Grandes marchantes del siglo XX

Anuncio
Arte
ARTES Y LETRAS E 3
Una pintura
antes desconocida del artista
francés Marc
Chagall.
REUTERS
AFP
Reproducción
de la obra
“Pour toi!”
(1893), del
artista francés
Henri de Toulouse-Lautrec.
Obra del pintor germano Franz Marc.
Grandes marchantes del siglo XX
El marchante D.-H. Kahnweiler casi irreconocible en un retrato hecho por Picasso en 1910. Actualmente está en el Art Institute de Chicago.
Aunque desde tiempos babilónicos el arte
ha sido coleccionado por las élites, probablemente los marchantes artísticos en el sentido
moderno pueden remontarse a los negociadores holandeses y flamencos —muchas veces
artistas ellos mismos— que vendían arte a la
clase media acomodada. Pero con la explosión
demográfica y educativa posterior al siglo
XVII, el mercado del arte creció y cambió,
hasta convertirse en un mercado internacional
y el arte visto como una forma de inversión.
¿Son los marchantes de arte una categoría
especial, o son comerciantes como cualquier
otro? Como parte de la apreciación del arte
depende del gusto y de la educación y como
el coleccionismo artístico tiene prestigio
social, los críticos y expertos juegan un
papel.
A comienzos del siglo XX, dos sujetos casi
contemporáneos dieron forma a la figura del
marchante. Ambroise Vollard (1866-1939), en
el ámbito francés, permitió la exposición y dio
apoyo emocional a artistas como Cézanne,
Renoir, Picasso y Gauguin, entre otros. El británico Joseph Duveen (1869-1939) triunfó por su
gusto, elegancia y su talento organizativo; la
falta de conocimientos la suplió rodeándose de
grandes expertos (el más importante de
todos, el connoisseur Bernard
Berenson). Su premisa era que
como en Estados Unidos había
mucho dinero y en Europa
muchas obras de arte, lo
y, sobre todo, por Marie Laurencin. Su “Diario
de un coleccionista” es una fuente primordial
para reconstruir la historia del arte moderno.
Indudablemente, sin embargo, para este
grupo de artistas, el marchante por excelencia
fue Daniel-Henry Kahnweiler (1884-1979),
retoño de una familia burguesa y rica alemana, marchó a París y en parte descubrió el
cubismo. A los 25 años tenía la exclusividad
de Picasso, Braque, Derain y luego Juan Gris,
los cuatro grandes cubistas. Y Kahnweiler no
sólo tenía los derechos exclusivos en su obra,
sino que jugaba, cenaba y casi vivía con ellos.
Él hizo realidad la máxima de Picasso: “Vivir
como un pobre teniendo mucho dinero”.
Cuando los dibujos de Matisse y Picasso ya
eran artículos suntuarios, llegó a París, en
1937, Leo Castelli (1907-1999), un cosmopolita y acomodado judío triestino, quien además
se había casado con una mujer rica, y que, por
tanto, podía permitirse estos lujos. Con el
estallido de la Segunda Guerra Mundial, se
trasladó a Estados Unidos, donde estableció
una Galería que determinaría el arte estadounidense contemporáneo y permitiendo la
aceptación de artistas como Jasper Johns,
Robert Rauschenberg, Roy Lichtenstein y
Frank Stella.
Nombres como Pierre Matisse (19001989) —hijo menor de Henri Matisse— o Katharine Kuh (19041994) mantuvieron en Estados
Unidos el interés y promovieJoseph Duveen, quizá si el
ron a los artistas europeos
más grande marchante de
de las vanguardias.
la historia, hacia 1920.
que debía hacer era conectar estas circunstancias: él fue quien llevó el gusto de los grandes
coleccionistas estadounidenses hacia el Renacimiento italiano.
En cuanto a los artistas de las vanguardias
de los años 20, René Gimpel (1881-1945)
—por cierto, cuñado de Duveen—, quien tenía
debilidad por artistas como Braque o Picasso
LIBRARY OF CONGRESS
PATRICIO TAPIA
ART INSTITUTE OF CHICAGO
EFE
DOMINGO 11 DE MAYO DE 2014
Descargar