comparecencias comision - Ministerio de la Presidencia

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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 2004
VIII Legislatura
Núm. 64
TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN
Sesión núm. 5
celebrada el lunes, 19 de julio de 2004
Página
ORDEN DEL DÍA:
Celebración de las siguientes comparecencias:
— Del señor rector de la Universidad Carlos III (Peces-Barba Martínez). (Número de expediente 219/000026) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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— Del señor catedrático de Sociología de la Universidad Complutense (De Miguel Rodríguez).
(Número de expediente 219/000027) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11
— Del señor catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo (Bastida Freijedo). (Número de expediente 219/000028) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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— De la señora presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (Chicano Jávega). (Número de expediente 219/000029) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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— Del señor catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Alicante (Asencio Mellado).
(Número de expediente 219/000030) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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— De la señora directora del Centro de atención, recuperación y reinserción de mujeres maltratadas de Coslada (Pérez del Campo). (Número de expediente 219/000031.) . . . . . . . . . . . .
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Se abre la sesión a las diez de la mañana.
to a esta Cámara, que representa la soberanía del pueblo español, y a los portavoces de todos los grupos
parlamentarios.
Dicho esto, yo entiendo que en relación con este
tema mi intervención tiene que ser un poco para explicar la posición, la perspectiva de un filósofo del Derecho, como yo soy, que tiene una presencia en la
reflexión del tema de los derechos humanos desde hace
muchos años —les recuerdo a ustedes que mi primer
libro, en épocas todavía poco fáciles para el tema, fue
de los años setenta, concretamente del año 1972—.
Además de la reflexión sobre la teoría de los derechos
humanos, tenemos, todo el grupo de investigación que
yo dirijo en la Carlos III, un trabajo de investigación
enorme, que afecta también a los temas que aquí vamos
a tratar, de historia de los derechos humanos, aunque
todavía en cuatro volúmenes no hemos podido llegar
más que hasta el siglo XVIII, donde aún esta cuestión
no se plantea de manera profunda.
¿Cómo veo yo la cuestión? Yo creo que estamos ante
un problema de compresión de categorías jurídicas,
aparte de un problema de fondo real, que es el que hay,
pero a él lo doy por sentado, no me voy a referir, porque
después de la aprobación por el Gobierno de este proyecto de ley todavía ha habido una serie de delitos vinculados al objeto de esta ley de violencia de género
sobre las mujeres. El punto de partida tiene que ser
entender cuál es el sistema jurídico y las categorías
jurídicas del mundo moderno. El sistema jurídico y las
categorías jurídicas del mundo moderno, a diferencia
del Derecho medieval, son unas categorías sistemáticas. El Derecho se construye como un sistema, como
un sistema vinculado al Estado; la posibilidad de hacer
las leyes las tiene el soberano a partir de Bodino, y de
ahí vamos evolucionando y sobre todo está la gran
construcción jurídica moderna, que arrancará con
influencia de los estoicos, del humanismo jurídico, y
que es la del iusnaturalismo racionalista. Si ustedes
leen por ejemplo, a estas alturas, un libro de Pufendorf
o de Tomasio, los iusnaturalistas alemanes, o de Burlamaqui, el iusnaturalista suizo del siglo XVIII, y los del
siglo XVIII, o del Wolff, que es el último de ellos, o lee
«La metafísica de las costumbres», de Kant, verá cómo
hay un sistema de categorías jurídicas que prácticamente descubre todo lo que viene después. La ciencia ya
existía en el XVIII y se potencia en el XIX, la ciencia
empírica del Derecho, que construye unas categorías
jurídicas que son fundamentalmente de inspiración
CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS:
— DEL SEÑOR RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (PECES-BARBA MARTÍNEZ). (Número de expediente 219/000026.)
La señora PRESIDENTA: Quiero dar la bienvenida
en primer lugar a esta su casa al excelentísimo señor
don Gregorio Peces-Barba, y digo ésta su casa porque
es uno de los siete padres de nuestra Constitución, uno
de los siete ponentes de nuestra Carta Magna, que además ha sido, quiero recordarlo, presidente del Congreso
de los Diputados de 1982 a 1986, primer presidente
socialista después de Julián Besteiro, algo muy importante de resaltar en estos momentos democráticos.
Ahora es ilustre profesor y rector de la Universidad
Carlos III. Su presencia en esta Comisión, como la de
muchos otros comparecientes que a lo largo del día de
hoy, de mañana y del próximo jueves irán pasando por
ella, tiene por objeto ir haciendo aportaciones, enriqueciendo sobre todo, al proyecto de ley orgánica de protección integral contra la violencia de género. Es un
terrible problema que aqueja fundamentalmente a las
mujeres, pero también —quiero resaltarlo— al conjunto de la sociedad. Y los que aquí estamos, los que tenemos la responsabilidad de legislar, tenemos también la
obligación de contribuir, si cabe con mayor esfuerzo, a
hacerlo de un modo rápido y de un modo eficiente, para
poner fin a este gran problema social.
No voy a entretenerme más. Los portavoces de los
grupos conocen lo que hemos hablado sobre el reparto
de tiempos. Tenemos tres comparecientes por la mañana, y vamos a tratar de ajustarnos en la medida de lo
posible a esos tiempos. Y sin más preámbulos, cedo la
palabra a don Gregorio Peces-Barba, nuestro primer
compareciente.
El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (Peces-Barba Martínez): Señora presidenta,
con su venia; señoras y señores diputados. Lo primero
que quiero decir es el honor que para mí supone volver
a esta casa; precisamente en esta sala que se inauguró
siendo yo presidente del Congreso he tenido muchas
sesiones y desde ella quiero expresar primero mi respe-
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garantizar la autonomía de la voluntad y el funcionamiento de la autonomía de la voluntad, y el Derecho
penal era la función represora para aquellos que se
salían de las reglas. Frente a esas dos grandes funciones
del Derecho, naturalmente que el socialismo reformista
tiene que influir algo, tiene que intentar proceder a
algunos cambios en esa estructura, y el cambio principal que se produce es añadir a esas dos funciones una
tercera función: la función promocional. La función
promocional consiste en que los poderes públicos no
son unos simples espectadores del funcionamiento del
sistema jurídico, sino que en los casos en que haya no
desigualdad formal, porque ésa está ya corregida, sino
desigualdad material, los poderes públicos puedan
intervenir. Ésa sería una de las dimensiones y eso es lo
que potencia, por ejemplo, aspectos muy destacados
que hasta entonces no tenían mucha importancia en el
Derecho, incluso surgen como nuevas ramas del Derecho el Derecho del Trabajo, y el Derecho administrativo, que era una rama absolutamente secundaria, se
potencia mucho también en el siglo XIX. Pero el Derecho del trabajo se desgaja como una rama separada del
Derecho civil en relación con un determinado contrato
que hasta entonces solamente se veía desde la perspectiva del Derecho civil. Hay otra dimensión, que aquí
nos afecta menos, que es también la ruptura de otro de
los grandes dogmas de esa gran construcción de las
categorías liberales, que es la de la obediencia sin posibilidad de cualquier tipo de disidencia al sistema jurídico. Lo más que se permitían los autores como Jeremías
Bentham es: Critica libremente y obedece puntualmente. Eso también surge, se produce una ruptura de esa
perspectiva y aparecerá al cabo del tiempo la desobediencia civil.
En el ámbito que aquí a nosotros nos interesa aparece esa idea de la superación de la desigualdad material
a través del juego de la igualdad como diferenciación.
Sobre la terminología, yo les confieso a ustedes que lo
de la discriminación positiva no me gusta, me parece
que es el uso de un lenguaje paradójico que no aclara,
que desde el punto de vista científico no es adecuado,
no es bueno, y yo prefiero hablar de igualdad como
diferenciación o igualdad promocional, que como
estructura ya existía en la Edad Media, puesto que los
privilegios (recuerden ustedes lo que decía el Rey
Sabio) son aquellos, decía Alfonso X, en Las Partidas,
otorgados apartadamente a algún lugar o algún home
para facerle bien y merced. Pues bien, la técnica del
privilegio se utiliza para favorecer derechos que ya no
son del hombre y del ciudadano, ni siquiera de la persona, incluyendo la mujer y el ciudadano, sino que son
solamente los derechos de personas situadas, y son
derechos de personas situadas porque se encuentran en
inferioridad de condiciones y que no llegan a la igualdad formal. La diferencia de este tratamiento desigualitario que favorece solamente a unos colectivos, en
relación con lo medieval, es que el tratamiento medieval tenía la pretensión de que esa diferencia se mantuviera, mientras que el tratamiento de la igualdad pro-
liberal, de ideología liberal, y donde la única igualdad
que es contemplada es la igualdad formal, la que se
incluye en las constituciones liberales.
Me detengo un momento aquí para hacerles a ustedes una distinción de tres conceptos que son muy
importantes: diferencia, desigualdad y discriminación.
La diferencia puede ser natural o puede ser cultural.
Hay diferencia natural —la diferencia de los sexos, la
diferencia de las edades— y hay diferencia cultural,
por ejemplo, la diferencia de las religiones. Y ese pensamiento jurídico y esas categorías jurídicas liberales sí
que afrontan el problema de considerar irrelevantes
esas diferencias en la mayor parte de los casos y por
consiguiente aceptan la igualdad formal hombre-mujer,
la igualdad formal de las religiones, etcétera, etcétera.
El principio de igualdad formal es consecuente y se
puede integrar en esas categorías liberales del Derecho
del XIX. El segundo concepto es el concepto de desigualdad, que es un concepto puramente fáctico, es una
realidad. Y el concepto de discriminación es un concepto de desigualdad, pero producido por el Derecho.
Por ejemplo, los viejos privilegios medievales, que premiaban a una clase o a los comerciantes de Londres, o
a los ciudadanos de los bosques, o a los vecinos de
León, eso eran discriminaciones jurídicas que luego se
irán prolongando, y cuando lleguemos al siglo XIX
existen muchísimas en el ámbito del Derecho civil, en
el ámbito, por ejemplo, ya entonces, pese a la igualdad
formal, en la relación hombre-mujer, etcétera, etcétera.
En el siglo XIX, esa concepción del Derecho y esas
categorías jurídicas que habían sido construidas, que es
un edificio gigantesco, que es un edificio extraordinario, que es un edificio de una complejidad y de una
solidez extraordinaria, por primera vez es contrastado,
por primera vez es discutido. Aparece el proletariado,
aparecen los partidos obreros y en el siglo XIX hay dos
versiones de este planteamiento. Una versión que quiere acabar con ese sistema, que quiere destruirlo, pura y
simplemente. Les recuerdo a ustedes La crítica del
Programa de Gotha, de Marx: Cuando corran a chorro
llenos los manantiales de la riqueza colectiva, acabaremos con los estrechos horizontes del Derecho burgués
y estableceremos los lemas de la sociedad de cada cual
según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades». Lema, por cierto, que no es original, sino que
es de Louis Blanc, al que Marx despreciaba, por otra
parte.
Frente a ese socialismo que quiere destruir el sistema
aparece otro socialismo, que es al principio minoritario
pero que poco a poco se va convirtiendo en mayoritario, que es un socialismo reformista que acepta los
grandes esquemas del sistema del Derecho burgués,
que acepta por supuesto las elecciones, los derechos
fundamentales, pero que amplía los derechos a los
derechos sociales y a las dos funciones tradicionales
del Derecho hasta entonces, de esa gigantesca y como
digo sólida construcción, que eran una función garantizadora y una función represora. La garantizadora era
todo el Derecho privado, el ámbito del Derecho para
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mocional lo que pretende es que, con ese trato
diferenciado las personas se sitúen en igualdad de condiciones con las restantes. La primera versión o el primer nivel de eso son los derechos económicos, sociales
y culturales, y luego aparecerá ese cuarto proceso de
especificación de los derechos cuando aparecen los
derechos de la mujer, los derechos de los niños, los
derechos de los mayores, los derechos de los consumidores, los derechos de los usuarios, los derechos de los
soldados, los derechos de los enfermos, los derechos de
los presos..., que son ya derechos de personas situadas.
Y en esa dialéctica es en la que hay que situar el tema
que nos ocupa aquí.
Está plenamente situado, hay muchísimos ejemplos
ya, es un planteamiento, digamos, que ha tenido dificultades, porque, naturalmente las categorías jurídicas
liberales eran muy resistentes y tenían una gran potencian, aunque ya el propio Kant se burla de la ciencia
empírica del Derecho, como se burlará en el siglo XIX
el segundo Iering, que criticará el formalismo de los
juristas, y no digamos ya todas las burlas y las caricaturas que se hacen de los juristas por parte de la literatura
en el siglo XVIII, en el siglo XIX y en el siglo XX.
Sería muy bonito, pero nos desviaríamos de la cuestión
si hablásemos de Anatole France, o si hablásemos de
Kafka, o si hablásemos de Unamuno. Kant dice algo
que yo creo que está muy bien dicho, porque dice: A la
ciencia empírica del Derecho le ocurre lo que a las
cabezas de las fábulas de Fedro, que pueden ser muy
hermosas pero carecen de sexo. Es muy crítico. ¿En
qué sentido? En el sentido de que la ciencia del Derecho, esa gigantesca y extraordinaria construcción, es
una construcción que está muy cerrada en sí misma y es
muy difícil la aceptación de categorías que son categorías nuevas que le vienen de nuevo. De ahí la dificultad
que tiene de aceptar la innovación, que tampoco es tan
enorme, pero que tiene unas dimensiones importantes,
la aceptación de estos planteamientos del socialismo
reformista. A esa dificultad se añade el hecho de que la
ciencia jurídica del siglo XIX —de la que hoy seguimos viviendo en gran parte— es una ciencia jurídica
que arranca del iusnaturalismo racionalista y por consiguiente que tiene esa misma vocación de representar lo
cierto, lo único, etcétera. Incluso hay todavía hoy un
autor norteamericano, por cierto, de mucha fama, que
yo no considero tan merecida, que es el profesor Ronald
Working, por otra parte, buen amigo mío, que es al
mismo tiempo catedrático en la New York University
en Oxford, que habla, en relación con el Derecho, de la
única respuesta correcta; como si solamente hubiera
una única respuesta a los problemas que plantea el
Derecho. Bien. En ese contexto yo creo que es donde
tenemos que situar nuestro tema.
Ya dio un avance en relación con el planteamiento
constitucional, porque hasta entonces se había planteado este tema de la igualdad como diferenciación o de la
igualdad promocional en otros ámbitos, el artículo 3 de
la Constitución italiana, el artículo que se llama De
Lelio Basso, que es el que establece ese principio de la
obligación de los poderes públicos de promover las
condiciones y de remover los obstáculos. Lo que ocurre
es que, a mi juicio, es un artículo todavía digamos
impregnado de restos del socialismo marxista, en el
sentido de que no se refiere a todos los ciudadanos, sino
que se refiere sólo a los trabajadores. Mientras que el
artículo 9.2 de la Constitución Española es un artículo
digamos más integrado en el sistema jurídico liberal,
puesto que sitúa la promoción de las condiciones y la
remoción de los obstáculos para todos los ciudadanos y
para los grupos que formen los ciudadanos, es decir
que está más integrado en el sistema. Por cierto yo les
tengo que confesar que este artículo fue una idea mía,
que yo mantuve siempre, con el apoyo, naturalmente,
del señor Solé Tura, con el apoyo del señor Roca, con
la indiferencia de alguno de los ponentes de UCD y con
una beligerancia académica de un buen amigo mío, del
profesor Óscar Alzaga, que decía que eso era una cabezonería mía, que era una tozudez, que eso no servía
para nada. Yo creo que ahí estaba presente esa dialéctica de las categorías a la que yo me refiero. Porque este
artículo 9.2 es el que ha permitido que en España existan, a diferencia de otros países, leyes sobre la paridad
o sobre la presencia de un número determinado de
mujeres en las listas electorales sin necesidad de modificar la Constitución; sin embargo otros, por ejemplo
Francia, ha tenido que hacer una modificación constitucional para poder llegar a esas consecuencias.
Termino rápidamente. El tema está planteado ya en
todo el mundo; en el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, en
el Tribunal Constitucional español, en el italiano, eso
está ya aceptado, siempre que la desigualdad tenga
unos contenidos razonables, que tenga un fundamento
razonable, que se produzca porque hay hechos o circunstancias que lo justifican. En este caso no es necesario decir ni media palabra sobre lo justificado que es
una línea política —otra cosa puede ser los contenidos— una línea política que está basada en una estadística escalofriante. Les confieso a ustedes que a mí me
cuesta entender cuáles son las razones que pueden producir esa estadística de la violencia sobre las mujeres
en España.
¿Qué tiene esta ley además, a mi juicio, de innovadora y de importante? Que entra en el ámbito del Derecho
penal. ¿Por qué? Porque el ámbito del Derecho penal es
el ámbito sacrosanto de la dogmática jurídica. El otro
día había un artículo de un ilustrísimo colega y una
persona magnífica, el profesor Gimbernat, que hablaba
de que esta ley establecía una línea de derecho que es la
línea del Derecho penal de autor, y el propio informe
mayoritario del Consejo General del Poder Judicial
rechaza la dimensión penal porque tiene que ver con el
Derecho penal de autor. Yo creo que no, yo creo que no
es así. Yo no sé si quieren que lo explique ahora, señora
presidenta, o que espere a las preguntas de los señores
diputados. Lo que puedo decir es que a mi juicio es
perfectamente constitucional el amparo a esa dimensión penal. Yo haré alguna crítica, porque un profesor
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materias que regula —los títulos competenciales referidos a proceso y a Derecho penal, efectivamente, son
estatales—. Es en las otras áreas en las que el proyecto
incide, áreas absolutamente necesarias por supuesto,
todas, como cuando habla de la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres, la educación, la sanidad,
la asistencia social, el trabajo, la función pública, la
vivienda, la policía, si entiende que se ha sido absolutamente exquisito en el respeto a que éste es un Estado
plural. Hay veces que parece que los poderes públicos
son sólo el Estado —son sólo, quiero decir, el Gobierno
central—, si bien le manifiesto que entre el texto del
anteproyecto y el del proyecto se ha corregido en gran
medida esta cuestión cuando se llama a los poderes
públicos a erradicar las discriminaciones que puedan
existir. Inicialmente se utilizaba siempre la expresión el
Gobierno del Estado en el anteproyecto; tras el paso
por los distintos informes de los órganos consultivos,
ahora ya se dice los poderes públicos en general, y ello
nos satisface. Aun y así, hay materias, como la referida
a Policía, en la que no se contempla que existan policías distintas, o también en relación con materias asistenciales o títulos sociales, íntegramente en poder de
las comunidades autónomas.
Me gustaría conocer su parecer sobre si no ha llegado el momento de hacer caso de una vez a lo que una y
otra vez pide el Consejo de Estado, que es que en los
proyectos de ley en los que se utilizan títulos competenciales variados del listado del artículo 149.1 no se
deba decir, respecto de cada uno de los apartados, cuáles son los preceptos que desarrollan esa potestad concreta del Estado. No recurrir (si se me permite la simplificación) al batiburrillo de mezclar apartados
distintos del 149.1 diciendo que se han utilizado todos
estos títulos, sino decir en cada artículo cuál. Ello
podría dar una mayor claridad también a la hora de
intentar que la ley resulte con el mayor consenso posible por parte de todas las comunidades autónomas y
con la mayor claridad posible en cuanto a qué corresponde hacer a cada uno de los niveles competenciales
—todos los del Estado, creo yo— que están implicados
en la erradicación de esta desigualdad estructural a la
que me he referido.
Sólo me queda ya agradecerle que nos haya tranquilizado en cuanto a la posibilidad constitucional de
encontrar tipos penales de posible redacción, para terminar con lo que podemos terminar, y le agradecería
que, en lo que hace referencia a la situación de Estado
compuesto, me diese alguna respuesta.
no puede intervenir sin hacer alguna crítica que considere justificada, y yo creo que alguna cosa hay que
modificar. Pero, en principio, a mí me parece perfectamente justificado y el proyecto de ley tiene, desde el
punto de vista doctrinal, todas las posibilidades. Tengamos en cuenta por fin que muchas veces, y en este caso
he visto yo que hay un debate muy doctrinal, que de
nuevo están las categorías jurídicas, y a veces con los
debates entre los juristas tenemos que tener cuidado,
porque son puras disputas verbales sobre el sentido de
las palabras; hay que tener un poco de cuidado con eso.
Y yo desde luego afirmo la constitucionalidad plena del
proyecto y también de la parte penal.
La señora PRESIDENTA: Pasamos a la intervención de los grupos parlamentarios. De menor a mayor,
¿grupos que quieran intervenir? Yo ruego a los intervinientes que se ajusten a los tiempos, para que la sesión
de la mañana termine a una hora prudencial, para los
comparecientes sobre todo. Empieza la señora Uría, del
Grupo Vasco (EAJ-PNV).
La señora URÍA ETXEBARRÍA: Intervengo a los
solos efectos de que quede constancia de la presencia y
el interés de mi grupo en la tramitación de este proyecto de ley y porque siempre es un placer para cualquiera
que tenga interés por los asuntos jurídicos gozar de una
exposición doctoral como la que nos ha hecho el profesor Peces Barba, profesor en este momento, tantas otras
cosas, como ha recordado la presidenta, en tiempos
pretéritos, y quienes tenemos ya una cierta edad hemos
compartido importantes momentos históricos que le ha
tocado a él protagonizar en esta misma casa.
Mi formación política está absolutamente convencida de que ha llegado el momento de abordar esta situación estructural de desigualdad que el proyecto de ley
que hoy comenzamos a tramitar pretende abordar; y
nos ha satisfecho especialmente que, frente a lo que
desde muchos ámbitos se ha venido diciendo, puesto
que no podemos obviar que el aspecto penal del proyecto de ley es el que más interés en los medios ha
suscitado, quizá también motivado por el casi empate
que suscitó en un órgano de relevancia constitucional,
como es el Consejo General del Poder Judicial. Ahora,
desde los ámbitos doctrinales, efectivamente, hay opiniones para todos los gustos y debo yo también manifestar, con el profesor Peces-Barba, que me sorprendió
el artículo del profesor Gimbernat, porque en la medida
en la que ostento una pequeña afición por esta rama del
Derecho que es el Derecho penal, creo también posible
encajar en la constitucionalidad plena los preceptos
penales que la ley contempla, si bien en algunos casos
puede ser discutible la política criminal que se ha pretendido, aunque perfectamente reconducibles mediante
los trámites de enmiendas que tenemos por delante y lo
que podamos aprender con las comparecencias que en
estos días vayamos a tener.
Sin embargo, profesor, hay otro aspecto, que yo no
tacho de inconstitucional pero en el que sí creo que el
proyecto de ley es poco cuidadoso, y es el resto de las
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Pigem, del Grupo Catalán.
La señora PIGEM I PALMÉS: Quiero también que
mis primeras palabras sean para agradecer la docta
intervención del profesor Peces-Barba. Desde
Convergència i Unió compartimos las líneas generales
de cuanto ha expuesto, incluso compartimos que no nos
gusta lo que es el vocablo, el propio término de «discriminación positiva», en cuanto al propio término; aun-
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que consideramos con usted, con la propia Constitución
y con la doctrina reiterada del Tribunal Constitucional,
que el principio de igualdad exige tratar de distinta
manera situaciones que son distintas. Por lo tanto, nos
pronunciamos claramente acerca de la constitucionalidad del proyecto que estamos tratando.
Esta necesidad de medidas de acción positiva creemos que es pacíficamente aceptada cuando se trata de
medidas preventivas, de la tutela institucional, de medidas laborales, de medidas de protección social, etcétera. Pero ciertamente, como usted ha señalado, como ha
señalado también la portavoz que me ha precedido en
el uso de la palabra, hay una controversia, iniciada en el
Consejo General del Poder Judicial y en este momento
inmersa en la sociedad, acerca de la tutela judicial,
tanto de la tutela estrictamente penal como de la tutela
procesal o de la tutela judicial.
Ante esto yo quisiera formularle tres grupos de preguntas. En primer lugar, hay voces que dicen que en el
proyecto hay un excesivo peso que recae en el sistema
judicial, 32 de los 60 artículos recaen sobre la tutela
penal y la tutela propiamente jurisdiccional. Sectores
progresistas dicen que se utiliza el derecho penal como
factor de sensibilización ante la amenaza de un hipotético castigo frente a un problema que se antoja mucho
más social, educativo y cultural que meramente represivo. También por lo que respecta al aumento de penas se
levantan voces diciendo que tenemos ya experiencia
suficiente para ver que cuando se aumenta muchísimo
la pena hay una cierta tendencia a absolver, puesto que
no hay resquicio para poner una pena menor. Quizá en
el propio proyecto ya se ve esto cuando se pena y acto
seguido se dan instrucciones al juez para que aplique la
pena en el grado inferior. Este sería un primer bloque,
es decir, ¿qué considera usted acerca de si hay un excesivo peso del aumento de penas y de la tutela judicial?
Segundo. ¿Qué consideración le merece a usted el
que el ofendido, la ofendida en este caso, sea únicamente la mujer? Yo no discuto que esto pueda ser, me
he manifestado ya diciendo que es perfectamente posible pero ante la irritación social que genera este tema,
yo le pregunto a usted qué ventajas e inconvenientes se
le antojan, no —reitero— en cuanto a la posibilidad
sino en cuanto a la efectividad para las víctimas, de que
esto sea así y no sea la descripción del tipo en términos
neutros, de manera que sea la propia sociología del
delito la que ponga los porcentajes de agredidos o de
agredidas.
Y en tercer lugar me gustaría saber su opinión —y
acabo, señora presidenta— sobre los juzgados de violencia contra la mujer. Se levantan también voces que
dicen que de alguna manera las mujeres agredidas
serán doblemente estigmatizadas puesto que unas, las
no agredidas, se separarán por lo civil y las agredidas se
separarán por lo criminal. Es decir, se establecerá una
doble condición, además en unos supuestos que tampoco veo yo que estén claramente determinados, de si han
de ir a los juzgados de familia o a los juzgados civiles o
si, después de una coacción leve, una amenaza, incluso
una agresión, han de pasar a los juzgados de violencia
contra la mujer, que, por otra parte —y también se pone
sobre la mesa— quedan apartados cuando las agresiones son directamente a los hijos, que no podemos olvidar que son víctimas en todos los casos indirectamente
y muchas veces directamente, porque los agresores
saben que agrediendo a los hijos agreden también a sus
madres.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular,
tiene la palabra la señora Camarero.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: En primer
lugar agradecemos la comparecencia del profesor
Peces-Barba y le damos la bienvenida a esta Comisión
y a esta su casa durante tantos años. Quisiéramos desde
el Grupo Popular hacerle algunas preguntas que nos
puedan aclarar algunos aspectos que a nosotros nos
aparecen importantes cuando hablamos de violencia de
género, y especialmente ahora que hemos empezado a
trabajar para hacer la mejor ley posible, la más eficaz
para las víctimas.
Nos gustaría saber cuáles son, desde su experiencia y
sus conocimientos, las causas más profundas del fenómeno de la violencia de género. También, si existen
hoy más casos de violencia de género que en el pasado
y, en caso afirmativo, cuáles pueden ser las causas del
aumento de este tipo de violencia. Usted, profesor,
escribió el pasado 23 de junio un artículo en El País
titulado El debate sobre la violencia de género, y en el
mismo defendía la constitucionalidad de la discriminación positiva de la mujer por su situación de desigualdad real. ¿Insiste usted en que esta discriminación debe
llevarse al ámbito penal? En este mismo artículo destacaba que las situaciones de desigualdad material frente
a la igualdad formal alcanzan actualmente a otros sectores, y hoy lo ha reiterado durante su comparecencia,
como ancianos o niños. ¿Cree usted que estas personas,
y haciendo hincapié en los niños, que también sufren
violencia doméstica, deben estar incluidas como sujetos pasivos en esta ley? ¿No cree que tanto niños como
ancianos podrían beneficiarse de esta discriminación
positiva? ¿Cree usted, señor Peces-Barba, que se restaría un ápice de protección a las mujeres por incluir a
otras víctimas en esta ley?
Queremos manifestarle que estamos totalmente de
acuerdo con usted en la discriminación positiva o en la
igualdad como diferenciación, como a usted le gusta
denominarla, que puede ser oportuna para corregir
situaciones de desigualdades previas, que nosotros lo
hemos compartido durante nuestra etapa de Gobierno.
Pero nos gustaría saber qué opina usted del argumento
esgrimido por el Consejo General del Poder Judicial y
por el Consejo de Estado, que es también bastante crítico, que pone de relieve que diferenciar la sanción penal
por los mismos hechos sólo en función del sexo del
autor o de la víctima no es una discriminación positiva
sino que es una violación del principio de proporcionalidad en materia penal. Me gustaría que ampliase el
argumento que ha empezado a comentar en su compa-
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previas, la oportunidad y la necesidad en España de
acometer una ley integral contra la violencia de género? Parece que es la primera con estas características
que existe en Europa. El principio de igualdad, don
Gregorio, en la forma que viene regulado en nuestra
Constitución española, ¿exige tratar a todos por igual
con independencia de la situación en que se encuentren? El trato de alguna forma desigual que viene regulado en algunos aspectos en el proyecto de ley sobre la
violencia de género, ¿puede considerarse inconstitucional o, por el contrario, no es cierto que la propia Constitución exige a los poderes públicos que hagan efectivos y eficaces estos principios de igualdad y libertad?
Las medidas, don Gregorio, de igualdad promocional
—me ha encantado su terminología, aunque no sé si
nos va a ser fácil trasladarla a la opinión pública, muy
acostumbrada a escuchar el término de discriminación
positiva o de acción positiva—, permítame acuñar su
término, a favor de la mujer, recogidas en el proyecto
de ley pretenden disminuir la lacra de la violencia de
género. ¿Considera, con carácter general, que dichas
medidas pueden resultar positivas en este sentido?
¿Considera igualmente, casi en la misma dirección, que
la igualdad se consigue o se tiende a conseguir apoyando y protegiendo a quienes están en situación de inferioridad? ¿Qué interpretación —ya la ha hecho de
alguna forma— hace usted del artículo 9.2 de la Constitución española en relación con las medidas a favor de
las mujeres recogidas en el proyecto de ley? Si quiere y
puede relacionar de alguna forma el artículo 10 de la
Constitución, que recoge el valor o el principio de la
dignidad humana, y el artículo 14, que con carácter
general regula la igualdad, le agradeceríamos una breve
mención.
Voy terminando. Otro par de cuestiones. Don Gregorio, no todo el Consejo, pero sí formalmente el Consejo
General del Poder Judicial, diez de sus miembros,
curiosamente todos coincidentes con un grupo político
que les nombró, sin fisura alguna en una ley tan compleja como esta, que recoge y regula tantas aristas, pero
como un solo hombre (creo que son todos hombres)
han dado una serie de argumentos, creo que conocidos
por usted, pero sobre todo en un tema concreto, porque
hay lugar a otro tipo de debates, en que afirman o pretenden sembrar la duda de que este proyecto de ley
puede ser inconstitucional. Si conoce usted sus argumentos, ¿nos podría hacer resumidamente, si lo tiene a
bien, una pequeña valoración de los mismos y decirnos
si tiene, a su juicio, soportes jurídicos suficientes para
mantener esa afirmación?
Penúltima cuestión, don Gregorio. ¿Desde el punto
de vista de la filosofía del derecho, una misma conducta, en función del receptor o receptora, del autor o de la
autora de la misma, puede tener un reproche penal diferente? Por ejemplo, ¿una amenaza, una coacción, una
agresión realizada por un hombre sobre una mujer
puede ser considerada como una conducta más grave y
diferente que si es dirigida desde una mujer a un hombre, analizado esto desde un punto de vista filosófico y
recencia y también, ya que nos lo ha adelantado, que
nos dijera qué le gustaría o qué cree usted que puede
ser cambiado en esta ley.
Para terminar, hay de otro tema que no se ha tratado
hasta el momento en la Comisión pero en el que me
gustaría que usted hiciese hincapié. ¿Cree usted que la
sensibilización social sobre la violencia de género
puede favorecer la solución del problema? Es decir,
¿cuanto más alejemos el problema del ámbito privado,
más efectivas serán las medidas a adoptar?
Sabemos que usted viene colaborando en varios diarios nacionales y que conoce los medios, por eso quisiéramos reflexionar sobre algunos de estos aspectos.
¿Qué opinión le merece el tratamiento que los medios
de comunicación dan a estas noticias? Se trata de un
debate abierto y algunas opiniones critican las posturas
de los medios de comunicación respecto a las noticias
sobre violencia de género. Los expertos piden un tratamiento más formal, dejando a un lado el espectáculo y
viendo estos casos ya no solamente en clave de sucesos
con excesivo morbo y sobrecarga de emotividad, que
puede terminar con una insensibilización ante las reiteradas imágenes, y nos gustaría saber si usted cree que si
los medios de comunicación incidiesen más sobre el
tema del castigo a los maltratadores se podrían evitar
casos de mimetismo en otros potenciales agresores.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista
tiene la palabra el señor Villarrubia.
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Bienvenido, don Gregorio, a esta su casa, no más que la de
todos los españoles, pero con un afectuoso y especial
saludo por su condición de haber sido presidente de
esta Cámara.
Intervengo brevemente también. Algunas de las preguntas que teníamos inquietud en plantearle han quedado de alguna forma contestadas en su corta pero brillante intervención. No obstante, insistiré, no porque no
lo haya mencionado sino para confirmar, no sea que
haya entendido mal alguna de sus observaciones y afirmaciones. En primer lugar, la premisa para situarnos, al
menos desde nuestro punto de vista, es que nos encontramos ante un proyecto de ley orgánica integral sobre
la violencia contra la mujer, no ante otra cosa, no ante
otro tipo posible de ley de protección de otros colectivos. Es un proyecto de ley integral sobre y para luchar
contra la violencia de género hacia la mujer, esa es la
premisa. Y quería preguntarle precisamente sobre esta
premisa si usted considera que es necesaria una especial protección en estos momentos, en 2004, en España,
a las mujeres que son o pueden ser víctimas de la violencia de género. Si no es así, desde nuestro punto de
vista, no estaría muy justificado este proyecto de ley
que pretende convertirse en ley.
En segundo lugar, ¿considera usted que las mujeres
en España, pese al marco legal de igualdad, se encuentran en una situación de desigualdad real? De alguna
forma ya lo ha manifestado, pero quiero insistir en ello.
¿Comparte usted, en función de las otras cuestiones
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desde la realidad española de este momento? ¿Podríamos estar hablando —lo tocó en relación con esta pregunta— de la interpretación que también un sector del
Consejo hace respecto a que podríamos estar ante lo
que es conocido como el derecho penal de autor? Finalmente, ¿qué bienes jurídicos entiende usted, desde el
punto de vista de la filosofía del derecho, que subyacen
en la protección multidisciplinar de esta ley? Por
supuesto, la vida, la integridad física y moral, me permito adelantarle, la dignidad de la persona: ¿Pudiera
estar en el sustrato también de toda esta protección la
igualdad como bien jurídico constitucional y como
base del sistema de convivencia democrática? Y cualquier otra circunstancia que usted pudiera considerar.
Y última pregunta, ya sí, señora presidenta. La protección jurídica que la ley establece para las mujeres
que son o han sido cónyuges o compañeras del agresor
en una relación intrafamiliar ¿merma en alguna medida
la protección jurídica de otros ciudadanos u otras ciudadanas?
tencias, pero de ninguna manera justificarse; sería considerar a las leyes casi como si fueran una jurisprudencia de un tribunal. No deben justificarse. En caso de
que haya algún exceso como los que usted ha apuntado
que podrían producirse, para eso está el Tribunal Constitucional para corregirlos.
La señora Pigem señalaba el posible exceso de la
tutela judicial en esta ley. Yo creo que depende de cómo
se entienda. Si entendemos la ley como vinculada al
concepto de prevención general, que es un concepto
interesante, no el de prevención general negativa, es
decir, no que la gente se asuste ante el temor de la sanción, que es lo que suponían las teorías de la prevención
general negativa, sino la prevención general positiva,
que entre otros ha puesto de relieve quizá uno de los
más brillantes maestros del derecho penal, el profesor
Roxin, teniendo en cuenta que los tipos penales y la
acción judicial pueden servir de pedagogía positiva
para que los ciudadanos comprendan que esos comportamientos, incluso haciendo contrapeso a lo que la
señora portavoz del Grupo Popular me planteaba antes
sobre los medios de comunicación, es decir, eso, la prevención general positiva puede verse favorecida, y yo
no criticaría el exceso ni de la tutela judicial ni el exceso —entre comillas— de la acción penal en esta materia. Yo creo que la consideración de que la ofendida sea
siempre la mujer es el núcleo de lo que supone esta ley
y es un tema de política legislativa en el que creo que
yo no debo entrar. Si se me pregunta si sufre mucho
porque se incluyan los niños en algún precepto, mi respuesta es que pues yo no lo veo negativo. Pero me parece que sí de alguna manera sufriría —puede haber otros
preceptos—, la nitidez con la que los ciudadanos que
no son juristas lo ven. Ni siquiera estoy de acuerdo con
lo que ha dicho el señor portavoz del Grupo Socialista
respecto a que está el tema penal en la sociedad. En
absoluto. Está el tema penal en los juristas, en los especialistas y en lo que se refleja en los medios de comunicación, pero no está entre los ciudadanos. Pero por eso,
porque yo creo que los ciudadanos tienen que ver con
nitidez las cosas, me parece que sea sobre la mujer sólo
tiene ventajas, aunque tampoco, ya digo, me parece
mal que pudiera ser en el otro sentido. Otra cosa es que
desapareciese la distinción hombre-mujer aquí, que eso
sí me parecería fundamental y rompería el principio.
Respecto a los juzgados de violencia contra la mujer,
la verdad es que entusiasmo por la proliferación de
jurisdicciones no siento, de ninguna manera. Ahora
bien, si realmente se comprobase que los juzgados de
familia o, allí donde nos los haya, otros juzgados —ya
no recuerdo muy bien porque estoy muy separado de la
planta judicial si intervienen en algo los juzgados de
primera instancia en esto—, en todo caso, los juzgados
civiles, realmente fueran capaces de asumir sin reticencias lo que esta ley supone, yo también, como usted,
preferiría que no proliferasen las jurisdicciones.
La señora Camarero me ha hecho varias preguntas.
Respecto a las causas de la violencia contra la mujer,
yo muchas veces me lo he preguntado, señora Camare-
La señora PRESIDENTA: Terminadas las preguntas de los distintos grupos políticos, damos la palabra
nuevamente al compareciente, profesor Peces-Barba.
El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (Peces-Barba Martínez): La verdad es que en
esta casa nunca había estado compareciendo, siempre
había estado en otras posiciones. Y la verdad es que no
recuerdo, desde mi examen para profesor adjunto, que
se llamaba entonces el titular, que me hicieran tantas
preguntas, algunas tan complicadas. Voy a contestar a
las preguntas que no tienen que ver con el tema penal y
luego haré una exposición más general sobre el tema
penal.
A la señora Uría, a la que agradezco mucho sus palabras, en relación con el tema segundo, que es el del
Estado compuesto y de los títulos competenciales, el
profesor Virgilio Zapatero, que ahora también ha pasado a la posición de profesor, siendo ministro de la Presidencia, hizo unas normas, puesto que él es muy aficionado a la llamada teoría de la legislación, sobre
cómo deben hacerse las leyes. Yo creo que a ustedes no
les vendría mal conocer dichas normas porque fue algo
que aprobó el Gobierno hace unos quince años yo creo
que siguiendo un poco los consejos de Monstesquieu,
de Filangieri o de todos los grandes que se ocuparon de
la teoría de la legislación en el siglo XVIII. A mí me
parece que sí hay que tener cuidado de las competencias distintas de unos y de otros, que el Estado puede
establecer, en los ámbitos en que sea posible, bases
generales, pero no puede establecer comportamientos
muy concretos en las materias que sean de competencia
exclusiva de las comunidades autónomas. Y respecto a
esa pretensión, que me parece que ha dicho que era del
Consejo de Estado, de que se pudieran señalar los títulos competenciales en las leyes, a mí me parece que si
Filangieri o Montesquieu levantasen la cabeza no estarían de acuerdo con el Consejo de Estado. Porque las
leyes tienen que mandar, prohibir, permitir, dar compe-
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ro. Realmente, desde mi punto de vista resulta tan inexplicable que no lo acabo de entender. Solamente se
puede explicar, y es lo que se dice, desde el punto de
vista de mentalidades muy posesivas, de personas
incultas, pero, claro, eso se rompe cuando se ve que
muchas veces la violencia de género se da en sectores
de la alta burguesía, etcétera, por lo que creo que prima
la dimensión de la idea de posesión de la mujer. Aquel
dicho: La maté porque era mía, creo que representa
muy exactamente lo que está detrás de toda esa cultura
y que está muy apoyado incluso en normas jurídicas.
No olviden ustedes que ha habido en el mundo en general y en este país una serie de normas muy despectivas
para la dignidad de la mujer. Todas las obligaciones de
los permisos maritales en el Código Civil y en el Código de Comercio, etcétera, incluso aquel delito terrible,
que aunque teóricamente favorecía a la mujer era a mi
juicio, espantosamente vejatorio para ella, de la mujer
que mataba a un niño recién nacido, y si lo hacía para
ocultar su deshonra se le bajaba la pena uno o dos grados. Para ocultar su deshonra, fíjense ustedes lo que eso
supone y el nivel de indignidad a la que llegaban mujeres llevadas por el contexto social a entender que había
que hacer eso y que eso era para ocultar la deshonra,
por ejemplo. Yo creo que todo eso está en la misma
línea.
Respecto a si debe llevarse al ámbito penal, yo creo,
primero, que ya lo está y, segundo, me parece que sí. Lo
relativo a los niños y los ancianos no lo veo un problema, digamos, de principio, pero sí me parece que desaparecería el valor de la prevención general positiva, es
decir, la imagen nítida para que los ciudadanos vieran
cómo realmente se está lanzando desde los poderes
públicos y desde el derecho ese mensaje.
En cuanto a los medios, hay algunos que tratan el
tema seriamente, que alertan bien, y luego hay toda una
despreciable cantidad, más bien en televisión que en
periódicos, donde se trata mal. Yo no suelo ver estos
programas, pero este verano les confieso a ustedes que
por las tardes me dedicó a jugar al dominó en Ribadesella, aunque trabajo por las mañanas, y como empiece
un poco tarde el dominó veo alguno —no voy a mencionar los programas— y realmente es impresionante.
Es impresionante el nivel de desprecio hacia las mujeres, o hacia quien sea, porque eso se generaliza, pero
también hacia las mujeres que van a contar allí todos
sus problemas de la manera más lamentable posible. Yo
creo que lo que usted ha propuesto en realidad es la
idea —usted lo ha dicho de otra manera— de la prevención general positiva. Usted ha apuntado que se podía
hacer una pedagogía desde los medios de comunicación. Yo creo que desde aquí y desde los medios de
comunicación se puede hacer esa pedagogía, naturalmente.
A la primera de las preguntas del señor portavoz del
Grupo Socialista mi respuesta es clarísima. ¿Es necesaria una especial protección? Claramente es necesaria
porque existe una desigualdad real de la mujer, y el
artículo 16 de la Constitución no se puede entender si
no es en juego con el artículo 9.2. Pero esto, que yo les
he dicho a ustedes que era una aportación del socialismo moderado al gran sistema, estaba ya en Isidoro de
Sevilla. En las Etimologías de Isidoro de Sevilla ya se
decía que hay que tratar desigualmente a los desiguales
e igualmente a los iguales. O sea que realmente es una
vieja tradición de sentido común que los sistemas culturales, políticos y económicos de las etapas anteriores
al siglo XIX habían ido tapando. Y el artículo 9.2 establece una obligación, pero no solamente una obligación
negativa sino también positiva. La jurisprudencia del
Tribunal Constitucional dice que es un deber positivo
de los poderes públicos, y que no actuar es incumplir
ese deber. Por consiguiente, yo creo que la ley se justifica absolutamente y con apoyos serios del Tribunal
Constitucional.
Del informe del Consejo hablaré ahora ¿Una misma
conducta puede tener un reproche penal diferente?
¿Qué bienes jurídicos se protegen? Usted mismo se ha
contestado, yo no tendría que decir más que amén a lo
que usted ha dicho: vida, por supuesto, integridad física
y moral, dignidad e igualdad me parece que son los
bienes que se protegen fundamentalmente.
Paro a referirme al tema penal. Yo creo que la discriminación en materia penal nunca se había producido,
es un hecho absolutamente nuevo, no existe en ningún
caso. Hay dos leyes que naturalmente no podían tratar
el tema penal, una de Castilla-La Mancha y otra canaria, que yo sepa, no sé si hay alguna más, pero hay esas
dos leyes por lo menos, que, por cierto, no mencionan,
me parece, en la lectura que he hecho de ellas, que
quizá haya sido apresurada, el artículo 9.2 como fundamento ninguna de las dos, cosa realmente curiosa.
Existe en materia tributaria, en materia laboral, pero no
existe en el ámbito del derecho penal. La objeción primera que muchos de ustedes han apuntado es si el tema
de la igualdad promocional no supone incurrir en un
derecho penal de autor. El Tribunal Constitucional, dice
ya en sentencias de principios de los noventa, que no
sería constitucionalmente legítimo un derecho penal de
autor que determinara las penas en atención a la personalidad del reo y no según la culpabilidad de este en la
comisión de los hechos. Con esta tesis yo logré arrancar al Tribunal Supremo en la época del franquismo
una absolución a unos acusados y condenados por el
Tribunal de Orden Público de pertenencia al Partido
Comunista, porque se les aplicaba sin más la agravante
para la pena en su grado máximo por el hecho de ser
comunistas. En base al rechazo del derecho penal de
autor, y el Supremo en una sentencia magistral de don
Antonio Quintano Ripollés, un maravilloso magistrado,
en el caso Sandoval Moris defendido por don Enrique
Tierno y Antonio Gil López, al que yo defendía, conseguimos la absolución de esas personas, con lo cual,
naturalmente, yo estoy absolutamente en contra del
derecho penal de autor. Lo que ocurre es que no estamos ante un caso de derecho penal de autor. Esa misma
sentencia de 4 de julio de 1991, que cita el informe del
Consejo del Poder Judicial, define el derecho penal de
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muerte— no garantiza ni resuelve nada en absoluto en
relación con la disminución de los delitos. Sin embargo, la prevención general positiva es una doctrina penal
que se elabora a finales de los años sesenta y principios
de los setenta por Hassemer, por Jacobs y, sobre todo
para España porque tiene mucha influencia, por el
maestro de muchos de nuestros colegas, el profesor
Roxin, ¿Qué es lo que pretende esta doctrina, este planteamiento sobre el sentido del derecho penal? Pues
pretende evitar la comisión de delitos por parte de la
colectividad, conformando la conciencia jurídica de los
ciudadanos para fomentar su adhesión al derecho y al
reconocimiento de los valores que encarna, sus mandatos y sus prohibiciones, y así no sería el miedo sino la
función comunicativa de los valores jurídicos la que
llevaría a esta justificación.
De todas formas vean ustedes que todos estos son
planteamientos doctrinales. Yo afirmo que en estos
planteamientos doctrinales, que en este caso favorecen
lo que estoy diciendo, puede haber otros contrarios y
estaríamos en esas disputas jurídicas que no nos deben
hacer olvidar una cosa que dijo Kelsen, uno de los más
sabios, quizá el más sabio de los juristas de los tres últimos siglos. Y Kelsen, que como saben ustedes defendió
la tesis de lo que él llamaba la norma hipotética fundamental, que es una hipótesis lógica que apoya todo el
sistema jurídico para que éste exista, etcétera, al final
de su vida abandonó esta tesis y dijo algo que es fundamental: que no hay que olvidar que detrás de toda
norma siempre hay una voluntad y que el derecho
siempre tiene tras de sí las gárgolas del poder. En fin,
que sin caer en un decisionismo y apreciando el enorme
valor de las doctrinas jurídicas, tampoco se puede convertir en el derecho natural clásico que decía: esto es
justo y por consiguiente es derecho, y esto es injusto y
por consiguiente es corrupción de la ley, como decía
Santo Tomás. No podemos dar ese valor, aunque tenga
mucho, a los juristas.
Para terminar haría dos observaciones críticas sobre
el proyecto de ley precisamente sobre el ámbito penal.
La verdad es que no me he detenido mucho a ver lo que
decía la señora Uría y no estoy muy seguro de lo que le
he contestado, pero en este caso sí que me he parado
más y veo que hay una utilización de diversos tiempos
verbales. El derecho siempre debe utilizar la misma
palabra para situaciones iguales y los mismos tiempos
verbales. En el artículo 148.4, se habla de mujer, lesiones agravadas que estuviere o hubiere estado ligada al
autor, futuro de subjuntivo. Y en el 172.2, coacciones
leves, se refiere a la mujer que esté o haya estado ligada
a él. Unifíquense los verbos o unifíquese el autor y él,
porque puede tener consecuencias. Porque si el Gobierno cumple su promesa de que a partir del próximo año
las parejas homosexuales podrán contraer matrimonio,
no el matrimonio de dos varones, que no estarían concernidos aquí, pero sí el matrimonio de dos mujeres,
serían esposas y, por tanto, las dos posibles sujetos
pasivos idóneos respecto de los actos realizados por su
cónyuge. Si la víctima fuese esposa del autor, resulta
autor como aquel que determina las penas en atención a
la personalidad del reo, lo que no se produce de ninguna manera en este caso, en el que se protege a un colectivo, no al reo, que se encuentra en una flagrante situación de vulnerabilidad, y entonces se aplica la igualdad
como diferenciación por esas razones. Por eso no estamos ante la represión de ningún sujeto, sino ante la
protección de un colectivo que está absolutamente
necesitado de ello. Estamos ante lo que yo llamaría, en
todo caso, un derecho penal de las víctimas y no ante
un derecho penal de autor. Es la misma tesis que sostenía mi respetadísimo colega el profesor Gimbernat. Esa
sería una primera perspectiva.
Yo creo que podemos defender sin tacha alguna de
inconstitucionalidad el mantenimiento del ámbito penal
si se sostiene que los tipos penales previstos tienen
penas más graves porque el hecho tipificado también es
más grave en atención a la especial vulnerabilidad
social de las víctimas. La vulnerabilidad social de las
víctimas supone que existe un disvalor añadido al simple y ya inherente a cualquier tipo de acción de maltrato, amenazas, coacciones. Cuando se atenta contra una
mujer que se encuentra sometida a una situación de
dominio cultural respecto a su agresor se está incurriendo en un plus de disvalor adicional respecto a la gravedad del hecho mismo, además de la fuerza física. A
nadie se le ocurriría considerar como inconstitucional
la mayor penalidad del homicidio o asesinato del Rey o
de los miembros de la familia real, de las lesiones,
detenciones ilegales, injurias, etcétera, con respecto a
las conductas dirigidas hacia otras personas. Creo yo
que siempre deben ustedes mantener la discusión en
este ámbito de mayor gravedad de situaciones cuando
los sujetos pasivos a que alude el proyecto son más
débiles. Por consiguiente, la cuestión está en el hecho y
no en el autor, lo que nos llevaría a esta afirmación del
derecho penal de autor. También ocurre con los menores y con los incapaces, que son colectivos que tienen
una situación de inferioridad que puede ser psicológica
o simplemente por la edad, y en el caso de las mujeres
es fundamentalmente cultural. Es decir, son las mismas
razones que llevaron a toda la batalla por la igualdad de
la mujer en otros ámbitos como el del sufragio, etcétera. Fíjense que ni siquiera la igualdad jurídica hombremujer ha producido igualdad real en cuanto al sufragio
pasivo, y por eso ha sido necesario un paso más, que es
además una acción del derecho. Pues aquí ocurre lo
mismo. Alguno de ustedes, que no recuerdo bien, ha
hablado de si cargar en el aumento de las penas iba a
favorecer la disminución de los delitos. Yo creo que
como tal no, porque eso sería situarnos y confiar en la
prevención general negativa, que la defendieron
—fíjense qué autores— el Marqués de Beccaria, Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau, Voltaire, don Manuel
de Lardizábal, nuestro gran penalista, Feuerbach, Bentham y nuestro también buen jurista Ramón Salas a
principios del XIX, pero eso está absolutamente superado. Está visto que el aumento de las penas —es uno
de los argumentos fundamentales contra la pena de
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sugerente a lo mejor puedo votar a algún otro partido.
Soy independiente, así que lo que voy a decir no compromete a ninguna ideología, a ningún partido ni a
ningún grupo y vengo a pecho descubierto.
Empiezo con una pequeña divagación léxica (después de todo, como soy profesor, me interesan mucho
las palabras), que supongo que ustedes han tratado ya
pero yo voy a dar mi punto de vista, y es el término
violencia de género, que me parece francamente desgraciado, y no creo que se imponga en el mundo porque
en todas partes se habla de violencia doméstica. Hay un
informe un dictamen de la Real Academia Española,
que ustedes conocen, en el que se dan todos los casos.
Hay violencia intrafamiliar, violencia familiar, violencia contra las mujeres, hay muchos términos, pero el de
violencia de género es el más desgraciado y es el que se
emplea en el anteproyecto. En fin, qué le vamos a
hacer. No es una simple disquisición léxica o lingüística, porque el que se emplee uno u otro término condiciona todo lo que vayamos a decir a continuación. Es
decir, el que se haya elegido violencia de género o violencia contra las mujeres hace que haya un reduccionismo que a mi modo de ver es pernicioso, pues reduce
todos los actos de posible violencia dentro de la familia
o del grupo íntimo a la violencia contra las mujeres, lo
que hace extraordinariamente complicado el proceso,
las figuras jurídicas, el tratamiento de la cuestión y
seguramente desplaza la verdadera realidad. Es la táctica del avestruz: se esconde la cabeza, no se quiere ver
la realidad, y la realidad es que un padre puede violar a
su hijo y lo puede matar pero esta ley no le compete;
siempre puede decir que hay un Código Penal en donde
eso está perfectamente establecido. Pues bien, si hay un
Código Penal donde eso está establecido no hace falta
esta ley. O sea que si tenemos leyes penales suficientes
para castigar todos los delitos no hace falta inventar una
nueva figura jurídica.
Yo creo —repito— que si se ha elegido violencia de
género o violencia contra las mujeres es porque se
enfoca mal el problema, y al enfocar mal el problema
me parece que se va a resolver mal. Ese es mi punto de
vista. Si cuando se dice género o contra las mujeres se
quiere decir que estadísticamente los varones son los
que ejercen la violencia en su mayor parte, eso es un
truismo, eso es una obviedad. Es así, los varones son
más violentos que las mujeres en el tráfico de carretera,
en los deportes de riesgo, en la guerra, en los suicidios.
En todas las muertes violentas, en todos los actos violentos hay más varones que mujeres. En el terrorismo
hay muy pocas mujeres en todos los países, los grupos
terroristas suelen ser de varones y los que se estrellan
en la carretera por hacer locuras e ir borrachos suelen
ser varones. ¿Pero se imaginan ustedes una ley denominada de violencia de género porque los que se estrellan
en la carretera o van en dirección contraria son varones
y matan o pueden matar a mujeres? No tiene sentido
ninguno. Es un disparate desde todos los puntos de
vista. ¿Por qué los varones —es una cuestión filosófica— son más violentos? Nos llevaría muy lejos esto.
obvio que éste solamente podría ser el marido; sin
embargo, cuando se legalice, el autor podrá ser también
mujer. Ahora bien, si la pareja homosexual fuese masculina, como digo, las afirmaciones no cabrían.
No entiendo bien por qué se refiere el proyecto a
amenazas contra una mujer y no se refiere a otros artículos, como el 620, a las vejaciones injustas. No sé
por qué las faltas de vejaciones injustas, que tienen
como bien jurídico nada menos que la integridad moral
de la persona, no deban tener un tratamiento diferente.
Las vejaciones injustas son también muy típicas de este
tipo, lo mismo que el llamado delito de maltrato familiar o doméstico del antiguo artículo 153 del Código
Penal, ahora recogido entre los delitos contra la integridad moral en el artículo 173.2. Éste se caracteriza fundamentalmente por el ejercicio habitual de violencia
física o psíquica que produce un grave menoscabo de la
integridad moral de la persona. ¿Por qué se ha dejado al
margen? Podríamos señalar alguno más pero no quiero
cansarles. A mi juicio, si piensan que debe generalizarse, deberían rastrear todo el Código Penal para ver qué
otros asuntos se han dejado fuera de la filosofía, porque
si se dejan fuera el problema es que cae por su base
toda la argumentación; si dejan fuera alguno cae por su
base la argumentación porque ¿por qué en unos casos
es especial la debilidad de la mujer y en otros no se
considera?
La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias,
profesor Peces-Barba, por sus aportaciones y por su
serenidad. Le reitero que siempre será bienvenido a
esta casa, y creo que hablo en nombre de todos los grupos políticos aquí presentes. Muchísimas gracias.
— DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
(DE MIGUEL RODRÍGUEZ). (Número de
expediente 219/000027.)
La señora PRESIDENTA: Señoras y señores diputados, confirmamos con las comparecencias. En este
momento tenemos con nosotros al profesor don Amando de Miguel Rodríguez, catedrático de Sociología de
la Universidad Complutense de Madrid, con la misma
finalidad de enriquecer y de hacer sus aportaciones a
este proyecto de ley orgánica de medidas de protección
integral contra la violencia de género, a quien cedo la
palabra sin más preámbulos.
El señor CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE
LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE (De Miguel
Rodríguez): Me siento muy honrado —no creo que
quepa subrayarlo— de estar en esta casa. Debo anticipar que yo vengo aquí supongo que como profesor o
como ciudadano, no lo sé, como persona que escribe, y
no vengo en representación de ningún campo ideológico concreto, es decir que respeto que la gente tenga sus
campos ideológicos pero yo no tengo ninguno. He
votado al PP en las últimas elecciones, pero en unas
anteriores voté al PSOE, por lo que si sale un programa
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que hay más varones que mujeres entre los agresores,
cosa que ya sabíamos pero es interesante comprobar,
aunque no son sólo varones los que agreden, desde
luego. El dato más espectacular es que son sobre todo
extranjeros. Me dirán: ¿Es que los extranjeros son más
violentos que los españoles? No. No tiene ningún sentido. ¿Por qué los extranjeros van a ser más violentos que
los españoles si es un factor de personalidad que más o
menos se distribuye como una curva normal en todos
los países? Lo que ocurre es la situación de extranjería,
que ahora es inmigración, en muchos casos clandestina, a veces con guetos, a veces con mala integración en
el mundo laboral. Es una inmigración reciente con poca
integración social. Es decir, es la falta de integración
social lo que hace que los inmigrantes en España ahora
sean más violentos, y tanto en las denuncias como en
los agresores aparece que los extranjeros superan con
mucho la proporción que tienen estadísticamente en
España. Y esto me lleva a pensar que si sumáramos
todos los datos de desintegración social, o de no integración social mejor, o marginación si ustedes quieren,
con esa lista, con ese perfil de datos de no integración
social, obtendríamos las concomitancias claras que nos
determinan la violencia doméstica. Cuando se da una
sola circunstancia, claro, no determina la conducta;
pero si se dan dos, tres, cuatro, cinco o más, entonces
tiene uno todos los números en la rifa. Si se dan seis o
siete rasgos de desintegración social o de no integración social, si se dan todos ellos, la violencia está asegurada, repito, uno ha comprado todos los números de
la rifa y le va a tocar. Luego sería fácil hasta cierto
punto prevenir la violencia si se estudiara. Lo que pasa
es que ahora aquí viene lo de políticamente correcto.
No es políticamente correcto lo que yo voy a decir o lo
que yo estoy diciendo. No se debe decir que los extranjeros cometen más violencia que los nacionales, eso no
se debe decir. O no se debe decir que en las parejas de
hecho hay más violencia que en los matrimonios legales, es que eso no se puede decir porque ahora estamos
en lo de la igualdad; bueno, pero es que es un hecho.
Sumen ustedes extranjeros, o sea, inmigrantes, recientes sobre todo, parejas de hecho, delincuencia habitual,
alcoholismo, drogas, desempleo, guetos, pobreza y
conciencia religiosa debilitada, este último es el más
políticamente incorrecto, dado que no tenemos que
declarar nuestra filiación religiosa, pero es que yo sostengo que las personas con conciencia religiosa debilitada son más violentas que las que no, y las que están
en parejas de hecho son más que los que no. No hay
ningún juicio moral en lo que digo; es simplemente una
constancia estadística. Si se estudiara esa constancia
estadística, para empezar, si se recogieran bien los
datos, tendríamos una forma de saber las causas, y si
supiéramos bien las causas (luego hablaré de ello), atajaríamos el mal. La ley lo pretende o el anteproyecto lo
pretende, pero como no se plantea las causas ni las concomitancias de este fenómeno de la violencia, difícilmente lo va a prevenir.
Piensen simplemente que los varones son los que tienen armas, los que tienen familiaridad con armas, son
los cazadores, los pescadores, los militares, normalmente, son los aficionados a los deportes de riesgo, es
decir, tienen elementos contundentes siempre. Los
varones están más familiarizados con la fuerza, con la
violencia, con los deportes violentos. Los toreros son
varones, no mujeres; los carniceros son varones, no
mujeres; los matachines o matarifes, los que matan a
animales también. Es decir, el varón, por lo que sea —
no está en la naturaleza, desde luego, pero sí en la
sociedad—, está relacionado con la violencia. El que en
el grupo doméstico haya violencia de género digamos
que es lo normal estadísticamente, quiero decir, no
moralmente. Los suicidas suelen ser más varones que
mujeres en todos los países del mundo desde que el
mundo es mundo. De todas formas, el número de víctimas, incluso en los casos de violencia doméstica,
ampliándolo, no reduciéndolo, a todas las personas que
pueden morir dentro de un grupo familiar, es una proporción relativamente pequeña de las muertes violentas
que hay en un país. Por cierto, es una tasa baja; en
España la tasa de muertes violentas es baja y la tasa de
violencia doméstica es baja. Ahora bien, el que sea bajo
este índice no quiere decir que no nos preocupe; al contrario, nos preocupa mucho. ¿Por qué nos preocupa
mucho? Pues es evidente, porque es un suceso últimamente cada vez más frecuente. Es decir, por mucho que
la tasa sea baja —aunque está subiendo—, lo que nos
preocupa es que suba, no que sea baja. En segundo
lugar, tiene una enorme visibilidad en los medios. Por
ejemplo, los suicidios son muchos más que las muertes
violentas, pero normalmente los suicidios no son noticia porque, la mayoría son de viejos y las noticias en la
televisión o en los medios suelen ser de jóvenes. Es la
visibilidad, que no es lo mismo que la incidencia estadística. En tercer lugar, hay una creciente sensibilidad,
lo cual me parece muy positivo. Es decir, simplemente
esto nos horroriza. En otras épocas se basaban en que
los varones suelen ser violentos y como suelen ser violentos de vez en cuando matan a las mujeres, y se acostumbraban. Nosotros, por fortuna, no nos acostumbramos. En cuarto lugar, no se sabe muy bien cómo atajar
esto, y después de leer el anteproyecto yo tampoco sé
cómo se va a atajar —lo comentaré un poco más
tarde—, de momento no sabemos cómo se puede atajar,
por eso nos preocupa. Y en último lugar, no se saben
bien, ni siquiera teóricamente, las causas. ¿Cómo se va
a poder atajar si no sabemos bien las causas? Y a través
del anteproyecto tampoco me queda claro si alguien
sabe cuáles son las causas.
Tenemos unos datos muy parciales; desgraciadamente, que yo sepa, hay muy pocos datos buenos sobre
el particular. El Consejo General del Poder Judicial
acumula las incidencias de malos tratos normalmente
en un sentido amplio —aquí sería violencia doméstica
pero sin llegar al suicidio o al parricidio—, malos tratos, y todos juntos nos dan unas constantes estadísticas
que son muy interesantes. Por ejemplo, se demuestra
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No hay que descartar tampoco, y me parece que el
anteproyecto no lo trata, que en algunos casos los
malos tratos —menores normalmente— son una suerte
de venganza para conseguir ciertos beneficios personales en caso de divorcio o de separación, y con este anteproyecto mucho más. Aunque sólo sea por esto, este
anteproyecto va a generar aumento de la violencia
doméstica, y si ustedes quieren lo subrayo para indicar
que no me he equivocado. Como esto queda grabado,
dentro de un año hablamos. Si no se cambian otras circunstancias, este proyecto va a generar más violencia
doméstica. Lo siento, señores, pero es mi juicio particular sobre el asunto, repito, porque en muchos casos
se va a cometer un fraude de ley, que ya se comete, pero
con esta ley mucho más, porque da muchas más facilidades para cometer este fraude: es utilizar la denuncia
de malos tratos para conseguir ventajas en las situaciones de divorcio y separación, porque en esas situaciones, no nos engañemos, cada uno de los cónyuges normalmente, aunque sea de buen grado esa separación...,
me atrevería a más, en las separaciones de buen grado
es donde se da más la venganza. La idea es yo voy (perdón por la expresión) a joder al otro todo lo que pueda,
como dicen los argentinos, digamos, ¿no? Es esta venganza lo que paradójicamente genera la violencia no ya
menor sino mayor, es decir, la venganza de la que se
venga o del venga es matar a ese otro. En muchos casos
de uxoricidio seguramente hay un principio de fraude
legal en este aspecto. En casi todos los casos de divorcio o separación que conozco, al menos como tentación, hay la idea de voy a vengarme del otro, se va a
enterar: ¿el niño lo quiere el domingo? Pues el domingo no lo va a tener, porque el domingo tiene... lo que
sea. Se da en los casos de las visitas y de la denegación
del pago de alimentos. ¿Cómo es posible que los españoles, que pagan religiosamente las cuotas de las hipotecas y que tenemos un índice de impago de las mismas
de los más bajos del mundo, tengamos uno de los más
altos del mundo en negativa a pagar los alimentos en
los casos de divorcio con niños? Pues es porque, repito,
se utiliza este fraude de ley.
No vale la explicación de que la mujer ha estado tradicionalmente sojuzgada o preterida o dominada por el
varón, es decir, que no está en situaciones de igualdad,
y esto la ley lo recalca mucho, habla mucho de igualdad. Eso no sirve, porque ahora tenemos más igualdad
que nunca y más violencia doméstica que nunca; luego
la igualdad no es el problema. El anteproyecto se basa
todo en la cuestión de la igualdad. Eso es un error.
Ahora que hay más igualdad que nunca tenemos más
violencia doméstica que nunca, y van a seguir aumentado las dos cosas, la igualdad y la violencia doméstica.
No son correlativas. Me gustaría que el padre Brown de
Chesterton examinara la situación de estos uxoricidios
y vería que se producen en muchos casos cuando son
iguales, esa es la gran sorpresa. Tanto preocuparnos de
la igualdad y va a haber muchos casos de violencia
doméstica en donde haya perfecta igualdad. Les confieso que estoy escribiendo una novela sobre la violencia
doméstica —no se la voy a contar— y es una pareja de
universitarios, porque, claro, es lo que menos se espera
uno, es una pareja exactamente igual, ella emancipada,
lo mismo que él y en situación... bueno, ya leerán ustedes la novela. Pero, vamos, mi impresión es esa, que es
un error haber planteado esto desde el punto de vista de
la igualdad. ¿Por qué se ha planteado? Luego se lo diré,
yo tengo una explicación de por qué se ha hecho así, es
un poco atrevida, pero se lo voy a decir en un momento.
Mis opiniones al llegar aquí ya empiezan a ser las de
un ciudadano particular. Hasta aquí me he basado en
las lecturas que he hecho, puesto que yo explico estas
materias en mis clases, explico familia, explico población, explico todas estas cosas, y aunque no he citado
literatura científica, pero hasta aquí se basa en lo que he
leído sobre el particular. A partir de ahora se basa en
mis opiniones particulares, aunque ya he adelantado
algunas, como digo, más como ciudadano, como persona de la calle. Por ejemplo, una polémica que se plantea
y que la ciencia sociológica no la ha sabido resolver: si
estos casos de violencia doméstica se airean en la televisión, ¿aumenta o no aumenta la violencia doméstica?
Pues no está claro. Yo no creo que sea bueno airear
mucho estos casos, sobre todo en plan monográfico,
como suele hacerse, es decir, esta noche vamos a estar
toda la noche hablando de uxoricidios, aunque no se
llama así, que es en el fondo a lo que se refiere el anteproyecto, a la violencia extrema al final como consecuencia de pareja, es decir, que una mujer sea asesinada
por su marido, por su compañero. Yo no soy partidario
de la censura, no creo que haya que censurar las informaciones, pero tampoco recrearse de manera monográfica. En los telediarios, por ejemplo es casi ya una sección fija el uxoricidio correspondiente o los malos
tratos correspondientes. Eso no creo que sea bueno,
francamente, porque hay mucho loco por el mundo...
En fin, recuerdan ustedes aquello del suicidio a lo
bonzo, pues salió un verano que se suicidaba uno a lo
bonzo y empezaron a suicidarse a lo bonzo, que nadie
había pensado en suicidarse a lo bonzo. Siempre hay
más o menos desequilibrados a los que, aunque parezca
extraño, les encanta imitar lo que han visto por la televisión, y no vaya a ser que surjan estos locos. No sé si
recuerdan otro ejemplo, el de los perros que asaltaban a
los niños un verano. Bueno, pues pasó aquella noticia y
ya no hay más perros que asaltan a los niños, pero aquel
verano por lo visto era terrible la cantidad de perros que
asaltaban a los niños, luego ya no asaltan mucho a los
niños. Quiero decir que en esto hay que tener mucho
cuidado porque los periodistas lo cogen como tema,
como tema casi en el sentido musical, y se convierte en
una obsesión. Simplemente hay que informar, informar
bien, pero sin recrearse en la suerte, dicho en términos
taurinos.
Al leer el anteproyecto y las discusiones que se tienen y las noticias que aparecen en la televisión, hablamos siempre del caso mayor, del asesinato, del uxoricidio —claro, eso es lo que nos tiene que preocupar—,
pero normalmente eso está cantado por la violencia
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menor. Es decir, que habría que preocuparse mucho,
me parece a mí, de las pequeñas violencias, por ejemplo, esa tan usual, repito, en los casos de divorcio, de no
te dejo ver al niño porque este fin de semana tiene la
semana blanca y me voy a esquiar con él. Esa es la violencia menor. O no te pago los alimentos porque ahora
yo no tengo mucho trabajo en el despacho y no puedo
pagarte. Bueno, eso normalmente se pasa. ¿Y qué
habría que hacer? Pues muy sencillo. El asunto no es
jurídico estrictamente, porque cuando hay que llegar al
tribunal, ya mala cosa, y claro, si es el asesinato ya, no
tiene solución. No, no, hay que preverlo, anticiparlo
antes, prevenirlo antes. ¿Cómo? Pues en los casos de
separación o en los casos de marginación o en los casos
de desorganización social, que eso se puede estudiar,
porque muchas de esas personas reciben ayudas, subvenciones, por ejemplo, o están acogidas a centros de
beneficencia, o como se llamen, tendría que haber equipos pluridisciplinarios de asistentes sociales, de enfermeras, de médicos, de psicólogos (sociólogos no, por
favor, mejor no) que atendieran a las parejas y a la
menor señal le encendieran la luz roja, le dijeran: oiga,
no sigan por aquí, no sigan peleándose por quién tiene
al niño, porque por ahí se empieza. Es decir, anticiparse
mucho en la violencia menor y en la que no figura ni
siquiera en los códigos penales, pero que la tiene que
estudiar un profesional, un psicólogo, estudiar esos
casos de violencia y hacer un seguimiento de las parejas como ayuda a ellas, es decir, no como un control
policiaco, sino al contrario, y voluntario, si ustedes
quieren, no me he planteado si esto tiene que ser obligatorio, pero yo creo que las parejas estarían encantadas de que alguien les escuchara, para empezar, porque
muchas veces en los casos de disputa doméstica simplemente los cónyuges no pueden hablar, no hablan. La
primera violencia es cuando los dos cónyuges no se
hablan. El silencio es lo peor que puede haber en un
matrimonio. Mientras los matrimonios, las parejas, se
tiren los platos a la cabeza, eso va muy bien. En las
discusiones, cuantas más voces se den, mejor. Ahora,
cuando llega un momento en que no se habla, eso es
violencia ya, retirar la palabra es violencia, el primer
signo de violencia, y ahí tiene que estar un equipo pluridisciplinario atento a esas situaciones, para ayudar y
decir: un momento, no sigáis por aquí, porque esto
puede ir a venganza, venganza, venganza, celos, venganza, celos, y eso acaba en el asesinato. Lo podemos
cometer cualquiera de nosotros, no hay una raza especial que asesine, no son personas desequilibradas, no,
no, son personas equilibradas, cualquiera de nosotros
podría matar si se reproducen esas mismas condiciones. Yo no he llegado a matar, pero confieso que podría
llegar, no me considero fuera de estas situaciones, son
normales, hay que preverlas, anticiparlas.
El problema no es de leyes. Ya sé que me han invitado aquí para que comente el anteproyecto y esta es la
casa de las leyes, qué le vamos a hacer. Parece que
venir a predicar esto aquí a ustedes, que les pagamos
para que hagan leyes, es un poco gratuito, lo siento,
pero es mi forma de pensar. El asunto es tan gordo que
no es un problema de leyes. Yo creo que nos sobran
leyes para tratar este problema, nos sobran, llevamos
cientos de años haciendo códigos penales. ¿Cómo es
posible que con los códigos penales y las leyes que
tenemos no se pueda resolver este problema jurídico?
Habrá pequeños retoques, si ustedes quieren, continuos
retoques en las leyes penales, pero no es un problema
de hacer una ley grandiosa. ¿Por qué se hace una ley
grandiosa, tan grandiosa que me llaman a mí aquí a
comparecer? No puede ser más grandioso, vamos, es
absolutamente gratuito, pueden ustedes prescindir del
sociólogo porque no les va a convencer de nada. Me da
la impresión de que todos ustedes tienen sus ideas
sobre el particular y lo que yo diga les va a resbalar.
Bueno, pero yo hago aquí lo que puedo. Con que convenciera a una sola persona de que valdría la pena
ponerse a pensar y que el asunto no es de leyes o no es
sólo de leyes, claro está...
¿Y por qué se plantea como un problema de una ley,
una ley grandiosa, con comparecencias y discusiones y
debates y televisiones? Pues se plantea porque, perdonen ustedes, eso es propaganda. Es muy lícita la propaganda política, pero eso es propaganda. ¿Qué quiere
decir propaganda? Quiere decir que mientras hablamos
y el público vea que estamos hablando, parece que lo
estamos resolviendo. Los medios ya han dicho esta
mañana que yo iba a venir aquí y la gente dirá: ¡ah!,
pues si está don Amando, pues sí, ya la cosa va bien,
ya... bueno, los partidarios míos. Los enemigos dirán:
¡qué desastre, si está el Amando, va a ser un desastre!
Pues no señores, que hablemos de esto no quiere decir
que se vaya a resolver; lo desplaza. Nos ocupamos de
hablar del anteproyecto y luego de la ley y desplaza la
verdadera preocupación, que no es sólo legal, que no es
sólo jurídica y que no es sólo judicial, porque yo no soy
un jurisperito, pero la ley es muy judicialista, no ya
juridicista, sino judicialista, es decir, todo son juzgados
especiales y jueces especiales y no entiendo muy bien
por qué hay que hacer tanta judicatura especializada.
A mí esto de los tribunales especiales es una cosa que
me produce, no sé si porque proviene del franquismo,
pero me produce una sensación incómoda. (El señor
Villarrubia Mediavilla: No hay eso. Una señora
diputada: Sí que hay.) ¿No hay eso? Pues a lo mejor
me equivoco, pues te lo agradezco, ¿sabes?, pues no sé,
quizá es mi ignorancia.
Lo fundamental, como digo, es que reduce la violencia doméstica, que son muchos casos, a la violencia
contra las mujeres. Me dirán: pero es que es la violencia más flagrante, la que más nos irrita. Bueno, sí,
puede incluso que sea la que más nos irrite. Yo no sé
por qué violar a un hijo y luego matarlo no nos irrita, a
mí me irrita mucho también. Yo creo que nos debe irritar toda la violencia doméstica, por una razón psicológica además, porque el que mata o vapulea o insulta a
una mujer también vapulea o insulta al abuelo, a la
abuela, al niño o a la niña, es decir, que va a seguir. Ese
que está molestando a la mujer va a seguir molestando
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sentido; es más, sospecho que los jueces que va a haber
en estos... me han dicho que no son tribunales especiales, bueno, vale, los jueces encargados de estas cosas
van a ser juezas, lo más probable.
Y termino, ustedes ahora me someten a sus hirientes
e incisivas preguntas, que para eso estoy aquí. Termino
con la conclusión de que desgraciadamente esta ley, si
sigue adelante, no va a aminorar la violencia doméstica, sino que la va a acentuar, por todas las cosas que he
dicho, porque va a desplazar el interés real en resolver
el problema por otras cosas, digamos, accesorias o
adjetivas que nos van a ocupar mucho tiempo, y como
nos van a beneficiar, sobre todo a los partidos políticos
les van a beneficiar, y sobre todo a los de izquierda,
pues van a estar encantados, y por eso esta ley se aprobará más o menos tal y como está, en cuyo caso hemos
perdido un poco la mañana, pero no importa, yo estoy
aquí deseoso de... estamos en vacaciones, no tengo clases ahora y estoy encantado de estar aquí con ustedes.
Me someto a sus preguntas.
a otros miembros de la familia, o lo ha hecho ya. No sé
por qué aislarlo; porque, si no, no entendemos bien el
caso. La violencia es literalmente violencia doméstica, porque el violento, el criminal, lo es contra todo lo
que se le pone por delante, y puede ser la suegra o la
cuñada.
Puede que me equivoque también, pero al leer el
anteproyecto me da la impresión de que se va a crear
una gigantesca burocracia con todo esto: que si los
observatorios, que si... no sé, a mí eso no me gusta tampoco, francamente. Yo creo que tenemos suficiente
burocracia; con la que tenemos, dado que todos estos
casos van a los tribunales, ¿por qué los tribunales no
trabajan un poquito, nos recogen los datos y ya está el
observatorio, no hay que hacer ningún observatorio?
¡Qué manía de los observatorios! Es una manía astronómica que nos ha dado ahora, todos son observatorios,
y se lo dice uno que está especializado en observar la
realidad, pero que es que tenemos suficientes instrumentos para observar la realidad. ¿Por qué se hacen
observatorios? Porque esos observatorios los van a llevar mujeres y esta ley, esa es mi interpretación personalísima, es un instrumento para ayudar a las asociaciones
de mujeres. Esas asociaciones de mujeres están en
todos los partidos políticos, fundamentalmente en los
de izquierdas, también en los de derechas. Bueno, todos
salen ganando. Ustedes aquí representan a los distintos
partidos y les va a encantar esta ley, porque esta ley va
a ser una gigantesca ubre para alimentar a los movimientos de mujeres. Yo no digo que no haya que subvencionar a estos movimientos, que no haya que darles
dinero y locales y todas facilidades, pero hacer toda
esta ley sobre la violencia doméstica para justificar que
estos grupos tengan poder, influencia y dinero público,
me parece excesivo, francamente. No llega a un despilfarro público, no me atrevería a decirlo, pero no es una
política sana, no me parece sano, se esconde lo fundamental con lo accesorio, y lo fundamental, repito, lo
más positivo de esta ley es que van a salir ganando las
mujeres, porque si se crea un observatorio, es inconcebible que no sea una mujer la que lo dirija. Y yo pregunto por qué, por qué no puede observar la violencia
doméstica un varón, por qué un varón no puede dirigir
el Instituto de la Mujer. Hay diecisiete institutos de la
Mujer en España, ¿Cuántos institutos están dirigidos
por varones? No sé, puede que haya alguno. Estamos
en la Sección Femenina, fíjense qué cosas, es decir, las
mujeres tienen que ocuparse de las mujeres. Pues no
necesariamente. Las personas nos ocupamos de las personas. Yo no soy mujer y estoy aquí hablando sobre el
problema de la violencia contra las mujeres. Esa seccionfemenización de la vida política tiene un peligro,
que es que se cree que las mujeres son un estamento, en
el sentido de los estamentos del viejo régimen, del
Antiguo Régimen quiero decir, no el de Franco, del
antiguo al liberal, y eso es un error monstruoso. Los
problemas de las mujeres son problemas que nos competen, nos conciernen a todas las personas, no tienen
por qué ser sólo de mujeres para mujeres, eso no tiene
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor
De Miguel.
¿Qué grupos desean intervenir? (Pausa.) La primera
persona que interviene es Rosa Bonás. Por favor, tiene
la palabra.
Yo deseo pedir a los intervinientes, a las mujeres y
hombres parlamentarios que van a formular las preguntas al señor De Miguel que no sean hirientes. Nosotros
intentamos aquí ser conciliadores y, por tanto, que sean
normales, no hirientes.
La señora BONÁS PAHISA: Señor De Miguel,
soy representante de Esquerra Republicana de Catalunya. Le agradezco su contundencia y su sinceridad
por polemizar un poco la Comisión. Siempre es interesante la polémica, porque se avanza más. Nosotros
también teníamos nuestras dudas sobre la ley de violencia, si tenía que ser de violencia doméstica o de
violencia contra las mujeres. Le confieso que nos ha
quedado la duda de si era interesante ya hacer una ley
de violencia doméstica o sólo restringirla al ámbito de
la violencia contra la mujer. Es un hecho que hay una
violencia especial contra la mujer por el hecho de ser
mujer. Entonces hemos aceptado el anteproyecto,
aunque le confieso que tenemos las dudas.
Respecto a la estadística, usted es catedrático de
sociología y creo que puede aportar mucha luz para
entender la violencia. Estamos de acuerdo en que una
ley no va a erradicar la violencia, ninguna violencia.
Hay que entender la violencia: ¿por qué hay, de dónde
viene, cuáles son las causas? Esto es complicado, usted
es sociólogo y ha dicho que no lo sabe; nosotros lo
sabemos menos. Las estadísticas que ha proporcionado
nos gustaría saber sobre qué datos se han obtenido,
sobre qué población, sobre qué tantos por cientos, porque creo que son interesantes para dar luz a esta discusión.
Yo también he leído que en España la violencia sobre
las mujeres es más baja que en otros países. Pienso si la
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claro que usted está en contra de esta ley y por lo tanto
creo que las manifestaciones que usted realiza son sin
conocer datos; por lo menos a mí no me ha quedado
claro qué datos maneja usted, y si me permite y dicho
sea lo más suavemente posible, el análisis que usted
hace es muy superficial.
violencia sobre las mujeres precisamente está creciendo ahora porque la mujer es más independiente, porque
es más libre, porque en el momento en que deja de estar
sometida es cuando el hombre —como usted ha dicho,
más violento— cree que no lo puede permitir. Entonces, si queremos erradicar la violencia, ¿qué tenemos
que hacer? ¿Educar a las mujeres para que sean más
libres, más independientes, que entiendan que pueden
tener otra vida y abandonar a la pareja, o debemos
abandonar esta vía, porque según usted el hombre es
violento de por sí y no lo podemos cambiar? Entonces,
igual mejor educamos a las mujeres.
Respecto a la presencia en la prensa, usted ha dicho
que no es buena, porque esto siempre crea un efecto
espejo o imagen. Podría ser, pero si queremos que la
mujer sea consciente de que hay un posible proceso de
violencia contra ella y que se levante en el momento
adecuado, que no espere demasiado, entonces ¿puede
ser interesante, al contrario, que salgan en la prensa
estos casos para que las mujeres puedan detectar que
están en esta situación? Se lo pregunto como sociólogo,
que seguramente sabe mucho más que yo.
Muchas gracias por su comparecencia.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar
deseo agradecer a don Amando de Miguel la intervención que ha realizado, en primer lugar porque siempre
es bienvenida cualquier opinión, evidentemente, se
coincida o no con ella, aunque sólo sea por lo que aporta como contraste de pareceres. Yo pienso además que
realmente el señor De Miguel hoy aquí nos ha expuesto
algunas de las opiniones que de forma normal se oyen
en la calle, con cierta frecuencia incluso tomando un
café, no de forma mayoritaria. Realmente ha habido
cosas que usted ha expuesto que no es la primera vez
que al menos esta diputada las oye. Lo que para mí
como diputada sí que ha sido una sorpresa es oír esas
mismas afirmaciones, que yo entiendo que se hagan
como comentario del ciudadano o ciudadana de a pie
que de alguna forma están perplejos con la situación
que se está produciendo en los últimos años en nuestro
país. Digo esto porque, sinceramente, así como en la
anterior comparecencia con las preguntas que han formulado otras portavoces me daba por satisfecha, en
esta quería intervenir. También tengo que reconocer
que los aspectos que más me preocupan de esta ley, y
en general del fenómeno de la violencia de género, son
los que van ligados al mundo de la sociología, la psicología, etcétera. Tenía interés en escuchar su intervención. Por cierto, creía que era de esta manera, pero
siempre se tiene la esperanza de que no sea así y que
alguien aporte datos de estudios científicos y comprobados.
Este es un gran problema que tenemos en estos
momentos en nuestro país y no sé si existe con la
misma magnitud en los demás países. Repasaba un
informe de hace tres años, que son las conclusiones del
tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de justicia. Yo diría que los únicos estudios en
profundidad sobre los malos tratos que tenemos en
estos momentos encima de la mesa vienen del campo
de la justicia, de aquellas situaciones que han llegado a
la vía penal, pero la realidad es que hay muchísimas
más situaciones que se conocen en otros ámbitos y que,
no con demasiado esfuerzo o recursos, podrían estudiarse para elaborar un estudio riguroso. ¿Por qué?
Porque las mujeres con problemas de malos tratos están
en expedientes del ámbito sanitario, de los servicios, en
el conocimiento de escuelas infantiles etcétera, así
como en el ámbito judicial cuando han llegado allí. Mi
máxima preocupación es que nos acostumbremos a
hablar solamente de aquellos casos que han llegado al
ámbito judicial, mientras que desconocemos la vida de
las mujeres y de los maltratadores, y algunas cuestiones
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Pigem, del Grupo Catalán, por favor.
La señora PIGEM I PALMÉS: Yo simplemente
intervengo para dejar constancia de la sorpresa que
causan a la persona que le habla las afirmaciones que
usted ha realizado, máxime cuando me ha parecido
entender que no hay datos suficientes para realizarlas.
Usted en un momento dado, y lo he puesto entre comillas, dice «si se recogieran bien los datos». A mí me
gustaría saber en qué basa usted sus afirmaciones para
decir la serie de cosas que nos ha dicho y que me parecen, permítame que se lo diga, graves en cuanto que
generaliza lo que me parece que son unas opiniones
prácticamente personales suyas. Entonces, yo creo que
si no se tienen suficientes datos, estaría bien abundar en
el tema de que hay que recoger más datos o alguna
apreciación por el estilo, pero no basar unas conclusiones generalizando, que no sé si pretenden una provocación, pero lo parece. Por lo que a mí respecta, no puedo
juzgar las generalizaciones que usted dice, pero hay
una que sí. Yo soy abogada de familia desde hace veintiocho años y le puedo decir que es rotundamente falso
que de manera generalizada se interpongan denuncias
para cometer un fraude de ley, es decir, para obtener
beneficios que la ley, digamos, da a las personas que
son maltratadas. Niego rotundamente que como generalización esto sea cierto, y lo he oído como generalización. Además, existe un delito que es la denuncia falsa,
existe el fraude de ley, etcétera. A mí me parece, la verdad, una provocación, y no lo puedo entender de otra
manera, que frente a una situación en donde hay tantísimas mujeres muertas y tantísimas mujeres agredidas,
se haga esta manifestación, que en lo que yo conozco, y
solamente me voy a ceñir a este ámbito, ya le digo que
como generalización es rotundamente falsa. Queda
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trata de un bien escaso. Estimamos que no tienen que
hacerse planteamientos reduccionistas, como los que se
han señalado en los informes de la comparecencia anterior, que nos lleven a hablar de un derecho penal de
autor en el que los tipos delictivos sean diferentes en
función de quién es el autor que los comete. Ese no es
el planteamiento más acertado. Por otra parte, estimamos (y me gustaría que usted lo señalara) que el que se
extiendan las medidas que se contemplan en esta ley a
todas las personas que pueden sufrir violencia no perjudica a la prevención o a la protección que se pueda dar
a las mujeres. Se habla aquí de una ley que es en principio integral y al final, con ese reduccionismo, podríamos hablar de una ley que pueda ser excluyente y desintegradora. Deberíamos proteger en el ámbito
doméstico a todas las personas que pueden sufrir violencia, como son los mayores, los hijos y quizás nos
tendríamos que plantear una especial atención a personas que sufren discapacidad.
Usted ha hablado de las causas y señalaba que no
están muy estudiadas, que no son muy conocidas y que
tampoco se reflejan en el proyecto de ley. Citaba distintas causas, una de las cuales puede ser la discapacidad,
personas que tienen una serie de limitaciones, que pueden sufrir de una forma más acentuada la violencia, con
menos recursos y posibilidades para denunciar y superar esas situaciones de violencia. Otras de las causas
que ha mencionado como alcoholismo, drogas, pobreza
o marginación, tienen que ser abordadas, en mi opinión, porque si queremos luchar contra la violencia
desde luego la prevención es fundamental. Y para prevenir tenemos que hacer un gran esfuerzo en ese conocimiento previo de las causas.
Una reflexión que podemos compartir cuando vemos
determinadas noticias, es que a veces hay más violencia cuando hemos avanzado enormemente en la igualdad. Hace muy pocos días, veíamos el caso terrible del
asesinato de una chica de 15 años por su pareja, de 18
años. Son jóvenes que han nacido en la democracia,
que han crecido en igualdad y, sin embargo, se producen estos comportamientos. De manera que tenemos
que analizar profundamente esas causas, no hacer un
reduccionismo y decir que la violencia que sufren las
mujeres es un problema sólo de dominación o de desigualdad. En muchísimos casos eso es así y hay muchos
hombres que no soportan que una mujer ejerza su libertad, esa libre participación en todas las esferas de la
vida; pero a veces son otras las causas que concurren y
que generan estos fenómenos de violencia. Habría que
ir más allá, y ver problemas como el de la violencia
generalizada, porque en nuestro país se producen comportamientos que otros países sufren desde hace más
tiempo. Quería enlazar con este asunto y preguntarle
sobre uno de los temas que ha planteado, que es el del
tratamiento en los medios de comunicación. Usted
señalaba que no es partidario de la censura, nosotros
tampoco. Pero, ¿daría algunas recomendaciones concretas de cómo abordar este fenómeno? No ocultar su
existencia, pero qué recomendaciones haría para tratar-
podrían aportar para solucionar este problema. No
quiero que interprete esto como una crítica, pero pensaba que su intervención arrojaría alguna luz con datos
fiables, estadísticos, del mundo de la sociología —del
mundo de la psicología no vienen al caso—, que pudieran ayudarnos.
Mi pregunta es muy clara: ¿Cree que tendría que
hacerse en nuestro país una apuesta seria por una investigación rigurosa de todos los casos que se conocen en
los diferentes ámbitos en estos momentos?
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Torme, del Grupo Popular.
La señora TORME PARDO: Quiero empezar agradeciendo la intervención del señor De Miguel porque
ha supuesto un revulsivo. Cuando uno afronta el estudio de un proyecto, un proyecto que es ambicioso (la ha
denominado ley grandiosa), hay que hacerlo a veces
con ideas preconcebidas, es un hecho inevitable; pero
todos tenemos que tratar de apartar esas ideas preconcebidas y tratar de hacer un examen de lo que son las
causas, de lo que es la prevención, de las medidas que
podemos adoptar, tratando de escuchar a todas las personas que nos puedan aportar algo nuevo.
La perspectiva que ha planteado aquí no es nada convencional ni, desde luego, políticamente correcta.
Incluso puede herir sensibilidades. Cuando uno estudia
un problema tan grave como el de la violencia en general y, en concreto, la que sufren las mujeres, es bueno
enfocarlo con ojos nuevos. Yo creo que esa perspectiva
valiente y nada políticamente correcta es un estímulo
intelectual que espero se refleje en el éxito de los trabajos que podamos tener.
Mencionaba, en primer lugar, el señor De Miguel
que hay un reduccionismo. Se refería al léxico, a la
cuestión terminológica y a cómo a veces la semántica
hace que enfoquemos las cuestiones de una determinada forma, a veces reduccionista, y añadía que el fenómeno es muy complejo. Se ha reflejado también en
muchos de los informes preceptivos que han acompañado a este proyecto de ley, en el que se constatan los
problemas que se pueden plantear por el hecho de que
haya una discriminación penal a favor de las mujeres.
El anterior compareciente señalaba que se ha avanzado muchísimo y hay obligación de todos los partidos
políticos, de los grupos parlamentarios, de remover los
obstáculos que impiden la igualdad efectiva, en este
caso de las mujeres, y tratar de acabar con esos obstáculos. Pero en el ámbito penal —y así se señala—, no
parece que sea la medida más adecuada. Desde nuestro
punto de vista, hacer discriminación positiva en aquellos ámbitos en los que los bienes son escasos. Compartimos que en el acceso al empleo las mujeres tenemos muchísimas más dificultades, que las tasas de
desempleo son mayores, que eixsten más problemas
para ese primer acceso y para promociones posteriores.
Ahí sí que el bien es escaso, ahí sí que se trata de adoptar una serie de medidas para corregir esas desigualdades. Pero cuando hablamos de tutela judicial, ya no se
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que ha manejado, la bibliografía que ha usado y los
estudios e investigaciones que tiene que nos podrían
dar luz al proyecto que tenemos entre manos.
Algunas de esas estadísticas, como decía, nos han
chocado. La que nosotros manejamos, y que es el motivo fundamental de la ley, es una que nos preocupa profundamente y que tiene que ver con unos cuadros que
tengo aquí. En el año 2003, 35.000 mujeres han presentado denuncias; en el año 2002, 34.000; en el 2001,
veintipico mil... Esa es una realidad. La otra realidad
—tetngo aquí otro cuadro— es que en el año 2003
murieron 68 mujeres y en el 2002, cincuenta y pico. En
los últimos ocho años han sido asesinadas mas de 600
mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, en el
ámbito de una violencia que tiene que ver con sus relaciones afectivas, se den éstas en la situación en que se
den. Es quizá la estadística más fuerte. Yo le querría
preguntar. Ante esta situación, ¿usted cree que los
poderes públicos tienen que actuar de una forma integral y rotunda, yendo a la raíz del problema y poniendo
instrumentos que alivien esta situación? ¿O sencillamente, actuar frente a eso puede ser un elemento de
propaganda y no de compromiso, como pretende esta
ley, y por tanto es mejor no hacer nada?
Por otro lado, como sociólogo, ha dicho que, efectivamente, esta realidad tiene poco datos, que no está
objetivada y que los datos que existen no se cruzan convenientemente. Los que hemos trabajado en la ley en
estos últimos años habíamos pensado en un instrumento que nos parece importante, no sólo en España, sino
también para que en la Unión Europea se homologuen
las fuentes estadísticas, que es el Observatorio de Violencia contra las Mujeres, que es el que tendría que
estudiar en el futuro esta realidad y profundizar no sólo
en estadística, sino en sus causas, en sus consecuencias
y en la evaluación de los instrumentos que se ponen en
marcha para aliviar esta realidad. Sin embargo, ha despreciado el instrumento, más que por sí mismo, porque
puede ser llevado por mujeres o por asociaciones de
mujeres. Ha aprovechado para decir que ahí las mujeres
somos un estamento. Las mujeres somos la mitad de la
población, esa es la realidad, pero todavía no somos la
mitad del poder de la población. Posiblemente porque,
como usted decía en su introducción, los hombres
manejan mucho más los instrumentos de violencia y la
violencia en sí; el caso es que nos han dejado muy
pocas parcelas de poder y, efectivamente, no dirigimos
bancos ni grandes estructuras sociales, económicas o
culturales. Es verdad que afortunadamente dirigimos
los Institutos de la Mujer porque desde ahí se han
impulsado algunas de las políticas y también se ha analizado esta realidad.
Por último, en los datos que usted maneja en sus
investigaciones, aparte de cómo ha estudiado el articulado de la ley (estoy segura de que lo ha estudiado en
profundidad, tengo esa seguridad), me choca que haya
dicho que es una ley propagandística porque yo creo
que es una ley seria, una ley integral, una ley que recoge distintos instrumentos que tienen que ver con la
lo de forma correcta y que no genere esos efectos
miméticos que puede producir. Usted ha dicho que no
está claro que se produzcan estos efectos. Nos gustaría,
si lo tiene, algún dato que incidiera en esta materia.
Leí hace poco un artículo de una persona cuya comparecencia creo que ha pedido algún otro grupo, que
señalaba que fenómenos como el de la violencia que
aparece en la televisión, hace que se generalicen. No se
trata sólo de esa situación de desigualdad, sino de comportamientos violentos que se van induciendo a veces
desde edades tempranas, por fenómenos como son los
medios de comunicación. En cuanto a éstos quisiera
que nos comentara el tratamiento de los casos concretos de violencia que surgen, cómo lograr que no incidan
negativamente en esos efectos miméticos y que se
generalicen esos comportamientos. También me gustaría saber si desde su perspectiva de sociólogo, entiende
que a veces esas imágenes que se transmiten se van
interiorizando dando lugar a que se generalicen los
fenómenos de la violencia.
Concluía su intervención de una forma no hiriente
pero sí poco políticamente correcta, señalando que aquí
no se trata sólo de leyes, opinión que todos los que estamos aquí creo que compartimos. Señalaba que es una
ley grandiosa que puede ser propaganda. Ningún grupo
de los presentes quiere que sea propaganda, pero es
cierto que a veces, cuando se estudian las medidas a
adoptar, hay que ser mucho más cuidadoso. El anterior
compareciente señalaba que él no veía mal que se
extendieran las medidas que se incluyen en este proyecto a mayores o menores, pero decía que si se pierde
esa diferenciación se pierde al final una imagen que se
transmite a la sociedad. Quizás no hay que hablar tanto
de imágenes y tratar de extender esta ley. Aunque pueda
quedar menos bonita la imagen que se transmita o esa
propaganda sea menos correcta políticamente, quizás
sea más eficaz. Quisiera también que nos aportara alguna consideración a este respecto.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Monteserín, por el Grupo Socialista.
La señora MOTESERÍN RODRÍGUEZ: Quiero
darle las gracias, señor De Miguel, por haber venido a
comparecer a esta Comisión. Es un trabajo que ha
empezado hoy y queremos que sea serio y profundo
sobre la ley que nos ha remitido el Gobierno, una ley
que se ha demandado y defendido por muchos sectores
de la sociedad que están preocupados ante una realidad
objetiva, una situación real que existe y que está en la
sociedad, y luego hablaremos de los datos de esa realidad.
Está usted aquí porque lo ha pedido un grupo parlamentario y su comparecencia pretendía que nos aportará, más que sus opiniones, los datos del estudio de esa
parte de la realidad que tiene que ver con la violencia
contra las mujeres, para no entrar en términos de otro
tipo. Lo que nos gustaría saber, de los pocos datos que
ha dado, son algunas de las estadísticas que a mí me
han chocado. Me gustaría saber cuáles son las fuentes
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doméstica es mucho más amplia y que va a crecer en
otros planos.
Varios diputados me dicen que echan de menos que
yo traiga aquí estadísticas y porcentajes. Quizá es un
concepto demasiado estereotipado de la sociología, de
los sociólogos. Yo he contribuido a ese estereotipo porque he escrito muchos libros llenos de números y de
porcentajes, pero he creído que no es el momento de
hablar de números y de porcentajes, entre otras cosas
porque este es un campo en el que tenemos muy pocos
números y porcentajes. Es muy difícil de investigar,
porque precisamente son fenómenos de marginación,
de ir contra la norma. En esos casos sería ingenuo preguntar: ¿oiga, es usted violento?, ¿pega usted a su
mujer? Esa broma que hacemos los sociólogos de las
preguntas que no deben hacerse en una encuesta: ¿Ha
dejado usted de pegar a su mujer? Si uno dice que sí es
que le pegaba y si dice que no, es que le sigue pegando.
Los instrumentos de encuesta para este tipo de conductas no sirven y tenemos poca información. Como varias
de ustedes se han referido a ello, les digo que más bien
me he basado en la literatura que hay sobre el particular, sobre todo la de otros países, porque creo que las
consecuencias, aunque tuviéramos datos aquí, no iban
a ser muy diferentes. Las causas de la violencia doméstica están estudiadas en otros países. Desgraciadamente, aquí no tenemos estudios directos. Todo esto lo he
estudiado en otros países y, francamente, no creo que
sea muy diferente.
¿Por qué la violencia es baja en España? Llama la
atención que comentemos el que es baja en España,
porque que mueran 60 mujeres es tristísimo, cada uno
de esos casos es tristísimo, desde luego, pero es mucho
más baja que en casi todos los países del mundo. Estamos entre los países que tienen menos violencia
doméstica, menos violencia de todo tipo, incluidos
homicidios, suicidios, envenenamientos, etcétera, todo
tipo de causas de matar al prójimo, que son los más
válidos para las estadísticas, porque la violencia menor
es la que no se registra en las estadísticas, como es
natural, pero se supone que es proporcional. Si un país
tiene violencia mayor, tiene en la misma proporción
violencia menor. Y en España es baja. Porque el grupo
familiar es muy fuerte en nuestro país, para mal y para
bien. Aquí es corriente (y no digamos en Cataluña),
prestar dinero sin interés, prácticas donaciones entre
los miembros de la misma familia. Ese es uno de los
secretos de la empresa familiar catalana y en valenciana también. Todo el mundo se pregunta cómo ha habido desarrollo capitalista en Cataluña sin bancos. En el
País Vasco ha habido bancos, pero en Cataluña muy
pocos, siempre ha sido una parte débil. ¿Por qué? Porque las familias eran muy fuertes, se invertían los beneficios de toda la familia y se prestaba a los miembros de
la familia. En España, en Cataluña y en todas partes, la
familia es un grupo muy fuerte. Esto tiene sus ventajas
y sus inconvenientes. ¿Ventajas? Que la gente vive muy
bien, que la calidad de vida es buena, que uno se siente
atendido, que se siente correspondido. Aquí no hay que
prevención. Sin embargo, quizá por la propaganda que
han hecho de ella algunos sectores, usted se ha centrado seis artículos que tienen que ver con los aspectos
penales o jurídicos, que son los que a usted que a usted
como sociólogo le puedan interesar quizá menos.
Como sociólogo lo más interesante de la ley es aquella
parte que tiene que ver (y sobre la que le quiero pedir su
opinión) con la prevención, con los instrumentos sociales, educativos y laborales que pone en marcha la ley
para trabajar de una forma integral, establecer una hoja
de ruta para aquellas mujeres que sufren este problema
desde que el comienzo hasta el final del proceso en el
que pueden salir de la cárcel donde están y volver a ser
personas libres.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra otra vez
el compareciente, señor De Miguel, para contestar a las
preguntas formuladas por SS.SS.
El señor CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE
LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE (De Miguel
Rodríguez): Les agradezco mucho sus intervenciones
porque han sido educadísimas. Yo creía que iban a ser
más hirientes, que eso del Parlamento era algo así como
en Inglaterra. Perdonen si he sido yo a lo mejor un poco
agresivo o provocador, como me han llamado, pero uno
es así; es como lo del escorpión, está en la naturaleza de
las cosas.
Contesto por el mismo orden en que me han formulado las preguntas.
A la diputada de Esquerra Republicana quiero decirle que mi visión del futuro es que la violencia que nos
va a preocupar más en el futuro y que a esta ley no le
preocupa en absoluto es la que se ejerce contra los viejos, contra los ancianos. Quizá ahora ya sea muy frecuente, pero lo va a ser más porque vamos a tener
muchos ancianos. En España tenemos la fórmula, por
otro lado óptima, de que los ancianos viven con la
familia o solos atendidos directa o indirectamente por
ella. Es nuestra fórmula: el 95 por ciento de los viejos
viven así. En Dinamarca, el 95 por ciento de los viejos
viven en residencias. Son dos maneras de entender la
vida. La nuestra es que el grupo familiar tiene mucha
más fuerza; el avi, en su Cataluña, es parte de la familia; en toda España el abuelo es parte de la familia. Eso
tiene sus pros y sus contras, en general tiene más pros,
yo creo que es una cosa buena. Pero también tiene en
contra que eso genera seguramente tensiones, porque
las distintas generaciones conviviendo en el mismo
hogar va a plantear muchos problemas de frustración y
va a haber violencias, sobre todo porque la longevidad
está aumentando y ya los hijos no heredan, heredan los
nietos y van a heredar los biznietos dentro de poco. Es
decir, va a haber una generación de hijos frustrada porque ellos no se quedan con el piso, el piso se lo va a
quedar el nieto o el biznieto. Otras sociedades en las
que los viejos están atendidos de otra forma no tienen
ese problema. Me estoy desviando un poco del tema,
pero la idea es que el reduccionismo de la violencia
contra las mujeres, nos lleva a ocultar que la violencia
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hacer Día de la Madre como en Estados Unidos, porque
aquí todos los días son los de la madre; allí inventaron
el día de la madre porque sólo hay un día en el que llaman por teléfono a su madre. Por eso crearon el día de
la madre. Aquí lo hemos copiado, pero aquí la madre
está presente continuamente en la vida de los adultos,
es decir, la vida familiar es muy fuerte. Ahora bien, una
serie de fenómenos recientes, como el de la emigración, está haciendo que esos lazos familiares no sean
tan fuertes. Lógicamente, un inmigrante que venga a
España y deje a los hijos y a la mujer, por ejemplo, en
el Ecuador, es aquí un desarraigado, se mire como se
mire. En el Ecuador estaba integrado, pero por el hecho
de la emigración es un desarraigado. No por ser extranjero es más violento, lo es por emigrar. El español seguramente yendo a la Argentina también era violento, por
la misma razón de desarraigo.
En cuanto a las uniones de hecho, es evidente que no
hay el arropamiento familiar, son más individualistas.
Una pareja aislada como una mónada, podríamos decir.
Ahí es más peligroso o probable que estalle la violencia
en igualdad de circunstancias. Pero no por una razón
intrínseca, porque los que no se casan con papeles son
más violentos, sino que lo que han fundado es un
núcleo familiar más débil, menos arropado. A lo mejor
es más agradable pues a veces la vida de la gran familia
también es muy molesta, los parientes pueden ser muy
molestos y uno pretende esa vía más moderna —podríamos decir individualista— de la pareja. Es algo que a
mí me ha dicho alguna suegra alguna vez: Recuerda
que no te casas con esta mujer, te casas con la familia.
Y es verdad, te casas con la familia. En las uniones de
hecho te casas con la mujer o con el marido, no con la
familia. En la medida en que se está debilitando el
grupo familiar, para mal y para bien, tendremos violencia, como desaparecerán los préstamos sin interés y las
donaciones. En Estados Unidos en las familias, no hay
donaciones ni préstamos sin intereses no existe; eso es
inconcebible en el mundo anglosajón, porque es un
mundo individualista. En España es perfectamente
corriente, pero desaparecerá y tendremos más violencia. No se puede tener todo en esta vida. Cuando se
elige un modelo hay que ver las consecuencias que
tiene.
Varias diputadas han aludido a la prensa. ¿Qué
habría que hacer? Para empezar, informar bien. ¿Qué es
informar mal? Yo me he fijado muchas veces en las
noticias de televisión y cuando es ella la que le mata a
el se dice que estaba desequilibrada mentalmente, pero
si él la mata a ella no está desequilibrado mentalmente.
Habría que verlo. Qué casualidad: las mujeres cuando
matan están desequilibradas y los hombres cuando
matan no están desequilibrados; habría que verlo. El
desequilibrio mental no suele ser lo normal. La gente,
cuando mata, mata a conciencia, por venganza, por
celos, que es lo mismo, por ensañarse. Los locos no
suelen matar, los que tienen un problema mental no son
más violentos que las personas de fuera del manicomio.
En los manicomios hay pocos casos de violencia, los
locos son poco violentos. Esa imagen vulgar de: la
mató porque estaba loco no implica nada. Repito, los
locos no matan, matamos los sanos.
A la portavoz de Convergència i Unió le llama la
atención que no tenga aquí muchos datos objetivos.
Primero, porque no los hay en España, o yo los desconozco y, segundo, porque a estas alturas de mi vida
puedo permitirme el lujo de tener lo que se llama en
inglés educated guess, es decir, intuiciones de una persona ilustrada, que es lo que soy yo. Yo llevo cuarenta
años dedicado a esto (Rumores.) Sí, es verdad. En la
ciencia es así. (Risas.) No, no se rían, en la ciencia es
así. En la ciencia, la acumulación de observaciones y
de conocimientos hace que a una persona se le ocurran
cosas. Muchas de las cosas que he dicho no se documentan con datos españoles, se documentan con datos
de otros países.
Yo he estudiado estas cuestiones de familia y de la
disrupción de la familia con William Goode, que es
quizá la autoridad mundial más notable que hay en este
asunto; lo he estudiado y me he informado. En España,
repito, desgraciadamente no tenemos, que yo sepa,
monografías sobre el particular; tenemos muchas cosas
de sociología de familiar, pero al llegar a la violencia
doméstica, ahí navegamos, digamos, en datos positivos.
Eso no quiere decir que dejemos de pensar, aunque no
se tengan datos hay que pensar; si se tienen datos de la
literatura comparada y se tienen educated guess, se
puede pensar, porque si sólo habláramos de aquello de
lo que tenemos datos, no hablaríamos de nada, estaríamos siempre callados. Normalmente, en la ciencia se
va por delante; precisamente si se estimula la imaginación es cuando el innovador en la ciencia va por delante
de los datos. Se lo dice uno que está siempre pegado a
lo datos, he publicado más de cien libros y casi todos
ellos con datos estadísticos. Quiero decir que aunque
ustedes me oyen aquí hablar así, ligeramente, para
conocer lo que yo he hecho se tienen que leer más de
cien libros, sólo este año he publicado seis, —bueno,
ahora estoy escribiendo una novela— y casi todos llenos de datos.
En general, mi interpretación es que en casi todos los
casos de violencia la causa fundamental es la venganza.
Por eso las situaciones de violencia no son sólo de un
lado, es siempre una relación de dos, de dos o más,
puede intervenir la suegra o el suegro o el cuñado, etcétera; en fin, en España, como el grupo familiar es grande, intervienen más personajes en el drama, en la tragedia, pero normalmente es una relación de dos.
Como oigo lo de la violencia, quizá no me he explicado bien, porque dice que estoy un poco en contra de
las mujeres o lo que sea eso de la venganza o el fraude
de ley. No, vamos a ver si me explico. Yo creo que el
fraude de ley lo utilizan mucho más los varones que
las mujeres, es la clásica utilización de la letra pequeña de la ley y de los reglamentos para no pagar los
alimentos, que en España es escandaloso. El incumplimiento de la obligación de los alimentos es la
norma general. Usted me dice: soy abogada de familia
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y yo no encuentro muchos casos. Yo le digo: soy
sociólogo de familia y me encuentro muchos casos.
Quiero decir, que ni usted domina todo el mundo ni yo
domino todo el mundo, cada uno con su experiencia.
Con la mía, yo le digo que eso es frecuentísimo y no
hay más que salir a la calle y hablar con la gente. Es
normal. Seguramente los casos que llegan a los juzgados son los menores, son casos ya flagrantes, son
casos de inanición, de la persona que no tiene literalmente alimentos. No se hace para que no coman los
niños o para que no coma la mujer, no, el varón no
paga para vengarse, porque tú te has quedado con el
niño y yo me siento ofendido en mi dignidad. En fin,
hay esas extrañas luchas y conflictos de personalidad.
Contesto a la señora García, de Izquierda Unida.
Efectivamente, decía usted, y yo estoy completamente
de acuerdo, que basándose en estadísticas judiciales
como las que yo les he citado del Consejo del Poder
Judicial, aparece claramente que los inmigrantes están
más representados en los agresores. Eso tiene un peligro y es que a los juzgados llegan los casos extremos,
llegan los casos liminares, los casos límite. Desgraciadamente, no tenemos los datos que no llegan. Precisamente mi propuesta ha sido que no esperemos a que
lleguen a los juzgados, que lo hagamos antes de que
lleguen a los juzgados. Por eso la idea de ayudar a las
parejas que tienen problemas, o a los que están, digamos, en programas de ayuda o lo que sea. Literalmente,
anticipar los problemas antes de que lleguen. Efectivamente, como usted sugiere, los estudios no los tenemos.
¿Que valdría la pena hacerlos? Naturalmente. Ojalá ese
famoso observatorio se dedique a hacer esos estudios,
vamos, sería ideal, pero tenemos el CIS, que lleva
muchos años en España, y no hay ningún estudio del
CIS. Yo he hecho algunos estudios en el CIS, pero de
esto no los he hecho porque es francamente difícil.
La señora Torme del Grupo Popular me ha dicho que
sí, que agradece ese estímulo y esa provocación que yo
he tenido. La verdad es que no era mi intención ser tan
provocador, pero a lo mejor es que no puedo ser de otra
forma; qué le vamos a hacer.
Respecto a la discriminación positiva, vamos a ver si
me explico. ¿Cómo voy a estar en contra de la discriminación positiva si yo toda la vida he estudiado con
becas? Desde los diez años hasta mis estudios en
Columbia, todos los años de mi vida estudiantil los ha
pagado el contribuyente y eso es una discriminación
positiva. A mí me han dado esa beca y no se la han dado
a otro; pero la vida está llena de discriminaciones positivas, hay que ayudar a unas personas y no a otras, porque si no todo funcionaría por un sistema de lotería, es
decir, las becas serían por una rifa. No, en las becas hay
que estudiar quién lo necesita más y quién lo va a aprovechar mejor. Se puede uno equivocar, pero las becas es
una forma de discriminación positiva. Lo que ocurre es
que dudo de que en el derecho penal la discriminación
positiva tenga fundamento. Probablemente es una
excepción, a lo mejor, pero es una excepción sagrada.
Eso viene del derecho romano: todos somos iguales
ante la ley, especialmente en la ley penal, ahí sí que no
puede haber delitos para unos y para otros. Sería atroz
que como los jóvenes se estrellan con el coche hubiera
una ley que especialmente sancionara a los jóvenes que
se estrellan con el coche, mientras que si es un adulto el
que se estrella con el coche no habría tanta pena para el
adulto porque es adulto. Sería una discriminación por
la edad verdaderamente monstruosa. Tan monstruosa
como la que va en el anteproyecto por razones de sexo.
Ustedes verán. Después de todo, esta ley va a salir así.
¿Qué habría que hacer en los medios?, también me
pregunta la señora del PP. Repito, informar bien. La
influencia no es tanto de los telediarios como de las
películas, sobre todo en las películas infantiles, donde
hay tanta violencia que difícilmente vamos a poder
contrarrestar eso con buenas informaciones en los telediarios. La violencia que hay ahora en las películas,
sobre todo en las infantiles, llama la atención, es una
violencia gratuita y ésta es la que luego se copia en la
violencia doméstica. Vamos a ver qué quiere decir esto.
La literatura entera es violencia, desde La Iliada, La
Odisea, Shakespeare, yo qué sé. El Quijote. Las obras
literarias son combates, violencia, unos contra otros,
pero no es una violencia gratuita, porque es una violencia moral, o pretende ser moral, es decir, hay uno —San
Jorge y el dragón— que representa lo aceptable en una
sociedad y otro, el dragón, el monstruo, al que hay que
derrotar y hay que vencer y hay que matar incluso, y a
veces de manera cruel. Eso en la sociedad emula que
hay que luchar por las causas nobles e incluso a veces
empleando la violencia. Sí, pero ésta no es la violencia
que tenemos ahora. La violencia que hay en las películas, sobre todo infantiles, es una violencia gratuita, es
decir, yo te pego a ti porque quiero y la idea de pegar al
otro se convierte en algo ennoblecedor sin ninguna justificación, sin que sea un medio para ningún fin, sino un
fin en sí mismo. Me temo que la violencia doméstica en
muchos casos sea una parva imitación de esto que
vemos en las películas, de la violencia por la violencia.
La ley va a salir, ya lo digo, y me dicen qué tengo
que hacer. Pues que se cumpla. Yo he criticado esta ley.
Para empezar, yo creo que es mi misión, porque si yo la
hubiera defendido sería una estupidez, sería perder el
tiempo, lo lógico se criticarla para ver si se mejora.
¿Que sale así como está? Lo único que pido es que se
cumpla. Igual que digo que si se hubieran cumplido las
leyes que tenemos ahora, a lo mejor no habría tanta
violencia doméstica. Eso está muy claro. No es una
cuestión de hacer buenas leyes. En España nos sobran
leyes y nos sobran excelentes leyes, lo que pasa es que
no se cumplen. Hay que ver todas las campañas de tráfico de todos los veranos: ahora se van a cumplir los...;
bueno, se van a cumplir, pero todos los veranos dicen
que se van a cumplir los límites de velocidad y de alcoholemia, pero no se cumplen.
La señora del Grupo Socialista, efectivamente también ha insistido en cosas que ya se han dicho, que las
estadísticas que tenemos son de denuncias, éstas que
deben manejar. Insisto, cuando llegan y son denuncias,
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La señora PRESIDENTA: Señorías, continuamos
con las comparecencias. En este momento tenemos con
nosotros a don Francisco Bastida Freijedo, catedrático
de derecho constitucional de la Universidad de Oviedo,
a quien le damos la bienvenida y agradecemos que esté
hoy en esta Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales
para seguir en la línea de ilustrar, de hacer aportaciones
a este proyecto de ley tan importante que en este
momento tenemos en la Cámara. Señor Bastida, tiene
la palabra.
pues lógicamente se incrementan. Las estadísticas que
tenemos de incremento de violencia doméstica no son
muy válidas porque, lógicamente, las personas ahora son
más libres para denunciar, sobre todo las mujeres, y al
ser más libres ya no tienen ese prejuicio que había antes
y denuncian; pero no nos creamos al pie da la letra o al
pie del número ese incremento de que como suben las
denuncias sube la violencia. Mi impresión es que hace
cien años la violencia doméstica era mucho mayor que
ahora. Desde luego, había más homicidios hace cien
años que ahora en España, en relación a la población,
claro está, y desde luego de tipo doméstico y por celos y
todo eso; incluso las estadísticas distinguían homicidio
por celos, que ahora sería lo más parecido a la violencia
doméstica o al uxoricidio. Eso era muy corriente hace
cien años. Lo que pasa es que, repito, no nos tenemos
que fijar en eso. Ahora llegan más a los tribunales y por
eso quizá no sea muy válida esta estadística, este dato.
Insisto en que la violencia doméstica, por mucho que
nos impresione, y es lo que nos convoca en este
momento, es una parte pequeña de la violencia en
España. En España hay unos tres mil y pico suicidios al
año, por ejemplo, y yo no veo que se haga una ley para
prevenir el suicidio, sería inútil, por otro lado, o sería
poco útil, porque el que quiere suicidarse se suicida.
Se me ha olvidado decirlo antes, en esto de la imitación quizá no me he explicado. Cuando sale una noticia
en el telediario sobre esto, no es que aumente la violencia por esa noticia, eso está estudiado. Cuando hay
noticias de suicidios no aumentan los suicidios, no, lo
que aumenta es la forma de suicidarse. Es un consuelo.
Si decimos que uno se ha suicidado a lo bonzo aumentan los suicidios a lo bonzo, pero disminuyen los suicidios por ahorcamiento; cambia la forma de suicidarse.
No soy tan pesimista como para creer que los datos y
las informaciones sobre violencia doméstica generen
más violencia, pero sí se copian. Cuando se informa
con delectación y con detalle, y se les da pistas de cómo
hacerlo, habría que controlarlo un poco. No censurarlo,
pero los mismos informadores deberían darse cuenta de
que eso puede generar imitación.
Decía la señora del Grupo Socialista, y termino, que
somos la mitad de la población. Es obvio que somos la
mitad de la población, pero todas las que han intervenido son mujeres, ¡qué casualidad! Se cumple exactamente la predicción que yo hacía: a partir de esta ley
este asunto de la violencia doméstica va a ser un asunto
de mujeres. Por eso estoy yo tan a gusto hablando sobre
este particular. Nada más.
El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Señora presidenta, señorías,
agradezco muy especialmente esta invitación que se me
ha hecho para venir a esta Comisión que está debatiendo un asunto tan importante. Para un profesor de derecho constitucional, como yo, estar en el Congreso de
los Diputados es un lujo, una satisfacción y un honor, y
espero estar a la altura de las circunstancias por las que
me han llamado.
A la hora de analizar este anteproyecto, no quisiera
entrar en cuestiones que no domino especialmente,
como puede ser el derecho procesal. Además creo que
va a haber por la tarde comparecencias en este terreno,
y entonces, entrar en las medidas sobre la reorganización de los juzgados o la cuación de juzgados, etcétera,
me parecería de todo punto improcedente. Quisiera
centrarme un poco en el núcleo de lo que aquí se ha
planteado, al menos en los medios de comunicación,
que es el problema de la discriminación positiva y si la
ley es inconstitucional en este sentido o no.
A mi juicio la ley nace con un defecto, si me permiten la expresión, y es que habla de una protección, de
medidas integrales contra la violencia de género, sin
embargo su objeto se centra en la violencia de género
en el ámbito doméstico; por tanto, habría que adecuar
el título al objeto de la ley. Otra cuestión y otro debate
sería: ¿Habría que hacer una ley que realmente abarcase todos los fenómenos de la violencia de género? Yo lo
dejo ahí, en el aire. Acerca de la legislación en Estados
Unidos (que es lo que yo he estudiado, y la discriminación positiva en los años noventa, que es cuando
comenzaba a estar en declive la tesis de la discriminación positiva en Estados Unidos), ha habido bastantes
leyes sobre violencia de género, las más recientes son
una del año 1994, otra del año 1998, otra del 2000 y
ahora acaba de aprobarse una, en el 2004, para penalizar la violencia de género cuando a quien se maltrata es
al feto. Para las mujeres embarazas hay dos sanciones
distintas, sanciones penales por maltratar a la mujer y
además por maltratar al feto. En todas esas leyes, salvo
en ésta, que es muy específica, en todas, la de 1994, la
de 1998 y la del 2000, si se ve el índice, que es apabullante, se advierte que abarca todas las materias que se
consideran relevantes en la violencia de género (no sólo
la violencia de doméstica, que es un epígrafe importante, pero un epígrafe dentro de la ley). Se habla del conjunto del fenómeno de la violencia, por ejemplo: la
violencia en los campus universitarios, que allí tiene
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor
De Miguel, por sus aportaciones. Muchas gracias a los
grupos. Vamos a continuar con las comparecencias a
las trece horas en punto, porque ya está aquí el compareciente. (Pausa.)
— DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE DERECHO
CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD
DE OVIEDO (BASTIDA FREIJEDO). (Número
de expediente 219/000028.)
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bendecida por la Iglesia católica, de manera que la
sumisión parecía más que legal natural. Por tanto,
cuando miramos tan críticamente a los países musulmanes en esa materia, deberíamos ser igualmente críticos con nuestro reciente pasado, sin indulgencias de
ningún tipo.
El problema hoy no es la desigualdad dentro del
matrimonio, no hay leyes desigualitarias, pero el problema sigue siendo la sumisión del hombre y la mujer a
través de un expediente distinto, que es la neutralidad
del Estado. En el país sufragista por excelencia, donde
surgen los movimientos feministas, en los Estados Unidos de América, primero se aplicaba el Common Law, y
esto se concretaba en el rule of thumb o la regla del
dedo pulgar, de tal manera que según decía Blackstone
el esposo, que era responsable de la mujer, precisamente por esa responsabilidad, tenía derecho a esa regla del
pulgar, que era el derecho a azotarla con una vara del
grosor de un pulgar. Eso durante años estuvo existiendo
en Estados Unidos casi hasta finales del siglo XVIII y
principios del XIX. Cuando desaparece esta regla realmente el Estado dice que sólo hay que intervenir en los
asuntos públicos, pero no en los asuntos privados ni en
los ámbitos privados. En la empresa, por ejemplo,
podía haber una coacción del empresario sobre la trabajadora, o de los trabajadores sobre las trabajadoras,
pero eso era un asunto doméstico laboral. Desde luego,
donde más se dice que es el ámbito privado y donde no
debe entrar el Estado es en la casa, siguiendo el aforismo inglés de mi casa, mi castillo; esta es una barrera
infranqueable para el Estado. La doctrina de los tribunales norteamericanos a finales del siglo XIX sobre la
privacidad afectiva era, textualmente —cito una sentencia—. Si no se ha infringido un daño permanente y el
marido no ha mostrado malicia, crueldad o violencia
peligrosa, es mejor cerrar la cortina, dejar fuera el ojo
público y permitir que las partes perdonen y olviden.
Este es el caso del Estado de Nueva Carolina contra
Oliver en 1874. Esto es una doctrina que se extiende
después a otras sentencias, la idea de que el Estado no
debe correr esa cortina, no debe quedar al escrutinio del
ojo público lo que ocurra dentro de casa. Curiosamente,
esta doctrina no se formula en al ámbito penal en Estados Unidos, sino que se formula en el ámbito civil
cuando la mujer demanda a su marido exigiéndole una
responsabilidad patrimonial por los daños causados por
los malos tratos. Entonces dice: No, no quiero que vaya
a la cárcel, lo que quiero es que me indemnice con su
patrimonio. Entonces ahí reaccionan los tribunales y el
Tribunal Supremo diciendo, en síntesis, si usted, esposa, quiere meter a su marido en la cárcel, demuestre que
le ha infligido malos tratos; si usted quiere divorciarse,
no quiere vivir con él, divórciese, aunque en aquel
momento el divorcio no era de mutuo acuerdo y tenía
que manifestarse una causa legítima. De ahí lo que se
ha visto en las películas muchas veces de esgrimir
crueldad mental, porque había que esgrimir alguna
causa, porque, si no, no se podían divorciar. Lo que de
ningún modo puede hacer es pedir una indemnización
especial importancia; la violencia en el trabajo; la violencia en las Fuerzas Armadas. Creo que en España
también ha habido algún caso, pero allí, como llevan ya
mucho tiempo con unas Fuerzas Armadas donde están
hombres y mujeres, se han dado muchos casos y ha
habido que atajar ese problema, bueno, la ley también
ataja o intenta atajar ese problema.
Otra cuestión importante a mi juicio que se regula en
Estados Unidos es la violencia de género en el ámbito
rural, puesto que en él concurren una serie de circunstancias donde el maltratador toma café con el sheriff,
por tanto, al ser amigos intenta poner paz, paños calientes y no admitir o no cursar denuncias de oficio cuando
sabe que hay un maltrato, porque en la zona rural todos
se conocen. En Estados Unidos un capítulo importante
de las leyes se dedica a esta cuestión y también a la
violencia sobre las mujeres mayores en distintos ámbitos, sea en el familiar o sea en residencias de ancianos,
etcétera.
Por tanto, son leyes que, aunque es posible que se
dejen algún fenómeno suelto, sin regular, en general
regulan todo el fenómeno. Insisto, yo no me pronuncio
aquí si es necesario y conveniente hacer una ley de ese
tipo, pero desde luego con el título que se le da al anteproyecto yo esperaría encontrar un índice de la ley, un
objeto de la ley que recogiese transversalmente todo
este fenómeno de la violencia de género. Dejo en el
aire, por tanto, si eso podría ser interesante.
Otra cuestión es, entrando en la violencia doméstica,
que es de lo que se trata en esta ley, si hay que regular
la violencia doméstica en sí, la violencia en lo que en
Estados Unidos se denomina, yo creo que quizá con un
poco de más rigor, la privacidad afectiva. Porque la privacidad afectiva se da en el ámbito doméstico, pero
podría también estar fuera de él, cuando hay separación
de hecho, incluso las relaciones de noviazgo entrarían
en esa privacidad afectiva. A la pregunta de si hay que
regular la violencia doméstica contesto por supuesto
que sí. Históricamente se demuestra cómo el Estado no
ha querido saber nada de esta violencia doméstica; históricamente el dominio fáctico del hombre sobre la
mujer ha sido avalado por las leyes, que se han demostrado especialmente perversas en la desigualdad en el
ámbito familiar. Cuando se consigue la igualdad entre
el hombre y la mujer, persiste la desigualdad entre el
hombre y la mujer casada. Habría que incidir en ese
asunto, en la diferencia entre el hombre, el esposo y la
mujer casada. De tal manera que la mujer soltera se
emancipa con la mayoría de edad, pero pierde esa
emancipación históricamente cuando se casa, y vuelve
a una situación parecida a la de la minoría de edad o de
la incapacidad, etcétera. En otros países la igualdad
legal dentro del matrimonio se consigue a mediados del
siglo XX y aun antes, pero en España con la dictadura
franquista se educó y se legisló en la desigualdad en
todos los campos (civil, penal, laboral, etcétera) cuando
se trataba de desigualdad entre el hombre y la mujer
casada. Esta sumisión fáctica y legal de la mujer dentro
del matrimonio tenía el agravante de estar consagrada y
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por daños, porque —dice— eso, en definitiva, sería
abrir un nuevo método para saquear el patrimonio.
Curiosamente en Estados Unidos lo que hace más daño
es la demanda civil y no la demanda penal. En consecuencia, se suprime la rule of thumb, la regla del dedo
pulgar, de la vara del grosor del dedo pulgar, pero se
sigue manteniendo el dominio a través de ese principio
de neutralidad del Estado, el Estado no debe entrar en
el ámbito privado.
En el campo penal se interviene si las denuncias son
por delitos graves. Si no, la violencia doméstica, incluso cuando se crean juzgados familiares, no es una actividad criminal, sino que responde a unos desajustes
emocionales de la pareja, que han de resolverse por
otras vías, pero no por la vía penal. Por ejemplo, en
1970 y en los años posteriores los boletines de la policía que instruían sobre el modo de comportarse la policía cuando era llamada por un caso de violencia doméstica, decían: Los agentes deben poner paz, intentar
calmar los ánimos, pero nunca crear un problema policial donde sólo existía un problema familiar. Por tanto,
buscar el orden público externo, pero después, dentro
ya, no hay problemas de orden público para el Estado
en lo que ocurra dentro de casa. La privacidad, por
tanto, se erige en un equivalente funcional de la impunidad del castigo. Esta idea de que el Estado tiene que
regular la privacidad afectiva o la privacidad doméstica
lo pone de manifiesto, me parece, el dictamen del Consejo de Estado. Yo creo que está muy bien hecho ese
dictamen, y comparto muchas de esas cosas, pero no
deja de ser curioso que en este dictamen del Consejo de
Estado se diga lo siguiente, cuando pone una objeción a
la transformación de faltas en delitos: Mientras que la
persecución de las actuales faltas de amenazas y coacciones leves exige denuncia de la persona agraviada o
de su representante legal, tras su conversión ahora en
delito pasarían a ser perseguibles de oficio, con todo lo
que supondría de posible ampliación indebida de actuación de terceros en conductas que se inicien en el ámbito de las relaciones y convivencias de pareja. Por tanto,
si convertimos las faltas en delitos es perseguible de
oficio. El Estado debe actuar de oficio en algo que nace
de unas desavenencias de pareja? No sé si de manera
subliminal surge la teoría de que dentro del matrimonio, salvo en circunstancias graves, no hay actividad
criminal sino desajustes emocionales de la pareja. Yo
no creo que esa sea la intención del Consejo de Estado,
pero subliminalmente parece que está así.
En suma, es necesario regular la violencia doméstica, otra cosa es cómo regular la violencia doméstica
dentro de la legislación y, más en concreto, del Código
Penal. Por tanto, y ese sería el meollo de la cuestión,
¿hay que tratar específicamente la violencia de género
dentro de la regulación de la violencia doméstica? Dentro de esto, ¿se puede hacer en el Código Penal? Esto
nos lleva al problema de la igualdad de trato, alguno
diría de la igualdad de malos tratos. Nos topamos otra
vez con la neutralidad del Estado, pero aquí de un signo
distinto. El Estado y la Constitución reconocen el prin-
cipio de igualdad, y el principio de igualdad establece
un principio de neutralidad: todos son iguales en la ley
y todos son iguales ante la ley. ¿Puede hacer la ley diferenciaciones? ¿Puede hacer diferenciaciones en razón
del género o de la raza de las personas? Esa es la cuestión fundamental, y sobre todo: ¿Lo puede hacer en el
Código Penal?
Una de las grandes conquistas del Estado moderno es
precisamente el principio de igualdad, la supresión de
privilegios, de privis legis, es decir, de leyes privadas, en
función del destinatario de la ley. Estamentos, clero,
etcétera, todo eso se suprime porque todos son iguales
ante la ley. Por tanto, se eliminan los estatus, pero no se
eliminan totalmente. Algunos estatus se considera que
son legítimos y que deben existir, por ejemplo, el estatus
de extranjero o el estatus del menor de edad. De manera
subrepticia se entiende que la mujer, sobre todo la mujer
casada, como vimos antes, también está en una especie
de estatus encubierto bajo la idea de familia y de la patria
potestad en manos del esposo. Por eso los movimientos
feministas siempre han luchado por el principio de igualdad y, por tanto, por la eliminación de ese estatus que era
vejatorio y discriminatorio para la mujer. Este lema
feminista de principios de siglo sería, ante las propuestas
diciendo que tiene que haber un estatus porque a la
mujer hay que protegerla, frente a esas medidas supuestamente protectoras de la mujer: diferencias no, gracias,
estatus no, gracias. Por tanto, la igualdad es un bien en sí
mismo, la igualdad formal del hombre y de la mujer; lo
que pasa es que eliminada la discriminación jurídica persistió la discriminación fáctica. Esto se consolida con el
principio de neutralidad del Estado, es decir, ni el Parlamento, ni el Gobierno y la Administración, ni los jueces
pueden favorecer a alguien en contra de otro, porque
entonces rompemos el principio de igualdad y de equilibrio de que todos son iguales; sin embargo, en la medida
en que persistía esa desigualdad, con el wellfare state,
con el Estado social, como todos ustedes saben, se establece un principio donde cabe tratar desigualmente las
situaciones desiguales. El artículo 9.2 de la Constitución
(y me figuro que aquí ya se ha hablado de él en la primera hora de la mañana por lo menos), establece, siguiendo
casi miméticamente el ejemplo italiano del artículo 3.2
de su Constitución: El Estado tiene la obligación de
remover los obstáculos que impidan la igualdad y la
libertad efectivas de los ciudadanos. Esto hace que en
Estados Unidos —nos aproximamos así a la discriminación positiva o discriminación inversa o afirmative
action, como quieran llamarle— se entiende que debe
haber no sólo trato desigual, porque el trato desigual se
puede hacer en cualquier momento, simplemente basta
decir que es necesario, que es proporcional y que es justificado. La cuestión es: ¿Se pueden establecer tratos
desiguales por razón de raza, sexo o religión? Eso ya es
discriminación. Por tanto, la desigualdad se convierte en
discriminación cuando no hay razones justificativas para
la desigualdad, pero cuando las desigualdades son por
razón de raza, sexo o religión se presume que no hay
bajo ningún concepto justificación para ese tipo de des-
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igualdades, por tanto, en principio, son ya declaradas
inconstitucionales ese tipo de desigualdades. En Estados
Unidos, más por razones de raza que de sexo, pero también de sexo, se entiende que históricamente, como ustedes saben, la raza negra fue preterida; había un estatus
del negro, un estatus también de la mujer y después de la
mujer casada. Se intenta paliar ese retraso histórico
haciendo medidas y políticas de desigualdad, pero de
desigualdad que afectan a raza o sexo; por tanto, se habla
de discriminación positiva, porque se parte de la base de
que eso es una discriminación, en principio inaceptable y
con una presunción de que no se podría deshacer. Excepcionalmente, dadas esas circunstancias, se permite deshacer esa presunción y se admite la discriminación positiva en los años setenta, con medidas de reserva de
determinados puestos de la Administración para negros.
Una de las sentencias más famosas es por reserva de lo
que hoy aquí se llama el MIR para los médicos residentes; había un cupo de plazas de MIR que se reservaban a
los negros. Un médico blanco recurrió, porque tenía más
puntos que uno negro, diciendo que eso era inconstitucional y el Tribunal Constitucional, en los años setenta
declara que eso es constitucional, y ahí se inicia el concepto o la doctrina de la discriminación positiva o de la
afirmative action. La cuestión es que esto es una discriminación y a foto fija es injustificable esa discriminación. El joven médico blanco dirá: Oiga, y yo qué culpa
tengo de esto. Por tanto, a foto fija eso es injustificable,
pero en la película histórica, que es lo que dice el Tribunal Supremo, hay que hacer este tipo de discriminaciones siempre que sean proporcionadas, que no se diga:
ahora todos los médicos van a ser negros; tiene que ser
proporcionada, pero sí cabe que alguien acceda con
menos mérito y capacidad a una plaza que otro que tiene
más, siempre que sea una medida temporal y para paliar
esa situación.
Los movimientos feministas miraron con recelo este
tipo de políticas, porque dijeron: A ver si esto va a ser la
puerta falsa por la que nos llevan otra vez a un estatus, de
tal manera que vamos a estar en el estatus de mujeres
que si estamos aquí no es por nuestra valía, sino por la
mala conciencia del Estado de que nos tiene que poner
aquí. Eso realmente lo rechazaban algunos movimientos
feministas, mientras otros decían: Esta es una oportunidad para conseguir la igualdad, y, en definitiva, si hay
estas plazas, no es porque yo sea mujer o porque yo sea
negro, sino porque estoy en una condición histórica
donde he sido desfavorecido. En el siglo XIX nadie
decía nada cuando las mujeres no podían acceder a estos
trabajos, nadie se acordaba de esa cuestión.
En Estados Unidos la justificación constitucional de
las acciones afirmativas desde luego siempre era en el
campo distribuidor del Estado —lo veremos ahora con
un poquito más de detalle—, no en el Código Penal,
sino en el campo de distribución de recursos del Estado, y el Estado orientaba los recursos haciendo discriminación inversa. Justamente cuando decae esta doctrina en Estados Unidos en los años noventa, con Reagan,
comienza a decirse que ya no puede haber más discri-
minación positiva, que esto es una injusticia, que ya no
cabe la idea esa de a foto fija, pero la película..., no hay
argumento para justificar una injusticia actual a cuenta
de remediar una injusticia pasada. En esa época, que
coincide justamente cuando estoy estudiando este tema
en Estados Unidos, me acuerdo que se iba a nombrar
por Reagan, —no, con posterioridad a Reagan— a los
magistrados del Tribunal Supremo, que como saben
ustedes tienen que pasar un hearing o un examen parlamentario para ver si es que cumplen determinados
requisitos. Los nombramientos que se pretendían eran
de jueces muy conservadores. Uno de ellos era Thomas
Clarence, que era un negro que en aquel momento además estaba cuestionado en la Comisión por acoso
sexual a unas secretarias en épocas pasadas. Ya saben
que en Estados Unidos eso además se lleva muy a rajatabla. Una de las preguntas que se le hacen en la Comisión es: Qué opina usted de la doctrina de la discriminación inversa. Él dice que está en desacuerdo con eso
(a pesar de que él es negro está en desacuerdo con esa
doctrina), pero una senadora le dijo: Oiga, pero usted
fue a la Facultad de Derecho gracias a un programa de
discriminación inversa, que si no usted no hubiera
accedido a la facultad, con lo cual él se calló. Llega un
momento en que esto ya se convierte más en una cuestión ideológica que de otro tipo. Cuando en Estados
Unidos en los años noventa cae la doctrina, se recibe en
Europa, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
y también nuestro Tribunal Constitucional, y me figuro
que aquí se han mencionado algunas sentencias sobre
la aceptación por parte del Tribunal Constitucional del
principio de discriminación positiva con una serie de
condiciones, pero, en fin, sí es aceptada.
Pues bien, la cuestión es si cabe la discriminación en
el Código Penal. Ahí, por lo que yo he leído al profesor
Peces-Barba, manifestaría cordialmente una discrepancia. Aquí habría que distinguir dos facetas del Estado.
No es lo mismo el Estado cuando regula la libertad,
cuando delimita la libertad o cuando pone límites a la
libertad, que cuando el Estado distribuye recursos, por
tanto, cuando el Estado es prestacional, y desde luego,
no puede comportarse de la misma manera. El Estado,
por ejemplo, no puede prohibir la pornografía; no
podría prohibir la pornografía como manifestación en
sí, puede poner límites, horario de exposición de pornografía, si tiene que ir envuelta en un plástico, etcétera,
aunque eso podría chocar incluso con la libertad artística, literaria. En Estados Unidos existe el test Miller
para saber si una obra es pornográfica o no, pero en
todo caso se dice: El test de constitucionalidad es muy
estricto. Si el Estado prohíbe la pornografía tiene que
demostrar con muchísimas razones por qué la prohíbe,
porque está actuando en un campo de la libertad del
ciudadano. Cosa distinta es que el Estado en un su actividad prestacional o de fomento ya oriente sus recursos
hacia una actividad artística o hacia otra. El que el Estado destine sus recursos a promocionar el teatro clásico
y no una producción de películas pornográficas no
supone quiebra del principio de igualdad, porque el
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Estado en su política de orientar sus recursos los lleva
hacia un lado o hacia otro; por tanto, ahí el test de constitucionalidad tiene que ser mucho más laxo.
Pues bien, aquí estamos ante algo parecido. Una
cosa es la cantidad de medidas importantes que establece este proyecto de ley para favorecer a la mujer en
cuestiones laborales, en tutela incluso judicial... Yo
creo que a la tutela judicial, que es una actividad prestadora del Estado —que oriente sus recursos para proteger a una víctima que en un porcentaje altísimo es la
mujer es aceptable—, constitucionalmente es difícil
ponerle algún reproche. Si fuese excesivo y dejase desprotegidos a los demás ciudadanos y sólo hubiera tutela
judicial efectiva para la mujer, pues sí, pero no creo que
ese sea el caso. Sin embargo, cuando se trata del Código Penal, cuando se trata de limitar la libertad, yo sería
mucho más cauto, desde luego, y lo digo claramente,
establecer tipos penales donde se dice el esposo que
maltrate a la esposa tiene una determinada pena, pero
no al revés, es inconstitucional, y sobre todo más que
inconstitucional, que es lo que más debería preocupar a
este Parlamento, yo creo que no es eficaz, porque se
puede conseguir el mismo efecto por otra serie de vías
distintas. Si se puede evitar este reproche de inconstitucionalidad y lograr el efecto, que es de lo que se trata,
de conseguir los mismos efectos de protección de la
mujer, sería bueno. No creo que sea inconstitucional
incluso —fíjense, por discriminar, no es discriminar,
porque ahí no hay discriminación— dar un trato desigual a la mujer como sujeto pasivo, es decir, de igual
manera que se puede proteger a los niños de una manera especial o se puede proteger a los discapaces, aunque
una feminista en Estados Unidos diría: Ojo, que estamos ya introduciendo un estatus. Al margen de eso,
puede suceder que en las circunstancias actuales el
sujeto pasivo se mencione, como tal sujeto pasivo y
como condición para agravar la pena, que sea una
mujer la maltratada. En la ley no es mujer maltratada
sino que es la esposa, con lo cual en el ámbito familiar
habría que ver qué ocurre con las otra mujeres (con las
mayores, con las hijas, etcétera). Donde está la inconstitucionalidad, a mi juicio, es en el sujeto activo, cuando sólo como sujeto activo figura el esposo; ahí es
donde creo que está, y además esto, insisto, se puede
evitar por otra serie de caminos que son perfectamente
constitucionales.
En Estados Unidos, estas leyes que les dije de 1994,
1998, 2000, nunca dicen el esposo, siempre dicen el
cónyuge, el cónyuge que golpea, a veces dice a la esposa, pero dice el cónyuge, y a veces no dice la esposa,
dice el cónyuge que golpea al otro; como en el 95 por
ciento de los casos el que golpea es el marido, ya le cae
ese agravamiento de la pena sin tener que mencionar
específicamente. Se entiende que eso podría ser, aparte
de inconstitucional, más de cara a la galería: fíjense
cómo se preocupan de las mujeres que aparece el marido mencionado específicamente. Yo creo que el efecto
que se pretende se consigue de una manera distinta.
Después hay otra cosa importante que es que estas
leyes integrales a mí me ofrecen ciertos reparos, como
tales leyes integrales. El Estado codifica, hace el
Código Civil, el Código Penal, pero cuando nos ponemos, ante un problema concreto, a regular este problema de manera transversal, acabamos deshaciendo
todos los códigos. No podemos confundir, yo creo,
una ley, hacer una ley con hacer un tríptico de medidas o hacer una monografía sobre un determinado
tema. Corremos el riesgo de estar haciendo inconscientemente estatus, porque hoy hacemos una ley de
protección de la mujer o contra la violencia de la
mujer, mañana será contra los gays y lesbianas, pasado, contra los que son de religiones minoritarias. Acabamos, sin darnos cuenta, legislando en un multiculturalismo extraño, como si el principio de igualdad
fuese un principio de intolerancia. Estamos dando un
poco a veces la vuelta a la cuestión.
Otro punto importante es que, como decía Camus,
hacemos muchas reglas cuando nos olvidamos de los
principios. Y yo creo que a veces estamos incurriendo
en eso, estamos haciendo reglas para esto, Código
Penal, el artículo tal, el otro artículo, el otro artículo,
Estatuto de los Trabajadores... ¿No nos estaremos olvidando de los principios? Este problema que existe, que
es real, pongámoslo en los principios y hagamos que se
irradie a cualquier parte del ordenamiento jurídico. En
concreto, para no crear una nebulosa, en las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal podría
introducirse una serie de cambios para que, fuese cual
fuese el delito, lo importante fuera la circunstancia de
que se comete el delito en el ámbito doméstico de la
privacidad afectiva o familiar, y eso agravarlo, sea
quien sea el que haga el maltrato dentro del ámbito
familiar y sea quien sea el sujeto pasivo. En el artículo 22, cuando dice que son circunstancias agravantes,
etcétera, se podrían introducir una serie de precisiones.
Por ejemplo, dice el citado artículo 22: Circunstancia
agravante, ejecutar el hecho mediante disfraz, con
abuso de superioridad o aprovechando las circunstancias de lugar, tiempo o auxilio de otras personas. Se
podría especificar, cuando se habla de lugar, pues se
presume que siempre es el lugar lo que agrava la conducta, aprovechar la actuación dentro del ámbito de la
privacidad afectiva, o aprovechando la relación de afectividad, para que englobe también a los novios, que no
tienen a lo mejor ese lugar específico de domicilio conyugal. Especificar el artículo 22 esa presunción o que
concurre esa agravante, «siempre que se trate del domicilio», no sé si sería suficiente, pero sería importante.
En el artículo 23, cuando se dice «la circunstancia
mixta de parentesco», yo creo que habría que eliminar
el término parentesco, porque a veces no hay parentesco en las relaciones afectivas y sin embargo de lo que
se trata es de atajar ese tipo de violencia. Habría que
regular el artículo 23 de otra manera e incluir también a
los tutores, por cierto, que no están; sería una medida
importante.
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Incidir mucho en el aumento de penas no sé si es
contraproducente, porque a lo mejor se retrae más de
hacer denuncias cuanto más elevada sea la sanción
penal. En todo caso, en los supuestos más dramáticos,
el maltratador tiene un desprecio olímpico por la pena
que se le pueda imponer; está dispuesto a morirse, a
quitarse la vida. Entonces, hasta qué punto el Código
Penal es la medida más efectiva.
En cuanto a la ley, y voy concluyendo ya, presidenta,
me ha llamado la atención, pero a lo mejor tiene una
justificación que yo desconozco, cuando define —yo
creo que hay que definirlo— lo que es la violencia
doméstica. En el artículo 1.3 dice: La violencia de
género a que se refiere la presente ley comprende todo
acto de violencia física y psicológica, incluidas las
agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad. ¿Puede
haber en el seno del matrimonio una privación de la
libertad de la mujer que no sea arbitraria? No sé a qué
se refiere lo de privación arbitraria de libertad. Será
privación de libertad, entiendo yo; a lo mejor es un lapsus. Así, no sé a qué se refiere.
Y, para concluir, las medidas en el ámbito educativo.
Yo creo que es muy importante el problema de la educación. Este Parlamento debería estudiar ese problema
de fondo, porque yo, y les hablo como docente, creo
que cada vez más se confunde la enseñanza con la educación y los padres confían la educación de sus hijos a
los enseñantes, olvidándose de que hay un principio
básico, que es que ellos están ordenados por el Estado
—esto no es un problema de privacidad—, los padres
tienen la obligación estatal de darles la educación a sus
hijos. Habría que incidir en ese aspecto en general, no
ya en este tema, sino en general, porque es un problema
pavoroso que existe. De igual manera, y concluyo definitivamente, debería plantearse con seriedad el Estado
su política educativa, sin tantos miramientos como a
veces existen. A mi juicio es un tanto contradictorio
decir que tienen que promocionarse los valores de
igualdad, etcétera, y luego permitir colegios privados,
aunque no sean concertados, simplemente privados,
donde hay una educación segregada de niños y niñas.
Si el artículo 27 de la Constitución dice que tiene haber
una enseñanza en los principios constitucionales, y se
entiende que los principios constitucionales pasan por
este fomento de la igualdad y de la educación en valores igualitarios, no sé hasta qué punto es permisible esa
circunstancia. O no sé hasta qué punto es permisible
mantener financiación a organizaciones religiosas
donde toda su estructura es estrictamente machista. No
sé cómo por una parte se dice que hay que promocionar
los valores iguales, pero, por otra, se financia ese tipo
de organizaciones religiosas. Esto es como querer, y
ésta es otra contradicción de este país, hacer una ley
integral de protección de los animales pero luego subvencionar espectáculos taurinos. Y no es que yo sea
antitaurino militante ni nada por el estilo, simplemente
señalo que eso es una contradicción que ahí está. Y
vuelvo a la idea de que el Estado, cuando distribuye sus
recursos, debe estar pensando en los principios constitucionales que lo inspiran.
Perdón, porque creo que me he extendido demasiado
y muchas gracias.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, profesor
Bastida.
Iniciamos las intervenciones de los grupos. Tiene la
palabra la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Doy las gracias al
señor Bastida, ha sido un placer su exposición. Sólo
voy a hacer una pregunta. Muchos de los aspectos que
ha manifestado la verdad es que los comparto casi
totalmente.
No me ha quedado claro si en Estados Unidos en
estos momentos hay realmente una diferenciación de
discriminación positiva también en el Código Penal o
no. También me gustaría saber si conoce si en algún
otro país, fundamentalmente en Europa, hay alguna
experiencia como la del proyecto de ley que nosotros
pretendemos llevar adelante.
La señora PRESIDENTA: Señora Uría.
La señora URÍA ETXEBARRÍA: Muchas gracias,
profesor Bastida, por su interesante exposición. Yo ya
había visto con curiosidad su participación, cuando fue
propuesto, no sólo porque es profesor de Derecho constitucional, sino porque se le presentó, o así lo manifestó
el grupo proponente de la iniciativa, Izquierda VerdeIniciativa per Catalunya-Els Verds, como experto en
materias de discriminación positiva. Se da además la
circunstancia de que en algunas de las manifestaciones
que ha hecho, con mucho más criterio que yo, por
supuesto, y más doctamente manifestadas, hay alguna
coincidencia con reflexiones que me sugería a mí la
presentación de este proyecto de ley por parte del
Gobierno.
La primera es que él se manifiesta partidario de que
la ley que se haga para erradicar las situaciones de violencia, las situaciones estructurales de desigualdad,
tiene que ser más global que lo que es la mera contemplación de las situaciones de violencia. Yo creo que eso
es así, la formación política a la que represento así lo ha
sostenido. El problema de la desigualdad debe abordarse en la idea de promover la autonomía y de fortalecer
la posición social, económica y política de las mujeres,
lo que se llama, dicho sea entre comillas, empoderamiento de las mujeres. Ésa será la vía, creo yo, para que
las situaciones de violencia concluyan. Existe en este
momento un único intento de regular una situación de
este estilo y, si se me permite hacer propaganda, es la
apadrinada desde las instancias vascas. Está en este
momento en el Parlamento vasco una ley integral de
igualdad de los hombres y de las mujeres que yo pienso
que podría ser ejemplo o pauta de lo que usted decía y
que ignoro si existe en alguna otra parte.
En el otro aspecto en el que usted es experto, que es
en el de la discriminación positiva, me interesaba una
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cuestión: si se define la discriminación positiva, jurídicamente hablando, como desigualdad producida por el
Derecho, si es la propia norma jurídica la que promociona las diferencias ante situaciones que son diferentes. Yo creía que esto se podía predicar y era lógico
respecto de determinadas cuestiones; parecía muy
obvio o muy evidente si estábamos hablando de actividad prestacional del Estado, es decir, si era el acceso a
servicios, el acceso a bienes determinados, pero era
mucho más difícil predicar estas acciones afirmativas
cuando estamos hablando de materia penal. Aunque
todas lo hemos hecho, yo misma, todas (empleo el
femenino porque somos más mujeres que hombres
entre las ponentes), todas y todos lo hemos hecho, creo
que, respecto de la materia penal, no hay quizá que
hablar de discriminación positiva, sino que habría que
buscar otros ámbitos. En esto quizá discrepo algo de
usted, porque yo sí creo que tiene que ser posible
encontrar tipos penales que protejan especialmente a
las mujeres de ese tipo de conductas; a lo mejor debiera
ser a través de un bien jurídico protegido distinto. En
este tipo de violencia que se produce en el ámbito
doméstico, además del factor vida, integridad o dignidad de la persona, habría también una idea de humillar
o de someter, o un afán de superioridad; a lo mejor es
más correcto el camino que usted sugería de utilizar
agravantes, ir al artículo 22 del Código Penal y dejar el
tipo penal neutro. A mí tampoco me resultaría repugnante incluirlo dentro del propio tipo, entendiendo que
hay un bien jurídico distinto que el que se ofende con
otro tipo de actos agresivos cuando se producen en un
ámbito distinto de esto que ha sido un entorno doméstico, o sin llegar a ser doméstico; entendemos por tal a
veces la violencia en relaciones que fueron de afecto y
que han degenerado con posterioridad, sin que haya
habido siquiera convivencia. Me han parecido interesantes sus reflexiones al respecto y creo que por ahí
debiéramos ahondar; antes que hacer definiciones objetivas de tipos penales distintos hay que intentar buscar
algo que, siendo los tipos penales neutros, nos permitan
entender que es el hecho distinto porque ofende a bienes distintos y no derecho en función de las personas.
Me sorprendió como a usted la frase a la que usted se
ha referido, del informe del Consejo de Estado, cuando
dice que no hay que meter a terceros en las relaciones
de familia. Yo soy del criterio, creo que casi todo el
mundo hoy en día lo es, de que efectivamente los poderes públicos tienen que entrar a regular estas situaciones que son de delincuencia y no de mera situación
intramuros de lo que es el entorno familiar. Pero a lo
mejor también era posible no ir al endurecimiento de
penas sino introducir las faltas de oficio, que ya han
existido en otros momentos del Código Penal —creo
que todavía existe ahora alguna—, en lugar del endurecimiento de penas o lo que supone de elevación de
escala convertirlos en delito. Me ha gustado también
que usted haga referencia a la posibilidad de objetivar
los tipos penales utilizando la expresión de la pareja
(usted ha dicho el cónyuge, yo digo la pareja por intro-
ducir otro tipo de relaciones) y a que, como el 95 por
ciento de las situaciones de violencia se producen de
hombres frente a mujeres, sin mencionar expresamente
a las mujeres se habría conseguido el efecto que se pretende de penar más duramente estas conductas o de
tipificar estas conductas. Ésa es una solución que también en su informe sugiere el Consejo de Estado y que
a mí me había parecido que era un buen camino o un
camino posible de transitar en las enmiendas que vayamos a hacer las distintas formaciones políticas.
Finalmente, también me ha gustado, y lo habíamos
comentado varias portavoces en uno de los intermedios,
su inquietud por la codificación o descodificación que
hacemos con leyes de este estilo, en las que se abordan
multitud de materias dejando sectorialmente mutilados
otros sectores del ordenamiento que ya no están globalmente introducidos en una única norma, sino que están
fragmentados por aquí y por allá. A nosotros nos
incumbe, como legisladores, tener ese especial cuidado
por esta segmentación y, en la medida de nuestras posibilidades, si usted nos puede dar alguna idea, intentaremos evitarlo y acertar con nuestras enmiendas a la hora
de redactar la norma. Muchas gracias de nuevo por su
intervención.
La señora PRESIDENTA: La señora Bonás, tiene la
palabra, por Esquerra Republicana de Catalunya.
La señora BONÁS PAHISA: Gracias, doctor Bastida. Ha reflejado en su exposición muchas de nuestras
dudas sobre este anteproyecto. Muy concretamente,
además de que dudamos de la eficacia punitiva de este
anteproyecto para reducir la violencia de género, ¿no
cree usted que se utilizan muchas expresiones como
impulsar, contribuir, buenas intenciones, pero no sabemos si hay algo que se pueda articular después, más
tarde, de forma obligatoria? Y un último apunte. Ha
hablado de educación y yo quería preguntarle si en
estas leyes hay experiencias de cómo regular la presencia de la violencia en los medios, tanto cinematográficos como de noticias, si hay alguna experiencia en este
aspecto.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el
Grupo Catalán la señora Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: Muchísimas gracias, profesor Bastida por su intervención. En
Convergència i Unió compartimos muchos de los puntos que usted ha planteado, si no como conclusiones, al
menos en este ámbito en el que nos movemos de estar
escuchando opiniones acerca de determinados puntos
de este proyecto, que nos pueden causar algún tipo de
interrogantes. A este efecto le quiero decir que su intervención ha sido, al menos para la portavoz que le habla,
muy ilustrativa. Nosotros compartimos también algo
que usted ha dicho al comienzo de su intervención, que
era la necesidad de acotar el título de la ley, decir que
era una violencia de género en el ámbito doméstico.
Porque esta violencia de género se produce en muchos
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Congreso
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otros ámbitos, en el ámbito laboral, por ejemplo, en el
ámbito institucional también. Yo creo de todas maneras
que del anteproyecto al proyecto este tema ha sido
resuelto, puesto que, si no entiendo mal el artículo 1, al
definir cuál es el objeto de la ley, ya dice que es perseguir las conductas que se producen como violencia de
género cuando se ejerce sobre las mujeres por parte de
quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes
estén o hayan estado unidas a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. Por tanto, yo
entiendo que en este artículo 1.º ya se acota este objetivo, este objeto de la ley.
Lo que entonces sucede, desde nuestro punto de
vista, es que en la ley falta alguna cuestión y sobra
alguna otra. ¿Qué faltaría? Faltaría, por ejemplo, el
tema de la mutilación genital. La mutilación genital se
practica en el ámbito doméstico y, si bien a juicio de
quien le habla está ya contemplado como tipo punitivo
en el Código Penal, se echa de menos la posibilidad de
persecución extraterritorial de la comisión del delito.
Porque sabemos que, además de cometerse en el ámbito doméstico, en su residencia en el Estado español, se
comete también aprovechando lo que se llaman viajes
de vacaciones, etcétera. Desde el Consejo General del
Poder Judicial no es la primera vez que se solicita una
modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial con
el objeto de que se pudiera perseguir, como se hace en
otros delitos, este delito de manera extraterritorial. Me
gustaría saber su opinión al respecto.
Y desde este punto de vista de acotar el ámbito, hay
algún artículo quizá extemporáneo, como por ejemplo
cuando se habla de que al trasponer la directiva de
acoso en el ámbito laboral, la Directiva 2002/73, se
dice que se hará una regulación específica del acoso en
el ámbito laboral. Entendemos que esto no es estrictamente el ámbito de la relación intrafamiliar que define
la ley en el artículo primero de la ley cuando acota la
violencia de género al ámbito familiar. Nos gustaría
también saber su opinión.
Con respecto a lo que usted ha comentado del dictamen del Consejo de Estado, me sumo a las palabras que
ha dicho la portavoz que me ha precedido en el uso de
la palabra, pero quiero decirle también que yo creo que
esto ya está resuelto en la legislación aprobada, si bien
todavía no ha entrado en vigor, de la modificación del
Código Penal. En la modificación del Código Penal
que se aprobó al final de la pasada legislatura ya se
decía, al hablar del artículo 620, al hablar de las faltas,
que cuando se trataba de amenazas, coacción, injuria,
vejación injusta, etcétera, en los supuestos de este apartado las personas a las que se refería el artículo 173.2,
es decir, las del ámbito doméstico, a éstas no les era
exigible la denuncia cuando se refería a estas conductas
del párrafo anterior. Esta acotación del Consejo de
Estado la verdad es que a mí me es difícil entenderla,
porque esto, desde mi punto de vista, ya se aprobó la
pasada legislatura; esto ya excedía lo que era el ámbito
privado.
Me ha gustado mucho toda su información acerca de
que si bien las acciones positivas están pacíficamente
afectadas, tanto doctrinalmente como sociológicamente, en lo que se refiere a los bienes escasos, a las medidas de carácter laboral, etcétera, genera mayor problemática, quizá no tanto constitucional como en cuanto a
la eficacia, el tema de la acción positiva en el Código
Penal. Yo aquí me apuntaría también a incluir algún
tipo de agravante en el artículo 22, quizá a través del
apartado 2.º, e incluso del apartado 4.º cuando habla de
sexo, desprecio de sexo. O quizá también podía incluir
algún subtipo agravado en algún tipo específico. Pero
quizá valoraría un poco más hacerlo por diferencia en
el ofendido o la ofendida o bien en el causante o en el
sujeto activo de estas conductas.
A mí me ha parecido entender que usted no era partidario de generalizar el aumento de penas a todos los
componentes del ámbito familiar. Me gustaría que me
aclarara si esto es así. Y finalmente me gustaría saber
su opinión acerca de estos juzgados de violencia contra
la mujer de nueva creación, si usted piensa que son idóneos para la consecución del fin al que van destinados o
si sería suficiente con una buena articulación de coordinación a través de la Fiscalía, por ejemplo, en los juzgados penales y en los juzgados civiles o de familia
actualmente existentes.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular
tiene la palabra la señora Méndez Monasterio.
La señora MÉNDEZ MONASTERIO: En primer
lugar quiero agradecer la comparecencia del catedrático don Francisco Bastida y también manifestar que
estamos de acuerdo en bastantes de las cosas que ha
expuesto. Nos gratifica que uno de los argumentos que
nosotros esgrimimos para la mejora de esta ley, que es
que no se puede penalizar a una persona ni imponer una
sanción solamente porque sea hombre o mujer, o tipificar un delito solamente por razón de sexo, pues una de
nuestras premisas para intentar modificar el planteamiento de esta ley, sea compartida por el catedrático de
derecho constitucional don Francisco Bastida, que sea
de esa opinión, además bastante mejor documentada
por lo menos que la mía lógicamente, como catedrático
en la materia.
Superado el tema, que ha quedado realmente claro,
de la constitucionalidad o no de que existan delitos
solamente para hombres, hay un segundo tema sobre el
que sí que me gustaría que se pronunciara y es cuál
sería su opinión en cuanto a incluir no solamente, como
víctima de este tipo de delitos a la mujer, sino también
a los niños, a los menores, a los ancianos, a todos aquellos que pueden ser víctimas de violencia doméstica
dentro del seno del hogar, donde se realizan este tipo de
actuaciones. Porque el artículo 153 del Código Penal,
como bien sabe usted, incluye como sujetos pasivos a
todas las personas que formen parte del núcleo familiar: ancianos, niños, hermanos, etcétera. Querría saber
si usted cree que sería muchísimo más eficaz la persecución de este tipo de delitos de violencia doméstica
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incrementando como víctimas a los menores, a los
niños, teniendo en cuenta además que muchas veces el
mal que se infringe sobre la mujer o los daños que se
causan a la mujer también se infringen a los niños, a sus
hijos, precisamente para hacerle daño a la mujer. Todas
esas relaciones de violencia doméstica pienso que están
muy cohesionadas, interconexas, y pensamos que no
sería la ley tan eficaz si se limitara solamente a las
mujeres. Le pido su opinión con respecto a si sería
mejor y mucho más eficaz esta ley si se ampliara que
las víctimas pudieran ser los ancianos y los niños.
Usted ha dicho, y también me parece que lo ha
comentado la representante del Grupo Parlamentario
Socialista, que no le gusta el sistema codificador de
esta ley, que se hace una ley de carácter transversal y
que además crea un determinado estatus, porque solamente se perseguirían los delitos contra las mujeres; y
ha dicho que le parecería muchísimo más adecuado
poner agravantes en los tipos del Código Penal y en la
Ley de Enjuiciamiento Criminal. Pero a mí me gustaría
que nos dijera su opinión respecto a si crearía esta ley
un determinado estatus solamente porque va dirigida
hacia la mujer como víctima de esta violencia doméstica o si, desde su punto de vista, no caería en ese error si
fuera una ley codificadora de todo lo concerniente a la
violencia doméstica dentro, lógicamente, del seno del
hogar. Si de esa manera sería una ley más integral, además incluyendo, como decía, entre las víctimas de esa
violencia doméstica, a niños y a ancianos.
Usted ha manifestado al inicio de su comparecencia
que no iba a entrar en los temas de los juzgados, porque
a lo mejor comparecerían especialistas de Derecho procesal. Pero, como un experto en Derecho, a mí sí que
me gustaría que si puede, si quiere, se manifestara
sobre lo que le ha preguntado ya una diputada si sería
mucho más eficaz para que este tipo de delitos y todo lo
concerniente y todo lo relacionado con ellos, todas las
medidas que se dictaran en temas relacionados con este
tipo de violencia, un juzgado específico, como se plantea en este proyecto, o si sería mejor especializar un
juzgado de instrucción, o los juzgados de familia. Porque si no, desde nuestro punto de vista, a lo que se
podría llegar es a que se sancionaran o se decidieran
determinados temas en diferentes juzgados solamente
por la víctima o por el autor del tema en concreto. Por
lo tanto, si lo estima usted oportuno, me gustaría que se
pronunciara.
El tema de la educación también nosotros pensamos
que es un crucial, que es muy importante para la prevención de este tipo de conductas. Usted ha comentado
en su intervención que quizás el hecho de que existiera
esta discriminación en cuanto al autor de los delitos no
haría que fuera más eficaz esta ley.
¿Usted nos puede decir o ampliar datos por los cuales cree que esta ley pudiera ser más eficaz? Porque a lo
mejor hay medidas que no se contemplan, medidas de
carácter preventivo. Algunos de los comparecientes han
dicho que era una ley que estaba quizás excesivamente
judicializada y que no preveía medidas de carácter pre-
ventivo, y le pregunto si usted piensa que existen medidas de carácter preventivo que puedan también enriquecer esta ley.
Por último, disiento de lo que usted ha dicho en
cuanto a la educación de los niños, la coeducación o no
coeducación, sobre todo además porque precisamente
en Estados Unidos, país sobre el que usted tanto
comenta, hay estudios muy importantes sobre el tema
de la coeducación o no coeducación en virtud de que
los niños y niñas maduran de manera diferente, la
autoestima es de manera distinta, etcétera. No es el
momento ahora mismo de entrar en ello pero sí disiento
porque en Estados Unidos se ha llegado a la conclusión
de que en muchos casos, por la libertad de los propios
padres de elegir la educación para sus hijos, es conveniente que puedan diferenciar o elegir entre coeducación o no coeducación.
La señora PRESIDENTA: Ya para cerrar el grupo
de intervenciones, por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor Villarrubia.
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Don
Francisco Bastida, bienvenido a este Parlamento,
muchas gracias por su sustanciosa información, rigurosa en todo caso y argumentada, que compartimos en
una amplia gama de los aspectos que ha tocado y que
deducimos compartir también, sin riesgo a equivocarme, de otros muchos que por no ser de su especialidad
no ha habido lugar ni ocasión de tocar, aunque pretendidamente en la última intervención se hayan realizado
algunas afirmaciones que nada tienen que ver con lo
que estamos hablando en este ámbito. Dicho eso, también me permitirá que alguna puntual discrepancia tengamos desde mi grupo parlamentario con algún aspecto, insisto, puntual de su intervención.
Alguna aclaración de entrada. Empezaba usted la
intervención, y es importante para centrar el problema,
diciendo que el proyecto de ley se centra en la violencia
de género en el ámbito doméstico y no en otros ámbitos
más amplios. Efectivamente, así viene definido perfectamente en el artículo 1.º del proyecto de ley, no sólo en
el ámbito doméstico, pero siempre que haya además
relaciones de afectividad, etcétera. Ese es el ámbito
expreso que pretende regular la ley con la premisa de
que la mujer necesita en estos momentos en España de
una especial protección, la mujer víctima de la violencia de género; no es otra cosa lo que pretende regular
este proyecto de ley. ¿Sería bueno recoger algún derecho de no sé quién? Todo es bueno, todo lo que sea
recoger derechos, pero no es lo que pretende esta ley,
cuya premisa es la protección de la violencia de género
a la que se ve sometida la mujer por razones históricas,
culturales, de machismo asentado en nuestra sociedad,
que usted bien ha denominado con otras palabras pero
claramente. La raíz de ello la ha tocado usted aunque
viene de más atrás. Se adecuó, decía usted textualmente, y se legisló en la desigualdad de la mujer en el régimen franquista, con la sumisión natural de ella. Claro
que sí.
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¿Y qué ha ocurrido después de aprobarse la Constitución? Que afortunadamente tenemos una igualdad
formal dentro de la Constitución. Pero convendrán, yo
así lo he deducido, si no corríjame, que existe —y ahí
está la raíz del problema— una desigualdad real en los
derechos de la mujer y en el tratamiento de la mujer.
Usted apuntaba y ahí es donde me permitirá tener una
pequeña discrepancia en un tema que ha tocado, que
después de la Constitución, después de ese Derecho
natural —entre comillas— anterior, el problema no era
la igualdad formal ante la ley sino la no neutralidad,
efectivamente, la no neutralidad del Estado ante la desigualdad real. Y ahí va una de mis preguntas. Efectivamente, compartiendo ese principio, el artículo 9.2 de la
Constitución obliga, no recomienda, principio constitucional, obliga a los poderes públicos a remover los
obstáculos que impidan o hagan ineficaz esa libertad o
igualdad real. Es lo que está pretendiendo hacer en su
conjunto este proyecto de ley.
Antes de continuar con la argumentación, permítame, porque me parece que estamos cayendo en un riesgo un poco perverso, reiterarle la última intervención
respecto a que, centrando el tema en algún aspecto puntual la discrepancia, concretamente en el ámbito penal,
estamos hablado de una ley transversal, de una ley integral para combatir este fenómeno, con medidas fundamentalmente preventivas, introduciendo mecanismos
para la lucha contra la desigualdad en el colegio, en la
escuela, medidas sanitarias, medidas asistenciales,
medidas laborales intensas, con presupuesto, probablemente con un coste inicial de más de cien mil millones
de pesetas al año. Después está el tema que usted no va
a tocar, no pretendía, lo haremos por la tarde de la planta judicial. Y finalmente, para regular esas conductas,
que es el epílogo de la ley, está el aspecto punitivo, el
aspecto penal de lo que hay que hacer con esas conductas. No es el meollo. Afortunadamente, vemos cómo la
discusión por parte de la derecha judicial y del Partido
Popular se centra en algún aspecto del tipo penal, que,
por otro lado —para eso estamos haciendo todas estas
comparecencias y para ello tendremos el trámite parlamentario— tendremos ocasión de debatir.
Vaya por delante otra pregunta que, creo respetuosamente, se ha interpretado mal, por alguna portavoz. Le
pregunto: ¿la protección jurídica que establece esta ley
para las mujeres que son o han sido cónyuges o compañeras del agresor en una relación intrafamiliar, merma
en alguna medida la protección jurídica de otros colectivos, como se ha dejado caer? Es decir, ¿estas medidas
de acción positiva merman en alguna medida la tutela
judicial efectiva de cualquier otro colectivo? Y apunto
modestamente, para general conocimiento de alguien
que parece no conocerlo, que los artículos 53 y 172.1
del vigente Código Penal ya regulan específicamente la
agravación de estos colectivos de ancianos, de niños,
etcétera. La protección de los menores también está
expresamente recogida, no en el ámbito penal sino en el
asistencial, dentro del proyecto de ley, pero, insisto,
como una cuestión más añadida importante, en esta ley
transversal que hemos presentado. Transversal, por otro
lado, aunque no lo comparta usted de todo punto, me ha
parecido deducir, de forma inevitable porque el elenco
de situaciones y de actuaciones que pretende llevar a
cabo, insisto, con presupuesto, es diverso en distintos
momentos, de prevención, de resolución, de tratamiento, de detección precoz en el ámbito sanitario de cuándo se produce la violencia, etcétera. No vamos a desarrollar, insisto, el proyecto de ley, pero hago esta
reflexión porque a veces las ramas impiden ver el bosque. Esta discusión que aquí estamos teniendo, importantísima, no es más, insisto, que la conclusión, el epílogo de lo que es este importantísimo proyecto de ley
pionera en toda Europa. Y esa es otra cuestión que me
gustaría preguntarle, si nos puede informar sobre las
acciones en el Derecho constitucional europeo, en el
sentido de acciones positivas. ¿Qué ha dicho el Tribunal Constitucional en España en relación con este tipo
de acción positiva? ¿Qué le parece puntualmente, aunque esto es casi marginal, el hecho de que en la Constitución europea, a instancias del Gobierno actual de
España, se haya recogido dentro de los valores y principios de esta Constitución la igualdad entre hombres y
mujeres como pretensión para un posterior tratamiento
de este problema de una forma común y coordinada en
toda Europa? Me gustaría también conocer su opinión.
Finalmente, respecto al tema que ha centrado en
parte, insisto, aunque debe ser el epílogo, esta discusión, me permito modestamente discrepar de usted en
un aspecto, aunque coincido con el fondo en que deben
regularse principios y no situaciones regladas que a
veces pueden no tener límite. Y desde luego entiendo,
por supuesto, ¡faltaría más!, como razonable una posible alternativa que usted plantea. En el mundo del derecho, dentro de una complejidad tan especial como lo
que estamos regulando, y con amplitud, en este proyecto de ley, lógicamente las opiniones pueden ser muy
diversas y a veces no unas con menos rigor que otras.
Porque podemos encontrarnos al final, yo al menos así
lo veo, más que con un problema de discusión o no de
constitucionalidad, que modestamente entiendo que no
existe en el proyecto de ley, con una cuestión de oportunidad política o de forma de ver reflejados en el
papel, en el texto de la ley, esos principios o valores
que, evidentemente, no son iguales en función de quién
sea el interlocutor. Con suma distensión también, si
llega usted a estar hace una hora en esta sala, entendería
perfectamente lo que le estoy diciendo. Pero, en lo que
nos ocupa, señor Bastida, ¿no cree usted que cuando se
intenta regular en la ley tipos penales con una agravación o un tratamiento distinto en función de proteger a
un colectivo especialmente vulnerable, en este caso el
colectivo de la mujer, que está necesitado de especial
protección, y ahí están las alarmantes estadísticas que
existen? Esto se puede admitir. No se está penando al
esposo de forma individual, se está penando la conducta de agredir, con un aumento de desvalor, a una mujer
que pertenece a un colectivo que necesita en estos
momentos una especial protección. ¿Que eso tenga que
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tener una regulación permanente en el tiempo? Yo coincidiría con usted y me adelanto a decir que creo que no.
Pero la realidad española, la realidad de nuestra sociedad sí impone en el desarrollo del artículo 9.2 de la
Constitución, lo contrario sería precisamente no cumplir con el mandato constitucional, que llevemos a cabo
estas actuaciones. Y estaríamos hablando probablemente no de un derecho penal de autor sino de un derecho penal de las víctimas. Por supuesto que la tesis que
usted plantea, de agravar en lugar de llevar ese tipo distinto. Es discutible. Habrá que admitirlo como una tesis
con mucho rigor, por supuesto, como toda su intervención, pero, en definitiva, es una cuestión de oportunidad
política, de oportunidad legislativa, y que corresponde
a los representantes del pueblo decidir en un momento
dado, dentro de distintas hipótesis, insisto, todas ellas
constitucionales..
diferenciación en el sujeto activo. Yo distinguiría entre
diferenciación entre el sujeto activo y el sujeto pasivo
del delito. Mi idea es que cabe excepcionalmente hacer
diferencias en el sujeto pasivo. Por tanto, la mujer
podría aparecer en el sujeto pasivo como mencionada
específicamente; se puede decir: las agresiones a la
mujer dentro del ámbito familiar, igual que se hace
mención a los niños o a los discapaces. Insisto en que
determinado movimiento feminista diría: Ojo, que no
es lo mismo, a ver si estamos haciendo estatus. Pero
constitucionalmente es posible. Lo que ya no es posible, a mi juicio, es introducir diferencias en el sujeto
activo por razón de sexo, raza o religión, porque eso es
una discriminación que ya no es positiva. A la mujer
además no se le beneficia en nada con que el sujeto
activo sea hombre, sea negro, etcétera. Esas categorías
a ella no le afectan. Si es maltratada, es maltratada. Por
tanto, ahí no se ve cuál es el efecto beneficioso y sin
embargo hay un claro efecto discriminador en función
de quién maltrata y no de la conducta.
En Estados Unidos, en la ingente legislación que he
mencionado sobre la regulación de la violencia de
género no se habla de género sin especificar el género,
se dice violencia contra la mujer, se dice así específicamente. A pesar de que es una regulación sobre la violencia en la mujer, sin embargo nunca dice que el sujeto
activo sea el hombre, siempre habla de cónyuge, de
pareja, utiliza el término genérico y abstracto que se
puede aplicar a un hombre o a una mujer, a un negro o
a un blanco, etcétera. En Estados Unidos esa diferencia
al menos no hay. Que yo sepa, en Europa tampoco,
pero no he estudiado de manera exhaustiva la legislación europea.
En cuanto a la diputada Uría, sobre algunas cuestiones que se han dicho aquí sobre las acciones afirmativas, en el Código Penal el bien jurídico protegido insisto en que puede ser la mujer y por tanto se puede
introducir en las condiciones modificativas o en las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal
entre las circunstancias que agravan la responsabilidad
penal, igual que se dice disfraz, abuso de superioridad.
Pero si ahí no está incluida la mujer porque se dice
«que en abuso de superioridad no cabe incluir a la
mujer, pues inclúyase a la mujer en un apartado, si se
quiere, específico: Cuando la víctima sea una mujer,
aprovechando la circunstancia de relación afectiva o de
privacidad doméstica, etcétera. Eso se puede poner. Lo
que no se puede, a mi juicio, es, insisto, en el sujeto
activo establecer agravante en función de quién sea ese
sujeto activo.
En cuanto a la codificación, es un problema de técnica legislativa, y a mí me parece que de las técnicas
legislativas no es esta la más adecuada, pero desde
luego se realiza, insisto, en Estados Unidos con mucha
más profusión. La ley que regula la violencia de género
entra en todos los ámbitos de la legislación, porque
como tiene que regular en el ámbito laboral, en el ámbito rural, en todos los ámbitos no respeta —entre comillas— ningún código cerrado, entra en todo. Es una
La señora PRESIDENTA: Perdón, señor Villarrubia, ¿puede ir concluyendo, por favor?
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Voy
concluyendo rapidísimante. En definitiva, este es el
único punto de discrepancia. En esta discrepancia,
¿usted cree que cuando se agrede sistemáticamente a la
esposa o pareja el machismo inherente se puede desvalorar jurídicamente, es decir, penar más que cuando se
agrede sin más a una mujer por la calle? Porque otra
cuestión que se está manifestando es la persecución
delictiva en función de ser una agresión a la mujer por
un hombre. No es así, no es cualquier agresión sino
sólo la que se produce perfectamente definida en el
objeto en el artículo 1 del proyecto. Esa es la discrepancia. Podría intentar dar algún argumento más pero no es
lo que toca. Hay otra pequeña discrepancia, y es que
usted ha bebido, afortunadamente —yo tengo esa ignorancia— abundantemente de las fuentes del derecho
americano, yo creo que en este tema que nos ocupa,
tanto en el derecho penal como en el derecho penitenciario, sería bueno que los americanos bebieran de los
principios y de la regulación más humanitaria y más
garantista que tenemos en el derecho español.
La señora PRESIDENTA: Para concluir, tiene la
palabra nuevamente el compareciente, profesor Bastida.
El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Muchas gracias por todas las
observaciones y las preguntas que han formulado y que
me llevaría realmente mucho tiempo contestar. Voy a
contestar en la medida de lo posible a todos los temas e
intentaré hacerlo de forma individual, pero cuando hay
una reiteración, porque ha habido varias cuestiones que
han planteado distintos portavoces de grupos no voy a
repetirme en algo que ya he dicho.
La diputada de Izquierda Unida-Izquierda Verde ha
preguntado si en Estados Unidos hay esta regulación
como en España en el Código Penal, donde se hace esa
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Congreso
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técnica legislativa. Yo creo que en la medida en que sea
excepcional, a lo mejor es bueno hacer una regulación
integral, en la medida en que sea excepcional. Pero si
mañana sale en los medios de comunicación un problema que se agiganta o se magnifica creo que este problema está magnificado, el de la violencia de género en
estos momentos, no es que no sea un problema, es un
problema importante, pero creo que está magnificado
regularíamos también de manera transversal esa materia, y entonces romperíamos la codificación. Es un
peligro que existe, pero creo que también tiene beneficios hacer este tipo de regulaciones integrales.
La diputada de Esquerra Republicana creo que
comentó que había demasiadas menciones a impulsar,
favorecer, etcétera ¿Esto cómo se concreta? Yo creo
que en una legislación integral precisamente es donde
tiene más sentido que aparezcan estas expresiones
como principios orientadores de lo que debe ser la política general en cualquier ámbito en que se realicen
acciones de prestación. Pero también puede quedar en
buenas palabras, y eso depende ya del Gobierno y de la
Administración. Si sólo hubiese ese tipo de expresiones, la ley sería papel mojado. Si esto se acompaña,
para empezar, con financiación adecuada y con medidas concretas de ejecución como principios generales
no estarían mal.
En cuanto a si se regula la violencia en los medios de
comunicación, en Estados Unidos se pasó de un control
relativamente importante de la Federal Communication
Commissión sobre los medios de comunicación, sobre
todo la radio y la televisión, que allí tienen una calificación semejante a lo de servicio público, y entonces ahí,
con una sentencia muy importante, la Red Lion, se hizo
una política de un cierto control por parte de asociaciones ciudadanas que intervenían en las decisiones de
esta comisión federal, sobre todo a la hora de renovar
las licencias, o sea que siempre había una espada de
Damocles: Vigile usted cómo informa porque después
tendremos informes de movimientos ciudadanos y se le
puede no renovar la licencia; en fin, este tipo de cuestiones. Esta política un poco controladora de la Comisión Federal de Comunicaciones, en la época Reagan
también, con la desregulación de los medios, se vino
abajo. Y hoy prácticamente cada medio informa como
quiere. Yo creo que en España sería muy importante en
estos momentos y una medida muy adecuada, que las
Cortes regulasen un Consejo Superior de lo Audiovisual. Me parece importantísimo. Porque si la radio y la
televisión están declaradas servicios públicos, debe ser
para algo y debe haber un control de esos servicios
públicos no por el Gobierno sino por una autoridad
independiente y que vigilase este tipo de contenidos.
Otra diputada, la de Convergència i Unió, cuestionaba si había una diferencia en el objeto de la ley y decía
que compartía que no era ese el objeto propio de la ley
en relación con el título. Yo creo que es así. El representante del Partido Socialista ha dicho lo contrario.
Pero yo creo que la ley, cuando ya es proyecto, se titula
proyecto de ley orgánica de medidas de protección inte-
gral contra la violencia de género. No se habla de violencia doméstica, se habla de violencia de género. En el
artículo 1 se aclara. Pero lo que yo digo es que no se
corresponde el artículo 1 con el título de la ley, y habría
que adecuar el título de la ley, que tendría que ser ley
orgánica de medidas de protección integral contra la
violencia de género realizada en el ámbito doméstico,
por ejemplo. Eso sería lo adecuado para que el título de
la ley correspondiese al objeto que regula.
Sobre la inclusión de algunas medidas, como la
penalización de la mutilación genital, que ya está penalizada, considero que es añadirle una transversalidad
más a la norma. Quizá habría que modificar la legislación correspondiente para hacer que haya extraterritorialidad, porque el problema no es meter en una bombonera cuanta medida haya sino allí donde hay un
problema corregirlo. Si hay un tipo penal que ya condena la mutilación genital, pero no está prevista una
medida que se considera adecuada, como puede ser la
persecución extraterritorial, pues inclúyase. ¿Que se
aprovecha esta ley? Pues bueno. Pero es que entonces
el peligro de esto siempre es que casi estamos haciendo
una ley de acompañamiento, una ley ómnibus donde
vamos a meterlo todo. Pero la materia seguramente lo
requiere.
En materia judicial, yo no quisiera introducir ningún
comentario sobre si la ley es adecuada o inadecuada, y
no por no mojarme sino porque considero que no estoy
capacitado para hacer un juicio académico al respecto.
No he estudiado el tema suficientemente y me parecería una frivolidad decir que la ley es magnífica o que es
una barbaridad.
La representante del Grupo Parlamentario Popular,
señora Méndez Monasterio, dice que le parece que la
tipificación por razón de sexo es inconstitucional. A mí
me parece, insisto, inconstitucional en relación con el
sujeto activo pero no con el sujeto pasivo. Lo que sucede es que como el objeto de la ley es la violencia de
género dentro del ámbito doméstico, ¿qué es lo que se
pone en primer plano, la violencia de género, y en
segundo plano, en el ámbito doméstico, o en primer
plano regulamos la violencia doméstica y en segundo
plano, pero muy importante, subrayar la violencia de
género porque es la que se produce de manera estadística más importante dentro del seno familiar? Sería una
cuestión de decidir qué es lo que se pone primero. A mí
me parece que no es inconstitucional resaltar que la
víctima pueda ser la mujer, aunque insisto en que los
términos en que habla la ley, que habla incluso de esposo, en términos que se contradicen con la futura ley de
matrimonios homosexuales, por ejemplo, y entonces, el
concepto de esposo o esposa va a quedar desfasado
cuando se legalice. Habrá que hablar de cónyuge o de
pareja sentimental. En Estados Unidos utilizan el término de pareja romántica, pero la traducción yo creo
que es sentimental más bien. Pero lo utilizan justamente en ese sentido, porque en la pareja sentimental entran
los novios también. Esto es muy importante porque me
figuro que la ley pretende ir más allá que la violencia
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doméstica ya que el problema hoy no es a veces en el
ámbito doméstico sino en la relación afectiva de los
novios. Yo creo que habría que tener especial cuidado
para incorporar todo tipo de relaciones que realmente
se quieren regular.
¿Se incrementaría la protección mencionando a los
niños y a los ancianos? Insisto en que desde el punto de
vista de las circunstancias agravantes ya quedaría incluida. Si mencionamos que se presume que hay que aplicar
la circunstancia agravante cuando la actividad delictiva
se produce en el ámbito doméstico, ahí ya quedarían
todos, incluido el servicio doméstico, que no es familiar
pero a veces se dice que es como de la familia, y como
es como de la familia, también recibe golpes como de la
familia, no golpes físicos, pero sí maltrato psicológico
en muchísimas circunstancias. Yo creo que también
habría que incluir ese tipo de cuestiones.
¿Se podría crear un estatus si es que se menciona a la
mujer en el sujeto pasivo? Yo creo que no se crearía un
estatus, pero queda protegida de manera indirecta la
mujer si se habla de violencia en el ámbito doméstico.
Si el noventa y pico por ciento de los maltratos los recibe la mujer y la conducta delictiva está agravada por
hacerse en el ámbito familiar, lógicamente quien sale
protegida en ese sentido es la mujer. De igual manera si
se dice el cónyuge de una manera abstracta; si el maltratador en el noventa y pico por ciento de las ocasiones
es el marido o el compañero sentimental, es él el que va
a recibir el castigo.
La coeducación nos llevaría a otro tema distinto y que
yo saqué de una manera tangencial, pero tampoco querría entrar en esa disputa. Ese es un problema sobre todo
en los valores en los que se pueda educar, no ya en la
coeducación sino en los valores que puede transmitir la
enseñanza religiosa, sea cual sea. Yo creo que la religión, por razones muy diversas, tiene un contenido
sexista muy grande, por lo que puede haber una contradicción entre promocionar por una parte valores de
igualdad, y por otra, promocionar así sin más, corriendo
ese tupido velo sobre la estructura que se puede ver en
las organizaciones religiosas. Y por último, para no alargarme más, al representante del Grupo Socialista, señor
Villarrubia, quisiera decirle que el artículo 9.2 ha de
aplicarse a las medidas de distribución. Es decir que el
artículo 9.2 diga que el Estado debe remover los obstáculos para que la igualdad sea real y efectiva no quiere
decir que hay que hacer lo imposible para que todos seamos iguales, porque eso llevaría a expropiar los bancos,
a que todos fuéramos iguales. Justamente el valor democrático es la diversidad. De lo que se trata es de remover
aquellas condiciones de discriminación, no de igualdad.
Una cosa es la igualdad en relación con la desigualdad y
otra es la igualdad en relación con la discriminación. Y
lo que hay que remover es en el ámbito de la discriminación, es decir que no haya discriminación por razón de
raza, sexo o religión. Ahí es donde hay que aplicar el
artículo 9.2, porque si no sería una locura, viviríamos en
un régimen absolutamente dictatorial, monolítico y unidimensional. La cuestión es ¿y esto en qué ámbito se
aplica? Cuando hablamos de remover los obstáculos en
el ámbito de la discriminación, ¿cabe aplicarlo en el
Código Penal? Esa es otra cuestión. A mí me parece que
esto no es una cuestión de oportunidad política. Se dice:
si el legislador lo considera oportuno. No. Yo creo que
quien no lo ha considerado oportuno es el constituyente.
Y cuando el constituyente dice que hay un principio de
igualdad y de no discriminación se permite excepcionalmente, y así lo ha interpretado el máximo intérprete de
la Constitución, que es el Tribunal Constitucional, en el
sentido siempre de las políticas distribuidoras del Estado, pero no en las políticas reguladoras del Estado. Por
tanto en el Código Penal, a mi modesto entender, no
cabe, y desde luego no hay ninguna sentencia de ningún
tribunal que aplique la discriminación positiva en materia penal. Me parecería realmente asombroso que lo
hiciese porque chirría con el principio democrático. Lo
que pasa es que ley no sólo incide en el Código Penal,
me parece que es sólo una parte mínima —ha salido
mucho en los medios de comunicación— que lo más
importante de la ley no está en el Código Penal y si me
apuran incluso lo más ineficaz de la ley, porque lo más
importante son las otras medidas, educativas, de atención a la mujer, todo lo que tiene de redistribución y de
atención específica y de discriminación positiva la ley.
Yo creo que es ahí donde hay que incidir. Pero no porque sea positivo y beneficioso en general se puede decir
que es una política legislativa tocar el Código Penal, en
virtud del artículo 9.2, estableciendo criterios de discriminación, porque insisto en que en el Código Penal no
cabe en el sujeto activo discriminación positiva. Es una
contradicción en los términos.
En cuanto a que Estados Unidos tendría que mirar
más para Europa en esta materia, pues yo no soy antinorteamericano pero tampoco soy un forofo de Estados
Unidos y desde luego de su gobierno, pero creo que en
esto llevan bastante ventaja, por razones históricas,
quizá porque las mujeres han tenido poder suficiente
para dar la vuelta a posiciones de discriminación, no en
vano los movimientos feministas nacen allí, y hay que
ver cómo han regulado esta materia. Y a las pruebas me
remito cuando digo que una legislación contra la violencia de la mujer abarca absolutamente todo: campus
universitario, campo rural, trabajo, violencia doméstica, mujeres mayores. Yo creo que no es malo mirarlos
de vez en cuando.
La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias,
profesor Bastida, por su larga, extensa, con gran contenido y enriquecedora aportación. Le reitero las gracias
por su colaboración en este proyecto de ley.
El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Yo les doy las gracias a todos
ustedes. Ha sido un placer enorme haber podido participar en esta Comisión. Muchas gracias.
La señora PRESIDENTA: Se suspende la sesión
hasta las cuatro de la tarde.
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Se suspende la sesión a las dos y cuarenta minutos
de la tarde.
perspectiva histórica y es la que afectará a sujetos titulares con nombres y apellidos y condiciones sociales y
culturales determinadas, aunque el giro definitivo llegue en el siglo XX, cuando nace ya un interés por proteger a personas concretas en situación de inferioridad
con los estratos sociales. La Declaración Universal de
Derechos Humanos aprobada en 1942 dio un importante paso. Ahora todos ya entendemos que los derechos
universales lo son porque ningún Estado ni grupo étnico puede apelar a unas condiciones culturales específicas para no respetarlos, porque suponen de una forma
implícita o explícita el reconocimiento de una naturaleza humana que todos, absolutamente todos, compartimos. Son, por tanto, innatos a cada ser humano como
reconocimiento de su dignidad. Ninguna tradición que
atente a la dignidad de la persona puede ser esgrimida
en su defensa. Todos, todas, tenemos derecho a tener
derechos. Implantan los derechos humanos una cultura
de paz a través de derechos positivos y los Estados
adquieren compromisos éticos para con la colectividad.
Muy brevemente, pero necesariamente, tengo que
hacer una referencia al movimiento feminista en la consecución de los derechos humanos y de los derechos
humanos para las mujeres. El feminismo entraña algo
más que la toma de conciencia de la mujer sobre su
situación de marginación, explotación y dominio. Significa la movilización y la acción encaminada a conseguir la transformación social. Tiene por objetivo lograr
una sociedad justa que encuadre a las mujeres y a los
hombres en situación de equidad y en la equivalencia
que les corresponde como seres humanos. Precisamente la base ética del feminismo es la inclusión. Aunque
comparativamente el feminismo español avanzó despacio con respecto a feminismos de otros países, el avance más importante lo hizo en el terreno educativo. No
obstante, el modelo varió muy poco y muy tarde. En las
escuelas se ha seguido transmitiendo pautas de comportamiento basadas en la función doméstica de la
mujer concebida como ángel del hogar, su labor debía
dedicarse en exclusiva a los quehaceres domésticos y
cuidado de la familia. La resistencia generalizada a la
enseñanza femenina fue muy acentuada. El reconocimiento del derecho a la educación superior no se produjo hasta 1910, y a lo largo de todo el siglo XIX el
analfabetismo femenino se mantuvo en tasas enormemente altas que rondaban el 70 por ciento en muchas
zonas a principios del siglo XX. Eso también sucedía
en otras partes del mundo. Hay un testimonio de los
estudiantes de medicina del hospital de Middlesex en
Londres que protestan por la presencia de una mujer
estudiante y dicen: Nosotros, los estudiantes abajo firmantes, consideramos que los resultados de la mezcla
de sexos en la misma clase pueden ser desagradables.
Es muy probable que los profesores se sientan cohibidos ante la presencia de mujeres y no puedan referirse a
ciertos hechos necesarios de forma explícita y clara. La
presencia de mujeres jóvenes como espectadoras de la
sala de operaciones es una ofensa a nuestros instintos y
sentimientos naturales y está destinada a destruir esos
Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos
de la tarde.
— DE LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES PROGRESISTAS (CHICANO JÁVEGA). A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO SOCIALISTA DEL CONGRESO (Número de expediente 219/000029.)
La señora PRESIDENTA: Señorías, reanudamos
las comparecencias. Tenemos con nosotros en este
momento a doña Enriqueta Chicano Jávega, presidenta
de la Federación de Mujeres Progresistas.
Siguiendo la norma de esta mañana, intervendrá en
primer lugar la señora Chicano y a continuación los
portavoces de los distintos grupos parlamentarios.
Tiene la palabra la señora Chicano.
La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN
DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega):
Gracias, presidenta.
Entiendo que la presencia aquí de las organizaciones
de mujeres se debe a la perspectiva que sobre este tema
podemos dar con nuestro trabajo de muchos años, por
nuestra experiencia directa con el problema, por nuestro contacto con otras organizaciones, por nuestra relación con organizaciones de otros países, por nuestro
empeño en esta ley y porque de acuerdo con los tratados internacionales también representamos la legítima
voluntad de los ciudadanos y las ciudadanas a defender
sus derechos.
Ni puedo ni voy a comentarles los aspectos más técnicos y más jurídicos de la ley, aunque yo sea jurista de
formación, porque creo que ese no es mi papel aquí.
Confío en que todos, todas, partimos del compromiso y
de la convicción de que la dignidad de las personas está
por encima de cualquier otro valor y que debemos tratar desde la participación para ir más allá de los planteamientos estéticos de la igualdad teórica, y empezar a
darle verdadero sentido a esta ley. Considero que es
necesario, sin embargo, que hablemos y que hablemos
mucho de igualdad, de cómo concebir una manera distinta de ser y de habitar el mundo, de cómo aprender a
mirar las realidades con los otros ojos, ponerse en el
lugar de la otra persona para construir un mundo más
justo, más igualitario y más feliz. Creo que para eso,
para hablar de esto, estoy yo hoy aquí.
El desarrollo personal y colectivo que hemos ido
asumiendo a lo largo de la historia nos define como
individuos en crecimiento, dentro de un contexto de
intercambio social. La conciencia de la dignidad inviolable del ser humano, del andar erguido, en palabras del
filósofo alemán Bloch, está en la base de la reivindicación de los derechos de la persona y de esto es de lo que
estamos hablando, de derechos de las personas, de
derechos humanos. Ha habido que esperar hasta el
siglo XIX para que se abra una nueva dimensión en la
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sentimientos de respeto y admiración que todo hombre
en su sano juicio siente hacia el otro sexo. Estos sentimientos son un signo de civilización y refinamiento.
Este tipo de manifestaciones se han ido sucediendo a lo
largo de toda la historia y hoy, lamentablemente, todavía escuchamos algunas. El feminismo español siempre
ha estado centrado mas bien en reivindicaciones de tipo
social, como el derecho a la educación o al trabajo, que
en demandas de igualdad política. Nunca adoptó una
acción directa violenta como estrategia de combate ni
pudo alcanzar, por razones obvias, grados destacados
de militancia.
Estas referencias, aunque parezcan fuera de contexto, me parece que incluso referidas al momento temporal son importantes para explicarnos el porqué de la
situación que estamos viviendo. La historia nos lleva al
origen y está en la respuesta a muchas de las incertidumbres actuales. El modelo de género establecido en
la sociedad liberal española garantiza la subordinación
de la mujer al hombre y establecía una serie de pautas
muy estrictas para su actuación social. Este sistema,
muy jerárquico, actuaba en dos niveles. Una legislación
basada en la discriminación de la mujer (a la que no
voy a hacer referencia porque todos conocen: Código
Civil, Código Penal, Código de Comercio) y, sin duda,
todo ello inspirado en los dictados del ilustrado francés
Rousseau, que decía: el más fuerte no es nunca bastante
fuerte para ser siempre el amo, sino que transforma su
fuerza en derecho y la obediencia en deber.
El otro sistema de dominación además de las leyes
era algo más sutil y por tanto más eficaz, era un control
social informal. El dominio del género masculino se
basaba en la idea de la domesticidad, que establecía los
principales arquetipos femeninos (ángel del hogar,
madre solícita, dulce esposa), su función social y su
código de conducta. Desde mujer casada, la pierna quebrada, son innumerables los refranes españoles que
limitan la actividad de la mujer al círculo de los quehaceres domésticos, idea ésta que está profundamente
arraigada en nuestra clase media. La preparación de la
mujer para algo que no sea estrictamente el matrimonio
aparecía hasta hace muy poco como una cosa insólita,
que no sólo debía ser tomada en consideración sino
severamente reprobada o, lo que es peor, ridiculizada.
Todavía a principios del siglo XX, hace poco, la subordinación de la mujer estaba justificada basándose en
una supuesta inferioridad genética. La función reproductora convertía a la mujer en un ser pasivo, inferior,
incompleto y, en resumen, un mero complemento del
hombre, es decir, del ser inteligente. Esta opinión no
era exclusiva de los grupos más conservadores o reaccionarios del país. El escritor catalán Pompeu Gener,
lógicamente adscrito al republicanismo federal, afirmaba lo siguiente: En sí misma la mujer no es como el
hombre, un ser completo; es sólo el instrumento de la
reproducción, la destinada a perpetuar la especie, mientras que el hombre es el encargado de hacerla progresar,
el generador de la inteligencia, el creador del mundo
social.
Ha sido precisamente la presión de los grupos de
mujeres organizadas lo que ha logrado avanzar concepciones distintas y transformaciones paulatinas, y también situar la violencia contra la mujer, históricamente
considerada como un hecho de ámbito privado, entre
los puntos fundamentales de denuncia con relación a la
violación de los derechos de las mujeres y uno de los
ejes de debate prioritarios hoy en numerosas conferencias internacionales. Hace más de 20 años el movimiento feminista mundial denunció esta escalofriante
realidad, sin embargo, tan sólo hace una década es
cuando desde organismos internacionales e instancias
de gobierno se han propuesto que erradicar esa violencia es una prioridad.
El reconocimiento de que han prevalecido los modelos masculinos de poder ha hecho aflorar la otra mirada, la mirada de las mujeres, capaz de equilibrar la
representación del mundo, hasta ahora determinada por
los hombres. Las conductas violentas están basadas en
convicciones y sistemas de creencias sesgados por
mensajes de carácter sexista, mitos sobre el poder y la
violencia, estereotipos por falsedad o ausencia de información sobre las relaciones entre iguales, la sexualidad
y las relaciones de género, y por unos mecanismos de
socialización que hacen que la realidad emocional de
los hombres y las mujeres sea diferente, presentándose
mutiladas y mutilados ante las relaciones interpersonales y en propio proceso de desarrollo persona. Estoy
segura que abundo en todo lo que ustedes saben, pero
abordar el estudio del contenido del proyecto de ley
desde una perspectiva adecuada requiere aclarar al
menos algunos conceptos. Voy a prescindir de algunos,
que quizá surjan en el debate, y me voy a centrar en
género.
Cuando Simone de Beauvoir afirmó en 1949 que una
mujer no nace, sino que se hace, su reflexión llevaba a
afirmar que las características humanas consideradas
como femeninas no derivan de una supuesta naturaleza
biológica, sino que son adquiridas mediante un proceso
complejo individual y social. El género hace referencia
a la construcción sociocultural de los comportamientos,
actitudes y sentimientos de hombres y mujeres. El
género se define como un conjunto de creencias, rasgos
personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas
y actividades que diferencian a hombres y mujeres a
través de un proceso histórico que se desarrolla a diferentes niveles, tales como el Estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de comunicación, la ley y
a través de las relaciones interpersonales. En segundo
lugar, este proceso supone la jerarquización de estos
rasgos y actividades, de tal modo que los que se definen
como masculinos se les atribuye mayor valor. Equivocar el origen de la violencia —es algo que hemos
denunciado que existe siempre, que ha pasado siempre— no sólo impide su eliminación, sino que además
confunde, desvirtúa y obstaculiza, por su inadecuación,
las acciones, medidas y planes encaminados a paliar
sus efectos y las consecuencias de los hombres contra
las mujeres.
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Otro concepto en el que quiero hacer especial hincapié es en el de medidas de acción positiva. Pueden definirse como el reconocimiento normativo, tanto estatal
como internacional, de ciertas medidas que suponen un
trato favorable para aquellas personas que sufren discriminación por razones económicas, de nacionalidad,
de raza, de sexo o de insuficiencia física. Aplicadas a
mujeres son medidas compensatorias. Las acciones
afirmativas surgen cuando hay una igualdad formal en
la que en apariencia hay espacios para ambos sexos, y
ninguno de los dos logra estar ahí efectivamente. La
igualdad requiere volverse real o práctica, no sólo teórica. La lógica de las acciones positivas se deriva del
reconocimiento de que la desigualdad de las mujeres
descansa en su identidad de género, por tanto parte de
posiciones y condiciones diferentes, sobre las que
entendemos se puede actuar. Se trata de medidas que
tienen un carácter instrumental y provisional, cuya
finalidad correctora es superar las limitaciones que las
mujeres tienen en el punto de partida.
Las medidas de acción positiva vienen basándose en
tres líneas jurídicas argumentales y otras de tipo sociojurídico que están en la base de toda fundamentación.
La primera es el contenido de convenios y de tratados
internacionales suscritos por España y de obligado
cumplimiento por incorporarse a nuestra legislación
como derecho positivo patrio. Entro otros solamente
voy a citar la Convención sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer, adoptada
por la Resolución 34/180 de la Asamblea General de
Naciones Unidas en 1979, la Declaración y programa
de acción de Viena, aprobados por la Conferencia mundial de Derechos Humanos el 25 de junio de 1993, y la
Declaración de la eliminación de la violencia contra la
mujer, Resolución de Naciones Unidas 48/104, de 20
de diciembre de 1993.
La segunda de estas líneas argumentales está directamente basada en el imperativo constitucional del
artículo 9.2 de nuestra Constitución, cuando obliga a
los poderes públicos a remover los obstáculos que
impidan el desarrollo de los valores constitucionales.
La tercera proviene del propio derecho comunitario,
del que no procede dar un análisis exhaustivo pero sí la
cita de la Directiva 2002/73, del Parlamento Europeo y
el Consejo de 23 de septiembre de 2002, que modifica
la Directiva 76 del Consejo. La novedad más significativa de esta directiva —por cierto, tenemos que tenerla
traspuesta antes de octubre de 2005—, según unánimes
apreciaciones doctrinales, radica en garantizar al máximo nivel comunitario las políticas legislativas de los
Estados miembros orientadas hacia la imposición de
acciones positivas a favor de las mujeres. Por su parte
la nueva formulación del apartado 4 del artículo 141 del
Tratado salva expresamente la compatibilidad con el
principio de igualdad de trato de las políticas de acción
positiva o preferenciales de los Estados miembros,
superando las dudas que sobre su legitimidad y alcance
o incidencia manifestó en su momento la jurisprudencia del Tribunal en las sentencias que todos recordarán.
Recordarán que se hablaba de acción positiva no sólo
en oportunidades sino en resultados, siempre que tales
medidas no garantizaran preferencia absoluta e incondicional de las mujeres y permitieran la apreciación
objetiva de situaciones particulares. Bueno, pues esta
nueva formulación del artículo 4 supera estas incertidumbres de las sentencias que eran de los años 1995,
1997 y 2000.
Por último, el componente de carácter sociológico o
sociopolítico del que les he hablado es la evidencia
social de la dimensión del problema y de sus características, del que no vamos a hacer ahora relato exhaustivo
porque tendrán ustedes tiempo en el transcurso de las
comparecencias ya que además, es bastante evidente,
como también es evidente que nos enfrentamos a un
problema de estas dimensiones pero que como ha venido siendo una constante en las civilizaciones modernas
forma parte de la llamada normalidad, y es normal lo
que por estar sujeto a norma común de comportamiento
asumimos como correcto, necesario e incluso imprescindible. Manifestaciones históricas, costumbres culturales, marginación social, desigualdad entre los sexos,
dominación y subordinación son algunas de las expresiones que más se utilizan para definir la situación
secular de la mujer en la sociedad. La violencia de la
que hablamos también es estructural; se le atribuyen a
la mujer, en la estructura de la sociedad, funciones
sociales carentes de identidad propia y no se le reconoce en principio más función que la de la reproducción
de su especie.
Ante todo esto entendemos que la ley integral contra
la violencia de género, el hoy proyecto, va a contribuir
a hacer desaparecer dos de estas grandes rémoras. Creo
que va a contribuir a cuestionar la hasta ahora normalidad, la consideración normal de tantas conductas, actitudes y aptitudes que han venido dándose en aras de esa
normalidad impuesta por una cultura secular androcéntrica. Ha llevado a que fuera entendido como natural,
por tanto legítima, la subordinación, lo que ha hecho
imposible, o al menos muy difícil su cuestionamiento.
Se siguen minimizando o justificando estos hechos y
esa es una forma de actuar aprendida a través de la
transmisión intergeneracional de las normas y valores
imperantes en la sociedad. La agresión a la mujer ha
estado presente desde el inicio de la sociedad patriarcal
como forma de sumisión, funciona como estrategia
para aceptar un hecho que de variar supondría una
grave quiebra social; posiblemente de aquí tantas resistencias. La ley, sin duda, contribuirá a rebasar el ámbito
de lo privado, la consideración de que estamos ante
algo que sucede en los arcanos de las parejas está en la
explicación de muchos responsables políticos, de
muchos jueces y de una gran parte de la sociedad que
no se da por aludida.
Un punto importante que creemos debe abordarse y
abordarse a la hora de tratar un tema como este es tener
presente cual es la percepción social que hoy existe
sobre el fondo del problema. Hay varios estudios al
respecto. En primer lugar voy a citar los datos que reco-
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gió la Fundación Mujeres en un estudio previo al proyecto Detecta, que han demostrado que los varones
jóvenes, entre 16 y 18 años tienen interiorizadas actitudes sexistas. El 53,4 por ciento considera a la mujer
como débil e inferior pero desde posiciones más indulgentes, protectoras y sutiles (sexismo benévolo) Hablo
de los jóvenes. El 23 por ciento tiene la convicción de
que la debilidad de las mujeres legitima al varón para
ejercer la autoridad dentro de la pareja (sexismo hostil)
El 35,4 por ciento está de acuerdo o muy de acuerdo
con actitudes que justifican, niegan o minimizan la violencia contra las mujeres. El 72 por ciento tiende a justificar dicha violencia achacándola a la locura, al paro o
a las drogodependencias, frente al 72 por ciento de las
chicas que lo achacan a causas sociales. De cualquier
forma es un riesgo alto ya que el 24 por ciento de las
chicas no detecta el sexismo hostil y el benévolo no lo
detecta el 43 por ciento. Por su parte, otro estudio realizado durante cuatro años, desde 1998 a 2000, a jóvenes
de 14 a 18 años, por un equipo de expertos en psicología de la Universidad Complutense de Madrid, llega a
la conclusión de que uno de cada cuatro adolescentes
tienen opiniones claramente discriminatorias. El 35 por
ciento participa en los estereotipos y reparto de roles
tradicionales. En cuanto a la violencia del varón hacia
la mujer sólo la repudia el 52 por ciento de los chicos
frente al 85 por ciento de las chicas. El 31 por ciento no
sabe nada sobre movimientos feministas y mujeres que
hayan destacado en algún campo. En una horquilla
entre el 31 y el 65 por ciento, no pueden mencionar a
ninguna mujer destacada a lo largo de la historia y relacionada con la ciencia, el arte o la política. El 99 por
ciento no sabe lo que es la democracia paritaria.
Muchos otros estudios, investigaciones, etcétera, ponen
de manifiesto que muchos jóvenes y muchas jóvenes
ven como algo natural la relación desigual entre hombres y mujeres. Para la mayoría de los jóvenes el tema
de la violencia de género es algo que no tiene que ver
con ellos, en principio. Después de abordarlo con alguna profundidad, son conscientes de que el tema de la
violencia de género está presente en sus vidas cotidianas y en sus relaciones. Las llamadas pruebas de amor
exigidas por los chicos, las actitudes machistas de
hacerles prohibiciones a sus novias, la división injusta
de tareas, son indicios de cómo han naturalizado las
relaciones de poder entre hombres y mujeres. En este
contexto no se les proporciona a los jóvenes los mínimos elementos que los alejen de la posibilidad de ejercer o padecer la violencia. Los efectos que ésta tiene
son impactos destructivos en la salud física y mental y
en la vida social de las jóvenes, quienes viven el mismo
dolor, el mismo deterioro y confusión que las mujeres
adultas maltratadas. Algunas consecuencias detectadas
son depresión, aislamiento, fracaso escolar, bajo rendimiento laboral. No hemos aprendido nosotros ni les
hemos sabido enseñar a reconocer los diferentes rostros
de la violencia ni las máscaras del amor. La conducta
violenta no es percibida ni por la víctima —mujeres en
su mayoría— ni por quienes ejercen la violencia —
hombres en general—, sino que es confundida con una
expresión de interés y amor. Por amor —se dice— se
tolera el maltrato. En este sentido en fundamental el
aspecto preventivo relativo a la formación que contiene
el proyecto de ley y que, por supuesto, alcanza a niños
y a niñas.
Lo mismo sucede para el resto de los europeos que,
por no extenderme mucho, les voy a ahorrar el dato.
Después si les interesa se lo hago llegar. Es una encuesta del Eurobarómetro, aunque uno de los datos más
sorprendentes de la encuesta es que el 46,1 por ciento
de las personas que respondieron a las preguntas —se
hizo a 15.900 personas— responsabilizó a las mujeres
de provocar la violencia doméstica con su comportamiento. Las estadísticas sobre violencia hacia las mujeres son escasas, suelen ser incompletas, pero sí se conoce que el 98 por ciento por las víctimas de violencia de
género son mujeres; que una mujer de cada 5 en Europa
ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja
y, según un estudio llevado a cabo en los Países Bajos,
el coste de la violencia hacia las mujeres, como servicios sociales, sanidad policía, etcétera, en ese pequeño
país, es de cerca de 150 millones de euros al año.
No es nada exagerado decir que los estereotipos, los
mitos, han enmascarado la violencia al sembrar ideas
falsas acerca de la realidad. Cada día lo oímos. Ayer
mismo lo escuchaba yo de un sociólogo que participaba
en el mismo programa de radio que yo. Decía que el
mayor número de casos de violencia se produce entre
inmigrantes, en sectores sociales menos favorecidos,
entre parejas de hecho. Es curiosa la diferente manera
de interpretar las realidades por muy sociólogo que se
sea. Yo traigo datos, que no son de organizaciones de
mujeres, que opongo a estos datos. Son el informe realizado por el servicio de inspección del Consejo General del Poder Judicial relativo a muertes violentas en el
ámbito de la violencia doméstica en el año 2003 y que
da los siguientes datos: Los casos de muerte en que
existía vínculo matrimonial, son el 28,4 por ciento del
total; en parejas de hecho, el 15,7 por ciento del total ;
en novios, el 3,9 por ciento del total ; donde el agresor
y la víctima eran extranjeros, el 13,7 por ciento del total
; donde el agresor era extranjero, el 18,6 por ciento del
total y donde la víctima era extranjera, el 17,6 por ciento del total. Creo que además de ser intuitivo hay que
ser riguroso.
Sigue siendo muy frecuente, casi diario, escuchar
que la violencia está ocasionada por el alcohol, que la
posesividad y los celos son expresión de amor, que una
mujer puede cambiar al hombre que ama, que una
mujer se queda en una relación violenta porque es
masoquista, que la violencia en el noviazgo no es tan
severa como la de una mujer adulta maltratada. Tenemos que desterrar estas ideas, igualmente que el problema de la violencia es un problema de las mujeres.
Esto, que lo creen la mayoría de los hombres y no
pocas mujeres, es un obstáculo para la acción que debe
ser removido, ya que la violencia no es un problema de
las mujeres sino un problema para las mujeres, siendo
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en realidad y fundamentalmente un problema de la cultura masculino-patriarcal y de los hombres. Son las
normas de esta cultura las que propician y toleran esta
violencia y son en general ellos las que la ejercen de
diferentes modos y en diferentes ámbitos y el problema
no sólo es de las mujeres y tampoco un problema familiar o doméstico, aunque repercuta en esos ámbitos.
Estas definiciones homologadoras de todos los miembros de la familia invisibilizan el hecho de que algunos
integrantes de la familia son casi siempre las víctimas y
otros los agresores.
Todos los pasos que demos debemos darlos desde
una perspectiva asentada en la necesidad del cambio
hacia la igualdad de las relaciones de género y en los
valores de una cultura de paz y de responsabilidad. Es
importante partir de la idea de que la violencia no es un
acto de descontrol o justificado por razones externas al
hombre, sino un mecanismo de control hacia la mujer
históricamente legitimado para ello y que éstos usan en
diversas circunstancias. Este mismo sociólogo dijo ese
día que la violencia se produce porque los hombres son
más violentos. Esto está en la base de sentencias como
la que todos conocemos del uso de la minifalda: Qué va
a hacer el pobre hombre si la mujer va con minifalta,
sino agredirla. Esa es su naturaleza, ser violento.
Esta ley, creemos, puede ser un instrumento eficaz.
No pensamos que hayamos terminado sino que ahora
comenzamos, y las estrategias que desarrolla esta ley y
que contribuirán a la erradicación del problema, estamos seguras, van a permitir cuestionar la violencia
como vía válida para la resolución de conflictos entre
las personas.
Hay que potenciar el poder de las personas y no el
poder sobre o contra ellas. Va a permitir igualmente
condenar social y legalmente la violencia de género en
todas sus formas. Hay que percibir como una forma de
violencia el abuso de la disponibilidad femenina en
todos los ámbitos y establecer mecanismos de condena
social y judicial para quienes la ejercen. Va a permitir
cuestionar y luchar por transformar estructuras desigualitarias y autoritarias. Es necesario para esto diseñar estrategias y preguntarse en qué etapa se encuentra
nuestra comunidad en relación a la tolerancia y la percepción del problema y a la voluntad política de formulación de políticas globales de prevención. Va a permitir igualmente trabajar para redefinir en todos los
ámbitos el modelo y las prácticas de la masculinidad
tradicional y obligatoria, machista, que la cultura propone para los hombres. Este modelo, con su énfasis en
la autosuficiencia, la supuesta superioridad sobre las
mujeres y la violencia como estrategia para lograr lo
que se quiere permite creerse a los hombres con el
derecho a controlar, a corregir o a castigar a las mujeres. Este modelo es dañino en general para los hombres
ya que propicia así mismo la violencia contra otros
hombres los percibidos como menos hombres o contra
los iguales y contra sí mismos, y es limitador de la propia emocionalidad masculina. Es importante romper el
actual modelo de asociación entre masculinidad, agre-
sividad y violencia, y reemplazarlo por otro que homologue violencia con delito y con masculinidad injusta,
cobarde y vergonzosa. Va a permitir la ley, como digo
también, generar actividades educativas, preventivas y
de sensibilización, dirigidas a varones, niños, jóvenes y
adultos, que les permitan involucrarse en la transformación de la violencia masculina y en el desarrollo de
comportamientos respetuosos y cuidadosos. Entendemos y creemos que la ley también permitirá comprometer a los hombres a romper el silencio corporativo.
En definitiva y para concluir, creemos que es el
momento de avanzar en necesarias transformaciones
sociales que pueden dar respuesta a la nueva situación
que todos vivimos; ya nada es igual que hace 25 años, y
el modelo social todavía imperante no es capaz de
afrontarlo, generándose incertidumbres y perplejidades
que incrementan el riesgo de violencia. Muchas mujeres hemos avanzado, hemos completado nuestra identidad sumando roles sociales que hasta ahora nos habían
sido vedados, y muchos hombres, o algunos, también
lo han hecho, pero es necesario que también decidan
ser seres humanos integrales. Los tiempos históricos,
cortos en general, son infinitos en el espacio de una
vida humana. La segunda década del siglo XX es un
momento histórico muy próximo, reciente, pero sólo a
partir de entonces las mujeres han empezado a ser titulares de sus propios derechos y a intentar proyectos de
vida autónomos. Enfrente, siglos de cultura androcéntrica y excluyente, cuyos resultados estamos padeciendo. Por eso es imprescindible un enorme esfuerzo de
todas las personas y todos los estamentos en los diferentes procesos de socialización, educación y formación de jóvenes universitarios y universitarias, formación de profesionales, formación de formadores, es
importante ver quién va a formar y cómo. Algo importante en lo que no voy a entrar pero que no podemos
dejar de mencionar, es el trato en los medios de los
estereotipos de los que hemos venido hablando, la eliminación de lenguajes publicitarios y periodísticos de
estos estereotipos y de estas actitudes que nos inviten a
avanzar. Estas acciones, a nuestro juicio prioritarias,
todas las relativas a los primeros capítulos de la ley, son
muy difíciles y, sobre todo, no son de resultados inmediatos, pero desde luego son imprescindibles. Quiero
acabar pidiéndoles, por nuestra sociedad, un esfuerzo
para el consenso. No estamos en una batalla de partidos
contra partidos ni siquiera de mujeres contra hombres,
estamos en una guerra contra injusticia, indignidad y
negación de derechos a la mitad de los seres humanos.
Muchas gracias y estoy a su disposición.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora
Chicano por su testimonio desde el ámbito de las asociaciones.
Iniciamos los turnos de los grupos parlamentarios.
¿Quiénes desean intervenir? (Pausa).
Por el grupo catalán de Convergéncia i Unió, señora
Pigem, tiene la palabra.
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La señora PIGEM I PALMÉS: Quiero comenzar
agradeciendo a la señora Chicano su exposición con la
que coincido en buena medida; especialmente, estoy de
acuerdo en que la situación actual de las mujeres, el
avance que ha podido hacerse desde posiciones de total
subordinación y discriminación, incluso legal, como las
que nos ha descrito al comienzo de su intervención, se
debe, si no totalmente, sí en gran medida al movimiento
organizado de mujeres y singularmente al movimiento
feminista. Coincido también con buena parte de todas las
situaciones que usted ha descrito y, por lo tanto, con la
necesidad de una ley integral. (La señora vicepresidenta, Cortajarena Iturrioz, ocupa la Presidencia.)
Hasta aquí las coincidencias. Ya que usted ha hablado de experiencia, que viene aquí más que como jurista
como fruto de una persona con experiencia en estas
situaciones o en el tratamiento de estas situaciones, me
gustaría que nos diera algún punto de crítica sobre a lo
que esta ley le falta o de lo que esta ley adolece, porque
de su exposición me ha faltado quizás el punto de decir
qué se podría mejorar de esta manera o de esta otra.
Desde este punto de vista me gustaría trasladarle algunas cuestiones. Por ejemplo, usted ha hablado de estadísticas, ha ofrecido algunas estadísticas, pero todos
sabemos que las estadísticas de las que se dispone no
son homogéneas muchas veces, cada una se toma desde
una perspectiva o punto de vista. Me gustaría desde
esta luz de esa experiencia saber si en el conjunto de la
Unión Europea, en países en los que quizá llevan más
años tratando estos temas con rigor, hay algún tipo de
patrón estadístico que pudiera servirnos de modelo
para poder homogeneizar las experiencias y poder
hablar de datos más concretos o comunes a los que
referirnos desde todos los puntos de vista.
En segundo lugar, cuando ha hablado de la necesidad
de medidas preventivas, una necesidad con la que también coincidimos, ha dado unos datos de la Fundación
Mujeres y algunos otros que yo también había tenido
oportunidad de leer como una encuesta que salió en
Francia, donde efectivamente las mujeres de alguna
manera justificaban en su propia actitud ser maltratadas, lo cual me pareció y me sigue pareciendo tremendo. ¿Usted cree que el aspecto contemplado en la ley
como medidas educativas es suficiente para avanzar en
la erradicación de estas mentalidades?
En tercer lugar, me gustaría tener una opinión también
sobre el tema de la acción positiva aplicada a las medidas
penales. Todo el mundo coincide o por lo menos casi
todo el mundo no sólo en la conveniencia sino también
en el absoluto e imperativo mandato constitucional de
medidas de acción positiva cuando hablamos del reparto
de bienes no ilimitados, recursos, ocupación laboral
—usted citaba la propia directiva, la transposición que
hay que hacer en el tema laboral—. Creo que ahí hay una
opinión pacífica en todos los sectores. No existe la
misma opinión pacífica cuando se trata de bienes ilimitados como la regulación del tema penal, en el tratamiento
penal no, y esta mañana hemos tenido oportunidad de
escuchar opiniones a favor y en contra. Yo, más que
hablar del tema de la constitucionalidad, que no es mi
máxima preocupación, sí me gustaría saber su opinión
acerca de la eficacia de delimitar el sujeto activo como
ofensor en esta acción penal. ¿Qué eficacia se consigue?
Por último, me gustaría saber su opinión con respecto a
la bondad, a la indiferencia o a la no bondad del tema de
los juzgados de violencia que se crean en esta ley, que
también hay constancia de que tampoco es un tema pacífico ni siquiera en el seno de juristas, de jueces o incluso
de asociaciones de mujeres juristas.
Muchas gracias.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente, tiene la palabra por Esquerra
Republicana de Catalunya, la señora Bonás.
La señora BONÁS PAHISA: Sólo quería hacer unos
comentarios. Esta mañana se ha discutido sobre si
debía llamarse ley de violencia de género contra las
mujeres o ley de violencia doméstica. Según su versión,
¿no debería llamarse ley de violencia patriarcal? Porque si partimos de la base de que la violencia surge de
la situación de la mujer de sometimiento, igual si
hablamos de violencia patriarcal, ya incluimos el concepto que estamos tratando.
Respecto a las estadísticas que nos ha dado, quiero
hacer un comentario. Las mujeres inmigrantes, ¿sabemos cuántas se atreven a denunciar? Cuando decimos
que hay un 18 por ciento de mujeres inmigrantes maltratadas, ¿no estamos siendo un poco frívolos? ¿Cuántas mujeres se atreverán a denunciar a su compañero
si saben que pierden su permiso de residencia, por
ejemplo?
Lo interesante para la prevención es la educación.
¿Esta ley usted cree que es eficiente con lo que proponemos para realmente promover un cambio en la sociedad? Si tenemos que redefinir un nuevo concepto de
masculinidad, si sólo tenemos esta ley, ¿realmente
puede haber un cambio? ¿No estamos abriendo falsas
expectativas a la sociedad de que con esta ley vamos a
erradicar la violencia de género cuando es sólo, usted
lo sabe, un primer instrumento que dependiendo de
cómo se aplique tendrá alguna eficacia, o que si sólo
aplicamos la parte penal, sólo tendrá eficacia nula? Hay
que desarrollar la otra parte de la ley y, en este caso,
está aún muy en el principio.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la señora Camarero.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: Quiero agradecer la comparecencia a la señora Chicano y decirle
que estamos de acuerdo en muchas de las manifestaciones que ha realizado esta tarde. Evidentemente, todos
estamos aquí convencidos de que nos enfrentamos a un
problema de Estado que nos afecta a todos y que todos
tenemos que poner el máximo esfuerzo por luchar contra esta lacra social. Me gustaría realizarle algunas preguntas que puedan aclararnos aspectos relacionados
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con la violencia de género y que puedan ayudarnos a
todos en este trámite parlamentario que comenzamos a
mejorar el texto de la ley, una ley que todos deseamos
que sea la más eficaz para las víctimas.
Me gustaría preguntarle cuáles son para usted las
causas más profundas del fenómeno de la violencia de
género. Ha hablado usted de dominación, de subordinación, y me gustaría que ampliase estos motivos. También me preocupa otro tema, señora Chicano. Se ha
referido a informes recientes donde se demuestra que
nuestros jóvenes siguen teniendo actitudes machistas.
¿Por qué cree usted que siguen dándose estos fenómenos en jóvenes que han vivido una educación igualitaria, al menos en teoría? ¿Cree usted que las medidas
educativas recogidas en esta ley pueden cambiar esta
tendencia? ¿Cree usted por su experiencia como presidenta de una federación de mujeres que existen más
casos de violencia de género hoy que en el pasado, y en
caso afirmativo, cuáles pueden ser las causas de este
aumento de violencia de género? ¿Cree usted que existe relación entre la violencia de género y la situación de
dependencia económica de la víctima respecto a su
agresor? ¿Qué posibilidades cree que existen de que la
mujer salga adelante rompiendo el ciclo de violencia en
el que se ve atrapada? También hemos oído algunas
voces que hablan de síndrome de Estocolmo doméstico, la mujer intenta disculpar y justificar al agresor en
algunas de las ocasiones que recibe violencia. ¿Cree
usted que este fenómeno se produce? No ha hecho referencia a ello y me gustaría que nos dijese qué actividades pueden desarrollar asociaciones o qué actividades
en este caso concreto desarrollan ustedes como federación de asociaciones de mujeres para ayudar a erradicar
la violencia de género.
Me gustaría saber si ustedes tienen casas de acogida
para ayudar a estas mujeres que tienen que abandonar
sus hogares, y respecto a las casas de acogida, me gustaría hacerle algunas preguntas. Yo, que he tenido la
oportunidad de abrir una casa de acogida cuando era
presidenta de una asociación de mujeres y conozco las
dificultades de todo el proceso y las complicaciones
que conlleva la apertura de una casa de acogida, tengo
algunas preguntas que hacerle en este sentido. ¿Cree
usted que es suficiente o que se debería hacer un esfuerzo por parte de las administraciones para aumentar el
número de casas dado el incremento de mujeres que lo
reclaman? ¿Cree usted que el periodo de residencia de
las mujeres en esta casa de acogida es suficiente o quizá
sea demasiado reducido para que las mujeres puedan
rehacer sus vidas? ¿Cree que es necesaria la elaboración de protocolos o reglamentos de funcionamiento de
estas casas para que existan normas comunes de desarrollo de las mismas? ¿Cree que sería positivo una
mayor profesionalización de su personal? ¿Le parecería importante la existencia de personal más profesionalizado para el cuidado de los menores que habitan en
esas casas mientras que las madres están en formación
o en busca de empleo?
También me gustaría que nos comentase cuál es su
opinión sobre si cree necesaria la existencia de un
fondo de garantía de alimentos para las mujeres víctimas de violencia, algo de lo que no se ha hablado; es un
fondo que existía en otros proyectos, en el proyecto de
ley que presentó el Partido Socialista la legislatura
pasada y que ha desaparecido de éste. Me gustaría
saber si usted sabe por qué ha sido suprimido y si usted
opina que sería bueno que estuviese incluido en este
proyecto de ley.
Por otra parte, la violencia que sufre la infancia
repercute sin duda en la situación de violencia de nuestra sociedad en general. ¿Cómo cree usted que se está
comportando la sociedad respecto a la violencia contra
los menores? ¿Cree que existe la misma sensibilización
social en casos de violencia contra las mujeres y contra
los niños? ¿Cree usted que los niños deben recibir la
misma protección que sus madres? Ha hablado usted de
la educación en su comparecencia, y evidentemente, la
educación del individuo es fundamental, el 90 por ciento de los maltratadores vienen de familias donde hay
una previa experiencia de maltrato. ¿Cómo cree usted
que influyen en los niños las situaciones vividas en sus
hogares y cómo podemos hacer que estos niños que
hoy sufren violencia o que viven en hogares donde se
dan estas situaciones puedan ser en un futuro hombres
normales y no agresivos? ¿Cree usted que la violencia
contra los mayores y contra los dependientes en el seno
del hogar existe? Si usted cree que existe, ¿cree que
deben recibir un tratamiento por parte de los poderes
públicos?
También me gustaría saber si cree usted que debería
haber seguridad personal para las víctimas, viendo los
casos de muertes por violencia doméstica, que han
denunciado previamente a sus maltratadores, si cree
que debería estar recogida esta protección personalizada a cada víctima en esta ley.
Para finalizar, me gustaría..
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Un momento, señora Camarero.
La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN
DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega):
La última pregunta no la he entendido.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: Si cree usted
que debería estar recogido en la ley un plan personal de
seguridad para las víctimas. Como usted sabe, existe ya
un observatorio de violencia doméstica en el seno del
Consejo General del Poder Judicial y en este proyecto
de ley se prevé la creación de un nuevo observatorio de
violencia. Me gustaría saber en base a qué cree que se
pide esta creación del nuevo observatorio y si considera
que va a ser más eficaz de lo que ha sido hasta el
momento el ya existente. Como me consta que usted ha
tenido la oportunidad de hablar con el ministro y de
conocer el proceso de elaboración de la ley, me gustaría
que me explicase un poco más el tema del observatorio.
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Disculpe que le haya hecho tantas preguntas pero
creo que nos puede aclarar algunas situaciones o algunas dudas que desde nuestro grupo tenemos respecto al
proyecto de ley. Para terminar, me gustaría que nos
dijera cómo valora los resultados de la orden de protección en estos meses que lleva implantada, una ley que
salió por unanimidad de la Cámara, en cuyo desarrollo
y debate previo que se produjo en esta misma Cámara
sobre el tema sé que usted participó.
tes, un sociólogo que no sé por qué creo que es el
mismo al que usted se ha referido, hacía una afirmación
que me ha puesto los pelos de punta, y permítame que
se lo diga. Ha dicho algo así como que el Observatorio
sobre Violencia de Género, también se refería al proyecto de ley, cómo no, era una ubre para alimentar a las
asociaciones de mujeres. Quiero decirle que me ha
parecido una auténtica grosería, entre otras cosas porque esta diputada cree firmemente en el papel que las
organizaciones sociales, como intermediarias entre el
Gobierno y la ciudadanía, cumplen, imprescindible en
nuestra sociedad. Sin estas organizaciones no sería
posible. En consecuencia, le formulo las siguientes preguntas ¿Qué pueden hacer en este nuevo contexto y en
el marco de lo que esperamos sea la nueva ley, organizaciones como la suya, la que usted representa, y otras
tantas? En segundo lugar, ¿por qué cree que se ha generado una reacción contraria a esta norma, sobre todo a
aquellos aspectos punitivos que, siendo importantes, no
son lo esencial y fundamental de este proyecto de ley
que quiere atravesar en estas tres líneas que usted planteaba y que yo le recogía. ¿Por qué se ha producido esta
reacción en contra por una parte de la judicatura? Otro
elemento que también creo yo que nos debería hacer
reflexionar y sobre el que quizá usted nos pueda dar luz
son los riesgos que corren las mujeres en una relación
intrafamiliar como compañeras, ex cónyuges, esposas.
¿Estos riesgos son comparables o pueden ser los mismos que sufran los varones? ¿En este contexto intrafamiliar son comparables ambos riesgos? Quizás esto
también nos daría luz, porque aquí existe, entiendo yo,
la verdadera desigualdad.
Finalmente, su asociación y otras asociaciones han
realizado varios estudios sobre sentencias de jueces en
casos de violencia de género. A pesar de que tenemos
muchas sentencias, ¿qué cree que está pasando para
que las mujeres se encuentren a pesar de ello en una
situación clara de desprotección, después de estas sentencias? Cuando existe libertad las mujeres son perseguidas y finalmente, muchas de ellas, lamentablemente,
muertas.
¿Cree usted que los niños, teniendo una legislación
vasta, amplia, rigurosa y profundizada en este país con
relación a la protección de los menores, y que el proyecto de ley solamente como consecuencia de la situación
intrafamiliar recoge también, quedan suficientemente
protegidos? Aquí acabo y quiero solamente señalar que
estoy de acuerdo con usted cuando señalaba la importancia de la formación, de la educación y del cambio de
actitudes. Efectivamente, este es el camino.
Gracias.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Finalmente, en nombre del Grupo Parlamentario
Socialista, tiene la palabra la señora Esteve.
La señora ESTEVE ORTEGA: Señora Chicano,
quiero darle las gracias por su intervención que seguro
nos va a hacer reflexionar a todos los grupos que hoy
estamos aquí y a la vez quiero destacar la labor que
viene haciendo la organización que usted representa, de
otro lado absolutamente imprescindible el papel de su
organización y de otras tantas en nuestra sociedad.
Ante el bombardeo de preguntas que le ha hecho la
representante del Partido Popular que me ha precedido,
yo también voy a hacerle unas cuantas preguntas, pero
cada una de ellas entiendo que representa un vacío que
hoy tenemos en la legislación en nuestra sociedad con
relación a las mujeres, y no puedo evitar pensar qué ha
pasado durante todos estos años para que hoy tengamos
necesidad de ir rellenando todos estos vacíos que efectivamente existen tanto en el marco político como en el
legislativo.
Dicho esto, señora Chicano, le doy de nuevo las gracias, y quisiera señalar que de su intervención creo que
se infieren tres aspectos fundamentales y que creo que
la ley, en su espíritu y filosofía y también en las medidas que plantea, recoge, y son los siguientes. Usted ha
hablado de las víctimas, las mujeres. Existen también
evidentemente víctimas indirectas, aquellas que como
consecuencia de estas relaciones de desigualdad indirectamente pueden sufrir situaciones de malos tratos y
por tanto son víctimas potenciales —me refiero a los
otros componentes del núcleo familiar— Hay otro elemento que usted ha señalado que es todo aquello que
tiene que ver con los agresores, pero no solamente
aquellos hombres que se convierten en agresores de
facto, sino aquellos en nuestra sociedad que con su
actitud y su manera de actuar lo que hacen es alimentar
estos valores y estas actitudes que son predominantes
en nuestra sociedad y sobre los cuales hay que incidir
también.
Creo que usted se ha referido a la potencialidad de
nuestra sociedad en tanto en cuanto, como sujetos activos, si modificamos la formación y determinados
aspectos culturales, en definitiva, si modificamos nuestras prácticas ayudados por una ley, que yo siempre
insisto que es el camino, no el único, pero es la guía
sobre la cual hay que ir, finalmente seremos capaces de
tener una sociedad mejor. En este sentido, le voy a formular cuatro preguntas para que nos ayude y nos
amplíe su visión. Esta mañana uno de los comparecien-
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): A continuación, tiene la palabra la señora Chicano para responder a todas las intervenciones.
La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN
DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega):
A ver si soy capaz de responder a tantas preguntas si he
sido capaz de recogerlas. En primer lugar, a la diputada
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de Convergència i Unió, la señora Pigem, efectivamente, cuando yo he hablado del proyecto de ley me he
referido muy genéricamente a determinados aspectos
que podían mejorarse desde el punto de vista educativo,
primero porque no me considero capaz y, segundo, porque al ser las primeras comparecencias creo que se irán
desarrollando todos los aspectos de la ley, los más jurídicos, los procesales y otros. He querido destacar, por el
propio ámbito de la intervención que estaba más referida al ámbito sociopolítico actual nuestro y de Europa,
los aspectos preventivos referidos fundamentalmente a
educación y a formación. Yo no creo que un solo instrumento sea suficiente para resolver todo un problema,
sobre todo un problema de la envergadura del que estamos hablando, pero sí que creo sin embargo que la ley
es un instrumento absolutamente necesario. Dentro de
poco tiempo nos diremos y alguien nos dirá, ¿para qué
queríais la ley si sigue habiendo muertes? Seguirá
habiendo muertes, lamentablemente. Creo que este es
un proceso largo y que nos va a hacer sufrir mucho por
el camino. Sin embargo, creo que se puede concretar
más en el tema de la educación, vía desarrollo de la ley
y, seguramente, vía seguimiento posterior de la ley.
Creo que el propio Consejo Escolar, que introduce nuevas personas para evaluar las políticas educativas, y los
diseños curriculares, todo eso debe de ser producto de
un actuar conjunto de todos los poderes, del Poder
Legislativo y sobre todo del Ejecutivo en este caso, que
será quien reglamente la ley. Desde luego, lo que tendrá
que poderse hacer siempre es un seguimiento. No es
suficiente con enunciar las políticas, tiene que haber
después un mecanismo de control de las mismas. También he dicho que todo esto nos conducirá a cierta
melancolía seguramente en el aspecto que también he
querido indicar, de que la vida de una persona es mucho
más corta que un proceso histórico. Yo siempre digo que
yo no acabaré viendo cuáles son los resultados de una
educación distinta en el modelo de sociedad que hoy
tenemos, pero si no empezamos nunca, no lo voy a ver
yo ni lo van a ver mis hijos ni lo van a ver mis nietos.
Creo que hemos perdido unos años preciosos y que es
momento de recuperar esto. Les pido, como legisladores y le pediremos al Ejecutivo desde la organización
que sean extremadamente rigurosos y cuidadosos con
los reglamentos de desarrollo. Creo que por ahí la ley
puede hacer alguna precisión más. Una de las propuestas que se podría proponer en el ámbito más procesal
sería la consideración de legitimidad de las asociaciones
de mujeres para solicitar recusación de los jueces cuando conocemos, como conocemos, sentencias en que han
utilizado argumentos «anticonstitucionales» pero desde
luego discriminatorios en sus considerandos. De mala
manera se puede llegar a un fallo ajustado cuando el
considerando es el que es en tantas sentencias como
padecemos. Esto parece que tampoco será solución,
pero ninguna medida es solución. Creo que todas contribuyen a ir creando una sensación de que no se puede
hacer lo que uno quiera con este tema; igual que afortunadamente han empezado a desaparecer de algunos
ámbitos algunos comentarios porque no son políticamente correctos, que empiecen a desaparecer de las
páginas de las sentencias determinados considerandos
será un paso importantísimo. Después seguiré con este
tema con alguna de las preguntas que han hecho alguna
de ustedes.
En cuanto al tema de la acción positiva de las medidas penales, estoy absolutamente de acuerdo. Creo que
no hay distinción, estamos hablando de un hecho de una
relevancia social muy importante y de una dimensión
fundamental. Creo que estamos en un Estado de derecho con una democracia consolidada en la que el cuerpo
jurídico tiene medidas para proteger cualquier situación
y para defender a la propia sociedad de cualquier agresión que se le produzca desde cualquier medio. Sin
embargo, hay que dar respuesta a algo con cuya clave
estamos viendo que no hemos dado porque no solamente no disminuye sino que se incrementa. Desde luego a
mí, ni desde el punto de vista jurídico ni desde ningún
otro punto de vista, me repugna la posibilidad de tratar
favorablemente estas medidas de acción positiva desde
el punto de vista penal. De todas maneras, en esto, como
en todo, ustedes son los legisladores y ustedes acabarán
mejorando la ley seguro, pero no dejen de pensar siempre que hemos utilizado muchos mecanismos, que estamos siempre hablando en una sociedad, que es una
sociedad de cuotas y de acciones positivas, no para las
mujeres, para todos: partidos políticos, repartos económicos, todos son cuotas y medidas de acciones positivas, dirigidas a colectivos para resolver problemas.
Cuando hablamos de medidas de acción positiva, ¿por
qué siempre la estampida social es cuando hablamos de
que vamos a cambiar la situación de las mujeres con
medidas de acción positiva? ¿Por qué siempre es lo
mismo? Porque eso significa transformar la sociedad y
hay mucha gente que no quiere transformar la sociedad.
Hay mucha gente que entiende y considera que las desigualdades son naturales. Esto lo habrá leído usted como
lo he leído yo. Uno nace blanco, nace mujer o nace
negro, y no hay que matarlo, simplemente es distinto; lo
que hay que hacer es echarle una mano. Nosotros opinamos que eso no es cierto, que todas estas desigualdades
no son por nacimiento, son desigualdades por construcción social, y sobre esas circunstancias que influyen se
puede actuar, y hay que actuar porque estamos además
padeciendo una situación absolutamente violenta que va
ascendiendo, y ocurre igual en todos los países del
mundo. Me parece imposible cómo desde la sociedad
no se reacciona cuando se reacciona ante otros fenómenos que son importantes socialmente, qué duda cabe,
pero no más que éste. Usted conocerá como yo que hay
medidas que favorecen la protección de cualquier aspecto de cualquier colectivo que se considere que está en
situaciones de inferioridad. Yo jamás he visto que se
produzcan las reacciones que se producen cuando
hablamos de la acción positiva, no solamente en España
sino en general.
En cuanto a que si esto va a ser eficaz, una de las
cosas más terribles que se están produciendo hoy es la
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impunidad de los agresores. El otro día tuve oportunidad de ver un vídeo de un asesino, y digo un asesino
aunque a lo mejor es un homicida porque tiene juicio
pendiente, que ha matado a su mujer hace aproximadamente dos años y no ha entrado todavía en la cárcel, por
no sé qué mecanismos procesales y jurídicos. La familia de la mujer está absolutamente descorazonada porque es una situación de una injusticia manifiesta. El
hombre pasea tranquilamente por las calles del pueblo,
hace declaraciones a los medios públicos, no tiene la
más mínima sensación —lo he visto en una entrevista
durante media hora— de haber hecho nada que no
pudiera hacer; de hecho, el relato que tuve oportunidad
de escuchar es tan escalofriante como que empieza a
describir qué ha pasado en la discusión que tuvieron
previa a la muerte de ella, que se puso a limpiar y un
cuadro se le cayó y se rompió, y siguió limpiando y el
sofá que estaba delante de la mesa también se cayó, y
siguió limpiando, o sea que era un hombre que limpiaba todo el tiempo y según limpiaba iba rompiendo las
cosas. Es algo absolutamente escalofriante. Tengo que
decirle que en los procesos de mujeres maltratadas que
llevamos, cuando se dicta una sentencia de ese tipo que
genera o provoca la impunidad de los hombres, una
media de tres mujeres nos llama para que retiremos su
demanda, ¿por qué? Porque la desmotivación que se les
produce es tremenda. El proceso de reclamación judicial es tan costoso desde el punto de vista personal que
la actuación de la justicia posterior les produce lo que
llamamos la segunda victimización, y es una situación
que muchas ni controlan ni quieren, ni tienen por qué,
porque pedir heroicidades lo hacemos siempre, pero no
entiendo por qué se les tiene que pedir siempre a las
mujeres esta actuación. Creo que el que la ley cause
una menor impunidad de los agresores será absolutamente fundamental para la salud general de la sociedad.
En cuanto a la bondad o la indiferencia de que haya
o no otros juzgados, me manifiesto favorable porque
hemos comprobado que se están produciendo —supongo que se lo irán contando a lo largo de todas las comparecencias porque es una constatación bastante unánime— fallos que son contradictorios entre los procesos
civiles, los procesos penales, medidas de alejamiento
con visitas autorizadas, todo este tipo de cosas están
causando muertes. El que se sustancien en los juzgados
que la ley prevé por lo menos nos va a permitir el tener
a la vista todo el procedimiento y nos va a permitir lo
que pretendía la orden de protección, que pretendía
aquello pero lo que pasa es que lo que no arbitraba era
un sistema procesal. Entonces era muy complicado, de
hecho se han producido muertes después de conceder
las órdenes de protección, con lo cual vemos que esto
puede favorecer que no se produzcan esas distorsiones
importantes que dan lugar a muertes. Tengo que decir
que cada una de las medidas que me parecen importantes, no me parece ni única ni suficiente, es decir, se tienen que dar todas las medidas juntas. Necesitamos una
ley integral, porque se trata de poner en marcha todos
los ámbitos de actuación que tienen que converger para
que este problema, ni siquiera digo se erradique, sino
para contribuir a erradicarlo, y por eso he dicho que no
hemos terminado con la ley sino que la ley nos permite
empezar. No sé si me he dejado algunas de las cosas
que me ha preguntado la diputada.
La señora Bonás me preguntaba por qué no le ponemos otro título como patriarcal; mientras que no leamos violencia doméstica, porque creo que no responde
a lo que la ley pretende, o no le llamemos violencia
hacia las mujeres porque creo que tampoco responde,
porque hay otra violencia inespecífica hacia las mujeres que no es la violencia de género.. Se le podría poner
el nombre que se ha dicho, pero ¿por qué inventar unos
nombres cuando tenemos acreditado un término internacionalmente acreditado? Cuando hablamos en conferencias internacionales desde 1995 sabemos exactamente de qué hablamos, está doctrinalmente
consolidado y sabemos a lo que responde. Parece que
quizá si todos respondiéramos a ese término, seguramente no es la mejor traducción del inglés al español
pero es algo que ya entendemos. La sociedad quizá lo
entiende menos porque no hemos tenido la oportunidad
de hablar de determinadas cosas; ahora parece que ese
debate está permitiendo que hablemos de esto. Lo que
en un principio me pareció tremendo es que la Real
Academia de la Lengua que es tan poco proclive a
hacer informes, de hecho es el primero que le conozco
antes de la utilización de un término —y han traducido
en la Academia además términos de otros idiomas, por
ejemplo el corner, quién le llamaría al corner de otra
manera que no fuera corner, y ya veo anuncios en
inglés—, haya sido tan diligente al hacer esto. Seguramente, repito quizá no sea la traducción exacta, pero sí
es la traducción que hoy todos entendemos. Desde
luego lo que no está claro es que la Academia haya
entendido el sentir que tiene o con que se acuñó ese
término, porque dice que las mujeres utilizamos género
como sinónimo de sexo y no es cierto, utilizamos género como construcción social, todo a lo que nos hemos
referido antes. Por ello, creo que está bien llamarlo violencia de género, así se llaman las otras leyes que conocemos y así también nos entendemos internacionalmente.
Estoy de acuerdo con usted en una cosa, y es que hay
mucha violencia que las mujeres inmigrantes no denuncian por muchas razones; las que mejor conocemos eso
somos las organizaciones de mujeres porque ellas no
suelen ir a sitios públicos hasta ahora, a nosotros nos lo
han dicho porque les daba miedo que las pusieran en la
frontera. También hay mucha violencia que no se
denuncia de mujeres no inmigrantes. Estamos hablando
de la violencia que conocemos, y la violencia que
conocemos ahora en unas dimensiones que nos tienen
escandalizadas y que no conocíamos hace 15 años.
Entendemos que no es más según estudios que supongo
que son empíricos, porque no hay datos suficientes que
nos permitan decir que supone el 10, el 8 ó el 27 por
ciento, pero sí sabemos que es una mínima parte de la
violencia que existe. Cuando además una mujer denun-
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más avanzados como los del norte de Europa, estamos
hablando de 1920, 1925 y de ahí en adelante, hace
nada. ¿Qué es lo que ha sucedido en las sociedades, por
ejemplo, nórdicas, que siempre hemos dicho que son
las sociedades más avanzadas y que por otra parte tienen más índice de violencia que nosotros? Todo el
mundo me comenta que sucede una cosa, o yo entiendo
que sucede una cosa, es una interpretación absolutamente personal y fruto de las vueltas que le da uno a las
situaciones cuando intenta buscar soluciones. El propio
Estado de bienestar de los países del norte de Europa,
la propia riqueza que han tenido ha hecho que a partir
de ese momento en que eran titulares de derechos se les
garantizara el ejercicio de esos derechos y además se
pudiera subvenir a muchas de las necesidades, con lo
cual las mujeres han tenido un avance exponencial tremendo en muy pocos años; pero el resto de la sociedad
está parada, la sociedad no se ha movido, no se ha
movido ninguna estructura, solamente las mujeres han
corrido mucho, pero los hombres se han quedado donde
estaban y las estructuras sociales están donde estaban.
Los hombres están perplejos, y por eso aumenta la violencia. El otro día dio la clave uno de los hombres que
mató a su mujer de más de 70 años, era un hombre de
75 años que mató a su mujer de 71; estaban en un proceso de separación. Un hombre de 75 años después de
esta educación, que su mujer le dijera ahí te quedas, no
lo ha podido soportar. El hombre dijo: ¡Es que no me
obedece! Esto es la causa. ¿Por dónde empezamos?
Tenemos que empezar por el principio que es la educación y eso hacerlo ya, aunque tenga resultados a medio
plazo. Después habrá que resolver temas que ya están
dándose como es el estar con las mujeres que hoy están
padeciendo violencia porque es una situación durísima
y gravísima y todos tenemos que contribuir por lo
menos a paliar los efectos.
Me parece que no hay que hablar de una sola causa.
Realmente, la violencia que ocurre aquí es la más visible, la más brutal y la más abominable, y así como
todavía somos capaces de hacer reaccionar a la sociedad un poco, lamentablemente muy poco, o a algunos
sectores de la sociedad, ante la violencia de género, la
sociedad no reacciona ante el resto de las discriminaciones, no reacciona. No reacciona ante que las mujeres
tengamos en exclusiva las responsabilidades familiares;
si hablamos de estar las mujeres en puestos de representación política, las reacciones son en contra de los
sistemas que hacen que nos ahorremos 200 años de
camino. Nada más que eso, la educación paritaria, las
cuotas, es ahorrarnos tiempo, espabilar un poquito.
Ante eso la sociedad no reacciona. ¿Cuántas veces
habremos oído nosotras: pero qué queréis ya las mujeres? Tenemos además una situación formal absolutamente perfecta, con una constitución que impide la
discriminación de unas leyes en contenidos discriminatorios, entonces ¿qué más queremos? Ahora la desigualdad es absolutamente sutil, al ser más sutil es más
difícil de combatir. Ese es el origen, por eso la prevención es seguir actuando en presencia de las mujeres en
cia, hay una media de 5 a 7 años anteriores que viene
sufriendo violencia en ese momento de denuncia; existe todo ese antecedente de violencia. Y cuántas mujeres
no denuncian nunca. Estamos hablando de los malos
tratos físicos. Si hablamos de los malos tratos psíquicos, que tienen una dificultad de prueba enorme, le diré
que la denuncia es escasísima. Con lo cual, esto que se
da entre las mujeres inmigrantes, que quizá lo ha dicho
porque haría variar la estadística que le he dado que es
del Observatorio de la Violencia, no es una estadística
de organizaciones de mujeres —lo digo porque para
muchos tiene más crédito uno que otro y he cogido la
del observatorio— igual que se incrementa esta se
incrementaría la otra. Creo que decir que la violencia se
produce más en los inmigrantes, no es decir verdad, y
no es decir verdad interesadamente, aunque, efectivamente, creo que hay una violencia oculta y no denunciada tremenda.
Ya he contestado, pero lo vuelvo a decir que no me
parece suficiente la ley, me parece necesaria pero no
suficiente. Lo que sí me parece importante y fundamental es la voluntad política primero de que salga la
ley, y segundo, de armarla después, de que funcione y
de que entre todos, todas las vías y posibilidades que se
abren con la ley en todos los aspectos se pongan en
marcha. Eso necesita recursos económicos. Yo no soy
capaz de valorar los recursos económicos que haya
detrás de la ley, pero hoy hay recursos económicos
fijos, con números, detrás de la ley; hasta ahora no
había, ahora hay. Algo hemos avanzado, y todo lo que
se avanza, por lo menos, no es pararnos. Nosotras siempre decimos que cuando las mujeres nos paramos a
celebrar cualquier éxito o cualquier conquista, en ese
momento que nos paramos, hemos dado un paso atrás.
Creo que todo esto son pasos adelante.
Señora Camarero, las causas más profundas de la
violencia son la discriminación y la desigualdad que
persisten. He evitado toda una serie de datos porque me
parece que ustedes tienen acceso a ellos y tienen
muchas posibilidades de tenerlos; si alguno necesitan,
estoy dispuesta a facilitárselo cuando quieran. Desde
que solamente el 1 por ciento de la riqueza del planeta
está en manos de mujeres y somos casi el 52 por ciento
de la población, hasta la presencia de las mujeres en los
ámbitos públicos, hasta la consideración de las mujeres
en los ámbitos laborales, hasta la responsabilidad única
de las mujeres en la atención de dependientes, no solamente hijos, que alguien siempre me alega la condición
biológica, sino padres, suegros o tíos, todo eso hace
que las mujeres no hayamos estado nunca en situaciones de igualdad, todo eso genera violencia. ¿Por qué?
Porque además está ocurriendo una cosa que no sé si
ahora le contesto a usted y aprovecho para contestar a
otra persona, creo que se ha incrementado la violencia,
por una cosa. Antes comentaba ¿cuándo las mujeres,
que nosotras conozcamos por la historia que conocemos, han empezado a tener derechos propios, en algunos casos, no en muchos, a poder exigir que se les
garantice el ejercicio de esos derechos? En los países
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ámbitos públicos, en el ejercicios de derechos laborales
en las mismas condiciones que los hombres, en el
reparto de responsabilidades, que no digo tareas, en el
ámbito familiar y de trabajo, en que la sociedad asuma
como función social muchas de las cargas que tenemos
las mujeres, pero función social como pasa en Suecia,
maternidades, etcétera. Nos queda mucho camino, pero
estoy contenta con la ley porque me parece que por fin
hemos llegado a un diagnóstico que es el acertado, y
solamente con un diagnóstico acertado podemos ir a un
tratamiento acertado. Los problemas que nos han ocurrido antes es porque partíamos de diagnósticos confundidos y los tratamientos no funcionaban. Eso es
lógico, cuando el diagnóstico está confundido, el tratamiento nunca funciona. A lo mejor ahora hemos dado
con la clave y empezamos a resolver cosas.
¿Por qué los jóvenes siguen siendo machistas? Por lo
que estamos hablando todo el tiempo. No se ha cambiado ninguna de las pautas educativas; no solamente no
se han cambiado las pautas educativas sino que se ha
confundido la coeducación con la educación mixta. El
llevar a los niños y a las niñas a los mismos colegios
nos ha parecido que era la coeducación, y realmente
eso no es la coeducación, sino que es que los niños y las
niñas van al mismo colegio, pero cuando nos descuidamos, hay colegios que se salen y empiezan a hacer
colegios de niñas y colegios de niños, con lo cual también debemos de tener cierta prevención. Hoy los niños
de 4 y 5 años diferencian perfectamente cuáles son los
papeles de los niños y de las niñas. Eso es terrible, porque es no adelantar absolutamente nada. Eso es parte
del problema. Hoy también sucede que la educación,
por eso antes he querido hacer una referencia aunque
haya sido muy somera a los medios de comunicación,
siendo el proceso de socialización por excelencia,
nuestros jóvenes tienen unos sistemas de información
enormes que también son procesos de socialización,
que son los medios de comunicación e internet, y ahí
hay verdaderas barbaridades, o entramos ahí también
todos, o nos va a costar mucho que ellos vayan percibiendo que esta sociedad tiene que ser equilibrada y
que las relaciones interpersonales también exigen
democracia y equilibrio.
He explicado por qué entiendo que ahora hay más
violencia. Hay muchos factores por los que las mujeres
no han salido de situaciones de violencia. Uno es la
dependencia económica. Dicen que quizá esa es una de
las cosas por las que hay quien opina, el mismo sociólogo que creo que sí es el mismo, que se da en las clases
más desfavorecidas de la sociedad, y cuando decimos
que no, él dice que sí. No, lo que ocurre es que en las
clases más desfavorecidas no recurren a los recursos
públicos, no están en nuestras estadísticas. Cuando la
persona tiene medios económicos, no suele recurrir a
un recurso público. Es lo mismo. El origen es exactamente igual, y además nosotras conocemos desafortunadamente muchas situaciones.
¿Posibilidades de que salga la mujer? Claro que hay
posibilidades de que salga la mujer, tenemos maravillo-
sas experiencias y desde luego que es el mensaje que
nos corresponde a todos mandar, el que nosotras intentamos mandar, y que creo que ustedes como políticos y
políticas les corresponde enviar, que se puede salir. Se
puede salir pero no se pueden sentir solas, y se sienten
solas cuando el proceso judicial les va en contra, cuando no saben a qué puerta llamar, cuando con la Policía
les pasa lo que les pasa, cuando van a los servicios
médicos con síndromes inespecíficos y a nadie se le
ocurre pensar lo que le pasará a estas mujeres, y cada
día van por una cosa; entonces se sienten solas.
Voy a intentar, si a usted le parece, entrar en la medida en que tengo mi opinión sobre el tema, pero por no
alargar mucho, vendrá después otra persona que tiene
absoluta experiencia en el tema de casas de acogida. Si
le parece salto el tema de las casas de acogida y se lo
dejo a ella. Mi asociación no tiene casa de acogida, y
les voy a explicar una de las razones de por qué no
tenemos casas de recuperación, es por el sistema de
subvenciones de las asociaciones. No quiero decir que
otros no lo hayan hecho con mejor fortuna. Nosotras
entendemos que los procesos de recuperación son largos y hasta ahora, porque ahora afortunadamente
hemos empezado a cambiar los sistemas de financiación, las subvenciones han sido anuales sin que se asegure cuál es la siguiente subvención. A nuestra asociación le ha parecido que iniciar ese proceso que es
costoso económica e incluso profesionalmente no era
lo que teníamos como una prioridad. Lo que tenemos
son servicios de atención integral contra la violencia de
género. Tenemos equipos multidisciplinares y atención
integral contra violencia de género. La mujer que va,
por ejemplo, en busca de orientación laboral, o va a un
programa de inmigrantes, incluso a aprender el idioma,
o va a un programa de canguras, que es un programa
que tenemos de atención a mujeres con problemas para
atender a personas dependientes y necesitan que
alguien les atienda para ellas buscar trabajo o ir al
médico, vayan donde vayan, ellas contestan a unos
cuestionarios, normalmente las psicólogas los ven y
detectan determinados casos, pero incluso cuando están
detectados los casos tampoco se les presta solamente
asistencia jurídica, sino que a la abogada le acompaña
después la psicóloga y la propia procuradora, que también normalmente en los casos que llevamos nosotros
es una mujer del equipo que va resolviendo los temas
procesales; ustedes sabrá muy bien cómo las mujeres se
desmoronan en el momento de presentar las denuncias,
entre otras cosas porque normalmente tienen que hacer
la comparecencia, o hasta ahora era así, con el agresor
delante. Esto sí que está dando bastante buenos resultados, y digo esto porque ya hay alguna sentencia que
nos ha permitido ir fortaleciendo psicológicamente a la
mujer durante todo el proceso judicial, que es muy
largo, y después es atendida por personas que están
muy formadas en el tema de género y en el tema procesal específico.
He explicado más o menos qué hace esta asociación,
tiene implantación prácticamente en todo el territorio
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español, si a usted le interesa una memoria yo se la
hago llegar, no quisiera aburrir a nadie con las actividades de la asociación. Sí le digo que, alguien lo ha
comentado, la labor del movimiento ciudadano es
absolutamente imprescindible en una democracia. Me
parece que es el elemento que cualifica las democracias. Un movimiento ciudadano estructurado, fuerte y
participativo. No nos pisamos los terrenos, es absolutamente complementaria una democracia participativa y
una democracia representativa, y lo que tenemos que
hacer es buscar esos espacios de interactuación. Una de
las cosas que a los políticos se les achaca, y usted lo
sabrá mucho mejor que yo, es que se separan de la
sociedad en cuanto llegan a los sitios. Los pies en la
tierra de los políticos somos normalmente el movimiento ciudadano estructurado, por lo cual les pido que
cuenten con nosotras porque estamos para eso, y que
además lo haríamos aunque ustedes no contaran, y de
hecho así lo hacemos, pero cuánta más eficacia tendríamos si fuéramos capaces de articular sistemas de interactuación, no solamente entre los políticos y el movimiento ciudadano, sino entre los gobernantes y el
movimiento ciudadano.
Estoy a favor de que exista un fondo de garantía de
alimentos y no sé por qué no está, y aunque usted dice
que sabe que he estado con el ministro, no me lo ha
contado.
En cuanto al tema del observatorio, el observatorio
que existe no es incompatible con el observatorio. He
visto que entre la relación de comparecientes está
Montserrat Comas, que ya les contará. El observatorio
que existe está referido exclusivamente a la actuación
judicial, observan solamente los casos de la propia
actuación judicial. Entendemos que un observatorio de
violencia es un observatorio integral, lo que tendría que
hacer el observatorio de violencia es manejar los indicadores sobre los que a lo mejor me he olvidado de
contestar; no me acuerdo quién me preguntó acerca de
los indicadores en Europa, sí que hay algunos indicadores. Hoy, por ejemplo, tenemos una absurda guerra de
cifras entre los estamentos oficiales y las organizaciones de mujeres, porque unos hasta hace unos días no
contaban las mujeres que sufrían el maltrato fuera del
matrimonio, hoy las cuentan, pero cuentan también los
otros casos de violencia doméstica, por ejemplo, agresiones que se producen dentro del hogar y que no son
específicamente violencia de género; no hay un indicador, sino que hay varias relaciones de indicadores en
Europa para tratar los temas de género. Entendemos
que el observatorio lo que debe de hacer para realizar el
seguimiento absoluto de la ley integral es tener indicadores en cada uno de los aspectos, en el educativo, en el
laboral, en el penal, en todos. Por eso, me parece que
no es incompatible. Si acaso fuera incompatible, sería
que se subsumiera el observatorio del Consejo en el
general, esto se me acaba de ocurrir, así que no hagan
mucho caso. No lo he pensado ni medio minuto.
La orden de protección es una buena idea, y a las
organizaciones de mujeres desde hace mucho tiempo
nos parecía que esta idea, que no es original porque ya
está funcionando en otros países, era buena pero uno a
base de decir las cosas parece que es agorero. Recuerdo
cuando la ley apareció y la orden de protección entró en
vigor, inmediatamente desde las asociaciones de mujeres dijimos que era imposible que pudiera ser eficaz,
porque no tenía recursos materiales ni económicos
detrás, y esto exige una movilización de tal categoría de
recursos humanos, de coordinación y de recursos económicos que no era posible, como efectivamente
entiendo que así ha pasado. Ha tenido un impasse
importante en el que se han dictado muchas más órdenes de alejamiento, que no el resto de las medidas que
conlleva la orden de protección, pero si bien es cierto
que la orden de alejamiento antes nos costaba mucho
conseguirla, con la orden de protección hemos conseguido más órdenes de alejamiento. Sin embargo, si no
conseguimos garantizar a la mujer con una orden de
alejamiento que no será asesinada o maltratada, realmente nos pasa como siempre, estamos inhibiendo
muchas veces la iniciativa de las mujeres para separarse
del propio agresor, digo físicamente no me refiero a lo
jurídico. Parte del fracaso es que se necesita una coordinación importante de recursos humanos, y una dotación económica muy importante detrás.
En cuanto a la señora Esteve, del Grupo Socialista, le
agradezco que valore el trabajo de la federación. Nunca
soy pudorosa al hablar de la federación porque como
tengo la sensación de que no me refiero a mí misma,
puedo hablar bien de lo que se hace porque es la labor
de muchas personas durante mucho tiempo, incluso de
cuando yo no estaba, con lo cual el pudor que tiene uno
al hablar de sí mismo se me pasa cuando hablo de la
Federación de Mujeres Progresistas. Entiendo que es
una organización que ha trabajado en este país por los
derechos de las mujeres con mucho rigor, con una
implicación muy directa en todos los temas que afectan
a los derechos de las mujeres. Quiero decir con esto
que no hemos tenido sólo programas específicos de
violencia; sí que creo, por lo que he dicho siempre y
por lo que estoy diciendo todo el tiempo, que todo el
trabajo que hemos hecho va dirigido a eliminar también
la violencia, porque va dirigido a potenciar que la mujer
tenga la posibilidad de tener su propio proyecto de vida
y eso, cuando una mujer es capaz de tener la autonomía
para tener su proyecto de vida, seguro que elimina el
riesgo de violencia en una medida enorme. Le agradezco que me informe de que se oyen manifestaciones
como la que me ha contado de que la ley es una ubre
para las asociaciones de mujeres, que no sé lo que quiere decir, pero si quiere decir que vamos a tener satisfacción porque vamos a mejorar los casos, estoy de acuerdo con él. Otra cosa no sé lo que quiere decir, o no
quiero saberlo.
Nosotras podemos seguir siendo conciencia social,
como lo estamos siendo, de lo que está sucediendo y de
lo que ocurre cada día con las mujeres. Podemos pedir
desde la sociedad, que además tenemos hoy un espacio,
no solamente la organización que hoy puedo presidir,
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sino en general el movimiento ciudadano, la sociedad
civil organizada, unas mejores condiciones para trabajar y hacer llegar, que es un poco nuestra misión, a los
poderes públicos lo que está ocurriendo cada día. Y
desde el punto de vista de la ley, intentaremos estar o
que estén las personas más adecuadas en todos los
órganos de evaluación y de seguimiento, que me parece
que es una labor importante en cuanto la ley entre en
vigor. Corresponderá a los poderes públicos desarrollar
muchas de las medidas, pero desde luego lucharemos
en todas las comisiones, en todos los órganos que sean
de evaluación y seguimiento, e intentaremos si no en
estar en todos porque no podemos estar en todos naturalmente, que estén las personas que entendemos que
tienen las mejores condiciones de implicación y de preparación profesional y personal para estar.
La reacción que se ha provocado en contra de la ley
ha venido desde un sector muy concreto y después se
ha alimentado. Estamos diciendo que estamos perviviendo con todos los estereotipos del mundo, y es muy
fácil alimentar el que se diga, por ejemplo, que se deja
fuera a los hombres, cuando no está pasando nada de
eso. Hoy mismo si no hubiera ley, estaríamos todos
desprotegidos. No es cierto o no debería ser cierto. Si
alguien piensa que es cierto eso ¿que qué hemos hecho
en esta sociedad hasta hoy? Espero que no se piense
que la sociedad está desprotegida. Se genera una reacción contraria y en muchos casos, tengo que decirlo
porque lo he pensado, es más intuitiva que racional. Es
más de decir, si éstas se están moviendo, algo se va a
mover. Es evidente que siempre que las mujeres hemos
intentado dar un paso en la consecución de algún derecho o en conseguir la garantía del ejercicio de algún
derecho, todo han sido muros y dificultades. No hemos
conseguido pacíficamente, sin luchar, porque el único
movimiento transformador pacífico ha sido el feminista, absolutamente nada las mujeres, ni el voto. ¡No íbamos a conseguir esto! Es igual, vamos a batallarlo porque entendemos que es bueno y que esta sociedad se lo
merece, no solamente las mujeres. No están en igualdad de riesgo los hombres y las mujeres, es obvio. No
solamente los datos cantan, sino que el propio esquema
que hemos visto de relaciones interpersonales lo pone
en evidencia cada minuto. En algunas encuestas que se
han hecho, en las que se pregunta qué le parece a la
sociedad que algunos hombres sean maltratados, a
todos y todas —hombres y mujeres— les parece horrible en eso no hay un resquicio en la estadística; mientras que al contrario, hay resquicios en las estadísticas,
no les parece igual de horrible que a las mujeres se las
maltrate, porque entra dentro de lo que antes denominábamos lo que es normal. El título del libro de Miguel
responde a lo que oímos tantas veces, Mi marido me
pega lo normal no es un título retórico de un libro, es
una frase que oímos 200 veces, si no en su literalidad,
de manera muy parecida. Luego el riesgo es distinto y
por eso también se avala que se proteja en la situación
de más riesgo.
Donde tenemos mucho que avanzar, y les aliento a
que mañana le pregunten a la vocal del Consejo General del Poder Judicial, es en el sistema de protección
judicial. Afortunadamente, siempre tengo que decirlo,
hay muchos jueces que, con las mismas leyes que otros,
producen unas estupendas sentencias, a favor o en contra, cuando digo que son estupendas no digo que siempre sean a favor, a favor o en contra, pero sin entrar en
consideraciones de ningún tipo que vulneren lo que yo
entiendo cuando menos el derecho a la dignidad de las
personas. Sin embargo, el procelosísimo y larguísimo
procedimiento judicial, la ausencia de seguridad para
las mujeres, algunos pronunciamientos numerosos,
mucho más de lo que quisiéramos, que se produce por
parte de muchos jueces y de muchas mujeres juezas,
desalientan, desmotivan, generan impunidad y no favorecen que adelantemos en el sistema de igualdad. Les
ofrezco un documento, si les interesa. Nosotras en estos
días vamos a sacar el informe, correspondiente a este
año, de los fallos judiciales; no tiene ningún componente jurídico, es un estudio que hacemos exclusivamente con los casos que aparecen en los periódicos, por
lo que ni siquiera es exhaustivo. Surge porque leíamos
un día una sentencia, otro día otra, nos parecía que no
se daba idea de cuántas se producían y decidimos hacer
el ejercicio de ponerlas todas juntas. Nos encontramos
con que cada año, solamente de este ejercicio de sacarlas de los periódicos a los que tenemos acceso, nos
salen entre 75 y 100 sentencias, con unos considerandos absolutamente imposibles. Ese informe lo tendremos listo en estos días, si les parece se lo hago llegar a
la Mesa por si lo quieren consultar, para que apoye la
necesidad de la transformación que estamos pretendiendo.
No sé si me he dejado alguna pregunta y no sé, si me
la he dejado, si pueden volver a preguntar.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señora Chicano, por su intervención.
Lo cierto es que habíamos decidido la Mesa y portavoces que pudiéramos tener tres intervenciones por la
mañana y tres por la tarde. Ha sido muy exhaustiva a la
hora de responder a todas las propuestas y preguntas
que se han hecho en su comparecencia, y es cierto también que va a venir otra persona, en estos tres días, que
tendrá una intervención en la que va a poder hacer una
exposición mucho más amplia en relación con las casas
de acogida, de recuperación y de rehabilitación y por lo
tanto creo que es acertada su propuesta. Sí quiero hacer
llegar por parte de la Mesa y de todos los responsables
de los grupos parlamentarios nuestro agradecimiento
por haber acudido y por su intervención.
Pasaremos rápidamente al siguiente compareciente
(Pausa.).
— DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE DERECHO
PROCESAL. UNIVERSIDAD DE ALICANTE
(ASENCIO MELLADO). (Número de expediente 219/000030.)
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La señora PRESIDENTA: Continuamos con la
comparecencia del señor Asensio, catedrático de derecho procesal. Después intervendrán los grupos parlamentarios.
Tiene la palabra el señor Asencio.
punto de partida. Es una ley que viene a recopilar todo
lo existente, y esto es algo importante. Este anteproyecto ni modifica ni deroga ninguna de las normas hasta
ahora aprobadas, desde la ley 15/2003 pasando por la
ley 27/2003. Es muy respetuoso con todo el esfuerzo
legislativo que se ha hecho en estos últimos años en
materia de violencia contra la mujer. Se respetan los
juicios rápidos, se respeta el artículo 543 en materia de
orden de protección; lo único que sucede es que se da
un paso más, porque se está viendo por la experiencia,
y solamente basta ver las estadísticas, que la normativa,
aún siendo positiva, no parece ser suficiente para dar
soluciones válidas e integrales.
¿Cuáles son, desde el punto de vista procesal, las
características de este anteproyecto? La creación de
unos juzgados de violencia, de los que trataremos posteriormente, y la acumulación de competencias penales
y civiles en los mismos. Son opciones, lo digo de antemano, para mí plenamente constitucionales, y no
podrían ser de otra forma. Si esto no se entiende de esta
manera, habría que poner nuestro ordenamiento jurídico patas arriba, habría seguramente que decir lo mismo
de la Audiencia Nacional, o para ser más concretos,
habría que decir lo mismo de los recién creados juzgados de lo mercantil en la ley concursal que seguramente
tiene unas características, si no idénticas, casi idénticas,
a los juzgados de violencia contra la mujer, como intentaré explicar.
Uno de los problemas, aunque no es exactamente
procesal, que se ha planteado en los distintos informes,
básicamente en los dos del Consejo General del Poder
Judicial, uno no aprobado, otro aprobado por la mayoría y el informe del Consejo de Estado, que naturalmente los he leído con detenimiento, es el relativo a la
definición que de la violencia contra la mujer realiza el
artículo 1 en su apartado segundo. No voy a entrar a
hacer un análisis de carácter penal de esta definición o
de esta posible finalidad asignada a este tipo de delitos,
solamente lo voy a hacer desde el punto de vista de mi
especialidad, en relación con ciertas conclusiones a las
que llega el informe del Consejo General del Poder
Judicial. La primera, ¿es necesario probar esta finalidad
establecida en el apartado segundo del artículo primero
para que se proceda a una condena por estos delitos?
Dos, segundo presupuesto desde mi especialidad, ¿para
que sea competente el juzgado de violencia contra la
mujer es necesaria esa prueba con carácter previo?
Llega a decir el informe del Consejo General del Poder
Judicial que, por este hecho o por esta finalidad asignada a este delito, nunca podría determinarse la competencia del juzgado de violencia contra la mujer hasta
que no se dictara una sentencia condenatoria, ergo
nunca serían competentes los juzgados de violencia
contra la mujer. Son dos cosas que voy a analizar.
La primera, ¿qué es exactamente a nivel procesal
este apartado segundo? No creo que este sea un elemento subjetivo del injusto que afecte a la antijuricidad,
o un elemento de la culpabilidad que exija una prueba,
es decir, no es necesario probar que se den los elemen-
El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE
(Asencio Mellado): Quiero en primer lugar mostrar mi
satisfacción por encontrarme hoy en el Congreso, presentando este informe; para mí ciertamente es un
momento especial, porque esto no sucede todos los días
y también lo es además que esto sea con motivo de emitir un informe técnico sobre un anteproyecto de ley que
se nos presenta, que creo que es necesario en todos los
sentidos desde los cuales pueda ser analizado, porque
viene a apuntar soluciones válidas a un problema de una
gravedad manifiesta, tanto desde el punto de vista cualitativo, que ya les ha sido expuesto por otros informantes
con más conocimientos que yo, como cuantitativo, habida cuenta del número creciente de víctimas mujeres de
actos de violencia que provienen de la persona con la
cual tienen una relación afectiva determinada.
El informe obviamente lo debo emitir desde el punto
de vista de mi especialidad, que es el derecho procesal;
este anteproyecto tiene aspectos procesales, muchos y
variados, fundamentalmente la creación de los juzgados de violencia contra la mujer, y lo que esto comporta
en cuanto a la acumulación, a la competencia penal, lo
que es la instrucción por los delitos y la emisión de
órdenes de protección, también la acumulación de
materias civiles, concretamente las que se establecen
en el artículo 33, apartado segundo, del anteproyecto.
El análisis, necesariamente el mío, y para eso estoy
aquí, ha de ser un análisis jurídico; básicamente quiero
transmitirles a ustedes mi opinión acerca de si el anteproyecto es un proyecto que se puede adaptar o es consecuente con nuestra Constitución y con el resto de
leyes de nuestro ordenamiento jurídico. No es un análisis ni político ni de conveniencia, que yo no me atrevería a hacer, precisamente ante ustedes que son los que
tienen que realizar, no solamente la valoración, sino
una conclusión al final, si el anteproyecto se convierte
en ley.
Parto necesariamente de un punto para mí esencial.
Estamos en presencia de un anteproyecto que ya él
mismo se califica como ley integral. Es un proyecto
que tiene una finalidad muy determinada, se ve desde el
artículo primero cuál es la protección de la mujer frente
a una violencia concreta, que es la violencia que proviene de la persona que convive o que ha convivido con
ella. Desde este punto de vista, el objeto de la ley es
muy concreto y muy determinado. No se protege,
entiendo, la mujer en un sentido general, la mujer por el
hecho de ser mujer; no hay, por tanto, creo, una exclusión de los hombres o los niños, por razón de sexo, ni
hay una protección de la mujer sólo por razón de sexo.
Se protege un acto, una situación muy determinada que
afecta a la mujer, pero una muy concreta. La ley, por ser
integral, tiene ciertas cosas que deben analizarse como
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Congreso
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tos de intencionalidad del apartado segundo de este
artículo. A nivel procesal, estaríamos más bien ante lo
que se conoce como verdades interinas. ¿Qué son verdades interinas? Es algo parecido a una presunción
pero que funciona con mecanismos distintos, que se
establecen por la ley en atención a máximas de la experiencia contrastadas o bien a decisiones estatales. Por
ejemplo, una verdad interina es la diligencia de un buen
padre de familia. Se presume que una persona se comporta siempre con la diligencia de un buen padre de
familia. O la buena fe; se presume que todo el mundo
actúa de buena fe. O la presunción de inocencia; se presume que todo el mundo es inocente hasta que se
demuestra lo contrario. En definitiva, de ser algo, yo
entiendo, a nivel procesal, que no habría que probar
esta finalidad porque no es un elemento del tipo, sería
una verdad interina, que en todo caso admitiría prueba
en contrario, pero no habría que acreditarla en el concreto proceso. Esta es mi opinión, que desde luego es
discutible como todas las opiniones en el derecho y en
todas las ciencias, incluidas las jurídicas.
Como dice el Consejo General del Poder Judicial,
habría que acreditar esta finalidad para determinar la
competencia de un juzgado de violencia contra la mujer
desde un principio.
Esto no es así; si esto fuera así, en este país nadie
podría juzgar, porque un delito sólo se sabe si ha existido, si se ha cometido y su calificación cuando se dicta
la sentencia definitiva, de todos. La competencia se
determina por el acto de iniciación, por la denuncia o
por la querella. A partir de ahí, con lo que se dice en
una denuncia o en una querella se abre un procedimiento determinado ante un juzgado determinado. Naturalmente, lo otro sería imposible. No podríamos jamás
juzgar a nadie si hubiera que esperar a calificar el delito, porque sólo se hace en la sentencia definitiva. Más
aún, ¿qué pasaría aplicando este artículo 1.2, como se
dice desde el Consejo que hay que acreditar esta finalidad, qué pasaría si al final en la sentencia se estableciera que no estamos ante un supuesto de violencia contra
la mujer? ¿Sería nulo todo? Entiendo que no, porque
aunque el artículo 238 de la ley orgánica del Poder
Judicial hable de nulidad absoluta cuando se plantea o
cuando hay un problema de competencia objetiva, en
este caso no hay que olvidar nunca que no se produce
ninguna indefensión. Estamos hablando de juzgados
especializados, dentro de la jurisdicción ordinaria, estamos hablando de que en algunos casos van a ser los
mismos juzgados de primera instancia de instrucción,
los mismos, sin ninguna especialización —esto se olvida muchas veces— y con la aplicación del mismo procedimiento. Y algo más que estamos olvidando es que
los juzgados de violencia contra la mujer son sólo órganos de instrucción, no van a dictar sentencias, la sentencia la dictarán los juzgados de lo penal ordinarios;
en consecuencia, lo que sería nulo sería la instrucción
pero nunca la sentencia, y hay un principio, que es el de
subsanación de los actos procesales, que siendo la sentencia válida jamás sería nula la instrucción, bajo nin-
gún concepto. No obstante, es cosa de ustedes determinar o decidir si se mantiene este apartado o no. Creo
que es una decisión más bien de carácter político y
desde luego no es algo que a mí me corresponda.
He hecho una síntesis muy rápida, en la universidad
invertimos 15 minutos en la presentación y aquí, en 20,
hay que hacer la exposición de toda una ley, con lo cual
corremos contra la experiencia de nuestra costumbre.
En cuanto a los juzgados de violencia contra la mujer,
para mí la medida desde el punto de vista procesal fundamental que propone el anteproyecto, ¿qué son estos
juzgados de violencia contra la mujer? Cualquier cosa
menos una jurisdicción especial. Podemos hablar de
tribunales o de juzgados especializados —ni especiales
ni de excepción—, que se introducen y que están en la
jurisdicción ordinaria —los crea la Ley orgánica del
Poder Judicial—, en el seno del orden jurisdiccional
penal —si tienen competencias civiles, el orden penal
es preferente porque así lo dice el artículo 44 de la Ley
orgánica del Poder Judicial— y con una competencia
perfectamente establecida y general. Dice — voy a
comentar esto porque sé que lo van a preguntar ustedes
porque les preocupa— el informe del Consejo General
del Poder Judicial que estos juzgados son y constituyen
una jurisdicción ordinaria. Permítanme que sea incluso
un poco vehemente, pero naturalmente en la universidad tenemos esa libertad absoluta que creo que es
buena que la ejercitemos, a mi este informe me parece
muy preocupante, por varias razones. La primera porque el concepto que dan de jurisdicción especial no lo
he leído jamás en ningún libro de texto, en ningún tratado; en lo que yo estudié desde que empecé primero de
derecho hasta ahora, que han pasado ya unos 30 años,
jamás he visto una definición de jurisdicción especial
como la que hace el Consejo, ni la mantiene Jimeno ni
Montero, absolutamente nadie. Por lo tanto, no acabo
de entenderlo desde el punto de vista doctrinal. Desde
el punto de vista jurisprudencial, les pediría que miraran el informe del Consejo; no cita ni una sola sentencia porque no la hay. Yo no he traído ninguna sentencia
pero si quieren les puedo citar cien que dicen lo contrario, no tengo ningún problema; todas las que justifica la
Audiencia Nacional, por ejemplo, vienen a decir exactamente lo mismo. Desde luego, si admitiéramos este
concepto del Consejo General del Poder Judicial, desde
mañana yo a lo mejor estaría de acuerdo. Habría que
derogar la Audiencia Nacional de arriba abajo, los juzgados de lo mercantil, los juzgados de familia. Esto
sería un caos. Habría que acabar con la acumulación,
habría que cargarse todo el sistema. Si hay que ser
coherente, seámoslo, yo seguramente lo apoyaría, pero
creo que casi nadie en este país lo haría. Por lo tanto,
vamos a ser un tanto prudentes.
¿Qué dice el Tribunal Constitucional, que es el que
nos importa, que son las exigencias del derecho al juez
ordinario predeterminado por la ley? Dice lo siguiente:
Requisitos: uno, que esos órganos se creen por la Ley
orgánica del Poder Judicial, es lo que dice el artículo 3
de la Ley orgánica del Poder Judicial, este anteproyecto
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crearán específicamente juzgados de violencia contra la
mujer con competencias en instrucción, no en enjuiciamiento —esto es muy importante—, para no decir que
son una jurisdicción especial, porque ellos no van a
dictar sentencia, sólo van a investigar y van a emitir
medidas cautelares; nunca van a dictar sentencias, éstas
las van a dictar los juzgados de lo penal ordinarios.
Dos, también algunos juzgados de Instrucción podrán
en algún lugar determinado no crearse de nuevo, sino
darles la competencia para conocer de la instrucción de
estos delitos y la competencia civil acumulada. Se
podrá hacer, y puede ser de manera exclusiva y excluyente, es decir, exclusiva siempre, excluyente significa
que conozcan de otras cosas o no, dependerá de los
medios y del número de delitos que se cometan. Cuando haya medios y delitos suficientes, ese juzgado será
exclusivo y excluyente; cuando no, será exclusivo pero
no excluyente, podrá conocer de otras materias. Y por
último, cuando solamente haya un juzgado de Primera
Instancia e Instrucción naturalmente tendrá que conocer él.
Dicho esto, una jurisdicción especial lo veo complejo y la ley a mi juicio da un paso adelante que es plenamente constitucional. Naturalmente es un órgano de
protección integral y en consecuencia tiene una competencia penal en materia de instrucción, porque lo que
interesa al legislador no es que se sentencie sino que se
instruya, que se investigue de una forma determinada y
que además se dicten medidas cautelares —las órdenes
de protección— de forma especializada, porque han de
concentrarse esfuerzos y medios. Hay una razón obvia.
En cada uno de estos juzgados va a haber un psicólogo
y un asistente social, y si hubiera que hacerlo en los
3.000 de España no sé de dónde saldría el dinero. Es
imposible que no sea por razones de carácter funcional.
Dice el Consejo General del Poder Judicial que no se
puede hacer, que un órgano penal no puede tener competencias civiles y que esto es una inflación del
artículo 1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que
los órdenes jurisdiccionales tienen sus materias. Creo
que el Consejo seguramente se habrá equivocado porque los tribunales penales conocen siempre, desde el
siglo XIX, de materias civiles. Toda causa civil derivada del delito, reparación, restitución o indemnización
por daños y perjuicios son pretensiones civiles que en
España siempre las conocen los órganos penales, siempre, cualquiera de ellos, en vía penal. Por tanto creo
que habrá sido un lapsus importante. Pero hay algo
más. Los juzgados de lo mercantil, que entran en vigor
en septiembre, conocen de materias civiles y del orden
social, y han sido informados por el Consejo —en un
informe excelente y brillante— sin ninguna pega. Es
natural. El artículo 9 no impide que un orden conozca
de otro. Esto es así. Pero incluso los juzgados penales
conocen de materias civiles en ciertos delitos económicos que no son sólo en reparación de daños y perjuicios
sino cierre de empresas, pérdida de la condición de
administrados; es decir, cuestiones civiles muy complejas. Por tanto, esto es una realidad y, como digo, habría
reforma la Ley orgánica del Poder Judicial, se crean por
esta ley, formal y materialmente. Dos, que el régimen
orgánico y procesal sea el ordinario. Yo no he visto en
ningún momento que los jueces que sean de violencia
contra la mujer vayan a incorporarse a esos juzgados a
través de un régimen que no sea el ordinario, ni siquiera
se les exige especialización, a diferencia de los mercantiles; por tanto, son más ordinarios incluso que los mercantiles. Que sean independientes e imparciales, por
supuesto que sí, si tienen el régimen ordinario y se
crean por ley orgánica, no sé dónde se puede atacar a
estos jueces ordinarios de falta de independencia, porque además, insisto, algunos juzgados de violencia
contra la mujer van a ser los ordinarios de Primera Instancia e Instrucción, la inmensa mayoría, por lo tanto,
si decimos que no son ordinarios, no lo son seguramente cientos de juzgados de Primera Instancia e Instrucción de este país, lo cual sería bastante difícil. Y por
último, que las competencias estén preestablecidas, que
la ley determine antes del hecho cuál es la competencia.
Están perfectamente establecidas con carácter general,
no para una persona o grupo de personas, y eso hay que
clarificarlo. ¿Qué significa grupo de personas, personas
concretas? Crear un tribunal para conocer de un caso
concreto. Por ejemplo, el que está juzgando a Sadam
Husein, es un tribunal creado para él, o el de Milosevic.
Eso en España sería inviable. Es un tribunal para un
caso o una persona concreta. No se pueden crear tampoco para grupos de personas. Naturalmente. Como
pasaba en la posguerra española, los tribunales de
represión de masonería o del comunismo o de responsabilidades políticas eran para grupos de personas. ¿Por
qué? Porque eran tribunales con una finalidad muy
clara: o bien proteger a ciertos sujetos de la ley, que no
se les aplicara, o bien sancionar especialmente a ciertos
sujetos. Aquí no; aquí lo que se hace ni más ni menos es
asignar una competencia que afecta a unas personas
pero en relación con un delito muy concreto y muy
determinado, sin nombres y sin apellidos. Además,
existen supuestos muy parecidos. Por ejemplo, la
Audiencia Nacional conoce los delitos de terrorismo.
¿Para qué? Para aquellas personas que cometan delitos
de terrorismo, grupo de personas sin nominar, para
todos aquellos que cometan delitos de terrorismo. La
Audiencia Nacional también conoce delitos contra la
Corona. ¿Quiénes? Aquellos señores que cometan delitos contra la Corona. O el Tribunal Supremo, para ser
más claro, conoce de los delitos cometidos por aforados. Posiblemente, si alguno de los varones de esta sala
agrediera a su mujer sería juzgado por el Tribunal
Supremo. Ahí sí cabrían personas más concretas y también es perfectamente constitucional, según ha dicho el
Tribunal Supremo.
¿Cómo se ha hecho la creación de los juzgados de
violencia contra la mujer? Creo que de una forma muy
razonable, atendiendo exactamente a la realidad, y la
realidad, es que hay un número indeterminado de asuntos en cada lugar y hay escasez de medios. Por tanto, se
ha optado por todas las fórmulas posibles. Primero, se
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legal y plenamente constitucional, pero además impecablemente constitucional.
En cuanto a las competencias penales, no voy a
entrar naturalmente en el listado de delitos que se establecen en la ley porque no es mi competencia; esto
corresponderá a los penalistas. Solamente quiero decir
algo respecto de la posibilidad en nuestro sistema de
establecer penas distintas para un mismo hecho. Se ha
dicho que el hecho de que haya ciertos delitos, muy
pocos (que antes eran faltas y que ahora se convierten
en delitos), que sean penas más graves cuando se cometen contra la mujer o contra el hombre supone una discriminación, y supone un perjuicio para el hombre. Se
viene a decir algo así como que el hombre tiene derecho a que se imponga la misma pena. Voy a reflexionar.
¿Hay un derecho de los hombres o de los ciudadanos a
que el Estado imponga la misma pena? No. No existe
ese derecho en ningún sitio ni deriva de nuestra Constitución. Ningún ciudadano tiene derecho a que el Estado
imponga una pena determinada cuando es él el sujeto
pasivo, porque el ius puniendi, el derecho de penar no
corresponde a los ciudadanos sino al Estado. La prueba
evidente es que el Estado puede indultar en contra de la
opinión de la víctima, del perjudicado. El ius puniendi
pertenece al Estado, no a los ciudadanos. No hay ningún derecho subjetivo de nadie a que el Estado pene
una conducta de una forma determinada. De hecho es
así. El mismo delito cometido por funcionarios públicos o no supone una pena distinta. O como antes he
comentado en el fenómeno del terrorismo, el mismo
hecho implica una mayor pena en el terrorista. ¿Por
qué? Porque se entiende, como dice el Código Penal,
que su finalidad es la perturbación del Estado de derecho, pero es el mismo hecho y tiene distintas penas.
En cuanto a la proporcionalidad, dice el Consejo
General del Poder Judicial que las faltas convertidas en
delitos afectan al principio de proporcionalidad y al
principio de intervención mínima del derecho penal.
Creo que lo que se ha hecho ahora no es ni más ni
menos que la continuación de lo que se hizo en la Ley
15/2003, que también penalizó muchas conductas que
antes eran faltas. Esto es una opción legislativa. ¿Pueden entrar los tribunales españoles, en un análisis de
proporcionalidad, a valorar si el Poder Legislativo —
ustedes— establece una pena determinada que no es
proporcional? No. No lo digo yo. Lo dijo el Tribunal
Constitucional (no tengo la fecha, pero si la quieren se
la doy) en una sentencia muy clara que salió en la prensa, en el caso de aquellos que no se someten a las pruebas de alcoholemia que podían ser condenados por
delito de desobediencia con la última reforma del Código de 1995. Se planteó un recurso de amparo por un
ciudadano y hubo una discusión en el Tribunal Constitucional acerca de si el Estado podía o no establecer
penas para ciertos hechos que hasta entonces no eran
delitos sino infracciones administrativas. El Tribunal
Constitucional concluyó que ese juicio de proporcionalidad corresponde a las Cortes, no al Poder Judicial; es
un análisis que corresponde al Poder Legislativo y que
que poner todo patas arriba si seguimos con esa interpretación. ¿Hay razones para la especialización?
Obviamente. Dice el Consejo General del Poder Judicial que no hay razones por causa de la materia, y es
verdad. Dice que esto podría ser conocido por los órganos ordinarios, y es verdad. Pero también la competencia de la Audiencia Nacional sería conocida por los
órganos ordinarios. Perfectamente. Pero la ley puede
especializar no por la materia sino por otras razones de
carácter funcional, estructural o de política criminal.
No hay ningún inconveniente. Cuando a la Audiencia
Nacional se le da la competencia del terrorismo, cualquiera que sea el lugar donde se cometa, no es porque
no puedan conocer del terrorismo los juzgados del País
Vasco, Valencia o Barcelona, sino porque se considera
que hay que concentrarlo en un órgano de Madrid para
una mejor persecución del delito, por razones de eficacia, por razones de concentración. Y esto está perfectamente reconocido y admitido por nuestro Tribunal
Constitucional. Aquí no hay más remedio que especializar si queremos que haya una ley integral en la que se
acumule la cuestión penal y la civil, porque la cuestión
civil hay que acumularla necesariamente a la penal, por
muchas razones. El artículo 544 ter, el que regula la
orden de protección, permite la adopción de ciertas
medidas civiles. Creo que está bien, fue un paso adelante pero son pocas. Y además permite sólo mantenerlas durante 30 días, de tal manera que si a los 30 días no
se interpone la demanda pierden su vigencia. ¿Saben lo
que está pasando? Los juzgados de familia están absolutamente colapsados. Los juzgados de familia en este
país, cuando hay una orden civil de protección, no
están admitiendo las medidas previas a la demanda, con
lo cual decaen las medidas civiles y hay una auténtica
desprotección. Esta es una realidad empírica, esto está
sucediendo. Alegan litispendencia, alegan una serie de
excepciones bastante delicadas. Queda totalmente desprotegida la mujer a niveles civiles. Esto es una realidad. Pero hay algunos datos más. Donde más situaciones de violencia y más graves se dan es precisamente
cuando se pone en marcha el proceso civil, cuando se
anuncia una separación o un divorcio. El peligro ahí de
una violencia cualitativamente mayor es mucho más
grave. Por tanto, esa acumulación —no extraña en
nuestro derecho, que ya existe— es perfectamente
posible. Además es necesario que sea así por razones
estructurales. Es decir, un juzgado de Primera Instancia
e Instrucción tiene una doble oficina judicial, porque
no es igual tramitar un proceso penal de instrucción que
un proceso civil plenario; requiere una doble oficina
judicial. Esto no podemos hacerlo para todos los juzgados de Primera Instancia e Instrucción de España.
Naturalmente, tiene que hacerse en un órgano determinado con una estructura muy determinada para conocer
de esas materias. Otra cosa es que se entienda que no
llegue a acumular, pero —como digo— esa es una
decisión política que cada cual tiene que asumir. Yo
entiendo que es necesario, entiendo que es positivo,
pero sobre todo —es mi función— entiendo que es
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él no puede entrar. Hubo algún voto particular, es cierto, pero el pleno del Tribunal Constitucional dijo que es
un análisis que corresponde exclusivamente al Poder
Legislativo y que no puede entrar el Poder Judicial
nunca en esa revisión.
Por último, quiero hablar de la competencia civil,
que es seguramente lo que más problemas ha generado.
Es la finalidad de la norma de acumular a la instrucción
penal las competencias civiles enumeradas en el
artículo 33.2. Al margen de las valoraciones, me parece
que esto es perfectamente adecuado a una norma que
pretende una protección integral y que, en consecuencia, lo que pretende es dar una mejor solución a aquellos conflictos que derivan de una situación de violencia. Como he dicho antes, ya el artículo 544 ter, que se
mantiene, contempla la posibilidad de que los jueces de
instrucción adopten medidas de carácter civil: el abandono del hogar, la pensión de los hijos. Es decir, no es
algo novedoso, ya está ahí. Es una decisión que creo
que es legítima y, como he dicho antes, no tiene ningún
inconveniente constitucional ni en el artículo 24.1 ni en
el artículo 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que
permite que cada orden pueda asumir competencias de
los demás si así lo establece la ley, y he puesto ejemplos claros.
Se ha hecho alguna crítica al respecto de las materias
civiles de las cuales van a poder conocer los juzgados
de violencia contra la mujer en el artículo 33.2. Yo no
voy a entrar en valorarlas, por supuesto, no es mi competencia, pero sí quiero destacar algo. Creo que de los
informes que he visto nadie se ha molestado en comparar estas competencias con la Ley de Enjuiciamiento
Civil, y si uno las compara resulta que son básicamente
en un 95 por ciento las del artículo 748 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. Esto es, aquellos llamados procesos inquisitivos, que son los que afectan al estado civil
de las personas y que tienen unas características muy
especiales y muy particulares, son procesos donde
prima el interés público, donde interviene el fiscal,
donde la legitimación puede ser de terceros incluso y
donde hay un interés social manifiesto. El artículo 33.2
del anteproyecto viene a coincidir casi en su totalidad
con el artículo 748, y creo que el título I del libro IV (se
lo puedo decir luego con la ley en la mano) viene a
coincidir con esa relación que además da lugar a un
proceso especial —también la Ley de Enjuiciamiento
Civil— que es el juicio verbal con contestación a la
demanda escrita. Es decir, son normas que tienen también un tratamiento procesal especial en la propia Ley
de Enjuiciamiento Civil.
Se ha dicho también —y esto me parece importante— por el Consejo General del Poder Judicial que
estamos ante una jurisdicción especial por un dato que
quiero explicarles porque me parece francamente preocupante. Se dice que en los supuestos regulados en el
anteproyecto, cuando un órgano civil, un juzgado de
Primera Instancia, esté conociendo de algunos de los
supuestos del artículo 33.2 y se cometa un acto de violencia contra la mujer resultará competente el órgano
penal para la instrucción y, por tanto, habrá que acumular el proceso civil, que ya está vivo, a la instrucción
penal que se ponga en marcha. Dice el Consejo General
del Poder Judicial que esta pérdida de competencia
implica una jurisdicción especial. A mí me preocupa
por muchas razones. Una, porque no se da cuenta el
Consejo de que cuando se habla de competencia preestablecida no es solamente la competencia del órgano
civil. Cuando la ley dice que pierde la competencia
para que sea del órgano penal también la está estableciendo. Tan preestablecida es la del juez civil como la
del juez penal cuando suceda la apertura de la instrucción; lo importante es que esté preestablecida. Dos,
cuando hay varios procesos civiles y se entiende que
hay alguna relación entre ellos —es lo que sucede normalmente— se acumula ese proceso de ese juez a otro
que no tiene por qué ser el más antiguo, aunque esa sea
la norma, que es otra crítica al Consejo General del
Poder Judicial. Por ejemplo, los juzgados de lo mercantil, artículos 50, 51, 56, 57 y 25, cinco supuestos de
acumulación de la Ley concursal donde juzgados de lo
civil que estén conociendo de un proceso civil van a
perder su competencia cuando se declare el concurso y
todo el proceso civil va a pasar a manos del juez del
concurso. Exactamente igual que esto. ¿Y entonces no
era jurisdicción especial y ahora sí? Yo necesito alguna
explicación adicional a esa conclusión desde el punto
de vista procesal y científico, o es que yo ya no sé
nada.
Me gustaría comentar algo en cuanto al artículo 49
bis. Pediría que en el trámite parlamentario se mirara.
El artículo 49 bis 1 y el 49 bis 2 —ha sido destacado
por los informes— sí que creo que puede plantear
algún tipo de problema en cuanto a la inhibición de
oficio o la comparecencia del ministerio fiscal. Quería
comentar también una cosa en cuanto a las medidas de
protección, medidas cautelares. Las medidas de protección son muchas y veo en los informes una cierta confusión que genera el propio anteproyecto, porque las
medidas que puede adoptar el juez de violencia contra
la mujer y que ahora está adoptando el juez de instrucción en violencia doméstica en general las califica
indistintamente de medidas cautelares, medidas de protección o medidas de seguridad. Creo que no. Todas
estas medidas son cautelares, no son medidas de protección, que es un término coloquial. Medidas de seguridad tampoco lo son, porque una medida de seguridad
exige siempre una sentencia firme y que se esté ejecutando. Por tanto, hace bien el anteproyecto en el artículo 49 cuando habla de medidas cautelares. Son medidas
cautelares sujetas al mismo régimen de medidas cautelares. También pediría en esto dos cosas. Primera, que
se clarifique mejor la posibilidad de que los jueces puedan adoptar urgentemente, sin comparecencia, este tipo
de medidas con un mantenimiento equis, como pasa en
materia de prisión provisional. Esto está pero debería
clarificarse. Sería a mi juicio importante. Otra cosa es
que se intentara después de esta ley un engarce más
adecuado en este anteproyecto emtre el artículo 503, el
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¿Qué le hace suponer que no va a colapsar los juzgados
de la violencia contra la mujer algo que está colapsando
ya los juzgados de familia, como son las reiteradas ejecuciones, sobre todo de alimentos y de régimen de
visitas, de las resoluciones que recaigan en materia de
familia? Porque es cierto que si estos juzgados son de
instrucción resolverán en sentencia en primera instancia los temas de separaciones y divorcios y, por tanto, la
ejecución correspondiente a estas resoluciones se tendrán que ver en estos juzgados. ¿Piensa usted que
puede también haber un riesgo de colapso?
¿Cree usted que son adecuadas las competencias
tanto penales como civiles que se contemplan en el proyecto o que son demasiadas? Lo digo porque se reputan
competentes para la instrucción de los procesos por
aborto, por ejemplo; también todos los procesos contenidos en los títulos I y II del libro III del Código Penal,
todas las faltas contra el patrimonio, todo el tema de los
derechos y deberes familiares, no sólo los de prestación
de alimento sino la mendicidad y otros. Y en cuanto a
las competencias civiles, por ejemplo, falta contemplar
las crisis de las parejas de hecho, porque como usted ha
dicho repite el contenido de lo que está ya vigente en la
Ley de Enjuiciamiento Civil y hay otros que son un
poco vagos, medidas de trascendencia familiar, etcétera. Por tanto, obviando el informe del Consejo, ¿usted
cree que hay demasiados asuntos, o sea que la vis atractiva competencial es demasiado amplia? ¿Cree que será
viable?
Respecto al artículo 49 bis, que yo entiendo que era
del anteproyecto, me gustaría que me lo cifrara si puede
ser en el proyecto para lo relativo a la acumulación, que
creo que ya ha variado sustancialmente en su paso del
anteproyecto al proyecto porque justamente se han
tenido en cuenta estas situaciones complejas que
podían darse. Me gustaría, si puede, que nos hiciera
sugerencias concretas y, sobre todo, conocer su opinión
acerca de si estos juzgados son óptimos en cuanto a la
eficacia o bien podría conseguirse el mismo efecto con
unos juzgados penales o de instrucción y unos juzgados
de familia debidamente coordinados a través de la Fiscalía, que sí creo que al respecto contempla el proyecto
unas medidas de calado importante y realmente eficaces.
artículo 544 bis y el artículo 544 ter. Como obedecen a
reformas distintas, el 544 ter establece presupuestos
que no coinciden en el 503 en materia de prisión provisional, lo que está generando algunas disfunciones.
Creo que es el momento de que en esto tan importante
pudieran homogeneizar más y dar un único régimen de
carácter procedimental, y que las remisiones fueran
más adecuadas.
Creo que les he aburrido aunque tendría para mucho
más. Me pongo a su disposición. Muchas gracias.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor
Asencio, por su intervención.
Tiene la palabra la señora Pigem por el Grupo Catalán (Convergència i Unió).
La señora PIGEM I PALMÉS: Gracias, profesor
Asencio, desde luego a mí no me ha aburrido nada, me
hubiera gustado seguirle escuchando, sobre todo porque si no he entendido mal usted ha basado su exposición sobre todo en rebatir los argumentos que se dieron
en el informe aprobado en el Consejo General del
Poder Judicial, en el informe redactado por la mayoría,
el que se aprobó, y, francamente, para los que no somos
dogmáticos de ese informe nos hubiera gustado escuchar sus sugerencias —tal como ha hecho en la última
parte de su exposición— de mejora o de llenar algún
vacío no tanto en el anteproyecto sino en el proyecto.
En este paso del anteproyecto al proyecto creo que ha
caído la cuestión de la intencionalidad del delito, puesto que ya no se aborda de esta manera —y agradezco su
exposición al respecto—, y creo que ya no plantea ningún problema puesto que, como digo, se ha subsanado
en el paso del anteproyecto al proyecto.
Me gustaría tener su opinión sobre el contenido del
proyecto obviando el informe aprobado por el Consejo
General del Poder Judicial, que es lo que no hemos
tenido. Me gustaría saber si usted tiene estudiados los
asuntos del proyecto que hacen referencia en los juzgados de violencia contra la mujer a la competencia, a la
acumulación, etcétera, pues por lo menos para la portavoz que le habla sería de suma utilidad en el momento
de hacer las enmiendas correspondientes.
Coincido con usted acerca de la constitucionalidad,
de la legalidad, de la viabilidad de la creación de los
juzgados de la violencia contra la mujer. Lo que se me
antoja que tiene más problemas, o por lo menos así me
ha parecido leer de distintos informes, no sólo el del
Consejo sino otros, y también de opiniones que he ido
escuchando, es la oportunidad. Le digo esto porque hay
quien opina que centrar en unos juzgados específicos
de violencia contra la mujer de alguna manera puede
suponer una estigmatización añadida de personas que
se van a separar por los juzgados de familia o por los
juzgados civiles, personas que además de ser maltratadas se van a tener que separar por lo criminal, entre
comillas. Es una crítica que no me parece baladí porque
puede suponer una estigmatización. Usted ha dicho
también algo con lo que estoy completamente de acuerdo, y es que los juzgados de familia están colapsados.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el
Grupo Parlamentario Popular el señor Barrachina.
El señor BARRACHINA ROS: Muchas gracias,
señor Asencio, porque su enérgica y vehemente intervención nos viene muy bien por las tardes. Le agradezco que su plena identificación con el texto presentado
vaya —si me permite— más allá incluso de la defensa
del propio autor, que el cambio que ha hecho del anteproyecto al actual proyecto de ley hace que sus referencias a los artículos 33, 34, 49 bis 1 y 2 hayan quedado
desfasadas. El anteproyecto tenía sólo 50 artículos y el
proyecto tiene ya 60.
Me gustaría preguntarle dos cosas partiendo de que
esa plena identificación suya con este texto hace inne-
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cesarias muchas explicaciones. Dice que ha sido respetuoso este texto y por tanto continuador de medidas
puestas en marcha anteriormente. Me gustaría tener
una valoración, aunque fuese escueta, tanto de los juicios rápidos a los que usted ha hecho referencia como
de la orden de protección. Me gustaría también saber,
en relación a esa defensa que ha hecho de la consideración en exclusiva de la mujer, si perdería eficacia si a
ella se incorporasen personas con discapacidad, mayores o niños, y los hijos del matrimonio. Es decir, si esas
referencias que existen con carácter exclusivo se
ampliasen a esa serie de colectivos, ¿la defensa que
usted ha hecho seguiría siendo la misma, perdería eficacia o no? Dado que usted es defensor de la existencia
de los juzgados de violencia, ¿le parecen suficientes los
14 juzgados que de acuerdo con la memoria económica
que aquí nos llegó se van a implantar? Y si siendo
defensor de esto le parece poco, ¿no supondrá, hasta
que se consiga una adecuada implantación, una distorsión o un perjuicio en la actual ejecución?
Sin extenderme más, con ese espíritu crítico que
usted dice que tiene la actividad universitaria, aunque
en este momento no la esté ejerciendo, con ese espíritu
crítico en el anteproyecto que usted enérgicamente
defendía, me gustaría saber si hay posibilidades de
mejora en la protección policial, desgraciadamente
siempre escasa y por la prensa sabemos que ocasionalmente ineficaz. Naturalmente, usted desde esa óptica
libre y universitaria encontrará posibilidades, procedimientos y acciones de protección policial más eficaces
de las que nosotros hemos sido capaces de encontrar en
este proyecto de ley. Por tanto, si es capaz de aportarlas
pueden ser parte de las enmiendas al proyecto.
yecto de ley de protección integral contra la violencia
sobre las mujeres. Incluso me atrevería a decir —es una
opinión casi personal, el resto lógicamente no— que es
más importante que el aspecto punitivo o penal para el
fin primordial que pretendemos, para la puesta en marcha de este proyecto de ley y de los juzgados. Por eso le
quiero hacer alguna consideración y alguna breve
reflexión. El primer aspecto importante que ha dejado
claro —y aunque lo haya dejado tan claro quiero hacerme eco del mismo de nuevo— es esa interesada opinión
de decir que se está creando, despectivamente además,
una jurisdicción especial, vienen a decir cotidianamente, de las mujeres contra los hombres; es decir, una
jurisdicción especial en virtud del sexo para perseguir y
castigar sola y exclusivamente por razón del sexo. Se
crea una jurisdicción especial, estos juzgados de violencia contra la mujer constituyen una jurisdicción
especial. No se sujeta y no es casi opinable —lo digo
modestamente y usted lo ha dicho con muchos más
argumentos—, no se sostiene; no estamos ante una
jurisdicción especial sino ante juzgados especializados
para esta materia concreta.
En cuanto a la planta, si no se quiere hacer demagogia —y usted lo ha definido pefectamente—, hay que ir
a las necesidades reales y luego ver los medios materiales que pueden hacer posible la aplicación efectiva,
eficaz y real de la ley. ¿Qué es lo que dice el proyecto
de ley? Que se van a crear no 14 —supongo que ha sido
un pequeño error de mi compañero— sino, de entrada,
21 adicionales —además en la memoria económica
viene evaluado hasta el coste de cada juzgado, y luego
le puedo pasar la fotocopia— en grandes ciudades.
Luego, en función del desarrollo, en la forma en que
viene establecido, donde hay uno va a conocer ese juzgado que hay —son muchos los partidos judiciales de
territorios y poblaciones pequeñas donde sólo hay
uno— y donde hay más, en función del número de
asuntos y de la demanda efectiva, se crearán nuevos
juzgados o bien se atribuirán esas competencias a juzgados ya existentes que, en función a su vez de ese
número de asuntos, conocerán de forma exclusiva de
estos asuntos o si por las normas de reparto son insuficientes, les será adicionado también el conocimiento de
otros asuntos civiles o penales, si son juzgados de Primera Instancia e Instrucción, en función de la cuota que
tengan en esa provincia. Entendemos que el sistema es,
entre comillas, perfecto dentro de lo posible, con los
recursos necesarios pero no más allá, en una Administración, como es lógico, en la que no sobran los recursos económicos. Entendemos que esto es lo real, dar
respuesta a esta situación, a este grave problema. Además, no sólo desde el punto de vista económico —y es
una pregunta que le planteo—, porque de este sistema
se desprende una cuestión, que es la concentración, la
proximidad territorial. Yo así lo veo y, por tanto, le pregunto: ¿Este sistema no responde mejor, más rápida y
eficazmente a la atención real a la víctima?
Señor Asencio, le quiero formular alguna pregunta
concreta. Se la han preguntado de forma distinta y yo se
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra el señor Villarrubia.
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Don
José María Asencio, muchas gracias por la ilustración
que ha hecho absolutamente rigurosa y motivada, con
independencia, en el ámbito jurídico de las discrepancias que pueda haber. Me da la impresión de que, así
como hay algunos temas que admiten más puntos de
vista —casi todo lo admite por supuesto en el mundo
del derecho—, desde el punto de vista procesal, que es
en el que usted ha centrado su intervención en casi
el 90 por ciento, me da la impresión —como digo— de
que la posibilidad en lo fundamental de discrepancia
objetiva es menor cuando está acotada por el propio
ordenamiento jurídico, si tiene encaje este ordenamiento procesal que se pretende en la Constitución, en las
leyes orgánicas y en el ordenamiento jurídico que en
definitiva existe.
Yo creo que difícilmente —y no lo voy a pretender— podría intentar siquiera añadir algún aspecto
importante a su brillante exposición, que deja claro
algunos de los temas que interesadamente, entre comillas, se han puesto en el debate jurídico-político, generando una cierta confusión. Para nosotros el aspecto
procesal es fundamental, es una piedra angular del pro-
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General del Poder Judicial. Sí, por una razón muy sencilla, porque la regulación procesal la veo clara y ajustada a la Constitución. Como se han planteado problemas y están apareciendo titulares en prensa que me
preocupan mucho por ser de mi materia consideraba
necesario contrarrestar ese informe en relación con los
puntos más importantes, desde el punto de vista procesal, del proyecto, como es una jurisdicción especial, la
creación de los juzgados de violencia contra la mujer o
la acumulación de competencias civiles en juzgados de
Instrucción. Esto es totalmente cierto.
Dice que no he hecho sugerencias. Podría hacerlas.
En primer lugar, me hubiera sido imposible hacerlas
porque me he excedido con creces del tiempo que se
me ha dado y si hubiera entrado a hacerlas una a una, al
ser de carácter técnico, me hubiera llevado mucho
tiempo, pero las puedo hacer. Como digo, son de carácter técnico porque, aunque siempre he sido crítico, uno
critica lo que cree que debe criticar y lo que no debe
criticar no lo critica. Yo soy muy crítico, y critico y
apoyo con independencia de quién lo proponga, se lo
puedo asegurar. Critico lo que creo que es criticable y
lo que no, no lo critico. Soy totalmente libre. Apoyé,
por ejemplo, la Ley de Enjuiciamiento Civil desde el
primer momento. ¿Por qué? Porque me parecía razonable. Se lo digo con toda sinceridad y está ahí, lo puede
usted ver.
Sugerencias puedo hacer muchas, pero voy a hacer
tres o cuatro. La modificación del artículo 49.bis.1 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil. Perdóneme pero yo suelo
equivocarme siempre con los números de los artículos.
Me hago una plantilla y luego no modifico el número
del artículo. Es un defecto que tengo. Como decía,
modificación del artículo 49.bis.1, que es el que determina los supuestos de la competencia de los juzgados
de violencia sobre la mujer cuando se dan situaciones
en las que hay un órgano penal que está conociendo,
hay un proceso civil en marcha, etcétera. Hay tres
supuestos en el artículo 45 que hacen referencia a situaciones bien determinadas. En cuanto a los dos primeros, uno lo suprimiría y otro lo redactaría de forma bien
distinta. Habría que mantener el apartado tercero del
artículo 45, el supuesto de que hay un juez de violencia
contra la mujer que está conociendo de un proceso
penal, es decir, ha abierto una instrucción, ha iniciado
un proceso. Por cierto, los procesos se inician cuando
se admite la denuncia —artículo 269— o se admite la
querella —artículos 312 y 313 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal—. Lo digo porque también hay un
informe del Consejo que no sabe cuándo se inicia. Se
inicia cuando se dan estos casos, ni antes ni después.
Cuando está conociendo el juez de violencia contra la
mujer una instrucción penal y tiene conocimiento de
que hay un proceso civil que por las materias podría ser
competente del artículo 37, el supuesto normal es que
el juez de violencia contra la mujer requiere de inhibición al juez de lo civil y remite la documentación que
acredita que hay en marcha un proceso penal. Natural-
la voy a hacer en el mismo sentido. La protección jurídica que la ley establece para las mujeres que son o han
sido cónyuges o compañeras del agresor en una relación intrafamiliar, ¿merma en alguna medida la protección jurídica de otros u otras ciudadanas, como de
alguna forma en alguna intervención se ha desprendido? La creación de estos juzgados, las competencias
que se dan, los delitos que van a juzgar, la protección
especial está en el espíritu y en la base fundamental.
Esta ley sirve sólo, como bien sabe, para atacar un problema concreto. Hay muchos más problemas en la
sociedad, naturalmente que sí, pero la finalidad que
persigue esta ley es luchar contra la violencia existente
contra la mujer. Tangencial e indirectamente el proyecto de ley toca otros temas y protege en mayor medida a
los menores, pero no es esa la finalidad, como tampoco
lo es la protección de los ancianos ni de los hombres,
como se pretende manifestar en alguna intervención.
Otras dos cuestiones y con esto concluyo. Las nuevas medidas judiciales de protección y seguridad de las
víctimas recogidas en la ley, compatibles con las existentes actualmente tanto en los procesos civiles como
penales, ¿aumentan la protección de las mujeres y de
los menores víctimas de la violencia de género? Es un
tema que no se había tocado y me permito tocarlo sólo
de refilón. ¿Considera necesario y adecuado el nombramiento del fiscal contra la violencia sobre la mujer y las
funciones que se le atribuyen en el proyecto de ley? ¿La
intervención del ministerio fiscal en todos los procedimientos penales y civiles que tengan origen en la violencia intrafamiliar favorecerá, a su juicio, una tutela
judicial más efectiva de las víctimas?
Me hacían alguna señal desde la Mesa, así que aunque tengo más cuestiones a las que referirme, estas son
suficientes. Le agradezco su claridad, con independencia de que agradezco que su postura coincida con lo
fundamental de este proyecto de ley. Le agradezco
especialmente la primera parte de su intervención, porque era un tema muy delicado. Es cierto que se cambiaron un par de renglones del anteproyecto de ley al proyecto. Estaba superado. Es un tema que nos ha llevado
muchas horas de discusión y de debate. Ojalá hubiéramos escuchado esos argumentos hace un par de meses,
porque nos hubieran ahorrado bastantes disputas y
enfrentamientos.
La señora PRESIDENTA: Para contestar a las cuestiones planteadas por los distintos grupos, tiene la palabra el profesor Asencio nuevamente.
El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE
(Asencio Mellado): Señora Pigem, son muchísimas
preguntas. No sé si las he tomado todas bien. Tenemos
la costumbre de contestar uno a uno, pero esto parece
una oposición, donde se contesta siempre al final. De
esta forma uno se deja preguntas sin contestar porque o
no se acuerda o no quiere. Es un viejo truco. (Risas.)
Dice que me he centrado fundamentalmente —y
tiene usted razón— en rebatir el informe del Consejo
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mente, el juez de lo civil no puede oponerse a esa competencia y remite las actuaciones.
El artículo 49.bis.1 dice una cosa distinta que tiene
muy escasos referentes en nuestra legislación. Nos está
planteando el supuesto de un juez civil que está conociendo de un proceso civil y que tiene conocimiento de
existir un proceso penal en marcha, de haberse iniciado
un proceso penal. Se establece la medida, como digo
extraña en nuestro proceso, de que el propio juez civil
se inhibe y remite la actuaciones al órgano penal. Solamente hay un supuesto en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal en el cual hay una inhibición de oficio con
remisión de actuaciones al órgano competente, que es
el supuesto de los aforamientos, artículo 12. Cuando un
órgano ordinario entienda que es competencia del Tribunal Supremo, se inhibe y remite. Pero normalmente
esto no sucede así. La remisión de actuaciones por inhibición no se hace, salvo en competencia territorial.
Cuando es competencia objetiva, según el artículo 36 ó
37 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la inhibición por
competencia objetiva supone el archivo y que las partes
ejerciten su derecho ante el órgano correspondiente. Es
decir, se introduce un mecanismo que solamente tiene
el referente del artículo 12 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal y en el artículo 50 de la Ley Concursal. El
artículo 50 es muy problemático. Está planteando que
cuando un juez civil conoce de un asunto que es competencia del juez del concurso porque se ha iniciado el
proceso civil tras la declaración del concurso, ha de
inhibirse y remitir las actuaciones al juez concursal. Es
muy problemático. Ese artículo lo he estudiado con
profundidad y plantea problemas tales como de qué
manera tiene que conocer el órgano civil de ese proceso, por qué vía, si por una denuncia o una información
en prensa. En segundo lugar, si le permitimos al juez
civil que se inhiba, está apreciando la competencia del
órgano penal, no la suya propia y podría producirse un
conflicto negativo de competencias, es decir, que el
órgano penal diga que no es competente y que hay que
ir al tribunal de conflictos. Esto supondría alargarlo.
Propongo suprimir el 49.bis.1 y dejar sólo el 49.bis.3.
Lo que tiene que hacer un juez de violencia contra la
mujer es requerir inhibición y si hay un órgano civil,
esperar a que le requieran de inhibición.
En el 49.bis.2 me parece que no hay necesidad de
esta comparecencia. No le veo ningún sentido a que un
juez que está conociendo de un proceso civil, cuando
tiene conocimiento de la sentencia, tenga que citar una
comparecencia del fiscal y de las partes. ¿Por qué? Por
razones prácticas y teóricas. A nivel práctico, en este
país las comparecencias no funcionan, porque este país
no es Alemania. Aquí nadie se da por notificado, nadie
recoge el aviso. Esto no es ninguna broma. Recuerdo
cuando estuve estudiando en Alemania, en Friburgo, el
monitorio penal y me decía un profesor alemán: Piénseselo bien porque en Alemania todo el mundo se da
por notificado pero en España no. Puede fracasar un
proceso sencillamente porque nosotros no cogemos la
carta si es de Hacienda o del juzgado. Esto es así, es
decir, comparecencias que no llegan, que falta una
parte, nulidad. Por otro lado, qué sentido tiene si el
artículo 40 de la Ley de Enjuiciamiento Civil dice claramente que cuando un juez civil tiene noticia de la
comisión de un delito lo pone en conocimiento del fiscal. Artículo 40, que regula las cuestiones prejudiciales.
Vamos a eso. ¿Para qué tenemos que hacer una comparecencia con las partes si éstas ya habrán denunciado?
Si no denuncian, lo hace el fiscal, son delitos públicos.
Es decir, para qué comparecer si esa parte no ha denunciado o no ha deducido querella y no lo va a hacer.
Hablamos de delitos públicos.
Además de estas dos cuestiones, habría alguna más.
Voy a ser más concreto o abstracto, no lo sé, en relación
con las medidas de protección del artículo 49 y siguientes. No sé quién me lo ha preguntado, pero me parecen
muy positivas las medidas que ahora se introducen con
carácter novedoso en relación con la protección de los
hijos, es decir, la supresión del régimen de visitas,
patria potestad, que por cierto ya están en el Código
Penal como medidas que derivan del delito. Son medidas cautelares que están ahí, pero que es bueno establecerlas porque no existen como medidas cautelares.
Ahora se establecen. Una cosa es que sean penas accesorias y otra que existan como medidas cautelares. No
existen, se introducen ahora, lo que permite a los jueces
adoptarlas y antes no, porque solamente pueden ser
acordadas como medidas cautelares las que dice la ley.
En consecuencia, el cambio es trascendental porque
pueden acordarse desde un principio.
Veo el artículo 544 ter, el 544 bis, el 503.1.1.º.c), de
la prisión provisional en relación con los delitos de violencia doméstica, que es la última modificación en
materia de prisión provisional, y me gustaría que esto
se clarificara. ¿Por qué? Porque es verdad que con la
norma en la mano caben todas las medidas cautelares
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal: la prisión provisional, la libertad con fianza, las del 544 bis, las del 544
ter, a nivel civil todas las medidas cautelares civiles
ordinarias, más las del Código Civil de las medidas
previas, más éstas. Sistematicemos porque si no, resulta que hay presupuestos de la ley de violencia contra la
mujer y presupuestos de ciertas medidas cautelares que
están en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. El artículo
544 ter habla de medidas cautelares para la protección
de la víctima; el 503.1.1.º.c) habla de prisión provisional para asegurar la víctima y sus bienes. ¿En qué quedamos? ¿Para una cosa o para otra?
Hay que clarificar perfectamente el concepto de
medidas cautelares. Hace poco estaba en Castellón
dando una conferencia y estaba presente el teniente
fiscal de Castellón que tenía un problema gravísimo
con el 544 ter, que era cuando se incumplía la orden de
alejamiento, ¿qué pasaba? A mí me parece bien que
haya una pena por quebrantamiento de una medida. Lo
que me pregunto es, cuando se quebranta, ¿qué se hace
a nivel cautelar? Si hablamos de medida cautelar, y
aplicando el principio de excepcionalidad, cuando se
quebranta una medida menos intensa se puede aplicar
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una de más gravedad. Entiendo que si se infringe la
orden de protección procede incluso la prisión provisional. Por cierto, el artículo 503.1.1.º.c) permite aplicar la prisión provisional al margen de cualquier pena,
sin el límite de los dos años ni del año en ningún caso.
Esto no lo hacían en Castellón. Allí consideraban que
no podían hacerlo. ¿Por qué? Porque falta una clarificación conceptual. Me parece importantísimo, me parece
esencial que la ley, cuando vaya adelante, sistematice
estas medidas, les dé una naturaleza jurídica determinada: conceptos, medidas, presupuestos, periculum in
mora, duración y proporcionalidad. Entiendo que esto
sería lo correcto, porque así nos vamos a evitar muchísimos problemas en un tema tan sensible como que los
jueces sepan qué pueden hacer en caso de incumplimiento. Esto es francamente importante porque está
planteando muchísimos problemas en la práctica.
Me preguntaba usted por los juicios rápidos y la
orden de protección y cuál es mi valoración. No voy a
hacer una valoración general de los juicios rápidos. Me
parecen bien. ¿Me preguntaba por los juicios rápidos
en general o aquí? Pienso que aquí. Le doy esta respuesta y conecto con la otra. Me parecen posibles en un
tipo de violencia e imposibles en otros. Siempre he sostenido que la violencia psíquica no puede verse nunca
por juicio rápido, es imposible. No se puede probar por
juicio rápido, es evidente. Por mucho que lo diga la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, es un brindis al sol. No
conozco casos de violencia psíquica que puedan verse
en juicios rápidos sólo por el hecho de que en 15 días
no hay un dictamen psiquiátrico. Es imposible que se
haga el dictamen necesario para acreditar la violencia
psíquica. Creo que no lo ha habido en ningún caso de
violencia psíquica. Violencia física, ¿cuándo? Cuando
estemos en los presupuestos de los cinco años y hablemos de un delito flagrante, que son los requisitos de los
juicios rápidos.
Ahora bien, ¿qué me preocupa a mí? Y me gustaría
que hubiera un cierto detenimiento al respecto. Si uno
mira el proyecto, la competencia de los jueces de instrucción se mantiene para emitir las órdenes de protección o para medidas urgentes del artículo 13 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, cuando no pueda conocer
de ellas el juzgado de violencia contra la mujer. Esto es
verdad y me parece correcto, porque habrá que adoptarlas en el lugar donde se pidan, según el artículo 544
ter. Es competencia del lugar donde se pide, ni siquiera
el domicilio del actor, ni siquiera el domicilio de la víctima. A mí esto me parece correcto. Ahora bien, ahí
puede darse algún tipo de disfunción y yo no he llegado
a ninguna solución porque creo que habría que plantearlo más. ¿Qué puede suceder, por ejemplo, cuando
en la misma guardia se pudiera llegar a una solución
del artículo 801, es decir, a la conformidad premiada,
que es perfectamente posible? ¿Por qué no hacerlo ante
el propio juez de instrucción y terminamos en la propia
guardia en 24 horas? Habría que planteárselo. Si esto lo
mantenemos como está, en esa conformidad premiada,
que en definitiva no supone nada ni exige especializa-
ción, sencillamente el fiscal va a presentar su escrito, va
a haber una reducción de pena de un tercio y nada más.
Habría que plantearse la posibilidad de alguna competencia adicional. Incluso, hablando de juicios rápidos,
en aquellos casos donde en la propia guardia pudiera
dictarse la sentencia. Es difícil pero por lo menos habría
que pensarlo más, porque si lo que buscamos es rapidez, puede que si no aprovechamos situaciones de
auténtica rapidez, sobre todo en lugares donde hay
guardias de 24 horas, estemos perdiendo esa celeridad.
El efecto que buscamos es positivo pero nosotros mismos lo podemos complicar. Como digo, es un tema
muy difícil, muy delicado, y habría que estudiarlo con
más detenimiento. Estas son, básicamente, las cuestiones principales. Podríamos dar más vueltas pero, como
digo, son cosas muy técnicas y no podía tratarlas en mi
intervención.
Me preguntaba también por el principio de oportunidad, si se van a criminalizar las cuestiones civiles. Creo
que esto no tiene nada que ver por una razón muy sencilla. No podemos olvidar una cosa muy importante
que cuando se habla de jurisdicción especial me resulta
muy chocante. Los jueces de la violencia contra la
mujer tienen dos tipos de competencias: civiles y penales. En materia penal son de instrucción exclusivamente y en materia civil sí tienen competencia. Fíjese que
hay situaciones en las cuales esto es lo ordinario.
Donde sólo hay un Juzgado de Primera Instancia e Instrucción esto pasa todos los días. Ese juzgado instruye
y conoce de todos los asuntos civiles y por eso no criminaliza la cuestión civil, porque opera con principios
y con fundamentos totalmente distintos. ¿Cómo se han
creado estos juzgados? Y con esto contesto a una pregunta del señor Villarrubia. Con un mecanismo bastante correcto. A mí, por ejemplo, me ha preocupado
mucho el tema de los juzgados de lo mercantil, que
entran en funcionamiento en septiembre. Los juzgados
de lo mercantil tienen competencia exclusiva y excluyente. Se han creado 37 y se crearán 44 el año que
viene. Cuando haya un juzgado de lo mercantil, los
juzgados de Primera Instancia no van a poder tener
competencia. La única forma de que funcione un juzgado de lo mercantil es poniendo dinero. El Consejo
General del Poder Judicial no hizo una memoria. En
Alicante se va a crear uno, que además es el Juzgado de
Primera Instancia de la marca europea, porque no hay
más. La forma como se creó por la ley sólo permite una
inversión imposible en estos momentos o estar en esta
situación. Esto no va a pasar con los juzgados de violencia contra la mujer, porque la memoria económica
dice que ahora creamos 21 nuevos, no 14, pero da igual
porque donde no cree nuevos, puedo dar a los juzgados
de Instrucción competencia exclusiva y excluyente, o
competencia exclusiva pero no excluyente, o incluso no
darle competencia exclusiva sino normas de reparto,
que eso ya sucede. Nos olvidamos de la vida real. El
Consejo me ha preocupado porque se olvida de la vida
real. En la vida real, las secciones de las audiencias
donde hay varias que conocen de civil, están especiali-
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zadas por normas de reparto: una tiene propiedad horizontal, la otra derechos reales, etcétera. Lo hacen constantemente. Donde hay siete u ocho juzgados de
Primera Instancia no conocen de todo; se lo reparten
por normas de reparto. Así funciona en la vida real y
me preocupa que el Consejo no lo conozca, porque es
el Consejo del Poder Judicial, el órgano de gobierno del
Poder Judicial. Así funciona, son normas de reparto.
Me parece que no hay criminalización sencillamente
porque está funcionando. Sería tanto como decir que no
es que se criminalice, es que es bueno que se haga. Esa
es mi opinión. Yo creo que es bueno acumular, concentrar. La única manera de dar una auténtica protección es
la concentración, y se ha demostrado por eso, porque
no está funcionando el 544 ter no tanto en vía penal
sino de proceso civil. Ahí es donde se produce el incremento de la violencia contra la mujer, porque se produce en el proceso civil que luego transita.
Usted me preguntaba si se va a colapsar en materia
de ejecución. Este problema no es de violencia contra
la mujer, es un problema general que deberíamos plantearnos. Es decir, ¿ es conveniente crear juzgados de
ejecución de familia, como sucede, por ejemplo, en
Centroamérica, concretamente en Costa Rica? Yo creo
que sí. Sería muy bueno. En Costa Rica, el tema de la
violencia contra la mujer funciona con otra planta diferente. A mí personalmente me gusta más este diseño
que está en el proyecto. Hay juzgados de ejecución de
familia, independientes de los juzgados que dictan la
sentencia, porque la ejecución de familia no acaba
nunca. No es una ejecución, permanece siempre: más
pensión, más visitas. El riesgo de que estos juzgados
puedan colapsarse puede existir, pero como el proyecto
es tan amplio y permite tantas posibilidades sin necesidad de inversión, creo que el riesgo es menor incluso
que con los juzgados de familia. Los juzgados de familia tienen competencia exclusiva y excluyente cuando
se crean.
Aquí podemos dar competencia exclusiva pero no
excluyente si vemos que hay un colapso en más de uno.
Creo que la ley permite esa flexibilización.
Me pregunta el señor Barrachina si perdería eficacia
la ampliación de la protección a niños, a hombres y
otros. Pondría esto en relación con la pregunta del
señor Villarrubia en cuanto a si hay una merma en la
protección a otros que no sean las mujeres. Creo que no
la hay, y me parece que es un tema que hay que meditar. Cuando se afirma que con este proyecto hay una
mayor desprotección de otros sectores distintos, sería
tanto como reconocer que hasta ahora han estado desprotegidos; yo no lo haría porque no cambia el tratamiento. Si decimos eso estamos reconociendo que
ahora están desprotegidos. Tienen una protección, que
es la que está en la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
Código Penal y otros, y la ley quiere dar una protección
superior a un sector porque es una cuestión de política
criminal. Yo nunca lo he visto como discriminación.
Cuando he oído hablar de discriminación positiva, activa, negativa, lo he visto como un problema de política
criminal. El Estado quiere dar protección en un sector
muy determinado, porque hay un problema muy real
que tiene unas causas muy determinadas, muy precisas
y muy diferentes. ¿Para qué queremos dar juzgados de
violencia contra la mujer a la violencia contra los niños,
contra el hombre o contra los ancianos? A mí me parece que no tiene ningún sentido, porque normalmente
cuando se da un acto de violencia contra la mujer, se
genera un posterior proceso civil de separación, pero
cuando hay un problema de violencia contra los niños,
no, y tampoco contra los ancianos. La violencia contra
algo que no sea la mujer requiere una respuesta totalmente diferente, porque no siempre viene detrás un
proceso de separación o divorcio. Normalmente cuando
es violencia a niños, suelen estar incluso los dos de
acuerdo, no siempre; o cuando es contra un anciano no
lleva consigo un proceso civil de separación. Sin
embargo, cuando es contra la mujer sí que viene después esa ruptura con ese proceso civil. Hay características especiales de esta violencia que pueden permitir
esto.
Me preguntaba también el señor Barrachina si eran
suficientes 14 juzgados. Sean 14 ó 21, ya le he dicho
que el tema no es este. Esa pregunta sería correcta por
ejemplo en la Ley Concursal cuando sólo los juzgados
de lo Mercantil pueden conocer, pero como este proyecto permite muchas variantes, el problema no existe,
porque se ha actuado con bastante reflexión. Se crean
los que se pueden, pero donde no se creen hay otras
muchas soluciones, todas las posibles para que la ley
cumpla su función y no nos encontremos con problemas de saturación. Si usted va a la vía de los juzgados
únicos con exclusión de competencia, como los juzgados de lo Mercantil, puede ser que el colapso sí se produzca.
El señor Villarrubia planteaba que diga claramente si
es una jurisdicción especial. Creo que lo he dicho. No es
una jurisdicción especial ni tiene nada que ver con la
intervención del artículo 24,1. Son juzgados especializados, pero no siempre, tampoco porque cuando conozca de la violencia contra la mujer el Juzgado de Primera
Instancia e Instrucción único no hay ninguna especialización. Y cuando conozca el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción que se determine donde haya varios, lo
que habrá es no tanto competencia funcional, habrá casi
una norma de reparto. Estaremos ante distintos supuestos, pero en ningún caso ni una jurisdicción especial, ni
un tribunal de excepción, sino jurisdicción ordinaria. La
concentración me parece necesaria, como he contestado, la planta que se ha utilizado me parece correcta, es
un mecanismo muy serio, es una de las cosas más serias
que se pueden haber hecho. En cuanto a las medidas
cautelares que ahora se regulan, como he comentado,
hay algunas que aumentan necesariamente esa protección, estaban referidas a los menores y eran penas accesorias pero no se podían adoptar como medidas cautelares. Ahora sí, desde un principio.
Algo que se me ha olvidado comentar que me parece
importante. El artículo 15 que confiere legitimación a
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Ley de Divorcio. Aquí hay que pararse un momento
para reflexionar acerca de por qué de repente desde
todas las partes llueven las críticas, las impugnaciones,
se habla de inconstitucionalidad y se ataca nada menos
que hasta el nombre de la propia ley. Y se ataca por
instituciones que no tienen la función de elaborar dictámenes previos. Me estoy refiriendo a la Real Academia
de la Lengua, que nunca se ha distinguido por hacer
informes previos a esta situación. ¿Por qué ocurre esto
cuando hay una demanda clamorosa que ha tenido la
poca fortuna de que hasta ahora han permanecido con
los oídos taponados sin hacer caso de las cuestiones
que planteábamos al Gobierno anterior respecto de las
medidas que coyunturalmente aplicaba a través de planes, reformas puntuales o circunstanciales de la Ley de
Enjuiciamiento Civil o del propio Código Penal? Aquí
hay algo que no se puede obviar, porque ustedes van a
trabajar en esta ley, y tienen que tener muy presente que
aquí hay razones de orden ideológico tanto como las
había en la anterior Ley de Divorcio. Esas razones de
orden ideológico son los indicativos que han marcado
la situación de las mujeres en la historia de la humanidad. Es ese sistema patriarcal que pervive, que está
vigente, que se acomoda a los cambios que se experimentan en las sociedades y que continúa oponiéndose
sistemáticamente a todo lo que sea una transformación
de raíz, El origen de la violencia, el origen del conflicto
en la sacrosanta familia era el divorcio; en aquel
momento no había organizaciones de hombres, sólo
había organizaciones de mujeres que defendieran la
Ley del Divorcio. Era una situación en la que las mujeres estábamos en un sometimiento tal que borrábamos
nuestra vida, nuestra persona y la de nuestros hijos.
Éramos ciudadanas de tercer grado, y seguimos siendo
ciudadanas en una situación de discriminación y de
desigualdad clara, evidente y que no se soluciona con
medidas paliativas. Por muy buena intención que tenga
quien las propone, por muy indignados que se encuentran ante la situación de violencia, no es de recibo,
señoras, señores diputados, (principalmente señoras
diputadas), que haya artículos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que se hayan tenido que reformar
hasta tres veces. Me refiero al artículo 544 ter; estamos
ya en el ter, porque el bis ya lo pasamos. En aquel
momento, las mujeres fuimos a decir que no servía para
nada esa reforma. Supongo que hay aquí —no puedo
reconocerlas tan fácilmente— alguna cara de diputadas
del Partido Popular. Como decía, entonces señalábamos que lo que hacían no servía. No se lo decíamos
porque quisiéramos, sino porque esas medidas paliativas nunca iban a acabar con la situación. La falta de
razones verdaderas en la razón impugnatoria es una
sinrazón. Ustedes están impugnando algo que estamos
reclamando los sectores perjudicados, las personas que
recibimos violencia, las mujeres y los niños. Porque
estamos en este momento con 52 mujeres muertas y
con 10 niños que también han fallecido. Aquí voy a
hacer hincapié. Soy la última que intervengo esta tarde,
sé que las personas que han intervenido antes lo habrán
los servicios de asistencia social para la solicitud al
juez de medidas urgentes; esto ha sido también criticado diciendo que estos servicios de asistencia social no
tienen capacidad ni legitimación para pedir estas medidas, que lo más que podrían hacer sería denunciar. No
¡Claro que están legitimados para pedir estas medidas!
El Consejo hace un análisis procesal y dice que no tienen capacidad para ser parte ni capacidad de actuación
procesal ni legitimación, la tienen por los artículos 6
y 7 de la Ley de Enjuiciamiento Civil que dicen expresamente: Tendrán capacidad para ser parte aquellos
entes sin personalidad jurídica a los cuales la ley les
confiera esta capacidad. Tendrán legitimación aquellos
a los que la ley se la confiera. Si la ley confiere capacidad y legitimación a un ente sin personalidad, tiene
capacidad y tiene legitimación porque lo dice la ley, por
tanto es perfectamente posible hacerlo desde un punto
de vista jurídico. Creo que he contestado lo que he
podido, si alguna cuestión ha quedado, pendiente, les
pido disculpas.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, profesor
Asencio por su colaboración tan interesante a este proyecto de ley. Estoy segura de que ha enriquecido, como
no podía ser de otra manera, a los señores y señoras
diputados que están aquí presentes.
— DE LA SEÑORA DIRECTORA DEL CENTRO
DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE
COSLADA (PÉREZ DEL CAMPO). (Número
de expediente 219/000031.)
La señora PRESIDENTA: Tenemos con nosotros a
la última compareciente de la tarde, doña Ana María
Pérez del Campo, directora del Centro de atención,
recuperación y reinserción de mujeres maltratadas de
Coslada.
Bienvenida, doña Ana María a esta Comisión. Le
agradecemos su aportación y le damos la palabra para
que haga su exposición inicial.
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Quiero agradecer expresamente a
los grupos parlamentarios Socialista y Convergència i
Unió, que son los que han propuesto nuestra presencia
aquí, en una tanda de expertos sobre una ley que está a
punto de pasar los trámites precisos para su aprobación
final. También quiero agradecer la presencia de los
señores y señoras diputados de otras fuerzas políticas
que se encuentran presentes en esta Comisión.
En primer lugar, quisiera hacer una reflexión sobre la
desproporción entre la polémica suscitada ante este
proyecto de ley integral, tantas veces demandado por
las organizaciones de mujeres en relación con la resistencia, la firme oposición y los augurios catastrofistas
que en su día provocaron también los trámites legislativos correspondientes a la introducción de otra ley, la
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hecho de una forma exhaustiva, y ni el tiempo me lo
permite ni el cansancio que ustedes deben de tener después de este maratón tampoco se lo permite a ustedes,
pero voy a explicarles por qué no es inconstitucional
hacer una ley adecuada un fenómeno social, porque
estamos ante un fenómeno social que es que las que
mueren son mujeres, las que tienen que salir corriendo
son mujeres, las que están en tratamiento psicológico y
psiquiátrico son mujeres. Cuando algún hombre ha sido
agredido por una mujer, (no olviden, señorías, que no
estamos en un mundo de absolutos, no existen absolutos en ninguna cuestión ni legal ni social del mundo),
cuando ha ocurrido eso y se ha investigado, (y se ha
investigado aquí, en Estados Unidos, en Francia, en
Alemania, en Italia, en Europa y en África), esa situación se ha debido en la inmensa mayoría de los casos,
por no decir en todos, a una respuesta de la mujer a otra
agresión. Ustedes hablan de no hacer leyes que discriminen, ¿Qué pasa, que los hombres que ahora pudieran
ser maltratados o violentados por una mujer están en
situación de indefensión, o tienen todo el Código Penal
a su servicio? La situación de las mujeres es diametralmente opuesta a la de esos supuestos hombres que
algunos de ustedes o un sector de la sociedad se empeña en ponernos como obstáculo para que no podamos
avanzar en algo que afecta a los derechos fundamentales de las mujeres, y no solamente a los derechos fundamentales sino también a su condición como ciudadana a esos derechos que debe tener por el hecho de ser
ciudadana, que es la integridad de su vida, el derecho a
no ser sometida a tortura, a no sufrir las consecuencias
de un terrorismo de género que, lo miren por donde lo
miren, es patente, claro y evidente. Se va a dar un paso
decisivo que nosotras como organizaciones de mujeres
hemos considerado imprescindible, porque vamos a
hablar de una ley que va a enfocar esto desde múltiples
campos, vamos a tener la prevención, vamos a tener
también la publicidad, la educación, la formación, así
como las acciones de tipo legal que desde el campo
civil o desde el campo penal sean susceptibles de aplicarse a situaciones de violencia de género.
Nosotras no solamente aplaudimos sino que demandamos esta ley. Creemos que no hay leyes perfectas, y
que a lo largo del debate parlamentario y de la introducción de enmiendas, ustedes la pueden enriquecer o
empeorar. En ese sentido nos pronunciaremos sobre si
la ley es capaz de encauzar el problema para erradicar
la violencia, que es el objetivo al que debe tender una
vez que podamos leer esta ley en el Boletín Oficial del
Estado. Pero sepan ustedes, señorías de todos los partidos del arco parlamentario, que es responsabilidad suya
lo que van a hacer ahora con esta ley, las enmiendas que
van a presentar, los inconvenientes que van a poner o
van a dejar de poner. El fin es enriquecer la ley para que
sea adecuada a los fines que se persigue. No voy a describirlos aquí ahora uno por uno, porque ya he hecho
un trabajo sobre ello, pero sí les voy a resaltar ciertas
cuestiones que me parecen fundamentales.
No se trata sólo de que la gente esté formada en educación. Necesitamos formar a todos aquellos profesionales que en un futuro van a estar llamados a intervenir,
y eso es una perspectiva a largo alcance. Estoy hablando de introducir entre el número 5 y 6 de la ley, la enseñanza universitaria en los cuadros curriculares de las
licenciaturas de derecho, psicología, en las titulaciones
académicas correspondientes a trabajo social, a magisterio, en las escuelas policiales de las fuerzas de seguridad del Estado que también van a intervenir después de
una agresión. Yo dirijo un centro de recuperación integral para mujeres y niños maltratados; reitero, niños
maltratados. Lo digo porque hay veces en que las cosas
que ustedes dicen y que trascienden a los medios de
comunicación producen un resquemor en la población
civil. Ustedes llegan a la población civil. Para bien o
para mal, ustedes llegan. ¡Y cómo llegan! Cuando se
dice que esta ley no protege a los niños, ustedes están
llegando para mal, porque todas las mujeres de este
país han empeñado su esfuerzo en que esta ley se ocupe
de las dos víctimas que hay. Yo no voy a ser como un
sociólogo que ha estado aquí esta mañana y que ha
dicho muchas cosas, pero entre ellas se ha olvidado de
que las mujeres maltratadas salen con sus hijos, se van
con sus hijos y acuden con sus hijos a las casas de acogida que hoy hay y que deben convertirse en centros de
recuperación, centros de emergencia. Estamos pidiendo insistentemente a las organizaciones de mujeres y
por tanto la ley lo tiene que contemplar así que las
medidas de alejamiento no se apliquen a la mujer sólo
sino a la mujer y a los hijos. Antes he mencionado la
necesidad de formar. Sé cómo se hacen los cursos, pero
seamos serios. En esta casa seamos serios y rigurosos.
No se puede hablar de que se ha formado a todo un
elenco de abogados con 18 horas de formación. Sabe
muy bien el Partido Popular, que es quien impulsó
estos cursos de formación, que eso se ha estado haciendo, y creo que todavía se está haciendo así. Eso es una
broma pesada, porque yo llevo 30 años trabajando en
esto y no me considero todavía formada, figúrense con
18 horitas.
Hay otra cuestión en esta ley que tengo que aplaudir
porque me parece muy importante y es el capítulo
segundo, del artículo 8.º que dedican a la publicidad
vejatoria y discriminatoria. Señorías, les diría a todos
ustedes que incluyeran esta pequeña frase: incluso bajo
forma subliminal. Porque hay publicidad que nada más
verla se hace la crítica, pero la grave es aquella en la
que de forma subliminal se está vejando y discriminando igualmente y la gente no se entera, no es capaz de
dar una respuesta a esa crítica, aunque después sí tiene
consecuencias en la configuración de sus principios y
de sus valores en la vida.
En cuanto al artículo 15, les quiero hacer una puntualización. Hay una persona mucho más competente
que yo, que no sé si coincidirá o no con lo que voy a
decir. Ustedes han llamado al artículo 15 derecho de
asistencia social integral. Estamos reclamando derechos humanos de la ciudadanía y, por tanto, les rogaría
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que reflexionaran sobre la posibilidad de cambiar derecho a las prestaciones básicas de los servicios sociales
universales, porque de la misma manera que hay que
descartar la beneficencia, (y no me voy a extender porque ustedes saben muy bien por qué), también hay que
descartar lo que se llama asistencia social. Necesitamos
que haya derechos contundentes de la ciudadanía de la
mujer, y que ello no sea susceptible de ser modificado
porque no pudo proponer en su día.
Tengo que felicitarles por el artículo 23 cuando definen qué es violencia de género. Por supuesto, hay que
hablar de las vejaciones pero también hay que hablar de
una violencia que se nos olvida y es lógico, porque trabajas trabajando con ello no lo ves, que es la violencia
económica, presente en todos los casos de violencia. La
forma de violencia económica, impide que la mujer
salga de la situación en la que se encuentra y la coloca
en situación de dependencia. Hay que introducir esa
forma de violencia que está presente en todas las otras
formas de violencia. Puede haber violencia física y
económica, violencia psicológica y económica, sexual
y económica; la económica está presente.
Respecto del artículo 27 y de otros artículos que en
la ley hablan de la participación les quería hacer una
petición. Ayer escuché en la televisión al presidente del
Gobierno y me sentí congratulada cuando decía que iba
a dar participación en esta nueva sociedad ciudadana.
La participación, señoras y señores diputados, se hace a
través de la sociedad organizada, y la sociedad organizada la representamos las organizaciones de mujeres,
las ONG, de mujeres y de no mujeres. Precisamente
para evitar conflictos que son subsanables les quiero
pedir, que cuando se refieran a la participación de organizaciones de mujeres añadan: representativas en el
ámbito de la violencia de género, porque organizaciones de mujeres hay muchas.
Muy rápidamente voy a exponer las razones por las
que impugnamos que en este tipo de violencia el juez
pueda cambiar la pena impuesta, la prisión de 6 meses
a un año, por la de trabajos en beneficios a la comunidad, de 30 a 80 días. Estamos pidiendo que esto en este
caso no se tenga en cuenta por una razón: cuando se
habla de hombres maltratadores es un canto al sol que
minimiza la acción del criminal de estos señores.
Voy a centrarme ya únicamente en dos cuestiones
más porque veo que el tiempo se escapa, aunque quisiera que ustedes me preguntaran y yo les pudiera contestar. Hay dos cuestiones importantes, una es la que contempla el artículo 32 en el apartado 2, cuando habla de
un artículo que tiene que ver con el Código Penal y que
dice: el que amenace de modo leve con armas.. Con
armas no se puede amenazar de forma leve, ni con
armas mortíferas de fuego, ni con armas blancas; voy a
ir más allá. Yo puedo aterrorizar sistemáticamente a
una persona después de haber impuesto mi dominio
simplemente haciendo esto —la señora compareciente
hace un gesto alusivo, pasándose el índice por la parte
delantera del cuello— esto una vez y otra sin haber
abierto la boca, pero sumiendo en el terror a esa perso-
na. Estos señores son terroristas; lo quieran ustedes
reconocer o no, estos señores son terroristas. Por lo
tanto, yo no hablaría nunca en ningún artículo de que
de modo leve con armas de fuego o con armas blancas
o con instrumentos peligrosos; no, seamos serios, eso
es una coacción gravísima y como tal hay que contemplarla.
Me quedan muchas cosas, pero sé que no puedo
emplear más tiempo. Les voy a hablar de algo que no
puedo dejar de mencionar sin faltar a la lealtad de las
mujeres en este país, a la lealtad que les debemos todas
y todos, y es a la situación del régimen de comunicación y visitas con padres maltratadores. Miren ustedes,
aquí hay dos víctimas claras, evidentes y transparentes:
las mujeres y los hijos. Llevamos en este momento 10
niños muertos en ese maravilloso régimen de comunicación y visitas. Los niños son utilizados por el maltratador como instrumento para seguir maltratando a la
mujer, y cuando los matan lo hacen exclusivamente
para que la mujer ya no pueda vivir el resto de su vida.
Por lo tanto, no hay ninguna justificación, nada que se
pueda argumentar en favor de dar visitas a un padre
maltratador, porque eso es seguir poniendo obstáculos
a la liberación de las mujeres, a la consideración de las
mujeres como lo que son, seres humanos, y de los
niños. No les voy a contar lo que ocurre con los niños
que no mueren, pero estoy absolutamente convencida
de que cualquiera de ustedes que tuviera la experiencia,
el conocimiento empírico que yo tengo, de ninguna
forma consentiría que un padre violento tuviera ningún
tipo de comunicación con esos niños. Yo soy absoluta
defensora de que cuando un padre tiene unas relaciones
normales con su familia y por razones que no son el
maltrato se rompe la unión matrimonial, no solamente
tengan visitas sino que tengan la custodia. Nosotras
llevamos siglos teniendo la custodia. Quiero explicarles
algo: la custodia es una responsabilidad. Aquel al que
se le da la custodia lo que está adquiriendo es una responsabilidad, pero además de ser una responsabilidad
es una hipoteca del tiempo de la persona que tiene los
niños, y es una preocupación permanente que tiene que
llevar uno solo de los progenitores. Lo digo para que no
se sigan diciendo estas cosas que se dicen de que a la
madre le dan los hijos, claro que le dan los hijos.
¿Saben ustedes señorías por qué les dan los hijos? Primero, porque la ley establece que se le dará al cónyuge
más idóneo, y a la hora de la separación o el divorcio
las pruebas están en que el cónyuge que se ha ocupado
de los hijos ha sido la mujer, aunque en ese momento al
padre le nazca la paternidad, pero es un poco tarde porque es el momento de la ruptura. ¿Estarán de acuerdo
conmigo? Pero sobre todo porque no la piden; no piden
la custodia. Como estamos en una justicia arrogada, lo
que no pides no te lo pueden dar, y no lo piden ni en el
contencioso ni en el mutuo acuerdo. Hay un 20 por
ciento de custodias que son solicitadas por un progenitor y otro. Si ustedes saben que tenemos 2 millones de
mujeres maltratadas en este país, según datos del Instituto de la Mujer, nada sospechoso de veleidades femi-
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compañeros y compañeras diputados quizá ya lo conocen, aunque llevo aquí poco tiempo, pero me parece
que he sido un poco pesada, nunca lo suficiente, precisamente con el tema de los menores. Por tanto, empezando por el final, estoy absolutamente de acuerdo en
la necesidad de proteger y de incidir en los menores.
Algunos menores llegan ya a una situación extrema con
sus familias, con sus madres, con sus padres. Es una de
mis preocupaciones más grandes de todo este tema de
la ley, porque fundamentalmente siempre que se habla
del colectivo de violencia de género se está pensando
en la punta del iceberg; es una sensación continua y
permanente que he tenido a lo largo de todos estos
meses. Usted ha mencionado que el proyecto había
sido muy demandado por las asociaciones de mujeres;
evidentemente así ha sido durante mucho tiempo. Las
asociaciones de mujeres en este país han jugado un
papel que durante bastantes años atrás no jugaban los
poderes públicos, ni el Estado ni las administraciones
autonómicas ni los ayuntamientos. Por tanto, aquí hay
un reconocimiento histórico a las asociaciones de
mujeres por el papel que tuvieron que jugar en este sentido y en otros muchos en nuestro país otro tipo de
asociaciones (asociaciones de vecinos con los problemas de necesidades de los barrios y de proyectos que
no había, y otro tipo de asociaciones con otras cuestiones). En estos momentos —yo vengo del campo municipal, es otra de mis señas de identidad— tengo también que insistir en que es bueno, porque en el
momento en que el reconocimiento sea muy amplio
entre unos y otros, entre unos sectores y otros, nos va a
permitir, primero, comprendernos más desde las diferentes visiones y de alguna manera reflejos que tenemos y, por tanto, avanzar más en las resoluciones.
En nuestro país llevamos por suerte 25 años de
democracia, y yo diría que realmente en estos 25 años
el papel de los ayuntamientos en concreto, y aún más
de los servicios sociales municipales, ha sido importantísimo. Digo esto porque desde muchos sectores se ha
estado incidiendo, recordando y reclamando a los diferentes niveles que se debían poner más medidas, más
soluciones no ya solamente leyes, sino planes integrales. Este tema ha sido una demanda clarísima desde
hace muchos años por los municipios y en concreto por
los servicios sociales de atención primaria. Digo todo
esto porque mientras que en los servicios sociales de
atención primaria hace mucho tiempo, y continúa siendo así, y también en algunos servicios y centros específicos de atención a la mujer, a cargo exclusivamente de
los ayuntamientos en la mayoría de casos, se han ido
creando —no solamente en Cataluña, que los conozco
bastante bien, sino en otras comunidades; al margen de
estos centros específicos de atención a la mujer que se
han ido creando, repito, han sido fundamentalmente los
servicios sociales de atención primaria, y continúan
siéndolo, quienes atienden en primer lugar la problemática de la violencia, y la atienden en un momento
incipiente muchas veces y en otros en situaciones de un
deterioro bastante evidente y con una situación bastante
nistas en los tiempos en que se hizo el estudio, es obvio
que no tienen los niños porque tampoco los piden. En
ese sentido, les haría una reflexión: No sigan legislando
de forma facultativa sino imperativa. Si ustedes dicen:
El juez podrá.., sepan que el juez no va a suspender, no
va a limitar. Ya lo tenemos en el artículo 94 del Código
Civil, y casi literallmente se lo digo: El juez podrá suspender o limitar las visitas y el régimen de comunicación entre el progenitor y el custodio cuando se dieran
graves circunstancias que así lo aconsejen. Si me dicen
ustedes qué circunstancias son más graves que la de la
violencia de género.. Pues, no hay ni una suspensión
por esa historia. Por lo tanto, es fundamental que sepan
ustedes que la población de las mujeres de este país
está pidiendo, para salvaguardar la vida de sus hijos
que son víctimas inocentes de un ambiente de violencia
que protagoniza el agresor, que se les salve de esa
situación porque ellos son los que tienen menos capacidad para poder solucionar una problemática tan grave
como es la de la violencia de género.
Me parece que esta mañana estaba un sociólogo al
que se le ha olvidado decir una cosa tan importante
como que el 90 por ciento de los hombres maltratadores lo fueron en su infancia, fueron víctimas de violencia de género. Por lo tanto, aquí tiene dos funciones lo
que les estoy transmitiendo: salvaguardar la vida de
esos niños, la vida física y psíquica de esos niños, y
también prevenir la violencia cortando el círculo de la
violencia, ese círculo que hace que se traslade de generación en generación según el modelo referencial de
aprendizaje de un padre a todas luces inadecuado.
Cuando les hablo de esto, les menciono algo que quizá
les puedan transmitir personas con mayor solvencia
que yo, pero les transmito algo para que se queden tranquilas y tranquilos sobre si un maltratador debe ver a
un niño cuando actúa de esa forma. Un maltratador no
tiene ningún reflejo de afectividad, no tiene resonancia
afectiva, y les puedo citar autores hasta marear, no tiene
ninguna resonancia afectiva. Esto quiere decir que no
va a querer a su mujer pero tampoco a sus hijos.
Gracias, señorías.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora
Pérez del Campo por su intervención.
Pasamos al turno de los grupos. ¿Qué portavoces
quieren intervenir? (Pausa.) Vamos a empezar por la
señora García de Izquierda Unida. Tiene la palabra.
La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar,
quiero agradecer mucho a la señora Ana María Pérez
del Campo la comparecencia y la intervención que nos
acaba de ofrecer. Paso a hacer una serie de preguntas
muy concretas, y a algunas reflexiones que pretendo
dejar en el aire, porque seguramente se nos escapan en
conjunto pero me parece importante decirlas en voz
alta, y también alguna manifestación muy clara en
cuanto a —empezando por el final— todo lo que usted
ha expuesto, con lo que estoy de acuerdo al cien por
cien, incidiendo precisamente en cuanto al planteamiento que ha hecho de los menores. Muchos de mis
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irreparable. En muchas otras ocasiones desde los servicios sociales de atención primaria y sanitarios coordinadamente se detectan graves situaciones, que son la
mayoría numérica, y no la gravedad, que es la punta del
iceberg, y son las muertes desgraciadas que tenemos y
la mayoría de mujeres que viven día a día una situación
de tensión, de convivencia no pacífica, de peligro, entre
comillas, para ellas y para todas las personas que conviven en la familia, es enorme, es la mayoritaria y es la
que se está atendiendo desde los ayuntamientos sin
recursos en la mayoría de ocasiones.
Por tanto, nuestro grupo, precisamente en todo este
paquete que corresponde a lo que en la memoria económica se denomina área de servicios sociales y otras
medidas preventivas, es lo que adelanta, porque queremos al máximo que esta ley sea eficaz e integral; esto
es lo que aplaudimos, que sea integral, porque si llega a
ser una ley, que es lo que parece, que se ha convertido
en penal o judicial mal favor estaríamos haciendo.
Apostamos y creemos que esta ley será integral, y por
eso vamos a hacer propuestas y enmiendas —evidentemente y modestamente así lo planteo—, aunque —a
esto también me referiré— no se nos escapa que aquí
hay una cuestión de modelos de cómo se puede estar
interpretando en estos momentos desde diferentes
ámbitos el fenómeno de la violencia y cómo, de qué
manera y con qué modelos se cree desde diferentes
ámbitos que se es más eficaz para abordar la violencia.
En este sentido, me atrevería a sugerir que nos escucháramos más y que nos diéramos el voto de confianza de
que no son cuestiones solamente ideológicas; cuando
no se está del todo de acuerdo en una propuesta o en un
planteamiento —cuando digo una cuestión ideológica
me refiero no sólo a una diferencia ideológica en el
sentido de estar en un posicionamiento ideológico diferente, sino de estrategia, de planteamiento, en todo caso
de interpretación de esta realidad— es porque seguramente cada uno venimos de una experiencia. Mi experiencia es municipal, de ver muchas situaciones incipientes de violencia y, por tanto, de entender que no
puedo poner en un solo paquete toda la problemática de
la violencia de género, ni en cuanto a población ni en
cuanto a causas ni en cuanto a las alternativas o medidas que tendría que buscar ni en cuanto a multitud de
cosas y que, por tanto, es un fenómeno complejo, muy
plural y muy difícil que hemos de entender y decir que
la ley no va a poder solucionar al cien por cien, pero
que se va a hacer, y debemos estar preparados para
saber que al cabo de equis meses de estar esta ley aprobada, por desgracia, va a continuar habiendo problemas
como los que ahora tenemos. Por tanto, eso no ha de ser
tampoco un problema, ha de ser una asunción de una
realidad de un fenómeno complicado en el que todos y
entre todos vamos a intentar poner medios para que se
rebajen.
En todo caso, tengo una pregunta concreta para la
señora Pérez del Campo. Usted ha hablado de los centros de recuperación —en concreto, usted es directora
de una casa de acogida, perdón de un centro de recupe-
ración; es que yo hace unos años tuve la suerte de ir a
visitar la casa— En aquel momento era así, yo estuve
allí y usted lo explicó, pero evidentemente igual ahora
no lo es, de lo cual me alegraría mucho. Por eso lo pregunto, porque usted ha insistido en el tema de los niños
y en que las mujeres salían de casa y lo hacían con sus
hijos. Yo recuerdo eso de hace unos años, tres o cuatro
años. Me llevé la sorpresa de que hasta una edad determinada las niñas podían estar en la casa con las madres,
los niños hasta una edad inferior, pero ambos a partir de
una edad determinada no podían estar en la casa con las
madres. Esto fue hace tres o cuatro años. Si no es así,
no sabe cómo me alegro, porque es un tema que me
preocupó mucho y que, particularmente, no puedo
compartir de ninguna manera. Si no es así en estos
momentos, le adelanto que me alegro mucho.
Por otro lado, estoy muy de acuerdo en que hay un
problema, y usted ha dicho concretamente que los maltratadores son terroristas. No sé si son terroristas o no
—quizá no es el calificativo que pondría— lo que sé es
que viven en esta sociedad y que son el producto de
esta sociedad. Usted lo ha explicado muy bien, son
estos niños (a los que seguramente ahora no estamos
siendo capaces en parte de atender lo suficiente, de darles esa atención terapéutica que necesitarían, de soporte
y de otras cosas, y que posiblemente estos niños ahora
tienen 5, 7, 8 ó 10 años y están viviendo una determinada situación —un porcentaje de ellos, porque no considero que sea el 90 por ciento-) en un porcentaje significativo los maltratadores de aquí a 10 ó 20 años. A pesar
de la gravedad del tema, hemos de asumir que esa gravedad es responsabilidad de toda la sociedad. Toda la
sociedad en parte es responsable de esta realidad y
hemos de pensar también en cómo abordarla, porque
entre otras cosas es un problema que tenemos y no
podemos llevarlos a una isla; están aquí y alguna posibilidad tendremos que buscar. Son personas que, aunque vayan a prisión, saldrán de allí, continuarán su vida
y posiblemente repetirán la misma actuación. Por tanto,
yo lo único que dejo en el aire es que sean lo que sean,
terroristas, personas con una gran carga patológica, lo
que sea, es un problema social, que hemos generado
entre todos en esta sociedad y que algo tenemos que
hacer.
Por último, voy a comentar una cuestión sobre el
tema de las guardas y custodias. Supongo que en este
tema se estaba refiriendo exclusivamente al tema de la
situación de los malos tratos; en este sentido no tengo
nada que decir, pero si como planteamiento tuviera que
decir cuál sería mi deseo máximo en el futuro serían
dos cosas: una, evidentemente que la violencia sexista
o contra las mujeres desapareciera rotundamente y, dos,
que de forma mayoritaria todos los hombres que se
separan pidieran la guarda y custodia compartida. Este
sería un gran deseo para mí.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Bonás, por Esquerra Republicana.
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La señora BONÁS PAHISA: Muchas gracias, señora Ana María Pérez del Campo. Le agradezco la vehemencia de su intervención y que haya introducido por
primera vez hoy el tema de los niños, que hasta ahora
no nos había ocupado. No voy a extenderme mucho
porque mi compañera Carmen García ya ha tratado el
tema. Otro punto que usted ha sacado que quuiero
abordar es el de la violencia económica, que ya era
hora. Usted tiene más experiencia que yo en este
campo, pero creo que la sumisión de la mujer empieza
muchas veces y termina en el tema económico. Me pregunto si esta ley da los suficientes medios para que las
mujeres que quieran independizarse o empezar una
nueva vida lo puedan hacer con los medios que les
vamos a suministrar. No sé si el nuevo Gobierno adquirirá el compromiso con sus problemas presupuestarios
de cuántos medios podrá asignar para este campo, porque si una mujer al cabo de un año no puede subsistir
no es solución. Hay que mantener un compromiso, no
darle una ayuda para un año y luego dejar que se espabile. Usted debe saberlo mejor que yo, que esa es la raíz
del problema.
En cuanto al inciso de la custodia compartida, usted
hablaba en general. Yo también, en general, sé de
muchos casos en que la mujer no ha querido la custodia
compartida porque se usan los niños como arma. Hay
que abordar el tema en todo su aspecto. Respecto al
maltratador sí tenemos un problema. Si hay 2 millones
de mujeres maltratadas, hay 2 millones de maltratadores, pero en la ley no se aborda ese tema, y habría que
abordarlo. (La señora vicepresidenta, Cortajarena
Iturrioz, ocupa la Presidencia.) Estoy completamente
de acuerdo con usted en el tema de la educación, en el
tema curricular de la universidad, y hay que empezar
por aquí, por la coeducación, pero coeducar, no poner
asignaturas, y también tener en cuenta la publicidad
subliminal.
dos, procuradores, jueces, secretarios, fiscales, etcétera.
Por lo tanto, me parece que sí que hemos de recoger la
indicación que nos dice de que esto no se puede reducir
a unos cursos de formación que sabemos que se imparten desde hace tiempo, pero que evidentemente no dan
los resultados apetecidos, sino incidir en la formación
curricular, en la formación universitaria, en la formación inicial y permanente de todos los operadores. Esto
está previsto ya en el proyecto para el profesorado, pero
debe extenderse a todo el resto de operadores que intervienen en el tema de violencia de género. Me parece un
buen apunte y desde luego la portavoz que le está
hablando lo tendrá en cuenta.
También es relevante el apunte que ha hecho de
pasar de una visión de asistencia social a otra de derechos sociales y de derechos de ciudadanía. Con respecto a este tema me gustaría preguntarle, cuando se refiere la ley a los derechos económicos, ayudas sociales, si
usted considera suficientes los recursos que se han previsto para víctimas de violencia mayores de 55 años
con unos determinados requisitos, o de 50 años con
responsabilidades familiares. Quizá ahora las mujeres
tienen hijos más tarde, pero las mujeres de 50 años tienen ya pocos hijos con responsabilidad a su cargo, por
lo tanto, creo que quizá el techo de los recursos económicos es un poco alto y quisiera conocer su opinión.
Respecto a la prevención, la recuperación y los derechos de la mujeres víctimas de violencia, si no entiendo
mal, son derechos universales es decir, para tener acceso a todos estos derechos no se necesita acreditar de
ninguna manera que se ha puesto una denuncia. Sí se
necesita para los supuestos en que expresamente se
dice en la ley, para estos sí, en el aspecto laboral y
otros, pero para los derechos generales, por ejemplo, el
derecho de asistencia, de información, de recuperación,
etcétera, me parece entender que son de acceso universal. Creo que es importante porque no todo el mundo
está dispuesto de entrada a poner una denuncia, y a lo
mejor es bueno que no ponga de entrada una denuncia
porque las mujeres antes de denunciar tienen que haber
recuperado parte de su autoestima, tienen que saber qué
es lo que va a pasar después de la denuncia y con lo que
se van a encontrar. Por lo tanto, también le preguntaría
a usted, que está en una casa de recuperación integral y
que por ello puede prestar este tipo de asistencia, si a su
juicio la ley contempla de manera adecuada este acceso
universal.
Me parece también importante la sugerencia de que
quitemos del tipo penal la pena de trabajos en beneficio
de la comunidad; lo estudiaremos ya que me parece una
sugerencia a tener en cuenta. También se sugiere el que
redactemos no de forma facultativa sino de forma
imperativa. Ahí hay que tener cuidado, pero yo de alguna manera coincido con usted en que lo que el juez ha
de poder apreciar con suficiente discrecionalidad, que
no arbitrariedad, es si se dan los supuestos que contempla la norma, es decir, si esa mujer ha sido víctima o
hay indicios racionales para pensar que se han producido malos tratos o no, pero que una vez bajo su discre-
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Muchas gracias, señora Bonás.
Seguidamente tiene la palabra la señora Pigem, por
el grupo catalán de Convergència i Unió.
La señora PIGEM I PALMÉS: Gracias, señora
Pérez del Campo por su explicación, también por su
vehemencia al explicarla, que es fruto del convencimiento y de la convicción que tiene en estos temas, ya
que como nos ha dicho tiene una larga experiencia en
luchar contra la violencia de género. Ha hecho usted un
repaso un poco por encima de los artículos del proyecto; yo conozco el estudio que usted ha hecho, y de todas
maneras, me parecen complementarias las explicaciones que usted hoy nos ha dado. Coincido con usted en
que la base del futuro es la prevención, porque si ha
habido sanción, etcétera, quiere decir que el mal ya se
ha producido; por lo tanto, la base es la prevención para
conseguir erradicar todas estas conductas. Me parece
muy importante lo que usted ha apuntado de la necesidad de formar a todos los operadores que intervienen
en el largo iter personal sanitario, profesorado, aboga-
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sus orígenes en esa desigualdad, y que hay un empeño
afortunadamente también de toda la sociedad para que
la tolerancia cero sea lo que impere en nuestras reglas
democráticas y en nuestra convivencia. Es, en definitiva, un lastre de la sociedad y por eso le hemos deparado
a lo largo de todos estos años tantas horas, tantos trabajos parlamentarios y muchas veces hasta también
muchas frustraciones cuando vemos que ponemos todo
el empeño para tratar de solucionarlo y al final nos volvemos a encontrar con ese drama día tras día.
Quiero también reconocer el esfuerzo y el trabajo
que realizan las organizaciones no gubernamentales,
como también tengo que reconocer, y lo he hecho
muchas veces en este Parlamento, el que realizan y han
realizado todas las fuerzas políticas y también las
muchas cosas que se han hecho desde la Administración. Tengo que reconocer también y recordar lo que ha
hecho el Gobierno anterior, porque si no, lo que hoy se
está haciendo aquí, esta ley, no tendría sentido, sería
muy corta. Saben perfectamente que en la anterior
legislatura se ha reformado el Código Penal, y lo hemos
hecho además por consenso parlamentario, y todos
recordamos cómo celebramos cuando se tipificó como
delito la violencia psíquica, que no lo era; cuando se
tipificó también como delito cualquier agresión desde
la primera que se produjera; cómo la reincidencia pasó
a contemplarse como agravante cualificado, cómo se
consideraron delito la agresión y las amenazas con
armas o instrumentos peligrosos; cómo se duplica el
alejamiento hasta 10 años; cómo la Ley de prisión provisional contemplaba la posibilidad de esa prisión provisional por quebrantar las medidas de alejamiento
impuestos, cómo la implantación de los juicios rápidos
permitió una mayor agilidad en el enjuiciamiento de
estas causas, y cómo —y además no sé si en ese sentido
hay alguna confusión— también se estableció la pérdida de la patria potestad o el derecho de custodia o visita
a los hijos en los casos de condena por agresiones de
este tipo. Por lo tanto, alejamiento y prohibición de
aproximación a la víctima y a los hijos, atribución del
domicilio conyugal, etcétera, un sinfín de medidas que
entre todos hemos considerado buenas, que hemos considerado necesarias y que han sido fruto de un trabajo
parlamentario de la última legislatura y que tuvo la primera Ley de orden de protección de las mujeres también con un carácter integral, porque había no solamente medidas de tipo penal o social sino también
sanitarias, de asistencia social, claramente importantes
y que buscaban además dar una respuesta ágil, rápida e
inmediata de todas las administraciones, en una coordinación importante, y también de la jurisdicción civil y
de la jurisdicción penal, superando unas dispersiones
anteriores. Pues bien, todas estas medidas fueron aprobadas por unanimidad, y hace unos meses Montserrat
Comas decía que era bueno que se conocieran y que en
este país todas las víctimas conociesen los derechos
legales y el paso hacia adelante que se ha dado en el
terreno de su protección en el momento en que estén
ante la tesitura de denunciar o no.
cionalidad ha apreciado esto, no puede no adoptar
determinadas medidas, por ejemplo, la orden de protección o la suspensión del régimen de visitas. Le pregunto si es esto a lo que usted se refiere, y en este caso
coincido en buena medida con lo que usted ha expuesto
respecto a ir acotando la respuesta al juzgador cuando a
su juicio —del juzgador— se dan determinadas circunstancias.
En cuanto a las custodias compartidas, hago una alusión que ya han hecho aquí las dos portavoces que me
han precedido en el uso de la palabra. Desde mi punto
de vista —y me gustaría saber cuál es su opinión— una
custodia compartida se da cuando una pareja o unos
padres viven juntos; mantener esta custodia compartida
cuando no viven juntos es muy difícil cuando están de
acuerdo en todo y se me antoja harto imposible cuando
no están de acuerdo en nada, que es lo que sucede en
muchas ocasiones. Por no hablar de lo que quiere decir
custodia compartida: cambiar al niño cada semana,
cada 15 días, cada mes, cada medio año, etcétera. Yo
pongo estos temas sobre la mesa porque la custodia
compartida es una situación ideal que a todos les gustaría tener, como que los padres de estos niños se llevaran
bien y actuaran siempre de acuerdo y no los utilizaran,
etcétera, pero la realidad es mucho más rica que los
buenos deseos que podamos tener. Por lo tanto, sin
decir que nunca en ningún caso puede haber una custodia compartida, quiero llamar a las cosas por su nombre
y si los progenitores no están en absoluto de acuerdo
entre ellos, es muy difícil partir a un niño en una solución salomónica porque el que sale perjudicado evidentemente es el niño.
Por último, y ya acabo, me gustaría saber su opinión
acerca de la eficacia, la viabilidad o qué considera
usted acerca de estos nuevos juzgados de violencia contra la mujer, o si a su juicio sería mejor o más adecuado
que el tema penal lo instruyeran los juzgados de instrucción, el tema civil los juzgados de primera instancia
o los juzgados de familia y que hubiera una óptima
coordinación o cooperación entre ambos a través de la
Fiscalía.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Tiene la palabra, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, la señora Sainz.
La señora SAINZ GARCÍA: Quiero darle también
la bienvenida, doña Ana María Pérez del Campo, a esta
Comisión en la que una vez más en el Parlamento se
trabaja sobre el tema de la violencia y en la que usted es
una asidua desde la competencia que su trabajo le confiere.
Tengo que empezar diciendo que cómo no voy a
compartir la primera reflexión que usted hacía acerca
de que la violencia que sufren las mujeres afecta a la
dignidad humana. Por supuesto que afecta a la dignidad
humana, a los derechos humanos, que son valores
supremos de la sociedad y de la convivencia. Desgraciadamente, hoy la violencia es un fenómeno social que
todos sabemos que está basada en la desigualdad, tiene
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Congreso
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Por lo anteriormente expuesto, partimos de un trabajo riguroso y hoy nos encontramos con una ley que
estamos tratando de evaluar en esta Comisión con el fin
de conocer mejor las opiniones de todos los expertos,
entre los que está usted, y tratar de no empeorarla,
como era su miedo, sino en todo caso mejorarla. Yo
desearía además que también se diese en ella el consenso parlamentario que tuvo lugar en la anterior etapa en
la que se propusieron cuestiones muy importantes,
desde luego también en el terreno educativo. Yo comparto no sólo las reflexiones que ha hecho usted sino
también mi compañera Merce Pigem, de Convergència
i Unió, respecto a que la educación es básica y fundamental. Por eso —cómo no la va a hacer una personal
decente— también me gustaría que se incorporaran —y
si no, estoy segura de que nuestro grupo lo hará a través
de enmiendas— algunas medidas importantes que en el
terreno de la educación se aprobaron en una subcomisión de carácter legislativo que se aprobó hace unos
meses en el Congreso de los Diputados y en la que
teníamos como objetivo traspasarlas a la legislación.
Creo que pueden ser claramente complementarias y
son, repito, fundamentales porque la educación lo es en
la sociedad y desde luego en una cuestión tan importante como la que estamos tratando. Desde ese marco
general, sin duda importante, me gustaría hacer algunas
reflexiones y al mismo tiempo algunas preguntas para
conocer cuál es su opinión como persona experta.
Usted recordará que en una proposición de ley que
presentó en la anterior legislatura el Grupo Socialista
creaba la delegación del gobierno pero vinculada a Presidencia; ahora pasa a estar vinculada al Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales. Le pregunto si considera
que sería más correcto lo anterior o si, por el contrario
es correcto que dependa del Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales y en qué medida podría o no tener
solapamiento también con el Instituto de la Mujer, que
está trabajando de una manera específica sobre estas
cuestiones. Le pregunto también qué valoración puede
hacer usted de la aplicación de la orden de protección,
que ha sido valorada positivamente por todos los grupos políticos porque la hemos apoyado. Además tengo
que decirle que hemos estado abiertos todos a conseguir lo que nos pareciese más eficaz, sin ninguna carga
ideológica y desde luego contando también con el trabajo del Consejo General del Poder Judicial, con la
Fiscalía y con una persona que conoce tanto este tema
como Montserrat Comas. Y le preguntaría precisamente desde esa valoración de la orden de protección si
usted piensa que puede generar distorsiones el hecho de
que la orden de protección esté prevista para todos los
supuestos de la violencia doméstica, mientras el régimen de esta ley tenga sólo un acotamiento determinado
que todos conocemos. ¿En qué medida, junto a la jurisdicción que se crea, puede esto llegar a crear alguna
distorsión o inconveniente en la aplicación?
Me gustaría también que me dijese si cree que la
mujer obtiene una mayor protección si se excluye de su
ámbito a las niñas. Hoy reclamaba un profesor, un cate-
drático, que se pudiese incorporar porque le parecía
absolutamente necesario. Le voy a preguntar solamente
por ello. También me gustaría que me dijese qué inconveniente puede ver para que la ley sea integral en lo
subjetivo en situaciones objetivas idénticas, como dicen
en algún momento las reflexiones del Consejo General
del Poder Judicial e incluso algún voto particular, y si
cree que las medidas de agravación penal que se incorporan son necesarias para mejor proteger a la mujer o
habría otras medidas más eficaces alternativas o complementarias a las medidas penales; porque también
tengo que decirle que en el momento en el que trabajamos sobre la orden de protección se pensó que las
medidas de tipo penal que se incorporaban eran suficientes para tratar de conseguir el objetivo que todos
buscábamos. Esta mañana, un catedrático, Bastida
Freijedo, decía que endurecer penas de determinados
comportamientos que siendo objetivamente los mismos
se sancionen de forma más grave por razón de ser el
sujeto varón y no por la mayor gravedad del injusto
podía tener también problemas, y que puede al final
plantear problemas incluso de aplicación desde la propia judicatura.
Quiero reflexionar con usted sobre si no puede
temerse que cuando una mujer es agredida con otra
finalidad distinta a la del artículo 1.2 fíjese que podría
entrar el tema de la venganza, de los celos, incluso de
los odios, por reflexiones que yo he visto también no se
pueda aplicar esta ley por la definición de la violencia
que hace la ley precisamente. En ese sentido, le preguntaría si le parece acertada la definición de la violencia
que sufren las mujeres o si, por el contrario, es un poco
corta y puede ocurrir que queden fuera algunas cuestiones que sería muy importante enfocar, o que en el fondo
entrarían dentro de la violencia que sufren las mujeres.
(La señora Presidenta ocupa la Presidencia.)
Se ha dicho que esta ley es, más que integral que en
su caso es la modificación como fue el trabajo que se
hizo anterior de una serie de códigos, el Código Penal o
la Ley de enjuiciamiento criminal, entre otros, judicializada sobre todo. Alguna compañera le preguntaba
sobre si le parecía oportuno o no que hubiese juzgados
exclusivos de la violencia, en qué medida podía tener o
no distorsión esto con los juzgados de instrucción o de
familia ya existentes; si en todo caso no sería oportuno
que se creara un grupo de trabajo en el que estuviesen
penalistas, jueces, magistrados, incluso personas que
conocen de estas cuestiones, como catedráticos que han
venido aquí, para ver si podríamos encontrar un diseño
que pueda ser eficaz pero también desde el punto de
vista procesal más coherente, más viable y menos cuestionable, como algunas voces, y no las nuestras precisamente, ha expresado.
Puesto que la ley viene acompañada de una evaluación económica, me gustaría que me dijese si cree que
en la ley se contemplan los medios necesarios para dar
protección integral a la mujer, incluida la protección
física, o si, por el contrario, sería importante complementarla con otras garantías de seguridad personal de
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esperamos de ella resultados. Aun sabiendo que la ley
no puede resolver automáticamente el problema, creemos y coincidimos con usted en que el fondo de la ley,
los valores que intenta que se recuperen para que esta
sociedad realmente sea más igualitaria y para superar el
problema de desigualdad de las mujeres, es una parte
sustancial y fundamental de la misma. La ley también
pretende, sin querer ser el instrumento que automáticamente resuelva este problema, que sería en todo caso
un punto de vista bastante ingenuo, superar algunos de
los conceptos raquíticos con los que estábamos acostumbrados a que se tratara este problema legislativamente en este Parlamento, y no sólo legislativamente
sino también en las medidas e instrumentos que se
ponían o se articulaban para atajar el problema, sobre
todo en los últimos ocho años. Sé que usted es profundamente conocedora de esos instrumentos y me gustaría saber qué opinión tiene de los que se pusieron en
marcha y hasta qué punto esta ley realmente corrige la
valoración no positiva que pudieran tener dichos instrumentos, es decir, si la ley efectivamente introduce en el
fondo, en la forma, en el contenido y en los instrumentos que pone en marcha una superación real de aquellas
concepciones parciales sobre este problema. También
hoy hablamos ya casi unánimamente todos los grupos
políticos de que este es un problema de Estado y, por
tanto, tiene que tener un tratamiento de Estado. La ley
intenta también resolverlo como un problema de Estado, y la prueba es que en ella tienen que modificarse
cuestiones y tienen que trabajar siete ministerios, al
menos que yo haya contado, y todas las comunidades
autónomas, la Administración local y la sociedad civil.
En ese sentido, creo que está claro que la ley contempla
este problema como un problema de Estado, y esto
también es un paso adelante respecto a como se venía
contemplando esta situación hasta estos momentos.
Por otra parte, usted ha incidido en varias cuestiones,
y lo ha hecho muy bien, porque la ley ha estado vinculada a una polémica sobre un aspecto muy parcial de la
misma, y usted se ha referido a lo que tiene que ver con
la garantía de derechos, con los itinerarios de atención,
con el cambio de valores y actitudes, con los sistemas
preventivos que contempla la ley, con la protección
ante la publicidad, con la ayuda a las situaciones laborales y la situación de desprotección en la que queda la
mujer que sufre este problema desde el momento en
que presenta la denuncia e intenta liberarse de la situación carcelaria en la que ha vivido.
Por último, quisiera plantearle sólo tres cuestiones,
¿Cree usted que la ley contribuye a fomentar la igualdad en la sociedad, así como favorece la sensibilización
de la población en relación con la violencia de género?
¿Cree usted que esta ley cumple con las recomendaciones de organismos internacionales de dar una respuesta
integral al problema de la violencia ejercida sobre las
mujeres? ¿Cree usted que la ley garantiza una atención
integral a las mujeres víctimas de la violencia a manos
de su pareja o ex pareja? Con esto finalizo mi intervención.
las víctimas de la violencia. Mi grupo ha presentado
una proposición de ley en ese sentido que creemos que
sin duda daría un paso muy importante en la seguridad
de la protección a la mujer. Me gustaría saber si usted la
conoce y, en su caso, si le parecería oportuno incorporar muchas de las cuestiones que en la proposición
hemos planteado.
Le preguntaba al principio si le parece acertada la
redacción del artículo 1. 2, que define la violencia ejercida sobre la mujer. Se lo digo no sólo porque el Consejo General del Poder Judicial en su informe haya dicho
claramente que no le parece oportuno y que quedan
fuera extremos importantes que pueden crear distorsiones, sino porque también en el voto particular personas
muy expertas como Montserrat Comas dicen que la
redacción no es afortunada y señalan que debiera
incluirse también a las niñas, entre otros extremos. Lo
mismo se dice acerca de incorporar la intencionalidad
que aparece en la redacción del artículo 1. 2. Me gustaría conocer su opinión sobre este tema porque creo que
puede ser muy importante para el futuro, para que
entren un grupo de mujeres en la protección de la ley,
que lógicamente todos queremos que sea la mejor.
Voy a terminar porque la Presidencia me hace señas
de que debo hacerlo, preguntándole si considera que la
asistencia gratuita no sería también de interés que se
extendiese a la asistencia jurídica, a la información previa o cualquier actuación procesal, cuál sería a su juicio
—y esto además le toca muy de lleno—, la ratio de
centros de atención de emergencia y de recuperación
integral de víctimas de la violencia doméstica en relación con el número de habitantes, y si usted es o no
partidaria de que se reglamente de una forma general
por la Administración central. Por último —y con esto
termino, señora presidenta—, también ha desaparecido
de este proyecto de ley lo que se había incorporado en
la anterior proposición de ley, que era el fondo de
garantía de pensiones de alimentos. Me gustaría saber
si usted considera de interés que se incorpore el fondo
de garantía de pensiones. Muchas gracias por lo que
nos ha informado y sobre todo por las respuestas y las
reflexiones que pueda aportar a nuestro grupo.
La señora PRESIDENTA: Gracias, señora Sainz.
Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, la señora Monteserín.
La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Muchas
gracias, Ana María, por su exposición, que ha sido
clara, contundente y con el apasionamiento lógico de
una persona que ha venido luchando durante tantos
años por los derechos de las mujeres y por la igualdad
en la sociedad. Entiendo muy bien desde qué posición
habla y le agradezco mucho no sólo su presencia aquí
sino también la lucha que ha llevado durante todos
estos años.
Creo que habrá podido percibir que este Parlamento
también ha evolucionado en los últimos meses y estamos tratando una ley que para nosotros es muy importante en el fondo, en la forma y en el contenido porque
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La señora PRESIDENTA: Para contestar a todas las
sugerencias que han hecho los representantes de los
grupos parlamentarios, tiene nuevamente la palabra la
señora Pérez del Campo, que en un esfuerzo de síntesis
intentará concentrar la multitud de preguntas que le han
formulado.
Popular, yo estaba hablando de la ideología del sistema
patriarcal, que pervive y que se acomoda a los distintos
cambios operados en las distintas sociedades, de forma
que no se puede arrumbar de ninguna manera la violencia de género, porque inmediatamente surge el problema de que se considera como normal, la normalidad en
el trato desconsiderado, vejatorio, humillante, de
broma, de chiste, de desvalorización de la mujer: ¿No
nos vamos a poner por eso así, no? Eso es lo que ocurre, que está normalizado. Y eso es ideológico. El fenómeno se podrá solucionar y esta ley lo que hace es
encauzarlo. Yo no he dicho para nada que la ley vaya a
acabar con la violencia de género; he dicho que la ley
encauza la función de la erradicación porque parte del
origen de la violencia de género y examina sus circunstancias y además interviene en una cosa tan compleja
como es la configuración de la personalidad de las personas que aceptan ese trato de discriminación y de
desigualdad —y esto ha sido universal— como algo
razonable, lógico, como el rol que debe ocupar la mujer
en la sociedad. Por lo tanto, sí tiene un origen ideológico que debiera combatirse por todas las ideologías.
Me alegro mucho que usted fuera (me disculpo porque no lo recuerdo) al centro de recuperación integral
donde estamos. Pero se enteró mal porque siempre,
desde que se ha constituido ese centro, y va ahora para
14 años, ha recibido mujeres, niñas y niños con una
única diferenciación. Nosotros ya hacíamos aquí una
acción positiva en favor de las niñas, es decir, las niñas
ingresaban en el centro con la edad que tuvieran, da
igual la edad, tres años, un año, incluso han nacido allí
porque las mujeres entraron gestantes y han salido a los
18, a los 20 o 22 años, a la edad que sea, sin embargo,
los niños, a partir de los 12 años, no. Explicarle ahora el
por qué supondría un monográfico de por lo menos
hora y media. Usted sabe muy bien por qué no puede
entrar un niño a partir de una edad determinada porque
necesita otro tipo de recursos. Por lo tanto, corrija usted
porque las residentes están con sus hijos. Ahora bien, si
encontramos una mujer que no tiene hijos y sufre violencia de género, también entra. No es requisito indispensable tener hijos para entrar, el único requisito que
hay es el haber padecido violencia de género, con o sin
hijos, con o sin papeles, porque lo que sí es muy conocido es que las mujeres no entraban en las casas de
acogida si no estaban regularizadas, pero la ideología
principal que debe regir estos centros es precisamente
el ser víctima de violencia de género.
Tiene usted toda la razón, esta violencia es un producto no de la sociedad sino del sistema patriarcal que
nos dimos y que sigue rigiendo nuestra vida. Tiene
usted toda la razón del mundo. Y yo también tengo la
razón cuando digo que el terrorismo etarra es producto
de esta sociedad. Todas las violencias son producto de
esta sociedad, luego no descubrimos absolutamente
nada ni podemos disculpar nada de lo que no seamos
responsables en la sociedad, no sólo la violencia de
género, también el terrorismo etarra, y el islámico, y
miren ustedes, si tenemos que hablar de la difusa vio-
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Muchas gracias, señorías, por el
interés que despierta en esta Comisión una ley de tanto
calado, de tanta importancia y de tanta gravedad como es
la de la violencia de género. Se lo agradezco a todas las
fuerzas políticas que han intervenido. Les advierto de
que a pesar de que he corrido mucho, a lo mejor he recogido algo a medias, por lo que les interrogaré sobre ello.
Empezaré por la primera parlamentaria, del grupo de
Izquierda Unida. Todas ustedes me han dicho que he
puesto mucho énfasis en la defensa de esta ley y en mi
intervención, pero no puedo hacerlo de otra manera.
Las mujeres que mueren están recordándonos que alguna responsabilidad nos compete en esas muertes. Sin
embargo, ahora voy a intentar ser un poco más cauta.
Han hablado de 25 años de democracia. Yo, señora
diputada de Izquierda Unida, creo que esta democracia
tiene ese déficit democrático. Creo que no se puede
hablar de democracia cuando lo que está ocurriendo es
que tenemos cerca de un centenar de mujeres muertas,
otros muchos cálculos no efectuados pero que habrá
que efectuar —desde luego mi organización se dispone
a hacerlo—, de suicidios inducidos y de situaciones de
minusvalía irreversibles. Hablar de democracia en una
situación de tal desigualdad es ser bastante optimista.
Yo diría que hay un déficit democrático que hay que
corregir. Por supuesto, conozco perfectamente las funciones que han desarrollado los ayuntamientos, los
planes integrales que se han desarrollado tanto en Cataluña como en otras comunidades desde los distintos
municipios que usted dice conocer tan bien. No voy a
explicarle hasta qué punto los conozco y hasta qué
punto estoy de acuerdo en unas cosas y discrepo de
otras. Esto no es una cuestión de modelos, es una cuestión de conocer en profundidad la violencia de género
para articular los recursos y la normativa vigente necesarios. Mire usted, las casas de acogida fueron algo que
inventó el movimiento feminista en Estados Unidos y
en Reino Unido como emergencia para salvar vidas de
mujeres, este era el objetivo, y el segundo objetivo era
trasladar a las mujeres, desde el conocimiento del
movimiento feminista, por qué les pasaba lo que les
pasaba. Respecto a mantener casas de acogida no
vamos a entrar aquí en la discusión de cómo se hace o
se deja de hacer. Lo que sí quiero trasladarle a usted, y
lo hago con el mejor tono posible, es que no es una
cuestión de modelos, es una cuestión de conocimiento
de la materia y de profundización en ella. Creo que me
he explicado mal antes cuando he comentado lo de las
ideologías. Para nada estaba hablando de la ideología
socialista, de la de Izquierda Unida ni de la del Partido
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lencia con la que se quiere tratar esto, tendríamos que
decir que tenemos que empezar por proclamar en la
Constitución nuestro no a la guerra, que es la forma de
violencia más brutal de todas las que han existido y
existirán.
Usted quiere la guarda y custodia compartida, y yo
discrepo de lo que Izquierda Unida plantea a través de
usted. La guarda y custodia compartida se resolvió con
Salomón, es decir, el niño no se puede partir por la
mitad, y la guarda y custodia compartida se tiene cuando los progenitores conviven juntos, pero incluso cuando los progenitores conviven juntos, y además hay una
relación, un entendimiento cordial, una comunicación
fluida entre los dos progenitores, muchas veces hay que
ponerse de acuerdo para no contradecir normativas
educativas, y eso lo quiere usted llevar a una situación
de separación o de divorcio. Yo, en defensa de los
niños, no de las mujeres, nunca estaré de acuerdo con
una guarda y custodia compartida porque el niño no es
un niño maleta, y aunque sean los padres los que se
cambien, tampoco es un niño experimento. Creo que le
he contestado a esto y además también le puedo facilitar documentación mucho más autorizada que la mía
que avala lo que acabo de comentarle.
Voy a contestar ahora, con el mismo placer que he
contestado a Izquierda Unida, a Esquerra Republicana,
a la señora Bonás. Quiero explicarles una cuestión
sobre las casas de acogida, los distintos ámbitos o los
distintos problemas. En el centro del que les he venido
hablando hay mujeres de todas las clases sociales. El
discurso teórico coincide con la práctica, quiere decir,
que el discurso teórico, que nadie discute, es que la
violencia afecta a todas las clases sociales, a todos los
niveles culturales y a todas las situaciones económicas
que disfruta o no una mujer. Por ejemplo, en este centro
hay mujeres que tienen un nivel cultural universitario,
que son profesionales en ejercicio, hay mujeres que son
profesoras de universidad, mujeres médicas, periodistas, abogadas y hay mujeres gitanas, mujeres que no
tienen graduado escolar. Por tanto, coincide la teoría
con la práctica, porque no debe de haber esas diferencias, y si es un derecho básico, una prerrogativa de
derecho, tiene que afectar a cualquier mujer, con o sin
recursos. Quiero explicarles que eso terapéuticamente
es absolutamente favorecedor para las mujeres, porque
hay un denominador común con el que todas ellas se
identifican y es que son violentadas por el simple hecho
de ser mujeres, y que no ha influido en esa violencia, ni
a más ni a menos, su condición social, su nivel económico y su formación profesional.
En cuanto al maltrato económico al que usted hace
alusión, yo no digo que la mujer salga sin recursos o no
tenga recursos, porque aunque la mujer maltratada proceda de una situación económica muy débil, si hay
alguna mujer que en este país trabaja es la mujer maltratada, porque lo primero que hace el maltratador es
no dar un duro, es no facilitar medios económicos, por
lo tanto, sea del nivel que sea, esa mujer está trabajando. A lo que me refería del maltrato económico es a que
precisamente es el primer control, el otro control son
los celos, que son otra forma de control de la mujer y
no una especificidad de violencia, porque si hay un
trastorno de personalidad ya no estaríamos hablando de
violencia de género sino de trastorno de la personalidad
celotípica.
¿Qué me parecen a mí las atenciones de recursos
económicos que la ley establece para mujeres entre 50
y 55 años? Les voy a contestar muy rápidamente a esto.
Los sindicatos dicen que un parado de 40 años es un
parado permanente; por lo tanto, me parece muy alta la
edad, y creo que eso podrá corregirse a lo largo del proceso que todavía le queda por recorrer a esta ley.
A lo de la custodia compartida ya he contestado claramente. En cuanto a si me parecen bien los juzgados
contra la violencia, es una pregunta que hace tanto la
representante de Convergència i Unió como la de
Esquerra Republicana. Simplemente les voy a decir lo
que aquí tengo escrito y me van a permitir que lo lea, es
muy breve.
La señora PRESIDENTA: Perdón. No quiero interrumpir pero le quiero pedir que si tiene interés en
pasarnos ese texto, que es muy interesante lo repartimos luego, aparte de que ahora lo comente.
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Lo voy a comentar, dejándolo al
mejor conocimiento no catedráticos de derecho, porque
estos saben mucho sólo de teoría, sino de profesionales
del derecho que pudieran dar soluciones más acertadas.
«Nosotros proponemos que se refuerce con la materia
de violencia de género la especialización y asistencia
en los juzgados de familia de la jurisdicción civil y que
se dote de las correspondientes secciones de orden
penal con especialización así mismo en la materia
penal familiar en cuya sede jurisdiccional se instruyan
los sumarios de violencia de género que sentenciará la
Audiencia». Aquí no hay incompetencia con respecto a
las faltas, porque nosotras estamos defendiendo que no
hay faltas sino que son delitos. Estamos defendiendo
todo el tiempo que maltratar a una mujer no es una falta
sino un delito. «Pudiendo tales instructores adoptar las
medidas cautelares correspondientes.» Creemos además que hay algo que no hemos dicho y que es importante decirlo, que es la competencia de los fiscales de
violencia de género. Me parece fundamental esta figura
y esta intervención, y tendrían que hacerlo en todo caso
y, aún cuando no se tomara en consideración lo que
decimos, deberían estar también en los juzgados de
familia, porque detectar la violencia de género para
trasladarla al juzgado correspondiente es una función
difícil y complicada, sobre todo tal y como funcionan
los juzgados en este país. «Pudiendo como tales instructores adoptar las medidas cautelares correspondientes con esta integración en unidades respectivas competentes de ambas secciones, la penal y la civil, de los
juzgados de familia dedicados con exclusividad a la
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La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Esta es una ley que se ha elaborado
desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El
que la Delegación de la violencia esté ubicada en quien
ha elaborado la ley, me parece que puede ser una garantía de eficacia de esta Delegación, porque lo queremos
coordinar y acercar.
La valoración del orden de protección ya se la he
dado. También le tengo que decir que en muchas ocasiones, ahora no me lo ha preguntado pero es igual,
ustedes me han preguntado qué me parecían las pulseritas o los teléfonos, y les he contestado que estos son un
medio que localización rápido del cadáver, pero no una
protección.
También me ha preguntado si me parece que las
situaciones de agravación penal son necesarias para una
mejor protección ¿Es esto lo que me ha preguntado?
materia del derecho de familia, recíprocamente especializados en violencia de género». Estamos manteniendo al juez ordinario preestablecido en la Constitución. Creo que con eso he contestado a las preguntas
que me hacían.
Antes de que interviniera la representante del Partido
Popular, a quien en otras ocasiones he contestado en
comisiones como esta, ha intervenido Convergència i
Unió a quien tengo especial interés en contestar.
La señora PIGEM I PALMÉS: Perdón, presidenta.
Me ha contestado ya a buena parte de todo lo que he
preguntado.
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo ): Si se da por contestada me alegro
porque no encuentro por ninguna parte lo que usted me
preguntaba. Usted perdone.
Me voy a centrar ahora en el Grupo Popular, en la
diputada María Jesús Sainz. Qué le voy a decir que me
he desgañitado durante ocho años, trasladándoles las
opiniones que me merecían los planes, las modificaciones legales y, por supuesto, no voy a hacer juicios de
intenciones de ninguna clase, pero los juicios rápidos
nos han dejado infartadas. Quiero decirle que sólo
desde el conocimiento más evidente de lo que es la violencia de género se puede pretender que un juicio rápido dé una respuesta adecuada a una situación de violencia de maltrato, porque la mujer está sumamente
bloqueada, necesita reaccionar e informarse. Me ha
parecido muy bien (y esto no es responsabilidad de
ustedes, en parte), las medidas de alejamiento, de protección. Pero creo que ustedes, a lo mejor no saben lo
que ocurre; nosotras sí porque estamos con las personas
a las que les está pasando. El alejamiento que muchos
jueces han puesto ha sido de 25 metros, de 50 metros,
de 100 metros, con lo cual el juez estaba consagrando,
legitimando el acoso ocular permanente. Por eso, yo
antes hacía tanto hincapié en la necesidad de que los
jueces actuaran imperativamente y no facultativamente,
porque el artículo 544 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, como usted muy bien sabe, no habla de metros,
habla de barrios, de comunidades, de instancias alejadas, sin embargo, a la hora de la aplicación, los jueces
ponen esas distancias que ahora se han ampliado después de protestas múltiples de las mujeres, y estamos
empezando a conseguir los 200 metros. ¿Usted sabe lo
que se tarda en recorrer 200 metros cuando se tiene una
edad un poco más joven que la mía? Nada de nada.
Usted también me ha preguntado, no sé si he tomado
mal el dato, si la delegación de la violencia debía
depender de la Presidencia de Gobierno o de..
La señora SAINZ GARCÍA: Bueno, más o menos
le he preguntado eso. Le decía si considera que las
medidas que en la ley se introducen de agravación
penal exclusivamente dirigidas hacia la mujer, son suficientes y si van a servir para proteger mejor a la mujer.
Por cierto, que lo de la modificación de los metros de
alejamiento no se modifica, ni lo de la prisión provisional tampoco, ni los juicios rápidos.
La señora PRESIDENTA: Voy a intervenir un
momento. No vamos a permitir más interlocuciones
por seguir el orden. Señora Pérez del Campo, conteste
lo que haya recogido, sino tendrá oportunidad de enviar
por escrito cualquier cuestión o matiz, porque si no
tendremos problemas para finalizar esta comparecencia. Vamos a hacerlo así si le parece bien.
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Le voy a contestar a la última parte.
Usted habla de que hay casos que pueden quedar fuera
de la ley, y al referirse a esos casos habla de temas de
venganza o de celos. Los celos son control, salvo que
fuera patología, en cuyo caso no estaríamos hablando
de violencia de género y tendríamos el Código Penal
para juzgar esa situación. Los celos son control, salvo
que haya un psiquiatra, un médico o una persona capacitada que diagnostique que esta persona tiene un trastorno de la personalidad paranoide que le produce
delirios celotípicos, en cuyo caso tenemos el Código
Penal y no estaríamos hablando de violencia de género.
Nosotras nunca hemos dicho que esta gente esté enferma, sino todo lo contrario, que no son enfermos. Creo
que la agravación penal era necesaria sencillamente
porque las situaciones por las que pasan en los juicios,
las condenas y el tiempo que pasan en la cárcel las personas que han cometido este tipo de delitos no son en
absoluto disuasorias, en la mayoría de los casos.
La señora SAINZ GARCÍA: Del Ministerio de Trabajo.
El anterior proyecto de ley la hacía depender de Presidencia, y ahora depende del Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, por eso se lo preguntaba.
71
Congreso
19 de julio de 2004.—Núm. 64
He contestado a lo de los juzgados exclusivos, porque he contestado a las representantes de CIU y de
Esquerra Republicana, y no tengo recogido nada más.
Por último, claro que soy partidaria del fondo de
garantía de pensiones, lo era con ustedes. Ustedes llevaron en sus programas el fondo de garantía de pensiones de las mujeres. Se me había olvidado esta pregunta,
con las ganas que tenía de decirle a usted que por qué
no cumplieron ustedes con el fondo de garantía de pensiones que llevaban en sus programas en una y en otra
de las veces que se presentaron y ganaron las elecciones. ¿Por qué no? Ahora también soy partidaria de eso,
no cambio de opinión porque esté gobernando otro partido. Pero ustedes debieron cumplir. Y hay una cosa, y
acabo con esto, que es muy clara y que la ciudadanía ha
aprendido, y es que queremos que ustedes cumplan las
promesas que llevan en sus programas, queremos que
las cumplan, no que nos sigan engañando. Ha habido
mucho engaño y de eso se ha resentido la sociedad.
Espero que ustedes hayan aprendido que los ciudadanos no son lerdos.
futuro, el que los hombres pidieran en las separaciones
—no de violencia— la guarda y custodia se podría considerar como un valor, porque en el momento en que
eso ocurra, querrá decir que ha cambiado mucho la
sociedad. Muchas gracias.
La señora PRESIDENTA: ¿Quiere contestar?
La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE
ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN
DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA
(Pérez del Campo): Sí, en un segundo. Evidentemente
se había entendido mal, porque yo le entendí a usted
que estaría encantada de que en el futuro se pidieran
guardas y custodias compartidas, y esto no se puede
pedir ni con violencia ni sin violencia. Creo que anteriormente he dicho, y me parece que lo he dicho contestándole a usted, señoría, que yo soy partidaria de que
en aquellas situaciones en las que no hay violencia de
género, los hombres vayan asumiendo la responsabilidad de la guarda y custodia de los hijos, y me he referido a ello con respecto a la responsabilidad que ello
entraña, la hipoteca de la libertad, etcétera. (La señora
Sainz García pide la palabra).
La señora PRESIDENTA: Antes de finalizar y agradecer a la señora Pérez del Campo su intervención, le
voy a dar la palabra a la señora García por medio minuto para un tema muy concreto. También le ruego brevedad a la señora Pérez del Campo en la contestación, y
así ya damos por finalizada la Comisión.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias. No,
señora Sainz, ya ha pasado el tiempo.
La señora SAINZ GARCÍA: Perdón, señora presidenta. Era por una imprecisión. Sí hemos constituido
en la orden de protección el fondo de garantía de pensiones para las mujeres víctimas (y por lo tanto quería
dejar constancia de ellos). Y ahora ha desaparecido del
proyecto de ley del Grupo Socialista.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Creo que no hará
falta contestación, más que nada quiero que se tome
nota, porque se ha dado a mi intervención una interpretación absolutamente errónea. En cuanto a las guardas
y custodias, creo que está así recogido en acta, la señora Ana María Pérez del Campo en el momento de su
intervención ha dicho que la guarda y custodia no la
piden los señores. Y entiendo que esto se decía en un
tono como que los señores no estaban suficientemente
sensibilizados para querer ejercer de padres. En todo
caso este ha sido el contexto donde se ha dicho esta
frase. Yo he acabado mi intervención diciendo que personalmente, mi máximo deseo sería en el futuro que se
erradicara la violencia de género, y en este contexto de
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias a todos
los portavoces. Muchas gracias, señora Pérez del
Campo por su intervención y por su aportación a este
proyecto de ley.
Mañana continuamos con las comparecencias a las
diez de la mañana. Gracias.
Se levanta la sesión.
Eran las nueve de la noche.
Edita: Congreso de los Diputados
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72
CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 2004
VIII Legislatura
Núm. 65
TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN
Sesión núm. 6 (extraordinaria)
celebrada el martes, 20 de julio de 2004
Página
ORDEN DEL DÍA:
Celebración de las siguientes comparecencias:
— De la presidenta del Observatorio de violencia doméstica y de la Comisión de seguimiento de
la implantación de la orden de protección. Vocal del Consejo General del Poder Judicial.
Miembro del Observatorio contra la violencia doméstica (Comas de Argemir). (Número de
expediente 212/000111.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2
— Del vocal portavoz del Consejo General del Poder Judicial. Miembro del Observatorio contra la violencia doméstica (López López). (Número de expediente 212/000112.) . . . . . . . . . . .
17
— De la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo y Asistentes Sociales (Aguilar Manjón). (Número de expediente 219/000022.). . . . . . . . . . . . . . . . . .
33
— De la señora Naredo Molero, de Amnistía Internacional. (Número de expediente 219/000023.) .
41
1
Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
Página
— Del director del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia (Sanmartín Esplugues).
(Número de expediente 219/000024) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
55
— De doña Ángeles Álvarez Álvarez, de Fundación Mujeres. (Número de expediente 219/
000025) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
66
Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la
mañana.
mente uno de los problemas sociales más acuciantes a
los que se enfrenta el Gobierno, el Parlamento, el resto
de los poderes públicos y la sociedad civil entera.
Avanzo que entiendo que esta ley es necesaria, oportuna y tiene encaje constitucional, considero que es
necesaria y oportuna porque persigue dos objetivos
ineludibles. El primero es conseguir la igualdad real
entre hombres y mujeres, y el segundo es combatir la
violencia de género a fin de reducir las insoportables
cifras que padecen las mujeres, con el objetivo además
de erradicarla. En cuanto al primer objetivo, es un
hecho incuestionable en este país que después de 25
años de aprobación de la Constitución española no
hemos conseguido la igualdad real entre hombres y
mujeres, a pesar de que la igualdad —como todos ustedes saben— es un derecho constitucional, es un derecho fundamental de los ciudadanos y ciudadanas de
este país. Considero, por tanto, que es una ley para la
igualdad, para lograr la igualdad. En relación con el
segundo objetivo, también es indiscutible que la violencia que se produce en el ámbito familiar, en su inmensa
magnitud, es violencia de género, es violencia de hombres contra mujeres, fundamentalmente en el ámbito de
la pareja, fruto de las relaciones de dominio, de control,
de sumisión, de posesión que históricamente los hombres han ejercido contra las mujeres.
La ley está justificada constitucionalmente, en primer lugar, porque existe un mandato expreso a los
poderes públicos del artículo 9.2, que es inequívoco.
De una forma expresa mandata a los poderes públicos
para que se remuevan todos aquellos obstáculos que
impiden que al día de hoy los derechos fundamentales
de las personas, sobre todo el de la igualdad no sea
todavía un derecho real. Además, la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, que no ha tenido la oportunidad todavía de poder examinar ningún tema relacionado con una opción legislativa como ésta, aunque sí en
otros supuestos y precedentes, ha consolidado la doctrina —que yo comparto— de que es posible acordar
medidas de acción positiva, terminología y denominación que en mi caso prefiero a la de discriminación
positiva, pues no se trata de discriminar a otros colectivos sino de favorecer a aquellos que han estado históricamente en situación de desigualdad, en este caso a las
mujeres, que en el ámbito de las relaciones de pareja
han estado en muchas ocasiones en situaciones de inferioridad, fruto de estas relaciones de poder, de dominio,
CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS:
— DE LA PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO
DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA
COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA
IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO
DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (COMAS DE ARGEMIR). (Número de expediente 212/000111.)
La señora PRESIDENTA: Señoras y señores diputados, reanudamos las sesiones de la Comisión. En
estos momentos tenemos con nosotros a doña Montserrat Comas de Argemir, presidenta del Observatorio de
Violencia Doméstica y de la Comisión de seguimiento
de la implantación de la orden de protección, vocal del
Consejo General del Poder Judicial y miembro del
Observatorio contra la Violencia Doméstica, que hará
la exposición, como todos los días, correspondiente a
los comparecientes y, a continuación, intervendrán los
distintos portavoces de los grupos políticos. Antes
quiero decir que la compareciente, señora Comas, ha
traído una documentación que está a disposición de las
señoras y señores diputados en esta sala. Tiene la palabra doña Montserrat Comas de Argemir.
La señora PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO
DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL
DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Comas de
Argemir): Con la venia, señora presidenta, señoras
diputadas y señores diputados, sean mis primeras palabras para agradecer a esta Comisión que me haya citado para que, como experta, pueda dar mi opinión, lo
cual me permite manifestarme sobre uno de los proyectos de ley que yo creo que va a ser uno de los más
importantes en esta legislatura porque aborda precisa-
2
Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
que derivan de nuestra historia y de la cultura; una historia y una cultura que han fomentado un modelo de
relaciones familiares patriarcales, basadas en la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y un modelo
de sociedad en el que la mujer ha estado en situación de
inferioridad. Esto es lo que ha supuesto que los patrones culturales llamados machistas o de discriminación
sexista hacia la mujer estén todavía muy enraizados en
nuestra sociedad. Por eso pienso que las medidas de
acción positiva hacia el colectivo mujer en situación de
discriminación son necesarias y, repito, avaladas por el
Tribunal Constitucional en esta terminología que, por
ejemplo, menciona expresamente en el fundamento
jurídico segundo de la Sentencia 229/1992, de 14 de
octubre, cuando la denomina derecho desigual-igualitario entre hombres y mujeres, es decir, la de tratar de
forma desigual a los que están en situación de desigualdad en la sociedad para lograr precisamente la igualdad. Con esta opción legislativa lo que se pretende, en
definitiva, es combatir lo que en España constituye la
auténtica lacra social, el auténtico problema social: la
violencia que se ejerce en el ámbito de la pareja de
hombres contra mujeres —por eso se denomina violencia de género—, y creo que precisamente este tipo de
violencia que en algunas ocasiones públicamente yo he
denominado violencia criminal machista es la que produce un reguero de sangre de cifras insoportables. Las
cifras estadísticas están ahí, en todo caso, para avalar lo
que está sucediendo en nuestra realidad social. No se
trata de legislar en función de las estadísticas, pero sí de
examinarlas porque ayudan a entender cuál es el problema social grave al que nos enfrentamos y el que se
quiere combatir. Este año llevamos 36 mujeres muertas
a manos de la pareja o ex pareja. Son cifras hechas
públicas por el Observatorio contra la Violencia
Doméstica y de Género; son por tanto cifras judiciales
y no periodísticas, son cifras contrastadas con los jueces que instruyen los sumarios. El año pasado, de 103
mujeres 81 murieron por violencia doméstica, y de
estas, 65 murieron a manos de sus parejas o ex parejas.
En la documentación tienen además la estadística judicial del año 2003. Es el primer año que el Consejo
General del Poder Judicial ha hecho público un informe
de la actividad de los órganos judiciales en el ámbito de
la violencia doméstica, y en él se expresa que de las
76.267 denuncias que se presentaron por actos violentos en el ámbito familiar el 90 por ciento de las víctimas denunciantes son mujeres. Respecto a las cifras de
la orden de protección derivada de la aprobación en el
Parlamento español el 31 de julio del año pasado, desde
que entró en vigor el 2 de agosto hasta el 31 de diciembre, de las 6.004 órdenes de protección otorgadas judiciales el 95,7 por ciento de las personas protegidas son
mujeres. En los tres primeros meses del año 2004, de
las 5.685 órdenes de protección otorgadas judicialmente el 78 por ciento de las protegidas son mujeres.
Por estas y otras razones yo, como vocal del Consejo
General del Poder Judicial, voté en contra del informe
que se aprobó en una estrecha votación, efectivamente,
pero se aprobó por mayoría y por tanto es el informe
del Consejo General del Poder Judicial; se aprobó por
diez votos a favor y nueve vocales votamos en contra y
expresamos nuestra discrepancia a través de los distintos votos particulares que también están a disposición
de ustedes y los he incluido en la documentación. Voté
en contra del informe del Consejo por varias razones,
pero fundamentalmente porque no comparto —creo
que el informe se equivoca— el diagnóstico del problema, sus consecuencias y determinados enfoques. En mi
opinión, no se trata de legislar una vez más respecto al
fenómeno y al problema de la violencia doméstica.
Esto ya se ha hecho y se ha hecho bien. Hay buenas
leyes que han servido para abordar esta problemática.
La ley integral no pretende, ni lo hace, derogar leyes
anteriores como la Ley Reguladora de la Orden de Protección, ni tampoco modifica todos aquellos tipos
penales que ya recogen en nuestro ordenamiento jurídico el castigo por los actos violentos que se cometen en
el seno familiar, cualquiera que sea el sujeto pasivo.
Por tanto, no comparto aquellas opiniones que mantienen que con la aprobación de esta ley quedarían desprotegidos los menores, los ancianos y los hombres; no
lo comparto porque sinceramente creo que no es verdad. Al igual que al día de hoy cualquier menor, cualquier anciano, cualquier hombre que fuera maltratado o
amenazado, cualquiera que sea el sujeto pasivo en este
país, no sólo recibe la tutela efectiva de nuestros órganos judiciales y, por tanto, su denuncia sería investigada y es investigada por un juez de instrucción, sino que
además los actos violentos denunciados están plenamente recogidos como delito en el Código Penal, por lo
que si se probaran los hechos serían objeto de castigo y
de condena por parte de un juez de lo penal. En mi opinión, si al día de hoy el proyecto de ley integral de
medidas contra la violencia de género se aprobara
incluso tal y como está, sin mejoras técnicas —aunque
yo creo que es mejorable y es bueno que se mejoren
algunos aspectos que diré—, pero si se aprobara al día
de hoy, en modo alguno supone, repito, que queden
desprotegidos, porque al igual que ahora reciben tutela
efectiva y están en el Código Penal contempladas estas
conductas, de la misma manera si quedara aprobada la
ley integral, estas mismas personas encontrarían en
nuestros tribunales la tutela efectiva que merecen y el
castigo y el reproche penal que merecen estas conductas. En todo caso, ¿qué es lo que hace la ley integral?
Dar un paso adelante para combatir una auténtica lacra
social. No es un problema social en este país que se
peguen dos hermanos, que una mujer pegue o amenace
a un hombre, o que un yerno pegue a su suegro o al
revés. Estas son conductas individualizadas que existen, efectivamente, y nuestro ordenamiento jurídico
penal y judicial tiene respuesta para ellas. Lo que hace
la ley integral es dar un paso al introducir un plus de
protección a favor de la mujer, no exclusivamente por
el hecho de ser mujer, como se está diciendo, sino por
3
Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
el hecho de que los atentados que padece tienen lugar
en el ámbito de la pareja. Hay por tanto un plus de protección a la mujer en esta específica relación, en el
ámbito de la pareja, por ser socialmente donde se está
demostrando que existen las mayores cotas de violencia contra la mujer.
Además de la justificación constitucional y de las
sentencias del Tribunal Constitucional, esta opción
también está avalada por todas las resoluciones internacionales de organismos internacionales como Naciones
Unidas y el Parlamento Europeo, que desde el año 1989
son conscientes de que este es un problema universal
que no tiene fronteras territoriales, y es la razón del
porqué se están haciendo tantos acuerdos, recomendaciones, resoluciones, convenciones y tratados internacionales, uno de ellos la Declaración de Naciones Unidas, en diciembre de 1993, que aprobó la Asamblea
General de Naciones Unidas y que define la violencia
de género como una violación de los derechos fundamentales y de las libertades fundamentales. En mi voto
particular he hecho una relación del resto de declaraciones, resoluciones y convenciones internacionales
que están aprobadas y en todas ellas la denominación
que se utiliza a nivel internacional es cómo combatir la
violencia contra las mujeres; esta es la denominación
de todos los organismos internacionales. Es verdad que
mi voz hoy aquí no es la mayoritaria en el Consejo
General del Poder Judicial, porque efectivamente mi
opinión no reunió a la mayoría, pero como presidenta sí
creo ser la mayoritaria en el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, en el que, como todos
ustedes saben bien, aparte del Consejo General de
Poder Judicial están también representados el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, entre otros, que son precisamente promotores
e impulsores de esta ley. He de decir, y lo creo por la
experiencia que he tenido la oportunidad de vivir hace
diez días, que esta opción legislativa no va a merecer un
reproche de nuestros organismos internacionales como
Naciones Unidas. Los días 6 y 7 de julio he podido formar parte como experta de la delegación de España,
presidida por la secretaria de Estado para la Igualdad
doña Soledad Murillo, en Naciones Unidas para defender precisamente el informe que ha hecho España para
el seguimiento de una de las convenciones que nos vinculan, porque España la ratificó el 16 de diciembre de
1983, la llamada Convención para la eliminación de
toda discriminación contra la mujer, que no sólo nos
vincula, sino que forma parte de nuestro ordenamiento
jurídico interno, y les he de trasladar que de los 21 países distintos que conforman el CEDAW ningún experto
en sus intervenciones puso objeción alguna respecto a
que esta opción legislativa no incluya a los hombres, a
los menores o a los ancianos. La única preocupación
que nos expresaron y que yo traslado aquí para que les
pueda servir para la reflexión es que entendían que
existía una contradicción entre el título de la ley y su
contenido, y nos sugerían que de mantener el título de
la ley adaptemos el contenido y, por tanto, legislemos
en relación con todo tipo de violencia que se comete
contra la mujer, sea en el ámbito privado, sea en el
ámbito público. Si mantenemos esta opción legislativa,
la que está específicamente concretada en el artículo 1
y que es el objeto de la ley —combatir la violencia que
se comete contra las mujeres en el ámbito de la pareja o
ex pareja—, lo único que nos pedían es que se adaptase
el título a este específico objeto o contenido de la ley.
Por tanto, compartiendo esta preocupación, lo dejo
encima de la mesa para que, como una opinión más
pueda examinarse.
Entro ya en una de las cuestiones que ha sido objeto
de mayor debate en estos últimos días, que es precisamente la de las modificaciones penales que se proponen en el proyecto de ley. Hay dos aspectos en mi opinión. Respecto a lo que se propone en el artículo 29.4,
que es introducir una agravante específica en el delito
de lesiones para agravar la pena cuando el delito tiene
como sujeto pasivo la mujer en el ámbito de la pareja,
mi opinión es la siguiente. El Código Penal español
está plagado de casos en los se agrava el tipo penal
cuando el delito tiene lugar en una determinada relación por la actitud o por la intención del sujeto según
los medios empleados. Así, por ejemplo, la pena del
homicidio está agravada en los casos de genocidio del
artículo 607 del Código Penal; también está agravada la
pena del homicidio en los casos de terrorismo del artículo 572; y lo está también en los casos de magnicidio
del artículo 485 del Código Penal. Por tanto, entender
que constitucionalmente —como se dice en el informe
aprobado por el Consejo del Poder Judicial— no es
posible esta opción legislativa, creo que es un error porque esta posición doctrinal exigiría la derogación de
una buena parte de preceptos de nuestro Código Penal.
El ejemplo para mí más visible de esta opción y que
tiene sus precedentes está en el artículo 22.4 del actual
Código Penal, la que establece en la parte general de
nuestro código una agravante para todos los delitos
cuando el autor comete el hecho por motivos racistas,
antisemitas u otra clase de discriminación referente a la
ideología, la religión, las creencias de la víctima o su
orientación sexual. La primera pregunta, por tanto, a
hacerse es: si el Código Penal ya castiga en la actualidad con una pena más grave al que actúa, por ejemplo,
por motivos racistas, ¿por qué no podemos introducir
una agravante para aquellos que actúan por motivos
machistas, es decir, de discriminación sexista hacia la
mujer? Si admitimos que el machismo es un problema
social del que se deriva desigualdad y una buena parte
de la violencia que se comete contra las mujeres,
entiendo que es una opción legislativa legítima establecer un plus de protección a las mujeres que sufren las
consecuencias de este problema, protegiendo de esta
forma las relaciones de igualdad en la pareja. No es,
repito, una sobreprotección hacia la mujer por el mero
hecho de ser mujer, sino por el hecho de que los atentados que padece tienen lugar en el ámbito de la pareja.
4
Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
Se trata, por tanto, de un doble requisito, porque lo que
se protege es la situación de la mujer en las relaciones
de la pareja para que sean relaciones de igualdad. La
segunda pregunta a hacerse es: si se introduce en el tipo
penal de las lesiones —que es la opción del proyecto, la
del artículo 29.4— ¿por qué no hay que introducirlo en
los demás tipos penales que tipifican las conductas violentas y atentatorias contra aspectos nucleares de la
dignidad de la mujer? En mi opinión hay dos opciones
en este terreno. La que yo prefiero, por mejor técnica
legislativa y desde un punto de vista sistemático, es
añadir en el artículo 22 del Código Penal, en el que
existen ocho circunstancias agravantes, una novena que
fuera una circunstancia agravante para el que actúa por
motivos sexistas o de discriminación sexista hacia la
mujer. Por tanto, sería la opción de introducir una agravante genérica porque la segunda opción, que yo creo
que es más coherente que la del proyecto, sería la de en
todos los tipos penales que tipifican conductas relacionadas con la violencia doméstica y que son los malos
tratos de obra, el maltrato físico y psíquico habitual, las
coacciones graves, las amenazas graves, el homicidio,
el asesinato; introducir en todos ellos la agravante específica, la misma del proyecto en este mencionado artículo 29.4. Sin embargo, repito que por razones sistemáticas y de mejora técnica sería suficiente y positivo que
se introdujera como agravante genérica en la parte
general del código —repito, en el artículo 22— una
novena circunstancia agravante.
Entro ya en la segunda parte del tema penal que
aborda la ley. Aquí tengo reparos técnicos, aunque no
constitucionales, respecto a la opción que hace el proyecto en los artículos 30 y 31, en definitiva, pasar a
delito las coacciones y amenazas leves cuando el sujeto
pasivo es mujer y si el hecho se ha ocasionado en el
ámbito de la pareja con o sin convivencia. Efectivamente esta es una opción de política criminal que
corresponde al legislador, que es legítima y constitucional por la misma justificación que anteriormente he
dicho, pero en mi opinión no es adecuada porque tiene
más problemas que ventajas. Desde un punto de vista
dogmático, es más acertado proseguir en la línea que ya
se inició en la Ley 11/2003, de 29 de septiembre y que
entró en vigor el 1 de octubre del año 2003, que trasladó ya a delito las amenazas de muerte con exhibición
de arma y las agresiones desde la primera agresión,
siempre en el marco de la violencia doméstica; el mantenimiento de las faltas penales contra las personas
—otra cosa es el capítulo de las faltas penales, por
ejemplo, contra el matrimonio o contra el orden público—, pensando y analizando cuál es el bien que protegen, que en definitiva es la libertad y que en derecho
penal es lo más importante a preguntarnos: ¿qué bien
jurídico protegido queremos proteger? En este caso el
bien jurídico de la libertad y, por tanto, el derecho a no
ser coaccionado ni amenazado, que históricamente en
este país ha estado secularmente desprotegido. Nunca
he entendido que nadie cuestione que en nuestro dere-
cho penal sustraer un bolígrafo —siempre que valga
más de 400 euros, el equivalente a las antiguas 65.000
pesetas—, sin violencia, sin intimación y sin fuerza,
sea delito en este país, y no acabo de entender por qué
una amenaza de muerte se salda con un juicio de faltas
y con una pena de multa. Por eso yo tengo escrito en
muchas ocasiones (no soy la única que lo piensa, también lo piensan otros), que el capítulo de las faltas
penales, las que afectan a las personas y, por tanto, las
que el bien jurídico que se protege es la libertad o la
integridad física debería ser delito, cualquiera que fuera
el sujeto pasivo, fuera hombre o mujer, también, con
esta misma opción, aplicar la circunstancia agravante si
la coacción o la amenaza se produce por motivos
machistas o sexistas de discriminación contra la mujer.
Otra opción posible, si esta se considera, digamos,
demasiado atrevida —aunque les he de decir, por mi
conocimiento del derecho comparado, que no existen
en ningún código penal europeo las faltas contra las
personas consideradas como conductas leves; en todos
los códigos penales europeos, cuando se protege la
libertad y la integridad física de las personas, es delito,
lo cual no quiere decir ingreso en la cárcel, no quiere
decir penar con penas de cárcel, porque como ustedes
saben los delitos se pueden también penar con penas de
multa, con penas de trabajos al servicio de la comunidad, con penas de localización permanente y ya con
penas privativas de libertad, por tanto, graduando la
proporción de la pena a, efectivamente, la gravedad del
hecho o de la conducta—, como decía, otra posible
opción, para evitar las desventajas que crea la redacción del proyecto referida a estos dos artículos es dejar
las amenazas y coacciones leves tal y como están, consideradas como faltas en la redacción que va a entrar en
vigor el 1 de octubre del 2004 y que de hecho ya también hace una opción de penar más gravemente cuando
la amenaza o la coacción se comete en el ámbito de
violencia doméstica.
Comparto plenamente la opción legislativa de la
creación de juzgados especializados, también la de que
estos juzgados tengan competencias no sólo penales
sino civiles, aunque creo que es demasiada extensiva la
competencia que se les ha atribuido en el terreno civil.
Quizás en el trámite de preguntas tendré la oportunidad
de concretarlo. Yo creo que se tendrían que reducir las
competencias civiles que atrae el juez de violencia
sobre la mujer y centrarlas en aquellas competencias
civiles que claramente derivan de actos violentos o de
conductas violentas, todo lo relativo a la separación y
divorcio, a las relaciones paternofiliales o al régimen de
la guardia y custodia de los hijos. Quizá sería una buena
opción legislativa porque se trata no de crear una jurisdicción especial, como se ha dicho en el informe del
Consejo General del Poder Judicial, sino una jurisdicción especializada como ya la hay en los juzgados de
menores, como la hay también en familia o como la
jurisdicción laboral; especializar para conseguir jueces
mejores formados y además para poder concentrar en
5
Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
los juzgados y evitar la dispersión judicial que nos ha
hecho históricamente ser muy ineficaces.
Telegráficamente y ya para terminar, en relación a
otros temas de mejora técnica de la ley que sugiero, son
los siguientes. Valoro muy positivamente la expresa
mención que se hace en el artículo 35 del proyecto a la
reinserción social de los condenados y creo que además
de hacerse mención expresa como se hace en este precepto de la necesidad de hacer programas específicos
en los centros penitenciarios, debería hacerse mención
expresa también en la ley integral respecto a los condenados que por la pena impuesta no han de ingresar en
prisión, a fin de que se creen y regulen centros específicos para el tratamiento de condenados por este tipo de
delitos para que los jueces puedan aplicar las previsiones que se contienen en el artículo 83.1.4 del Código
Penal actual, relativo a la sustitución de las penas, y
también la del artículo 105.1, apartado f), en el terreno
de la ejecución de las medidas de seguridad. Por tanto,
Se trataría también de la previsión de que se regularan
los programas específicos de los condenados que no
han de ingresar en prisión.
En segundo lugar, creo que falta una mención expresa a los puntos de encuentro, que saben ustedes que es
una realidad que ya existe en varios partidos judiciales,
en varias comunidades autónomas, pero no están generalizados. Son lugares donde se están realizando regímenes de visita de los menores en presencia de profesionales cuando se ha dictado una orden de protección
con prohibición al agresor de acercamiento a la víctima. Estos puntos de encuentro están desempañando un
papel fundamental en la disminución del conflicto
familiar y por tanto son, yo creo, un instrumento de
gran utilidad a la hora de prevenir o evitar la violencia
familiar.
Sería conveniente plantearse, aunque no tengo una
opción cerrada respecto a este tema, si es bueno especializar juzgados que investiguen los delitos relacionados con la violencia de género, y también la ley integral
recoge la opción de especializar las secciones de las
audiencias provinciales que por la vía del recurso de
apelación han de entender o bien de las resoluciones de
naturaleza civil o las que se dicten en los juzgados de
instrucción y por tanto en el ámbito penal. Dejo sobre
la mesa la pregunta de por qué no hay que considerar la
opción también de especializar a los juzgados que han
de juzgar, es decir, a los juzgados de lo penal, a los jueces de lo penal, que en definitiva son los que juzgan
prácticamente el 90 por ciento de las conductas que se
denuncian en violencia de género, porque saben ustedes que juzgan todos aquellos delitos con penas privativas de libertad hasta cinco años de duración, que por
tanto son el inmenso abanico de los actos violentos que
se cometen.
En la disposición adicional primera del proyecto,
cuando se prevé la pérdida de la pensión de viudedad
por razón de ser condenado por un delito de homicidio
o de lesiones, yo entiendo que dicha pérdida de la pen-
sión debería circunscribirse exclusivamente a la condena por el delito de homicidio; es decir, el que es autor
del delito de homicidio o de asesinato del sujeto pasivo,
por razones obvias, no puede luego beneficiarse, lucrarse, de la pensión de viudedad de la mujer muerta. Sin
embargo, no acabo de entender que se extienda a cualquier condena por delito de lesiones, pero, en todo
caso, si se mantuviera por delito de lesiones, creo que
debería circunscribirse a la condena por delito de lesiones graves o muy graves, es decir, no a las lesiones
menos graves, como por ejemplo el maltrato de obra, o
a la primera agresión que haya producido una lesión
leve aunque ya sea delito. Creo que es desproporcionado que esta condena comporte la pérdida de la pensión
de viudedad.
Me dejo en el tintero otras posibles mejoras técnicas
por razones de tiempo —además sé que la señora presidenta ha sido muy benevolente conmigo, se lo agradezco— y acabo mencionando sólo dos cuestiones positivas. La primera es que el proyecto se haya aprobado
con dotación presupuestaria. Creo que en este país
hemos tenido muy buenas leyes pero que han tenido un
defecto: no se han aprobado acompañadas de la memoria económica que haga creíble que una vez que se
aprueben, cuando se tengan que aplicar, sean eficaces y
efectivas. Si esto inaugura una nueva fórmula de legislar, bienvenida sea.
Por último, un segundo gran beneficio que el proyecto de ley remitido por el Gobierno al Parlamento está
suponiendo en este país es el gran debate nacional,
social y jurídico que se ha logrado a partir de la discusión de esta ley. Yo creo que se logrado situarla además
en centro del debate político nacional. Este es un gran
logro. Si además ustedes consiguen en torno a ella y en
torno a las modificaciones que haya que introducir un
gran consenso parlamentario, creo que habremos ganado mucho terreno contra los maltratadotes y también
daremos otro paso más a favor de la protección de las
víctimas de esta gran lacra social que es la violencia de
género.
La señora PRESIDENTA: La presidenta lo que
tiene es que agradecer en nombre de la Comisión su
exposición y su valiosa aportación a este proyecto de
ley. Por tanto el agradecimiento es nuestro por su presencia en esta Cámara.
Entramos en el turno de los grupos políticos. ¿Qué
grupos quieren intervenir? (Pausa.)
Tiene la palabra la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar,
deseo agradecer la intervención de la señora Montserrat
Comas, de la que nos felicitamos estoy segura que
todos, por lo que nos ha aportado y porque indudablemente su experiencia es para nosotros fundamental, en
este caso y en este punto en el que estamos de reflexión
y de trabajo parlamentario. Aprovecho para comentar
al segundo día de sesión que considero que ha sido muy
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positivo plantearnos estas comparecencias y que espero
que podamos continuar teniendo ocasión como hoy de
incrementar opiniones y sobre todo aportaciones tan
importantes como la que nos acaba de realizar doña
Montserrat Comas de Argemir.
Algunas de las cuestiones que nos ha comentado me
habían llegado ya de alguna manera, pero han servido
para aprender mucho más sobre las posibles soluciones
o modificaciones que podríamos encontrar para mejorar alguno de estos aspectos, lo que creo que en estos
momentos mayoritariamente vemos que es necesario.
Empezaría por decir que comparto totalmente que con
la ley se ha conseguido un revulsivo y un debate en la
sociedad y en todos los sectores muy importante.
Supongo que en cada formación y en cada ámbito el
debate se desarrolla de una manera determinada y también con unos intereses —en el buen sentido, no peyorativo— u otros, pero es igual. Yo pienso que sea lo que
sea, el debate siempre es importante, porque aclara y
nos permite reflexionar y avanzar.
Supongo que coincidiríamos en que habríamos de
conseguir, después de todo este debate, cómo y de qué
manera llegamos al máximo de consenso, que personalmente como diputada es lo que más me preocupa; el
consenso siempre es importante y más ante un problema de Estado como este y al que hemos de dar una
solución urgente teniendo claro que la aprobación de la
ley no va a ser la solución absoluta. Esto siempre me
gusta recordarlo, porque hemos de continuar trabajando; no será la única medida que tengamos que introducir o que aprobar, pero la aprobación de esta ley es
fundamental. Si el consenso siempre es importante y
más en una ley como ésta, también lo es para que una
vez aprobada la ley no nos encontremos con dificultades o con problemas que hagan difícil su aplicación. En
definitiva, lo que creo que a la mayoría de los presentes
nos mueve es que esta ley sea eficaz, que realmente se
aplique sin problemas, que todos los actores que la tienen que desarrollar se impliquen en ella, que su desarrollo sea normalizado, que no se encuentre con obstáculos y, por tanto, que en el día a día de la aplicación de
la ley se puedan ir mejorando las situaciones en las que
en estos momentos nos encontramos.
No me voy a extender demasiado porque creo que
han sido brillantemente explicitadas sus opiniones
sobre aquellos aspectos que podrían de alguna forma
mejorar la ley en parte. Son cuestiones delicadas que
creemos que pueden ayudar a ese consenso o como
mínimo a rebajar estas diferencias que ahora podemos
encontrar entre unos sectores y otros. Yo no las voy a
enumerar. Simplemente las he recogido, me parecen
valiosísimas y que nos van a servir para que a partir de
aquí, como trabajo parlamentario, cada uno sepamos
un poco qué es lo que hemos de ir proponiendo.
Me ha parecido muy ponderada su opinión, con un
criterio que yo comparto absolutamente, y sé que es
uno de los temas delicados y que no siempre se manifiestan en una comparecencia, en relación a la reinser-
ción de los agresores en las prisiones o en centros específicos cuando no hayan de ingresar en las prisiones.
Nuestro grupo apuesta realmente también por esto, así
lo manifestaremos, y apuesta por una cuestión muy
clara. Sabemos que siempre se aduce que no hay suficiente presupuesto. Nosotros consideramos que es una
manera clara y directa, al dedicar presupuesto a este
fin, de incidir en la prevención y por lo tanto en la
mejora de la situación de la violencia contra las mujeres. Cuando trabajamos en este sentido lo estamos
haciendo por las mujeres, estamos trabajando, en definitiva, por intentar abordar este problema desde la óptica preventiva o desde la no repetición de esta situación.
Cuando hacemos este tipo de propuestas estamos convencidos de que trabajamos por las mujeres. No estamos diciendo que se haya de traspasar un presupuesto
dedicado a la mujer; se ha traspasar en este caso al
agresor. Creemos que haciendo esto estamos beneficiando también a las mujeres. Quería incidir en este
tema.
Querría hacer énfasis en la cuestión de jóvenes y de
niños. Los niños no van a poder ir a centros específicos
porque para algo está la Ley del Menor y en todo caso
es otro tipo de tratamiento. Venimos defendiendo que
los menores de familias con problemas de malos tratos
han de tener en la ley también —y vamos a hacer aportaciones vía enmiendas— desde el inicio tratamiento
específico y terapéutico para intentar incidir en todas
estas vivencias que seguramente desde la más tierna
infancia han tenido y que les van a afectar de manera
clara, seguramente, en cuanto a la repetición de valores
y de comportamientos. Por otro lado, cada vez más
jóvenes entre 16 y 20 años realmente ya están o bien
con sus parejas o bien incluso en los ambientes familiares con sus propias madres ejerciendo la violencia.
Pensamos que estos centros específicos, cuando se ha
ejercido la violencia y ya han pasado a ser agresores,
son importantísimos de cara a la prevención y la rehabilitación o como mínimo para intentar que ese comportamiento pueda reducirse al máximo.
Se han dicho muchísimas cosas y, repito, he tomado
nota de todo lo que doña Montserrat Comas nos ha
planteado, que he encontrado realmente brillante. Concretamente he recogido su opinión sobre los juzgados
especializados. Le agradezco una vez más su intervención y todas las aportaciones que nos ha realizado.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por
Esquerra Republicana de Catalunya, la señora Bonás.
Les ruego, y sirve para todos los intervinientes, que
se ajusten a los tiempos lo mejor posible.
La señora BONÁS PAHISA: Bienvenida, señora
Comas. Ya sabe que soy muy concisa siempre, señora
presidenta.
La señora PRESIDENTA: Ya lo sé.
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La señora BONÁS PAHISA: En primer lugar, ha
surgido el tema del título de la ley. Ayer se habló de
esto y de la violencia patriarcal. Le preguntaré qué
opina usted de esto, si sería adecuado para entender lo
que usted ha definido como violencia machista.
En segundo lugar, me ha gustado porque nos ha aclarado el objetivo de la ley. Hay situaciones de desigualdad que necesitan protección. La ley tiene una parte de
acciones positivas para corregir esas situaciones de desigualdad, por eso es ley integral, pero nos ha parecido
muy generalista. Me explicaré. Cuando habla de información a la mujer —que, por cierto, no menciona a sus
hijos— lo que menciona la ley son los derechos que
tiene cualquier ciudadano a información. Debería especificar cómo va a darse esta información, por qué sistema, si va a ser telemática, en qué centros; si no, es una
información general, ya que es patente que hay este
derecho a la información. No sé si me explicó.
Luego, en cuanto al tema de los hijos, si bien la ley
es para corregir la situación de desigualdad de las
mujeres, se tiene que especificar que los hijos van
incluidos en todas las normas que hay en la ley integral
de asistencia social.
Me ha parecido interesante lo relativo a las parejas
de los agresores. Si bien el agresor normalmente no
reconoce que tiene un problema y no se le puede obligar a ir un tratamiento, ¿podría la ley, cuando se detecta
la primera agresión, por leve que sea, obligar al agresor
a seguir un tratamiento psicológico o ir a un centro?
Porque él no va a reconocer que tiene un problema,
pero en cuanto se ha detectado que ha habido una amenaza, por leve que sea, sabemos que allí puede haber un
presunto agresor. ¿Podría de alguna manera obligarse a
esta persona que ha amenazado incluso a ir un centro
de tratamiento? Es una pregunta que dejo en el aire.
En la ley no aparecen las comunidades autónomas.
Hay comunidades autónomas que tienen ya programas
de atención a la mujer, de tutela. Entonces, de alguna
manera tendrá que articularse o establecer quién es responsable en algún momento. Hemos visto que en la ley
esto prácticamente no aparece. Me gustaría saber qué
opina usted.
El tema de los juzgados. Ayer salió que en algunos
casos hay quien está en contra de que haya juzgados
especiales porque puede estigmatizar a la mujer. Usted
ha defendido que la prioridad de estos juzgados especiales viene porque se concentra y se evita la dispersión
y son más útiles. Querría que explicase un poco más
por qué está usted a favor de los juzgados especiales,
cuando hay personas y colectivos que están en contra.
en la que nos ha dado sus opiniones, unas opiniones
que, como ella misma ha dicho, no coinciden con las de
la mayoría del Consejo General del Poder Judicial,
pero que a juicio de la portavoz que les habla eran esenciales, y lo eran porque doña Montserrat Comas es la
presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y,
dentro de él, es la presidenta de la Comisión de seguimiento de la orden de protección. Sus opiniones me
parecen esenciales por cuanto doña Montserrat Comas
preside la parte del Consejo General del Poder Judicial
que actúa mayoritariamente en el ámbito de la violencia de género. Por tanto, aunque no coincida con la
mayoría, me parecen especialmente cualificadas todas
sus opiniones.
Los grupos parlamentarios tenemos un tiempo muy
corto de intervención. Doña Montserrat Comas sabe,
porque hemos tenido ocasión de hacerlo en otras ocasiones, que me gusta debatir los proyectos, digamos,
hasta el artículo y la coma. Hoy no va a poder ser así,
pero sí que me gustaría decirle que comparto en buena
medida las líneas generales y hasta las particulares, con
alguna escasa excepción, de todo lo que ha expuesto,
incluso que a mí tampoco me gusta el término de discriminación positiva. Yo comparto sobre todo el mandato constitucional y lo que se recoge en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que es claramente que
el principio de igualdad exige tratar de distinta manera
las situaciones que son distintas, por decirlo de forma
abreviada. Por tanto, a nuestro juicio, no hay una objeción constitucional a ninguna parte del proyecto. Esto
no quiere decir que no se pueda mejorar, evidentemente, sobre todo los aspectos que desde mi punto de vista
son desgraciadamente más polémicos, porque yo creo
que si algo buenísimo tiene esta ley es plantear un acceso universal a toda una serie de derechos y de prestaciones que hasta ahora no habían sido consideradas así.
Considerar la violencia a partir de la denuncia creo que
es tratar el problema de manera inadecuada, porque una
mujer antes de denunciar tiene que ser informada, tiene
que recuperar parte de su autoestima, parte de su integridad física y psíquica para estar en las condiciones
óptimas o por lo menos en las mejores condiciones de
abordar el problema que se le va a venir encima, también a partir de la denuncia, porque las situaciones de la
vida real no desaparecen poniendo una denuncia. Yo
creo que la gran virtualidad de esta ley es conseguir
este acceso universal a un tratamiento personal y a un
tratamiento que pasa de una consideración asistencial a
una consideración de derechos. Dicho esto, siento que
desde el Consejo General del Poder Judicial se haya
comenzado una polémica que ha llegado a la sociedad
y que en este momento crea alguna irritación y creo que
entre todos hemos de intentar adoptar las mejores soluciones para, sin perder de vista lo que pretendía el proyecto —con lo que coincido—, de alguna manera salir
al paso de estas objeciones que se han planteado.
Me alegra muchísimo lo que usted ha dicho del tratamiento penal. Cuando ha aludido al artículo 148 del
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Catalán de Convergència i Unió, la señora
Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: Yo quiero de entrada agradecer a doña Montserrat Comas la clara, brillante, rigurosa y magnífica exposición que nos ha hecho,
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Código Penal ha dicho que por qué no y lo ha referenciado al magnicidio y a otros tipos penales. Yo creo que
el propio 148, en su redactado actual tercero, ya agrava
las penas; hay un subtipo agravado si la víctima fuere
menor de doce años o incapaz. El Código Penal está
trufado de subtipos agravados para muchos delitos. Por
lo tanto no veo yo objeción a que haya un subtipo agravado. Sin embargo, me gusta mucho la referencia que
usted ha hecho de que este planteamiento debe extenderse a todo tipo de violencia, si queremos, en este
ámbito de la privacidad, de la afectividad, doméstico o
como se le quiera llamar. Coincido plenamente con
usted en llevar este tipo de agravante al artículo 22 del
Código Penal.
Coincido también en el tratamiento tan sorprendente
que tenemos en el libro III, título I, del Código Penal,
en las faltas contra las personas. Yo creo que en algún
momento de esta legislatura habrá que plantearse qué
tipo de faltas son, qué tipo de mensaje estamos lanzando cuando decimos que comete una falta el que de
modo leve amenace con una arma no ya a su esposa
sino en general. ¿Qué amenaza puede ser leve con un
arma? Por lo tanto yo coincido también con el planteamiento que usted ha hecho.
Sentada la coincidencia, en la que no me puedo alargar por falta de tiempo, quisiera trasladarle algunas
cuestiones. Desde su experiencia en el observatorio y
en la implantación de la orden de protección, creo que
hemos coincidido alguna vez constatando que hay un
agujero negro que se produce en la protección de la
mujer, una vez que se ha otorgado la orden de protección con un alejamiento, etcétera. ¿Usted cree que este
agujero negro desaparece en el redactado de este proyecto de ley o hemos de incidir un poco para dar respuesta a esta situación de hipotética indefensión que se
puede dar? Si es así, ¿a través de qué medidas o a través
de qué soluciones?
Segundo punto. Yo soy de las que no tengo claro el
tema de los juzgados contra la violencia. He escuchado
opiniones, unas a favor y otras en contra, y no se me
alcanza la bondad de estos juzgados, no porque sean
juzgados específicos —no veo que nadie haya objetado
nada a los juzgados de lo mercantil o a la propia
Audiencia Nacional—, no por un tema conceptual, que
no es mi caso, sino un poco en cuanto a su eficacia. Yo
tengo mis dudas de que sean más eficaces estos juzgados que una buena articulación o coordinación de los
juzgados de instrucción y de los juzgados de familia o
civiles actualmente existentes, a través de la nueva
reglamentación del ministerio fiscal que sí se me antoja
perfectamente adecuada. Sobre todo, tengo mis dudas
acerca de la eficacia cuando, y como usted ya ha señalado, la competencia de los mismos, a mi modo de ver,
es extensísima, tanto en temas penales —tortura, aborto, etcétera—, como en temas civiles, que se me antoja
una competencia demasiado extensa. Me gustaría que
ampliara un poquito lo que ya ha apuntado en su intervención.
Por último, paso al tema de la dualidad de observatorios. Hay ahora uno en el Consejo General del Poder
Judicial y la ley va a crear uno nuevo. Se ha dicho que
podían superponerse, solaparse, etcétera. Mi opinión es
que no, puesto que el del Consejo es específicamente
legal o de seguimiento de resoluciones y el que crea la
ley es un observatorio mucho más amplio, al que pueden ir temas sociales, laborales, etcétera, pero puesto
que está aquí y es la presidenta del observatorio del
Consejo General del Poder Judicial, me gustaría saber
también su opinión al respecto.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Popular, la señora Torme.
La señora TORME PARDO: El Grupo Parlamentario Popular también quiere empezar su intervención
agradeciendo su presencia en la Comisión y sus aportaciones.
Nuestro grupo considera esencial su presencia aquí
en esa doble o triple condición de vocal del Consejo
General del Poder Judicial, de presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y como miembro
de la comisión de seguimiento de la aplicación de la
orden de protección y, desde luego, no se han defraudado nuestras expectativas.
Aquí hay una cuestión clara y es que todos compartimos esa preocupación, ese objetivo de acabar con este
problema que usted ha señalado al principio de su intervención, que es acuciante. Todos queremos, con los
medios y con las medidas más eficaces, combatir y acabar con la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Por
eso damos tanta importancia a las comparecencias que
se están celebrando y creemos que las distintas que han
tenido lugar, así como las aportaciones que usted acaba
hoy de hacer, van a contribuir a que podamos enriquecer el texto que estamos debatiendo.
Nos gustaría conocer su opinión sobre algunas cuestiones. Nos gustaría que nos dijera si considera que se
han producido avances en los últimos años con las
medidas que se han ido adoptando contra la violencia
de género, la violencia doméstica, así como la percepción social que hay de este problema, la repulsa social
contra esta lacra. Me gustaría que las pudiera valorar.
Se han adoptado distintas medidas, planes de violencia
que han ido acompañados de la financiación adecuada.
Usted tiene estadísticas (quiero agradecer que nos las
haya aportado), por lo que puede conocer qué repercusión han tenido esas medidas, qué personas se han
beneficiado de esas facilidades que se han dado en la
aplicación de la red activa de inserción a mujeres que
sufren violencia o en la aplicación de la orden de protección. Otro instrumento que se ha puesto en marcha
son los juicios rápidos, que hacen que procesos judiciales que se demoraban, con la consecuencia de introducir mayor violencia, al beneficiarse de esa justicia ágil,
rápida y eficaz, contribuyan a combatirla. Como experta en esta materia y desde esa posición privilegiada
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sobre estas cuestiones, querría que nos hiciera una
valoración de cómo se han ido implantando esas medidas y de la eficacia o bondad de las mismas. Asimismo,
nos gustaría que hiciera una consideración sobre si
usted cree que una ley integral, partiendo de esa valoración sobre medidas que se han ido introduciendo en los
últimos años, es la mejor solución o si podría ocurrir
que su aplicación fuera más compleja e introdujera dificultades. ¿Qué opina respecto a que en el resto de países de nuestro entorno no haya un instrumento de estas
características una ley integral? Yo creo que en otros
países hay tasas de violencia mayores que las de España y la concienciación, repulsa y condena social de la
violencia ha tenido una evolución anterior a lo que ha
ocurrido aquí. En este sentido, habría que valorar a qué
se debe que no haya esa ley integral. ¿A un desinterés?
Yo creo que no, pues hay esa concienciación y se quiere luchar contra ella por todos los medios. Quizás se ha
considerado que era más oportuno actuar con otros
medios. Quisiera que nos diera su valoración respecto a
si este instrumento es la solución adecuada para acabar
con la violencia o si también pueden ser válidos otros
mecanismos, como hacen otros países, que van en la
línea de planes que se han ido aprobando en España en
los últimos años.
Nos gustaría conocer su opinión sobre el tratamiento
de la violencia en los medios de comunicación y su
posible impacto en la reproducción de estas conductas,
incluso en la grabación de las mismas, asunto del que
ayer se habló en alguna de las comparecencias. Asimismo nos gustaría conocer su valoración sobre qué repercusión pueden tener los debates políticos que a veces se
producen cuando tienen lugar casos de violencia
doméstica. Criminalizar al Gobierno de turno, cuando
se producen estos casos, creo que no es una buena decisión. Nos podemos felicitar de que en los últimos tres
meses no se haya acusado al Gobierno de los casos de
violencia que se han ido produciendo. Aunque es terrible, en lo que va de año ha habido muchas más denuncias que las que se produjeron en total en el año 2003.
Nos gustaría que nos diera su opinión sobre si valora
positivamente esas actitudes de prudencia en las que no
se condena, no se criminaliza, no se hace responsable al
Gobierno, que es el que tiene que desarrollar las medidas de lucha contra la violencia. Me gustaría que nos
dijera si comparte que hemos de ser prudentes en el
tratamiento de los medios de comunicación de estos
casos, así como en los debates políticos.
Pasando a otra cuestión, si hay un elemento claramente compartido en la lucha por la igualdad real y
efectiva de las mujeres es la acción positiva de la que
usted ha hablado. Ayer se mencionaba la obligación
que tienen todos los poderes públicos, que se deriva del
artículo 9.2 de nuestro texto constitucional. Todos los
que estamos aquí y la inmensa mayoría de la sociedad
española está de acuerdo en esa necesidad de adoptar
medidas positivas a favor de la mujer, pero las dudas
surgen con relación a si estas medidas han de extender-
se al ámbito del derecho penal. Ayer hubo también una
interesante aportación del catedrático de derecho constitucional, el profesor Francisco Bastida, que señalaba
que la igualdad ante la ley es un principio al que no
podemos renunciar, más aun en el caso del derecho
penal, que es restrictivo de derechos y libertades. En el
informe previo que S.S. elaboró, discrepaba de la
extensión de las medidas de acción positiva al derecho
penal. Para aclarar a qué párrafos me refiero, leeré, la
página 31 del informe previo en el que usted señalaba
que no parece oportuno establecer unos tipos penales
cualificados en atención al ser el sujeto pasivo esposa o
mujer que esté o haya estado ligada al sujeto activo por
relación de afectividad, aun sin convivencia. Añadía
que, a su juicio, no debe distinguirse en la forma que
pretende este proyecto de ley, pues doctrinalmente no
se justifica que una misma conducta lesiva pueda variar
en función de quiénes sean los sujetos activo y pasivo
que la cometan. Me gustaría que nos aclarara si mantiene esa posición que manifestó ya en la redacción de
este informe previo.
Ha señalado en su comparencia, que su voto particular hace mención prolija a resoluciones de organismos
internacionales a favor de combatir de una forma eficaz
la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Puesto que
usted ha estudiado las resoluciones y declaraciones de
estos organismos, quisiera que nos dijera si en alguna
de ellas se contempla la necesidad de que haga esa distinción de tipos penales en función de quien los comete, eso que se ha denominado derecho penal de autor.
En su informe, así como en votos particulares, mencionaba una serie de problemas técnicos y procesales que
encontraba en la redacción del proyecto de ley. La portavoz del grupo de Izquierda Unida así como la señora
Pigem, de Convergencia i Unió, han destacado que S.S.
ha hecho aportaciones interesantes que nos van servir
de trabajo para la posible presentación de enmiendas,
como la introducción de una agravante genérica o la
extensión de la reinserción a los condenados, no sólo a
los que ingresan en centros penitenciarios, sino también a los que no ingresan, medida fundamental para
combatir la violencia y para prevenir que se vuelvan a
reproducir esas conductas, porque si no se le trata ese
agresor puede reproducir esas conductas sobre su pareja o sobre las que pueda tener en un futuro que no
conozcan cuáles son sus comportamientos. S.S. ha
echado en falta los puntos de encuentro, instrumento
que consideramos eficaz y que tiene en cuenta el problema que se produce a veces a costa de los menores; la
utilización y el chantaje a costa de los mismos o el que
pueda haber circunstancias en las que se agrava la violencia cuando hay que llevar a la práctica ese régimen
de visitas, esa custodia compartida de los hijos. De
manera que consideramos de gran interés todas esas
aportaciones.
Pero me gustaría que nos hiciera algunas recomendaciones para corregir esos problemas técnicos y procesales que señaló en ese informe previo. Me refiero a
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que pretende, que es la lucha contra esta lacra que es la
violencia de género.
Breves van a ser las preguntas porque ha dado usted
respuesta en esa intervención a algunas de las incógnitas o interrogantes que han ido surgiendo, no sólo en la
opinión pública, sino en las comparecencias de estas
Comisión. La pregunta típica que le gusta a alguien
realizar de si desprotege a los hombres, a las mujeres y
a los ancianos, es ridícula, desde el punto de vista jurídico, poco seria y carente de rigor. Lo ha dicho usted
claramente: El proyecto de ley no puede desproteger a
hombres, menores o ancianos porque, entre otras cosas,
significaría que están desprotegidos totalmente en
nuestro Estado de derecho. Sólo favorece al colectivo
de mujeres en esta lucha contra la violencia de género.
Un tema puntual. Le agradecería información añadida sobre las estadísticas, de las que usted tiene buen
conocimiento, sobre la relación de la inmigración de
las mujeres extranjeras y el nivel económico-social
—expresión que se maneja que no me gusta— de los
maltratadotes. Otro tema importante. Creo que ha quedado claro en comparecencias anteriores y usted lo ha
mencionado, pero modestamente no entiendo cómo
puede cometer un error tan de bulto el informe de los
diez hombres del Partido Popular en el Consejo. Y es
hablar de jurisdicción especial en la creación de los
juzgados de violencia contra la mujer. Un magnífico
procesalista intervino ayer en esta Comisión, otro constitucionalista y otros más vendrán. Salvo obediencia
debida, y dentro de que todo en el mundo del derecho
es opinable, en este tema procesal es tan claro que no
entiendo a qué puede ser debido este informe tan escasamente riguroso. Es claro —no me voy a extender—
que estamos ante juzgados especializados, no ante una
jurisdicción especial. Está dentro de la jurisdicción
ordinaria, igual que los juzgados de Menores, igual que
los juzgados de Familia, igual que los juzgados de lo
Mercantil que acabamos de aprobar hace unos cuantos
meses. No entiendo este error tan de bulto en el máximo órgano de gobierno de los jueces. Le agradezco
sinceramente su análisis profundo y valiente sobre la
constitucionalidad o no, sobre las opciones legislativas
en el ámbito penal. Me ha parecido entender —corríjame si no es así— que usted no ve tacha alguna de
inconstitucionalidad en todo el proyecto de ley; no sólo
en este ámbito, en todo el proyecto de ley, si bien aporta una serie de sugerencias —no apuesta exclusivamente por una vía— de posible mejora de la regulación de
este ámbito penal. Tomamos buena nota y le agradecemos esta información.
Sé que usted ha reflexionado mucho sobre una propuesta que ha realizado en la mañana de hoy, que es la
introducción de una agravante genérica y no específica.
¿No cree usted que aunque en apariencia queda una
presentación muy clara, pudiera tener algunos problemas de aplicación práctica? Por ejemplo, la agravante
genérica puede ser no apreciada por los tribunales y en
ese caso estaríamos ante una ineficacia absoluta. Por
los artículos 33, 87, o a la atribución —ya lo mencionaba Pigem— de determinadas competencias civiles,
ajenas a la violencia contra la mujer, a juzgados de violencia sobre la mujer que usted consideraba que no era
adecuado.
Señora presidenta, voy a finalizar con otra cuestión
que quería plantear en la que no me extenderé porque
también la ha esbozado la señora Pigem. Como presidenta del Observatorio contra la Violencia usted tiene
una posición privilegiada para analizar todas estas
cuestiones. Quisiera que nos dijera si estima que el
órgano que usted preside es el adecuado para desarrollar los fines que la ley atribuye en el artículo 26 a ese
nuevo observatorio que está previsto que se cree, en
cuyo caso dependería exclusivamente del Poder Ejecutivo. Nosotros entendemos que el observatorio que
usted preside tiene una adecuada regulación y una
adecuada participación de distintos órganos. No
depende del Ejecutivo sino que, como usted ha señalado, participan en él ministerios como el del Trabajo y
Asuntos Sociales o el de Justicia y creo que también
se han incorporado las comunidades autónomas. Me
gustaría que nos dijera si no cree que sería más eficaz,
puesto que los recursos son escasos, potenciar este
observatorio que ya está funcionando de una forma
muy adecuada.
Sin más, agradeciéndole su comparecencia, concluyo mi intervención.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Parlamentario Socialista, el señor Villarrubia.
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Muchas
gracias, doña Montserrat Comas, por la magnífica
intervención que ha tenido en la que ha dejado claro, en
contra de otras respetables opiniones, que no incluye el
epíteto de la obediencia debida en sus argumentos.
Como corresponde en el mundo del derecho y en una
ley tan compleja, es inevitable tener distintos puntos de
vista en aspectos importantes, en algún caso fundamentales y en otro más o menos puntuales.
He leído atentamente su voto particular, igual que el
de otros compañeros suyos, pero no podido leer ninguna observación ni voto particular de los diez hombres
nombrados por el Partido Popular, que hicieron un
informe unitario y uniforme, como un solo hombre, en
un tema tan complejo, tan abstracto y tan importante
como el que aquí estamos debatiendo y de una ley integral de estas características. Usted ha discrepado de
algunos temas. Intentaré puntualizarlos dentro de los
escasos minutos de mi intervención. El Grupo Parlamentario Socialista le agradece de verdad sus discrepancias y aportaciones, algunas de las cuales ya fueron
tenidas en cuenta al pasar de anteproyecto a proyecto
de ley y es posible que a lo largo de la tramitación parlamentaria las suyas y las de otras personas puedan ser
tenidas en cuenta para mejorar el proyecto de ley y convertirle en la mejor ley posible para conseguir los fines
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de personas condenadas en los que por la pena que se
les ha impuesto no han de ingresar en prisión. Coincidimos, por lo que no tengo nada que contestar.
La señora Bonás hacía varias preguntas y expresaba
algunas opiniones. Respecto al título efectivamente
será necesario que SS.SS. aborden esta cuestión. No
estoy en las mejores condiciones para señalar cuál
sería el mejor. Sí creo que el título de la ley se ha de
adecuar al objeto de la ley, que está perfectamente
establecido en el artículo 1. Como la opción legislativa es correcta y buena de que se mantenga esta opción
de combatir específicamente la violencia de género en
el ámbito de la pareja o la ex pareja, por razones de
coherencia, se tendría que trasladar al título. En cuanto a lo de la violencia patriarcal no acabarían de
entenderlo los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Es cierto que forma parte de la cultura el discurso de
las asociaciones de mujeres en las personas que desde
otros ámbitos llevamos tiempo trabajando y reflexionando en esta materia, pero las leyes, aparte de que
tienen la fuerza de vincular, han de ser muy pedagógicas. Yo haría un título mucho más comprensivo,
expresivo y pedagógico para los ciudadanos. No sé si
una ley de medidas contra la violencia de género en el
ámbito de la pareja satisfaría o no, porque estamos
hablando de relaciones que se dan fuera de la pareja,
en la ex pareja, contando también con el caso de que
las relaciones sean de noviazgo, que también se quiere
que entren. Habría que pensar en ello para no crear
una incoherencia y adecuar el título al ámbito de la ley
que está en el artículo 1.
Respecto a los hijos de las víctimas, creo que está
expresamente incluido, en el artículo 37.1. a) del proyecto, cuando define las competencias de los juzgados
de Violencia sobre la Mujer. Efectivamente es el
momento en el que el proyecto opta para hacer una
mención expresa de todos los actos violentos que serán
competencia de estos juzgados. Es aquí donde el proyecto opta por incluir a los hijos de las víctimas. Fue
una de las sugerencias que hicieron algunos colectivos
al anteproyecto. Por la misma razón por la que se ha
incluido como competencia de los juzgados de Violencia sobre la Mujer, para que no hubiera dudas de que
los hijos de la víctima están incluidos en todas las consecuencias en el terreno de los recursos sociales, de
protección económica y otros, no estaría de más que en
el artículo 1, en el que se define el ámbito de aplicación
de la ley, se hiciera la expresa mención a los hijos o
hijas de las víctimas que sufren violencia en el ámbito
de la pareja. En cuanto a si cuando condenan los jueces
a una persona por un delito o falta relacionada con la
violencia doméstica, cuando se trata de la primera agresión, pueden obligarle a ir a un centro de tratamiento,
quiero decirle que ya el Código Penal lo prevé para el
caso de la sustitución de las penas, artículo 83, y también para la suspensión, siempre condicionado a la
observancia de una serie de reglas de conducta, entre
las que menciona la expresa obligación de asistir a un
otro lado, una agravante genérica como la que usted
propone tiene un sentido diferente al de un elemento
específico del injusto que refleja mejor la idea que este
proyecto de ley propone, que no es que quiera castigar
más la conducta cuando el autor es el esposo o el hombre en general, sino el distinto desvalor. ¿No cree que
quizá fuera mejor —como motivo de reflexión lo planteo— la regulación a través de una agravante específica
y no la genérica?
Una pequeña cuestión ya y voy terminando señora
presidenta. Lo leí en su voto particular y a mí personalmente me ha llamado a la reflexión. Parece un tema
menor, pero estamos hablando del ámbito de la libertad
de las personas, y quizá se haya olvidado hoy por la
falta de tiempo el artículo 620. ¿Qué opinión le merece
el trasladar a los juzgados de Paz el conocimiento de
estas faltas que quedan después de la última reforma,
que va a entrar en vigor el día 1 de octubre próximo, del
Código Penal? ¿Qué inconvenientes o ventajas ve y en
qué medida se puede pronunciar? Algo me ha parecido
leer en su informe, pero me interesaría, aunque sea un
elemento crítico, que opinara brevemente sobre este
aspecto. Una mención casi obligada, es qué le parece la
regulación de la tutela institucional, dada su condición
de presidenta del observatorio, y este nuevo órgano que
se crea en el proyecto de ley sobre la delegación del
Gobierno contra la violencia de la mujer.
Tenía otra serie de cuestiones, pero lo cierto es que
me las ha desbaratado su intervención porque están
aclaradas y son compartidas por el Grupo Parlamentario Socialista.
La señora PRESIDENTA: Para contestar a los distintos grupos parlamentarios tiene nuevamente la palabra la compareciente, doña Montserrat Comas.
La señora PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO
DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL
DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Comas de
Argemir): Quiero dar las gracias a todas las señoras
diputadas y al señor diputado que han intervenido, preguntando u opinando acerca de lo que ha sugerido mi
intervención en esta Comisión.
La señora García ha hecho una reflexión en la que,
en líneas generales, coincidía, sobre todo en un aspecto
concreto que yo he planteado. Está en la Constitución
—lo saben todos en esta sala— que una de las finalidades de la pena, aunque no la única, es lograr la reinserción social, pero es bueno haberlo llevado a la ley porque es un compromiso del legislador que se hagan estos
programas específicos en prisión. Coincidía la señora
diputada conmigo en que es el momento de hacer una
específica mención a la necesidad de que estos programas se hagan en centros adecuados en aquellos casos
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centro en el que se hagan tratamientos específicos para
lograr la reinserción social, que es que el condenado
aprenda a vivir y a convivir con los demás sin volver a
delinquir. Esto ya puede hacerse, lo que sucede es que
los jueces no pueden aplicarlo en muchos territorios
porque no existen centros preparados para la suspensión o sustitución de la ejecución de la pena, siempre
con los otros requisitos que exige el Código Penal. Sí se
puede obligar a un persona porque es una de las reglas
de observación obligatoria, como obligatorio es no volver a delinquir o prohibirle que se acerque a la víctima.
Son las condiciones que ya exige el Código para la suspensión o sustitución de la ejecución de la pena.
En cuanto a los juzgados especializados, tema que ha
sido objeto de pregunta por parte de varias diputadas y
del diputado del Grupo Socialista, repito que no son
juzgados especiales. Está prohibida por la Constitución
la creación de una jurisdicción especial. Se trata de
especializar a los juzgados de Instrucción o a los juzgados mixtos que ya son competentes en materia civil o
penal. Se trata de la creación de unos juzgados especializados dentro de la jurisdicción ordinaria, con esta
clara atribución de competencias de la que ya existe un
claro precedente, que es la Ley Reguladora de la Orden
de Protección. Ya se hizo una opción por nuestro legislador. Fue una ley votada por unanimidad, lo saben
perfectamente ustedes, en la que se atribuyen al juez de
Instrucción competencias para resolver y decidir temas
relacionados con las denominadas medidas de naturaleza civil. Es cierto que tienen una duración de 30 días
porque se mantenía la opción legislativa de que la competencia para resolver después la separación o el divorcio es del juez de Primera Instancia o del juez de Familia. Pero ya hay el precedente de que el juez de
Instrucción, en el caso de las víctimas de violencia
doméstica, resuelve hoy no sólo la investigación del
delito o falta que denuncian, sino también las medidas
de naturaleza civil. Es más, forma parte de nuestra tradición, de la organización judicial española, esta concepción del juez mixto, del juez que es competente
tanto en materias de índole penal —para la investigación e instrucción de delitos— como de índole civil. En
la estadística que he aportado del 2003 se demuestra
que en el 36 por ciento de los casos de violencia doméstica en este país los jueces competentes son los jueces
mixtos en España. Es decir, el juez que además de ser
competente para la instrucción penal, lo es también
para resolver la separación, el divorcio; en definitiva, es
también un juez civil. No es ajeno a nuestra tradición
porque ya ahora es una realidad que la jurisdicción
mixta, en muchos partidos judiciales, es la que es. Dentro de esta opción de especializar y por tanto de conseguir jueces más formados en esta especial problemática
y cómo combatirla legislativamente, en la aplicación de
la ley, es buena la idea de que finalmente la víctima que
vive con una absoluta unidad personal el conflicto
familiar que deriva de actos violentos y amenazas de
malos tratos, sean físicos, sean psíquicos, y que tiene ya
la decisión adoptada de querer instar la separación, es
bueno, como digo, evitar no sólo la dispersión judicial
en el terreno de la investigación de las varias denuncias
que a veces interpone la víctima contra el mismo autor,
y que el mismo juez sea competente en otro procedimiento distinto al penal; es bueno que sea el mismo
juez quien conozca, porque así tendrá un enfoque global de todo el problema que la víctima vive con una
absoluta unidad de acto cuando ya ha decidido instar la
separación al hablar de los actos violentos. Quiero destacar un caso muy claro. En el crimen de Alcira, que
tanto nos impactó —la mujer muere con sus dos hijos,
presuntamente su marido aprovechó que estaban durmiendo para quemar la casa y murieron los tres—, esta
mujer había realizado cinco denuncias; en un partido
judicial con seis jueces de Instrucción había cinco distintos entendiendo de cada una de estas denuncias, y,
además, la separación la estaba entendiendo un sexto
juez. Existió un caso claro en España de dispersión que
efectivamente hace que cada uno de ellos no viera la
globalidad del problema. Si el mismo juez de Primera
Instancia e Instrucción número 1 de Alcira es competente para resolver las separaciones y los divorcios de
los justiciables y para instruir delitos, ¿por qué no
podemos lograr esta opción legislativa, como lo está
haciendo una buena parte de la jurisdicción mixta de
este país, y concentremos en este mismo juez, que en
lugar de seis sea sólo uno, que no sólo vea todos los
actos violentos que se denuncian, sino que también sea
el competente para resolver la separación o el divorcio?
Aquí sí que de todas maneras entiendo —es mi opinión— que el artículo 37.2 del proyecto, en el que se
especifican las competencias civiles que atraen la competencia del juez del juzgado de violencia sobre la
mujer, es demasiado extensivo. Hay competencias civiles que no guardan relación con lo que son propiamente
actos de violencia; en concreto, como sugerencia personal, en mi modestísima opinión, del proyecto eliminaría las relativas a los apartados a), b), d), h) e i) y
mantendría la c) —es decir, que fueran competencias
del juzgado de violencia sobre la mujer en los casos de
separación, divorcio y nulidad—, la e) —relaciones
paternofiliales—, la f) —modificación de medidas de
trascendencia familiar— y la g) —la guardia y custodia
de los hijos—.
Respecto a la señora Pigem, coincide muchísimo
conmigo en una buena parte de mi intervención. Hay
esta coincidencia también en que le parece más adecuado llevar el tema de la agravación de la pena sobre la
base de establecer esta posibilidad en el artículo 22 en
una nueva agravante, la novena. En todo caso queda en
el aire, si se mantuviera el proyecto tal como está, la
pregunta de por qué hacemos la opción legislativa en el
delito de lesiones y no en el delito de maltrato físico y
psíquico habitual, que tanto nos ha preocupado y respecto del cual tanto nos hemos ocupado legislativamente y además hemos creado en los jueces esta cultura de
que apliquen precisamente uno de los tipos penales más
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inaplicados en España; y hemos logrado efectivamente
avanzar en este terreno. Por eso, contestando ya al
señor Villarrubia, quizá sistemáticamente es mejor llevar esto por la vía de la parte general como agravante
genérica porque nos permite poder aplicarlo a todos los
tipos penales, eso sí, cuando se prueba que el autor ha
actuado por razones machistas, por razones sexistas de
discriminación hacia la mujer. Comporta lo mismo para
probar que se ha lesionado en un bar a una persona de
color negro y actuando por motivos racistas. Efectivamente tiene que ir acompañada de la prueba, ya que si
por ejemplo en el momento de aproximarse a él le ha
dicho ¡maldito negro! y le agrede, le da una bofetada,
está más penado en nuestro Código Penal que la misma
bofetada dada a una persona de color blanco. En Estados Unidos, cuando finalmente reconocieron que el
racismo era un problema social que había que combatir
con políticas y con medidas legislativas efectivamente
avanzaron para poder desterrar este problema social tan
importante. Quizá aquí hay que reconocer que efectivamente tenemos un problema de machismo, un problema de patrones culturales machistas que hay que desterrar no sólo con el Código Penal. Quizá este debate
sobre la parte del Código Penal ha eclipsado aspectos
muy importantes de la ley que no se están comentando
ni se están debatiendo, porque se ha centrado muchísimo el tema de las soluciones, como si la ley integral
redujera —y yo creo que precisamente no son las más
importantes— la batería nueva de medidas de la ley
integral. Se ofrece con esa pedagogía de que estén contenidas en una sola ley que tengan la fuerza vinculante
de la ley, que es lo que la diferencia de los planes, que
efectivamente han sido útiles, buenos. A lo mejor
hemos de aceptar que el que las medidas tengan fuerza
de ley tiene, además del valor simbólico de pedagogía
hacia los ciudadanos, esa virtud que vincula a los poderes públicos en su aplicación.
Respecto al tema de la seguridad que planteaba
—existencia de un agujero negro en la protección de
la mujer una vez que se dicta la orden de protección— es verdad que está recogido en el artículo 27
el tema de la competencia de las fuerzas y cuerpos
de seguridad. Quizá sería bueno que alguno de los
aspectos que hemos sido capaces de llevar al contenido de este protocolo de actuación de las fuerzas y
cuerpos de seguridad, y de coordinación con los
órganos judiciales, que se aprobó en la Comisión de
Seguimiento de la Orden de Protección el 10 de
junio de este año —recuerden que esta comisión es
una comisión formada precisamente porque ustedes
nos los mandaron en la disposición adicional octava
de la Ley Reguladora de la Orden de Protección; es
una Comisión de representación muy amplia—, que
fuimos capaces de consensuar, se llevara a la ley, al
artículo 27. Una vez que han notificado la orden de
protección a las fuerzas y cuerpos de seguridad
(teniendo en cuenta que ya el juez ha tenido que
hacer una primera valoración del riesgo de la vícti-
ma, porque así lo exige y es uno de los requisitos de
la Ley Reguladora de la Orden de Protección para
que un juez pueda acordar una orden de protección,
que haya unos indicios de que la víctima está en
situación de riesgo) se debería hacer una expresa
mención de lo que ya decimos en este protocolo:
que una vez notificada la resolución a las fuerzas y
cuerpos de seguridad, teniendo en cuenta ya la valoración de la situación de riesgo que ha hecho el juez,
hagan también una valoración individualizada policial para adecuar las distintas respuestas policiales
que cada víctima merece, partiendo de que efectivamente la situación de cada víctima es distinta. Por
tanto, este esfuerzo de individualización de qué respuesta policial es la adecuada para poder hacer el
control y seguimiento de la orden de protección
sería bueno llevarla al artículo 27 como obligación
de las fuerzas y cuerpos de seguridad, sumando a la
que ya hace el juez de instrucción, valorando la
situación de riesgo de la víctima partiendo de la propia resolución judicial y de todas las otras circunstancias y documentos que existan respecto a la víctima, para poder adoptar la respuesta policial que
cada víctima merece y que es distinta según el riesgo en que se encuentre la víctima.
Respecto al tema de las faltas penales me gusta que
alguien crea que tampoco es algo finalmente tan descabellado, sino que efectivamente alguna reflexión algún
día se hará; ya se vienen haciendo. Yo creo que la Ley
11/2003 fue un avance en este país, lo digo sinceramente, apoyándome en una estadística que no tienen ustedes aquí. El primer estudio que hizo el Consejo General
del Poder Judicial se basa en un seguimiento que encomendó al laboratorio de Sociología de la Universidad
de Zaragoza después de un concurso público. Consistió
en el seguimiento de 4.600 sentencias judiciales de
delitos y faltas relacionadas con la violencia doméstica.
El estudio se finalizó en diciembre de 1999 y tuvimos
dos conclusiones, que nos ayudaron a todos, y sobre
todo a ustedes, al Poder Legislativo, a cambiar nuestra
legislación. Hasta diciembre de 1999 el 70 por ciento
de las denuncias que se presentaban en este país por
violencia doméstica se calificaban por los jueces y fiscales, o por los jueces con la aquiescencia de los fiscales, de conducta leve; ab initio del procedimiento se
incoaba juicio de faltas y el 70 por ciento de las conductas se juzgaban en juicios de faltas con penas a mi
entender muy irrisorias, con penas de multa y con efectos disuasorios cero hacia el agresor. Gracias a la reforma de la Ley 11/2003 el hecho de que al menos la
amenaza de muerte con exhibición de arma y desde la
primera agresión ya haya pasado a ser delito, ha hecho
que las mujeres y las víctimas de la violencia doméstica
que finalmente, después de un proceso muy largo como
ustedes conocen, deciden denunciar tenga una respuesta más adecuada, más proporcionada a la gravedad de
los hechos; repito, se hizo esta transformación de delitos y faltas para acabar con esta realidad de que un 70 %
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se calificaban de conductas leves, teniendo en cuenta la
magnitud del problema con que ya nos encontrábamos
en el año 1999, aunque llevamos décadas con este problema, como todos ustedes saben. Sé que ahora no es el
momento oportuno, y cabe la opción legislativa de que
no se traslade, de que pasen a ser delitos el resto de
amenazas y las coacciones leves, cualquiera que sea el
sujeto pasivo; que es lo que yo defendía en el voto particular, señora Torme. Es verdad que criticaba y lo he
seguido criticando este aspecto concreto que afecta a
los artículos 30 y 31, por la razón de que les veo más
inconvenientes que ventajas. Pero la crítica la hacía —y
hay que leer hasta el final— precisamente porque proponía en el voto particular que en línea y coherencia
con la Ley 11/2003 las faltas que afectan a las personas,
en concreto teniendo en cuenta que lo que se quiere
proteger es el bien jurídico de la libertad, pasasen a ser
delito cualquiera que fuera el sujeto pasivo. En ningún
momento he cuestionado en mi voto particular la
inconstitucionalidad de la opción legislativa que hay en
el proyecto de ley, porque no comparto la reflexión que
se ha hecho en el informe del Consejo y tampoco por la
que de hecho me ha preguntado usted. No se trata de un
derecho penal de autor lo que se propone en el proyecto
de ley, aunque quedase intacto; en modo alguno lo
puedo compartir. El derecho penal de autor castiga personalidades, formas de ser y no hechos, actos o manifestaciones de voluntad, por eso está proscrito en el
derecho penal moderno, democrático, ya que castiga la
personalidad, castiga al ladrón por se ladrón y no el
robo; y esto está proscrito en el Derecho moderno
democrático. En el proyecto de ley no se castiga la personalidad, no se castiga tampoco, como se está diciendo, más por el hecho de ser hombre o por las actitudes,
por su pensamiento o por su forma de hacer; no se castiga en el proyecto con más pena por esta cuestión, que
sí sería derecho penal de autor castigable. Lo que se
castigan son conductas en una determinada relación
hombre-mujer porque el bien jurídico que se protege es
la libertad en la relación de pareja y se protegen dos
bienes jurídicos: la libertad como persona y la libertad
en la relación de pareja. Por tanto, no creo que se trate
ni tenga nada que ver, como se decía en el informe del
Consejo, con este derecho penal de autor, que finalmente es un derecho penal nazi, porque castigaba a las
personas por lo que son y no porque lo que hacen. Esto
sí que no lo hace el proyecto de ley, por tanto, no lo
puedo compartir.
Me ha pedido usted que le conteste si se han producido avances en la lucha contra la violencia doméstica y la
repercusión que han tenido. Efectivamente, se han
hecho. No hay ningún gobierno de la nación, ni cuando
el Partido Popular gobernó, ni ningún gobierno que está
gobernando en las comunidades autónomas —también
comprometidas para erradicar esta lacra social—, ni
ningún poder público en este país desde hace años que
sea ajeno a esta lacra social. Efectivamente a todos nos
tiene comprometidos —estamos obligados a ello— para
paliar esta situación, para solucionarla, para ayudar a las
víctimas, para protegerlas, para combatir este problema,
para castigar a los autores. Es verdad que durante los
últimos años se han producido avances en la lucha contra la violencia doméstica. La Ley Reguladora de la
Orden de Protección (que además tuvo la virtud de que
se logró consensuar en el Parlamento español y, por
tanto, de aprobarse por unanimidad, lo he dicho públicamente en muchas ocasiones y también lo digo aquí)
es una ley que ha ayudado a avanzar en la protección de
las víctimas, porque hay más víctimas protegidas y
mejor protegidas con esta nueva herramienta legal. Por
tanto, me alegra decir que la ley integral no sólo no parte
de cero, ni lo pretende, sino que respecto a la Ley Reguladora de la Orden de Protección, compartiendo seguramente el análisis de que es buena, la hace suya, la integra en su totalidad, incluso ni siquiera hace ninguna
modificación. Precisamente porque ha sido buena ha
servido para avanzar en este país, como ha servido la
modificación legislativa de la Ley 11/2003. En esta
reflexión coincidimos. Lo que pasa es que la pregunta
es: Cuando efectivamente estamos ante una plaga social
como ésta, ¿qué más se puede hacer teniendo en cuenta
que estas medidas han sido buenas, pero se han demostrado insuficientes? Aquí es donde cabe la opción legislativa del Gobierno de querer centrar ya sus esfuerzos
donde existe mayor foco de violencia, que es precisamente contra las mujeres y además en el ámbito de la
pareja, como antes comentábamos.
Creo que es bueno —eso también lo comparto— que
siempre cuando hablemos los responsables de los
poderes públicos dejemos muy claro, cuando se nos
pregunta en los medios de comunicación porque es
muy pedagógico hacia los ciudadanos, que los únicos
responsables de las muertes de una mujer o de una víctima de la violencia doméstica es su autor; es el único
responsable. Respecto a las muertes en este país por
violencia de género y por violencia doméstica habría
que hacer el mismo esfuerzo que se ha hecho en terrorismo. Efectivamente hay muchos gobiernos de signos
políticos distintos en las comunidades autónomas; existe ahora de signo político distinto al que hubo en los
últimos ocho años. Un compromiso bueno sería, porque todos en la erradicación de esta lacra social estamos interesados, no hacer uso, instrumento de las
muertes, al igual que no se hace en terrorismo. Yo creo
que esto nos interesa a todos; en este combate estamos
y en este interés se está haciendo.
Respecto al tema del observatorio, en el que han
coincidido la pregunta de tres o cuatro diputados, en el
artículo 26 se propone la creación de ese observatorio
de ámbito nacional con unas competencias que no están
definidas o lo están muy incipientemente, porque se ha
dejado que sea en el desarrollo reglamentario donde se
opte finalmente por definir las competencias del observatorio. Tuve la oportunidad de decir en el voto particular —lo dejo también aquí expuesto— que no tiene que
haber ningún problema de incompatibilidad de funcio-
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nes ni de ámbitos de actuación (como tampoco lo está
habiendo con el Observatorio Regional contra la Violencia Doméstica creado por el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, y espero que ustedes lo
entiendan así, porque pienso en la trayectoria del observatorio que impulsó el Consejo General del Poder Judicial; hay que recordar que aunque se identifique mucho
con el Consejo General del Poder Judicial, seguramente por ser yo quien lo presido, es un observatorio que
nació, y así se mantiene su composición, para coordinar
nuestras actuaciones con el Ministerio de Justicia, con
el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con la Fiscalía General del Estado y en el que posteriormente
pidieron su ingreso las ocho comunidades autónomas
que tienen la competencia de Justicia transferida), pero
de todas maneras no veo inconveniente en la delimitación de funciones. Decidimos cuando lo creamos, y así
está en el convenio que su ámbito de actuación era el
tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de Justicia. Como órgano de gobierno de los jueces, ya que afecta a la actuación del conjunto de jueces
y magistrados, precisamente para evaluar de qué forma
los jueces aplican las leyes y para poder evaluar el propio impacto de las reformas legislativas, esta función
debería seguir manteniéndola el observatorio que se
creó el 26 de septiembre del 2002, que yo presido. Por
tanto, como opinión mía, dado que nosotros ni pretendemos, ni lo hemos hecho nunca, evaluar las políticas o
las medidas legislativas, cuando se convierta en ley este
proyecto, en el terreno educativo, en el terreno de la
prevención, en el terreno de las medidas sociales, en el
terreno de la publicidad ilícita, —y ya que pretendemos
sólo mantener nuestra competencia en lo que es el tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de Justicia—, mi única sugerencia respecto a
cuando en el proyecto se prevé que el observatorio
nacional que se crease sería el competente para evaluar
la aplicación de una serie de tipos penales que se mencionan —sólo puedo moverme en el ámbito de las
sugerencias porque ustedes son los soberanos y son los
que tienen la última palabra, como no podía ser de otra
manera— es que la cuestión de lo que es propiamente
el seguimiento de las sentencias que dictan los jueces
en la aplicación de las leyes no se haga al margen del
Consejo General del Poder Judicial, porque somos el
órgano de gobierno de los jueces, porque tenemos unas
competencias que nos vienen marcadas por la Constitución y por la ley, y además somos los competentes en
nuestro centro de documentación para informatizar,
documentar y disponer de todas las sentencias que dictan los jueces en esta materia. Por lo tanto, pienso que
no sería bueno atribuir esta competencia exclusivamente al observatorio nacional sin contar con el Consejo;
pienso que una fórmula que en la ley podría hacerse o
en vía reglamentaria sería establecer la cooperación
administrativa del observatorio nacional, que está pensado para evaluar de forma mucho más amplia, como lo
hacemos nosotros, la aplicación de esta ley. Por tanto,
es una buena opción que exista la creación de este
observatorio, pero las leyes es bueno que luego se evalúen en su aplicación. Repito, en todos los ámbitos de
la publicidad ilícita, la evaluación de las medidas educativas, de recursos sociales, las de tipo económico, es
bueno que las hiciera este observatorio nacional, respetando las competencias en lo que afecta a la aplicación
de las leyes de jueces y magistrados, respetando las
competencias del actual Observatorio creado el 26 de
septiembre del año 2002.
Creo haber contestado prácticamente a todas las intervenciones anteriores. Me queda solamente la del señor
Villarrubia, aunque ya el tema de los juzgados especializados lo doy por contestado, así como toda la reflexión
de las cuestiones penales que son las que están más
abiertas y encima de esta mesa. Sí soy crítica respecto a
trasladar la competencia a los jueces de paz, de las faltas penales del artículo 620. No me parece adecuado,
teniendo en cuenta que además ni siquiera son licenciados en derecho, por tanto, no son expertos en derecho,
trasladarles nada menos que la competencia de juzgar
las amenazas, teniendo en cuenta que las amenazas con
exhibición de armas o instrumento peligroso han pasado a ser delito en violencia doméstica, aunque se mantiene la posibilidad de que judicialmente puedan ser
calificadas de conducta leve a pesar de que se exhiba un
arma; el hecho de que un juez de paz juzgue faltas de
lesiones con exhibición de arma o instrumento peligroso y también coacciones leves y amenazas leves, aunque no se exhiba instrumento peligroso, teniendo en
cuenta que lo que se protege es el bien jurídico de la
libertad de las personas —que no es cualquier bien y
seguramente después de la vida es uno de los máximos
bienes jurídicos a proteger—, entiendo que no es una
opción adecuada. Ya en otras ocasiones ha habido oportunidad de reflexionar sobre esto. Yo pienso que es más
adecuado mantener la competencia de los jueces de
instrucción, sin perjuicio de que en otros capítulos de
faltas penales, como son las faltas de orden de público,
o las faltas contra la propiedad, un hurto en el que no
llega a los 400 euros el valor de lo sustraído, puedan
tener competencia los jueces de paz, pero no lo veo
precisamente en los casos del artículo 620, que son los
que protegen la libertad de las personas.
Con ello me despido, dándole otra vez las gracias a
la señora presidenta por su paciencia, ya que no me ha
cortado en ningún momento, a pesar de que seguro que
me lo merecía. Gracias señoras y señores diputados por
escucharme.
La señora PRESIDENTA: Gracias señora Comas
por su intervención, por su valiosa aportación a este
debate que, como usted definía en algún momento
—creo que interpreto el sentir de la Comisión—, está
generando un debate jurídico, un debate social y un
debate político. Por tanto, si entre todos somos capaces
de poner fin a esta lacra social, yo creo que bienvenido
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sea un poco más de tiempo en las intervenciones.
Muchísimas gracias por su aportación.
Damos un receso de cinco minutos y reanudaremos
enseguida la comparecencia. (Pausa.)
cos a lo largo de muchos años— han generado tanta
polémica como este informe, lo cual es positivo y negativo. Es positivo en tanto en cuanto ha generado, como
ha dicho el ministro de Justicia, un saludable debate
público. Creo que una ley tan importante como esta ha
de venir precedida de un debate público, sin lugar a
dudas, y de un amplio consenso, porque si hay una
materia en la que no cabe ni un ápice de demagogia es
precisamente la violencia doméstica y en especial la
violencia de género, que requiere el consenso y el
apoyo de todos. También es negativo en tanto y cuanto
hemos asistido a descalificaciones personales que en un
sistema democrático no son de recibo. En esta misma
casa hemos asistido a una declaración de un ministro de
la nación descalificando el informe por la condición
religiosa de uno de sus ponentes. Desde periódicos de
importante tirada expertos constitucionalistas nos han
llamado ignorantes a aquellos que entendemos que no
cabe la discriminación positiva en materia de derecho
penal. Incluso se nos ha dicho que aquellos que hemos
defendido este informe llevamos debajo de nuestra piel
un maltratador. Sin ir más lejos, hace dos días una
directora general nos ha dicho que teníamos que dedicarnos a la política y no a hacer informes en el Consejo.
Lo que no se nos sugirió es por qué partido había que
presentarse. Pero insisto en que son descalificaciones
personales que entiendo que son negativas, pues las
críticas son buenas, son bienvenidas, pero lo que desearíamos es que se criticara el informe por lo que dice y
no porque lo que no dice, y fundamentalmente por su
contenido.
Además me gustaría poner de manifiesto que el
informe del Consejo General del Poder Judicial, como
el informe del Consejo de Estado —que se parece
mucho, dicho sea de paso—, no son más que aspectos
adjetivos porque lo importante aquí es la ley, que se
debe debatir sobre la ley, y los informes no son más que
instrumentos que tienden a favorecer la ley. En esta
línea, el Consejo General del Poder Judicial en su
informe parte, como no podía ser de otra manera, de la
importancia que tiene esta delincuencia y de la importancia que tiene utilizar instrumentos enérgicos que
tiendan a eliminarla cuanto antes. Hacemos nuestras las
palabras de Kofi Annan, que han sido muy repetidas, y
que creo que resumen de una manera clara el problema,
en el sentido de que la violencia contra la mujer es
quizá la más vergonzosa violación de los derechos
humanos, que no conoce límites geográficos, culturales
o de riquezas, y mientras continúe no podremos afirmar
que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el
desarrollo y la paz. En esto estamos todos conjurados y
en esto creemos todos. Por eso compartimos plenamente la filosofía y los fines de la ley. Insisto, compartimos
plenamente la filosofía y los fines de la ley. Obviamente, se puede discrepar en cuanto a los instrumentos que
la ley arbitra, y en ese sentido se puede entender que
existen otros instrumentos que pueden conseguir los
mismos fines, y creo que esto en democracia es absolu-
— DEL VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO
GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA
VIOLENCIA DOMÉSTICA (LÓPEZ LÓPEZ).
(Número de expediente 212/000112.)
La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión
con la comparencia de don Enrique López López, vocal
portavoz del Consejo General del Poder Judicial,
miembro del Observatorio contra la Violencia Doméstica, a quien damos nuestra cordial bienvenida a esta
Cámara por su aportación a esta ley tan importante, este
proyecto de ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género.
Sin más preámbulos, porque vamos bastante ajustados de tiempo, por lo que ruego concisión a todos, don
Enrique López López tiene la palabra.
El señor VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO
GENERAL DEL PODER JUDICIAL MIEMBRO
DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (López López): Quiero manifestar
mi gratitud por concederme la oportunidad de estar hoy
en esta Comisión, porque para cualquiera que tiene
sensibilidad, que creo que somos muchos y muchas,
respecto a este tema es un honor trabajar junto con
ustedes y aportar, en la medida de lo posible, ideas y
soluciones que se pueden tener en cuenta o no en función de su responsabilidad. Pero insisto en que para mí
consiste en un auténtico honor. Trataré de ser breve en
mi exposición porque considero que lo más importante
es contestar a sus preguntas, a sus inquietudes y a aquello que quieran conocer, pero obviamente voy a hacer
uso, insisto, con mucha brevedad, de una intervención
inicial respecto al tema que aquí nos concita.
En primer lugar quiero manifestar que yo hablaré en
una parte de mi intervención como vocal portavoz del
Consejo, explicando el informe del Consejo General
del Poder Judicial —el único que tiene el Consejo
General del Poder Judicial, al margen de los votos particulares—; es la opinión del órgano de gobierno de los
jueces— y en una segunda parte a título personal porque yo tengo libertad de expresión y en ese sentido no
me siento vinculado por nadie, y como experto que soy
en materia de violencia doméstica, puesto que soy
miembro fundador y promotor del Observatorio de Violencia Doméstica, dedicaré también una parte de mi
intervención a manifestaciones personales, al margen
del informe que el Consejo ha aprobado. En ese sentido, quiero poner de manifiesto en primer lugar y desde
el propio seno del Consejo que llama la atención que
quizá pocos informes emitidos a lo largo de la historia
del Consejo —y créanme, ha habido informes polémi-
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tamente legítimo ponerlo de manifiesto. Por eso me
gustaría dejar claro en principio que el informe del
Consejo General del Poder Judicial, como no podía ser
de otra manera, parte de compartir plenamente la filosofía de la ley, de compartir el problema. Estamos convencidos de que la violencia doméstica, pero en especial la violencia de género y en especial la violencia
sobre la mujer, es la lacra que a todos nos tiene que
hacer conjurarnos y unir esfuerzos para acabar con ello.
Pero hemos dicho desde el principio que esta ley no es
mala por lo que incluye sino por lo que excluye. En este
sentido, entendemos, y así se entiende en el propio
informe como punto de partida, que la exclusión formal
de protección en la ley de otros grupos que no sean las
mujeres en principio no nos parece adecuado. Y ello
fundamentalmente por dos razones. La primera razón
es que no minora en absoluto la protección que se pretende dar a la mujer. Estamos absolutamente convencidos de que a la mujer hay que protegerla como tal
mucho más, pero entendemos que el hecho de que esta
protección se iguale a otros sectores, concretamente a
hombres o a la mujer agredida por mujer o al hombre
agredido por hombre en otros modelos de pareja, en
modo alguno minusvalora ni hace menor la protección
a la mujer. Por eso, insisto, compartimos la filosofía de
la ley. Para ello me gustaría comenzar dando unas cifras
de la delincuencia en esta materia en el año 2003.
En materia de violencia doméstica, con carácter
general, se produjeron el año pasado 31.329 condenas a
hombres y 2.607 a mujeres. Se han adoptado 16.725
medidas cautelares, de las cuales el 90 por ciento se
refieren a mujeres como sujetos de protección y el 10
por ciento a hombres. Estamos ante una cifra de muertes por violencia doméstica en el año 2003 de 103, de
las cuales 81 han sido, desgraciadamente, mujeres y 22,
desgraciadamente, hombres. Lo cual supone un porcentaje de muertes por violencia doméstica sobre el
total de crímenes de sangre del 14,3, teniendo en cuenta
que el total de muertes por crímenes de sangre en España el año pasado fueron 717 homicidios. El hecho de
que estemos ante una lacra que supone que el 14 por
ciento de los fallecidos en el año 2003 por crímenes de
sangre se haya producido en el seno de la violencia
doméstica, y en especial la de género, es ya por sí
mismo una razón fundamental para que todos asumamos, sin lugar a dudas, que tenemos que plantearnos
buscar mayores elementos de protección en el ámbito
de la violencia doméstica y la violencia de género.
Hechas estas puntualizaciones iniciales, y en cuanto
a lo que se refiere a la breve explicación del informe del
Consejo General del Poder Judicial, como ya lo conocen ustedes, voy a ser muy breve en su explicación.
Como dije antes, este informe parte de entender la gravedad del fenómeno de la violencia doméstica y en
especial la de género. Por eso entendemos que debe
existir una reacción más enérgica y sobre todo eficaz
del Estado de derecho ante esta delincuencia. Entendemos que respecto al texto que se ha informado, el ante-
proyecto en su momento, hay obviamente algunas partes del informe que han decaído en su objeto toda vez
que el proyecto de ley ha recogido algunas de esas
objeciones, al igual que también las del Consejo de
Estado. Por eso a ellas no me voy a referir lo más mínimo. Este texto informado, el anteproyecto que ahora ya
es proyecto, lo situamos dentro de un conjunto de iniciativas legales desarrolladas en los últimos años, en
especial en la última legislatura, que han sentado la
base para poder alcanzar un consenso sobre una ley de
estas características. Hay que entender que la primera
respuesta legal con un cierto grado de coherencia que
ha habido en nuestra legislación en esta materia es del
año 1999, cuando se reformaron mediante sendas leyes
orgánicas el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento
Criminal. Hasta el año 1999, lo único que se había producido en España era la tipificación del delito de maltrato habitual, pero no había ninguna respuesta específica ni ninguna ley sobre esta materia. Insisto, primer
punto de partida, año 1999, que se vio refundada en el
año 2003 con sendas reformas del Código Penal en esta
materia y fundamentalmente con la ley que estableció
la Orden de Protección, la Ley 27/2003, que obviamente es la primera respuesta de protección integral que se
produce en nuestro ordenamiento jurídico para proteger
a las víctimas, en este caso con carácter general, de la
violencia doméstica y en especial la violencia de género. Por eso insisto en que nace en este contexto, y eso
hay que tenerlo muy presente porque también tendremos que estar atentos a analizar cuál ha sido el impacto
de estas últimas reformas poder dirigir en el futuro
posibles reformas ulteriores.
Ahora bien, creemos que en este proyecto no se ha
producido —aunque todavía esperamos todos que en el
trámite parlamentario se puedan producir cambios— el
efecto compilador que debería tener una ley que aspira
a ser de protección integral y evitar que haya regímenes
diferentes, tanto en el ámbito penal como en el ámbito
procesal, en esta materia. No se ha querido darle este
efecto compilador, pero obviamente es una decisión del
legislador, aunque nosotros estamos en la obligación de
ponerlo de manifiesto. Estamos ante una ley que en
primer lugar, afortunadamente, se ha cambiado de
nombre. Una ley no puede ser integral nunca desde el
momento en que las medidas de protección no son sólo
competencia del Estado sino también de las comunidades autónomas, y por ello sí que es una ley de protección integral, como afortunadamente el Consejo de
Estado puso de manifiesto, y también afortunadamente
se ha acogido por el Gobierno el cambio de nomenclatura. Por eso insisto en poner de manifiesto este concepto de ley de protección integral y no de ley integral.
Como dije anteriormente, nosotros formulábamos objeciones a la ley no tanto por lo que contiene —que también, y luego me referiré expresamente a ello—, como
por lo que no contiene. Decíamos que la ley, en lo que
se refiere a aspectos más adjetivos y en lo que se refiere
al desarrollo procesal de la propia ley y el desarrollo de
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jueces y tribunales, contenía soluciones que nos han
parecido en algunos casos un poco precipitadas, faltas
de cierta reflexión y sobre todo faltas de un estudio previo del impacto que puede generar en nuestro modo de
organizar los tribunales el nuevo modelo que se establece de juzgados. Pero insisto en que a que eso me
referiré al final de mi intervención.
Voy a referirme ahora a lo que quizá sea más importante o medular de esta ley, lo que más se ha puesto de
manifiesto o lo que más polémica ha generado. El artículo 1 de la ley ha sido afortunadamente corregido del
anteproyecto al proyecto. Se eliminó el elemento intencional para poder calificar la violencia contra la mujer,
que evidentemente producía muchos problemas. Eso se
ha eliminado, pero obviamente se mantiene, porque esa
es la voluntad del legislador, la discriminación en el
sentido de entender que esta ley sólo va a regular la
violencia determinante entre el hombre y la mujer. Así
lo dice el artículo 1, y por eso este artículo inspira al
resto de los artículos, porque, por ejemplo, cuando se
establece que los jueces de violencia contra la mujer
van a conocer de las órdenes de protección de las víctimas, obviamente, aunque no distingue las víctimas,
habrá que aplicar el artículo y entender que sólo se
refiere a mujeres y sólo se refiere a mujeres si son agredidas por hombres. Esto parece obvio por el propio
dictamen del artículo 1. En este sentido, insisto, esa
acción positiva en esa materia no nos parece correcta.
Por supuesto que no la calificamos de inconstitucional
porque no nos corresponde esa calificación. Sí advertimos de esa posible inconstitucionalidad, lo que sí nos
corresponde porque nuestra función es advertir de posibles inconstitucionalidades. Luego, evidentemente,
tendrá que ser el Tribunal Constitucional el que lo
determine, que es al que corresponde determinar si una
norma se acomoda o no a la Constitución. De igual
manera, por poner un ejemplo, los órganos del Consejo
General del Poder Judicial advirtieron en su momento
compartiendo los fines, que eran asegurar la seguridad
de los ciudadanos, la posible inconstitucionalidad de la
Ley de Seguridad Ciudadana por establecer un instrumento, que era la entrada en un domicilio sin orden
judicial, que podía estar en contra de la Constitución.
Luego, evidentemente, hubo que esperar a que fuera el
Tribunal Constitucional el que decidiera que ese instrumento legal no se acomodaba a la Constitución.
Nosotros advertimos, insisto, sobre la posible
inconstitucionalidad por lo siguiente. Me gustaría ser
breve pero a la vez, si me permiten, señorías, pedagógico. Nosotros distinguimos y por supuesto asumimos
que es plenamente constitucional la existencia de discriminación positiva. No hace falta recordar el dictado
del artículo 14, interpretado por el artículo 9.2 de la
Constitución. Creo que en ese sentido estamos todos
absolutamente de acuerdo en que caben, como no
puede ser de otra manera, acciones positivas y discriminaciones positivas. No es lo mismo una acción positiva
que una discriminación positiva y no es lo mismo una
acción positiva directa que una acción positiva indirecta. Me explico: una acción positiva es aquella que tiende a remover obstáculos que impiden la igualdad real
sobre la base de promocionar a determinados colectivos que tienen un difícil acceso a un bien escaso —el
empleo, la vivienda, etcétera—. Pero esto se puede
hacer de dos formas. Por ejemplo, en el empleo, de
forma directa, diciendo que por el hecho de ser mujer,
por el hecho de pertenecer a un grupo marginal, etcétera, en una oposición a funcionario se tienen de entrada
diez puntos, y a partir de ahí se suman los puntos que se
saque en la oposición. Es una acción positiva directa.
Pero también se puede hacer de forma indirecta reservando un cupo, un número de esas plazas para mujeres
en este caso o los colectivos que fueren. Pero una discriminación positiva va mucho más allá que una acción
positiva. La ley en ningún momento habla de discriminación positiva, sino que nos habla de acción positiva.
Ejemplo de acción positiva indirecta es precisamente
un tipo penal que no discrimine por razón de sexo, pero
sí agrave conductas, por ejemplo, por razón de la relación entre víctima y agresor con carácter general. ¿Y
qué es lo que nos dice la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal de
Luxemburgo? Que esa acción positiva indirecta sí cabe
porque estamos favoreciendo a un colectivo que va a
ser, en el 99 por ciento de los casos, el que sufre ese
ataque, de tal manera que agravando el tipo penal sin
establecer discriminación por sexo, pero sí agravando
la condición de la relación entre la víctima y el agresor,
estamos discriminando positivamente pero por vía indirecta, no por vía directa. Y la vía indirecta está absolutamente asumida en los países de nuestro entorno y, por
supuesto, por la Unión Europea y fundamentalmente
donde nació esta política, que fue, como saben ustedes,
Estados Unidos.
En Estados Unidos, hace ya algunos años, se crearon
las famosas acciones positivas, las acciones afirmativas, para pretender y conseguir que a grupos sociales,
en muchos casos minorías, que tenían difícil acceso a
determinados bienes —insisto, escasos— se les promocionara mediante este tipo de acciones para que pudieran remover cuanto antes los obstáculos que impedían
el acceso. Eso es lo que se inventó en Estados Unidos.
Por ejemplo, concretamente para favorecer el acceso de
ciudadanos de una determinada raza a la sanidad, a la
vivienda, a la enseñanza, etcétera. Pero lo que nunca se
hizo fue penalizar la xenofobia sólo sobre la base de
castigar a una determinada raza, aunque el 90 por ciento de los actos de xenofobia en Estados Unidos se producían sobre una determinada raza. Los tipos penales
eran generales: se castigaba la xenofobia. El bien jurídico protegido era el respecto a la dignidad humana, al
margen de la raza a la que se perteneciera. Evidentemente, en palabras que se han puesto muy de moda, la
xenofobia de blancos es socialmente irrelevante en
Estados Unidos porque se produce en contadas ocasiones. Pero no se prohibía o no se les excluía de la ley si
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lo que ocurre es que la mayor parte de las veces se producía sobre ciudadanos de raza negra. Y eso es lo que
ha venido a decir también el Tribunal de Estrasburgo y
está en absoluta coherencia con lo dice nuestro Tribunal Constitucional.
Para que se pueda discriminar positivamente, insisto,
tiene que existir de entrada una situación de inferioridad. Tienen que existir obstáculos que estén determinando que ese grupo no pueda acceder a determinados
bienes. Ha de ser una medida coyuntural porque el fin
de esa medida es que se restablezca cuanto antes el
equilibrio, por lo que debe ser una medida temporal; no
puede ser para siempre porque entonces sería una
medida que en sí misma asumiría el fracaso. Esa medida tiene que ser temporal porque lo que tiene que hacer
es remover los obstáculos cuanto antes para que con el
tiempo no haga falta discriminar positivamente porque
ya la sociedad haya removido los obstáculos que impiden la igualdad formal. Esto es lo que define fundamentalmente estas acciones discriminatorias de carácter positivo directo. Y en el ámbito de esta ley se
establecen acciones positivas —y huye, insisto de establecer criterios de discriminación positiva— en materias en las que estamos absolutamente de acuerdo y que
son, entiendo, unas soluciones formidables, como, por
ejemplo, favorecer a la mujer funcionaria o a la mujer
trabajadora que ha sido sujeto de malos tratos en su
integración en otro puesto de trabajo, reducción de jornada, movilidad geográfica, etcétera. Todas estas medidas que sólo se introducen para las mujeres trabajadoras o funcionarias son absolutamente permisibles en
nuestro sistema. ¿Por qué? Porque el trabajo como tal,
el puesto de trabajo, es un bien escaso. No tenemos
infinitos puestos de trabajo, tenemos unos cuantos. Y la
movilidad geográfica es un bien escaso. No tenemos
posibilidades de hacer movilidad geográfica de forma
infinita, es imposible, el sistema no lo permite. Por eso,
insisto, todas estas materias son analizadas positivamente por el Consejo, ya que tienden a remover esos
obstáculos. Pero, yo me pregunto: ¿La ley penal es por
sí misma un obstáculo que impide la igualdad? ¿La
tutela judicial efectiva es por sí misma un obstáculo que
impide la igualdad? No. La ley penal nunca puede ser
un obstáculo que impida la igualdad si es constitucional, como en nuestro Código Penal actual. Y por
supuesto, el modo de organizar los tribunales en sí
mismo no impide la igualdad. ¿Por qué? Porque la tutela judicial efectiva con que queremos asistir a los tribunales para que nos den la razón es un bien infinito, es
un bien que no es tangible, no es uno, dos, tres, cuatro o
cinco. Sería tangible si la ley estableciera un límite
máximo. Si dijera que los tribunales sólo pueden atender al año 2.000 casos, si la ley estableciera eso, sí
estaríamos ante un bien escaso y podríamos discriminar, porque como sólo se pueden atender 2.000 casos
entonces que sólo sean las mujeres las que puedan acudir a los tribunales. Ahí sí cabría. Pero en nuestro sistema eso no es así. Insisto en que la tutela judicial efecti-
va es infinita. Además, ¿qué ocurre si los hombres u
otros colectivos como los menores —luego me referiré
al cambio que ha habido en la ley al respecto— o los
ancianos son objeto de protección en esta ley? ¿Es que
eso minora la protección en que todos estamos de
acuerdo que tiene que tener la mujer? No. Porque como
además es tan socialmente irrelevante, como son tan
pocos casos los que se dan, no va a impedir en absoluto
que el sistema judicial dé respuesta adecuada a la protección de las mujeres. Socialmente irrelevante, con las
cifras que he dado, es un calificativo demasiado generoso. Estamos hablando de 2.100 condenas el año pasado a mujeres por violencia de género, en este caso, de
sus esposos, maridos o convivientes, que también es
una cifra que creo que hay retener. Pero insisto en que
estamos todos de acuerdo en que el fenómeno a quien
castiga de verdad es a las mujeres. Por eso entendemos
que estas medidas de acción positiva no caben en el
ámbito penal y desde luego no caben en la forma de
organizar los tribunales.
Los nuevos tribunales que se pretende crear con esta
ley no suponen ningún tipo de jurisdicción nueva, es
jurisdicción ordinaria, lo que ocurre es que es un sistema nuevo de organizar los tribunales. Los cuatro órganos constitucionales en España siguen siendo los mismos: civil, penal, contencioso-administrativo y laboral.
Eso no cambia. Lo que ocurre es que van a ser jueces
que conocen de asuntos en el ámbito penal y de asuntos
en el ámbito civil relacionados con el ámbito penal,
pero las jurisdicciones son las mismas que tiene establecida la Ley Orgánica del Poder Judicial. El hecho de
que se cree un nuevo modelo de tribunales, en principio, es porque entiende el legislador que va a ser mucho
más eficiente que el anterior, que va a dar una respuesta
mucho más eficaz que el anterior. Una medida de discriminación positiva nunca puede discriminar negativamente a otros colectivos; no puede. Una mujer maltratada por su mujer, cuando entre en vigor esta ley, querrá
acudir a esos tribunales a obtener protección y le dirán:
No, a usted la protege el Código Penal ordinario y la
protegen los otros juzgados, que ya tienen un nivel de
protección muy eficaz, dicho sea de paso, pero no
puede acudir a estos nuevos tribunales que son más
eficientes. Y preguntará: ¿Por qué? Porque a usted la ha
maltratado una mujer y no un hombre. Esa va a ser la
razón que le va dar el juez o la juez en su auto: A usted
la ha maltratado una mujer y no un hombre. En el caso
de los niños, afortunadamente se han introducido en el
proyecto los delitos relacionados con los menores pero
siempre que tengan relación con un acto relacionado
con la violencia contra la mujer, de tal manera que el
padre que castigue o maltrate a sus hijos, si no ha castigado o maltratado previamente a su mujer, esposa,
etcétera, esos niños no van a poder acudir a ser amparados en estos juzgados sino que tienen que acudir a los
ordinarios, por ejemplo. Insisto en que esto genera una
discriminación positiva que genera a su vez una negativa no admisible y que, además, no justifica en nada que
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se excluya el posible hecho de que se minore la protección de las mujeres, porque —insisto— la protección
de las mujeres en este caso va a seguir siendo la misma,
igual de eficaz y eficiente tanto en tiempo como en
forma. Por eso insistimos en nuestro informe en que no
nos parece acertado que se resuelva de esta manera la
ley y hemos cumplido con nuestra obligación, por
supuesto, respetando como no puede ser de otra manera
la opinión del Poder Ejecutivo y obviamente la del
Poder Legislativo cuando esto adquiera forma de ley, y
los jueces seremos los primeros que aplicaremos esta
norma en la forma que al final determinen sus señorías
que debe ser aplicada. Por eso insisto en que la mujer
no tiene mayor protección por el hecho de que la ley
proteja tan sólo a ella; no tiene mayor protección. Y
desde luego, la llamada discriminación positiva en el
ámbito penal o en el ámbito judicial conduce a une censurable discriminación negativa. Les voy a poner un
ejemplo al margen de esto.
Imagínense que el legislador decide proteger a los
taxistas porque están siendo objeto de innumerables
robos en sus vehículos con intimidación. Podemos
establecer un tipo penal que agrave el robo con intimidación en el interior de un taxi. Muy bien. ¿Pero por
qué no hacemos un tipo penal que agrave el robo con
intimidación en el interior de cualquier vehículo? Porque el principio que se protege es el de la confianza de
alguien que monta en un vehículo a un autoestopista o
un taxista que recibe a un cliente. Además, si el tipo es
general, estamos cumpliendo dos objetivos: primero,
cumplimos con el objetivo de igualdad y, segundo,
estamos haciendo una medida de discriminación positiva indirecta porque la mayor parte de las veces, por no
decir el 99 por ciento, el sujeto pasivo va a ser un taxista, lo que estamos dando es protección al taxista pero
no estamos impidiendo que a ese conductor que recoge
en su vehículo a un autoestopista y le produce un robo
con intimidación se le excluya de ese nivel de protección mayor que al taxista. Perdonen por la simpleza del
ejemplo pero creo que a veces ejemplos de este tipo
pueden ayudar a entender mejor la ley.
Les pongo otro ejemplo. Hace ya unos años, en esta
misma casa, se debatió la reforma del Código Penal de
1973 en el año 1988. Como ustedes conocen, el delito
de violación —en ese momento era un delito contra el
honor, no contra la libertad sexual porque todavía no se
concebía de esta manera— sólo se castigaba en el caso
de que la víctima fuera mujer. Se decía: el que yaciere
con mujer será castigado… En 1988, el legislador
entendió que aunque era socialmente irrelevante la violación del hombre, incluso la del hombre por hombre
(si les doy los datos del año pasado son muy inferiores
a los de la violencia de género; el año pasado sólo hubo
un dos por ciento de delitos de violaciones sexuales
contra hombres producidos obviamente por hombres,
porque en este caso es irrelevante por no decir inexistente la posibilidad de una violación de mujer a hombre), el legislador entendió en ese momento que para
cumplir el principio de igualdad había que establecer
un tipo general: el que obligare a otro…, sin perjuicio
de que en la mayor parte de los casos el sujeto pasivo
iba a ser una mujer y el sujeto activo un hombre. ¿Y eso
supone que la mujer está más desprotegida con este
nuevo tipo que lo que estaba antes con la legislación de
1988? No, en absoluto. Por eso insisto en que debería
reflexionarse sobre esta materia y así lo hemos puesto
de manifiesto, pero por supuesto —insisto—, no podía
ser otra manera, asumiendo y respetando todo lo que
aquí se legisle.
Por último, en cuanto a la forma de organizar los tribunales, también hemos puesto objeciones al hecho de
que sólo en asuntos o temas en que la mujer sea víctima
y el hombre agresor se tenga el derecho a obtener la
tutela judicial efectiva en los nuevos juzgados de violencia sobre la mujer, juzgados que como saben ustedes
van a tener competencias penales y civiles. Todo lo que
he dicho hasta ahora es predicable a eso. Pero es que
además tenemos serias dudas, si bien no nos hemos
opuesto a ello, en cuanto a la acumulación de competencias civiles en el juzgado penal. Hemos advertido
sobre el posible riesgo de la criminalización de muchos
asuntos civiles; hemos advertido sobre el posible riesgo
del uso de denuncias para soslayar el juez predeterminado por la ley (esto lo ha dicho también el Consejo de
Estado, no lo dice sólo el Consejo General del Poder
Judicial) y por supuesto entendemos que hay muchas
materias que se pretenden acumular a los juzgados
penales que no tienen sentido. Las reclamaciones de
paternidad, maternidad o filiación no tienen nada que
ver con la violencia de género. Hay delitos como el del
aborto que no tiene nada que ver con la violencia de
género y, sin embargo, es uno de los delitos que si
quien aborta es la mujer determina la competencia del
ámbito de la violencia de género, porque el bien jurídico protegido no es la mujer sino el feto. Por eso se
debería hacer un estudio más general de los delitos que
determinan la competencia de estos nuevos juzgados o
tribunales.
Estamos también ante una ley —así lo hemos calificado— que como dije antes en alguno de sus aspectos
tiene una cierta precipitación en las soluciones procesales que se dan. Y como además estamos absolutamente
de acuerdo en los fines que la ley persigue, en la filosofía que persigue, lo que ofertamos son soluciones para
intentar que la ley cumpla con el fin que el propio
Gobierno y el Poder Legislativo le quieren dar para que
no fracase. No cabe duda de que la ley —insisto— tiene
errores técnicos de bulto; los tenía en el anteproyecto y
los sigue teniendo en el proyecto, algunos afortunadamente han sido solucionados mediante la lectura de los
informes del Consejo General del Poder Judicial y del
Consejo de Estado, pero algunos se mantienen. Voy a
citarles dos a título de ejemplo, aunque podía citar
veinte, que son técnicos, no se refieren a la parte importante de la ley, la discriminación positiva o no, sino a
errores técnicos. Partiendo de que ya por supuesto
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Congreso
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segunda. He de reconocer que lógicamente, a estas
alturas no de las comparecencias sino de la discusión y
de la polémica alrededor de la ley, sabemos donde están
realmente, sobre todo en función de cada compareciente, aquellos aspectos en que puede haber más diferencias de interpretación o de análisis en cuanto a la ley.
Por tanto, voy a ser muy concreta y aprovechando que
una de las cosas que he hecho al subir al despacho por
una cuestión urgente ha sido mirar el correo, por la ventaja hoy día de la informática, de internet, voy a trasladarle un par de preguntas que son las que sinceramente
en estos días como diputada me han llegados con más
frecuencia. Lo que preocupa fundamentalmente es si la
propuesta de ley que tenemos encima de la mesa es
constitucional o no. Si hipotéticamente la ley se aprueba tal como está en estos momentos —sabemos que
hay opiniones a favor y en contra—, la pregunta que se
hacen muchísimos ciudadanos y ciudadanas y que
estoy convencida de que usted nos podrá ayudar a clarificar es la siguiente. En caso de que se aprobara la ley
tal como está en estos momentos —para algo se están
haciendo las comparecencias y en el proceso parlamentario va a haber modificaciones—, y en la aplicación de
la ley hubiera un solo juez que considerara que es anticonstitucional y la llevara ante al Tribunal Constitucional, ¿qué significa esto, qué pasa en ese momento? En
caso de que me comentara, como me decía alguna compañera abogada en el correo electrónico, que por esas
cuestiones se paralizara el proceso de la ley ¿afectaría a
toda la ley o al precepto concreto? ¿Qué pasaría? ¿Cuál
sería realmente el proceso en ese momento? Doy por
hecho que la ley va a tener modificaciones, pero me
gustaría saber su opinión porque es lo que se están preguntando muchísimas personas en esta hipótesis, qué
pasaría, cuál sería la situación con la nos podríamos
encontrar.
entendemos que no son posibles los tipos penales agravados ni los que sólo entiendan que el sujeto activo
puede ser hombre y el pasivo mujer, partiendo de eso y
entendiendo que roza el artículo 14 de la Constitución y
puede ser inconstitucional, una vez superada esa discusión nos encontramos con tipos penales que tienen
algunos errores sobre todo de proporcionalidad. No
tiene sentido que, por ejemplo, cuando un hombre amenaza a su mujer sea una falta leve que pasa a delito —
bien, perfecto, estamos de acuerdo—, pero se le puede
castigar con una pena de inhabilitación especial para el
ejercicio de la patria potestad o custodia, etcétera, de
hasta cinco años. El tipo siguiente establece las amenazas generales, que ya no son de hombre a mujer sino
que son las amenazas que se establecen con exhibición
de armas, etcétera, a cualquiera de las personas que cita
el artículo 173.2: el cónyuge, el hermano, el descendiente, etcétera. En este caso las amenazas permiten
una inhabilitación especial de hasta tres años. Y yo me
pregunto: si la amenaza la realiza un padre a un hijo
exhibiéndole un arma, el juez sólo puede privarle hasta
tres años; si la amenaza es contra la mujer, puede privarle de hasta cinco años. No tiene sentido. Habrá que
unificar esa respuesta penal en ambos tipos. Son cuestiones muy técnicas pero —insisto— que están aquí.
El proyecto tenía un error gravísimo y es que establecía que en cuanto el juez civil o tribunal tuviera
conocimiento de un hecho que pudiera ser constitutivo
de uno de los delitos o faltas de violencia contra la
mujer debería de, si ya se ha presentado denuncia, inhibirse automáticamente en favor del juzgado penal. Ya
se advirtió por parte del Consejo General del Poder
Judicial y del Consejo de Estado que si el asunto estaba
en apelación en una audiencia provincial esto no tenía
sentido, y se corrige en el primer párrafo del artículo 46
de la ley, que es cuando se tiene conocimiento de la
presentación de una denuncia, pero no se corrige ni en
el 2 ni en el 3, que es cuando no se tiene conocimiento
de ella pero sí del hecho. Estos son errores —insisto—
puramente técnicos, que esperamos todos que se vayan
resolviendo a lo largo de la tramitación parlamentaria,
y no voy insistir más en ello. Por eso voy a someterme
al tiempo que me di y quedo a su disposición pues considero mucho más importantes sus preguntas.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el
Grupo de Esquerra Republicana la señora Bonás.
La señora BONÁS PAHISA: Muchas gracias, señor
López, por su intervención. Yo no soy jurista, soy de
ciencias y he venido para aprender. He escuchado
diversas opiniones sobre la discriminación positiva y la
discriminación negativa, y aunque entiendo que sería
mejor no tener que hacer esta ley, que nuestra legislación fuera suficiente para proteger a todos los ciudadanos y ciudadanas, también entiendo que por razones
históricas ha llegado el momento de hacer esta ley. Es
evidente que no todos los colectivos están incluidos y
que hay problemas de violencia doméstica no contemplados en esta ley. ¿Será buena esta ley para las mujeres
que tienen un problema de afectividad y están sometidas a una relación de violencia? Evidentemente no va a
proteger a todos los colectivos, pero ¿para el que nos
preocupa hoy será suficiente?
Un tema concreto que me ha llamado la atención es
el aborto. Había entendido que estaba aquí porque era
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida tiene la palabra la señora
García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Al igual que a los
anteriores comparecientes y a todos los que en estos
días comparecerán, quiero agradecerle muchísimo,
señor López, su aportación y que podamos contar con
usted como portavoz del Consejo General del Poder
Judicial y miembro del Observatorio contra la Violencia Doméstica. En primer lugar, me querría disculpar
porque la primera parte de su intervención no la he
pedido escuchar y por tanto me ceñiré un poco más a la
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directa, activa, pasiva, etcétera, el quid que se puede
plantear no es que se agrave la pena en función del
sujeto pasivo, del ofendido o la ofendida, porque si
pusiéramos en cuestionamiento esto estaríamos poniendo en cuestionamiento casi todo el Código Penal. El
artículo 148 del Código Penal en su redacción actual
pone subtipos agravados, por ejemplo, cuando la víctima fuere menor de 12 años o incapaz. Este es un sujeto
pasivo. ¿Por qué? Porque es un colectivo digno de
especial protección. ¿Por qué razón? Por su especial
vulnerabilidad. Las estadísticas que tenemos con respecto a las agresiones que padecen las mujeres ¿no le
inducen a pensar que es un colectivo de especial vulnerabilidad? Por la razón que sea, por la organización
patriarcal, por el machismo, por la razón cultural, por la
que sea, pero parece un colectivo de especial vulnerabilidad. Por tanto, creo que las objeciones no se pueden
poner tanto en agravar la pena por determinados sujetos
pasivos cuanto que se pene a determinados sujetos activos. Ahí es donde admito que tengo una duda, aunque
la voy aclarando después de las comparecencias y en
este sentido le pregunto: ¿Le parecería a usted positivo
trasladar el agravamiento de la pena por sujeto pasivo
al artículo 22 del Código Penal en general como una
agravante, encontrando una redacción que pudiera describir esta especial vulnerabilidad por estar el colectivo
de mujeres en este ámbito?
Comparto con usted lo que ha dicho de la posibilidad
de que esta ley sirviera para una compilación de cuanto
se ha hecho hasta ahora, no por ser necesario pero sí
por ser pedagógico, es decir que al juez cuando le llegara una denuncia tuviera delante todos los pasos que
puede realizar.
Finalmente, reitero que me agradaría que sus sugerencias de modificaciones técnicas nos las aclarara en
su contestación, con lo cual las tendríamos en el «Diario de Sesiones», o nos las hiciera llegar por escrito.
provocado por el agresor, pero según su intervención he
entendido que no necesariamente. Querría que me aclarase este punto.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Catalán
(Convergència i Unió) tiene la palabra la señora
Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: Muchas gracias,
señor López, por su tono y las precisiones técnicas que
nos ha hecho. Me gustaría que nos hiciera llegar sus
precisiones técnicas, pues creo que son de indudable
valor a la hora de poder formular enmiendas al texto
que se nos ha presentado.
Ha comenzado dándonos unos datos que ponen de
relieve que en el ámbito familiar o en el ámbito doméstico, como se le quiera llamar, existen agresiones, agresiones de hombres a mujeres, de mujeres a hombres, de
mujeres a niños, de hombres a niños, a mayores, etcétera. Esto es así, pero los datos que nos ha dado nos
ponen de relieve que lo que es un auténtico fenómeno
son las agresiones de los hombres a las mujeres, aunque esto no quita que haya agresiones a otros miembros
del mismo componente familiar. Usted nos dice también que esta ley le parece mala no por lo que pone sino
por lo que excluye, y yo me aventuraría a decir más,
que usted cree que es mala por a quien excluye. Yo le
pregunto: ¿Usted cree que no está suficientemente protegido en la legislación actual? Si no es así, por qué no
se hicieron observaciones cuando estábamos tramitando la modificación del 153, del 173, de la orden de
protección, etcétera. Por tanto yo entiendo que si lo que
está hecho hasta aquí no es malo sino que es bueno, y
en eso podemos coincidir todos, está suficientemente
protegido cualquier tipo de agresión en el ámbito
doméstico. Ahora bien, ¿está suficientemente protegido
el fenómeno de agresión de hombres a mujeres, que
como usted ha puesto de relieve es el noventa y mucho
por ciento de los casos? Esta es la pregunta y en este
fenómeno se intenta ir avanzando con esta ley integral.
Echo de menos francamente que se diga que todo el
tema de discriminación, no discriminación, acción-discriminación, etcétera, se reduce a una parte muy pequeña de esta ley, porque —lo he dicho antes a otros comparecientes— yo creo que la gran novedad de esta ley
es que se aborde integralmente la prevención, la protección social, etcétera, y también alguna reforma penal,
pero alguna reforma penal porque el grueso —como
usted ha dicho— se viene haciendo desde 1999 sin que
se hayan puesto objeciones al respecto. Me gustaría un
análisis de la gran novedad de esta ley, que es el acceso
a una protección integral de manera universal, pasar de
la concepción asistencialista a una concepción de derechos sociales. Esto creo que es la gran novedad y en
donde esta ley ha de alcanzar su máxima virtualidad.
Pero yo no quiero rehuir la discriminación ni el tema
penal. Vamos a ver. Se han ido haciendo reformas desde
1999. Cuando usted ha hablado de la discriminación
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra la señora Torme.
La señora TORME PARDO: Desde nuestro grupo
parlamentario queremos agradecer la comparecencia
de don Enrique López. En este caso también nosotros
considerábamos, al igual que en la comparecencia anterior, que eran esenciales sus aportaciones, también por
coincidir en su caso esa triple condición de vocal portavoz del Consejo General del Poder General, de miembro del Observatorio contra la Violencia de género, así
como miembro también de la Comisión de seguimiento
de la aplicación de la orden de protección. Al igual que
pedimos la comparecencia de la señora Comas, hemos
pedido la suya entendiendo que desde sus aportaciones
podemos extraer conclusiones para posibles enmiendas
que ayuden a enriquecer esta ley. Partimos, y lo hemos
dicho antes, de que todos consideramos muy grave el
problema de la violencia de género que existe en nuestro país, esa violencia que se ejerce en los ámbitos pri-
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vados, en el ámbito doméstico, y queremos luchar contra ella de todas las formas. De modo que si la vía que
se está acometiendo en estos momentos es este proyecto de ley que ha presentado el Gobierno, nosotros lo
que queremos es que de aquí salga el mejor texto posible, por lo que con mucho rigor y con mucha seriedad
estamos afrontando este trámite de comparecencias.
Al inicio de su intervención señalaba que se ha suscitado una gran polémica en torno al informe del Consejo General del Poder Judicial. Yo creo que desde
algunos ámbitos se ha querido descalificar este informe, restarle credibilidad, tratando de interpretar que las
discrepancias del mismo más que razones jurídicas o
razones técnicas, como aparecen en el mismo, se
debían a un juego de mayorías distintas de las que en
estos momentos sustentan al Gobierno. Nosotros pensamos que cuando se emiten valoraciones u opiniones
jurídicas, éstas han de ser consideradas como tales y no
restarles fiabilidad o autoridad en función de la ideología o de las convicciones personales de ámbito privado
que puedan tener las personas que las emitan. Creemos
que es una actitud de clara intolerancia y con rasgos
antidemocráticos que nosotros, por supuesto, denunciamos y no compartimos.
Es cierto que algunas personas o desde algunos sectores se da mucha importancia y una valoración mucho
más positiva y a priori, antes de conocer las manifestaciones, cuando éstas provienen de ámbitos a los que se
define, como progresistas. Por eso me interesaría que
usted pudiera dar su opinión o su valoración sobre ese
manifiesto que han suscrito casi 200 penalistas progresistas que, según tengo aquí en las noticias publicadas,
arremetían contra la nueva ley de violencia de género.
Y leo textualmente: Se trata de un total de 180 jueces,
fiscales, catedráticos y profesores expertos en derecho
penal, integrados en el llamado Grupo de política criminal, de talante progresista, que hicieron público un
manifiesto en el que arremeten con dureza contra el
proyecto de ley aprobado el pasado viernes por el
Gobierno para luchar contra la violencia de género.
Pronosticaban y llamaban la atención sobre que la
nueva ley iba a ser ineficaz, creando expectativas infundadas que pueden defraudar a las víctimas. Yo creo que
nadie de los que estamos aquí queremos que se pueda
defraudar a las víctimas. Por eso, como le decía,
comentamos estas comparencias con mucho rigor, tratando de mejorar el texto que pueda aprobarse definitivamente. En este sentido quería que valorara la opinión
de estos casi 200 penalistas progresistas; si tienen sustento las críticas que formulan contra esta redacción y
si hay coincidencia con el informe que ha sido aprobado también por el Consejo General del Poder Judicial.
Como usted hablaba de esa polémica en relación con
el informe del Consejo General del Poder Judicial, quería preguntarle también si es un informe que no tenga
ninguna coincidencia con otros informes de los que
también son preceptivos y que han emitido otros órganos constitucionales en esta fase del anteproyecto y de
la aprobación definitiva del proyecto por el Gobierno.
Usted ha hecho mención a una coincidencia concreta
con el informe del Consejo de Estado, pero me gustaría
que nos dijera si hay más coincidencias o si no tiene
nada que ver el informe del Consejo General del Poder
Judicial con el del Consejo de Estado.
También a nuestro grupo le gustaría que usted pudiera hacer una valoración sobre los aspectos novedosos,
que incorpora esta ley en relación con las últimas medidas que se han aprobado en la pasada legislatura. Y
hablo de aspectos novedosos porque, por ejemplo, la
creación de un fiscal contra la violencia sobre la mujer
es una figura que ya existe y creo que viene funcionando desde hace dos años, por eso me refiero a los aspectos que realmente son novedosos, que se incorporan
como de nueva creación por parte de este proyecto de
ley. En este mismo sentido me gustaría que usted nos
dijera si por ejemplo se podría poner en riesgo la eficacia de un instrumento que ha sido valorado muy positivamente por la anterior compareciente, por la señora
Comas, un instrumento novedoso, como es la orden de
protección, que prevé por primera vez una actuación de
carácter integral contra la violencia doméstica; instrumento que fue aprobado aquí mediante una ley por
unanimidad de la Cámara. Querría que nos dijera si
podría ocurrir que quedara marginada en su aplicación
esta orden de protección con la redacción que ahora
mismo tenemos de este proyecto de ley que ahora tramitamos y si pueden surgir problemas de interferencias
en la aplicación de ambas leyes.
También me gustaría que nos dijera si usted considera que sería conveniente y que contribuiría también a
dar más eficacia a las órdenes de protección que se
incorporaran mecanismos que puedan asegurar y
garantizar la protección física de las mujeres, de las
víctimas de la violencia mediante un plan de seguridad
personalizado. No sé si usted conoce que el Grupo Parlamentario Popular ha presentado una proposición de
ley precisamente para que se pueda, como un nuevo
derecho para las víctimas de la violencia, tener un plan
de seguridad personalizado. Le quiero señalar que en
este mismo sentido la señora Comas decía antes que
sería bueno que se introdujeran modificaciones en
algunos artículos del proyecto de ley que debatimos
para que se recogieran precisamente esas situaciones
especiales de riesgos, esas circunstancias que tienen
algunas mujeres, para que la respuesta policial se
pudiera adecuar a esas circunstancias de las víctimas
para tratar de garantizar esa seguridad, una adecuada
protección y, como decía, para dar más eficacia a medidas que son novedosas y que hemos compartido entre
todos, como la orden de protección.
Quisiera, y algo ha señalado a este respecto en su
intervención inicial, que nos pudiera exponer las incidencias que puede tener este proyecto de ley en la
forma de organizar los tribunales. Me interesa saber
sobre todo qué incidencias puede tener la organización
de los tribunales en cuanto a la eficacia de la respuesta
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Agradeciéndole su intervención, su comparecencia y
esas sugerencias que les pedimos que nos remita, concluyo mi intervención.
que estos den para combatir esa lacra que a todos nos
preocupa, esa violencia que sufren las mujeres en nuestro país. Nos gustaría que pudiera también señalar si a
su juicio, desde ese ámbito en el que usted trabaja, se
considera que se contemplan los recursos personales y
económicos adecuados para abordar todas estas medidas que se recogen en el proyecto de ley por parte de
jueces, de tribunales.
Ha mencionado algunos problemas técnicos de
carácter orgánico y procesal en el proyecto de ley. Creo
que en concreto ha dicho que iba a señalar dos problemas técnicos concretos, pero que podía llegar hasta
veinte. La señora Pigem le decía en este sentido que
para nosotros sería de gran interés que nos pudiera
mandar por escrito esas sugerencias, esas aportaciones,
esas propuestas de modificación de la redacción para
solucionar todos esos problemas técnicos. Yo a puerta
cerrada, cuando ha acabado la señora Comas su intervención, también le he dicho que agradeceríamos que
nos remitiera muchas de las cuestiones que ha apuntado. Entonces, me gustaría que si ahora puede profundizar en algunos de ellos, lo hiciera, y que en todo caso
nos hiciera llegar esas posibles redacciones, porque,
como le decía anteriormente, lo que queremos es enriquecer la ley, que sea mejor, que sea eficaz y que pueda
contribuir verdaderamente a luchar contra la violencia.
En este sentido, que se solucionen esos problemas técnicos pueden ser bueno para que, como decía la portavoz de Izquierda Unida esta mañana o ayer, se pueda
contar con el consenso y la implicación de todos los
profesionales que pueden intervenir. Ella hablaba en
concreto de todos los profesionales de la Administración de Justicia; que jueces, fiscales y secretarios judiciales consideren que el texto que se aprueba es un
buen texto y que ellos no consideren que hay muchos
problemas técnicos yo creo que puede ayudar a que esa
respuesta sea mucho más eficaz, que es el objetivo que
nosotros perseguimos.
Termino diciendo que compartimos con usted y con
el resto de la Cámara la necesidad de seguir desarrollando e impulsando medidas de acción positiva. Nos
parece que dentro de la violencia de género esas desigualdades que hay entre hombre y mujer desde luego
son un condicionante fundamental y en el Partido
Popular y en el Grupo Parlamentario Popular somos
firmes defensores de las medidas de acción positiva.
Nosotros creemos que es fundamental y que es una
obligación de todos los poderes públicos remover esos
obstáculos que impiden que la libertad y que la participación de las mujeres sean reales y efectivas, de manera que nosotros vamos a seguir insistiendo en que se
adopte este tipo de medidas, pero nos gustaría, y además planteaba una cuestión muy interesante la portavoz
de Izquierda Unida, que nos dijera qué tipo de dudas se
suscita que se pueden extender al ámbito penal. También se lo hemos formulado a la señora Comas y no me
voy a extender más en ello.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Socialista, el señor Villarrubia.
El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Muchas
gracias a don Enrique López por la información que
nos ha suministrado y por las opiniones que ha vertido,
tanto en este momento como anteriormente a través del
informe preceptivo del Consejo General del Poder
Judicial. Se lo agradezco de entrada, aunque la verdad
es que me ha descolocado un poquito la primera afirmación, la máxima afirmación en cuanto a que comparten la filosofía y los principios de esta ley. Entonces es
que han fallado bastante los mecanismos de comunicación, porque todo lo que se ha trasladado a la opinión
pública era la confrontación del Poder Judicial, la oposición de éste e, incluso, en grandes titulares, el pulso
del Consejo General del Poder Judicial al Gobierno. En
fin, a uno que como usted es experto en el mundo del
derecho esto le llama poderosamente la atención, porque es o un desconocimiento o una ignorancia de lo que
es la división de poderes. A ustedes, como bien conoce,
porque así lo mandata la Constitución, les corresponde,
sencilla y llanamente y con lealtad, como es lógico,
informar cada proyecto de ley, ni más, ni menos, y es
un informe preceptivo y no vinculante, que es de agradecer, porque casi siempre, con su buen criterio, se
comparta o no, los anteproyectos y proyectos suelen ser
mejorados, pero hasta ahí llega su competencia, y por
supuesto no les corresponde decir si es inconstitucional
o no, pues para eso está el Tribunal Constitucional en
su caso. Podrán advertir, sugerir, pero, ¡hombre!, afirmar que es inconstitucional cuando la mayoría de los
expertos no opinan así.. Pero, con independencia de
cómo opinen, me refiero a su función institucional. De
ahí que sí es verdad que ha habido algunas críticas. En
definitiva, ¿a quién corresponde? Porque me ha llamado también poderosamente la atención, y es un tema de
máximos, que diga que sobre todo están de acuerdo con
los principios, con la filosofía y que están fundamentalmente en desacuerdo con lo que excluye y no con lo
que incluye. ¿No le parece que van un poco más allá de
su competencia también en este sentido? Porque el
objeto de la ley lo decide el legislador y a ustedes no les
corresponde decir cuál ha de ser el objeto. Hay una premisa en este proyecto de ley, don Enrique, y es: ¿la
mujer víctima de la violencia de género necesita en
estos momentos de una protección especial? Nosotros
entendemos que sí y el objeto de la ley es la protección
integral contra la violencia de género, no otros objetos
que pueden ser buenos, que pueden ser convenientes y
que pueden ser necesarios, pero que no son el objeto de
esta ley.
Hay —y ya entro a las cuestiones técnicas, aunque
yo he visto que no eran tan técnicas, sobre todo las fun-
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damentales— una curiosidad, de verdad, no malsana, y
no la interprete mal, se lo digo con todos los respetos, y
es que en una ley integral tan compleja y con tantas
aristas, en el informe que usted denomina del Consejo,
porque técnicamente es así, de los diez vocales concretos a los que usted representa, no han tenido ni una sola
discrepancia, ni una sola opinión diferente, de aportación positiva diferente en un tema tan complejo, donde
cada persona de este mundillo jurídico que nos podemos hablar vemos aristas, vemos sugerencias, cuestiones que nos gustarían más o que nos gustarían menos.
Ustedes han actuado como un solo hombre. ¡Qué curioso! Esto no es muy normal y no quiero pensar, por
supuesto, que se deba a razones de estrategia ideológica o política, como se ha afirmado por la portavoz del
Partido Popular. Yo no quiero pensar eso, pero es que
me sorprende mucho que en una ley tan compleja, tan
importante y tan amplia —integral—, ustedes, como un
solo hombre, firmen ese informe preceptivo, insisto, no
vinculante, y ahí acaba su cometido; no hay ningún
pulso ni ninguna historia. El órgano de la soberanía
popular es el Parlamento, al que corresponderá decidir,
les guste ustedes o no —¡ojalá les guste, porque será
que es bueno, que coincidimos y que hay un amplio
consenso!—. Serán los representantes de la mayoría
del pueblo español quienes decidirán, una vez se haya
escuchado a todos, por supuesto, para intentar mejorar
el proyecto de ley. Todo es mejorable, seguro que sí. Ya
el proyecto corrigió muchas carencias técnicas y de
otro tipo que se recogían en el anteproyecto. Esta es
práctica común y es muy de agradecer al Consejo
General del Poder Judicial en su conjunto y a los otros
órganos que han emitido informe.
Permítame una cuestión, porque viene en su informe, y en concreto me ha extrañado —y le pido esa
pequeña explicación— que venga de usted. El informe
mayoritario de los diez vocales dice que la violencia
contra ancianos y menores es más grave porque están
más desprotegidos. No veo muy coherente que usted,
que es miembro vocal del observatorio, firme eso cuando más del 90 por ciento en las estadísticas son agresiones a mujeres. No digo que no sea un problema importante y grave, ¡pero que sea más grave y que argumenten
además que en qué perjudica a la mujer que esto se
incluya.! En sentido contrario, don Enrique, es que no
toca. Es que es una ley de violencia de género para este
problema específico. ¿Está la tutela judicial efectiva de
los ancianos, de los hombres o de los niños de alguna
forma desprotegida? Nos llevaría al absurdo de que
actualmente están desprotegidos y no es verdad, y usted
lo sabe. Lo que hay es un plus para favorecer el tratamiento a la mujer víctima de la sumisión de un machismo que ustedes, en el fondo, en su informe, no reconocen. Porque el problema de la discriminación positiva o
de la acción positiva es el que da origen a todo el meollo de este proyecto de ley. En el fondo subyace un
problema filosófico e ideológico de que de alguna
manera hay quien no comparte estas medidas de ver-
dad, revolucionarias entre comillas, de acción positiva
para acabar con esta lacra social tan grave que padecemos en 2004 en España.
Hay otro tema que ha corregido usted y me alegro de
verdad, porque esa sí que no era una cuestión menor.
Que hablaran ustedes —o he leído mal o, si no, casi
todos los medios de comunicación lo habrían interpretado mal— de jurisdicción especial clamaba al cielo.
Era un error imperdonable. Eso no podía ser un error,
don Enrique. Lo ha corregido hoy y ha reconocido que
es jurisdicción ordinaria, Naturalmente. Hablamos de
especialización. Pero voy más allá: ¿es que han cambiado de criterio ustedes? Porque ustedes siempre han
defendido por escrito reiteradamente la especialización
en estas materias. ¿A qué viene esa crítica, primero, de
jurisdicción especial —que eso sí sería grave—, inexistente, y, segundo, de juzgados especializados, que es lo
que ustedes han venido recabando permanentemente?
Sinceramente, ¿no le parece magnífica la solución procesal del proyecto de ley en cuanto a la creación de los
juzgados de violencia contra la mujer? Le digo magnífica, no buena. ¿No le parece, de verdad, además posible y realista en la forma en que se ha regulado —que
se puede mejorar técnicamente, sin duda-? ¿No le parece que la concentración en un juzgado, aunque se pueda
mejorar en cuanto a las competencias civiles, si son
excesivas o no —podemos discutirlo—, evita la dispersión que a veces ha producido situaciones fatales? Se
ha hablado esta misma mañana del caso de Alzira:
cinco o seis denuncias en cinco juzgados distintos. ¿No
es mejor que se concentre el conocimiento de esa situación particular que a veces puede evitar estos resultados
y desenlaces fatales? ¿No lo comparte usted de verdad?
¿No cree que es mejor para la defensa de las víctimas y
para una mejor tutela judicial efectiva?
Hablaba —voy resumiendo, no lo ha mencionado
hoy, sino que lo mencionaban por escrito en su informe— del derecho penal de autor. ¿No considera usted
que cuando se penaliza, no al hombre por el hecho de
ser hombre, sino por el mayor desvalor de la conducta,
por la sumisión histórica y cultural de la mujer, por ese
plus de protección a la mujer, no estamos hablando del
derecho penal de autor sino más bien del derecho penal
de las víctimas? ¿No cree que es una acción positiva
que se enmarca perfectamente y tiene cobertura en
nuestra Constitución española en el 9.2, e incluso también en el artículo 10 y en el propio artículo 14, como
último argumento? Porque el bien jurídico constitucional de la igualdad, como base del sistema de la convivencia democrática, exige esta protección, y no es
individualizada, de persecución personal. Ese bien jurídico es claro, junto con los que usted conoce de la
defensa de la persona física, de la integridad moral y de
la dignidad que recoge el artículo 10. Podremos discutir la oportunidad y estaremos abiertos a ello para mejorar —distintos ponentes lo han manifestado—, regulación penal o no o qué es mejor para conseguir esta
finalidad que pretendemos, pero no por razones de
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También puede ocurrir que algún ciudadano o ciudadana acuda a presentar una denuncia ante ese juzgado y el
juez o la juez le diga que porque su agresor, siendo
mujer, es mujer o la víctima es un hombre, siendo el
agresor mujer u hombre, no puede ir a ese juzgado y
que irá a otro, en el que también estará muy protegido
—luego hablaremos de eso—, pero en este juzgado,
evidentemente, si vamos a hacer un esfuerzo económico, es porque se le va a dar mayor protección y mayor
eficacia, porque si no no tendría sentido montar un
nuevo sistema para dar un nivel de protección igual al
que ya tenemos. Entonces esta persona obviamente
puede plantear un recurso de inconstitucionalidad en
tanto en cuanto esa resolución que le impida accionar
ante ese juzgado sea firme. Esto es lo que puede ocurrir
y esto es lo que todos esperamos que no ocurra. Agradezco las palabras de su señoría señor Villarrubia en el
sentido de que presuma que, por supuesto, respeto el
legítimo juego de los poderes del Estado, como no
puede ser de otra manera, entre otras razones, porque
cuando fui nombrado juez juré cumplir y hacer cumplir
la Constitución.
En cuanto a la siguiente pregunta por parte del grupo
de Esquerra Republicana, ¿es una buena ley para las
mujeres? Por supuesto que lo es. Es una ley muy buena
y como es tan buena, lo que no entendemos es por qué
van a quedar excluidos otros colectivos, ya que creemos que su inclusión en modo alguno empece para que
la mujer se vea menos protegida, evidentemente con
pleno respeto a lo que se decida aquí, pero es que nuestra obligación —y luego hablaré de cuál es el objeto del
informe del Consejo— es manifestar nuestro informe y
nuestro parecer, y si no se quiere tener nuestro parecer,
está abierta una reforma orgánica para impedir que el
Consejo informe las leyes, pero insisto en que nuestro
objetivo y nuestra obligación es informar sobre nuestro
parecer de las leyes. En ese sentido, repito que es una
buena ley para las mujeres, pero también entendemos
que es una buena ley para mujeres a las que maltratan
otras mujeres y también para niños a los que maltratan
los padres y es una buena ley para los ancianos que son
maltratados por su entorno familiar. Para todos estos
colectivos es una buena ley y por eso entendemos que
no deberían excluirse del ámbito de protección, pero,
insisto, es un parecer, muy respetable o no, pero es
nuestro parecer.
En cuanto al aborto, efectivamente es la intención.
La intención sería castigar sólo, que el juez de violencia contra la mujer sólo instruya asuntos relacionados
con el aborto cuando el agresor, el causante del aborto
sea el marido, pareja, etcétera, pero, tal cual está en la
ley determinado el tipo penal, se refiere al aborto en
general y por eso habrá que perfilarlo y establecer con
carácter específico que sólo será cuando el sujeto activo
que cause el aborto o que promueva que se cause el
aborto sea esta persona.
En cuanto a la intervención de la señora Pigem,
representante de Convergència i Unió, efectivamente,
inconstitucionalidad, sino de eficacia para abordar
estos temas.
Le agradezco, aunque sólo haya sido someramente,
y le pregunto qué le parece el resto, aparte de estos
matices técnicos, entre comillas, que usted decía, del
contenido de la ley en materia educativa, preventiva, de
detección precoz, asistencial o laboral, todo este conjunto de medidas integrales con, por si no lo sabe —que
sí lo sabrá—, dotación económica, con compromiso de
dotación económica para hacerlas eficaces. ¿No considera usted que es un paso importante, no para acabar
con este problema de inmediato, sino para que a lo
largo del tiempo pero empezando ya generemos una
cultura diferente en nuestro país para combatir esta
importante lacra? ¿Por qué no hablan de esas cosas
positivas también? En su informe apenas lo tocan.
En fin, este es un poco el esquema. Me mira la presidenta. Quedan ahí algunas cuestiones planteadas. Nada
más, le agradezco su comparecencia y, de verdad, créame, las sugerencias por escrito son válidas todas, verbales también, están en su informe, del que ya se ha
tomado nota; no se ha despreciado en absoluto en su
conjunto. Sí hemos puesto algunos, y yo mismo, en tela
de juicio cierta intencionalidad, a lo mejor mal entendida, pero entonces ha sido un malentendido generalizado, porque en la calle no se había percibido esta coincidencia con los principios, con la filosofía, esa clara
separación de poderes. ¡Hombre, si Montesquieu levantara la cabeza y leyera lo que hemos tenido que leer en
este último mes, nos tendría que sonrojar a todos un
poco! Pero el hecho afortunado es que la consolidación
de nuestro sistema democrático hace innecesarios ciertos debates, porque el órgano soberano del pueblo decidirá al final lo que considere más oportuno.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra para
contestar el compareciente, don Enrique López, al que
sí le ruego un esfuerzo de brevedad, porque tenemos ya
la otra comparencia también aquí.
El señor VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO
GENERAL DEL PODER JUDICIAL MIEMBRO
DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (López López): Intentaré ser lo
más breve posible para permitir que sus señorías puedan acudir a cumplir con el derecho a la comida lo
antes posible. (Una señora diputada: Antes tenemos
otra comparecencia.) Por eso, como sé que hay otra
comparecencia, insisto en que trataré de que no se
alargue.
Comenzaré por las preguntas que realizó la representante del grupo de Izquierda Unida. ¿Qué puede suponer el posible no acomodo de esta norma a la Constitución? Puede suponer dos hechos, el primero, que haya
jueces que planteen cuestiones ante el Tribunal Constitucional, pero esto sólo va a afectar, efectivamente, al
artículo al cual se refiera y al caso que se refiera; ese
caso se suspenderá, pero el resto se seguirá tramitando.
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haciendo aquí un poco de resumen de todas las intervenciones, la ley, como todas, es perfectible, es susceptible de ser mejorada, pero esta ley, de entrada, tenía
errores técnicos muy de bulto, alguno de los cuales
afortunadamente se han corregido, pero otros no. El
ejemplo que les ponía antes respecto al tema de la inhabilitación para ejercer la custodia en función de que la
amenaza sea contra una mujer o sea contra un menor
exhibiendo armas determina nada más ni nada menos
que el delito pase de ser grave a menos grave y eso
determina también la competencia del tribunal a enjuiciar el asunto. Por eso hay que tratar de que la respuesta
legal sea coherente, teniendo en cuenta que estamos
ante ataques similares y que son bienes jurídicos exactamente iguales que los que se protegen en uno u otro
delito.
La ley por ejemplo no prevé qué ocurre cuando en
estos nuevos juzgados la denuncia es retirada, el asunto
es sobreseído por entender que el hecho penal no se ha
cometido, si eso ha tenido la consecuencia de que el
asunto civil ha venido a ser conocido por el juez penal.
La ley no prevé qué ocurre. Lo normal es que entonces
el asunto civil continúe siendo conocido por el juez
penal, pero no tiene sentido porque ha desaparecido la
condición que tuvo como efecto que ese asunto civil
que se tramitaba en un juzgado civil se trasladara a un
juzgado penal, con lo cual entiendo que si no se está en
la fase de enjuiciamiento oral, siempre que se está en
una fase previa, se debería establecer un mecanismo
que permitiera que una vez desaparecida la causa que
motivó que ese asunto civil saliera de su sede natural,
que es el juez de familia, especializado en familia, si
desaparece la causa, ese asunto volviera al juez de
familia, porque, insisto, si no, estaríamos estableciendo
un arma —y por supuesto presumo la decencia y profesionalidad de todos los abogados— que podría estar
determinando la elección del juez.
Encontramos también problemas técnicos en cuanto
a la definición de los tipos penales. Evidentemente, hay
que establecer una mejor redacción de estos tipos. Además, hay otro caso muy claro. Cuando se establece en
las amenazas leves que constituyen delito una medida
especial como es la inhabilitación para ejercer la custodia, se endurece la pena y esto no se hace para el resto
de amenazas con una amenaza condicional. Habría que
establecer la misma previsión para el resto de tipos
penales que establece el Código Penal, que aunque no
tipifica el tipo penal como sujeto activo hombre o
mujer, obviamente recoge esa acción, ese desvalor; esa
misma consecuencia penal que se establece para ese
tipo penal específico habría que trasladarlo al resto del
Código Penal. Por eso insisto en la falta de efecto compilador de esta ley y es una buena oportunidad de tratar
de entender qué tenemos en el Código Penal y qué, de
lo que aquí se introduce, puede ser aplicado a otros
tipos penales que también pueden estar incursos en el
ámbito de la violencia contra la mujer, asumiendo la
terminología que esta ley establece.
Se producen problemas procesales, sobre todo en los
traslados de los procedimientos. Se establece que el
juez civil, en el caso de que conozca la existencia de un
procedimiento penal o que se interponga la denuncia,
sin más, deberá inhibirse. Yo creo que en ese momento
debería establecerse un breve instrumento procesal que
examinara, aunque fuera un espacio de tiempo reducidísimo, la competencia del juez, precisamente para
evitar los riesgos que antes había.
La ley por ejemplo tiene algo que es curioso. Se establecen tipos penales, de protección penal en amenazas:
ahí el sujeto activo es el hombre y el sujeto pasivo es la
mujer; protección penal de malos tratos: aquí el sujeto
pasivo y activo es asexuado, puede serlo cualquiera. No
es coherente. Si yo quiero agravar más el ataque a la
mujer, lo hago en todos los tipos y no sólo en algunos,
pero la ley en ese sentido en algunos tipos discrimina y
en otros no. Evidentemente las razones las tiene el
legislador e, insisto, habrá que respetarlas, pero al Consejo se le pide informe y todo esto estamos en la obligación de decirlo. El quebrantamiento de condena se
introduce en esta ley, cuando en teoría no debería estar
aquí, porque si en el quebrantamiento de condena el
sujeto activo o pasivo puede serlo hombre o mujer, eso
debería haber ido a una disposición final para reformar
el Código Penal, pero no formar parte de la ley. Esta ley
tiene un gran problema, no serio pero sí de técnica
legislativa, que ya advirtió el Consejo de Estado. Se
confunden mucho las reformas que deben de estar en la
propia ley de otras leyes y las que deben estar en sus
disposiciones finales. En la ley sólo debe estar aquello
que afecta a la propia ley, y aquello que haya que cambiar o que sea consecuencia de la ley y que haya que
alterar en otras leyes, como por ejemplo el quebrantamiento de condena, habría que llevarlo a la parte última. ¿Por qué? Porque no es objeto específico de protección el quebrantamiento de condena porque el sujeto
activo sea hombre o mujer, porque en este caso es absolutamente irrelevante. Por eso, insisto, habría que acomodar con un criterio de técnica legislativa adecuado
ese tema. Sobre ello les remito a la lectura atenta del
informe del Consejo de Estado porque da perfectamente las soluciones legales que hay que seguir.
Tiene otros problemas técnicos como es la intervención de la Delegación del Gobierno que se crea para
esta materia. Es una buena medida, no cabe duda, que
haya un órgano del Gobierno —sin competencia jurídica, hay que decirlo— que se encargue de este tema,
pero en la ley no se articula cuál es su participación en
el proceso. Se le concede que tendrá una legitimación
para actuar en defensa de los intereses y de los derechos que esta ley establece, pero no se articula cuál es
su papel. ¿Puede por ejemplo, ante una comparencia
para determinar si cabe o no la prisión del imputado,
pedir la prisión? El simple hecho de que el delegado del
Gobierno pida la prisión al fiscal ¿supone que el juez
pueda acordar la prisión? Estos temas, que son menores
desde el punto de vista de la filosofía de la ley, son
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acuerdo con esa novedad, pero no estamos de acuerdo
con esa discriminación positiva en el ámbito penal.
Respecto a la agravación en el artículo 22 del Código
Penal, es lo mismo. La tipificación debería estar cuando el abuso de superioridad estuviera determinado por
el sexo de la víctima y del agresor, sin especificar que
siempre sea mujer. ¿Por qué? Porque en el 90 por ciento de los casos esa agravación siempre se estará centrando sobre el hombre; pero no hace falta establecer
que sea la mujer o el sexo femenino el que determine la
agravación. Con una redacción, tipo de cuando el abuso
de superioridad venga determinado por la diferencia de
sexo entre víctima y agresor, se agravará la pena en tal
y tal, por ejemplo. Esto es una previsión perfectamente
constitucional, que cumple los fines que se persiguen y
que son que la mujer sea más protegida pero, insisto, no
roza con la Constitución.
Respecto a las preguntas de la señora Torme, representante del Grupo Popular, en cuanto a ese manifiesto
de los 200 penalistas-progresistas, en una gran parte sí
estamos de acuerdo porque coincidimos. Estos juristas
progresistas ponen de manifiesto que la discriminación
positiva no cabe en el ámbito penal. No cabe porque
estamos ante un derecho sancionador. Por eso vamos
más allá y advertimos de su posible inconstitucionalidad porque estamos hablando del artículo 14 en materia
penal; porque estamos poniendo en riesgo una ley que
si obviamos el tipo penal donde el sujeto activo sólo es
el hombre, si lo obviamos, no ponemos ningún tipo de
problema sobre su constitucionalidad. De esta manera,
sí la hay. Entonces, si lo que yo añado de nuevo a la ley
la pone en cuestión y no me aporta nada más, ¿por qué
no lo quito y ya dejo de estar en cuestión? Porque sigo
manteniendo el mismo nivel de protección, en este
caso, a las mujeres. Por eso insisto en que hay una
plena coincidencia en esa crítica.
Aquí también se critica la exasperación de las penas
en algunos casos, pero ahí sí que no hemos hecho énfasis en el informe porque ahí sí que tendrá que ser el
Tribunal Constitucional el que tenga que definirse, que
seguro se va definir, pues se puede estar rompiendo el
principio de proporcionalidad entre la antijuridicidad,
la culpabilidad y la exasperación penal en algunos
casos. Insisto en que eso no nos corresponde a nosotros, sino que será el Constitucional el que en el futuro
determinará si una amenaza leve aislada es susceptible
de tener un reproche penal de cinco años de prisión o
tres años, no lo sé. Insisto en que eso corresponderá al
Tribunal Constitucional y por eso no hago mías esas
declaraciones de este grupo de juristas. Sí las que
ponen en cuestión la discriminación positiva en el
ámbito penal y nosotros además, el Consejo General, lo
ha llevado también al ámbito de los tribunales, al ámbito de la tutela judicial efectiva y de la posibilidad de
estar su asunto o el asunto tratado en un juzgado o en
otro.
En cuanto al informe del Consejo de Estado, evidentemente, la diferencia que hay entre el informe del
importantes a la hora de aplicarla en el futuro. Podría
seguir, pero insisto en en que estaré encantado de remitirles por escrito toda una serie de objeciones técnicas a
este respecto.
La gran novedad de la ley —primero, afortunadamente, se cambió el nombre y no estamos ante una ley
integral, porque no podíamos estarlo; lo que ocurre es
que a base de repetir muchas veces un concepto va asumiendo la categoría de cierto, pero, como dice el propio
Consejo de Estado, estamos ante una ley de protección
integral, no ante una ley integral—, la gran novedad es
que la violencia doméstica se afronta desde la violencia
de género, desde el ámbito de la mujer, y ahí estamos
absolutamente de acuerdo, pero esto no empece ni
desde luego dificulta que los tipos penales sean abiertos
y no se reduzcan al sujeto activo hombre o mujer, en
absoluto. Esto no determina que sea una ley de violencia contra la mujer o una ley de violencia de género,
como recuerdo que fue la proposición de ley que planteó el Grupo Socialista hace ya años en esta Cámara y
donde no se distinguía ese aspecto. Era una ley igual de
novedosa que ésta, con otras ideas —esta en algunos
aspectos se ha superado, en otros, no—. El hecho de
que haya tipos penales donde el sujeto activo sea hombre o mujer no viene determinado por el hecho de que
sea una ley que afronte la violencia desde el ámbito de
la mujer, en absoluto, no es obligatorio, y desde luego,
bajo nuestro punto de vista, roza la constitucionalidad,
roza el artículo 14 de la Constitución, insisto, bajo
nuestro punto de vista, y nuestra obligación es advertir
de esa posible inconstitucionalidad, porque para eso se
nos pide el informe. Evidentemente, la soberanía representada en esta Cámara es la que tendrá que decidir
cómo la ley es aprobada al final, pero nuestra obligación es advertir de esa posible inconstitucionalidad,
como se advirtió en su momento en la famosa Ley de
Seguridad Ciudadana, aunque se compartía la filosofía
de la ley, como se comparte en ésta. Se comparte plenamente la filosofía de una ley que afronta la violencia
doméstica desde la violencia de género, en concreto, el
de la mujer, sin lugar a dudas, se comparte, y hay
aspectos muy positivos en la ley como son la discriminación positiva, aspectos laborales, administrativos,
etcétera, pero evidentemente hay aspectos que entendemos que rozan la posible inconstitucionalidad. Sí
entendemos que es muy bueno, muy efectivo y eficaz
por ejemplo que el agresor de una mujer no sea beneficiado de su derecho, si fallece desgraciadamente, a la
pensión. Absolutamente de acuerdo, pero no entendemos por qué aquí no se aplica un criterio de discriminación positiva indirecta. Trátenlo con carácter general, si
seguro que el caso de la viuda va a ser mínimo, va a
haber muy pocas mujeres que hayan asesinado a sus
maridos y que se vean favorecidas por esa pensión,
seguro, pero es que protegiendo de manera indirecta
estamos protegiendo a la mayor parte de las víctimas,
que son las mujeres. Por eso insisto en que estoy de
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Consejo de Estado y nuestro informe del Consejo
General del Poder Judicial, es que el del Consejo de
Estado hay que leerlo más entre líneas, es menos duro,
es menos claro en algunos aspectos, pero es igual de
contundente. El informe del Consejo quizá es más
claro, en otros aspectos es más diáfano y es más comprensible por la opinión pública. Tanto el informe del
Consejo de Estado, por ejemplo, asume, como también
asume el Consejo, que la ley parta desde una perspectiva de género que sobreentiende que la violencia contra
las mujeres está vinculada al desequilibrio en las relaciones entre los hombres y mujeres; pero, a renglón
seguido, el Consejo de Estado lo que dice es que en el
ámbito penal y para el tratamiento del ámbito penal se
debe partir de una concepción de la violencia sobre la
mujer diferente a la de otros países. En España —estoy
remitiéndome a lo que dice el Consejo de Estado, que
yo también lo asumo, pero no es algo que sea novedoso
en mi declaración—, en materia de violencia de género,
hay que entender que no estamos ante un problema
estructural de la sociedad. Viene a decir que en España,
el hombre por ser hombre no es un maltratador, ni la
mujer por ser mujer es una maltratada. El problema es
que hay un porcentaje alto de mujeres que son maltratadas por las parejas con las que conviven o con las que
han convivido. Esto hace que este problema no se trate
igual aquí que en otros países que obvio por no herir
sensibilidades. Por eso, el Consejo de Estado dice que
no son oportunos los tipos penales en los que se discrimine por razón de sexo, ya que el bien jurídico protegido no es la mujer, sino la dignidad, la vida, etcétera, no
la mujer. Sin embargo, el Consejo de Estado dice con
mucha claridad que hay que utilizar discriminación
positiva indirecta; que tipifiquen un delito agravando la
relación entre sujeto activo y sujeto pasivo sin discriminar por sexo, porque estarán favoreciendo de forma
indirecta a la mayor parte de mujeres. Esto también lo
dice el Consejo de Estado. Por eso digo que hay mucha
similitud entre un informe y entre el otro; aunque por
razones que luego también diré un informe ha sido más
polémico y el otro ha sido menos polémico.
El Consejo de Estado hace muy buena lectura de lo
que es una medida de discriminación positiva. Establece con claridad la diferencia entre acciones positivas
indirectas y directas, refiere con mucha claridad cuál es
la doctrina constitucional e internacional al respecto, y
dice claramente dónde se puede aplicar y dónde no. Por
eso les aconsejo la lectura tranquila y sosegada del
informe del Consejo de Estado, pues nos pone de situación de entender este proyecto de ley.
El Consejo de Estado hace alusión también a una
infinidad de problemas técnicos de la ley, algunos de
los cuales han sido superados y otros no. También el
Consejo de Estado pone en solfa la atribución de competencias civiles a estos juzgados de violencia contra la
mujer. Los cuestiona y por eso, insisto, y con esto finalizo esta parte de la intervención, hay una gran simili-
tud entre el informe del Consejo de Estado y el informe
del Consejo General del Poder General.
Esta ley tiene aspectos novedosos, pero tiene otros
aspectos que no lo son tanto. Esta ley, por ejemplo, crea
la figura del fiscal especial, pero es que ya desde el año
1999, cuando se reformó la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código Penal, hubo una instrucción del Fiscal General del Estado de aquel momento creando las
fiscalías especiales contra la violencia doméstica en
todas las fiscalías provinciales, con lo cual, ya llevamos
contando con fiscales especializados desde hace ya casi
cuatro años. No está mal que esto deje de ser una instrucción y pase a estar en la ley. Por cierto, echo de
menos en la memoria económica una partida específica
para dotar a esas fiscalías de un aparataje técnico y
material humano como el que requiere esta materia,
pero volveré luego sobre este tema cuando me refiera a
la memoria económica.
Los aspectos novedosos de la ley, que en algunos
casos lo son y en otros no, me gustaría conectarlos también con la valoración de la orden de protección a la
que se ha hecho alusión. La orden de protección ha sido
un ejemplo positivo de cómo hay que legislar y cómo
se debe legislar. En primer lugar, la orden de protección
es una iniciativa que parte del Poder Ejecutivo anterior,
pero que genera un debate en una subcomisión de esta
propia Cámara en la que nos introducimos miembros
del Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía, Consejo General de la Abogacía, Procuradores, etcétera, y
ahí se pacta, se cierra, lo que fue el embrión del texto de
la orden de protección, texto que fue el que luego se
debatió aquí en la subcomisión y que ya venía muy
consensuado entre todos los que tenían algo que ver en
esta materia y el resultado fue su aprobación por unanimidad en esta Cámara y en el Senado. En un ejemplo
claro de cómo se debe legislar. Además es un ejemplo
claro de los fines que persigue la orden de protección,
que sí es una medida auténtica de protección integral,
ya que por primera vez en España el juez de instrucción
va a poder adoptar medidas de protección de la víctima
no sólo en el ámbito penal, sino en el ámbito civil, que
esta ley, evidentemente, no se encarga ni mucho menos
de cercenar, sino de potenciar, aunque va a tener problemas de cohabitación, sin lugar a dudas, por la falta
del efecto compilador al que antes he hecho alusión.
Por eso es importante tener en cuenta el marco legislativo en el cual esta ley se inserta y valorarlo muy positivamente.
Esta ley va a tener problemas técnicos de conexión y
cohonestación con la ley anterior, por ejemplo, con la
Ley de Juicios Rápidos. Un ejemplo claro es que al
establecerse el fuero territorial para conocer de los delitos, el fuero del domicilio de la víctima, que en principio es una medida positiva que acerca a la víctima la
actuación judicial, puede haber casos en los que ese
fuero de la víctima perjudique a la propia víctima porque la víctima puede cambiar de domicilio por voluntad propia o por lo que fuere, con lo cual, ese asunto
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deberá ir itinerando según cuál sea el domicilio de la
víctima. Además ante un juicio rápido, imagínese una
agresión por un ex cónyuge mientras que su ex mujer se
encuentra de vacaciones, en un partido judicial diferente al de su domicilio. Es detenido en ese momento, en
unas horas en las que el juzgado de violencia de mujer
no está abierto; el juzgado de guardia es el que asume
las competencias y puede perfectamente aplicarse un
juicio rápido en el que puede haber una conformidad y,
sin embargo, esta ley lo impide porque no tiene competencia el juez de instrucción, para poder dictar esa sentencia. Esto es un ejemplo más de posibles problemas
que son fácilmente solucionables. Es un poco de
reflexión y al final, entre todos, alcanzaremos la solución que haga que esta ley sea muy eficaz y que además
no colisione con las normas que ya existen en estos
momentos.
En cuanto a la incidencia que puede tener esta nueva
ley ante los tribunales, sin duda, va a ser mucha. En
primer lugar, llama la atención que sólo se prevea una
creación limitada de poco más de veinte juzgados, si se
entiende que en el resto de las ciudades se puede perfectamente utilizar uno de los juzgados que ya existen.
Sin embargo, analizando dónde se crean los juzgados,
viendo en la reforma de la Ley de planta donde se crean
los juzgados, creo que hay otras ciudades que se merecían la existencia de juzgados específicos. ¿Qué puede
ocurrir en ciudades medianas? Pongo el ejemplo de mi
ciudad, León. Pues que habrá un juzgado, juzgado de
instrucción, al cual se le especialice en esta materia,
que será el que lleve toda la violencia contra la mujer,
todos los asuntos civiles relacionados con esa violencia, pero que además va a compartir otros asuntos de
violencia doméstica exactamente iguales que los que
está tramitando, como consecuencia de ser especializado, pero mediante caminos diferentes. Por eso insisto
en que yo creo que si ya que se hace un esfuerzo entre
todos para crear un nuevo modelo que sea mucho más
eficiente y eficaz, hagamos un esfuerzo económico que
dote de más juzgados especializados a toda nuestra
geografía nacional.
El Consejo General del Poder Judicial, y yo personalmente lo asumo, y el Consejo de Estado, ponen en
cuestión que los asuntos civiles sean automáticamente
llevados al juzgado penal. En ese sentido, el Consejo de
Estado ofrece una solución que yo considero muy acertada y que sea el ministerio fiscal el que a la vista del
estudio del caso concreto, determine o proponga si el
asunto debe itinerar o no, porque hay veces que la
denuncia, como el efecto llamada no lo produce un
delito, sino que lo puede producir una falta, un ataque
mínimo, el efecto llamada del asunto civil puede tener
muy poca relación con el asunto civil y puede romper
un principio de proporcionalidad. Entonces, que sea el
ministerio fiscal el que determine, estudiando el caso,
el que proponga la inhibición o no. Así estamos salvando, primero, el riesgo que antes establecía de la posible
priorización de asuntos civiles para convertir los asun-
tos penales con fines espúreos que no son o no pueden
ser los estrictamente y muy importantes de protección
de la mujer, pero, además, estamos dotando al sistema
de coherencia. Estamos utilizando los juzgados penales
para asuntos civiles allá donde son necesarios, donde el
conflicto civil está muy criminalizado; pero no llevemos asuntos civiles que no están criminalizados por
aspectos muy concretos e, insisto, creo que la solución
que propone el Consejo de Estado es muy adecuada.
Por eso entiendo que la solución que se propone con
carácter general puede distorsionar el modelo en el que
se organizan nuestros tribunales.
Por último, en cuanto al representante del Grupo
Socialista, insisto en que agradezco que presuma mi
respeto hacia la división de poderes. En cuanto a que le
parece absolutamente contradictorio que compartamos
la filosofía y los principios de la ley cuando resulta que
son contradictorios con el texto de nuestro informe, yo
creo que no; quizá, a lo mejor, nos hemos explicado
mal, lo reconozco. Compartimos que haya una ley que
quiera proteger más a la mujer; compartimos que haya
una ley que quiera proteger y acabar con esta lacra
social lo antes posible; compartimos que haya una ley
que quiera discriminar a la mujer positivamente en
muchos aspectos. Lo que no compartimos es que haya
instrumentos que, amparándose en esa filosofía, puedan ser inconstitucionales, y, evidentemente, nuestra
obligación es ponerlo de manifiesto. ¡Cómo no vamos a
respetar que es a esta Cámara a la que al final y a la
postre le va a corresponder determinar la forma de la
ley y, como dije en mi primera parte de mi intervención, los jueces seremos los primeros que acataremos
esa ley y la haremos cumplir! Y la haremos cumplir con
plena eficacia, la compartamos o no, pero la haremos
cumplir, sin lugar a dudas. Insisto en que es plenamente
conciliable que estemos a favor y asumamos la filosofía
de la ley y sus principios, con que también advirtamos
sobre los instrumentos que la ley establece, que no son
poco importantes porque sean pocos artículos. No, esta
ley, de casi cincuenta artículos, dedica más de la mitad
al ámbito penal, procesal y de tribunales. Se me ha preguntado al final: ¿Cómo no destacan otros aspectos
importantes de la ley en materia educativa, sanidad,
etcétera? Porque precisamente nosotros nos limitamos
al objeto de nuestro informe. Esta materia, siendo muy
importante, no debe ser objeto de nuestro informe.
Insisto en que compartimos con el Gobierno este aspecto, para el que propone soluciones muy novedosas y
muy buenas, pero nos limitamos a lo que es objeto de
nuestro informe. ¿Qué es lo que dice la Ley Orgánica
del Poder Judicial? Derechos fundamentales relacionados con la tutela judicial efectiva y tribunales. Es lo que
nos dice la ley orgánica y nosotros debemos someter
nuestro informe al objeto del mismo. Por eso no hemos
ido más allá. No es porque no hayamos querido poner
de manifiesto aspectos de la ley que son muy importantes, en absoluto. Es que nos hemos querido limitar a lo
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que usted mismo decía: limítense ustedes a lo que tienen que hacer, que es informar la ley.
Evidentemente, a nosotros, de la consecuencia
mediática de nuestro informe no somos responsables.
Yo me podría sentir aludido en tanto en cuanto la responsabilidad de la política mediática del Consejo me
corresponde a mí como portavoz. Nosotros nos hemos
limitado a comunicar nuestro informe. En mi comparecencia me limité a leer las conclusiones del informe
y como tal, luego, los medios de comunicación, pueden titularlo como quieran: enfrentamiento, etcétera.
Lo que quieran los medios de comunicación, pues son
muy libres de interpretar un informe. Sin embargo,
que yo sepa, en momento alguno hemos querido
enfrentarnos a ningún gobierno, en absoluto. Hemos
informado una ley porque es lo que nos corresponde y
es nuestra obligación. Le recuerdo que, además, yo
represento a los veinte vocales más el presidente del
Consejo, porque represento el acuerdo del Consejo y
no represento a once vocales, por más que se quiera
deslegitimar desde determinados ámbitos. Insisto,
cuando hablo como portavoz. Cuando hablo a título
personal me cito a mí mismo y ya me llega. Insisto,
represento al órgano de gobierno de los jueces y de los
tribunales.
Compartimos, insisto, esa filosofía y por eso insistimos en poner de manifiesto que se está poniendo el
riesgo el éxito de la ley, como consecuencia de no integrar a esos colectivos que se dice que no toca. Evidentemente, si toca o no toca, son ustedes los que tienen
que determinarlo, sin lugar a dudas, pero a nosotros nos
corresponde decir que no toque a esos colectivos puede
ser inconstitucional. Es nuestra obligación y tenemos
que advertirlo. A ustedes les corresponde decidir si toca
o no toca. Luego ya, en su momento, habrá la posibilidad de decidir o poner de manifiesto quién tenía o no
razón jurídica. Porque razón política y legitimación la
tienen el Congreso y el Senado, como no puede ser de
otra manera; pero razón jurídica, a lo mejor, me permitirá S.S. que dentro de dos o tres años nos la puedan dar
a nosotros o no. Espero que nos sigamos tratando y
podamos en ese momento comentar cómo queda el
examen constitucional de esta ley, si es que al final esta
ley queda como se ha dicho.
Se me ha preguntado sobre la especialización, qué
opinión tenía sobre estos juzgados. Ya la he manifestado. Estamos de acuerdo con especializar juzgados en
el ámbito de violencia doméstica. El Consejo General
del Poder Judicial es el primero que en el año 2001
dictó un acuerdo en su pleno, en el cual se aprobaba la
creación de juzgados especializados en violencia
doméstica. En su informe, en el anterior Consejo
General del Poder Judicial, que éste ha hecho suyo,
sobre violencia doméstica, se proponía la especialización del juez de instrucción en la lucha contra la violencia doméstica. No somos sospechosos, precisamente, de haber estado en contra de esta delincuencia
desde hace ya muchos años. Somos pioneros en la
creación de juzgados especializados en violencia
doméstica e, insisto, en el estudio de este tratamiento y
ya lo proponíamos. Cuestión diferente es una vez que
decidamos que deben crearse juzgados especializados,
automáticamente se les lleve a su conocimiento asuntos civiles en bloque. Menos mal que afortunadamente
se ha corregido el error que creíamos que era bastante
evidente de atribuir al juez de violencia contra la mujer
el conocimiento de una acción de cesación de publicidad, por ejemplo, ¡Menos mal! O en el ámbito laboral.
¿Por qué? Porque lo que queremos es especializar, no
desespecializar. ya que, a veces, concentrando en un
solo juez, se está desespecializando. Nosotros creemos
en la especialización del juez de violencia de género y
del juez de familia, porque también creemos que es
importante una jurisdicción especializada, potente y
eficaz, de familia. Por eso entendemos que la mayor
parte de asuntos, conflictos que existan entre matrimonios, hoy por hoy, y parejas en el futuro, sea el juez de
familia el que los resuelva. Sólo cohonestando con lo
que antes decía, y si se acoge a la solución del Consejo
de Estado, cuando el ministerio fiscal entienda que
este conflicto está muy relacionado con el ámbito
penal, sea ese juez de violencia contra la mujer el que
conozca de este asunto. Sí estamos a favor de la especialización, pero no a favor de la desespecialización.
Hasta el punto de que termino con un ejemplo. El año
pasado aquí se aprobó, en esta Cámara, la Ley concursal. Se estableció un nuevo sistema para resolver los
concursos de las personas físicas y jurídicas en España, las quiebras antiguas, para que nos entendamos. En
la propia ley se crean unos juzgados especiales, una
jurisdicción civil pero especializada, que son los juzgados de lo mercantil, y se establece que tanto los
concursos de personas físicas, como de personas jurídicas, sean conocidos por los juzgados de lo mercantil.
Se podía decir: ¡Oiga!, ¿cuántos concursos de personas físicas hay al año? Le digo que cero. El año pasado
no hubo ninguno. Podría perfectamente haber seguido
conociendo el juez de primera instancia porque, total,
la relevancia social de esos conflictos es mínima. No,
porque creo que una persona física que se ve en un
grado de insolvencia tiene derecho a que si realmente
plantea un concurso, sea un juez especial, el juez de lo
mercantil, el que conozca de su concurso, al margen,
insisto, de que la relevancia social de esos concursos
sea cero. Por eso creemos en la especialización y termino diciendo que creemos plenamente en la filosofía
de esta ley y, desde luego, los jueces seremos los primeros empeñados en que esta ley, termine como termine, se apruebe como se apruebe, no fracase.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias don
Enrique López por su valiosa aportación, por su extensa y con contenido exposición. Ha sido una contribución importante a este proyecto de ley que tanto afecta
a un colectivo de mujeres importantísimo de nuestra
sociedad.
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— DE LA PRESIDENTA DEL CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO Y ASISTENTES
SOCIALES (AGUILAR MANJÓN). (Número
de expediente 219/000022.)
to de ley hay que resaltar también la articulación de
campañas informativas y de sensibilización así como el
control de la publicidad que utilice el cuerpo y la imagen de la mujer de forma discriminatoria y vejatoria.
En el ámbito laboral se reconoce a la víctima el derecho
a la reducción de la jornada, a la movilidad geográfica
de funcionarias, a la suspensión con reserva del puesto
de trabajo y a la extinción del contrato. Para estos dos
últimos supuestos se garantiza el derecho a la protección por desempleo.
Quiero comenzar nuestra aportación haciendo una
primera mención relativa al empleo del lenguaje y de la
terminología utilizada en el desarrollo del conjunto del
proyecto. En este sentido, y considerando hacer efectiva la garantía de derechos, no conviene introducir
ambigüedad utilizando términos como ayudas o asistencia social, que implican la actitud graciable de quien
lo concede y que son propios de un sistema público de
beneficencia. Por ello y desde que se aprobara nuestra
Carta Magna, comenzamos a trabajar desde la base de
la garantía de los derechos sociales y utilizamos técnicamente, en lugar de ayudas, el término prestaciones, y
en lugar de asistencia social, atención social. Todo ello
incardinado dentro del ejercicio profesional realizado
en los diferentes sistemas públicos en los que se sustenta el Estado del bienestar —sanidad, educación, servicios sociales y pensiones—, sin menoscabo de aquellas
entidades privadas que continúan realizando asistencia
social.
Es muy positivo que quede recogida la realización de
prevención en el ámbito de la educación, porque se
trata de formar a los ciudadanos y ciudadanas del futuro. Prevención denominada primaria, según Heller en
1984, pero que resulta insuficiente en tanto que en la
actualidad la violencia de género mayoritariamente se
produce en ámbitos extraescolares; por ello se hace
necesaria abordar la prevención desde otros niveles en
el espacio socioeducativo. De esta manera podemos
hablar de prevención primaria, que es aquélla dirigida a
la población en general con la finalidad de disminuir
los casos de violencia de género, y de prevención
secundaria, que es aquélla cuyo objetivo es la detección
precoz de los casos de violencia de género para evitar
que se produzcan. No queda recogido en el texto la ejecución de estos niveles de protección y, por ende, qué
administración y departamento tiene estas competencias, que entendemos que se sitúa en el repertorio específico y competencial de los servicios sociales de proximidad.
A continuación, realizamos un análisis del articulado
del proyecto de ley. En el título preliminar, en el artículo 2.a), proponemos la sustitución del término asistencial por servicios sociales, por considerarlo un ámbito
específico de intervención dentro del Estado del bienestar, al igual que lo son el ámbito educativo y sanitario, quedando la redacción como sigue: Fortalecer las
medidas de sensibilización ciudadana, dotando a los
poderes públicos de instrumentos eficaces en el ámbito
La señora PRESIDENTA: Reanudamos las comparecencias.
Tenemos con nosotros a doña Ana María Aguilar
Manjón, presidenta del Consejo General de Colegios
Oficiales de Diplomados en Trabajo y Asistentes Sociales, a quien damos nuestra cordial bienvenida a esta
Comisión y ya le cedo la palabra para su exposición.
La señora PRESIDENTA DEL CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO Y ASISTENTES SOCIALES
(Aguilar Manjón): En primer lugar, quiero agradecer la
convocatoria dirigida al Consejo General de Colegios
Oficiales de Diplomados en Trabajo Social, para realizar aportaciones al proyecto de ley orgánica de medidas
de protección integral contra la violencia de género.
Consideramos que nuestra profesión constituye un
elemento fundamental de conocimiento y relación con
la realidad de las mujeres víctimas de la violencia de
género, por desarrollar gran parte de nuestro ejercicio
profesional en el primer nivel de atención a la ciudadanía, en el que el interlocutor mayoritario son mujeres.
Quiero resaltar el avance social que supone para nuestro país contar con esta ley, al tratarse de la primera ley
integral en Europa que abarca aspectos preventivos,
educativos, sociales, asistenciales, sanitarios y penales,
implicando a siete ministerios: Educación, Justicia,
Interior, Trabajo y Asuntos Sociales, Sanidad, Administraciones Públicas y Economía.
Como aspectos positivos recogidos en el proyecto de
ley que garantizan los derechos de las ciudadanas
puedo reseñar: en el ámbito educativo se incluye la formación en la igualdad entre hombres y mujeres. En
Justicia se habilitan juzgados de violencia sobre la
mujer en todos los partidos judiciales así como la fiscalía específica; el Código Penal se reforma en parte para
la atribución de penas para hechos que no estaban contemplados y que constituyen una vivencia traumática
para las mujeres víctimas de los mismos y vulneración
de sus derechos fundamentales. En Interior se crean las
unidades especializadas en el Cuerpo Nacional de Policía y en la Guardia Civil, en cooperación con las policías locales. Estas unidades recibirán formación en
materia de igualdad y no discriminación; también se
facilitará a los condenados por actos de violencia contra la mujer el acceso a programas de rehabilitación y
se prevé la suspensión cautelar de licencia de armas a
los inculpados por actos de violencia contra la mujer.
En el ámbito sanitario, además de la formación y sensibilización del personal sanitario, se establecen protocolos de actuación en colaboración con la Administración
de justicia. Entre otras medidas recogidas en el proyec-
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dos en este capítulo, contribuyen a hacer reales y efectivos sus derechos constitucionales y a la integridad
física y moral, a la libertad y seguridad, y a la igualdad
y no discriminación por razón de sexo. Artículo 14,
Derecho a los servicios sociales: 1. Las mujeres víctimas de violencia de género tienen derecho a recibir
plena información y asesoramiento, adecuando su
situación personal a través de los correspondientes servicios sociales de proximidad. 2. Se garantizará a través
de los medios necesarios que las víctimas discapacitadas tengan acceso a la información sobre sus derechos
y sobre los recursos existentes. 3. Las mujeres víctimas
de violencia de género tienen derecho a servicios sociales de proximidad, de acogida, de emergencia, de apoyo
y de recuperación integral. La organización de estos
servicios sociales responderá a los principios de atención permanente, actuación urgente, especialización de
prestaciones y de multidisciplinariedad profesional. 4.
La atención multidisciplinar implicará: a) Atención
social; b) Atención psicológica; c) Seguimiento de las
reclamaciones de los derechos; d) Apoyo educativo a la
unidad familiar; e) Formación preventiva a los valores
de igualdad, dirigida a su desarrollo personal y a la
adquisición de habilidades en la resolución no violenta
de conflictos; f) Apoyo a la formación e inserción laboral. 5. Los servicios sociales adoptarán fórmulas organizativas que por sus características de convergencia e
integración de acciones garanticen la efectividad de los
indicados principios. 6. Estos servicios sociales actuarán coordinadamente y en colaboración con los cuerpos
de seguridad, los jueces de violencia sobre las mujeres
y los servicios sanitarios del ámbito geográfico correspondiente. Los servicios sociales podrán solicitar al
juez las medidas urgentes que consideren necesarias. 7.
También tendrán derecho a la atención social integral a
través de estos servicios sociales los menores que se
encuentren bajo la patria potestad o guarda y custodia
de la persona agredida. 8. Con el fin de coadyuvar a la
puesta en funcionamiento de los recursos carentes del
sistema público de servicios sociales y garantizando la
equidad interterritorial en su implantación en los dos
años siguientes a la entrada en vigor de esta ley, se
dotará un fondo al que podrán acceder las comunidades
autónomas, de acuerdo con los criterios objetivos que
se determinen en la respectivas conferencia sectorial.
Además, se considera necesario abordar de forma
específica el derecho de las mujeres rurales víctimas de
la violencia de género a estas prestaciones y servicios
señalados. Hay que tener en cuenta que en la actualidad
el único referente del bienestar social en el ámbito rural
son las unidades de trabajo social de zona, por lo que se
hace necesario desarrollar en el medio rural los centros
de servicios sociales comunitarios, algo que desde el
Consejo General de Diplomados y Diplomadas en Trabajo Social venimos reivindicando a través de las jornadas rurales celebradas desde el año 1985 y cuya próxima edición será la novena. También se ha de contemplar
la situación de las mujeres inmigrantes sin papeles víc-
educativo, de servicios sociales, sanitario y publicitario. En el artículo 2.c) se propone eliminar los términos
«establecer un» por «reforzar el» sistema de servicios
sociales de atención, de emergencia, de apoyo y de
recuperación integral. En el título II, Derechos de las
mujeres víctimas de violencia, en su capítulo I, denominado Derecho a la información, a la asistencia social
y a la asistencia jurídica gratuita, que comprende los
artículos 13, «Garantía de los derechos de las víctimas;
14, Derecho a la información y 15, Derecho a la asistencia social integral, se propone la modificación del
título y parte del articulado del capítulo I, quedando
como Derecho a los servicios sociales y a la asistencia
jurídica gratuita; artículo 13, Garantía de los derechos
de las víctimas, y artículo 14, Derecho a los servicios
sociales. Se elimina un artículo de este capítulo e integra su contenido en el artículo 14.
El argumento en el que nos basamos para hacer esta
propuesta viene sustentado por: Primero, la legislación
existente en todas las comunidades autónomas a efectos de lo comprendido en los artículos 14 y 15 adopta la
denominación de leyes de servicios sociales, como
cuarto pilar del Estado del bienestar. Segundo, la configuración del sistema público de servicios sociales
asume como prestaciones básicas: a) Información,
orientación, valoración y tratamiento social integral en
el marco de las unidades de trabajo social de zona del
sistema público de servicios sociales, emisoras del preceptivo informe social que faculta la acción profesional. b) Atención integral de emergencia social con centros de 24 horas para las situaciones que requieran la
salida urgente e inmediata de la víctima del domicilio
de residencia. c) Acogida y alojamiento de larga estancia para las mujeres víctimas de la violencia de género
y sus hijos, en el caso de que se requiera un tratamiento
prolongado, en casas de acogida de tratamiento integral
multidisciplinar. d) Prevención e inserción social a través de los centros de servicios sociales comunitarios
con itinerarios personalizados de inserción, orientados
a lograr la plena participación e incorporación de las
mujeres a una vida normalizada en el ámbito social y
laboral, y poniendo en marcha asimismo programas
preventivos en el ámbito familiar y comunitario que
han de intervenir en cualquier fase de detección inicial
del maltrato, como en la superación de comportamientos y actitudes de discriminación de género.
Se valora muy positivamente la identificación del
derecho a los servicios sociales y se considera necesario definir de forma más explícita las prestaciones concretas a las que las mujeres, en situación de violencia
de género, han de tener derecho. Estas prestaciones
están identificadas en las leyes de servicios sociales,
aunque no desarrolladas en su aplicación y garantía de
derechos.
Por ello, la modificación propuesta sería la siguiente:
Artículo 13, Garantía de los derechos a las víctimas:
Los servicios sociales y la asistencia jurídica a las víctimas de la violencia de género, en los términos regula-
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timas de la violencia de género. El trabajo social tiene
la obligación, de acuerdo con su código de ética, de
atender a cualquier víctima, independientemente de su
situación administrativa. Por otro lado, la Ley Orgánica
14/2003, de 20 de noviembre, en su artículo 14.3 indica
que los extranjeros, cualquiera que sea su situación
administrativa, tienen derecho a los servicios y prestaciones sociales básicas. Por tanto se ha de regular el
derecho de las mujeres inmigrantes víctimas de la violencia de género para tener acceso a las prestaciones de
información y orientación, emergencia social y alojamiento en casas de acogida de tratamiento integral, en
tanto se resuelva su situación administrativa. Con ello
también se garantizaría el derecho a la atención social
integral de los hijos e hijas menores de estas mujeres,
como recoge la legislación vigente.
En la misma línea que se articulan consejos interterritoriales en los diferentes ámbitos de actuación, consideramos necesaria la articulación de un consejo interterritorial de servicios sociales que realice las mismas
funciones que los demás en materia de prevención, planificación de la intervención, promoción, sensibilización y formación del personal técnico de dicho ámbito,
así como que proponga las medidas necesarias para la
aplicación del protocolo de actuación de los servicios
sociales de proximidad y cualesquiera otras medidas
que se consideren oportunas, como pudieran ser por
ejemplo la elaboración de un informe anual que sería
remitido al Observatorio de violencia de género.
A efectos de garantizar el derecho a estas prestaciones y servicios, se hace constar que en la actualidad la
red pública del sistema de servicios sociales no está
dotada para hacer frente a las responsabilidades que
corresponden a las administraciones públicas. El Plan
concertado de prestaciones básicas de servicios sociales ha sido congelado presupuestariamente a lo largo de
los últimos años y se requiere un fuerte incremento de
la financiación para poder desarrollar la red de equipos
interprofesionales y centros, imprescindibles para hacer
efectiva la garantía del derecho a los servicios sociales,
teniendo muy presente la necesidad de que estos servicios sociales han de ser de proximidad para garantizar
la eficacia de las medidas de protección integral a las
víctimas de violencia de género.
El Consejo General de los colegios oficiales de
diplomados en trabajo social, junto con ONG’s y la
ciudadanía, promueve la campaña por la universalidad
del derecho a los servicios sociales, plasmada en el
manifiesto de Talavera de la Reina, al objeto de que las
nuevas necesidades sociales y en especial los problemas sociales derivados de la violencia de género
encuentren un adecuado tratamiento social y preventivo
en el marco del desarrollo del cuarto pilar del Estado
del bienestar, que aporta un gran potencial para hacer
frente a esta gran lacra social que amenaza la vida de
las mujeres y los valores de libertad e igualdad en los
que ha de sustentarse nuestra convivencia personal y
social.
En el mismo título II y dentro del capítulo IV, De los
derechos económicos, a tenor de la exposición realizada al comienzo, se propone el cambio del término recogido en el artículo 23 de ayudas por prestaciones, tanto
en la denominación del artículo como en los puntos que
desarrolla en el mismo. Consideramos necesario que se
contemplen de forma más específica los requisitos de
acceso y disfrute de estas prestaciones en un posterior
desarrollo reglamentario. Asimismo, en el punto tres
del citado artículo, es importante especificar que el
informe del servicio público de empleo deberá incorporarse al expediente tramitado por los servicios sociales,
ya que la competencia de la concesión recae en dichos
servicios sociales, y dando prioridad a la valoración
técnica realizada por los mismos sobre el informe en el
que se recoja la empleabilidad de la víctima. Respecto
al artículo 24, valoramos adecuado añadir como complementario el concepto de plazas públicas en residencias para mayores, porque la naturaleza del dispositivo
residencial no implica que la gestión facilite el acceso a
sus plazas con carácter público, si bien se debe mantener presente la necesidad de la ampliación de residencias públicas. Por otro lado, dicho acceso debe ser
garantizado por vía urgente de adjudicación de plaza.
Me queda hacer referencia al artículo 28, planes de
colaboración. Recomendamos que sea recogido en
dicho artículo que el Estado debe potenciar la elaboración de dichos planes en los diferentes ámbitos competenciales, municipal, autonómico y estatal. Además,
cabría añadir un nuevo punto en el que fuera recogido
que las administraciones con competencias en servicios
sociales promoverán la aplicación, permanente actualización y difusión de protocolos de actuación que contengan pautas uniformes de actuación social, tanto en el
ámbito público como privado, en especial del protocolo
aprobado por el Consejo Interterritorial de Servicios
Sociales. Debería incluir de forma idéntica los dos últimos párrafos del número 3, relativo a las administraciones con competencia sanitaria. Para finalizar las observaciones a este artículo, consideramos imprescindible
que se especifique la unidad de coordinación, necesario
para que dichos planes integrales puedan ser eficaces y
garanticen la protección integral de las víctimas de la
violencia de género.
Como conclusión, quiero decir: 1, que la protección
integral a las víctimas de la violencia de género debe
realizarse desde los ámbitos más cercanos a las mismas. 2, que las medidas de protección, atención y prevención, deben ser ejecutadas desde los sistemas de
atención existentes. 3, que para ello, los sistemas que
presentan carencias deben ser reforzados, tanto en
medios económicos como en recursos de diferente
índole. Y 4, el Plan concertado para el desarrollo de las
prestaciones básicas de servicios sociales en las corporaciones locales da la respuesta necesaria para la realización de la atención social adecuada, requiriendo una
dotación presupuestaria actualizada y adecuando con
ello las respuestas a las nuevas demandas sociales,
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entre ellas el abordaje en todos sus aspectos competenciales relativo a la violencia de género.
ción. Porque muchas veces una mujer no se atreve a
pedir una orden de protección, tardan, normalmente
tardan años en decidirse a poner la denuncia. Si ya se
ha detectado en los servicios sociales, que tampoco se
precisa cuáles son, si los sanitarios o en el ayuntamiento, que hay un problema de violencia de género, si
puede acceder a los servicios sociales antes de tener la
orden de protección.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora
Aguilar Manjón, por su primera intervención. Pasamos
a la intervención de los grupos. ¿Quiénes desean intervenir? Tiene la palabra la señora Bonás, por el grupo de
Esquerra Republicana de Catalunya.
La señora BONÁS PAHISA: Bienvenida, señora
Aguilar, me ha gustado su exposición porque coincidimos en todo y también porque la visión del Estado es
un poco más real. Leyendo este proyecto de ley, me
parece que habla de un Estado que no es en el que yo
vivo, es un Estado en el que hay autonomías y hay
competencias transferidas. Tiene que haber un respeto
de la competencia de cada autonomía. Al menos, usted
ha dicho que hay que tener en cuenta las autonomías.
Por ejemplo, cuando se habla de que habrá un fondo
con unos criterios subjetivos, no se sabe qué criterios ni
quién va a estar en la comisión interterritorial; es un
asunto que queda en el aire y nos gustaría que se hubiera determinado cuáles son los criterios objetivos que se
van a seguir para el fondo, como población migrantes.
Aquí no se habla de los inmigrantes y usted sí lo ha
hecho. La población inmigrante no está registrada y no
sabemos qué necesidades va a tener cada autonomía.
Nos va a pasar como está pasando ahora, que las autonomías están obligadas a prestar unos servicios para los
que no tendrán fondos. Si no tenemos los fondos suficientes, la ley no puede aplicarse correctamente. Es el
punto principal de todos los derechos sociales y económicos.
Hay un tema, además del económico, que me preocupa mucho y que es el de la invasión de competencias. Si tenemos en cuenta que Cataluña tiene transferidas sanidad y asuntos sociales —que allí se llaman
servicios sociales—, debe respetarse que Cataluña
tenga ya sus planes hechos. La financiación. Si el Estado decide, por ejemplo en vivienda, que está transferida
a Cataluña, por esta ley que hay que tener vivienda protegida, ¿quién va a pagar, el Estado o Cataluña? En este
caso debe ser el Estado el que debe proporcionar los
fondos, a menos que vayamos al régimen económico,
como en el País Vasco. Pero mientras no tengamos un
régimen económico, el Estado, para cada ley, debe proporcionar los fondos. Lo que no se puede hacer es exigir a una autonomía, con los fondos que ya tiene, que
son insuficientes, nuevos cargos. Esto en la ley no se
aclara.
Otra cuestión que me preocupa también es que, para
acceder a una serie de derechos sociales, es necesaria la
orden de protección. Muchas mujeres tardan mucho en
pedir orden de protección. Se ha hablado en estas
reuniones bastantes veces de que una orden de protección significa ya una denuncia. Para acceder a estos
servicios me gustaría que se pudiera encontrar una fórmula en la que no fuese necesaria una orden de protec-
La señora PRESIDENTA: Quiere intervenir la
señora García, por Izquierda Unida.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Pido disculpas en
primer lugar, porque he tenido que salir de la sala justo
en medio de su intervención un momentito. Pero, agradezco muchísimo su colaboración, señora Aguilar.
Quiero decir que precisamente estos son los temas
que a lo largo de mi trayectoria profesional y política he
tocado más y por tanto me interesan de forma especial.
Comparto las sugerencias o los planteamientos que
ha ido realizando sobre la redacción de la ley. Allí donde
hablamos de asistencia social está absolutamente desfasado, hemos de hablar de servicios sociales, hemos de
hablar de atención social, de prestaciones, pero no de
ayudas. En todas estas cuestiones estoy totalmente de
acuerdo y pienso que, como en otros aspectos de la ley,
es muy interesante esto que estamos haciendo. Tenemos
una propuesta de ley encima de la mesa que podemos ir
modificando después de estudiarla.
Supongo, aunque me he perdido una parte de su
intervención, que desde el Colegio de Diplomados en
Trabajo y Asistentes Sociales se tiene la visión de que
queda muy en el aire el sistema de servicios sociales,
por decirlo de alguna forma. Entiendo que éste es su
planteamiento. Yo lo comparto. Además, por mi experiencia en este sentido, sé que los servicios sociales de
atención primaria son una de las puertas de primera
entrada de la mayoría de los problemas sociales, digo
una, porque todos sabemos que hay varias. La experiencia que nosotros hemos tenido en algunos lugares
de Cataluña es que el problema de la discriminación de
género y también específicamente el de la violencia de
género requiere una atención especializada.
Esto es una realidad, al menos desde mi experiencia
particular, porque si desde la atención primaria propiamente dicha se desarrollaran más (yo creo que se han
desarrollado en unos sitios más y en otros sitios menos,
pero todavía hay grandes deficiencias en equipos por
ratio de población, etcétera), aun en la hipótesis de que
se desarrollaran más, nos parece que en aquellos municipios donde se han creado unos servicios específicos,
si no los queremos llamar especializados —entraríamos
aquí en terminologías muy concretas—, el tratamiento
del problema desde esta visión de género se podría
atender con más profundidad. Esta es nuestra idea dentro del sistema de servicios sociales; yo no lo planteo
fuera del sistema sino dentro del servicio público de
servicios sociales. Es fundamental que los servicios
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de las comunidades autónomas y me gustaría saber su
opinión al respecto.
Entre las modificaciones del articulado de la ley que
usted ha propuesto a lo largo de su comparecencia ha
hablado del artículo 27, en el que se dice que el Gobierno establecerá unidades específicas para la prevención
de la violencia sobre la mujer. Estas unidades especializadas ya existen, ya existen los servicios de asistencia a
la mujer en la Policía Nacional y en la Guardia Civil,
pero a mí me gustaría preguntarle sobre un hecho concreto. Es un hecho incuestionable y además lamentable
que el número de mujeres muertas por violencia de
género siga creciendo. Esta mañana hemos podido
hablar con Montserrat Comas sobre el tema y sobre la
posibilidad de la implantación de un plan de protección
personalizada para cada víctima. Ella nos ha dicho que
podría ser un plan determinado por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado una vez que el juez de
instrucción haya dictado la orden de protección, porque
parece ser que es el momento en que más riesgo tienen
las mujeres. Es un plan que coincide con una proposición de ley que nosotros presentamos y que debatiremos en esta Cámara próximamente. Me gustaría saber
si cree usted que sería factible y bueno que exista una
seguridad personal para las víctimas y si debería estar
recogido en este o en otro artículo de la ley, pero desde
luego recogido en la ley de la que estamos tratando.
En otro orden de cosas, me gustaría hablar sobre un
tema que a nosotros nos parece de vital importancia y
sobre el que venimos incidiendo en cada una de las
comparecencias que se producen estos días en esta
Comisión: la violencia que se ejerce sobre los niños, de
la que usted también ha hablado a lo largo de su comparecencia. Me gustaría saber qué medidas de protección cree usted que se pueden implantar en esta ley
para aumentar la protección a los niños y si cree que
deben tener los niños las mismas medidas de protección de las madres.
En el ámbito laboral, otro de los ámbitos que recoge
la ley, se hace una discriminación positiva en la que
nosotros estamos absolutamente de acuerdo y compartimos, pues se habla de medidas positivas para favorecer la situación laboral y económica de las mujeres. Me
gustaría hacerle algunas preguntas en este sentido.
¿Cree usted que las agresiones que reciben las mujeres
perjudica el rendimiento laboral de las mismas? Respecto a medidas específicas de la ley, ¿es razonable que
las ayudas sociales establecidas en el proyecto de ley se
limiten a las mujeres mayores de 55 años o de 50 en el
caso de que tengan responsabilidades familiares? ¿Cree
usted que es suficiente una ayuda equivalente a diez
mensualidades del salario mínimo interprofesional?
También me gustaría que me dijese si podrían ser una
alternativa adecuada a estas medidas las ayudas sociales directas, incluso ampliando la duración del programa de renta activa de inserción que contempla la incorporación de las víctimas a programas de formación y
empleo. También me gustaría saber su opinión sobre la
sociales de atención primaria tengan también esta
visión de género.
Aprovecho para decir que en la carrera universitaria
de Trabajo Social todavía hay hándicaps importantes en
este sentido y que los contenidos se tendrían que
ampliar bastante más a nivel de asignatura o transversal, pues falta formación específica. Si bien la atención
primaria es una de las primeras vías de entrada a la problemática, un primer lugar de detección, si bien esta
detección es fundamental y por tanto esa formación se
ha de dar claramente a los profesionales de la atención
primaria, considero que el abordaje después de esas
problemáticas de la mujer, de la familia, de los niños,
etcétera, requeriría de unos servicios específicos en
donde se desarrollara esta atención multidisciplinar o
de diferentes tipologías profesionales como la terapia o
la terapéutica para la mujer y los niños, el psicólogo o
la psicóloga, los trabajadores sociales, pero especializados en la cuestión de género. No sé si este ha sido su
planteamiento o no, porque he tenido que salir un
momento, pero mi pregunta a usted es cómo lo ve, si
realmente esta es la visión que tienen desde el Colegio
de Trabajadores Sociales, y si es otra le agradecería
igualmente que me la explicara.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra la señora Camarero.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: Muchas gracias, señora Aguilar, por su comparecencia, que nos ha
parecido interesante y sobre la que haremos algunas
apreciaciones y preguntas para ver si usted nos puede
contestar y podemos clarificar alguno de los aspectos
que ha comentado y que nos parecen interesantes en
estos días en que estamos empezando el trámite parlamentario de esta ley, pues queremos utilizar sus experiencias como expertos para mejorar entre todos el
texto del proyecto de ley que se nos ha presentado a
esta Cámara.
Usted ha comentado durante su comparecencia la
necesidad de una prevención primaria y secundaria y la
falta de concreción específica en esta ley. Me gustaría
que se nos concretara un poco más qué cree usted que
falta en la ley respecto esta cuestión y cómo podemos
mejorar estas deficiencias ahora que estamos en el trámite de presentación de enmiendas.
Hablaba también de los servicios sociales de proximidad, competencia de los ayuntamientos y de las
comunidades autónomas. ¿Usted cree que están recogidas con claridad las competencias de los ayuntamientos
y de las comunidades autónomas respecto a los distintos artículos de la ley? Porque desde mi punto de vista
a las comunidades autónomas se les ha dado la espalda
en la tramitación de esta ley porque se ha contado con
ellas tarde y mal y en poca medida, cuando son básicamente las gestoras de los recursos sociales y de esos
servicios sociales de proximidad, como usted ha dicho.
Yo creo que deberían estar recogidas las competencias
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En este sentido tendríamos que hablar de la transversalidad en el territorio, que usted ha planteado, es en el
territorio, en los servicios sociales de proximidad, en
definitiva en los ayuntamientos, donde está el quid de
la cuestión, donde se hace la prevención primaria,
donde se atiende la primera demanda, donde se diagnostica o se prevé que pueden existir problemas, en
relación con la violencia de género. Algunos de aquí
presentes hemos trabajado directamente en estos temas
y sabemos lo difícil que es poder determinar qué está
pasando y después aplicar las medidas pertinentes. Por
tanto, este es el quid de la cuestión, y es imprescindible
hacerlo con aquellos que son competentes: Estado,
comunidades autónomas y ayuntamientos. Pero, fíjense
que como algunas leyes que se han aprobado en este
Parlamento lo fueron sin memoria económica y, por
tanto, sin poderlas hacer efectivas, esta es una ley que
viene ya con una memoria económica y con un fondo
que va a permitir un diagnóstico, una atención y un
tratamiento para poder desarrollar esta ley.
Dicho esto, quisiera hacer constar que sus aportaciones nos van a servir de reflexión. Evidentemente estos
artículos se pueden mejorar, pueden tener unas mejoras
técnicas en cuanto al lenguaje —que tiene un significado distinto, tal como usted lo plantea— y en el desarrollo mayor de las medidas que se tienen que aplicar,
siempre de acuerdo y respetuosos con el marco competencial, lo cual se deberá hacer constar, pero como le
digo vamos a reflexionar sobre las aportaciones que ha
hecho en cuanto a detallar cada una de las medidas.
En otro orden de cosas, usted hablaba de su preocupación por el tema rural. Me consta que su colectivo
está muy preocupado por este tema, dada la dispersión
territorial, y por cómo acceder a través de las unidades
de trabajo social para trabajar de manera eficaz. Yo creo
que en buena parte la ley lo resuelve, no sólo a nivel
jurídico, pero sí que es cierto que se tendrán que desarrollar determinados aspectos de los servicios sociales,
sobre todo haciendo un esfuerzo de integración en el
territorio con los otros servicios de atención a la persona o de bienestar: los sanitarios y los educativos. Si esto
tiene razón de ser en un contexto urbano, mucho más
en un contexto rural, y ahí tendremos que hacer un
esfuerzo adicional para poder trabajar de manera seria
y eficaz sobre la violencia de género.
Otro tema del que usted señala su preocupación es la
inmigración. En el tema de la inmigración, especialmente desde los servicios sociales, desde nuestro sistema de bienestar, siempre se han primado por encima de
los derechos de ciudadanía, que pienso personalmente
que hay que desarrollarlos mucho más, los derechos
humanos. Los servicios sociales, que son el primer
escalón del sistema de bienestar, no los profesionales,
siempre ha atendido a través de la información, a través
de recursos, a través de globalizar a nivel comunitario
la atención a las personas inmigrantes y concretamente
a las mujeres; y lo mismo en la orientación jurídica y
todos los recursos existentes en el territorio, como ayer
posibilidad de implantar en la ley un fondo de garantía
de alimentos, del que siempre ha venido hablando el
Partido Socialista e incluso recogía en su programa
electoral y que no sabemos muy bien por qué ha desaparecido de este proyecto de ley. Me gustaría saber su
opinión acerca de si sería positiva la inclusión del
fondo de garantía de alimentos en este proyecto de ley.
Y ya para terminar quiero hablarle de un punto también importante para nosotros. La legislatura pasada se
aprobó por unanimidad de esta Cámara la orden de protección, que se convirtió en la primera respuesta legislativa de protección integrada a las víctimas de violencia de género. Es un instrumento importante desde
nuestro punto de vista. Según los datos aportados esta
mañana por Montserrat Comas, de un informe del Consejo General del Poder Judicial, se solicitaron desde
agosto del pasado año, en los cinco primeros meses de
su implantación, 7.869 órdenes de protección en España que derivaron en medidas privativas de libertad, en
órdenes de alejamiento, en medidas cautelares relacionadas con los niños, con la prestación de alimentos,
etcétera. Nos gustaría saber la opinión que le merece la
orden de protección y si cree que es un mecanismo útil
para luchar contra la violencia de género.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista
tiene la palabra la señora Esteve.
La señora ESTEVE ORTEGA: Bienvenida señora
Aguilar. Quiero darle también las gracias por su intervención clara y que nos aporta y amplía aspectos que
están relacionados con los artículos 13, 14, 15 y 16 de
esta ley que hacen referencia a los servicios sociales.
Usted ha planteado algunas cuestiones sobre las que me
va a permitir reflexionar en voz alta con usted, con la
mesa y con todos los asistentes porque creo que de
alguna manera este es el quid de la cuestión. ¿Cómo se
hace operativa esta ley —me parece inferir de su intervención— haciendo posible la integración de las medidas? Estas medidas y esta integración de las que me
consta la preocupación de su organización, que tiene
una gran extensión en todo el Estado español y que
agrupa a todos los colegios —si no me equivoco— a
cerca de 10.000 profesionales que están trabajando
mucho de manera directa en las demandas y problemas
sociales, entre ellos, de la violencia de género.
Se me ocurre señalar algunas cuestiones que me han
de permitir posteriormente hacerle algunas preguntas.
En esta ley no se puede olvidar ni se olvida, porque es
imprescindible (me consta que el Gobierno ha consultado con las comunidades autónomas y con los otros niveles competentes de la Administración este proyecto de
ley), el trabajo coordinado, este trabajo competencial
para que esta ley tenga éxito. De ahí el trabajo que se ha
realizado en el Consejo Interterritorial de Servicios
Sociales y la consulta a las comunidades para incorporar
las diferentes perspectivas que sirvan para que después
esta ley no sólo sea operativa sino eficaz y eficiente.
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nos señalaba otra compareciente, en relación con las
casas de acogida. Esto no obvia que en algún momento
quizás tengamos que revisar la Ley de Extranjería e
incorporar algún artículo que permita desarrollarlo
mejor, pero hoy por hoy este acceso universal está
garantizado a las mujeres.
Otra cuestión que quisiera señalar y que me parece
importante y me gustaría que usted también comentara,
porque es patrimonio del trabajo realizado, es cómo
podemos compatibilizar —que ya se hace pero probablemente hay que hacerlo mejor— los servicios sociales de proximidad de atención primaria o comunitarios
con aquellas políticas que se vienen realizando en los
ayuntamientos para trabajar la igualdad. Esto es fundamental porque es nuestro patrimonio y tenemos unas
experiencias de integración muy importantes en los
municipios que no sería bueno perder, y creo que se va
a poder integrar ambas intervenciones, aquellas que se
hacen de manera integral y que tienen la visión de
género incorporada en su génesis, en su origen, que
serían las políticas de igualdad, con los servicios sociales y otros servicios de bienestar comunitarios.
Dicho esto y diciendo también que vamos a reflexionar con su aportación, le quisiera hacer tres o cuatro
preguntas. Desde su punto de vista —creo que lo ha
mencionado en el inicio de su intervención pero me
gustaría que lo aclarase—, ¿cree usted que esta ley
garantiza una atención integral a las mujeres víctimas
de la violencia de su pareja o ex pareja o, en todo caso,
mejor que hasta ahora? ¿Nos permite esta ley, dada la
especificidad en este caso de los servicios sociales en
los que usted se ha centrado, impulsar el diagnóstico
precoz, esta prevención primaria, que no secundaria
—permítame que la corrija, señora Aguilar— aquella
que se produce antes de que aparezca la gravedad de los
síntomas; contempla esta ley impulsar el diagnóstico
precoz, la asistencia y la rehabilitación de la mujer y de
aquellas víctimas indirectas como son los hijos? ¿Cree
que esta ley establece mecanismos suficientes de colaboración con los distintos poderes públicos en la línea
que le señalaba, que establece la ley integral, entre los
distintos poderes públicos y también con las organizaciones sociales? ¿Cree que liga a estos mecanismos?
Por último, ¿la ley realmente deja desprotegidos a los
menores o, al contrario, permite que estos menores que
son víctimas indirectas, porque el objeto no va dirigido
a ellos sino a la mujer, sean tratados, independiente o
complementariamente a la legislación del menor?
tario Esquerra Republicana, diciéndole que estoy totalmente de acuerdo en el requisito de que exista un
fondo, que además está previsto en el proyecto de ley.
Es claro que los criterios para la distribución de ese
fondo tienen que desarrollarse, pero en concreto en
relación con los servicios sociales tendríamos que utilizar unos criterios muy claros que tienen que ver con
la elaboración de los mapas de servicios sociales en
cada una de las autonomías. Los mapas existentes
están obsoletos y requieren de un trabajo para poder
después implementar, ese fondo.
Estoy totalmente de acuerdo en que es fundamental
utilizar como principio rector el respeto a las competencias de cada una de las autonomías y municipios, y
yo creo que el proyecto de ley sí que lo respeta. Creo
que con el desarrollo y el planteamiento del mismo
queda recogido suficientemente.
Ha preguntado también si consideraba suficiente y
me parecía buena la orden de protección como para que
pudiéramos trabajar únicamente con esa legislación. Le
puedo decir que sí, pero realmente esa normativa nace
con el grave defecto, de no tener dotación presupuestaria. Debemos trabajar para que los derechos básicos
sean iguales en todo territorio, deben serlo en las diferentes autonomías, y la financiación es un puro instrumento para hacer efectivos esos derechos.
La portavoz del Grupo Parlamentario de Izquierda
Unida, la señora García, que en su exposición ha dejado ver que estaba de acuerdo en gran parte de lo que yo
he comentado me preguntaba si me parecía que el proyecto de ley dejaba en el aire los servicios sociales. En
lugar de utilizar el término en el aire, me parece que
queda desdibujado, por eso he insistido tanto en que
cuando se habla de servicios se especifique qué tipo de
servicios. No es la primera norma que se plantea en esa
línea. El sistema público de servicios sociales viene
penando por ello, no se ha reconocido suficientemente
la existencia del mismo y tenemos ahora la oportunidad
de poder comentarlo, dar nuestra opinión y decir que
ese sistema existe, aunque con sus carencias, y que
debemos trabajar para que desaparezcan. Estoy totalmente de acuerdo en que no es la única puerta de entrada de las víctimas de violencia de género, que existen
otras, pero que en este momento se está trabajando, se
está trabajando muy descoordinadamente, por lo que se
requiere un esfuerzo de coordinación. El planteamiento
que hacía hace un rato tiene que ver con que, aunque
existan esas otras puertas, el volumen de atención que
los servicios sociales tienen en relación con víctimas de
la violencia de género, considero que es superior al de
otros sistemas. Por eso ha sido centrado en el sistema
de servicios social. Estoy totalmente de acuerdo en que
existen otras puertas y creo que el proyecto de la ley lo
trabaja suficientemente, pues establece que esas puertas se coordinen e inicien un trabajo para lograr objetivos comunes.
No estoy tan de acuerdo con su planteamiento sobre
la atención especializada. Al igual que en las profesio-
La señora PRESIDENTA: Para contestar el conjunto de las intervenciones, tiene nuevamente la palabra la
compareciente señora Aguilar Manjón.
La señora PRESIDENTA DEL CONSEJO
GENERAL DEL COLEGIOS OFICIALES DE
DIPLOMADOS EN TRABAJO SOCIAL Y ASISTENTES SOCIALES (Aguilar Manjón): Empezaré
por responder a la señora Bonás, del Grupo Parlamen-
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nes consideradas sanitarias, desafortunadamente para
el trabajo social, que no lo es en este momento, , se
requiere y está previsto en los currícula módulos que
aborden la perspectiva de género, y he hecho una aportación en ese sentido. También consideramos que aunque el trabajo social parte con un planteamiento y una
metodología de trabajo, con unas teorías, quizás —y no
voy a ser presuntuosa— le haga más fácil el trabajo o
tenga bastante ganado en relación con otras profesiones. Podría decir que los trabajadores sociales en este
momento pueden abordar el trabajo necesario en relación con la apuesta y la implementación de este proyecto de ley sin requerir una formación específica; podría
decirlo pero prefiero no hacerlo. Prefiero introducir ese
elemento como necesario también porque siempre hay
mucho que aprender y mucho que trabajar. Y en la
misma línea que para las otras profesiones, considero
que también debe ser recogido para la nuestra, ya que
la nuestra es fundamental para abordar la violencia de
género. En la misma línea también decía que se podría
crear el consejo interterritorial, que no está recogido en
el proyecto, una de cuyas funciones sería establecer la
formación necesaria para los trabajadores sociales, para
los trabajadores de ese ámbito. Por tanto, creo que lo he
recogido también y en esa parte estoy de acuerdo con
su exposición.
En relación con recursos más específicos, quizás en
determinado nivel de la intervención puedan ser necesarios. Existen ya las casas de acogida y los centros de
recuperación integral. ¿Que se puede decir en este
momento que son escasos? Pues bien, pero existen. No
voy a decir que no a recursos específicos de esas características, siempre dentro del sistema. Yo creo que estamos en la misma línea, en el mismo planteamiento.
En relación con las preguntas que ha planteado la
señora Camarero, del Grupo Parlamentario Popular,
cuando he dicho que es necesario abordar la prevención
es porque en la lectura y en el análisis que hemos podido hacer del proyecto de ley no lo hemos visto recogido
suficientemente, por eso, hemos incidido. Por tanto, en
ese sentido estamos de acuerdo que se requiere trabajar
la prevención o especificar más la prevención primaria
y secundaria. Yo creo que fundamentalmente se habla
de sensibilización en el proyecto de ley, lo cual es diferente. Todos sabemos que es diferente.
En cuanto a si son competencia o no del Estado los
servicios sociales, yo creo inicialmente que sí, y el instrumento que se utiliza hasta este momento para poder
hacerlos efectivos, es el plan concertado, que en los
últimos años ha estado congelado —y creo que lo he
referido— en su dotación presupuestaria. No sólo ha
estado congelado económicamente sino que ni siquiera
han sido revisados, como decía antes, los mapas de
servicios sociales, mapas de servicios, de prestaciones,
de centros, etcétera. Yo creo que ahí el Estado sí que
tiene que decir, al igual que lo tienen que decir las
comunidades autónomas, que también tienen competencias en servicios sociales, y los ayuntamientos, por-
que son los que realizan y ejecutan los servicios sociales de proximidad.
En cuanto a si es necesario un plan personalizado de
protección policial —no sé si he entendido bien y es así
como lo ha planteado— la verdad es que me cuesta un
poco responder la pregunta, pero diría que inicialmente
no es necesario. Sí es necesario un plan personalizado
de atención integral. Y estamos hablando de otras
muchas cosas, de medidas, intervenciones, y no solamente de servicio de seguridad.
En cuanto a si se recoge el que puedan ser atendidos
los niños víctimas de violencia, creo que sí porque
están recogidos como víctimas indirectas. Están atendidos, están protegidos en tanto que la persona agredida
es quien tiene la guarda y custodia de ese menor. En ese
sentido, el menor queda recogido en el proyecto de ley.
En relación con la intervención de la señora Esteve,
del Grupo Parlamentario Socialista, aclaro, no sólo a
ella sino a toda la Cámara que somos ya más de 24.000
colegiados y colegiadas. (La señora Esteve Ortega:
Me equivoqué.)
Como saben, también hay algunas comunidades
autónomas que no recogen la obligatoriedad de la colegiación y eso hace que seamos un número menor. Me
preguntaba si la ley garantiza la protección lo suficiente.
Creo que con la exposición que ya he hecho hasta ahora
he aportado elementos suficientes como para contestar
con un sí rotundo, aunque haya algunas cuestiones que
debieran ser modificadas y que he expuesto. En cuanto
a la pregunta que ha hecho en relación con si se aborda
suficientemente el diagnóstico precoz, el tratamiento,
la rehabilitación y el apoyo a los hijos, insisto en la
parte que tiene que ver con el tratamiento, la rehabilitación y el apoyo de los hijos e hijas. Y en cuanto al diagnóstico precoz, en tanto que son atendidos —más atendidas, como he dicho antes, porque son en su mayoría
mujeres— directamente por los servicios sociales, se es
capaz de realizar un diagnóstico precoz. Pero, bajo
nuestro punto de vista, la ley no recoge suficientemente
la ejecución de la prevención necesaria para poder realizar un diagnóstico precoz. Es reiterar las respuestas,
pero insisto en que articula suficientemente bien los
mecanismos para que pueda desarrollarse una protección integral de las víctimas, y creo que ya he respondido a su última pregunta relativa a la protección de los
menores.
No tengo nada más que aportar a esta Cámara, y
agradezco muchísimo la oportunidad que nos han dado
al colectivo de trabajadores y trabajadoras sociales porque, como decía inicialmente, tenemos mucho que
hacer porque estamos al pie del cañón, a pie de obra, en
primera línea.
La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias,
señora Aguilar Manjón, por sus aportaciones, que
desde luego son muy valiosas y contribuirán a que este
proyecto de ley que tenemos entre manos salga adelan-
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En primer lugar, haré una valoración global, de una
ley específica sobre violencia contra las mujeres, de
protección de las mujeres frente a la violencia. En
segundo lugar, me introduciré en el tema del objeto de
la ley, es decir, el marco en el que piensa incidir el proyecto de ley. En tercer lugar, los principios rectores de
la ley; también haré una pequeña aportación al respecto. En cuarto lugar, me detendré mínimamente en algunas de las medidas que consideramos que faltan o que
deben ser matizadas a juicio de Amnistía Internacional.
Y por último, añadiré dos lagunas importantes que
existen en el proyecto de ley y que hacen referencia a
las mujeres objeto de tráfico con fines de explotación
sexual y a las mujeres que piden o solicitan asilo en
España por ser perseguidas por violencia de género.
Respecto al enfoque de Naciones Unidas y a los instrumentos de derechos humanos ratificados por España,
Amnistía Internacional considera que el que exista una
ley que proteja, los derechos humanos de las mujeres
frente a la violencia de manera específica está totalmente avalado por esos instrumentos, para ese marco
de derechos humanos del que nos hemos dotado y que
por supuesto vincula a España. Las Naciones Unidas en
sus diferentes instrumentos, partiendo de la CEDAW y
las recomendaciones del comité, considera la violencia
como la máxima expresión de la discriminación por
razón de sexo. Las Naciones Unidas nunca hablan de
violencia familiar sin referirse a violencia familiar contra las mujeres, violencia contra mujeres y niñas, violencia en el seno de la familia o fuera de ella, pero la
ONU, desde la recomendación general 19, del año
1992, y la declaración de 1993 sobre eliminación de
todas las formas de violencia, siempre hace referencia a
la violencia contra las mujeres. Define esta violencia,
como la que sufre la mujer porque es mujer o porque la
afecta de forma desproporcionada. Por esta razón, el
abordaje de Naciones Unidas nos puede arrojar dos
conclusiones muy importantes que avalan, que exista
un instrumento legal específico de protección de los
derechos humanos de las mujeres. Estas dos conclusiones son que la violencia contra las mujeres tiene una
única raíz, se produzca donde se produzca —es decir,
en el espacio público o en el espacio privado, es un continuum de violencia, eso es lo que nos hace llegar la
doctrina de Naciones Unidas— y no es el espacio lo
que define esa violencia sino el que se produce por el
hecho de una discriminación. Es la punta del iceberg de
una situación discriminatoria, de una situación de facto
—y en otras circunstancias de ley pero en este caso,
desde luego de facto— de discriminación, de falta de
igualdad de oportunidades y la punta del iceberg, la
gran manifestación o la manifestación más extrema
sería la violencia. Por otro lado, cuando se habla de
violencia contra las mujeres se habla siempre de una
violación de derechos humanos. La ONU no ha hecho
sino recordar, desde el año 1993, a los Estados que la
violencia contra las mujeres y niñas, por el hecho de ser
mujeres y que las afecta de forma desproporcionada, es
te con las mayores posibilidades de éxito para las personas afectadas.
Se suspende la sesión, que se reanudará a las cuatro
en punto de la tarde.
Eran las tres y diez minutos de la tarde.
Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de
la tarde.
— DE LA SEÑORA REPRESENTANTE DE
AMNISTÍA INTERNACIONAL (NAREDO
MOLERO). (Número de expediente 219/000023.)
La señora PRESIDENTA: Señorías, reanudamos la
sesión con la comparecencia de doña María Naredo
Molero, de Amnistía Internacional, a quien damos la
bienvenida a esta Comisión. Le agradecemos que comparezca para hacer sus aportaciones a este proyecto de
ley que estamos tramitando en la Comisión.
Sin más preámbulos, le doy ya la palabra a la compareciente. Tiene la palabra, la señora Naredo.
La señora REPRESENTANTE DE AMNISTÍA
INTERNACIONAL (Naredo Molero): En primer
lugar, deseo agradecer la posibilidad de que Amnistía
Internacional esté en esta Comisión de elaboración de
una ley que para nuestra organización es de vital importancia. Aparte de este agradecimiento, quiero señalar
que me acompaña esta tarde una persona que ha venido
invitada por Amnistía Internacional, que es la presidenta de la Asociación Miríadas, que es la primera asociación de víctimas de violencia que se ha constituido para
ayudar a otras víctimas. Se llama Esperanza, ese es su
pseudónimo, y no va a poder hablar aquí, como nos
hubiera gustado proponer a la Presidencia, porque los
medios de comunicación harían difícil que su situación
y su integridad física permaneciera salvaguardada. Es
una mujer que está amenazada de muerte por su marido
y a la cual hemos querido traer de invitada para que
pueda, más allá de la comparecencia, trasladarles la
palabra de las víctimas, por supuesto no en la comparecencia, como digo, pero sí en otro momento, y de este
modo hemos querido reflejar algo que para Amnistía
Internacional es clave, que es la voz de las víctimas en
este proceso. Es la primera asociación de mujeres víctimas que se han organizado para apoyar a otras víctimas. Entendemos que es de vital importancia el que la
voz de las víctimas se oiga en este tipo de comparecencias y en general en el proceso de elaboración de un
instrumento legislativo de estas características.
Y dicho esto, doy comienzo a mi comparecencia.
Amnistía Internacional es una organización de defensa
de los derechos humanos y, por tanto, el marco de mi
exposición va a ser el de los derechos humanos porque
ese es el marco de trabajo nuestro y desde ahí es desde
donde quiero partir y enmarcar mi exposición.
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una violación de los derechos humanos. Y esto es muy
importante que lo recalque aquí por cosas que luego
diré, medidas que, en muchas ocasiones, se están denegando a determinados sectores de mujeres porque quizá
no se entiende que cuando estamos hablando de violencia contra las mujeres estamos hablando de una violación de derechos humanos y toda la protección de las
mujeres frente a esa violación tiene que estar por encima de cualquier otra consideración de índole administrativa o geográfica.
La obligación del Estado de combatir la violencia
contra las mujeres se inscribe en la obligación, derivada
de la Convención de la ONU sobre Discriminación
hacia las Mujeres, (CEDAW) deriva de la obligación de
combatir la discriminación, toda vez que, como digo, la
ONU las vincula de tal manera que si el Estado no previera un instrumento legislativo específico, no hiciera
todos los esfuerzos que están en su mano por combatir
la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo,
estaría desoyendo las obligaciones que tiene contraídas
en virtud del derecho internacional con la CEDAW, con
la convención de la mujer.
Una vez sentado que para Amnistía Internacional, y
con el derecho internacional en la mano, plantear una
ley específica sobre violencia contra las mujeres está
totalmente sentado y es coherente con las obligaciones
que emanan de esos instrumentos ratificados por España. Me quiero detener para destacar ciertas lagunas que
Amnistía Internacional considera clave. Como organización de derechos humanos, consideramos que estamos ante un momento importantísimo para paliar todas
esas lagunas que ya venían existiendo. Se ha abierto un
proceso legislativo de abordaje integral de un problema
y hemos de entender que este proceso es clave para
paliar esas lagunas que ya venían de largo.
En lo primero en lo que me voy a detener es en el
objeto de la ley. Amnistía Internacional estima que el
cambio del objeto de la ley en el paso del anteproyecto
al proyecto de ley nos ha alejado de la definición de
Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres.
Amnistía Internacional entiende, y con ella también el
comité de la CEDAW en la semana del 7 de julio, cuando examinó el informe de España, entiende que la violencia contra las mujeres debe ser entendida como lo
han hecho las Naciones Unidas: Toda forma de violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, es
decir, por su pertenencia al sexo femenino, o que las
afecta de forma desproporcionada, tanto la producida
en la esfera pública, como la producida en la esfera
privada. Amnistía Internacional siente verdadera preocupación porque se haya recortado el objeto de la ley
y actualmente estemos hablando de violencia ejercida
contra las mujeres única y exclusivamente a mano de
sus parejas y ex parejas. Ni siquiera toda violencia
cometida contra las mujeres en el ámbito familiar
entraría en el marco actual de la ley integral. Una niña
abusada por su padre tampoco estaría dentro de la ley
integral. En este sentido, nos parece clave proponer —y
lo hemos hecho así en el documento que creo se les ha
entregado antes de mi comparecencia— que se maneje
en la redacción definitiva de la ley la definición de la
ONU sobre la declaración de eliminación de violencia
contra las mujeres de 1993, que habla de todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino
que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer,
así como las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida
pública, como en la vida privada.
Entre las lagunas que Amnistía Internacional ha
detectado en el abordaje general de la ley, otro de los
puntos clave es el hecho de que las mujeres, dentro del
proyecto de ley integral, siguen considerándose como
un colectivo homogéneo y no como un colectivo heterogéneo. Las mujeres, aparte de ser mujeres, pertenecen a una determinada clase social, a un determinado
grupo étnico, a una determinada área geográfica o
nacionalidad, son residentes administrativamente legales, son inmigrantes sin regularidad. Tienen una serie
de características añadidas, pertenecen al área rural, al
área urbana,.. Y todas esas características, como Naciones Unidas también recordó al Estado español ya hace
cinco años, deben considerarse a la hora de valorar los
obstáculos que determinados grupos de mujeres tienen
para acceder a los recursos y a los derechos. Pongo
como ejemplo la situación de las mujeres del área rural.
En la macroencuesta del Instituto de la Mujer existen
datos de que las mujeres del área rural, en el colectivo
de mujeres víctimas no auto-reconocidas como maltratadas, son superiores a las de las áreas urbanas. Existen
datos que nos permiten llegar a la conclusión de que las
mujeres del área rural tienen dificultad de acceso a
muchos de los servicios previstos para mujeres que
sufren violencia. No podemos desatender en la elaboración de una ley las especiales necesidades de colectivos
como las mujeres del área rural, las mujeres inmigrantes —y especialmente las inmigrantes sin residencia
regularizada—, las mujeres discapacitadas u otras
mujeres que están viéndose dificultadas en el acceso a
los recursos y derechos.
Amnistía Internacional quiere traer a la mesa de esta
Comisión las especiales dificultades que están teniendo
las mujeres inmigrantes irregulares a la hora de acceder, tanto a derechos, como a la asistencia jurídica gratuita, como a recursos como pueden ser los centros de
emergencia, los pisos tutelados o las casas refugio.
También queremos destacar los obstáculos que están
haciendo que las mujeres que no tengan residencia
regular no puedan acceder a la prestación económica
derivada de la orden de protección a víctimas. Estos
tres elementos nos parecen suficientemente graves porque estamos hablando, como decía antes, de derechos
humanos y no estamos hablando de algo que pueda
ponerse bajo una situación administrativa u otra. Tal y
como nos han recordado Naciones Unidas en reiteradas
ocasiones, así como la relatora de derechos humanos de
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las personas migrantes, los derechos de las mujeres y
su protección frente a la vida, integridad física y seguridad están por encima de su situación administrativa.
Amnistía Internacional quiere recordarlo en esta Comisión y su propuesta es que en la ley integral existan
previsiones para adecuar toda la legislación estatal y
autonómica a lo firmado por el Tribunal Constitucional, es decir, que todas las personas con independencia
de su situación administrativa tengan acceso al beneficio de la justicia gratuita en idénticas condiciones con
las personas residentes y españolas. Por otro lado,
incluir todos los derechos especificados para las víctimas en la ley integral dentro de la Ley de Extranjería
como derechos que se reconocen en cualquier circunstancia, que tiene la persona por el hecho de serlo. Al
igual que en la Ley de Extranjería por el hecho de estar
empadronada, se reconoce el derecho a la asistencia
sanitaria y a la educación hasta los 16 años, todos los
derechos de las víctimas frente a la violencia de género
deberían estar en ese apartado. Lo recomendamos de
manera explícita en nuestro informe.
Por otro lado también es muy importante que se
recoja en la ley integral la necesidad que existe de formación a agentes y profesionales de las instancias
públicas en el sentido de que proveer atención integral
a las víctimas de violencia de género es algo que debe
garantizarse por encima de la situación administrativa
de las personas. Esto debería formar parte, no solamente de la reforma de la Ley de Extranjería que he comentado, sino también de un capítulo de formación imprescindible a todas las instancias, no sólo policiales, sino
también de servicios sociales. Amnistía Internacional
está recibiendo quejas respecto a teléfonos de urgencia,
teléfonos de emergencia, comisarías, centros de atención a víctimas, en los cuales se pregunta a la persona si
tiene o no tiene papeles para ser atendida en circunstancias de urgencia o de necesidad. Esto contraviene, a
juicio de Amnistía Internacional, todos los tratados de
derechos humanos suscritos por el Estado.
En cuanto a las mujeres rurales, no existe una discriminación de iure, como sí ocurre en parte con las mujeres indocumentadas, pero es una discriminación de
facto. Debe haber programas específicos dirigidos a
estas mujeres, debe haber diagnósticos específicos.
Desde que en 1999, con ocasión del III y IV informe de
España al comité de la CEDAW, el comité le dijo a
España que existían estos colectivos vulnerables, mujeres rurales, indocumentadas, en ninguno de los planes
contra la violencia de género ni en planes de igualdad,
se ha recomendado o se ha elaborado un diagnóstico
dirigido a conocer cuáles son las necesidades específicas de las mujeres rurales frente a la violencia —un
diagnóstico, a nivel estatal, de amplio espectro—, ni
tampoco cuáles son las necesidades de las mujeres
inmigrantes, de otras etnias, respecto a la violencia. A
juicio de Amnistía Internacional urge este tipo de diagnósticos y urgen las medidas específicas para paliar la
situación de mujeres pertenecientes a colectivos vulnerables.
Respecto a la tutela institucional hay dos ámbitos de
preocupación que Amnistía Internacional quiere poner
sobre la mesa y son los siguientes: en primer lugar, la
necesidad de que el Gobierno central supervise el cumplimiento de las medidas de protección de derechos
humanos en todo el territorio. No puede ser que porque
exista una descentralización administrativa y los servicios sociales estén transferidos a las comunidades autónomas, tengamos como tenemos la información de que
en determinadas comunidades autónomas existe mayor
o menor protección de los derechos humanos según una
normativa autonómica, local o incluso, a veces, según
la normativa de la casa de acogida o el centro de emergencia de turno. Es una situación grave que debe ser a
partir, no solamente de algo que Amnistía Internacional
valora muy positivamente y que es la creación de dos
figuras institucionales como son la Delegación del
Gobierno contra la violencia de género, prevista en el
proyecto de ley, así como el observatorio sobre violencia de género. Dos figuras institucionales, a nuestro
juicio, importantes y muy necesarias, pero existe la
necesidad de que esas figuras, que van a servir para
supervisar las políticas, tengan instrumentos para la
evaluación de esas políticas. Y esos instrumentos no
pueden ser otros que unos estándares mínimos que
deben de estar absolutamente presentes en todas las
comunidades autónomas. La ley debe prever que reglamentariamente existan estándares de actuación mínima
y adecuada en los siguientes aspectos básicos que no
pueden dejarse al arbitrio de lo que una comunidad
autónoma considere necesario o básico, sino que deben
ser previstos desde el ámbito estatal. Estos estándares
mínimos serían importantísimos en servicios de información y atención urgente a las víctimas, en centros de
acogida temporal, en medidas de recuperación integral
a las mujeres, en servicios de asistencia jurídica, en
servicios de asistencia sanitaria, en actuación de los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y en actuación de
médicos forenses. No podemos dejar que en una comunidad autónoma exista un determinado número de
casas refugio y en otras otro número, en unas las casas
tengan como principio inspirador unos valores y en
otras, otro muy diferente. Estamos hablando de protección de derechos humanos y eso tiene que estar supervisado por el Gobierno central. Amnistía Internacional
considera que estos estándares mínimos son la clave
para que los dos organismos que se van a crear hagan
su trabajo de una manera mucho más eficaz y se garantice esa homogeneidad del respeto de los derechos
humanos en todo el Estado español, con independencia
de qué comunidad autónoma estemos hablando.
En este mismo campo de la tutela institucional hay
otro tema muy importante para Amnistía Internacional,
que es la evaluación de las políticas. En el proyecto de
ley viene encomendada al observatorio pero en la ley
debe hacerse hincapié en lo que se considera clave para
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evaluar las políticas. Hasta ahora se han venido realizando las macroencuestas sobre la violencia contra las
mujeres en el ámbito familiar. Parece interesante como
una manera de evaluar el fenómeno, pero en absoluto
son instrumentos idóneos para evaluar las demandas o
las necesidades de las mujeres, la idoneidad de los
recursos de las usuarias, de las beneficiarias. Desde
luego, faltan. Amnistía Internacional lo ha planteado
desde hace tiempo como una laguna importante y quiere trasladarlo para que la ley sobre violencia contra las
mujeres o de violencia de género lo recoja como un
elemento clave, que es la evaluación a partir de las
demandas y de las necesidades de las usuarias de los
servicios. Si seguimos sin darle la voz a las mujeres, si
seguimos sin evaluar los servicios a partir de las necesidades de las mujeres, seguiremos adoptando las medidas desde los despachos. Esas políticas van a encajar en
esas necesidades, pero sin ir de abajo a arriba, de las
necesidades a las políticas, será muy difícil que ello sea
así. La evaluación es una de las tareas más importantes
del observatorio pero debe tener esa característica que
resulta clave.
Respecto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado, nos parece insuficiente el que se creen las unidades especializadas porque la formación sobre violencia contra las mujeres, el cómo entender el problema,
cómo atender y proteger a las víctimas de los agresores
debe ser una formación obligatoria a todos los agentes
de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, no solamente a
las unidades especializadas. En este momento las unidades especializadas están siendo tan sumamente escasas que, por ejemplo, el EGUME en Madrid son cuatro
agentes para los 5 millones de personas que vivimos en
la Comunidad de Madrid. Las unidades especializadas
están muy bien, pero su número debe incrementarse de
manera importante. La formación sobre las necesidades
de las víctimas y la especificidad de estos delitos debe
ser obligatoria en todos los planes de formación de la
policía, porque este es uno de los delitos, es una de las
violaciones de derechos humanos, que más habitualmente se están cometiendo en nuestro territorio y todos
los policías, pertenezcan al cuerpo que pertenezcan,
deben estar formados con carácter obligatorio sobre
este tema. Eso en el proyecto de ley, nos parece que
todavía no se recoge.
En cuanto a la tutela judicial hay tres áreas clave en
las que existen lagunas. La primera —a juicio de
Amnistía Internacional importantísima— la falta de
diligencia de los médicos forenses. La segunda sería la
protección de las mujeres que denuncian, que hace
referencia a la Ley de Protección de Testigos que, como
comentaré más delante, debería ser reformada. Y la
tercera, la reparación judicial a las víctimas. Amnistía
Internacional quiere traer aquí una cifra a la que hemos
llegado a partir de datos oficiales del Instituto de la
Mujer y de la Dirección General de la Policía, sobre la
impunidad que rodea a estos delitos. El 97 por ciento
de las mujeres que sufren violencia habitualmente
siguen sin denunciarla. Es una cifra extraída a partir de
los 2 millones de mujeres que, según la macroencuesta
del Instituto de la Mujer, están habitualmente sufriendo
violencia y de las poco más de 50.000 denuncias que se
recogen al año según el Ministerio del Interior. El
hecho de que el 97 por ciento de las mujeres sigan sin
denunciar da una imagen de lo que todavía queda por
hacer, de por qué las mujeres siguen sin denunciar y
cómo realmente la impunidad social de estos delitos es
la más alta si estamos hablando de delitos de violencia
física, psíquica y sexual. Esa es la primera cifra que
queríamos dar porque nos parece que cuando se habla
del ámbito judicial parece como que todo se reduce a si
la policía recoge la denuncia, no recoge la denuncia..
¿Pero qué se hace para que las mujeres denuncien, confíen en el sistema judicial y empiecen a dar los pasos
para iniciar el recurrido judicial, policial y penal?
Por otro lado quiero traer un dato para empezar a
hablar de la situación respecto de los médicos forenses,
que es el que ofrece el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial sobre violencia de género y
doméstica y que arroja el dato de que en el 18 por ciento de los casos de violencia de género el médico forense no comparece, pero es que en el 64 por ciento de
esas no comparecencias es el profesional el que decide
no hacerlo, y esto realmente nos preocupa enormemente. Realmente en un delito como el de violencia contra
las mujeres la prueba normalmente es muy endeble,
porque suele existir una deficiencia probatoria derivada
del hecho de que la víctima suele ser el único testigo;
en estos casos nos parece que la actividad probatoria y
la actividad de los médicos forenses debe ser mucho
más intensa si cabe que en otros delitos. ¿Por qué existe
esa falta de diligencia de los médicos forenses? ¿Por
qué existe esa falta de comparecencia de los profesionales ante estos delitos? Amnistía Internacional entiende que en la ley integral debe haber, dentro de la tutela
judicial, un capítulo específico sobre la diligencia de
los médicos forenses, sobre la necesidad de formación
de estos profesionales y sobre la importancia que tiene
que estos profesionales estén recabando esa prueba que
va a ser la que le dé a la víctima la posibilidad de obtener una sentencia absolutoria o condenatoria de su
agresor; si estamos hablando de recoger la prueba es
muy importante la actividad del médico forense.
Por otro lado existe también, como decía antes, la
importancia de la protección de las denunciantes.
Amnistía Internacional sigue recibiendo información
sobre la debilidad de la Ley 19/1994, de Protección de
testigos y peritos, para proteger a las mujeres y a sus
familias que comparecen en un juicio, que han denunciado su situación y que están inmersas en un proceso
judicial. Esta ley, que nunca tuvo un reglamento, esta
ley que realmente se aplica no de la misma manera y no
con el mismo rigor por parte de todos los jueces, debería ser objeto también de revisión por parte de la ley
integral y debería ponerse sobre la mesa la importancia
de que todos los jueces estuvieran formados en esos
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derechos que tiene las víctimas, las víctimas especialmente de estos delitos, a no comparecer en el mismo
momento que su agresor, a que sus datos no se vean en
los papeles, en los documentos derivados del proceso, a
tener protección también los hijos e hijas de estas mujeres. Todo esto nos parece que falta en la ley integral y
realmente queremos hacer un llamamiento para que se
incluya en ella una revisión de la Ley 19/1994, nunca
como digo desarrollada por reglamento.
En el ámbito de la protección judicial o de la tutela
judicial quería hacer hincapié o referencia a la reparación a las víctimas. Amnistía Internacional queda bastante sorprendida de que en la ley integral toda la materia de protección, de apoyo integral a las víctimas sea
integrada en el ámbito de los servicios sociales. Entendemos desde luego, como una organización de derechos humanos, que el derecho a la reparación es un
derecho también consustancial a todas las víctimas de
los delitos, sea cual sea su situación socioeconómica.
Es decir, por un lado está el apoyo a las víctimas que
sufren violencia y que se han visto empobrecidas, o que
pertenecen a una determinada clase social, o que tienen
unas determinadas necesidades sociales, lo que aplaudimos totalmente, porque creemos que es muy necesario, y por otro lado está el derecho a la reparación de
todas las víctimas de los delitos. Igual que existe un
derecho a que investiguen tu denuncia, o existe un derecho a que sancionen al autor de tu delito, existe un
derecho a ser reparada cuando has sufrido un delito. La
reparación, según el derecho internacional, tiene cuatro
elementos clave que deberían ser abordados por la ley
integral. Dentro del sistema judicial de la reparación
justa y adecuada debemos entender que existe un derecho a la restitución; es decir, volver a la situación anterior a la situación que te provocó el delito. Por otro lado,
el concepto de indemnización ahora mismo no podemos
entender que esté garantizado por la Ley 35/1995, que
es una ley absolutamente insuficiente para las víctimas
de violencia, especialmente para las víctimas de violencia física, que ni siquiera están incluidas en esta ley.
Existe un derecho a la rehabilitación. Con independencia como digo de su situación económica o de su situación coyuntural esa mujer ha de recobrar una situación
de autonomía tal que le permita vivir como antes de
haber sufrido la violencia. Garantías de no repetición.
Esto es algo clave que acompaña a todo el derecho de
reparación entendido por el Derecho internacional. El
Estado debe garantizar la no repetición a esa víctima y
esto forma parte de la reparación del Estado. Si el
Estado no cumple con ese derecho, el derecho de la
víctima a que no se repita la agresión contra ella, debe
indemnizarla.
Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos en los
que la ley integral no ha incidido: por un lado, las medidas de sensibilización. Actualmente las medidas de
sensibilización, las que ha venido habiendo y las que de
momento hay, son medidas que han sido fuertemente
criticadas por Amnistía Internacional por ser medidas
que confundían el derecho a la información que tienen
todas las víctimas con el derecho a la sensibilización o,
digamos más bien, las propuestas de sensibilización a
la sociedad en general. Las medidas han sido en su
mayoría dirigidas a las mujeres, a las víctimas, para que
hicieran algo para romper el ciclo de la violencia. Eran
medidas que, en muy pocas ocasiones eran de larga
duración; es decir, las campañas se circunscribían al
mes de noviembre y poco más, y eran medidas no evaluadas en profundidad. También eran medidas que partían exclusivamente del Instituto de la Mujer o del
organismo institucional con la colaboración de agencias de publicidad, pero en muy pocos casos con la
participación de las asociaciones de mujeres y de las
organizaciones sociales en general. Son medidas que
deberían ser revisadas y replanteadas; sin embargo, en
la ley integral así como vemos principios rectores de las
políticas educativas, tampoco vemos en el ámbito de
los planes de sensibilización unos principios rectores,
unos principios clave que vayan a guiar esas políticas
de sensibilización para que de algún modo sean políticas mucho más adecuadas, que se dirijan a la población
en general y especialmente también a los hombres, por
supuesto, y no a las mujeres. Las dirigidas a las mujeres
deben ser medidas de información sobre sus derechos y
otro tipo de aspectos, pero las medidas de sensibilización, es decir, para romper el ciclo de la violencia y
para transformar la sociedad en una sociedad sin violencia, no deben dirigirse sólo a las víctimas.
Y por último, y ya con esto termino, quería también
traer a colación dos ámbitos de preocupación de
Amnistía Internacional que derivan del ámbito de la
violencia o de la definición de la violencia contra las
mujeres establecida por Naciones Unidas. Esta ley,
según Naciones Unidas y Amnistía Internacional, debía
ser una ley que abarcara todas las formas de violencia
contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y no sólo
la violencia en el ámbito privado, no sólo la de la pareja
o ex pareja, sino que fuese o que debería ser una ley
que abarcara todas esas otras formas de violencia también. Queremos traer a colación dos tipos de violencia,
dos tipos de víctimas, como son, uno, las mujeres solicitantes de asilo en España. Un Estado sensible hacia
las víctimas de violencia de género, debería ser un
Estado sensible a las solicitudes de asilo de mujeres
que están siendo perseguidas por violencia de género
en sus Estados, y piden asilo en España. Hoy por hoy la
legislación sobre asilo y también la práctica administrativa del asilo sigue sin desagregarse por género —por
sexo mejor dicho— las solicitudes de asilo y también
las denegaciones o admisiones de asilo; sigue sin trabajarse en profundidad el hecho de que muchas mujeres
están pidiendo asilo por persecución por género, sigue
sin tenerse en cuenta a estas víctimas de la violencia de
género. Amnistía Internacional desde luego cree que
estas víctimas deberían ser consideradas en una ley
integral que abarcara la violencia contra las mujeres en
toda su amplitud.
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Aparte estarían las mujeres víctimas de tráfico con
fines de explotación sexual, que por supuesto también
son numerosísimas en España, que por supuesto también la Ley de Extranjería en su artículo 57 sigue sin
proteger de una manera adecuada. Hoy por hoy seguimos considerando a las víctimas de tráfico casi exclusivamente en la vertiente que tienen estas mujeres de
testigos de un delito, de testigos valiosos para la policía
para desarticular una red de tráfico, pero no como víctimas de una violación de derechos humanos de las más
extendidas en el mundo. Consideramos que reforzar la
protección de las mujeres objeto de tráfico debería ser
una prioridad de todo gobierno y de todo parlamento
que entienda como prioridad la lucha contra la violencia de género.
Sin más, y sintiendo haberme pasado a lo mejor un
poquito del tiempo previsto, les doy las gracias por
haberme escuchado en esta comparecencia y quedo a
su disposición.
gio de las mujeres que huyen por violencia de género
respecta. Quisiera saber si tiene ustedes datos, más que
nada por conocer exactamente la realidad que usted nos
está planteando; si podemos hablar de una realidad en
números en lo que a la entrada o a la solicitud de entrada en territorio español respecta de este tipo de personas, a las solicitudes que pudieran producirse por violencia de género.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo de Izquierda Unida, la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Saludo en primer
lugar a doña María Naredo, representante de Amnistía
Internacional, y comenzaría en todo caso por tres apartados que querría resaltar un poquito.
En primer lugar, una vez más quiero decir que es
interesantísimo escucharles desde diferentes ámbitos y
desde diferentes entidades, por lo tanto competencias
(competencias sociales o competencias institucionales), porque realmente todos los puntos de vista son
complementarios y necesarios, sobre todo cuando estamos hablando precisamente de una ley integral que
tiene como objetivo dar una atención realmente completa, amplia y muy plural.
Dicho esto, le querría comentar que comparto bastante el planteamiento que ha hecho en cuanto a la
necesidad de evitar lo que en estos momentos está
pasando y me consta —y quizá no digo tanto en el
entorno que más conozco en este caso, que es Cataluña,
y que seguramente también está pasando, sino por el
conocimiento que ahora estoy también teniendo de
otros lugares del Estado español—, que realmente hay
una diferencia sustancial en cuanto a lo que serían estos
servicios mínimos o estos estándares mínimos de servicios sociales desde unas comunidades a otras e incluso
dentro de algunas comunidades. Realmente esto tiene
que ver con lo que algunos grupos —en concreto nuestro grupo también así lo ve— consideramos que es
necesario, y es que o bien se elabore una ley de bases
que después las comunidades autónomas serán las que
tendrán que concretar, o bien haya una cartera de servicios realmente mínimos para todo el Estado, en la que
después evidentemente tendrán que ejercer su competencia las comunidades autónomas. Es cierto, lo compartimos y nosotros también nos preocupamos, este
tema. Por eso quiero en todo caso puntualizarlo realmente va bastante más allá de lo que es el ámbito de la
ley porque está afectando a la población en general.
Coincidiendo con usted, sí quiero puntualizar que la ley
no va a poder abordar todas las cuestiones, que sin duda
tendremos que ir poco a poco trabajando. Como dato
estamos de acuerdo y consideramos que es algo a trabajar; por nuestra parte, nuestro grupo intentará hacer las
propuestas correspondientes en este sentido.
También comparto totalmente la necesidad de la evaluación de las políticas y de esta evaluación en concreto. Sobre el tema que nos compete de la violencia de
La señora PRESIDENTA: ¿Grupos que desean
intervenir? (Pausa.)
Tiene la palabra en primer lugar la señora Barkos,
del Grupo Mixto.
La señora BARKOS BERRUEZO: Gracias a la
señora Naredo por esta exposición.
Entiendo que de manera global y fundamentalmente
lo que ustedes plantean es una modificación del enunciado y, por tanto, del objeto y del desarrollo de la ley,
que sea el de violencia de género y no el de violencia
doméstica, y aquí entramos ya en un terreno evidentemente amplio y muy, muy ambicioso. Siendo uno u
otro caso, afirma usted que en principio el proyecto de
ley no garantiza los derechos de todos los colectivos de
mujeres: habla de inmigrantes, de indocumentadas, de
mujeres en el medio rural, de discapacitadas.. Quisiera
saber si tienen ustedes propuestas que plantearnos, propuestas concretas en este sentido.
En un siguiente capítulo, referido a la tutela institucional, usted afirma que la Delegación de Gobierno
—Amnistía Internacional propondría— controle la
Delegación del Gobierno contra la violencia sobre la
mujer las actuaciones de las comunidades autónomas.
Yo no sé —y quisiera que me lo aclarara—, pero esto
sería tanto como dotar a la Administración central de
una capacidad de bondad en la actuación que no sé si
niegan ustedes a las administraciones autonómicas.
También quisiera que lo centrara un poquito más.
Me interesa también especialmente esa recomendación, ya en lo que respecta a la tutela judicial —y me
parece muy interesante además—, de que se garantice
la intervención de los médicos forenses en estos delitos. Yo creo que este es un capítulo que a todos nos
interesa especialmente y quisiera saber si proponen
algún mecanismo concreto.
Y ya finalizo el turno de preguntas. Detectan también ustedes lagunas en lo que al derecho a asilo y refu-
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La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Catalán de Convergencia i Unió, la señora
Pigem.
género. A nosotros también nos preocupa mucho que
generalmente tanto la evaluación como incluso las estadísticas se están haciendo —y sobre esto he ido insistiendo también en varias intervenciones, aquí y en otros
ámbitos— en base a las denuncias. Siempre estamos
hablando del fenómeno, de la problemática de la violencia de género a partir del momento de la denuncia.
Nosotros consideramos que hay ya mucho datos en
muchos ámbitos y en muchas competencias para poder
hacer un estudio muchísimo más amplio y riguroso
sobre la problemática, la tipología, las mujeres, las
familias, etcétera, que sufren o han sufrido el problema
de la violencia de género. Por tanto coincido también
en la necesidad, cuando hablemos de diagnóstico y de
valoraciones, de utilizar todo aquello que es posible,
como son todos los servicios existentes más todas las
asociaciones y entidades de importancia, como puede
ser evidentemente la que usted representa.
Una de mis preguntas coincide con la de la anterior
diputada acerca de si ustedes tenían propuestas en concreto, pero yo añadiría, sobre todo en cuanto a los
colectivos más vulnerables, en cuanto a lo que serían
los inmigrantes, las inmigrantes en este caso. Nuestro
grupo, realmente ha dedicado un tiempo —como
supongo que todos los demás lo han hecho— a pensar
posibles soluciones o propuestas cara a la ley, y lo cierto es que es un tema delicado, difícil, sobre todo si no
se modifica o no se plantea alguna modificación en la
Ley de Extranjería, por ejemplo. También quería saber
si ustedes realmente tienen alguna propuesta.
Por último (aprovecho la coincidencia para resaltar y
manifestárselo también), hoy mismo nos han entregado
unos datos —esta mañana en una de las comparecencias, y todo el mundo ya los tiene— de las órdenes de
protección desde el 1 de agosto al 31 de diciembre, un
período de cinco meses; y he estado mirándome algunas de las cuestiones que más me interesaban. Cuando
hablamos de qué es lo que pasa, usted comentaba y
decía: qué hemos de hacer para que no solamente podamos tratar aquellos casos que llegan a denunciarse sino
todo el volumen que realmente no se denuncia, y que
está ahí y que de alguna forma u otra está siendo atendido, incluso de manera descoordinada o sin saber que
realmente hay un problema. En este informe nos dicen
que de los veintidós casos calificados —y muertes—
como violencia doméstica sólo en siete se había constatado la existencia de procedimientos incoados; siete de
veintidós. Esta es una realidad, esta es una de las cuestiones en la que nosotros también insistimos más, y que
creemos que ha de formar parte de esta ley integral, y
seguramente así va a ser, y entre todos lo vamos a conseguir, para que no nos remitamos sólo al problema
desde el momento en que hay una denuncia, porque no
es entonces cuando nace el problema de malos tratos,
sino muchísimo antes. Realmente a través de esta ley
deberemos ver cómo abordamos esta problemática.
La señora PIGEM I PALMÉS: Señora Naredo,
desde Convergencia i Unió teníamos un verdadero interés por su comparecencia puesto que nos aporta una
óptica de derechos humanos —su organización es una
organización de derechos humanos—, y pensamos
desde Convergencia i Unió que la violencia contra las
mujeres es un delito pluriofensivo; es, en todo caso la
suprema expresión de la desigualdad, pero realmente
es, un delito contra los derechos humanos, que afecta a
los derechos humanos de las mujeres. Por eso teníamos
interés en su comparecencia y desde este punto de vista
también se lo agradecemos.
Usted nos ha hablado de muchas cosas. Creo que las
acotaciones que usted hace a la ley realmente son ya
para nota. Ojalá pudiéramos integrarlas todas a través de
enmiendas en lo que podría ser una ley con un objeto
más amplio —a lo que luego me referiré—, pero desgraciadamente creo que partimos de mucho más atrás.
Es la primera ley integral que hay no sólo en España,
sino en todo el ámbito europeo. Las cosas para hacerlas
bien se han de ir abordando poco a poco e irlas integrando poco a poco, porque realmente lo que usted plantea
es muy, muy, muy ambicioso y quizá hemos de partir de
un ámbito no más modesto, pero sí más reducido por lo
menos de momento, para luego ir ampliando.
Me refiero a cuando usted comentaba el objeto de la
ley, diciendo que le gustaría que ésta fuera una ley
sobre la violencia que se comete contra las mujeres por
el hecho de ser mujeres; a mí también me gustaría. Yo
creo que esto lo podríamos compartir todos los que
estamos aquí. Si ha estado usted al tanto de la polémica
que ha habido y que han reflejado los medios de comunicación y la que ha habido en las propias comparecencias, habrá visto que en este objetivo, no menos ambicioso pero más reducido, ya ha habido muchísima
polémica. Por lo tanto creo que todavía hay que hacer
mucha más pedagogía y esta ley integral va a ser un
primer paso también; aparte de intentar solucionar realmente la violencia en el espacio afectivo o en el espacio
doméstico, va a ser un paso muy importante en esta
pedagogía del tema de la violencia de género, es decir,
contra las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Ha comentado usted que las mujeres no son un
colectivo homogéneo. Efectivamente no son un colectivo homogéneo, y también esperábamos de su comparecencia, como así ha sido, que usted aludiera a mujeres
en circunstancias especiales o a mujeres que por sus
circunstancias están en situaciones de especial vulnerabilidad. Se ha referido a las mujeres migrantes en situación irregular, a las mujeres del ámbito rural y también
a las mujeres con discapacidad. A mi me gustaría, puesto que se ha extendido más en el tema de las mujeres
migrantes, que nos dijera si tienen propuestas concretas
en el tema de mujeres con discapacidad.
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las mujeres se realizan en el ámbito doméstico, violencia de género o doméstica.
A lo largo de las intervenciones de estos dos días los
comparecientes lo que han venido señalando quizá es
que lo más importante de esta ley es el carácter de las
medidas preventivas, educacionales, sociales, etcétera;
y quizá las mayores diferencias se han suscitado en las
medidas de carácter penal —como usted también apuntaba—. La mayoría de los comparecientes, si no todos,
han dicho que la eficacia de esta ley radica más precisamente en todas las medidas anteriores que en las de
carácter penal, que aun siendo necesarias —como lógicamente han reconocido la totalidad de los comparecientes— no son exclusivas para que esta ley sea eficaz.
Ya digo que lo que realmente reconocían era que las
medidas preventivas era lo que venía a ser lo más
importante que tenía esta ley.
Desde ese punto de vista yo le quería preguntar a
usted si ve suficientes todas las medidas preventivas
que se han detallado en la ley y si a usted se le ocurre
alguna otra de carácter preventivo, independientemente
de las que usted ya ha dicho (la sensibilización social,
etcétera); si a usted se le ocurre alguna otra medida y si
ve usted que las de carácter educativo son suficientes o
no; si usted ampliaría más el tema desde el punto de
vista educativo; o si incluso limitaría algún tema de
publicidad o de violencia específica, estricta o demasiada en películas, en anuncios, en publicidad.. Me
gustaría mucho desde ese punto de vista que nos dijera
qué es lo que propondrían ustedes. Me gustaría también
que nos dijera si a usted le parece que en esta ley también se debiera contemplar o proteger a los menores y a
los ancianos, víctimas también de la violencia doméstica; si a usted le parecería oportuno o no que se incluyera en esta ley. Si se incluyese, ¿eso afectaría a que la
mujer estaría menos desprotegida. Nosotros somos
conscientes de que existe ahora mismo una protección;
no es que exista desprotección hacia los menores y
hacia los ancianos, sino que esta protección que se va a
aumentar para las mujeres también debiera ampliarse
para evitar la violencia que se ejerce contra los menores
y los ancianos. Nos gustaría que se pronunciara en este
sentido.
Nos ha parecido interesantísima la apreciación que
usted ha hecho —ya lo ha comentado otra de las intervinientes— sobre el tema de los médicos forenses. Se
ha apuntado que puede existir una falta de diligencia en
los médicos forenses y que no intervienen en los procesos judiciales que se instruyen sobre estos determinados delitos, cuando pueden aportar pruebas que van a
ser contundentes para que se produzca una sentencia de
carácter judicial. También me gustaría saber si ustedes
han detectado, y de qué manera, si se están cumpliendo
o no los protocolos sanitarios en los centros de salud y
qué medidas piensa usted que se podrían precisar en
esta ley para que esos protocolos se cumplieran, porque
algunas veces tenemos constancia de que son causa de
Siento no compartir sus apreciaciones —por lo
menos en una parte— en el tema de la tutela institucional. La tutela institucional, en el informe que ha hecho
Amnistía, lo que pretende es asegurar la protección
apropiada de los derechos humanos de todas las mujeres, y hasta ahí lo compartimos absolutamente. Ahora,
yo le pregunto: ¿Por qué cuando la decisión es de una
comunidad autónoma que tiene competencias exclusivas en muchas de las materias, usted dice que no se
puede dejar al arbitrio de las comunidades autónomas?
¿Por qué piensa que la decisión de la comunidad
autónoma es arbitraria y la del Estado no? ¿Por qué
cree que la comunidad autónoma, que también es Estado, no puede identificar mejor las necesidades de su
propio territorio? ¿Cree usted que los derechos humanos de las mujeres van a estar mejor tutelados por el
Estado que por la comunidad autónoma? Estas son preguntas que le traslado porque me causa una cierta perplejidad esta consideración de que va a estar mejor
tutelado de una manera que de otra, porque mi opinión
y la de mi formación política y la de las personas con el
pensamiento que yo aquí podría representar justamente
pensamos que una administración próxima es una
administración que puede identificar mejor justamente
las necesidades de su propio territorio.
Ha hablado usted de la tutela judicial. Me parece
muy interesante y muy importante lo que usted ha
dicho de garantizar las intervenciones de los forenses,
pero al leer el informe que ha hecho Amnistía me ha
parecido entender que ustedes no veían tan conveniente
o no consideraban que fuera tan importante la necesidad de incremento de las penas. Me gustaría que abundara un poco en este tema, si es que esto es así.
Por último, me gustaría saber su opinión con respecto a la necesidad de la creación de un fondo de garantía
de alimentos que anticipara los alimentos o las pensiones derivadas de una resolución judicial e impagadas, y
que en este caso se pudiera subrogar el Estado —quizá
con unos límites, etcétera, para que la cuestión no se
desbordara absolutamente que habría anticipado hasta
esos límites las pensiones o los alimentos impagados.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular
tiene la palabra la señora Méndez Monasterio.
La señora MÉNDEZ MONASTERIO: He de agradecerle su comparecencia por todos los análisis que se
han expuesto esta tarde, por las conclusiones a las que
se ha llegado y por las propuestas que se hacen desde
Amnistía Internacional, que realmente han sido muy
enriquecedoras.
Desde el Grupo Parlamentario Popular creemos que
efectivamente todo este tipo de comparecencias que se
están realizando están siendo muy enriquecedoras, y
además nos parece fantástico cómo se están haciendo,
porque va a enriquecer la ley en el trámite parlamentario posterior. Lo que nosotros queremos es que sea una
buena ley y que trate de erradicar los delitos que contra
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humanos que usted señalaba, y esta ley es, o intenta ser,
una prueba de ello.
Entrando ya en los diferentes aspectos de su intervención, a mi se me ocurre, como primer análisis, que
si a alguna ley o a algún proyecto se le puede poner una
cita poética, quizá sería: Se hace camino al andar. Porque la ley, entendida como tal, no es más que un proceso para intentar conseguir cotas de dignidad que hoy
por hoy todavía no están reconocidas y, efectivamente,
en aquello que toca lo más básico que son los derechos
humanos.
Dicho esto, y para no repetir la intervención de la
representante del Grupo de Convergencia i Unió respecto al objeto de la ley, no voy a insistir en ello y por
tanto me sumo a su intervención, pero quisiera comentar algunos de los aspectos que usted ha señalado y
sobre los que le voy a formular finalmente alguna pregunta. Hablaba usted de la vulnerabilidad de algunas
mujeres. Me voy a referir siempre, o casi siempre, a
aquellas que están recogidas en el objeto de la ley.
Hablaba del área rural, y efectivamente podríamos
decir que en el área rural puede que se dé una paradoja
y digo puede: que mientras que las mujeres que están
en el área rural gozan de los mismos derechos que cualquier otra mujer, es cierto que organizar las respuestas
de protección quizá es algo más difícil, y de ahí la
razón de la ley. La ley se concibe no sólo como integral,
sino integrada en sus respuestas, y ésta es la clave no
sólo en la propia ley sino también en su desarrollo. Si
no somos capaces de articular respuestas más eficaces,
mal favor nos haríamos. Yo estoy convencida de que
ésta es una oportunidad idónea para enlazar e integrar
los diferentes servicios universales que sí están garantizados, sean éstos sanitarios, educativos, policiales,
servicios sociales, etcétera, en el ámbito rural, con unos
niveles de respuesta superiores a los actuales para
poder hacer llegar la información, para hacer llegar la
protección y para obtener resultados mejores que los
actuales. Por lo tanto, éste es un aspecto en cuanto a
derechos.
Ha señalado también lo referente a las mujeres inmigrantes, y no deja de sorprenderme porque yo, que
ahora estoy en este Parlamento pero que nunca he dejado de estar al pie de cañón y, por tanto, la realidad de
las mujeres y de la inmigración no está en mi pasado
reciente —que lo está— sino en mi presente rabioso,
puedo decirle que desde mi experiencia personal, y
naturalmente desde la legislación actual, las mujeres
inmigrantes tienen hoy por hoy los mismos derechos de
acceso a los servicios básicos. Tendríamos que ver qué
pasa si en algo no ocurre así, y por tanto yo le voy a
formular una pregunta en este sentido: ¿En qué datos se
basa para poder decir esto? Porque probablemente esto
nos dará luz y nos dará más elementos para poder
corregirlo si es que hay que corregirlo. Pero hoy por
hoy, y puedo hablar de mi experiencia personal en una
comunidad autónoma pero me consta que en otras también, en el acceso a los servicios básicos, servicios
que determinados delitos no se puedan probar de manera suficiente.
Ustedes seguramente habrán analizado todo lo referente a la asistencia jurídica gratuita, y por ello le pregunto si le parecería oportuno que en esta ley, en la que
ya se prevé la asistencia jurídica gratuita —como no
podía ser de otra manera porque se prevé ya a nivel
general— se consigue la especificidad de que sea de
carácter urgente, es decir que la intervención de la asistencia jurídica gratuita se les dirija así a los colegios de
abogados y se realice de manera urgente. No obstante,
¿a usted no le parecería importante y muy necesario
que la asistencia jurídica gratuita también se realizara
en la presentación de la denuncia y demás actuaciones
que la preceden? A nosotros nos parecería importante
que también se incluyera en esta ley.
Ha hablado usted también de la protección de los
testigos y ha dicho que algunos expertos ven dificultades en que los testigos comparezcan delante de sus
agresores. ¿Cree que sería positiva alguna fórmula
alternativa para que los menores no testifiquen en los
juzgados? Y si ustedes han pensado cómo y de qué
manera, ¿nos podría decir cuáles? Ha hablado también
de la insuficiencia de agentes de los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado y de las medidas de carácter
policial. Nos gustaría que se pronunciara sobre si para
usted sería positivo crear un plan de protección personalizado para cada víctima, determinando diferente
protección en función de la valoración del riesgo para
cada una.
Por último, quería constatar que ustedes han analizado muy bien la ley porque de su comparecencia se
deduce, y por ello quería preguntarle si consideran suficiente o no las ayudas de carácter económico que se
prevén para las mujeres de 50 y 55 años me parece que
es en el artículo 22 de la ley y si han analizado las
medidas de inserción laboral, porque desde mi grupo
parlamentario pensamos que se queda un poco corto
aludir solamente al Plan de Empleo del Reino de España sin decir cuáles son los principios básicos que inspiran las actuaciones del Plan de Empleo del Reino de
España, cuando pensamos que una medida realmente
fundamental para que efectivamente pueda haber rehabilitación es la inserción de carácter laboral.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra la señora Esteve.
La señora ESTEVE ORTEGA: Señora Naredo, mi
grupo parlamentario le da la bienvenida y le agradece
su intervención y sus aportaciones. Permítame, no obstante, un saludo de una Esperanza a otra esperanza.
Esperanza es mi nombre y he entendido que no es el
suyo, pero le doy también la bienvenida. Sepa, pues,
que no sólo Amnistía y otras organizaciones sociales
están con las mujeres víctimas, sino que desde este Parlamento y en todos los estamentos de la Administración
del Estado estamos intentando luchar por los derechos
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sociales, información, orientación, tratamiento, ayudas
puntuales, asistencia jurídica, plazas en casas de acogida, el porcentaje de mujeres inmigrantes y de mujeres
autóctonas es prácticamente el mismo. Por tanto, no
hay dificultades en el acceso, y si hay alguna dificultad,
tendríamos que ver por qué.
Otra cosa es el derecho de asilo, al que usted también
se refería. En España, hoy, a través del artículo 17.2 de
la Ley de Asilo, se está admitiendo a las mujeres en
situación de asilo cuando éstas están amenazadas o
están sufriendo una situación de violencia doméstica.
Es un artículo que está relacionado con el Convenio
Europeo de Derechos Humanos. Por tanto, éstas son
medidas de protección que se están aplicando. No obstante, me interesará saber su opinión porque probablemente habría que incidir mucho más en estos aspectos.
Visto esto, y respecto a las mujeres discapacitadas,
es cierto que el proyecto de ley las menciona y que
prevé sistemas de traducción, porque aquí lo importante es cómo establecer puentes de comunicación. Lo
mismo pasa a veces con las mujeres inmigrantes, es
decir que nos encontramos con problemas sin que tengamos plenamente interiorizado el fenómeno de la
inmigración en muchas situaciones para las que todavía
hoy no existen respuestas: nos encontramos con problemas de traducción en servicios sanitarios, etcétera, pero
en general, y por supuesto que este déficit por fuerza se
tienen que manifestar también en las situaciones de
violencia.
Respecto a la tutela institucional, estoy de acuerdo
en que hay que supervisar el cumplimiento en todo el
territorio teniendo en cuenta, y siempre desde el respeto a las diferentes competencias —como decía la representante de Convergencia i Unió—, a comunidades
autónomas y ayuntamientos. Pero es verdad que la ley
prevé los mecanismos: una Delegación del Gobierno y
el Observatorio. Estoy de acuerdo con usted en que
hemos de ser muy rigurosos con la evaluación, porque
esto no se hace muchas veces con las políticas y no
sabemos nunca el impacto que éstas tienen una vez que
se aplican. Por tanto, ésta es una garantía que hace bien
en recordarnos y nosotros en recoger.
Otro elemento que quisiera señalar es el de las medidas de sensibilización, sobre las que estoy de acuerdo
con usted. No solamente hay que trabajar con aquellos
que sufren la violencia directa o indirectamente, con
aquellos que son agresores y que con su actitud la
fomentan, sino también con la comunidad en general,
con la sociedad en general. En este sentido me propongo reflexionar sobre el sistema de redes. Las campañas
de gran impacto son cortas en el tiempo —lo dice su
informe-y por ello hay que analizar cómo podemos trabajar en un sistema de redes que penetre profundamente en nuestra sociedad y que asegure la comunicación y
el cambio sociocultural que pretendemos en las escuelas, etcétera. Y vuelvo a remitirme al carácter integral
de la ley. En este sentido quiero plantearle tres preguntas. Me preocupan sobre todo los datos. Si el 92 por
ciento de las mujeres que sufren violencia de género
tienen una relación sentimental con su agresor, le pregunto qué podríamos hacer en el caso de aquellas mujeres que no están en esta situación y que son casos que
usted plantea que deberían incorporarse a este proyecto
de ley —me refiero al tráfico de mujeres, abusos y
demás—. ¿Los sacaría del Código Penal y los incluiría
en la ley? ¿Cree que seríamos más eficaces? ¿No cree
que estaríamos desvirtuando? También le en qué
momentos y en qué situaciones se rechaza la atención a
las mujeres inmigrantes en los servicios sanitarios, en
los educativos, en las asesorías jurídicas. Esto nos ayudaría. Y finalmente, respecto a los menores, ¿cree usted
que la ley, en su sistema protector y con el planteamiento actual, permite proteger al conjunto de la familia que
está en situación de vulnerabilidad o indefensión, al
igual que la mujer?
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, para
contestar a las preguntas formuladas por los distintos
grupos, la compareciente, señora Naredo.
La señora REPRESENTANTE DE AMNISTÍA
INTERNACIONAL (Naredo Molero): Muchas gracias por las preguntas formuladas. Creo que han sido de
una gran riqueza los comentarios escuchados. Voy a
contestar por orden de los intervinientes, aunque algunas de las preguntas, si son similares, trataré de contestarlas juntas.
La representante del Grupo Mixto planteaba si nos
deberíamos referir a violencia de género o a violencia
doméstica. Voy a empezar mi turno de intervención de
respuesta precisamente hablando de esto que se ha
repetido en diferentes intervenciones y que hace referencia al objeto de la ley, para indicar la postura de
Amnistía Internacional respecto al mismo. En primer
lugar diré que la postura de Amnistía es la que se ha
recogido de la normativa sobre derechos humanos, y no
solamente de la que ya he citado y del abordaje que
entiende la ONU como más importante para la violencia; que no es definirla por el lugar donde se produce o
donde se padece, sino por el origen, por la raíz de esa
violencia. En ese sentido me permito decir que Amnistía Internacional y también las expertas del Comité de
la CEDAW que evaluaron el informe de España presentado hace un par de semanas por el Gobierno español
—de hecho, les he repartido en la carpeta del dossier de
información las conclusiones del Comité de la CEDAW,
el Comité que vigila la Convención de la Mujer y su
aplicación por parte de los Estados— hicieron esa
misma valoración. Dijeron que es muy importante el
marco de la ley. Estamos hablando, por supuesto, de
algo que empieza, pero es muy importante empezar las
cosas con un marco que permita luego trabajar y defender un abordaje determinado. Yo entiendo, por ejemplo,
que si se habla de violencia doméstica y se circunscribe
el ámbito de la ley a la violencia derivada de la pareja o
ex pareja, no se está aplicando la doctrina de Naciones
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Unidas, que hace hincapié y pone el foco en la raíz del
problema, en por qué las mujeres sufren violencia en su
casa, en el trabajo, en el espacio público, en por qué
una mujer que sufre acoso sexual en el trabajo tiene una
situación de violencia y de vulnerabilidad similar a una
mujer que sufre violencia por parte de su pareja. Es
decir, es el continuum de la violencia el que hace que la
ONU nos recuerde que no se puede compartimentar la
violencia porque surge toda de una misma raíz. Por eso
la relatora de Naciones Unidas sobre violencia contra
las mujeres recuerda que es muy importante huir de
términos vagos como violencia familiar; es muy importante porque se descuida el origen, se descontextualiza
la violencia, y para abordar con rigor la violencia contra las mujeres es preciso contextualizarla en el ámbito
de la discriminación. Y esa discriminación se sufre
tanto en el ámbito familiar como en el ámbito público,
y con el ejemplo del acoso sexual que he manifestado
creo que se entiende perfectamente que el abordaje de
Naciones Unidas sobre la violencia hace referencia a la
discriminación que las mujeres sufrimos y que nos hace
ser víctimas de violencia en todos los ámbitos de la
vida. Entonces. Por supuesto que la violencia en el
ámbito familiar, la violencia a manos de la pareja y ex
pareja, es quizá la más extendida. No me cabe duda de
que esos datos son muy importantes y nos hacen ver
que el trabajo en el ámbito de la violencia familiar, o
sea, de la violencia contra las mujeres, es esencial y
crucial. Pero estamos hablando y por supuesto queremos ser ambiciosos de un marco de trabajo para paliar
la violencia que se ejerce contra las mujeres. Yo no
comparto la idea de que se hace camino al andar. Es
muy importante que ese camino empiece siendo coherente y empiece planteando el marco de Naciones Unidas. Si a partir de ahí se hace hincapié y se prevén
medidas específicas, una mayor dotación económica y
una serie de previsiones en el ámbito familiar, lo entenderemos perfectamente, pero al hablar de una ley integral sobre violencia de género, no podemos desoír ni
descuidar esos otros datos. Porque decimos que existen
unas cifras escandalosas de mujeres que sufren violencia en el ámbito familiar, pero ¿y las cifras sobre el
acoso sexual en el trabajo? ¿Y las cifras de menores
abusadas por parte de sus progenitores? Esas cifras
están ahí, lo que ocurre es que existe una opacidad total
respecto a la violencia contra las mujeres. Yo, desde
luego, entiendo que el acoso sexual es otra de las violencias absolutamente opacas. La violencia sobre las
niñas a manos de sus padres es también opaca. Todas
esas violencias estarían fuera de la protección de la ley
integral.
Con lo anteriormente expuesto respondo a la pregunta que me han hecho respecto al acoso sexual en el
sentido de si sería cuestión de sacarlo del Código Penal
e integrarlo en la ley integral. No, en absoluto. Pero
porque tampoco se está haciendo lo mismo con la violencia en el ámbito familiar. Se entiende que existe una
protección penal y luego existe un abordaje político-
institucional integral del problema. Es decir, el Código
Penal está perfectamente previsto como medida de protección de los derechos humanos tanto en el acoso
sexual como en la violencia en el ámbito familiar como
en el tráfico de mujeres, pero decimos de que ese abordaje criminal, penal o sancionador exclusivamente no
es suficiente. Se necesita un abordaje integral de todo el
problema. En ese ámbito es en el que Amnistía Internacional entiende que no se puede hablar exclusivamente
del enfoque holístico para la violencia a manos de la
pareja y ex pareja, sino que ese enfoque es necesario
para todas las formas de violencia contra las mujeres,
tal y como las define Naciones Unidas. Y, como digo,
no solamente Amnistía Internacional sino también el
Comité de la CEDAW, dos semanas atrás, de las cinco
preocupaciones que recogió la presidenta del Comité
—cinco preocupaciones que quiso recordar al Estado al
finalizar la comparecencia—, una era que se amplíe el
marco de la ley a todas las formas, tanto públicas como
privadas. Les he pasado la comparecencia. Es muy
importante reflexionar sobre este tema. La ley integral
no es un punto de llegada sino de partida, y en eso estoy
totalmente de acuerdo con ustedes. Pero ese punto de
partida hay que establecerlo en coherencia con el marco
de derechos humanos del sistema que nos hemos dotado, porque afortunadamente se han ratificado todos los
instrumentos de derechos humanos de las mujeres, y
eso nos obliga a trabajar con un enfoque y no con otro.
En ese sentido es en el que quería contestar respecto al
objeto de la ley. Para nosotros no se trata de ser o no
ambiciosos, se trata de empezar con un marco dotado
de coherencia. Entendemos la complejidad de este
asunto y que se hace camino al andar, pero la forma en
que empiezan las cosas es muy importante.
Hay una pregunta que han formulado tanto Mercè
Pigem como la representante del Grupo Mixto y también la representante del Grupo Socialista, en relación
con los estándares mínimos que entendíamos que son
importantes, y quiero resaltar que esto no es una idea
brillante de Amnistía Internacional, sino que vuelve
otra vez a ser planteado como uno de los principales
comentarios del Comité de la CEDAW. Siempre que se
habla de la protección de los derechos humanos en
España, se trae a colación la descentralización y cómo
esa descentralización, efectivamente, es algo importantísimo en el sentido de que la cercanía de la Administración a la ciudadanía hace que las políticas sean
mucho más reales, más ricas. Pero es fundamental aclarar que el Estado español ha ratificado la Convención,
la CEDAW, y el Gobierno central es el que responde
ante los organismos de derechos humanos por todo el
territorio estatal. Eso es así en derecho internacional, es
decir, cuando es preciso valorar los progresos que se
han hecho para cumplir la Convención, el interlocutor
de Naciones Unidas es el Gobierno central, el Estado
representado por el Gobierno central. Por supuesto que
la panoplia de derechos que nos vinculan porque hemos
ratificado como Estado vinculan también a todas las
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Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
administraciones públicas más descentralizadas. Eso es
clarísimo. Pero quien tiene que velar por que exista una
homogeneidad en última instancia y frente a Naciones
Unidas, quien tiene que velar porque haya un cumplimiento exhaustivo de esos derechos humanos es en
último término el Gobierno central. Eso no exime que
los gobiernos autonómicos lo hagan también. Pero es
muy importante que exista un mínimo garantizado, que
por supuesto cada comunidad autónoma pueda ampliar
y puede reforzar. Nos alegraría enormemente que las
comunidades autónomas no se contentaran con que
existiera una mínima protección tanto a las casas refugio como a los centros de recuperación integral, y a
unos criterios adecuados a la normativa de derechos
humanos para tratar de reparar a las víctimas, etcétera,
sino que fuesen más allá y se hicieran programas para
mejorar esos mínimos. Entendemos con el Comité de
Naciones Unidas que tiene que haber una garantía que
ahora mismo no existe, y desde luego no sería la delegación del Gobierno, porque no puede tampoco hacerlo
así, un organismo que impusiera absolutamente nada,
sino que simplemente velaría por que esos estándares
mínimos y adecuados se cumplan, es decir, viera si las
comunidades autónomas integran esos estándares mínimos y mejorables. Existiría así una vara de medir si se
está cumpliendo la protección de derechos humanos
frente a la violencia contra las mujeres en los diferentes
territorios. Entendemos, desde luego, que no puede
dejarse la protección de las mujeres al arbitrio —pero
al hablar de arbitrio no quiero decir que sean arbitrarias
las políticas de derechos humanos de las autonomías—
de que una comunidad autónoma quiera legislar o normativizar, mejor o peor, sino que tiene que haber un
mínimo homogéneo. Simplemente eso. Y ahora no
existe. Pero no lo decimos nosotros, sino Naciones
Unidas.
Uno de los asuntos que nos preocupan especialmente
—y contesto también a la representante del Grupo
Socialista— es el acceso de las víctimas a los recursos.
El acceso de las víctimas a los recursos, lamentablemente, depende de qué comunidad autónoma, incluso
de qué ayuntamiento, hablemos y, a mayor abundamiento, de qué casa refugio o centro de emergencia
hablemos. Amnistía Internacional lleva recabando
información sobre esto desde hace ya varios años,
desde que publicó su informe No hay excusa en
noviembre de 2002 —y ahora hablaré especialmente de
las mujeres inmigrantes indocumentadas— porque nos
importa mucho este aspecto y porque existe un grave
problema a partir de la recogida de datos. Por ello les
hemos entregado en el dossier el informe Mujeres invisibles. Abusos impunes, en el cual se recaba información de asociaciones que trabajan con mujeres inmigrantes. Entendemos que no debe suceder que una
mujer, por tener sus hijos mayores de 16 años, por tener
un problema de alcoholismo o por ser inmigrante sin
documentación, en unas comunidades autónomas
pueda sin ningún problema acceder a la red de servicios
y en cambio en otras comunidades autónomas les pongan problemas desde la misma recepción en comisaría.
Esto está sucediendo, se lo garantizo porque estamos
recibiendo información en el terreno, y nos parece muy
preocupante. ¿Qué ocurre? Que, efectivamente, en una
sociedad que tuviera interiorizado el sistema de derechos humanos hasta el último funcionario o funcionaria
de turno, no habría ninguna necesidad de prever en la
ley integral nada que haga referencia específica a mujeres inmigrantes indocumentadas. Pero esto no es así. Ya
es un clásico la denuncia de SOS Racismo de la Comunidad Valenciana según la cual dos mujeres inmigrantes
marroquies llegaron a la puerta del centro de emergencia y les dijeron que no las podían atender y que además les iban a incoar expediente de expulsión. De estas
realidades es de las que Amnistía Internacional se ha
hecho eco con el informe Mujeres invisibles. Abusos
impunes, del que tienen copia. Entendemos que es
importantísimo prever y atar y atar bien que la protección de los derechos humanos de las mujeres esté por
encima de su situación administrativa. Alguna de las
integrantes de la Comisión preguntaba cuáles eran
nuestras propuestas al respecto. Nosotros proponemos
incluir en los principios rectores de la ley —esto está en
el informe que les hemos pasado— un texto que dijera:
Garantizar en todo el territorio la protección de los
derechos de mujeres pertenecientes a sectores específicos en circunstancias de especial vulnerabilidad, y en el
apartado en el que se hace referencia a la garantía de
los derechos: Todas las mujeres víctimas de violencia
que se encuentren en territorio español, con independencia de su situación administrativa, tienen garantizados los derechos previstos en este capítulo. Sólo con
esa frase se dice que la situación administrativa no
puede influir en su protección mayor o menor. Es algo
de cajón, pero es importantísimo preverlo en una ley y
que esa ley vaya calando en todos los sectores profesionales que trabajan con mujeres y que vean como algo
meridianamente claro que la protección y los derechos
a la seguridad personal, a la vida, a la integridad física
y psíquica y sexual están por encima de los derechos de
residencia o no residencia administrativamente regulados.
Contestando a la segunda parte de sus preguntas, si
tienen más preguntas respecto a datos, yo les derivaría
a organizaciones como MPDL, ATIME, y Rumiñahui,
que están trabajando con mujeres inmigrantes y que les
pueden dar datos de primera mano, o también asociaciones como Miriadas —de la que es representante
Esperanza—, que están diariamente enfrentándose con
estos obstáculos.
Amnistía Internacional entiende que si en este
momento tan precioso que tenemos, con la elaboración
de un instrumento legislativo de protección de las
mujeres, no nos hacemos eco de los obstáculos actuales, ¿cómo vamos a paliarlos? Es muy importante conocer cuáles son esos obstáculos para legislar y tratar de
proteger realmente. Hay también algo muy importante
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que es la protección legal y la protección de pacto y
cómo, en concreto, los miembros del Comité de la
CEDAW, siempre hablan de igualdad legal, igualdad en
la ley, igualdad de resultado. ¡Qué importante es hablar
de la igualdad de resultado! A mí no me vale de nada
que en la ley no exista ninguna discriminación hacia las
inmigrantes si de hecho la está habiendo. Y se están
interpretando determinados artículos, como la reforma
del derecho a la asistencia jurídica gratuita; gracias que
existe esa sentencia importantísima del Tribunal Constitucional. Pero aun así hay determinados colegios de
abogados que se siguen agarrando a la palabra residente, dentro de la Ley de Extranjería.
Debemos tener muy claro los obstáculos que se nos
están poniendo para que las mujeres vean que sus derechos están garantizados. A partir de ahí podremos hacer
una ley que mejore y que proteja los derechos de todas
las mujeres.
En cuanto a los médicos forenses, me preguntaban
cómo puede de alguna manera garantizarse que los
médicos forenses hagan su trabajo con diligencia. Yo
entiendo que la ley, igual que hace referencia de manera específica por ejemplo a la policía, a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado, debe hacer referencia a los médicos forenses como un eslabón clave en la
atención profesional a las víctimas y debe poner de
manifiesto la importancia que tiene la labor de estos
médicos forenses. Estaría bien asimismo que estableciera como principio rector la formación de estos profesionales para trabajar con estas víctimas, porque es
algo clave que estas víctimas, no sólo las víctimas de
violencia física y sexual, sino muy especialmente las
víctimas de violencia psíquica, sean tratadas por profesionales que puedan evaluar los daños de una manera
eficaz y con unos criterios que respondan a la diligencia profesional. Porque, según nos consta, la violencia
psíquica está siendo muy mal evaluada. Hay pues que
considerar, en primer lugar, la importancia de estos
profesionales y, en segundo lugar, la importancia de su
formación. Primero, que deben atender a todas las víctimas de violencia de género, como una máxima, como
un principio rector; y, segundo, que la Administración
judicial debe garantizar formación continúa a estos profesionales.
Otra de las preguntas de la representante del Grupo
Mixto se refería al tema del asilo. Nos parece clave;
precisamente por eso lo traemos aquí. Después esa pregunta ha sido retomada. ¿Por qué? Porque, primero, sí
que existen datos sobre solicitantes. De 6.309 nuevos
solicitantes el año pasado, 2.435 eran mujeres. Pero de
lo que no hay datos, porque la Oficina de Asilo y Refugio, la OAR, no da datos, es de cuántas de las denegaciones de admisiones correspondían a mujeres o a
hombres. Ésta es una solicitud que Amnistía Internacional, ya desde su informe Asilo: una carrera de obstáculos, lleva haciendo, lleva planteando; desagregar
por sexos, no sólo las solicitudes, que por supuesto,
sino también las admisiones y las denegaciones. Y tam-
bién es muy importante, a juicio de Amnistía Internacional, saber —porque ése es otro de los temas que
tampoco se sabe—, cuando deniegan o admiten, qué
circunstancia había alegado la persona para solicitar el
asilo. No sabemos, de las denegaciones, desafortunadamente, cuántas son de mujeres que habían solicitado su
asilo por persecución por género. Pero lo que sí sabemos —hace relativamente poco tuvo conocimiento de
ello Amnistía Internacional, lo reportó y lo envió a su
sede central en Londres— es que una mujer con riesgo
de ser mutilada en su país de origen fue devuelta. El
derecho a la no devolución de todas las víctimas de
violencia de género es algo absolutamente clave, y eso,
si se recogen los datos, será mucho más sencillo poder
evaluar cómo está funcionando, cómo está respondiendo la Administración española, cómo está respondiendo la OAR, a esa máxima de no devolución de las
mujeres que son perseguidas en sus países por violencia de género. Y una mujer con riesgo de sufrir mutilación genital es una mujer perseguida por violencia de
género. En el tema del asilo, nuestra preocupación
esencial radica en conocer los datos para ver si la
Administración española está actuando en consecuencia y cumpliendo los estándares internacionales al respecto.
A los sectores desprotegidos de mujeres hacía referencia la representante de Izquierda Unida, que existieran servicios específicos para esas mujeres. Amnistía
Internacional entiende que lo que no se visibiliza
muchas veces no existe. Y es muy importante por eso
que la ley parta de un reconocimiento de que las mujeres somos un colectivo heterogéneo, de que existen
mujeres especialmente vulnerables ante la violencia.
Ese reconocimiento de vulnerabilidad, del cual Amnistía Internacional se hace eco pero lo recoge también en
sus numerosas recomendaciones Naciones Unidas, llevará a la Administración a actuar en consecuencia, elaborar diagnósticos, elaborar medidas específicas y
tener como máxima el hecho de responder a las mujeres según sus demandas y según sus necesidades. Por
supuesto que deben existir carteras. Y claro que la ley
es el marco pero no es el ámbito en el que se deben
prever a lo mejor esos servicios específicos, pero sí que
la ley debe dotar de ese marco imprescindible que es el
reconocimiento de heterogeneidad de las mujeres y de
colectivos especialmente vulnerables.
Me hablaban de algunas recomendaciones con respecto a las mujeres con discapacidad. Amnistía Internacional lo que celebra es que las mujeres con discapacidad estén siendo interlocutoras de la ley, estén siendo
llamadas por el Instituto de la Mujer y por las personas
que en el Gobierno elaboraron el anteproyecto y el proyecto. Entendemos que deben seguir siendo interlocutoras. Por supuesto nos parece insuficiente las dos previsiones que existen en la ley. Por ejemplo, se habla de
información y se hace referencia exclusivamente a las
mujeres sordas, es que las discapacitadas son muchas
más que las mujeres sordas. Hay un informe —y se lo
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recomiendo a todas las personas integrantes de la
Comisión—, que es el informe de la Ararteko, de la
Defensora del Pueblo Vasco, sobre respuesta institucional a la violencia contra las mujeres. En este informe, la
Defensora del Pueblo Vasco hace especial referencia a
la inadecuación de los servicios de acogida y de emergencia para mujeres que sufren violencia con respecto a
las necesidades de las mujeres discapacitadas físicas, y
a la necesidad de que, cuando se está hablando de centros de emergencia, de casas de acogida y de todo tipo
de servicios, se tengan en mente las necesidades de las
mujeres discapacitadas, no sólo a las mujeres sordas, en
general. Amnistía Internacional lo único que traslada es
la preocupación de vulnerabilidad, que también fue
manifestado por el comité de la CEDAW, y hace referencia a esas interlocutoras privilegiadas que son las
propias mujeres discapacitadas, que están, nos consta,
haciendo propuestas a la ley.
En cuanto al incremento de las penas, cuestión por la
que se nos ha preguntado, Amnistía Internacional hace,
sobre la referencia a la tutela penal, una única recomendación, que es la de prever en el Código Penal, como
una forma de tortura, toda agresión física y sexual o
psíquica contra mujeres en condiciones de detención,
eso entendiendo el marco amplio de la ley. Amnistía
Internacional sí que entiende que existe esa laguna
todavía respecto a las mujeres que están sufriendo violación en las comisarías, nos llegan noticias de ello en
numerosas ocasiones, y contrariamente a la legislación
internacional de derechos humanos no está siendo considerada tortura. El Código Penal —y hemos hecho una
referencia al respecto— debería integrar, aparte de
cómo una violación o una agresión sexual, un delito
contra la libertad sexual, ese delito de torturas, como
hace la legislación del Tribunal Penal Internacional por
ejemplo.
Respecto a la violencia en el ámbito familiar, Amnistía Internacional no considera que el problema fundamental de la violencia en el ámbito familiar, de la
impunidad del problema de la violencia en el ámbito
familiar, sea el incremento de las penas. En absoluto
compartimos ese aspecto. Entendemos que ahora
mismo existen elementos para sancionar a los autores
de una manera que se considera no impunidad, pero el
problema es otro. El problema, como decíamos antes,
es la falta de diligencia en la investigación, lo cual hace
que las pruebas no sean recogidas con toda la diligencia
que ello requiere, porque son pruebas muy difíciles de
obtener, y que los juicios muchas veces terminen en
absolución, por ese tema de la recogida de la prueba. Y
también, muy importante para Amnistía Internacional,
algo que supone impunidad, que supone indefensión,
es la suspensión de las condenas. No es ya que a la persona no se le condene, sino que es que esas condenas
muchas veces, por no tener antecedentes el condenado,
son suspendidas en general sin ningún tipo de obligación añadida. Y el efecto, como decimos muchas veces,
de la frustración de la sentencia favorable; la mujer
acaba en sentencia condenatoria ese proceso y después
se encuentra con que su marido está en su casa porque
le han suspendido la condena, porque no tiene antecedentes, y se encuentra conviviendo en la misma casa
con una condena por violencia en el ámbito familiar.
Eso nos parece muy grave, nos parece gravísimo, pero
entendemos que no tiene tanto que ver con el incremento de las penas sino con la aplicación rigurosa de las
penas y de las condenas que ya existen.
Sobre el fondo de garantía de alimentos, es uno de
los ámbitos de protección del Estado que Amnistía
Internacional lamenta que haya desaparecido del proyecto de ley —estaba en la proposición de ley del
Grupo Socialista de hace dos años— y lamenta profundamente que algo tan clave no aparezca. ¿Por qué?
Porque entendemos que es fundamental para la autonomía de las mujeres, que debe ser la finalidad de toda
recuperación o rehabilitación de las víctimas. Insisto, y
discúlpenme, en que lamentamos que no exista ese
fondo.
Voy a ir concluyendo. En cuanto a las medidas preventivas, simplemente les remito a las propuestas del
texto que les hemos pasado. Amnistía Internacional sí
que valora que existan en el texto del proyecto de ley
medidas, sobre todo, más que educativas en los diferentes tramos de la educación, de educación del profesorado en los derechos humanos y en los derechos
de las mujeres. Para Amnistía Internacional es clave
la formación del profesorado y de hecho hemos emitido un informe, Educación en derechos humanos:
una asignatura pendiente, que está en la página web
y que quien quiera lo puede consultar. Entendemos
que se debería hacer quizá más hincapié todavía en la
formación del profesorado, de todo el profesorado, en
derechos humanos. No solamente en lo que se refiere
a la violencia contra las mujeres, sino en general en
derechos humanos.
Me preguntaban sobre los ancianos y los menores.
Amnistía Internacional recoge la definición de Naciones Unidas, recoge el abordaje de Naciones Unidas, y
entiende que la violencia está absolutamente ligada, es
más, es la manifestación última, la manifestación más
grave, de la discriminación por razón de sexo, de la
discriminación que sufren las mujeres, niñas y ancianas. Amnistía Internacional valora muy positivamente
que exista un abordaje específico de las mujeres, que
son las víctimas de la violencia de género por el hecho
de ser mujeres; nos separamos totalmente del abordaje
que mete en un mismo saco, digamos, a diferentes
colectivos vulnerables. Porque, de hecho, con los estudios que existen en Unifem a nivel mundial, les puedo
garantizar que no es lo mismo ser un anciano que una
anciana, que no es lo mismo ser un niño que ser una
niña, respecto a las posibilidades, a las oportunidades y
a la posición para gozar de los derechos humanos.
Siempre va a ser más desfavorecida tu posición si eres
una niña que un niño, si eres una anciana que un anciano. Yo remito a la normativa, a los estudios y a las
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declaraciones y a las recomendaciones de Naciones
Unidas, que recogen ese marco de violencia contra las
mujeres, que debería ser el marco que adoptara este
Parlamento y que es realmente ilustrativo para enfocar
la ley debidamente.
Sólo voy a hacer referencia a la Ley de protección de
testigos y peritos; alguna de las preguntas hacía referencia a la protección de esos testigos. Es una ley absolutamente insuficiente, de la cual las víctimas vienen
quejándose. Tenemos muchos ejemplos en derecho
procesal comparado, y nos podemos ir hasta incluso a
Estados Unidos, de cómo recoger la declaración de testigos con medios audiovisuales; son perfectamente
posibles si se hacen con peritaje y se hacen con todas
las garantías. Recoger esos testimonios de testigos, por
ejemplo de menores o de víctimas que no quieran o no
puedan, porque peligra su seguridad, que se les vea la
cara en la comparencia. En ese sentido hemos de ser
mucho más imaginativos, debemos aplicar toda la tecnología a nuestro alcance y por supuesto ampliar la Ley
19/1994, de manera que se garantice realmente la protección de todas las víctimas. Esa ley debería ser mejorada por la ley integral y debería recoger todas las
posibilidades a nuestro alcance, siempre desde el punto
de vista de la víctima; cada víctima tiene unas necesidades específicas de protección, diferentes en cada
caso, pero que deben ser un punto esencial en todos los
procesos de este tipo. Esas necesidades deben llevarnos
a arbitrar diferentes posibilidades. Pero los primeros
que deben entender que esta ley es muy importante, la
Ley de protección de testigos, son los jueces. Y para
eso la ley podía prever también un capítulo de formación continua de los jueces respecto a las necesidades
de protección de las víctimas en los procesos.
Por último, en cuanto a los protocolos sanitarios, lo
que llama la atención a Amnistía Internacional es que el
protocolo estatal esté en funcionamiento desde el año
1999, que se haya producido, como todo el mundo
recordará, una reforma en el Código Penal que incluía
la violencia psíquica como delito, y que en ese protocolo, si van ustedes a leerlo, siga la llamada a pie de página diciendo que, en tanto no se reforme el Código
Penal, todos los médicos y médicas entenderán que la
violencia psíquica no es delito. Lo primero que Amnistía Internacional recomienda es que los protocolos al
uso estén debidamente actualizados y que los protocolos sean también verificados en cuanto a su aplicación
y a su cumplimiento, que no solamente se queden en la
elaboración de un documento más o menos estático,
sino que sean documentos que se revisen con periodicidad y también que se promueva su uso. Ahora mismo,
yo entiendo, desde la opinión de Amnistía Internacional y desde la información que estamos recabando, que
no se está haciendo suficiente para que los protocolos
sean un manual de consulta habitual de los médicos. Y
ahí entramos en un problema que nos parece clave, que
es que, si está funcionando de manera más o menos, en
muchos casos, bastante adecuada la asistencia a vícti-
mas de urgencia, lo que no está funcionando, y por ello
es muy importante el tema de los protocolos, es la asistencia a mujeres que no evidencian una lesión física de
urgencia y que deberían ser detectadas como víctima de
violencia de género y ayudadas y apoyada en un proceso personal de ruptura de la relación de violencia y de
apoyo integral como cualquier víctima. La detección
precoz, ese trabajo desde el ámbito sanitario de detección precoz, está siendo completamente insuficiente y
para eso también serviría la actuación de los protocolos
y el trabajo de los médicos y sanitarios en el ámbito de
la violencia psíquica, no solamente la física.
Con esto doy por respondidas, visto que además el
tiempo corre, las preguntas en general, pero además tienen
el dossier con los documentos que hemos querido acompañar. Nos gustaría mucho también que para cualquier
consulta, cualquier aclaración, se dirigieran a Amnistía
Internacional. Igual que se han puesto en contacto con
nosotros para invitarnos a la comparecencia, también pueden hacerlo para cualquier aclaración o cualquier consulta. Nosotros estaríamos encantados de responderles.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, María
Naredo, por su magnífica exposición y su aportación
desde el aspecto de los derechos de las mujeres, desde
los derechos humanos, que es el primer derecho que
tenemos como personas. En esto creo que coincidimos
todos. Quiero trasladar también desde la Presidencia a
Esperanza nuestro apoyo y nuestro afecto, que nos
remita su testimonio por escrito. Y desde luego que pueden remitirnos todos los datos, que siempre contribuirán
a enriquecer este proyecto de ley para que beneficie a
todas las mujeres que de algún modo sufren violencia.
Continuamos inmediatamente con las comparecencias. (Pausa.)
— DEL SEÑOR DIRECTOR DEL CENTRO
REINA SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA
VIOLENCIA (SANMARTÍN ESPLUGUES).
(Número de expediente 219/000024.)
La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión.
Antes de dar la palabra al compareciente de esta
tarde, les recuerdo a sus señorías que el jueves 22, tendremos reunión de Mesa y portavoces a las 9:45, en
esta misma sala, previamente a la comparecencia que
se iniciará a continuación.
Damos la bienvenida a don José Sanmartín Esplugues, nuestro próximo compareciente, director del
Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, que
está sentado a mi izquierda con su ordenador y que nos
va a ilustrar con su exposición.
Tiene la palabra, señor Sanmartín.
El señor DIRECTOR DEL CENTRO REINA
SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA
(Sanmartín Esplugues): Ante todo permítanme agradecerles la oportunidad de comparecer en este acto.
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Para clarificar las propuestas que voy a intentar formular y que responden al propósito de mejorar esta ley
de protección, me veo obligado a hacer una breve
introducción sobre algunos términos clave en el área
de estudio sobre violencia. Ustedes ya saben que en
España todo el mundo sabe de casi todo, pero sobre
todo sabe de fútbol y de violencia y de cómo resolverla. Pues bien, el motivo de que yo vaya a hacer una
breve introducción terminológica es muy simple y es
porque el significado científico de muchos de esos términos a los que he aludido y el significado común de
los mismos no coinciden. No suelen coincidir, en concreto, los significados de los términos violencia de
género y violencia doméstica. Y difícilmente se podrán
tener leyes unívocas si la definición de estos conceptos
es confusa. No hace muchos días yo oía como algunos
magistrados en la radio discutían sobre qué era preferible, si usar violencia de género o violencia doméstica.
Pues lo preferible sería estudiar libros científicos sobre
violencia y quizás así los conceptos comenzarían a
usarse con la pulcritud exigida y exigible. Pues bien,
en primer lugar, ustedes ya saben seguro que científicamente se entiende por violencia toda acción, amenaza de acción pero también toda omisión que causa
intencionalmente un daño físico, psicológico o sexual,
y saben también que, recientemente, se ha añadido a
esos daños el económico y que se habla también de
violencia económica, que es una violencia, por cierto,
muy característica de la mujer en general y de la mujer
mayor en particular. En segundo lugar, por género —y
digo esto porque últimamente escucho mucho sobre la
palabra género, en expresiones como violencia de
género—, no nos estamos refiriendo nunca jamás a las
características anatómicas y funcionales, en definitiva
a las características biológicas, que hacen de un ser
humano un hombre o una mujer. El género no es la
característica que indica que un sustantivo se aplica a
personas, animales o cosas o mujeres u hombres, el
género —repito— no es eso ni tampoco es el sexo. El
género, en estudios de violencia, es siempre el rol, el
rol construido socialmente para el hombre o la mujer a
partir de sus diferencias biológicas. Desgraciadamente
el uso común ha hecho que la extensión de este término de violencia de género se restrinja sólo al rol social
de la mujer.
Hechas estas previsiones iniciales, la violencia de
género, a partir de la resolución que ustedes tiene en la
pantalla, que es la 48104 de la Asamblea General de
Naciones Unidas, de 20 de diciembre de 1993, se
empezó a definir de forma estricta, aunque la gente no
lo sepa, pero se empezó a definir de forma estricta. En
la resolución realmente no se habla de violencia de
género, en esta resolución de 1993, aunque se define lo
que es la violencia de género, que empezará a ser llamada así en documentos posteriores de la ONU y,
fundamentalmente, en el informe realizado por el
Fondo de Población de Naciones Unidas sobre violencia contra mujeres y niñas en el año 1993. Pues bien,
por tal, por violencia de género, como ustedes saben,
se entiende todo acto de violencia basado en el género,
en el rol social, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si
se producen en la viada pública, como en la vida privada. La definición a ustedes les tiene que sonar porque
es más o menos la que forma parte del proyecto de ley
objeto de esta comparecencia. Por lo demás, formas
paradigmáticas de la violencia de género son tradicionalmente la mutilación genital, la explotación sexual
de la mujer, el tráfico sexual de mujeres, el acoso
sexual y la denominada violencia doméstica, entre
otras muchas formas. Esta última expresión, la de violencia doméstica, es por cierto muy equívoca, no tanto
como la de violencia de género, que tiene un significado más o menos estricto. En torno al conjunto de violencia doméstica hay, repito, una gran confusión. El
término doméstico, perdonen la pedantería, ya saben
ustedes que proviene del latín domus, que significa
casa y que doméstico es entonces un adjetivo que se
refiere a todo lo perteneciente o a todo lo que es relativo a la casa o al hogar. Es este sentido estricto del término doméstico el recogido por ejemplo por una célebre feminista, la coordinadora del programa de
estudios de la mujer, del Colegio de México, la doctora
Marta Torres Falcón, en un libro suyo que les recomiendo encarecidamente, que se llama La violencia en
casa. En este libro, Marta Torres Falcón analiza la violencia que se da entre los distintos que conviven en un
mismo hogar y que forman una familia, en el sentido
amplio de este término. De ahí que en este contexto la
expresión violencia doméstica y la violencia familiar
sean sinónimas. Parte de esa violencia doméstica es
por cierto la que ejercen sobre la mujer diversos agresores en el marco de la familia, como por ejemplo, la
pareja, los hijos, etcétera.
Pues bien, sobre el grado de violencia familiar, yo no
voy a exagerarles aquí. Los científicos tenemos un juramento con nosotros mismos, y es que cuando manejamos las cifras es porque las hemos sopesado, analizado,
comparado y decidido. Y digo esto porque hubo un
sociólogo llamado Strauss que dijo que la familia era el
segundo contexto más violento de la historia de la
humanidad sólo por detrás de un ejército en tiempo de
guerra. Hombre, yo no voy a exagerar como Strauss,
pero sí que les puedo decir que la evolución de la violencia familiar en España, entre 2001 y 2003, es preocupante, porque es esta que hay aquí. En el caso de la
mujer, el incremento del maltrato en el seno de la familia ha sido del 99,42 por ciento, con un salto tremendo
entre 2001 y 2002. En el caso del menor el incremento
ha sido del 89,14 por ciento; y en el caso del mayor el
incremento ha sido del 86,25 por ciento. Por lo tanto,
unas cifras que deberían hacernos meditar.
Bien, obviamente, así entendida la violencia doméstica como violencia familiar, la violencia doméstica no
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es una forma de violencia de género en su totalidad. Sin
embargo, hay autores, como un buen amigo mío, Jorge
Corsi, que emplean la expresión violencia doméstica
para referirse sólo a la violencia de género contra la
mujer que tiene lugar en las relaciones de pareja y en
los vínculos con las ex parejas. Es, pues, distinta de la
violencia familiar. Se trata de la violencia de género
que tiene lugar en el espacio doméstico, entendido el
espacio doméstico no como el hogar, sino como el
espacio delimitado por las interacciones de hombres y
mujeres en contextos de intimidad. Esta violencia se
asocia, pues, con las relaciones de pareja y con los vínculos con ex parejas. Como saben ustedes, Corsi, el
autor de las frases que acabo de citar, es uno de los
mayores expertos en violencia contra la mujer en el
mundo de habla hispana. Es autor de numerosas publicaciones, entre las que destaca esta muy reciente, llamada Maltrato y abuso en el ámbito doméstico, donde
entra en precisiones terminológicas similares a las que
yo estoy haciendo en este inicio de la comparecencia.
Violencia de género es lo que es: violencia contra la
mujer por el mero hecho de serlo; la violencia doméstica, o puede ser violencia familiar o, según otros autores, violencia de pareja. Para evitar precisamente el uso
de términos confusos, como violencia doméstica, que
tiene esta equivocidad, la OMS, que tiene algún prestigio, como ustedes saben, en su informe mundial sobre
la violencia y la salud de 2003, empleó la denominación de violencia de pareja en lugar de la expresión
violencia doméstica en el sentido de Corsi. Pues bien,
en el Centro Reina Sofía que me honro en dirigir —este
es el informe de la OMS en castellano claro y este es el
penúltimo informe que hemos sacado en el Centro
Reina Sofía— donde asumimos también la denominación violencia contra la mujer en las relaciones de pareja. De este modo, no estaría mal que se precisaran los
conceptos, de manera que todo el mundo supiera de
qué se está hablando y que la preferencia a un uso conceptual no naciera simplemente de intuiciones. La violencia de género es la violencia basada en el género, la
violencia contra la mujer, por el mero hecho de serlo, es
la violencia que ejerce, anormal pero habitualmente, el
hombre sobre la mujer con fin determinado, que es el
de subordinación o control. La violencia doméstica es
sinónima a la violencia familiar y la violencia en las
relaciones de pareja es la violencia entre quienes están
unidos por lazos como cónyuge, conviviente, novio, o
los «ex». Me atrevería a decir que casi todas y todos los
que estamos presentes en esta sala, si de verdad algo
nos inquieta o nos alarma es la violencia en las relaciones de pareja, porque es la que está creciendo de manera que yo quisiera que fuera parable y que sin duda
alguna lo será, y ojalá esta ley sirviera para eso, si no
para parar, por lo menos, para reducir.
Permítanme ofrecer ahora algunos datos respecto a
la violencia de pareja para ver el porqué el Centro
Reina Sofía está tan preocupado por ella, como ustedes
lo están, y por qué entonces nosotros queremos leyes, y
leyes integrales que le pongan freno. Entre el año 2001
y 2003, si recuerdan ustedes, la violencia contra la
mujer en el ámbito familiar había crecido un 99 coma
algo; pero cuando vamos al agresor, cuando nos preguntamos quién está agrediendo en el hogar, nos
encontramos con que la violencia contra la mujer realizada por su pareja no está creciendo un 99 por ciento,
sino que está creciendo un 107 por ciento. Siempre
podría pensarse que las cosas no son tan negativas
como parecen a primera vista, que no han aumentado
las agresiones, sino las denuncias, pero cuando se
atienden hechos incuestionables que la víctima no
tiene la posibilidad de denunciar, como es su propio
asesinato, y cuando se atienden hechos incuestionables como los asesinatos de mujeres a mano de parejas
o ex parejas, entonces es cuando creo que se observa
la verdadera realidad. Por eso el Centro Reina Sofía,
fundamentalmente, trabaja en el campo del asesinato.
Entre 2001 y 2003 han sido asesinadas en España,
como ustedes saben, 168 mujeres a manos de parejas
o ex parejas, más a manos de otras personas en el
ámbito familiar, pero esas, en el ámbito del hogar y a
manos de la pareja o ex pareja. 168 con un incremento
del 52,17 por ciento.
Ustedes saben la significación de una cifra. Por eso
no se fíen nunca cuando un estadístico les diga simplemente dos o que dos es poco, o que tres es poco, o que
seis no es mucho. Ustedes deben poner siempre las
cifras en relación con la población de referencia. Esto
es, ¿son muchas o pocas 168 mujeres en relación con la
población de mujeres españolas mayores de 14 años,
que son las que estadísticamente cuentan como personas que ya son susceptibles de tener relaciones con el
otro sexo? Si nosotros ponemos en relación, nos encontramos con que en el año 2001, de cada millón de mujeres mayores de 14 años, fueron asesinadas 2,59. Si
ustedes tienen nuestro informe —que creo que lo tienen— del año 2000, recordarán que eran 2,44. No es
poco 15 décimas lo que sube en un año. Pero, miren, en
el año 2003, al cabo del trienio, la cifra de 2,59 ha pasado a ser 3,89. Es decir, si antes morían dos mujeres y
media por cada millón de mujeres mayores de 14 años
en España en el año 2000, en el año 2003, dos años
después, mueren casi cuatro por millón de mujeres
mayores de 14 años. Y les garantizo que estas cifras son
correctas, créanme. (La señora vicepresidenta, Cortajarena Iturrioz, ocupa la Presidencia.) El crecimiento no paró el año pasado. Creo que la mayor parte
de los presentes el año pasado entramos en un verdadero shock cuando nos encontramos con que habían
muerto 70 mujeres a manos de parejas o ex parejas y
muchas más a manos de otros. Si nosotros hacemos
como con el paro, que es como hay que hacerlo —el
crecimiento interanual de julio a junio para saber ahora
mismo cómo estamos en España—, de julio de 2001 a
junio de 2002, murieron 47 mujeres. De julio de 2002 a
julio de 2003 murieron 62 y de julio de 2003 a junio de
2004 —hasta ayer—, 64. Eso, ¿qué quiere decir? Que
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la cosa sigue y que va en aumento. El aumento es del
36,17 por ciento. No sólo sube año a año en variación
interanual; hasta ahora mismo tenemos que está creciendo.
Hay algunos aspectos sociodemográficos de las víctimas que preocupan el Centro Reina Sofía y hay uno
en particular que yo no me resisto comentar aquí, porque estos días pasados ha dado lugar a algún motivo de
incomprensión por parte de entidades ajenas al Centro
Reina Sofía. Debo decirles que el Centro Reina Sofía es
una institución que tiene tres compromisos fundamentales: uno con su Majestad la Reina, otro con la verdad,
y el tercero con la defensa de los derechos humanos
desde y para la paz, y ahí terminan nuestros compromisos. Y cuando nosotros damos datos nos arriesgamos a
que se nos corrija, pero debe corregírsenos desde la
verdad siempre, como nosotros queremos actuar y
actuamos.
El Centro Reina Sofía está preocupado por la edad
de las mujeres, porque como ha publicado en un reciente boletín suyo, editado la semana pasada y que fue
enviado a todas ustedes, pero no sabemos por qué todavía no les ha llegado, en ese boletín semestral dedicado
a violencia contra la mujer, al comparar los primeros
semestres de los años 2001 a 2004 dijimos que en el
primer semestre de 2001 murieron tres mujeres menores de 25 años —mayores siempre de 14, voy a ahorrar
la coletilla de mayores de 14—, en el primer semestre
de 2002 murieron seis y que la tendencia se consolida
en el primer semestre de 2004 porque murieron siete,
siete mujeres menores de 25 años. Se ha dicho que no
es así, pero el día 2 de mayo de 2001 murió una mujer
de 21 años en Zaragoza, el 19 de mayo murió una
mujer de 22 años en Valencia y el 27 de junio murió
una mujer de 22 años en Castellón. Y cuando pasamos
al año 2002 en que dijimos que habían muerto seis
mujeres —y parece que se decía que no era así—, el 3
de enero murió una de 22 en Palma de Mallorca, el 7 de
enero una de 20 en Villajoyosa, el 19 de enero una de
22 en Marbella, el 10 de abril una de 22 en Algeciras, el
12 de abril una de 22 en Granada y el 13 de mayo una
de 18 en Valladolid. Cuando dijimos que en el primer
semestre del año 2004 habían muerto siete mujeres y se
ha dicho que no era así, pues lo sentimos mucho, pero
el 19 de marzo murió una mujer de 24 años en Roquetas de Mar, el 20 de marzo una de 22 en Fuentes de
Ebro, el 4 de mayo una de 15 en Mas de Barberans, el
16 de mayo una de 19 en Córdoba, el 28 de mayo una
de 24 en Caudete, el 30 de mayo una de 19 en Chiclana
de la Frontera y el 1 de junio una de 18 en Alzira. También se ha dicho que las cifras no son significativas
porque son tres mujeres en 2001 y siete mujeres, menores de 25 años, en 2004. Hombre, siete mujeres en el
primer semestre de 2004 supone que más de una mujer
menor de 25 años está muriendo al mes en España. La
significación de una cifra siempre la da la población a
la que la cifra se refiere. Claro, que un niño se acatarre
en la India, no tiene el mismo significado que se acata-
rre en Andorra o en Liechtenstein. Las mujeres menores de 25 años son 2.600.000 aproximadamente, y al
calcular la prevalencia, que es lo que importa, ¿qué
creen ustedes que mueren, más mujeres de 25 años o de
menos de 25? Pues miren, en el año 2001 morían más
mujeres en general mayores de 14 años que mujeres
menores de 25, en el primer semestre, porque en el año,
no; en el año murieron más menores de 25 que en caso
contrario. En 2004, las mujeres que mueren por millón
de mujeres mayores de 14 años son 72. La cifra ha crecido tres décimas. Pero las mujeres que mueren por
millón de mujeres menores de 25 años son 2,84. Eso en
un semestre. Eso quiere decir que la cifra siete es altamente significativa. No se fíen ustedes nunca de los
números con carácter absoluto; póngalos en relación
con la población. Están muriendo más mujeres menores de 25 años en el primer semestre de 2004 que en el
primer semestre de 2001. Dicho de otra manera, están
muriendo más del doble de mujeres en un semestre respecto de otro. Cada cual piensa que pueden los datos
ser interpretados de manera distinta; pero yo no he
hecho ninguna interpretación de datos. Yo me he limitado simplemente a mostrárselos. Ustedes son los que
estarán haciendo, supongo, las interpretaciones pertinentes. El Centro Reina Sofía no quiere entrar en debate con nadie y, por tanto, no debatirá con nadie, pero lo
que no puede hacer es negarse, en una comparecencia
como esta, a decir la verdad, y la verdad es esta.
El problema de la violencia contra la mujer en las
relaciones de pareja es en definitiva muy grave, y muy
grave nos parece que cada vez en esa violencia vaya
bajando la edad. Creo que no hay remedio que muestre
más a las claras la voluntad política de acabar con un
problema de esta gravedad que una ley integral. Por
ello en el Centro Reina Sofía nos ha parecido conveniente y necesaria la iniciativa de una ley que contribuya a atajar la violencia contra la mujer, y así nos hemos
manifestado, no hoy, sino en reiteradas ocasiones anteriores. Ahora bien, qué tipo de ley sea la más conveniente —una ley de violencia de género, una ley de
violencia doméstica o una ley de violencia de pareja—
es cosa que deben debatir y aprobar ustedes que representan la voluntad nacional. Es un asunto político que
trasciende a una institución científica como la nuestra.
Lo que desde luego no nos trasciende es el análisis técnico de la propuesta efectuada por el Gobierno de la
nación. A mí me gustaría hacer un breve análisis de
cuatro aspectos y de manera muy breve, repito.
Primero, el título de la ley. Sobre el título del proyecto de ley, en su artículo 1, el proyecto de ley orgánica
integral de medidas de protección contra la violencia de
género, establece que: La presente ley tiene por objeto
actuar contra la violencia, que como manifestación de
la discriminación, la situación de desigualdad y las
relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres,
se ejerce sobre éstas por parte de quien sean o hayan
sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado
ligados a ellas por relaciones similares de afectividad,
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aun sin convivencia. Esta definición, después de lo que
yo les he dicho al principio, no se refiere a la violencia
de género, sino al tipo específico de violencia de género que se da en las relaciones de pareja o en los vínculos con la ex pareja, es decir, la violencia denominada
por la OMS, que no por nosotros, de pareja. Dicho de
otro modo, yo me atrevería, con toda humildad, a recomendarles a ustedes que el proyecto de ley que se llama
de medidas de protección integral contra la violencia de
género, cambiara de nombre para adecuarse realmente
a lo que es, que es un proyecto de ley de medidas de
protección integral contra la violencia de género en la
pareja, y de esa manera se evitarían ustedes algo que
sería necesario en caso contrario, que es, para adecuar
título y contenido, tener que introducir capítulos especiales de violencia de género, como es la mutilación
genital, que nos preocupa extraordinariamente; como
es la violación, que nos preocupa extraordinariamente;
como es la violación en los contextos de guerra, que
nos preocupa extraordinariamente; como es el acoso
laboral, que nos preocupa extraordinariamente, todo
ello y muchas más son formas de violencia de género.
Por lo tanto adecuen ustedes el título al contenido sólo
por rigor, y esto me atrevo a sugerírselo desde la más
estricta humildad, desde luego.
Quisiera hacer una segunda propuesta y esta vez
sobre el capítulo II de la ley, en el apartado referido a la
publicidad y los medios de comunicación. Miren, el
articulado de la ley referido a medidas en el ámbito de
la publicidad y los medios de comunicación, como a
ustedes no se les oculta, se preocupa principalmente de
la utilización publicitaria de la mujer con carácter vejatorio o discriminatorio. Lo hace claramente en los artículos 8 y 9, donde habla de publicidad. Cuando habla
de los medios de comunicación pública, nunca de los
privados, hace referencia tan sólo a evitar toda discriminación entre hombre y mujer. Pues bien, el articulado no aborda de forma específica un problema que a
nuestro juicio es tan grave como los anteriores: la imagen de la mujer en los espacios no publicitarios y en
particular la manera de dar noticias referidas a la violencia de género en las relaciones de pareja, que es
probable que en estos instantes esté contribuyendo a
una cierta banalización del problema, a una cierta
insensibilización y a un cierto mimetismo. ¿Por qué
hablar sólo de publicidad cuando en estos momentos la
imagen la mujer está siendo vejada en los magacines,
en espacios informativos y en muchos otros espacios
televisivos? ¿Por qué reducirnos a la publicidad cuando
lo que puede crear mimetismo es precisamente más lo
segundo que lo primero? Desde el Centro Reina Sofía
nos atreveríamos a proponer algo. Quizá convendría
crear una entidad que se dedicara al análisis del tratamiento informativo y no sólo del publicitario, del tratamiento informativo acerca de la mujer y de la violencia
de genero, y que formulara las recomendaciones oportunas, como las formula el Observatorio de la publicidad no sexista.
Quisiera, si me permiten, hacer una nueva propuesta,
esta vez sobre el artículo 25. El artículo 25 contempla
un organismo que al Centro Reina Sofía nos parece
imprescindible, que es la Delegación del Gobierno contra la violencia sobre la mujer, pero, por lo que hemos
leído de la ley, esa delegación lo que hace es velar por
las políticas públicas de protección sobre la mujer y
coordinar los distintos departamentos administrativos,
pero en origen. Por experiencia propia les digo que el
mayor drama que tiene una mujer es convertirse en un
ser itinerante, que va de institución local en institución
local para que se le resuelvan los problemas. Eso en
otros países se ha resuelto de manera muy sencilla: no
creando una unidad en origen, sino creando unidades
locales que sean las encargadas de coordinar y de poner
en marcha al resto de las instituciones locales, de
manera que la mujer se remita sólo a esa unidad, a lo
que en otros países llaman la unidad de víctimas, y que
sea la unidad de víctimas la que, con independencia de
lo que la mujer decida, una vez presentada la denuncia,
retirarla o no, se encargue de forma absoluta, metódica,
sistemática, sin estancamientos y sin marcha atrás, de
poner en marcha al resto de las instituciones implicadas
por la ley. Por lo tanto, muy bien la Delegación del
Gobierno, pero convendría que tuviera subdelegaciones, unidades de víctimas o como se quiera, al estilo de
otros países, con carácter local.
Hay una última cuestión que puede ser problemática,
pero que yo la tengo que decir porque creo firmemente
en ella, lo mismo que les he dicho al principio que creo
en los datos y que por eso los datos del Centro Reina
Sofía, cuando se dan, han sido meticulosamente analizados, como les he mostrado en mi exposición. Pues
bien, respecto al artículo 35 sobre la administración
penitenciaria, me gustaría decirles que, por deleznable
que un agresor resulte, y la verdad es que hay agresores
que a mí me resultan algo más que deleznables, no se
les puede negar el derecho constitucional a su rehabilitación y reinserción social. El agresor de mujeres no
puede ser una excepción, so pena de socavar los
cimientos de nuestra Constitución. Las víctimas, para
el Centro Reina Sofía, están en primer lugar. pero ello
no está reñido con la conveniencia de sujetar a tratamiento a los agresores de mujeres.
Por ello, de verdad que nos felicitamos de que por
primera vez hayamos visto que en una ley como ésta
haya un artículo como el 35 que contempla la realización de programas específicos para internos condenados por delitos relacionados con la violencia de género.
Pero a mí me gustaría plantear una cuestión en alto: la
mayor parte de los agresores de mujeres no están, ni
estarán, según esta ley, en la cárcel; no. Si se sigue
teniendo la misma potestad que los jueces tienen de,
cuando la pena es menor de dos años y no obran antecedentes penales, suspender la pena, vamos a tener
agresores en la calle, puestos en libertad única y exclusivamente porque no tienen antecedentes penales. Pues
bien, a mí me gustaría proponerles a ustedes que se
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hicieran eco de esto y que el artículo 35 lo modificaran
diciendo que en cualquier caso un juez no podrá suspender una pena inferior a dos años, a menos que, además de no obrar antecedentes penales, no haya un
compromiso y un seguimiento; por cierto, un compromiso del agresor de seguir un tratamiento en libertad.
Sin tratamiento, no hay libertad, y en cualquier caso,
por cierto, el tratamiento no debe nunca, bajo ninguna
condición, reemplazar la pena. Nosotros creemos en la
paz, en la rehabilitación, en la reinserción, pero no
somos ingenuos. Por tanto, punición más rehabilitación., pero ambas cosas.
No sé si me he ajustado al tiempo. Gracias.
taría que en su segundo turno de intervención pudiera ir
contestando.
En primer lugar, me gustaría incidir en cuál es su
opinión sobre el tratamiento de la violencia de género
en los medios de comunicación. Ha hablado someramente sobre el mismo. Ha hablado usted de que se
puede banalizar el problema de la violencia. Me gustaría saber si cree usted que, si los medios de comunicación no inciden más sobre el castigo a los maltratadotes, se puede llegar a casos de mimetismo en otros
potenciales agresores. Desde mi punto de vista este es
un debate abierto, un debate importante y que tiene que
ser tenido especialmente en cuenta cuando hablamos
de este grave problema, no vaya a ser que, como ha
determinado alguno de los comparecientes de estos
días pasados, estemos agravando con estas intervenciones el problema. ¿Cree usted que, al generalizarse en
los medios las imágenes de los asesinatos a mujeres y
el tratamiento un tanto morboso que se hace de los mismos, puede llevar también a insensibilizar a la sociedad
y a perder el efecto que se desea de que el tema de violencia doméstica sea un tema que nos afecta a todos,
que afecta a la sociedad, un tema de Estado?
Respecto a los datos que usted nos ha aportado, me
gustaría incidir en alguno de ellos, en primer lugar, en
la edad de las víctimas. Usted ha utilizado parte de su
comparecencia para explicar estos temas. ¿Por qué cree
que cada vez son más jóvenes las víctimas y también
los agresores? Los datos que usted nos ha contado, y
que evidentemente son irrefutables, nos muestran casos
de niñas menores de 18 años que son asesinadas brutalmente por sus parejas. Esto nos hace preguntar: Desde
su punto de vista ¿cuál es la causa de que esto se produzca? Además, coincide con algunos de los datos que
nos han dado otros expertos que han venido a comparecer otros días. Ayer la presidenta de la Federación de
Mujeres Progresistas hacía referencia a unos informes
recientes, donde se demuestra que nuestros jóvenes
siguen teniendo actitudes machistas. Me gustaría saber
por qué cree usted que siguen dándose estos fenómenos
en jóvenes que han vivido en democracia y con una
educación igualitaria. ¿Cree usted, por otra parte, que
las medidas educativas que recoge este proyecto de ley
pueden cambiar esta tendencia? Siguiendo con el tema
de la educación, esta es sin duda fundamental, y conociendo que el 90 por ciento de los maltratadores vienen
de familias donde hubo una previa experiencia de maltrato, ¿cómo influye desde su punto de vista en los
niños la situación vivida en sus hogares? ¿Cómo podemos evitar que estos niños, que hoy sufren violencia o
que viven en hogares donde se dan estas situaciones,
puedan ser en un futuro hombres normales y no agresivos? Parece obvio —y hemos visto los datos— que la
violencia contra los mayores y contra los dependientes
en el seno del hogar existe, es una realidad, pero me
gustaría saber si usted cree que debe recibir tratamiento
por parte de los poderes públicos y si creen que podrían
estar incluidos estos sujetos dentro de este proyecto de
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señor Sanmartín. Sí se ha ajustado
usted al tiempo, y además en esta Comisión en estas
comparecencias, estamos intentando ser bastante permeables a todas las necesidades que tengan los intervinientes.
Seguidamente, si quiere usted tomar asiento a mi
derecha, paso a preguntar a los miembros de los grupos
parlamentarios quién quiere intervenir para hacer algún
tipo de preguntas o matizaciones con relación a la intervención que ha tenido el director del Centro Reina
Sofía para el Estudio de la Violencia. (Pausa.)
Primeramente tiene la palabra la señora Camarero.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: Señor Sanmartín, bienvenido a esta Comisión. Desde el Grupo
Parlamentario Popular queremos agradecerle su comparecencia, que podemos calificar de muy clarificante,
ilustrativa y exhaustiva. No creo que haya defraudado
ninguna expectativa, por lo menos, no la nuestra. Usted
actualmente es director del Centro Reina Sofía para el
Estudio de la Violencia, pero lleva años estudiando y
analizando el tema de la violencia en general y de
forma especial la que afecta a las mujeres y a los niños.
En su larga trayectoria profesional ha tenido oportunidad de conocer el fenómeno de la violencia desde distintos ámbitos, tanto como catedrático universitario
como actualmente desde la presidencia del Centro
Reina Sofía para el Estudio de la Violencia. Por eso,
desde el Grupo Popular, consideramos oportuno que
esta experiencia y estos conocimientos pudiera hoy
traerlos a esta Cámara para aportarnos datos que nos
sirviesen para el conocimiento más profundo y más
exhaustivo de cuál es la realidad de la violencia de
género ahora que estamos, como usted sabe, en este
trámite parlamentario de estudio de la ley que ha sido
traída a la Cámara.
Señor Sanmartín, recientemente el Centro Reina
Sofía ha editado un boletín que usted presentó ante los
medios de comunicación hace tan sólo unos días y del
que se desprenden muchos datos, alguno de los cuales
ha comentado esta tarde, y que a mí me gustaría destacar. Le voy a realizar ahora una serie de preguntas sobre
los mismos y sobre otra serie de cuestiones que me gus-
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ley. Ya sé que usted ha dicho que era una cuestión nuestra, pero me gustaría conocer su opinión personal.
Hemos visto la evolución de las cifras de la violencia
familiar entre el 2001-2003 que nos ha traído y comprobamos que en la mujer se incrementa en un 99 por
ciento; hay cifras similares en el incremento de violencia en el menor, con un 89 por ciento, y en los mayores
con un 86 por ciento. Son cifras suficientemente representativas, por lo menos en incremento de porcentajes,
que además demuestran una tendencia alcista que
merece la pena ser debatida por lo menos en este
momento.
También me gustaría que reflexionásemos sobre las
capas sociales de donde provienen los agresores. Creemos que ya hoy en día se pueden generalizar, no como
antes que se adjudicaban los malos tratos solamente a
las clases más desfavorecidas. Nos da la impresión de
que ahora pueden generalizarse. Me gustaría saber si
usted tiene alguna opinión o algún dato al respecto.
También desearía conocer el nivel de estudios de los
agresores, si los agresores han tenido cualquier tipo de
estudios o pertenecen a un nivel de estudios determinado. Igualmente me gustaría, saber si los agresores tienen problemas de alcohol, drogas o están en situación
de paro, problemas económicos, es decir, si hay alguna
causa que pueda favorecer la realización de estas conductas violentas. Nos podría aclarar qué porcentaje de
causas se producen en el ámbito rural y cuáles en el
urbano, si últimamente se han modificado las cifras y si
hay razones para ello, aparte de si el conjunto de estas
cifras nos puede llevar a concluir que se está generalizando la violencia doméstica. Insisto en un dato que me
parece importante y es conocer cuál es el perfil del
agresor; si el agresor es un hombre agresivo por sistema
o muestra una doble faceta, en su vida cotidiana se
comporta con normalidad y en casa es un maltratador
nato. También es importante eliminar las falsas creencias de que los agresores tienen un momento de ofuscación y matan a sus parejas y a continuación se suicidan
por remordimientos. Me gustaría saber, si usted los
tiene, los datos de hombres que se suicidan y cuál es el
comportamiento habitual de los agresores: si se suicidan, si se entregan, si la policía es quien los tiene que
detener, etcétera. Hay una pregunta que se ha suscitado
durante estos días de comparencias y en el de hoy: ¿Por
qué en los países más desarrollados de Europa es
donde más casos de violencia de género se producen?
En comparación con los países de nuestro entorno
¿qué lugar ocupa España en la estadística de violencia
de género? También hablando de datos comparativo,
me gustaría saber si usted conoce si hay otro tipo de
leyes similares a ésta que estamos debatiendo en otros
países.
Cuando hablamos de maltrato hacia la mujer nos
llegan a la cabeza palabras como dominación, machismo, sentimiento de propiedad, hombre inseguro, manipulador, egocéntrico. ¿Por qué cree usted que la mujer
es maltratada? Sé que es una pregunta complicada,
pero me gustaría que usted nos la pudiera contestar.
¿Cuáles son las motivaciones de un hombre para maltratar a una mujer? ¿Cuáles son las motivaciones para
el maltrato infantil? ¿Cuáles son las razones por las que
se produce el maltrato a mayores o hacia los dependientes? Es decir, ¿obedecen a las mismas motivaciones la violencia de género y otras manifestaciones de
violencia doméstica, como la violencia contra los
niños, los ancianos, los hombres o en el marco de las
parejas homosexuales? ¿Todas responde a la misma
razón o a distintas motivaciones? ¿Cree usted que los
estereotipos culturales con contenidos machista sirven
de base a la violencia? ¿Por qué mayor educación y
mayor prosperidad del país no se corresponden con
menor violencia contra la mujer? ¿Por qué la mayor
protección social y jurídica no está dando sus frutos?
Para terminar —que sé que le he hecho un aluvión de
preguntas— me gustaría que me concretase un aspecto
que me ha sorprendido en las estadísticas que usted nos
ha traído. Dentro del escalofriante aumento del número
de agresiones que se producen, veo, entre los datos que
usted trae, que entre 2001 y 2002 la cifra crece más de
lo normal. Cuando hablamos de violencia familiar
pasan de más de 32.000 a más de 56.000 casos, es
decir, un incremento del 99 por ciento, duplicando los
casos de violencia contra las mujeres, y cuando hablamos de violencia en pareja sufre un incremento de un
107 por ciento. ¿Hay algún dato o razón objetiva que
nos pueda decir por qué justamente en este año se produce un incremento superior al resto de los años?
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Tiene la palabra la señora Monteserín, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista.
La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Señor
Sanmartín, muchas gracias por comparecer ante esta
Comisión que intenta recoger aquellas opiniones de
expertos y de organizaciones que nos pueden ayudar a
hacer un contenido final de la ley lo más mejorado
posible.
Usted en su fundación ha trabajado ampliamente en
el estudio del fenómeno general de la violencia y específicamente de la violencia que sufren las mujeres no
solamente en nuestro país, sino en otros países. Yo he
tenido de participar en uno de los foros que organizó la
fundación, el Foro Mundial contra la violencia de las
mujeres, de noviembre del año 2000 en Valencia. Desde
ese lugar en el que usted dispone de esta serie de datos,
que nos ha expuesto con toda claridad hoy y que algunos otros están en el boletín y que no ha recogido —no
sé cuáles son sus fuentes, me imagino que son fuentes
propias—, esos datos en todo caso grosso modo contradicen altamente las opiniones que un divulgador de la
sociología nos expuso ayer aquí y que claramente iban
en otra dirección, que no tienen nada que ver con los
datos que usted ha expuesto hoy, que sin duda me parecen más científicos y seguramente muchísimo más
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Congreso
20 de julio de 2004.—Núm. 65
rigurosos. De los datos que hoy no nos ha dado, que
figuran en ese boletín que he tenido oportunidad de
consultar, se deduce que más del 60 por ciento de los
asesinatos de las mujeres son por sus cónyuges —y esta
es otra clara diferencia con el sociólogo de ayer— y
además el 50 por ciento al menos tiene una formación
cualificada, aparte de que cada vez son más jóvenes los
agresores. El de la formación cualificada también se
contradice claramente con los datos que tenía el sociólogo-divulgador de ayer. En fin, estos son los datos. Me
gustaría que pudiera profundizar un poco más en las
causas de esta situación y en esta evolución rápida que
nos ha señalado de las cifras. Sin duda, las consecuencias están más claras para todos y las conocemos más.
Hay una reflexión en una de sus publicaciones de que
esta violencia no está relacionada sólo con el machismo
—una reflexión que yo comparto—, sino sobre todo
con la ruptura del machismo, es decir, con la recuperación de la autonomía perdida y de la libertad secuestrada de la mujer cuando toma una opción clara por la
emancipación para ella y para sus hijos, en el caso de
que los tenga, que es cuando comienza, por un lado, el
riesgo físico para ella y sus hijos y un camino tormentoso por los juzgados y por la vida; ese camino tormentoso también intenta paliarse desde esta ley integral.
Según usted, ¿es esta situación crítica o peligrosa para
su seguridad? Es decir, ¿confirma esto que yo estoy
diciendo?
Por otro lado, no tenía ninguna duda de que usted
vendría aquí a defender claramente esta ley integral; no
la tenía porque en ese congreso en el que he tenido
oportunidad de participar, y cuyas conclusiones casi
siempre tengo en mente cuando hablamos de violencia
contra las mujeres, de violencia de género y en este
caso de violencia de género en el seno de las relaciones
afectivas, en aquellas conclusiones —que sirvieron de
referencia en algunas de las actuaciones posteriores—
se decía que había que considerar las violaciones graves de los derechos humanos de la mujer como una
cuestión de Estado. Esta ley lo primero que hace es
considerar este problema efectivamente como una
cuestión de Estado, puesto que además de ser instrumento transversal es una ley orgánica. También se
decía que era necesario promulgar e implementar leyes
específicas contra la violencia doméstica —en este
caso se llamaba doméstica, aunque no hay tampoco una
unidad de nomenclatura a lo largo de las conclusiones— dotándolas de recursos económicos necesarios
para asegurar su implementación. En este caso, la ley
también tiene una memoria económica que avala la
mayoría de los instrumentos que se ponen en marcha.
Una de esas recomendaciones de esas conclusiones que
se habían hecho en ese foro era reconocer —y quisiera
saber su opinión sobre esto, porque la ley también lo
recoge— que los mejores resultados a la hora de cambiar la respuesta de la policía, de los fiscales, de los
jueces, de los magistrados, se consigue mediante la
especialización, incluyendo equipos y juzgados dedica-
dos a la violencia contra la mujer. Creo que este es un
aspecto importante de la ley y me gustaría saber su opinión al respecto.
Por último, usted habló de algunas sugerencias:
medios de comunicación y publicidad, que desde luego
tendremos en cuenta, aunque algunas cosas se tienen
que llevar a lo mejor a otros ámbitos legislativos, pero
sin duda son interesantes, y hablaba usted de la delegación de Gobierno como un instrumento demasiado alejado de la proximidad de la realidad de las mujeres. A
lo mejor no se ha parado a ver que la ley no sólo es
integral, sino integrada en todos los mecanismos que
pone en marcha, y que todos aquellos servicios específicos para las mujeres, tanto los de igualdad que existen
en los territorios como la red de políticas sociales, también se incluyen en la ley como instrumentos precisos
para atender este itinerario, esa ruta que comienza unas
veces cuando receptivamente se demanda esa autonomía de la mujer maltratada y otras veces antes porque
se tienen que poner instrumentos que detecten de una
manera precoz la situación de la propia mujer maltratada. Precisamente yo creo que si la ley en algo es interesante es en aliviar esos recorridos de la mujer que quiere por fin recuperar su autonomía o su libertad. Me
gustaría que tuviera en cuenta que no es sólo el instrumento delegación de Gobierno, aparte de que tiene sus
delegaciones en cada comunidad autónoma, en este
Estado descentralizado que tenemos, sino los servicios
de proximidad los que tienen que dar solución a esta
itinerancia que hasta ahora es tan farragosa para las
mujeres que sufren la violencia.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente tiene la palabra para dar respuesta
a las preguntas que le han elevado, el señor Sanmartín.
El señor DIRECTOR DEL CENTRO REINA
SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA
(Sanmartín Esplugues): ¿De cuántos días se dispone?
(Risas.) De todas maneras, para la próxima comparencia, por favor, si ustedes tienen un cojín... Lo digo porque yo soy bajito y me he tenido que poner debajo la
bolsa del ordenador y estoy padeciendo mucho. Eso
va a hacer que no me vaya a extender demasiado, aunque las preguntas de doña Susana Camarero tienden al
infinito.
Me gustaría empezar diciendo que uno es lo que
hace y no lo que se dice que es. Usted ha sacado los
dictámenes del Foro Mundial de Mujeres de 2000 y
dice: Usted dijo aquí que una ley integral; y lo dije.
Dije que nosotros éramos partidarios de leyes integrales. Por lo tanto, soy partidario desde el primer momento de mejorar la ley, aunque quizá cambiándole el título
—como soy catedrático de metodología siempre trato
de ver si las palabras se corresponden con los contenidos— porque la ley no tiene un título que se corresponda luego con las medidas. La ley es muy amplia, el
título es muy amplio; habla de violencia de género y
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luego habla de un solo tipo de violencia de género, que
es en las relaciones de pareja. Es simplemente un problema de un metodólogo, por lo que debería arreglarse
para que de esa manera continente y contenido, formulación y medidas fueran a la par.
En cuanto al tratamiento de la violencia de género en
medios de comunicación, es muy poco, señoría, lo que
científicamente sabemos sobre la influencia de los
medios de comunicación, pero hay un autor, amigo mío
por cierto y que muy pronto estará en España, que se
llama Craig Anderson, que ha revisado 248 artículos, y
de esos 248 artículos ninguno pone en duda que los
medios de comunicación, y en concreto la televisión,
tiene influencia. Ahora, de lo que se trata de ver es el
grado y el tipo de influencia. Desde luego, no tenemos
ninguna duda de que se puede generar mimetismo. En
qué medida, eso no lo sabemos. Mimetismo se puede
generar, y lo digo de paso porque también he visto que
el proyecto de ley se hace eco del Código Penal donde
se penaliza, por ejemplo, el que el agresor lleve armas y
cosas así. Ustedes saben que los agresores de mujeres
no matan con armas de fuego, matan con armas blancas
y sobre todo con sus manos: asfixian, estrangulan, golpean con las manos o con algún objeto contundente. El
que penalicen que una persona de esta condición lleve
armas no lo acabo de entender. Digo esto por lo
siguiente. Imagínense ustedes España hace unos meses.
Es raro que se mate con armas. Curiosamente, dos
parejas, las dos jóvenes y las dos simulando un suicidio, han empleado un arma de fuego; eso es rarísimo.
Imagínese el señor que tira por debajo de la puerta
gasolina y prende fuego, y a la semana siguiente tenemos otro caso. ¿Qué los medios de comunicación dan
ideas? Desde luego. ¿Qué banalizan? Cada mujer que
cobrando explica los supuestos malos tratos a que ha
estado sujeta en televisión es un daño no diré que irreparable, pero tremendo, que está causando a esta causa:
a la justa lucha por la protección de la mujer. Banalización absoluta.
En cuanto a insensibilización qué les voy a decir a
ustedes. ¿Cuántos y cuántas sienten las mismas emociones viendo las Torres Gemelas derrumbándose
ahora, que los que sintieron el día 11 de septiembre a
las tres y cinco de la tarde? La insensibilización es clara
y es uno de los fenómenos más estudiados, en Estados
Unidos. En estos momentos, y nosotros estamos en
contacto con ellos. Por eso yo decía que aprovechemos
el contexto de la ley no sólo para regular el uso vejatorio de la imagen de la mujer en la publicidad, sino para
regular también el uso de la información que se hace de
la mujer fuera de la publicidad. Eso no está, lo que está
en el articulado (y lo he leído con mucha atención) es
que en las televisiones públicas se procurará que no
haya tratamiento discriminatorio entre hombre y mujer,
es decir, que se pueden tratar igual de mal las dos imágenes no, por favor, lo que queremos es que se trate
bien, en la publicidad y fuera.
La edad. No se pueden ustedes imaginar el sofoco
tremendo que me llevé el viernes pasado, cuando estando frente a La Concha, en San Sebastián, en el sexto
piso de un hotel magnífico, me llaman por teléfono y
me dicen que el ministerio desautoriza el boletín. Si
nosotros no escribimos más que para tratar de concienciar a la sociedad de un problema en el que creemos
profundamente. Si nosotros hemos dicho: tres mujeres
en el primer semestre, seis en 2002 y siete en 2004;
créanme. Estadísticamente son cifras muy significativas porque, como yo les he demostrado hoy, las cifras
hay que ponerlas en relación con la población, en este
caso de mujeres menores de 25 años. Tres mujeres en
2001 es una prevalencia casi igual a la que tiene la
muerte de mujeres por millón de mujeres mayores de
14 años en general en el año 2001. En 2004 siete mujeres es el doble de prevalencia; es decir, en el primer
semestre de 2004 ha muerto el doble de mujeres menores de 25 años que mujeres en general mayores de 14.
Ese es el significado. A mí me preocupa, y no soy alarmista. Si los datos no son esos, nos pondremos orejas
de burro, pero desgraciadamente son esos. Cuando se
examina la prevalencia de todo un año —hemos elegido la del semestre porque el boletín es semestral— se
encuentra con que en el 2001 la prevalencia ya era
superior entre personas menores de 25 años que mayores de 25, y en 2004 también es mayor, y eso es preocupante. Me preocupa porque yo creo que el factor principal —y es una pregunta que me ha formulado doña
Susana Camarero—, el tablero de la mesa, o la pasta de
las teclas del piano en que consiste la violencia, es la
educación, es la socialización; luego hay otras cosas,
pero lo principal es la educación en el sentido clásico
de la expresión, la socialización desde la cuna. Yo quiero y deseo que los jóvenes españoles estén mejor socializados de lo que yo lo estuve; simplemente eso, sin
más. ¿Qué hay en estos momentos prejuicios machistas? Nosotros tenemos un sondeo que no hemos dado a
conocer de una importante ciudad en España por su
población, y ¡claro que hay! Nos sale lo mismo que le
salió al Instituto de la Mujer o que le sale al INJUVE en
cada uno de los informes que va haciendo. ¡Claro que
hay! Como hay jóvenes, incluso universitarios y universitarias, que creen que el uso de la violencia es legítimo en determinadas circunstancias; si no legítimo,
normal. Eso se combate a fuerza, sobre todo, de mejor
socialización. A mí me preocupa Usted habla de medidas educativas. Si yo creo en la socialización, tengo que
creer en la educación escolar, lo que se llama enseñanza. Lo que voy a decir no lo he dicho antes como propuesta, pero tómenlo como tal, si quieren. Yo tengo una
tristísimo experiencia en mi vida y es haber convencido
al secretario general de Universidades, don Miguel
Ángel Quintanilla, en los años ochenta, y a quien
entonces creo que era secretario de Estado, Álvaro
Marchesi, de la necesidad de crear una asignatura que
acabara con nuestro funambulismo tecnológico. Nosotros apretamos los enchufes, pero no sabemos lo que
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pasa, por qué se hace la luz o por qué funciona una televisión. Se creó la asignatura. La asignatura hoy en día
es Tecnología y es una maría. Yo jamás crearía una
asignatura que se llamara educación no sexista o educación contra la violencia de género. Jamás. Lo que tenemos que hacer es impregnar el currículum de arriba
abajo de los valores no sexistas. Impregnarlo, no crear
asignaturas. Yo tengo en mi biblioteca un estante completo de libros que se han escrito sobre educación no
sexista. ¿Para qué, si lo que necesitamos son profesores
y profesoras, y libros de texto de matemáticas, de física, de química, que no hagan ningún tipo de discriminación? Porque ha habido matemáticas, que no aparecen en los libros; porque ha habido físicas, que no
aparecen en los libros; porque ha habido genéticas, que
no aparecen en los libros. Si es muy simple. A mí realmente me gusta cómo se formula en la ley; se dice que
se van a revisar los contenidos. ¡Pues, ya era hora!
Revísenlos, de verdad. Pero no creen ustedes asignaturas que se convierten luego en marías. La asignatura
más importante del currículum estudiantil hoy en día,
en mi modesta opinión, es ética. Y ya ven ustedes, la
ética la dan como alternativa a ajedrez.
Influencia en los niños. Tremendo, señoría, tremendo. Un niño que asiste al empleo de la violencia en su
casa, por ejemplo en la pareja, es un niño que puede
estar interiorizando lo más horrible que cabe en una
circunstancia como esta y es que la violencia es un
medio, si no legítimo, eficaz para la resolución de conflictos. No digo yo que un niño que vive en ese ambiente vaya a convertirse en agresor de mujeres, pero vean,
y la cifra que voy a dar es la mínima: entre los agresores de mujeres, un 10 por ciento sabemos que han sido
niños que ha sufrido maltrato. Ésa es la mínima, posiblemente la cifra es muchísimo más. No hay peor
escuela que la violencia de pareja presenciada por el
hijo. Por cierto, los niños son, además importantes a
otro respecto que pasa frecuentemente desapercibido.
Existe un síndrome que se llama el síndrome de Münchausen, que lo ponen en práctica sobre todo algunas
mujeres para llamar la atención del estatus médico y
que puede poner en riesgo la vida de niños y niñas.
Creo que fue la mujer de Reagan y luego Hillary Clinton quienes dieron la medalla a una mujer que había
intentado 300 veces matar a su hijo llevada por el síndrome de Münchausen. Pues el síndrome de Münchausen se da también en la violencia de pareja y hay hombres que, para herir a las mujeres, a quien matan no es a
ellas sino a los hijos. Eso es lo que se llama asesinato
por intermediario y en España tenemos constancia, al
menos en el Centro Reina Sofía, a lo largo de este año
ya, de dos casos que apuntan en esa dirección.
Agresores. Nivel socioeconómico. Cuando clásicamente se ha dicho que la violencia contra la mujer se da
en todos los estatus socioeconómicos, alguien podría
decir que son intuiciones. En el Centro Reina Sofía, de
acuerdo con las cifras que nosotros vamos recogiendo
día a día y publicándolas semestre a semestre, nos
hemos encontrado con que el 50 por ciento de los agresores —de los que tenemos el informe completo, que
no es de todos— tienen un empleo no cualificado y el
otro 50 por ciento lo tienen cualificado. Por tanto, en
todos los estatus, en todos los niveles socioeconómicos
se da la violencia contra la mujer, pues es una violencia
de género, como se está diciendo. Y el género no conoce límites sociales.
Usted me ha hecho una pregunta tremenda y que
necesitaría mucho tiempo, pero voy a intentar responder de la manera más simple posible, sabiendo que esta
respuesta puede disgustar a terceros. La socialización
de un agresor es la clave. Pero ustedes se preguntarán:
¿Y cómo es que habiendo recibido la misma socialización las personas pertenecientes a una misma generación, unos maltratan y otros, no? Porque, se quiera o no
se quiera, además de la socialización, hay otros factores. Si la socialización es el tablero, esos otros factores
son las patas y son los que hacen que al final tengamos
la mesa de la violencia. Sólo un tablero de por sí no es
la mesa. Una de las patas importantísima son las prácticas de crianza, el estilo educativo en que el niño o la
niña es educado. Hoy sabemos que el estilo que correlaciona con un mayor número de psicopatologías es el
estilo que se llama indiferente, que es no dar afecto y
no dar control, ese es el peor. Seguido del autoritario,
que es mucho control y ningún afecto. Lo mejor es el
estilo llamado democrático, que es afecto y poner normas, no imponer, sino poner normas, que se dialoguen;
pero, en un momento determinado, que tampoco pasa
nada por establecerlas, ya que, al final, los adolescentes
necesitan normas a las que sujetar su comportamiento.
Y ellos mismos lo reconocen con el paso del tiempo.
Las prácticas de crianza son muy importantes, el
continente de la socialización es muy importante. Un
continente indiferente, en el que hay poco afecto y no
hay normas, en el que metes una socialización sexista
basada en el desprecio del otro, en la consideración de
la mujer como un ser inferior, es una bomba de relojería. La bomba quizá estalle si además tiene otra pata,
una pata por la que se quiere pasar demasiado rápido,
los psicólogos piden calma y que se examine con atención. Es la pata constituida por las características psicológicas del agresor. Los agresores no son enfermos
mentales en su mayor parte. No lo son. Los agresores
no tienen trastornos fuertes de la personalidad, como
psicopatías, en su mayor parte. Pero los agresores tienen una serie de psicopatologías que la socialización
refuerza de una manera brutal. Por ejemplo, si una persona ha sido criada de forma indiferente o autoritaria y
se socializa en la idea de que la mujer es un ser inferior,
una propiedad, y es un individuo que, desde el punto de
vista psicológico, tiene baja la autoestima o es inseguro, en el momento en que la mujer le plantee el más
mínimo problema, él va a considerar que eso es una
insubordinación. Y como estos individuos creen en el
valor de la disciplina o el castigo, golpearla no será otra
cosa más que utilizar un medio por su bien, como ellos
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mismos dicen. Una persona que en cambio sea segura,
que tenga la autoestima normal, que no sea narcisista,
que no sea misógina, una persona que no sea posesiva,
será una persona en la que seguramente la socialización
sexista tendrá unos efectos diferentes a aquellos casos
en que la socialización sea sexista. Cuando nosotros
decimos tratamiento a agresores, queremos decir que,
además de educarlos mejor, además de exigir para todo
el mundo mejores prácticas de crianza, hay que darles
el tratamiento adecuado a las psicopatologías que tiene.
A estos señores, fuera de la cárcel, sin ningún tipo de
freno, les aseguro que la socialización, les volverá a
salir. Y todo agresor se encuentra por término medio en
su vida a tres mujeres. Por baja que sea la eficacia del
tratamiento, si logramos por lo menos salvar a dos
mujeres, después de una maltratada, no será suficiente,
pero sí será un paso adelante.
Datos de hombres que se suicidan. Eso tiene que ver
con otro mito muy frecuente en los estudios sobre violencia, que es que todos los agresores son iguales. Y no
es verdad. Hay agresores que son cíclicos, que son los
agresores que te pegan y te quieren; luego el ciclo cada
vez es más corto y al final te matan, si no pones tierra
de por medio. Además de esos agresores cíclicos, que
tienen un arrepentimiento muy semejante al de un caimán, pero lo tienen, están los llamados agresores psicopáticos o cuasi-psicopáticos, que no tienen un trastorno
de la personalidad, pero se comportan con la frialdad,
con la carencia de remordimientos, característica de un
tipo psicopático. Y luego hay otro tipo de agresor muy
importante, que es el llamado agresivo pasivo, que es el
que te está victimizando, pero él es la víctima. Pues
bien, de esos agresores, teóricamente al menos el primero, el agresor cíclico, y el último, una vez cometido
un asesinato, por ejemplo, uno esperaría que, presos de
remordimiento, se suicidaran. Pues si se fijan ustedes
en la televisión, eso parece que es lo que pasa siempre.
Porque cuando muere una mujer, le acercan el micrófono al vecino o vecina, y además de decir que era un
buen chico, dice: ¡Uy, y se ha suicidado o ha intentado
suicidarse! Pues no. Yo leía el otro día un editorial de
un periódico que decía: ¿Por qué estos señores y señoras del Centro Reina Sofía abren el boletín con la noticia de que, de los asesinos, un 58 por ciento son detenidos y sólo un 19 por ciento se suicidan? Pues por esto;
porque normalmente lo que le pasa a un asesino de
mujeres no es que preso de remordimiento se suicida
—es un buen chico que se le ha ido la mano en un
momento determinado—. No, no. ¡De buen chico,
nada! Tiene un síndrome de doble fachada, es un monstruo dentro de casa, amable fuera de casa, al que no se
le ha ido la mano una vez, es que se le viene yendo la
mano desde hace mucho tiempo. Y no tiene remordimientos; y no se suele suicidar. De cada diez asesinos,
no llegan a dos los que se suicidan. El resto van a la
cárcel, que era lo que quería decir esa noticia, porque
no hay mejor noticia para alguien que pueda tener la
tentación de que saber que su destino va a ser la cárcel.
Porque sepan ustedes, y esto lo digo de pasada, que
todavía, en nuestra sociedad, el agresor de mujeres
sigue pensando que existe una cierta complicidad encubierta y que encontrará el respaldo de sus iguales en
distintos compartimentos. Y eso se lo tenemos que desmontar. Por lo tanto, cuando decimos que no se suicidan, sino que van a la cárcel, lo decimos para que sepan
el destino que tienen. No decimos en cambio: la mató
pegándola cien puñaladas y arrastrándola por el suelo,
porque sabemos que esa noticia, además de escabrosa,
suele ser la que induce un cierto mimetismo.
Usted me pregunta por países más desarrollados de
Europa. En el informe nuestro del año 2003 se veía. Y
es cierto. Pero es que, además de la socialización, como
he dicho, hay muchos otros factores. En los países del
norte hay más criminalidad que en los países del sur; no
sólo hay más violencia contra la mujer, hay más criminalidad. Hay también más psicopatologías; hay también más consumo de alcohol, que no es la causa de la
violencia, pero ¡ay que ver cómo desinhibe! Y quienes
hemos vivido en los países del norte sabemos que el
alcohol tiene un carácter lúdico, entre comillas, en el
sur, pero en el norte, normalmente, tiene siempre el
carácter de evasión. Eso está presente y no lo podemos
perder de vista, además de que, a lo mejor la educación
es igualitaria en lo formal, pero todavía en lo material
no se ha avanzado lo suficiente. Lo que ahora mismo
está pasando en España. Y no quiero entrar ahora en
conflicto con ninguno de los comparecientes anteriores, con nadie. Pero en España, lo que yo creo que está
pasando es que de verdad ahora una serie de derechos
históricos que tenía la mujer sobre sí misma se están
materializando aunque no de forma rápida; se están
materializando mayores cotas de independencia económica; mayores de independencia emocional; mayor
capacidad de decir no, plantarse y marcharse; mayores
cotas de dominio sobre el propio cuerpo. Y ante eso
caben dos cosas: ir hacia atrás, que es la caverna, o ir
hacia delante, consiguiendo que de verdad el proceso
de igualdad entre los hombres y las mujeres sea lo más
rápido posible. Porque yo lo que creo es que en estos
momentos estamos viviendo una situación trágica en
España, porque está chocando la mente estrecha de
determinados hombres con los avances espectaculares
no, pero sí notables, realizados pos las mujeres.
Me pregunta usted si en otros países conozco leyes
similares a esta. Yo me he preocupado fundamentalmente de América del Sur y allí, prácticamente todas
las leyes que existen son, excepto en Puerto Rico y no
sé si en algún otro país leyes de violencia familiar, y
dentro de ellas incluyen a la mujer. Puerto Rico, no.
Puerto Rico tiene una ley específica de violencia de
pareja. Y en Europa, saben ustedes que la mayor parte
de los países no tienen ley; tienen códigos penales.
Leyes, creo recordar que Austria tiene ley de violencia
familiar y dentro de ella contempla a la mujer. Quizá
también Alemania tiene la misma situación. Pero otros
países tienen ley —Italia, por ejemplo— pero es ley de
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pareja, ley de violencia de género en la pareja. De todo
hay.
Usted me dice ¿por qué cree usted que la mujer es
maltratada? Pues creo habérselo respondido hace un
momento. Porque en esta sociedad sigue habiendo
dejes machistas, porque no hemos superado el sexismo,
porque la mujer esta avanzando, porque la mujer se está
incorporando al mercado de trabajo, no de la manera
acelerada que sería preciso, porque está ocupando
puestos de cualificación no de la manera acelerada que
sería preciso, porque está creciendo en cuotas de independencia económica y de independencia emocional.
Todo eso, ustedes lo entenderán, para alguien que tiene
una mentalidad estrecha o una mentalidad sexista constituyen verdaderos retos, retos a su masculinidad y por
ahí creo que empieza casi todo.
Yo no creo que el maltrato hacia el menor tenga la
misma causa, aunque a mí me preocupa extraordinariamente ese maltrato y cómo está creciendo. Además,
otra cosa. Lo que está creciendo de verdad entre menores es el maltrato con resultado de muerte. Y eso nos
preocupa, porque nos lleva a la idea de que se está
posesionando algo de la sociedad española, algo que no
queremos, que no queremos, y que es que cada vez la
vida humana vale menos. Pero cada vez la vida humana
debe valer más.
Yo estoy muy preocupado por el maltrato sobre la
mujer; estoy preocupado por el maltrato contra mayores, porque es el gran problema encubierto de esta
sociedad —la prevalencia del maltrato de mayores es
prácticamente la misma que la prevalencia del maltrato
de menores y casi nadie habla del maltrato de mayores—; estoy muy preocupado por el maltrato del menor
y me preocupa en general cualquier maltrato que pueda
haber entre cualesquiera miembros que formen una
unión estable, temporalmente estable, sean del género
que sean, masculino o femenino. Ustedes decidirán la
ley que quieren. Todos los casos son preocupantes;
ahora, el Centro Reina Sofía en su día dijo que quería
leyes específicas de violencia contra la mujer y por eso
yo, desde el principio, he dicho que mi comparecencia
sería para mejorar esta ley.
Me dice la señora Monteserín que la separación es el
peligro, me dice algo así, que es el largo camino de la
mujer. Ya lo dijo el Defensor del Pueblo en su informe
de hace dos años, decía que el 67 por ciento de los
casos de asesinato en este país se producen en ese
momento. Nosotros, lo que tenemos detectado es que
un tercio, cuando menos un tercio de los asesinatos de
mujeres y de hijos de mujeres se produce entre el
momento en que la mujer decide plantarse y los nueve
meses posteriores a la separación. Es un momento de
peligro y por lo tanto la ley —que eso sí lo contempla— hace bien en contemplar medidas que puedan
evitar que ese sea el momento de riesgo de vida.
Yo dije en el año 2000, en el foro al que usted ha
hecho alusión, que para mí el problema de la violencia
contra la mujer es tan grave que debe ser una cuestión
de Estado. Y con eso me gustaría terminar este turno
de respuestas. Para mí el problema de la mujer es tan
grave que debe ser una cuestión de Estado por encima
de los tintes ideológicos de cualesquiera partidos.
Para mí el problema de la mujer es una cuestión de
Estado. Y me gustaría decir también, y aprovecho el
foro para decirlo, que dada la gravedad que presenta
el problema de la violencia contra otros sectores de la
familia, convendría tomar en serio la opinión de
Straus de que la familia es el segundo contexto más
violento tras el ejército en tiempos de guerra. Y preparen ustedes también —no sé si es esta la ocasión de
aprovechar la oportunidad— las pertinentes leyes
referidas a mayores y a menores. No hay que esperar a
que las cifras sean mucho más elevadas; ya lo son
suficiente.
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señor Sanmartín, por se presencia y por
sus aportaciones a este debate para este proyecto de ley
que ha presentado el Gobierno y que consideraremos
términos en los que usted nos ha transmitido.
Continuaremos enseguida con la siguiente comparecencia. (Pausa.)
— DE LA SEÑORA ÁLVAREZ ÁLVAREZ,
REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES. (Número de expediente 219/000025.)
La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión.
Señorías, iniciamos la comparecencia de doña Ángeles
Álvarez Álvarez, de la Fundación Mujeres, que va a hacer
su exposición apoyada por su servicio informático.
La señora ÁLVAREZ ÁLVAREZ (Representante de
la Fundación Mujeres): Señora presidenta, señorías,
agradezco la invitación, especialmente porque vengo
en representación de Fundación Mujeres, una organización no gubernamental que tiene el valor añadido de
que las organizaciones de mujeres tengamos voz en
estos espacios. La verdad es que no pensaba hacer
grandes referencias estadísticas, pero me veo obligada
a hacer algunas matizaciones respecto a algunas de las
estadísticas que se han dado en la comparecencia anterior. Parecería de interés, sería conveniente fijar las
fuentes a la hora de dar datos estadísticos. Ha habido
un dato que se ha aportado hace unos minutos que me
ha parecido especialmente preocupante porque ya venimos denunciando desde las organizaciones que cuando
hablamos de estadísticas no se pueden mezclar las
cuestiones de género con las cuestiones de generación.
Y aquí se han presentado algunos datos estadísticos
relativos a ancianos y menores sin hacer un cruce inmediatamente posterior a ése que recogería, por ejemplo,
la situación que aporta esta estadística que tenemos en
la pantalla relativa al servicio de atención de violencia
doméstica del Ayuntamiento de Madrid. Quiero decir a
SS.SS. que cuando desde Fundación Mujeres hicimos
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preguntas relativas a cuál era el sexo de los ancianos y
niños representados en estos números, se dio la circunstancia en este caso concreto de que diez de las
personas denominadas como ancianos eran mujeres y
la totalidad de los denominados niños eran niñas. Parece pues que no es conveniente —insisto— cruzar datos
relativos a género y generación. Esta es una cuestión
que va a surgir de forma sistemática tanto en el proceso
de elaboración de la ley como en lo que tiene que ver
con la conceptualización.
La verdad es que a pesar de que durante todas las
comparecencias que se vayan produciendo a lo largo de
estos días las referencias estadísticas van a ser muy
numerosas, yo necesito ubicar numéricamente la cuestión haciendo un pequeño apunte. En enero de 1999 es
cuando las organizaciones de mujeres iniciamos un
proceso de recuento de víctimas que aparecen en los
medios de comunicación. Creo que el Centro Reina
Sofía utiliza el mismo método, no tenemos otras fuentes sino éstas o las del Ministerio del Interior, que como
saben se publican con tres meses de retraso en relación
con las fechas. Nos encontramos con que desde 1999,
fecha en que comenzamos a hacerlo, tenemos 423 referencias en los medios españoles de casos de violencia
de género con resultado de muerte. Parece que este solo
dato deja claro que a pesar de las reformas legislativas
y la puesta en marcha de los planes de actuación no se
ha logrado minorar la incidencia de la violencia contra
las mujeres en la sociedad española. De hecho, en estos
últimos cinco años, según el primer informe que hizo
Fundación Mujeres sobre casos recogidos en los
medios, y que se va a adjuntar como documentación a
la mesa, se han duplicado los casos de asesinatos y
homicidios de mujeres en España por violencia de
género. La envergadura del problema, la brutalidad que
evidencia cada caso y la sistemática de violencia que
describen las miles de mujeres que denuncian cada año
han llevado a un amplio debate social sobre cómo
afrontar y poner freno a una situación que ya ha sido
calificada de epidémica. Creo que nos encontramos en
un punto en que la impresión de la opinión pública es
que las medidas implementadas hasta el momento son
insuficientes. El Informe de la ponencia sobre la erradicación de la violencia doméstica, aprobado el 7 de
noviembre de 2002, también deja claro que persiste la
indefensión y desprotección de las víctimas y la impunidad de los autores pese a los dos planes de acción
aprobados por el Gobierno español y específicamente
dirigidos a combatir lo que ha sido denominado como
violencia doméstica. Reconoce dicho informe que los
planes no han logrado erradicar esta lacra social y que
por tanto resulta necesario —y cito— seguir profundizando en el tema y perfilando soluciones. Cuando el
Informe de la ponencia sobre erradicación de la violencia doméstica anima a seguir profundizando en el tema
y perfilando soluciones se aproxima a la idea ya desarrollada en otros países de legislar específicamente
sobre esta cuestión. Creo que pocas personas cuestio-
nan la necesidad de dar respuestas coordinadas tanto
desde el ámbito administrativo como civil y penal. La
principal referencia viene marcada por la Resolución
de la Comisión de Derechos Humanos de 1997 de
Naciones Unidas cuando insta a los gobiernos a reforzar en las legislaciones nacionales sanciones penales,
civiles, laborales y administrativas para castigar cualquier forma de violencia infringida a mujeres y niñas.
La cuestión que se nos ha planteado durante estos
días y al hilo del anteproyecto es hasta dónde estamos
dispuestos a llegar en la búsqueda de soluciones. Es la
identificación de este límite lo que está alimentando la
polémica que hemos estado viviendo en torno a esta ley
y que se puede concretar en dos posturas básicamente.
Por un lado están las opiniones de personas que reconocen e identifican el problema en el ámbito de la desigualdad entre los sexos y están dispuestas a hacer
todos los esfuerzos necesarios para evitar que la mitad
de la población esté en situación de inseguridad permanente, removiendo todos los obstáculos e introduciendo
las reformas y medidas necesarias incluidas las de un
ordenamiento jurídico que se ha presentado incapaz de
dar respuesta eficaz a este problema. Y por otro lado
tenemos a quienes se parapetan en la individualización
de los casos de violencia, ignorando el género y la desigualdad social en las relaciones entre mujeres y hombres. Son quienes no aceptan, por ejemplo, la estadística como mecanismo probatorio de la discriminación
social que sufrimos las mujeres, ni creen que exista una
discriminación colectiva que posiciona al conjunto de
las mujeres como grupo de riesgo. Quienes comprenden el problema como casos unicasuales son los que
opinan que la ley no puede intervenir más allá de una
pura concepción formal de la igualdad porque no están
dispuestos a cuestionar el orden familiar y social que se
define en función de estereotipos sexistas y que, por
tanto, no sólo potencia la desigualdad entre mujeres y
hombres sino que además es caldo de cultivo de este
tipo de violencias.
Las organizaciones feministas y las asociaciones de
mujeres hemos defendido una ley integral porque certifica una adecuada conceptualización del fenómeno,
porque envía un mensaje claro e inequívoco por parte
de los poderes del Estado sobre la tolerancia cero hacia
este tipo de sucesos y porque realiza un reconocimiento de derechos a las mujeres víctimas en relación con
la asistencia y mecanismos de restitución del daño que
no es posible a través de otros procedimientos de intervención.
En primer lugar, valoramos positivamente la adecuada definición del fenómeno, y es aquí donde a nuestro
entender el anteproyecto de ley hace su primer contacto
con la realidad al señalar que tiene por objeto actuar no
contra una violencia accidental contra la mujer sino
contra aquella que es manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de
poder de los hombres sobre las mujeres. Es muy importante que seamos conscientes de que esta violencia
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En relación con la segunda cuestión que planteaba,
la relativa al mensaje inequívoco de tolerancia cero por
parte del Estado, cabe señalar que los poderes públicos
deben alentar instrumentos eficaces que pongan fin a la
tolerancia que desde distintos ámbitos existe hacia la
violencia que se ejerce contra las mujeres. Es la sociedad precisamente la que está reclamando que el Estado
evidencie que no acepta bajo ningún concepto y en ningún supuesto este tipo de violencia. Los jueces en
demasiadas ocasiones argumentan sus fallos a través de
auténticos manuales de justificación de la violencia
sexista. No sólo necesitamos adecuar los instrumentos
jurídicos. De nada servirá si no se forma a quien debe
aplicar la norma en concepciones no androcéntricas del
mundo. El mensaje debe ser que no se acepta ninguna
agresión, que no existe ninguna justificación para las
mismas y mucho menos si los argumentos están relacionados con la supuesta desobediencia de las mujeres
a las exigencias y mandatos que tradicionalmente se
nos han atribuido en virtud de los roles y estereotipos
de género. Es esencial que el Estado se enfrente a las
resistencias violentas que una parte de la población
tiene ante los nuevos derechos de las mujeres. En este
proceso, el Estado debe poner a disposición de la erradicación de la violencia y a favor de la igualdad todos
los mecanismos que tiene a su disposición, tanto el funcionamiento de los diferentes servicios públicos como
el ordenamiento jurídico. Decir que los principios del
derecho penal no nos permiten castigar de forma específica esta violencia es reconocer que tenemos un ordenamiento jurídico ineficaz. Cuando hablamos de remover obstáculos en busca de la igualdad también
hablamos de los que se esconden tras el igualitarismo
de la norma. El principio de tolerancia cero también
hay que aplicarlo desde la Administración de Justicia.
Necesitamos una ley que enfrente desde todas las instituciones del Estado un problema persistente que no ha
tenido respuestas eficaces a través de los mecanismos
empleados en los últimos años y que debe venir a fortalecer la emergente toma de conciencia de la ciudadanía
española sobre el problema de la desigualdad entre
hombres y mujeres y a su expresión más dramática que
no es otra que la violencia contra las mismas. La ley
integral contra la violencia de género se presenta así
como una ley necesaria, ineludible y urgente.
El tercer aspecto esencial que se presentaba en una
legislación específica es el reconocimiento de los derechos de las mujeres víctimas. Desde las organizaciones
de mujeres siempre hemos entendido que se debe facilitar a las víctimas de violencia de género la recuperación en todo los sentidos mediante el establecimiento
de normas. Este anteproyecto de ley se compromete
con muchos derechos que se articulan desde el reconocimiento de que las víctimas difícilmente pueden
sobreponerse a las secuelas sin ayuda. El derecho a
recibir esta ayuda sólo puede articularse de forma general y efectiva a través de ley. Hemos de tener en cuenta
que las competencias relacionadas con la prestación de
queda definida por el objetivo que persigue. Su elemento intencional no es otro que la imposición de la voluntad del varón y el sometimiento de su compañera. Ya en
1869 John Stuart Mill acotaba nítidamente el problema
cuando en su trabajo El sometimiento de la mujer indicaba que al hombre le gusta tener su propia voluntad
pero no le gusta que su compañera doméstica tenga una
voluntad distinta de la suya. Ignorar estos elementos en
la elaboración de diagnósticos del problema nos aboca
a cometer errores y consecuentemente limita las posibilidades de encontrar soluciones eficaces. Por eso es
preciso matizar que el anteproyecto de ley integral no
lo entendemos como una norma excluyente. Estamos
ante una ley especifica que esboza soluciones para un
problema concreto que sufren casi de manera exclusiva
las mujeres, aunque en ocasiones presente víctimas
colaterales como menores dependientes. Hay quien
viene defendiendo la necesidad de hacer extensiva la
ley a ancianos y menores. Sin embargo, esta ley en aras
a la eficacia debe atender la problemática que pretende
enfrentar, la violencia por razón de género, y no debe
combinarse con violencias condicionadas por la generación, por ejemplo, puesto que éstas presentan diagnósticos diferentes que reclaman otro tipo de actuaciones. En realidad lo que creemos es que esta polémica
no persigue tanto estimular acciones de protección a
favor de estos colectivos, que desde luego bien pueden
hacerse a través de otras normativas, como desenfocar
la particularidad de la violencia contra las mujeres en
un intento por desarmar los argumentos a favor de la
igualdad por la vía de concebir el derecho de igualdad
como el idéntico tratamiento ante la ley. Existe el vacío
entre la igualdad formal y la igualdad material, y no
podemos dejar ese abismo abierto. Creemos por tanto
que el anteproyecto de ley acerca estas orillas, que el
anteproyecto de ley hace un adecuado acercamiento
conceptual a ese tipo de violencia, aunque opinamos
que sería necesario seguir trabajando y profundizando
en otras manifestaciones de esta violencia que no se
producen exclusivamente en el ámbito de las relaciones afectivas de pareja. Si bien es cierto que el diagnóstico es certero y es esencial mantener intacta la idea
central de la ley, también sería conveniente buscar fórmulas que permitan incluir otras modalidades de violencia de género que sabemos que se están produciendo y que afectan gravemente a la vida de las mujeres.
Me refiero, por ejemplo. a los ya emergentes casos de
las denominadas violencias por honor que enfrentan ya
a algunos países europeos con segundas y terceras
generaciones de inmigrantes o a la desprotección de
las mujeres traficadas con fines de explotación sexual.
En todo caso, quizá sería conveniente no limitarla a los
cónyuges y definir o perfilar qué se quiere decir cuando se habla de quienes ha estando ligados por relaciones afectivas, ya que por ejemplo muchos victimarios
son los hijos que asumen la representación social del
padre en la familia.
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servicios a las víctimas se encuentran en estos momentos transferidas a las comunidades autónomas y esto
nos llevó a pedir en su día que la ley incluyese fórmulas
para garantizar e igualar los derechos en todo el territorio español en relación con el derecho a la información
y todos los relacionados con la restitución del proyecto
de vida. Nos parece esencial, por ejemplo, que la ley
estipule la obligación de contar con un determinado
número de plazas por habitante en las casas de acogida
y que en sus apartados relativos a la denominada asistencia integral concrete cuáles deben ser los modelos
adecuados de intervención de cara a evitar el asistencialismo o la falta de intervenciones especializadas. En
todo caso, si sus señorías me permiten, me gustaría
reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con
los órganos administrativos donde el anteproyecto de
ley ubica en su artículo 15 la responsabilidad de garantizar tanto el derecho a la información como el asesoramiento a las víctimas y la asistencia social integral. No
pensamos que el derecho a la información, el asesoramiento o la ayuda integral que refiere el citado artículo
deba desarrollarse como insta la norma a través de los
servicios sociales. La atribución de estas funciones
debe ampliarse a otros órganos administrativos dependiendo entre otras cosas de cómo se hallen organizados
en cada comunidad autónoma. De todas formas, nosotras entendemos que sería conveniente que fuesen los
organismos de igualdad los encargados de la coordinación de estos recursos. Creemos que su intervención es
imprescindible en la definición de las metodologías y
procesos de acompañamiento a las víctimas. De hecho,
muchas comunidades autónomas ya han estructurado
sus servicios y recursos a través de los citados organismos de igualdad, coordinando además las actuaciones
con otros programas íntimamente ligados a las estrategias que se proponen en la ley, como son el fomento de
la igualdad de oportunidades o el empleo femenino y,
quizás más importante aún, otros recursos disponibles
que se articulan específicamente en estos organismos y
se ubican en ellos como, por ejemplo, el apoyo a la
toma de decisiones de las víctimas durante el proceso
de salida de la relación violenta. Efectivamente, esto
nos llevaría a plantear ciertas cuestiones sobre la contribución que se propone en el artículo 15.6 relativa al
fondo económico y que se detalla en la memoria económica para coadyuvar —cita— a la puesta en marcha de
servicios para garantizar la equidad territorial. Entendemos que esa financiación debe abrirse a los organismos de igualdad por un lado y, por otro, debería referirse a financiar no ya la implantación o la puesta en
marcha de recursos sociales, como cita el mencionado
artículo, sino su funcionamiento, puesto que de otro
modo estaríamos penalizando a las comunidades autónomas que han realizado con anterioridad un esfuerzo
presupuestario para crear los dispositivos de atención a
las víctimas. En cualquier caso, resulta de vital importancia que el desarrollo de estos servicios se haga desde
criterios de igualdad de oportunidades entre mujeres y
hombres. Es esencial tomar conciencia de que el nivel
de especialización profesional en materia de género es
en muchos casos la única garantía que las mujeres víctimas tienen respecto a una completa recuperación de
su vida desde una posición de plenitud en el ejercicio
de sus derechos.
Para una organización como Fundación Mujeres,
que entiende que una ley integral contra la violencia de
género en realidad es un instrumento para la consecución de la igualdad, este anteproyecto presenta elementos que son de vital importancia y que quedan recogidos, aunque quizá cabría decir que están más bien
apuntados, en los títulos I, II y III. Entendemos que
muchas de estas cuestiones son objeto de un posterior
desarrollo reglamentario que en todo caso debe realizarse de acuerdo con el espíritu de la ley. Algunas de
estas cuestiones que nos parecen fundamentales son:
las referidas a la sensibilización de la población, la prevención en la educación, la revisión de los currículos
educativos, la formación de profesionales y la investigación de las causas de la violencia contra las mujeres.
Estos han sido, junto a la coordinación de las actuaciones, el eje principal de las reivindicaciones que las
organizaciones de mujeres hemos venido haciendo en
los últimos años. A modo de ejemplo quisiera recordar
a sus señorías que la primera campaña institucional que
se realizó en España contra los malos tratos es del año
1984. Su lema fue Mujer, denuncia los malos tratos.
Parece evidente que después de 20 años no podemos
seguir como si no hubiese cambiado nada, con los mismos lemas en las campañas institucionales, con mensajes además que suelen trasladar la responsabilidad para
la resolución del problema a la acción de denuncia de
las mujeres. Las campañas publicitarias institucionales
deben ser utilizadas con mayor frecuencia para dar claves preventivas a las víctimas y enviar mensajes rotundos y claros a los agresores. Referido también a posibles mejoras que puedan incorporarse a través de
enmiendas cabe reflexionar sobre la importancia de
hacer extensivo a todos los medios de comunicación el
respeto a la igualdad y la lucha contra la discriminación
a que hace referencia el artículo 10. No nos parece conveniente que este principio constitucional deba limitarse a los medios de titularidad pública.
En relación con la prevención en el ámbito educativo
y sanitario, la verdad es que un primer diagnóstico nos
indica que hasta el momento no se han puesto en marcha medidas de largo alcance que actúen sobre el conjunto de la población y contra la variable que la etiología de la violencia identifica como el primer factor de
riesgo que no es otro que el sexismo. Fundación Mujeres en su proyecto Detecta, que fue citado ayer por la
tarde en esta sala y de donde salieron los datos relativos
a interiorización del sexismo por parte de los adolescentes españoles en un trabajo de investigación que se
ha realizado con 6.400 adolescentes, ha definido el
sexismo como una discriminación que atenta contra la
integridad de la persona en sus planos psicológico, físi-
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co y sexual por la única razón de pertenecer a uno u
otro sexo biológico. El sexismo es discriminación porque condiciona el desarrollo de las identidades personales de las mujeres y de los varones. El sexismo discrimina porque determina e impone los roles que
tenemos que desempeñar unas y otros. El sexismo discrimina porque define e impone el uso de los espacios
públicos y privados en función del sexo biológico. Esta
discriminación previa es la que se trata de corregir a
través de las acciones positivas. Este caldo de cultivo de
la violencia es lo que hay que acometer desde una
legislación específica y estas medidas han sido, sin
embargo, las grandes ausentes cuando se ha tratado de
atajar el problema. Sus señorías deben conocer que un
14 por ciento de varones españoles entre 14 y 18 años
pueden ser catalogados como sexistas radicales que
minimizan y justifican la violencia contra las mujeres.
Pero siendo este dato preocupante lo es más que el 40
por ciento de chicos y chicas sean incapaces de identificar comportamientos sexistas en la relación de pareja
que predicen riesgo, y esto evidencia la urgencia de
intervenciones preventivas. Seguramente son los aspectos relacionados con la prevención que aporta este anteproyecto lo que hace posible augurar un cambio decisivo en relación con la violencia de género. Fundación
Mujeres lleva cuatro años trabajando en aulas con adolescentes en relación con esta problemática y hemos
evidenciado que esta tarea debe ser acometida sin falta
y con urgencia por los profesionales de la educación,
por una cuestión muy sencilla, porque funciona.
Dentro del título I sobre medidas de sensibilización
el artículo 6 se refiere a la formación inicial y permanente del profesorado. Cabe decir en ese sentido que
las universidades españolas se encuentran en este preciso momento inmersas en el proceso de integración de
su sistema en el espacio europeo de enseñanza superior
y en la constitución de diversas comisiones de estudio
para la elaboración de los planes que van a ser presentados para su informe y aprobación al Consejo de Coordinación Universitaria. Es decir que nos hallamos en un
momento en que se están estudiando cómo van a ser las
nuevas titulaciones y es aquí desde donde se deberían
incorporar las materias obligatorias para todas las titulaciones que formen a los futuros profesionales que de
una u otra manera tendrán relación con la problemática
de la violencia. Pero entre tanto tenemos un vacío que
podemos paliar planificando en los centros universitarios, en concreto en las escuelas de magisterio en relación con lo que va a ser la formación con adolescentes,
seminarios permanentes sobre igualdad en razón de
género o estudios no cíclicos de posgrado que especialicen a algunos profesionales del ámbito educativo para
su reinversión en las escuelas de infantil y primaria y en
los centros de secundaria. Por otro lado tenemos el sistema sanitario, que debe estar preparado para detectar
en las fases iniciales los sucesos de violencia contra las
mujeres y aportar soluciones mucho antes de que la
vida de las mujeres se encuentre en una situación real
de riesgo o que su calidad de vida se vea perjudicada de
una forma irreversible. Y les quiero dar un dato. En
España hay 951.800 profesores trabajando en educación. Sumen ustedes los y las profesionales del ámbito
sanitario y tomemos conciencia del potencial que se
pone en juego cuando hablamos de prevenir desde la
educación y la salud. Ahora bien, para que este sistema
de prevención funcione son necesarios dos elementos
imprescindibles. Primero, un conocimiento fiel sobre
cómo se produce el fenómeno de la violencia y sobre
los elementos que la potencian y, segundo, profesionales adecuadamente formados en la materia. Policía,
servicios sociales, jueces, psicólogos, forenses y después de ayer los sociólogos, sobre todo los intuitivos
(Risas.), deben adaptar su formación inicial en la Universidad y crear especialidad. Para los que específicamente trabajen en servicios relacionados con la violencia sería esencial proponer que estos contenidos figuren
dentro de los programas de las pruebas de acceso a los
servicios públicos, a las oposiciones, y pido a sus señorías que propongan enmiendas en este sentido.
Finalmente, en relación con la tutela institucional,
quiero destacar la urgencia de poner en funcionamiento un observatorio nacional de la violencia. Si hay algo
que está resultando verdaderamente preocupante y que
se ha venido evidenciando en estos últimos años y en
estos días de comparecencia es el absoluto caos estadístico en relación con la contabilización y análisis de
la información relativa a la violencia de género contra
las mujeres. Tengo una amiga que el otro día me decía
que nos ha costado mucho entrar en todas las listas, en
las listas electorales y en las listas de muertas. En este
sentido quiero recordarles que, como ya he indicado al
inicio de mi intervención, la tasa de asesinatos producidos en España en los últimos cinco años se ha duplicado.
La cuestión que quiero plantearles es que observemos que de las 73 víctimas mortales de media que
informaban las ONG desde el año 1999, nos encontrábamos con una media de 40 que venía recogiendo el
Ministerio del Interior durante esta horquilla de tiempo.
Esta diferencia en las medias anuales viene determinada por una cuestión conceptual e ideológica, que determina el concepto que estaba manejando el Ministerio
del Interior cuando hacía sus recuentos y sus cómputos,
ya que el ministerio, hasta el año 2002, no contabiliza,
como SS. SS. saben, los casos en que el victimario era
ex cónyuge, incluido separado, divorciado o compañero sentimental, etcétera. SS. SS. saben también que esta
cuestión ha sido una polémica reflejada por los medios
de comunicación y que nos sirve para reflexionar sobre
la urgencia de disponer de sistemas unificados y con
indicadores consensuados de recogida de información.
Ya en la Conferencia de Lisboa de 2000, en la que se
analizaron los resultados de la campaña Tolerancia
cero, se destacó de forma explícita, que una de las áreas
menos privilegiada ha sido la de sistemas de recogida y
registros específicos de sucesos violentos. También el
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Consejo de Europa ha reconocido en repetidas ocasiones la necesidad de mejorar los registros estadísticos de
la violencia contra las mujeres, llegando a concluir que,
por desgracia, la mayoría de los Estados miembros del
Consejo de Europa carece aún de datos estadísticos
precisos para evaluar la envergadura y el peso social
que constituyen los actos de violencia contra las mujeres. Y esta realidad cuestiona, por ejemplo, los datos
que algunas organizaciones han recopilado para realizar comparativas europeas, ya que los países de la
Unión no registran con los mismos criterios e indicadores, lo que nos imposibilita comparar en el ámbito
europeo. Hoy por hoy es imposible hacer ranking,
teniendo una información que se ajuste a la verdad.
Se pregunta el Consejo Europeo cómo evaluar las
necesidades, aplicar políticas eficaces y comprobar la
incidencia de estas últimas sin una herramienta estadística. En general, se están ofreciendo referencias sobre
datos absolutos o porcentajes que no permiten la realización de análisis, porque no son relacionados con otras
variables que hagan posible profundizar en la situación
en función de la evolución de otros indicadores. La
información se hace en referencia a cuestiones como el
incremento del trabajo, por ejemplo. Y esto lo hace el
Consejo General del Poder Judicial. Me explico.
El informe del Consejo General del Poder Judicial
ha hecho una evaluación en la que presenta sus datos
estadísticos con relación al número de denuncias tramitadas, ya que es el indicador que a ellos les permite
conocer el incremento de su actividad, en relación con
la violencia de género. Sin embargo, no analiza, aunque cuenta con el dato y está incluido en el propio
informe del Consejo, la proporción de denuncias retiradas por comunidades autónomas y no hace una comparativa. Este indicador que puede resultar de gran utilidad a la hora de valorar el impacto de los recursos de
protección y acompañamiento jurídico a las mujeres
víctimas en cada uno de los territorios, no ha sido tenido en cuenta o ha pasado desapercibido a los analistas
del Consejo. Estas cuestiones, entre otras, ponen en
evidencia la urgencia de contar con un observatorio de
la violencia de género, porque la escasez de datos sobre
la violencia está obstaculizando la formulación de políticas y la realización de análisis. La ausencia de indicadores comunes y consensuados está impienso hacer
estos análisis comparativos y de conjunto del fenómeno
de la violencia. Se está procediendo a realizar afirmaciones sobre la envergadura del problema refiriendo,
por ejemplo, exclusivamente los datos que nos aportan
los servicios sociales, lo que está, por otro lado, desdibujando la realidad del problema ya que un gran número de mujeres resuelve a través de servicios privados o
de ONG. Necesitamos, por tanto, crear un sistema integrado de información; un observatorio de la violencia
que lleve a cabo la compilación y análisis de datos e
informaciones recogidos por todos los prestadores de
servicios, es decir, policía, servicios sociales, casas de
acogida, juzgados, etcétera, contando con un sistema
de información que evite la dispersión, la omisión o la
duplicidad de datos.
Hay que hacer algún matiz porque hay algunas
cuestiones que se deben de garantizar a través de la
composición de estos organismos. Por ejemplo, es fundamental que se garantice una experiencia acreditada
de sus miembros; la independencia de quien realiza los
análisis; y entender que un observatorio en ningún
caso debe ser un órgano integrador de políticas, ni
puede estar al cargo de coordinar funciones y recursos
o procedimientos para la gestión de acciones encaminadas a la lucha de la erradicación de la violencia de
género. La Administración —y eso es muy importante— como gestora o proveedora de servicios es una
fuente más de información, pero nunca puede ser un
observador o un evaluador imparcial de sus propias
políticas. En este sentido, sería aconsejable que por
parte de algunas administraciones españolas se revisasen los criterios seguidos para la puesta en marcha de
observatorios de la violencia, dado que están contraviniendo estos principios esenciales y colisionan con
criterios y definiciones técnicas, internacionalmente
aceptadas, respecto a la finalidad y garantía de imparcialidad de dichos organismos.
Adjuntamos dos documentos a la mesa relacionados
con estas cuestiones en cuya elaboración ha participado
Fundación Mujeres y que recogen pautas básicas para
los registros y tratamiento de datos, consideraciones
generales y diferentes baterías de indicadores..
La señora PRESIDENTA: Disculpe un momento.
Le rogaría, si hay documentos, ya los aporta. Los cita
para abreviar, por favor.
La señora REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES (Álvarez Álvarez): De acuerdo,
bien.
Finalmente, y también en relación a la tutela institucional, deseo mencionar que nos parece adecuado que
la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género se encuentre ubicada en el Secretaría General de
Política de Igualdad. Es muy importante que esté dotado de competencias que faciliten comunicación y coordinación con los diferentes departamentos. Esta Delegación del Gobierno debe tener como función esencial
suplir una de las carencias que se han detectado en los
últimos años, cual es la descoordinación absoluta entre
servicios.
No tenemos ninguna duda de que el periodo de
enmiendas permitirá perfilar mejoras al proyecto de ley
integral contra la violencia de género. Pero, lo que
como miembro de una organización no gubernamental
me gustaría trasladar a SS. SS., es el deseo de que sean
capaces de compartir el objetivo último de la ley.
Hace ya un año, el consenso entre todos los grupos
de la Cámara logró la puesta en marcha de una medida,
la orden de protección, que, aún a espera de evaluación,
ha supuesto un avance. La realidad también ha sido
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nación, sino de un Estado muy complejo con situaciones muy diferentes. Sería mucho mejor si escuchásemos a las comunidades autónomas que ya han trabajado que opinen y, entonces, consensuar las políticas. Si
se quiere organizar desde aquí, vamos a cometer
muchos errores.
En Cataluña hay un grupo de mujeres Tamaia que
han trabajado muy bien el tema de la educación.
Déjenlas trabajar; hablemos por el momento de recursos; vamos a ser lo más equitativos posible con los
recursos, que nunca los seremos; tengámoslo en cuenta y no hablemos tanto de temas nacionales, hablemos
de Estado.
En cuanto al registro, si queremos hacer un gran
registro en el centro del Estado seguramente fracasará.
Dejemos que trabajen los registros autonómicos. Con
el observatorio nacional sucede lo mismo, si tenemos
comunidades que ya están trabajando, que ya están
poniendo en marcha sus planes, lo que no tienen son
recursos, porque los recursos a veces se quedan en el
centro y hay unas comunidades más castigadas, que
son Cataluña, Baleares y Valencia. Esas tienen que
apañárselas como puedan porque históricamente
representan a los más ricos y son los que reciben
menos recursos.
Sí se está haciendo ya un esfuerzo. Escuchémosles,
cuantifiquemos todas las necesidades y entonces hablemos. De momento, la memoria económica tiene muy
poco valor, tiene que trabajarse más. Según cómo se
trabaje en la memoria económica, esta ley sí tendrá
valor. De momento, todo es papel. Esperemos que haya
un buen trabajo después y veremos si esta ley se puede
poner en marcha.
tozuda y nos ha dejado constancia de que, a pesar de
todo, era insuficiente. Por eso la sociedad está reclamando un paso más. Creemos que este anteproyecto de
ley abre ese camino y en el voto de SS. SS. queda depositada la salud y la seguridad de muchas mujeres.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora
Álvarez. Vamos a dar un turno a los grupos parlamentarios.
Inicia el turno la señora Bonás. Les ruego brevedad
por la hora y porque ya ha habido una densa exposición.
La señora BONÁS PAHISA: Señora Álvarez, ha
empezado la exposición con estadísticas. Le diré que
en el caso que tratamos las estadísticas no son muy
relevantes, porque todos sabemos que los casos no han
aflorado. Yo recuerdo que cuando hablaban de suicidios, decían que en España no había suicidios y que en
Suecia había muchos. Sabíamos que aquí, sencillamente, no se declaraban los suicidios. En este caso, es algo
parecido. Lo que sí es real son las muertes que ha habido. Y una muerte es demasiado. Coincido con usted en
que es importante diagnosticar el problema, que tenemos un problema de violencia contra las mujeres. Después de dos días de comparecencias está claro que esta
ley tiene que ir dirigida a este tipo de violencia porque
este es el problema que tenemos.
Hay que adecuar los instrumentos jurídicos, pero
hay que hacer una reflexión: ¿quién controla a los jueces? Hasta ahora, esto no ha sido posible. La respuesta,
seguramente, es la sociedad. Si conseguimos que la
sociedad del Estado español no se admita la tolerancia
mínima, tolerancia cero con la violencia, con el sexismo, con el machismo, será quien controlará a los jueces. El control deberá venir desde abajo. La ley es
importante en cuanto consiga sensibilizar a la sociedad.
Lo que usted ha dicho: la prevención, la enseñanza. Si
no, no servirá de nada por muchos instrumentos jurídicos que queramos poner, ya que la prisión tiene que
venir de la sociedad.
Otro punto que ha comentado es la igualdad de derechos en todo el territorio español. Eso es una falacia
porque en el territorio español los ciudadanos no reciben los mismos recursos según el territorio en el que
vivan. Para distribuir los recursos tendríamos que partir
de la base de que en todo el territorio español se reciben
los mismos recursos. Y ya sabemos que hay comunidades que se han esforzado mucho más. Como usted ha
dicho: si ahora vamos a distribuir las casas de acogida
por número de habitantes, tampoco será igualitario.
Son las comunidades las que deben decidir cuántas
casas necesitan, porque si distribuimos por número de
habitantes tendríamos que contar con el efecto territorio, con el efecto concentración, con el efecto inmigración, que no está cuantificada en el número de habitantes. Esta ley se está haciendo muy centralizada
pensando en una nación, cuando no hablamos de una
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Catalán (Convergència i Unió), la señora Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: Siguiendo las instrucciones de la señora presidenta, voy a intentar ser
casi telegráfica. No obsta ello para agradecer su
exposición, todo cuanto nos ha explicado, y para
manifestarle que para una persona, como soy yo,
defensora de la necesidad de una ley integral, me ha
gustado una intervención como la suya que ha puesto
el acento, que ha puesto un valor, a aspectos de la ley,
como los aspectos preventivos y de prestación social
y no, como muchas veces a lo largo de estos días de
comparecencia, parece que estamos hablando de una
ley sólo de tutela penal y de tutela procesal. Le agradezco su intervención porque nos ha hablado de la
necesidad, de la educación; de la necesidad de formar
a los que forman; de la necesidad de formar a todos
los operadores que intervienen en el largo camino
desde la prevención hasta la recuperación; y también
de la necesidad de hablar de este paso de una concepción asistencialista a una concepción de derechos
sociales, con todo lo que ello implica, de dotación
económica y de una buena articulación para que esto
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iniciativas legislativas. Usted tiene que considerar trascendente el que se haya tipificado como delito la violencia psíquica hace poco; el que desde la primera
agresión se haya convertido en un delito; que la reincidencia se contemple como una agravante; que se haya
duplicado el alejamiento, aunque ayer alguien decía
que los jueces lo aplican a 50 ó 60 metros —el Código
Penal no puede contemplar los metros, pero el sentido
común de quien impone las sentencias, lógicamente,
tendría que contemplarlo—; el que se haya establecido
la prisión provisional para quien quebrante también la
orden de alejamiento. Aunque alguna representante de
una asociación le producía escalofríos el hecho de que
se pudieran aplicar los juicios rápidos, afortunadamente, este Gobierno no los ha eliminado para el tema de la
violencia y seguimos considerando la mayoría que es
básico que se sigan aplicándose y, desde luego, el de
que se haya elaborado con un consenso parlamentario
total, esa primera ley integral, la Ley de la orden de
protección de las mujeres víctimas de la violencia
doméstica, que fue esta mañana valorada muy positivamente por Montserrat Comas, persona que ha estado
trabajando con todos los grupos parlamentarios. Primera reflexión. Usted hablaba de algunas recomendaciones que hicieron en una ponencia aprobada en el mes
de noviembre, pero quiero destacar que la inmensa
mayoría fueron recogidas en esas reformas legislativas.
Doña Ángeles se lo manifiesto como elemento previo.
Pasando ya a las preguntas, ¿usted cree que la mujer
va a obtener mayor protección por el hecho que la ley
excluya de su ámbito a menores e incluso a las niñas?
Digo esto también porque en un voto particular Montserrat Comas recomendaba el que se pudiesen incorporar. Usted también se ha manifestado de una forma muy
entusiasta acerca de la definición que la ley da sobre la
violencia que sufren las mujeres, sin embargo una persona como Montserrat Comas y en ese voto particular
así lo recoge estima que pueden surgir muchos problemas porque puede ser difícil establecer esta intencionalidad en el momento de juzgar esa violencia contra la
mujer y ser posible el determinarlo a posteriori. En
segundo lugar, ¿no considera poco pausible que si el
agresor no agrede contra la mujer con la intención de
discriminarla, con el ánimo de mantener la relación de
poder que ejerce sobre ella, pues es muy difícil determinar esa intencionalidad, pero en cambio puede estar
mezclada con una venganza, un arrebato, o unos celos?
Porque muchas veces la violencia contra la mujer de la
que ha sido su pareja, cuando le deja vienen los celos y
viene esa agresión. ¿El hecho de que se haga esa definición puede llevar consigo a que en el fondo unos
mismos hechos de violencia contra la mujer sean juzgados por otros jueces, que considera la ley que es
bueno crear, por esos juzgados específicos de la violencia? Se juzgarían algunos de acuerdo con unas normas y otro tipo de violencia contra las mujeres, sin ser
muy fácil la frontera para dividirlas, por otras leyes y
por otros jueces.
sea una realidad. Para mí la necesidad de una ley integral era justamente para que se abordaran estas visiones —preventivas y también de prestación social—,
puesto que lo que se había hecho hasta ahora, con
mayor o menor fortuna, eran reformas parciales y,
sobre todo, penales.
Puesto que usted no ha hablado en demasía del tema
penal, yo le quería hacer tres o cuatro preguntas. Desde
su óptica —aunque sé que en su fundación no son
expertas en temas jurídicos, me interesa por eso su óptica—, ¿ustedes creen en el aumento de penas como una
situación óptima para prevenir o para erradicar este tipo
de conductas? Hay distintas asociaciones, también de
mujeres juristas, que dicen que la utilización del derecho penal como factor de sensibilización ante la amenaza de un castigo, en este tipo de agresiones, no es lo
más efectivo, ya que aquí la solución del problema ha
de venir mucho más desde los aspectos sociales, educativos y culturales, que de los aspectos represivos. Yo le
pregunto cuál sería su óptica al respecto. Si usted considerara que sí, que ha de haber más pena, ¿usted cree
que estas penas deberían referirse únicamente a lo que
se contempla en el proyecto, que serían las lesiones, los
malos tratos, amenazas, coacciones y vejaciones, o tendría que hacerse transversalmente como un agravante
genérico en todos los casos en los que la violencia fuera
de género, aunque fuera circunscrita al ámbito específicamente intrafamiliar, doméstico o como se le quiera
llamar?
Dos temas más. Nos gustaría conocer su consideración acerca de la necesidad de la creación de un fondo
de alimentos, que podría ser no para todos los casos, ni
para todas las economías; la necesidad, por lo menos,
de que alcanzara a determinados casos en los que la
inexistencia puede crear situaciones muy complicadas.
Han tenido la amabilidad de pasarme por escrito los
ejes de su intervención y usted alude que yo también es
necesario, que es la conveniencia de decir que en los
casos en los que hay violencia, no se puede acudir a la
utilización de la mediación familiar. Me gustaría que
expusiera algo al respecto.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Popular, la señora Sainz.
La señora SAINZ GARCÍA: Doña Ángeles Álvarez, gracias por su intervención, en nombre del Grupo
Popular.
A raíz de de una de las declaraciones que usted hizo,
me gustaría realizar una consideración inicial, A nuestro juicio, esta ley, nace en un escenario no de escasez
de medidas, sino de una pluralidad de iniciativas legislativas muy importantes que se han tomado en estos
últimos años, no solamente en el ámbito de la Administración central, pues también hay comunidades autónomas que tienen leyes integrales. Me parece relevante
que reflexionemos y partamos de la base de que esta
ley nace después de que se hayan hecho importantes
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La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el
Grupo Socialista, la señora Monteserín.
Me gustaría también preguntarle si considera que
en la ley se contemplan las medidas necesarias para
dar seguridad personal a las víctimas, algo que nos
parece fundamental, aspecto que ha sido objeto de
trabajo muy intenso por el Grupo Popular, y de hecho
hemos presentado una proposición de ley, para tratar
de dar mayores garantías de seguridad personal a las
víctimas.
En tercer lugar, usted ha hablado con mucho entusiasmo —como docente, imagínese que para mí todo lo
que tiene que ver con las medidas de prevención y de
educación me parecen básicas y fundamentales— de
las importantes medidas que de prevención hay en la
ley. Me encantaría que las hubiese, pero no las encuentro tan claramente. Me gustaría que me dijera cuáles
son esas medidas de prevención que usted ve tan positivamente en la ley porque, repito, yo no las encuentro.
Si las hay nos alegrará, y si no las hay, a lo mejor con
enmiendas podemos entre todos incorporarlas.
En cuarto lugar, ha hablado de las medidas sociales,
y dejo de lado otras medidas que ya han sido abordadas por otros comparecientes—. Los temas sociales,
como sabe S. S., son competencia de las comunidades
autónomas. Por lo tanto, vamos a ver cómo se aborda
esto. En la memoria económica se señala claramente
que la gestión del conjunto de estas medidas, a excepción, por ejemplo, de la prestación por desempleo, es
competencia de las comunidades autónomas. No incidiría en los temas económicos. El coste casi sería
mínimo. ¿No le parece que al no haber articulado esta
ley en diálogo, en consenso y en acuerdo con las
comunidades autónomas, es muy complicado el que
esas medidas que ahí se perfilan puedan llegar a ser
una realidad, puedan quedar, como ya se ha señalado
por otra diputada, en papel mojado? Si vamos a alguna
de las páginas de esa memoria económica, se habla de
lo que le correspondería pagar a los juzgados contra la
violencia de género al Estado, una cantidad mínima y,
en cambio, toda la carga económica iría a las comunidades autónomas. Y así, igual en una serie de temas de
tipo social. El coste de las medidas de tipo social se
hace recaer sobre las comunidades autónomas, pero
sin que se hable de transferir fondos. Eso sería, por lo
tanto, abocarlas a un fracaso. Nos preocupa porque
nuestro grupo tiene también el convencimiento de que
son importantes, pero de nada sirve articular en la ley
unas medidas de tipo social, si se reconoce luego en la
memoria económica que son competencias de las
comunidades autónomas y no hay previsión de transferir fondos. La comunidad autónoma dirá: es muy fácil
que la Administración central legisle, pero si pone esas
obligaciones, tendrá que facilitarnos los recursos para
que eso pueda ser una realidad. Es un tema importante
del que quizá no se ha hablado mucho. Dado que usted
ha puesto el dedo en la llaga, me gustaría conocer sus
reflexiones.
La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Muchas
gracias, señora Álvarez, por su trabajo, por su exposición clara, documentada y sobre todo por sus aportaciones. Su exposición nos da ha dado pie a profundizar
en aspectos de la ley que siendo quizá los más importantes, no han sido los que más hemos tratado estos
días, ni siquiera han sido tratados tampoco por los
medios de comunicación.
Quiero poner de manifiesto porque me parece relevante que el movimiento feminista ha sido importantísimo para concienciar a la sociedad y a los poderes
públicos de los problemas específicos de las mujeres, y
en concreto el de la violencia de género. Quiero hacerle
tres preguntas, muchas de las que tenía pensadas ya han
sido contestadas en su exposición brillante y algunas
otras han sido planteadas por otro grupos y no quiero
repetirme a estas alturas del día. ¿Por qué el movimiento feminista, por qué el movimiento de mujeres, ha
optado por la fórmula de una ley integral para combatir
la violencia de género? ¿Por qué ha optado por esto
valorando las medidas que se habían puesto en marcha
durante los últimos ocho años? ¿Cuándo aparece la
propuesta de la ley integral y en función de qué realidades, si de otras medidas que no han funcionado o de
otro análisis que ustedes hayan eso?
En segundo lugar, se ha parado mucho en un tema
que a mí me parece también fundamental, el instrumento que la ley pone en marcha, que es el Observatorio
contra la Violencia Doméstica. Se han señalado desde
algún grupo los problemas de vivir en un Estado con
competencias transferidas, en el que cada uno adopta
iniciativas. Este observatorio tiene que conseguir la
homologación de los indicadores y de los objetivos, y
coordinarlo con otros instrumentos que puedan tener
las comunidades autónomas y que puedan servir para el
mismo objetivo. Pero tienen que ponerse de acuerdo en
cuáles son los indicadores con los que tienen que trabajar. ¿Qué tipo de indicadores le parecen que son fundamentales para hacer esto de una manera homologada y
cohesionada en todo el territorio del Estado?
Por último, quiero decirle que usted no va a poder
resolver el problema de legislar en un Estado descentralizado, aunque esta ley ha sido tratada en otro contexto diferente a otras leyes. Estábamos acostumbrados
en los últimos 8 años a aprobar leyes muy conocidas,
que yo he seguido, como la Ley del Menor, que se han
elaborado al margen de las administraciones que tenían
luego que poner los medios, los dispositivos y los centros, y se han legislado desde el Congreso de los Diputados sin haber buscado fondos, para que luego las
comunidades autónomas pudieran poner en marcha
esos dispositivos y desarrollar la Ley de Menores. Eso
ha generado unos problemas en su aplicación. Estábamos acostumbrados a yo legislo, tú pagas. No es este
caso porque hay una memoria económica que reconoce
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peldaño es hacer que los indicadores sean comunes;
que una comunidad autónoma esté tratando de evaluar
y medir lo mismo que está evaluando y midiendo otra
comunidad autónoma; que tengamos en la misma cesta
los mismos productos, ya que si no tendríamos desconcierto, que es lo que yo creo que en estos momentos
tenemos.
En todo caso ya hay creados, al menos que yo conozca, tres observatorios de la violencia, con más o menos
acierto. Tenemos uno en Vizcaya, otro en la Comunidad de Madrid, alguno local en el mismo Ayuntamiento
de Madrid, —la semana pasada se ha aprobado alguno— que nosotras entendemos que no se han constituido bajo esos criterios que yo indicaba que deben tener
los observatorios, en el sentido de que están conformados por las mismas personas que van a ser evaluables.
Nos preocupó muchos en su día el hecho de que se
nombrase con un nombre genérico, el Observatorio,
que nosotros entendemos que es sectorial en el Consejo
General del Poder Judicial, que se limita, como no
puede ser de otra manera, a aquellas cuestiones que
atañen a la administración de justicia, pero, evidentemente, deja fuera todo lo que tiene que ver con servicios sociales, Policía, etcétera, en fin, un montón de
fuentes de información, entre las que estarían las organizaciones no gubernamentales, por ejemplo, que tienen servicio de atención a las víctimas. Toda esa información es importante que la recojamos. No nos
podemos limitar exclusivamente a recoger la información de los jueces, igual que no nos podemos limitar a
recoger exclusivamente el número de denuncias que
nos da la Policía. A la Policía, y aprovecho para contestar a alguna otra pregunta que se me ha hecho en este
sentido, tendrá que incorporar en sus indicadores una
batería más amplia que el mero dato estadístico de cuáles son las denuncias, porque, hasta ahora, el Ministerio
del Interior no nos está facilitando otro tipo de datos.
Esto hay que corregirlo, entre otras cuestiones, porque
nosotras lo que necesitamos es información que nos
facilite después intervenir. Para eso queremos la información, además de por otro motivo que me parece
importante, porque la información, y estoy me gustaría
que SS.SS. no lo olviden nunca, es un derecho que
tenemos la ciudadanía. Tenemos derecho a conocer qué
es lo que ocurre. Por ejemplo, he tenido ocasión de analizar datos por comunidades autónomas que nos podían
aclarar cómo se puede llegar a desvirtuar la realidad.
Recuerdo un debate electoral donde un candidato acusaba a otro candidato de que una comunidad autónoma
—de la que era el candidato acusado— sufría más violencia que otra. Aparte de que el argumento lo califico
de penoso, quiere decir que además de un acierto, porque estaban acusando a una comunidad autónoma de
que era la que más muertes tenía en todo el Estado,
pero es que resulta, que esa comunidad autónoma era la
que más habitantes tiene de todo el Estado. Entonces,
parece poco serio tirarse a la cara estos trapos sucios
que además no nos llevan a nada. Aquí se ha hablado
eso, pero, sé que ustedes conocen que las comunidades
autónomas tienen distintos niveles de desarrollo normativo, dispositivo, instrumental y de recursos a las
mujeres que sufren violencia en las distintas comunidades autónomas, y querría saber si tienen una valoración
hecha de esos instrumentos y de esos dispositivos por
comunidades y cuáles serían, en este caso, las que tendrían que empezar si no de cero, de un nivel más
pequeño que las otras en todos otros instrumentos. A la
vez, si desde la memoria económica se tendría que contemplar esto como un déficit o como un valor; o se
tendría que llegar a la conclusión de que como estamos
hablando de derechos, hay que obligar a determinados
servicios e instrumentos en todas las comunidades
autónomas y coparticipar en el pago todo el Estado, ya
que es una ley que implica a todo el Estado, es una ley
que entiende que la violencia de género es un problema
de Estado y como tal es todo el Estado, todas las administraciones, las que tienen que aportar los fondos pertinentes para el desarrollo de la misma.
La señora PRESIDENTA: Para contestar a los distintos grupos, tiene la palabra nuevamente la señora
Álvarez.
La señora ÁLVAREZ ÁLVAREZ, REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES: Voy a
tratar de ser breve, ya que la Mesa ha considerado que
me he excedido en mi tiempo.
La señora Bonás preguntaba quién controla a los
jueces. La verdad es que la sociedad quizá pueda controlar a los jueces, pero no creo que una ley tenga que
perseguir el control de los jueces.
De lo que yo he hablado en mi exposición va más en
la línea de quién forma a los jueces. La cuestión de
interés para nosotras está más relacionada con la formación de los jueces, con el hecho de que los jueces
comprendan esta problemática, pues creo que han estado muy alejados, en general, y tenemos textos jurídicos, por ejemplo, para justificar las violaciones matrimoniales y los tenemos en los anales de grandes
pensadores. Entonces, la cuestión es quién forma a los
jueces. Es para echarse las manos a la cabeza y traigo
unos cuantos que tendré a bien dejarlos a la Mesa.
En relación a los recursos por comunidades autónomas, el Observatorio de violencia, porque creo que es
al hilo de esta cuestión por lo que usted me hace la pregunta, un Observatorio nacional de violencia no significa que no deban de existir puntos de recogida de información en las comunidades autónomas, que podemos
llamar como usted considere. La ley ha optado por
Observatorio de la violencia; Naciones Unidas, por
ejemplo, está hablando de Unidades estadísticas internacionales. ¿Qué hacemos entonces? Si Naciones Unidades hace una Unidad estadística internacional, ¿los
distintos Estados no tienen por qué tener control sobre
su territorio? Esto es algo que va de arriba abajo, o de
abajo arriba porque, en realidad, la función del último
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esta tarde de la importancia de incorporar otro tipo de
registros, de hablar de tasas, de tendencias, etcétera, y
nos encontramos con que en los análisis que la Fundación Mujeres ha hecho en estos últimos años, curiosamente, en los últimos cinco siempre aparece a la cabeza
las islas Canarias y Baleares. Siempre me he preguntado cuál es la circunstancia que hace que en las islas
haya una mayor tasa de asesinatos. Me encuentro con
que no tenemos capacidad de rascar información de
ningún sitio para saber por qué en las islas hay una tasa
más alta, de forma sistemática y sostenida, que en otras
comunidades autónomas. Eso es lo que tiene que venir
a corregir un observatorio. Facilitemos información
para que después, quienes tienen que legislar, sean
capaces de tener diagnósticos más certeros. En estos
momentos, quitando el número de mujeres que son asesinadas, ¿verdaderamente alguien sabe en este país por
qué más en un sitio que en otro? ¿Se ha hecho un análisis respecto a qué es lo que está ocurriendo en aquellos
sitios donde se han implementado unas medidas u
otras? No tenemos ninguna información y esto parece
grave, sobre todo cuando queremos hacer una apuesta
en serio para modificar las cosas.
Hay alguna pregunta que se me ha hecho sobre cómo
deberían articularse algunas cuestiones en relación con
las comunidades autónomas. Aquí lo único que puedo
decir es que yo no soy el Gobierno. No parece que sea
la persona que tenga que contestar a ese tipo de cuestiones. Soy miembro de una organización no gubernamental y entiendo que las reivindicaciones territoriales
son justas, las comparto y entiendo —y aprovecho también para contestar a alguna otra pregunta— que las
políticas tienen que ser consensuadas, sobre todo aquellas que atañen a las responsabilidades que ya están
ubicadas en los territorios. Eso es incuestionable.
¿Prevención? Prevención es la cuesta de trabajo que
Fundación Mujeres en su día. Fundación Mujeres trabajó fundamentalmente en los primeros años en temas
que tenían que ver con empleo e igualdad de oportunidades, y es cierto que llegó un momento en el que tomó
conciencia —y muy rápidamente, por cierto— de que
había un obstáculo con relación a la igualdad, con relación al empleo, que era muy importante que lo incluyese en su estrategia de acción, que era, precisamente, la
violencia que sufren las mujeres. En ese sentido, organizó dentro su estructura un área de prevención. La
fundación no trabaja específicamente con víctimas,
bien es cierto que tenemos estrechas relaciones con
organizaciones de mujeres, como SS.SS. conocerán,
que sí trabajan directamente y que hay una tradición
entre las organizaciones de trasvase de información en
ese sentido y de apoyo, incluso; o sea que, aunque no
trabajamos con ellas, sí que tenemos acceso a sus informaciones y datos.
Nunca hemos pensado que las medidas penales fueran las grandes medidas contra la violencia y esta ley
tampoco apunta en ese sentido, aunque bien es cierto
que matiza muchas cuestiones. Si lo vemos en exten-
sión, hay muchos apuntes referidos a las cuestiones
jurídicas, es cierto, pero para nosotras el valor de esta
ley está puesto precisamente en lo que está fuera de
esos capítulos y así lo he mencionado. No con el entusiasmo que se me ha adjudicado porque, como tengo la
intervención por escrito, quiero recordar a SS.SS. que
he dicho que más que definidos, están apuntados, o sea,
no he tenido mucho entusiasmo. He tenido mucha
esperanza, que es distinto, porque entiendo que esos
apuntes van a avanzar hacia donde deben ir las intervenciones.
La intervención que he hecho ha ido toda centrada,
en los pocos matices que he hecho o en las pocas incursiones que he hecho en los asuntos relacionados con la
justicia, al elemento intencional que hace el anteproyecto de ley a la hora de castigar a los autores de estos
delitos. La verdad es que a nosotras nos ha sorprendido
mucho —y lo digo desde la ignorancia de estas cuestiones, pero como ciudadana de la calle— que se haya
levantado esa polémica, porque legislación y tipos
penales que se aplican de acuerdo al objetivo o el propósito que tienen las agresiones, existen muchos en el
Código. En estos días, en la lectura de los informes del
Consejo General del Poder Judicial, y más concretamente de algunos votos particulares, al menos he visto
cinco referidos por alguno de los vocales del Consejo.
Aquí, la cuestión que se plantea es la dificultad de la
prueba, como usted bien ha indicado. A mí eso a lo que
me lleva es a hacer una reflexión más allá: ¿por qué
tenemos esas dificultades en la prueba? Me atrevería a
decir, entre otras cosas, que no tenemos profesionales
formados para detectar, por ejemplo, el síndrome de la
mujer maltratada —que ya está perfectamente definido
y que seguro que alguno de los ponentes que vendrá
después probablemente se lo explique mucho mejor que
yo—, o el denominado síndrome de Estocolmo doméstico. ¿A qué nos aboca esa dificultad de la prueba? A
entender que los jueces tienen que tener a su lado personal especializado que sea capaz de detectar esa sistemática de la violencia sobre la que queremos legislar.
En relación al pronunciamiento que me pide en las
cuestiones relativas al fondo de alimentos, nos gustaría
verlo reflejado en la ley. De hecho, en una reunión que
hemos tenido con la secretaria de Políticas de Igualdad,
así lo hemos llevado. También le digo que no todas las
organizaciones de mujeres están de acuerdo o no tendrían inconveniente en que se desarrolle la aplicación
de esa cuestión fuera de esta norma. Es decir, no tenemos un consenso en esa cuestión, pero la verdad es que
estaría bien ubicarlo dentro de la ley.
Me alegra muchísimo que me pregunte por las cuestiones referidas a la mediación familiar, porque el tema
de los puntos de encuentro y la mediación familiar pueden ser problemáticos si no queda perfectamente definida cuál es su función última y, desde luego, cuándo
está contraindicada el uso de uno y de otro.
La mediación, en materia de separación o divorcio,
tiene como misión fundamental permitir que las partes
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ejerzan sus responsabilidades en un clima de cooperación y de respeto mutuo. Esta definición nos apunta
hacia dónde van las contraindicaciones. Pero además,
si me permite, me gustaría decirle que existe un documento de Naciones Unidas —Mejora del sistema de
justicia penal. Estrategias para luchar contra la violencia doméstica— elaborado por Naciones Unidas,
Nueva York, 1997, que dice que la mediación, más bien
que el proceso penal, sugiere que la violencia doméstica no es un delito o no es un delito menos grave; que
este proceso no brinda la seguridad de que el acusado
asuma la responsabilidad por la violencia y además, las
víctimas corren el riesgo de que la violencia se repita;
que la mediación puede exigir que las víctimas modifiquen su conducta, lo que parece dar a entender que
comparten la responsabilidad de la violencia y que en
ellas recae la responsabilidad de poner fin, etcétera.
Dejaré el documento a la mesa. No parece tampoco procedente que les dé lectura del mismo pero, desde luego,
nosotras entendemos que la mediación está contraindicada siempre que exista violencia entre la pareja.
Señora Sainz, creo que he terminado mi intervención
haciendo una alabanza a la orden de protección. La he
calificado como un avance importante —además, lo
creo en serio—, porque es evidente, aunque es una
medida que se ha quedado corta. En ese sentido, necesitábamos reforzar algunas cuestiones. Nosotras, de
todas formas, sí creemos que se han hecho importantes
reformas que avanzan en las cuestiones de tipo penal y
jurídico, pero lo que siempre hemos echado en falta
han sido precisamente las medidas preventivas. Hemos
entendido que se estaba haciendo una apuesta de conjunto por las cuestiones penales y por asuntos que
tenían que ver más con las cosas referidas a paliar el
problema, más que atacar de raíz la cuestión de fondo
del problema. Yo tengo una frase de cabecera que dice:
La mejor manera de proteger a un menor es proteger a
su madre. No sé si esta frase le puede aclarar cuál es mi
posición respecto al hecho de que se incluya o no a los
menores. Si estamos hablando de una violencia colateral, como resultado de la violencia de género hacia la
madre, creo que la norma apunta ya hacia esa protección y, además, no esta norma. En estos momentos
tenemos normas en relación, por ejemplo, con las casas
de acogida, que ya están dando cobertura a los menores. Eso ya se está aplicando. Los menores que están en
casas de acogidas ya están protegidos por esas normas.
En relación a cómo agrede y cuál es la intencionalidad última que tiene el agresor y todas estas dudas que
se nos generan, creo haber contestado antes y no me
voy a extender especialmente.
Las medidas sociales y las comunidades autónomas
y los fondos. Evidentemente, como ONG, siempre me
van a parecer insuficientes los recursos económicos
que se pongan. No creo que ni ésta ni otra norma que
duplique esta memoria económica a mí, personalmente, me vaya a parecer suficiente, porque además entiendo que el problema que tratamos de atajar va a ser muy
costoso. Sin embargo, es cierto que se plantean algunas
cuestiones referidas a los dineros en las no sé si puedo
estar de acuerdo, porque sí que en la memoria económica, en el área social, en el punto 1.1, hay un fondo
destinado a financiar la primera instalación de los servicios. En mi intervención he dicho que personalmente
no estoy de acuerdo con esto. Me parece que necesitamos un fondo destinado a financiar el trabajo sostenido
de los servicios. El Gobierno de la nación tendrá que
negociar con las comunidades autónomas cómo se
implementa esto. Entonces, insuficiente, evidentemente, aunque cuando nos lo dupliquen seguiremos diciendo que es suficiente.
¿Se completan las necesarias para las medidas de
protección? No se hace a través de la ley, pero yo tengo
aquí un texto referido al protocolo que han firmado el
Ministerio de Justicia y el Ministerio del Interior, respecto a las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad y coordinación de los órganos judiciales, que
me parece que es bueno, que me parece que es muy
parecido a la proposición de ley que ustedes han puesto
encima de la mesa el otro día y que recoge cuestiones
referidas, por ejemplo, a cómo evaluamos el riesgo
—una de las medidas que ustedes proponen— y cómo
en razón de esta evaluación del riesgo se aplican distintos niveles de protección a las víctimas. Efectivamente,
no está recogido en la ley, pero entiendo que está recogido en el protocolo.
No sé si he sido lo suficientemente breve. (Risas.)
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora
Álvarez, por su valiosísima exposición y, desde luego,
estaríamos encantados de escucharla más tiempo, pero
las circunstancias de los tiempos y la jornada que llevamos, nos obligan a poner fin.
Repartiremos, desde luego, es un compromiso, los
documentos que nos ha dejado sobre la mesa y los tendrán SS.SS. a su disposición.
Eran las ocho y cincuenta y cinco minutos de la
noche.
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 2004
VIII Legislatura
Núm. 67
TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN
Sesión núm. 7 (extraordinaria)
celebrada el jueves, 22 de julio de 2004
Página
ORDEN DEL DÍA:
Celebración de las siguientes comparecencias:
— Del señor Lorente Acosta. Médico forense. (Número de expediente 219/000017.) . . . . . . . . . .
2
— De la presidenta de la Asociación Adamuvic (Ronei Albareda). (Número de expediente 219/000018.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
21
— De la señora Varela Portela. Abogada y experta en violencia de género. (Número de expediente 219/000019.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
29
— De la señora profesora titular de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Barcelona
(Larrauri Pijoan). (Número de expediente 219/000020.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
41
1
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Página
— Del señor profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid (Rey
Martínez). (Número de expediente 219/000021.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
50
— Del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (Núñez Morgades). (Número de expediente 212/000110.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
61
Se abre la sesión a las diez y veinte minutos de la
mañana.
do para que realmente permanezca reducido al ámbito
privado del hogar, y que si no descubrimos esa parte
oculta como elemento principal, como cimiento de la
violencia, en ningún caso podemos atajar esa manifestación última en forma de agresiones.
Las dos ideas básicas que quiero compartir con ustedes esta mañana, y lo voy a hacer de manera rápida
porque vamos un poco con retraso y tampoco quiero yo
contribuir a esa dilación en el tiempo, son precisamente
el elemento, la continuidad de la violencia; es decir, no
hay una simple agresión en el momento final, sino que
hay una actitud continuada y cómo precisamente esa
exposición a la violencia no sólo el ataque puntual es
fundamental para entender las medidas que hay desarrollar para acabar con las manifestaciones y con el
origen.
Es primordial que entendamos que una gran parte de
la violencia —y así lo recogen la mayoría de los estudios— todavía está en un lugar totalmente invisible.
Como sociedad, como profesionales, como instituciones, no debemos confundir lo invisible con lo inexistente, porque lo invisible simplemente no se ve y lo
inexistente no es. Aquello que no se ve no quiere decir
que no exista y a veces da lugar a una sensación extraña, que incluso puede facilitar la interpretación de que
cuando no se puede demostrar algo que ocurre en el
ámbito privado, es que se ha denunciado falsamente;
simplemente el que no haya elementos objetivos que
demuestren un hecho desde el punto de vista jurídico
no quiere decir que no haya existido desde el punto de
vista social, desde el punto de vista real.
Por eso, recurriendo a los estudios más extensos y
más exhaustivos, podemos ver cómo —además recientemente publicado en Campell— la prevalencia de la
violencia contra la mujer está situada verdaderamente
entre el 10 y el 50 por ciento; aproximadamente entre
el 11 y el 30 por ciento de las mujeres que acuden con
lesiones a los servicios de urgencia lo son por haber
sido maltratadas; y el estudio mundial de violencia de
la OMS recoge que el 68 por ciento de los homicidios
que sufren las mujeres en todo el mundo son debidos a
la violencia que ejercen sus parejas sobre ellas. Es
decir, hay una realidad, esa es la realidad, ésa es una
imagen de la realidad bastante certera con todos los
estudios de instituciones internacionales que se han
hecho, y esa realidad no es lo que se representa, lo que
CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS:
— DE DON MIGUEL LORENTE ACOSTA,
MÉDICO FORENSE. (Número de expediente
219/000017.)
La señora PRESIDENTA: Señorías, se abre la
sesión de comparecencias previstas para el día de hoy
con la presencia del compareciente don Miguel Lorente
Acosta, médico forense, a quien damos la bienvenida a
esta Comisión y agradecemos sus aportaciones al proyecto de ley de medidas de protección integral contra la
violencia de género.
Señor Lorente, tiene ya la palabra para iniciar sus
intervenciones.
El señor LORENTE ACOSTA (Médico forense):
En primer lugar, quería agradecer la invitación que me
han cursado desde esta Comisión para comparecer y
poder compartir con todos ustedes, todas ustedes, las
cuestiones más relacionadas con la medicina legal, la
medicina forense y cómo la violencia debe ser entendida como una manifestación global, no sólo como una
serie de resultados. Al mismo tiempo, quiero manifestar el honor tan grande que es para un profesional, para
un ciudadano, estar en esta casa y como dije la primera
vez que tuve la posibilidad de comparecer ante una
Comisión del Congreso de los Diputados, no sólo para
—como era el sueño de cualquier juventud— cambiar
la sociedad, sino también en la medida de lo posible,
mejorarla. Con esa idea fundamental desarrollo el trabajo en el día a día, y con esa idea y con ese objetivo
también quiero comparecer ante todos sus ustedes:
poner a la luz un poco los elementos que desde la medicina legal hemos podido encontrar detrás de las manifestaciones de esas denuncias que llegaban a los juzgados de mujeres maltratadas, de mujeres que sufren la
violencia por parte de sus parejas y cómo detrás de esa
manifestación última, que es objetiva, que es visible,
existe todo un mundo oculto y en parte también ocultado, porque ha habido elementos activos que han actua-
2
Congreso
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Esas situaciones diferenciales nos dan lugar a formas
de presentación y a formas de manifestación totalmente
distintas que no aparecen en el resto de la violencia
interpersonal en general, y sí aparecen como elementos
definidores de lo que es la violencia contra las mujeres.
Entre esas formas, vemos que es una violencia inmotivada en cuanto al desencadenante de la agresión; es
decir, no hay un elemento objetivo por el cual se pueda
prever o se pueda pensar que se va a actuar de manera
especialmente violenta, sino que puede ser cualquier
elemento, cualquier argumento, que en un momento de
conflicto —que eso puede ocurrir en cualquier relación
de pareja, en cualquier relación interpersonal humana—, el conflicto, en lugar de dar lugar a una resolución pacífica, se potencia hasta acabar en una agresión.
Por lo tanto, hay una situación de inseguridad que las
mujeres refieren de una manera especialmente tensa
porque dicen que no saben cuándo ni por qué les va a
pegar, con lo cual, desarrollan un estado alerta mantenido, de esperar a ver qué es lo que van a hacer o no van
a hacer para que suponga una agresión, que implica un
deterioro psicológico bastante importante.
Una cosa significativa es el hecho de que se producen muchas de estas de agresiones, especialmente las
más graves, en lugares públicos, a la luz del día, sin
ninguna máscara, sin buscar nocturnidad, sin buscar
ausencia de testigos, sino que se representa ante los
demás, ante la sociedad, como personas que tienen que
cumplir con una obligación, con un deber que ellos
reconocen como coherente con la actitud que vienen
manteniendo con esa mujer. Eso coincide además con
una actitud también significativa en cuanto a lo que es
la delincuencia, la violencia interpersonal, como es el
hecho de entregarse voluntariamente a la policía después de haber cometido el crimen, la agresión, o en
algunos casos, aproximadamente un 20 por ciento, suicidarse. En ambos casos, lo que están reconociendo es
el hecho de lo que se denomina un crimen moral o por
autojustificación. Es decir, la motivación no está en
algo material, no está en algo que va a rentabilizar a
corto plazo, sino en esa obligación, en ese imponerse,
en ese no permitir que la mujer se salga con la suya,
generalmente cuando hablo de homicidio rompiendo la
relación de pareja. Eso significa que ellos asumen las
consecuencias y, por lo tanto, se entregan y van a la
cárcel directamente, o si por su nivel de integración
social ellos perciben que pueden ser muy criticados y
cuestionados por la conducta, suelen cometer el suicidio, precisamente, para evitar esa crítica social en nombre de la cual ellos han actuado para imponer un orden:
el orden que considera que la mujer debe estar, dentro
de la relación, controlada por un rol específico. Esa
motivación moral es la que hace que muchas veces se
comporte de esa manera y por lo tanto, cuando se establece una orden de alejamiento, si no valoramos previamente al agresor, si está dispuesto a matar a su mujer, lo
que menos le va a intimidar, lo que menos le va a detener, es quebrantar una orden de alejamiento. Son ele-
aparece en la práctica del día a día. Nosotros debemos
dirigir los esfuerzos, tanto a lo que se presenta —que
generalmente suele coincidir con los casos más graves—, pero también respecto a aquellos otros casos que
están iniciando una carrera para un día presentarse ante
nosotros de esa forma especialmente grave, que exige y
que demanda una respuesta por nuestra parte.
Junto a esa violencia oculta, esa violencia ocultada,
también tenemos que entender que la violencia contra
las mujeres es una violencia diferente al resto de la violencia interpersonal. Eso clave porque si no entendemos las diferencias, tampoco podemos entender que las
medidas que se van a aplicar para combatir esa violencia deben de ser distintas. Esa violencia diferente no
está en el hecho del resultado y es fundamental entender que el resultado solamente es la primera aproximación al problema. En ese sentido, la frase de Bertillon
que pronunció a finales del siglo XIX es muy significativa. Él decía que solamente se ve lo que se mira y sólo
se mira lo que se tiene en la mente. Si nosotros no tenemos conceptualizadas las diferencias de lo que es la
violencia contra las mujeres como algo distinto al resto
de la violencia interpersonal, realmente no sabremos
identificarla y difícilmente podremos poner en marcha
las medidas para resolver esa situación. Por eso no es
una violencia de resultado. Toda violencia acaba en el
mismo lugar, en lesiones físicas, psicológicas o en la
muerte. No es una violencia del autor; sí es una violencia de motivación, de elementos que dan lugar al porqué y al para qué se ejerce una violencia sistemática,
continuada, repetida en una relación teóricamente basada en el afecto, basada en el amor.
Esas diferencias en los objetivos residen fundamentalmente en la pretensión de conseguir control, dominio, pero no como algo abstracto o teórico, sino que el
maltratador lo que busca, en definitiva, es control y
dominio, pero él lo hace desde una percepción totalmente práctica y utilitarista. Él busca privilegios, busca
estar relajado, no asumir responsabilidades y poder
imponer su voluntad en cada momento. Eso, lógicamente, exige un control y un dominio. Ese control y
dominio, esos objetivos, nacen de unas motivaciones,
de un porqué, y ese porqué parte de esa consideración
superior de lo que es la figura del hombre en la relación
de pareja, ese concepto de paterfamilias del derecho
romano, traducido y mantenido hasta el momento
actual; parte, lógicamente, de una desconsideración de
lo que el rol de la mujer en la relación de pareja, y, por
supuesto, tiene que tener la idea de mantener un orden.
Cuando el maltratador dice que quiere mantener la paz
del hogar por medio de su actitud de control, en el
fondo, lo que está imponiendo es un orden establecido
según su concepción patriarcal de lo que es la relación,
pero confunde orden con paz. Claro, hay un orden porque hay un control por su parte, pero lógicamente es un
orden basado en la violencia y causando alteraciones
como veremos a lo largo de la exposición.
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mentos que debemos conocer como específicos de la
violencia contra la mujer para luego actuar con medidas adecuadas y proporcionadas a la forma de comportarse de estos agresores, que podrían ser medidas útiles
en otro tipo de violencia, pero que en muchos casos, al
hablar de violencia contra las mujeres, de violencia de
género, estamos tomando referencias equivocadas si no
consideramos estos matices diferenciales.
Otro elemento característico y muy significativo
para conseguir ese objetivo de control es el hecho de la
violencia denominada excesiva. El agresor, cuando hay
un conflicto, hemos dicho que provoca el conflicto para
resolver la cuestión que se ha planteado, y en lugar de
utilizar la violencia para intentar imponer su solución,
su mandato, su criterio, lo que hace es aplicar una violencia excesiva. Es decir, no da un puñetazo, no da una
patada, no da un empujón, sino que da una paliza. Además, en lugar de dar una paliza utilizando las manos,
los pies, los elementos naturales, recurre a objetos que
producen un mayor daño lesivo —ceniceros, botellas,
taburetes, una sartén—, todo eso para producir un daño
extra. ¿Por qué el daño extra si realmente lo que quiere
es continuar con su relación de pareja basada en esa
concepción que él tiene? El daño extra, esa violencia
excesiva, es fundamental para atemorizar, para aleccionar, para aterrorizar, en definitiva, a las mujeres que
sufren este tipo de violencia. Si no existe es daño extra,
el control que se puede ejercer es mucho menos efectivo y, además, necesitaría de más violencia repetida. Es
decir, a raíz de una agresión brutal, como muchas de las
que estamos recogiendo aquí, con una simple mirada,
con un simple puñetazo, con un simple gesto, es suficiente para que la mujer vaya aceptando los criterios
bajo el miedo de que la violencia pueda repetirse y, por
tanto, la situación es grave. Por eso, amenazar o coaccionar en estas situaciones es grave, no porque se haga
sobre la mujer en sí, sino porque en estas circunstancias
de violencia, una amenaza, una coacción, reproduce el
episodio excesivo de violencia que sirve para intimidar,
controlar y mantener a la mujer en el lugar que el agresor previamente ha establecido para ella. Es fundamental entender que la violencia es una situación mantenida, continuada, y que necesita de las agresiones
puntuales, pero también de las amenazas, de las coacciones, de las humillaciones, de las ridiculizaciones
que va ejerciendo sistemáticamente para mantener ese
control que él ha decidido establecer en la relación.
Otra característica también significativa es la utilización del cuerpo como mecanismo lesivo directo, algo
que no aparece habitualmente en la violencia interpersonal y que sí aparece con mucha frecuencia en la agresión específica sobre las mujeres. Elementos diferenciales que nos indican ese concepto y esa situación
distinta de la violencia contra la mujer hacia el resto de
la violencia interpersonal.
Esa violencia de continuidad es una violencia que
permite construir o reconstruir la relación de pareja
sobre unos parámetros totalmente nuevos que están
basados en la imposición, en la desigualdad, en la restricción, en la limitación, en la exigencia a la mujer. Esa
situación nueva genera conflictos que son, permítanme
la expresión, perversamente utilizados e identificados
como propios de la pareja y, por tanto, necesitados de
corrección por medio de la violencia, cuando son propios y exclusivamente elementos generados por la violencia. Sin embargo, ya se identifica el conflicto con la
pareja, cuando la única causa del conflicto es la violencia que se ha instalado en esa relación.
Eso hace que sea necesaria, no como una estrategia
que se aprenda, una estrategia que se desarrolla desde
el punto de vista del error-ensayo de la práctica del elemento cultural que existe, sino que es una estrategia
basada en la generación de violencia. ¿Qué queremos
decir con esa situación de violencia? Que sobre una no
violencia, como aparece en la relación en esta línea
apuntada, se va estableciendo una especie de control
progresivo. La violencia contra la mujer es un proceso
y no se empieza maltratando de manera intensa a la
mujer, sino que se va limitando, se va cuestionando, se
va diciendo que no le gustan esas amistades, que está
mucho tiempo con la familia, que está abandonando a
sus hijos, que no le gusta que trabaje fuera, que para el
tiempo que trabaja fuera al final hay que meter una persona que trabaje dentro. Todos esos cuestionamientos
del desarrollo del papel de la mujer, la van limitando, la
van cerrando en su núcleo de familia, en el núcleo de la
relación. Esa situación de violencia va aumentando de
manera progresiva, comparando siempre el nivel posterior con el nivel previo; por lo tanto, no da la sensación
de que se haya aumentado mucho el control porque no
se compara con el nivel de no violencia, sino con lo
previamente consolidado, y eso hace que vaya aumentando esa situación de violencia. Sobre este clima de
violencia, con ese control, esa limitación, esa restricción, esa humillación, esa ridiculización de la mujer,
primero en privado y luego en público, se generan las
agresiones; o sea, ya el ataque puntual, que tiene en un
principio y tiene un final por una situación que se ha
planteado y que el agresor decide resolver por medio de
una agresión.
Esa agresión puntual se repite con más o menos frecuencia y tiene más o menos intensidad, pero lo que
estamos viendo y estamos tratando tradicionalmente
desde el punto de vista social por medio de las instituciones, son las agresiones especialmente intensas. Estas
agresiones que, por su intensidad, dan lugar a una
denuncia; por su intensidad dan lugar a un parte de
lesiones; por su intensidad dan lugar a que los vecinos
llamen diciendo que están oyendo voces y gritos, y por
su intensidad hace que actuemos. Sin embargo, nosotros, como sociedad y como instituciones, como profesionales, no podemos olvidar que detrás de estas agresiones especialmente intensas que se producen, existen
agresiones más leves que ni siquiera son denunciadas,
incluso a veces ni siquiera son consideradas por las
propias mujeres como agresiones, como violencia,
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cuando detrás de toda esta situación de agresiones múltiples, repetidas, existe una situación continuada de
violencia, en la cual, insisto, no se da sólo la agresión,
sino que la amenaza, la agresión, la intimidación, la
humillación es lo que va manteniendo esa relación
basada en la violencia. Es el elemento clave para resolver y atajar, no sólo las manifestaciones de la violencia,
sino la violencia en sí. Es como si existiera una curva
peligrosa en una carretera, la gente se accidenta en esa
curva y entonces nosotros ponemos un puesto de ambulancia al lado de la curva. Lógicamente, habrá menos
muertes porque la ambulancia trasladará antes, pero,
aun así, sigue habiendo muertos; ponemos un centro de
salud y sigue habiendo muertos; ponemos un hospital,
sigue habiendo muertos; ponemos un hospital con un
nivel terciario y sigue habiendo muertos, aunque cada
vez haya menos. Lo mejor sería quitar la curva, arreglar
la curva. Si acabamos con la causa que genera el problema, no necesitaremos imponer muchas medidas que
vayan destinadas a actuar sobre las manifestaciones,
sino que hay que atajar el origen de esa violencia.
De manera rápida, diré que al hablar de una situación
continuada, amparada por la justificación, por las normas,
por la historia, por la tradición, por la cultura, ello permite
que existan justificaciones de todo tipo sobre la conducta
provocadora de la mujer, aceptando implícitamente que ya
hay algo que la mujer puede hacer que es merecedor de
reprobación y, por lo tanto, de corrección desde el punto
de vista del hombre, cuando en realidad no hay ese algo
que pueda justificar la agresión. Por supuesto, permite
también la normalización de la violencia, que es el elemento previo a la invisibilización. Es decir, cuando se
normaliza luego se acepta como tal y luego se invisibiliza
porque ni siquiera es cuestionado como algo diferente al
resto de las conductas o situaciones que ocurren en la
sociedad. Esa normalización de la violencia es grave porque incluso ante un delito estamos ya viendo circunstancias muy concretas. En este estudio que se hizo en centros
hospitalarios de salud de Andalucía, se les preguntaban a
las mujeres que acudían no por violencia, sino por cualquier motivo a un centro de salud, si había violencia o no
en su relación. Luego, conociendo ya ese dato, se le preguntaba si su relación la consideraba como muy mala,
mala, regular, buena o muy buena. Lo significativo fue
que prácticamente el 52 por ciento de las mujeres que
reconocen ellas que sufren violencia, consideran sus relaciones como buenas o muy buenas. Es decir, la violencia
no se ve como ese todo continuado, sino como agresión, y
la agresión se ve como una tormenta que llega, descarga,
se va y vuelve a brillar el sol. Esa situación facilita lo que
son las consecuencias negativas sobre la mujer, lo que no
supone que sea aceptada por la mujer. De muchas se dice:
es que son masocas, es que les gusta, es que les va la marcha, es que ellas provocan. No, no. Es una imposición
amparada en una cultura que tradicionalmente ha justificado, y por eso le da la potestad al hombre, al agresor, a
entender que en busca de un objetivo que para él es superior, como es el orden que hemos comentado, como es la
corrección de algo que no se puede aceptar, puede ejercer
un instrumento contundente como es la violencia para
establecer esa normalidad que él busca, que él desea. Por
eso manifiestan esa potestad que ellos tienen en ejercer
esa violencia.
Aquí he dejado para la Comisión el trabajo en el que
se publicó la definición del síndrome de agresión a la
mujer, donde se dice que los casos de agresión a la
mujer no son la suma de todos los casos. La violencia
contra la mujer no es la suma de todos los casos, sino
que es ese algo más, por una parte por estar oculto y,
por otra, por el significado. El significado que hace que
entendemos la violencia contra la mujer como un síndrome, el síndrome de agresión a la mujer, que básicamente significa que estas agresiones, en cualquiera de
los ámbitos fundamentales en los que se desarrolla una
persona —ambiente familiar o de pareja por medio del
maltrato, en el ámbito de las relaciones sociales por
medio de la agresión sexual y en el ambiente laboral
por medio del acoso—, las mujeres sufran violencia,
sufran agresiones por el hecho de esa desigualdad
estructural, institucional, histórica que existe sobre el
género masculino, sobre el género femenino y sobre los
roles que se le asignan a cada uno de ellos. Si no existiera ese condicionamiento, ese elemento previo, habría
casos aislados de violencia contra las mujeres, pero no
se daría una situación estructural de violencia contra las
mujeres, no sólo en España, sino en todo el mundo. Yo
trabajo como experto en la Organización Mundial de la
Salud y cuando nos juntamos expertos y expertas de
todo el mundo, en todos los países del mundo existe
violencia contra la mujer. Hoy, en pleno siglo XXI,
todavía no se ha resuelto en ninguno de ellos el problema de la violencia contra las mujeres. La oportunidad
que hoy tenemos en nuestro país está siendo un poco
referencia para el resto de Europa. Estoy colaborando
en algún proyecto Dafne y les transmito a la presidenta
que nos han pedido que, en la medida de lo posible, se
traduzcan todas estas actuaciones para remitirlas a instituciones europeas, porque están seguras de que van a
ser referencias y van a ser elementos a considerar para
el resto de la normativa que se pueda desarrollar en la
Unión Europea.
Esa similitud de concepto también coincide en la
evolución de los casos. Si comparamos, por ejemplo, el
delito de lesiones, hay una evolución totalmente independiente de los casos de violencia contra la mujer.
Vemos en rojo cómo ha evolucionado la violencia en
cuanto a maltrato y cómo las agresiones sexuales también han ido evolucionando de forma paralela hasta que
en 1999, a raíz del caso de Ana Orande en 1997, todas
las medidas sociales que se han puesto en marcha, han
permitido una separación, un despegue, porque hay
más información, más crítica, más capacidad para no
aceptar como normal la violencia y, por lo tanto, han
permitido que esas denuncias se despeguen de una conducta relacionada, como es la agresión sexual.
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Eso nos debe llevar a pensar y a entender esa situación general, ese síndrome de la violencia contra la
mujer, la violencia de género, como algo diferente a la
violencia doméstica o a la violencia familiar. Lo
doméstico o lo familiar es simplemente el escenario
más común, por otra parte, en el que se desarrollan las
relaciones de pareja, pero no es el causante, ni es el
definidor, de la violencia contra las mujeres porque,
simplemente, hay violencia fuera de la relación de
pareja, hay violencia que ocurre antes de que se inicie
la relación familiar doméstica, en el noviazgo, y hay
violencia fuera de la relación doméstica o familiar,
cuando estamos hablando de ex parejas, ex maridos, ex
novios, que actúan de manera violenta bajo los mismos
principios, bajo los mismos objetivos, con las mismas
motivaciones, frente a sus ex parejas. Luego, vemos
que el concepto de violencia contra la mujer, el concepto de violencia de género, es más amplio y sobrepasa lo
que es el escenario más común, que es el de la violencia
doméstica o familiar, pero en ningún caso debe circunscribirse esta violencia a ese escenario por muy frecuente que sea en la práctica.
Esa situación de exposición a la violencia es fundamental para que entendamos que las consecuencias que
nosotros vamos a ver como sociedad, van más allá de lo
que es la lesión física o psicológica puntual. Es decir,
no sólo vamos a ver heridas, fracturas, fases psicológicas agudas, sino que está estudiando, publicado en
Lances, en el año 2002, como múltiples alteraciones de
tipo dolor crónico, alteraciones gastrointestinales,
alternaciones del sistema inmunitario, alteraciones neurológicas, son consecuencia de esa exposición a la violencia, no de la acción aislada de una agresión, sino de
estar inmersa en una situación de violencia mantenida
y, por lo tanto, y así se presentó hace dos semanas también aquí, en Madrid, por el Ministerio de Sanidad y la
organización médica colegial, una guía para los profesionales de la salud, para relacionar, no se trata sólo
detectar, pues se sabe muy bien que esa persona tiene
un dolor de tipo crónico, pero no se sabe cuál es la
causa. Debemos incluir entre el diagnóstico diferencial
también la violencia como causa de todas estas alteraciones, para dar un buen tratamiento y una adecuada
recuperación de la mujer. Así lo considera la OMS y así
lo estableció ya en 1996 al considerar la violencia
como un problema de salud pública, además. No es un
solo un problema que afecta a los individuos aislados,
en este caso a las mujeres, sino que afecta a toda la
sociedad también. Eso es fundamental para recuperar,
desde el punto de vista integral, a la mujer.
Desde el punto de vista psicológico, hemos comentado que hay unas lesiones agudas, pero luego hay unas
lesiones crónicas, a largo plazo, el síndrome de la mujer
maltratada, que se caracteriza por unos hechos que son
muy importantes porque es lo que clínicamente se
podría diagnosticar como un estrés postraumático, pero
hay baja autoestima —no se consideran a sí mismas,
piensan que no tienen ningún valor, que todo se lo
merecen porque ellas lo provocan o lo facilitan—; hay
un síndrome depresivo, hay una sensación de impotencia y una sensación de que no hay salida, de que eso es
así y será así toda la vida. Esa situación psicológica es
muy grave porque hay una tercera fase en la evolución
del maltrato en la relación, que es la fase de huída, que
se caracteriza por dos conductas: una es el suicidio. En
esta situación hay elementos que facilitan el suicidio y
en España sabemos que entre el 20 y el 40 por ciento de
las mujeres que se suicidan tienen antecedentes de
malos tratos. No podemos establecer, además sabemos
por medio de gente que ha sobrevivido a intentos suicidas o por mujeres que están siendo tratadas en lugares
adecuados, que la ideación suicida, es decir, el suicidio
como liberación, es una idea que se maneja y resulta
coherente con esa sensación de impotencia, de que no
hay salida, de baja autoestima. Entonces, es una situación que significa que en España, aproximadamente,
cada año mueren 200 o 400 personas por mecanismos
suicidas con antecedentes de malos tratos. No podemos
decir que en todos los casos se pueda establecer una
relación directa, pero en ninguno ellos se puede desconsiderar esa relación, aunque sea indirecta. Por lo
tanto, es un elemento a considerar, dada la consecuencia y la trascendencia de esta violencia.
Luego hay una situación que también preocupa y
debe preocuparnos, pero que es mal interpretada en
muchos casos. Es la violencia de la mujer hacia el hombre, incluso a veces en forma de homicidio o asesinato.
Esa violencia, que es el otro elemento de la fase huida
—está el suicidio o el homicidio—, es una violencia
que debemos entender que se asemeja en el resultado,
pero que tiene un significado totalmente distinto. Si
queremos abordar adecuadamente la solución la problema, no sólo la solución a la manifestación, tenemos
que irnos a ese origen.
Miren ustedes. Las diferencias entre la violencia del
hombre hacia la mujer y de la mujer hacia el hombre
son significativas y claras. El hombre, y es un elemento
fundamental que ya Strauss y otros lo pusieron de
manifiesto en el año 1987: para establecer una violencia sistemática, continuada, mantenida, no una agresión
puntual en la calle, hace falta la capacidad de intimidación. Es un elemento clave para mantener esa posición
basada en la violencia, porque si no genera más violencia en cuanto a que se te enfrenta, se te sube a las barbas, como tradicionalmente se dice. Entonces, esa
capacidad de intimidación es fundamental, pues el
hombre, por los elementos, la posición, la estructura
psicobiológica o biológica fundamentalmente, crea
amenazas en la relación cuando recurre a la violencia.
Tiene gran capacidad lesiva sin recurrir a instrumentos
o elementos alternativos; es una violencia que la ejerce
para imponer, para atacar; él decide cuándo llevar a
cabo esa violencia, como hemos dicho, como un elemento diferencial —la violencia inmotivada—; hay
una justificación sociocultural —mi marido me pega,
es lo normal—; está lo reglamentario —existe un cierto
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amparo por parte de las normas que tienden a justificar
la violencia en la mayoría de los casos—; busca el control de la mujer; justifica y minimiza a la sociedad
cuando se producen estos casos por medio del alcohol,
de las drogas. Habitualmente, por ejemplo, el CIS
demuestra que en España, los hombres y las mujeres
piensan que la violencia se debe en el 94 por ciento de
los casos al alcohol y a las drogas, lo que la justifica.
Por último, lo que permite esta violencia ejercida por el
hombre es perpetuar la relación de la mujer, es decir,
controlar bajo el control.
En cambio, si comparamos estos mismos elementos
en la mujer, está analizado y estudiado por estos autores y por otros clásicos, la mujer no crea amenaza ni
riesgo, incluso a veces con instrumentos que son claramente intimidatorios, porque el hombre se considera
con la posibilidad de que en cualquier caso reducir a la
mujer, y no se toma en serio esa amenaza que pueda
ejercer la mujer; no tiene capacidad lesiva si no es con
la ayuda de esos instrumentos; no es una respuesta que
busque el ataque al hombre, sino que se produce en
respuesta a una situación de violencia previa; la motivación, fundamentalmente, es una reacción, defensa,
venganza, inversión de los roles pero, lógicamente,
existe previamente el concepto de que se puede recurrir
a la violencia para imponer un determinado orden en la
relación de pareja y eso es algo específico que se ha
desarrollado históricamente por medio de la violencia
del hombre sobre las mujeres; y sobre todo, y esto es un
elemento fundamental, no se ejerce para perpetuar la
relación, sino que se hace precisamente para todo lo
contrario: para escapar, para huir, para intentar superar
una situación, que ni la denuncia, ni la separación física, ni nada de lo que ha intentado hasta este momento,
ha sido eficaz. Es un mecanismo de huída que, además,
es muy criticado y cuestionado por la sociedad, que
justifica y minimiza cuando es el hombre el que ejerce
la violencia. Luego, aunque el resultado sea el mismo,
no podemos comparar el significado de esa violencia
ejercida por las mujeres sobre los hombres porque tiene
un elemento totalmente diferencial. Por eso debemos
entender la violencia como continuidad, como conducta o situación que se mantiene en el tiempo, va más allá
de las consecuencias sobre las mujeres, sobre los
menores. En cualquier caso hay que entender que igual
que la OMS dice que la violencia contra la mujer es un
problema de salud pública, las consecuencias van a la
sociedad. Van a la sociedad en cuanto a que afectan a
los derechos humanos, quiebran los valores democráticos sobre los que deben las relaciones humanas o afectivas y van imponiendo un orden, unas referencias
—ética patriarcal— sobre las que identificar o tomar
como válidas a la hora de resolver un conflicto. Eso se
basa en lo que es la concepción de que la ética patriarcal, como se define y menciona, que cuando hay un
problema se recurre al conflicto, en lugar de buscar
alguna solución pacífica o alternativa. Es decir, si yo
me siento en una posición de poder y me siento vence-
dor sobre cualquier enfrentamiento con la otra persona,
y eso ocurre con el hombre en la relación de pareja,
cuando hay un conflicto, en lugar de resolverlo de
manera consensuada, de manera pacífica, lo que hago
es potenciar ese propio conflicto para yo ser victorioso,
porque sé que con la violencia puedo salir siempre victorioso. Entonces, en lugar de alternativas, lo que se
hace es potenciar la situación de violencia para sentirse
en esa posición de poder, como definió José Antonio
Marina muy gráficamente: que el poder significa capacidad de castigar, capacidad de influir y capacidad de
premiar.
La capacidad de influir está clara porque la intimidación, la coacción, la amenaza, es un elemento fundamental, al margen de las agresiones puntuales; pero la
capacidad de premiar y castigar es tan perversa en estas
situaciones que yo recuerdo, en una conferencia, una
mujer mayor, que me dijo: Mire, usted, mi marido es
muy bueno. A mí nunca me ha puesto la mano encima.
Mi marido es tan bueno, que no me pega. Es decir, que
el premio está en no castigar. Luego el hecho de tener
una persona que no sea violenta se considera ya como
elemento positivo, cuando simplemente debería servir
de base para iniciar o potenciar cualquier relación.
Por supuesto, cuando hablamos de violencia como
situación continuada, no sólo estamos hablando de
agresión, sino que hay otras formas de ejercer ese control por medio de la imposición, de la amenaza, de la
coacción, de la agresividad, de la agresión y luego, de
la violencia, elementos que van a ejercer un efecto
positivo y concreto —positivo en cuanto a los objetivos
que pretende el agresor— sobre la mujer. Una mujer
que había perdido un ojo porque la había clavado un
destornillador y la había tenido retenida 24 horas, y la
hemorragia y la tensión dentro del ojo, con unos dolores tremendo, hizo que perdiera la visión de ese ojo.
Cuando una mujer en esas circunstancias —ahí está el
ejemplo que ha salido publicado, pero hay otras muchas
en esas circunstancias de violencia con agresiones puntuales— oye la frase: Si me dejas, te mato, esa frase es
grave, esa amenaza es grave, por las coacciones que
conlleva. No porque lo haga un hombre sobre una
mujer, sino porque en las circunstancias en las que se
produce tienen esa capacidad de imponer, coaccionar,
limitar, violentar, restringir, lo que es la libertad de esas
personas, de esas mujeres. En este sentido es en el que
hay que entender cómo la violencia no es la agresión y
cómo necesita de mecanismos alternativos a lo que es
el ejercicio de la fuerza física o la fuerza psicológica en
ataques puntuales, sino que es un todo continuado, que
si no se aborda, difícilmente podremos resolverlo.
Por eso es importante que la violencia, ese todo
único que da lugar a múltiples manifestaciones y que
en todo momento tiene lugar a la mujer en el lugar central, porque es la mujer la víctima, la que tiene que
afrontar los problemas sociales, jurídicos de tipo civil,
penal, familiar, si hay cambio por traslado en el puesto
de trabajo, los problemas de salud, etcétera, todo eso
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tiene que ser abordado desde una visión global y con
una respuesta integral que lo coordine todo. No podemos estar abordando las manifestaciones de manera
aislada porque eso ya, de por sí, es actuar mal sobre la
situación.
En ese sentido, y para ir finalizado con algunos
comentarios o reflexiones sobre algunas propuestas, les
pidieran que hicieran el ejercicio de imaginación: olvidémonos de lo que hoy nos ha traído aquí, una ley integral contra la violencia de género. Pensemos en que si
éstas son las circunstancias de la violencia, una violencia
que da múltiples manifestaciones, que tiene un origen
basado en lo que es esa concepción de lo que es la relación de pareja, que además se tiene que mantener sobre
los ataques físicos, psicológicos, de coacción, de amenaza, etcétera, ¿qué tipo de situación debemos de abordar
nosotros para resolver todo eso y no sólo las manifestaciones? Está claro que hay que hacerlo con esa visión
global, como algo único, con una respuesta que incluya
todas las manifestaciones y también lo que es fundamental, la prevención para que no lleguen a manifestarse, y
sobre todo, con una aproximación a la realidad.
Una aproximación a la realidad que nos muestra
cómo en los últimos años ha ido aumentando sistemáticamente el número de denuncias y el número de homicidios —aparece aquí en oscuro— que se han producido en los últimos años. Una situación que además
refleja una parte, el 10 por ciento cifran algunos autores, que además coincide con la prevalencia; si hablamos del 10-50 por ciento y conocemos solamente
50.000 denuncias, pues estamos hablando de que realmente conocemos un 10 por ciento de la realidad. Es
verdad que se dice que sólo con las denuncias, pero
también incluso con los homicidios porque luego, con
el tiempo, se descubren que muchas muertes naturales,
muertes accidentales, han sido muertes homicidas que
se han descubierto por medio de la investigación, el
arrepentimiento o los factores o elementos que se han
ido conociendo.
En cualquier caso, este aumento de los homicidios
—en el último año casi del 21 por ciento— es especialmente grave por sus consecuencias. En primer lugar
nos demuestran —las estadísticas son fuentes del Centro Reina Sofía, con lo cual, quizá ya se comentaron—
dos elementos: uno, el hecho de que haya disminuido el
número de homicidios producidos en el domicilio, lo
cual viene a justificar y a demostrar, en parte, que la
violencia, el homicidio se produce fundamentalmente
en el momento de la separación y, por lo tanto, ocurre
en lugares públicos. Y dos, el hecho de que en el 20 por
ciento de los casos, la primera manifestación de violencia conocida, que no es la primera manifestación de
violencia, sea el homicidio. Eso quiere decir que estamos llegando tarde en nuestras medidas y que además
los elementos que no son considerados suficientemente, como es la peligrosidad, el riesgo que tiene la separación cuando no se adoptan medidas alternativas que
vayan más allá de una orden de protección que se va a
quebrar porque, lógicamente, no tiene ningún valor
cuando lo que se busca es matar a la otra persona,
deban de ser completadas con otro tipo de medidas, de
cara a la reparación.
Por eso debemos alejarnos de una idea que yo creo
que es especialmente delicada y peligrosa, que es considerar la violencia a la hora de actuar respondiendo
ante lo excesivo. Es decir, cuando hay un caso grave,
cuando hay un caso especialmente sangrante, cuando la
situación de la familia está muy mal, cuando se repite
en múltiples casos, es cuando la sociedad responde. Y
en violencia, actuar por excesivo, es actuar mal. Porque
cuando hablamos de violencia contra las mujeres, cualquier manifestación, por leve que sea en el resultado, es
excesiva porque, sencillamente, no tendría por qué
existir. Luego no podemos esperar a actuar sólo en lo
excesivo porque en violencia todo es excesivo. En ese
sentido (y yo muestro aquí, en la Comisión, mi preocupación, porque lo oí en las noticias como elemento que
se planteaba en la Comisión), hay que tener mucho cuidado con las agravantes que se manejaron, las agravantes por abuso de autoridad o por machismo, porque el
abuso de autoridad significa que hay una autoridad que
no es abuso cuando no hay autoridad. Estamos hablando de una situación de igualdad. Luego, no puede haber
abuso de autoridad cuando no hay autoridad previa y,
por lo tanto, es un elemento que puede dar lugar a confusión, sobre todo en la interpretación a la hora de aplicar esta medida técnica, porque no deja de ser una
medida técnica. Y tampoco poco puede presentarse una
agravante como machismo, cuando toda manifestación
de violencia contra la mujer parte de una desigualdad
que podemos conceptuar como machismo en cualquier
caso. Luego, esperar a que sea una situación de machismo muy grave, muy descarada, para decir que es
machismo, no deja de ser también un elemento de subjetividad que puede dar lugar e inducir a errores. Por
eso, yo creo que los planteamientos deben ser hacia lo
general; deben conocer las características peculiares; y,
por ejemplo, en el tema del agresor, para evitar esas
consecuencias últimas de la forma especialmente grave
que es el homicidio, intentar trabajar sobre la peligrosidad del agresor. Es decir, si una persona ha denunciado
porque dice que su marido la ha amenazado (una amenaza grave, siempre que como vemos incluso a veces se
traduce en resultados de muerte) tenemos que estudiar
las fases psicológicas de la peligrosidad y luego ponerlas en relación con elementos de tipo social, contextual
que potencian la peligrosidad. Eso nos va a dar una
probabilidad, nunca una certeza, para poder tomar
medidas que sean diferentes, de tipo protección, de tipo
encarcelamiento del agresor, para evitar que muchas de
estas mujeres puedan ser atacadas y sufrir lesiones
especialmente graves o la muerte. Eso se puede hacer
por medio de las medidas que hoy por hoy existen
y que se deben coordinar en el contexto de esa respuesta integral que se plantea, precisamente, en esta
Comisión.
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Y luego, un delito fundamental, que yo creo que es
clave también para acabar con el clima de violencia, no
sólo con las manifestaciones de violencia, es decir, con
esos valores que dan lugar a que se produzca la violencia, es el actuar sobre la sociedad por medio de la información.
Miren, si analizamos la media de muertes que se han
producido en los últimos años, en los últimos cuatro
años —2000 a 2003—, vemos que sigue una evolución
que casi siempre suele ser más alta en los meses de
verano, del periodo vacacional, pero si eso lo ponemos
en relación con el porcentaje de españoles, de españolas —la encuesta del CIS— que consideran la violencia
contra las mujeres como un problema grave, aparte de
sorprender el bajo porcentaje que lo considera como un
problema grave —en el caso más alto, en el 3,5 por
ciento de media—, vemos que la relación de la consideración de la violencia contra las mujeres como un problema grave está siempre, en todos los años, a lo largo
de los meses de octubre y noviembre, incluso a veces
cuando hay períodos en los que las muertes han sido
más altas, incluso a veces sin que haya una respuesta
homogénea con el número de muertes. Vemos que el
número de muertes ha aumentado y el porcentaje de
españoles, la media del porcentaje de españoles que
consideran esto un problema grave, se ha mantenido.
Es decir, la gente no se sensibiliza por el resultado de la
violencia, por la noticia. Se sensibiliza por la información. Porque en octubre y noviembre, todos los años,
todas las instituciones, hacen campañas alrededor del
día 25 de noviembre, alrededor del Día Internacional
contra la Violencia hacia las Mujeres. Cuando la gente
tiene información, tiene capacidad crítica, tiene capacidad de conocer, es cuando se posiciona de manera clara
en contra de algo que es totalmente inaceptable. Sin
embargo, como son campañas que acaban el día de 25
de noviembre, en la mayoría de los casos, la gente vuelve a su normalidad, vuelve a su día a día, y vuelve a
considerar que esto es obra de unos pocos que están
locos, borrachos, alcohólicos o drogadictos. Ese es el
problema.
Es fundamental actuar para que la gente conozca, la
sociedad se posiciones y cuestione y critique todas esas
situaciones que van, en cierto modo, permitiendo que la
violencia continúe. Eso también tiene un efecto a la
hora de la práctica y por eso la desprotección que existe, hoy por hoy, de la mujer no es sólo porque sufra una
violencia específica, con unas motivaciones y unos
objetivos concretos hacia ella, y que sea además histórica y mantenida por una serie de valores culturales,
sino que la respuesta, la actitud de la sociedad ante esa
manifestación ya objetiva de la violencia, es diferente. Es diferente y es menor que la respuesta ante otro
tipo de violencias de características parecidas, que no
iguales.
Si planteamos la siguiente pregunta, que hace también el barómetro del CIS: ¿Estaría usted dispuesto a
denunciar si viera a alguien que maltrata a una mujer, a
un anciano o a un niño?, vemos que en las tres encuestas que se han hecho el porcentaje de personas, hombres y mujeres, que estarían dispuestos a denunciar una
agresión que se ve a una mujer es menor significativamente, cinco puntos menor, que los que estarían dispuestos a denunciar a una persona que agrediera a un
anciano o a un menor. Eso significa que un elemento
fundamental para evitar la violencia en la sociedad, el
control social, la actitud, la respuesta social, tampoco lo
tiene la mujer de su lado. Por eso hablamos de medidas
de acción positiva, porque son necesarias simplemente
para igualar. Es que las mujeres están desprotegidas culturalmente, socialmente y a veces normativamente
cuando la ley no permite dar respuesta a las características específicas y concretas que tiene la violencia contra las mujeres. La espalda que le da la sociedad ante la
violencia significa mucho y es parte de la desigualdad y
de la desprotección que tienen las mujeres y que nosotros tenemos la obligación de reparar, la obligación de
reponer.
Finalizo con unas manifestaciones de tipo técnico,
incidiendo en que en esta Comisión se haga todo lo
posible por desarrollar los institutos de medicina legal,
donde haya además —no existen ahora— unidades o
personas que tengan una formación específica para
valorar y actuar de acuerdo con el conocimiento de la
violencia de género como una violencia diferente al
resto de las violencias interpersonales. También sería
muy importante la creación de los servicios clínicos de
medicina legal porque estarían no en los institutos de
medicina legal sino en los hospitales, en los centros de
salud, y por lo tanto permitiría el diagnóstico y que esa
información que se obtiene fuera útil de cara a los juzgados y que la mujer no tuviera que peregrinar por
diferentes servicios para ser reconocida por las mismas
razones, por los mismos motivos. Y eso habría que integrarlo con todos los servicios sociales, especialmente
con los servicios de atención a las víctimas que existen
en muchas instituciones, para coordinar y facilitar todo
lo que es la actuación sobre las mujeres. En ese sentido,
insisto en que si realmente queremos acabar con las
manifestaciones graves que aparecían en la fotografía
rodeadas de un círculo, tenemos que ser conscientes
—porque son producto de las agresiones menos graves
en cuanto a resultado, igualmente graves en cuanto a
significado— de que esas agresiones son producto de la
violencia que se ha ejercido, que existe previamente en
la relación, que esa violencia es producto de la desigualdad que existe en la sociedad y que la desigualdad
que existe en la sociedad es propia de un concepto y de
una estructuración basada en la cultura patriarcal. Si
queremos acabar con estas agresiones graves, tenemos
que acabar con el origen de esa situación de violencia.
Por eso, como ciudadano me siento especialmente feliz
de haber participado y, sobre todo, de encontrarnos con
un instrumento que puede abordar el problema con una
visión global y con una respuesta integral, entendiendo,
por lo menos desde mi punto de vista, que no es una ley
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que sea, que se produce seguramente mucho tiempo
antes, años antes incluso, de esta manifestación final,
tendría que ser vivida como un problema político,
social y, por tanto, del conjunto de la sociedad. Realmente no es así. Vemos que no es así, como manifiestan
incluso la mayoría de las mujeres cuando se les pregunta, lo cual quiere decir que está integrado que una forma
de relación, de convivencia, puede llevar, como cuestión natural, a una cierta violencia, para entendernos. El
problema es que esta cierta violencia ya es un problema
y además se va agravando con el tiempo. Por eso nuestro grupo parlamentario insiste en que hemos de hacer
un análisis en este sentido, no sé si diferente pero sí
complementario; que si bien está claro que hemos de
poner la preocupación, tanto política como social, en
esta manifestación última y en que no se ve, en cuanto
la mujer denuncia, ha de tener todos los circuitos jurídicos, penales, etcétera, de atención. Pero si realmente
queremos abordar el problema de la violencia no podemos poner el énfasis exclusivamente ni tan siquiera
seguramente la mayoría de los esfuerzos en este punto,
sino que hemos de ponerlos en cómo llegamos y cómo
detectamos lo antes posible las manifestaciones que se
producen de forma casi normal en las familias, en las
parejas, incluso en las parejas jóvenes, porque esto
cada vez se está produciendo más. Mi novio me quiere
tanto, que no me deja salir vestida de esta manera, es
una frase que se puede oír con mucha frecuencia y que
es el inicio de una relación que con el tiempo puede
empeorar.
Por no alargarme excesivamente, le repito que comparto su preocupación y el análisis que nos ha hecho.
Yo le preguntaría a usted, que seguro que es muy conocedor de las propuestas que hay en el proyecto de ley
que tenemos en estos momentos en estudio, qué otras
medidas y qué otras actuaciones que no aparezcan en la
ley o que tuvieran que desarrollarse más de lo que están
ahora en estos momentos en la ley consideraría usted
necesarias para realizar una acción preventiva, en el
inicio, aparte de las que ya ha recogido y que entiendo
perfectamente y comparto, que es lo referente a la formación, la información y la educación. Estos tres términos los comparto totalmente y también comparto
que una campaña es algo puntual, una vez al año. Lo
había valorado en alguna ocasión, por eso decía que se
hacen cosas, como estas campañas, a nivel estatal,
autonómico y local, como charlas, programas, conferencias. Después, lo que aparece en los medios es la
noticia, en este caso, de la muerte. Por tanto, también
entiendo que no son eficaces estas campañas puntuales
y que esto tendría que ser más sistemático y de una
manera más continuada para que fuera eficaz. También
entiendo que cuando habla de formación se refiere a
todos los niveles, público sobre todo pero también privado, que están actuando en este problema. Y respecto
a la educación también entiendo que nos está planteado
que debe ser transversal, continuada y que no puede ser
producto de un momento o de una asignatura concreta.
que va dirigida hacia las mujeres o en contra de los
hombres. Yo creo que las leyes son para la sociedad, y
como tal ley para la sociedad necesita abordar los problemas y las cuestiones puntuales que tiene la sociedad.
Y eso significa tomar medidas en un sentido u otro para
corregir aquello que está desviado. En el amanecer que
supone cada día para el futuro, sin duda andamos por la
cuerda floja del tiempo, y eso significa balanceos hacia
un lado y hacia otro; esa sensación de inestabilidad es
propia del desarrollo, del progreso, de la evolución
humana. Pero si nosotros no hacemos lo posible por
consolidar y por afianzarnos, no vamos a ser capaces de
resolver las cuestiones que dan origen a los problemas,
no sólo a los problemas cuando ya se han producido.
Por eso creo que no se puede establecer la justicia
desde una injusticia. Si hay injusticia, es difícil que
nosotros podamos establecer la justicia porque llegará
un momento en que el problema no se identificará
como tal elemento desviado, sino que será totalmente
coherente con lo que nosotros concebimos y pensamos.
Y si esa justicia no parte de la igualdad, difícilmente
podremos encontrar y hablar de justicia, no sólo como
Administración de justicia, sino como valor, como sentimiento que nos guíe como sociedad hacia el futuro.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor
Lorente, por su intervención.
¿Qué grupos desean intervenir, por favor? (Pausa.)
Tiene la palabra, por el Grupo de Izquierda Unida, la
señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar
agradezco enormemente al señor Lorente su exposición
en esta comparecencia, por la que le felicito. Personalmente, como con seguridad la mayoría de los presentes,
tengo que decirle que ha sido de una enorme riqueza
seguir su exposición, que sin duda refleja un análisis
muy profundo de las consecuencias del fenómeno de la
violencia sobre las mujeres. Su análisis es producto de
un estudio riguroso no solamente, como usted muy
bien dice y nos ha explicado, de las manifestaciones
finales sino también del porqué se ha llegado a esta
situación final y cómo —que es lo que realmente he
encontrado más interesante— ha sido el proceso hasta
llegar a esta situación.
Tengo que manifestarle que comparto plenamente,
casi al cien por cien, muchos aspectos, entre ellos, el de
que seguramente estamos llegando tarde. Usted decía
que estamos influyendo o intentamos influir o actuamos generalmente, y aunque ahora también me explicaré, pienso que se hacen otras actuaciones, que seguramente son insuficientes todavía pero se hacen. Si
tuviéramos que hacer un análisis más global, compartiría que cuando se pone tanto el acento en la sociedad en
esta manifestación última, nos olvidamos de que posiblemente se da esta circunstancia porque estamos llegando tarde. Comparto de manera total que cualquier
manifestación de violencia o de agresión, por mínima
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percibir que es la solución a un problema, y no como
ahora, que no se percibe como solución porque no se
percibe el problema. No sé si me estoy liando demasiado, pero es lo que estaba tratando de decir.
Teniendo en cuenta la polémica que suscita y lo contraproducente que me parece esta polémica, ¿usted cree
que es necesario modificar la respuesta penal, tal como
se aborda aquí, teniendo en cuenta que, como podemos
consensuar, abordar la respuesta a partir de una denuncia es abordar una parte pequeña? ¿Es necesario incidir
en la polémica? ¿Lo considera usted absolutamente
imprescindible? De ahí derivaba yo que ponerlo como
una agravante en el artículo 22 del Código Penal me
parecía una buena solución como un primer paso para
sacar lo bueno que tiene esta ley y aparcar lo que me
parecía que era excesivamente polémico. Yo creo que
nunca se ha hablado del abuso de autoridad. Sólo puede
abusar de autoridad el que legalmente tiene esta autoridad y por lo tanto son las fuerzas, los cuerpos de seguridad. Evidentemente, ni la mujer ni el hombre tienen
autoridad. También hay otras cuestiones que se abordan
que yo creo que se tendrían que sacar, como, por ejemplo, prohibir indebidamente salir del domicilio. La
retención siempre es indebida. El único que puede retener es el que tiene capacidad de retener, que es el Estado en su papel de punición. Encontrar algún agravante,
que sería un primer paso, yo lo consideraba como algo
positivo. Quizá la palabra machista —hay que encontrar una redacción adecuada— o sexismo, que me parecería más adecuada. Hay que encontrar una redacción
más consensuada y adecuada.
Usted nos ha hablado en general, y yo se lo agradezco muchísimo, pero no me voy a resistir a hacerle alguna pregunta por su calidad de forense. Hemos oído en
las comparecencias de días anteriores que la participación del forense, cuando ya se produce una denuncia,
tiene lugar en un porcentaje escaso. Eso conduce
muchas veces a que, como falta esa prueba importante,
se puede derivar hacia una absolución o hacia una consideración de la manifestación de la violencia menor de
lo que en realidad es. Si esto es así, ¿cuál es su percepción y cómo se puede mejorar? Usted nos ha hablado
de unidades especializadas, de servicios clínicos —que
me han parecido muy interesantes— de medicina legal
que podrían estar fuera del juzgado, en los servicios de
asistencia. Quisiera que nos lo detallara.
Esto enlaza —intentaré ser breve, señora presidenta— con otro tema. La respuesta jurídica hoy en día
frente al fenómeno de la violencia, se sustenta en tres
pilares: la orden de protección, que supuso un avance,
desde mi punto de vista, importantísimo; las modificaciones del Código Penal en general y del ordenamiento
penal en general, muchas de las cuales todavía no han
entrado en vigor, puesto que lo harán en octubre del
año 2004; y un tercer pilar, que eran los juicios rápidos.
Los juicios rápidos nacieron con la voluntad de dar respuesta a una queja de una situación flagrante, que era
que la media de resolución de estos temas pasaba de
Finalmente le pediría que nos concretara alguna propuesta más, ya que creo que usted es una persona
experta, tanto en la línea de las medidas de actuación
preventiva como en la de los agravantes, que, si no he
entendido mal, usted no veía que fueran muy efectivos.
Me gustaría que nos explicara un poco más cuál es su
idea al respecto.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Catalán de
Convergencia i Unió, tiene la palabra la señora Pigem.
La señora PIGEM: Señor Lorente, quiero también
agradecer su intervención, que me ha parecido muy
ilustrativa de los elementos, de la etiología, en definitiva, de la naturaleza de la violencia de género.
A la luz de lo que usted nos ha dicho, me parece evidente que su conclusión es que las denuncias suponen
sólo la punta del iceberg del fenómeno de la violencia y
que, por lo tanto, la parte importante de este fenómeno
quedaría sin tratar si el abordaje se llevara únicamente a
la actuación a partir de la denuncia, creo que esto era
así, y que, por lo tanto, de ahí se derivaba la necesidad
de una ley integral que supusiera la obligación de poner
el acento en la prevención y en la actuación antes o
incluso al margen de cualquier denuncia. Desde este
punto de vista, la pregunta cómo considera usted que el
proyecto de ley integral aborda la resolución de esta
problemática y si tiene sugerencias o propuestas concretas, en el caso de que creyera que se pueda mejorar.
Ha hecho usted hincapié en la necesidad de información. Ha dicho que actualmente se ciñe alrededor de la
fecha del 25 de noviembre, pero que no es sostenida en
el tiempo y quizá tendría que ser sostenida. Y nos ha
hablado también de la necesidad de la educación. Yo
creo que es un punto muy importante porque la educación ha de ser en cuanto a la igualdad entre hombres y
mujeres. Pero yo creo que ha de ir un poco más allá. Es
decir, no es posible que una mujer internalice que
alguien es bueno porque no pega. No puede ser. Se ha
de internalizar que pegar no es un forma de resolver
conflictos ni de resolver relaciones. Por lo tanto, la educación ha de llegar hasta allí. Esto enlaza con otro tema,
y es que yo creo que ha de haber mucha pedagogía al
respecto. Usted ha dicho que la violencia contra las
mujeres no se detecta como un problema, y este es el
quid de la cuestión de la polémica que estamos viviendo respecto a esta ley. ¿Por qué? Porque si algo no se
detecta como un problema, es decir, no hay la suficiente pedagogía al respecto, la ley que da respuesta a un
problema que en el imaginario no es tal, se vive de
manera polémica y de manera injusta. Y esto es lo que
yo percibo. Ahora bien, una ley por sí sola no puede
actuar como medio pedagógico. Es más, puede llegar a
ser contraproducente. Por tanto, me parece importante
la finalidad con la que nace esta ley, pero creo que hay
que hacer más pedagogía respecto a lo que usted tan
bien nos ha ilustrado de lo que es la violencia de género
contra las mujeres, porque sólo de esta manera se podrá
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las actuaciones de prevención para evitar esta situación.
Creo que tenemos que fijarnos, como usted bien ha
dicho, muy sinceramente en la prevención y de forma
muy especial en la prevención para evitar estas situaciones.
Es usted, señor Lorente, médico en ejercicio y ha
tenido la oportunidad de ver muchos casos de malos
tratos entre sus pacientes. Sobre esta experiencia, me
gustaría que me contestase algunas preguntas que nos
parecen interesantes sobre el aspecto más clínico del
problema. En el capítulo III del proyecto de ley, en el
artículo 11, se habla de la sensibilización y de la formación de los profesionales sanitarios para la detección
precoz de la violencia de género. Es evidente que esta
detección precoz puede evitar muchos casos de violencia, lo que es importante, como venimos diciendo. Por
eso me gustaría saber qué tipo de formación existe
ahora para los profesionales; si hay algo más que la
Guía de profesionales de la mujer que ha editado el
Ministerio de Sanidad y que recientemente se ha presentado, según usted mismo nos ha comentado; y si
usted considera que esto es necesario ampliarlo y de
qué manera sería ampliable.
Alguno de los expertos que han comparecido estos
días nos han dicho que cuando se habla de violencia en
el seno del hogar existe un problema que puede ser el
gran problema de la violencia en el futuro, que es la
violencia contra los mayores. Usted ha tenido la oportunidad de conocer todo tipo de violencia en general, y
me gustaría saber si comparte esa opinión y si cree que
existe, en el caso de la violencia doméstica sobre los
mayores y sobre los dependientes, mucha más violencia escondida desconocida, y si cree que si no incorporamos en esta ley a estos sujetos pasivos, en un futuro
tendremos que legislar sobre la materia. Me gustaría
saber su opinión sobre este tema.
También me gustaría saber qué indicadores advierten al médico con más frecuencia de que una mujer está
sufriendo malos tratos: si son signos físicos o psíquicos
—algo nos ha avanzado ya en su comparecencia, pero
me gustaría que incidiera en este tema—, y si es cierto
que muchas de las mujeres que sufren malos tratos terminan con graves problemas psíquicos que puedan
derivan en problemas de alcoholismo o drogadicción.
Si es así, yo veo algún problema o déficit en la ley
sobre la rehabilitación de estas mujeres. Quizá tendríamos que incluir en esta ley, en el ámbito sanitario,
mayor rehabilitación en este sentido, en el sanitario, de
las mujeres que padecen esta sintomatología.
También quisiera que nos dijera si la historia clínica
y el informe de asistencia se aportan como prueba testifical en el caso de los malos tratos. Añado a esto un
tema que nos han comentado los expertos durante estos
días. La representante de Amnistía Internacional nos
indicó que sería positivo que los médicos forenses
tuviesen una mayor participación. Ella decía que en
el 18 por ciento de las veces los médicos forenses no
asisten o asisten sólo al 18 por ciento —una cifra así
100, 200 y a veces 300 días, hasta que se producía una
sentencia. Evidentemente esto era demasiado lento.
Pero, ¿usted cree que el que sea tan rápido permite una
defensa adecuada y permite trasladar al juzgador o a la
juzgadora la verdadera naturaleza de la situación? ¿Hay
suficiente tiempo para practicar las pruebas? ¿Usted
cree que simplemente con que se cumplieran los plazos
que marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sin
necesidad de ir a juicios rápidos, no sería suficiente?
Mi grupo parlamentario —tengo que reconocerlo— fue
partidario de los juicios rápidos justamente para dar
respuesta a las tantísimas dilaciones que había, innecesarias e injustas. Pero después de las quejas que ha
habido, nos podríamos replantear si con una ley que
cumpliera los plazos de instrucción quizá sería no sólo
suficiente sino también más adecuado.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular,
tiene la palabra la señora Camarero.
La señora CAMARERO BENÍTEZ: Señor Lorente, quiero agradecerle su presencia en esta Comisión y
sobre todo su comparecencia, que al Grupo Parlamentario Popular, igual que al resto de los grupos, le ha
parecido muy interesante. Creo que usted nos ha aportado datos muy importantes para el estudio que estamos
realizando estos días sobre la violencia de género y que
va a ser muy aleccionador y muy importante para las
enmiendas que nosotros vamos a presentar a partir de
septiembre.
Conocemos, señor Lorente, que usted ha escrito un
libro que no ha querido comentar hoy titulado Mi marido me pega lo normal, en el que mantiene que hay
mujeres que siguen sin denunciar los malos tratos por
considerar —y eso sí que lo ha explicado a lo largo de
su comparecencia— este fenómeno como algo normal
que tiene que aceptarse sin más. A mí me produce escalofríos que en pleno siglo XXI, y con la información y
la sensibilización social que existe en este momento,
con los recursos que hay en las distintas administraciones, con las reformas legislativas que hemos conseguido que favorecen y facilitan la denuncia de malos tratos, siga existiendo este comportamiento y que algunas
mujeres vivan la violencia como algo normal y asumible. Me gustaría saber su usted cree que este comportamiento se puede definir como habitual, por su experiencia, y qué podemos hacer para evitarlo. En este mismo
sentido, me gustaría preguntarle cuáles serían los
mecanismos o actuaciones que podríamos hacer entre
todos para animar a las mujeres a denunciar y que se
aumenten las cifras de denuncias, que todos sabemos
que siguen siendo un porcentaje reducido pero que
todos queremos que vayan a más. Nos ha indicado también en su comparecencia —ya lo habíamos leído anteriormente— que entre el 20 y el 40 por ciento de las
mujeres que se suicidan han sido víctimas de malos
tratos. Estos datos están confirmados, pero me gustaría
que me dijese si existe alguna posibilidad de ampliar
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La señora ESTEVE ORTEGA: Señor Lorente,
igual que los otros grupos, quiero agradecerle su presencia hoy aquí y sobre todo el contenido de su intervención. Al menos a esta diputada le ha aclarado y le ha
aportado muchísimos elementos que creo que van a
ayudar a mi grupo a profundizar mucho más en el
aspecto de la ley. Estoy en la convicción de que el proyecto de ley que se plantea no es perfecto, pero usted
hablaba en su intervención de la transversalidad, de la
visión global, de respuestas globales, y entiendo que
quizá no es la última solución, pero el camino solamente es una ley integral que permita incidir en todos los
ámbitos y organizar respuestas. En este sentido, yo ayer
reflexionaba sobre su bibliografía y sobre alguna cuestión que contribuía a esta reflexión: el mapa conceptual
que usted utilizaba y que de alguna manera nos ayuda a
fundamentar la agresión, el anonimato, la inexistencia
por el anonimato, la impunidad, la violencia como proceso, como continuo, la fortaleza que da esto al agresor,
la invisibilidad y, por tanto, la normalización.
Señalaba usted que en el inicio está la sociedad, es
como un círculo de la violencia y al final está la sociedad, pero en medio han de pasar cosas, y usted lo señalaba. De ahí la importancia de los poderes públicos
para organizar respuestas que vayan a aquello que es
más difícil de modificar en nuestra sociedad y que
entronca con la historia, que son nuestras actitudes;
actitudes compuestas por la información, por lo que
interiorizamos, por lo cognitivo y por las conductas de
los sujetos. Esta es la gran dificultad: cómo hacer y
conseguir cotas de eficacia cuando aquello que queremos modificar entronca con lo más íntimo del ser, con
su cultura, con su historia, por tanto con aquello que
interioriza y con su conducta. A mí me daría igual que
con la información, aunque no modifiquemos actitudes,
aquello que nos permite adaptarnos a la sociedad, que
es la conducta, no fuera agresora, pero no es así. Por
tanto, cada vez más vemos que necesitamos de mecanismos que nos permitan ir mucho más allá y nos permitan incidir y promover el cambio, y esto es difícil,
usted lo señalaba. Hablaba de suicidios, de la impunidad, de la situación de las mujeres, que siempre las
convertimos en el objeto y hablamos del agresor.
¿Cómo incidir en todo ello?
Quisiera señalarse que cada vez más —y me gustaría
que usted profundizara un poquito en ello— cuando la
sociedad incide en la respuesta a partir de la denuncia,
tenemos la impresión de que llegamos tarde. De ahí la
importancia de esta transversalidad y de organizar respuestas que estén muy orientadas al mundo social de la
posible víctima, de la mujer, a su organización, a su
sistema más inmediato, al territorio, cómo incidimos en
esa sociedad que se articula en forma de redes y a partir
de estas redes intentar incidir cada vez más en este
cambio de actitudes. De ahí la importancia de trabajar
desde las distintas instancias, desde los servicios sociales, la salud, lo educativo, para ir a los intersticios y
promover el cambio. Vemos lo complicado que es por-
daba—, y ella creía, y nosotros compartimos esta idea,
que el papel del médico forense como testigo de prueba
es evidente e importante en estos casos debido a las
peculiaridades de la prueba y lo complicado que resulta
en los procesos. Me gustaría saber su opinión sobre
esto.
Comparto con usted la importancia de la creación de
servicios clínicos de medicina legal con expertos en la
materia que puedan servir de apoyo en los juicios de
violencia, además de coordinar todas las actuaciones
que es preceptivo realizar en estas materias y que llevan
a la mujer a una doble victimización porque tiene que
reiterar en todo este proceso la situación que ha vivido,
y eso es duro. Me gustaría saber si este tipo de servicios
tendrían cabida también en la ley. Yo creo que podrían
ser incorporados.
También nos ha comentado usted, señor Lorente,
datos conocidos sobre la tendencia alcista de las mujeres muertas por sus parejas. Nos decía que el 20 por
ciento de estos casos llevan directamente a los homicidios, y por tanto usted creía que una vez dada la orden
de alejamiento y por el perfil del agresor, la peligrosidad del agresor, lleva a que a éste no le importe saltarse
la orden de alejamiento y directamente mate a la víctima, a su mujer. Por eso veía usted importante adoptar
otras medidas complementarias a la orden de alejamiento. Desde el Grupo Parlamentario Popular presentamos hace un tiempo una proposición de ley para la
realización de un plan de protección personal a la víctima. Sería un plan que llevaría medidas telemáticas,
como se están desarrollando en distintas comunidades
autónomas, junto con otras medidas de atención policial, dependiendo de las circunstancias de cada víctima.
Me gustaría saber si usted cree que ésta podría ser una
medida complementaria a la orden de protección que se
da a las víctimas para evitar que en este proceso que se
da desde que se presenta la denuncia hasta que la sentencia es firme, la mujer que tiene un riesgo evidentemente mayor pueda tener una protección complementaria a la que hoy existe, ya que vemos que es
insuficiente. La policía que existe y los medios que
tenemos en este momento no son suficientes para
evitar estas víctimas. Me gustaría saber si usted cree
que este plan podría ser oportuno y podríamos incluirlo
en la ley.
Ya para terminar, voy a referirme a algo que usted ha
manifestado y que ya han comentado mis compañeras
de otros grupos parlamentarios. Usted dice que no está
de acuerdo en que se imponga una agravante por
machismo. Pero me gustaría saber si ve adecuado agravar la pena por el sexo del sujeto activo; es decir, llevar
a una discriminación positiva respecto a la pena. Me
gustaría que nos ampliase esta cuestión.
La señora PRESIDENTA: Por el Grupo parlamentario Socialista, tiene la palabra la señora Esteve.
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medidas globales para resolver no sólo esa última consecuencia que aparece en forma de agresión. Eso, dada
la base histórica, por una parte, y cultural, por otra, y
ese proceso de normalización que se ha producido,
exige actuar con mecanismos que cuestionen lo aceptado como normalizado, precisamente por lo contrario,
como algo inadecuado, incorrecto y que debe ser rechazado y combatido. Formación, educación e información, son elementos básicos, pero al mismo tiempo
entiendo que son abstractos y generales. Educar en
valores, ¿cómo se hace? Yo creo que es importante,
aparte de plantear de manera específica la formación, la
información positiva en cuanto a que hay que abordar
las noticias, por ejemplo, de una manera adecuada para
que no traten de destacar lo anecdótico, que no justifiquen sobre todo en titulares ni en el contenido —pero
casi todas van en titulares— el crimen: pasional, celos,
alcohólico, inmigrante, etcétera; y luego, la información en negativo que pueda determinar lo que es la
imagen de la mujer en la sociedad, sobre todo por la
publicidad cuando esta es claramente ofensiva a la dignidad de la persona, en este caso de la mujer. Eso también hay que hacerlo en otros aspectos de la formación.
Hoy por hoy no existe ninguna, creo, carrera curricular
en que haya una formación específica sobre lo que es
género, igualdad y sobre todo violencia en las disciplinas que sí van a abordar el problema de la violencia
contra las mujeres. Dentro de medicina legal se estudia
exclusivamente una parte técnico-legal, no se habla
para nada de lo clínico; se plantea como una violencia
tradicional, es decir, lo que yo he tratado de presentar
hoy aquí no aparece como tal en los libros de medicina
legal; aparecen trabajos publicados, pero la adquisición
académica de estos valores y de estos conocimientos
todavía es compleja. Yo creo que hay que potenciar la
creación de asignaturas en las que se pueda incluir este
tipo de elementos de formación específica para que el
profesional salga con la capacidad crítica. No es otra
cosa que incluir, dentro de los elementos críticos o
diagnósticos, el famoso juicio clínico como un elemento más del diagnóstico diferencial. Entonces habrá un
posicionamiento y sobre todo eso te abre la mente. Ya
no es sólo es el hecho de que seas capaz de detectar,
sino que a partir de ese momento tú tendrás en la mente
lo que decía Bertillon, elementos que te puedan hacer
ver aquello que te pasa desapercibido. Es decir, solamente se ve lo que se mira, sólo se mira lo que se tiene
en la mente. Entonces, hoy por hoy, en la mente no
existe el concepto de violencia de género, sobre las
mujeres, como una violencia específica y diferente al
resto de las violencias por su significado, por sus motivaciones, por sus objetivos, en definitiva, en el porqué y
en el para qué, y sí se ve como un elemento real que
forma parte de las manifestaciones violentas de la
sociedad en cuanto al resultado, pero un resultado que
viene condicionado por la víctima, no por el significado, y ahí es donde yo creo que hay que cambiar el valor
para que se pueda ver no sólo como esa manifestación
que cuanta más información y más conocimiento, aunque sea este empírico tengamos, realmente vemos las
dificultades que existen. Por tanto, para que usted nos
ayude a dar más luz, voy a hacerle algunas preguntas.
Intentaré no repetir aquellas que ya han formulado los
otros grupos parlamentarios.
Si la violencia es un problema grave de salud pública, tal y como usted ha señalado y así lo señala la OMS,
¿no cree usted que el sistema sanitario, entre otros
medios, los profesionales sanitarios, los médicos, todo
el personal de enfermería, tienen la obligación de
detectar a priori, en fases incipientes posibles indicios
de situación de violencia continuada, aunque esta no se
manifieste con una lesión física? Después de esta
detección, ante las sospechas, ¿deberían comunicarlo?
Estoy hablando de un mayor compromiso, de una actitud de los diferentes profesionales, pero me refiero a
todos los sanitarios. La misma importancia doy al papel
del forense. La ley señala la importancia de las unidades de valoración realizadas por el forense de manera
integral porque precisamente su ciencia es multidisciplinar per se. ¿Cómo puede ayudar al conjunto en la
elaboración de protocolos?
Otro elemento que tiene que ver con la noticia y a la
que usted se ha referido es que la sociedad no se sensibiliza por la noticia —decía— sino por la información.
En cambio, ¿qué impacto tiene la noticia sobre el
potencial homicida, sobre el que se mantienen los niveles todavía de impunidad? Es decir, ¿le llega a él, le va
a permitir modificar su conducta, sirve para algo?
Otro elemento es cómo hacer que la solicitud de
separación o la adopción de medidas cautelares, especialmente los alejamientos de los hijos, no sea un elemento que desencadene consecuencias peores, por
ejemplo, los homicidios.
Finalmente, una preocupación es que entendiendo
esta espiral social, la dificultad del cambio de actitud,
parece que el agresor en todo esto sale impune porque
no le importa. Por tanto, ¿hay alguna posibilidad de
ejercer medidas sobre el agresor, más allá de las punitivas, que permitan su rehabilitación? Modestamente
creo que no, pero yo le pregunto, desde su conocimiento, cómo ve esta cuestión.
La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el compareciente para contestar a las preguntas formuladas
por los distintos grupos políticos.
El señor LORENTE ACOSTA (Médico forense):
Tengo la palabra; lo que no sé es si tengo el tiempo
suficiente, porque veo que efectivamente la participación de sus señorías ha sido muy productiva y me produce satisfacción poder compartir y reflexionar de una
forma concreta sobre algunas cuestiones. Empezaré por
el orden en que se me han planteado.
Con relación a las preguntas de la señora García, de
Izquierda Unida, efectivamente, el problema de la violencia es un problema global y, por tanto, necesita de
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última, sino como un instrumento que está amparado históricamente por esa normalización que se ha
producido.
Yo creo, y lo reiteraré porque algunas de las cuestiones que me han planteado van en ese sentido, que entre
las cosas que se pueden incluir de manera específica
está la parte clínica. Es clave. Sabemos que las mujeres
maltratadas, las mujeres que sufren violencia, no acuden siempre a un centro hospitalario, a un centro médico cuando la han sufrido. Incluso hay elementos psicológicos el síndrome del paso-acción retardado que
hacen que se detengan durante un tiempo, se quedan
bloqueadas y cuando ya empiezan a reaccionar, eso
mismo impide que la mujer entienda que su situación
es grave y lo van normalizando: se toman su pastilla, se
ponen su crema si le duele mucho la zona donde han
recibido el golpe, y van tirando, pero sabemos que el
cien por cien de las mujeres maltratadas van a servicios
médicos con mayor frecuencia que las mujeres que no
sufren malos tratos. Es decir, hay una mayor demanda
de asistencia sanitaria, no sólo por la violencia, o sobre
todo por su percepción de que la violencia es la causante, sino porque tienen ese tipo de molestia inespecífica,
de sensación psicológica de que todo lo que se les viene
encima, de que se sienten mal, no saben por qué, y eso
hace que vayan al médico. Entonces, es fundamental
insistir en la parte clínica porque es el único elemento
que hace que todas las mujeres maltratadas vayan a
presentarse en un momento determinado, con independencia de que lo hagan por el maltrato, que permite
diagnosticar si vemos los parámetros de referencia adecuada como elemento diagnóstico diferencial y que por
lo tanto se puedan establecer medidas para ir resolviendo la situación de salud y al mismo tiempo de violencia. Eso exige algunos cambios —y luego responderé a
qué cambios, de cara a la pregunta que me ha hecho la
señora Esteve—, pero es fundamental. Yo creo que la
clave para hacer mucho en poco tiempo está en la sanidad, sinceramente, porque además dependerá de actuaciones en positivo de las personas que sufren la violencia; eso conlleva que interpreten que es violencia, que
haya una crítica de no aceptación social, porque no hay
aceptación nunca en lo individual, una mujer maltratada nunca acepta la violencia, sino que la normaliza, la
justifica, pero no la acepta, y entonces lo que tiene que
dar es el paso a no aceptarla tampoco como conducta
socialmente reprobada. Ese elemento exige toda la
influencia de lo que es la educación, formación e información y eso lleva tiempo. Poco a poco yo considero
que va a ser eficaz porque se está viendo que el aumento de número de denuncias no es por casualidad. No es
por casualidad que surja ese aumento de manera significativa, casi exponencial, en el año 1999, cuando se
empezó a debatir este problema públicamente a finales
de 1997. Todo eso está demostrando, como también ha
apuntado usted, que se está haciendo mucho y bien,
pero de manera insuficiente todavía para ir resolviendo
el problema. Yo creo que, además, en ese sentido lo
apunto, la ley integral nos va a dar un nuevo panorama
que va a exigir que modifiquemos muchas cosas en un
sentido u otro, según veamos que sean más o menos
eficaces, que son totalmente innecesarias o que son
totalmente insuficientes, pero no podemos prever el
futuro ideal desde el principio porque es un proceso, y
el proceso se modificará paulatinamente y eso significa
hacer correcciones en el trayecto. Además, creo que
desde el punto de vista técnico-parlamentario, será
imposible plantear una ley cada año, lógicamente, pero
es lo que nos debe dar es el marco, sobre todo el marco
de referencia, para que la sociedad establezca el límite
entre lo normal y lo anormal, lo permisible y lo que no
se puede permitir, y lo reprobable y lo aceptable. Eso es
lo fundamental y ahí sí creo que una ley tiene una función pedagógica, no sólo porque actúe sobre cada caso,
sino porque a mí me sitúa la referencia. Yo, cuando voy
navegando y veo un faro, sé que por allí hay un cabo y,
aunque no vaya al cabo, por lo menos sé que está por
allí. Las leyes sirven para eso, sobre todo estas leyes de
amplio calado cultural y social, ya que ayudan a que la
crítica no sea sí o no crítico, sino que haya una crítica
institucional, social, compartida por la sociedad, y eso
es importante.
A raíz de esta situación hay que hacer una espera
activa. Nosotros vamos a poner un instrumento nuevo
para actuar. Hay que esperar activamente y no pasivamente, ir actuando, ir modificando, ir viendo e ir desarrollando. La ley solamente nos va a dar las referencias
para desarrollar una serie de medidas que son amplísimas, que conllevan también la participación de las
comunidades autónomas, y eso no es poco. En ese sentido, el rechazo social que pueda generar saber decir
no, al tener una referencia que nos puede permitir la
ley, es fundamental. Hace unas semanas salió publicado en prensa que la primera palabra que aprendieron a
decir los seres humanos y fue clave para la evolución
fue no, y es verdad que se ha estudiado cómo otros primates, en la evolución, llegaron a alcanzar niveles de
inteligencia similares a los humanos, pero no los superaron. Tener un poco de inteligencia es muy peligroso
porque te incita a hacer cosas —esto es un comentario
al margen—, pero el no, establecer el límite de lo que
es no, es fundamental para no equivocarte, y ahora
mismo la sociedad tiene un límite en el no muy disperso y muy interpretable, y eso es un problema porque
siempre se hace la interpretación desde el punto de
vista subjetivo, desde el punto de vista que beneficia a
la persona. Por eso creo que las medidas que se han
apuntado hay que desarrollarlas de esa manera específica, hay que tener una espera activa y sobre todo hay que
insistir mucho en las medidas de tipo sanitario-clínico,
porque sabemos que el cien por cien de las mujeres van
a ir con frecuencia a recibir algún tipo de asistencia
médica, y ahí es donde se puede detectar y empezar a
tratar no sólo la parte clínica. Cuando se trata clínicamente, la posición de la mujer ante un proceso penal,
proceso de separación, etcétera, es mucho más activa y
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no se deja llevar pasivamente por los diferentes elementos —la influencia de la familia, los consejos de los
especialistas—, sino que ella misma se va posicionando porque tiene mayor capacidad para hacerlo por esa
recuperación, y creo que es fundamental. No sé si respondo a su pregunta pero en cualquier caso creo que ha
sido interesante en ese sentido la reflexión que ha apuntado.
En cuanto a la señora Pigem, del Grupo Catalán,
efectivamente, la situación es complicada —y yo comparto esa reflexión muy interesante—, y es decir: si no
es problema, ¿qué problema vamos a resolver? Sí hay
problema, lo que pasa es que es un problema oculto.
Cuando a alguien le pregunta el CIS: ¿a usted le parece
bien que la mujer sufra maltrato? ¿Existe justificación?
¿Le parece bien que haya violencia contra las mujeres?
¿Cree que en alguna ocasión es justificable la violencia? Pues el 0,4 por ciento —que ya hay alguien—
piensa que sí, que se puede ejercer. Si eso lo traducimos
de forma más indirecta, vemos que aumenta el porcentaje, por ejemplo cuando dice el Eurobarómetro, que
el 46,8 por ciento de las mujeres sufren violencia porque ellas la provocan. Entonces estamos diciendo que
es permisible y que se lo merecen. Entonces vemos que
hay elementos que nos indican que eso está muy enraizado en la forma de entender la relación, porque no se
entiende que haya violencia; las mujeres no permiten
que sufran violencia por parte del vecino, sino que tiene
que ser de su pareja. Es una aceptación hacia esas parejas, hacia esas personas en concreto. Por lo que acabo
de comentar creo que el elemento pedagógico existe en
cuanto que nos establece los límites, y aunque ese desarrollo de la ley no va a significar que a raíz de eso se
hagan muchas más denuncias y que la gente diga ¡por
fin, hemos descubierto la luz!, etcétera, sino que la cultura, los valores, van a seguir siendo los mismos pero
con una referencia nueva —lo que quiere decir que en
el camino que va desarrollándose día a día ya se podrá
cambiar el trayecto para acercarse a esas nuevas referencias—, yo creo que sí va a ser eficaz porque al
mismo tiempo —y ahí es donde yo veo la ventaja de
esa aproximación global y con respuestas integrales—
se va a estar actuando, no para esperar a que llegue,
sino para, desde el principio, con lo que es la prevención, adoptar medidas que sean eficaces en la modificación, pero llevará tiempo, seguro.
En ese tiempo, en esos límites y en esas referencias,
yo creo que es fundamental la respuesta penal, no para
castigar exclusivamente, sino para sentar el limite entre
lo que es aceptable y lo que no es aceptable, lo que es
correcto y lo que no lo es, en definitiva, lo que es legal
y lo que no lo es. Entonces, el hecho de regular una
situación que sabemos que es diferente con un elemento específico yo creo que es positivo, no sólo por la
ventaja procesal que pueda suponer tener un tipo penal
que regule una cuestión específica, sino que además
servirá como elemento para valorar y establecer las
respuestas a raíz de ese tipo concreto. En cuanto a que
el agravante pueda ser una medida procesal —en ese
sentido lo que los expertos y expertas consideren debe
ser siempre lo mejor—, veo que es una forma de adaptación, pero veo que es permitir que haya una parte que
no esté afectada por el agravante. Es decir, si el agravante es para todos, es mejor un tipo especial; y si el
agravante es para alguno, ya estamos perjudicando a
otros. Entonces, para tener ese agravante para algunos,
dejando que para otros no, o tenerla para todos, cuando
podemos tener un tipo, que en el fondo es lo que vendría a suponer el agravante porque sería para todos,
considero que es más correcto, incluso más estético
desde el punto de vista procesal, tener ese tipo específico que regule una violencia concreta y diferente al resto
de las violencias. En ese sentido, sí se comentó lo de la
agravante de abuso de autoridad y el de machismo. Por
eso lo he criticado, primero, el de autoridad, porque,
efectivamente, como se ha apuntado, es que no hay
autoridad y, por lo tanto, no puede haber un abuso de,
porque ya estamos partiendo de que se reconoce una
autoridad que no es real o que no debe ser real, aunque
luego en la práctica exista; y luego, el otro, el de
machismo, parece que sea respuesta ante lo excesivo.
Es decir, cuando esto sea demasiado grave, cuando
haya ostentación manifiesta de esa condición de sexismo, machismo, como queramos llamarlo, entonces
puede ser aplicado el agravante. Eso puede generar el
problema de la subjetividad. Luego hay mujeres víctimas de delitos que no tienen nada que ver con la violencia de género y entonces se puede recurrir en un
momento determinado por un mecanismo técnico, aunque tú hayas sufrido el robo de un bolso al salir de un
mercado y digas: y ahora, agravante por tal. Mire usted,
es que esto no tiene nada ver con eso. Es verdad que se
ha actuado sobre una persona más débil físicamente,
que sabe que tiene menor capacidad de respuesta agresiva ante una posible disputa, pero el objetivo de su
conducta no ha sido dominar, controlar a esa mujer,
sino conseguir un dinero. Entonces, aplicar agravantes
así puede conducir a cierta confusión, que en ningún
caso sería clarificadora para lo que se pretende con una
medida de este tipo, que no sólo es sancionar mejor en
la respuesta penal, sino también cambiar un poco la
actitud, contribuir a ese cambio de mentalidad. En ese
sentido, salvo que los expertos digan otra cosa, desde
mi opinión, como médico legista, conozco el derecho
pero estoy formado en medicina, al existir unas características específicas, debe hacerse también de una manera concreta sobre la conducta que se pretende sancionar
y, por lo tanto, modificar.
La participación forense no tiene por qué ser escasa.
Si es escasa es porque el juzgado no ha remitido a la
persona. El forense no puede citar directamente a la
persona que ha sufrido una agresión, a la mujer maltratada. El forense no conoce que existe ese caso. Al
forense le viene remitido por el juzgado. El forense no
puede actuar de manera directa porque desconoce ese
hecho, ni lo conoce por la policía, que también puede
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remitirla directamente, ni lo conoce por el juzgado.
Luego, si no llegan todos al forense —y hoy por hoy, le
puedo decir que la mayoría de los asuntos de la guardia
son casos de maltrato—, es porque de alguna manera el
juzgado no ha tramitado adecuadamente la citación al
forense, porque siempre hay forenses de guardia, al
margen de lo que es el instituto, en cualquier parte de
España ahora mismo. Debería ser un elemento a considerar y efectivamente ver por qué los juzgados no citan
a esas personas, además de manera inmediata, porque
lo que sí hemos comprobado, cada vez menos, es que
citan tarde, eso sí. Ahí ha habido un problema, que a
veces surge de la propia instrucción policial. Es decir,
la policía tiene un número de días para instruir y remitir
las actuaciones y tras ese número de días a veces, cuando llegan, el hecho no está en la efervescencia propia
del conflicto y el juez empieza a actuar de una manera
diferente, en vez de que la vea el forense directamente,
empieza a tomar declaración, empieza a llamar a testigos, a los hijos, y al final da la sensación de que esto no
ha sido nada, de que no es motivo, y no se cita al forense directamente o se cita cuando han pasado quince
días y no vemos las lesiones recientes y, por lo tanto, no
podemos valorar otros muchos elementos, pues no es
sólo constatar la violencia, sino cómo se ejerció, cuándo se produjo el ataque, si hubo desproporción de fuerzas, si atacó por detrás, todos esos elementos que son
fundamentales para tener una idea sobre los hechos. Lo
que he propuesto en otras ocasiones es que, al margen
de la instrucción policial, que yo creo que debe hacerse
correctamente, se remitan inmediatamente diligencias
de urgencia, que se hacen a veces, para que el juez
tenga conocimiento de los hechos, con independencia
de que se esté investigando y que se permita reconocer
a la persona de manera inmediata. Eso facilitaría que
pudiéramos reconocer en todos los casos y de forma
reciente a la mujer que ha sufrido esa violencia.
En cuanto a la respuesta jurídica basada en los pilares de la orden de protección, las reformas que a partir
de octubre empezarán a ponerse en marcha, y los juicios rápidos, yo coincido con usted. Casi todos vimos
que los juicios rápidos pueden ser una manera positiva
para ir resolviendo cuestiones que por el hecho de no
solucionarse ya supondría el mantenimiento del conflicto que generara más enfrentamiento, pero ahora
mismo yo creo que son perjudiciales, no voy a decir en
todo, pero sí en un porcentaje muy alto de casos por esa
presión y sobre todo porque no se está valorando en
absoluto el daño psicológico, que es lo que más manifiesta una mujer maltratada. Un daño psicológico no se
puede valorar en cuestión de minutos y un daño psicológico necesita de una actuación especializada, que no
tiene por qué ser lenta ni retardada, y eso se puede
hacer cuando tienes a las personas formadas. Por ejemplo, en mi instituto, estamos 18 forenses y hay dos de
guardia. Si esos dos de guardia son forenses que no
tienen formación específica en este tema, valorarán lo
que puede valorar cualquier médico forense, pero lógi-
camente no harán una valoración especializada de ese
problema. Es como si vas al médico de guardia del hospital y en vez de estar el cardiólogo, está el neurólogo y
éste te ve por un problema de corazón. Evidentemente
te va a diagnosticar, te va a poner un tratamiento, pero
nunca lo hará igual de bien que lo haría un cardiólogo.
Entonces, si tenemos margen de actuación, le decimos
a esa señora que llega a las seis de la tarde: vuelva usted
mañana a las nueve, que la va a ver la persona que está
valorando este tipo de casos. Creo que se ha confundido el juicio rápido con el juicio precipitado. A veces se
hace demasiado pronto y lo pronto no quiere decir que
sea rápido, porque en ocasiones los obstáculos que surgen desde el principio pueden originar trompicones,
caídas y hacer que haya que repetir muchas cosas a lo
largo de todo el proceso. Por lo tanto, yo creo que sí
convendría modificarlo. En ese sentido, de cara a ese
ajustarse a los plazos, que sabemos todos lo difícil que
es por el volumen y por las diferencias en el trabajo, los
juzgados específicos quizá puedan facilitar todo eso. Si
a los juzgados les quitamos todo lo que es la carga de
trabajo que viene en el día a día y además les damos
una cierta actuación específica, lógicamente se podrán
ajustar más a los plazos y, no sólo en la calidad sino en
el tiempo, también se podrá dar respuesta mejor. En ese
sentido, creo que pueda ser interesante.
En cuanto a las preguntas realizadas por la señora
Camarero, efectivamente, hay un aumento del número
de denuncias y eso en cualquier sentido es positivo,
positivo porque lo único que está manifestando es que
sobre esa parte del 90 por ciento que sigue oculta, que
vimos que no era un 10 por ciento sino que probablemente era un 5 por ciento como mucho, ahora es cuando nos estamos acercando a un 10 por ciento, según los
datos de la prevalencia, y si hay ese número de mujeres
maltratadas y ahora estamos en alrededor de 50.000,
estamos acercándonos a ese 10 por ciento. ¿Qué hay
que hacer para que ese número siga aumentado? Primero, responder bien a los casos que se denuncian, cosa
que a veces no se hace del todo, como hemos apuntado,
por diferentes motivos. Se ha estudiado que cuando las
mujeres maltratadas perciben por noticias o comentarios que el resultado es positivo, se animan a denunciar,
pero ocurre lo contrario: cuando perciben que no es
positivo, no se animan a denunciar. Entonces, el hecho
de responder adecuadamente es fundamental y clave
para que esta dinámica hacia la denuncia, hacia la ruptura de esa cadena que mantiene con el agresor se vaya
produciendo. Luego está la información, formación de
las personas para que critiquen y no vean la violencia
como algo anecdótico, puntual en forma de agresión,
sino que es violencia y que está mantenido, y que se
cuestione, cuando van a ver a su madre por qué no les
gusta que trabaje fuera, por qué critican cuando sale
con sus amigas a fulanita, por qué critican la forma de
educar a los hijos, por qué le dicen «tú te callas». Todo
ese tipo de cosas son parte de la violencia que habitualmente se ejerce sobre esa mujer, y eso también tiene
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que incluirlo como parte del arsenal violento que ejerce
su marido, y cuando te vas cuestionando todo ese tipo
de cosas, vas recomponiendo tu situación ante esa relación de pareja, ante esa relación familiar y puedes
entender que son inaceptables determinadas cosas y
puedes denunciar. Insistiría en ese sentido en lo que es
el diagnóstico clínico. A ellas, por esa presión social y
cultural, por esa baja autoestima, cuando una mujer va
cayendo dentro de lo que es la red del maltrato, les es
más difícil salir. Puede parecer un poco al contrario:
cuando hay mucha violencia, más fácil es identificar
que eso es violento, que al Paco no es que se le haya ido
la mano hoy, sino que se le va siempre; que Paco no es
tenga mal beber, sino que siempre está igual, y eso nos
puede dar a entender que cuanto más, mejor. Todo lo
contrario: cuanto más, más se va hundiendo psicológicamente, más va justificando, más va racionalizando,
más va sintiéndose responsable de lo que está pasando
y más difícil es salir. Luego lo importante es evitar ese
ciclo que tiende hacia lo que es el hundimiento personal, humano y social de esa mujer y, por lo tanto, superarlo, y se puede detectar y actuar sobre ello de una
forma relativamente sencilla desde un punto de vista
clínico-sanitario. Por eso es muy importante. Además,
evitaríamos lo que usted ha apuntado, ese porcentaje
tan alto de mujeres con antecedentes de malos tratos
que se suicidan, el 20 ó 2l 40 por ciento. ¿Qué se puede
hacer? Es clave que la medicina clínica entienda que
hay que hacer un diagnóstico diferencial con esta
situación de violencia porque, al contrario, de una
mujer con 40 ó 50 años que esté deprimida se dice
mucho que es normal, los hijos están en la universidad,
ella está en la menopausia, lo normal es que esté bien,
no es normal que esté deprimida, y entonces hay que
analizar si hay alguna situación de violencia detrás de
esa depresión que puede conducir al suicidio. En ese
sentido creo que el no tener ese diagnóstico diferencial
como posible hace que se medique, se trate, pero se
trate inadecuadamente y además se posicionen muchas
veces cuando se detecta. Hay estudios y trabajos sobre
el miedo de los médicos que dicen: ¿Y si lo detecto qué
hago ahora? Les da miedo enfrentarse a una mujer maltratada porque no saben qué hacer; no saben si denunciar o no. No cuestionan nunca la denuncia del menor,
cuando ha habido un maltrato, en contra de la opinión
de los padres. No cuestionan la violencia entre familiares cuando se pelean por la herencia, una Nochebuena
cuando beben dos copas; no lo cuestionan nunca y lo
hacen. Yo conozco un caso de dos hermanos con dos
copillas que se habían peleado en la Nochebuena y se
besaban delante del médico y le decían: Mire usted, si
nos queremos mucho, ha sido una tontería. Y el médico
les decía: Eso que me están explicando se lo explican al
juez. Pero cuando ven a una mujer maltratada se detienen, piensan que van a romper la relación, si el hombre
le va a pegar más o menos y prefieren no hacer; cuando
en violencia no hacer es hacer en sentido negativo. Hay
un posicionamiento claramente derivado de esta con-
cepción de la violencia como algo anecdótico, puntual
y asunto de pareja, asunto de familia. Creo que la clave
está en insistir en el diagnóstico diferencial y eso pasa
por lo que hemos apuntado antes, la formación específica, que además se puede adelantar con medidas puntuales en forma de guía, en forma de cursos, buscando
servicios específicos como los clínicos. Yo sé que un
médico no se va a implicar al cien por cien ante la violencia, lo sé, y por eso quiero dar las alternativas. Igual
que cuando un médico detecta un problema cardíaco lo
manda al cardiólogo, cuando detecte un problema de
violencia lo mande a una persona que sí va a actuar de
manera específica sobre la violencia. Ahí es donde
entra el servicio clínico de medicina legal, porque va a
abordar la cuestión médico-legal de esa situación de
salud. Ahí si podemos ser eficaces. Si pretendemos que
cada uno de los profesionales en cualquier de los ámbitos se sensibilice y actúe, eso no lo vamos a conseguir.
Lo que hay que hacer es dar los instrumentos específicos para que actúen sobre todos los casos. Es lo que
más podemos conseguir en ese tiempo tan limitado que
tenemos porque está corriendo a costa de violencia y es
siempre una cuenta negativa que generamos en la
sociedad.
La violencia contra los dependientes no es bueno
que esté en la ley. ¿Por qué? Porque estamos cuestionando una actitud histórica, una actitud que tiene un
significado y que ha influido incluso en el mantenimiento de esa ética a fin de arrancar ese recurso al conflicto para resolver el problema, y eso no es igual aunque el ambiente sea el mismo. Dice usted que es posible
que tengamos que regular específicamente. Estoy convencido de que sí, lo veo bien. El derecho penal durante
siglos se ha mantenido con una visión muy general. En
una sociedad posmoderna, compleja, individualista,
difícil, egoísta en muchos casos, con necesidad de respuestas inmediatas para casi todo, quizás ha llegado el
momento de buscar unos nuevos parámetros a la hora
de la regulación, igual que ha ocurrido en otros campos
de la sociedad, entre ellos la ciencia, que no puede dar
abasto ya a todo. La medicina legal surgió como parte
de la medicina interna y dentro de ella estaba la psiquiatría; ahora ya la psiquiatría desapareció y es una
especialidad independiente desde los años cincuenta
del siglo pasado. Eso se va desgajando. Esa visión total
—y veo por aquí especialistas que podrán abordarlo
desde el derecho penal, no lo sé— esa visión genérica,
global, quizá tenga que cuestionarse ahora para tratar
temas de manera más específica, lo que de hecho ocurre en otros temas muy concretos generalmente relacionados con la ciencia, como la manipulación genética, la
Ley de reproducción asistida, cosas muy concretas pero
al mismo tiempo pensando en medidas de acción positiva. Quizás este sea el momento. Además, el tema de
los dependientes tiene estructuras diferentes en cuanto
al significado y motivación de la violencia y se produce
en familias con características distintas. No planteo
aquí la diferencia entre el síndrome del maltrato en el
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niño, en la mujer y en el anciano, pero tenemos un
componente fundamental que es la violencia institucional contra los ancianos o dependientes, la violencia en
instituciones, y eso cambia completamente el sentido
y es donde más se produce, más que en la propia familia. En cualquier caso, estoy de acuerdo con usted en
que es una violencia muy desconocida porque no hay
elementos para animarse a denunciar por parte de estas
personas.
Respecto a las otras cuestiones, todo lo que sean
medidas de recuperación de la mujer deben hacerse con
independencia de que esa alteración psicológica haya
derivado en una drogodependencia o cualquier situación que suponga una perjuicio, un daño para su salud.
Todas las medidas que vayan dirigidas a esa recuperación de la mujer integral también por otra parte, porque
es del todo, tanto desde el punto de vista individual de
la salud como de su integración social, son fundamentales. En ello sí creo que es clave, por lo que comentábamos antes, la participación de la medicina clínica y
de la historia clínica. Yo creo que la clave en ese cómo
hacer que la medicina clínica actúe de una forma
mucho más eficaz de cara a la violencia de género pasa
por la historia clínica. ¿Por qué? Porque no vamos a ser
capaces de detectar la violencia de género en un primer
reconocimiento ni ante una sintomatología inespecífica, por otra parte. Si una mujer dice que tiene dolor de
cabeza, dolor en la zona abdominal baja, mareos, eso
puede ser indicativo —lo dice la Organización Mundial
de la Salud— y puede ser derivado de una situación de
violencia, pero con eso no se puede diagnosticar que
existe violencia. Tampoco en una primera consulta se
puede intentar que la mujer cuente toda su vida, algo
tan íntimo, privado y tan en parte cuestionado por ella
misma, como sintiéndose responsable, como es la violencia. Igual que ocurre en otros procesos, como médico le pido pruebas, sospecho que puede existir una
situación de violencia y la cito —ya soy yo el que toma
la iniciativa— para que vuelva la semana que viene o
en 15 días, y así se hace un seguimiento que puede llevar al diagnóstico y al adecuado tratamiento. La historia clínica es clave para ese fenómeno.
En cuanto a las medidas telemáticas, creo que estaríamos todos de acuerdo en que todo lo que sume es
positivo. Lo que ocurre es que a veces podemos dar la
sensación de una falsa seguridad. Las medidas telemáticas lo único que pueden hacer —y en ese sentido tienen su parte positiva— es comunicar algo para que de
manera más rápida se acuda a proteger a esa mujer;
pero en ese crimen moral o por autojustificación que
comentábamos, no porque al agresor le pongan la orden
de alejamiento la va a matar, sino que la orden de alejamiento nunca es una barrera para que el que tiene
pensado matar a su mujer la mate. Las medidas telemáticas, por la forma de producirse últimamente —hemos
visto cómo se han incrementado los crímenes en lugares públicos— pueden contribuir a avisar antes, pero no
es del todo seguro que ese antes sea suficientemente
pronto para evitar el homicidio; en unos casos sí y en
otros no. Tenemos que verlo como una medida más,
como todo lo que hemos estado planteando, pero con la
idea de que estas personas planifican el crimen, esperan
a la mujer durante horas en determinados lugares con el
cuchillo en el bolsillo o montados en el coche para atropellarla. Insisto en que es una situación que debemos
considerar para no crear una falsa sensación de seguridad, como a veces parece que se produjo con la orden
de protección. Con la orden de protección parece que
había una especie de cúpula o campana que aislaba a la
mujer y que la protegía, cuando efectivamente existe
una protección basada en el mandamiento legal pero
nunca es suficiente para que en un momento determinado se pueda producir. Por ello hay que buscar medidas
alternativas entre las cuales ésa puede ser una. Yo creo
que es muy importante el reconocimiento del agresor
para valorar la peligrosidad y ver la probabilidad
que tiene de ejercer esa amenaza que previamente ha
vertido, que no es que surja de la nada sino que ya tenemos los antecedentes de la violencia y de la amenaza.
Eso es positivo porque podemos adoptar medidas de
protección más estrechas sobre esas mujeres que tienen
una mayor probabilidad o un mayor riesgo de sufrir la
violencia.
En cuanto a que cuestionaba la agravante, las penas
más graves sobre la mujer, no es del todo así. Soy crítico en cuanto a las agravantes porque creo que de una
cuestión global hacen temas de parcialidad, que son
determinadas circunstancias en que el machismo y el
abuso de autoridad puede dar lugar a la violencia. Yo
creo no, que el machismo y el abuso de autoridad no
real pero sí en la práctica, no basado en nada pero sí en
la práctica, lo cual permitiría la subjetividad y la aplicación arbitraria en algunos casos y no en otros, eso lo
crítico porque hay elementos para regular específicamente un hecho distinto. En cambio no es que yo crea
que son penas más graves porque son sobre la mujer,
sino porque las circunstancias que hemos planteado
son graves. El si me dejas te mato, por ejemplo, o como
te separes te voy a quitar los niños y te voy a dejar en la
calle, ese tipo de cuestiones, cuando estás dentro de una
situación de violencia, no lo percibes como un comentario, como un arrebato o una salida de tono en una
discusión, sino que lo percibes como una realidad que
te limita, y por eso muchas mujeres no sólo por la
deformación psicológica de lo que es estar dentro de
esa situación de violencia, sino porque tienen miedo a
salir y lo primero que hacen es irse a una casa de acogida antes de poner una denuncia, tienen miedo real,
pánico, porque la violencia que se produce crea ese
clima de terror. Una violencia como la que hemos
comentado sin amenazas, sin coacciones no sería del
todo eficaz; tendría que basarse exclusivamente en las
agresiones físicas repetidas y son elementos objetivos
de crítica porque hemos dicho que la mujer no acepta
nunca la violencia; la puede racionalizar, la puede integrar, pero no la acepta. Si nosotros no le damos elemen-
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tos como la coacción o la amenaza para que se perpetúe
esa situación de violencia o desigualdad, lógicamente
acabaría en un momento determinado. Por eso hacerlo
en esas circunstancias sobre la mujer es grave, pero no
porque sea sobre la mujer.
Comparto las reflexiones que ha hecho la señora
Esteve y hay varias cuestiones. Una, el médico clínico
detecta el maltrato con cierta objetividad, con ciertos
elementos objetivos. ¿Qué debe hacer? ¿Denunciarlo?
Ahora mismo legalmente sí. El artículo 162 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal dice que hay que dar parte
ante un delito de lesiones, etcétera. Creo que hay que
modificarlo. Lo primero que tenemos que intentar es
recuperar. Yo hablo desde el punto de vista médicolegal, con visión también clínica. Si una mujer desde el
punto de vista de la salud no está recuperada, el que tú
comuniques ante un juzgado la existencia de un posible
delito de lesiones basado en elementos que dependerán
de la especificidad en un momento determinado —por
eso hablo de cuatro situaciones diferentes que no he
pedido abordar— en un caso difícil porque esa mujer
no refiere directamente violencia y en cambio se puede
detectar, incluso demostrar una causalidad con violencia pero basada en una situación científica, clínica, no
en el hecho del hematoma, la lesión, si lo comunicas, la
mujer cuando vaya al juzgado va a decir que eso no es
verdad, que es un golpe que se dio hace unas semanas,
con lo cual la denuncia no va a servir para nada y la
mujer va a desaparecer del tratamiento médico que está
recibiendo, con lo cual perdemos a la mujer y perdemos el caso. Como apuntaba antes la señora Camarero,
la historia clínica es fundamental. ¿Para qué? Para que
hasta que no esté recuperada la mujer y los elementos
sean muy objetivos, no se puede actuar, y ahí sí creo
que ganamos mucho. ¿Por qué? Porque la historia clínica es un documento médico legal, también es un
documento médico legal. Y cuando en esas anotaciones
se vaya viendo la evolución, las respuestas, los comentarios, es un elemento de prueba muy fuerte que nosotros utilizamos, por ejemplo, para valorar la responsabilidad médica. Cuando alguien denuncia a un médico
porque ha cometido una mala praxis nosotros cogemos
la historia clínica, es lo único que cogemos y lo vemos.
Y cuando decimos aquí hizo esto y no debió haberlo
hecho, a ese médico lo condenan sólo y exclusivamente
por la historia clínica. Creo que en este caso también
puede ser una referencia muy útil para recoger esa
situación de violencia, nunca supeditar la denuncia a la
situación de salud de la mujer, y así solucionarlo.
El tratamiento al agresor puede ser una medida que
puede dar un mensaje equívoco a la sociedad, primero
porque no parte de una desviación y una enfermedad, y
segundo porque estamos haciendo un trato diferencial
basado en la Constitución, que comparto, pero que sólo
se plantea para determinados tipos de delito curiosamente cuando la víctima es la mujer. Si tu dices, desde
el punto de vista social, si le pego a mi mujer voy al
psicólogo por las tardes y si le pego al vecino voy a la
cárcel, el mensaje que se manda a la sociedad es que
agredir a la mujer es menos grave que agredir al vecino.
Todas las medidas que se puedan aplicar para la recuperación o las posibles desviaciones interpretativas,
etcétera. me parecen muy bien, pero siempre como
complemento a la pena, nunca como alternativa a la
misma; por tanto hay que hacerlo en prisión donde
existen talleres, módulos y servicios muy adecuados
para ello. Creo que es fundamental para establecer el
límite pero no por venganza ni por revanchismo, es que
si no dejamos las cosas claras siempre serán oscuras. Y
el problema no es sólo no aclarar sino poner más bruma
y humo en la perspectiva que estamos adoptando.
La última cuestión es la referente al impacto de las
noticias sobre los agresores. Es verdad que sobre la
violencia no se ha estudiado específicamente, pero históricamente se ha hecho mucho sobre el impacto de la
violencia en las conductas que reproducen violencia y
se ha demostrado que donde no hay violencia no hace
aparecer conductas violentas. Los medios de comunicación tienen que adoptar una posición responsable
para informar adecuadamente, informar formando a la
sociedad sobre lo que es la realidad de la violencia contra las mujeres, pero en ningún caso deben restringir la
información por un supuesto beneficio al no conocer.
Se sabe que personas que tienen pensado matar a la
mujer, por ejemplo, o que quieren cometer algún delito
pueden adelantarlo en el tiempo (ve la noticia y dice
mañana voy a hacer lo mismo) y pueden reproducir el
mecanismo, pero en cualquier caso lo iban a hacer.
Nunca surge de la nada el hecho de que la noticia pueda
impactar. Y tampoco hay tanta relación. Es verdad que
cuando aparecen en tres días tres casos seguidos la
gente los relaciona, pero es que el primero de esos tres
casos ocurrió cuando en meses no se había producido
ninguno, y nadie se da cuenta de que hay un lapso también. Hemos visto cómo la propia dinámica se acumula
a lo largo de los meses; agosto suele ser el mes en quemás casos de homicidio se producen, la media en los
últimos cuatro años está en 8,1, me parece, y posiblemente en agosto se produzcan más casos según esta
estadística, pero no por los medios de comunicación
sino por la convivencia, por el mayor roce, por el mayor
conflicto, por enfrentarse a esa realidad desde la
desigualdad e intentar reponerla por medio de la violencia.
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor
Lorente, por su magnífica exposición y ojalá se cumplan sus pronósticos de que podamos ser referente a
nivel europeo para que la violencia se erradique no sólo
en España sino en todos los países. Muchísimas gracias
por su aportación.
Señorías, el señor Lorente nos ha dejado una documentación para distribuirla a la Comisión.
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— DE LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN ADAMUVIC (RONEI ALBAREDA).
(Número de expediente 219/000018.)
están empeñados todos los grupos parlamentarios y sus
señorías. También hay que decir que desde la pluralidad en el movimiento feminista en la elaboración de
esta ley ha faltado la voz de otras mujeres; hay otras
organizaciones además de las que ya se han consultado
hasta la fecha que se sienten legitimadas y que quieren
opinar y aportar sus ideas sobre esta ley.
En primer lugar, voy a hacer unas consideraciones
generales traspasando los distintos artículos o las distintas propuestas de la ley para centrarme y situarme
solamente en aquellas que en opinión de quien les
habla, por su experiencia ante los juzgados y los tropezones y problemas con los que nos podemos encontrar,
y también por las opiniones de grupos de mujeres que
se han venido reuniendo, quisiera exponer a sus señorías. A nadie se nos escapa que esta ley va dirigida a
unas mujeres que, entre otras circunstancias, la situación que más les puede caracterizar es que tienen
mucho miedo, tienen pánico, que incluso están paralizadas intelectualmente por este miedo, por este pánico
proveniente de la violencia, que tienen una situación de
bloqueo y que en ocasiones se pueden encontrar con
posturas contradictorias y que nos pueden parecer
extrañas a la hora de ir a los juzgados; es esa presentación de denuncia, retirada de denuncia, son esos balbuceos a los que luego nos podremos referir y que están
entroncados con esta ley que sin duda intenta dar una
solución. ¿Qué nos ocurre con el agresor? El agresor
entre otras circunstancias, y no la única, es aquel que
hasta que no se le denuncia ha venido actuando con
total impunidad, es un agresor que en muchas ocasiones lleva muchos años maltratando a una persona, y es
un agresor al que la cultura social ha venido justificando que la violencia se puede ejercer. En distinto o
menor grado el compareciente anterior de una manera
muy gráfica lo ha venido ilustrando y no me voy a repetir. Cuando a este maltratador se le denuncia se encuentra muchas veces perplejo, no se cree que le puedan
denunciar, no se cree que sea una realidad. Si ha estado
tantos años maltratando a la mujer ¿por qué ahora se le
va a denunciar? Una de las primeras reacciones que
puede tener es que esto no va con él y además va a
intentar dilatar buscando todo tipo de subterfugios. Por
eso las medidas que se tomen han de tener también en
cuenta esta circunstancia que sistemáticamente vemos
que se da.
En relación con esta valoración positiva que sin duda
venimos a hacer del anteproyecto de ley, hay que empezar por destacar y sólo voy a destacar aquellas que en
nuestra opinión han podido dejar corta la ley o que convendría modificar o eliminar. Respecto a las medidas
de sensibilización, creo que en las disposiciones finales
habría que contemplarse una formación específica en
concreto en las enseñanzas universitarias de aquellas
profesiones que vayan a intervenir con las mujeres víctimas de violencia, como son las que se refieren al
ámbito educativo, al ámbito sanitario, al psicológico, al
social y al jurídico. En el ámbito sanitario es imprescin-
La señora PRESIDENTA: Para la siguiente comparecencia contamos con la presencia de doña Carmen
Ronei Albareda, presidenta de la Asociación Adamuvic, a quien damos la bienvenida y que tiene la palabra
para hacer su exposición inicial.
La señora PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN
ADAMUVIC (Ronei Albareda): Quiero agradecer la
oportunidad que se me brinda invitándome a que comparezca ante esta Comisión de Trabajo y Asuntos
Sociales, y quiero agradecerlo muy especialmente a los
grupos que me han propuesto, entre ellos al Grupo Parlamentario de Izquierda Unida. Desde mi doble condición de mujer comprometida con los derechos de las
mujeres, perteneciente al movimiento de mujeres, y
desde mi condición profesional como abogada en ejercicio que ha llevado muchos asuntos de violencia contra las mujeres y también separaciones matrimoniales
donde en muchas ocasiones subyace una violencia, quisiera aportar algunas reflexiones que espero nos sean
útiles a todas y a todos. Lo primero que he de hacer es
valorar positivamente la elaboración de una ley cuya
finalidad sea acabar o, al menos, paliar la violencia
contra las mujeres. También he de valorar muy positivamente que con ocasión de esta tramitación parlamentaria el Congreso de los Diputados abra sus puertas a
las distintas opiniones en un debate que incorpore algo
que el feminismo, desde el patriarcado, ha dicho desde
muy antiguo que lo privado es político y en esta ocasión se está siendo capaz de llevarlo adelante. La primera reflexión me lleva a considerar que la violencia
contra las mujeres es una dinámica de desigualdad
entre los sexos muy ancestral y que a esta dominación
del sexo masculino sobre el femenino el feminismo lo
ha denominado, desde los años sesenta, patriarcado. No
digo nada nuevo si expongo que la violencia contra las
mujeres no se ejerce sobre un determinado tipo de
mujer concreto, sino que se ejerce sobre todas las mujeres, mujeres que no se circunscriben a un solo núcleo
social, a una sola ideología política, y que a su vez los
agresores y maltratadores pertenecen también a todos
estos ámbitos. Por ello sería deseable que la respuesta
de esta ley integral contara con el más amplio consenso
social y político, si fuera posible que se repitiera la
situación que se dio cuando se discutió y aprobó la Ley
27, de 31 de julio, reguladora de la orden de protección
de las víctimas de violencia doméstica, cuya redacción
final contó con el acuerdo de todos los grupos parlamentarios. Creo que sería muy negativo que la ley
finalmente fuera sólo aprobada por un grupo parlamentario, sacara la minoría justa, rampante de los votos
necesarios para tirar hacia delante. Creo que debe recoger una anplísima mayoría, si no unanimidad, puesto
que en la lucha contra la violencia —estoy segura—
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dible, a la vista de la experiencia actual y del incumplimiento sistemático de los protocolos por parte de los
operadores sanitarios que tienen relación, que debería
imponerse con carácter obligatorio y además exigir
responsabilidades en el caso de inobservancia de estos
protocolos. En cuanto a los derechos de las mujeres
víctimas, es importante que se reconozca de modo
expreso el papel fundamental que las asociaciones de
mujeres vienen ejerciendo y que sin lugar a dudas tienen que continuar ejerciendo en este ámbito; es decir,
complementar estas organizaciones que la ley ya viene
mencionando. Dentro de esa protección y asistencia a
la mujer, de manera muy especial habría que destacar la
asistencia letrada especializada, ya que cuando la mujer
decide denunciar va a ser la única garantía de tutela
judicial efectiva de las mujeres víctimas de violencia, e
incluso debería proporcionarse con carácter previo a la
decisión de interponer por parte de la mujer la denuncia. Al principio se mencionaba esa situación de miedo,
pánico, confusión y bloqueo que tiene la mujer. También es necesario apoyarla para que vaya a denunciar
cuando ha dado algún paso, por pequeño que sea; animarla y asesorarla.
En otro orden de derechos que se recogen en la ley,
me voy a referir a los derechos laborales diciendo que
en el ámbito de protección sería necesario que se incluyera a cualquier tipo de mujer trabajadora. Es decir,
habría que incluir a las autónomas, a las empleadas del
servicio doméstico, a las trabajadoras del campo, a las
que en general no están encuadradas en el régimen
general de la Seguridad Social. En el apartado de los
derechos económicos es deseable y habría que arbitrar
un medio para que la edad no pudiera ser el único criterio para acceder o no a determinadas ayudas, sino que
habría que atender de forma individualizada al resto de
las circunstancias personales y familiares de la víctima.
En el apartado de la tutela institucional, y en concreto
el Observatorio de Violencia de Género, habría que
asegurar la obligatoriedad para cumplimentar los
requerimientos de datos o informes que efectúe el
observatorio a cualquier organismo público o privado.
Es decir, la respuesta necesaria y la obligación de contestar a este observatorio que se pretende crear en la
presente ley.
Es importante también potenciar la creación de unidades especializadas dentro de las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad; que no estén compuestas sólo por policías en una segunda actividad o de una manera secundaria. Estas unidades especializadas en las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad que ya están funcionando son
imprescindibles. En primer lugar porque la mujer,
cuando acude a estos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se encuentra con que de antemano la
van recibiendo y además es comprendida en los atentados que redactan y elaboran esos cuerpos especializados, que son fundamentales para que luego prospere la
necesaria denuncia que se interponga. Hasta ahora se
está haciendo a medias. En algunas ciudades grandes
está habiendo unos cuerpos especializados femeninos,
los llamados SAM, Servicio de Atención a la Mujer,
brigadas especiales, pero no todas las mujeres pasan
por estos cuerpos femeninos, especializados. Acuden a
veces a comisarías donde son recibidas por funcionarios que lo mismo te atienden un homicidio, que un
robo, que una reyerta, etcétera, y, evidentemente, no
tienen la sensibilidad, la preparación. Luego, las abogadas y abogados que llevamos adelante estas denuncias
nos encontramos con una imprecisión y una generalidad que hace que en ocasiones se pueda archivar esa
denuncia o que si se lleva a juicio, se llegue a la conclusión, por parte del ministerio fiscal, por parte de su
señoría, de que por lo relatado en la denuncia, no hay
motivo para considerar delito el hecho que se ha denunciado.
En la misma línea que mencionaba anteriormente, es
muy importante, con respecto a los protocolos de
actuación, que su cumplimiento sea obligatorio. Protocolos de actuación que se van a dar, en las Fuerzas de
Seguridad, en los hospitales que atienden a las mujeres,
que se deberían dar en la atención que reciben en el
juzgado y en el reconocimiento del médico forense; es
decir, especial atención a los protocolos de actuación.
En el apartado de la tutela penal, no quiero dejar de
dar la opinión de un sector del movimiento feminista,
de profesionales que estamos día a día con este problema, y manifestar una discrepancia por una mayor penalización y endurecimiento de las conductas violentas,
porque esto va a situar a las mujeres, una vez más, en
una posición victimista. Por el contrario, para acabar
con la impunidad actual que hay en estos momentos,
que sí existe impunidad, se trataría de evaluar y exigir
el cumplimiento efectivo de las leyes vigentes que en
los últimos tiempos han aumento la penalización. Me
estoy refiriendo, ustedes conocen sobradamente, a la
Ley de protección de víctimas de violencia doméstica,
aprobada el 31 de julio de 2003 y a la Ley orgánica, de
29 de septiembre, de medidas concretas en materia,
entre otras, de violencia doméstica. Es decir, el endurecimiento de los tipos penales no ha causado el efecto de
disminuir los delitos violentos y así lo que se hace es
que se desvía la atención y se relega la solución al
Código Penal. Incluso se puede llegar a pensar en corto
plazo que la solución punitiva es la única efectiva que
se propone. Sin lugar a dudas, la puesta en práctica de
esta ley de forma inmediata no va a ser fácil; requiere
dotarla de presupuesto; requiere reformar por ley orgánica otras leyes que ya están vigentes. En resumidas
cuentas, quizá la medida más rápida y más efectiva sea
cambiar los tipos penales endureciéndolos. El mensaje
que se puede enviar a las mujeres es que la ley, lo que
ha venido a hacer, es a endurecer las penas. Esto no
soluciona el problema y tenemos ya unas leyes ya aprobadas importantes, a las cuales hay que prestar atención, para intentar mejorar, entre otras cosas, la orden
de protección.
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De manera muy puntual parece necesario que en esta
ley se contemplen unas referencias específicas, ya que
pueden quedar fuera del ámbito de la ley diferentes
colectivos de mujeres, como serían las inmigrantes
indocumentadas o las mujeres objeto de tráfico con
fines de explotación sexual. Asimismo es muy importante, ya que quedan fuera de la ley, las mutilaciones
genitales femeninas, como violencia específica hacia
colectivos de mujeres. No es necesario ampliar mucho
esta realidad que sabemos y que determinadas culturas
vienen practicando mundialmente. Es difícil acabar con
esta auténtica tortura y atropello contra la dignidad de
las mujeres empleando una violencia máxima, pero en
nuestro territorio nacional, en España, cada vez hay
más mujeres que son de determinadas culturas, ya hay
casos que han salido a la luz y sabemos que se están
practicando estas mutilaciones. Sabemos que es un problema cultural importante; sabemos que hay un gran
pacto de silencio, pero también sabemos que las mujeres a las cuales se les practica no quieren que se les
practique y hay que ampararlas de forma específica.
También en relación con las mutilaciones genitales
femeninas es preciso arbitrar un medio de persecución
cuando se realicen fuera del territorio español, si se
hubiera organizado en España. Sabemos que el derecho
penal se rige por el ius soli, por el lugar donde se cometen los delitos, pero quizá se podría ir a la idea de que si
los viajes se organizan a los países de origen desde
España para realizar esta mutilación, podrían ser perseguibles desde nuestro ordenamiento jurídico español y
desde el ordenamiento internacional.
Con la tutela penal, una última reflexión. En relación
a los programas específicos de reinserción en el marco
del régimen penitenciario, que evidentemente responde
a los fines generales de la pena, es necesario tener en
cuenta no sólo su seguimiento sino los resultados que
se hayan obtenido y siempre limitar legalmente los
beneficios penitenciarios que pudieran conllevar. Es
decir, que no se acogieran solamente los agresores para
que puedan salir antes de la cárcel, sino que, por el contrario, fuera una medida que no premiase ese acto de
acudir a los programas de reinserción.
En relación a la tutela judicial habría que valorar
como muy positivas algunas cuestiones que se han
planteado en la ley. Se destaca como muy necesario,
para conseguir el efectivo cumplimiento de las disposiciones, la creación de los juzgados especializados y se
contara, asimismo, con la formación de los operadores
jurídicos, no sólo teóricamente, sino algo más profundo
de la comprensión del concepto, del origen, las consecuencias de la violencia para vencer la resistencia en
este ánimo. Miren ustedes, esta ley y leyes anteriores se
pueden quedar en papel mojado si a la hora de la verdad los aplicadores, los operadores de la justicia, entre
otros, jueces y fiscales, no se sensibilizan y no se facilitan las cosas.
Nos encontramos a diario con una incredulidad por
parte de los juzgados, en su conjunto, cuando la mujer
va a denunciar. Es decir, lo primero que se pone sobre
el tapete, para entendernos, no es si la mujer ha sido o
no víctima de violencia, sino que se ha generalizado la
idea de si la mujer viene a decir o no la verdad. Es
decir, se ha cambiado el objeto. Esto está subyaciendo
en la opinión mayoritaria de los juzgados. Ustedes
conocen opiniones de alguna decana importante, que
ha recogido de sus jueces, del fiscal jefe de esa misma
zona apoyando estas declaraciones, y no se ha echado
en falta la opinión de otros jueces que no pensaran así.
Es decir, la realidad es a veces una carrera de obstáculos para esa mujer que finalmente decide denunciar y lo
que se encuentra en el juzgado no es precisamente esa
comprensión de su problema y esa atención adecuada.
Por eso es muy importante, y sin detenerme en otras
consideraciones y valoraciones jurídicas de insignes
comparecientes que me han precedido en otras comparecencias y han aportado sus distintas opiniones, en lo
que se refiere a la práctica, estos juzgados especializados llevarían a que de una manera especializada se
atendiera a la mujer, no confundiendo con una jurisdicción nueva, con un orden jurisdiccional como puede ser
el orden penal o civil. No tiene que ver con esto. Además, necesariamente, para que esto pueda prosperar y
avanzar, la Administración de Justicia tendría que estar
dotada del presupuesto que en esta ley se apunta y que
hay que llevar a la práctica.
Los jueces, fiscales, funcionarios que se adscribieran
a estos juzgados elegirían libremente sus propios destinos, es decir, habría otra situación favorecedora. Sería
necesario también que estos juzgados especializados se
dieran no sólo como nueva creación de los mismos, que
sin ningún lugar a dudas en un primer momento se
daría en las ciudades grandes donde hay suficiente
población, sino también, al menos, en todas las provincias de España, para que cualquier mujer, por recóndito y despoblado que sea el pueblo, y sabemos que
existe violencia, tenga en su provincia un punto de referencia desde el que la justicia le va a ayudar y poder
asistir. Estoy pensando en una provincia despoblada,
como puede ser Segovia, Soria. Ustedes saben que en
todos los pueblos o en muchísimos pueblos hay una
violencia soterrada, oculta. Esta ley, junto con toda la
trayectoria de otras leyes, y va a tener que seguir
haciéndose, está sacando a la luz esta realidad oculta de
la violencia hacia las mujeres. Pues bien, estos juzgados especializados, en este aspecto práctico y favorecedor de la denuncia de las mujeres, son imprescindibles
a juicio de la que les habla y de otras personas que lo
han visto.
Asimismo, en relación —ya lo ha explicado de una
manera amplia el forense que me ha precedido, don
Miguel Lorente—, los institutos de medicina legal tendría que crear unas unidades específicas de violencia
hacia las mujeres. Los forenses tienen un papel y una
intervención importantísimos en la atención y para que
puedan prosperar esas denuncias y lleguen a buen término. Hay que dotar a los forenses de medios; hay que
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obligarles a que realicen esos protocolos. Ese primer
momento en que llega la mujer, a veces lesionada, efectivamente; a veces llega con unas lesiones tremendas,
pero a veces no; a veces llega con lesiones leves y a
veces llega sin lesión porque en ese momento no le ha
lesionado su compañero o su marido, pero llega con un
estado de ansiedad, de depresión, con un estado psíquico fácilmente detectable, que ha de incorporarse a ese
expediente judicial, junto con la denuncia y junto con
el reconocimiento de otros médicos. Es decir, no hay
que esperar sólo a que la mujer pase por urgencias con
unas lesiones importantísimas para que su expediente
pueda prosperar. Por suerte sería deseable fomentar y
favorecer medidas, entre otras por esta ley, para que la
mujer pueda, porque tenga una lesión o no la tenga, o
simplemente porque lo decida, denunciar después de
años una violencia física que, sin duda, también ha sido
psicológica. De ahí ese papel y esa intervención fundamental de los forenses.
Hay una necesidad de inmediatez en la vía judicial,
de respuesta judicial, en esta línea de dotar de juzgados
especializados para que jueces y fiscales estén plenamente al servicio de las mujeres, que sería también de
dotar de juzgados de violencia contra la mujer con una
guardia permanente. Es decir, que estos juzgados no
fueran de 9,30 a 13,30 sino que también por la noche se
arbitraran esos medios, y habría entonces que hablar de
una nueva organización de la planta judicial.
Señorías, vuelvo a repetir que hay que congratularse,
desde el movimiento feminista, desde la práctica profesional —al menos, de quien les habla—, de este intento
para que desde del poder político se intente paliar la
violencia contra las mujeres. Solamente diré que el
enraizamiento de la violencia va a ser difícil de afrontar
y voy a recordar a algunos de los padres de nuestra cultura occidental. Para el filósofo francés Rousseau, en el
siglo XVIII, la violencia contra las mujeres se vendría a
justificar como forma de relación entre los sexos,
habría que educar a las niñas en unos valores supuestamente femeninos que se impondrían con violencia. En
su famoso libro El Emilio o De la educación, nos dice:
Generalmente, las niñas son más dóciles que los
muchachos y también debe hacerse mayor uso de la
autoridad con ellas. Acostumbrad a las niñas a que se
vean interrumpidas en sus juegos y a que las llamen
para otras ocupaciones sin que murmuren. Toda la vida
han de ser esclavas de la más continua y severa sujeción. Concluye este filósofo, padre de la cultura occidental: Es preciso acostumbrarlas a la sujeción cuanto
antes y aunque sea a través de la violencia.
Señorías, quedo a su disposición.
Tiene la palabra, en nombre del Grupo parlamentario
de Izquierda Unida, la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Una vez más, como
así ha sido con todos los comparecientes, agradezco
enormemente la intervención de la señora Carmen
Ronei Albareda. En este caso, el Grupo de Izquierda
Verde-Izquierda Unida-Iniciativa por Cataluña Verds
pensó en su comparecencia por su doble visión. Nosotros lo entendimos así y nos parecía que era una visión
complementaria, la una con la otra, en primer lugar por
lo que es su faceta de experta profesional como abogada penalista y después por ser presidenta de la Asociación ADAMUVIC y una mujer muy reconocida dentro
del movimiento feminista y de lucha, por los intereses
de igualdad de la mujer. En este sentido, nos parecía
que tener en una sola compareciente esta doble visión,
podría también aportar una información, que si bien
tiene una línea similar seguramente a muchas de las
otras personas que han comparecido, posee esta doble
ventaja de que puede también aportar la experiencia
desde el asociacionismo. Le agradezco muchísimo su
exposición y le felicito por la misma. En todo caso, no
me gustaría extenderme demasiado, también por la
hora y porque nos hemos ido retrasando un poquito,
pero no querría dejar de preguntarle un par de cuestiones.
En primer lugar, usted ha mencionado en su intervención, a mí me ha parecido entender, que quizá tendría que haberse contado con una representación más
amplia de la que al parecer se ha contado, de asociaciones de mujeres, representación de mujeres, etcétera. En
relación a esto, le querría preguntar más bien, dentro de
lo que es la propuesta que tenemos en estos momentos,
el proyecto de ley orgánica, ¿qué introducción nos
haría usted de modificación o de ampliación en cuanto
a los órganos de participación? Si hay alguna cuestión
o elemento en cuanto a la participación que las asociaciones o entidades o movimientos representativos de
mujeres que usted considere que sería necesario quizá
ampliar o en todo caso plantear de manera diferente.
La segunda cuestión es que comparto muchísimo el
análisis que hace sobre las Fuerzas y los Cuerpos de
Seguridad y sobre la necesidad de que realmente en las
comisarías haya cuerpos especializados. Se han creado
con diferentes nombres y en todo caso es una realidad
que allí donde los hay —que en este caso lo que más
conozco es Cataluña— la diferencia es sustancial, y
que realmente esto después, en el proceso que la mujer
haya de tener, en el proceso de la denuncia, de la separación, en el proceso en definitiva que sea necesario, es
básico. Hay una gran diferencia según el tipo de atestado o de denuncia, cómo se realiza, cómo se especifica,
con qué rigurosidad o con qué amplitud, porque hay
una formación específica seguramente o como mínimo
algo más especializada en estas Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, incluso por el enfoque del propio atestado.
Por tanto, es algo que comparto y en este sentido, si
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Muchas gracias, doña Carmen Ronei por su
intervención y sus aportaciones.
Seguidamente tienen la palabra los representantes de
los grupos parlamentarios que la quieran tomar para
hacer una serie de planteamientos o de cuestiones.
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que desde su posición y desde su profesionalidad y desde ese movimiento de mujeres feministas, usted valore
si efectivamente esas medidas que hemos tomado con
el consenso, vuelvo decir, de todos los grupos parlamentarios, han conseguido proteger mejor o un poco
mejor a las mujeres víctimas de la violencia doméstica.
(La señora presidenta ocupa la Presidencia.)
Por otra parte, también quería preguntarle algo que
está en el debate que está en el debate social. En el
debate social se oyen continuamente voces sobre si ha
aumentado la violencia contra las mujeres o afortunadamente hemos roto el silencio de las mujeres. Desde
mi punto de vista, hemos sido capaces, desde las instituciones, desde el Poder Legislativo, desde todos los
planteamientos de la sociedad, romper ese silencio de
las mujeres.
También a mí me gustaría, que se refiriera a los derechos económicos de las mujeres. Estos días, estudiando
el proyecto de ley, como no podía ser de otra manera
para poder participar en esta Comisión, me parecía que
no podíamos establecer la edad como partida para que
las mujeres tuvieran derechos económicos. Usted sabe,
por su experiencia profesional, cuántas mujeres vuelven con el maltratador porque dependen económicamente de él. Hoy la violencia doméstica no se da solamente en mujeres de 50 años, ni en mujeres de 55 años.
Se da en parejas de novios con 18 años, con 15 ó 17
años, son tan viles que las matan, como la última muerte de esa niña de 15 años, por ese chico que la mató y
no quiero recordar más. Desde ese posicionamiento y
desde su profesionalidad, me gustaría que nos dijera,
para el enriquecimiento del texto de la ley, qué medidas
contemplaría, aparte de no establecer esos topes de
edad. En la subcomisión que dio lugar a la orden de
protección a las víctimas de la violencia doméstica se
aprobó la posibilidad de crear un fondo de alimentos,
con independencia de la Ley de 35/1995, de ayuda y
asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la
libertad sexual, a favor de las víctimas de la violencia
doméstica. Entendíamos y entendemos, y vuelvo a
repetir lo mismo, que la mujer siente pánico, terror,
miedo y además depende emocional y económicamente, en la mayoría de los casos, del maltratador. Desde
nuestro punto de vista y desde el planteamiento del
Grupo Parlamentario Popular, me gustaría saber si cree
usted que esta ley debe contemplar ese fondo de alimentos en un primer momento de apoyo a las mujeres
víctimas de la violencia doméstica.
Nosotros hemos debatido esta ley. Todos los diputados y diputados de esta Comisión hemos debatido esta
ley con seriedad porque nos preocupa y nos duele la
violencia que sufren las mujeres. Hemos entendido que
efectivamente esta ley integral es necesaria y estamos a
favor de ella, con las enmiendas que nuestro grupo va a
presentar; indiscutiblemente en ningún caso hemos
estado en contra de esta ley. Sin embargo, también
somos conscientes de que hay niños y mayores maltratados en la sociedad actual. Y que a esos niños y mayo-
usted tiene más experiencia, que seguramente la tiene,
si cree que en la ley se tendría que recoger de forma
específica que realmente fuera de obligado cumplimiento que en las comisarías tuviéramos estos cuerpos especializados.
Por último, le digo que también comparto que los
juzgados especializados sean permanentes, de 24 horas,
porque también aquí hay una vacío importantísimo.
Muchísimas veces pasa esto, que depende de unas
horas o depende del momento en el que realmente se
produzca. Aquí hay un vacío importante. Usted lo ha
planteado, pero yo le preguntaría: ¿Considera realmente la necesidad que la ley recogiera esta ampliación de
los juzgados especializados permanentes las 24 horas?
La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente tiene la palabra la señora Quintanilla, en representación del Grupo Parlamentario Popular.
La señora QUINTANILLA BARBA: En primer
lugar quiero, como no podía ser de otra manera, dar la
bienvenida a esta Comisión de Trabajo y Asuntos
Sociales, en nombre de mi grupo, el Grupo Parlamentario Popular, a la señora Ronei y felicitarla por su exposición, porque efectivamente aquí, desde todos los grupos parlamentarios, queremos enriquecer el texto de
la ley.
Cuando la estaba escuchando recordaba que hace 28
años, en la primera Conferencia Mundial de las Mujeres celebrada en la ciudad de México, la declaración
más importante que se hizo en aquel momento fue que
la violencia doméstica era el mayor crimen encubierto
en el mundo contra las mujeres. Hoy, desgraciadamente, 28 años después, seguimos hablando de la violencia
que sufren las mujeres.
Por ello quería empezar diciendo esto, porque efectivamente la violencia es un atentado contra los derechos
humanos, los derechos fundamentales de la vida, de la
integridad física y de la paz de las mujeres. En esta
Comisión estamos intentando por todos los medios,
desde posiciones distintas, como no puede ser de otra
manera, que esta ley integral salga con el consenso de
todos los grupos parlamentarios, como fuimos capaces
—y además se lo voy a decir porque creo que es importante siempre hacer historia— de trabajar todos los
grupos parlamentarios en aquella ponencia que se
constituyó en la anterior legislatura a iniciativa del
Grupo Parlamentario Popular en el Senado y que dio
lugar a que 78 personalidades comparecieran. Ellas
hicieron posible hoy tener medidas legislativas importantes, como son los juicios rápidos, las modificaciones
del Código Penal y como fue posible también, porque
partió de esa ponencia, la orden integral de protección a
las víctimas de la violencia doméstica.
Es verdad que el actual Gobierno recoge desde su
inicio que también contempla la orden de protección a
las víctimas de la violencia doméstica, pero me gustaría
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res les cuesta mucho más denunciar la violencia que
sufren. Cuántas veces ha oído a una mujer: No, yo
vengo a denunciar, para que usted mande una carta a mi
marido o a mi compañero, pero no quiero que vaya a la
cárcel; no quiero que se haga ninguna medida judicial
contra él. ¡Cuántas veces hemos oído eso en los despachos profesionales! Es difícil que una mujer denuncie a
ése que entiende ella que va a cambiar si va a verle a
usted y usted le manda esa carta, porque ésa es la mentalidad de esas mujeres que viven el terror en sus vidas.
Lo que quieren es que cambien, porque desgraciadamente te siguen diciendo que le siguen queriendo. Si es
difícil para ellas, mucho más difícil es para los niños y
para los mayores, sobre todo, para los mayores, denunciar un padre a su hijo.
Ya que estamos haciendo una ley integral, una ley
orgánica que va a proteger integralmente a las víctimas
de violencia de género, siendo además la violencia de
género el grado más violento que existe dentro de la
violencia doméstica, me gustaría que usted entendiera
lo que le voy a plantear. Si esta ley integral recogiera
medidas de apoyo, de prevención, de protección, a los
niños y a los mayores, ¿quitaríamos consistencia a la
protección a las mujeres, que desgraciadamente son las
que más mueren en la sociedad española actualmente,
las que son asesinadas por sus maltratadores? También
quería comentarle, y ya lo han dicho en varias ocasiones los distintos grupos parlamentarios, pero acudo a su
experiencia profesional desde su presidencia del movimiento asociativo de mujeres al que representa, que
hemos visto que la ley, en su artículo 27, recoge las
unidades especializadas de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado. Hemos visto a través de los
medios de comunicación cómo a veces, ese policía,
después de que esa mujer ha denunciado en distintas
ocasiones, llega tarde y la mujer es quemada con sus
hijos en su domicilio conyugal o en el ex domicilio
conyugal. Y nosotros hemos presentado una proposición de ley de medidas de seguridad personal a las víctimas de violencia doméstica, una proposición de ley
que quiere recoger que, de acuerdo con el riesgo que
sufre esa mujer, se pongan en marcha, desde la Delegación del Gobierno, desde el Observatorio de la Violencia Doméstica, desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, medidas de seguridad personal
dependiendo del riesgo que corra. Pueden ser esas
medidas del GPS, las nuevas medidas tecnológicas,
pero también esa protección de un policía a esa mujer
cuya vida está corriendo grave peligro, o esa mujer
cuya vida no corre tanto peligro pero que debe ser
acompañada a la salida de su casa o a la salida de su
trabajo. Yo quiero que usted valore si efectivamente
esta ley integral puede recoger esas medidas de seguridad personal de las víctimas.
No quiero alargar mi intervención, porque efectivamente estamos muy mal de tiempo, pero es que tengo
muchas preguntas que hacerle. La propia ley recoge
unos elementos básicos, desde mi punto de vista —y
además es así como se debe hacer—, de los derechos
sociales que deben contemplarse para proteger, para
prevenir, para amparar a las mujeres víctimas de la violencia doméstica. Por nuestra experiencia vemos que
no todas las comunidades autónomas tienen los mismos
servicios de actuación con las mujeres víctimas de la
violencia doméstica; además, cada comunidad
autónoma, en el ejercicio pleno de su propia organización como comunidad autónoma, tiene distintos servicios de asistencia a estas mujeres. También es verdad
que eso lleva a que haya mujeres que, dependiendo de
la comunidad autónoma en la que resida, tienen mejores servicios que otras mujeres en otra comunidad
autónoma. A nosotros, a nuestro grupo parlamentario,
nos gustaría que existiera un protocolo de actuación y
de interactuación entre las distintas comunidades autónomas y que la propia ley lo recogiera, para que todas
las comunidades autónomas tuvieran unos servicios
mínimos, desde casas de acogida, desde asistencia e
información, desde asistencia a la protección.
Y ha hablado usted de algo importante; de las mujeres de los pueblos de España. Cuatro de cada diez
mujeres, decía anteayer el profesor Sanmartín, del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia, mueren
en manos de sus maltratadores. No podemos hablar lo
mismo, y yo no quiero hacer una comparación, de las
mujeres del medio urbano que de las mujeres rurales.
Las mujeres rurales todavía no han roto el silencio. Las
mujeres rurales lo más que pueden tener en esos pequeños pueblos de España —no solamente los de 500 habitantes, los de 3.000 habitantes, los de 1.500 habitantes— es una asistente social, que va una vez a la
semana, y el consultorio médico en el que pasa consulta un médico por la mañana. Y luego hay un médico en
la mancomunidad de municipios o en la comarca que
asiste a las mujeres. En mi grupo parlamentario creemos, para el enriquecimiento de esta ley, que debería
contemplar medidas importantes de protección a las
mujeres rurales de España. Cuatro millones y medio de
mujeres que viven en los pueblos de España. Y usted
también ha dicho algo que me lleva a pedirle que valore
si efectivamente la propia ley puede hacer un apartado
específico de protección a estas mujeres, de asesoramiento y de información, ya que la información en el
mundo rural llega tarde siempre.
Ha hablado usted de que el endurecimiento de las
penas no ha ayudado a que tengamos menos violencia
contra las mujeres en España. Yo anoche lo pensaba,
por la visión que tengo y por el conocimiento pobre y
humilde que tengo de lo que es la violencia contra las
mujeres, y lo pensaba desde ese planteamiento que le
he hecho: las mujeres, cuando van a denunciar, en
muchas ocasiones no quieren que sus maridos, o sus
compañeros, o sus ex novios vayan a la cárcel. ¿Qué
alternativa podemos tener? ¿Cómo podemos hacerlo?
Porque, efectivamente, queremos saber su opinión.
Por último quiero hablarle de los centros de rehabilitación de los maltratadores. Quiero preguntarle si está
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hacia la mujer y estamos hablando de perseguir esas
mutilaciones, y estoy absolutamente de acuerdo con su
punto de vista, eso requiere de una legislación específica, o del aumento de algunos aspectos del Código
Penal, o del aumento de algunos aspectos que legislativamente puedan condenar y mitigar este tipo de situaciones; además, es necesario perseguir fuera de nuestras fronteras al practicante de estas horribles
prácticas.
El tráfico de mujeres es otra preocupación fundamental que se ejerce como violencia contra las mujeres,
y en este país, en los últimos años, ha aumentado de
una manera escandalosa, posiblemente porque el
Ministerio del Interior se preocupó más de otras problemáticas que están muy presentes en la sociedad, como
por ejemplo el terrorismo; pero se han instalado aquí
todo tipo de mafias que han producido un aumento
importantísimo del tráfico de mujeres, sobre todo en
determinadas zonas. Creemos que eso también tiene
que ser objeto de una legislación específica y de una
actuación específica de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, sin duda, con la misma urgencia que
pueda tener esta ley, pero es verdad que hemos priorizado este problema porque las cifras realmente son
escandalosas. Podríamos igualmente hablar de la situación de los inmigrantes o de un tema que no recuerdo si
usted ha tocado que es el acoso laboral o del acoso de
las mujeres en el trabajo, que también tiene que ver con
la violencia de género, pero nos parece que también
para eso es necesario otro tipo de legislación y que en
todo caso se penaliza a través de nuestro Código
Penal.
Y no ya desde su planteamiento feminista, pero sí se
lo han planteado y yo quiero hacer un repaso de ese
tema, es cómo se contempla la situación de los niños en
la ley, que yo creo que es el adecuado, y por qué no se
contempla la situación específica de los niños y de los
mayores en cuanto a la violencia, que esa sí, ya que se
produce dentro del ámbito específicamente doméstico
y que antes el profesor Lorente explicó muy bien. En la
violencia de género contra las mujeres en el ámbito de
la pareja, lo doméstico es solamente un lugar, pero no
es el único. Nosotros creemos que los niños, que son
víctimas colaterales de esa violencia, en la ley están
tratados en sus justos términos, en principio, pero en
realidad la violencia que puedan sufrir los niños y toda
otra serie de situaciones que sufren, porque realmente
la infancia en este país ha estado abandonada a su suerte en los últimos años, no solamente en legislación, ni
siquiera las directivas europeas se han puesto en marcha y hoy los niños están desprotegidos, no sólo contra
la violencia, sino por ejemplo con la publicidad, en los
juegos, en la comunicación. Ese tema sería objeto, para
mí, de otra regulación, que incluso abarcaría muchos
otros temas y que sin duda este Parlamento tendrá que
abordar en algún momento y el Gobierno también. Pero
en todo caso no tienen que ver con esta legislación. Los
niños y los mayores entiendo que tienen la protección
usted de acuerdo o no. Y si está de acuerdo —y nuestro
grupo parlamentario sí lo está—, con que en ningún
caso pueda reducir penas el maltratador por asistir a un
curso. Y para aquel maltratador o ag
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