Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección General de Publicaciones (S-1699/11) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,.. Artículo 1: Modificase el artículo 1276 del Código Civil el cual quedará redactado de la siguiente manera: Artículo 1276: Cada uno de los cónyuges tiene la libre administración y disposición de sus bienes propios y de los gananciales adquiridos con su trabajo personal o por cualquier otro título legítimo, con la salvedad prevista en el artículo 1.277 del Código Civil. Si no se puede determinar el origen de los bienes o la prueba fuere dudosa, la administración y disposición es conjunta del marido y la mujer. El juez podrá dirimir los casos de conflicto. Uno de los cónyuges no podrá administrar los bienes propios o los gananciales cuya administración le está reservada al otro, sin mandato expreso o tácito conferido por éste. El mandatario no tendrá obligación de rendir cuentas sino a requerimiento del mandante. Artículo 2: Comuníquese al Poder Ejecutivo. Guillermo R. Jenefes.FUNDAMENTOS Señor Presidente: El artículo 1276 inciso 3 del Código Civil admite el mandato de administración entre cónyuges, respecto de bienes cuya administración o gestión corresponde al otro cónyuge. Esta norma viene a reafirmar el criterio general de administración separada, que surge con claridad del primer párrafo del artículo 1276 del Código Civil. Asimismo, la presente norma ha eliminado el mandato presunto conferido por la mujer al marido que establecía la ley 11.357 y que, si bien partía de un punto de vista similar (administración separada) en los hechos se mantenía la unidad de la administración en cabeza del marido. De todos modos, el régimen en vigor reconoce entre los cónyuges la misma facultad que cada uno de ellos tiene respecto de los terceros, es decir, la de conferir mandato expreso o tácito para la administración de sus bienes. El último párrafo del artículo 1276 del Código Civil se refiere a la administración de los bienes de un cónyuge por el otro a través del mandato. Dicho mandato quedará regido por las normas que disciplinan este contrato (artículos 1869 y siguientes del Código Civil), excepto aquellas cuestiones que tuvieren una regulación especial. Lo novedoso de dicha norma es que exime a los cónyuges del deber de rendir cuentas invirtiéndose así el principio general que rige en materia de mandato, en donde es deber del mandatario dar cuentas de sus operaciones al mandate (artículo 1909 del Código Civil). Así lo afirma la doctrina al decir “la dispensa de la obligación de rendir cuentas se traduce en una inversión del cargo de la prueba; ya que no será el mandatario quién esté obligado a demostrar que cumplió con exactitud el mandato, sino que será el mandate que quiera hacerlo responsable, el que deberá probar que incurrió en una omisión de sus deberes” (Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil de Contratos, Nro. 1695, p. 427, año 1962, Perrot, Buenos Aires”). La dispensa se fundamenta en el vínculo personal que existe entre ambos cónyuges, propias de una convivencia en plena comunidad marital descartándose la desconfianza entre ellos la que sería lógica en caso de contratar con un tercero. En este sentido, se ha pronunciado la jurisprudencia al destacar que “la situación particular del mandato entre los cónyuges difiere fundamentalmente de la que corrientemente se originan en las demás situaciones, lo que explica que el mandante carezca de atribuciones para exigirle cuentas a su cónyuge mientras no se de una situación de orden excepcional que obligue a una situación distinta” (fallo de la CNCiv., sala B, 26/2/1969, ED , t. 31, p.551). Es importante destacar que la rendición de cuentas no debe limitarse a la información detallada y documentada del manejo de fondos por parte del mandatario. Tiene un contenido mucho más amplio en tanto se refiere el efectivo cumplimiento del objeto que es propio del mandato, haya o no manejo de fondos a cargo del mandatario. La rendición de cuentas es, por lo general, el único medio que tiene el mandante para determinar el crédito que debe de recibir y en caso de incumplimiento solicitar el cumplimento correspondiente. No obstante el espíritu de la norma jurídica, la misma plantea varios inconvenientes con desventajas para el cónyuge mandante, a saber entre ellos tales como: “la exención de rendición de cuentas implica que los frutos y rentas percibidos por el mandatario se incorporen a su patrimonio, y si esos frutos son importantes puede ser fundamental para el cónyuge propietario el mantenimiento de la obligación; de lo contrario se vería forzado a optar entre dar un mandato al otro cónyuge y perder los frutos, o dar pues un mandato a un extraño, lo que no es razonable, pues resulta más beneficioso para la armonía matrimonial que se fortalezca la posibilidad del mandato entre cónyuges” (Belluscio, Augusto C. “Manual de Derecho de Familia” Tomo 1, año 2002, Ed. Astrea). Asimismo, otra de las consecuencias que acarrea la disposición que provoca una desigualdad jurídica para el cónyuge mandante se da en el supuesto aquel en el que la sociedad conyugal esta en vías de disolverse; tal es el caso de un proceso de divorcio, situación ante la cual el cónyuge mandatario podría aprovecharse de las circunstancias y defraudar al mandante. Sin embargo, de admitirle al mandante la facultad de exigir rendición de cuentas, la misma funcionaría en la situación antes descripta como medida cautelar con fecha retroactiva al día de la notificación de la demanda. En el caso de que el mandatario fuere el marido a los efectos del cumplimiento de la obligación impuesta por el artículo 18 de impuestos sobre bienes personales (ley 23.966), en lo referente a la tributación respecto al patrimonio perteneciente a los componentes de la sociedad conyugal, corresponderá atribuir al marido además de los bienes propios, la totalidad de los bienes que revisten el carácter de ganancial, salvo excepciones previstas; de modo tal, que si la mujer otorgó mandato de administración de ciertos gananciales al marido y existiendo la dispensa de rendición de cuentas al mandatario, la cónyuge mandante se vería imposibilitada de requerir información sobre el cumplimiento de sus obligaciones con el fisco al marido. En consecuencia, a fin de evitar esta desigualdad jurídica entre cónyuges contratantes, hubiera sido conveniente adoptar como fuente al Código de Napoleón, ya que la disposición del artículo 1431 reformada en el año 1965, es mucho más exacta, la misma expresa: “Sí, durante el matrimonio, uno de los esposos confía al otro la administración de sus bienes propios, son aplicables las reglas del mandato. Sin embargo, el cónyuge mandatario está dispensado de rendir cuentas de los frutos, cuando el mandato no lo obliga expresamente. ” Atendiendo a la esencia misma del contrato de mandato entre cónyuges y en especial, a la relación personal que existe entre los contratantes, la cual, se caracteriza por la plena confianza entre los sujetos; por ello, es totalmente admisible y viable la dispensa de rendición de cuentas al mandatario. Pero también, es justo que se le reconozca al mandante la facultad de solicitar la rendición al sólo requerimiento, a los efectos de evitar generar circunstancias ante las cuales el mandatario pudiera realizar actos en perjuicio de su cónyuge mandante. Asimismo, es preciso hacer constar que el presente proyecto es reproducción del (S-0538/09) y estando aún vigentes las razones por las cuales fuera propuesto su tratamiento, solicito a mis pares me acompañen en la aprobación de este proyecto. Guillermo R. Jenefes.-