Jurisdicción: Social Recurso de Suplicación núm

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Jurisdicción: Social
Recurso de Suplicación núm. 147/2006.
Ponente: Ilmo. Sr. D. Antonio Doreste Armas
LIBERTAD SINDICAL: lesión del derecho: inexistencia: pérdida de la condición de
miembro del comité de empresa: baja en el sindicato por cuya lista cerrada se presentó a la
elección.
REPRESENTANTES DE LOS TRABAJADORES: mandato: dimisión: concepto y requisitos;
validez de la renuncia voluntaria, sin fecha, firmada por el interesado como condición previa
a la presentación de la candidatura.
El TSJ desestima el recurso de suplicación interpuesto por la parte actora contra
Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 3 de Santa Cruz de Tenerife, de fecha 31-052006, en autos promovidos sobre libertad sindical.
En Santa Cruz de Tenerife, a 31 de mayo de 2006.
La Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma de
Canarias en Santa Cruz de Tenerife formada por los Ilmos. Sres. Magistrados D./Dña.
Antonio Doreste Armas (Ponente) (Presidente), D./Dña. Mª Carmen Sanchez Parodi Pascua
y D./Dña. Jose Manuel Celada Alonso, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL REY
la siguiente
SENTENCIA
En el Recurso de Suplicación núm. 0000147/2006, interpuesto por Ignacio, Carlos Jesús,
Armando, Joaquín, Carlos Alberto, Benito, Leonardo, Estíbaliz, Luis Enrique, Donato,
Ricardo, Juan Alberto, Francisco, Jose Manuel, Alvaro, Lucas, Luis Francisco y Enrique,
frente a la Sentencia del Jdo. de lo Social N. 3 de Santa Cruz de Tenerife en los Autos
0001039/2004 en reclamación de LIBERTAD SINDICAL, ha sido Ponente el Ilmo./A.
Sr./A. D./Dña. Antonio Doreste Armas.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO Que según consta en Autos, se presentó demanda por Ignacio, Carlos Jesús,
Armando, Joaquín, Carlos Alberto, Benito, Leonardo, Estíbaliz, Luis Enrique, Donato,
Ricardo, Juan Alberto, Francisco, Jose Manuel, Alvaro, Lucas, Luis Francisco y Enrique, en
reclamación de LIBERTAD SINDICAL siendo demandado Confederación Intersindical
Canaria, Consejería De Empleo Y Asuntos Sociales, Unión General de Trabajadores y
Comité de Empresa de Titsa Sector Urbano y celebrado juicio y dictada Sentencia, el día
20-12-05, por el Juzgado de referencia, con carácter desestimatorio.
SEGUNDO Que en la citada Sentencia y como hechos probados, se declaran los siguientes:
I.- 1. Los demandantes D. Ignacio y D. Carlos Jesús fueron elegidos miembros titulares del
Comité de Empresa de Titsa-Sector Urbano en el proceso de elecciones sindicales de
celebrado el día 08-04-03. Concurrieron en la lista presentada por Intersindical Canaria.
2. El demandante D. Armando es suplente en la lista presentada por la Confederación
Intersindical Canaria en el referido proceso electoral.
3. El demandante D. Joaquín es el representante legal del Frente Sindical Obrero de
Canarias (FSOC).
II.-En el proceso de elecciones sindicales realizado en Titsa-Sector Urbano el día 04-0403, la lista de candidaturas presentada por Intersindical Canaria obtuvo un resultado de 6
miembros elegidos, entre los que figura D. Ignacio. Tras la dimisión de otro miembro
elegido se incorporó como miembro el suplente D. Carlos Jesús.
III.-En agosto de 2004 D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D. Armando se incorporan al FSOC por
discrepancias por la forma en que fue gestionada una convocatoria de huelga por parte de
los sindicatos UGT e IC.
IV.-1. En el momento de aceptar su condición de candidatos para acceder a la lista de
Intesindical Canaria, los demandantes D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D. Armando firmaron
unos escritos de declaraciones juradas que tienen el siguiente contenido:
«(..)Declaro BAJO JURAMENTO:
1. Aceptar libre y voluntariamente las condiciones que Confederación Intersindical Canaria
me ha planteado para ser candidato.
2. En consecuencia me comprometo a dimitir como representante sindical en caso de ser
elegido y desde el momento que durante el mandato electoral causara baja en los sindicatos
que forman parte de dicha Confederación, o cambie su adscripción sindical pasando a
formar parte de una organización ajena a la misma. Esta dimisión tiene por objetivo hacer
posible la sustitución en el cargo de representación por quien legalmente corresponda.
3. Autorizar a la Confederación Intersindical Canaria para hacer el uso que crea
conveniente de esta Declaración Jurada en caso de no cumplir el anterior compromiso de
dimisión.
Y para que conste, a los efectos que proceda, firma la presente en Santa Cruz de Tenerife,
a Once de marzo de 2003».
2. También en dicho momento de firmar los escritos de declaraciones juradas, los
demandantes D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D. Armando también firmaron sendos escritos de
dimisión por motivos personales. Dichos escritos de dimisión se firmaron en su momento
con fecha en blanco, y no expresan a quien van dirigidos.
3. Los escritos de declaración jurada y de dimisión de firmados por los actores para
acceder a la condición de candidatos en el proceso electoral en la lista presentada por
Intersindical Canaria quedaron en poder de dicho sindicato.
4. Esta práctica de firmar estos documentos es costumbre dentro de Intesindical Canaria.
V.-El día 17-08-04 los actores, conscientes de los escritos de declaración jurada y de
dimisión firmados para acceder a la lista de candidatura presentada por Intesindical
Canaria, D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D. Armando se presentaron, ante la Dirección
Territorial de Trabajo de la Consejería de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno de
Canarias, un escrito de manifestación de intención de no dimitir, ni ahora ni en el futuro, de
su condición de miembros del Comité de Empresa; y de solicitud de que no se le de validez
alguna, al resultar ineficaz y nula la manifestación de voluntad de dimitir (folio 352 a 354)..
En este escrito se exponía que los suscribientes (los primero tres actores) son miembros
del Comité de Empresa de Titsa-Sector Urbano, siendo elegidos en el proceso de
elecciones sindicales de abril de 2003; y que en el momento en que fueron incluidos en la
Candidatura de Intesindical Canaria, los dirigentes del sindicato le impelieron a firmar con
carácter anticipado un documento de renuncia similar a uno adjuntan.
Según el escrito, el argumento utilizado fue que si no firmaban la renuncia voluntaria no
podían formar parte de la lista porque así lo había decidido la Asamblea; y que luego
descubrieron que tal acuerdo nunca había sido adoptado.
VI.-Intesindical Canaria presentó en la Oficina Pública Electoral un escrito de de fecha 2710-04 que adjuntó la dimisión de los demandantes con fecha de 27-10-04 como miembros
del Comité de Empresa y su sustitución por el siguiente de la lista presentada. También se
presentó la declaración jurada de 11-03-03.
VII.-El Servicio de Mediación Arbitraje y Conciliación de la Dirección General de Trabajo
del Gobierno de Canarias remitió el día 05-11-04 sendos escritos a los actores poniéndoles
en conocimiento que su escrito de dimisión y declaración jurada habían sido presentadas
por IC.
En dichos escritos se informaba de la baja y alta ocasionada por la dimisión había sido
tramitada reglamentariamente.
VIII.-Según certificado emitido el 11-11-05 por D. Jesús Carlos, Secretario de Actas de la
Federación de Transportes de Intesindical Canaria, desde agosto de 2004 a septiembre de
2004 el número de afiliados a Intesindical Canaria en la empresa Titsa-Sector Urbano pasó
de 102 a 85 afiliados.
También se certifica que en todos y cada uno de los procesos electorales en las empresas
de transporte, en las que se ha presentado candidatura de Intesindical Canaria, como uso y
costumbre y por acuerdo mayoritario de los trabajadores, se ha acordado la firma de la
carta de dimisión de los candidatos. Y en tal sentido para la presentación de candidaturas
en las elecciones de Titsa Urbano de fecha abril de 2003, se procedió al mismo sistema por
lo que los candidatos firmaron la carta de dimisión, pública y notoria, por decisión histórica
de los trabajadores (folio 417).
TERCERO Que por el Jdo. de lo Social N. 3 de Santa Cruz de Tenerife, se dictó Sentencia,
cuyo Fallo literal dice: Que desestimando la demanda de sobre tutela de libertad sindical
interpuesta D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D. Armando y D. Joaquín (éste último, en
representación del sindicato Frente Sindical Obrero de Canarias -FSOC-); contra la
Confederación Intersindical Canaria (IC); contra la Consejería de Empleo y Asuntos
Sociales del Gobierno de Canarias; contra la Unión General del Trabajadores (UGT); contra
el Comité de Empresa de Titsa-Sector Urbano, contra la empresa Titsa-Sector Urbano, y
contra los trabajadores que formaron parte de la lista electoral que presentó Intesindical
Canaria en el proceso de elecciones sindicales de abril 2003 en la empresa Titsa-Urbano
citados en el encabezamiento de la demanda, hago los siguientes pronunciamientos:
1. Se aprecia de oficio la falta de legitimación pasiva del demandante D. Joaquín, en
representación del sindicato Frente Sindical Obrero de Canarias (FSOC).
2. Debo absolver y absuelvo a todas las partes demandadas de todas las pretensiones
declaratorias y de condena derivadas ejercidas por la parte actora, al no apreciar en los
hechos enjuiciados la existencia de vulneración o lesión de los derechos fundamentales de
libertad sindical de los actores.
CUARTO Que contra dicha Sentencia, se interpuso Recurso de Suplicación por la parte
Ignacio, Carlos Jesús, Armando, Joaquín, Carlos Alberto, Benito, Leonardo, Estíbaliz, Luis
Enrique, Donato, Ricardo, Juan Alberto, Francisco, Jose Manuel, Alvaro, Lucas, Luis
Francisco y Enrique, siendo impugnado de contrario. Recibidos los Autos por esta Sala, se
formó el oportuno rollo y pase al Ponente. Señalándose para votación y fallo el día 27 de
marzo de 2006.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO La Sentencia de instancia desestima la demanda por la que los actores,
sindicalistas miembros de un Comité de Empresa y afiliados al Sindicato demandado,
estimaron lesionado su derecho a la libertad sindical, cuando, tras causar baja en ese
Sindicato (bajo cuyas siglas se presentaron a las elecciones), dicho Sindicato fechó y
presentó las cartas de dimisión que habían firmado en blanco junto con una declaración
«jurada» que autorizaba a ello, con lo que la Autoridad Administrativa los tuvo por
dimitidos.
El bien hilvanado razonamiento de la Sentencia recurrida parte de la valoración de la
declaración «jurada» (en la que nada se jura) razonando que si la dimisión hubiese sólo
firmada en blanco sin más se podría considerar que su uso por el Sindicato promotor de la
candidatura sería abusivo. Pero en este caso, razona dicha Sentencia, que existe un
documento determinante que es la declaración jurada transcrita en el hecho probado
cuarto según el cual los demandantes dimitidos, firmaron declaraciones juradas en las que
manifestaban: 1) aceptar libre y voluntariamente las condiciones que Confederación
Intersindical Canaria le habian planteado para ser candidato, expresaban el compromiso de
dimitir como representante sindical en caso de ser elegido y desde el momento que durante
el mandato electoral causara baja en los sindicatos que forman parte de dicha
Confederación o cambie su adscripción sindical pasando a formar parte de una organización
ajena a la misma, aceptando que dicha dimisión tiene por objetivo hacer posible la
sustitución en el cargo de representación por quien legalmente corresponda y autorizaban a
la Confederación Intersindical Canaria para hacer el uso que crea conveniente de esta
Declaración Jurada en caso de no cumplir el anterior compromiso de dimisión.
Sobre ello, expone la Sentencia recurrida lo siguiente:
«En caso de que a un representante unitario de los trabajadores se le prive de dicha
representación, la titularidad del derecho fundamental de libertad sindical afectado sería
del propio representante y de los trabajadores representados que le han elegido. Sin
embargo, cabe la posibilidad de que el representante dimita (art. 67. 5 ET [ RCL 1995, 997]
) sin que intervengan los trabajadores de la empresa representados en su decisión (su
derecho se ejerce en la elección y en la revocación del artículo 67. 3 ET), operando
entonces el mecanismo de la sustitución, cubriéndose automáticamente por el trabajador
siguiente en la lista a la que pertenezca el sustituido. Llegamos con este razonamiento a la
consecuencia de que el sindicato promotor de la candidatura no puede dimitir por voluntad
propia a cualquiera de los representantes unitarios elegidos de su candidatura para
sustituirlo por el siguiente de la lista. La dimisión se configura como un acto unilateral no
recepticio. En palabras del Tribunal Constitucional en STC 81/1994, de 14 de marzo ( RTC
1994, 81) : «la renuncia funciona con pleno automatismo, si es clara, precisa, terminante e
incondicionada, puesto que «en definitiva se configura como una declaración de voluntad
por la cual el titular de un derecho subjetivo hace dejación del mismo y lo abandona,
negocio jurídico unilateral, no recepticio, sea cualquiera el motivo que la impulsara y, por
ello, carente de destinatario». En conclusión de lo anterior, sólo puede renunciar o dimitir
quien ostenta el derecho fundamental de libertad sindical en su faceta de ejercer la
representación unitaria de los trabajadores, de forma colegiada en este caso como
miembro de una Comité de Empresa. Hasta aquí son plenamente aplicables los
razonamientos dados en la STC núm. 214/1998, de 11-11-1998 ( RTC 1998, 214) , referente
al caso de una concejal del Ayuntamiento de Cantoria (Almería), que primero presentó su
renuncia y luego se retractó de su renuncia antes de que el Pleno tomase conocimiento de la
mismas, para pasar al grupo mixto. En este caso la diferencia fundamental estriba en la
existencia en un compromiso previo de dimisión en caso de desafiliación o causar baja en el
sindicato, y en que en el caso enjuiciado por el Tribunal Constitucional no se trató del
derecho de libertad sindical (art. 28 CE [ RCL 1978, 2836] ) sino del derecho de los
ciudadanos a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal, y al
acceso en
condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos (art. 23 CE). El valor del
compromiso realizado en declaraciones juradas firmadas por los demandantes es de
disposición de su derecho fundamental para poder acceder a la lista de candidatura que le
permitió ser miembro de un Comité de Empresa. Se dispone por los demandantes de su
derecho fundamental a ser miembro del Comité de Empresa condicionándolo con su
afiliación al sindicato promotor de la candidatura. Si bien está condición viene impuesta por
el sindicato promotor, es aceptada por los interesados en ser candidatos. Cumplida la
condición subordinante consistente en tener acceso en la lista de la candidatura promovida
por el sindicato demandado, el compromiso no es revocable en los términos dados y autoriza
al sindicato a presentar las dimisiones firmadas previamente por los demandantes en los
términos en que se comprometieron. No estaría autorizado el sindicato a presentar dichas
dimisiones si no se diese el presupuesto autorizante: «desde el momento que durante el
mandato electoral causara baja en los sindicatos que forman parte de dicha Confederación,
o cambie su adscripción sindical pasando a formar parte de una organización ajena a la
misma. Esta dimisión tiene por objetivo hacer posible la sustitución en el cargo de
representación por quien legalmente corresponda».
Sin embargo, desde ahora debe reseñarse que la Sentencia omite valorar otro dato fáctico
de relevancia, recogido en el hecho probado quinto, a cuyo tenor: «el día 17-08-04 los
actores, conscientes de los escritos de declaración jurada y de dimisión firmados para
acceder a la lista de candidatura presentada por Intersindical Canaria, D. Ignacio, D.
Carlos Jesús, y D. Armando presentaron ante la Dirección Territorial de Trabajo de la
Consejería de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias un escrito de
manifestación de intención de no dimitir, ni ahora ni en el futuro, de su condición de
miembros del Comité de Empresa; y de solicitud de que no se le diera validez alguna, al
resultar ineficaz y nula la manifestación de voluntad de dimitir (folio 352 a 354). En este
escrito se exponía que los suscribientes (los primeros tres actores) son miembros del
Comité de Empresa de Titsa-Sector Urbano, siendo elegidos en el proceso de elecciones
sindicales de abril de 2003; y que en el momento en que fueron incluidos en la Candidatura
de Intersindical Canaria, los dirigentes del sindicato le impelieron a firmar con carácter
anticipado un documento de renuncia similar a uno que adjuntan. Según el escrito, el
argumento utilizado fue que si no firmaban la renuncia voluntaria no podían formar parte de
la lista porque así lo había decidido la Asamblea, y que luego descubrieron que tal acuerdo
nunca había sido adoptado».
Con este prefacio, debe la Sala abordar los tres motivos en los que se estructura el
recurso, motivos todos que, con buena técnica procesal, se formulan bajo la cobertura
adjetiva del art. 191.c LPL ( RCL 1995, 1144, 1563) , como motivos de crítica jurídica.
SEGUNDO El primero de ellos señala violación por inaplicación de los arts. 1265 en relación
con los arts. 1261, 1255 y 1256 del Código Civil ( LEG 1889, 27) .
A) Introduce el recurrente, antes de la argumentación relativa a los preceptos citados, una
«cuestión previa» (que materialmente es un motivo autónomo que aborda una de las
cuestiones cruciales del litigio) en la que señala que la dimisión de los actores es ineficaz,
por violación de la doctrina jurisprudencial ( STS 21.12.90 [ RJ 1990, 9818] ).
Al efecto, debe la Sala convenir con el recurrente que la dimisión puede ser definida como
la «decisión voluntaria y unilateral por la que se hace dejación de la representación o
función encomendada antes del cumplimiento del tiempo para el que fue concedida» (SSTS
21 diciembre 1990 y 18 noviembre 1991 [ RJ 1991, 8245] )
No obstante, sólo se está ante una propia y efectiva dimisión, entendida en el sentido
aludido, cuando se cumplan dos requisitos: uno de carácter material, la manifestación de
voluntad; y otro de carácter formal, la comunicación de dicha voluntad a los trabajadores
representados, al empresario y a la Administración que, en todo caso, deberán realizar los
representantes unitarios del órgano colegiado, Comité de Empresa, que permanezcan en el
desempeño de su cargo en el plazo de diez días hábiles siguientes a la fecha en que se
produzca, requisito sin cuyo cumplimiento no puede considerarse formalizada ( STS 26
marzo 1991 [ RJ 1991, 1900] ).
De lo anterior deducen los recurrentes que «la renuncia requiere como condición sine qua
non la expresa manifestación de intencionalidad por parte del que dimite, y nace en la vida
jurídica esta renuncia cuando los órganos a quién va dirigida son los legítimos para
aceptarla» ( STSJ de Galicia 4 junio 1993 [ AS 1993, 2921] ).
El análisis de este argumento requiere volver la vista al relato histórico de la Sentencia,
cuyo ordinal quinto refleja, como antes se indicó, que «El día 17-08-04 los actores,
conscientes de los escritos de declaración jurada y de dimisión firmados para acceder a la
lista de candidatura presentada por Intesindical Canaria, D. Ignacio, D. Carlos Jesús, D.
Armando se presentaron, ante la Dirección Territorial de Trabajo de la Consejería de
Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias, un escrito de manifestación de
intención de no dimitir, ni ahora ni en el futuro, de su condición de miembros del Comité de
Empresa; y de solicitud de que no se le de validez alguna, al resultar ineficaz y nula la
manifestación de voluntad de dimitir (folio 352 a 354)».
A partir de aquí, lo que se plantea por la Sala (el recurrente sólo lo sugiere) es la
irrevocabilidad del consentimiento prestado para dimitir, es decir, si (admitiendo la validez
de la carta de dimisión firmada en blanco, como complemento o anexo a la declaración
«jurada» de compromiso de dimitir si los actores abandonaban la disciplina del Sindicato)
tal consentimiento puede ser revocado antes de que el Sindicato, haciendo uso de tal
compromiso, ponga fecha a la carta.
No resulta fácil ofrecer una respuesta a tal «dubio» pues frente a la regla contractual de
la irrevocabilidad de los contratos («pacta sunt servanda», según el clásico brocado
positivizado en los arts. 1091, 1256 y especialmente 1258 del Código Civil ( LEG 1889, 27) ),
puede oponerse el carácter no contractual, sino público, del mandato, puramente
representativo, de los representantes de los trabajadores y, así, sacar del «ager»
iusprivatista el compromiso de dimitir, ubicándolo en el campo del Derecho Público, como
facultad personal que sólo forzadamente puede ser irrevocable, y esta revocabilidad,
además, encuentra apoyo incluso volviendo al campo del Derecho Privado, en la doctrina
civilista relativa al otorgamiento de poderes, que, como materialización del contrato de
mandato (art. 1.709 y ss. del Código Civil) es siempre revocable (arts. 1.733 del Código Civil
y STS 25.01.78) salvo que la irrevocabilidad sea una contraprestación ínsita en un contrato
complejo en el que el mandato realiza una función instrumental ( STS 31.10.87 [ RJ 1987,
7492] ).
Apuntada así tal cuestión, el Tribunal entiende que su resolución va unida a la de la
disponibilidad del derecho al mandato o cargo representativo, que se abordará y resolverá
en el correspondiente motivo del presente recurso.
B) Alega el recurrente, como argumento central del presente motivo, que el consentimiento
prestado en la declaración «jurada» no fue prestado libremente, por lo que cita, como
infringidos por la Sentencia, el precepto del Código Civil señalado en el motivo (art.1.265).
No comparte la Sala tal crítica. El consentimiento de los actores fue prestado libremente,
sin que exista ninguno de los vicios que señalan los arts. 1.265 a 1.270 del Código Civil pues
el hecho de que el Sindicato impusiera a los actores (como a todos los candidatos que
presenta) la condición de firmar tal compromiso (la declaración «jurada» y la carta de
dimisión sin fecha) para presentarse como candidatos en las listas de ese Sindicato, no
implica una coacción, amenaza o condición ilícita, que pueda incardinarse en el vicio del
consentimiento al que alude el art. 1.267 del Código Civil (la «vis cumpulsiva» o intimidación)
que es el único vicio en el que cabría ubicarlo, ya que los actores eran libres de aceptarlo o
no, y libres de presentarse como candidatos, de suerte que no es una intimidación, que
exige una amenaza racional y fundada de un mal grave ( STS 21.03.70) sino que se trata
más bien de una condición que el Sindicato impone a quienes desean concurrir bajo sus
siglas en lista a las elecciones de representantes de los trabajadores, condición que en
nada coarta a los trabajadores, porque podían haber rechazado la condición y presentarse,
bien bajo las siglas de otro Sindicato o, más claramente, como candidatos independientes
(arts. 69.3 ET [ RCL 1995, 997] ) puesto que en el régimen electoral laboral, a diferencia el
régimen electoral general, no es necesario presentarse como candidatos bajo las siglas o en
la lista de un Sindicato.
Es cierto, por tanto, que el Sindicato ha exigido tal condición, pero ello no constituye
intimidación, por lo que el consentimiento prestado fue libre y carente de vicios
invalidantes, lo que no despeja las cuestiones relativas a la disponibilidad o indisponibilidad
del derecho aludido ni de la revocabilidad o irrevocabilidad del consentimiento prestado,
por libre y carente de vicios que fuera, cuestiones que se resolverán más adelante.
Con ello, el motivo decae.
TERCERO El segundo motivo del recurso, que constituye el núcleo de la cuestión debatida,
señala infracción de lo dispuesto en los arts. 67.3, 67.4 y 69.3 del ET ( RCL 1995, 997) ,
planteando, de forma concisa pero certera, que la actuación del Sindicato vulnera la esencia
misma de la representación de los trabajadores y recordando que la doctrina establece que
la pérdida de la condición de afiliado en la lista del Sindicato que abandona o le expulsa, no
indica la pérdida de la condición de representante de los trabajadores ya que la afiliación
sindical no es esencial al contenido del mandato representativo. ( STCT 6.10.88).
El motivo debe examinarse conjuntamente con el último, en el que los recurrentes
denuncian la concurrencia de un fraude de Ley, citando como infringida el art. 6.4 del
Código Civil ( LEG 1889, 27) , así como los arts. 1255 y 1256 de tal Cuerpo Legal, más de
reiterar la denuncia de infracción del art. 67.3 ET
El examen de los motivos requiere recordar, a modo de prefacio, que el mecanismo
impuesto a los candidatos por el Sindicato Intersindical Canaria como condición para
presentarse a las elecciones evita lo que la Sentencia adecuadamente llama el
«transfugismo sindical», efecto que la citada Sentencia valora positivamente como un
argumento más a favor de la tesis del Sindicato demandado.
Sin embargo, el fenómeno del transfugismo, por reprobable que sea desde la perspectiva
ética, política o sindical, es un efecto inevitable, ínsito en todo sistema democrático
representativo en el que el Ordenamiento Jurídico confiere tal representación a la persona
y no al Sindicato, que es el caso de las elecciones a representantes de los trabajadores
(mal llamadas, por eso, elecciones «sindicales», pues no se elige a Sindicatos, sino a
trabajadores) sin que tal mandato representativo personal se vea alterado por la posible
(aunque muy frecuente) presentación de los candidatos en la lista de un sindicato, porque
esta afiliación o apoyo sindical no es esencial al contenido del mandato representativo
(STCT de 06-10-88, antes citada) y tal mandato representativo, personal (se insiste,
personal) lo instaura claramente la Ley en los arts. 62, 63, y, sobre todo, 67 y 69 E.T; los
trabajadores no eligen, pues, a Sindicatos, sino a compañeros que los representen, e incluso
desde la perspectiva sociológica, es obvio que el componente personal prima más en los
electores que el componente sindical, puesto que el ámbito de la elección es el centro de
trabajo y en él los trabajadores votan, a quienes les dan su confianza personal (así lo
instaura la Ley) y no a un Sindicato bajo cuyas siglas se presentan. Por ello, incluso la
valoración negativa del «transfugismo» se difumina, a diferencia de lo que acontece en las
elecciones políticas en que este fenómeno cobra tintes reprobables precisamente porque,
desde la óptica sociológica, los electores votan fundamentalmente a partidos políticos y no
a personas, y, aún asi, el fenómeno del transfugismo es inevitable porque -se insiste- el
sistema representativo democrático está así instaurado; volviendo a las elecciones de
representantes de los trabajadores, se vulneraría tal esencia (principio de la
representación personal) si, a través del mecanismo utilizado por el Sindicato, se quiebra
tal representatividad personal, pasando a manos del Sindicato, con lo que tal mecanismo
podría ser constitutivo de un fraude de Ley del art. 6.4 del Código Civil, señalado como
infringido, puesto que ( STS de 12.11.88 y 26.05.89 [ RJ 1989, 3889] ) amparándose en una
norma de cobertura (la normativa insprivatista, en especial el art. 1.255 del Código Civil) se
elude otra norma material prevalente (los arts 67 y 69.3 ET que configuran este mandato
representativo como personal) con lo que la actuación del Sindicato puede enmarcarse en
tal infracción.
Por lo demás, se insiste que en el régimen electivo político, tal fenómeno es inevitable, como
manifestación del criterio constitucional según el cual el derecho de acceso a los cargos
públicos comprende no sólo este acceso, sino también la permanencia en dichos argos (
STCo 81/91 [ RTC 1991, 81] ) sin perturbaciones ilegítimas, siendo un derecho de
configuración legal ( STCo 76/89 [ RTC 1989, 76] ), pues afecta también no sólo al derecho
del elegido, sino del elector a participar (art. 23.2 de la Constitución [ RCL 1978, 2836] ) a
través de la institución de la representación ( STCo 163/91 [ RTC 1991, 163] ); y si tal
doctrina constitucional es aplicable a las elecciones políticas, con mayor razón (desde la
óptica sociológica, como antes se indicó) o igual razón (desde la óptica estrictamente
jurídica) es aplicable a las elecciones de representantes de los trabajadores, pues ambas
giran en torno al mismo eje: el mandato representativo personal.
Con lo expuesto, ya la Sala muestra su criterio proclive a la tesis de los recurrentes,
sumando a ello las dos cuestiones apuntadas en el precedente fundamento jurídico a saber:
la difícil aceptación de la tesis de la disponibilidad de este derecho (que no es privado, sino
público), con lo que esa renuncia previa condicionada mal encaja en la causa de
disponibilidad del art. 6.2 del Código Civil ( LEG 1889, 27) y la irrevocabilidad del
consentimiento prestado (recuérdese que los actores revocaron su consentimiento
manifestándolo a la Administración Publica Laboral antes de que el Sindicato pusiera fecha
a las cartas de dimisión en blanco y las presentara en tal Administración).
Sin embargo estos razonamientos de la Sala (apoyados sólo en parte en el recurso) no
pueden conducir al éxito del citado recurso porque frente a ellos se erige la doctrina
jurisprudencial ( STS 26.12.89 [ RJ 1989, 9268] ).
En efecto, la Sala podría apartarse del criterio de otros TSJ que, en casos prácticamente
iguales han resuelto a favor la tesis del Sindicato demandado, como la STSJ de CastillaLeón/Valladolid de 29.07.04 ( AS 2004, 2131) y la del de Navarra de 13.10.92 ( AS 1992,
4740) . En particular, la Sala no comparte la argumentación de esta última, por bien
hilvanada que esté, cuando tras afirmar el indiscutible derecho del Sindicato a presentar
candidaturas (art. 2 LOLS [ RCL 1985, 1980] ) sienta que «la esencia de la libertad sindical
es la defensa de los intereses de los trabajadores como categoría, y la tutela de los
intereses singulares de los trabajadores sólo aparece recogida incidentalmente en el título
I de la LO 11/1985. La representatividad sindical tiene una configuración jurídico, pública y
social, no sólo en el ámbito de la empresa sino también como participación institucional en la
decisión política y en acción sindical (art. 1) y es ese contenido jurídico público y social el
que le da autenticidad y coherencia interna a la defensa de los intereses de los
trabajadores. Así pues, no hay analogía total con la representatividad política, en la que el
votante es individualmente titular de un derecho singular como ciudadano, y tampoco con la
noción civil de representación, en la que el representante actúa en nombre del
representado. La consideración del trabajador como categoría tiene unos intereses
específicos que se tutelan en ocasiones por medios conflictivos (acción sindical), y en la que
se considera a priori que la empresa (en la acción sindical a nivel empresarial) o el Estado
(en la acción sindical a nivel general) se encuentran en una situación de preeminencia, por
LO que la unidad de acción de esencia al movimiento sindical, y predica el reconocimiento
del poder del sindicato mismo y la consideración netamente sindical de la representatividad
de los trabajadores. El ordenamiento jurídico debe prestar los medios para la coherencia
de la acción sindical dentro del estado de derecho, que supone institucionalizar el derecho
de resistencia y evitar que la acción sindical se ejercite por otros medios. El derecho debe
prestar los mecanismos efectivos para fomentar la unidad de los trabajadores como
presupuesto y esencia de la libertad sindical. La identidad sindical de la representatividad
de los trabajadores que se hayan presentado a las elecciones dentro de las listas de un
sindicato no lesiona los derechos sindicales de los trabajadores, sino al contrario les da
coherencia; pues la identidad
democrática de la representatividad no se garantiza por la inamovilidad del representante
sino por el conocimiento directo que los trabajadores tienen de sus representantes en el
seno de la empresa por el control democrático de los sindicatos y por la revocabilidad del
mandato. El sindicato es responsable por los actos de los representantes (art. 5.2 LOLS)
luego debe poder contar con mecanismos que garanticen la coherencia de la acción
sindical».
Y tal discrepancia se razona por esta Sala indicando que tales razonamientos son de
carácter general y más de «lege ferenda», chocando con la esencia de la configuración legal
de la representatividad personal de los representantes de los trabajadores, consagrada en
el art. 67 ET ( RCL 1995, 997) , de tal suerte que el derecho de éstos a ser representados
en la Empresa no se otorga al Sindicato, sino personalmente, (se insiste), al elegido, y los
trabajadores electores han visto defraudada su confianza, que la Ley establece otorgada a
unas determinadas personas y no al Sindicato bajo cuyas siglas se presentan, configuración
legal claramente establecida en el precepto indidado.
Pero aunque la Sala se apartara de tal criterio doctrinal, no puede evadir la aplicación de la
doctrina jurisprudencial, obligada a acatarla aunque el pronunciamiento del Tribunal
Supremo sea aislado y ello porque aunque el art. 1, 6 del Código Civil ( LEG 1889, 27) alude a
la reiteración de las Sentencias (reiteración que confirma la propia jurisprudencia civil, ex
STS 23.12.83 [ RJ 1983, 7001] ) tal requisito no puede aplicarse a la jurisprudencia laboral,
ya que los arts. 216 y ss. de la LPL ( RCL 1995, 1144, 1563) instauran un recurso de casación
específico cuyo objeto es la unificación de doctrina.
Y tal jurisprudencia está constituida por la STS de 26.12.89 ( RJ 1989, 9268) , sobre un
supuesto fáctico donde los argumentos de este Tribunal, antes expuestos, son aún menos
acogibles, puesto que en él la pérdida de la condición de representante de los trabajadores
no se produjo (como en el presente caso), como consecuencia de la voluntad de los
representantes electos (aunque lo fuera en los términos indicados y con carácter
discutidamente irrevocable pero, al fin y al cabo, la libre voluntad) sino por disposición del
Convenio Colectivo de Empresa, con lo que caen todos los razonamientos expuestos por los
recurrentes y reforzados por los de esta Sala.
En efecto, establece tal STS que «el precepto cuya aplicación se cuestiona no contradice
norma alguna del ordenamiento jurídico. En un sistema electoral de listas cerradas, en el
que el elector, como se infiere del art. 71.2 del ET ( RCL 1995, 997) . y no puede modificar
su contenido, lo que el citado art. 42 del Convenio viene a reconocer es que, al presentarse
una candidatura por un Sindicato integrada por sus afiliados, prima esa calidad de
pertenencia al Sindicato sobre la mera condición personal de trabajador de la empresa
siendo la afiliación factor determinante de su elección; al fundarse la relación de
representación en el "intuitu peronae", es admisible que por la voluntad colectiva de los
empresarios y trabajadores integrantes del sector que el Convenio regula, se establezca
como causa de extinción del mandato la alteración sobrevenida de una circunstancia
personal especialmente relevante del representante, determinante de su elección, como lo
es la pérdida de la adscripción al sindicato que lo presentó. El Convenio, en el que, según
previene el art. 85.1 del ET, pueden regularse materias de índole sindical, no se aparta del
respeto debido a las Leyes; por el contrario se ajusta a lo que previene el art. 7 de la
Constitución ( RCL 1978, 2836) que atribuye a los sindicatos la defensa de los intereses
sociales que le son propios, y en esta línea ha de reputarse lícito el acuerdo que tiende al
mantenimiento por el Sindicato del nivel alcanzado en la representación en una empresa
como expresión de confianza de la mayoría de los trabajadores de la misma y en defensa de
los intereses de todos ellos que es la función que institucionalmente cabe atribuir a un
Sindicato. Constituye una modalidad de la participación de los trabajadores en la empresa
admisible en las previsiones del art. 129.2 de la misma Constitución. Tampoco existe
contradicción entre lo pactado en el Convenio y la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto (
RCL 1985, 1980) , sobre Libertad Sindical; contempla una modalidad de la acción sindical en
la empresa, también admisible en las previsiones del art. 2.2.c) y del 8 y siguientes, de los
que ninguna restricción resulta en este punto. El trabajador sigue siendo libre de
pertenecer o no al Sindicato y si la pérdida de esta condición determina su baja en el
Comité es por haber sido aquella afiliación factor determinante de su elección. Tampoco se
opone el convenio a lo previsto en el art. 67.3 del ET precepto que regula la terminación del
mandato de los representantes por revocación, es decir, por decisión basada en falta de
confianza del cuerpo electoral, pero no la extinción por pérdida de la calidad determinante
de la elección, que es lo que el Convenio establece, causa que ha de entenderse comprendida
en el apartado 4 del mismo artículo. Es significativo que el pacto viene a reconocer, y ello
avala su legitimidad, el interés del Sindicato en mantener de hecho y de derecho la
condición de más representativo que el art. 75.7 del ET le atribuye en razón del resultado
electoral. No puede prosperar por tanto el recurso que se basa precisamente en la errónea
creencia de que lo dispuesto en los art. 85.1 y 67.3 del ET impiden la aplicación del
Convenio».
Por tanto, los dos motivos de censura jurídica examinados deben decaer lo que arrastra la
desestimación del recurso y la consiguiente confirmación de la Sentencia.
FALLAMOS
Que debemos desestimar y desestimamos el recurso de suplicación, interpuesto por
Ignacio, Carlos Jesús, Armando, Joaquín, Carlos Alberto, Benito, Leonardo, Estíbaliz, Luis
Enrique, Donato, Ricardo, Juan Alberto, Francisco, Jose Manuel, Alvaro, Lucas, Luis
Francisco y Enrique contra la sentencia del Juzgado de lo Social de referencia de fecha
20-12-05, en virtud de demanda interpuesta por Ignacio, Carlos Jesús, Armando, Joaquín,
Carlos Alberto, Benito, Leonardo, Estíbaliz, Luis Enrique, Donato, Ricardo, Juan Alberto,
Francisco, Jose Manuel, Alvaro, Lucas, Luis Francisco y Enrique contra Confederación
Intesindical Canaria, Consejería De Empleo Y Asuntos Sociales, Unión General de
Trabajadores y Comite de Empresa de Titsa Sector Urbano en reclamación de LIBERTAD
SINDICAL y en consecuencia debemos confirmar y confirmamos la sentencia de instancia.
Devuélvanse los autos originales al Jdo. de lo Social N. 3 de Santa Cruz de Tenerife, con
testimonio de la presente una vez notificada y firme a las partes y con advertencia a las
mismas de que contra la presente Resolución podrá interponer sólo Recurso de Casación
para Unificación de Doctrina, que se preparará por escrito ante esta Sala de lo Social
dentro de los DIEZ DIAS siguientes a la notificación de la sentencia de acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 219, 227 y 228 de la Ley Procesal Laboral ( RCL 1995, 1144,
1563) , advirtiéndose, en relación con los dos últimos preceptos citados, que el depósito de
los 300,51 euros (50.000 ptas) deberá efectuarse ante la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo al tiempo de personarse en ella y en su cuenta núm. 2410 del Banco Español de
Crédito, Oficina 1006 de la calle Barquillo núm. 49, 28004 de Madrid, por todo recurrente
que no tenga la condición de trabajador o causahabiente suyo o beneficiario del régimen
público de la Seguridad Social, mientras que la consignación del importe de la condena
deberá acreditarse, cuando proceda, por el recurrente que no goce del beneficio de
justicia gratuita ante esta Sala al tiempo de preparar el recurso, presentando resguardo
acreditativo de haberla efectuado en la c/c núm. 3777 que esta Sala tiene abierta en el
Banco Español de Crédito, Oficina 1101, de la calle Villalba Hervás, 12, 28002 de Sta. Cruz
de Tenerife, haciendo constar el código núm. 66 (Recursos de Casación Laboral) y a
continuación número y año del rollo de suplicación, pudiéndose sustituir dicha consignación
en metálico por el aseguramiento mediante aval bancario en el que se hará constar la
responsabilidad solidaria del avalista.
Remítase testimonio a la Fiscalía de la Audiencia Provincial y líbrese otro testimonio para
su unión al rollo de su razón, incorporándose original al Libro de Sentencia.
Así por esta nuestra sentencia, que es firme, la pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.-Leída y publicada la anterior Sentencia, por el Ilmo./a. Sr./a.
Magistrado/a Ponente, que la suscribe en el Sala de Audiencia de este Tribunal. Se envía
testimonio a la Audiencia Provincial, en unión del correspondiente oficio de remisión. Doy
fe.
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