López, Eduardo Roberto c. Sindicato de Seguros de la República

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Corte Suprema de Justicia de la Nación
López, Eduardo Roberto c. Sindicato de Seguros de la República Argentina •
16/10/2012
La Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó sin efecto, por arbitraria, la sentencia de
TEXTO COMPLETO:
Sindicato de Seguros de la República Argentina s. Recurso de hecho en: López,
Eduardo Roberto vs. Sindicato de Seguros de la República Argentina
RC J 9053/12
Dictamen de la Procuración General de la Nación:
Suprema Corte:
-I-
Los jueces de la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, en lo
principal, revocaron la sentencia del estrado inferior e hicieron lugar a la demanda (v.
fs. 949/965 y fs. 884/885 de los autos principales, a los que me referiré en adelante).
Para así decidir, sostuvieron que en primera instancia se había discriminado la relación
que mantuvieron las partes en dos períodos. Respecto al primero de ellos, llegaba firme
la decisión que entendió que en modo alguno podía calificarse como un vínculo laboral
dependiente el que transcurrió desde junio de 1970 hasta el año 1992, en el que se tuvo
por acreditado el carácter de dirigente gremial electo y miembro del secretariado general
del sindicato, pues la parte actora se había limitado a cuestionar el segundo período que
abarcó desde julio de 1993 hasta la ruptura en 2004.
Respecto a este último tramo adelantaron que correspondía reconocer que existió una
relación laboral no solamente por la presunción del art. 23 de la LCT, en la medida que
se demostró la existencia de prestación de servicios, sino también, sostuvieron, por la
prueba rendida en cuanto se habrían probado los extremos alegados en la demanda
referidos al vinculo laboral dependiente.
En cuanto a la alegada designación del actor como "colaborador gremial", afirmaron
que el Estatuto del Sindicato demandado efectivamente contempla la posibilidad de
nombrar a quienes se desempeñen en dicha función, sin embargo, destacaron, no se
demostró la existencia de resolución y/o acta alguna que corrobore la designación con
dicho carácter. Agregaron que tampoco hubo elemento probatorio alguno que revele que
a partir de 1993 el actor hubiese prestado servicios en establecimientos comerciales de
la actividad de seguros, ni ejercido cargo sindical alguno y menos aún la utilización de
la licencia gremial prevista en los arts. 217 de la LCT y 48 y concordantes de la Ley
23.551, por lo que entendieron que "... echa por tierra que las tareas desarrolladas en el
sindicato obedecía a su carácter de 'dirigente gremial'...". A ello agregaron que tampoco
se habría presentado a elecciones del gremio; por ello descartaron el argumento de la
demanda que las tareas desarrolladas por el actor en el área de prensa del sindicato
demandado, a partir del año 1993, obedecieran a una colaboración prestada en virtud de
revestir carácter de representante sindical y/o dirigente gremial. También descalificaron
el argumento del desempeño del actor en cargos políticos entre junio de 1993 a
diciembre 1999, pues en modo alguno ello significaría un impedimento para la
celebración de contratos con terceros.
Además existían constancias de certificación de servicios y remuneraciones, como así
también recibos de sueldos que reconocían la prestación de servicios. Anudaron a ello
las declaraciones de los testigos que corroboraron la existencia de la actividad laboral
del actor en la entidad sindical como "colaborador", inclusive los jueces respondieron a
las impugnaciones que formuló la demandada respecto al grado de credibilidad de las
declaraciones.
Sostuvieron que no surgía de la prueba aportada que los colaboradores fueran
designados por el Consejo Directivo Nacional del sindicato, extremo que no advirtieron
cumplido respecto del actor. En cuanto al pago mensual en carácter de "compensación
económica" durante el periodo objeto de debate, no se verificó el goce de las licencias
gremiales respectivas, y en cambio se comprobó, además de la mencionada
"compensación", conceptos tales como: "sueldo básico", vacaciones; "SAC", respecto a
los cuales realizó los correspondientes descuentos a los organismos de la seguridad
social, los que fueron consignados en el libro de registros laborales previsto en el art. 52
de la LCT.
Concluyeron que se encontraba acreditado en autos que a partir del 1.07.1993 el actor
prestó servicios en el área de prensa del sindicato demandado, en las sucesivas
instalaciones que éste utilizó como oficina, inserto en una organización que le era ajena,
poniéndose a disposición del empleador, quedando sujeto al poder de dirección de éste,
sin perjuicio de que lo utilizara o no, cumpliendo de esta manera los presupuestos que
emanan de los arts. 4, 5, 21, 22, 23, 26 y concordantes de la LCT que determinan la
calificación de esa relación como un contrato de trabajo. Finalmente condenó a los
rubros reclamados teniendo en cuenta la antigüedad registrada en los recibos de sueldo
extendidos por la demandada, que datan desde ello de junio de 1970 y que fueron
utilizados durante la relación para el computo de las vacaciones, extremo que aceptaron
en virtud de la teoría de los actos propios reprochable a la conducta de la responsable de
su confección.
- II -
Contra tal pronunciamiento la demandada deduce el recurso extraordinario federal cuya
denegación dio origen a la queja que fue declarada procedente porque podría prima
facie, involucrar cuestiones de orden federal susceptible a examen en la instancia del
art. 14 de la Ley 48, sin que ello implique pronunciamiento alguno sobre el fondo del
recurso, disponiéndose la suspensión del pronunciamiento de la Sala IV de la Cámara
(v. fs. 989/1028, fs. 1056 y fs. 2051 -foliatura cuya falta de correlación obedece a que se
advierte un salto a partir de fojas 1199 en adelante, mientras que el foliado de la queja
que figura al pie es correcto-.
Con apoyo en la doctrina de la arbitrariedad la recurrente se agravia porque entiende
que el fallo ha sido dictado en franca violación a las disposiciones de los arts. 163 y 277
del CPCCN, pues sostiene en su planteo que los jueces se alejaron de las constancias de
la causa resolviendo la cuestión sobre la base de consideraciones meramente dogmáticas
y ajenas a las constancias de la causa como al derecho vigente violando los principios
constitucionales de defensa en juicio y debido proceso.
Afirma que el magistrado que intervino en primer término, no obstante haber
reconocido que había llegado firme la decisión de la instancia anterior respecto a la
inexistencia de vínculo laboral en el denominado "primer período", condenó a su
mandante por todo el período del vínculo denunciado, decidiendo más allá del interés de
la propia agraviada. A su vez tampoco se atendió el planteo de que los agravios de la
actora ante la alzada no habían sido propuestos al juez de primera instancia, en
violación al art. 277 del CPCCN. Sostiene que es erróneo considerar por un lado que la
prestación de servicios activa la presunción del art. 23 de la LCT aun cuando el actor
fuese afiliado al gremio, cuando era más que eso ya que fue dirigente gremial, condición
esta última que revelaría una prueba en contrario que no se tuvo en cuenta. También
cuestiona la interpretación del a quo respecto a la designación de los colaboradores,
porque del estatuto del sindicato no se exige ninguna formalidad por parte del órgano
facultado para ello. Discrepa con la descalificación que hace la sentencia del hecho que
el actor ocupara cargos públicos, porque no se ponderó -según su criterio- que "es
público y notorio" que se debe tener "una dedicación full time en la función". Observa
que no podría ser considerado prueba del vínculo la circunstancia que se haya extendido
certificados de servicios desde el año 1970 y el pago por compensación gremial desde
esa fecha. Sostiene que no se hicieron cargo de las impugnaciones formuladas a las
declaraciones de los testigos, ni se tuvo en cuenta aquellos relatos que detallaban que el
actor no se hallaba sujeto a directiva alguna ni a cumplimiento de un horario
determinado.
Agrega que se omitió considerar que el actor percibió una indemnización por el vínculo
laboral con una compañía de seguros por el período que abarca desde 1962 hasta el año
1986, tema que fue consentido por el actor y no fue cuestionado al tiempo de apelar ante
la alzada.
En cuanto a la imposición de las costas a su parte, señala que en su oportunidad se
consideró inexistente la contestación de agravios, por carecer de firma, por lo tanto,
entiende que debieron imponerse las costas en el orden causado. Finalmente asevera que
no sólo se han violado la garantía del debido proceso y la legítima defensa en juicio de
su representada, sino también el derecho de propiedad al condenar al pago de sumas de
dinero sobre la base de aplicar una convención colectiva ajena a la relación habida entre
las partes.
- III -
En primer término cabe señalar que es reiterada la jurisprudencia de la Corte según la
cual las cuestiones de hecho y prueba son ajenas, como regla y por su naturaleza, a la
instancia del art. 14 de la Ley 48 (Fallos 314:1336, entre otros), así como aquella otra
que indica que la doctrina de la arbitrariedad es de aplicación restringida no apta para
cubrir las meras discrepancias de las partes respecto de los fundamentos de dicha índole,
sobre los cuales los jueces de la causa apoyaron sus decisiones en el ámbito de su
jurisdicción excluyente (doctrina de Fallos: 318:73 y 324:436, entre muchos otros).
En efecto, las críticas vertidas giran, sustancialmente, en torno a que la sentencia
impugnada convalidó la tipificación del nexo que ligó a las partes como una relación
laboral, y sólo traducen diferencias con el criterio del juzgador para la selección y
valoración de la prueba, ya que no resultan suficientes para rechazar las consideraciones
en que se apoya el pronunciamiento recurrido, máxime frente a la excepcionalidad del
remedio que se intenta.
La sentencia del a quo cuenta con suficientes fundamentos en cuanto entendió que se
encontraban acreditados elementos que tipifican al contrato de trabajo que permitían
establecer el verdadero vínculo dependiente, ya no por factores presuncionales del
artículo 23 citado, sino directamente por el artículo 21 de la LCT que define al contrato
de trabajo (v. fs. 958/959).
En definitiva, la sentencia se sustenta con argumentos no federales que, más allá de su
acierto o error, resultan suficientes para excluir la tacha de arbitrariedad invocada
(Fallos: 308:986, entre otros). Asimismo, también ha sostenido la Corte que la doctrina
de la arbitrariedad no tiene por objeto corregir fallos equivocados o que se consideren
tales, sino que atiende solamente a supuestos de excepción en los que, fallas de
razonamiento lógico en que se sustenta la sentencia, o una manifiesta carencia de
fundamentación normativa, impiden considerar el pronunciamiento apelado como un
acto jurisdiccional válido (Fallos: 304:279), pues su objeto no es abrir una tercera
instancia para revisar decisiones judiciales.
- IV -
Sin perjuicio de ello, los agravios referidos al llamado primer período habilitan su
tratamiento por esta vía puesto que, si bien lo atinente a la existencia de relación laboral
remite al examen de cuestiones ajenas a la instancia extraordinaria, como ya se señaló,
cabe hacer excepción al principio cuando, como aquí ocurre, la jurisdicción de los
tribunales de segunda instancia está limitada por el alcance de los recursos concedidos;
y si se prescinde de esa limitación resolviendo cuestiones que han quedado firmes, se
causa agravio a las garantías constitucionales de la defensa en juicio y de la propiedad
(Fallos 303:624; 304:355 y 1462; 310:999), pues los órganos judiciales de apelación no
pueden fallar sobre capítulos que no le fueron propuestos ni sobre cuestiones respecto
de las cuales no haya mediado agravio concreto de los recurrentes (Fallos 312:1625).
En efecto, llegó firme a la alzada lo decidido por el juez de primera instancia en cuanto,
durante el llamado "primer período" el actor cumplió funciones de delegado gremial,
que trabajó como empleado dependiente en dos empresas y que el propio actor
reconoció que su relación con la demandada, hasta mediados de 1992, tuvo su origen en
el desempeño de cargos electivos gremiales (v. fs. 884, considerando 1, párrafo 6).
Extremo que aparece reconocido por la actora en su expresión de agravios ante la alzada
en cuanto su debate parte de cuestionar solamente el rechazo de la demanda respecto del
segundo período (v. fs. 891vta. punto 1), para luego ratificar su postura al hacer la
distinción de los períodos; sin cuestionarlo directamente reconoce que "el primero hasta
el año 1992, período en el que se ha acreditado que era representante gremial electo y
miembro del Secretariado Nacional del gremio" (v. fs. 892 punto 1. A.l; luego reitera
dicha distinción al argumentar sobre la relación entre las partes (v. fs. 895vta. punto 1.
E.) e inclusive cuando pretende el reconocimiento de toda la antigüedad que surge de la
documentación de la obra social del sindicato demandado para la que se desempeñó en
un breve lapso julio 1993 hasta agosto 1996, ver fs. 952/vta.) reafirma que el actor fue
dirigente gremial durante el transcurso que abarcó el llamado "primer período" (v. fs.
906vta.). Tales circunstancias son las que llevan al a quo a decir que "... dicha
conclusión permanece firme en esta Alzada (art. 116 de la L.O., pues tal que como
surge de los términos del memorial recursivo de la parte actora, en realidad la apelante
cuestiona el análisis del segundo período que se inició a partir del 1.7.1993..." (v. fs.
950, punto III.)
En consecuencia, no pudo válidamente involucrar ese lapso de la relación como laboral
dependiente cuando la propia recurrente admitió en sus agravios otro tipo de vínculo
que llega firme ante la alzada y descarta de plano la presunción del art. 23 de la LCT y
el encuadre en la figura de contrato laboral del art. 21 del mismo cuerpo normativo.
Cabe agregar que, además de la limitación en que se encontraba la alzada, aparece
irrazonable que el extremo fáctico admitido sin discusión, pudiese suplirse con el
pedido de que se compute toda la antigüedad en razón de las fechas consignadas en la
documentación de la Obra Social, pues si para la determinación de la relación laboral,
por el segundo período reconocido, no fueron suficiente tales elementos para el a quo y
acudió a las numerosas consideraciones que se desprenden de la sentencia en crisis, las
que se detallan en el primer apartado de la presente, no habría motivo que justifique
tener por cierto un hecho en que las partes están contestes que no sucedió, respaldado
por una decisión judicial firme que vedaba la posibilidad de revisarla.
-V-
Por todo lo expresado, opino que V. E. debe hacer lugar parcialmente a la queja y al
recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia apelada exclusivamente en los
aspectos individualizados en el punto IV del presente y disponer se dicte una nueva
ajustada a derecho con el alcance indicado. — Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, 16 de octubre de 2012.
Vistos los autos: Recurso de hecho deducido por la demandada en la causa "López,
Eduardo Roberto c/ Sindicato de Seguros de la República Argentina", para decidir sobre
su procedencia.
Considerando:
1) Que la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, al revocar la
sentencia de primera instancia, hizo lugar al reclamo indemnizatorio por despido.
Contra dicho pronunciamiento la vencida interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación dio origen a la presentación directa en examen.
2) Que el 1° de junio de 2010 la corte declaró procedente la queja y dispuso la
suspensión del fallo impugnado por entender que los argumentos invocados podían
prima facie involucrar cuestiones de orden federal susceptibles de examen en la
instancia del art. 14 de la Ley 48, sin que ello implicase pronunciamiento sobre el fondo
del asunto (fs. 2051).
3) Que para así decidir, el a quo consideró que llegaba firme a la alzada que entre el 1
de noviembre de 1970 y el año 1992 no hubo relación laboral entre las partes sino
cumplimiento de funciones sindicales. En cambio, entendió que medió un vínculo
subordinado desde el 1 de julio de 1993 hasta el 6 de junio de 2004. Sostuvo que el
planteo defensivo de la accionada, consistente en que el actor revistió la calidad de
colaborador gremial, no podía tener favorable trato porque no se acreditó la existencia
de resolución y/o acta que lo designara en tal carácter.
Añadió que no estaba probado que el accionante -durante el lapso en cuestión- prestara
servicios en establecimientos de la actividad del seguro, se hubiera presentado a
elecciones en el gremio, ni ejercido cargo sindical alguno o utilizado la licencia prevista
en los arts. 217 de la Ley de Contrato de Trabajo y 48 y concordantes de la Ley 23551,
lo cual echaba por tierra que las tareas cumplidas en el sindicato hayan obedecido a la
condición de dirigente gremial. Sostuvo que era irrelevante el desempeño de cargos
políticos pues ello no constituía un impedimento para celebrar contratos con terceros.
Hizo merito de recibos de sueldo, certificados de remuneraciones y servicios. Efectuó
consideraciones sobre el desempeño del actor con sustento en la prueba testifical.
Aseveró que no podía restársele naturaleza salarial a la "compensación económica" que
percibió el accionante, habida cuenta de que no se acreditó el goce de licencias
gremiales y los recibos hacían referencia a conceptos tales como "sueldo básico",
"vacaciones", "SAC", respecto de los cuales la demandada efectuó los correspondientes
descuentos con destino a los organismos de seguridad social, a lo que cabía añadir que
tales datos fueron consignados en el libro del art. 52 de la Ley de Contrato de Trabajo.
En el contexto descripto, concluyó que el actor prestó servicios en el área de prensa del
sindicato demandado, en las distintas instalaciones que este utilizó como oficinas,
inserto en una organización que le era ajena, poniéndose a disposición del empleador,
sujeto al poder de dirección de este, sin perjuicio de que lo utilizara o no. A los fines de
la indemnización tuvo en cuenta la antigüedad correspondiente al primer periodo, con
sustento en que la accionada la reconoció al consignarla en los recibos de sueldo y
computarlas para el pago de la licencia anual, por lo que, en el punto, resultaba aplicable
la doctrina de los actos propios
4) Que los agravios expresados por la recurrente suscitan cuestión federal bastante para
su consideración por la vía intentada pues, si bien se refieren a cuestiones de hecho,
prueba y derecho común que, como regla, son ajenas al remedio del art. 14 de la Ley 48,
ello no constituye óbice decisivo para la apertura del recurso cuando -como en el sub
lite- la sentencia impugnada solo satisface de manen aparente la exigencia
constitucional de adecuada fundamentación (fallos: 307:2027; 312:281; 314:423;
315:119, 2673; 316:2598; 319:97, 1085; 325:2340, entre muchos otros).
5) Que la alzada prodigó al asunto un examen que pese a su extensión, no se hace cargo
de las particularidades de la problemática del "colaborador gremial", figura que no está
regulada normativamente a nivel general, aunque ha sido prevista en algún caso en
convenciones colectivas de trabajo (vgr. art. 100 CCT 76/75) y objeto de recepción por
la jurisprudencia. Conforme con esta última; pese a que la prestación de servicios en
sede sindical puede tener cierta similitud con las condiciones fijadas para el
cumplimiento del contrato de trabajo ambas situaciones difieren porque la primera tiene
una causa distinta que consiste en cooperar con la entidad para el cumplimiento de los
fines que le son propios por razones similares a las que motivarían a un representante
gremial, por lo que no existe en el caso relación de trabajo sino funcional.
6) Que el actor sostuvo en la demanda, cuyos términos la propia cámara consideró
escuetos, que en el periodo cuestionado en autos comenzó a desempeñarse "como asesor
en temas relacionados con la capacitación, la formación profesional, prestando servicios
en la Obra Social del Personal de Seguro y en el Sindicato indistintamente, siempre a
disposición de lo que decidiera el entonces Secretario General del Sindicato, don
Ramón VALLE (mayúsculas en el original), quien, por los años de trato y trabajo
conjunto, conocía perfectamente la capacidad del suscripto para colaborar y resolver
problemas de relativa importancia. Era considerado un asesor de consulta que no
cumplía un horario preestablecido. En los últimos años me ocupaba fundamentalmente
de las tareas de asesoramiento en el área de prensa, en relación al funcionamiento de los
Centros Educativos que posee el Sindicato y también en tareas de representación
institucional" (fs. 5/5 vta. de los autos principales).
7) Que la alzada sostuvo que era necesario un acto expreso de designación como
colaborador cuando ninguna norma del estatuto del sindicato (obrante en el sobre que
corre por cuerda), que permite ese tipo de nombramientos (art. 45, inc. 1) y no fue
impugnado por el accionante, exige esa formalidad. De tal modo, la cámara introdujo un
requisito no previsto estatutariamente.
Además, soslayó la estrecha vinculación entre el pretensor y el Secretario General de la
recurrente, la cual -como surge de la transcripción efectuada en el considerando
anterior- fue admitida en el escrito inicial, en el que también se puso énfasis en la
ininterrumpida militancia sindical del actor durante más de treinta años. Tales extremos
eran de ineludible consideración para elucidar la naturaleza del vínculo que ligó a las
partes, con independencia de la forma del nombramiento, del desempeño del
demandante en empresas del sector, en cargos gremiales o de su candidatura a ellos.
8) Que el a quo restó relevancia al nombramiento del actor en cargos públicos entre
1993 y 1996 sobre la base de que la exclusividad no es nota tipificante del contrato de
trabajo cuando, a los fines de una adecuada solución de la causa, debió examinar si este
último era o no compatible con el ejercicio de aquella función.
9) Que para resolver lo atinente al horario la Cámara sostuvo que no existe normativa
alguna que cumplimiento de uno mínimo para calificar el vínculo como laboral y la
prestación era diaria y continua. Ello constituye un fundamento aparente, toda vez que
lo decisivo para dilucidar si el actor estuvo sometido a un poder de dirección
jurídicamente ajeno no giraba alrededor de la extensión horaria -que no estaba
preestablecida según los términos de la demanda- sino si la jornada era determinada por
la recurrente o el actor, dada la índole de sus funciones estaba en condiciones de
fijársela por si.
10) Que lo expuesto por la alzada sobre la sujeción a directivas con apoyo en que el
secretario General del sindicato debía aprobar los trabajos omite ponderar que ese
extremo, lejos de resultar concluyente para demostrar una subordinación laboral, puede
estar presente tanto en un contrato de trabajo como en otro tipo de relación jurídica pues
responde al orden propio de una organización empresarial (doctrina de Fallos:
328:2047). Más aun, cuando según los términos del escrito inicial, la labor del
accionante se centraba en el asesoramiento.
11) Que el a quo se ciñó al nomen iuris de los rubros en que se discriminó la
compensación abonada al actor y al registro de ella, sin reparar en que las sumas que
percibe el "colaborador gremial" carecen de naturaleza remuneratoria pues tienen como
finalidad posibilitar el cumplimiento de la función y compensar los ingresos que ha
dejado de percibir por no desempeñarse en una empresa del sector, por lo que resulta
razonable que se integre con los ítems que componen la retribución de un trabajador de
la actividad. Ello equivale a una renuncia de la verdad jurídica objetiva, incompatible
con el adecuado servicio de justicia (Fallos: 304: 1698 y sus citas, entre otros)".
12) Que a idéntica conclusión cabe arribar respecto de las retenciones con destino a la
seguridad social y del certificado de servicios y remuneraciones, pues de no realizarse
las primeras el accionante resultaría perjudicado al disminuirse el tiempo de servicios
por aportes computables a los fines de la jubilación y el segundo es necesario para
acceder al beneficio.
13) Que, en función de lo expuesto, cabe concluir que lo resuelto guarda nexo directo e
inmediato con las garantías constitucionales que se invocan como vulneradas (art. 15 de
la Ley 48), por lo que corresponde su descalificación como acto jurisdiccional válido en
los términos de conocida doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad.
14) Que, en atención al resultado que se arriba, resulta inoficioso el tratamiento de las
propuestas de la recurrente relativas al monto de condena.
Por ello, y habiendo dictaminado la señora Procuradora Fiscal, se declara procedente el
recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Vuelvan los autos al tribunal de
origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con
arreglo al presente. Notifíquese y, oportunamente, remítase. — Ricardo Luis Lorenzetti.
— Elena I. Highton de Nolasco. — (en disidencia). — Carlos S. Fayt. — Enrique S.
Petracchi (en disidencia). — Juan Carlos Maqueda. — E. Raúl Zaffaroni. — Carmen M.
Argibay (en disidencia).
Disidencia de la señora vicepresidenta doctora doña Elena I. Highton de Nolasco y de
los señores ministros doctores don Enrique Santiago Petracchi y doña Carmen M.
Argibay:
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina la presente queja, es inadmisible
(art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal, se la desestima. Notifíquese, remítanse las
actuaciones al tribunal de origen y archívese. — Elena I. Highton de Nolasco. —
Enrique S. Petracchi. — Carmen M. Argibay.
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