Poca et al. Actualizaciones en el diagnóstico y tratamiento de la hidrocefalia “normotensiva” (hidrocefalia crónica del adulto) Diagnosis and treatment of “normal pressure” hydrocephalus (chronic adult hydrocephalus): an update María Antonia Poca(1), Juan Sahuquillo(1), María Mataró(2) Servicio de Neurocirugía (1) y Neuropsicología (2). Hospital Universitario Vall d’Hebron. Paseo Vall d’Hebron 119-129, 08035, Barcelona Correspondencia y petición de separatas: Mª Antonia Poca Ferran Puig 70 – 72, 1 - 2 08023 Barcelona Fax# +34-93-4893513 E-mail: [email protected] Este trabajo ha sido parcialmente financiado por la beca FIS 99 / 0968 del Fondo de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social. 1 Poca et al. 2 Poca et al. Resumen La hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica del adulto (HCA) es una entidad poco conocida, que se manifiesta en sus formas completas por un cuadro de demencia progresiva, alteraciones de la marcha e incontinencia de esfínteres. El aumento en la esperanza de vida de la población ha condicionado un incremento en la prevalencia de la HCA, a pesar de lo cual existen todavía importantes controversias en relación con la sensibilidad, especificidad y valor predictivo de los diferentes métodos diagnósticos y terapéuticas de este síndrome. Estudios recientes han señalado que el porcentaje de pacientes que mejoran después de la colocación de una derivación de líquido cefalorraquídeo (LCR) sigue siendo bajo y que el índice de complicaciones continúa siendo excesivamente elevado. Sin embargo, nuestra experiencia y la de otros autores, indica que el índice de buenos resultados posquirúrgicos supera el 80%, con un índice de complicaciones muy bajo, si se aplica un protocolo estricto de diagnóstico y se selecciona la válvula de una forma adecuada en base a las características hidrodinámicas del sistema derivativo. El objeto de esta revisión es actualizar los aspectos clínicos, diagnósticos y terapéuticos de la HCA. Presentaremos y discutiremos también el protocolo de estudio y tratamiento que aplicamos en nuestro centro en aquellos pacientes con sospecha de HCA. Palabras clave: Hidrocefalia normotensiva. Hidrocefalia crónica del adulto. Demencia. Diagnóstico. Tratamiento. 3 Poca et al. Abstract Normal pressure hydrocephalus, or adult chronic hydrocephalus, is a relatively unknown entity. Classically, this disease is characteriazed by progressive dementia, gait disturbance, and urinary incontinence. Despite an increase in the prevalence of this type of dementia due to longer life expectancy, its diagnosis and treatment remain controversial. Recent studies have reported that the percentage of patients who show clinical improvement after shunting is still low and that the complication rate is excessively high. However, our experience and that of other authors indicates that the percentage of improvement after shunting can be greater than 80% and the complication rate can be low if a strict diagnostic protocol is applied and if the most appropriate valve is selected, based on the hydrodynamic characteristics of the shunt. The aim of this review is to provide an update of the clinical features, diagnosis and treatment of adult chronic hydrocephalus. We also discuss the diagnostic and treatment protocols applied in our centre in patients with suspected adult chronic hydrocephalus. Keywords: Normal pressure hydrocephalus. Adult chronic hydrocephalus. Dementia. Diagnosis. Treatment. 4 Poca et al. Introducción En 1964, Salomón Hakim publicó la descripción clínica de una serie de tres pacientes que presentaban un cuadro de demencia progresiva, alteraciones de la marcha y una dilatación variable del sistema ventricular que se acompañaba de una presión del LCR, evaluada mediante manometría lumbar, normal1. Los tres pacientes presentaron una recuperación neurológica completa después de la implantación de una derivación interna de LCR. En trabajos posteriores, Hakim y Adams denominaron a este síndrome “hidrocefalia de presión normal” 2, 3. A pesar de que en la literatura ya se habían comunicado casos clínicos similares4-6, las publicaciones de Hakim y Adams adquirieron una especial relevancia ya que incluían nuevos conceptos fisiopatológicos y ofrecían posibilidades terapéuticas a un número creciente de pacientes diagnosticados de demencias “seniles” y “preseniles”. Sin embargo, las expectativas iniciales no fueron replicadas por los resultados de otros autores. En años posteriores, diversas series clínicas objetivaron que la respuesta clínica después de la colocación de una válvula era extremadamente variable y, en general, inferior al 50% de los casos intervenidos7-12. Las inconsistencias en los resultados quirúrgicos se debían fundamentalmente a una gran variabilidad en los criterios de selección de los enfermos tributarios de tratamiento quirúrgico. Esta falta de homogeneidad en los resultados motivó la búsqueda de criterios clínicos y radiológicos con un elevado valor predictivo que permitieran seleccionar a los pacientes que responderían de forma positiva después de la implantación de una derivación interna del LCR. Tres décadas después de la descripción inicial del síndrome, Vanneste et al. han publicado en un estudio 5 Poca et al. multicéntrico que el porcentaje medio de los pacientes que mejoran después de la colocación de una válvula sigue siendo excesivamente bajo (36%)13, 14. No obstante, otros estudios recientes indican que la aplicación de protocolos más complejos de diagnóstico y tratamiento incrementa de forma significativa el índice de buenos resultados, que supera en muchos casos el 80% de los pacientes tratados quirúrgicamente15-17. Estas discrepancias indican en nuestra opinión que la hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica del adulto (HCA) continua siendo un síndrome clínico complejo, con una fisiopatología y una historia natural relativamente poco conocidas, con aspectos diagnósticos y terapéuticos controvertidos y en la que, en muchos casos, no se utilizan los criterios diagnósticos adecuados. El objetivo de esta revisión es presentar y discutir los conceptos tradicionales del síndrome y los avances más recientes en relación con los diferentes aspectos clínicos, radiológicos y terapéuticos. También presentaremos el protocolo que se aplica en el servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Vall d’Hebron en el cribaje, diagnóstico y tratamiento de este tipo de pacientes. El envejecimiento como factor etiológico de la HCA La HCA puede ser idiopática o secundaria. Clásicamente se ha considerado que son más frecuentes los casos secundarios. En una revisión de Katzman en 1977 sobre 915 casos de la literatura, este autor objetivó que aproximadamente en un tercio de los pacientes no existía una causa conocida y que en los dos tercios restantes la hidrocefalia era secundaria18. En los casos secundarios, el origen de la hidrocefalia 6 Poca et al. se relaciona especialmente con la hemorragia subaracnoidea, meningitis, traumatismos craneoencefálicos, cirugías intracraneales y anomalías congénitas como la estenosis del acueducto de Silvio19. Existen otras causas menos comunes como la enfermedad de Paget, los quistes coloides del tercer ventrículo, las malformaciones vasculares y la cisticercosis20. Sin embargo, en los últimos años se ha detectado un notable incremento de los casos idiopáticos, relacionado sin duda al incremento de la esperanza de vida de la población. El origen fisiopatológico más aceptado para la HCA es una alteración en los mecanismos de reabsorción del LCR. Este mecanismo es la causa tanto de los casos secundarios como de los idiopáticos. Recientemente, Albeck et al. han demostrado que la resistencia a la reabsorción del LCR (Rout) se incrementa de forma fisiológica con la edad21. Sin embargo, existe un porcentaje no despreciable de pacientes con un cuadro clínico y radiológico compatible con una HCA, y que mejoran después de la colocación de una derivación de LCR, en los que la dinámica del LCR es prácticamente normal. En estos pacientes, la combinación de un moderado incremento en la Rout, junto a una alteración de las propiedades viscoelásticas del parénquima encefálico que acompañan al envejecimiento y la asociación con la edad de una serie de factores de riesgo (diabetes, hipertensión, leucoaraiosis, etc.) podrían explicar el origen de los casos en los que no se detecta una clara alteración de la reabsorción del LCR. La presión normal del LCR puede provocar sobre las paredes ventriculares fuerzas anómalas que distiendan el sistema ventricular cuando el parénquima cerebral tiene sus propiedades elásticas alteradas. 7 Poca et al. Dilatación ventricular y presión intracraneal normal. La ley de Pascal En sus trabajos iniciales, Hakim propuso una teoría fisiopatológica que intentaba explicar porque un paciente con un sistema ventricular dilatado podía presentar una presión intracraneal (PIC) normal1, 2. Hakim basaba su hipótesis en la ley de Pascal para los fluidos contenidos en un compartimento elástico. De acuerdo con esta teoría, en una primera fase existiría una situación transitoria de hipertensión intracraneal, estableciéndose un gradiente de presión entre el interior del sistema ventricular y el espacio subaracnoideo, que explicaría el aumento de tamaño ventricular (Fuerza= Presión x Superficie). Posteriormente la PIC descendería, manteniéndose el aumento de tamaño del sistema ventricular a expensas de una menor presión ejercida sobre una mayor superficie de contacto1-2, 22 . Trabajos experimentales mucho más recientes han reproducido hidrocefalias crónicas en animales de experimentación, administrando agentes irritantes en la cisterna magna, y han confirmado la existencia de este fenómeno fisiopatológico bifásico que apuntaba Hakim23-25. No obstante, los mecanismos fisiopatológicos relacionados con la HCA son múltiples y complejos y hasta el momento actual todavía no plenamente dilucidados. La “triada” de Hakim y Adams. Cuadros típicos, atípicos y formas clínicas incompletas La mayor parte de los pacientes con una HCA presentan la tríada sintomática clásica que fue definida por Hakim y Adams: alteraciones de la marcha, trastornos cognitivos progresivos e incontinencia del esfínter urinario. Sin embargo, a pesar de 8 Poca et al. que esta forma de presentación es la más frecuente, los pacientes pueden presentar formas atípicas del síndrome o formas clínicas incompletas. En una serie publicada por Sahuquillo et al. el 30% de los pacientes habían presentado únicamente uno o dos de los componentes de la tríada y, en algunos casos, estos síntomas se habían presentado asociados a un cuadro parkinsoniano 15. El trastorno de la marcha suele ser la primera manifestación clínica aparente, aunque en muchas ocasiones la sintomatología aparece de forma combinada. Este hecho puede constituir un sesgo de selección clínica, ya que los trastornos leves de memoria reciente pueden pasar desapercibidos para la familia o el mismo paciente. En general, los síntomas progresan de manera insidiosa, siendo también característica una evolución clínica oscilante en la que se alternan periodos de mejoría con periodos de deterioro clínico, frecuentemente relacionados con procesos sistémicos intercurrentes (cuadros gripales, fiebre, intervenciones quirúrgicas etc.). La tabla 1 muestra la escala que utilizamos en nuestro servicio para cuantificar el grado de afectación de los diferentes componentes de la tríada de Hakim y Adams en los pacientes con sospecha de HCA15, 26. Alteraciones motoras en la HCA. ¿Qué entendemos por apraxia de la marcha? El trastorno de la marcha no es sólo uno de los síntomas iniciales, sino que también es una de las manifestaciones clínicas más características de este síndrome. Algunos autores han descrito las alteraciones encontradas como “apraxia de la marcha”2, 27 . Sin embargo, hay que remarcar que no se ha llegado a establecer un patrón de marcha típico para este síndrome. Los pacientes con una HCA pueden 9 Poca et al. manifestar alteraciones de la marcha que oscilan desde la simple inestabilidad hasta una imposibilidad total para la deambulación. En fases iniciales del síndrome, el paciente puede presentar únicamente una deambulación enlentecida28, con dificultad para iniciar la marcha o realizar los giros29. En casos más avanzados, el paciente suele presentar, aunque no de forma invariable28, una ampliación de la base de sustentación, pasos cortos, una menor elevación de los pies al caminar y una flexión anterior del tronco27, 30, 31 , que se acompañan de una disminución del balanceo de los brazos y una tendencia a las caídas27. Los pacientes y familiares pueden detectar un incremento en la rigidez de las extremidades inferiores y, con frecuencia, los familiares refieren que, a pesar de las dificultades para iniciar la deambulación, una vez iniciada la marcha el paciente presenta una tendencia a acelerar los pasos y una anteropulsión muy similar a la marcha festinante. En un estadio final, el paciente no sólo es incapaz de deambular, sino que no puede mantenerse de pie ni girarse en la cama28. Además de las alteraciones en la marcha, los pacientes con HCA presentan un enlentecimiento en todas las actividades motoras y actitudes posturales anómalas32, 33 . Los mecanismos por los que la dilatación ventricular provoca alteraciones motoras no están todavía bien definidos. Una de las hipótesis más aceptadas es que la dilatación ventricular compromete las conexiones eferentes del córtex motor que conducen los impulsos motores a las extremidades inferiores34. Esto se debe a un posible frontales compromiso de la sustancia blanca periventricular que rodea a las astas distendidas30. Las alteraciones metabólicas y el edema cerebral hidrostático son también mecanismos patogénicos que se han relacionado con los síntomas motores en este tipo de pacientes35-37. 10 Poca et al. Alteraciones cognitivas y conductuales en la HCA. El problema de los casos “mixtos” Las alteraciones cognitivas y conductuales de los pacientes con una HCA incluyen una serie de cambios mentales, en general de inicio insidioso, caracterizados de forma casi patognomónica por una alteración inicial de la memoria reciente. De manera progresiva, a las alteraciones de memoria se añaden alteraciones en diversas capacidades cognitivas como las funciones ejecutivas, velocidad en el procesamiento de la información, praxis constructiva, funciones visuoespaciales y cambios en el comportamiento. Los déficits cognitivos de estos pacientes presentan características de tipo fronto-subcortical3, 38-40 , con ausencia de signos de afasia y agnosia típicos de aquellos pacientes con una disfunción cortical predominante. También se han descrito alteraciones de la atención y concentración, desorientación temporal y espacial, desorganización del grafismo (escritura y dibujo), enlentecimiento41 y una alteración más específica de las funciones frontales o ejecutivas38, 40 . El deterioro cognitivo conduce a una dependencia progresiva y variable para las actividades de la vida diaria. El patrón conductual de los pacientes con HCA viene dominado por una falta de espontaneidad e iniciativa, bradipsiquia, apatía, indiferencia y trastornos de la concentración y fácil distractibilidad3, 38, 42, 43 . Un aspecto a considerar es que las alteraciones descritas pueden presentar fluctuaciones muy marcadas3, 42. En estadios finales del síndrome, el paciente puede presentar una situación similar a la del estado vegetativo o incluso un estado de mutismo acinético19. 11 Poca et al. La demostración de déficits cognitivos de predominio subcortical en ausencia de sintomatología cortical puede facilitar el diagnostico diferencial. La presencia de trastornos afásicos en fases iniciales apoyaría la existencia de una demencia de tipo cortical concomitante. Es frecuente que en muchos casos puedan coexistir dos etiologías distintas y que con frecuencia la hidrocefalia, sea secundaria a otra lesión cerebral capaz de producir alteraciones neuropsicológicas. Esta asociación de factores, hace que exista una gran variabilidad en la gravedad y tipo de déficits que pueden objetivarse en este tipo de pacientes. Por otro lado, otras patologías que afectan preferentemente las funciones subcorticales como la enfermedad vascular cerebral de pequeño vaso y la enfermedad de Parkinson, entre otras, pueden producir un patrón de afectación neuropsicológica de tipo fronto-subcortical muy semejante al descrito en la HCA. Con cierta frecuencia, los pacientes presentan un síndrome depresivo reactivo a la pérdida de capacidades que puede enmascarar e incluso confundir el cuadro clínico de la HCA. Incontinencia de esfínteres: de la imperiosidad miccional a la incontinencia anal El trastorno de esfínteres suele iniciarse con una micción imperiosa, seguida de una incontinencia vesical esporádica. Inicialmente, estos síntomas suelen ser atribuidos a problemas prostáticos en el hombre o ginecológicos en las mujeres. En los casos más avanzados, la incontinencia pasa a ser continua y puede acompañarse en un número reducido de casos de incontinencia del esfínter anal19, 28 . Merece la pena enfatizar en que el trastorno de esfínteres, junto con las alteraciones de la marcha, 12 Poca et al. son los síntomas clínicos que revierten con mayor rapidez después de la colocación de una derivación de LCR. Síntomas y signos atípicos en la HCA: parkinsonismo y cuadros psicóticos. ¿Asociación causal o incidental? En algunos casos, los pacientes con una HCA presentan signos parkinsonianos (fascies inexpresiva, hipofonesis, temblor, bradikinesia, disinergias y rigidez muscular). Estos síntomas suelen responder mal a la administración de L-Dopa. A pesar de que es posible que pueda existir una asociación incidental entre la enfermedad de Parkinson y una HCA19, algunos autores han objetivado una mejoría del parkinsonismo después de la colocación de una derivación de LCR2, 3, 30, 44 . En estos casos, probablemente el parkinsonismo es secundario a la hidrocefalia. Como posibles orígenes del síndrome parkinsoniano en los pacientes con una HCA deben mencionarse una distorsión mecánica de los ganglios basales y una insuficiencia circulatoria en el sistema nigroestriado, secundaria a la compresión de la microcirculación por la ventriculomegalia19. Distintos autores han descrito también patología psiquiátrica (esquizofrenia, manía y depresión) asociada a la HCA. A pesar de que algunos autores han objetivado cierta mejoría en la sintomatología psicótica después de la colocación de una derivación de LCR45-48, no se ha demostrado de forma clara la relación etiológica entre la HCA y la esquizofrenia o la manía. En nuestra experiencia (resultados no publicados), la colocación de una derivación de LCR en cuatro pacientes con una esquizofrenia y en un paciente con una psicosis maníaco-depresiva condicionó una importante 13 Poca et al. mejoría en las alteraciones de la marcha y en el control de esfínteres de todos los pacientes, sin que se observaran sin embargo, cambios clínicamente relevantes en los síntomas psicóticos. A pesar de ello, la HCA es una entidad que debe considerarse en el diagnóstico diferencial de los pacientes de edad avanzada que presenten de forma súbita cambios en la personalidad o síntomas psiquiátricos48. Conceptos tradicionales en el diagnóstico de la HCA. Valor diagnóstico actual de la cisternografía isotópica. De acuerdo con las ideas tradicionales, el diagnóstico de HCA se establece cuando existe un cuadro clínico compatible, una presión de LCR normal, el paciente presenta un aumento del tamaño ventricular en ausencia de surcos corticales y existe una retención de radiotrazador en el interior de los ventrículos o un retraso en su eliminación al practicar una cisternografía isotópica. La presencia de hipodensidades periventriculares en la TC cerebral se considera un signo diagnóstico de elevado valor predictivo positivo. Sin embargo, estos conceptos clásicos se cumplen en un número reducido de casos, por lo que deben ser revisados. La cisternografía isotópica fue considerada durante muchos años la exploración de elección en el diagnóstico de la HCA, antes de la aparición de la TC cerebral. Sin embargo, en el momento actual esta exploración ha quedado obsoleta en el diagnóstico de pacientes con HCA, debido a su poca especificidad y a su reducido valor predictivo 26, 49, 50 . En las últimas décadas, las nuevas técnicas morfológicas y funcionales que permite realizar la Resonancia Magnética (RM) han adquirido un 14 Poca et al. mayor protagonismo, aportando información obtenida de forma no invasiva que permite, en algunos casos, establecer el diagnóstico de HCA y predecir la respuesta del paciente a la implantación de una derivación de LCR. Valoración del sistema ventricular. El índice de Evans El aumento de tamaño del sistema ventricular es un requisito indispensable en el diagnóstico de la HCA. De los múltiples índices ventriculares que pueden calcularse, el índice de Evans es el más utilizado. Este índice fue diseñado para calcular el tamaño del sistema ventricular en las neumoencefalografías51, siendo posteriormente adaptado a la TC cerebral. El índice de Evans se calcula a partir de la relación entre el tamaño de las astas frontales donde se encuentran más dilatadas y el diámetro máximo entre ambas tablas internas en el mismo corte de TC (Fig. 1). A pesar de que el tamaño ventricular normal aumenta de forma variable con la edad, un índice de Evans igual o superior a 0,30 debe considerarse patológico. Sahuquillo et al. observaron que los pacientes con una HCA presentan un tamaño ventricular muy variable, sin que exista una relación estadísticamente significativa entre el grado de dilatación ventricular y los valores medios de PIC15. La TC cerebral y la RM craneal aportan información adicional que permite a menudo establecer el diagnóstico diferencial entre una HCA y una dilatación ventricular exvacuo (atrofia cerebral) 52-54. En ambas exploraciones deberían analizarse la morfología de las astas frontales y del tercer ventrículo. Las astas frontales de contornos redondeados y un tercer ventrículo “abalonado”, suelen asociarse a una hidrocefalia55. La RM también permite visualizar la morfología de la parte anterior del 15 Poca et al. tercer ventrículo, la permeabilidad del acueducto de Silvio y la distensión del cuerpo calloso26, 56. Dilatación ventricular y aumento de los surcos corticales en la HCA La presencia de unos surcos corticales dilatados ha sido considerada durante muchos años un criterio que descartaba el diagnóstico de HCA. Sin embargo, diferentes estudios han demostrado que los pacientes con una HCA pueden presentar un espacio subaracnoideo colapsado, normal o incluso muy dilatado (Fig. 2). Es bien conocido que la presencia de una moderada dilatación ventricular que coexiste con una dilatación importante de los surcos corticales puede asociarse a alteraciones importantes en el registro de PIC (Fig. 3). Estudios recientes han puntualizado la posibilidad de que una dilatación de los valles Silvianos, con aumento de los surcos corticales, puede ser indicativa de un bloqueo en la eliminación del LCR a través de las granulaciones aracnoideas57, 58 . En este contexto, el espacio subaracnoideo actuaría a modo de “reservorio” extraventricular para el LCR. Por tanto, la presencia de atrofia cortical no descarta el diagnóstico de HCA ni tiene un valor predictivo que permita dilucidar la respuesta clínica al tratamiento quirúrgico15. Significado de las hipodensidades periventriculares en pacientes con HCA Algunos autores han sugerido que la existencia de hipodensidades periventriculares, relacionadas con fenómenos de transudación de LCR (edema hidrocefálico), tiene un elevado valor predictivo positivo a la respuesta clínica tras la implantación de una 16 Poca et al. válvula59, 60 . No obstante, estos resultados no han sido confirmados por otros autores41. Los estudios por RM han demostrado que la presencia de hipodensidades en la sustancia blanca periventricular y subcortical puede deberse a fenómenos de isquemia crónica relacionados con la edad o con alteraciones de la microcirculación, indicando simplemente la existencia de una leucoaraiosis. La presencia de múltiples infartos lacunares puede orientar el diagnóstico hacia una demencia de origen vascular, aunque cada vez es más conocida la asociación entre demencia multinfártica e HCA61-63. Boon et al. demostraron una elevada asociación entre ambas patologías, estableciendo incluso una teoría patogénica según la cual la alteración en las propiedades viscoelásticas del parénquima encefálico serían las responsables, junto a una alteración en la dinámica del LCR, de la dilatación ventricular hidrocefálica64. Valor actual de los estudios no invasivos de la dinámica del LCR por RM Las técnicas no invasivas de estudio de la dinámica de LCR a través de la RM suponen una importante innovación en el diagnóstico de la HCA. La posibilidad teórica de poder prescindir de estudios invasivos como la monitorización continua de la PIC y los estudios directos de la dinámica del LCR, explican la importante proliferación de trabajos en los últimos años que estudian el valor predictivo de estas nuevas técnicas diagnósticas. Las secuencias sensibles al flujo de fluidos, y en especial las secuencias en contraste de fase (phase-contrast) con sincronización cardíaca, permiten observar la circulación del LCR y calcular las velocidades del flujo en el interior del sistema ventricular y en el espacio subaracnoideo en varios planos. El movimiento del LCR puede medirse en diversos puntos del sistema ventricular, en 17 Poca et al. las cisternas de la base y en los espacios subaracnoideos de la convexidad. En el acueducto, el LCR presenta en cada ciclo cardíaco un comportamiento pulsátil, con un componente descendente (sistólico) y un componente ascendente (diastólico) que pueden ser identificados y cuantificados. Bradley et al. observaron que un aumento en la velocidad del flujo a través del acueducto de Silvio (flujo hiperdinámico) es un elemento indicador de buena respuesta quirúrgica65-67. En una serie de 35 pacientes con HCA comprobamos que la mayor parte de los pacientes que presentaban alteraciones de la PIC eran “hiperdinámicos” en la RM 68. Sin embargo, también hemos observamos que existían pacientes con flujos normales (pacientes no hiperdinámicos) que presentaban alteraciones manifiestas de la PIC (Fig. 4) y que respondieron favorablemente a la implantación de una derivación de LCR68. La existencia de falsos negativos ha sido también objetivada por otros autores69, 70 , lo que apoya la tesis de que los pacientes con un cuadro clínico y radiológico compatible con una HCA que no resulten “hiperdinámicos” en la RM deben ser estudiados con sistemas invasivos (dinámica de LCR convencional y/o monitorización continua de la PIC) antes de descartar el diagnóstico de HCA. Valoración neuropsicológica en la HCA. Tests, escalas y cuestionarios de calidad de vida. ¿Cuándo y cómo aplicarlos? La valoración neuropsicológica de los pacientes con sospecha de HCA debe orientarse a la búsqueda de alteraciones cognitivas atribuibles a este síndrome y a establecer un diagnóstico diferencial con otras causas de demencia. Por otra parte, está ya bien establecido que en un número importante de pacientes con una HCA coexisten alteraciones cognitivas de otra etiología (casos mixtos)60, 71-73 . Una 18 Poca et al. valoración cognitiva mediante una prueba de cribaje general como el test “minimental” no es adecuada para detectar el tipo de deterioro ni la gravedad del mismo en las fases iniciales de la enfermedad. En la tabla 2 se exponen las funciones neuropsicológicas que deberían ser valoradas en estos pacientes, así como algunos de los tests más útiles para su estudio. En la valoración pre y postquirúrgica deben también cuantificarse los cambios en las actividades de la vida diaria y calidad de vida mediante el uso de escalas o cuestionarios adecuados (tabla 3) así como los cambios en las alteraciones de la marcha y en el control de esfínteres (tabla 1). Esta valoración multidimensional es esencial para poder evidenciar y cuantificar el beneficio del tratamiento quirúrgico a corto y largo plazo. La implantación de una derivación de LCR para el tratamiento de la HCA comporta unos resultados variables en la mejoría cognitiva de los pacientes tratados, con porcentajes que oscilan en la literatura entre el 30 y el 80%. Esta gran variabilidad puede deberse a distintos factores como el criterio y métodos diagnósticos utilizados, el tipo de pacientes, el criterio preciso de mejoría, el intervalo de seguimiento, los tests empleados y las funciones cognitivas evaluadas, que presentan una extrema variabilidad en los distintos estudios publicados. Thomsen et al. 60 objetivaron una mejoría cognitiva en el 80% de los pacientes tratados cuando concurrían tres o más de los siguientes criterios: etiología conocida, tiempo de evolución corto, resistencia a la reabsorción del LCR elevada, surcos corticales obliterados y/o hipodensidades periventriculares en la TC cerebral. Los mismos autores hallaron que los tests que valoran el tiempo de reacción contribuían en más del 50% a la mejoría total y que las funciones visuoespaciales mostraban también una mejoría considerable después de la válvula. Stambrook et al.39 observaron una 19 Poca et al. mejoría en la atención, concentración, habilidades aritméticas, memoria, lenguaje, capacidades comunicativas, habilidades espaciales y constructivas. Por otro lado, Caltagirone et al. 38 y Larsson et al. 74 demostraron mejoría clínica en la mitad de los pacientes a los 4 meses de la intervención. Estos autores destacaron especialmente el aumento de independencia y una mayor motivación en las actividades de la vida diaria. A pesar de estas mejorías posquirúrgicas, el funcionamiento cognitivo no regresa necesariamente a la normalidad después de la implantación del sistema derivativo, incluso en aquellos pacientes con mejorías evidentes en otros aspectos clínicos (marcha y control de esfínteres)38, 40, 74 . Este hecho debe considerarse especialmente al discutir con el paciente y la familia el posible resultado del tratamiento quirúrgico En algunos estudios se ha observado que la recuperación cognitiva puede proseguir durante años75. Por ello es siempre aconsejable realizar un estudio de valoración previo a la cirugía y otro de control varios meses después de la intervención para analizar los resultados del tratamiento. En nuestro centro, el protocolo rutinario de estudio de los pacientes con sospecha de HCA incluye una valoración neuropsicológica completa. En los pacientes en los que se implanta una derivación interna de LCR, la exploración neuropsicológica se repite a los 6 meses de la intervención. 20 Poca et al. Pacientes con hidrocefalia “normotensiva” y alteraciones de la PIC. Del concepto de hidrocefalia “normotensiva” al de hidrocefalia crónica del adulto A pesar de que el concepto clásico de hidrocefalia “normotensiva” incluía como criterio diagnóstico básico la obtención de un valor normal de la presión del LCR medida por punción lumbar1-3, hoy sabemos que una lectura aislada de este parámetro carece por completo de valor diagnóstico. La monitorización continua de la PIC ha objetivado que los pacientes con una HCA pueden presentar en casos aislados episodios de hipertensión intracraneal, mientras que en otros muchos es frecuente la aparición de patrones característicos de alteraciones severas de la dinámica del LCR15, 76-80. Estos episodios, que son más frecuentes durante las fases REM del sueño15, 16, 78, 79, pueden alternarse con periodos en los que la PIC media y el análisis cualitativo del registro de PIC son estrictamente normales. Este hecho indica que el término de hidrocefalia “normotensiva” con el que durante décadas se ha denominado este síndrome es inadecuado15. La denominación más extendida y correcta para definir el síndrome es el de “hidrocefalia crónica del adulto”, término que no hace referencia a ningún valor de PIC ni incluye connotaciones fisiopatológicas41. La monitorización continua de la PIC es la exploración más sensible y específica que puede aplicarse en el diagnóstico de la HCA15, 79-81 . Sin embargo, en el momento actual esta exploración no se realiza de forma rutinaria en la mayor parte de servicios de neurocirugía de nuestro país82. 21 Poca et al. Selección del sistema de monitorización de la PIC más adecuado en el estudio de pacientes con sospecha de HCA La utilización de la monitorización de la PIC con un objetivo diagnóstico supone la implantación de un sensor durante un periodo mínimo de 3 a 6 días. Para ello se requiere disponer de complicaciones, un sistema de monitorización con un bajo índice de posibilidades de recalibración y poca desviación del “0”. De los diferentes sistemas disponibles en la práctica clínica, el que mejor se adapta a las características de estos pacientes es la monitorización extradural. Para la monitorización de la PIC a nivel extradural se han diseñado diversos sensores (Gaeltec, Drager, Ladd, Spiegelberg, etc.). Sin embargo, en nuestra opinión, el que mejor se adapta al estudio de este tipo de pacientes es el sistema Ladd (Ladd Research Industries, Inc., Burlington. Vermon, USA). En nuestro servicio este método se ha utilizado en los últimos 20 años para el estudio de aquellos casos con sospecha de alteraciones de la dinámica del LCR y de disfunción valvular. Sin embargo, para la monitorización de la PIC en los pacientes neurocríticos utilizamos de forma rutinaria la monitorización intraparenquimatosa o intraventricular, nunca la epidural. El sistema Ladd, como todo sistema de medición de la PIC, consta de un captor de presión, conectado a un monitor en el que la señal recibida se transforma y amplia para derivarse a un dispositivo visual o a un equipo de análisis. El sensor no está acoplado a fluidos, sino que se trata de un dispositivo sólido montado en la punta de un catéter. Los sensores Ladd deben calibrarse a la atmósfera antes de su implantación, por lo que existe una potencial desviación del cero en función de los 22 Poca et al. días de monitorización. Sin embargo, en nuestra experiencia se trata de un sistema de medición muy estable a los cambios de condiciones físicas como en la temperatura corporal del paciente. La colocación del sensor puede realizarse bajo anestesia local en pacientes colaboradores y con neurosedación en aquellos agitados. En el uso de sistemas de monitorización extradural es fundamental el conocimiento de las características y limitaciones del sistema, siendo imprescindible tener en cuenta una serie de consideraciones técnicas en el momento de la colocación del sensor. Para evitar lecturas de PIC artefactualmente altas, debe asegurarse la coplanaridad de la cara sensible del sensor con la duramadre y un correcto despegamiento circular del espacio epidural en el que se alojará el sensor. Otra consideración metodológica que debe tenerse en cuenta al utilizar la monitorización extradural es que los valores de la PIC pueden ser más elevados que los valores obtenidos en otros compartimentos intracraneales. Este problema, inherente al compartimento que monitorizamos y no al sistema de monitorización, puede solucionarse en aquellos casos en los que pueda practicarse una punción lumbar. La lectura simultánea de los dos valores de presión permite aplicar un factor de corrección a los valores epidurales. El registro gráfico de la PIC es superponible al obtenido de forma simultánea en otros compartimentos del sistema cráneoespinal, excepto en sus valores absolutos. Esto supone que la morfología, frecuencia y amplitud de las ondas de PIC son siempre idénticas. Debemos recordar que cuando utilizamos la monitorización de la PIC con un objetivo diagnóstico la información fundamental se obtiene a partir del registro gráfico y no de los valores absolutos, que en muchos casos estarán dentro del rango de la normalidad. 23 Poca et al. Perfiles hidrodinámicos y tipos de hidrocefalia Los pacientes con una demencia asociada a alteraciones de la marcha, a una incontinencia de esfínteres y a un aumento del tamaño del sistema ventricular presentan hallazgos muy distintos al monitorizar de forma continua la PIC15, 83. Esto permite establecer diversos perfiles hidrodinámicos. De acuerdo con el valor medio de la PIC y de la presencia/ausencia de ondas patológicas, podemos etiquetar la dilatación ventricular de hidrocefalia activa, compensada, detenida o dilatación ventricular ex-vacuo15. La hidrocefalia activa es aquella en la que el paciente presenta una PIC media superior a 12 mm Hg. En estos casos se detectan casi siempre ondas patológicas (ondas A y/o ondas B de Lundberg). Incluimos en la categoría de hidrocefalia compensada a aquellos pacientes con una PIC media inferior a 12 mm Hg pero en los que existe un porcentaje variable de ondas patológicas en el registro gráfico. Estas ondas suelen ser de menor amplitud que las observadas en las hidrocefalias activas. En la hidrocefalia detenida la PIC media es normal y no aparecen ondas patológicas en el registro gráfico. Para considerar que una dilatación ventricular es el resultado de una atrofia cerebral (dilatación exvacuo) la PIC media debe ser normal y no deben existir ondas patológicas en el registro gráfico (Fig. 5). 24 Poca et al. Valor predictivo de las ondas patológicas. ¿Qué porcentage de ondas B debe exigirse para la implantación de una derivación de LCR? Existe un consenso en afirmar que aquellos pacientes que presentan una PIC media elevada y ondas plateau en el registro gráfico mejoran después de la implantación de la válvula76, 79, 84-86. En cambio, en la literatura existen discrepancias con relación al porcentaje mínimo de ondas B que debería presentar un paciente con HCA para ser candidato al tratamiento quirúrgico77, 81, 86, 87. Crockard et al. exigían la presencia de al menos un 10 % de ondas B en el registro de PIC77. Borgesen y Gjerris objetivaron que todos los pacientes que habían presentado un porcentaje de ondas B > 50% mejoraron después de la intervención, mientras que ninguno de los que había presentado un porcentaje de ondas B < 5% había mejorado59. Para estos autores, el resultado quirúrgico no era predecible cuando el porcentaje de ondas B oscilaba entre el 5 y el 50 %. En estos casos la decisión quirúrgica quedaba supeditada al resultado del estudio de la dinámica del LCR. En cambio, para otros autores la presencia de ondas B en el registro de PIC, independientemente de su número y amplitud es ya un criterio para la colocación de la válvula15, 81. En nuestro centro, y de acuerdo con esta clasificación propuesta en el apartado anterior, consideramos que los pacientes con una hidrocefalia activa o compensada son candidatos a la implantación de una derivación de LCR, independientemente del porcentaje de ondas patológicas que aparezca en el registro de PIC. Estudio de la dinámica del LCR. Tipos de tests y secuencia de aplicación. ¿Es suficiente el estudio de la dinámica del LCR para descartar el diagnóstico de HCA? 25 Poca et al. En el estudio de pacientes con una sospecha de HCA, en nuestro centro combinamos la monitorización continua de la PIC con la práctica de un estudio hidrodinámico por vía lumbar (tests de bolus de Marmarou y test de infusión continua de Katzman) 26. En algunos pacientes, estos tests se complementan con una evacuación controlada de LCR (tap-test de Wikkelsö). Para evitar artefactos, la PIC se monitoriza por lo menos durante 72 horas. Después de obtener registros de PIC correctos, se practica el estudio hidrodinámico por vía lumbar. La práctica de una PL origina una fuga de LCR a través del orificio de punción que puede prolongarse durante días. La pérdida de LCR puede dar lugar a valores de PIC falsamente bajos durante los días posteriores a la punción, por lo que en caso de ser necesaria una remonitorización de la PIC debería esperarse por lo menos una semana. La secuencia de estudio que aplicamos en nuestro centro (monitorización continua de la PIC complementada con un estudio hidrodinámico practicado en un segundo tiempo) en el estudio de los pacientes con una HCA, puede simplificarse en algunos casos mediante el estudio aislado de la dinámica del LCR. El hallazgo de un aumento en la resistencia a la reabsorción del LCR, combinado o no a una disminución de la complicancia cráneoespinal, indican casi siempre que el enfermo requiere la implantación de una derivación de LCR. La mejoría clínica del enfermo después de evacuar LCR constituye un elemento diagnóstico y pronóstico adicional. Sin embargo, si los estudios hidrodinámicos se practican de forma aislada, cuando los parámetros hidrodinámicos sean normales, debería monitorizarse siempre la PIC antes de descartar el diagnóstico de esta patología. De esta forma, es posible reducir de forma significativa el porcentaje de falsos negativos. La figura 6 ilustra un 26 Poca et al. hecho conocido y relativamente frecuente en los pacientes con una HCA, y es que existe un porcentaje no determinado de casos en los que la dinámica del LCR es normal, pero que presentan un registro de PIC patológico. Estos pacientes también se benefician de la implantación de una válvula. La figura 7 resume el protocolo de estudio de los pacientes con sospecha de HCA que se aplica en el Hospital Universitario Vall d’Hebron. Aspectos a considerar en la selección de una válvula en pacientes con HCA El tratamiento clásico de la HCA supone la implantación de una derivación de LCR ventrículo-peritoneal o, en casos muy concretos, ventrículo-atrial. Algunos autores han indicado que las derivaciones lumbo-peritoneales podrían ser una alternativa en el tratamiento de la HCA88-90. Sin embargo, las derivaciones lumbo-peritoneales no previenen la aparición de colecciones subdurales, suelen asociarse a un elevado porcentaje de disfunciones a largo plazo 91 y pueden provocar una herniación secundaria de las amígdalas del cerebelo (Chiaris secundarios)92. Al seleccionar una determinada derivación de LCR para este tipo de pacientes, debe tenerse en cuenta que frente al riesgo de potenciales complicaciones secundarias a la válvula, existe el riesgo de un hipofuncionamiento valvular, si se selecciona una derivación con una presión de apertura elevada o con una excesiva resistencia al paso del LCR. Una presión de apertura de la válvula por encima de la presión media del enfermo implica que solamente habrá drenaje de LCR durante las maniobras de Valsalva y durante los periodos de sedestación y bipedestación, en los cuales el flujo a través de la derivación aumenta debido al fenómeno conocido como disfunción 27 Poca et al. hidraulica o “sifonaje”. Estas apreciaciones son igualmente válidas para aquellos pacientes con una HCA en los que la PIC media es inicialmente elevada (hidrocefalia activa). En este grupo de pacientes, debemos tener en cuenta que una vez evacuada una cierta cantidad de LCR la PIC media descenderá, pasando a comportarse desde el punto de vista hidrodinámico como una hidrocefalia compensada. Diversos estudios comparativos han objetivado un mayor índice de buenos resultados al implantar válvulas de baja presión en pacientes con una HCA93-96. Para el tratamiento de pacientes con una HCA activa o compensada habitualmente seleccionamos una derivación de baja presión. En función del tamaño ventricular, la resistencia a la reabsorción del LCR y la PIC media del enfermo, la válvula puede combinarse con el uso de un dispositivo antisifón o antigravitatorio, que evitarán un porcentaje elevado de complicaciones relacionadas con el hiperfuncionamiento valvular (hematomas subdurales, higromas, etc.). No obstante, el uso de este tipo de dispositivos requiere una serie de medidas específicas para evitar los fenómenos de hipofuncionamiento valvular (Fig. 8)97, 98. Protocolo de manejo per y postoperatorio en los pacientes con HCA El protocolo de tratamiento quirúrgico para los pacientes con una HCA no finaliza con la selección del tipo de shunt a implantar. Es importante no descuidar una serie de cuidados per y postoperatorios, dirigidos a reducir al mínimo las complicaciones que pueden presentar este grupo de pacientes potencialmente de alto riesgo. Durante la cirugía deben extremarse las condiciones asépticas que requiere la 28 Poca et al. colocación de toda prótesis. Además de la profilaxis antibiótica convencional, en nuestro servicio administramos un bolus de 20 mg de vancomicina intraventricular antes de conectar el catéter ventricular a la válvula. La apertura dural es siempre mínima y debe limitarse al tamaño imprescindible para que pueda entrar en el ventrículo el catéter ventricular. El sellaje del espacio subaracnoideo, mediante la coagulación de la duramadre con la aracnoides y piamadre, reduce de forma significativa la incidencia de higromas post-quirúrgicos. Al finalizar la cirugía una buena medida es aplicar una moderada compresión abdominal (colocación de una faja), con el objetivo de evitar la migración del catéter peritoneal y poder levantar precozmente a estos pacientes sin riesgos de eventraciones o exteriorizaciones accidentales del catéter distal. En los días posteriores debe evitarse el hiperdrenaje de LCR, por lo que el paciente debe permanecer plano en la cama o muy incorporado, manteniéndose varios días en la posición que condicione un menor funcionamiento valvular en función del tipo de válvula implantada. ¿Cómo actuar cuando el paciente no mejora o lo hace sólo de forma transitoria? Cuando un paciente en el que se ha confirmado el diagnóstico de HCA no mejora después de la implantación del sistema derivativo debe ser revalorado, con el objetivo de descartar un mal funcionamiento valvular. Este criterio también debe aplicarse a aquellos casos que presentan una mejoría transitoria después de la colocación de la válvula. En ambas situaciones, la información que aportan las exploraciones radiológicas puede ser no concluyente y las maniobras de bombeo manual de la válvula carecen de valor diagnóstico. La monitorización continua de la 29 Poca et al. PIC constituye el método diagnóstico de elección en estos casos. Por último, en los últimos años hemos detectado que un grupo de pacientes con una mejoría clínica mantenida durante periodos prolongados pueden presentar un deterioro clínico diferido, a pesar de un correcto funcionamiento valvular (datos no publicados). Algunos de estos pacientes han mejorado simplemente con el cambio del tipo de válvula o con el cambio en su presión de apertura. Este fenómeno ha sido también referido por Bergsneider et al. 99 y debe ser tenido en cuenta en el seguimiento de estos pacientes. Aspectos pronósticos En general, se ha otorgado un mejor pronóstico a los casos con una etiología conocida que a los casos idiopáticos. Probablemente esto constituye un sesgo de selección ya en los casos secundarios el diagnóstico se establece siempre de forma más precoz. Los mejores resultados se han objetivado en los casos en los que el paciente presenta un cuadro clínico florido de corta evolución, secundario a una causa conocida28, 60, 84. La hipertensión intracraneal, el aumento en la resistencia a la reabsorción del LCR y un porcentaje elevado de ondas B en el registro de PIC también se han correlacionado con un buen resultado posquirúrgico15, 59, 76, 77, 79, 81, 83, 84, 100 . Sin embargo, al contrario de lo que apuntaban los conceptos clásicos, la edad, la duración de la sintomatología, el grado de afectación clínica y el grado de reducción del tamaño ventricular después de la válvula no presentan una buena correlación con el resultado posquirúrgico7, 59, 60,101-104. Como hemos mencionado, en los pacientes que presentan un cuadro clínico completo, las alteraciones en la 30 Poca et al. marcha y las disfunciones en el control de esfínteres tienen un mejor pronóstico que la afectación de funciones superiores28. ¿Qué resultados podemos esperar después de implantar una derivación de LCR en pacientes con HCA?. Aspectos controvertidos del estudio multicéntrico de Vanneste En 1992 Vanneste et al. publicaron los resultados de un estudio multicéntrico en el que se exponían los resultados de un grupo de 166 pacientes con una HCA a los que se les había implantado una derivación de LCR14. En esta serie sólo el 36% de los pacientes tratados presentó algún tipo de mejoría, reduciéndose el porcentaje de mejorías clinicamente relevantes hasta sólo el 21%. En los casos idiopáticos, el porcentaje de mejorías significativas fue todavía menor (15%)14. El índice de complicaciones en esta serie fue del 28%, siendo necesaria la revisión de la válvula en 49 ocasiones. Los resultados de este estudio son tan decepcionantes que pueden incluso replantear la duda que formuló Pickard en el año 1984: Normal pressure hydrocephalus - to shunt or not to shunt?28. La amplia difusión que ha alcanzado el estudio de Vanneste y las graves consecuencias que pueden derivar de una visión escéptica por parte de los neurólogos que remiten a los pacientes a un servicio neuroquirúrgico, nos obligan a señalar que este estudio se presenta importantes sesgos de selección de los pacientes y problemas metodológicos graves, que en nuestra opinión invalidan los resultados obtenidos. Una de las limitaciones fundamentales de este estudio “multicéntrico” es que combina los resultados de 4 centros con una experiencia muy variable en el 31 Poca et al. diagnóstico y tratamiento de la HCA. Se da la paradoja que en dos de los cuatro centros el diagnóstico se fundamenta en la clínica y la neuroimagen, junto a los datos aportados por la cisternografía isotópica y la evacuación de LCR por punción lumbar. En otros de los centros participantes el criterio de selección es sólo clínicoradiológico, estableciéndose en algunos casos el diagnóstico de HCA en un criterio tan cuestionable como el “beneficio de la duda”. Por otra parte, los pacientes fueron tratados por 17 neurocirujanos diferentes durante un periodo de 10 años, lo que equivale a un paciente por neurocirujano y año, explicando en parte la disparidad de criterios diagnósticos y terapéuticos. El tipo de válvula implantado no se especificó en cada caso, aunque los autores refieren que en 135 pacientes se utilizaron válvulas de alta y media presión, sistemas que ya hemos mencionado que no deben utilizarse en el tratamiento de la HCA. El seguimiento de los pacientes se realizó a través de la historia clínica, los cursos de enfermería y a partir de entrevistas telefónicas, quedando limitado el seguimiento total a sólo 152 pacientes con un rango en el seguimiento entre 2 meses y 8 años (mediana de 3,1 años). En este estudio el índice de complicaciones postoperatorias es extremadamente elevado, una de las posibles razones es que cuando no podía establecerse la gravedad de una complicación se incluía en la categoría de complicaciones graves. Del mismo modo, el porcentaje de mejorías está sesgado, ya que los casos en que los pacientes mejoraban sólo de forma transitoria eran finalmente incluidos en la categoría de fracaso terapéutico. Por otra parte el seguimiento de los pacientes que no mejoraron o que mejoraron sólo de forma transitoria fue inadecuado, ya que se limitó a una exploración manual de la válvula (bombeo sobre el reservorio de la válvula), maniobra a la que actualmente no se le concede ningún valor diagnóstico. 32 Poca et al. En el otro extremo de la balanza, se encuentran los resultados de otros grupos que, a partir de protocolos de diagnóstico y tratamiento más complejos, han conseguido obtener un índice de mejorías posquirúrgicas que superan el 80% de los casos15-17. En el análisis de estos resultados tan dispares debe tenerse en cuenta que los criterios diagnósticos y terapéuticos son muy variables en las distintas series publicadas. Por otra parte, la población de pacientes con una HCA es muy heterogénea y además en muchos casos la hidrocefalia puede coexistir con una demencia de tipo cortical, lo cual debe considerarse al evaluar el resultado postshunt de las funciones superiores. Un factor esencial a considerar que distorsiona el análisis de los resultados de distintas series quirúrgicas, es que no existe todavía un consenso con relación al tipo de válvula más adecuado para estos pacientes. Consideraciones finales La HCA es hoy una de las pocas demencias tratables y con frecuencia reversibles. El aumento de la esperanza de vida de la población y la evidencia de que los mecanismos de reabsorción de LCR se alteran a medida que aumenta la edad, debe alertar al clínico sobre la posibilidad de este síndrome. La coexistencia de varios procesos en un mismo paciente incrementa la posibilidad de encontrar casos en los que el deterioro cognitivo tenga un origen múltiple. Incluso en estos casos, el diagnóstico de una alteración en la dinámica del LCR puede aportar una mejoría clínica, fundamentalmente en la marcha y en el control de esfínteres, que mejore la calidad de vida del paciente y su entorno familiar. La experiencia acumulada después de casi 4 décadas desde la descripción inicial del síndrome, permite afirmar que la visión simplista con la que todavía se contempla en algunos medios el síndrome de la HCA debe cambiar de forma radical. Los objetivos clínicos actuales 33 Poca et al. deberían dirigirse y centrarse en un diagnóstico precoz del síndrome y en la reducción de falsos negativos. Esto pasa inevitablemente por una mejoría significativa y consensuada en los protocolos de cribaje, diagnósticos y terapéuticos aplicados a estos pacientes. 34 Poca et al. Agradecimientos Agradecemos la colaboración de nuestro equipo de enfermería en el estudio y tratamiento de estos pacientes. También queremos agradecer el asesoramiento de la Profesora Carme Junqué y la colaboración de la neuropsicóloga Mª del Mar Matarín del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universitat de Barcelona en la valoración y seguimiento neuropsicológico de los pacientes con hidrocefalia crónica del adulto. 35 Poca et al. Bibliografía 1. Hakim S. Algunas observaciones sobre la presión del LCR. Síndrome hidrocefálico en el adulto con "presión normal" del LCR [Tesis Doctoral]. Facultad de Medicina, Universidad Javeriana, Bogota, Colombia. 1964. 2. Hakim S, Adams RD. The special clinical problem of symptomatic hydrocephalus with normal cerebrospinal fluid pressure. Observations on cerebrospinal fluid hydrodynamics. J Neurol Sci 1965; 2: 307-327. 3. Adams RD, Fisher CM, Hakim S, Ojemann RG, Sweet WH. 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Figura 3: TC y registro de PIC de un paciente con HCA. La imagen muestra como a pesar de la acusada dilatación de los espacios subaracnoideos corticales el registro de PIC presenta importantes alteraciones. En el cuadro clínico del paciente predominaba la alteración de la marcha. Existía una incontinencia urinaria esporádica, con preservación de las funciones superiores. Este paciente no presentaba signos ni síntomas de hipertensión intracraneal. Figura 4: Dinámica de LCR por RM y registro de PIC de dos pacientes con HCA que mejoraron después de la implantación de una derivación de LCR. En el paciente de la parte superior de la imagen coinciden ambos métodos diagnósticos: paciente “hiperdinámico” con registro de PIC patológico. Sin embargo, en la parte inferior de la imagen se objetiva como, a pesar de que la velocidad de flujo del LCR a través del 49 Poca et al. acueducto de Silvio es normal, el registro de PIC muestra un porcentaje elevado de ondas B de alta amplitud (falso negativo). Figura 5: Tipos de hidrocefalia en función de los valores medios de la PIC y de la presencia/ausencia de ondas patológicas. Figura 6: Rout y registro de PIC en un paciente con HCA. A pesar de que los valores de los parámetros de la dinámica del LCR se encontraban dentro de los límites normales, este paciente presentaba un 54% de ondas B en el registro de PIC. Figura 7: Algoritmo de estudio de los pacientes con sospecha de HCA que aplicamos en el Hospital Universitario Vall d’Hebron. Figura 8: Registro de PIC pre y postoperatorio de un paciente con HCA al que se le implantó una derivación de LCR ventrículo-peritoneal con un dispositivo antisifón incorporado (válvula Delta nivel “0.5”). Una semana después de implantar la válvula (registros medio e inferior), el registro de PIC muestra que cuando el paciente permanece en decúbito supino, posición en la que no actúa el dispositivo antisifón, la PIC es estrictamente normal. Sin embargo, cuando el paciente se incorpora (sedestación), posición en la que sí actúa el antisifón, el trazado es patológico. Las alteraciones en el registro de PIC persiten 3 horas después de mantener la sedestación (registro inferior), indicando que se produce un hipofuncionamiento valvular durante este periodo. 50 Poca et al. Tabla 1 Escala de Hidrocefalia Crónica del Adulto I) Valoración de la Marcha (M) - Paciente encamado. Imposibilidad de deambulación autónoma 1 - Deambulación autónoma pero con ayuda 2 - Marcha independiente pero inestable. Presenta caídas 3 - Marcha anormal pero estable 4 - Marcha normal 5 II) Funciones Cognitivas (FC) - Paciente en estado vegetativo 1 - Demencia severa 2 - Alteraciones de la memoria con trastornos conductuales 3 - Alteraciones de la memoria reciente objetivables por el paciente o la familia 4 - Alteraciones cognitivas sólo objetivadas por tests específicos 5 III) Control de Esfínteres (CE) - Incontinencia urinaria y fecal 1 - Incontinencia urinaria continua 2 - Incontinencia urinaria esporádica 3 - Imperiosidad miccional (urgencia) 4 - Control de esfínteres normal 5 La puntuación del enfermo se obtiene a partir de la suma en las puntuaciones de los 3 apartados: M + FS + CE 51 Poca et al. Tabla 2 Tests neuropsicológicos utilizados en el estudio de pacientes con sospecha de HCA Memoria Memoria verbal inmediata (Subtest de Dígitos del WAIS) Aprendizaje verbal (AVLT, WMS, CVLT) Memoria remota (WMS) Funciones frontales Cálculo mental (Subtest de Aritmética del WAIS) Razonamiento Abstracto (Subtest de Semejanzas del WAIS) Trail Making Test A y B Wisconsin Card Sorting Test Torre de Hanoy Test de Stroop Velocidad visomotora Symbol-Digit modalities Test Tiempo de reacción simple Funciones visoespaciales Perceptivas (Orientación de Líneas y Discriminación de Formas de Benton) Razonamiento visoespacial (Test de Raven) Constructiva (Subtest de Cubos del WAIS) Habilidades de copia (Figura Compleja de Rey) WAIS: Wechsler Adult Intelligence Scale; AVLT: Auditory-verbal Learning Test; CVLT: California verbal learning Test; WMS: Wechsler Memory Scale 52 Poca et al. Tabla 3 Escalas o cuestionarios para la valoración de cambios en la vida diaria en pacientes con hidrocefalia crónica del adulto Escala de demencia de Blessed Escala de Stein y Langit Rapid Disability Rating Scale-2 (RDRS-2) Escala de actividades de la vida diaria Clinical Dementia Rating (CDR) Test de informador Criterio DSMIII-R de intensidad de la Demencia 53