas correccionales.
»Exceptúanse los delitos de calumnia é injuria, de los
cuales el primero prescribirá al año, y el segundo á los seis
meses.
»Las faltas prescriben á los dos meses.
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APÉNDICE i
LOS COMENTARIOS
»Guando la pena señalada sea compuesta, se estará á la
mayor para la aplicación de las reglas comprendidas en los
párrafos primero, segundo y tercero de este artículo.
»E1 término de la prescripción comenzará á correr desde
el dia en que se hubiere cometido el delito; y si entónces no
fuere conocido, desde que se descubra y se empiece á proceder judicialmente para su averiguación y castigo.
»Esta prescripción se interrumpirá desde que el procedimiento se dirija contra el culpable, volviendo á correr de
nuevo el tiempo de la prescripción desde que aquél termine
sin ser condenado ó se paralice el procedimiento, á no ser
por rebeldía del culpable procesado.»
Artículo 134.
«Las penas impuestas por sentencia firme prescriben:
»Las de muerte y cadena perpétua, á los veinte años.
»Las demás penas aflictivas, á los quince años.
»Las penas correccionales, á los diez años.
»Las leves, al año.
»E1 tiempo de esta prescripción comenzará á correr desde
el dia en que se notifique personalmente al reo la sentencia
firme, ó desde el quebrantamiento de la condena si hubiera
ésta comenzado á cumplirse.
»Se interrumpirá, quedando sin efecto el tiempo trascurrido para el caso en que el reo se presentare ó sea habido,
cuando se ausentare á país extranjero con el cual España no
haya celebrado tratados de extradición, ó teniéndolos, no estuviere comprendido en ellos el delito, ó cuando cometiere
uno nuevo ántes de completar el tiempo de la prescripción,
sin perjuicio de que ésta pueda comenzar á correr de nuevo.»
Articulo 135.
«La responsabilidad civil nacida de delitos ó faltas, se
extinguirá del mismo modo que las demás obligaciones, con
sujeción á las reglas de derecho civil.»
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DEL CÓDIGO PENAL
COMENTARIO.
Este título está completamente variado en el nuevo Código. El antiguo establecía pocas y confusas reglas. Hasta el nombre se ha mudado,
llamando extinción á lo que antes se titulaba prescripción.
Empieza el art. 132 diciendo que la muerte extingue todas las penas personales, porque es claro que no puede morir el que ya falleció,
ni menos sufrir en presidio una condena.
Cuando no ha caido sentencia ejecutoria, tampoco se puede d a r u n
fallo condenando á pena pecuniaria al que ya falleció, porque realmente este castigo lo iban á sufrir sus herederos. Esto no destruye que esa
herencia pueda quedar obligada al resarcimiento de daños y perjuicios.
De otra manera podría acontecer que los herederos se lucraran con perjuicio de tercero con lo adquirido por el delito.
Los casos 2.°, 3.° y 4.° no debían haberse mencionado en el Código.
¿Se ha podido d u d a r por nadie que, cumplida la condena, se acaba ésta,
así como si el reo ha sido indultado ó amnistiado, y que lo propio acontece cuando el agraviado perdona la calumnia ó injuria y el esposo el
adulterio? Una cosa buena s e ha escrito en eso artículo, y es, que el indultado no podrá vivir en el lugar que viva el ofendido en el tiempo de
la condena sin consentimiento de éste. En punto á delitos comunes somos poco partidarios del perdón. Reconocemos que no pueden ponerse
limites á la prerogativa; pero los gobiernos deben proceder siempre con
gran cautela al hacer uso de tan gran facultad.
Los artículos 433 y 134 se ocupan de la prescripción. El primero de
la del delito, y el segundo de la de la pena, comprendiendo muchos y
variados casos é introduciendo una completa novedad en la antigua legislación penal. Los delitos de pena de muerte ó cadena perpétua se
preseriben á los veinte años, á los quince los de cualquier pena aflictiva y á los diez los de penas correccionales.
Esto puede decirse que estaba dispuesto en el antiguo Código, y lo
cual explica con su atinado criterio en las últimas páginas del tomo I
Pacheco. De lo que no se hablaba era de la prescripción de la calumnia, injuria y faltas. La primera se prescribe al año, la segunda á los
seis meses y la tercera á los dos meses. Todo esto nos parece equitativo y justo con la explicación que despues se da respecto al tiempo en
qjie debe empezar á contarse la prescripción. La regla general es desde
el dia en que se hubiere cometido el delito, si éste fuere conocido, porque de otra manera se contará sólo desde el dia en que se hubiere descubierto y empezado á proceder judicialmente para su averiguación y
castigo. Lo contrario sería altamente inmoral y pernicioso. Figuremos
u n asesinato clandestino y cubierto con las apariencias de un viaje de
la víctima, ó u n robo doméstico, que no descubriera el dueño de lo ro-
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
bado hasta seis ú ocho años despues de ejecutado. Esas mismas ocultaciones, en vez de favorecer, perj udicarian al delincuente, por ser circunstancias agravantes los medios puestos en juego para ocultar el delito. Lo propio decimos sobre la calumnia é injuria cuando no tuviere
noticia de ellas el calumniado ó injuriado por estar ausente ú otra causa. La vejación entónces no debe redimirse en el corto plazo de un año
ó seis meses.
* El art. 34 habla.de la prescripción de las penas, y marca los mismos
términos de veinte, quince y diez años para los castigos de muerte,
cadena perpétua, aflictivos, correccionales y leves.
Se interrumpen estas prescripciones cuando el reo h u y e r e á país
extranjero, y sin d u d a éste no quedará exento de castigo, sino cuando
pasare más tiempo, aunque no se fija en este título cuál sea.
En el antiguo Código no se habla nada de la prescripción de la responsabilidad civil; pero en el nuevo se dice que estas acciones no desaparecerán sino en el término prescrito en la legislación común.
Hemos concluido el libro primero, en que parecía no existir g r a n des diferencias entre el antiguo y el nuevo Código. Sin embargo, el que
se crea con conocimientos bastantes por los estudios hechos sobre la
antigua legislación, se llevará u n chasco solemne, porque si se han
respetado muchas de las teorías comunes á toda la legislación penal, se
encuentran muchas modificaciones y variaciones, y por cuyo motivo
nos hemos visto precisados á decir que este A P É N D I C E , ademas de t r a tar de los tres títulos importantes, de religión, derechos individuales é
imprenta, trataría todas las materias, porque habia sido indispensable
ocuparnos de las concordancias y discordancias entre uno y otro Código.
No hay u n solo capítulo, mal decimos, no existe una sola sección, en
que no se introduzca alguna novedad, y varias tan radicales, que nos
han obligado á comentarlas más prolijamente que lo que nosotros pensábamos; pero recomendando al propio tiempo que el lector recurriera
al texto de la obra principal, que le desvanecerían las d u d a s que le
pudieran ocurrir.
Así continuaremos el análisis del segundo y tercer libros de esta
obra interesante. En este trabajo encontraremos la mayor dificultad,
porque á dichos libros corresponden los tres artículos sobre los que
poco ó nada ha dicho Pacheco, por la sencilla razón de que sobre dos
de ellos nada habla el antiguo Código.
LIBRO SEGUNDO.
DELITOS
Y SUS
PENAS.
El antiguo Código empezaba colocando en el título primero los delitos contra la religión, y dedicaba á esta materia once artículos, penando muchos actos con los que se intentara abolir ó variar en España la
religión católica, apostólica, romana.
Notábase, sin embargo, en ese capítulo una gran reforma, s u p r i miendo las d u r a s y terribles penas que la antigua legislación tenia establecidas contra el que profesara otro dogma ó intentara atacar la santidad de la religión católica. A la pasada intolerancia se habia sustituido la absoluta libertad de conciencia. Prohibíase, sí, todo otro culto que
no fuera el católico, apostólico, romano; pero no se castigaba de manera alguna el modo de pensar en materias religiosas, dejando en este
punto á la Iglesia que lanzara sus anatemas contra los que se separaran
de las verdaderas creencias. El hogar doméstico era respetado, y no se
ponía e n j u e g o ningún medio coercitivo para obligar á hacer profesión
de fe.
Qne éste habia sido u n gran adelanto, no puede negarse, y todo lo
que sobre el particular digamos nosotros, es descolorido al lado de lo
que explica Pacheco comentando este capítulo al principio del tomo 11.
Pero los intransigentes de las escuelas radical y reaccionaria estaban
descontentos, y los unos pedían á voz en cuello la libertad de cultos y
que el Estado se declarase ateo; y los otros solicitaban que se volviese
hasta los ominosos tiempos en que se quemaba en la plaza pública, ó
por lo menos se llevaba á la inquisición al que no profesase las opiniones más ultramontanas.
Cuando las ideas tolerantes tienen que luchar' con los partidos extremos, rara vez triunfan si las cuestiones se deciden en el terreno de
la fuerza. La reacción y la revolución vienen luchando hace setenta
años en España, y en largos períodos do tan triste historia, se han visto
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
dominar en el espacio de pocos meses esas ideas encontradas y disolventes. Hoy le ha tocado su vez y ha levantado bandera la escuela más
radical, poniendo el lema de libertad de cultos. ¡Dios quiera que con el
tiempo no se queme hasta el antiguo Código, q u e á pesar de reconocer
como única la religión católica, protegía la libertad de conciencia!
Las Cortes Constituyentes tenian que poner en armonía con la Constitución que habían hecho, las disposiciones de la ley común. Proclamada la libertad de cultos, quedaba de hecho derogada la legislación
penal, que prohibía'levantar otros altares que no fueran los de la r e ligión católica.
¿lia sido esto un mal ó u n bien para la. nación? ¿Durará mucho esa
trascendental reforma? ¿Era una necesidad imperiosa de la revolución?
Difícil es hacer predicciones sobre sucesos tan trascendentales. Tolerantes por principios y por una larga experiencia del mundo, creemos
que la revolución ha cometido u n gran desacierto, lastimando el sentimiento religioso de la casi unanimidad de los españoles. La sana crítica
censurará con justicia á la casa de Austria la expulsión de los árabes
y»de los judíos; pero de aquel acto despótico nació u n bien, y fué la
unidad religiosa, que por más que se interprete, es una gran ventaja
para la gobernación del Estado, especialmente si esa unidad no se convierte en pesquisidora y perseguidora de la libertad de conciencia.
Se comprende la libertad de cultos en los pueblos en que hay distintas razas y diversas creencias, ó cuando se espora que vendrán á poblar miles de inmigrantes los campos desiertos de aquel país reformado, trayendo sus capitales y su industria. ¡Ilusión engañosa que tarde
ó nunca se realizará en España, al ménos por esa única consideración!
Lo que en este país se necesita, más que atraer á los extranjeros, es
evitar la espantosa emigración de sus naturales á las playas africanas
y á las repúblicas de América en buscado fortunas que nunca realizan.
Lo que en España hace u n a falta inmensa es, sino matar, disminuir en
lo posible el indiferentismo religioso, que es la gangrena social del siglo xix, y en lo que tienen que pensar todos los filósofos, moralistas y
sacerdotes del mundo civilizado.
Si en vez de la libertad de cultos se hubiera dicho era obligatorio
aprender á leer y escribir los preceptos do la religión católica, imponiendo la carga de crear escuelas á los propietarios de todos los pueblos,
esta reforma hubiera sido altamente aplaudida y victoreada y no proclamar por el mundo que España está tan adelantada, que puede establecerse en ella impunemente un templo á Confucio ó Mahoma, ó á
cualquier otro emblema de la más supersticiosa religión. Materia es
esta que dará lugar á escribirse más de un libro ínterin subsista la libertad de cultos. Quisiéramos engañarnos y que también se hubiera
equivocado el gran Pacheco y otros pensadores. Lo que hoy toca á
todo buen Ciudadano es acatar el precepto legal, y á nosotros discurrir
sobre las nuevas disposiciones de la ley.
El reformado Código se ocupa de asuntos religiosos; pero es en sen-
D E L CÓDIGO P E N A L
105
tido distinto de Ío que m a n d a b a el antiguo. En su lugar oportuno nos
ocuparemos de esos artículos, en los que, en vez de prohibir las distintas religiones, se m a n d a sean respetados todos los cultos. S o b r e t o d o
recomendamos la l e c t u r a d e las 56 páginas primeras del tomo II d e la
obra principal.
TÍTULO I.
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR DEL ESTADO.
C A P Í T U L O I.
D E L I T O S DE
TRAICION.
Articulo 136.
«El español que indujere á una potencia extranjera á declarar guerra á España, ó se concertare con ella para el mismo fin, será castigado con la pena de cadena perpetua á
muerte si llegare á declararse la guerra, y en otro caso con
la de cadena temporal en su grado medio á la de cadena perpetua.»
Articulo 137.
«Será castigado con la pena de cadena perpétua á muerte.
»1.° El español que facilitare al enemigo la entrada en el
reino, la toma de una plaza, puesto militar, buque del Estado
ó almacenes de boca ó guerra del mismo.
»2.° El español que sedujere tropa española ó que se hallare al servicio de España para que se pase á las filas enemigas ó deserte de sus banderas, estando en campaña.
»;].<> El español que reclutare en España gente para hacer
IOG
A P É N D I C E Á LOS COMENTARIOS
la guerra á la patria bajo las banderas de una potencia enemiga.
»Los delitos frustrados de los hechos comprendidos en los
números anteriores, serán castigados como si fueren consumados, y las tentativas con la pena inferior en un grado.»
Artículo 138.
«Será castigado con la pena de cadena temporal en su grado máximo á muerte:
»1.° El español que tomare las armas contra la patria bajo banderas enemigas.
»2.o El español que reclutare en España gente para el
servicio de una potencia enemiga, en el caso de que no fuese
para que aquélla tome parte directa en la guerra contra España.
»3.o El español que suministrare á las tropas de una potencia enemiga caudales, armas, embarcaciones, efectos ó
municiones de boca ó guerra, ú otros medios directos y eficaces para hostilizar á España,- ó favoreciere el progreso de las
armas enemigas de un modo no comprendido en el artículo
anterior.
»4.o El español que suministrare al enemigo planos de
fortalezas ó de terrenos, documentos ó noticias que conduzcan directamente al mismo fin de hostilizar á España ó de favorecer el progreso de las armas enemigas.
»5.° El español que en tiempo de guerra impidiere que
las tropas nacionales reciban los auxilios expresados en el mimero 3.° ó los datos y noticias indicados en el 4.°»
Articulo 139.
«La conspiración para cualquiera de los delitos expresados
en los tres artículos anteriores, se castigará con la pena de
presidio mayor, y la proposicion para los mismos delitos, con
la de presidio correccional.»
DEL CÓDIGO» PENAL
107
Artículo 140.
«El extranjero residente en territorio español que cometiere alguno de los delitos comprendidos en los artículos anteriores, será castigado con la pena inmediatamente inferior
á la señalada en éstos, salvo lo establecido por tratados ó por
el derecho de gentes acerca de los funcionarios diplomáticos.»
Articulo 141.
«Los que cometieren los delitos expresados en los artículos anteriores contra u n a potencia aliada de España, en el caso de hallarse en campaña contra el enemigo común, serán
castigados con las penas inferiores en un grado á las respectivamente señaladas.»
Artículo 142.
«Incurrirán en la pena de cadena perpétua á muerte los
Ministros de la Corona que, con infracción del art. 74 de la
Constitución, autorizaren decreto:
» 1 E n a j e n a n d o , cediendo ó permutando cualquiera parte del territorio español.
»2.o Admitiendo tropas extranjeras en el reino.
»3.° Ratificando tratados de alianza ofensiva, que hayan
producido la guerra de España con otra potencia.»
Articulo 143.
«Serán castigados con la pena de cadena temporal en su
grado medio á cadena perpétua, los mencionados en el artículo anterior, que con infracción del art. 74 de la Constitvfcion autorizaren decreto:
»1.° Ratificando tratados de alianza ofensiva, que no hayan producido la guerra de España con otra potencia.
»2.° Ratificando tratados en que se estipulare dar subsidios á una potencia extranjera.»
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
COMENTARIO.
Aunque no hay completa identidad entre los anteriores artículos,
que hablaban de alta traición, y los del Código reformado, la doctrina
es la misma, salva alguna mayor suavidad en las penas. Por fortuna el
amor de la patria es siempre u n sentimiento elevado y es preciso enaltecerlo, aunque no sea más que por ella. El nuevo Código se extiende á
m á s detalles que el antiguo. Respeta, sin embargo, lo que sobre la imposición de penas se halla establecido por tratados ó por derecho de
gentes acerca d é l o s funcionarios públicos, lo cual se realizarla aunque
nada dijese el Código.
También se' repite en él esa terrible pena de cadena perpetua á
muerte á los Ministros de la Corona que, con infracción del art. 74
de la Constitución, autorizaren decreto enajenando, cediendo ó p e r m u tando cualquiera parte del territorio español; admitiendo tropas extranjeras en el reino ó ratificando tratados de alianza ofensiva que hayan
producido la guerra de España con otra potencia. No queremos decir
que estos artículos tienen algo de vulgar patriotería, y que si se ponen
en práctica alguna vez, la pasión, más que la justicia, es la que impondrá la pena, al paso que en muchas ocasiones la más absoluta impunidad dejará exento de toda pena á ministros arbitrarios y venales.
I..a responsabilidad ministerial es uno de los mayores encantos del
sincero patriota; pero también uno de los mayores desengaños del hombre de bien que, rodando de Parlamento en Parlamento, ha visto proclamar desde el banco azul los principios más austeros por bocas fementidas que merecían por lo ménos una mordaza.
Quede en buena hora en la ley la sanción penal contra los ministros que cometan esos delitos; pero no se engañen los amantes do
teoría tan bella. La pasión política disculpará muchas veces hasta
los actos más ominosos y condenará otros inocentes y tal vez patrióticos. Cuando el mérito y no la procaz osadía coloque al frente de
los partidos á los hombres de saber y de virtud, entónces no habrá
que pensar en hacer efectiva una responsabilidad, que nunca se consuma. Estas costumbres no se forman con sanciones penales, sino con
rechazar cada ciudadano á los intrigantes que sin título alguno aspiran al alto honor de sentarse en el Parlamento. Mientras los representantes de la nación lo sean únicamente de un militar afortunado, que
cuente en su hoja de servicios más sublevaciones que batallas, 'ó se
llame diputado por las genuflexiones que haya hecho ante la estúpida
y antigua etiqueta paíaciega, serán inútiles los esfuerzos de los hombres de buena voluntad. Las situaciones se parecerán unas á otras, empeorando siempre; y aunque no se pueda hoy nombrar legislador al ca-
DEL CÓDIGO PENAL
1I5
bailo de Calígula, hemos conocido diputados y senadores que valían
menos que aquel hermoso corcel. No puede prescindirse de la lectura
de lo que Pacheco dice desde el folio 56 hasta el 85 del tomo II.
CAPÍTULO II.
DE LOS DELITOS QUE COMPROMETEN LA PAZ Ó LA
INDEPENDENCIA
DEL ESTADO.
Articulo 144.
«El ministro eclesiástico que en el ejercicio de su cargo
publicare ó ejecutare bulas, breves ó despachos de la corte
pontificia ú otras disposiciones ó declaraciones que atacaren
la paz ó la independencia del Estado ó se opusieren á la observancia de sus leyes ó provocaren su inobservancia, incurrirá en la pena de extrañamiento temporal.
»E1 lego que las ejecutare incurrirá en la de prisión correccional en sus grados mínimo y medio y multa de 250 á
2.500 pesetas.»
Articulo 145.
«El que introdujere, publicare ó ejecutare en el reino cualquiera orden, disposición ó documento de u n gobierno extranjero que ofenda á la independencia ó seguridad del Estado, será castigado con las penas de prisión correccional en
sus grados mínimo y medio y multa de 250 y 2.500 pesetas,
á no ser que de este delito se sigan directamente otros más
graves, en cuyo caso será penado como autor de ellos.»
Articulo 146.
«En el caso de cometerse cualquiera de los delitos comprendidos en los dos artículos anteriores por un funcionario
del E'stado, abusando de su carácter ó funciones, se le impondrá, ademas de las penas señaladas en ellos, la de inhabilitación absoluta perpétua.»
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Articulo 147.
«El que con actos ilegales, ó que no estén autorizados
competentemente, provocare ó diere motivo á u n a declaración de guerra contra España por parte de otra potencia ó
expusiere á los españoles á experimentar vejaciones ó represalias en sus personas ó en sus bienes, será castigado con la
pena de reclusión temporal si fuere funcionario del Estado,
y no siéndolo, con la de prisión mayor.
»Si la guerra no llegare á declararse, ni á tener efecto las
vejaciones ó represalias, se impondrán las penas respectivas
en el grado inmediatamente inferior.»
Articulo 148.
«Se impondrá la pena de reclusión temporal al que violare treguas ó armisticio acordado entre la nación española y
otra enemiga, ó entre sus fuerzas beligerantes de mar ó tierra.»
Articulo 149.
«El funcionario público que abusando de su cargo comprometiere la dignidad ó los intereses de la nación española
de un modo que no esté comprendido en este capítulo, será
castigado con las penas de prisión mayor é inhabilitación
perpétua para el cargo que ejerciere. »
Articulo 150.
«El que sin autorización bastante levantare tropas en el
reino para el servicio de una potencia extranjera, cualquiera
que sea el objeto que se proponga, ó la nación á quien intente hostilizar, será castigado con las penas de prisión mayor
y multa de 5.000 á 50.000 pesetas.
DEL
CÓDIGO PENAL
t Ii
»E1 que sin autorización bastante destinare buques al
corso, será castigado con las penas de re.clusion temporal y
multa de 2.500 á 25.000 pesetas.»
Artículo 151.
«El que en tiempo de guerra tuviere correspondencia con
país enemigo ú ocupado por sus tropas, será castigado:
»1.° Con la pena de prisión mayor si la correspondencia
se siguiere en cifras ó signos convencionales.
»2.° Con la de prisión correccional si se siguiere en la
forma común y el Gobierno la hubiere prohibido.
»3.° Con la de reclusión temporal si en ella se dieren avisos ó noticias de que pueda aprovecharse el enemigo, cualquiera que sea la forma de la correspondencia, y aunque no
hubiere precedido prohibición del Gobierno.
»En las mismas penas incurrirá el que ejecutare los delitos comprendidos en este artículo, aunque dirija la correspondencia por país amigo ó neutral para eludir la ley.
»Si el culpable se propusiere servir al enemigo con sus
avisos ó noticias, se observará lo dispuesto en los artículos
137 y 138.»
Artículo 152.
«El español culpable de tentativa para pasar á país enemigo, cuando lo hubiere prohibido el Gobierno, será castigado con las penas de arresto mayor y multa de 150 á 1.500
pesetas.»
COMENTARIO.
Ni una palabra diriamos sobre el contenido de estos artículos, que
muchos de ellos están trasladados del primitivo Código, si no creyéramos que hay alguna contradicción entre el art. 444 y lo que manda el
Código respecto de los eclesiásticos en el desempeño de su ministerio.
¿Hay ó no hay libertad de cultos? ¿Son ó no son independientes las iglesias respectivas para m a n d a r á sus fieles que obedezcan los preceptos
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
(le sus ministros? Es esta una materia tan vidriosa y delicada, que siempre dará lugar á conflictos, que el legislador debe á todo trance evitar,
porque las turbaciones en que se mezcla el principio religioso p r o d u cen siempre los peores resultados.
Partidarios nosotros de la antigua legislación y acatando las decisiones de ambas potestades, no podemos menos de aplaudir el artículo que
impone penas á los eclesiásticos ó seglares que introdujeren bulas sin
intervención del gobierno español. Pero esto estaba en su lugar cuando
no habia libertad de cultos. !lov me parece que en el terreno de la ciencia es muy difícil sostener que se prohiba al sacerdocio de cualquiera
religión proclamar estos ó los otros dogmas, sean católicos, sean protestantes ó sean de cualquiera otra religión.
Vengamos al terreno práctico. Mañana en el pulpito defiende u n sacerdote católico e l S y l l a b u s en toda su extensión, y como lo comprenden los partidarios de la escuela m á s recalcitrante. Como parte integrante de esa bula se anatematiza en ella, entre otras cosas, la soberanía nacional. ¿Estaría en su derecho el eclesiástico enseñando á sus fieles la doctrina de la corte de Roma? En nuestro concepto lo estaría,
siempre que se proclame la libertad de cultos, y únicamente, cuando
esas predicaciones produjeran perturbación, sería cuando podría la autoridad encausar á los autores y promovedores del desorden. Pero el artículo del Código no dice eso, porque prohibe en primer término la publicación de bulas ó breves que puedan provocar la inobservancia de
las leyes, no que h a y a n dado ya origen á su desobediencia, lo cual verdaderamente tiene que castigarlo y lo castigarán positivamente todas
las legislaciones, haya ó no haya libertad de cultos.
Siempre ha sido m u y difícil deslindar las atribuciones de las dos potestades, y de aquí la celebración de repetidos Concordatos. Aun esto
no ha bastado, y ha sido preciso que la prudencia de los Gobiernos y la
buena fe de los señores Obispos, hayan dirimido las discordias en bien
de la Iglesia y del Estado. Hoy los conflictos serán mayores, y como
hemos indicado en otro paraje, ni la sabiduría del Tribunal Supremo,
ni los mejores deseos de los Príncipes de la Iglesia evitarán las continuas disensiones entre las autoridades locales, infiltradas de u n espírit u más ó ménos revolucionario, y eclesiásticos de conciencia más ó m e nos ilustrada, que crean en ellosun deber la defensa de ciertas doctrinas.
Según el artículo del Código que vamos examinando, las regalías de
la Corona están en su fuerza y vigor, y la retención de bulas y breves es
una prerogativa del Gobierno con arreglo á los Concordatos, que por
otra parte han caido en completo desuso, supuesto que la base de su
existencia era la unidad religiosa de los españoles.
No se nos oculta que en otros países hay libertad de cultos, y sin embargo, se celebran Concordatos y los ministros de la religión católica,
como los de otras creencias, tienen que arreglar sus predicaciones y
evangelizar ajustándose en todo á las leyes del país.
¿Pero cuándo se ha establecido esta paz y armonía? ¿Cuándo han
D E L CÓDIGO P E N A L
1I5
marchado de consuno las autoridades civiles y los ministros del altar?
Despues de mil desastres, que no queremos que se inicien en nuestra
desdichada patria, y despues de haber acudido á la fuente celebrando
nuevos Concordatos bajo una base distinta de los antiguos, por las sencilla razón de haber variado los tiempos, las ideas y las instituciones.
Creemos por lo tanto que nuestra legislación en esta materia dificilisima y espinosa, tiene que variar completamente. Hoy es u n caos, y
triste la situación del clero, de las autoridades civiles, y más a ú n de los
tribunales de justicia, que no han de fallar los negocios arbitraria y revolucionariamente. Piénsenlo bien los legisladores, y ya que hay tanto
combustible hacinado para incendiar este pobre país, al menos que no
tome el tinte religioso, que es el peor color que puede darse á la bandera de los combatientes.
Merecen específica mención algunas modificaciones que se han hecho en este capítulo. Las penas son más suaves, especialmente las pecuniarias.
Se castiga además á los corsarios que no tuvieren autorización bastante para recorrer los mares, y se pena igualmente la tentativa para
pasar á país enemigo cuando lo hubiere prohibido el Gobierno.
De tales extremos no hablaba nada el anterior Código, y están en su
lugar estas nuevas disposiciones.
CAPÍTULO III.
D E L I T O S CONTRA E L DERECHO DE
GENTES.
Articulo 153.
«Elque matare á u n Monarca ó Jefe de otro Estado, residentes en España, será castigado con la pena de reclusión
temporal en su grado máximo á muerte.
»E1 que produjere lesiones graves á las mismas personas,
será castigado con la pena de reclusión temporal, y con la de
prisión mayor si las lesiones fueren leves.
»En la última de dichas penas incurrirán los que cometieAPÉNDICE
8
II4
APÉNDICE i
LOS COMENTAMOS
ren contra las mismas personas cualquiera otro atentado de
hecho no comprendido en los párrafos anteriores.»
Artículo 154.
«El que violare la inmunidad personal ó el domicilio de
un Monarca ó del Jefe de otro Estado, recibidos en España
con carácter oficial, ó el de un representante de otra potencia,
será castigado con la pena de prisión correccional.
«Cuando los delitos comprendidos en este artículo y en
el anterior no tuvieren señalada una penalidad recíproca en
las leyes del país á que correspondan las personas ofendidas,
se impondrá al delincuente la pena que sería propia del delito, con arreglo á las disposiciones de este Código, si la persona ofendida no tuviere el carácter oficial mencionado en el
párrafo anterior.»
COMENTARIO.
Se ha amplificado bastante este capítulo en la parte relativa á los
Monarcas y Príncipes extranjeros y sus representantes; y siguiendo sin
duda los Consejos de Pacheco, se han dulcificado todo lo posible las penas. El art. 154 del antiguo Código decia rotundamente, que sería castigado con la pena de muerte el que matare á u n Monarca extranjero
residente en España. El nuevo Código dice: que «será castigado el matador con la pena de reclusión temporal en su grado máximo á muerte.»
¿Quién duda que en ocasiones el homicida hasta debia ser absuelto?
Hoy los Monarcas viajan como particulares, y u n Rey no deja de ser
hombre y puede cometer los desafueros que cualquier otro. Si en un
camino de hierro ó en una ciudad un extranjero se propasara á maltratar á u n ciudadano pacífico y tranquilo, y éste en defensa propia le
diera muerte, ¿se le impondría siquiera esa reclusión, temporal porque
despues se averiguase que el ofensor y muerto era testa coronada? Si
no fuera un hombre, sino una mujer la maltratada por el príncipe, y
esta en defensa de su pudor y virginidad le diese muerte, ¿se la podría
imponer alguna pena dura? Es preciso dejar todos estos casos sujetos á
los principios generales, teniendo, si se quiere, como circunstancia
agravante, la cualidad de la persona, siempre que se supiera su estado.
Ya el Código habia suprimido los nombres de los parientes de
DEL CÓDIGO PENAL
1I 5
los Royes estableciendo una excepción en favor de éstos. Reminiscencias-de la antigua etiqueta y del derecho divino, que han causado un
gravísimo daño al principio manárquico. Nada más repugnante ni depreviso de lá dignidad humana que esa adoracion, no al hombre que
ciñe la corona, sino al último vástago de una dilatadísima familia. Cuando el deber y de oficio hemos ido al palacio de nuestros Monarcas á la
ceremonia llamada Besamanos, nos hemos llenado de vergüenza al ver
doblar la rodilla á los hombres más ilustres, no ante la persona que ocupaba el solio, lo cual si bien se resiste, al monos se explica, sino ante
un niño de siete años que podría ser en su tiempo Rey. Los verdaderos
amantes de la Monarquía son los primeros que deben suprimir tanta
degradación.
CAPÍTULO IV.
DELITOS DE PIRATERÍA.
Articulo 155.
«El delito de piratería cometido contra españoles ó súbditos de otra nación que no se halle en guerra con España,
será castigado con la pena de cadena temporal á cadena perpétua.
»Cuando el delito se cometiere contra súbditos no beligerantes de otra nación que se halle en guerra con España, será
castigado con la pena de presidio mayor.»
Artículo 156.
«Incurrirán en la pena de cadena perpétua á muerte los
que cometan los delitos de que se trata en el párrafo primero
del artículo anterior, y en la pena de cadena temporal á cadena perpétua los que cometan los delitos de que habla el
párrafo segundo del mismo artículo:
»1.° Siempre que hubieren apresado alguna embarcación
al abordaje ó haciéndola fuego.
»2.° Siempre que el delito fuere acompañado de asesinato ú homicidio ó de alguna de las lesiones designadas en los
artículos 429 y 430 y en los números 1.° y 2.° del 431..
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»3.° Siempre que fuere acompañado de cualquiera de los
atentados contra la honestidad señalados en el capítulo II,
título I X de este libro.
»4.o Siempre que los piratas hayan dejado algunas personas sin medio de salvarse.
»5.° En todo caso el capitan ó patrón piratas.»
COMENTARIO.
Este capítulo es nuevo, aunque sus disposiciones estaban comprendidas en el Código antiguo en el anterior capítulo que trata de los delitos contra el derecho de gentes. La separación está bien hecha, porque
no hay motivo para confundir la piratería con la muerte, v. gr., de u n
monarca extranjero.
Casi al pié de la letra están copiados los artículos 156, 457 y 158, y
las pocas variaciones que en ellos se introducen son útiles y convenientes.
Pero no se ha limitado á esto el Código nuevo. Ha suprimido el a r tículo 159 del anterior Código, y lo ha hecho con sobrada razón. Decia
este artículo: «El que residiendo en los dominios españoles traficase con
piratas conocidos, será castigado como su cómplice.»
Calificación durísima, que en la mayor parte de los casos se aplicaría á personas inocentes, porque el comerciante que está en su tienda,
no toma ni puede tomar j a m á s la filiación de las personas que le compran; y aunque quisiera, no tendría medios hábiles de hacer semejantes investigaciones.
Callando la ley, como calla el nuevo Código, ya sabrán los t r i b u n a les castigar á los verdaderos cómplices, que con pleno conocimiento de
causa hayan suministrado á los piratas armamento ó efectos para continuar en el ejercicio de su infame profesion. No hay delito que no pueda tener cómplices; pero éstos los ha de descubrir el juez y no la ley.
(Pacheco, folio 106 al 415 del tomo II.)
DEL CÓDIGO PENAL
1I5
TÍTULO I I .
DELITOS CONTRA LA CONSTITUCION.
CAPÍTULO I.
DELITOS DE LESA MAJESTAD, CONTRA LAS CORTES, EL CONSEJO
DE MINISTROS Y CONTRA LA FORMA DE GOR1ERNO.
SECCION PRIMERA.
Delitos de lesa majestad.
Artículo 157.
«Al que matare al Rey se le impondrá la pena de reclusión perpétua á muerte.»
Articulo 158.
«El delito frustrado y la tentativa de delito de que trata
el artículo anterior, se castigará con la pena de reclusión temporal en su grado máximo á muerte.
»La conspiración, con la de reclusión temporal.
»Y la proposicion, con la prisión mayor.»
Articulo 159.
«Se castigará con la pena de reclusión temporal á reclusión.perpétua:
»1.° Al que privara al Rey de su libertad personal.
»2.° Al que con violencias ó intimidación graves le obligare á ejecutar u n acto contra su voluntad.
»3.° Al que le causare lesiones graves, no estando comprendidas en el párrafo primero del art. 158.»
Articulo 160.
«En los casos de los números 2.° y 3.° del artículo ante-
118
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
rior, si la violencia, la intimidación ó las lesiones no fueren
graves, se impondrá al culpable la pena de reclusión temporal. »
Articulo 161.
: «Se impondrá también la pena de reclusión temporal:
»1.° Al que injuriare ó amenazare al Rey en su presencia.
»2.° Al que invadiere violentamente la morada del Rey.»
Articulo 162.
«Incurrirá en las penas de prisión mayor y multa de 500
á 5.000 pesetas, el que injuriare ó amenazare al Rey por escrito y con publicidad fuera de su presencia.
»Las injurias y amenazas inferidas en cualquiera otra
forma, serán castigadas con la pena de prisión correccional
en su grado medio á prisión mayor en su grado mínimo si
fueren graves, y con la de arresto mayor en su grado medio
á prisión correccional en su grado mínimo si fueren leves.»
Articulo 163.
«El que matare al inmediato sucesor á la Corona, ó al
Regente del Reino, será castigado con la pena de reclusión
temporal en su grado máximo á muerte.
»E1 delito frustrado y la tentativa se castigarán con la
pena de reclusión temporal á muerte.
»La conspiración, con la de prisión mayor en sus grados
medio y máximo.
»Y la proposicion, con la de prisión correccional en su
grado máximo á prisión mayor en su grado mínimo.»
Articulo 164.
«Los delitos de que se trata en los artículos precedentes
de esta sección, con excepción de los comprendidos en el an-
DEL CÓDIGO PENAL
149
terior artículo, cometidos contra el inmediato sucesor á la
Corona, el consorte del Rey ó el Regente del Reino, serán
castigados con las penas inferiores en un grado á las señaladas en ella.»
COMENTARIO.
Una reforma completa ha sufrido esta parte del Código. Empezando
por el título, no se encuentra nada en el antiguo Código que hable de
delitos contra la Constitución, si bien pudiera interpretarse alguna disposición que fuera referente á este asunto.
Y con permiso de los nuevos redactores, nos parece que el que
mata al Rey se le ha llamado siempre regicida, mejor que infractor de
la Constitución, y que en este sentido, sin hacer esas distinciones, estaba mejor calificado el título en el antiguo Código, que so conoce por
delitos contra la seguridad interior del Estado y el orden público. Quizá esa variación de nombres se ha hecho para no llamar delitos de lesa
majestad más que á los que se refieran al Rey ó representante de la
Corona. Pero sea de esto lo que quiera, lo cierto es que todo lo dicho
en ese título II es digno de estudiarse, porque comprende una porcion
de materias nuevas que merecen ámplias explicaciones.
Empecemos por el art. 157, que es muy distinto del 160 del antiguo
Código. En éste, la sola tentativa contra la vida ó persona del Rey ó i n mediato sucesor á la Corona, se castigaba con la pena de muerte. En el
Código moderno, ni áun la muerte del Rey se castiga con él último suplicio en todos los casos, y ménos, por consiguiente, la tentativa, dejando en tal materia al arbitrio judicial para que pese las circunstancias,
imponiendo unas veces la pena capital y otras la reclusión perpétua ó
la temporal por el delito frustrado y-la tentativa.
También se adicionan varias disposiciones al que privare al Rey de
su libertad ó le causare lesiones graves, invadiere su morada ó le amenazare por escrito y con publicidad.
Una excelente supresión se hace, y es la del art. 163 del antiguo
Código, que imponía prisión correccional al que, teniendo noticias de
una conspiración, no la revelare en el término de veinticuatro horas.
Así como somos partidarios de que se exima de pena al autor y cómplice que descubra u n delito en proyecto, no creemos que la ley puede
exigir al inocente que por casualidad adquiera noticia de un plan criminal, incurra en pena si no le descubre. La conciencia obliga á dar
esta noticia á las autoridades, y no hay nadie que no lo haga en los delitos comunes; pero cuando en éstos tiene alguna participación la política, es arriesgadísimo complicar en los procesos á personas inocentes.
Ocasiones hay en que todo un pueblo tiene conocimiento más ó ménos
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
extenso d e una conspiración, y sólo el Gobierno y s u s delegados lo ignoran. Si en esa conspiración se trata del destronamiento del Monarca,
¿se podrá castigar á miles d e personas p o r q u e no h a y a n ido á c o n v e r tirse en delatores, y m u c h o m é n o s á favor de gobiernos q u e no lo m e recen? En esto h a y u n parecer u n á n i m e , y todo lo que se diga lo tiene
ya olvidado la opinion pública,
Otra reforma p e r f e c t a m e n t e hecha es la q u e a t a ñ e á las personas
reales. El antiguo Código todavía pasteleaba poniendo á g r a n altura á
los Infantes de España, olvidando que real y v e r d a d e r a m e n t e estos ciudadanos no p u e d e n ser superiores á los grandes dignatarios del Estado
y á muchos p a r t i c u l a r e s q u e tienen una granposicion social. Considérese, por lo tanto, como inviolables las personas del Monarca, su i n m e diato sucesor y el Regente, y e n t r e n todas las demás en la masa común
del pueblo. Este e s e l verdadero camino d e elevar á g r a n a l t u r a el
principio m o n á r q u i c o .
Y no h a y para q u é d a r nuestro beneplácito á la disminución de las
penas pecuniarias d e q u e habla el art. 462. Siempre q u e encontremos
en el Código u n a rebaja en el castigo personal, merecerá n u e s t r a a p r o bación; pero no lo haremos c u a n d o se trata de c a n t i d a d e s metálicas.
SECCION SEGUNDA.
Delitos contra las Córtes y sus individuos, y contra el
Consejo de Ministros.
Articulo 165.
«Serán castigados con la pena de relegación temporal en
su grado máximo á relegación perpétua los individuos de la
familia del Rey, los Ministros, las autoridades y demás funcionarios, así civiles como militares, que cuando vacare la
Corona ó el Rey se imposibilitare de cualquier modo para el
gobierno del Estado, impidieren á las Córtes reunirse, ó coartaren su derecho para nombrar tutor al Rey menor, ó para
elegir la Regencia del reino, ó no obedecieran á la Regencia,
despues de haber ésta prestado ante las Córtes juramento de
guardar la Constitución y las leyes.»
1I5
DEL CÓDIGO PENAL
COMENTARIO.
Como esta es una materia nueva, tenemos que analizar artículo por
artículo. En el que nos ocupa se prevee el caso de la vacante del Trono, y que algún individuo de la familia del Rey, los Ministros ó cualquier otro funcionario impidiera la reunión de las Cortes para nombrar
al Rey menor, elegir Regencia, etc.
Entusiastas de la omnipotencia parlamentaria en la verdadera acepción de la frase, aplaudimos de todo corazon las máximas contenidas
en este artículo y quisiéramos verlas puestas en práctica. Por desgracia estos atentados, ó quedarán impunes, ó se castigarán, no con relegación temporal, sino con la muerte.
La índole de las convulsiones populares no permite entrar en esos
detalles, y la muchedumbre, ó mata por desenfreno cuando vence, ó
sufre la cadena que le impone el usurpador. Se han dado en llamar golpes de Estado á verdaderos crímenes, y de aquí la perturbación que
reina áun en las mejores inteligencias. Unos, consagrando y enalteciendo el derecho de insurrección, ménos cuando ellos mandan, quieren
que en vez de delitos, se clasifiquen sus acciones como meritorias.
Otros, si bien no se atreven á erigir en principio esa idea anárquica,
quieren sí que para los delitos políticos haya la mayor indulgencia. El
verdadero jurisconsulto, el que no se fascina por la pasión, el que ha
estudiado el corazon humano y aprendido en la historia los terribles
efectos de los sacudimientos políticos, ese pide severas penas contra el
que atenta y quiere subvertir el orden legal establecido. Si alguna vez
está la razón de parte del conspirador, ¡cuántas otras sus planes no son
más que el producto de ambiciones bastardas dignas de los mayores
castigos! Vengan las revoluciones políticas, pero no las santifique jamás
la ley.
Articulo 166.
«Incurrirán en la pena de relegación temporal los Ministros:
»1.° Cuando el Rey no cumpliere con el precepto constitucional de reunir las Córtes todos los años, convocándolas,
á más tardar, para el día 1.° de Febrero.
»2.° Cuando él Rey no cumpliere con el precepto constitucional de tenerlas reunidas á lo ménos cuatro meses cada
año, sin incluir en este tiempo el que invirtieren en su constitución.
»3.° Cuándo estuviere reunido uno de los Cuerpos colé-
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
gisladores sin estarlo el otro, excepto el caso en que el Senado se constituya en tribunal.
»4.° Cuando firmaren Real decreto de disolución de uno
ó de ambos Cuerpos colegisladores que no tenga la convocatoria de las Córtes para dentro de tres meses.
»5.° Cuando firmaren decreto suspendiendo las Córtes,
sin consentimiento de éstas, más de una vez, en una legislatura. »
COMENTARIO.
Este artículo es u n corolario del anterior, poniendo, sin embargo, á
salvo la inviolabilidad del Monarca, y castigando severamente á sus
Ministros. Dogma invariable de la buena escuela constitucional, que
celebramos ver adoptado por unas Córtes que representan á una revolución que echó por tierra, no sólo u n trono, sino toda una dinastía. Los
Ministros y sólo los Ministros pueden ser responsables ante la ley del
desgobierno de un país.
Mas no nos engañemos: también los Reyes, desde que hay monarquía, están expuestos á sufrir la terrible pena de la expatriación. Por
eso es falsa la teoría de que el Rey reina y no gobierna. Si así fuera,
todos los destronamientos serian injustos, y la historia aplaude más de
una destitución.
El Monarca es el primer magistrado de la nación, y en m u c h a s ocasiones es la providencia ó el verdugo de su pueblo. No se consignen en
el Código los casos en que incurran en responsabilidad; pero de seguro
el pueblo, más ó menos tarde, se convertirá en tribunal, nada imparcial por cierto.
Artículo 167.
«Los que invadieren violentamente ó con intimidación el
palacio de cualquiera de los Cuerpos colegisladores, serán
castigados con la pena de relegación temporal si estuvieren
las Córtes reunidas.»
COMENTARIO.
Sin duda alguna sostendrán los redactores del primitivo Código que
el verdadero atentado de que se ocupa este artículo, está comprendido
DEL CÓDIGO PENAL
1
I
5
en varios de los que tratan de los delitos de lesa majestad, rebelión y
sedición, porque no se concibe que al legislador se le ocultara el gravísimo daño que se causa por los que atacan nada menos que á uno de
los poderes del Estado. Si es delito, y grave, invadir el bogar doméstico, calcúlese cómo deberá calificarse el atropello d é l o s representantes
del país, cuando estuvieran abiertas las Cortes.
Todas las disposiciones de esta sección tienen desgraciadamente su
caso práctico en épocas de revueltas ó en tiempos de furiosa reacción.
Aún está en la memoria de todos la invasión escandalosa de los mismos
milicianos que daban la guardia el 7 de Enero de 1856 al Congreso de
los Diputados que legisló desde el 64 al 56. Aquel verdadero crimen,
si no quedó impune, sucedió poco ménos. y desde aquel momento
aquella Asamblea perdió todo su prestigio. En esta época no ba sido
tan grave el ataque; pero también se ha querido intimidar á las Cortes
Constituyentes. Cuando se tiene una altísima idea de la representación
nacional, no puede ménos de pedirse uua pena severa contra los delitos que castiga el artículo que analizamos.
Artículo 168.
«Incurrirán en la pena de confinamiento los que promovieren, dirigieren ó presidieren manifestaciones ú otra clase
de reuniones al aire libre en los alrededores del palacio de
cualquiera de los Cuerpos colegisladores, cuando estén abiertas las Cortes.
»Serán considerados como promovedores y directores de
dichas reuniones ó manifestaciones, los que por los discursos
que en ellas pronunciaren, impresos que publicaren ó en ellas
repartieren, por los lemas, banderas ú otros signos que ostentaren, ó por cualquiera otros hechos, deban ser considerados como inspiradores de los actos de aquélla.»
COMENTARIO.
Es una manera de delinquir ménos grave, si se quiere, que la que
castiga el artículo anterior. Pudiéramos decir que era la tentativa, ó el
delito frustrado de haber querido invadir el Parlamento, porque cuando las turbas mal aconsejadas se aproximan á los palacios de la representación nacional con ánimo de influir en sus deliberaciones, no se
contentan con acercarse al local y gritar, sino que se propasan á lo que
se pena en el artículo anterior. La revolución francesa recuerda tantos
hechos dolorosos de esta especie, que no necesitamos nosotros citarlos.
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Los redactores del artículo los habrán tenido presentes; pero m u y principalmente el reciente caso á poco de reunirse las Córtes Constituyentes, y los m á s bochornosos aún de los años 35 y 43, en que fueron apedreados los Sres. Martínez de la Rosa y Gómez Becerra, al salir del Parlamento; habiendo mostrado estos dos hombres públicos una gran
serenidad de ánimo y mucho patriotismo.
Artículo 169.
«Los que sin estar comprendidos en el artículo anterior
tomaren parte en las reuniones al aire libre de que en el mismo se trata, serán castigados con la pena de destierro.»
COMENTARIO.
Aunque al Anal de esta sección expondremos leal y francamente
nuestro parecer sobre todos los artículos de ella, demostrando la insuficiencia é inutilidad en cierto modo de esas disposiciones legislativas,
lícito nos será decir que el contexto de ese artículo se presta á mil a r bitrariedades. En las reuniones al aire libre, una mitad de los concurrentes, por lo menos, es de curiosos, y la curiosidad no se puede castigar en los términos que lo hice la ley. El antídoto de la curiosidad es
el temor, y esas reuniones no se acaban sino mandando el despejo en
tiempo oportuno y usando de la fuerza pública con la prudencia debida. En París se ha acabado m á s de una asonada con las bocas de riego.
Articulo 170.
«Los que, perteneciendo á una fuerza armada, intentaren
penetrar en el palacio de cualquiera de los Cuerpos colegisladores para presentar en persona y colectivamente peticiones
á las Córtes, incurrirán en la pena de relegación temporal.»
COMENTARIO.
Este es un artículo previsor y digno de aplauso, porque la fuerza
pública desgraciadamente ha abusado muchas veces de su poder inva-
DEL CÓDIGO PENAL
1I5
diendo los Parlamentos ó ejerciendo actos de coaccion moral que t e nían tanta influencia como los medios físicos.
En algunos países sería inútil la ley que previese la comision de este
delito. En los pueblos de raza latina, y principalmente en esta pobre
España, no será el sargento de milicianos el último que cometa esta arbitrariedad inaudita. Interin los partidos crean que es un medio legítimo arrojar por la ventana á sus contrarios, todas las disposiciones
legislativas serán una letra muerta. El derecho de insurrección, que no
admite ninguna escuela en teoría, es preciso anatematizarlo, porque
de lo contrario, el que á hierro mata á cuchillo muere.
Cuando esas convulsiones se reproducen de período en período en
nuestra desgraciada patria, volvemos los ojos, anegados en llanto, á la
feliz Inglaterra, y envidiamos á tan dichoso país en que las leyes y las
reformas no se hacen por medio de pronunciamientos.
No criticamos que las escuelas democráticas sienten los buenos
principios, y castiguen con penas severas los atentados que se cometan
contra la representación nacional. Sólo sí les pedimos que se acuerden
de esa ley cuando dejen el poder. Mayor es la obligación de los partidos conservadores, que no son los q u e ménos han abusado de los medios ilegales para atacar á la Constitución del Estado. Interin no se alce
un grito unánime de reprobación contra tales atentados, no habrá ley,
ni religión, ni patria. Siguiendo como hasta aquí, seremos u n pueblo
indigno de figurar en el mapa de Europa.
Articulo 171.
«Los que, sin pertenecer á una fuerza armada, intentaren
penetrar en el palacio de cualquiera de los Cuerpos colegisladores para presentar en persona y colectivamente peticiones á las Córtes, incurrirán en la pena de confinamiento.
»E1 que sólo intentare penetrar en ellos para presentar en
persona individualmente u n a ó más peticiones, incurrirá en
la de destierro.»
COMENTARIO.
Estos enemigos de la representación nacional son ménos temibles
que los que castiga el artículo anterior. Unas cuantas advertencias de
l i policía, unos cuantos tiros al aire, y cuando esto no bastara, la cor-
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
rida de una mitad de caballería, es bastante para disipar los grupos.
Si los rebeldes insistieran, el motin habría adquirido mayores proporciones, y entónces la autoridad debe usar los medios coercitivos que
la ley le concede cuando la rebelión y sedición son formales.
Articulo 172.
«Incurrirán también en la pena de confinamiento los que,
perteneciendo á una fuerza armada, presentaren ó intentaren
presentar colectivamente, aunque no fuere en persona, peticiones á cualesquiera de los Cuerpos colegisladores.
»En igual pena incurrirán los que, formando parte de
una fuerza armada, las presentaren ó intentaren presentar
individualmente, no siendo con arreglo á las leyes de su instituto en cuanto tenga relación con éste.
»Las penas señaladas en este artículo y en el 170, se impondrán respectivamente en su grado máximo á los que ejercieren mando en la fuerza armada.»
COMENTARIO.
Las ordenanzas de todos los países castigan este acto de indisciplina, y no hay reglamento de milicia ciudadana que no impida el ejercicio de los derechos llamados individuales cuando se quieren utilizar
teniendo un fusil al hombro. ¡Cosa singular! Cuando los patriotas a r dientes mandan, el respeto al principio de autoridad debe llevarse
hasta el último extremo de la obediencia ciega. Caen del poder, y entónces se desatan todos los vínculos y se consideran legítimos todos
los medios. Los partidos contrarios vienen haciendo lo propio; pero el
hombre de principios no puede menos de rechazar con severidad semejante línea de conducta. Interin el país sufra esta ignominia, no espere buena ventura. De convulsión en convulsión se irán agotando las
fuerzas vitales de la patria, y esos castigos, consignados en el Código,
serán una letra muerta, y por el contrario, servirán de capítulo de cargos contra el Gobierno, suponiendo que ataca los derechos individuales. Obediencia ciega y esclavitud á la ley, es lo que hay q u e predicar
al pueblo.
DEL CÓDIGO PENAL
1I5
Artículo 173.
«El que injuriare gravemente á alguno de los Cuerpos colegisladores hallándose en sesión, ó á alguna de sus comisiones en los actos públicos en que los representan, será castigado con la pena de relegación temporal.
»Cuando la injuria fuere ménos grave, la pena será la de
confinamiento.»
COMENTARIO.
Es consecuencia de la misma doctrina que se viene sentando en los
artículos precedentes. El escándalo no es grande, y las consecuencias
de ménos resultado, y bien poca su importancia. Naturalmente el castigo tiene que ser mucho menor.
Pocas veces se cometerá este delito, porque es necesario estar loco
para injuriar al Parlamento hallándose en sesión, y los reglamentos de
estos Cuerpos han previsto casos semejantes y facultado á sus Presidentes para que pongan la debida enmienda.
Articulo 174.
«Incurrirán también en la pena de confinamiento:
»1.° Los que perturbaren gravemente el órden de las sesiones en los Cuerpos colegisladores.
»2.° Los que injuriaren ó amenazaren en los mismos actos á algún Diputado ó Senador.
»3.° Los que fuera de las sesiones injuriaren ó amenazaren á un Senador ó Diputado por las opiniones manifestadas
ó por los votos emitidos en el Senado ó en el Congreso.
»4.° Los que emplearen fuerza, intimidación ó amenaza
grave para impedir á un Diputado ó Senador asistir al Cuerpo colegislador á que pertenezca, ó por los mismos medios
coartaren la libre manifestación de sus opiniones y la emisión de su voto.
<16
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»En los casos previstos en los números 2.°, 3.° y 4.° de
este artículo, la provocacion al duelo se reputará amenaza
grave.»
COMENTARIO.
Es un corolario de los anteriores artículos. Sin embargo, establece
una garantía individual que aplaudimos sinceramente, porque enaltece
la alta investidura del Diputado y del Senador. Si la ley política le declara inviolable, por sus discursos y por sus votos, justo es q u e castigue al zascandil que sin miramiento alguno injurie y agravie al representante del país. Derecho tiene todo ciudadano para censurar los actos
de los Diputados y Senadores; pero no que bajo la salvaguardia de esta censura se diga de los hombres públicos lo que sería una injuria ó
una calumnia contra el hombre privado. En España se ha llevado hasta
el extremo este abuso, que no merece la excusa por la indignidad de
muchas personas que sin título se han sentado en el Parlamento. Nuestra misión es defender la clase, siendo incumbencia de otros procurar
que no vengan á los Parlamentos más que los que verdaderamente
sean llamados por la opinion pública.
Articulo 175.
«Cuando la perturbación del orden de las sesiones, la injuria, la amenaza, la fuerza ó la intimidación de que habla
el artículo precedente no fueren graves, el delincuente sufri"rá la pena de destierro y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Difícilmente ocurrirá el caso de la Ley. Los desórdenes en los Parlamentos los corrigen los Presidentes, que tienen por los reglamentos
facultades grandes. Generalmente detienen á los perturbadores, y en
pocos sucesos se les ha impuesto más que la prisión ó arresto de dos ó
tres dias.
No quisiéramos que estas atribuciones, en realidad disciplinarias,
se arrancaran de la silla presidencial. Convertir las Asambleas en templos, es quitarlas el movimiento y vida de la discusiou, que enardecen
y alguna vez hacen que el espectador tome parte con su aprobación ó
D E L CÓDIGO' P E N A L
129
desaprobación. Allí hay un juez severo, que en ocasiones manda despóticamente, sin más cortapisa que u n voto de censura de la Cámara.
¿Por qué no ha de'poder este mismo juez poner correctivo en el acto,
expulsando del local á los alborotadores unas veces, y otras, si el escándalo ha sido grande, imponiéndoles unos cuantos dias de prisión?
Sujetar estos excesos á u n proceso criminal es dejarlos impunes, p o r que no puede entrometerse u n juez de primera instancia á formar s u mario, y que ante él comparezcan desde el Presidente hasta el último
portero, y declaren sobre u n hecho que no tuvo consecuencias. Dejemos esto para los grandes delitos, y cométanse donde se cometieren,
y allí el último funcionario de la administración de justicia representa sn verdadero papel.
Y no queremos concluir este Comentario sin advertir que todo lo
que dice este artículo y los anteriores no se refiere ni puede referir á
los Diputados y Senadores que, aunque se excedan, nunca perturban,
ni injurian, ni cometen esos atentados, porque en todo están exclusivamente sometidos á la Cámara y su Presidente, que les aplicarán los
artículos del reglamento.
Articulo 176.
«Las penas señaladas en los artículos 168 y siguientes
hasta el 175 inclusive, se impondrán en su grado máximo
cuando los reos fuesen reincidentes.»
COMENTARIO.
No se puede negar que hay consecuencia en las prescripciones de la
ley. La reincidencia es por sí una circunstancia agravante y mucho más
trascendental en la materia que tratamos. Nada es más repugnante que
la presencia de ciertos hombres de mal agüero en la tribuna pública.
Por regla general se puede asegurar que no van allí á enterarse de un
punto que los interesa ni que siquiera son capaces de comprender. Estarían mejor trabajando en sus olicios, si no son vagos de profesion;
pero sus jefes les dan el santo y seña para que desempeñen su encargo.
Todos los partidos tienen sus satélites, y todos los hombres públicos
son indulgentes con estos coraceros, menos los que aman mucho al pueblo para darle trabajo, y le aborrecen cuando representa la gran bestia.
APÉNDICE
9
<16
•134 a p é n d i c e
á
los
comentarios
Artículo 177.
«El funcionario público que cuando estén abiertas las
Córtes detuviere ó procesare á un Diputado ó Senador á no
ser hallado infraganü, sin permiso del respectivo Cuerpo colegislador, incurrirá en la pena de inhabilitación temporal
especial.
»En la misma pena incurrirá el juez que, cuando hubiere dictado sentencia contra un Senador ó Diputado, en proceso seguido sin el permiso á que se refiere el párrafo anterior, llevare á efecto dicha sentencia sin que el Cuerpo colegislador á que pertenezca el procesado hubiere autorizado
su ejecución.
»También serán castigados con la misma pena de inhabilitación temporal especial los funcionarios administrativos
ó judiciales que detuvieren á un Senador ó Diputado hallados infraganti sin dar cuenta á las Cortes inmediatamente
cuando estuvieren abiertas, ó dejaren también de dar cuenta
á las Córtes, tan luégo como se reunieren, del arresto de cualquiera de sus individuos que hubieren ordenado, ó del proceso que contra cualquiera de aquéllos hubieren incoado durante la suspensión de las sesiones.»
COMENTARIO.
Cuando el h o m b r e se connaturaliza con cierto estado, no puede m e nos de preocuparse y ser parcial en favor de los que desempeñan el
mismo cargo. Sea nuestra pasión á favor del principio parlamentario,
sea el hábito de tratar há muchos años á los representantes del país, nos
parecen admirables las disposiciones de este artículo. Creemos que el
Diputado y el Senador, por serlo, tienen que ser buenos. No sucederá
así, pero por lo menos tienen que guardar las apariencias. Muchos b e llacos entran en aquellos sagrados recintos de la representación nacional, y si no se convierten en hombres de bien, varían bastante de conducta.
Lo que sí puede asegurarse es, que será rarísimo el caso en que puedan ser complicados en la perpetración de u n delito común, al paso que
la historia está llena de ejemplares de haberse encausado á los delegados del país en procesos arbitrarios. Para que sea una verdad la invio-
del
código 'penal
131
labilidad, es forzoso impedir que un juez cualquiera complique en u n
proceso al Diputado, á no ser hallado infraganti, ú obteniendo la autorización del Cuerpo colegislador á que pertenezca. Nunca se ha negado
este permiso tratándose de un delito común, porque sus mismos compañeros se avergüenzan de que u n criminal se siente á su lado. Y en
cuanto á delitos políticos, aunque para nosotros sean dignos de severo
castigo, es forzoso que haya tolerancia para evitar mayores males.
Las diversas prescripciones del artículo están tomadas de todo lo
que se lia escrito sobre la inmunidad del representante del país, y las
autoridades que infringieren esos preceptos, incurren en las penas señaladas en el mismo artículo.
Artículo 178.
«Incurrirán en la pena de relegación temporal:
»1.° Los que invadieren violentamente ó con intimidación el local donde esté constituido y deliberando el Consejo
de Ministros.
»2.° Los que coartaren ó por cualquier medio pusieren
obstáculos á la libertad de los Ministros reunidos en Consejo.»
COMENTARIO.
Muy partidarios somos del principio de autoridad, y nos place en
extremo que á los altos funcionarios del poder ejecutivo se les rinda el
homenaje que les es debido; pero nos parece excesivo el castigo que impone este artículo. Quizá algún ministro díscolo y vengativo, y los hay,
haga encausar á u n pretendiente que se propase entrando en su despacho y dirigiéndole amenazas que parezca que coartan la libertad. La
relegación temporal es m u y fuerte para este caso, como sucede cuando
se sorprenda al Consejo de Ministros y se le intimide en un momento
supremo. Veremos qué fruto dan estas disposiciones del Código.
Articulo 179.
«Incurrirán en la pena de confinamiento:
»1.° Los que calumniaren, injuriaren ó amenazaren gravemente á los Ministros constituidos en Consejo.
•134
apéndice
Á los
comentarios
»2.° Los que emplearen fuerza ó intimidación graves para impedir á un Ministro concurrir al Consejo.»
COMENTARIO.
Sin haberse escrito este articulo, se podrían comprender en el anterior sus prescripciones, porque no se concibe la invasión del hogar doméstico sin causar una injuria grave y una verdadera amenaza al dueño. Hogar doméstico es la casa del Ministro ó el sitio en que despacha,
agravándose el desafuero cuando se dirige á toda la representación del
poder ejecutivo.
Pero no está de más la explicación de esos dos casos para que todos
aprendan que la ley castiga las injurias, calumnias y amenazas que se
dirigen á los Ministros. Lo malo será que de interpretación en interpretación pudiera creerse que no se podia hablar ni escribir nada sobre
lo que se trata en Consejo de Ministros.
Artículo 180.
«Cuando la calumnia, la injuria, la amenaza, la fuerza ó
la intimidación de que se habla en los artículos precedentes
no fueren graves, se impondrá al culpable la pena en el grado mínimo.
»La provocación al duelo se reputará siempre amenaza
grave.»
COMENTARIO.
Muy poco diríamos de este artículo si sólo contuviere la primera
parte, porque donde hay menor ofensa tiene que haber castigo m á s
pequeño. La razón y el buen sentido lo dictan así, y no hay que r e c u r rir á los principios de la ciencia para aplaudir la resolución primera de
este artículo.
Es una verdadera novedad lo que se dispone en la segunda y merecerá el encomio de todos los hombres serios. Nada es tan ridículo como
llamar al campo á un hombre que tiene honor para ventilar quizá cuestiones insignificantes. Y el reto es más extravagante cuando la citación
se hace á u n Ministro, que necesariamente tiene que despachar los a s u n tos más graves del Estado, y naturalmente, matar las esperanzas procedentes ó improcedentes de los interesados. Si por cumplir con su deber
ha de tomar u n Ministro una pistola, que tal vez no sepa cómo se dispa-
del
código p e n a l
i 33
ra, cada vez que se le antoje á u n agraviado, quiere decir q u e n a d i e podría t r a n q u i l a m e n t e ejercer t a n difícil misión.
Así piensan todos los h o m b r e s juiciosos, pero c u a n d o la opinion se
halla extraviada, es conveniente encarrilarla, y con u n par de e j e m p l a res habría m u c h o s q u e e s c a r m e n t a r í a n en cabeza ajena.
Aún iríamos nosotros m á s adelante, castigando con igual pena al
q u e se atreviere á desafiar, m o l e s t a r ó agraviar á, cualquier e x - M i n i s tro por los actos que ejerció como tal funcionario. Estos ataques son m á s
comunes, y m u y reciente está el desgraciado suceso del dignísimo Don
Pedro Salaverría. Aunque aquel a t a q u e f u e r a de condiciones d e m u c h o
peor índole, lo cierto es q u e son pocos los ex-Ministros q u e no tienen
que s u f r i r los procaces insultos d e los que se llaman sus víctimas.
SECCION TERCERA.
Delitos contra la forma de golbierno.
Artículo 181.
«Son reos de delito contra la forma de gobierno establecida por la Constitución, los que ejecutaren cualquiera clase
de actos ó hechos encaminados directamente á conseguir por
la fuerza, ó fuera de las vías legales, uno de los objetos siguientes:
»1.° Reemplazar el Gobierno monárquico-constitucional
por un Gobierno monárquico-absoluto ó republicano.
»2.° Despojar en todo ó en parte á cualquiera de los Cuerpos colegisladores, al Rey, al Regente ó á la Regencia de las
prerogativas y facultades que les atribuye la Constitución.
»3.° Variar el órden legítimo de sucesión á la Corona, ó
privar á la dinastía de los derechos que la Constitución le
otorga.
»4.° Privar al padre del Rey, ó en su defecto á la madre,
y en defecto de ambos al Consejo de Ministros, de la facultad
de gobernar provisionalmente al Reino hasta que las Córtes
nombren la Regencia, cuando el Rey se imposibilitare para
ejercer su autoridad ó vacare la Corona, siendo menor de
edad el inmediato sucesor.»
•134
apéndice
á
los
comentarios
COMENTARIO.
Hé aquí un artículo q u e no le hubiera escrito con más detalles el
partidario más acérrimo de las escuelas que se llaman doctrinarias.
Ya saben los absolutistas y los republicanos que no pueden atacar el
orden político existente para establecer el despotismo ó la república por
la fuerza ó fuera de las vías legales. Ya saben también los monárquicos
constitucionales que tampoco ellos pueden despojar ni á las Córtes, ni
al Rey, ni al Regente de las atribuciones que le da la misma Constitución. Ya saben, en fin, todos los españoles, que no h a y medio humano
para privar d la dinastía del derecho de sucesión.
¡Cuántas y cuán luminosas consecuencias podrían sacarse de estos
anatemas, elevados justamente á principios incontrovertibles por las
Córtes Constituyentes de 1868! .
Ya lo tomará en cuenta la historia, y á nosotros sólo nos incumbe
darnos el parabién de ver estampados estos principios en el Código
penal.
En efecto: no hay posibilidad de que las leyes sean obedecidas y
cumplidas, si no se empieza respetando la más alta de todas, que es la
Constitución del Estado. En el momento en que se excuse siquiera la
intervención de la fuerza bruta en la variación y trastorno de la ley
fundamental del Estado, todo está perdido. La nación en que esto acontezca, es u n país de cafres y abandonado de la mano de Dios. Interin
todos los hombres que amen algo á su patria no rechacen ese figurado
derecho de insurrección, serán idólatras de ambiciosos menguados, que
no intentan otra cosa que sustituirse á los poderes que d e r r u m b a n con
poco ó ningún mejoramiento del pueblo.
Esta es la historia de la pobre y desgraciada España, especialmente
en lo que va de siglo, desde la conspiración del Escorial y levantamiento de Aranjuez, poniéndose á la cabeza de la conjura el inmediato
sucesor á la Corona, hasta el levantamiento de Setiembre de 1868. Todas, absolutamente todas esas insurrecciones, que casi se cuentan por
años, han sido motines asquerosos que han empobrecido y desmoralizado al pueblo español.
El Código quiere poner término á ese orden de cosas, y aunque m u y
distantes nosotros de preguntar cuál es el origen y legitimidad de los
actuales poderes públicos, levantamos bandera, y decimos á todos los
hombres honrados que es forzoso, que es necesario, si hemos de tener
patria, respetar la legalidad existente, porque de alguna base se ha de
partir para el acatamiento y obediencia de la ley.
Sea réprobo en buen hora todo el que atente á la Constitución del
Estado, á la Monarquía, al principio hereditario, al que fuese Regente
del
código
'penal
131
en su dia; pero que no sea esto una letra muerta en ocasiones dadas, y
que el art. 181 del Código penal sirva de comodín teniéndole por vigente cuando mandan ciertas gentes, y burlándose de sus preceptos á
nombre dé la soberanía nacional.
Articulo 182.
«Delinquen también contra la forma de gobierno:
»1.° Los que en las manifestaciones políticas, en toda
clase de reuniones públicas ó en sitios de numerosa concurrencia, dieren vivas ú otros gritos que provocaren aclamaciones directamente encaminadas á la realización de cualquiera de los objetos determinados en el artículo anterior.
»2.° Los que en dichas reuniones y sitios pronunciaren
discursos ó leyeren ó repartieren impresos ó llevaren lemas y
banderas que provocaren directamente á la realización de
los objetos mencionados en el artículo anterior.»
COMENTARIO.
Este artículo es una preciosa joya para todos los que llaman farsas
á las manifestaciones políticas y al derecho de reunión en el sentido
que hoy se entiende. Desde el dia en que se publicó el Código, todos
esos agrupamientos del pueblo son ilegales. Si el partido republicano
se reúne; si el partido carlista quiere hacer ostentación pacífica de sus
fuerzas en cualquiera poblacion de España, tenga entendido que el ú l timo alcalde de monterilla tiene derecho para disolver esas reuniones
según el art. 482, cuyos párrafos no hubiera podido redactar con más
claridad un Gobierno intolerante.
¿Se puede d u d a r que está prohibido llevar ya banderas de ningún
género, cuyos lomas sean, ó proclamar la república, ó variar el actual
orden de cosas? El más sutil escolástico, ¿podrá desconocer que esos
dos párrafos se han escrito exclusivamente para impedir esas reuniones exóticas en nuestro país, que tan funestos resultados han dado en
estos dos últimos años?
Confesamos de buena fó que no alcanzamos cómo los hombres de
valer de esos partidos radicales, en uno y en otro sentido, consintieron
que con una sola plumada cayera el más fuerte baluarte revoluciona-
•134
apéndice
á
los
comentarios
rio, cual es el derecho de reunión, á que atacan y tienen que atacar
siempre todos los poderes constituidos, porque la raza latina, hoy y
mañana y dentro de cinco siglos, creerá que la asociación es la revolución, y la revolución no puede ser jamás un estado normal.
Ya pueden venir á mandar en España todos los ministerios que se
han llamado retrógrados, y que en efecto lo han sido muchos de ellos.
Nada importa que la Constitución democrática de 1869 garantice el derecho de reunión. Con aplicarlos artículos 181 y 182 del Código penal,
tienen bastante para defenderse y poner en cintura á los partidos extremos.
Creemos que estos artículos hubieran estado mejor en el capítulo
segundo, que habla de los derechos individuales. La materia se presta
á todo género de consideraciones, y cuando descendamos al exámen de
este interesante punto, nos permitiremos explayar nuestras ideas con
la imparcialidad que lo venimos haciendo.
Articulo 183.
«Delinquen ademas contra la forma de gobierno los funcionarios públicos que dieren cumplimiento á mandato ú órden que el Rey dictare en ejercicio de su autoridad, sin estar
firmado por el Ministro á quien corresponda.»
COMENTARIO.
Nos parece que no hay verdadero orden en la inserción de malerias,
porque lo que se manda en este artículo no tiene la mayor conexion con
lo que se previene en los dos anteriores. Por lo demás, el texto es j u s to y está en su lugar. El Rey, en u n sistema constitucional, no puede
resolver nada por sí, como no sea usando de las prerogativas que le
concede la Constitución, aclaración que debía dar el artículo por lo que
luégo diremos. Por lo tanto,-el funcionario público que obedeciese una
orden del Rey, sin estar garantida por la firma de un Ministro, i n c u r r i ría en responsabilidad. ¿Puede haber algún caso en que esto suceda?
Será remoto, y lo vamos á presentar á la consideración de nuestros lectores.
El Jefe del Estado puede elegir libremente sus Ministros. Figuremos
que el Gobierno se empeña en infringir la Constitución, cobrando los
del
código
'penal
131
impuestos, siu estar votados por las Cortes y no reuniendo éstas en el
término legal. El monarca tendrá patriotismo y previsión despidiendo á
u n Ministerio semejante. Pero supongamos que estos infieles servidores
no quieren refrendar su destitución y el nombramiento de sus sucesores. ¿Seria desobediencia, especialmente de las autoridades militares
que acatasen la resolución del Monarca para cortar el conflicto? El más
caviloso constitucional no podrá ménos de aplaudir nuestra opinion dejando el caso excepcional de que el Monarca use de sus prerogativas,
en cuyo caso es preciso obedecerle.
Articulo 184.
«Los que se alzaren públicamente en armas y en ábierta
hostilidad para perpetrar cualquiera de los delitos previstos
en el art. 181, serán castigados con las penas siguientes:
»1.° Los que hubieren promovido el alzamiento ó lo sostuvieren ó lo dirigieren ó aparecieren como sus principales
autores, con la pena de reclusión temporal en su grado máximo á muerte.
»2.° Los que ejercieren un mando subalterno, con la de
reclusión temporal á muerte, si fueren personas constituidas
en autoridad civil ó eclesiástica, ó si hubiere habido combate
entre la fuerza de su mando y la fuerza pública fiel al Gobierno, ó aquélla hubiere causado estragos en las propiedades de
los particulares, de los pueblos ó del Estado, cortado las líneas
telegráficas ó las vias férreas, ejercido violencias graves contra las personas, exigido contribuciones ó distraído los caudales públicos de su legítima inversión.
»Fuera de estos casos, se impondrá al culpable la pena
de reclusión temporal.
»S.° Los meros ejecutores del alzamiento, con la pena de
prisión mayor en su grado medio á reclusión temporal en su
grado mínimo, en los casos previstos en el párrafo primero
del número anterior, y con la de prisión mayor en toda su
extensión, en los comprendidos en el párrafo segundo del propio número.»
•134
apéndice
á
Los
comentarios
COMENTARIO.
Han querido los autores de la reforma atar de tal manera los cabos
contra los infractores del art. 4 81, que marcan en el que examinamos
las terribles penas que deben imponerse á los que con armas ó en abierta hostilidad trataran de variar la forma de gobierno. Este artículo estaría mejor en los capítulos de rebelión y sedición, en donde se castiga
con las mismas penas, aunque no con la extensión que en éste, como
tendremos ocasion de ver. No parece sino que estos alzamientos se hau
considerado como una consecuencia forzosa de las manifestaciones políticas, de que habla el art. 182.
Comprendemos que esta sección tercera está redactada mañosamente; y ya que no hay más remedio que respetar lo establecido en la Constitución sobre esos derechos de pura ilusión, el Código se encarga de
traer á buen camino á esas clases inocentes que no entienden de la ciencia política; y abandonando su trabajo ó su diversión el dia de fiesta,
van á la reunión para ejercer u n acto de soberanía, como si ellos pudieran explicarse las difíciles cuestiones de Gobierno.
Sobre las penas, el legislador ha establecido unas buenas escalas.
Pone en último término la muerte, porque en algún caso habría necesidad de aplicarla; pero dejando ancho campo para que sólo se castigue
dicho delito con reclusión temporal. En todo lo relativo á penas, el n u e vo Código lleva mucha ventaja al antiguo.
Articulo 185.
«Los que sin alzarse en armas y en abierta hostilidad contra el Gobierno cometieren alguno de los delitos previstos en
el mencionado art. 181, serán castigados con la pena de prisión mayor.»
COMENTARIO.
Más amplitud da este artículo que el anterior á la aplicación de la
pena. Comprende sólo á los preocupados que creyeran que sin el uso
de la fuerza podían variar la forma del Gobierno existente. Esta es verdaderamente una callejuela para mitigar más y más el castigo. En este
terreno siempre nos encontrará propicios la ley. Que no quede ésta b u r -
del
código ' p e n a l
131
lada y en desuso, es lo importante; y por m u y pequeña que sea la pena,
lia de influir más en el escarmiento que el proclamarse y ponderarse
los grandes castigos, que por su crueldad llegan á ser inaplicables.
Articulo 186.
«El que cometiere cualquiera de los delitos comprendidos
en el art. 182, será castigado con la pena de destierro.»
COMENTARIO.
En más de una ocasion hemos dicho que estos castigos no se p u e den llevar nunca á efecto. ¿Cómo so destierra de una poblacion á mil,
dos mil ó veinte mil almas que salen por la calle proclamando una idea
ó una persona contraria á lo existente? Si el artículo se ha escrito para
que esto se verifique con los jefes ó instigadores, bien pudiera haberlo
dicho la ley, porque no nos gusta dejar al arbitrio de u n dependiente
de policía que vaya designando estas ó las otras personas que deben ser
comprendidas en el destierro. Hemos visto tantos abusos en el particular, que no quisiéramos que se abriese mucho la mano en hacer estas
designaciones.
Articulo 187.
«El funcionario público responsable del delito previsto
en el art. 183 sufrirá la pena de inhabilitación temporal especial. »
COMENTARIO.
Domina en la reforma u n principio que está m u y conforme con
nuestra doctrina, y es castigar hasta con severidad todos los actos
censurables de los empleados públicos.
Si á esto se agregara d a r garantía al funcionario público que no
perdería su destino sinó por causa justa, entonces habría más moralidad y menos abusos en el desempeño de los cargos; pero cuando los
empleos se consideran patrimonio de los partidos y éstos no respetan
nada, es inútil hacer leyes de inamovilidad judicial y de empleados, DÍ
•134
apéndice
á los
comentarios
menos vale consignar en e l Código penal que el funcionario sera c a s tigado. Aún no hemos visto sentenciado ningún gobernador á u n a pena
d u r a , y son m u c h o s los q u e h a n abusado d e las altas funciones que
les e s t á n e n c o m e n d a d a s . ¿Llegará á corregirse este mal grave? Lo d u damos y ojalá nos engañemos.
SECCION CUARTA.
Disposición común á las tres secciones anteriores.
Artículo 188.
«Lo dispuesto en los artículos que comprende este capítulo se entiende sin perjuicio de lo ordenado en otros de este
Código que señalen mayor pena á cualquiera de los hechos
en aquéllos castigados.»
COMENTARIO.
Aquí ya se anuncia lo q u e hemos previsto anteriormente, á saber:
q u e los delitos contra la f o r m a d e gobierno son v e r d a d e r a m e n t e d e l i tos de sedición y rebelión, y q u e éstos en algún caso se castigan sever í s i m a m e n t e . No habia por lo tanto necesidad de repetir la misma d o c t r i n a y hacer clasificaciones distintas. Nos molesta la repetición, y no
es culpa n u e s t r a q u e en diversos pasajes tengamos que explicar la
m i s m a doctrina, p o r q u e se h a n hecho divisiones y subdivisiones d e
delitos q u e son completamente idénticos, y que si p u e d e n v a r i a r por
circunstancias a t e n u a n t e s ó agravantes, no h a y motivo para t r a t a r una
m i s m a cosa en dos lugares distintos.
CAPÍTULO II.
DB LOS DELITOS COMETIDOS CON OCASION DEL E J E R C I C I O DE LOS DERECHOS
INDIVIDUALES GARANTIZADOS POR LA
CONSTITUCION.
COMENTARIO.
La h u m a n i d a d a n d a r e b u s c a n d o siempre palabras simpáticas y f r a ses sonoras para halagar s u s instintos, y los reformadores h a n p r o c u r a -
d e l código
'penal
131
do siempre seducir á las muchedumbres, ofreciéndolas felicidad y v e n tura con el sistema que predican. Esta es la historia del mundo, y esta
lo seguirá siendo hasta la consumación de los siglos. Preguntad á los
partidarios de la teoría teocrática, tanto en la India como en la Europa
de Bonifacio VIII, y os dirán: Dios, omnipotente y grande, tiene una
representación en la tierra. Esta representación es la del sacerdocio;
luego los representantes de Dios son los que dirigen su culto, y no pueden ménos de ser santos y grandes y pensar en la felicidad de los
pueblos.
Con idéntica doctrina se ha sostenido por espacio de muchos siglos
el despotismo civil. Dios es uno, ha dicho; y la unidad no puede sostenerse m á s que con una sola persona. Esta persona, que se llama Rey,
Emperador ó Príncipe, es el delegado del Omnipotente, porque de otra
manera nunca puede representarse la unidad. Luego los Reyes, como
delegados de Dios, son de creación divina, por más que esté reciente
la usurpación del poder,
Los pueblos, aunque m u c h a s veces con sacudimientos lamentables,
han rechazado unos y otros principios.
Los excesos de los anteriores sistemas, han creado una escuela tan
mala como las dos anteriores; y exagerando y-adulterando la sublime
doctrina del Crucificado, defienden que los hombres no son sólo iguales, sino que cada individuo de la humanidad es libre ó independiente,
tiene una completa autonomía.
No se crea que Juan Jacobo Rousseau y los pigmeos que han q u e r i do llevar hasta el último extremo s u s sofismas, han dicho una cosa
nueva. Sin recurrir á los Gracos ni á la muchedumbre que daba cicuta á Sócrates y desterraba á Temístocles, no ha habido una asonada en
el mundo en que los agitadores no hayan imbuido á la plebe que cada
uno de los alborotadores valia tanto como el antiguo ídolo que se iba
á derribar, y que era preciso que el individualismo recobrase sus derechos. Y ese lenguaje lo han usado siempre lo mismo los tiranos que los
jefes populares: todos los que se han querido apoderar del mando. Y á
muy luego, el desventurado pueblo ha vuelto á su antiguo sér y estado, mejorando m u y pocas veces su triste situación, porque escrito está,
que así como el débil y enfermizo, el feo y contrahecho no adquirirán,
ni los primeros robustez, ni los segundos hermosura, por m á s declaraciones que se hagan de derechos ilegislables y autonómicos, del propio modo el pobre será siempre pobre, y el imbécil estúpido, como no
salga de este estado lamentable por el único medio que le tiene marcado el Criador, que es el trabajo. Curn sudare vultus luis vesceris panem.
Por vulgar y sabido que sea este sacrosanto precepto, más necesario é
indispensable es repetirlo á todas horas y en todos los sitios, ó inculcarlo al pueblo, en vez de hablarle de derechos individuales, que no
entiende de otro modo que arrebatando al vecino lo que él cree, según
se le dice, que debe ser repartido entre todos.
Y lo que hay de bueno y respetable en esos derechos de la h u m a -
142
apéndice a
los
comentarios
nídad en general, no individualmente, porque la sociedad es antes que
el individuo, ¿quién d u d a que está recomendado en los libros de d e recho natural y en todos los Códigos de u n pueblo civilizado? Por ventura, ¿no está en nuestros libros aquel famoso adagio «bajo mi manto al
Rey mato,» frase elocuentísima que la fiereza castellana inventó para
elevar hasta las nubes lo sagrado del hogar doméstico? Nadie, absolutamente nadie tiene derecho por regla general á eutrar en la casa del
ciudadano á investigar cómo vive y de qué vive, incurriendo en pena
hasta el mismo legislador, que no puede por capricho y voluntariedad
traspasar el dintel de la casa del último ciudadano. ¿Pero es esto acaso
un derecho absoluto, sin limitación alguna, convirtiendo ese hogar d o méstico en un castillo encantado ó inexpugnable, hasta el punto de
decir la ley que por ninguna causa ni motivo se abra la puerta de aquel
recinto mientras el dueño diga que no quiere abrirla? Si en medio de
la noche ocurre u n incendio en la misma casa ó en las inmediatas,
¿quién duda que la autoridad pública tiene, no sólo el derecho, sino el
deber, no de que se abran aquellas puertas por su dueño, sino de
echarlas abajo sin preguntar quién es y dónde está el dueño de la casa?
Y lo propio decimos, no sólo cuando ocurre una desgracia pública,
sino cuando se ha cometido u n delito y se busca al autor ó autores,
entre los cuales puede, hallarse ese mismo individualista, y quizá deba
ser trasladado á la cárcel.
Interés social es garantir la seguridad del individuo, porque sin ella
no se puede vivir en ningún país; pero no se prive al Estado de las facultades que para defender los derechos de la colectividad, necesita de
esas y otras muchas atribuciones que las leyes de todo país conceden
á los gobiernos.
Nos hemos ocupado del más fuerte de esos derechos individuales, y
hemos visto cómo hay necesidad imprescindible de limitarle en m u chos casos. Con más razón se coartan los derechos de asociación y publicación de las ideas por medio de la imprenta. No necesitamos acudir
á muchos ejemplos. En esas mismas manifestaciones y reuniones, ¿no
proscriben y mandan los que las promueven que no se interrumpa la
vía pública, que no se vocee, que no se produzca desorden alguno?
Pues esto no es más que limitar ese mismo derecho de asociación, ó
por lo ménos reglamentarlo y ponerlo en armonía con la ley. En el momento que ésta mande que ciertas asociaciones no se celebren porque
causan perjuicio y trastorno en el Estado, esos derechos individuales
han desaparecido, porque así lo quiso el legislador; y si la ley es mala,
no hay más medio que derogarla como la Constitución prescribe. En
el ínterin, la sociedad está representada por la ley, y los supuestos derechos ilegislables, sólo encuentran asiento en la cabeza de los soñadores.
No nos guia ninguna prevención contra los sostenedores de esa doctrina tan desacreditada en el mundo. Aficionados á defender nuestras
opiniones de la manera más clara, hiriendo la imaginación de nuestros
del
código
'penal
131
oyentes ó lectores con los casos más prácticos y sencillos, vamos á concluir esta parte de nuestra tarea con dos solos ejemplos. El individuo
puede tener muchos derechos ilegislables; pero ninguno tan grande
como el que tiene sobre su cuerpo. ¿Se permite el suicidio? ¿Se le concede á cualquier ciudadano que salga á la vía pública ó siquiera se asome á su ventana en completa desnudez?
¿Hay derecho más precioso que el del uso de la palabra ó el de poner en juego nuestra habilidad musical? Pues á ningún ciudadano se le
permite que esté voceando todo el dia y toda la noche ó tañendo u n
instrumento. El verdadero uso de esos derechos individuales es la completa limitación de los mismos, porque contra la acción personal están
los derechos de los demás, y por eso se ha dicho con razón que en los
países bien regidos y gobernados, la observancia de la ley es la verdadera disminución de la libertad. Los que no quieren ser esclavos de la
ley, se valen siempre de esos pretextos, enalteciendo la autonomía individual, pero es perjudicando á los demás; y prácticamente se adquiere el convencimiento de esta verdad inconcusa observando el proceder
de las clases inferiores de la sociedad siempre que se proclaman estos
principios. Para ellas caducan y desaparecen las leyes de policía y de
buen gobierno. Para ellas son déspotas todos los agentes de laautoridad.
Para ellas es de su exclusivo patrimonio la vía pública, y destinan los
sitios más concurridos para todos sus menesteres, desde la venta al pormenor hasta para actos bien ajenos de los parajes públicos. Nosotros
disculpamos á estas clases inconscientes; los que merecen nuestra r e probación y la de todos los hombres sensatos, son aquéllos que con conocimiento de causa adulan á la multitud, que siempre será el mónstruo de las cien cabezas, como llamaba Pitágoras al ignorante vulgo.
Ha procedido perfectamente el Gobierno y las Cortes Constituyentes
en legislar sobre los derechos individuales. Habráen,esto contradicción;
serán estos artículos del Código una palinodia vergonzosa de lo que á n tes habia proclamado, y de la inteligencia que debia darse en las escuelas radicales á esos derechos ilegislables. Todo eso será verdad, y
m u y difícil la defensa de los propaladores de esas ideas; pero también
es cierto que el Gobierno estaba indefenso y la sociedad huérfana, siendo una necesidad imperiosa poner límites á tanto desafuero como podía
cometerse á la sombra de esos ilimitados derechos.
Han triunfado las buenas doctrinas, y con arreglo á ellas comentaremos esos artículos, sin entrometernos á investigar las consecuencias
políticas que puede tener elevar á leyes los santos principios en que
debe descansar e! orden social, siquiera esto lo hagan los hombres que
profesen opiniones contrarias á las nuestras.
Ya hemos tenido ocasion de hablar de las manifestaciones políticas
comentando los artículos 181 y 182. Firme en su propósito el legislador, no se contentó con lo allí preceptuado y mandado en esas disposiciones prohibitivas; y para que nadie alegue ignorancia, clasifica y e n u mera qué reuniones se permiten, aunque sean pacíficas, y cuáles tie-
•134
apéndice
Á l o s comentarios
lien existencia legal. Pero no adelantemos ideas, p o r q u e todo esto c o r responde al comentario d e la sección primera que Guizot y Thiers i m primirían con letras de oro.
SECCION PRIiMERA.
Delitos cometidos por los particulares con ocasión clel
ejercicio d e l o s d e r e c l L O s indi-viduales garantizados
por la Constitución.
Artículo 189.
«No son reuniones ó manifestaciones pacíficas:
»1.9 Las que se celebraren con infracción de las disposiciones de policía establecidas con carácter general ó permanente en el lugar en que la reunión ó manifestación tenga
efecto.
»2.° Las reuniones al aire libre, ó manifestaciones políticas que se celebraren de noche.
»3.° Las reuniones ó manifestaciones á que concurriere
un número considerable de ciudadanos con armas de fuego,
lanzas, sables, espadas ú otras armas de combate.
»4.° Las reuniones ó manifestaciones que se celebraren
con elfinde cometer alguno de los delitos penados en este
Código, ó las en que, estando celebrándose, se cometiere alguno de los delitos penados en el título I I I , libro segundo
del mismo.»
COMENTARIO.
No es necesario i n t e r p r e t a r d e u n m o d o estricto cada u n a de las c u a tro limitaciones ó prohibiciones q u e se ponen en este artículo, para considerar completamente ilusorio el derecho de reunión.
Los reglamentos de policía b a s t a n para poner cortapisa á ese t a n
ponderado y precioso derecho de reunión. En ningún pueblo civilizado
se permiten las agrupaciones sino en sitios grandes, que no i m p i d a n
la circulación por las calles, q u e es el principal objeto que se proponen
los partidos para ostentar fuerzas q u e quizá no tienen. Poco le importa
del
(iódifio p u ñ a l
l 15
al Gobierno, cualquiera que sea, que se diga que en la Cuesta de Areneros ó en la colonia de la Concepción liay reunidos doce ó quince mil
enemigos suyos para protestar contra su marcha política.
No sucede lo propio si esos doce ó quince mil patriotas ó retrógrados
marchan regimentados y perfectamente instruidos, para que mañana
sediga que el número era triple, imitando en esto á los comparsas de la
comedia.
Sin derecho de reunión los pueblos se congregan y hacen manifestaciones públicas, origen unas veccs de actos de gran patriotismo, como
sucedió el I y 2 de Mayo de 'I SOS, en que real y verdaderamente no
habia Gobierno, ni Rey, ni tenia ampnro el pueblo español, ó para abrir
una era de persecuciones horribles, como sucedió en esta misma capital en el año de 1823, la víspera de la entrada de los hijos de San Luis.
Pero si por el párrafo primero tiene el derecho de reunión esa cortapisa de los reglamentos de policía, en el párrafo segundo no sólo se
limita, sino que se prohibe absolutamente durante la noche, que es el
tiempo más adecuado para estas mismas reuniones, y hora en que verdaderamente se han hecho las mayores manifestaciones t u m u l t u a r i a s .
Y como si no fueran bastantes las dos limitaciones anteriores, se
dice en el caso tercero que son también ilícitas aquellas reuniones á
que concurrieren un número considerable de ciudadanos con armas.
Avisando á una veintena de amigos de la milicia ciudadana, basta
para disolver la manifestación más bien preparada.
Pero no se contenta con esto sólo el legislador, sino que en el caso
cuarto prohibe todas las reuniones que se celebren con el fin de cometer alguno de los delitos penados por el Código; y como ya los a r t í c u los 181 y 182 prohibían toda manifestación para destruir el órden de
cosas existentes, penando dar vivas, repartir impresos, llevar banderas
ó pronunciar discursos, de aquí que todo hombre imparcial considere
completamente muerto, sin cometer exceso alguno la autoridad, el derecho de reunión.
Los que siempre hemos creído que esas manifestaciones públicas no
liacen más que perturbar y dar armas á los hombres inquietos y revolucionarios, no podemos menos de estar conformes con las doctrinas
sentadas cu el nuevo Código, dada la existencia de esos derechos c o n signados en. la Constitución.
llubi;ra sido mejor no fascinar á las masas ni dar motivo y esperanzas a escuelas que, aunque extraviadas, tienen derecho á que no se
usurpen sus principios. Proclamar y enaltecer hasta las nubes el derecho de reunión para ponerle luego ligaduras que no dejen mover á sus
partidarios, no nos parece que es político. Vale más tener franqueza y
decir que semejantes asociaciones son anárquicas y no puede concederlas la l e y .
APÉNDICE
10
430a p é n d i c e
1
los
comentarios
Artículo, 190.
«Los promovedores ó directores de cualquiera reunión ó
manifestación que se celebrare sin haber puesto por escrito
en conocimiento de la autoridad con veinticuatro horas de anticipación el objeto, tiempo y lugar de la celebración incurrirán en la pena de arresto mayor y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
COMENTARIO.
Para que la autoridad esté prevenida se ha exigido que u n dia antes
se la dé parte, no sólo de la reunión, sino de su objeto, castigando con
arrestos y multas á los contraventores. ¿Qué derechos son esos que necesitan tantas cortapisas y que la autoridad esté siempre prevenida
para evitar desmanes? Esos derechos no son más que medios que utilizan hasta los enemigos de esos mismos principios para atacar á la a u toridad. Los que amamos la omnipotencia del Parlamento, ayudado del
principio monárquico, no podemos reconocer ningún genero de influencia en la reunión de cierto número de ciudadanos, más que en el acto
de la elección de la representación nacional.
Artículo 191.
«Los promovedores y directores de cualquiera reunión ó
manifestación comprendida en alguno de los casos del artículo 189, incurrirán en la pena de prisión correccional en sus
grados mínimo y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Forzoso era que las prohibiciones siguiesen las penas en que i n c u r ren los perpetradores de los delitos. El legislador se muestra humano
del
códrgo
penal
i 47
y las penas no son crueles. Hace bien, porque desgraciadamente esos
tumultos no los disuelven ni castigan los tribunales; cuando interviene
la fuerza pública, los resultados suelen ser más desastrosos. Si la r e u nión ha quedado reducida á tentativa, porque la autoridad la ha podido
contener, entonces ni áun esos castigos deben tener efecto. La política
no tiene más ley que la prudencia, y se gana mucho con que no se escriba ni una línea en la averiguación de ciertos hechos ó se sobresea
sobre ellos.
Artículo 192.
«En los casos de los artículos precedentes, si la reunión ó
manifestación no hubiere llegado á celebrarse, la pena personal será la inmediatamente inferior en grado.»
Articulo 193.
«Para la observancia de lo dispuesto en los artículos
anteriores, se reputarán como directores de la reunión ó manifestación los que, por los discursos que en ellas pronunciaren, por los impresos que hubieren publicado ó hubieren en
ellas repartido, por los lemas, banderas ú otros signos que
en ellas hubieren ostentado, ó por cualesquiera otros hechos
aparecieren como inspirados de los actos de aquéllas.»
COMENTARIO.
Lo dicho anteriormente se amolda perfectamente á la primera parte
de este artículo, en que se habla de las reuniones que hubiesen fracasado, y que en verdad no sabemos por qué se habían de penar cuando
no se sabia si eran ó no lícitas las reuniones proyectadas. Si los planes
eran de sedición y rebelión, artículos hay en el Código más aplicables
á este caso.
Quizá será para explicar la segunda parte del artículo, que es asaz
intencionado contra los jefes y prohombres de las oposiciones, que quieran reunir á sus secuaces. Ya saben que no pueden pronunciar d i s c u r sos, ni llevar banderas, ni leer impresos como proclanns y demás. A
•134
apéndice
Á los
comentarios
esos jefes, á esos oradores, se le • ?'-.>•• ,omo directores de la r e u nión.
Y no hay que hacerse ilusionen
actual Gobierno, y aun otros,
permitirán esas agrupaciones de nuestros partidos disidentes; pero vivirán esas, en realidad asonadas, lo que quieran los ministerios. Con
la menor excusa, y por el menor pretexto, podrán los gobernadores disolver la reunión, porque diciendo: los republicanos, ó los carlistas, ó
los alfonsistas intentaban esto ó lo otro, se prohibió la manifestación,
porque se infringía tal ó cual artículo del Código penal, de los muchos
que hablan de ese derecho ilegislable.
Artículo 194.
«Los meros asistentes á las reuniones ó manifestaciones
comprendidas en los números 1.°, 2.° y 4.° del art. 189, serán
castigados con la pena de arresto mayor.»
COMENTARIO.
Censuramos, como ya lo hemos hecho en otro paraje, el contenido
de este artículo. Bien se nos alcanza que los curiosos causan un gran
daño en estos casos, porque sirven para alentar á los perturbadores que
suponen que todos los asistentes son sus amigos ó intimidan al poder
público, que cree que todo aquel pueblo le es hostil. Yá hemos dicho
que la autoridad tiene mil medios de deshacer esos grupos sin causar
verdaderas desgracias; y cuando los no conspiradores insistan eu estar
presentes, sufran las consecuencias. Pero arrestar al dia siguiente á determinadas personas, porque se diga que estuvieron presentes á tal reunión, nos parece u n castigo inmerecido, ó por lo menos m u y duro.
Artículo 195.
«Incurrirán respectivamente en las penas inmediatamente superiores en grado, los promovedores, directores y asistentes á cualquiera reunión ó manifestación, si no la disol-
fleii
código
penal
4i§
vieren á la segunda intimación que al efecto hicieren las autoridades ó sus agentes.»
COMENTARIO.
Aquí se castiga la pertinacia é insistencia. Cuando se desoye el r u e go ó mandato de la autoridad, justo es que se agrave la pena. La índole
de estas reuniones es particularísima, y el menor incidente puede producir los mejores resultados. El objeto del legislador debe ser evitar las
colisiones; y aunque todo dependa del acto y prudencia de la autoridad, bueno es que ésta pueda hacer entender á los manifestantes que
incurren en mayor pena si persisten en sus propósitos; y que á la segunda intimación seguirá la tercera, tomando á su cargo la disolución
la fuerza armada.
Articulo 196.
« Los que concurrieren á reuniones ó manifestaciones llevando armas de fuego, lanzas, espadas, sables ú otras armas
blancas de combate, serán castigados con la pena de prisión
correccional en sus grados mínimo y medio.»
COMENTARIO.
En este artículo se comprenden ya los verdaderos facciosos, y está
m u y en su lugar la ley aplicándoles una pena aígo severa Los más a r dientes partid irios de esas manifestaciones públicas reconocen que están expuestas á peligros y ellos mismos aconsejan y exigen que sus
amigos no lleven armas, que sirvan de pretexto á la autoridad para su
disolución. ¡Cuán cierto es que á los ojos de la razón no puede sostenerse la intervención de la fuerza bruta para resolver las cuestiones de
derecho constitucional!
Este artículo, independientemente de los demás, no podría ser censurado por nadie, porque la simple asistencia con armas á cualquier
acto de la vida pública es reprensible y lleva en sí la sospecha de que
esas a r m a s puedan ser en último termino ci argumento decisivo.
El artículo no dice quiénes pueden ser los que lleven esas armas;
pero se supone que incurran en la pena meros paisanos que no tienen
costumbre ni derecho para llevar instrumentos ofensivos.
4 30
apéndice
1 los
comentarios
¿Y si fueren militares ó milicianos nacionales? Los primeros serian
castigados por la Ordenanza, que les prohibe asistir á estas reuniones,
y los segundos serian castigados por el Código, que no puede conceptuarlos más que como paisanos, y porque ademas todos los reglamentos
que se han hecho para este instituto han prohibido á los individuos de
este cuérpo llevar armas fuera de los actos de servicio.
Artículo 197.
«Los asistentes á reuniones ó manifestaciones que durante su celebración cometieren alguno de los delitos penados en este Código, incurrirán en la pena correspondiente al
delito que cometieren, y podrán ser aprehendidos en el acto
por la autoridad ó sus agentes, ó en su defecto por cualquiera de los demás asistentes.»
COMENTARIO.
Sin este precepto so aplicará por los tribunales el castigo correspondiente al que hubiere cometido un delito cualquiera con ocasion de,la
manifestación pública y pudiendo ser aprehendido infraganli por cualquier ciudadano. En más de una manifestación se han cometido robos
y áun asesinatos, y en este punto los manifestantes serian los aprehensores del criminal.
Articulo 198.
«Se reputan asociaciones ilícitas:
»1 o Las que por su objeto ó circunstancias sean contrarias á la moral pública.
»2.° ,Las que tengan por objeto cometer alguno de los
delitos penados en este Código.»
COMENTARIO.
Este artículo no puede menos de ser aprobado por todos los hombres honrados. No se roza en nada con los principios políticos, y sólo
DEL
CÓDIGO P E N A L
,|g-|
tiene por objeto prohibir las asociaciones que atacan á la buena moral,
y dicho se está hallarse comprendida en la prohibición la reunión de
los malvados para cometer delitos.
El Código penal antiguo dedica el capítulo IV, título III, libro segundo para hablar de las asociaciones ilícitas, y tiene dos secciones, y
se prescriben reglas desde el art. 207 al 212.
Sobre su contenido no diremos nada, porque los curiosos pueden
leer los comentarios de Pacheco desde el folio 24G hasta el 248 inclusive del tomo II, que trata de esta materia.
Al parecer son hoy lícitas las sociedades secretas, como no se opongan á la moral pública. ¿Lo serán las sociedades que tengan por objeto proclamar la república, ó el absolutismo, ó imponer un determinado monarca, cuando ya está ocupado el trono? Si nos atenemos á los
artículos 181 y 482 del Código, nuestra opinion es que no son lícitas
esas asociaciones, ni por consiguiente los clubs que tengan por objeto
esos pensamientos.
Y sin embargo, no se puede negar el hecho de que existen partidos
poderosos que aspiran á la realización de esas ideas, y que no h a y medio humano ni tampoco es justo empeñarse en concluir con esos partidos.
Artículo 199.
«Incurrirán en la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas:
»1.° Los fundadores, directores y presidentes de asociaciones que se establecieran y estuvieran comprendidas en alguno de los números del artículo anterior.
»Si la asociación no hubiere llegado á establecerse, la pena personal será la inmediatamente inferior en grado.
»2.° Los fundadores, directores y presidentes de asociaciones que se establecieren sin haber puesto en conocimiento
de la autoridad local su objeto y estatutos con ocho dias de
anticipación á su primera reunión, ó veinticuatro horas ántes de la sesión respectiva, el lugar en que hayan de celebrarse éstas, aun en el caso en que llegare á cambiarse por
otro el primeramente elegido.
»3.° Los directores ó presidentes de asociaciones que no
permitieran á la autoridad ó á sus agentes la entrada ó la
asistencia á las sesiones.
'152
APÉNDICE L LOS COMENTAMOS
»4.° Los directores ó presidentes de asociaciones que no
levanten la sesión á la segunda intimación que con este objeto bagan la autoridad ó sus agentes.»
COMENTARIO.
Deseamos liasta con ansia ver qué inteligencia é interpretación da
el actual Gobierno á este artículo y á todos los que con él tienen enlace íntimo.
Interpretando á su favor todos los partidos la ley constitucional,
lian puesto en juego medios de organizarse, que para ellos eran legítimos. No sólo en las capitales de provincia, sino hasta en pueblos insignificantes se han establecido comités, dependientes de la Dirección
central, que gestionan y proceden como una asociación permitida por
la ley. De aquí que haya hoy en España, no un Gobierno, sino cinco ó
seis con sus dependencias respectivas, que obedecen más ó ménos ciegamente las órdenes, no del poder del Estado, sino de los que dichas
corporaciones han tenido por conveniente admitir por estar en armonía
con sus ideas.
Que éste es un estado anárquico é insostenible, lo reconoce el hombre que sea más aficionado á las ideas perturbadoras. En ningún estado, ni en ningún periodo de la historia hay nada semejante á lo que
pasa en España. Se explican los grandes sacudimientos de las revoluciones inglesa y francesa, se comprenden las dictaduras de aquellas
tremendas sociedades que llevaban por lerna la muerte y el aniquilamiento de todo el que no estuviese afiliado en dichas hordas de caníbales; pero consagrar que haya Representaciones de todas las ideas,
para diariamente pelear en el campo ó matar á palos en la calle á los
que pertenezcan á u n casino ó círculo legalmente constituido, estaba
reservado á los que, sin digerir las verdaderas ideas de progreso y de
libertad, demuestran que son aún más intolerantes que las víctimas á
quienes persiguen.
Habrá, sin duda, asociaciones de carlistas y de republicanos y socialistas; poro será por tolerancia del Gobierno. Los artículos del Código prohiben, y con fundamento, estas asociaciones, y estando vigentes,
llegará un dia en que cierta reunión que ejerce hoy gran influjo en la
cosa pública, podrá legalmente ser cerrada.
Si los gobiernos en España marchan perezosamente sin sociedades
que contraríen sus resoluciones, ¿cómo han de ser obedecidos si otros
cuatro ó cinco gobiernos disponen que nadie cumpla con lo que aquél
ordena? Para cesar la auarquía, es forzoso que desaparezcan las asociaciones disolventes.
DF.t, CÓDIGO
PESAti
153
Artículo 200.
«Incurrirán en la pena de arrestó mayor:
»1.° Los meros individuos de asociaciones comprendidas
en el art. 198.
«Cuando la asociaeion no hubiere llegado á establecerse,
las penas serán reprensión pública y multa de 125 á 1.250
pesetas.
»2.° Los meros asociados que cometieren el delito comprendido en el núm. 3.° del artículo anterior.
»3.° Los meros asociados que no se retiren de la sesión
á la segunda intimación que la autoridad ó sus agentes hagan para que las sesiones se suspendan.»
COMENTARIO.
Bien se conoce que los reformadores del Código lian tomado en serio
la reprensión de los delitos que puedan cometer los que se asociasen en
los clubs políticos. A nosotros nos place más abordar de frente las contiendas. Con prohibir decidida y resueltamente esas asociaciones que
no son más que fosos de conspiración, se conseguía mejor el objeto.
Artículo 201.
«Incurrirán en las penas inmediatamente superiores en
grado á las respectivamente señaladas en los dos artículos
anteriores, los fundadores, directores, presidentes é individuos de asociaciones que vuelvan á celebrar sesión, despues
de haber sido suspendida por la autoridad ó sus agentes,
mientras que la judicial no haya dejado sin efecto la suspensión ordenada.»
COMENTARIO.
En la escala de la criminalidad tienen mayor pena los autores y d i rectores de un acto que la ley califique de delito. Pero cuando se trata
142
APÉNDICE A LOS COMENTARIOS
de perseguir un hecho, cuyo autor y director puede tener orgullo en haberlo engendrado, la mayor penalidad no influye en nada para que sirva
de escarmiento. Mañana se aplica el Código y se intentan poner en práctica los artículos que tratan de los clubs. ¿Se castigará por ventura con
esas penas á los hombres más caracterizados de los partidos porque uo
cierren sus sociedades?
Articulo 202.
«Incurrirán en la pena de prisión correccional en sus gra
dos mínimo y medio y multa de 250 á 2.500 pesetas, los que
fundaren establecimientos de- enseñanza que por su objeto ó
circunstancias sean contrarios á la moral pública.»
COMENTARIO.
De vez en cuando descansaremos de las malditas cuestiones políticas. ¿Pero qué es lo que no se roza con ellas? Auffel artículo actual será objeto de mil interpretaciones. La libertad de cultos se presta g r a n demente á interpretar qué es moral pública. Y nos gusta dar la demostracion inmediatamente. Según la religión cristiana, y la moral que hemos aprendido los españoles, es pecado y delito casarse con más de una
m u j e r y tener mancebas. Malioma enseña lo contrario: por consecuencia, se pueden establecer colegios con arreglo á la Constitución, en que
se aplauda y recomiende, no sólo la más desenfrenada concupiscencia,
sino también hasta otras cosas que nuestros labios no pueden p r o n u n ciar. ¡Cuán cierto es que tanto en el orden físico como en el moral,
cuando se edifica sobre arena, es muy peligroso que se derribe el edificio creado por nuestra fantasía! Dadme u n punto en que apoye mi palanca, decia Arquímedes, y derribaré el Universo. Admíteme un sofisma, decia Juan Jacobo Rousseau á su amigo D'Alembert, y defenderé
las doctrinas más a b s u r d a s . A esto se debe, según algunos, el contrato
social, verdadero catecismo de las doctrinas disolventes, que no predicó
por cierto la Enciclopedia, ni empezaron á esparcirse por el mundo sino
despues de concluida verdaderamente la revolución francesa.
DEL CÓDIGO 'PENAL
131
Articulo 203.
«Incurrirán en la pena de arresto mayor:
»1.° Los autores, directores, editores ó impresores, en sus
respectivos casos, de publicaciones clandestinas.
»Se entienden por tales las que no lleven pié de imprenta ó le lleven supuesto.
»2.° Los directores, editores ó impresores, también en sus
respectivos casos, de publicaciones periódicas que no hayan
puesto en conocimiento de la autoridad local el nombro del
director ántes de salir aquélla á luz.
»En lamisma pena incurrirán los mencionados en este artículo cuando no pusieren en conocimiento de la autoridad
local, ántes de salir á luz la publicación periódica, el nombre
del editor, si aquélla lo tuviere.»
COMENTARIO.
Nos parece q u e está f u e r a de lugar este artículo, y debía ser parte
integrante del capítulo que h a b l a d e i m p r e n t a . Como á esta materia i n teresante hemos de dedicar e x t e n s a s consideraciones, allí analizaremos
el mérito y valor de esa p e n a l i d a d .
SECCION SEGUNDA.
Do los delitos cometidos por los funcionarios públicos contra ol ejercicio de los derechos individuales
sancionados por la Oonstitxicion.
Articulo 204.
«El funcionario público que arrogándose atribuciones judiciales impusiere algún castigo equivalente á pena personal, incurrirá:
»1.° E n la pena de inhabilitación absoluta temporal, si
el castigo impuesto fuere equivalente á pena aflictiva.
1O6
APÉNDICE
Á LOS
COMENÍARÍOS
»2.° En la pena de suspensión en su grado medio y máximo, si fuere equivalente á pena correccional.
»3.° En la suspensión en sus grados mínimo y medio, si
fuere equivalente á pena leve.»
COMENTARIO.
Al leer el epígrafe de esta sección segunda podría creerse que los
antiguos redactores del Código se habian olvidado d o l o s atentados cometidos por los funcionarios púMicos, haciendo mal uso de sus atribuciones ó usurpando las q u e corresponden á otras autoridades. Nada
más distante de la verdad. No hay jurista ni hombre político que no
sepa que desde muy antiguo y en conformidad con muchas leyes, algunas todavía vigentes, podrían ser citados y emplazados ante el Tribunal Supremo los gobernadores de provincia, que son los que suelen
abusar más, y que hubieren perseguido injustamente á los ciudadano^
usurpando las facultades de los tribunales.
En el antiguo Código hay muchas disposiciones que son aplicables
á los desmanes de los funcionarios públicos, y un capítulo que se titula de los delitos cometidos por los empleados públicos en el ejercicio de
sus cargos, que también se trascribe en el Código nuevo, y del que nos
ocuparemos en su lugar. Allí, pues, debia tratarse de todas estas materias, que son homogéneas, a u n q u e se les diera más extensión como garantía de esos derechos que, según ciertos partidos, han estado a b a n donados, como si los españoles hubiesen vivido á merced de cualquiera que se convirtiese en juez á su capricho, ó prevaliéndose de su a u toridad gubernativa, hubiera impuesto penas y atropellado á su placer
al ciudadano honrado. Con las nuevas disposiciones del Código, como
con las antiguas, se abusa de la autoridad, y ojalá que prácticamente
se vea, no la aplicación de esos artículos, sino que es una verdad la seguridad
individual.
Despues de esta defensa de. nuestras antiguas leyes, examinemos
esos artículos.
El que ya se ha copiado contiene tres penas: inhabilitación absoluta temporal, y suspensión en sus grados máximo, medio y mínimo. Nos
parecen muy ajustados estos castigos y hasta suaves, áun cuando se refieren á los casos que no se hubieren consumado los atropellos, porque
en muchas ocasiones estas demasías tienen consecuencias funestas. Figuremos, y esto acontece en tiempos de revueltas, que un gobernador
ó un general manda prender á un ciudadano; le anuncia el destierro ó
que se le va á poner en capilla, lo cual no sería nuevo, y que de sus
resultas enferma ó muere el paciente, ó su mujer, ó alguno de sus h i -
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
jos, porque el susto no era para menos. ¿Basta con la pena marcada
para purgar ese gravísimo daño? Y prescindimos de la tolerancia de los
partidos que luego indultan semejantes arbitrariedades, cpmo no las
defiendan en los Parlamentos.
No tantas leyesy tanta precisión discurriendo casos. Seguridadcompleta d e q u e nadie h a d e quedar impune, y no importa que los castigos
sean suaves. Pero cuando hay medios de evadirlos, como sucede siempre que se trata de suspensión de empleos y de inhabilitación, creernos
que esas penas no valen de nada. Las autoridades en lo general no delinquen en este sentido, sino por la pasión política. El hombre constituido en dignidad no comete delitos comunes por cometerlos y sacar de
ellos algún provecho. Persigue, porque se le manda perseguir, ó porque
cree que así se hace propicio á sus jefes. Cuando esto sucede, la pena
de suspensión ó inhabilitación es una quimera. Por eso el legislador no
se ha contentado con ese castigo ó impone otro, que es el siguiente.
Articulo 205.
«Si la pena arbitrariamente impuesta se hubiere ejecutado, ademas de las determinadas en el artículo anterior, se
aplicará al funcionario culpable la misma pena impuesta y
en el mismo grado.
»No habiéndose ejecutado la pena, se le aplicará la inmediatamente inferior en grado, si aquélla no hubiere tenido
efecto por causa independiente de su voluntad.»
COMENTARIO.
Sin las explicaciones de este artículo sería ilusoria la responsabilidad, y las autoridades gubernativas podrían, á su placer convertirse en
procónsules. Aquí se comprenden los dos casos de haberse consumado
el hecho y de no haberse ejecutado. En el primero el castigo es igual,
y en el segundo el inmediato. Es la pena del Talion, que no está en uso,
que ningún Gobierno tiene bastante justificación y entereza para llevarla á cabo. ¿Cuándo se ha condenado á pena capital á un jefe militar
que haya fusilado á los facciosos ó llamados tales, sean éstos los que
quieran? Nunca; y lo que es peor, jamas se verá. Por lo tanto, leyes
impracticables no se debían escribir. Mejor sería ensayar otros castigos,
aunque fueran ménos duros.
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Artículo 206.
«Cuando la pena arbitrariamente impuesta fuere pecuniaria, el funcionario culpable será castigado:
»1.° Con la de inhabilitación absoluta temporal y multa
del tanto al triplo, si la pena por él impuesta se hubiere ejecutado.
»2.o Con la de suspensión en sus grados medio y máximo y multa de la mitad al tanto, si no se hubiere ejecutado
por causa independiente de su voluntad.
»3.° Con la de suspensión en sus grados mínimo y medio, si no se hubiere ejecutado por revocación voluntaria del
mismo funcionario.»
COMENTARIO.
Así como lo dispuesto ea el artículo anterior nos parece una letra
muerta, no sucede lo propio con lo que se establece en los tres casos
de este artículo. Este es el privilegio de las penas pecuniarias, cuando
pueden hacerse efectivas. Dan resultados y es un medio eficaz de castigar á los culpables. Aplaudimos sin reserva lo mandado en esos tres
párrafos.
Artículo 207.
«Las autoridades y funcionarios civiles y militares, que
aun hallándose en suspenso las garantías constitucionales,
establecieren una penalidad distinta de la prescrita previamente por la ley para cualquier género de delitos, y los que
la aplicaren, incuiTÍrán respectivamente, y según los casos,
en las penas señaladas en los tres artículos anteriores.»
COMENTARIO.
Sin necesidad de esas aclaraciones, no habria tribunal que no h u biese entendido el artículo anterior, de manera que nadie pudiera ex.-
DBL CÓDIGO PENAL
489
ceptuarse. -O habia ó no habia exceso. Si lo primero, no podia e x c a s a r lo que estuviesen suspensas las garantías. Al contrario, este sería un
cargo contra el que teniendo medios de defender el orden social, aún
Se extralimitaba. Si lo segundo, bastaría la inocencia de la autoridad ó
el crimen del penado para justificar el castigo.
En tiempos de revueltas es m u y difícil la aplicación de las leyes en
delitos políticos ó cometidos con ocasion de la política. Todos los bandos sostienen su razón, y encuentran criminal lo que en otras ocasioneá han calificado de hecho heroico. Bueno, sin embargo, es que en el
Código se castiguen las demasías, vengan de donde vinieren.
Articulo 208.
«La autoridad judicial que entregare indebidamente una
causa criminal á otra autoridad ó funcionario militar ó administrativo que ilegalmente se la reclamare, será castigada
con la pena de suspensión en su grado medio y máximo.
»Serán castigados con la pena inmediatamente superior
en grado, la autoridad ó funcionario militar ó administrativo que insistiere en la exigencia de la entrega indebida de la
causa, obligando á la autoridad judicial, despues de haberle
hecho ésta presente la ilegalidad de la reclamación.»
COMENTARIO.
La aplicación de este artículo es peligrosísima. Nada hay más difícil
en el procedimiento que las cuestiones de competencia. El Tribunal Supremo está resolviendo diariamente negocios en que corporaciones respetables y las mismas Audiencias se equivocan. ¿Son estos errores de
apreciación los que se castigan en ese artículo? Creemos que no. No haycausa de levantamiento ó conspiración que ño dé lugar á competencias.
Por más claras que estén las leyes de orden público; por más terminante que sea la ordenanza; por más que sea indispensable que se haga la
instalación de los consejos de guerra para encausar á los cogidos con las
armas en la mano, la autoridad judicial tiene que formar sus procesos,
y naturalmente ha de venir despues el conílicto de su competencia. Uno
de los dos tribunales ha procedido sin duda ilegalmente, y en este momento hay que aplicar ese artículo. Si no se interpreta con el verdade-
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
ro criterio, se dará el triste espectáculo de condenar siempre, ya al consejo de guerra ó auditor, va al juez de primera instancia. Y esto lo deberá hacer el Supremo Tribunal, que es el que tiene la alta misión de
resolver estas cuestiones. Y para no incurrir en la pena, se insistirá
unas veces, siu motivo, en sostener una jurisdicción que no concede la
ley, y otras se desistirá á la primera invitación con peligro de la buena
administración de justicia.
Para hacer electiva la responsabilidad no necesitaba el Tribunal Supremo de ese artículo. ¿Hay parcialidad? ¿Hay ignorancia supina? Pues
ya sufrirá el juez ó autoridad que se excediere la pena que merece.
¿Hay error disculpable? Entónces con el artículo y sin artículo no se
impondrá pena.
Artículo 209.
«Si la persona del reo hubiere sido también exigida y entregada, las penas serán en sus respectivos casos las inmediatamente superiores en grado á las señaladas en el artículo anterior.»
COMENTARIO.
A medida que la ilegalidad haya producido mayores daños, tiene
que ser más fuerte la pena. Entregar á un consejo de guerra un reo que
en el Tribuual ordinario podría hacer una amplia defensa, puede i n lluir hasta en la vida del procesado.
Pero volvemos á insistir en lo que hemos dicho en el anterior comeutarío. No hay medios hábiles de condenar á un juez que creyera
que, estando declarada en estado de guerra la comarca en que ejerce
jurisdicción,, 110 puede impedir, ni debe hacerlo, que la autoridad militar persiga á los que se hubieren rebelado contra el gobierno. Y á su
vez tampoco se puede intimidar á la autoridad militar para que se desentienda de sus atribuciones y entregue los reos al tribunal ordinario.
A los autores de la reforma no se les puede ocultar que en ocasiones supremas por cierto, los pobres jueces de primera instancia y los
jetes militares, que muchas veces no pasan de comandantes, se encuent r a n sitiados en una comarca en que ha habido un pronunciamiento en
cualquier sentido y que su obligación más perentoria es sofocarlo, desplegando todos los recursos para que aquella chispa no se convierta en
voraz incendio. ¿Podrán detenerse uua y otra autoridad en contestaciones sobre á cuál de ellas les corresponde el conocimiento de la causa
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
que se ha empezado á formar? Los dos abren su juicio y los dos sentencian en su dia á los reos que están sometidos á su jurisdicción. ¿Son
unos mismos los reos procesados? Pues en su caso y lugar condena él
Tribunal Supremo.
¿Es que se quiere que á los aprehendidos por delitos políticos no se
les imponga la última pena? Pues sanciónese así. Aunque no es esta
nuestra opinion, reconocemos que esa lenidad tiene muchos partidarios, especialmente cuando son conspiradores, porque también los
grandes hombres conspiran, sin perjuicio de modificar sus opiniones en
el momento que suben al poder. Entonces el mayor de los delitos es el
de sublevarse contra los poderes constituidos. Entonces se recuerdan
las infelices é inocentes víctimas de las sublevaciones; entonces en tono
lacrimoso se habla de las madres que criaron á los pobres soldados que
liau muerto en defensa del principio de autoridad; entonces se describe con los más sombríos colores la maldad de los miserables que p r e paran en medio de un festín la matanza de cientos de personas para
derrocar una situación y ocupar el puesto los conjurados que nada expusieron.
Si para que éstos se salven se ha escrito esc artículo, lo reprobamos
altamente. Este es u n error nuestro. Los autores de la reforma quieren
que se castiguen todos los delitos, y al garantir la defensa de los encausados, no intentaron menoscabar las atribuciones de todas las autoridades que pudieran conocer de los delitos, ni ménos castigar á las que
conocieron de los procesos con motivos racionales. Ese adverbio ilegalmente no puede ménos de interpretarse á sabiendas. De otro modo es
imposible la administración de-justicia en las causas políticas.
Artículo 210.
«El funcionario público que detuviere á un ciudadano, á
no ser por razón de delito, no estando en suspenso las garantías constitucionales, incurrirá en las penas de multa de 125
á 1.250 pesetas, si la detención no hubiere excedido de tres
dias; en la de suspensión en sus grados mínimo y medio, si
pasando de este tiempo no hubiere llegado á quince; en la de
suspensión en su grado máximo á inhabilitación absoluta
temporal en su grado medio, sino habiendo bajado de quince
dias, no hubiere llegado á un mes; en la de prisión correccional en su grado máximo á prisión mayor en su grado mínimo,
si hubiere pasado de u n mes y no hubiere excedido de un
APÉNDICE
1I
•162
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
año, y en la de prisión mayor en su grado medio á reclusión
temporal en toda su extensión, si hubiere pasado de un año.»
COMENTARIO.
En este artículo se hace una excepción, cual es el período en que
estuviesen suspensas las garantías. Entónces todo es lícito, y la suprema razón de estado pone u n velo á la ley. Pues en tiempos normales
hay pocos casos de detenciones arbitrarias.
Artículo 211.
«El funcionario público que dilatare el cumplimiento de
u n mandato judicial para que se ponga en libertad á un preso ó detenido que tuviere á su disposición, será castigado con
las penas inmediatamente superiores en grado á las señaladas en el artículo anterior en proporcion al tiempo de la dilatación.»
COMENTARIO.
Este artículo merece los mayores encomios, porque se comprende
fácilmente y se funda en u n principio de eterna justicia. Sometido u n
reo á su juez natural, si ésto pronuncia el auto de excarcelación no hay
poder humano que impida ó deba impedir el cumplimiento de una
providencia ejecutoriada. Pero no se olvide si el otro funcionario tiene
también jurisdicción, porque entonces lo único procedente es la competencia, que es el aspecto bajo del cual nos hemos permitido varias
consideraciones. Vale más, en efecto, que se salven cien delincuentes,
ántes que perezca u n inocente; pero téngase presente que no puede
existir ninguna sociedad en que no se castiguen los delitos.
Articulo 212.
«Incurrirán respectivamente en las penas superiores en grado á las señaladas en el art. 210 el funcionario público, que
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
no siendo autoridad judicial, y no estando en suspenso las
garantías constitucionales, detuviere á u n ciudadano pór razón de delito y no lo pusiere á disposición de la autoridad
judicial, en las veinticuatro horas siguientes á la en que se
hubiere hecho la detención.»
COMENTARIO.
Desde que tenemos uso de razón estamos oyendo que la detención
de cualquier ciudadano no puede pasar de veinticuatro horas, y así se
ha consignado en cien leyes. ¿Qué sucede en la práctica? Que respondan por nosotros todos los jueces y todas las autoridades. Para atacar
el precepto de la ley se lian puesto en juego mil subterfugios, porque
en muchos casos es imposible cumplir con esa inflexible regla. Jamás
hemos sido autoridad gubernativa ni administrado justicia, y ese solo
mandato nos alejaría eternamente de desempeñar esos relevantes c a r gos. Detención arbitraria,-¿quién puede defenderla? Encargúese á los
tribunales superiores que castiguen severamente á los jueces y también
á las autoridades gubernativas que retuvieran á cualquier ciudadano
sin justa causa más de veinticuatro horas sin entregarlo á la autoridad
judicial competente, y se conseguirá el objeto que se propone el legislador.
Aquí nos permitimos una censura d é l o s tribunales superiores, que
son los que deben poner remedio, ya aplicando estas reglas, cuando
sentencian los procesos en que conste esa detención ó prisión sin los
requisitos legales, ya poniendo remedio en el acto más solemne, cual
es la visita. Todo detenido que esté más de ocho dias en la cárcel a r b i trariamente, lo estará por abandono ó descuido de la Audiencia en los
puestos en que residan estos tribunales, y ellos son los que deben responder, sin perjuicio de penar á los demás funcionarios que hubieran
faltado á su deber. De seguro no habría ninguna queja ejecutándose las
visitas con rigidez, y no sería necesario fijar ese término apremiantísimo de veinticuatro horas, a u n q u e se hable sólo de lás autoridades gubernativas.
Articulo 213.
«Incurrirán también en las mismas penas, en sus respectivos casos:
»1.° El alcaide de cárcel ó cualquiera otro funcionario
•134
APÉNDICE Á LOS
COMENTARIOS
público que recibiere en calidad de detenido á cualquier ciudadano y dejare transcurrir veinticuatro horas sin ponerlo
en conocimiento de la autoridad judicial.
»2.° El alcaide de cárcel ó cualquier otro funcionario público que no pusiere en libertad al detenido que no hubiere
sido constituido en prisión en las setenta y dos horas siguientes á la en que aquél hubiere puesto la detención en conocimiento de la autoridad judicial.
»3.° El alcaide de cárcel ó cualquier otro funcionario público que recibiere en calidad de preso á un ciudadano, á no
ser en virtud de mandamiento judicial, ó lo retuviere en prisión despues de las setenta y dos horas de haberle sido entregado en tal concepto, ó habérsele notificado el auto de prisión, sin que durante este tiempo le hubiere sido notificado
también el auto ratificando aquél.
»4.° El alcaide de cárcel ó cualquier otro funcionario público que ocultare un preso á la autoridad judicial.
»5.° El alcaide de cárcel ó jefe de establecimiento penal
que sin mandato de autoridad judicial tuviere á un preso ó
sentenciado incomunicado ó en lugar distinto del que le corresponda.
»6.° El alcaide de cárcel ó jefe de establecimiento penal
que impusiere á los presos ó sentenciados privaciones indebidas ó usare con ellos un rigor innecesario.
»7.° El alcaide de cárcel ó jefe de establecimiento penal
que negare á un detenido ó preso ó á quien le representare,
certificación de su detención ó prisión, ó que no diere curso
á cualquiera solicitud relativa á su libertad.
»8.° El jefe de establecimiento penal que retuviere á un
ciudadano en el establecimiento despues de tener noticia
oficial de su indulto ó despues de haber extinguido su condena. »
COMENTARIO.
Nos afirmamos más en nuestras opiniones, al ver las diversas medidas que se adoptan en este artículo, para que en ningún caso pueda
prolongarse la detención arbitraria. No quisiéramos que al alcaide do
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
la cárcel ó jefe de establecimiento penal se le haga censor de una a u toridad respetabte. Hubiéramos creído más conveniente que, en vez de
fijarse en tres dias para que ponga en libertad al detenido, aunque.esté
á disposición del más alto tribunal, se le impusiera mayor pena si no
diese, además del parte correspondiente, cuenta minuciosa al tribunal
de visita. De lo contrario, se rompen los vínculos de la obediencia. La
misión de u n alcaide es tratar bien á los presos y atender á su custodia. En el instante que se les den m á s atribuciones, se cambia la n a t u raleza de este empleado, y se quiere hacer de él u n funcionario que va
á fiscalizar á las autoridades gubernativas y judiciales.
Tenemos un sentimiento de .expresarnos así, y quisiéramos engañarnos. Estas reformas lian de dar lugar á más de un conflicto.
Articulo 214.
«Incurrirán en la pena de suspensión en sus grados mínimo y medio:
»1.° La autoridad judicial que no pusiere en libertad ó
no constituyere en prisión por auto motivado al ciudadano
detenido dentro de las setenta y dos horas siguientes á la en
que aquél hubiere sido puesto á su disposición.
»2.° La autoridad judicial que no ratificare el auto de
prisión ó no lo dejare sin efecto, dentro de las setenta y dos
horas siguientes á en que aquél hubiere sido dictado.
»3.° La autoridad judicial que fuera de los casos expresados en los dos números anteriores, retuviere en calidad de
preso al ciudadano cuya soltura proceda.
»4.° La autoridad judicial que decretare ó prolongare indebidamente la incomunicación de un preso.
»5.° El escribano ó secretario de juzgado ó tribunal que
dejare trascurrir el término fijado en el núm. l.° de este artículo, sin notificar al detenido el auto, constituyéndole en
prisión ó dejando sin efecto la detención.
»6.° El escribano ó secretario de tribunal ó juzgado que
dilatare indebidamente la notificación de auto alzando la incomunicación ó poniendo en libertad á un preso.
1CG
APÉNDICE
I
LOS
COMENTARIOS
»7.° El escribano ó secretario de tribunal ó juzgado que
dilatare dar cuenta á éstos de cualquiera solicitud de un detenido ó preso ó de su representante relativa á su libertad.
»Cuando la demora á que se refieren los números anteriores hubiere durado más de un mes y no hubiere excedido de
tres, incurrirán los culpables, en sus respectivos casos, en la
pena de suspensión en su grado máximo á inhabilitación absoluta temporal en su grado medio y multa de 125 á 1.250 pesetas; y si hubiere excedido de dicho tiempo, en la de inhabilitación absoluta temporal en su grado máximo á inhabilitación absoluta perpétua y multa de 500 á 5.000 pesetas.»
COMENTARIO.
No quedarán descontentos los que siempre ven en la autoridad u n
enemigo de las precauciones que se toman contra los actos de los j u e ces y sus dependientes. Siete casos fija el artículo en que i n c u r r i r á n en
pena el juez y sus dependientes que no hubiesen decretado y llevado á
efecto la prisión ó excarcelación en el término de tres dias. Lo p r i m e ro, ratificando el auto en que se mandara; y lo segundo, cuando no hubiere méritos para detener al penado en la cárcel.
Y va más adelante el legislador. No sólo no consiente la prisión i n debida, sino que castiga la prolongada incomunicación. No da reglas,
porque no podia darlas; pero le advierte al juez que incurrirá en r e s ponsabilidad. Cuando ocurra ya sabrán las audiencias que deben penar
á su subalterno, ,1o cual, por desgracia, no sucede, muchas veces; pero
esto no es defecto de la antigua legislación, sino de causas más hondas
que no se extirparán hasta que la toga sea respetada.
Los dependientes de los juzgados son castigados en último término
si no notificaren en su debido tiempo los autos de soltura ó prisión, lo
cual es m u y procedente, porque hasta ahora se contentaban los jueces
con un simple apercibimiento.
Aquí se lia borrado ya ese premioso término, y al juez del proceso
se le conceden tres dias para que pueda apreciar si el detenido merece
ó no prisión. Bien, perfectamente bien mandado está eso. Pero no han
sido siempre los jueces de primera instancia los que se han excedido
en las detenciones arbitrarías. Lo fueron los gobernadores, con especialidad en tiempos intranquilos, en que han llevado á la cárcel millares
de personas teniéndolas quince dias detenidas. Esos presos debían sacarlos, no los jueces inferiores, sino las audiencias en sus visitas, como
hemos propuesto en el anterior comentario.
DEL CÓDIGO
'PENAL
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El día que nuestro procedimiento criminal no esté dirigido por esos
pobres jueces, que tienen que seguir á la vez cincuenta sumarios y entender en doscientos pleitos, no teniendo tiempo para leer, entonces se
corregirán lautos abusos y tantos descuidos. Grima nos causa y nos da
compasion entrar en el despacho de un juez de primera instancia de la
capital.
No podemos, sin embargo, concluir este Comentario sin hacer una
crítica severa del último párrafo del artículo. Nosotros, que recomendamos tanto la suavidad del castigo, nos sublevamos contra la suspensión ó inhabilitación absoluta temporal y m u l t a de 125 á 1.250 pesetas
por una detención arbitraria que pase de un mes, y cuando exceda
de tres meses mayor suspensión y mayor pago de dinero; como tener á
u n infeliz en u n calabozo meses y á u n años, y sólo castigar al culpable
con inhabilitarle en su empleo ú oficio. No, el ánimo se subleva, y áun
sería poca pena hacer sufrir la misma cárcel al juez, escribano ú otro
dependiente que tal hiciera. Habiendo vigilancia no debe esto suceder;
pero cuando suceda, es necesario que el castigo sea duro y que se vea
el escarmiento. En esto nos tienen á su lado los lacrimosos publicistas
que tienen siempre en sus labios la defensa del pobre pueblo.
Como se ve, todo esto tiene por objeto garantir el domicilio castigando á los ciudadanos, que no pueden extralimitarse, porque en efecto, el hogar doméstico es sagrado, exceptuando casos particulares de
estar á la vista el delito y sus autores. Fíjense esos sencillos principios,
y entonces los sabios y los ignorantes aplaudirán la ley. Mas si, por el
contrario, ésta presta a r m a s al criminal para perpetrar el delito y evadir la pena, con unos cuantos ejemplares que ocurran de esta n a t u r a leza, el descrédito de la ley se hace general y muere á manos de una
inobservancia completa.
Y tenemos que volver siempre á nuestra manía. Con malas leyes y
buenos funcionarios, se puede hacer feliz á una nación. Con autoridades ineptas y mal intencionadas y tribunales ignorantes, no d a r á n r e sultados los mejores Códigos.
Ya están en práctica los artículos que ahora comentamos, y los j u e ces tienen que ensayarlos y las autoridades gubernativas que ponerlos
en ejecución. Nuestro consejo es que donde vean el delito cierto lo persigan sin reparar las consecuencias. Si tuviéramos espacio y tiempo,
demostraríamos que en nuestros viejos Códigos y en muchos decretos
y hasta en los reglamentos de policía se amontonan las disposiciones
para que se ponga cuidado en que no se prenda al inocente y que á los
reos se les tome declaración inmediatamente. Nada de lo que se dice en
este capítulo es nuevo; y sin embargo, á la multitud se la seduce s u poniendo que hasta hoy nadie ha podido vivir tranquilo en su casa, y
que en adelante esas picaras autoridades tendrán que respetar'el hogar.
¡Lástima que no sea verdad tanta belleza! Preguntad á los republicanos
y á los carlistas sí sus casas han sido ni podían ser refugio de los perseguidos, y sí se les ha tomado declaración á las veinticuatro horas. La
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
política todo lo envenena; pero ya que esta desgracia no se puede evitar, procuren todos que á su sombra no se cobijen los tunantes, que
son los verdaderos enemigos del orden social.
Debemos resumir toda esta doctrina. Los redactores del Código han
hecho esfuerzos laudables para garantizar el más precioso de los derechos del hombre; pero sin dejar la sociedad á merced de los perversos.
La seguridad individual es nuestro primer patrimonio; mas téngase
cuidado que á su sombra encuentren los criminales excusa para e v a dirse del justo castigo. En la variedad de los sucesos de la vida, es imposible preverlo todo y precaver hasta el menor incidente. No consiste
el respeto á ose derecho, que sólo y en determinados casos se pueda
prender, y únicamente por ciertas personas revestidas de autoridad.
En momentos dados, el más infeliz ciudadano puede y debe proteger al
desvalido y prender al criminal. La razón natural lo dicta y las leyes
de todos los países lo consagran.
Se comete u n asesinato á la faz del público, y corre el asesino y se
oculta en u n punto en que le han visto entrar veinte personas. Jamás
puede defenderse que no sea lícito entrar en busca de este criminal á
los representantes de la fuerza pública, ínterin y hasta tanto que venga el juez que no puede concurrir en muchas horas. Ya hemos presenciado u n caso de esta naturaleza, y el público, indignado, estuvo dispuesto á echar abajo las puertas para apoderarse del asesino, que por
esa demora se evadió por el tejado. Un mancebo de esos que viven á
costa de las infelices prostitutas, mató en una calle bien pública á otro
con lá mayor alevosía, y se ocultó en casa de aquellas mujeres; v i é n dose perseguido por treinta personas. Cerraron la puerta y los serenos
no se atrevieron á entrar, porque era de noche y el señor alcalde de
barrio no estaba en casa ó no le acomodaba salir. Llegó á la hora y media, y ya habia huido el asesino.
Si de este modo se aplican y entienden en lo sucesivo los derechos
que garantiza la Constitución, no tendrá este Código muchos partidarios entre los hombres de bien. Que sepan las autoridades á qué atenerse, y no sé repetirán esos ejemplares.
Artículo 215.
«Incurrirán en las penas de suspensión en sus grados
mínimo y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas:
»1.° El funcionario público que no siendo autoridad judicial y no estando en suspenso las garantías constituciona-
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les, entrare en el domicilio de un español ó extranjero sin su
consentimiento, á 110 ser en los casos y con los requisitos
previstos en los párrafos primero y tercero del art. 5.° de la
Constitución.
»2.° El funcionario público que no siendo autoridad judicial y no estando tampoco en suspenso las garantías constitucionales, registrare los papeles de un ciudadano ó extranjero y'efectos que se hallaren en su domicilio, á no ser que
el dueño hubiere prestado su consentimiento.
»Si no devolviere al dueño inmediatamente despues del
registro los papeles y efectos registrados, la pena será la inmediatamente superior en grado.
»Si los sustrajere y se los apropiare, será castigado como
reo de delito de robo con violencia en las personas.
»3.° El funcionario público que con ocasion del registro
de papeles y efectos de un ciudadano cometiere cualquiera
otra vejación injusta contra las personas ó daño innecesario
en "sus bienes.
»Si los delitos penados en los tres números anteriores
fueren cometidos de noche, las penas serán las de suspensión
en sus grados medio y máximo, y multa de ,£50 á 2.500 pesetas, salvo lo dispuesto en los párrafos segundo y tercero
del número 2.°, respecto á los cuales la pena será la inmediatamente superior en grado á las en ellos señaladas.»
COMENTARIO.
Los autores de la reforma se detienen y ocupan mucho en citar
ejemplos y casos que pueden ocurrir en el registro de domicilio y
examen de papeles, y sin embargo no agotarían todos los que pueden
ocurrir.
No hay que sacar las cosas de quicio. Esos excesos son verdaderos
delitos, y como á tales deben imponérseles penas; pero no olvidemos
que aquí en realidad se trata de sucesos políticos, y entonces suelen
estar en suspenso las garantías: y cuando la cuestión es de vida ó m u e r te de los Gobiernos, siempre encuentra agentés que le sirven y los extravíos que éstos cometen en el desempeño de sus destinos, como h a yan dado resultados, en vez de castigo merecen aplauso, y cuando su-
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
cumbe el poder existente, la victoria concede el perdón á estos satélites, siendo m u y coman que ías supuestas víctimas hagan alarde de la
participación que tomaron en el hecho que se perseguía y la importancia de los documentos que se detuvieron ó secuestraron.
No quiere esto decir que no censuremos sus vejaciones y que no
estemos conformes con la doctrina del artículo en todos sus extremos.
Meterse en casa ajena, registrar los papeles y efectos, y áun robarlos,
serán siempre delitos que merecerán penas; pero no se desconozca que
esto lo ejecutan las autoridades muchas veces teniendo precisión de
perseguir verdaderos delitos, porque siempre lo serán las conspiraciones para destruir el orden existente.
Articulo 216.
«La autoridad judicial que fuera de los casos previstos
en los párrafos primero y tercero del art. 5.° de la Constitución, y no estando en suspenso las garantías constitucionales, entrare de noche en el domicilio de un español ó extranjero sin su consentimiento, incurrirá en la pena de suspensión en sus grados mínimo y medio, y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
COMENTARIO.
La Constitución del Estado, al garantir el domicilio, no podia dejar
huérfana á la autoridad. Podrá ésta entrar en la habitación de cualquier .ciudadano en los casos urgentes, como incendio, inundación ú
otros peligros análogos, ó de agresión ilegítima procedente de adentro, ó
para auxiliar á persona que pida socorro; así está mandado en la ley política, y por consecuencia el funcionario tendrá siempre excusa. Supongamos que en aquella misma noche ó al siguiente ¿ia se va á cometer un delito común, ó lo que sucede más á menudo, está para estallar u n movimiento insurreccional. ¿Habrá alguien que niegue al Gobierno el derecho de entrar en casa del que va á cometer el delito, para
impedir que lo ejecute, ya apoderándose del criminal, sea de la especie
que fuere, ya de los instrumentos con que se fuera á ejecutar el mismo
crimen? Si á cualquier autoridad se le dice que en un punto d e t e r m i -
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nado hay armas, y esta delación tiene los visos de ser cierta, ¿se la podrá negar el derecho de abrir la puerta donde esté el depósito, sea de
dia ó sea de noche?
La conciencia pública se rebela cuando á la sombra de esas garantías sé quieren excusar actos que siempre serán reprobados. Una cosa
es el derecho y otra el abusó. La autoridad de todos lós tiempos tendrá
siempre á su favor la presunción. Cuando se demuestre que ha perseguido á u n inocente, caiga sobre ella todo el rigor de la ley.
Articulo 217.
«En la misma pena incurrirá la autoridad judicial que registrare de noche en el domicilio de un español ó extranjero
sus papeles y efectos, á no ser con su consentimiento.»
COMENTARIO.
Siempre tendremos que acudir al mismo recurso. Esas visitas domiciliarias no se verifican sino en casos excepcionales, que son cabalmente de los que habla el art. S.° de la Constitución. Si á u n juez se le
denuncia que en una casa determinada están reunidos varios sujetos
para perpetrar u n crimen, según las instrucciones que han recibido,
teniendo en su poder armas y los demás instrumentos del delito, y de
lo que se va á dar cuenta, ¿qué remedio le queda á la autoridad más
que acudir á la casa en donde esto se realiza y sorprender á los criminales infragánii si puede?
Y citáremos n n ejemplo, a u n q u e séa doloroso: El partido liberal
conspiró contra él Gobierno de Fernando VII, que á su vez se defendía
siendo jefe de una policía que no conocían ni sus mismos Ministros.
Llegó á su noticia la existencia de una conspiración, la m á s grave de
todas; llamó al gobernador de la salá de alcaldes de casa y corte, y con
todos sus pelos y señales, le refirió los nombres de los principales conjurados y la casa donde se escribía la correspondencia. En las primeras
horas de una noche, cada alcalde se presentó en las diversas casas de
los conjurados, y allí donde dijo que estaba la correspondencia, se e n contró escribiendo á u n desgraciado que despues murió en el patíbulo.
Apartando la vista de las simpatías que pudiera tener aquel complot, ¿se podrá negar á la autoridad judicial el derecho de registrar de
142
APÉNDICE A LOS COMENTARIOS
noche el domicilio de un conspirador y apoderarse de sus papeles y
efectos? No sólo tiene derecho, sino obligación de cumplir con este
tristísimo deber. Y tan legítima es esta acción, que aunque venza despues el partido perseguido, como no sea por u n exceso popular, nunca
sufre el magistrado las consecuencias de su conducta, exceptuándose la
pérdida del destino, del que siempre sería destituido por el solo delito
de haber pertenecido á otra situación. Esta es una moneda tan corriente, que ya nadie haóe alto d é l a s destituciones en masa, y por cuyo procedimiento será muy difícil que en España haya en muchísimos años,
ni orden, ni libertad, ni administración de justicia, ni buenos funcionarios públicos. Pero pongamos un.l'renoá nuestra lengua,.porque sólo
estamos comentando el Código penal.
Articulo 218.
«El funcionario público que no siendo autoridad judicial
detuviere la correspondencia privada confiada al correo ó recibida y cursada á su destino por la primera estación telegráfica en que se hubiere entregado, incurrirá en la multa
de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Este artículo, como los siguientes 219 y 220 hablan de u n verdadero delito que siempre queda impune en España. ¿Estaba castigado por
nuestras leyes? Nadie puede dudarlo, porque es uno de los mayores crímenes que se pueden cometer arrebatar á la madre amorosa el beso
filial q u e d a á su hijo desde lejanas tierras, el juramento de fidelidad del
amante á su dama, los sentimientos más recónditos del corazon, y todos los intereses materiales, en fin, que se recomiendan al sigilo de la
correspondencia. El que detiene,, extravía ó roba del correo una carta,
es peor que un salteador de caminos, y á nosotros nos parecen bien pequeñas las penas de que hablan esos tres artículos del Código reformado. Pero somos impenitentes y en extremo desconfiados. Si hablaran
las paredes de esc edificio llamado Dirección de Correos; si cada una de
las dependencias de este ramo importante nos descubrieran sus secretos, ¡qué horrores habían de contarnos! Todos, absolutamente todos los
Gobiernos de España, han abusado escandalosamente de esta arma poderosa, y lo que hay que pedir y suplicar al actual Ministerio y á los
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que le sucedan, es que abandonen ese camino de perdición. Sospechamos que nuestras plegarias no llegarán al cielo, y se burlarán de nosotros los que podrían ateuder á nuestras quejas.
Articulo 219.
«El funcionario público que "no siendo autoridad judicial
abriere la correspondencia privada confiada al correo, incurrirá en la pena de suspensión en sus grados rtiedio y máximo
y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Nada debemos añadir, porque en el análisis del artículo anterior
hemos expuesto nuestra doctrina. Advertiremos, sin embargo, que tanto en uno como en otro, se comprende la interrupción ó detención de
los partes telegráficos. En esto es tanto mayor el abuso, cuanto el poder
público no puede ménos de saber su contenido, y áun el artículo en
cierto modo le faculta para no cursarlo. Y sin embargo, la telegrafía
particular en muchísimos casos es u n verdadero mito.
Articulo 220.
«El funcionario público que la sustrajere, será castigado
con la pena de inhabilitación absoluta temporal en sus grados mínimo y medio y multa de 500 á 5.000 pesetas.»
COMENTARIO.
Repetimos lo expuesto en los anteriores, reconociendo la justicia de
la escala penal. La detención de la correspondencia causa ménos perjuicios que la apertura de las cartas, y una y otra son menos perjudiciales que la sustracción, que es el mayor delito que se puede cometer
en este ramo importante, que está y no puede ménos de estar exclusivamente en manos del poder público.
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
El dia que veamos que las disposiciones de estos artículos son una
verdad, daremos el más cumplido parabién á los reformadores del
Código.
Articulo 221.
«El funcionario público que estando en suspenso las garantías constitucionales desterrare á un ciudadano á una distancia mayor de 250 kilómetros de su domicilio, á no ser en
virtud de sentencia judicial, incurrirá en la pena de multa
de 125 á 1.250 pesetas.
»E1 funcionario público que no estando en suspenso las
garantías constitucionales compeliere á un ciudadano á mudar de domicilio ó residencia, será castigado con la pena de
destierro y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Aunque seamos partidarios de la suspensión de las garantías constitucionales en algún caso extremo, no quisiéramos que en el Código
se hablase tan á menudo de este caso excepcional, ni menos que se tratara en ese artículo vagamente del funcionario público, porque no parece sino que un alcalde cualquiera, estando suspensas las garantías,
puede desterrar á su antojo á veinte leguas á uno de sus vecinos. Nosotros concedemos esa facultad al poder ejecutivo, que podrá delegarla
en las autoridades superiores de las provincias, no en el último de sus
dependientes. Por lo general, los altos funcionarios no abusan mucho,
ni están en el caso de ejercer venganzas personales. Lo temible es que
esta terrible facultad, descienda á las últimas capas sociales.
Es privilegio de la vejez haber presenciado muchos acontecimientos. En el tremendo sacudimiento de 1848, el Gobierno español, competentemente autorizado, desterró á Filipinas á miles de ciudadanos. Muchos fueron víctimas de resentimientos particulares; y aquella medida
necesaria por el estado político de Europa, mereció acres censuras de
algunos, con harto fundamento.
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Articulo 222.
«El funcionario público que deportare ó extrañare del
reino á un ciudadano, á no ser en virtud de sentencia firme,
será castigado con la pena de confinamiento mayor y multa
de 500 á 5.000 pesetas.»
COMENTARIO.
Raro será el caso en que haya de aplicarse este artículo, porque no
hay ningún funcionario público que por sí y ante sí, y por su sola a u toridad, deporte ni extrañe del reino á u n ciudadano. La responsabilidad recaerá siempre sobre u n Ministro, que es el que tiene medios
coercitivos para que se lleve á efecto ese acto ilegal y atentario.
La pena nos parece arreglada, porque aunque es severa, también es
grave el delito.
Articulo 223.
«El Ministro de la Corona que mandare pagar un impuesto del Estado no votado ó autorizado por las Cortes, será
castigado con la pena de inhabilitación absoluta temporal y
multa de 500 á 5.000 pesetas.»
COMENTARIO.
Este como el anterior artículo deberían formar parte de una buena
ley de responsabilidad ministerial, que reclaman todos los partidos en
España, y que nunca se hace p o r q u e es m u y difícil hacerla, y más aún
ponerla en práctica. Y es bien obvia la razón. La responsabilidad ministerial en rarísimos casos se exige, como acontece con la responsabilidad judicial.
¿Es esto un mal ó u n bien? Creemos que es u n bien, porque es útil
que se suponga que ni el juez ni el Ministro cometen prevaricaciones ni
otros delitos. El país ha pasado por mil vicisitudes. ¿Cuántos magistrados han comparecido en la barra del Tribunal Supremo por abusos en
142
APÉNDICE A LOS COMENTARIOS
el ejercicio de su sagrado ministerio? Muy pocos, y no tenemos noticia
de imposición de pena más que en dos ejemplares. ¿Cuántos Ministros
han sido acusados por la Asamblea popular ante la alta Cámara? Tampoco ha habido más que u n ejemplar, del cual no nos es permitido
hablar.
No es esto censurar el artículo que examinamos, y sobre cuya pena
no queremos tampoco decir nada, porque cualquiera que se imponga
al infractor de las leyes, es siempre de u n gran efecto moral, á no ser
que sea por la causa que marca el mismo artículo.
La historia parlamentaria de España en materia de impuestos es
deshonrosa para todos los partidos. Corre parejas esta cuestión con la
de la seguridad personal. No hay Constitución que no prohiba la exacción de impuestos, y raro es el año que se discuten y votan en los Cuerpos legislativos. A lo sumo, y con una precipitación vergonzante, se
suele autorizar al Gobierno para que recaude las rentas públicas. Nosotros quitaríamos hasta esas autorizaciones, obligando á los Gobiernos
á presentar los presupuestos al dia siguiente de la apertura d é l a s Córtes, y que se discutieran en los dos primeros meses, sin perjuicio de
poder autorizar á los mismos Gobiernos para imponer una contribución
extraordinaria en caso de guerra.
Artículo 224.
«La autoridad que mandare pagar un impuesto provincial ó municipal, no aprobado legalmente por la respectiva
Diputación provincial ó Ayuntamiento, será castigado con la
pena de suspensión en su grado máximo á inhabilitación absoluta temporal en su grado mínimo y multa de 250 á 2.500
pesetas.»
COMENTARIO.
No sólo está en su lugar el artículo, sino que le creemos de gran
utilidad. La causa del descrédito del Gobierno representativo en España descansa en que el despotismo de arriba se ha trasladado á las localidades de la más pequeña poblacion. Hoy las Diputaciones provinciales y los Ayuntamientos son verdaderamente soberanos, ya sea porque
no pueden atender á las necesidades que ántes cubrían con los arbitrios
municipales, ya porque todo está en anarquía y disolución.
Pero no es de hoy este mal. Hace mucho tiempo, uo sólo es gravoso el impuesto para el Tesoro, sino los que se pagan para gastos pro-
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vinciales y municipales. Cuando se habla de nuestro atraso y de n u e s tra ignorancia, no se dice más que una vulgaridad. España no marcha,
porque los partidos están dominados de u n espíritu anárquico, conspirando eternamente contra lo existente. El que manda, tiene sus satélites en cada una de las poblaciones, y éstos reparten á su antojo derramas ilegales que quiere impedir el artículo que analizamos. Que lo
apliquen los tribunales- con severidad, y que el Gobierno haga cumplir
las sentencias, y merecerá bien de la patria, como en muchos casos lo
dudamos.
Artículo 225.
«Los que exigieren á los contribuyentes para el estado, la
provincia ó el municipio el pago de impuestos no autorizados,
según su clase respectiva, por las Córtes, la Diputación provincial ó el Ayuntamiento, incurrirán en la pena de suspensión en sus grados medio y máximo á inhabilitación absoluta
temporal en su grado medio y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Si la exacción se hubiere hecho efectiva, la multa será
del tanto al triplo de la cantidad cobrada.
»Si la exacción se hubiere hecho empleando el apremio ú
otro medio coercitivo, la pena será la de inhabilitación absoluta temporal, y la multa sobredicha.»
COMENTARIO.
No se concibe que sea necesario escribir este artículo, y sin embargo, es conveniente, porque hay muchos ejemplares de cometerse este
delito. Suponemos que los exactores de estos impuestos lo hagan por
cuenta propia y no por mandato de sus superiores, en cuyo caso éstos
y no aquéllos son los verdaderamente responsables y están comprendidos en el artículo anterior. Un simple cobrador, á quien le. da el.gobernador de la provincia ó el jefe de la Hacienda pública papeletas.de
u n impuesto para que haga efectiva la recaudación, no incurre ni puede incurrir en responsabilidad. Y lo propio decimos y con mayor razón
del tosco alguacil de un ayuntamiento de 200 vecinos. ¿Cómo se ha de
exigir de estos infelices subalternos que conozcan cuáles son exacciones legales y cuáles ilegales? La obediencia pasiva en la generalidad de
los casos es el gran elemento administrativo. Rómpanse los vínculos de
la subordinación y no hay Gobierno posible.
APÉNDICE
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•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Articulo 226.
«Si el importe cobrado no hubiere entrado, según su clase, en las cajas del Tesoro, de la provincia ó del municipio,
por culpas del que lo hubiere exigido, será éste castigado
como estafador con el grado máximo de la pena que como
tal le corresponda.»
COMENTARIO.
Evidentemente es una estafa sacar una cantidad al contribuyente y
no ponerla en las arcas del Tesoro, de la Diputación ó del Municipio.
Si perteneciere en efecto á cualquiera de éstos la cantidad recaudada,
no seria estafa, sino robo ó defraudación de caudales públicos, cuyos
delitos merecen mayor pena.
Excusada es otra explicación, porque todos estos artículos tienen
enlace entre sí, y los comentarios de unos pueden servir para inteligencia de los otros.
Articulo 227.
«Las autoridades que presten su auxilio y cooperacion á
los funcionarios mencionados en Ios-dos artículos anteriores,
incurrirán en las 'penas de inhabilitación absoluta temporal
en sus grados mínimo y medio y multa de 125 á L.250 pesetas.
»En el caso en que se hubieren lucrado de las cantidades
cobradas, serán castigados como co-autores del delito penado
en el artículo anterior.»
COMENTARIO.
Difícilmente podrá acontecer lo previsto en este caso sin que se
haya cometido otro delito más grave. Cuando u n funcionario auxilia á
u n cobrador de impuestos para que exija á los ciudadanos cantidades
que no deben pagar, este empleado es u n verdadero ladrón público, y
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es insuficiente la pena de suspensión de empleo y multa de una pequeña cantidad. De seguro se impondrá mayor castigo en los procesos que
sobre esto se formen.
Artículo 228.
«El funcionario público que expropiare de sus bienes á
un ciudadano ó extranjero para un servicio ú obra pública,
á no ser' en virtud de sentencia ó mandamiento judicial, y con
los requisitos prevenidos en las leyes, incurrirá en las penas
de suspensión en sus grados medio y máximo y multa de
125 á 1.250 pesetas.
»En la misma pena incurrirá el que lo perturbare en la posesión de sus bienes, á no ser en virtud de mandato judicial.»
COMENTARIO.
El pecho se ensancha cuando se ve que el legislador pone el dedo
en la llaga. La propiedad está pasando por una crisis peligrosa. Todo lo
que tienda á darla garantías es digno de la mayor alabanza.
Y no nos referimos al respeto que todo ciudadano debe tener á la
propiedad de otro. Sin el tuyo ni el mió, no hay en efecto sociedad posible; pero es indispensable que esta garantía sea respetada, no sólo por
los particulares, sino también por el poder público. No llevamos nuestras opiniones á la exageración de las costumbres inglesas; más si queremos que la expropiación forzosa tenga una remuneración m u y subida. Calcúlese si criticaremos especialmente el proceder de las compañías de caminos de hierro y de otras empresas llamadas de utilidad pública, que se meten por ,1a heredad ajena, y luégo no indemnizan, y
hacen sucumbir á los infelices que no tienen medios de luchar con corporaciones poderosas.
Por esta razón aplaudimos en todas sus partes los dos párrafos del
art. 227, y ojalá que sirva de estímulo á los particulares, para que sepan defender su derecho, y de correctivo á las empresas para que no
abusen de su ventajosa situación.
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APÉNDICE A LOS COMENTARIOS
Articulo 229.
«Serán castigados con las penas de suspensión en sus grados mínimo y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas:
»l.o El funcionario público que no estando en suspenso
las garantías constitucionales, prohibiere ó impidiere á u n
ciudadano, no detenido ni preso, concurrir á cualquiera reunión ó manifestación pacífica.
i)2.° El funcionario público que en el mismo caso le impidiere ó prohibiere formar parte de cualquiera asociación,
á no ser alguna de las comprendidas en el artículo 198 de
este Código.
»3.° El funcionario público que en el mismo caso de los
artículos anteriores prohibiere ó impidiere á un ciudadano
dirigir solo ó en unión con otros peticiones á las Córtes, al
Rey ó á las autoridades.»
COMENTARIO.
El que usa de su libertad dentro del precepto de las leves, ejercita
un derecho legítimo, y el que le perturbare, merece reprensión y castigo. Tres son los casos que figuran en este artículo y en que incurre
en pena el funcionario que coarta la libertad del ciudadano.
Nada más racional que acudir á las reuniones o manifestaciones
pacíficas que las leyes permiten-. Y si el ciudadano tiene derecho á la
mera asistencia, también debe tenerlo para formar parte de la asociación.
Aun es más interesante el párrafo tercero que habla del derecho de
elevar peticiones á las Cortes, al Rey ó á las autoridades. No hay legislación alguna en que se prohiba esta súplica reverente. La ordenanza militar, que es el Código más severo que se conoce, permite que se
eleven quejas contra el superior en desagravio de la ofensa recibida.
Quien impidiere el uso de ese derecho comete un gran delito, y demasiado pequeña es la pena impuesta en el artículo que nos ocupa.
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Articulo 230.
«El funcionario público que impidiere por cualquier medio la celebración de una reunión ó manifestación pacíficas
de que tuviere conocimiento oficial, ó la fundación de cualquiera asociación que no esté comprendida en el art. 198 de
este Código, ó la celebración de sus sesiones, á no ser en las
que se hubiere cometido alguno de los delitos penados en el
título III, libro segundo del mismo, incurrirá en la pena de
suspensión en sus grados medio y máximo, y multa de 250
á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Este artículo es el contraveneno de lo que se dice en el 198 y siguientes sobre el derecho de reunión. Según nuestro sentir, esas r e u niones perderán enteramente su carácter político, y en su consecuencia, cuando la manifestación sea inocente, merece castigo la autoridad
que imprudentemente la prohiba, así como las sesiones que esos ilusos
celebren.
Articulo 231.
«Serán castigados con la pena de suspensión eñ su grado
máximo á inhabilitación absoluta temporal en su grado mínimo y multa de 250 á 2.500 pesetas:
»1.° El funcionario público que ordenare la disolución
de alguna reunión ó manifestación pacífica.
»2.° El funcionario público que ordenare la suspensión
de cualquiera asociación no comprendida en el art. 198 de
este Código.»
COMENTARIO.
No diremos, usando de una frase vulgar, que esto es una dedada de
miel á los amantes del derecho de reunión. Despues de lo prevenido en
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APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
otros artículos sobre las asociaciones ilícitas, necesario era conmemorar
las que pueden estar dentro del precepto constitucional. Pues no faltaba más' que á los ilusos, que todo lo esperan de esas escuelas de disolución social, no se les prometiera que no todos los clubs se iban á cerrar. Ello, sí, no podrá permitirse ninguna cátedra en que se predique
la necesidad de derribar lo existente, ni menos que se confabulen los
socios para ejecutarlo. En tiempos retrógrados se aplicaba en los casinos y en los ateneos todo lo que enseña la ciencia, y regentaban las cátedras Gastelar y otros, que pensaban de muy distinto modo. Hoy, todo
lo que se haga en este terreno, será debido á la suma tolerancia del Gobierno, porque si se aplica el Código, habrá hasta en la enseñanza m á s
tirantez que en tiempo de Calomarde. Ya creemos haberlo demostrado
tratando de otros artículos; y como aquí sólo se habla délos excesos que
cometan las autoridades cerrando las corporaciones que tengan verdadera existencia legal, diremos que este titulo lo dará el Gobierno, y que
algún dia se lo negará á una reunión que hoy tiene demasiada influencia en los negocios públicos, lo cual no es muy constitucional ni muy
parlamentario.
Sobre la pena nada hay que decir sino que es muy llevadera. Se conoce que los autores de la reforma aman tanto el derecho de asociación,
como el que escribe estas líneas.
Articulo 232.
«El funcionario público que no pusiere en conocimiento
de la autoridad judicial, en las veinticuatro horas siguientes
al hecho, la suspensión de u n a asociación ilícita ó la de la
sesión de cualquiera otra asociación que hubiere acordado,
y las causas que hayan motivado la suspensión ordenada,
incurrirá en la pena de suspensión en sus grados medio y
máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Mucho tiene que estudiar este artículo. Antes de leerle nos parecía
que la autoridad gubernativa, bajo su responsabilidad, cerraba una sociedad, quedándola á esta el derecho de querellarse como todo el que
se cree lastimado. Podrá, sí, reclamar, pero es representando el papel
de reo. Hay necesidad de d a r conocimiento de la supresión al juez, y
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este forma la oportuna causa, quedando de hecho disuelta la sociedad,
ó por lo ménos suspensa. Esto es miel sobre ojuelas. Despues de un año
de proceso, quizá se diga que el Gobernador se ha excedido, y que merece se le suspenda por algún tiempo, y pague la gran suma de mil
reales. Algo es algo, y este castigo servirá de corrección para otro Gobernador déspota.
Articulo 233.
«Incurrirá en. las mismas penas el funcionario público
que ordenare la clausura ó disolución de- cualquier establecimiento privado de enseñanza, á no ser por motivos racionalmente suficientes de higiene ó moralidad, y el que no pusiere en conocimiento de la autoridad judicial dicha clausura
ó disolución en las veinticuatro horas siguientes de haber
sido llevada á efecto,»
COMENTARIO.
Ya hemos dicho algo sobre la enseñanza al hablar del art. 230. Por
si éste no estaba bien explícito se ha escrito el actual, que coge en una
red á todos los que expliquen ciertas doctrinas. Sean absolutamente libres los establecimientos privados; pero por motivos de higiene ó moralidad se pueden cerrar.
Y si á esto se agrega que tampoco se permiten las asociaciones ilícitas, v. gr., las comunidades religiosas, los institutos y colegios de
Jesuítas, ya se podrá conocer que la libertad de enseñanza corre parej a s con otras muchas libertades.
La hipocresía podrá ser útil á los individuos. Los Gobiernos que no
dicen y hacen lo que sienten, están perdidos. Lo propio sucede á los
partidos que proclaman ciertos principios y ponen otros en ejecución.
¿No es mejor decir que todas esas ideotas no son más que puras declamaciones? ¿No es más noble y honesto defender que el supremo Gobierno tiene precisión de saber qué es lo que se enseña y de q u é se
ocupan hasta las reuniones de b u e n tono, porque en alguna ocasion,
de allí salen los motines y asonadas? Sea tolerante el poder; tenga conciencia de su fuerza, procure gobernar bien; pero no diga que en cada
casa se puede establecer una oíícina que expida órdenes é instrucciones para que la conspiración marche de consuno, y en un dia se convierta el país en u n campo de Agramante.
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
Artículo 234.
«Incurrirá en la pena de destierro en sus grados mínimo
y medio el funcionario público que sin haber intimado dos
veces consecutivas la disolución de cualquier reunión ó manifestación, ó la suspensión de la sesión de una asociación,
empleare la fuerza para disolverla ó suspenderla, á no ser en
el caso de que hubiere precedido agresión violenta por parte
de los reunidos, manifestantes ó asociados.
»Si del empleo de la fuerza hubieren resultado lesiones
leves á alguno ó algunos de los concurrentes, la pena será la
de destierro en sus grados medio y máximo y la misma multa.
»Si las lesiones fueren graves, la pena será la de confinamiento en sus grados mínimo y medio y multa de 500 á
5.000 pesetas.
»Si hubiere resultado muerte, la pena será la de confinamiento en su grado máximo á relegación temporal y multa
de 1.250 á 12.500 pesetas.»
COMENTARIO.
No quisiéramos que el Código descendiera á tantos detalles, persuadidos como estamos que es imposible preverlo todo y poner remedio á
cuantos males ocurran. Aquí tenemos nada menos que tres casos, á
que dieren lugar una imprudencia ó acto arbitrario de una autoridad,
del que resultaren heridas leves, graves y hasta muerte por haber querido suspender ó suprimir una asociación que tuviera existencia legal,
porque las que fueran ilícitas están comprendidas en otros artículos.
Y sin embargo, en medio de la imposición de esas penas, se deja abierta la puerta á que esa misma autoridad abuse. Parece que se dan g a rantías á las reuniones, y no es así.
La autoridad debe anunciar dos veces (no dice en cuánto tiempo) la
disolución ó suspensión de la sociedad. Si no lo hiciere y empleare la
fuerza, incurre en la pena de destierro en los grados medio y mínimo,
salvo si los manifestantes ó asociados utilizasen algún medio violento
para resistir el cumplimiento de las órdenes que les hubieren c o m u nicado.
El legislador ha querido dejar en toda ocasion á salvo el principio
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
de a u t o r i d a d , pero no aspira tampoco á que sus representantes empleen
siempre los medios coercitivos. En tal caso, castiga al funcionario con
penas severas, si h u b i e r e n r e s u l t a d o lesiones graves.
Todos los artículos q u e se rozan con el principio de b u e n gobierno,
tienen que i n t e r p r e t a r s e p r u d e n t e m e n t e y con juicio. Entre la o r d e n
despótica d e u n gobernador, que quiere q u e todos los casinos y t e r t u lias se cierren á las doce de la noche, y la pretensión del d u e ñ o de u n
establecimiento que insiste en q u e s u casa esté abierta á todas h o r a s ,
para q u e allí se r e ú n a n las gentes de mal vivir y escandalicen, hay el
t é r m i n o p r u d e n t e de no vejar á los socios de aquella tertulia, y t r a e r á
r a y a á las personas d e d u d o s a moralidad.
Articulo 235.
«El funcionario público que una vez disuelta cualquiera
reunión, manifestación, ó suspendida cualquiera asociación
ó su sesión, se negare á poner en conocimiento de la autoridad judicial que se lo reclamare, las causas que hubieren motivado la disolución ó suspensión, será castigado con la pena
de inhabilitación absoluta temporal y multa de 250 á 2.500
pesetas.»
COMENTARIO.
Está en su lugar el precepto d e este artículo, si se entiende r a c i o nalmente, á saber: q u e la disolución ó suspensión de la sociedad h a y a
dado motivo á formacion de causa; pero no sucederá esto si la m e d i d a
gubernativa no ha salido de esta esfera. No hagamos i n t e r v e n i r al p o d e r j u d i c i a l en todos los actos d e la administración, p o r q u e entonces
locaríamos otros inconvenientes m á s graves. Gobernar no es s e n t e n ciar procesos, y los jueces no t i e n e n m á s q u e esta misión. Sin i n c u r r i r
e n pena, cada autoridad p u e d e defender s u jurisdicción como d i a r i a m e n t e lo estamos viendo.
SECCION TERCERA.
Delitos relativos, al liT>re ejercicio de los cultos.
COMENTARIO.
Extensamente nos ocupamos al empezar el exámen de las r e f o r m a s
del libro segundo, de la a r d u a y difícil cuestión religiosa. Allí dijimos
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
que el legislador, al paso que respetando el precepto constitucional habia proclamado la libertad de todos los cultos, no por eso concedia facultad á ningún ciudadano para impedir á los demás que ejercieran el
suyo, y menos apoyaría los desmanes de los que se burlasen siquiera
de la réiigion que ha sido santa por espacio de muchos años para los
españoles.
La impiedad no se habia contentado con que se diera entrada á todos los cultos. Su aspiración era atacar á la religión católica, suponiendo que la libertad de cultos es sinónimo de persecución de curas.
Si esta respetable clase oyera nuestros desinteresados consejos; si
hoy que está empobrecida la Iglesia empleara con ardor las verdaderas
y legítimas armas con que puede combatir, su triunfo no se haria esper a r mucho.
A u n simple lego le está vedado mezclarse en las trascendentales
cuestiones del dogma; pero el estudio, la meditación, la experiencia,
un ardiente amor á la justicia, son buenos consejeros y nos obligan á
decir que el sacerdote católico está llamado á cumplir á fines del siglo xix una altísima y difícil misión,-y para que ésta tenga pronto y feliz
éxito, es forzoso inspirarse en las primitivas doctrinas de la Iglesia, en
las predicaciones de los Apóstoles de Jesús, y, como éstos, tener m u cha tolerancia, mucha resignación, mucha caridad, virtudes que harán
más milagros que los recuerdos de una época desgraciada para la Iglesia, en que no á los sacerdotes, sino á sus pasiones, defendió una estúpida democracia. Por ese camino no se conquistará en las sociedades
modernas la influencia moral que deben tener los que han recibido la
misión de dirigir las almas por el buen camino.
Si España está destinada por la Providencia para que también aquí
haya lucha religiosa, sometámonos á sus designios, y que el catolicismo pelee aquí como combate en Bélgica y en los Estados-Unidos de
América.
El Código penal, dada la libertad de cultos, garantiza esos derechos
en la sección con que se encabeza este comentario.
Artículo 236.
«Incurrirá en la pena de prisión correccional en sus grados medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas el que
por medio de amenazas, violencias ú otros apremios ilegítimos forzare á u n ciudadano á ejercer actos religiosos ó á asistir á funciones de un culto que no sea el suyo.»
131
DEL CÓDIGO 'PENAL
COMENTARIO.
Es una consecuencia indeclinable, no sólo de la libertad de cultos,
sino también de la de conciencia, mandando que á ningún ciudadano
se le moleste obligándole á la fuerza á que crea en estos ó los otros principios y baga estos, ó los otros actos de devocion. Esto ejecutaban los
partidarios del grosero gentilismo, que dominó al mundo por espacio
de muchos siglos, y los mártires de la Iglesia católica son su principal
ornamento. Ya en la moderna Europa no habrá esas persecuciones, á
no ser que la revolución quiera imitar á los bárbaros de la antigüedad.
Por lo demás, el artículo está en su lugar, y las penas impuestas
m u y conformes con los buenos principios.
Los redactores del Código han sentado esta base con previsión para
garantizar despues, no otros cultos, que en nuestro concepto no se e s tablecerán en España, al ménos en mucho tiempo, sino para reprimir
los atentados que en los primeros momentos de la revolución del año 68
asomaron la cabeza, y que pudieran reproducirse, dado el estado de
inquietud en que se encuentra la sociedad española.
Amantes nosotros de la patria, sólo suplicamos á los tribunales que.
apliquen con inflexibilidad las penas que se marcan en los siguientes
artículos.
Articulo 237.
«Incurrirá en las mismas penas señaladas en el artículo
anterior el que impidiere, por los mismos medios, á u n ciudadano practicar los actos de culto que profese ó asistir á
sus funciones.»
COMENTARIO.
Todos los católicos, y especialmente los señores eclesiásticos, deben
tener muy presentes estas disposiciones legales; y apoyados en ellas,
exigir con gran energía que las autoridades civiles cumplan con su
deber.
No se trata de si ha de haber ó no otra religión. Lo importante es
conservar el rebaño del Señor, instruirlo y adoctrinarlo con las buenas
máximas, é impedir que los profanos ataquen los templos y arranquen
•134
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
las ovejas por la fuerza. Si ellas quieren irse, dejarlas, que bien pronto
se arrepentirán de su extravío.
Articulo 238.
«Incurrirán en la pena de arresto mayor en su grado
máximo á prisión correccional en su grado mínimo y multa
de 125 á 1.250 pesetas:
»1.° El que por los medios mencionados en el artículo
anterior forzare á un ciudadano á practicar los actos religiosos ó á asistir á las funciones de culto que éste profese.
»2.° El que por los mismos medios impidiere á un ciudadano observar las fiestas religiosas de su culto.
»3.° El que por los mismos medios le impidiere abrir su
tienda, almacén ú otro establecimiento, ó le forzare á abstenerse de trabajos de cualquier especie en determinadas fiestas religiosas.
»Lo prescrito en los artículos anteriores se entiende sin
perjuicio de las disposiciones generales ó locales de órden público y policía.»
COMENTARIO.
No es este artículo más que la ampliación del anterior, designando
algunos casos particulares que por desgracia han ocurrido y ocurrirán
particularmente en las grandes poblaciones. No han sido muchos, atendido el estado de dislocación que naturalmente producen los grandes
trastornos en que se muda completamente la faz del gobierno de u n
gran pueblo. Nosotros creemos que esto se debe á la sensatez de la nación española, que ha mirado con cierta indiferencia la caida de u n
trono, que no supieron defender los que debieron defenderle, pero que
no confunde ese mismo pueblo con aquella causa abandonada antiguos
hábitos y costumbres que no desaparecen, siendo buenas, con u n sacudimiento político verdadero ú aparente.
Así hemos visto que en los dias más álgidos d é l a revolución el culto católico no ha sufrido detrimento, y los mismos trastornadores, al
encontrarse en las calles el Santo Viático, le rendían el m á s profundo
homenaje.
Muchas veces hemos dicho, ejerciendo nuestra noble profesion y co-
DBL CÓDIGO PENAL
489
rtió representantes de la política, que los Gobiernos tienen no sólo ínteres, sino que están en la obligación estrecha de crear, con auxilio de los
señores Obispos, buenos Seminarios conciliares, y que en las Universidades sean las cátedras de Teología y Cánones de las más importantes. En el país en que haya u n clero ilustrado, allí habrá virtudes y
bienandanza. No hay que cansarse en buscar en las mudanzas políticas
y en los trastornos sociales las mejoras de la humanidad y sus f u t u r a s
aspiraciones. Viva está miles de siglos; su desiderátum no será el frió y
desconsolador ateísmo. Al abrir los ojos y mirar al c.ielo, allí verá al
Omnipotente, lé rendirá culto, y los encargados espirituales de ese
culto le enseñarán las primeras nociones de la eterna moral.
Querer arrebatar á los maestros, sean de la religión que quieran-, el
influjo poderoso que han de ejercer en el hombre, es un empeño satánico que siempre dará resultados funestísimos. Pues bien; los gobiernos previsores, al paso que ejerzan lá oportuna vigilancia sobre esa clase preponderante de la sociedad, deben procurar que esos pastores
tengan la instrucción debida, y sean los primeros defensores del orden
social y dé los adelantos del país.
Vejar y oprimir al sacerdocio, tenerle por enemigo justa ó injustamente, será siempre una inmensa desgracia, porque tarde ó temprano
esas lamentables disidencias han de dar amargos frutos.
El clero español deja mucho que desear para el hombre filósofo; pero
la justicia exige un tributo de gratitud á la inmensa mayoría do esa
benemérita clase, que hoy se muere de hambre, y sin embargo, sufre
y calla. Un gobierno fuerte, que atienda al clero como debe atenderle,
merecerá la bendición de los ciudadanos que no tengan la pasión política que todo lo p e r t u r b a . '
Y excúsensenos estas y otras digresiones, que no dejan de tener
su conexion con las teorías penales.
Artículo 239.
«Incurrirán en las penas de prisión mayor en sus grados
mínimo y medio los que tumultuariamente impidieren, perturbaren ó hicieren, retardar la celebración de los actos de
cualquier culto en el edificio destinado habitualmente para
ello, ó en cualquier otro sitio donde se celebraren.»
COMENTARIO.
Aquí sé garantiza más completaméntc el ejercicio del culto religioso. Se hace entender á los anarquistas y perturbadores del orden social
•134
APÉNDICE á
LOS COMENTARIOS
que los templos no sólo son asilos sagrados é inviolables, sino q u e á
nadie le es permitido perturbar la celebración de los actos religiosos.
Y véase cómo se limitan los derechos individuales; yo soy libre,
dirá cualquier ciudadano; pero no puede gritar á la puerta de un templo, ni reunirse con otros, y en la plaza inmediata al atrio formar t u multo para que los fieles de una religión no oigan la palabra del sacerdote, ni los misterios de su religión.
Un estudiante travieso, al oirnos comentar este artículo, nos p r e guntó: si en una calle ó plazuela hubiese dos templos, uno católico,
apostólico, romano, y otro en que se adorase al sol, como en la antigua
América y algunas de las apartadas regiones de Asia, ¿podría el cristiano perturbar con sus atronadoras campanas el ejercicio de su culto al
gentil, y éste á su vez con sus espantosos instrumentos desesperar al
católico en sus oraciones?
La pregunta era maliciosa, y la contestación fué que en España j a mas se adoraría al sol. Pero cuando pudiera ocurrir alguno de estos conflictos entre los creyentes de dos religiones, la autoridad suprema t o maría medidas de previsión, y para ello no tendría más que imitar á
los Gobiernos de otros países. En París, en Londres, en Nueva-York y
hasta en la misma Roma se tocan pocas veces las campanas y por corto
tiempo. Nos han referido muchos viajeros que en la corte pontificia, á
pesar del gran número de templos, en contadas ocasiones, excepto el
esquilón para llamar .á misa, se voltean esos grandes instrumentos.
Artículo 240.
«Incurrirán en las penas de prisión correccional en sus
grados medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas:
»1.° El que con hechos, palabras, gestos ó amenazas ultrajare al ministro de cualquier culto cuando se hallare desempeñando sus funciones.
»2.° El que por los mismos medios impidiere, perturbare ó interrumpiere la celebración de las funciones religiosas
en el lugar destinado habitualmente á ellas ó en cualquier
otro en que se celebraren.
»3.° El que escarneciere públicamente alguno de los dogmas ó ceremonias de cualquier religión que tenga prosélitos
en España.
del
código 'penal
131
»4.° El que con el mismo fin profanare públicamente
imágenes, vasos sagrados ó cualesquiera otros objetos destinados al culto.»
COMENTARIO.
Dada la libertad de cultos, el clero y todos los católicos deben d a r s e
la enhorabuena. El antiguo Código castigaba, sí, las irreverencias: pero
no era tan terminante ni ofrecía tantas garantías. Cuatro casos marca
la ley, y en ellos se comprenden desde los gestos hasta las blasfemias,
desde el conato de perturbación hasta el hecho material de profanar
imágenes ó cualquier otro obje'to dedicado al culto.
La pena se calificará por alguno de severa, y lo que falta es que se
haga efectiva cuando se cometan los sacrilegios. La opinion en este
punto es unánime; y si se dejaran desamparados los templos y sus ministros, no seria por culpa de la ley, sino de los que están obligados á
cumplirla y aplicarla. Ojalá que ese ensayo salga á medida del deseo
de los que han creado ese conflicto, siempre que tengan verdadera libertad todos los españoles en punto á religión, porque no serán m u chos los que se abracen á las nuevas banderas. Si vienen de fuera, bien
venidos sean, así como lo han sido muchos extranjeros que.han vivido
en Málaga, Cádiz, Barcelona y Madrid, áun en tiempo de Fernando VII,
y nadie se metia con ellos, y en algún punto tenían su cementerio separado.
Articulo 241.
«El que en un lugar religioso ejecutare con escándalo actos que, sin estar comprendidos en ninguno de los artículos
anteriores, ofendieren el sentimiento religioso de los concurrentes, incurrirá en la pena de arresto mayor en sus grados
mínimo y medio.»
COMENTARIO.
Alude el artículo á la profanación de ermitas, campos santos y otros
lugares religiosos que muchas veces están inhabitados, y es fácil cometer en ellos actos de impiedad. Destruir una cruz puesta en u n camino, es penable, según este artículo. Y esto se comprende fácilmente.
22-2
apéndice
á l o s comentaRIos
Ese signo d e redención r e c u e r d a m u c h a s veces una desgracia ó u n acto
de piedad, cuando no represente la memoria d e una m a d r e d e s g r a c i a da ó de u n hijo amoroso. Pueblo feliz el en q u e se m i r a n estos signos
como puestos por la mano de Dios.
SECCION CUARTA.
Disposición comían á las tres secciones anteriores.
Articulo 242.
«Lo dispuesto en este capítulo se entiende sin perjuicio
de lo ordenado en otros de este Código que señalen mayor
pena á cualquiera de los hechos comprendidos en las tres
secciones anteriores.»
COMENTARIO.
Nada importa q u e haya alguna r e d u n d a n c i a en asunto d e t a n g r a n
interés. Los insultos y actos b r u t a l e s contra el principio religioso s u e len tomar proporciones colosales, y entonces no bastan los castigos i m puestos en esta sección. El legislador ha querido, con harta razón, q u e
se impongan otras penas s e ñ a l a d a s para otros delitos, si se p e r p e t r a r e n .
No habia necesidad d e decirlo; pero no se puede criticar el r e c u e r d o .
TÍTULO III.
DELITOS CONTRA EL ÓBDÍIN PÚBLICO.
C A P Í T U L O I.
REBELION.
Articulo 243.
«Son reos de rebelión los que se alzaren públicamente y
en abierta hostilidad contra el Gobierno para cualquiera de
los objetos siguientes:
del
código
'pe
131
n a l
» 1 D e s t r o n a r al Rey, deponer al Regente ó Regencia del
reino, ó privarles de su libertad personal ú obligarles á ejecutar un acto contrario á su voluntad.
»2° Impedir la celebración de las elecciones para Diputados á Cortes en todo el reino, ó la reunión legítima de las
mismas.
»3.° "Disolver las Córtes ó impedir la deliberación de alguno de los Cuerpos colegisladores ó arrancarles algunas resoluciones.
»4.° Ejecutar cualquiera de los delitos previstos en el artículo 165.
»5.° Sustraer el reino ó parte de él ó algún cuerpo de
tropa de tierra ó de mar, ó cualquiera otra clase de fuerza
armada, de la obediencia al supremo gobierno.
»6.° Usar y ejercer por sí ó despojar á los Ministros de
la Corona de sus facultades constitucionales, ó impedirles ó
coartarles su libre ejercicio.»
COMENTARIO.
Siete artículos contiene este capítulo, ó igual número se encuentra
en el antiguo Código. La doctrina^ descansa en los mismos principios,
pero varían los textos y hasta las penas impuestas. Pacheco destina
veinte páginas, desde la 161 hasta la 184 del tomo II, para tratar de esta materia, quizá la m á s grave de la legislación penal.
Poco ó nada diríamos nosotros, si los reformadores hubieran copiado el antiguo texto; pero como no lo han hecho, es forzoso seguirlos, analizando cada uno de los artículos, empezando por el 242.
En el antiguo Código no se hablaba de la disolución de la Asamblea,
ó de impedir deliberar á cualquiera de los Cuerpos colegisladores, y eh
el nuevo Código se castiga este acto como delito de rebelión, lo cu¡tl
aprobamos, porque para nosotros el Parlamento merece tanta consideración como el Monarca. Y cosa notable: esos desmanes no se han cometido nunca más que cuando se ha supuesto que habia gran libertad.
Quizá se sostenga que este artículo hace referencia a los golpes de
Estado; pero en este caso nos parece que su lugar más propio hubiera
sido en el capítulo que habla de los delitos contra las Córtes ó contra
la forma de gobierno.
Es esta una materia tan difícil, que no quisiéramos que en su aplicación se le diera una ancha base. Aquí no ha muerto ninguna situaAPÉNDICE
13
22-2
apéndice
Á LOS
comentarios
cion en determinados períodos más que de mano airada. Es ciertamente un gravísimo mal, á que hay que poner remedio; pero ¿se conseguirá el objeto dando armas para que se abra un proceso contra los que de
treinta años á esta parte han disuelto las Córtes legítimamente constituidas por medio de la fuerza, y han anulado del propio modo constituciones que habian sido votadas por la representación nacional? Hasta
ahora los partidos no han vuelto la vista atrás, y se contentaban con
vencer. Desde hoy, y dando á ese párrafo del art. 242 la inftligencia á
que so presta, se puede encausar á cuantos de un modo m á s ó m é n o s
directo hayan destruido Gobiernos que tenían una existencia legal.
Esperamos que no sea así, y que no haya u n motivo más para a u mentar el combustible que ha de acabar en España con el sistema p a r lamentario. De otro modo, de revolución en reacción seguiremos dando
á la Europa el triste espectáculo de ser el pueblo más desgraciado de
la tierra.
También está adicionado lo que se refiere al art. 165, que habla de
los delitos contra las Córtes y sus individuos, y contra el Consejo de
Ministros; mas como sobre él y los siguientes hemos dicho lo bastante,
sería redundante que aquí lo repitiéramos.
Para acabar con el art. 242, diremos: que en el caso sexto se m e n ciona el delito de fingirse Ministro, despojar á los que lo sean de sus facultades constitucionales ó impedirles su libre ejercicio. Todo esto lo
penaba el antiguo Código; y si en realidad ya estaban previstos estos
casos en los artículos 165 y siguientes, creemos que no se hace más
que aumentar la confusion repitiendo la misma cosa en dos parajes
distintos y hablando de delitos diversos.
Artículo 244.
«Los que induciendo y determinando á los rebeldes h u bieren promovido ó sostuvieren la rebelión, y los caudillos
principales de ésta, serán castigados con la pena de reclusión
temporal en su grado máximo á muerte.»
COMENTARIO.
Está trasladado al pié de la letra el art. 169 del antiguo Código, con
una sola enmienda que merecerá los mayores elogios de todo el m u n d o .
El delito de rebelión es grande, y en ocasiones causa daños gravísimos.
Por eso en todos los países se castiga con la última pena. Así se m a n -
del
código
'penal
131
daba en nuestro Código, y los tribunales no tenian alternativa. Hoy no
es así. Desdo reclusión temporal á muerta puede el juez elegir pesando
las circunstancias atenuantes y agravantes.
Al fin vencerán nuestras teorías. El jurado popular desaparecerá del
mundo. La magistratura de derecho divino, por decirlo así, también.
¿Qué quedará? Un tribunal científico que haga la vez de jurado, y que
aplique las leyes; pero con prudencia y amplia interpretación.
Articulo 245.
«Los que ejercieren un mando subalterno en la rebelión,
incurrirán en la pena de reclusión temporal á muerte, si se
encontraren en alguno de los casos previstos en el párrafo
primero del núm. 2.° del art. 184; y con la de reclusión temporal si no se encontraren incluidos en ninguno de ellos.»
COMENTARIO.
Por las mismas consideraciones que en muchos casos no se puede
imponer la pena de muerte á los jefes de la rebelión y á los que la promovieren, tampoco á los agentes subalternos se les ha de castigar siempre con la cadena perpetua á muerte, según disponía el art. 168 del
antiguo Código. En el que discutimos se castiga con la reclusión t e m poral á muerte, dejando latitud para que se estudie cada caso y se aplique el buen criterio en la imposición de la pena.
Articulo 246.
«Los meros ejecutores d é l a rebelión serán castigados con
la pena de prisión mayor en su grado medio á reclusión temporal en su grado mínimo en los casos previstos en el párrafo primero del núm. 2.° del art. 184, y con la de prisión mayor en toda su extensión no estando en el mismo comprendidos.»
COMENTARIO.
En su concordante, que es el 170 del viejo Código, se hace la misma
rebaja. Allí se impone la pena de cadena temporal á muerte, y aquí se
22-2
APÉNDICE Á l o s
COMENTARIOS
marca sólo la prisión mayor en el grado medio á reclusión temporal en
su grado mínimo. Nosotros seríamos aún más indulgentes. El mero ejecutor, ó sale de los infelices jornaleros, que se les lleva á donde no saben, ó de los pobres soldados, que van á donde sus jefes los mandan.
Demasiado exponen con recorrer los campos. No queremos la i m p u n i dad; pero sí que no se consigne en la ley lo que nunca se cumple. A
las masas se las deja en sus casas, y á los soldados en sus regimientos.
Articulo 247.
«Cuando la rebelión no hubiere llegado á organizarse con
jefes conocidos, se reputarán por tales los que de hecho dirigieren á los demás ó llevaren la voz por ellos, ó firmaren los
recibos ú otros escritos expedidos á su nombre, ó ejercieren
otros actos semejantes en representación de los demás.»
COMENTARIO.
Está copiado el art. 174 del antiguo Código, aunque el encabezamiento de la frase es diverso. Lo que en ambos se condena es de importancia, porque como las rebeliones son dirigidas generalmente por personas sagaces que tratan de huir el bulto, los tribunales no han de sobreseer cuando tienen reos que, si no resultan como autores directores
del delito, sí son los que verdaderamente le cometieron.
Articulo 248.
«Serán castigados como rebeldes con la pena de prisión
mayor:
»1.° Los que sin alzarse contra el Gobierno cometieren
por astucia 6 por cualquier otro medio alguno de los delitos
comprendidos en el art. 243.
»2.° Los que sedujeren tropas ó cualquiera otra clase de
fuerza armada de mar ó tierra para cometer el delito de r e belión.
del
código ' p e n a l
131
»Si llegare á tener efecto la rebelión, los seductores se reputarán promovedores y sufrirán la pena señalada en el artículo 244.»
COMENTARIO.
Es el fiel trasunto del art. 172 del Código reformado, aunque m á s
suave la pena y con una adición, que es la segunda en que se habla de
la seducción de tropas de mar y tierra.
No se crea que este gravísimo delito se olvidó á la comision de Códigos. Está previsto en la ordenanza y se castiga con la pena de muerte.
Creemos que los militares la impondrán, y ciertamente ese delito no es
político. El mayor mal de España consiste en la repetición de estos verdaderos atentados, y miéntras el ejército no sea lo que debe ser, no hay
que pensar en hacer adelanto alguno. Por consiguiente, aquí dejamos
de ser humanos y pedimos contra los que seduzcan las tropas la última pena, como está en la ordenanza.
Articulo 249.
«La conspiración para el delito de rebelión será castigada con la pena de prisión correccional en sus grados medio
y máximo.
»La proposicion será castigada con la prisión correccional en su grado mínimo y medio.»
COMENTARIO.
Está trasladado el a r t . 173 del Código reformado con la rebaja correspondiente, tanto á la conspiración como á la proposicion. El primer
delito se castigaba con prisión mayor y hoy con prisión correccional en
su grado medio y máximo; y al segundo se le imponía esa misma p r i sión correccional y hoy se faculta á rebajar la pena hasta el grado mínimo.
Naturalmente tiene que haber consecuencia. Admitida la base de
hacer más tolerables los castigos, y cuando recaen sobre las clases ínfimas, nosotros lo aplaudimos más, tratándose de delitos políticos.
22-2
apéndice
á
los
comentaRIos
CAPÍTULO II.
SEDICION.
Articulo 250.
«Son reos de sedición los que se alzan pública y tumultuariamente para conseguir por la fuerza, ó fuera de las vías
legales, cualquiera de los objetos siguientes:
»1.° Impedir la promulgación ó la ejecución de las leyes,
ó la libre celebración de las elecciones populares en alguna
provincia, circunscripción ó distrito electoral.
»2.° Impedir á cualquiera autoridad, corporacion oficial
ó funcionario público, el libre ejercicio de sus funciones ó el
cumplimiento de sus providencias administrativas ó judiciales.
»3.° Ejercer algún acto de odio ó venganza en la persona ó bienes de alguna autoridad ó de sus agentes.
»4.° Ejercer, con un objeto político ó social, algún acto
de odio ó de venganza contra los particulares ó cualquiera
clase del Estado.
»5.° Despojar, con un objeto político ó social, de todos ó
de parte de sus bienes propios á alguna clase de ciudadanos,
al municipio, á la provincia ó al Estado, ó talar ó destruir dichos bienes.»
Articulo 251.
«Los que induciendo y determinando á los sediciosos hubieren promovido ó sostenido la sedición y los caudillos principales de ésta, serán castigados con la pena de reclusión
temporal, si se encontraren en alguno de los casos previstos
en el párrafo primero del núm. 2.° del art. 184; y con la de
prisión mayor si no se encontraren incluidos en ninguno de
ellos.»
Articulo 252.
«Los meros ejecutores de la sedición, serán castigados con
D E L CÓDIGO P E N A L
499
la pena de prisión correccional en su grado medio y m á ximo en los casos previstos en el párrafo primero del número 2.° del art. 184 citado; y con la de prisión correccional en
su grado mínimo y medio, no estando en el mismo artículo
comprendidos.»
Artículo 253.
«Lo dispuesto en el art. 247 es aplicable al caso de sedición cuando ésta no hubiere llegado á organizarse con jefes
conocidos.»
Artículo 254.
«La conspiración para el delito de sedición será castigada
con la pena de arresto mayor á prisión correccional en su
grado mínimo.»
Articulo 255.
«Serán castigados con la pena de prisión correccional en
su grado medio y máximo los que sedujeren tropas ó cualquiera otra clase de fuerza armada de mar ó de tierra para
cometer el delito de sedición.
»Si llegare á tener efecto la sedición, los seductores se
reputarán promovedores, y sufrirán la pena á éstos señalada
en el art. 251.»
Artículo 256.
«En el caso de que la sedición no hubiere llegado hasta
el punto de embarazar de u n modo grave el ejercicio de la
autoridad pública, y no hubiere tampoco ocasionado la perpetración de otro delito grave, los tribunales rebajarán de uno
á dos grados las penas señaladas en los artículos de este capítulo. »
COMENTARIO.
Hemos englobado los artículos referentes á la sedición por tres razones concluyentes: Primera, porque esta sección segunda es casi idéntica á la del Código antiguo, siendo igual el número de artículos y va-
22-2
apéndice
Á los
comentarios
riaudo únicamente en la pena, que es inferior en un grado; y según tenemos repetido tantas veces en este libro, nuestra misión no es escribir u n tratado de derecho penal. Segunda, porque respetando siempre
el trabajo científico de Pacheco, los estudiosos pueden leer con detención lo que este autor dice desde el folio 181 al 4 96 del tomo II. Y t e r cera, porque para nosotros la rebelión y la sedición, si no son sinónimos, tienen tal enlace entre sí, que bien pueden llamarse hermanos
gemelos, concediendo á lo más á aquélla el carácter de primogenitura.
Por estas consideraciones, nos parece que no se hubiera cometido
ningún desacierto en hablar de los dos delitos á la vez, ó por lo ménos
en el mismo capítulo, ó cuando no, haberlos copiado según y como están en el antiguo Código. De todos modos, nos remitimos al texto principal.
CAPÍTULO III.
DISPOSICIONES COMUNES Á LOS DOS CAPÍTULOS
ANTERIORES.
Artículo 257.
«Luego que se manifieste la rebelión ó sedición, la autoridad gubernativa intimará hasta dos veces á los sublevados
que inmediatamente se disuelvan y retiren, dejando pasar entre una y otra intimación el tiempo necesario para ello.
»Si los sublevados no sé retiraren inmediatamente despues de la segunda intimación, la autoridad hará uso de la
fuerza pública para disolverlos.
»Las intimaciones se harán mandando ondear al frente
de los sublevados la bandera nacional si fuere de dia, y si
fuere de noche requiriendo la retirada á toque de tambor,
clarín ú otro instrumento á propósito.
»Si las circunstancias no permitieren hacer uso de los
medios indicados, se ejecutarán las intimaciones por otros,
procurando siempre la mayor publicidad.
»No serán necesarias respectivamente la primera ó la segunda intimación desde el momento en que los rebeldes ó
sediciosos rompiesen el fuego.»
del
código
pen'al
201
Articulo 258.
«Cuando los rebeldes ó sediciosos se disolvieren ó sometieran á la autoridad legítima, ántes de las intimaciones ó á
consecuencia de ellas, quedarán exentos de toda pena los
meros ejecutores de cualquiera de aquellos delitos, y también
los sediciosos comprendidos en el art. 251, si no fueren empleados públicos.
»Los tribunales en este caso rebajarán á los demás culpables de uno á dos grados las penas señaladas en los dos capítulos anteriores.»
Articulo 259.
«Los delitos particulares cometidos en una rebelión ó sedición, ó con motivo de ellas, serán castigados respectivamente, según las disposiciones de este Código.
»Cuando no puedan descubrirse sus autores, serán penados
como tales los jefes principales de la rebelión ó sedición.»
Articulo 260.
«Las autoridades de nombramiento directo del Gobierno
que no hubieren resistido á la rebelión ó sedición por todos
los medios que estuvieren á su alcance, sufrirán la pena de
inhabilitación absoluta temporal ó perpetua.
»Las que no fueren de nombramiento directo del Gobierno
sufrirán la pena de suspensión en su grado máximo á inhabilitación absoluta temporal en su grado medio.»
Artículo 261.
«Los empleados que continuaren desempeñando sus cargos bajo el mando de los alzados, ó que sin habérseles admitido la renuncia de su empleo lo abandonaren cuando haya
peligro de.rebelion ó sedición, incurrirán en la pena de inhabilitación especial temporal.»
22-2
apéndice
á los
comentarios
Articulo 262.
«Los que aceptaren empleos de los rebeldes ó sediciosos,
serán castigados con la pena de inhabilitación absoluta temporal para cargos públicos en su grado mínimo.»
COMENTARIO.
Tenemos que expresarnos en el mismo sentido al hablar de la aplicación práctica de lo que debe ejecutar la autoridad en las diversas fases de la sedición y rebelión. Todos sus artículos están copiados íntegramente del antiguo Código y se hallan señalados desde el núm. 181
al 188 inclusive. Pacheco IQS comenta desde el folio 199 al 212 del tomo II, en donde encontrarán los lectores curiosas descripciones sobre
lo que disponen las leyes de otros países en la materia.
Tan sólo debemos advertir que la comision de Códigos se reservó en
este capítulo hablar de la seducción de las tropas, cuyo delito castigaba
con la reclusión perpétua. Nosotros reproducimos la opinion emitida en
otro paraje. Seríamos capaces de perdonar ó al ménos disminuir mucho
la pena del que se pusiera al frente de las masas populares y las sedujera con su palabra ó su entusiasmo, y castigaríamos con el último suplicio al que sedujera al ejército.
CAPÍTULO IY.
DE LOS ATENTADOS CONTRA LA AUTORIDAD Y SUS AGENTES,
Y
RESISTENCIA
DESOBEDIENCIA.
Artículo 263.
«Cometen atentado:
»1.° Los que sin alzarse públicamente emplearen fuerza
ó intimidación para alguno de los objetos señalados en los
delitos de rebelión y sedición.
»2.° Los que acometieren á la autoridad ó á sus agentes,
ó emplearen fuerza contra ellos, ó los intimidaren gravemente, ó les hicieren resistencia también grave, cuando se halla-
del
código
'penal
131
ren ejerciendo las funciones de sus cargos ó con ocasión de
ellas.»
Artículo 264.
«Los atentados comprendidos en el artículo anterior, serán castigados con las penas de prisión correccional en su
grado medio á prisión mayor en su grado mínimo y multa
de 250 á 2.500 pesetas, siempre que concurran algunas de las
circunstancias siguientes:
»l. a Si la agresión se verificare á mano armada.
»2.a Si los reos fueren funcionarios públicos.
»3.a Si los delincuentes pusieren manos en la autoridad.
»4.a Si por consecuencia de la coaccion, la autoridad
hubiere accedido á las exigencias de los delincuentes.
»Sin estas circunstancias la pena será de prisión correccional en su grado mínimo al medio, y multa de 150 á 1.500
pesetas.
»Se impondrá la pena señalada en el párrafo anterior en
su grado máximo á los culpables, cuando hubieren puesto
manos en las personas que acudieren en auxilio de la autoridad, ó en sus agentes, ó en los funcionarios públicos.»
Artículo 265.
«Los que sin estar comprendidos en el art. 262, resistieren á la autoridad ó á sus agentes, ó los desobedecieren gravemente en el ejercicio de las funciones de sus cargos, serán
castigados con las penas de arresto mayor y multa de 125 á
1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Tres son los artículos que comprende este capítulo, y difícilmente
les hubiera redactado con m á s claridad y rigor el partidario acérrimo
de un sistema en que por todas partes se descubriese la mano del Gobierno. No sólo se castigan los verdaderos atentados, como lo son h a cer armas contra la autoridad, sino resistir á sus preceptos y desobedecerlos. Y no puede ser otra cosa. Autoridad discutida, es autoridad
22-2
apéndice
Á los
comentarios
muerta; y sin perjuicio de reclamar contra ella en su tiempo y lugar,
no hay más que acatarla cuando manda, porque de otra manera su
prestigio y su misión desaparecen. No lo decimos nosotros, lo dicen
esos artículos redactados por las Cortes Constituyentes más democráticas que se han conocido, y lo practican los Gobiernos más populares
que han existido. La ciencia y la verdad se abren camino por medio de
las escuelas más disolventes. En el momento que se trata de afianzar
la paz y dar respiro á u n país, víctima de las convulsiones más h o r r i bles, los primeros que se abrazan á las buenas doctrinas son los m i s mos que ántes creyeron que al anti-moral gobierno se le debia negar
hasta el derecho de defenderse.
Si hubiésemos redactado esos tres artículos, quizá hubiéramos e s tablecido algunas distinciones. No es lo mismo desobedecer á u n juez
ó u n gobernador que resistirse al precepto de un agente de policía, que
no tiene la misma educación ni manda como aquéllos pueden ejecutarlo. Pero ya que la ley los iguala á todos, y los considera con la misma representación en el ejercicio de sus cargos, no seremos nosotros
los que censuremos esta rigidez. Lo que hay que hacer es poner en
práctica el Código; pero nos tememos que esta es una ilusión como
otras muchas que se hacen hombres de buena voluntad, pero que n u n ca tuvieron el dón de gobernar.
CAPÍTULO Y.
DE LOS DESACATOS, INSULTOS, I N J U R I A S Y AMENAZAS Á LA AUTORIDAD, Y
DE LOS I N S U L T O S , INJURIAS Y AMENAZAS A SUS A G E N T E S
Y Á LOS DEMAS FUNCIONARIOS
PÚBLICOS.
Articulo 266.
«Cometen desacato:
»1.° Los que hallándose un Ministro de la Corona ó una
autoridad en el ejercicio de sus funciones ó con ocasion de
éstas, los calumniaren, injuriaren ó insultaren de hecho ó de
palabra en su presencia ó en escrito que les dirigieren, ó los
aménazaren.
»2.° El funcionario público que hallándose su superior
jerárquico en el ejercicio de su cargo, lo calumniare, injuriare ó insultare de hecho ó de palabra en su presencia ó en
escrito que le dirigiere, ó le amenazare.
DEL CÓDIGO PENAL
205
»Por consecuencia de lo dispuesto en los dos números
anteriores, la publicación por la prensa periódica de los escritos en ellos mencionados, no constituirá por sí sola delito
de desacato.»
Articulo 267.
«Cuando la calumnia, insulto, injuria ó amenaza de que
habla el artículo precedente fueren graves, el delincuente sufrirá la pena de prisión correccional en su grado mínimo y
medio y multa de 150 á 1.500 pesetas.
»Si fueren ménos graves, la pena será de arresto mayor
en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Articulo 268.
«La provocacion al duelo, aunque sea embozada ó con
apariencias de privada, se reputará amenaza grave para los
efectos del artículo anterior.»
Articulo 269.
«Los que hallándose u n Ministro de la Corona ó u n a autoridad en el ejercicio de sus funciones ó con ocasion de éstas, los calumniaren, injuriaren, insultaren de hecho ó de palabra fuera de su presencia ó en escrito que no estuviere á
ellos dirigido, serán castigados con la pena de arresto mayor.»
Artículo 270.
«Se impondrá también la pena de arresto mayor á los
que injuriaren, insultaren Ó amenazaren de hecho ó de palabra á los funcionarios públicos ó á los agentes de la autoridad en su presencia ó en escrito que se les dirigiere.»
COMENTARIO.
Este capítulo no es más que una consecuencia forzosa de la teoría
sobre el respeto que se merece toda autoridad constituida. No sólo se la
22-2
apéndice
Á los
comentarios
resiste y desobedece en la plaza pública y por las gentes de baja estofa. Es más peligrosa y de peores consecuencias la befa y el escarnio
que de ella se baga por personas de alta significación. Un tomo podría
escribirse sobre lo que es y debe entenderse por desacato. Para los déspotas ha sido siempre u n insulto, digno del mayor castigo, no aplaudir
sus vicios y desórdenes y no cantar hasta su hermosura personal, aunque la naturaleza haya querido vengarse de su irritante fortuna. Nuestro Código contenia pocas disposiciones sobre este dudoso delito, c u a n do cierta conversación de u n particular con u n Ministro dio lugar á
una reforma completa del Código, para evitar que en adelante ninguno
se atreviera á tratar con estos funcionarios sino humillando la cabeza.
La raza latina tiene la desgracia de no pararse nunca en los términos
medios. La exageración es su patrimonio, y por eso es dueña siempre
de las banderas extremas.
Creíamos que en la nueva reforma del Código nos iríamos al lado
opuesto, y que á todo patriota le era permitido llamar á los Ministros,
de palabra y por escrito, perro j u d í o . Nos hemos engañado. La teoría
del desacato ha adquirido nuevos prosélitos, pero mucho m á s ardientes que los antiguos. Según los artículos del proyecto presentado por
el Gobierno, nadie se podrá permitir ni la más sencilla chanza con u n
Ministro. Los cinco artículos de ese capítulo prohiben hasta la fina ironía. ¿Qué diremos? Juvenal, ni Toreno, ni Benavides, ni otros tantos
escritores y oradores distinguidos, que han usado de este arma de la
crítica, podrían esgrimirla, aplicándoles las penalidades y reglas comprendidas en esos artículos.
Iban á pasar desapercibidos, cuando u n Diputado celoso, amante de
la prensa, el Sr. Albareda, levantó su voz, y dijo: que con ese capítulo de desacato podia desterrarse á la prensa. El Sr. Ministro de Gracia
y Justicia contestó que se reformaría ese capítulo, y en efecto, algo
nuevo se encuentra en el Código promulgado que no estaba en el Código en proyecto. Todo lo que dispone el art. 266 no es aplicable á la
prensa periódica. Así lo determina u n retazo mal añadido á ese artículo. ¿Y si el supuesto desacato se ha hecho en un libro, en una hoja volante ó de otra manera? ¿Por qué esa desigualdad? ¿Por qué ese p r i v i legio á favor del periodismo militante? O la acción es ó no punible. Si
no lo es, bórrese ese título del desacato. Si lo es, mayor será sin duda
dándose publicidad al denuesto, injuria ó triste verdad. Sépanlo los
españoles. Es lícito decir al Ministro todo lo que pueda deprimirle,
con tal que se inserte en u n periódico; pero eso mismo no se le puede
achacar en u n escrito privado, ni en u n libro serio.
Las leyes antiguas de imprenta eran en esto m á s consecuentes. Los
actos de los Gobiernos podían ser comentados y analizados bajo todos
los aspectos; y cuando se creian calumniados, descendían de su altura
y denunciaban los escritos como injuriosos ó calumniosos, y m á s de u n
Ministro quedó desairado por las sentencias de los tribunales. Amigo í n timo del general O'Donnell el autor de este libro, estaba encargado de la
del
código
'penal
131
defensa de sus asuntos. Aquel excelente repúblico daba esta sola i n s trucción: «no hay que reparar en lo que digan de mi suficiencia, suponiéndome el hombre más estúpido de la tierra. Nada de esto importa,
porque se me ha negado hasta la capacidad para llevar al combate un
regimiento. Despáchense á su gusto mis enemigos; pero como toquen á
mi honra, la denuncia.» Y en efecto, las muflías que hizo bajo nuestra
dirección en los últimos siete años de su vida, todas tuvieron éxito.
Esta es la verdadera teoría y no escribir u n largo capítulo, que comprende por cierto cinco artículos, y en cuyas redes ya hará caer á los
escritores un fiscal travieso. La exención injustísima no es m á s que de
los dos números que comprende el art. 266. Los otros y muchos más de
que nos hemos de ocupar en el discurso sobre la prensa, harán conocer
á los escritores públicos que sin d u d a hoy y mañana, y en algún tiempo, podrán escribir, porque su fuerza es ahora grande; pero no olviden
que esa vida es de pura gracia, y que en la ley promulgada tienen su
sentencia de muerte.
CAPÍTULO VI.
DESÓRDENES PÚBLICOS.
Articulo 271.
«Los que causaren tumulto ó turbaren gravemente el orden en la audiencia de un tribunal ó juzgado, en los actos
públicos propios de cualquiera autoridad ó corporacion; en
algún colegio electoral, oficinas ó establecimiento público; en
espectáculos ó solemnidad ó reunión numerosa, serán castigados con las penas de arresto mayor en su grado medio á
prisión correccional en su grado mínimo, y multa de 150 á
1.500 pesetas.»
Articulo 272.
«Los que turbaren gravemente el órden público para causar injuria ú otro mal á alguna persona particular, incurrirán
en la pena de arresto mayor.
»Si_este delito tuviere por objeto impedir á alguna perso-
208
APÉNDICE Á t o s
COMENTARIOS
na el ejercicio de sus derechos políticos, se impondrá al culpable la citada pena de arresto mayor en su grado máximo.»
Artículo 273.
«Se impondrá también la pena de arresto mayor, á no
corresponder una superior con arreglo á otros artículos del
Código, á los que dieren gritos provocativos de rebelión ó sedición en cualquiera reunión ó asociación, ó en lugar público, ú ostentaren en los mismos sitios lemas ó banderas que
provocaren directamente á la alteración del orden público.»
Articulo 274.
«Los que extrajeren de las cárceles ó de los establecimientos penales á alguna persona detenida en ellos, ó la proporcionaren la evasión, serán castigados con la pena de arresto
mayor en su grado máximo á prisión correccional en su grado
mínimo, si emplearen al efecto la violencia ó intimidación ó
el soborno, y con la pena de arresto mayor si se valieren de
otros medios.
»Si la evasión del detenido se verificare fuera de dichos
establecimientos, sorprendiendo á los encargados de conducirlos, se aplicarán las mismas penas en su grado mínimo.»
Articulo 275.
«Los que causaren desperfectos en los caminos de hierro
ó en las líneas telegráficas ó interceptaren las comunicaciones ó la correspondencia, serán castigados con la pena de
prisión correccional en su grado mínimo al medio.»
Articulo 276.
«A los que destruyeren ó deterioraren pinturas, estátuas ú
otro monumento público de utilidad ú ornato, se les aplicará
del
código
'penal
131
la pena de arresto mayor en su grado medio á prisión correccional en su grado mínimo.»
CAPÍTULO VIL
DISPOSICIONES COMUNES A LOS TRES CAPÍTULOS ANTERIORES.
Articulo 277.
«Para los efectos de los artículos comprendidos en los tres
•capítulos precedentes, se reputará autoridad al que por sí
solo ó como individuo de alguna corporacion ó tribunal ejerciere jurisdicción propia.
»Se reputarán también autoridades los funcionarios del
ministerio fiscal.»
Artículo 278.
«En el caso de hallarse constituido en autoridad civil ó
religiosa el que cometiere cualquiera de los delitos expresados en los tres capítulos anteriores, será castigado con el máximum de la respectiva pena y con la inhabilitación absoluta temporal.»
Articulo 279.
«Los ministros de una religión que en el ejercicio de sus
funciones provocaren á la ejecución de cualquiera de los delitos comprendidos en los tres capítulos anteriores, serán castigados con la pena de destierro si sus provocaciones no surtieren efecto, y con la de confinamiento mayor si le produjeren, á no ser que correspondiere por otros artículos del Código mayor pena al delito cometido.»
COMENTARIO.
El antiguo Código comprendía en este capítulo los atentados cometidos contra las Córtes y Consejo de Ministros, contra la elección popuAPÉNDICE
14
22-2
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
lar, y hablaba también de los desórdenes públicos, é igualmente sobre
los desacatos. En todo esto se han hecho las oportunas divisiones, lo
cual no censuramos, porque habia bastante confusion en el antiguo Código, y está más claro en el moderno y los tres capítulos que comprende.
En el punto de que tratamos se encuentra una adición, que en nuestro concepto está de más, y se refiere al hecho censurable de poner las
manos en la autoridad. Siempre sería una circunstancia agravante, que
excusaría hasta la muerte al ofensor, siendo la injuria de aquéllas que
dejan mancha, v. gr., que se diere una bofetada á la autoridad.
Por lo demás, se leerán con placer las 32 páginas que Pacheco dedica á explicar todos esos artículos desde el folio 213 al 24b del tomo II.
En el capítulo V se halla también otra adición, castigando al que i n juriare á u n Ministro ó una autoridad que estuviere en el ejercicio de
sus funciones, á cuyo desacato se le impone la pena de arresto mayor.
El art. 165 castiga los desacatos cometidos contra el Consejo do Ministros, y el 268 al que atentare en particular á u n solo Ministro estando
en su despacho.
En el capítulo VI se hace también otra adición de un delito qué creemos se podia castigar perfectamente, por lo que se leia en el antiguo
Código. Dice el art. 274 del moderno: «Los que causaren desperfectos
en los caminos de hierro ó en las líneas telegráficas, ó interceptaren las
comunicaciones ó la correspondencia, serán castigados con la pena de
prisión correccional en su grado mínimo al medio.»
Previsora decisión para los casos en que los daños no sean de consecuencia, porque si se levantaran los rails ó se hiciera otro desperfecto que diera lugar á descarrilamiento, pereciendo una ó muchas víctimas, la pena llegaría hasta la de muerte.
Sobre el capítulo VII no se hace más adición que dar el carácter de
autoridad á los funcionarios del ministerio fiscal.
DEL CÓDIGO'PENAL131
T Í T U L O IV.
DE LAS FALSEDADES.
CAPÍTULO I.
DE LA FALSIFICACION DE LA FIRMA Ó E S T A M P I L L A R E A L , FIRMAS DE LOS
MINISTROS,
SELLOS Y MARCAS.
SECCION PRIMERA.
r»e l a
falsificación,
ele l a
f i r m a s
d o
l o s
firma
ó e s t a m p i l l a
r e a l ,
y
M i n i s t r o s .
Artículo 280.
«El que falsificare la firma ó estampilla del Eey ó del
Regente del reino, ó la firma de los Ministros de la Corona,
será castigado con la pena de cadena temporal.»
COMENTARIO.
Dos novedades se i n t r o d u c e n en este artículo. Es la primera s u p r i mirse la palabra estampilla, á la q u e se dedica luego u n artículo. Y es
la segunda imponerse cadena temporal, cuando en el antiguo Código se
podia castigar este delito hasta con cadena perpétua. Estamos m á s conformes con el nuevo Código, p o r q u e la disminución de los delitos no se
consigue con la dureza de las penas, sino con que éstas sean reales y
efectivas. Las máximas, a u n q u e sean vulgares, deben repetirse u n a y
cien veces, cuando con su aplicación se han de conseguir fines g r a n diosos.
Artículo 281.
«El que falsificare la firma ó estampilla del jefe de una potencia extranjera ó la firma de sus Ministros, será castigado
con la pena de presidio mayor si hubiere hecho el culpable
22-2
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
uso en España de la firma ó estampilla falsificadas, y con la
de presidio correccional en su grado medio al máximo cuando hubiere hecho uso de ellas fuera de España.»
COMENTARIO.
Es completamente nuevo este artículo, porque la comision de Códigos no lo había previsto, ó creyera quizá que debia equipararse con la
falsificación de los sellos usados por cualquiera autoridad ú oficina p ú blica. Sin embargo, creemos que la adición está en su lugar, porque á
medida qué se estrechan las relaciones internacionales, es preciso que
los Gobiernos extranjeros se vean respetados y se les considere como
es debido, siempre que haya mútua correspondencia, porque no hemos
de dar lo que no recibimos. Sin duda en esto se fundaria el antiguo Código para no decir nada, dejando á los tratados internacionales el arreglo de estas mutuas concesiones.
Artículo 282.
«El que á sabiendas usare firma ó estampilla falsa de las
clases á que se refieren los artículos anteriores, incurrirá en
la pena inmediatamente inferior en grado á la señalada en los
mismos para los falsificadores.»
COMENTARIO.
También es nuevo este artículo en la parte que se refiere á las n a ciones extranjeras. No sucede lo propio en cuanto á la estampilla Real
de'que ya hablaba el art. 213 del Código antiguo, el cual castigaba este
delito con cadena temporal á perpétua, y el artículo que examinamos
sólo impone la pena inmediatamente inferior en grado á la señalada á
los falsificadores en los artículos 279 y 2X0. El delito de falsedad s u plantando firmas ó sellos ú otro signo de la misma especie, tiene que
llamar mucho la atención del legislador á medida de los grandísimos
adelantos de la industria. Es inconcebible la perfección con que hoy se
imita todo; y como el aliciente de estos delitos es poderoso, son pocas
todas las precauciones que se tomen para evitarle.
D E L CÓDIGO ' P E N A L
131
SECCION SEGUNDA.
De la falsificación ele sellos y marcas.
Articulo 283.
«El que falsificare el sello del Estado será castigado con
la pena de cadena temporal.
»E1 que á sabiendas usare el sello falso del Estado, será
castigado con la pena inmediatamente inferior en grado á la
señalada en el párrafo anterior.»
COMENTARIO.
Está perfectamente separado este delito de los otros dos de q u e h a blan los tres artículos comentados, estableciendo igualmente diferencia
e n t r e el que falsifica el sello del Estado y el q u e usa de este mismo sello falso. La perversidad d e ambos delincuentes no es igual, y p o r c o n siguiente no debe ser idéntica la pena. Al primero se le impone cadena
temporal y al segundo la i n m e d i a t a m e n t e inferior en grado.
Aún nos parece excesivo este segundo castigo en algunos casos, en
q u e la tentación haya sido g r a n d e y fácil la adquisición de u n sello falso. Estamos seguros q u e en m á s d e u n ejemplar nos han de d a r razón
los tribunales, á los q u e q u i s i é r a m o s s e l e s concediera siempre la latit u d por lo m é n o s de dos grados.
Articulo 284.
«El que falsificare el sello del Estado de una potencia extranjera y usare de él en España, será castigado con la pena
de presidio mayor; y con la de presidio correccional en su grado medio al máximo, si hubiere hecho uso de él fuera del
reino.»
COMENTARIO.
Está en consonancia con todo lo que vamos tratando sobre falsificación de firmas y sellos. Admitido el privilegio concedido á las potencias
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
extranjeras, no puede limitarse á la falsificación de la firma ó estampilla. Es mucho más común falsificar los sellos y marcas, tanto para los
objetos de comercio, como para la evasión de las personas. Extendiéndose cada dia más el derecho de extradición por delitos comunes, siefido hoy tan fáciles como son las comunicaciones, esa falsificación de
los sellos de las embajadas tiene que repetirse mucho.
Artículo 285.
«El que constándole la falsedad de los sellos de que se trata en los dos artículos anteriores, y sin haber tenido parte en
su falsificación, se sirviere de ellos ó los usare, será castigado
con la pena inmediata inferior á la señalada en los referidos
artículos para los falsificadores.»
COMENTARIO.
Aquí se repite, hablando d é l o s sellos extranjeros, lo que se dijo de
los del Estado. Si inferior era el delito cometido usando u n sello falso
que fabricándole, lo propio debe acontecer en este segundo caso.
Artículo 286.
«La falsificación de las marcas y sellos de los fieles-contrastes, será castigada con las penas de presidio mayor y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Está copiado enteramente el art. 215 del antiguo Código, é imponiéndosele la misma pena. Pacheco comenta toda esta materia desde el folio 259 al 269 inclusive, tomo II.
DEL
CÓDIGO ' P E N A L
131
Articulo 287.
«Con la pena señalada en el artículo anterior serán castigados los que á sabiendas expusieren á la venta objetos de oro
ó plata marcados con sellos falsos de contraste.»
COMENTARIO.
No nos explicamos cómo la comision de Códigos se olvidó.de la materia importante que abraza este artículo, sin que sirva de excusa decir
que en otros capítulos que se ocupan de adulteración de géneros se
halla comprendida la penalidad de este artículo.
Aunque hemos leido toda la legislación penal del mundo, en ningún
Código hemos visto que se dé la importancia que merece al comercio de
alhajas, en que se hacen fortunas fabulosas.
Fuera de nosotros la idea de acriminar á la clase de joyeros y diamantistas; pero es lo cierto que su oficio esta muy expuesto á que en
su desempeño se cometan mil iniquidades.
Ellos mismos nos están dando la demostración. Todos los que visitaron la infinita variedad de objetos en la última Exposición Universal
de París, recordarán que habia varios escaparates en que al lado de
perlas finas y brillantes legítimos, se colocaron otros de la misma especie falsos, siendo dificilísimo distinguir cuáles eran los verdaderos. Los
unos valian algunos francos, los otros muchos miles de duros. ¡A c u á n to engaño se presta esta absoluta ignorancia áun de las personas más
duchas en mineralogía y química! ¿Y qué le sucede al vulgo de las gentes, incluyendo en esta frase hasta las más encopetadas? Que á todas
horas y todos los dias se cometen estafas, que está en la obligación de
reprimir y castigar el legislador.
Si en todas las grandes poblaciones hay fieles contrastes para impedir el comercio falso del oro y de la plata, que poco ó mucho todos los
hombres conocen, con más razón debían existir estos peritos para las
piedras preciosas, que serán difíciles de marcar; pero que de todos modos el legislador debe proveer de remedio á un mal que no es pequeño
y que da lugar á escandalosísimas estafas.
No estamos llamados á resolver esta gravísima cuestión, porque no
somos conocedores de la materia; pero por el pronto nos ocurre que en
los Montes de Piedad hay fieles contrastes para la pedrería, y que no
perdería nada el comerciante de esta rica mercancía, á quien se le exigiera u n certificado ó prueba de que lo que vendía era perla ó brillan-
22-2
APÉNDICE á
los
comentaRIos
te legítimo, y no u n pedazo de vidrio, porque las facturas que los mismos comerciantes dan es u n verdadero papel mojado.
Y contrayéndonos al artículo, diremos, que aunque son de menos
consecuencias las falsificaciones de objetos de plata y oro, está bien establecida la penalidad, aunque culparse á sí mismos deben los que compran efectos de estos metales preciosos sin que tengan al pié el sello ó
marca del contraste.
Artículo 288.
«La falsificación de los sellos usados por cualquiera autoridad, tribunal, corporacion oficial ú oficina pública, será
castigada con las penas de presidio correccional en sus grados mínimo y medio y multa de 150 á 1.500 pesetas.
»E1 solo uso de esta clase de sellos, á sabiendas de que
son falsos, se castigará con igual pena, si tuviere por objeto
el lucro con perjuicio de los fondos públicos; en otro caso se
impondrá al culpable la pena inmediatamente inferior en
grado.»
COMENTARIO.
Los artículos 214, 215 y 216 hablaban en el antiguo Código de estas
falsificaciones, y Pacheco las comenta desde el folio 263 al 266 del
tomo II. Las penas que imponen estos artículos son más fuertes que las
que se señalan en el que comentamos; y siguiendo nuestras apreciaciones estamos conformes con la reforma.
Artículo 289.
«La falsificación de los sellos, marcas y contraseñas de
que se usa en las oficinas del Estado para identificar cualquiera objeto ó para asegurar el pago de impuestos, será castigada con las penas de presidio correccional en su grado
mínimo y medio y multa de 150 á 1.500 pesetas.»
D E L CÓDIGO ' P E N A L
131
COMENTARIO.
Esta penalidad estaba comprendida en el antiguo Código, y también
pudiéramos incluirla en alguno de los anteriores artículos. Sin e m b a r go, no merece gran censura, porque en efecto las oficinas del Estado
no son los ministerios, y es forzoso siempre colocar cada cosa en- su
lugar. El castigo, como en todos los casos anteriores, está bien medido
y pesado.
Articulo 290.
«Si las falsificaciones de que tratan los dos artículos anteriores se hubieren verificado sin emplear timbre, ni sello,
ni otro instrumento mecánico propio para la falsificación, se
impondrá al culpable la pena inmediatamente inferior en
grado á las señaladas para aquellos delitos.»
COMENTARIO.
Sin duda alguna los tribunales encontrarán más elementos para sentenciar con las muchas amplificaciones que se han hecho. Es una v e r dad que no puede desconocerse, que una falsificación realizada sin sellos, no es tan culpablé como falsificando los mismos instrumentos, ya
porque será más fácil conocerla, ya porque no causará tanto daño, y a
porque no habrá más que u n acto criminoso, que es la falsificación, al
paso que en el primer caso hay dos: primera, l a construcción del i n s trumento, y luégo la falsificación.
Consiguiente era que la penalidad fuera menor, según se dispone y
manda en el artículo.
Artículo 291.
«La falsificación de sellos, marcas, billetes ó contraseñas
que usen las empresas ó establecimientos industriales ó de
comercio, será castigada con las penas de presidio correccional en sus grados mínimo y medio.»
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
COMENTARIO
Difícilmente habrá quien ensalce más el derecho de propiedad que
el autor de este libro, y sin embargo, creemos que es también m u y dura
la pena de este artículo. Diariamente acontece, que en u n teatro ú otra
función pública se encuentran billetes falsificados, y pocas personas
habrá que no hayan sido víctimas de este engaño. ¿Merecerá, sin e m bargo, el píllete que haya hecho la estafa, presidio correccional? De
ninguna manera. Lo que se consigue con esto, es que los delitos no se
denuncien ni se castiguen. El daño causado debe ser el primer regulador de la imposición de pena, sin perjuicio de tener muy en cuenta la
reincidencia y las circunstancias del caso.
No es lo mismo falsificar los sellos de una gran empresa para robarla y estafarla grandes cantidades, que fingir una contraseña para entrar
á ver de balde una función en el teatro. Y sin embargo, el Código no
distingue ni deja que distingan los jueces, que es nuestro clamoreo
eterno.
Artículo 292.
«Será castigado con la pena de arresto mayor y multa de
125 á 1.250 pesetas el que expendiere objetos de comercio,
sustituyendo en ellos la marca ó el nombre del fabricante verdadero por la marca ó nombre de otro fabricante supuesto.»
COMENTARIO.
Más criminal es el que sustituye las señas y marcas de
ciante para vender géneros que no han salido de su casa ó
sin embargo el castigo es menor, y nosotros lo aprobamos,
realidad el mal es mucho mayor y la estafa de las más dignas
u n comerfábrica, y
aunque en
de castigo.
Artículo 293.
«Incurrirá también en la pena de arresto mayor y multa de
DEL CÓDIGO ' P E N A L
131
125 á 1.250 pesetas el que hiciere desaparecer de cualquiera
sello, billete ó contraseña la marca ó signo que indique h a ber ya servido ó sido inutilizada para el objeto de su expendicion.
»E1 que usare á sabiendas de esta clase de sellos ó contraseñas, incurrirá en la multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Se ha escrito sin d u d a este artículo para perseguir un delito b a s tante común, cual es el habilitar los sellos inutilizados del correo. Lo
primero que habia que pensar era inutilizarlos de modo que fuera i m posible hacerlos pasar como nuevos.
Por lo demás el artículo es procedente, y el que lo infringiere en
cualquier cosa merece la pena que en el mismo se menciona.
CAPÍTULO II.
DE LA FALSIFICACION DE LA
MONEDA.
COMENTARIO.
Con mucha más extensión que en el anterior Código se trata de tan
trascendental delito en este capítulo, no porque se hagan nuevos d e s cubrimientos y se encuentren mayores medios de reprimirle, sino p o r que se preveen más casos. Es este u n asunto que debe preocupar b a s tante al legislador. Las ciencias físicas prestan nuevas armas y elementos para evadir la pena, y lo que es peor, para .encubrir el delito.
Cualquiera dedos comunes, por lo general, no causa más que un
daño individual. El monedero falso es capaz de perturbar en un dia
dado á un país, y la consecuencia de sus actos tocarse en el comercio
de todo el mundo. Hoy es tan grande la perfección de la maquinaria,
que todas las precauciones son pocas, y diariamente la misma política
se prevale para esparcir el pánico por las personas más humildes, h a ciéndolas creer que cuantasmonedas salen de las.fábricas del Gobierno,
no sólo están faltas y no tienen la ley, sino que allí se fabrican las falsas. El espíritu de partido alimenta estos rumores, y los resultados
22-2
apéndice
á
los
comentarios
suelen ser desastrosos, produciendo por lo menos una gran p e r t u r b a ción, porque no se admiten en las transacciones ni áun las monedas
legítimas.
Algunos creen que llegará dia en que no se necesite de este instrumento general de cambios, porque la moneda metálica será sustituida
con ventaja por otros signos en papel que den mayor seguridad.. Error
funesto, que para sostenerle se necesita desconocer los principios más
triviales de la ciencia económica y la naturaleza intrínseca de los m e tales preciosos. Estos no son signos convencionales, sino objetos del comercio, que tienen u n valor efectivo y que no están sujetos á otras l e yes sino á las comunes de su abundancia y escasez.
Para comodidad de las transacciones se inventarán mil recursos,
todos de pura confianza. El único y verdadero representante de la m o neda será el metal, y entre los muchos que se sacan de la tierra, el oro
y la plata, porque son muy escasos. ¡Y fenómeno de la ciencia! Esa necesidad se ha reconocido en todos los pueblos del globo y en las más
remotas épocas históricas. De aquí que en todas partes se haya castigado con severidad á los falsificadores, y en algunas legislaciones con
la pena de muerte.
El antiguo Código no fué tan cruel; pero sí imponía la inmediata de
cadena perpétua en el art. 215. Como veremos en los artículos r e f o r mados, en algunos casos se ha dejado vigente esa misma legislación r e bajándose en otros, como cuando se fabrica moneda del mismo peso y
ley que la del Gobierno.
Pocos serán los ejemplares en que esto suceda, porque si en efecto
se defraudan los derechos de fabricación, y se ataca á la soberanía que
tiene el poder público, estamos seguros que no sólo en esta época calamitosa, sino en tiempos de gran prosperidad, admitirían todos los Gobiernos sus empréstitos en metálico aunque no se hubiera troquelado
en sus fábricas, con tal que tuviera la ley. Por lo tanto, no sólo debe
ser menor la pena de los que expendan moneda de esta clase, sino que
en circunstancias dadas esos delincuentes producen u n bien y grande.
Mucho le convendría á España que, en vez de recibir barras de oro, que
cuestan al Gobierno el 16 y hasta el 20 por 100, se descubrieran unas
cuantas fábricas de moneda legítima y de verdadero peso que acuñasen
por espacio de un año cien millones mensuales.
Y advertidas las pequeñas diferencias entre la antigua y la nueva
ley, no nos resta más que copiar la segunda, recomendando la obra
principal desde el folio 270 hasta el 284 inclusive del tomo II. Allí se
encontrarán, no sólo lo que disponen otros Códigos sobre esta materia
delicada, sino las razonadas observaciones del autor. Los nuevos a r tículos dicen así;
D E L CÓDIGO' P E N A L131
Artículo 294.
«El que fabricare moneda falsa, de un valor inferior á la
legítima, imitando moneda de oro ó de plata que tenga curso
legal en el reino, será castigado con las penas de cadena temporal en su grado medio á cadena perpétua, y multa de 2.500
á 25.000 pesetas, y con la de presidio mayor y multa de 250
á 2.500 pesetas, si la moneda falsa imitada fuere de vellón.»
Artículo 295.
«El que cercenare moneda legítima será castigado con las
penas de presidio mayor y multa de 250 á 2.500 pesetas si la
moneda fuere de oro ó plata, y con la de presidio correccional en sus grados mínimo y medio y multa de 125 á 1.250
pesetas si fuere de vellón.»
Artículo 296.
«El que fabricare moneda falsa del valor de la legítima,
imitando moneda que tenga curso legal en el reino, será castigado con las penas de presidio correccional en sus grados
medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
Artículo 297.
«El que fabricare moneda falsa imitando moneda que no
tenga curso legal en el reino, será castigado con las penas de
presidio correccional en sus grados medio y máximo y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Artículo 298.
«El que cercenare moneda legítima que no tenga curso legal en el reino, será castigado con las penas de presidio correccional en sus grados mínimo y medio y multa de 500 á
5.000 pesetas.»
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 299.
«Las penas señaladas en los artículos anteriores se impondrán en sus respectivos casos á los que introdujeren en
el reino moneda falsa.
»Con las mismas penas serán castigados también, los expendedores de moneda falsa, cuando exista connivencia entre ellos y los falsificadores ó introductores.»
Articulo 300.
«Los que sin la connivencia de que habla el, artículo precedente, expendieren monedas falsas ó cercenadas, que hubieren adquirido sabiendo que lo eran, para ponerlas en circulación, serán castigados con las penas de presidio correccional en sus grados medio y máximo y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
Articulo 301.
«El que habiendo recibido de buena fé moneda falsa la
expendiere despues de constarle su falsedad, será castigado,
si la expedición excediere de 125 pesetas, con la multa del
tanto al triplo del valor de la moneda.»
Artículo 302.
«Serán castigados como reos de tentativa de los delitos de
expendicion de moneda, aquéllos en cuyo poder se encontraren monedas falsas que por su número y condiciones se infiera razonablemente que están destinadas á la expendicion.»
COMENTARIO.
Todo lo que se ha dicho explicando el epígrafe del capitulo es referente á cada uno de los artículos, y simplificar más la materia sería
DEL CÓDIGO
'PENAL
131
convertirnos en catedráticos de economía política, ciencia que es la que
trata con más lucidez estas materias. Nosotros insistiremos siempre en
que los Gobiernos no pierdan nunca de vista este importantísimo ramo
de la administración. La primera medida, y quizá la más salvadora, sería poner al frente de las Gasas de Moneda y tener en ella los empleados más probos, más inteligentes y más beneméritos, dotándolos con
sueldos pingües.
CAPÍTULO III.
DE LA FALSIFICACION
P A P E L SELLADO,
DE B I L L E T E S DE BANCO, DOCUMENTOS DE
SELLOS
DE
TELÉGRAFOS
Y CORREOS
Y DEMÁS
TIMBRADOS, COYA E X P E N D I C I O N E S T É RESERVADA AL
CRÉDITO,
EFECTOS
ESTADO.
COMENTARIO.
Como se desprende del epígrafe de este capítulo, el legislador ha reconocido que debía dar m á s extensión á este capítulo, comprendiendo
en la penalidad la expendicion de sellos de Telégrafos y Correos y d e más efectos timbrados cuya venta se reserva el Gobierno.
A pesar del laconismo del antiguo Código, la expendicion de estos
efectos se perseguía y también se penaba por los tribunales. Ahora pueden éstos descansar en el texto expreso de la ley y aplicarla en toda su
extensión, porque, como se verá en los artículos, pocos casos ocurrirán
que no tengan su sanción penal en este capítulo.
Si el tratado de moneda es digno de un estudio profundo, más lo es
aún el actual. Los monederos falsos tienen un gran aliciente para d e linquir; pero siempre será pequeño al lado de la falsificación de billetes de Banco y de efectos de la Deuda pública de todas las naciones.
Los Gobiernos no se preocupan lo bastante de este mal social, ni en
nuestro concepto castigan á estos falsificadores como merecen. Si ha de
existir la pena de muerte para algún caso, el falsificador de documentos que representan cantidades fabulosas, se halla en primer término
en la escala de la criminalidad.
Mucho daño hace el asesino alevoso, y digno es de la úitíma pena;
pero ¿qué comparación tiene su perversidad con la del que, poniendo
en juego todos los recursos de la ciencia, trabaja dia y noche para p r i var á cien familias ó á mil del fruto de su trabajo, arruinándolas y causando quizá una perturbación general en el Estado?
No fueron crueles los antiguos legisladores de todos los países, ira-
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
poniendo la pena de muerte á tan perversos criminales. Así se estampaba en todos los billetes de los Bancos, y no creemos que con la d i s minución de la pena se haya remediado el mal. Por el contrario, nos
parece que se ha aumentado la perpetración de este delito, al ver la
continua repetición de las falsificaciones, que si no quedan impunes,
cuando se descubren sus autores, lo cual acontece pocas veces, se da el
escándalo, no sólo en España, sino en otros países que se dicen más
adelantados, que los penados van á disfrutar á los establecimientos penales del fruto de su infame trabajo. ¿Qué le importan al reo todos los
castigos de cadena y reclusión perpétua teniendo millones de que d i s poner? Porque es necesario que el legislador no pierda de vista que las
falsificaciones en gran escala no las ejecutan dos ó tres miserables litógrafos ó grabadores. En esa conjuración entran siempre capitalistas,
cuya sed de riquezas no tiene límites. A estos famosos ladrones no les
intimida ni les puede intimidar otra pena que la muerte; y ya que la
ley es inflexible ó inexorable con los delincuentes de las clases ínfimas,
que son los que cometen ciertos delitos, haya el debido rigor con los
grandes crímenes en que pueden estar complicados y ser dirigidos por
personas que tengan gran posicion en el mundo por su riqueza.
Si tuviéramos espacio y tiempo citaríamos más de un proceso en que
aparecían á la cabeza de la falsificación ricos banqueros, que si quedaron deshonrados, no sintieron todas las penalidades que deben sufrir
los que son á los ojos de la ley peores que los salteadores de caminos.
Estos al fin se exponen, y generalmente mueren á manos de la Guardia civil, único é hipócrita medio qué ponen en juego los Gobiernos
para castigar ciertos delitos, porque no se atreven esos filántropos á
decir que ciertos crímenes no tienen otro castigo que el patíbulo.
Tardará en suceder, pero al fin el nuevo Código sufrirá en su dia una
nueva reforma, castigando los delitos que llamaban famosos los viejos
criminalistas, con la muerte.
Al concluir este Comentario únicamente nos resta recomendar á Pacheco comentando estos artículos desde el folio 285 al 294 del tomo II.
Articulo 303.
«Los que falsificaren billetes de Banco ú otros títulos al
portador ó sus cupones, cuya emisión hubiere sido autorizada
por una ley del reino, ó los que los introdujeren, serán castigados con las penas de cadena temporal en su grado medio á
cadena perpétua y multa de 2.500 á 25.000 pesetas.
131
D E L CÓDIGO ' P E N A L
»La misma pena se impondrá á los que los expendieren
en connivencia con el falsificador ó introductor.»
Articulo 304.
«Los que sin estar en relación con los falsificadores ó introductores adquirieren, para ponerlos en circulación, billetes de Banco ú otros títulos al portador ó sus cupones, sabiendo que eran falsos, serán castigados con la pena de cadena
temporal.»
Articulo 305.
«Serán castigados también con la pena de cadena temporal los que falsificaren en España billetes de Banco ú otra
clase de títulos al portador ó sus cupones, cuya emisión esté
autorizada por una ley de un país extranjero ó por una disposición que tenga en el mismo fuerza de ley.»
Articulo 306.
«Los que habiendo adquirido de buena fé billetes de Banco
ú otros títulos al portador ó sus cupones, comprendidos en los
artículos 303 y 305, los expendieren, sabiendo su falsedad,
serán castigados con las penas de presidio correccional en sus
grados medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
Artículo 307.
«Los que falsificaren ó introdujeren en el reino títulos nominativos ú otros documentos de crédito, que no sean al portador, cuya emisión esté autorizada en virtud de una ley, serán castigados con las penas de cadena temporal y multa de
2.500 á 5.000 pesetas.»
Artículo 308.
«Los que falsificaren títulos nominativos ú otra clase de
APÉNDICE
45
226
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
documentos de crédito que no sean al portador, cuya emisión
esté autorizada por una ley de un país extranjero, ó por una
disposición que tenga en el mismo fuerza de ley, serán castigados con la pena de presidio mayor en su grado medio á cadena temporal en su grado mínimo.»
Artículo 309.
«El que á sabiendas negociare ó de cualquier otro modo
se lucrare con perjuicio de tercero de un título falso de los
comprendidos en los dos artículos precedentes, incurrirá en la
pena de presidio correccional en sus grados medio y mínimo
y multa de 150 á 1.500 pesetas.»
Artículo 310.
«El que presentare en juicio algún título nominativo al
portador ó sus cupones, constándoíe su falsedad, incurrirá en
las penas de presidio correccional en sus grados medio y mínimo y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Articulo 311.
«El que falsificare papel sellado, sellos de telégrafos ó de
correos, ó cualquiera otra clase de efectos timbrados, cuya expendicion esté reservada al Estado, será castigado con la pena
de presidio mayor.
»Igual pena se impondrá á los que los introdujeren en el
territorio español ó á los que los expendieren en connivencia
con los falsificadores ó introductores.»
Articulo 312.
«Los que, sin estar en relación con los falsificadores ó introductores, adquieran á sabiendas papel, sellos ó efectos falsos de la clase mencionada en el artículo anterior para expenderlos, serán castigados con la pena de presidio correccional en su grado mínimo y medio y multa de 150 á 1.500
pesetas.»
D E L CÓDIGO' P E N A L131
Artículo 313.
«Los que habiendo adquirido de buena fé efectos públicos
de los comprendidos en el artículo anterior, los expendieren,
sabiendo su falsedad, incurrirán en la pena de arresto mayor
en sus grados máximo á prisión correccional en su grado
mínimo.
»Los que nuevamente los usaren, teniendo conocimiento
de su falsedad, incurrirán en la multa del quinto al décuplo,
del valor del papel ó efectos que hubieren usado.»
CAPÍTULO IV.
DE L A F A L S I F I C A C I O N
DE
DOCUMENTOS.
SECCION PRIMERA.
J3e la -falsificación ele documentos públicos, oficiales
y ele comercio, y ele los despacixos telegráficos.
COMENTARIO.
A medida q u e adelantamos e n la comparación de u n o y otro Código, se ve el respeto q u e e n ciertas m a t e r i a s se ha tenido al antiguo l e gislador. Y sirva d e ejemplo lo q u e se trata en esta sección primera. La
vida, la h o n r a , toda la riqueza de la sociedad, descansa en la a u t e n t i cidad d e los i n s t r u m e n t o s públicos. Los depositarios de la fé pública,
los eclesiásticos, dueños ele los libros sacramentales, tienen e n su p o d e r la historia de nuestra vida y la garantía d e nuestra riqueza. El q u e
a b u s a r e d e tan sagrados depósitos, el q u e falsificare los i n s t r u m e n t o s
q u e tiene á su custodia, es u n g r a n criminal y merece la pena q u e le
imponía el antiguo Código y q u e r e p r o d u c e el nuevo.
No t e n e m o s la misión de r e c o r r e r t o d a s las disposiciones q u e c o m p r e n d e ese catálogo d e falsificaciones que se p u e d e n a u m e n t a r hasta lo
infinito, p o r q u e es i n m e n s o el ingenio de los q u e perpetran este delito
para d i s c u r r i r medios d e a d u l t e r a r escrituras y papeles antiguos. A ello
se prestaban m u y p a r t i c u l a r m e n t e los célebres pleitos de vinculaciones,
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
que por la validez de una sola escritura, se adjudicaba una inmensa riqueza. Calcúlese, si falsificaciones de esta especie debian ser castigadas de un modo riguroso.
A los dos artículos 226 y 227 ha sustituido el legislador otros dos
más hablando de casos que ocurren a menudo, y comprendiendo en las
falsificaciones las que se hagan de partes telegráficos.
Sobre la doctrina, véase la obra principal, folio 295 al 305, tomo II.
Artículo 314.
«Será castigado cotilas penas de cadena temporal y multa
de 500 á 5.000 pesetas el funcionario público que, abusando
de su oficio, cometiere falsedad:
»1.° Contrahaciendo ó fingiendo letra, firma 6 rúbrica.
»2.° Suponiendo en u n acto la intervención de personas
que no la han tenido.
»3.° Atribuyendo á las que han intervenido en él declaraciones ó manifestaciones diferentes de las que hubieren
hecho.
»4.° Faltando á la verdad en la narración de los hechos.
»5.° Alterando las fechas verdaderas.
»6.° Haciendo en documento verdadero cualquiera alteración ó intercalación que varíe su sentido.
»7.° Dando copia en forma fehaciente de un documento
supuesto, ó manifestando en ella cosa contraria ó diferente
de la que contenga el verdadero original.
»8.° Intercalando cualquiera escritura en u n protocolo,
registro ó libro oficial.
»Será castigado también con la pena señalada en el párrafo primero de este artículo, el ministro eclesiástico que incurriere en alguno de los delitos comprendidos en los números
anteriores, respecto á actos ó documentos que puedan producir efectos en el estado de las personas ó en el orden civil.»
Artículo 315.
«El particular que cometiere en documento público ú oficial, ó en letras de cambio ú otra clase de documentos mer-
D E L CÓDIGO P E N A L
229
cantiles alguna de las falsedades designadas en el artículo
anterior, será castigado con las penas de presidio mayor y
multa de 500 á 5.000 pesetas.»
Articulo 316.
«El que á sabiendas presentare en juicio ó usare, con intención de lucro, u n documento falso de los comprendidos
en los artículos precedentes, será castigado con la pena inferior en dos grados á la señalada á los falsificadores.»
Artículo 317.
«Los funcionarios públicos encargados del servicio de los
telégrafos que supusieren ó falsificaren un despacho telegráfico, incurrirán en la pena de prisión correccional en sus grados medio y máximo.
»E1 que hiciere uso del despacho falso con intención de
lucro ó deseo de perjudicar á otro, será castigado como el
autor de la falsedad.»
COMENTARIO.
Todo lo dicho anteriormente al hablar de esta sección primera, es
aplicable á los cuatro artículos de ella, en que se explican con gran e x tensión todas las falsificaciones de documentos públicos, oficíales y de
comercio, á los que se equiparan los despachos telegráficos y de los que
no habla absolutamente nada el Código anterior. Este medio rápido de
comunicación ocupará al legislador más de una vez, y no serán las ú l timas reglas establecidas en el Código las que se establezcan, porque
hoy no deja de estar desatendido este gran adelanto de la civilización,
al ménos para los particulares. Sin desconocer nosotros que el telégrafo es un medio de gobierno y que cuando lo exige la salud del Estado
no se puede poner en manos de los particulares, esta atribución de la
soberanía da lugar á escandalosos abusos y á que se convierta en arma
despótica, como acontece en la conducción del correo. Y no citamos
ejemplos, porque son bien conocidos de todos.
230
A P É N D I C E Á I.OS
COMENTARIOS
SECCION SEGUNDA.
X>e la falsificación ele documentos privados.
Articulo 318.
«El que con perjuicio de tercero ó con ánimo de causárselo cometiere en documento privado alguna de las falsedades designadas en el art. 314, será castigado con las penas de
presidio correccional en sus grados mínimo y medio y multa
de 250 á 2.500 pesetas.»
COMENTARIO.
Está copiado el 228 del antiguo Código, a u n q u e rebajada la pena,
especialmente la pecuniaria, sin d u d a según los consejos del comentario de Pacheco d e los folios 305, 306 y 307 del tomo II.
Articulo 319.
«El que sin haber tomado parte en la falsificación presentare en juicio ó hiciere uso con intención de lucro ó con perjuicio de tercero y á sabiendas, de un documento falso délos
comprendidos en el artículo anterior, incurrirá en la pena inferior en u n grado á la señalada á los falsificadores.»
COMENTARIO.
No puede achacarse á olvido d e la antigua comision d e Códigos no
h a b l a r del caso de este artículo, q u e ocurre f r e c u e n t e m e n t e . Nosotros
l a d e f e n d e r e m o s diciendo q u e en otros pasajes tiene s u penalidad, p o r q u e no se concibe q u e q u e d a r a sin castigo el q u e á sabiendas presentare e n j u i c i o u n d o c u m e n t o falso.
Sin embargo, tiene que proceder con gran pulso el juzgador al aplicar este artículo. La propia defensa da siempre armas, y son pocos los
litigantes que al a n u n c i a r l e s q u e en tal ó cual sitio se e n c u e n t r a u n d o -
D E L CÓDIGO
'PENAL
131
c u m e n t o q u e puede favorecerle, no eche mano de él. Por eso la leyha usado la significativa voz d e á sabiendas, es decir, que con dolo malo,
con intención siniestra, con pleno conocimiento de causa se prevale y
utiliza u n medio criminal para conseguir s u s fines. Entonces es j u s t o
el castigo, y en m á s d e u n negocio civil hemos pedido q u e se saquen
los documentos falsos y se forme la oportuna causa c r i m i n a l .
SECCION TERCERA.
De la falsificación, de cédulas de vecindad,
y certificados.
COMENTARIO.
Los seis artículos d e esta sección son idénticos á los del antiguo Código, con la sola diferencia d e poner c é d u l a s de vecindad en vez d e pas a p o r t e s y variar algún tanto la p e n a , q u e la pecuniaria es mayor en el
n u e v o Código.
Pacheco comenta e x t e n s a m e n t e estos seis artículos desde el f o lio 307 hasta el 317 inclusive del tomo II, y á é l nos remitimos sobre
la doctrina.
Articulo 320.
«El funcionario público que abusando de su oficio expendiere una cédula de vecindad bajo un nombre supuesto, ó la
diere en blanco, será castigado con las penas de prisión correccional en sus grados mínimo y medio é inhabilitación especial temporal.»
Articulo 321.
«El que hiciere una cédula de vecindad falsa será castigado con las penas de arresto mayor en su grado máximo á
prisión correccional en su grado mínimo y multa de 125 á
1.250 pesetas.
232
APÉNDICE
á
LOS
COMENTARIOS
»Las mismas penas se impondrán al que en una cédula
de vecindad verdadera mudare el nombre de la persona á
cuyo favor hubiere sido expedida, ó de la autoridad que la
hubiere expedido, ó que alterare en ella alguna otra circunstancia esencial.»
Articulo 322.
«El que hiciere uso de la cédula de vecindad de que
trata en el artículo anterior, será castigado con multa de 125
á 1.250 pesetas.
»En la misma pena incurrirán los que hicieren uso de
una cédula de vecindad verdadera expedida á favor de otra
persona.»
Artículo 323.
«El facultativo que librare certificado falso de enfermedad
ó lesión con el fin de eximir á una persona de algún servicio
público, será castigado con las penas de arresto mayor en su
grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo y
multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Articulo 324.
«El funcionario público que librare certificación falsa de
méritos ó servicios, de buena conducta, de pobreza ó de otras
circunstancias análogas, será castigado con las penas de suspensión en sus grados medio y máximo y multa de 125 á
1.250 pesetas.»
Articulo 325.
«El particular que falsificare una certificación d é l a clase
designada en los artículos anteriores, será castigado con la
pena de arresto mayor.
»Esta disposición es aplicable al que hiciere uso á sabiendas de la certificación falsa.»
131
DEL CÓDIGO ' P E N A L
COMENTARIO.
Ya hemos dicho al empezar esta sección tercera, que las cédulas de
vecindad se han sustituido á los pasaportes, y que en estos seis artículos se establecen reglas para evitar los delitos de falsificar estos documentos. La materia se presta á no pocas consideraciones, y es m u y dudoso si hay necesidad de tales documentos. Hoy están abolidos los pasaportes, y en muchos países no se necesita de ninguno de esos certificados para identificar la persona. Las mujeres no los llevan, y viajan
sin ser molestadas. Pudiera sostenerse su creación como u n impuesto,
pero repartiendo á domicilio y obligando á pagar según la categoría d e
las personas. ¿Qué le importa á la persona acomodada satisfacer,
v. gr., 100 reales á principio de año al recibir el atestado de que es español ó avencidado en España, y que reside en este ó el otro punto?
Esto debia ser obligatorio para todo el mundo, cuando hoy no se saca
la cédula de vecindad más que por pocas personas.
Por lo demás, las penas que se establecen contra los que falsifican
esos certificados ó hacen de ellos mal uso, nos parecen demasiado duras. Si son criminales comunes los que las usan, sin duda alguna los
delitos principales merecerán mayores castigos. Si esos papeles sirven
para evadirse u n reo político, tiene que haber mayor indulgencia, porque sin renunciar nosotros á la austeridad de nuestros principios, no
queremos que en todo la ley sea inflexible.
CAPÍTULO V.
DISPOSICIONES
COMUNES Á LOS CUATRO C A P Í T U L O S
ANTERIORES.
Artículo 326.
«El que fabricare ó introdujere cuños, sellos, marcas ó
cualquiera otra clase de útiles é instrumentos destinados conocidamente á la falsificación de que se trata en los capítulos
precedentes de este título, será castigado con las mismas penas pecuniarias y con las personales inmediatamente inferiores en grado á las respectivamente señaladas á los falsificadores. ¡>
234
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 327.
«El que tuviere en su poder cualquiera de los útiles ó instrumentos de que se habla en el artículo anterior y no diere
descargo suficiente sobre su adquisición ó conservación, será
castigado con las mismas penas pecuniarias, y las personales
inferiores en dos grados á las correspondientes á la falsificación para que aquéllos fueren propios.»
Articulo 328.
«El funcionario que para ejecutar cualquiera falsificación
en perjuicio del Estado, de una corporacion ó de un particular de quien dependa, hiciere uso de los útiles ó instrumentos
legítimos que le estuvieren confiados, incurrirá en las mismas penas pecuniarias y personales que correspondan á la
falsedad cometida, imponiéndoselas en su grado máximo, y
ademas en la de inhabilitación absoluta temporal en su grado
máximo á inhabilitación absoluta perpétua.»
COMENTARIO.
Este capítulo está tomado cou m u y cortas variaciones de lo que disponen y mandan los artículos 235, 236, 237 y 238 del antiguo Código.
Pero éste comprcndia otros dos y eran los 239 y 240 que se lian suprimido, siguiendo sin duda los consejos de Pacheco, que en su Comentario del folio 325 del tomo II hace una crítica severa de lo dispuesto en
materia de espontaneamiento y delación.
Tenemos la desgracia de no estar conformes ni con la reforma, ni
con las opiniones del gran criminalista. Ya en otro pasaje hemos abordado esta cuestión, y aquí reproducimos aquellas mismas ideas. Ante
todo, es evitar un gran daño á la sociedad, y esto se consigue con nuestro sistema y no con la inflexibilidad de los que no dan lugar al p e r don. ¿Quién duda que si se prepara una gran falsificación de billetes
de Banco ó de títulos de la Deuda, el cómplice que se arrepiente y lo
descubre ha hecho u n inmenso servicio á la sociedad? Esto no se pued e negar; y se necesita que los enemigos de nuestra opinion nos enseñen algo que sustituya y compense este beneficio inmenso.
D E L CÓDIGO
'PENAL
131
En las discusiones de buena fó y científicas es preciso siempre convenir en el hecho, y el hecho aquí es que la exención de pena del a n tiguo Código tenia lugar siempre que la delación se hiciere á la autoridad
ántes de haberse comenzado el procedimiento, y revelando las circunstancias del delito.
Por consecuencia, no puede tener lugar el caso que cita con talento
Pacheco del escribano falsario, porque cuando ya está hecha la falsificación, no tenia lugar el caso del Código.
Somos m u y aficionados á los ejemplos prácticos. Se busca u n escribano para que suplante una última voluntad con testigos buscado ad
hoc, heredero y demás. Da el notario su consentimiento, pero por la
noche se arrepiente, y en vez de extender el testamento falso, descub r e la tentativa del delito al tribunal. Este es el caso del art. 239 del
antiguo Código.
Por el contrario, extiende el instrumento y lo protocoliza y da p a r te á la audiencia de su otorgamiento. Este es el caso del Sr. Pacheco, y
entonces no se eximirá de toda pena, a u n q u e se arrepienta y se delate,
porque el delito se ha consumado. Sin embargo, la pena debe ser m u cho menor siempre que el delito no haya producido sus consecuencias,
porque al fin el arrepentimiento evitó el daño, quedando en legítima
posesion de los bienes aquel á quien se los dejaba el testador ó á los
que pertenecieran con arreglo á la ley abintestato.
,
Las consecuencias de decir al q u e empezó á ser criminal, ya no es
tiempo de arrepentirse, Jian de ser funestas, y tenemos la convicción
p r o f u n d a , como ya hemos anunciado en otro lugar, que las delaciones
de los crímenes, especialmente de los de Estado, han de ser admitidas
por todos los Gobiernos, y lo peor es que se pagarán, lo cual es b a s tante inmoral. Una cosa es el premio de la infatnia, y aunque sea del
pesar, y otra cosa es el perdón concedido al verdadero arrepentimiento, al cual no se le debe cerrar la puerta jamás, conduciendo al h o m bre extraviado á la desesperación y diciéndole la ley: nunca, jamás encontrarás en mí indulgencia. Sigue la carrera que emprendiste y t u
único porvenir será el grillete, y quién sabe si el último suplicio.
A los encargados de la administración de justicia sometemos estas
consideraciones sobre tan profunda cuestión. Es un punto de doctrina,
y reconocemos el gran mérito de nuestros contrarios. Tenemos sobre
ellos, y á u n sobre el mismo Pacheco la mayor práctica de los negocios
criminales, que nos ha obligado á estudiar mucho el corazon humano
ántes de delinquir, al preparar el delito y cuando ya se ha visto sometido á la acción judicial.
236
A P É N D I C E Á LOS
COMENTAíilos
Artículo 329.
«Los que sin estar comprendidos en el artículo anterior
se apoderaren de los útiles ó instrumentos legítimos que en
el mismo se expresan é hicieren uso de ellos para ejecutar
cualquiera falsificación en perjuicio del Estado, de u n a corporacion ó de un particular á quien pertenecieren, incurrirán
en las mismas penas pecuniarias y en las personales inmediatamente inferiores en grado que correspondan á la falsedad cometida.»
Articulo 330.
«Cuando sea estimable el lucro que hubieren reportado
ó se hubieren propuesto los reos de falsificación penados en
este título, se les impondrá una multa del tanto al triplo del
lucro, á no ser que el máximo de ella sea menor que el mínimo de la señalada al delito, en cuyo caso se les aplicará
ésta¿»
CAPÍTULO VI.
FIE LA OCULTACION F R A U D U L E N T A
TESTIMONIO
D E B I E N E S Ó DE I N D U S T R I A ,
Y DE LA ACUSACION Y D E N U N C I A S
DEL FALSO
FALSAS.
Articulo 331.
«El que requerido por el competente funcionario administrativo ocultare el todo ó parte de sus bienes, ó el oficio ó
la industria que ejerciere con el propósito de eludir el pago
de los impuestos que por aquéllos ó por ésta debiere satisfacer, incurrirá en una multa del tanto al quíntuplo del importe de los impuestos que debiera haber satisfecho, sin que
en ningún caso pueda bajar de 125 pesetas.»
Articulo 332.
«El que en causa criminal diere falso testimonio en contra del reo, será castigado:
D E L CÓDIGO ' P E N A L
131
»1.° Con la pena de cadena temporal en su grado máximo á cadena perpétua, si el reo hubiere sido condenado en
la causa á la pena de muerte y ésta se hubiere ejecutado.
»2 o Con la pena de cadena temporal, si el reo hubiere
sido condenado en la causa á la de cadena perpétua y la hubiere empezado á sufrir.
»3.° Con la pena de presidio mayor, si el reo hubiere sido condenado en la causa á la de cadena perpétua y no la
hubiere empezado á sufrir.
>4.o Con la pena de presidio correccional en su grado
máximo á presidio mayor en su grado medio, si el reo hubiere sido condenado en la causa á cualquiera otra pena aflictiva y la hubiere empezado á sufrir.
»5.° Con la pena de presidio correccional en su grado medio á la de presidio mayor en su grado mínimo, si el reo hubiere sido condenado en la causa á cualquiera otra pena aflictiva y no la hubiere empezado á sufrir.
»6.° Con las penas de presidio correccional en sus grados
medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas, si el reo
hubiere sido condenado en la causa á pena correccional y la
hubiere empezado á sufrir.
»7.° Con las penas de presidio correccional en sus grados
mínimo y medio y multa de 150 á 1.500 pesetas, si el reo
hubiere sido condenado en la causa á pena correccional y no
la hubiere empezado á sufrir.
»8.° Con las penas de arresto mayor en su grado máximo
á presidio correccional en su grado mínimo y multa de 125
á 1.250 pesetas, si el reo hubiere sido condenado á u n a pena
leve y la hubiere empezado á sufrir.
»9.° Con las penas de arresto mayor y multa de 125 á
1.250 pesetas, si el reo hubiere sido condenado á pena leve
y no la hubiere empezado á sufrir.»
Artículo 333.
«El que en causa criminal diere falso testimonio en favor
del reo, será castigado con las penas de arresto mayor en su
grado máximo á prisión correccional en su grado medio y
22-2
A P É N D I C E Á LOS COMENTARIOS
multa de 150 á 1.500 pesetas, si la causa fuere por delito, y
con la de arresto mayor si fuere por falta.»
Artículo 334.
«Al que en causa criminal por delito diere falso testimonio que no perjudique ni favorezca al reo, se le impondrá la
pena de arresto mayor en sus grados mínimo y medio.»
Articulo 335.
«El falso testimonio en causa civil será castigado con las
penas de arresto mayor en su grado máximo á presidio correccional en su grado medio y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Si el valor de la demanda no excediere de 50 duros, las
penas serán las de arresto mayor y multa de 125 á 1.250 pesetas. »
Articulo 336.
«Las penas de los artículos precedentes son aplicables en
su grado máximo á los peritos que declaren falsamente en
juicio.»
Artículo 337.
«Siempre que la declaración falsa del testigo ó perito fuere dada mediante cobecho, las penas serán las inmediatas
superiores en grado á las respectivamente designadas en los
artículos anteriores, imponiéndose ademas la multa del tanto
al triplo del valor de la promesa ó dádiva.
»Esta última será decomisada cuando hubiere llegado á
entregarse al sobornado.»
Articulo 338.
«Cuando el testigo ó perito, sin faltar sustancialmente á
la verdad, la alteraren con reticencias ó inexactitudes, las penas serán:
D E L CÓDIGO P E N A L
239
»1.0 Multa de 150 á 1.500 pesetas, si la falsedad recayere
en causa sobre delito.
»2.° De 125 á 1.250 pesetas, si recayere en juicio sobre
falta ó negocio civil.»
Artículo 339.
«El que presentare á sabiendas testigos ó documentos falsos en juicio, será castigado como reo de falso testimonio.»
Artículo 340.
«Se comete el delito de acusación ó denuncia falsa imputando falsamente á alguna persona hechos que si fueren ciertos constituirían delito de los que dan lugar á procedimiento
de oficio, si esta imputación se hiciere ante funcionario administrativo ó judicial que, por razón de su cargo, debiera proceder á su averiguación ó castigo.
»No se procederá, sin embargo, contra el denunciador ó
acusador, sino en virtud de sentencia firme ó auto, también
firme, de sobreseimiento del tribunal que hubiere conocido
del delito imputado.
»Este mandará proceder de oficio contra el denunciador ó
acusador, siempre que de la causa principal resultaren méritos bastantes para abrir el nuevo proceso.»
Artículo 341.
«El reo de acusación ó denuncia falsa será castigado con
la pena de presidio correccional en sus grados medio y máximo, cuando el delito imputado fuere grave; con la de prisión
correccional en sus grados mínimo y medio, si fuere el delito
imputado ménos grave, y con la de arresto mayor, si la imputación hubiere sido de una falta, imponiéndose ademas en
todo caso una multa de 250 á 2.500 pesetas.»
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
COMENTARIO.
Comparando este capítulo con el que trata de la misma materia en
el antiguo Código, se notan distintas diferencias, de las que es preciso
ocuparse separadamente. La ley antigua hablaba del falso testimonio y
de la acusación y denuncia calumniosas desde el art. 241 al 249 inclusive, y el Sr. Pacheco trata magistralmente de estas delicadas materias
desde la página 327 á la 333 del tomo II.
Veamos ahora cuáles son las variaciones y novedades que se i n t r o ducen en el Código reformado.
Desde el epígrafe se nota q u e no es el mismo en uno y otro Código,
porque habla el moderno de la ocultación fraudulenta de bienes ó de industria, y en efecto, el art. 331 es completamente nuevo en la legislación penal de España.
A nombre de los buenos principios y por los intereses más caros,
rogamos á las Córtes Constituyentes que borren ese artículo, por más
que el poder ejecutivo sostenga que en otros países se concede este arma poderosa á la administración para hacer efectivos los impuestos.
Para castigar la mentira, para imponer penas al engañador, no se
necesita de ese artículo. El contribuyente que dice en la relación de sus
lincas que éstas le producen en arrendamiento tal ó cual cantidad, la
prueba es fácil teniendo á la vista el documento ó declaración del a r rendatario. Puede en efecto eludirse la ley confabulándose el colono y
el propietario; pero contra esto tiene la administración el remedio expedito de justiprecio, cargando el contribuyente con los gastos cuando
hubiese tratado de engañar al poder.
Pero facultar á la administración para que inquiera lo que al cultivador le produce su hacienda, lo que el industrial, lo que el hombre
científico, lo que el comerciante ganan en su profesion, arte ú oficio, es
llevar la mano de la administración á lo más recóndito, á lo más íntimo
de la vida de los ciudadanos. Esa inquisición es tan odiosa y repugnante, que por el pronto ataca al crédito, porque hay muchas personas que
pretieren pagar mayor cuota de contribución que la que les corresponde, para que no se conozcan los quebrantos que ha sufrido su i n d u s tria ó el prestigio en su profesion.
Los impuestos que descansan en la producción personal no pueden
exigirse más que bajo dos conceptos: ó como patentes, ó como repartimiento entre los asociados, estableciendo dos, tres, cuatro y hasta cinco
clases. Los repartidores de la misma corporacion son los jueces, y la
administración nada tiene que ver, siempre que reciba el importe del
subsidio. Permítase á los empleados de Hacienda la facultad de investigar cuáles son los productos de una fábrica, los rendimientos de una
DEL
CÓDIGO
'PENAL
131
casa comercio, las ganancias de u n abogado ó de un literato, de un bolsista, ó del q u e tiene todos sus fondos en el extranjero, y entonces sería
mejor entregar la tutela de todos los ciudadanos al Ministro de Hacienda.
Y no hay en esto exageración. El artículo se presta á todo. Según
él, el funcionario administrativo puede requerir á cualquier ciudadano
para que le diga cuáles son sus bienes, y en esta frase genérica se comprenden, no sólo las fincas, sino toda clase de valores. Y como si esto
no fuera bastante, se añade que tiene que declararle su oficio ó i n d u s tria, y por consiguiente, cuáles son sus productos y ganancias para sacar de ellas el impuesto.
La escuela más radical y comunista no exigiría tanto, ni tampoco el m á s feroz despotismo ha hecho estas investigaciones para apoderarse, por razón de contribuciones, del producto de los hombres laboriosos.
Sépanlo los cultivadores. Mañana se presentará el recaudador de impuestos en sus bodegas ó graneros para ajusfarles las cuentas de lo que
valen los frutos recolectados, y sacar de ellos el catorce ó el veinte,
tipo de la contribución. Y lo propio diremos al industrial, al comerciante y al hombre científico que paga subsidio.
¿No es esta la inteligencia del artículo? ¿No ha sido este el ánimo del
legislador? Pues entonces no ha debido escribirse esa disposición, que
mal entendida por los funcionarios públicos, dará lugar á mil conflictos y á vejaciones odiosas.
Hasta ahora se han cobrado los impuestos directos en España de una
manera admirable, y en las instrucciones y reglamentos tienen los funcionarios de Hacienda medios expeditos para corregir los abusos y ocultaciones. ¿Quién duda que los hay y que es necesario adelantar mucho
para formar una buena estadística, porque existen pueblos que no p a gan el diez por ciento de contribución, al paso que en otros se satisface
el veinticinco y el treinta? Pero este mal no se corrige haciendo al poder ejecutivo señor de vidas y haciendas, permitiéndole que inquiera
y averigüe cuál es el patrimonio de cada ciudadano para sacarle bonitamente la contribución.
Cada casa de u n industrial, de un comerciante, de un hombre de
ciencia, es u n santuario, y á nadie le es dado introducirse en él para
investigar cómo vive. Aun los mismos tribunales no tienen derecho
para registrar los libros de u n comerciante, sino en casos muy limitados, que los marcan y definen perfectamente las leyes mercantiles y
de procedimientos.
Y esos libros y esa cuenta y razón de los productos y de los bienes
que cada ciudadano tiene, ni los llevan muchos ni pueden decir bajo de
juramento cuáles son sus capitales ni sus ganancias. Industrial hemos
conocido que con su trabajo ha hecho un inmenso capital, y jamás llevaba una cuenta ni apunte. Si se pregunta á todos los médicos de España, á los abogados, á los arquitectos, etc., etc., cuáles son los proAI'ÉNDICE
46
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
ductos de su profesion anual ó mensualmente, de seguro no podrán
responder.
Si se dice que con estas clases no habla el artículo, porque el sistema del subsidio descansa en la imposición de una cuota fija, con la diferencia que establezcan las escalas, mañana se varía este método exigiendo nna cantidad determinada por los rendimientos; en cuyo caso
nos hallamos de lleno en el artículo, y con derecho al empleado de Hacienda para preguntar al pintor cuánto le valió un famoso cuadro que
hiciera, y al cafetero cuántos sorbetes se consumieron en su establecimiento, lo cual, sobre ridículo y extravagante, será impracticable, como otras muchas cosas dispuestas y ordenadas por los qué no tienen
más norte que aumentar la recaudación pública.
No olvidemos que si algunos de los que pagan subsidio industrial
salen del paso diciendo no sé lo que gano, ni tengo libros, ni quiero
llevarlos, porque la ley no me obliga, no pueden decir lo mismo los
comerciantes, á quienes ese recaudador de contribuciones les reclama
esos mismos libros para ver el balance y las ganancias que pudo tener
en el año último.
Y lo mismo decimos de un cosechero, porque contra esta clase verdaderamante se ha escrito ese artículo. De hoy en adelante, no sólo el
Administrador de Hacienda pública, sino otro empleado m á s subalterno podrá entrar en una bodega de Jerez píira saber cuántas botas se
lian llenado con el producto de la última cosecha, y qué precio pueden
tener, y qué ganancias han de resultar, para fegular el impuesto, porque no es buena base la declaración que ha dado el cultivador, ó el
mismo cosechero, ó el fabricante de los vinos.
Evidentemente d a r á n una carcajada homérica los dignos individuos
de la comision antigua de Códigos al ver cómo se les ha enmendado la
plana, por no haber incluido, en el capítulo de los falsos testimonios, el
que comete el contribuyente que no da noticias exactas á la administración de los productos de sus bienes ó industria.
Ya hemos dicho ántes que todo esto está previsto en los reglamentos
é instrucciones de Hacienda, que no se pueden ni se deben variar. Hoy
los propietarios dan una relación del producto de sus fincas y la a d ministración tiene derecho y forma expedientes y hasta los remite á
los juzgados oportunos cuando se ha cometido u n verdadero delito de
falsedad. El último de los ciudadanos está en aptitud de denunciar las
ocultaciones y pedir que el reparto se haga con más igualdad, porque
en efecto, es m u y común que al pobre propietario forastero se le cargue
la mano, saliéndole la contribución al treinta ó al treinta y cinco por
ciento.
Como no nos guia m á s que un gran"espiritu de rectitud, quisiéramos engañarnos con la antigua comision de Códigos, siendo entonces
disculpable nuestro error con t a n buena compañía; y que ese a r t í c u lo 331, en vez de producir males, llenaría las arcas del Tesoro sin gran
detrimento de los ciudadanos. Mas si no es así, no dudamos que en el
D E L CÓDIGO
'PENAL
131
Parlamento se levantará alguna voz autorizada que consiga la total supresión de ese artículo, dejando el capítulo de falsos testimonios como
estaba en el antiguo Código.
Al propio tiempo admitimos la justa disminución de las penas que
se hace en los distintos artículos, del mismo capítulo, y sobre cuyo extremo ensalzaremos hasta laS nubes á los reformadores del Código.
Véase cómo, al lado de una censura fuerte, no encontramos palabras
bastante significativas para ponderar el tino y prudencia con que en la
mayor parte de los casos se han disminuido las penas.
CAPÍTULO VIL
DE LA USURPACION DH F U N C I O N E S , CALIDAD
NOMBRES,
TRACES,
INSIGNIAS Y
Y T Í T U L O S Y USO INDEBIDO DE
CONDECORACIONES.
Artículo 342.
«El que sin título ó causa legítima ejerciere actos propios
de una autoridad ó funcionario público, atribuyéndose carácter oficial, será castigado con la pena de prisión correccional
en sus grados mínimo y medio.»
Artículo 343.
«El que atribuyéndose la cualidad de profesor ejerciere públicamente actos propios de una facultad que no pueda ejercerse sin título oficial, incurrirá en la pena de arresto mayor
en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo.»
Articulo 344.
«El que usurpare carácter que habilite para el ejercicio
de los actos propios de los ministros de un culto que tenga
prosélitos en España ó ejerciere dichos actos, incurrirá en la
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
pena de arresto mayor en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo.»
Artículo "345.
«El que usare y públicamente se atribuyere títulos de nobleza que no le pertenecieran, incurrirá en la multa de 250
á 2.500 pesetas.»
Artículo 346.
«El que usare públicamente un nombre supuesto, incurrirá en las penas de arresto mayor en sus grados mínimo y
medio y multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Cuaudo el uso del nombre supuesto tuviere por objeto
ocultar algún delito, eludir una pena ó causar algún perjuicio al Estado ó á los particulares, se impondrá al culpable las
penas de arresto mayor en sus grados medio y máximo y
multa de 150 á 1.500 pesetas.
»No obstante lo dispuesto en este artículo, el uso de nombre supuesto podrá ser autorizado temporalmente por la autoridad superior administrativa, mediando justa causa.»
Artículo 347.
«El funcionario público que en los actos propios de su
cargo atribuyere á cualquiera persona, en connivencia con
ella, títulos de nobleza ó nombre que no le pertenezcan, incurrirá en la multa de 150 á 1.500 pesetas.»
Articulo 348.
«El que usare pública é indebidamente uniforme ó trage
propios de un cargo que no ejerciera ó de una clase á que no
perteneciera, ó de un estado que no tuviera ó insignias ó condecoraciones que no estuviera autorizado para llevar, será
castigado con la pena de multa de 125 á 1.250 pesetas.»
131
D E L CÓDIGO ' P E N A L
COMENTARIO.
Eu este capitulo se encuentran tres artículos añadidos que están
m u y en su lugar. Es el primero la multa que se impone al que usare de
títulos nobiliarios que no le pertenecen. Nada indica tanto la flaqueza
de la humanidad como este prurito de distinguirse de los demás. Y cuidado que en España no es tan común esta manía como en otros países,
en (¡ue el deseo de llevar una cinta se ha extendido hasta las clases más
ínfimas.
Al abolirse las vinculaciones por la ley de 11 de Octubre de 1820,
se conservó, no sabemos si por burla, ó por respeto á la antigüedad, la
trasmisión de los títulos, lo cual no se concibe, si á ello no va inherent e una gran masa de riquezas. Los que reciben estas dignidades sin bienes podrán contraer enlaces ventajosos; pero lo natural es, ya hay m u chos ejemplos, que dentro de poco tiempo aquellas grandezas que r e presentaban las hazañas de ocho siglos, se encuentren sólo en la historia. Si esto es un mal ó u n bien, no corresponda examinarlo en los comentarios de un Código penal. Roma fué grande miéntras tuvo patricios. Venecia dominó los mares ínterin conservó á su Senado, ó Inglaterra es el primer pueblo del mundo, porque su aristocracia, que a d m i te á todas las clases del pueblo, dirige los asuntos públicos.
Está en su lugar el art. 345 del Código reformado, y la pena es proporcionada. Lo que hay que hacer es ponerla en práctica, porque andan
por esas tierras muchos que se llaman condes, marqueses y duques, sin
haber pagado el título de sucesión.
De más resultados prácticos es el art. 346, que castiga con arresto
mayor en sus grados mínimo y medio, y multa de 500 á 5.000 reales
la usurpación de nombre. Este delito es muy frecuente y oportunísima
su corrección.
La ley agrava la pena cuando esa usurpación tiene por objeto ocultar algún delito ó causar daño al Estado ó particulares. Nos parece bien
que esta d e m a s í a s e castigue con arresto mayor en sus grados medio y
máximo y multa de 150 á 1.500 pesetas.
Y no podemos concluir el comentario á este artículo sin llamar la
atención del lector sobre su última parte, en que se autoriza usar de
nombre supuesto por mandato de la autoridad superior administrativa.
He aquí u n salvoconducto para la policía, y por consiguiente la creación de delatores, cuya supresión en otros artículos ya la hemos hecho
notar; contradicción manifiesta que al propio tiempo viene á justificar
nuestras opiniones. La delación será odiosa, la policía merecerá las
críticas de los patriotas, pero sin estos elementos no se puede dirigir la
nave del Estado, y todos los gobiernos echau mano de dichos recursos.
22-2
APÉNDICE Á LOS
COMENTARIOS
Regularizarlos y 110 abusar de ellos, es la obra del hombre pensador.
Y concluye el capítulo con la adición d e otro artículo, que es el 347,
en que se castiga al funcionario q u e con s u connivencia p e r m i t e q u e
otro u s e de títulos nobiliarios. Está t a m b i é n en s u lugar esta sanción
penal.
Sobre las d e m á s disposiciones nos remitimos al antiguo Código, q u e
en los artículos 250 y siguientes h a b l a de la materia, y Pacheco en el
tomo II, folio 352 al 356 i n c l u s i v e .
TÍTULO V.
DE LA INFRACCION DE LAS LEYES SOBRE INHUMACIONES, DE LA
VIOLACION DE SEPULTURAS Y DE LOS DELITOS CONTRA
LA SALUD PÚBLICA.
CAPÍTULO I.
D E LA INFRACCION
DF. L A S L E Y E S
VIOLACION D E
SOBRE I N H U M A C I O N E S
Y DE
LA
SEPULTURAS.
Articulo 349.
«El que practicare ó hubiere hecho practicar una inhumación, contraviniendo á lo dispuesto por las leyes ó reglamentos respecto al tiempo, sitio y demás formalidades prescritas
para las inhumaciones, incurrirá en las penas de arresto mayor y multa de 150 á 1.500 pesetas.»
Artículo 350.
«El que violare los sepulcros ó sepulturas, practicando
cualesquiera actos que tiendan directamente á faltar al respeto debido á la memoria de los muertos, será condenado
con las penas de arrestó mayor y multa de 125 á 1.250 p e setas. »
COMENTARIO.
Nadie se atreverá á sostener que por el antiguo Código q u e d a r a n sin
castigo los que d e s e n t e r r a s e n á los m u e r t o s y no respetaran la paz d e la
D E L CÓDIGO
'PENAL
131
tumba. Podríamos citar algunos artículos adecuados al asunto, y m a s
de una ejecutoria en que se hicieron efectivas esas penas y reprimidos
esos atentados que no tienen nombre. No censuramos, sin embargo,
que se les haya señalado u n paraje separado, y que la pena sea de trascendencia. Por lo común estos desafueros se cometen para satisfacer
pasiones que no pueden dejarse sin correctivo, y bueno es acostumbrar
al pueblo á que rinda culto á la memoria de los que fueron.
El segundo artículo es el corolario del primer caso y prevé el que
nosotros hemos citado.
CAPÍTULO II.
DE LOS D E L I T O S CONTRA
LA SALUD
PÚBLICA.
Articulo 351.
«El que sin hallarse competentemente autorizado elaborare sustancias nocivas á la salud, ó productos químicos que
puedan causar grandes estragos para expenderlos, ó los despachare, ó vendiere, ó comerciare con ellos, será castigado
con las penas de arresto mayor y multa de 250 á 2.500 pesetas. »
Articulo 352.
«El que hallándose autorizado para el tráfico de sustancias que puedan ser nocivas á la salud, ó productos químicos
de la clase expresada en el artículo anterior, los despachare
ó suministrare, sin cumplir con las formalidades prescritas
en los reglamentos respectivos, será castigado con las penas
de arresto mayor y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Articulo 353.
«Los farmacéuticos que despacharen medicamentos deteriorados ó sustituyeren unos'por otros, ó los despacharen
sin cumplir con las formalidades prescritas en las leyes y reglamentos, serán castigados con las penas de arresto mayor
248
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo y multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Si por efecto del despacho del medicamento hubiere resultado la muerte de una persona, se impondrá al culpable la
pena de prisión correccional en sus grados medio y máximo
y la multa de 250 á 2.500 pesetas.»
Articulo 354.
«Las disposiciones de los dos artículos anteriores son aplicables á los que trafiquen con las sustancias ó productos expresados en ellos y á los dependientes de los farmacéuticos
cuando fueren los culpables.»
Articulo 355.
«El que exhumare ó trasladare los restos humanos con
infracción de los reglamentos y demás disposiciones de sanidad, incurrirá en la multa de 125 á 1:250 pesetas.»
Articulo 356.
«El que con cualquiera mezcla nociva á la salud alterare
las bebidas ó comestibles destinados al consumo público, ó
vendiere géneros corrompidos, ó fabricare ó vendiere objetos
cuyo uso sea necesariamente nocivo á la salud, será castigado con las penas de arresto mayor en su grado máximo á
prisión correccional en su grado mínimo y multa de 125 á
1.250 pesetas.
»Los géneros alterados y los objetos nocivos serán siempre inutilizados.»
Artículo 357.
«Se impondrá también la pena señalada en el artículo
anterior:
»1.° Al que escondiere ó sustrajere para vender ó comprar los efectos destinados á ser inutilizados ó desinfeccionados.
D E L CÓDIGO
'PENAL
131
»2.° Al que arrojare en fuente, cisterna ó rio, cuya agua
sirva de bebida, algún objeto que haga al agua nociva para
la salud.»
COMENTARIO.
Por más entusiastas que seamos de los adelantos de nuestro siglo,
forzoso será convenir que en materia de higiene pública son muy pocas las mejoras hechas. Aún están dudosos los hombres de gobierno y
los profesores de medicina si son necesarios, ó al menos útiles, los lazaretos; si especialmente las epidemias se evitan ó no con la incomunicación. Pero no es de esta gravísima cuestión de la que trata el Código,
sino del que en su comercio ó industria adulterare las sustancias con
detrimento de la salud de los que las compraren.
Cinco artículos consagraba el Código á reprimir tan grave daño, y
Pacheco se creyó obligado á comentar este capítulo del Código en diez
páginas desde el número 358 al 368 del tomo II. Los reformadores respetan el antiguo, y únicamente añaden algunas nuevas prevenciones,
como son penas á los que exhumaren cadáveres, al que escondiere ó
sustrajere los efectos destinados á ser inutilizados, y al que arrojare en
fuente, cisterna ó rio, que sirva de bebida, algún objeto que haga al
agua nociva.
¿Son convenientes y útiles estas adiciones? La primera creemos que
estaba ya previsto su castigo en varias disposiciones del antiguo Código. La segunda comprende casos que también habrían sido penados
por los tribunales. En cuanto á la tercera, su aplicación es sin duda
peligrosísima y nos vamos á permitir algunas consideraciones.
Arrojar en una fuente donde beben las caballerías algún objeto que
haga al agua nociva; echar esas mismas materias en una cisterna en
donde se conserva esa misma agua que sirve para todo un pueblo, es
sin duda u n crimen. ¿Pero se pueden envenenar las aguas de una f u e n te, se puede adulterar el precioso líquido que lleva u n rio, aunque su
corriente sea escasa? He aquí nuestras dudas; he aquí por qué los r e dactores del antiguo Código no quisieron sin duda hablar de estos d a ños, que muchas veces son imaginarios y no sirven más que para soliviantar á las muchedumbres. Aún estarán en la memoria de algunos
las turbaciones producidas en pueblos civilizados cuando se presentó
el cólera en Europa. Desde San Petersburgo á Madrid se atribuyó en los
primeros momentos la mortandad al envenenamiento de las aguas. Dias
de horror en que las malas pasiones atribuyó en Madrid ese incalificable delito á infelices religiosos, que inurieroji á manos de asesinos,
echando u n borron indeleble sobre la historia de la libertad política
de España.
Es absurda é inconcebible esa adulteración de las aguas corrientes,
22-2
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
y ó no debia haberse escrito ese artículo, ó debió redactarse de otro
modo. A los ríos va la inmundicia de todas las poblaciones, y hablar de
delitos porque á ellos se arrojen todos los venenos imaginables, es
echar la imaginación á volar creando fantasmas para combatirlas.
TÍTULO V I .
DE LOS JUEGOS Y RIFAS.
Articulo 358.
«Los banqueros y dueños de casas de juego de suerte,
envite ó azar, serán castigados con la pena de arresto mayor
y multa de 250 á 2.500 pesetas; y en caso de reincidencia,
con las de arresto mayor en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo y doble multa.
»Los jugadores que concurrieren á las casas referidas,
con las de arresto mayor en su grado mínimo y multa de 125
á 1.250 pesetas.
»En caso de reincidencia, con la de arresto mayor en su
grado medio y doble multa.»
Artículo 359.
«Los empresarios y expendedores de billetes de loterías ó
rifas no autorizadas, serán castigados con la pena de arresto
mayor en sus grados mínimo y medio y multa de 25 á 250
duros.
»Los que en el juego ó rifa usaren de medios fraudulentos
para asegurar la suerte, serán castigados como estafadores.»
Artículo 360.
«El dinero ó efectos y los instrumentos y útiles destinados al juego ó rifa, caerán en comiso.»
131
D E L CÓDIGO ' P E N A L
COMENTARIO.
No se hace m á s adición q u e la d e declarar q u e caen en comiso el
dinero y efectos destinados al juego. Reforma p r u d e n t e y sábia, que
como se pusiera e n ejecución, creemos q u e podria influir m u c h o en la
d i s m i n u c i ó n de este g r a n vicio d e la h u m a n i d a d .
El Código antiguo y el m o d e r n o , y el m i s m o Pacheco en s u tomo II,
página 385 á la 392, no d a n á este extravío, m á s q u e delito, la i m p o r tancia que tiene. Nosotros creemos q u e el legislador que h a y a d i s m i n u i d o el juego y la embriaguez, y regularizado las casas d e p r o s t i t u ción, merecerá m á s laureles q u e todos los oradores y militares y escritores de utopias irrealizables.«Son t r e s e n f e r m e d a d e s sociales d e difícil
curación y dignas del estudio del filósofo: Nosotros no decimos m á s ,
p o r q u e no nos creemos competentes, y porque el tiempo nos apremia
p a r a acabar este Apéndice.
No concluiremos este capítulo s i n a d v e r t i r q u e en el nuevo Código
se h a suprimido el capítulo VI q u e t r a t a b a de la vagancia y m e n d i c i d a d , c u y a s calificaciones no q u i s i é r a m o s v e r j u n t a s , p o r q u e la primera
es m u c h a s veces, ó u n vicio ó u n delito, y la segunda no representa
generalmente más que g r a n d e s infortunios.
Nos parece bien q u e se h a y a s u p r i m i d o esa parte del Código sin
perjuicio d e h a b l a r d e la vagancia y á u n del mendigo d e oficio en su
l u g a r oportuno.
TÍTULO VII.
DE LOS DELITOS DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS EN EL E.TERCICIO
DE SUS CARGOS.
C A P Í T U L O
I .
PREVARICACION.
Artículo
361.
«El juez que, á sabiendas, dictare sentencia injusta contra
el reo, en causa criminal por delito, incurrirá en la pena impuesta por la sentencia, si ésta se hubiere ejecutado, y ademas en la dé inhabilitación temporal absoluta en su grado
máximo á inhabilitación perpétua absoluta.»
22-2
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
Articulo 362.
«El juez que, á sabiendas, dictare sentencia injusta en contra del reo, cuando ésta no hubiere llegado á ejecutarse, será
castigado con la pena inmediatamente inferior en grado á la
que en la sentencia injusta hubiere interpuesto siendo el delito
grave, y con la inmediatamente inferior en dos grados á la
que hubiere impuesto, si el delito fuere ménos grave.
»En todos los casos de este artículo se impondrá también
al culpable la pena de inhabilitación temporal especial en su
grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
Artículo 363.
«Si la sentencia injusta se dictare á sabiendas contra el
reo en juicio sobre falta, las penas serán las de arresto mayor
é inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
Articulo 364.
«El juez que, á sabiendas, dictare sentencia injusta, en
causa criminal, á favor del reo, incurrirá en la pena de prisión
correccional en sus grados mínimo y medio é inhabilitación
temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial, si la causa fuere por delito grave; en la de arresto mayor en su grado máximo á prisión correccional en su
grado mínimo é igual inhabilitación, si la causa fuere por delito ménos grave, y en la de arresto mayor en su grado mínimo y suspensión, si fuere por falta.»
Articulo 365.
«El juez que, á sabiendas, dictare sentencia injusta en
causa civil, incurrirá en las penas de arresto mayor en su grado
medio á prisión correccional en su grado mínimo é inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación
perpétua especial.»
del
código ' p e n a l
131
Artículo 366.
«El juez que, por negligencia ó ignorancia inexcusables,
dictare en causa civil ó criminal sentencia manifiestamente
injusta, incurrirá en la pena de inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación especial perpétua.»
Articulo 367.
«El juez que, á sabiendas, dictare providencia interlocutoria injusta, incurrirá en la pena de suspensión.»
Artículo 368.
«El juez que se negare á juzgar, so pretexto de oscuridad,
insuficiencia ó silencio de la ley, será castigado en la pena
de suspensión.
»En la misma pena incurrirá el juez culpable de retardo
malicioso en la administración de justicia.»
Artículo 369.
«El funcionario público que, á sabiendas, dictare ó consultare providencia ó resolución injusta en negocio contencioso-administrativo, ó meramente administrativo, incurrirá
en la pena de inhabilitación temporal especial en su grado
máximo á inhabilitación perpétua especial.
»Con la misma pena será castigado el funcionario público
que dictare ó consultare, por negligencia é ignorancia inexcusables, providencia ó resolución manifiestamente injusta
en negocio contencioso-administrativo, ó meramente administrativo. »
Articulo 370.
«El funcionario público que, faltando á la obligación de
su cargo, dejare maliciosamente de promover la persecución
y castigo de los delincuentes, incurrirá en la pena de inha-
2S4
APÉNDICE
k
LOS
COMENTARIOS
bilitacion temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
Artículo 371.
«Será castigado con u n a multa de 250 á 2.500 pesetas el
abogado ó procurador que, con abuso malicioso de su oficio,
ó negligencia ó ignorancia inexcusables, perjudicare á su
cliente ó descubriere sus secretos, habiendo de ellos tenido
conocimiento en el ejercicio de su ministerio.»
Articulo 372.
«El abogado ó procurador que, habiendo llegado á tomar
la defensa de una parte, defendiere despues, sin su consentimiento, á la contraria en el mismo negocio, ó la aconsejare,
será castigado con las penas cLe inhabilitación temporal especial y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
No hay Código alguno que no se ocupe extensamente de este ramo
importante de la administración de justicia. Todas las leyes serán una
letra muerta, si los encargados de aplicarlas no tienen moralidad á toda
prueba, instrucción no común y una actividad infatigable.
El antiguo Código dedica siete artículos á los delitos cometidos por
los empleados públicos, y Pacheco los comenta desde el folio 393 al 414
del tomo II. El nuevo Código no es tan lacónico, y explica en once a r tículos muchos de los casos en que el juez puede prevaricar.
En uno y otro Código se parte siempre de la base que la sentencia
injusta se ha de d a r á sabiendas, ya absolviendo, ya condenando al reo,
porque aunque el a r t . 366 habla de la negligencia é ignorancia, añade
en seguida el adjetivo inexcusables.
No podia menos de dejarse al arbitrio de los superiores tribunales
la decisión de la culpabilidad ó inculpabilidad de los juzgadores. De
otro modo sería imposible la administración de justicia. El entendimiento humano es limitado y no puede exigírsele el dón de la infalibilidad.
Aunque no sea nuestro terreno, porque todas esas disposiciones es-
del
código
penat
26 I
tán perfectamente explicadas y comentadas por Pacheco, siempre nos
hemos de tomar alguna licencia. En el art. 368 se dice que incurrirá
en pena el juez culpable de retardo malicioso en la administración de
justicia. Nosotros hubiéramos querido que el legislador hubiera sido
m á s exigente penando el abandono en que incurren bastantes jueces,
ya sea por flojedad, ya por excesivo trabajo, dejando sin practicar d i ligencias para la pronta conclusión de las causas y pleitos y áun para
sentenciarlos. Hemos tenido en nuestra larga práctica bastantes ejemplares de no haberse dado sentencia, despues de concluso u n pleito ó
causa, en dos, tres y hasta seis meses, excusando esta demora con las
muchas y notorias ocupaciones del juez, que tenia buen cuidado de
consignarlo así, en diligencias puestas en pleitos y procesos. Alguna
vez ha solido el tribunal superior hacer prevenciones y hasta apercibimientos, pero esto no basta ni corrige el mal, habiendo caido en desuso lo que las leyes determinan sobre el término en que se han de dar
las sentencias. Si para la sustanciacion de u n sumario no hay plazo
lijo, porque esto depende de la mayor ó menor investigación que deba
hacerse hasta el descubrimiento del delito en todas sus ramificaciones
y del autor y sus cómplices, al menos que al elevarse las causas á plenario, se sigan con rapidez.
Hemos censurado el prurito de concluir algunos procesos famosos
en diez ó doce dias para que el delincuente sufriera la pena ántes de
u n mes, como alguna vez ha acontecido. Pero entre esa precipitación,
no dejando tiempo ni áun á la defensa, y la demora de meses y meses
para sentenciar causas de delitos comunes y relativamente pequeños,
hay u n término medio que evite las murmuraciones contra la administración de justicia.
Podrá esto conseguirse en lo criminal con una buena ley de procedimientos; pero no se conseguirá tan laudable fin si no se separa el conocimiento de las causas y pleitos, como lo estuvo por nuestra antigua
legislación.
C A P Í T U L O 11.
INFIDELIDAD EN LA CUSTODIA
DE PRESOS.
Articulo 373.
«El funcionario público culpable de connivencia en la
evasión de un preso cuya conducción ó custodia le estuviere
confiada, será castigado;
296
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
»1.° E n el caso de que el fugitivo se hallare condenado
por ejecutorias en alguna pena, con la inferior á ésta en dos
grados y con la de inhabilitación temporal especial en su
grado máximo á inhabilitación perpétua especial.
»2.° Con la pena inferior en tres grados á la señalada
por la ley al delito por el cual se hallare procesado el fugitivo, sii no se le hubiere condenado por ejecutoria, y con la de
inhabilitación especial temporal.
Articulo 374.
«El particular que, hallándose encargado de la conducción ó custodia de un preso ó detenido, cometiere alguno de
los delitos expresados en el artículo precedente, será castigado con las penas inmediatamente inferiores en grado á las
señaladas al empleado público.»
COMENTARIO.
Absolutamente se ha hecho innovación alguna en los artículos 276,
277 y 278 del antiguo Código, comentados por Pacheco desde el folio 414 al 420 del tomo II, cuyo estudio, como siempre, recomendamos.
CAPÍTULO III.
INFIDELIDAD
UN LA CUSTODIA
DE
DOCUMENTOS.
Artículo 375.
«El funcionario público que sustrajere, destruyere ú ocultare documentos ó papeles que le estuvieren confiados por
razón de su cargo, será castigado:
»1.° Con las penas de prisión mayor y multa de 250 á
2.500 pesetas, siempre que del hecho resultare grave daño de
tercero ó de la causa pública.
»2.° Con las de prisión correccional en sus grados mínimo
DEL
CÓDIGO
257
PENAL
y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas cuando no fuere grave el daño de tercero ó de la causa pública.
»En uno y otro caso se impondrá ademas la pena de inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
Artículo 376.
«El funcionario público que teniendo á su cargo la custodia de papeles ó efectos sellados por la autoridad, quebrantare los sellos ó consintiere en su quebrantamiento, será castigado con las penas de prisión correccional en su grado mínimo y medio, inhabilitación temporal especial en su g r a do máximo á inhabilitación perpétua especial y multa de 250
á 2.500 pesetas.»
Artículo 377.
«El funcionario público que no estando comprendido en
el artículo anterior, abriere ó consintiere abrir, sin la autorización competente, papeles ó documentos cerrados cuya custodia le estuviere confiada, incurrirá en las penas de arresto
mayor, inhabilitación temporal especial y multa de 125 á
1.250 pesetas.
»Las penas designadas en los tres artículos anteriores son
aplicables también á los eclesiásticos y á los particulares encargados accidentalmente del despacho ó custodia de documentos ó papeles por comision del Gobierno, ó de funcionarios á quienes hubieren sido confiados aquéllos por razón de
su cargo.»
COMENTARIO.
Igualmente está trascrito este capítulo, sin más pequeña variación
que alguna leve diferencia en la imposición de penas. Trataba de esta
materia el antiguo Código desde el art. 278 al 28 I inclusive, y los comenta Pacheco desde el folio 420 al 420 del tomo II. A nosotros no nos
toca más que adherirnos á las apreciaciones de este jurisconsulto sobre
punto tan importante, porque no pocas veces causa la ruina de una
familia el extravio de los documentos de su propiedad.
APÉNDICE
17
262 a p é n d i c e á l o s c o m e n t a
bIos
CAPÍTULO IV.
DE LA
VIOLACION
DE SECHETOS.
Artículo 378.
«El funcionario público que revelare los secretos de que
tenga conocimiento por razón de su oficio ó entregare indebidamente papeles ó copia de papeles que tenga á su cargo y
no deban ser publicados, incurrirá en las penas de suspensión
en su grado mínimo y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Si de la revelación ó de la entrega de papeles resultare
grave daño para la causa pública, las penas serán de inhabilitación especial temporal en su grado máximo á inhabilitación especial perpétua y prisión correccional en sus grados
medio y máximo.»
Artículo 379.
«El funcionario público que sabiendo por razón de su cargo los secretos de un particular los descubriere, incurrirá en
las penas de suspensión, arresto mayor y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
COMENTARIO.
Poco ó nada tenemos que decir sobre este capítulo que está comentado por Pacheco desde el folio 427 al 434 del tomo II. Unicamente nos
permitimos advertir que se ha suprimido sin razón la segunda parte
del art. 284 que penaba el descubrimiento de los secretos hechos por
algún hombre de profesion perjudicando á su cliente.
C A P Í T U L O V.
DESOBEDIENCIA Y DENEGACION DE
AUXILIO.
Artículo 380.
«Los funcionarios judiciales ó administrativos que se negaren abiertamente á dar el debido cumplimiento á sentencias,
D E L CÓDIGO P E N A L
259
decisiones ú órdenes de autoridad superior, dictadas dentro
de los límites de su respectiva competencia y revestidas de
las formalidades legales, incurrirán en las penas de inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial y multa de 150 á 1.500 pesetas.
»Sin embargo de lo dispuesto en el párrafo anterior, no
incurrirán en responsabilidad criminal los funcionarios públicos por no dar cumplimiento á un mandato administrativo que constituya una infracción manifiesta, clara y terminante de un precepto constitucional.
«Tampoco incurrirán en responsabilidad criminal los funcionarios públicos constituidos en autoridad que no den cumplimiento á un mandato de igual clase, en el que se infrinja
manifiesta, clara y terminantemente, cualquiera otra ley.»
Artículo 381.
«El funcionario que habiendo suspendido por cualquier
motivo, que no fuere de los expresados en el segundo párrafo
del artículo anterior, la ejecución de las órdenes de sus superiores, las desobedeciere despues que aquéllas hubieran desaprobado la suspensión, sufrirá la pena de inhabilitación perpétua especial y prisión correccional en sus grados mínimo
y medio.»
Artículo 382.
«El funcionario público que, requerido por autoridad
competente, no prestare la debida cooperacion para la administración de justicia ú otro servicio público, incurrirá en la
pena de suspensión en sus grados mínimo y medio y multa
de 125 á 1.250 pesetas.
»Si de su omision resultare grave daño para la causa pública ó á un tercero, las penas serán de inhabilitación perpétua especial y multa de 150 á 1.500 pesetas.»
Articulo 383.
«El que rehusare ó se negare' á desempeñar un cargo pú-
262
apéndice
á
los
c o m e n t a bios
blico de elección popular, sin presentar ante la autoridad que
corresponda excusa legal, ó despues que la excusa fuere desatendida, incurrirá en la multa de 150 á 1.500 pesetas.
»En la misma pena incurrirá el jurado que voluntariamente dejare de desempeñar su cargo sin excusa admitida, y
el perito y el testigo que dejaren también voluntariamente
de comparecer ante un tribunal á prestar sus declaraciones
cuando hubieren sido oportunamente citados al efecto.»
COMENTARIO.
El antiguo Código trata en los capítulos V y VI de esta materia, la
cual comenta Pacheco desde el folio 434 al 440 inclusive del tomo 11.
El nuevo Código amplifica más la doctrina y aumenta la penalidad pecuniaria en algunos casos y la disminuye en otros.
Añade un articulo imponiendo 150 á -1.500 pesetas al que se negare
á desempeñar un cargo público de elección popular, ser jurado ó comparecer como testigo ó perito cuando hubiera sido llamado á declarar
por el juez.
A medida que adelantamos en este ímprobo é ingrato trabajo, r e cordamos la máxima profunda que leímos en nuestros primeros años
de estudios legales. Para ser buen criminalista es necesario tener extensos conocimientos sobre la mayor parte de los ramos del saber h u mano, los cuales por desgracia nos faltan, y por nuestro atrevimiento,
al emprender esta obra, tenemos que seguir pidiendo perdón á n u e s tros lectores.
líe aquí un artículo que parece insignificante, y sin embargo, e n traña una gran cuestión constitucional al par que jurídica.
Antes de abordarla', nos parece que no son idénticos los casos del
testigo y perito que se niegan á comparecer ante la autoridad judicial,
y el que se resiste á ser alcalde ó individuo de ayuntamiento, ó no
quiere ser juez de lo que no entiende.
Sobre el primer caso no puede ocurrir duda alguna, porque desde
los más remotos tiempos es obligatorio en causa criminal prestar declaración de lo que se ha visto ú oido. Si no fuera así, se haria imposible
el castigo de los delitos; y no sólo aplaudimos el citado art. 383, en lo
que se refiere á los testigos y peritos, sino que es necesario recomendar
á los maestros de primera enseñanza y á los curas párrocos, que influyan de la manera que pueden hacerlo en el ánimo de nuestro pueblo
para destruir esa bárbara costumbre de no decir la verdad al tribunal.
Hemos intervenido en muchos procesos en que se perseguía á los autores de muertes ó heridas ó de otros delitos cometidos á la presencia de
d e l código
penat
26 I
treinta ó cuarenta personas; y señalándose con el dedo á los delincuentes, del sumario no resultaba ningún cargo directo contra ellos. Estamos, pues, conformes en que la ley debe ser inflexible, y que es u r gente poner pronto y radical remedio á este mal de tanta trascendencia.
¿Pero se halla en el mismo caso el individuo que no quiere ser,
v. gr., diputado provincial ó juez para sentenciar periódicos, cuando
apenas sabe escribir? Y citamos este ejemplo, y no el de sentenciar causas criminales, porque confiamos en que la Providencia no enviará esta
plaga sobre España. Si hoy la administración de justicia en lo penal es
perezosa y deja mucho que desear, el dia que nuestros infelices labradores sean llamados á calificar los delitos con la fórmula de culpable ó
no culpable, ya se puede poner un letrero á nuestros presidios diciendo: esta casa se alquila.
Pero viniendo al caso práctico de la renuncia de los cargos populares, también nos atrevemos á decir que en esto la ley es algo tiránica.
La alta función de representante del país es renunciable; ¿por qué no
lo ha de ser la elección de Concejal ó Diputado provincial? Cuando todo
u n pueblo recurre á una persona y en él deposita su confianza, no hay
nadie que tenga tan poco patriotismo que no se preste á dispensar á sus
vecinos los servicios que le exija. Coneste motivo recordamos que despues de los graves sucesos del año 56 y habiéndose disuelto el Ayuntamiento de Madrid, se eligió de Real orden y obligatoriamente á los Concejales que interinamente habían de componer el Ayuntamiento. Las
circunstancias eran dificilísimas por el estado de las pasiones, y más
principalmente porque el pan y los primeros alimentos estaban á u n
precio subidísimo. Treinta y tantas personas, los primeros capitalistas
de Madrid, y el ménos digno, el autor de estas líneas, elegido síndico,
nos presentamos en las Casas Consistoriales decididos á resistir esa elección. Sin embargo, la voz del deber pudo más en nosotros; y protestando no mezclarnos por nada en las cuestiones políticas, fuimos Concejales ocho ó diez meses, surtimos á Madrid abundantemente de a r tículos de primera necesidad, y las actas de aquel Ayuntamiento ilegal
forman su apología.
Pues bien; y pidiendo perdón por este episodio, insistimos en que
no es ni puede ser delito, ni ménos merecer pena, resistirse á desempeñar el cargo de Concejal, Jurado, etc. Entren en posesion de estos cargos los que quieran y se consideren con aptitud bastante para ejercer
tales funciones. Déjese al honrado padre familia que cuide de sus hijos
y de su hacienda.
Podrá en ocasiones dadas producir estos males; pero no se evitarán
con el sambenito de una multa. Si Moliere escribió su Médico á palos,
nuestros poetas podrán también escribir El Alcalde á la fuerza, personaje risible, y que en todo caso se dejaría dominar por el Fiel de fechos.
Cuando la España esté en su asiento y hayan desaparecido los Gobiernos dé partido, los hombres más respetables por su mérito, posi-
262
apéndice
Á los
COMENTA b i o s
cion y virtud, se presentarán á desempeñar los encargos de sus comitentes. Si esto no se verifica, no ha de venir el remedio de la sección
penal del art. 383.
CAPÍTULO VI.
ANTICIPACION,
PROLONGACION Y ABANDONO DE FUNCIONES
PÚBLICAS.
Articulo 384.
«El que entrare á desempeñar un empleo ó cargo público
sin haber prestado en debida forma el juramento ó fianza requeridas por las leyes, quedará suspenso del empleo ó cargo
hasta que cumpla con las formalidades respectivas, é incurrirá en la multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Artículo 385.
«El funcionario público que continuare ejerciendo su empleo, cargo ó comision despues que debiere cesar conforme á
las leyes, reglamentos ó disposiciones especiales de su ramo
respectivo, será castigado con las penas de inhabilitación especial temporal en su grado mínimo y multa de 125 á 1.250pesetas.»
Articulo 386.
«El funcionario culpable de cualquiera de los delitos penados en los dos artículos anteriores que hubiere percibido algunos derechos ó emolumentos por razón de su cargo ó comision ántes de poder desempeñarlo ó despues de haber debido
cesar en él, será ademas condenado á restituirlos con la multa del 10 al 50 por 100 de su importe.»
Artículo 387.
« El funcionario público, que sin habérsele admitido la re-
del
código
'penal
131
nuncia de su destino, lo abandonare, con daño de la causa
pública, será castigado con la pena de suspensión en sus grados medio y máximo.
»Si el abandono de destino se hiciere para no impedir, no
perseguir, ó no castigar cualquiera de los delitos comprendidos en los títulos I y II del libro segundo de este Código, se
impondrá al culpable la pena de prisión correccional en su
grado mínimo al medio, y la de arresto mayor, si tuviere por
motivo el no impedir, no perseguir ó no castigar cualquiera
otra clase de delito.»
COMENTARIO.
Se lia dado bastante latitud á este capítulo, que en el antiguo Código se titula denegación de auxilio y abandono de destino, y que sólo
contiene los artículos 288 y 289, los cuales brevemente comenta Pacheco en las páginas 239 á la 242 inclusive del tomo II.
No nos parece mal la adición, aunque lo que se dice sobre prestar
juramento tiene cierto sabor á cuestiones del momento con el clero.
Creemos, á pesar de todo, que el agraciado seglar ó eclesiástico, con
u n empleo ó cargo público, se prestará gozoso á j u r a r lo que le exija el
gobierno, porque de otro modo renunciaría el cargo.
Está bien mandado que sufra pena el empleado que hubiere cesado
en su destino y sin embargo siguiera desempeñándole, así como si este
abandono tuviera por objeto impedir que se castigara algún delito, en
cuyo caso incurre en gravísima responsabilidad y está bien que se le
imponga prisión correccional en su grado mínimo al medio.
CAPÍTULO VII.
USURPACION DE ATRIBUCIONES V NOMBRAMIENTOS ILEGALES.
Articulo 388.
«El funcionario público que invadiere las atribuciones del
poder legislativo, ya dictando reglamentos ó disposiciones
generales, excediéndose de sus atribuciones, ya derogando ó
264
APÉNDICE Á LOS
COMENTAMOS
suspendiendo la ejecución de una ley, incurrirá en la pena
de inhabilitación temporal especial y multa de 150 á 1.500
pesetas.»
Articulo 389.
«El juez que se abrogase atribuciones propias de las autoridades administrativas ó impidiere á éstas el ejercicio legítimo de las suyas, será castigado con la pena de suspensión.
»En la misma pena incurrirá todo funcionario del orden
administrativo que se abrogare atribuciones judiciales ó impidiere la ejecución de una providencia ó decisión dictada
por juez competente.»
Articulo 390.
«El funcionario público que, legalmente requerido de inhabilitación, continuare procediendo ántes que se decida la
contienda jurisdiccional, será castigado con la multa de 125
á 1.250 pesetas.»
Articulo 391.
«Los funcionarios administrativos ó militares que dirigieren órdenes ó intimaciones á una autoridad judicial, relativas á causas ó negocios cuyo conocimiento ó resolución sean
de la exclusiva competencia de los tribunales de justicia, incurrirán en las penas de suspensión en su grado mínimo y
medio y multa de 250 á 2.500 pesetas.»
Articulo 392.
«El eclesiástico que, requerido por el tribunal competente, rehusare remitirle los autos pedidos para la decisión de
un recurso de fuerza interpuesto, será castigado con la pena
de inhabilitación temporal especial.
»La reincidencia se castigará con la de inhabilitación
perpétua especial.»
tH'l. OÓDtfiO P E N A t
Articulo 393.
«El funcionario público que, á sabiendas, propusiere ó
nombrare para cargo público persona en quien no concurran
los requisitos legales, será castigado con la pena de suspensión y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Puede decirse que este capítulo es enteramente nuevo. En el a n t i guo Código no existe más que un artículo, que es el 290, y el comentario de Pacheco también es corto.
No diremos que un espíritu de desconfianza ha dictado tantas y tan
distintas disposiciones en que se comprenden las innovaciones que
puede hacer el funcionario público, ya sea autoridad judicial, ya a d ministrativa, ya eclesiástica, ya militar.
Ningún hombre de ley puede oponerse á que se penen los excesos
dó los que han recibido la misión do mandar á los demás, sea cualquiera su jerarquía. Pero la prudencia aconseja que en casos tales el
legislador marche con pies de plomo. La presunción debe estar siempre á favor de la autoridad y no debe exponérsela á que cualquier díscolo y desobediente lance una denuncia y promueva un proceso contra
el que no hizo otra cosa que cumplir con su deber.
Pacheco dice en su comentario al art. 290, que la palabra á sabiendas es de difícil probanza. Convenimos en la apreciación; pero esa es la
salvaguardia del gran principio de respeto á la autoridad. En el momento que se traten de aquilatar los grados de prudencia y oportunidad de un precepto cualquiera, ese principio cae por tierra. Juzgue la
opinion publica; aprecie el Gobierno el proceder de sus subalternos;
pero no se sujeten nunca á u n proceso criminal las rectas intenciones,
como el error no se baya cometido á sabiendas ó con supina ignorancia, porque la culpa lata deben prestarla las autoridades. Pero penar
las competencias que se promovieren con más ó ménos razón, y exigir
en todos los casos responsabilidades, cuando hubiera u n motivo de
justa resistencia, sobre aventurado, nos parece peligroso. Creemos, por
lo tanto, que esos miramientos deben interpretarse estrictamente, y
aplicarse esas penas en los solos casos de proceder á sabiendas el f u n cionario público, ó con supina ignorancia.
272 a p é n d i c e A l o s
comentarios
CAPÍTULO VIH.
ABUSOS CONTRA LA
HONESTIDAD.
Artículo 394.
«El funcionario público que solicitare á una mujer que
tenga pretensiones pendientes de su resolución, ó acerca de
las cuales tenga que evacuar informe ó elevar consulta, á su
superior, será castigado con la pena de inhabilitación temporal especial.»
Articulo 395.
«El alcaide que solicitare á una mujer sujeta á su guarda, será castigado con la pena de prisión correccional en sus
grados medios al máximo.
»Si la solicitada fuere esposa, hija, hermana ó afin en los
mismos grados de persona que tuviere bajo su guarda, la
pena será prisión correccional en sus grados mínimo al medio.
»En todo caso incurrirá ademas en la de inhabilitación
temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
COMENTARIO.
Este capítulo es completamente nuevo; pero no por eso diremos
nosotros quedaran impunes por el antiguo Código los hechos que castiga. Por lo demás, y siendo desgraciadamente bastante comunes esos
escandalosos abusos, justo es que encuentre su castigo determinado.
Hemos visto tantas veces á esas desgraciadas mujeres arrastrarse por
las dependencias de los tribunales, dispuestas á todo por librar á sus
esposos é hijos y amantes de una pena merecida, que nuestra indignación ha sido mayor cuando ha llegado á nuestra noticia que se ha abusado de su inmensa desgracia. Aunque pocas veces se hará efectiva la
pena de los dos artículos de este capítulo, nosotros le damos la más
plena aprobación.
dbi. cópifíü
pe.vaí.
CAPÍTULO IX.
COHECHO.
Artículo 396.
«El funcionario público que recibiere por sí ó persona
intermedia, dádiva ó presente, ó aceptare ofrecimientos ó promesas por ejecutar un acto relativo ál ejercicio de su cargo
que constituya delito, será castigado con las penas de presidio correccional en su grado mínimo al medio y multa del
tanto al triplo del valor de la dádiva, sin perjuicio de la pena
correspondiente al delito cometido por la dádiva ó promesa si
la hubiere ejecutado.»
Articulo 397.
«El funcionario público que recibiere por sí ó persona
intermedia dádiva ó presente, ó aceptare ofrecimiento ó promesa por ejecutar un acto injusto relativo al ejercicio de su
cargo, que no constituya delito y que lo ejecutare, incurrirá
en la pena de presidio correccional en su grado mínimo y medio y multa del tanto al triplo del valor de la dádiva; si el
acto injusto no llegare á ejecutarse, se impondrán las penas
de arresto mayor en su grado máximo á presidio correccional
en su grado mínimo y multa del tanto al duplo del valor de
la dádiva.»
Articulo 398.
« Cuando la dádiva recibida ó prometida tuviere por objeto
abstenerse el funcionario público de un acto que debiera practicar en el ejercicio de los deberes de su cargo, las penas serán de arresto mayor en su grado medio al máximo y multa
del tanto al triplo del valor de aquélla.»
262
apéndice
á
los
comenta
bIos
Articulo 399.
«Lo dispuesto en ios artículos precedentes tendrá aplicación á los jurados, árbitros, arbitradores, peritos, hombres
buenos ó cualesquiera personas que desempeñaren un servicio público.»
Articulo 400.
«Las personas responsables criminalmente de los delitos
comprendidos en los artículos anteriores incurrirán, ademas
de las penas en ellos impuestas, en la de inhabilitación especial temporal.»
Articulo 401.
«El funcionario público que admitiere regalos que le fueren presentados en consideración á su oficio, será castigado
con la suspensión en sus grados mínimo y medio y reprensión
pública.»
Articulo 402.
«Los que con dádivas, presentes, ofrecimientos ó promesas
corrompieran á los funcionarios públicos, serán castigados
con las mismas penas que los empleados sobornados, ménos
la de inhabilitación.»
Articulo 403.
«Cuando el soborno mediare en causa criminal en favor
del reo, por parte de su cónyuge ó de algún ascendiente, descendiente, hermano ó afin en los mismos grados, sólo se impondrá al sobornante una multa equivalente al valor de la dádiva ó promesa.»
Artículo 404.
«En todo caso las dádivas ó presentes serán decomisados.»
del
código penat
26 I
COMENTARIO.
Autes de.eutrar en el examen de este capítulo, debemos decir que
el antiguo Código contenia otros cinco que se titulaban: abusos contra
particulares, abusos de los eclesiásticos en el ejercicio de sus funciones,
usurpación de atribuciones, prolougacion y anticipación indebidas de
funciones públicas y disposición general á los capítulos precedentes de
este título. Estos cinco delitos se explican y desenvuelven desde el
art. 291 hasta el 313 inclusive del Código viejo. Pacheco discurre sobre
ellos y los explica desde la pág. 443 hasta la 489 del tomo II.
¿Han cometido los reformadores la falta imperdonable de hacer caso
omiso de estos delitos, suponiendo que no merecen el título de tales?
No les haremos nosotros semejante injuria, ha causa de esa omisioa
consiste en que esos mismos hechos han sido ya caracterizados en otros
pasajes del Código. Sobre abusos contra particulares puede examinarse
todo lo que hemos dicho sobre derechos individuales y sobre las penas
que merecen los funcionarios públicos que abusan de su ministerio. No
se ocupa el Código de los abusos de los eclesiásticos, pero siempre tienen sus actos sanción penal, cuando desempeñan sus funciones como
autoridades ó empleados en el concepto de la ley. Sobre exceso de las
autoridades, prolongacíon y anticipación de sus funciones dice demasiado el nuevo Código en los últimos artículos que hemos comentado.
Está bien hecha la supresión de esos capítulos, y pasemos al de cohecho que le sigue.
Es más clara la redacción del nuevo Código y abraza muchas más
materias que el antiguo. No nos parece oportuno descender á detalles,
porque entonces nuestro trabajo no se podría comprender en un tomo.
Pacheco habla del cohecho desde la pág. 490 á la 504 inclusive del
tomo IL
Los artículos del nuevo Código están bien claros y en ellos pueden
troquelar los jueces cuantos casos ocurran. Por desgracia este es u n
delito que, aunque común en los tiempos azarosos que corremos, pocas
veces se ve penado. Su correctivo, más que en las leyes, debe buscarse
en la opinion pública. Por esos mundos andan mil concusionarios que
hacen hasta gala de sus estafas, ó por lo menos las ostentan, y la opinion está tan pervertida que ninguno se niega á dar la mano á semejantes malvados. El Código penal no será el que ponga coto á tantas demasías. El siglo actual está metalizado; y miéntras el principio moral
no sea la base de las acciones humanas, las leyes serán impotentes y
estarán escritas en los Código; pero quedarán sin uso.
Si se abren nuestros antiguos Códigos se verá que el cohecho ha
sido castigado severamente y en todos los tierhpos. Pero esos mismos
antecedentes sirven de desengaño en el momento que se demuestra
262
apéndice
á
los
c o m e n t a bios
que pocos, muy pocos funcionarios públicos han sido condenados por
este feo delito. Quisiéramos engañarnos en nuestras predicciones, y
que la inserción de esos artículos sirviera en primer lugar para corregir el mal y para crear una planta de buenos empleados, lo cual no se
verá ni por nuestros hijos y nietos. Interin se escalen los destinos por
el solo merecimiento de tener más ó menos pronunciadas ciertas ideas
políticas, servirá de poco que en el Código actual se castigue con presidio correccional al funcionario público que recibiere dádivas, presentes, ó se dejare sobornar por cualquiera clase de ofrecimientos ó
promesas.
CAPÍTULO X.
MALVERSACION DE CAUDALES
PÚBLICOS.
Articulo 405.
«El funcionario público que, por razón de sus funciones,
teniendo á su cargo caudales ó efectos públicos, los sustrajere ó consintiere que otros los sustraigan, será castigado:
»1.° Con la pena de arresto mayor en su grado máximo
á presidio correccional en su grado mínimo si la sustracción
no excediere de 50 pesetas.
»2.° Con la de presidio correccional en sus grados medio
y máximo si excediere de 50 y no pasare de 2.500.
»3.° Con la de presidio mayor si excediere de 2.500 y no
pasare de 50.000 pesetas.
»4.° Con la de cadena temporal si excediere de 50.000.
»En todos los casos con la de inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua absoluta. »
Articulo 406.
«El funcionario público que, por abandono ó negligencia
inexcusables, diere ocasion á que se efectuare por otra persona la sustracción de caudales ó efectos públicos de que se tra-
D E L CÓDIGO
I'ENAL
271
ta en los números 2.°, 3.° y 4.° del artículo anterior, incurrirá en la pena de multa equivalente al valor de los caudales ó
efectos sustraídos.»
Articulo 407«El funcionario que, con daño ó entorpecimiento del servicio público, aplicare á usos propios ó ajenos los caudales ó
efectos puestos á su cargo, será castigado con las penas de inhabilitación especial temporal y multa del 20 al 50 por 100
de la cantidad que hubiere distraído.
»No verificándose el reintegro, se le impondrán las penas
señaladas en el art. 405.
»Si el uso indebido de los fondos fuere sin daño ni entorpecimiento del servicio público, incurrirá en las penas de
suspensión y multa del 5 al 25 por 100 de la cantidad distraída. »
Artículo 408.
«El funcionario público que diere á los caudales ó efectos
que administrare una aplicación pública diferente de aquella
á que estuvieren destinados, incurrirá en las penas de inhabilitación temporal y una multa del 5 al 50 por 100 de la cantidad distraída, si de ello resultare daño ó entorpecimiento del
servicio á que estuvieren consignados, y en la de suspensión,
si no resultare.»
Articulo 409.
«El funcionario público que debiendo hacer un pago, como
tenedor de fondos del Estado, no lo hiciere, será castigado con
las penas de suspensión y multa del 5 al 25 por 100 de la
cantidad no satisfecha.
»Esta disposición es aplicable al funcionario público que,
requerido con órden de autoridad competente, rehusare hacer
entrega de una cosa puesta bajo su custodia ó administración.
»La multa se graduará en este caso por el valor de la cosa
y no podrá bajar de 125 pesetas.»
272
A P É N D I C E A LOS
COMENTARIOS
Articulo 410.
«Las disposiciones de este capítulo son extensivas á los
que se hallaren encargados por cualquier concepto de fondos,
rentas ó efectos provinciales ó municipales, ó pertenecientes
á u n establecimiento de instrucción ó beneficencia, y á los
administradores ó depositarios de caudales embargados, secuestrados ó depositados por autoridad pública, aunque pertenezcan á particulares.»
COMENTARIO.
De mayores consecuencias es la perpetración de este delito, y por
su naturaleza está más sujeto á la acción fiscal, siendo no pocos los casos en que se han impuesto penas severas á los que se han apoderado
y dispuesto de los fondos públicos. Con u n buen sistema administrativo podia disminuirse mucho este delito, no permitiendo que recaudara
y manejase los fondos públicos más que el empleado que, ademas de
una probidad reconocida, diese una suficiente fianza. Así se exige
para ciertos destinos; pero otros muchos no tienen más garantía que la
honradez del empleado.
Como el delito es de todos los tiempos, porque desgraciadamente ha
habido empleados que abusaran de su destino en este sentido, el Código antiguo habia de castigar necesariamente tales demasías, y los a r tículos 318 al 322 enumeran los mismos casos, explican idénticas circunstancias y aplicaban casi las mismas penas que los artículos que
quedan copiados. La redacción, como acontece en la mayor parte délos
casos, varía algún tanto, sin que nos atrevamos á decir cual es más
clara. Pacheco dedica cinco fojas á este capítulo interesante, desde el
folio 508 al 514 del tomo II, el cual consultará sin duda el lector si le
ocurriere alguna duda.
CAPÍTULO XI.
FRAUDES
V EXACCIONES
ILEGALES.
Artículo 411.
«El funcionario público que interviniendo por razón de su
cargo en alguna comision de suministros, contratas, ajustes
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
ó liquidaciones de efectos ó haberes públicos, se concertare
con los interesados ó especuladores ó usare de cualquier otro
artificio para defraudar al Estado, incurrirá en las penas de
presidio correccional en sus grados medio y máximo é inhabilitación temporal especial en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
Articulo 412.
«El funcionario público que directa ó indirectamente se
interesare en cualquiera clase de contrato ú operación en que
deba intervenir por razón de su cargo, será castigado con las
penas de inhabilitación temporal especial y multa del 10 al 50
por 100 del valor del interés que hubiere tomado en el n e gocio.
»Esta disposición es aplicable á los peritos, arbitros y contadores particulares, respecto de los bienes ó cosas en cuya
tasación, partición ó adjudicación hubieren intervenido, y á
los tutores, curadores y albaceas, respecto de los pertenecientes á sus pupilos ó testamentarios.»
Articulo 413.
«El funcionario público que exigiere directa ó indirectamente mayores derechos que los que le estuvieren señalados
por razón de su cargo, será castigado con una multa del duplo
al cuádruplo de la cantidad exigida.
»E1 culpable habitual de este delito incurrirá ademas en
la pena de inhabilitación temporal especial.»
Articulo 414.
«El funcionario público que,.abusando de su cargo, cometiere alguno de los delitos expresados en el capítulo I, sección
segunda, título X I V de este libro, incurrirá ademas de las penas allí señaladas, en la de inhabilitación temporal especial
en su grado máximo á inhabilitación perpétua especial.»
APÉNDICE
48
262
apéndice
á
los
c o m e n t a bios
COMENTARIO.
Este capítulo es u n fiel trasunto del 15 del antiguo Código, habiendo
únicamente suprimido u n párrafo sobre las exacciones ilegales que se
hicieren efectivas empleando la fuerza pública por haberse resistido el
contribuyente. Se ha creído q u e debia insertarse esta infracción en
otro paraje; á nosotros nos parece que estaba mejor en el sitio que
aquí ocupaba; pero esta es cuestión de método, y sobre ello no se puede
formar empeño.
Tampoco diremos nada sobre alguna variación que se nota en las
penas. Lo esencial sería que este delito recibiera positivamente castigo, porque en su perpetración hay una conciencia bastante elástica, no
sólo en España sino en los países que marchan á la cabeza de la civilización. El desarrollo de los intereses materiales se presta grandemente
á este género de abusos. Para m u c h a s gentes las contratas con el Gobierno es el más bello desiderátum, y el ejemplo de grandes fortunas,
adquiridas en poco tiempo, es el aliciente más poderoso. La generalidad
asienta que estas riquezas no se adquieren por buenos medios; y a u n q u e
nosotros no creamos que esta sea una regla uniforme y constante en
todos los asuntos que se contratan con el Estado, lo cierto es que la
conciencia pública m u r m u r a , especialmente desde la creación de las
grandes sociedades de los caminos de hierro. Ese invento ha cambiado
y cambiará más la faz del mundo; pero no por eso deja de tener algunos inconvenientes como toda creación h u m a n a .
Pacheco comenta este capítulo desde el folio 515 hasta el 526 del
tomo II, y allí entre otras cosas se encontrará que las leyes de Partida
y las de la Novísima castigaban con penas severas este género de d e fraudaciones y verdaderos robos, ya hechos á los particulares, ya á la
administración pública que en calidad de huérfana, bien merecía que
se la protegiese.
CAPÍTULO XII.
NEGOCIACIONES PROHIBIDAS Á LOS EMPLEADOS.
Articulo 415.
«Los jueces, los funcionarios del ministerio fiscal, los jefes
militares, gubernativos ó económicos de una provincia ó dis-
D E L CÓDIGOP E N A t26I
trito, con excepción de los alcaldes, que durante el ejercicio
de sus cargos, se mezclaren directa ó indirectamente en operaciones de agio, tráfico ó granjeria dentro de los límites de
jurisdicción ó mando, sobre objetos que no fuesen producto
de sus bienes propios, serán castigados con las penas de suspensión y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Esta disposición no es aplicable á los que impusieren sus
fondos en acciones de Banco ó de cualquiera empresa ó compañía, con tal que no ejerzan en ellas cargo ni intervención
directa, administrativa ó económica.»
COMENTARIO.
Están copiados los artículos 329 y 330 del antigilo Código, y por
cierto que abrigamos más de una d u d a sobre la aplicación práctica de
estas disposiciones. Sin duda por eso el nuevo Código disminuye la pena pecuniaria en una mitad.
No podemos aprobar de manera alguna que el gerente de una sociedad nombrado por el Gobierno pueda especular con las acciones de la
misma sociedad, produciendo alza y baja en los valores, ya por su acto
propio, ya confabulándose con otros. ¿Pero no puede ocurrir que esta
misma persona tenga necesidad de vender esos mismos valores que
ántes de su destino poseía? Conocemos más de un ejemplar de estos casos, y para nosotros ni incurrió en ninguna pena aquel funcionario, ni
se rebajó el concepto que de ól teníamos.
Si la ley ha querido castigar á los altos empleados, que prevaliéndose de sus destinos forman grandes sociedades y toman en ellas p a r ticipación para ganar primas y enriquecerse en poco tiempo, entonces,
en vez de haberse disminuido la pena, debiera aumentarse, á no ser
que se nos conceda que tales abusos están comprendidos en otros capítulos del Código, y por lo cual merecen mayores castigos.
Pacheco concluye los comentarios del tomo II ocupándose de éstas
negociaciones prohibidas á los empleados.
272
APÉNDICE
A
LOS
COMENTARIOS
CAPÍTULO XIII.
DISPOSICION
GENERAL.
Artículo 416.
«Para los efectos de este título y de los anteriores del presente libro, se reputará funcionario público todo el que por
disposición inmediata de la ley, ó por elección popular ó por
nombramiento dé autoridad competente, participe del ejercicio de funciones públicas.»
COMENTARIO.
Está copiado el capitulo XVII del antiguo Código, pero haciendo en
él una mejora útilísima, p o r q u e considera funcionario público á todo
el q u e es elegido por el voto p o p u l a r y al q u e f u e r e n o m b r a d o por a u t o r i d a d competente. A u n q u e en n u e s t r o sentir estaban c o m p r e n d i d a s
estas clases en el viejo Código bajo la frase genérica con que c o n c l u y e
el a r t . 331, como hoy se ha redactado, quita toda d u d a al magistrado
m á s escrupuloso.
T Í T U L O VIII.
DELITOS CONTRA LAS PERSONAS.
CAPÍTULO I.
PARRICIDIO.
Artículo 417.
«El' que matare á su padre, madre ó hijo, sean legítimos
ó ilegítimos, ó á cualquiera otro de sus ascendientes ó descendientes, ó á su cónyuge, será castigado, como parricida, con
la pena de cadena perpetua á muerte.»
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
COMENTARIO.
Es lacónica la redacción del nuevo Código al hablar del más espantoso de los crímenes; pero en realidad dispone lo mismo, y no nos atrevemos á decir una palabra despues de leer el magnífico comentario de
Pacheco al art. 332 del antiguo Código, que se registra desde el folio 7
al 14 del tomo III.
CAPÍTULO
II.
ASESINATO.
Articulo 418.
«Es reo de asesinato el que sin estar comprendido en el artículo anterior matare á alguna persona concurriendo alguna
de las circunstancias siguientes:
» l . a Con alevosía.
»2.a Por precio ó promesa remuneratoria.
»3. a Por medio de inundación, incendio ó veneno.
»4. a Con premeditación conocida.
»5.a Con ensañamiento, aumentando deliberada é inhumanamente el dolor del ofendido.
»E1 reo de asesinato será castigado con la pena de cadena
temporal en su grado máximo á muerte.»
COMENTARIO.
Nos parece bien que los reformadores, aunque copiando los artículos del Código viejo, hayan establecido capítulos independientes para
el parricidio, el asesinato y el homicidio. Esos tres-gravísimos delitos
se parecen únicamente en haber quitado la vida el delincuente á una
persona; pero el hecho puede ser tan distinto, que el último de esos
sucesos hasta puede dar lugar á una completa absolución, como tendremos ocasion de demostrar al hablar del simple homicidio.
Contrayéndonos al asesinato, diremos que está copiado el artícu-
262
APÉNDICE
Á L O S COMENTA bIOS
lo 333 con sús cinco circunstancias, para distinguirle del simple homicidio, y que explica perfectamente Pacheco desde el folio 14 hasta el 28
del expresado tomo III.
C A P Í T U L O III.
HOMICIDIO.
Articulo 419.
«Es reo de homicidio el que sin estar comprendido en el
art. 417, matare á otro, no concurriendo alguna de las circunstancias numeradas en el artículo anterior.
»E1 reo de homicidio será castigado con la pena de reclusión temporal.»
Articulo 420.
«Cuando, riñendo vários y acometiéndose entre sí confusa
y tumultuariamente, hubiere resultado muerte y no constare
su autor, pero sí los que hubieren causado lesiones graves,
serán éstos castigados con la pena de prisión mayor.
»No constando tampoco los que hubieren causado lesiones
graves al ofendido, se impondrá á todos los que hubieren ejercido violencias en su persona, la de prisión correccional en
sus grados medio y máximo.»
Artículo 421.
«El que prestare auxilio á otro para que se suicide será
castigado con la pena de prisión mayor; si se lo prestare hasta
el punto de ejecutar él mismo la muerte, será castigado con
la pena de reclusión temporal.»
COMENTARIO.
Aunque no á la letra, están trasladados los artículos 334 y 335 del
Código reformado, con alguna pequeña variación en la imposición de
penas.
DEL
CÓDIGO
PENAt
26 I
Leíamos con interés estos artículos para averiguar si se deeia algo
sobre el homicidio en defensa propia, y la ley moderna calla como callaba la antigua. El hombre más p r u d e n t e y morigerado, el más incapaz de matar hasta los animales dañinos, puede ser homicida, q u e dando su conciencia m u y tranquila y aplaudiendo su conducta su m a y o r enemigo, si tiene un resto de pudor. El infeliz que marcha por la
vía pública y es acometido por un salteador de caminos, ¿qué otro remedio tiene más que matar al malvado si no quiere sucumbir? El que
en su casa es sorprendido y va á ser maniatado, y robado, y tal vez
asesinado, ¿qué otro remedio tiene m á s que matar? Estos si que son
verdaderos derechos individuales, y sobre los que poco ó nada se puede legislar para disminuirlos, porque la conciencia pública se sublevará en el momento en que se imponga la menor pena al que le sucedier e esta desgracia, porque desgracia es, y no pequeña, matar á u n
hombre.
No se diga que no es delito la acción involuntaria, porque cuando
se mata en defensa propia se obra deliberadamente en aquel momento,
y en muchas ocasiones dirigiendo tiro certero al ofensor; y no es posible que los magistrados vayan á pesar y medir si el matador pudo ó no
inutilizar á su contrario y no quitarle la vida.
Estamos seguros que nuestros lectores participarán de nuestras
opiniones.
Bien reconocemos que en el capítulo II del título I, se habla de las
circunstancias que eximen de la responsabilidad criminal, entre los
que se halla el párrafo cuarto y otros del art. 8.° garantizando todos
esos derechos de propia defensa y áun de la de u n tercero contra la
agresión ilegítima y demás. Pero nosotros damos tanto valor á esa i n concusa facultad de rechazar la fuerza con la fuerza, que hubiéramos
querido ver al hablar del homicidio, que éste no era verdadero delito
cuando se habia cometido para rechazar una agresión injusta ó incalificable. Así está escrito en todos los Códigos, y así lo comprende hasta
el último labriego cuando se ve perseguido y amenazado por u n extraño sin causa n i razón alguna.
El juicio de Pacheco, desde el folio 28 al 33 del tomo III, está en
completa armonía con nuestras apreciaciones.
CAPÍTULO
IV.
D I S P O S I C I O N E S COMUNES Á LOS T R E S C A P Í T U L O S
ANTERIORES.
Articulo 422.
«Los tribunales, apreciando las circunstancias deíhecho,
podrán castigar el delito frustrado de parricidio, asesinato y
280
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
homicidio con una pena inferior en un grado á la que debiera corresponderle según el art. 66.
»Podrán también rebajar en un grado, según las circunstancias del hecho, la pena correspondiente á la tentativa, según el art. 67.»
Articulo 423.
«El acto de disparar un arma de fuego contra cualquiera
persona, será castigado con la pena de prisión correccional
en sus grados mínimo y medio, si no hubieren concurrido en
el hecho todas las circunstancias necesarias para constituir
delito frustrado ó tentativa de parricidio, asesinato, homicidio ó cualquier otro delito á que esté señalada una pena superior por alguno de los artículos de este Código.»
COMENTARIO.
Estos clos artículos son completamente nuevos. En el primer artículo, ó sea el 422, la ley ensancha las facultades de los tribunales para
apreciar las circunstancias agravantes ó atenuantes del delito frustrado
de parricidio, asesinato y homicidio, aumentando ó disminuyendo la
pena en un grado. Estando como están estas reformas conformes con
nuestras opiniones jurídicas sobre la amplitud que se debe dar al criterio judicial, nada tenemos que hacer sino alabar la redacción del artículo.
Igualmente se redactó el 423 penando al que dispara u n arma de
fuego contra cualquiera persona. Muchos de estos delitos frustrados
quedan impunes prevaliéndose los autores de que lo hicieron, ó en un
momento de acaloramiento, creyendo que no estaba cargada el arma, ó
por vía de juego. Son muchas las desgracias qué acontecen en casos de
igual naturaleza, y útil es que los tribunales estén autorizados para
castigar tales delitos, intentados unos con dañada intención, y otros,
si no con perversidad, con imprudencia temeraria, que equivale en
buena legislación penal á los actos voluntarios.
D E L CÓDIGO PENAt
CAPÍTULO
26 I
Y.
INFANTICIDIO.
Articulo 424.
«La madre que por ocultar su deshonra-matare al hijo,
que no haya cumplido tres dias, será castigada con la pena
de prisión correccional en sus grados medio y máximo.
»Los abuelos maternos que para ocultar la deshonra de
la madre cometieren este delito, con la de prisión mayor.
»Fuera de estos casos, el que matare á un recien-nacido,
incurrirá, según los casos, en las penas del parricidio ó del
asesinato.»
COMENTARIO.
Está trascrito el art. 336, y Pacheco lo comenta extensamente en la
pág. 33 á la 36 del tomo III.
CAPÍTULO
VI.
ABORTO.
Artículo 425.
«El que de propósito causare un aborto, será castigado:
»1.° Con la pena de reclusión temporal, si ejerciere violencia en la persona de la mujer embarazada.
»2.° Con la de prisión mayor si, aunque no la ejerciera,
obrare sin consentimiento dé la mujer.
»3.° Con la de prisión correccional en sus grados medio
y máximo, si la mujer consintiera.»
Articulo 426.
«Será castigado con prisión correccional en sus grados mí-
282
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
nimo y medio el aborto ocasionado violentamente, cuando
no haya habido propósito de causarlo.»
Articulo 427.
«La mujer que causare su aborto, ó consintiere que otra
persona se lo cause, será castigada con prisión correccional
en sus grados medio y máximo.
»Si lo hiciere para ocultar su deshonra, incurrirá en la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio.»
Articulo 428.
«El facultativo que abusando de su arte causare el aborto
ó cooperare á él, incurrirá respectivamente en su grado m á ximo en las penas señaladas en el art. 425.
»E1 farmacéutico que sin la debida prescripción facultativa expendiere un abortivo, incurrirá en las penas de arresto
mayor y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
La doctrina sobre este grave delito está tomada de los artículos 337
al 340 del antigu'o Código, y casi todas sus disposiciones copiadas al
pió de la letra, con sólo la diferencia de la disminución de las penas de
algunos casos. Hay, sin embargo, una aclaración, y es que el antiguo
Código castigaba en el art. 340 al facultativo, y el nuevo añade que
también tiene este carácter el farmacéutica que expendiere u n abortivo, sin receta ó prescripción del facultativo. Previsora medida, porque
comunmente los boticarios, y aun podríamos también decir los drogueros, son los que despachan generalmente estos medicamentos.
CAPÍTULO
VII.
LESIONES.
Articulo 429.
«El'que de propósito castrare á otro será castigado con
la pena de reclusión temporal á perpétua.»
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
Artículo 430.
«Cualquiera otra mutilación ejecutada igualmente de propósito, se castigará con la pena de reclusión temporal.»
Artículo 431.
«El que hiriere, golpeare ó maltratare de obra á otro, será
castigado como reo de lesiones graves:
»1.° Con la pena de prisión mayor, si de resultas de las
lesiones quedare el ofendido imbécil, impotente ó ciego.
»2.o Con la de prisión correccional en sus grados medio
y máximo, si de resultas de las lesiones el ofendido hubiere
perdido u n ojo ó algún miembro principal, ó hubiere quedado
impedido de él, ó inutilizado para el trabajo á que hasta entonces se hubiere habitualmente dedicado.
»3.° Con la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio, si de resultas de las lesiones el ofendido hubiere quedado deforme, ó perdido un miembro no principal,
quedado inutilizado de él, ó hubiere estado incapacitado para
su trabajo habitual ó enfermo por más de noventa dias.
»4.° Con la de arresto mayor en su grado máximo á presidio correccional en su grado mínimo, si las lesiones hubieren producido al ofendido enfermedad ó incapacidad para el
trabajo por más de treinta dias.
»Si el hecho se ejecutare contra alguna de las personas
que menciona el art. '417 ó con alguna de las circunstancias
señaladas en el art. 418, las penas serán la de reclusión temporal en sus grados medio y máximo en el caso ^del número l.o de este artículo, y la de prisión correccional en su grado máximo á prisión mayor en su grado mínimo, en el caso
del número 2.° del mismo.
»No están comprendidas en el párrafo anterior las lesiones que al hijo causare el padre, excediéndose en su corrección. »
Articulo 432.
«Las penas del artículo anterior son aplicables respectiva-
284
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
mente al que sin ánimo de matar causare á otro alguna de
las lesiones graves, administrándole á sabiendas sustancias ó
bebidas nocivas, abusando de su credulidad ó flaqueza de
espíritu.»
Articulo 433.
«Las lesiones no comprendidas en los artículos precedentes que produzcan al ofendido la inutilidad para el trabajo
por ocho dias ó más, ó necesidad de la asistencia del f a c u l tativo por igual tiempo, se reputarán ménos graves y serán
penadas con el arresto mayor, ó el destierro y multa de 125 á
1.250 pesetas, según el prudente arbitrio de los tribunales.
«Cuando la lesión ménos grave se causare con intención
manifiesta de injuriar, ó con circunstancias ignominiosas, se
impondrá ademas del arresto mayor una multa de 125 á 1.250
pesetas.»
Articulo 434.
«Las lesiones ménos graves inferidas á padres, ascendientes, tutores, curadores, maestros ó personas constituidas en
dignidad ó autoridad pública, serán castigadas siempre con
prisión correccional en sus grados mínimo y medio.»
Artículo 435.
«Cuando en la riña tumultuaria definida en el art. 420,
resultaren lesiones graves y no constare quiénes las hubieren
causado, se impondrá la pena inmediatamente inferior á la
correspondiente á las lesiones causadas, á los que aparezcan
haber ejercido cualquiera violencia en la persona del ofendido.»
Articulo 436.
El que se mutilare ó el que prestare su consentimiento
para ser mutilado con el fin de eximirse del servicio militar,
y fuere declarado exento de este servicio por efecto de la
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
mutilación, incurrirá en la pena de presidio correccional en
sus grados medio y máximo.»
Artículo 437.
«El que inutilizare á otro con su consentimiento para el
objeto mencionado en el artículo anterior, incurrirá en la
pena de presidio correccional en sus grados mínimo y medio.
»Si lo hubiere hecho mediante precio, la pena será la inmediatamente superior á la señalada en el párrafo anterior.
»Si el reo de este delito fuere padre, madre, cónyuge,
hermano ó cuñado del mutilado, la pena será la de arresto
mayor en su grado medio á prisión correccional en su grado
mínimo.»
COMENTARIO.
Entre los delitos privados, que es necesario reprimir con mano f u e r te, y que más ocuparon á los tribunales, se halla el que en el antiguo
Código se llama de lesiones corporales, y en el actual se le califica sólo
de lesiones. Sin perjuicio de que el lector consulte á Pacheco desde la
pág. 44 á la 66 del tomo III, tenemos el deber de hablar d é l a s muchas
diferencias que se encuentran entre uno y otro Código.
Debemos, sin embargo, advertir que todas esas ampliaciones podrán
facilitar el trabajo á los magistrados; pero los casos que se citan, y
otros muchos que pudieran ocurrir, estaban comprendidos ya en el
art. 342 del Código viejo y en el 430 del moderno, en que se dice cualquiera otra mutilación que se ejecutare igualmente" de propósito, se castigará con la pena de reclusión temporal. El legislador tiene precisión de
explicarse con esta generalidad, especialmente en los sucesos comunes
de la vida. El tratado de heridas es el que m á s se distingue en los procesos criminales; y sabiendo el magistrado que cualquier mutilación
ejecutada de propósito merece pena, podria aplicarla teniendo en cuenta las circunstancias atenuantes ó agravantes, elemento y base del criterio judicial. Pero ya que se ha entrado en explicaciones, tenemos que
decir algo sobre la reforma.
Variadas algún tanto las penas, haciéndolas más suaves por aquellas heridas que no hubieren producido al ofendido incapacidad para
t r a b a j a r más de treinta dias; se reforma el antiguo Código respecto de
las lesiones leves, que se fijaba el plazo de cinco dias. En el moderno
se marca el de ocho, ó más, con cuya palabra se deja.gran campo á los
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
médicos forenses para que sean verdaderamente los jueces de la g r a vedad ó poca importancia de las heridas.
Igualmente parece que se exceptúa de toda pena al padre que m a l tratare á su hijo excediéndose en su corrección.
No nos satisface ni lo que dispone el actual Código, ni lo que m a n daba el antiguo sobre las lesiones causadas en familia. Esta materia se
roza con la educación popular y con la facilidad de encontrar medios
de subsistencia. Donde hay mala educación, hay aspereza en el trato,
y los sentimientos m á s nobles desaparecen cuando la familia tiene
hambre. Se llena de luto el corazon al pensar lo poco que se mejora la
triste situación de la clase menesterosa, que debia ser el primer cuidado de los Gobiernos, para que á su puerta no llamaran los malévolos, y apoderándose del espíritu de las masas, las conduzcan por el
camino de la perdición, atacando los fundamentos sociales y en primer
término el derecho de propiedad.
Pero no nos separemos de nuestro propósito y de hablar de lesiones
causadas en el hogar doméstico. En la clase baja del pueblo este es u n
mal grave y que se reproduce con la mayor facilidad, porque está m u y
relajado el vínculo y precepto de honrar padre y madre, en cuya frase
están comprendidos los hijos y la m u j e r , y todos los que realmente
componen la familia.
No queremos que la autoridad se entrometa en todo, ni que el cura
vaya á dirimir las disensiones domésticas, cuando no se le llama. Tampoco aspiramos á privar á los padres de los medios coercitivos de corregir á los hijos; pero sí se subleva nuestro ánimo cuando vemos á esas
mujeres del pueblo y m á s á los hombres toscos que se creen autorizados para maltratar á infelices niños y á sus desgraciadas esposas por
las causas más livianas.
Estas desgracias no llegarán nunca á evitarse; mas sí pueden disminuirse mucho sin necesidad de formarse causas criminales. Por lo mismo que andamos manejando procesos hace cuarenta años, aborrecemos
el papel sellado, que no llegará nunca á mejorar las costumbres.
Aunque en las autoridades locales habrá alguna vez arbitrariedad,
es preciso ampliar sus facultades; y que siendo protectores del débil,
puedan corregir las faltas, a u n q u e sean graves, en los juicios verbales.
Y llamamos faltas y no delitos á esas lesiones que diariamente p e r t u r ban el hogar doméstico, como no tengan consecuencias graves, en cuyo
caso no queremos que, siendo circunstancia agravante la del parentesco, se convierta en excusa del ofensor. Aspiramos únicamente á que el
castigo no sea u n doble mal para la persona ofendida. Un marido maltrata á su mujer y la hiere levemente; pero cuya lesión no se cura en
cuarenta dias. ¿Cuál es el resultado que da hoy el Código? Encausar á
aquel hombre, llevarle á la cárcel y luégo á presidio, quedando en la
mayor orfandad esa mujer y esos hijos desgraciados. Esto es imprevisor y cruel, y el resultado es producir la ruina de la persona ofendida
q u e maldice al legislador y á la sociedad.
D E L CÓDIGO
PENAt
26 I
Es preciso poner remedio radical á esíe gravísimo y repetido mal
por medios indirectos, mejorando la moral del pobre y procurándole
trabajo. Aquí podría ensayarse el jurado, y las autoridades locales;
para ser verdaderos padres de los desgraciados, deberían estar facultados y asesorarse con dos ó más vecinos.
Y en nuestras antiguas costumbres jurídicas se encuentra algo
que imitar. Los Alcaldes de casa y corte administraban justicia rápida
y pronta, y á ellos acudían los matrimonios, y los hijos y los vecinos,
cuando habían tenido lugar esas riñas y peleas. Como el daño no fuera
de gran trascendencia, ocho ó quince dias de cárcel producían más
resultado que los procesos que hoy se forman.
Para corregir la arbitrariedad podía otorgarse el remedio de alzada; pero estando las partes contentas, la vindicta pública quedaba satisfecha, y el suceso desgraciado no producíalas consecuencias fatales
que hoy produce. Por supuesto, la base de todo este procedimiento
debia descansar en el perdón de la parte ofendida, el cual, por cierto,
no se toma muy en cuenta por los criminalistas, y al que nosotros damos grandísima importancia en aquellos delitos que no merecen el título de famosos ni son públicos.
Los artículos 436 y 437 son completamente nuevos. Sospechamos
que su lectura ha de exaltar el ánimo de los enemigos de las quintas, ó
del servicio militar forzoso. Por ellos se castiga al que se inutilizare algún miembro para eximirse de este servicio, y por cierto que la pena
no deja de ser de consideración; presidio correccional en sus grados
medio y máximo.
Y aquí podríamos decir algo sobre el servicio militar, y lo que exige la patria de cada ciudadano. Esto sería escribir una Enciclopedia y
no unos ligeros comentarios sobre el Código penal.
Nos limitaremos por lo tanto á decir que los dos artículos están en
su lugar, porque, áun cuando parezca increible, es lo cierto que esas
mutilaciones son frecuentes, por más que no se explique que nuestros campesinos tengan odio al servicio militar. Un soldado come mejor y viste mejor y está mejor alojado que las cuatro quintas partes de
los españoles. Sin embargo, son pocos los que quieren continuar el
servicio, y para evadirse de él se mutilan y hacen otras diabluras semejantes. Esto es lo que castigan esos artículos con la pena ántes indicada, que á nosotros nos parece m u y bien, bajo el punto de vista del
servicio forzoso. Cuando éste no lo sea ó se varíe el método de cumplir
con el servicio militar, claro es que esta sanción penal desaparecerá.
Sobre el particular, que es una de. las graves cuestiones que se agitan
hoy en Europa, teneijios ideas que, ni están conformes con las escuelas
radicales, ni tampoco con el método de reclutamiento en España. Como
esto no corresponde al Código penal, es inútil enunciar siquiera el pensamiento.
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
CAPÍTULO
DISPOSICION
VIII.
GENERAL.
Articulo 438.
«El marido que, sorprendiendo en adulterio á su mujer,
matare en el acto á ésta ó al adúltero, ó les causare alguna
de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro.
»Si les causare lesiones de otra clase, quedará exento de
pena.
«Estas reglas son aplicables en iguales circunstancias á los
padres respecto de sus hijas menores de veintitrés años y sus
corruptores, miéntras aquéllas vivieren en la casa paterna.
»E1 beneficio de este artículo no aprovecha á los que hubieren promovido ó facilitado la prostitución de sus mujeres
ó hijas.»
COMENTARIO.
Está copiado este artículo sin variar una coma del 348 del antiguo
Código, y Pacheco lo comenta y cita las concordancias de otros Códigos, desde el folio 66 al 72. Siguiendo nuestro sistema, esto para nosotros es fruta prohibida, por más que quisiéramos que los derechos del
esposo, y también de la esposa, quedaran más garantidos. Siempre las
pobres mujeres son miradas con indiferencia por la ley, y el hombre
no comete ningún delito a u n q u e tenga un serrallo y desprecie é i n j u rie-á su legítima mujer, con tal que haga las cosas sin escándalo.
CAPÍTULO
IX.
DUELO.
Articulo 439.
«La autoridad que tuviere noticia de estarse concertando
u n duelo, procederá á la detención del provocador y á la del
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
retado, si éste hubiere aceptado el desafío, y no los pondrá en
libertad hasta que den palabra de honor de desistir de su propósito.
»E1 que faltando deslealmente á su palabra, provocare de
nuevo á su adversario, será castigado con las penas de inhabilitación temporal absoluta para cargos públicos y confinamiento.
»E1 que aceptare el duelo en el mismo caso, será castigado con la de destierro.»
Articulo 440.
«El que matare en duelo á su adversario, será castigado
con la pena de prisión mayor.
»Si le causare las lesiones señaladas en el núm. l.° del
art. 431, con la de prisión correccional en sus grados medio y
máximo.
»En cualquiera otro caso se impondrá á los combatientes
la pena de arresto mayor, aunque no resulten lesiones.»
Artículo 441.
«En lugar de las penas señaladas en el artículo anterior,
se impondrá la de confinamiento en caso de homicidio, la
de destierro en el de lesiones comprendidas en el núm. l.°
del art. 431, y la de 50 á 500 pesetas de multa en los demás
casos:
»1.° Al provocado á desafío que se batiere por no haber
obtenido de su adversario explicación de los motivos del
duelo.
»2.° Al desafiado que se batiere por haber desechado su
adversario las explicaciones suficientes ó satisfacción decorosa del agravio inferido.
»3.° Al injuriado que se batiere por no haber podido obtener del ofensor la explicación suficiente ó satisfacción decorosa que le hubiere pedido.»
Articulo 442.
«Las penas señaladas en el art. 440 se aplicarán en su
grado máximo:
APÉNDICE
19
290
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
»1.° Al que provocare el duelo sin explicar á su adversario los motivos, si éste lo exigiere.
»2.° Al que habiéndolo provocado, aunque fuere con cau-*
sa, desechare las explicaciones suficientes ó la satisfacción decorosa que le haya ofrecido su adversario.
»3.° Al que habiendo hecho á su adversario cualquiera
injuria, se negare á darle esplicaciones suficientes ó satisfacción decorosa.»
Articulo 443.
«El que incitare á otro á provocar ó aceptar u n duelo,
será castigado respectivamente con las penas señaladas en el
art. 440 si el duelo se lleva á efecto.»
Articulo 444.
«El que denostare ó desacreditare públicamente á otro por
haber rehusado un duelo, incurrirá en las penas señaladas
para las injurias graves.»
Artículo 445.
«Los padrinos de un duelo del que resultaren muerte ó lesiones, serán respectivamente castigados como autores de
aquellos delitos con premeditación, si hubieren promovido el
duelo ó usado cualquier género de alevosía en su ejecución ó
en el arreglo de sus condiciones.
»Como cómplices de los mismos delitos, si lo hubieren
concertado á muerte ó con ventaja conocida de alguno délos
combatientes.
«Incurrirán en las penas de arresto mayor y multa de 250
á 2.500 pesetas, si no hubieren hecho cuanto estuvo de su
parte para conciliar los ánimos ó no hubieren procurado concertar las condiciones del duelo de la manera ménos peligrosa posible para la vida de los combatientes.»
Artículo 446.
«El duelo que se verificare sin la asistencia de dos ó más
D E L CÓDIGO P E N A t
26 I
padrinos mayores de edad por cada parte, y sin que éstos hayan elegido las armas y arreglado todas las demás condiciones, se castigará:
»1.° Con prisión correccional, no resultando muerte ó
lesiones.
»2.° Con las penas generales de este Código, si resultare;
pero nunca podrá bajarse de la prisión correccional.»
Articulo 447.
«Se impondrán también las penas generales de este Código, y ademas la de inhabilitación absoluta temporal:
»1.° Al que provocare ó diere causa á u n desafío proponiéndose u n interés pecuniario ó u n objeto inmoral.
»2.° Al combatiente que cometiere la alevosía de faltar
á las condiciones concertadas por los padrinos.»
COMENTARIO.
Tenemos que hacernos alguna violencia para no emitir nuestras
ideas sobre esta cuestión interesante; pero el nuevo Código no hace
más que copiar los artículos del antiguo desde el 349 al 357 inclusive,
los cuales comenta Pacheco con su acostumbrado tino desde el folio
72 ál 86 del tomo III. Nos vamos únicamente á tomar una licencia d i ciendo que todo ese capítulo hay que borrarlo enteramente del Código,
p o r q u e es u n padrón de ignominia para las clases medias y elevadas de
la sociedad. La muerte y las heridas causadas en duelo por las clases
ínfimas se castigan siempre. La m u e r t e y las heridas de los señores de
levita sirven de galardón al vencedor a u n q u e éste haya sido u n infame
provocador. Justicia para todos, y búsquense otros medios para concluir con la baratería de muchos hombres q u e no tienen otro mérito
que su audacia.
Más de u n pensador ha creido que, siendo éste u n mal inevitable,
sólo le corregiría un jurado de seis ú ocho personas para igualar en lo
posible las condiciones del combate, lo cual no sucederá nunca, porque
el ofendido siempre saldrá perdiendo. Pero de lo que tratamos aquí
ahora es de que la ley sea una misma para todas las clases. Dos menestrales se disputan el amor de una mujer, salen al campo, riñen navaja
en mano y el uno mata al otro en perfecta lid. El matador sufre presidio mayor ó cadena temporal, y tenemos más de u n caso. Dos caballeros solicitan á una dama y también riñen, y el uno queda muerto en el
campo. ¿Qué le sucede al matador? Nada, absolutamente nada. Y po-
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
dríamos aglomerar ejemplos de estas iniquidades y de esta desigualdad en España y | n otros países. El remedio es urgente y no podrá
ménos de venir, porque esta es la verdadera santa igualdad ante la ley.
TÍTULO IX.
DELITOS CONTRA LA HONESTIDAD.
C A P Í T U L O
I.
ADULTERIO.
Articulo 448.
«El adulterio será castigado con la pena de prisión correccional en sus grados medio y máximo.
»Comete adulterio la mujer casada que yace con varón
que no sea su marido y el que yace con ella, sabiendo que
es casada, aunque despues se declare nulo el matrimonio.»
Artículo 449.
«No se impondrá pena por delito de adulterio sino en
virtud de querella del marido agraviado.
»Este no podrá deducirla sino contra ambos culpables,
si uno y otro vivieren, y nunca si hubiere consentido el adulterio ó perdonado á cualquiera de ellos.»
Artículo 450.
«El marido podrá en cualquier tiempo remitir la pena
impuesta á su consorte.
»En este caso se tendrá también por remitida la pena al
adúltero.»
Artículo 451.
«La ejecutoria en causa de divorcio por adulterio, surtirá
sus efectos plenamente en lo penal cuando fuere absolutoria.
DEL CÓDIGO
PENAt
26 I
»Si fuere condenatoria, será necesario nuevo juicio para
la imposición de las penas.»
Articulo 452.
«El marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal ó fuera de ella con escándalo, s'erá castigado con la pena
de prisión correccional en sus grados mínimo y medio.
»La manceba será castigada con la de destierro.
»Lo dispuesto en los artículos 449 y 450, es aplicable al
caso de que se trata en el presente.»
COMENTARIO.
Una sola supresión se hace en este capítulo. En el antiguo Código y
su art. 360, para que se tuviese por remitida la pena, era indispensable
que el marido se reuniese con su m u j e r . El nuevo Código no exige esta
circunstancia, bastando el simple perdón del agraviado.
Es de importancia la modificación, que descansa en la experiencia
del mundo. Hay muchos matrimonios que por nada volverán á ser lo
que fueron, y la ley no puede ni debe exigir imposibles, é imposible es
que la persona ofendida pueda vivir tranquila y dichosa con quien le
causó una herida mortal. Y sin embargo, el amor de los hijos, el arreglo de intereses ó la nobleza de corazon, pueden inclinar el ánimo á la
gracia y á la indulgencia.
La Iglesia está en el caso y debe ser m á s exigente y no permitir la
separación de los cónyuges sino por la sentencia de divorcio; pero el
pecado no es el delito; y cuando el legislador confunde estas dos cosas,
se expone á quedar desairado. Fernando VII, por conducto de su ministro Calomarde, expidió u n decreto f u r i b u n d o contra los cónyuges que
vivían separados, imponiéndoles penas severas. Ningunmatrimonio hizo
las paces, á pesar de que aquel legislador llevaba siempre al extremo
sus disposiciones despóticas.
Y sobre la distinción que se establece entre el adulterio de la m u j e r
y del hombre, nos remitimos á lo que ya hemos dicho en otros capítulos. Convenimos en que el adulterio de la mujer, cuando hay prole, p r o duce el irreparable perjuicio de dar á la víctima hijos que no procreó.
Pero en compensación hay otros muchos casos en que, siendo la víctima
la m u j e r , sufren ella y sus hijos quebrantos irreparables. Un hombre
casado que tiene una ó dos mancebas se gasta con ellas lo que tal vez
no puede, hace una vida desastrosa, y considera como sus mayores enemigos á la mujer y los hijos legítimos. Para u n matrimonio que sufra
menoscabos en los intereses y áun en la tranquilidad por las relaciones
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
ocultas de la mujer, son innumerables las familias que sufren inmensas desgracias cuando el jefe de ella busca una compañera, que no puede ménos de prostituirse, porque prostituta es, y no otra cosa, la m u j e r
que entra en relaciones con u n hombre casado. Ó los excesos de la liviandad no se someten al Código penal, dejando que las costumbres remedien este mal social, ó es preciso que haya igualdad, en lo posible,
entre el hombre y la m u j e r .
CAPÍTULO
II.
VIOLACION Y ABUSOS DESHONESTOS.
Artículo 453.
«La violacion de una mujer será castigada con la pena de
reclusión temporal.
»Se comete violacion yaciendo con la mujer en cualquiera
de los casos siguientes:
»1.° Cuando se usare de fuerza ó intimidación.
»2.° Cuando la mujer se hallare privada de razón ó de
sentido por cualquiera causa.
»B.° Cuando fuere menor de doce años cumplidos, aunque
no concurriere ninguna de las circunstancias expresadas en
los dos números anteriores.»
Articulo 454.
«El que abusare deshonestamente de persona de uno ú
otro sexo, concurriendo cualquiera de las circunstancias expresadas en el artículo anterior, será castigado, según la gravedad del hecho, con la pena de prisión correccional en sus.
grados medio y máximo.»
COMENTARIO.
Están copiados los artículos 363 y 364 del antiguo Código, con la diferencia que aquél castigaba la violacion con la pona de cadena tempo-
DEL CÓDIGO
PENAt
26 I
ral, y éste impone al violador la de reclusión temporal. Por más inclinados que estemos á la disminución de las penas, quisiéramos que en
esto se hubiese concedido alguna latitud al arbitrio judicial. Hay violaciones tan brutales y con circunstancias tan agravantes, que debian
ser castigadas de un modo enérgico, especialmente cuando el delito se
comete con una niña de ocho ó diez años, que suele quedar enferma y
m u e r e m u y joven.
Contenía el antiguo Código otro artículo, el 365, que castigaba con
prisión correccional y reprensión pública á los que perdieren el p u d o r
de las buenas costumbres con hechos de grave escándalo ó trascendencia, el cual ha sido suprimido en la nueva ley, porque sobre él se ha
formado u n tercer capítulo, en el que se comprenden no sólo las ofensas al pudor, sino otro delito, producto de la nueva legislación sobre
el matrimonio civil.
C A P Í T U L O III.
D E L I T O S D E ESCÁNDALO
PÚBLICO.
Artículo 455.
«El que hallándose unido en matrimonio religioso indisoluble, abandonare á su consorte y contrajere nuevo matrimonio según la ley civil con otra persona, ó vice-versa, aunque el matrimonio religioso que nuevamente contrajere no
fuere indisoluble, incurrirá en la pena de arresto mayor en
su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo
y reprensión pública.»
Articulo 456.
«Incurrirán en la pena de arresto mayor y reprensión
pública los que de cualquier modo ofendieren el pudor ó las
buenas costumbres con hechos de grave escándalo ó trascendencia'no comprendidos expresamente en otros artículos
de este Código.»
Artículo 457.
«Incurrirán en la pena de multa de 125 á 1.250 pesetas
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
los que expusieren ó proclamaren, por medio de la imprenta
y con escándalo, doctrinas contrarias á la moral pública.»
COMENTARIO.
Antes de hablar del primer extremo, nos ocuparemos del segundo,
del cual trataba el art. 365 del antiguo Código. Y ante todo diremos
que, según nuestra opinion, esos hechos y actos no son delitos v e r d a deros, sino faltas que deben reprimirse con correcciones disciplinarias.
Creemos que la comision de Códigos redactó ese artículo y dió tanta
importancia á estos excesos, porque pocas cosas necesitan en España
tan pronta reprensión como las ofensas al pudor público. Por m á s que
sea doloroso, es preciso decirlo en voz m u y alta. Nuestro pueblo es uno
de los peor educados de Europa, y no se comprende sólo en la palabra
pueblo á las clases ínfimas, sino también á muchas personas que por
su condicion debían tener m á s recato. Es moneda corriente hablar con
gran obscenidad en los sitios públicos; y como aquí no hay reglas ni
disposiciones gubernativas para las desgraciadas mujeres que se entregan á la prostitución, de aquí procede que los lupanares se encuentran
lo mismo en los sitios más apartados que en las calles principales de
las grandes poblaciones.
Alguna autoridad ha dado á este ramo de decencia y salubridad pública la importancia que se merece; pero sus esfuerzos han sido impotentes, y bien pronto cayeron en el olvido, fueron escarnecidos por los
sanos principios que guiaron á tan digno funcionario. Hay síntomas fatales para demostrar la inquietud y malestar de un pueblo. Estos síntomas son el vocerío infernal de los expendedores de periódicos de todo género y la liviandad de las mujeres públicas, que se posesionan de
las calles principales para hacer gala de su desenvoltura.
El lenguaje deshonesto ó impío no es sólo patrimonio de las g r a n des ciudades. Nuestros labriegos se olvidan á menudo del santo temor
de Dios, y hablan de una manera tan irritante que obligan al hombre
pensador á sacar consecuencias bien tristes para el porvenir de esta
sociedad. El mal realmente no se corrige con castigos. Si en el púlpito
y en el confesonario no se modifican estas costumbres, el clero será el
primero que recoja el amargo fruto de hábitos tan dañosos. Sobre la
violacion puede consultarse el tomo III, pág. 121 y siguientes de la
obra de Pacheco.
Vamos ahora á examinar la primera parte del art. 455, en que se
pena al marido disoluto que celebrare segundo matrimonio civil ó r e ligioso, abandonando á su primera consorte.
Nos parece perfectamente la pena de arresto mayor en su grado máxirao á prisión correccional en su grado mínimo y reprensión pública.
Encontramos, sin embargo, u n vacío, y es que no se comprenda aquí el
DEL CÓDIGO
PENAt
26 I
caso en que el consorte tuviera conocimiento de las circunstancias de la
persona con quien se iba á enlazar. En caso tal, no sólo merece pena
como cómplice, sino que en realidad es también autor del delito. Tal
como está redactado el artículo, dará lugar á dudas en más de u n caso.
Poco diremos sobre lo que se dispone en el art. 456. Están bien c a s tigados con multa de 125 á 1.250 pesetas, los que ultrajaren á la moral
por medio de la imprenta. Por fortuna, no es comnn este extravío en
nuestra prensa periódica, y únicamente la clandestina es la que en alguna ocasion se ha desbordado, siendo también pocos los ejemplares en
que esto ha ocurrido. Hace mucho tiempo que no se ha impreso en España ningún libro de obscenidades.
CAPÍTULO IV.
ESTUPRO T CORRUPCION DE
MENORES.
Articulo 458.
«El estupro de u n a doncella mayor de doce años y menor de veintitrés, cometido por autoridad pública, sacerdote,
criado, doméstico, tutor, maestro ó encargado por cualquier
título de la educación ó guarda de la estuprada, se castigará
con la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y
medio.
»En la misma pena incurrirá el que cometiere estupro
con su hermana ó descendiente, aunque sea mayor de veintitrés años.
»E1 estupro cometido por cualquiera" otra persona con
una mujer mayor de doce años y menor de veintitrés, interviniendo engaño, se castigará con la pena de arresto mayor.
»Con la misma pena se castigará cualquier otro abuso
deshonesto cometido por las mismas personas y en iguales
circunstancias.»
Articulo 459.
«El que habitualmente ó con abuso de autoridad ó confianza, promoviere ó facilitare la prostitución ó corrupción
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
de menores de edad para satisfacer los deseos de otro, será
castigado con la pena de prisión correccional en sus grados
mínimo y medio é inhabilitación temporal absoluta si fuere
autoridad.»
COMENTARIO.
Están copiados los artículos 366 y 367 del Código antiguo, los cuales
comenta Pacheco desde el folio 130 hasta el 143 del tomo III. A n o s otros no nos toca decir sino que en el nuevo Código se hace la aclaración de que el engaño no se supone sino en m u j e r menor de veintitrés
años. Esta explicación es convenientísima, porque de otro modo, y según estaba redactado el párrafo tercero del art. 366 del antiguo Código
podia darse por engañada cualquiera mujer, aunque fuera mayor de
veintiires años, y suponerse estuprada. Y así como se hace esta aclaración, hubiéramos deseado que el legislador hubiese dicho algo de las
circunstancias de la m u j e r estuprada, porque si no tiene honestidad, 6
si lo que Sucede m u y comunmente, los padres ó parientes inmediatos
entregan á la joven á la prostitución, realmente no se puede dar el título de estuprador al que gozara de su virginidad. No se puede confundir nunca la falta de moralidad con la intención de cometer u n delito.
Lo primero ejecutan los hombres libidinosos, y lo segundo, los que est á n completamente depravados y no reparan en medios para satisfacer
sus pasiones.
CAPÍTULO V.
RAPTO.
Artículo 460.
«El rapto de una mujer ejecutado contra su voluntad y
con miras deshonestas, será castigado con la pena de reclusión temporal.
»En todo caso se impondrá la misma pena, si la robada
fuere menor de doce años.»
Articulo 461.
«El rapto de una doncella menor de veintitrés años y mayor de doce, ejecutado con su anuencia, será castigado con la
pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio.»
26 I
DEL CÓDIGO P E N A t
Artículo 462.
«Los reos de delito de rapto que no dieren razón del paradero de la persona robada, ó explicación satisfactoria sobre,
su muerte ó desaparición, serán castigados con la pena de
cadena perpétua.»
COMENTARIO.
Poco ó nada tiene que decirse sobre este capitulo, que es un fiel
traslado del que lleva el mismo título en el antiguo Código, y que comenta con su lucidez acostumbrada Pacheco desde el folio 143 á 152
del tomo III, explicando los artículos 308, 369 y 370.. La única diferencia que se nota es en la pena; que antes se castigaba 'con cadena t e m poral y ahora con reclusión temporal.
CAPÍTULO
VI.
DISPOSICIONES COMUNES Á LOS C A P Í T U L O S
ANTERIORES.
Artículo 463.
«No puede procederse por causa de estupro sino á instancia de la agraviada, ó de sus padres, ó abuelos, ó tutor.
»Para proceder en las causas de violación y en las de rapto ejecutado con miras deshonestas, bastará la denuncia de la
persona interesada, de sus padres, abuelos ó tutores aunque
no formalicen instancia.
»Si la persona agraviada careciere, por su edad ó estado
moral, de personalidad para comparecer en juicio, y fuere
ademas de todo punto desvalida, careciendo de padres, abuelos, hermanos, tutor ó curador que denuncien, podrán verificarlo el procurador síndico ó el fiscal, por fama pública.
»En todos los casos de este artículo, el perdón expreso ó
presunto de la parte ofendida extinguirá la acción penal ó la
pena, si ya se hubiere impuesto al culpable.
»E1 perdón no se presume sino por el matrimonio de la
ofendida con el ofensor.»
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
Artículo 464.
«Los reos de violacion, estupro ó rapto serán también condenados por vía de indemnización:
»1.° A dotar á la ofendida, si fuere soltera ó. viuda.
»2.9 A reconocer la prole, si la calidad de su origen no
lo impidiere.
»3.° En todo caso á mantener la prole.»
Articulo 465.
«Los ascendientes, tutores, curadores, maestros y cualesquiera personas que con abuso de autoridad ó encargo cooperasen como cómplices á la perpetración de los delitos comprendidos en los cuatro capítulos precedentes, serán penados
como autores.
»Los maestros ó encargados en cualquiera manera de la
educación ó dirección de la juventud, serán ademas condenados á la inhabilitación temporal especial en su grado máximo
á inhabilitación perpétua especial.»
Artículo 466.
«Los comprendidos en el artículo precedente, y cualesquiera otros reos de corrupción de menores en interés de tercero, serán condenados en las penas de interdicción del derecho de ejercer la tutela y ser miembros del consejo de familia.»
COMENTARIO.
No se encuentra más diferencia entre los artículos 371, 372, 373 y
374 del antiguo Código con los que quedan transcritos, que la de consignarse en el nuevo Código que el perdón'expreso de la parte ofendida
extingue la acción penal ó la pena si se hubiere impuesto al culpable.
No se disponía esto en la antigua legislación, sin duda porque en la
mayor parte de los casos la ofendida era menor, y sin intervención de
sus padres, tutores ó curadores no podria obtener esta gracia. Ha hecho
bien el legislador en introducir esta novedad, porque acontece muchas
veces en la vida, ó que la estuprada se dejó violar y su conciencia no
le permite que se imponga al supuesto forzador una pena, ó que un
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
sentimiento noble obliga á perdonar tamaña injuria. Cuando la e s t u prada y su padre ó tutor estén en posicion y éstos contraríen su d e seo en este punto, creemos que el tribunal debe dar asenso á la interesada y estimar su perdón.
Excusado es advertir que deben leerse los folios desde el 152 al 167
del tomo III de la obra principal.
TÍTULO X .
DE LOS DELITOS CONTKA EL HONOR.
C A P Í T U L O
I.
CALUMNIA.
Artículo 467.
«Es calumnia la falsa imputación de un delito délos que
dan lugar á procedimientos de oficio.»
Artículo 468.
«La calumnia propagada por escrito y con publicidad, se
castigará con las penas de prisión correccional en sus grados
mínimo y medio y multa de 500 á 5.000 pesetas cuando se
imputare u n delito grave, y con la de arresto mayor y multa
de 250 á 2.500 pesetas si se imputare un delito ménos grave.»
Articulo 469.
«No propagándose la calumnia con publicidad y por escrito, será castigada:
»l.o Con las penas de arresto mayor en su grado máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas, cuando se imputare su
delito grave.
»2.° Con el arresto mayor en su grado mínimo y multa
de 125 á 1.250 pesetas, cuando se imputare un delito ménos
grave.»
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
Articulo 470.
«El acusado de calumnia quedará exento de toda pena
probando el hecho criminal que hubiere imputado.
»La sentencia en que se declare la calumnia, se publicará en los periódicos oficiales si el calumniado lo pidiere.»
COMENTARIO.
Están trascritos los artículos 378, 376¡ 377 y 378 del antiguo Código,
y la penalidad es-casi exactamente la misma, con una levísima diferencia en la multa, porque empieza en el antiguo Código desde 2.000 rs.
á 20.000 en la calumnia grave, lo cual queda subsistente; pero se faculta al tribunal á que imponga desde bOO á 10.000 rs. al imputarse
delitos ménos graves, cuando en el antiguo Código la multa no era.meaor de 1.000 rs.
Pacheco habla de este delito desde el folio 167 al 177 del tomo III; y
por más que nos asalte gran deseo de decir algo sobre las ofensas hechas al honor, por los muchos casos que nos han ocurrido en nuestra
larga carrera, tenemos que someternos á nuestra consigna para no i n fringir el precepto que nos impusimos al empezar este trabajo.
C A P Í T U L O
II.
INJURIAS.
Articulo 471.
«Es injuria toda expresión proferida ó acción ejecutada
en deshonra, descrédito ó menosprecio de otra persona.»
Artículo 472.
«Son injurias graves:
»l.o La imputación de un delito de los que no dan lugar
á procedimiento de oficio.
»2.° La de un vicio ó falta dé moralidad, cuyas consecuencias puedan perjudicar considerablemente la fama, crédito ó interés del agraviado.
D E L CÓDIGO P E N A L
303
»3.° Las injurias que por su naturaleza, ocasion ó circunstancias fueren tenidas en el concepto público por afrentosas.
»4.o Las que racionalmente merezcan la calificación de
graves, atendido el estado, dignidad y circunstancias del
ofendido y del ofensor.»
Articulo 473.
«Las injurias graves hechas por escrito y con publicidad,
serán castigadas con la pena de destierro en su grado medio
al máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»No concurriendo aquellas circunstancias, se castigarán
con las penas de destierro en su grado mínimo al medio y
multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Articulo 474.
«Las injurias leves serán castigadas con las penas de ar-°
resto mayor en su grado mínimo y multa de 125 á 1.250 pesetas, cuando fueren hechas por escrito y con publicidad.
»No concurriendo estas circunstancias, se penarán como
faltas.»
Articulo 475.
«Al acusado de injuria no sé admitirá prueba sobre la
verdad de las imputaciones sino cuando éstas fueren dirigidas contra empleados públicos sobre hechos concernientes al
ejercicio de su cargo.
»En éste caso será absuelto el acusado si probare la verdad de las imputaciones.»
COMENTARIO.
Al pié de la letra están trasladados los artículos 379, 380, 381, 382
y 383 del antiguo Código, los cuales explica Pacheco desde el folio 177
al 198 del tomo III.
Una sola reforma importante se hace. La antigua ley castigaba la injuria leve con arresto mayor en su grado mínimo y multa de 200 á
262
APÉNDICE
Á LOS COMENTA bIOS
2.000 rs., y el nuevo Código permite que se imponga multa hasta 5.000
reales. Nos complacemos en tomar acta de todos los casos en que se
amplía el arbitrio judicial.
CAPÍTULO III.
DISPOSICIONES
GENERALES.
Artículo 476.
«Se comete el delito de calumnia ó injuria, no sólo manifiestamente, sino por medio de alegorías, caricaturas, emblemas ó alusiones.»
Artículo 477.
«La calumnia y la injuria se reputarán hechos por escrito y con publicidad cuando se propagaren por medio de p a peles impresos, litografiados ó grabados, por carteles ó pasquines fijados en los sitios públicos, ó por papeles manuscritos comunicados á más de diez personas.»
Articulo 478.
«El acusado de calumnia ó de injuria encubierta ó equívoca que rehusare dar en juicio explicación satisfactoria acerca de ella, será castigado como reo de calumnia ó injuria manifiesta. »
Articulo 479.
«Los directores ó editores de los periódicos en que se hubieren propagado las calumnias ó injurias, insertarán en ellos
dentro del término que señalan las leyes, ó el tribunal en su
defecto, la satisfacción ó sentencia condenatoria, si lo reclamare el ofendido.»
26 I
DEL CÓDIGO P E N A t
Articulo 480.
«Podrán ejercitar la acción de calumnia ó injuria los ascendientes, descendientes, cónyuge y hermano del difunto
agraviado, siempre que la calumnia ó injuria trascendiere á
ellos, y en todo caso al heredero.»
Artículo 481.
«Procederá asimismo la acción de calumnia ó injuria
cuando se hayan hecho por medio de publicaciones en país
extranjero.»
Artículo 482.
«Nadie podrá deducir acción de calumnia ó injuria causadas en juicio, sin prévia licencia del Juez ó tribunal que de
él conociere.
»Nadie será penado por calumnia ó injuria sino á querella de la parte ofendida, salvo cuando la ofensa se dirija contra la autoridad pública, corporaciones ó clases determinadas
del Estado, y lo dispuesto en el capítulo V del título III de
este libro.
»E1 culpable de injuria ó de calumnia contra particulares, quedará relevado de la pena impuesta mediando perdón
de la parte ofendida.
»Para los efectos de este artículo se reputan autoridad los
soberanos y príncipes de las naciones amigas ó aliadas, los
agentes diplomáticos de las mismas y los extranjeros con carácter público que según los tratados debieren comprenderse
en esta disposición.
»Para proceder en los casos expresados en el párrafo anterior, ha de preceder excitación especial del Gobierno.»
COMENTARIO.
Estas disposiciones generales son analizadas en la obra principal
desde el folio 198 al 209 del toino III. En realidad se trascriben los a r APÉNDICE
20
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
tículos 384, 38b, 386, 387, 388, 389, 390 y 391 del antiguo Código. Y
como si no fueran bastantes las prevenciones hechas en estas disposiciones generales, se remite el legislador también á lo que tiene dicho
en el capítulo V del título III de este libro, en que hablamos extensamente de los desacatos, insultos, injurias y amenazas á la autoridad, y
dé los insultos, injurias y amenazas á sus agentes y á los demás f u n cionarios públicos. Aunque habia demasiada severidad en el proyecto
presentado á las Córtes sobre este punto de desacato, todavía no han de
quedar m u y satisfechos los escritores públicos, que podrán caer en la
r e d que se les tiende.
TÍTULO
XI.
DELITOS CONTRA EL ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS.
C A P Í T U L O I.
SUPOSICION DE PARTOS Y USURPACION DEL ESTADO C I V I L .
Articulo 483.
«La suposición de partos y la sustitución de un nifio por
otro, serán castigadas con las penas de presidio mayor y
multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Las mismas penas se impondrán al que ocultare ó expusiere un hijo legítimo con ánimo de hacerle perder su estado civil.»
Articulo 484.
«El facultativo ó funcionario público que, abusando de
su profesion ó cargo, cooperare á la ejecución de alguno de
los delitos expresados en el artículo anterior, incurrirá en las
penas del mismo, y ademas en la de inhabilitación temporal
especial.»
Articulo 485.
«El que usurpare el estado civil de otro, será castigado
con la pena de presidio mayor.»
26 I
DEL CÓDIGO P E N A t
COMENTARIO.
Poco ó nada tenemos que decir sobro este capítulo, porque la ley
moderna no ba hecho más que copiar los' artículos 392, 393 y 394 del
antiguo Código, con la sola variación de d a r m á s ensanche á la autoridad judicial en la imposición de multa. El comentario se encuentra
desde el folio 210 al 214 del tomo III.
C A P Í T U L O II.
CELEBRACION DE MATRIMONIOS
ILEGALES.
Artículo 486.
«El que contrajere segundo ó ulterior matrimonio sin hallarse legítimamente disuelto el anterior, será castigado con
la pena de prisión mayor.»
Artículo 487.
«El que con algún impedimento dirimente no dispensable
contrajere matrimonio, será castigado con la pena de prisión
correccional en sus grados medio y máximo.»
Articulo 488.
«El que contrajere matrimonio mediando algún impedimento dispensable, será castigado con una multa de 125 á
1.250 pesetas.
»Si por culpa suya no revalidare el matrimonio, previa
dispensa, en el término que los tribunales designen, será castigado con la pena de prisión correccional en sus grados medio y máximo, de la cual quedará relevado cuando quiera que
se revalide el matrimonio.»
Articulo 489.
«El menor que contrajere matrimonio sin el consentí-
308
APÉNDICE Á LOS
COMENTARIOS
miento de sus padres ó de las personas que para el efecto hagan sus veces, será castigado con prisión correccional en sus
grados mínimo y medio.
»E1 culpable deberá ser indultado desde que los padres ó
las personas á quienes se refiere el párrafo anterior aprobaren
el matrimonio contraído.»
Artículo 490.
«La viuda que se casare ántes de los trescientos u n dias
desde la muerte de su marido, ó ántes de su alumbramiento,
si hubiere quedado en cinta, incurrirá en las penas de arresto
mayor y multa de 125 á 1.250 pesetas.
»En la misma pena incurrirá la mujer cuyo matrimonio
se hubiere declarado nulo, si se casare ántes de su alumbramiento ó de haberse cumplido trescientos un dias despues de
su separación legal.»
Artículo 491.
«El adoptante que sin previa dispensa civil contrajere matrimonio con sus hijos ó descendientes adoptivos, será castigado con la pena de arresto mayor.»
Articulo 492.
«El tutor ó curador que, ántes de la aprobación legal de
sus cuentas, contrajere matrimonio ó prestare su consentimiento para que le contraigan sus hijos ó descendientes con
la personá que tuviere ó hubiere tenido en guarda, á no ser
que el padre de ésta hubiere autorizado debidamente este
matrimonio, será castigado con las penas de prisión correccional en su grado medio y máximo y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
Articulo 493.
«El juez municipal que autorizare matrimonio prohibido
por la ley ó para el cual haya algún impedimento no dispen-
ÍJEL CODIGO PENAL
309
sable, será castigado con la pena de suspensión en su grado
medio y máximo y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Si el impedimento fuere dispensable, las penas serán destierro en su grado mínimo y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Artículo 494.
«En todos los casos de este capítulo el contrayente doloso
será condenado á dotar según su posibilidad á la mujer que
hubiere contraído matrimonio de buena fe.»
COMENTARIO.
Este capítulo, que está perfectamente comentado por Pacheco desde
el folio 216 al 239 del tomo III, necesita explicaciones detenidas, no sólo
por los artículos adicionales, sino también por los que se han suprimido. Dicho capítulo It, comprende los artículos 395, 396, 397, 398, 399,
400, 401, 402, 403 y 404. De éstos se ha suprimido todo lo que era referente á los eclesiásticos, y confesamos ingenuamente que no comprendemos por qué se ha hecho esta supresión. Si un ordenado in sacris contrajere matrimonio, ¿dejará de cometer delito aunque haya libertad de
cultos? Podrá, sí, decir ese eclesiástico que se separa de su antigua religión; pero miéntras la profese, ha ejecutado u n acto ilícito, cometiendo
no sólo u n pecado grave, sino también u n delito.
Y lo propio decimos del eclesiástico q u e autorizase matrimonio prohibido por la ley civil. Si no son católicos los contrayentes, no acudirán
á él; pero si lo son, el eclesiástico que faltare á los deberes que exige
el art. 403 del antiguo Código, debia sufrir las penas en el mismo i m puestas. La ley de matrimonio civil no tendrá nunca la suficiente fuerza para arreglar este interesante punto, porque los matrimonios que se
lleven á cabo serán con mediación del cura, y sólo á fuerza de años se
registrará algún caso de matrimonio celebrado únicamente ante la a u toridad civil. Entre las adiciones se hace notar el párrafo efoque perdonado que sea el menor por sus padres, ó por personas que hagan sus
veces no se le impondrá la pena, porque ha desaparecido el agravio que
se supone se les hizo. No sabemos si esta reforma no debilitara algún
tanto la autoridad paterna.
El antiguo Código mandaba, y se ha reproducido en el moderno que
el t u t o r ó curador no podrían contraer matrimonio ni él ni sus hijos con
la pupila hasta tanto que rindiera cuentas, lo cuál significa que en la
cúratela no pudiera casarse hasta los veinticinco años de la menor. El
nuevo Código establece una excepción, y es cuando el padre hubiere
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
autorizado d e b i d a m e n t e este matrimonio. ¿Por q u é no se dice del testad o r q u e h u b i e r e dejado u n a g r a n riqueza á la pupila y q u e parece debe
t e n e r u n g r a n interés en su porvenir? Materia es esta digna del m a y o r
e s t u d i o . Todas las precauciones t o m a d a s sobre la orfandad de los m e n o res son bien pocas, y a u n q u e sería a b s u r d o prohibir totalmente q u e los
t u t o r e s ó sus hijos se casen con las n i ñ a s q u e tienen á su cuidado, no
p u e d e d e s e n t e n d e r s e el legislador de los m u c h í s i m o s casos q u e diariam e n t e o c u r r e n de matrimonios desiguales, y en q u e las infelices h u é r fanas s u c u m b e n á la seducción engañosa d e los que por la l e y e s t á n
l l a m a d o s á d e s e m p e ñ a r los deberes d e p a d r e . He aquí por q u é estamos
inclinados á la opinion de q u e en n i n g ú n caso se p e r m i t a n esos m a t r i monios hasta q u e la m u j e r h a y a c u m p l i d o los veinticinco años, dijera
lo q u e quisiera el p a d r e ó el t e s t a d o r .
Las penas no h a n sufrido variación, si exceptuamos las pecuniarias
q u e se a u m e n t a n por el n u e v o Código, y con lo cual estamos e n t e r a m e n t e conformes. Se conoce q u e se a d o p t ó como principio capital en la
r e f o r m a del Código d i s m i n u i r las p e n a s personales y a u m e n t a r las pecuniarias.
TÍTULO
XII.
DE LOS DELITOS CONTRA LA LIBERTAD Y SEGURIDAD.
C A P Í T U L O I.
DETENCIONES
ILEGALES.
Articulo 495.
«El particular que encerrare ó detuviere á otro privándole
de su libertad, será castigado con la pena de prisión mayor.
»En la misma pena incurrirá el que proporcionare lugar
para la ejecución del delito.
»Si el culpable diere libertad al encerrado ó detenido dentro de los tres dias de su detención sin haber logrado el objeto que se propusiere, ni haberse comenzado el procedimiento, las penas serán prisión correccional en sus grados mínimo
y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
26 I
D E L CÓDIGO PENAt
Artículo 496.
«El delito de que se trata en el artículo anterior, será
castigado con la pena de reclusión temporal:
»1.° Si el encierro ó detención hubieren durado más de
veinte dias.
»2 o Si se hubiere ejecutado con simulación de autoridad
pública.
»8.° Si se hubieren causado lesiones graves á la persona
encerrada ó detenida ó se le hubiere amenazado de muerte.»
Artículo 497.
«El que fuera de los casos permitidos por la ley aprehendiere á u n a persona para presentarla á la autoridad, será
castigado con las penas de arresto menor y multa de 125 á
1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Trascritos los artículos 405, 40G y 407, están comentados desde el
folio 239 al 246 del tomo III, y no habiendo tampoco m á s diferencia
que ser u n poco mayor la pena pecuniaria.
C A P Í T U L O II.
SUSTBACCION DE
MENORES.
Artículo 498.
«La sustracción de un menor de siete años será castigada con la pena de cadena temporal.»
Artículo 499.
«En la misma pena incurrirá el que hallándose encargado de la persona de un menor, no lo presentare á sus padres
3-12
APÉNDICE Á L o s
COMENTARIOS
ó guardadores, ni diere explicación satisfactoria acerca de su
desaparición.»
Artículo 500.
«El que indujere á un menor de edad, pero mayor de siete
años, á que abandone la casa de sus padres, tutores ó encargado de su persona, será castigado con las penas de arresto
mayor y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Decimos lo propio que en el capítulo anterior. Excepto en la pena
pecuniaria se hallan copiados los artículos 408, 409 y 410 del antiguo
Código, los cuales comenta Pacheco en las páginas 447 á la 452 del tomo III, y siendo un poco mayor también la pena pecuniaria.
C A P Í T U L O IIÍ.
ABANDONO
DE
NIÑOS.
Artículo 501.
«El abandono de un niño menor de siete años será castigado con las penas de arresto mayor y multa de 125 á
1.250 pesetas.
»Cuando por las circunstancias del abandono se hubiere
ocasionado la muerte de un niño, será castigado el culpable
con la pena de prisión correccional en sus grados medio y
máximo; si sólo se hubiere puesto en peligro su vida, la pena
será la misma prisión correccional en su grado mínimo y
medio.
»Lo dispuesto en los dos párrafos anteriores se entenderá
sin perjuicio de castigar el hecho como corresponda cuando
constituyere otro delito más grave.»
Artículo 502.
«El que teniendo á su cargo la crianza ó educación de un
D E L CÓDIGO
PENAt
26
I
menor lo entregare á un establecimiento público ó á otra persona sin la anuencia de la que se lo hubiere confiado ó de la
autoridad en su defecto, será castigado con una multa de 125
á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
En los artículos 411 y 412 del antiguo Código se guardaba completo silencio sobre la triste contingencia de fallecer el niño por causa del
abandono. Esto ha dado lugar en muchos casos á que los tribunales
d u d e n si debia ó no reputarse entonces homicidio, lo cual podría ser
demasiado duro en más de una ocasion. No sólo personas malvadas,
sino otras que no tienen verdaderamente esa intención de dañar, son
autores de ese abandono, y no por eso calificárselas puede de h o m i c i das. Son tantas las desgracias de la humanidad y tan infeliz la situación de esas clases menesterosas, que se comprende fácilmente el e n tumecimiento del corazon y el abandono de los hijos y de los niños
ajenos por falta de medios de subsistencia. Por esos caminos y en las
pequeñas poblaciones se ven rebaños de seres andrajosos, que el único
cargo que pueden hacer á sus padres es haberlos engendrado. Ese mal
social no se corrige con leyes penales.
CAPÍTULO
IV.
DISPOSICION COMUN Á LOS TIIES CAPÍTULOS
PRECEDENTES.
Articulo 503.
«El que detuviere ilegalmente á cualquiera persona, ó
sustrajere un menor de .siete años, y no diere razón de su paradero, ó no acreditare haberlo dejado en libertad, será castigado con la pena de cadena temporal en su grado máximo
á cadena perpetua.
»En la misma pena incurrirá el que abandonare un niño
menor de siete años, si no acreditare que le dejó abandonado
sin haber cometido otro delito.»
COMENTARIO.
El Código antiguo era más severo. Imponía en todos los casos cadena perpétua según el texto del art. 413. La Ley vigente permite que
3 14
APÉNDICE A, LOS
COMENTARIOS
los tribunales puedan imponer desde cadena temporal á cadena p e r pétua. Pacheco hace u n pequeño comentario de este capitulo en la página, 258 del tomo III; y á nosotros no nos ocurre nada que decir sobre la procedencia de esa pena para reprimir u n delito, que con mengua de nuestra civilización se repite frecuentemente en algunas comarcas de España.
CAPÍTULO
ALLANAMIENTO
DE
V.
MORADA.
Articulo 504.
«El particular que entrare en morada ajena contra la voluntad de su morador, será castigado con arresto mayor y
multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Si el hecho se ejecutare con violencia ó intimidación, las
penas serán prisión correccional en su grado medio y máximo y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
Artículo 505.
«La disposición del artículo anterior no es aplicable al que
entra en la morada ajena para evitar un mal grave á sí mismo, á los moradores ó á u n tercero, ni al que lo hace para
prestar algún servicio á la humanidad ó á la justicia.»
Articulo 506.
«Lo dispuesto en este capítulo no tiene aplicación respecto de los cafés, tabernas, posadas y demás casas públicas
mientras estuvieren abiertas.»
COMENTARIO.
Están copiados los artículos 414, 415 y 416 del antiguo Código, exceptuando la pena pecuniaria que se duplica, y aun algo más, en el
nuevo Código. Estos tres artículos lbs comenta Pacheco en los folios
259 al 263 del tomo III.
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
Aquí concluiríamos nosotros también nuestras observaciones, si la
materia de que se trata en este capitulo no tuviera u n enlace íntimo
con los derechos individuales. La ley no puede ser más explícita. La morada del ciudadano será un castillo encantado, cuando no sea el r e f u gio de u n malhechor, cuando en aquel, recinto no se esté cometiendo
algún crimen; cuando, en fin, no haya que prestar algún servicio á la
humanidad ó á la justicia. Esta es la verdadera doctrina moral, legal y
constitucionalmente considerada. Hay que repetírsela al pueblo para
que comprenda perfectamente sus deberes y sus obligaciones, así como
el ejercicio de sus derechos, y que no se dé el escándalo que, al perseguir á u n asesino, pueda éste evadirse por meterse en cualquiera h a cienda ó casa donde, no estando el dueño, no se puede entrar.
Error y preocupación que quedan destruidos con el texto t e r m i n a n te del art. 505 del Código, por cuya inserción merecen los mayores plácemes el Gobierno y las Córtes Constituyentes. Ante todo severa i m parcialidad.
CAPÍTULO
VI.
DE LAS AMENAZAS Y COACCIONES.
Articulo 507.
«El que amenazare á otro con causar al mismo ó á su familia en sus personas, honra ó propiedad un mal que constituya delito, será castigado:
»1.° Con la pena inmediatamente inferior en grado á la
señalada por la ley al delito con que amenazare, si se hubiere
hecho la amenaza exigiendo u n a cantidad ó imponiendo cualquiera otra condicion aunque no sea ilícita, y el culpable hubiere conseguido su propósito, y con la pena inferior en dos
grados si no lo hubiere conseguido.
»La pena se impondrá en su grado máximo si las amenazas se hicieren por escrito ó por medio de emisario.
»2.° Con las penas de arresto mayor y multa de 125 á
1.250 pesetas si la amenaza no fuere condicional.»
Artículo 508.
«Las amenazas de un mal que no constituya delito hechas
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APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
en la forma expresada en el núm. l.° del artículo anterior,
serán castigadas con la pena de arresto mayor.»
Articulo 509.
«En todos los casos de los dos artículos anteriores se podrá
condenar ademas al amenazador á dar caución de no ofender
al amenazado, y en su defecto á la pena de destierro.»
Artículo 510.
«El que sin estar legítimamente autorizado impidiere á otro
con violencia hacer lo que la ley no prohib,e, ó lo compeliere
á efectuar lo que no quiera, sea justo ó injusto, será castigado con las penas de arresto mayor y multa de 125 á 1.250
pesetas.»
Artículo 511.
«El que con violencia se apoderare de una cosa perteneciente á su deudor para hacerse pago con ella, será castigado
con las penas de arresto mayor en su gradq mínimo y una
multa equivalente al valor de la cosa, pero que en ningún
caso bajará de 125 pesetas.»
COMENTARIO.
No son extensos los que hace Pacheco á los artículos 417, 418, 419,
420 y 421 del antiguo Código, y que pueden verse desde el folio 263
al 273 del tomo III. Como tiene de costumbre, cita las concordancias
con varias leyes de nuestros Códigos, y también las de otros países, que
por cierto en algunas son mucho m á s d u r a s que las que se consignan
en la legislación española.
Están trasladados los artículos al pié de la letra, excepto en las ponas pecuniarias, que se aumentan en más de u n ciento por ciento. Propósito laudable es éste, pero que no dará resultados algunos prácticos
sino en rarísimos casos.
Aunque convengamos en que las leyes no se hacen para casos extraordinarios, es lo cierto que hoy se repiten mucho las amenazas para
secuestrar á las personas, no sólo en las provincias de Andalucía, sino
en las de Valencia y Cataluña, y no hubiera sido censurable adoptar
mayores medidas para reprimir el mal, a u n q u e el remedio ha de vpnir
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
en realidad de otras precauciones que no tienen la mayor analogía con
las leyes penales.
CAPÍTULO
VIL
DESCUBRIMIENTO Y REVELACION DE
SECRETOS.
Articulo 512.
«El que para descubrir los secretos de otro se apoderare
de sus papeles ó cartas y divulgare aquéllos, será castigado
con las penas de prisión correccional en sus grados mínimo
y medio y multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Si no los divulgare, las penas serán arresto mayor y
multa de 125 á 1.250 pesetas.
»Esta disposición no es aplicable á los maridos, padres,
tutores ó quienes hagan sus veces, en cuanto á los papeles ó
cartas de sus mujeres, hijos ó menores que se hallen bajo su
dependencia.»
Artículo 513.
«El administrador, dependiente ó criado que en tal concepto supiere los secretos de su principal y los divulgare, será castigado con las penas de arresto mayor y multa de 125
á 1.250 pesetas.»
Artículo 514.
«El encargado, empleado ú obrero de una fábrica ú otro
establecimiento industrial que con perjuicio del dueño descubriere los secretos de su industria, será castigado con las
penas de prisión correccional en sus grados mínimo y medio
y multa de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Tenemos que repetir las mismas frases que en el comentario a n terior. Los tres artículos 422, 423 y 424 del Código antiguo, y que co-
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APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
m e n t a Pacheco d e s d e el folio 274 al 277 del tomo III, están copiados al
pió de la letra y no se e n c u e n t r a m á s diferencia q u e la ordinaria y c o m ú n d e a u m e n t a r s e la pena pecuniaria. La m u l t a , q u e antiguamente
no podia pasar d e 100 duros, ó sean 2.000 r s . , h o y se p u e d e h a c e r s u b i r
hasta 5.000 r s . hablando del d e s c u b r i m i e n t o d e los secretos de otro. El
antiguo Código sólo imponia la m u l t a d e 4.000 r s . al a d m i n i s t r a d o r ó
d e p e n d i e n t e q u e d e s c u b r i e r e los secretos d e s u principal, y el nuevo
fija i n d i s t i n t a m e n t e la .multa en todos los casos desde 500 á 5.000 r s .
TÍTULO X I I I .
DE LOS DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD.
CAPÍTULO
I.
DE LOS ROBOS.
COMENTARIO.
Hemos d u d a d o mucho tiempo si c o m e n t a r ó no este capítulo. Hay
e n o r m e s diferencias e n t r e el antiguo Código y el m o d e r n o , pero en s u
esencia las doctrinas son las m i s m a s y las penas m u y semejantes. Y no
podia m é n o s de ser así. Este delito será siempre u n tormento para el
legislador. Ataca por su base el orden social, y en todos los gobiernos
y en todos los tiempos se han-buscado medios d e reprimirlos. Las leyes
penales influirán algo en su d i s m i n u c i ó n ; pero de n a d a servirán los
castigos escritos en los Códigos, si no se m e j o r a la condicion moral y
material del pueblo. Cuando h a y h a m b r e , cuando el principio religioso
anda por el suelo, inútil es q u e r e r extirpar el robo. Si á esto se agrega
la i m p u n i d a d , el país en q u e esto suceda está perdido y necesita hacer
esfuerzos hercúleos para q u e las cosas e n t r e n en caja. Abrasé la h i s t o ria p o r Cualquier parte, y allí d o n d e se h a y a perdido toda idea d e mor a l i d a d , allí d o n d e las clases menesterosas a c u d a n á b a n d a d a s á pedir
pan, allí d o n d e h a y a desaparecido el principio d e autoridad, allí todo
será inseguro, allí t e n d r á precisión el c i u d a d a n o de d e f e n d e r s u casa
con t r a b u c o en mano. Este fenómeno es d e todos los tiempos y se ha reproducido y se reproduce en todas las naciones. Las q u e tienen la dicha
d e no pasar por esas vicisitudes, las q u e viven dichosas, p o r q u e h a n
creado costumbres, y s u s habitantes e n c u e n t r a n t r a b a j o y los pobres
respetan al propietario, y tienen el sentimiento del d e b e r , p o r q u e se lo
DEL CÓDIGO PJENAL
319
ha enseñado su religión; en esas comarcas se duerme con las ventanas
y hasta con las puertas abiertas. En España nadie puede habitar en los
campos, y en las ciudades hay que hacer una requisa para saber si
todo está bien cerrado, aunque se habite en u n tercer piso.
Nada tiene de extraño que nuestros legisladores hayan tratado de
ensayar todos los métodos, desde el castigo draconiano de imponer la
pena de muerte por una peseta, hasta el de dejar muchas veces sin
corrección verdaderos robos, excusándolos como desahogos patrióticos.
Despues de recomendar eficazmente cuanto dice Pacheco comentando los artículos 425, 426, 427, 428, 429, 430, 431, 432, 433, 434 y 435,
en cuyo exámen emplea desde la pág. 280 hasta la 318 del tomo III,
nos vamos á tomar la licencia de comentar artículo por artículo, p o r que realmente en el nuevo Código se ha hecho una variación completa
en el texto y en las disposiciones establecidas en la antigua ley.
Por el pronto se empezó suprimiendo esa distinción de robo con
violencia en las personas, y robo con fuerza en las cosas, diciéndose
en el nuevo Código, y llamándose este capítulo «De los robos.» Entremos, pues, en el examen de cada una de esas disposiciones.
Articulo 515.
«Son reos del delito de robo los que, con ánimo de lucrarse, se apoderan de las cosas muebles, ó ajenas, con violencia ó intimidación en las personas, empleando fuerza en
las cosas.»
COMENTARIO.
Aunque la misma idea está expresada en el art. 425 del antiguo Código, es m u y preferible la redacción del que ahora nos ocupa, porque
hasta por el más imperito se comprende cuándo verdaderamente so
comete robo. Es indispensable que haya violencia ó intimidación en
las personas. Este es el primer caso que acontece cuando uno es asaltado en la calle ó sorprendido y amenazado en su casa. Ocurre el segundo caso cuando se fractura ó abre puerta ó arca, que es lo que se
llama emplear fuerza en las cosas. Toda otra explicación no haria más
que oscurecer el texto claro de la ley.
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APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
Articulo 516.
«El culpable de robo con violencia ó intimidación en las
personas, será castigado:
»1.° Con la pena de cadena perpétua á muerte, cuando
con motivo ó con ocasión del robo resultare homicidio.
»2.° Con la pena de cadena temporal en su grado medio
á cadena perpétua, cuando el robo fuere acompañado de violación ó mutilación causada de propósito, ó con su motivo ú
ocasion se causare alguna de las lesiones penadas en el número 1.° del art. 431, ó el robado fuere detenido bajo resca-'
te ó por más de un dia.
»3.° Con la pena de cadena temporal, cuando con el
mismo motivo ú ocasion, se causare alguna de las lesiones
penadas en el núm. 2 ° del artículo mencionado en el número anterior.
»4.° Con la pena de presidio mayor en su grado medio
á cadena temporal en su grado mínimo, cuando la violencia
ó intimidación que hubiere concurrido en el robo, hubiere
tenido una gravedad manifiestamente innecesaria para su
ejecución, ó cuando en la perpetración del delito se hubieren
por los delincuentes inferido á personas, no responsables del
mismo, lesiones comprendidas en los números 3.° y 4.° del citado art. 431.
»5.o Con la pena de prisión correccional á presidio mayor
en su grado medio en los demás casos.»
COMENTARIO.
La comision antigua de Códigos creyó debia dejar viva la pena de
muerte cuando el ladrón matare, violare ó mutilare con ánimo deliberado. En este artículo y su n ú m . 1.° sólo se impone ese castigo cuando
resultare homicidio. Estamos en completo desacuerdo con la reforma.
El salteador de caminos, y más en cuadrilla, merece siempre la mayor
de las penas. Y vale más que el legislador se la imponga, que tener que
d a r orden á la Guardia civil para matar á los bandidos, io cual viene
ejecutándose en España hace muchos años; y si bien en circunstancias
DEL CÓDIGO
PENAt
26 I
extraordinarias cierra los ojos á esas medidas el hombre de ley, no
puede admitirse como regla constante y práctica. Suprimido el p á r r a fo 2.° del art. 42b del antiguo Código, resultará que un salteador de caminos, que haya cometido veinte robos y violado cincuenta mujeres á
la presencia de sus esposos y padres, este criminal famoso no sufrirá
más pena que la de cadena perpétua. Bórrese de una vez la pena de
muerte, ó de otra manera impóngase por este horroroso delito, que es
mucho mayor que otros que se castigan con más necesidad en el mismo Código.
En los números 2.°, 3.°, 4.° y 5.°, se van rebajando las penas á c a dena temporal, presidio mayor y prisión correccional, según sean menos graves las circunstancias del hecho. Admitido el principio, las consecuencias son legítimas; pero con su estudio vendrá á reconocerse la
insuficiencia de ese castigo. Si hay u n famoso criminal que sale con
uno ó dos compañeros y roba á todo transeúnte con los modales más
finos, sin violar ni mutilar, sin causar lesiones, este criminal no sufrirá
más que prisión correccional, según el párrafo 5.° de este artículo. Preferimos en u n todo el antiguo Código, porque nos parece que la i n d u l gencia, en vez de disminuir, aumentará el castigo de esos delitos. No
es posible desentenderse de la situación peculiar de cada país. España
despoblada, España víctima de revueltas y trastornos continuos, no
puede asemejarse en nada á otras naciones, en donde es casi imposible
el robo en despoblado, ó al menos ocurre en poquísimos casos, siendo
dificilísima la evasión del delincuente. Las leyes de todos los tiempos
deben proteger primero á los virtuosos, y, si es posible, ser suaves é
indulgentes despues con los que hayan delinquido.
Están, por consiguiente, de pésame, según nuestra opinion, todos
los que viajen por caminos solitarios y todos los que tengan que vivir
en el campo, porque los bandidos aprenderán que como se evadan y
libren de los fusiles de la Guardia civil, no sufrirán más que penas
que, en el estado de nuestros presidios, ni son duras, ni tampoco en
ellos se conoce la perpetuidad.
Articulo 517.
«Si los delitos de que tratan los números 3.°, 4.° y 5.° del
artículo anterior, hubieren sido ejecutados en despoblado y
en cuadrilla, se impondrá á los culpables la pena en el grado
máximo.
»A1 jefe de la cuadrilla, si estuviere total ó parcialmente
armada, se impondrá, en los mismos casos, la pena superior
inmediata.»
APÉNDICE
21
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
COMENTARIO.
Interpretando racionalmente este artículo, el único caso de pena de
muerte es para el jefe de la cuadrilla, porque si á los demás se les puede imponer cadena perpétua, que es el m á x i m u m , la superior inmediata es hoy la de muerte. A pesar de esto, insistimos en lo que hemos dicho en el capítulo anterior, y hubiéramos querido, no que al capitan
de la cuadrilla, sino á todos los bandidos se les pudiera aplicar en d e terminados casos esa pena superior inmediata, así como en otros nos
parece bien que se rebaje el castigo hasta prisión correccional, no á ladrones en cuadrilla, sino á los que cometen algún robo en los campos,
porque ejemplar ha habido en que una audiencia ha impuesto doce
años de cadena por él robo de dos panes y media libra de queso. Así
como hay que huir de la dureza de la antigua ley, no puede tampoco
dejarse desamparada la sociedad.. Para no caer en ninguno de estos escollos, encontramos siempre nuestro escudo en el prudeute arbitrio de
los tribunales.
Artículo 518.
«Hay cuadrilla cuando concurren á un robo más de tres
malhechores armados.
»Los malhechores presentes á la ejecución de un robo en
despoblado y en cuadrilla, serán castigados como autores de
cualquiera de los atentados cometidos por ella, si no constare
que procuraron impedirlos.
»Se presume haber estado presentes á los atentados cometidos por una cuadrilla, el malhechor que anda habitualmente en ella, salvo la prueba en contrario.»
COMENTARIO.
No nos gusta la significación que se da á la cuadrilla, aunque esto
está copiado del antiguo Código. Quisiéramos que el número de tres
fuera bastante para componer partida. En u n país tan accidentado como
el nuestro, la reunión de tres foragidos es bastante para alarmar á las
gentes de las campiñas y áun á las pequeñas poblaciones.
DEL CÓDIGO
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Por lo demás, están perfectamente apreciadas las circunstancias de
los que componen la cuadrilla.
Articulo 519.
«La tentativa y el delito frustrado de robo cometidos con
el delito mencionado en el núm. l.° del art. 516, serán castigados con la pena de cadena temporal en su grado máximo
á cadena perpétua, á no ser que el homicidio cometido la
mereciere mayor, según las disposiciones de este Código.»
COMENTARIO.
Se prevé el caso, m u y común por cierto, de intentar un robo y no
poderlo llevar á ejecución á pesar de haber matado, mutilado ó causado
lesiones. Entonces la ley quiere, y con razón, que se castigue este atentado como si se hubiera llevado á efecto en todas sus partes. Asaltan los
bandidos á los viajeros, se defienden éstos, ó llega la Guardia civil é
impide que se consume el robo prendiendo á los ladrones, que ya habían causado ó muerte, ó heridas, ó lesiones. Entonces hay que aplicarles toda la pena del Código, según el texto expreso de este artículo.
Articulo 520.
«El que para defraudar á otro le obligare con violencia ó
intimidación á suscribir, otorgar ó entregar una escritura pública ó documento, será castigado como culpable de robo con
las penas respectivamenté señaladas en este capítulo.»
COMENTARIO.
El legislador tiene que ocuparse necesariamente de los casos que
ocurren á la sazón en que escribe las leyes. Se pensaba esa reforma del
Código penal cuando para vergüenza nuestra se hacían secuestros escandalosos, y,se obligaba á .escribir cartas y peticiones á. las mismas
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APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
víctimas para su rcscate. De este caso se ocupa el artículo que analizamos, y demasiado benigna es la pena que se impone á los que verdaderamente se pueden considerar como verdaderos directores de tan gran
crimen.
En realidad el artículo es más genérico y comprende todo acto de
otorgamiento de instrumento ú otro papel que se suscribiere violentamente, como sucede otorgándose últimas voluntades, reconocimiento
de créditos, etc. Todo esto se asimila al robo y se aplican las penas señaladas en este capítulo.
Artículo 521.
«Los que con armas robaren en casa habitada ó edificio
público, ó destinado al culto religioso, serán castigados con
la pena de presidio mayor en su grado medio á cadena temporal en su grado mínimo, si el valor de los efectos robados
excediere de 500 pesetas, y se introdujeren los malhechores,
en la casa ó edificio donde el robo tuviere lugar ó en cualquiera de sus dependencias, por uno de los medios siguientes:
»1.° Por escalamiento.
»2.° Por rompimiento de pared, techo ó suelo ó fractura
de puerta ó ventana.
»3.° Haciendo uso de llaves falsas, ganzúas ú otros instrumentos semejantes.
»4.° Con nombre supuesto ó simulación de autoridad.
»Cuando los malhechores llevaren armas y el valor délo
robado no excediere de 500 pesetas, se impondrá la pena inmediatamente inferior.
«Cuando no llevaren armas ni el valor de lo robado excediere de 500 pesetas, se impondrá en su grado mínimo la
pena señalada en el párrafo anterior.»
Artículo 522.
«Cuando los delitos de que se habla en el párrafo anterior hubieren sido ejecutados en despoblado y en cuadrilla,
se impondrá á los culpables la pena en el grado máximo.»
DEL CÓDIGO PENAt
26 I
COMENTARIO,
Lo mandado en este artículo es una consecuencia precisa de toda la
teoría penal, porque son circunstancias agravantes r o b a r e n despoblado y robar en cuadrilla, y por eso la pena que se lia de imponer ha de
ser la superior inmediata en su grado máximo cuando por el delito que
se cometiere correspondiera una menor, pudiendo los tribunales a u mentar hasta dos grados. ¿Merece el delito cadena temporal en su grado mínimo? Pues entonces hay que aplicar la misma pena, pero en su
grado máximo, cuando los culpables han ejecutado el robo en despoblado y en cuadrilla. Tratándose de estos graves delitos, los tribunales
no han de incurrir en responsabilidad por su dureza.
Artículo 523,
«Se considerará casa habitada todo albergue que constituyere la morada de una ó más personas, aunque se encontraren accidentalmente ausentes de ella cuando el robo tuviere lugar.
»Se considerarán dependencias de casa habitada ó edificio público ó destinado al culto, sus patios, corrales, bodegas, graneros, pajares, cocheras, cuadras y demás departamentos ó sitios cercados y contiguos al edificio y en comunicación interior con el mismo y con el cual formen un solo
todo.
»No estarán comprendidas en el párrafo anterior las
huertas y demás terrenos destinados al cultivo ó á la producción, aunque estén cercadas, contiguas al edificio y en
comunicación interior con el mismo.»
COMENTARIO.
Están perfectamente clasificadas las dependencias de una casa habitada; pero no estamos conformes con el segundo párrafo del a r t í c u lo, porque habrá muchas casas que tengan u n pequeño jardín ó huerta, de menores dimensiones que los patios ó corrales de otros ediíicios,
y sin embargo castigarse más severamente el que escalare éstos para
robar, v. gr., gallinas u otras cosas de poco valor, cuando el que se in-
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
trodujere en aquéllos no fuera para coger una flor, sino para introducirse en la habitación principal.
Así como en el artículo siguiente se dan reglas fijas para apreciar y
estimar estos actos, que empiezan por escalamiento, hubiéramos q u e rido que no se hubiese hecho distinción entre lo que es corral y lo que
es terreno dedicado al cultivo. La infracción consiste en introducirse
en la propiédad ajena saltando las tapias ó rompiendo puertas, de c u yos extremos ge ocupa despues el arit. 525; y tan digno de respeto y de
ser garantizado por ia ley es el jardin ó parque del magnate, como el
patio ó corral del labriego. Siendo tan común como es este delito, hay
que hacer efectiva la pena, a u n q u e no con la dureza que lo castiga el
artículo que vamos á comentar.
Artículo 524.
«Cuando el robo de que se trata en el art. 521 se hubiere efectuado en una dependencia de casa habitada, edificio
público ó destinado al culto religioso, introduciéndose los
culpables saltando un muro exterior y se hubiere limitado la
sustracción á frutas, semillas, caldos, animales ú otros objetos destinados á la alimentación, y el valor de las cosas robadas no excediere de 25 pesetas, se impondrá á los culpables la pena de arresto mayor en su grado medio á prisión
correccional en su grado mínimo.»
COMENTARIO.
Acabamos de insinuar en el comentario anterior que no estábamos
conformes con la aplicación de está pena, porque da resultados enteramente contrarios. Por el robo dé una gallina, ó d é una libra de peras,
uvas ó manzanas, no da parte ningún propietario que coge infraganti
al delincuente para que sufra u n arresto mayor ó prisión correccional.
Diariamente están ocurriendo estos casos á todo el que tiene una casa
de campo. Nuestros labriegos tienen una tentación diabólica, especialmente los jóvenes, para cometer estos robos, que, en vez de delitos,
creen que son acciones heroicas. Comerse las uvas del alcalde ó del
cura, asaltar las tapias del jardin del rico del pueblo, se tiene por u n
acto de valor, y lo que menos se piensa es en la pena del Código, que
nunca se impone. En libertándose de los perros ó de la perdigonada
del hortelano, ya se ha conseguido el objeto.
DEL CÓDJjSO PENAL
327
Para este y otros casos semejantes estableceríamos nosotros el j u rado, compuesto de los individuos de ayuntamiento en las poblaciones
pequeñas, el cura y el maestro de escuela, que podrían castigar estos
excesos con cárcel de un dia á treinta, y en las poblaciones grandes
componiendo ese tribunal cuatro individuos de ]a municipalidad, presididos por el juez de primera instancia, que deberían sentenciar en el
término de cuarenta y ocho horas despues de denunciado el hecho, y
siempre que el daño no pasase de las 25 pesetas que marca el artículo.
Los resultados prácticos serian mejores que los que hoy dan los procesos escritos y eternos.
Articulo 525.
«El robo cometido en lugar no .habitado ó en un edificio
que no sea de los comprendidos en el parrafo 1.° del art. 521,
si el valor de los objetos robados excediere de 500 pesetas, se
castigará con la pena de presidio correccional en sus grados
medio y máximo, siempre que concurra alguna de las circunstancias siguientes:
»1.° Escalamiento.
s>2,° Rompimiento de paredes, techos ó suelos, puertas ó
ventanas exteriores.
»3.o La de haber hecho uso de llaves falsas, ganzúas ú
otros instrumentos semejantes para entrar en el lugar del
robo.
»4.° Fractura de puertas, armarios, arcas ú otra clase de
muebles ú objetos cerrados ó sellados.
»5.° Sustracción de los objetos cerrados ó sellados de que
trata el párrafo anterior, aunque se fracturen fuera del lugar
del robo.
»Cuando el valor de los objetos robados no excediere de
500 pesetas, se impondrá la pena inmediatamente inferior.»
COMENTARIO.
Están resumidos en este artículo los 433 y 434 del antiguo Código,
a u n q u e su redacción es más clara, y comprende la sustracción de objetos cerrados y sellados, que es m u y común. Las señoras, con especialidad, tienen sus joyas en pequeñas cajas ú otro mueble de fácil ma-
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APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
nejo, y lo primero que hacen los ladrones es cargar con ellos, lo cual
es más que abrirlos con ganzúas ó fracturarlos.
Artículo 526.
«En los casos del artículo anterior, el robo que no excediere de 25 pesetas se castigará con arresto mayor en sus
grados medio y máximo.
»Si las cosas robadas fueren de las mencionadas en el artículo 524, se castigará con la pena inmediatamente inferior.»
COMENTARIO.
Reproducimos aquí lo que hemos dicho hablando del art. 524. Hay
poca intención de robar cuando el robo no puede exceder de 25 pesetas.
El ladrón discurre á su manera, y por tan poca cosa no se expone al
castigo que le pueda dar la persona que ha de ser robada y al de la ley.
Por estas razones, este artículo y el ya citado 524 los hubiéramos trasladado al libro de las faltas y penado de la manera que allí decimos. El
legislador debe aparecer en muchas ocasiones sencillo y hasta inocente para juzgar las acciones del culpable y considerarlas inofensivas como no se vea en ellas una señal marcada de criminalidad. Corríjanse
primero las faltas, y no será para nosotros cuando viajemos por el extranjero, un recuerdo triste ver cómo allí se respeta la propiedad.
Artículo 527.
«El robo de que se trata en los artículos 524, 525 y 526,
se castigará con la pena inmediatamente superior, si el culpable fuere dos ó más veces reincidente.»
Artículo 528.
«El que tuviere en su poder ganzúas ú otros instrumentos
destinados especialmente para ejecutar el delito de robo, y no
diere el descargo suficiente sobre su adquisición ó conserva-
DEL CÓDIGO P E N A L
329
cion será castigado con la pena de arresto mayor en su grado máximo á presidio correccional en su grado mínimo.
»En igual pena incurrirán los que fabricaren dichos instrumentos. Si fueren cerrajeros se les aplicará la pena de
presidio correccional en sus grados medio y máximo.»
Articulo 529.
«Se entenderán llaves falsas:
» 1 L o s instrumentos á que se refiere el artículo anterior.
»2.° Las llaves legítimas sustraídas al propietario.
»3.° Cualesquiera otras que no sean las destinadas por
el propietario para la apertura de la cerradura violentada
por el culpable.»
COMENTARIO.
Está perfectamente clasificada la pena de los que tienen instrumentos destinados para ejecutar el delito de robo. Lo primero que ocurre
preguntar es, si entre dichos instrumentos se encuentran los trabucos y
otras armas de fuego, cuya posesion y uso no se explican satisfactoriamente. Ya que el Código nos lo prohiba expresamente, como ya hemos
dicho en otro lugar, creemos que bien pueden comprenderse en este
artículo,
C A P Í T U L O
II.
DE LOS H U R T O S .
Cuando los hombres eminentemente religiosos claman y piden que
se ponga coto á la inmoralidad, y quieren aplicar á todo el dogma, no
dejan de tener razón, en cierto modo, a u n q u e su celo se extravíe, porque quieren convertir á las naciones en conventos. Es lo cierto que a l gunos males sociales, los más comunes, no tienen otro correctivo que
los f u t u r o s castigos del que todo lo puede. Predicad á las masas el gran
respeto á la propiedad, y los pobres que sean incrédulos os contestarán una carcajada; pero haced entender á ese mismo pueblo que Dios
ha consagrado el tuyo y el mió, y que castiga al que se apodera de lo
ajeno, y los hurtos que se pueden hacer con impunidad no se ejecutarán.
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
Estas sencillas observaciones se ocurrirán á cualquiera que estudie
u n poco la historia de la familia. ¿Quién no ha tenido algún criado honrado incapaz de sisar un solo maravedí, porque Dios lo castiga? ¿Cuándo se acabarán los hurtos, que es uno de los mayores y más grandes
males de las sociedades modernas? Unicamente cuando se eduque al
pueblo, como debe educársele, se disminuirá esa plaga que perturba la
felicidad doméstica, que da lugar á mil discusiones, y que produce esa
especie de guerra sorda entre el amo y el criado, debiendo tener los
mismos intereses ó iguales tendencias.
Todo lo contrario sucede. Los Gobiernos se ocupan m u y poco de esta
clase iipportante y numerosa que está dedicada al servicio de otro. En
España es u n asunto completamente abandonado, y el criado y la criada qu« saben su obligación se tienen por u n fenómeno. Se exceptúa una
rama del servicio, y es la del comercio. Sea que el reclutamiento se hace
en provincias morigeradas, sea que los dueños de establecimientos m e r cantiles los reciben m u y jóvenes, sea que verdaderamente hay el aliciente de hacer fortuna, es lo positivo que el criado ó dependiente llamado hortera, tiene distintas condiciones de los demás criados, q u e p o cas veces se encariñan con el amo y miran por los intereses de éste.
Si en vez de escribir sobre leyes penales, tuviéramos que hacerlo
sobre administración pública ó sobre moral, nos permitiríamos algunas
licencias, proponiendo medios para corregir esta gangrena. Como legistas sólo nos incumbe decir que la mayor parte de los' hurtos los cometen los ladrones domésticos, y que es raro en el que no está complicado
ó es el autor principal el criado ó la criada de la casa robada. Premios
á la virtud del doméstioo, cartillas verdaderas, gran vigilancia sobre sus
actos y u n poco de j u s t a imparcialidad de los amos, podrían, si no regenerar en u n todo á los criados, mejofarlos por lo ménos.
Si en los delitos atroces abogamos, dentro de ciertos límites, á favor
del arbitrio prudente del juez, en el caso que examinamos queremos
que la ley sea m u y laxa. Son t a n raros los caractéres del hurto doméstico, se comete de tantas y tan diversas maneras, que es absolutamente
imposible sujetarse á las reglas, y sólo por esa razón quisiéramos que
se d e j a s e todaila amplitud imaginable al magistrado.
Despues de estas ideas generales, pasemos á examinar los artículos
sobre el hurto.
Articulo 530.
«Son reos de hurto:
»1.° Los que con ánimo de lucrarse, y sin violencia ó intimidación en las personas ni fuerza en las cosas, toman las
cosas muebles ajenas sin la voluntad de su dueño.
DEL CÓDIGO PENAL
331
»2.° Los que encontrándose una cosa perdida, y sabiendo
quién es su dueño, se le apropiaren con intención de lucro.
»3.° Los dañadores que sustrajeren ó utilizaren los frutos
ú objeto del daño causado, salvo los casos previstos en los artículos 606, núm. l. Q ; 607, números 1.°, 2.° y 3.°; 608, número 1.°; 610, núm. l.°; 611, 613, segundo párrafo del 617
y 618.»
Artículo 531.
«Los reos de hurto serán castigados:
»1.° Con la pena de presidio correccional en sus grados
medio y máximo, si el valor de la cosa hurtada excediere de
2.500 pesetas.
»2.° Con la pena de presidio correccional en sus grados
mínimo y medio, si no excediere de 2.500 pesetas y pasare
de 500.
»3.° Con arresto mayor en su grado medio á presidio
correccional en su grado mínimo, si no excediere de 500 y
pasare de 100.
»4.° Con el arresto mayor en toda su extensión, si no
excediere de 100 y pasare de 10.
»5.° Con arresto mayor en sus grados mínimo y .medio,
si no excediere de 10 y el reo hubiere sido condenado dos
veces por hurto en juicio de faltas.»
Artículo 532.
«No obstante lo dispuesto en el núm. 4.» del artículo anterior, no se considerará delito, sino que se castigará como
falta, el hurto de semillas alimenticias, frutos y lefias, cuando el valor de la cosa sustraída no excediere de 20 pesetas y el
reo no fuere dos ó más veces reincidente.»
Articulo 533.
«El hurto se castigará con las penas inmediatamente superiores en grado á las respectivamente señaladas en los dos
artículos anteriores:
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
»1.° Si fueren cosas destinadas al culto, ó se cometieren
en acto religioso, ó en edificio destinado á celebrarlos.
»2.° Si fuere doméstico ó interviniere grave abuso de
confianza.
»3.° Si fuere dos ó más veces reincidente.»
COMENTARIO.
No queremos usurpar ¿ Pacheco lo q u e dice desde el folio 318 hasta
el 328 del tomo III. Creemos, sin embargo, que hubiera preferido la
nueva redacción que se ha dado á este capítulo, porque si bien no se
introducen muchas novedades en lo que mandaban los artículos 436,
437, 438 y 439 del antiguo Código, su redacción nos parece más ordenada.
Si áun muchos hechos, calificados de robos, hemos creído que d e bían ser examinados en el libro de faltas, con mayor razón podría hacerse esto tratándose de gran número de hurtos. Verdad es que la facilidad en cometer este delito obliga al legislador el ser más inflexible
por esa circunstancia, y la no ménos interesante de la dificultad de la
prueba; pero por lo mismo la acción de la autoridad inmediata y rápida
suele ser más eficaz. Hemos visto diversas veces confundido ante un
juez el criado hurtador entregando el dinero ú objeto sustraído, lo cual
no se verifica en el instante que se vea deshonrado ó conducido á la
cárcel, y dejándole allí veinticuatro horas para reflexionar. Entónces
sabe que le amenaza el presidio, y , en vez de confesar, niega.
Quítese á los dependientes de policía este medio de intimidación
que usan, y déjense algunas facultades al juez ántes de escribir una
línea, y los resultados prácticos para los robados ó hurtados y para la
sociedad serán mejores. Nunca se deben perder los primeros momentos en todos los actos de la vida.
CAPÍTULO
DE
LA
III.
USURPACION.
Artículo 534.
«Al que con violencia ó intimidación en las personas ocupare una cosa inmueble ó usurpare un derecho real de ajena
pertenencia, se impondrá, ademas de las penas en que incur-
D E L CÓDIGO P E N A L
333
riera por las violencias que causare, u n a multa del 50 al 100
por 100 déla utilidad que haya reportado, no bajando de 125
pesetas.
»Si la utilidad no fuere estimable, se impondrá la multa
de 125 á 1.250 pesetas.»
Artículo 535.
«El que alterare términos ó lindes de los pueblos ó heredades ó cualquiera clase de señales destinadas á fijar los límites
de prédios contiguos, será castigado con una multa del 50 al
100 por 100 de la utilidad que haya reportado ó debido reportar por ello.
»Si no fuere estimable la utilidad, se le impondrá la multa
de 125 á 1.250 pesetas.»
COMENTARIO.
Si e x c e p t u a m o s las penas pecuniarias, q u e son mayores en el nuevo
Código, p o r q u e e n el antiguo y s u s artículos 440, 444 y 442 no pasan
n u n c a de la multa de 200 d u r o s , en todo lo d e m á s son iguales las prescripciones y pueden leerse los comentarios de Pacheco desde el folio
328 al 33b del tomo III.
CAPÍTULO IV.
DEFRAUDACIONES.
SECCION
PRIMERA,
Alzamiento, quiebra é insolvencia punibles.
Articulo 536.
«El que se alzare con sus "bien es en perjuicio de sus acreedores, será castigado con las penas de presidio mayor, si fuere comerciante, y con la de presidio correccional en su grado
máximo á presidio mayor en su grado medio, si no lo fuere.»
262
APÉNDICE
Á L O S COMENTA bIOS
Artículo 537.
«El quebrado que fuere declarado en insolvencia fraudulenta con arreglo al Código de Comercio, será castigado con
la pena de presidio correccional en su grado máximo á presidio mayor en su grado medio.»
Artículo 538.
«El quebrado que fuere declarado en insolvencia culpable
por alguna de las causas comprendidas en el art. 1005 del
Código de Comercio, incurrirá en la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio.»
Artículo 539.
«En los casos de los dos artículos precedentes, si la pérdida ocasionada á los acreedores no llegare al 10 por 100 de sus
respectivos créditos, se impondrán al quebrado las penas inmediatamente inferiores en grado á la señalada en dichos artículos. •
»Cuando la pérdida excediere del 50 por 100, se impondrán en su grado máximo las penas señaladas en los dos mencionados artículos.»
Articulo 540.
«Las penas señaladas en los tres artículos anteriores son
aplicables á los comerciantes, aunque no estén matriculados,
si ejercieren habitualmente el comercio.»
Articulo 541.
«Serán penados como cómplices del delito de insolvencia
fraudulenta los que ejecutaren cualquiera de los actos que se
determinan en el art. 1010 del Código de Comercio.»
26 I
DEL CÓDIGO P E N A t
Articulo 542.
«Incurrirá en la pena de arresto mayor en su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo el concursado,
no comerciante, cuya insolvencia fuere resultado en todo ó
en parte de alguno de los hechos siguientes:
»1.° Haber hechogastos domésticos ó personales excesivos y descompasados con relación á su fortuna, atendidas las
circunstancias de su rango y familia.
»2.° Haber sufrido en cualquiera clase de juego pérdidas
que excedieren de lo que por vía de recreo aventurare, en entretenimientos de esta clase, un padre de familia arreglado.
»3.° Haber tenido pérdidas en apuestas cuantiosas, compras y ventas simuladas ú otras operaciones de agiotaje, cuyo
éxito dependa exclusivamente del azar.
»4.° Haber enajenado con depreciación notable bienes
cuyo precio estuviere adeudando.
»5.° Retardo en haber dejado de presentarse'en concurso
cuando su pasivo fuere tres veces mayor que su activo.»
Articulo 543.
«Incurrirá en la pena de presidio correccional en su grado máximo, á presidio mayor en su grado mínimo, el concursado, no comerciante, cuya insolvencia fuere resultado en
todo ó en parte de alguno de los hechos siguientes:
»1.° Haber incluido gastos, pérdidas ó deudas supuestas,
ú ocultado bienes ó derechos en el estado de deudas, relación
de bienes ó memorias que haya presentado á la autoridad
judicial.
»2.° Haberse apropiado ó distraído bienes ajenos que le
estuvieren encomendados en depósito, comision ó administración.
»3.° . Haber simulado enajenación ó cualquier gravámen
de bienes, deudas ú obligaciones.
336
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
»4.° Haber adquirido por título oneroso bienes á nombre
de otra persona.
»5.° Haber anticipado en perjuicio de los acreedores pago
que no fuere exigible sino en época posterior á la declaración
de concurso.
»6.° Haber distraído, con posterioridad á la declaración
de concurso, valores correspondientes á la masa.»
Artículo 544.
«Es aplicable á los dos artículos anteriores la disposición
contenida en el 539.»
Articulo 545.
«Serán penados como cómplices del delito de insolvencia
fraudulenta, cometida por el deudor no dedicado al comercio, los que ejecutaren cualquiera de los actos siguientes:
» 1 C o n f a b u l a r s e con el concursado para suponer crédito
contra él ó para aumentarlo, alterar su naturaleza ó fecha,
con el fin de anteponerse en la graduación con perjuicio de
otros acreedores, áun cuando esto se verificare antes de la declaración del concurso.
»2.° Haber auxiliado al concursado para ocultar ó sustraer sus bienes.
»3.° Ocultar á los administradores del concurso la existencia de bienes, que, perteneciendo á éste, obren en poder
del culpable, ó entregarlos al concursado y no á dichos administradores.
»4.° Verificar con el concursado conciertos particulares
en perjuicio de otros acreedores.»
Artículo 546.
«Las penas señaladas en este capítulo se impondrán en
su grado máximo al medio al quebrado ó concursad^ que no
restituyere el depósito miserable ó necesario.»
26 I
D E L CÓDIGO P E N A t
COMENTARIO.
Aunque el antiguo Código dedica á esta delicada materia los artículos 443, 444, 445, 446, 447 y 448, los cuales comenta Pacheco desde el
folio 335 al 345 del tomo III, la ley dejaba mucho que desear para que
no quedaren impunes las infinitas defraudaciones que diariamente se
cometen por comerciantes y no comerciantes al presentarse en quiebra
ó en concurso. Para discurrir debidamente sobre este asunto, se necesitaría escribir un tomo voluminoso. Muchas personas podrán decir: yo
no he sido nunca herido, ni maltratado, ni robado, ni áun hurtado siquiera. Pocas ó ninguna, de las que tienen algunos negocios, asegurarán que no hayan sido estafadas por particulares ó por sociedades que
se presentan en quiebra.
Y debe ser tan difícil el reintegro de las cantidades perdidas y el
castigo de los delincuentes, que en otros países mucho más adelantados que nosotros no se ha puesto coto á estas demasías. La historia de
las quiebras de las sociedades modernas, que se empezaron á crear en
Inglaterra y los Estados-Uaidos, y corrieron por todo el mundo con la
rapidez del vapor y de la electricidad, es curiosísima en extremo. Diremos sólo que, excepto algún caso m u y raro, de los ocurridos en los
últimos treinta años, no tenemos noticia de que á ninguno de esos Dulcamaras, q u e creaban miles de millones en el papel para estafar á los
infelices entusiastas de sus planes gigantescos, se le haya impuesto la
pena de u n grillete. Por el contrario, esos estafadores se pasean t r a n quilos y orgullosos por las primeras capitales, luciendo esas riquezas
tan mal adquiridas, y ninguno se desdeña en alargarles y apretarles la
mano. Es el- mal de la época. En todos tiempos el vil interés ha ejercido gran influjo en la sociedad, pero hoy lo avasalla todo.
Expresamente no se habla en esos artículos de las quiebras de las
compañías anónimas; pero tenemos la persuasión íntima que más de
uno se ha de aplicar cuando las malas artes se hayan empleado en la
formación de esas sociedades, que han matado el espíritu vivificador
de los esfuerzos colectivos, sin los que todo es raquítico y pobre.
Y volviendo á nuestra tarea, diremos que los primeros artículos son
un fiel trasunto de los del antiguo Código, con la modificación en las
penas, que son m á s fuertes en la parte pecuniaria.
Lo interesante, sin embargo, es todo lo que se ha adicionado, que
es bastante: todo lo que disponen y mandan los artículos 540 hasta
el 544. Los casos son variados y bien elegidos. ¿Qué quiere decir vivir
á lo príncipe y luego quebrar, habiéndose comido lo de sus corresponsales y lo de los que pusieron su dinero á una moderada ganancia, y
que luego se encuentren burlados? Está perfectamente castigado el coAPÉNDICE
22
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
m e r c i a n t e q u e se expone á hacer p é r d i d a s al juego. Lo propio se dice
si h a m a l v e n d i d o s u s bienes, si los h a ocultado, si h a fingido ventas ó
d e u d a s y otros varios casos q u e no necesitan c o m e n t a r s e s e p a r a d a mente.
También h a y penas para los cómplices y los q u e a y u d e n á estas d e fraudaciones, t o d o lo cual se explica en los artículos 543 y 544.
Nos parece q u e lo preceptuado estaba resuelto en los artículos 5005
y siguientes del Código de Comercio, y e n l a ley d e procedimientos
mercantiles; pero es lo cierto que, si esta legislación no estaba en d e s uso, le faltaba m u y poco. Son i n n u m e r a b l e s las q u i e b r a s , y r a r í s i m a
la en q u e se declara el f r a u d e y se imposibilita al q u e b r a d o , y m é n o s
q u e se le imponga pena. En los t r i b u n a l e s ordinarios los desengaños
son m a y o r e s . La ley de Enjuiciamiento civil h a embrollado a ú n m á s
de lo q u e lo estaba el procedimiento d e los juicios universales, hasta el
p u n t o d e ser u r g e n t e y necesaria u ñ a nueva r e f o r m a en esta materia.
Las aclaraciones del Código p e n a l p o d r á n ser provechosas y t e n d r í a m o s en ello u n placer, p o r q u e m á s d e u n a vez nos ha sorprendido
el dicho d e uno de n u e s t r o s defendidos: las penas se h a n creado sólo
p a r a los pobres.
Aquí concluiríamos este comentario si u n o d e s u s preceptos no f u e r a susceptible de interpretación peligrosa. Al comerciante se le p r o h i b e j u g a r . ¿Está comprendida e n esta prohibición especular en efectos
públicos? La contestación, a u n q u e difícil, es para nosotros categórica.
No se i n c u r r e ni se p u e d e i n c u r r i r en r e s p o n s a b i l i d a d por h a b e r hecho
malas negociaciones d e esta especie. Cuando no h a y dolo, cuando se h a
p e r d i d o la fortuna en l a Bolsa, por malos cálculos ó por desgracias
imprevistas, no p u e d e añadirse aflicción a l afligido. Hemos conocido
b a n q u e r o s h o n r a d í s i m o s q u e p e r d i e r o n toda' s u riqueza en u n a s e m a na, y pagaron todo lo que podían q u e d á n d o s e en la miseria. ¿Cómo á
éstos se les ha de aplicar el párrafo 2.° del a r t . 540? Sobre injusto, s e ria cruel; y como no se p u e d e i m p e d i r la negociación d e los valores,
es preciso d e j a r á salvo estas especulaciones, por m á s q u e en el m u n do se l l a m e n y con razón jugadas de Bolsa.
SECCION SEGUNDA.
Estafas y otros engaños.
Articulo 547.
«El que defraudare á otro en la sustancia, cantidad ó calidad de las cosas que le entregare en virtud de u n título
obligatorio, será castigado:
B E L CÓDIGO P E N A L
339
»1.° Con la pena de arresto mayor en sus grados mínimo
y medio, si la defraudación no excediere de 100 pesetas.
»2.° Con la de arresto mayor en su grado medio á presidio correccional en su grado mínimo, excediendo de 100 pesetas y no pasando de 2.500.
»3.° Con la de presidio correccional en sus grados mínimo
y medio, excediendo de 2.500 pesetas.»
Articulo 548.
«Incurrirá en las penas del artículo anterior:
»1.° El que defraudare á otros usando de nombre fingido,
atribuyéndose poder, influencia ó cualidades supuestas, aparentando bienes, crédito, comision, empresa ó negociaciones
imaginarias, ó valiéndose de cualquiera otro engaño semejante que no sea de los expresados en los casos siguientes.
»2 o Los plateros y joyeros que cometieren defraudación,
alterando en su calidad, ley ó peso, los objetos relativos á su
arte ó comercio.
»3.° Los traficantes que defraudaren usando de pesos ó
medidas faltas en el despacho de los objetos de su tráfico.
»4.° Los que defraudaren con pretexto de supuéstas remuneraciones á empleados públicos, sin perjuicio de la acción
de calumnia que á éstos corresponda.
»A los comprendidos en los tres números anteriores, se
les impondrán las penas en su grado máximo.
»5.° Los que en perjuicio de otro se apropiaren ó distrajeren dinero, efectos ó cualquiera otra cosa mueble que h u bieren recibido en depósito, comision ó administración, ó por
otro título que produzca obligación de entregarla ó devolverla, ó negaren haberla recibido.
»Las penas se impondrán en el grado máximo, en el caso
de depósito miserable ó necesario.
»6.° Los que cometieren alguna defraudación abusando
de firmas de otro en blanco y extendiendo con ella algún documento en perjuicio del mismo ó de un tercero.
»7.° Los que defraudaren haciendo suscribir á otro con
engaño algún documento.
340
APÉNDICE
Á LOS
COMENTARIOS
»8.° Los que en el juego se valieren de fraude para asegurar la suerte.
»9.° Los que cometieren defraudación sustrayendo, ocultando ó inutilizando en todo ó en parte algún proceso, expediente, documento ú otro papel de cualquiera clase.
i Cuando se cometiere el mismo delito sin ánimo de defraudar, se impondrá á sus autores una multa de 125 á 1.250 pesetas. »
Artículo 549.
«Los delitos expresados en los números anteriores, serán
castigados con la pena respectivamente superior en un g r a do, si los culpables fueren dos ó más veces reincidentes en el
mismo ó semejante especie de delito.»
Articulo 550.
«El que fingiéndose duefio de una cosa inmueble la enajenare, arrendare, gravare ó empeñare, será castigado con la
pena de arresto mayor en sus grados mínimo y medio, y una
multa del tanto al triplo del importe del perjuicio que hubiere
irrogado.
( E n la misma pena incurrirá el que dispusiere de una
cosa como libre sabiendo que estaba gravada.»
Artículo 551.
«Incurrirán en las penas señaladas en el artícalo precedente:
»l.o El dueño de una cosa mueble que la sustrajere de
quien la tenga legítimamente en su poder con perjuicio del
mismo ó de un tercero.
»2.° El que otorgare en perjuicio de otro un contrato simulado. »
Articulo 552.
«Incurrirán asimismo en las penas señaladas en el artículo 550 los que cometieren alguna defraudación de la propiedad literaria ó industrial.»
26 I
DEL
CÓDIGO P E N A t
Articulo 553.
«El que abusando de la impericia ó pasiones de un menor le hiciere otorgar en su perjuicio alguna obligación, descargo ó trasmisión de derecho por razón de préstamo de dinero, crédito ú otra cosa mueble, bien aparezca el préstamo
claramente, bien se haya encubierto bajo otra forma, será
castigado con las penas de arresto mayor y multa del 10 al
50 por 100 del valor de la obligación que hubiera otorgado
el menor.»
Artículo 554.
«El que defraudare ó perjudicare á otro usando de cualquier engaño que no se halle expresado en los artículos anteriores de esta sección, será castigado con una multa del tanto
al duplo del perjuicio que irrogare. Y en caso de reincidencia, con la del duplo y arresto mayor en su grado medio al
máximo.»
COMENTARIO.
Si cabe se trata con más extensión de estos delitos en los artículos
449, 450, 451, 452, 453, 454, 455, 456, 457, 458 y 459 del Código reformado, y los cuales comenta Pacheco desde el folio 345 al 380 del tomo III. No se ha hecho más en la ley yigente que variar el orden, enumerando los mismos casos y modificando m u y poco las penas.
La materia es más difícil, y por mucho que discurriera el legislador
para establecer correctivo contra la malicia de los estafadores, su empeño sería impotente, porque no podría ocurrir á todos los ejemplares.
En Londres,' París, Madrid y otras grandes poblaciones, salen todos los
dias de su casa u n número fabuloso de perdidos, cuya única ocupacion
es adquirir las cantidades que pueden bajo pretextos fingidos, ó poniendo en juego malas artes. Las invenciones son infinitas y algunas
ingeniosísimas; pero teniendo y descansando en u n gran fondo de maldad que la ley no puede ménos de castigar. Por eso nuestras leyes de
Partida y también el Código penal han calificado estos delitos con las
palabras gráficas de estafas y otros engaños. Voces genéricas que comprenden una inmensa variedad, pero que entre sí tienen gran analogía.
Así es que en tpdos los Códigos, y especialmente en el nuestro, despues
de enumerar muchos casos, se pone el artículo final de que será casti-
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
gado el que defraudare ó perjudicare á otro usando de cualquier engaño
que no se haya expresado en este Código. Demostración evidente de
cuanto venimos diciendo para justificar que la malicia de los hombres
tiene siempre mayor alcance que las previsiones del legislador, y por
cuya causa es indispensable que los tribunales de justicia encuentren
u n apoyo en la ley para aplicar las penas á cuantos 1 casos criminosos
ocurran. No porque haya talento en la invención de la estafa, ha de
quedar exento de castigo el engañador.
CAPÍTULO
DE L A S MAQUINACIONES
PARA
ALTERAR
Y.
E L P R E C I O DE LAS COSAS.
Articulo 555.
«Los que solicitaren dádiva ó promesa para no tomar parte en una subasta pública, y los que intentaren alejar de ella
á los postores por medio de amenazas, dádivas, promesas ó
cualquiera otro artificio con el fin de alterar el precio del remate, serán castigados con una multa del 10 al 50 por 100
del 'valor de la cosa subastada, á no merecerla mayor por la
amenaza ú otros medios que emplearen.»
Artículo 556.
«Los que se coligaren con el fin de encarecer ó abaratar
abusivamente el precio del trabajo ó regular sus condiciones,
serán castigados, siempre que la coligación hubiere comenzado á ejecutarse, con la pena de arresto mayor.
»Esta pena se impondrá en su grado máximo á los jefes
y promovedores de la coligación y á los que para asegurar
su éxito emplearen violencias ó amenazas, á no ser que por
ellas merecieren mayor pena.»
Artículo 557.
«Los que esparciendo falsos rumores ó usando de cualquier
otro artificio consiguieren alterar los precios naturales que
D E L CÓDIGO
PENAt
26
I
resultarían de la libre concurrencia en las mercancías, acciones, rentas públicas ó privadas, ó cualesquiera otras co^,s que
fueren objeto de contratación, serán castigados con las penas
de arresto mayor y multa de 500 á 5.000 pesetas.»
Articulo 558.
«Cuando el fraude expresado en el artículo anterior recayere sobre cosas alimenticias ú otros objetos de primera necesidad, la pena se impondrá en su grado máximo.
»Para la imposición de esta pena bastará que la coligación haya comenzado á ejecutarse.»
COMENTARIO.
No tendría el Código antiguo el mérito que todos le reconocen, si
sobre los delitos, que son los mismos en todos los países, no hubiera
adoptado aquellas disposiciones que dicta la razón y la experiencia.
Los hechos de que se ocupa este capítulo se tratan magistralmente
en los artículos 460, 461, 462 y 463 del antiguo Código, y los comenta
Pacheco desde .el folio 380 al 388 del tomo III.
En la nueva ley no se encuentra innovación alguna, y no es porque
no sea digna la materia de dar alguna amplitud á la sanción penal. Reconocemos que en las cuestiones alimenticias, de que habla el art. 556,
tienen una intervención directa las autoridades populares, y por consecuencia los reglamentos de policía y seguridad públicas. Por lo mismo, y porque en muchas ocasiones la adulteración de los alimentos
toma u n carácter grave hasta el punto de alterar el orden, hubiéramos
querido que en la ley general Se diera el castigo inmediato.
No nos atreveremos á decir que las pestes y otras calamidades p ú blicas procedan de la mala alimentación. Lo q u e sí puede asegurarse
es que en los pueblos sucios y en que h a y poca vigilancia en la expendicion de carnes y pescados, el desarrollo de estas calamidades es
mucho mayor. Este ramo de la administración pública no puede ser
descuidado en ningún país, y ménos en los que, como en España, sube
el termómetro á 45 grados. Si fuera posible formar la estadística de las
enfermedades y muertes causadas por haber comido malas carnes,
peores pescados y frutas podridas, nos horrorizaríamos y pediríamos
con vehemencia pronto remedio. Ilaya libertad absoluta en el tráfico
y en el precio de las cosas, pero intervenga la autoridad como corres-
344
APÉNOICE á
I,OS
COMENTARIOS
ponde en la sanidad de los alimentos. Con esto no se coarta en nada la
libertad de los vendedores, que no tienen derecho á engañar á los compradores diciendo que está bueno y hasta sabroso lo que suele ser un
recibo para la eternidad.
C A P Í T U L O
VI.
DE L A S CASAS DE P R É S T A M O S SOBRE
PRENDAS.
Artículo 559.
«Será castigado con la multa de 500 á 5.000 pesetas el
que, hallándose dedicado á lá industria de préstamos sobre
prendas, "sueldos ó salarios, no llevare libros asentando en
ellos sin claros ni entrerenglonados las cantidades prestadas,
los plazos ó intereses, los nombres y domicilios de los que la
reciban, la naturaleza, calidad y valor de los objetos dados
en prenda, y las demás circunstancias que exigen los reglamentos.»
Articulo 560.
«El prestamista que no diere resguardo de la prenda ó
seguridad recibida, será castigado con uua multa del duplo
al quíntuplo de su valor.»
COMENTARIO.
Este corto capítulo tiene tres artículos en el antiguo Código, que
llevan los números 464, 465 y 466, los cuales comenta Pacheco desde
el folio 388 al 382 del tomo III. Hay, sin embargo, alguna variación.
La pena se hace subir hasta 5.000 pesetas, cuando en el antiguo Código
no pasaba de 800. En compensación de esto, no se declara en comiso
la cantidad prestada, como se prevenía y mandaba en el antiguo
Código.
Hubiéramos deseado que el legislador se hubiera ocupado un poco
m á s de estas casas de préstamo. Algunas de ellas son u n modelo y
prestan honradamente servicio al menesteroso. Otras muchas son u n
foco de corrupción, y allí van á parar todos los efectos robados.
DEL
CÓDIGO
PENAt
26
I
Y no decimos nada sobre las monstruosas usuras, porque al fin la
ley las autoriza, y este mal social no tiene otro remedio que dar gran
ensanche y mucho prestigio á los Montes de Piedad.
CAPÍTULO
VII.
DEL INCENDIO T OTROS
ESTRAGOS.
Articulo 561.
«Serán castigados con la pena de cadena temporal en su
grado máximo á perpetua:
»1.° Los que incendiaren arsenal, astillero, almacén, fábrica de pólvora ó de pirotecnia militar, parque de artillería,
archivo ó museo general del Estado.
»2.° Los que incendiaren u n tren de viajeros en marcha
ó un buque fuera de puerto.
»3.° Los que incendiaren en poblado un almacén de materias inflamables ó explosivas.
»4.o Los que incendiaren u n teatro ó una iglesia ú otro
edificio destinado á reuniones, cuando se hallare dentro una
concurrencia numerosa.»
Articulo 562.
«Serán castigados con la pena de cadena temporal á perpetua los que incendiaren edificio, alquería, choza, albergue
ó buque en puerto, sabiendo que dentro de ellos se hallaban
una ó más personas.»
Artículo 563.
«Se impondrá la pena de cadena temporal:
»l.o A los que incendiaren un edificio público, si el valor
del daño causado excediere de 2.500 pesetas.
»2.° A los queincendiaren una casa habitada ó cualquiera
edificio en que habitualmente se reúnan diversas personas
ignorando si habia ó no gente dentro, ó un tren de mercan-
262
A P É N D I C E Á LOS COMENTA bIOS
cías en marcha, si el daño causado en los casos mencionados
excediere también de 2.500 pesetas.»
Articulo 564.
«Serán castigados con la pena de presidio mayor:
»1.° Los que cometieren cualquiera de los/delitos comprendidos en el artículo anterior, si el valor del daño causado
no excediere de 2.500 pesetas.
»2.° Los que incendiaren en poblado un edificio, no destinado á habitación ni reunión, si el valor del daño causado
excediere de 2.500 pesetas.»
Articulo 565.
«Cuando el daño causado en el núm. 2.° del artículo anterior no excediere de 2.500 pesetas, pero pasare de 250, se
impondrá al culpable la pena de presidio correccional en sus
grados medio y máximo.
»Si no excediere de 250 pesetas, se le impondrá la pena
de presidio correccional en sus grados mínimo y medio.»
Articulo 566.
«Serán castigados con la pena de presidio correccional
en su grado máximo á presidio mayor en su grado medio,
cuando el daño causado excediere de 2.500 pesetas:
»1.° Los que incendiaren u n edificio destinado á habitación
en lugar despoblado.
»2.° Los que incendiaren mieses, pastos, montes ó plantíos.»
Articulo 567.
«Cuando el daño causado en los casos del artículo anterior
no excediere de 2.500 pesetas y pasare de 250, la pena será la
de presidio correccional en su grado medio á presidio mayor
en su grado mínimo.»
26 I
D E L CÓDIGO P E N A t
Artículo 568.
«Si no llegare á 250 pesetas, se impondrá la pena inferior
en u n grado, si el incendio se hubiere causado en edificio, y
la inferior en dos si hubiere sido de mieses, pastos, montes
ó plantíos.»
Articulo 569.
«Cuando en el incendio de mieses, pastos, montes ó plantíos hubiera habido peligro de propagación por hallarse otros
contiguos á los incendiados, se impondrá la pena superior
en un grado de la correspondiente al delito.»
Artículo 570.
«El incendio de cosas no comprendidas en los artículos
anteriores será castigado:
»1.° Con la pena de arresto mayor en sus grados medio
y máximo, no excediendo de 50 pesetas el daño causado.
»2.° Con la de arresto mayor en su grado máximo á presidio correccional en su grado mínimo, si el daño causado
excediere de 50 pesetas y no pasare de 500.
»3.° Con la de presidio correccional en sus grados mínimo y medio, si el daño causado excediere de 500 pesetas y
no pasare de 2.500.
»4.° Y con la de presidio correccional en sus grados medio y máximo si v excediere de 2.500 pesetas.»
Articulo 571.
«En caso de aplicarse el incendio á chozas, pajares ó cobertizos deshabitados, ó cualquier otro objeto cuyo valor
no excediere de 250 pesetas en tiempo ó con circunstancias
que manifiestamente excluyan todo peligro de propagación,
el culpable no incurrirá en las penas señaladas en este capítulo, pero sí en las que mereciere por el daño que causare,
con arreglo á las disposiciones del capítulo siguiente.»
262
APÉNDICE
Á L O S COMENTA bIOS
Articulo 572.
«Incurrirán respectivamente en las penas de este capítulo, los que causaren estragos por medio de inmersión ó v a ramiento de nave, inundación, explosion de una mina ó máquina de vapor, levantamiento de los rails de una vía férrea,
cambio malicioso de las señales empleadas en el servicio de
éstas para la seguridad de los trenes en marcha, destrozo de
los hilos y postes telegráficos, y en general de cualquier otro
agente ó medio de destrucción tan poderoso como los expresados. »
Articulo 573.
«El culpable de un incendio ó estragos en bienes ajenos
no se eximirá de las penas impuestas en este capítulo, aunque para cometer el delito hubiere incendiado ó destruido
bienes de su pertenencia.»
Articulo 574.
«Si las cosas incendiadas pertenecieren exclusivamente
al incendiario, se le impondrá la pena de arresto mayor en
su grado máximo á prisión correccional en su grado mínimo, si el incendio hubiere sido causado con propósito de defraudar los derechos de tercero ó de causarle perjuicio, ó si
aun sin este propósito, se le hubiere realmente causado, ó
bien si la cosa incendiada hubiere sido un edificio en lugar
poblado.»
COMENTARIO.
Sumamente lacónico es este capítulo en el Código antiguo á pesar de
tratarse de esta materia en los artículos 467, 468, 469, 470, 471, 472 y
473. Pacheco, sin embargo, les dedica muchas páginas, desde la 322 á
la 406 del tomo III. El nuevo Código ha dado la latitud correspondiente
al gravísimo delito, que en todos los países se ha castigado siempre con
las penas más atroces. Incendiario es muchas veces una denominación
más terrible que la de asesino, porque el vil que á sangre fria discurre
quemar, para matar, no una persona, sino ciento y miles de enemigos,
ese malvado se halla colocado en el número uno de los criminales.
del
código
penat
26
I
El antiguo Código establecía la pena de cadena perpétua á muerte;
pero en el nuevo se rebaja desde cadena temporal en su grado máximo á perpétua. Estamos más conformes con el antiguo Código. El perverso que incendia u n teatro d u r a n t e la representación, el que lo hace
de u n tren en marcha, no puede ménos de ser castigado con la m u e r te si el incendio tomó proporciones, duró tiempo, y causó naturalmente las enfermedades que producen los sustos. No se diga que si en el
incendio pereciesen personas, entonces se aplicará al delincuente la
pena del asesinato, porque nadie puede calcular las resultas de un sobresalto, de u n aturdimiento que al parecer no tuvo consecuencias en
el momento, pero sí al mes, á los dos meses, al año, etc. Hemos dado
muestras en estos comentarios de no ser m u y aficionados á la severidad de las penas; mas en casos como el actual, no encontramos otra
adecuada que la del último suplicio, dejando á los tribunales la a p r e ciación del hecho para que la pena sea sólo de cadena temporal ó p e r petua, presidio mayor ó correccional según las circunstancias del caso.
Por lo demás, los catorce artículos del nuevo Código están más e x plícitos y contienen las prevenciones oportunas para muchos de los casos que pueden ocurrir. Las penas pecuniarias están también en armonía con los buenos principios, y en esto no tenemos palabras bastantes
para elogiar la reforma, especialmente en todo lo que atañe al respeto
á la propiedad. Sólo en España se ve el escándalo de incendiarse á m e nudo, no por caso fortuito, las mieses del infeliz labrador.
CAPÍTULO
VIII.
DE LOS DAÑOS.
Artículo
575.
«Son reos de daño, y están sujetos á las penas de este
capítulo, los que en la propiedad ajena causaren alguno que
no se halle comprendido en el anterior.»
Articulo 576.
«Serán castigados con la pena de prisión correccional en
su grado mínimo y medio, los que causaren daños cuyo importe excediere de 2.500 pesetas;
350
A P É N D I C E Á LOS
COMENTARIOS
»1.° Con la mira de impedir el libre ejercicio de la autoridad ó en venganza de sus determinaciones, bien se cometiere el delito contra empleados públicos, bien contra particulares, que como testigos ó de cualquiera otra manera hayan contribuido ó puedan contribuir á la ejecución ó aplicación de las leyes.
»2.° Produciendo por cualquier medio infección ó contagio en ganados.
»3.° Empleando sustancias venenosas ó corrosivas.
»4.° E n cuadrilla ó despoblado.
»5.o E n un archivo ó registro.
»6.° E n puentes, caminos, paseos ú otros objetos de uso
público ó comunal.
»7.° Arruinando al perjudicado.»
Artículo 577.
«El que con alguna de las circunstancias expresadas en
el artículo anterior causare daño cuyo importe exceda de
50 pesetas pero no pase de 2.500, será castigado con la pena
de arresto mayor.»
Articulo 578.
«El incendio ó destrucción de papeles ó documentos cuyo valor fuere estimable, se castigará con arreglo á las disposiciones de este capítulo.
»Si no fuere estimable, con las penas de arresto mayor
en su grado máximo á prisión correccional en su grado medio y multa de 250 á 2.500 pesetas.
»Lo dispuesto en este artículo se entiende cuando el hecho no constituya otro delito más grave.»
Articulo 579.
«Los daños no comprendidos en los artículos anteriores,
cuyo importe pase de 50 pesetas, serán castigados con la
multa del tanto al triplo de la cuantía á que ascendieren, no
bajando nunca de 75 pesetas.
»Esta determinación no es aplicable á los daños causados
26 I
del
código penat
por el ganado y los demás que deben calificarse de faltas con
arreglo á lo que se establece en el libro tercero.
»Las disposiciones del presente capítulo sólo tendrán lugar cuando al hecho no corresponda mayor pena, al tenor
de lo determinado en el art. 580.»
COMENTARIO.
Exceptuando la disminución de la pena q u e en algún caso se disminuye en u n grado, está copiado todo el capítulo VIH del antiguo
Código, que compréndelos artículos 474, 475, 476, 477 y 478, los cuales explica Pacheco desde el folio 408 al 419 del tomo 111, y á nosotros
no nos toca hacer la más mínima observación, porque estamos enteramente conformes con las teorías de la ley y con la aplicación práctica
de los comentarios.
CAPÍTULO
DISPOSICIONES
IX.
GENERALES.
Articulo 580.
«Están exentos de responsabilidad criminal y sujetos únicamente á la civil, por los hurtos, defraudaciones ó daños
que recíprocamente se causaren:
»l.o Los cónyuges, ascendientes y descendientes ó afines
en la misma línea.
»2.° El consorte viudo, respecto de las cosas de la pertenencia de su difunto cónyuge miéntras no hayan pasado á
poder de otro.
»3.° Los hermanos y cuñados si vivieren juntos.
»La excepción de este artículo no es aplicable á los extraños que participaren del delito.»
COMENTARIO.
Casi no hay ni modificación en las palabras de lo que dice el Código
antiguo en el art. 479 y el cual comenta Pacheco desde el folio 410
al 423 del tomo III.
262
apéndice Á los
c o m e n t a bios
TÍTULO X I V .
DE LA IMPRUDENCIA TEMERARIA.
Articulo 581.
«El que por imprudencia temeraria ejecutare un hecho
que si mediare malicia constituiría un delito grave, será castigado con la pena de arresto mayor en su grado máximo á
prisión correccional en su grado mínimo, y con arresto mayor
en sus grados mínimo y medio si constituyere un delito menos grave.
»A1 que con infracción de los reglamentos cometiere un
delito por simple imprudencia ó negligencia, se impondrá la
pena de arresto mayor en sus grados medio y máximo.
»En la aplicación de estas penas procederán los tribunales según su prudente arbitrio, sin sujetarse á las reglas prescritas en el art. 82.
»Lo dispuesto en el presente artículo no tendrá lugar cuando la pena señalada al delito sea igual ó menor que las contenidas en el párrafo primero del mismo, en cuyo caso los
tribunales aplicarán la inmediata á la que corresponda en elgrado que estimen conveniente.»
COMENTARIO.
Lo q u e venimos diciendo en los capítulos anteriores, podemos repetir en este. El a r t . 480 del antiguo Código está casi copiado, con la sola
diferencia d e r e b a j a r s e en u n grado la pena, y Pacheco concluye el
libro segundo comentando dicho a r t í c u l o d e s d e el folio 423 al 429 del
tomo III.
TÍTULO X V .
DISPOSICIONES GENERALES.
Artículo 582.
«Los que provocaren directamente por medio do la imprenta, el grabado ú otro medio mecánico de publicación, á
D E L CÓDIGO P E N A L
353
la perpetración de los delitos comprendidos en este Código,
incurrirán en la pena inferior en dos grados á la señalada al
delito.»
Artículo 583.
«Si á la provocacion hubiere seguido la perpetración del
delito, la pena de la provocacion será la inmediatamente inferior en grado á la que para aquél esté señalada.»
COMENTARIO.
Estos dos artículos son parte integrante de la penalidad referente á
la imprenta. Como ésta es una materia completamente nueva en el Código penal y uno de los puntos que nos ha obligado á escribir este Apéndice, lo dejamos para cuando de lleno y al final de este libro tratemos
con extensión de los delitos de imprenta, que será nuestro último capítulo.
APÉNDICE
23
LIBRO TERCERO.
DE LAS FALTAS Y SUS PENAS.
COMENTARIO.
Hay m á s d e u n criminalista q u e sostiene q u e la calificación y castigo
de las faltas no es propia d e u n Código penal, por la sencilla razón d e
q u e lo q u e es falta y digna de corregirse en u n a poblacion grande, no
lo es ni p u e d e t o m a r tal carácter en u n a poblacion p e q u e ñ a . El a r g u mento no d e j a de t e n e r fuerza; pero nosotros opinamos como los r e d a c tores del Código antiguo y t a m b i é n como los del m o d e r n o , a u n q u e no
h u b i é r a m o s d a d o t a n t a extensión al catálogo d e las culpas, d e j a n d o á
los reglamentos de policía d e las grandes capitales m u c h o s de los hechos
q u e sólo d e b e n reprimirse' en estos sitios. La vida d e los campos, la lib e r t a d q u e se d i s f r u t a en las villas y lugares, n u n c a p u e d e n estar s o metidas á la vigilancia de la a u t o r i d a d , como en las ciudades de cien
mil almas. Aun en estas h a y ciertas y arraigadas c o s t u m b r e s q u e no se
corrigen en u n dia y q u e suelen tener s u razón d e ser. Dar u n a regla
universal para q u e e n todas partes se observe c u a n d o t a n distintos son
los hábitos, n o s parece a v e n t u r a d o y peligroso y q u e desde el p r i m e r
dia caiga en desuso la ley.
Pero está p r o m u l g a d a , y á los q u e tratan d e explicarla, no tienen
m á s remedio q u e obedecerla, y con s u obediencia probar que se p u e d e
cumplir.
«De sus faltas y sus penas» se titulaba el libro en el proyecto del
Gobierno; pero era u n error d e i m p r e n t a que se ha corregido, y ahora
dice: «De las faltas y s u s penas,» como decía el antiguo Código.
Dicha ley c o m p r e n d í a todo el libro en dos títulos, ó por mejor d e cir, en u n o . El nuevo Código ha di vidido las faltas en cinco clases, d á n doles d i s t i n t a s denominaciones. No es q u e haya i n t r o d u c i d o t r e s capítulos e n t e r a m e n t e nuevos, sino q u e ha clasificado las materias con m á s
o r d e n , a ñ a d i e n d o en cada uno de ellos todo aquello que han creído los
legisladores debia q u e d a r b a j o la inspección d e la autoridad.
262
apéndice Á los
c o m e n t a bios
Nos parece que esto es u n adelanto, p o r q u e profesamos la doctrina
q u e lo primero en q u e deben pensar los h o m b r e s d e Estado, como v e n i m o s diciendo con repetición, es en e d u c a r al pueblo. El j o r n a l e r o ó
m e n e s t r a l q u e h a b l a con respeto, tiene m u c h o adelantado para ser b u e no, y nos d a r í a m o s por m u y satisfechos q u e no se cometieran sino f a l tas insignificantes, p o r q u e d e seguro, d o n d e esto sucediera, allí h a b r í a
pocos c r í m e n e s . Es, por lo tanto, de la m a y o r importancia r e p r i m i r las
faltas, p o r m á s q u e haya d e chocarse en m u c h o s p u n t o s con las p r e o cupaciones locales. Que e n c u e n t r e n las a u t o r i d a d e s s u salvaguardia en
el Código, y lo d e m á s lo h a r á el tiempo.
A u n q u e sea m u y diversa la redacción d e la nueva ley y abrace ésta
m u c h o s más casos que la a n t i g u a , siguiendo el plan que nos h e m o s propuesto, r e c o m e n d a m o s el antiguo Código, q u e en los artículos 481, 482,
483, 484, 485, 486, 487, 488, 489, 490, 491, 492, 493, 494, 495, 496, 497,
498 y 499 prescribe reglas y hace calificaciones a t i n a d a s sobre m u c h o s
d e los hechos que nos hemos creído en el caso d e comentar, no teniendo n u n c a la p r e t e n s i ó n d e a c e r c a r n o s siquiera á los p r u d e n t e s juicios
q u e Pacheco emite desde el folio 432 a l 477 del tomo III, y con los q u e
c o n c l u y e el e x a m e n del Código.
TÍTULO XII.
DE LAS FALTAS DE IMPRENTA Y CONTRA EL ÓRDEN PÚBLICO.
C A P Í T U L O I.
DE LAS F A L T A S DE
IMPRENTA
Articulo 584.
«Incurrirán en la pena de 25 á 125 pesetas de multa:
»l.o El director de u n periódico en el cual se hubieren
anunciado hechos falsos, si se negare á insertar gratis, dentro del término de tres dias, la contestación que le dirija la
persona ofendida, ó cualquiera otra autorizada para ello, rectificándolos ó explicándolos, con tal que la rectificación no
excediere en extensión del doble del suelto ó noticia falsa.
del
código penat
26 I
»En el caso de ausencia ó muerte del ofendido, tendrán
igual derecho sus hijos, padres, hermanos y herederos.
»2.° Los que por medio de la imprenta, litografía ú otro
medio de publicación divulgaren maliciosamente hechos relativos á la vida privada que, sin ser injuriosos, puedan producir perjuicios ó graves disgustos en la familia á que la noticia
se refiera.
»3.° Los que por los mismos medios publicaren maliciosamente noticias falsas de las que pueda resultar algún peligro para el órden público ó daño á los intereses ó al crédito
del Estado.
»4.° Los que en igual forma, sin cometer delito, provocaren á la desobediencia de las leyes y de las autoridades constituidas, hicieren la apología de acciones calificadas por la
ley de delito ú ofendieren á l a moral, á las buenas costumbres
ó á la decencia pública.
»5.° Los que publicaren maliciosamente disposiciones,
acuerdos ó documentos oficiales sin la debida autorización,
ántes que hayan tenido publicidad oficial.»
COMENTAKIO.
La sola lectura del epígrafe da á conocer que el antiguo Código no
trataría de estas faltas. Desde el momento que se declaró que aquella ley
penal no era aplicable á los delitos de imprenta, era indispensable que
se guardara silencio sobre todo lo q u e á este ramo hiciera referencia.
Tampoco nosotros podemos comentar aquí ese largo artículo, que
contiene cinco párrafos de infracciones todas penales y que comprende
innumerables casos. Al final de este libro sometemos á los lectores u n
juicio desapasionado y severo sobre esa gran institución, que no se la
debe temer ni adular, pero sin desconocer la inmensa fuerza que manda en el mundo. Una sola consideración nos permitimos adelantar:que
con el art. S82 del Código tiene bastante la autoridad para reprimir á
los malos periódicos. A las empresas que representan grandes intereses
y son alma de grandes partidos, no se las mata con nada sino gobernando bien y destruyendo de ese modo esos mismos partidos.
262
apéndice Á los
c o m e n t a bios
CAPÍTULO
II.
F A L T A S CONTRA E L ÓRDEN PÚBLICO.
Artículo 585.
«Los que apedrearen ó mancharen estatuas ó pinturas, ó
causaren un daño cualquiera en las calles, parques, jardines ó
paseos, en el alumbrado ó en objetos de ornato ó pública utilidad ó recreo, áun cuando pertenecieren á particulares, serán
castigados con la multa del duplo al cuádruplo del valor del
daño causado, si el hecho no estuviere comprendido por su
gravedad en el libro segundo de este Código.
»En la mismá pena incurrirán los que de cualquier modo
infringieren disposiciones dictadas sobre ornato de las poblaciones. »
COMENTARIO.
Bandos de buen gobierno y otras muchas disposiciones legales, castigan estos desahogos del populacho que tan poco favor hacen á la civilización de un pais; pero desgraciadamente esas leyes raras veces han
dado fruto. ¿Cómo lo han de producir si nuestras disensiones dan pié
para que, no las clases inferiores, sino los mismos Gobiernos por mal
entendido interés de partido derriben y destruyan monumentos de arte
de gloriosos recuerdos? ¿Es posible que las masas inconscientes respeten lo que no quieren respetar los hombres que se suponen á la cabeza
de los adelantos sociales?
Corregidas esas preocupaciones, bien está el artículo, y lo que hay
que hacer es aplicarlo. Que sepa el pueblo que no es dueño de manchar
siquiera una pared de la casa ajena. Ménos l e e s lícito mutilar estátuas
y borrar pinturas que tal vez tengan una gran significación histórica.
Articulo 586.
«Serán castigados con la pena de arresto de uno á diez
dias y multa de 5 á 50 pesetas:
»1.° Los que perturbaren los actos de un culto ú ofendieren los sentimientos religiosos de los concurrentes á ellos de
D E L CÓDIGO P E N A L
359
un modo no previsto en la sección tercera, capítulo II, título II del libro segundo de este Código.
»2.° Los que con la exhibición de estampas ó grabados ó
con otra clase de actos, ofendieren la moral y las buenas costumbres sin cometer delito.»
COMENTARIO.
Ya al t r a t a r de las materias religiosas hemos visto que, á pesar de la
libertad de cultos, el nuevo Código es, si cabe, más severo que el antiguo para aquellos q u e no respetan las cosas santas, a u n q u e sus preceptos y prohibiciones se hacen extensivos á las demás religiones; como
creemos que no han de venir á España en mucho tiempo, lo único que
se debe pedir es, que sean una verdad práctica las disposiciones del
Código, y que las autoridades se muestren inflexibles para la aplicación
de las penas, evitando de esta manera justas quejas ó pretextos para
levantar el espíritu público apoyándose en el sentimiento religioso.
Artículo 587.
«Serán castigados con la pena de uno á cinco dias de arresto ó multa de 5 á 50 pesetas, los que dentro de la poblacion ó en sitio público ó frecuentado dispararen armas de
fuego, cohetes, petardos ú otro proyectil cualquiera que pro-,
duzcan alarma ó peligro.»
COMENTARIO.
Este artículo se presta á graves consideraciones, porque no sólo p e r t u r b a n el sosiego público disparando á su antojo armas de fuego, cohetes ó petardos los niños que debían estar en las escuelas, sino que este
es uno de los primeros indicios de inquietud y perturbación. En casos
tales no se explicará ese artículo, sino otros que corresponden á los capítulos de rebelión y sedición. Pero si el petardo ó cohete ó arma de
fuego se disparare sin intención alguna, ¿merecerá la pena el que i m prudentemente cometiere este abuso en una poblacion grande? Nosotros
no le concederíamos esta facultad al alcalde ó juez de paz de las p e queñas poblaciones abiertas y en que los edificios se confunden con lo
q u e verdaderamente es campo y en donde no se produce real y verda-
262
apéndice
Á los
c o m e n t a bios
deramente alarma ni peligro. La ley no distingue, pero la prudencia
debe ser el guia para la aplicación de toda penalidad.
Artículo 588.
«Serán castigados con las penas de uno á quince dias de
arresto y multa de 25 á 75 pesetas:
»1.° Los que turbaren levemente el órden en la audiencia ó juzgado, en los actos públicos, en espectáculos, solemnidades ó reuniones numerosas.
»2.° Los subordinados del órden civil que faltaren al respeto y sumisión debidos á sus superiores, cuando el hecho no
tuviere señalada mayor pena en este Código ó en otras leyes.»
COMENTARIO.
Están m u y en su lugar las prescripciones de este artículo. La p r i mera impresión que produce en cualquier español que viaja por el extranjero al asistir á espectáculos ú otros actos públicos, es el respetuoso silencio, exceptuando algún pueblo de nuestra raza. En España todo
es algarabía, y el último de los ciudadanos queda autorizado para t o mar parte integrante en el acto ó espectáculo. Sin embargo, no deben
confundirse las manifestaciones de aprobación ó desaprobación, porque
basta estos movimientos y expansiones se permiten en las mismas
Asambleas deliberantes. Lo lícito se da la mano con lo ilícito, y el buen
juicio es el que h a d e calificar el uso ó el abuso.
Articulo 589.
«Serán castigados con la multa de 5 á 25 pesetas y reprensión:
»1.° Los que promovieren ó tomaren parte activa en cencerradas ú otras reuniones tumultuosas con ofensa de alguna
persona ó con perjuicio ó menoscabo del sosiego público.
»2.° Los que en rondas ú otros esparcimientos nocturnos
turbaren el órden público sin cometer delito.
»3.° Los que causaren perturbación ó escándalo con su
embriaguez.
D E L CÓDIGO P E N A L
361
»4.° Los que sin estar comprendidos en otras disposiciones de este Código turbaren levemente el orden público, usando de medios que racionalmente deban producir alarma ó
perturbación.
»5.o Los que faltaren al respeto y consideración debida
á la autoridad ó la desobedecieren levemente, dejando de
cumplir las órdenes particulares que les dictare, si la falta de
respeto ó la desobediencia no constituyeran delito.
»6.° Los que ofendieren de un modo que no constituya
delito á los agentes de la autoridad cuando ejerzan sus funciones, y los que en el mismo caso los desobedecieren.
»7.° Los que no prestaren á la autoridad el auxilio que
reclamare en caso de delito, de incendio, naufragio, inundación ú otra calamidad, pudiendo hacerlo sin perjuicio ni riesgo personal.»
COMENTARIO.
Es por demás interesante este artículo, que comprende siete casos
de diversa índole. Las costumbres de nuestro pueblo mejorarían mucho
si los usos bárbaros que se t r a t a n de reprimir desaparecieran. ¿Quién
no ha presenciado con indignación esas cencerradas escandalosas dadas
á personas que tienen el derecho legítimo de casarse ó no casarse con
la persona que mejor les parezca? ¿Quién no ha perdido el sueño ó ha
sufrido gran malestar por las llamadas rondas que t u r b a n el sosiego
público á deshora de la noche? Véase aquí una de las limitaciones de
los derechos individuales. ¿Quién no se llena de tristeza al ver á u n
hombre, y más á una mujer, siendo el hazme reir de los chicos y de
los desocupados en medio de la vía pública? ¿Quién no comprende los
muchos casos que abrazan los párrafos 4.°, B.° y 6.° de este artículo,
cuyos preceptos tienen la tendencia de que por nada ni por nadie se
t u r b e el orden público, se falte al respeto y consideración debidos á la
autoridad, evitando ofenderla aunque sea levemente? ¿Quién, en fin, no
ha de aplaudir lo que se dispone en el párrafo 7.°, de que se preste a u xilio á la autoridad siempre que lo reclame de cualquier individuo, y
pudiendo prestarlo sin riesgo de su persona?
El contenido de este artículo nos encanta, porque aunque sea v e r güenza decirlo, son tales los hábitos de desobediencia de nuestro pueblo, que en las cuestiones de la autoridad con uu transeúnte que se
desmanda, el vulgo siempre se inclina al individuo que se resiste.
Aprehende un dependiente de la autoridad al pordiosero que molesta,
262
apéndice
Á LOS c o m e n t a b i o s
al vendedor que interrumpe el tránsito, á la m u j e r escandalosa que lastima hasta los oídos más acostumbrados á oir obscenidades, y bien
pronto encuentra cualquiera de éstos personas que los excusen y hasta resistan á esa misma autoridad, adquiriendo en ocasiones proporciones graves, ocurrencias insignificantes. Aborrecemos el despotismo de
los que mandan, pero es mucho más repugnante el despotismo de las
masas. Por eso aplaudimos de todas veras los siete párrafos de este artículo.
Articulo 590.
«Serán castigados con la multa de 25 á 75 pesetas los
que ocultaren su verdadero nombre, vecindad, estado ó domicilio á la autoridad ó funcionario público que se lo preguntare por razón de su cargo.»
COMENTARIO.
Si fuera posible, cada ciudadano debia llevar una enseña que descubriera su nombre, vecindad, estado y domicilio: con más razón deben
declarar todas estas circunstancias á la autoridad cuando por ella se
pregunta. En varias ciudades de otros países está puesto en la puerta
de entrada de cada casa el nombre y el oficio del que la habita, y esto
es general en todas partes tratándose de ciertos oficios, industrias y comercio. El hombre debe tener la conciencia de lo que es y de la profesión que ejerce. Con m á s motivo debe decirlo á la autoridad cuando se
lo exija.
Articulo 591.
« Serán castigados con la pena de 5 á 25 pesetas de multa:
»1.° Los que ejercieren sin título actos de una profesión
que lo exija.
»2.° Los que salieren de máscara en tiempo no permitido, contraviniendo á las disposiciones de la autoridad.
»3.° Los que usaren armas sin licencia.»
COMENTARIO.
Comprende este artículo tres párrafos completamente distintos, dos
de ellos sumamente interesantes y que debemos examinar por su ór-
del
código
penat
26 I
den. Es el primero castigando á los que ejerciereu una profesion sin
título cuando aquella lo exija.
Aunque no podemos aplaudir de manera alguna que se apoye y se
preste ayuda al charlatanismo, nos parece que es casi imposible impedir
que se ejerzan ciertas profesiones a u n q u e no se tenga título suficiente
para ello. ¿Cómo es posible castigar al módico ó no módico extranjero,
que llamado por el paciente viene á hacer una cura á España? ¿Cómo
impedir que un hombre científico ó no científico dé consejos de abogado, y á u n ejerza esta profesion en los actos que no sean judiciales? En
realidad todos son médicos y todos son abogados. ¿Hay u n enfermo en
una casa? Pues no existe amigo ni vecino que no dé su parecer sobre
la enfermedad y proponga su remedio casero ó no casero. Se dirá que no
comprende el artículo estos casos, sino aquellos en que se usurpa el
nombre de una profesion y se ejerce habitualmente. A pesar de eso
será m u y difícil, como lo ha sido siempre, impedir el ejercicio de profesion á las personas estimadas del público. En otra ocasion hemos defendido las leyes y costumbres de los Estados-Unidos. Allí no hay títulos para abogados, médicos ni arquitectos, y sin embargo es forzoso
respetar la ciencia de los hombres que se dedican á estas profesiones.
No creemos que aquellas leyes ni aquellos hábitos puedan ser trasplantados á Europa de repente; pero sí quisiéramos que el Código penal no
se ocupara de esto. Hay en Europa una m u j e r notabilísima, madama
Hanneman, que es consultada por muchísimos enfermos de toda Europa, y viaja para visitar esos mismos enfermos y les aplica los glóbulos
á que dio celebridad su esposo. Si viene á España alguna vez, ¿le aplicaremos el párrafo 1.° del art. 589?
El 2.° corrige un exceso bastante común sobre el abuso de la m á s cara, y nada tenemos que decir sobre él.
No sucede así por el 3." Se castiga por él á los que usaren armas sin
licencia. ¿Qué clase de armas? Ya en otro lugar nos hemos ocupado de
este importantísimo asunto. El vocablo «armas» es genérico, y es necesario explicar, como lo hacían nuestros antiguos reglamentos y leyes,
cuáles son las armas permitidas y cuáles son las prohibidas. No hay
persona decente que no tenga en su casa, ya para su seguridad, ya
como u u objeto curioso, un rewolver. ¿Será esta arma prohibida y "se
impondrá pena al que la lleve en el bolsillo en estos tiempos de desasosiego? Recordamos un suceso de los tiempos calamitosos del despotismo: Un rico propietario liberal fué encausado porque tenia tres ó
cuatro escopetas sin licencia para cazar, porque no se la daba la autoridad realista de aquella provincia. Vínose á la corte y pudo ver al rey
Fernando VII. Díjole al monarca: «Señor, cuando en mi pueblo el ú l timo de los pordioseros tiene un fusil, porque se llama voluntario realista, no puede decirse que cometo un delito porque tenga en mi casa
cuatro escopetas para guardar mis posesiones, y que las manejen los
treinta jornaleros que mantengo.»—«Tienes razón, le contestó el rey, y
ÜO sé si sabrás que cuando me dijeron, al salir de Cádiz, que se habían
262
apéndice Á los
c o m e n t a bios
creado los voluntarios realistas, repliqué: los mismos perros con distintos cencerros.»
Y volviendo al artículo, es preciso convenir que hay necesidad de
consignar la prohibición del uso de armas; y no pudiendo descender á
detalles, no censuramos que el artículo hable con esa generalidad, aunque tememos mucho que quede sin aplicación alguna, porque hoy, unos
por tener derecho para usar armas, y otros porque las necesitan para
su seguridad, no hay medio de establecer reglas fijas.
TÍTULO II.
DE LAS PALTAS CONTRA LOS INTERESES GENERALES Y RÉGIMEN
DE LAS POBLACIONES.
Articulo 592.
«Serán castigados con las penas de uno á diez dias de arresto y multa de 5 á 50 pesetas:
»1.° Los que se negaren á recibir en pago moneda legítima.
»2.° Los que habiendo recibido de buena fe moneda falsa la expendieren en cantidad menor de 125 pesetas y mayor de 25, despues de constarles su falsedad.
»3.° L03 traficantes ó vendedores que tuvieren medidas
ó pesos dispuestos con artificio para defraudar, ó de cualquiera modo infringieren las reglas establecidas sobre contraste para el gremio á que pertenezcan.
»4.° Los que defraudaren al público en la venta de sustancias, ya sea en cantidad, ya en calidad, por cualquiera
medio no penado expresamente.
»5.° Los traficantes ó vendedores á quienes se aprehendieren sustancias alimenticias que no tengan el peso, medida
ó calidad que corresponda.»
del
código penat
26 I
COMENTARIO.
Contiene este artículo cinco párrafos, y se castigan esas faltas con
arresto hasta diez dias y multa de 5 á 50 pesetas.
No estamos conformes con que sea falta, ni merezca pena, no q u e rer recibir en pago moneda legítima. Esta negativa se funda en creerla falsa, y tal apreciación es tan común, que no se puede ni siquiera
criticar en tiempos en qué abunda verdaderamente la mala moneda. ¿Se
trata del pago de una deuda? Pues entónces va ganando el deudor: y
cuando f u e r e demandado, con entregar el importe de la deuda en la
moneda q u e no se le quiso recibir, se ha salido del paso. ¿Ocurre el
lance en las ventas á lo menudo? Entónces no hay juez bastante perito
para decidir si el comprador ó vendedor tiene razón. Seria necesario
recurrir á los ensayadores de la casa de moneda para que resolvieren
sobre la legitimidad. Es preciso dejar al interés individual este acto de
confianza, á no exponernos á d a r en cierto modo un salvo-conducto á
los monederos falsos y sus cómplices los expendedores, para que puedan obligar á tomar sus monedas, que pueden diferenciarse m u y poco
de las legítimas. Sólo despues de grandes ensayos en las mismas fábricas del Estado se puede saber la ley. Centen hemos tenido en nuestro
poder, y le conservamos partido, que tiene 60 rs. de oro, y que disputando mucho personas conocedoras, diciendo unos que era legítima y
otros que no, se sometió á esta prueba la cuestión. ¿Cómo se quiere
que la generalidad de las gentes incurra en pena cuando le asalte esa
d u d a razonable?
No sucede lo mismo cuando se expende una moneda que se tiene
pleno conocimiento de que es falsa. Haber sufrido u n engaño no da d e recho á engañar á otro, porque esto seria lo mismo que conceder facultad para robar al vecino porque á nosotros nos ha ocurrido esta
desgracia.
Aunque en otros artículos del Código se castiga á los defraudadores
en la venta de sustancias, ya sea en cantidad ó en calidad, en este a r ticulo se reproduce esa prohibición para las defraudaciones en menor
escala, ó igual multa se impone á los que usaren pesos y medidas que
no sean de ley, ó á los que por cualquier causa dieran menor cantidad,
que son los casos 3.°, 4.° y 5.° del mismo artículo.
Lo que debe apetecerse es que, sin escrúpulo y m u y repetidamente, se haga efectiva esa multa, porque tal abuso está tan generalizado,
que no arguye mucho en favor de los comerciantes al menudeo. Los
males, no por ser pequeños, merecen ménos la atención del legislador.
Esa falta en el peso es un verdadero robo, y mayor mal se causa al pob r e quitándole media onza de carne, que sustrayendo al rico muchos
miles de reales. La conciencia pública aplaude siempre los actos de severidad en esta materia. Guando a u n panadero ú otro expendedor de
262
APÉNDICE Á l o s
COMENTA bIOS
sustancias alimenticias se le castiga por la falta de peso ó por la mala
calidad de los alimentos, la autoridad es victoreada en todas partes.
Artículo 593.
«Serán castigados con las penas de cinco á quince dias
de arresto y multa de 25 á 75 pesetas:
»1.° Los que esparcieren falsos rumores ó usaren de
cualquier otro artificio ilícito para alterar el precio natural
de las cosas si el hecho constituyere delito.
»2.° Los que infringieren las reglas de policía dirigidas
á asegurar el abastecimiento de las poblaciones.»
COMENTARIO.
Los dos casos de este artículo son un corolario del anterior. Su objeto es que no se altere el precio natural de las cosas ni que se infrinj a n las medidas adoptadas por la autoridad para el abastecimiento de
las poblaciones. Damos tanta importancia á la alimentación del p u e blo, que toda precaución es poca. En tiempos de escasez, el menor i n cidente puede causar basta una revolución. Hemos sido autoridad popular de Madrid cuando la fanega de trigo valia á 420 rs., y nadie sabe
las angustias que se pasan en semejantes conflictos y los medios que
utilizan los acaparadores del trigo para hacer mayores ganancias. Están, por consiguiente, en su lugar las disposiciones que se adoptan en
este artículo.
Artículo 594.
«Los que en sitios ó establecimientos públicos promovieren ó tomaren parte en cualquiera clase de juegos de azar
que no fueren de puro pasatiempo y recreo, incuniián en la
multa de 5 á 25 pesetas.»
del
código penat
26 I
COMENTARIO.
En algunos períodos de la vida de los pueblos es u n mal síntoma ver
en ciertos parajes, especialmente en las afueras de las grandes poblaciones, una multitud de vagos dedicados á juegos de azar. Bien puede asegurarse que sin escrúpulo de conciencia deberían llevarse á todos esos
vagos á la cárcel, en la seguridad de que el 90 por 100 son reos de graves delitos. Pero la ley castiga sólo en este caso el vicio del juego, y
está en su lugar lo que en el artículo se determina.
Artículo 595.
«Serán castigados con la pena de cinco á quince dias de
arresto y multa de 25 á 75 pesetas en los casos no comprendidos en el libro segundo:
»l.o Los farmacéuticos que expendieren medicamentos
de mala calidad.
»2.o Los dueños ó encargados de fondas, confiterías, panaderías ú otros establecimientos análogos que expendieren ó
sirvieren bebidas ó comestibles adulterados ó alterados, perjudiciales á l a salud, ó no observaren en el uso y conservación
de las vasijas, medidas y útiles destinados al servicio, las reglas establecidas ó las precauciones de costumbre, cuando el
hecho no constituya delito.»
COMENTARIO.
No quisiéramos ver la calificación de mala calidad que contiene el
párrafo 4.° de este artículo, porque no es lo mismo la adulteración de
una cosa, que ser esta cosa de clase inferior ó de mala calidad. En el
párrafo 2.°, al hablar de los botilleros, fondistas, confiteros, panaderos
ó dueños de otros establecimientos análogos, les prohibe la ley con r a zón vender bebidas ó comestibles adulterados, perjudiciales á la salud.
Esto está m u y en su lugar y perfectamente prohibido; pero no se les
puede castigar porque vendan géneros de mala calidad. Hay pan en
Madrid, y en todas las poblaciones grandes, que se vende á mitad de
precio, y no puede exigírsele al expendedor que ese género sea de b u e na calidad. En las noches de invierno oimos todos la voz bronca del cafetero que da por dos cuartos una taza, y sería estupendo y hasta ridícu-
262
apéndice
Á LOS c o m e n t a b i o s
lo preguntarle si aquel cafó era de Moka. La ley lo que no quiere es
que haya engaño. En cuanto á la bondad de la bebida ó del alimento,
Cada consumidor sabrá á qué atenerse.
En lo que sí debe de vigilar mucho la autoridad es en que se cumpla el precepto de la ley en cuanto á lo q u e se refiere al buen estado
de las vasijas y útiles destinados al servicio. Sobre esto toda precaución
es poca, porque las consecuencias del abandono producen muchas
muertes y graves enfermedades. Sobre esto volvemos la vista á Francia,
Inglaterra y los Estados-Unidos, y admiramos su policía. Su policía,
nombre que aterra en España, y que sin ella no puede haber ninguna
nación bien gobernada.
Articulo 596.
«Serán castigados con la multa de 5 á 25 pesetas y reprensión:
»1 o Los que se bañaren faltando á las reglas de decencia ó de seguridad establecidas por la autoridad.
»2.o Los que infringieren las disposiciones sanitarias de
policía sobre prostitución.
»3.o Los que infringieren las reglas dictadas por la autoridad en tiempos de epidemia ó contagio.
»4.o Los que infringieren los reglamentos, ordenanzas y
bandos sobre epidemia de animales, extinción de langosta ú
otra plaga semejante.
»5.o Los que infringieren las disposiciones sanitarias dictadas por la administración sobre conducción de cadáveres y
enterramientos en los casos no previstos en el libro segundo
de este Código.
»6.° Los que profanaren los cadáveres, cementerios ó lugares de enterramiento por hechos ó actos que no constituyan delito.
»7.° Los que arrojaren animales muertos, basuras ó escombros en las calles y en los sitios públicos donde esté prohibido hacerlo, ó ensuciar en las fuentes y abrevaderos.
»8.o Los que infringieran las reglas ó bandos de policía
sobre la elaboración de sustancias fétidas ó insalubres ó las
arrojaren á las calles.
del
código
penat
26 I
»9.° Los que de cualquier otro modo que no constituya
delito infringieren los reglamentos, ordenanzas ó bandos sobre higiene pública dictados por la autoridad dentro del
círculo de sus atribuciones.»
COMENTARIO.
Por m á s que creamos que las nueve reglas comprendidas en este
artículo son propias y exclusivas de los estatutos de policía de cada
poblacion, no censuramos, como ya lo hemos dicho ántes, su inserción
en el Código. En Madrid no se aplicará ciertamente el párrafo primero,
que exige que los que se bañan tengan un poco de pudor y vergüenza;
pero no sucederá esto en los puertos de mar y en los lugares favorecidos por grandes rios. No queremos recordar las costumbres de algunos
pueblos de provincias, en los que llegaba el escándalo no há mucho
tiempo á bañarse j u n t a s personas de distinto sexo, como pueden h a cerlo los salvajes de las islas más abandonadas. El Código quiere que
haya u n poco de pudor, y sin negar al pueblo el derecho legítimo de
bañarse, puede y debe hacerlo en sitios apartados que marque la a u toridad.
El párrafo segundo es de tanta importancia, que ha dado lugar á
que se escriban en el extranjero obras voluminosas sobre la prostitución. ¿Debe permitirse en España? He aquí el primer problema. De consentirla, ¿qué reglas deben regularizarla? He aquí una dificultad m a yor. Ningún gobierno ha dado todavía opimos frutos en materia tan
delicada. ¡La prostitución!.... Palabra aterradora, porque significa la
mayor de las desgracias de las mujeres. Quizá se nos tenga por parciales en todo lo que concierne á este sexo; pero ¿habrá alguien de recto
corazon que niegue que casi todos los infortunios de la mujer tienen su
origen y proceden del mal comportamiento de los hombres, y que esos
miles de infelices, que famélicas y abandonadas recorren las grandes
poblaciones del mundo, llevan en su frente u n letrero que dice maldito sea el primer hombre que conocí? Dejemos á u n lado pensamientos
filosóficos, y vengamos al triste terreno de la práctica penal.
El Código supone en el párrafo segundo que en España hay disposiciones sanitarias de policía sobre prostitución. Aquí no hay nada de
eso, porque los reglamentos particulares que haya podido escribir a l gún gobernador celoso, ó han estado poco tiempo en ejecución, ó han
sido despreciados por sus sucesores, cuando no por el Gobierno supremo. Sobre este ramo de la administración pública está todo por hacer.
Hay poblaciones en que se persigue á esas desventuradas como si fueran animales dañinos. Hay otras, en que se las concede la más absoluta libertad, ó invaden los sitios más públicos, y dan cuantos escándalos se les ocurren. Cuando las casas de prostitución estén reglamenta-:
APÉNDICE
24
262
apéndice
á los
comenta bios
das y tengan u n padrón esas mujeres, y se castigue también severamente á los que abusen de su situación lamentable, entónces regirá ese
párrafo segundo y otros muchos que se publicaren para regularizar ese
mal necesario de la sociedad.
Los párrafos tercero y cuarto son dignos de aprecio, porque tratan
de las infracciones contra los reglamentos dados en tiempos de epidemia y contagio, y también cuando los animales perniciosos ,se propagaren y los útiles se hubieran contagiado.
Los párrafos quinto y sexto hablan sobre la conducción de cadáveres ó profanación de éstos y lugares de enterramiento, y dejando á salvo lo que ya se ha dicho en otro lugar, nos parece m u y bien que se
haya incluido en este libro, no sólo lo referente á los cadáveres h u manos, sino á los animales muertos y á las basuras ó inmundicias,
prohibiendo igualmente ensuciar las aguas de las fuentes.
Concluye el artículo con dos prevenciones saludables. La primera
sobre la elaboración de sustancias fétidas para arrojarlas á la calle, y
prescribiendo en la segunda, que se acaten y obedezcan los reglamentos, ordenanzas y bandos dictados por la autoridad en el círculo de sus
atribuciones.
Si se observan todos estos preceptos, de seguro seremos el pueblo
más pulcro de Europa y se nos citará como modelo. Nos tememos que
nuestra propensión á desobedecer la autoridad deje las cosas como e s tán, y que los representantes del principio de gobierno teman ese verdadero fantasma de la impopularidad.
Articulo 597.
«Serán castigados con las penas de uno á cinco dias de
arresto ó multa de 5 á 50 pesetas:
»1.° Los que dieren espectáculos públicos ó celebraren
cualquiera clase de reuniones sin obtener la debida licencia
ó traspasando los límites de la que les fuere concedida.
»2.° Los que abrieren establecimientos de cualquier clase sin licencia de la autoridad, cuando fuere necesaria.»
COMENTARIO.
No seremos nosotros los que castiguemos esa intrusión de la autoridad en la inauguración de todo espectáculo, siquiera sea enseñar u n
niño con dos cabezas, ó una mujer de siete piés; pero que no se puede
del
código
penat
26
permitir se, presente desnuda al público. Examínenla los
pero no que muestre al pueblo lo que el pudor no permite.
I
fisiólogos;
Articulo 598.
«Serán castigados con las penas de cinco á diez dias de
arresto ó multa de .25 á 75 pesetas:
»1.° Los que apagaren el alumbrado público ó del exterior de los edificios ó el de los portales ó escaleras de los
mismos.
»2.° Los que faltaren á las reglas establecidas para el
alumbrado público, donde este servicio se hiciere por los particulares. »
COMENTARIO.
El alumbrado público es uno de los mayores adelantos de la civilización. Hoy no se comprende un pueblo de mil vecinos sin que se atienda á esta necesidad. Los que intentaren privar de este recurso á la poblacion, atacan el derecho de la generalidad y son dignos de castigo.
Demasiado benigno nos parece el Código.
Articulo 599.
«Serán castigados con las penas de 5 á 50 pesetas de multa ó reprensión:
»l.o Los facultativos que notando en una persona á quien
asistieren ó en u n cadáver señales de envenenamiento ó de
otro delito, no diesen parte á la autoridad inmediatamente
siempre que por las circunstancias no incurrieren en responsabilidad mayor.
»2.° Los encargados de la guardia ó custodia de un loco,
que lo dejaren vagar por las calles y sitios públicos sin la de
bida vigilancia.
»3.° Los dueños de animales feroces y dañinos que los
dejaren sueltos ó en disposición de causar mal.
»4.° Los que infringieren los reglamentos, ordenanzas ó
bandos relativos á carruajes públicos.
262
apéndice Á l o s comenta bios
»5.° Los que corrieren caballerías ó carruajes por las calles, paseos y sitios públicos con peligro de los transeúntes ó
con infracción de las ordenanzas y bandos de buen gobierno.
»6.° Los que obstruyeren las aceras, calles y sitios públicos con actos ó artefactos de cualquier especie.
»7.° Los que arrojaren á la calle ó sitio público agua, piedras ú otros objetos que puedan causar daño á las personas
ó en las cosas, si el hecho no tuviere señalada mayor pena
por su intensidad ó circunstancias.
»8.'° Los que tuvieren en los parajes exteriores de su morada sobre la calle ó via pública objetos que amenacen causar
daño á los transeúntes.»
COMENTARIO.
Nos tienen seducidos los reformadores, y sólo les pedimos que pongan en práctica el nuevo Código. Los ocho párrafos de este artículo
(sean ó no copiados) harán u n inmenso bien si se cumple con ellos. El
primero habla con los médicos, y les m a n d a que siempre que noten señales de envenenamiento den cuenta á la autoridad. ¿Lo harán? Bueno
es que la ley los autorice y hasta se lo mande. Hemos vivido tanto, que
recordamos con horror muchas muertes, en que el dedo de la opinion
marcaba á los envenenadores, y sin embargo, éstos gozaban de las r i quezas producto de su crimen. Hoy que los adelantos de la química son
tan grandes, el estudio de los venenos está al alcance de todas las clases. Ya no es sólo patrimonio de los Borgias. Los legisladores tienen que
meditar mucho sobre este crimen, que, a u n q u e antiguo, ahora se propaga de un modo extraordinario.
También es útilísimo el párrafo 2.° Nuestra reforma hubiera sido
más radical. Los desgraciados dementes, áun los más pacíficos, deben
estar en los establecimientos públicos. El amor filial ó paternal llamar á n tiránicas á estas leyes; pero el interés público así lo reclama. Somos
testigos de excepción. Doce años tuvimos á nuestra madre á nuestro
lado, despachando los pleitos m á s difíciles de España. No por eso a d quirió la salud. Y si los locos pacíficos no atormentan m á s que á s u s
allegados, los que no lo son (siempre el mayor número) causan escándalos, y no pocas veces daños.
Ha de llegar dia que en la calle se esté como en un templo, y esa
época será la de mayor civilización.
Y naturalmente se ha de prohibir la exhibición de animales feroces
y dañinos, cuya soltura castiga el párrafo 3.° de este artículo.
del
código
penat
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I
El ramo de carruajes de plaza, fija ya la atención del legislador, y
quiere, y con razón, que se obedezcan los reglamentos, castigando su
infracción en el párrafo 4.°
Era consiguiente que en el 5.° también se penase á los que sin tasa
ni prudencia, y atropellando á todo transeúnte, recorran las calles á escape, ya en coche, ya á caballo. Nosotros sólo añadiremos que si esas
m u l t a s se publicaran en el periódico oficial, no habria señora que no
batiese palmas por tan previsor castigo.
Lo que costará mucho más trabajo corregir es lo que quiere impedir
el párrafo 6.° Obstruir las aceras y el paso es el oficio de los haraganes,
de los amantes callejeros y de las gentes de mal vivir. Estas malísimas
costumbres tarde ó nunca se desarraigan en pueblos como el nuestro.
¿Y qué diremos de las prevenciones de los párrafos 7.° y 8.°? Los
principales infractores de esta regla de policía son las mujeres, que á
todas las horas del dia han de regar sus macetas y bautizar á todo prójimo que acierte á pasar por su calle. En los últimos tiempos los dependientes de la autoridad enmendaron muchos de esos abusos. Hoy h e mos vuelto á nuestros antiguos hábitos en virtud del derecho individual de regar nuestros tiestos y arrojar á la calle las basuras de nuestras habitaciones.
Articulo 600.
«Serán castigados con la multa de 5 á 50 pesetas:
»1.° Los dueños de fondas, posadas y demás establecimientos destinados á hospedaje que dejaren de dar á la autoridad los partes y noticias prevenidos por los reglamentos,
ordenanzas ó bandos en el tiempo y forma que estuvieren
prevenidos.
»2.° Los criados de servicio, mozos y dependientes que
no conservaren con la debida formalidad la cartilla de informes, ó dejaren de cumplir las prevenciones establecidas para
garantía y seguridad.»
COMENTARIO.
Los dos párrafos de este artículo han sido siempre objeto de la legislación desde los más remotos tiempos. Nuestras leyes penaron fuertemente á los posaderos, que no pocas veces son los encubridores de
402
apéndice
á
los
c o m e n t a m o sDELCÓDIGOPENAL
las gentes de mal vivir. Igualmente los mozos de servicio y dependientes de estas casas deben ser vigilados como corresponde y sujetarse á
las reglas que se les prescribieren. Sobre esto hemos dicho lo bastante
en otro lugar.
Articulo 601.
«Serán castigados con la pena de 25 á 75 pesetas:
»1.° Los que contravinieren á las reglas establecidas para
evitar la propagación del fuego en las máquinas de vapor,
calderas, hornos, estufas, chimeneas ú otros lugares semejantes, ó construyeren esos objetos con infracción de los reglamentos, ordenanzas ó bandos, ó dejaren de limpiarlos ó
cuidarlos con peligro de incendio.
»2.° Los que infringiendo las órdenes de la autoridad
descuidaren la reparación de edificios ruinosos ó de mal aspecto.
»3.° Los que infringieren las reglas de seguridad concernientes al depósito de materiales, apertura de pozos ó excavaciones.
»4.° Los que infringieren los reglamentos, ordenanzas ó
bandos de la autoridad, sobre elaboración y custodia de materias inflamables ó corrosivas, ó productos químicos que
puedan causar estragos.»
COMENTARIO.
En los cuatro párrafos de este artículo se tratan de evitar males
graves que producen los incendios por descuido y abandono de los
caldereros, estufistas y demás oficios y comerciantes, que tienen q u e
ver con las materias inflamables ó sus receptáculos, así como derribos,
y descuido de verificarlos á tiempo.
Más de un rígido criminalista censurará á los reformadores, porque
incluyen en el Código hasta muchas disposiciones que son de la exclusiva competencia de las municipalidades y de los reglamentos de policía urbana. La objecion estará en su lugar; pero cuando está por tierra
el respeto á la autoridad, previsor es darla fuerza elevando su prestigio en las leyes generales.
del
código penat
TÍTULO
26 I
III.
DE LAS FALTAS CONTRA LAS PERSONAS.
Artículo 602.
«Serán castigados con la pena de arresto menor los que
causaren lesiones que impidan al ofendido trabajar de uno á
siete dias ó hagan necesaria por el mismo tiempo la asistencia facultativa.
»Si concurriere la circunstancia de ser padre, hijo, marido ó tutor el ofensor, se aplicará el grado máximo de la pena, sean cuales fueren las circunstancias que concurran.»
COMENTARIO.
Sobre heridas leves y lesiones, ya hemos expuesto lo bastante. No
tenemos otra teoría que la prudencia judicial, dejando á salvo el recurso de apelación. Aqui se marca la pena, y no seremos nosotros los que
la critiquemos porque es suave.
Artículo 603.
«Serán castigados con la pena de cinco á quince dias de
arresto y reprensión:
»1.° Los que causaren lesiones que no impidan al ofendido dedicarse á sus trabajos habituales ni exijan asistencia
facultativa.
»2.° Los maridos que maltraten á sus mujeres, áun cuando no les causaren lesiones de las comprendidas en el párrafo anterior.
»3.° Las mujeres desobedientes á sus maridos que les
maltrataren de obra ó de palabra.
»4.° Los cónyuges que escandalizaren en sus disensiones
262
apéndice
Á LOS c o m e n t a b i o s
domésticas despues de haber sido amonestados por la autoridad, si el hecho no estuviere comprendido en el libro II de
este Código.
»5.° Los padres de familia que abandonaren sus hijos,
no procurándoles la educación que requiera su clase y sus
facultades permitan.
»6.° Los tutores, curadores ó encargados de un menor
de 15 años que desobedecieren los preceptos sobre instrucción primaria obligatoria, ó abandonaren el cuidado de su
persona.
»7.° Los hijos de familia que faltaren al respeto y sumisión debidos á sus padres.
»8.o Los pupilos que cometieren igual falta hácia sus t u tores.
9.° Los que, encontrando abandonado un menor de siete
años con peligro de su existencia, no le presentaren á la autoridad ó á su familia.
»10. Los que en la exposición de niños quebrantaren las
reglas ó costumbres establecidas en la localidad respectiva, y
los que dejaren de llevar al asilo de expósitos ó á lugar seguro á cualquier niño que encontraren abandonado.
»11. Los que no socorrieren ó auxiliaren á una persona
que encontraren en despoblado herida ó en peligro de perecer, cuando pudieren hacerlo sin detrimento propio, á no ser
que esta omision constituya delito.»
COMENTARIO.
Los once párrafos de este artículo, son patriarcales. ¿Quién no censura al que sin motivo causa lesiones? ¿Quién no se pone del lado de
esas desgraciadas mujeres, que ademas de los malos tratos, ven siempre levantada la mano de esos maridos iracundos que creen que su primer esclavo es la esposa? Por el contrario, ¿por qué no ha de castigar la
ley á esas furias que no puede contener la prudencia de u n buen marido? Y en el mundo no se vive solo. En las grandes ciudades los vecinos están apiñados y allí se ven escándalos que la ley quiere evitar,
castigando á los cónyuges que estuvieren en continua pelea.
Tampoco quiere el Código que el empedernido corazon de algunos
padres haga gala de su falta de cariño abandonando á sus hijos. Y por
del
código
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I
el mismo motivo castiga á los tutores ó curadores que no desempeñaren bien sus cargos.
Monos podia consentir el legislador que los hijos y pupilos se s u s trajeren del dominio paternal faltando al respeto de sus mayores.
Y concluye el artículo con la protección de los infelices niños que
vienen al mundo por el crimen y la liviandad de sus padres, que e m piezan negándoles su nombre. ¡Cuántas reflexiones se agolpan á la m e n te del hombre caritativo! Pero nos olvidamos que estamos comentando
u n artículo del Código penal que trata de los que abandonan á los que
encontraren y no les llevaren á los asilos de expósitos.
El párrafo once es tan filantrópico como los otros diez. Castiga al
que se encontrare en despoblado á u n herido ó en peligro de perecer y
no le prestare auxilio. Claro está que si esta obra de caridad no se puede desempeñar SÍD peligro propio, el Código no impone el cumplimiento de este deber.
Artículo 604.
«Serán castigados con las penas de uno á cinco dias de arresto ó multa de 5 á 50 pesetas:
»1.° Los que golpearen ó maltrataren á otro de obra ó de
palabra sin causarle lesión.
»2.° Los que, sin hallarse comprendidos en otras disposiciones de este Código, amenazaren á otro con armas ó las sacaren en riña como no sea en justa defensa.
»3.° Los que de palabra y en el calor de la ira amonaren á otro con causarle un mal que constituya delito, y por
sus actos posteriores demostraren que persistieron en la idea
que significaron con su amenaza, siempre que por las circunstancias el hecho no estuviere comprendido en el libro
segundo de este Código.
»4.° Los que de palabra amenazaren á otro con causarle u n mal que no constituya delito.
»5.° Los que causaren á otro una coaccion ó vejación injusta, no penada en el libro segundo de este Código.»
262
apéndice
á
los
c o m e n t a bios
COMENTARIO.
Los cinco párrafos' de este artículo constituyen verdaderamente
otras tantas injurias, que algunas de ellas pueden ser hasta graves. Dar
á una persona una bofetada sin causarle lesión, es imprimir una nota
de infamia, y seguido u n proceso á instancia de parte, porque de otra
manera no hay causa, la pena tendría que ser fuerte. El Código no quita esta acción; pero si el ofendido no hiciera nada, entonces la autoridad puede aplicar los castigos de este artículo. Diariamente están ocurriendo estos desórdenes, y los ofensores se quedan m u y frescos sin sufrir el menor correctivo. Esto es lo que no quiere el legislador, y por
eso es hasta difuso marcando los casos y circunstancias en que se i n curre en pena.
Artículo 605.
«Serán castigados con la multa de 5 á 25 pesetas y reprensión:
»1.° Los que injuriaren livianamente á otro de obra ó de
palabra si reclamare el ofendido, cuyo perdón extinguirá la
pena.
»2.° Los que, requeridos por otros para evitar un mal mayor, dejaren de prestar el auxilio'reclamado, siempre que no
hubiera de resultarle perjuicio alguno.
»3.° Los que por simple imprudencia ó por negligencia,
sin cometer infracción de los reglamentos, causaren un mal,
que si mediare malicia constituiría delito ó falta.»
COMENTARIO.
Aún va m á s adelante el legislador. Hasta la injuria liviana no la deja
exenta de pena el Código, como no la perdone el injuriado. Si á u n anciano se le llama viejo y á una m u j e r contrahecha jorobada, tiene derecho el agraviado á que se castigue al que se burla de su desgracia, y
para eso se ha escrito el párrafo 4 d e este artículo.
En el 2.° se pena á los que, llamados para evitar u n mal sin p e r j u i cio suyo, no quisieren prestar su ayuda.
Y por último, hasta la negligencia merece multa como se causare
u n mal.
Para que todas las faltas que se enumeran en este capítulo sean cor-
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I
regidas y no se hagan alcaldadas, es necesario q u e la a u t o r i d a d tenga
juicio y p r u d e n c i a .
TÍTULO IV.
DE LAS FALTAS CONTRA LA PROPIEDAD.
Articulo 606.
«Serán castigados con la pena de arresto menor, si el hecho no estuviere penado en el libro segundo de este Código:
i l.o Los que por cualquiera de los medios señalados en
el art. 530 cometieren hurto por valor menor de 10 pesetas,
ó 20 siendo de sustancias alimenticias, frutos ó leñas, no
siendo dos ó más veces reincidentes.
»2.° Los que por interés ó lucro interpretaren sueños, hicieren pronósticos ó adivinaciones ó abusaren de la credulidad pública de otra manera semejante.»
Artículo 607.
«Serán castigados con la pena de uno á quince dias de
arresto menor:
»1.° Los que entraren en heredad ó campo ajeno para
coger frutos y comerlos en el acto.
»2.° Los que en la misma forma cogieren frutos, mieses
ú otros productos florestales para echarlos en el acto á caballerías ó ganados.
»3.° Los que sin permiso del dueño entraren en heredad
ó campo ajeno ántes de haber levantado por completo la cosecha para aprovechar el espigueo ú otros restos de aquélla.
»4.° Los que entraren en heredad ajena cerrada ó en la
cercada, si estuviere manifiesta la prohibición de entrar.»
Artículo 608.
«Serán castigados con la multa de 5 á 25 pesetas:
»1.° Los que entraren á cazar ó pescar en heredad cerrada ó campo vedado sin permiso del dueño.
380
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»2.° Los que con cualquier motivo ó pretexto atravesaren
plantíos, sembrados, viñedos ú olivares.
»Si en cualquiera de los casos anteriores hubiere intimidación ó violencia en las personas ó fuerza en las cosas, se
entenderán las penas duplicadas, si con arreglo á las disposiciones de este Código no correspondiera otra mayor.»
Artículo 609.
«Por el sólo hecho de entrar en heredad m u r a d a y cercada
sin permiso del dueño, incurrirá en la multa de 3 pesetas.»
Articulo 610.
«Serán castigados con la multa de 25 á 75 pesetas:
»1.Q Los que llevando carruajes, caballerías ó animales
dañinos cometieren alguno de los excesos previstos en los dos
artículos anteriores, si por razón del daño no merecieren pen a mayor.
»2.° Los que destruyeren ó destrozaren choza, albergue,
setos, cercas, vallados ú otras defensas de las propiedades.
»3.° Los que causaren daño arrojando desde fuera piedras, materiales ó proyectiles de cualquiera clase.»
Articulo 611.
«Los dueños de ganados que entraren en heredad ó campo ajeno y causaren daños, serán castigados con la multa
por cada cabeza de ganado:
»1.° De 3 á 9 reales si fuere vacuno.
»2.° De 2 á 6 si fuere caballar, mular ó asnal.
»3.° De 1 á 3 si fuere cabrío y en la heredad hubiere arbolado.
»4.° De 1 á 2 si fuere lanar ó de otra especie no comprendida en los números anteriores, ó cabrío no habiendo
arbolado.»
Articulo 612.
Los dueños de ganados de cualquiera clase que entraren
DEL CÓDIGO PENAL
38 I
sin causar daño en heredad ajena, sin permiso del dueño, incurrirán en la multa de medio real por cada cabeza.
»Si la heredad fuere cercada ó tuviere viñedos, olivares,
sembrados ú otros plantíos, ó hubiere reincidencia, se impondrá la multa en toda su extensión.»
Artículo 613.
«Si los ganados se introdujeren de propósito ó por abandono ó negligencia de los dueños ó ganaderos, ademas de pagar las multas expresadas en los artículos anteriores, sufrirán los dueños y ganaderos, en sus respectivos casos, de uno
á treinta dias de arresto, si no les correspondiera mayor pena
como reos de hurto ó daño por voluntad ó imprudencia.
»Si reincidieran por tercera vez en el término de treinta
dias, serán juzgados y penados como reos de hurto ó daño,
comprendidos en el libro segundo.»
Artículo 614.
«Serán castigados con la pena de arresto menor, ó multa
de 5 á 125 pesetas, los que ejecutaren incendio de cualquiera
clase que no esté penado en el libro segundo de este Código.»
Articulo 615.
«Serán castigados con la multa de 5 á 25 pesetas:
»1.° Los que infringieren los reglamentos ó bandos de
buen gobierno sobre quema de rastrojos ú otros productos
florestales.
»2.o Los que infringieren las ordenanzas de caza y pesca.»
Artículo 616.
«Serán castigados con la pena de arresto de uno á cinco
dias ó multa de 5 á 25 pesetas, los que causaren un daño de
los comprendidos en este Código cuyo importe no exceda de
50 pesetas.»
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a p é n d i c e Á l o s c o m e n t a bios
Articulo 617.
«Los que cortaren árboles en heredad ajena causando
daño que no exceda de 50 pesetas, serán castigados con la
multa del duplo al cuádruplo del daño causado, y si éste no
consistiere en cortar árboles sino en talar ramaje ó leña, la
multa se entenderá del tanto al duplo del daño causado.
»Si el dañador comprendido en este artículo sustrajere ó
utilizare los frutos ú objetos del daño causado y el valor de
éste no excediere de 10 pesetas, ó 20 siendo de semillas alimenticias, frutos ó leña, sufrirá la pena de cinco á quince
dias de arresto.»
Articulo 618.
«Los que aprovechando aguas que pertenezcan á otros ó
distrayéndolas de su curso causaren daño cuyo importe no
exceda de 50 pesetas, incurrirán en la multa del duplo al
cuádruplo del daño causado.»
Articulo 619.
«Los que intencionalmente, por negligencia ó por descuido, causaren un daño cualquiera no penado en este libro ni
en el anterior, serán castigados con la multa del medio al
tanto del daño causado si fuere estimable, y no siéndolo, con
la multa de 5 á 75 pesetas.»
COMENTARIO.
Estamos tocando el término de nuestro trabajo. ¿Qué hemos de decir nosotros sobre este capítulo, que en rigor es el último que contiene
penas positivas? No podemos decir m á s sino que los reformadores garantizan el derecho de propiedad como no se protege en ningún otro
Código. No bastaba que en la clasificación de los verdaderos delitos se
impusieran penas á los que atacaran á la propiedad ajena. Aquí se quiere que ese respeto á lo que es de otro se lleve hasta el ú l t i m o grado.
¿No es grande el daño? Pues tampoco lo será la pena; pero tengase e n tendido que todo exceso, toda arbitrariedad tiene su correctivo. No ha-
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gas á otro lo que no q u e r r í a s se hiciese contigo. Esta es la base de ese
capítulo y d e todos los párrafos y casos que contiene. A ellos debe atenerse la a u t o r i d a d encargada de vigilar sobre el respeto á la propiedad
ajena. Cuando u n derecho se halla amenazado, es forzoso protegerlo, y
el Código q u i e r e que no q u e d e desatendida n i n g u n a clase de bienes.
No descendemos á detalles, p o r q u e los casos m a r c a d o s en esos a r tículos están bien explícitos y claros, y la m a y o r parte de ellos, c o m p r e n d i d o s en el antiguo Código, se hallan comentados por Pacheco en
s u s últimos capítulos. Si á los estudiosos les ocurriese alguna d u d a , allí
p u e d e n desvanecerla.
Unicamente nos permitiremos r e c o m e n d a r á los encargados d e r e p r i m i r las faltas, que tengan el m a y o r cuidado, como ya hemos m a n i festado en otra parte, en no c o n f u n d i r esas m i s m a s faltas con v e r d a d e ros delitos, q u e les son afines, y q u e e s t á n castigados por otros artículos del Código.
TÍTULO V.
DISPOSICIONES COMUNES Á LAS FALTAS.
Artículo 620.
«En la aplicación de las penas de este libro procederán los
tribunales según su prudente arbitrio, dentro de los límites
de cada una, atendiendo á las circunstancias del caso.»
Artículo 621.
«Los cómplices en las faltas serán castigados con la misma pena que los autores en su grado mínimo.»
Articulo 622.
«Caerán siempre en comiso:
»1.° Las armas que llevare el ofensor al cometer un daño
ó inferir una injuria si las hubiere mostrado.
»2.° Las bebidas y comestibles falsificados, adulterados ó
pervertidos siendo nocivos.
384
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
»3.° Las monedas ó efectos falsificados, adulterados ó
averiados que se expendieren como legítimos ó buenos.
»4.° Los comestibles en que se defraudare al público en
cantidad ó calidad.
»5.° Las medidas ó pesos falsos.
»6.° Los enseres que sirvan para juegos ó rifas.
»7 o Los efectos que se empleen para adivinaciones ú otros
engaños semejantes.»
Artículo 623.
«El comiso de los instrumentos y efectos de las faltas expresadas en el artículo anterior, lo decretarán los tribunales á
su prudente arbitrio según los casos y circunstancias.»
Artículo 624.
«Los penados con multas que fueren insolventes, serán
castigados con un dia de arresto por cada 5 pesetas de que
deban responder.
«Cuando la responsabilidad no llegare á cinco pesetas, serán castigados, sin embargo, con un dia de arresto.
»Por las otras responsabilidades pecuniarias en favor de
tercero, serán castigados también con un dia de arresto por
cada 5 pesetas.»
Articulo 625.
«En las ordenanzas municipales y demás reglamentos generales ó particulares de la administración que se publicaren
en lo sucesivo y en los bandos de policía y buen gobierno que
dicten las autoridades, no se establecerán penas mayores que
las señaladas en este libro, áun cuando hayan de imponerse
en virtud de atribuciones gubernativas, á no ser que se determinare otra cosa por leyes especiales.
«Conforme á este principio, las disposiciones de este libro
no excluyen ni limitan las atribuciones que por las leyes municipales ó cualesquiera otras especiales competan álos funcionarios de la administración para dictar bandos de policía
y buen gobierno, y para corregir gubernativamente las faltas
d e l código
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en los casos en que su represión les esté encomendada por
las mismas leyes.»
DISPOSICION FINAL,
Artículo 626.
«Quedan derogadas todas las leyes penales generales anteriores á la promulgación de este Código, salvo las relativas
á los delitos no sujetos á las disposiciones del mismo, con
arreglo á lo prescrito en el art. 7.°»
COMENTARIO.
Esta disposición general no d e s t r u y e en efecto las reglas y costumb r e s establecidas en varios p u n t o s para el d i s f r u t e , v. gr., de las aguas
en las provincias de Valencia, Granada y Murcia y en algún otro punto
d e la Península. Sus veneradas c o s t u m b r e s no p o d r á n destruirlas t o dos los innovadores de la tierra.
APÉNDICE
25
DELITOS DE IMPRENTA.
En la introducción de este libro hemos expuesto algunas consideraciones sobre los motivos y causas por que el gobierno se ha visto precisado á incluir en el Código penal el castigo de los delitos cometidos
por medio de la imprenta, creando de esta manera una legislación qne
no existe en ningún otro pueblo de Europa. Hasta ahora se habia creido que el periodismo, y no la imprenta, porque el libro no puede ni
debe tener correctivo alguno, debia ser regido por leyes especiales y
transitorias, adecuadas á la situación peculiar de cada país.
Siendo como es una necesidad social el periodismo que no extinguirá ni áun la escuela más refractaria y absolutista, es lo cierto que
todos los partidos enaltecen á la imprenta cuando están en la oposicion, y la oprimen y persiguen cuando son gobierno. Esa es la historia
de la Europa continental desde 1789, y especialmente la de esa F r a n cia, á la que imitamos en todas las cosas malas y en muy poco de las
muchas que tiene buenas.
Estos comentarios no se prestan á detenida discusión sobre cada una
de las materias. El periodismo nos ha hecho meditar por espacio de
muchos años, y á ello nos ha obligado nuestro oficio. Unas veces, acusando á nombre de la honra particular lastimada; otras, defendiendo
las opiniones de nuestro partido, perseguidas por poderes tiránicos; y
otras, administrando justicia, como jurado, nos hemos convencido que
en tiempos de turbaciones, la imprenta periodística de todos los colores necesita de gran freno; no tan fuerte, sin embargo, como las nuevas
disposiciones insertas en el Código penal. Cuando la imprenta sea en la
Península lo que es en otros países; cuando los españoles tengan cost u m b r e s y convicciones arraigadas, entonces nada importará que estén
escritas leyes draconianas que impongan á los periodistas penas f u e r tes ó que no haya ninguna. Entonces regirá una ley más severa que
todas esas, y es la opinion pública, que no permite que los lectores pasen la vista por los papeles inmundos que se escriben, especialmente
en Francia y en España. Si alguna vez llegamos á este estado de civilización y de buen sentido, cuyas dotes niegan 'muchos á la raza latina,
entonces importará poco que se escriban leyes más ó menos duras sobre la prensa. Pero hoy todos los gobiernos y todos los partidos se han
visto en la necesidad de legislar constitucionalmente unas veces, y de
del
código
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un modo arbitrario otras, y ninguno desgraciadamente ha acertado á
poner remedio. Las escuelas radicales tenian obligación de ser más tolerantes con la prensa, garantizando el derecho del escritor, que no hace otra cosa que practicar un derecho individual.
No diremos que esos partidos se han puesto en abierta contradicción
con sus teorías. Por nosotros hablará la historia de la prensa española,
y aunque su reseña es difícil, y más aún hacerla con laconismo, damos
tanta importancia á este argumento, que en vez de extensas reflexiones,
queremos presentar las opiniones de los hombres más ilustres de España que meditaron mucho sobre la libertad de escribir, y á ninguno de
ellos, sino tardíamente, le ocurrió la peregrina idea de someter á la legislación común los actos de la prensa, á la que por otra parte se quiso
enaltecer. En los tiempos modernos se le ocurrió á un diputado distinguido sostener la nueva teoría penal, que nosotros vamos á impugnar,
más que con nuestro raciocinio y observaciones, producto de nuestro
estudio, con la recapitulación de las leyes promulgadas sobre el particular desde el año de 4820. Del extracto de tantos y tan repetidos decretos y leyes se sacará una buena enseñanza, tanto más provechosa,
cuanto nuestra opinion está sostenida por lo que discutieron y votaron
los hombres más avanzados en ideas. Las penas aflictivas para los escritores públicos, la creación del editor, el depósito en metálico, todas las
trabas, en fin, que utilizaron los partidos conservadores, las tomaron de
las leyes hechas por el partido progresista, que cuantas veces ha subido
al poder, ha restringido la libertad de escribir. Ha coronado su obra,
sin que se levantara una voz en contra, llamando delito común al extravío de la prensa, y sometiéndola al Código penal. Lo vamos á d e mostrar recorriendo rápidamente la historia de esta institución en los
últimos cincuenta años.
Haremos caso omiso de los decretos y órdenes que se dieron por las
Córtes de Cádiz, porque en realidad en aquel tiempo, que no se pensó
más que en pelear, sobre nada regían las leyes, y pasaremos al segundo período constitucional.
Las Córtes del año de 20 creyeron que la imprenta se debia regir por
disposiciones especiales, como lo han creido todos los publicistas. No
se atrevieron á llamar ley, sino reglamento acerca de la libertad de imprenta, lo que promulgaron en 22 de Octubre de 4820. Contiene ese decreto de las Córtes cuarenta y cuatro artículos, y sus disposiciones son
bien duras.
Califica los delitos en subversivos en primero, segundo y tercer grados, en incitadores á la desobediencia en primero y segundo grados,
en obscenos, en libelos infamatorios, y en injuriosos y sediciosos.
Los castigos son hasta seis años de prisión y la pena pecuniaria de
mil y quinientos reales.
Se concedía la acción popular para perseguir á la prensa, y el j u r a do elegido por el Ayuntamiento era el juez, pudiendo y debiendo de-
262
apéndice
á los
comenta bios
nunciar los escritos subversivos el fiscal nombrado anualmente por la
Diputación provincial.
Los hombres públicos de esta época no t e n d r á n la pretensión de
creerse más liberales que los patriotas que despues desafiaron á la Europa, y que supieron soportar con dignidad once años de emigración.
La ley de imprenta no dió frutos. El periodismo se desbordó, y no
hemos visto en los anales de aquel tiempo que u n solo periódico fuese
condenado.
Las mismas Córtes creyeron debían adicionar la ley, y lo ejecutaron
en 12 de Febrero de 1822, dando mucha más extensión á la penalidad
y reformando la elección del jurado. Vano empeño. La anarquía tenia
su cimiento en la misma Constitución, y todos los esfuerzos de a q u e llos legisladores fueron impotentes, como lo serán en el momento que
la libertad se confunda con la licencia.
Hay que dar u n salto y venir al año de 1834. Uno de los hombres
m á s ilustrados de España, D. Francisco Javier de Búrgos, era ministro
de Fomento, y en 4 de Enero refrendó también un reglamento de i m prenta que contiene 56 artículos.
En él se declaraban exentos de censura todos los libros y papeles
que tratasen de ciencias, literatura, oficios y demás que no se rozaran
con la política y la religión, lo cual era u n gran adelanto.
También merecía este título la elección de censores permanentes para
el exámen de las obras que debieran ser revisadas, porque cada uno
está en el caso de responder de sus actos cuando se halla constituido
en dignidad.
Lo difícil era abrir la puerta al periodismo. Y en esto el Gobierno
se mostró m u y cauteloso, reservándose conceder licencia para la publicación de diarios políticos que quedaron sujetos á prévia censura. En
aquellos tiempos empezaron á ser periodistas Donoso, Pastor Díaz, Larra, Gil y Zárate y tantas otras celebridades, que luégo formaron la plana mayor del moderantismo, y sin embargo, entonces eran revolucionarios publicando p'eriódicos, que muchas veces salían en blanco, señal
de que el censor habia tachado artículos y sueltos que excitaban la curiosidad, y luego se leian en las tertulias y cafés para sostener el santo
fuego del patriotismo, segununos, y el espíritu deanarquía según otros.
La imprenta pasó por mil vicisitudes hasta la revolución de la Granja. Promulgada, aunque condiciunalmente, la Constitución de Cádiz,
los periódicos se creyeron desligados de todo deber, y se empezaron á
publicar diarios como en la época pasada constitucional, dando iguales
resultados la ley del año 22 que se habia restablecido.
Las Córtes Constituyentes, que hicieron una nueva Constitución verdaderamente conservadora, también promulgaron dos leyes de imprenta, una en 22 de Marzo y otra complementaria en 17 de Octubre de 1837,
ambas mucho más restrictivas que la de 1822. Por primera vez se exigió á las empresas periodísticas depósito en metálico, cuarenta mil reales
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
en Madrid, para responder de las penas pecuniarias, y se crearon esas
responsabilidades de autores y editores, dejando en último término al
impresor. Era Ministro de la Gobernación D. Joaquin Maria López cuando se sancionó la primera ley. En la segunda se mandó que no pudiera
ser editor más que el que pagase cuatrocientos reales anuales por contribución directa.
El jurado sufrió igualmente una gran reforma. Por esta ley no podian ser jueces de hecho más que los que pagaran quinientos reales de
contribución.
Resentidas las Córtes de las acerbas censuras que contra ellas se
permitían los periodistas, calificaron de subversivos estos ataques por el
art.
de la última ley, y se arrogaron la facultad de constituirse en
tribunal, llamando al periódico para juzgarle.
También se varió el ministerio fiscal. Ya habian de hacer las d e n u n cias los promotores de los juzgados, y se imponían multas á los que no
entregaran el número á la -autoridad ántes de repartirlo.
Despues de promulgada la Constitución de 4837, alternaron en el
poder los dos partidos políticos hasta el alzamiento de 4840, que tuvo
más fatales consecuencias. En ese periodo las resoluciones de los Gobiernos fueron siempre contrarias al periodismo. En 5 de Junio de 4839
se expidió una real orden, que sublevó á los hombres de oposicion. Se
mandaba en ella que los periódicos se presentaran en los gobiernos políticos dos horas ántes de repartirse. Se añadía también que en conformidad al art. 4 4 de la ley de 4 7 de Octubre de 4822, se suspendiese la
circulación de los periódicos que atentasen contra el órden existente. Se
prohibió ademas la venta por las calles.
Reconociendo el Ministerio que incurría en responsabilidad, suspendió en 6 de Mayo de 4840 el periódico La Revolución.
Parecia que la prensa dejaría de hacer el papel de víctima despues
del nunca bien ponderado pronunciamiento de 4 d e Setiembre de 4 840.
Nada menos que eso. Escasamente habia pasado u n año, en 22 de Diciembre de 1844, se expidió una Real órden por el ministro de la Gobernación, el Sr. Solanot, excitando el celo de los jefes políticos para que
persiguieran á la imprenta que se desbordaba. Justos, imparciales siempre, no podemos ménos de confesar que así era en efecto, como lo h a bia sido ántes del cambio político que habia arrojado de la regencia á
la Reina Cristina. Los partidos se combatían con las mismas armas, y
eran sin duda de mejor temple las de los moderados, que cada dia r e clutaban nuevos prosélitos en el campo enemigo.
El Ministro Solanot, que era m u y liberal y patriota, creyó que á todo se pondría remedio eligiendo una comision que hiciera u n proyecto
de ley. Así lo dispuso en real órden de 22 de Octubre de 1844, siendo
los agraciados con este delicado encargo, D. Manuel José Quintana, don
José Vadillo, D. Martin de los Heros, D. José Rodríguez Busto, D. Francisco Luxan, D. Felipe Gómez Acebo y D. Joaquin Iñigo. Todas estas
262
apéndice Á los
c o m e n t a bios
personas eran de gran significación, y de ellas no vive hoy más que el
Sr. Iñigo.
Aquella comision, ó no hizo nada, ó sus trabajos fueron al panteón
del olvido. La prensa siguió desbordándose, principalmente contra el
Regente del Reino, que, despues de todo, representaba el principio monárquico.
Estos embates, el desacierto de aquellos Ministerios y la coalicion,
que tomó por lema Dios salve al país y á la Reina, produjeron la caida
de la segunda regencia, y vinieron al poder los hombres del partido progresista, que se habian puesto á la cabeza de la oposicion contra Espartero. La prensa, que habia tenido tanta parte en su caida, fué halagada
por una Real órden de 14 de Agosto de 1843, elevando hasta el cielo sus
merecimientos y derechos, y mandándose en ella que por ninguna causa ni motivo se coartase su libertad. Firmaba aquella circular laudatoria D. Fermín Caballero, que sin duda habia tenido presente que sus
antiguos amigos habian procurado por todos los medios reprimir á la
prensa en los tres años últimos.
En efecto, en vez de mejorar la antigua legislación, presentando á
las Córtes u n proyecto de ley, redactado ó no redactado por aquella comision elegida, lo que se hizo fué tomar muchas resoluciones reservadas para cortar aquella gangrena, expidiéndose, .como remedio radical,
una Real órden en 10 de Enero de 1843 mandando á los jefes políticos
que sin consideración de ningún género suspendieran y recogiesen los
periódicos que ponían en peligro la tranquilidad pública. Las autoridades
militares á su vez suprimían periódicos y daban bandos sanguinarios.
Esta es la verídica historia de la prensa en los tres períodos de m a n do en España de los partidos avanzados, del 20 al 23, del 36 al 38 y del
40 al 43.
Ya veremos cómo trató á la prensa del 54 al 56, cuando volvió al
poder. Pero j u s t o es que ántes hagamos también la crítica d é l o s partidos conservadores, que fueron Gobierno desde el 44 al 54 y del 56 al 68.
Condenado este desventurado país á no ver m á s que u n sistema de
rigor t r a s un período de licencia, no se hizo esperar mucho el nuevo
martirologio de la prensa, que ni se arrepentía ni se enmendaba. Sin
reparar para nada en el texto constitucional, el Gobierno expidió en 10
de Abril de 1844 aquel célebre decreto del primer ministerio del señor
González Brabo. Iba á descender del poder y dejó ese legado á sus compañeros de prensa.
Descuellan en ese decreto las prescripciones siguientes: El artículo 21 m a n d a que el editor de un periódico pague mil reales de contribución desde un año ántes y tenga constantemente u n depósito de ciento
veinte mil reales en efectivo en Madrid, que se iría completando á m e dida que el depósito se disminuyese.
Los delitos de imprenta eran los mismos que castigaban las antiguas
leyes, pero la penalidad bien distinta. Los escritos subversivos se pena-
DEL CÓDIGO
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26
I
ban con la multa de treinta á ochenta mil reales, y en igual proporcion
descendente los sediciosos, obscenos é inmorales, no siendo menor de
diez mil reales la condena más inferior.
El jurado se componia de clases privilegiadas, que liabia de dar el
mismo resultado que el anterior. Esta era la parte débil del decreto.
Sacar de su casa al ciudadano pacifico para que dirimiese las ardientes
polémicas de la prensa, era lo mismo que decirle que absolviese siempre, porque esto habia acontecido, y esto tenia que acontecer, y esto
acontecerá en todos los países. Vale más dejar á la imprenta en una absoluta libertad, que someterla á u n régimen en que cuente sus victorias por sus denuncias. Los sucesos posteriores nos confirmaron en esta
opinion.
Naturalmente, se habia disminuido el número de periódicos. Ciento
veinte mil reales de depósito no los tenian á la mano todos los particulares, ni les era fácil encontrar editores que habían de tener cierta representación en la sociedad. Ya no se condenaba á éstos á las Peñas de San
Pedro, donde hubo tres y cuatro editores de u n mismo periódico; pero
sí se exponían á otras incomodidades. El Gobierno, sin embargo, no estaba satisfecho, porque el decreto de 10 de Abril habia dejado en pié el
jurado, que seguía sentenciando del modo más arbitrario. Era ministro
de la Gobernación D. Pedro Pidal, cuando se publicó otro en 6 de Julio
de 1845 creando el tribunal de cinco jueces de primera instancia presididos por u n magistrado de la audiencia.
Todo esto pareció insuficiente, y D. Francisco Javier de Burgos r e frendó otro decreto en 18 de Marzo de 1846 penando ciertos delitos, los
que afectaban á la familia real, soberanos extranjeros, Constitución del
Estado y hasta los funcionarios públicos con la supresión definitivaó temporal del periódico, y esta pena se impondría por el Consejo de Ministros.
Dicho se está que tan despótica medida fué censurada áun por los hombres más amantes del principio de autoridad. Aquí es el mismo D. Pedro Pidal, autor del decreto de 6 de Julio de 1845, quien derogó el anterior del Sr. Búrgos, dejando á la jurisdicción de los jueces de primera instancia el conocimiento de los delitos, porque, en efecto, era una
burla sangrienta hablar de la libertad del periodismo, y al propio tiempo constituirse el Ministerio en juzgador.
En 8 de Marzo de 1847 se expidió una circular excitando el celo de
todos los jefes políticos para que, en cumplimiento de lo que se m a n daba en los decretos de 10 de Abril de 1844 y 6 de Julio de 184-5, persiguieran los periódicos, novelas y otros folletines inmorales, obscenos ó
atestados de máximas antireligiosas, que así ofenden la pureza de las
costumbres como la santidad' y religión de nuestros padres. El señor
Seijas, ministro-entonces de la Gobernación, se mostraba inflexible.
Pero los vaivenes de la política hacían variar bien pronto el curso
de los sucesos en cuanto á la prensa. A los pocos meses otro ministro
del mismo color, el Sr. Arrazola, expedía una Real órden, en 14 de Oc-
392
apéndice
A los
comentarios
t u b r e del mismo año 47, mandando sobreseer sin ulterior resultado en
todas las causas pendientes por denuncia de oficios sobre delitos de imprenta.
Ó el periodismo era ingrato, ó los Gobiernos se arrepentían bien
pronto de las consideraciones tenidas con la prensa. El Conde de San
Luis, en 15 de Julio de 1850, se dirigía á los ya entonces gobernadores,
mandándoles denunciasen los impresos que atacaran al Gobierno existente, á las prerogativas de la Corona, la vida privada, los que contuvieran doctrinas dirigidas á relajar los lazos sociales, á destruir las costumbres, á atacar la religión del Estado ó la propiedad, á cuyo efecto
se excitara el celo de los fiscales para que hicieran las oportunas denuncias.
Sin perjuicio de dar cuenta á las Córtes, disponía el Sr. Beltran de
Lis, en 28 de Octubre de 1851, la supresión del periódico La Europa
por su carácter antisocial ó irreligioso. No debia hacerse esperar una
gran reforma de la imprenta. Aquel Ministerio habia subido al poder
con gran fuerza, derribando al del general Narvaez, y tenia á su favor
muchos elementos que al principio utilizó con buen éxito, y que luégo
no supo aprovechar, porque creyó que en este país el verdadero gobierno representativo no tenia raíces.
A pesar de no serle m u y hostil la prensa, también reformó las antiguas leyes, promulgando un decreto que firmó todo el Ministerio del
Sr. Bravo Murillo en 2 de Abril de 1852. Despues de su lectura, bien se
puede decir que no se ha hecho nada de nuevo por los actuales gobernantes. En aquel decreto se ensayaba la legislación común para castigar
ciertos delitos de imprenta. Digamos sobre él dos palabras. Contiene
nada menos que ciento veintisiete artículos, y recapitula todo lo restrictivo de las leyes antiguas. El editor, el depósito, la prévia entrega
del número en el gobierno de provincia, las multas, la respetabilidad
de ese mismo editor que debia pagar dos mil reales de contribución con
tres años de antelación, la larga enumeración de los delitos de imprenta, con otros muchos nuevos, componían el armazón de esta ley, pero
no era su parte más importante. Esta se encontraba en la creación del
tribunal, q u e sin duda ofrecía á las empresas periodísticas más garantías
que el de los jueces de primera instancia en algunos casos, y en otros
empeoraba su situación. Los delitos contra el rey, las personas de la
real familia, la seguridad del Estado, la religión y los monarcas extranjeros, se sometían al Tribunal Supremo. Los delitos contra la moral
pública, contra la autoridad (aquí estaba el secreto), contra particulares ú otro que constituya por sí uno común, todos estos quedaban s u jetos al Código penal como hoy lo disponen las Córtes Constituyentes,
imitando en esto al Ministerio de D. Juan Bravo Murillo, el cual, sin
embargo, creaba al propio tiempo el jurado para los delitos contra el
órden público, la sociedad y la autoridad en determinados sucesos.
Era el jurado especial, compuesto de los cien mayores contribuyen-
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
tes, por contribuciones directas, y no se puede negar que esta ley era
mucho más liberal que la del Sr. Pidal, é inmensamente más ventajosa que la que somete todos los delitos de imprenta á un juez de primera instancia.
Y no contento aquel ministerio con la promulgación de este decreto, concedió u n indulto general á la prensa, mandando ademas sobreseer en todas las causas que estuviesen pendientes. Esta resolución
tiene la fecha do 10 de Abril del mismo año 52.
A propósito no hemos querido hablar de u n artículo que creaba la
omnipotencia ministerial y destruía los buenos efectos de la ley. Este
artículo era el 147, en que el Gobierno quedaba autorizado para suprimir los periódicos que atacasen los principios fundamentales de la sociedad, la religión, la monarquía y la forma de gobierno establecida. El Ministerio del Sr. Bravo Murillo, apoyado en este mismo artículo, suprimió en 4 4 de Julio del propio año el periódico El Barcelonés.
Muy poco tiempo estuvo vigente este decreto. En 2 de Enero de 1853
le derogó en una parte muy principal otro decreto firmado por el Ministerio del Conde de Alcoy, y desempeñando la cartera de Gobernación D. Alejandro Llórente. Disminuía la contribución que habia de pagar el editor, reduciéndola á mil reales, y restableciendo el tribunal
de los cinco jueces de primera instancia. Otras reformas de menos importancia hizo dicho decreto, de las cuales no hablamos porque su vida
fué bien corta, así como tampoco de algunas circulares espedidas por
el Sr. Egaña, recomendando la mayor vigilancia á los gobernadores
en 4 1 de Agosto, sobre la circulación de impresos no autorizados por
la legislación, y prohibiendo en 27 del mismo mes la circulación é i n troducción del periódico The Times.
En los pocos dias del Ministerio del Duque de Rivas, en 4 8 de Julio
de 1854, y siendo Ministro de la Gobernación D. Antonio de los Rios y
Rosas, se expidió un decreto derogando todas las leyes de imprenta y
restableciendo el de 6 de Julio de 4 845, entre tanto que las Córtes h a cían y la Corona aprobaba una ley definitiva.
A m u y luégo quedaba derogada esa disposición y se restablecía interinamente la ley de imprenta de 17 de Octubre de 1837. Este decreto
de l.° de Agosto del 54, estaba refrendado por el Ministro Sr. Collado.
En 23 del mismo mes, y siendo Ministro de la Gobernación e l S r . Santa
Cruz, se restablecía la Real órden de 9 de Julio de 4842, y en 5 de Setiembre siguiente recomendaba á los gobernadores la más escrupulosa
observancia de estas leyes.
Se procuraba en aquel tiempo halagar á la prensa, y en 49 de Julio
de 4855, siendo Ministro de la Gobernación el Sr. Huelbes, expidió una
Real órden diciendo que la prohibición de publicar por las calles los periódicos no debia entenderse con los que llenasen los requisitos legales, y que la obligación de presentar dos horas antes de la distribución
u n ejemplar á la autoridad, se entendiese de una hora sola,
394
APÉNDICE A LOS COMENTARIOS
No era tan favorable á esa misma prensa la ley de 21 de Diciembre
del mismo año 55, declarando las Córtes y sancionando la Reina que los
delitos contra el honor de los particulares y también contra el de los
funcionarios públicos en lo relativo á su vida privada, quedaban s u j e tos á la jurisdicción ordinaria. Refrendaba esta, ley el mismo señor
Huelbes.
Por las vicisitudes de la prensa se puede conocer la marcha política
de los partidos. En 2 de Noviembre de 1856 se dió u n decreto r e f r e n d a do por el Sr. Nocedal, restableciendo en toda su fuerza y vigor el de 6
de Julio de 1845 y el de 10 de Abril de 1844 para el régimen de la imprenta . En el ínterin se habia de confeccionar el proyecto de ley más
artístico y más duro quepodia concebirse. Este proyecto se presentó á
las Córtes, y dado dictámen por la comision, se promulgó como ley
en 13 de Julio de 1857. No podemos ni debemos analizarlo. Contiene 104
artículos, y en ellos se recapitulan todas las disposiciones de las leyes
antiguas, que tenían por objeto reprimir la libertad de la prensa periódica. Despues de exigir que el editor responsable habia de pagar 2.000
reales de contribución directa, no podia publicarse ningún periódico
sin que se hubiera hecho el depósito de 300.000 rs. Todo esto habia
sido insuficiente en tiempos antiguos, según las opiniones q u e dominaban entonces en el poder, y para poner coto á tanta demasía, se recurrió al medio expedito de suprimir en realidad la libertad de imprenta,
creando la previa censura, porque esto, y no otra cosa, eran las medidas
adoptadas por los artículos 4.° y 5." de la ley', y que en la práctica se
llamó la recogida. El periodista tenia obligación de presentar á la a u toridad local el número; aquélla podia suspender la publicación, y el
escritor tenia sólo el derecho de optar á las cuarenta y ocho horas por
la denuncia. Como ésta impedia real y positivamente la circulación, las
empresas sucumbían al lápiz del fiscal de imprenta, para no exponerse á una condenación sin fruto.
Este decreto, que en realidad no llegó á discutirse, estuvo rigiendo
la imprenta desde el año 1857, y se le llamó ley del Sr. Nocedal, hasta
22 de Junio de 1864 en que se hizo una nueva ley, siendo ministro de la
Gobernación D. Antonio Cánovas del Castillo y ministro de Estado el señor Pacheco, autor de los Comentarios al Código penal. En esa ley se
hacían tres reformas importantísimas. Una era suprimir la recogida,
la segunda rebajar el depósito de 5.000 duros, y la tercera estableciendo el jurado de los 500 mayores contribuyentes por contribución t e r ritorial, los 200 mayores del subsidio industrial, los 10 individuos más
antiguos de cada una de las cinco Academias y los 50 abogados más
antiguos del Colegio y que pagasen mayores cuotas.
Y no hay para qué decir que los partidos que se disputaban entonces el poder halagaban á la imprenta con sus amnistías correspondientes al ser llamados al Ministerio. El general Narvaez concedió perdón
y mandó sobreseer en las causas de imprenta en 21 de Setiembre
DEL CÓDIGO
PENAt
26
I
de 1864. Lo propio ejecutó D. Leopoldo O'Donnell en 21 de Julio de 4 865,
publicando en 29 del mismo mes un extenso reglamento para poner en
práctica la ley del Sr. Cánovas.
Bien pronto sufrió una reforma radical esta misma ley. El Sr. Posada Herrera presentó un proyecto á las Córtes y éstas lo aprobaron,
publicándose como ley en 10 de Mayo de 1866. Descuella en esa disposición legislativa el art. 3.° que dice: «El que injurie gravemente ó calumnie á u n Senador ó Diputado por las opiniones manifestadas en el
Senado ó en el Congreso, ó á los Ministros de la Corona ú otra autoridad con motivo del ejercicio de sus cargos, puede ser perseguido de oficio ante los tribunales ordinarios, y será castigado por delito de calumnia con las penas establecidas en el art. 376 del Código penal, y por el
de injuria con las señaladas en el párrafo primero del art. 381 del mismo Código.»
Cualquiera podría presumir que con esta garantía habia medios suficientes para traer á buen terreno la prensa periódica. Bien pronto uno
de los que más impugnación habían hecho al proyecto, habia de volver á sus antiguos hábitos. En 7 de Marzo de 1867 se publicó como ley
el decreto que venia á coronar el edificio de esa multitud de resoluciones que todos los partidos y todos los gobiernos se liabian creido en la
necesidad de publicar en el largo período de cuarenta y siete años, ensayando todos los sistemas y cayendo los Ministerios en el mayor descrédito, porque ninguno habia conseguido el laudable fin de garantizar
el derecho de los escritores con la conservación del órden social. Ese
último decreto en realidad era el restablecimiento de la ley del Sr. Nocedal. Por los artículos 5.° y 6.° se reproducía la recogida, con más
molestias si cabe que en ¿licho decreto; y a u n q u e se rebajaba el depósito y la pena para ciertos delitos, era mayor la facultad que se daba
á las autoridades, tanto judiciales como administrativas, no para suspender, sino para prohibir la publicación. La fijación de un impreso
en paraje público, la remisión por el correo, la entrega de cuatro n ú meros en una librería, se castigaba con severidad. Realmente se habiau
apretado los tornillos como quería el Sr. Nocedal, que creia eran insuficientes para contener á la prensa las medidas adoptadas en su ley del
año 57.
No hablamos más sobre esta nueva reforma, porque estaba condenada, como todas sus hermanas, á perecer con los gobiernos que las
habían engendrado. Por desgracia no perecían ellas solas, sino caros y
grandes intereses, que tarde ó nunca se recobran.
Era consiguiente que el gran sacudimiento de Setiembre de 1868 se
mostrase propicio á la prensa. No se hizo esperar mucho el decreto de
amnistía publicado por el Sr. Romero Ortiz en 1o de Octubre del mismo año.
Y aquí concluimos la historia de la prensa, porque no queremos
hablar de la ley hecha por las Córtes Constituyentes indemnizando á
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
ciertos periódicos por las pérdidas que habian sufrido. Siempre es el
pobre país el que paga los excesos ó los extravíos de los hombres políticos.
Cuando un jurista extranjero lea nuestro Código penal podrá decir
que en él no encuentra ningún capítulo que afecte y trate de la libertad de imprenta. Y tendrá razón, porque los reformadores, ya porque
hayan creído que los delitos de la prensa no son más que comunes, ya
porque no se hayan atrevido á dedicarla capítulos especiales, es lo cierto que hay que rebuscar la criminalidad en distintos pasajes, y por
consecuencia discutir cómo y de qué manera podrá ser reprimido el
abuso de este derecho.
Antes sabia el juez que le estaba vedado perseguir al escritor p ú blico, aunque como tal hubiera contribuido á cometer el mayor de los
delitos, que es la destrucción de las instituciones sociales. El art. 7.°
del Código se lo prohibía diciendo: que los delitos de imprenta no estaban sujetos á esta ley.
Hoy se ha suprimido dicha disposición, y nadie duda que la prensa
puede ser encausada y castigada por haber infringido el Código penal.
¿Ha llegado la época venturosa de que el escritor público pueda emitir sus ideas con absoluta desenvoltura, diciendo cuanto se le ofrezca
y parezca, ya con un fin patriótico, ya para halagar malos instintos, ya
por pasión, ya por cualquier otro impulso? No, la prensa tendrá la libertad que el Gobierno quiera, porque entre todas esas leyes y decretos, que han sido su regla, ninguno llega á lo que se manda y prescribe en el Código.
Como cosa baladí se dice en la disposición quinta del art, 10: que
es circunstancia agravante realizar el delito por medio de la imprenta,
litografía, fotografía ú otro medio análogo que facilite la publicidad. Es
decir, que el que conspira por medio de la prensa, el que subvierta el
órden con artículos virulentos; el que intente derrocar el órden existente animando á las masas en cualquier concepto, no sólo será castigado como los demás criminales, sino que su participación será privilegiada y sufrirá maijor castigo. Nos parece que esta es la legítima deducción del contexto del artículo. Nosotros no le censuramos, ni decimos que no sea lógico. Lo que sí sostenemos es, que con la fiel observancia de esa regla y de las demás que se establecen en el Código, vale
más la previa censura.
La creación del editor responsable ha sido siempre objeto de críticas
severas. El Código lo suprime porque el art. 12 quiere que sean responsables los autores. ¿Y quiénes merecen este título? El art. 14 lo dice.
En primer lugar, el que haya escrito el papel ó documento, objeto de
la denuncia. Despues lo es el director de la publicación. En tercer t é r mino los editores, si los hubiere; y por último, el impresor. Véase
una escala en que podrá no comprenderse al verdadero delincuente,
que escribió á mansalva una proclama incendiaria, que costó la vida á
DEL CÓDIGO PJENAL
319
cien ciudadanos, pero que de seguro hará pagar el delito á u n inocente, porque inocente es u n impresor que tira en su establecimiento u n
periódico, que muchas veces no lee. Sepan, pues, estos industriales que
más de una vez se han de ver envueltos en procesos en que se persigan
delitos de lesa majestad, y pueden ser condenados á muerte.
En el nuevo Código hay un largo catálogo de los delitos de lesa majestad. Uno de ellos es: De los delitos contra las Córtes y contri el Consejo de Ministros. Pues bien: el art. 168 impone la pena de confinamiento
á los que publicaren impresos y los repartieren en las reuniones ilícitas.
En los artículos 162 y 164 se castigan con prisión mayor las injurias
hechas al Rey por escrito y con publicidad, y la pena inmediata cuando
se denostare al consorte del Rey ó al Regente del Reino.
Pero esto no es cosa de gran monta, comparado con la penalidad
impuesta al que atentare contra la forma de gobierno. El art. 181 es una
rica joya que deben engarzar con sus preciosos derechos individuales
los partidos de oposicion. Las penas son llevaderas, desde reclusión temporal á muerte. ¿Y quiénes están expuestos á estos severos castigos?
¿Quiénes? Todos los que ejecutaren cualquier género de actos ó hechos
encaminados directamente á conseguir por la fuerza, ó fuera de las vías
legales, destruir el gobierno monárquico constitucional por un gobierno monárquico, absoluto ó republicano. Y siguen otros muchos casos para que
no se escape ningún enemigo del que manda.
Si, pues, la publicación de un periódico es un acto, y más aún, un
hecho, y por medio de ese periódico se puede aspirar á derribar lo existente y á proclamar la república ó el absolutismo, será preciso convenir en que los periódicos de este color están fuera de la ley desde el dia
en que se promulgó el Código.
Ó no entendemos una palabra de materias legales ni del sentido gramatical de las palabras, ó nuestras deducciones son lógicas é inflexibles. La imprenta será u n medio legal de defender una doctrina; pero
la prensa no podrá decir abajo la monarquía constitucional, ni los tradicionalistas defender á su Rey y á su forma de gobierno. Si lo hacen, sufrirán las consecuencias, ó esos artículos serán una letra muerta, que
no servirán sino para que los apliquen otros que tengan más decisión.
El tiempo, doctor en todos los derechos, nos dará la razón.
Y llegamos á la parto más dolorosa, que es la del ejercicio de los derechos individuales, en que se encuentra el art. 192, comparable sólo
con el 194. No castiga más que con prisión correccional al que hubiere publicado impresos para celebrar reuniones ilícitas, de que hablan
los artículos desde el 189 al 202, ó que se leyeren en ellas. Las manifestaciones públicas se celebran con objeto determinado, y si esto es,
como no puede menos de ser, echar por tierra el órden existente, ó son
una amenaza pueril las prohibiciones del art. 184 y las penas del 192,
ó poniendo en práctica el espíritu y letra de estos dos artículos, será
imposible que puedan emitir sus ideas, no diremos los partidos repu-
262
APÉNDICE Á LOS COMENTA bIOS
blicano y carlista, sino los que crean que la Constitución del año 1868
es impracticable. No olvidemos nunca aquel terrible anatema: todos los
que ejecutaren cualquier género de actos del art. 181.
Hasta dónde se había llevado el pensamiento de reprimir á la imprenta, puede conocerlo el que pase la vista por los artículos 268 y 269
del proyecto leido en las Córtes. El Ministerio prometió reformar aquellas incalificables disposiciones que materialmente impedían hacer la
menor observación sobre la capacidad ministerial. La idea del desacato
se habia llevado á un grado de exageración que dejaba m u y atrás á los
Gobiernos que se creían inviolables.
Pero no porque se hayan modificado aquellos artículos puede estar
tranquila la prensa. Ademas de las prescripciones que le atañen y que
ya hemos comentado, aún existen otras que, aplicadas con rigidez, dar á n grandes disgustos á los escritores. Nos referimos á los artículos 467
y 472. El primero trata de la calumnia propagada por escrito y con publicidad, y el segundo de la injuria grave hecha por escrito y con publicidad. Las penas son: para la calumnia, de prisión correccional y m u l ta de 500 á 5.000 pesetas, y la injuria grave se castiga con destierro y
multa de 250 á 2.500 pesetas.
Las antiguas leyes de imprenta no dejaban impunes estos delitos;
poro permitían que se dijese del funcionario público todo lo que fuese
verdad. Es decir, que no habia en realidad denuncia de injuria. Un Ministro se expresa torpemente en el Parlamento, destroza la historia y
la gramática y da mil pruebas de su ignorancia. Por las leyes antiguas
no incurría en responsabilidad el escritor que llamara imbécil ó indigno de ocupar semejante puesto á ese Ministro. Por la actual disposición
del Código, la injuria se castiga como injuria, ó injuria m u y grande es
llamar bárbaro á un representante del poder ejecutivo, aunque la calificación sea cierta, como si se le llamase tuerto ó jorobado siéndolo.
Y no se crea que el escritor puede confiar en que el Ministro no descenderá de su alto puesto para denunciarle; porque las acciones de injuria y de calumnia son privadas. Nada ménos que eso. En el artículo 482 se manda que estas ofensas las persiga el ministerio fiscal si se
dirigen contra la autoridad pública.
Y como si todo esto no fuera bastante, se ocupa el Código de las faltas cometidas por la imprenta, y las castiga en el art. 582 con la multa
desde 25 á 125 pesetas. La más mínima crítica de u n hecho insignificante es objeto de esta pena, que, como es sabido, la puede imponer
la autoridad gubernativa. Una noticia falsa, de la que puede resultar
algún peligro para el órden público ó daño á los intereses del Estado,
da lugar y derecho á esta exacción; y para matar u n periódico bastan
seis ú ocho condenaciones mensuales, y no durará un año. Sin embargo, somos partidarios de esta facultad de la autoridad gubernativa, única que aprobamos en la parte relativa á la imprenta. No analizamos
cada uno de los párrafos de ese artículo, que el lector puede ver en el
D E L CÓDIGO
PENAt
26
I
texto. Demasiado difuso es ya este discurso, y debemos ponerle término, emitiendo nuestra pobre opinion en tan difícil materia, y sometiéndola á los hombres ilustrados é imparciales.
No creemos que la imprenta tenga derecho á llamarse el cuarto po der; pero sí consideramos que su influjo es poderosísimo y lo será cada
vez mayor. Esta verdad evidente se demuestra con enunciarla y detenerse en lo que viene sucediendo desde su invento. Causará muchos
males, pero ha producido grandes bienes, y llegará á dar en tierra con
los poderes tiránicos, vengan de arriba ó de abajo.
En tiempos de convulsiones, cuando el poder es débil; cuando el
pueblo no está bastante ilustrado, el legislador no puede dejar abandonado el principio de autoridad. No le negaremos nosotros que pueda
reprimir la imprenta, y que los que son verdaderos delitos sean castigados; pero no por el Código, sino por leyes especiales, que deben variarse y modificarse á menudo. Nuestra generación no tendrá la dicha
de hermanar el órden con la libertad. Estamos en un período de larga
transición, y es preciso acomodarse al papel que nos tiene destinado la
Providencia.
No es justo, y sería también u n esfuerzo inútil, querer acabar con
el periodismo, que vivirá tanto como la humanidad. Tampoco es político dejar desamparado el principio de autoridad, sin el cual no puede
existir Gobierno. Búsquese un medio que hermane el Gobierno con la
imprenta. Por eso se lucha en España hace cincuenta años; y aunque
no se haya encontrado el remedio, es forzoso insistir y hacer nuevos
ensayos. Nuestra opinion es libertad absoluta, sin más traba que la de
un depósito que responda á las penas pecuniarias, que deben ser fuertes, y que las aplique u n Tribunal de siete jueces, compuesto de tres
magistrados inamovibles, con la categoría del Supremo Tribunal, dos
Senadores y dos Diputados, elegidos todos los años por estos cuerpos,
privando al Gobierno del derecho de indultar, y concediéndole la facultad de elegir el fiscal que haga las denuncias.
Dentro de u n siglo
¿Hay algún ser tan privilegiado que acierte
lo que será la sociedad dentro de un siglo? Nuestro pobre entendimiento mira á Dios, y dice: no sé lo que habrá pasado; pero de seguro nuestros descendientes habrán hecho inmensos adelantos y serán más felices, porque para ellos será un mito tanto el ejercicio brutal del derecho
de insurrección, como el abuso escandaloso de los poderes arbitrarios.
Y lo que haya adelantado el Gobierno contribuirá á mejorar las cost u m b r e s y también la prensa. Cuando ocurren grandes catástrofes sociales, hay temor de que sobrevenga la dictadura, y la dictadura puede
ser una gran institución hasta en las repúblicas; pero entonces se pone
una mordaza á la prensa, como se la pusieron los habitantes del Norte
de los Estados-Unidos á los del Sur, no sólo durante la guerra, sino despues de la victoria.
EPÍLOGO.
Tenemos que pedir mil perdones por nuestro atrevimiento. En dos
meses hemos confeccionado este libro. Asi lo exigía nuestra promesa
y la oportunidad de presentar u n Código nuevo, concordándole con el
antiguo y haciendo notar sus diferencias para que siempre conservara
la obra de Pacheco el mérito que todo el mundo reconoce. Cuáles han
sido nuestras vigilias, á nosotros no nos toca decirlo. Habia necesidad
de confrontar los artículos que quedaban subsistentes y los que se suprimían. Habia también que hacer notar los que se variaban dejando
en pió la doctrina, y habia, en fin, que hacer comentarios sobre tres
grandes cuestiones que tienen divididos á los sabios. La libertad de
cultos, la de imprenta y la limitación de los derechos individuales, serán temas que se discutirán en las escuelas y que producirán más de
u n trastorno social.
¿Ha acertado el Código penal á resolver estos grandes problemas?
¿Merecen aprecio nuestras opiniones? Sólo pedimos tolerancia para
ellas. Nuestro.lema ha sido siempre indulgencia con todas las teorías,
concordia con todos los intereses. Quisiéramos engañarnos, quisiéramos
qué nuestra patria no variará j a m á s su Código penal. Esto seria una
prueba de que los reformadores habian puesto el dedo en la llaga. Pero
no nos hacernos esa ilusión. No tardará mucho en que la necesidad ó el
espítitu de partido borrarán esas leyes que se han introducido nuevamente en la ley penal.
No aconsejáremos nunca que esto se haga en las otras reformas que
no se rozan en nada con la política. Ha presidido en ellas un buen deseo. Las penas corporales se han disminuido, y se han aumentado las
pecuniarias. Hoy no se verá el triste ejemplar de imponer doce años de
cadena por el robo en despoblado del preciso'sustento; hoy no quedarán impunes por silencio del Código muchos hechos vituperables, que
tienen ya su sanción penal.
Y no decimos nada sobre la supresión de la argolla, del presidio y
prisión menores, y de la vigilancia de la autoridad. El primer castigo,
sobre horrendo, no daba ningún resultado. Las segundas penas eran
APÉNDICE
2(¡
402
APÉNDICE Á LOS COMENTAMOS DEL CÓDIGO PENAL
inaplicables, porque no hay establecimientos en que sufrirlas. El tercero era hasta ignominioso. Aquí es obligación nuestra pedir, como si
fuera el pan de nuestros hijos, que los poderes públicos se ocupen de
las penitenciarías y d e i a s demás casas de corrección. ínterin no se
creen estos establecimientos, son completamente inútiles las mejoras
que se hagan en las leyes penales, porque todo criminal confia en dos
cosas: una, ocultar el delito; otra, huir y eludir el castigo escapándose
del sitio adonde sea destinado. Con una buena policía se descubren los
crímenes. Con buenos presidios se hace sentir la mano de la justicia.
Pero los que están de enhorabuena son los jueces. El Código ha reconocido la imperiosa necesidad de que los magistrados no sean autómatas. Sin caer en el extremo opuesto de la arbitrariedad, se abre u n
ancho campo al prudente arbitrio judicial para que en cada caso y pesando las circunstancias, sepan distinguir entre el máximun y mínim u n de la pena, que más de una vez se dejan correr dos grados en la
escala.
Dos palabras últimamente sobre esas grandes reformas: imprenta,
derechos individuales y libertad de cultos. Sobre las dos primeras
creemos que se ha llevado al exceso la precaución, dando armas poderosas á los Gobiernos. A nuestros amigos jamas les hubiéramos aconsejado que fueran tan ciegos amantes del principio de autoridad; pero si
volvieran al poder los hombres conservadores, harán bien en aprovecharse de este regalo de las escuelas radicales.
En cuanto á religión, no queremos añadir una frase más á lo que
hemos ya dicho en el fondo de este libro. Es preciso bajar la cabeza al
inmenso poder de Dios, que permite por sus inescrutables designios que
todos ó la mayor parte de los hombres desbarremos en esta delicada
materia, no sólo los impíos é incrédulos, sino los que parecen y deben
ser los fieles sostenedores del principio religioso. Hacer predicciones
sobre lo que será el mundo dentro de dos ó más siglos, es un atrevimiento satánico. Una cosa puede asegurarse y es que, por mucho que
adelanten las ciencias físicas, por más dudas que ocurran á los filósofos
sobre la creación de esos inmensos globos que tachonan el firmamento,
el espíritu siempre se prosternará ante la causa de las causas, ante la
idea de Dios, ante la armonía grandiosa y sublime de esa misma naturaleza, que tiene leyes inflexibles y que no pudo ménos d e t e n e r legislador que las dictara. ¿Cómo? ¿En qué tiempo? ¿Para qué? Estos son los
arcanos de la Providencia, que nunca esplicará el hombre más que con
la fe, y no hay otra fe racional sino la del cristiano.
FIN.
MINISTERIO DE GRACIA Y JUSTICIA.
LEY.
Don Francisco Serrano y Domínguez, Regente del Reino
por la voluntad de las Córtes soberanas; á todos los que las
presentes vieren y entendieren, salud: las Córtes Constituyentes de la Nación española, en uso de su soberanía, decretan y
sancionan lo siguiente:
Artículo único. Se autoriza al ministro de Gracia y Justicia para plantear como ley provisional el adjunto proyecto
reformando el Código penal.
La comision nombrada por las Córtes para informar sobre esta autorización, propondrá dictámen definitivo acerca
de la reforma, el cual se discutirá con preferencia á otros
asuntos tan pronto como las Córtes reanuden sus sesiones.
De acuerdo de las Córtes se comunica al Regente del Reino para su promulgación como ley.
Palacio de las Córtes diez y siete de Junio de mil ochocientos setenta.—Manuel Ruiz Zorrilla, presidente.—Manuel
de Llano y Pórsi, diputado secretario.—Francisco Javier
Carratalá, diputado secretario.—Julián Sánchez Ruano, diputado secretario. — Mariano Rius Montaner, diputado secretario.
Por. tanto: Mando á todos los tribunales, justicias, jefes,
gobernadores y demás autoridades, así civiles como militares
y eclesiásticas de cualquiera clase y dignidad, que lo guarden
y hagan guardar, cumplir y ejecutar en todas sus partes.
Madrid diez y ocho de Junio de mil ochocientos setenta.
—FRANCISCO SERRANO.—El ministro de Gracia y Justicia,
Eugenio Montero Bios.
DECRETO SOBRE LA APLICACION DEL ARTÍCULO 23.
«Como Regente del Reino, y conformándome con lo expuesto por el Ministro de Gracia y Justicia, vengo en decretar
lo siguiente:
ARTÍCULO 1.° Conforme á lo prevenido en el art. 23 del
Código penal reformado, se procederá desde luégo á aplicar á
los reos de delitos ó faltas que estén sufriendo las condenas
que se les hayan impuesto por sentencia ejecutoria dictada
con arreglo á la legislación vigente hasta la promulgación de
aquél, las disposiciones del mismo que los favorezcan.
ART. 2.° Se entepderá que las disposiciones del Código
reformado favorecen al reo, en comparación con la legislación anterior:
1.° Cuando en el Código reformado se señale para el delito ó falta de que se trate una pena comprendida en una escala
gradual inferior de las que el mismo Código establece, y de
menor duración que la correspondiente por la legislación anterior á la impuesta al reo en la sentencia ejecutoria.
2.° Cuando en el Código reformado se señale una pena
que, estando comprendida en la misma escala gradual que la
impuesta en la sentencia, sea de menor duración que ésta.
3.° Cuando en el Código reformado se señale una pena
que, siendo de igual duración que la impuesta en la sentencia, esté comprendida en una escala gradual inferior.
4.o Cuando en el Código reformado se señale una pena
que, siendo de menor duración que la impuesta en la sentencia, esté comprendida en una escala gradual superior á aquélla en que figure esta última.
262
APÉNDICE
Á LOS C O M E N T A bIOS
ART. 3.° E n los casos de los números 1.°, 2.° y 3.° del artículo precedente, se aplicará al reo el beneficio que por la
menor duración de la pena, por mejorar en la escala gradual,
ó por las dos ventajas á la vez^resulte á favor del mismo.
E n el caso del núm. 4.° se aplicará el beneficio expresado
en el mismo; pero si el reo no se conformare con la alteración producida en la naturaleza de la pena por pasar á una escala gradual superior, y dedujere en tal sentido reclamación
dentro del término de 15 dias, se dejará sin efecto la anterior
resolución, y se dispondrá que el reo cumpla su condena tal
y como le hubiese sido impuesta en la sentencia ejecutoria.
ART. 4.° E n el caso de que el reo hubiese obtenido indulto parcial ó conmutación de su condena con anterioridad á la
publicación del Código reformado, no se sustituirá la pena que
esté sufriendo por la correspondiente al delito señalado en el
mismo Código, sino cuando ésta sea ménos grave que aquélla, atendidas su naturaleza y duración, conforme á las reglas
comprendidas en el mencionado art. 2.°
ART. 5.° El beneficio establecido en el art. 29' del Código
reformado en favor de los reos condenados á penas perpetuas,
se entenderá también concedido á los que, habiendo sido condenados á 10 años de presidio con retención, de conformidad
con la legislación antigua, se hallen todavía cumpliendo su
condena en cualquiera de los establecimientos penales del
reino.
ART. 6.° La aplicación de las rebajas de.condena y demás
beneficios á que se refieren los artículos anteriores, se acordará por los Tribunales y Juzgados que hubiesen dictado las
sentencias ejecutorias en que dichas condenas hubiesen sido
impuestas.
ART. 7.° Al efecto, los jefes de los establecimientos penales, dentro de los 15 dias siguientes al de la publicación de
este decreto, remitirán á los Presidentes de las Audiencias
donde radiquen los Tribunales ó Juzgados sentenciadores una
relación exacta de los penados que en dichos establecimientos
se hallaren sufriendo condena, con expresión del delito que
hubiesen cometido, pena que se les hubiese impuesto, fecha
de la sentencia, Sala que la hubiese dictado, dia en que cada
D E L CÓDIGO
PENAt
26
I
reo hubiese empezado á cumplir su condena, indultos que
hubiese obtenido y tiempo que al empezar á regir el Código
reformado le faltase para extinguir dicha condena.
ART. 8.° Recibidas estas relaciones por los Presidentes de
las Audiencias, formarán á su tenor y remitirán á los Tribunales'ó Juzgados que hubiesen dictado las sentencias ejecutorias ó que legalmente los sustituyan, u n estado de las causas
que respectivamente les correspondan, á fin de que procedan
desde luégo á aplicar el beneficio concedido en el art. 23 del
Código en las causas en que aquí corresponda.
Los Tribunales y Juzgados sentenciadores pasarán dicho
estado al representante del Ministerio fiscal, quien propondrá,
en vista del mismo y de los antecedentes necesarios, lo que
estime procedente. La Sala ó el juzgado respectivo dictará en
seguida providencia motivada, declarando si há lugar ó ntí á
la aplicación del beneficio establecido en el art. 23 del Código penal reformado, y determinándolo en caso afirmativo. De
esta providencia se expedirá certificación y se remitirá al jefe
del establecimiento penal que corresponda para que, haciéndose saber al interesado, proceda á su inmediato cumplimiento, caso de no haber reclamación en contrario con arreglo al
número 4.° del art. 2.°
ART. 9.o Los interesados que se sintieren agraviados polla providencia expresada en el artículo precedente, podrán
reclamar ante el Tribunal ó Juzgado que la hubiere dictado,
dentro del término de 15 dias, á contar desde aquél en que
hubiesen sido enterados. El Tribunal ó Juzgado, oyendo nuevamente al representante del Ministerio fiscal, resolverá lo
que estime procedente. Contra esta resolución no se dará recurso alguno.
ART. 10. Los jefes de establecimientos penales remitirán
á los Presidentes de las Audiencias, juntamente con las relaciones expresadas en el art. 7.°, un informe detallado acerca
de la conducta de cada uno de los reos condenados á la pena
de 10 años de presidio con retención que la hubieren sufrido por más de 30 años: en vista de este informe, y oyendo
préviamente al representante del Ministerio fiscal y á la parte
agraviada si la hubiese, la Sala respectiva acordará si há ó no
408
APÉNDICE Á LOS COMENTARIOS
lugar á proponer al Gobierno la concesion de indulto. En el
primer caso hará dicha Sala desde luego la propuesta, observándose lo dispuesto en el art. 27 y siguientes de la ley provisional sobre el ejercicio de aquella gracia.
ART. 11.. Los Tribunales ó Jueces que estuvieren conociendo de causas formadas por hechos que en la legislación
anterior hubiesen .sido calificados de delitos y en el Código
reformado lo estén de, faltas, sobreseerán en aquéllas, remitiéndolas desde luégo al Juzgado municipal correspondiente
para que proceda con arreglo á las prescripciones de dicho
Código, poniendo inmediatamente en libertad á los procesados que estén constituidos en prisión preventiva.
ART. 12. Los Tribunales y Jueces sobreseerán desde luégo en las causas pendientes jtor hechos que, estando calificados de delitos en la legislación anterior, hayan dejado de
serlo en el Código reformado, y declararán exentos de la pena
impuesta á los reos de los mismos que la estuvieren sufriendo, expidiendo desde luégo las correspondientes certificaciones para que se lleve á efecto dicha exención.
ART. 13. Sin perjuicio de lo prescrito en los artículos anteriores para que los Tribunales y Juzgados procedan de oficio á la aplicación de las rebajas de condena y demás beneficios que sean procedentes, los interesados podrán solicitarla, dirigiendo las correspondientes instancias á dichos Tribunales ó Juzgados sentenciadores.
ART. 14. Las costas y gastos á que dé lugar la ejecución
de este decreto serán de oficio.
Madrid diez y siete de Setiembre de mil ochocientos setenta.—FRANCISCO SERRANO.—El Ministro de Gracia y Justicia, Eugenio Montero Bios.
COMENTARIO.
Así como nos hemos visto obligados á colocar al final de este libro
el decreto de sanción del Código, aunque lleva la fecha de 18 de Junio,
porque no se publicó sino cuando estaba ya impreso una gran parte de
este tomo, del propio modo y á manera también de apéndice, nos hemos visto precisados á insertar como parte final ese último decreto p u -
DEL
CÓDIGO
PENAt
26
I
blicado en la Gaceta de 20 de Setiembre, referente á la aplicación del
art. 23, que en realidad no es otra cosa que u n verdadero indulto para
muchos de los delitos que se castigaban en el Código antiguo con penas
más severas.
Hemos suprimido la bien redactada exposición dirigidsf por el ministro de Gracia y Justicia al Regente del Reino, motivando el proyecto
de decreto, porque los catorce artículos que éste contiene son claros,
explícitos y bien terminantes, y no darán lugar á duda alguna, aunque
están redactados con gran incorrección y hasta contienen contradicciones. Pero como el decreto se funda en el precepto de la ley y tiene u n
fin laudable, el comentador del Código no puede permitirse la menor
censura. Sin embargo, es forzoso no admitir como principio que á cada
instante y por cualquier pretexto se manoseen las leyes con el fin de
explicarlas. Así, no hay nada estable ni permanente; así, nuestra legislación se va pareciendo á la romana, esparcida en gran número de volúmenes, que no podían conducir muchos camellos. Por eso es tan difícil ejercer con acierto la distinguida profesion de abogado, y la no
menos importante de administrar justicia. Estamos seguros que si h u biera de hacerse al año una nueva edición de este libro, tendríamos que
añadir más de un capítulo.
Estaba ya impreso este decreto el mismo dia 20 de Setiembre, y hemos tenido que variarle porque al siguiente, 21, la Gaceta insertaba otro
verdaderamente nuevo, que es el que copiamos, porque el periódico
oficial habia publicado una disposición incalificable. A nosotros no nos
incumbe investigar en quién está la culpá de tanta imprudencia y ligereza. Estamos seguros que el señor Ministro de Gracia y Justicia sentirá en el alma que no secunden sus subalternos sus buenos propósitos.
ÍNDICE
A L APÉNDICE AL CÓDIGO P E N A L .
Páginas.
LIBRO
I.
TÍTULO
I.
Capítulo I.
Capítulo II.
Capítulo III.
Capítulo IV.
TÍTULO
II.
Capítulo I.
Capítulo II.
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
.Capítulo
Sección
Sección
III.
I.
II.
III.
1.a
2. a
Sección
3. a
—Disposiciones generales sobre los delitos y faltas, las personas responsables y lás penas..
—De los delitos y faltas y de las circunstancias
que eximen d e responsabilidad criminal, la
atenúan ó la agravan
'.
—De los delitos y faltas
—De las circunstancias q u e e x i m e n d e r e s p o n s a bilidad criminal
—De las circunstancias q u e atenúan la r e s p o n sabilidad criminal
—De las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal
—De las personas responsables de los delitos y
faltas
—De las personas responsables criminalmente
d e los delitos y faltas
—De las personas responsables civilmente d e los
delitos y faltas
—De las penas
—De las penas en general
—De la clasificación de las penas
—De la duración y efectos de la pena
—Duración de las penas
—Efecto de las penas según su naturaleza r e s pectiva
—Penas que llevan consigo o t r a s a c c e s o r i a s . . . .
13
Id.
Id.
18
21
23
27
Id.
31
34
Id.
3(i
39
Id.
42
33
412.
ÍNDICE
Páginas.
Capítulo IV.
Sección
1 ,a
—De la aplicación d e las penas
—Reglas para la aplicación de las penas á los a u tores de delito consumado, d e delito f r u s t r a d o y tentativa, y á los cómplices y e n c u bridores
Sección
2. a —Pieglas para la aplicación de las penas en c o n sideración á las circunstancias a t e n u a n t e s y
agravantes
Sección
3. a —Disposiciones c o m u n e s á las dos secciones a n teriores
Capítulo V.
—De la ejecución d e las penas y de s u c u m p l i miento
Sección
1. a —Disposiciones generales
Sección
2. a —Penas principales
Sección
3. a —Penas accesorias
TÍTULO IV. —De la responsabilidad civil
TITULO V.
—De las penas en que i n c u r r e n los que q u e b r a n t a n las sentencias y los q u e d u r a n t e u n a
condena d e l i n q u e n de n u e v o
Capítulo I.
—De las penas en que i n c u r r e n los q u e q u e b r a n t a n las sentencias
Capítulo II.
—De las penas en q u e i n c u r r e n los q u e despues
d e h a b e r sido condenados por sentencia fir.me no cumplida, ó d u r a n t e el tiempo de su
condena d e l i n q u e n d e n u e v o .
TITULO V.I. —De la extinción de la responsabilidad p e n a l . . .
LIBRO
II.
—Delitos y s u s p e n a s . .
TÍTULO I.
—Delitos contra la seguridad e x t e r i o r d e l Estado.
Capítulo I.
—Delitos de traición
Capítulo II.
^-De los delitos que comprometen la paz ó la i n dependencia del Estado
Capítulo III.. —Delitos contra el derecho de gentes
Capítulo IV. —Delitos de piratería
TÍTULO II. —Delitos contra la Constitución
Capítulo I.
—Delitos de lesa m a j e s t a d , contra las Córtes, el
Consejo d e Ministros y contra la forma de
gobierno
Sección
1. a —Delitos de lesa m a j e s t a d
Sección
2 . a —Delitos contra las Córtes y sus individuos y
contra el Consejo d e Ministros
Sección
3. a —Delitos contra la forma de gijbierno
Sección
4. a —Disposición c o m ú n á las t r e s secciones a n t e riores
Capítulo II. —De los delitos cometidos con ocasion del e j e r -
CO
Id.
67
71
81
Id.
84
91
92
95
Id.
98
99
103
105
Id.
109
113
115
117
Id.
Id.
120
133
140
413
ÍNDICE
Páginas.
Sección
4. a
' Sección
2. a
Sección
Sección
3. a
4. a
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
Capítulo
III.
I.
II.
III.
Capítulo IV.
Capítulo V.
Capítulo VI.
Capítulo VII.
TÍTULO IV.
Capítulo I.
Sección
1 .a
Sección
2. a
Capitulo II.
Capítulo 111.
Capítulo IV.
Sección
1 .a
Sección ' 2 . a
Sección
3. a
cicio d e los derechos individuales g a r a n t i zados por la Constitución
—Delitos cometidos por los p a r t i c u l a r e s con ocasion del ejercicio d e los d e r e c h o s i n d i v i d u a les garantizados por la Constitución
—De los delitos cometidos por los funcionarios
públicos contra el ejercicio de los derechos
i n d i v i d u a l e s sancionados por la Constitución.
—Delitos relativos al li&re ejercicio d e los cultos.
—Disposición c o m ú n á las t r e s secciones a n t e riores
—Delitos contra el órden público
—Rebelión
—Sedición
—Disposiciones c o m u n e s á los dos capítulos a n teriores
—De los atentados contra la a u t o r i d a d y sus agentes, resistencia y desobediencia
—Délos desacatos, insultos, i n j u r i a s y amenazas
á la autoridad, y de los insultos, i n j u r i a s y
amenazas á s u s agentes y á los demás f u n cionarios públicos
—Desórdenes públicos
—Disposiciones c o m u n e s á los t r e s capítulos a n teriores
—De las falsedades
—De la falsificación de la firma ó estampilla real,
firmas d e los m i n i s t r o s , sellos y m a r c a s . . .
—De la falsificación d e la firma ó estampilla real,
y firma de los m i n i s t r o s
—De la falsificación de sellos y m a r c a s
—De la falsificación d e la m o n e d a
—De la falsificación d e billetes de Banco, d o c u mentos de crédito, papel sellado, sellos de
telégrafos y correos, y d e m á s efectos t i m brados, cuya expendicion esté reservada al
Estado
—De la falsificación de d o c u m e n t o s
—De la falsificación d e d o c u m e n t o s públicos, oficiales y de comercio, y d e los despachos telegráficos
—De la falsificación d e d o c u m e n t o s p r i v a d o s . . .
—De la falsificación d e c é d u l a s d e vecindad y
certificados
4 40
144
15a
1S5
19 "2
Id.
Id.
198
200
202
204
207
209
211
Id.
Id.
243
219
223
227
Id.
230
23 f
414.
ÍNDICE
Páginas.
Capítulo V.
—Disposiciones comunes á los cuatro capítulos
anteriores
233
Capítulo VI. —De la ocultación f r a u d u l e n t a de bienes ó d e ind u s t r i a , d e falso testimonio y d e la a c u s a ción y denuncias falsas
236
Capítulo VII. t —De la usurpación d e funciones, calidad y t í t u los, y uso indebido d e n o m b r e s , t r a j e s , i n signias y condecoraciones
243
TÍTULO V. —De la infracción d e las leyes s o b r e inhumaciones, d e la violacion de s e p u l t u r a s y d e los
delitos contra la s a l u d pública
246*
Capítulo I.
—De la infracción de las leyes s o b r e inhumaciones y de la violacion d e s e p u l t u r a s
Id.
Capítulo II.
—De los delitos contra la salud pública
247
TÍTULO VI. —De los juegos y rifas
250
4...
TITULO VII. —De los delitos de los empleados públicos en el
ejercicio de sus cargos
251
Capítulo I.
—Prevaricación
Id.
Capítulo II.
—Infidelidad en la custodia de presos
255
Capítulo III. —Infidelidad en la custodia d e d o c u m e n t o s
256
Capítulo IV. —De la violacion de secretos
258
Capítulo V.
—Desobediencia y denegación d e auxilio
Id.
Capítulo VI. —Anticipación , prolongacion y abandono de
funciones públicas
262
Capítulo VII. —Usurpación de atribuciones y n o m b r a m i e n t o s
ilegales
263
Capítulo VIII. —Abusos contra la honestidad
266
Capítulo IX. —Cohecho
267
Capítulo X.
—Malversación de caudales públicos
270
Capítulo XI. —Fraudes y exacciones ilegales
272
Capítulo XII. —Negociaciones prohibidas á los e m p l e a d o s . . , .
274
Capítulo XIII. —Disposicion'general
276
TÍTULO VIII.—Delitos contra las personas
Id.
Capítulo 1.
—Parricidio
Id.
Capítulo II.
—Asesinato
277
Capítulo III. —Homicidio
278
Capítulo IV. —Disposiciones comunes á los t r e s capítulos a n teriores
279
Capítulo V.
—Infanticidio
281
Capítulo VI. —Aborto
Id.
Capítulo VII. —Lesiones
282
Capítulo VIII. —Disposición general..
288
Capítulo IX. —Duelo
Id.
TITULO IX. —Delitos contra la honestidad
292
ÍND1%E
IL'Ó
Páginas.
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
TITULÓ
Capítulo
Capítulo
Capítulo
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Sección
Sección
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capitulo
TITULO
TÍTULO
LIBRO
TÍTULO
Capítulo
Capítulo
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
—Adulterio
292
—Violacion y a b u s o s deshonestos
294—Delitos de escándalo público
295
—Estupro y corrupción d e m e n o r e s
297
—Rapto
298
—Disposiciones c o m u n e s á los capítulos a n t e riores
299
X. —De los delitos contra el honor
301
I.
—Calumnia
Id.
II.
—Injurias
302
III. —Disposiciones generales
304XI. —Delitos contra el estado civil d e las personas. 306
I.
—Suposición de partes y usurpación del estado
civil
. . Id.
II.
—Celebración de matrimonios ilegales
307
XII. —De los delitos contra la libertad y s e g u r i d a d . . 310
I.
—Detenciones ilegales
Id.
II.
—Sustracción de menores
311
III. —Abandono de niños
312
IV. —Disposición c o m ú n á los t r e s capítulos p r e c e dentes
313
V. —Allanamiento d e morada
314
VI. —De las amenazas y coacciones
315
VII. —Descubrimiento y revelación d e secretos
317
XIII. —De los delitos contra la propiedad
318
I.
—De los robos
Id.
II.
—De los h u r t o s
329
III. —De la usurpación
332
IV. —Defraudaciones
333
1. a —Alzamiento, quiebra ó insolvencia p u n i b l e s . . Id.
2. a —Estafas y otros engaños
338
V.
—De las maquinaciones para a l t e r a r el precio de
las cosas
342
VI. —De las casas de préstamos sobre prendas,
344
VII. —Del incendio y otros estragos
345
VIII. —De los daños
349
IX. —Disposiciones generales
351
XIV. —De la imprudencia temeraria
352
XV. —Disposiciones generales
Id.
III. —De las faltas y s u s penas
355
I.
—De las faltas d e i m p r e n t a y c o n t r a el ó r d e n
público
356
I.
—De las faltas de i m p r e n t a
Id.
II.
—Faltas contra el órden público
358
416.
ÍNDICE
Páginas.
TÍTULO
II.
TITULO III.
TÍTULO IV.
TÍTULO V.
Disposición
—De las faltas contra los intereses generales
y régimen de las poblaciones
.
—De las faltas contra las personas
—De las faltas contra la propiedad
—Disposiciones c o m u n e s á las faltas
final
.
364
375
379
383
385
DELITOS DE IMPRENTA
386
EPÍLOGO
401
MINISTERIO DE GRACIA Y JUSTICIA.—Ley
403
DECRETO SOBRE LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 2 3
405
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