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UCRANIA
El GOBIERNO DEBE
ACTUAR PARA PONER FIN
A LA DISCRIMINACIÓN
RACIAL
Publicado originalmente en inglés en 2008 por
Amnesty International Publications
Secretariado Internacional
Peter Benenson House
1 Easton Street
London WC1X 0DW
Reino Unido
www.amnesty.org
Traducción y edición en español a cargo de Editorial Amnistía Internacional, Madrid, España
© Copyright Amnesty International Publications 2008
Índice AI: EUR 50/005/2008
Idioma original: inglés
Printed by Amnesty International, International Secretariat, United Kingdom
© Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, así como su
almacenamiento en un sistema de recuperación de información y su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o de cualquier otro tipo, sin previa autorización de la editorial.
Amnistía Internacional es un movimiento mundial, integrado
por 2,2 millones de personas de más de 150 países y
territorios, que trabajan en favor de los derechos humanos.
La visión de Amnistía Internacional es la de un mundo en el
que todas las personas disfrutan de todos los derechos
proclamados en la Declaración Universal de Derechos
Humanos y en otros instrumentos internacionales de
derechos humanos. Realizamos labores de investigación,
acción, defensa y movilización para poner fin a los abusos
contra los derechos humanos. Amnistía Internacional es
independiente de todo gobierno, ideología política, interés
económico y credo religioso. El trabajo del movimiento se
financia en gran medida con aportaciones de nuestra
membresía y con donaciones.
UCRANIA: EL GOBIERNO DEBE ACTUAR PARA PONER FIN A LA DISCRIMINACION RACIAL
3
Índice
1. Introducción
6
2. Obligaciones contraídas por Ucrania en virtud del derecho internacional
9
3. Definiciones
12
Discriminación y racismo
12
Crímenes de odio
12
Discriminación directa e indirecta
13
4. Medidas del gobierno para combatir la discriminación racial y la
xenofobia
14
5. Trasfondo: xenofobia en la sociedad
16
6. Ataques violentos perpetrados por agentes no estatales contra minorías
étnicas, religiosas y raciales
19
Desprotección
19
Negativa a admitir la existencia de discriminación racial
23
7. Enjuiciamiento de delitos racistas
25
Disposiciones de los Códigos Penal y Administrativo
26
Delitos racistas
26
La motivación racista como factor agravante
27
Otras disposiciones del derecho penal y administrativo
28
Enmiendas propuestas a la legislación
29
No se aplica la ley
30
Respuesta inadecuada de la policía
31
Ausencia de estadísticas sobre delitos de motivación racial
34
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4
8. Discriminación racial practicada por el Estado
36
Uso de criterios raciales por la policía
36
Personas refugiadas y solicitantes de asilo
40
Actitudes racistas en el funcionariado del Estado
42
9. Conclusión
43
10. Recomendaciones al gobierno de Ucrania
45
Notas finales
48
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5
JOSEPH BUNTA
El 27 de enero de 2008, hacia las seis de la tarde, Joseph Bunta salió
del apartamento que compartía con su hermana y otras tres personas
solicitantes de asilo en el distrito de Nyvky, en Kiev, para comprar agua
en un quiosco cercano. Este solicitante de asilo de 19 años, procedente
de la República Democrática del Congo, fue agredido en las
proximidades del quiosco y recibió 18 puñaladas. Murió al poco tiempo
a consecuencia de las heridas que le habían infligido. Posteriormente se
detuvo a dos hombres jóvenes por el asesinato. Joseph Bunta había
llegado a Kiev acompañado de su hermana en junio de 2007 con la
esperanza de huir de la peligrosa situación de la República Democrática
del Congo,1 pero Ucrania fue incapaz de proteger su derecho a la vida.
Joseph Bunta en septiembre de 2007
©HIAS
Joseph Bunta en su féretro
©Particular
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1. INTRODUCCIÓN
Joseph Bunta es tan sólo una de las víctimas africanas o de otros continentes que han
muerto recientemente en Ucrania tras sufrir ataques racistas. Amnistía Internacional ha
realizado un trabajo de investigación que revela un aumento alarmante del número de
ataques a personas por su identidad racial, étnica o religiosa, que van desde los insultos a las
agresiones físicas graves e incluso el asesinato. Además, cualquier persona que tenga un
aspecto “diferente” está expuesta a que la policía la someta a frecuentes controles de
documentación, lo cual puede dar lugar a extorsiones u otras violaciones de sus derechos. El
incremento de estos ataques ha creado un clima de temor e inseguridad, especialmente entre
las personas refugiadas y solicitantes de asilo. A Amnistía Internacional le preocupa la
respuesta inadecuada de las autoridades ucranianas, pues, pese a que el gobierno ha tomado
algunas medidas ante las críticas internacionales, sus portavoces han demostrado una
desconcertante falta de comprensión hacia la naturaleza de la discriminación racial y la
gravedad del problema existente en el país.
Debido al aumento de crímenes racistas en 2007 se agudizó la preocupación de embajadas
extranjeras y organizaciones internacionales situadas en Kiev. Actualmente, muchas
embajadas advierten a los viajeros sobre el riesgo de violencia por motivos raciales que existe
en Ucrania. En abril de 2007, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones, Amnistía
Internacional Ucrania y otras organizaciones crearon el Grupo Iniciativa por la Diversidad
para buscar soluciones al problema. Desde entonces, el Grupo ha formulado
recomendaciones al gobierno sobre mejoras legislativas y prácticas. Por su parte, el gobierno
ucraniano ha respondido a esta presión externa creando, dentro de determinados ministerios,
estructuras encargadas de abordar el racismo y la xenofobia. A pesar de estas medidas, los
cargos públicos siguen negando que exista un problema de discriminación racial, aunque sí
admiten que hay “racismo cotidiano” (побутовий расизм) o “incidentes aislados”.
Las autoridades describen a menudo a los autores de las agresiones más violentas como
“cabezas rapadas”. Es cierto que algunos grupos de cabezas rapadas en Ucrania profesan
una ideología racista, neofascista y violenta, pero no todos los miembros de estos grupos son
racistas y, en todo caso, la discriminación racial en Ucrania no se limita a los cabezas
rapadas, sino que es mucho más generalizada. Si bien las manifestaciones más visibles de
racismo en el país son obra de jóvenes, a menudo adscritos a una subcultura racista, hay
muchas más personas que sufren hostigamiento, discriminación y abusos a manos del
funcionariado del Estado o de la propia ciudadanía. Para combatir eficazmente las agresiones
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racistas violentas, las autoridades ucranianas deben abordar la intolerancia y la xenofobia de
la sociedad ucraniana. Se han llevado a cabo estudios que indican un aumento de los
prejuicios sociales contra ciertos grupos. Si el gobierno no hace frente a este problema y no
toma medidas enérgicas, aumentará el número de personas que se verán privadas de sus
derechos básicos, incluido el derecho a la vida.
En el presente informe, Amnistía Internacional documenta cómo Ucrania incumple las
obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, al no:
•
eliminar la discriminación racial de las políticas y prácticas estatales;
•
proteger a las personas de la discriminación racial, tanto la ejercida por agentes no
estatales como por cargos públicos; y
•
garantizar que todas las personas que viven en Ucrania disfrutan del derecho a no
sufrir discriminación racial.
Debido a las leyes inadecuadas, las respuestas policiales deficientes y la negativa del
gobierno a reconocer la gravedad de los crímenes de motivación racial, los autores de delitos
racistas disfrutan de una casi absoluta impunidad. Algunas prácticas policiales son
abiertamente racistas, por ejemplo, los miembros de minorías étnicas y raciales y cualquier
persona que tenga un aspecto “diferente” corren el riesgo de ser sometidos a controles de
documentación por la policía.
Amnistía Internacional no está dando a entender que la discriminación racial sea un rasgo
exclusivo de Ucrania. En otros muchos informes sobre países (en el ámbito Europeo, sobre
Eslovaquia, España, Estonia, Francia, Grecia, Kosovo, Letonia, Macedonia, Reino Unido,
Rusia o Serbia), la organización ha documentado violaciones de derechos humanos por
motivos de identidad racial, étnica o religiosa. Amnistía Internacional insta a las autoridades
ucranianas a reconocer la existencia de discriminación racial y a dar pasos firmes para
eliminarla. La organización concluye este informe formulando 17 recomendaciones para
ayudar a Ucrania a cumplir las obligaciones que le corresponden con arreglo al derecho
internacional de los derechos humanos.
Para elaborar este informe, Amnistía Internacional hizo dos visitas de investigación a
Ucrania, en septiembre de 2007 y en febrero de 2008, y se reunió con representantes de
organizaciones no gubernamentales (ONG), de organismos internacionales, del Ministerio del
Interior, del Servicio de Seguridad del Estado y del Ministerio de Asuntos Exteriores, así
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como con víctimas de ataques racistas, profesionales de la abogacía, personas refugiadas y
solicitantes de asilo.
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2. OBLIGACIONES CONTRAÍDAS POR
UCRANIA EN VIRTUD DEL DERECHO
INTERNACIONAL
La idea de que todas las personas deben disfrutar de los derechos humanos sin distinción de
raza, sexo, idioma, origen étnico, nacionalidad o religión es un principio fundamental del
derecho internacional de los derechos humanos. El racismo es un ataque a la noción misma
de los derechos humanos universales, pues niega sistemáticamente a determinadas personas
su pleno disfrute de los derechos en razón del color, la raza, la etnia, el linaje, las creencias
religiosas o el origen nacional. En virtud de las normas internacionales de derechos humanos,
los Estados están obligados a combatir la discriminación en todas sus formas. Tienen el
deber de garantizar que las leyes y los órganos del Estado abordan las causas y las
consecuencias de la discriminación y proporcionan remedios adecuados a quienes ven
vulnerado su derecho fundamental a recibir un trato equitativo.
Ucrania es Estado Parte en diversos tratados de derechos humanos que tienen una especial
relevancia en el ámbito de la discriminación racial: el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales (Convenio Europeo de Derechos Humanos); el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención de la ONU contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (Convención contra la Tortura) y la
Convención de la ONU sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer.
Ucrania también es Estado Parte en el principal tratado de la ONU relativo a la eliminación y
prohibición de la discriminación, a saber, la Convención Internacional sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación Racial (Convención contra la Discriminación Racial).
Los Estados que han ratificado esta Convención se comprometen a prohibir y eliminar la
discriminación racial por todos los medios apropiados y a garantizar el derecho de toda
persona, sin distinción de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, a igualdad ante la ley
y al disfrute o ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales
en igualdad de condiciones. La Convención no sólo obliga a los Estados Partes a poner fin a
la discriminación ejercida por representantes del gobierno y funcionarios públicos, sino
también a adoptar todas las medidas adecuadas para prohibir y eliminar los actos de
discriminación racial cometidos por cualquier persona, grupo u organización. Eso incluye
proteger a las personas de la violencia o daño corporales que puedan infligirles particulares,
grupos u organizaciones (es decir, agentes no estatales).2 En virtud de la Convención se creó
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el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, que vigila el cumplimiento de la
Convención y establece la obligación de los Estados Partes de presentarle cada dos años un
informe sobre la aplicación de este instrumento.
La obligación del Estado de rendir cuentas ante los ataques perpetrados por agentes no
estatales puede darse de diversas maneras. La Convención contra la Tortura establece la
responsabilidad del Estado por actos de tortura cometidos “con [el] consentimiento o
aquiescencia [de un funcionario público]”. Por ejemplo, la ausencia de protección contra
ataques violentos puede constituir consentimiento o aquiescencia de la tortura.3 En
aplicación del derecho internacional de los derechos humanos, los Estados tienen la
obligación de actuar con la diligencia debida para impedir e investigar los abusos contra los
derechos humanos –incluidos los cometidos por particulares– y para hacer rendir cuentas a
los autores. Este principio básico de responsabilidad del Estado figura en todos los tratados
fundamentales de derechos humanos en los que Ucrania es Estado Parte. El Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Convenio Europeo de Derechos Humanos,
por ejemplo, estipulan que los Estados deben garantizar el disfrute de los derechos
consagrados en estos instrumentos, incluido el derecho a no sufrir tortura ni malos tratos, y
que deben proporcionar un recurso efectivo en el caso de que se vulneren tales derechos. El
Comité de Derechos Humanos de la ONU ha afirmado que esta obligación debe hacerse
extensiva a los actos cometidos por personas que actúan a título privado.4 El Tribunal
Europeo de Derechos Humanos también ha determinado que el Convenio Europeo de
Derechos Humanos obliga a los Estados a tomar medidas para garantizar que ninguna
persona es sometida a tortura ni tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, incluso
cuando éstos son infligidos por particulares.5
El principio de diligencia debida ofrece una forma de determinar el umbral de esfuerzo con
el que debe actuar un Estado para cumplir su obligación de proteger a las personas de los
abusos contra sus derechos humanos.6 La diligencia debida incluye la adopción de medidas
efectivas destinadas a impedir tales abusos, a investigarlos cuando se cometen, a procesar a
los presuntos autores y a hacerlos comparecer en juicios justos. Los Estados deben garantizar
que se otorga a las víctimas reparación y acceso a un resarcimiento efectivo. Asimismo, la
justicia debe impartirse sin discriminación de ningún tipo. El Comité para la Eliminación de
la Discriminación Racial ha afirmado que, por lo que respecta a los ataques racistas, los
Estados Partes en la Convención contra la Discriminación Racial deben “[v]elar por que los
ciudadanos disfruten de igual protección y reconocimiento ante la ley y, en este contexto,
tomar medidas contra la violencia por motivos raciales y velar por que las víctimas tengan
acceso a recursos jurídicos eficaces y derecho a pedir reparación justa y adecuada por todo
daño sufrido como resultado de esos actos de violencia”.7
En 1993, el Consejo de Europa creó un órgano independiente de vigilancia de derechos
humanos sobre el racismo y la discriminación racial: la Comisión Europea contra el Racismo
y la Intolerancia (ECRI), encargada de examinar atentamente la situación en este ámbito de
cada uno de los Estados miembros del Consejo de Europa. La Comisión elabora informes que
contienen sus análisis y recomendaciones sobre el modo en que cada país puede solucionar
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los problemas detectados. En febrero de 2008, publicó su tercer informe sobre Ucrania.
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) es un organismo
intergubernamental que se centra en la prevención de los conflictos, la gestión de las crisis y
la rehabilitación posterior a los conflictos. El principal órgano de promoción de los derechos
humanos de la OSCE es la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos.8 En
2004, la Oficina emprendió el Programa Tolerancia y No Discriminación, que presta especial
atención a los crímenes de odio, el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia y
discriminación hacia las personas musulmanas y la libertad de religión o creencia, y recopila
en una publicación anual información sobre crímenes de odio cometidos en el territorio de la
OSCE.
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3. DEFINICIONES
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO
El artículo 1 de la Convención contra la Discriminación Racial define así la discriminación
racial:
[...] toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color,
linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y
libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier
otra esfera de la vida pública.
La definición no hace referencia a la discriminación religiosa, pero el Comité para la
Eliminación de la Discriminación Racial reconocía en sus observaciones finales sobre Irlanda,
emitidas en 2005, que la discriminación religiosa recae en el ámbito de aplicación de la
Convención contra la Discriminación Racial y afirmaba la conveniencia de garantizar el
acceso a la educación de alumnado de diferentes confesiones religiosas.9 En su
Recomendación general número 30, el Comité también establece claramente que la
obligación de combatir la discriminación debe hacerse extensiva a los no ciudadanos, con
independencia de su condición inmigratoria en el país.
La Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia define el racismo como “la creencia
de que, por motivo de la raza, el color, el idioma, la religión, la nacionalidad o el origen
nacional o étnico, se justifica el desprecio de una persona o grupo de personas o la noción de
superioridad de una persona o grupo de personas”.
CRÍMENES DE ODIO
Los delitos por motivos raciales comprendidos en la noción de “crímenes de odio” son la
manifestación más insidiosa de la intolerancia y la discriminación.
La OSCE define así los “crímenes de odio”:
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A) Cualesquiera delitos, cometidos contra personas o bienes, en los que la víctima, el lugar o
el objetivo hayan sido elegidos por su relación, apego, afiliación, apoyo o pertenencia, real o
percibida, a un grupo tal como se define en el apartado B.
B) Un grupo puede caracterizarse por un rasgo común a sus miembros, real o percibido,
como la raza, el origen nacional o étnico, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad física o
psíquica, la orientación sexual u otro factor similar.10
DISCRIMINACIÓN DIRECTA E INDIRECTA
La Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia reconoce dos formas distintas de
discriminación: directa e indirecta.11 La discriminación directa puede ser explícita en el texto
de una ley o una norma, por ejemplo, en una ley que prohíba el uso de lenguas minoritarias o
reglamentos que prohíban a personas de raza negra utilizar el servicio de autobuses. La
discriminación indirecta no se dirige contra ningún grupo concreto, pero surte un efecto
discriminatorio en él. En su Recomendación general número 14, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación Racial explicaba lo siguiente: “Al tratar de determinar si
una medida surte un efecto contrario a la Convención, [el Comité] examinará si tal medida
tiene consecuencias injustificables distintas sobre un grupo caracterizado por la raza, el
color, el linaje o el origen nacional o étnico”.
Incluso cuando un Estado prohíbe formalmente la discriminación racial directa mediante la
promulgación de legislación y de medidas administrativas, debe mantenerse la vigilancia
contra lo que el Comité de Derechos Humanos de la ONU denomina “discriminación de
hecho”, como la practicada “por las autoridades públicas, la comunidad o por personas u
órganos privados”. Las definiciones de discriminación deben incluir siempre el concepto de
abusos “indirectos” del derecho a no sufrir discriminación (las distinciones, exclusiones,
restricciones o preferencias que tal vez no estén codificadas de ninguna forma, pero que
siguen siendo un impedimento significativo para alcanzar la igualdad en una sociedad). En
su Observación general número 18 (1989), el Comité de Derechos Humanos afirma que,
cuando los Estados informan sobre su cumplimiento de los artículos pertinentes del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, “por lo general citan disposiciones de su
constitución o de sus leyes sobre igualdad de oportunidades en lo que respecta a la igualdad
de las personas”. El Comité reconoce que esta información es útil para hacerse una idea del
progreso hacia la eliminación de diversas formas de discriminación en la sociedad, pero
insiste en que la exposición de los avances en legislación o políticas debe ir siempre
acompañada de una explicación pormenorizada de los “problema[s] de discriminación de
hecho”.
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4. MEDIDAS DEL GOBIERNO PARA
COMBATIR LA DISCRIMINACIÓN
RACIAL Y LA XENOFOBIA
El artículo 24 de la Constitución de Ucrania garantiza a la ciudadanía el derecho a no sufrir
discriminación basada “en la raza, el color de piel, las creencias políticas, religiosas y otras,
el sexo, el origen étnico y social, la riqueza, el lugar de residencia, el idioma u otras
características”. El artículo 26 de la Constitución reconoce, además, el derecho de las
personas extranjeras y apartidas “que residen legalmente en Ucrania” a disfrutar de los
mismos derechos y libertades que los ciudadanos de Ucrania. En su tercer informe sobre
Ucrania, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia recomienda que el derecho
a no sufrir discriminación se haga extensivo a todas las personas que están bajo la
jurisdicción del Estado, y no sólo a las que tienen la ciudadanía ucraniana.
El Ministerio del Interior, la Fiscalía General y el Servicio de Seguridad del Estado tienen una
importante función que desempeñar en la investigación de los crímenes racistas. Desde
septiembre de 2007, en respuesta a la presión internacional, se han creado diversos
departamentos encargados de buscar soluciones al problema del racismo. En mayo de 2007,
el Ministerio del Interior elaboró un Plan de Acción para Combatir el Racismo y la Xenofobia.
El plan incluía un análisis de la legislación para proponer mejoras, la celebración de
reuniones periódicas con estudiantes para promover la tolerancia racial y étnica, la
producción de materiales educativos y la organización de cursos de formación sobre racismo
y xenofobia para el funcionariado del Ministerio del Interior en colaboración con ONG, y la
creación de un subdepartamento especial encargado de investigar los delitos cometidos por
personas extranjeras y de otro destinado a combatir el racismo y la xenofobia. En septiembre
de 2007, el Ministerio del Interior creó un Departamento de Delitos Étnicos. Sergiy Novikov
afirmó, al ser nombrado director del nuevo departamento en septiembre de 2007, que
dedicaría la mayor parte del tiempo a resolver delitos cometidos por personas extranjeras en
Ucrania.12 Sin embargo, en los seis últimos meses ha habido un cambio en la postura del
Ministerio del Interior. Para febrero de 2008, Sergiy Novikov ya había asegurado a Amnistía
Internacional que consagraría el 80 por ciento de su tiempo a investigar crímenes cometidos
contra personas extranjeras. A pesar de ello, el departamento sigue publicando únicamente
estadísticas sobre el número de delitos perpetrados por personas extranjeras en Ucrania.
Uno de los cometidos prioritarios del Servicio de Seguridad del Estado es salvaguardar la
tolerancia en el seno de la sociedad ucraniana e impedir las manifestaciones xenófobas.13 En
2007, esta institución creó un departamento destinado a combatir el racismo y la xenofobia,
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cuya tarea consistía en investigar e impedir los delitos cometidos por grupos racistas
organizados.14 En diciembre de 2007, el Ministerio de Asuntos Exteriores nombró a
Oleksandr Horin embajador especial contra el racismo, la xenofobia y la discriminación.
Hasta el momento, sólo el Ministerio del Interior ha elaborado un plan de acción para
combatir el racismo, y no existe una coordinación central de estas nuevas estructuras.
El Comité Estatal de Nacionalidades y Religiones, responsable de la política estatal hacia las
minorías étnicas, los grupos religiosos y las personas refugiadas y solicitantes de asilo, parece
dar prioridad a las necesidades étnicas y culturales de las diversas comunidades étnicas
autóctonas de Ucrania. En respuesta a una pregunta de Amnistía Internacional sobre qué
medidas se están tomando para combatir la xenofobia y la intolerancia de la sociedad, el
Comité Estatal respondió lo siguiente: “Ucrania no oculta el problema de que está
disminuyendo la tolerancia social en el país. Sin embargo, no es un fenómeno exclusivo de
Ucrania. Lamentablemente se trata de una tendencia generalizada en Europa y, para
combatirla, no sólo los gobiernos deben esforzarse, sino sobre todo la ciudadanía.
Únicamente mediante esfuerzos conjuntos puede establecerse un mecanismo eficaz para
controlar y prevenir este fenómeno.”15
Estas iniciativas del gobierno ponen de manifiesto que, si bien está creciendo la
concienciación, las medidas adoptadas no son más que los primeros pasos para abordar el
problema de la discriminación racial. El gobierno todavía tiene que emprender acciones
efectivas y decididas para combatir la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia.
Con frecuencia, las personas pertenecientes a minorías étnicas, religiosas y raciales que
residen en Ucrania no pueden ejercer los derechos que les reconocen la Constitución y otras
leyes.
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5. TRASFONDO: XENOFOBIA EN LA
SOCIEDAD
Las personas no saben cómo comportarse con la
gente que no se parece a ellas.
Solicitante de asilo de Zaire
Ucrania tiene una sociedad heterogénea compuesta de 22 grupos étnicos.16 En su 18º
informe periódico al Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el gobierno
ucraniano afirmó lo siguiente: “No existen muchos países en el mundo donde, como en
Ucrania, se puedan encontrar 11 millones de personas pertenecientes a diversos grupos
étnicos con distintas necesidades espirituales que convivan con tanta integración en la
sociedad”.
Desde 1991 ha aumentado la población de las principales ciudades ucranianas, sobre todo
de Kiev, pero en general ha habido un descenso demográfico en el país. Este crecimiento de
las ciudades se debe principalmente a la llegada de personas desde otros lugares de Ucrania,
pero también, en cierta medida, a la migración de Asia y África. El Comité Estatal de
Nacionalidades y Religiones informó a Amnistía Internacional de que en 2001 había
168.000 personas
extranjeras que
residían de forma
permanente en
Ucrania, unos
83.000 apátridas y
40.000 personas
que no hicieron
constar su
nacionalidad. Según
el Instituto Kennan,
la población
migrante de Kiev
aumentó a más del
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UCRANIA: EL GOBIERNO DEBE ACTUAR PARA PONER FIN A LA DISCRIMINACION RACIAL
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triple entre 1991 y 2001.17
En Ucrania, muchas personas migrantes trabajan
en mercados al aire libre, donde las condiciones
son duras. Basta con dar un paseo por los
mercados de Troyeshchina o Shulyavska, en Kiev,
Comerciantes bangladeshíes en el mercado de Troyeshchina
para observar la enorme diversidad étnica.
También está aumentando población refugiada en
el país. Según estadísticas del gobierno, en enero
de 2007 residían en Ucrania 2.275 personas a
las que se había reconocido la condición de
refugiadas. De ellas, 300 procedían de países
Pintadas sobre el monumento en honor a
africanos y 1.825 de Asia (en su mayoría, de
las víctimas del nazismo en Odesa
Afganistán). De acuerdo con datos del ACNUR, en
2007 había en Ucrania 2.300 solicitantes de
asilo en espera de una decisión sobre su
condición de refugiados. La mayoría de las
personas refugiadas y solicitantes de asilo vive en Kiev, Járkov y Odesa. Además, en las
principales ciudades hay muchos estudiantes extranjeros, que se han convertido en una
importante fuente de ingresos. En 2006, las universidades ucranianas ingresaron 500
millones de grivnas (unos 73 millones de euros) gracias a los estudiantes extranjeros.18
Pese a la diversidad étnica y a la creciente migración que llega a Ucrania, el gobierno no ha
puesto en marcha programas destinados a promover la tolerancia. El Instituto Internacional
de Sociología de Kiev ha realizado estudios que muestran un aumento de la xenofobia y el
antisemitismo. El Instituto encuestó a más de 25.000 personas de toda Ucrania entre 1994
y 2006. Se pedía a las personas encuestadas que marcasen una casilla del uno al siete para
indicar el grado de cercanía que tolerarían ante 13 grupos étnicos y lingüísticos, entre ellos,
judíos, “gitanos” y “negros”.19 También se les preguntaba si aceptarían que una persona
perteneciente a una determinada minoría fuese miembro de la familia, amigo íntimo, vecino,
compañero de trabajo, residente en Ucrania, visitante o si no le permitirían bajo ningún
concepto entrar en el país. Una vez recabados los datos, se clasificaron las reacciones a los
diferentes grupos étnicos por orden de preferencia. Las reacciones más positivas se
mostraron hacia los ucranianos, los rusos y otros eslavos; la comunidad judía estaba en el
medio de la lista, y los peor parados eran los “negros” y los “gitanos”. El informe también
ponía de manifiesto que había aumentado el antisemitismo en el periodo examinado.
Mientras que, en 1994, el 38 por ciento de las personas encuestadas estaban dispuestas a
tener a un judío en la familia más cercana o como amigo, en 2006 ese porcentaje había
descendido al 20,5 por ciento. No se analizó el cambio de actitudes hacia los “negros” y los
“gitanos”.20
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UCRANIA: EL GOBIERNO DEBE ACTUAR PARA PONER FIN A LA DISCRIMINACION RACIAL
18
El 18 de febrero de 2007, unos vándalos pintaron esvásticas en 302 lápidas de un cementerio judío de Odesa.
También causaron daños a la estatua del doctor judío Leon Pinsker y a un monumento en honor a las víctimas del
nazismo, situado en el centro de la ciudad. Los gamberros garabatearon las palabras “Feliz holocausto” en el
monumento.
Las personas refugiadas y solicitantes de asilo procedentes de África a las que entrevistó
Amnistía Internacional aseguraron que con frecuencia la gente profería insultos racistas
contra ellas. Muchas contaron a Amnistía Internacional que les habían tirado plátanos e
insultado cuando iban caminando por la calle. Amnistía Internacional Ucrania realizó una
encuesta a 37 estudiantes extranjeros de la Universidad Nacional de Aviación de Kiev en
2007 y averiguó que todas las personas encuestadas habían sufrido insultos racistas en
lugares públicos o en la universidad y que todas, excepto dos, habían sido agredidas
físicamente durante los incidentes.
Ucrania no puede permitirse el lujo de hacer caso omiso de tales manifestaciones de
xenofobia y prejuicio social, o de quitarles importancia calificándolas de “fenómenos
cotidianos”. Esas actitudes pueden permear las estructuras oficiales y convertirse en un
sentimiento arraigado de racismo institucional. Existe el peligro de que generen un clima en
el que se cometan y toleren abusos más graves contra los derechos humanos.
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6. ATAQUES VIOLENTOS
PERPETRADOS POR AGENTES NO
ESTATALES CONTRA MINORÍAS
ÉTNICAS, RELIGIOSAS Y RACIALES
DESPROTECCIÓN
Todos los Estados Partes en la Convención contra la Discriminación Racial tienen la
obligación de “prohibi[r] y ha[cer] cesar por todos los medios apropiados, incluso, si lo
exigieran las circunstancias, medidas legislativas, la discriminación racial practicada por
personas, grupos u organizaciones” (artículo 2). Además, deberán salvaguardar “el derecho a
la seguridad personal y a la protección del Estado contra todo acto de violencia o atentado
contra la integridad personal cometido por funcionarios públicos o por cualquier individuo,
grupo o institución” (artículo 5).
En noviembre de 2007, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU
examinó el quinto informe periódico de Ucrania sobre su aplicación del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El Comité expresó su preocupación por “la
información recibida sobre malos tratos por parte de la policía y sobre la denegación de
protección efectiva contra los actos de discriminación y violencia cometidos contra minorías
étnicas y religiosas, en particular contra romaníes, tártaros de Crimea, asiáticos y africanos
que solicitan asilo, musulmanes y judíos”.
Las autoridades ucranianas no elaboran estadísticas oficiales sobre el número de denuncias
de incidentes racistas, ni de sentencias condenatorias por delitos de motivación racial. Sin
embargo, la prensa y ONG internacionales que trabajan con personas refugiadas, migrantes y
comunidades judías en Ucrania han hecho un seguimiento de la situación y han concluido
que en los últimos dos años han aumentado de manera alarmante los ataques violentos
contra personas extranjeras y minorías étnicas y religiosas. El gobierno reconoce que se
enfrenta a un problema cada vez mayor, pero se resiste a admitir la existencia de racismo. En
abril de 2007, el presidente Viktor Yushchenko dirigió una carta al fiscal general, al director
del Servicio de Seguridad del Estado y al ministro del Interior en la que pedía que se tomaran
medidas para detener y sancionar a toda persona que hiciese pintadas en lugares
conmemorativos judíos o de otras comunidades, y observaba el aumento de los “grupos
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extremistas” en el país. En junio de 2007, tras el asesinato de un solicitante de asilo iraquí
en Kiev, el ACNUR celebró en Ginebra una conferencia de prensa en la que manifestó
públicamente su preocupación ante el aumento de los ataques racistas contra las personas
extranjeras, refugiadas y solicitantes de asilo. Asimismo, el ACNUR envió en mayo una carta
al Ministerio de Asuntos Exteriores para expresar su inquietud por el creciente racismo y por
el uso de criterios raciales por parte de la policía. El Ministerio respondió lo siguiente: “Por el
momento no hay razones para afirmar, a partir del aumento de actos violentos, que exista en
Ucrania un fenómeno generalizado de violencia basada en la intolerancia étnica o racial”.21
Según el seguimiento realizado por el Grupo Iniciativa por la Diversidad, en 2007 hubo 60
ataques racistas en Ucrania. En seis de ellos murieron las víctimas. Desde el comienzo de
2008 hasta el 8 de marzo se produjeron 29 incidentes de carácter racista, entre ellos dos
asesinatos. En marzo de 2008, el viceministro del Interior afirmó que en 2007 se habían
cometido 1.000 delitos contra personas extranjeras, entre ellos 22 asesinatos, y cinco
asesinatos de enero a marzo de 2008. Pese a ello, el viceministro aseguró que sólo uno de
esos delitos tenía motivos racistas.22 En el caso que se expone a continuación no se
consideró que hubiera una motivación racial.
Charles Asante-Yeboa, director del Centro Africano de Kiev y refugiado ghanés reconocido oficialmente que lleva
nueve años viviendo en Ucrania, fue agredido el 10 de enero de 2008 en una parada de autobús cercana a la
estación de metro de Shulyavska, en Kiev. Contó a Amnistía Internacional que lo atacó un grupo de unos 10 hombres
jóvenes de edades comprendidas entre los 16 y los 25 años. Lo golpearon en la parte de atrás de la cabeza con un
objeto de metal y luego le propinaron patadas hasta que cayó al suelo. A continuación lo golpearon con barras de
hierro y botellas. Dijo a Amnistía Internacional que oyó preguntar a uno de ellos: “¿Dónde está el cuchillo?” y que
luego discutieron si debían cortarle el cuello o no. Recibió varias puñaladas en la cara y en la cabeza antes de que
los faros de un minibús espantasen al grupo de agresores. Charles Asante-Yeboa fue llevado a un hospital donde se
le trataron las lesiones. Denunció la agresión ante la policía y, en el momento de redactar el presente informe, ésta
había detenido a cuatro sospechosos. Los agentes explicaron a Charles Asante-Yeboa que el ataque no había sido
racista, sino que lo habían agredido porque llevaba un maletín que podría contener algo valioso.
Según el Congreso Judío Euroasiático, en 2007 se perpetraron en Ucrania siete agresiones
violentas contra personas judías y 22 ataques a propiedades o edificios judíos. Varios de esos
ataques contra personas y bienes judíos se cometieron en Zhitomir (localidad situada a 150
km al oeste de Kiev):
El 6 de agosto de 2007, a las diez de la noche, Nahum Tamarin, director de la filial en Zhitomir de la Federación de
Comunidades Judías de Ucrania, y su esposa, Barak Tamarin, directora de la escuela judía para niñas, fueron
atacados por dos hombres jóvenes cerca de una sinagoga. La pareja, oriunda de Israel, lleva 10 años viviendo en
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Ucrania. Los atacaron por la espalda y los tiraron al suelo. Uno de los atacantes dio un puñetazo a Barak Tamarin en
la cara, que le hizo perder varios dientes y le provocó una conmoción cerebral. En una conversación telefónica con
Amnistía Internacional, Nahum Tamarin explicó que los sobrecogió tanto el incidente que no pudieron ver quiénes
eran los agresores. Añadió que creía que los habían agredido por motivos raciales porque “no hay otra explicación
posible del ataque”.
Muchos de estos ataques han sido perpetrados por jóvenes a quienes las víctimas identifican
como “cabezas rapadas”. Las personas africanas parecen ser las que han sufrido las
agresiones más brutales, y la intensificación de los ataques ha generado un ambiente de
temor e inseguridad entre los solicitantes de asilo y refugiados procedentes de África.
Tomas Lukayi, director de una asociación africana de Kiev, explicó a Amnistía Internacional
que su organización aconseja a los miembros que no salgan por la noche ni en fin de
semana, ya que ésos son los momentos en los que los grupos neonazis de cabezas rapadas
están activos. El pánico entre los africanos que residen en Ucrania es cada vez mayor, como
ilustran los siguientes mensajes de correo electrónico recibidos por Amnistía Internacional:
“La cuestión más peligrosa es que ahora tememos por nuestros hijos cuando van a la
guardería y a la escuela. No podemos garantizar su seguridad; pueden agredirlos o matarlos
en cualquier momento. Sabemos que los grupos racistas tienen las direcciones de todos los
refugiados, solicitantes de asilo, inmigrantes y otras personas que no son de raza blanca
residentes en Kiev. Nos limitamos a esperar nuestro turno. En estos momentos nos da miedo
esperar en las paradas de autobús o de minibús o en las estaciones de metro. Vivimos cada
día intimidados por los miembros de los grupos racistas.”
“La policía se limita a mirar mientras matan salvajemente a mis hermanos como si fueran
animales. Los llaman inmigrantes ilegales, pero todos los que han muerto dejan esposas e
hijos ucranianos.”
“Vivimos con angustia y les pedimos a ustedes que hagan un esfuerzo y traten de encontrar
una solución.”
A pesar del aumento de ataques violentos, las autoridades ucranianas han reaccionado con
lentitud a la hora de tomar las medidas necesarias para proteger a las víctimas. Estudiantes
extranjeros que residen en Kiev se han quejado a Amnistía Internacional de que las
autoridades universitarias hacen caso omiso de las peticiones de protección frente a los
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grupos neonazis, cuyo blanco son a menudo las residencias universitarias en las que viven
extranjeros. En su tercer informe sobre Ucrania, la Comisión Europea contra el Racismo y la
Intolerancia pidió al gobierno “que garantice que las autoridades universitarias toman las
medidas adecuadas para proporcionar a los estudiantes extranjeros un entorno seguro, por
ejemplo, mediante la puesta en marcha de un mecanismo de seguridad en los campus. La
Comisión recomienda a las autoridades ucranianas que consulten e involucren a los
estudiantes en toda medida destinada a mejorar su seguridad, tanto dentro como fuera de la
zona universitaria, y que organicen campañas de sensibilización encaminadas a dar a
conocer, entre otras cosas, la presencia de los estudiantes extranjeros y su contribución a la
sociedad ucraniana”.
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UCRANIA: EL GOBIERNO DEBE ACTUAR PARA PONER FIN A LA DISCRIMINACION RACIAL
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El 23 de marzo de 2008, un grupo nacionalista y militarista denominado Patriota Ucraniano
(Patriot Ukrainy) organizó una manifestación con velas en el Instituto Politécnico de Kiev
para denunciar que a los estudiantes extranjeros se les daba mejor alojamiento que a los
ucranianos. Corearon lemas como: “Inmigrantes fuera”, “Los estudiantes ucranianos deben
tener las mejores residencias” y “Extranjero, recuerda: aquí mandan los ucranianos”. La
comisaria de Derechos Humanos del Parlamento, Nina Karpacheva, expresó en una
declaración a la prensa su sorpresa ante el hecho de que las autoridades universitarias no
hubieran prohibido la marcha, pese a que la actividad política no está permitida en el
campus. De hecho, efectivos del Ministerio del Interior y del Servicio de Seguridad del
Estado se aseguraron de que los participantes pudieran recorrer el campus dos veces.
Cuando un grupo de estudiantes empezó a protestar contra los manifestantes, las fuerzas del
Ministerio del Interior los obligaron a permanecer en la acera para que no obstruyeran la
manifestación. En su declaración, Nina Karpacheva indicó que los dobles raseros en
derechos humanos eran inaceptables. Instó a Ucrania a recordar que en otros países hay
entre cinco y siete millones de migrantes y estudiantes ucranianos que también podrían ser
víctimas de xenofobia, racismo e intolerancia.23
NEGATIVA A ADMITIR LA EXISTENCIA DE DISCRIMINACIÓN RACIAL
El Consejo de Europa se ha precipitado al afirmar que el racismo es un fenómeno
generalizado en Ucrania.
Mykola Onyshchuk, ministro de Justicia, febrero de 2008
El primer paso para buscar soluciones a los crímenes de odio y a la discriminación racial es
reconocer el problema, pero, hasta la fecha, las autoridades ucranianas han sido muy
reticentes a admitir la existencia de discriminación racial en Ucrania.
En su 18º informe periódico presentado al Comité para la Eliminación de la Discriminación
Racial en 2004, el gobierno ucraniano afirmó lo siguiente: “La observancia de estos derechos
y libertades a nivel estatal confirma que en Ucrania se han eliminado todas las formas de
discriminación basada en la raza y la nacionalidad”. En una reunión de representantes
diplomáticos, el viceministro del Interior declaró, refiriéndose a las cifras de delitos
cometidos contra personas extranjeras en 2007 y 2008: “Los motivos racistas o xenófobos
están prácticamente ausentes de todos estos delitos, excepto en el asesinato de un
ciudadano congoleño en Kiev. Las principales razones de estos incidentes son el vandalismo,
la intención delictiva y otras motivaciones habituales”. En reuniones mantenidas en
septiembre de 2007, Amnistía Internacional preguntó a representantes del Ministerio del
Interior y del Servicio de Seguridad del Estado si había racismo en Ucrania. La respuesta fue
negativa. En febrero de 2008, en una reunión con Amnistía Internacional, un funcionario del
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Ministerio del Interior aseguró que no había racismo, pero que “hay incidentes racistas”. En
una conferencia de prensa celebrada en marzo de 2008, Oleksandr Horin, embajador
especial contra el racismo, la xenofobia y la discriminación del Ministerio de Asuntos
Exteriores, dijo a un periodista: “Observamos manifestaciones racistas pero no existe racismo
como fenómeno”. Tal vez estas negaciones se deban a que no se comprende plenamente la
naturaleza de los crímenes de odio y del racismo. Un representante del Servicio de Seguridad
del Estado que se reunió en septiembre con Amnistía Internacional afirmó que el racismo es
una “política emprendida por un Estado guiado por una ideología con el fin de erradicar una
raza”. La mayoría de los cargos públicos con los que se reunió la organización aseguraron
que no existe un “racismo de Estado”, sino un “racismo cotidiano”. Amnistía Internacional
les ofreció ejemplos de incidentes típicos, como aquél en el que unas personas tiraban
plátanos a un estudiante africano mientras le gritaban: “Eh, tú, mono, ¿por qué no te vas a
vivir al zoo?”, pero las autoridades ucranianas adujeron que eso no era racismo, sino
“gamberrismo”.
Ya no pueden albergarse dudas de que están aumentando los delitos por motivos raciales en
Ucrania. Las autoridades ucranianas deben reconocer públicamente la existencia de
discriminación racial y emprender acciones efectivas destinadas a combatir el racismo y la
xenofobia y a proteger a víctimas potenciales antes de que se intensifique la violencia.
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7. ENJUICIAMIENTO DE DELITOS
RACISTAS
Con arreglo al artículo 4 de la Convención contra la
Discriminación Racial, los Estados Partes “declararán
como acto punible conforme a la ley […] todo acto de
violencia o toda incitación a cometer tales actos contra
cualquier raza o grupo de personas de otro color u
origen étnico”.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostiene lo siguiente:
La violencia racial es un atentado especialmente grave contra la dignidad humana y, habida
cuenta de sus peligrosas consecuencias, es necesario que las autoridades mantengan una
vigilancia estrecha y reaccionen con firmeza ante ella. Por esta razón, las autoridades deben
emplear todos los medios a su alcance para combatir el racismo y la violencia racista, con el
fin de fortalecer la concepción democrática de una sociedad en la cual la diversidad no se
perciba como una amenaza, sino como una fuente de enriquecimiento. 24
Asimismo, en la causa Nachova and others v. Bulgaria, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos establece que los gobiernos deben desenmascarar toda motivación racista y
determinar si el odio o los prejuicios étnicos han influido en la comisión de un acto delictivo:
Si no se procede de este modo y se tratan la violencia y la brutalidad de motivación racista
de la misma manera que los casos que no tienen un trasfondo de racismo, se estará obviando
la naturaleza específica de actos que son especialmente destructivos para los derechos
humanos.25
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En este caso concreto, el Tribunal falló que se había vulnerado el artículo 14 del Convenio
Europeo de Derechos Humanos porque Bulgaria no investigó si la discriminación había sido
un factor relevante o no en los homicidios de dos romaníes cometidos por la policía militar en
1996.
A Amnistía Internacional le preocupa que las autoridades sigan enjuiciando crímenes racistas
como si fueran delitos comunes, pese a que el Código Penal contiene disposiciones que se
refieren expresamente a los delitos racistas.
DISPOSICIONES DE LOS CÓDIGOS PENAL Y ADMINISTRATIVO
Las personas sospechosas de haber cometido un delito racista pueden ser procesadas con
arreglo a varias disposiciones de la legislación ucraniana. El Código Penal contiene dos
artículos que hacen referencia expresa a los delitos racistas: el artículo 161 y el artículo 67.
DELITOS RACISTAS
El artículo 161 del Código Penal (violación de la igualdad de derechos de los ciudadanos por
motivos de raza o nacionalidad o actitud hacia la religión) tipifica como delito los “actos
intencionados dirigidos a instigar el odio o la hostilidad étnicos, raciales o religiosos, con el
fin de menoscabar el honor nacional y la dignidad de una persona o ultrajar los sentimientos
de los ciudadanos relacionados con sus creencias religiosas”. En virtud del apartado 1 de
este artículo, tales actos se castigan con una multa, hasta dos años de trabajo correctivo o un
periodo de hasta cinco años de restricción de libertad (prisión abierta). El apartado 2 del
artículo establece que, si el delito va acompañado de violencia, engaño o amenazas, o es
obra de un cargo público, se castiga con un periodo de hasta dos años de trabajo correctivo o
hasta cinco años de prisión. En virtud del apartado 3, todo delito previsto en los apartados 1
y 2, que además sea obra de un grupo organizado o haya causado la muerte de la víctima u
otras consecuencias graves, podría ser castigado con un periodo de entre dos y cinco años de
cárcel.
Según la información recibida por Amnistía Internacional, esta disposición ha sido invocada
muy raras veces por sí sola para enjuiciar delitos: en 2007 se presentaron cargos con arreglo
al artículo 161 en sólo dos casos, uno relacionado con la profanación de tumbas y otro en
relación con el asesinato de Kunuon Mievi Godi en 2006, cuya condena se dictó en 2008.
Kunuon Mievi Godi, nigeriano de 44 años, llevaba muchos años viviendo en Ucrania y estaba casado con una
ucraniana. Murió apuñalado por un grupo que gritaba consignas racistas cerca de la estación de metro de Poznyaky,
en Kiev, el 25 de octubre de 2006. Los atacantes no robaron los 400 dólares estadounidenses que llevaba consigo la
víctima. Se detuvo a tres personas en relación con el asesinato. En marzo de 2008, una de ellas fue indultada por
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ser menor de edad. El 17 de abril de 2008, el tribunal de distrito de Darnytskyi, en Kiev, dictó sentencia. Condenó a
una persona por asesinato y por “instigar a la hostilidad étnica, racial o religiosa” con arreglo al artículo 161 del
Código Penal y le impuso una pena conjunta de 11 años. Contra la segunda persona se presentaron cargos en
aplicación del apartado 2 del artículo 161 y se le impuso una condena de cuatro años y seis meses.
En 2008 se ha invocado el artículo 161 en las sentencias de dos causas. El 17 de abril de
2008, un “activista” ultraderechista, Vjacheslav Dmytruk, fue condenado a tres años de
prisión en virtud del artículo 161.2 por participar en la paliza propinada a un turista japonés
el 27 de octubre de 2007 tras una manifestación neonazi. También se esgrimió el artículo
161 en la sentencia condenatoria de cuatro hombres jóvenes que atacaron y mataron a un
ciudadano coreano, Jeong Kwon Kang, en abril de 2007 (véase infra). Casi siempre se invoca
el artículo 161 en conjunción con otros artículos del Código Penal. Varias ONG explicaron a
Amnistía Internacional que pensaban que este artículo se usaba muy poco porque era
necesario demostrar que las acciones estaban encaminadas específicamente a instigar al
odio racial. Sin embargo, funcionarios del Ministerio del Interior que se reunieron con
Amnistía Internacional discreparon con esta afirmación y aseguraron lo siguiente: “Los
interrogamos [a los sospechosos] y enseguida confiesan”. Por su parte, el Ministerio del
Interior atribuye la escasa aplicación de este artículo a que, según la legislación, sólo la
fiscalía puede presentar cargos contra una persona en virtud de esta disposición y le
corresponde investigar el delito.26 Esto prolonga la fase policial del proceso y supone un
obstáculo más al uso de este artículo, ya que los fiscales son muy reacios a invocarlo (véase
infra).
LA MOTIVACIÓN RACISTA COMO FACTOR AGRAVANTE
El Código Penal permite juzgar cualquier delito con la agravante de odio racial aplicando el
artículo 67 del Código Penal sobre circunstancias agravantes. Este castigo no especifica
ninguna pena y sólo sirve para definir el delito y posiblemente aumentar la pena dentro de
los límites previstos en el artículo en virtud del cual se imputa el delito. En el apartado 1 del
artículo 67 se enumeran 13 posibles circunstancias agravantes: que el delito tenga
consecuencias graves; que sea resultado de una conspiración; que la víctima sea una persona
menor de edad, anciana o indefensa, o una mujer embarazada; o que el autor se encuentre
en un estado de embriaguez, y el apartado 1.3 hace mención a la enemistad y hostilidad
raciales, nacionales o religiosas.
El Grupo Iniciativa por la Diversidad considera que el artículo 67 presenta cuatro problemas:
•
la mayoría de las circunstancias agravantes enumeradas en el artículo 67 son de
aplicación obligatoria, pero los jueces pueden decidir no tener en cuenta algunas de
ellas, por ejemplo, la enemistad racial, nacional o religiosa;
•
el artículo no define ni explica el concepto de delito de motivación racial;
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•
el artículo no establece un aumento de la pena en caso de que se demuestre la
agravante de motivación racial;
•
el apartado 1.3 del artículo 67 se invoca en muy escasas ocasiones.27
El hecho de que la enemistad u hostilidad racial, nacional o religiosa sea una de las
circunstancias agravantes que el juez puede decidir no aplicar parece demostrar la
inadecuada interpretación de los peligros que entraña la discriminación racial. De hecho,
Amnistía Internacional no ha encontrado ningún caso en el que se haya invocado el apartado
1.3 del artículo 67. Curiosamente, en el caso del asesinato de Kunuon Mievi Godi, el juez
aplicó el apartado 1.13 del artículo 67, referido a la intoxicación etílica, pero no el apartado
1.3.
OTRAS DISPOSICIONES DEL DERECHO PENAL Y ADMINISTRATIVO
La investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional revela que, por lo general, los
crímenes por motivos racistas no se enjuician aplicando las disposiciones mencionadas
supra, sino otros artículos de los Códigos Penal y Administrativo, como los relativos a
asesinato, lesiones graves o vandalismo.
En la mayoría de los casos, estos artículos acarrean penas más severas que el artículo 161.
El delito de asesinato (previsto en el artículo 115 del Código Penal) conlleva una pena de 10
a 15 años de prisión, e incluso cadena perpetua si hay circunstancias agravantes, por
ejemplo, que sea obra de un grupo de personas que conspiraron previamente, que también
haya habido violación o que sea fruto de actos vandálicos.
El delito de lesiones graves intencionadas (artículo 121) acarrea una condena de cinco años
de prisión y de hasta 10 años si ha sido cometido por un grupo, si es el resultado de tortura,
si tiene por objeto intimidar a la víctima o si la víctima muere a consecuencia de las lesiones.
El vandalismo (artículo 296) se define como “alteración grave del orden público basada en la
ausencia manifiesta de respeto por la comunidad y perpetrada de un modo tremendamente
abusivo o excepcionalmente cínico”. El Código Penal prevé penas de hasta tres años de
cárcel o cinco años de restricción de libertad (prisión abierta). Si el delito se comete con
armas de fuego u otras armas ofensivas, la condena puede ser de hasta siete años. El
vandalismo leve, que engloba actos como “el uso de lenguaje ofensivo en un lugar público,
insulto a ciudadanos u otras acciones que alteren el orden y la paz sociales” está tipificado
en el Código de Infracciones Administrativas (artículo 178), que prevé una multa o una
detención administrativa de hasta 15 días.
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ENMIENDAS PROPUESTAS A LA LEGISLACIÓN
En 2001, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia pidió a las autoridades
ucranianas que reforzasen la legislación penal contra los delitos de motivación racial y en
2007 expresó su decepción ante el hecho de que todavía no se hubiese tomado ninguna
medida al respecto. Sin embargo, se han presentado recientemente cuatro propuestas para
modificar la legislación en lo concerniente al antisemitismo y la discriminación racial.
En enero de 2008, el presidente Yushchenko propuso aumentar la pena máxima de prisión
prevista en el artículo 161 de 5 a 10 años.
Se ha presentado ante el Parlamento una segunda propuesta que consiste en añadir un
artículo al Código Administrativo que tipifique como delito llevar insignias o símbolos o
distribuir literatura con el propósito de “apoyar públicamente y hacer propaganda de las
ideas del nazismo e ideologías similares”. El proyecto de ley también propone añadir un
párrafo al artículo 161 para tipificar como delito la fundación de organizaciones neonazis y la
participación en ellas. El Partido de Defensa del Pueblo (Narodna Samooborona) ha
presentado una propuesta a iniciativa del diputado Gennady Moskal por la que se modifica el
artículo 173 del Código de Infracciones Administrativas para imponer sanciones más severas
por la producción y distribución de panfletos antisemitas o xenófobos, el uso de símbolos e
insignias fascistas y la difusión de material impreso, radiofónico o audiovisual relacionado.
Este proyecto de ley también propone varios cambios al artículo 161, entre ellos, la adición
de una disposición que tipifique como delito la discriminación y de un párrafo que penalice
expresamente la violencia contra las minorías nacionales y las personas extranjeras.
La cuarta modificación propuesta afecta al Código Administrativo y a los artículos 121
(lesiones graves intencionadas), 115 (asesinato) y otros artículos del Código Penal. Propugna
añadir el odio racial y nacional como motivación del delito y aumentar la pena máxima
prevista en el artículo 161 a 10 años.
A fecha de mayo de 2008, todas estas propuestas de reforma legislativa estaban pendientes
de aprobación.
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NO SE APLICA LA LEY
La mayor preocupación de Amnistía Internacional respecto a la legislación ucraniana contra
los delitos racistas radica en que los artículos que hacen referencia expresa a estos crímenes,
en particular los artículos 161 y 67, se aplican en raras ocasiones. A resultas de ello no
queda reconocida la naturaleza racista de los delitos cometidos. Uno de los motivos que
explica la no aplicación de los artículos mencionados es que prevén condenas menos severas
que otros artículos del Código Penal; a esta cuestión se da respuesta en algunas de las
enmiendas que están pendientes actualmente en el Parlamento. Por otra parte, los artículos
citados no contienen una definición suficientemente clara de qué constituye un delito racista
o qué es una motivación racista. A esto hay que añadir que la policía no tiene una noción
adecuada sobre qué es la discriminación racial (véase infra el apartado Respuesta
inadecuada de la policía).
El informe del Grupo Iniciativa por la Diversidad también ha detectado el problema que
conlleva la reticencia de la fiscalía a presentar cargos en virtud de las disposiciones
pertinentes: “Para los fiscales, cuyo progreso en la carrera jurídica depende de su historial de
casos ganados, resulta mucho más fácil evitar simplemente estos artículos del Código que
arriesgarse a perder un juicio por presentar cargos con arreglo a dichos artículos”.28
Algunas víctimas de ataques racistas se han quejado a Amnistía Internacional de que, si
denuncian una agresión a la policía y el caso va a juicio, los cargos no suelen reflejar la
gravedad del delito. En ocasiones se han enjuiciado actos de extrema violencia como
“vandalismo”. En un caso concreto, sólo tras la intervención del embajador de Corea del Sur
se enjuició un delito de asesinato como tal, y no meramente como lesiones graves
intencionadas y vandalismo.
Jeong Kwon Kang llevaba un año viviendo con sus esposa en Kiev, donde estudiaba ruso y
ucraniano. En abril de 2007 lo mataron cuatro hombres jóvenes, uno de ellos menor de edad. El
cónsul de la Embajada de la República de Corea relató a Amnistía Internacional que los
atacantes llevaban botas con pinchos y que le dieron patadas a Jeong Kwon Kang en la cabeza
“hasta que le salieron los sesos”. Según la declaración de la fiscalía, los agresores habían
estado bebiendo cuando vieron a Jeong Kwon Kang salir de un supermercado cercano a su
casa, en el distrito de Holosiivskyi, en Kiev, a alrededor de las diez de la noche del 23 de abril.
Uno de los miembros del grupo afirmó que quería matar a Jeong Kwon Kang a causa de su
nacionalidad y animó a otros dos a atacarlo. Siguieron a Jeong Kwon Kang, le dieron patadas
hasta que cayó al suelo y entonces empezaron a propinarle patadas en la cabeza. Un testigo
declaró que había visto a uno de los integrantes del grupo saltar sobre el cuerpo de Jeong Kwon
Kang con los dos pies. Los agresores huyeron y un transeúnte llamó a una ambulancia. Jeong
Kwon Kang murió el 17 de mayo de 2007 a consecuencia de las graves lesiones que sufrió en la
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cabeza durante el ataque.
En abril de 2007 se detuvo a cuatro jóvenes y en mayo de 2007, antes de que falleciese
Jeong Kwon Kang, se les imputaron los delitos de lesiones graves intencionadas sin resultado
de muerte (apartado 1 del artículo 121 del Código Penal) y vandalismo (artículo 296 del
Código Penal). En una reunión con Amnistía Internacional celebrada en febrero de 2008, el
cónsul surcoreano manifestó que enjuiciar un delito de tal gravedad como vandalismo
demostraba “una actitud muy laxa ante el racismo, que resulta muy peligrosa para la
reputación de Ucrania”. Añadió que, en octubre de 2007, el fiscal general de Kiev mantuvo
con él y con el embajador surcoreano un encuentro en el que afirmó lo siguiente: “Considero
que éste es un caso de vandalismo. ¿Por qué deberían los extranjeros recibir un trato
especial?”.
En noviembre de 2007, tras la presión continua ejercida por la Embajada de la República de
Corea, se imputó a los presuntos autores el delito de asesinato y el de “odio dirigido a
menoscabar el honor nacional y la dignidad de la persona”, tal como tipifica el artículo 161.
También se modificó el cargo de lesiones graves intencionadas para hacer constar que
habían provocado la muerte de la víctima (por tanto, se presentó el cargo en virtud del
apartado 2 del artículo 121, y no con arreglo a su apartado 1). El 23 de abril de 2008, los
cuatro jóvenes fueron condenados a 13 años de prisión cada uno por el asesinato de Jeong
Kwon Kang.
Las autoridades ucranianas deben poner fin a la práctica de clasificar los delitos de
motivación racial como “vandalismo” y asegurarse de que se aplican los artículos pertinentes
del Código Penal en los casos de crímenes racistas. La fiscalía y la policía deben contar con
la formación adecuada para reconocer los delitos racistas y aplicar la legislación pertinente.
RESPUESTA INADECUADA DE LA POLICÍA
Tenemos experiencia porque llevamos mucho tiempo aquí y sabemos que es inútil presentar
una denuncia [ante la policía]. Los agentes se limitan a apuntar el número de teléfono y
decir: “Lo llamaremos”, pero nunca llaman. Simplemente dicen: “¿Qué hace usted aquí? ¿No
le gusta esto? ¡Pues márchese a su país1” Además, puede ser peligroso [dirigirse a la
policía].
Samuel, refugiado de Angola
Índice AI: EUR 50/005/2008
Amnistía International Julio 2008
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