DROGAS Y SOCIEDAD Si se acepta y se da por buena la frase de Dürkeim, de que «la criminalidad es un elemento integrante de una sociedad sana», la conducta criminal existirá siempre, y en este caso, la viabilidad de un modelo social, va a residir, en que el mismo, sea capaz de canalizar el fenómeno criminal, ya que aunque se hayan alcanzado altas cotas de cumplimiento de las normas, siempre existirán conductas limítrofes con la normativa vigente. No radica el éxito en alcanzar un elevado grado de «santidad social», sino en que las conductas antisociales estén debidamente controladas con los medios que disponga la sociedad, la cual tiene que asumir y «normalizar» un nivel determinado de delincuencia controlable, de tal modo que no llegue a alcanzar un grado que suponga un descontrol generalizado y la ausencia del mínimo respeto a las leyes. Por ello, el fenómeno de la marginalidad y de la toxicomanía, se ha de contemplar, no desde el enfoque de obligado cambio de conducta del estigmatizado, sino más bien como el reconocimiento de un hecho existente en el seno de la compleja sociedad actual. Un Estado social democrático y de derecho, debe posibilitar la existencia de procesos de reciclaje existencial, de todos aquellos sujetos que han demostrado comportamientos «anormales» frente a la ética y al sistema de derecho mayoritarios en una sociedad determinada. De esta forma, son el Estado y la sociedad al completo, quienes deben ofrecer al delincuente la posibilidad de reinserción, descargándole en la medida de lo posible de ese lastre de «culpabilidad vital», que le atribuye de por sí, la perpetración de un hecho punible. Si la sociedad y el Estado se llenan la boca de justicia, son ellos los primeros que deben dar 55 CITAS Y PENSAMIENTOS PARA JURISTAS muestras de la misma. Y la prueba más clara, es, como diría Malcom Forbes, «determinar hasta que punto, es uno justo, con aquellos que no lo son». Y si esta línea de pensamiento está justificada en cualquier tipo de delitos, con mayor énfasis se ha de predicar de los hechos punibles atribuidos a los drogodependientes, subterfugios vitales, a caballo entre la enfermedad y la delincuencia estricta, para los que la resocialización y la reinserción, adoptan tintes de complejidad y dramatismo que obliga a cuestionar permanentemente la validez del derecho penitenciario y de los preceptos penales aplicables a los mismos. En palabras de Manuel Escudero Moratalla, «es la lucha existencial del hombre marginal, frente al Estado y ala sociedad como ente», batalla en la que la Constitución, debe ser la principal valedora de los derechos del hombre. Así pues, no es extraño afirmar que la resocialización del delincuente (3), que la CE asigna a la pena, sea uno de (3) La cárcel cumple satisfactoriamente con una serie de funciones: castigar, segregar, excluir, estigmatizar; y genera en el recluso unos efectos despersonalizadores: frustración, desesperación, perdida de autoestima, que demuestran la irracionalidad de un sistema que solo acarrea «la producción y reproducción de delincuentes» (Baratía). Pero la realidad es otra. La acción despersonalizadora de las instituciones penitenciarias se erige como una función real de tipo reeducativo, que busca una adaptación del preso al sistema carcelario, en el que la seguridad y el control generan una «anormalidad» que provoca una ruptura y una interrupción con el mundo exterior que determinará procesos de marginación, distanciamiento y desasosiego, que producen una quiebra del «yo» y una perdida de los roles y status sociales anteriores al ingreso, que sintetizan, la configuración de una nueva identidad consecuencia de la alteración de la identidad personal y de la forma de ser anterior, y que se encuentra marcada por la imposición de nuevos marcos de referencia psicológicos y distintas pautas de relaciones, en las que la ansiedad y los mecanismos de defensa y autoconservación se acentúan por el ambiente hostil y agresivo. Esta actitud se generaliza, y la desconfianza, se convierte en un deseo de venganza contra categorías abstractas (policía, sociedad, inocentes). El interno adopta una acritud violenta y agresiva, como autoafirmación frente a ese poder indeterminado. Por otra parte hay un proceso de infantilización, que crea un sentimiento de dependencia absoluta. El miedo al aislamiento, la tensión permanente, la violación de la intimidad motivada por el hacinamiento, las humillaciones y amenazas, la monotonía, el tiempo vacío perdido, agravan esta situación. Y por último, cuando se cumple la pena y se torna al medio social, la falta de posibilidades de trabajo, la carencia de habilidades socio-laborales, la probable necesidad de un tratamiento socio-sanitario derivado del consumo de drogas, hacen casi imposible la inserción social y la no reincidencia en la conductas delictivas, provocando el denominado «síndrome de la puerta giratoria», es decir, se sale por una puerta para delinquir y automáticamente entrar por la otra. No hay otros caminos. La cárcel sumerge a muchos sumergidos. La sociedad o los factores de control, se encargan de ratificarlo (Neuman). Esta actitud tan poco propicia del Estado y de la sociedad, que sólo exige que el delincuente sea castigado, echa por tierra toda política preventiva y resocializadora. La cárcel es el principal obstáculo de la cárcel. 56 DROGAS Y SOCIEDAD los objetivos que la reforma del vigente sistema de penas, aborda en el CP 95 (4). La droga y su consumo, siempre han estado presentes en la historia de la humanidad; lo que ha variado son los propósitos que se pretenden obtener al consumirla, el significado de la misma, y la aparición en los últimos tiempos de un consumo abusivo. Cada pueblo ha tenido la propia, porque es un fenómeno que acompañó al hombre a lo largo de toda su existencia. La búsqueda de la embriaguez natural o química, o de un estado artiñcial y concreto, es un fenómeno universal. Con fines mágico-religiosos, para huir de la realidad, para hacer frente a los problemas o por la incapacidad para ello, por simple placer o con fines médicos... el hombre ha hecho uso de plantas, productos químicos... incluibles en el concepto de droga: en la Europa meridional, el vino; en la Europa septentrional, el vodka y el whisky; en Asia el cáñamo y la adormidera; en Sudamérica, el mate, la coca, los alucinógenos... En cambio el consumo abusivo, parte de una incapacidad para hacer frente a los problemas cotidianos, de un desencanto autopersonal, o de una falta de sentido b comprensión de la actividad diaria; el alcohólico o toxicómano no surge de repente, el individuo depende de la droga (5). Así, se ha hablado diversos (4) En dicho texto, se establece en su art. 20. 2 que está exento (de culpabilidad): «2o. El que al tiempo de cometer la Infracción penal se halle en estado de intoxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias, psicotrópicas u otras que produzcan efectos análogos, siempre que no haya sido buscado con el propósito de cometerla o no se hubiese previsto o debido prever su comisión, o que se halle bajo la influencia de un síndrome de abstinencia, a causa de su dependencia de tales sustancias, que le impida comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión». Por otra parte, en el art. 21. 2f, se recoge como nueva atenuante: «la de actuar el culpable a causa de su grave adición a las sustancias, mencionadas en el número 2.a del artículo anterior». A su vez, en el art. 102.1.° CP 95. que señala para los exentos de responsabilidad criminal por esa causa: «el internamiento en centro de deshabituación público, o privado debidamente acreditado u homologado». Y añade dicho precepto que «el internamiento no podrá exceder del tiempo que hubiera durado la pena privativa de libertad, si el sujeto hubiera sido declarado responsable». Y continua diciendo, que el sometido a esa medida «no podra abandonar el establecimiento, sin autorización del juez o tribunal sentenciador».. (5) El toxicómano sufre una desesperada necesidad de procurarse la droga por cualquier medio, experimentando un enorme debilitamiento de todos los demás intereses y ligámenes con la realidad de los otros. El lobo puede perder los dientes, pero no pierde la memoria; el toxicómano puede decrepitarse físicamente, pero el lobo de la droga se apodera de su conocimiento y dirige cada una de sus actividades a la consecución de la misma. 57 CITAS Y P E N S A M I E N T O S PARA JURISTAS factores que inciden en la iniciación al consumo, tales como la curiosidad por nuevas experiencias, el mimetismo o presión social del grupo, el ambiente familiar, la actitud consumista, la saturación de bienestar fomentada por una sociedad cada vez más materializada y vacía moralmente. En los jóvenes, se puede destacar el paro y la falta de oportunidades, la crisis del sistema educativo y planes de estudio sobrecargados, la falta de instalaciones y medios para el ocio, la crisis de valores y la falta de ideales, la escasa participación en la vida social y pública, los problemas familiares, la crisis de originalidad juvenil, la propia personalidad aun no conformada. El consumo de drogas, se interpreta como una reacción del individuo, contra el contexto social con el que se relaciona, en el que los factores socioeconómicos y psicológicos juegan un papel decisivo, que exige cada vez más, un tratamiento individualizado y no generalizador, para cada caso concreto (6). La droga es fundamentalmente una forma de huida. Intentar alejar la droga del individuo, mediante una ley represiva (7), es una solución indirecta: se ha de reformar la estructura social, y la arquitectura vital y educación del individuo, haciendo desaparecer las motivaciones que conducen al consumo «abusivo» de droga, razones que al coincidir en gran número de individuos, hace de la drogadicción un fenómeno social. La deshumanización de la socie(6) Por ello, no sería desdeñable, del mismo modo que ha acaecido en materia de menores, que se diese a la drogadicción un tratamiento unitario, en el que los principios de garantía penal y de legalidad, adoptasen una postura letárgica y permitiesen una intervención mas amplia de otras instituciones, siempre bajo el criterio y control del órgano judicial, propiciando una política de alternativas a la prisión que obstaculicen la marginación y la reincidencia. Por ello, la respuesta carcelaria, será legítima, en la medida que no sea exclusiva, sino integrada en un abanico más amplio de respuestas. Se trata de propiciar una alternativa a la propia droga, que es causa y origen de determinados delitos, buscando el logro de la reconstrucción del «yo» destruido. (7) La falta de un autentico bien que justifique la negación del derecho personal al consumo de drogas, en especial las drogas blandas; los beneficios que comporta para el traficante, la ley prohibitivarepresora, con la siguiente creación del mercado negro de la droga; el encarecimiento del producto y correlativo incremento de los costes sociales derivados del consumo de estupefacientes; el hacinamiento en las prisiones de traficantes y adictos; el imparable ascenso estadístico de las cantidades decomisadas, de los detenidos por tráfico o consumo de drogas, de los procedimientos judiciales contra drogodependientes; por el elevado número de muertes por sobredosis... nos obliga a plantear, un cambio de táctica, que debe pasar por la legalización de las drogas que llevaría consigo la inmediata desaparición del lucro económico, derivado de la clandestina comercialización de sustancias prohibidas. 58 DROGAS Y SOCIEDAD dad actual, es factor decisivo en la génesis de la drogadicción. La droga encubre el alienante e insatisfecho mundo de la sociedad actual. Implica la existencia de una cultura vacía, en un colectivo de estructuras injustas. En el mismo sentido, la sociedad, no solo crea e incita al consumo, sino que las propias relaciones sociales lo exigen; beber en compañía es confirmar la amistad; el consumo de drogas es una forma de relación. La droga es en gran parte, efecto de la degradación de la dignidad individual del hombre producida por la sociedad. El drogadicto, es un subproducto de la sociedad. El hombre bebe, como consecuencia de su natural tendencia al estado artificial progresivo de felicidad, seguridad, euforia y bienestar. La sustancia está al servicio del hombre, es medio de alivio y comunicación social, materia creadora de sueños que permite un alejamiento necesario de las formas de pensar y vivir cotidianas. El hombre y la sociedad han inventado y mantienen la droga porque la necesitan. Tal vez porque estimula la sociabilidad, porque es un medio de integración y de adaptación a las grandes frustraciones sociales o por la propia naturaleza del hombre. El consumo de drogas es pues un hábito, una costumbre, un artículo más de consumo de nuestra sociedad. Por ello, el grupo, es un factor esencial en la iniciación del consumo. De ahí se deriva, que deba ser la comunidad, el principal medio de rehabilitación del toxicómano. Es por ello necesaria, la transformación de la sociedad, el hallazgo de una nueva escala de valores y hábitos incompatibles con la droga. Hay que reeducar al hombre. Las verdades más sencillas son aquellas a las que el hombre llega más tarde. Se le educa en la creencia de ser el mejor y tener más,, sin explicarle que la verdadera felicidad consiste en disfrutar con intensidad las cosas pequeñas. Los hombres de nuestros días han introducido el triunfo, como una especie de manía infantil en todas la cosas; en las más insignificantes y en las más graves. Batir un récord es el ideal de todos; el de los antiguos, era la sabiduría, la paz, la renuncia. Nos hemos olvidado, que la vida es para vivir, no para triunfar. Se ha de explicar, que lo bueno de los grandes problemas humanos, y hasta de los pequeños problemas de cada uno de nosotros, es que todos están siempre sin resolver. Vivir no 59 CITAS Y PENSAMIENTOS PARA JURISTAS es saborear las soluciones. Vivir es navegar entre los problemas, de uno a otro, a través del agua tibia y sabrosa del mar inmenso de todo lo posible. En resumen, el consumo de drogas, no es tanto una acción a partir de la cual se derivan una serie de consecuencias para la vida de los «otros» sino que es en si misma, una consecuencia producida por la situación existencial a la que se ve abocado el hombre. El hombre adulto y sobre todo el adolescente (ya que en esta época, se manifiesta más precozmente el inicio al consumo), sin objetivo de futuro, con el tiempo parado, con una experiencia de pasado negativa y desmarcado de las instituciones (trabajo, estudios, etc.) que le permitan ubicarse socialmente, encuentra en la droga una manera de transformar el tiempo y de sentir la vida. Es una ilusión nueva y necesaria que se acaba pronto, pero que mientras dura, es una sensación real. Por otra parte, cuando la familia no proporciona una identidad común, cuando los estudios son una experiencia negativa y se rehuyen las reglas que la sociedad impone, se produce un sentimiento de fracaso, de no poder ser, de no ser capaz de seguir el ritmo de «los otros», de quedarse «fuera» desde «dentro», que hace que la droga sirva para expresar ese deseo de grupo junto a aquellos que gozan de situación semejante («los colegas»); la droga es el ritual que cohesiona al grupo. Y si la vida es difícil, porque el trabajo es un bien escaso, si las ciudades están llenas, si la competencia es fuerte, los drogodelincuentes serán los que más fácilmente serán expulsados hacia afuera. A partir de ahora, la integración será muy difícil y formarán parte de la denominada «problemática social», de la marginación y de la desviación social necesaria para mantener la validez de la normativa vigente. Los monjes de Lodéve (8), en Gasconia,... declararon santo a un ratón que se había comido una hostia consagrada... ¿No estará obrando nuestra sociedad como ellos y «santificando al pobre drogadicto»? ... ¿No estaremos actuando como el abad de Citaux, Arnaud Almaric, legado papal, que en la cruzada de castigo (8) Lichtenberg. Georg Cristoph, Aforismos. Editorial Edhasa 1990, p. 80. 60 DROGAS Y SOCIEDAD contra los cátaros, ordenada por Inocencio III, preguntado sobre cómo distinguir a los herejes de los buenos cristianos, dijo la celebre frase: «Adatadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos...». 61