LOS LIBROS NOTAS CRÍTICAS EL GOBIERNO DE LA EMPRESA: UN ENFOQUE ALTERNATIVO José Miguel Rodríguez Fernández Prólogo de Vicente Salas Fumás AKAL, Economía Actual, 2003 142 páginas No es frecuente encontrar una obra que aúne el rigor de un paper académico, las propuestas originales de un ensayo socio-económico y el compromiso ideológico y ético de un autor. Y este libro es una de esas rara avis que, precisamente por todo eso, y en palabras de su prologuista, el profesor Vicente Salas, introduce «una corriente de aire fresco en el debate económico y social sobre la empresa que queremos a principios del siglo XXI». Un libro radical, en el estricto sentido de indagar en las propias raíces conceptuales de la empresa, que cuestiona, nada más y nada menos, el que casi es «pensamiento único» de la teoría financiera sobre el objetivo básico de la empresa: la maximización de la riqueza de los accionistas (o su equivalente de la maximización del valor de mercado de sus acciones). Tarea que se aborda mediante el análisis crítico de las contradicciones internas que genera en la propia teoría la aplicación práctica de ese principio maximizador, y que se proponen solventar mediante el paradigma alternativo de la creación de riqueza para todos los partícipes en la empresa. En un, todavía, arriesgado salto desde el gobierno de la empresa por y para los titulares de la propiedad del capital, accionistas o shareholders, hasta el gobierno por y para los grupos de interés o stakeholders que participan en la empresa. Se trata, por tanto, de un libro de lectura casi-obligatoria para cualquier interesado en la empresa, las finanzas y el gobierno corporativo; sobre todo para aquellos que quieran contrastar cuán fundamentadas están sus convicciones sobre el papel actual de la empresa ante la economía y la sociedad. Una lectura fácil, por otra parte, porque el libro está bien estructurado, bien escrito y evidencia la erudición de su autor, José Miguel Rodríguez, Pro- fesor Titular de Finanzas en la Universidad de Valladolid. No sólo por las citas que, a modo de lemas, encabezan cada uno de sus capítulos (a destacar que la primera y la última son de Keynes), sino también por la abundante y pertinente bibliografía que maneja, en la que se encuentran las habituales referencias en inglés junto a otras, menos habituales en la actual producción científica de economía, en francés, castellano e incluso portugués; tanto de autores clásicos como actuales, y sobre trabajos tanto literarios como formalizados. Lo que muestra, al propio tiempo, el sólido bagaje conceptual del que dispone el autor, y con buena parte del cual hay que armarse para hablar con propiedad del gobierno corporativo: teorías de las decisiones financieras, dirección estratégica, teoría de organización, ética, sociología y derecho. Pasando a la estructura de la obra, ésta se inicia con una reveladora y completa «Introducción» en la que ya se deja bien claro que no sólo se pretende discutir sobre el gobierno corporativo, sino sobre la propia fundamentación de la empresa, a la luz de una teoría financiera que da por sentado que la empresa pertenece a los aportantes del capital financiero y que, por tanto, debe atender al objetivo de maximizar su riqueza. Bajo tales supuestos, el gobierno de la empresa no puede ser otra cosa que implementar los mecanismos que asimilen los objetivos de los directivos-agentes con los de HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 245 LOS LIBROS los accionistas-propietarios, a través de una relación de agencia cuyos resultados se someten al juicio del mercado financiero, como garante de la efectiva creación de valor. Pero la elegante simplicidad y la general aceptación de este modelo suelen esconder una aplicación acrítica del mismo, que minusvalora tanto lo restrictivo de sus hipótesis de partida (generación de beneficios extraordinarios para los accionistas, retribución al coste de oportunidad para cualesquiera otros aportantes de factores y eficiencia del mercado financiero) como los indeseados corolarios que se deducen de la aplicación práctica del modelo, que induce una permanente carrera entre la mayor rentabilidad generada por las empresas y la consiguiente elevación del coste de oportunidad de sus accionistas, que retroalimenta la necesidad de generar beneficios extraordinarios cada vez mayores para alcanzarlo. Una carrera en la que, apelando al manido ejemplo narrativo de Lewis Carroll, hay que correr más que los demás para permanecer en el mismo sitio, espoleados los directivos por unas expectativas de accionistas, analistas e inversores institucionales que van siempre por delante del incremento real del beneficio. Con la paradoja de que esa búsqueda desaforada de la rentabilidad se traduce, cada vez más, en efectos espurios para la propia eficiencia del mercado en su conjunto: ya sea bajo la forma de la «contabilidad 246 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 creativa», la del «cortoplacismo» (cuando no la «manipulación») en la valoración de las acciones, o la de la retribución de los factores según el «poder de negociación» de sus titulares frente a la empresa. Con el correlato final, además, de un no menor y paradójico distanciamiento entre la rentabilidad de las inversiones financieras y la de las inversiones reales, que son su estricto fundamento. El primer capítulo del libro, «El modelo financiero: la empresa al servicio de sus propietarios legales», incide precisamente en la secuencia que conduce desde las hipótesis implícitas en el modelo teórico hasta los efectos indeseados de sus aplicaciones prácticas. Crear y maximizar el valor para los accionistas, como principio rector, que se entiende además como el único camino para maximizar los intereses de todos los partícipes, ya que se presupone que los accionistas son los únicos que soportan el riesgo residual de la especificidad y la depreciación de los bienes en los que comprometen su capital a largo plazo. Un supuesto que se deriva de un «constructo» teórico en el que confluyen la teoría de la firma, la teoría de la utilidad, la teoría de los mercados financieros y la Nueva Economía Institucional, basada, a su vez, en la teoría de los derechos de propiedad, la teoría contractual y la teoría de la agencia. Bajo el cual, sin embargo, la empresa como firma no existe; es una mera «ficción legal» o un «nexo de contratos», bajo la primacía del signado entre sus propietarios legales y sus agentes, que se sintetiza en el dictum para los directivos-empleados de obtener una rentabilidad superior a la «normal», para sus accionistas-jefes. Aunque esa permanente búsqueda del beneficio extraordinario para los capitales financieros aportados por los accionistas sólo pueda conseguirse, en último término, mediante estrategias y políticas que primen los resultados a corto plazo (vinculados cada vez más con sistemas de incentivos para la dirección); y aunque dichos resultados hayan de obtenerse por la subcontratación de actividades, las escisiones y ventas de líneas de negocio, la reducción de los gastos de personal sobre la cifra de negocios (aún con incrementos en ésta) y la temporalidad del empleo. Haciendo buena, en definitiva, la apreciación de Keynes de que lo que es bueno para los capitalistas es malo para los trabajadores (para cualquier duda al respecto, véanse las generalizadas reacciones al alza de las cotizaciones de las empresas que anuncian Expedientes de Regulación de Empleo). En el segundo capítulo de la obra, se analizan las posibilidades de transición «Del modelo financiero a un enfoque pluralista: algunos argumentos económicos». Apelando, en este caso, al viejo institucionalismo y basándose en la teoría de la organización, la dirección estratégica, la LOS LIBROS teoría de recursos y capacidades, y la teoría evolucionista de la empresa; en la que ésta se reconoce con una personalidad propia, formada por una convención de esfuerzos de todos sus partícipes. Bajo este prisma, la propiedad «privada» de los accionistas se ve más como una propiedad «individualizada», dentro de una «apuesta» común de titulares de transacciones en la que priman la comunidad de intereses y la asociación entre grupos de interesados-apostantes en los resultados de la gestión de un negocio común. Y es que no sólo se precisa capital, en definitiva, para articular la organización empresarial, sino también talento o trabajo especializado, infraestructura de proveedores, cartera de clientes, acceso a la tecnología, formas de colaboración y relaciones estratégicas. El capital financiero ya no es el factor decisorio que «alquila» a los restantes, y cede su primacía de gobierno al capital «social», que se va acumulando mediante contratos relacionales e inversiones específicas en activos especializados de todos los partícipes en la empresa a través del tiempo. Los accionistas, en consecuencia, tampoco son los únicos agentes que soportan los riesgos residuales y, de hecho, son los que mayor facilidad tienen para diversificar sus aportaciones y para salir de la organización. Y de ahí la puesta en cuestión de que sólo los accionistas sean los titulares de los derechos residuales de control. La empresa se configura como una relación principal-agente múltiple, y el gobierno de la empresa como la serie de mecanismos que internalizan para la dirección los objetivos de bienestar de todos los partícipes. «Hacia la empresa como asociación de partícipes» es el título del tercer apartado de la obra, que define, precisa y analiza ese «nuevo» capitalismo de los stakeholders. Un concepto, éste, que surge en los años sesenta dentro de un modelo estratégico de empresa, en el que se reconoce la legitimidad de los intereses de todos los grupos partícipes en la gestión efectiva de la empresa, el valor intrínseco de esos intereses y la necesidad de atenderlos en pro del equilibrio y la supervivencia de la organización. Un modelo «estratégico» de empresa que reconoce el complejo entramado de intereses que existen en la realidad y que, por ello, no está exento de complejidad ni en su definición, ni en sus formas de gobierno, ni en la misma evaluación de sus resultados. Cómo determinar quiénes son los stakeholders, cuáles son sus objetivos y cómo resolver los conflictos de intereses entre ellos, son cuestiones inherentes a la misma definición del modelo. En tanto que reconsiderar el papel disciplinario de los mercados financieros, evaluar la incidencia orientadora o coercitiva de los códigos de gobierno y analizar el control sancionador de los mercados reales, de factores y productos, vienen obliga- dos por la complejidad del gobierno de este modelo alternativo de empresa. Sin olvidar que la misma evaluación de sus resultados requiere utilizar indicadores complementarios al beneficio, como la responsabilidad social, la contabilidad de excedentes o el balance social. Y aquí es donde hay que recordar el viejo aforismo de que «nada interesante es fácil», que el libro reproduce en su último capítulo con el título de «Consideraciones finales. Entre la duda y la esperanza». La duda de que el «pensamiento oficial» sobre el capitalismo de los shareholders de la teoría financiera convencional vaya escorando hacia la «heterodoxia» estratégica y organizativa de los stakeholders; y que viene motivada por la desigual lucha entre la unicidad de la «perfección» del modelo teórico y la multiplicidad de las «imperfecciones» de la realidad. Y la esperanza, sin embargo, de que las propias contradicciones internas del modelo financiero, junto a las posturas discordantes que se evidencian cada vez más entre sus mismos seguidores, hagan progresivamente compatible la jerarquía y autoridad de la empresa capitalista con el compromiso y cooperación de la organización empresarial. La tarea no es fácil, aunque bastaría, para acometerla, retomar la vieja definición mercantil del contrato de sociedad, en el que varios partícipes acuerdan poner en común dinero, bienes o industria, para realizar una actividad lucrativa y re- HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 247 LOS LIBROS partir entre sí las ganancias. Pero ello supondría entender el poder de cada partícipe como la capacidad de obtener lo que desea sin impedir que los demás obtuvieran lo suyo; en un juego de suma positiva en el que todos podrían alcanzar sus objetivos, incluidos el del equilibrio y la supervivencia de la propia organización. Bien diferente, por cierto, de la maximización a ultranza de la riqueza de los accionistas, en el juego de suma nula en el que se ha convertido hoy la empresa por mor de la apropiación, por parte de aquéllos, de cualquier beneficio residual. La tarea, como puede fácilmente entenderse, es tan interesante como difícil, pero parafraseando a Sartre, la última esperanza es la cooperación. Juan Antonio Maroto Acín Universidad Complutense de Madrid LES VRAIES LOIS DE L’ÉCONOMIE Jacques Généreux Ed. du Seuil 2001, 192 páginas Resulta un lugar común referirse a los autores franceses que escriben sobre economía como unos magníficos expositores de ideas y de investigaciones económicas de otros. Como todo tópico no deja de tener su parte de realismo. Viene esta afirmación a iniciar unas reflexiones sobre el trabajo de J. Géné- 248 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 reux que da pie a esta reseña porque, como tendremos ocasión de señalar, las obras que conocíamos del autor podían considerarse solamente —y ello en nuestra opinión es un mérito destacado— como trabajos de divulgación destinados a poner la economía a un alcance más amplio que el de los especialistas. Pero también en esta obra se muestra como un buen polemista, sobre todo en su discusión sobre la interrelación política-economía, que curiosamente se está redescubriendo con ocasión de los debates críticos sobre globalización. Généreux, junto a sus manuales (Économie politique) y obras de iniciación (Introduction à l’économie, Introduction à la politique économique), ha tratado en ese mundo de realizar críticas constructivas a textos excesivamente jaleados. Así ha escrito Une raison d’espérer. L’horreur n’est pas économique, elle est politique en relación con la obra de V. Forrester L’horreur économique, hoy traducida al español, y ha emprendido un camino difícil como es la creación de una Asociación internacional pro economía humana. También ha acometido la tarea compleja de desmitificar las que buena parte de la opinión pública considera que son las leyes «inmutables y permanentes» de la economía. Frente a esa idea en el título Les vraies lois de l’économie el autor aporta, a través de un buen conocimiento del saber de los economistas desde A. Smith, un redescubrimiento del verdadero saber económico. El libro recoge algunas de sus contribuciones mensuales al debate desde diversos medios de comunicación. En el texto se llama la atención sobre once ideas que la opinión común considera casi como artículos de fe, al menos desde la perspectiva neoliberal que se asocia a las penúltimas fases del último fenómeno de globalización y que culminan con los movimientos «anti» que han acompañado a las reuniones de diversas instituciones internacionales desde la de la OMC de Seattle (noviembre-diciembre de 1999). El redescubrimiento de los problemas reales que siempre han existido, siquiera muchas veces no se haya pensado con prioridad sobre ellos LOS LIBROS (como el tema de la pobreza en primer lugar), ha cambiado, en nuestra opinión, mucha de la arrogancia mostrada por los epígonos de la tercera mundialización (al menos según el criterio del Banco Mundial) del siglo XX. En esta reseña intentaremos, especialmente, recoger el espíritu de las contribuciones del autor en su traslación al español. La vivacidad del razonamiento y la ironía del planteamiento bien construido merecen mucho más una buena traducción que las simples citas del texto que cabe esperar en una reseña. Como libro no excesivamente grueso (esperamos que pueda conocerse pronto otra obra del autor con una docena de temas nuevos) y de lectura fácil, que aconsejamos vivamente, el lector que aprecie el francés lo disfrutará plenamente. Conste finalmente que nos ha parecido digno de elogio encontrar una línea argumental a lo largo de la obra, frente a algo que resulta más fácil como es la simple reunión de una colección de artículos. En la presentación inicial del texto, Généreux se pregunta: «¿Quién no ha oído alguna vez a algún empresario, periodista económico o a algún político declarar que “sólo las empresas crean riqueza?”» o expresiones solemnes de ese estilo. Y es que en las dos últimas décadas el debate público se ha llenado de «leyes de la economía». Y prosigue el autor: «El discurso político moderno, amplificado y normalizado por los medios de comunicación, ha difundido una cultura “económicamente correcta”, compuesta por una serie de máximas sencillas que, a fuerza de repetirse han podido acceder al estatuto de dichos populares, es decir, de expresiones fundamentadas en el buen sentido común». Las primeras críticas del autor se dirigirán a ese discurso dominante que querría otorgar a las leyes económicas un carácter unidireccional. En su presentación crítica, Généreux señala que los partidarios de lo que denomina el credo neoliberal consideran que la economía está movida por leyes propias («Las leyes establecidas por la ciencia económica son comparables a las leyes de la física reflejando realidades que la voluntad humana no puede modificar»), a la que enumera en su tratamiento operativo como ley número 1. En segundo lugar, siguiendo una lógica mercantil absoluta aparecería que la economía de mercado capitalista constituye el mejor de los sistemas sociales puesto que los individuos nunca resultan tan eficaces como cuando tienen libertad plena para perseguir su interés personal. Y el resultado de los esfuerzos individuales para producir bienes de esta forma se plasmaría en la riqueza total (y máxima) de la nación. En los propios términos del autor el enunciado de una segunda ley neoliberal sería que «el valor reside únicamente en la producción de bienes y servicios comercializables». En ese esquema, un orden que evite que miles de millones de elecciones individuales no coordinadas degeneren en caos sería asegurado por el mercado, en el que regirían como señores las leyes de oferta y demanda si es que se dan las suficientes condiciones de libertad para la producción y el intercambio de los bienes comercializables. Sólo existiría un Estado de dimensión mínima capaz de garantizar la seguridad, la defensa y la justicia. Y, además, la libre negociación y la flexibilidad de los precios permitiría alcanzar el equilibrio general de todos los mercados. Como en los casos anteriores reproducimos los términos del autor: «El libre juego de oferta y demanda asegura el equilibrio general de los mercados» (Ley número 3 a efectos expositivos). Pero, además, este funcionamiento de los mercados garantiza el uso eficaz del trabajo, los capitales y las materias primas. Los movimientos en los precios proporcionan informaciones acerca de la mejor asignación de los medios de producción: (movimientos de mano de obra y capitales hacia las ocupaciones de mayor demanda), que llevaría a un crecimiento de los precios. Pero como la presión de los competidores impediría aumentar los beneficios mediante un incremento indefinido de los precios, los empresarios se verían compelidos a reducir costes. Généreux describe esta cuarta ley de la economía al uso de los neoliberales como «el li- HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 249 LOS LIBROS bre juego de la competencia garantiza el uso más eficaz de los recursos». Claro está que existen una serie de bienes en los que no actuaría esa taumaturgia de los mercados. Se trata de los bienes públicos de los que todo el mundo pretende gozar gratuitamente, esperando que los demás los paguen. La producción de estos bienes públicos se confía a autoridades públicas con capacidad para establecer y recaudar impuestos. El Estado debe, pues, —y eso configura la quinta ley— «limitarse a la producción de los bienes públicos». Pero, además, al carecer éstos de la presión de la competencia, habría que someter a los decisores públicos a fórmulas de gestión similares a las que tienen las empresas que sí compiten realmente en los mercados. Prosiguiendo su visión del credo neoliberal, Généreux señala dos realidades como respuesta a una pregunta clave: Si todo marcha como se ha definido ¿no estaríamos en el mejor de los mundos posibles? La primera respuesta es muy sencilla: el juicio sobre un sistema no puede descansar solamente en el uso eficaz de los recursos. Dado que hay situaciones de pobreza y de desigualdad habrían de plantearse otros criterios como es el de justicia. La segunda realidad que no se confirma siempre es la eficacia de un modelo mixto Estado-mercados libres. Ahora bien, aún reconociendo estos hechos, los autores neoclásicos de la 250 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 economía siguen señalando la superioridad del sistema de libre competencia. Las situaciones de injusticia —que habrán de juzgarse con criterios distintos al económico— podrían siempre ser corregidas a posteriori. En otros términos, que configuran la sexta de las leyes del sistema que examina Généreux, «la justicia es un problema estrictamente político, cuya solución resulta independiente de la elección del sistema económico. Una economía de mercados libres es una condición previa para una mejor justicia, pues maximiza la riqueza a distribuir». Si estas leyes —probablemente esquematizadas en exceso, aunque reconozcamos en un buen número de opiniones su vigencia en los términos expresados o en otros similares— se aplican al ámbito de la microeconomía, también cabe señalar su incidencia en el ámbito de la macroeconomía y en diversos temas (la imposición, la moneda, el poder político). Ahora bien, a diferencia de las seis leyes antes enunciadas Généreux no formula expresiones en el dominio macroeconómico que quepa atribuir a la filosofía neoliberal pero sí señala que sus críticas al respecto las realizará en forma de leyes. El autor, una vez definidas las posiciones neoliberales, o lo que es lo mismo los dogmas sobre economía que han tenido un amplísimo eco en el mundo contemporáneo, pasa a explicar las que él considera —y evidentemente para los estudiosos de la economía resultan de interés— las once leyes «verdaderas» que dan título al libro. Confiamos también que en el futuro, el autor presente también temas que en este volumen no han tenido cabida (la inflación, el déficit público, el ámbito internacional, etcétera). Siguiendo fielmente el esquema del libro, tras el enunciado de cada una de estas «verdaderas» leyes llevaremos a cabo algunos comentarios. · Ley número 1: «Las leyes de la economía son leyes humanas». En este ensayo, realmente interesante por diversos motivos, el autor se pregunta acerca de la naturaleza de las leyes en economía, participando de esta forma en un debate de gran antigüedad como es precisamente la cuestión metodológica. Evidentemente, todo está en relación con el significado que se dé a la palabra ley y a la identificación de su naturaleza y origen. Cabría distinguir así en una aproximación muy general entre leyes de la naturaleza y leyes humanas históricas y sociales. Ahora bien, para Généreux dentro de los cultivadores del saber económico ha de reconocerse la existencia de una profunda división, porque al lado de los partidarios de la consideración de dicho saber como propio de las ciencias humanas y sociales, otros querrían configurarlo como una ciencia físico-matemática capaz de enunciar leyes de alcance similar a las leyes que se aplican en esa materia. Buena LOS LIBROS parte de la explicación de esta actitud proviene, como han señalado los sociólogos, del reconocimiento del mayor prestigio del científico en determinadas sociedades. En la historia del pensamiento económico a fines del siglo XIX, Walras ya había señalado que «la economía política es, como la astronomía o la mecánica, una ciencia a la vez experimental y racional». Généreux considera que tal reivindicación walrasiana expresaba, seguramente, una necesidad de reconocimiento, en parte legitimada por la preocupación de evitar que el debate económico pudiera caer en el relativismo o el oscurantismo. Esta preocupación se trasladó a los economistas neoclásicos, que eliminaron de su órbita cuanto no se pudiera expresar en forma de ecuaciones y fundamentaron sus razonamientos en el mismo rigor de los teoremas matemáticos. El autor, apoyándose en criterios propios y en el de escritos importantes (curiosamente uno de los principales críticos de la corriente económica llamada «cientifismo» es el liberal Hayek) señala las debilidades de ese enfoque. Por ejemplo, las leyes de la naturaleza son atemporales e independientes de la acción humana. La economía no puede enunciar leyes de ese orden a menos que quede plenamente desconectada de la realidad. La crítica más feroz la explícita respecto al homo economicus como agente representativo que «no tiene nada que ver con los hombres, que se encuentran en la realidad, caracterizados por sus valores humanos, educación, lazos sociales, cultura, historia personal y colectiva; que actúan e interactúan en un contexto de información limitada y de incertidumbre radical». Evidentemente todo ello está en contradicción con la consideración de las actuaciones de los hombres como «centros de cálculo que actúan según leyes matemáticas». Généreux señala la paradoja de que, precisamente en momentos en que la ciencia económica ha eliminado la asimilación de su objeto a los de la física o la astronomía, el discurso dominante expresa unas sedicentes «leyes» inmutables de la economía por delante de la política, cuyos gestores serían víctimas de esa supuesta inevitabilidad de tales «leyes». La paradoja tiene su explicación en que el discurso político «está pocas veces basado en la ciencia, pero explota e instrumentaliza el discurso científico». Y termina señalando que el orden de la economía no es mecánico sino humano y reformable. En el campo metodológico la línea del cientifismo ha supuesto un parón y la obstinación en seguirlo «bloquearía la elaboración de métodos verdaderamente adaptados al objeto específico de los estudios que realizan los economistas». · Ley número 2: «Lo que tiene valor no tiene precio». En su línea de crítica a las creencias extendidas sobre lo que es la economía Généreux se refiere a las ideas que hacen coincidir valor con precio. Para ello pasa revista a algunos de los trabajos y doctrinas más antiguas del análisis económico. Recuerda que los clásicos destacaron la controversia entre naturaleza y medición del valor, señalando que para autores como Condillac y Say el valor se basaría en la utilidad individual, apreciada subjetivamente, que escapa a cualquier medida objetiva. Por el contrario, la línea que han seguido los autores clásicos ingleses, comenzando por Smith y Ricardo, es la búsqueda de una medición objetiva del valor. Tras recordar las contribuciones explicativas de Jevons, Menger y Walras en las que se desarrolló el concepto de utilidad marginal, que expresa que el valor no es una propiedad característica de los bienes sino un juicio que los sujetos tienen sobre la importancia de los bienes, sus seguidores propondrán, dentro de una hipótesis de equilibrio general, una solución a la cuestión: «si el precio de un bien cualquiera refleja el equilibrio entre su oferta y su demanda, tal precio es una medida del valor subjetivo que los individuos atribuyen a ese bien». Généreux señala, seguidamente, que una serie de bienes (los de inversión, los bienes públicos, las materias primas e incluso los bienes de consumo, cuyos precios pueden verse afectados por multitud de factores) no reflejan la condición de una negociación libre entre compradores y vendedores. HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 251 LOS LIBROS En síntesis —y tras considerar otros aspectos de la teoría como el valor trabajo— «la confusión entre valor subjetivo y valor mercantil puede considerarse como una desviación de la teoría dominante antes señalada que reflejaba en parte la preocupación por hacer ciencia (y que exigía disponer de una medida del valor) y en parte una ideología (cerrar los ojos ante la desigualdad). Así pues, la idea neoliberal de que sólo las empresas crean «verdadera» riqueza no tendría fundamento en la «auténtica» economía, que además un siglo después del comienzo del pensamiento neoclásico (en 1973/1974) vendrá a poner de relieve que no se produce la primera de las condiciones necesarias para la confusión entre valor y precio, esto es la hipótesis de que pueda existir un equilibrio general. · La ley número 3 es definida por Généreux como la «ley del desequilibrio general» en contraposición a la que se acaba de señalar. Tras recordar, al respecto, la contribución walrasiana de búsqueda de una respuesta a las cuestiones de existencia y estabilidad de una situación de equilibrio (recuérdese su formulación matemática), el autor hace referencia a los trabajos de Arrow y Debreu, que muestran que la situación de equilibrio general no puede darse en el mundo real. A tal efecto, pone de manifiesto las condiciones que los autores citados indicaron eran precisas para la existencia de equilibrio (competencia pura y per- 252 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 fecta, mercados completos para todos los bienes actuales y futuros, ausencia de costes fijos de producción, rendimientos de escala constantes, etcétera). Por otro lado, y respecto a la estabilidad del equilibrio, los estudios de diversos autores, especialmente Debreu, ponen de manifiesto que no puede afirmarse que una economía que respete las condiciones necesarias para la existencia de un equilibrio general (las ya indicadas condiciones Arrow-Debreu) pueda llegar a la situación teórica. Généreux indica, en su línea de oposición a las «verdades» de la economía, otros argumentos respecto al equilibrio general, procedentes de las contribuciones de un liberal tan característico como Hayek para quien las imperfecciones de la información descalificarían la teoría walrasiana, así como los efectos de la introducción de una dimensión de tiempo en el análisis del mercado. Para nuestro autor, en definitiva, «los mercados reales no son ecuaciones de oferta y demanda sino que están constituidos por convenios, leyes, instituciones que intentan organizar la circulación y la revelación de las informaciones precisas para los intercambios». Paradójicamente, la superioridad de la economía de mercado es proporcionar una respuesta adaptada a las imperfecciones del mismo. · Ley número 4: El mercado no proporciona la felicidad. El texto indica que se propone el análisis de la extendida creencia de que la economía de mercado es el sistema eco- nómico más eficaz o en términos neoclásicos que el conjunto de mercados perfectamente competitivos lleva a una asignación óptima de recursos. En una línea que habría de calificarse de pedagógica, Généreux indica que se precisa un criterio de referencia para definir con precisión lo que constituye el uso óptimo. A tal respecto la economía ortodoxa ha utilizado el criterio de Pareto («una situación es óptima cuando no es posible mejorar el bienestar de un individuo sin deteriorar el de otro»), criterio que debe entenderse como el de mayor eficacia. Utilizando este criterio se eliminarían, por parte de una sociedad, las elecciones que llevan a desperdiciar recursos, pero dejarían una distribución de bienestar diferente. Se entra así en el análisis de la economía del bienestar y en los dos teoremas de la misma. El autor examina especialmente el teorema según el cual a toda situación óptima en el sentido de Pareto correspondería un equilibrio de mercados competitivos. Con él se garantizaría la independencia de los problemas de eficacia de los de justicia social. También con su habitual ironía expresa que «así un sistema de mercados competitivos puede aparecer como un bien en sí mismo. La superioridad del mismo en la gestión de recursos tendría la fuerza de un teorema matemático, independiente de toda preferencia moral o ideológica». Ahora bien, a los argumentos ya expuestos con la ley número 3 LOS LIBROS (simplemente no existen mercados perfectamente competitivos) se añaden otras consideraciones sobre los bienes públicos. La teoría económica ha demostrado la necesidad de la intervención del Estado para producir éstos; pero no ha demostrado la necesidad de limitar a ese dominio dichas intervenciones. · Ley número 5: El Estado tampoco proporciona la felicidad. En este punto, el volumen pone de manifiesto los fallos de la economía planificada, cuyas desventajas respecto a las capitalistas residirían en dos palabras: estímulo e información. El autor pasa revista a continuación a las teorías de Tinbergen y Musgrave en busca de la construcción de una teoría normativa de las políticas públicas y señala la existencia de tres postulados que han dado origen a una ingente literatura: a) el Estado es capaz de determinar elecciones colectivas precisas y coherentes que corresponden al bienestar colectivo; b) en aquellas situaciones en que el mercado no produce una asignación óptima de recursos, el Estado necesariamente las resuelve mejor; c) las decisiones públicas buscan siempre y únicamente el bienestar colectivo. Para Généreux, el análisis económico de la vida política, que a lo largo del estudio de las aportaciones de distintos autores ha llevado a cabo, mostraría la necesidad de una «verdadera democracia de ciudadanos que no tendría mucho que ver con la democracia de mercado de votos que tenemos en realidad». · Ley número 6: La verdadera eficacia es la justicia y la verdadera justicia es la igualdad de las libertades. Bajo este enunciado, Généreux realiza un estudio de diferentes teorías de la justicia, desde el utilitarismo hasta las recientes aportaciones de Rawls y Sen. Para él, en último término, «la única finalidad legítima es la calidad de vida de hombres y mujeres, empezando por la de los más desfavorecidos». Entiende por calidad de vida la satisfacción equitativa de las aspiraciones humanas, que englobaría no sólo las satisfechas mediante el consumo, sino las que escapan a toda valoración monetaria (dignidad, paz, seguridad, libertad, educación, bienestar de las futuras generaciones, etcétera). De esta forma, el criterio de eficacia, propio de los economistas, habría de entenderse en su sentido más amplio, que implica la adecuación de los medios al conjunto de la economía. Un sistema económico plenamente eficaz no es sólo el que garantiza la ausencia de un desperdicio de recursos en la producción de bienes, sino el que satisface mejor el conjunto de las exigencias de la humanidad, comenzando por la justicia. Estos conceptos pueden encontrarse también en el Manifiesto por una economía humana del propio Généreux quien, de acuerdo con la lógica de las verdaderas leyes de la economía que se han señalado, indica que «la frecuente distinción entre el uso eficaz de los recursos (que correspondería a un orden puramente técnico) y la cuestión de una distribución justa (que sería de orden político) es contestable». Pero, además, de acuerdo con las aportaciones de Sen, lo esencial de la justicia no reposa ni en la igualdad de medios (derechos y recursos) ni en la igualdad de resultados (a nivel de bienestar), sino en la capacidad de los individuos para transformar tales medios en resultados conformes a su concepción de la vida. Examinadas con cierta extensión estas «verdaderas leyes de la economía» según la concepción fundamentada del autor que, como hemos subrayado, se oponen a conceptos muy extendidos, el volumen contiene otras reflexiones que, en su descripción, no quedan contrapuestas a otras tantas «leyes» de la economía neoliberal. Nos limitaremos a su definición, sin entrar siquiera en su descripción mínima porque entendemos que resulta de mayor interés su lectura completa. Tales leyes serían: a) la competencia mala expulsa a la buena; b) el impuesto no es una exacción obligatoria; c) la moneda no es nuestra; d) nada vale lo que una buena política; e) la anticipación no es la razón. Podemos asegurar que, como mínimo, el contenido que se encuentra tras esos títulos proporciona una buena base para el debate de los temas analizados. Cierra el volumen una reflexión importante. Quizá la lectura del trabajo —y esta reseña que ha intentado ser fiel a la exposición de Généreux ha podido reflejarlo— indique un cierto HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 253 LOS LIBROS pesimismo en cuanto al sentido de la economía. Nosotros consideramos, por el contrario, que los caminos que se abren para la investigación y la reflexión son muy grandes y que han de agradecerse a los iniciadores de la ciencia económica sus aportaciones, aunque resulten objeto de críticas. La expresión española de que se hace camino al andar resulta de aplicación una vez más. La reflexión final del autor lleva como título «De la teología neoliberal a la economía política», lo que parece bien expresivo de la realidad que ha examinado. En efecto, con un notable matiz irónico, Généreux se refiere a la transformación de la ciencia económica en una teología económica en la que existirían dogmas a creer, doctrinas (las no liberales) a condenar, etcétera. Como paradigma de esta posición se cita la frase atribuida a Stigler: «No es la ciencia económica la que es falsa, sino la que es falsa es la realidad». Hay una serie de factores culturales, sociales y psicológicos que justificarían las actitudes neoliberales: carreras académicas, la cercanía o la presencia al poder político, etcétera. Généreux indica que «a fuerza de querer siempre publicar un nuevo modelo, de fundar una escuela antes que los otros no se toma el tiempo preciso para cuestionar las aportaciones». Pero, además, presenta un dato bien revelador de la búsqueda del sentido de la economía política. Cuando algunos de los premios Nobel de economía han llega- 254 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 do al fin de su carrera y al repasar su vida, cuestionan la utilidad social de su trabajo reconocen que han llevado demasiado lejos la abstracción físico-matemática y que la economía es una ciencia humana. Como está ocurriendo con otros autores que ponen de manifiesto los defectos del saber económico al uso pero que también son optimistas en cuanto a su futuro, nos parece de gran interés la forma de contribución al debate intelectual y político que ha puesto de relieve esta obra. Miguel Ángel Díaz Mier Universidad de Alcalá Antonio M. Ávila Álvarez Universidad Autónoma de Madrid, T.P.G.A. RESEÑAS CLAVES DE LA ECONOMÍA MUNDIAL Varios autores ICEI (Instituto Complutense de Estudios Internacionales) e ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior), Madrid, 2003, 475 páginas Ésta es la tercera edición de Claves de la Economía Mundial, un proyecto editorial conjunto del ICEX y el ICEI que va consolidándose como un informe anual de referencia en el estudio de la situación económica internacional. Su estructura es similar a la de ediciones anteriores, constando de dos partes, la primera dedicada a los trabajos de análisis y opinión, mientras la segunda se concreta en el estudio de regiones y países. La primera parte se abre con una sección centrada en el examen de la situación de la economía mundial, tanto en el momento actual como en el futuro, dedicando una especial atención a las perspectivas de Europa y Estados Unidos, y presentando estudios pormenorizados del comportamiento de los flujos comerciales, las inversiones directas y los mercados de capital. En ella se recogen cinco colaboraciones, agrupadas bajo el título de «Entorno internacional», entre las que se encuentran la de Michel Aglietta sobre: «Presente y perspectivas de la economía europea», Enrique Palazuelos dedicada a: «Estados Unidos: causas y consecuencias de una recesión duradera», LOS LIBROS Vicente Donoso, referida a: «Comercio internacional: caracterización y políticas», Juan José Durán, con el título: «La inversión directa exterior: evolución reciente y perspectivas», y la de Emilio Ontiveros: «Un sistema financiero internacional en transición: integración y vulnerabilidad». A continuación se presenta el tema central de este número de Claves, «Empresas y nuevas tecnologías», sobre la adaptación del mundo empresarial al cambio tecnológico. Bajo este epígrafe se reúnen las contribuciones de Jesús Banegas: «El significado de las nuevas tecnologías para el presente y el futuro de la economía internacional», de José Antonio Alonso e Isabel Álvarez: «Tecnología, crecimiento y especialización en el comercio internacional», de José Molero: «Empresas multinacionales y estrategias internacionales»; de Christopher Freeman: «Políticas para el desarrollo de nuevas tecnologías», de Juan José Castillo: «Nuevas tecnologías y nuevas formas de organización empresarial»; y, por último, la de Andreu Lope titulada: «Innovación tecnológica y cualificación en el trabajo. De lo existente a lo deseable». Esta primera parte se cierra con la sección Tribuna empresarial, en la que se pasa revista a tres empresas concretas: Gas Natural con el trabajo de Antonio Llardén, Técnicas Reunidas, a cargo de Miguel Paradinas, y Pescanova por Manuel Fernández de Sousa-Faro. La segunda parte, con el título «Regiones y países» contiene cier- tas modificaciones respecto a las ediciones anteriores, comenzando por la clasificación de las regiones y de los países analizados, motivadas por los procesos de integración económica regional que se desarrollan en cada área continental, sobre todo en Europa y América. Se compone, en primer lugar, de unas estadísticas básicas mundiales, y, a continuación, de una serie de estudios pormenorizados agrupados en las siguientes áreas geográficas: «Europa: la Unión Europea ampliada y la Europa no integrada», «América: América Latina ante el Área de Libre Comercio de las Américas», «Asia y Oceanía» y «África». En cada una de ellas se recogen unas estadísticas básicas sobre el continente, un grupo de artículos sobre temas generales y una sección denominada «Perfiles e Informes» en que se recogen diversos estudios por países. Los artículos del apartado dedicado a Europa versan sobre la próxima ampliación de la Unión Europea, la situación de los países candidatos, su impacto sobre las relaciones comerciales, y sus repercusiones para la economía española. Los países a los que se consagra un estudio monográfico son Alemania, Francia, Italia, Portugal, Reino Unido, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Polonia, República Checa, Rusia, Suiza, Turquía y Ucrania. En cuanto a los trabajos sobre América Latina, la atención se centra en las estrategias de integración eco- nómica entre los países de la región y sus posibles incidencias en Europa y España. Los países analizados son Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, México y Venezuela. Para Asia y Oceanía se realiza un análisis de la situación actual de los procesos de integración en la zona de Asia-Pacífico, se estudia la región de China y Asia Central como un polo comercial alternativo, y se evalúa la política petrolera de los países del Golfo. Además, se adjuntan los estudios pormenorizados de Arabia Saudí, Australia, China, India y Japón. En el caso de África los artículos globales versan sobre el Norte de África y la estrategia de cooperación en el Mediterráneo, y sobre la integración económica regional en África, mientras que Argelia, Egipto, Marruecos, República Democrática del Congo y Senegal son objeto de un examen individual. Esta obra se completa con unos Anexos que ofrecen una guía para interpretar los perfiles, las definiciones de las variables utilizadas y las fuentes de información, así como los centros de información estadística en los distintos países y un avance de datos macroeconómicos para 2002. Por último, se adjunta una relación de autores, con una breve nota de cualificaciones académicas para cada uno de ellos. Junto a este volumen se proporciona un CD-Rom en el que se encuentra todo el material del libro y otras direcciones de interés para los usuarios, así como los perfiles socioeconómicos de todos los países HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 255 LOS LIBROS y territorios. De este modo, no sólo es una obra de consulta, sino que se convierte en un instrumento de análisis al permitir efectuar cruces, comparaciones y rankings de países de forma inmediata entre las variables elegidas. Asimismo, en esta tercera edición se ha realizado un esfuerzo para simplificar su uso y se ha incluido una Guía del usuario que aporta la información necesaria para agilizar las búsquedas. Redacción de ICE NEGOCIACIÓN INTERNACIONAL. ESTRATEGIAS Y CASOS Olegario Llamazares y Ana Nieto Ediciones Pirámide, Grupo Anaya Madrid, 2002 251 páginas El espectacular incremento de las relaciones económicas internaciona- 256 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 les que han tenido lugar en los últimos años, tanto en lo que se refiere a comercio exterior como a inversiones extranjeras, significa que, cada día, se cierran en el mundo miles de acuerdos de todo tipo. Cualquiera que haya sido la forma en que se ha negociado, lo importante es que cada parte ha tenido que ir acercando sus posiciones a las de la otra. En este volumen, los autores ponen sus conocimientos y experiencia al servicio de cualquier persona relacionada con las negociaciones en un ámbito internacional. Ambos son expertos en comercio exterior y autores de los libros Marketing internacional y Marketing internacional: casos y ejercicios prácticos. La finalidad de esta obra es mejorar las habilidades negociadoras de aquéllos que en su actividad profesional tratan con clientes, proveedores, distribuidores, socios, etcétera, de otros países. En sus páginas se proporcionan las estrategias y técnicas necesarias para negociar de forma efectiva en un contexto internacional y se responde a las principales cuestiones que plantea una negociación entre empresas de diferentes países, que se pueden agrupar en las siguientes: ¿Qué se negocia? y ¿cuáles son los tipos de negociaciones internacionales más frecuentes?; ¿cómo se establece el margen de maniobra en una negociación internacional?; ¿qué etapas componen un proceso de negociación en mercados exteriores?; ¿cuáles son las tácticas de negociación preferidas por los ejecutivos internacionales y qué medidas existen para contrarrestarlas?; ¿qué importancia tienen los factores culturales para el éxito de la negociación?; ¿cómo deben interpretarse los signos de comunicación no verbal en países de diferentes culturas?; ¿qué normas rigen el protocolo en los negocios internacionales?; y, por último, ¿cuál es el perfil del negociador internacional eficaz? Para responder a todas estas preguntas los autores adoptan, en su obra, un enfoque eminentemente práctico, exponiendo al principio de cada capítulo sus objetivos, utilizando cuadros que resumen los puntos tratados más importantes y exponiendo esquemas gráficos de los procesos analizados. Las explicaciones abarcan todas las etapas y vertientes del proceso negociador, con una orientación pragmática, que permite obtener una idea clara y concisa de los aspectos más relevantes. Con objeto de ilustrar la exposición se incluyen, en las últimas páginas, casos de empresas españolas que han negociado con éxito acuerdos complejos en diferentes zonas del mundo, y se explica cómo diseñar las estrategias de negociación en 30 países que constituyen los principales mercados mundiales. Se cierra el volumen con 50 direcciones de Internet consideradas de especial utilidad para las personas que negocian en mercados internacionales, y con una breve y seleccionada bibliografía. Redacción de ICE LOS LIBROS ¿EXISTE UNA HORMIGA DE SEIS PISOS? CLAVES DE LA CREATIVIDAD Ivan Gavriloff y Bruno Jarrosson Oberon, Grupo Anaya Madrid, 240 páginas La innovación es hoy en día el auténtico motivo de preocupación para las empresas, pues cada vez resulta más evidente que las que no innovan corren el riesgo de desaparecer, arrastradas por la competencia. Ahora bien, innovar no sólo supone hacer surgir ideas nuevas, y aquí viene la dificultad, pues además de propiciar su nacimiento se debe conseguir su crecimiento y desarrollo. Por otra parte, hay que tener siempre presente la precaución de evitar las improvisaciones y, para ello, los autores apuestan por la preparación, el método y la organización. Y lo hacen apoyándose en la historia de la ciencia y sirviéndose de los mecanismos del descubrimiento científico y la creación. Pero no se limitan a la utilización de un planteamiento riguroso y la ex- hibición de un estilo elegante, sino que ilustran su exposición con abundantes ejemplos que sirven a la finalidad última de la obra que es servir de ayuda para la reflexión a quienes corresponde proponer y tomar decisiones en todo tipo de organizaciones públicas y privadas. De los dos autores, Ivan Gavriloff es especialista en innovación y creatividad y fundador y director de diversas sociedades relacionadas con la creatividad, como el Grupo Kaos. Por su parte, Bruno Jarrosson es ingeniero de la Escuela Superior de Electricidad y experto en estrategia de empresa y gestión empresarial. Este volumen cuenta con un prólogo de Georges Thies, Presidente de Solvay-France, y el texto ha sido traducido por Julio Víctor Martín Priego. Esta obra ha obtenido en Francia el premio Manpower 2002 para publicaciones sobre recursos humanos. HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 257