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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
Lecturas para el eje IV. Historia
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Elementos fundamentales para una crítica de la historia.
Los momentos históricos de México
Texto base para problematizar sobre las teorías de la historia desde los oprimidos, para tener un
enfoque crítico contrario a las visiones historicistas dominantes.
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Tesis sobre el concepto de la historia
Walter Benjamin
2-4
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Un texto para entender la especificidad de los procesos históricos en América Latina a
contracorriente de las visiones eurocéntricas dominantes. Explica además algunos concepto
importantes para un estudio histórico como son el de “formación social” y “modo de producción”.
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Modos de producción y formaciones sociales en América Latina
5-17
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Una exposición sintética del desarrollo histórico de México con énfasis en las resistencias desde la
invasión española hasta nuestros días.
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Textos de la Agenda de las Resistencias 2014
Ediciones del poder popular
18-32
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Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
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TESIS SOBRE EL CONCEPTO DE HISTORIA
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Walter Benjamin
Tesis V
La imagen verdadera del pasado pasa de largo velozmente1. El pasado sólo es atrapable como la
imagen que refulge, para nunca más volver, en el instante en que se vuelve reconocible. “La verdad
no se nos escapará”: esta frase que proviene de Gottfried Keller indica el punto exacto, dentro de la
imagen de la historia del historicismo, donde le atina el golpe del materialismo histórico. Porque la
imagen verdadera del pasado es una imagen que amenaza con desaparecer con todo presente que
no se reconozca aludido en ella.2
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Tesis VI
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Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “tal como verdaderamente fue”. Significa
apoderarse de un recuerdo tal como éste relumbra en un instante de peligro. De lo que se trata para
el materialismo histórico es de atrapar una imagen del pasado tal como ésta se le enfoca de repente
al sujeto histórico en el instante del peligro. E1 peligro amenaza tanto a la permanencia de la
tradición como a los receptores de la misma. Para ambos es uno y el mismo: el peligro de entregarse
como instrumentos de la clase dominante. En cada época es preciso hacer nuevamente el intento de
arrancar la tradición de manos del conformismo, que está siempre a punto de someterla. Pues el
Mesías no sólo viene como Redentor, sino también como vencedor del Anticristo. Encender en el
pasado la chispa de la esperanza es un don que sólo se encuentra en aquel historiador que está
compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este
enemigo no ha cesado de vencer.
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Tesis VIII
La tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de excepción” en que ahora vivimos es en
verdad la regla. El concepto de historia al que lleguemos debe resultar coherente con ello. Promover
el verdadero estado de excepción se nos presentará entonces como tarea nuestra, lo que mejorará
nuestra posición en la lucha contra el fascismo. La oportunidad que éste tiene está, en parte no
insignificante, en que sus adversarios lo enfrentan en nombre del progreso como norma histórica. -El
asombro ante el hecho de que las cosas que vivimos sean “aún” posibles en el siglo veinte no tiene
nada de filosófico. No está al comienzo de ningún conocimiento, a no ser el de que la idea de la
historia de la cual proviene ya no puede sostenerse.
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Tesis XII
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Necesitamos de la historia, pero de otra
manera de como la necesita el ocioso exquisito
en los jardines del saber.
Nietzsche, Beneficios y perjuicios de la historia para la vida.
El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate. En Marx aparece
como la última clase esclavizada, como la clase vengadora, que lleva a su fin la obra de la liberación
en nombre de tantas generaciones de vencidos. Esta conciencia, que por corto tiempo volvió a tener
*
Tesis sobre la historia y otros fragmentos, edición y traducción de Bolívar Echeverría. México, Contrahistorias. La otra
mirada de Clío, 2005.
1
En alemán: huscht.
2
T4 (véase la Nota editorial) continúa: La buena nueva que el historiador del pasado trae, con pulso acelerado, sale de una
boca que tal vez ya en el instante en que se abre, habla al vacío.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
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vigencia con el movimiento «Spartacus», ha sido siempre desagradable para la socialdemocracia. En
el curso de treinta años ha logrado borrar casi por completo el nombre de un Blanqui, cuyo timbre
metálico hizo temblar al siglo pasado. Se ha contentado con asignar a la clase trabajadora el papel
de redentora de las generaciones futuras, cortando así el nervio de su mejor fuerza. En esta escuela,
la clase desaprendió lo mismo el odio que la voluntad de sacrificio. Pues ambos se nutren de la
imagen de los antepasados esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados.3
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Tesis XV
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Tesis XVIII
La conciencia de hacer saltar el continuum de la historia es propia de las clases revolucionarias en el
instante de su acción. La Gran Revolución introdujo un nuevo calendario. E1 día con el que
comienza un calendario actúa como un acelerador histórico. Y es en el fondo el mismo día que
vuelve siempre en la figura de los días festivos, que son días de rememoración. Los calendarios
miden el tiempo, pero no como relojes. Son monumentos de una conciencia histórica, de la cual en
Europa, desde hace cien años, parece haberse perdido todo rastro. Todavía durante la Revolución de
Julio se registró un episodio que mostraba a esa conciencia saliendo por sus fueros. Cuando cayó la
noche del primer día de combate ocurrió que en muchos lugares de París, independientemente y al
mismo tiempo, hubo disparos contra los relojes de las torres. Un testigo ocular, cuyo acierto resultó
tal vez de la rima, escribió entonces: Qui le croirait! On dit qu’irrités contre l'heure De nouveaux
Josués, au pied de chaque tour, Tiraient sur les cadrans pour arrêter le jour.4
En la idea de la sociedad sin clases, Marx secularizó la idea del tiempo mesiánico. Y es bueno que
haya sido así. La desgracia empieza cuando la socialdemocracia eleva esta idea a "ideal". El ideal fue
definido en la doctrina neokantiana como una "tarea infinita". Y esta doctrina fue la filosofía escolar
del partido socialdemócrata —de Schmidt y Stadler a Natorp y Vorländer. Una vez definida la
sociedad sin clases como tarea infinita, el tiempo vacío y homogéneo, se transformó, por decirlo así,
en una antesala, en la cual se podía esperar con más o menos serenidad el advenimiento de la
situación revolucionaria. En realidad, no hay un instante que no traiga consigo su oportunidad
revolucionaria —sólo que ésta tiene que ser definida en su singularidad específica, esto es, como la
oportunidad de una solución completamente nueva ante una tarea completamente nueva. Al
pensador revolucionario, la oportunidad revolucionaria peculiar de cada instante histórico se le
confirma a partir de una situación política dada. Pero se le confirma también, y no en menor medida,
por la clave que dota a ese instante del poder para abrir un determinado recinto del pasado,
completamente clausurado hasta entonces. El ingreso en este recinto coincide estrictamente con la
acción política; y es a través de él que ésta, por aniquiladora que sea, se da a conocer como
mesiánica.5
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Fragmentos sueltos:
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Ms-BA 446
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Una idea de la historia que se liberara del esquema de la progresión dentro de un tiempo vacío y
homogéneo volvería, por fin, a poner en campaña las energías destructivas del materialismo
histórico, que han permanecido paralizadas por tanto tiempo. Ello pondría a tambalearse a las tres
posiciones más importantes del historicismo. El primer golpe debe dirigirse contra la idea de la
3
T4 continúa: Si hay una generación que debe saberlo, esa es la nuestra: lo que podemos esperar de los que vendrán no
es que nos agradezcan por nuestras grandes acciones sino que se acuerden de nosotros, que fuimos abatidos. -La
revolución rusa sabía de ésto. La consigna “¡Sin gloria para el vencedor, sin compasión con el vencido!” es radical porque
expresa una solidaridad que es mayor con los hermanos muertos que con los herederos.
¡Quién lo creería! Se dice que, irritados contra la hora/Nuevos Josués, al pie de cada torre,/Disparaban sobre los
cuadrantes, para detener el tiempo.
4
5
El manuscrito 1098 v continúa: (La sociedad sin clases no es la meta final del progreso en la historia, sino su interrupción,
tantas veces fallida y por fin llevada a efecto.)
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
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historia universal. La idea de que la historia del género humano está compuesta por las historias de
los pueblos es hoy, cuando la esencia de los pueblos se encuentra oscurecida tanto por su estructura
actual como por sus actuales relaciones que mantienen actualmente entre sí, es hoy un evasiva de la
simple pereza del pensamiento. (La idea de una historia universal comparte su destino con la idea de
una lengua universal. Mientras esta última tuvo un fundamento, fuese éste teológico, como en la
Edad Media, o lógico como, últimamente, en Leibniz, la historia universal no era un imposible para
el pensamiento. En cambio, tal como ha sido practicada desde el siglo pasado, la historia universal
sólo puede ser una especie de esperanto.) - La segunda posición fortificada del historicismo hay que
encontrarla en la idea de que la historia es algo que se deja narrar. En el curso de la construcción,
ineludiblemente, una investigación materialista hará que salte el momento épico. Tiene que admitirse
la, Tal como Marx, en tanto que autor, lo hizo en el "Capital", hay que asumir la eliminación del
elemento épico. Marx reconoció que la historia del capital sólo puede construirse dentro de la
armazón férrea, de tensiones amplias, de una teoría. Los intereses de la humanidad están mejor
recogidos en el esbozo teórico que Marx traza en su obra de lo que es el trabajo sometido al dominio
del capital, que en las monumentales y complicadas obras del historicismo, que son, en el fondo,
tranquilas. Más difícil es honrar la memoria de los sin nombre que la de los famosos, de los
festejados, sin exceptuar la de los poetas y pensadores. La construcción histórica está consagrada a la
memoria de los sin nombre. - El tercer bastión del historicismo es el más fuerte y el más difícil de
atacar. Se presenta como la "empatía con el vencedor". Los dominadores en un determinado
momento son los herederos de todos los que alguna vez vencieron en la historia. La empatía con el
vencedor beneficia siempre a los dominadores del momento. El materialista histórico tiene en cuenta
este estado de cosas. Y se da cuenta además de que este estado de cosas está bien fundado. Quien
quiera que haya alcanzado hasta el día de hoy la victoria en las mil batallas de las que está
atravesada la historia tiene su parte en los triunfos de los que hoy dominan sobre los que hoy son
dominados. No de otro modo sino muy críticamente, el materialista histórico examinará el inventario
del botín que los primeros ponen a exhibición ante estos últimos. A este inventario se le denomina
cultura. Sin ninguna excepción, todo lo que de bienes culturales el materialista histórico alcanza con
su mirada tiene una procedencia que él no puede observar sin espanto. Su existencia no se debe sólo
al esfuerzo de los grandes genios que lo crearon, sino también a la servidumbre anónima de sus
contemporáneos. Nunca un documento de la cultura es tal, sin ser a la vez un documento de la
barbarie. El materialista histórico guarda distancia ante ello. Tiene que cepillar la historia a contrapelo
- sirviéndose para ello de hasta el último de los recursos6.
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Ms-BA 485
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Hay que insertar tres elementos entre los fundamentos de la visión materialista de la historia: la
discontinuidad del tiempo histórico; la fuerza destructiva de la clase trabajadora; la tradición de los
oprimidos.
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La tradición de los oprimidos convierte a la clase trabajadora en redentora. El error fatal en la visión
histórica de la socialdemocracia fue este: la clase trabajadora debía presentarse como redentora ante
las generaciones venideras. Pero decisivo es más bien que su fuerza redentora responda ante las
generaciones que existieron antes que ella. (También su función de vengadora esta referida a las
generaciones anteriores).
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En alemán: und müßte er die Feuerzange zu Hilfe nehmen.
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Modos de producción y formaciones sociales en América Latina
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INTRODUCCION
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En América Latina no atravesamos por los mismos Modos de Producción y Formaciones Sociales que
en Europa no tampoco por los mismos períodos de transición entre un Modo de Producción y otro. El
Modo de producción Comunal de nuestras sociedades aborígenes y el Modo de Producción Asiático
de las culturas inca y azteca fue cortado drásticamente por un factor exógeno: la conquista española
y portuguesa. La colonización no estableció un modo preponderante de producción sino variadas
Relaciones de Producción precapitalistas (encomienda, esclavitud, aparcería, medianería, inquilinaje,
etc.) y embriones capitalistas, como el salariado minero, en una economía primaria-exportadora,
agropecuaria y minera, integrada al mercado mundial capitalista en formación. Por eso, a nuestro
juicio, la colonización hispano- portuguesa abrió un período de transición hacia el capitalismo que
se prolongó hasta la primera mitad del siglo pasado. Dentro de este período de transición hubo dos
Formaciones Sociales: la colonial y la republicana.
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En el período de consolidación del Modo de Producción capitalista se dieron varias Formaciones
Sociales: una, la República de la segunda mitad del siglo XIX caracterizada por mantenerse las
riquezas nacionales en manos de la burguesía criolla, aunque nuestros países seguían siendo
dependientes del mercado mundial. Otra, la Formación Social semicolonial primero inglesa y luego
norteamericana, durante el siglo XX, período en el que se da la transformación de la sociedad rural
en urbana y se inicia el proceso de industrialización dependiente.
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Por otra parte, con el triunfo de la Revolución Cubana se abre en América Latina la era histórica de la
transición del capitalismo al socialismo.
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El tratamiento de la historia latinoamericana, tan compleja y diferente a la europea, nos obliga a
clarificar las categorías de Modo de Producción y la forma en que se combinan las diferentes
Relaciones de Producción en la Formación económica. También nos parece importante plantear la
Formación Social como categoría teórica de la totalidad de la sociedad humana para poder entender
la dialéctica del desarrollo de las Formaciones Sociales histórico- concretas latinoamericanas.
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De este modo aspiramos a contribuir a la discusión y elaboración de una teoría de la historia propia,
latinoamericana, porque no podemos seguir recurriendo al modelo europeo para explicar nuestra
realidad. Este transplante del esquema europeo condujo al stalinismo a sostener la tesis de que
América Latina fue feudal, desde la colonización hasta el siglo XX, y por consiguiente era necesaria
una revolución antifeudal, agraria y antiimperialista, liderada por la burguesía industrial y
“progresista”, con el fin de realizar las tareas democrático-burguesas, estimulando el desarrollo de la
etapa que supuestamente faltaba por cumplirse: el capitalismo.
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Como puede apreciarse, el esclarecimiento de las categorías teóricas de Modo de Producción y
formación Social no está alejado del acontecer político como pudiera suponerse, sino que tiene un
correlato político y es fundamental para la elaboración de una estrategia revolucionaria.
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Capítulo I. MODO DE PRODUCCIÓN, FORMACIÓN ECONÓMICA, FORMACIÓN SOCIAL
HISTÓRICO-CONCRETA
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Modo de producción
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CUADERNOS MARXISTAS LATINOAMERICANOS DE EDUCACIÓN POLÍTICA, ediciones El Topo Obrero.
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Eje IV. Historia
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La sociedad humana está obligada a producir para asegurar su subsistencia. En el proceso de la
producción son necesarios los elementos de la naturaleza (objetos del trabajo). Por ejemplo, para
producir telas se necesita un objeto de la naturaleza que es la materia prima, los instrumentos o
Medios de producción que son las máquinas. Y todo es puesto en movimiento por el sujeto e la
producción que es el hombre trabajador.
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Antes de pasar a una definición de Modo de Producción, es imprescindible comprender el
significado de las categorías Fuerzas Productivas y Relaciones de Producción.
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Las Fuerzas Productivas son los frutos de la naturaleza, los instrumentos o Medios de Producción y al
fuerza del trabajo. Las Fuerzas Productivas han sido formadas por los elementos de la naturaleza,
como las materias primas, la tierra, la flora, la fauna, los suelos y el clima, que determinan en parte la
producción, por lo cual puede afirmarse que las Fuerzas productivas están condicionadas en cierta
medida por la naturaleza. El concepto de Fuerzas productivas se refiere, entre otras cosas, al modo de
apropiación de la naturaleza, al proceso de trabajo en que una materia prima se transforma en
producto. Las Fuerzas productivas están constituidas también por los instrumentos de trabajo
(herramientas, utensilios, máquinas, etc.) o los Medios de Producción y la fuerza de trabajo de los
hombres que los fabrican y los ponen en movimiento. Las Fuerzas productoras expresan las
interrelaciones entre los hombres, los instrumentos y la naturaleza con el fin de producir para
alimentarse y elevar sus condiciones de vida. Por eso las Fuerzas Productivas no son solamente las
herramientas y las máquinas sino la manera en que se articulan todos sus componentes con las
Relaciones de producción en un trabajo concreto.
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Las relaciones de producción son los vínculos que se dan entre los hombres en el proceso
productivo, relación que está basada en la propiedad de los Medios de Producción. Así, tenemos las
Relaciones de producción esclavistas establecidas entre el esclavista y los esclavos; las feudales, entre
los señores y los siervos; y las capitalistas, entre los burgueses y los obreros. Es decir, son las
relaciones que se dan entre los dueños de los medios de producción y los trabajadores en el proceso
de la producción. Las relaciones de producción determinan la apropiación del excedente. En el
régimen capitalista, la apropiación por los burgueses del trabajo excedente se da en forma de
plusvalía. En cambio, en el Modo de Producción comunal la apropiación era colectiva.
Precisamente, las clases sociales se originaron a partir del momento en que un sector de la sociedad
se apropió del excedente o de una parte de él, proceso que condujo a la propiedad privada de los
medios de producción.
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Ahora, podemos pasar a una definición aproximativa del Modo de Producción. Corriendo todos los
riesgos del esquematismo. Se entiende por Modo de Producción la interrelación dialéctica entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción en el proceso productivo. Esto se da como un
todo y sus componentes no se puede escindir. Como decía Marx en La miseria de la filosofía: “Las
relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas”. Lo fundamental es la
articulación en el proceso de producción de las Fuerzas productivas y de las relaciones de
producción. Por eso, nos parece fútil el esfuerzo de algunos marxianos por establecer la prioridad de
una sobre a otra, como es el caso de Hindess y Hirst, para quienes las relaciones de producción son
“el elemento primario del concepto de Modo de producción”.7
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Se ha dicho que las relaciones de producción corresponden al desarrollo de las fuerzas productivas y
que en un momento del conflicto de clases las fuerzas productivas entran en contradicción con las
relaciones de producción, dando lugar al cambio social revolucionario. Mandel sostiene que “si bien
es cierto que hay correspondencia general entre el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones sociales de producción, hay que afirmar que esta correspondencia no es ni absoluta ni
permanente. Pueden producirse entre desarrollo de las fuerzas productivas y relaciones de
producción una doble desarticulación. Relaciones de producción determinadas pueden convertirse
en freno para el desarrollo de las fuerzas productivas: es el signo más claro de que una forma
socializada está condenada a desaparecer. Al contrario, nuevas relaciones de producción, que son el
7
BARRY HINDES Y PAUL HIRST: Los modos de producción precapitalistas, p. 16. Ed. Península, Barcelona, 1979.
Eje IV. Historia
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resultado de una revolución social, pueden resultar adelantadas con relación al grado de desarrollo
de las fuerzas productivas de un país determinado. Este fue el caso de la revolución burguesa que
resultó victoriosa durante el siglo XVI en los Países Bajos y de la victoriosa revolución socialista de
Octubre de 1917 en Rusia... Más bien que concebir su interrelación como una correspondencia
mecánica, habría que considerar que en la dialéctica entre las fuerzas productivas y relaciones
sociales, la que determina en su mayor parte la sucesión de las grandes épocas de la historia. ... La
articulación entre esta dialéctica y la lucha de clases es evidente”.8
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Esta referencia a la lucha de clases nos parece relevante para salirle al paso a un cierto dogmatismo
que insiste en establecer una correlación mecánica entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el
estallido de la revolución. El triunfo de la revolución socialista en los países semocoloniales –desde
Rusia a Cuba, pasando por China, Corea del Norte y Vietnam- demuestran que el nivel de la lucha de
clases es lo determinante, no el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Porque en definitiva,
la lucha de clases es la que pone de manifiesto lasa contradicciones en y entre los modos de
producción que coexisten en la formación social.
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Algunos autores, como Althusser, han tergiversado el concepto de Modo de Producción. Su discípula,
Marta Harnecker, llega a decir que el Modo de Producción “es un concepto teórico y se refiere a la
totalidad social global, es decir, tanto a la estructura económica como a los otros niveles de la
totalidad social: jurídico-político e ideológico ... todo Modo de producción está constituido por: 1)
estructura global, formada por tres estructuras regionales: estructura económica, estructura jurídicopolítica (leyes, Estado, etc.), estructura ideológica (ideas, costumbres, etc.) y 2) en estructura global,
una de las estructuras regionales DOMINA a las otras”.9
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Esta interpretación del significado del Modo de Producción es claramente estructuralista. Los
marxistas siempre hemos entendido que el Modo de producción es la interrelación entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, y que el Modo de Producción se refiere estrictamente a la
estructura económica de la sociedad. Precisamente, la constituye la Formación Económica. Por
consiguiente, es un error de Harnecker y de su maestro, Althusser, considerar la noción de
superestructura –política, Estado, ideología, etc., - como parte intrínseca del Modo de producción,
aunque es obvio que un modo preponderante de producción siempre está condicionado el desarrollo
de la superestructura. El Modo de Producción no abarca la totalidad de las manifestaciones de la
sociedad. Hernecker confunde Modo de producción con Formación social.
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Otros autores, basándose en un borrador que Marx nunca quizo publicar, (Formaciones Económicas
precapitalistas) han llegado a sostener que Marx sólo reconocía cuatro modos de producción: el
asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Además, afirman que la categoría de Modo de
Producción sólo es aplicable a sociedades de clases.
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A nuestro modo de entender, el Modo de Producción no puede estar limitado a las sociedades
clasistas. Con este criterio, el socialismo no sería un Modo de Producción. Tampoco lo serían las
comunidades aborígenes, anteriores a los Modos de Producción asiático, esclavista y feudal.
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Las culturas agro-alfareras tenían claramente un modo de producción, que podríamos denominar
Modo de Producción Comunal, en lugar del peyorativo nombre de “comunismo primitivo”. Estas
sociedades no sólo tenían unas determinadas formas de posesión de la tierra, sino también un modo
de producir colectivo, tanto en la producción agraria como artesanal y elaboración de metales. En
estas culturas había una articulación de la propiedad, que era común. No había propiedad privada de
la tierra, ni de las fuerzas productivas, ni relaciones de producción en las que hubiera explotados y
explotadores.
!
8
ERNEST MANDEL: Introducción al marxismo; p. 207, Ed. Akal, Madrid, 1977.
9
MARTA HARNECKER: Los conceptos elementales del materialismo histórico, p. 137, 25a edición, Siglo XXI, México,
1974.
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Eje IV. Historia
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En cambio, las sociedades clasistas, las relaciones de producción expresan la propiedad de los
Medios de producción y la apropiación también privada del trabajo excedente. Este “es un elemento
necesario en todos los Modos de producción posibles, los cuales no se diferencian por la existencia o
no de trabajo excedente, sino por el modo de apropiación de éste”. 10La mayoría de los antropólogos
ha demostrado que la apropiación del escaso excedente en las culturas agroalfareras o Modo de
producción Comunal era colectiva.
!
Es sabido que los períodos de transición transcurren entre un modo de producción y otro. así se han
producido períodos de transición entre el modo de producción comunal y el esclavista, entre el
esclavismo y el feudalismo, entre el feudalismo y el capitalismo y entre el capitalismo y el
socialismo. Esta secuencia de períodos de transición no se dio en la historia latinoamericana, ni en la
asiática y africana, aunque parcialmente se hayan registrado algunos de ellos.
!
Una de las características de los períodos de transición es que son tanto o más prolongados que las
fases de apogeo de los modos de producción. Entre el modo de producción comunal y el esclavista
transcurrieron unos 50 siglos. En este período se dieron formaciones económicas diversas, que Marx
designó con el nombre de “forma antigua”, “germánica”, “eslavo”, y también el “modo de
producción asiático, caracterizado por el embrión de Estado que no había cortado el cordón
umbilical con la propiedad comunal.
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Entre el modo de producción esclavista y el feudal transcurrió otro período de transición de
aproximadamente 5 siglos; desde el siglo III en que entra en crisis el régimen esclavista del imperio
romano, hasta el siglo VIII en que decanta el modo de producción feudal. Esta periodización es
válida sólo para Europa Occidental. Entre el feudalismo europeo y el capitalismo media un período
un período de transición que dura unos 5 siglos, desde la crisis del régimen feudal en el siglo XIII
hasta la maduración del modo de producción capitalista en el siglo XVIII.
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Este análisis sobre la prolongada duración de los períodos de transición no significa hacer la
prognosis de que entre el capitalismo y el socialismo habrá un período de transición de siglos, como
han afirmado algunos autores al observar que han pasado 65 años de transición en Rusia, 37en
Yugoslavia, 33 en China y aún no se alcanza el modo de producción socialista.
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Nuestra hipótesis es que por primera vez en la historia hay posibilidades de acortar los siglos de
transición que hasta ahora han transcurrido entre un modo de producción y otro, por dos razones
básicas: a) la clase explotada está en condiciones de proponerse conscientemente acortar la fase de
transición porque, al contrario de las formaciones precapitalistas, la clase trabajadora tiene
organizaciones clasistas y uno o más partidos revolucionarios; b) ahora, en contraste con las
sociedades precapitalistas, la economía es mundial, la política es mundial y la revolución también
mundial. En los países, como la URSS y otros, donde la burocracia ha expropiado el poder político a
los trabajadores, la revolución política autoburocrática acortará el período de transición dando paso
a un socialismo auténtico y autogestionario, como lo preanuncia la rebelión de los obreros polacos
de 1981.
!
La fase de transición se caracteriza por la coexistencia de varios modos de producción, sin que
ninguno de ellos tenga una preponderancia decisiva, aunque ya comienzan a configurarse las
tendencias que determinarán el salto cualitativo a un modo preponderante de producción.
Precisamente, la transición es un proceso hacia un nuevo modo de producción. En la fase de
transición comienzan a reemplazarse las antiguas relaciones de producción por otras que apuntan a
un nuevo modo de producción. Pero las anteriores relaciones de producción se resisten al cambio y
entran en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas.
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A nuestro juicio, sólo la categoría de Formación Social puede arrojar luz sobre los períodos de
transición, porque la Formación Social incluye los diversos modos de producción. Tentativamente,
sostenemos que los períodos de transición corresponden a Formaciones Sociales distintas, es decir,
10
B. HINDESS Y P. HIRST; OP. CIT., P. 14.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
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cada período de transición corresponde a una o varias Formaciones Sociales. Asimismo, dentro de
cada modo de producción pueden sucederse diferentes Formaciones Sociales, por ejemplo: en el
modo de producción capitalista europeo se dio una Formación Social distinta en el siglo pasado a la
que se produjo en el presente siglo, bajo el dominio del capital monopólico.
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El análisis de la historia hecho por Marx en base a los modos de producción constituyó una
revolución teórica en el campo de las ciencias sociales. La existencia de modos de producción
comunal, esclavista, feudal y capitalista no fueron para él etapas que obligadamente debían pasar
todos los pueblos. A lo sumo, esa secuencia de fases históricas se podía registrar solamente en las
sociedades de Europa Occidental, ni siquiera en los Estados Unidos de Norteamérica.
!
Sin embargo, sus epígonos trataron de encasillar la historia de todos los pueblos en etapas rígidas y
en sucesión mecánica. Este mecanismo, deformador de la historia, al servicio de una estrategia
política, por lo demás falsa, fue inspirado por el stalinismo. En el fondo, la codificación de la historia
en comunismo primitivo-esclavismo-feudalismo-capitalismo, como etapas que obligadamente debían
pasar todos los pueblos, era la fundamentación histórica para apuntalar la teoría de la revolución por
etapas. Para el stalinismo era fundamental en el siglo XX caracterizar de feudal a todas las sociedades
del llamado “Tercer Mundo” para justificar la alianza con la burguesía “progresista”, cuyo papel sería
conducir la revolución democrático burguesa, al igual que en Europa, abriendo paso al modo de
producción capitalista que supuestamente faltaba por desarrollarse en los continentes coloniales y
semicoloniales.
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Formación Social
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Para la mayoría de los autores, la Formación Social no es una categoría teórica, como es el modo de
producción, sino una realidad histórico-concreta. El modo de producción sería el nivel teórico y la
Formación Social el aspecto empírico. Suret-Canale afirma que el modo de producción es una
noción teórica y la Formación Social “una noción descriptiva, indicadora, que se refiere a un tipo de
sociedad determinada”.11
!
A nuestro juicio, la formación Social es también una categoría teórica porque permite comprender la
totalidad de la sociedad, la interinfluencia entre las llamadas estructura y superestructura. Sólo a la
luz de la categoría teórica de Formación Social se pueden explicar las tendencias sociales, políticas,
ideológicas y, sobre todo, la lucha de clases que es lo medular del materialismo histórico. Y si no
¿con qué categoría teórica analizamos la totalidad de la sociedad?. La Formación Social, considerada
como categoría teórica, podría contribuir al estudio de problemas poco estudiados, como la relación
entre la naturaleza y la sociedad global humana, la doble explotación de la mujer, las mediaciones
entre la estructura y la superestructura, las contradicciones interburguesas e interpartidos, las nuevas
funciones asumidas por el Estado capitalista contemporáneo, las tendencias de la lucha de clases y e
las principales revoluciones, en fin, una teoría política más acabada para la transformación de la
sociedad no sólo capitalista sino de aquellas que están en transición al socialismo. Para analizar estos
problemas no basta con la categoría teórica de modo de producción.
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En síntesis, para muchos autores la Formación Social es solamente una sociedad histórica
determinada. Para nosotros, es una categoría teórica que permite analizar de manera totalizante la
sociedad, incluidas las Formaciones Sociales histórico-concretas.
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Formación Económica y Formación Social
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Otro error corriente es confundir Formación Económica con Formación Social. La primera se refiere a
la estructura y a la combinación de modos de producción. En cambio, Formación Social es una
categoría teórica que sirve para investigar la sociedad global, incluida la Formación Económica.
11
HINCKER y OTROS: El feudalismo, P. 165, Madrid, 1976.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
Texier ha señalado correctamente que “el concepto de Formación Económica de la sociedad no se
identifica con el modo e producción, precisamente porque en una Formación Económica coexisten
varios modos de producción”.12, es decir, la Formación Económica es el conjunto de relaciones de
producción o la estructura de base de una sociedad determinada.
!
El concepto de Formación Económica esta condensada por Marx en la introducción General a la
Crítica de la Economía política: “En todas las formas de sociedad existe una determinada producción
que asigna a todas las otras su determinado rango e influencia”. En la Formación Económica pueden
existir diferentes modos de producción, pero uno es el predominante, salvo en los períodos de
transición. Por ejemplo, en la Edad Media predominaba el modo de producción feudal, pero existían
otras relaciones de producción como la esclavitud y los colonos y terrazgueros más o menos libres.
La polémica entre Luporini y Sereni aclara las diferencias entre Formación Económica y Formación
Social. Luporini pone énfasis en la Formación Económica, dominada por un modo de producción,
mientras que Sereni considera la Formación Social como la categoría que engloba la totalidad de la
sociedad. Luporini manifiesta que “la especificidad misma de una determinada Formación Social se
define sólo en base a la especificidad de la Formación Económica que incluya”.13
!
Por su parte, Sereni se apoya en una cita del libro de Lenin ¿Quiénes son los amigos del pueblo?
(1894), en la que destaca a la Formación Social como una categoría fundamental del materialismo
histórico. Sereni pregunta “¿No está claro que un término como Formación Social (o de la sociedad)
lejos de estar confinado a la esfera económica representa la totalidad de la vida social, en la unidad
de todas las esferas, en la continuidad y, al mismo tiempo, en la discontinuidad de su desarrollo
histórico?”.14 Polemizando con otros autores, Sereni manifiesta: “si alguien quisiera reducir la noción
de Formación Social a la de base económica nos encontraríamos frente a la incongruencia de una
‘base’ de la base”.15
!
La rehabilitación hecha por Sereni de la Formación Social, como categoría, “le fija a la ciencia
histórica su objetivo: la unidad del todo social, en su funcionamiento y su proceso”.16
El concepto teórico de Formación Social permite analizar globalmente la totalidad y unidad
contradictoria de la sociedad, cuyo basamento es el modo de producción preponderante y la
formación económica. Sólo la categoría teórica de Formación Social puede explicar a cabalidad la
interrelación entre estructura y superestructura y develar la interpretación en la globalidad societaria
de lo económico, social, político y cultural. Creemos que no es conveniente seguir utilizando la
expresión formación económico-social, sino solamente formación económica, como parte de la
Formación Social, en lo que se refiere a la combinación y articulación de diferentes relaciones de
producción.
!
La categoría teórica de Formación Social es fundamental para develar las características generales y
las tendencias de la estructura social, del desarrollo heterogéneo, desigual y combinado, de la vida
cotidiana, de la lucha de clases, de los procesos revolucionarios, de los períodos de derrota y
ascenso del movimiento obrero, de la evolución de los partidos políticos, de las nuevas funciones
que ha asumido el Estado, de las formas de opresión de la mujer, de las diversas manifestaciones
culturales, de los problemas de etnia y religión que se cruzan con la lucha de clases, de las diferentes
ideologías y de otras expresiones superestructurales. En fin, con la Formación Social, como categoría
teórica, se puede lograr una teoría más acabada de la lucha de clases, una teoría política de las
12
JACQUES TEXIER: Desacuerdos sobre la definición de los conceptos, en Luporini y Sereni: El concepto de Formación
Económico-social. P. 191, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1980.
13
CESAR PORORINI: Marx según Marx, en Ibid, p. 100
14
EMILIO SERENI: La categoría de formación económico-social, en Ibid, p. 70.
15
Ibid. P. 70.
16
CRISTINE GLUCKSMANN: Modo de Producción, Formación económica social, Teoría de la transición a propósito de
Lenin, en Ibid. P. 71.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
revoluciones y de otros problemas relevantes que requieren de un tratamiento más riguroso y
antidogmático.
!
Formación Social histórico concreta
!
La Formación Social como categoría teórica contribuye a investigar las formaciones sociales
concretas, a estudiar una Formación Social de un período histórico determinado. En esta dialéctica
de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto, el estudio de la Formación Social
histórica determinada enriquece la categoría teórica que es el modo de producción podemos analizar
el proceso del capitalismo y otros sistemas, del mismo modo la categoría teórica e Formación Social
nos permite investigar con mejores herramientas las diversas formaciones sociales históricoconcretas.
!
Un problema complejo para el estudio de la formación social concreta latinoamericana es que a
partir de la colonización española pasó a formar parte de una formación social más amplia, como fue
la formación social capitalista mundial.
!
Capítulo II. MODOS DE PRODUCCIÓN Y FORMACIONES SOCIALES EN AMÉRICA LATINA
!
Los primeros habitantes de América llegaron probablemente del Asia hace unos 100.000 años,
pasando por el estrecho de Berhing hacia Alaska. De allí bajaron hasta América Central y Sur. Estos
pueblos recolectores, pescadores y cazadores no alcanzaron a concretar un modo de producción,
pero crearon instrumentos y herramientas. Si bien es cierto que estos pueblos no se organizaron para
la producción sino para la recolección, no puede desconocerse que hacían un trabajo, especialmente
relacionado con l caza mayor. Tenían, también, un tipo de organización social para la pesca y la
fabricación conjunta de equipos y utensilios. Esa fue la época de la plena integración del hombre a la
naturaleza.
!
Modo de Producción Comunal
!
Los pueblos agroalfafreros generaron hacia el año 4.000 a.C. un modo de producción comunal, que
se basaba en una relación de producción colectiva donde no existían explotadores ni explotados y en
unas fuerzas productivas fundamentadas en la agricultura y en instrumentos para el trabajo en la
alfarería y la elaboración de los metales. La apropiación del producto era colectiva.
El trabajo daba un valor que se expresaba en valores de uso. No existían la propiedad privada ni las
clases sociales. El hecho de que no existiera Estado no significaba falta de organización. El trabajo
cooperativo requería una forma de organización y planificación embrionaria. Había una
organización para la producción alfarera y minera, para la siembre, la cosecha y, sobre todo, el
regadío artificial.
!
Los avances más importantes del modo de producción comunal se registraron en la agricultura, la
domesticación de animales, la alfarería, y la elaboración de los metales. La agricultura facilitó la
producción regular de alimentos. La alfarería fue una especie de revolución industrial para los
pueblos aborígenes, ya que por primera vez se fabricaban objetos mediante procedimientos
químicos, como ollas, vasijas, jarros, etc. La tecnología de los indígenas alcanzó se más alta
expresión en la elaboración de los metales. Llegaron a conocer todas las aleaciones y dominaban las
técnicas de martilleo, repujado, y vaciado de metales, con una tecnología propia tan avanzada como
la de los europeos del siglo XV.
!
Según algunos autores, este régimen estaba basado en el matriarcado, aunque los antropólogos
modernos prefieren hablar de descendencia matrilineal. El destacado papel de la mujer derivó de la
importante función pública que desempeñaba, por cuanto ella era la que cultivaba la tierra junto al
hombre, trabajaba la alfarería y el telar.
!
Con el desarrollo de la alfarería y la elaboración de los metales comenzó a surgir una primera
división social del trabajo. Los que elaboraban la tierra debían suministrar alimentos a los artesanos
Eje IV. Historia
11
Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
especializados en orfebrería y cerámica. Por parte, el aumento de la productividad determinó el
surgimiento de un excedente, cuya apropiación generó las primeras desigualdades.
!
El primer período de transición en América latina se produjo entre modo de producción comunal y el
llamado modo de producción asiático, que se manifestó en las culturas inca y azteca. En los otros
pueblos no se vivió esta transición y siguieron trabajando el modo de producción comunal hasta la
conquista española.
!
Modo de Producción Asiático
!
Este modo de producción fue detectado por Marx al analizar sociedades asiáticas, especialmente de
la India, en las cuales no había propiedad privada pero existían castas sociales y Estado. El modo de
producción asiático se basaba en la producción comunal y en la planificación de trabajos, como el
regadío artificial y construcción de monumentos, centralizados por un embrión de Estado, dirigido
por una comunidad superior o clase dominante. Una minoría se apropiaba del excedente, a través de
la tributación de la comunidad base, excedente que era reinvertido en actividades necesarias para el
conjunto de la sociedad.
!
El modo de producción asiático fue estudiado por Marx para explicar el estancamiento de ciertas
sociedades asiáticas. En cambio, este modo de producción significó un desarrollo de las fuerzas
productivas y un avance en la estructura económica de las formaciones sociales inca y azteca. Estas
culturas lograron un desarrollo agrícola tan avanzado como el de los pueblos eurasiáticos; una
cerámica que resiste cualquier parangón; un calendario tan preciso como el egipcio y sumerio y una
minería y metalurgia tan adelantada como la de los europeos del siglo XV.
!
Para algunos autores, como Godelier, el modo de producción asiático fue una de las formas que
adquirió el proceso de disolución del modo de producción comunal, en la transición de las
sociedades de clases. Hobsbawn también sostiene que no era todavía una sociedad de clases. Otros
autores, como Mandel, Pla, Bartra y otros, opinan que el modo de producción asiático era ya una
sociedad de clases.
!
Nosotros, que compartimos esta última posición, sostenemos que las formaciones sociales inca y
azteca estuvieron basadas en el modo de producción asiático, constituyéndose en sociedades de
clase embrionarias, que nos atreveríamos a calificar de protoclasistas en América latina.
!
En las formaciones sociales inca y azteca la economía se basaba en el antiguo modo de producción
comunal de los ayllus y calpullis. Lo peculiar es que el modo de producción comunal no fue
liquidado totalmente por el modo asiático, sino que se va a mantener en gran parte como base del
proceso productivo. Una parte del excedente iba a parar a manos del Estado, por vía de tributos que
debían pagar los miembros de la comunidad base. Los Estados inca y azteca respetaron la posesión
comunitaria de la tierra, aunque ésta simbólicamente pertenecía al inca o emperador azteca, los que
gradualmente fueron apropiándose de importantes parcelas. No obstante, los medios de producción
siguieron perteneciendo a la comunidad base.
!
El excedente apropiado por la casta dominante era un comienzo de explotación del hombre por el
hombre. Este embrión de clase dominante surgió, en contraste con Europa, directamente con el
Estado, imponiendo tributos a los pueblos sometidos.
!
En el imperio azteca se consolidó una estructura jerárquica de clases: por un lado, el sector
dominante integrado por los “pipiltzin” o nobles (guerreros, sacerdotes, jefes militares, altos
funcionarios) y por otro, los “macehualtin” (campesinos, pescadores, artesanos, etc.). Además, había
otro sector más explotado, los “mayeques”, que constituían un 10% de la población y cumplían
tareas de servidumbre. Por último, estaban los “tlacotli”, que eran prisioneros de guerra, aunque
nunca fueron considerados como esclavos.
!
Eje IV. Historia
12
Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
Entre los incas, también nos encontramos con capas sociales privilegiadas, como los “orejones” o
nobleza (militares, sacerdotes, etc.). los “curacas” constituían una especie de aristocracia secundaria,
encargada de controlar a las tribus sometidas. En la formación social incaica nos encontramos con un
Estado centralizado, dirigido por el inca, una burocracia del riego y una casta militar y sacerdotal,
que imponía tributos y algunas prestaciones forzosas a los pueblos.
!
Los miembros del ayllú se vieron obligados a pagar tributos y reconocer al inca como “hijo del sol”,
pero no perdieron la posesión colectiva de la tierra. Los incas cobraban impuestos o tributos,
especialmente en trabajo en las parcelas consideradas como tierras del inca. Estas tierras del inca
también eran trabajadas por los yanas o indios cazadores en guerra.
!
En síntesis, el imperio incaico era una formación social contradictoria en la que pugnaban las fuerzas
que trataban de defender la forma comunal de producción y las que, por intermedio de una minoría
privilegiada, comenzaban a disgregar los ayllus. No fue una sociedad esclavista ni feudal porque no
estaba basada en la propiedad privada de la tierra ni de los medios de producción; tampoco estaba
fundamentada en el trabajo esclavo o servil.
!
Las formaciones sociales inca y azteca tuvieron numerosos rasgos del modo de producción asiático
analizado por Marx;: no habían cortado el cordón umbilical con la producción y propiedad
colectiva, pero existía un embrión de Estado autocrático y una casta social que dirigía los trabajos
públicos y se apropiaba del excedente a través de la imposición de tributos a las comunidades-base.
Las formaciones sociales inca y azteca fueron liquidadas drásticamente por la conquista española,
por lo cual sería aventurado especular acerca de su eventual desarrollo.
!
El período de transición al capitalismo
!
La colonización hispano-portuguesa no impuso un modo preponderante de producción. Si bien es
cierto que nuestro continente fue incorporado al mercado mundial capitalista en formación, no se
establecieron de manera generalizada relaciones preponderantes de producción capitalistas.
Tampoco fueron generalizadas las relaciones de producción esclavista.
!
Por eso, desde la colonización (siglo XVI) hasta mediados del siglo XIX hubo un período de
transición, con dos formaciones sociales: una, la colonial y otra la republicana, que inauguró una
fase histórica nueva al romper el nexo colonial en lo político, acelerando el proceso de transición al
capitalismo.
!
La Formación Social Colonial
!
La especificidad del período de transición, inaugurado con la colonia, consistió en que no se fue el
resultado de un proceso endógeno de las culturas aborígenes sino que fue impuesto desde afuera. La
transición no se produjo de un modo de producción a otro, sino que surgió directamente de una
conquista exterior.
!
La colonización hispano-portuguesa formó parte del proceso histórico de creación del mercado
mundial capitalista. De ahí, la importancia del capital comercial. Sin embargo, en América latina
colonial no sólo hubo capital comercial sino también un capital que se invertía en empresas mineras
y agropecuarias. Junto a la circulación de mercancías existía un proceso de producción de
mercancías.
!
La formación económica tenía por objetivo la exportación de metales preciosos y productos
agropecuarios y mineros. La naturaleza comenzó a deteriorarse con la instauración de una economía
interesada solamente en la exportación. El exterminio de los indígenas afectó los ecosistemas
naturales, ya que ellos habían logrado integrarse a la naturaleza. La economía agrícola de los
indígenas fue reemplazada por la producción de materias primas destinadas al mercado mundial. Los
españoles y portugueses introdujeron el valor de cambio y un principio de economía monetaria en
una sociedad que sólo conocía el valor de uso y la economía natural.
Eje IV. Historia
13
Eje IV. Historia
!
Lecturas Primer Taller de Formación
Esta economía de exportación se realizó bajo diferentes modos de producción. Se establecieron
diversas relaciones de producción precapitalistas (encomienda, esclavitud, inquilinaje, aparcería,
etc.) y capitalistas embrionarias con el salariado minero y agrícola, sin que ninguna de ellas fuera
preponderante y generalizada en todas las colonias.
!
La encomienda, calificada de feudal por varios autores, tenía más características de esclavitud
disimulada que de servidumbre feudal. La encomienda consistía en un grupo de indios que el rey
entregaba al encomendero, pero no significaba que los indios pertenecieran al encomendero. En la
encomienda de tributos, el encomendero debía fijar un salario nominal, que se enviaba como tributo
al rey para expresar que los indios no eran súbditos del encomendero sino el rey.
!
La esclavitud negra en América Latina fue diferente a la esclavitud grecorromana, a tal punto que en
algunas zonas de Brasil, Venezuela y el Caribe, el empresario entregaba un pedazo de tierra a los
esclavos para que se autoalimentaran.
!
Durante el siglo XVIII se desarrollaron otras relaciones precapitalistas de producción en el campo,
como la medianería, la aparcería, el inquilinaje y el arrendire, en las cuales el trabajador agrario no
era ni pequeño propietario ni asalariado o, a veces, las dos cosas. Paralelamente, comenzaron a
surgir relaciones de producción capitalistas embrionarias, especialmente en la minería de la zona
andina, donde nacieron los primeros núcleos del proletariado minero (Chile y México). También
surgieron asalariados rurales, como lo atestiguan relatos de viajeros, entre ellos Humboldt.
!
Algunos autores, como Ciro Cardoso, dicen que durante la colonia hubo “un modo de producción
dependiente”, con lo cual no se dice nada, porque no especifican las relaciones de producción y las
fuerzas productivas, que constituyen lo básico para definir un modo de producción. Si sólo se
enfatizara el carácter dependiente, habría que decir que ha existido un solo modo de producción
“dependiente” desde la colonia hasta la actualidad, lo cual omitiría los cambios en las relaciones de
producción precapitalistas de la colonia hasta las capitalistas de los siglos XIX y XX.
!
autores, como Carmagmani, siguen sosteniendo que la colonización tuvo un carácter feudal. La gran
propiedad territorial es uno de los argumentos que se han dado para demostrar el carácter feudal de
la colonización. Este error proviene de identificar feudalismo con latifundio. Latifundios han existido
tanto en el régimen esclavista como en el feudal y capitalista. El latifundio de la época colonial –a
diferencia del feudal- tuvo como objetivo la producción a gran escala de productos agropecuarios y
mineros. Al latifundio colonial no le interesaba el autoabastecimiento –como al feudo- sino la
producción para el mercado mundial. Otro argumento para insistir en el carácter feudal de la
colonización se refiere ala explotación de los indios bajo el sistema de encomiendas. En rigor a la
verdad, la encomienda tuvo más características esclavistas que feudales. Además, existen otros
hechos, como el crecimiento de las ciudades, la centralización del poder a través del Estado colonial.
Tampoco fue capitalista. Durante la colonia no hubo un modo de producción preponderante, sino
variadas relaciones de producción precapitalistas y capitalistas embrionarias que, combinadas y
articuladas, constituían una formación económica en transición al capitalismo.
La formación social reforzaba el nexo con la monarquía a través del Estado colonial. Este estado
surgió directamente con la conquista, como una prolongación del Estado monárquico, que trató de
evitar en las colonias el surgimiento de un poder local de los encomenderos. El Estado colonial o
indiano representó los intereses generales de la monarquía.
!
La Formación Social republicana
!
La República hasta 1850 aproximadamente formó parte del período de transición al capitalismo. Sin
embargo, constituyó una nueva formación social por cuanto las colonias rompieron con la
monarquía, dando paso a la formación de repúblicas independientes.
!
La Revolución de 1810 cambió la forma de gobierno, no la formación económica heredada por la
colonia. No fue una revolución democrático-burguesa porque no realizó la reforma agraria ni fue
Eje IV. Historia
14
Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
capaz de crear las bases del mercado interno para el desarrollo de una industria nacional. La única
tarea democrática que cumplió la clase dominante criolla fue la independencia política al romper
con la condición de colonia del imperio español.
!
Limitado el proceso de liberación a la independencia política formal. Nuestros países pronto cayeron
bajo un nuevo tipo de dependencia, especialmente con el mercado europeo. Para asegurar mejores
precios y mayor demanda de sus productos, la clase dominante criolla se comprometió a permitir la
entrada indiscriminada de manufactura extranjera, lo cual impidió cualquier desarrollo de una
industria nacional.
!
La fase de transición hacia el capitalismo se acentuó al aumentar las relaciones de producción
capitalistas en las minas y en algunas explotaciones agropecuarias. Sin embargo, la formación
económica combinaba en su mayoría relaciones de producción precapitalistas, como el inquilinaje,
la aparcería y la medianería. Una de las relaciones precapitalistas más importante comenzó a
extinguirse: el sistema esclavista. L esclavitud fue abolida en Haití (1804), Argentina (1812),
Colombia (1814), Chile (1823), México (1824) y en la mayoría de los países con excepción de Brasil
y Cuba que recién fue abolida en la década de 1880.
!
Durante las Guerras de la Independencia y las Guerras Civiles hubo una intensa movilidad social.
Surgieron nuevas fracciones de la clase dominante. Los roces entre terratenientes, mineros y
comerciantes se amortiguaron porque todos estaban comprometidos en la economía de exportación.
Las capas medias tuvieron un desarrollo progresivo. Las crecientes necesidades de las ciudades, del
comercio interior y de la administración pública permitieron un crecimiento de las capas medias. La
nueva intelectualidad formó movimientos liberales de avanzada, como la Sociedad de la Igualdad de
1850 en Chile. El artesanado superó la etapa de las corporaciones cerradas constituyendo
agrupaciones más abiertas.
!
El proletariado minero se desarrolló en las exportaciones de plata y cobre. Comenzaron las huelgas
del proletariado minero por la fecha de pago de los salarios, el maltrato y una mayor seguridad en los
laboreos más peligrosos de las minas.
!
El campesinado creció a raíz del reparto de herencias de propiedades medianas entre numerosos
descendientes. La medianería, la aparcería y el inquilinaje continuaron siendo las principales
relaciones precapitalistas de producción. Sin embargo, el régimen del salariado se fue implantando
en las haciendas más modernas.
!
El Estado nacional se fue conformando a partir de la Independencia. Durante las primeras décadas
fue muy débil a causa de las Guerras Civiles hubo una intensa movilidad social. Surgieron nuevas
fracciones de la clase dominante. Los roces entre terratenientes, mineros y comerciantes se
amortiguaron porque todos estaban comprometidos en la economía de exportación.
Las capas medias tuvieron un desarrollo progresivo. Las crecientes necesidades de las ciudades, del
comercio interior y de la administración pública permitieron un crecimiento de las capas medias. La
nueva intelectualidad formó movimientos liberales de avanzada, como la Sociedad de la Igualdad de
1850 en Chile. El artesanado superó la etapa de las corporaciones cerradas constituyendo
agrupaciones más abiertas.
!
El proletariado minero se desarrollo en las explotaciones de plata y cobre. Comenzaron las huelgas
del proletariado minero por la fecha de pago de los salarios, el maltrato y una mayor seguridad en los
laboreos más peligrosos de las minas.
!
El campesinado creció a raíz del reparto de herencias de propiedades medianas entre numerosos
descendientes. La medianería, al aparcería y el inquilinaje continuaron siendo las principales
relaciones precapitalistas de producción. Sin embargo, el régimen del salariado se fue implantando
en las haciendas más modernas.
!
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
El Estado Nacional se fue conformando a partir de la Independencia. Durante las primeras décadas
fue muy débil a causa de las Guerras Civiles. Pero debilidad no significa inexistencia. Los caudillos
federales lucharon contra los unitarios o centralistas por el dominio de la principal institución del
aparato estatal: la Aduana. Luego del triunfo, la oligarquía liberal, que había levantado la bandera del
feudalismo, se convirtió en más centralista que los propios conservadores. La formación social
republicana se basó en una economía agrominera- exportadora y una clase dominante compuesta
por terratenientes, mineros y comerciantes.
!
Capítulo III. LA CONSOLIDACIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA
!
Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjo el salto cualitativo hacia el modo de producción
capitalista en numerosos países de América Latina. Dentro de las limitaciones de este capitalismo
primario exportador hubo un cierto desarrollo de las fuerzas productivas y una consolidación de las
relaciones de producción capitalistas, expresada en el crecimiento del proletariado minero, agrícola
y urbano.
!
La inserción plena de la economía latinoamericana en el mercado mundial, el desarrollo de los
ferrocarriles, del telégrafo, de los puertos, y, fundamentalmente, la tendencia a la generalización del
trabajo asalariado, aceleraron el desarrollo de un modo de producción capitalista primario
exportador, distinto al capitalismo industrial europeo. Si bien es cierto que el modo de producción
capitalista se hizo preponderante, no podemos dejar de señalar que todavía existían relaciones de
producción precapitalistas, especialmente en las explotaciones rurales de Centroamérica, el Caribe,
Ecuador, Perú y Bolivia.
!
La demanda del mercado mundial permitió un desarrollo del capitalismo primario exportador pero,
dialécticamente, reforzó los lazos de dependencia. La consolidación de los Estados Nacionales fue
estimulada por las metrópolis europeas que necesitaban Estados capaces de garantizar la creciente
demanda de materias primas.
!
La especificidad de la dependencia en el siglo XIX radicaba en que la burguesía criolla era dueña de
las riquezas nacionales. Esta peculiaridad es fundamental para comprender que hubo un desarrollo
endógeno del capitalismo primario exportador, fenómeno que han descuidado los teóricos de la
dependencia que sólo manejan el cuestionado binomio centro- periferia. En América latina se
desarrolló una burguesía criolla con capitales propios que extraía y reinvertía la plusvalía mediante
un estilo propio de acumulación de capital. La plusvalía extraída a los trabajadores por la burguesía
criolla se realizaba en el mercado mundial mediante la venta de las materias primas. Una parte
sustancial se apropiaban los capitalistas nacionales y otra iba a parar a las metrópolis a través de los
precios que se imponían a nuestros productos, del transporte de las materias primas en barcos
europeos que por carecer nuestros países de marina mercante nacional, además de mecanismos
financieros, como los empréstitos e intereses.
!
El denominado “crecimiento hacia fuera” conllevaba la declinación porque se dio sobre la base de
una economía subordinada, monoproductora y carente de una industria nacional, formación
económica que facilitó la fuga hacia fuera de gran parte de la plusvalía.
!
La Formación social semicolonial
!
Desde fines del siglo XIX se produjo un cambio significativo en nuestra condición de países
dependientes. El capitalismo –en su nueva fase superior, el imperialismo- se apoderó de gran parte de
nuestras materias primas al invertir masivamente capital financiero en el área minera y agropecuaria.
Nuestros países pasaron a ser semicolonias. América latina ya no sólo fue dependiente del mercado
mundial, sino que también perdió sus riquezas nacionales. El cambio cualitativo de las relaciones de
dependencia nos convirtió en semicolonias, en el sentido que Lenin le daba a esta caracterización.
De 1890 a 1930 pasamos por la fase de semicolonia inglesa a semicolonia norteamericana. Desde
fines del siglo XIX, el imperialismo inglés comenzó a invertir en los servicios públicos y,
posteriormente, en las principales materias primas. La primera guerra mundial (1914) interrumpió la
Eje IV. Historia
16
Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
carrera inversionista de Inglaterra en América Latina y colocó en primer plano a su competidor por el
control de las materias primas: Estados Unidos, cuyas inversiones se aceleraron a tal ritmo que hacia
1930 había desplazado al imperialismo inglés en la mayoría de nuestros países. De este modo, de
semicolonia inglesa pasamos a convertirnos en semicolonia norteamericana. Algunos países
centroamericanos y de la región del Caribe eran semicolonias yanquis desde la segunda mitad del
siglo XIX o principios del XX.
!
La formación social, semicolonial consolida el modo de producción capitalista, a causa de la fuerte
inversión del capital extranjero, aunque siguen superviviendo algunas relaciones precapitalistas de
producción en el campo. Creció el proletariado minero, rural y urbano. Este cambio significativo en
la estructura del proletariado tuvo se correlato social y político a través de la agudización de la lucha
de clases, de la formación de los sindicatos y del nacimiento de los primeros partidos obreros. El
afianzamiento del modo de producción capitalista permitió la irrupción de las capas medias, que
comenzaron a exigir una mejor redistribución de la renta nacional, alineándose con los primeros
“movimientos populistas” (Irigoyen en Argentina, Arturo Alessandri Palma, en Chile, Obregón y calles
en México, etc.)
!
A partir de la crisis mundial de 1929 y con el inicio de la industrialización, se inició una transición
del capitalismo primario exportador a un capitalismo industrial dependiente. En ese período
comenzó también la transición de la sociedad rural a la sociedad urbana industrial. Esta fase tuvo un
período de industrialización temprana en países como Argentina, México, Brasil, Chile y Uruguay, y
un período tardío de sustitución de importaciones en Perú, Bolivia, Ecuador, Centroamérica,
Colombia, Venezuela y otros países del Caribe, en que la industrialización comenzó después de
1950.
!
En esta fase no solamente creció el número de trabajadores hombres sino también de trabajadoras.
Las mujeres fueron contratadas, con salarios más bajos, en las industrias, en los comercios, en
servicios públicos, llegando a constituir más del 20% de la población denominada “económicamente
activa”. En este Período de configuración definitiva del proletariado industrial, los trabajadores
afianzaron sus organizaciones sindicales llegando a crear poderosas centrales únicas obreras, como
la CGT argentina, la COB boliviana, la CNT uruguaya y la CUT chilena, que en ciertas oportunidades
rebasaron los marcos del sindicalismo economicista para actuar como organismos políticos de clase.
En síntesis, la formación social semicolonial ha pasado de sociedad rural a sociedad urbana, con un
proceso de industrialización dependiente, expresión de un desarrollo capitalista heterogéneo,
desigual y combinado.
!
La dependencia de esta capitalismo se ha acentuado a partir de la década de 1950, en que el
imperialismo decidió invertir capital en la industria. Así, se produjo una asociación entre el capital
monopólico extranjero y el capital criollo, reforzando la condición semicolonial de nuestros países.
Las ilusiones del reformismo en torno al papel progresista que podría jugar la burguesía industrial han
sido barridas con el proceso objetivo de asociación de la burguesía industrial con el imperialismo. En
la década de 1940 pudo haberse discutido acerca del papel a jugar por la burguesía industrial, pero
ahora en que ésta está asociada al capital monopólico internacional, la discusión ha sido zanjada por
el propio desarrollo histórico del capitalismo.
!
Finalmente, es necesario señalar que a partir de 1960 se abrió en Cuba el período de transición hacia
el socialismo, preanunciado el sendero por donde históricamente transitará nuestra América Morena.
!
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Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
Textos de la Agenda de las Resistencias 2014
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La conquista
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Ediciones del poder popular
Tenochtitlan fue la capital del señorío mexica y la última gran metrópoli mesoamericana que, en
el siglo XVI, enfrentó la expansión occidental. México-Tenochtitlan era la depositaria de un proceso
humanizador, entre 20 o 40 mil años, complejo y refinado que se reflejó en su cosmogonía,
arquitecturas, sus sistemas de producción y comercialización, su arte y escritura. Era una sociedad
compleja, estratificada y regimentada; encabezada por guerreros, mercaderes, embajadores,
sacerdotes y sabios; y sostenida por artesanos, campesinos y chinamperos, pescadores, cazadores y
tamemes, entre otros.
!
Los mexicas fueron el último grupo proveniente del norte en llegar al valle de México. Encontraron
una región conformada por ciudades-estado que se disputaban la dominación política a veces por
medio de las armas, a través de alianzas, pactos o vínculos entre los principales linajes. De 1325
hasta 1521, en 196 años, los mexicas construyeron su hegemonía política, económica y cultural en
un territorio que abarcaba buena parte de Mesoamérica y donde vivían entre 15 y 25 millones de
habitantes.
!
Después de ser nombrado tlahtoani en 1502 y encabezar la Triple Alianza (Texcoco, Tlacopan y
Tenochtitlan), Moctezuma II amplió el señorío hasta el Xoconosco utilizando estrategias militares y
diplomáticas: consolidó las rutas comerciales e incorporó a los zapotecas y los yopes. Sin embargo,
sufrió algunos reveses, con los purépechas, los tlaxcaltecas y los huejotzincas, exhibiendo las
limitaciones del control político mexica. Reordenó la administración económica y política del
señorío, modificando sus relaciones con los pochtecas-mercaderes, los pillis-nobles, los macehualestrabajadores y los pueblos conquistados.
!
La política de consolidación del imperio y el control sobre las ciudades-estado dominadas acarreó
numerosas rencillas y envidias, malos cálculos inmediatistas que, a la hora de la llegada de los
españoles, serán aprovechados por Hernán Cortés. Estas contradicciones dividieron el mundo
indígena y motivaron la alianza de una parte de las ciudades-estado con el bando hispano,
engrosando el ejército español-indígena de conquista que tomó Tenochtitlan-Tlatelolco, abriendo
paso al sometimiento de todos los indígenas a la Corona española, la invasión y la colonización de
estas tierras y la depredación y el saqueo de sus riquezas.
!
En un contexto políticamente enrarecido, incluso la naturaleza pareció tomar partido, dando origen a
los famosos presagios (que fueron constatables por toda la tierra y no únicamente en Tenochtitlan),
que cobraron sentido años después, reinterpretados a la luz de la Conquista. Y como los problemas
rara vez vienen solos, en tal ambiente, de la costa procedieron noticias de extraños avistamientos que
se sumarán a este cúmulo de asuntos que amenazaron la salud del régimen político que Moctezuma
II pretendía consolidar.
!
Con la Conquista, se truncó la posibilidad de la unificación de las ciudades-estado indígenas
mesoamericanas en torno a una cosmogonía y una cierta homogeneidad cultural. La profunda
división entre las ciudades-estado en su lucha por la hegemonía y la dominación, la inmadurez y el
localismo, se convertirán en patrón en el siguiente periodo histórico con los levantamientos indígenas
desarticulados que nunca se plantearon la unificación para liberarse del colonialismo español.
!
Sin embargo, la fuerza del proceso humanizador y civilizatorio indígena impulsado por la inmensa
mayoría de los sobrevivientes y descendientes de las civilizaciones mesoamericanas resistió de
múltiples maneras a la colonización. En el campo y en la ciudad, en lo privado y en lo público, las
resistencias preservaron los núcleos y mantuvieron la memoria, lo cual alimentó y alimenta la
esperanza en la liberación de las mexicanas y los mexicanos.
!
Eje IV. Historia
18
Eje IV. Historia
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Rebeliones coloniales
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Lecturas Primer Taller de Formación
Aún no caía Tenochtitlan, cuando Cortés, aprovechando los códices cartográficos y tributarios, los
conocimientos, las rutas y las relaciones milenarias, enviaba tropas armadas a las regiones tributarias
para ampliar las fronteras de la Nueva España e incrementar los ingresos de los españoles, y hacia la
costa pacífica para encontrar una salida hacia Japón y China.
!
Hasta la mitad del siglo XVI, una expedición de conquista era una empresa privada concesionada por
el rey de España a algunos españoles adinerados que aportaban capital, soldados, armas, caballos y
bastimentos. La ganancia procedía del despojo de los indios vencidos, lo directamente arrebatado y
las exacciones que se imponían. Consumada la victoria militar sobre los indios, el rey se arrogaba la
quinta parte del botín, el caudillo recibía el título de gobernador de los territorios conquistados que
debía organizar en beneficio propio y de sus socios. Al principio se repartieron a los indios y el fruto
de su trabajo y se asignaron tierras, aguas, montes y todo lo repartible bajo el régimen laboral de la
encomienda, luego del repartimiento (1570) y al final de la hacienda.
!
Sobre esta base y durante tres siglos, la corona española articuló el gobierno novohispano como lo
que era: una colonia, es decir, una sociedad organizada para el beneficio de los vencedores: los que
habitaban la Nueva España y los que quedaron en Europa, todos recibían el producto del trabajo
arrancado a los vencidos. El virrey, los funcionarios de la Real Audiencia, los altos dignatarios de la
Iglesia y de la Inquisición, entre otros, componían el grupo selecto que administraba el saqueo: la
corrupción, las leyes injustas, la venta de cargos y oficios, el vandalismo, el robo, las congregaciones
de los pueblos para cobrar mejor el tributo, las prohibiciones y limitaciones al comercio, el control
de la mano de obra, etc.
!
Además de la extracción de recursos, la Corona asumió la administración del orden. Para ello, contó
con las órdenes mendicantes, la Iglesia y los jesuitas, que organizaron la represión ideológica a través
de la evangelización: destruyeron obras, templos, culturas y libros antiguos; dividieron los pueblos y
las familias; construyeron un nuevo discurso histórico basado en la descalificación de las culturas
indígenas; impulsaron la cultura patriarcal basada en la represión y la doble moral; apoyaron en todo
momento la violencia, las masacres, el engaño y el terror para sostener el gobierno colonial. No
obstante la intervención de un sector de la Iglesia que contribuyó a dar legitimidad a muchas de las
resistencias indígenas.
!
En todas partes, las resistencias y las rebeliones indígenas obligaron a los españoles a atrincherarse en
las ciudades y vivir en constante zozobra. Siempre motivados por la defensa territorial, el anhelo de
recobrar la antigua organización, la religión y la libertad, los indígenas emplearon estrategias
múltiples de resistencia y de sobrevivencia adaptadas a la correlación de fuerzas y a las
circunstancias: el sitio, la guerrilla, el levantamiento de trincheras, la emboscada, el asalto, la
rebelión; el desacato al tributo, el pacto, la defensa jurídica, la firma de la paz, el culto soterrado, el
fomento a las divisiones entre españoles, entre muchas otras.
!
Su fuerza era su cultura milenaria, los conocimientos adquiridos, las ventajas de su nomadismo, las
dificultades del terreno, la impenetrabilidad de las selvas o de las montañas, con lo cual lograron
sobrevivir al colapso demográfico y enfrentar las vejaciones españolas. Algunas veces, y en alianzas
limitadas, desplegaron luchas de resistencia que se convirtieron en verdaderas guerras regionales que
duraron décadas y hasta siglos.
!
Pronto, otros grupos étnicos se sumaron a la resistencia. Los esclavos negros se sublevaron y
fundaron colonias cimarronas. Los mestizos se levantaron en las ciudades por hambre, carestía,
desabasto, en forma de motín o tumulto; los criollos, por ser segregados, en forma de conspiraciones.
Todas estas luchas de resistencia constituyen el capital político del pueblo mexicano.
!
Reformas Borbónicas e Independencia
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Eje IV. Historia
19
Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
A lo largo del siglo XVIII, la Nueva España fue sacudida por múltiples acontecimientos internos,
europeos y americanos que empujaron a la independencia formal de estas tierras y modelaron el
perfil inicial de la nación que terminaría de conformarse en los siguientes 200 años.
!
Si bien en el siglo XVIII la Nueva España era la colonia más poblada y rentable del Imperio español,
las resistencias en contra de los abusos de la iglesia, los comerciantes y la administración peninsular
no dejaron de estar presentes en todo el territorio, como ejemplifican los alzamientos de zoques,
tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales; chichimecas; pericúes y coras; yaquis, mayos, pimas y ópatas;
apaches y comanches; mayas.
!
Aunado a lo anterior, la creciente presión comercial y militar en las fronteras del imperio español, la
guerra de los Siete Años (1756-63) y la toma por parte de los ingleses de La Habana en 1762,
llevaron al rey borbón a redoblar el saqueo de recursos en las colonias, lo cual provocó numerosos
malestares. En 1762, se conformó un ejército profesional; en 1767, expulsaron a los jesuitas del
Imperio; en 1778, rompieron el monopolio de comerciantes y puertos; y en 1786, crearon las
Intendencias dominadas por la alta burocracia peninsular desplazando a los criollos de la
administración colonial.
!
Particularmente la expulsión de los jesuitas y la creación de presidios en la frontera norte aumentaron
las tensiones, por la expansión de los ranchos y los reales de minas. Los indígenas se volvieron a unir
alrededor de discursos milenaristas que anunciaban la muerte de los españoles, la creación de un
gobierno y un sacerdocio indígena y el fin de los tributos.
!
Otros hechos como la independencia de los Estados Unidos en 1776, la revolución francesa en 1789,
la independencia de Haití en 1791 y el bloqueo marítimo inglés de 1796 afectaban la vida cotidiana
novohispana. Brotaban las conspiraciones: en Guadalajara en 1793, en la ciudad de México en
1794, la "Rebelión de los machetes" en 1799 con mestizos y mulatos del centro y occidente del país.
En medio de la derrota de la flota española en Trafalgar en 1805, la invasión francesa, la abdicación
del rey y el posterior levantamiento español en 1808, el Ayuntamiento de la Ciudad de México
declaró que la soberanía recaía en la nación. En 1809, fue descubierta la conspiración de Valladolid,
encabezada por los militares criollos que contaban con el apoyo de militares del ejército
novohispano y pensaban reclutar indios ofreciéndoles la supresión del tributo.
!
El terreno estaba abonado cuando en septiembre de 1810 fue descubierta la conspiración de
Querétaro, encabezada por varios miembros de la sociedad novohispana: el corregidor Miguel
Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, el sacerdote del bajo clero Miguel Hidalgo y
varios militares, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo.
!
La insurrección popular compuesta de indios, negros, mestizos y criollos, respondió a la consigna
“Viva América, abajo el mal gobierno, mueran los gachupines”. Bajo el manto de la Tonantzin, las
demandas de soberanía nacional, expulsión de los peninsulares, establecimiento de juntas, abolición
de los tributos, de la esclavitud, del sistema de castas, la restitución de la tierra indígena, dan cuenta
del carácter del movimiento, de la memoria histórica y de la ruptura con el orden colonial.
!
A la muerte de Hidalgo en 1811, Morelos impuso su hegemonía gracias a sus dotes de organizador
político y estratega militar, e intentó hacer confluir las dos corrientes de la insurrección: los criollos
que buscaban la independencia y las masas que perseguían sus objetivos sociales. Sin embargo, a su
muerte en 1815, se acentuó el conservadurismo criollo y la contrarrevolución.
!
La oligarquía criolla sabía que los criollos suplantaban a los peninsulares en los procesos de
independencia de las Provincias Unidas de la Plata en 1816; de Chile en 1818 y de la República de
Colombia en 1819. Y por ello, no vacilaron en llevar a Agustín de Iturbide al poder en 1821.
Finalmente alcanzaron los objetivos propios de su clase: tomar el control del territorio, mantener en
lo esencial el orden anterior, derogar las leyes que se oponían a su desarrollo, afianzar su poder y, al
mismo tiempo, conceder algunas de las demandas de la “clase media” criolla, mestiza e indígena
para obtener su adhesión.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
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Intervenciones y Reforma
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Lecturas Primer Taller de Formación
La entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1810 evidenció el
alcance de la “consumación” de la Independencia de México: una alianza de conveniencia para
tomar posesión de la Nueva España entre proyectos de nación disímbolos y contradictorios como el
peninsular, el de la oligarquía criolla y el de la menguada insurgencia, que no tardaría en
desmoronarse, dividiéndose y reagrupándose hasta el restablecimiento de la República liberal el 15
de julio de 1867.
!
Muy pronto la lucha por el control de la estructura económica y social del país se libró entre el
bloque de conservadores, monárquicos y centralistas, que buscaban mantener vigentes muchos
rasgos de la vieja sociedad colonial; y los liberales, republicanos y federalistas, que se reclamaban
como los verdaderos herederos de la Ilustración; partidarios de un Estado nacional burgués, a
semejanza de los Estados Unidos o de Francia.
!
Ninguna de estas fuerzas incluyó en su proyecto a la inmensa mayoría de la población: las naciones
indígenas, las comunidades campesinas y las masas urbanas. Al contrario, todos coincidieron en
mantenerlas al margen. Sus intereses de clase, sus prejuicios racistas y étnicos se los impidieron.
Además, conscientes de que sus propiedades y estatus nacieron del despojo de los pueblos
originarios; vivían con el temor a la pérdida del control territorial y de la hegemonía política, ante el
reclamo ancestral de la soberanía indígena y la búsqueda de justica, democracia y libertad de las
masas. Por ello, impulsaron un proyecto nacional que, en los hechos, con su falsa igualdad jurídica y
libertad económica, traducido en protección de la ganancia, colocó al resto de la población en
condiciones desventajosas para evitar el despliegue de proyectos de nación diferentes al dominante.
La ofensiva general contra las tierras comunales indígenas, campesinas y urbanas para someterlas a la
explotación capitalista, fue parte de la nueva conquista criolla, que prosigue hasta el día de hoy.
Reducir el espacio indígena, destruir las instituciones cohesionadoras de la identidad étnica, suprimir
la propiedad colectiva e impedir su desarrollo económico y el progreso de las tradiciones, la cultura
y los valores indígenas y populares.
!
En consecuencia, los levantamientos rurales, los motines urbanos y las luchas clasistas incipientes,
fueron incesantes durante el siglo XIX. Los encontramos entre los pueblos zapotecos (1839-1853),
nahuas de Guerrero (1842-46), huastecos (1879-1882), yaquis (1825-1897) y en el levantamiento de
los cruzoob en Yucatán (1848-1901), entre otras. El nuevo gobierno mexicano sofocó estas rebeliones
con igual saña que el colonial, incluyendo deportaciones masivas y masacres.
!
La experiencia adquirida durante y después de la guerra de Independencia, tanto en el uso de las
armas, la estrategia guerrillera, como el manejo del lenguaje político y jurídico, contribuyó para que
los indios, los campesinos y los peones se sublevaran. En muchos casos, las identidades étnicas
fueron sustituidas por las de clase conformando alianzas de campesinos contra propietarios o
comunidades contra caciques.
!
Muy pronto, los Estados Unidos, en pleno proceso de expansión, entrarían en acción para quedarse
con Texas y más de la mitad del territorio nacional. Mientras tanto, los europeos: ingleses, españoles
y franceses, se encargarían de mantener la inestabilidad en la joven nación con sus reclamos e
intervenciones.
!
Las invasiones favorecieron la creación de pactos, antes imposibles de pensar, entre parte del
gobierno nacional, los caudillos regionales y los pueblos indígenas, los cuales beneficiaron a
numerosos grupos indígenas que se integraron a la guardia Nacional, participaron en la defensa del
territorio nacional, protegieron sus derechos tradicionales y exaltaron a sus propios héroes como los
verdaderos defensores de la patria.
!
Finalmente, el impacto de las invasiones extranjeras entre 1847 y 1867 y las luchas internas de la
“clase política” fueron aprovechados por los liberales-republicanos para impulsar su propio programa
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
de unidad nacional con la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma en torno a una
modernización burguesa y un modelo de acumulación de capital excluyente, contrario a todo
proyecto comunitario y colectivo, propio de las tradiciones de las mayorías nacionales.
!
República Restaurada y Porfiriato
!
Con la República Restaurada, Benito Juárez y los liberales tendieron una mano conciliadora a los
conservadores derrotados y convocaron el 15 de julio de 1867 a la unidad de la nación bajo la
fachada de: sufragio efectivo y no reelección; adhesión a la constitución de 1857 y las leyes de
Reforma; paz, democracia y progreso; participación de todos; formación de un gobierno eficiente,
estable y bien administrado.
!
En los hechos, el proyecto liberal de nación era un proyecto económico que permitía la acumulación
capitalista a favor de una nueva oligarquía (hacendados, latifundistas, industriales y banqueros) a
través de jugosas ganancia logradas con la explotación, el despojo, el saqueo y las facilidades
fiscales. Los gobiernos de Juárez a Díaz aplicaron las medidas requeridas: control regional sobre
caudillos y caciques, fomento a la inversión extranjera (norteamericana y europea), política de
comunicaciones, transportes e infraestructuras, incentivos a la exportación de materias primas, la
minería, el campo y la industria, y, sobre todo, represión en contra de todas las voces discordantes
bajo la consigna “mátalos en caliente”.
!
No sólo fue represión política y económica, sino también cultural. En un país, donde el 71 por ciento
de la población vivía en zonas rurales y el 29 por ciento restante en zonas urbanas, con el detalle de
que una buena porción de éstos provenían del campo, la inmensa mayoría de los mexicanos tenía
una identidad ligada a su raíz indígena. Identidad ajena y despreciada por los liberales que
desarrollaron la idea del mestizo como síntesis de la identidad nacional: un indio desindianizado, es
decir, un indio urbanizado, español hablante y occidentalizado; a la imagen de Porfirio Díaz. A partir
de este periodo, la educación, los intelectuales y los medios de comunicación se encargaron de
difundir hasta la saciedad este nuevo concepto que no sólo permeó las acciones culturales de los
gobiernos liberales sino que será asumido por la mayor parte de las resistencias urbanas, hasta lograr
prácticamente el desdoblamiento del ser profundo del mexicano.
!
El proyecto liberal, excluyente e intolerante, ajeno a la realidad nacional, afectó a los pueblos
indígenas y campesinos, a las pequeñas y medianas empresas, a los talleres artesanales, a las
tradiciones comunitarias, de cooperación y de ayuda mutua; el antagonismo se tradujo en
enfrentamientos violentos.
!
El continuo asedio a las tierras, a los derechos y las tradiciones indígenas y campesinas provocó un
resurgimiento general de las reivindicaciones indígenas. El mundo rural se llenó de rebeliones,
sublevaciones, movimientos religiosos, motines y airadas voces indias que demandaron la
devolución de sus tierras, respeto a sus derechos ancestrales, castigo a los crímenes de los ladinos,
reconocimiento de las identidades indígenas y comunitarias. La cantidad y la extensión geográfica de
las resistencias campesinas despertaron el interés de líderes y organizaciones urbanas opuestos al
gobierno, que incorporaron las demandas campesinas a sus programas políticos. Los reclamos de
justicia agraria, tierra y libertad, o respeto a los derechos de los pueblos, se convirtieron en lemas
políticos de las organizaciones comunitarias, socialistas, comunistas y liberales, urbanas y rurales.
!
El incipiente movimiento laboral, con sus órganos de representación y de propaganda, empezó a
encauzar el mutualismo del sector artesanal y a agrupar a los trabajadores de las fábricas. Las quejas
por la disminución del salario, los malos tratos, la jornada, el empleo de maquinaria moderna,
provocaron un gran número de huelgas en la industria textil, ferroviaria, cigarrera, panadera y
minera; en entidades como el Distrito Federal, Veracruz, Puebla, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis
Potosí, Oaxaca, Jalisco, Querétaro y Sonora.
!
Resistencias como las de Chalco, Sierra Gorda, Tamazunchale, Tomochic, de los Yaquis, Chamulas,
Cruzoob, Zapotecos, de los comuneros, cooperativistas, socialistas, entre otros; y el levantamiento
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
armado del Partido Liberal Mexicano, empezaron a perfilar un proyecto indígena-mexicano de
nación basado en la realidad de la inmensa mayoría de la población y su continuidad histórica. Los
primeros rudimentos de materialismo histórico fueron integrados en muchas de sus reflexiones. Todo
es acumulado histórico preparó y sirvió de instrumento a la Revolución Mexicana.
!
Revolución
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En la Revolución Mexicana se empalman varios procesos, unos que vienen directamente de la
conversión del capitalismo en modo de dominación dominante, hecho sucedido en el último tercio
del siglo XIX, y otros, de las historias de reconstitución de los pueblos indígenas, de sus resistencias y
derrotas. El zapatismo es la vertiente “plebeya” que mejor expresa esta dualidad. Producto del avance
de las de las relaciones capitalistas dentro de las haciendas azucareras, de la configuración de un
proletariado y semiproletariado rural, del despojo de los pueblos indígenas y de su resistencias; fue la
encarnación inconclusa del proyecto más avanzado de indosocialismo en México, que amalgamó las
tradiciones comunitarias de los pueblos del Estado de Morelos con algunas ideas socialistas de su
tiempo. Ideas que fueron resignificadas a la luz de las experiencias derivadas de los combates
revolucionarios. Tanto zapatistas como magonistas y villistas, no hicieron una revolución para no
cambiar como reza el prejuicio académico, hicieron una revolución para revolucionar a favor de las
masas de trabajadores y oprimidos, sus condiciones de vida.
!
En 1910, de manera semejante a lo ocurrido entre 1808 y 1810, los sucesos que dieron pie a la
Revolución fueron fruto de un acumulado histórico donde se conjugaron crisis económicas y
políticas con sedimentos de descontento popular. Un tiempo de maduración de ideologías e
imaginarios revolucionarios y justicieros; de procesos de lucha y organización de comunidades
indígenas, campesinas y de emergencia de nuevos sujetos sociales: pequeñas y medianas burguesías
y clases obreras. Suma de rescoldos, afrentas y utopías que encontraron un poderoso caldo de cultivo
en la crisis internacional de 1907; la primera crisis económico-financiera mundial del capitalismo
monopolista o moderno.
!
En 1905, el gobierno instrumentó una reforma monetaria que se tradujo en una devaluación del 50
por ciento, provocando inflación, caída de los salarios, mayor pobreza, aumento de la deuda externa
y descontento entre sectores burgueses nacionales; que experimentaron la reducción de sus ingresos
y el acceso al crédito, debido a la renovada competencia de oligarcas porfiristas y capitalistas
extranjeros, quienes aprovecharon la coyuntura para hacerse de empresas y bienes raíces a precios
de remate.
!
La crisis de 1907 terminó por agravar todas las contradicciones. Cayeron los precios de las materias
primas y los alimentos de exportación, la especulación con las acciones de minas, ferrocarriles,
bancos y bienes raíces acentuaron las contradicciones económicas y políticas interburguesas; la crisis
económica afectó a hacendados, comerciantes, rancheros e industriales. Al seno de la oligarquía, las
disputas aparecieron, luego de casi 30 años de concordia entre las elites, antes liberales y
conservadoras. Las pugnas con los capitales extranjeros adquirieron, incluso, formas violentas
cuando los trabajadores de las principales industrias se pronunciaron contra los privilegios de los
trabajadores extranjeros. A pesar de todo, el capital extranjero dominaba la economía nacional y,
como grupo étnico, las poblaciones de origen europeo eran las más apreciadas. México se había
convertido en una especie de semicolonia; donde los criollos y los extranjeros dominaban por su
color y por su dinero.
!
El descontento se alimentó de los cierres de minas, de fábricas textiles, del desempleo galopante, el
alargamiento de jornadas de trabajo, del despotismo laboral creciente y de la caída estrepitosa de los
niveles de consumo de buena parte de la población. En el campo el enojo, la impotencia y la rabia
corrieron al lado del despojo cometido contra comunidades y pueblos a través del deslinde de
terrenos baldíos, la colonización, la desamortización de las tierras y el sistema de peonaje. La Guerra
del Yaqui y del Mayo, las pugnas electorales, los reclamos laborales, las reivindicaciones de los
pueblos, las insurrecciones magonistas, las protestas de grupos urbanos por libertades democráticas,
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Eje IV. Historia
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soberanía nacional y laicidad estatal, fueron convergiendo con las divisiones de los arriba, hasta
convertirse en una crisis política general.
!
Debe destacarse que en la Revolución Mexicana, al igual que en las guerras de Independencia y
Reforma las rebeliones indígenas y campesinas fueron decisivas. Sin embargo, el desarrollo de
nuevas capas medias burguesas y, sobre todo, de la clase obrera le imprimió nuevos contornos a la
lucha nacional, a las luchas de clases y a sus programas. Cabe mencionar que, entre 1900 y 1905, el
número de huelgas fue de 29 y de 1905 a 1910 de 106; algunas se transformaron en verdaderas
rebeliones, como las huelgas de Cananea y Río blanco.
!
Pero la resistencia no fue sólo gremial, ni la propagación de nuevas ideas se quedó en el campo de la
repetición de las doctrinas. Se desarrollaron interpretaciones y desarrollos teóricos propios; el
magonismo y el zapatismo fueron algunos de ellos.
!
Tradicionalmente la Revolución Mexicana de 1910-1917 ha sido evaluada tomando como referencia
los alcances y programas de la Revolución Rusa de 1917; de ahí surgieron infinidad de
interpretaciones que no tomaron en cuenta sus características y aportaciones específicas que la
ubican como uno de los mayores acontecimientos en la historia de las revoluciones contemporáneas.
Debemos subrayar que nuestro país, en 1910, era ya un país capitalista y que fueron las
contradicciones ligadas a su estructura de clases y a un modo de producción capitalista, dependiente
y semicolonial, en una sociedad mayoritariamente agraria e indígena, las que condicionaron el curso
de la Revolución Mexicana y del capitalismo en el siglo XX. Por lo mismo, no fue como muchas de
las revoluciones europeas, resultado del enfrentamiento de una naciente burguesía contra el viejo
régimen feudal; si no el resultado de disputas interburguesas y de la emergencia y el protagonismo de
sectores indígenas y populares del campo y de la ciudad.
!
La Revolución se consumó con el arribo al poder estatal de la fracción burguesa y pequeño burguesa
carrancista-obregonista que desplazó a la oligarquía porfiriana del poder político y derrotó a los
ejércitos magonistas, villistas y zapatistas, que encarnaban a la tendencia “plebeya” o radical de la
revolución. La coalición burguesa victoriosa asumió, desde el principio, su situación de dependencia
económica, cultural y política hacia los Estados Unidos y las grandes potencias capitalistas. Este
hecho condicionó el alcance de sus reformas y estableció un marco para negociar, en el contexto de
una relación semicolonial y las contradicciones y conflictos con los estados imperialistas y el capital
extranjero. Desde ahí, el nuevo estado y su régimen, estableció su relación con las clases populares y
su posicionamiento frente a las revoluciones y los países socialistas.
!
La Revolución Mexicana fue burguesa por quienes ocuparon el poder estatal y por sus resultados
sociales. A pesar de que muchas de sus formas y métodos de lucha fueron populares y que los
proyectos indígena-campesinos y obreros fueron muy relevantes, un nuevo sector de la burguesía
resultó triunfante. Así, el nuevo estado no puede ser calificado de “bonapartista”, producto de un
empate entre las fuerzas populares y las burguesas. La dirección del nuevo estado, los vencedores, no
compartieron el poder y la conducción estatal con nadie; incluyeron a las clases populares y a los
pueblos originarios de modo subalterno; sin cuestionar jamás el carácter burgués del estado
mexicano y su lugar subordinado y dependiente con respecto a Estados Unidos.
!
Así como la burguesía no estaba obligada a cumplir con las tareas democráticas que metafísicamente
le asignan los socialistas, es decir, llevar a cabo la liberación nacional y el establecimiento pleno de
las libertades y los derechos sociales; Villa y Zapata no estaban destinados a perder. En el caso de la
derrota de la fracción radical de la revolución popular burguesa de 1910-17, influyeron errores
relacionados con las alianzas políticas, pero también muchas indecisiones y malos cálculos a la hora
de algunas batallas militares. Son absurdas todas las teorías fatalistas y deterministas, que plantean
que Magón, Villa, Zapata, estaban destinados a la derrota, porque no existía el partido del
proletariado o no habían leído a Marx y a Lenin, o porque la ley general de las sociedades
capitalistas y los prejuicios de la burguesía y la pequeña burguesía, establecían que, por su origen
humilde y pre moderno, no podían comprender e interiorizar el desarrollo técnico necesario para el
arte de la guerra, ni el poder de las reformas y, por tanto, estaban destinados a fracasar.
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
Interpretaciones cargadas de eurocentrismo y de odio clasista y racista. En realidad, muchas de las
derrotas de nuestro pueblo tienen que ver con errores de cálculo, con decisiones equivocadas en el
combate y en el teatro de las operaciones.
!
1917 – 1940. De la Constitución al Cardenismo
!
La Constitución de febrero de 1917 se escribe y se aprueba entre dos épocas políticas. La del
“liberalismo civilista”, formalmente antiestatista y la del “liberalismo social”, promotor de la
participación del estado en la economía y garante de los derechos sociales y civiles.
!
Este resultado no estuvo en los planes de ninguna de las fuerzas beligerantes. Fue una consecuencia
de las confrontaciones, de los cambios en las correlaciones de fuerzas y de los sucesos
internacionales ocurridos durante el proceso revolucionario. No puede decirse que la meta de las
fracciones burguesas y pequeñoburguesas, que participaron en la revolución y ocuparon puestos
prominentes en el Movimiento Constitucionalista, fuera el establecimiento de un nuevo orden social.
Ni que coincidieran en lo que debía hacerse de inmediato. Sólo persiguieron desplazar del poder a la
vieja oligarquía y promover algunos cambios que las beneficiaran directamente y ampliaran las
posibilidades de desarrollo capitalista del país iniciado en el siglo pasado. Además de renegociar las
relaciones de dependencia con Estados Unidos e Inglaterra.
!
Más que las teoría y la influencias externas, más que el “Contrato” o el “Pacto Social”, fue la
Revolución, la lucha de clases llevada al límite, la que impuso la coexistencia dentro del texto
constitucional de principios liberales y comunitarios; de derechos individuales y sociales; de respeto
tanto a la propiedad privada como a la prerrogativa de la nación a la propiedad originaria sobre las
riquezas naturales e, incluso, la facultad para “imponer a la propiedad privada las modalidades que
dicte el interés público”. En ese tenor contradictorio se aceptaron las relaciones laborales capitalistas,
a la vez que se establecieron el derecho a la vida digna, al salario constitucional; junto a la idea de
que el trabajo no es una mercancía. El agotamiento de los viejos principios liberales y la algidez de la
revolución, además de las dificultades generadas por la crisis capitalista, la Primera Guerra Mundial y
la Revolución Soviética empujaron al Estado Mexicano, entre otros, a poner en práctica políticas
económicas propias del capitalismo de estado. Y, por consiguiente, a ensayar nuevas formas de
control e integración de las clases dominantes y de las clases populares, acordes con el desarrollo de
la lucha de clases y las modificaciones capitalistas.
!
El Cardenismo fue hechura contradictoria de los procesos organizativos de la clase obrera, de la
conformación de sindicatos y federaciones nacionales, de la permanencia y desarrollo del agrarismo;
del imaginario reivindicativo instalado por la Revolución, la Constitución y las ideologías
nacionalistas, socialistas, comunistas, anarquistas e indígenas. El sector burgués que se mantuvo
como ala izquierda del obregonismo, supo aprovechar la nueva coyuntura generada por los cambios
y quiebres introducidos por la crisis capitalista de 1929-33. La correlación fuerzas se había alterado
a favor del sector encabezado por Cárdenas.
!
Sin una competencia de cuidado, los reformistas liberal progresistas se beneficiaron del crecimiento
de los sindicatos nacionales, de la organización y el malestar campesino, de los progresos de los
comunistas, de liderazgos como el de Lombardo Toledano, de la centralización del Partido Nacional
Revolucionario, de los acuerdos con la jerarquía católica; de la política reformista del “Nuevo Trato”
y el “Buen Vecino” del presidente Roosevelt en Estados Unidos.
!
El cardenismo constituyó el momento más destacado de la capacidad dirigente de la burguesía por
sus habilidades para aparecer como representación de la nación. Sin embargo, ni siquiera el
cardenismo dejo de considerar a las economías campesinas e indígenas como aditamentos de
segundo orden de las empresas agrarias de gran calado y de un proyecto de industrialización
subordinado a los Estados Unidos. Esta visión burguesa liberal progresista fue compartida por el
grueso de la izquierda, que suponía que la industrialización, cualquiera que fuera, nos acercaba al
socialismo.
!
Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
1940 – 1952. De la dominación caudillista a la dominación oligárquica
!
Lázaro Cárdenas llegó a la presidencia en el marco del auge de las luchas obreras, campesinas,
indígenas y de los jornaleros agrícolas; como resultado del cambio en la correlación de fuerzas a
favor de las fuerzas burguesas liberal progresistas y de las demandas populares de tipo gremial. En
cambio, la etapa final del gobierno, 1938-40, se caracterizó por una involución política de las
fuerzas populares y un reposicionamiento de las derechas dentro del grupo gobernante y fuera de él.
Situación que junto a las vacilaciones y la moderación del cardenismo, inclinó la sucesión
presidencial a favor de Manuel Ávila Camacho quien, al igual que Miguel Alemán Valdés, se hará
eco de las demandas de los sectores burgueses y pequeño burgueses políticamente más
conservadores y cercanos al capital estadounidense.
!
El declive de la fuerza y de la influencia política de las masas populares fue el resultado del
predominio de corrientes laboristas y agraristas sujetas al control del gobierno; de propuestas de
organización instrumentadas desde la presidencia de tipo corporativo que impidieron la unidad de
obreros campesinos y empleados públicos. Desde la jefatura presidencial se auspició el paternalismo,
el clientelismo y el economicismo, limitándose el derecho de huelga y la organización
independiente. En la concepción de Cárdenas, los trabajadores y el pueblo operaban como fuerza de
presión para establecer un capitalismo de estado o una economía mixta que reconocía derechos
económicos y políticos a la población, siempre y cuando fueran compatibles con el capitalismo y
con el régimen burgués presidencialista, corporativo, autoritario y dependiente del imperialismo
estadounidense.
!
El retroceso político popular debe verse como una consecuencia de la hegemonía cardenista, pero
también de la incapacidad de la izquierda socialista para trascender el reformismo y el mito de la
Revolución Mexicana, concebida como un proceso ininterrumpido que podía llevar a la nueva
sociedad. En realidad, esa posibilidad quedó cancelada con el arribo de la fracción burguesa tutelada
por Carranza y Obregón, en cuyas cabezas nunca estuvo la idea de la revolución permanente. Por lo
mismo, Cárdenas se asumía como socialista de la distribución deslindándose del comunismo. Él
sabía, tanto como Ávila Camacho, que seguir por la ruta ascendente de las reformas llevaría al
choque con Estados Unidos y al cuestionamiento radical del Estado y la sociedad burguesa, por eso
el repliegue lo inició Cárdenas y lo acentuaron Camacho y Alemán.
!
Había que contener y hacer retroceder la reforma agraria. En 1930, los ejidos representaban menos
del 15% de la tierra cultivada, mientras que, en 1940, cubrían el 47.4%. En tales circunstancias
debían darle garantías a la “pequeña propiedad” y destruir el ejido colectivo defendido por Cárdenas.
Parar a los socialistas y expulsarlos de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la
Confederación Nacional Campesina (CNC) y el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), restituir la
confianza política de la burguesía extranjera y mexicana; mantener sus ganancias y evitar a toda
costa la creación de las milicias obreras; además, de modificar la educación llamada socialista,
desarmar a las guardias rurales y “sacar” de la política al ejército, fueron parte de las iniciativas de los
gobiernos pos cardenistas en el lapso de 1940-52. El camachismo y el alemanismo debilitaron el
protagonismo de las luchas populares y radicalizaron el sentido capitalista de muchas de las políticas
económicas del cardenismo, incluidas las que tenían que ver con el capitalismo de estado.
!
Cárdenas consolidó el presidencialismo, la participación protagónica del Estado en la economía, el
corporativismo, la sujeción ideológica, política y orgánica del movimiento agrario y laboral, el
discurso del nacionalismo revolucionario y sus mitos. Amplió los márgenes de soberanía económica
y sentó una base estatal y nacional para la industrialización del país de tipo fordista cimentada en el
uso masivo de la energía fósil. La nacionalización del petróleo, del ferrocarril, la construcción de
carreteras y la creación del Politécnico, entre otras medidas, respondían a estos objetivos. Todo sirvió
de preámbulo para la emergencia de la oligarquía, de una nueva fracción burguesa de corte
monopolista, que pasaría a convertirse en el centro de la dominación política y económica; del
régimen oligárquico dependiente de los Estados Unidos.
!
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Eje IV. Historia
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Eje IV. Historia
Lecturas Primer Taller de Formación
1952 - 1968 Del charrazo a Tlatelolco
!
Entre 1952 y 1968, al calor de la “Guerra Fría”, de luchas obreras, de mujeres por el sufragio, de
batallas campesinas, ciudadanas y populares, en defensa de los contenidos sociales de la
Constitución, contra el autoritarismo, la carestía y los retrocesos de la reforma agraria, se fueron
perfilando los contornos programáticos, las formas de organización y de lucha que aún siguen
caracterizando a buena parte de los movimientos opositores, sociales y civiles de nuestros días.
Particularmente de los movimientos estudiantiles, de trabajadores y por la democracia.
!
El periodo arrancó con el intento de varios contingentes de trabajadores por sacudirse del control
oficial de sus organizaciones y la secuela de “Pactos” e intervenciones presidenciales que
prácticamente impedían la pelea por aumento de salarios y el ejercicio del derecho de huelga.
Destacan en la lucha trabajadores ferrocarrileros, petroleros, telefonistas, electricistas, mineros y
organizaciones campesinas ligadas al jaramillismo, a los comunistas y el lombardismo.
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Emergió a lo largo de esos años una nueva disputa por la hegemonía, por la conducción y la
representación de la nación, desde los sectores populares, frente a la llamada “burguesía burocrática”
y la naciente oligarquía financiera; fracción burguesa con negocios en la industria, el agro y los
servicios, entrelazada con los monopolios estatales y extranjeros. De manera ingenua, sin estrategias
y a través de proyectos partidarios como los enarbolados por el Partido Popular y el Partido
Comunista, entre otros, la lucha por la representación política giró en torno a las reivindicaciones
históricas que devinieron en nacionales desde los tiempos de la Independencia: democracia,
soberanía nacional y justicia social.
!
En esta batalla, al menos hasta los primeros años de los 60, el grueso de la izquierda socialista y de
los movimientos de base, no fueron capaces de asumir la lucha por la conducción de la nación de
forma autónoma con respecto al cardenismo y el supuesto sector progresista o nacionalista de la
burguesía “burocrática” y empresarial. El problema no residía en la política de alianzas con capas
burguesas para enfrentar al régimen oligárquico y el imperialismo; sino en la renuncia al papel
hegemónico, protagónico, que debían asumir las fuerzas populares al interior del bloque opositor. La
desviación radicaba, y aún radica, en la incomprensión de que las tareas democráticas y de
liberación nacional, son tareas de las clases populares y no de la burguesía llamada nacionalista o
progresista, cuyo “antimperialismo” es absolutamente limitado. La izquierda entregó la conducción
del proceso a ese sector de la burguesía atribuyéndole rasgos y potencialidades revolucionarias que
nunca tuvieron.
!
En el periodo 1952- 68, se hicieron evidentes los límites del régimen: su carácter burgués y su
sometimiento al imperialismo estadounidense. Pero también las carencias de las propuestas
socialistas que harán crisis en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
!
Se distinguen dos momentos en la marcha del descontento popular y los cambios operados en el
sistema de regulación de la lucha de clases. El primero, lo conforman las movilizaciones de la
década de los 50 conectadas con los procesos inflacionarios, la caída del ingreso, la contrarreforma
agraria y el autoritarismo estatal. En ellas, predominaron las demandas gremiales, mientras las
reivindicaciones generales y la lucha política contra el régimen fueron débiles. Los efectos de la
industrialización y el crecimiento del mercado interno contribuyeron a la moderación a la hora de
cuestionar el sistema político. El crecimiento económico y del empleo, a pesar de la depresión
salarial y la regresión agraria, crearon la sensación de progreso en núcleos urbanos y rurales. Sin
embargo, el proceso de sustitución de importaciones y el desarrollo estabilizador, exhibieron los
problemas estructurales que harían crisis en los años 70 y 80.
!
El segundo momento se despliega en los años 60, cuando la derrota de las movilizaciones obreras y
campesinas del periodo anterior, no evitó el crecimiento de las resistencias anti régimen que
alcanzaron a las “capas medias” y a trabajadores de cuello blanco, como los médicos y que, incluso,
tomaron formas violentas. Aparecieron con mayor nitidez las exigencias políticas, la lucha por el
poder y la democracia. El plagio de las banderas de los movimientos sindicales democratizadores,
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que obligaron a la formación del Congreso del Trabajo, a la mejoría de contratos colectivos y la Ley
del ISSSTE, entre otras medidas que hablan de una nueva fase del “Estado de Bienestar”, no evitaron
el deterioro político que en 1968 se convirtió en crisis política. El autoritarismo y la antidemocracia
del régimen priísta se evidenciaron. La conflictividad del periodo ilustra muchas de las
contradicciones de una sociedad que dejaba de ser predominantemente agraria y campesina y que
resaltaba su proceso de estadounidización y de separación cultural de su raíz indigena.
!
1968 – 1988. De la rebelión estudiantil a la insurgencia cívico electoral
!
El movimiento estudiantil de 1968 introdujo un salto en la evolución de los movimientos sociales,
porque fue capaz de dar una proyección nacional a su lucha por la democracia y contra el
autoritarismo. Fue uno de los pocos movimientos, inicialmente sectoriales, que asumió la
representación de la nación y el pueblo, desde su particularidad, desde su ser estudiantil. La inercia
de su desenvolvimiento, su antipriísmo, lo empujó a la pelea contra el gobierno y al reclamo por uno
nuevo. Se trató de un proceso de lucha contra el régimen y, por tanto, por el gobierno y el poder, por
la conducción de la nación como un problema a resolver en su presente. Algo que únicamente las
agrupaciones guerrilleras se habían propuesto: la lucha por echar abajo al régimen priísta como una
tarea a resolver a través de estrategias concretas.
!
En ese contexto, el movimiento estudiantil avanzó más lejos que el común de la izquierda
tradicional, aunque su horizonte socialista fuera vago, débil o inexistente. Consolidó y catalizó los
procesos, teóricos y prácticos, que darían lugar a la “nueva izquierda”. Un abigarrado proceso,
contradictorio y sin solución, que aún sigue marcando la evolución de los procesos sociales en
México. Cuando hablamos de nueva izquierda en ese periodo, entre otras cosas, estamos hablando
de lucha por la conducción del país, como proceso de gestación de nuevos poderes, protagonismo
de las masas populares y expresión de la organización desde la base. Pero también, si vemos la
evolución de la “izquierda política”, de su intento de construir una dirección, que en términos
dogmáticos, fue formulada por el “neoespartaquismo” o “neoleninismo” mexicano como el esfuerzo
por construir “la cabeza del proletariado”. Esta postura matizada por la influencia maoísta dio lugar a
la, “línea de masas”. Otras expresiones de la nueva izquierda, menos conocidas en los medios
populares aunque muy visibles en ciertos medios y circuitos intelectuales, fueron los movimientos
contraculturales, neoanarquistas, feministas y ecologistas, entre otros.
!
Las movilizaciones estudiantiles del 68 acabaron de precipitar la crisis política del régimen priísta y
de catalizar las luchas sociales y políticas que se fueron incubando desde 1958. Nuevas formas de
participación de sectores “medios” que, a partir de diversos ámbitos, hacen sentir su presencia en la
difusión de teorías marxistas y revolucionarias, en los procesos de organización popular y en la lucha
armada y electoral. Aparecen nuevas estrategias que intentan recuperar la articulación de formas de
lucha legales e “ilegales”, de luchas de masas pacificas con formas insurreccionales; que rescatan y
reinventan el “ir al pueblo”, en una búsqueda por reencontrarse con la vía de la “comuna” al
socialismo y superar la vía “sindicalista” y “estatista” al socialismo.
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En aquellos años, fue notoria la lucha teórica y cultural, la profusión de discusiones ideológicas; no
obstante, la izquierda tradicional y la nueva no lograron sintetizar los componentes programáticos y
culturales producidos por los movimientos de masas desde 1958. Lo que en el movimiento social
aparecía como tendencialmente convergente, en las formulaciones de la izquierda resultaba
contrapuesto y hasta antagónico: clase-nación, democracia-socialismo, reforma-revolución, etnianación, etnia-clase, desarrollo de fuerzas productivas-equilibrios naturales, feminismo-lucha social,
lucha pacífica-lucha armada, lucha electoral y extraparlamentaria y nueva izquierda-izquierda
tradicional. La Reforma Política de 1977 dio continuidad a la política de apertura democrática de
Luis Echeverría, diseñada para aflojar las tensiones e incorporar a la vida institucional a muchos
opositores, lo cual abrió un frente de discrepancias y disputas, muchas veces mal planteadas.
!
A pesar de los avances de la lucha cultural y política, del resurgimiento de la lucha indígena a raíz
del Congreso Indígena de 1974, no se logró elaborar una teoría y una estrategia para luchar por el
gobierno y la liberación. El arribo del capitalismo neoliberal, con la reconversión industrial, las
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privatizaciones, la flexibilidad laboral, el desmantelamiento de la soberanía nacional y la apertura
indiscriminada al flujo de capitales extranjeros fue poco comprendido. Y menos, lo que hoy algunos
llaman “capitalismo informático”. El desarme intelectual se profundizó y, con ello, las dificultades
para enfrentar la nueva ofensiva del capital.
!
1988 – Hoy. De la insurgencia cívico electoral al Rescate de Nación
!
Las resistencias libradas por la ciudadanía y el pueblo mexicano contra el neoliberalismo, entre 1988
y el año que vivimos, han estado a un paso de expulsar del Gobierno de la República al bloque
político neoliberal, oligárquico e imperialista. La insurgencia cívico electoral de 1988 fue parte de los
procesos que en América Latina están abriendo alternativas que moderan los efectos del
neoliberalismo y, en ciertos casos, formulan propuestas más allá del capitalismo. Proviene de una
serie de revueltas y resistencias que se convierten en una especie de relevo en la lucha contra el
capitalismo ante el fracaso del “socialismo real”. Colocado en perspectiva histórica, el alzamiento
ciudadano de 1988 ha sido uno de los acontecimientos que precipitó la crisis política del sistema de
dominación encabezado por el estado y la burguesía estadounidense en este continente.
!
En los últimos 25 años, la oligarquía mexicana, la clase política neoliberal, las multinacionales y las
potencias imperiales, Estados Unidos, Canadá y España particularmente, se han visto obligadas, ante
la resistencia popular, a implementar una serie de “golpes de estado técnicos” para darle continuidad
a los procesos de despojo neocolonial y a sus Tratados de “Libre” Comercio. La crisis de legitimidad y
de legalidad del régimen político actual se ha convertido en un dato permanente desde 1988. Los
fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012, se complementaron con el magnicidio de Donaldo
Colosio y el golpe constitucional para permitir que el hijo de un estadounidense, Vicente Fox,
asaltara la presidencia. Más que la falta de pueblo y de ciudadanía en lucha, las direcciones políticas
mexicanas han sido incapaces de conducir a los movimientos antineoliberales y antioligárquicos a la
victoria, a diferencia de lo ocurrido en el Cono Sur y América Central.
!
Podemos agrupar las resistencias de este periodo en tres momentos: de 1988 a 1994; de la irrupción
del Ejército Zapatista al 2006 y de este último año al momento presente. La insurgencia cívico
electoral abre una nueva etapa en la historia contemporánea del país. La división de la “clase
política” reinante que se consolidó en el poder durante las reformas cardenistas, abrió una nueva
posibilidad para la lucha por el gobierno desde las clases trabajadoras y las “capas medias” que
venían movilizándose a raíz de la lucha ferrocarrilera de 1958. Un sector liberal progresista y
socialdemócrata, críticos del monetarismo, o del neoliberalismo, como más adelante se le nombró,
desafió a la cúpula priísta y al presidencialismo. Encabezó a las masas descontentas y les ganó con
votos en un terreno en el que se consideraban imbatibles, el electoral; abriendo paso a una crisis
política de larga duración del régimen político oligárquico que aún perdura, sin solución visible.
!
En la disputa contra la clase política abiertamente oligárquica y trasnacional por la hegemonía, por la
conducción nacional, los neocardenistas acaudillaron la insurgencia cívico-electoral modificando el
piso de las contradicciones interburguesas y de la politización de la lucha popular. Las
movilizaciones de 1989-90 de trabajadores: el paro más de medio millón de trabajadores de la
educación, las luchas en la Ford, el Metro, de los Mineros de Lázaro Cárdenas, de automotrices, de la
Modelo, entre otras; más los ajustes de cuentas al interior del bloque dominante y el asesinato de
más de 500 opositores, la mayoría neo cardenistas, ilustran la gravedad de la crisis política. Y, sobre
todo, nos hablan de la emergencia de un nuevo sujeto social, de corte democrático nacional, que se
mueve en diversos ámbitos y usa distintas formas de lucha, más allá de las disputas dogmáticas de los
grupos de izquierda.
!
Los sobornos, la división y la política represiva, más los errores de los opositores en un ambiente de
“fin de la historia”, de derrota y quiebra moral de las “utopías” impuso un cierto reflujo a las
movilizaciones entre 1991 y 1994. Tiempo en que menudearon las luchas electorales y las iniciativas
de organizaciones civiles que habían proliferado a partir de la segunda mitad de los años 80. Sin
embargo, un relámpago en el cielo sereno dio al traste con la normalización salinista, la
relegitimación del régimen y los consensos levantados alrededor de las contrarreformas neoliberales.
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Eje IV. Historia
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La irrupción del EZLN y las resistencias subsecuentes nos hablan de la posibilidad de refundar la
nación desde la matriz indígena y popular.
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Al menos hasta los primeros años del siglo XXI, la influencia del EZLN en el imaginario colectivo y
en las movilizaciones sociales fue relevante, a pesar de que guardó una relación de exterioridad con
la mayoría de movilizaciones de trabajadores contra el neoliberalismo.
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Después de la Convención Nacional Democrática de agosto de 1994 y la iniciativa del Frente Amplio
para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional en 1996, sus convocatorias fueron
menos abarcadoras.
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La organización de la Otra Campaña en 2005-2006, lo llevó a romper con todos los que no
asumieran un programa directamente anticapitalista y particularmente con los millones de personas
que igual participaban con López Obrador que con el movimiento social, o con el EZLN.
!
Hay que destacar que el movimiento social estuvo muy activo en este periodo. Participó en luchas
electorales, como la librada en la capital en 1997, donde ganó Cárdenas gracias, en gran medida, al
Movimiento Urbano Popular. Apoyó las movilizaciones de la CNTE en defensa de la Educación
Pública; respaldó la huelga de 10 meses del Consejo General de Huelga en la UNAM en 1999-2000;
participó en el levantamiento civil que hizo posible el triunfo de la huelga de SICARTSA (Lázaro
Cárdenas, Michoacán) en diciembre del 2001. Fue un ingrediente decisivo de la lucha y en el
alzamiento civil del 11 de julio del 2002 que coronó la resistencia en Atenco; en las jornadas
encabezadas por el Sindicato Mexicano de Electricistas contra la privatización de la electricidad y en
las batallas contra las reformas a la Ley del Trabajo y en la resistencia de la UNT contra las reformas
al Contrato de los trabajadores del IMSS.
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El auge de las luchas sociales a partir de 1994, permitió ensayar diversos procesos unitarios: el Frente
Zapatista de Liberación Nacional, el Movimiento de Unidad y Lucha Popular y el Frente contra la
Privatización de la Industria Eléctrica.
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De la coordinación de las dos últimas organizaciones y la confluencia de grupos estudiantiles,
organizaciones civiles, intelectuales como Pablo González Casanova, corrientes de la Teología de la
Liberación, se fundó la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo, que más
adelante participará en el Frente Sindical Campesino Indígena y Popular y en el Diálogo Nacional
con sectores sindicales no priístas. Con su trabajo, detuvo la reforma laboral, la privatización del
sector eléctrico, de la educación y de las pensiones de los trabajadores públicos, la privatización de
la UNAM, y, la construcción del aeropuerto en Atenco.
!
Colocados ante el dilema de sobrevivir o morir como grupos con ciertos derechos, en un ambiente
donde el gobierno estaba incapacitado para resolver demandas que, en el viejo régimen
“bienestarista”, aparecían como elementales; entre 1994 y 2006 se perfilaron nuevas tendencias en el
movimiento social. En particular, la tendencia al levantamiento civil que combina métodos de
protesta tradicional con bloqueos, desobediencia y rebeldía frente a la supuesta legalidad y los
cuerpos represivos.
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Alzamientos o rebeliones limitadas que buscan la solución a demandas muy puntuales y que no
abandonan los cauces de lucha legal. Aunque algunos de estos levantamientos civiles no se han
conectado explícitamente con la lucha electoral han sido decisivos en el cambio de gobiernos como
el de Oaxaca.
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Junto con estos brotes de rebelión surgieron propuestas más elaboradas de lucha política desde el
movimiento social. Encontramos los planteamientos de: liberación nacional, poder popular y
ciudadano, así como proyectos de poder y estrategias antimonopolista y de lucha por una sociedad
comunitaria, profundamente antineoliberal.
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La lucha por el poder y el gobierno, desde las organizaciones de base y la ciudadanía, que
reformulan las viejas concepciones sobre la democracia, la economía, la identidad nacional, la
comunidad indígena, el poder, el Estado, la sociedad civil, la ética, las alianzas, el partido y la
revolución, están cuestionando las visiones dogmáticas que predominan en el país. Tales
formulaciones las ha desarrollado el Movimiento de Liberación Nacional, fundado en 2008.
!
Sin temor a exagerar, el Frente Contra la Privatización de la Energía Eléctrica, el MULP-MLN, el CGH,
Atenco y la CNTE, entre otros, fueron uno de los principales factores en la pelea contra las
privatizaciones de aquellos años. Los que más contribuyeron a la formulación de un Proyecto de
Nación Antineoliberal que coincide con propuestas de Liberación Nacional y Democracia Popular de
horizontes poscapitalistas.
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Sus iniciativas de unidad, de construcción de un bloque social antineoliberal, no fueron bien
recibidas por sectores del PRD encabezados por López Obrador o por los grupos y organizaciones
influidas por la dirección del EZLN. No obstante, la gravedad de la crisis política empujaba a la
unidad. 2005 destacó por las movilizaciones en contra del desafuero a López Obrador y que
resultaron victoriosas.
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En abril de 2006, los gobiernos federal y estatal, uno panista y otro perredista, intentaron romper la
huelga en Sicartsa (Lázaro Cárdenas, Mich.); fracasaron a pesar de los crímenes cometidos, en medio
de un levantamiento que enfrentó a mineros y población civil contra el ejército, la marina y las
policías estatales. En mayo, siguieron con Atenco. Le tendieron una trampa y aprovecharon su
aislamiento político. Aplastaron a la población, saquearon, asesinaron, violaron, torturaron y
encarcelaron a modo de escarmiento, imponiendo penas que rebasaron los 100 años.
!
En junio de 2006, la represión al plantón magisterial de la Sección XXII provocó el principal
alzamiento civil de los últimos tiempos. Surgió la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca
(APPO), expresión de un poder comunal que sostuvo el levantamiento por meses para destituir al
gobernador Ulises Ruiz. Al final, el movimiento fue derrotado, miles de hombres y mujeres fueron
golpeados, hubo cerca de 30 asesinados y cientos de detenidos. En julio de 2006, se cometió un
fraude escandaloso en contra del candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Al ser
derrotado, al igual que Cuauhtémoc Cárdenas, se negó a asumir las consecuencias del fraude y
encabezar la resistencia. La Otra Campaña promovida por el EZLN se sectarizó y desfiguró.
!
Entre 2006 y 2012, los liderazgos sociales entraron en una crisis de representación. Salvo las
movilizaciones de la CNTE, en 2007 y 2008, y las promovidas por López Obrador en defensa del
petróleo, que sufrieron derrotas parciales, las movilizaciones perdieron ritmo y ejes de
aglutinamiento nacionales. Los movimientos armados no lograron enraizarse tampoco, EPR, ERPI,
entre otros. Surgieron miles de resistencias locales en defensa del territorio, los derechos humanos,
contra la militarización y la guerra entre facciones narco-estatales y narco-empresariales que produjo
más de 100 mil asesinados, 27 mil desaparecidos y más de un millón de desplazados. De momento,
el Movimiento Por la Paz y el # Yo Soy 132, en 2011 y 2012, rompieron la inercia de la
desarticulación por un breve periodo. Por azares de la historia, de modo parecido a 1810, al periodo
1847-67 y a 1910, la sociedad mexicana se enrumba hacia una nueva crisis histórica.
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El fraude electoral se repitió en 2012. La izquierda electoral y su líder, no hicieron nada para
enfrentarlo. Salvo los movimientos sociales y civiles, nadie más se movilizó. El nuevo gobierno,
agente de Washington, está decidido a consumar la ocupación integral del territorio nacional. Sin
embargo, luego de un breve periodo de confusión la lucha renace. Los profesores de Coordinadora
Nacional de los Trabajadores de la Educación la encabezan.
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Al calor de las resistencias contra la nueva ola de despojos promovida por el PRI, a nombre de una
serie de contrarreformas laborales, educativas, fiscales y energéticas, se vienen desarrollando nuevas
iniciativas unitarias que congregan a organizaciones sociales civiles y políticas, algo que resulta
inédito en nuestra experiencia reciente. La aparición de la Constituyente Ciudadana, con su
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precedente en la Proclama por el Rescate de la Nación y la Unidad Patriótica por el Rescate de la
Nación, puede ser el nuevo signo de los tiempos.
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El pueblo de México no tiene más posibilidad que la Unidad. Si las iniciativas del actual gobierno de
traición nacional se imponen nuestras oportunidades de soberanía, de permanencia como estado
nación son casi nulas. Hemos llegado a un punto sin retorno, el desmantelamiento de país, el
neoliberalismo no podrá ser superado si no echamos del gobierno a los causantes del desastre
nacional, si no luchamos por construir e instalar un nuevo gobierno y una nueva Asamblea
Constituyente. La unidad nacional contra el neoliberalismo y contra el neocolonialismo es la única
vía para rescatar y reconstruir la nación, para hacer valer la democracia desde el pueblo, la
soberanía, la justicia social y la libertad, aspiraciones por las que hemos luchado a lo largo de 500
años.
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