veredicto de responsabilidad (Causa N° 231)

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En la ciudad de Lomas de Zamora, a los 8 días del mes de setiembre del
año 2.015, siendo las 11:00 horas, se constituye el Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil Único del Departamento Judicial de Lomas
de Zamora, integrado por las Dras. Isabel Ación -en ejercicio de la
Presidencia- Marta Elba Pascual y Miriam Beatriz Buzzo, en dependencias
del Tribunal, a efectos de dictar VEREDICTO, en los términos del art. 371
del Código de Procedimiento Penal, en la causa nº 231, correspondiente a
la I.P.P. nº 61.123/13, seguida a A. N. H. y J. P.B. , en orden a la presunta
comisión del delito de ABUSO SEXUAL AGRAVADO POR
HABERSE COMETIDO POR DOS O MAS PERSONAS Y POR
RESULTAR
GRAVEMENTE
ULTRAJANTE
PARA
LAS
VICTIMAS, DOS HECHOS EN CONCURSO REAL ENTRE SI. El
procesado A. N.H. , sin apodos, es de nacionalidad argentina, y 19 años de
edad, nacido el día 14 de abril del año 1.996 en Capital Federal, titular del
D.N.I nº …, hijo de N. A. H. (v) y de M. P. C. (v), de estado civil soltero,
con estudios secundarios completos, de ocupación estudiante universitario,
y con domicilio en la calle …. nº … de la localidad de Banfield, partido de
Lomas de Zamora. Asimismo, el acusado J. P. L. B. ¸ apodado “J. ”, es
también de nacionalidad argentina y 19 años de edad, nacido el día 22 de
febrero del año 1.996 en la localidad de Remedios de Escalada, partido de
Lanús, titular del D.N.I nº …, hijo de P. B. (v) y de G. M. L. (v), de estado
civil soltero, con estudios secundarios completos, de ocupación empleado
administrativo en una empresa familiar y estudiante universitario, y con
domicilio en la calle … nº … de la localidad de Remedios de Escalada,
partido de Lanús. Practicado el sorteo de ley, resultó que debía observarse
el siguiente orden de votación: Doctoras Isabel Ación, Marta Elba Pascual
y Miriam Beatriz Buzzo, planteándose las siguientes:
C U E S T I O N E S
PRELIMINAR: ¿Se verifica la violación del principio de congruencia
que esbozaran los Defensores de los Procesados?
A la cuestión preliminar, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
Al realizar el alegato final, los Dres. Julio Rivas y Ángel
Moyano, Defensores de los procesados A. N. H. y J. P. B. respectivamente,
manifestaron que en el particular se violó el principio de congruencia con
respecto al hecho que se identificara como nº 2, y que tuvo por víctima a
I.A. , solicitando por ello la absolución de sus asistidos.
Teniendo en cuenta la trascendencia de la cuestión
introducida, ya que de su resultado dependerá el ingreso al análisis del
suceso en cuestión, encuentro pertinente tratar la pretensión de manera
preliminar, a efectos de decidir luego en consecuencia.
La argumentación de los Letrados se sostuvo en que
conforme la testifical que prestó en el debate la joven anteriormente
mencionada, donde realizó un relato diferente al que hiciera en la
oportunidad en que brindó testimonio en la etapa de la instrucción penal
preparatoria, se modificó la base fáctica motivo de acusación. Por ello
entonces entendieron que se vio afectado el principio de congruencia.
Analizada la cuestión, adelanto que he de proponer la
negativa respuesta al interrogante planteado al inicio de este acápite.
En efecto; conforme de las declaraciones de los
justiciables A. N.H. , y J. P.B. , prestadas en los términos del art 308 del
Código Procesal Penal, que obran a fs. 194/196 y 276/277 vta.,
respectivamente, como así también la brindada por el primero en el marco
del art. 317 del citado Cuerpo Legal, que consta a fs. 384/387, la
plataforma fáctica se mantuvo incólume en toda la tramitación de la causa.
No existió variación ni modificación alguna que permita
comprender el planteo articulado.
Veamos: sabido es que el principio de congruencia
deriva de la garantía de defensa en juicio establecida en el art. 18 de la
Constitución Nacional, y exige que medie correlación o identidad entre el
hecho imputado en las sucesivas etapas procesales y el establecido en el
veredicto y la sentencia, para así evitar la sorpresa procesal que supondría
la alteración de la plataforma fáctica al momento de sentenciar, y con ello
el perjuicio que tal circunstancia supondría para las posibilidades de
defensa (cfr. Trib. Casac. Pcial. Sala 2ª, causa nº 12.143, sent. del 13-122.004; causa 15.139 sent. del 13-12-2.005).
Ello, con base en el sistema acusatorio, obliga a respetar
los límites establecidos en relación a los hechos contenidos en la acusación
fiscal, que fija el objeto del juicio, y que deben ser puestos en conocimiento
del agente sometido a proceso desde que, además, contienen la descripción
del objeto del que tendrá que defenderse.
En el particular, la ausencia de mutación alguna en el
sentido indicado, deja huérfana de sustento la pretensión de los Sres.
Defensores. Es que el justiciable no se “defiende” de aquello que fuera
relatado por los testigos, sino de aquello que el Titular de la acción pública
acusa.
La Fiscalía mantuvo incólume la materialidad motivo de
acusación y, la circunstancia de que uno u otro testigo hubiera introducido
variaciones a lo testimoniado, en modo alguno puede alterar la misma, si el
Representante de la Sociedad no lo indica en forma expresa y bajo las
condiciones Rituales exigidas, extremo que no aconteció en la especie.
Son los “hechos” imputados los que constituyen la base
de la acusación, que si bien en un principio se estableció conforme la
prueba reunida al inicio, no mutó en momento alguno en el transcurso del
debate celebrado.
Conforme la diferente atribución de intervención de los
agentes traídos a juicio que A. realizó en el mismo, el Dr. Rivas adujo que
su asistido “se defendió de arrebatar un celular, no de colocar una sábana”
(cuestiones que serán tratadas en los acápites correspondientes de este
pronunciamiento), sin embargo, ninguna de las dos cuestiones fueron
traídas a colación por la Fiscalía. No hubo acusación alguna por “arrebato”
de un teléfono ni por “colocar” una sábana, sino por abuso sexual
calificado. Basta para ello con apreciar la intimación efectuada al inicio del
juicio.
Por consiguiente, propongo entonces desestimar esta
pretensión, considerándolo así en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210 y 374 del Código Procesal Penal; y 18 de la
Constitución Nacional.
Sobre esta cuestión preliminar la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual
expresó:
Adhiero a los conceptos de la Colega que lleva la
primera voz, en el marco de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210 y 374 del Código Procesal Penal; y 18 de la
Constitución Nacional.
Sobre este tópico la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo dijo:
También acuerdo con los conceptos enunciados,
adhiriendo a los mismos en el marco de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210 y 374 del Código Procesal Penal; y 18 de la
Constitución Nacional.
PRIMERA: ¿Se encuentra probada la existencia de los hechos materia
de juicio?
A la cuestión planteada, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
Previo a comenzar los lineamientos de mi
pronunciamiento, aclaro que a efectos de desarrollar el análisis del material
probatorio me expediré en este acápite valorando las expresiones de los
testigos que guarden concordancia únicamente con lo que a este tramo del
decisorio atañe, sin perjuicio de reeditar sus dichos con posterioridad, al
momento de ingresar al tratamiento de las restantes cuestiones esenciales a
decidir.
Asimismo, destaco que el estudio no se realizará en el
orden en que comparecieron al debate, sino en aquel que permita una clara
recreación de los sucesos.
Conforme lo expuesto, la valoración de la prueba
rendida a lo largo del juicio celebrado, como así también de aquella
incorporada por lectura y que por lo tanto me encuentro autorizada a
ponderar, me permiten tener por acreditado con el grado de certeza exigible
a esta altura del proceso, que el día 14 de octubre del año 2.013, en el
domicilio ubicado en la calle … nº … de la localidad de Banfield, del
partido de Lomas de Zamora, donde tenía lugar el festejo de cumpleaños
del menor L.B. , al que habían asistido gran número de adolescentes, en el
horario comprendido entre las 2 y las 3:30, un sujeto de sexo masculino
mediante el empleo de violencia, introdujo a la menor J. C. de 15 años de
edad, a la habitación del mencionado B. , donde había por lo menos cuatro
adolescentes más de ambos sexos, y luego ser arrojada a la cama, fue
rasguñada y pellizcada, como así también tocada en sus pechos y vagina
por debajo de su ropa interior, por varios de los presentes, por un lapso
temporal prolongado y ante las risas de los presentes, siendo para ello
sostenida por sus brazos y sus piernas, provocándole dichas acciones por su
trascendencia, un nivel de degradación y humillación gravemente ultrajante
para su persona, que cesaron cuando la víctima pudo aprovechar un
momento de distracción y huir.
Tengo también por cierto con igual grado de certeza que
en el mismo escenario y en igual día, instantes después de haber tenido
lugar el evento ya recreado, un sujeto de sexo masculino arrebató a la
menor I. A. su celular, y luego de ello se dirigió a la habitación de L.B. ,
siendo seguido por la mencionada con el único objeto de recuperar su
teléfono y, ya en el interior, donde había por lo menos 6 personas más de
ambos sexos, le fue arrojada sobre su cabeza una sábana o manta, siendo en
tales condiciones tocada en sus partes íntimas por varios sujetos ante las
risas de los presentes, provocándole los actos por sus características, un
nivel de degradación y humillación gravemente ultrajante, de los que pudo
huir profiriendo codazos y patadas.
Principiaré la reconstrucción de los sucesos aclarando
que a través de las testificales rendidas, se acreditó con suficiencia que en
la noche del sábado 13 de octubre del año 2.013, tuvo lugar una fiesta de
cumpleaños en el domicilio del adolescente L.B. , quien festejaba sus 16
años de edad, ubicado en la calle … nº … de la localidad de Banfield,
partido de Lomas de Zamora; que asistió a la misma un número importante
de jóvenes, que puede ubicarse entre 50 y 100; que no se hallaba en la
vivienda ninguna persona adulta, desde que la familia del mencionado se
encontraba de viaje en la Provincia de San Luis; que entre los asistentes
estaban aquellos que fueron invitados por el dueño de casa, y un grupo que,
si bien no fue participado, igualmente se le permitió el ingreso; y que el
festejo estaba organizado para desarrollarse en el parque trasero de la
vivienda-donde había música y una barra de tragos- y en el quincho allí
ubicado.
Las circunstancias mencionadas no fueron cuestionadas
por las partes, y fueron expuestas por la mayoría de los testigos que
comparecieron al debate, razón por la cual no ahondaré en la acreditación
de dichos extremos, abordando directamente lo que sucedió en el
transcurso del festejo, siendo ya la madrugada del día 14 de octubre.
Comenzaré entonces por la versión brindada por la
adolescente J.C. , de 17 años de edad en la actualidad, cuyo sentido y
dolido testimonio, permitió al Tribunal interiorizarse de la modalidad y
detalles de ocurrencia del suceso que la tuvo como víctima.
Esta joven contó que se dirigió a la casa de su amigo L.
B. en la localidad de Banfield, con motivo de tener lugar la fiesta de
cumpleaños del mencionado. Agregó que fue temprano, y que cuando llegó
ya estaban allí J. G. y C.M. , en tanto el resto de los invitados comenzaron a
arribar alrededor de las 24 horas.
Narró que se hallaba en la patio trasero de la casa, y que
en un momento quiso entrar al domicilio, dirigiéndose para ello a través de
un pasillo que conectaba con la cocina, cuando de pronto fue alzada por las
axilas por parte de un sujeto de sexo masculino, quien la introdujo en un
cuarto donde había varias personas, tanto varones como mujeres. Expuso
que se sacudía pidiéndole que la bajara, pero que el individuo cerró la
puerta y la arrojó en la cama, y que si bien la luz estaba apagada, pudo
percatarse que en el lugar había “mucha gente” porque escuchaba sus voces
y risas;“fue bastante feo” agregó la testigo.
Continuó diciendo que la sujetaron por los brazos y las
piernas, que había varias personas que rodeaban la cama y que comenzaron
a rasguñarla y pellizcarla. Manifestó que tenía como remera un top, que se
lo levantaron y comenzaron así a tocarla en sus pechos por debajo del
corpiño. Expuso que lloraba y que se quería levantar pero que no se lo
permitían, logrando en un momento pararse, y que al intentar dirigirse a la
puerta se interpuso entre la declarante y ésta -puerta- el mismo individuo
que la había ingresado al cuarto, a quien le pidió que por favor la dejara
salir, recibiendo como respuesta “no” y que no se iría “hasta que no
termine con todos”. Agregó que la empujó muy fuerte nuevamente hacia la
cama, y “ahí fue peor, porque yo tenía una pollera larga y ahí me la
subieron y me seguían agarrando, la pollera la tenía cada vez más arriba,
por abajo del corpiño me seguían tocando”.
Narró que el sujeto ya mencionado se tiró también en la
cama “tipo como participar del hecho y me empezaron a tocar debajo de la
bombacha, yo no paraba de gritar y pedía solo que me dejen”.
Luego contó al Tribunal que escuchó la puerta “como
que alguien quiso entrar” y también la voz de un amigo de nombre F.B. .
Dijo que continuó gritando y que alguien la abrió, pudiendo ser F. . Narró
que ante tal situación “todos se quedaron duros” y que aprovechó para salir
corriendo “me pude tapar como pude”, sin perjuicio que el sujeto que la
había introducido en la habitación intentó agarrarla de la pollera para
impedir la huida.
Contó que fue para la puerta de la casa llorando, que
tenía miedo de que la “volvieran a agarrar”, y que allí estaba otro amigo de
nombre F.N. , a quien le comentó lo que le había pasado y comenzó a
consolarla. Agregó que se acercó otro chico, de apellido “P. ” quien
también la tranquilizó y le dijo que ya sabía quiénes habían sido porque no
era la primera vez que esto ocurría, ya que a su hermana le había pasado lo
mismo.
Agregó que P. y su grupo se ocuparon de echarlos de la
fiesta y que cuando se iban le gritaban “puta y cagona”. Entró a la casa y
fue derecho a vomitar porque “estaba asqueada”, y cuando salió del baño
ya no había música y las luces se encontraban todas prendidas. En esas
circunstancias tomó conocimiento que a otra amiga de nombre I. A. le
había sucedido algo igual.
Tengo en cuenta aquí, que el mencionado F. A.N. ,
abonó los dichos de C. , al relatar que la encontró llorando y muy triste, por
lo que intentó consolarla.
Este joven expuso que su amiga le contó que había sido
introducida en un cuarto oscuro, que resultó ser la habitación de B. , donde
“sintió unas manos” que la tocaban, más de 6.
N. también robusteció los dichos en cuanto a que en esa
oportunidad, estaba junto con el declarante y la adolescente, el ya
mencionado M.P. .
En sostén de este relato, L. B. narró que se hallaba en la
habitación de su madre con una amiga, y que fueron a llamarlo porque J. C.
estaba llorando en un baño. Aclaró que se dirigió allí, tratándose del cuarto
de baño contiguo al dormitorio de su progenitora, donde la joven le contó
que un grupo de chicos la había introducido por la fuerza en su habitación,
y que a I. A. le había pasado lo mismo.
C. continuó narrando ante el Tribunal que al finalizar la
fiesta, se quedó a dormir en el domicilio de B. junto con F. N. y “N. ”S. , y
que recién pudo relatar el suceso a su madre el día lunes, después de
contárselo previamente a su hermana mayor.
Valoro aquí que N. y B. , fueron contestes en cuanto a
que la joven pernoctó en la vivienda, diciendo el primero que al levantarse
por la mañana, se encontraba más tranquila, “más aliviada”, y que juntos
tomaron el colectivo en dirección a sus respectivos domicilios.
En otro orden, la adolescente contó también al Tribunal
a instancias de la Fiscalía, que en una fecha que no pudo recordar bien,
junto con sus amigos habían decidido ir a bailar a Capital Federal,
dirigiéndose al lugar en micros que partían desde Banfield. Agregó que en
el colectivo se hallaba también I. A. y que les dijeron que dos de los
individuos que habían tenido intervención en el hecho que la damnificara,
se encontraban por subir al vehículo. Expresó que ante ello, ambas se
pusieron a llorar y que la declarante decidió llamar por teléfono a su madre
a efectos de que la fuera a buscar, porque decidió no salir.
Contó así que se bajó del micro junto a sus amigas T. P.
y L.R. , y que al cruzar la calle, desde el colectivo, al que había subido el
sujeto que la había introducido a la habitación en la casa de B. , le gritaban
“violada, cagona”. Con respecto a I. , narró que se quedó en el micro pero
que la declarante y su progenitora avisaron por teléfono a la madre de ésta
lo que estaba pasando.
La testifical de esta adolescente fue duramente
cuestionada en los alegatos finales por los Sres. Defensores, instalando
inclusive el Dr. Rivas, la duda acerca de si el suceso efectivamente existió.
Sugirió así citando bibliografía, que la menor pudo
encontrarse “sugestionada” ante el hecho que victimizara a su amiga I.A. ,
y que con el objeto de ayudarla, haciéndola sentirse mejor, contó el suceso
en tratamiento.
Con todo el respeto que me merece el Distinguido
Letrado, de larga y reconocida trayectoria en el Foro Lomense, aprecio su
señalamiento más cercano a la recreación de un film “hollywoodense” que
al escenario que este Cuerpo Colegiado tuvo ante su presencia. Los dichos
de los testigos, los sentimientos y las evocaciones que tuvieron lugar,
anulan cualquier tipo de respaldo a la hipótesis planteada.
Veamos: el relato de J.C. , exteriorizado con suma
determinación y convicción, pero también con profunda congoja, no dejó
posibilidad alguna de dudas. Fue motivador, pero también puntilloso y
esclarecedor.
Las precisiones que en ciertos momentos del
interrogatorio le fueron requeridas por las partes, fueron sorteadas con
coherencia y con la precisión que podía otorgar dentro de sus posibilidades.
Y además, la vasta trayectoria que las tres integrantes de
este Cuerpo Colegiado poseemos como integrantes del ex Fuero de
Menores, me permitió, seguramente al igual que a mis Colegas, observar
que tanto el llanto de la adolescente,por momentos silencioso al rememorar
los aspectos más traumáticos del suceso, como en otros instantes, la solidez
de su relato al revivirlos, en modo alguno puede instalarse en una
“sugestión”, imaginación o falacia respecto a la existencia del hecho.
Pondero también con respecto a lo expuesto, que la Lic.
María Alicia Rita Grosso, perito que entrevistara a C. y llevó a cabo el
interrogatorio bajo la modalidad de Cámara Gesell, dijo al Tribunal que el
relato carecía de rasgos de fabulación, validando sus respuestas a través de
diferentes indicadores de orden psicológico que explicó.
Pero además, el Letrado afincó un apartado de su férrea
defensa, en ciertos dichos de la menor que, en realidad, no existieron.
En efecto; se atacó la credibilidad de las manifestaciones
de la víctima y del joven F. N.B. , sosteniendo que conforme este último,
vio a I. C. llorando en el patio, mientras que la joven refirió que dicho
encuentro tuvo lugar en el baño.
Más allá de la escasa trascendencia que observo con
respecto a dicha cuestión, rememorada a casi dos años después del suceso,
lo cierto es que en ningún momento de su relato J. C. mencionó el
encuentro con B. posterior al hecho. Recreó el segmento en que se abrió la
puerta del cuarto, diciendo haber escuchado la voz de su amigo, pero no
volvió a mencionarlo en su testimonio.
Sí, ello fue narrado en el debate por L.B. , quien dijo que
cuando fue al cuarto de baño, C. estaba con N.B. .
Insisto, sin perjuicio de no apreciar la repercusión que
este eventual equívoco podría poseer sobre la verosimilitud del relato de la
testigo, lo cierto es que ello no solo no fue expuesto por ésta, sino que
además, bien pudo la joven dirigirse a la parte exterior delantera de la
vivienda como se dijo, e ingresar luego al baño señalado por el dueño de
casa, al que también pudo acceder N.B. . De esta manera, observando el
plano agregado a fs. 103 incorporado por lectura, se aprecia que dicha
recreación es absolutamente factible.
Ahora bien; el Dr. Ángel Moyano, Letrado Defensor,
también atacó el testimonio de la menor, señalando la existencia de
contradicciones, que no precisó ni individualizó, entre sus dichos en el
debate y los que constan en la transcripción del audio de la pericia de
Cámara Gesell realizada.
Nuevamente me alejaré de las pretensiones de las
defensas, desde que dicha pieza, incorporada por lectura a fs. 143/150 vta.,
es totalmente concordante con las manifestaciones de C. en el juicio.
En el contexto que vengo relatando, cabe tener presente
que para la ponderación del testimonio, es menester liminarmente partir
siempre del principio general según el cual las personas se conducen con
veracidad, y que sólo excepcionalmente por motivos variables apelan a la
falsedad (cfr. Jauchen, Eduardo M. “Tratado de la prueba en materia
penal”, Ed. Rubinzal-Culzoni, pág. 357); como así también que la fuerza
probatoria del testimonio tiene por origen la presunción de que el que lo
presta ha podido observar exactamente y querido declarar la verdad (cfr.
Mittermaier, K., “Tratado de la prueba en materia criminal”. Ed. Reus,
Madrid, pág. 278).
En el particular, no observo ni fue expuesta en forma
concreta, qué motivación pudo haber tenido esta adolescente para recrear
un hecho que no existió, y sostenerlo durante casi dos años, con los
perjuicios que en el transcurso del tiempo ello le provocó. Advierto en este
sentido, el relato de la salida a bailar a Capital Federal, de la manera en que
se acostumbra en la actualidad, es decir en micros que parten desde
diferentes lugares, en este caso de la localidad de Banfield, cuando fue
tildada a viva voz de “violada” e, incluso cuando relató que al día siguiente
del hecho, al arribar a la escuela, “todos” ya sabían lo que le había pasado.
Difícilmente estos acontecimientos puedan representar
un goce para la menor, o resultar pasajeros, sino que, por el contrario,
seguramente han tenido una gran incidencia en su vida social, por lo cual
considero que de ninguna manera puede restársele credibilidad.
Por lo tanto, a mi modo de ver, la verosimilitud del
relato de J.C. , debe permanecer incólume.
Pondero a efectos de sostener esta aseveración, que su
progenitora, C.R. , contó haber tomado conocimiento del suceso dos días
después, a través de los dichos de su hija. Aclaró que para esa época la
adolescente vivía con el padre, y que a partir del injusto, pasó a habitar
nuevamente con la declarante. Con respecto a su testimonio, tengo en
cuenta que el relato que efectuó es conteste con la versión que su hija
brindó en el debate, robusteciendo de dicha manera sus dichos.
Además, también debo valorar las expresiones narradas
por la Sra.R. , en cuanto a las dificultades de la joven para contarle el
suceso. Contó así quebrándose ante el Tribunal que “a duras penas me lo
podía contar”, “le costaba mucho hablar del tema”. Señaló también que el
primer día no fue muy detallista en el relato, por las dificultades que ello le
implicaba tanto para contarlo, como para la declarante escucharlo, y que
luego, poco a poco, se fue abriendo y brindando mayores precisiones.
Agregó que su hija no podía dormir, que se despertaba
por la madrugada y que desde dicha fecha a la actualidad, se encuentra en
tratamiento psiquiátrico y psicológico.
Estas manifestaciones, amén de dotar de mayor certeza a
los dichos de la adolescente, alejan aún más la posibilidad de “sugestión”
que invocara uno de los Defensores.
Ahora bien; especial atención corresponde brindar al
testimonio prestado por F. N. N.B. , desde que sus dichos terminaron de
consolidar la versión brindada por J.C. , confiriéndole así total credibilidad.
Veamos: contó el mencionado que hallándose en la
fiesta que tenía lugar en la casa de L.B. , se instaló en el living junto con
sus amigos I. S. y J.G. . Agregó que en un momento se dirigió al fondo, y
que cuando regresó para entrar, escuchó una voz proveniente de un cuarto
que decía “por favor suéltenme, déjenme salir, no me hagan más nada”.
Refirió que en la puerta estaba parado un chico a quien le preguntó acerca
de lo que estaba sucediendo, quien le contestó “nada” y que se fuera porque
en caso contrario lo “iban a lastimar”.
Continuó diciendo que sin perjuicio de ello procedió a
abrir la puerta, que la luz estaba apagada, pero que alguien la prendió,
instante en que alcanzó a ver a J. C. tendida en una cama, en tanto dos
sujetos la sujetaban uno por los brazos y el restante por las piernas,
mientras que un tercero se hallaba inclinado sobre la joven, pero con los
pies en el piso. Agregó además haber visto en el lugar a otra adolescente
parada. Dijo también que se escuchaban murmullos como si hubiera gente
riéndose.
Aclaró que la secuencia que pudo observar duró escasos
segundos, ya que desde adentro cerraron la puerta, golpeándolo de esa
manera en la nariz, sin perjuicio de lo cual pudo escuchar que en la
habitación, una voz dijo “no boludo, le rompiste la nariz”.
Pondero con respecto a estos dichos, que la testigo M.R.
, amiga de I.A. , contó que había tomado conocimiento que un chico fue
lastimado en la nariz, y que ello ocurrió cuando trataba de sacar a J. del
cuarto.
N. B. continuó exponiendo que ante esta situación se
dirigió hacia la parte delantera de la casa, relatando a instancia de los
Defensores, la distribución de los ambientes de la vivienda. Señaló así que
a dicho sector -parte delantera- podía accederse desde el interior, siendo un
camino más largo pero que también se podía ir por afuera, siendo este
tramo más corto. Dijo que se dirigió entonces al patio de adelante por
adentro, y que cuando llegó estaba J. con M. P. consolándola. Manifestó
también N. B. en forma conteste con C. , que conforme P. , a la hermana de
éste le había sucedido lo mismo en otra oportunidad.
Como puede apreciarse hasta aquí, los segmentos de la
testifical de J. C. en los que relató haber escuchado la voz de su amigo F.
N. B. y que luego alguien abrió la puerta, son totalmente coincidentes con
la versión brindada por este último. También la temporalidad entre dicha
secuencia y la oportunidad en que la joven logró salir de la habitación,
resultan concordantes en ambos relatos, dotándolos por lo tanto, de una
magnitud de convencimiento de la que no encuentro mérito alguno para
apartarme.
Además, la escenificación efectuada por el adolescente
de la vivienda, es fácilmente apreciable en el plano de fs. 103 ya
mencionado, donde se advierten las posibilidades de circulación, en los
términos relatados por el testigo.
El estado de angustia de la menor en el que sus amigos
F. N. y L. B. dijeron haberla visto, fue abonado además por los testimonios
de P.L. , G.C. , R. A. I. y L. S.M. , asistentes al festejo, al igual que por T.
M.O. , quien relató haber ingresado a la vivienda de la calle A. en
oportunidad de dirigirse allí a buscar a uno de sus amigos, y que al hacerlo
“había un ambiente muy feo”, y que se decía que “habían manoseado a
unas chicas”, observando a dos jóvenes llorando, siendo una de ellas J. C. a
quien conocía “de vista”.
Asimismo, tengo en cuenta que la adolescente T.P. ,
amiga de la víctima, relató no haber asistido al evento, pero que
aproximadamente a las 4 de la mañana, recibió un llamado de C. llorando,
razón por la cual no podía entender bien su relato, sin perjuicio de que ésta
alcanzó a contarle que la habían encerrado en una habitación con la luz
apagada y que la habían tocado.
Conforme lo hasta aquí narrado, afirmativa respuesta
entiendo que corresponde otorgar a la exteriorización material del suceso
que tuviera por víctima a esta adolescente.
Despejado ello, corresponde entonces a esta altura de mi
relato, continuar con el suceso que tuvo lugar a continuación, y del que
resultó víctima la también adolescente I.A. .
Comenzaré el abordaje de dicho evento, recreando los
testimonios rendidos en el debate por A. T.C. , D. E.G. , D. G. y su
hermano G.G. .
C. , quien se mostró ante el Tribunal sumamente
nervioso y dubitativo ante ciertas preguntas que le eran formuladas,
especialmente aquellas relacionadas con aspectos que serán abordados en el
tópico siguiente de este pronunciamiento, contó que asistió con sus amigos
a la fiesta que tenía lugar en el fondo de la casa de B. , a la que llegaron a
media noche, y en la que había alrededor de 40 a 50 personas.
Narró que en un momento ingresó a la cocina, y luego a
la habitación que estaba detrás de ésta, donde ya estaba su grupo de
amigos, de la que “entraba y salía gente todo el tiempo”, no pudiendo
recordar si además de sus compañeros, había adolescentes de sexo
femenino.
Expuso que el cuarto era grande, y que tenía dos camas
individuales, un baño y una ventana del lado izquierdo de la puerta de
ingreso, con orientación hacia el patio.
Conforme dicha recreación, fue exhibido al testigo el
plano obrante a fs. 103, a fin de poder ubicarse en el lugar y brindar así
mayores precisiones. Al observarlo en presencia de las partes, recreó que
cuando entró, se sentó en la punta de la mesita de luz que se observa
pegada a la ventana del cuarto, mientras que su amigoD. G. estaba sentado
en la cama identificada en dicho croquis como nº 1, resultando ser la que
está situadadel lado izquierdo del cuarto al abrir la puerta (junto a la
ventana).
Contó que estaba hablando con su amigo L.D. , quien
estaba en la otra punta de la habitación, cuando entró otro de los jóvenes de
su grupo y una chica detrás.
Dijo que esta última “intencionalmente” se arrojó sobre
la cama en la que estaba G. , tomando conocimiento después que lo había
hecho para recuperar su teléfono celular. Aclaró que había mucho griterío y
que no se podía escuchar nada. Narró que la luz estaba encendida y que uno
de su grupo le tiró encima una sábana o manta encima, sin poder precisar
sus características y color, y que se apagó la luz.
Refirió que a los pocos segundos ésta se prendió
nuevamente y que la chica salió de la habitación sin la sábana; aclaró que
ella misma abrió la puerta, y que no la escuchó en ningún momento
quejarse ni que forcejeara. Expuso el declarante que él también se fue de la
habitación y que al poco tiempo se retiró de la casa.
D. E.G. , abonó los dichos de C. en cuanto a la
asistencia a la fiesta, narrando de igual modo la secuencia de ingreso a la
habitación de uno de sus amigos y de la chica de quien luego supo que su
nombre era I.A. . Dijo además, haber visto que cuando su amigo entró,
arrojó un celular sobre la cama, y que se apagó la luz, razón por la cual no
vio qué hizo éste, y que supuso entonces que la joven había ido en busca de
su teléfono. En forma coincidente con C. , dijo que ello duró solo unos
segundos. Aclaró que si bien no vio la oportunidad en que la habían tapado
con algo, al irse se sacó una sábana de encima.
Con respecto a su ubicación en el lugar, narró que estaba
sentado en la cama más distante a la ventana, es decir, aquella que fue
identificada como nº 2 en el croquis de fs. 103.
D.G. , fue conteste también. Narró que se hallaba junto a
sus amigos en la habitación que luego supo era la de L.B. , junto con sus
amigos, ubicado en la cama que ya fue señalada como nº 1 (conforme el
plano de fs. 103) pegado a la cabecera. Siguió diciendo que ingresó uno de
sus amigos y que le dio el teléfono celular de una chica de quien
posteriormente supo que era I.A. .
Agregó que alguien apagó la luz, que la joven se sentó o
acostó sobre la cama para agarrar su celular, que se lo dio, que alguien le
tiró una sábana encima, y que la chica pedía que se la sacaran. Aclaró al
igual que sus amigos, que ello duró entre 5 a 10 segundos, ya que se
prendió la luz y se fue.
A preguntas de uno de los Defensores, contestó que no
le constaba que I. hubiera sido retenida con violencia.
Su hermano G.G. , luego de haber relatado haber ido a la
fiesta con su grupo de amigos, contó que recién ingresó a la casa cuando el
festejo ya llegaba a su fin. Expresó que fue al cuarto de L. B. y que se
enteró de lo que había pasado allí porque se lo habían contado, efectuando
así un relato del suceso en forma concordante a C. , G. y su hermano D. .
Destacó que el evento se lo recrearon como una broma,
sin gravedad alguna.
Por lo tanto, conforme el relato de este grupo de
jóvenes, la secuencia en la que uno de los amigos quitó el celular a I.A. , el
ingreso a la habitación de ambos -esta última a efectos de recuperar su
teléfono- y taparla con la sábana por un instante por demás breve, no tuvo
más trascendencia que la que surge de sus manifestaciones, pudiendo
catalogársela de una simple broma entre adolescentes.
Sin embargo, la versión que del suceso brindó la menor
víctima ante el Tribunal, se aleja por completo de la escasa repercusión que
los testigos mencionaran.
Veamos: I. A. actualmente de 17 años de edad, y quien
tenía 16 a la fecha de los hechos motivo del juicio, contó en la última
jornada del debate, que acudió a la fiesta en la casa de L.B. , junto con sus
amigas, E. W. y M.R. .
Narró que arribaron pasada la media noche, y que se
quedaron charlando y bailando con la gente con la que se iban encontrando
desde que estaban muchos amigos en común. Dijo que había alrededor de
30 personas al momento en que arribaron, pero que luego se fue llenando.
Agregó que para la fecha del suceso padecía de anemia,
y que comenzó a sentirse mal, razón por la cual sus amigas entraron a la
casa para buscar algo salado para que pudiera comer, quedándose sola en el
patio sentada en una silla.
Relató que en tales circunstancias un sujeto le arrebató
su celular, y salió corriendo, y que “como reacción” lo siguió para
recuperar su teléfono. Este individuo ingresó a una habitación que tenía la
luz encendida, en la que había alrededor de 6 a 8 personas, entrando la
declarante detrás del mismo. Manifestó que sobre la cama, semi acostado,
se encontraba D.G. , a quien el individuo le entregó el celular, pudiendo
ella recuperarlo.
Expuso que luego de tomar su teléfono, se dio vuelta
hacia la puerta para irse, y que otro le tiró una sábana por la cabeza,
cayéndose la declarante sobre la cama. Contó que en tales circunstancias
sintió que la tocaban por arriba de la ropa, tanto en sus pechos como en la
vagina, mientras escuchaba risas masculinas y femeninas. Dijo que vestía
una remera, un blazer, un pantalón de jean y borcegos, pero que apenas
lograron levantarle la remera. Relató que comenzó a tirar codazos y
patadas, pudiendo zafarse, sacarse la sábana y huir del cuarto. Con respecto
al tiempo que duró la secuencia, lo estableció entre 2 a 5 minutos.
Luego se dirigió al exterior, al costado de la casa y
comenzó a llorar, acercándose dos de sus amigos, entre ellos B. F.M. , a
quienes narró lo que le había pasado. Refirió además, que llamó a la policía
en aproximadamente tres ocasiones, sin recibir respuesta alguna.
Añadió que los presentes la interrogaban acerca de lo
que le había sucedido, y que sus amigos comenzaron a buscar a los chicos
que se hallaban en la habitación, pero que ya no estaban. También se cruzó
con J.C. , a quien dijo conocer con anterioridad, quien le contó que le había
sucedido algo similar.
Terminó este tramo de su declaración, diciendo que su
amiga M. R. llamó al padre a efectos de que las fuera a buscar, retirándose
así a su domicilio entre las 3 ó 4 de la mañana.
Asimismo, esta adolescente narró en similares términos,
la escena del micro que contara J.C. , al exponer que en una oportunidad en
que iba a bailar junto con amigas, tomó conocimiento a través de uno de los
organizadores, que el sujeto que le había arrojado la sábana, también
tomaría uno de los colectivos.
Contó que le pidió que no subiera en el mismo que ella
iba a viajar, que se lo contó a J.C. , y que ambas se pusieron muy nerviosas,
especialmente esta última, que estaba “más alterada que yo”. Completó este
tramo diciendo que el individuo ascendió a otro micro sin volverlo a ver, en
tanto J. se bajó y se fue.
Relató también que en dos oportunidades cuando se
dirigía a bailar, le gritaron “violada”, reconociendo en una de las ocasiones
que quienes le dijeron eso, eran dos chicas que asistían al Colegio
Balmoral.
Tengo en cuenta que sus dichos fueron abonados por su
madre, M. E. D´A. , quien relató que su hija había ido a la fiesta en
cuestión junto con su amiga E.W. , siendo llevadas por el padre de la
mencionada alrededor de las 00:15 horas. Narró que en otra ocasión ya
había ido a una fiesta en dicho domicilio, en la que se hallaban presentes
los padres de B. , desconociendo que en esta oportunidad no iban a estar.
Manifestó que al día siguiente, es decir el domingo 14,
mientras desayunaba en la cocina, su hija se levantó y le dijo que tenía que
contarle algo que le había pasado. Destacó que le llamó la atención porque
era temprano, ya que I. solía levantarse más tarde cuando salía, que
comenzaron a conversar, y que le narró que en la fiesta estaba en el patio
de la vivienda con sus amigas, y que en momento se sintió mal por lo que
éstas fueron a buscarle algo adentro para comer.
Agregó así que se quedó sola unos momentos, que tenía
su celular y que de pronto un joven se lo sacó, razón por la cual lo siguió
hasta una habitación donde había un grupo aproximado de 8 a 10 chicos y
chicas. El celular lo tenía un joven que estaba acostado en una cama, quien
se lo devolvió, momento en que le arrojaron encima una sábana en la
cabeza y comenzaron a “manosearla”, tocándole los senos y la vagina.
Expuso que “revoleaba” patadas, y que logró zafar y salir corriendo. Dijo
que I. le manifestó que reconoció a una chica que se reía a carcajadas, no
pudiendo entender cómo alguien de su mismo sexo podía disfrutar de algo
así.
Continuó diciendo que en el pasillo se encontró con B.
F. M. y que realizaron 3 llamadas al servicio de emergencia 911, sin ser
atendidos. Narró que este adolescente comenzó a gritar “quién hizo esto a
mi amiga”, y que el grupo de jóvenes que la había atacado huyó de la casa
en auto.
Luego su hija se encontró con J.C. , quien estaba
llorando porque le había pasado lo mismo, y que su amiga E.W. , había
forcejeado con los chicos para que no la introdujeran en la habitación.
Expuso que al día siguiente fueron a la casa de la familia
B. pero que no fueron atendidos, logrando ver a la madre de L. y a éste
recién el día martes por la noche.
Agregó que la progenitora no estaba enterada de lo
sucedido, anoticiándose de los hechos a través de sus dichos. Señaló así
que ésta le contó que se había ido de viaje, y que cuando regresó la casa era
“una masacre”, y que había encontrado preservativos en la cama de su hijo,
acolchados arruinados y hasta “tajeadas” las ruedas de la camioneta.
Expuso que conforme la madre de B. había autorizado a su hijo a festejar el
cumpleaños, porque solamente iban a acudir 15 ó 20 amigos, y que por eso
se lo permitió, y que en otra oportunidad en que había realizado una fiesta
más grande en el domicilio, había tenido que contratar “patovicas”.
Refirió además, que delante suyo la madre de este
adolescente llamó su atención por haber permitido que ingresara al festejo
un grupo de jóvenes apodados “La Gloriosa”, diciéndole “¿dejaste entrar a
los degenerados de La Gloriosa?” refiriéndole el hijo que había tenido que
hacerlo ya que de lo contrario “me rompen la cara en el colegio”.
Relató al igual que la Sra. C.R. , madre de J.C. , que su
hija debió realizar tratamiento psicológico, como así también la declarante
a efectos de poder ayudarla a superar la situación.
Ahora bien, el Tribunal tuvo oportunidad de escuchar
diferentes testimonios que revelan que el evento no tuvo el alcance
otorgado por los testigos expuestos al inicio, y que dotan de credibilidad la
recreación del suceso que efectuara I.A. .
Así, L. B. contó haber tomado conocimiento de lo
sucedido a través de los dichos de J.C. , quien luego de relatarle que había
sido introducida por la fuerza en la habitación, le refirió que a I. A. también
“la habían entrado” al cuarto.
P. L. contó que pudo verla llorando, en tanto decía que
la habían “manoseado”, mientras que otro amigo de nombre B. F. le relató
que ello ocurrió cuando la introdujeron en una habitación.
L. N. R. dijo haber visto que en un sillón lloraba una
chica, de quien después supo que se llamaba I. , y que los comentarios de
los asistentes a la fiesta, eran que “la habían tocado”.
F. E. E. narró también haberla visto llorando, y que supo
que le habían quitado el teléfono celular, y que cuando fue a buscarlo, entró
a una habitación y la encerraron allí, habiendo escuchado además, que
según los demás asistentes a la fiesta, la habían “tocado”. Dijo haberla visto
quebrada y estresada.
G.C. , si bien refirió no haber hablado con A. , contó al
Tribunal que cuando estaban afuera, “la vi mal”.
Por su parte, L. S. M. relató que la observó llorando, y
que al otro día “se fue corriendo la bola” tomando conocimiento de que la
habían “tocado”.
T. M.O. , expuso haberla visto llorando, comentándose
en la fiesta que le habían colocado una sábana y que la habían manoseado.
B. I. F.M. , mencionado por I. A. como su mejor amigo,
relató haberla visto llorando y que le había contado que un sujeto le había
quitado el teléfono celular, que se dirigió a una habitación donde le tiraron
una sábana y que la habían tocado. Relató también que A. llamó a la policía
sin lograr comunicarse.
Y finalmente, M. R. abonó la versión de su amiga I. ,
efectuando al Tribunal un relato conteste con los dichos de ésta.
En efecto; esta adolescente narró que estaban en el patio
de la fiesta y que a I. le bajó la presión. Agregó que junto con otra amiga de
nombre E. la sentaron afuera, y que ellas entraron a la cocina ya que allí
había gente cocinando, donde les dieron fideos. Expuso que salieron
nuevamente pero que I. ya no estaba, por lo que comenzaron a preguntar
por ella, y que aproximadamente a los 5 minutos, su amigo B. les dijo que
estaba llorando.
Continuó diciendo que se le acercaron y que A. les
contó que la habían tapado con una sábana y quitado el celular. Que cuando
fue a buscarlo la introdujeron en una habitación y que la tocaron, pero que
pegando patadas había podido recuperar el teléfono e irse del cuarto.
En el contexto expuesto, a mi modo de ver, la versión
brindada por la víctima, posee al igual que la de C. , absoluta credibilidad,
encontrándose avalada por los diversos testimonios que dieron cuenta de
las circunstancias de tiempo y lugar que señaló, y de su estado anímico
posterior.
La cronología de ambos sucesos también fue puesta en
crisis por las Defensas pero, en opinión que anhelo sea compartida por las
Colegas que me siguen en el orden de votación, no se verificaron en el
transcurso de las testificales, extremos que den sustento a la postura de los
Sres. Defensores.
Veamos nuevamente: los horarios exactos de los hechos
no pudieron ser precisados por ninguno de los comparecientes,
circunstancia lógica teniendo en cuenta que los mismos se desencadenaron
en el transcurso de una fiesta de adolescentes, donde difícilmente alguien
estaría pendiente del reloj.
Sin perjuicio de ello, los relatos revelaron que los
sucesos ocurrieron prácticamente de manera inmediata uno del otro: una
vez que J. C. logró salir del cuarto, se dirigió a la parte delantera de la casa,
seguramente haciéndolo en forma directa a través del sector que en el plano
de fs. 103, se encuentra identificado como “paso”; en tanto F. N.B. , se
dirigió al mismo sitio, realizando el trayecto más largo como mencionó,
que conforme dicho plano resulta ser atravesando el lugar señalado “paso”-, por el cual ingresó a la cocina, luego al comedor y después al
living, accediendo de esta manera a la parte frontal de la vivienda.
Estos ambientes de la casa, que pueden apreciarse a
través de las fotografías incorporadas por lectura a fs. 81/90, denotan un
tamaño bastante considerable, robusteciendo ello los dichos del adolescente
en cuanto al tiempo que insumía dirigirse a la parte delantera por uno u otro
camino.
Asimismo, con posterioridad a la huida de J. C. de la
habitación, se produjo el ilícito que damnificó a I. A. que, como ella dijo,
duró entre 2 a 5 minutos, extremo que permite comprender la
simultaneidad de relatos al contar los testigos haber visto a ambas llorando.
Además, en mi opinión, los testimonios de A.C. , D. G.
y D.G. , se encuentran teñidos de subjetividad, parcialidad e incluso
mendacidad, desde que su ubicación dentro del lugar escenario de los
hechos, “roza” la posibilidad de una acusación criminal.
Ello es así, desde que los por demás extensos silencios
de C. para brindar cada respuesta que le era requerida y los temblores en
sus manos cuando le fue indicado situar las respectivas ubicaciones de
quienes estaban en el interior del cuarto de B. , en mi convicción, pusieron
de manifiesto su temor a brindar una respuesta que no era la esperada por
perjudicar la situación de sus amigos y, quizás también la suya.
Este testigo fue quien al ser interrogado por el número y
nombres de las personas que se hallaban en el interior de la habitación, lo
hacía como un niño contando con los dedos en silencio, perdurando ello
por tanto tiempo, que mi Colega, Dra. Marta Pascual, lo instó a exteriorizar
y verbalizar ese “conteo”, ya que no podía articular palabra alguna.
Este joven dijo no haber escuchado que A. al retirarse
expresara algo, señalando que había mucho “griterío” y que “no podía
escuchar nada”. Pero, sin embargo, también expresó que adentro del cuarto
estaba hablando con su amigo L.D. , ubicado en la otra punta del lugar.
En mi impresión, C. al prestar declaración, se asemejó
más a un estudiante rindiendo un examen para el que poco se había
preparado, que a un testigo presto a relatar lo percibido a través de sus
sentidos.
Con respecto a D.G. , quien se mostró más sólido en su
relato, resulta llamativo que hallándose ubicado en la cama en la que fue
arrojada I. A. con la sábana o manta encima, ninguna percepción haya
tenido del suceso.
Es que aún cuando el cuadro fáctico hubiera sido como
narraran los tres testigos mencionados, lo cierto es que la “broma” que
manifestaron, debería haber provocado alguna reacción de la joven.
Idéntico alcance expondré en relación a los dichos de
D.G. , quien tampoco escuchó palabra alguna por parte de A. .
¿No oyeron quizás por el griterío que mencionó C. , que
no pudo escuchar nada, por parte de quien estaba ubicada apenas a un
metro de distancia (recuérdese que C. dijo hallarse sentado en la mesa de
luz entre la ventana y la cama donde fue arrojada la joven) pero sí pudo
mantener una conversación con el amigo ubicado en la otra punta del
dormitorio?
Y robusteciendo la escasa o nula credibilidad que se
desprende de los dichos de estos jóvenes, traeré aquí a colación otra
cuestión: uno de los procesados, como se verá en el acápite siguiente,
prestó declaración en el marco de las previsiones del art. 317 del Código
Procesal Penal, y refirió que al salir del cuarto I. lo hizo “insultando y
enojada”.
Insistiré entonces en que las testificales de A.C. , D. G. y
D.G. , no logran en modo alguno destruir la fuerza probatoria del prestado
por la adolescente A. , sobre quien además, no se verificó motivación
alguna como para plantear un escenario que no existió.
Reitero entonces, mi afirmativa respuesta al interrogante
planteado al inicio también con respecto a este suceso.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 1º y 373 del Código
Procesal Penal.
Al interrogante planteado, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual dijo:
Adhiero a los conceptos vertidos por mi Colega,
votando en igual sentido, por ser ello mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 1º y 373 del Código
Procesal Penal.
A la misma cuestión, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo expresó:
Comparto en un todo los argumentos esbozados,
votando en igual sentido en el marco de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 1º, y 373 del Código
Procesal Penal.
SEGUNDA: ¿Está acreditado que A. N. H. y J. P. B. tenido
participación en los sucesos que se tuvieron por probados?
A la cuestión planteada, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación expresó:
Previo a comenzar a esbozar los lineamientos de los
argumentos que definirán mi voto, adelanto que en algunos segmentos de
este acápite, deberé reeditar ciertos relatos de los testigos que forman parte
de la exteriorización material de los sucesos, por considerarlo así necesario
para una mejor recreación de sus fundamentos.
También aclararé que conforme los diferentes
testimonios que este Cuerpo Colegiado tuvo la oportunidad de escuchar,
desde el inicio se atribuyó la intervención en los sucesos a un grupo
conocido como “La Gloriosa”.
Ello así fue expuesto por C.R. , madre de J.C. , quien
refirió que conforme lo dichos de su hija, los autores del hecho habían sido
del grupo “La Gloriosa”, y que había tomado conocimiento que se decía
que “los de La Gloriosa siempre hacen esto”.
La madre de A. , M. E. D´A., contó que G. D. D., madre
de L.B. , cuando tomó conocimiento de lo que había sucedido en su casa, lo
increpó diciéndole “¿invitaste a los degenerados de La Gloriosa?
L.B. , expuso que F. B. le había dicho en relación a la
autoría de los sucesos que “fueron los de La Gloriosa”.
F. E. E. también refirió que “se decía” que habían sido
los integrantes de dicho grupo.
T. M.O. , relató que “La Gloriosa era el grupo que
supuestamente había agarrado a las chicas”.
Y finalmente I. A. narró que a su amigo B. F. M., le
habían dicho que “los G. siempre hacían esas cosas”.
El Tribunal a través de las diferentes testificales, fue
anoticiándose así, que bajo dicha denominación, se conocía a un equipo de
fútbol conformado por alumnos del colegio Balmoral de esta ciudad de
Banfield, entre quienes estaban los aquí procesados A. H. y J.B. , algunos
de los jóvenes que comparecieron en calidad de testigos, como los
hermanos mellizos D. y G.G. , A. T. C. y D. E. G., y otros que fueron
nombrados.
Asimismo, la presencia de los aquí justiciables en el
festejo de B. fue afirmada por un número importante de testigos, por el
propio H. cuando prestó declaración en los términos del art. 317 del Código
Procesal Penal, y no fue motivo de controversia entre las partes.
Y con respecto a si habían sido o no invitados a la fiesta,
algunos testigos dijeron que no y otros que la invitación había sido
“abierta”, sin aclararse cuál era el alcance de dicho término. Pero el dueño
de casa, L. B., explicó que la participación la había realizado a través de
twitter y whatsApp y que había reunido más gente de la que esperaba y
aclaró también que a los integrantes de mentado grupo “La Gloriosa” no
los había invitado, y que no sabía cómo habían entrado a su domicilio.
Expuesto ello, comenzaré entonces por recordar que J.
C. pudo en el juicio brindar, entre sollozos, un pormenorizado relato del
suceso que la tuvo como víctima, identificando a uno solo de los
intervinientes en el hecho, siendo éste el aquí procesado A. N. H..
Contó así, que éste fue quien la tomó por las axilas, la
introdujo en el cuarto de L. B., cerró la puerta, la arrojó en la cama donde
fue rasguñada, pellizcada y tocada en sus partes íntimas y por debajo de su
ropa interior por varias personas. Dijo que fue H. quien no le permitió salir
del cuarto en el momento en que pudo incorporarse para huir,
interponiéndose entre la declarante y la puerta, y diciéndole que no saldría
de la habitación hasta que “no terminara con todos”. Lo ubicó parado a su
lado en la cama, y luego tirado en ésta “tipo como participar del hecho”. Y
finalmente dijo que fue H. también, quien intentó tomarla de la pollera para
impedir al final que saliera de la habitación.
En este contexto, y con respecto al nombre del
mencionado, explicó que lo reconoció a través de la red social facebook y
que ella misma lo había buscado. Agregó además que tenía presente su
rostro, porque en el transcurso de la fiesta “no paraba” de mirarla,
agregando que era “una mirada bastante molesta”.
Cuestionando la credibilidad de la testigo, el Defensor
del procesado H., dijo que el relato resultaba incongruente al ubicar a su
asistido en dos lugares diferentes dentro de la habitación. Sostuvo así que
“o estaba al lado de la cama, o estaba al lado de la puerta”.
Disentiré con dicha apreciación desde que la evocación
de los diferentes momentos del hecho que la adolescente efectuó ante el
Tribunal, fue de absoluta claridad expositiva y,contrariamente a lo
esbozado, fue por demás congruente.
Reiteraré entonces, que narró que luego de introducirla
en el cuarto y arrojarla en la cama, H. estaba junto a ésta, luego se
interpuso ante la puerta en el momento en que logró zafarse e intentó huir,
y la empujó nuevamente hacia la cama, en la que el mencionado también se
acostó.
No observo de este relato posibilidad de reproche
alguno: en primer lugar, a través de la descripción del dormitorio efectuada
por los testigos, y la visualización que puede realizarse mediante las
fotografías incorporadas por lectura nº 037 a 042 que obran a fs. 82, al
igual que mediante los planos de fs. 103 y 104, puede apreciarse que el
cuarto donde tuvieron lugar los hechos, reúne las dimensiones normales de
cualquier habitación. Por lo tanto; lógico es concluir que nada obsta a que
en un momento una persona pueda estar parada en un lugar, y al instante en
otro.
En segundo lugar, tampoco nos encontramos ante
“estatuas” no susceptibles de movimiento alguno, sino ante un escenario
dinámico protagonizado por personas que como C. sostuvo, desplegaban
acciones. En consecuencia, si la joven también logró mudar de ubicación,
levantándose y alcanzando la puerta, no se entiende cuál sería el
impedimento para que H. también lo hubiera hecho.
Otro elemento que abona la sindicación efectuada por la
víctima, resulta ser la testifical de F. N. B.. Como ya relaté al abordar el
tópico anterior, el mencionado contó que luego de escuchar que desde el
interior del cuarto de L. B. alguien decía “por favor, suéltenme, déjenme
salir, no me hagan nada más” pudo abrir la puerta del cuarto, alcanzando a
ver que dos sujetos sostenían a J. C. por las manos y por sus pies, en tanto
un tercero se hallaba inclinado sobre la misma pero parado en el piso.
Pues bien, en dicho contexto, N. B. explicó que J. B. era
quien la sostenía por las manos, en tanto A. H. se hallaba sobre la menor.
Con respecto a la persona que la sujetaba por los pies, dijo no haberla
reconocido porque se encontraba de espaldas al declarante. Señaló además,
que en dicho escenario vio a C. M., vistiendo una remera roja, aspecto que
retomaré en párrafos posteriores.
Ahora bien; nuevamente traeré al análisis las críticas
formuladas por los Defensores: conforme el Dr. Rivas, J. C. recreó que la
“puerta se abrió muy poco” y, por ende, N. B. no pudo ver lo que dijo. Por
su parte, el Dr. Moyano, sostuvo que conforme la ubicación que hizo este
testigo de aquellos que estaban en el interior del dormitorio, nunca pudo
ver a sus asistido B., porque conforme la víctima “la puerta apenas se
abrió”.
A esta altura señalaré que ambos Letrados incurrieron en
un serio yerro: en ningún tramo de su extenso testimonio, J. C. mencionó
cómo fue la apertura de la puerta. Como ya se recreó en párrafos
precedentes, la adolescente se limitó a decir que escuchó la voz de su
amigo y que luego se abrió la puerta de la habitación, sin mención alguna
de si se había abierto “apenas”, “muy poquito” o totalmente.
Lógico me resulta el relato, desde que posicionándonos
en la situación que estaba atravesando la víctima, difícilmente su atención
estuviera centrada únicamente en dicha cuestión.
Por lo tanto, el embate que ambos realizaran carece de
sustento, instalándose su oposición en una recreación individual que se
aleja por completo de las manifestaciones de la testigo.
En este contexto fáctico no encuentro tampoco aquí,
alternativa alguna que permita echar manto de dudas a la versión brindada
por este testigo en relación a la intervención de los nombrados. Además,
tengo presente que N. B. se mostró claro, preciso, deseoso de colaborar con
el interrogatorio que le formularon todas las partes, y sin titubeos ni
vacilaciones. Tampoco exteriorizó motivación alguna hacia los procesados
a efectos de teñir de parcialidad su testimonio, sino que, por el contrario, se
explayó debida y educadamente ante cada pregunta realizada.
Y ni siquiera demostró algún tipo de animosidad cuando
fue cuestionado por el Dr. Rivas acerca de las razones por las cuales había
prestado testimonio en la etapa instructiva, bajo reserva de identidad, al
recibir como respuesta, que ello había sido requerido por su madre como
consecuencia de ser menor de edad, y conocer “a la gente involucrada”.
Además, de acuerdo a los planos ya referidos de fs. 103
y 104, considerando que la apertura de una puerta lleva solo un segundo de
tiempo, teniendo en cuenta la distribución del mobiliario interior, y que la
puerta abre hacia el lado izquierdo, es decir, hacia la ventana, ninguna
vacilación cabe instalar respecto a lo que el testigo dijo haber visto, desde
que resulta totalmente verosímil. Puedo afirmar asimismo, que conforme lo
expuesto, aún cuando la apertura haya sido parcial, el testigo tuvo visión
suficiente como para observar lo que dijo.
Por lo tanto, su testimonio concordante con el de J. C., a
mi modo de ver, revela total credibilidad a efectos de ser ponderado como
esencial elemento de cargo, tal como lo hicieran los Acusadores, no
quedando duda alguna en relación a la intervención de J. P. B. y A. N. H.
en este evento disvalioso.
Despejado ello continuaré mi argumentación, analizando
la prueba colectada en el suceso cuya víctima fuera la menor I. A..
Principiaré así este tramo del pronunciamiento,
recreando la declaración que el procesado A. H. prestó en la etapa
instructiva en los términos del art. 317 del Digesto Procesal, que consta a
fs. 384/387, y que se encuentra incorporada por lectura, para luego analizar
sus dichos a la luz de la prueba rendida y, de esa manera, determinar si la
misma logró destruir su estado de inocencia o, por el contrario, si éste
permanece incólume.
H. contó haber asistido a la fiesta que tuvo lugar en casa
de L. B. en la localidad de Banfield, arribando alrededor de las 24 a 24:30
horas. Dijo que aproximadamente a las 3:40, vio a I. A. con el celular
sentada en un banco, y que decidió sacárselo para hacerle una broma. Narró
que ingresó a la vivienda, y que desde la puerta de una habitación, le arrojó
el teléfono a su amigo D. G., quien se hallaba en el interior de la misma,
junto con J. B., D. G., L. D. y A. C..
Afirmó que no ingresó, permaneciendo en el pasillo,
aproximadamente a un metro de la puerta, alejado “no estaba cerca del
marco de la habitación” y que la joven A. entró a buscar su teléfono,
momento en que J. B. le arrojó una sábana encima. Agregó que alguien
apagó la luz por cinco segundos y que volvieron a encenderla, ocasión en
que I. salió, insultando y enojada.
Asimismo, interrogado acerca de si era de su
conocimiento lo que iba a suceder dentro de la habitación, respondió en
forma negativa.
Por lo tanto, el joven procesado se ubicó fuera del
dormitorio, y sin poder ver lo que sucedió en el interior. Sostengo ello
desde que si refirió que estaba a más o menos un metro de distancia del
marco de la puerta, y la luz se apagó, difícilmente pudo ver lo que pasaba
adentro.
En otro orden, la menor I. A. al recrear el evento ante el
Tribunal, expuso que quien le quitó su teléfono cuando se hallaba sola en el
patio, fue J. B.. Agregó que éste salió corriendo e ingresó a la habitación
donde la declarante lo siguió para recuperar su celular, en tanto A. H. le
arrojó una sábana en la cabeza, realizándose luego los tocamientos en sus
partes pudendas.
Con respecto a la sindicación por sus nombres, explicó
que los obtuvo a través de las redes sociales, tales como facebook, twitter e
instagram y que, además, D. G. había hablado con el novio de la declarante
y “le pasó los nombres de los dos” (en alusión a los aquí procesados).
Agregó que ante ello, junto con su familia, los buscó en Internet,
reconociéndolos.
Advertiré a esta altura, que los dichos de la joven
relacionados con el papel que desempeñaron ambos procesados generaron
grandes inquietudes entre los Letrados por resultar contradictorios con la
versión brindada en ocasión de prestar testimonio en sede de la Fiscalía.
Como consecuencia de ello, fue requerida la incorporación por lectura del
párrafo pertinente, haciéndose lugar a ello en los términos del art 366
apartado 2º, párrafo 4º del Digesto Procesal, es decir, al único efecto de
despejar contradicciones y/u omisiones, aclarando que el Tribunal
ponderaría la versión expuesta en el debate por sobre la que obra escrita.
Aclarada esta cuestión que retomaré posteriormente,
continuaré ahora con la recreación de los testimonios que prestaron los
adolescentes que dijeron ser amigos de los aquí procesados, formar parte
del mentado equipo de fútbol conocido como “La Gloriosa”, y haber estado
en el interior de la habitación de L. B. a la que ingresó I. A., siendo éstos A.
C., D. G. y D. G.. Recuérdese aquí, que al analizar sus dichos en la cuestión
anterior, ya expuse la especial valoración que a los mismos corresponde
atribuir, argumentos a los que me remito en honor a la brevedad. Pero, sin
perjuicio de ello, se impone de todos modos su recreación.
Veamos: A.C. , el testigo respetuoso ante el Tribunal y,
como dije también anteriormente, temeroso y dubitativo en cada
oportunidad en era interrogado respecto a la identidad de aquellos que se
hallaban en el interior del cuarto de B. y los roles que cada uno desempeñó,
narró que se encontraba en la habitación sentado en la mesita de luz pegada
a la ventana conversando con L. D., y que estaban también allí J. B. y D.
G..
Refirió que A. H. entró al cuarto, que le dio el teléfono a
G., que detrás del primero ingresó una chica, y que J. B. le arrojó una
sábana o manta encima sin poder precisar bien. Es decir, que ubicó a
sendos procesados en el interior del dormitorio, distanciándose de los
dichos de su amigo H., quien como ya expuse, refirió no haber ingresado,
quedando distante de la puerta aproximadamente a un metro.
Los otros compañeros ya nombrados –G. y G.- fueron
contestes con C. en cuanto a que H. entró al cuarto, como así también que
en el mismo estaba B..
Incluso así fue expuesto por G. G., al relatar que si bien
no se encontraba allí, tomó conocimiento de quiénes estaban en la
habitación, a través de los dichos de los aquí procesados.
Por lo tanto, a mi modo de ver, y en opinión que espero
sea compartida por las Colegas que me siguen en el orden de votación,
deviene indubitado que ambos jóvenes procesados estaban en el interior del
cuarto.
En el contexto fáctico que vengo relatando,
considero que los dichos de A. N. H., solo constituyen un tibio intento de
mejorar su situación procesal, ubicándose fuera del escenario donde se
desarrolló el injusto.
Ahora bien; el análisis de que el hecho existió y su
modalidad, ya fueron abordados por el Tribunal en la cuestión anterior,
debiendo por lo tanto a esta altura intentar despejar la contradicción que
emerge de los dichos de la víctima al contrastarlos con los de los restantes
testigos ya mencionados, en relación a los roles que en el hecho
desempeñaron H. y B..
Destacaré además, que tuvo lugar también en la
audiencia de debate, la diligencia de reconocimiento de personas como
parte integradora de la testifical prestada por A., reafirmándose a través de
su resultado positivo, las identidades de los procesados con las
intervenciones que a cada uno atribuyera la testigo en su testimonio.
Su progenitora, M. E. D´A., también manifestó al
Tribunal que conforme el relato que le hiciera su hija, J. B. fue quien le
quitó el teléfono celular, motivando que ella se dirigiera al cuarto, en tanto
adjudicó a H. haber arrojado la sábana.
Esta situación fue criticada por el Dr. Rivas, quien
refirió que los dichos de A. en la audiencia de juicio, constituían un
testimonio “confabulado” con su madre. Nuevamente aquí me distanciaré
de las apreciaciones del Distinguido Defensor. Ello es así, desde que en el
supuesto de que le asistiera razón, la “confabulación” debería haberse
inclinado a favor de la versión que fue siendo relatada por todos los
testigos; es decir, ubicando a H. con el tema del teléfono y a B. con la
sábana o manta.
No se entiende cuál sería el objetivo de una
“conspiración”, y el Letrado tampoco lo expuso, y como el Profesional bien
dijo, “en nada cambia quien tomó el celular o quien arrojó la sábana”, al
aludir a la inocencia de su asistido con respecto a los tocamientos que se le
realizaron a la menor.
Aclaro aquí, que comparto con el Sr. Defensor, que ya
fuera uno u otro el rol desempeñado por cada uno de los aquí procesados,
en nada altera el cuadro fáctico y, como se verá en el acápite
correspondiente, tampoco incidirá en la participación que se asignará.
Lógicamente la labor Defensora del Letrado no le
permitió atacar de igual modo las testificales de C. , los hermanos G. y G.,
desde que todos ellos dijeron por conocimiento propio, o por habérselo
contado, en el caso de G. G., que H. ingresó a la habitación y no que se
mantuvo fuera, como éste expuso, o que la puerta se cerró como dijo C., y
no que permaneció abierta, como fue sostenido por H.. Pero lo cierto es,
que desde la mirada objetiva que desde el lugar que ocupamos las
integrantes de este Tribunal se impone, las contradicciones también aquí
devienen existentes y por demás palmarias.
Retomando entonces los dichos de A. la menor explicó
que el tema del juicio en la familia había quedado “de lado”, siendo
retomado ante la proximidad del mismo. Expuso que con su madre
hablaron y comenzaron a recordar lo que ambas habían declarado en la
Fiscalía advirtiendo así la joven que había expresado los “nombres al
revés”. Narró además, que en dicho organismo -Fiscalía- le hicieron saber
que ello podía ser aclarado en el juicio.
Sin perjuicio de que considero que en tanto la etapa
instructiva estuviera abierta, correspondía al Ministerio Público recibir
todas las declaraciones y aclaraciones que los testigos realizaran, lo cierto
es que en uno u otro rol, la adolescente persistió en situar tanto a H. como a
B., en el lugar escenario del hecho, razón por la cual no observo
trascendencia significativa sobre esta cuestión: la repercusión radica en si
estuvieron o no efectivamente en el interior del cuarto y/o, si desplegaron
actividades que por sus características, tienen entidad para ser incluidas en
los aspectos objetivos y subjetivos del tipo penal enrostrado.
En el particular, el arrebato del celular, constituyó un
engaño, “una trampa” como sostuvo el Letrado Apoderado de los
Particulares Damnificados, que tuvo como único fin que la adolescente se
dirigiera a la habitación a efectos de ser sometida a los tocamientos en sus
partes pudendas; y el arrojo de la sábana o manta, también tuvo por
finalidad, la perpetración de dicho injusto, facilitándolo, y logrando a través
de dicho modo, un mayor grado de sometimiento de la víctima.
Y del alcance de sendas conductas no tengo duda
alguna: no puedo perder de vista aquí, que este suceso tuvo lugar en forma
inmediata al que damnificara a J. C. Por lo tanto, si esta última fue allí
conducida por H. a efectos de ser sometida a los tocamientos por parte de
algunos de los presentes, ¿a qué otros efectos pudo haber sido instada a ir al
mismo cuarto I. A.? Entiendo que la única derivación lógica del
razonamiento efectuado es que fue motivada a dirigirse allí con igual
alcance para el que fue llevada la adolescente C.. No cabe instalar ninguna
otra posibilidad.
En este contexto, cierto es que ni uno solo de los testigos
expuso haber visto que H. o B. realizaron los tocamientos a ninguna de las
dos jóvenes. No podemos perder de vista que nos encontramos ante uno de
los delitos de mayor dificultad de acreditación en cuanto a la autoría, desde
que aún comprobada su existencia, en líneas generales este tipo de injustos
se desarrollan en ámbitos de privacidad que limitan la existencia de testigos
del hecho y, por lo tanto, la determinación de sus autores.
Pero ello no ha sucedido en este caso particular: el
suceso pudo acreditarse, pero también ha podido probarse la identidad de
algunos de sus intervinientes; en lo que aquí nos ocupa, A. H. y J. B..
En efecto; como dije en párrafos anteriores, su presencia
en el lugar de ambos hechos resulta indubitada y su directa intervención
también.
Veamos otra vez: en el primer suceso se demostró que
H. fue quien llevó a C. a la habitación, que en un segmento del injusto se
encontraba inclinado sobre la joven, que se acostó en la cama, que le
impidió huir del cuarto en una oportunidad y que intentó asirla de su
pollera cuando finalmente pudo escapar. También que B. era quien la
sostenía por sus brazos.
Por lo tanto, más allá de si uno o ambos realizaron o no
en forma efectiva los tocamientos, lo cierto es que sí efectivizaron actos
que permite tenerlos como co-autores del hecho: H., conduciéndola al lugar
con la finalidad del sometimiento sexual, impidiéndole salir de la escena e
inclinándose y acostándose, eventualmente para retenerla o quizás para
consumar en forma directa la acción; y B., reteniéndola a través de la
sujeción de sus brazos y también, quizás, consumando en forma directa los
tocamientos. De una u otra manera, conforme la figura típica que
oportunamente propondré, se ubican ambos en el rol ya referido, es decir,
co-autores de los hechos.
Asimismo, en el segundo suceso, se acreditó que uno de
los mencionados fue quien mediante un engaño llevó a A. al dormitorio con
igual finalidad, la de sometimiento sexual. Y se probó también que el
restante fue quien le arrojó la sábana o manta a efectos de llevar a cabo el
injusto.
En consecuencia, las acciones desplegadas en este caso
también fueron realizadas con la directa intención final ya mencionada,
extremo que aquí también impone ubicar a ambos como co-autores de este
injusto.
Tengo presente que la circunstancia de no poder
esclarecer en forma concreta cada uno de los actos que las personas
presentes en la habitación desplegaron, no les resta intervención en los
sucesos cuando, como ocurre en el particular, se demostró que ambos
efectuaron, al menos, actos facilitadores y necesarios para la consumación
del injusto.
El dolo en ambos casos fue directo, la intencionalidad
deviene palmaria y acreditada, razón por la cual propongo a mis
Distinguidas Colegas, dar afirmativa respuesta en relación a este tópico,
dictando veredicto de responsabilidad en relación a los justiciables, A. N.
H. y J. P. B. respecto a sendos injustos motivo de juicio.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 2º y 373 del Código
Procesal Penal.
A la misma cuestión, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual expresó:
Adhiero a los fundamentos esbozados, votando en igual
sentido por ser ello mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 2º y 373 del Código
Procesal Penal.
A la cuestión en tratamiento, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo
dijo:
Comparto en un todo lo hasta aquí expuesto, votando
también en forma afirmativa, en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 2º y 373 del Código
Procesal Penal.
TERCERA: ¿Existen eximentes?
Respecto a esta cuestión, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
No fueron invocadas por las partes pautas de eximición,
ni observo que existan en este supuesto particular, por lo que he de brindar
negativa respuesta a este interrogante.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 3º y 373 del Ritual.
Sobre el particular, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual expresó:
Acompaño a la Colega que me precede en el orden de
votación, dando mi respuesta negativa en el marco de mi sincera y
razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º, inc. 3º y 373 del Código
Procesal Penal.
A este interrogante, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo dijo:
Doy también respuesta negativa a este interrogante en el
marco de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 3º y 373 del Código
Procesal Penal.
CUARTA: ¿Median atenuantes?
A este interrogante la Sra. Juez Dra. Isabel Ación expresó:
Aquí se impone brindar afirmativa respuesta, adhiriendo
a la consideración postulada por el Sr. Agente Fiscal y el Letrado de los
Particulares Damnificados, en cuanto a tener como pauta atenuante de la
eventual sanción a imponer, la minoridad de ambos agentes.
Ello es así, desde que como vengo sosteniendo en todos
mis pronunciamientos, la corta edad al momento de comisión del injusto, es
una circunstancia que debe ser contemplada en este acápite, desde que se
trata de un extremo que denota la mayor vulnerabilidad del sujeto al
acatamiento de la norma y por lo tanto debe verse reflejada en la
repercusión punitiva del evento (Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil
nº 1 a mi cargo, causa n° 47.196, reg. sent. def. n°3/08 del 14-7-08; causa
n° 47.244, reg. sent. def. n° 4/08; causa n° 41.753, reg. sent. def. n° 1/09
del 17-2-09; causa n° 41.030, reg. sent. def. n° 2/09 del 17-2-09; causa n°
900.863/1, reg. sent. def. n° 4/09 del 17-3-09, causa n° 44.813, reg. sent.
def. n° 5/09 del 30-3-09, causa n° 47.178, reg. sent. def. n° 6/09 del 30-409; causa n° 47.554, reg. sent. def. n° 9/09 del 7-5-09, causa n° 47.973, reg.
sent. def. nº 10/09 del 18-5-09; entre muchos otros).
También propongo receptar en forma favorable la
ausencia de precedentes condenatorios tanto de A. H. como de J. B..
Entiendo aquí, que si bien la pretensión no se encuentra abonada mediante
la planilla respectiva del Registro de Procesos del Niño, que la Fiscalía
tenía a su cargo acompañar, conforme las disposiciones del principio in
dubio pro reo, corresponde dar favorable acogida a la solicitud.
Finalmente, en relación a la pretensión del Dr.
Annichiarico en cuanto considerar en este tópico la ausencia de contención
familiar y el egocentrismo de los imputados, adelanto que no acuerdo en
modo alguno con el requerimiento.
Ello es así, desde que obran en autos informes realizados
por profesionales del Cuerpo Técnico Auxiliar de este Fuero, que no dan
cuenta de los extremos referidos sino, por el contrario, revelan un adecuado
acompañamiento familiar, tal como puede apreciarse del contenido del
informe socio ambiental realizado por la Lic. Emilce Beatriz Gorondona,
agregado a fs. 210/211 vta., en relación a J. B.; informe psicológico por
parte de la Lic. María Laura Abud con respecto a A. H., de fs. 250/251 vta.,
y socio ambiental practicado en el domicilio del mismo por la Lic. Adriana
Iriondo, que consta a fs. 252/vta., todos ellos incorporados por lectura.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
Sobre el particular, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual dijo:
Voto en igual sentido que la Colega que me precede en
el orden de votación, en el marco de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
A esta cuestión, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo respondió:
Doy respuesta afirmativa con igual alcance que las
Colegas que me preceden.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
QUINTA: ¿Existen agravantes?
A este interrogante, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
La respuesta aquí también resulta ser afirmativa, aunque
no con el alcance pretendido.
Al momento de expedirse en relación a las pautas de
valoración de la pena, e ingresando a este acápite concreto, tanto el Sr.
Agente Fiscal como el Apoderado de los Particulares Damnificados,
consideraron que los casos aquí bajo juzgamiento, configuraban supuestos
de violencia de género.
Si bien no realizaron petición alguna al respecto, bueno
es recordar que a través de la ley nº 26.485 se pretende instalar como
prioridad de las políticas públicas del Estado, la lucha contra la
denominada violencia de género, a la que nuestra Nación se obligó
oportunamente a través de diferentes Tratados Internacionales, incluso con
jerarquía Constitucional.
Aclarado ello, considero que debe receptarse en forma
favorable la pretensión de considerar en este apartado la extensión del daño
causado en ambas menores, desde que quedaron evidenciadas en el juicio
las consecuencias que los actos de los que fueron víctimas, provocaron en
cada una de ellas.
Respecto a J. C., tanto la adolescente como su madre
relataron sus dificultades para dormir, haber repetido el año escolar cuando
ocurrió el injusto, como así también su asistencia terapéutica, tanto
psicológica como psiquiátrica, a la que al día de la fecha continúa
acudiendo. Tengo presente aquí, que al momento de prestar declaración, C.
solicitó la presencia de su psicóloga en la sala de audiencias, desde que su
cercanía, aunque más no fuera entre el público, le daba tranquilidad.
Las descalificaciones de las que también fue víctima,
que relatara en ocasión de dirigirse a bailar con sus amigos, cuando fue
tildada de “violada”, tampoco pueden permanecer ajenas a este
pronunciamiento.
Asimismo, en relación a I. A., su madre contó que debió
realizar tratamiento psicológico, al que también acudió para saber cómo
acompañar a su hija.
Esta joven, al igual que C., fue objeto de gritos en la vía
pública, por parte de un grupo de jóvenes, circunstancias que, como antes
dije, deben ser consideradas desde que exceden el daño propio que
ocasiona el delito.
En relación a las demás pretensiones articuladas,
propongo desestimarlas.
Ello es así desde que considero que la modalidad de
acometimiento del injusto, requerida por la Fiscalía, se encuentra inserta
dentro de la figura típica que propondré, donde el despliegue de una u otra
actividad, constituyen actos dirigidos a la concreción del hecho, razón por
la cual entiendo no debe ser tenida en cuenta en este acápite.
Tampoco la minoridad de ambas víctimas, como
requirieran ambos Acusadores, ya que no puedo perder de vista que a la
fecha de los sucesos, J. C.contaba con 15 años e I. A. con 16 años de edad,
pero los aquí justiciables, también eran menores de edad. Por lo tanto, no
observo una desventaja tal que pueda repercutir en el sentido solicitado y,
además, lo encuentro contradictorio con la valoración de corta edad de los
agentes como pauta atenuante.
Y, finalmente, entiendo que los señalamientos
efectuados también por ambos Acusadores en relación a la “conducta
desaprensiva” como expresó el Dr. Venzano, o “actitud contumaz”, según
el Dr. Annichiarico, en relación a A. H., por el suceso que tuvo lugar
cuando ambas víctimas se dirigían a bailar, no pueden tener favorable
acogimiento.
Es que más allá de haber señalado ambas menores que
pudieron verlo en oportunidad en que estaba por ascender a uno de los
micros, lo cierto es que no se probó de modo alguno que quien profiriera
los gritos de “violada, cagona” a J. C., provinieran del mencionado. La
joven dijo haber escuchado el insulto como proveniente del colectivo al que
H. había ascendido, pero en ningún momento expuso que fuera éste el autor
de los agravios. Por lo tanto, como vengo relatando, propongo desestimar
esta cuestión.
Así lo voto en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
A esta cuestión, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual expresó:
Voto en igual sentido en forma negativa, en el marco de
mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
Sobre esta cuestión, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo, contestó:
Acompaño en el voto a las Colegas que me preceden en
el orden de votación, conforme mi sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 371 párrafo 3º inc. 4º y 373 del Código
Procesal Penal.
VE R E D I C T O
En mérito del resultado que ha arrojado la votación de las cuestiones
precedentes planteadas y decididas, el Tribunal pronuncia VEREDICTO
de RESPONSABILIDAD en relación a los acusados A. N. H. y J. P. B.,
cuyas circunstancias personales ya fueron señaladas, y por los hechos que
tuvieron lugar el día 14 de octubre del año 2.014 en la localidad de
Banfield, partido de Lomas de Zamora.
Con lo que terminó el acto, firmando las Sras. Jueces:
Acto seguido, a los efectos de dictar sentencia y prosiguiendo con el mismo
orden de sorteo, se plantean las siguientes
C U E ST I O N E S
PRIMERA: ¿Qué calificación corresponde otorgar en relación a los
sucesos sobre los cuales recayó veredicto de responsabilidad?
Sobre este interrogante, la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
A mi modo de ver, la significación jurídica que
corresponde otorgar a los sucesos que se tuvieron por acreditados, es la de
abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el número de
intervinientes, tratándose de dos hechos que concursan en forma real entre
sí, en el marco de las disposiciones de los arts. 45, 55, y 119 párrafos 2º y
4º inc. “d” del Código Penal.
En esta inteligencia, y toda vez que la calificación
expuesta, fue colocada en crisis por ambas Defensas, esbozaré a
continuación los argumentos que lograron mi convicción en el sentido
expuesto, recordando que la resistencia se afincó, en lo sustancial, en que
no se hallaría acreditado el dolo exigido por la figura típica ni el carácter
gravemente ultrajante.
En primer lugar destacaré que en los delitos contra la
integridad sexual, cualquiera fueran sus características, el bien jurídico
protegido resulta ser precisamente la integridad sexual de la persona, esto
es, en palabras del Dr. Donna, la libertad sexual de la persona mayor de 18
años de edad, y el libre desarrollo sexual de los menores de esa edad (cfr.
Donna, Edgardo A. “Delitos contra la integridad sexual”, Ed. RubinzalCulzoni, pág. 12).
Asimismo, y si bien conforme una teoría subjetivista, el
abuso sexual se perfecciona con la realización de actos libidinosos que no
constituyan acceso carnal, y con el propósito de satisfacer un deseo erótico,
en el marco de la teoría objetivista imperante, no constituye requisito del
tipo que el autor tenga dicho fin -libidinoso- desde que lo que se protege es
el derecho a la libertad corporal contra el ultraje que implica la intromisión
indebida de un tercero (cfr. Núñez, Ricardo C. “Derecho Penal Argentino”,
Bibliográfica Omeba, Bs. As. 1.961, T. IV, pág. 309).
Conforme ello, devienen típicos también otros actos que
no posean esa finalidad, pero que objetivamente son impúdicos por afectar
las partes pudendas de la víctima, encuadrando en este concepto los actos
de naturaleza sexual que son hechos para burlarse de la víctima. Por lo
tanto, se comete el delito mediante una afección efectuada sobre el cuerpo
de la víctima, aunque no sea con una finalidad sexual, si el autor tiene
conocimiento que lesiona la libertad sexual de la persona ofendida (cfr.
Donna, ya citado, pág. 21).
Nos ilustra así el jurista, que son actos libidinosos
aquellos que son objetivamente impúdicos por afectar partes pudendas,
aunque el autor no tenga la finalidad de obtener una satisfacción sexual,
sino por ejemplo, hacer una broma, humillar a la víctima.
Ahora bien; aclarado entonces el alcance de la figura
típica básica, destacaré que la introducida en nuestro Código Penal
mediante la ley nº 25.087, castiga más duramente a aquellos actos
impúdicos que resulten más dañosos para la víctima, sin llegar al acceso
carnal.
Así se decidió, que se perfecciona este tipo penal cuando
las circunstancias en que se llevó a cabo el abuso, o por su duración,
implicaron una degradación o humillación mayor para la víctima, que en el
abuso simple (cfr. Trib. Casac. Pcial., Sala 4ª, causa nº 56.509, RSD nº
413/13, del 27-08-2.013), y que si bien posee una estructura similar con
éste, la agresión debe ser cualitativamente más grave que el común de las
circunstancias que quedarían abarcadas por la figura simple (cfr. Trib.
Casac. Pcial., Sala 5ª, causa nº 56.465, RSD 443/13 del 17-09-2.013).
También se tiene entendido que los actos sexuales
gravemente ultrajantes son aquellos que objetivamente tienen una
desproporción con el propio tipo básico, y que producen en la víctima una
humillación más allá de la que normalmente se verifica con el abuso en sí.
Con lo cual no se puede tomar en cuenta la sensibilidad extrema de la
víctima, sino el carácter objetivo del acto (cfr. Donna., obra ya citada, pág.
46).
Por lo tanto, conforme vengo argumentando, para la
configuración del tipo en cuestión, debe acreditarse que el acto ofensivo
sexual ya sea por su duración o por las circunstancias de su realización,
derive en un sometimiento por parte del sujeto activo de un ultraje
esencialmente grave para el sujeto pasivo.
En este contexto, y como expusiera al inicio, no tengo
tampoco duda alguna que los injustos ya acreditados se insertan dócilmente
en la figura en cuestión.
Veamos aquí: el pormenorizado relato que la menor J.
C. efectuó respecto a lo sucedido en el interior del cuarto de B., revela que
el acometimiento perduró por un espacio temporal superior al que podría
asignarse al tipo básico. Solo alcanza para robustecer esta aseveración,
detenernos en las secuencias relatadas en cuanto a interceptarla,
introducirla al dormitorio, arrojarla a la cama, subirle ambas prendas de
vestir (pollera y top), y realizar los tocamientos por debajo de su ropa
interior, hasta que al fin se produjo la fuga del lugar, a pesar de que se
intentó retenerla por su pollera.
En mi opinión, el cuadro descripto necesariamente se
desarrolló en un marco temporal significativo.
Además, la modalidad -circunstancias- en que el acto se
llevó a cabo, excede con creces, la que puede asignarse a la figura básica:
acudir inocentemente a una fiesta de cumpleaños, ser introducida en una
habitación por la fuerza, hallarse a oscuras, sostenida por sus miembros,
rodeada de personas, unas realizando el “manoseo” de sus pechos y su
vagina, otras festejando a través de sus risas la situación, y el conocimiento
de prácticamente todos los asistentes al festejo de lo que le había sucedido:
¿Hay alguna duda de que ello no representó una degradación y humillación
para la adolescente de tamaña magnitud? ¿Puede asimilarse ello al tipo
básico, por ejemplo el rozamiento de un glúteo o un pecho en un medio de
trasporte? Definitivamente entiendo que la única respuesta posible es la
negativa.
Y a lo hasta aquí expuesto no obsta la circunstancia de
que la joven C. pernoctara luego en el domicilio donde tuvo lugar el delito,
y en el mismo cuarto. Dijo respecto a esta cuestión el Dr. Julio Rivas que
teniendo en cuenta ello, el hecho “tan grave no fue”.
Entiendo que dicha situación, si bien en un principio
puede resultar “llamativa”, debe ser analizada en el contexto de un grupo
de adolescentes, donde resulta por demás habitual que luego de una
reunión, fiesta o una salida a bailar, duerman todos en un mismo domicilio,
incluso varones y mujeres. Realizo esta última aclaración, desde que fue
una constante en los interrogatorios formulados a los testigos.
En la actualidad, así es en general, y carece de
implicancia o trascendencia alguna, simplemente un grupo de amigos de
ambos sexos, pasan la noche en una misma casa e incluso en el mismo
cuarto, sin ninguna otra connotación.
Que ello tuviera lugar en el dormitorio de B. , tampoco
posee otra significancia ni le resta severidad al suceso. En dicho cuarto se
encontraba F. N., a quien C. señaló como su amigo. Fue, conforme los
dichos de ambos, quien la contuvo y consoló, con quien compartió la
mañana siguiente y con quien tomó el colectivo para dirigirse a su
domicilio. No buscó, es cierto, la cercanía de sus progenitores. Pero
tampoco puede perderse de vista que la adolescente expuso que convivía
con su padre y tenía mucha vergüenza de contarle el suceso, y que recién
pudo contárselo a su madre al enterarse que todos sus compañeros del
colegio al que asiste sabían lo que le había pasado, pero que igualmente
primero necesitó decírselo a su hermana mayor.
Este tipo de cuestiones, relacionadas con el cuerpo, la
intimidad y la sexualidad, pueden no ser fáciles de exteriorizar con los
adultos, incluso con los padres, por lo que ninguna errónea interpretación
cabe hacer del accionar de la joven en su perjuicio.
Muchos son los casos de abuso sexual que se callan y
ocultan por esta cuestión, aún en personas mayores de edad.
Desde la mirada adulta puede observarse como extraña
la conducta, pero quizás, si logramos retrotraernos a nuestros jóvenes 15 ó
16 años de edad, podamos restarle trascendencia y comprender, como ella
misma expuso, que “solo quería olvidar”. Y además, como también dijo J.
C., ante el insistente interrogatorio acerca de dónde, cómo y con quién
durmió: ¿Tiene algo que ver lo que me pasó con el lugar donde dormí?
Con respecto a I. A., cierto es que conforme sus propios
dichos, la acción tuvo un tiempo menor que situó entre 2 a 5 minutos. Pero
ello no le resta la gravedad expuesta en párrafos precedentes.
En efecto; al igual que C., esta joven asistió al
cumpleaños de B. junto con su grupo de amigas con el objeto de disfrutar y
pasar una noche agradable y mediante un engaño se encontró dentro de una
habitación, también rodeada de personas, donde se le colocó una sábana en
la cabeza y se la arrojó en una cama, para el gozo o burla de los presentes,
donde algunos reían en tanto otros tocaban sus partes íntimas.
Los pocos minutos que pudo haber durado el acto, no le
quitan magnitud, humillación ni degradación. Me pregunto al igual que en
párrafos anteriores ¿Podemos considerar esta situación como un “manoseo”
típico de la figura básica? Nuevamente considero que la única respuesta a
este interrogante es la negativa.
Ambas jóvenes fueron sometidas, colocadas en carácter
de objeto, reteniéndolas e inmovilizándolas, para llevar a cabo los
tocamientos inverecundos.
Y el sometimiento se encuentra debidamente probado.
En palabras de Creus, éste existe cuando se pone a la otra persona
generalmente por la fuerza o la violencia bajo la autoridad o dominio de
otra (cfr. Creus, Carlos, “Derecho Penal. Parte especial”, T. I, Ed. Astrea,
Bs. As. 2.007), o cuando remarca la idea de humillación de la víctima (cfr.
Trib. Casac. Pcial, Sala 1ª, causa nº 50.611, RSD nº 497/12, del
07/06/2.012), tal como ocurrió en ambos hechos.
Aquí, la finalidad de ambas jóvenes al asistir al festejo
se vio truncada por el actuar delictivo que las colocó en el centro del foco
de atención de un gran número de asistentes del evento, incluso de aquel
que simplemente había acudido al domicilio a buscar a un amigo, como fue
el caso de T. M. O., y que igualmente terminó enterándose del suceso. Los
hechos se desarrollaron en un ámbito privado, pero rápidamente tomaron
carácter público al resultar imposible para las víctimas sustraerse del
entorno, con fundamento en el nivel de angustia que las respectivas
situaciones provocaron en ellas.
La desesperación, la angustia, el temor a cómo
concluiría la acción que se estaba desarrollando en jóvenes de tan solo 15 y
16 años de edad, en pleno despertar sexual, sumados a las circunstancias ya
expuestas, no me dejan otra alternativa que calificar el hecho de la manera
referida.
Ahora bien, en el contexto que vengo relatando,
debemos tener presente además que se agrava esta figura por la pluralidad
de sujetos intervinientes. Y como expusiera al inicio, en ambos casos
también se impone aplicar esta calificante.
En efecto; quedó acreditado que los tocamientos
indebidos fueron llevados a cabo en uno y otro caso, por varias personas, a
pesar de no poder determinarse con exactitud el número ni quién desarrolló
cada acto. Además, se probó que para la ejecución, en el caso de C. , fue
llevada al dormitorio por un sujeto que luego permaneció en él y que
impidió la huida de la joven del lugar.
En el supuesto de A., se demostró que fue introducida en
el cuarto mediante el engaño que realizó un individuo que permaneció
luego en el escenario del injusto y que otro le arrojó una sábana o manta
para perfeccionar el delito.
Por lo tanto, la agravante numérica señalada
corresponde tanto para H. como para B., desde que la misma tiene su
fundamento en la menor posibilidad de resistencia de la persona, no
requiriendo el tipo para su configuración, la ejecución de la agresión sexual
por parte de todos los intervinientes, sino que solo exige que el o los
consortes hayan aportado su colaboración para que otro la ejecute, como
aconteció en la especie.
En consecuencia, propongo entonces otorgar a los
sucesos la significación jurídica expresada al inicio, en concordancia con lo
peticionado por la Vindicta Pública y los Particulares Damnificados.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 373 y 375 inc. 1º del Código Procesal Penal.
A esta cuestión, la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual respondió:
Adhiero a la calificación propiciada por la Dra. Isabel
Ación, razón por la cual voto en igual sentido.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 210, 373 y 375 inc. 1º del Código Procesal Penal.
Sobre este tópico, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz Buzzo expresó:
Comparto la significación jurídica otorgada por las
Colegas que me precedieron, votando en igual sentido en el marco de mi
sincera y razonada convicción.
Arts. 210, 373 y 375 inc. 1º del Código Procesal Penal.
SEGUNDA: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Respecto a este tópico la Sra. Juez Dra. Isabel Ación dijo:
A efectos de determinar la repercusión punitiva que
corresponde imponer en este caso concreto, corresponde ponderar ciertos
principios, normas y recomendaciones que servirán de sustento a la
decisión a adoptar.
Entre éstos tengo que cuenta que la imposición de una
pena privativa de la libertad reviste carácter excepcional, debiendo acudirse
a la adopción de dicha medida como alternativa de último recurso. Lo
expuesto tiene su fundamento normativo en la Constitución Nacional,
Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica), Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
art. 37 inc. “b” de la Convención Internacional de los Derechos del Niño,
reglas 17.1 “b” y 19.1 de las Reglas de las Naciones Unidas para la
Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing), art. 58 de la
ley 13.634, entre otras disposiciones.
También que la legislación de orden Provincial citada,
expresamente tiene previsto que la sanción a imponer debe guardar
absoluta proporcionalidad, no solo con las circunstancias y gravedad del
injusto, sino también con la situación y necesidades del niño (art. 58 inc.
1º), mientras que las Reglas de Beijing establecen idéntico concepto,
extendiendo el principio de proporcionalidad, a las necesidades de la
sociedad.
Los postulados sentados en el Seminario Internacional
de Justicia Reparadora, Mediación Penal y Probation celebrado en Ushuaia
en el mes de mayo de 2.007 (“Niños, jóvenes y adolescentes en conflicto
con la ley penal -prácticas y obstáculos-. Aspectos jurídicos y
criminológicos de la delincuencia juvenil. Tendencias actuales”, Fellini,
Zulita), donde se plasmó que la finalidad de la justicia penal juvenil es
lograr la autodeterminación del sujeto, a través de sus mecanismos internos
que le permitan discernir y diferenciar aquello que resulta bueno y/o
perjudicial para sí mismo o para un tercero.
Las recomendaciones de UNICEF, en cuanto a fomentar
la responsabilidad del adolescente que cometió una infracción penal;
responsabilizándose de sus actos y comprendiendo las consecuencias que
su conducta tuvo sobre las víctimas, directas o indirectas.
Además que con la aplicación de la pena debe
pretenderse que el sujeto del acto dé alguna significación al mismo, que
subjetivice su falta y que recupere su lugar en el tejido social al que su acto
ha dañado (GerezAmbertín, M. “El sujeto de la pena: culpa y ley”,
Actualidad Psicológica, agosto de 2.001, págs. 2/5).
Que la pena a imponer, amén de guardar concordancia
con el principio de proporcionalidad y con la culpabilidad del sujeto activo,
no podrá revestir igual entidad que la que debe ponderarse en una persona
adulta (Suprema Corte de Justicia de la Nación, “Maldonado” del 7/12/05).
Expuestas estas premisas, y adentrándome entonces en
este caso particular, teniendo en cuenta la calificación de los injustos
cometidos, la valoración efectuada respecto a las circunstancias atenuantes
y agravantes de la sanción que ya fueron desarrolladas, a la luz de los
principios de proporcionalidad y razonabilidad que deben imperar en todo
acto de gobierno, tal como lo es la sentencia judicial, aunado ello a la
reducción del quantum punitivo establecido en el art. 4º, 2º párrafo de la ley
22.278, y los demás aspectos ut supra mencionados, propongo a mis
Colegas, imponer a A. N. H. y J. P. B., la pena de 4 (cuatro) años y 6 (seis)
meses de prisión, accesorias legales y costas del proceso, estas con el
alcance de las previsiones de los arts. 1.114 y 1.116 del Código Civil
(conforme la antigua redacción con fundamento en la fecha del injusto aquí
sometido a juicio), para cada uno de ellos.
Entiendo así, que el monto propiciado se inserta
cabalmente en los lineamientos expuestos, y que resulta acorde a las
cuestiones que aquí se debatieron.
Asimismo, entiendo pertinente para ambos, el
sometimiento a un exhaustivo tratamiento psicológico a efectos de
coadyuvar a su reinserción social y a la superación de actos como los que
aquí fueron materia de juicio. Además, deberá garantizarse en sendos casos
la continuidad de los estudios universitarios.
En el marco de los enunciados precedentes, aclaro que la
gravedad de los injustos cometidos no permite la imposición de una
sanción menos gravosa. Ya me referí con anterioridad en relación a la
humillación y degradación a la que fueron sometidas las dos menores, y al
daño que el accionar de los acusados produjo en ambas.
Tanto A. H. como J. B. contaron siempre con recursos
sociales y culturales como para evitar los injustos; no surgió en el debate,
ni consta en los informes que se encuentran incorporados por lectura,
ninguna situación que pudiera haber motivado sus conductas en el sentido
que fue acreditado; sus respectivos niveles de estudios, su inclusión en
comunidades educativas reconocidas, y el nivel social de inserción familiar
y personal en cada uno de los casos, revelaron que ambos contaron con los
medios como evitar los injustos y la violación a las normas, conociendo su
alcance y sus consecuencias.
Además, tampoco puedo perder de vista la trascendencia
que el delito tuvo para las víctimas, teniendo en cuenta, por ejemplo, la
ocasión en que se dirigían a bailar y J. C. fue gritada desde un micro
“violada”, o cuando idéntico calificativo fue dicho en la vía pública a I.A. .
Por lo tanto, como vengo relatando, el guarismo
propuesto es el que a mi modo de ver, se adecua al injusto, a las conductas
desplegadas, y resulta entonces proporcional a las pautas de valoración de
la pena que fueron tenidas en cuenta.
Sin embargo, no encuentro elementos que permitan
echar mano a la cautela contenida en el art. 371 último párrafo del Digesto
Ritual, con el alcance que fuera peticionada por el Sr. Agente Fiscal.
Considero así, que no se demostró que ninguno de los
consortes pretenda eludir la continuidad del proceso, sustrayéndose del
actuar de la justicia. Ambos se encuentran cursando estudios universitarios,
en tanto B. también colabora en la empresa familiar. Conforme las
referencias del Sr. Defensor de H. , que no fueron objeto de réplica por
parte de ambos Acusadores, siempre estuvieron a derecho, presentándose
en cada oportunidad en que fueron requeridos, tal como lo hicieron
debidamente en cada jornada del debate, al igual que sus respectivas
familias.
Por lo tanto, si bien obviamente ante el conocimiento del
monto de la pena en expectativa, se ven aumentados los peligros de
frustración del proceso, pueden imponerse otras pautas que no revistan
tamaña gravedad, en este estadio procesal, tendientes a asegurar su
presencia y continuidad de la sujeción a derecho, hasta la obtención de la
firmeza del fallo.
Propongo en tal concepto en relación a ambos, que
establezcan residencia en sus respectivos domicilios familiares, de los que
no podrán ausentarse por más de 10 (diez) días, comprometiéndose a
presentarse tanto en este Órgano Jurisdiccional como en cualquier otro que
así lo requiera en forma inmediata, que concurran en forma mensual a este
Juzgado a efectos de acreditar la residencia y la continuidad de sus estudios
a través de la certificación correspondiente.
Y además, propongo prohibir su salida del país, librando
a tales efectos las órdenes pertinentes a la Dirección General de
Migraciones dependiente del Ministerio del Interior y Transporte a efectos
de que adopte las diligencias necesarias para su efectivo cumplimiento.
En otro orden de ideas, acompañaré también la
pretensión del Dr. Ciro Annichiarico, Letrado de los Particulares
Damnificados, en cuanto a la necesidad de dar intervención al órgano
correspondiente a efectos de investigar la eventual intervención que en los
hechos aquí juzgados, pudieran haber tenido D. G., E. D. G., A. T. C. y la
menor C. M..
Con respecto a ello, ya expuse que la permanencia de
los nombrados en el interior del cuarto de B., y en el momento en que se
desarrolló el injusto que tuvo por víctima a A., puede ser insertada dentro
de un reproche criminal; como así también la presencia de M. en ese
escenario en ambos eventos aquí juzgados que da cuenta, en principio, de
una actitud reñida con las normas y encuadrable en una conducta típica.
A tales efectos, corresponderá proceder por Secretaría a
la extracción de testimonio del acta de debate y del presente veredicto y
sentencia.
Así lo considero en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 5,12, 29 inc. 3º, 40, 41, 55 y 119 apartados 2º y 4º
inc. “d” del Código Penal; 210, 287, 375 inc. 2º, 530 y 531 del Código
Procesal Penal; 56 y 58 de la ley 13.634; 4º de la ley 22.278 y 1.114 y
1.116 del Código Civil (en su antigua redacción).
Sobre este tópico la Sra. Juez Dra. Marta Elba Pascual dijo:
Comparto en un todo el pronunciamiento propuesto,
votando por lo tanto en igual sentido que la Dra. Isabel Ación, en el marco
de mi sincera y razonada convicción.
Arts. 5, 12, 29 inc. 3º, 40, 41, 55 y 119 apartados 2º y 4º
inc. “d” del Código Penal; 210, 287, 375 inc. 2º, 530 y 531 del Código
Procesal Penal; 56 y 58 de la ley 13.634; 4º de la ley 22.278 y 1.114 y
1.116 del Código Civil (en su antigua redacción).
En relación a este interrogante, la Sra. Juez Dra. Miriam Beatriz
Buzzo expresó:
Nuevamente comparto los argumentos expuestos,
votando en el mismo sentido en el marco de mi sincera y razonada
convicción.
Arts. 5, 12, 29 inc. 3º, 40, 41, 55 y 119 apartados 2º, y 4º
inc. “d” del Código Penal; 210, 287, 375 inc. 2º, 530 y 531 del Código
Procesal Penal; 56 y 58 de la ley 13.634; 4º de la ley 22.278 y 1.114 y
1.116 del Código Civil (en su antigua redacción).
Con lo que terminó el acto, firmando las Sras. Jueces por ante mí, de lo que
doy fe:
S E N T E N C I A
Lomas de Zamora, Septiembre de 2.015.Por lo que resulta del Acuerdo que antecede, este Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil Único Departamental,
FALLA: 1- CONDENAR a A. N. H., sin apodos, de nacionalidad
argentina, y 19 años de edad, nacido el día 14 de abril del año 1.996 en
Capital Federal, titular del D.N.I nº …, hijo de N. A. H. (v) y de M. P. C.
(v), de estado civil soltero, instruido, de ocupación estudiante universitario,
y con domicilio en la calle …. nº … de la localidad de Banfield, partido de
Lomas de Zamora, a la PENA de 4 (CUATRO) AÑOS y 6 (SEIS)
MESES
de
PRISION
de
EFECTIVO
CUMPLIMIENTO,
ACCESORIAS LEGALES y COSTAS del proceso, estas con el alcance
de las disposiciones de los arts. 1.114 y 1.116 del Código Civil vigente a la
fecha de comisión del hecho aquí en juzgamiento, en orden a la comisión
del delito de ABUSO SEXUAL AGRAVADO POR RESULTAR
GRAVEMENTE ULTRAJANTE PARA LA VÍCTIMA Y POR LA
INTERVENCIÓN DE DOS O MAS PERSONAS, SIENDO 2 (DOS)
HECHOS EN CONCURSO REAL ENTRE SI, ocurridos el día 14 de
octubre del año 2.014 en la localidad de Banfield, partido de Lomas de
Zamora.
Arts. 5, 12, 29 inc. 3º, 40, 41, 45, 55 y 119 apartados 2º y 4º
inc. “d” del Código Penal; 210, 530 y 531 del Código de Procedimiento
Penal; 56 y 58 de la ley 13.634; 4º de la ley 22.278; y 1.114 y 1.116 del
Código Civil (en su antigua redacción).
2- CONDENAR a J. P. L. B.¸ apodado “J.”, de nacionalidad
argentina y 19 años de edad, nacido el día 22 de febrero del año 1.996 en la
ciudad de Lanús, titular del D.N.I nº …, hijo de P. B. (v) y de G. M. L. (v),
de estado civil soltero, estudiante universitario y empleado administrativo
en una empresa familiar, con domicilio en la calle … nº … de la localidad
de Remedios de Escalada, partido de Lanús, a la PENA de 4 (CUATRO)
AÑOS y 6 (SEIS) MESES de PRISIÓN de EFECTIVO
CUMPLIMIENTO, ACCESORIAS LEGALES y COSTAS del proceso,
estas últimas con el alcance de las disposiciones de los arts. 1.114 y 1.116
del Código Civil vigente a la fecha del suceso aquí bajo juzgamiento, en
orden a la comisión de delito de ABUSO SEXUAL AGRAVADO POR
RESULTAR GRAVEMENTE ULTRAJANTE PARA LA VÍCTIMA
Y POR LA INTERVENCIÓN DE DOS O MAS PERSONAS, SIENDO
2 (DOS) HECHOS EN CONCURSO REAL ENTRE SI, ocurridos el día
14 de octubre del año 2.014 en la localidad de Banfield, partido de Lomas
de Zamora.
Arts. 5, 12, 29 inc. 3º, 40, 41, 45, 55 y 119 párrafos 2º y 4º inc.
“d” del Código Penal; 210, 530 y 531 del Código de Procedimiento Penal;
56 y 58 de la ley 13.634; 4º de la ley 22.278; y 1.114 y 1.116 del Código
Civil (en su antigua redacción).
3- DISPONER se proporcione a ambos un exhaustivo
tratamiento psicológico que coadyuve a su reinserción social, y a la
superación de actos como los que aquí fueron materia de juicio.
GARANTIZAR la continuidad de los estudios universitarios
de ambos.
Art. 3º ley 23.849.
4- DESESTIMAR el pedido de DETENCION articulado por
la Fiscalía e IMPONER a A. N. H. y P. J. B., las siguientes condiciones
que tendrán vigencia hasta la adquisición de firmeza del presente fallo:
a) Establecer residencia junto a su grupo familiar, de la que no podrán
ausentarse por un plazo mayor a 10 (diez) días;
b) Asumir el compromiso de presentarse tanto en este Órgano
Jurisdiccional como en cualquier otro que así lo requiera en forma
inmediata;
c) Concurrir en forma mensual a este Juzgado a efectos de acreditar la
residencia y la continuidad de sus estudios a través de la certificación
correspondiente.
Art. 371 último párrafo del Código Procesal Penal.
5- PROHIBIR la salida del país de A. N. H. y de J. P. B..
HACER SABER al Sr. Titular de la Dirección Nacional de
Migraciones, dependiente del Ministerio del Interior y Transporte, este
acápite, a efectos de adoptar las medidas correspondientes para efectivizar
la misma.
Art. 371 último párrafo del Código Procesal Penal.
6- DISPONER la extracción de testimonio del acta de juicio,
y del veredicto y sentencia y, una vez habidos, remitirlos a la Unidad
Funcional de Instrucción y Juicio que corresponda de este Fuero, a efectos
de investigar la eventual intervención en los sucesos aquí bajo juzgamiento
de D. G., A. T. C., E. D. G. y C. M., tal como fuera peticionado por el
Letrado de los Particulares Damnificados.
Art. 287 del Código Procesal Penal.
7- PROCEDER a notificar a la víctima I. A. y su progenitora
M. E. D´A., el resultado del proceso, teniendo a la restante víctima, J. C.,
por notificada en el día de la fecha conforme la representación del Dr. Ciro
Annichiarico.
Art. 83 del Código Procesal Penal y 374 último párrafo del
Código Procesal Penal.
8- REGULAR los HONORARIOS PROFESIONALES de
los Dres. Ciro Vicente Annichiarico, Tº I, Fº 168 del C.A.A.L, en la
cantidad de … (…) ius; Julio Adrián Rivas, Tº VII, Fº 200 del C.A.L.Z, en
la cantidad de … (…) ius, y Ángel Oscar Moyano, Tº II, Fº 42 del
C.A.A.L, en la cantidad de … (…) ius; todos ellos con más los aportes de
ley.
Arts. 9, 10, 13, 15, 16, 22, 28, 51, 54, 55 y 57 de la ley 8.904.
9- CUMPLIR con lo dispuesto en el art. 22 del Acuerdo nº
2.840 de la Excma. Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires.
Se tiene al Sr. Agente Fiscal, Particulares Damnificados, Defensores y a los
encartados A. N. H. y P. J. B., por notificados del presente por su lectura
por Secretaría. Cúmplase con todo lo aquí dispuesto y, oportunamente,
practíquese cómputo de pena y fórmese el correspondiente incidente de
ejecución.
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