MEDIDA CAUTELAR. MOTIVACIÓN DE ACTOS ADMINISTRATIVOS.FUMUS BONI IURIS. PERICULUM IN MORA. Tomo 6, folio 32 Santa Fe, 11 de febrero de 2004. VISTOS: Estos autos caratulados “MAILLIER, Lucía Victoria contra PROVINCIA DE SANTA FE sobre MEDIDA CAUTELAR” (Expte. C.C.A.1 nº 280, año 2003); y, CONSIDERANDO: I.1. La señora Lucía Victoria Maillier interpuso recurso contencioso administrativo contra la Provincia de Santa Fe, a fin de que se deje sin efecto el decreto 3163/03 -y sus antecedentes resoluciones 5463/01 y 2810/00 de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Provincia-, y, en consecuencia, se declare subsistente el beneficio de jubilación por invalidez. Expresó, en lo que ahora interesa, que en fecha 27.4.1993 la Junta Médica Especial comprobó su incapacidad total y permanente para el desempeño de todo tipo de tareas remuneradas, equivalente a la pérdida del 70% de la capacidad laborativa total e igual grado con relación a sus tareas específicas, sin posibilidad de sustituir sus tareas habituales por otras compatibles con sus aptitudes profesionales, sin posibilidad de mejoramiento o curación, y, por ende, de desaparición total o parcial de la incapacidad; que se la declaró cesante por ese motivo el 15.9.1994 (decreto 2607); y que mediante resolución 3536 del 27.9.1994 el organismo previsional le acor dó el beneficio de jubilación por invalidez. Agregó que la Caja la citó a reconocimiento médico (practicado el 19.7.2000) estimándose la existencia de incapacidad parcial y permanente del 40% (acta 2000/1206), razón por la cual dispuso la extinción del beneficio en razón de que el estado de invalidez ha bía variado en su porcentaje invalidante, no alcanza ndo el porcentual mínimo establecido en el artículo 16 de la ley 6915 (66%). Refirió también al trámite administrativo de impugnación, en el cual -según dijo- pidió la suspensión de los efectos del acto. En cuanto a la procedencia del recurso, expresó que su incapacidad total y permanente nunca se redujo; que dicha incapacidad debe ser determinada conforme al artículo 16 de la ley 6915, aplicable por ser la vigente al tiempo de la misma; que esa norma no remite la solución del caso exclusivamente a un dictamen médico; que para que opere la extinción del beneficio legalmente es menester el dictado de la resolución del órgano competente; que dicha resolución, y, en su caso, la del Poder Ejecutivo, deben fundar precisa, concreta y razonadamente la eventual disminución o desaparición de la incapacidad laborativa en relación a las calidades profesionales o tareas específicas del jubila do, y no remitirse a la supuesta incapacidad general o del total orgánico, ni sola y necesariamente a dictámenes médicos; y que así lo dispone el artículo 16 de la ley 6915. Por otra parte, imputó a los actos impugnados deficiencias en su motivación por cuanto: no explican concretamente si el estado del cuerpo y la salud ha variado, y en tal caso qué ha variado; se sustentan en actas que no satisfacen las exigencias dispuestas por la ley y los reglamentos aplicables (no cumple con la descripción de la dolencia o lesión, ni con la determinación de los antecedentes y fundamentos considerados para la emisión del dictamen); ni qué decir -agregó- del “informe del Médico Coordinador”, que sustituyó a un dictamen de junta médica e incursionó -a su criterio- en lo jurídico y en las facultades del Director de la Caja. Asimismo, expresa que causan agravio la afirmación contenida en el decreto 3163/03 acerca de que la opinión de los facultativos que la atienden son insuficientes para acreditar una calificación que en el régimen de los empleados públicos es facultad exclusiva de la Junta Médica; como así también la afirmación consistente en que no hay medida para la fundamentación, lo que -a su juicio- equivale a sostener que los dictámenes están exentos de control. Añade que tal argumento debió llevar a la conclusión necesaria de la nulidad de la resolución 5463/01, porque no se basa en dictamen de junta médica sino en el mencionado informe del Médico Coordinador. Además, considera que aquel argumento y omisión violan, en lo pertinente, los artículos 16 y 40 de la ley 6915, por cuanto no es cierto que la determinación de la incapacidad que da derecho al beneficio jubilator io sea facultad, ni exclusiva, de las juntas médicas, no estando la Caja, ni el Poder Ejecutivo, exentos de ponderar íntegramente el caso en el ejercicio de su función materialmente jurisdiccional; y que la mera remisión a los porcentajes de un baremo no satisfacen mínimamente el análisis íntegro que exigen los artículos 16 y 40 mencionados. Solicitó también medida cautelar, razón por la cual se forma la presente incidencia. 2. Pide que, teniendo en cuenta la naturaleza del beneficio en cuestión, se disponga cautelarmente la suspensión de los efectos del decreto impugnado hasta que se resuelva en definitiva, o hasta que se haga efectivo el pago de los salarios o equivalentes en virtud del artículo 20 de la ley 6915 (t.o. ley 11.373). Señala que son suficientemente verosímiles tanto la denuncia de nulidad de lo actuado como las graves consecuencias para ella y para la Administración, teniendo en cuenta que se tr ata de bienes rigurosamente tutelados como los beneficios previsionales adquiridos; y que la propia Administración, que “continúa abonando ha sta hoy el haber jubilator io”, admitió en su momento la suspensión cuando se le planteó judicialmente el caso como medida cautelar autónoma ante la Corte. Agrega que forzar a la reanudación de su trabajo con dolencias de columna y neurológicas, además de síndromes fóbicos, puede acarrear gravísimas consecuencias para su salud y responsabilidades respecto de terceros. Primordialmente -dice- es claro el sentido del artículo 20 de la ley 6915 (t.o. 11.373) en cuanto impide el cese de la percepción de haberes, los que deben abonarse sin solución de continuidad; que el principio de “ejecutividad” de los actos administrativos simples no puede mantenerse sin retaceos en caso de actos complejos, porque la determinación de hacer cesar el goce de los haberes jubilator ios a fin de que se comience a percibir sueldos no puede ser adoptada sin intervención previa del órgano que resultaría obligado al pago en lugar de la Ca ja; que es probable la inexistencia de vacantes y la falta de previsión presupuestaria par atender inmediatamente la eventual reincorporación; y, en fin, que las relaciones y los problemas interorgánicos no son óbice para la satisfacción del derecho a la ininterrumpida percepción. Considera necesario evitar lo ocurrido en los casos en que se ejecutó la resolución administrativa y los interesados sufrieron la efectiva pérdida del ingreso; que como docente jubilada carece de fortuna; que el ingreso mensual sólo le permitió atender gastos de subsistencia; que el beneficio previsional fue sin discusión regularmente acordado; que el asunto es alimentario; y que el peligro es inminente. Dice que corresponde aventar el peligro de carencia de ingreso, que -como jubilada y con incapacidad permanente (con no menos del 40% según apreciación actual de la Administración)- no será capaz de resistir; que no se tiene opción para no pagar; y que la demandada ha continuado abonando los haberes haciendo lugar tácitamente a la medida cautelar en sede administrativa. De ello extrae que la presente solicitud resulta prácticamente de no innovar. Invoca los artículos 1 y 19 a 21 de la Constitución provincial, y 20 de la ley 6915, como así también el 14 de la ley 11.330. 3. Corrida vista a la demandada, la contesta a fojas 15/20 vto. con expreso pedido de rechazo e imposición de costas. Afirma que no puede consider arse a priori como jurídicamente aceptable la posición sustancial de la recurrente, ni, al menos dentro del examen preliminar, ilegítima la medida impugnada, la que se dictó previo dictamen de una Junta Médica que determinó una incapacidad parcial y permanente equivalente al 40% y la posibilidad de reintegrarse a tareas según ficha lesiográfica; y que, con posterioridad, la Junta Médica de Apelación dictaminó el mismo porcentaje de incapacidad y que era posible su reubicación. Relata que se le hizo saber que podía concurrir con su médico particular; que no se arrimaron elementos de prueba que autoricen a modificar la decisión del organismo previsional; y que los certifica dos médicos extendidos por profesionales particulares son insuficientes para acreditar una calificación que en el régimen de los empleados públicos es facultad exclusiva del organismo técnico. Asimismo, se opone, con cita de jurisprudencia, a los cuestionamientos que la actora dirige contra la motivación de los actos; que no se trataba de una jubilación “definitiva”; que fue garantizado el derecho de defensa; y que, en conclusión, no demuestra la recurrente que le asista razón a su pretensión, existiendo elementos de prueba suficientes que respaldan la decisión administra tiva Por otra parte, alega que la peticionaria no ha demostrado que no goce de un ingreso alimentario; por el contrario -dice-, la actora afirma que la Administración ha continuado abonando los haberes jubilatorios, no demostrando tampoco que su reincorporación cause algún daño a la sa lud. En suma, solicita el rechazo del pedido cautelar; con costas. II.1. Conforme puede extraerse del relato efectuado en los puntos anteriores, la peticionaria invoca -entre otras cuestiones- deficiencias en la motivación de los actos impugnados. En ese sentido, alega -básicamente- deficiencias en los dictámenes que les sirven de sustento a las medidas impugnadas. Al respecto, puede señalarse que se trata de planteos que impiden encuadrar el caso en la primera parte del artículo 14, tercero párrafo, de la ley 11.330. En relación a ello, y sin perjuicio de lo que se señalará, no podría marginarse lo expresado por la Corte, reiterado por esta Cámara en “Cabral” (S. T. 1, pág. 191) y -específicamente en materia de dictámenes médicos- en “Palacio” (S. T. 1, pág. 249; citado por la demandada), acerca de que “‘la motivación escueta o sucinta, si es suficientemente indicativa, no equivale a ausencia de motivación, ni acarrea nulidad’, dicho esto atendiendo a que el ‘tráfico administrativo ... es normalmente un tráfico en masa incompatible con más exigentes requerimientos’” (“Del Pozo”, A. y S. T. 115, pág. 28); y de que no existe una medida o quantum en la fundamentación (C.S.J.P.: criterio de A. y S. T. 64, pág. 53), por lo que el alcance de la exigencia, y, por ende su adecuado cumplimiento, no puede medirse por su extensión o su nivel de detalle. 2. Corresponde ahora examinar el caso a la luz de la posibilidad de que se configuren perjuicios irrepara bles o de difícil reparación. En este orden, se observa que la actora -conforme a su planteo- no invoca estrictamente un supuesto de ilegalidad manifiesta ni pr escinde de la cuestión vinculada al periculum in mora, sino que expresamente aduce que, en razón de sus dolencias de columna y neurológicas -y síndromes fóbicos-, la reanudación del trabajo puede acarrear gravísimas consecuencias para su salud y responsabilidades respecto de terceros; y que además pide la suspensión de los efectos de la resolución impugnada “teniendo en cuenta la naturaleza del beneficio en cuestión” (f. 6 vto.). Aun considerando el caso a la luz de esas circunstancias el presente pedido no puede prosperar. Como lo ha señalado esta Cámara en autos “Merino” (A. T. 5, pág. 371), en los que se consideraron planteos substancialmente análogos a los del sub judice, es sabido que la cuestión referida al peligro en la demora no autoriza a prescindir sin más de la vinculada al fumus boni iuris; particularmente en los aspectos que determinan que el acto aparezca prima facie ilegítimo. En un examen liminar propio de esta instancia, surge que el dictamen de la Junta Médica de Incapacidad, convocada en apelación, reuniría las condiciones anteriormente referidas en cuanto a las exigencias formales pertinentes (acta 2002/00228; fs. 120/127; expte. adm. 15101-0031987-4), pues prima facie estaría adecuadamente motivado y acompañado de la correspondiente ficha lesiográfica, la que coincide con la producida por la Junta Médica de Incapacidad que, con distinta integra ción, estuvo encargada del reconocimiento periódico (acta 2000/01206; fs. 48/49, expte. adm. cit.). Ello resta decisividad y verosimilitud a los agravios formulados respecto de ese último dictamen y de lo actuado por el Médico Coordinador; no concurriendo, en suma, las circunstancias consideradas y resueltas por esta Cámara en autos “Caspani” (A. T. 5, pág. 59). Se concluye entonces que aun examinando el caso a la luz del eventual peligro en la demora, la solicitud cautelar -como se dijo- no puede prosperar; máxime si se considera que las posibilidades de reubicación de la actora no se extenderían al desempeño de tareas tales como el dictado de clases o el cuidado de niños, ni al ejercicio de funciones de supervisión, dirección, jefatura, etc. (ver f. 129; expte. adm. cit.). Por último, puede agregarse que no surge, más allá de las constancias obra ntes a fojas 157/168 (expte. adm. cit.), que los trámites tendentes a la reubicación de la recurrente no se estén produciendo temporáneamente; ni, en fin, que pueda haber solución de continuidad en la percepción -por la actor a- de alguna retribución. Por ende, y sin perjuicio de lo que pudiere decidirse en el supuesto de que tal solución de continuidad se demostrare, no se advierten en las actuales circunstancias razones que autoricen a disponer algún mandato cautelar. En consecuencia, la Cámara de lo Contencioso Administrativo N / 1 RESUELVE: Rechazar el pedido cautelar; con costas a la actora. Regístrese y hágase saber. Fdo. PALACIOS. DE MATTIA. LISA. Barraguirre (Secretario)